Discover millions of ebooks, audiobooks, and so much more with a free trial

Only $11.99/month after trial. Cancel anytime.

El Canto De Los Gallos De Oro
El Canto De Los Gallos De Oro
El Canto De Los Gallos De Oro
Ebook519 pages8 hours

El Canto De Los Gallos De Oro

Rating: 5 out of 5 stars

5/5

()

Read preview

About this ebook

A fin de evitar los juicios de Núremberg al final de la Segunda Guerra Mundial, altos funcionarios nazis escaparon de Europa, llevando consigo parte del botín robado a las víctimas del Holocausto, con la ayuda de Juan Domingo Perón, el presidente de Argentina. Desde allí difundieron sus despiadadas tácticas militares entre las unidades paramilitares de América Latina, resultando en cientos de miles de secuestros y asesinatos a lo largo de los años. Esta historia encubierta surge repentinamente en Venezuela cuarenta y cuatro años más tarde, cuando Iván Trushenko, un joven venezolano consumido por una pasión un tanto ingenua por el comunismo cubano, se involucra por error con presuntos criminales de guerra nazis. El caso de Trushenko le da la oportunidad a un popular general del ejército, conocido como Gallo de Oro, de descubrir una alianza inesperada entre extremistas de izquierda y de derecha con el objetivo de controlar la rica economía petrolífera de Venezuela. Este descubrimiento pone a los Gallos de Oro en una carrera contra el tiempo para capturar a estos criminales antes de que sea demasiado tarde.

LanguageLingua latīna
Release dateSep 8, 2012
ISBN9781301042715
El Canto De Los Gallos De Oro
Author

Margaret Donnelly

Margaret Donnelly has led an accomplished life as mother, attorney, community activist, and now author. Although perhaps seemingly unconnected, the synergy between being an author and lawyer is strong. Margaret Donnelly's role as a legal advocate and community catalyst evolved to self-published author in 2005 after years of quietly nursing a passion for uniting the Americas through her books. Her work aims to break through the wall of old mindsets imposed by culture, language, and religion. Above all, her work helps to peel away biases that have caused the genocide of millions of indigenous people.

Related to El Canto De Los Gallos De Oro

Related ebooks

Related categories

Reviews for El Canto De Los Gallos De Oro

Rating: 5 out of 5 stars
5/5

8 ratings8 reviews

What did you think?

Tap to rate

Review must be at least 10 words

  • Rating: 5 out of 5 stars
    5/5
    A mi parecer el libro es muy interesante y entretenido, con muchos detalles que permiten al lector ubicarse en la época y disfrutar su contenido teniendo en cuenta situaciones de la realidad.
  • Rating: 5 out of 5 stars
    5/5
    Me parece que es un libro super entretenido, con una trama super interesante y que esta muy bien desarrollado
  • Rating: 5 out of 5 stars
    5/5
    este libro tiene una excelente trama, capta realidades y momentos muy bien desarrollados
  • Rating: 5 out of 5 stars
    5/5
    Un muy buen libro, muy interesante y buena
    Espero que la gente pueda conocer este título
  • Rating: 5 out of 5 stars
    5/5
    Un muy buen libro
    Excepcional, la manera en como redacta también es muy interesante y buena, lo recomiendo, espero que más gente pueda conocer este título
  • Rating: 5 out of 5 stars
    5/5
    Me ha parecido un excelente libro, perfecto para poder ver otra cara del mundo, una parte de la realidad, me ha encantado ver cómo refleja situaciones más allá de lo superficial que se cuenta.
  • Rating: 5 out of 5 stars
    5/5
    Creo que una de las cosas que más me gustaron de este libro fue el estilo de escritura de este,que hace que sea hasta adictivo de leer,también está el hecho de cómo hace para ubicar al lector en la época en que se desarrolla la historia mostrando los antecedentes históricos que llevaron a la situación actual,en fin,recomiendo darle una oportunidad
  • Rating: 5 out of 5 stars
    5/5
    Es una historia interesante ya que a fin de evitar los juicios de Núremberg al final de la Segunda Guerra Mundial altos funcionarios nazis escaparon de Europa, llevándose con ellos una parte del botín robado a las víctimas del holocausto y resaltando que es un libro muy bueno deja ver cómo ha sido afectada la humanidad por tanto tiempo

Book preview

El Canto De Los Gallos De Oro - Margaret Donnelly

Presentación por la autora

Feria Internacional del Libro, Guadalajara, Jalisco, México

Noviembre-Diciembre, 2009

Nací en Venezuela en un pueblo llamado San Tomé, situado en la Mesa de Guanipa, en el oriente del país, Estado Anzoátegui, donde permanecí hasta cumplir los 10 años, mudándome a Puerto La Cruz, una zona costera del mismo estado. Allí viví hasta casi cumplir los 15 años. Estudié parte de mi secundaria en el Liceo Cajigal, hija de padre norteamericano y madre venezolana. Durante mi corta permanencia, fui educada en ese ambiente venezolano, por el deseo de mi padre donde él era el inmigrante, condición que luego se aplicaría a mi madre, una vez residenciada en los Estados Unidos.

Una de sus razones fue sacarnos de un ambiente azotado por una guerra civil entre extremistas de la izquierda, apoyada por Fidel Castro, y el gobierno naciente democrático de Rómulo Betancourt. Para el propósito de discutir mi novela histórica, El canto de los gallos de oro, [en proceso de revisión], titulado en inglés, The Song of the Golden Cocks, me es importante mencionar que el Liceo Cajigal donde estudiaba estaba minado de estudiantes que, en realidad, eran guerrilleros urbanos de la izquierda. Nunca faltaban las redadas por los cuerpos de seguridad tanto en el colegio como en el barrio donde vivía con mi familia. Tampoco faltaban las tertulias caseras entre esos estudiantes, a las que fui testigo, más como observadora que como participante porque, aunque de herencia norteamericana, ellos estaban conscientes de que era más venezolana que gringa.

Cuando escribí esta novela, no solamente utilicé mis experiencias con esos guerrilleros venezolanos, sino también los tiempos que viví entre los campesinos en las montañas cerca de Puerto La Cruz y Barcelona, la capital del estado Anzoátegui, donde se cultiva el café.

El término Gallo de Oro, es uno utilizado por esos campesinos quienes le otorgan honor y respeto a las personas que representan el espíritu guerrero nacional que protege los derechos y la identidad de la comunidad. Para ellos, un Gallo de Oro es un arquetipo que de vez en cuando se manifiesta entre líderes que contrarrestan elementos indeseables en la sociedad. En el libro describo un gallito en esas montañas que cuidaba la finca de unos cafeteros. En el libro, su nombre es Esther Sotero, y su gallo se llama Rafael. Rafael, el gallo de su madre, supervisaba sus actividades en la otra punta de la parrilla, y ladeaba su cabeza para observar sus dominios. Tenía plumas blancas con puntas brillosas y amarillentas que escondían una piel manchada, marca de su invencibilidad…su piel manchada de raza y el historial de sus peleas le hicieron ganar una reputación entre los gallos vecinos los cuales lo honraban dejándolo hacer la última llamada de las 6:00 de la mañana y la del mediodía. Su coronación era poderosa, y era conocida como el canto del gallo de oro. La sabiduría popular decía que era un rey guerrero enviado por la divina providencia para proteger a los agricultores de los malos espíritus.

En mi libro se encuentran ejemplos y personalidades que no tan solo representan lo que significa ser un Gallo de Oro, pero también muestran como al serlo, las personas disciernen un balance entre el desarrollo económico nacional y el mantenimiento de su identidad propia. En fin, luchan en contra de corrientes internas y externas contraídas por una inadecuada imposición de poderes que han llevado cautiva la libertad y el desarrollo de nuestros pueblos.

Uno de los protagonistas, Iván Trushenko, es un Gallo de Oro en evolución, la típica persona que conocí muy a fondo durante mis años de estudiante, que se encontraría hoy día, en Latinoamérica, lleno de sentimientos de incapacidad y encierro mental ante políticos, militares, y comerciantes-industriales que lanzan trampas para agarrar presas fáciles para enriquecerse a expensas del país. También son hombres y mujeres en cuya arrogancia confunden la estupidez con la inteligencia y la mentira con la verdad.

Iván nace en Caracas en 1967, hijo de un inmigrante ruso y de madre criolla. Su padre le enseñó a estar orgulloso de ser venezolano, muy cercano a la tierra que le pertenece a todos los que la aman. Para disgusto de su papá, quien llegó a Venezuela huyendo de la tiranía de Stalin, Iván se une a grupos comunistas cuando asiste a la Universidad Central en Caracas. Inmediatamente, adoptando una formula Cubana, e imponiéndosela a sí mismo, asume que ésta sería la más posible y razonable solución para los venezolanos. No le perturba que esta fórmula ideológica implantada en búsqueda de una sociedad más igualitaria, no ha dado resultados concretos en las poblaciones y caseríos de marginados de los cerros alrededor de Caracas. Estos habitantes buscan el sueño venezolano, siendo ellos procedente de zonas agrícolas que no le ofrecen oportunidades de trabajo ni un mejoramiento de su estatus de vida. A Iván no se le ocurre que existen discrepancias entre la sociedad isleña cubana y el pueblo de Venezuela por que hay diferentes antecedentes históricos, sociopolíticos, económicos, geográficos, y herencias ancestrales.

Sin embargo, a los ojos de Iván, para marcar el cambio contra los fenómenos nacionales tales como corrupción, explotación del pueblo, y la tiranía capitalista, es necesaria la imposición del socialismo cubano. Ésto serviría como una purificación nacional ignorando que la verdadera resistencia tiene que ser el producto de un auto análisis consecuentemente resultando en una identidad genuina como pueblo. La afiliación que Iván toma es la impostura ideológica cubana que es sencillamente una repetición hueca e ingeniosa tales como todas las corrientes socio-políticas y económicas extranjeras que Venezuela ha adoptado a través de su trayectoria como país, inclusive muchas impuestas por el Primer Mundo a través del Fondo Monetario Internacional, los Estados Unidos, y países europeos, u otras, que se originaron durante las dictaduras a raíz y después de la guerra de independencia contra España.

El fenómeno es uno de esperar que el único modo de cambiar condiciones indeseables del país es forzando el cambio. Como muchos venezolanos, Iván no analiza ni el lejano ni el reciente pasado, lo cual hago en la novela, porque, si se descuidan esas lecciones, nunca comprenderemos cómo llegamos a la situación actual. En el libro menciono lo siguiente: Diez años después de que la Gran Colombia dejara de existir [1831], el ambiente regresó a los días en que los tigres se escondían para tender emboscadas. Los venezolanos no pudieron, o quizás no quisieron evadir las lecciones aprendidas por los españoles. La tiranía [española] alimentó la mediocridad mental y esa mediocridad mantuvo a muchos en un permanente estado de amnesia. Era tan permanente que en ese entonces una significativa parte de la población no quería la democracia. Los esfuerzos de Bolívar y Páez, el gran estratega de Bolívar, u otros que trataron de hacer lo correcto en el momento equivocado, fueron aplastados, y la historia se repitió con una larga lista de dictadores hasta 1958 cuando una revuelta popular tumbó al último dictador, Marcos Pérez Jiménez.

Esta condición es debida a dos tipos de cegueras, la involuntaria, y la auto impuesta. La involuntaria, que así como la inmadurez de la vida se presenta en la juventud, tal como le ocurre a Iván, así mismo como naciones individuales, se nos requiere una madurez colectiva que nos haga comprender y discernir decisiones que son auténticas y apropiadas según nuestras realidades locales.

Esta carencia de firmeza de carácter, sin aplicar el fundamental reflejo interno, es lo que deja la puerta abierta a esta infiltración de elementos indeseables, que son introducidas por ideologías foráneas, o, por otra parte, vienen de los propios venezolanos que carecen de una ética moral. En mi libro hago mención de los acontecimientos ocurridos entre los años 1952 a 1958 cuando gobernó Marcos Pérez Jiménez, quien emuló a Juan Domingo Perón aunque no compartía el estilo de Perón de seducir a los sindicatos obreros. Pérez Jiménez abolió a casi todos los sindicatos mientras su jefe de seguridad, Pedro Estrada, perseguía a otros subversivos que en su forma de tratarlos helaba los huesos. Estrada llevó miles de víctimas a campos de concentración en la selva, donde eran lentamente mutilados, quemados con ácido, electrocutados, o gradualmente asfixiados. Otros eran violados, atados a árboles y abandonados a las hambrientas bestias salvajes o ahogados en aguas pantanosas, cuando no eran arrojados a los caimanes, si no eran colgados, o dejados solos a morir de enfermedades. Estrada cazaba a los miembros de partidos políticos, que también fueron abolidos, igualmente perseguía a los maestros de las escuelas públicas aunque eran neutrales, pero de pensamiento libre. No dejó que nadie escapara de su alcance. Incluso persiguió estudiantes, periodistas, y por último sacerdotes. Pérez Jiménez cerró la universidad en Caracas. Libros y periódicos que criticaban su dictadura, fueron prohibidos y todo esto sucedió mientras Pérez Jiménez llevaba a cabo impresionantes programas de obras públicas, aseguradas por las crecientes ganancias petroleras. Claro, Pérez Jiménez siguió la tradición de otros dictadores y se quedó con un porcentaje de las entradas del petróleo llamándolo una comisión. Su pillaje fue aumentado por la confiscación de tierras que dejó a medio millón de campesinos sin tierras y hambrientos.

Durante esta dictadura son evidentes dos corrientes: En primer lugar, la implementación de técnicas sanguinarias para cometer crímenes de lesa humanidad como posteriormente fueron usados por Pinochet en Chile y en la guerra sucia en Argentina. En segundo lugar, se refleja el modo de operación del pillaje de todos los dictadores hasta ese entonces.

Esta es la misma mentalidad depredadora que controla a individuos en el sector privado, como otro protagonista en la novela, Ricardo Ariosto, un comerciante-industrial que carece de una conciencia social. Es un diablo vestido de oveja. A Ariosto no le importa utilizar tácticas sanguinarias para controlar a los campesinos ya que, para él, sobrevivir es más importante que las consecuencias. Corrompe a conciudadanos como el Comisionado de Asuntos Rurales, Miguel Curiel, otro diablo vestido de santo, quien hace el papel de héroe austero del pueblo mientras roba indiscriminadamente al país, en el estilo de un dictador llamado Juan Vicente Gómez, quien gobernó entre 1908 y 1935. Aún después que se establece la democracia en 1959, toda la vagabundería de políticos como Curiel se lleva a cabo bajo un ropaje legal apoyado por el hecho de que hay un enorme cambio en la burocracia pública cuando un nuevo partido gana y repite el ciclo de corrupción. Sus cómplices llevan el gasto público al límite en tiempos de bonanza y en tiempos de escasez. Despilfarran como si no hubiera un mañana. No están viendo la deuda pública por que viven para el día de hoy. Mientras tanto, nadie le presta atención al desarrollo del capital humano que tiene el país.

En el mundo de la psiquiatría, dicha ausencia de conciencia humana es conocida como una personalidad psicópata, o sea, una persona totalmente egocéntrica, que sufre de grandiosidad, temeridad, y está sumamente a gusto con sí misma. Tampoco le importa las consecuencias que pueden desatarse por su conducta anti-social. Su corrupción se enlaza con alianzas secretas, que, al fin y al cabo, muchos identifican como la partidocracia entre 1959 y 1998, y que llevó a la elección de Hugo Chávez, quien no pertenecía a ningún círculo político y quien se arropó con la capa y la espada de Simón Bolívar.

El canto de los gallos de oro, trata de otros ejemplos clásicos de dicho fenómeno psicópata como la existencia de los conocidos ‘escuadrones de la muerte’ en este continente, de procedencia Nazi, que no se llega a discutir en Latinoamérica debido a un rechazo a la imponente y fría verdad. Basta mencionarlos, y nadie quiere hablar de ellos, a menos de que sea para echarle la culpa a los Estados Unidos, donde nunca han acosado a los norteamericanos. En lo personal, mientras visitaba a Venezuela durante los años 1970s y 1980s, donde inclusive los propios venezolanos profesaban que estos eventos violentos eran causa de los ‘demonios’ estadounidenses, les creí hasta que descubrí la otra cara de la moneda. Como abogada especializada en derecho de inmigración, fue por medio de varios clientes que de antemano tenían conocimiento de la verdadera causa que involucraba la penetración Socialista Nacional del los Nazis por medio de Argentina. Estas fuentes de información conectaban el movimiento sanguinario Argentino con el de Augusto Pinochet en Chile y el militar Roberto D'Aubuisson en el Salvador. Al mencionar esto, no niego las intervenciones de los Estados Unidos en los golpes de estado en Latinoamérica, ni la utilización por el coloso del norte de esta tecnología alemana. Para mí es importante reconocer que tanto los países latinos como los Estados Unidos comparten el conocimiento y la aplicación del para-militarismo para llevar acabo agendas políticas y económicas. Este método infernal que ha sido impuesto a través de toda Latinoamérica nos hace en general a todos cómplices y copartidarios por una ceguera moral auto impuesta. Utilizo los escuadrones de la muerte como un mecanismo literario para dar un ejemplo perfecto de los efectos que causan la conducta psicópata entre muchos líderes venezolanos así como causan las penetraciones ajenas que, no solo nos roban nuestra identidad nativa, sino que también nos contaminan como sociedad.

El canto de los gallos de oro también incluye la historia que todavía viven los campesinos de la industria cafetera en Venezuela, quienes hasta hoy día carecen de comodidades como agua potable o acceso práctico hacia y desde las zonas de cultivos debido a las pésimas condiciones en que se encuentran las carreteras en tiempos de lluvia. La mayor parte de ellos utilizan la mula como el modo de transportación de su café. Añadiendo a estas precarias situaciones, se suman la falta del entrenamiento técnico para el cultivo, maquinaria, equipo actualizado, y préstamos que al fin contribuyen al desarrollo y capacitación del sector campesino. Desafortunadamente, todas las reformas han descuidado estas necesidades, inclusive aún la comunidad internacional de desarrollo. Tomando por ejemplo la Alianza para el Progreso de 1960 del Presidente Kennedy cuyo fracaso fue el de no solucionar los verdaderos problemas, sino que por lo contrario, implementaron proyectos de mayor lucro como carreteras, represas, plantas eléctricas u otros proyectos de infraestructura, sin afectar la economía arcaica que se caracterizaba por la mano de obra barata, dependencia, avaricia, y en algunos casos tácticas terroristas. Gracias a la ola de industrialización alimentada por la Alianza, entre 1960 y 1970, 17 gobiernos latinos fueron derrocados por controlar los fondos que estos gobiernos recibían de Estados Unidos. Un sinnúmero de programas internacionales han tratado de solucionar los problemas económicos de Latinoamérica en los últimos 50 años sin mejorar la vida personal y productividad de los campesinos. Lo más deprimente de todo, es que a pesar de todos estos intentos benevolentes que no han sido más que simples acciones demagógicas, no se ha aplicado la perspectiva necesaria para ayudar al sector agrario. Estas acciones deberían ser desde una perspectiva interna del país conocedora de sus verdaderas realidades y no basadas desde un punto de vista externo.

Dichas discrepancias en raíces nacionales conducen a la adopción de mitologías ajenas. Como lo vimos con la Alianza para el Progreso, también en México se ha vivido con el tratado de libre comercio con Canadá y los Estados Unidos, el cual ha desatado miles de problemas en el sector agrícola mexicano. No estoy diciendo que dicho tratado vaya en contra de los intereses de cada uno de estos tres países, si no, como es reflejado en la historia de la campesina, Esther Sotero, y sus conciudadanos, tanto los mexicanos como los venezolanos deben de inmunizarse mejor contra la ceguera total que impide el desarrollo igualitario del pueblo, así como la protección de su identidad nacional.

Entrando al tema de la identidad nacional, nosotros los venezolanos sufrimos de una carencia de aprecio por nuestros propios Gallos de Oro que incluyen aquellos que han forjado nuestro patrimonio nacional. El más conocido hoy día es Simón Bolívar, a quien Chávez ha utilizado para abrir camino para una alianza continental, apoyada por una mitología de liberación contra el imperialismo yanqui. A la misma vez, la reciente proliferación de la adulación de José Martí en Venezuela, es como si fuera una herramienta para subyugar la identidad nativa del pueblo venezolano. Este punto es importante en mi novela por que el legado de nuestros Gallos de Oro—como Cuauhtémoc y Miguel Hidalgo son para los mexicanos, José Gabriel Tupac Amaru es para los peruanos, George Washington y Thomas Jefferson son para los Estados Unidos, entre otros, es lo que fortalece la identidad nacional ante corrientes geopolíticas y económicas ciegas a la identidad del pueblo.

Entre los años 1980 y 1990 y aún hoy día, la juventud venezolana ha absorbido la música y la moda estadounidense. Una ironía de esto, es que en todo el país de Venezuela, no se encuentra ningún tributo al grandísimo reconocido compositor Juan Vicente Torrealba. Sin lugar a duda, las próximas generaciones de venezolanos, no tendrían ninguna noción de baluartes nacionales que han contribuido realmente al patrimonio nacional como Torrealba. Aún más irrazonable, es el hecho que este compositor haya tenido un impacto enorme en la música Latinoamericana, que hasta la ciudad de Xalapa, Veracruz, tiene reconocimientos como lo son un parque, una calle, e inclusive hasta una estatua dedicados a Torrealba.

Mientras tanto, el gobierno de Hugo Chávez está confiscando tierras e inmuebles en el nombre de su revolución social supuestamente para darle techo a los pobres, que sin lugar a duda votarán a su favor, convirtiéndose en pago por favores políticos. Lo que concierne, con la falta de esta identidad propia, y al estar vulnerables a estas invasiones ideológicas, es la repetición de nuestra ceguera. El caso del intercambio de doctores y maestros que Venezuela últimamente ha llevado a cabo con el régimen cubano, parece ser una alianza política para propagandizar un supuesto avance en estos campos, cuando es la misma implementación de la ideología cubana la razón por la cual los doctores venezolanos han abandonado el país.

En este proceso, la mente pública se encuentra cautiva, sin reconocer que lo único que impediría esta confusión sería la iniciativa personal y la adquisición de un perfil más definido como venezolanos. Para llegar a obtener este grado de inmunidad como naciones, se necesita valentía para mirar más a fondo nuestro pasado con ojo clínico, ya que nadie sabe lo que realmente yace en nuestro interior. Sin embargo, comenzar a explorar ese interior, como lo hace Iván al final de la novela, es lo que permitirá el rompimiento de patrones viejos de pensamiento, modos de vivir que han causado tantas injusticias, y de un comienzo de una educación profunda a la nueva generación venezolana.

Margaret Donnelly

Capítulo 1

9 de Noviembre de 1990

Caracas, Venezuela

Iván se estremeció al escuchar el eco de los pasos de unas botas contra un piso duro. Entonces, el ruido se detuvo. Una sensación de horror perforó su pecho. Su respiración se tornó más pesada. Una telaraña de oscuros recuerdos se aferró a su mente hasta que, de repente, la marcas de quemaduras en sus muñecas lo llevó al momento en que todo en el interior de su cuerpo fue pulverizado por la picana eléctrica y sus riñones fueron casi arrancados fuera de sus cavidades.

Para distraerse, experimentó con una posición diferente y se sentó en el suelo de concreto. El dolor en su espalda bajo la cintura disminuyó al poner sus rodillas contra su pecho y al recostarse contra la pared que también era del mismo material. Debajo de ese concreto, antiguas piedras unían al piso y las paredes. Una prisión era por lo general un lugar ruidoso, pero ésta no lo era, lo cual indicaba que él estaba en una celda clandestina, ubicada en un antiguo edificio de Caracas, el cual según sus cálculos, había sobrevivido a muchas renovaciones de la parte colonial de la ciudad.

Segundos después, desvió lentamente su mirada hacia el otro lado de la celda, donde una bombilla vertía un débil rayo de luz sobre las ranuras de la pared. Algunas eran lo suficientemente profundas como para sobrevivir años, si no décadas. Su mente se detuvo el tiempo suficiente como para llegar a una conclusión. Entre la mampostería alguien había tallado nombres, fechas, insultos, y frases llenas de rencor que emitían sus propios gritos silenciosos. Eran de almas maltratadas alojadas en la misma celda que con gran esfuerzo gritaban sus historias, obsesionadas por lo que habían dejado atrás.

Mientras fijaba su mirada en esos surcos, Iván se centró en sus propias obsesiones y lo invadió una ola de ira.

Un mosaico de imágenes sórdidas se apoderó de su mente. Entre ellas estaba la de los sicarios que lo fueron a arrestar y lo culpaban a él… ¡a él!, Iván Trushenko, de proporcionarle una identidad falsa a un criminal de guerra. ¡Lo que merecían era que Dios se orinara sobre ellos y sobre ese hijo de puta de José Rodriguez por entregarlo a los agentes de la policía de seguridad! Ese desgraciado no era digno ni siquiera de una mujer con ladillas. Ese desgraciado solo se merecía la muerte.

Rodríguez lo había convencido de interrumpir su estadía en Cuba. De hecho, Rodríguez le había implorado que regresara a Caracas con la excusa de reunirse con un importante patrocinador de su partido, el Movimiento hacia la Izquierda (MI). Después de todo, Iván era el primero en la escala de poder del MI. Eventualmente, este patrocinador desconocido se convirtió en alguien que necesitaba una identidad falsa. Mientras el desconocido le entregó una gran contribución al MI, Rodríguez le envió el pasaporte falso por medio de Iván. Horas después de esa reunión, agentes de la policía de seguridad arrestaron a Iván, acusándolo de ayudar a un miembro de la Kameradenwerke.

Hasta el momento del interrogatorio por la policía de seguridad, nada parecía tener sentido. Iván no sabía lo que era la Kameradenwerke. Además, un gobierno fascista no era lo que necesitaba su país. Lo estaban acusando de algo que iba en contra a todo lo que él representaba. El luchaba para llevar su país hacia la izquierda, no hacia la derecha. Sin embargo, durante el interrogatorio, sus torturadores lo acusaron de conspirar con un hombre que había trabajado para la SS. Su nombre era Janis Endelis. Le informaron también que Endelis había huido a la Argentina en 1946 con la ayuda de la red de escape conocida como la Organización de Antiguos Miembros de la SS, u ODESSA.

ODESSA había operado en América Latina a fines de los años 1940 y principios de la próxima década, cuando cambió su nombre por el de Kameradenwerke. Por intermedio de esta asociación Nazi, cientos de ex oficiales de la SS se infiltraron en la maquinaria militar del presidente argentino Juan Domingo Perón durante su gobierno. Perón siempre fue muy cuidadoso de su imagen pública, pero existían evidencias de que él le abrió las puertas a Janis Endelis y ahora, cuarenta y cuatro años más tarde, Endelis se encontraba en Venezuela.

* * *

Después de mirar la bombilla momentáneamente, Iván escuchó nuevamente el mismo ruido, y esta vez sus ojos se dirigieron fijamente a la puerta de la celda. El sonido de las botas fue creciendo hasta que la puerta se abrió repentinamente.

Pudo controlar el terror que sentía y logró cerrar sus ojos, mientras dos soldados lo agarraron uno por cada lado y lo arrastraron fuera de la celda. Su auto-control fue solo por unos segundos y se desbarató al darse cuenta que debía dejar algún testimonio antes de morir. Por lo tanto, gritó tan fuerte como pudo mientras sus pies descalzos se arrastraban por el piso de un pasillo al que tantas veces había atravesado y sobre unos fríos escalones. Lo arrastraron hasta el centro de la cámara de torturas adonde el olor putrefacto a carne quemada, a sudor y a excremento humano, invadió sus fosas nasales. Echado en el árido piso, se encorvó en silencio.

Mientras tanto, una silueta familiar se detuvo al otro lado de la puerta. Luego de susurrar algo a los soldados, la silueta entró en la habitación con paso firme.

La luz de la cámara de torturas intensificó las líneas de la cara del Capitán Alfredo Villanueva, un hombre de mediana estatura bien entrado en sus cuarentas. Se dirigió a una silla de madera sin apoyabrazos, la giró hacia sí acomodándose en ella como si fuera una silla de montar, tal cual lo había hecho hace unas horas. Una vez que cruzó los brazos sobre el respaldar, dejó correr su mirada por el cuerpo curvado de Iván.

Hablábamos de Janis Endelis, dijo Villanueva con cierta malicia. ¿Por qué no haces las cosas más fáciles para ti, eh? Sus palabras quedaron impregnadas en el hedor de la habitación hasta que, abruptamente, una rabia se apoderó de Iván.

Como ya dije antes, yo solo entregué el pasaporte.

Los ojos impenetrables de Villanueva dejaron escapar una sonrisa. Mi amigo, ya hemos discutido ésto anteriormente. Es cierto que no debería importarnos en lo más mínimo, pero no queremos que nadie nos acuse de ayudar a criminales de guerra.

¿Acaso tus jefes están dispuestos a asesinarme por algo de tan poca importancia?

No, este gobierno no quiere volver al pasado… después de todo, Venezuela es una democracia

Entonces deberían soltarme porque no se absolutamente nada acerca de… ese criminal de guerra. Yo ni siquiera había nacido cuando él entró de contrabando en la Argentina.

"El pasado tiene una manera muy particular de mezclarse con el presente, ¿no te parece?

Iván se llenó nuevamente de ira. Si tú y tus superiores son halcones, ¿por qué se toman la molestia de querer comerse a una cucaracha como yo?.

Puede que seas una cucaracha, pero conoces la nueva identidad de Endelis, y no divulgarla puede ponerte en una posición muy comprometida replicó Villanueva, y agregó Aunque gracias a ti, es posible que Endelis ya se haya escapado de Venezuela.

Iván miró hacia el techo y dijo Ya les he dicho todo lo que sé.

Apreciamos la información, pero lamentablemente lo que nos has dicho no es suficiente.

Rodríguez me convenció para que volviera de Cuba. Fue una trampa.

Sí, ya nos dijiste eso.

Rodríguez me dijo que un hombre de negocios muy importante quería ayudar a nuestro partido.

¿Y por qué tu amigo te tiraría a la mierda de esa manera?.

Iván contestó con desprecio Rodríguez no es mi amigo, está tratando de librarse de mí porque quiere controlar el partido.

Ah… entonces él te conectó con un ex oficial de la SS para quien compró un pasaporte falso de tí….

Rodríguez fue el que organizó la reunión y luego me dio el pasaporte.

¿Y por qué no se reunió con Endelis él mismo?.

Porque estaba protegiendo a sus contactos, gente muy importante, pero yo no sé quiénes son.

¿Me estás queriendo decir que no conoces a gente importante? .

Por supuesto que los conozco, pero no estoy en el negocio del contrabando de pasaportes.

No tiene sentido retener esa información, contestó Villanueva. A decir verdad, como ya lo has insinuado, Endelis no es importante para ti… a no ser que él esté tratando de controlarte a ti y a tu partido.

Lleno de furia que tanta gente lo estaba jodiendo, contestó ¡Yo no sé absolutamente nada! !Mi partido nunca será manipulado por un criminal de guerra!.

Ah, sí respondió Villanueva con frialdad, lanzando una mirada irritada hacia la puerta mientras con su cabeza le hacía señas a los dos soldados, quienes corrieron a despojar a Iván de sus ropas sucias. Arrastraron su cuerpo desnudo y amoratado y mientras uno de los soldados lo sujetaba por las muñecas, el otro las ataba con unas cuerdas.

Iván juntó las fuerzas suficientes como para lanzar gritos ahogados ¡Mírenme a la cara, hijos de puta! Rápidamente, una bota lo pateó en la cara, presionando su cabeza contra el suelo.

Uno de los soldados le abrió las piernas y amarró sus tobillos a unos anillos incrustados en el piso de concreto. EL otro hábilmente tomó unos trapos mojados de un balde de metal y los colocó sobre su pecho y sus hombros. Entonces lo comenzó a picanear en ambos hombros. Iván lanzó un violento jadeo con cada uno de los golpes de electricidad. Lo picanearon en el pecho con mucho cuidado para evitar el área ubicada directamente sobre su corazón. De todas formas, sintió como su cavidad respiratoria caía bajo el peso de miles de ladrillos hasta quedar inconsciente.

Media hora más tarde, abrió los ojos. Sus piernas estaban libres, pero sus muñecas seguían amarradas. Vio el rostro de Villanueva sobre él.

"Ah, veo que ya estas de regreso. ¿Estás listo para hacer una declaración completa?

Tengo sed respondió, contrayéndose por el dolor en el pecho. Un soldado recogió un poco de agua con una taza de metal del balde y la puso contra sus labios. Iván tragó el agua con abandono y pidió, ¿Pueden… pueden desatarme?

Villanueva trató de evitar su creciente molestia y dijo, Dame el nombre.

Y qué me van a hacer si se los digo dijo Iván casi jadeando.

Te dejo ir.

"¿Por qué no me dejas ir y te envió mi confesión desde Cuba?

A Villanueva la broma no le causó ninguna gracia.

Iván sabía que no podría soportar más golpes de corriente. Tosió hasta casi ahogarse de solo pensar que no tenía manera de asegurarse de salir sano y salvo. Después de algunos segundos balbuceó, Su nombre es Manuel Blanco.

Villanueva esperó.

¡Vamos, anda y escríbelo ya!.

Ahórrame las molestias. Dímelo todo y así preparamos la declaración.

La nueva identidad de Endelis es Manuel Blanco, dijo Iván. Endelis estaba acompañado por otro hombre… un hombre más joven… se veían como si fueran parientes. El hombre más joven tenía un llavero con un diseño extraño. Tomó una bocanada de aire y en ese momento pensó en un refrán que usaba su gente: Pierden sus cabezas en sus revueltas, y su valor cuando son encadenados. Se sintió abrumado por el peso de la derrota.

Capítulo 2

Matt Sheridan dejó la embajada de Estados Unidos para reunirse con el Coronel del Ejército Eleazar Suarez. Era una tarde templada bañada por el sol. Habían fijado la cita en un horario en que los restaurantes del distrito colonial estaban poco concurridos.

Mientras conducía su automóvil, propiedad de la embajada, atravesó un congestionamiento de tráfico, lo que le dio tiempo para pensar en la conversación que había tenido con Suarez hace unas pocas horas. Suarez le había pedido información de inteligencia que los Venezolanos no poseían. A simple vista, era un pedido bastante extraño. Y de existir algún tipo de información, era probable que estuviera juntando polvo en algún oscuro archivo subterráneo de la agencia.

Además, se trataba de un tema sobre el cual los venezolanos, siempre se habían mantenido histórica e ideológicamente alejados. Eso es, hasta que Suarez mencionó más detalles, como el nombre de Janis Endelis, quién había trabajado para la SS y para Perón. Más recientemente, Endelis había brindado sus servicios a elementos militares de extrema derecha durante la guerra civil de EL Salvador. A causa de esta guerra, cientos de miles de refugiados habían ido a parar a los Estados Unidos, y ésto ya era motivo suficiente como para despertar el interés inmediato de Matt.

Mientras calculaba el tiempo que le faltaba hasta llegar a su destino, unos veinte minutos, quizás más, Matt se dio cuenta de unas ironías, una de ellas, que Suarez compartió ciertos detalles pero omitió los más importantes.

Matt había llegado a Venezuela hace solo unos pocos meses, por lo tanto, aún no sabía descifrar lo que los venezolanos no mencionaban. Habitualmente, los venezolanos enterraban sus opiniones verdaderas si tenían alguna consecuencia política. Era como si fueran personajes de un melodrama en el cual tenían que mostrar una cara con una expresión en blanco. Algunos se referían a dicha idiosincrasia como ‘poner cara de perro muerto’. Sin embargo, cuando se inclinaban hacia la honestidad, usaban refranes, tales como los tigres no se comen a tigres, o el canto del gallo no puede ser más claro.

Matt estaba consciente que para comprenderlos, tenía que desenmascarar su

Enjoying the preview?
Page 1 of 1