La playa de Houlgate, en Normandía (Francia) |
Rumbo a la Normandía de Proust
Desde Illiers, el pueblo de la tía Léonie, hasta la playa de Cabourg, el Balbec de 'En busca del tiempo perdido', un viaje por los escenarios reales y literarios del gran escritor francés
31 AGO 2018 - 09:27 CEST
Llegué a Illiers desde París en tren, agotada, cansada, eso es todo lo que recuerdo. Pero no recuerdo ver la iglesia que Proust no se cansa de describir en el primer tomo de En busca del tiempo perdido. Mi alojamiento está al lado de la iglesia, de hecho, pero así es el mundo: cuanto más cerca, más lejos, y cuanto más pequeño, más inabarcable. Eso mismo debió de sentir Proust, una inmensidad tal en sus veranos de niño que solo recordarlo le llevó a emprender la hazaña más descomunal de la literatura del siglo XX. La dueña de mi bed & breakfast se ha encargado además de narrármelo todo tan anticipadamente por teléfono que podría ahorrarme todo el viaje y contarlo sin salir de mi habitación. Y esa es la tentación: tragarme las tres magdalenas que Laurence me ofrece y echarme a dormir. Pero me levanto, inspecciono mi cuarto y encuentro un libro de Baltasar Gracián: “Uno de los rasgos de la ignorancia es creer saber mucho”. Así que me pongo en marcha y me decido a salir.