El sujeto creado: La creación del self y la intersubjetividad en Winnicott
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El Sujeto creado pone al lector en manos de Winnicott, para que pueda vivenciar y gozar el proceso de descubrimiento del self dentro de la relación intersubjetiva que se crea con la madre. También lo pondrá en contacto con la esencia del pensamiento winnicottiano, que se desarrolla en el vivir creativo y que propone experimentar la vida con un pleno sentido del verdadero ser.
Bertha Gamarra Morgenstern es miembro de la Asociación Psicoanalítica Internacional y de la Federación Psicoanalítica de América Latina. Psicoanalista Titular en función didáctica de la Sociedad Colombiana de Psicoanálisis, especialista en niños y adolescentes, directora de seminarios y supervisora del Instituto Colombiano de Psicoanálisis. Desde su práctica privada, su trabajo de investigación y como conferencista a nivel nacional e internacional, lleva varios años profundizado en el pensamiento de Donald W. Winnicott.
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El sujeto creado - Bertha Gamarra Morgenstern
Belén
Experimentamos la vida en la zona de los fenómenos transicionales, en el estimulante entrelazamiento entre la subjetividad y la observación objetiva, zona intermedia entre la realidad interna del individuo y la realidad compartida del mundo,que es exterior a los individuos.
Donald. W. Winnicott
Introducción
A lo largo de mi carrera he dado conferencias y presentado trabajos dentro del marco de la teoría de Winnicott; con frecuencia, al finalizar, las personas se acercaban a preguntarme cómo podrían iniciarse en la lectura de este psicoanalista ¿Por dónde empezar? Sólo podía responder animándolas a leerlo. Por supuesto, mis interlocutores quedaban insatisfechos, ellos esperaban una guía.
Leer a Winnicott es estar dispuesto a dejarse llevar y sorprender, aceptando las paradojas que él propone. Con este texto sugiero que nos adentremos en su mundo a través de su propio lenguaje y que nos conectemos con la manera original y espontánea en la que él expresaba sus ideas, no amarradas a formas limitantes. Cada una de sus ideas es tan única y original como cada ser humano, y además, divertida.
Winnicott no encierra los conceptos en su descripción, él los despliega, juega con ellos, va de un lado al otro y recurre a paradojas; de manera que al leerlo, no sólo adquirimos conocimiento, sino que se abre la posibilidad de experimentar en el texto la realidad que él ha querido comunicarnos. Solamente ahí podemos entender en una forma vivencial, que es la única manera de entender las cosas sutiles, los fenómenos que él nos describe, y que pertenecen a áreas de la personalidad a las que no se puede poner palabras.
Winnicott disfrutaba observando las cosas tal y como son, permitiendo que la verdad auténtica surja y muestre su propio ser. Con este espíritu decidí compilar la presente Antología, para dejar que las ideas de Winnicott se expresen en sus propias palabras; ésta es la primera razón de ser de este libro. La segunda tiene que ver con la idea de la construcción del sujeto, que rastreé en sus artículos y que despliego aquí a través de los mismos a manera de recorrido, para quienes quieran adentrarse en la teoría del desarrollo infantil planteada por Winnicott. Así, éste es un texto que se constituye con un sentido pedagógico y didáctico.
El eje estructural de esta antología es la teoría acerca de la construcción de la subjetividad; por esta razón he tomado en cuenta los aspectos relacionados con la formación de la mente, y con la creación del sujeto y del objeto, en un espacio que se empieza a gestar al calor de la relación del bebé con su madre, espacio virtual que Winnicott denomina espacio transicional
, desde donde surge la intersubjetividad.
Las ideas fundamentales que trata este texto son la singularidad del sujeto y el lugar de su aparición. La manera en que Winnicott desarrolla estos conceptos es novedosa porque nos anima a observar cómo se gesta la persona como tal, entendiendo ser persona como poseer un propio sentido del ser; es decir, tener el sentimiento de ser uno mismo viviendo en su propio cuerpo, en una relación única y diferenciada con los demás.
Esto puede lograrse a través de un proceso que se lleva a cabo en presencia de otra persona —la madre—, y sólo es posible si junto con la maduración física, el niño ha podido desarrollar un vínculo especial con su cuidador. El proceso de diferenciación del sujeto parte de la dependencia absoluta en la unidad madre-bebé, para paulatinamente llegar a la independencia, con la adquisición de su propia singularidad. De esta manera el sujeto se constituye únicamente en relación con el otro.
A través de una selección de artículos, este libro plantea un itinerario cronológico que recorre las ideas más importantes del pensamiento de Winnicott acerca del desarrollo. En la primera parte del libro expongo de forma sencilla sus aportes fundamentales y los conceptos básicos, necesarios para entender la teoría de la conformación del sujeto. La segunda parte del libro tiene el propósito de guiar al lector a través de los textos que fueron seleccionados, siguiendo una línea en la que muestro paso a paso la forma en que Winnicott concibe la construcción del sujeto, desde la fusión con la madre hasta su constitución como persona, a través de la creación y del juego.
Cada artículo de Winnicott es precedido por una nota introductoria de mi autoría, cuya intención es preparar al lector para que esté atento a los temas que se van a enunciar. Luego lo dejaré de la mano de Winnicott, quien con sus propias palabras y su forma particular de expresarse, llevará al lector a descubrir y contemplar la manera en que surge el sujeto desde el espacio transicional en el que se instala la intersubjetividad.
Es mi interés y anhelo que además de aportar conocimiento, la lectura de este Texto-Antología sea una experiencia lúdica y creativa para quien se aventure en ella.
Bertha Gamarra Morgenstern
Bogotá, Octubre de 2014
PRIMERA PARTE
Antecedentes, teoría y conceptos centrales
I. Antecedentes
Las contribuciones de Donald Woods Winnicott a la comprensión de la mente humana fueron muy importantes y novedosas. Fue un psicoanalista que a partir de su trabajo clínico desarrolló una forma de entender la vida y el ser humano, que marcó un estilo especial en la historia del Psicoanálisis. Sus teorías fueron producto de sus agudas y sensibles observaciones de madres con sus bebes; además trabajó con niños, adolescentes y adultos, y sus aportes son una invitación a rescatar los aspectos más valiosos y creativos de cada uno. Nos enseñó a ver y escuchar a nuestros pacientes con profundidad y sencillez. Su legado es grande y abarca temas de desarrollo, clínica, técnica y psicopatología.
Nació en Plymouth, Inglaterra, en 1896 y murió en Londres en 1971. Era una persona de una bondad particular resaltada por quienes lo conocieron. Con su sensibilidad y profundidad características, observó el comportamiento humano y lo entendió en toda la riqueza de su expresión natural. Desarrolló su propia teoría, que fue planteada con la filosofía de dejar un espacio para permitir que el paciente pueda descubrir su propio y más auténtico ser.
En el campo del psicoanálisis ocupó una posición original. En la Sociedad Psicoanalítica Británica, en medio de una difícil y delicada polémica originada por la división entre los seguidores de las ideas de Melanie Klein y los de Anna Freud, Winnicott supo mantener una sana distancia, a pesar de ser él mismo discípulo de Klein. Hizo muchos esfuerzos conciliatorios y supo ser fiel a sus ideas; de esta manera pudo mantener claras tanto las diferencias como las similitudes de estos dos pensamientos, dando muestra de su carácter independiente.
Entre 1920 y 1970 hizo sus aportes teóricos y clínicos al Psicoanálisis, en el que de manera creativa abrió su propio espacio. Fue parte importante del "Middle Group" o Grupo Intermedio, que congregó a otros psicoanalistas de posiciones semejantes a la suya, y supo conservar buenos vínculos de amistad y de intercambio científico con los miembros de los grupos de Melanie Klein y Anna Freud.
Winnicott comenzó su labor como médico pediatra. Interesado en los escritos de Freud y con un genuino interés en resolver sus propias dificultades, inició su psicoanálisis personal en 1923 con James Strachey, y luego lo continuó con Joan Riviere en 1933. Ingresó a la Sociedad Psicoanalítica Británica en 1927. Sin embargo, siempre mantuvo sus vínculos con la pediatría al ser médico jefe del Departamento Pediátrico del Hospital Paddington Green en Londres. En ese hospital su trabajo se encaminó hacia lo psicológico y en su servicio se trabajaban los problemas emocionales de los niños con sus padres. Era un claro defensor de la importancia de la pediatría en la prevención de la psicosis.
Participó intensamente como psiquiatra consultor en el Plan de Evacuación de Personas, creado a causa de los bombardeos a Londres durante los años de la Segunda Guerra Mundial; además atendió a los niños evacuados. También dirigió albergues destinados a niños que estaban demasiado perturbados como para vivir en sus hogares, y trabajó clínicamente con casos de deprivación y delincuencia.
Winnicott estudió el origen y la formación de la mente humana. Tuvo en cuenta los aspectos positivos de la salud mental, cuando todo va bien, y los problemas relativos a la mala salud, cuando hay problemas y situaciones humanas que trastornan a los niños y a sus progenitores. Fue muy respetuoso de la tarea de los padres en la crianza de sus hijos, y tuvo una gran capacidad de comprensión de los estados mentales de la madre, especialmente de los efectos que los estados depresivos de la madre ejercen sobre el niño.
También le interesaba el significado de las cosas en sí mismas, y le importaba devolverle a las palabras su sentido original, para que las cosas sean lo que son. Con este espíritu, nos invita a observar el juego natural del niño y a entender desde ese lugar lo que éste nos quiere comunicar. Se dice que esto lo lograba de tal manera que, además de entender a los niños, conseguía que los niños lo entendieran a él. También estuvo atento a la expresión del gesto espontáneo del adulto, para así comprender los rasgos auténticos de su verdadero self.
Winnicott sensibilizó al público y a los científicos para tomar en cuenta los sentimientos del niño. Puso también una voz de alerta en el sentido del rol fundamental que juega la madre en el establecimiento de las bases de la salud mental de sus hijos, y nos mostró cómo se puede construir un ser auténtico al proporcionar a nuestros niños cuidados y cariño constante, sin invadirlos ni causarles malos tratos. Winnicott era un ferviente creyente en la tendencia innata del niño al crecimiento y a la salud, siempre y cuando éste contara con un buen ambiente facilitador.
Dejó más de un centenar de conferencias y artículos inéditos, muchos de ellos basados en charlas dirigidas a los padres entre los años 1940 y 1950, que fueron recopilados después de su muerte.
Siempre se acercó a las personas haciendo uso de una sensible delicadeza, y su respeto profundo y fino sentido del humor hicieron de él una persona muy apreciada. Usó un estilo muy personal, y nos dejó un legado que permite ver y entender los procesos psicológicos tempranos desde la perspectiva del niño, simples y a la vez tremendamente complejos.
Sus aportes sobre la creatividad, el juego, el espacio transicional y el sentido de existir, dejaron una visión fresca y libre del ser humano, y una invitación a gozar de la vida, a jugar y a crear.
II. La teoría
Las ideas de Winnicott surgen primero de su experiencia como médico pediatra al observar a cientos de madres con sus bebés. Supervisó con Klein entre 1935 y 1940, y se adhirió a sus ideas, de las que más tarde se apartó para desarrollar su propio pensamiento. Siempre reconoció la influencia de Klein y sus valiosos aportes: retomó el concepto de posición depresiva enriqueciéndolo con su comprensión, y trató también el tema de la relación de la madre con su bebé, al que dio una dimensión muy diferente.
No estuvo de acuerdo con el concepto de posición esquizo-paranoide, ni con la idea de la envidia innata kleiniana. Tenía una concepción más benévola del bebé, a quien no podía ver como un destructor en potencia, sino como un ser con una serie de capacidades listas para desarrollarse, que sólo necesita de un ambiente bueno y propicio para hacerlo.
A continuación se desarrollarán dos aspectos principales de la teoría winnicottiana en contraste con las ideas de Klein y Freud.
La unidad madre-bebé
El bebé es considerado por Klein como una entidad psicológica que desde el momento del nacimiento es distinta de su madre, poseedor de una porción de yo suficiente como para sentir angustia tanto frente a los peligros externos, como frente a su intensa instintividad tanática, procedente de su mundo interno. Para Klein, el desarrollo psicológico consiste en una serie de transformaciones realizadas a partir del uso de mecanismos de defensa primitivos y biológicamente determinados, que el bebé utiliza para preservar su integridad frente a estos peligros.
La teoría del desarrollo de Winnicott se aparta de Klein, al dejar de lado el concepto de los mecanismos defensivos que el bebé realiza frente al peligro, y al rechazar la idea de la agresividad tanática innata. Se dedica en cambio a estudiar la provisión ambiental que realiza una madre que está empáticamente conectada con su bebé, para cuidar de sus necesidades y protegerle; y a observar la manera en que ella se adapta a las necesidades de su bebé y la forma en que éste responde en consecuencia.
El desarrollo del bebé se produce como resultado de la interacción entre la maduración biológica y las experiencias emocionales. La función de la madre consiste en proporcionarle al bebé un entorno que le conceda el tiempo y el clima afectivo que necesita para madurar, antes de que éste se enfrente con la tarea inevitable de la separación física y psicológica, que se produce paulatinamente desde el momento del nacimiento.
Para Winnicott, la madre y el bebé crean una nueva unidad psicológica que tiene continuidad con la unidad biológica que ambos conformaron desde el embarazo. Ésta es una díada, un nuevo compuesto que no se puede pensar por separado; y que, como en toda pareja, no consiste simplemente en la suma de las partes. Ambos seres conforman una nueva entidad, un compuesto que se crea, existe y se determina en la relación entre ambos. No existe una palabra en el idioma que defina esta unidad, porque el bebé recién nacido aún no es un bebé, No existe nada que pueda llamarse bebé
,[1] dice Winnicott, refiriéndose a la dependencia total del bebé respecto de su madre o sus cuidadores, sin cuya asistencia inevitablemente moriría.
Tampoco la madre que acaba de dar a luz es la misma mujer que fue antes de parir a su bebé. Sus emociones y sentimientos están volcados en el infante y ella misma no se concibe sin él. Thomas Ogden (1986) sugiere llamar a este nuevo compuesto la madre-bebé
. Tal vez sería más apropiado llamarlo la madrebebé, para tratar de representar gráficamente la unidad a que hacemos referencia.
Desde este punto de vista, es cierto que, como afirmaba Winnicott en forma categórica y paradojal, no existe tal cosa llamada infante. Porque la realidad es que un bebé no puede existir separado de los cuidados que le proporciona su madre. Existe en tanto que hay una madre que asume su cuidado y que funciona como entorno facilitador que permite el despliegue de su existencia.
Esta díada madrebebé está constituida como una entidad que se mantiene unida por un cordón umbilical psicológico y por un saco vitelino simbólico, representado por los cuidados de la madre; si todo va bien, tendrá un proceso de desarrollo natural, y gracias a éste el bebé pasará de una dependencia absoluta a poder gozar de la independencia. Recién entonces la madre podrá volver poco a poco a su individualidad y a sus actividades usuales.
Por esta razón el estudio del desarrollo psicológico en Winnicott, no es simplemente el estudio del crecimiento de la psique infantil desde un estado primitivo hasta llegar a un estado maduro. Es también el estudio del desarrollo de la unidad madrebebé
que más adelante se convertirá en una madre y un bebé.
Pulsiones, necesidades y deseos
Las teorías psicoanalíticas clásicas del desarrollo emocional que precedieron a Winnicott, estuvieron basadas en las pulsiones innatas. En el modelo freudiano, la teoría del desarrollo psicosexual se basa en las pulsiones de vida y muerte; en este modelo la libido marca las distintas etapas de desarrollo: oral, anal, fálica y genital, y plantea la necesidad de encontrar canales apropiados para la descarga de la tensión pulsional. El modelo kleiniano pone el énfasis en las formas defensivas tempranas frente a las ansiedades esquizo-paranoide y depresiva, al postular la existencia de un bebé con un potencial tanático que debe controlar.
Sin dejar de lado la teoría pulsional ni la importancia de la ansiedad en la estructuración del psiquismo, Winnicott pone el énfasis en la necesidad del bebé, que se satisface o no, de acuerdo a que los cuidados maternos se ofrezcan oportunamente. Si las necesidades del bebé son atendidas de forma adecuada, su desarrollo psicológico estará en condiciones de llevarse a cabo naturalmente.
En la teoría del desarrollo de Winnicott es fundamental la idea de que al nacer tenemos una individualidad en potencia, y que la madre con sus cuidados oportunos facilita el desarrollo de esa individualidad que se despliega. Entonces, la tarea de la madre consiste en no interferir con el desarrollo espontáneo del bebé, que comienza en un estado de no integración, para llegar a un estado de integración en el que encontrará a su auténtico ser.
Cuando se produce una ruptura prematura del entorno protector ofrecido por la madre, el bebé se ve obligado a reaccionar, con lo que se interrumpe el estado de continuidad existencial, y adquiere estructuras rígidas e hipertrofiadas. En estas condiciones, el bebé se enfrenta con unas tareas psicológicas que desde el punto de vista de la madurez, no está preparado para afrontar.
Por otro lado, si el entorno protector es demasiado bueno
, se le impide al bebé la vivencia de una frustración dosificada, la posibilidad de experimentar el deseo, el conflicto, y una ansiedad tolerable; como resultado, el bebé no desarrollará los medios para cuidarse a sí mismo, lo que puede generar una extrema dependencia psicológica. Las dificultades naturales del medio ofrecen la oposición necesaria para que el bebé desarrolle sus propios recursos para enfrentarse al ambiente, y favorece la diferenciación entre la realidad interna y externa.
Cuando la madre satisface adecuadamente las necesidades del bebé y él no se ve obligado a reaccionar, se logra preservar y posponer la conciencia de la separación de la madre y los deseos e irrupciones de las pulsiones; mientras tanto, se da tiempo a que se consolide el self central, y a que se instale la posibilidad de que el bebé viva sus sentimientos y experiencias como propios.
Solamente cuando se ha logrado un sentido estructurado del self, las vivencias pulsionales podrán ser usadas para centrar y organizar la sensación que el infante tiene de sí mismo, como autor de sus propias experiencias.
III. Conceptos centrales
El Self
El concepto de self, ser o sí mismo, es fundamental en la teoría de Winnicott, y es el hilo conductor del desarrollo psíquico desde el nacimiento hasta la adquisición de la madurez. Este concepto integra elementos de la teoría kleiniana, de la teoría freudiana, elementos de la psicología del yo, y también de la filosofía y la literatura.
El concepto de self sugiere la idea de una identidad personal única, integrada y original. Es un sentimiento de identidad que aparece con la percepción de la propia existencia. El self central está en potencia en el individuo desde el comienzo de la vida, y se irá transformando poco a poco en el verdadero self o núcleo de la persona. Al mismo tiempo, se desarrollan una serie de mecanismos adaptativos que dan lugar al falso self, y que comprenden, tanto las adaptaciones necesarias para la vida en comunidad, como la educación y las buenas maneras, como las estructuras defensivas patológicas, cuando el falso self predomina sobre el verdadero.
Winnicott sostiene que el núcleo del self o self central, es el potencial heredado, es la tendencia innata al desarrollo que posee el individuo, desde donde se experimenta la continuidad de la existencia. La tendencia al desarrollo corresponde al crecimiento del cuerpo y a la aparición gradual de funciones, tales como la integración psíquica, la integración psicosomática y la capacidad de relacionarse con el mundo.
Del self verdadero surgen el gesto espontáneo y la creatividad. Es el self quien vive las experiencias, y quien permite que las satisfacciones instintivas del ello se conviertan en una adquisición que contribuye a fortalecer el yo. También preparara al yo para enfrentar las demandas pulsionales sin desorganizarse.
El self madura desde el interior de la persona hacia el exterior, amparado por un ambiente humano protector que, mientras responde a las necesidades fisiológicas, facilita la integración del yo, y por lo tanto el recorrido de la dependencia a la independencia.
El falso self aparece cuando hay una falla de adaptación en el ambiente que envuelve al niño. El falso self oculta y protege al verdadero self.
Winnicott llama la atención sobre los casos en que el falso self se organiza y reside en la mente de personas con un alto potencial intelectual. El peligro está en que esta situación puede ocasionar una disociación entre la actividad intelectual y la existencia psicosomática, dando como resultado seres que están ocultando una intensa angustia y que al mismo tiempo impresionan como personas brillantes y exitosas, pero con una vida interna lamentable y siempre al borde del derrumbe. Surge aquí el suicidio como una medida extrema con que algunas personas pueden expresar su verdadero self.
Sólo el self verdadero es creativo y puede sentirse real. Cuando el falso self predomina, la persona se siente irreal, y por lo tanto se genera una inevitable sensación de futilidad y de falta de sentido de la existencia. El objetivo del análisis y de la vida misma, será entonces que la persona pueda descubrir su verdadero self y vivir desde él.
La preocupación maternal primaria
Éste es uno de los conceptos originales más hermosos de Winnicott. Describe el estado psicológico especial en que se encuentra la madre durante los primeros meses de crianza del bebé. Se refiere a los cuidados corporales y a la capacidad de la madre para imaginar creativamente a su bebé. La preocupación maternal primaria se da a partir de las experiencias previas de la madre y de su posición respecto de la maternidad, abarcando tanto sus fantasías, como la posibilidad de relacionarse con un bebé real.
La preocupación maternal primaria es un verdadero estado psiquiátrico
propio de un periodo que va desde los últimos meses del embarazo, a los primeros meses de vida extra-uterina del bebé. Se trata de una modificación radical en la orientación de la atención hacia sí misma, y hacia el mundo externo que pasa a un segundo plano. Esta nueva actitud se traduce en una activa adaptación de la madre a las necesidades de su hijo, quien se vuelve lo más importante para ella. Este estado desaparece progresivamente a medida que el niño madura, y luego se olvida.
La preocupación maternal primaria coincide con la fase de dependencia absoluta del bebé, durante la cual necesita que la madre continúe ejerciendo una función de útero psicológico que lo envuelve y protege de los estímulos ambientales. También lo protege del darse cuenta de manera prematura, de que es un ser separado de su madre, lo que sería traumático. De esta forma, la preocupación maternal primaria garantiza y permite el tranquilo desarrollo del bebé.
Esta situación se da gracias al resultado de la identificación de la madre con su bebé, que se inició durante el embarazo. Durante éste, sus vivencias corporales y emocionales la indujeron a tener un sentimiento de continuidad y conexión con la vida del bebé; lo que posteriormente hará que la madre y el bebé compartan ciertas experiencias que les permiten establecer una relación de mutualidad.
El estado psíquico de una madre que se encuentra en preocupación maternal primaria, es semejante a un estado esquizoide, que en esta circunstancia particular es completamente normal. A través del mecanismo de identificación proyectiva, la madre puede saber de manera empática qué es lo que necesita su hijo en el momento preciso, y hacer lo necesario para satisfacerlo.
Es así como la madre cumple con la función de proveer lo que Winnicott llama un entorno suficientemente bueno
, proporcionado por un madre dedicada, devota o suficientemente buena
.
La madre suficientemente buena
La madre suficientemente buena
[2] es la madre que el bebé necesita para poder desarrollar su potencial heredado y convertirse en persona. Éste no es un concepto moral de bondad o maldad
, ni equipara la suficiencia
con perfección. Se refiere a la capacidad de la madre para hacer naturalmente bien las cosas. El bebé no necesita un diploma de excelencia de la madre, lo único que necesita es una madre amorosa que satisfaga sus necesidades para permitirle crecer.
Una madre suficientemente buena
actúa instintivamente para saber lo que tiene que hacer en el momento apropiado, sin necesidad de recurrir a manuales o a teorías de moda. La madre procede de acuerdo a lo que le sugiere su instintividad en conexión con la instintividad de su hijo. Cualquier madre sana y conectada con su bebé es capaz de responder de esta manera.
Una madre suficientemente buena permite también un grado de frustración necesario para que el niño desarrolle su propia tendencia a la independencia. La adaptación demasiado perfecta a las necesidades del bebé inhibe en él su capacidad para expresar su disgusto frente a las fallas del ambiente a través del grito, la protesta o el gesto creador. Todos ellos son signos mediante los cuales el bebé empieza a expresar sus necesidades, y con ello se da inicio paulatino al desprendimiento de la madre y a la salida del estado de fusión, con lo que se dan los primeros pasos que llevarán al infante al reconocimiento de la realidad exterior.
Una madre buena
según Winnicott es la que desde el nacimiento se adapta completamente a las necesidades de su pequeño; a medida que el tiempo va pasando esta tendencia disminuye gradualmente, gracias a la creciente habilidad del pequeño para afrontar las fallas naturales de su madre.
Winnicott relaciona esta capacidad de la madre con la actitud analítica. En este sentido, el analista debería estar muy conectado con su analizando, al mismo tiempo que le permite el desarrollo de sus propios pensamientos.
El holding
El holding, traducido como amparo o sostén, fue utilizado para describir una conducta emocional de la madre con su bebé, que involucra tanto aspectos físicos como emocionales. Podríamos decir que ésta es la función principal que caracteriza a una madre suficientemente buena
.
En la etapa de sostén, el bebé precisa de ciertas condiciones ambientales que satisfagan sus necesidades fisiológicas. También necesita que este sostén sea estable y digno de confianza. Esto se logra gracias a la identificación emocional de la madre con su hijo.
Cuando el sostén funciona adecuadamente, el bebé no necesita reconocer la provisión ambiental, es más, está completamente desentendido de ella. Sólo cuando el ambiente falla, el niño toma conciencia, no de la falla, sino de los resultados de dicha falla. Esto puede ser traumático y provocar que el bebé reaccione, cuando no debería tener que hacerse cargo, interrumpiendo así su continuidad existencial.
El holding es esencial para el desarrollo emocional temprano, y sus fallas determinarán distintas estructuras psicopatológicas. La madre sostiene al yo inmaduro del bebé y lo protege de la desorganización de sus impulsos, al tiempo que atenúa y modula su impacto. Este estado sienta las bases para la integración.
El holding protege al bebé de la agresión fisiológica, tomando en cuenta la sensibilidad dérmica del infante en aspectos tales como el tacto y la temperatura, y la respuesta auditiva y visual. También incluye la totalidad de la rutina del cuidado a lo largo del día y de la noche.
Las funciones del holding implican además proteger al bebé de la irrupción de sus impulsos instintivos, y tomar en cuenta la sensibilidad de la criatura al atender sus necesidades corporales. Suponen también reconocer y aceptar el estado narcisista del bebé, con el consiguiente desconocimiento del no-yo. Ésta es una adaptación activa y dinámica al ritmo único y original de cada criatura, que acompaña los pequeños cambios cotidianos, tanto físicos como psicológicos, propios del crecimiento y desarrollo del infante.
Esta función surge de forma natural e intuitiva en la madre, y genera la continuidad de la existencia en el bebé. Si el holding fracasa, la continuidad existencial se interrumpe y el niño se siente sometido a intensas angustias primitivas. Esta amenaza daña tanto la integración como el desarrollo, al promover defensas tempranas de desintegración o una tendencia al auto-sostenimiento precoz y defensivo.
La organización de defensas tempranas produce una escisión en el self con el fin de mantener aislado el trauma que queda en el inconsciente no reprimido, sin acceso al recuerdo o a la palabra. Y posee la potencialidad de actualizarse en vivencias muy angustiosas, tales como la de sentir que se le dejó caer, diluirse, desintegrarse o ser lanzado a un abismo sin fondo, sensaciones que se pueden reactivar a lo largo de la vida.
La continuidad existencial
Llamada también continuidad del ser
, es una expresión que busca explicar el estado psíquico del bebé que se encuentra protegido de los estímulos externos e internos, al abrigo de la preocupación maternal primaria de su progenitora. Este es un estado semejante a la placidez de quien no tiene nada de qué preocuparse, porque todo está bajo el control de alguien que lo cuida.
En este estado se realiza la tranquila maduración que va a dar como resultado el surgimiento del self. La continuidad existencial no debe verse interrumpida. Las fallas en el cuidado materno equivalen