Timple
Timple
Timple
Following the
usual organological classification, it is a cordophone and it can be
described at first sight as a small guitar that is played by strumming it with
the right hand. It is a high tuned instrument, very sonorous and its
traditional function is that of accompanying in the Canarian "Parrandas"
(Folkloric or traditional parties)
In what refers to the strings, they were initially made of animal´s tummy, after
that they were made of the threat used for fishing (that is still used) and in the last
years , manufactured and industrialized strings made of nylon have imposed. The
firset and the 4th strings are the highest tuned and they have both the same
diameter. The second and the 5th are lower and the also share the same diameter.
To end the third one is the lowest and thickest of the 5 strings of the timple.
The timple has five strings, although there is a controversy around the use of four
or five strings in the oislands, because in some parts of Tenerife it is played only
with four strings. In my opinion this last one is a later variant that folklorist from
Tenerife used in order to play the instrument easily; this habit became popular in
the northern towns of this island, possibly because of inmigrants influence, because
pitching the timple this wayit remains like a "cuatro", (not in what refers to the
pitch of the notes but in relation to the strings intervals) with which the positions of
the chords are the same as those used in a guitar without the sixth string.
HOwever, there has never existed a timple built with four strings. What they did
(and they still do in some places) was taking the fifth string off and changing the
instrument´s tunning, pitching the third string one semitone up, so that the
positions of the chords become similar to those of the guitar, but I repeat, as a
peculiar adaptation in some parts of Tenerife and not as a different kind of timple.
In relation to its origin, there have been very few studies that gave light in a clear
and demonstradted way to what its predecessors were. In any case, it seems clear
that it came from Europe, and its inescapable similarities with other small guitars
from different latitudes, like thge charango from Bolivia, the cuatro from Venezuela,
the Ukelele from Hawai and the Spañish Guitarro or the portuguese cavaquinho
demonstrate it.
Born in the european Barroc group of "lutes" , this type of instruments took their
shape from different places, all of them taken by europeans (portuguese as well as
spaniards) in their gones and returns to the Canaries and South America. Manulas
like the one by Andrés de SOto or different illustrations as the well-known by
Philippo Bonnani make clear reference to the clear relationship between these small
instruments from the 17th and 18th century European tradition, though we found
some references to the use of cordophones since the 15th century. In what refers
to the meaning of the word in the archipielag, it comes from the word "Tiple", that
refers to the highest tone in a group of voices ad the "m" was added through a
linguistic phenomenon called epenthesis and it came into the canarian tradition
around one and a half century ago. We all coincide in asserting that the timple is
the most representative instrument of the canarian tradition.
Dos instrumentos extraños a la organografía colombiana han sido recordados como posibles
hontanares del tiple. Son ellos, el timple de las Islas Canarias y la chitarra battente italiana.
A. El timple canario
La conquista de las Islas Afortunadas o Canarias se inicia en 1402 por marinos normandos al
servicio de Enrique II de Castilla. Pero la bravía resistencia de los guanches nativos sólo viene
a quebrantarse en 1496, cuando el Adelantado Alvaro Fernández de Lugo entrega el territorio a
la soberanía de los Reyes Católicos, con un estatus político del tipo de señoríos feudales.
Finalmente, en tiempos de Carlos III, hacia 1770, quedan abolidos los señoríos y el
archipiélago entra a formar parte del Estado español. Hoy las siete islas están agrupadas en
dos provincias: Las Palmas y Santa Cruz de Tenerife.
1. Instrumentos musicales del folklore de Canarias que pueden ser originales de ellas o de
otros lugares no peninsulares:
La primera mención escrita que se conoce del tiple o timple, proviene de principios del siglo
diecinueve. Domingo J. Navarro, al narrar las costumbres de los pobladores de Las Palmas de
Gran Canaria, emite este juicio:
Ya se vio por el costumbrista Navarro, que en Canarias se usó primero la palabra tiple, que
luego se convirtió en timple sin desaparecer por ello el vocablo original. En cuanto a ésta
singularidad fonética, el mismo Nuez Caballero continúa:
Con estas largas citas del trabajo de Nuez Caballero se comprueba que el instrumento no es
originario de las islas; que el nominativo que lo designa vino de España, probablemente en el
siglo dieciocho y que la palabra ‘timple” es una adaptación canaria del nombre original.
Manuel García Matos describe el instrumento como un pequeño guitarrillo de cuatro o cinco
cuerdas, según las islas; que se tañe generalmente rasgueado y ocasionalmente al punteo. En
este caso, puede “hacerse alarde de auténtico virtuosismo, como permiten apreciar las
bellísimas folías al timple de Tenerife” (81, p. 22).
Talio Noda Gómez aclara que cuando es de cuatro cuerdas como en Tenerife, los intervalos se
afinan como las cuatro primeras cuerdas de la guitarra. El de cinco cuerdas, de Lanzarote y
Fuerteventura, se llamó primero camellillo, debido a la fuerte influencia morisca a la cual se
debe el fondo abombado. Dice también que hay lugares donde se le llama timplillo o contra
(138, p. 12).
El ejemplar que se tuvo a mano es construido n Las Palmas de Gran Canaria. Su tamaño es
muy pequeño. Tiene una longitud total de 61 centímetros, repartidos así: caja de resonancia, 26
cms.; mástil, 20 cms.; cabeza o clavijero, 15 cms. El mástil tiene 5,5 cms. de ancho, igual al
diámetro de la boca, cuenta con siete trastes.
La tapa superior tiene la forma de un ocho alargado, con ancho máximo de 15 cms. y mínimo
de 10 cms. De las incurvaciones laterales se desprenden las costillas que conforman el fondo
abombado, tipo laúd.
Las cinco cuerdas van sostenidas en otras tantas clavijas de madera. Son de tanza o nylon,
con los siguientes calibres: prima y cuarta, No. 45; segunda y quinta, No. 50; tercera, No. 60.
La afinación en orden descendente, es: Re, La, Mi, Do, Sol.
Para afinar el timple canario con el tiple colombiano, hay que sonar al unísono las primas del
tiple con la tercera del canario. O lo que es igual, la primera del timple al aire, al unísono con
las primas del tiple colombiano, pisadas en el décimo traste.
Un Manual del timple, editado en Santa Cruz de Tenerife en 1971 por Gustavo Benítez Suárez,
contiene algunas apreciaciones que cierran la descripción del instrumento:
Con la extensa descripción anterior, quedan mostrados todos los elementos de juicio para
entrar a considerar la posible influencia del timple en la formación del tiple colombiano.
Ante todo hay que señalar la gran cantidad de puntos disímiles entre ambos instrumentos.
Aparte de las diferencias en tamaño, pluralidad de las cuerdas y número de trastes, que sólo
podrían indicar un grado de avance evolutivo, resaltan tres diferencias básicas que impiden
suponer que uno se haya derivado del otro, no importa en cuál dirección:
2. La afinación relativa. Con un intervalo de Tercera colocado entre las cuerdas tercera y
cuarta, el canario conserva la misma afinación relativa que las vihuelas y laúdes de cinco
órdenes existentes a mediados del siglo dieciséis. El tiple colombiano, a su turno, lleva el
intervalo de Tercera entre las cuerdas segundas y terceras, con disposición idéntica a las
guitarras de cuatro órdenes afinadas “a los nuevos”, de la misma época.
3. El fondo convexo o abombado. Esta forma típica del timple, es también característica del
laúd de origen árabe y todavía se halla presente en el laúd marroquí, a sólo 120 kilómetros
de las Canarias. A ella se debe el nombre original de camellillo. En el tiple colombiano, el
fondo siempre ha sido plano.
Las dos últimas diferencias anotadas, podrían indicar una posible génesis del timple canario en
el laúd de la época de los Reyes Católicos y no, como parece creer Nuez Caballero, en los
“tiples” españoles de mediados del siglo dieciocho, pues como se sabe por el tratado de
Minguet, dichos tiples tenían la afinación relativa de las guitarras, no de los laúdes.
Hay que pensar entonces en una evolución paralela de los instrumentos canario y colombiano,
sin dar demasiada importancia al hecho de que la primera mención del tiple como instrumento
de cuerda haya aparecido en la Nueva Granada por lo menos medio siglo antes que en
Canarias. Esto, en cuanto al timple de cinco cuerdas.
Ahora bien, en cuanto al timple de cuatro cuerdas, mencionado como hermano del ukelele,
podría perfectamente descender, como éste, del machete portugués, dada la cercanía
geográfica. Sin embargo, las características del timple de cuatro cuerdas son en un todo
semejantes a las del cuatro llanero. Esta circunstancia abre una perspectiva que nunca se ha
contemplado detenidamente. Valdría la pena que se investigase en el archipiélago si la
modalidad instrumental referida pudo haber sido llevada por nativos de Canarias que se vieron
forzados a abandonar a Venezuela en 1813, a raíz de la “Guerra a muerte” decretada por
Bolívar. Esta fecha coincide, extrañamente, con la primera mención del nombre de tiple en las
Islas, como ya se ha visto.
Así como no es defendible la tesis del origen canario del tiple colombiano, tampoco puede
argumentarse que la voz tiple haya sido traída por ellos. Si Miguel Angel Martín, al exponer su
creencia, se refiere a la voz humana de registro agudo, ya está demostrado que ese registro
existía entre los indios. Si habla del vocablo tiple, ya se dieron pruebas de que la palabra se
conocía en América y específicamente en la Nueva Granada desde los albores de la
Conquista, mucho antes de ser utilizada en Canarias.
Pero, para agotar las alternativas, puede estudiarse la factibilidad de que hubiese sido un
nativo de Canarias quien usó por primera vez esa palabra en la Nueva Granada. La posibilidad
estadística de esa eventualidad es muy remota. Peter Boyd-Bowman investigó los ancestros de
las familias españolas que vinieron al continente americano en la primera mitad del siglo
dieciséis. Los andaluces formaron el 40% de esa migración. Otro 10% provenía de las
provincias de Cáceres, Badajoz y Salamanca. Luego, en orden de importancia numérica,
Valladolid, Burgos, Toledo, Córdoba, Cádiz, Jaén, Vizcaya, Avila, Segovia, Madrid, Palencia,
Zamora, Santander, Ciudad Real, Guadalajara, Guipuzcoa, Soria, León, Logroño, Alava,
Asturias, Cuenca. Por último, con menos de un uno por ciento entre todos, y para todo el
continente, los procedentes de Galicia, Navarra, Aragón, Cataluña, Valencia, Baleares, Murcia,
Canaria y Granada, en su orden (30, t. I, p. XII). Entre los primeros 5.481 colonizadores, sólo 8
eran canarios.
Y aún esas escasas personas de origen canario que formaron fracción infinitesimal en la
inmigración, de haber recordado su instrumento (y no está demostrado que existiese en 1550),
lo hubieran denominado camellillo, nombre, por lo demás, totalmente desconocido en
Colombia.
No. Definitivamente, no. El tiple colombiano no tiene nada que ver con el canario.