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sábado, 29 de julio de 2023

El asesino dentro de ti / la novela negra es alta literatura en la Feria del Libro de Madrid



Claudia Piñeiro

El asesino dentro de ti: la novela negra es alta literatura en la Feria del Libro de Madrid

Desde que Dashiell Hammett, Raymond Chandler, Jim Thompson o Patricia Highsmith dignificaron el género 'noir', su popularidad no ha cesado de crecer. He aquí cinco espléndidas apuestas


Miguel Ángel Oeste

31 de mayo de 2023


Lucía

Bernard Minier
Salamandra (21 €)

Considerado el Stephen King del thriller europeo, Bernard Minier inaugura una nueva serie protagonizada por la teniente Lucía Guerrero en las calles de Salamanca. Una de esas heroínas rebeldes e inolvidables que viste siempre de negro, con el cuerpo lleno de tatuajes y de madre rusa y padre español. Como es norma en el escritor francés, nos encontramos con una historia ágil y de acción trepidante. Una novela en la que Lucía, ayudada por un Catedrático de Criminología de la Universidad de Salamanca, tratará de dar caza a un asesino serial insólito y otras tramas que se irán abriendo para radiografiar los males actuales. 

lunes, 3 de agosto de 2020

Petros Márkaris / “Las noticias falsas son consecuencia de la realidad falsa que vivimos”





Petros Márkaris, en Barcelona en 2017.
Petros Márkaris, en Barcelona en 2017.MARTA PÉREZ / EFE

Petros Márkaris: “Las noticias falsas son consecuencia de la realidad falsa que vivimos”

El escritor griego, que publica su nueva novela, 'La hora de los hipócritas', habla de la situación del sur de Europa tras la pandemia


Juan Cruz
Tenerife, 2 de agosto de 2020


Jaritos, el comisario griego al que Petros Márkaris ha hecho famoso protagonista de la novela negra mediterránea, se implica tanto en los casos sobre los que investiga que, con relación a los asesinatos de empresarios “hipócritas” que machacaron a los pobres de su país, en la última novela de la serie dice que él hubiera hecho lo mismo que los peculiares terroristas.


La novela, La hora de los hipócritas, acaba de ser publicada por Tusquets y está llena de sabores que otros autores mediterráneos, como Manuel Vázquez Montalbán y Andrea Camilleri, acuñaron como señales de su literatura de investigación y denuncia. En esta nueva novela de Márkaris (Estambul, 83 años), el nacimiento del primer nieto de Jaritos se mezcla con la aparición de los escalofriantes hechos que debe investigar. Las sucesivas celebraciones del nacimiento y de otras fiestas familiares, regadas con vino tinto y sabrosas combinaciones gastronómicas, se confunden con las vicisitudes de las investigaciones, en las que Jaritos recurre a antiguos amigos que fueron parte de la izquierda ateniense.

Es, pues, un paisaje humano a cuyo carácter no es ajeno el autor de esas novelas, en las que ya es imposible imaginar que Márkaris no sea también, en el fondo de su alma, el propio comisario. Por teléfono, desde Atenas, habló para EL PAÍS.

Pregunta. ¿Se parece usted a Jaritos?

Respuesta. No, no me parezco a Jaritos y somos muy diferentes en cuanto a nuestra historia familiar. Lo que sí compartimos Jaritos y yo es nuestra visión de Atenas. Él mantiene la misma distancia irónica a la hora de mirar la ciudad. A veces, mi hija me dice: “Estoy harta de oír tus chistes sobre los demás y encima me los encuentro en tus novelas en boca de Jaritos”.



P. Pero sí se parecen usted y sus novelas a Atenas…

R. Es cierto. Nací armenio. Me crie en Estambul. Vine a Atenas en 1964. En ese tiempo Grecia era un país muy pobre. Pero la gente de Atenas era muy amable, muy simpática, y reflexioné entonces sobre la suerte que tuve de venir a vivir a Atenas. A partir de ese día, jamás me arrepentí de haberme quedado y de tener mi hogar en Atenas… La primera virtud de esta ciudad es su gente. Los atenienses son muy abiertos, puedes hablar fácilmente con ellos y no cuesta nada hacer amigos. La segunda virtud es que Atenas resulta ser una ciudad muy acogedora gracias a su clima. Luce el sol, puedes salir a pasear. Y la noche es estupenda. Ahora no es así enteramente, por culpa de la pandemia, pero en condiciones normales Atenas es una ciudad muy abierta. Alguna vez he comentado que Atenas son dos ciudades, la Atenas diurna y la nocturna. De noche es aún más abierta y amistosa. Lo digo como alguien que tiene por costumbre dar largos paseos por la ciudad, con tiempo para sentarse con amigos.




P. Usted habla en este y otros libros de las heridas morales y económicas que ha sufrido Europa, en especial los países del sur. ¿Esto afecta también al estado de ánimo, al sentido del humor de los griegos?

R. En todos los años que ha durado la crisis, sin duda que les han afectado esas heridas de los recortes en su estado de ánimo. Durante el periodo 2010-2017 los griegos estuvieron muy desanimados. Se sintieron muy decepcionados, viviendo a medio camino entre la desesperación y la rabia. Esto afectó de manera decisiva al modo de vida, a cómo la gente pensaba y se comportaba con otros. Ahora, en cambio, con el coronavirus, ya eso no ocurre. Ahora, en este tiempo tan tremendo, los griegos mantienen su mentalidad abierta, su gusto por hacer chistes. El sentido del humor no es igual al que hubo cuando la crisis.

P. En esta novela hay vidas cruzándose: la del nacimiento del nieto del comisario, que se llama Lambros, como un izquierdista amigo de Jaritos, y la vida amenazada de los que son acusados, y como hipócritas que llenaron de sufrimiento al pueblo griego… Parece como si el descendiente de Jaritos representara la llegada de una Grecia nueva…

R. Le voy a contar algo que digo cuando hablo con alemanes, italianos o franceses. Cuando me dispongo a expresar mis ideas ante ellos, les digo: “Lo que les voy a contar es algo que solo entienden los españoles, porque ellos pasaron por una guerra civil, igual que los griegos”. Y lo que trato de explicar es que un izquierdista como Lambros es amigo del comisario Jaritos, pero estuvo en el bando enemigo durante la guerra civil y una vez terminada esta. Y tal vez por el hecho de no nacer en Grecia y de criarme fuera, yo sabía todo acerca de la guerra civil, no a partir de mi experiencia personal sino a través de la literatura. Esto me ayudó a ver que, incluso entre enemigos, puede surgir la amistad, puede haber reconciliación. Así fue como fui construyendo la amistad entre el comisario Jaritos y Lambros, y fue algo de lo que estoy contento. También me alegra el hecho de que los griegos lo aceptasen, que viesen que era algo que podía ocurrir… Por eso el nieto se llama Lambros.


P. Dice usted que muchas veces escribe por rabia. Aquí comparte su rabia con el policía, que llega a decir que él también ve motivos para matar a los hipócritas.

R. Muy a menudo escucho a mis lectores preguntarme: “¿Por qué sus asesinos son gente tan maja?” Mi respuesta es que la pregunta crucial que me hago al escribir no es quién es el asesino sino por qué. ¿Por qué este hombre acaba matando? Y la razón de que ese hombre se convierta en asesino es la desesperación ante los problemas sociales y los problemas políticos. Eso es lo que trato de contar en mis novelas. No es algo que haya que subestimar. La forma en que estamos viviendo ahora puede llevar a mucha gente a la desesperación, a sobrepasar sus límites. Una vez que alguien cruza ese umbral, ni usted ni yo sabemos de lo que es capaz.

P. Los peculiares terroristas (desempleados o jubilados rabiosos) que protagonizan el libro actúan contra los que ellos llaman hipócritas, que en definitiva causan la desgracia de viejos y de pobres y, en general, de la clase media. Los viejos y los pobres han sido los más azotados ahora por el virus.

R. Me he estado leyendo las obras de Karl Marx. Marx siempre hablaba del proletariado como el sector más pobre de la sociedad. Ahora, por obra y gracia de la revolución tecnológica, el proletariado tal como lo conocíamos ha desaparecido y hoy su lugar lo ocupa la clase media.

P. ¿Usted dónde sitúa la hipocresía en la sociedad de hoy?

R. Siempre digo lo mismo: a todos nos da muchísima rabia este asunto de las fake news, las noticias falsas. Pero las noticias falsas son el resultado de una realidad falsa en la que vivimos, en parte. Y la hipocresía es la fuerza motriz de esta falsa realidad… Déjeme que le cuente otro aspecto de esta hipocresía, que tiene que ver con el desempleo: hoy día, si alguien trabaja y recibe un salario mensual de 50 euros, si se me permite la exageración, se considera que está trabajando. Sí. Está trabajando, pero con 50, 100 o 300 euros no llega ni para pagar el alquiler. Está trabajando, luego tiene empleo… Eso es hipocresía.

P. Mientras escribía, ¿sentía rabia, simplemente buscaba una historia?


R. Estaba escribiendo la novela, y poco a poco me iba enrabietando ante la promesa de nuevas inversiones y la llegada de nuevos empleos, y veía que había gente trabajando diez horas diarias para ganar 400 euros al mes. Para mí esto es hipocresía. Eso me cabrea un montón.

P. En otros libros sus objetivos han sido la publicidad, la televisión. ¿Esto que usted llama agresión es, con la hipocresía, otro problema del presente?

R. Lo es. Por la manera como funciona la publicidad crea una nueva clase de noticias falsas. No se trata solo de las noticias falsas que inundan las redes sociales. Hay todo un sistema trabajando para crear noticias falsas, que son el fruto de creencias falsas, de información falsa, de falsas pretensiones.

P. En otra ocasión dijo que los intelectuales europeos están mudos. ¿Sigue sin oírlos?

R. El silencio de hoy, creo yo, se debe a que cada uno tiene su parcela de especialización. Le hablo desde mi atalaya de anciano: en mis tiempos, aparte de nuestra especialidad, teníamos todos una educación general bastante amplia, estábamos más informados. Hoy, sobre todo los intelectuales más jóvenes, están muy informados de todo lo que concierne a su área de especialización, a sus estudios especiales, pero en lo que afecta a la sociedad, a los problemas sociales en general, están bastante lejos de poder entender esto. Hay una conexión directa de esto con la educación.

P. En 2011, en plena crisis, usted dijo que desde Grecia, Portugal o España era imposible no mirar a Europa con rabia. ¿Europa merece hoy también esa mirada de rabia?

R. A efectos prácticos es una unión de países que se mantiene mediante estímulos monetarios. A escala política, la UE no tiene ninguna forma de que haya una unión. Cada uno busca lo suyo. Me enfadé con todo lo que se habló sobre el apoyo a los países del sur a consecuencia del coronavirus. Pero al menos estoy viendo ahora que Alemania tiene una idea más clara de lo que es la solidaridad. Esto me alegra. Pero no me hago ilusiones de que esto vaya a llevar a un cambio en Europa.EL PAÍS



Petros Márkaris / «La única vía de reforma social es redistribuir la riqueza»

La hora de los hipócritas | Librotea


Petros Márkaris: «La única vía de reforma social es redistribuir la riqueza»

Referente actual de la mejor tradición de la novela negra, esa cuyo espíritu inconformista se identifica con los perdedores del sistema, el escritor griego publica en España ‘La hora de los hipócritas’ (Tusquets) un envolvente y revelador thriller donde explora las ruinosas entrañas del Estado del bienestar.

Andrés Seone
15 de mayo de 2020
Petros Márkaris
«Mi trabajo diario frente al ordenador no ha cambiado, pero sí mi tiempo libre. Solía ​​salir todas las tardes para reunirme con amigos, conversar y tomar una copa de vino. Ahora esto es imposible, y estoy deprimido de estar sentado en casa día tras día», reconoce el novelista Petros Márkaris (Estambul, 1937), que en los últimos cinco lustros se ha convertido a través de sus novelas del comisario Jaritos en esa voz que nos recuerda desde la cuna de la democracia occidental que no habrá futuro, si no luchamos contra los que pisotean nuestra dignidad. Algo que él, que siempre afirma escribir desde el enfado y la indignación (contra los políticos, Europa, los bancos, la clase privilegiada…), no ha dejado de hacer criticando también la peor cara de su país y sus conciudadanos. Del mismo modo ve «justo decir que los griegos están lidiando excepcionalmente bien con la pandemia. Siguen estrictamente las instrucciones de los especialistas y son muy cuidadosos y disciplinados. Francamente, no creo lo que ven mis ojos«, asegura bromista.
Más allá de esta realidad de los últimos meses, sobre la que no descarta escribir, Márkaris centra su última novela, La hora de los hipócritas (Tusquets) en criticar la actual sociedad ficticia de la apariencia, de lo falso, donde las medias verdades de la política o la economía, esconden una creciente precariedad que afecta al grueso de una población que durante años asistió al banquete y no probó bocado. Y como siempre, la novela encaja en el criminal un plano distinto y más familiar, copado en esta ocasión por el nacimiento del nieto de Jaritos, ese investigador de corte maigretiano, todo sentido común y sencillez, que se preocupa, como cualquier abuelo, por qué futuro le aguarda al bebé. No obstante la edad, el escritor es tajante: “No tengo intención de escribir una novela que se publicará después de mi muerte. Prefiero, cuando sienta que se acerca mi final como escritor, jubilar a Jaritos”. Algo que, en el mundo actual, parece imposible.
Pregunta. Ha vivido con Jaritos durante 25 años, ¿cómo ha madurado la relación? ¿Cómo ha cambiado el personaje y usted mismo?
Respuesta. Como mis orígenes políticos están en la izquierda, fui muy reservado hacia él en las dos primeras novelas, pues la policía en Grecia se ha relacionado durante años con la represión dictatorial de la derecha. Lo que me ayudó a superar mi distancia con él fue su vida familiar, especialmente la relación con su esposa Adrianí. El otro personaje que me ayudó a entenderlo mejor es Lambros Zisis, su viejo amigo comunista. Ahora tengo un enfoque diferente y una relación diferente con Jaritos. Cuando algunos lectores comentan que el comisario ha cambiado con los años, mi respuesta es que él no cambió, sólo que ahora lo conozco mejor.
P. En todo ese tiempo, el gran tema de su escritura, Grecia y su sociedad, también ha cambiado mucho. ¿Qué grandes diferencias ve entre los años 90 y la actualidad?
«Los grandes novelistas del XIX ya utilizaron lo policíaco o el crimen como punto de partida para hablar sobre la realidad social de su tiempo. Nosotros volvemos a las raíces»
R. Nunca podría haber imaginado que terminaría comparando los 90 y los duros años de la crisis con estos tiempos de Covid-19. La década de los 90 fue un período de riqueza virtual y felicidad virtual en Grecia. En Francia haya un dicho: «Después de la lluvia, el buen tiempo». Pues en Grecia fue al revés. Primero vivimos el buen tiempo y luego las lluvias. Los años de riqueza virtual fueron seguidos por la insospechada dureza de la crisis. Los griegos estaban furiosos y culparon y se lamentaron de todo el mundo: sus políticos, la Unión Europea, el FMI. Ahora, en estos meses del coronavirus, los griegos se comportan de manera totalmente diferente. Quizá porque no esperan nada de nadie. Pero no esperaba este cambio y me hace feliz.
P. ¿Sigue siendo la novela negra el género por excelencia para tomarle el pulso a la sociedad, para descubrir y describir sus miserias?
R. Sí lo es. Si uno se fija, ve que la ficción criminal actual está utilizando el crimen como pretexto o como punto de partida para describir los trastornos sociales, económicos y políticos. Esta es la tarea principal de la novela negra, sea mediterránea, escandinava o latinoamericana. Por otro lado, no es nada nuevo, se trata de recoger una herencia. Si miras la novela del siglo XIX, muchas utilizaron una historia policial como punto de partida. Los miserables de Victor Hugo, Crimen y castigo y Los hermanos Karamazov de Dostoievski, así como las novelas de Balzac y Zola. Todos estos escritores utilizaron lo policíaco o el crimen como punto de partida para hablar sobre la realidad social de su tiempo. Lo que hacemos no es tan diferente. Volvimos a las raíces.

Una clase media con cartas marcadas

P. La trama de esta novela se centra en torno a la hipocresía de los adinerados y poderosos, ¿por qué la considera uno de los aspectos más destacables del momento social actual?
«Hoy los políticos celebran la subida de un indicador económico sin pensar en su repercusión real en la vida de las personas»
R. Las dos palabras sagradas de nuestro tiempo son inversión y crecimiento, es decir, riqueza. Todo el mundo habla de inversión y crecimiento, pero nadie discute sobre la distribución de la riqueza, que fue el gran debate desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta finales de los años ochenta y es la única manera de reformar una sociedad. Hoy, los políticos y los medios de comunicación celebran cada nueva inversión y los nuevos empleos que se están creando, pero no les importa si los salarios son insuficientes incluso para la supervivencia. Es decir, se magnifica cada subida de un indicador económico sin que nadie piense cómo se traduce esto en la vida real. Además, muchas empresas tienen sus sedes en paraísos fiscales, evadiendo así el pago de impuestos, cuando los empleados y las pequeñas empresas de clase media pagan cada centavo. Jugamos con cartas marcadas ¿Cómo especificarías esta situación si no fuera hipocresía?
P. Explora la delgada línea que existe entre la ley y la justicia, pues, objetivamente, los asesinatos podrían considerarse justos aun siendo ilegales. ¿Es legítima la ira, la sed de venganza, del hombre de a pie?
R. En los últimos años ha habido un cambio capital en la cuestión principal de la ficción criminal. La pregunta clave ya no es «quién» (quién es el asesino), sino «¿por qué»? ¿Por qué este hombre se convierte en un asesino? Si se excluye el crimen organizado, la respuesta a menudo está relacionada con personas que exceden sus límites. Y esto no solo está relacionado con los problemas psicológicos del individuo, sino también, y de forma muy significativa, con los problemas sociales y económicos. Por supuesto, no todas las personas que exceden sus límites terminan como asesinas. Pero la literatura, incluida la ficción criminal, trabaja con explosiones y exageraciones.
P.  A través del personaje de Zisis, representante de esa izquierda donde usted militó, introduce el idealismo de mejorar la sociedad. ¿Dónde está hoy esa ideología solidaria, qué queda de ella?
R. Aquí debo pedirle a usted y a los lectores que por favor sean un poco paciente. Sabrán la respuesta tan pronto como llegue a España la novela que acabo de escribir. No digo más.
«Las noticias falsas son aceptadas con naturalidad porque vivimos en parte en una realidad falsa alimentada por la globalización, el nuevo liberalismo y el sistema financiero universal»
P. También habla del concepto tan en boga de «lo fake«, ¿vivimos hoy en día en una sociedad donde el triunfo de la imagen y las nuevas tecnologías nos ha empujado a un mundo de lo falso?
R. Absolutamente. No quiero sonar como un anciano cascarrabias, pero creo que la razón por la cual las noticias falsas se están extendiendo tan rápido y muchas personas las aceptan con naturalidad, es que estamos viviendo en parte en una realidad falsa. Y la globalización, el nuevo liberalismo y el sistema financiero universal, unidas al feroz componente tecnológico, son en parte responsables de esta falsa realidad.
P. Advierte en la novela de la tan comentada y estudiada desaparición de la clase media, un fenómeno común a toda Europa. ¿Qué implicaciones tendrá, está teniendo, esta situación en el futuro de la democracia?
R. Es evidente que la existencia de la clase media es fundamental para la democracia y que su declive es una amenaza directa a la democracia liberal. A nadie que razone un poco se le escapa que el aumento del nacionalismo y de la extrema derecha están directamente relacionados con el declive de la clase media y su condición desesperada. Ahora bien, ¿por qué la clase política tradicional no intenta atajar esta desaparición que puede condicionar su propia supervivencia? No tengo respuesta, pero es un juego peligroso.

No habrá ganadores

P. Con la complicidad de Jaritos, ha hecho libro tras libro una profunda radiografía de las consecuencias de la crisis de 2008 en su país. Ahora que parecía que iba siendo historia, llega el coronavirus, ¿qué consecuencias tendrá para Grecia?
R. No podría detallar cuáles fueron las lecciones de la crisis financiera para mis compatriotas griegos. Sin embargo, su reacción a la pandemia de coronavirus ha sido una gran y muy agradable sorpresa para mí. El gobierno reaccionó muy rápido y dejó la iniciativa a los médicos. Los griegos siguieron estrictamente los consejos y las reglas del comité de profesionales. Fue una experiencia única. Por otro lado, se espera que las consecuencias de la pandemia en la economía griega sean muy duras, especialmente hasta finales de año. No tuvimos tiempo para recuperarnos de la crisis anterior y estamos entrando en la próxima. ¿Cómo reaccionarán los griegos? Aún no sé la respuesta, pero soy optimista.
P. incluso en Grecia, ¿esta crisis acrecentará más la desconfianza y el rechazo hacia las instituciones políticas, nacionales y europeas, y hacia sus representantes?
«No habrá ganadores después de la pandemia. La prueba de fuego para el sistema será la respuesta de gobiernos y UE a las consecuencias económicas»
R. Aunque es cierto que algunos gobiernos, como el mío, reaccionaron de manera más eficiente y, como se ha ido viendo paulatinamente otros subestimaron el impacto del virus, como el caso de Reino Unido, creo que la desconfianza y el rechazo crecerán no tanto debido a las medidas sanitarias y de seguridad tomadas y a sus consecuencias, sino que sí lo harán, y mucho debido a las consecuencias económicas y a la forma en que los gobiernos nacionales y la Unión Europea reaccionarán ante ellas. Ahí está la prueba de fuego, porque la crisis anterior puso más qeu en duda la llamada austeridad.
P. Siempre ha sido muy crítico con Europa. Primero vino, como apunta, la austeridad, luego el rechazo a los migrantes y ahora la insolidaridad con el coronavirus. Tras todo esto, ¿sobrevivirá la Unión Europea?
R. Hay un poema de Bertolt Brecht que me gusta mucho. Se llama «Leyendo a Horacio»: Ni el diluvio / duró eternamente. / Un día se retiraron / las negras aguas. / Eso sí, ¡qué pocos / duraron más tiempo! La pregunta es, ¿si la UE durara más, bajo qué condiciones y circunstancias?
P. Su generación vivió guerras, dictaduras, crisis… De cara al futuro, ¿cree que esta pandemia obliga a repensar el mundo tal y como lo conocíamos o, más allá de su gran dramatismo, es una molestia pasajera para el orden social habitual?
R. Hasta donde puedo recordar, el único momento en que los países y las personas reformaron el mundo fue después de la Segunda Guerra Mundial. No creo que la pandemia tenga el impacto de obligarnos a repensar el mundo. No habrá ganadores después de la pandemia. Pero habrá perdedores que tratarán de obtener ganancias y serán apoyados por el sistema para cubrir sus pérdidas y otros que continuarán sufriendo las consecuencias de la pandemia. Ya lo sabemos por la crisis de 2008 cuando los bancos fueron rescatados y las personas empujadas a la austeridad. Sé que algunos lectores dirán que soy pesimista. Mi respuesta a esto es una cita del famoso escritor alemán Heiner Müller, quien dijo que «el optimismo es solo falta de información».
EL CULTURAL




Grecia / El país sin esperanza


Grecia, el país sin esperanza

Ana R. Cañil
29 de junio de 2019





En los comicios al Parlamento Europeo, Kyriakos Mitsotakis (líder del partido conservador Nueva Democracia; bisnieto, nieto e hijo de políticos de la saga Mitsotakis) sacó nueve puntos al joven político que encarnó el sueño griego con el triunfo de Syriza y del “no” en el referéndum del 5 de julio de 2015. El 61% de los ciudadanos votó entonces contra la austeridad impuesta por la Unión Europea (UE). Ante el reciente descalabro, el primer ministro adelantó las elecciones generales al domingo 7 de julio. Atrás quedan las imágenes de la plaza Syntagma con los líderes del partido de izquierda radical, rodeados de miles de ciudadanos que les acompañaban con sus gritos, banderas y esperanzas.

sábado, 1 de septiembre de 2012

Petros Márkaris / Las luces se apagan en Atenas

Vista nocturno de la Acrópolis

Las luces se apagan en Atenas

En su último ensayo, una recopilación de artículos publicados entre 2009 y 2012, el escritor griego ofrece un desolador retrato de su país inmerso en la ruina y el desánimo


Una mujer, en su tienda de muebles en Atenas. / ANGELOS TZORTZINIS (BLOOMBERG)
En Grecia, además de nuestro Parlamento con sus siete partidos políticos, existe un sistema no parlamentario que forman cuatro partidos: son los cuatro pedazos en los que se ha quedado dividida nuestra sociedad después de 18 meses de crisis económica. El creciente agravamiento de la crisis y la lucha diaria por la supervivencia no han logrado acortar las distancias entre estas partes. Muy al contrario, la brecha que las separa es cada vez mayor. Y, aunque se crean coaliciones entre ellas, hay también guerra en las trincheras.