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domingo, 24 de marzo de 2024

José Martí y la niña de Guatemala

 

JOSÉ  MARTÍ Y LA NIÑA DE GUATEMALA 


Quiero, a la sombra de un ala, 

contar este cuento en flor: 

la niña de Guatemala, 

la que se murió de amor.


Guatemala, 3 de abril de 1877: José Martí llega por primera vez a la capital y  lo recibe su compatriota José María Izaguirre, director del Instituto de la Casa de las Niñas de Centro América, quien lo incluye como docente de Literatura. Martí participa en las veladas literarias que organiza Izaguirre en la casa del General Miguel García Granados, lugar en el que conocería a la señorita María García Granados.  Ambos jóvenes, ella de 17 y el de 24 años, se encontrarían en las aulas del Instituto de la Casa de las Niñas de Centro América, en una relación de maestro y alumna, para luego vivir su romance apasionado, desenfrenado, lleno de amor, ternura y esperanza. Sin embargo, José Martí tenía una promesa de matrimonio con la señorita Carmen Zayas Bazán, quien residía en México, promesa que terminaría cumpliendo, marchándose de Guatemala con destino a México. 

domingo, 6 de agosto de 2023

Eliseo Diego / El gato de mi casa



Ilustración de Kellas Campbell


Eliseo Diego

El gato de mi casa


Bendito el gato de mi casa
porque no hay otro Paraíso para él
ni más Eternidad
que el sitio al sol donde ahora duerme.


De modo que mi casa a salvo está
mientras él sueñe.


jueves, 15 de junio de 2023

Manuel Díaz Martínez / La cena

 



Manuel Díaz Martínez
La cena


a Rafael Alcides


Mi abuelo se sentó a la mesa con su muerto al lado.
No levanté los ojos de la sopa:
sabía que él también estaba muerto.
Mi madre tampoco levantó los ojos
a pesar de estar tan muerta como él.
Pero el muerto más muerto era Jacinto el ciego,
que no tenía ojos para ver la sopa.
Y peor aún era el caso de Donata,
que no tenía sopa para meter los ojos.


Mi abuelo se levantó, entonces, de la mesa
y nos dejó solos con su muerto
(un muerto sin ojos y sin sopa,
un terrible muerto hecho todo de bocas y de huesos).
Lo miré al soslayo, ya sin pizca de apetito,
y deduje que era un muerto que buscaba nombre.
Le puse el nombre de mi abuelo.
Mi madre protestó y le puso el nombre de mi padre.
Mi padre protestó y le puso el nombre de su hermano.
A Donata y a Jacinto se los tuvo en cuenta
cuando llamaron al muerto con mi nombre.

Fue cuando pregunté:
-¿Es necesario que los muertos tengan nombre?
¿Por qué meter los ojos en la sopa?
¿Hay que sentar los muertos a la mesa?

Mi padre respondió al momento:
-Conviene darles un carnoso nombre
donde poder pegarles la mordida;
ellos se pasan el tiempo con la boca seca
raspando con sus dientes nuestros platos.
Si no tuvieran nombre, ¿cómo poder llamarlos
y cómo poder, si queremos, despedirlos?
-Es muy justo sentarlos a la mesa
-añadió mi madre sonriendo
y cortando el pan en rebanadas-.
Nadie puede negar que tienen boca y, por tanto, hambre;
y manos y, por tanto, ganas;
y huecos, enormes huecos fríos que llenar.
Ellos también han de poner sus huesos en la mesa.

Jacinto el ciego le sirvió más jugo al muerto
y mi madre le arrimó toda la sopa
mientras Donata, solícita, decía
¡Buen apetito! en italiano.

Fue cuando pregunté de nuevo:
-¿Todo se hace en el nombre de los muertos?
-Manuel, ¡cállate y come!


Manuel Díaz Martínez (Cuba, 1936 - España, 2023)



Manuel Díaz Martínez / Décima a la muerte de mi padre




Manuel Díaz Martínez
DÉCIMA A LA MUERTE DE MI PADRE

Mientras mi padre vivía,
mi ayer era mi presente:
él me servía de puente
con aquella lejanía.
Mirándolo, yo creía
en un tiempo sin pasado.
Mas, tan pronto como se ha ido,
el tiempo ha retrocedido
arrastrando lo que ha sido
adonde va lo olvidado.



viernes, 17 de mayo de 2019

Carilda Oliver Labra / Adiós



https://www.youtube.com/watch?v=2cIFvLjRwss&list=PLmv_uZz5ejolZ2v5Vnk6l-XaR6HTeHya3&index=6
"Adiós" en la voz de Carilda Oliver Labra

Carilda Oliver Labra
Adiós, locura de mis treinta años,
besado en julio bajo luna llena
al tiempo de la herida y la azucena.
Adiós, mi venda de taparme daños.
Adiós, mi excusa, mi desorden bello,
mi alarma tierna, mi ignorante fruta
estrella transitoria que se enluta,
esperanza de todo por mi cuello.
Adiós, muchacho de la cita corta;
adiós, pequeña ayuda de mi aorta,
tristísimo juguete violentado.
Adiós, verde placer, falso delito;
adiós, sin una queja, sin un grito.
Adiós, mi sueño nunca abandonado.



Odette Alonso / Tres poemas



Odette Alonso
TRES POEMAS
Instante
Cuando empezó el amor
no sabían si era amor
esa urgencia de ademanes ensayados
de cristales que aún empaña el sudor
de otras mañanas.
Sucedió en un instante
la boca entreabriéndose
el dedo que señala
y se desliza.
La llave hace equilibrios
los cuerpos flotan.
Lo nuevo les es dado
como el sonido del agua al caer en la vasija.

La fiesta que no fue
Acompasada
cae la gota
indiferente
zumba el insecto delante de mis ojos.
Se borraron las fotos del álbum familiar
queda sólo una fecha
un contrato rasgado
y en la mesa
las viandas que ya no comeremos.
La abuela llora todo el tiempo
todo el tiempo está enferma
y temblorosa
rezando una plegaria inútil.
El abuelo le recrimina el vientre flojo
que no dio hombres como él.
Nunca son nuestras las casas de la infancia.
Vacíos los estantes
medidas la sal
y la esperanza
el silencio es la única respuesta.

Sueños
Esto soñé
una madre con su hijo adolescente
y una casa iluminada
cerca del mar
llena de amigos sentados a la mesa
esperando los manjares de su mano.
Aún no sucedía lo siguiente
ese ir y venir por las alcobas
sin resuello
inventando lo que no podía ser.
Eso soñé
una escalera colgando del vacío
viejas lámparas
y armarios empotrados
que de golpe se volvieron polvo.
El tiempo se divide
y con un ojo cerrado
la mitad de lo visto es el olvido.
Hay ciudades que sólo existen en los sueños
cofres vacíos de los que apenas queda
un aroma que tal vez nunca existió.




Dulce María Loynaz / Tiempo


Dulce María Loynaz

Tiempo
1
El beso que no te di
se me ha vuelto estrella dentro...
¡Quién lo pudiera tornar
-y en tu boca...- otra vez beso!


2
Quién pudiera como el río,
ser fugitivo y eterno:
Partir, llegar, pasar siempre
y ser siempre el río fresco ...


3
Es tarde para la rosa.
Es pronto para el invierno.
Mi hora no está en el reloj...
¡Me quedé fuera del tiempo!


4
Tarde, pronto, ayer perdido...
mañana inlogrado, incierto
hoy... ¡Medidas que no puede
fijar, sujetar un beso!...


5
Un kilómetro de luz,
un gramo de pensamiento...
( De noche el reloj que late
es el corazón del tiempo...)


6
Voy a medirme el amor
con una cinta de acero.
Una punta en la montaña:
La otra... ¡Clávala en el viento!...






martes, 14 de mayo de 2019

Carilda Oliver Labra / Se me ha perdido un hombre




Carilda Oliver Labra

Se me ha perdido un hombre

Se me ha perdido un hombre.

Y lo busco por cifras y guitarras,
por hierbas y entrepisos,
en el cielo,
en la tierra,
dentro de mí.

Se me ha perdido un hombre.

Y me quedo temblando
como quien no come sino polvo,
como quien ya extravió la sombra.

Pero no,
que no,
que no me ayudan a buscarlo.
¿A quién le importa si su mirada ha derrotado el
tiempo?
¿A quién le importa aquella piel
con ganas
de la luz?
¿A quién le importan unos labios transparentes
que no tuvieron hambre,
unas piernas que sólo corrían al amor?

Se me ha perdido un hombre.

Y todos ríen,
se entretienen,
sudan,
mastican
se desenvainan por las noches;
despreciativos,
inefables,
maromeros,
unánimes,
como si sólo se hubiese caído un alfiler
o la hoja más seca
del árbol del bien y del mal,
como si la muerte no hubiera entrado
a destiempo
en nuestra casa.
Y yo pensando que era demasiado joven,
que reunía láminas y piedras,
pedacitos de mundo,
hierros,
cosas del mar.
Yo pensando en su grandeza
de criatura,
en cómo miraba a Venus al atardecer,
en cómo cayó en la trampa.

Yo pensando
en dónde está la mitad del cuerpo mío,
en quién va a cantar ahora para quitarme el miedo,
en las veces que no nos besamos
y en las que nos besamos,
en sus ojos coléricos frente a la injusticia,
en ese silencio con que me responde,
en la herida que nunca le cosí,
en sus manos.

Se me ha perdido un hombre.

¡Ayúdenme a buscarlo!
Pronto...
Siento frío.

Aquí no hay lámparas ni claves,
no tengo redes
ni computadoras.
no tengo flechas ni radares.

¿Dónde estás?
¿Intenta ser mi sombra el desvalido?
¿Se me ha vuelto invisible entre gusanos?



Eliseo Diego / Mi rostro


Autorretrato
Calavera
Ilustración de Triunfo Arciniegas
Eliseo Diego

MI ROSTRO

Como un extraño mi rostro se sorprende
cuando lo encuentro fugaz en los espejos,
sus labios tiemblan con angustioso dejo
como de infancia que cierta noche aprende

los harinados terrores del payaso.
Teme saberme tiniebla recubierto
de piel tan sólo, el instrumento incierto
donde mi nombre suena sordo. Acaso

si en el retablo lejano que desdoro
estas mis cejas nocturnas elocuentes
en las diversas especies del azoro,

el hondo surco, esta nariz sapiente
vieran al centro de mi pausado coro
quién el tambor del pecho dobla hiriente.



José Martí / Si ves un monte de espumas


José Martí
SI VES UN MONTE DE ESPUMAS

Si ves un monte de espumas, Es mi verso lo que ves: Mi verso es un monte, y es Un abanico de plumas.

Mi verso es como un puñal Que por el puño echa flor: Mi verso es un surtidor Que da un agua de coral.

Mi verso es de un verde claro Y de un carmín encendido: Mi verso es un ciervo herido Que busca en el monte amparo.

Mi verso al valiente agrada: Mi verso, breve y sincero, Es del vigor del acero Con que se funde la espada.


sábado, 20 de octubre de 2018

Carilda Oliver Labra / Callados, por la tarde, gravemente



https://www.youtube.com/watch?v=q2xQ0yyd_Mo
"Callados" en la voz de Carilda Oliver Labra


Carilda Oliver Labra
Callados, por la tarde, gravemente


Callados, por la tarde, gravemente, 
sin elegir el sitio de la tierra, 
tú y yo nos besaremos como en guerra 
hasta quedarnos fríos frente a frente. 

Yo, cada vez más tumba que se ahonda, 
tú, cada vez más carne renovada,
acaso llames y jamás responda
cuando te vuelvas en mi cuerpo nada.

He de tragar entonces, con locura, 
en tu vaso de tórrida hermosura 
la sangre poderosa que se queja; 

y daré media vuelta hacia lo inerte,
perdida en esa luz que te refleja,
tan hambrienta de ti como la muerte.


sábado, 6 de octubre de 2018

Eliseo Diego / Tesoros




Eliseo Diego

TESOROS

Un laúd, un bastón,
          unas monedas,
un ánfora, un abrigo,

una espada, un baúl,
          unas hebillas,
un caracol, un lienzo,
          una pelota.



Dulce María Loynaz / Poema XXIX



Dulce María Loynaz

Poema XXIX

En cada grano de arena hay un derrumbamiento de montaña.


Carilda Oliver Labra / Declaración de amor


Blue Stripes
Jeremy Worst

Carilda Oliver Labra
Declaración de amor
Haz el amor, no la guerra...
Pregunto si llevo corazón
cuando despierto el peligro entre sus muslos,
si me equivoca
cuando preparo la única trinchera
en su garganta.
Yo sé que la guerra es probable;
sobre todo hoy
porque ha nacido un geranio.
Por favor, no apuntéis al cielo
con vuestras armas:
se asustan los gorriones,
es primavera,
llueve,
y está el campo pensativo.
Por favor,
derretiréis la luna que da sobre los pobres.
No tengo miedo,
no soy cobarde,
haría todo por mi patria;
pero no habléis tanto de cohetes atómicos,
que sucede una cosa terrible:
lo he besado poco.



viernes, 21 de septiembre de 2018

Dulce María Loynaz / Yo te fui desnudaindo de ti mismo


Dulce María Loynaz

Yo te fui desnudando de ti mismo

Yo te fui desnudando de ti mismo,
de los «tus» superpuestos que la vida
te había ceñido...

Te arranqué la corteza -entera y dura-
que se creía fruta, que tenía
la forma de la fruta.

Y ante el asombro vago de tus ojos
surgiste con tus ojos aún velados
de tinieblas y asombros...

Surgiste de ti mismo; de tu misma
sombra fecunda, intacto y desgarrado
en alma viva...





Dulce María Loynaz / Un amor indeciso



Dulce María Loynaz

Un amor indeciso

Un amor indeciso se ha acercado a mi puerta...
Y no pasa; y se queda frente a la puerta abierta.  

Yo le digo al amor: - ¿Qué te trae a mi casa?
Y el amor no responde, no saluda, no pasa...

Es un amor pequeño que perdió su camino:
Venía ya la noche... Y con la noche vino.

¡Qué amor tan pequeñito para andar con la sombra!...
¿Que palabra no dice, qué nombre no me nombra?...   

¿Qué deja ir o separa? ¿Que paisaje apretado
se le quedó en el fondo de los ojos cerrados?...

Este amor nada dice... Este amor nada sabe:
Es del color del viento, de la huella de un ave.  

(...) Extraño amor sin rumbo que me gana y me pierde,
que huele las naranjas y que las rosas muerde...

Que todo lo confunde, lo deja... ¡Y no lo deja!
Que esconde estrellas nuevas en la ceniza vieja...

Y no sabe morir ni vivir: Y no sabe
que el mañana es tan solo el hoy muerto...
El cadáver futuro de este hoy claro, de esta hora cierta...
Un amor indeciso se ha dormido a mi puerta...   







Dulce María Loynaz / Poema LVIII


Dulce María Loynaz

Poema LVIII
Estoy doblada sobre tu recuerdo como la mujer que vi esta tarde lavando en el río. Horas y horas de rodillas, doblada por la cintura sobre este río negro de tu ausencia.





jueves, 20 de septiembre de 2018

Dulce María Loynaz / Precio


Daniel Formigo



Dulce María Loynaz

PRECIO



Toda la vida estaba

en tus pálidos labios…

Toda la noche estaba
en mi trémulo vaso…
Y yo cerca de ti,
con el vino en la mano,
ni bebí ni besé…
Eso pude: eso valgo.





Carilda Oliver Labra / Esta memoria




https://www.youtube.com/watch?v=cNazguHVHaE
"Esta memoria" en la voz de Carilda Oliver Labra

Carilda Oliver Labra
Esta memoria
que se cierne como los gorriones
en la rama más alta de mí misma,
este escuchar la noche
cuando hace sombra y el perfume
persiste en su influencia,
esas costumbres tuyas
en la casa,
húmeda del ensueño y la porfía.
La casa donde amabas tu inocencia
sigue guardando
esos primores de ceniza,
sigue con tu respiración flotando. A cuestas
trae los fantasmas pensativos:
está mi padre
rodando entre las cosas
(quería decirme: ¡hija,
al fin nos conocimos!...)
Y han vuelto algunos pétalos
que de un botón remoto habían caído.
Ha vuelto todo el tiempo
que borramos,
en este instante en que repite tu nombre
y sin embargo no es latido.
Telarañas me enseñan donde tengo
olvidada la nuca.
Está sin sábanas el lecho,
en un sillón florece el frío.
¿Cuál es el mago que te trae ahora
y te pone a bruñirme las orejas,
cuál es el rico
que me da tu cuerpo?
Ya no es posible hallarte en remolinos,
la sorpresa sería
comerte con los ojos.
La casa,
la casa enorme con soledades y heliotropos,
lúgubre, vacía,
la casa centenaria sigue goteando
sobre mis heridas.
Arrancaré el azogue de todos sus espejos
buscándote.
Arrancaré las cenefas, los umbrales,
buscándote.
Arrancaré los muebles, los mosaicos,
el sol,
la selva que en el patio ha dado un solo paso,
mi insomnio de leona enternecida;
arrancaré el recuerdo
buscándote,
y he de encajar de nuevo en tus costillas.
Arrancaré los rincones de la casa,
la casa,
sí,
la casa donde nos podrimos.
Ha de quedar algún pedazo tuyo entre raíces,
alguna vibración de tus entrañas,
algún cabello que cayó de pronto
y luego fue un hilo de agonía,
el dejo de tu voz entre las horas:
ha de quedar el giro de tu mano, al fin, llamando:
algo espantoso y bello.
Y yo sabré quien eres,
yo te reconoceré
de rodillas ante el grifo del agua,
yo te reconoceré
aunque sea por el gusto del fango;
y te daré por muerto entonces
devastado este reino;
pero tranquila,
en orden,
porque tendré el consuelo
de imaginarte a salvo de los hombres.


sábado, 1 de septiembre de 2018

Carilda Oliver / Muchacho







https://www.youtube.com/watch?v=QoXif6xjhsE
"Muchacho" en la voz de Carilda Oliver Labra



Carilda Oliver Labra

Muchacho


Muchacho loco: cuando me miras
solemnemente de arriba abajo
siento que arrancas tiras y tiras
de mi refajo.

Muchacho cuerdo: cuando me tocas
como al descuido la mano, a veces,
siento que creces
y que en la carne te sobran bocas.

Y yo: tan seria, tan formalita,
tan buena joven, tan señorita,
para ocultarte también mi sed

te hablo de libros que no leemos,
de cosas tristes, del mar con remos;
te digo, usted...





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