EDUCACIÓN, POÉTICA DEL AMOR

EDUCACIÓN, POÉTICA

DEL AMOR

Jacqueline Zapata

EDUCACIÓN, POÉTICA DEL AMOR

Copyright © 2013 por Jacqueline Zapata Martínez.

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Fecha de revisión: 20/06/2013

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ÍNDICE

Presentación

I. EDUCACIÓN, SABIDURÍA Y LIBERTAD

1. La educación (que) lleva por el camino del pensar

2. Educación, camino de encuentro con la vida

II. SABIDURÍA, LIBERTAD Y VIDA EL(LO) OTRO (EN EL) HORIZONTE DE LA EDUCACIÓN

1. Sabiduría y libertad –en la fraternidad

2. De la contra-esencia de la libertad

3. Sabiduría y libertad poéticas

4. Bondad, fondo de la sabiduría y la libertad

III. EDUCACIÓN, POÉTICA DEL AMOR

1. La educación como amor

1.1 Educación: poema, diálogo, metáfora viva del amor

2. El amor como educación

2.1 El amor a la vida, el amor al mundo –en la poética filosófica, política y… educativa

2.2 Donosura y sobreabundancia de la educación

Epílogo

Bibliografía

Notas Finale

Para que el canto de vida

de ÁNGEL IARI y de AXEL YEHUDI,

como el de cada niño(a) de la tierra

"…llegue al sol /

en ello(s) está la verdad"

PRESENTACIÓN

La educación es poíesis, creación poética que deviene –admirablemente- poema. La educación como poesía, como poema es como el viento, o como el fuego, o como el mar. Su movimiento perenne hace vibrar, abraza a quienes nacen cada día en el mundo, acuna en su oleaje al ser humano. Atiende al llamado que llega con su nacimiento, abre espacios de acogida, de abrigo y cuidado. Espacios abiertos en los que la verdad de cada ser humano pueda acaecer en libertad.

La educación deja aprender océanos de posibilidades, deja imaginar el infinito –y más allá. Deja pensar, sentir, vivir, crear, dar –a raudales. La educación deja dar –amor- al mundo, a la humanidad, porque cual po-ética que es, es amor sin condición. Sí, es amor radiante, amor que es ruha, vida desbordante. Amor de sonoridad musical, de tonalidad apacible, alegremente cordial. Efectivamente, la educación cual metáfora viva del amor, es trazo de sabiduría y libertad po-ética(s).

La educación es sabiduría de vida, sabiduría po-ética; sabiduría que nace del amor. Del amor –reiteramos- que da, que es don, que es canto de vida, que es libertad vital, fraternal. Sabiduría y libertad poética(s) que revelan –en otras palabras- a la educación como amor, educación que es himno, lenguaje de alabanza, alegoría, metáfora viva –del amor. Sí, alabanza, himno, gloria vital. De ahí que el lenguaje de la educación –cual lenguaje de amor- sea extraño, resistente al análisis gramático, lógico, epistémico, racional. Tal extrañeza se debe a que el lenguaje de la educación habla lejos del interés –cognitivo, cultural, epistémico, político, económico.

Efectivamente, la educación como amor no controla, vigila o castiga. Porque la tarea de la educación –como amor- se halla lejos de toda tendencia a administrar la vida. La educación –como amor- no se vincula con los grandes dispositivos tecnológicos del yo o de(l) (bio)poder. La educación como amor gira en dirección distinta a cualquier trama epistémico-político-económica en pro de la estandarización instruccional, de la homogeneización del pensar, de la colonización de la vida. La educación como amor es sabiduría y libertad poética(s) –volvemos a subrayar-, porque no responde a imperativos, no es un imperativo.

En este sentido, la educación como amor nos devela su propio giro: <el amor como educación>, un amor que se suele tener en el olvido. ¿Por qué la relevancia de este amor se ha mantenido en el olvido? ¿Por qué tendría que dejarse allí? Será porque este amor sin lugar tiene que ver precisamente con el amor al(lo) otro, con el amor al mundo, con el amor a la vida. Y entonces con el renacer a cada instante, con la reconciliación amorosa con la tierra, con la revitalización, la responsabilidad, el compromiso vital, con la re-creación perenne del ser humano.

El amor es potencia de vida. Vida derramada en el corazón. Este amor que es don de vida, gracia, bondad, es . Este amor posibilita en principio la reconciliación con aquél, el amor a él. La educación cual cultivo, cuidado de la humanidad, es terreno que procura esta novedad tan radical, que supone la transformación del mundo, la re-creación del tiempo. La educación como amor en su giro, el amor como educación, …es la posibilidad para volver a flotar (…) en una ternura crecida en la alegría serena del sol.

Tal es la posibilidad del amor, la posibilidad de la educación, del amor como educación que trasciende hasta las formas más sutiles de desdicha –la cognición, la inteligencia, la episteme, la razón con todo su poder de gloria y destrucción. Efectivamente otra es la posibilidad, respecto de la incurabilidad del pensamiento inteligente, del pensamiento calculador –y así de la sociedad del control total de la que es medida. Esa otra posibilidad es de la educación, de la educación como amor, del amor como educación.

Sabiduría y libertad poética(s) es lo propio de la educación, es lo propio del poíesis>. De la poíesis amorosamente sabia, de la creación educativa que se abre al infinito, cual saber que no se da por lo ya sabido o aprendido, porque jamás es punto de llegada, sino siempre punto de partida. Sabiduría que no es objeto de pertenencia o propiedad. Sabiduría que cual ágalma, es vacío primigenio, el cual impulsa, dirige hacia el saber, cual . Posibilidad infinita, búsqueda incesante –vinculada tan sólo con la libertad, con la vida.

Búsqueda del saber que colige con la libertad, la libertad que arraiga en la bondad, en la fraternidad. En la bondad originaria, en la bondad de quien es con –y para- lo(s) otro(s), de modo incondicional. Libertad que, por ende, deviene po-ética, creativa y solidaria, responsable. Responsable de la vida. Sabiduría, libertad y vida –es la educación, esa educación responsable del abrigo, de la apertura de espacios para que la verdad que adviene con cada ser que nace, acaezca, sea pleno acontecimiento. Sí, apelamos aquí a la verdad cual alétheia, a la verdad –que a la par, es poíesis, creación- poética. Creación, poesía que deviene poema, en sentido esencial.

Y poema de vida es el ser humano, quien da sentido, vida a la educación. Él es su por qué y para qué. Acogerle, abrigarle, procurar, cultivar, cuidar la tierra en la que su vida radie es –tan sólo- su cometido. Por ello la educación como amor, el amor como educación hablan desde su sin lugar. El lenguaje de la educación como el habla del amor es, en correspondencia a quien da, donosura y sobreabundancia; es sin condición. El lenguaje educativo es sencillamente logos poético, porque es desinterés, es amor.

El lenguaje de la educación como el habla del amor es el decir del desamparo, de la desidentificación, de un cierto desmoronamiento que no es, sin más desatención o descuido de la palabra, sino una extraordinaria consideración con ella. Consideración que tiene que ver con la apertura infinita a un constante ser-otro, a ser . Esta retirada que es revuelta y reescritura de sí, es despojo que… procura y genera. Despojo que genera la palabra, la palabra poético-amorosa. Despojo de la palabra que no ha lugar (como la palabra educación), de la palabra sin lugar, de la palabra que dice sin decir, de la palabra que habla sin hablar.

Quien es <de otro modo que ser> carece –como la palabra sin- de lugar. No es la razón su lugar, su espacio (la gran razón, la gran causa ha sido tan sólo… la gran coartada). Antes bien su morada es el sin lugar, y éste sólo se habita poéticamente. Porque aquello en lo que consistimos, signos sin significado, posibilita la audacia de fecundar la tierra, de abonarla, cultivarla. Crear es un modo de habitar la insignificancia. He ahí la donosura de quien es sin, de quien da. De quien . Tal el arte de dejar (de) ser (in)significante. Tal la serenidad sobreabundante frente a la grandilocuencia.

Himno, alabanza, metáfora viva, gracia, bondad; donosura y sobreabundancia es el logos poético del amor, el cual es, a la par, de la educación. De la educación que habla desde el sin lugar. La educación encuentra y pierde su sin lugar en la tierra –habitada poéticamente. El sin lugar de la educación tiene que ver con el dejar en libertad para que quien la promueva, haga de su propia vida una obra de arte. Posibilidad que provoca .

Es la vida de niños, jóvenes… -el tesoro que la educación acoge, resguarda, el tesoro que ella ha de dejar irradiar en todo su esplendor. Dejar irradiar a lo que por sí brilla, a la poesía, porque ésta es