Ropaje

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Ropaje

Ropaje es un término utilizado para la representación artística de la indumentaria en las artes figurativas, especialmente de la que se acomoda al cuerpo formando pliegues, e incluso se adhiere a él, revelando sus formas de una manera similar a la de la escultura griega clásica (los panneggio bagnato -"paños mojados"- característicos de Fidias) y que se fue imitando en la pintura y escultura medievales con mayor o menor esquematización según la época (pliegues rígidos, formando líneas paralelas en el Románico -primitivismo similar al de la escultura griega arcaica-, mayor sensación de gravedad y variedad de formas en el Gótico -bucles, crestas y depresiones, estilo denominado Muldenfaltenstil en Centroeuropa-); mientras que el ropaje tiene un tratamiento propio, independiente del cuerpo, en la escultura helenística o el Barroco.[1][2][3][4]

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Frontón Este del Partenón, Fidias, ca. 450 a. C.
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El joven azul, de Gainsborough, ca. 1770.

Con el término jetter (palabra francesa traducible como "tirar" o "echarse")[5] se hace referencia a la ordenación de ese ropaje,[6] la caída de cuyos pliegues se denomina drapeado (del francés draper -"cubrir"-).[7][8][9]

La representación de las telas, con sus característicos colores y texturas, es un importante desafío para pintores y escultores, que habitualmente les conceden gran parte de la superficie pictórica de retratos y otros géneros en que se representa la figura humana, en perjuicio de la carnación (la representación de la piel en las zonas desnudas).[10] Otras zonas específicas de la superficie pictórica se denominan, en la representación de animales, pelaje o plumaje; en la de joyas y guirnaldas (con una determinada técnica), pastillaje; y en la del paisaje, celaje, ramaje, follaje, etc.[11]

Algunos artistas menores, como Joseph Van Aken,[12] se especializaron como "pintores de ropajes", siendo contratados por otros pintores para realizar esa parte de las obras. En los talleres de producción masiva, como el de Rubens, era habitual que los maestros se reservaran sólo para una parte de las superficies, dejando las otras en manos de sus aprendices. Hasta tal punto estas prácticas eran comunes, que cuando no era así, se destacaba, como es el caso de Gainsborough.[13]

Pintura

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Contexto

Edad Antigua

La pintura egipcia representaba de modo convencional los ropajes. En la cerámica griega, los distintos estilos fueron complicándolos desde la simplicidad del periodo geométrico (donde en las figuras humanas no se distinguen los contornos de la anatomía y del ropaje) hasta el retorcimiento del llamado estilo florido (pintor de Midias, ático, finales del siglo V a. C.), que se caracterizó por el gusto por la ornamentación, y en concreto por las poses contorneadas que permiten pliegues complejos y un gran cuidado en los bordados de los trajes y las joyas.[14][15]

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Bodas aldobrandinas.

Edad Media

La cristianización del Imperio romano supuso la adopción y transformación de las convenciones formales del arte clásico. Mosaicos y códices iluminados fueron los soportes preferentes para la representación de los ropajes, que en la pintura paleocristiana pasaron a cubrir a santos, vírgenes y cristos de un modo similar a como lo hacían con dioses paganos o emperadores. La transformación estilística que se produjo en la pintura bizantina y prerrománica supuso una acentuada esquematización formal, que se fue suavizando en el tardorrománico y sobre todo en la pintura gótica. Pinturas murales al fresco y tablas al temple pasaron a ser los soportes y técnicas más empleados.

Siglo XV

El comercio internacional de telas se estableció a través de las rutas comerciales europeas desde la Baja Edad Media, con sus principales centros en Flandes e Italia. La identificación de tejidos y tintes con riqueza hizo que se demandara a los pintores la representación de sofisticados ropajes en complejas composiciones. El aspecto "acartonado" es característico de los pliegues de mantos y otros paños en la pintura del siglo XV. La invención del óleo permitió una sutileza nunca antes posible en la ejecución de detalles y transparencias (veladuras).

Un aspecto particular fue la representación de alfombras orientales.[23]

Edad Moderna

Desde comienzos del siglo XVI, la escuela veneciana (los Bellini, Giorgione, Tiziano, Tintoretto) significó un punto culminante en la representación de los ropajes, en un emporio comercial con acceso a todo tipo de tintes y a los más sofisticados, paños, sedas y brocados. El siglo XVIII significó la eclosión de la escuela inglesa (Gainsborough, Reynolds) y su particulares poses y vestiduras (la denominada grand manner),[27] muy influida por la impronta que dejó en su retratística el flamenco Van Dyck (siglo XVII). No menos importantes fueron las influencias mutuas y los desarrollos propios en las escuelas flamenca, holandesa, española o francesa. El tratamiento de las telas en Zurbarán ha sido objeto de especial consideración.[28]

Barroco y Clasicismo

Edad Contemporánea

La Edad Contemporánea cambió de forma radical la relación entre artista y cliente, que pasó a ser el anónimo mercado de arte. Las convenciones estéticas del academicismo se mantuvieron en un segmento cada vez más desafiado por las sucesivas iniciativas rupturistas (refusés, indépendants, sezession, avant-garde). La representación de los ropajes dependía de la forma en que cada movimiento pictórico o artista interpretaba o re-construía los conceptos tradicionales de la perspectiva, el volumen, la textura, la luz y el color (impresionismo, futurismo, cubismo); o los diluía (con el caso de la pintura abstracta, que carece de referente figurativo).

Finales del XVIII y comienzos del XIX: neoclasicismo y romanticismo

Décadas centrales del siglo XIX: realismo e impresionismo

De la fundación de la hermandad prerrafaelita (1848) a la última exposición impresionista (1886)

Finales del XIX y comienzos del XX: postimpresionismo, modernismo y vanguardias

Escultura

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Contexto

Edad Antigua

La escultura de las civilizaciones del Próximo Oriente antiguo trató los ropajes con relativa sencillez. Es la escultura griega la que los convirtió en un tema central. La indumentaria femenina comprendía sobre todo tres prendas: el peplo (una túnica abierta por un costado, ceñida con cinturón y sujetada con fíbulas), el quitón (una túnica cerrada, de tela fina, que se representaba con pliegues muy menudos) y el himatión (un manto grueso, de paño de lana, que se representaba con pliegues anchos).

Edad Media

Edad Moderna

Edad Contemporánea

Culturas no occidentales

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Contexto

En el arte de las culturas diferentes de la occidental la representación de los ropajes se ha desarrollado con distintas convenciones. En algunos casos ha recibido la influencia de la cultura occidental, notablemente el arte greco-indio o greco-búdico.

Arte de la India

Escultura[41] y pintura japonesa

Escultura y pintura china

Véase también

Notas

Enlaces externos

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