BRAUDEL, F BATALHA, C. B. & ROJAS, C. A. A Través de Un Continente de História - Brasil y La Obra de Gilberto Freyre

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Universidad Nacional Autnoma de Mxico

A travs de un continente de historia: Brasil y la obra de Gilberto Freyre


Author(s): Fernand Braudel, Carmen Bassols Batalla and Carlos Antonio Aguirre Rojas
Reviewed work(s):
Source: Revista Mexicana de Sociologa, Vol. 61, No. 2 (Apr. - Jun., 1999), pp. 167-187
Published by: Universidad Nacional Autnoma de Mxico
Stable URL: http://www.jstor.org/stable/3541233 .
Accessed: 19/07/2012 21:45
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A traves de un continente de historia:


Brasil y la obra de Gilberto Freyre
FERNAND BRAUDEL

Resumen: Este articulo constituye un interesante


examen global del conjunto de la obra del sociologo
brasilenoGilbertoFreyre,tal vez el mds importantedel
siglo xx. Adenlrdndosecon agudo sentido critico en
el universode sus tesisprincipales,va a mostrartanto
sus virtudes como sus la,gunas, insistiendo en la
relevanciaque esle trabajotienepara la comprension
delpasadoy delpresenteen esesemicontinentequees el
Brasil contempordneo.

Abstract: This articleprovides an engaging review


of the workof the Brazilian sociologistGilbertoFreyre,
perhaps the most importantof all twentiethcentury
sociologists.By criticallyexploringthe universeof his
main theses, the author highlights both his virtues
and his weak points, emphasizing the relevance of
this work to an understanding of the past and the
presentin thesemi-continentcomprisingcontemporary
Brazil.

Palabras clave: historia critica, paisaje social, sociologia critica, tradici6n de Annales
Key words:critical history, social landscape, critical sociology, annals tradition.

ALIO LAPENA,QUIZA-aunque

el retraso haya sido tan prolongado- no


haber dado a conocer aquf, hace tiempo y una detras de la otra, las importantes obras de Gilberto Freyre acerca del pasado brasileno. Este retraso
nos pernlite presentar hoy dia de un solo golpe sus libros, tan vivos, un poco densos
quiza; no elaborados a la manera francesa, pero ricos en sustancia y en ideas, en
suma, singularmente renovadores. Es mejor que sea asi, que los presentemos uno al
lado del otro; de esta manera se complementan, forman una sola y misma obra, una
panoramica casi total del pasado brasilefio. 0, cuando menos, de ese pasado visto y
juzgado en sus grandes rasgos. Tenemos, por consiguiente, una buena ocasion, hablando de sus riquezas, para recorrer un vasto horizonte de historia poco familiar
para los investigadores de este lado del Atlantico: es singularmente nuestra la costumbre de descuidarlo, o, lo que viene a ser casi lo mismo, de no ocuparnos de el
mas que en caso necesario. Yello a trav6sde las viejas obras de Southey, Handelsman,
Roch Pombo y, especialmente, Varnhagen: obras respetables y uitiles,es cierto, pero
a la manera de los clasicos, de los historiadores generales, indispensables y grises. No
le cabria a uno la menor duda al leer a Freyre de que la vida pasada del pais, que los
otros presentan en una forma tan monotona y, para decirlo francamente, tan escolar
-esta vida que ellos encuadran solamente a traves del horizonte politico tradicional- es la vida de un pais asombroso, lleno de sabor, original, variado y vasto. El solo,
T

[167]
?

1999) Institlto dce Investisga ioncs Sociales. Rewvisa Mexicantade Soiologiat, vol. 61, nmil. 2, abiil-jtnio,
IJSD 1.50 ($ 5.00)
pp. 167-187. ISSN: 0188-2503/99/06102-07/

1999, Melxico, D. F.,

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casi un continente. Tampoco pondriamos en duda, al recorrer las paginas de Freyre,


que la historia de ese pais es una suma de experiencias nmiltiples, hist6ricas y humanas, del mayor interes. Yjusto lo que nos gustaria sefialar en este ensayo
es que no se trata solamente de una obra brillante: es la historia de un pais que es
un mundo, de un pais que muchos historiadores van a descubrir (y esto no es una
exageracion) leyendo las paginas floridas de Gilberto Freyre. Descubrir y, por consiguiente, comprender, asimilar,enriquecerse al hacer el camino: quiero decir familiarizarse con sociedades muy diferentes, con experiencias y valores originales, importantes sobre todo para Am6rica, pero inclusive -ya regresaremos a ello- para la
humanidad entera.

Para un viaje de este tipo ninguna guia mejor que el propio Gilberto Freyre. Con los
libros de este escritor nato,' no estamos tratando de una obra acad6mica del tipo de un
manual o de un diccionario: en este caso una nota habria sido suficiente. No se trata,
ademas, de un inventario minucioso, ordenado con claridad, con las notas eruditas de
rigor. Estamos, por el contrario, felizmente, en presencia de un pensamiento atrevido,
vivo, atento a los valores humanos, a todos los valores humanos; apasionado y combativo, por afiadidura; incapaz de no retornar a sus testimonios y a sus tesis con una
insistencia terca y miultiple,a veces desordenada, casi proustiana, pero a menudo irresistible. Todo es litil para el argumento de Gilberto Freyre:las pruebas sociol6gicas, las
m6dicas, las filos6ficas, que llevan al lector lo mismo hasta el Egipto de los faraones (II,
p. 375) que al viejo Portugal, o a los Estados Unidos, al deepSouth,al que el autor se
deleita en volver una y otra vez, deteni6ndose largamente. A ese fervor se debe la riqueza de su pensamiento y su informaci6n. Gilberto Freyreha leido todo acerca de su
inmenso tema y esta empapado de sus lecturas, las ha asimilado todas y cada una. Agreguemos que, autentico discipulo de Franz Boas, fue formado por los metodos realistas
y fructiferos de la sociologia y de la antropologia norteamericanas, a lo cual se suma el
hecho de que tiene tambien, por encima de todo, el sentido de los grandes paisajes de
la historia,junto a un arte exacto para situar a las masas compactas del pasado unas en
relaci6n con otras, y el gusto, finalmente, por los grandes problemas que 1eapunta con
claridad y que intenta resolver, siempre con toda honestidad intelectual.
Cinco obras en total: I. Casa Grandey Senzala,Formacdodofamilia braisleirasob o regimenda economia
patriarchal (Mansi6n seiorial y Casa de los Esclavos); Maia et Schmidt, Rio, 1933, XLIV,520 p., 8.
Numerosos grabados en el texto y fuera del texto, con un piano desplegable. Los grabados no estan
numerados y, desgraciadamente, tampoco hay indices de materias y de nombres, como tampoco para
las otras obras. II. Sobradose Mucambos. Decadencia do patriarchadorural no Brasil (traducci6n libre:
Mansiones de piedray tuguriosurbanos), Biblioteca Pedag6gica Brasileira, vol. 64, Companhia Editora
Nacional, Sao-Paulo, 1936, 450 pp. in- 15. III. A Guia do Recife. Gufa ilustrada de Recife, edici6n
limitada, adornada con acuarelas. IV. O Nordeste,Rio, Jose Olympio, 1936. V. Mucaimbosdo Nordeste,
folleto. En las referencias designaremos esas obras con los siguientes ndmeros: I, II, III, IV y V.

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Un ultimo rasgo. Gilberto Freyre es sociologo, pero tambien es historiador, mucho


mas historiador de lo que 1lcree, en el sentido que tiene esta palabra para un lector
de los Annales.Gilberto Freyrees brasileno. Ylo es con lucidez, lo es con fervor. De ahi
sin duda alguna la resonancia poetica de su obra, y los ecos asombrosos que ella ha
despertado en su pais. Ahora bien, ser brasilefio significa muchas cosas a la vez y ademas cosas muy complicadas. En principio, para un hombre de su clase, significa pertenecer a la inteligentsiade un pais que estaien la buisquedade si mismo, de un pais que
vive un afiebrado examen de si mismo; de su esencia y de su ser, de las coordenadas
exactas de su destino; de un pais en el que los miles de puntos cruciales del pasado
deben serle utiles para comprender el presente y, en no menor medida, para sondear
el futuro. ~Abusode la Historia?Si, y no. Mas bien, otra utilizaci6n de la Historia, aquellaen la que los hechos del pasado, traspuestos, se convierten en multitud de senales
validas para el presente y para los hombres del presente.
Brasil para sus intelectuales, y para el mismo Gilberto Freyre, es un personaje que
uno encuentra en si mismo, alrededor de si mismo, frente a uno mismo. Un personaje que es necesario comprender de una buena vez, si quiere uno comprenderse a
si mismo. De esta manera se explica la tradici6n vigorosa de los "ensayistas"brasilefios.
Y no encuentro, al tratar de compararlos en cuanto a su talento y su pasion de analisis, mas que a ese grupo tambien de ensayistas, que no son de Portugal, sino de la
Espafia de ayer y de hoy: un Ganivet, un Unamuno, un Ortega y Gasset;ellos tambien
se obstinan en contarnos el olor secreto de las cosas y de los seres de sus paises, sus
grandes singularidades, sus originalidades irreductibles y a veces desconcertantes. "Espana es un ramo de rosas", dno es cierto? En esa buisqueda del Brasil
-esa constante preocupaci6n del pensamiento brasileno, que es su vocaci6n confesa
esencial- Gilberto Freyre, soci6logo e historiador, participa a la vez conscientemente y por instinto. Y esta inmerso tambi6n en esa corriente tan fuerte que arrastraa la
literatura de su pais desde el ancestral y muy celebre Euclides da Cunha, cuyo libro
Los Sertoesinaugura esta serie, hasta ese Retratodo Brasil,colmado de sombras negras,
de Paulo Prado, y esa conferencia de Afranio Peixoto, titulada DomPortugal,que no
queda fuera del tema, sino todo lo contrario. Y todavia mas alla, tambien hasta ese
elegante volumen de Buarque de Holanda, un poco corto quiza, pero con un titulo
evocador que es Raizesdo Brasil. De todos estos ensayistas, Gilberto Freyre me parece, si no el mas brillante -todos lo son- por lo menos el mas licido y el mas rico,
el ma'sdocumentado en todo caso. Ensayista,si, pero historiador por afiadidura, e historiador privilegiado, lleno de recuerdos personales y de remembranzas familiares, y
que se apoya fuertemente en el conocimiento de su propio Brasil:ese Brasil del nordeste madurado precozmente, el Brasilde Recife y de Olinda, el Brasilde los amos del
azucar,de las grandes familias patriarcalesy patricias:los Wanderley, de origen holand6s, los Albuquerque, los Souza Leao, los Cavalcanti,de origen florentino, los Carneiro
de Cunha y algunos otros. Gilberto Freyre esta unido por lazos de sangre a esos
Wanderley quienes, a causa de su fundador n6rdico, tienen todavia hoy dia, con frecuencia, ojos azules y cabello rubio, y quiza tambi6n por la misma razon, la reputaci6n
proverbialde bebedores bastante libres como nos lo hace saber el propio autor (I, 229).

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El, que piensa en ellos constantemente a lo largo de sus libros, corno piensa en la casa
paterna, en el meciio patriarcal,en los cuales ha transcurridosu infancia y una parte de
sujuventud. Esto es lo que da a sus explicaciones su acento tan local y su resonancia.
lie aquf lo que representa tambien, reconozcamoslo, un peligro bastante grave para el
lector extranjero. Por muy objetivo que sea el pensamiento de Gilberto Freyre, esta
constantemente iluminado desde su interior. Se sitia voluntariamente en el plano del recuerdo y de la confidencia. Posiblemente nos convenga no abusar demasiado
del relato de sus reminiscencias, de sus confesiones, estudiadas o no, de sus vehemencias, con frecuenciajustificadas:son sobre todo advertencias,llamados de atencion para
sus compatriotas. No son para nosotros los extranjeros, por ligados que pudieramos
estar a la vida brasilefia. O para plantear de otro modo este mismo problema: ~serfa
adecuado creer, acerca de Francia,todo lo que nos han dicho de ella algunos franceses
inteligentes, apasionados y en ciertos momentos pesimistas?

Esa sera nuestra guia. Pero antes de perseguirla hasta el coraz6n del tema seria necesario, quiza, echarle un vistazo de conjunto al marco general del pasado brasilefio; indicar,cuando rnenos, las granldeslineas;sefalar tambi6n algunos libros, que serfa bueno
agregar a aquellos que ya hemos citado. En suma, y el lector estara quiza de acuerdo,
hace faltaprepararun poco el viaje.Asi se comprendera mejor;posteriormente, el aporte
personal de Gilberto Freyre.
La historia "europea" de Brasil comienza en el siglo XVI.Se desglosa tradicionalmente en periodos largos: el primero es el de los llamados tiempos coloniales y
va desde ese siglo XVIhasta la revoluci6n simbolica de Ypiranga (7 de septierbre
de 1822) que, al separar a Brasil de Portugal, abre, con el reinado de Pedro I (18221831), la epoca imperial (1822-1889). Este segundo periodo es, sobre todo, la minoria
de edad y luego el largo reinado, desde tantos puntos de vista notable e innovador de
Pedro II (1831-1889), interrumpido por la brusca y, atrevamonos a decirlo, bastante
poco comprensible revolucion de 1889. La cual coincide, no sin raz6n, con el Centenario de la Revolucion francesa. El tercery ultimo periodo es el de la repiblica, o mejor
dicho las repiiblicas sucesivas que han presidido los destinos politicos, siempre agitados, del pais.
En el interior de estas divisiones consideremos otros periodos. Consideremos,
sobre todo, un centenar de revoluciones, mil guerras locales y algunas guerras exteriores: en el siglo XVIcontra los espafioles, los franceses, los ingleses y los holandeses; en
el XVII contra franceses y holandeses; en el XVIIy el XVIII, contra los espafioles de
nuevo; en el XIX contra Portugal, de 1861 a 1863, y en los tiempos de Pedro II, contra
Paraguay,y finalmente contra los alemanes de 1917 a 1918 y de 1942 a 19...?
En el trasfondo profundo de esas realidades y de esta cronologfa politica, estan los
grandes movimientos de la vida econ6mica brasilefia, o -como lo ha dicho quiza por
vez primera Lucio de Azevedo- los ciclosecon6micos que han ritmado por medio de

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grandes ascensos y descensos la vida de un pais demasiado vasto, por mucho tiempo
inconsistente y que ha dependido, desde sus primeros 6xitos, de una economia mundial muy exigente.
Este inmenso territorio, tan nuevo y fecundo, ha sido activamente estudiado en los
ultimos treinta anos por los historiadores brasilefiosy portugueses. Un balance de primer orden, al mismo tiempo repertorio comodo y ligero: la HistoriaEconomicadoBrasil,
de Roberto Simonsen, resume, en dos voluimenes recientemente publicados, todo lo
que es posible saber sobre estas cuestiones en el estado actual de nuestros conocimientos. Si es frecuente hablar de los tiempos coloniales, del Brasil imperial y de las repiublicas, no es menos comuinhoy enldia referirse tambien a la sucesi6n de ciclosque tejen
el colnjunto de la historia econ6mica de este inmenso pais. El ciclo de la madera de
tinte, del pau Brasil que dura poco; en seguida el ciclo del azucar y de la ganaderia,
es decir de la conquista del interior del pais, desde el siglo XVI,por el ganado europeo
-bueyes, caballos, mulas, borregos, cabras-, todos ellos venidos de los mundos ibericos y de sus islas:Madeira, el Archipielago de Cabo Verde, las Azores que, mucho mas
de lo que se ha dicho hasta hoy al respecto, fueron en la ruta del Nuevo Mundo tierras de adaptaci6n y de transici6n para plantas y bestias, y aun para los propios hombres: una especie de "pre-Brasiles",si se quiere ver asi. Despues de lo cual vinieron el
ciclo del oro y el ciclo de los diamantes, intermitentes uno y otro. Finalmente, situandose mas alla del libro de Simonsen, detenido por el momento en la fecha fatidica de
1822, el ciclo del caf6, el del caucho, el del algodon; (y seria quiza preciso agregar
ahora, aunque todavia no se habla de ello, los ciclos de la gran industria y de los bancos? Entendamos por ciclos,actividadeslimitadasen el tiempo y en el espacio, que nacen,
se desarrollan y declinan, o que si no declinan, deben por lo menos buscar nuevos
espacios en condiciones mas favorables de rendimiento o de mano de obra. Es el caso,
por ejemplo, hoy dia, del caf6 de Sao Paulo, todavfa vigoroso pero el declive en las
viejas zonas del Estado Meridional, y que encuentra en las tierras nuevas del interior,
suelos mas ricos y de mayores rendimientos que en las gloriosas fazendasde Ribeirao
Preto y de sus alrededores. Para completar este doble cuadro -la politica, la economia- anadamos los conflictos de razas en un pais donde han desfilado todos los pueblos: indios nativos, primeros conquistadores lusitanos, europeos venidos en el curso
de los siglos de todas las regiones y de todas las civilizaciones del Viejo Mundo, pueblos
negros importados de Africa en masas compactas de esclavos y, por uiltimo, colonosjaponeses, estos venidos recientemente en pequefias cantidades con respecto a la
masa del pueblo brasilefio.
Una gran cantidad de problemas diversos y complejos. A prop6sito de cada uno de
ellos, ha existido una gran tentacion entre los historiadores: explicar todo lo relativo a
la politica a trav6sde la econornia. Tambien ha sido grande la de reducir un pasado
multiple y variado al solo problema de las razas;e incluso, como en el caso de la obra de
Manuel Bomfin, cuyos libros tienen la simplicidad pero tambien la fuerza de haber
tomado una posicion a piiorisin abandonarla nunca despues, de escoger una de esas
razas (la de los indios en este caso) como la que mas merito tiene a sus ojos, y exhibirla,
por sus virtudes y su abnegaci6n, como la uinicao la verdadera constructora de la com-

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pleja entidad brasilefia. Puedo decir que el primer merito de Gilberto Freyre esjustamente el de no haber aceptado las simplificaciones tan numerosas que se le ofrecian, no haber retomado las visiones vulgarizadasde una bibliograffa que, nacional o
extranjera, las contiene en forma tan abundante? Reacci6n consciente que se acompana a veces de un toque de mal humor y de colera, pues es una tarea diffcil, cuando
resulta necesaria, la de pensar de una manera diferente a la de los demas. En todo caso
en su obra apasionada, nada de viejas repeticiones, nada de estrofas ya escuchadas.
Esto en si ya es mucho. Ylo que es aun mejor: no hay tampoco entusiasmos gratuitos o
admiraciones predeterminadas sobre la bondad, el encanto, la abundancia material
de la tierra brasilena. dQue no hemos leido ya al respecto sobre este tema? En cambio,
Gilberto Freyre escribe: "el Brasil de los tres siglos coloniales no tiene nada de pais de
jauja; ha sido una tierra de vida dura y dificil" (I, 58). Anotaci6n exacta. Sobre este
punto, como sobre otros, el autor concede a los hechos su verdad, situando los problemas en terminos
sociales,en trminoshumanos.Alli donde antes se decia los gobernantes, las
el
capitanfas, azucar,las razas,etc., Freyreve en cambio hombres, familias,medios sociales, aristocracias, pueblos de esclavos. Con solo este cambio de 6ptica el progreso ha
sido ya inmenso.
Sin duda Gilberto Freyre no ha sido el unico entre los historiadores de Brasil que
ha puesto el acento en lo social. Y pienso por ejenplo en los muy hermosos libros
de Pedro Calmon, al que debemos, especialmente, el mejor resumen coherente de
historia brasilena ya traducido al espafiol. Pienso tambien en ese ensayo corto, luminoso, aunque parcial, de Caio Prado, obra dejuventud que deberia retornar,prolongar y rebautizar, porque no es adecuado su titulo de HistoriaPolitica do Brasil. En
realidad se trata en este trabajo de una interpretacion de la historia social brasilena
en su relaci6n con la politica. Sin embargo, para plantear los grandes problemas del
pasado brasilefio en terminos y en ecuaciones de historia social, ninguna persona
me parece que se haya aplicado con tanto cuidado respecto de lo que es real -y
ninguna persona parece haber tenido mas exito-, que Gilberto Freyre. Alli esta su
enorme merito.

Pero de inmediato se imponen las precisiones, pues socialmente, dentro de ese Brasil
demasiado grande, heterogeneo y mal delimitado, a la vez contradictorio y coherente,
dos humanidades comparten todo el tiempo el espacio y la masa viva, compartiendo
tambien, si se quiere, el pasado: una humanidad de sedentarios vinculados a las ciudades y a los paisajes rurales bien definidos, y otra humanidad compuesta por una capa
social en movimiento, de n6madas, semin6madas y semisedentarios tan diversos, que
llenaria uno paginas enteras enumerando solamente sus categorias.
Verdaderos nomadas, para comenzar, en el sentido clasico de la palabra, eran esos
pastores de las grandes rutas del interior, los sertanejosdel norte que empujaban
sus rebafios de bueyes a distancias que equivalen a dos o tres recorridos de Francia

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entera, a traves de sabanas medio desiertas: los setoes,favoritos de Euclides da Cunha.


Condenados ellos tambien a errar constantemente estan los guarimpeizios,
buscadores
de diamantes, o los seringaleiros,
colectores de caucho a quienes Manaos debio su primer gran lujo de ayer y, al mismo tiempo, los buscadores de oro, todavia numerosos
a finales del siglo XIX,en la antigua region de Bahia, pero arruinados sin piedad por
el descubrimiento y la explotacion de las minas de Transvaal. Sus bandas debieron
retroceder rapidamente hacia la costa, al sur de Bahia, en ese rinc6n entonces casi
salvaje de bosque palidico de la zona "levantina"de Ilheos, adonde su esfuerzo,
aunado al de otros, contribuy6 a edificar esta "zona pionera" que hoy en dia es la
gran regi6n productora de cacao. Tambi6n n6madas, y nomadas por excelencia, son
esos heroes de los viejos tiempos coloniales, los bandeirantes,
provenientes de Sao Paulo
y otros lugares, pero especialmente de Sao Paulo: aventureros, traficantes de esclavos
indios, de perlas, de diamantes y de oro, mas tarde buscadores de tierras, descubridores de las rutas profundas del continente, y que son sin duda los tipos mas conocidos,
los mrlsrepresentativos y mas celebres de esta humanidad fluctuante. Los tropeiros,
n6madas tambien, especialistas de los caminos, propietarios de rebanos de mulas -de
esas mismas mulas que han completado la conquista del Brasil hacia mediados del
siglo XVIII-, capitalistasimportantes de finales de los tiempos de la Colonia y durante
el Imperio, que fueron los transportistasde Brasil antes de los barcos de vapor, los ferrocarrilesy los autom6viles; los mascates,nomadas tambien, comerciantes ambulantes
cuyo nombre evoca el Oriente arabey que todaviahoy recorren los caminos, de casa en
casa y de fazendaen fazenda.
~Esesta toda la lista?No, pues serfa necesario citar tambien a aquellos que mas que
n6madas son migrantes, a esos obreros agricolas de Bahia, prestos al trabajo manual,
que bajaban hacia el sur en el momento de los grandes trabajosagricolas, tanto en las
fazendasde Goyaz, "elverdadero corazon del Brasil",como en los cafezaisde Rio, de Sao
Paulo o de las grandes propiedades de Minas.Ylos cearenses,
siempre dispuestos a abandonar el n6rdico Ceara,ya fuera hacia el territorio de Acre, ya hacia otras ciudades del
Brasildonde, a la manera de los mohabitas del norte de Africa,se convirtieron en fabricantes de especias. Sin olvidar a losjudios, en su mayor parte sefarditas,venidos directamente de los mundos ib6ricoso rodeando por Holanda, Inglaterray Hamburgo. Estos
eran capitalistas, vendedores, revendedores, medicos, abogados, siempre listos para
emigrar un buen dia, llevandose susjoyas y sus lingotes de oro: algunos, desde finales
del siglo xvI, huyendo desde el norte de Brasily de los rigores del Santo Oficio para ir
a participar a la segunda fundaci6n de Buenos Aires. En suma, de un extremo a otro
del pasado brasileno y aun en la situaci6n de hoy en dia es posible reconocer a esta
considerable masa humana flotante y vagabunda.
Resulta curioso que Gilberto Freyre le de poca importancia a todo este grupo de
gentes "sinpueblo" y casi "sincasa".Asombraverlo poco preocupado por las relaciones
de esta humanidad con las ciudades y los pueblos estables. Pero tendrfa quiza interes el hecho de abordar,en el marco brasilefio, el grave problema del nomadismo, tan
importante para la historia de los hombres en general y que nos parece tambien un
problema basico cuando se tratade las Americas europeas, EstadosUnidos, Argentina,

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Brasily quiza todos los paises en los que, frente a una poblaci6n relativamente debil, se
ofrece un espacio desmesuradamente grande.
Resaltemos que estos problemas Gilberto Freyrelos conoce seguramente mejor que
el autor de estas lineas. Pero solo los menciona de paso (I, 39 y paginas subsecuentes)
aunque muy bien, al hablarnos de ese seminomadismo que dispersa a los hombres en
la superficie, pero tambien los reuine,los mezcla. El excelente Mapa de losBandeirantes
Paulistas, esbozado por Alfonso de Escragnolle Taunay -y del que ha aparecido recientemente una segunda edici6n- demuestra que los aventureros del sur han recorrido el Brasil entero y han ido incluso un poco nlas alla. Ahora bien, sin ir hasta el
punto de afirmar que estos hombres de la etapa heroica,junto con los otros n6madas
y semin6madas que hemos enumerado en forma incompleta hace un instante, han
hecho por si solos a ese Brasil "uno solo e inmenso", reconozcamos sin embargo que
han contribuido a ello, de todos modos, enormemente. Pero, poco atento a esos
itinerantes, Gilberto Freyre no nos los presenta mas que en la medida estricta en la
que intervienen dentro de la vida de las ciudades, alli donde hay un contacto forzado
entre los que se van y los que se quedanl.Vemos asi (II, 63), con respecto al siglo XIX,la
descripcion encantadora que hace de los mascates,viejos portugueses de enormes
mostachos, o de losjudios de Alsacia, o de los italianos vendedores de irnagenes que
transportan sus mercancias a lomo de mula. Esos son, seguinlo atestigua D'Assier,personajes importantes del interior del Brasil,donde se les considera y se les recibe como
a verdaderos "amos",sin comparacion, dice D'Assier,ademas, con el "exportador",ese
comerciante ambulante de los Alpes o de los Pirineos, tan humilde que lleva a la espalda su mochila y sus mercancias.
Citemos tambien esas ciento y tantas imagenes asombrosas de la vida de losjudfos
que inspiraron a Gilberto Freyre.Pero, finalmente, no encontramos en sus libros ni al
bandeiranteni al tropeiroy, si mi lectura no ha sido incorrecta (co6mo verificarlo
sin indices?), ni al boyero del interior, el vaqueiro,caballero pintoresco vestido de cuero, del que ya no puede uno olvidar la silueta una vez que la ha percibido en las ferias
del interior de Bahia, o simplemente cuando hemos leido las paginas clasicas que
Capistranode Abreu le consagro. dNo seria acaso necesario, sin embargo, sefialar hasta
que punto el sedentarismo esta prenado de peligros en Brasil, afectado por la movilidad, atraido por ella, y cuanto, en consecuencia, la sociedad mis estable aparece alli a
los ojos de un europeo como una sociedad muy fluida?
En realidad, si no nos equivocamos, Gilberto Freyre ha optado, y por instinto, en
su cuadro general, en favor de los sedentarios, constructores de casas estables, de las
iglesias, de las ciudades, criaturasabsolutamente decisivas dt la civilizacion ricamente
mezclada de Brasil.A ellos dedica toda su atenci6n y todos los tesoros de su erudicion
y sus conclusiones. Con todajusticia. Quiza aqui, como en el Magreb -repitamoslo
para consolarnos- dno es el n6mada siempre una pobre criatura, un constructor ciego? ,Yla civilizacion de un pais no es, en filtimo analisis, mas bien hija de los horn-bres
de la tierra, de los campesinos arraigados y de las burguesias tranquilas?
Pero, y he aqui a lo que deseamos llegar, esta elecci6n ha arrastradoa nuestro guia
hacia ciertos paisajes que no forman, quiza, todo el horizonte del pasado brasileio -

A TRAVESDE UN CONTINENTEDE HISTORIA:BRASILY LA OBRADE GILBERTOFREYRE

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aunque sean parte de su horizonte esencial- y lo ha conducido a poner el acento


sobre los menos m6viles de entre todos los varios pueblos brasilenos, sobre los pueblos
de Africa, que son los mejor adaptados, quizai,al suelo de los tr6picos y a su clima, y por
consiguiente los mas adecuados para proporcionar al Brasil campesinos para una y
otra regi6n, y obreros para las ciudades. Con esto queremos decir los menos inclinados, los menos aptos paravagar de un lado a otro: dacasolos esclavos negros que hufan
no se contentaban con irse de su lugar a otro donde el amo fuera mas generoso, mas
liberal o simplemente indiferente? Ahora bien, fuera del caso especial de los bandeiras
o pseudo-bandeiras,
cuando esos esclavos se van hacia el interior, conducidos igualmente
por negros -sobre los cuales tendrfamos un vivo interes por estar mejor informadosterminan agrupandose, como regla general, para formar esas comunidades agrarias
que son los quilombos,esas republicas igualitarias de las cuales la mas conocida es la de
Palmares, en la region de Bahia, aunque hubo centenares de otras parecidas a esta,
inclusive fuera del Brasil,como en el caso de Santo Domingo desde el siglo xvI. Ahora
bien, Palmares, con sus variados cultivos adaptados a los claros del bosque tropical, es
un pueblo desarrollado de campesinos sedentarios. Es, por consiguiente, un encadenamiento logico que Gilberto Freyrehaya dedicado su libro a ese campesinado negro
sedentario, a esos negros que siguen siendo tan diversos y tan maljuzgados por los
escritores superficiales, incapaces de distinguirlos y de comprenderlos; el les concede el primer lugar en la esforzada construcci6n de Brasil, en donde ellos han hecho
mucho mas que los indios y tanto o mas que los propios portugueses. Al mismo tiempo,
Freyreotorga tambien un gran papel a los mestizos de fines del Imperio, a los mejores
de entre ese grupo de hombres de sangre mezclada, que son abogados, mredicos,politicos y a veces escritores de talento. De esta manera, la obra de Gilberto Freyre,vista en
su conjunto y en cuanto a sus perspectivas mas profundas, es un clamor en favor de los
enraizados, de los estables. Nada mas convincente que estos libros del escritor Gilberto
Freyrey, sobre todo, nada mas asombroso, mas contagioso que sus ideas y sus arrebatos
de inteligencia: es probable, casi seguro, que nosotros, los que somos extraniosa este
debate, no lo hayamos leido impunemente ni lo hayamos seguido por tanto tiempo,
paso a paso, sin que, graciasa 61,esos grupos humanos del Brasil,obreros pacientes, no
se nos hayanvuelto un poco familiaresy mis queridos. Pero al final de las paginas densas
y de las argumentaciones repetidas, mas alli de unas y otras, escapando a la vigilancia
misma del auto,; dno hay, a pesar de todo, una visi6n simplificadora de la aventura hist6rica brasilena? CYella, como una visi6n presupuesta, en cierto modo una visi6n
a prior? Por rico que fuera, y sin duda lo es, el Brasil de Gilberto Freyre es solamente
una parte del verdadero pais.

II
Ese Brasil estable se comprende bien en Recife. Es desde alii de donde es preciso
partir en nuestro viaje. Primera precauci6n: visitar la ciudad a placer, comer en los

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mejores restaurantes los platillos ponderados por Freyre, meditar a lo largo de la Rua
que son habitacioImperial y sus viejasmansiones del siglo pasado -esos altos sobrados,
nes urbanas de los grandes propietarios de los tiempos del Imperio-,
saborear el encanto veneciano y holandes de la ciudad; leer y releer, sobre todo si se
esta alojado demasiado lejos, la espl6ndida Guia do Recife,desgraciadamente mis
dificil de obtener que la guia Baedeker, que el viajero menos interesado en el pasado consigue y lleva consigo desde que sale de Francia o de Italia. Hechas las visitas y
lecturas, cerradas las maletas, partir a los alrededores con el prop6sito de poner
atenci6n a las viviendas, a las chozas y a los tugurios, esos "nidos de hombres" que
son los mucambosde los pobres: conjuntos de construcciones destartaladas y parecidas -a pesar de la diferencia de materiales y de su mejor presentaci6n- a los
bidonvilleso barrios de chozas de nuestro Marruecos, con sus techos de paja, sus muros de tierra seca y adobe, recubiertos de sapey de capim,sus estructuras fraigilesde
madera y a veces, de hojas de zinc, mejor adaptadascomo lugares paravivira las exigencias de los tr6picos, que los imponentes edificios de la Rua Imperial, segin nos dice
Gilberto Freyre. Pero no descuidemos, esta vez muy lejos de la ciudad, las viejas mansiones senoriales aisladas en el campo, las Casas Grandes,que son enormes edificios
con grandes muros de ladrillo o de piedra, con grandes salas decoradas, durante su
esplendor, de azulejosy revestimientos de 6bano, mas vastas, sin embargo, que bien
amuebladas. La mayor parte estan en ruinas, pero algunas han sido conservadas y sobreviven frente a nosotros. Magahype,Anjos, Norvega, Monjope, Gaipio, Morenos, lugares en donde el portugues ha puesto su pie lento y pesado de campesino, su "pie de
madera", y en donde aun se encuentra el trazo inconmovible de la era colonial. Y
esas antiguas mansiones son el documento mas evocador, el mas lleno de sentido
de esa 6poca, el unico del que no habiamos leido antes nada y que no habia sido utilizado antes de Gilberto Freyre.E1sabe sacarde ahi, como de una cajitamagica, rnillares
de recuerdos precisos, miles de imagenes coloridas; todo lo que hay de esencial en
la imagen profunda de Brasil, todo lo que el mismo ha aprendido en ese libro de historia que constituye esa vieja "villa"o mansion rica en civilizaci6n. Una mansion que
tiene tradiciones, una cocina y una cortesia admirables, hechas para recordarnos, en
ese Brasil exquisito del norte, las dulzuras inefables de los europeos plantados sobre
los tr6picos.
Una ciudad que diriamos es antigua, respecto de los patrones de longevidad de las
ciudades de Am6rica, pero tambi6n una gran ciudad. Desde el siglo xvI, y como resultado de la precoz y suibitafortuna que provino del azuicar,es posible preguntarnos:
dhabra sido 6sta, acaso, la ciudad mas poblada del Nuevo Mundo? Pero a su alrededor, dandole sentido y vida como a la planta mas vigorosa deljardin, vemos toda una
gran regi6n rebosante de humanidad: ese nordestequees tan hermoso paisaje para un
historiador. Expliqu6monos: no el nordeste de las tierrassecas, de la vida de pastores,
de las hambrunas, vida de la cual tenemos una imagen dramatica en algunas novelas
realistasbrasilefiaso en las notas de viajede Von Martius,y todaviamis de Reclus;sino en
la parte sur de esas tierras inhumanas y duras, en esa franja de tierras detras de Recife
y frente al oceano, la regi6n de la tierra buena o massapesiemprehfimeda, con sus ar-

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boles vigorosos, ayer superabundantes, con su ganado rollizo y sus hombres robustos,
"un poco a la Sancho Panza",region que se nutre de dulces, de feijao,de pescado frito,
de salsas grasosas y llenas de pimienta, de aguardente,region cuyos hombres son llevados tambi6n a la obesidad por las siestas, por la despreocupacion, lo mismo que por las
enfermedades c6mplices de este tipo de alimentaci6n. En ese pais de colinas suaves,
es necesario imaginar, desde el siglo XVI,la presencia avasalladorade la cafia de azucar,
que no deja espacio para los cultivosy las huertas. Para ella son las tierrasy los rios que
mueven las ruedas de los engenhosde assucar,de los molinos de azuicar;para ella los bosques a los que se quema para dejarle lugar y tambien para tener el combustible con el
que se cuece el azuicar;para ella, finalmente, el trabajomultiple, tanto de los animales,
de los bueyes, como de los esclavos negros. Pues sin ellos, como sucede en Madeira,
dquien llevaria a cabo la tarea extenuante de los canavais,el trabajo de cortar la cafia,
acarrearla,triturarla,refinarlay despues transportarel azuicarrefinaday las otras azficares semirrefinadas?
Nunca nos habia sido mostrado, como estos libros lo saben hacer, lo que ha significado la civilizaci6n, o si se quiere, el ciclo del azuca;, logrado con el sufrimiento y la esclavitud de los hombres, pero tambien lo que el azuicarha sabido crear social
y humanamente. Yno se trata del lujo, de ese oropel, que notan los viajeros apresurados, sino de lo que Freyrellama el "triangulocolonial", esta primera geometrfa vivadel
Brasilrural del norte. Pues sobre esta civilizacion del azucar se ha dado ciertamente la
implantaci6n del capitalismo europeo, del capitalismo de Flandes y de Holanda; capitalismo, en parte, de "marranos"y de nuevos cristianos.Por nuestra parte, conservamos
el recuerdo de la isla meridional de Sao Vicente, cerca de Santos y muy lejos, por consiguiente, de nuestro nordeste, isla en donde existia un engenhoque era propiedad de
la firma Schetz. Sabemos tambien que el nordeste y Recife fueron recuperados e impulsados en su desarrollo por la dominacion holandesa y, podemos afirmarlo, por el
genio lucido de Maurice de Nassau. Para estos temas se dispone de un libro clasico,
el de Watien. Esas realidades, y algunas otras, son el lado europeo del ciclo del azucar.
Yjustamente, el "triangulo colonial" de Gilberto Freyre antes referido representa
aqui el lado brasilefio de ese ciclo del azucar, lado que es importante de otra manera. La zona del azuicares un mosaico de grandes propiedades, no siempre yuxtapuestas. En el centro de esos sefiorios del azuicarse eleva la CasaGrande,construcci6n
que en el caso de las mas antiguas estaba cubierta de paja,pero que muy pronto cambi6
para pasar a ser construida con materiales nobles. Alli vive y reina el senhordelengenho,
rodeado de su familia y de sus esclavos. Estos ultimos habitan en sus chozas, las llamadas senzalas,adheridas a los muros de la casa del amo, o bien ubicadas en lugares vecinos, un poco segun el modelo de los mucambosdehoy en dia. La CasaGrandeesuna de
las puntas del triangulo. Las otras dos son el engenhodeassucar,movido por los bueyes o
por el agua de los rios, y la capilla senorial, a veces construida dentro de la mansi6n, a
veces alejada de ella. Ese es el paisaje arquitect6nico que se form6 alrededor de la
familia colonial, el complejo sistema del patriarcado brasileno, la primera civilizaci6n,
de la cual, ain hoy en dia, todo sigue impregnado en la sociedad brasilefia.

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Este sefiorlo, y estoy empleando a prop6sito esta palabra inadecuada, pero descriptiva, vive de si mismo. La anecdota de ese obispo espanol, el obispo de Tucuman, de
que no encontraba, en el Brasil colonial, comodidad alguna, ni de habitaci6n,
ni de viveres, fuera de las CasasGrandes,es -desde este punto de vista- caracteristica. La Casa Grandeesta rodeada de elementos hostiles: en torno a ella encontramos
las hostilidades de los indios, la de los quilombos,la de los ladrones de la costa, ingleses, holandeses o franceses, casi siempre protestantes, y cuya irrupci6n detiene
desde lejos el giro de los molinos de azucar. Pues frente a estos peligros, ~acaso no
es necesario poner en pie de guerra tanto a amos como a esclavos? La Casa Grande
tuvo despues, contra el indio hostil, sus propios indios fieles, los llamados Indios de
Arcos,y tuvo rapidarnente tambien, con sus negros, buenos soldados prestos para
seguir al amo y morir por el, no solamente en la guerra contra los herejes, contra los
indios o contra los quilombos,
sino tambien en las querellas y las vendettasentre las grandes familias. Desde el siglo XVIII,bastante antes quiza, se forma un verdadero tipo social de esclavos y de hombres fieles que son parte de la guardia personal del "sefiordel
ingenio", y que estaran entonces siempre mezclados a sus asuntos personales y a sus
luchas politicas.

Pero no es sobre ese lado militar,extero, de la CasaGrande-sefialado, por otra parte,


con exactitud- ni es en absoluto sobre su significado de unidad econ6mica, unidad
que se bastaa si misma, pues es tambien hospital y banco, sobre lo que insistiraGilberto
Freyre. Su curiosidad se dirige mas bien hacia la vida interior de ese oasis, hacia su
compleja sociedad, concentrandose sobre todo en ese tipo de hombre que es el senhor
delengenho,personaje de quien todo depende y en el que todo desemboca.
El senhoresun arno a la antigua. Tiene derecho de vida y muerte sobre sus esclavos
sobre
toda su vasta familia, su esposa, sus hijas y aun sus hijos. La historia anecdotiy
ca de las familias esta llena de rasgos sangrientos de estajusticia paterna. Es a la sombra
de esa autoridad como uno se imagina la vida asfixiante de las mujeres, la mas sombria dentro de la mansion. En la misma forma se imagina uno, tambien, en que cosa
puede ilegar a convertirse el catolicismo dentro de una organizacion en la que la capillaes una dependencia de la casa y de la familia, y en donde los muertos, enterrados en
el suelo mismo de esta capilla, envuelven a los vivos con sus sombras insistentes: el
cristianismo ha sido deformado, nos dice el autor, por el culto a los muertos "dom6sticos" que recuerda al de los griegos y al de los romanos (I, XXIII).De la CasaGrandea las
senzalasde los negros, el camino es tan breve que el Sefior y Amo agrega a sus hijos
legitimos, blancos por lo general, un grupo numeroso de hijos bastardosque, por fuerza,
son menos blancos. Ademas,bastardose hijos legitimos se educanjuntos en la forma mas
natural del mundo, dentro de la vastapropiedad sobrepoblada de mujeres, esclavos y
nodrizas negras. Cleo estar en lo correcto al afirmarque esa promiscuidad sexual, esa
poligarnia,que es un rasgo de toda la historia colonial americana, contribuyo, como lo

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dice Gilberto Freyre, a suavizarel conflicto inevitable de la senzalacon la Casa Grande,


a "democratizar"las costumbres y a crear, en esta ocasi6n sin discusi6n posible, una
razamestiza cuya multiplicacion debia fructificarenormemente. Pero no podemos, en
unas cuantas lineas, reproducir esta atm6sfera de la Casa Grandeque el autor, con
multiples toques, ha sabido entregarnos de manera tan vivay obsesiva. Porque si con
frecuencia perdenios de vista, al filo de la lectura, sus espesos muros, sus estrechas
ventanas, que no dejan filtrarmas que una minima parte del calor sofocante del exterior; porque si Gilberto Freyrenos conduce a veces lejos de ella al finalizar sus planteamientos y sus conclusiones, nos trae alli de nuevo y rapidamente, con una palabra, con
una nota elaborada al pasar, a prop6sito de un recuerdo, de un proverbio, de las canciones de las nodrizas negras, de cuentos, de bailes o de confituras refinadas, orgullo
y secreto guardado celosamente en las mansiones del azucar.
Esos detalles sabrosos son imposibles de relatar y todavia mas de resumir. La idea a
retener, si no acentuo demasiado el pensamiento del autor, es que cada vez
que una nueva civilizacion, verdaderamente coherente, se desarrollo en Brasil -y
sobre todo cuando se trata de una civilizaci6n rural, y mas aun cuando es el caso de
aquellas que se instalan sobre nuevas tierras obtenidas a costa de los antiguos bosques quemados-, vemos aparecer a esa nueva civilizacion siempre bajo el esquema
regular de la reproduccion del paisaje y del sistema mas o menos id6nticos a los del
nordeste, y segin las reglas de la CasaGrande.Y asi sucedio inclusive con la mas reciente, con la del caf6. Ese fue el caso del valle de Parahyba,sobre el eje Rio-Sao Paulo, poco
utilizado hasta entonces,2 y que era un valle poblado, todavia hacia 1850, por fajas de
bosque, al abrigo de las cuales los indios continuaban levando una vida independiente y miserable. En esta fecha llegaron de Minas, de Rio y tambien de Sao Paulo, los
pioneros con sus grupos de esclavos, para establecer los cafezais,quemando el bosque
y cazando a los indios que huian rapidamente. Ahora bien, jacaso el sefiorio del cafe
(I, XXXIX),lafazenda paulista por excelencia, no fue construida siguiendo el modelo
de la CasaGrande?Al centro la mansion del amo, con sus balcones de madera, sus muiltiples habitaciones, sus vastas salas, y cerca de ella las casas de los esclavos, suerte de
cubos de ladrillo, que son las habitaciones, hoy en dia, de los "colonos" venidos
de Europa y, finalmente, la capilla construida con frecuencia sobre la colina cercana a
en donde se secaba el
la mansion principal, colina situada mas abajo, cerca del terreiro,
cafe.
Alli estan los viajeros extranjeros para contarnos el atractivo de esas fazendas
acogedoras, patriarcales.Ypuesto que son mas recientes que las CasasGrandesdel norte,
son tambien maisaccesibles a nuestras curiosidades. Es imaginable, en suma, el partido que puede sacar un soci6logo haibil,un escritor convincente, de esas coincidencias
que refuerzan y amplian sus tesis. Lo que Recife le ha ensefiado a Freyre es mucho

2 Frcnte a este
eje, se preferia mas bien la ruta del litoral. Esta via costera, con el continuo cabotaje
de sus veleros, ha contribuido tambien, aunque esto se mencione poco, a la unidad brasileiia, al acuerdo
entre sus ciudades maritimas, para hablar como Gilberto Freyre.

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mas que la propia historia colonial de Recife: es la del Brasil entero. Pues la civilizaci6n de la CasaCrandeesla piedra de toque sobre la cual ha sido construido Brasil.Y el
extremo sur, en el Rio Grandedelos ganaderos, o bien el interior, como por ejemplo la
asombrosa regi6n de Minas Gerais, aportaria con seguridad las mismas pruebas sobre
esas realidades omnipresentes y repetidas de una primera edad que fue uniformemente seforial.

En los tiempos de las primeras CasasGrandes,las ahora ciudades de Brasil eran pequefias poblaciones, con la sola excepci6n de Bahia y de Recife, siendo mas bien pequefias villas inmersas, sumergidas en una vida rural:verdaderas aldeas, aun en el caso
de las nmasgrandes. Sus gobiernos, sus cdmarasmunicipals,dependian de los propietarios, de los homensboms,tan independientes del rey de Portugal corno si este fltimo no
reinara: iestaba tan lejos! Esas ciudades en la infancia, sin servicios puiblicosni tiendas
ni calles pavimentadas, no se animaban mas que durante los dias de fiestas religiosas,
cuando acudia la gente del interior; en ocasion de una boda, de un baile, de una
representacion teatral,lo cual significabamucho ruido de caballos, polvo, danzas y mrusica. Al dia siguiente el silencio y el vacio volvian por sus fueros. Poco a poco, sin embargo, esas poblaciones iban a crecer: unas precozmente, como Recife, en la 6poca de los
holandeses, "no tempo dos framengos", o corno la Bahia oficial, devota del rey y de la
Iglesia; las otras mucho na's tarde:las de Minas Geraiscrecieron en el siglo XVIII,como
verdaderas boomcities;despues vendrian Rio y finalmente Sao Paulo. En general, es en
el siglo XVIIIcuando se desata el movimiento urbano que va a introducir progresivamente una ruptura de los antiguos marcos, de las costumbres consagradas y de los
equilibrios adquiridos, ruptura que va a poner fin, mas o menos pronto y segtin los
distintos casos, a la civilizaci6n colonial de esencia rural.Atraidos por la ciudad, por su
vida mas agradable, por sus fiestas, por sus iglesias, como las de Bahia, que son de una
riqueza extrema, los mundos de las CasasGrandesse alteran y sus ocupantes emigran
hacia las ciudades. La emigraci6n, por otra parte, es lenta, llena de retornos y arrepentimientos y no siempre definitiva desde el primer momento. Gilberto Freyrenos muestra, en los suburbios de Rio, en tiempos del Imperio, y en los alrededores de Sao Paulo
hacia la misma 6poca, lo que podriamos llamar granjas semirrurales y semiurbanas,
mansiones del rnismo estilo que la Casa Grande,pero proporcionalmente reducidas, de un solo piso. En torno a ellas campos, huertas, arboles de naranjasy de mangos,
en los alrededores de Rio, mientras que, en los alrededores de Sao Paulo, el arbol de
mango cede su lugar al arbol paulista por excelencia, eljabuticabeiro.Esas granjas, esas
chacaras,formaniuna especie de tejido preurbano con extensas redes, en donde cada
quien vive en su dominio, y no sale de el con toda su escolta de esclavos mas que palra
ir a misa y a las grandes fiestas de la iglesia o de la ciudad.
Pero la vida rural y senorial se insinua mucho antes y en el propio coraz6n de las
ciudades y de las residencias urbanas de avanzadacon los sobrados,
a los cuales Gilberto

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Freyreha consagrado, en mi criterio, el mejor de sus libros. En Rio han sido edificados
con gruesas losas de piedra y, al igual que en el norte, sin usar para nada el vidrio, conocido no obstante en los casos de Sao Paulo y de Minas. En Ballia, en donde el espacio
abunda, el sobradoesta rodeado de una gran posesi6n agricola, en la cual vive un pueblo de amos y esclavos. Un muro rodea losjardines, las huertas, los campos y la mansion
misma. En el interior se levanta el sobrado,de uno o dos pisos, y cerca de el las senzalasde
los esclavos, las cocheras de los autom6viles, los establos, los corrales y los viveros de
peces. Hay siempre un pozo, cuya agua se vende a los pobres del barrio. En Recife,
donde falta espacio, los sobradostienen hasta cuatro y cinco pisos. Son mansiones estrechas, colocadas en las alturas, y con frecuencia las cocinas y las habitaciones de los esclavos se encuentran en el iultimo piso. A pesar de sus diferencias, esas importantes
construcciones son solo casas urbanas de senores terratenientes, u orgullo tambien de
burgueses enriquecidos, y casi siempre poseyendo un mismo tipo arquitectonico. Los
muros son desmesuradamente espesos, las habitaciones mal ventiladas, medio oscuras, huimedas,insalubres, y sobre todo, sin alegria. La gran sala devisitasse anima s6lo
de vez en cuando, y la existencia de las mujeres alli es como la de unas reclusas. La vida
de la servidumbre, por el contrario, encuentra alli una animacion enorme y, literalmente, hierve. Para el servicio y el arreglo de esas vastashabitaciones, para acarrear la
carga a lo largo de las veredas hacia las alturas que conectan Recife con los colegios de
losjesuitas, situados sobre las colinas, es necesario que una mano de obra servil sufra y
se ataree. Ycomo es mas bien lenta y despreocupada, es indispensable que sea numerosa.

Generalmente el sobrado,mansion de ricos, ocupa las alturas ventiladas de las ciudades en construccion. El centro de la ciudad, en la parte baja, esta lleno de baches
y de aguas sucias y es abandonado a los pobres, a los negros medio libres y a los
mestizos que se alimentan de bacalao europeo y de carne secada al sol, proveniente
ya sea de Argentina o de Rio Grande do Sul. Asi, en los bajos fondos insalubres, se
desarrollan a veces, con grandes refuerzos de troncos, los mucambosplebeyos, y cada
adelanto en el drenaje echa un poco mnaslejos a esas aldeas primitivas,automaticamente
remplazadas por construcciones de piedra.

Es desde esta mansi6n de dos pisos, el sobrado,desde donde sera gobernado el nuevo
Brasil, el del Imperio, que es un Brasil afiebrado, inseguro de si mismo, desordenado, desconcertado por el aflujo masivo de las t6cnicas y las modas europeas, en suma
un Brasil aturdido. Antafo el Brasil se comunicaba mal con el mundo a traves de la
mediaci6n linica y exclusiva de Portugal, que controlaba en su favor este mismo aislamiento. Pero desde 1808 y todavia mas desde 1822, para gran fortuna del comercio
ingles y frances, Brasil se abre a Europa igual que lo hace el resto del continente americano. Y entonces Europa lo explota, lo estafa, lo deforma y lo educa, modelandolo
con rudeza. Revoluci6n inconsciente, pero que tuvo, sin duda, mas consecuencias to-

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davia que la revoluci6n politica y social de 1889. 1D6ndeentender mejor los tiempos
Alli se rompe, o busca romperse, en el especagitados del Imperio que en los sobrados?
taculo de la calle y de la ciudad, el mundo cerrado y equilibrado de la CasaGrande.Y es
asi como se explica la disoluci6n rapida del "patriarcado"de otros tiempos. La mujer
se libera un poco (II, 157) y la vida mundana comienza. El hijo escapa al paterfamilias.
4Acaso no es el Imperio la epoca en que simultaneamente con esta crisis domestica
mencionada y con ese momento en que Clarkel escoces establece su primera fabrica
de zapatos en Rio, en la calle Ouvidor (II, 331), se dan los tiempos en que el pan comienza a conquistar a Brasil, igual que lo hacen las vias f6rreas, y otras mil novedades
mas, como la introduccion deljardin ingles, del chalet, lo mismo que de la cerveza, de
los dientes postizos, de los productos farmaceuticos, de esa innovaci6n tardia de los
vestidos de gasa blanca, pero tambien de las ideologias romanticas, de las literaturas
extranjeras y de las sociedades secretas?Es la epoca de los hijos pr6digos, de los sabios
precoces, de "los bachilleres", de los doctores formados en las universidades europeas, que entonces viven su Edad de Oro, pues son ellos los que van a gobernar al pais,
los que van a abrirlo a la Ilustraci6n, y el emperador don Pedro, emperador de 15 anos
de edad, es uno de los suyos, su aliado natural contra los viejos y el pasado, en un conflicto de generaciones que es el de todos los tiempos, pero que hasta entonces, en
Brasil, no habia tenido tal trascendencia.
Mas alla de estas innovaciones hay, por consiguiente, un drama social profundo: el
malestar creciente de los propietarios rurales, sus conflictos con la ciudad y con aquellos que ocupan en renta sus sobrados,y que son los comerciantes y usureros portugueses enriquecidos por el trafico de esclavos, los coleccionistas de plata de Lisboa. De ahi
los conflictos, a menudo sangrientos, pues la defensa del senhordelengenhose acompana muchas veces de trampas y aun mas frecuentemente de violencia. Los cabrasnos
traen a la memoria a los bandidos de la Italia meridional, de Catalufiao de Aragon en
el siglo XVI,siempre ligados a los sefiores, amos de campesinos y productores de trigo,
a quienes la crisis de los precios alcanzo, por entonces, con suina crueldad. Lastima
que Gilberto Freyre no haya llevado su estudio, en ese aspecto, hasta el terreno s6lido de la economfa. Lastima que tampoco nos haya hablado con mas detalle de los
mucambos
del Imperio. Pero lo esencial del problema esta tratado con mano maestra.Al
se organiza poco a poco, en las ciudades y fuera de ellas,
mismo tiempo que los sobrados,
una nueva especie de colonias de negros libres, casi quilombosurbanos, pero esta vez
pacificos. Todo el mundo viene a la ciudad, tanto el rico como el pobre. Ysi comprenva a plantear brusdo bien, esa ruptura importante del equilibrio CasaGr'ande-senzala,
sido reprimihasta
entonces
habia
camente y de un solo golpe el problema social, que
duefios
entre
los
do y diferido por ese equilibrio, inaugurando el conflicto
y los
esas
pintorescas
proletarios, reconocible desde entonces a travesde los peri6dicos, en
secciones que Gilberto Freyre explot6 cuidadosamente.

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183

III
Por imperfecto que resulte el resumen precedente, nadie se equivocara sobre la calidad de una obra valiosa tanto por sus lineas de conjunto como por sus detalles abundantes y sabrosos, tan sabrosos que no siempre permiten al lector desprenderse de las
explicaciones del autor.Y,sin embargo, es preciso cerrar esos libros para verlos desde
fuera y senalar, si es posible, sus alcances y sus limites, es decir, las reacciones que suscitan en nosotros. Ylo que nos aporta Gilberto Freyrees inmenso y finico. Pero su relato nos deja en la vispera de la revoluci6n de 1889. iC6mo nos relatara, si persevera en
su empresa -lo cual esperamos vivamente-, la gran historia oscura pero capital, a mi
parecer, de la repuiblica?Ese medio siglo de historia reciente es el maisrico en experiencias vitales e indudablemente el mas dificil de todo el pasado nacional; en todo
caso, el mas reveladoi; por el nfimero de experiencias que incluye y, ademas, experiencias que se han desplegado en todos los terrenos: los del pensamiento, los de la
economia y los de la politica. iVamos a encontrar, despu6s de estos libros que tienen
titulos paralelos y simetricos como CasaGrandee Senzala,y luego Sobradose Mucambos,
otro con el titulo de BuildingsetMaisonsa bonmarche(Edificios modernos y casas baratas)? Bromeo sin duda, pensando seguramente que, a pesar de todo esos buildingssigno candente de la intervencion norteamericana, del advenimiento de las grandes
ciudades, de las sociedades anonimas y de los bancos- son tambien testimonios y
documentos de historia. Sin embargo, y apenas esbozada la idea, ipodemos escapar al
sentimiento de que al actuar asi se mutila ese pasado reciente? Por muy revelador que
sea, un signo arquitect6nico no es mas que un elemento de un conjunto, una parte de
un todo; y esto es, ciertamente, valido tambien para todos esos viejos signos arquitect6nicos tan caros a nuestro autor. Constantemente, y quiza ya lo he dejado adivinaren las
paginas precedentes, yo veo el pasado brasileno mas complicado, mas diverso aun de
lo que Gilberto Freyre nos lo hace suponer.
Retomemos ese hermoso libro titulado ElNordeste.Mas alli del triangulo colonial
que dibuja con tanta precisi6n, ino hay otras realidades? Antonil, cuyos testimonios
sobre el norte azucarero del siglo XVIII son tan importantes, nos introduciria la duda:
iacaso no sefiala, un poco fuera del triaingulo,a los pequefos y medianos propietarios que hacen triturarsus cosechas en los molinos sefioriales?Sobre todo, aparte de la
cana de azuicaromnipresente hay,con todas sus consecuencias, el azucaro mas bien los
azucares, aquellos que se transportan, se almacenan y se venden a tal y tal otro precio,
a un comerciante, portugues o no, de Recife o de cualquier otra parte azucares que
partiran para Lisboa o Amberes, Londres o Amsterdam, dominando frecuelltenente
estos ultimos destinos a los primeros. Es preciso, entonces, hacerle un lugar, en la civilizaci6n del azicar, al comerciante de Recife, prestamistay usurero, ligado igualmente
al comercio de los esclavos africanos, y darle tambien su lugar a las ciudades, considerandolas no a traves de una calle o de un sobrado,o nada mas a traves de sus mucambos,
que solo son fragmentos de esas mismas ciudades, sino mas bien en sus realidades
colectivas.

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Pues es una paradoja no encontrar en ese libro de El Nordestea Recife misma, lo que
equivale a hablar del jardin sin hablar de la planta que es su mayor ornamento, y
no encontrar allf tampoco a Bahia, ciudad tambien del nordeste que, ademas, tampoco
encontramos, salvo a travesde breves indicaciones, en las otras obras del autor; Bahia la
oficial, la devota de la Iglesia, la sumisa al rey, con sus mundos de funcionarios y de
dignatarios eclesiasticos, o con sus comerciantes de la parte baja de la ciudad. Ni tampoco encontramos a ese asombroso "Mediterraneo"que el oceano forma detras de las
islas de Bahia, surcado todavia hoy ell dia por veleros de carga, firecuentados desde el
siglo XVIIIpor los arponeros de ballenas de Bizcaya,de donde proviene una industria
ristica del aceite de pescado, todavia viva en la isla de Itaparica, en tiempos de Von
Martius. Esa industria aliment6, por mucho tiempo, la iluminaci6n de la ciudad y aun
su comercio de exportacion. dFuequiza en ese Mediterraneo de tiempos del conde de
Arcos, donde aparecio el primer barco de vapor del Brasil?Bahia tambien hizo a Brasil.
Olvidarlo es olvidar el gobierno, lajusticia, las 6rdenes monasticas, entonces en proceso de expansion. JPor qu6 esta exclusi6n? Y por qu6 esa otra exclusion de las primeras ciudades del Brasil, las ciudades que estaban en su infancia, y de las que
Tocqueville habria dicho que se tratabade las "comunas"brasilenas?Como las de Am&rica del Norte, ellas fueron seguramente las que crearon el espiritu democratico y la
necesidad de selfgovernment
que yace en el fondo de la vida politica brasilena.
Yo lo entiendo: Gilberto Freyre tiene sus propias preocupaciones, que no son las
nuestras. He aqui por que es injusto, hasta cierto punto, reprocharle que no vea el
pasado de modo un poco miascomplicado, que creejerarqufas UInpoco rigidas, que
acepte exclusiones y, a veces, que generalice demasiado. En el mismo sentido, yo
le reprocharia, con gusto ademars,que no distinga bien las epocas y las etapas de un
pais inmenso y diversamente trabajado por la historia. Las densidades variables del
tiempo y los aluviones que les corresponden tienen una importancia decisiva en tierra
brasilefia, donde las diferencias regionales significan, con frecuencia, diferencias brutales de civilizacion. Esa chacarapaulista a la que entramos siguiendo al autor (II), dde
qu6 epoca es, exactamente? Y ese Felix Cavalcantique, a fuerza de cainbiarse de casa,
habra habitado casi todos los sobradosde la Rua Imperial, dcuando vivi6 en Recife? dEstamos obligados nosotros, a quienes esta historia local no nos es familiar;a conocerla
tan bien como Gilberto Freyre?Cuestiones sencillas; pero al acumularse las omisiones
de esos datos, desorientan a los historiadores, preocupados por la cronologia y preocupados por distinguir de acuerdo con las edades. Y omisiones que a veces conducen al
autor mismo a cuasi-confusiones, o por lo menos a razonamientos un poco fragiles.

En forma parecida, si Gilberto Freyrehabla en dos o tres ocasiones de areas o zonas de


civilizaci6n, mencionando una zona levantina, otra zona mediterranea -con lo cual el
entiende, bajo esa hermosa palabra,a la region de Minas- y una zona paulista, apenas
esboza esas areas, olvidando ademas todas las otras. Ahora bien, Brasil es un pais de

A TRAVESDE UN CONTINENTEDE HISTORIA:BRASILY LA OBRADE GILBERTOFREYRE

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contrastes poderosos, una familia de civilizaciones divergentes mucho mas alla de sus
similitudes. Su historia es una historia de divergencias y de concordancias. Pero al no
marcar esas historias contrastantes, Gilberto Freyreha quedado mas libre para generalizar y para derramar sobre el Brasil entero los colores de su propio Brasil. La historia
que nos cuenta es, en una sucesion perfecta, la historia del nordeste de Recife, con
sus Casas Grandes,sus sobrados,sus canales, sus rios lentos, sus bachilleres romainticos, sus estudiantes de la Facultad de Derecho, que van en frac a cantarle "mafianitas"
a sus amadas, su cocina, sus gentes mezcladas a lo largo de siglos, sus grandes hombres,
sus politicos elocuentes e instruidos de finales del Imperio, su sociedad coherente y
fina, su civilizacion de buena ley.
Pero existen tambien los otros Brasiles,modelados en forma muy diferente y donde
el triangulo colonial, cuando aparece, no se pres'enta de la misma forma, donde el
sobrado,cuando hay sobrado,no esta animado por el mismo tipo de vida ni por los
mismos hombres. Una vez mas: un detalle arquitect6nico no lo es todo en una civilizaci6n, y el mismo detalle puede traducirse en una forma diferente, de acuerdo con
el conjunto vivo que lo encuadra. Pensernos por ejemplo en ese mundo de aristocratas sefioriales y principescos de la Italia del siglo XVI,tal como lo podemos entrever
en las novelledel dominico Bandello, y en donde Shakespeare encontr6, quiza, el nucleo de las tramas de las historias de Romeo yJulieta y de Otelo. Si se quiere, este tambien es un mundo de Casas Grandesy de sobrados.Casas Grandes,esos castelli,con sus
aldeas de campesinos, donde en el verano, tomando el fresco a la sombra de los arboles y cerca de los manantiales, un grupo de personas bien educadas escucha relatos e
historias de amor. Sobrados,los palacios de Siena, de Milan, de Florencia, llenos de sirvientes, de nifios y a veces de esclavos, con sus puertas enormes y sus salas multiples,
decoradas con tapices y con cuadros, donde la senora demasiado tierna, en connivencia con su "amade lhaves",hace entrar por la noche a su amante en las barbasmismas de
su marido. Parecidos, si, pero parecidos en la superficie. De hecho, no se Ileva en esas
mansiones italianas la vida que, en la misma epoca, comienza en las sombrias Casas
Grandesbrasileias del primer siglo de historia colonial.
Yo lo que creo, y lo que es preciso decir en definitiva, es que los paisajes arquitectonicos no lo son todo en un paisaje urbano. Esta tambien el medio general y esta la civilizaci6n. Esta igualmente el momento hist6rico. Yme temo que Gilberto Freyre, a pesar de las apariencias, nos haya dado libros demasiado breves, libros en donde la
geograffa del pasado no ha sido suficientemente presentada, fuera de su nordeste natal.
Yo desearia, por lo que a mi respecta, un prolongamientohorizontaldesu obra, un libro
sobre las mansiones sefioriales del tiempo del oro en Minas,otro libro sobre las del cafe,
~y que se yo que mas?. Los diferentes Brasiles recomienzan la misma vida, el inismo
ciclo social, me respondera el. Si, pero a su manera y a su hora, de la misma manera en
que un individuo retoma la vida del que lo precedio, pero con el acento original que
lo distingue. La Lorraine no es,jamas ha sido, la Bourgogne. Sao Paulo no es,jamas ha
eMucambos
termina,el nordeste ya
sido, Recife o Bahia. Veamos:cuando el libro Sobrados
ha pasado el estadio de los sobrados,pero Sao Paulo esta todavia en gran parte de sus
regiones en la etapa de sus primeras Casas Grandes.El libro de Gilberto Freyre lleva

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REVISTAMEXICANADE SOCIOLOGiA,NOM. 2, VOL. 61, ABRIL-JUNIODE 1999

como subtitulo Decadenciadelpatriarcadorural.Pero en la epoca en que el libro se termina, encontramos en Sao Paulo todavfaal patriarcavigoroso, multiplicandose, en plena
y desbordantejuventud. Asf, lo que es verdad para el norte, es un error para el sur. En
resumen, yo pienso que sus libros, que constituyen un estudio regional vivo, vigoroso
y original del Brasilnorteno, pecan en la medida en que quieren extender dernasiado
pronto sus argumentos al pais entero. (No habrianganado quedandose solamente como
estudios regionales?Posicion que, ciertamente, no habria eliminado para nada las luces
que arrojan con profusi6n sobre el conjunto de la sociedad brasilefia.

He tomado como pretexto los libros de Gilberto Freyrepara senialarel interes que tiene el pasado brasileno, y que jamas habia sido esclarecido, hasta donde mis conocimientos alcanzan, con tal calor y con tanta claridad.Habiendome llevado ese prop6sito
a salirme de sus lineas apretadas, que se me permita una ultima digresion: los historiadores europeos vemos por fuerza al pasado brasileno de un modo diferente al modo
en que lo ven Gilberto Freyrey sus compatriotas. Lo vemos desde otro angulo que no
debe descuidarse, despues de todo, y que es el de su historia oceanica, europea y
mundial.
Para nosotros los europeos, Brasil es, en primer lugar, una Europa americana,
una Europa apoyada sobre ese Mediterraneo moderno que seria el Atlantico y que,
compartiendo su vida, a veces mas y a veces menos animada, participa de su historia
general y de la vida entrernezclada de las varias Europas que lo rodean, las antiguas
y las nuevas. Es una regi6n bastante mas impregnada por Europa que Rusia, ciertainente. Ahora bien, yo encuentro que los historiadores brasilenos olvidan, con mucha
frecuencia, a ese oceano conductor de riquezas, con sus rutas cercanas y sus grandes
travesias, y con su vida mas o menos animada a lo largo de los siglos. Pues hay
momentos en que esta vida interoceanica queda entorpecida, como suspendida, y yo
estoy seguro de que manana, siguiendo el ejemplo de Pirenne, al hablar del encerramiento o de la reapertura del Mediterraneo, habra que hablar del encerramiento
del oceano Atlantico. O tambien, al contrario, de la aceleracion de su vida en el siglo
xvIII,del progreso urbano de entonces en todo el Nuevo Mundo, o bien de la conquista, por los barcos de vapor, del Atlantico del Sur, que llega con el siglo XIx.
Acompasandose con esa vida oceanica mas d6bil o mas fuerte, el Brasil, constructor
interminable, se vincula mas con su inmensidad marina, o por el contrario, se inclina mas bien hacia sus profundidades continentales, en una gran cadencia, no la unica,
sin duda, pero de la cual habran dependido muchas otras.
Los veleros y los barcos de vapor europeos, tambien ellos, construyeron al Brasil.Y
Brasil, con sus mutltiplesvariantes, sus contrastes profundos y brutales, tambien ha
recomenzado, si se quiere, la historia de Europa, es decir, esa larga historia que comienza con la antigiiedad clasica. Escaso de hombres para utilizar en los tiempos coloniales, con sus grandes familias exigentes, sus gentes,sus esclavos, sus ciudades parecidas

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a la Tebas de Epaminondas o a la Atenas de Solon, ~no hay alli un fuerte perfume de


lo que fue la Antiguedad? Y en un mundo desnudo de superestructuras politicas
eficaces, el elemento de base, ~no ha sido, logicamente, la familia? Gilberto Freyre
ve en la Casa Grandela matriz de la familia patriarcal.dNo es acaso lo contrario, cierto
tambien? Es la farnilia patriarcal la que construy6 esa casa o mansi6n colonial. Ciudades, familias antiguas, comunas medievales, todo cambia con el siglo XVIII.Y despues del enlentecimiento del siglo precedente ~no se produce aqui una especie de
Renacimiento ligado al Atlantico, ligado a Europa y al oro de Minas Gerais?
He aqui en que direcciones observa el problema, instintivamente, un historiador
europeo, y he aquf tambien las palabras que tal vez el utilizarapara abordarlo. Yo creo
en las virtudes del vocabulario. Y el que utiliza Gilberto Freyre ha aportado luces decisivassobre la historia de su pais. El ha retornadoy propuesto ciertas palabrasque nosotros hemos repetido con firecuencia,cargandolas y llenandolas de sentido, de historia
y de poesfa, y mas en general de tanta inteligencia que ya no sera posible nunca mas
hablar de Brasil e incluso de Am6rica, sin que esos t6rminos nos lleguen de inmediato
a los labios.
Traduccidndelfrances:CarmenBassolsBatalla y
CarlosAntonioAguirreRojas

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