TNF Intrigas y Misterios/ TNF intrighi e Misteri

INTRIGAS Y MISTERIOS

Mirko Giovagnoli

Primera edición: octubre 2024

©Derechos de edición reservados.

Designer Pro [email protected] Colección: Narrativa

©MirkoGiovagnoli

Maquetación: Ana Torres Marín Diseño de cubierta: Ana Torres Marín

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IMPRESO EN ESPAÑA - UNIÓN EUROPEA

PRÓLOGO:

EL SILENCIO DEL VIENTO

En la densa calima que envolvía la ciudad de La Orotava, el viento parecía llevar consigo un secreto.

La Villa Victoria, abandonada durante años, se erguía como un monolito oscuro, sus cristales rotos escudriñaban las calles desiertas como los ojos de un depredador a la espera.

El inspector Alejandro Vargas estaba a punto de entrar, guiado sólo por una pista dejada por un anónimo:

«La verdad está en el silencio del viento».

Habíapasadotodalanochereflexionandosobreestaspalabras,peronolograbacomprender su significado. La villa, que había sido propiedad del misterioso aristócrata Edgardo Bethancurt, ocultaba más de lo que mostraba.

El comisario se adentró en el lugar, la puerta crujióalabrirse,elolorapolvoyhumedadgolpeó su nariz. Atravesó habitaciones desoladas, cada una aparentemente inalterada por el tiempo, hasta que llegó a una biblioteca. Allí, un viejo libro de cuero negro apoyado en un atril, como si le estuviera esperando. Hojeó las páginas amarillentas y encontró un diario escrito a mano. Sus entradas eran confusas, pero un pasaje era claro: «El verdadero asesino nunca es quien parece ser». Un escalofrío le recorrió la espalda. La revelación parecía demasiado simple, pero los acontecimientos que siguieron en la isla de Tenerife pronto le darían una nueva perspectiva. El comisario dio media vuelta, pero notó un cambio.

El  viento,  que  antes  parecía  una  presencia

amenazadora,ahoraestabaensilencio.Elsilencioera opresivo, como si la villa hubiera absorbido todos los sonidos. De repente, un ruido procedente del piso superior lo sobresaltó. Subió las escaleras, el suelo crujía bajo sus pasos. Cuando llegó al último piso, encontró una habitación sellada. Con un violento golpe, forzó la puerta. La habitación estaba vacía, excepto por un gran espejo de cuerpo entero apoyado en la pared.El reflejo de Vargas estaba distorsionado, como si la imagen lucharapormantenerseestable.Lomásinquietante era una figura detrás de él, una silueta indistinta que parecía moverse lentamente.Vargas se dio la vuelta, pero no había nadie. Volvió a mirar el espejo y la figura se acercó. El comisario de la Guardia Civil comprendió que el secreto no estaba en el viento, sino en la ilusión de su reflejo.

De repente, una voz susurró desde la nada:

«La verdad se refleja en el silencio». Vargas vio desaparecer la figura del reflejo.

Ahora comprendía que el misterio no estaba en la villa, sino en la sombra que le acechaba.

Cuando salió de la villa, el viento comenzó a soplar de nuevo, trayendo consigo sólo el sonido del silencio.

LAS SOMBRAS DEL LEPROSARIO

En el siglo pasado, en la isla de Tenerife, las familias nobles vivían en una sociedad aislada y decadente, marcada por tradiciones arcaicas y secretos inconfesables. El aislamiento de la isla dio lugar a prácticas distorsionadas y al incesto perpetuo entre familias, lo que generó una serie de nacimientos de niños con graves malformaciones y enfermedades. Cuando nacía un niño con malformaciones, la ley no permitía piedad alguna.

Los  padres,  temiendo  el  escándalo  y  las

consecuencias sociales, sólo encontraron una salida: llevar al niño a la leprosería del sur de la isla, un lugar regentado por las monjas Ursulinas, donde la muerte de los niños estaba asegurada con el pretexto de curar la lepra.

Décadas más tarde, el comisario Alejandro Vargas, dedicado a la investigación, es llamado para investigar una serie de inquietantes descubrimientos. Durante las obras de renovación de un antiguo convento abandonado, aparecen huesos humanos enterrados en un sótano oculto. Vargas, conmocionado por el descubrimiento, sospecha que hay algo siniestro detrás de las muertes de estos individuos. La investigación de Vargas le lleva a un oscuro y peligroso viaje al pasado de la isla. Descubre que los huesos pertenecían a niños con malformaciones, cuyos cuerpos habían sido llevados a la colonia de leprosos y enterrados en secreto.

Eltestimoniodelasmonjasursulinasrevela

que,bajoelvelodelapiedadreligiosa,seocultaba una verdad escalofriante: las religiosas eran cómplices de un sistema de supresión de niños, operado para proteger la reputación de las familias nobles. Vargas se encontró con documentos secretos y cartas del abad, antiguo administrador del lazareto, que era también el principal orquestador de la red de supresión. Monseñor Pablo había utilizado su posición de poder no sólo para encubrir las malformaciones de los niños, sino también para manipular e intimidar a cualquiera que pudiera amenazar su tenebroso sistema.

SiguiendoelrastrodejadoporPablo,Vargas

descubre que el sacerdote contaba con una red de aliados entre las familias nobles y les había extorsionado grandes sumasdedineroparamantenerelsilencioyocultar

pruebas. Con cada descubrimiento, Vargas se acerca más y más a la verdad, pero también a los peligros que podrían poner en riesgo su vida. Se enfrenta a una serie de peligros e intrigas mientras intenta desenmascararla verdad y llevar a los culpables ante la justicia. La investigación le lleva a un enfrentamiento final con los descendientes de monseñor Pablo, que están dispuestos a todo para mantener intacta su oscura herencia y proteger el nombre de la familia. La verdad, cuando finalmente se revela, es devastadora. La leprosería de Monseñor Pablo no era sólo un lugar de muerte, sino un símbolo de la corrupción y la hipocresía que invadían toda la isla. Alejandro Vargas, al tiempo que saca a la luz el terrible secreto, debe enfrentarse a las consecuencias de sus descubrimientos y a la realidad de un mundo donde la justicia no siempre es justa.

ASESINATO EN EL CONCIERTO

La ciudad de Tenerife se bañó en un mar de aplausos y flashes a medida que el concierto de la gran orquesta se acercaba a su clímax. Leire Morales, arpista de extraordinario talento, fue la pieza central de la velada, su solo se esperaba con impaciencia. Con una sonrisa radiante y una gracia innata, Leire se preparó para su pieza final.

La tensión era palpable entre las filas de la orquesta. Mirella Ruiz, la violinista de belleza glacial, miró a Leire con una mirada que delataba una furia mal disimulada. Sus ojos verdes parecían proyectar sombras de venganza mientras laarpista se acercaba al momento crucial de su solo.

El joven pianista, Javier Soto, hijo del rector del conservatorio, estaba sentado ante su instrumento con expresión distante, aunque su corazón estaba sin duda llenodeemocionessecretas.SuamorporLeireera

conocido por pocos, pero permanecía insatisfecho, al igual que el talento de Leire, que brillaba como una estrella inalcanzable.

Cuando Leire se acercó al pedal del arpa, la orquesta estaba en perfecta armonía. Pero lo que parecía una velada perfecta se convirtió en una pesadilla. Con un gesto decidido, Leire activó el pedal para cambiarel tono del instrumento. De repente, las 47 cuerdas del arpa se agitaron como serpientes furiosas, desgarrando la cara y las manos de la joven artista en un torbellino de sangre y dolor. La orquesta se detuvo en silencio y Leire fue trasladada al hospital. Desgraciadamente, a pesar de todos los esfuerzos de los médicos, murió pocas horas después a causa de sus graves heridas.

El Comisario Vargas, conocido por su aguda perspicacia y determinación, se hizo cargo del casocon gran prontitud. Analizando la grabación del último concierto, descubrió una rareza: antes de activar el pedal, Leire había tocado tres notas fuera de lugar - mi, re, la - que no pertenecían a la pieza interpretada. Sólo después de estas notas había utilizado el pedal, creando una secuencia de sonidos que correspondía al nombre de

«Mirella». si se lee como un anagrama. Vargas se centró en esas notas y su posible conexión con el asesinato.

También recordó las palabras de un testigo presencial: Leire, antes de accionar el pedal, habíavisto a Mirella hacer un gesto amenazador, una