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Mi Marqués Eternamente
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Libro electrónico141 páginas2 horas

Mi Marqués Eternamente

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Algunos cuentos de hadas están retorcidos.

Algunos cuentos de hadas están retorcidos. Como hija de un duque, lady Annalise Palmer debía estar teniendo una vida encantadora. Sin embargo, las apariencias pueden ser engañosas: su padre se ha asegurado de que toda la vida de ella esté llena de nada más que angustia y dificultades. La felicidad es una emoción evasiva y el amor es inexistente. Tampoco tiene motivos para creer que lo encontrará. Ryan Simms, el marqués de Cinderbury ha estado solo casi toda su vida. Después de la muerte de su padre, su abuelo lo abandonó y lo dejó al cuidado de su malvada madrastra. Desde muy joven aprendió a no confiar en ninguna mujer y, especialmente, a nunca enamorarse. Son dos almas perdidas en busca de la salvación. Juntos pueden ayudarse mutuamente a sanar, si pueden creer en la posibilidad de la felicidad, escapar del tormento que ambos han sufrido y, en el camino, descubrir un amor eterno.
IdiomaEspañol
EditorialTektime
Fecha de lanzamiento11 abr 2019
ISBN9788893988575

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    Mi Marqués Eternamente - Dawn Brower

    Mi marqués eternamente

    Mi marqués eternamente

    Serie Siempre Amada 3

    Dawn Brower

    Traducción del inglés: Elizabeth Garay

    Índice

    Agradecimientos

    Prólogo

    CAPÍTULO UNO

    CAPÍTULO DOS

    CAPÍTULO TRES

    CAPÍTULO CUATRO

    CAPÍTULO CINCO

    CAPÍTULO SEIS

    CAPÍTULO SIETE

    CAPÍTULO OCHO

    CAPÍTULO NUEVE

    CAPÍTULO DIEZ

    Epílogo

    ACERCA DE LA AUTORA

    TAMBIÉN DE DAWN BROWER

    EXTRACTO: El Conde De Harrington

    PRÓLOGO

    CAPÍTULO UNO

    Sin título

    Esta es una obra de ficción. Los nombres, personajes, lugares e incidentes, son producto de la imaginación del autor o son utilizados de manera ficticia y no deben interpretarse como reales. Cualquier semejanza con lugares, organizaciones o personas reales, vivas o muertas, es meramente una coincidencia.


    Infinitely My Marquess Derechos de autor © 2019 Dawn Brower

    Published by Tektime


    Arte de portada y ediciones por Victoria Miller

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser utilizada o reproducida electrónicamente o impresa sin permiso escrito, excepto en el caso de citas breves incorporadas en las revisiones.


    Este libro es para todo los que creen en el amor y esperan encontrarlo algún día. En ocasiones solo tiene que tener fe y a veces ha estado allí todo el tiempo. Siga creyendo y algún día el amor puede encontrarle.

    Agradecimientos

    Como siempre, gracias a mi artista de portada, Victoria Miller. Eres fabulosa, como siempre. También gracias a Elizabeth Evans, que haces que la escritura sea divertida. Gracias por ayudarme y leer todos mis borradores.

    Prólogo

    Inglaterra 1795

    Campanas de boda resonaron por la campiña, anunciando la inminente boda de lord Victor Simms, el segundo hijo del duque de Ashthrone y de lady Penelope Everly. No era el primer matrimonio de ninguno de los dos. El pequeño Ryan Simms estaba emocionado de tener finalmente una madre. Desde que podía recordarlo, solo habían sido su padre y él. Pronto, tendría una madre y también dos hermanas: Delilah y Mirabella. Delilah era dos años más grande que Ryan y tenía el cabello más negro que había visto en su vida. Mirabella era pelirroja y era un año más joven que él. Ryan había celebrado su cumpleaños número siete, un mes antes de la boda.

    ¿Cómo estás, mi niño?. Su padre se inclinó y revolvió su cabello. ¿Estás feliz?.

    Sí, papá, respondió. Quería decir a su padre que nunca había sido tan feliz, pero no sabía si podía hacerlo. Su padre parecía tener un estado de animo más ligero y no quiso recordarle momentos más tristes. Su trato siempre había sido gentil, pero había estado muy deprimido la mayor parte del tiempo. Incluso un niño de siete años reconocía la aflicción, y aunque nunca había conocido a su madre, Ryan seguía extrañándola todos los días. Lady Penelope no podría reemplazar ese hueco, pero podía cubrirlo parcialmente.

    Me alegro, dijo su padre. Se siente maravilloso tener alegría en nuestras vidas. Ahora corre a sentarte con la niñera. Sé un buen niño.

    Ryan hizo lo que su padre le dijo y corrió a sentarse con su niñera en su lugar en la iglesia. Delilah y Mirabella ya se encontraban allí. Se sentaron con su espalda recta y expresiones sombrías en sus rostros. ¿No estaban contentas de volver a ser parte de una familia completa? ¿Por qué se veían tan...infelices?

    Lady Penelope caminó por el pasillo de la iglesia y se unió al padre de Ryan. El vicario dijo muchas cosas que Ryan no entendió por completo, pero en realidad no le importaba. Todo lo que importaba era que finalmente tendría una familia. Una que siempre estaría allí para él, que lo colmaría de amor, de atención y muchos abrazos. Realmente deseaba tener a alguien que lo abrazara más a menudo. Una vez había visto a una madre y a su hijo. La mujer había atraído al niño a sus brazos, lo abrazaba y besaba como si fuera lo más preciado para ella.

    El vicario pidió a su padre que repitiera algunas palabras y después lo hizo lady Penelope. Ambos habían hecho lo que les había pedido. Al concluir, los declaró casados. Todos en la iglesia aplaudieron. Una sonrisa llenaba el rostro de Ryan, y él aplaudió junto con ellos.

    Es un niño tonto, dijo Delilah, levantando su nariz al aire. No puedo creer que tengamos que lidiar con él todos los días

    Mirabella asintió con la cabeza, pero Ryan creía ni siquiera haber entendido a Delilah. Las chicas eran un enigma, que no podía evitar preguntarse si alguna vez podría descubrir. Especialmente porque nunca antes había tenido que lidiar con ninguna de ellas. ¿Qué es ser tonto?.

    Ni siquiera se da cuenta de lo que es un insulto, se burló Delilah. Supongo que eso podría hacer las cosas más interesantes.

    Ryan no lo creía, pero al momento no le importaba descifrar a qué se refería. Se encogió de hombros y tiró de la manga a la niñera. ¿Ya es hora de partir? Tengo sueño. Tenía siete años y ya había hecho más de lo que solía hacer. Su padre no lo dejaba salir mucho de casa. Era como si al dejarlo de ver, temiera perderlo. La niñera lo mimaba por petición de su padre.

    Tan pronto como la feliz pareja parta, podemos seguirlos.

    Ryan asintió y esperó a que su padre y su nueva madre salieran de la iglesia. La niñera podía llevarlo a casa. Tal vez podía jugar con sus soldados de juguete en su habitación. Le gustaba más la paz y la tranquilidad. Últimamente había habido demasiado ruido en su casa. Todos tenían que venir para visitarlos, por la boda. Incluso tenía una nueva prima, lady Estella. Ella era una pequeña bebé y no podía jugar con él, pero a él le gustaba mirarla. La niñera ayudó a cuidarla mientras estaban de visita, así que él la veía a menudo.

    Finalmente, su padre y lady Penelope se dirigieron hacia el pasillo. Al salir de la iglesia, todos se pusieron de pie para seguirlos. La niñera tomó su mano y se volvió hacia Delilah y Mirabella. Vengan conmigo, chicas.

    No tenemos por qué escucharte, dijo Delilah con arrogancia.

    Sí, no la escuches, repitió Mirabella.

    La niñera dejó escapar un suspiro exasperado. No tengo tiempo para un berrinche. Ustedes dos vengan conmigo ahora, o les retorceré las orejas.

    Delilah se levantó y volteó la cara desafiándola. Voy a salir, pero no porque me lo hayas dicho. Quiero ir a casa y lo haré. Mirabella corrió tras ella y salieron de la iglesia.

    Ryan dio la mano a la niñera. ¿Conocen el camino?.

    No lo sé tesoro, dijo ella. Mejor las seguimos. Esas dos me van a volver loca. Muy pronto echaremos de menos la tranquilidad y tendremos problemas para recordar cómo era.

    Él asintió con la cabeza a la niñera, a pesar de que no entendía. ¿Por qué no habría más tranquilidad? ¿No debía tenerla siempre en su habitación? Ese era su espacio seguro. Supuso que más tarde lo averiguaría. Este era un día feliz. Su padre se lo había dicho, y decidió creerlo así.

    Inglaterra 1800

    Ryan, gritó su madrastra. Su aguda voz atravesó sus tímpanos incluso con la distancia que los separaba. Aún no podía creer haberse emocionado por tener a esa mujer como madre. Ven aquí ahora mismo, niño tonto.

    Miraba fijamente las paredes desnudas del ático donde ella lo obligaba a dormir. Su bonita habitación se la habían quitado para darla a Delilah. Bueno, no había sucedido al principio, pero cuando su padre murió, lady Penelope obtuvo el control completo sobre él. Debía estar preparándose para ir a Eton, pero seguía atrapado haciendo trabajo no remunerado para lady Penelope. Ella alegaba que no tenían los fondos para enviarlo a la escuela y dar a sus hijas la adecuada educación que se merecían. Por lo que había contratado tutores para todos ellos. Él recibió su educación por casualidad. Ella no hubiera permitido que se encontrara con el tutor si hubiera podido evitarlo; sin embargo, su abuelo, el duque de Ashthrone insistía en recibir sus reportes trimestralmente. Si no tenía noticias de lady Penelope, entonces no recibía los fondos.

    Ryan bajó las escaleras corriendo y se dirigió a la sala de estar. Lady Penelope estaba sentada en el diván leyendo un libro. Sus dos hijas, Mirabella y Delilah estaban en sillas frente a ella. Delilah hacía labor de costura y Mirabella pintaba acuarelas sobre un lienzo.

    Ya es hora, rió lady Penelope. "Necesito que prendas la chimenea. Está haciendo frío en el salón.

    Su madrastra había despedido a casi todos los empleados. Esta era otra forma de ser frugal y gastar el dinero en sus hijas y en ella misma; eran egoístas. El único personal que mantuvo fue un cocinero y un conductor. Ryan no podía ser conducido en un carruaje. Eso haría que lo llevaran con su abuelo y ella tendría mucho qué explicar. En tanto a cocinar, lady Penelope había intentado que él lo hiciera. Se dio por vencida cuando se dio cuenta de que lo hacía muy mal. Nunca había estado tan agradecido de ser tan terrible en algo. Prácticamente, desde hacía unos años, Ryan había sido el esclavo de su madrastra, desde la muerte de su padre. Él no podía esperar a recibir su herencia, por pequeña que fuera y hacer que lady Penelope saliera de su casa. Seguramente tenía parientes con los que podría irse a vivir. Nunca le había caído mal nadie, tanto como su madrastra y sus dos hermanastras.

    De inmediato, contestó Ryan.

    Se puso a trabajar para encender la chimenea. Las llamas lamieron la madera y el calor se extendió en el lugar. Ryan se puso de pie y se sacudió la mano sobre sus pantalones, dejando un rastro de cenizas y hollín a su paso.

    Ve y lávate. Tienes un aspecto vergonzoso.

    Ryan apretó la mandíbula y asintió hacia su madrastra. No confiaba en lo

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