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lunes, 6 de mayo de 2019

Tarde de blues con Robert Crumb


Tarde de blues con Robert Crumb

Leyenda del cómic 'underground', lanza el tercer volumen de 'Art & Beauty', y una sala londinense muestra 50 dibujos de esta serie


BARBARA CELIS
Londres, 3 de mayo de 2016

Una corbata vintage azul con flores rosas de talla XL se asoma a través de un apretado chaleco gris y una chaqueta de terciopelo negro que podrían haber vestido a un poeta romántico del siglo XIX. Pero en esta ocasión la percha es un hombre enjuto que más que soñar y suspirar por las mujeres, las mira desde su lado más carnal, lujurioso y grotesco. Robert Crumb (1943), esa leyenda viva del cómic underground, responsable de clásicos de la historieta como Mr. Natural y Fritz el Gato, además de maestro del tebeo autobiográfico, confesó hace unos años a este periódico que había hecho “un pacto con el diablo para ganar la pasta gansa”.



Lo encontramos en casa del mismísimo Satán, la galería David Zwirner de Londres, una de las más poderosas del mercado internacional, y cuya editorial, David Zwirner Books, acaba de editar el tercer volumen de su cómic Art & Beauty(Arte y belleza) y una edición especial con los tres números de esta serie que arrancó en 1996. Con motivo del lanzamiento, la sala londinense muestra unos 50 dibujos procedentes de los tres cómics, incluida una veintena de originales del último tebeo. Cada uno de ellos se vende a 30.000 dólares, el sueldo de un año (o dos) de muchos dibujantes en un dibujo. Y todo porque Crumb ya no es solo sinónimo de tebeos sino también de arte contemporáneo. A los dibujos también les acompañan reflexiones sobre la belleza. Algunas la firma él, otras proceden de textos de Leonardo Da Vinci, Van Gogh y otros artistas. En ambos casos, el contraste entre las palabras y su representación de la belleza es chocante, como todo en el universo Crumb.

Empuñando una mandolina y un pañuelo blanco para luchar contra un resfriado inglés, el dibujante acudió a Londres desde su retiro en la campiña francesa para acompañar durante una hora al grupo de folk East River String Band durante la inauguración de la muestra. Es un coleccionista obsesivo de música americana de los años veinte y cuando puede también le gusta sumergirse literalmente en ella. Al terminar el concierto, se escabulló de inmediato, no le fueran a obligar a hablar con alguien. Los responsables de comunicación de la galería ya lo habían advertido: no habrá entrevistas (tiene fama de ser alérgico a ellas), tocará y se irá.

Antes de que el blues pusiera a bailar a varias docenas de invitados vip, Lucas Zwirner, el joven de 25 años que dirige la editorial de la galería (e hijo del titán de los negocios del arte Zwirner) y Paul Morris, el dealer que hace una década convenció al mundo de que un tipo cuyos dibujos le han propiciado acusaciones de misógino y obseso sexual como Crumb pertenecía al firmamento del arte contemporáneo, ofrecieron sus opiniones sobre la obra expuesta.

"A través de estos dibujos se puede ver el cambio de la sociedad de las últimas dos décadas. Es curioso porque Crumb se niega a entrar personalmente en el siglo XXI pero sí refleja el mundo de hoy en su obra. Contesta a los emails con un papel escrito a mano y escaneado por su mujer porque se niega a escribir en el ordenador pero ya lo veis, hay móviles por todas partes” subraya Morris. Por arte y belleza, Crumb entiende fundamentalmente mujeres: en los dibujos más recientes hay muchas haciéndose selfies o enganchadas a sus teléfonos. Algunas son famosas, como Kim Kardashian o Serena Williams, otras son mujeres anónimas hablando entre ellas, fumando un cigarro, en la playa. No falta su esposa Aline, también dibujante, en múltiples posiciones, algunas seductoras, otras claramente ridiculizadoras. A Crumb le gusta dibujarlas desde atrás, exagerando sus muslos, sus traseros prietos, sus redondeces, subrayando lo grotesco, un estilo que le ha hecho célebre y que según Morris es lo que le acerca al arte contemporáneo. “Sus dibujos se bastan por sí solos. Además lo grotesco tiene una larga tradición en el mundo del arte, por eso lo que hace Crumb gusta en este contexto” sentencia. Zwirner añade: “En su obra no se resuelve la tensión entre lo grotesco y la crítica social, por eso Crumb es tan interesante. Es un artista que lo cuestiona todo”. ¿Estaría Crumb de acuerdo con estos análisis? El editor no duda: “Seguro que pensaría “vaya montón de chorradas que dicen estos tíos, pero no importa, así se crea un diálogo entre nosotros. Además, ya sabes que a él lo que más le gusta es provocar”.

viernes, 12 de abril de 2019

Bukowski / Se busca una mujer

Ilustración de Robert Crumb


Charles Bukowski
SE BUSCA UNA MUJER

Edna bajaba por la calle con su bolsa de la compra, cuando pasó a la altura del automóvil. Había algo escrito en la ventanilla lateral:
SE BUSCA UNA MUJER.
Se paró. Era un cartón pegado a la ventanilla, con alguna especie de anuncio. En su mayor parte estaba escrito a máquina. Edna no podía leerlo desde el lugar de la acera en que se encontraba. Sólo podía ver las letras grandes:
SE BUSCA UNA MUJER.
Era un coche nuevo y de los caros. Edna cruzó la hierba y se acercó a leer la parte mecanografiada:

Bukowski / Ilustraciones de 'Tráeme tu amor y otros relatos', de Robert Crumb

Ilustraciones de 'Tráeme tu amor y otros relatos', de Robert Crumb


Si bien los trazos del ilustrador e historietista Robert Crumb son inconfundibles y notablemente de calidad, unir ese talento con las imágenes poéticas y sórdidas del escritor norteamericano Charles Bukowski, resulta una grata fusión. Para ello, han sido dos libros los catalizadores que han permitido a Crumb plasmar su talento artístico: Bring me your love y There’s no business. En ellos, ambos artistas conjugan los temas recurrentes de Bukowski —sexo, drogas, la monotonía de la vida— con las geniales ilustraciones de Crumb. La única pregunta que surge al respecto es: ¿por qué no había sucedido esto antes? El llamado género Underground le permitió al ilustrador estadounidense llegar a un público que en el siglo XX era ajeno a la historieta: el adulto. A partir de entonces, Crumb adoptaría al sexo y a la política como temas recurrentes en su obra.

jueves, 7 de abril de 2016

Robert Crumb homenajea el blues primitivo con «cromos» de sus héroes

Robert Crumb homenajea el blues primitivo con «cromos» de sus héroes

El libro con las ilustraciones de músicos clásicos americanos trae un cedé de 21 temas

Xesús Fraga
7 de abril de 2016


Las credenciales underground de Robert Crumb (Filadelfia, 1943) son sólidas, como atestiguan creaciones como el Gato FritzZap Comix, así como sus relaciones con la contracultura norteamericana en su época dorada: ejemplo de ello es la portada para el disco Cheap Thrills, de Big Brother and the Holding Company, cuya vocalista era Janis Joplin, fan declarada del historietista y quien insistió en encargarle la ilustración del disco.

Pero la relación de Crumb con la música está lejos de agotarse en esa colaboración. Coleccionista de discos y músico él mismo, la obra que mejor sintetiza ese interés es Héroes del blues, el jazz y el country, que aparece ahora en su versión española de la mano de Nørdica Cómics. Se trata de una colección de retratos, concebidos como cromos o postales, que inmortalizan pioneros de los géneros norteamericanos por excelencia y que se reúnen por primera vez en libro. El volumen viene acompañado por 21 temas seleccionados por el propio Crumb, junto a las biografías de intérpretes cuyo solo nombre ya traslada a uno al primer tercio del siglo XX: Roy Palmer, Ed Bell, Blind Blake, Benny Goodman, Fidlin? Bob Larkin and his Music Makers, Jelly Roll Morton o los South Georgia Highballers.

Crumb conoce bien este terreno. Su pasión por los sonidos añejos se inició en su adolescencia, cuando con 17 años leyó el libro Jazzmen y amplió su pasión por el coleccionismo musical a los discos de 78 revoluciones. Como él mismo contó en una entrevista con la que The Paris Review arrancó su serie The Art of Comics, se hizo con incontables de esas piezas de pizarra en sus visitas a los barrios negros. «Empecé a ser conocido como Old Record Man», recordaba el historietista, que solía pagar diez centavos por disco. El blues llegó cuando se hizo con la impresionante colección que le vendió un empleado de limpieza, y que contenía verdaderas rarezas del género: «Me era desconocido y al principio me resultaba extraño, pero al mismo tiempo había algo muy atractivo, la forma en que te atrapaba con su cadencia, con su ritmo».

El interés de Crumb por el blues ganaría más peso cuando conoció la música de Charlie Patton a través de su amigo Nick Perls, fundador de la discográfica Yazoo, en cuyo catálogo se incluían reediciones de viejos bluesmen en vinilo. Crumb dibujó portadas para Yazoo y además llevó al cómic la biografía de Patton. Había en ello, al igual que en los artistas recopilados en Héroes del blues, el jazz y el country, el celo de un apóstol. «Esos retratos fueron hechos con un espíritu reverencial. Quería hacer proselitismo y evangelizar a favor de esta música. A todo el que venía a mi casa le ponía discos antiguos», rememora el historietista.

El paso definitivo lo dio Crumb con su propio grupo, The Cheap Suit Serenaders, que publicarían para Yazoo tres álbumes de blues primigenio, además de varios sencillos a 78 revoluciones, cerrando así el círculo.

LA VOZ DE GALICIA



jueves, 31 de marzo de 2016

Tócala otra vez, Crumb






Tócala otra vez, Crumb

Los protagonistas del blues, jazz y country de los años veinte y treinta retratados por el dibujante rey del 'underground'.


Peio H. Riaño
31 DE MARZO DE 2016

La enciclopedia de la cultura norteamericana cabe en un álbum de cromos y son 114 estampas de las estrellas del blues, el jazz y el country. La santísima Trinidad de la música americana se escucha, se baila y la ilustra Robert Crumb (Filadelfia, EEUU, 1943). Hace treinta años empezó a dibujar el firmamento heroico de los músicos olvidados de los años veinte y treinta. Eran retratos sacados de fotografías familiares, hechos para incluir en cada LP de Yazoo Records, que se dedicó a reeditar en los ochenta todos los discos de blues aparecidos antes de la guerra. La idea era componer el álbum de los galácticos de la época dorada.
Tres de los 114 músicos retratados por Robert Crumb.
Tres de los 114 músicos retratados por Robert Crumb.
Lo que nació en reconocimiento al blues fue creciendo con el jazz y el country. Crumb, el símbolo del underground y padre de Fritz the cat, los reproduce con tratamiento diferente. Los primeros personajes, dedicados al blues, están tocados con más suciedad y oscuridad, gracias a la línea rota de su estilo más reconocible. El padre del rodillo iconográfico de la contracultura de los sesenta encontró en los grandes maestros de la música a los clásicos de la marginalidad. Héroes de segunda pasados por cromos. El colmo de la receta Crumb.






La línea pierde protagonismo en los personajes del jazz -la parte central del libro que ahora publica en castellano la editorial Nórdica- en cuyos retratos el color -aplicado con acuarela- se apropia de cualquier otra referencia visual. Mucho más nobles, mucho menos callejeros. Es el mundo de la pajarita y el traje, de la noche y las fiestas privadas. El blues parece más espontáneo y colorido, menos tieso, a los ojos de Crumb, uno de los primeros autores del cómic en romper con la discreción y el pudor y acercar al primer plano público los problemas personales de los autores. Es el mismo Crumb del Génesis y de Kafka, el que evita la caricatura y potencia el dibujo realista y sólido.
El resto de los autores que levantan esta luminosa biblioteca a 78 rpm, son Stephen Calt, David Jasen y Richard Nevins. Ellos son los responsables de las breves biografías que acompañan a las visiones del dibujante. El libro incluye un CD con 21 pistas, siete de cada género. Entre los dibujos, se cuelan Skip James (“fue un músico prolífico y grabó más títulos en un año, 42, que cualquier otro intérprete de blues de la década”), Charley Patton, Jelly Roll Morton (tuvo “la singular idea de hacer que el piano sonara como una banda de jazz Dixieland”), Louis Armstrong (“el trompetista más imitado y uno de los más influyentes de la historia del jazz”)…
Los músicos de Crumb son héroes de segunda pasados por cromos.
Los músicos de Crumb son héroes de segunda pasados por cromos.
“Tuvo bastante éxito”, recuerda en la introducción de la edición el director de cine Terry Zwigoff. “Los cromos eran atractivos y coloridos, y se vendieron bien desde el principio. A lo largo de los años se reimprimieron varias veces, y los derechos pasaron de Nick a otros editores. Tras su muerte, el material gráfico de los cromos se vendió y hoy pertenece a un exitoso director de cine del norte de California”. Concluye el cineasta que “por muy evocador que sea el material gráfico de este libro, la única forma de entender lo que inspiró al artista es escuchar la música”.






El autor que se atrevió a reinterpretar la Biblia, tampoco encontró escollos en ordenar el firmamento musical yankee. Meterse en problemas es su especialidad, porque significa hacer las cosas que molestan al sistema. Una colección mayúscula de cantantes y músicos negros que supone una nota contra la industria (que los ha olvidado), la sociedad (que los ha denigrado) y la cultura (que los ha aniquilado de los manuales). El dibujante siempre ha estado cerca de la música, ha diseñado cientos de portadas de discos y carteles de conciertos, entre ellos los de su propio grupo de música, Cheap Suit Serenaders, donde toda el bajo y la mandolina. Crítico e incorrecto, Crumb nunca descafeinado.



viernes, 2 de marzo de 2007

Philip K. Dick / Inmobiliarias en Marte

Philip K. Dick
Ilustración de Robert Crumb


Inmobiliarias en Marte


JUSTO NAVARRO
2 MAR 2007

El primer cuento de Philip K. Dick se llamó La cosa-Padre: un animal viene del extramundo, consume el ser del padre, se hace padre, lo usurpa, va a meterse en la madre, y en el propio hijo, que, descubriéndolo todo, quema antes a su padre con gasolina. El enemigo ronda cerca, padres o Estado, agentes del FBI perseguidores de comunistas, o agentes comunistas y neofascistas disfrazados de vecinos. Dick tomaba tranquilizantes para quitarse la angustia de escribir, anfetaminas para escribir, y alucinógenos para borrar las alucinaciones. Imaginó a un presidente de EEUU simulacro electrónico manejado por plutócratas. Imaginó que japoneses y nazis habían ganado la guerra. Anticipó la llegada del negocio inmobiliario a Marte. Vio que yo, u otros como yo, éramos máquinas construidas para negar que son una máquina. Tuvo la pesadilla de un astro televisivo que despierta del coma y descubre que nadie lo conoce: no existen ni el astro ni su programa. Supo que hay recuerdos en venta que no se distinguen de los verdaderos, con la ventaja de que los verdaderos tampoco se distinguen de los falsos. Empiezan a conocerse novelas de Dick antes de ser Dick, como Gather Yourself Togheter, de 1949: en la China en guerra civil una mujer y dos hombres recibirán a los maoístas para entregarles una fábrica americana que ha ido cayendo en el abandono a la espera de la llegada de los nuevos bárbaros. Verne se llama el héroe de la historia.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 2 de marzo de 2007