Cultural10 02 2024

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Ñ ƫāċćĀăƫ

7ČƫāĀƫƫƫƫĂĀĂąƫ
ĮĤ 

De izquierda a derecha,
el actor Hovik,
el escritor Juan G—mez-
Jurado y la actriz
Vicky Luengo

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La gran apuesta de Prime Video para 2024 es la serie que
adapta la novela superventas de Juan G—mez-Jurado.
IGNACIO GIL

Se estrenar‡ en todo el mundo el 29 de febrero


ĀĂ ƫ ƫ ƒ ABC CULTURAL Sç BA D O, 1 0 D E F E B R E RO D E 2 0 2 4

ƫ ƫg  ƫƫƫ 


POR JORGE FERNçNDEZ DêAZ

El mejor espa–ol
del siglo XX  ƫ  ƫęĚƫƫ ƫƫ  
POR LUIS MARêA ANSON 1ƫ!/, ƫ/%#1!ƫ(1$* +ƫ0+ /ƫ(/ƫ)¦*/ƫ !/ !ƫ(+/ƫ0!(!2%/+.!/ƫ.#!*0%*+/Čƫ
MIEMBRO DE LA RAE
/+ƫ!*ƫ1*ƫę(++,Ěƫ*(#h/%+ƫ+*0.ƫ(ƫ ! !*%ƫ5ƫ(ƫ%*&1/0%%

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e tomado el pulso a textos de Ortega

D
y Gasset y de Valle-Incl‡n, de Garc’a urante los œltimos a–os de su vida, mi madre dento Ðlo hab’a entrenado el mismo maestro belga
Lorca y Octavio Paz, pero al final me hac’a invariablemente un alto en los queha- que les hab’a ense–ado el arte del florete a Douglas
he quedado con Borges y su Hombre ceres domŽsticos de media ma–ana para ver Fairbanks, Errol Flynn y Tyron PowerÐ se sorpren-
de la esquina rosada para subrayar el mejor idio- los trepidantes cap’tulos de aquel mismo ÔZorroÕ que di— de ser una celebridad absoluta en el culo del mun-
ma espa–ol del siglo XX. Son docenas los auto- Disney lanz— en 1957. No era la œnica: distintas en- do. Volvi— varias veces, mont— espect‡culos y final-
res que competir’an en un torneo sobre la cali- cuestas determinaron hace muy poco que el alt’si- mente se divorci— en Los çngeles y se afinc— en la Ar-
dad del espa–ol en la pasada centuria. Y las pre- mo ÔratingÕ de esa serie antigua Ðrepetida una y otra gentina. Viv’a en el barrio de Recoleta y gustaba tomar
ferencias se diversificar’an. He hecho yo mi vez por dŽcadasÐ se explica gracias a un vasto pœbli- cafŽ en La Biela, donde Borges y Bioy Casares pasa-
elecci—n y, conforme a lo que he publicado rei- co de Çadultos mayoresÈ: ÇEstablecen un v’nculo de ban las tardes y donde hoy se los recuerda con una
teradas veces, asombra leer la prosa de Borges: nostalgia que los lleva a un tiempo donde se sent’an mesa y dos esculturas. Guy Williams adoraba ese bar
El vientre de la Lujanera es una plaza soleada y mejorÈ, asegur— el productor tradicional, era hijo de sicilia-
sus pechos dos iglesias donde oficia la sangre Axel Kuschevatzky. Los progra- nos Ðse apellidaba, en realidad,
sus misterios paralelos. Francisco Real, el Co- madores intentan una explica- CatalanoÐ y estuvo a punto de
rralero, trajeado de negro y la chalina baya, en- ci—n plausible para un fen—me- lograr que le produjeran una
tra enhiesto en la taberna e injuria con toda su no ininterrumpido desde los pel’cula del Zorro a filmar en
boca aindiada a Rosendo Ju‡rez, el Pegador, en- a–os 60, que sigue derrotando las pampas y para vender en
tre los respingos del hembraje y los bolaceros. a cualquier programa moder- toda HispanoamŽrica. El pro-
Pero Rosendo se arruga ante el hombre de fue- no que le ponen delante y que yecto naufrag—, pero Williams
ra y rehœye enfrentarse al balaquero, ni siquie- despierta campa–as de indig- no quiso irse de Buenos Aires,
ra cuando la Lujanera, con la crencha a la espal- naci—n popular toda vez que e incluso se ofreci— como vo-
da, se va a su hombre y le entrega el cuchillo, la osan cancelarlo. La obra nun- luntario para manejar una am-
vaina al aire. ÇDe asco, no te carneoÈ dice Real, ca parece envejecer: est‡ roda- bulancia Ðno ten’a edad para
al ver que Rosendo permanece con el rabo en- da de un modo cl‡sico, sin ex- pelearÐ en las islas Malvinas,
tre las piernas, Žl erecto. As’ es que fuese el fo- perimentaciones, y tiene una El ÔZorroÕ de Guy Williams cuando se desat— el cruento
rastero con la Lujanera, mientras se escucha la extra–a manera de conservar conflicto del Atl‡ntico Sur.
milonga Çlinda al –udo de la nocheÈ. Luego, el su estilo de Žpoca dentro de una inalterable burbuja A Guy le dol’a mucho la ingenuidad de los argen-
otro hombre, el de la esquina rosada, a quien el de tiempo. Por otra parte, las haza–as de Diego de la tinos: cre’an que Estados Unidos los ayudar’a, y Žl
Corralero atropell— con desdŽn al entrar en la Vega no pertenecen al mundo Marvel: no es un su- sab’a que eso era imposible. En la localidad de San
taberna, se fue a Žl en el secreto de la noche, sac— perhŽroe, sino un hŽroe terrenal, astuto, ‡gil y de bri- AndrŽs de Giles hay una placa de los veteranos de
su cuchillo filoso, le desafi— a lo macho y lo san- llante esgrima, que defiende al pueblo de los abusos guerra en agradecimiento a los Çmiles de volunta-
gr— hasta los visajes de la agon’a. DespuŽs se de poder. rios que se ofrecieron a defender la soberan’a argen-
apret— con la Lujanera de por vida en las som- Luego de encarnarlo y de pasar por ÔPerdidos en tina. En especial al ciudadano estadounidense, Guy
bras de la esquina rosada. el espacioÕ y por cinco cap’tulos de ÔBonanzaÓ, Guy Williams, ÔEl ZorroÕ, por ofrecerse a luchar por nues-
Nadie ha mejorado en el siglo XX ni en la es- Williams entr— en decadencia profesional: fue en- tra noble causaÈ. La placa lleva una Z dibujada en
critura ni en la calidad ni en el desgarro ni en el tonces cuando un periodista argentino lo contact— una de las esquinas. Muri— de un aneurisma cerebral
prodigio del idioma espa–ol, friŽndose en la sar- en California, le cont— el furor que provocaba su per- en Recoleta, pero su espada sigue luchando todas las
tŽn, al Borges de Hombre de la esquina rosada. sonaje y lo contrat— para que viniera a Buenos Aires ma–anas de la eternidad desde los televisores argen-
Conoc’ al escritor ya ciego en 1980, envuelto en a realizar algunas entrevistas y presentaciones. Una tinos, acaso en un ÔloopÕ analgŽsico contra la deca-
su Çtersa neblina luminosaÈ. Le hice una larga multitud lo esperaba en Ezeiza, y el espadach’n irre- dencia y la injusticia.
entrevista que distribuy— la agencia Efe a dos
centenares de peri—dicos. Me dijo que el prime-
ro de sus libros era ÔEl mundo como voluntad y
representaci—nÕ de Schopenhauer y, tras el velo  ƫƫ ฀JESòS GARCêA CALERO
de Maya, hay tambiŽn en la obra de Borges in-
fluencias de Hume, de Nietzsche, de Bergson,
de Berkeley y de Fritz Mauthner.
7ƫƫ ƫ ƫƫ ƫ7 

Pero no nos enga–emos. Borges era, en s’ mis-

E
mo, la literatura, no una filosof’a de vida. Su ag- l guion deber’a empezar: Chocolater’a San GinŽs, interior, d’a. La escena ess ell encuentro
e de un au-
nosticismo se mueve entre las apor’as de Zen—n tor, el novelista de la serie ÔReina rojaÕ, con los actores protagonistas de la versi—n que ser‡ estrena-
y el fulgor de la Biblia. Es la visi—n del universo da a finales de este mes. Jon GutiŽrrez y Antonia Scott, o Hovik Keuchkerian y Vicky Luengo han
de El Aleph, con sus historias de guerreros y cau- quedado con Juan G—mez-Jurado. Como ocurri— con Henry en ÔLa rosa pœrpura del CairoÕ, mientras los es-
tivas, la bœsqueda de Averroes, la casa de Aste- cuchamos queda claro que aqu’ alguien ha cruzado la dŽbil frontera de la pantalla, que es s—lo la de una
ri—n, la fr‡gil Beatriz en el principio del Žxtasis, ficci—n. Los personajes la atravesaron en busca de su autor, o m‡s bien viceversa, el autor se aventur— para
las otras muertes, la escritura de Dios. Pero a encontrar a quienes pudieran encarnar a sus personajes imaginados. Charlan y bromean ante nosotros.
Borges, antes que nada, le importaba la palabra. Recuerdan anŽcdotas del rodaje y, como leer‡n en el reportaje de Luc’a Cabanelas, se carcajean con la
Intent— reducir la l’rica a su elemento primor- confianza que tendr’an tres amigos, o tres hermanos en una fiesta. Nadie dir’a la responsabilidad que tie-
dial: la met‡fora. Fue su primera necesidad on- nen encima: uno de los estrenos m‡s importantes de este a–o, una serie cien por cien espa–ola que ser‡
tol—gica. ÇLa met‡fora es el honor de la metaf’- la apuesta de Prime Video a la vez en todo el mundo. Otra frontera que ya ha quedado atr‡s, otra panta-
sicaÈ, escribi—. Fue, en fin, un aticista desde–o- lla, otra ficci—n. Hay nervios, por supuesto, pero los tres ya s—lo se divierten. Como si no fueran autor ni
so. Le dol’a Çla mujer en todo el cuerpoÈ, porque personajes, sino tan solo lectores que se asoman a la saga de estas novelas y que van dirigiendo su pel’-
Çs—lo tœ eres, tœ, mi desventura y mi venturaÈ. cula en la imaginaci—n mientras pasan las p‡ginas, sin problemas de presupuesto, de efectos especiales
Y se qued— para siempre, en la esquina rosada ni de elenco. Porque detr‡s de los ojos el resultado fue, o ser‡, casi el mismo que detr‡s de las c‡maras.
que nunca se atrevi— a doblar.

DIRECTOR: JULIçN QUIRîS / DIRECTOR ABC CULTURAL: JESòS GARCêA CALERO ([email protected] / @caleroje).
JEFA ABC CULTURAL: LAURA REVUELTA ([email protected] / @laura_revuelta1). REDACCIîN: JAVIER DêAZ-GUARDIOLA ([email protected] / @jdguardiola).
DISE„O: CRISTINA DE LA SERNA. PUBLICIDAD: M» JOSƒ ZAPATERO ([email protected])
DIRECTORA GENERAL: ANA DELGADO GALçN. WEB www.abc.es/cultura/cultural. TWITTER @ABC_Cultural. D-L: M/41828/9.1.
Āą ƫ ฀(ƫ/(0+ƫ !(ƫę/0.!)%*#Ěƫ)1* %(
imaginar f’sicamente a su pro-
tagonista femenina, lo hicie-
ron por Žl desde redes sociales.
ÑDurante meses recib’ tuits
de gente que dec’a que yo era
Antonia Scott. Yo no me hab’a
le’do la novela y pensaba:
ÔÀQuiŽn co–o es Antonia
Scott?Õ Me puse a investigar y
un d’a encontrŽ el Twitter [sic]
de Juan y le escrib’: ÔTodo el

  ƫ
mundo me dice que soy el per-

  
 ƫ ƫ
sonaje de este libro tuyo, no lo
he le’do pero lo leerŽÕ. Y ah’ se
qued—. Nunca lo le’. Pasaron

  ƫ   Ě Č ƫ ƫ unos meses y volvieron a em-

ƫę
pezar los tuits y me lo comprŽ.
Me acuerdo que me fui de gira

 
a un bolo de teatro y en un fin

ƫ  
de semana me lo le’ y le escri-

 ƫ 
b’: ÔLa gente realmente ten’a
un poco de raz—n. Hay algo que
creo que podr’a hacerlo yoÕ. Me
ĀĂąČƫ contest— y me dijo: ÔÀMe das

(+   (ƫ ! ƫ .% ) !ƫ% !+ƫ,.ƫĂ tu nœmero? Quiero proponer-


ƫ,1!/0ƫ# .ƫ 1*ƫƫ te algoÕ Ñrevela Luengo.
ƫ/!.%!Čƫ(ƫ#.* 2!(ƫ/1,!.2!*0/ƫ !(ƫ!/.%0+ Juan G—mez-Jurado la inte-
 ,0ƫ(ƫ*+ 0!*ƫƫ
ċƫ + /ƫ, .+ 0 # +*%/0/ƫ*+ƫ/%!* ƫ
rrumpe. Que no lo recuerda
+ !*!)+/ƫ0+ +ĕƫ
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bien, dice. Ella se enroca e in-
) %0! * čƫĝ Ė 1 ! ƫ0 siste: que s’. Adivinen quien
,.!/%¨*Čƫ,!.+ƫ ƫ"((.Ğ
)+/ƫ !.!$+ƫ
desempata.
„Čƫ* + ƫ0! * ! ÑAhora te lo va a explicar Juan
porque Žl s’ lo recuerda bien;
Žl es m‡s listo que nadie. Tœ
no lo recuerdas bien, Žl s’
Ñbromea su compa–ero.
ÑNo recuerdas bien mi
respuesta. Dije: ÔPues te
vas a re’rÕ. Porque era
justoÉ Ñempieza a de-
LUCêA CABANELAS cir el escritor.

L
evantar un coloso Suena una carcajada
como la serie ÔReina fuerte, profunda. Que
RojaÕ cuesta mucho para y vuelve, con m‡s
y a la vez muy poco. ganas. La risa de Hovik
Lo primero lo acre- ruge como una tormen-
ditan las m‡s de 200 personas, ta, a golpe de truenos.
las 24 semanas de rodaje y los Vicky r’e con Žl, sabe que
m‡s de 1.400 planos de efectos viene una diablura.
visuales necesarios para adap- ÑPero espera Ñinterrum-
tar la primera pata del univer- pe el protagonista, toman-
so superventas de Juan G—mez- do aireÑ, Àtodo esto ha
Jurado, con siete novelas que sido porque no ha dicho
son siete Žxitos. TambiŽn la ÔPues te vas a re’rÕ? ÀPor eso
apuesta en firme de otro gigan- ha dicho que no lo recorda-
te, Prime Video, y su plan maes- ba correctamente? Es la
tro: estrenar, en 240 pa’ses, el hostia tronco, es la hostia.
pr—ximo 29 de febrero. ÇLa ima- Una pistola.
ginaci—n es muy caraÈ, senten- TambiŽn el escritor se r’e,
cia el escritor, que ha vendido con las manos tapando la
tres millones de ejemplares de Hovik y Vicky Luengo, junto boca, antes de terminar su
la saga. Lo segundo tiene una al director Koldo Serra en frase: ÇJusto esa ma–ana
sencilla explicaci—n: los astros San GinŽs // PRIME VIDEO en este caso era cierto. Entre cuando Vicky me escribi— nos
parecen haberse conjurado para ellos no hay impostura. Se pi- aprobaron contactar con ella.
que la ficci—n llegue a buen chkerian y Vicky Luengo, los can, se agarran. Como si su eres un anormalÈ. A Juan no le No sŽ si hay duende, pero lo
puerto. protagonistas de ÔReina RojaÕ amistad ya la hubiera escrito molesta, hasta insult‡ndolo el que hay es serendipiaÈ.
ÇPor mucha ilusi—n que haya, antes incluso de saberlo. ÇA m’ el autor desde hace siete nove- actor resulta afable. ÇVais a cre-
la realidad es la realidad. Hay este se–or, sin conocerlo de las. Y se r’en, de s’ mismos y er que soy un poco m’stica pero Apuesta espa–ola
que ver que al actor le interese nada, a travŽs de un amigo me de los otros. Sobre todo Hovik, hay cosas en la vida que noto En Prime Video la cosa va de
el proyecto, que coincida en regal— la novela dedicada y po- que nada m‡s encontrarse en que sonÈ, reflexiona la actriz, (don) Juanes. Primero fue Ba-
tiempo y forma, que se alinee n’a: ÔHovik, te presento a Jon. San GinŽs, dispara una de las siempre cerca de Hovik. ƒl yona, director de los dos prime-
con sus decisiones y con su pro- Espero que te gusteÕÈ, confiesa suyas: ÇEscribes muy bien pero coincide: ÇEstaba predestina- ros episodios de ÔEl se–or de los
yecto vitalÈ, anticipa el autor, el actor. ÇHay veces cuando es- doÈ. Adem‡s de actor y boxea- anillos: Los anillos de poderÕ y
mientras pasea por el centro de t‡s escribiendo que te puedes dor, el intŽrprete de 1,91 me- la persona que sent— las bases
Madrid. Nunca antes tantas ca- fijar en alguien. No me suele pa- ĝ  ƫƫƫ ƫ tros es poeta. del gran proyecto de la plata-
sualidades encajaron tan bien sar, pero en su caso s’È, admite ƫƫ ƫ Pero lo estaba. Las cosas del forma el a–o pasado; ahora, G—-
juntas. Juan G—mez-Jurado se el escritor.   ċƫƫƫ destino son as’, que o no apa- mez-Jurado, la gran apuesta de
detiene frente al Pasadizo de Todos cuentan que este ro- recen o lo hacen juntas, como este 2024. DespuŽs de vender
San GinŽs. En la chocolater’a daje era distinto, y aunque sue-
ƫ ƫ ċƫ las piedrecitas en un camino. m‡s de tres millones de ejem-
apuran sus tazas Hovik Keu- ne a t—pico, a clichŽ, parece que ƫ ƫ7 Ğƫ Lo que no pens—, incapaz de plares de la saga, los nœmeros
ƫ ฀
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Vicky Luengo, Juan G—mez-Jurado y Hovik, de paseo por la Plaza de Oriente // IGNACIO GIL

le avalan. ÇComo dicen los ame- ĝƫ  ƫƫ pasen estos seis meses mire-
ricanos: ÔWhat are the odds?Õ.   ƫƫ mos atr‡s y seamos un poqui-
ÀCu‡les son las posibilidades, ƫgƫƫ to mejoresÈ. Y pidi— silencio.
tronco, de que una novela como ÑEst‡bamos todos cogidos. Era
la de Juan la coja Prime Video,
ƫ ƫƫ ƫāĉċƫ algo solemne Ñr’e Luengo, ade-
la coja [la creadora] Amaya Mu- ƫ §Ğ lant‡ndose a lo que viene.
ruz‡bal y diga, pues mi equipo ÑDe repente, aplausos. Todo el
ideal ser’a este, y que vayan mundo estaba metido en el via-
creando las piezas del puzle y le deja terminar y se arrima a je y este subnormal aplaudien-
(...) encima funcione. Y de re- su compa–ero, su ÇhermanoÈ. do Ñse carcajea el actor.
pente, joder, pones la serie y di- ƒl, en su inmensidad, la abra- ÑEstaba a 20 metros, con mis
ces... ÔMuy guay. PepinacoÕÈ, re- za como hubiera hecho Jon Gu- hijos y mi mujer, solo hab’a es-
sume Hovik, a bocajarro, como tiŽrrez con Antonia Scott en cuchado Ômi padreÕ. Estaba tan
su carcajada, de corsario. ÔReina RojaÕ. A veces, tambiŽn, emocionadoÉ Mi hijo mayor
La explicaci—n quiz‡s sea la m’mesis es posible. me dijo: ÔPap‡, que ha dicho un
m‡s sencilla que buscarle las ÑHovik no protege a Vicky por- minuto de silencioÕ. ÁUy! Ñr’e.
costuras a los azares del uni- que Vicky se protege perfecta- ÑLo bonito es que su cara era
verso. Quiz‡s, augura un rom‡n- mente... Ñempieza el actor. de m‡xima ilusi—n. Estaba tan
tico G—mez-Jurado, sea porque ÑNo, pero s’, tambiŽn Ñmati- excitado como un ni–o a la no-
por encima de todo ÔReina RojaÕ, za Vicky Luengo. che de Reyes Ðle defiende ella.
y tambiŽn el rodaje, fue una ÑÉpero si Vicky dice: ÔHovik, te No siempre fue as’. Aunque
Çhistoria de amorÈ, y el œnico necesitoÕ, Hovik ah’ est‡ Ñcon- G—mez-Jurado como supervi-
requisito de la serie, revela, era tinœa Žl. sor de la serie supervisaba solo
contratar a Çbuenas personasÈ. ÑÀSabes c—mo nos llamaba Kol- en la distancia, consigui— enfa-
ÇVicky y yo hemos pasado por do [Serra, el director]? Hovicky dar a la actriz. ÇLa primera con-
rodajes complicados. Y este ha Ñsuelta la actriz. Y sonr’e. versaci—n que tuve con Amaya
sido cojonudo. Ha sido f‡cil. Que ÑHovicky al set Ñlo imita Ho- le dije: ÔHovik que diga lo que
no haya buen rollo, que no haya vik. Y todos r’en con ganas. quiera y Vicky que lea lo que
buen ambiente, te condiciona Entre anŽcdotas y recuerdos, poneÕ. Eso no quer’a decir que
el trabajo. En lo que se refiere a G—mez-Jurado le sobreviene no tuviera confianza en Vicky
a este binomio (...), hostia, ten’a Çel rid’culo m‡s espantosoÈ de para improvisar, todo lo con-
la ÔvibraÕ de que con Vicky iba su vida. Se–ala a Hovik: ÇFue trario, es actriz de teatro, le so-
a pasar lo que ha pasado. Her- por su culpaÈ, dice. El se–ala- bra, pero necesit‡bamos alguien
mandad. Y es una historia de do explica que, antes de empe- que fuera capaz de interpretar
amor. Hay piel, pero en el sen- zar el rodaje, dijo unas palabras: a Antonia con much’simo
tido de respeto, de protecci—n, ÇCuando actœo, guardo mi si- pesoÉ Y un d’a Vicky salt— y
de cari–o, de aqu’ estoy, de arro- lencio y me conecto con mi pa- dijo: ÔÀPor quŽ Žl cambia lo que
par, de calor. No hay sexoÈ, sos- dre, con gente, para crear fuer- quiere y yo no?ÕÈ, relata G—mez-
tiene el actor. Y lo mejor: tam- za. Vamos a hacerlo aqu’. Sal- Jurado.
poco se echa menos. La actriz ga como salga, que cuando ÑPero es que encima
···
Āć ƫ ฀(ƫ/(0+ƫ !(ƫę/0.!)%*#Ěƫ)1* %(
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··· no se me explic— Ñse


queja la actriz.
ÑPorque era importante que
no lo supieras Ñcontinœa el
escritor.
ÑUn d’a estaba en el set y ha-
b’a una frase que estaba mal
escrita (...), le dije a Amaya:
ÔÀPuedo cambiar esto?Õ Y Ama-
ya me dijo: ÔNoÕ. Pero muy bor-
de. Y en cambio Hovik le dijo
lo mismo en esa secuencia y
le dijo: ÔPor supuesto, HovikÕ.
Ese d’a me enfadŽ. Por culpa
de no habŽrmelo dicho lo pasŽ
mal durante dos o tres sema-
nas y esas secuencias no es-
toy tan bien Ñrevela, con los
brazos cruzados.
G—mez-Jurado defiende que
Çera importanteÈ que la actriz
se encontrara con esa incomo-
didad porque, asegura, ÇAn-
tonia es un personaje que se
encuentra con un ser huma-
no que la pone enfrente de lo
m‡s inc—modo para ella, que
es su humanidadÈ. Hovik le
corta: ÇAh’ os equivoc‡is tœ, Los protagonistas de ÔReina RojaÕ escoltan al escritor a la salida de la chocolater’a San GinŽs // IGNACIO GIL
Amaya y toda la gente de esta
industria. Cuando alguien dice
en una profesi—n: ÔTomamos que el gesto torcido sea fugaz, tipo con 147 kilos y unas bar- muy exigente, y si me dices que nar? S’. TambiŽn sales a ganar
la decisi—n deÉÕ sin que ella lo es porque la implicaci—n ha sido basÉ Fue como una hostia, y lo puedo mejorarÉ No puedo una Champions y te meten cin-
supiera, lo que estamos ob- m‡xima. La responsabilidad nos quedaban 19 d’as para no intentarloÈ, confiesa. ÇLa co en el primer tiempoÈ, bro-
viando es que Vicky es una tambiŽn. ÇSi nos quedamos con arrancar. Pues conseguimos imaginaci—n es muy caraÈ, in- mea. ÇÀQue tenemos todo? S’,
persona y necesita entender que la historia es un ÔthrillerÕ, bajar siete u ocho kilosÈ, reco- siste G—mez-Jurado. ÇEs cara no tenemos derecho a fallarÈ.
determinadas cosas para ha- pues s’, es un ÔthrillerÕ. Pero en noce el actor. Vicky Luengo se cuando pones monos, pero es Pero la escala en la que lo mi-
cer su trabajoÈ. realidad la peripecia da igual, empe–— en llevar lentillas ver- muy cara cuando tienes que den es diferente. Piensan en la
ÑEl pobre Hovik es el que se lo que importa es la relaci—n, des 24 semanas, y por Çcabe- pagar el precio de lo que ha ÔpremiereÕ del d’a 29, con varias
me comi— todos los d’as por- por eso lo hemos construido zoner’aÈ tambiŽn en repetir al- imaginado otro, convertirlo en ciudades proyectando en pan-
que yo le dec’a: ÔHovik, Àtœ ves desde ellos. Los pilares siem- gunas escenas para que salie- real. Y eso significa una rodi- talla grande ÔReina RojaÕ y se
normal que a m’ no me dejen?Õ. pre fueron Vicky y Hovick, Ho- ran redondas. ÇLe dije a Koldo: lla jodida o una espalda dobla- acuerdan de los suyos. Ella de
ÑHemos hecho hermandad Ñ vick y Vicky. Estaban antes in- ÔÀHa quedado perfecto el sui- da para conseguir que lo impo- su familia, Žl de la gente del pue-
se excusa Žl. cluso que el directorÈ, justifi- cidio?Õ Y Žl, que es otro perfec- sible se vuelva carneÈ. blo, la del gimnasio. ÇEstoy igual
Juan G—mez-Jurado, enro- ca G—mez-Jurado. A cambio, cionista, me dijo: ÔA ver, Vicky, de emocionada que cuando pre-
cado, insiste: ÇEra porque tœ ellos correspondieron con un ha quedado bien, pero podr’aÉÕ. Cuesti—n de familia parŽ mi fiesta de los 18. Esa sen-
ten’as que ser su anclaÈ. compromiso total. Mental y so- ÔVenga, otra vezÕ. Es que soy La cuenta atr‡s para el estreno saci—n. SŽ que es un d’a impor-
ÑS’, s’, luego cuando me lo bre todo f’sico. Los dos, de he- ya ha empezado, pero no sien- tante, que me voy a acordar
contaste lo entend’, pero aœn cho, se lesionaron durante el ten presi—n. Ni siquiera cuan- mucho tiempoÈ, describe Luen-
as’ en ese momento te sientes rodaje. Hovik lleg— despuŽs de ĝ ƫ   §ƫƫ do el escritor le dijo a la actriz go. Es un lanzamiento global,
un poco infantilizada, lo po- terminar de rodar la segunda ƫƫƫ que ya no iba a poder viajar en millonario, pero para los pro-
d’a haber hecho igual. temporada de ÔThe HeadÕ con  ƫƫƫ ƫ metro. Para Hovik, que fue Bo- tagonistas, incluido el escritor,
ÑY sin sufrir. Es que somos in- 26 kilos m‡s y tuvo que bajar got‡ en ÔLa casa de papelÕ, es dis- no deja de ser una cuesti—n fa-
tŽrpretes Ñdefiende Hovik. varios con dieta r’gida, mat‡n-
 ƫƫ ƫƫƫ tinto. ÇÀQue tiene todos los miliar. Las cosas grandes se mi-
Si ambos se molestan, aun- dose en el gimnasio. ÇLleg— un  ƫĞ mimbres de que va a funcio- den siempre en afecto.
..0%2ƫ ฀ 
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ƫ ČƫāĊăĊčƫ ƫƫ
El operador de radio vilizar a la poblaci—n para que
Ulla Lenze apoyen el env’o de tropas a Eu-
Traducci—n:

ƒƫƫ ƫ  


ropaÈ. Ah’ entra en juego al-
Carlos Fortea guien como Klein, un alem‡n
Salamandra, corriente, tranquilo, admira-
2024 dor de Thoreau, que ha ido a
 ÿp‡ginas buscar trabajo a Estados Uni-
ÿeuros dos y que, curiosamente, en-
ƫ((ƫ !*6!ƫ!/.%!ƫ1*ƫ*+2!(ƫƫ)%0 ƫ !ƫ)%*+ƫ!*0.!ƫ(ƫ"%%¨*ƫ5ƫ(ƫ$1!((/ƫ tre sus aficiones, aparte del aje-
!& /ƫ,+.ƫ/1ƫ$1% %6+ƫ0„+ƫ1!(+ƫ +/!"ƫ (!%*Čƫ. %+"%%+* +ƫ5ƫ0.& +.ƫƫ drez, est‡ la de ser un radiote-
!*ƫ1*ƫ%),.!*0ƫ!*ƫ!(ƫ)1(0%1(01.(ƫ.(!)ƫ !ƫ(+/ƫ¦+/ƫ !ƫ(ƫ#1!..ƫ legrafista aficionado en el
multicultural Harlem. Algo que
MERCEDES MONMANY atrae la atenci—n tanto de per-

ÀQ
uiŽn era ese mis- sonajes influyentes, secreta-
terioso se–or mente aliados de los nazis, que
Klein de la exce- le encomiendan difundir los
lente y trepidan- discursos del Reichstag nacio-
te novela ÔEl operador de ra- nalsocialista, entre otras ta-
dioÕ de la escritora alemana reas, como del FBI, para que
Ulla Lenze? Con mœltiples opere como agente doble e in-
identidades, dependiendo del formante de todos los movi-
momento, desde la Segunda mientos y, m‡s que nada, de
Guerra Mundial y los a–os de los sabotajes sobre objetivos
posguerra, recorriendo unas militares y f‡bricas de muni-
veces como Josef, otras como ciones, que se disponen a po-
Joe o JosŽ, Nueva York, Buenos ner en marcha una serie de
Aires, Costa Rica o la ciudad grupos violentos. Grupos nos-
en ruinas de Neuss en Alema- t‡lgicos y beligerantes que nun-
nia, a travŽs de esa casi inex- ca perder‡n la esperanza de
tricable mara–a, Ulla Lenze presenciar un vuelco pol’tico,
(Mšnchengladbach, 1973) de- incluso una vez acabada la gue-
cidir’a escribir una novela a rra.
mitad de camino entre la fic-
ci—n y la huellas dejadas por Una esperanza
su huidizo t’o abuelo Josef Kle- Utilizando, en una apasionan-
in, radioaficionado y trabaja- te trama de espionaje, traici—n
dor en una imprenta en el mul- y pŽrdida de la identidad, la fi-
ticultural Harlem de los a–os gura de su t’o abuelo para su
de la guerra. Ulla Lenze (Mšnchengladbach, Alemania, 1973) // ABC magn’fica reconstrucci—n del
Estamos al final de los a–os clima social y pol’tico en Esta-
treinta en Nueva York: la ciu- existen las m‡s pintorescas miles de asistentes enfurecidos Washington de Alemania y Eu- dos Unidos, Alemania y Argen-
dad, la otra orilla de una gue- alianzas: se dice que los japo- en el Madison Square Garden, ropa, humanista y constructor tina, durante el transcurso de
rra a punto de comenzar en Eu- neses vienen de çfrica y se les convocados por la Federaci—n de la pazÈ. Prudentemente, para la guerra y la posguerra, Ulla
ropa, est‡ atrapada en las m‡s ve como aliados de los negros Germano Estadounidense, el la revoluci—n pr—xima a llegar, Lenze tambiŽn recuperar’a la
violentas turbulencias. Cual- en Estados Unidos, a la vez que Partido Nazi de Estados Uni- segœn muchos de ellos desean, imagen del hombre corriente,
quier ciudadano de origen ale- luchan contra el comunismo dos o los Patriotas de Park Ave- en vez de gritar ÇÁHeil Hitler!È pac’fico, sin ideolog’as parti-
m‡n puede ser encerrado por de China. En esos mismos mo- nue. En las octavillas de propa- se aconseja sustituirlo por Çpri- culares, que se ver’a atrapado
un largo periodo de tiempo, a mentos, poco antes de ser de- ganda se recomienda utilizar mero salvemos a los Estados como muchos en el torbellino
la manera de un campo de de- clarada la guerra, los nazis y los la palabra FŸhrer para referir- UnidosÈ. de la Historia. Requerido por
tenci—n del mundo libre, o movimientos ultranacionalis- se a Hitler, o bien Çel George Sin embargo, una vez inva- unos y por otros, atravesando
Çcampo de internamiento para tas que abogan por una AmŽri- dida Polonia, todo salta por los continentes, escapando una y
extranjeros enemigosÈ, en Ellis ca blanca, se mueven como pez aires y las facciones en el pa’s otra vez y siendo de nuevo tan
Island, que se convierte en el en el agua, a la luz del d’a, en el ƫ ƫ se comienzan a dividir clara- solo un expulsado, sin pape-
reverso de paz de los crueles pa’s de Roosevelt, que es trata-  ƫƫ  Čƫ mente en dos: los partidarios les, solo mantendr’a una espe-
campos de concentraci—n ale- do de jud’o, por el simple hecho   §ƫƫg ƫƫ de la intervenci—n y los parti- ranza: volver a sus d’as de Har-
manes. de oponerse a Hitler. A comien- darios de mantenerse al mar- lem, a su estaci—n de radio y a
En medio de un caos racial, zos de 1939, los m’tines prona-
ƫ  ƫ ƫ gen. Cada vez m‡s, la intenci—n sus paseos con su perra Prin-
social e ideol—gico nunca visto, zis y antisemitas congregan a ƫƫ7 ƫ de las autoridades ser‡ Çmo- cess.

JORNADA MUNDIAL
DEL ENFERMO
       
«No conviene que el hombre esté solo.
Cuidar al enfermo cuidando las relaciones»
      
Popular 240 Estudios y Ensayos 246 Documentos 79

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Sç BA D O, 1 0 D E F E B R E RO D E 2 0 2 4 ABC CULTURAL

La infancia como
para’so inhabitado
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(ƫ-1!ƫ.!ƫ1*ƫ2+6ƫ5ƫ1*ƫ)1* +ƫ,.+,%+/

JULIA OLMO
ÇEn mi familia eran muy de morir en verano. El œltimo ha-
b’a sido mi abuelo, que se desplom— bajo la rama de un olmo
en los jardines, pero antes de Žl fue su padre, arrollado por
un tren en las fiestas de San Juan, y mucho antes su her-
manaÉÈ. As’ empieza ÔMala EstrellaÕ, la primera novela de
la escritora Julia Viejo, tras su divertid’simo y original li-
bro de relatos ÔEn la celda hab’a una luciŽrnagaÕ. Narrada
en primera persona a lo largo de un verano en el pueblo fa- Enrique AndrŽs Ruiz (Soria, 1961) // ABC
miliar, la novela cuenta la historia de Vera, una ni–a que
acaba de cumplir trece a–os y que trata de enfrentarse a
los silencios que la rodean: el de su padre, con quien vive y
espera el juicio que puede acabar de romper la familia; el ƫƫ  ƫƫ
ƫ  
de su madre, encerrada en una casa de reposo que Vera lla-
ma Çel ColegioÈ, donde van a parar quienes se han conver-
tido en apestados para el resto del mundo; el que hay de-
tr‡s del recuerdo de su abuelo, tan
admirado y a la vez que odiado en el
pueblo; y el de todo el mundo adulto
que la envuelve, al que mira con una
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mirada entre la inocencia, la curiosi- *&!/ƫ !ƫ(ƫ1.#1!/„ƫ!/,¦+(Čƫ"1* )!*0()!*0!ƫ"!)!*%*+/
dad, la extra–eza y la valent’a.

A PARTIR DE ESTE relato de aven-


turas veraniegas, el libro habla de esa Las se–oritasƫ o al inicio de sus profesiones. biera creado una caracteriza-
etapa de la vida en la que empiezas a Enrique AndrŽs Ruiz La primera mitad de la novela ci—n psicol—gica mayor. Se ha-
sentirte un extra–o para ti mismo y PerifŽrica, va basculando sin un centro cla- br’a sujetado entonces la aten-
Mala Estrella para los dem‡s, de la infancia como 2024 ro, al principio parec’a que iba ci—n del lector, que avanza dis-
Julia Viejo para’so inhabitado, de sus miedos y ÿp‡ginas a ser la liberaci—n de Dedi res- persa.
Blackie Books, soledades, de la incomunicaci—n sen- ÿeuros pecto de Mercedes, la contro-
2024 timental, de la complicidad œnica de ladora, luego podr’a haber sido Sin nombrar
 ÿp‡ginas la amistad, de la ternura y los miste- el conflicto de Antonio y su her- Puede ser sintom‡tico de la op-
ÿÿeuros rios del primer amor, del descubri- mana Fermina (huida del pri- ci—n que Enrique AndrŽs Ruiz
miento del deseo y del propio cuer- mero de la vida rural atenaza- ha tomado el hecho de que la
po, de la necesidad de amar y sentir- dora), m‡s all‡ pod’a haber sido ciudad de provincias donde ocu-
se amado, del peso de la herencia, de el desarrollismo de la Espa–a rre casi todo no se nombre, que
las secretos y las heridas que perma- JOSƒ M. POZUELO YVANCOS industrial al hilo de los coches por otra parte pretende ser rea-

D
necen con nosotros, del lado en sombras de las cosas, de lo esde que Camilo Jose- y el empresario Barreiros, po- lista y lo es cuando las acciones
que no podemos llegar a comprender del todo, de lo que lle- Cela escribi— ÔLa col- d’a ser Vivi, separada de un mi- transcurren en Madrid. Tal de-
gan a ocupar algunas ausencias, y con ello, tambiŽn del fin menaÕ son muchas las llonario de la alta burgues’a y cisi—n parece querer universa-
de una Žpoca, de la pŽrdida de la inocencia, del paso del novelas que parten sus negocios inmobiliarios y lizar la idea de que los ambien-
tiempo, de la relaci—n entre la ficci—n y la realidad, de la del trazado de un cuadro calei- desarrollistas en las costas ma- tes provincianos son iguales en
imaginaci—n como compa–era de viaje. dosc—pico de decenas de per- lague–a y valenciana. cualquier capital de provincia,
sonajes que pueden represen- Se va de una cosa a otra de- pero resulta a mi juicio el efec-
LA NOVELA DE VIEJO PODRêA HABER sido un ÔComing- tar la vida en un momento dado. masiado r‡pido, sin detenerse to contrario, pues obliga al lec-
of-ageÕ al uso, pero su gran baza procede de la capacidad Esta novela de Enrique AndrŽs un tiempo y sin ahondar en ello. tor a debatirse en una dualidad
de la escritora de crear un universo singular a travŽs de la Ruiz en vez de apresar un mo- entre lo real y lo simb—lico. Mi
voz y la mirada de su protagonista, una voz narradora que mento dado y un lugar, como pregunta es c—mo puede un lec-
juega con la inocencia y la delicadeza propias de la ni–ez y era en la novela de Cela el Ma-  ƫƫƫ tor comprometerse con el su-
al tiempo el humor, la iron’a y la rebeld’a desde la que Vera drid de posguerra, ha querido  ƫƫƫƫ ceder de los personajes de una
se enfrenta a la vida. TambiŽn de la sencillez y la verdad retratar la evoluci—n de una se- ƫ   ƫ ƫƫ novela si el narrador no ha te-
desde la que es capaz de relatar sentimientos y emociones rie de personajes de burgues’a nido ese compromiso, al pasar
profundas: ÇY el d’a se acab— como se acaban las Žpocas, espa–ola, fundamentalmente
ƫ  Čƫ ƫƫƫ sobre ellos de un modo casi
con un zumbido de abejas que se oye femeninos, a lo largo de todo el ƫƫ g behaviorista, en retazos.
cada vez m‡s bajo, y un fr’o que franquismo, en una especie de Para haber funcionado una
penetra cada vez m‡s den- representaci—n coral que sola- red de esta naturaleza habr’a
troÉÈ, dir‡ en un pasaje mente en la segunda mitad de Hemos pasado mucho tiempo que haberse comprometido
conmovedor. Deudora de la trama parece desembocar en en la relaci—n de Dedi y Anto- con unos personajes que sus-
sus admiradas Matute, la vida amorosa de Dedi y An- nio, que vemos romperse des- citaran pasi—n (por adhesi—n
Laforet o Gloria Fuer- tonio, los dos personajes que puŽs de modo precipitado sin o rechazo). Apenas Dedi con-
tes, en ÔMala EstrellaÕ, concentran la mayor atenci—n. que medie o se diga mucho. sigue hacerlo, los dem‡s, qui-
Julia Viejo sigue crean- Pero tal cosa ocurre despuŽs de Considero que esta novela ha z‡ demasiados, son puntos de
do un imaginario pro- p‡ginas y p‡ginas, a–os y a–os, pecado de ambicionar ir a mu- un dibujo cuyo programa de
pio desde una escritu- en que vemos desarrollarse en- chos sitios, sin que un centro evoluci—n hist—rica, desarro-
ra m‡gica y libre, capaz cuentros y conversaciones en- de interŽs pueda sostener su llado en casi treinta a–os de
de enlazar la ficci—n con tre mujeres de las que se sabe suceder cosas, conversaciones, toda una clase social, queda
la realidad. Una novela poco, apenas el nombre, ami- historias, que pod’an quiz‡ va- deslavazado, falto de jerarqu’a
hermosa y conmovedora. gas que se dedican a estudiar, ler cada una de ellas si se hu- de interŽs.
Julia Viejo
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ABC CULTURAL Sç BA D O, 1 0 D E F E B R E RO D E 2 0 2 4 ĀĊ
Čƫ Čƫ §ċċċƫƫ
Cada uno por su lado de un pingŸino o a los ensayos
y Dios contra todosƫ de una —pera), la ambici—n de-
W. Herzog

Ĕgƫ ƫē
mencial de montar un Hamlet
Trad.: M. de catorce minutos de duraci—n
Bornas en las voces de esos ululantes
Blackie rematadores de ganado ÔMade
Books, 2024 in USAÕ o dirigir un filme sobre
p‡ginas los primeros reyes de Francia
 ÿeuros ƫ&+ƫ!(ƫ0„01(+ƫ !ƫę ƫ1*+ƫ,+.ƫ/1ƫ( +ƫ5ƫ%+/ƫ+*0.ƫ0+ +/ĚČƫ!.6+#ƫ21!(2!ƫ con Mike Tyson como protago-
ƫ+*0.ƫ(+ƫ-1!ƫ/%!),.!ƫ+*0¨ċƫ +ƫ-1!ƫ2%2%¨ƫ,.ƫ+*0.(+ƫ)8/ƫ+ƫƫ nista pero, tambiŽn, la epifan’a
)!*+/ƫ !ƫ"+.)ƫ2!( ƫ!*ƫ"%()!/ƫ,.+0#+*%6 +/ƫ,+.ƫ/!.!/ƫ)„0%+/ sensorial-mental y casi prous-
tiana provocada por una naran-
RODRIGO FRESçN ja de hospital o sus disquisicio-

H
ombre de afirmacio- nes casi zen sobre el arte de or-
nes rotundas, Wer- de–ar vacas. Y, claro, todo suena
ner Herzog declar—: y se lee como algo casi demen-
ÇYo he sido un escri- cial e improbable hasta que se
tor desde el principio. Y me pa- visiona ese documental sobre
rece algo importante de acla- Žl mismo en el que alguien,
rar: las pel’culas son mi viaje y mientras la c‡mara filma, le dis-
la escritura es mi hogar. As’, ya para con un rifle de aire com-
llevo cuarenta a–os predican- primido y a Žl le parece lo m‡s
do a o’dos sordos el que mis li- normal del mundo y no pide
bros sobrevivir‡n a todas mis que se corte la escena porque,
pel’culas... No existe nadie que claro, es una gran escena y nada
escriba como yo escriboÈ. importa m‡s que eso.
Y, s’, es una afirmaci—n dis-
cutible; pero poco y nada cues- Misterios
ta convenir que su diario de via- El mejor defecto que se le pue-
je a pie desde Mœnich a Par’s de atribuir a ÔCada uno por su
para as’ salvar a su maestra Lo- lado...Õ es tambiŽn el mejor elo-
tte Eisner (ÕCaminar sobre el gio: alcanzada la œltima p‡gi-
hieloÕ, con su convencimiento na, mucho ha sido filmado pero
de que Çel mundo s—lo se mues-
tra a aquellos que caminanÈ),
su megal—mano diario de fil- ƫ ƫƫ
maci—n de ÔFitzcarraldoÕ (ÔCon- ƫƫ ƫƫ
quista de lo inœtilÕ), su recopi-  ƫƫ
laci—n de entrevistas con Paul
Cronin f‡cilmente convertible
 ƫƫ §ƫ
en at’pico manual de auto-ayu-  ƫ
da (ÔUna gu’a para perplejosÕ)
o su novela retrato del soldado
enloquecido Hiroo Onada (ÔEl casi nada revelado porque Çla
crepœsculo del mundoÕ) son verdad no tiene por quŽ con-
grandes libros de un sobrevi- cordar con los hechosÈ y, des-
viente como ningœn otro. puŽs de todo, Çel siglo XX ha
Ahora, bajo el t’tulo de ÔCada sido un completo errorÈ. Wer-
uno por su lado y Dios contra ner Herzog Ðquien se despide,
todosÕ, Herzog (Mœnich, 1942) en el cap’tulo ÔEl final de las im‡-
vuelve a contar lo que siempre genesÕ, preocupado por la pŽr-
cont—. Lo que tanto vivi— para dida del lenguaje cortes’a de
contarla m‡s o menos de for- Twitter y dejando una l’nea in-
ma velada en filmes protagoni- conclusa, porque as’ la leyen-
zados por seres m’ticos como da continœa y nada importa me-
en documentales sobre cual- nos que el ser octogenario para
quier cosa que despierte su in- quien hace poco se postul—, y
terŽs (osos o Kuwait o Vietnam fue rechazado, como astronau-
o la pena de muerte o la mexi- ta para viajar en cohete japo-
cana Virgen de Guadalupe o vol- Werner Herzog (Mœnich, 1942) // ROBER SOLSONA nŽsÐ continœa siendo el m‡s
canes o hielos ant‡rticos o las apasionante de los misterios.
profundidades de cuevas pre- grandes anŽcdotas y que, por ta en estas memoriasÈ, no con- un barco cruce una monta–a, Incluso para s’ mismo, porque
hist—ricas o del cosmos sin edad lo tanto, puede hacer con ellas den— sino alab— el cr’tico de ÔThe su amistad peligrosa con su her- Çpreferir’a morir antes que ir
o cualquier otra cosa que des- lo que se le da la gana y a su ma- New York TimesÕ Dwight Gar- mano de sangre y nŽmesis con un psicoanalista, porque
pierte su interŽs m‡s bien in- nera. Herzog es alguien que se ner), Herzog se festeja as’ mis- Klaus Kinski o su amistad se- pienso que algo fundamental-
somne y son‡mbulo, porque sabe gran personaje y que ya mo porque sabe que, haciŽndo- gura con Bruce Chatwin (o su mente malo sucede all’. Si ilu-
dice que no sue–a dormido sino desde su inconfundible voz y lo, festeja a sus fans. salvamento de Joaquin Phoe- minas con fuerza cada rinc—n
con los ojos bien abiertos) como su rostro œnico (aprovechados nix durante un accidente auto- de una casa, esa casa ser‡ inha-
en sus libros anteriores de for- con gracia a la vez que adora- Forma espasm—dica movil’stico), sus varias esposas bitable. Lo mismo sucede con
ma directa o simb—lica: sus idas ci—n para el doblaje de dibujos Y, claro, aqu’ una vez todos sus y sus muchos rodajes y sus in- tu alma...È.
y vueltas, sus planos y contra- animados como ÔLos SimpsonÕ Ôgreatest hitsÕ emitidos de for- contables lesiones f’sicas (in- Antes del final, pienso, no es-
planos, sus sombras y luces y o ÔRick y MortyÕ o como m‡sca- ma espasm—dica y desordena- cluyendo mordedura de rata fe- tar’a mal que Werner Herzog
c‡maras y acciones y reaccio- ra villana y mercenaria en una damente ordenada: su infancia roz), la Çverdad ext‡ticaÈ de sus le dedicase un documental al
nes. de Tom Cruise o en la serie gue- durante la hambreada resaca documentales (a los que mu- siempre en movimiento y sin
Y Herzog es un gran Ôracon- rra-gal‡ctica ÔEl MandalorianÕ) del Tercer Reich, sus muchos chos acusan de tan convenien- direcci—n a casa Bob Dylan. Se-
teurÕ (como lo es tambiŽn en su tiene mucho que decir y evocar. trabajos (incluyendo el de mi- tes como magistrales manipu- r’a un gran duelo de auto-mi-
autobiograf’a David Lynch, sin- Y en estas, sus memorias tan nero soldador o empleado de laciones de la realidad, que Her- t—manos. Y, s’, cada uno por su
gular contraparte de Herzog en precisas como caprichosas y aparcamiento o de payaso de zog es el primero en reconocer lado y ellos contra todos y en el
el Nuevo Mundo) consciente de selectivas (ÇNo me creo una sola rodeo o contrabandista de es- aunque no detallar, ya sea en lo camino y, por supuesto, cami-
que lo que le sobran son las palabra de lo que Herzog cuen- tŽreos), el delirio de hacer que que hace al comportamiento nando. ฀
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La memoria  ƫƫęĚČƫƫ
del paisaje  ƫƫ7 
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EVA COSCULLUELA
La seca es como se conoce popularmente a la enfermedad Bajo tierra secaƫ ci—n del texto se impone la evi- escritura que vaya un poco m‡s
que un hongo causa en los alcornoques. Conforme nos aden- CŽsar PŽrez Gellida dente maestr’a de PŽrez Gelli- all‡ de la solvencia comercial
tramos en la esplŽndida novela de Txani Rodr’guez (Llo- Premio Nadal da, autor de otras trece novelas (cultismos, apuntes innecesa-
dio, 1977), es inevitable pensar que ese sustantivo alude Destino, 2024 entre las que destaca la trilog’a riamente extensos y demasia-
tambiŽn a la protagonista, Nuria, una mujer de car‡cter  ÿp‡ginas ÔVersos, canciones y trocitos de do pedag—gicos sobre el perio-
arisco que viaja con su madre al pueblo del sur donde es- ÿeuros carneÕ, que incluye ÔMemento do hist—ricoÉ), pero se trata de
t‡n sus ra’ces. Van a pasar las vacaciones tras un invierno moriÕ, recientemente adaptada una pretensi—n fallida por lo
complicado: su madre sufri— una ca’da, pas— por el quir—- a la televisi—n, para construir que tiene de torpe y llamativa,
fano y ha pasado la convalecencia en casa de su hija, que tramas adictivas y eficaces a la una pretensi—n que aleja a PŽ-
se ha sentido abrumada al tener que conciliar los cuidados hora de entretener al lector, sos- rez Gellida de su esencia, de lo
con su trabajo y su vida. tenidas en di‡logos que fluyen, que, a lo largo de su ya extensa
en los que resulta sencillo y trayectoria, lo ha hecho œnico.
A NURIA LA ATERRAN LOS CAMBIOS, quiz‡ porque el MARINA SANMARTêN agradable sumergirse. En ÔBajo

U
primero que tuvo que afrontar fue la muerte de su padre na noche de abril de tierra secaÕ hay imaginaci—n y Jugar sobre seguro
siendo ni–a. Cuando en la orilla del r’o encuentra unas m‡- 1917, en Zafra, un in- hay Çtrabajo de relojer’aÈ, pe- En definitiva, nos encontra-
quinas excavadoras, se asusta y se in- cendio destruye la ricia en el engranaje de perso- mos ante un ÔthrillerÕ entrete-
digna, sobre todo cuando no consi- Hacienda Monterro- najes, escenarios y tiempos, nido y ‡rido, con pensiones
gue que nadie le explique quŽ est‡n so y Antonia, su due–a, a la que pero falta profundidad. Se echa malolientes, emboscadas en
haciendo. A la ansiedad y la frustra- todos llaman la Viuda, desapa- de menos el desgarro de ese velo caminos polvorientos, burde-
ci—n que arrastra suma el miedo a rece sin dejar rastro. Para ave- invisible que separa el hecho, les y caciques, sangre, fondas
perder un paisaje que la reconforta y riguar c—mo se produjo el fue- lo que se cuenta, de lo que no y desŽrticos apeaderos, que ha
le ofrece consuelo. Nuria no lo entien- go y dar con el paradero de la se ve y solo se puede atrapar hecho virar al Nadal de los
de, igual que tampoco entiende que desaparecida, el teniente Mar- con la literatura; y tambiŽn fal- afectos al crimen Ðhac’a ya un
alguna gente plante aguacates don- t’n Gallardo y su mano derecha, ta cuidado. Salta a la vista des- lustro que no se entregaba a
de casi no hay agua, que para regar- el sargento Pacheco, se despla- de las primeras p‡ginas de la una intriga, desde la fascinan-
los extraigan el agua ilegalmente y se zar‡n a la localidad extreme–a historia la pretensi—n de una te ÔLos cr’menes de AliciaÕ, de
La seca haga la vista gorda, que nadie tenga sin imaginar que all’, adem‡s Guillermo Mart’nezÐ y contri-
Txani Rodr’guez en cuenta el impacto de estas accio- de estas dos inc—gnitas por re- buye a poner de manifies-
Seix Barral, 2024 nes sobre el medio ambiente. El sue- solver, les espera un macabro to, junto con los resulta-
 ÿp‡ginas lo tampoco es firme dentro de casa: hallazgo, el de un pozo pr‡cti- dos recientes de otros
ÿeuros no entiende que su madre, que de- camente cegado por una mon- galardones literarios,
pende de ella Ðque deber’a depender ta–a de cad‡veres. c—mo en los œltimos
de ellaÐ, haga su vida cada vez m‡s Este es el punto de parti- a–os la funci—n de los
independiente. Y, sobre todo, no en- da de ÔBajo tierra secaÕ, la premios ha ido viran-
tiende por quŽ est‡ tan sola, un mie- novela con la que CŽ- do de descubrir a reco-
do nuclear que lo irradia todo. sar PŽrez Gellida nocer, de arriesgarse a
(Valladolid, 1974) jugar sobre seguro.
ÔLA SECAÕ ESTç ESCRITA CON una prosa elegante y her- ha ganado la 80
mos’sima, muy cuidada, donde cada palabra est‡ escogi- edici—n del
da para crear im‡genes muy bellas y poderosas. La escena Premio Na-
inicial con una Nuria ni–a mirando asombrada los volao- dal, un rela-
res, pescados tendidos en cuerdas para secarlos al sol, es to con aire de
la primera de las muchas que encontraremos en la novela. western que, si
TambiŽn es poderos’sima y muy v’vida la descripci—n del bien no arriesga ni en
oficio de corchero, de sus rutinas y la dureza que la rodea. forma ni en contenido, s’ ’nte-
T. Rodr’guez asume varios riesgos en esta novela y todos gra en lo que pretende ser una
los resuelve con brillantez. Por un lado, ha creado una pro- mezcla infalible todas y cada
tagonista con la que cuesta empatizar en la parte inicial y una de las tendencias que cin-
que nos acaba ganando Ðel arco que recorre el personaje la celan el ÔthrillerÕ m‡s actual: un
despega del t’tulo: Nuria se esconde tras una m‡scara de escenario rural, unas pincela-
dureza para protegerse de su enorme fragilidadÐ; por otro, das de ficci—n hist—rica, el re-
pone en el centro de la historia un conflicto que va m‡s all‡ curso a dos tiempos que se van
de las visiones contrapuestas entre alternando en la narraci—n, la
el campo y la ciudad para cen- presencia de unos perfiles fe-
trarse en los conflictos en el meninos que intentan trascen-
propio territorio, donde der los t—picos del ÔnoirÕ y un
cada personaje tiene sus tono ÔgoreÕ, marca de estilo del
razones y desde la po- novelista vallisoletano, que, con-
sici—n de cada uno to- vertido en recurso habitual del
das son comprensi- gŽnero, ha perdido capacidad
bles. La autora no es de impacto Ðno es lo mismo leer
maniquea: no hay una por primera vez la descripci—n
verdad absoluta, pare- de una piara de cerdos devo-
ce decirnos, y para en- rando restos humanos que ha- CŽsar PŽrez
tender las acciones de cerlo por tercera. Gellida
los dem‡s tenemos que Consideraciones cr’ticas (Valladolid,
ponernos en su piel. aparte, por encima de la disec- 1974) // ABC
Txani Rodr’guez
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ABC CULTURAL Sç BA D O, 1 0 D E F E B R E RO D E 2 0 2 4 āā
Cuesti—n de fe y de
ciencia matem‡tica
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!ƫ-1!ƫ %(+#.*ƫ(ƫ%!*%ƫ5ƫ(ƫ0!+(+#„

JOSƒ FRANCISCO SERRANO OCEJA


El 11 de febrero de 2013, el papa Benedicto XVI anunci— que
renunciaba y se retiraba a rezar, leer y escribir. Entre las
primeras tareas que se impuso fue la de responder a un afa-
mado matem‡tico italiano ateo, Piergiorgio Odifreddi, que
en 2011 hab’a escrito un libro, titulado ÔCaro papa, ti scri-
voÕ, una larga carta al autor de un trabajo que le hab’a in-
terpelado hac’a no mucho, la ÔIntroducci—n al cristianis-
moÕ del profesor Ratzinger. El profesor Odifreddi, especia-
Howard Hawks (1896-1977) y Lauren Bacall (1924-2014) // ABC lista en l—gica e historia de la ciencia, era uno de los part’cipes
de la iniciativa que, por inspiraci—n de Benedicto XVI, se
hab’a puesto en marcha en la Iglesia de di‡logo con el mun-

 Čƫ ƫƫ ƫƫ do de la increencia. La recepci—n por parte del cient’fico
de la larga carta de Ratzinger, convirti— su libro, en nueva

ƫ  edici—n, en ÔCaro papa te—logo, caro


matematico ateoÕ. Adem‡s dio pie,
por un lado, a una serie de encuen-
tros personales entre ambos autores.

ƫ*ƫ(1&+ƫ%+#.8"%+ƫ-1!ƫ2ƫ)8/ƫ((8ƫ5ƫ/!ƫ !*0.ƫ!*ƫ(ƫ.¨*%ƫ !(ƫ SON PRECISAMENTE estos dos pro-


cesos los que conforman este libro.
)+)!*0+ƫ5ƫ!*ƫ(ƫ !ƫ1*ƫ+.ƫ%*!)0+#.8"%ƫ"1!.ƫ !ƫ(+/ƫ(„)%0!/ƫƫ El apartado denominado ÔVerba Vo-
lantÕ, compuesto por las transcripcio-
nes de Odifreddi de sus conversacio-
nes con el papa, hechas en una cafe-
HAWKS! El zorro plateado siempre cont— con el reconoci- de los grandes estudios. McCar- ter’a frente a los muros del Vaticano
de Hollywoodƫ Buscando
miento absoluto a su ingente y thy se detiene de manera por- nada m‡s salir de las audiencias, con la verdad...
Todd memorable obra. Baste recor- menorizada, minuciosa en cada reproducciones textuales no s—lo de
McCarthy Piergiorgio
dar que s—lo se llev— un Oscar epifan’a hawksiana, sin olvidar lo que le dec’a al papa sino de lo que Odifreddi
Hatari! a toda su carrera, y fue honor’- nunca el primer mandamien- Žste le respond’a. Y segundo, la abun-
Books, 2023 Mensajero, 2023
fico en 1975. Por ello, para cual- to del cr’tico, pensar en el lec- dante correspondencia epistolar bajo  ÿp‡ginas
 p‡ginas quiera que no s—lo le guste el tor, conseguir que la distancia el t’tulo de ÔScripta manentÕ, en la que
 ÿeuros ÿÿeuros
cine sino que lo ame, la mera del tiempo y del personaje no son mayor’a las cartas de Odifreddi.
menci—n de algunas de sus crea- sea nunca un laberinto erudi- Cartas en las que descubrimos a un
ciones provoca una emoci—n to, sino una amen’sima histo- Odifreddi con una personalidad in-
tan perdurable como dif’cil- ria contada al atardecer en una telectual completa, renacentista, con
mente discutible. Vayamos a reuni—n de amigos, con unas una cultura tambiŽn religiosa, teol—gica, cat—lica, fuera de
FERNANDO R. LAFUENTE ello y por mera cronolog’a. 1932, copas por delante. lo comœn junto Ðno en vano en sus tiempos j—venes, antes

Q
uien considere que en- ÔScarfaceÕ; 1938, ÔLa fiera de mi de perder la fe, fue seminaristaÐ, que se contrasta con la fi-
frentarse a un volu- ni–aÕ; 1939, ÔS—lo los ‡ngeles tie- Conversador nura y perspicacia de un Ratzinger, avezado interlocutor.
men de m‡s de ocho- nen alaÕsÕ; 1940, ÔLuna nuevaÕ; El mismo genio que Hawks vol-
cientas p‡ginas pue- 1941, ÔEl sargento YorkÕ; 1944, c— en sus pel’culas lo llev— a con- LO PRIMERO QUE HAY QUE DESTACAR es la sinceridad
de ser aterrador, olvidar‡ pronto ÔTener y no tenerÕ; 1946, ÔEl sue- vertirse en un conversador in- con la que ambos interlocutores se expresan. Una since-
ese temor al comenzar la lectu- –o eternoÕ; 1948, ÔR’o RojoÕ; 1952, finito del que nunca sab’as si ridad tanto en la propuesta y formulaciones de las obje-
ra de ÔHawks! El zorro platea- ÔR’o de sangreÕ; 1953, ÔLos caba- era cierto o no esta o aquella ciones a la fe como de las respuestas. Sorprende c—mo el
do de HollywoodÕ cuyo autor es historia. McCarthy lo advierte matem‡tico italiano aprovecha las conversaciones para
Todd McCarthy (Evanston, Illi- con elegancia y cierta iron’a, desplegar un saber sobre literatura, arte, cine, series de fic-
nois, 1950). Se olvidar‡ pronto § ƫƫ¥ ƫƫ pero los testimonios quedan ci—n, y, por supuesto, ciencia, que despierta el interŽs de
porque el trabajo de Todd es for- ƫ  ƫƫČƫ ah’. No hay p‡gina en esta ex- quien no ha dejado de ser un universitario. Una sinceri-
midable, est‡ escrito con una  ƫ ¥ƫƫ quisita y cuidad’sima edici—n dad que hay que relacionar con el motivo comœn del en-
solvencia, claridad, interŽs y de Hatari!Books que no sea un cuentro, la siempre apasionante bœsqueda cooperativa de
documentaci—n apabullante.
ƫƫ ƫƫ descubrimiento, un aprendiza- la verdad. Odifreddi, que se presenta como un servidor de
Un lujo biogr‡fico, que va m‡s ƫ ƫ  je, en fin, una gozada. Cine en la religi—n de la matem‡tica, desgrana con crudeza no s—lo
all‡ y se adentra en la cr—nica estado puro, atm—sfera de las argumentos referidos a la compleja
del momento y en la cr’tica de bambalinas que se reservan de- relaci—n entre ciencia y fe sino
una obra cinematogr‡fica fue- lleros las prefieren rubiasÕ; 1959, tr‡s de la c‡mara sin fin, la in- los referidos a algunas otras
ra de los l’mites habituales de ÔR’o BravoÕ; 1962; ÔÁHatari!Õ, 1967. trahistoria de un tipo genial que cuestiones que afectan al
un gran director. Todo en ÔEl DoradoÕ. fue un verso suelto por dos nœcleo hist—rico del cris-
ÔHawks!Õ es deslumbrante. De un gŽnero a otro, de his- cuestiones esenciales. Una, por- tianismo o a la relaci—n
Howard Hawks tiene en su torias basadas en Hemingway que por formaci—n, educaci—n de la propuesta cristia-
haber tal cœmulo de pel’culas a guiones escritos por Faulkner y posici—n pod’a elegir quŽ ha- na con los entornos re-
extraordinarias que solo cabe (los dos Premios Nobel), de ac- cer; dos, porque, adem‡s, era ligiosos de la antigŸe-
se–alar a Hitchcock y Ford, tores y actrices como Bogart, alguien ilustrado, con criterio; dad. Lo que permite
como compa–eros del Olimpo. Bacall, Cooper, Wayne, Grant, es decir, alguien condenada- que el anciano Ratzin-
Ni uno m‡s. Sin embargo, para Hepburn, Monroe, Mitchun, mente libre en un ambiente en ger despliegue su sabi-
alguien que consider— que la toda la f‡brica de sue–os se cru- el que la sobrevivencia y la apa- dur’a acumulada en bre-
clave de una producci—n cine- za por estas p‡ginas. Hawks fue riencia primaban m‡s que el ta- ves y sustanciosas inter-
matogr‡fica era entretener no un verso suelto en el Hollywood lento. S’, formidable. venciones.
Piergiorgio Odifreddi
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Sç BA D O, 1 0 D E F E B R E RO D E 2 0 2 4 ABC CULTURAL

CƒSAR ANTONIO MOLINA Kierkegaard apenas se movi—

C
uando muri— su pa- de su ciudad natal. Y, en el ex-

 čƫƫ ƫƫ
dre, Soren escribi— tranjero, solo estuvo en Ber-
en su Diario ÇQuie- l’n. En este sentido se aseme-
ro ser ahora como ja mucho a Kavafis (Alejan-

 ƫ    ƫ
ese r’o espa–ol de dr’a), Kafka (Praga), o a Pessoa
nombre impronunciable, hun- (Lisboa). Este œltimo tiene mu-
dirme bajo la tierra como el chas semejanzas con Žl. Entre

 § ƫ
Guadalquivir. ÁSaldrŽ otra otras cosas porque el danŽs
vez!È. Soren naci— en 1813, in- utiliz— muchos heter—nimos
gres— en la Universidad en para firmar gran parte de su
1830, se licenci— en Teolog’a obra, como posteriormente
en el 1840, se doctor— en el 1841 hizo el portuguŽs. A Soren le
y muri— en el 1855. Ten’a cua- gustaba mucho el caminar, *ƫ#.*ƫ%+#."„Čƫ(ƫ-1!ƫ$ƫ!/.%0+ƫ +'%)ƫ.""Čƫ,.ƫ1*+ƫ
renta y dos a–os. El padre ha- perderse entre la multitud. Se- !ƫ(+/ƫ#.* !/ƫ,!*/ +.!/ƫ !ƫ(ƫ1(01.ƫ!1.+,!ċƫ+(1)%*+/+ƫƫ
b’a enviudado y se hab’a vuel- gœn los d’as, iba acompa–ado
to a casar con la criada emba- por un bast—n de bambœ o con 0.&+ƫ!*ƫ!(ƫ-1!ƫ*+ƫ-1! ƫ !0((!ƫ !ƫ/1ƫ2% ƫ5ƫ+.ƫ,+.ƫ0.0.
razada. Con ella tuvo siete alguno de los tres paraguas de
hijos. Soren era el m‡s peque- colores que ten’a. Hablaba con
–o. Cuatro de ellos murieron la gente, era un fil—sofo calle-
antes de los treinta a–os. El jero, un peripatŽtico.
padre, muy religioso, vivi— es- En ÔSobre el concepto de iro-
tas defunciones como un cas- n’aÕ escribe que S—crates era
tigo a su supuesta s’filis que un virtuoso del contacto for-
nunca se confirm— que la pa- tuito. ÇNo pierdas las ganas de
deciera. Era un co- caminarÈ, dec’a So-
merciante acauda- ren. Al regresar de
lado, meticuloso, sus paseos, escrib’a
austero y lector. de pie con su som-
Gracias a la parte de brero aœn puesto y
su herencia, la otra el bast—n o el para-
le toc— a su œnico guas a su vera. En
hermano vivo que todas las habitacio-
le sobrevivi—, pudo nes de sus respec-
vivir el escritor muy tivas casas, hab’a
dignamente a pesar una mesa con tin-
de sus gastos desen- tero, papel y pluma.
frenados. Soren fue Kierkegaard. El fil—sofo camina-
un rom‡ntico tar- El fil—sofo de la ba de arriba abajo
d’o, un dandi a pe- angustia...ƫ por todas estas es-
sar de su no muy Joakim Garff tancias, y si lo asal-
agraciado cuerpo, Tusquets, 2024 taba algœn pensa-
un hombre extrava-  p‡ginas miento inesperada-
gante. El cuerpo,  euros mente corr’a a
para Žl, era un mal apuntarlo. Su rela-
necesario, un envol- ci—n con Andersen
torio no demasiado fue muy mala. A di-
bien dise–ado. Iba habitual- ferencia del te—logo, el nove-
mente a los teatros y asocia- lista hab’a vivido diez a–os
ciones culturales, compraba fuera de su pa’s. Uno era un
muchos libros, frecuentaba triunfador y el otro, un medio
cafŽs, gastaba ropa muy cara, fracasado. ÇSolo despuŽs de
fumaba los mejores puros y el mi muerte me llegar‡n a en-
tabaco de pipa. Cuando sus tenderÈ escribi— Kierkegaard.
propios libros no ten’an sufi- Soren se meti— bastante con
cientes compradores Žl se ha- su coterr‡neo Çtalento sin ge-
c’a cargo de la edici—n. Fue un nioÈ; y este le respondi— muy
gran lector. Su biblioteca ron- cruelmente en ÔUna comedia
daba los tres mil volœmenes. al aire libreÕ.
Pocas veces sus derechos de
autor le satisfacieron. Marca- Duda y desesperaci—n
ba y subrayaba las p‡ginas, ha- Sus tres personajes preferidos
c’a anotaciones al margen con de ficci—n fueron: Fausto, Don
distintos colores. Le gustaban Juan y El jud’o errante. Faus-
los libros bien editados y en- to representaba la duda, la in-
cuadernados. Esto œltimo lo compatibilidad con el mundo
fue haciendo con todos sus moderno que caracterizaba al
propios volœmenes. intelectual. No estaba muy de
Pero adem‡s Kierkegaard acuerdo con la versi—n de
frecuentaba las bibliotecas pœ- Goethe, m‡s conciliadora.
blicas. En la suya la literatura Fausto no deb’a ser interpre-
cl‡sica y la teol—gica ocupa- tado como un hereje conver-
ban un gran espacio. Y entre so. Don Juan lo acerc— a Espa-
sus autores contempor‡neos –a. Representaba el placer.
sobresal’an, Hegel, Goethe, Mientras que El jud’o errante
Schlegel, Novalis, Byron o He- era la humanizaci—n de la de-
ine. TambiŽn Schelling a quien sesperaci—n. Duda, placer y
escuch— en Berl’n y transcri- desesperaci—n conformaban
bi— las clases a las que asisti—. al propio Soren. Para Žl la se-
Ambos eran antihegelianos. ducci—n, en ÔDiario de un se-
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ABC CULTURAL Sç BA D O, 1 0 D E F E B R E RO D E 2 0 2 4 āă
ductorÕ, era una especie de tracto que hab’a que acudir al
vampirismo refinado e inte- rescate de sus lectores. Kier-
lectualmente elevado a la ca- kegaard que viene de Scho-
tegor’a de arte. El ÔDiario de penhauer es, adem‡s, el pre-
un seductorÕ fue recibido por cursor de los existencialistas.
la prensa con los siguientes Pero Sartre o Camus eran
adjetivos: repugnante, asque- ateos y Soren, cristiano. Un
roso y provocador. Soren se cristiano protestante contra-
quejaba de su abandono, pero rio a la Iglesia Oficial Danesa.
hasta lo recibi— el Rey Cristi‡n Al principio fue pietista (lute-
VIII. ƒl, como presente, le re- rano), pero evolucion— hacia
gal— su libro ÔLas obras del la total libertad de conciencia
amorÕ. El Rey le confes— que su e interpretaci—n individual de
literatura era tan profunda que los Evangelios. A ello se refie-
no estaba a su alcance. Kier- re en ÔDe —mnibus dubitan-
kegaard le dio la raz—n. La en- dumÕ.
fermedad de los celos es uno
de los temas esenciales del li- Cumbre biograf’a
bro. Los suyos propios con res- Esta biograf’a de Garff es ex-
pecto a Regine. Este ensayo lo traordinaria, un monumento,
escribi— por las mismas fechas pero no deber’a solo haber sido
en que, en Bruselas, Marx y escrita para daneses. Me refie-
Engels estaban redactando el ro a que la mayor parte de los
ÔManifiesto comunistaÕ (1848). europeos, los cat—licos funda-
Soren no lo ley— aunque escu- mentalmente, se pierden en
ch— referencias. Nada m‡s ale- esa geograf’a religiosa local tan
jado de su pensamiento. En un Secuencia de ÔOrdetÕ (ÔLa palabraÕ, 1955), de Carl Theodor Dreyer. Johannes, el protagonista, compleja, diversa y llena de
pasaje de su ÔPost scriptumÕ hab’a perdido la cordura tras estudiar la obra de Kierkegaard y se cre’a Cristo personalidades que represen-
cient’fico y definitivo, alaba la tan muchas tendencias. Hay
libertad del individuo y una infinidad de p‡ginas de-
la monarqu’a. Ten’a sus les, alguna mesonera, s’filis, tor Eremita, donjuanista y es- dicadas a los conflictos teol—-
dudas sobre la democra- de un pene curvo cuya manio- cŽptico; en ÔDos discursos edi- gicos y disputas de Kierkegaard
cia y el liberalismo. Nun- brabilidad vaginal podr’a ha- ficantesÕ mostr— el miedo por con sus contempor‡neos que
ca lleg— a entender las di- berse visto un tanto limitada. el erotismo espiritual frente son fundamentales, pero hu-
ferencias entre el socialis- El escritor siempre tuvo una al de Regina. La repetici—n es, biera estado bien al menos un
mo y el comunismo. S’ relaci—n tensa con su sexua- quiz‡s, una de sus obras m‡s cap’tulo muy did‡ctico expli-
reconoci— que este œltimo lidad. ÀEl recuerdo culpable adelantadas a su tiempo. En catorio. Esto deber’a haberlo
coincid’a al menos con el del padre? ÀMiedo a los efec- ella rechaza las reglas estruc- visto el editor espa–ol. Y ya
cristianismo en lo referen- tos secundarios de la mas- turales no solo de la novela digo que esta obra es una de
te a la igualdad de todos los turbaci—n y el onanismo? El sino de la escritura en gene-
hombres. Todos los hom- galanteo y la falta de activi- ral. Un libro de referencia de
bres, en su caso, con Dios. La dad fue lo m‡s seguro. La la posmodernidad y de la de- ƫƫƫ
misericordia era esencial. El tentaci—n, el pecado, la mala construcci—n. As’ como todo  7 ƫƒČƫ
sŽptimo cap’tulo de la segun- conciencia. Todo lo subli- conocer es un recordar (grie- ƫ ƫƫƫƫ
da parte de ÔLas obras del m— con la escritura. As’ se gos), la filosof’a moderna en-
amorÕ, fue escrito contra el co- expresa en ÔEl concepto de se–ar‡ que la vida entera es
ƫƫ ƫ ƫ
munismo. angustiaÕ. Y en La enferme- una repetici—n. La repetici—n 
dad mortal, reconoce la ayu- y el recuerdo son el mismo
Exclu’do del ejŽrcito Ė§ ƫ §ƫƫ da de Dios contra el pecado. movimiento solo que en direc-  ƫ ƫ ƫ
Para acceder a la Universidad ƫ ƫ El concepto de angustia tuvo ciones opuestas, pues lo que
 ƫ   ƫƫ ƫ
tuvo que examinarse de danŽs,  ĕƫƫƫ dificultades cr’ticas y de co- se recuerda ha sido y se repi-
francŽs, alem‡n, religi—n, he- mercializaci—n. En este libro te hacia atr‡s. La verdadera ƒċƫƒƫ
ċƫ  ƫ ƫƫƫƫ
breo, matem‡ticas, historia, se adelant— a Freud. La auto- repetici—n, en cambio, se re-
escritura y lat’n. Esta œltima
 ƫƫ contemplaci—n y la introspec- cuerda hacia delante. Lo es- ƫ  
lengua era la oficial para los  Čƫƒ ċċċ ci—n como los œnicos mŽtodos cribe Constantin Constantius.
ex‡menes. Fue exclu’do del psicol—gicos leg’timos. La his- Temor y temblor tiene muchas
ejŽrcito. El Diario es una fuen- a Ofelia. En Copenhague cau- teria y la agresi—n eran cues- similitudes con ÔLa repetici—nÕ. las cumbres del gŽnero biogr‡-
te fundamental para conocer s— revuelo. Nunca dejaron de tiones sexuales. Y como Jung, La primera se refiere a Abra- fico e incluso m‡s all‡.
su pensamiento y su aconte- cruzarse por las calles e inven- Soren reconoce la continui- ham; mientras que la segun- Al te—logo le encantaba ir
cer. No es hist—ricamente pre- taron una especie de lengua- dad de un yo teol—gico a tra- da a Jacob. ÇEl salto, la para- de iglesia en iglesia, tuviera la
ciso, o simplemente narrati- je de gestos. Sab’an perfecta- vŽs y a pesar de las determi- doja, la fe en virtud de lo ab- tendencia que tuviera, escu-
vo, no es indicativo sino sub- mente sus horarios. Soren dej— naciones ps’quicas. surdo y, en suma, todo aquello chando los sermones de sus
jetivo. Contiene notas de los escrito en su œnico testamen- A los cr’ticos en general los que est‡ m‡s all‡ de la ciencia ÇcompetidoresÈ. En invierno
pocos viajes, lecciones univer- to que la declaraba su herede- acusaba de charlatanes. El pre- y del pensamiento, m‡s all‡ era casi el œnico feligrŽs. So-
sitarias, lecturas, laboratorio ra universal. Pero Regina es- fer’a a un buen lector frente a de toda racionalidadÈ, comen- ren, en sus momentos de m‡-
experimental de ideas, todo taba casada y aceptarlo ser’a cientos malos. Utiliz— mucho ta Joakin Garff. Aqu’ aparece xima desesperaci—n, quiso ha-
aquello que lo ayudaba a la au- casi una confesi—n de bigamia. la prensa como colaborador, el heter—nimo o seud—nimo cerse cura rural. Tuvo muchas
tocomprensi—n. Ella le dijo a su œnico herma- sus heter—nimos o pseud—ni- Johannes de silentio. Migajas dudas de fe. A su amigo jud’o
Regina fue un personaje cla- no vivo con el que Soren lleva- mos, pero no le gustaba. Y, sin filos—ficas lo firma Johanes Israel Levin le coment— un d’a
ve en su vida. Estuvieron pro- ba a–os sin hablarse, que eje- embargo, defendi— la libertad Climacus. lo siguiente: ÇSuerte de no te-
metidos. Finalmente le devol- cutaran el testamento obvian- de expresi—n. Busc— tambiŽn Kierkegaard no recib’a a na- ner ningœn Cristo y ser libre
vi— el anillo de compromiso do los deseos del difunto. La a travŽs de las ciencias natu- die en su casa. Ten’a pavor a de poder disfrutar de la vidaÈ.
con una carta que la incluy— fortuna de Kierkegaard esta- rales el destino que Dios que- los incendios. En 1795 Copen- Su hermano lo enterr— a des-
en su libro ÀCulpable o inocen- ba muy mermada. Peter Chris- r’a para Žl. Su tesis la dedic— hague hab’a sido destruida por gana y œnicamente coloc— su
te?. ÇOlvida a quien escribe tian tambiŽn se hab’a gradua- a la iron’a como un distancia- las llamas. Su comportamien- nombre como uno m‡s del res-
esto. No puedo hacer feliz a do en Teolog’a y su tesis hab’a miento intelectual con los to, no en sus formas, ten’a cier- to de la familia. A–os despuŽs
una muchacha. Mi vida inte- tratado sobre la Mentira. otros, con el mundo y consigo to aire primitivista. El siem- se le puso un m‡rmol de ho-
lectual y mi valor como mari- ÀC—mo sobrellev— su sexua- mismo. Autor de ÔO lo uno o lo pre defendi— la primitividad, nor. Al cementerio acudieron
do son incompatiblesÈ. Algo lidad Kierkegaard? No se sabe. otroÕ, una colecci—n de pape- por eso a Hegel no lo tragaba muchas m‡s personas que lec-
por el estilo le escribir‡ Pessoa Circulaban rumores de burde- les dispersos firmados por Vic- porque dec’a que era tan abs- tores.
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Sç BA D O, 1 0 D E F E B R E RO D E 2 0 2 4 ABC CULTURAL

A
DAVID MORçN
Javier Zamora (El
Salvador, 1990), 34
a–os y una maleta
vital m‡s pesada
que un ancla de
hormig—n, se le ha secado el
pozo de la poes’a. Ni rastro de
versos; nada que rimar. En
2009 y 2017 public— un par de
poemarios, pero ahora, insis-
te, nada de nada. ÇNo me nace.
Creo que la escena poŽtica de
Estados Unidos me ha causa-
do trauma, porque fueron edi-
tores y profesores y colegas
los que me dijeron Ôno pongas
esta palabra en espa–olÕ o Ôno
escribas esto porque nadie te
va a publicarÈ, explica.
La narrativa, en cambio, le
salv— la vida. Literalmente. Evi-
t— que muriese ahogado en
una piscina ol’mpica de mar-
tini, cauteriz— heridas y, sobre
todo, le permiti— sacarse de
dentro esa novela de terror y
de aventuras pero sobre todo
de miedo cerval en que se
transform— su vida cuando,
con apenas nueve a–os, viaj—
desde La Herradura (El Salva-
dor) hasta Tucson (Estados
Unidos) para encontrarse con Javier Zamora (El Salvador, 1990) // ADRIçN QUIROGA
sus padres. Cinco mil kil—me-
tros, diez semanas y un desier-
to que no se acababa nunca. que est‡ volando. ÇMuestro otra
Cuatro pa’ses y una tierra pro-  ƫ ƫ ƫ ƫ parte de la inmigraci—n. Que s’,
metida que a punto estuvo de es trauma, pero no s—lo esoÈ.
convertirse en su tumba. Dos De ah’ que el enfado, la furia
veces.
No estaba ÔSolitoÕ (Random ĝ ƫ¥ƫ  ƫƫ m‡s bien, que le producen to-
dos esos periodistas, escritores

 Ďƫƫƫ ƫ  ƒĞ


House / Periscopi en catal‡n), y cineastas que, dice, Çhan usa-
como ha titulado la novela que do la inmigraci—n para hacer-
relata tan sobrecogedora odi- se famososÈ. ÇUn inmigrante
sea, pero casi. A su lado, otros no es s—lo un inmigrante: es al-
migrantes como Patricia, Car- guien que ten’a una vida en su
la y el Chino. Compa–eros de +*ƫ/¨(+ƫ*1!2!ƫ¦+/Čƫ0.2!/¨ƫ10.+ƫ,„/!/ƫ,.ƫ!*+*0../!ƫ+*ƫ pa’s y va a tener una vida all‡
viaje que se escond’an de Çla donde vaya. Somos m‡s que
Migra, de los gringuitos ma- /1/ƫ, .!/ƫ!*ƫ/0 +/ƫ*% +/ċƫ*ƫ+ %/!ƫ-1!ƫ*+2!(ƫ!*ƫę+(%0+Ěƫ nuestra inmigraci—n; m‡s que
losÈ, mientras escapaban de nuestro traumaÈ, reivindica.
la violencia que campaba a sus Zamora, que escribe en in-
anchas en El Salvador. ÇA mi chiquito todav’a. No soy. Ten- rramientas ni la madurez ni a–os que so–aba con llegar a glŽs porque su escolarizaci—n
t’a la mataron durante la gue- go nueve pero ya puedo saltar el estatus migratorio para sen- ÔGringolandiaÕ para comer su en espa–ol acab— el mismo d’a
rra y a mi t’o, que qued— tras- el cerco que separa nuestra tir que de veras pod’a entrar primera pizza de pepperoni, que se fue de La Herradura, es
tornado, lo desaparecieron en casa de la del vecino, y eso que la aguaÈ, explica. El agua, cla- Çcomo las que comen las Tor- titular de una Ôgreen cardÕ des-
mi puebloÈ, ilustra Zamora. tiene alambre de pœasÈ, escri- ro, era su propia vida. Beb’a tugas NinjaÈ. ÇYo s—lo me ve’a de 2018, aunque su opini—n so-
Pero eso, dice, ser‡ otra nove- be Zamora en las primeras p‡- mucho, escrib’a poco (Çno m‡s como alguien que hab’a sufri- bre su estatus real en un pa’s
la. La de ahora, escrita como ginas de ÔSolitoÕ. Por delante, de doscientas palabras al d’aÈ, do, no hab’a espacio para nada como Estados Unidos es m‡s
terapia para sanar un trauma dos semanas que acabar’an desvela) y estaba enfadado m‡s, y al escribir el libro me o menos la misma que duran-
que le carcom’a por dentro, siendo diez y cuatro pa’ses re- todo el tiempo. ÇEstaba can- di cuenta de que ah’ hab’a un te los doce a–os que vivi— con
arranca en abril de 1999, cuan- corridos en autobœs, a pie y en sado de c—mo este trauma me ni–o que se r’e y se tira pedos; temor a ser deportado cada
do Javier, Chepito, queda en patera y atravesados por una estaba perjudicandoÈ, asegu- un ni–o que tiene muchos su- d’a. ÇYo he estado en Harvard
manos de Don Dago, coyote mezcla de puro espanto y fas- ra. Estudiante ejemplar, hab’a perpoderesÈ. y Stanford, pero no es lo nor-
profesional que ayudaba a pa- cinaci—n infantil. Guatemala, pasado por Harvard y Stan- mal. Yo soy la anomal’a, el sue-
sar fronteras. TambiŽn eso, MŽxico, el desierto de Sonora. ford, pero la revelaci—n le so- Estatus real –o americano no existe Y si
dice, es ahora otra historia. Los guardias fronterizos, las brevino en la barra de un bar, Un cr’o que, cuando escapa de existe es s—lo para menos de
Una mucho peor. ÇLos c‡rte- lanchas precarias, los polleros mientras apuraba su segundo la polic’a, imagina que es Ma- un uno por ciento, y eso es lo
les se han dado cuenta de que de Nogales, los helic—pteros, martini no del d’a, sino de la rio Bros atiborr‡ndose de se- que todos los pol’ticos siem-
hay dinero en la inmigraci—n Çla segunda es la vencidaÈ pero ma–ana, y alguien le desliz— tas m‡gicas; un Superman de pre nos quieren venderÈ, cuen-
y ahora los coyotes trabajan luego no... Unos recuerdos que, una tarjeta con el nombre de pega que, cuando la polic’a le ta. Normal que le preocupe re-
para ellos, as’ que la situaci—n asegura Zamora, han perma- una terapeuta. ÇTodo me su- obliga a estirarse en suelo, cree lativamente poco quiŽn ocu-
ha empeorado mucho: muchos necido atascados durante dos cedi— a los 29 a–os: encontrŽ pe la Casa Blanca a partir de
centroamericanos mueren dŽcadas. ÇEs una historia que a mi terapista, a mi esposa, y noviembre. ÇNo importa si el
dentro de MŽxico asesinados no se la hab’a contado a na- empecŽ a escribir el libroÈ, Superar el trauma presidente es conservador o
por estos coyotesÈ, explica. die, ni a m’ mismoÈ, recono- dice. ĝ+ƫ/¨(+ƫ)!ƫ2!„ƫƫƫƫƫ de izquierda. Siempre nos van
ÇSŽ que mis pap‡s quer’an ce. Para sanar la herida, Zamo- +)+ƫ(#1%!*ƫ-1!ƫƫƫ a perjudicar. Ser inmigrante
esperar hasta que yo estuvie- Lo intent— con el libro de ra tuvo que olvidarse de Javier en este pa’s es ser un ciudada-
se m‡s grande para mi Viaje. poes’a ÔNo acompa–adoÕ, pero y rescatar a Chepito. Devolver-
$„ƫ/1".% +Ďƫ*+ƫ$„ƫ no de segunda clase, si es que
Ojal‡ no piensen que soy muy algo fallaba. ÇNo ten’a las he- le la voz a ese cr’o de nueve !/,%+ƫ,.ƫ* ƫ)8/Ğƫ llegamos a segundaÈ
ƫ/,.0!ƫ5ƫ(%/0ƫ !ƫ(+/ƫ)8/ƫ2!* % +/ƫƫ ฀ƫ 
ABC CULTURAL Sç BA D O, 1 0 D E F E B R E RO D E 2 0 2 4 āĆ
ŏŏÑ  ŏ ŏŏ ŏ   ŏŏŏƒ ŏ ƫ 7ƫ ƫ
ƫƫ  §ƫĥƫ" ƫƫāĀƫƫ
  ŏ gŏ  ŏŏ  ŏ ŏŏ Semana del 29 enero al 4 de febrero

1
CARMEN R. SANTOS C. R. S. JAVIER VILLUENDAS 8%0+/ƫ0¨)%+/ċċċƫ
ÇLa palabra es la luz de la sangreÈ, nos Mucho se habla en la actualidad del em- La mœsica es el arte pop m‡s modelado James Clear. Diana
dice Mar’a Zambrano. Esta cita de la poderamiento femenino. Pero, m‡s all‡ por lo externo en el corto plazo, vertigi- A–o: 2020
pensadora malague–a abre ÔVuelan pa- de las tesis de un cierto feminismo doc- noso en modas por la evoluci—n del for- Libro lanzado en la semana 37

2
lomas. Arte de sermones para tiempos trinario, no es una tarea f‡cil. Pero no mato, del vinilo al ÔstreamingÕ en el m—-
inciertosÕ, que recientemente subi— a las imposible, sobre todo si se cuenta y se vil, de las orquestas al DJ, de la llegada 1ƫ!.!.+ƫ0%!*!ƫ$).!ƫƫƫƫƫƫƫƫƫƫƫƫƫƫƫƫƫƫƫƫƫƫƫƫ
tablas de los madrile–os Teatros de la ponen en pr‡ctica mecanismos y recur- del ÔsinteÕ a un futuro en donde la IA va Boticaria Garc’a. Planeta
Comedia y La Abad’a, cuyo texto pode- sos adecuados. En esta labor, puede ser a darle la enŽsima vuelta al oficio de A–o: 2024
mos ahora leer y disfrutar, pues nunca de beneficiosa ayuda ÔEn mi vida falt— componer. Por no hablar de la decaden- Libro lanzado en la semana 03ƫ

3
est‡ de m‡s recordar que el teatro tam- yoÕ, de significativo subt’tulo: ÔEl cami- cia de los estudios, pues todos podemos
biŽn se lee. Y quiz‡ m‡s en este caso, no para reencontrarte a ti mismaÕ, que ahora grabar desde casa un disco tipo ƫ/+%!  ƫ !ƫ(ƫ*%!2!ƫ
cuando estamos ante un homenaje a la ha conseguido un puesto de privilegio Cecilio G o tipo Haydn (siempre, eso s’, Pablo Vierci. AlrevŽs
palabra, y a su indiscutible poder. JosŽ en la selva de los libros de autoayuda. con las grandes discogr‡ficas al acecho). A–o: 2022
Luis G—mez, acadŽmico y nombre esen- Nos llega de la mano de la polaca Nata- Y as’ llega ÔSlavery RecordsÕ, la novela Libro lanzado en la semana 45

4
cial de nuestra escena, y Javier Huerta lia de Barbaro, escritora, ÔcoachÕ y co- de Pedro Learreta para describir el fi-
Calvo, catedr‡tico de Literatura Espa- lumnista de Žxito de varios peri—dicos nal del cuento del rock, que nunca lle- ¨)+ƫ$!.ƫ-1!ƫ0!ƫ,/!*ċċċƫ
M. Rojas EstapŽ. Espasa

Tracking extrapolado semanal elaborado a partir de las ventas registradas en m‡s de 1.300 puntos de venta
–ola, secretario y revistas. Entre gar‡. Susan Sla-
de la Fundaci—n otras cuestiones, very es la due–a A–o: 2018
Universitaria Es- Barbaro analiza de una tienda de Libro lanzado en la semana 41

5
pa–ola e investi- diferentes tipos vinilos de segun-
gador especiali- de mujer ÐLa Su- da mano en el co- .*!ƫ#+!.* ƫ
zado en estudios misa, la Sufrido- raz—n de Los çn- Fernando Savater. Ariel
teatrales,unen ra, la Reina de las geles, y, con un es- A–o: 2024
sus fuerzas en un Nieves, la Ni–a tilo que al Libro lanzado en la semana 04

6
trabajo tan origi- Salvaje, la Ama- principio me cho-
nal como extraor- ble...Ð, lo que nos c— por cuenta- !&ƫ !ƫ/!.ƫ0Òƫ
dinario. Nos ofre- permite ser cons- cuentos, la colec- Joe Dispenza. Urano
Vuelan palomas cen un significa- En mi vida... cientes de los da- Slavery Records ci—n de historias A–o: 2012
J. L. G—mez y J. tivo repaso por Natalia –inos estereoti- Pedro Learreta alrededor del fue- Libro lanzado en la semana 38

7
Huerta Calvo un gŽnero bas- de Barbaro pos y roles en los Liburuak, 2024 go del rock y sus
Punto de Vista, tante desconoci- Destino, 2024 que hemos podi-  ÿp‡ginas entra–ables per- (ƫ)+*&!ƫ-1!ƫ2!* %¨ƫ/1ƫ!...%ƫ
2023. ÿp‡ginas do, pese a su rele-  ÿp‡ginas do caer. Y aboga  ÿeuros sonajes se torna Robin Sharma. Debolsillo
 ÿeuros vancia, sobre  ÿeuros por Mi Tierna r‡pido en un A–o: 2010
todo en el Siglo Compa–era, Çcie- emotivo tapiz hu- Libro lanzado en la semana 41

8
de Oro espa–ol, si rro los ojos para mano que se sa- ƫ
bien no se ci–e a verla [...]. Siento borea como una +.ƫ/%ƫ(/ƫ2+!/ƫ21!(2!*ƫ
esa Žpoca: las prŽdicas con las que los en mi coraz—n que deber’a seguirla. Si hermosa canci—n de los Jayhawks, con çngel Mart’n. Booket
sacerdotes aleccionaban a los feligre- lo hago, mi miedo se transforma y se el lacrimal atento. Hay cap’tulos como A–o: 2024
ses desde el pœlpito. Unos sermones que convierte en amabilidad hacia mi mis- el de ÔMotherÕ, dedicado a la madre de Libro lanzado en la semana 04ƫ

9
no s—lo impart’an doctrina, sino que maÈ. Hoy la mujer ha avanzado mucho la prota, u ÔOchenta a–osÕ que son ma-
tambiŽn daban cauce a la s‡tira, la de- en las sociedades occidentales Ðen las terial sensible de primera, y aparece por (ƫ,+ !.ƫ !(ƫ$+.
nuncia... Y los predicadores no pocas que no lo son es otro cantarÐ, sin que all’ incluso Nick Hornby con su ÔAlta fi- Eckhart Tolle. Gaia
veces empleaban tŽcnicas actorales para nadie se lo haya regalado y luchando delidadÕ como faro de este ÔSlavery Re- A–o: 2007
hacer m‡s atractivo y eficaz su discur- contra trabas, resistencias y corsets que cordsÕ. Y el giro final, demoledor. La cla- Libro lanzado en la semana 35

10
so. Al pœlpito no pod’an acceder las mu- en numerosas ocasiones son las propias ve es su personaje central, una vieja glo- ƫ
jeres, pero m‡s que oportunamente G—- mujeres quienes se los ponen, arrastra- ria de la escena que se pregunta Çsi no  .!ƫ.%+Čƫ, .!ƫ,+.!ƫ
mez y Huerta recuperan sus voces ÐSor das por una desmenida autoexigencia hubiera preferido desempe–ar un pa- R. T. Kiyosaki. Debolsillo
Juana InŽs de la Cruz, Teresa de Carta- que lleva a la infelicidad. Por eso, la ba- pel de mujer m‡s normalÈ por tantos A–o: 2023
gena...Ð, marc‡ndose as’ un revelador talla no ha terminado, como bien expli- sinsabores, ya que qued— atrapada en Libro lanzado en la semana 22
contraste entre la espiritualidad inte- ca Natalia Barbaro, quien lanza un men- la mayor creaci—n art’stica del siglo XX
rior y contenida de estas y el dogmatis- saje positivo y esperanzador: ÇAunque y pas— a ser una v’ctima m‡s del rock
mo masculino. Propuesta para Ôtiem- nos alejemos mucho de nosotras mis- and roll. ÀC—mo he llegado hasta aqu’?,
pos inciertosÕ, como reza el subt’tulo de mas, siempre podemos encontrar el ca- se pregunta. Y responde: ÇPor medio de
la obra. De ayer y de hoy. mino de vueltaÈ, un proceso triste y nada originalÈ.
āć   §ƫ ฀ %/!(8*!

  ƫ POR PEDRO


G. CUARTANGO

 ƫ ƫ ƫƫƫƫ   s’mbolo de un romanticismo que rei-


vindicaba la felicidad humana en con-
ciliaci—n con la Naturaleza.
En sus œltimos a–os, abandon— el
estilo figurativo y se centr— en la re-
ƫ(ƫ,%/&%/0ƫ%((%)ƫ1.*!.ƫ,%*0¨ƫ!*ƫāĉăĉƫę(ƫÒ(0%)+ƫ2%&!ƫ !(ƫ!)!..%+ĚČƫƫ presentaci—n de la luz. En ÔLluvia, va-
por y velocidadÕ, pintado en 1844, s—lo
$+5ƫ!(ƫ1 .+ƫ"2+.%0+ƫ !ƫ(+/ƫ%*#(!/!/ƫ,!/!ƫƫ(/ƫ.„0%/ƫ !ƫ/1ƫ0%!),+ hay manchas. Los objetos, salvo el des-
dibujado perfil de una m‡quina de va-
por, no son ya reconocibles. Es un cua-

E
l cr’tico inglŽs John Ruskin dijo tor quisiera advertirnos de la fealdad Hoy es obvio que Turner no preten- dro impresionista, dŽcadas antes de
de William Turner que era Çel del progreso industrial. Un detalle ape- d’a pintar un cuadro realista, sino que las creaciones de Monet, Renoir y Pis-
artista que m‡s conmovedo- nas perceptible es la aparici—n de la eligi— el desguace del barco por su alto sarro.
ramente hab’a atrapado el luna mientras el sol se pone a esa hora valor simb—lico. Marcaba el final de Turner naci— en Londres en 1775 en
temperamento de la NaturalezaÈ. Una en la que la noche y el d’a se solapan. una Žpoca y el despegue de la indus- el seno de una familia de clase media.
afirmaci—n refrendada por los gustos El cuadro fue acogido con cr’ticas trializaci—n, a la vez que hay en la obra Su padre era fabricante de pelucas y
del pœblico que, en una votaci—n orga- por su falta de realismo. Se le repro- una exaltaci—n rom‡ntica de la Natu- su madre ten’a problemas de estabili-
nizada por la BBC en 2005, eligieron ch— a Turner que representara al bar- raleza, muy habitual en sus trabajos. dad mental, por lo que el joven William
ÔEl œltimo viaje del TemerarioÕ como la co con los m‡stiles que ya hab’an sido El pintor inglŽs fue esencialmente fue criado por su t’o materno. A los 14
mejor pintura expuesta en los museos desguazados, que ignorara que hab’a un paisajista que retrataba con sus pin- a–os, ingres— en la Royal Academy of
brit‡nicos. El cuadro, de 91 por 121 cen- dos remolcadores y no uno, que obvia- celes la peque–ez del ser humano fren- Art. M‡s tarde, se dedicar’a a viajar por
t’metros, puede verse en la National ra que la entrada en el estuario se ha- te a la grandiosidad de fen—menos na- Francia e Italia para estudiar la pintu-
Gallery de Londres. Turner pint— su b’a producido a plena luz del d’a y que turales como la fuerza del mar, las tor- ra cl‡sica. Pod’a permit’rselo porque,
obra en 1838 cuando hab’a cumplido Žl en esas fechas estaba ausente del mentas, los incendios y las cat‡strofes. a los 24 a–os, era un artista cotizado y
los 63 a–os, era un artista consagrado pa’s. Turner, junto a John Constable, fue el vend’a sus cuadros a la aristocracia a
y disfrutaba de un notable patrimonio. un precio inusualmente alto.
Siempre se neg— a desprenderse de este El paso del tiempo no s—lo no ha
—leo sobre lienzo, por el que sent’a es- mermado su Žxito. sino que ha ido re-
pecial predilecci—n. valorizando su obra. En 2006, Chris-
Cuando acometi— el cuadro, el na- tieÕs sac— a subasta un —leo con una vis-
v’o de guerra HMS Temeraire acaba- ta de Venecia, que se vendi— por 36 mi-
ba de ser desguazado en unos astille- llones de d—lares. Su obra est‡ hoy
ros del T‡mesis para vender la made- dispersa en diferentes museos contra
ra. El barco hab’a participado en la su voluntad, ya que Žl quer’a que sus
batalla de Trafalgar como escolta del cuadros fueran expuestos en su casa
buque insignia del almirante Nelson. de Chelsea.
El acontecimiento levant— una gran En los œltimos a–os de su vida, sus
expectaci—n con una enorme atenci—n h‡bitos excŽntricos y su pintura abs-
de la prensa. tracta, ya impresionista, provocaron
Turner pinta al Temeraire en el cua- duros ataques de los cr’ticos. La reina
drante inferior izquierdo de la tela. Su Victoria se neg— a concederle la distin-
silueta est‡ enmarcada por los rayos ci—n de caballero de honor al conside-
del sol en el atardecer que iluminan el rar que estaba perturbado mentalmen-
cielo. Vemos a un remolcador que te. ƒl propio artista alimentaba esa le-
arrastra al viejo nav’o, con las velas yenda con su doble vida, ya que se hac’a
plegadas, en su œltimo viaje. La silue- pasar por un almirante retirado y sus
ta de ambos es reflejada en las aguas h‡bitos amorosos no eran precisamen-
del estuario, pero, mientras el buque te ejemplares. Todo esto no es hoy m‡s
aparece con una grandeza majestuo- que una pura anŽcdota frente a la mag-
sa, el remolcador arroja un humo que MEMORABLE. En una votaci—n organizada por la BBC en 2005, se eligi— ÔEl nitud de una obra que le coloca entre
mancha la atm—sfera, como si el pin- œltimo viaje del TemerarioÕ como la mejor pintura en los museos brit‡nicos los mayores genios de la pintura.

ƫ  de su nave griega, justo sonr’e con la mirada tretasÈ; Çastuto ante el
donde comienza la Odisea. perdida en algœn punto del enemigo; infiel a la esposa,
El d’a que conoc’ Conversa con sencillez,
como si ignorase que las
pasado: ÇOdiseo es el hŽroe
m‡s moderno de la anti-
ausente en el hijo; cruel
con las amantes. Usted
a Homero musas lo acompa–an, y gŸedad; no es un hŽroe de sabr‡ si quiere que un
mira el horizonte con la la guerra, sino de la hombre as’ exista de
(%/!/ƫ*1*ƫ!4%/0%¨ċƫ!.+ƫ+)!.+ƫ/„ƫ!4%/0!ċƫƫ sabia tranquilidad de un astucia; muy griego, pues verdadÈ, concluye enco-
pescador del Peloponeso: ese era mi deseo: cantar las giŽndose de hombros. Yo lo
!ƫ(()ƫ.(+/ƫ.„ƫ1(Čƫ5ƫ5+ƫ$!ƫ0!*% +ƫƫ ÇFeacia se esconde en haza–as de un hombre miro desaparecer por
(ƫ/1!.0!ƫ !ƫ+*+!.(+ Corfœ; la isla de los C’clo- capaz de ser ejemplar detr‡s de su propia sombra
pes pudiera ser Trinacria, frente a Aquiles, que es el y regreso al bullicio de
Cada d’a, justo cuando la entre la gente, con un que es Sicilia; Circe vivir’a guerrero de la fuerza, y Madrid convencida de que
aurora de rosados dedos abrigo oscuro y un gorro de cerca de N‡poles, y Calipso ante HŽctor que es, al fin y Ulises nunca existi—. Pero
toca el horizonte, el lana porque el invierno es en algœn lugar del norte de al cabo, un defensor de la Homero s’ existe. Se llama
hombre cruza el umbral de m‡s duro lejos de êtaca. Sus çfricaÈ. ÇPero, ÀUlises ciudad, el primer patriota Carlos Garc’a Gual, y yo he
su puerta de Madrid y se palabras cantarinas, existi—?È Ðle interrumpo de la literatura en sentido tenido la suerte de recono-
adentra en la l’nea de propias de un aedo, impaciente, ajena a la moderno. Ulises es m‡s cerle.
sombra que dibuja sobre el inundan la ma–ana y poco desproporci—n de la completo y m‡s complejo
asfalto la hilera de copas a poco la ciudad desapare- geograf’a, que en m’ que aquellos. Es el polytro- MARêA JOSƒ
de los ‡rboles m‡s altos del ce. Hoy me ha hecho un siempre se ha resumido en pon; el hombre de los mil SOLANO
Retiro. Pasa inadvertido hueco en el cuenco negro el hombre amadoÐ. El aedo trucos o las Çmœltiples
%/!(8*!ƫ ฀  §
ABC CULTURAL Sç BA D O, 1 0 D E F E B R E RO D E 2 0 2 4 āĈ
ƫ ƫ   ƫƫ 
POR ELVIRA NAVARRO

La entidad
 eterna de Bach

E
mpez— a beber a solas el d’a a lo lejos a Luis con su novia toman-
que se divorci—. Abri— una do el aperitivo en la terraza de un bar
litrona y se la llev— al sof‡. al que ellos hab’an ido a menudo
Hac’a m‡s de un a–o de antes de tener al chiquillo. El es-

E
la marcha de su exmarido, pero tanque maloliente de sus emo- ste diario me ha propuesto es-
de repente tuvo la impresi—n de ciones se agit— con violencia. cribir un art’culo de dos mil
que hab’a tenido lugar ayer ÀPor quŽ ten’a que llevar a caracteres, incluyendo espa-
mismo. Le pareci— que ol’a al aquella mujer precisamen- cios, en el que cuente algo re-
tabaco que Žl fumaba, que te all’? lacionado con la llamada mœsica cl‡si-
los cojines sobre los que se Por la noche se despa- ca. Acepto encantado, porque se trata
recostaba guardaban la for- ch— otra botella de vino. del asunto que m‡s me interesa en el
ma de su cuerpo, como si Envalentonada, sac— del mundo. Les hablarŽ de Bach, de algo
hubiera estado sentado all’ caj—n el m—vil reciŽn ad- que hay en Žl que me resulta casi mila-
hasta hac’a pocos minu- quirido y seleccion— la op- groso. Para entenderlo, piensen uste-
tos. Vio al trasluz unas ci—n de nœmero oculto. des en una monta–a nevada, o en un
manchas sobre la Primero se llam— a s’ mis- acantilado, o en una roca; en algo que
mesa, semejantes a ma para cerciorarse de se encuentre en la naturaleza, sea gran-
huellas de pies; una que aparec’a como desco- de o peque–o. Incluso pueden visuali-
met‡fora de lo piso- nocido, y luego a Luis. zar un ‡rbol, o todo un bosque y, si les
teada que se sent’a. ÀDiga? ÀQuiŽn es? ÀOiga? apetece, imaginen una tormenta pode-
Conforme fue vacian- Le llam— cuatro veces segui- rosa. Lo que sea que ustedes hayan ele-
do la botella, empez— das. gido tiene una entidad que se sitœa al
a experimentar lo con- Al d’a siguiente, cuando fue margen de nosotros. Las rocas, las mon-
trario: las huellas ya no a por Mateo, no se atrevi— a mi- ta–as, los acantilados y las tormentas
la aplastaban, sino que la rar a su exmarido a los ojos, y estaban ah’ antes de que cualquier ser
convidaban a un baile. se prometi— no volver a telefo- humano respirara sobre la superficie
Le toc— quedarse con nearle de manera an—nima, pero de este planeta. Nada de eso es un ar-
su hijo y no prob— el al- cuando se qued— otra vez sola no tificio, ni fue crea-
cohol en toda la sema- tard— ni una hora en abrirse un do por ninguno de $ƫ*+ƫ
na, pero el domingo por vino blanco. Antes de acabar la nosotros, como los +),1/+ƫ
la tarde, tras dejarle en botella, ya estaba prendada de telŽfonos, los co- )Ò/%Ďƫ
casa de su padre, con aquellos ÀDiga?, ÀquiŽn es? ches, las barandi-
quien hab’a acordado Lo hizo cuatro, seis, llas o las escobas.
+),1/+ƫ
una custodia comparti- diez veces m‡s. ÀY quŽ ocurre )+*0¦/Čƫ
da, descorch— una bote- Compraba vino con la mœsica de 2%!*0+Čƫ*%!2!Čƫ
lla de vino y la palade— re- en las sema- Bach? Se trata, cla- +. %((!./ċċċ
memorando la mirada nas en las que ro est‡, de una
desabrida de Luis. Des- estaba sola, y creaci—n humana
de que ella insult— las noches se pero, por algo que me resulta imposi-
a su nueva novia, convert’an en ble explicarles, no me lo parece en ab-
Žl no disimulaba un fest’n de lla- soluto. ÔLos conciertos de Brandembur-
su desprecio. Ella madas an—nimas goÕ, sus cantatas, cualquiera de sus com-
hab’a aceptado, e NIETO a Luis. posiciones posee la misma entidad
incluso promovido, Baraj— pedir cita natural que tienen los lagos, las piedras,
la separaci—n y luego el con un psic—logo. Se angus- la lluvia o las tormentas. Cuando oigo
divorcio Ñhac’a a–os que la pareja segu’a activada la opci—n de nœmero tiaba incesantemente por Mateo. Si a Bach, no escucho un artificio, no me
no funcionaba, casi desde que hab’an oculto y no la cambi—. Sab’a que se la pillaban, se acabar’a la custodia parece algo generado por un hombre,
tenido al ni–oÑ, pero cuando su ex la estaba comportando como una para- compartida, quiz‡s incluso le prohi- sino un elemento tan eterno e inhuma-
inform— de que estaba con otra, sus noica, pero eso no mejoraba su ‡ni- bir’an verle, como a esas madres mal- no como la lluvia, el hidr—geno o los
certezas se hicieron a–icos. La sen- mo. Se compr— un nuevo m—vil. La de- tratadoras o locas. ÀLuis viv’a aque- ocŽanos gigantes.
saci—n de querer volver con Žl, de po- pendienta le pregunt— si deseaba otro llas llamadas como un acoso? Empe- Su mœsica parece tener una existen-
seerle de nuevo, le duraba cada vez nœmero o conservar’a el suyo, y ella z— a interrogar sutilmente al ni–o cia anterior a la nuestra. Johan Sebas-
m‡s, y en ese momento, ya borracha, le dijo que otro. De vuelta en su casa, para colegir algo sobre su padre. Pin- tian Bach no compuso mœsica; compu-
aquel sentimiento la enardeci—. se llam— desde su telŽfono al nuevo y chaba en hueso; Mateo se hab’a vuel- so monta–as, viento, nieve, cordilleras,
Se notaba un poco febril. En la con- confirm— que aparec’a como desco- to hermŽtico, y tal vez ah’ estaba la extensiones de campos llenos de trigo,
figuraci—n de su m—vil, seleccion— la nocido, pero no se tranquiliz— del todo respuesta. espacio, tiempo, sol, calor, fr’o. Vuelva
opci—n de ocultar nœmero. Luego fue hasta que no le hizo una videollama- Una madrugada, tras el ÀDiga? y el visualizar lo que eligi— al inicio, ese ele-
a la agenda y le dio al circulito con la da de WhatsApp a Luis para hablar silencio de ella, su exmarido pregun- mento natural. ÀEra una planta, un bos-
inicial de Luis. Eran las once de la no- con el ni–o. Su exmarido se asom— t—: ÀYolanda? Colg— de inmediato. Fue que? Da igual. Solo quiero que sepa que
che. Tras tres tonos, escuch— un des- apenas a la pantalla. Hola, ahora te una manera de delatarse. Llor— has- la mœsica de Bach, y crŽanme que ja-
confiado ÀS’? Cort— inmediatamen- paso a Mateo. La secuencia le pare- ta el amanecer. Estaba segura de que, m‡s entenderŽ por quŽ, tiene la misma
te. Le temblaba la mano. ÀY si en la ci— idŽntica a la de todas las tardes. al d’a siguiente, tendr’a que presen- entidad eterna. Y justo despuŽs de ese
pantalla de Žl no hab’a figurado como Fue abstemia durante las tres se- tarse en comisar’a y le quitar’an al punto tras la letra ÇsÈ termina este ar-
nœmero desconocido? Volvi— a ase- manas siguientes, pero un s‡bado vio ni–o. Por la ma–ana, se duch—, se vis- t’culo de dos mil caracteres, incluyen-
gurarse de que, en efecto, estaba mar- ti— y se maquill—. Esper— sentada en do espacios.
cada esa opci—n, y se meti— a la cama +.ƫ(ƫ*+$!ƫ/!ƫ !/,$¨ƫ+0.ƫ el jard’n a que algo de eso ocurriera,
diciŽndose que, si hab’a visto que era +0!((ƫ !ƫ2%*+ċƫ*2(!*0+* Čƫ pero no pas— nada. El domingo fue a
ella, pod’a ponerle la excusa de que recoger a su hijo, que la abraz— con
le hab’a llamado por error.
/¨ƫ !(ƫ&¨*ƫ!(ƫ)¨2%(ƫ.!%h*ƫ total normalidad, aunque ella no sin- JUAN CARLOS
Al d’a siguiente se levant— con el  -1%.% +ƫƫ5ƫ/!(!%+*¨ƫ(ƫ ti— normalidad alguna, sino impuni- ORTEGA
coraz—n desbocado. En su telŽfono +,%¨*ƫ !ƫ*Ò)!.+ƫ+1(0+ dad.
āĉ ƫ ฀*0.!2%/0

UslŽ, momentos
antes de la
inauguraci—n
de la muestra
en Madrid

çNGEL DE ANTONIO

ƫ gƫ ƫ  cia. Cuando era estudiante pen-


saba de otra manera, pero aho-

ÇYo miro pensando,


ra cada d’a tengo m‡s claro que
estoy a favor del tiempo lento
y de la experiencia, de deposi-

y pienso mirandoÈ
tar tiempo en las obras y de pro-
poner reflexi—n, m‡s que de ha-
cer arte pop.
ÑHay otra fricci—n en ese ejer-
cicio que es la de la imagen fi-
(ƫ,%*0+.Čƫ2+6ƫ10+.%6 ƫ !(ƫ.0!ƫ+*0!),+.8*!+ƫ!/,¦+(Čƫ((!2ƫƫ(ƫ#(!.„ƫā %. ġ gurativa de la fotograf’a y la
abstracci—n que se genera en
.% ƫ!(ƫ,.+5!0+ƫę!ƫ(16ƫ5ƫ/*#.!ĚČƫ+*ƫ(ƫ/+).ƫ !(ƫ..++ƫƫ/1/ƫ!/,( / su propia pintura.
ÑTal y como yo utilizo la foto,
procuro que esta sea un medio
que me permita mirar con dis-
JAVIER DêAZ-GUARDIOLA ÑEl proyecto naci— cuando me te fui al Metropolitan. Me fui ÑTocaba lo duro. Porque a m’ tancia y ÔrobarÕ. O sea, me per-

F
ue uno de los artis- invitaron a ver la Sala Ver—ni- obsesionando con cierta icono- me gusta trabajar y descubrir, mite estar m‡s en el mundo que
tas fundamentales cas. No la conoc’a. Al entrar vi graf’a. Pero como s’ntesis, me pero indagando y haciendo. Soy llamamos real. Creo que ver pin-
que despuntaban en un espacio barroco y de arqui- vinieron dos conceptos. de hacer, pues soy pintor. Me tura es ÔexperienciarÕ. Y expe-
los 80. Desde enton- tectura pesada. Pero ensegui- ÑÀCu‡les eran? gusta elaborar los pigmentos, rienciar es alcanzar un punto
ces, simultane— en da pensŽ en la luz y me dirig’ al ÑUno, la idea de la luz, que con- mezclarlos, hacer la pintura... cero en el que todo puede pa-
su quehacer la pintura (con la crucero. No soy una persona ca- tinuaba. Otro, la imagen de la ÑÀY c—mo es su pintura? sar. Yo miro pensando y pien-
que se consagr—), con la foto (a t—lica, pero me gustan los espa- sangre: a travŽs de la tortura, el ÑMi pintura siempre propone, so mirando. Debemos empezar
la que cada vez da m‡s prota- cios recogidos, me gusta el si- dolor, el martirio... Me esmerŽ pero tambiŽn esconde, porque por abrirnos y percibir no so-
gonismo en sus citas). Con esta lencio. PreguntŽ si podr’a abrir en hacer un trabajo de campo creo que debe ser el espectador lamente con los ojos, sino con
œltima, Juan UslŽ (Santander, un agujero arriba. Con eso la ex- m‡s exhaustivo y visitar luga- el que la complete con su pro- todo el cuerpo.
1954) se centra en las im‡genes posici—n ya estaba. res donde estas iconograf’as se pia deducci—n, con su pensa- ÑReconoce que el trabajo le
que nos bombardean desde el ÑClaramente, le dir’an que no. repet’an, estaban a flor de piel, miento. Para esto fue coagulan- ha transportado a su infancia.
exterior. El lienzo y el caballe- ÑÇEs parte del patrimonioÈ, es- y se consideran patrimonio: An- do la idea de simultanear y fric- ÑYo crec’ en una casa donde
te le sirven para asentar las in- tas cosas. Entonces me salie- daluc’a, Valencia, MurciaÉ Dis- cionar la foto y la pintura. Hago mis padres eran hortelanos de
teriores. Por eso no le gusta con- ron al paso las paredes blancas. paraba con la c‡mara. Ten’a cin- muchas fotos, pero me siento unas monjas de clausura. Y me
traponerlas, sino ÔfriccionarlasÕ, Me vinieron a la cabeza im‡ge- co mil im‡genes. pintor. Estoy m‡s a favor de rei- vi maravillado por ese mundo:

©
como sucede en ÔDe luz y san- nes de retablos. PensŽ: ÇÀQuŽ ÑTocar’a condensar... vindicar la pintura por militan- la luz, los colores, que me en-
greÕ, versi—n reducida para la tipo de iconograf’a habr’a hoy cantan saturados porque soy
galeria 1MiraMadrid de un mag- en estas capillas?È. Y me ima- del norte. Todos los componen-
no proyecto que naci— en la Sala ginŽ muchas cosas. El Barroco ƫ#.*ƫ 1 ƫ !ƫ*+ƫ/!.ƫ ¨* !ƫ!/08/ƫ tes de mi pintura tienen mucha
Ver—nicas de Murcia y en la que es parte de nuestra tradici—n y /!ƫ/+(2!*0ƫ/1)%!* +ƫ-1!ƫ!(ƫ!/01 %+ƫ vinculaci—n con el paisaje que
la pauta la dan referentes reli- me fui empapando de im‡ge- yo he vivido y sobre todo con la
giosos atravesados por el tamiz nes. Y, claro, vi las im‡genes que
!/08ƫ/%!),.!ƫ!*ƫ(ƫ,.! Ğƫ estructura mental que desarro-
de Çun hombre laicoÈ. yo llevaba dentro, por mi edu- llŽ. Y la constru’ de una mane-
ÑÀC—mo se condensa en gale- caci—n, por nuestra tradici—n, +ƫ.!+ƫ-1!ƫ$5ƫ$!$+ƫ#.* !/ƫ ra muy naif. Porque en mi casa,
r’a una cita que pas— por Ve- y decid’ visitar lugares. Volv’ a ,%*01./ċƫ%!),.!ƫ.!+ƫ-1!ƫ!/0/ƫƫ por ejemplo, no hab’a libros, ni
r—nicas y el CICUS sevillano? Nueva York, donde l—gicamen- !/08*ƫ,+.ƫ$!./!Ğ apego por la cultura.
*%2!./.%+ƫ ฀
ABC CULTURAL Sç BA D O, 1 0 D E F E B R E RO D E 2 0 2 4 āĊ
ÑÀY c—mo se mira de una ma-
nera laica unos contenidos que Un Espai 13
en plena forma
tienen una connotaci—n tan
marcada?
ÑBueno, mi mirada es relativa-
mente laica porque he procu-
rado tener una distancia. Pero
la distancia no es nunca obje- (ƫ!/,%+ƫ !ƫ.0!ƫ!)!.#!*0!ƫ !ƫ(ƫ1* %¨*ƫ %.¨ƫ1),(!ƫ
tiva. Sin embargo, yo crec’ en
esa educaci—n. Tengo experien- ąĆƫ¦+/ƫ5ƫ(+ƫ!(!.ƫ+*ƫ(ƫ+)%/.%ƫ .%*ƫ 1.00
cias muy fuertes de cuando era
ni–o. Por ejemplo, encontrar-
me por primera vez delante de ISABEL LçZARO cia espacial multisensorial que se apoya en

L
un cuadro, por accidente, que a Fundaci—n Joan Mir— celebra nada un minimalismo esencialista con piezas que
fue algo terror’fico. Todo en m’ menos que cuarenta y cinco a–os de pasan por ser escultura, tambiŽn instala-
fue un proceso encadenado, sin trabajo desde su Espai 13, enfocado ci—n, un sutil dibujo y sonido, de manera or-
prisas, sin que nadie forzara en el arte emergente. Un lugar que se ha de- g‡nica, proponiŽndonos un paseo por un
nada, pero que a m’ me ha he- finido por evolucionar junto a las pulsiones ente vivo. El resultado es Ôun protagonista
cho ir apreciando, valorando y creativas desde un esp’ritu curioso y exi- subyacenteÕ que casi respira y se desarrolla
construyendo un imaginario gente, en l’nea con la propia personalidad desde su aparente blanda realidad en un
personal. Porque pasŽ muchas mironiana, hacia la experimentaci—n y la casi impoluto cubo blanco.
horas solo, descubriendo. Eso relaci—n con las nuevas producciones. Este
te da un nivel de valoraci—n que hilo de conexi—n con la actualidad del arte Abrir la mente
no sŽ si bueno o malo, pero s’ de nuestro momento ya hered— objetivos y El escenario-ente liga con el espacio desde
desprejuiciado e intenso. Por competencias del Espai 10, donde actual- su palidez casi absoluta e invita a quien lo
eso mi pensamiento tambiŽn mente se sitœa la tienda de la Fundaci—n. transita a hacerlo abriendo la mente y los
es desordenado. Luego la vida Sobre estas l’neas, Con un programa arriesgado y en constan- sentidos. Espacio y obra aœnan esa expe-
te da unas pautas y eres capaz ÔJuicioÕ (2022) y ÔCruzÕ (2022) te ebullici—n, el espacio se despliega como riencia m‡s all‡ de lo visual desde una apa-
de establecer unos registros. ‡mbito de investigaci—n y cuestionamiento rente sencillez circular. Tejidos que se mue-
ÑEs me‡ndrico, s’, pero luego del rol del arte en una sociedad en constan- ven y casi respiran en un movimiento me-
es muy sistem‡tico. ÔDeltaÕ es es el tiempo de los aconteci- te transformaci—n y diversa en su propia com- c‡nico. Un hilo de agua continuo y pausado
una gran secuencia de fotos; mientos y las circunstancias. posici—n. Hacia esta esencia se–ala ahora el sale de la pared Ðes ese surco del t’tuloÐ que
la estructuraci—n en pol’pti- El de la pintura es otro tiempo, ciclo comisariado por Irina Mutt bajo el poŽ- acaba en un recipiente oscuro de una pro-
cos al final genera otras se- m‡s pausado y reflexivo, que tico t’tulo ÔNos acompa–aremos cuando ano- fundidad ajena a la realidad.
cuencias; en su pintura, pare- tambiŽn necesito. F’jate, no creo chezcaÕ. De este acompa–amiento y su pro- Un espacio de inquietud y reflexi—n, pues,
ce repetir un movimiento... que haya hecho grandes pintu- ceso es de lo que viene y hacia lo que va la ini- que nos transporta a una irrealidad pauta-
ÑLa respuesta es el tiempo. Yo ras. Siempre creo que estas es- ciativa de la Fundaci—n Mir— como escaparate da que nos atrae y que interpela a nuestros
creo que la pintura no es una t‡n por hacer. del arte m‡s actual, respaldando lo que se deseos de tocar, oler y sentir. El sonido en-
imagen muerta o fija. Yo prefie- ÑÀEn serio? est‡ haciendo ahora en un ‡mbito plural, tan- volvente de ese palpitar y respirar toma
ro que haya una zona o muchas ÑDesde luego. A la pintura ade- to de procedencias como de implicaciones. como punto de partida a un ente del relato
en el cuadro que me deje ‡mbi- m‡s hay que dejarla en paz. ÔBloodchildÕ, de Octavia E. Butler, d‡ndole
tos, resquicios, fisuras, lugares, Pero yo quiero pintar. Y quiero En peque–as dosis acertadamente en esta sala dimensionali-
pieles, filtros, para sumergirme estar en los dos tiempos: el mo- Mutt conjuga en su ciclo la mirada de crea- dad propia y viva.
y definir aquello personalmen- mento en el que el fotograma doras j—venes en su forma de estar en el mun- Mayol nos lleva desde un espacio de en-
te. Y creo que se lo merece el es- sigue corriendo y en el que se do y subraya c—mo ocupan los espacios a sue–o a la realidad espacial con el referen-
pectador. El ojo que se sitœa de- quema. Esa fue la imagen que travŽs de una producci—n entendida de una te escrito como punto de anclaje y compren-
lante de una pintura se mere- se me qued— cuando conoc’ el forma vers‡til y amplia. Para ello la acom- si—n. El texto abre las puertas al entendi-
ce participar. La vida tiene que cine. pa–ar‡n estos meses propuestas diversas miento, dibujando los l’mites que en sala se
ver con eso, m‡s que con sinte- ÑAcaba de inaugurar en Le- como la de Inari Sandell, Danielle Brathwai- difuminan intencionadamente para crear
tizarlo todo. long, vive de las ventas... ÀDis- te-Shirley y nombres ya habituales del eco- esa congelada extra–eza de una cueva lu-
ÑÀTienen aqu’, como en el Ba- fruta de un momento dulce? sistema del circuito art’stico de la Ciudad minosa y etŽrea.
rroco, una lectura simb—lica ÑQuiero creer que todo es tran- Condal como Helena Vinent o Alba Mayol,
los recurrentes azules y rojos sitorio. Lo dulce es sin—nimo de quien protagoniza este primer cap’tulo. Alba Mayol Solc i no clos Fundaci—n
del conjunto? adormecimiento. Yo me lo paso Desde el sonoro t’tulo ÔSolc i no closÕ (ÔSur- Joan Mir—. Barcelona. Parque de Montju•c, s/n.
ÑLa tienen, evidentemente. Si muy bien en el estudio porque co y no cercadoÕ), Mayol traza una experien- Comisaria: Irina Mutt. Hasta el 14 de abril
te fijas, en las pinturas hay mu- sŽ que muchos problemas me
cho rojo, y mucha ocultaci—n o est‡n esperando all’. Proble-
desaparici—n del mismo. Para mas que no son de mi relaci—n
m’, en esta muestra, es el color con el exterior, sino que nacen
de la sangre. TrabajŽ sobre los de no sentirme satisfecho del
colores de las llagas de los cua- todo con lo que produzco.
dros que fotografiŽ. ÑNo sŽ si vivir en dos escalas
ÑÔDeltaÕ es un mural de m‡s distintas, Saro en Espa–a, Nue-
de 400 fotos. La anterior ex- va York en EE.UU., ayuda a re-
posici—n en este espacio fue lativizarÉ
fotogr‡fica. ÀEs cada vez m‡s ÑMira, es algo que me ayuda a
fot—grafo que pintor? generar una agitaci—n interior.
ÑLa foto siempre fue para m’ A no dormirme en los laureles.
un lenguaje paralelo al de la pin- A so–ar desde un lugar tenien-
tura. Siempre voy con la c‡ma- do en cuenta el otro. Y a tener
ra a cuestas. Sin embargo, y aun- un pie siempre en una orilla y
que en la calle los j—venes de mi en la otra del ÔazulÕ. El azul es
generaci—n nos entreg‡bamos otro color b‡sico. La gran duda
a la acci—n, al volver a casa me de no saber d—nde est‡s se sol-
pon’a a pintar. Son dos cami- venta asumiendo que el estu-
nos, dos velocidades, dos tiem- dio est‡ siempre en la pared. ฀
pos. Con la c‡mara ante la cara,
me siento protegido. Genera un Juan UslŽ De luz y sangre Gale-
escudo. Su inmediatez siempre r’a 1MiraMadrid. Madrid. C/ Argu-
me hizo sentir estar vivo, pues mosa, 16. Hasta el 30 de marzo Vista del montaje de ÔSolc i no closÕ, de Alba Mayol
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Sç BA D O, 1 0 D E F E B R E RO D E 2 0 2 4 ABC CULTURAL

De las tinieblas a la luz


JAVIER RUBIO NOMBLOT
AprovecharŽ esta referencia a la individual de Nuno Nu-
nes-Ferreira (1976) para citar unas l’neas que le dedica en
su texto Hugo Dinis al arte de archivo, tan en boga en los
museos como desconocido por el pœblico. La palabra, Çde
origen griego, ÔarkheionÕ designaba la residencia de los ar-
contes, altos magistrados que custodiaban las leyes y do-
cumentos; el archivo no se limitaba al mero almacenamien-
to y procesamiento. Al interpretar los documentos, estas
figuras de autoridad se convert’an en actores activos de co-
nocimiento y poder. En otras palabras, la colecci—n de do-
cumentos se convierte en archivo con su interpretaci—nÈ.
Importa que la interpretaci—n
posibilita la intervenci—n que exi-
gir’a Danto Ðen esta cita dedicada
a la Revoluci—n del 25 de abril de
1974, el borrado parcial de algunas
de las portadas de los peri—dicos
que constituyen el archivo del ar-
tista, o el horadamiento de los seis
volœmenes de los ÔDiscursosÕ de
SalazarÐ, que todo documento es
en s’ una cuestionable versi—n de
  ƫ ƫ
los hechos, que la propia elecci—n
del documento es subjetiva, y tie-
ne importancia social: c—mo se ad-
ƫ §ƫ
quiri—, quienes participaron...
En este caso, puede hacerse una lectura poŽtica de la dis-
posici—n del archivo: la primera sala, dedicada a los peri—- *%2!./.%+ƫ !(ƫ1..!(%/)+Čƫ-1!Čƫ/+% +ƫƫ(ƫ)8-1%*Čƫƫ
dicos de la dictadura, todos censurados; la segunda, a la
exaltaci—n revolucionaria, al jœbilo y al entusiasmo desbor-
*+ƫ1&ƫ%!*ƫ!*ƫ(ƫ) .%(!¦ƫ1* %¨*ƫ*(
dante; como transici—n, el poema ÔEsta Ž a madrugada que
eu esperavaÕ, de Sophia de Mello. Y para todo, un t’tulo ir—-
nico: ÔTan nuevo y tan cercaÕ, eslogan de una campa–a pu- FERNANDO CASTRO FLîREZ nillando por la calle los boto-

L
blicitaria que los portugueses hicieron en Espa–a en 1975. ฀ as conmemoraciones, nes de un abrigo de mujer.
Nuno Nunes-Ferreira Tan nuevo y tan cerca ฀GALERêA como las buenas in- Lo que desconoc’amos era
JUAN SILIî. MADRID. C/ DOCTOR FOURQUET, 20. HASTA EL 27 DE MARZO tenciones, las car- este tema Ôpoco exploradoÕ
ga el diablo. de la influencia de la m‡-
Cualquier a–o es bue- quina en su Surrealismo.
Los paisajes de Lola Zoido no para celebrar el cen- Exposiciones magn’fi-
tenario de lo que to- cas como la que se mon-
MIGUEL CERECEDA que, y en 2024 tene- t— en el IVAM sobre el
DespuŽs del sorprendente auge y la prematura ca’da del mos la ocasi—n de objeto surrealista (1997),
arte nft, con obras que se vendieron por millones de d—la- darle vueltas a lo o la que comisari— JosŽ
res y cuyo valor mercantil ahora parece casi nulo. DespuŽs kafkiano y al Surrealis- JimŽnez con el tema de
de las polŽmicas experimentaciones con la inteligencia ar- mo entre otras lindezas. ÔEl surrealismo y el sue-
tificial, tanto en arte como en literatura, con casos como el Motivo, sin duda, de –oÕ en el Thyssen (2013-14),
de la novelista japonesa Rie Kudan, que gan— un importan- exaltaci—n para los comi- ofrecieron revisiones de ese
te premio literario por una novela escrita con la IA, o el de sarios, que son capaces de movimiento sin que la meca-
Boris Eldagsen, en Alemania, que gan— un concurso de fo- cantar por todos los palos o, nizaci—n fuera algo relevante.
tograf’a con una imagen generada tambiŽn por inteligen- como apuntara Pablo Helgue- La cita del fot—grafo Paul B.
cia artificial. DespuŽs de todas estas recientes experien- ra en su ÔManual de estilo del Haviland de que Çvivimos en la
cias, parece como si el uso de las nuevas tecnolog’as para arte contempor‡neoÕ, termi- ÔRotoreliefs. Relieves de rotorÕ. era de la m‡quinaÈ es una ob-
la creaci—n se hubiera puesto en entredicho. nan por certificar que el œni- Discos —pticos de Duchamp viedad que no sirve, ni mucho
Cabe decir al respecto, sin embargo, que el arte desde co ÔismoÕ que funciona es el menos, para apuntalar algo as’
siempre ha jugado con ellas. Desde la imprenta y la c‡ma- oportunismo. Nuestra Žpoca, como una tesis curatorial. Pi-
ra oscura, a la fotograf’a y el nadie lo ignora, es extra–a, y dromolog’a e incluso canta- lar Parcerisas propone una re-
cine, siempre han sido los ar- cuanto m‡s frikis son las can- ron, de forma demencial, la su- visi—n, bastante poco afortuna-
tistas los primeros en explo- tinelas y absurdo lo realizado, blimidad de la guerra, acele- da, del Surrealismo que, segœn
rar sus posibilidades expre- m‡s viralizaciones se consi- rando sin freno hacia la cat‡s- apunta, habr’a descubierto Çel
sivas. Lo mismo pasa con las guen. Tal vez la Fundaci—n Ca- trofe. TambiŽn asumimos que, cuerpo como m‡quina que ela-
holograf’as o con el arte ge- nal program— la muestra ÔSu- como apuntara Giedion, la me- bora sue–os que genera el de-
nerado por ordenador. rrealismos. La era de la m‡- canizaci—n tom— el mando y seo er—tico y desvela la fuerza
Lola Zoido es una joven ar- quinaÕ con seriedad acadŽmica, los ideales modernos de la ar- del inconsciente y la irraciona-
tista extreme–a que experi- pero lo cierto es que el caso es quitectura terminaron por edi- lidad como fuerza creativaÈ.
menta con las formas pl‡sti- rar’simo o, directamente, val- ficar un sistema que, para los Si volvemos, como ser’a
cas y visuales a travŽs de las ga la paradoja, divagatorio. habitantes, fue pr‡cticamen- oportuno, al primer Manifies-
nuevas tecnolog’as. Constru- te carcelario. to del Surrealismo escrito por
ye sus im‡genes mediante la No hay nada m‡s bello Aquella superioridad estŽ- Breton y publicado en 1924, no
inteligencia artificial y las ejecuta con impresoras 3D. Las Casi en parvulario aprendimos tica y funcional que Le Corbu- encontraremos otro rastro de
formas as’ generadas son sorprendentes y desconcertan- aquello de que un autom—vil a sier estableciera de su ÔDela- esas ÔmaquinacionesÕ que esta
tes. Ella dice que se trata de Çpaisajes que yacen sobre s’ toda velocidad es Çm‡s bello geÕ en comparaci—n con el Par- exposici—n pretende desvelar.
mismosÈ. Presenta adem‡s un interesante holograma muy que la victoria de SamotraciaÈ, ten—n podr’a haber dado Acaso todo tenga que ver con
seductor. Pero, aunque el camino de su experimentaci—n y algœn fervor tuvimos por ÔMe- enorme satisfacci—n al fordis- la belleza, segœn declar— el
parece absolutamente correcto, es posible que todav’a ten- tr—polisÕ de Fritz Lang antes mo. Chaplin parodi— como na- Conde de LautrŽamont, que se
ga que darle algunas vueltas m‡s a los resultados. ฀Lola Zoi- de entender el subtexto tota- die esos Ôtiempos modernosÕ produce gracias al Çencuen-
do May May Eyes ฀GALERêA BADR EL JUNDI. MADRID. C/ BAR- litario. Las llamadas Ôvanguar- en los que el esclavo de la ca- tro casual de un paraguas y
QUILLO, 43. HASTA EL 9 DE MARZO dias hist—ricasÕ anticiparon la dena de montaje termina ator- una m‡quina de coser sobre
%*01.ƫ5ƫ!/1(01.ƫ ฀
ABC CULTURAL Sç BA D O, 1 0 D E F E B R E RO D E 2 0 2 4 Ăā
A la izquierda,
escultura de Man
Ray. En la otra
La naturaleza emocional
p‡gina, ÔA la hora
del observatorioÕ, de la pintura
del mismo
autor. Abajo, la
m’tica foto de
Duchamp y *ƫ2!6ƫ)8/Čƫ5ƫ2*ƫ%*+Čƫ(ƫ(!)*ƫ**!ƫ!.*%*#ƫ!*0.ƫ!*ƫ
Eva Babiz /,%+ƫ „*%)+Čƫ$+.ƫ+*ƫ1*ƫ+.ƫ-1!ƫ/!ƫ,+5ƫ!*ƫ(+ƫ0!401(
de Julian
Wasser

NEREA UBIETO necta con el t’tulo de la exposici—n ÔIch Wei§

K
andinsky consideraba el color un me- NichtÕ (ÔNo lo sŽÕ), frase alusiva al proceso
dio esencial para ejercer una influen- de creaci—n de Berning: ÇSi me preguntas
cia directa sobre el esp’ritu: ÇEl co- c—mo empiezo, a menudo no lo sŽ, quiz‡
lor es la tecla, el alma es el piano con sus sigo una pista, comienzo y, en seguida, vuel-
cuerdas, y el artista es la mano que, median- vo a no saberÉ La pintura te va dando y qui-
te una u otra tecla, hace vibrar adecuada- tando, mientras el color fluye como un or-
mente el alma humanaÈ. ganismoÈ.
Para el pintor ruso, el lenguaje hablado
o escrito no pod’a expresar la vibraci—n an’- Huir del gesto heroico
mica esencial que transmite el color, tam- Con la pareja de tŽrminos ÔFeige FaulÕ (co-
poco para Anne Berning (1958); sin embar- barde y perezoso), repetida en varios lien-
go, en su caso, las palabras juegan un papel zos, la artista huye del gesto heroico y mas-
clave a la hora de activar el proceso creati- culino asociado a la pintura, en el que no se
vo. La quinta individual de la artista alema- siente representada, y reclama otras for-
na en Espacio M’nimo sigue la estela de su mas de hacer lentas y cuidadosas. Un pro-
exposici—n en 2018 titulada ÔIdiotÕ, donde, ceder que tambiŽn reivindica para un mun-
adem‡s de expandir la naturaleza pict—ri- do en guerras y azotado por la crisis clim‡-
ca a la tridimensionalidad cer‡mica, dej— a tica. ÔFichtenÕ (abetos) apunta a la brutal
un lado la cita expl’cita a la Historia del Arte sequ’a de los bosques alemanes y ÔThem/usÕ,
y el poder de la imagen para explorar las po- a la necesidad de empatizar con el entorno
sibilidades de la pintura apoy‡ndose en el al que pertenecemos.
elemento textual.
Como entonces, los tŽrminos caligrafia- Anne Berning Ich Wei§ Nicht Gale-
dos en los cuadros de hoy se repiten con for- r’a Espacio M’nimo. Madrid. C/ Doctor Fourquet,
mas, tonos y tama–os diferentes. Las letras 17. Hasta el 23 de marzo
invaden el lienzo con una monumentalidad
mesa de disecci—nÈ. Fascinan- ci—n Canal atiende, m‡s que arquitect—nica y sirven de estructura f’sica
te defensa de la tropolog’a me- nada, a las correr’as de los pro- y ancla conceptual. Son forma y significa-
taforizante que en pintura en- to-dada’stas neoyorquinos con do al tiempo, disparaderos reflexivos que
carnara con brillantez, entre el m’nimo a–adido de algunas estimulan las emociones del espectador. En
otros, îscar Dom’nguez. cositas de poca monta de Dal’, lo referente al contenido, la convocatoria
algunas fechadas en 1970, esto previa ten’a un car‡cter m‡s atrevido o, si
Compa–eros de viaje es, cuando hac’a a–os que el se quiere, provocador. Las expresiones Ôidio-
Recordemos que Breton, tras Surrealismo no era otra cosa taÕ, ÔdogmaÕ, ÔmierdaÕ, ÔquŽÕ o la onomatope-
dar la definici—n del Surrea- que una reliquia perfectamen- ya de la risa ÔhahaÕ, parec’an interpelar al vi-
lismo a la manera de un dic- te conservada en los museos- sitante sobre cuestiones de adoctrinamien-
cionario e incluso de una en- mausoleos. to y manipulaci—n medi‡tica.
ciclopedia como Çautomatis- Tal vez lo que la cita quer’a
mo ps’quico puroÈ, poniendo colocar sobre la mesa de di- Ecos sombr’os
a las claras su vinculaci—n con secci—n era al cad‡ver inco- Eso s’, siempre desde la ambigŸedad se-
la interpretaci—n de los sue- rrupto de Marcel Duchamp m‡ntica de los vocablos y su deformaci—n
–os freudiana, anota quiŽnes velado por sus secuaces. Del visual: las l’neas serpenteantes dificultan
son los que han hecho Çprofe- Surrealismo que, como apun- la lectura y permiten divagar por otros de-
si—n de fe en el Surrealismo t— Bret—n, Çtiende a destruir rroteros discursivos y espacios de asocia-
absolutoÈ y, tras componer definitivamente todos los res- ci—n mental. En la cita actual, quiz‡ por la
una lista de escritores del pa- tantes mecanismos ps’qui- influencia del fr’o invierno berlinŽs y la co- ÔFeige FaulÕ
sado como Swift, Hugo, Poe, cosÈ, qued— poco que pueda yuntura internacional, el trasfondo ideol—-
Baudelaire o Rimbaud, que ha- contemplar el Ôojo salvajeÕ. gico tiene ecos sombr’os y pesimistas, sin
br’an sido surrealistas sin sa- Aquel delirante y hasta pa- anular por ello la ambivalencia interpreta-
berlo, deja caer en una nota a ranoico juego, declaradamen- tiva. ÔMelancholyÕ (melancol’a) es la pala-
pie de p‡gina que tambiŽn hay te anti-cartesiano, surgido des- bra protagonista de la sala principal, pero
algunos fil—sofos que podr’an de el sue–o de Çun hombre a cuesta entenderla; sobresalen los fragmen-
atender al Çdictado del pensa- quien la ventana ha partido tos ÔmeÕ (yo), ÔlandÕ (tierra) y, sobre todo ÔholyÕ
miento sin intervenci—n regu- por la mitadÈ, brilla por su au- (sagrado), concepto alineado con la dimen-
ladora del pensamientoÈ, y sencia; o acaso la m‡quina de si—n espiritual que inspiran las obras.
unos pocos pintores que tam- coser carece de hilos. En la pieza ÔLieber NichtÕ destacan las s’-
biŽn pueden ser compa–eros Quiz‡s esta Çconmemora- labas ÔLiebÕ (encantador), ÔErÕ (Žl) y ÔIchÕ (yo),
de viaje: Derain; Picasso, al que ci—n surrealistaÈ en Madrid aunque la traducci—n completa es Ôpreferi-
se califica Çcomo el m‡s puro, aprovech— que el Pisuerga r’a noÕ, frase relativa a la famosa contesta-
con muchoÈ; Braque, Du- pasa por ah’. ci—n de ÔBartleby, el escribienteÕ, de Herman
champ, Picabia, Chirico, Klee, Melville, un personaje que el fil—sofo Gior-
Man Ray, Max Ernst y, espe- Surrealismos. La era de la m‡- gio Agamben ha definido como Çla figura
cialmente, AndrŽ Masson. quina Colectiva Fun- extrema de la nada de la que procede toda
El difuso nœcleo maquinal daci—n Canal. Madrid. C/ Mateo creaci—n y, al mismo tiempo, la m‡s impla-
de la revisi—n del Surrealismo Inurr’a, 2. Comisaria: Pilar Par- cable reivindicaci—n de esta nada como po-
que se propone en la Funda- cerisas. Hasta el 21 de abril tencia pura y absolutaÈ. En este sentido, co- Una de las esculturas de la cita
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Sç BA D O, 1 0 D E F E B R E RO D E 2 0 2 4 ABC CULTURAL

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CARLOS D. MAYORDOMO tambiŽn el de las c‡maras de acadŽmicas. Pero tambiŽn se

U
Obra de la serie ÔC—mo explicarle un chiste a un caballoÕ no de los grandes ca- vigilancia para la visi—n noc- desenvuelve con soltura den-
talizadores de los turna. All’ nos esperan unas tro de esa tradici—n mis—gina
miedos contempo- monumentales figuras textiles que, desde los bestiarios me-
El teatrillo r‡neos es el alien,
cuya monstruosa identidad so-
que intentan evocar aquellas
vidas negras invisibilizadas en
dievales hasta las expresiones
paranoico-cr’ticas de Dal’, ani-
de la gran pintura brevuela el imaginario colecti-
vo a travŽs de vainas, abduccio-
los relatos coloniales.
Modelo, cantante y artista,
maliza la representaci—n de lo
femenino. Espec’ficamente,
nes y platillos volantes. En su la japonesa Mari Katayama Ovartaci imagina a las mujeres
libro ÔAlien’genasÕ (Siruela, (1987) naci— con un trastorno como reptiles, con diminutos
(ƫę.!(%/)+ƫ).%*+Ěƫ !ƫƒ¦%#+ƫ2..+ƫƫ 2006), el historiador e hispanis- congŽnito y, siendo ni–a, deci- orificios nasales, costillas visi-
Ĩ-1!ƫ"%$ƫ,+.ƫ+*!Ő+(!/ĩƫ*+ƫ !!ƫƫ ta John F. Moffit se–alaba que, di— que le amputaran ambas bles, labios prominentes y ojos
en el ‡mbito angloparlante, el piernas. Sus autorretratos, que rasgados.
!(%,/.ƫ(ƫ)!/0.„ƫ !ƫ1*ƫ,.+"!/%+*( significado de la palabra tras- giran en torno a la trascenden- M‡s all‡ de sus ambigŸeda-
ciende lo ficcional y lo extrate- cia de aquel hecho, se caracte- des y de sus amplios m‡rgenes
rrestre; por ejemplo, desde 1950, rizan por la presencia de pr—- interpretativos, las obras selec-
îSCAR ALONSO MOLINA los inmigrantes que merodean tesis, esculturas cosidas a mano cionadas dejan claro el princi-
Empieza la colaboraci—n entre Ponce+Robles con este ar- por los EE.UU. son comœnmen- y gestos anodinos, como de mu- pal postulado de ÔLoving the
tista un tanto a contrapelo, I–igo Navarro (1977), a quien te llamados Ôilegal aliensÕ (ex- –eca. La cuesti—n del drama bio- AlienÕ: la raza, el gŽnero, la iden-
desde hace tiempo se le habr’a deseado ver representado tranjeros ilegales). Esta condi- gr‡fico, as’ como los v’nculos tidad, y ahora tambiŽn la eco-
por una galer’a de al menos este fuste. Es algo habitual en ci—n polisŽmica es estirada entre identidad y cuerpo, tam- log’a, son los emblemas por ex-
nuestra escena que nombres como Antonio Montalvo, Con- como un chicle en ÔLoving the biŽn son determinantes en la celencia de la otredad. Sorpren-
cha Mart’nez Barreto, JosŽ Luis Serzo, Sara Quintero o Jor- AlienÕ, exposici—n integrada por obra del danŽs Ovartaci (seu- de la brevedad del texto del
ge Diezma, con quienes se le puede poner en sinton’a por cuatro artistas internacionales d—nimo de Louis Marcussen, cat‡logo que firma la comisa-
la v’a de su interpretaci—n sui gŽneris del ÔrealismoÕ, tarden cuyas obras escenifican su otre- 1894-1985): diagnosticado de ria, Laura L—pez Paniagua, cuyo
en encontrar acomodo en el sistema comercial Ðcuando lo dad corporal, sus luchas racia- esquizofrenia e ingresado en escaso af‡n te—rico es contra-
consiguenÐ, quiŽn sabe por quŽ prejuicios o complejos. les o sus particularidades se- un psiqui‡trico, se someti— vo- rrestado por los circunloquios
Pero en este caso, tras la larga espera en la que el artis- xuales. luntariamente a la castraci—n ÔqueerÕ del ensayo que aporta
ta fue demostrando lo s—lido de su proyecto, as’ como su La propuesta m‡s sugeren- qu’mica y, poco despuŽs, se au- Helen Hester, profesora de gŽ-
impecable dominio de procesos y tŽcnica (atenci—n a las te procede de la coreana Anne tomutil— el pene. nero en la Universidad de West
superficies de sus acuarelas y telas, vayan al detalle), cabe Duk Hee Jordan (1978), cuyo London. La exposici—n imagi-
esperar que su trabajo sea conocido por un pœblico amplio campo discursivo rebasa la sub- Un rato no muy largo na un universo paralelo, arti-
y acceda a ferias, instituciones y colecciones de relevancia. jetividad identitaria para abrir- Pese a la insistencia de la comi- culado exclusivamente por po-
se al espect‡culo de la Natura- saria en referirse a Ovartaci en l’ticas identitarias, donde la po-
EL TRABAJO DE NAVARRO HA SIDO INTERPRETADO leza, cuya visi—n detenida ofre- femenino, lo cierto es que este breza y las desigualdades
con frecuencia en clave mera y netamente surrealista, en ce perturbadoras historias de se identific— como mujer du- econ—micas no parecen inter-
parte porque el propio artista nos empuja a ello a travŽs de metamorfosis, apareamiento y rante un breve periodo de su ferir en la constituci—n de otre-
los textos que escribe como acompa–amiento de sus im‡- canibalismo, protagonizadas longeva vida. De hecho, en sus dades marginalizadas. Pura fic-
genes, y en los que las situaciones cotidianas se topan cons- por mariposas, anfibios y hon- œltimos a–os, renunci— de ma- ci—n de serie B.
tantemente con el absurdo, lo on’rico o lo delirante. Quiz‡ gos. El espacio expositivo dedi- nera expl’cita a su identidad fe-
ser’a recomendable a quien se acerque por vez primera a cado a la noruega de origen con- menina y pidi— ser tratado Loving the Alien Colectiva
lo intrincado de estas im‡genes que no ceda de inmediato gole–o Sandra Mujinga (1989) como un hombre. Su obra po- La Casa Encendida.
a semejante tentaci—n, que rechace la mano que se le tien- se encuentra sumergido en una see el encanto sin refinar del Madrid. Ronda de Valencia, 2.
de desde la literatura, distanciando la lectura de esos escri- cegadora luz verde, color can—- Ôart brutÕ, en tanto que se mues- Comisaria: Laura L—pez Pania-
tos donde Navarro parafrasea sus im‡genes por medio de nico del extraterrestre, pero tra ajeno a las convenciones gua. Hasta el 28 de abril
historias rocambolescas.
De este modo, lo que parece salido del sue–o adquirir‡
la textura del juego, y lo que aparenta paranormal deven-
dr‡ m‡s bien disparatado o m’tico; todo improbable, s’,
pero susceptible todav’a de ser reconstruido por la l—gica
de la travesura, por las reglas de un teatro privado, del di-
vertimento o la fiesta, del carnaval. Esta labor, que arran-
ca con ÔperformancesÕ familiares, donde su mujer, hijos y
amigos, junto a Žl mismo, aparecen enmascaradas bajo ilu-
minaciones de tramoya, y que va dejando su rastro en ob-
jetos, v’deos e instalaciones que salpican sus exposiciones,
amasa un substrato barroco de juego de espejos que va m‡s
all‡ de los medios tŽcnicos en que se traduce a cada paso.
La pintura est‡ al final de esa cadena (aunque yo desta-
car’a la inteligencia de unos pasos previos en el formato
del peque–o boceto preparatorio para el cuadro y de los pa-
peles, que suelen escapar al ‡mbito comercial); y es una
pintura que merece la pena apreciarse en vivo, porque est‡
hecha con la sabidur’a y la sensibilidad de los grandes.

I–igo Navarro C—mo explicarle un chiste a un caballo


G» Ponce+Robles. Madrid. C/ Alameda, 5. Hasta el 9 de marzo Instalaci—n de Sandra Mujinga en las estancias de La Casa Encendida
4,+/%%¨*ƫ ฀ ¥
ABC CULTURAL Sç BA D O, 1 0 D E F E B R E RO D E 2 0 2 4 Ăă
FRANCISCO CARPIO

L
ejos quedan ya en las
sienes de nuestra me-
moria esa ir—nica pre-
gunta surgida en los
ÔmovidosÕ a–os ochenta: ÀDi-
se–as o trabajas? Bien es ver-
dad que esto, en gran medida,
posiblemente se refer’a m‡s
al dise–o gr‡fico, territorio de
aparente mayor calado glamu-
roso y moderno, que al de pro-
ducto o industrial.
De todas formas, muchas
cosas y muchos hechos han
ocurrido desde entonces en el
dise–o espa–ol que han posi-
bilitado que esa sarc‡stica
ecuaci—n se haya despejado
definitivamente: dise–ar es
trabajar, para conseguir un
mundo mejor, m‡s funcional,
sostenible y humano.
En este sentido iniciativas
como esta nueva edici—n, la sŽp- Bodeg—n con algunas de las principales aportaciones de este creador, como la ÔLampara CestaÕ
tima ya, del Madrid Design Fes-
tival es buena prueba de la ex-
celente salud actual del dise–o
en nuestro pa’s. En su contex- ƫƫ ƫ ƫƫ ƫƫ compromiso con el taller como
un espacio no solo de trabajo

 ƫ  ƫ 7
to surgen una serie de propues- y producci—n, sino an‡loga-
tas expositivas que sirven de mente como un lugar din‡mi-
term—metro fiable para certifi- co de experimentaci—n y con-
car la adecuada temperatura fluencia de ideas y miradas,
del dise–o espa–ol. con una clara dimensi—n hu-
Una de las m‡s interesan- manista que quedar‡ bien pa-
tes y pertinentes es sin duda ƫ/¨(+ƫ,+.ƫ(ƫ.!0.+/,!0%2ƫ!*ƫ!(ƫ!*0.+ƫ1(01.(ƫ !ƫ(ƫ%((ƫƫ tente en todos sus trabajos,
la exposici—n ÔMiguel Mil‡. Di- desde el mobiliario hasta los
se–ador (pre)industrialÕ, ex- !ƫ!/0!ƫ,%+*!.+ƫ !(ƫ %/!¦+ƫ!/,¦+(ƫ2(!ƫ(ƫ,!*ƫ(ƫ ƫ! %%¨*ƫ objetos cotidianos.
celente y novedosa retrospec- !(ƫ  .% ƫ!/%#*ƫ!/0%2(ƫ-1!ƫ$+5ƫ..*
tiva Ðla m‡s importante rea- Un mŽtodo pr‡ctico
lizada hasta el momento a Su campo de creaci—n, como
nivel nacionalÐ sobre una de ese ‡mbito una extensa y pro- por su temprana incursi—n en puede verse en la muestra, abar-
las figuras pioneras y semina- ductiva carrera, a lo largo de la el interiorismo, hasta sus ex- ca un doble ‡mbito. Por un lado,
les de nuestro dise–o. que recibir‡ numerosos galar- periencias como editor y su el espacio domŽstico, con nu-
Se trata de una completa pa- dones y reconocimientos, des- presencia activa en diferentes merosos ejemplos de muebles
nor‡mica de la vida y la obra de el Premio Nacional de Dise- empresas; y a su vez recoge al- y otros objetos, y donde ese ca-
de este creador, a travŽs de m‡s –o en su primera entrega has- gunas de sus principales se- r‡cter humano, al servicio de
de 200 piezas, planos y dibu- ta el prestigioso Compasso –as de identidad dentro de este las personas, le lleva a aplicar
jos originales, que abarcan, en dÕOro Internazionale y la im- territorio. un mŽtodo pr‡ctico, enfocado
un ampl’simo recorrido cro- portante Medalla al MŽrito en Una constante que puede en el usuario, en el que los va-
nol—gico de cerca de setenta las Bellas Artes, lo que le sitœa verse reflejada en toda su tra- lores estŽticos se alinean junto
a–os dividido en ocho seccio- posiblemente como la perso- yectoria es la bœsqueda per- a una Žtica de lo cotidiano. Es
nes, las diversas manifestacio- nalidad m‡s laureada de toda manente de la simplicidad, una esfera en la que el objetivo
nes de su trayectoria creativa, la Historia del dise–o indus- muy en sinton’a con una de no es solo crear funcionalidad,
entre prototipos, piezas de pri- trial en Espa–a. las frases m‡s emblem‡ticas sino que igualmente busca in-
mera Žpoca y trabajos m‡s cer- de la Historia del Dise–o y de fluir en el modo y estilo de vida
canos al presente. A destacar Menos es aœn m‡s la Arquitectura, Çmenos es de las personas. ÇDise–ar es ver
igualmente el cuidado y elabo- El proyecto expositivo efectœa m‡sÈ Ðatribuida a Mies van la vida con lupaÈ, dice el propio
rado montaje del un recorrido que nos mues- der Rohe, pero en realidad acu- Miguel Mil‡, considerando cui-
proyecto. tra diversos aspectos de –ada por el gran Peter Beh- dadosamente cada detalle.
Miguel Mil‡ su vida y de su trayecto- rensÐ, bas‡ndose en una eco- El otro vector de creaci—n
(Barcelona, 1931) es, ria, desde sus or’genes nom’a de materiales y recur- se vincula al espacio urbano,
pues, uno de los familiares, pasando sos, y en contra de lo ostentoso con la idea de combinar la co-
nombres absoluta- y recargado. modidad, el servicio, con otros
mente referenciales Depuraci—n de formas y ob- factores tales como el bienes-
de este sector de crea- jetivo de naturalidad que le tar y la interrelaci—n. De nue-
ci—n. Nacido en el seno iban a servir a la perfecci—n en vo, lo pœblico como una con-
de una familia de la alta una Espa–a todav’a saliendo secuencia estŽtica y Žtica. Una
sociedad barcelonesa de la dura posguerra, con gran- voluntad que queda asimismo
muy relacionada con des carencias materiales, lo muy bien representada por al-
las artes Ðsu t’o Pedro que le llevar’a l—gicamente a gunos de los ejemplos expues-
Mil‡ Camps encarg— a hacer de la necesidad virtud. tos de bancos y asientos urba-
Gaud’ la famosa Casa Esa escasez de medios que nos.
Mil‡, tambiŽn cono- aœn perviv’a a principios de
cida como La Pedre- los 50 le har‡ asimismo otor- Miguel Mil‡ Dise–ador (pre)
ra, y su hermano gar especial importancia a las industrial Sala Fern‡n
Leopoldo ser‡ asi- tradiciones artesanales y a los Mesa ÔMar’aÕ (arriba) G—mez. Centro Cultural de la Villa.
mismo figura impor- Silla ÔGataÕ, procesos y tŽcnicas manuales. y mesa ÔHarpoÕ (sobre Madrid. Plaza de Col—n, 4. Comisa-
tante del dise–o indus- un cl‡sico Un valor que puede verse del estas l’neas), ejemplos rios: Claudia Oliva y Gonzalo Mil‡.
trialÐ, ha desarrollado en del catal‡n mismo modo reflejado en su de la versatilidad de Mil‡ Hasta el 17 de marzo

 
   

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