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Quien calla otorga
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Libro electrónico154 páginas59 minutos

Quien calla otorga

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Escrita en 1614, “Quien calla otorga”, continuación de "El castigo del penseque", es un ejemplo cimero del arte dramático de Tirso de Molina y, por ende, del teatro español del Siglo de Oro.

Tirso de Molina (seudónimo de Fray Gabriel Téllez) exhibe aquí sus mejores dotes creativas, combinando con mano sabia diversas dosis de amor, ingenio, humor, erotismo, enredo… Bajo el marco genérico de la comedia palatina cómica, el lector asiste al aprendizaje galante de un caballero que, si bien en el primer libro titubea en la conquista de una dama y fracasa en su empresa, en esta segunda parte pondrá en práctica la lección aprendida y logrará casarse con su enamorada.
IdiomaEspañol
EditorialE-BOOKARAMA
Fecha de lanzamiento4 ago 2024
ISBN9788827594155
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    Quien calla otorga - Tirso de Molina

    Tirso de Molina

    Quien calla otorga

    Tabla de contenidos

    QUIEN CALLA OTORGA

    Personas

    Acto I

    Acto II

    Acto III

    QUIEN CALLA OTORGA

    Tirso de Molina

    Personas

    - AURORA,

    - NARCISA,

    - DON RODRIGO GIRÓN.

    - CARLOS,

    - ASCANIO,

    - CHINCHILLA,

    - BRIANDA,

    - TEODORO,

    - Dos criados.

    - Acompañamiento.

    La escena es en Saluzo.

    Acto I

    Jardín del palacio de la marquesa, el cual linda con el campo.

    Escena I

    AURORA, NARCISA y BRIANDA.

    AURORA

    ¡Qué necio y qué porfiado!

    NARCISA

    Por fuerza ha de ser lo uno

    si es lo otro.

    AURORA

    ¿Hay tal enfado?

    ¡Hola! No entre aquí ninguno;

    esté este jardín cerrado.

    Salid vos también afuera;

    guardá la puerta.

    BRIANDA

    ¡Portera

    siendo dueña! ¿Hacerme quiso

    ángel deste paraíso?

    En mi mocedad sí fuera;

    pero ¡cuando dan despojos

    al tiempo, que no resisto,

    mis años y mis enojos...!

    Hasta agora, ¿quién ha visto

    ángel con tocas y antojos?

    (Vase.)

    Escena II

    AURORA y NARCISA.

    AURORA

    ¿Qué es lo que Carlos pretende

    con tanta embajada, hermana?

    NARCISA

    Escribiendo se suspende

    de amor la llama tirana,

    que en tu memoria la enciende.

    Mientras no te ve, te escribe,

    y en respuestas que recibe

    apoya ausencias crueles;

    que la esperanza, en papeles

    tal vez, como joya vive;

    y fiado en el concierto

    y palabra que le dio

    mi padre, tiene por cierto

    ser tu esposo.

    AURORA

    Ya murió

    mi padre, y con él se ha muerto

    cualquier derecho y acción

    que alegue en la pretensión

    de mi amor; pues si le di

    esperanzas con el sí,

    fue más por obligación

    de una forzada opinión

    que por gusto y voluntad.

    NARCISA

    Contra ti das la sentencia.

    AURORA

    ¿Por qué, si mi libertad

    queda libre, con la herencia

    deste marquesado absuelta?

    NARCISA

    Nunca la palabra suelta

    quien estima su valor.

    AURORA

    Dísela como menor;

    libre soy, y estoy resuelta

    a no cumplirla; esto es cierto.

    Déjame, hermana, gozar

    de mí misma, pues se ha muerto

    mi padre; que no he de hallar

    en medio del golfo el puerto.

    No cautives mi cuidado

    dese modo: que no es justo

    que intente el conde, pesado,

    oprimir leyes del gusto

    por sola razón de Estado.

    La voluntad ha de hacer

    esta elección; que, a no ser

    ella la casamentera,

    la cruz que hace amor ligera,

    de plomo, harame caer.

    NARCISA

    ¿Tan mal el conde te está,

    mancebo, galán, discreto,

    y que en Borgoña podrá,

    si llega mi amor a efeto,

    (que si eres cuerda, sí hará),

    con este Estado y el suyo,

    casi un reino hacer?

    AURORA

    Concluyo

    que en mí imposibles conquista.

    Amor entra por la vista,

    no por el abono tuyo.

    No le he visto, y así, trato

    no ser conmigo cruel

    si mi libertad maltrato.

    NARCISA

    Ya sustituye por él

    este gallardo retrato.

    AURORA

    Pinturas encarecidas

    y verdades, imagino

    que vienen a ser, oídas,

    como nuevas de camino:

    mentirosas o añadidas.

    Pintar y escribir es ciencia

    de adular con elocuencia;

    porque, en materia de amores,

    los poetas y pintores

    tienen de mentir licencia.

    ¡Bueno es que al pintor pagase

    retrato el conde, que fuese

    bastante a que me obligase,

    y que al pincel permitiese

    que sus faltas retratase!

    Yo, a lo menos, no lo creo,

    ni pienso dar fe al traslado,

    si el original no veo;

    que es retrato éste pagado

    y no puede venir feo.

    NARCISA

    Ya yo sé que el interés

    hace, cuando Apeles es,

    por ser su pincel de oro,

    de un Polifemo un Medoro;

    mas cuando crédito des

    a la fama, que acrecienta

    del conde alabanzas sumas,

    yo sé que estarás contenta.

    AURORA

    Es la fama toda plumas,

    ¡y no quieres tú que mienta!

    ¿De plumas no es el pincel?

    Luego mentiras me ofrece.

    NARCISA

    Milagros me cuentan dél.

    AURORA

    Si a ti tan bien te parece,

    cásate, hermana, con él.

    NARCISA

    Si fuera marquesa yo...

    AURORA

    ¿Luego sólo en eso estriba

    tu voluntad?

    NARCISA

    ¿Por qué no?

    Lo más a lo menos priva.

    AURORA

    Heredera te dejó

    de sus tesoros mi padre;

    y del dote de mi madre,

    joyas, riquezas y bienes;

    tanta hacienda a tener vienes,

    que como el conde te cuadre,

    te igualas casi a mi Estado.

    NARCISA

    No es bien, siendo yo menor,

    casarme antes, ni le ha dado

    al conde pena mi amor:

    sola tú le das cuidado.

    AURORA

    Pues aunque así dél te avisa,

    no me encarezcas sus quejas

    ni me cases tan aprisa;

    que ese oficio es de muy viejas,

    y tú eres niña, Narcisa.

    Ayer dejamos el luto

    con que el paternal tributo

    pagamos al fin del año;

    gocemos, pasado el daño,

    de la libertad el fruto.

    Esto de casarse, hermana,

    ha de tener ocasión;

    no como fruta temprana,

    que, cogida sin sazón,

    o sale insípida o vana.

    NARCISA

    Muy alegórica estás.

    No tratemos desto más

    El conde sufra y perdone,

    hasta que amor te sazone;

    que agora ni aun hojas

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