Y TÚ QUÉ OPINAS

«Tus hijos necesitan
que les hables»

«El lenguaje se inserta dentro de lo social y se adquirie a través de la conexión con el medio»

Opinión - Claudia Pita* Maestra de Audición y Lenguaje

Se estima que el período de adquisición del lenguaje se produce durante los 6 primeros años de vida y este sigue evolucionando a lo largo de los siguientes años. Rondal (1991) entiende el lenguaje como una función compleja que permite expresar y percibir estados afectivos, conceptos, ideas etc. mediante signos acústicos o gráficos. En situaciones normales, durante el primer semestre desde el nacimiento las primeras intenciones comunicativas empiezan a aparecer: sonrisas, llanto, expresiones faciales, reacción a la voz del adulto etc. y durante el segundo semestre aparecen balbuceos con sonidos vocálicos y consonánticos más diferenciados. A partir de los 12 meses, el lenguaje se va desarrollando paulatinamente: aparecen las primeras palabras funcionales, la comprensión de órdenes simples, cerca de los 2 años aparecen las frases de 2 elementos, el sistema fonológico se va adquiriendo, el repertorio de vocabulario comprensivo y expresivo cada vez se hace más amplio y las estructuras sintácticas se van haciendo más complejas. 

Es esencial narrarles lo que va pasando cuando estamos en la calle, hacerles preguntas, brindarles situaciones sociales estimulantes

Sin embargo, a pesar de esta capacidad innata que poseemos para adquirir el lenguaje a la que Noam Chomsky llama «The LAD Theory», hay otro factor clave para que este desarrollo sea exitoso: la interacción del niño con el entorno. Todas estas capacidades que se han nombrado antes deben ponerse en marcha mediante la estimulación de las mismas, y esto se hace a través de la relación de los niños con el medio que les rodea. El lenguaje se inserta dentro de lo social y, por ello, se va adquiriendo a través de la conexión directa del niño con las personas y el medio del que forma parte. Aunque este desarrollo depende también de factores madurativos, es esencial una buena y constante interacción del niño con su entorno para que este desarrollo se produzca de manera correcta. Si el ser humano no se rodea de un ambiente estimulante en lo que al lenguaje oral se refiere, con in-puts lingüísticos variados, no alcanzará los objetivos esperados a pesar de esa capacidad innata que parecemos poseer. 

Es esencial hablarles a nuestros hijos, narrarles lo que va sucediendo cuando vamos al supermercado o paseamos por la calle, hacerles preguntas sobre lo que ven, escuchan y experimentan, darles modelos de lenguaje correctos y variados según cada momento, exponerlos a situaciones socialmente estimulantes, que se relacionen con otros niños, leerles cuentos y un sinfín de acciones muy necesarias, pero que a veces se tienden a olvidar en el día a día con ellos. 

Por ejemplo, cuando un niño sale a la calle mirando una tablet / móvil se está perdiendo muchos estímulos de su entorno: si no ve al perro que pasa por su lado, no aprenderá a decir «perro»; si no escucha a la ambulancia en la carretera, no aprenderá a decir «ambulancia»;si no escucha a papá decir «¡Cómo llueve!», no se quedará con esa expresión. Si en el restaurante mira la tablet / móvil y no ve al camarero con prisa por llegar a todas las mesas no aprenderá a decir «camarero».

Estos ejemplos pueden parecer algo nimio o sin sentido, pero es importante entender que el lenguaje tiene la oportunidad de desarrollarse cada día en la vida cotidiana de nuestros hijos y, a través de acciones estimulantes y la relación del niño con aquello que le rodea, este desarrollo será mucho más eficaz. 

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