Test Bank Drug Therapy 4th Edition Aschenbrenner Download PDF Full Chapter
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Drug Therapy 4th Edition
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esta amargura que me ahoga fluye
en esperanza de Ella...
CXXV
CXXVI
A JOSÉ MARÍA PALACIO
CXXVII
OTRO VIAJE
CXXVIII
POEMA DE UN DÍA
MEDITACIONES RURALES
En mi estancia, iluminada
por esta luz invernal
—la tarde gris tamizada
por la lluvia y el cristal—,
sueño y medito.
Clarea
el reloj arrinconado
y su tic-tic, olvidado
por repetido, golpea.
Tic-tic, tic-tic... Ya te he oído
Tic-tic, tic-tic... Siempre igual,
monótono y aburrido.
Tic-tic, tic-tic, el latido
de un corazón de metal.
En estos pueblos, ¿se escucha
el latir del tiempo? No.
En estos pueblos se lucha
sin tregua con el reló,
con esa monotonía,
que mide un tiempo vacío.
Pero ¿tu hora es la mía?
¿Tu tiempo, reloj, el mío?
(Tic-tic, tic-tic)... Era un día
(tic-tic, tic-tic) que pasó,
y lo que yo más quería
la muerte se lo llevó.
Anochece;
el hilo de la bombilla
se enrojece,
luego brilla,
resplandece
poco más que una cerilla.
Dios sabe dónde andarán
mis gafas... entre librotes,
revistas y papelotes,
¿quién las encuentra?... Aquí están.
Libros nuevos. Abro uno
de Unamuno.
¡Oh, el dilecto,
predilecto
de esta España que se agita,
porque nace o resucita!
Siempre te ha sido, ¡oh Rector
de Salamanca!, leal
este humilde profesor
de un instituto rural.
Esa tu filosofía
que llamas dilettantesca,
voltaria y funambulesca,
gran Don Miguel, es la mía.
Agua del buen manantial,
siempre viva,
fugitiva;
poesía, cosa cordial.
¿Constructora?
—No hay cimiento
ni en el alma ni en el viento.—
Bogadora,
marinera,
hacia la mar sin ribera.
Enrique Bergson: «Los datos
inmediatos
de la conciencia». ¿Esto es
otro embeleco francés?
Este Bergson es un tuno;
¿verdad, maestro Unamuno?
Bergson no da como aquel
Immanuel
el volatín inmortal;
este endiablado judío
ha hallado el libre albedrío
dentro de su mechinal.
No está mal:
cada sabio, su problema,
y cada loco, su tema.
Mucho importa
que en la vida mala y corta
que llevamos
libres o siervos seamos;
mas, si vamos
a la mar,
lo mismo nos han de dar.
¡Oh estos pueblos! Reflexiones,
lecturas y acotaciones
pronto dan en lo que son:
bostezos de Salomón.
¿Todo es
soledad de soledades,
vanidad de vanidades,
que dijo el Eclesiastés?
Mi paraguas, mi sombrero,
mi gabán.... El aguacero
amaina... Vámonos, pues.
Es de noche. Se platica
al fondo de una botica.
—Yo no sé,
Don José,
cómo son los liberales
tan perros, tan inmorales.
—¡Oh, tranquilícese usted!
Pasados los carnavales,
vendrán los conservadores,
buenos administradores
de su casa.
Todo llega y todo pasa.
Nada eterno,
ni gobierno
que perdure,
ni mal que cien años dure.
—Tras estos tiempos, vendrán
otros tiempos y otros y otros,
y lo mismo que nosotros
otros se jorobarán.
Así es la vida, Don Juan.
—Es verdad, así es la vida.
—La cebada está crecida
—Con estas lluvias...
Y van
las habas que es un primor.
—Cierto; para marzo, en flor.
Pero, la escarcha, los hielos...
—Y además, los olivares
están pidiendo a los cielos
agua a torrentes.
—A mares.
¡Las fatigas, los sudores
que pasan los labradores!
En otro tiempo...
—Llovía
también cuando Dios quería.
—Hasta mañana, señores.
CXXIX
NOVIEMBRE, 1914
CXXX
LA SAETA
¿Quién me presta una escalera,
para subir al madero,
para quitarle los clavos
a Jesús el Nazareno?
Saeta popular.
CXXXII
LOS OLIVOS
A Manuel Ayuso.
II
CXXXIII
LLANTO DE LAS VIRTUDES Y
COPLAS
POR LA MUERTE DE DON GUIDO
Y asentóla
de una manera española,
que fué casarse con una
doncella de gran fortuna;
y repintar sus blasones,
hablar de las tradiciones
de su casa,
a escándalos y amoríos
poner tasa,
sordina a sus desvaríos.
Gran pagano,
se hizo hermano
de una santa cofradía;
y el Jueves Santo salía
llevando un cirio en la mano
—¡aquel trueno!—
vestido de nazareno.
El acá
y el allá,
caballero,
se ve en tu rostro marchito,
lo infinito:
cero, cero.
CXXXIV
LA MUJER MANCHEGA
CXXXV
EL MAÑANA EFÍMERO
A Roberto Castrovido.