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miércoles, 13 de diciembre de 2023

Kurt Vonnegut / El escritor que no tenía fe en la humanidad

Kurt Vonnegut, el escritor que no tenía fe en la humanidad

Kurt Vonnegut


CENTENARIO DE SU NACIMIENTO

El estadounidense, que nació tal día como hoy, es autor de grandes obras de ciencia ficción como 'Matadero cinco' o 'Cuna de gato', que acaba de sacar Blackie Books

Laura Gómez Ruiz
Barcelona, 11 de noviembre de 2022

El mundo estuvo a punto de perderse la escritura de Kurt Vonnegut (Indianápolis, 1922-Manhattan, 2007). El autor, que nació tal día como hoy hace cien años, no confiaba en que sus relatos fueran a llegar a ninguna parte pese a que logró publicar el primero de ellos a sus 28 años en la reconocida revista Collier's Weekly. Esa falta de autoestima se la inculcó uno de sus profesores, que le echó en cara que sus escritos no eran lo suficiente buenos como para dedicarse a ello. Sin embargo, el destino se puso de su parte y logró un empleo en el taller de escritores de la Universidad de Iowa. Desde entonces, las letras le acompañaron. También lo hizo la ciencia ficción pues, como él mismo escribió en Cuna de gato, “cada persona aquí tiene alguna especialidad, algo que dar al resto”. Y la suya era esa.

Cien años de Kurt Vonnegut / El escritor que satirizó la guerra con un optimismo salvaje

 


Kurt Vonnegut y su obra más célebre: "Matadero cinco"
Kurt Vonnegut y su obra más célebre: "Matadero cinco"

Cien años de Kurt Vonnegut, el escritor que satirizó la guerra con un optimismo salvaje

Contó el terrible bombardeo a la ciudad alemana de Dresde en la Segunda Guerra Mundial: él estaba ahí como prisionero. Dijo que Shakespeare fue un mal narrador pero era de los pocos que nos dijo la verdad. Se lo lee con una sonrisa a punto de deformarse. 



Por Patricio Zunini
19 DE NOVIEMBRE DE 2022

Suele decirse que las bombas atómicas que los Estados Unidos tiraron sobre el Japón fueron, antes que una estrategia para apurar el final de la Segunda Guerra, la demostración del poderío bélico frente a sus todavía —pero cada vez menos— aliados soviéticos. El 6 de agosto de 1945, el Enola Gay pilotado por Paul Tibbetslanzó a “Little Boy” sobre Hiroshima. El 9 de agosto, “Fat Man” devastó Nagasaki. Una semana después, el ejército japonés firmaba la rendición y los norteamericanos dejaban bien en claro su mensaje: don’t mess with us.

Humor triste, guerras absurdas y naves espaciales / Diez años sin Kurt Vonnegut

Kurt Vonnegut

Humor triste, guerras absurdas y naves espaciales: diez años sin Kurt Vonnegut

Ignasi Franch
10 de abril de 2017 



Norman Mailer lo calificó como el Mark Twain de su época, pero lo cierto es que los primeros libros de Kurt Vonnegut fueron recibidos con bastante indiferencia. No puede decirse que el escritor de Matadero Cinco tuviese mucha suerte. Su familia sufrió todo tipo de reveses. Y él, combatiente durante la II Guerra Mundial, fue retenido como prisionero del Ejército alemán en Dresde justo cuando unos bombardeos aliados destruyeron la ciudad. Posteriormente, junto con otros prisioneros, tuvo que dedicarse a desenterrar cadáveres. En Un hombre sin patria, se mostró sorprendido de que no le matasen en represalia por la muerte de decenas de miles de civiles.

Matadero Cinco / Un soldado perdido en el tiempo

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Kurt Vonnegut, ca. 1985. Fotografía: Cordon Press.


Matadero Cinco: un soldado perdido en el tiempo

Grace Morales
9 de septiembre de 2017

Alemania, febrero de 1945. La ciudad de Dresde era un gigantesco hospital de campaña, sus edificios, convertidos en refugio para los heridos del frente oriental. El abastecimiento de comida, cada vez más escaso. Muchas fábricas ya habían sido destruidas por las bombas aliadas. Pero Dresde mantenía un nudo ferroviario que podía dañar los intereses soviéticos, cuyo ejército ya se encontraba a las puertas de Silesia. La inteligencia británica decidió reabrir la Operación Thunderclap del 44, rendir por aire los enclaves del oeste, pero esta vez solo las ciudades más importantes. Para acelerar en el tiempo el final de la guerra, decidieron bombardear Dresde, conocida como la Florencia del Elba por la enorme cantidad de museos y monumentos, una ciudad repleta de belleza. La noche del 13 de febrero, los pathfinders británicos arrasaron Dresde en dos oleadas de bombas incendiarias. Dejaron casas y seres vivos consumidos por una lluvia de fuego gigantesca que succionó el oxígeno e hizo explotar todo lo que había debajo. Al día siguiente, los cazas norteamericanos dejaron caer otras tantas toneladas de bombas sobre diversos objetivos en la ciudad y sus alrededores. A causa de la nube de humo y las condiciones climáticas, algunas bombas se desviaron, llegando hasta Praga.

Herralde on the Road

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Fotografía: Alberto Gamazo.

Herralde on the Road

En agosto de 1988, Jorge Herralde, que había estado editando en Anagrama a docenas de escritores norteamericanos, llegó a Estados Unidos dispuesto a conocer a muchos de ellos en persona. El viaje duraría tres semanas y alternaría coche y avión. En el aeropuerto de Washington DC, en el que aterrizó en compañía de Lali Gubern, traductora y editora, y también pareja, los aguardaban representantes de la Meridian House Internacional, una institución de liderazgo diplomático y global dedicada a los programas de intercambio de líderes, ideas y cultura. A través de una suerte de beca esta financiaba el viaje «por la atención que Anagrama había prestado a la literatura norteamericana» desde sus inicios, explica Herralde en Un día en la vida del editor, libro con el que celebra los cincuenta años de la fundación de la editorial.




La primera etapa lo condujo a Tethford, en Vermont. «Fuimos en coche, para visitar a Grace Paley, de quien habíamos publicado sus tres libros de cuentos». Batallas de amor, centrado en las relaciones amor-odio entre hombre y mujeres, fue el primero. Herralde había oído hablar de ella «en los setenta, en una visita a Barcelona del gran cuentista Donald Barthelme», al que ya había publicado. En un almuerzo «entre vodkas y vodkas y más vodkas (antes de empezar a comer), me recomendó a una autora y un título, espléndido, que me apuntó en un papalito: Enormous Changes at the Last Minute».

Paley vivía en una cabaña en medio de un bosque con su esposo, el poeta Robert Nichols. Entre los dos prepararon una cena con las verduras y lechugas de su huerto, «que se limpiaron relativamente». Después fueron a conocer a las ovejas (docenas y docenas), atraídas por los estrepitosos alaridos del poeta, y tras juegos y revolcones con las demasiado amistosas bestias «nos pusimos a comer, beber, fumar, orinar en el campo (en suma, la vida sencilla, mientras hablábamos de política, feminismo, y de sus amigos los beatniks», recuerda Herralde.

John Kennedhy Toole
La conjura de los necios


Cuando dejaron Vermont se dirigieron a Nueva Orleans, donde la Meridian House Internacional les asignó un guía, profesor de literatura, llamado Kenneth Holditch, que presumía de no haber salido jamás de la ciudad. Suya había sido la primera crítica mundial de La conjura de los necios, de John Kennedy Toole, el mayor longseller de Anagrama, a la que dio equilibrio económico tras pasar por serias dificultades económicas. La primera noticia que había tenido Herralde de la novela fue a través de un catálogo de la Louisiana University Press, en el que se reproducía el prólogo del libro, del escritor y editor Walker Percy, donde contaba que un día entró en su despacho una señora con el manuscrito de su hijo, John Kennedy Toole, que se había suicidado al no lograr que el libro se publicase. «Ese texto de presentación era muy excitante, por lo que decidí pedir una opción», confiesa Herralde, que pasó una oferta de mil dólares. En la primavera de 1982 salió el libro traducido, en una tirada de cuatro mil ejemplares. Al regreso de las vacaciones se había agotado, y a partir de ese momento se convirtió en un superventas. «En aquel verano, en las playas españolas se podía observar un fenómeno curioso: gente agitándose espasmódicamente sobre sus tumbonas y toallas; si uno se acercaba, veía que estaban leyendo un libro a carcajadas: La conjura de los necios».


Casa de Eudora Welty


El editor no se fue de Nueva Orleans sin hacerse algunas fotos fetiches, como una debajo del reloj de los grandes almacenes D. H. Holmes que figura en la primera página de la novela. Después emprendió viaje a Jackson, Mississippi, para ver a Eudora Welty, de la que había publicado Una cortina de follajeEl corazón de los Ponder y Las manzanas doradas. La misma semana que la visitaron Herralde y Lali Gobern, lo hicieron un equipo de televisión de Nueva York y un periodista francés. «¿Qué pasa con usted, Miss Welty? ¿Le van a dar el Nobel?», le preguntaban sus vecinos. Fue Welty quien le habló de Richard Ford, al que conoció de niño, cuando era vecino suyo en Jackson. Dos años después Anagrama publicó Rock Springs y El periodista deportivo, solo para abrir boca.

Charles Bukowski


En San Francisco visitó a su amigo Lawrence Ferlinghetti, poeta, editor y propietario de la mítica librería City Lights Books, que en su día había se había hecho famoso con motivo del juicio por obscenidad al que fue sometido por publicar Aullido de Allen Ginsberg, más tarde también en el catálogo de Anagrama. Herralde había contado ya en Por orden alfabético que en agosto de 1976 estuvo en City Lights Books, y en esa ocasión Nancy J. Peters, mano derecha de Ferlinghetti, «me recomendó vivamente dos libros de Bukowski que habían publicado hacía poco: Escritos de un viajero indecente y Erecciones, eyaculaciones, exhibiciones. Empecé a leerlos en el viaje de vuelta y ya no pude soltarlos».


Tom Wolfe


En Nueva York lo esperaba el plato fuerte del viaje. Entre conciertos, museos y paseos, se reservó varias citas literarias y editoriales. La primera fue para conocer a Tom Wolfe, su gran fichaje norteamericano de los años setenta. Cuando Herralde y Lali Gubern llamaron a la puerta de su casa, abrió Wolfe en persona, «con su uniforme de Tom Wolfe». Bebieron vino blanco, hablaron de literatura, del nuevo periodismo y de la pasión del escritor por Zola, y su obsesión por la exactitud.

En 1972 Anagrama había publicado La Izquierda Exquisita & Mau-mauando al parachoques, que presentó en Bocaccio Manuel Vázquez Montalbán. Los anticipos «respondían al interés que entonces despertaba el autor en España, o sea prácticamente nulo: los de los cuatro primeros libros oscilaban entre ciento cincuenta y trescientos dólares… Con La hoguera de las vanidades las cosas cambiaron, dentro de un orden: veinticinco mil dólares. Rápidamente recuperados».

Bret Easton Ellis

 La siguiente cita fue una tarde en casa del matrimonio Gita y Sonny Mehta, el editor inglés que el año anterior había fichado por Alfred A. Knopf, tras destacar por su labor en Pan Books y sobre todo en Picador, sello en el que editó a comienzos de los ochenta a Ian McEwanSalman RushdieEdmund WhiteJulian BarnesGraham Swift o Michael Herr, muchos de los cuales llegarían a España de manos de Anagrama. «Después de tomar unas copas», cuenta Herralde, «nos fuimos Lali y yo, con ellos y su chófer, al piso de Bret Easton Ellis, que daba una party en honor de su gran amigo Jay McInerney, que acababa de publicar Story of My Life». Solo eran veinteañeros, pero McInerney, Easton Ellis, Tama Janowitz, también en la fiesta, y David Leavitt, «eran posiblemente el cuarteto de jóvenes más prometedores del momento». Anagrama acababa de publicar por entonces Esclavos de Nueva York, de Janowitz, y Menos que cero, de Ellis. La fiesta era, sin embargo, lo suficientemente grande para que también acudiesen George Plimpton, fundador de The Paris Review, o Harold Brodkey.

Kurt Vonnegut


Parecía un final de ruta por Norteamérica perfecto, pero horas antes de tomar el vuelo de regreso a España, Herralde cumplió un último sueño, en el restaurante del famoso Hotel Algonquin. Allí lo esperaba Kurt Vonnegut, del que Anagrama había publicado cuatro libros de una tacada, incluido Matadero Cinco. «Empezamos a beber, y de entre las barbas de Vonnegut empezaron a salir historias inesperadas y entrecortadas, acompañadas de sonoras carcajadas. Nosotros sonreíamos con falsa complicidad, aventurábamos algún tema y rápidamente nuestro jovial amigo arremetía con nuevos chistes, risas y bromas crípticas sobre escritores». Herralde y Gubern no entendieron demasiado. «Nos despedimos con grandes abrazos, pero bastante deprimidos, sic transit gloria mundi, etc.», y sin más regresaron a España.

JOT DOWN

jueves, 17 de noviembre de 2022

Monstruos, bestias y ogros literarios como reflejo de los miedos y la realidad

‘Dragón rojo y mujer vestida de sol’, de William Blake.

Monstruos, bestias y ogros literarios como reflejo de los miedos y la realidad

Una treintena de escritores, editores y catedráticos reflexiona en las Conversaciones literarias de Formentor sobre las criaturas nacidas de los terrores de la mente. Varios de esos autores cuentan a WMagazín su primer encuentro con algunos de estos seres y su vigencia en esta época.



La mente no deja de alimentar antiguos monstruos, ogros, bestias y alienígenas o de parir a otras criaturas terroríficas como reflejo, metáfora o alegoría de cada época. Son los hijos de los miedos, las incertidumbres, los misterios, las dudas y la desazón como fantasmas agazapados al otro lado de la razón o de sus lindes o en predios de la misma razón. La literatura está poblada de esos seres nacidos de la realidad o de lo que avista el escritor en el futuro con tal fuerza que incluso se pueden convertir en mitos, arquetipos o estereotipos.


Polifemo en la Odisea, de Homero, es uno de estos primeros seres que colonizan el imaginario universal. El monstruo de siete cabezas y diez cuernos del Apocalipsis, de la Biblia, es otro que no deja dormir a los católicos. Los últimos siglos han dado vida a mitos como Drácula y Frankenstein, o incluso Franz Kafka dio vida a su escarabajo en La transformación. Entre los artistas, William Blake supo reflejar muy bien algunos miedos abisales.

«Los monstruos pueden adoptar el aspecto de las criaturas terroríficas que habitan las foscas quimeras de la ilusión, encarnarse en las estrafalarias fantasías de la ciencia ficción o anidar en la trastornada deformación del propio ser humano», señalan los organizadores de las Conversaciones literarias de Formentor que este año se titulan Monstruos, bestias y alienígenas. Las foscas quimeras de la ilusión, del 20 al 22 de septiembre en Formentor, Mallorca (España). Durante las Conversaciones se entregará el Premio Formentor de las Letras a la escritora francesa Annie Ernaux por un “implacable ejercicio de veracidad que penetra los más íntimos recovecos de la conciencia”. El premio se entregará durante las Conversaciones Literarias de Formentor, organizadas por la Fundación Santillana con el mecenazgo de las familias Barceló, actual propietaria del hotel Barceló, y Buadas, antiguos propietarios y quienes dieron origen a estas jornadas y premios literarios en los años sesenta.

Una treintena de escritores, catedráticos y editores cuentan, debaten y reflexionan alrededor de seis mesas cada una de ellas especializada en una de estas criaturas literarias. Cinco de estos autores, de mesas diferentes, comparten con WMagazín cuándo y cómo fue el primer encuentro o descubrimiento de ese ser  sobre la que hablarán y que está recogido en un libro. Es su acercamiento a monstruos particulares, algunos de los cuales proyectan su sombra hasta ahora y ofrecen una vigencia inquietante.

Monstruos

Inma Monsó: La migala, de Juan José Arreola.

¿Qué cuando leí por primera vez La Migala? Descubrí a Juan José en la biblioteca de Rogelio Moreno, que es donde lo descubrí casi todo. De los cuentos de Confabulario, El miligramo prodigioso me llamó la atención, pero La Migala se fijó en mi memoria, tal vez porque llegó a mi vida en un momento en que acababa de vivir una extraña historia con un gusano. Este cuento responde de forma esencialmente literaria a una pregunta sobre una noción de la que los filósofos se han ocupado poco: “¿Qué es la perversidad?”. Quizá los pensadores se han ocupado poco de la perversidad porque sólo la narrativa de ficción puede dar cuenta de ella adecuadamente. Poe, por ejemplo. En El demonio de la perversidad la define como ese impulso primordial que nos lleva a actuar sin que nos importen las consecuencias, por devastadoras que puedan ser. Pero lo específico del acto perverso es que carece totalmente de finalidad. Esa falta de objetivo está en muchos cuentos de Poe, pero en La Migala (esa historia en que el narrador decide comprar una araña venenosa, soltarla en casa y convivir con ella a la espera del acontecimiento fatal) está excelentemente descrita. La Migala escenifica una perversidad potencialmente infinita, una perversidad que se autoabastece y se regenera sin cesar. Conseguir eso en un relato tan breve es todo un logro.

Fieras

Sara Mesa: Matadero cinco, de Kurt Vonnegut.

Dado que Matadero cinco es un libro tan psicodélico, me gusta creer que llegué a él de rebote, hace ya muchos años, gracias a la lectura de mi escritor favorito de aquel entonces, Kilgore Trout. Obviamente, quedé maravillada por la manera de escribir de Vonnegut. En Matadero cinco se habla de la guerra -él participó en la Segunda Guerra Mundial y fue testigo del bombardeo de Dresde-, pero no es un libro antibélico al uso. En él, a través del periplo del soldado Billy Pilgrim, un alma cándida que se ve inmersa en el absurdo de vivir, asistimos a una sucesión de hechos terribles, que tal como nos son narrados parecen más propios de una opereta que de la realidad. La verdad me asombra, dijo Vonnegut, que tenía la sensación de que el Creador del Universo nos estaba gastando una broma pesada cada día. Presente, pasado y futuro no son más que una rueda continua, tal como lo ven los trafalmadorianos, seres extraterrestres que miran nuestro mundo con la extrañeza que tal vez deberíamos mirarlo nosotros. Hoy, al releer este libro, descubro que encaja como pocos con este ciclo centrado en Monstruos, Bestias y Alienígenas.

  • La novela más reciente de Sara Mesa es Cara de pan Anagrama).

Bestias

Ana MerinoNovela de Andrés Choz, de José María Merino

Esta es la primera novela de mi padre, yo tenía cinco años cuando la publicó. La leí por primera vez con 11 años y tuve que usar un pequeño diccionario, y todavía tengo las anotaciones de esa primera lectura. Al releerla he vuelto a sentir la misma fascinación que cuando era niña, pero consciente, esta vez, de todas las dimensiones que esconde.

Es una novela con bifurcaciones donde lo misterioso se expresa a través de una presencia extraterrestre que contempla la realidad. Esta obra se construye en torno a la historia de Andrés Choz, un hombre maduro, que trata de escribir un libro que titula Novela del Hermano Ons mientras afronta una enfermedad terminal. En ese esfuerzo por concluir su proyecto de novela, se mezcla la trama vital que medita sobre la creación literaria, y un complejo relato de ficción científica que va creciendo hasta convertirse en la novela misma.  Andrés Choz se obsesiona con la idea de un fabuloso extraterrestre que patrulla por el espacio sideral recogiendo datos sobre la vida en los planetas. El tiempo humano apenas existe y esta criatura, llamada el Hermano Ons (en el lenguaje de estos extraterrestres los congéneres se llaman entre ellos Hermanos), se compone de una sustancia física más parecida a la de los dioses que a la de los mortales.  Tras una segunda visita de este ser a la tierra, su nave naufraga y sufre un accidente, lo que le lleva a convivir con los humanos bajo la apariencia de un perro. Mientras espera que los Hermanos le rescaten va quedándose absorto en la contemplación de los humanos y sus emociones. La novela de Andrés Choz se metamorfosea  en la del Hermano Ons, y ambas resultan ser la misma esencia.

 Alienígenas

José Enrique Ruiz-Domènec: Las gárgolas de Notre-Dame, de Michael Camille

Supe de la existencia del libro sobre “las gárgolas de Notre Dame” de una conversación ocasional que mantuve con su autor en el otoño de 1997 en París, mientras él preparaba los materiales, tras haber obtenido una beca de estudio que lo llevó a trabajar en la École des hautes études. Conocía bien a Michael Camille de haber leído alguno de sus excelentes libros y de haberle escuchado en el Palazzo Ancaiani de Spoleto en el marco de la famosa Settima di Studi sull’Alto Medioevo. Me interesé vivamente por la suerte de su trabajo que se publicó en 2009, varios años después de la muerte de su autor. Desde el primer momento vi que se trataba de una lectura original e ingeniosa de los monstruos en forma de gárgolas que se situaron en las terrazas de Notre Dame de París a raíz de la restauración realizada por Viollet-le-Duc a mediados del siglo XIX. Era una forma nueva de entender ese imaginario, alejada de las ideas del gótico fantástico, una forma que se interesa sobre todo por el efecto cultural de estas figuras en piedra en la sociedad parisina antes e inmediatamente después del desarrollo de las vanguardias artísticas. Con la traducción francesa de 2011 en la editorial Alma, con un estimulante prólogo de Roland Recht, el libro de Michael Camille ha ganado la partida en la interpretación de las gárgolas de Notre Dame de forma definitiva, es decir, para un siglo o más.

  • José Enrique Ruiz-Domenec es catedrático y director del Instituto de Estudios Medievales de la Universidad Autónoma de Barcelona. Es Académico de número de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona

Quimeras

Félix de Azúa: Noventa y tres, de Victor Hugo

El origen de mi interés por esta poco leída novela de Hugo fue el gran estudio sobre la Revolución Francesa de Simon Schama en el que contradice la leyenda tradicional de una revolución democrática y benéfica. Schama da mucha importancia a la guerra de La Vendée, una auténtica guerra civil dentro de la revolución, que produjo severas matanzas en la región del noroeste francés y fue de una crueldad insensata.

Los historiadores tradicionales la han disimulado para no estropear el cromo progresista de la burguesía romántica (Michelet, para entendernos), pero los historiadores actuales la han desvelado y documentado.

Curiosamente, tanto Victor Hugo como Balzac tienen sendas novelas sobre la guerra de La Vendée. La de Balzac es de muy escaso interés, pero la de Hugo es un documento excepcional porque lo que relata se lo contó su padre, que fue capitán de las tropas republicanas en el conflicto.

Su relevancia en nuestro tiempo debe mucho, a mi entender, a una figura esencial en el texto, el comisario político de Danton, Robespierre y Marat, muy similar a los comisarios estalinistas de la guerra civil española. Este personaje, un monstruo ideológico, es un carácter muy común en nuestros días y hay partidos que son, el partido entero, un enorme comisario político monstruoso con miles de tentáculos informáticos. La novela, por lo tanto, es de perfecta actualidad.

Ogros

Frankenstein y Drácula

Dos de los personajes más populares y arraigados en el imaginario popular son Frankenstein, de Mary Shelley, y Drácula, de Bram Stocker. El primero será tratado en las Conversaciones literarias de Formentor. Para ello es oportuno recuperar una reflexión del filósofo Jose Luis Pardo con una mirada que lo trae hasta el presente:

«La criatura del doctor Frankenstein es un mito que tiene que ver con algo que estuvo muy vigente: la confianza infinita en el progreso técnico. Qué sucedería si la ciencia llegase a dominar totalmente la naturaleza hasta producir la vida, pues, entonces naturalmente, se produciría una forma de vida que ya no sería humana. Sería el fin de la especie, de una vida natural y sería una artificial o de otra naturaleza nueva. Porque la criatura de Frankenstein no ha nacido de una madre ni de un padre, ni tampoco procede de la evolución. El drama de Frankenstein es que como solo es uno, no se ha producido en serie, pues es un hombre o un súper hombre sin sociedad, sin semejantes. Por tanto, es rechazado por diferente. Él está dispuesto a socializarse, pero es expulsado fuera de la sociedad, es así cuando se vuelve “malo”. Pero se vuelve malo un poco como en aquella canción de Jeanette: “Yo soy rebelde porque el mundo me hizo así”. Él no era malo por naturaleza. Tiene que ver con eso de Rousseau de que el hombre es bueno por naturaleza y es la sociedad la que le malea. Es un dilema característico de la modernidad ilustrada».

Sobre Drácula, José Luis Pardo dice lo siguiente:

«Drácula es la historia de alguien que sobrevive a la muerte, pero pierde la vida humana, pierde la humanidad, porque en el fondo el modo en que Drácula sobrevive a la muerte es convirtiéndose en una fiera que tiene que matar a sus semejantes para sobrevivir. ¿En el fondo no es esto lo que hacemos todos? Es decir, ¿no se basa nuestra supervivencia en la muerte de otros?… Sí, pero hay una pequeña diferencia: tenemos escrúpulos morales, nos da no sé qué matar personas… los animales tampoco es que nos preocupen. Vamos a decirlo de otra manera: podemos matar muchas personas pero tenemos que buscar justificaciones muy elaboradas.

Sin embargo, Drácula lo encuentra natural. Drácula nos recrimina nuestros prejuicios a la hora de vivir como fieras. Eso le impide formar parte de la comunidad humana por medio de la comunidad humana diurna. Es un mal socio si no no puede asociarse, no puede firmar un contrato social con alguien que no le puede garantizar la paz porque en cualquier momento puede tener una necesidad. Por tanto, Drácula es un ser solitario, condenado a vivir una no vida humana; y ese mismo carácter solitario, condenado, suscita una cierta compasión.

Pertenece el mito de Drácula a una época en la cual la frontera entre lo humano y lo inhumano, en el bien entendido eso que llamamos lo inhumano, es una cosa que está en nosotros. Digamos que la frontera, incluso en nuestro interior, entre lo humano y lo inhumano era una frontera muy vívida y muy vivida en el sentido de que la posibilidad de vivir sin escrúpulos morales es una posibilidad que reconocemos en nosotros. Podemos hacer cosas prescindiendo de los escrúpulos morales como vemos. Una de las fantasías favoritas de la cultura popular son los asesinos en serie. Pero en este momento histórico en el que sucede esta leyenda de Drácula transgredir esa frontera es sentido como una profanación».


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