Poemas

Pedro Geoffroy Rivas
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La bsqueda
Yo no encuentro la letra deseada Para mi cancin, Ni encuentro los ojos que llevo En el corazn. Cuando escucho un canto me digo: Esa es mi cancin. Cuando veo unos ojos exclamo: Los del corazn. Pero pasa el canto y se van los ojos Y an siento en el alma vibrar la cancin Y siento como arden dos negras estrellas En el corazn.
_________________ De: Canciones en el viento
P e d ro G e o ff r o y - Ri v a s
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Un poquito de muerte
Has llegado a mi vida Con un siglo de retraso. Precisamente cuando nadie poda ya salvarme. (La ltima nave la quem una noche, hace ya mucho tiempo, junto al puerto de una mujer dormida). Sin embargo mujer, Faro y abismo, Gracias te doy por la bondad obrada, Por la hora de luz y el minuto de vrtice. Toma un pedazo de alma De estos que voy dejando como quien da retratos. Cuando me vaya Con el triste bagaje de pupilas Que me miraron silenciosamente, T tambin sentirs, Como las otras, Un poquito de muerte en el recuerdo.
____________________ De: Canciones en el viento
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Cancin del payaso sin fortuna

Slo mi corazn en medio de la noche. Slo mi corazn y dos estrellas. Las puntadas de luz de dos estrellas Que mantienen cosida al infinito La carpa desteida de los cielos. Slo mi corazn, payaso sin fortuna, Cantando con la orquesta de los grillos Una cancin montona que ya pas de moda. Slo mi corazn bailando en el alambre, A la luz ahumada de la luna, Una danza grotesca que nadie ha de aplaudir. Slo mi corazn Sacudiendo sus viejos cascabeles En el circo vaco de la noche. Slo mi corazn bajo la vieja lona. Slo mi corazn y dos estrellas.
___________________ De: Canciones en el viento
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Miedo
Tengo miedo de decir tu nombre Porque puede romperse es tan frgil al caer desde mis labios sobre la dura piedra del silencio. Qu haras t sin nombre? Qu haras, si al ir a pronunciarlo se me hiciera pedazos en la boca? Qu haras t sin nombre y cmo hara mi dolor para llamarte? Andara tu nombre hecho pedazos Rodando sobre los labios de los hombres Sin que nadie llegara a reconstruirlo. Y andara mi amor Por todos los rincones de la soledad Buscando en vano el trozo que jams encontramos De las cosas queridas que se rompen. Y andaras t a travs de todas las palabras, Saltando sobre todos los abecedarios del mundo, Sin encontrar el nombre que se rompi en mis labios. Qu haras, si al beberme tu ltimo recuerdo, dejara caer, como dejan caer al suelo los suicidas la copa en que apuraron el veneno, tu nombre cristal frgil sobre la dura piedra del silencio? _______________ De: Canciones en el viento
P e d ro G e o ff r o y - Ri v a s Poemas www.a rtepoetica.net

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I Para cantar maana

1 No tenamos nada y ahora tenemos mucho. Tenemos diez mil muertos. Tenemos el recuerdo de diez mil hermanos Que ofrendaron sus vidas por ensearnos a vivir. Tenemos un dolor mucho ms grande Que aquel dolor de antes. No tenamos nada y ahora tenemos mucho. Tenemos diez mil tumbas que gritan. Veinte mil ojos sin vida que nos ven fijamente. Tenemos un anhelo sin lmites Y una bandera roja en cada rancho. No tenamos nada y ahora tenemos mucho. Hoy tenemos el grito ronco y spero Y la angustia que late Como otro corazn dentro del pecho. No tenamos nada y ahora tenemos mucho. Tenemos a Mart y al indio Ama. Tenemos un 23 de enero Y tenemos Izalco y tenemos Juaya Y tenemos tambin a quien amar y a quien odiar Y para qu vivir y un tremendo por qu para morir. No tenamos nada y ahora tenemos mucho.
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Por el hermano que cay aquel da Hoy me corono de palabras crueles, De palabras punzantes como espinas. Una maanita, Clara Como l so los ojos del hijo que an no le naca, Lo llevaron al muro del viejo cementerio. l levant la frente Y los maussers rezaron su oracin tremenda. Hoy duerme bajo la dulce tierra Junto a sus dos amigos. Una mujer preada nos dej en herencia.
______________ De: Cuadernos del exilio
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III Trenos del exilio 1

Patria sin superficie, Hondura slo, Apretada raz inacabable. Patria sin voz, Mirada nicamente, Eterna claridad, Sonrisa pura. Patria sin realidad, Apenas sueo, Dulce visin de vegetal violento. Patria sin alegra. Dolor Y otro dolor Y ms dolor Y lgrimas de piedra. Patria con esperanza, Firme, Pura, Desolada, Limpia. Te me has vuelto volcn dentro del pecho.
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En la noche que envuelve su negrura Alrededor del sueo a que me cio, Mientras mi corazn grita su duda Mi patria peregrina va conmigo. Alejndome voy de dura tierra Y hacia otra dura tierra me encamino, Mas latiendo en el fondo de la entraa Mi patria peregrina va conmigo. Recio hijo que afila sus races Y me succiona el sueo, decidido. Pugnando por nacer en mis canciones Mi patria peregrina va conmigo. Y de volver con ella en el instante Del milagroso parto acontecido Que me la entrega plena. Mientras tanto Mi patria peregrina va conmigo. Maana cantaremos una nueva cancin. Ir tu nombre en ella, Nia patria del jbilo y la estrella. Diremos con el alma enardecida La cancin de tu vida y nuestra vida. Repetir, ya limpias de amargura, Estas cosas que hoy digo con spera ternura. En tus pintadas alas de chiltota Levantar hasta el cielo nuestra esperanza rota. Maana cantaremos una nueva cancin. Ir tu nombre en ella, Nia patria del jbilo y la estrella.
Maana cantaremos una nueva cancin
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Despus de tanta sombra, despus de tanto llanto, Despus del amargusimo quebranto Que multiplica el sueo y el afn, Despus de tanta sangre derramada, Por el dolor humilde y la pasin callada Florecern tus cardos Cuscatln. Por la dura semilla que sus manos sembraron, Por el altivo sueo que soaron, Por los muertos que en tu cintura van, Ya cumplido el anhelo, sosegado ya el grito, Sobre tu ardiente suelo de granito Florecern tus cardos Cuscatln. Levantado el recuerdo del Negro Farabundo, Sostenidos por su fuego fecundo, Sobre las altas llamas del volcn, Junto a la sed de tu arenal sin nombre, Por mi cancin de nio, por mi llanto de hombre, Florecern tus cardos Cuscatln.
________________ De: Cuadernos del exilio
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IV Esperanzada geografa del dolor
Tutecotzimit
Bronce para campanas, tu nombre caudaloso Me llega desde el fondo de los siglos, tu fuerte Mano franca y abierta, tu mirar luminoso Aclarando los duros caminos de la muerte. Bajando de quien sabe altsimos rosales, Tu recuerdo perfuma mi esperanzado asombro. Tu voz, llena del fresco rumor de los maizales, Le prestar su acento al canto en que te nombro. Padre de la amistad, viejo oscuro y hermoso, Que un da derribaste de su trono al odioso Cuauhmchin, el tirano que traicion la fe, Es preciso que vuelvas: en cruentas bacanales, Modernos Cuauhmchines ofrendan macehuales En el ara sangrienta del gran dios del caf.
______________ De: Cuadernos del exilio
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Anastasio Aquino
Todava es ajena la tierra en que reposas Viejo abuelo de piedra. Tu raza indestructible Todava se afana bajo el yugo. Imposible Es el grito que duras gargantas presurosas, Bajo el amargo signo del trpico impasible, Aprientan como gajo lacerante de rosas. Se curvan las espaldas, sangrantes, dolorosas, Surcadas por las huellas del ltigo terrible. Ya no duermas abuelo. Vencedor de la muerte, Alza tu voz antigua, consoladora y fuerte, Y que otra vez se escuche tu gran grito de guerra. Erguida para siempre, alta en el sol la frente, Repetir tu raza de levante a poniente El eco milenario de Tierra, Tierra, Tierra.
_______________ De: Cuadernos del exilio
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Feliciano Ama
Del rbol del que cuelgas, tu fruto permanente Da a da fecunda la tierra que tu mano Cultiv sin descanso, porque el maz, hermano De tu sueo, multiplic en el sueo la simiente. Del ancho litoral hasta el volcn hermano, Como un cristo de piedra que esparce la simiente, En batalla sin tregua, en lucha permanente, Fue derramado sueos y esperanzas tu mano. Hoy vives en el sueo, antiguo fruto oscuro, Y en la plaza de Izalco, indestructible, puro, Te hace flamear el viento como bandera en alto. Tu inefable presencia habita nuestra casa, Familiar y cercana, porque tu vieja raza Al esculpir tu nombre humaniz el basalto.
_______________ De: Cuadernos del exilio
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Una cancin de amor

Perfmate con agua de nocturnas campnulas, Oh Corazn del cielo! Con greda nueva adrnate, Con semillas de achiote. Cete la cintura con el refajo verde. Ponte el huipil bordado de ardientes girasoles. Que te alumbre los ojos la flor del jiquilite. Baja a la playa entonces, Bscame en el estero Cuando la luna prenda su lmpara en los cocos Y el mar est sonando todos sus caracoles. Un lecho de algas hmedas olorosas a yodo Ha tejido mi amor para tu cuerpo De venada inocente. Quiero estrecharte el torso Con guirnaldas de schiles morados, Ungirte el pecho con sagrado blsamo, Mirar en tus pupilas las estrellas ms grandes. Quiero besar tus muslos de amorosa serpiente. Soltarte el nudo de la trenza Y enredarte lucirnagas En el manglar oscuro del cabello. Quiero envolver tu cuerpo con la espuma ms blanca. Que mis manos despierten tus desnudos sensontles. Quiero elevar tu sueo hasta el delirio Y dejar en tu vientre la semilla de un dios.
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De: Yulcuicat
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Breve lamento
He de marcharme entonces? Slo un instante vivir sobre el mundo? Como la flor del tiempo, ir perdiendo ptalo tras ptalo! Nada quedar entre nosotros? Hasta las piedras finas se rompen. El oro se destruye. Se rasgan las plumas preciosas. Qu ha de hacer mi corazn entonces? Nada ser mi nombre alguna vez? En vano he venido a la tierra? Oh amigos! No dejis que perezca del todo. Conservad este canto!
_________________ De: Yulcuicat
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Solo amor Tres tiempos de una misma voz

El eco solo de tu voz, el puro Simple eco. El singular reflejo De tu voz, como si un mgico espejo Devolviese el metal grave y oscuro De tu voz de campana, en la que un dejo Audaz, imperceptiblemente duro, Subraya lo perfecto, lo maduro, Lo suave, lo insondable y lo complejo. Es as como el puro y simple eco Penetrando mi ser en m provoca Una ansiedad tantlica que insiste En que tu voz refresque el labio seco Y pueda descansar junto a tu boca Mi viejo desamparo de hombre triste. Y me hundo en tu voz y en ella anego La dura soledad que me acompaa Y en el efluvio musical que baa El delirio fugaz a que me entrego, Siento la eternidad como una hazaa Intil cuando fltame el apego De tu voz, maravillosa como un ruego, Que me seala el ritmo de la entraa. Y surjo as, como un recin nacido, Limpio de mal y claro de pecado, Y al dulce arrullo en que tu voz me nombra, Tranquilo el corazn que andaba herido, Me reclino a soar, abandonado, De tu palabra en flor bajo la sombra. Y hmedo de tu voz, ebrio de un llanto
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En que mi osado corazn advierte, En ala y luz y soledad y canto, La presencia inefable de la muerte, Cierro el ojo dolido para verte Ajena en el dolor y el desencanto, Como un vino dorado que se vierte En la copa sensual de mi quebranto. Y de doy lo que tengo. Del olvido Se levanta tu amor, viejo y sabido, Y el humo luminoso del recuerdo Traza una senda que hacia ti conduce Y que a tu boca mnima reduce El vasto laberinto en que me pierdo.
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Cerrada flor
Cuando canto lanzo gritos atroces. Quiero besarte y me vuelvo espina. Se caminan hormigas por las voces Y yo siento que un pjaro me trina. Surcado por relmpagos veloces De inesperada lumbre repentina, Un cielo de pasin que no conoces Suea con tu presencia matutina. Rosa de amor, intilmente roja, Mi corazn sus distoles deshoja Esperando tu tacto que no llega. Y las ciegas alondras que me habitan Vanamente sus plenes le gritan A tu cerrada flor que no se entrega.
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Locuramor
Locumaror gritando su batalla Desde un cielo sin luz, inexpresado. Me creciste de pronto en el costado Como una inmensa flor que me avalla. Una roja tormenta me restalla Dentro de cada poro enamorado, Me recorre un incendio desatado Y un trueno en cada glbulo me estalla. Voy a decirte amor hasta los huesos, Voy a gritarte amor hasta el olvido. Se me quiebra la voz cuando te nombro. Me alimento soando con tus besos. Y si slo fue un sueo lo vivido Quiero vivir del sueo de tu asombro.
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Soledad
Frecuentemente el viento sopla fuerte En el minsculo jardn junto al que duermo Y su largo aullido me mantiene entre sueo y vigilia Entonces pienso grito o recuerdo es lo mismo O proyecto futuros que nunca llegar a vivir O hago recuento de cuanto pudo ser Paso las noches asediado por muertes que todava no se atreven Golpeado por poemas que todava no me decido a escribir Asaltado por imaginaciones que me caminan Como extraos insectos desde los pies hasta el alma O me navega la sangre buscando un olvido Que jams ha logrado detener mis distoles Queriendo recuperar vasijas que alguna vez romp Sin encontrar el prometido tesoro que debieron contener Recogiendo las hojas del rbol que siempre quise sembrar O acariciando al pequeo animal que humildemente espera En cualquier rincn de los epitelios en que habito Su aleatoria oportunidad de ser el iniciador de una nueva estirpe De un alfabeto de fbula con el que sea posible Nombrar poticamente las cosas ms repulsivas Declinar adjetivos apropiados para cada uno de los colores Que matizan el terrible submundo en que me muevo Cuando cierro los ojos O celebrar holocaustos definitivos Sobre la antigua piedra en que se inscriben todos los Sacrificios Permanezco anegado de preguntas que nadie sabra Contestarme Exhausto por el interminable forcejeo Entre mis debilidades y mi fuerza Paralizado por el irrefrenable impulso De realizarme en pjaros o rosas Desesperadamente urgido de invisibles presencias Anhelante de un pensamiento que me permita sobrevivir
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En la espantosa realidad que me rodea Atado por una absurda confabulacin de negaciones Que me impide soltar mi bandada de instintos O me reduce a la desesperante pequeez del poema Todo se diluye en una densa oscuridad Donde el silencio es el nico sonido Y una lluvia de plidos ptalos Va levantando muros alrededor de mi dolorosa respiracin Construyendo la tumba en que no quiero descansar Condenndome a una eternidad que definidamente Rechazo O abandonndome en medio de un encrespado mar de piedra En el que todo naufragio es imposible Despierto hundido en mi propia materia Horriblemente oliendo a carne moribunda Me levanto Me visto mi rado traje de soledad Y salgo a caminar entre fantasmas
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De: Los nietos del jaguar
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I
Nascencia en el paisaje igual a siempre y olvidado siempre, Incierto, de cenizas amarillas y dulces, Idntico a s mismo desde hace quin sabe cuntos vagos y ardorosos Milenios, Ecuacin desmedida en el preciso instante en que el grito y la sangre Se confunden, All Cuando mi madre era ms bella entonces Que todos los huertos frutecidos en el sueo con hambre de los Hombres. Milagrosamente, Mi corazn de nube desat sus silencios Y mis ojos con nidos donde van y vienen mariposas y velas, Estremecieron la luz al deshojar la planta sin nombre de un recuerdo. Entonces fue, En lo ms hondo de su tierra, Entre limos de angustia, despiadados torrentes y lejanos misterios, En vuelcos trascendentes desahogando sus ros, La renuncia fatal, La escisin graforosa que se qued entre los dos como un secreto El desgarramiento aquel, nico lazo ya que nos una, Como si alguien nos arrancase un sueo de repente Y el socavn oscuro quedara empapelado de tristeza. Con un afn de rboles, Ella desenterr sus muertos para esta mi vida en que culminan diez Millones de vidas, Crucific su sombra en el corte de todos los caminos para mi anhelo Alzado y sin fronteras Y nutri mis races en el hueco de una vieja nostalgia de ojos Madrugados. Y fui yo solo entonces a taladrar mi brecha, Prolongando un dolor que me llegaba nadie sabe de dnde, A llenar mi destino de ser apenas un jaln en el sueo, A pulir mi diamante, a descubrir mi pozo, A levantar muy alto unas cuantas banderas de alegra.
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II
Un nio triste a veces se me asoma a los ojos, Plido nio, plido de silencio y de anhelo. A veces tambin lloro por mi frustrada ancianidad, Grito sobre mi muerte lejana y prematura, Sumergido en angustia, Como quien hunde la cabeza en una almohada Para que nadie vea sus latentes racimos de tristeza. Mi corazn de tnel abierto a la esperanza Se aneg de preguntas al descubrir el mundo. Flor de monstruosos ptalos que saban a sombra, Fue deshojando el lento conocer de las cosas. Ma fue la sangrienta martingala De pasin despeada y sin sosiego. Mos fueron los lgidos delirios de flechas desatadas, De torrente sin rumbo, de soledad sin alas. Mos fueron los surcos del hombre sin semillas. Ma la herida cruenta. Mo el sonido ciego. (Como de lentos nudos desatndose, Como de negros faros viejas luces Que despiertan as, de noche, sin motivo, Para espantar fantasmas de velas en el sueo, Como de antiguas tumbas respiracin sin sombra, Como coronas, grillos, o como rejas duras De crceles de donde nunca debe salir lo que penetra, Como helados museos de momias y de trajes sin cuerpos, Como sueo sin sueos, Como muerte). Ah, la respuesta entonces de verdades inciertas. Ah, la escueta y tremenda negacin de la vida. La mentira a la altura de la sed y la fiebre Y la atnita espera desangrndose en versos Y el inquirir sin trmino y el preguntar por nada.
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III
Venan, iban barcos. De ti hacia m. De m hacia ti. Iban, venan barcos de ojos y semillas. Venan, iban barcos sonmbulos, desesperados barcos. Iban, venan barcos y se iban sobre mares de olvido sin maana. Ah, corazn en llamas, desplazado, derruido, Expresado a voz alterna de ansia y de alegra, Flor abierta y sangrando su respuesta sin el claro motivo de una sola Pregunta, Como siempre, como entonces, como ahora, como antes, como nunca, Como t llegaste contra todas las lgicas del mundo Y ya no podrs irte aunque lo quieras. Abierta herida abierta en el costado, Voz de antiguos metales con el cantar de siempre, Luz transida en mi noche, Desesperado llanto, Sombra ma de sombras que nunca me abandonas, Lenta espiral rodendome la vida Persiguindome siempre, Perseguida, Dulce nudo, Milagro. Era en ti, era en m, era en nosotros como una llama viva, Estaba, estuvo siempre, y t no lo sabas y yo no lo saba Y nosotros que nunca lo supimos. Ah, compaera, compaera ma, duea del mundo, esclava, Ah, silenciosa ma silenciosa. En rubias olas altas desatadas, En lbregas tinieblas la ms honda, la ms negra, la ms desatendida, Agua sabia de ignorados manantiales, Claro sol de inexistente cielo, Madrugada de amor,
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Chorro de sangre nueva para mi corazn desamparado. T y yo concretamos el tiempo y la distancia, Limitamos la vida como entre dos parntesis Y ordenamos el mundo con una geografa inusitada.
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IV
De lgamos profundos, inconforme, Levantndose absurda, desmedida, Monstruosa de protestas, Agria voz que me agobia, Que me empuja, Que me alza y me sumerge. Ronca voz que desconoce las palabras, Ancho grito sin fondo, Hosco alarido Descubrindome entraas ignoradas, Estrujndome perdidos corazones, Ahogndome gargantas imprecisas. Ola de agua sin cauce, Inopinada, Violento viento ardiente sin fronteras, Oscurecida voz ma y ajena Resonando en odos que siempre la esperaron, Envolviendo la sangre en venas nuevas, Encendiendo otros ojos Desatando otra lengua. Enmohecidos brazos la enarbolan Puos que antes colgaban levantados, Ruda testuz erguida Negndosele al yugo y al intil arado. De dnde vivo a m? De dnde fue en nosotros? Quin arroj semillas a los surcos hambrientos? Desde cundo eran nuestras las estrellas? De aqu, de all, ellos, nosotros, desde siempre. Para qu preguntar.
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Lento buzo de fuente humilde y mnima Trajo palabra antpoda para la voz alzada Desbordada respuesta, ancha, sin tregua, Palpitando en las vrtebras mismas de las interrogaciones, Mdula joven ma, tensa y firme. Y a los potros del viento fatigaron los ecos.
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V
Vivamos sobre una base falsa, Cabalgando en el vrtice de un asqueroso mundo de mentiras, Trepados en andamios ilusorios, Fabricando castillos en el aire, Inflamando vanas pompas de jabn, Desarticulando sueos. Y mientras, Otros amasaban con sangre nuestro pan, Otros tendan con manos dolorosas nuestro lecho engredo Y sudaban para nosotros la leche que sus hijos no tuvieron nunca. Ah, mi vida de antes sin mayor objeto Que cantar, cantar, cantar, Como cualquier canario de solterona beata. Ah, mis veinticinco aos tirados a la calle. Veinticinco aos podridos que a nadie le sirvieron de nada. Pobrecito poeta que era yo, burgus y bueno. Espermatozoide de abogado con clientela. Oruga de terrateniente con grandes cafetales y millares de esclavos. Embrin de gran seor, violador de mengalas y de morenas siervas Campesinas. Y me he muerto en la flor de los aos y a media carcajada de la vida, Cuando era una promesa para varias familias Y una clara esperanza para dos o tres patrias. (Cuntas nias clorticas lloraron sobre esta mi muerte sin sentido?) (Cuntos borrachos repitieron entre hipos mis intiles versos?) (Cuntos curas rezaron por el descanso eterno del alma que no tuve?) Y descend tambin a los infiernos. He visto al hombre desnudo y tembloroso Purificarse en llamas de miseria. He visto al hombre en toda su terrible verdad, En su espantosa y sublime verdad,
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Revolcarse en los lodos de las ms cruentas y salvadoras objeciones, Empinarse en los inicuos pedestales de las ms ntimas y dolorosas Bajezas Y surgir transparente de los fuegos de su propia recriminacin. Y tambin me levant de entre los muertos. Violento, desatado, Como un huracn recin parido, Colgado de mi angustia, Despeado en mis mpetus, Con los ojos cuajados de asombro y la palabra apenas murmurada Dejando todava acre sabor de sangre entre los labios, Cargado con el enorme peso de la respuesta nica, Ardido en los crisoles de hondos regocijos, Resurrecto en la alegra fecunda y madrugada Que puso en mi cario dos radiosas auroras proletarias. Y el camino fue ancho y la luz fue ms viva.
________________ De: Vida, pasin y muerte del antihombre
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Primavera
All lejos, la primavera andar despeinndose, Ahora, en esta hora desatendida y lenta, Cuajada de racimos imprevistos, De pupilas sin sueo, De reptaciones trmulas, De avances y de orugas y de sexos hambrientos. Pero aqu hasta nosotros no llegar la primavera. A nosotros se nos niega la pregunta Y el contacto y la luz y el improperio. Las gentes huyen al vernos macilentos y erguidos, El viento se detiene en las rejas, Las respuestas chocan contra los altos muros Y rebotan y se van sin encontarnos. Andar por las calles la primavera luminosa, Con los senos alzados, Provocando a los mendigos y a los perros sin amo, Alborotando instintos, desparramando plenes, Concretando las largas imprecisiones del invierno. Caminar por los barrios ricos de todas las ciudades la primavera Prostituta Ofreciendo en subasta su diminuto vientre, Halagando a los posibles compradores de su perfume y de sus brisas Y de su aliento clido, Infundiendo asquerosas intenciones en los viejos impotentes Y encendiendo la sangre de los jvenes que an no tuvieron Tiempo de estrenarse el sexo. Ah, pequea primavera desvergonzada, Nia precoz y lista; Qu bien sabes calcular tus dones y escoger tus clientes.
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Pero ya llegar la hora de bajar hasta los barrios de los pobres, De penetrar en las casas de vecindad increblemente desoladas, De pasearte del brazo de todos los que no logran pagarte tus favores, De parir lindas primaveritas engendradas por un robusto viento Que limpiar el mundo de prostbulos e igualar los barrios De todas las ciudades. Entonces llegars hasta nosotros sin temerle a las rejas ni a los muros Y sers verdadera primavera; la dulce camarada primavera. Entonces nos veremos, primavera.
Penitenciara del Distrito. Mxico, D.F. primavera, 1937.
_________ De: Vida, pasin y muerte del antihombre
_________________
(La compilacin y seleccin de la presente muestra potica de Pedro Geoffroy Rivas, ha sido realizada por Andr Cruchaga)
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