El artículo adjunto en forma de pdf se ha publicado en el nº 58 de marzo 2018 de la revista de pensamiento e historia Hermes. Tiene como propósito deshacer algunos tópicos tanto intelectuales como populares en torno a la historia y cultura vascas.
El primer tópico es la inapropiada adjudicación a la comunidad vasca del concepto de pueblo sin Historia cuando tiene una rica prehistoria e historia que se describe a grandes trazos y bastante distinta a la estándar de España; como pueblo se ha configurado como nación cultural y política a lo largo del siglo XX con el paréntesis franquista. El segundo tópico es que se trataría de una suma de culturas en plural y no habría una cultura vasca en singular. El tercer tópico es que siempre ha contado con una riquísima cultura popular de arquetipo rural pero no de una cultura culta sobre la que se hace un repaso indicativo. El cuarto tópico es que la pérdida paulatina del euskera en la historia se ha debido fundamentalmente a la presión en fronteras de las lenguas romances y a su economía abierta y no a prohibiciones o al hecho de depender política y económicamente de un Estado aun invertebrado con el que se han tenido conflictos violentos a lo largo de los siglos XIX y XX, a los que añadir los conflictos inducidos internos por pilotar el proyecto de país. A ello hay que añadir un intento de explicación del milagro de la preservación de una lengua preindoeuropea en esas condiciones desde algunas coordenadas (espacio doméstico, espacio público autoorganizado desde el vitalismo ciudadano con o sin acompañamiento institucional).
“Pero, a diferencia de las culturas satisfechas de los Estados nación, el doble déficit vasco acumulado históricamente (institucionalización dependiente y ausencia de política cultural y educativa hasta el último tercio del XX) ha sido tan inmenso, que explica que los movimientos de defensa cultural han buscado compensarlo con voluntarismos, y por fuerza se vincularon a movimientos políticos, y viceversa. Ello trajo consigo virtudes (situar la cultura y la lengua que se erosionan en el corazón de los programas políticos) y perversiones (riesgos de instrumentalización, de polarización y de desagregación cultural social según afinidades políticas)”.
Por último, el desarrollo desigual y combinado ya en el siglo XXI de una economía relativamente fuerte y de rasgos propios; una comunidad consciente de su cultura y empeñada en preservar especialmente la lengua a pesar de la diglosia; una sociedad compleja que ha recibido tres migraciones integradas o en proceso de integración y que configuran la también nueva realidad social y política vasca; y una institucionalización propia históricamente débil y dependiente del Estado a lo largo de toda la modernidad hasta 1978 -que es una etapa crucial para la configuración política y social de las naciones- suponen una compleja y desajustada estructura de país.
Para rearticularla se recomienda, por un lado, un salto en su soberanía para ampliar los espacios decisionales sin trabas y, por otro lado y en cualquier caso, políticas más solventes que las aplicadas en los últimos años por las instituciones vascas, situando en un nivel estratégico conjunto tanto el desarrollo cultural, las industrias culturales y creativas, el sistema mediático y la apuesta por el conocimiento.
15/04/2018