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- Sinopsis
- Lucía pierde su empleo como programadora informática y decide dar un giro en su vida: convertirse en taxista. Al volante de su taxi, recorriendo las calles de Madrid, esperará pacientemente la ocasión de llevar en él a su vecino desaparecido, del que se ha enamorado.
- Género
- Drama Intriga Comedia dramática Comedia negra
- Dirección
- Reparto
- Año / País:
- 2023 /
España
- Título original:
- Que nadie duerma
- Duración
- 122 min.
- Guion
- Música
- Fotografía
- Compañías
- Coproducción España-Rumanía;
- Links
Premios
2023: Premios Goya: Mejor actriz (Malena Alterio)
2023: Premios Feroz: Mejor actriz (Malena Alterio)
2023: Festival de Valladolid - Seminci: Nominada a Mejor Película - Espiga de Oro.
2024: Premios Platino del Cine Iberoamericano: Nominada a Mejor actriz.
2023: Premios Forqué: Mejor interpretación femenina.
Crítica de Que nadie duerma por Cinemagavia
14 de noviembre de 2023
*La fantasía, el deseo de vivir
Que nadie duerma comienza con una serie de secuencias anodinas en las que contemplamos la vida gris de Lucia (Malena Alterio), la protagonista de esta fábula. Una vida que de un día para otro salta por los aires, cuando la empresa en la que trabaja quiebra. Quedándose Lucía sin su sustento. Sin aquello que la ha ocupado durante más de veinte años. Su trabajo como informática. Entonces Lucía, que vive en el barrio de Usera y cuida de un padre en los últimos años de su vida, decidirá sacarse la licencia de taxi.
Mientras, se enamora perdidamente de su vecino del piso de arriba. Un actor que escucha obsesivamente la ópera de Puccini Turandot y que tras un fugaz beso en la azotea, desaparecerá de su vida. Por lo que el objetivo de Lucía, en su nueva vida como taxista, pasará a ser encontrarse con ese hombre misterioso que ya no es capaz de olvidar. Aunque primero se topará con Roberta (Aitana Sánchez-Gijón), una productora teatral, con la que iniciará una inexplicable amistad y con otros personajes de la cultura como un dramaturgo que, de nuevo, inexplicablemente se interesará por ella. En un nueva rutina, ahora totalmente excitante, con la que dejar atrás sus días de rutinaria existencia.
Siempre con la duda de si estamos ante el fruto de la imaginación de la protagonista. Imaginación que para Lucía es un ingrediente vital fundamental. Un elemento que le imprime luz a sus días, por mucho que los guionistas se hayan empeñado en mostrar un Madrid asombrosamente lluvioso. Ya que Lucía no se ha olvidado de su nombre y en cada cosa que hace intenta brillar. A su manera, por su puesto, pero ella con su carácter extrovertido intenta hacer de cada jornada una pequeña novela de aventuras.
*El amor de Lucía
Porque si algo mueve a la Lucía de Que nadie duerma es la vida. Ella quiere vivir. Quiere saber hacerlo y por ello armada de una indudable valentía, se mete en su taxi para recorrer las calles de Madrid. Y con ello, esperar a que algo suceda. Un algo fantástico que la permita continuar y llenar ese vacío que una sociedad demasiado individualista ha ido agrandando. En un personaje que recuerda un poco al Damián de No mires a los ojos. Dos personas tiernas y extrañas, que parecen invisibles. Dos personajes que se sirven de la imaginación y de lo misterioso para prenderse a la vida.
Y es que, en el fondo, Lucía parece una especie de alma pura que aún no ha dejado de creer. De creer en lo imposible. En lo que todos le han dicho que es imposible. Una mujer para la que no hay duda de que el amor siempre acaba venciendo al odio. Un personaje lleno de recovecos y de ninguna obviedad, que Malena Alterio borda. Ella con sus ángulos, físicos y mentales, resulta una creación desbordante de creatividad. Ya que nunca te acabas de esperar el camino que va a terminar recorriendo.
Por mucho que algunos se empeñen en recordarla siempre por su Belén inolvidable, aquí Malena demuestra su versatilidad. Su humanidad con un personaje que parece inocente, pero que no acostumbra a callarse. Durante todo el metraje, el viaje de Lucía es brutal y ella lo realiza con naturalidad, cercanía y esa extrañeza que impregna cada secuencia de la película.
*No te deja indiferente
Es verdad que resulta complicado definir a Que nadie duerma. Son muchos los géneros de los que se sirve, para finalmente articular una venganza que nada tiene que ver con lo que se podría augurar en su comienzo. Habrá a quienes le moleste o descentre esa indefinición. Pero lo que nadie podrá decir es que la cinta les ha dejado indiferentes. Sirviéndose de la citada magnífica interpretación de Malena Alterio, así como de un Madrid nada visto. Un Madrid de barrio, pero no marginal. Una ciudad que casa a la perfección con la película.
Sin olvidar la inquietante música creada por Zeltia Montes. Al inició tan desconcertante que no sabes si molesta o es de una genialidad deslumbrante. Cada elemento de la cinta es congruente con esa búsqueda de lo inexplicable.
*Conclusión
Que nadie duerma es una curiosa película. Una cinta extraña, diferente, sobre una mujer, Lucía, que es despedida de su empresa y decide empezar una nueva vida como taxista. A la vez que se enamora perdidamente de su vecino, un actor aficionado a la ópera de Puccini, Turandot. Un tipo que desaparecerá misteriosamente y que ella soñará con llevarle un día en su taxi. Siempre con la duda de la ligera frontera entre realidad e imaginación, la película avanza con mucha originalidad por los deseos de Lucía. Los deseos de amor de una mujer arrinconada que combatirá el descreimiento a base de creatividad.
Interpretada por una Malena Alterio tan natural como precisa, la cinta transita por varios géneros, siempre fiel a su tono sorprendente. Con un Madrid que choca y ayuda a ese extrañamiento general. En lo que supone una interesante adaptación del mundo de Juan José Millás. Porque a veces lo que unos tildan de normal, para otros no baja de sobresaliente.
Escrito por Laura Tabuyo Acosta
Que nadie duerma comienza con una serie de secuencias anodinas en las que contemplamos la vida gris de Lucia (Malena Alterio), la protagonista de esta fábula. Una vida que de un día para otro salta por los aires, cuando la empresa en la que trabaja quiebra. Quedándose Lucía sin su sustento. Sin aquello que la ha ocupado durante más de veinte años. Su trabajo como informática. Entonces Lucía, que vive en el barrio de Usera y cuida de un padre en los últimos años de su vida, decidirá sacarse la licencia de taxi.
Mientras, se enamora perdidamente de su vecino del piso de arriba. Un actor que escucha obsesivamente la ópera de Puccini Turandot y que tras un fugaz beso en la azotea, desaparecerá de su vida. Por lo que el objetivo de Lucía, en su nueva vida como taxista, pasará a ser encontrarse con ese hombre misterioso que ya no es capaz de olvidar. Aunque primero se topará con Roberta (Aitana Sánchez-Gijón), una productora teatral, con la que iniciará una inexplicable amistad y con otros personajes de la cultura como un dramaturgo que, de nuevo, inexplicablemente se interesará por ella. En un nueva rutina, ahora totalmente excitante, con la que dejar atrás sus días de rutinaria existencia.
Siempre con la duda de si estamos ante el fruto de la imaginación de la protagonista. Imaginación que para Lucía es un ingrediente vital fundamental. Un elemento que le imprime luz a sus días, por mucho que los guionistas se hayan empeñado en mostrar un Madrid asombrosamente lluvioso. Ya que Lucía no se ha olvidado de su nombre y en cada cosa que hace intenta brillar. A su manera, por su puesto, pero ella con su carácter extrovertido intenta hacer de cada jornada una pequeña novela de aventuras.
*El amor de Lucía
Porque si algo mueve a la Lucía de Que nadie duerma es la vida. Ella quiere vivir. Quiere saber hacerlo y por ello armada de una indudable valentía, se mete en su taxi para recorrer las calles de Madrid. Y con ello, esperar a que algo suceda. Un algo fantástico que la permita continuar y llenar ese vacío que una sociedad demasiado individualista ha ido agrandando. En un personaje que recuerda un poco al Damián de No mires a los ojos. Dos personas tiernas y extrañas, que parecen invisibles. Dos personajes que se sirven de la imaginación y de lo misterioso para prenderse a la vida.
Y es que, en el fondo, Lucía parece una especie de alma pura que aún no ha dejado de creer. De creer en lo imposible. En lo que todos le han dicho que es imposible. Una mujer para la que no hay duda de que el amor siempre acaba venciendo al odio. Un personaje lleno de recovecos y de ninguna obviedad, que Malena Alterio borda. Ella con sus ángulos, físicos y mentales, resulta una creación desbordante de creatividad. Ya que nunca te acabas de esperar el camino que va a terminar recorriendo.
Por mucho que algunos se empeñen en recordarla siempre por su Belén inolvidable, aquí Malena demuestra su versatilidad. Su humanidad con un personaje que parece inocente, pero que no acostumbra a callarse. Durante todo el metraje, el viaje de Lucía es brutal y ella lo realiza con naturalidad, cercanía y esa extrañeza que impregna cada secuencia de la película.
*No te deja indiferente
Es verdad que resulta complicado definir a Que nadie duerma. Son muchos los géneros de los que se sirve, para finalmente articular una venganza que nada tiene que ver con lo que se podría augurar en su comienzo. Habrá a quienes le moleste o descentre esa indefinición. Pero lo que nadie podrá decir es que la cinta les ha dejado indiferentes. Sirviéndose de la citada magnífica interpretación de Malena Alterio, así como de un Madrid nada visto. Un Madrid de barrio, pero no marginal. Una ciudad que casa a la perfección con la película.
Sin olvidar la inquietante música creada por Zeltia Montes. Al inició tan desconcertante que no sabes si molesta o es de una genialidad deslumbrante. Cada elemento de la cinta es congruente con esa búsqueda de lo inexplicable.
*Conclusión
Que nadie duerma es una curiosa película. Una cinta extraña, diferente, sobre una mujer, Lucía, que es despedida de su empresa y decide empezar una nueva vida como taxista. A la vez que se enamora perdidamente de su vecino, un actor aficionado a la ópera de Puccini, Turandot. Un tipo que desaparecerá misteriosamente y que ella soñará con llevarle un día en su taxi. Siempre con la duda de la ligera frontera entre realidad e imaginación, la película avanza con mucha originalidad por los deseos de Lucía. Los deseos de amor de una mujer arrinconada que combatirá el descreimiento a base de creatividad.
Interpretada por una Malena Alterio tan natural como precisa, la cinta transita por varios géneros, siempre fiel a su tono sorprendente. Con un Madrid que choca y ayuda a ese extrañamiento general. En lo que supone una interesante adaptación del mundo de Juan José Millás. Porque a veces lo que unos tildan de normal, para otros no baja de sobresaliente.
Escrito por Laura Tabuyo Acosta
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181 de 239 usuarios han encontrado esta crítica útil
De verdad que no hay quien lo entienda
5 de febrero de 2024
Resulta ya inquietante lo altas que suelen ser las valoraciones en películas en las que no pasa nada relevante como para ser llevado a una pantalla de cine. Dentro de poco, alguien va a regar las plantas y si lo hace con una buena actuación, la fotografía y la música son buenas, eso va a ser una obra de arte. Porque la verdad es que este efecto va en aumento. Cuanto menos pasa más nota. Cuanto menos relevante más nota. Cuanto más coñazo más nota.
Luego sin embargo ves películas donde director y guionistas se han dejado la piel para contar algo con gancho, interesante, truculento, divertido, terrorífico, agobiante… da igual la palabra, mientras no sea “aburrido”, que es lo único que el cine no debe ser, y dichas películas suelen gozar de notas bastante bajas de crítica y público. Alucinante. No lo entiendo, de verdad, pero bueno.
A mi está película me ha parecido un tostón de cuidado. Ya en cuanto vi el primer plano y le estaban poniendo música a todo meter, estrambótica ultra plus extra, como si fuese la escena de la ducha de Psicosis, pero en realidad eran 2 mujeres hablando en una terraza, me dije… uyyyy, si esto se supone que es un clímax… la que no espera. Por desgracia no me equivoqué.
Malena Alterio se deja la piel intentando levantar este plomo, pero con una historia tan escasa y tan larga la tarea es imposible. Los minutos pasan y pasan entre divagaciones, pequeñas historias de poco calado, diálogos bastante absurdos, y diarreas mentales que no llegan ni a lo inquietante, ni a lo interesante, ni a lo gracioso. Si tuviera que encuadrar la peli en un estilo diría que es… género “realismo diario de una persona una tanto enajenada, como hay tantas”. Meter 10 minutos de eventos al final no salva las más de horas de duración.
Bueno, me voy a mirar por la ventana que pasan más cosas que en esta peli. Mira, un perro cagando. Que arte, que forma de hacer cada. Que inclinación de la columna. La mirada del dueño. Que realismo. Que bien está plasmado el esfuerzo del perro, y el asco del dueño al recoger la mierda. Con esta luz de la tarde resulta una escena embriagadora e impresionante. Se aprecia la influencia de los colores, y la relación entre naturaleza y hombre. El autor quiere transmitirnos el afecto que une a dos especies, y creo que además hay una metáfora en todo ello, que el autor ni ha pensado en ella pero yo me la invento. El perro en realidad, es un simbolismo del destino que le espera al dueño, pues cuando vaya a casa tiene pensado ver una peli de estas, y la cagada y la peli se unen en túnel con luces en espiral que nos lleva a desvelar la verdadera esencia de la idiosincrasia del ser, que es a la vez ser y la vez se contrapone a la yuxtaposición de los enigmas naturales del defecar en el cerebro del observador.
Que hartito estoy de las pelis coñazo…
Luego sin embargo ves películas donde director y guionistas se han dejado la piel para contar algo con gancho, interesante, truculento, divertido, terrorífico, agobiante… da igual la palabra, mientras no sea “aburrido”, que es lo único que el cine no debe ser, y dichas películas suelen gozar de notas bastante bajas de crítica y público. Alucinante. No lo entiendo, de verdad, pero bueno.
A mi está película me ha parecido un tostón de cuidado. Ya en cuanto vi el primer plano y le estaban poniendo música a todo meter, estrambótica ultra plus extra, como si fuese la escena de la ducha de Psicosis, pero en realidad eran 2 mujeres hablando en una terraza, me dije… uyyyy, si esto se supone que es un clímax… la que no espera. Por desgracia no me equivoqué.
Malena Alterio se deja la piel intentando levantar este plomo, pero con una historia tan escasa y tan larga la tarea es imposible. Los minutos pasan y pasan entre divagaciones, pequeñas historias de poco calado, diálogos bastante absurdos, y diarreas mentales que no llegan ni a lo inquietante, ni a lo interesante, ni a lo gracioso. Si tuviera que encuadrar la peli en un estilo diría que es… género “realismo diario de una persona una tanto enajenada, como hay tantas”. Meter 10 minutos de eventos al final no salva las más de horas de duración.
Bueno, me voy a mirar por la ventana que pasan más cosas que en esta peli. Mira, un perro cagando. Que arte, que forma de hacer cada. Que inclinación de la columna. La mirada del dueño. Que realismo. Que bien está plasmado el esfuerzo del perro, y el asco del dueño al recoger la mierda. Con esta luz de la tarde resulta una escena embriagadora e impresionante. Se aprecia la influencia de los colores, y la relación entre naturaleza y hombre. El autor quiere transmitirnos el afecto que une a dos especies, y creo que además hay una metáfora en todo ello, que el autor ni ha pensado en ella pero yo me la invento. El perro en realidad, es un simbolismo del destino que le espera al dueño, pues cuando vaya a casa tiene pensado ver una peli de estas, y la cagada y la peli se unen en túnel con luces en espiral que nos lleva a desvelar la verdadera esencia de la idiosincrasia del ser, que es a la vez ser y la vez se contrapone a la yuxtaposición de los enigmas naturales del defecar en el cerebro del observador.
Que hartito estoy de las pelis coñazo…
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