Nuevos modelos | Laura Baena Fundadora del Club de Malasmadres

«El foco de la conciliación no puede ponerse solo en cómo solucionar la ausencia de las madres»

«Los permisos de paternidad no han tenido el impacto social esperado, no está mejorando de forma significativa la corresponsabilidad»

Laura Baena, fundadora del Club de Malasmadres.

Laura Baena, fundadora del Club de Malasmadres. / CEDIDA

A. Chao

A. Chao

«Malamadre jefa». Así la conocen dentro de la comunidad que creó hace ya más de una década, un espacio cargado de humor, pero también de reivindicación. Laura Baena lidera ahora un ambicioso proyecto que pone el foco en las necesidades de las familias, principalmente en las cuestiones relacionadas con la conciliación. Ella renunció y se reinventó para que otras no tengan que hacerlo.

–De no poder conciliar a encontrar en esta reivindicación una nueva vocación. Sin duda, hacer de la adversidad una oportunidad, algo que, desgraciadamente, pocas veces se da, ¿cómo se fraguó Malasmadres hace ya más de una década?

–Así es, de mi historia personal, de un sentimiento individual que conectó con una necesidad social. Hacía falta que alguien dijera la verdad de la maternidad. Me impactó tanto que nadie hablara de ello de manera abierta y pública que lo hice. Para conectar con otras madres que se sintieran como yo y con el objetivo de desmitificar la maternidad y romper el mito de la madre perfecta. Después de ese primer paso, de crear la comunidad «Malasmadres», de reírnos de nuestros intentos fallidos por ser esa madre perfecta, llegó mi renuncia y con ella la gran mentira de la conciliación. Comencé a compartir mi historia y me di cuenta de que el grave problema que atravesaba a la generación de madres actual era la falta de reconocimiento social, la falta de políticas, de flexibilidad… de conciliación. Así que creé la Asociación «Yo no renuncio» para concienciar y visibilizar la necesidad de un cambio social, para trabajar desde el activismo político y avanzar en corresponsabilidad social. Así que sí, sin mi historia, sin mi renuncia, no estaría hoy aquí contándote esto.

–Debate sobre jornada partida o continua en los colegios, extraescolares… ¿Sabemos de qué se habla exactamente cuándo se aborda la conciliación o se confunde con tener opciones para dejar a los niños y niñas durante más horas?

–Así es, no se puede enfocar el problema de la conciliación siempre entendiendo el «cómo solucionar la ausencia de las madres». Nosotras somos las principales responsables del cuidado. Y entonces las políticas se centran en permisos para justificar nuestra ausencia o en medidas como alargar los horarios escolares, cuando debemos cambiar la perspectiva y entender que para reconocer el papel de la maternidad tenemos que trabajar por un cambio del modelo productivo. El sistema laboral da la espalda a las mujeres y expulsa a las madres. Nos vemos atrapadas en medidas de conciliación que no funcionan, que no transforman, que son parches. Tenemos que trabajar por un reconocimiento social y económico, por un cambio de modelo laboral, que incluya la flexibilidad y por redes formales del cuidado, que nos permitan elegir. Pero plantear que la solución llega por alargar horarios escolares es dar la espalda a la infancia y a la maternidad. 

“El sistema laboral da la espalda a las mujeres y expulsa a las madres. Nos vemos atrapadas en medidas que no funcionan, que son parches”

–De hecho, en Galicia una de las medidas más alabadas sobre la conciliación es la gratuidad universal de las escuelas infantiles para alumnado de 0 a 3 años, ¿eso es conciliación?

–Esta medida sí es apoyada por nosotras. Pero el problema es plantearla como «la solución». Esta medida no puede venir sin acompañarla de una ampliación de permisos de maternidad, de flexibilidad horaria y de mayor protección laboral para las madres. Se nos olvida que las madres damos bienestar social y que traer hijos/as al mundo es un bien común. Pero no podemos olvidar que muchas mujeres abandonan el mercado laboral cuando llega la maternidad porque «no les compensa» seguir trabajando para pagar una escuela infantil, que en algunas ciudades son prohibitivas. 

–¿Y los permisos de paternidad y maternidad igualitarios e intransferibles?

–Los permisos de paternidad no han tenido el impacto social esperado, no está mejorando de forma significativa la corresponsabilidad. Al final, lo ven como una obligación y no como un derecho a cuidar. Porque estas medidas no pueden venir separadas de concienciación social. Necesitamos ampliar los permisos de maternidad,necesitamos trabajar por la corresponsabilidad en los hogares, porque los hombres se impliquen no solo los primeros meses, sino que sean conscientes de toda la esfera de cuidados, también de lo invisible y de la carga mental. 

“A las mujeres se nos exige ser madres como si no trabajasemos y trabajar como si no fuesemos madres, unido a que la maternidad en sí ya es un trabajo”

–En el aire todavía los compromisos de días remunerados por cuidados, ¿falta seriedad en las políticas que tocan a las familias en general, y a las madres en particular?

–Por supuesto, los avances legislativos son pocos y mal desarrollados. Tenemos una directiva europea 1158/2019 sin transponer, unos permisos no remunerados, un real decreto ley que no se cumple. Y así vamos con promesas electorales que no llegan, demostrando que las familias importamos más bien poco. Es vergonzosa la falta de compromiso político. Por eso es tan importante el trabajo que hacemos las asociaciones porque si no estaríamos totalmente olvidadas. Si les importa la tasa de natalidad, que lean nuestros estudios. Porque 7 de cada 10 mujeres tendrían más hijos e hijas si contaran con medidas de conciliación.

–Desde su experiencia y por los testimonios que han recogido de mujeres en todos estos años, ¿cuál es la factura real que deben pagar las españolas para ser madres?

–En febrero de este año entregué personalmente las 1.000 cartas de renuncia de las madres de España a la ministra de igualdad Ana Redondo, y aún estoy esperando su respuesta. Podéis verlas aquí. La conciliación le sale gratis al Estado pero tiene un coste altísimo en las madres: económico, 1 de cada 2 mujeres pierde salario cuando llega la maternidad, pero es que el coste también es emocional y personal. 6 de cada 10 mujeres renuncian a su carrera profesional al ser madres y el 85% se siente sola porque no cuenta con apoyos para conciliar. El panorama es este. 

–¿Existe un problema social de base? ¿Permanece la mitificación de madre abnegada que puede con todo? La idea de «tened hijos e hijas pero que no se note que los habéis tenido». 

–Totalmente. «Ser madres como si no trabajáramos. Y trabajar como si no fuéramos madres», unido a que la maternidad en sí misma es un trabajo. Y esa es la gran lucha feminista: poner en valor el trabajo que no se ve, el de los cuidados, el reproductivo porque si no, no se reconoce. Esa es nuestra revolución, pero seguimos sosteniendo una mochila cargada de mucha culpa, de un modelo maternal tradicional que sigue pesando y unas creencias de que tenemos que ser superwoman y llegar a todo. 

–Ya mencionaba antes el asunto de la corresponsabilidad y la carga mental.

–Sí, y de una corresponsabilidad que no solo se da de puertas para dentro, sino que también es social e implica a empresas y gobiernos. Las empresas tienen una responsabilidad y tienen que asumirla. Y esto tiene que vigilarlo y apoyarlo el Estado. Y por supuesto los hombres tienen que entender que esto no va de ser «buenpadre» y llevar a los niños y las niñas al parque, esto va de mucho más, de implicación, de romper los silencios cómplices y de educar desde el ejemplo.

–¿Qué acciones individuales y colectivas podemos hacer en nuestro día para contribuir a estas reivindicaciones?

–Esto es fundamental para nosotras: ser agentes del cambio, ser activistas de la conciliación en nuestro entorno, en nuestro metro cuadrado porque creo muchísimo en el poder de lo local como semilla para el cambio social. Tenemos que volver al cuidado en tribu y en comunidad, tenemos que expresar nuestro malestar, compartir cómo nos sentimos, pedir ayuda, exigir nuestros derechos en la empresa, apostar por el asociacionismo, gastar la última gota de energía para salir a la calle, reivindicar y ser parte de la revolución. Tenemos que educar en corresponsabilidad a nuestras hijas, pero sobre todo a nuestros hijos, tenemos que dejar de hacer, bajar la autoexigencia, delegar y sobre todo cuidarnos. Ponernos en el centro y dejar de sentirnos salvadoras. Somos importantes.

–Y para terminar, siendo conscientes de que toda la lucha de los últimos años no ha sido en vano, ¿qué conquista destacaría? ¿cuál sería la siguiente más urgente?

–Hemos dado voz a una realidad que estaba callada y silenciada. Pero tenemos que seguir porque como decía Simone de Beauvoir: «Nunca olvides que una crisis política, económica o religiosa será suficiente para que los derechos de las mujeres sean cuestionados». Y en ello estamos. Nuestro objetivo último es un Plan Nacional por la conciliación. Pero aquí podeis ver algunas propuestas.

El Club de Malasmadres, explicado por su fundadora

«Por un lado, somos un movimiento social, que, con humor, nos sentimos menos solas y estamos construyendo un nuevo modelo social de maternidad, acorde a nuestros tiempos, donde la maternidad tiene que convivir con nuestros planes, deseos y metas, pero donde la maternidad también tiene que ser reconocida social y económicamente. 

Por eso, más allá de la comunidad, somos un lobby de presión en temas de mujer, madre y conciliación». Así define la propia Laura Baena el Club de Malasmadres, con diversos campos de actuación para lograr la conciliación real. 

1. Activismo político. «Trabajamos de la mano de gobiernos e instituciones para concienciar, a partir de los datos de nuestros estudios, en un cambio social. Formamos parte de mesas asesoras, trabajamos en propuestas legislativas y trazamos líneas de actuación», explica y deja claro el objetivo: «Para que ninguna mujer tenga que renunciar por el mero hecho de ser madre. Para frenar la renuncia de la mujer a ser madre. Para frenar una caída de la natalidad que mejoraría si se invirtiera en políticas de conciliación».

2. Investigación social. «Llevamos 10 años poniendo en cifras el grave problema de la conciliación, la falta de redes formales del cuidado, de compromiso de las empresas, de falta de corresponsabilidad en los hogares y del freno que supone la maternidad en nuestras carreras. 

Todo esto no solo impacta en el ámbito profesional, sino también en el personal y emocional. Por eso nos preocupa la soledad de las madres y su salud mental». 

3. Ayuda directa a las madres. «Mientras trabajamos en el cambio sistémico, tenemos que ayudar a las madres», cuenta Baena, que desglosa los servicios de la Asociación Yo no renuncio:

a. El teléfono amarillo de la conciliación. Primer servicio legal gratuito para asesorarlas y acompañarlas en sus dudas de conciliación.

b. El servicio de atención psicológica yo me cuido. Para atender la salud mental de las madres, cuyo impacto se une a la falta de conciliación.

c. Y la red «yo cuido. Nosotras cuidamos». El Tinder de las madres, que pretende frenar la soledad y conectarlas para ser apoyo y red de cuidados. Está App se está desarrollando y Baena concreta que en breve estará disponible.

4. Formación. Además de todo ello, el club trabaja en formación constante sobre corresponsabilidad en jornadas, talleres y charlas para instituciones, empresas y organizaciones.

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