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Sonetos: Versión de Martín Casillas de Alba
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Sonetos: Versión de Martín Casillas de Alba
Libro electrónico260 páginas2 horas

Sonetos: Versión de Martín Casillas de Alba

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Hay tres temas importantes en los sonetos de Shakespeare: los primeros 17 buscan convencer a un joven de la nobleza para que se case y tenga herederos; los siguientes 109 narran las peripecias de una relación amorosa de un hombre, y los últimos 28 nos cuentan un affaire apasionado con una mujer morena (dark lady), que se inserta entre la voz del poeta y el hombre amante, formando un triángulo amoroso.
Los sonetos me han acicateado desde hace casi dos décadas y me lancé como caballo desbocado para recorrer las colinas y los valles de su fantasía, cruzar sus cañadas y galopar por sus arenas metafóricas como si fueran un sueño, antes de volar sobre los verdes prados y detenerme frente a la retórica invernal, desnuda, como es el paisaje después del paso de la primavera y el tiempo de aguas, para ver, a pesar de la niebla que trata de ocultar los secretos, aquello que puede estar detrás de cada uno de esos sonetos. 
Esta es la nueva versión libre, traducida al español que hablamos en México, de los sonetos de Shakespeare. Para entender lo que quiso decir el poeta he traducido de tal manera que es posible que se pierda el ritmo, la música y los juegos de palabras, sin embargo la trama de estas cortas obras de teatro se entienden perfectamente.
Su lectura puede provocar varias interpre taciones, como sucede con la buena poesía,  en donde el lector es quien se proyecta en esos  ver-sos para que, de esta manera, escudriñe eso que tiene agazapado por ahí, de tal manera que pueda colmar algunas de las grietas de su alma con esta lectura.
Martín Casillas de Alba 
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento10 ene 2019
ISBN9786078560561
Sonetos: Versión de Martín Casillas de Alba
Autor

William Shakespeare

William Shakespeare is widely regarded as the greatest playwright the world has seen. He produced an astonishing amount of work; 37 plays, 154 sonnets, and 5 poems. He died on 23rd April 1616, aged 52, and was buried in the Holy Trinity Church, Stratford.

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    Sonetos - William Shakespeare

    Diecisiete razones para casarse

    y tener un heredero

    (1-17)

    Los primeros sonetos son tantos como los argumentos que utiliza el poeta para convencer a cierto joven noble de casarse y tener herederos.

    Algunos consideraron, como Francis Meres en 1598, que estos son unos sonetos azucarados y empalagosos que circularon entre los amigos de Shakespeare Y esto se debió a que en ese año, William Jaggard publicó una versión apócrifa con unos sonetos, escritos por varias personas, que tituló: El peregrino apasionado¹, en donde aseguraba que algunos de ellos fueron escritos por un tal W.S. Esa fue la versión que leyó Francis Meres, pensando que los sonetos en cuestión eran de un desconocido que había llegado de la provincia, a quien acusaban de plagiador, pues, decían era un cuervo que se adornaba tomando prestado de otras aves su plumaje. Este imitador era el joven William Shakespeare, entonces un provinciano sin estudios que había llegado de Stratford-upon-Avon.

    Estos sonetos fueron numerados por el poeta –o por Thomas Thorpe, el editor de la versión autorizada de 1609– y con ellos empezamos a darnos cuenta que el amor tiene sus estaciones, a pesar de que el Tiempo merodea con todo y su guadaña, lista para arrasar lo que se encuentre en el camino.

    En estos sonetos encontramos varios argumentos por los que el joven debería casarse y tener hijos; diecisiete argumentos que van in crecendo hasta agotar todas sus posibilidades. Se cree que los sonetos fueron solicitados por la madre del joven en cuestión, pues deseaba convencer a su hijo, con el apoyo del poeta, para que tuviera un heredero lo antes posible. La vida era corta a finales del siglo XVI, la expectativa de vida era de 35 años.

    Se cree, también, que Shakespeare pudo haber entregado los poemas el día que el joven –cuyo paradero, difícil de asegurar, se relaciona con el nombre de Pembroke–cumplía diecisiete años de edad y los celebraba en Wilton House, donde vivía.

    1

    Deseamos que las bellas criaturas se multipliquen y que la belleza de la rosa nunca muera sino que madure y, con el tiempo, decline para que sea el heredero quien conserve su memoria.

    Pero si tú, concentrado en tus ojos radiantes, sólo te alimentas auto-consumiéndote con tu propia llama, produces hambre donde hay abundancia, convirtiéndote así en tu propio y más cruel enemigo.

    Tú eres el fresco ornamento del mundo y el único heraldo de una estridente primavera que consume su felicidad en su capullo sin saber, tierno ignorante, que tu avaricia te desgasta.

    Apiádate del mundo o serás un glotón que se comerá lo que le debe al mundo, entre tú y la tumba.

    2

    Cuando asedien a tu frente cuarenta inviernos y las profundas trincheras saturen el campo de tu belleza, la arrogante y juvenil librea, ahora tan admirada, no será sino un trapo hecho jirones.

    Entonces, si te preguntan dónde quedó tu belleza, dónde los tesoros de tus días lozanos, decir que están en el fondo de tus ojos hundidos sería una entripada vergüenza y un elogio inútil.

    Cuánto mayor elogio de tu merecida hermosura sería si pudieras contestar: Este querido hijo mío, pagará lo que debo y excusará mi vejez, comprobando con su belleza tu clara descendencia.

    Esto te renovará cuando seas viejo y veas sangre caliente, mientras sientes que la tuya se enfría.

    3

    Mírate al espejo y acepta el rostro que estás viendo: ya es tiempo que ese rostro modele a otro con un nuevo repuesto pues, si no lo renuevas ahora, vas a decepcionar al mundo por no haber bendecido a madre alguna.

    Pues, ¿dónde está esa mujer, cuyo virginal vientre desdeñe el arado de tu marital cultivo? O, ¿quién es aquel insensato que sea la tumba de tu amor propio, tratando de evitar la posteridad?

    Tú eres el espejo de tu madre y ella es el tuyo: ella puede evocar el bello abril de su primavera para que tú puedas ver, a través de ese espejo, tu edad y, a pesar de las arrugas, ver tú tiempo dorado.

    Pero si vives para no ser recordado, muere soltero y que tu imagen muera contigo.

    4

    Derrochador de encantos, ¿por qué derrochas en ti mismo la herencia de tu belleza? El legado de la Naturaleza no es un regalo, es un préstamo que, francamente sólo le presta a los que son generosos.

    Entonces, hermoso avaro, ¿por qué abusas de ese préstamo que te han dado para dar? Usurero sin ganancias, ¿por qué gastas semejante suma de sumas, si no puedes generar una nueva vida?

    Por comerciar sólo contigo, engañas a tu encantadora persona de ti mismo; entonces, cuando la Naturaleza te llame para irte, ¿qué clase de auditoría podrás rendir?

    Tu desempleada belleza la enterrarán contigo; pero bien usada, vida le habría dado a tu albacea.

    5

    Aquellas horas que con gentil cuidado enmarcaron ese bello rostro que atrae todas las miradas hace, al mismo tiempo, el papel de tirano perjudicando lo que antes excedía en belleza.

    El tiempo, que nunca descansa, empuja al verano hasta el odioso invierno y lo confunde antes de congelar la savia para que las lujuriosas hojas vuelen y su belleza sea cubierta por la nieve y todo quede al desnudo.

    Entonces, si no dejas tu esencia del verano destilada como líquido prisionero entre las paredes de cristal, el efecto de la belleza y la belleza misma, desaparecerán sin dejar recuerdo alguno de lo que fueron.

    Las flores destiladas, aunque se encuentren en el invierno, pierden su apariencia, pero ganan en su dulce sustancia.

    6

    No permitas que la ruda mano del invierno acabe con tu verano antes que seas destilado: dulcifica algún vientre y atesóralo en algún lugar junto con el tesoro de tu belleza, antes que ésta acabe contigo.

    Esa manera de invertir no es usura prohibida, pues alegra y complace a los que pagan a tiempo su deuda que, para ti, sería engendrar a otro tú, para que seas diez veces más feliz en diez a uno.

    Diez veces tú mismo serás más feliz de lo que eres, si diez de los tuyos se multiplicaran por diez: entonces, ¿qué podría hacer contigo la muerte cuando tengas que partir sino dejarte vivir en la posteridad?

    No seas egoísta; eres bello en exceso para ser conquistado por la muerte y que tus herederos sean los gusanos.

    7

    Mira hacia el oriente cuando la divina luz levanta su ardiente cabellera; abajo, cada ojo rinde homenaje a su recién aparecida visión y, honrando con su mirada la sagrada majestad que ha escalado hasta la cúspide de su celeste colina, parecida a la vigorosa juventud de la edad madura, adora con su belleza los ojos de los mortales expectantes de su diaria y dorada peregrinación.

    Pero cuando llega al cénit con su gastado carro, como un débil anciano, se retira del día y los ojos, (antes obedientes), se desvían de su decadente trayecto para mirar a otro lado.

    Así tú, alejándote de tu mediodía, morirás abandonado a menos que tengas un hijo.

    8

    Música para escucharla. ¿Por qué te pone triste la música? La dulzura no pelea con ella; la alegría disfruta de la alegría. ¿Por qué amas aquello que no vives con gusto y, en cambio, recibes con placer lo que te molesta?

    Si la verdadera armonía de los sonidos, bien combinados y unidos en matrimonio, ofende tus oídos, no hace más que reprenderte suavemente, pues confundes en una sola voz, las voces que debiste haber entonado.

    Escucha cómo una sola cuerda es la amable cónyuge de otra vibrando una encima de la otra en recíproco orden, semejando al padre, al hijo y a la feliz madre, cuando todos en uno cantan una suave canción.

    La canción sin palabras, siendo muchas, aparenta ser una y te canta esto: Tú sólo, no serás nadie.

    9

    ¿Es por miedo que llore una viuda por lo que te consumes a ti mismo en tu soltería? ¡Ah!, si te llegas a morir sin tener descendencia, el mundo te llorará, como le lloran a una solterona.

    El mundo será tu viuda y llorará porque no has dejado tras de ti tu propia imagen, cuando sabemos que la más humilde de las viudas podría ver, en los ojos de sus hijos, la imagen misma de su marido.

    Mira cómo gasta un derrochador en este mundo: cambia de lugar sólo para seguir disfrutándolo; el derroche de la belleza tiene un fin en este mundo que, si no la usa, finalmente destruye al portador.

    No existe amor al prójimo en el seno de aquel que, sobre sí mismo, comete semejante y vergonzoso crimen.

    10

    Por vergüenza niegas que le profesas amor al prójimo, tú, que eres un derrochador para contigo mismo. Admito, si quieres, que son muchos los que te aman pero, que tú no ames a nadie es más que evidente, pues estás poseído de un odio tan asesino que no dudas en conspirar contra ti mismo, tratando de arruinar ese hermoso techo cuya restauración debería ser tu principal deseo.

    Cambia de idea para que puedas cambiar de parecer. ¿Debería de hospedarse mejor el odio que el amor? Sé como eres en persona: gracioso y amable, si por lo menos pruebas ser bondadoso contigo mismo.

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