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domingo, 25 de agosto de 2024

Del ‘Napoleón’ de Gance a la ‘Megalópolis’ de Coppola: 10 claves para un festival de Cannes inabarcable

 


Louis Garrel, Lea Seydoux y Vincent Lindon durante la ceremonia de apertura de la edición 77 del Festival de Cannes, este martes.GUILLAUME HORCAJUELO (EFE)


Del ‘Napoleón’ de Gance a la ‘Megalópolis’ de Coppola: 10 claves para un festival de Cannes inabarcable

Dentro de la programación del certamen más importante del mundo del cine y de sus secciones paralelas elegimos diez paradas, con algún hito incontestable



ELSA FERNÁNDEZ-SANTOS
Enviada especial a Cannes - 14 MAY 2024 - 22:31 

Le Deuxième Acte (El segundo acto), la nueva película del último gran renovador de la comedia francesa, el prolífico Quentin Dupieux, inauguró este martes la 77ª edición del festival Cannes con su habitual humor, tan divertido como desconcertante. En clave metacinematográfica, Dupieux presenta a cinco personajes (cuatro actores y un extra) enfrentados a un juego de realidad y ficción bajo la batuta de un despótico algoritmo. Léa Seydoux, Vincent Lindon, Louis Garrel y uno de sus actores fetiche, Raphaël Quenard, se burlan de sí mismos y de su oficio en una comedia que prepara el terreno para los próximos 12 días, con frases como esta: “Nunca ha servido de nada hacer cine. Por eso el cine mola, porque no tiene sentido”. Dentro de la inabarcable programación del festival y de sus secciones paralelas elegimos diez paradas, con algún hito incontestable.

domingo, 12 de marzo de 2017

Cuarenta años de “You talkin’ to me?”




Cuarenta años de “You talkin’ to me?”

Se cumple el aniversario del estreno en España de 'Taxi Driver', brutal descenso a los infiernos del Nueva York de los setenta


En mayo de 1976 ganó la Palma de Oro en el festival de Cannes 

GREGORIO BELINCHÓN
Madrid 12 MAR 2017 - 15:50 COT



Hace ya de ello muchos años, pero todo empezó con una partida de ajedrez. Los rivales: Brian de Palma y Paul Schrader. En mitad del duelo, Schrader empezó a contar a su amigo que había escrito en diez días un guion titulado Taxi Driver, en el que describía el descenso a los infiernos de un veterano de la guerra de Vietnam llamado Travis Bickle, taxista que en la zona de la neoyorquina Times Square vislumbra lo peor del ser humano: parte de esa fauna monta en su vehículo y por eso al final de cada jornada tiene que limpiar el asiento trasero de restos de sangre y semen. A De Palma la historia le interesó y cuando leyó el libreto descubrió que estaba escrito soberbiamente, así que buscó un productor que levantara aquel proyecto: y esos fueron el matrimonio Philips, Michael y Julia.






El equipo de 'Taxi Driver' explica cómo crearon la famosa cresta de mohicano del protagonista.

Martin Scorsese persiguió aquella historia durante mucho tiempo, y al principio encontró la oposición de Schrader, a quien no le había interesado El tren de Bertha, y solo tras ver acabada Malas calles, le dio su aprobación. Fueron los Philips quienes impusieron a Robert de Niro como protagonista y no a Harvey Keitel, la primera opción de Scorsese, que era amigo de ambos: la final los dos aparecen en Taxi Driver. Gracias a Malas calles, Francis Ford Coppola eligió a De Niro para El padrino II, pero con su Vito Corleone no se hizo famoso: el actor condujo durante un mes, 15 horas al día, un taxi por Nueva York para meterse en el personaje y solo una vez un cliente le reconoció.






Rodaje del final de 'Taxi Driver'.ampliar foto
Rodaje del final de 'Taxi Driver'.


La historia de Taxi Driver es la historia de la pelea entre los egos de dos cineastas que nunca se llevaron -ni se llevan- bien: Scorsese y Schrader, a pesar de que juntos filmaron un puñado de obras maestras. Durante el montaje de Taxi Driver acabaron a gritos, reeditaron la película hasta que lograron ponerse de acuerdo, y aún tuvieron que pulirla algo más ante la amenaza de una clasificación X por parte de la MPAA. Pero el resultado mereció la pena: en EE UU se estrenó el 8 de febrero de 1976, y desde el primer día fue un exitazo de taquilla: en su primera semana en Nueva York recaudó 58.000 dólares con colas constantes en las salas y cuando se retiró de cartel en su país había sobrepasado los 12,5 millones de dólares en taquilla (costó 1,3 millones). En mayo ganó la Palma de Oro en el festival de Cannes y a España llegó tiempo después, el 10 de marzo de 1976, hace ahora 40 años.






El equipo de 'Taxi Driver' explica cómo improvisaron la charla de Travis Bickle ante el espejo.

Con motivo del aniversario en EE UU, el año pasado el festival de Tribeca volvió a reunir a todo el equipo del filme. Junto a los ya mencionados, Cybill Sheperd y Jodie Foster, objetos del deseo en muy distintos sentidos- del protagonista. Aquella charla aparece ahora en el lanzamiento conmemorativo en Blu-Ray de Taxi Driver y podemos ver a De Niro recordando: “Cada día desde hace 40 malditos años, al menos uno de vosotros ha venido a decirme… ¿Qué creéis? “You talkin’ to me? [¿Me estás hablando a mí?]”. También se explica cómo improvisaron esa secuencia ante el espejo o cómo se les ocurrió la cresta de mohicano para incidir en el cambio de Travis Bickle, dos vídeos que mostramos ahora en EL PAÍS. Todo para obtener una obra maestra sobre el lado más perverso del ser humano y de su podredumbre moral.


martes, 17 de enero de 2017

Nicolas Cage y Willem Dafoe / Como perros salvajes



“Echo de menos ser famoso antes del sida y los teléfonos con cámara”

Nicolas Cage y Willem Dafoe se reencuentran en ‘Como perros salvajes’, la nueva película de Paul Schrader



ALEX VICENTE
PARÍS, 17 DE ENERO DE 2017

Esta es la historia de tres delincuentes de poca monta en los bajos fondos de una ciudad estadounidense de segunda, incapaces de adaptarse a la vida civil tras salir de la cárcel. Deciden abandonar el crimen de una vez por todas, pero antes quieren ejecutar su último gran golpe: el encargo de un mafioso que los contrata para secuestrar al bebé del capo de una banda rival. Huelga decir que las cosas se torcerán por el camino. La nueva película de Paul Schrader, Como perros salvajes, propone una nueva vuelta de tuerca a este género inagotable, inspirándose en la disparatada novela de culto Dog eat dog, de Edward Bunker. El filme supone el reencuentro de dos actores que llevaban más de 25 años sin coincidir en pantalla: Nicolas Cage y Willem Dafoe, que ya protagonizaron juntos Corazón salvaje. En un diálogo lúcido –y, a ratos, también delirante–, ambos reflexionaron sobre el tiempo transcurrido desde entonces en el pasado Festival de Cannes, donde la película clausuró la Quincena de los Realizadores.
Pregunta. ¿Cómo han cambiado desde Corazón salvaje?
Willem Dafoe. A mí, se me han caído un poco los testículos… [risas].










PAUL SCHRADER, EL LENTO DECLIVE DEL TRANSGRESOR


La primera vez que Paul Schrader trabajó con Nicolas Cage, el resultado fue catastrófico. Los productores les quitaron el control sobre su anterior proyecto, Caza terrorista (2014), que fue repudiado públicamente por ambos. Decidieron reincidir con Como perros salvajes para quitarse el mal sabor de boca. Schrader cuenta con cada vez menos margen de maniobra para sus peculiares propuestas, siempre alejadas de las fórmulas conocidas y del peso de la convención. “Cuando voy al cine, me pregunto por qué la gente no se duerme. Siguen rodando la misma historia una y otra vez. Me pregunto qué droga toma el público para no dormirse”, responde. “En este caso, me interesaba repensar el género de la película de gánsteres en esta era, después de Scorsese, de Tarantino y de Guy Ritchie. Pero eso ya no interesa a los estudios, que hoy solo hacen dibujos animados”.
¿Que uno de los mayores guionistas del último medio siglo, autor de los diálogos de Taxi driver o Toro salvaje, no logra financiar sus películas es un síntoma definitivo de un Hollywood enfermo? Schader sonríe al escucharlo. “En realidad, hoy no es más dificil hacer películas. Al revés: es más fácil, porque todo se ha vuelto más barato. Lo difícil es que ese abaratamiento de la tecnología ha venido acompañado de un tsunami de productos. Solo en Estados Unidos, existen 400 películas”, relata Schader. “Lo que es más difícil ser transgresor, porque hoy todo es transgresor. Por ejemplo, ¿cómo parodia uno a Donald Trump?”, se preguntaba Schrader, cinco meses antes de su victoria electoral, cuando ya se mostraba preocupado por el resultado. “Vivimos en una guerra cultural. La democracia está basada en la idea de que el ciudadano común es un ser inteligente. Ahora vamos a descubrir cómo de inteligentes son”.

Nicolas Cage. Ya ni me acuerdo de ese tiempo. Éramos unos críos. Diría que caminábamos más ligeros, que éramos más inocentes. Yo me he transformado varias veces desde entonces. Cuando pienso en ese tiempo, siento nostalgia por esos días en que no existía Internet.
W. D. Pero la nostalgia mata, así que es mejor no acomodarse mucho en ella… En realidad, cuanto mayor me hago, más feliz me siento. Lo único que no me gusta nada es que todo sucede a una velocidad imparable.
N. C. Yo echo de menos ser famoso antes de que existieran el sida y los teléfonos con cámara. Esas dos cosas lo cambiaron todo en nuestra civilización…
Pregunta. ¿Cómo ha cambiado la industria del cine desde entonces?
N. C. Ahora se toman menos riesgos. Se vuelve a rodar una y otra vez la misma historia con los mismos actores, porque se ha demostrado que eso genera dinero y lo más importante es recuperar la inversión. Es algo que también pasa en el cine independiente. Te contratan para hacer un drama, pero luego lo venden como si fuera una película de acción, solo porque hace un millón de años hiciste una película de aventuras que funcionó…
W. D. Ya no existe lealtad por la cultura, ni inversión alguna en la cultura. Solo hay lealtad e inversión en el consumismo. Y eso no es nuevo, pero ahora sucede más. Una película como esta solo logra financiación porque Nicolas ha aceptado protagonizarla.
P. Los dos han trabajado para los grandes estudios, pero los proyectos más determinantes en sus carreras están al margen de ese sistema…
W. D. Los míos, desde luego. Excepto Spiderman, tal vez.
N. C. Los míos también. Las películas que más me han marcado fueron proyectos pequeños, como Hechizo de lunaArizona Baby o Leaving Las Vegas. Luego vinieron Con AirCara a cara o La roca, con los que más se me asocia ahora. Esas películas de acción lo eclipsaron todo, aunque ese periodo solo duró un par de años. Me colgaron la etiqueta de héroe de acción, cuando en realidad solo estaba fingiendo ser uno…
P. ¿Nunca se sintió cómodo en ese papel?
N. C. Lo que quiero decir es que me suponía un reto. En esas películas tienes muy poco tiempo para desarrollar tu personaje y para vendérselo al público. Rodar cine de acción es como hacer un puzle. Con lo que no estoy cómodo es con la etiqueta héroe de acción. Mis raíces son mucho más eclécticas. Dejé de rodar esas películas cuando todo el mundo empezó a preguntarme solo por ellas en las entrevistas. Quise volver a hacer drama, que siempre ha sido lo que más me gusta…
W. D. Yo no he tenido ese problema. A mí me interesa más desaparecer. Hay actores que funden el papel en lo que ellos son, y otros que prefieren fundirse en el papel. Yo soy más bien de los segundos. Lo que más me interesa es plegarme a la visión de un director. Adaptarme a una historia con la que no me identifico necesariamente me hace sentir más flexible, más vivo y mejor persona. Nunca me ha interesado forjarme un personaje. Técnicamente, supongo que soy una estrella de cine, porque he protagonizado películas y alguna gente me reconoce por la calle. Pero no es así como me veo. En realidad, solo soy un tipo que acude al rodaje y ayuda a un director a hacer una película.
P. ¿Creen que todo intérprete tiene un espectro limitado de registros, o las posibilidades son infinitas?
W. D. Una de las cosas más importantes, cuando uno se dedica a este oficio, es la flexibilidad. Hay personas que la tienen, y otras que no. Yo creo que sí la tengo.
N. C. Es algo con lo que naces. Algunos actores tienen un rango mayor que otros, eso es así. Supongo que, con la ayuda de un buen director, puedes lograr convertirte en otra cosa. Pero tampoco veo por qué hay que aspirar a tocar todos los palos. Por ejemplo, yo nunca he hecho porno…
W. D. Pues yo, sí… [risas].
N. C. ¡Cuéntamelo!
W. D. Ahora te lo cuento, cuando este chico se marche…