El llamado “Quédate en casa” de hace tres años, cuando la pandemia de covid-19 alcanzó a México y lo puso de cara a la muerte, hoy sólo es un triste recuerdo que la mayoría de la gente quiere borrar mientras va al cine o a un concierto sin cubrebocas, hace fila en un restaurante para comer sin restricciones y ya no se preocupa por si hay camas disponibles en los hospitales, medicina especial en las farmacias, tanques de oxígeno o cualquier tipo de vacuna para protegerse.
El relajamiento de las medidas sanitarias contra el SARS-CoV-2 no sólo se ve entre la gente de a pie, sino entre el mismo gobierno federal y las autoridades sanitarias que parecen haber olvidado el peligro después de que, a tropiezos y errores, atendieron la emergencia de salud más grave de la historia reciente en el país, que dejó 7.45 millones de contagios y 333 mil 876 defunciones oficiales confirmadas, sin tomar en cuenta el exceso de mortalidad.
Sin embargo, una muestra clara de que los contagios siguen en la sexta ola de la enfermedad, es el del propio presidente Andrés Manuel López Obrador, quien el domingo 23 tuvo un “desmayo transitorio” mientras estaba en Mérida, Yucatán, que lo obligó a suspender su gira de trabajo. A las