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Dominic West está demasiado bueno para interpretar al príncipe Carlos

Incluso para Hollywood, esta vez se han pasado de guapo
Dominic West est demasiado bueno para interpretar al príncipe Carlos
Cortesía de Netflix

Dejemos algo muy claro nada más ver el estreno de la esperada quinta temporada de The Crown: Dominic West está demasiado bueno para interpretar al Príncipe Carlos.

Pese a la buena cara que luce Carlos III tras ascender al trono, no hay ni punto de comparación con el atractivo que desprende West como su alter ego televisivo. La diferencia se hace palpable ya en los primeros minutos del episodio 1, cuando el príncipe de Gales y la princesa Diana de los años 90 (una Elizabeth Debicki con un parecido tan clavado que da miedo) andan recorriendo Italia en barco en una falsa "segunda luna de miel". West recrea a la perfección el acento de clase alta y algo engolado de Carlos y lleva el pelo con la misma exacta ondulación. Va caracterizado al milímetro con su anillo rosa y uno de sus típicos trajes de tweed de doble botonadura. Lo único que falla es que West –bañado por el sol en su yate con gafas de aviador– es un hombre demasiado tentador para el papel que interpreta.

Dominic West, un hombre quizá demasiado atractivo para interpretar al príncipe de Gales.

Cortesía de Netflix

Cierto que las versiones hollywoodienses de las personas normales suelen tender a embellecerlas; pero este príncipe Carlos encarnado por West es, sencillamente, está cañón; está buenísimo; es guapo a la altura (y del rollo) de John F. Kennedy Jr. De hecho, ¡tan guapo que distrae! Se acabaron la torpeza, las orejas prominentes (ups, perdón) y la inseguridad constante por vivir a la sombra de la reina Isabel II y de Lady Di. En la versión de The Crown, el Carlos de West no solo impresiona físicamente, sino que hace gala de una actitud decidida, segura y dominante.

 En este contexto, el deslumbrante reparto de esta temporada cobra un poco más de sentido. Unos de los propósitos de The Crown es arrojar luz sobre hechos reales olvidados o pasados por alto, como aquel episodio de la cuarta temporada en el que conocimos a las "primas ocultas " de la reina, Nerissa y Katherine Bowes-Lyon, que vivieron internadas desde los años 40 por haber nacido con discapacidades intelectuales. Uno de los momentos que destapa esta quinta entrega tiene que ver con un elemento histórico mucho menos impactante: la organización benéfica del príncipe Carlos, The Prince's Trust (de la que West es embajador en la vida real). The Crown se emplea a fondo en mostrar al heredero como un miembro de la realeza infravalorado, bailando jovialmente con un grupo diverso de jóvenes británicos. Pese a la exageración, y gracias a West, este Carlos nos parece más guay (y sexy) que nunca.

Este artículo se publicó originalmente en Vogue.co.uk. Traducción y adaptación: Esther Giménez.

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