La represa de Asuán
La represa de Asuán fue uno de los proyectos de ingeniería civil más importantes llevados a cabo en Egipto y el mundo durante el siglo XX y el cual además propició uno de los esfuerzos internacionales más grandes de todos los tiempos: la mudanza de Abu Simbel. Diseñada y financiada en parte por Egipto y en parte por la Unión Soviética, la misma fue declarada de interés nacional por el gobierno egipcio ya que acabaría, según se esperaba, con la gran problemática de desabastecimiento energético que dicha nación se encontraba padeciendo por ese entonces.
La represa, de 3,6 kilómetros de longitud, 980 metros de anchura en su base (40 metros en su cúspide) y 111 metros de altura, fue construida entre 1959 y 1970. Su construcción creó un enorme lago artificial en la región baja de Nubia, el denominado lago Nasser. Lago que inundó territorios ocupados no solamente por varios pueblos y ciudades pequeñas sino que además inundó el territorio ocupado por reliquias milenarias tanto del Antiguo Egipto como así también del Reino de Kush y varias otras culturas del Valle del Nilo. Reliquias entre las que se encontraba el complejo de templos de Abu Simbel, una serie de templos tallados en la roca durante el siglo XIII a.C. en honor al faraón Ramsés II y su esposa Nefertari, y adornados con gigantescas estatuas en piedra y varios santuarios distribuidos entre Asuán (actual Egipto) y la catarata de Dal (actual Sudán).
Debido al carácter de interés nacional de la represa el proyecto estuvo bajo el control directo del líder egipcio Gamal Abdel Nasser. Nasser, a pesar de desplazar a miles de personas por la fuerza, entendió la importancia de los templos. Templos y estatuas que no se encontraban enteramente en territorio egipcio como mencionamos en el párrafo anterior, sino que se encontraban en parte en la región baja de Nubia, actual Sudán. País que de antemano había aprobado la construcción de la represa a cambio de recibir energía eléctrica.
Tras una serie de reuniones, y mientras la construcción de la represa se encontraba a toda marcha, el gobierno egipcio y el sudanés entendieron que carecían de las capacidades técnicas necesarias para mover los templos de lugar, razón por la cual decidieron solicitar la ayuda internacional. Con este fin se escribió en el año 1959 una carta a la UNESCO detallando el problema. Carta que sirvió como punto de inició para uno de los mayores proyectos de cooperación internacional del siglo XX, la mudanza de Abu Simbel. Proyecto en el cual participarían y trabajarían en conjunto varios países enfrentados por la división geopolítica del mundo causada por la tristemente célebre guerra fría.
Medinet Habu
Este templo era tan magnífico que presionó al sucesor de Ramses II, es decir Ramses III, a construir un templo igual de imponente, el templo de Medinet Habu, razón por la cual el faraón presionó en gran medida a sus arquitectos quienes, a su vez, presionaron a los trabajadores a tal punto que todo desencadenó en la que fue la primera huelga de la que se tiene registro en la Historia. Así mismo, durante el reinado del faraón Ramses IV, quien se encontraba construyendo otro templo, se produjo el mapa más antiguo que aun se conserva.
La mudanza de Abu Simbel
El plan consistió en ubicar los templos y monumentos en un área elevada por encima del nivel de agua máximo proyectado para el embalse creado por la represa. En si el nuevo lugar que ocuparían los templos y monumentos no se ubicaba muy lejos de la ubicación original, ya que los mismos serían emplazados a unos 200 metros de su lugar original. No obstante, los templos habían sido tallados sobre la roca misma, y cada una de las construcciones y las colosales estatuas pesaba miles de toneladas, razón por la cual la tarea requirió de un esfuerzo monumental y de varios años de trabajo. La siguiente imagen nos ayuda a comprender lo anterior:
En total 52 países donaron los fondos necesarios y 48 países participaron directamente en el proyecto, las maquinarias especializadas y los cuerpos de ingenieros y obreros especializados en distintos tipos de trabajos, los cuales iban desde el manejo de cargas ultra-pesadas hasta el corte en precisión y profundidad de la roca, requeridos para el proyecto. Era tal la precisión requerida que muchos de los cortes se hicieron a mano y llevaron varios días de trabajo.
La tecnología egipcia: la tecnología egipcia era sorprendente, ya que lograban erigir obeliscos gigantescos y todo tipo de pirámides y templos sin electricidad o máquinas hidráulicas de ningún tipo. No obstante, los egipcios contaban con amplios conocimientos de geometría y mecánica, lo que les permitió utilizar el mismo peso de las rocas utilizadas en sus construcciones para realizar los trabajos necesarios. Un ingeniero retirado llamado Wally Wallington ha investigado los métodos de construcción egipcia durante años, y gracias a su investigación podemos ver cómo solo un puñado de hombres eran capaces de mover y levantar rocas colosales.
Si bien el proyecto para salvar el complejo se inició a principios de 1960, llevó varios años el completar la primera fase. Fase que consistía en mover los cuerpos de roca fuera del alcance del agua. Esto se concretó a finales de 1966. Una vez alcanzada esa meta, la segunda fase consistió en rearmar los templos y las estatuas de manera fiel a su configuración original, tarea que requirió de más de una década, completándose totalmente en 1980.
En total se requirieron 40 misiones técnicas supervisadas por más de 2000 arqueólogos y egiptólogos para remover los templos, santuarios y los 22 monumentos de su lugar original. Misiones tan variadas como los estudios de técnicos expertos en suelo y cimientos de Japón, expertos en corte de precisión alemanes, expertos en movimiento aéreo de grandes masas estadounidenses y expertos soviéticos en elevación coordinada entre varios otros países que también contribuyeron tanto con expertos como con maquinarias y obreros especializados.
Si bien el objetivo original era cortar todo en bloques que no superaran las 20 toneladas de peso, en algunas instancias cortar las piezas fue casi imposible debido a problemas de integridad estructural, por lo que se llegaron a mover piezas de más de 100 toneladas.
Además de mover la roca, se debió construir un colosal domo de concreto, el cual luego fue recubierto con la piedra original del templo para así construir las salas interiores del templo principal, es decir el templo de Re-Harakhte en honor al faraón. Vemos en las siguientes imágenes la construcción del domo:
El templo en la actualidad, con el domo recubierto con la piedra original simulando ser la gran roca sobre la cual se talló y excavó el interior del templo del faraón hace miles de años atrás. Tanto el exterior como el interior del domo fue recubierto con la piedra original, respetando el más mínimo detalle.
La mudanza de Abu Simbel terminó costando más de $40 millones de dólares de 1964, es decir, alrededor de $330 millones de dólares actuales (y a esto debemos agregar el que muchos de los ingenieros más prestigiosos involucrados en el proyecto trabajaron ad honorem) de los cuales la mitad fueron contribuidos por el gobierno egipcio. La mudanza de Abu Simbel es al día de hoy considerada como una de las maravillas de la ingeniería del siglo XX, ya que se lograron mover gigantescas piezas, algunas de cien toneladas, y emplazarlas nuevamente a 200 metros de distancia y 65 metros de altura del lugar original con una precisión estimada en promedio de ±5mm para todo el proyecto.
Como mencionamos anteriormente, este proyecto fue singular, no sólo por el impresionante nivel de conocimientos técnicos y la escala de la ingeniería requeridos, sino que además unió, en cierta manera, a un mundo completamente dividido por la Guerra Fría. Más de medio centenar de países, algunos con más otros con menos, algunos comunistas y otros capitalistas, contribuyeron para salvar un tesoro histórico y arqueológico no solo de Egipto, sino de la humanidad en su conjunto.
Ahora o Nunca, la Mudanza de Abu Simbel
Debemos aclarar que no sólo se salvaron las construcciones de Abu Simbel. También se logró rescatar otra gran cantidad de templos y santuarios hallados entre Asuán y la catarata de Dal. La UNESCO emitió un boletín en 1961 titulado Ahora o Nunca, donde se explican las propuestas para salvar los tesoros arqueológicos y se mencionan varios de los templos a rescatar
El saludo de Ra
El templo del faraón había sido planeado en parte por los astrólogos de la dinastía para presentar una característica singular. Este era el saludo de Ra, la deidad egipcia solar, dos veces al año. Estos saludos ocurrían el 22 de febrero, aniversario de la coronación de Ramsés II y el 22 de octubre, durante el cumpleaños del faraón.
Dicho saludo consistía en la iluminación solar de los rostros de las estatuas de Ramsés II, Ra (dios solar), Amón (dios de la creación) y Ptah (señor de la magia y maestro constructor) durante los dos aniversarios ya mencionados. Durante cualquier otro día las estatuas se encontraban en total oscuridad.
Cuando se planeó la mudanza de Abu Simbel, los arqueólogos veedores remarcaron la importancia cultural e histórica de dicho acontecimiento, por lo que los ingenieros a cargo planearon la ubicación del templo en su nuevo emplazamiento de tal manera que se logre repetir este alineamiento bi-anual.
El templo se terminó de reconstruir el 22 de setiembre de 1968, por lo que el equipo debió esperar sólo un mes para verificar si, en efecto, tuvieron éxito. Cuando llegó el 22 de octubre se iluminaron Ramsés II, Amón, Ra, pero no así Ptah, estatua que solo se iluminó parcialmente.
No obstante, si tenemos en cuenta que se debieron mover rocas de decenas de toneladas y emplazarlas con una precisión de ±5mm, la iluminación bi-anual parcial sigue siendo un logro espectacular. Sin embargo, esto no evitó que el jefe de ingenieros de dicha tarea confesara haber quedado con un sabor agridulce en la boca por esto.
Tesoros de Tutankamón
Debido a la cooperación internacional, algo inédito tuvo lugar. El hasta ese entonces receloso Egipto permitió la exhibición temporal de 34 tesoros arqueológicos rescatados de la tumba de Tutankamón.
La condición principal de dicha exhibición internacional, y su continuación, la denominada Los tesoros de Tutankamón, las cuales recorrieron durante años los principales museos de algunos de los países involucrados en el esfuerzo, fue tanto recolectar fondos para terminar la reconstrucción de Abu Simbel como a su vez financiar otros proyectos de la UNESCO por todo el mundo.
Por ejemplo, gracias a los fondos recaudados durante las exhibiciones llevadas a cabo en el Museo Británico, la UNESCO obtuvo los fondos necesarios para encarar el proyecto de mudanza y resguardo de los tesoros arqueológicos en la Isla de File, también amenazados por la represa de Asuán.
El proyecto acuario
Mover a los templos y las estatuas de lugar no fue la primera idea, durante la fase de planeamiento varias propuestas fueron realizadas por distintos países y comisiones técnicas. Quizás la más rara de todas estas propuestas fue la de crear un gigantesco acuario, y así rodear al complejo de templos y sus varias estatuas con un sistema de pasarelas de cristal sumergidas.
En efecto, la idea era dejar que el agua cubra tanto a los templos como a las estatuas, pero a su vez construir una compleja red de pasarelas sumergidas, sistemas de iluminación y elevadores que permitiesen al público visitar las reliquias a pesar de estar estas completamente sumergidas.
Lógicamente, y por fortuna, la idea fue descartada debido a que la acción del agua dañaría la roca de las estatuas y los templos con el paso del tiempo, razón por la cual se optó por la Mudanza de Abu Simbel.
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