Se ha definido al autismo como el trastorno neurobiológico que se manifiesta dentro de los primeros tres años del niño, y lo acompañará a lo largo de todo su ciclo vital. Para ellos, la comunicación es todo un hito, pues no se les facilita mucho interactuar con los demás, y suelen tener patrones tanto restrictivos como repetitivos de comportamiento.
Con todo esto, podemos ver que la crianza de un menor con autismo suele ser un tema complejo. Hoy día se han reconocido distintas funciones en las que la música puede intervenir debido a sus propiedades terapéuticas.
Para el caso del autismo, un género tradicional mexicano se perfila como candidato idóneo para el tratamiento de este trastorno; sí, hablamos del son jarocho.
Este género musical se ha popularizado a lo largo de los años por sus versos y ritmos tan característicos, además de ser oriundo de los estados de Oaxaca, Veracruz y Tabasco, con una edad histórica de aproximadamente 300 años.
Justamente es en Veracruz, dentro del Centro Estatal para la Detección y Acción del Autismo (Cedaa) donde desde hace ya tres años se imparte un taller para menores autistas, donde se les trata, precisamente, con este son.
Sael Bernal es profesor del taller de jarocho dentro de este centro, y explica que cuando a los niños se les trata con este género, la dificultad inicial es relevante, ya que los menores no toleran esta música. Pero no nos quedemos con esta impresión, ya que poco tiempo después, ellos mismo se van adaptando.
Dentro de este centro de detección existe un caso de éxito, se trata de un chico de 7 años llamado Emir Yosimar Mendoza, quien gracias al taller ahora es capaz de pronunciar su nombre, convivir con otros niños y soportar ruidos que, anteriormente, le eran simplemente intolerables.
La terapia se realiza con músicos que tocan sones en vivo para ellos, logrando de manera gradual que los menores obtengan resultados positivos, a la vez que se familiarizan con las tradiciones de su entorno.
