Manuel Rueda - Materia Del Amor

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BIBUOTECA DOMINICANA BSICA


Director: PEDRO VERGS

MANUEL RUEDA

Materia del amor

Impreso en Repblica Dominicana.


Printed in Dominican Republic.
Primera edicin, noviembre de 1994.
Seleccin y prlogo de
Jos Alcntara Almnzar.
Ilustracin:
Frank Surez.
Diagramacin:
Ana Aurelia Bez S.
Impresin:
Editora Taller.

La BIBLIOTECA DOMINICANA BSICA


es una iniciativa de la Secretara de Estado de Educacin
y la revista Tobogn

PRESENTACION
La Biblioteca Dominicana Bsica que hoy ponemos a disposicin del pblico dominicano. Se trata de
una coleccin que se propone publicar las obras ms
representativas de la literatura y del pensamiento
dominicanos desde la fundacin de la Repblica.
La publicacin de esta serie es de gran importancia para el pueblo dominicano ya que en ella estarn
los principales autores y obras de la literatura dominicana haciendo posible que miles de dominicanos puedan conocer una vasta gama de nuestros principales
autores y su obra literaria.
La Biblioteca ha sido concebida pensando, fundamentalmente. en los alumnos. maestros y profesores de
los niveles intermedio y secundario de nuestra
educacin. Pero no dudamos de que. por el cuidado de
la seleccin y de la presentacin de cada uno de los
volmenes incluidos en ella, conseguir de inmediato
captar la atencin de un pblico mucho ms amplio.
Cada uno de los volmenes de la Biblioteca estar
precedido de un prlogo. escrito en todos los casos por
reconocidos escritores dominicanos. en el que, con un
lenguaje digno y al mismo tiempo comprensible. se le
darn al lector las claves necesarias para la
comprensin del autor y de la obra en el contexto de la
literatura dominicana.
Hay que agradecer profundamente el cuidado de la
edicin y la realizacin de las ilustraciones estar a
cargo del Equipo de la revista Tobogn. que se ha
caracterizado por ser un medio de gran importancia en

la difusin de material educativo para nios y jvenes


de todo el pas.
La Biblioteca Dominicana Bsica viene. as, a
llenar, por lo menos en parte. el problema de la
carencia de material de apoyo con que alumnos y
profesores se enfrentan a diario a la hora de estudiar lo
que ha sido el desenvolvimiento de nuestra literatura
Me siento my complacido. en mi condicin de
Secretario de Educacin, por la realizacin de este
importante proyecto y deseo aprovechar la ocasin
para felicitar con entusiasmo a cuantos lo
hecho
posible.

MANUEL RUEDA

Materia del atnor


Seleccin y prlogo de
Jos Alcntara Almnzar

BIBLIOTECA DOMINICANA BSICA

PLAN DECENAL DE EDUCACiN

PRLOGO

Jos Alcntara Almnzar: narrador, crtico literario.


educador. Santo Domingo, 2 de mayo de 1946. Profesor
de sociologa en las universidades Autnoma de Santo
Domingo, Nacional Pedro Henrquez Urea y, desde
1981, en el Instituto Tecnolgico de Santo Domingo.
Fulbright Scholar-in-Residence en Tuscaloosa,
Alabama, entre 1987 y 1988. Obras publicadas:
antologas, colecciones de cuentos y obras de sociologa
de la literatura.

Jos Alcntara Almnzar

SEMBLANZA DE UN POETA ESENCIAL

Manuel Rueda naci en Monte Cristi, Repblica


Dominicana, el27 de agosto de 1921. Hizo estudios
primarios en la escuela pblica de su ciudad natal y
los de bachillerato en el Colegio Dominicano De La
Salle, en Santo Domingo, gradundose de Bachiller
en Filosofa y Letras. Se diplom de concerlista y
profesor de msica en el Liceo Musical a los quince
aos, yen 1939, al concluir su bachillerato, parli
hacia Chile, pas en el queperfeccionara sus estudios
musicales bajo la direccin de la afamada Rosita
Renard. Durante muchos aos particip en el
ambie1'Jte cultural de Santiago, y conoci a las
mximas figuras de la poca: Pablo Neruda, y sobre
todo Vicente Huidobro, padre del Creacionismo, cuya
obra dej en l una profunda huella.
En 1949, la revista Atenea, rgano de la
Universidad de Concepcin, public sus primeros
poemas con prlogo del crtico chileno Hernn Daz
Arrieta (Alone), quien en su columna del diario El
Mercurio, lo salud como a un innovador de las
letras. La obra, titulada Las noches, recibi tambin
elogiosos comentarios de varios crticos chilenos. En
ese mismo ao apareci tambin Trptico, escrito en
colaboracin con Inna Astorga y Vctor Snchez
Ogaz.
Las noches es una obra compuesta ntegramente
por sonetos en los que el autor prueba su cabal
dominio de la mtrica, su profundo sentido del ritmo,
y su impresionante musicalidad. En ese primer libro
XI

Prlogo

ya se adverta una refinada sensualidady, a pesardel


canon clsico, la presencia de un espritu librrimo
que otorga una importancia capital a la palabra, al
efecto sonoro de los versos, a la estructura del poema,
pero que no se deja atrapar por la tcnica. Desde los
inicios, su poesa seduce al primer contacto. Es un
hermoso giroscopio en el que uno percibe que no hay
un solo verso que no provenga de una honda
experiencia personal. El gran valor de esta poesa
reside, pues, en su autenticidad, en la atraccin que
ejerce sobre quien la oye o la lee, en el equilibrio de sus
tensiones internas, y en su capacidad para suscitar
fuertes reacciones emocionales.
Las noches es un libro que recoge el mundo
alucinante de la nocturnidad, con todos sus enigmas
y lances erticos. El autor, adems de gran sonetista,
ha teorizado en distintas oportunidades sobre este
tema. Al establecer los paralelismos entre cuento y
soneto, ha dicho que ste se "empecina en sobrevivir
en su ropaje clsico como una proeza del intelecto". (1)
En sus sonetos, el poeta maneja la sincrona y la
diacrona en entrelazamientos constantes,
movimientos circulares, involuciones y reversiones.
Se acerca al soneto en busca de un ideal de equilibrio
formal, pero tambin embiste contra la rigidez
paralizadora y lafaisa retrica.
Poeta y msico son dos oficios inseparables en la
obra de Manuel Rueda. Por eso, antes de continuar
con el recuento de su evolucin literaria, es conveniente
(1).- "Cuento y soneto: paralelismos~ en "Una voz", Isla
Abierta, ao IX. No.440, 2011190, p.2.

XII

Jos Alcntara Almnzar

resaltar su labor en el campo de la msica. Durante


su permanencia en Chile, en 1945, recibi el Premio
"Orrego Carvallo ", otorgado por el Conservatorio al
mejorpianista de su promocin. Tras su graduacin
regres a nuestro pas y fue nombrado Director del
Liceo Pablo Claudio, de San Cristbal. Ms tarde fue
designado Profesor de los Cursos Superiores de Msica
en el Conservatorio Nacional de Santo Domingo,
institucin que dirigi durante veinte aos.
Como educador e investigador, el artista es
responsable del Primer Curso de Pedagoga Musical
en el Conservatorio y de la organizacin de la
Educacin Musical Escolar. Rescat del olvido las
obras musicales dominicanas, dndolas a conocer
en conciertos de canciones, realizando una verdadera
antologa del repertorio lrico dominicano, y recitales
de obras para piano solo, tambin de autores criollos.
Durante dcadas ha sido maestro de piano y profesor
de toda una generacin de brillantes pianistas y
educadores.
Junto al maestro Manuel Sim, el autor compuso
la "Primera Misa Quisqueyana ". Colaboro con el
Obispado de Santiago de los Caballeros en la creacin
de un "Cancionero Litrgico Dominicano",
componiendo, adems, numerosas canciones para la
Iglesia, inspiradas en el folklore. Produjo obras para
piano y para coro; un ciclo de canciones con letra de
Gabriela Mistral, otro ciclo de canciones con letra
propia, un "Pregn del Naranjero" (en colaboracin
con Sim), y varios himnos. Entre sus canciones ms
conocidasfiguran un Ave Maria y un Padre Nuestro,
"Tonada del Hombre con Pena ': y los villancicos
XIII

Prlogo

"Ha nacido el Salvador" y "Navidad, luz del Mundo".


En la vertiente de interpretacin pianstica,
Rueda es una de las primeras figuras de nuestro
pas. Su enorme capacidad artstica se revela en su
gran sentido de la musicalidad, su slida formacin
conceptual, su aptitud para abordar las obras ms
difciles de autores diversos y, sobre todo, por una
recia personalidad que cautiva en cada
interpretacin.
Ha sido invitado por la Orquesta Sinfnica de
Panam y la Orquesta Sinfnica de Puerto Rico, y por
los organizadores delFestival Casals. Ofreci conciertos
en La Habana y Matanzas, Cuba, durante el Festival
de Carifesta. Represent al pas en Mxico, y en
compaa de Rosita Renard y Armando Palacios
realiz giras por Lima y Bogot, que culminaron en
Santo Domingo en 1944, ao del Centenario de la
Repblica. Ha ofrecido sus interpretaciones en el
Carnegie Hall y el Alice Tully Hall de New York.
En reconocimiento a su sobresaliente labor en
el campo de la msica, Rueda ha recibido numerosas
distinciones y honores. Es miembro Honorario de la
Facultad de Ciencias y Artes Musicales de la
Universidad de Chile. Recibi Medalla de Honor del
Club de Msica como intrprete ms destacado, y
en una ocasin form parte delJurado Internacional
que otorga en Puerto Rico los Premios del "Concurso
de Piano Jess Maria Sanrom ".
Como dije al principio, el poeta es oriundo de
Monte Cristi. Ese lejano pueblo de la zona noroeste
constituye una de sus obsesiones mayores. Toda su
obra potica, desde La criatura terrestre (963) hasta
XlV

jos Alcntara Almnzar

Congregacin del cuerpo nico (989),(2) fonnuld un

retorno constante al desolado pueblo de la infancia,


donde fragu su talento artstico y empez a soar.
"La criatura terrestre" es un extenso poema que
nos remite al problema ontolgico del origen. El
poeta, a partir de la evocacin de su infancia y
pubertad en Monte Cristi, reconstruye un mundo
ntimo, lo rescata del olvido y lo incorpora a sus
preocupaciones humansticas. La provincia es un
elemento importante, un marco geogrfico en que
aparecen hechos y situaciones trascendentes para el
autor. En elpoema se evidencian la soledad del nio
que aprende a ver el mundo e interpretarlo sin que
nadie le ayude. Capta la esencia del universo,
aprehendiendo la dualidad de lo real en mltiples
manifestaciones cotidianas, y ama la naturaleza sin
las bridas de la tradicin y las costumbres.
Los versosfinales de "La criatura terrestre" -una
de las piedras angulares de su poesa- sirven de
cierre a ese maravilloso viaje al interior de s mismo
(la pica interiorde que hablara Hctor Inchustegui
Cabra!) en busca de una identidad personal. En ese
poema fundamental ya est de cuerpo entero "el
nombrador de cosas ya nombradas" que convierte a
su provincia natal en smbolo de nuestros pueblos
olvidados. All aparece tambin la soledad creadora
del poeta, que se transfonna en un recurso para
conocer libremente el mundo, y asoman sus rostros
amables la abuela, la madre, las tas, esas pequeas
diosas tutelares que volvern una y otra vez a figurar
(2).- PremioAn~1 de Poesa "salom Urea de Henriquez".

xv

Prlogo

en libros posteriores, como si el autor bebiera de una


fuente inagotable de la que surgen peifilesfemeninos
de gran reciedumbre. Vase, por ejemplo, el conjunto
depoemas queforman "Cuando llego ", "Rituales de la
madre vieja" y "Mi madre, desde los nueve aos ': del
libro Por los mares de la dama (1976), (3) y se ver que
cada uno representa un eslabn significativo en la
obra del poeta. En ellos se palpa la devocin por los
ascendientes maternos, nicos seres en quienes
encuentra amparo y ternura. La abuela, la madre y
las tas representan la seguridad para quien busca
satisfaccin en la dulzura de los regazos clidos.
Conocedor profundo de la realidad de nuestra
zona limtrofe con Hait, el poeta incluy en La
criatura terrestre sus famosos "Cantos de la frontera ':
creando una visin sobrecogedora de un panorama
conmovedor. Es l, con su certera captacin de la
vida en aquella zona oprimida por la
incomunicacin y la discordia, el ms calificado
para ofrecer una interpretacin ontolgica del
rayano, "ese tipo indeciso -segn sus propias
palabras- que fluctu siempre entre dos patrias
colindantes sin tener fuerzas para decidirse por
ninguna".w El rayano es, en la poesa de nuestro
autor, un individuo abrumado por la incertidumbre;
protagonista de un drama que tiene mucho en
comn con el exilio bblico del paraso perdido.
Paralelamente a su labor potica, el autor
realizaba una importante actividadcomo dramaturgo
(3).- Premio Anual de Poesa "Salom Urea de Henrquez".
(4).- La criatura terrestre, p.25.

XVI

Jos Alcntara Almnzar

y narrador. En 1957 obtuvo el Premio Nacional de


Literatura con su drama La trinitaria blanca, obra que
marca el inicio de una nueva concepcin teatral en
nuestropasy la renovacin de la escena dominicana
con su impronta expresionista. El teatro de Rueda
busca siempre crear un smbolo, que es, para el autor,
ms completo que la imagen, elconceptoy la situacin
misma.(5) Poresosusparbolas, entremeses, dramasy
comedias, proponen smbolos de la condicin humana
a travs de la familia, las costumbres, la tradicin
religiosa.
Sus obras teatrales -La trinitaria blanca, La ta
Beatriz hace un milagro, Vacaciones en el cielo, Entre
alambradas, El rey Clinejas, (6") entre otras- poseen
una carga potica indiscutible, pero, igual que en
el teatro de Garca Lorca, la dinmica interna se
impone a cualquier otro rasgo. La accin nunca
decae en las obras de nuestro autor, y los dilogos,
llenos de chispeante vitalidad y humor, nos
comunican una visin del mundo de la que emana
un hlito de esperanza.
Tanto en su teatro como en su narrativa
-contenida en Papeles de Sara y otros relatos
(985)-,0; el escritor presenta una galera de tipos
femeninos que constituyen smbolos vivos de nuestra
sociedad. As, la Miguelina de La trinitaria blanca,
encarna la frustracin surgida de una prolongada
(5).-Vase la nota prelminar de La ta Beatriz hace un
milagro, en Teatro, Santo Domingo 1968, p.123.
(6).- Premio Anual de Teatro "Cristbal de L/erena".
(7).- Premio Anual de Cuento 'Jos Ramn Lpez".
XVII

Prologo

solteria; la ta Beatriz emerge como la conciencia de


una familia honorable; la Canela del drama Entre
alambradas personifica a la prostituta redimida por
el amor; la paraltica de "Papeles de Sara" avasallada
por el deseo, es un emblema de la soledad y el

abandono; y la vieja meretriz


de "Laura en sbado"
se yergue como ejemplo de la purificacin a travs
del dolor.
Los personajes de este magnfico dramaturgo y
maestro de la narrativa nacional intentan sobrevivir
en medio del fuego cruzado entre los prejuicios
familiares y la intransigencia de un ambiente
demasiado cerrado que no hace concesiones de
ninguna especie. El dilema, tanto del teatro como de
los relatos y noveletas, podra resumirse as: la
imposibilidad del ser humano para abrirse paso en
un medio estrecho donde escasea la verdadera
libertad de conciencia y de espritu.
La dcada de los setenta fue realmente fecunda
para el poeta. Investig en nuestros campos todo
cuanto pudo sobre el folklore, y de esa indagacin
surgieron sus Adivinanzas dominicanas (970), y
Conocimiento y poesa en el folklore (971), libros
publicados mientras se desempeaba como Director
del Instituto de Investigaciones Folklricas de la
Universidad Nacional Pedro Henrquez Urea.
Haba acumulado material para un libro de cuentos
populares, pero los datos se dispersaron luego de su
salida del Instituto, desvanecindose as la
posibilidad de preservar ese tesoro popular reunido
con tanto esfuerzo a lo largo de aos de ingente
labor investigativa.
XVIII

Jos Alcntara Almnzar

La obra Adivinanzas dominicanas, considerada la


ms extensa de Amrica, fue calificada como indispensable por el folklorista norleamericano Ralph E.
Boggs, debido a la riqueza y rigor cientfico de la
misma.
En 1970, el autor fue nombrado Miembro de
Nmero de la Academia Dominicana de la Lengua,
correspondiente de la Espaola. Dos aos ms tarde
public, en colaboracin con Lupo Hernndez
Rueda, el primer tomo de la Antologa panormica
de la poesa dominicana contempornea, 1912-1962,
obra que establece una rigurosa tabla de valores de
nuestra poesa, y cuyas notas, ms que simples
comentarios a los textos reunidos, constituyen
verdaderos ensayos interpretativos que sentaron las
bases para posteriores estudios crticos.
Pero el ao ms imporlante para el poeta en esa
dcada fue sin duda el 1974. La noche del 22 de
febrero pronunci su clebre conferencia en la
Biblioteca Nacional, bajo el ttulo de "Claves para
una poesa plural", dejando inaugurada una nueva
etapa en la literatura dominicana. El Pluralismo
naci del talento creador de un artista integral que
haba comprendido que nuestra literatura se hallaba
empantanada y que la nica manera de sacarla de
su marasmo era resolviendo sus problemas a travs
de una renovacin de procedimientos escriturales.
El Pluralismo, movimiento de vanguardia en el
que hay ecos de otras corrientes literarias
universales, naci para vincular la poesa con su
fuente primigenia, la msica, y ah reside su
originalidad. Fue un movimiento integrador en el
XIX

Prlogo

que se dieron la mano tradicin y modernidad,


originando una poesa de nuevos alcances fonticos,
emocionales y rtmicos. El Pluralismo -cuyos
antecedentes ms cercanos los encontramos en los
ca/igramas de Apo/linaire, la poesa concreta
brasilea y los aportes poticos de Octavio Pazsurgi para liberar al verso de la paralizacin en
que lo haba sumido la prctica rutinaria de la
poesa lineal. El autor cre una especie de
pentagrama potico -o bloque, como lo
denomin-, constituido por elementos grficos y
sonoros que permiten cadenas de asociaciones de
mltiples significados. Las palabras, a su entender,
son clulas polismicas capaces de generar infinitas
posibilidades combinatorias. El poema, en el contexto
pluralista, no se estructura a partir de la razn ni
del sentimiento, sino del lenguaje. por medio de un
acorde generador.
En 1975, el autor public Con el tambor de las
islas. Pluralemas, obra de enorme impacto que recoge
las primeras experiencias pluralistas, a las que tanto
deben muchos poetas dominicanos de las ltimas
promociones. Al ao siguiente vio la luz Por los
mares de la dama, libro esencial en la trayectoria
del autor. por la calidad y diversidad de los textos
reunidos. y por la armoniosa integracin de poemas
experimentales, con muchos otros que prueban la
madurez de su poesa de siempre.
En ese libro extraordinario figura elpoema "A la
luz de las Crnicas", en el que su autor nos ofrece una
admirable versin del hallazgo de Cristbal Coln. En
el poema, Coln es protagonista y narrador de su

xx

Jos Alcntara Almnzar

propio infortunio. Su testimonio es un recuento de


aventuras y vicisitudes en tierras del Nuevo Mundo.
En el asPectoformal hay que sealar lafidelidad a las
crnicas, rasgo que se constata en el empleo de
arcasmos, tecnicismos y expresiones tomadas de
aquellos documentos. Algo particularmente
significativo ocurre en el canto qUinto: en l se cuenta
la introduccin del idioma espaol en las islas, la
fabulosa aventura de nombrar seres y cosas. Es decir,
se pone de relieve el carcter creador de la palabra.
Por los mares de la dama contiene tambin la
seccin "Materia del amor" -que da ttulo a esta
antologa-, en la que Rueda confirma que es un
poeta que canta a la sensualidad, el amor, el deseo,
la angustia de los seres solos y desamparados. Es
tambin un poeta obsesionado por el exilio interior,
la indefensin de los olvidados. En "Criaturas al sol"
insiste en esa soledad medular a que estn
condenados los seres humanos. El poema se inicia
con un verso elocuente: "Nada tenemos". Somos
criaturas olvidadas, dispersas en un mundo donde
Dios est ausente. En la parte subtitulada "Visiones
de la tierra" reaparece Monte Cristi, smbolo del
abandono en que estn sumidos muchos pueblos del
interior del pas y la deseSPeranza en que se hallan
inmersos sus habitantes.
Aunque se trata de un poeta que posee una
descarnada visin de la sociedad y de su tiempo, y
que ha sabido captar como pocos la tragedia de un
pueblo enfrentado a la injusticia y la humillacin,
vctima de carencias y deformaciones terribles, su
obra va ms al/ de las frmulas en boga y abarca
XXI

Prlogo

un amplio registro de facetas, con soluciones fonnales


que van del soneto al experimentalismo ms audaz.
Es la suya una poesa que, lejos de todo programa,
consigna de partido o alquimia de laboratorio, busca
llegar a las esencias mismas de ese misterioso quehacer
de alcance insospechado, que ha sido una de sus
grandes pasiones vitales.
En 1979 apareci Las edades del viento/8) obra
que incluye sonetosy otros textos escritos muchos aos
antes, como ocurre con "Los caminos y el grito ",
seccin en la que retoma el aliento metafsico de "La
criatura terrestre" para darnos su nocin del pecado
original, la bsqueda del padre, la ausencia de Dios
en momentos cruciales. Lo religioso en la poesa de
nuestro autorest marcadopor imploracionesy quejas
amargas, por u n sentido de culpa delpecado original
que se repite intenninablemente. Los seres humanos
viven en un mundo convulsionadoporlas guerras. La
desunin, el desamor y la muerte son envueltos por el
viento, que arrastra consigo incluso los alaridos de los
que sufren y la pestilencia de la carroa, el vaho
paralizante de los muertos insepultos
En "Qu vamos a hacer con la belleza"y ''Palabras
para rehacer el mundo ", tambin incluidas en Las
edades del viento, asistimos a un contacto con el
mundo cotidiano, sus rutinas y ceremonias. La
poesa queda invadida por el signo de nuestro
tiempo, especie de caos donde la prisa y el hasto se
mezclan hasta embotarnos. As, el poeta da cabida
a todas las expresiones del mundo actual. Sus textos
(8j,- Premio Anual de Poesa "Salom Urea de Henrquez".

XXII

Jos Alcntara Almnzar

nos aproximan a realidades desagradables pero


verdaderas: un accidente areo, la muerte de un amigo,
el arrePentimiento que produce la hartura en una
sociedad donde camPean el hambre, la pornografia y
la conupcin.
Rueda se enfrenta a la tradicin potica y,
negndola porque la conoce, se apresta a construir
un nuevo concepto, una nueva forma de expresin.
Por eso, en "Palabras para rehacer el mundo ': la poesa
deja de ser un reflejo ntimo de las cosas, para
convertirse en un medio adecuado para hacerlas.
Lospluralemas quefiguran en la ltima parte del
libro confirman que elpoeta segua trabajando sobre
los postulados de sus "Claves para una poesa plural"
sin que ello implicara un abandono de otras vas de
expresin. En esa parte hallaremos dragramas,
descomposicin de elementos silbicos, combinaciones
y permutaciones que son un verdadero reto a la
imaginacin del lector,
La culminacin de la obra de Rueda est
contenida en Congregacin del cuerpo nico, que
rene todas las claves de su poesa, mediante una
expresin que gana cada da en profundidad y
peifeccin formal. Ah estn, llevadas a los lmites
de sus posibilidades, sus preocupaciones por el ser
humano y su destino, las ldicas travesuras del
lenguaje, las mscaras como smbolos de la
ambigedad, la apoteosis y desacralizacin del
cue1po, y ese recuerdo siempre vivo de la provincia
natal y de su gente.
La primera parte del libro, "Hombre del pas de
Nadie", propone una exploracin de los abismos del
XXIII

Prlogo

subconsciente y las fabulaciones del sueo, recurso


que pennite traer a la pgina, una y otra vez, los
aspectos ms elocuentes de una realidad interior
que se afinna y se niega de continuo. La atmsfera
de los poemas se ha logrado a base de oposiciones
dialcticas, tesis y anttesis enfrentadas para producir
una sntesis que de inmediato se transforma
nuevamente en tesis que busca su contrario. Se
persigue a Nadie que se llama Alguien ("Nadie''),
alguien del pas de Nadie, situado en el mar de
Nunca ("Referencias''), alguien cuya existencia es
una demostracin de su propia "imposibilidad de
existir" ("Nadie'').
La tensin dialctica reproduce los significados,
disgrega las unidades para convertirlas en mltiples
fragmentos que se disparan al infinito. Se va de la
ignorancia al conocimiento, de la nada a la
existencia y viceversa. La incertidumbre preside la
reflexin: el hombre es uno y muchos, uno siempre
distinto, uno y ninguno. La memoria es
"contradictoria y discontinua" y se duda incluso
del propio existir. Acaso no seamos otra cosa que un
reflejo del sueo ajeno, pues, como dice el poeta: "Es
posible que en alguna parte Alguien me est
soando" ("Nuevas referencias'').
En "Mscaras'~ la visin nocturnal se enriquece
con la presencia de un nuevo elemento: la mscara,
representacin festiva o trgica del mundo, rostro
polivalente que adquiere significaciones distintas en
cada antifaz, instrumento de seduccin con el que
tratamos de asumir otras identidades sin perder la
nuestra.
XXIV

1.- El poeta, en su etapa chilena.

Prlogo

Los poemas de esta parte proponen diferentes


interpretaciones de los enigmas existenr:iales.- w travs
de pesquisas sobre la mscara y sus posibles
implicaciones. Pero siempre queda una
interpretacin adicional a cargo del lector, que debe
continuar eljuego de la bsqueda sinfin. El submundo
de la noche acoge el encuentro de atormentados
sonmbulos -seres sin rostro posedospor el deseo- y
mscaras que ofrecen sus encantos marchitos, sus
carnes ajadas por el forcejeo y el trfico
indiscriminado.
En "Todos los cuerpos" -seccin admirableporsu
coherencia temticoformal-, la pasin erotica es un
medio de conocimiento, una va para abordar
problemas de ndole espiritual. No por casualidad
abundan las combinaciones binarias: placery dolor,
luz y sombra, furor y xtasis, memoria y olvido. El
objetivo primario sera el cuerpo, encarnacin de lo
material aqu en la tierra. Pero las implicaciones
espirituales de la condicin humana constituyen el
fin ltimo. Materia y espritu en acciones recprocas,
retroalimentndoseyfundindoseen una sola unidad.
La desnudezsepresenta como smbolo de las delicias
del paraso, plenitud de los sentidos en contacto,
aproximacin de los contrarios simbolizados en el
nacimiento y la muerte. Salimos desnudos del tero
materno y desnudos vamos hacia la noche sin trmino
que nos acoge.
En el poema que lleva por ttulo "Congregacin
del cuerpo nico" se replantea la unidad de los
contrarios que forman el cuerpo y el alma. Estamos
hechos de la confrontacin de los opuestos y por ellos
XXVI

Jos Alcntara Almnzar


VIV,mos y zozobramos en un mar de deseos
interminables. Pero como el alma representa el ms
all, las maravillas de algo eterno que empieza en los
brumosos alrededores del futuro, uno se aferra al
cuerpo como nica posibilidad de asir elpresente con
las manos.
Lospoemas de "La palabra y su sombra" ilustran
la concepcin potica del autor, para quien "las
palabras son clulas polismicas que derivan
constantemente hacia nuevas formas de vida "f9) En
"Introduccin al libro ", por ejemplo, encontramos la
identificacin de unproblema de escritura. El hombre
es la palabra convertida en libro y, a su vez, la
palabra es el libro transformado en hombre que se
busca a s mismo infructuosamente, o, hallndose al
fin, descubre que es el de siempre. En el acto de
escribir intervienen diversosfactores, pero la escritura
sersiemprebsqueda, "memoria"o "invencinpura':
descubrimiento de lo ignorado u olvidado en un
tiempo sin lmites.
Como su ttulo sugiere, la seccin "Testamento
abierto" rene un puado de textos de carcter
confidencial, una seleccin de poemas escritos en
diferentes etapas de la vida del autor, que sealan no
tanto un peifil autobiogrfico como una serie de
vivencias significativas que van de lo ntimo -con su
carga de nostlgicas remembranzas-- a lo exterior,
esa zona de confluencia entre la ms recndita
(9).- Citado por Jos Alcntara Almnzar en Estudios de
poesa dominicana, Santo Domingo, Editora Alfa & Omega,
1979,P333.
XXVII

Pr/ogo

privacidad y el mundo que nos rodea.


La memoria juega aqu un papel primordial: se
hilvanan hechos que de algn modo ocurrieron y de
los que ahora tenemos una visin nica,
metamorfoseados por las imgenes poticas. El
recurso de la memoria permite escalar instancias de
orden moral, intelectivo y esttico, pensar el mundo
y pensarse poniendo al desnudo interioridades
profundas.
(~ la msica. Meditacin ante el piano" es otro
poema de vivencias ntimas. La prolongada
interaccin con el piano suscita en el poeta hondas
reflexiones sobre su oficio de msico. El estudio de las
manos y el instrumento, aparte de su valor intrnseco
por los matices que recoge, se ve enriquecido por el
estudio de la interpretacin, que no es otra cosa que
un esfuerzo no siempre premiado, un ejemplo de
energa que a veces se transforma en belleza. Los
ancianos mencionados en el poema son los grandes
compositores de todos los tiempos, encabezados por
ese Beethoven admirado y temido que exige rigor y
perfeccin. La bsqueda de la verdad se traduce en
belleza. Triunfar significa recrear lo que esos padres
venerables compusieron.
En "Los das permitidos", ltima parte de
Congregacin del cuerpo nico, se reiteran algunas
vivencias de ndole autobiogrfica, pero predominan
las impresiones del viajero imaginario y del viajero
real, las evocaciones de un poeta que ausculta los
ritmos vitales de la existencia en la naturaleza y los
objetos circundantes. En ninguna otra seccin del
libro cobran tanta trascendencia los objetos como
entes cambiantes dentro de su aparente inmovilidad.
XXVIII

Jos Alcntara Almnzar

El poema "Ritos cotidianos" no slo constituye una


excelente muestra de humanizacin de los objetos,
sino la seal de interaccin entre el ser humano y
las cosas que le rodean.
La obra literaria de Manuel Rueda sigue
creciendo e imponindose en nuestro medio
cultural. Actualmente est trabajando en la
publicacin de su Obra potica completa hasta 1993
y tiene listas para su publicacin la crnica
Bienvenida y la noche, que sin duda atraer la
atencin del pblico porque versa sobre el
matrimonio de Rafael Leonidas Truji//o con
Bienvenida Ricardo en Monte Cristi, a fines de los
aos veinte; el drama en dos actos Retablo de la
pasin y muerte de Juana La Loca, que a mi entender
har historia en los escenarios donde se presente,
por la calidad excepcional del texto y la solucin
dramtica que ha conseguido el autor; y Las
metamorfosis de Macandal, extenso poema en que el
mito siroe para profundizar en los conflictos y lacras
ms urticantes de la sociedad dominicana.
A lo largo de casi tres lustros, el poeta, en su
condicin de Director del suplemento Isla Abierta, del
peridico Hoy, ha venido publicando, bajo el ttulo
de "Una Voz", sus trabajos Periodsticos, que contienen
las palpitaciones culturales de nuestro pas.
Prcticamente nada ha quedado fuera, desde la
msica y la literatura hasta las artes plsticas y los
acontecimientos teatrales. El folklore, la crtica
literaria, la poesa y la narrativa de la mejor estirpe
se alternan con reflexiones sobre la idiosincrasia de
los dominicanos, as como entrevistas imaginarias y
comentarios diversos.
XXIX

Prlogo

Por sus decisivas contribuciones a las letras


dominicanas durante toda una vida de fecunda
labor, Manuel Rueda recibi el Premio Nacional de
Literatura 1994, concedido por la Fundacin Corripio
y la Secretara de Estado de Educacin, Bellas Artes
y Cultos.
Esta antologa potica de Manuel Rueda, titulada
Materia del amor, forma parte de la coleccin
Biblioteca Dominicana Bsica, dirigida por el escritor
Pedro Vetgs. La obra recoge los textosfundamentales
del poeta, ordenados cronolgicamente, de acuerdo
con las fechas de publicacin de sus libros, lo cual
permitir seguir la evolucin del autor durante casi
medio siglo de creacin potica.
En el apartado de Las noches se incluyen
algunos sonetos que no figuran en el libro de 1949,
ni en la reedicin dominicana de 1953. pero que
corresponden a la misma serie, como es el caso de
"Agua de vida" y "Visin" que aparecieron en las
pginas del suplemento Isla Abierta. De igual modo,
se incluyen al final de la antologa cinco sonetos
que, bajo el ttulo de "Laberinto para Pablo Picasso ",
fueron escritos por el autor en 1992, despus de ver
la "Suite Vollard", del gran pintor espaol, exhibida
ese ao en Santo Domingo.
Creo que esta seleccin potica contiene no slo
los textos ms representativos del autor, sino tambin
los mejores. Despus de recorrer rpidamente la lIida
y la obra de ese gran artista de nuestro pas y del
mundo de habla hispana que es Manuel Rueda.
slo me resta inllitarte a recorrer su uniuerso potico
en las pginas que siguen.
Santo Domingo, abril de 1994.

xxx

Jos Alcntara Almnzar


BIBLIOGRAF/A ACTIVA

las noches, Santiago de Chile, Separata de la revista


Atenea, Universidad de Concepcin, Tomo XCII, 1949;
Ciudad Trujillo, Coleccin La Isla Necesaria, 1953.
Trptico (en colaboracin con Inna Astorgay Vctor
Snchez Ogaz), Santiago de Chile, Tipografa Chilena,
1949.
la criatura terrestre, Ciudad Trujillo, Coleccin
Pensamiento Dominicano No. 14, 1957.
Teatro (incluye La trinitaria blanca, la ta Beatriz
hace un milagro, Vacaciones en el cielo y Entre
alambradas). Ediciones de la Sociedad de Autores y
Compositores Dramticos de la Repblica
Dominicana, Santo Domingo, Editora del Caribe, C.
por A., 1968
Adivinanzas dominicanas, Santo Domingo,
Ediciones de la Universidad Nacional Pedro Henrquez
Urea, Editora del Caribe, C. por A., 1970.
Conocimiento y poesa en el folklore, Santo
Domingo, Ediciones de la Universidad Nacional Pedro
Henrquez Urea, Impresora Arte y Cine, C. por A.,
1971.
Antologa panormica de la poesa dominicana
contempornea, 1912-1962, Tomo 1 (en colaboracin
con Lupo Hernndez Rueda), Santo Domingo,
Ediciones de la Universidad Catlica Madrey Maestra,
No.12, Editora del Caribe, C. por A., 1972.
Con el tambor de las islas. Pluralemas, Santo
Domingo, Editora Taller, C. por A., 1975.
Por los mares de la dama. Poesa 1970-1975, Santo
XXXI

Prlogo

Domingo, Amigo del Hogar, 1976.


La prisionera del alczar (leyenda histrica),
Santo Domingo, Amigo del Hogar, 1976.
El rey Clinejas, Santo Domingo, Editora Alfa y
Omega, 1979.
Las edades del viento. Poesa indita 1947-1979,
Santo Domingo, Editora Alfa y Omega, 1979.
Papeles de Sara y otros relatos, Santo Domingo,
Ediciones del Voluntariado de las Casas Reales, Editora
Corripio, 1985.
De tierra morena vengo (en colaboracin con
Ramn Francisco; ilustraciones de Ramn Oviedo y
fotografas de Wifredo Garca), Santo Domingo,
Sociedad Industrial Dominicana, Amigo del Hogar,
1987Congregacin del cuerpo nico, Santo Domingo,
Editora Corripio, C. por A., 1989.

BIBL/OGRAFIA PASIVA

Alcntara Almnzar, Jos, "Manuel Rueda", en


Estudios de poesa dominicana, Santo Domingo,
Editora Alfa y Omega, 1979, PP,J13/344.
''Manuel Rueda y los
caminos de la poesa ", en Los escritores dominicanos
y la cultura, Santo Domingo, Ediciones del Instituto
Tecnolgico de Santo Domingo, 1990, pp. 19/51.
Cspedes, Digenes, "Paragramatismo y
Pluralismo ", en Escritos crticos, Santo Domingo,
Editora Cultural Dominicana, 1976, pp. 159/172.
XXXII

Jos Alcntara Almnzar

Cocco-DeFi/ippis, Daisy, "La praxis de Manuel


Rueda o el poema como producto de la relacin
intertextual", en Estudios semiticos de poesa
dominicana, SantoDomingo, Biblioteca TallerNo.178,
Editora Taller, 1984, pp. 132/133.
Hernndez Rueda, Lupo, "Del verso libre a la
absoluta libertad. El Pluralismo o Integralismo", en
La generacin del 48 en la literatura dominicana,
Ediciones de la Universidad Catlica Madrey Maestra,
No.58, Santo Domingo, Amigo del Hogar, 1981,
pp.222/224.
Inchustegui Cabral, Hctor, ''El tiempo, la muerte
y la poesa", en De Literatura dominicana siglo XX,
Publicaciones de la Universidad Catlica Madre y
Maestra, No.6, Santo Domingo, Amigo del Hogar,
1968, pp.25/33.
Pia Contreras, Guillermo, "Manuel Rueda ",
captulo 7 de Doce en la literatura dominicana,
Ediciones de la Universidad Catlica Madrey Maestra,
No. 62, Santo Domingo, Amigo del Hogar, 1982,
pp.157/173.
Rosario Candelier, Bruno, "Gnesis mitognica
en 'Con el tambor de las islas''', en La creacin
mitopotica. Smbolos y arquetipos en la lrica
dominicana, Ediciones de la Pontificia Universidad
Catlica Madre y Maestra, No. 130, Editora Taller,
1985, pp. 209/240.
Valdez, Digenes, Del imperio del caos al reino de
la palabra (Ensayo), Santo Domingo, Ediciones de la
Biblioteca Nacional, Coleccin Oifeo No. 76, 1986.

XXXIJI

Materia del amor

DE
LAS NOCHES
(1949)

Manuel Rueda
lA NOCHE ALZADA

Urdido soy de noche y de deseos.


Qu negro resplandor, qu sombra huraa
preludian mi nacer! En una entrat\a
de oscurecido asombro me paseo.
Buscador del contacto, lo que creo
vive en mis dedos como pura hlllaftli
de ciego amor y cuerpo que no dfla
adolesctnte 81~ntpre ~ft 8" t~.
Cbtl. tifi ruOOt temido, con un miedo
de encontrarme la cara y la medida
del ignorado espacio en donde ruedo
justa en la luz y a su verdad ceida,
alzo mi noche -todo lo que puedo-ya sintiendo llorar mi amantlCldll.

Materia del amor


CENA

Intimidades falsas, casi crueles,


con tristes remolinos a la vera.
Sin paterno fulgor de cabecera
olvidando blancura los manteles.
Alimentos que adulan, siendo fieles.
La tibieza, la loza, la madera,
en una prontitud que se adinera
sealada de anuncios y carteles.
Paladar dirigido, olfato al tanto.
Una sal ebria y un confuso aceite
se desliza regando la miseria.
Duele despus revuelta en desencanto,
negadora del ltimo deleite,
por la penumbra gris la mesa seria.

Manuel Rueda
FONGRAFO

Suena. Fulge el espacio y da notoria


vida a su oscuridad de objeto. Grises
rincones fluyen. Relieves. Matices
concretndose en duda y vanagloria.
Gira el disco. l es la nica historia.
Patria audible, sus msicas felices
surgen de antao a eternizar races
como rboles de pie por la memoria.
Pasados y futuros en ahora.
Siempre el mismo presente en esa aguja
llena de un tiempo que huye y enamora,
que circunda pensndose y me piensa.
Triunfo de lo sonoro. Se dibuja
la eternidad. Ya calla. Recomienza...

Materia del amor

ELSEDUcrOR

Te oigo bajar de noche las escalas


disfrazado de arcngel, en pendiente
por el aire, mi herencia de inocente,
donde sin yo notarlo t me exhalas.
Te oigo entre bajas fiebres, entre galas
de arpados instrumentos en que miente
el sonar, vuelto lgrima y presente,
como un cielo sabido sin sus alas.
Velado robador entrado al pecho,
ensombrecida imagen que conspira
con redondeado torso y blando lecho,
slo s que enceguece el que te mira
y trocando por muerte el don eterno
glorifica, tenindote, el infierno.

Manuel Rueda

NGEL DEVUELTO

Oigo bajar tus pasos anhelantes


en el aire otra vez en donde mora
mi exhalacin, trada por la aurora
a estremecer tus alas vacilantes.
Bajas hasta tocar con tus brillantes
alas el centro impuro de mi hora,
formas fras de un fuego que enamora.
Vienes a m perdido como antes,
prncipe del deseo temeroso,
a reinar en la sombra, en las esquinas
profundas, hecho tacto numeroso.
y slo tu halo queda, tu insistencia
grcil flotando aqu, plidas ruinas
en el umbral que anula tu presencia.

Materia del amor


PAUSA

Duerme. Duerme. La fuga de su ida


lo reduce al aliento, al labio incierto
que lo dormido abrevia en lo despierto
de una furia lejana y eludida.
Cuerpo esclavo de blanda sacudida,
como piedra al envo de lo muerto
simulado en un mar, mas a cubierto
la limpia sien, el alma sucedida.
En lo alto el ornamento que lo sella
en luces de recientes ataduras,
piedra que funda en pjaro su huella.
Vuelve a nacer intacto, nunca inerme.
Convalece de s, de sus alturas.
De ese dolor de ser en que se duerme.

10

Manuel Rueda

11JiIlM Y .QE,Q.

Recostado en tu vientre, casi a flor


de piel oigo el trabajo de tu entraa,
un callado aletear en la maraa
secreta donde es puro surtidor
tu sangre. Oigo el latido en tu interior,
el chorro ardiente que tus centros baa
y en el combado espacio se restaa
dando al deseo meta de frescor.
Asida te oigo al respirar. Yo siento
la luz de un sol que labra tus hechizos
punzando el claustro de tu vientre en celo.
y eres vida, mujer, furia y lamento

en gestacin de nuevos parasos:


tierra trabada en lucha con el cielo.

11

Materia del amor


ELMAIDrrO

-"Cuelgan bellas serpientes de las ramas


y da grietas temibles la madera
cuando el hombre me invoca en tolvanera
de polvo impuro y crepitar de llamas.
Visin de sus espejos, en las tramas
delgadas de los sueos soy la fiera
de dulce amor y parda calavera.
La fiebre sube, tensa, de las camas
al cielo cejijunto. Al hombre sigo,
toco cmbalos negros de pereza
y a su lado, con aire de realeza,
surto un rojo licor por el ombligo.
No valen contriciones. Su cabeza
rueda, ciega, a los hornos del castigo".

12

Manuel Rueda
DELIRIO PRIMERO: DIABUCO

Oh, cuando el da ms temible asoma,


garras y vuelos, y tu cabellera
trenzndose a la luz roja, postrera,
huye sin ti, tras el sangriento aroma;
cuando te es enemiga la paloma,
hostil el suelo de agria primavera
y el costado del hombre una ladera
de cuerpos y fatigas; cuando toma
tu sangre el curso de otras sangres muertas

y se oye en el desierto tu castigo


goteando arenas por destruidas puertas;
mientras su paso avanza el Enemigo,
las rutas de la furia, cun abiertas
dejas, oh t, para volver conmigo!

13

Materia del amor

MUERTE EN DESVELO

Te he conocido aqu, muerte, en el lecho


del amor. "Tu verdad es lo que apuro"
cuando me tiendo, ansioso e inseguro,
sobre el vivo reclamo de otro pecho.
Me sostengo, me estiro, me aventuro
en un bosque gemelo, y al acecho
siempre vas, vigilante en el estrecho
lmite del abrazo con lo oscuro.
Muerte diaria y celosa, he conocido
tu poder, si interrogo luego y velo
esa carne que se hunde en manso olvido.
y s que no hay respuestas. El desvo

que da el sueo eres t, muerte en desvelo


que ahora ocupas mi lecho ya vaco.

14

Manuel Rueda

DIMINUTO VERDOR

Diminuto e! verdor... Pero l espera


debajo del terrn la maravilla
del dios que nacer, vivo en la arcilla
improbable de alguna primavera.
Verde que se da al sueo y es madera
de bosque y es la voz en la semilla
que presiona y es fuerza que se ovilla
hecha mie! en e! centro de su cera.
Verde que al fin, cedindose al lamento
de la tierra con sed -tierra violenta
en cuyos filos ptreos sangra el viento-logra ascencin en savias con sonido
y estallando en la gota que lo inventa
pone a vivir su rbol conmovido.

1S

Materia del amor


FRUTA

Su redondo equilibrio es quien la mueve.


Su hoja quien la cie de una ausencia.
Como de flor, exacta es su presencia
donde a tocar el aire no se atreve.
El color encendido, el fulgor breve,
el pensativo asombro de su esencia,
todo pende hecho carne y hecho ciencia,
paraso que labra el tallo leve.
Ella est ah, hechura de su goce,
lejana para el hombre, en tierno ajuste
de peso y forma, sosegada al roce
de una luz casi pulpa que se vuela,
muy lejos de una boca que la guste,
muy lejos de un olfato que la huela.

16

Manuel Rueda
AGUA DE VIDA

En orilla y orilla el agua ciega,


el agua tambaleante, el agua rota,
el agua que se encrespa y se alborota
y que cayendo siempre nunca llega.
El agua que imperiosa no se entrega
y recela hasta el fondo de su gota
y endurece su azul y se hace ignota
y slo Dios encima la navega.
Baj al agua y el agua en cada orilla
se pulsaba en la sbita querella
de cielo y mar. El agua que nos brilla
en plenitud de ser y nos reclama.
Agua que va a la gracia y se adoncella.
Agua que va al amor y nos derrama.

17

Materia del amor


VISIN

Dnde se gesta tu belleza? Dime


en qu lugar de ti brota y se espacia
todo lo que se vuelca, forma y gracia,
sobre tu cuerpo en oro que redime.
Si es lgrima, tal vez, dnde la exprime
tu carne, que de vida no se sacia,

si velada la voz, la crencha lacia,


vuelta esplendor en tu belleza gime?
Solitaria te quedas, casi esquiva:
una estatua de carne pensativa
en el vrtice puro de un empeo,
oyendo en tus tinieblas interiores
ese enigma que te hace, toda flores
en el jardn sin nadie de tu sueo.

18

DE

LA CRlAWRA TBRRBSTRE
09(3)

Manuel Rueda

LA CRIAroRA TERRESTRE

A mi madre

Alguien supo mi nombre, antes, mucho antes


de que naciera yo. Alguien saba
de m cosas que an sigo ignorando
perdido como estoy entre mi sueo
y este ilusorio amago de conciencia.
Mucho antes de mi carne algn temblor
tocaba mis sentidos solos, quietos
en la infinita esencia de luz mixta.
Como un perfume al aire, as me ergua.
Como msica al tiempo, as me daba.
Como esplendor a soles prometidos
me entreabra y sangraba, sujetando
mis mpetus, mis formas, mis palabras,
neto en la ciencia de lo bien amado.
Rayo sobre la copa remeciente
y cabeceante, ntima de siesta,
flecha que en el silencio disparada
iba a dar en un blanco de manteles,
de fruta, pan y besos, de quietudes
dominicales donde el perro era
la dejadez del ser en su descanso.
Como un fino bordn la abeja, el vuelo
taladrador de moscas y cigarras.
Orquesta silenciosa como el sueo
vago de los sonidos verdaderos.
Un redoblar del agua, unos violines
de recatado fuego verde, cantos
y olas a ese fondo del mar grave
21

Materia del amor

que suena detenido en el azul


profundo, en la velocidad profunda
que no mueve siquiera ni una gota.
Msica y siesta. Haba que descender
all, atravesar aquel silencio
palpitante y caer entre sus redes
como un pjaro ms o una doliente
semilla que estallara en carne y oro.
y ca sobre un vientre. Era la esposa
el surco, la mujer, la red y el lazo,
el silencio profundo y convenido,
la msica entreabierta y empinndose
en el tiempo, la primavera en vuelo,
en avidez de copas y arreboles.
Era la madre, la quietud sagrada
de un recinto cuyo arco lo hace el cielo,
las claras, religiosas galeras
donde la rosa huele y huele el trbol
marino, y palpa el aire con delicia
los intocables muros, los telares
ligeros que grabando algunas letras
tiemblan de m, me encierran en sus hilos,
cogen mi corazn con sus colores,
un dolor que era mo desde antes
cuando aquellas agujas me sangraban
en el espacio puro y prometido.
Entonces me apoyaba en algn hombro
y miraba, con alma desolada
y vida, aquella carne que esperaba
mi huella, ese conjuro de varn
que iba a empinar la tierra misteriosa
hasta entregarle el cielo o esta ausencia
22

Manuel Rueda

triste y sin bordes que ya he sido


antes de m y ser despus de todo.
Te visitaba, madre, te escoga,
bendecida entre todas las mujeres,
y te tocaba el nudo de la gracia,
los pesados silencios donde un astro
de sangrienta dulzura se acendraba.
Te recorra dentro, fuera, dentro,
daba palpos a sedas interiores,
embestidas en dulces galeras
de rumor y de esencia. Como frutos
guardados en bandejas de alabastro,
como tierra abonada a los sonidos,
as oa lades en corrientes
de plata reclinados. Y volcanes
serficos: toda la geologa,
los perfiles del astro, el mar, el mar,
meciendo tu riqueza de navo
que no arriba, que mece, que es cadera
azul, que es pecho azul, que es muslo azul,
gil sobre otro muslo tembloroso.
Esa eclosin del agua, esa pradera
de diamante que late, esos espesos
fondos donde la luz es el esfuerzo
de la velocidad y de la sombra
en un ltimo golpe de premura,
han espesado el germen hasta el grito,
hasta tallar el hueso, el esqueleto
amargo. All es dureza la distancia,
blancura el mpetu de la gaviota
y la ola quietud, vuelo, esperanza.
Oh esqueleto del mar, blancor intenso
23

Materia del amor

y escondido! Oh mar, de ti sala


como los viejos fsiles, a hacerme
una carne a la luz grata del cielo,
chorreando gotas claras y veloces.
y otra vez las bodegas, los silencios.
y entonces los ramajes, el arribo
frutal, las bendiciones. y el esposo
llevndote, hacindote ms plena
slo con la mirada, con la voz
que escurra a tus pechos como miel
dorada, apresurndote con vagas
caricias, mientras duermes. S, dormida
con claridad y respirando al borde
del da, hecha de carne que no cesa,
mientras tu vientre es alto territorio
cruzado por los sueos en bandadas.
En esa hora, all, yo estoy despierto,
retiro algunas hojas, me incorporo
y siento que estoy solo, que no hay nadie
junto a m y que me han dejado a oscuras
en un mundo de cscaras, de sangre,
de tenebrosos muros viscerales
por los que trepo en vano, me revuelvo.
Duermes? La soledad me coge el alma.
El secreto es el signo del que nace
y ahora, mientras doy en una puerta,
mientras duermes, mientras la frente elevo,
me preparo a vivir, a ser lo solo,
a establecer mi ruta con los puos
enormes y los ojos enclavados
en lo alto, sintiendo cmo calla
tu carne, cmo cielo y tierra callan
24

Manuel Rueda

mientras vaya nacer, quedar, morirme.


Porque s que alguien llama, que alguien vela
llamndome, ponindome unos nombres
amistosos. Le temo, pero a l llego.
Bajo su fuerza estoy. No lo conozco
pero s que l me sabe aqu, me espera
con los brazos desnudos, verdaderos!
Dar el hombro a las rfagas: nacer.
Pasar por entre un cerco de dolores
hasta dar con la luz. Alguien cantaba
y lloraba. Me izaban a la vida
con vendas, me extraan de la tierra
como a una piedra dulce y soolienta.
Levantaba los brazos y era el cielo,
los follajes secretos que entreabran
de pronto sus caminos donde slo
yo pasaba, absoluto, sin recuerdos,
ceido a una tormenta, a un confuso
revuelo de cobijas y relmpagos,
anegado en la sangre y en la leche,
buscand con los pies la santa tierra
que me haba subido por los poros
hasta darme el sabor que haba en mi lengua
antes de todos los sabores, antes,
como lo que me sube en una ole::da
de verdad cuando canto y estoy solo,
y amo y me olvido y canto y busco al hombre
por su olor y llevndolo a mis labios
siento que me completo, que era eso
lo mo, mi sabor, la tierra entera.
Ese sabor lo traje. Fueron luego
los alimentos. Fue la luz primero
25

Materia del amor

junto al sabor a leche, sangre y miedo.


Junto al sabor de tierra que ya haba
en mi boca nutrido, fue el hallazgo
de la luz y la leche en los mellizos
vasos que en el amor se rebosaban.
y me aprend. la vida en aquel blanco
rodo paladeado, gbta a gota
extrayendo delicia de pezones
adoloridos, hondos recipientes
por mi voracidad trizados, cuencos
que perdieron belleza entre mis labios.
Brazos me levantaron e hice el viaje
cantado, sostenido, aupado, en rueda
de parientes, de un valle a una montaa,
de un regazo a otros senos respirantes,
pataleador, ligero, amonestado
por varones barbados, por mujeres
que dejaban caer en mis orejas
frases de amor, palabras desvadas,
cual si quisieran penetrarme prontamente, marcarme con sus seas, dar
a mi cuerpo el color de sus afanes.
Silabeador, gorjeante, sorprendido
entre tantos conjuros y domsticos
ritos de buen vivir. Sent a los seres
desde el amanecer, y an dormidos,
extendindose en brazos y quejumbres,
peinndose sin ojos, slo dedos
sonmbulos bajando por las greas.
Me aprend la palabra y abr el tiempo
con ella. Mi poder! El s y el no,
las slabas y el mundo conquistado.

26

Manuel Rueda

Fui el nombrador de cosas ya nombradas.


Vi utensilios y escobas. Golondrinas.
Bes el pan y le di mi aprobacin
a las frutas y sorprend seales
de ternura y suprema connivencia
en las cosas. El orden y el desorden
eran bellos. Los rboles estaban
en su sitio y dispersos por las casas,
escudrindonos, o bien dejndonos
un envo de flor en el regazo.
Sentame seguro con el perro
alIado, y el parral y la distancia
alIado y el buen fuego trabajando
y la piedra en el aire, sin caer
an. Era el momento decisivo
de mirar y decirle a todo "Espera",
y de saber cun bueno era que nada
nos esperase. Oh mundo renovado!
Por dnde estaba el agua entonces? Dnde
flua de otros senos ptreos, ella,
la arrulladora y gil, la dormida
de s, del propio son, de l despertada,
donante y gananciosa: aire, luz, suelo,
fundidos en el sorbo que nos quema
y anonada? De dnde provena,
viajera? Huraa y mansa, mas vertiendo
su cantinela en viejos tinajones
que exudaban frescura, el agua muerta
de no ser por la queja de su entraa,
por el silbido agudo de sus ecos,
su diapasn vibrado por el aire.
As el jarro la toca, y qu gemido!
27

Materia del amor

Luego le conoc los derroteros,


los boscajes y brechas, sus nidales
de emplumado animal que borbotea,
sus cavernas que huelen a lucirnagas
donde el cuerpo se pudre si se aquieta
y donde el pensamiento echa su moho
secular. El silencio es hondo y blando
all, duerme en los vellos secretsimos,
hunde el gris en el hueso y lo amedrenta.
Llegu entonces al ro de mi infancia.
Volv entonces al mar: hombres y barcos,
lucha del horizonte con mis ojos.
La gaviota y el pez, las blancas velas,
los cabeceantes botes (sus vaivenes
a flor de agua), cun lentos y vacos!,
y el sol duro en la calma fluctuadora.
Qu cosa era esperada por la tcita
ladera fluvial? Qu entre las rocosas
derivaciones y las sacudidas
del oleaje? Alguien deba venir?
Si alguien salir, al fin, hacia qu lados?
Fue la historia del agua lo que tuve,
su secreto temblando en ese vaso
primero, natural, que alguien le daba
a mi garganta cada da. Goce
de agua y de canto que mi sed quera.
y me puse a crecer junto a las aguas.
Algo pasaba sobre m: era el aire.
Algo pasaba sobre m: era el tiempo.
El cauce apresurado de los hombres,
la corriente incolora que los sume
en la noche otra vez, entre los valles,
28

Manuel Rueda

en oscuras orillas donde se oye


aletear a los monstruos, en caminos
donde los reyes postran su corona
yel mendigo se sienta a descansar,
a descifrar el viento entre sus ropas.
Quin mova la copa de los aos?
Hojas negras, doradas, mortecinas.
Tardes de primavera entre las hierbas
mordisqueadas, avaras estaciones
donde el nio era el nico habitante
tropezndose el cielo en sus barreras,
a nubes que se olvidan de sus rostros
y se borran con fcil desencanto.
Nio solo en el viento que lo arrastra.
Nio entre los insectos congregados
y los consejos de la tierra toda,
solo y curioso de su mundo, solo,
entregndose a flores, bestezuelas,
catalogando sus fragantes goces,
sus pequeos dolores habituales.
Tiene la culpa el viento que lo arrastra.
Son ventanas y l mira el torbellino
que inquieta el valle. Mralo acodado
en el alfizar familiar, sintiendo
un impulso radiante, una batalla
de msculos que estrenan su impaciencia,
que lo obligan a ver y a resistir
con furia, con deseos de entregarse
a la ruta, a la hirviente caravana
de jvenes, de seres invitantes
portadores de rosas y banderas.
Fue saber que haba hombres y mujeres

29

Materia del amor

diseminados por la tierra, seres


con su destino en las espaldas, hijos
de los caminos y de las montaas.
Fue saberlo y dolerle el corazn
al punto. Fue saberlo y contemplarse,
tener vergenza de sus languideces,
de los leves pauelos y los albos
trajes almidonados, del zapato
crujiente y lucidor de los domingos
cuando las nias vuelan y sonren
en bandadas de pliegues y oriflamas,
picoteando los granos, arrobadas
en el ro sonoro que las lleva
a crecer entre flores y carmines.
Qu era aquello sino la eterna lucha
por ser jvenes siempre, por tener
aleteando la dicha junto a lmparas
crepusculares? La familia entera
empeada en hacernos otro suelo
que el de abajo, y los hombres caminando
sobre la tierra. Y en la casa aromas
de naranja y canela, y los rosales
en las macetas, y el canario piando
junto al piano, y los hombres verdaderos
sobre la piedra, afuera, a sol y viento,
combatidos y duros, con sus llagas
lamidas por el polvo y la intemperie.
En la casa los ngeles y lejos,
cerca, los hombres, las criaturas hurfanas,
la criatura terrestre, verdadera...
Yo he mirado sus ojos una tarde
en que pasaban negros milenarios

30

Manuel Rueda

escupiendo y cantando. Los he visto


orinar y tumbarse junto a hembras
oprimidoras, sin saber qu signo
hacan con sus cuerpos enlazados
como tristes relmpagos ansiosos.
He mirado a los viejos y a los nios,
a los mendigos razonables y a los
locos que piden pan y luego sienten
extraeza de aquel pobre mendrugo
que les colma la mano, cual si aquello
no fuera ms que el cruel escamoteo
de un tesoro esperado desde siglos.
Dime loco, qu miras por detrs
de mi hombro? Y el loco mira entonces
su mano acribillada y canta coplas,
dcimas que susurran como dardos.
Canta y baila entre el polvo que lo acoge.
Oh visin de la tierra! Turbio amigo
que me has obsesionado desde siempre,
danzante de la barba endurecida,
piedra que el torbellino resucita,
piedra que habla de Dios, de amor, de muerte,
piedra que danza en vilo hacia el crepsculo.
Quin te ense esa lengua agridulzona?
Pedro, Juan o Jos. Piedra te llamo.
Eres eterno. Me hablas. Te he escuchado,
oh viejo que perduras por mirarme
ms all de mis hombros de muchacho
donde el vaco aullante y silencioso
esperaba mis formas, mis pudores,
los ropajes que yo deba quitarme
da a da hasta hacer saltar el hombre,
31

Materia del amor


ese habitante dado al desencanto.
Yo te siento danzar mientras mi madre
me dice que ya es hora de partir
el pudn, de atender los invitados
que me ensalzan y aplauden, de dejarme
besar por cuantas madres me conozcan.
y la casa se enciende y oigo risas
---es mayor el vaco que me encierra-,
y all lejos t ruedas, piedra eterna,
hacia tu sitio bajo las estrellas.
Ese vaco me hizo silencioso
y colrico. Noches hubo entonces
de desazn. Tocbame las carnes
con extraeza de ser yo, y distinto,
otro abrindose paso con cautela,
con miedo de decir: "Este es mi nombre",
de proclamarlo, porque no era tiempo
de abandonar el lecho y de marcharme
a la vida, a la mar, al desamparo.
Mientras hubiera sueos, duermevelas
y parientes alIado, respirando
o aventando con faldas maaneras
la oscuridad y los remordimientos,
mientras contara el agua sus monedas
de plata en las techumbres oxidadas
y arrullantes, no habra escape, nunca
podra aquel decirme con denuedo:
"Aqu estoy, yo soy ste, caminad,
dejad ese sepulcro a los que lloran
sus muertos y emprended el viaje, ahora."
Yo empec a ver el rostro de los mos.
Existan. Vivan de morirse

32

Manuel Rueda

sobre comodidades extinguidas,


sobre almohadones que ya nadie usaba
y salones cerrados donde, nico
husped, se enseoreaba el polvo, el lento
polvo de la provincia que filtraba
por las paredes con sus alas finas
y aquietbase all en los paolones
bordados por difuntas, en los labios
apenas sonredos de los dioses
familiares: matronas olvidadas,
generales valientes cuyos actos
de valenta hundironse en la historia.
As pasaba el polvo como un poco
de olvido ms. Y yo entreabra apenas
los cortinajes para verlos, quietos
en sus tumbas de hoy y descubra
la muerte turbadora entre sus rostros,
la ganancia de un da de existencia.
La muerte. Doble muerte. Oh nublados
recuerdos! Slo a veces estas puertas
eran abiertas con sigilo, poco
a poco como si la luz turbase
la paz de estas reliquias, como si ella
fuera la realidad temida. Entonces
se quedaban los vivos y los muertos
frente a frente, mirndose, escrutndose,
ms ya nada tenan que decirse.
Ni el dolor responda. Ya eran ecos
de un sollozo perdido, muertos, muertos,
y los vivos sabiendo ese secreto
se apresuraban ms, se levantaban
de las sillas, turbados, atildando

33

Materia del amor


su indiferencia y mudos y en puntillas
del umbral de sus tumbas se alejaban.
Muertos mos, sabed que yo soy uno
que os espiaba en la noche el paso lento,
las rfagas de amor de vuestros pechos,
cuando pasabais oprimiendo el vientre
de los armarios, tabla a tabla oyndoos
caminar, avanzar hacia los lechos,
abrigando esperanzas de un contacto.
Os oa llegar a las paredes
que elevasteis, tocarlas y besarlas
y volveros al sitio de costumbre,
a vuestras empolvadas aureolas.
Por la muerte yo supe que haba prisa
de vivir. Yo creca abriendo al "otro"
el camino. Grababa algunas letras
en los troncos. Dejaba mis seales
en la arena y haca confidencias
a las aves, que luego comprendan.
Vino el cuerpo a sentir sus punzaduras,
a reir con sus ropas, a dolerse
de los contactos ordinarios, rudos
y suaves. Un revuelo de embestidas,
de alusiones secretas, de opulencias.
Tumbarse era la meta. Sentir duras
costras y la hinchazn de las races.
Tumbarse y ver el cielo, sus escorzos
en la nube que pasa, mensajera
del volumen. Deseos que eran cmulos
disueltos en premuras, en altivas
urgencias desdeosas del momento.
Nubes arriba, en fuga, yen el cuerpo

34

Manuel Rueda

perennidades, luchas, disolvencias,


besos que van a ser, no son y mueren.
Troncho una flor y es savia. Hundo el dardo
en el seno del verde y es esperma.
En mi boca saliva virgen, mieles
y olas en los testculos, y sangre,
lquidos clidos que atravesaban
entre abejas furiosas y aluviones.
Cmo dolan las manos embriagadas,
dando sazn a frutos perentorios,
socavando, tanteando, aligerando,
enfureciendo al ngel, demorando
a la bestia hasta el sbito alarido!
Sent voces llamarme y fue la culpa
medida por el sobresalto. Vieron
al hombre en m, de pronto, o todava
los engaaba el nio en sus rubores?
Me puse entonces mscaras, disfraces
que encubrieron mi estigma, mis labores
de muchacho en los cuartos solitarios,
en los baos, envuelto por la ducha
consentidora que entregaba al fango.
al hondo sumidero, los residuos
que caan de m como las pieles
sucesivas y bellas de mis das.
Nada claro. Ni el corazn ni el alma
en sus lmites. Nada verdadero.
Oscuridad y selvas al acecho.
Emboscadas, traiciones, desafos.
El tambor redoblando entre las hojas
y t, diablo, surgiendo con tus colas
encamadas, con patas de animal

35

Materia del amor

y cornamenta florecida, echando


por los belfos espumas y mentiras.
El tambor redoblando y t de pie

oponiendo tu ltigo a la msica,


invencible desde antes de la lucha.
T te imponas rojo, gualda, rojo,
verdinegro de rostro, espejijunto,
cascabeleando por las calles rotas
de pnico mientras se oan puertas
sucesivas abrindose, cerrndose,
entre aldabones sordos. Eras dueo
y seor de mi pueblo, monstruo aciago
en los altares de febrero, macho
oropelesco y fnebre, viril
y neutro, inevitable frenes
que prenda en los leos de un mal ao.
Todo quieto y de pronto tu llamado
desafiador de la miseria, haciendo
entrechocar las piedras cuando entrabas
a tu reino borrado, a tus plazuelas.
Fuimos unos y otros y ninguno.
y nos visti la muerte a cada cual
de prisa y como pudo, intercambiando
risas, sexos, trocando unas verdades.
Rostros blanqueados, mscaras ardientes
y voraces. Tuvimos gran urgencia
de renovar reliquias y medallas,
de tocamos el pecho con imgenes
bendecidas tres veces. Eso hicimos
todava algn tiempo. Slo entonces,
en medio del estruendo, sonremos
de pronto, y sin siquiera sospecharlo
36

Manuel Rueda

dijimos nuestros nombres, sorprendidos


de que acudieran, fieles, a nosotros.
El cielo estaba azul y las montaas,
recin lavadas por la lluvia, abran
sus entraas al sol, fuertes y jvenes.
Yo me mir la cara en los espejos
y supe que era el da de partir
atravesando huertos apagados,
viendo las sillas rotas, los graneros
llenos de ratas grises y tinieblas
y los secos parrales retorcidos.
Supe que era la hora porque el llanto
nos haba gastado el alma, el ojo
adormido en paredes carcomidas.
Junto al mar, y las lentas mecedoras
impulsaban su carga en el vaco,
afirmacin y negacin en sol
y sombra de quedar y de perderse.
Ida y vuelta, ida y vuelta y yo mirando,
esperando el momento en que las olas
se detuvieran, en que la mecida
acabara en mitad de una sonrisa.
Dnde estaba la poca del fuego
y de la doma de los potros? Dnde
las excursiones cuando haba manteles
blancos sobre la hierba y cestos llenos
de la abundancia de la tierra y del
descanso: leche, pan, almibaradas
frutas y los crujientes caramelos?
Dnde estaban? Oh diablo, dnde estabas,
fustigador, hiriente, parecido
al amor con tus colas encarnadas?

37

Materia del amor

Febrero era fugaz, y t, tranquilo,


ignorante del mal que desatabas,
ignorante del bien, te consumas
en tu lecho de hasto, en tu sepulcro
miserable y oscuro, visitado
por mendigos, por perros y palomas.
y entr a una selva oscura. Era de noche
y haba fieras rondando. Y haba hombres
rondando. Y en lo alto y en lo hondo,
oscuro y claro, yo volv los ojos
hacia ti, pueblo mo arrinconado,
mi pasado, mi flor, mi blanca sombra,
donde apoy los pies y puse el labio,
donde dorm diez aos al amparo
de un regazo y la clida montaa.
Yo pas por los arcos de tu piedra,
pueblo enterrado en lluvia y en olvido,
y sent que mis muertos renacan.

38

Manuel Rueda

CANTO DE REGRESO A lA TIERRA PROMETIDA

Medias montaas,
medios ros,
y hasta la muerte
compartida.
El medioda parte
de lado a lado al hombre
y le parte el descanso,
parte la sombra en dos
y duplica el ardor.
Sabes adnde
vamos? Sabes
qu pas es el tuyo
tan fragante y que tiene
una lnea de resecas
miserias,
una pobre corteza
resbalando en los ros
perdidos,
bajo los silenciosos cambronales?
El viajero cantaba,
mas yelo cun mudo
queda a la vera del desastre.
Busca su voz entre los
39

Materia del amor

fnebres
despojos,
mira entre los basurales del suburbio
el trozo de esperanza
convertido en el vidrio opaco
de las botellas.
Busca su ilusin en el mbar
del ron escupido al filo
de la muerte
entre dos tierras enemigas,
en el ro materno,
ro de luto
en el que dos brazadas
no caben.
Oye al viajero reposar,
pedir clemencia
bajo los rboles.
Oye al pobre poeta,
un corazn entero
-tan entero!-,
cantar en medio
de las heridas
sin comprender la marca de la tierra,
sin probar de su fruto dividido.

40

Manuel Rueda

11

Sabes,hennano, adnde
nos conduce esta ruta
llena de paralticos
guardianes?
Entra ahora de mano
de tu gua.
Mira el reseco paraso
silencioso
y pasa
y mira
y siente
la advertencia del sol
sobre tus lomos,
el fusil contra el sol,
contra la piedra,
la muerte al sol,
el sol lleno de sombra
y de miseria.
Sube al sitial
de las piedras,
a la fra luna de ayer
cuando relas
del brazo de Eva
preguntando por el venado,
por la luz y por la hoja
recin verdecida,
cuando tu cam' era
41

Materia del amor

la libertad, el rumor
de las ol<1s contra tus duros pies
de hombre dichoso
y tu amor el faro rojo,
la ventana al abismo
en donde se posaba
el aletear
de las gaviotas.
Entra a tu reino,
Adn
y mira el rbol santo
rodeado de minas,
de alambradas.
Queda esto y cun poco
como toda heredad!
Mira tu paraso
entre dos fuegos,
nido de serpientes
elsticas
y a los hombres que han olvidado
sus atributos,
sus amores,
su acrisolada descendencia,
para apuntar
al horizonte.

42

Manuel Rueda
III

Medias montaas,
medios ros,
la media muerte atravesada
como un sol seco en la garganta.
Trata de dormir ahora,
de entregar
el nico prpado a tu sueo
inconcluso.
Trata de dormir.
Tratemos de dormir
hasta que nos despierten
leadores robustos,
hombres de pala y canto
que hagan variar el curso
de nuestra pesarosa
isla amada,
de nuestro desquiciado
planeta. As cantando,
as,
a mitad del camino de regreso
sin encontrar la patria prometida.

43

Materia del amor


LA CANCIN DEL RAYANO

La tierra era pequea y yo no tena otro oficio


que el de recorrerla,
que el de tumbarme a voluntad hasta que de los
terrones parduscos me brotaran los hijos.
La tierra era pequea, pero grande mi pisada
como la embestida del mar en la orilla
y de mis huellas cargbanse los huertos,
los jardines donde las flores olan a sudor y a
besos de hombre descansado,
tmidas flores que yo entrelazaba con mis vellos,
porque el cielo estaba ah
y mis espaldas eran fuertes como los caminos y
las montaas de la tierra.

A veces sucedanse juegos y locas carreras a lo


largo de la costa, pero me detena el mar.
l slo era mi valla y yo me asemejaba a l en
podero y ansia de lo libre.
Entre el cielo y el mar yo me mova con mi
pequea tierra en hombros, y ambos nos
sostenamos.
Mi tierra respetada, oliendo como un grano de
incienso en medio de las inmensidades
abiertas y azules,
acomodando la hoja de la gusima y el cedro,
amontonando ofrendas, en un mpetu joven de
44

Manuel Rueda

pulpas chorreadoras.
Mi tierra llena de bestias petrificadas al caer el sol
y de blancas, lentas garzas, que planeaban sobre
ellas,
ingrvidas como el humo o la ventisca.
Yo asaba los cabritos y limpiaba mi boca en cada
mujer o fruto.
Yo era el varn, la tierra hecha dos pies firmes y
andadores.
Yo era el varn dulce, aguerrido.
El hombre alegre paseando en un mundo sin
derrota.
Pero vino el final y no lo supe.
Pero vino el final y yo dormido, hartazgo y
contentura.
y fue as. Yo dormido. Y alguien trazando sobre m
esa lnea,
diciendo, "t sers dividido para siempre".
Un brazo aqu y el otro all. A m, al ambidextro,
que haca arrodillar a un toro mientras acariciaba a
una criatura.
y el corazn, en dnde? Y dnde esta cabeza
bramadora
que reconoce a sus hijos por la marca de la frente,
esos hijos que nunca ya podr besar porque la boca
ha quedado en otro sitio
y slo un ojo permanece all, reconocible, con que
llorarlos pobremente
y lavarlos de sus estigmas de extranjeros.

45

Materia del amor

El mundo estaba entero y helo aqu abierto en


dos mitades,
obediente y podrido por el rasgufio de una espada,
sumido en la anchura del mar y de los cielos que van
a desplomarse.

II

Ahora estoy desterrado del Edn, sobre la roca


dura, atento a mis entrafias,
roto mi corazn en dos pedazos de odio y abandono.
Ahora yo vivo aqu, en este despefiadero donde mi
grito repta
como una serpiente en un nido de espinas,
melanclico y receloso, con las piedras de arrimo o
cabecera,
oyendo, a la hora del crepsculo, el gemido de las
aves en los cayos lejanos.
Fui castigado por una hora de suefio y ahora es
intil dormir o adormecerse,
porque ni ojos, ni brazos, ni piernas, me conocen;
porque no hay direccin, ni tiempo, ni
descendencia al lado
que hagan posible el cntico a media voz, entretejido
con lluvia,
como cuando uno se sienta a morir en su pradera
reconfortado por el dolor de los que deja,
por el ltimo parpadeo de las estrellas amigables.

46

Manuel Rueda

"Tal vez un da debas comerciar con la tierra,


decidirte y cantar himnos en lenguas diferentes.
Levntate -me dicen-, y empua tus banderas,
confndelas en un haz de promesas o rencores.
Rene tu corazn en metrallas y en hoguera, campo
abajo,
saluda tus ros antiguos,
la techumbre de las selvas que an pueden
reconocer a su habitante."
Me dicen, mas estoy en este campo donde las
piedras se voltean una a una,
sin prisa y sin alardes,
perdida toda esperanza de resurreccin.
y nada sino el viento de cada da me estremece
cavando oscuras trochas en la noche de nadie.

47

Materia del amor


CANTOS DE lA FRONTERA

All donde el Artibonito corre distribuyendo la


hojarasca
hay una lnea,
un fin,
una barrera de piedra oscura y clara
que infinitos soldados recorren y no cesan de
guardar.
Al pjaro que cante de este lado
uno del lado opuesto tal vez respondera.
Pero esta es la frontera
y hasta los pjaros se abstienen de conspirar,
"lezclando sus endechas.
Quizs el viento un da puede traer residuos,
algn papel sin nombre entre las hojas que resisten.
Es entonces cuando el ojo de la bestia se dispone a
mirar
y el viga traspasa a su arma las primeras
contracciones de alerta,
prontamente metlico,
apuntando contra la quietud que se encorva,
gravosa.

48

Manuel Rueda
II

Fino el tambor como un polvillo oscuro que se


filtrara en la distancia.
Hogueras. Yel tambor -pulso y retumbo--, a favor
de las aguas apagadas,
moviendo el seno puntiagudo, rutilante de
amuletos.
y el grito de los bhos que en la noche pierde la
direccin
y nos rozan con alas y conjuros.
Vamos al fin,
vamos al borde de la tierra
a danzar con las doncellas secretas
que nos aman en sueos.
Blanco y negro, la piedra oscura y clara
donde el reptil se desenvuelve,
meditabundo,
con sus anillos sincopados y trmulos.
Negro y blanco y un hlito de muerte all rondando,
de un horizonte a otro, llamando y respondiendo,
hasta que no hay vestigio de maldad o recuerdo.

III

Ro, calmoso ro donde he visto la sombra del


extrao agrandarse,
sosteniendo la lanza y un collar de dientes

49

Materia del amor

blanquecinos.
En la orilla l bebe y chapotea como los cocodrilos
encharcados
y me mira, reduciendo su proeza al silencio.
Ro calmoso y rojo, persuadido apenas por nuestras
jvenes brazadas.
Toda una larga noche hendimos estas aguas sin
dejar de sabemos,
solos y sofocados por la proximidad, hasta que el da
cae
y l queda inmvil, fresco y clido,
besado por la asombrosa noche que lo acoge.

(En dnde ests, hermano, mi enemigo de


tanto tiempo y sangre?
,Con qu dolor te quedas, pensndome, a lo lejos?)

De pronto vi las hoscas huestes que desdecan,


aullando y arrasando.
Vi la muerte brilladora en la punta de las lanzas.
Vi mi tierra manchada y te vi sobre ella, desafiador,
la brazada soberbia sobre el caaveral que
enmudece
y la ronda de hogueras donde al anochecer bailabas
invocando a tus dioses sanguinarios.

so

Manuel Rueda

hombre que me miraste un da de calor y agobiante


crepsculo
all donde el Artibonito, dividido,
da a cada orilla su mitad de alivio y hojarasca.
y yo supe que nunca habra esperanza para ti o
para nosotros,
hermano que quedaste una noche, a lo lejos,
olvidado y dormido junto al agua.

IV

Fue un gran da aquel da. Tropas rigurosas y


banderas
flameando, haciendo seas, en un aire comn y de
tregua.
Era domingo y despus de or los himnos y
discursos,
despus de batir palmas, los seores presidentes se
abrazaron.
Hubo noms que el tiempo, en algn sitio,
de levantar los brazos, sonrer al hombre que pasaba
y miraba todava con temor, al que temamos.
Luego los dignos visitantes, sin traspasar las
lneas,
retirndose al ritmo de msicas contrarias
-reverencias y mudas arrogancias-.
51

Materia del amor

y volvimos a dar nuestros alertas,


a quedar con el ojo sooliento sobre los matorrales
encrespados.
y volvimos a comer nuestra pobre racin, solos,
lentamente,
all donde el Artibonito corre distribuyendo la
hojarasca.

52

Manuel Rueda
MATERNIDAD

Entonces vi a una madre conversar con la


tierra.
Qu haces, di, qu haces, contando cada
piedra como se cuentan das?
Qu esperas en la puerta de la casa techada
con ceniza
en donde cae el tiempo a bocanadas
desprendiendo las hojas cadavricas
que vienen a morir sobre tu falda?
Qu esperas de esta luz? Nadie te llama
y sin embargo pareces escuchar bajo el sol y la
muerte
el trabajo profundo de la vida,
la punzadura seca en e! cen'uo de la piedra,
el desperezamiento triunfal de la semilla.
Una llamada que parte de tu vientre,
una respuesta que tu vientre recoge con secreto
preparndose a abrir tus interioreS.
Fue necesario un surco y tus arrugas dieron la
medida de la fecundidad.
y el hombre que pasaba abri tus piernas
endurecidas por el sol,
tu seno lacerado por el fulgor de las espinas.
Dej el fusil un da reclinado en la puerta

53

Materia del amor

y bebi en la trizada tinaja el amor tuyo,


los besos olvidados
y mordi el sacramento de tus dientes
cuajados de negaciones y suspiros.
y all quedaste, tierra y mujer, doblegada por el

temblor del trueno,


por el oficio duro del amor,
por el disparo joven de la semilla,
por el sorbo bebido que devolvi frescuras a tu
cuerpo,
ese sorbo que haba en tu greda amarillen,ta,
porque ha de saltar agua donde unos labios la
demandan.
y te ha pasado agosto, el cejijunto octubre, y te
has baado
en la luna de enero, entre los pinos,
mirando la hondonada
y te he visto al pasar como quien mira un tronco,
como quien mira piedra
sin saber que una oculta primavera circulaba en tus
venas
debajo de tu silencio milenario.

y te he visto el rostro oscuro y la carne tremante


sin comprender hasta este da de redondez y de
campana,
hasta este da de tinajones rojos y de arroyos
profundos,
hasta este da que huele a ganado y a trigo,
a perdn,

54

Manuel Rueda

a inteligencia de montaa que va a depositarse.


y me puse a cantar, a esperar, a cantar siempre,
porque haba una madre en medio del camino
exigiendo a la tierra.

Materia del amor


SE CONSTRUYE UNA CASA

Esta es mi casa. Mrala cmo lucha contra e~


viento y la nada.
Mi casa hecha de races de algarrobos y de plumillas
de ruiseores
cuando el gran martillo de la necesidad golpeaba y
golpeaba
y la olla en el clavo, oscilante, era movida por el
hambre y la noche
mientras todos los nios, los viejos nios de
entonces,
nos dormamos con la esperanza del calor.
Sin embargo reamos a las pardas lombrices y a
las lucirnagas de ojos elctricos.
Nos aferrbamos a los pechos de las hembras y
mambamos la ambrosa de la leche y la
miel
con nuestras bocas alcritas por entre las grietas de
sus decados encantos.
All abajo los hombres excitaban sus muslos
entre los troncos que caan en un lento
cabeceo de impotencia.
Luego venan los cantos a ritmo de garlopa y cepillo,
la sangre diurna del hombre que volva, hecha slaba,
a nuestros pechos glorificantes.

56

Manuel Rueda

Cmo brillaba entonces la pared en el viento!


Cmo se levantaba entonces del tamao del padre
y con la misma anchura y calor de su mano!
Los clavos eran sueo. La materia, reposo.
Esa sola pared se alzaba silenciosa como el pecho
ms fuerte de los mos.
Rompa la noche altiva. Desmenuzaba el viento en
silbos y canciones.
Interrumpa la hosca intemperie con fortaleza y
erguimiento,
tan alta que absorbamos, junto a su base recia y
pura, el respirar de las estrellas.
Los hombres moriran, pero quedaba ese apoyo
para colgar la toca de la viudedad,
para decirles a los hijos: "Tocad y fortaleceos".
Todo el hogar all en esa pared erguida contra el
viento,
con sus vigas desnudas para las primeras palomas,
con el sitio marcado de la lmpara, dando ya la
penumbra
que necesitan desde siempre el amor en voz baja y la
oracin.
(La penumbra como el pecho del padre, clida a
vellos y a sudor
y a ternura entre dientes y a respiro de hombre sobre
la carne amada.
La penumbra como el costado de la esposa,
henchida de su soplo terrestre, de su savia terrestre
y matinal).

57

Materia del amor


Quin toca el muro blanco de bendicin?
Quin lo sostiene entre el cielo y la tierra
y dice: "De ahora en adelante s610 aqu morars,
al abrigo del vicio y la intemperie,
entre pjaros elocuentes y enredaderas cautelosas,
con el corral y la huerta, entre la parra cabeceante
y el perro que saluda desde el umbral.
Aqu haris mi morada, el recinto donde la
inteligencia de Dios sonreir a sus
criaturas".
La fiera, desde su madriguera, olfatee este muro
y sepa que no hay esperanza a su embestida.
y el gaviln salvaje y planeador, con la garra en la
nube embravecida, divise el muro
y entienda que aqu acaba su codicia.

II

y se afirm la puerta y batieron las ventanas.


y se encendi la lmpara en el mismo corazn de la
sombra.
Esa fue la seal para los vivos: el que pasaba lejos
vio la casa
y aor su resguardo. El hermano brumoso, al otro
lado,
supo que an no haba llegado la hora del encono
y se sent a esperar junto a las alambradas.

Vimos subir los rboles llenos de docilidad


58

Manuel Rueda

a trabajar el verde en hojas parpadeantes


y debajo del difcil verdor, color de piedra nueva,
vimos el grupo de los contertulios cuya voracidad no
haca mengua,
vimos a los hijos nuestros sonrer a la abundancia
dejando caer en la tierra canciones y semillas.
Deba de haber muchachas y corderos en los
portales,
malvas y enredaderas en trabazn de olor sobre las
cabelleras color de cobre,
trabajo y despreocupacin, tristeza y sueo,
enfermedad y nacimiento,
la muerte all tal vez, pero nunca el descanso.
Siempre el cielo animoso dejando una parcela de
azul sobre los techos,
un pequeo jardn ante la puerta que se entorna.

59

Materia del amor

BIOGRAF1A

Bernardo era el panadero de mi pueblo.


Bernardo saba conversar con la harina,
enamorarla, darle besos,
suaves palmadas que le entreabran la sonrisa
toda llena de hoyuelos,
hasta que la dejaba mansa y con pechos delicados.
Fra doncella que l depositaba,
consentidor y avaro,
en sus habitaciones ardorosas
para vestirla de decoro.
Bernardo tena una novia hecha de harina en
flor,
de flexible cintura y dorada corteza
por donde a veces enseaba
el corazn caliente de la miga.
Luego venan los hombres,
y de la novia aquella de los perfectos pechos
abrasados
slo quedaba encima de la mesa
la soledad de unas monedas.
Bernardo era el panadero de mi pueblo,
el panadero triste y hacendoso
que cada da renovaba su amor, se lo inventaba
con manos imperiosas y fuertes.
Bernardo se pareca mucho a Dios.
60

Manuel Rueda
DANZA

T danzas como yo a veces hablo: lanzando


rayos.
A ratos el cielo te toma de la mano y te lleva
para que cumplas con tu alado deber de precipicio,
de rbol que recobra, girando, su postura,
Qudate parada en un paso tuyo como en
crculo de luna.
Qudate honda en tu verso de pisada.
Quiero ver el movimiento con que desde adentro
piensas,
el poblado minuto en que para avanzar, sueas.
Si llegas o te despides, destrenzando tus aos,
si vienes o si vas
anegada en un curso de risueas espumas,
ceida al ritmo agudo que te lleva de horizonte a
horizonte
en una maternidad de mundo celebrado.
Danzando"como quien labra una flor y en ella
entra,
t en la punta de un pie, oh cun hermosa,
dndole vrtigos al tiempo, aconteceres,
junto a nubes que le graban horas al cielo.
Corre, prvate de la razn, adelgaza la tierra.
Hay muchas cosas que preguntar de ti al paisaje,
a los insectos que a tu presin arriban
en una doble faja de temblor silencioso.
61

Materia del amor

Cruzas y las ciudades se suspenden en el aire.


Cruzas y el pez de la sangre sube a tu costado,
a tus manos efmeras que deberan vivir sobre tu
pelo,
avaras de constelaciones plenas.
Ligera campanada de pjaros sobre el amanecer,
respiras y un morir te desvanece,
respiras a toda estrella y vuelves
circular por la rueca de tus senos multicolores.
T tienes la misma contextura y los mismos
huesos que la lluvia.
Su mismo caer de abismo y su edad acalladora.
y como eres antigua y naciste sobre el primer latido,
las arpas y los pianos se acordarn de ti cuando
regreses
en marfiles volando hacia la nada.

62

Manuel Rueda
CANTO DE AMOR A UN CUERPO RECIN MIRADO

Amo tus pies pequeos y delgados,


la iniciacin del muslo, la rodilla,
la flor complementaria que en la sombra
temblante mana miel delgada y fina.
Amo el collado arriba en donde habita
una abeja labrada por la nieve
y la colina azul donde se escucha
a la entraa en presin de vida y muerte.
y la rotunda espalda que se ondea
en canales de frescas curvaturas,
la vertebral colllmna, como el rbol
que se entredora \.' presuncin de frutas.
Amo tus hombros reales y dursimos
hechos a la intemperie, al sol, al . ~to,
como quillas de hueso en que los astros
bajan en la corriente de lo quieto.
y tu cuello anhelante como un chorro
de espuma a medio hacer, como un sonido
a medio hacer, dudando, casi plumas
de un incompleto pjaro remiso.
Tu voz a medio hacer, tu voz, silencio
que pronuncia tu boca abriendo brechas
de coral susurrante, completando
esos labios que son verdad completa.

63

Materia del amor

Amo tu pelo virgen como selva


donde el perfume cae resonado
entre sombras cuerdas, sin que sepa
si es oler el quedarse aqu escuchando.
Amo tu frente, golpe de ala, golpe
de eternidad ciendo el pensamiento,
su cielo arriba, todo, y sus profundas
costas en parpadeos y destellos.
Oh ser entero, yo amo tus encantos
gemelos, acabados en lo uno,
cuyo dos es deleite acumulado,
aspiracin de amor que da lo junto.
As veo tus orejas, laberintos
de sonrosada piel y de sonido
donde la vida anuncia su palabra,
la verdad que les doy y les respiro.
Tus ojos dos, tus ojos que son uno
como una es la sombra en tus pestaas,
mitades de la luz que dan al mundo
el esplendor solar de tu mirada.
Senos que se persiguen como corzas
entre trigales, en retozo lento,
con dems de rubes, como astros,
como racimos de uvas recubiertos.
Brazos pujantes de victoria, brazos
llenos del ardoroso privilegio
64

Manuel Rueda

del trabajo y del ocio. As en amores


tus brazos te confinan al misterio.
Manos, sagradas manos que se buscan
con la hermandad silente de lo solo,
demandndose espacio, vuelo, tiempo,
dando tactos y nmeros al lloro.
Te amo en color o en sbita postura,
te amo leve o mordiente en tactos, vellos,
hecha de gracia y fuerza, de ardor puro,
pausas tuyas, sonrisas, movimiento.
S si palpita el fuego o se encadena,
si el animal respira en la floresta,
s si el cielo palpita cerca o lejos
cuando te mueves, nave de pereza.
Cae mi deseo en ti, trampa sesgada,
jaula nbil y balanceado lazo,
en tu crujiente selva de belleza
donde en prisiones quedo libertado.
Djame estar en ti como perdido,
como se cuece harina puesta al horno.
Respira sobre m, drame, hambrienta.
Vive de m, que en ti soy y me escondo.

65

DE
POR LOS MARES DE .u DAMA
(1976)

Materia del amor


A lA LUZ DE LAS CRNICAS

En nombre de Nuestro seor y de la Santa Virgen


Madre comienzo.
Yo, Cristforo Colombo,
de pie sobre la nao capitana, he visto aquestas cosas
que voy a decir luego.
Marino curtido
en la sal de siete mares, all donde la Osa Mayor
signa las aguas llenas de arboladuras sumergidas
y cascos muertos, yo
que he estudiado los nombres y el curso de las
corrientes
secando mis ojos en lmparas de sabidura y
pergaminos antiguos
he temblado.
Con fuerte virazn basta el poner del sol
Quin anda con nosotros
en esta soledad de aguas revueltas
que dan remate al mundo?
Quin sino la cruz
que aletea sobre el palo mayor, victoriosa,
mas plegndose a la interrogacin de los espacios
que parecen resistir a la embestida?
Como en todo principio aqu est el mar,
frgil peso en la nuca del Atlante que lo inclina a
sotavento,
hacia la lnea que lo desbordara sobre el abismo.
68

Manuel Rueda

Pero conmigo van los grandes viejos de mar y tierra


agarrados al sextante, a la brjula y a la aguja de
marear,
al astrolabio, en cuya celeste redondez confluye la
tierra con el astro.
Olimos la cecina en el aire cargado de salazones,
bastimentos que recordaron mozas en callejuelas y
tabernas,
y el vino de San Lcar.
No fue en Palos el comienzo
-salimos a tres das de agosto
de la Barra de Saltes
con el susurro de las naves bien empavesadas
y el adis de la tripulacinsino aqu.
Atrs Ferro
donde las ltimas esperanzas de regreso zozobraron.
Atrs las bocas que dijeron amor
en lenguas conocidas.
El nico idioma lo desata el oleaje
contra el afilado maderamen,
el viento cuyas erres silban y aterran volteando la
mesana,
en largos das de calma seseo y oracin
sobre el sudario de las velas.
Ahora lo familiar es el sol, redondo y solo,
que nos salva un momento y cae: Un persistente
olvido
que se hunde cada tarde en las aguas.

69

Materia del amor


2

Ahogados de rostro indescifrable nos persiguen


como lentos cetceos que empujaran la nave
a infiernos de agua quieta
Velas que no suceden!
La guardia se renueva en los puentes, a estribor.
Mas, ah!, de pronto oigo los ftiles reclamos
que se alzan desde los parapetos,
donde la muerte se urde y nos azota.
Todos dicen lo mismo:
-Regresemos.
-Qu han de importamos ahora las razones de tu
gloria?
--Qudate con tu mundo y danos esto:
Un pequeo promontorio donde la patria nos
reciba.
-Una porcin de tierra pegada a nuestras botas
sera el Paraso.
-El mar se ha vuelto rido en nuestros brazos:
Devulvenos el mar!
-Nada queremos sino hembras bebedoras de vino
erguidas a los pies del camastro. Puertos
en la ansiedad permitida de alcanzarlos.
Hombres que contasteis los das en el reflejo de
jarras bien colmadas,
esperad las promesas del viento.
Se os dar ms que Gloria, certidumbre.
Ms que un mundo, los sueos
y grandeza suficiente
con que poder sobrellevarlos.
70

Manuel Rueda

Al dcimocuarto da vimos seales:


un junco verde
y el pjaro rabo-de-junco que no suele dormir
sobre el mar.
-chiquirrit rrit,
balanceando la pata en la escollera.
Yel cangrejo jams loado en saga de vikingos,
recogido en las coronas del escaramujo
y que yo inscribo ahora en mi libro de bitcora.
Fueron los emisarios.
Oh jbilo en latitudes
no sometidas a clculo. Fuego en la noche
que el veedor de sus Majestades admite sin esfuerzo
y del que no da indicios Ptolomeo en su
Cosmographae.
Seremos impulsados a la costa slo por nuestra fe
que ha creado en los mares las providencias de las
cosas,
sus nombres que la memoria conoce por adelantado,
los designios del hombre blanco
en tierra de especiera y de misterio.
He aqu las velas. Los gritos en las jarcias
que proclaman:
-Amrica a la vista!
(Ah!, cuyo nombre es quemadura en la memoria
del desposedo).
Espumeantes caderas de islas que pernoctan junto a
las estrellas.
Tierra de los descubrimientos!
71

Materia del amor

A dnde mirar?
Tierra a la vista,
mas siempre estar el mar
para que la memoria del nauta no desfallezca.
l dir quin estuvo, qu hizo o vio,
qu dagas penetraron en el corazn del resuello.
Quin estuvo o estara. Qu caravana de hombres
solos
eslabonndose en el tiempo se asomara sobre los
ptreos miradores
para vemos llegar,
ahora o de nuevo
-tantos futuros que decira tierra cuyo nombre no fue Cipango,
ni Amrica, sino la Antilla fabulosa
cuyas slabas he dicho aqu en secreto
junto a la estirpe de color del canario.
Tierra donde se mece la cola del huracn.
Hemos llegado. Vednos! La carabela surca
entre bocanadas de verdor y roco silencioso.
En cada escorzo de la flora un ojo virgen nos
persigue llameando sobre nuestros petos de latn.
Od.
Slo se oye un silencio
que amenaza devoramos como una liana gigantesca.

'" yo fall muy muchas Islas pobladas


con gente sin nmero, y dellas todas be
72

Manuel Rueda

tomado posesin por sus altezas con


pregn y bandera real extendida, y no
mefue contradicho.
Haba que desatar la escalerilla y descender,
inmaculado el jubn, plateados los arreos
tintineantes,
hiriente el filo de la espada contra la desnudez de
aquel verdor.
Gente desta isla y de todas las otras que hefallado
y habido noticia
aprestaos
a recibir a aquel que ha venido del cielo,
loco de Cristo que os rescata en su nombre de las
aguas.
Alabad el misterio
de este ltimo da de la creacin,
pues que vosotros completis el mundo conocido.
Venid con vuestros dioses para adorar al Dios
por amor y servicio de los Catlicos Reyes, mis
seores.
y entre el incendio de las cuentas de vidrio y los
pedruscos de oro
que los mancebos colgaron bajo el arco de la nariz,
entre el bonete colorado y las azagayas con diente de
tiburn,
entre los ovillos de algodn filado,
los papagayos de lenguas veloces
y el relmpago de las armas que mordan como
vboras,
se movieron los dioses expectantes.
Dioses de los metales y las hojas,
del algodn y del maz,

73

Materia del amor

que roen el espinazo del metal


y hunden al indio en las profundidades del ahogo y
de la perla,
dioses de preez en las escarpaduras del precipicio
y que el bueno de Gomara llam diablos,
todos rondan aqu, todos clamaron
desde sus grutas subterrneas.
No queran morir y alzaban selvas,
obstculos de indios insidiosos,
hembras viejas que balancearon su bravura en las
horcas
(armadas luego por nuestros hombres como
escarmiento en las plazuelas)
ciudades perdidas en cerrazones de humo y lejana.
Marobo y Bitantel, hermanos plidos
que alumbraron el caos con resplandores de
lucirnagas.
Maocoroti el astuto, que suspendi el ocano en una
higera
balancendola hasta hacerlo derramar su
abundancia de peces-gallos,
de jvenes manates con ojos de doncella enamorada
(como aquel que cri Coramateji
alimentndolo 26 aos con su mano).
Dioses oscuros, tejidos con el lgamo de las
profundidades,
zefies tallados en la ceguera del sol,
en hiprbole de plantas que cierran al anochecer su
capuchn
para abrirlo en los predios de Nonn.
Cuerpos de dioses tallados por hombres en mitad de
sus faenas,
74

Manuel Rueda

os opongo este Dios que os amas con polvo


y sopl vida y sopl desnudez ms hermosa que el
fuego
y sopl alma.
Hijos de aquestos valles
nada os valdrn los dos mil dioses sanguinarios de
allende las montaas,
hacedores de pirmides y calendarios,
que pasaron la eternidad sobre la piedra
oyndola en la lengua del quetzal
o en la andadura del jaguar come-lunas.
A vosotros, caciques, he trado noticias, pues soy el
Christum ferens,
el que puebla de nuevo segn los dictados de su
nombre,
para gloria del Dios nico
y de Castilla: su nico reino verdadero

.. .que no faltaba sino or ruiseores


Hablabais espaol, hombres incrdulos,
y en la garganta hubisteis recompensa.
Vuestro sptimo da fue nombrar las criaturas,
ponerle a cada una su palabra en la boca.
As escribo yo agora destas cosas a usa,
agotando el idioma que me disteis
con los dineros, en priesa de bautismo.
Por escaso me tuve el santoral para tantas bahas
y cayos, promontorios que emergan del Evangelio
75

Materia del amor

con rostros de patriarcas


y cuando no las islas principales
hechas a sones de campanil de vegas aoradas
no hubo piedra sin nombre
ni se holgaron baldos los vocablos,
sino que arrib todo a sed y lengua,
a slaba y resuello.
Tuve el verbo por santo.
Vuestro idioma
orden divina fue que entreabriera el ocano,
msculo de la luz que levant esta aurora
a la altura de toda la alabanza del mundo.
Bocas de forajidos y de hidalgos que entonasteis
cantigas
al amor de esta Amrica salvaje, cmo un simple
sonido de arcabuz
fue la brecha para que el eco despertara!,
cmo la campanilla del amn horad las tinieblas
como trovada en buen romance!
Vocales en bandadas a flor de matorrales,
oros y lloros,
pndulos
de oro y oropndolas
que abrieron los caminos al s,
al t, al no-s mos y de todos.
y no os dir mentira si declaro
que esta maana un pjaro ha cantado
en espaol,
aqu,
monte - s - no
monte - s - no
Quien quiso pudo orlo.
No hicieron falta ruiseores.

76

Manuel Rueda

Andan todos desnudos como su madre


los pari, y tambin las mujeres,
aunque no vi ms que una bastante
moza
Ella en el corro de jvenes guerreros.
Mas al sursueste las palmeras,
el bermelln de la hondonada tan fermoso
que no habra creencia sin vista.
nica hembra que vi.
La cola del papagayo terciada sobre el vientre
cubrindole apenas las vergenzas,
el ahuecado pico hilando un ronroneo por la crencha
toda lacia
y del color de los caobos.
Antilia dulce como las frutas,
mielada de altivez o silencio
en las salpicaduras del ocano.
Yo mir desnudez y mir alma
en las cimas del pecho levantado
y fueron tierras por haber,
ncares solos,
sollozos de amatista,
danzas de esclavitud al son del tamboril y del
magey.
Tan pequea y fue ms:
mares raptados
a lomos de caballo,
gestas de naos que bambolearon su armadura
sobre las cordilleras madres,
77

Materia del amor


oro y codicia de negreros
a las puertas de Cartagena la Real
y su cdigo de inquisidores escarlata.
De regin a rpgin, de lengua a lengua,
atravesando el Estrecho y las comarcas
llenas de indios ensimismados,
entre un laborioso mercadeo de clrigos,
Gobernadores,
Grandes Adelantados,
encomenderos,
hombres de capa y pluma,
Visorreyes,
que permutaron, midieron, parcelaron
tierras, idiomas, libertades, almas,
ella siempre estara enarcando el brazo joven
donde se apoya el dios,
apenas irizada contra el cielo por la cola del
papagayo vocinglero
que ahora le expone en desnudez y gracia a
nuestras ansias.
Smp/ice en armas, como vern vuestras Altezas.
No hubo para m mayor gloria que tomarla
entre otras seis
para le llevar y deprender nuestra fabla
Era la nueva tierra.
Luengos siglos la tuve ante mis ojos.

Raza de nuevos pobladores vino, linda de ver,


78

Manuel Rueda

tornasolada por la morena,


nacida en pausa de batallas
o en trajines de tropa enamoradiza y bullanguera
que tom doncellez como pudo,
de pasada y sin muchos miramientos.
Blanquirrojidorada, negrisola.
Disputada por dioses de aqu y de all
que buscaron favor en las races para hilarle la
sangre,
para traer memoria de reinos perdidos a sus pies
que no descansaron en la danza.
No he dejado de verla,
emblanquecida apenas por el albayalde,
rompindose el espinazo en los giros de la
pavana o la gallarda,
a otro comps el hueso,
rubia en salones y en alcobas cobriza,
amamantando hijos en antesalas de alcalda
o patios de gobernadores obesos.
Gente asaz corajuda, pulida en guarnicin de
soldadesca,
l'nima abierta a cresteras, a desvelo de muro
centinela.
Forjadores que descendieron ros de leyenda
en la andadura de mulas cojitrancas
para escoger lo suyo.
Soberanos por eso
de tomar con lo suyo, lo nuestro: alguna eficaz
contradiccin
de indios engolillados que leyeron a Gonzalo de
Berceo
y se fueron al monte a descolgar la noche en
79

Materia del amor

cnclave de hechiceras.
Hroes y santos, todo junto,
apoyando la calavera signada por el brujo en
charreteras de hojalata
o en toga de monje azota-hidalgos.
y lo nuestro fue suyo, con lo suyo
que ya no sera nuestro.
y nunca tan nosotros fuimos como aqu:
lengua y Hazaa,
arduo vaivn de Historia a lomo de nuevas
carabelas.

Yo, Cristforo Colombo


preso y encadenado
tomo posesin por sus Altezas...
con pregn y bandera real extendida
destas que he fallado muy muchas islas pobladas
vejado y conducido a Espaa
como un rprobo
muerto en Valladolid en
orfandad de gloria
y no me fue contradicho.
Yo, Cristforo Coln de Terra-rubia
he visto mi sepulcro emerger de las olas.
He odo las cantigas que entonan marineros en la
popa
distrayendo su tedio y su morria,
mientras el mar se llena de Valdivias y Pizarras y
80

Magallanes y Corteses,
de airados gobernadores, auditores, capitanes
generales,
y claros misioneros que paliaron el rencor en los
plpitos.
Veo todo el desfile tierra adentro,
alerta el arcabuz contra las serranas 010r08a~ a
robles y a cacaotales jvenes
(imposible una advertencia
en el antes o despus del tiempo y de la crnica)
la emboscada donde las fortalezas caen con su.
torres a cuestas
sepultndose en codicia y pesadumbre.
y me he abrazado al mrmol,
a los aItorrelieves donde aprend temblando
hazaas mas llenas de halagos y traiciones,
reverenciando huesos almirantes
que an me advierten, lentamente removidos en la
cajuela de plomo
que ha cabalgado el mar en ruta de regreso,
y ante la que yo me prosterno
y oro
con la mansedumbre de mi propia ceniza entre
los labios.
Oh estandarte luciente que deber clavar
como muestra de adoracin y rebelda,
tambin hincada la rodilla ante la reverencia de la
tropa
y la velada socarronera de los Pinzones
cuyas pericias oscurezco.
Aqu yazgo,
un genovs que ha errado por la Historia
81

Materia del amor

con la rotunda planta del conquistador


y la ensea de Cristo en la diestra,
ahora inmvil en esta isla que nombr La Espaola
-19 grados a la parte del mediodaen este tmulo de bronces y mrmoles marchitos
donde hay que leer Justicia entre las telaraas
que abovedan los vitrales,
descifrar Gloria en el gtico sombro
de los caracteres difuminados por la altura.

Vergenza para el que cuatro veces anduvo sobre el


mar
y lo hizo florecer en islas a su paso.
y vio que estaban bien.
y am una de ellas sobre todas.
-Castigadlo!
-l se crey ms grande
que los reyes.
Que llen galeones de oro al servicio del Rey y
los altares.
y fue vejado, apresado, encadenado,
devuelto a sus seores naturales que sepultaron su
osada
en indiferencia y en vejez.
(Descubridor del anillo del mundo
que perdi para su dedo de Almirante).
Que fue pobre en Sevilla.
-Execradlo por ello!
82

Manuel Rueda

y padeci bajo el poder de poderosos y de


sabios.
y err en las cortes sin validez de Don a fuer de
leal vasallo,
manumitido, rehuido, desodo,
considerando agravios a una raza desnuda
(vendi en Espaa a seis de ellos
para escapar a sus deudores).
Que card lana siendo nio
y a los 10 aos viaj a Sco.
Que habl con Toscanelli de brjulas y cartas de
marear.
y dej padre y madre.
y a los 40 aos lleg por fin a su punto de destino.
-Gran Colombia a la vista del viandante!
Dejadlo all. Dejadlo!
l ya gan su soledad entre los hombres.
Dejadlo como San Brandano arrodillado en su
sepulcro de cristal,
a medio camino de sus tierras,
orando a todos los vientos del planeta.
-{:;ristbal genovs.
-{:;ristbal espaol.
-{:;ristballoco.
Americano.
Te Deum. Tibi Chernbim et
Seraphim incessabiles voce
proclamant: Sanctus!
Sanctus.' Sanctus.'
ALELUYA.

83

Materia ~~U!mot
10

Aquesto vide y o
al otro lado del tiempo.
As lo escribo
en seal de amistad y acatamiento.
Al escribano de Racin
Luis de Santngel.

84

Manuel Rueda
VISIONES DE LA TIERRA

Cmo olvidarte
tierra
que escapas bajo los pies
y no cesas de estar?
Como aire compacto
sol y noche fundidos
en el magro terrn
luna de pulpa de guanbana y cocotales
ardientes
quemazones con olor a cadveres
a traiciones de selvas borrachas
y a pistoletazo sbito,
Me toco el corazn
y late:
es tierra
bajo el tambor
pisada de puercos cimarrones
y de iguanas
arrebatadas ciguas sobre los caimitales
sueo de orqudeas doas
azotadas por el ala envidiosa del murcilago.
Tierra
pulso
de tambor
y grito
resbalando a las cuevas
de las ciguapas comedoras de semillas
85

Materia del amor


tierra bajo los ros
difanos
que nos ignoran.
Mar donde tienden redes
pescadores sonmbulos.
(Las mareas no borran las pisadas)
Arena que arde en los ojos
de las mujeres que esperan.
Cmo no amarte
polvo de las provincias enterradas
en claridad de muerte
con sol
y calaveras de animales domsticos
reclinadas en las bardas
y portales
y tinajones agrietados
donde el agua es silencio
y el silencio ese mar ciego
que a lo lejos sucumbe
tambalea
sobre tapias de cambronales rspidos
y tumbas de blancores annimos.
He salido a pisar la tierra toda
a beberla
en aire azul y lodazales verdes
donde la luna tiembla
como una raz plida que no puede crecer
cercenada por mosquitos
y lianas putrefactas.

86

Manuel Rueda
Salmo de los arrozales con lumbre.
Cibao ofrecido en los valles
con claridad de campana
tendido a la puerta del boho en las noches
slidas
y en los atardeceres ventosos
cuando el gallo-humo desfleca la cola grisazul
cocoriqueando por haber nacido antes
que su madre rojiza en los carbones.
Norte de polvo de sexo agujereado.
Norte hundido
con su sol y su ocano famlico
al que alguien cort sus barbas de patriarca.
Viento en harapos que se encrespa sobre el
hueso
para decir sus elegas
fertilidad de sal y llanto en la boca de los
muertos
que esperan la resurreccin.
Me toco el corazn y toco tierras
selvas conmovidas por el humo
y la fiereza del hacha.
Huelo pan y cobijas sudorosas
el asiduo caf de las maanas:
hermano pardo de nima delgada.
Toco las sementeras
donde la mano es una con la raz o con la
muerte
y mi canto huele a cuero
y a boigas resecas
87

Materia del amor

ya sol
y a cambronales crepitantes.
Yo le levanto la falda a mi provincia
para mirarle el sexo egregio
su desolada virginidad
sus rigurosos senos donde la leche edITe suelta
confundida aJ tfepsdil6
y una raza de ancianos se despide
sin memoria posible
contra los horizontes clausurados.
Este es el da del encuentro
isla erguida
con su hombre parado en los recodos
de montaa y abismo
envultb en silbo gris de viento y de miseria.
Isla tr(jfihacla donde ms te dola.
Vamos a la ffbfitera dbtide moran
e ve de la fbula y el amuleto
a la rfiurall d~ lOe <;js ~fi blanco
y el negro asesinado
ddftd! el hueso golpea
yel tambor
golpea
y la cabra lunada
es ofredd!t ~t1 hQwcausto.
Vamos a estar de pie desde este da
cuando el centinela duerme en lo ms alto de su

torre
perilUi

88

sostenido por la memoria de los astros

Manuel Rueda

por la memoria de las espinas


clavadas en la sangre
y del fusil
con su pequea bocanada de noche.
Oe pie dando brazadas
sobre ~I ltimo estertor
de los muertos que rumian su desesperanza
a la intemperie
sobre los lmites de la soledad y de la piedra
para devolverte
isla intacta
y entera
a nuestros hijos
a las deidades del agua y de la tierra
a la caverna ardiente de Maniatibel
donde naciste
urgente chorro de equilibrio y esfuerzo
emergiendo
del seno de nuestra poderosa
madre oscura.
Cmo olvidarte a ti:
, ."-..,t"" de tierra
hot;lZ0,,,,- ~_,
cielo de tierra y claridad de t;:c~
tierra bajo los pies que te recorren
tterra en las palmas
8.. ~gbls d.~g HMH.Bs CjUe,aprenden a tocarte
.

&iJ~ Hta fe ~lzaH R ~il8


aolor rid~gtF8qcle aHWfids ....

harro de lgritH~sYclerdutTe~cioHs
hacia un reperiiH tlamored
E~fiip:tf~s

H e amanecer.

de

89

Materia del amor


CRlATIJRAS AL SOL

Nada tenemos.
Ni bondad
ni maldad
nos abaten.
Ni las ddivas nos conmueven
ni las ofrendas nos corrompen.
Desnudos bajo el sol
cuerpos sin rebelda
en una realidad
huera.
Criaturas
al fin
olvidadas.
Nada tenemos.
Ni aquello que tuvimos
ni lo que no hubiramos querido
tener
tenemos.
Negacin que es gratitud.
Alabanza.
90

Manuel Rueda

Te alabo por lo que no tengo.


Te exalto
Dios ausente
cuya memoria es muerte.
Cuyo celo es herida
y pestilencia.
Alabamos este sol
redondo
y vaco.
Liberados:
brazos quietos.
Corazones sin retomo.
Quin recuerda risas
o canciones?
Quin el gemido?
Ahora
despus de tanto ocupamos
de la felicidad
ella fue desestimada.
Del dolor:
y abolido.
Abolido por nosotros
hijos de esa nada radiante
y de la tierra concluida.

91

Materia del amor


2

Sol, nica realidad de nuestros brazos,


te loamos, modulados en calor,
en la gota que cae como roco
de unos cuerpos indemnes.
Fuego en el que se irizan nuestros miembros con
gloria intransferible.
Ardores que no cesan donde irrumpe una mano,
un vientre agrietado que proclama su
misericordia.
Padre Sol, verdad visible al alcance de nuestros
humores.
Pasmo. Triunfo de esta materia en vilo que
celebra su nada.
En Ti quedamos, consumidos y veraces.
Claridad que cercena la sombra
y la hunde bajo el dominio de la planta.
Amor puro que llaga y cauteriza.
Prdida por la que aullamos afilando dientes de
lobo
en las cavernas de la media noche.
Cuya tardanza es muerte,
ruina, cuando el ojo penetra el horizonte
y es vana la promesa de otra aurora.

Alabanza de tus rayos que evaporan ros de

92

Manuel Rueda

lgrimas y sueos.
Alabanza a ti que nos enciendes y que nos
asciendes
en vapores tornasolados, en la veta gualda y el
manchn escarlata.
Sorbidos quedamos da a da por humores y
mdulas.
y caen nuestras tnicas arrugadas y maltrechas,
poros, epidermis, ramos de venas y de nervios
resecos
que se pliegan a la tenacidad de tus
temperaturas.
Alabanza a ti que sealas la ruta,
el sitio donde el cuerpo se contrae vuelto semilla,
huella turbia que apenas han tocado los vientos.
Ascendemos cada uno puntual y sosegado,
cada uno a su sitio, amasando su piedra,
tallndola con bocas y con manos ardientes.
Ascendemos a ti, minuto nico para existir sin
la promesa,
nicos labios que viven para un canto y que
duran con l.
Ojo de la gran muerte que gua y deposita.
Maravillado colmo que hace del pecho gloria y
desatino
hasta dar con su nada: esa radiante ausencia
erigida en el centro de la tenaz mentira de los
cielos.

93

Materia del amor

Adis, das giles


bajo rboles umbrosos
Fuisteis anulados con nuestras apetencias.
Con nuestros dolores anulados.
All donde las lgrimas rugan
estuvo nuestro esfuerzo.
No hubo tiempo de ms:
el ser dichosos
fue ociosa distraccin
de un momento.
Mas henos aqu inclumes.
Sagrados.
Indiferentes a premio y a castigo.
Criaturas cuyo nico destino ser arder,
dejar un hueso puro
en la playa, una ceniza,
una huella para marcar el rumbo de las
constelaciones.

Abreviacin de la mariposa
sobre la montaa
combatida.
Tiempo de ser
abrir el ojo rpido

94

Manuel Rueda

a la sbita ceguedad
de tus rayos.
Muerte de oro que cae
como gloria y agobio
a la copa ms alta
donde quedamos libres
y en suspenso.
En dnde nuestras manos
levantadas al esplendor
como a la ddiva?
Eternidad pausada.
Oh Sol
qu has hecho
con la ceniza del hombre?

95

Materia del amor


CANo6N INCONCLUSA

Esta es el hambre del hombre.


Esta es la tierra seca
que olvid el hambre del hombre.
Esta es la nube nufraga
que olvid la tierra seca
que olvid el hambre del hombre.
Este es el cielo vaco
que olvid la nube nufraga
que olvid la tierra seca
que olvid el hambre del hombre.
Este es el Dios indiferente
que olvid el cielo vaco
que olvid la nube nufraga
que olvid la tierra seca
que olvid el hambre del hombre.
Este es el hombre culpable
que olvid al Dios indiferente
que olvid el cielo vaco
que olvid la nube nufraga
que olvid la tierra seca
que olvid el hambre del hombre.

Manuel Rueda
CUANDO llEGO

Algo llamado luz -anticipado podero de sus


ojosme sale a recibir cuando llego.
Compruebo los contornos, la dulzura de un
tiempo que no pesa sobre los hombros
desunidos.
Veo la casa, su pequea penumbra agazapada, su
dintel y su perro,
la orla de un vestido en una habitacin donde
hay reposo,
una hoja balanceada al fondo de un corredor
con cielo breve.
Veo avanzar el aire, manso como animal domstico,
a pequeas topadas de aroma y
transparencia,
modulado por temperaturas irresistibles, ola
casera
con sus partculas de carbn y un ramito de
yerbabuena en la cresta cambiante.
y al fin ella, taido camal en el paisaje que se
ahueca para esperarla,
empinada y secreta como los espejos del da
sola, nica, para m, reverberante de bondad y
elocuencia
arco donde penetro y me cobijo sin
explicaciones
-ternuras no exigidas y sin precio--,
donde me corono de aquella claridad
de cuya procedencia ya no me es dable dudar.

97

Materia del amor


RITUALES DE lA MADRE VIFJA

"Se le olvid la muerte inolvidable"


Gabriela Mistral.

De pronto, alrededor de ella hay un silencio que la


abate: Ha llegado a ser vieja.
Lo han comprendido mucho antes sus dos
manos
ramos fros de venas que caen con desaliento
sobre el turbado regazo,
islas de mansedumbre que van a flotar juntas
con sus accidentados territorios
por un ocano de grandes tmpanos oscuros.
De pronto, alrededor de ella sobran las palabras
y se le aduerme el corazn en los blancos arenales
de das que tropiezan, repetidos,
junto a muros sin fecha,
das que cabalgan los altos rboles del patio
poblndolos de msicas y vientos.
Dentro de la casa grande ella es el rumor pequeo.
Mujeres apenas la toman, la cargan como a un
pjaro ingrave.
Las voces a su alrededor van de puntillas. Dicen:
"Cuidado, no estorbis",
y la cien como a las playas
de lejanas e imposibles.
Leves talcos le alisan el costurn de las arrugas,
la peinan suavemente como si respiraran sobre

98

Manuel Rueda

la msica de un ruiseor
y en los veranos llenos de polvaredas y de
asftxias
protegen su descanso con un murmullo de aguas
y encarrujados abanicos de sndalo.
Ahora es la desconocida a la que slo se aproximan
seas,
holgados camisones de batista entre cuyos
pliegues se debate,
prxima a desaparecer,
una mano con frutas,
una cancin entre dientes para el descanso de las
sienes,
para el vaivn de los mecedores que van a
depositarla
en su orilla de sueo.
Ha olvidado ya el nombre de los hijos y de los
hijos de sus hijos
que son -si a medio sol se cierran las persianas
sobre su descanscranimalillos que corretean, importunos,
flores que abren sus ptalos de risa, un momento,
sobre las nieves de su pecho.
Ha olvidado las cosas, los lugares que su pasin
hizo habitables.
Ha olvidado en el fondo de un espejo sus ojos de
muchacha,
las esbelteces y gracias de su cuerpo que alguien
un da descubre, sorprendido e incrdulo,
99

Materia del amor

en el sepia borroso de unas fotografas


donde se data a la mariposa con anterioridad a
la larva.
Se le ha olvidado hasta la muerte.
Pero all, dentro del diminuto claror de su mirada
hay un nico recuerdo que perdura: Ella mira el
portal,
la claridad de un da que se extiende a sus
plantas
donde es nia otra vez, eternidad de balbuceo
en el ancho regazo de una madre sin rostro que
la espera.
Reducida a su penumbra, al rincn ms
confortable y sosegado
donde a ratos le llega la ternura,
esa porcin diaria de caricias y reproches amables
que como una ola clida, apenas comprensible,
inquieta su reposo y lo conmueve,
ella siente tambin que va a ser olvidada
y tanta soledad le enmudece el sollozo.
y ve pasar febrero y agonizar julio
sobre su fina calavera de diamante,
contra los flancos desgastados que la llevan,
sofocada y estricta,
como un guijarro en el agua de ros correntosos
y profundos.

Hasta que ya no queda nadie en aquel cuarto.


Hasta que alguien la siente con su nombre de
madre
100

Manuel Rueda

envejecida en el centro de la sangre


y la busca y la ve volver de nuevo, volver siempre
a su sitio de costumbre,
eternamente recobrada
para la casa de los hijos venideros.

101

Materia del amor

MI MADRE, DESDE LOS 9

Aos

Mi madre fue un lazo de moar rosado sobre una


trenza oscura.
Sus ojos de fotografa, acuosos y dulces, an me
miran, desarmada la pobrecilla en su
esqueleto de 9 aos,
pero yo la conmino, la insto a seguir,
porque es necesario que nos encontremos.
y se pone a crecer, un poco por mi abuela y por el
Cholagogue Indio
hundiendo en gramtica y ecuaciones compuestas
sus empolvados encantos
tan provinciana ella, echando carnes,
sueos, al pie del reloj pblico adquirido en
Alemania
por suscripcin popular
y junto al que todas las muchachas de entonces
aprendieron paciencia.

Da a da no hizo otra cosa que pensar en su


bachillerato y en m,
que abrigarse el vientre en cada atardecer ventoso
por m,
que amar su Campoamor y su Bcquer
para que yo pudiera tomar algo de aquello como
herencia,
rumor a rumor extraerlo de su sangre.
Madre-hija a la que ahora reconvengo
102

Manuel Rueda

por su debilidad y por su reumatismo,


que enferm en Dajabn en el encierro de un
marido hurao
y una escuela de prvulos
y luego con pudor de muchacha vivi en la capital
sin memoria de hombre entre los brazos.
Por este tiempo tom cursos de telegrafa.
Entonces se hicieron prsperas sus quejumbres.
Fabric de ayes el porvenir,
sus 70 saludables aos
de mareos y jarabes,
de inyecciones (tan dolorosasD
de radiografas que costaron una fortuna (para
nadaD
y de ausencias del hijo que escriba pocas veces
desde Chile
(no me encontrars de seguro cuando vuelvas),
Pero s la encontr, intacta a pesar de sus
pronsticos,
hermosa de dolor y sacrificio, bien dispuesta
como un pararrayos en mitad de la tormenta.
Vieja, pero aquellos 9 aos de su fotografa no le
dejan sosiego,
ni sus tardes de recitaciones y bautizos
amenizadas por mandolinas lluviosas
(mi abuelo entonaba las criollas con voz de
sacristn).
No la dejan en paz esas maanas
cuando iba a los chiqueros con Par'no/e/o
103

Materia del amor

a beber leche de cabra en tazones esmaltados.


Ella morir criando nios ajenos que la llenan de
ilusiones pasajeras,
tocndose en el vientre que yo an no he ocupado,
entre una procesin de tas difuntas
y generales de bigotes lustrosos,
oyendo la mudez de aquel reloj de su pueblo que se
olvid del tiempo,
sola con su esqueleto y sus manas,
con su bachillerato y su Bcquer,
toda ella un signo de telegrafa en la sombra,
con el lazo rosado de moar
por el que la muerte al fin tendr que conocerla.

104

Manuel Rueda

ORAaN PARA EL TRMINo DE lA ESPERANZA.

Amor para todas las ciudades con esperanza


porque hemos perdido la esperanza.
Esperanza para las ciudades que se alimentan con
ruidos y basuras
y saludables eructos sobre vasos de cerveza
helada.
Esperanza para el humo que asciende como la
plegaria de toda miseria,
para los solitarios que habitan en el humo,
para las muchachas cuyo corazn es humo,
para los nios que escriben en el humo
sus intiles sueos.
Esperanza para los poderosos que fabrican la bomba
y el ruido de la bomba
que se levantan con la muerte de la bomba
a leer en el peridico matutino la noticia de
los pueblos arrasados
y se persignan ante la riqueza de la bomba.
Esperanza para las grandes potencias que hacen
temblar a las pequeas islas
a las que han enseado su paciencia y su
esperanza.
Esperanza para las mquinas y los laboratorios y las
escuelas que no cantan
y los hospitales que hacen lentos los
cnceres y los negocios rpidos
y los cinematgrafos donde el amor es trabajo
de reflectores y deliberado montaje.
Esperanza para las iglesias profundas donde Dios se
105

Materia del amor

ha perdido
para siempre entre el gotear del agua bendita
y la msica de las monedas,
Dios perdido en el pan, ebrio de vino y eternidad,
perdido en mentira y perfeccin.
Esperanza para las bahas donde calan escuadras a la
medianoche,
horadando el ocano con rdenes y catalejos.
Espellnza para los que an mueren rezagados
porque somos las islas
sin dictadores ni polticos
sin coimas ni tanto por ciento
sin aranceles aduaneros
ni sacerdotes disfrazados de
comunistas
ni jueces disfrazados de sacerdotes
ni policas disfrazados de jueces
ni ladrones de banco disfrazados
de policas
ni hijos de banqueros disfrazados
de ladrones de banco
ni drogadictos disfrazados de hijos
de banqueros
ni hijos de sus paps disfrazados de
drogadictos
ni hijos de sus mams que no saben
si son hijos de sus paps
y paramos la cuenta, hijos mos,
somos el paraso y hemos perdonado a los
que nos ofenden
as en la tierra como en el delo.
y despus que la esperanza fue la mensajera celeste
106

Manuel Rueda

de un mundo derrotado,
la visin que planeaba sobre el exterminio, delicada
promesa que sentada en la mesa del pobre
era el derrumbe de sus lgrimas,
despus que ella fue la palabra
el signo
el fruto
la condena
la marca del exilio
la llaga de Job
y la bienaventuranza de Mara
he aqu que descubrimos la treta:
Danos ahora el paraso
ahora mismo la tierra
con su rbol en su medio y
su animal pastando.
y si es que tomamos esta tierra en nombre del Seor:
Alabado sea el trmino de la esperanza!
Porque la mano toma la muerte para s y la reparte,
toma la tierra y la ovlla,
enciende el sol y le modifica la rbita.
Quede con ellos la Esperanza mientras las islas,
fecundas y felices, permanecen en guardia
cantando el portento de una pisada en la orilla virgen,
el xtasis profundo de las mareas
cuando los amantes se tienden a or el cataclismo de
las ciudades malditas a lo lejos
que caen con sus montaas a cuestas
con sus armas a cuestas
con el ruido de sus bombas a cuestas.
Mira isleo tu isla en la palma de tu mano,
107

Materia del amor

tu isla en su tope de palmera con viento

slo amor
navegando hacia los cuatro puntos de la Rosa.

108

Manuel Rueda
MATERIA DEL AMOR

El peso del mundo es amor.


Al/en Ginsberg

Amor es la victoria.
Mayor o menor culpa.
Apetitos y sublimaciones.
Desquite a tanto amor negado
a tan desocupada pureza.
En el sueo
guiado por la realidad
como por un lazarillo
del uno al otro amor
de una noche a otra noche
slaba de estertores
atesorando fervor
delicia
probando con la lengua
la partcula terrestre
la dulzura terrible de dientes enemigos
de blanduras que hieren y amenazan.
No importa dnde ests.
Huyes y te aprisiono
centro de nostalgias e insatisfacciones
piernas equilibrantes
vientre profundo y sumiso

109

Materia del amor

vertiginoso ombligo desde donde giramos


hacia las cuatro alboreantes paredes.
No tienes otro nombre
ni evidencia mayor
que estas de mis dos manos
a travs de tus climas
y temperaturas.
Amor.
Tu duracin es la del rayo
que ilumina y destruye.
Tu tiempo el de mi carne
el de mi sexo que lo puebla de alaridos
y susurros
el de mis entraas
que lo extinguen sollozando.
Hubo de comenzar as:
como la carne alrededor de la certeza
del hueso mondo y blanco
que cavara la muerte:
ltimo prisionero.
Cada mirada o beso
cada tacto o pisada
sabor
crispacin pura
deleite
seran los emisarios
de esa muerte enterrada
en maravilla.
110

Manuel Rueda
Mientras tanto nosotros
adoradores moribundos
quisimos no morir
inventar el amor sobre su trmino
msica sobre comps
perennidad encima de los cuerpos.
Quisimos la esperanza
pero ella merodeaba
rostro de plvora y de lgrimas
ngel ciego de pie
sobre colinas con tumbas.
La esperanza era el maana

asido al cielo
por cadenas ms fuertes que gemidos
epitafio en las ruinas
de un planeta sin nombre
humo de cadveres que ascienden
con fuego en el taln
y la fragante nada entre los labios.
Oh esperanza
halo de la extincin
amor fue tu atributo.
Sobre el verdor inmaculado
de tus resurrecciones
yo he opuesto la sangre
como una copa alta
roco
besos
hambres
111

Materia del amor

y miserias sin trmino


aferrados a la sola
posesin de mi abrazo.
Dame el amor
dame la doble herramienta de mis manos
para cavar la hora
el presente armonioso
donde tu cuerpo se columpia
entre s y no
fruto de ayer en gulas del maana
cogido hoy en miU1d de una mecida
cuando an es posible que exijamos respuestas
certidumbres radiantes
como la de un seno redondo
en una mano
o la dejadez del cabello
bandera agujereada
en tus espaldas.
Invntame el amor
t la inventada
que vives a plena luz de realidad o de noche
expuesta o escondida
ola yola
cuya playa es quietud sbita
debatido presente.
Seamos
t; la playa
y yo su antiguo veraneante
tendido
112

Manuel Rueda

tocando el arpa de las islas


el fruto coloreado por el hambre
el exceso para mi justa complacencia.
Antiguos t Yyo
como el caracol
como el ojo
donde vivimos enroscados.
Modernos como las explosiones de la bomba
y el cinematgrafo
identidades maduradas a destiempo
lanzados al espacio
donde ya no podremos encontrarnos.
Noche o luz que se alternan
en los brazos ms prximos
y no dudan
no odian
ocupados en amar
pasmo de amor
amor intacto
indescifrable jeroglfico
en las manos de un ciego.
Toco instrumentos en voz baja
y lo que los hace sonar
no es ms que un dulce amor
tan persuasivo como la msica.
El spero ron quema mi garganta
cuando quiero cantar el amor todo
llorarlo
113

Materia del amor

junto a velloneras convulsas.


Entonces
aprendida mi noche hasta las mdulas
aprendido mi amor hasta que slo es desamor
cuando me doy prisa para regresar
antes de! alba
yo s e! significado de esta soledad
polvo pisado por la muerte
y me preparo
solo y sol slo
nico amor que vuelve
y nos redime.
Porque e! amor
no la esperanza
es la victoria.

114

Manuel Rueda

NADA DE AMOR

y duermes.
y callas (casi eres).
y zozobras
en el amor.
Los besos son tu orilla victoriosa
susurro de un mar gemelo
de unos fondos hambrientos
que desean insumirse
fondo en el fondo
para dar nacimiento al mar completo.

En la nada de los besos logras asidero


radiante posesin.
Palpas para vivir.
Para ser.
Te sostienen caricias.
Te sumerges un momento y reapareces
entre respiraciones acuciosas
y siderales ahogos.
Duermes.
Y olvidas.
Pero no.
Dormir es esa otra postura de tu cuerpo
cuando tu mano cede y caes a esa ladera
de entrega y de sosiego
donde tu seno cuece sus nuevos alimentos
y se espesan tus leches
115

Materia del amor

tus susurros
tu muerte que resucita para que ardan tus miembros
y se abran tus blanduras otra vez
gloria de esa ceniza y de ese agobio
que eternamente asciende a las nuevas proezas
a luchas de una carne trabada con su tiempo.
Duermes pero trabaja el seno hondo
como una herramienta prodigiosa
en el sueo cavando las prximas delicias
su estallido de blancor para mi mano cncava
que slo mide materia
forma libre en sus colmos de apetencia.
Tu carne vuelve a m lavada de sus cienos y fatigas
y es el primer contacto de una mano en el mundo
y es el primer aliento de una nueva criatura
hecha de alientos apareados
labios uno de indiviso gemido
penetracin y aceptacin en sexo nico
mitades que son la forma nica
abriendo su velamen de oxgeno y tiniebla
hacia las glorias prometidas.
Tu sueo
montn quieto de ceniza
tero que va a ser fecundado
tero floral
apenas contenido en polen o roco
sustancia ma
ceniza de tu sueo a donde hay que bajar
en busca de esa nada que asegura el latido
116

Manuel Rueda

ceniza del amor donde el amor resurge


nada de amor para que el mundo afinque su
premura.

117

Materia del amor


LA Sn.ENOOSA

Tu beso dice
te dice
es tu palabra ms secreta.
Si busco tu beso es que amo
tu palabra
no dicha
ese arco iris sepultado en barro
lleno de tus colores
y temperaturas.
Callas
intacta
a la que el tiempo no altera ni transforma
perfecta a la orilla de ti misma
ventana por donde asciende tu elocuencia.
T callas para orte
mejor
para saberte
mejor
para tocarte
mejor en m que te oigo y que te miro
voz ancha que engendr la semilla
para labrar la cuenca del amor en tus vsceras
para emitirte en ncar y rumores pequeos.
Callas porque te sabes
inviolada
porque ests
donde debes
contenida en el roce de un pie
118

Manuel Rueda

en un susurro de labios y cabellos


en el costado con sueo que me esquiva
mientras la lmpara irradia sobre ti
como estrella domstica.
Tumulto es el ayer
y el maana se finge silencioso.
Slo t eres silencio verdadero
gravitacin de este presente
que redondea el seno para que el amor tiemble
que afila el ala para que el vuelo se agazape.
Los que compran el silencio
los que venden el silencio
los que imponen y ordenan el silencio
no saben de ti
que callas
sin otra alternativa que la de mis ojos.
Te toco con la lengua y con los dientes
con las manos cncavas o convexas
segn convenga al volumen
con que te expones y expresas.
Te toco a ti
caderas que se mecen
como verbo del mundo.
De pronto busco mi rostro en los armarios
un idioma en los estantes de la lengua.
Lo desempolvo
lo saco
lo estremezco
le doy la orientacin de una slaba en el alba
119

Materia del amor

hasta que acude mi palabra y te penetra


callada ma que ahora inundo de un grito
que ahora te abres
partindote
apegndote
a ese solo designio que somos abrazados.

120

Manuel Rueda

LABERINTO PARA llEGAR A TI

Entend que tu vientre


era una puerta
para llegar a ti
a tu centro
donde duerme el reposo
en equilibrio
y toda t respondes
sin estar nunca
o bien ests
y no hay respuesta
posible
oyo no llamo
en la forma precisa
para que ests
o me respondas
o ests y me respondes
cuando ya yo me he ido
cansado de llamar
y de llamar
yo tambin centro
de ese improbable
equilibrio que seramos
t yyo
reunidos
en un idntico deseo
mi vientre tambin puerta
detrs de la que espero
insomne
responderte y estar
cuando en verdad no estemos
y me llames.
121

Materia del amor


ODA IV A PESSOA

Para ser completo existir es suficiente


El cuidado a que me doy, la letra que escribo,
son misterios menores que la muerte?

Heme completo al fin


uno y sus tantos otros
haciendo mis reverencias y gimnasias
frente al sol que declina
burgus rebelde
entre Beethoven y Stockhausen
entre Guernica y la Gioconda
debatindome en das llenos de palabras
y atormentada existencia.
Multiplicar fue dividirse
esconderse en el rastro
en la sombra
del cuerpo o la palabra.
Lo que soy digo
10 que callo soy digo
sol digo
te digo sol en soledad multiplicada.
Das semanas bandome en tu luz
en tu calor de slaba hurfana
dicindote al decirme
dicindome al decirte
desdicindome
a cada verso que estiras
como la cuerda en que te ahorcas cada noche
122

Manuel Rueda

para renacer lcido


y que ahora hacemos estallar
hacia el mar y su azul contradictorio
hacia la luna una
y el sol dos
y el viento ciento
aullido y aullador hacia los cuatro puntos
de la verdad
de las cuatro estaciones
que no son ms que la misma estacin si las miramos
a travs de un tren en marcha
acodados en una ventanilla del tiempo
en una tarde como esta.
Existo: otro me existe
a quien le di existencia.
Te soy.
Me eres.
Me apodero de tu sueo para soarme.
Te doy mi realidad para que seas.
De ti a m estas palabras
esta idea del mundo
que slo dice que es mundo
que slo dice que es
que slo dice
que slo
que
cuando ms cerca te hallas
te fugas sin sentido
te desangras
en restos de restas y de rostros
y aparece tu ltimo disfraz:
al fin t mismo!
123

Materia del amor

Das semanas diciendo tu palabra


viviendo con tu libro
debajo de las palabras
a la orilla del abismo de la palabra-pensamiento
de la profundidad-pozo-negro
que devora profundidad
de la justicia pozo-gris
de la miseria pozo-rojo.
Entonces
slo ves la mueca que trepana la sonrisa
de la mujer del cuadro aquel
ves la antorcha flameando en la cumbre de
Guemica
donde los gritos cuelgan de las ventanas
gritos que miro desde aqu
silencio
y dientes agujereados
lenguas acribilladas y silencio.
Entonces slo ves lo que te ha dado el ayer
y es eso: profundidad.
No el carboncillo horadando con la lnea
la superficie hecha gemido.
No luz sobre las cosas
no la palabra o la luz sobre las cosas
sino palabra
sobre palabra
contra palabra
bajo palabra.
Ests
mltiple amigo
todo tramado de sonido y negaciones misteriosas
flauta para la soledad de un dulce lamentar cualquiera
124

Manuel Rueda

viola sola
mar de las convergencias al crepsculo
donde el nio Rimbaud vomita sangre oscura
en voclicas olas
bogando sobre el abecedario como sobre un navo
ebrio
que va en procura de aguas nuevas.
Cuadriculada A
torres de moscas
pararrayos de poetas topos
B boca arriba (1lCl)
echada sobre su espalda de camero
con intencin de cordillera
C boca abajo (n)
cntaro volcado
preada ctara
perla donde bebe blancor la
luna-excrecencia
del horizonte engaa-perros.
(D) dnde
por dnde
hacia dnde
redonda
gtica alanceada interdental dentrica
ruido de abejorro en la selva del da.
Tanto tiempo mascullando mascando masacrando
letras palabras
negriverdes rojigrises
larguirrojivolteadas
grandijuntas
125

Materia del amor

signos de quin
pluralidad de cunto
abreviacin de qu infinitos
sobreentendidos de qu arcanos.
Canta
oh hermosa de los ojos envenenados.
Besa Isolda sobre el viento que lleva la huella del
navo en alta mar
y muere
diciendo heroicas mentiras del color del arco iris
ligeras como sucesiones de es y zetas zigzagueantes.
Isolda tu rostro hermoso
como la cada de la Dictadura.
Tanta vida ocupada en desvivirse
tanto amor ocupado en desamarse
tantos das visitndote da
tanto tiempo preguntando por ti tiempo.
Entonces qu hacer con la palabra
sino encenderla sobre la noche de la muerte
hacerla nuestra
luna henchida
en el horizonte de algn soplo.
Grita y esculpe
voz
fiebre en la punta de mi lpiz
con el que punzo un infinito
pgina o nieve
del corazn
en que la realidad dibuja un sueo
de otra realidad que se incorpora
asida a la pata de la mosca.
Nmeros letras
126

Manuel Rueda
todas las realidades
juntas y reposando en ellos
soles
que alumbraron la entraa del sonido.
Adentro del signo estamos solos
y reunidos
brillando en la luz
y hechos pavesas.
Prisioneros del alfabeto:
un ascensor
que ofrece una parada
en el piso sexto
--oh curvilnea revelacin
amada vertiginosa de los pisos
altos
que no tienen escaleras de
acceso-y sube y baja enloquecido
con su carga de oscuridad organizada
que slo sirve para entrever la altura
a travs de las rejas.
Con la correcta ortografa de las heridas escribimos.
Dejamos huellas en la tierra
olores en el viento
y una escama en las aguas:
edades inservibles que resbalan
a las profundidades de otro infierno.
Mira el insecto que atraviesa la tarde
enloquecido por sus litros
y segregando babas nupciales.
Lo que segrega mi corazn es ansia
letras que se voltean sobre el papel.
127

Materia del amor

Qu significan?
Son!
Paisajes de m mismo. Escorzos. Fiebres.
Caminos que ando sin cuidarme a dnde me
conduzcan.
Heme sobreviviente al fin
de mis das-palabras
de mis palabras-cosas
chapoteando en el fango de las filosofas
que hacen guerras perfectas
sobremuriendo en tanta muerte
revivida.
Mi existir que es decir.
Un decir de mis huesos y mi sangre
no pensado por el pensamiento.
Decir que ES.
Vivir
vivir
morir completamente
incompleto
encanecer
sobre pregunta y pregunta
envejecer porfiando
y cambiar todo
dejar mi ltimo rostro al mar
para que cante en las noches su desesperacin de
no encontrarse.
Heme viviendo al fin con tu libro en las manos.
Dicindote adis
adis -aqu te quedasdubitativo compaero de la roja locura
del no significar
128

Manuel Rueda

que significa tanto.


llega el atardecer sobre los cuerpos.
Crepitan fuegos
atrayendo la noche
a su redil.
Noche voceada
en el horizonte por las primeras estrellas
vagabundas.
Una ola se quiebra
en el arrecife color viento.
Msica a la distancia
cantndole al progreso.
Cuntas repeticiones
en el cielo!
Pjaros.
Horas.
Nubes.
Cunto tiempo en el cielo
para tanta brevedad
de existencia!
Tardes innecesarias que ya no dicen
nada
a fuerza de haber dicho demasiado
ylomismo.
Cada mirada es un olvido
de otras miradas que miraron
por nosotros.
El mar querra acordarse
y vuelve por su memoria a cada paso.
De qu habremos de acordamos si no es de nuestra
sombra
que a esta hora cae revoloteando como una hoja
129

Materia

del amor

ciega en el abismo de la noche?


Cmo atardece!
Isolda. Violante. Amarilis. lidia.
Una espiral de deseo taladra tu pecho dormido
y vas Pessoa hacia la niebla del suburbio
donde estamos t y yo
mirando la eclosin de las gracias
en fugada belleza.
A esta hora
se sobrevive o bien se muere.
En el lapso escribo esta oda para ti
Whitman - Pessoa
hecha de mil palabras
como el viejo pez barbudo en su cueva milenaria
llenando de borrones algunos cuadernos escolares
con la historia de sus das perdidos
y de sus noches en quizs.
Mil palabras que nacieron de ti
de m
del mar.
Porque de ahora en adelante
ya no habr desacuerdos.
Todo el significado es ser o no-ser juntos!

130

Manuel Rueda
VARIACIN

Lo que no hay somos nosotros, y la verdad est ah.

Permanece la Aurora
disputndose el mundo.
Qu significa todo sin
nosotros?
Nada sucede y sin embargo
Pessoa amigo mo:
el mar se acuerda!

131

Materia del amor


UN ESnIDIANTE SE DECLARA

Seora, el lad de siete cuerdas no nos deja sosiego


a la hora en que uno debe escuchar su Vivaldi.
En mil seiscientos y tantos hubo un problema de
resonancia en la cajuela recamada de ncares
que afortunadamente hemos resuelto con la consola
estereofnica,
Morir no es necesario por razones tan simples
toda vez que el encargado de la limpieza se ajusta
las tripas con las manos
para no alborotar cuando las flautas a fuerza de
asfixia logran un glorioso gorjeo.
Seora, su hermoso perfil aletea lleno de dones
meldicos,
modula junto a mi oreja la sinrazn de las cadencias
perfectas
mientras la esmeralda que usted compr en Colombia
durante las vacaciones del ao pasado
refulge llena de autoridad y de jardines sobre mi
sudada partitura de adolescente.
Bajo la lamparilla de noche mi sueo se dora, echa
races,
florece, de manera que mi comprensin del Barroco
es un asunto decidido
entre usted y aquel momento en que la realidad va a
irrumpir,
rotunda, con el caf maanero y la espinilla que
pellizco
de pasada ante el espejo mohoso del pasillo.
As puede usted contar con mi virginidad,
132

Manuel Rueda

poner sus brazos cargados de ctaras antiguas


alrededor de mi ignorancia.
En ellos durmieron los primeros constructores de
claves
despus de pulsar como con plectros metlicos sus
historiados senos que datan del siglo XVI.
Heme aqu, angelote rubicundo propincuo a
erecciones insospechadas en hora como sta.
Las 4 Estaciones o algn madrigal de Gesualdo de
Venosa
no sern obstculo entre la torpeza de mi odo interno
y sus rotundos encantos,
entre las deficiencias de mi anlisis y la perfecta
columna de aire que asciende por su garganta
llenndome de un conocimiento perentorio del
pasado.
Seora, sus temarios fueron contestados a conciencia:
a) s, b) la amo, c) apidese usted de mis inquietudes
de las tres de la tarde
por las cuales he desarrollado la destreza de mis
amaneceres sin Vivaldi y sin bajos cifrados.
La msica viene de las aceras mojadas
o del cielo en donde expiran los ltimos saxofones.
Le aseguro que usted reina aqu en la penumbra
tambaleante de los borrachos que se rezagan,
junto a la rfaga blanca del lechero, entre un olor a
pan reciente y a orines trasnochados.
Usted, actual como los titulares de los peridicos que
anuncian la masacre de anoche
o un episodio desconocido de Watergate.
Usted sin su Vivaldi y su esmeralda, contrapunto de
mis piernas

133

Materia del amor

que detenninan ahora en cul siglo morirse,


en cul cultura penetrarla (Edad Media o
Renacimiento se prestan por igual)
en qu momento de la Historia usted va a recorrer mis
pelambreras inhannnicas
dejando constancia de algn descubrimiento mayor
y a quedar, con chillido cursiln y nostlgico,
abandonada a su suerte,
encogida de nuevo sobre el respaldo cannes de los
conciertos de gala
(no est pennitida la entrada en guayabera)
cuando usted ya no percibe las progresiones sino
enarcando el cuello,
tensndolo hacia el to-vivo de los palcos oficiales
prestigiados por la sordera de funcionarios que
aplauden.
TodaVa seguir por algn tiempo acudiendo a su cita,
a esas clases donde usted sopla exactamente a las
3 y 10 minutos de la tarde
sobre los orificios de mis huesos, incendindolos,
estremecindolos con vihuelas y cromomos,
con las medidas del tamborn chino y la bambarda
discante,
hasta que el perfume de sus dientes me atraviesa con
una simetra de pistones errtiles
y toda usted queda, una grieta, un silencio, una
cansada habilidad
que me alarga un diploma
en una ceremonia que ya empieza a carecer de
sentido.

134

Manuel Rueda
MAlUMIENTOS

Mar en mangas de camisa en mangas de palabra


en mangas de ola
marmaramar
que se arremanga el mar y dice hola!
aqu va mi reverencia
me siguen hijas cuadas tas parientes putativos
doa olina
doa olana
don orln
don orln
reverendana
reventina
reverendn
reventn
y oleta
olona
doa marejada espumadientes
rindose siempre a marmajadas
cada da es ms numerosa la familia
marvilla maracho
remacho
maromero
con olas numeradas dell al lO
(ha perdido la cuenta y vuelve al 1)
mariviento a la hora de la siesta
con sus maras y sus manas
y sus maricosas y sus mariposas
parloteando en el rocamen
tortoleta en la celosa del ventacielo
a-mar que se recorre hasta el marmullo
amaranto antimar que se marleja marfuegando mar
afuera
ram aram maramam
sumisurriando su espanto y su esperanto
135

Materia del amor

mar haraposo y mar de leva


que ha estudiado en las bitcoras de erik rojinegro
lingstica estructural
y se ola y se aureola y se trapecia
orla ala lola ola
caracola
a la vista
buena suerte hasta la prxima familia
gala de la marea que se marena
y se margina
y se marvina
y se maraa
caraorolina en la madeja del mar-ido
marmaraso en el orimar de su mamn

136

Manuel Rueda

A Octavio paz
PUNTO

SOL

El punto es sol
si la pgina es cielo
el sol es punto
si el cielo es pgina
vuelve la cara atrs
punto eres hombre
te vers a ti mismo
rotando encadenado
de ayer y de maana
tiempo que pide tiempo
en tierra y cielo
rotando como el sol
en sol y hombre
calentando como el punto
pgina que adelanto
sin arriba ni abajo
con el hombre adelante
el espacio en cadena
sol en el punto
el tiempo encadenado
punto en el sol
en este mundo condenado
acabndose
a perdurar
como la duracin
como el cambio volviendo
como el cambio
sobre s
punto sol eres
fijo y movible
hombre en el punto
sol en la pgina
y en la pgina
punto en el cielo
volviendo
muriendo
alumbrando
alumbrando

137

GRFIco DE LECTIJRAS
138

Manuel Rueda

FINAL

No tengo nada que decir:


lo dije todo en el ltimo
poema.
No tengo nada que hacer:
lo hice todo el da antes.
No tengo nada que amar:
lo am todo hace mil ao~
No tengo tiempo disponible:
lo agot en el otr0

139

DE
LAS EDADES DEL VIENTO
(1979)

Manuel Rueda
SIEMPRE VIVA VIOLANTE

CONTRA-SONETO A LOPE DE VEGA

Un soneto sin nadie quien lo ordene,


en mi vida he tenido mayor gusto
y aunque catorce versos es lo justo
en empezando olvido cuntos tiene.
Un sonoro deseo me sostiene,
labrando su cadencia al aire augusto,
la rima que guiadora, nunca en susto,
hace que otro cuarteto la serene.
Llama el primer terceto a que lo escriba
y si a paso de Lope me sujeto
es fcil que el segundo me reciba.
Ahora no quepa en l duda ni reto
y pues dan fin mis versos, borro arriba.
Sin contarlos creedme: Fue soneto!

143

Materia del amor


2

TIEMPO DE VIOLANTE

Pide, Violante, al sol que no condene


la luz que cae combada por tu busto,
mientras al fondo de mi amor adusto
como paloma solitaria viene.
Pdele al sol, al mismo que mantiene
la sombra antigua al pie de lo vetusto,
que no ponga un amago de disgusto
sobre la erguida flor que te contiene.
Pero no al sol. Al tiempo que ya liba
en ella su color y su secreto,
a ese poder que todo lo derriba,
pide la luz eterna, pide el quieto
respirar de la gloria, donde altiva
vivirs para siempre en un soneto.

144

Manuel Rueda

lA PRISIONERA

Aqu va tu soneto, flor Violante,


labrado en labio y en dulzor de flauta,
flor en catorce ptalos incauta,
flor en ptaloseno palpitante.
De tu gloria a mi voz, oh cun distante
la forma de oro que traz la pauta
y la vertientemsica, qu cauta,
yel cantar qu dolor siempre adelante.
Va la flor a su tallo y a su tierra,
regresando contigo en amarillo
vrtigo a la delicia que la encierra.

y as quedas, Violante, en tu castillo


de aromas, prisionera en esa guerra
que hace el labio en el breve caramillo.

145

Materia del amor


lA ROSA DEL POETA

Torna a buscar su eternidad de siempre al


labio conmovido que muriendo
la nombra por su nombre.
Franklin Mieses Bu"8os

Entro a tu sueo. Olor es toda sombra


en el presentimiento de la rosa.
Para el perfil de aroma en que reposa
la noche sirve de sostn y alfombra.
Entro a tu sueo: Levedad que asombra,
templo de Salomn para la esposa
que en espiral de aire sube ansiosa
al conmovido labio que la nombra.
Ese labio es la cima en que se labra
la rosa inmaterial, rosa secreta
que al divino rigor de tu palabra
abre su soledad transfigurada
y all queda, en tu sueo de poeta,
a orillas de tu noche y de tu nada.

146

Manuel Rueda
AIAPOESfA

Voy hacia ti. Derribo los cerrojos


que guardan tu morada. Entreabro puertas
que dan a salas fras y desiertas
slo encendidas por celajes rojos.
La memoria me gua de tus ojos,

la luz de tus verdades encubiertas,


y tiemblan celosas casi muertas
cuando voy tras tu soplo y tus sonrojos.
Dnde ests, dnde ests, t, la que anso,
forma de mi desvelo y mi vaco
susurrando en mis ltimas estancias.
Dura carne de amor en el espejo
donde vives dormida entre distancias
entregndome slo tu reflejo.

147

Materia del amor


NOCHE DE LA CREAaN

Miro nacer contornos. Abro el gesto


a mi sentir de arriba o de lo hondo
dando a la arista un mbito redondo
y a lo tendido un resplandor enhiesto.
Todo, mas sin aquello, mas sin esto,
casual hechura a la que no respondo.
La huella grcil sobre el quieto fondo.
Lo sabiamente mvil y en su puesto.
Vaya lo cristalino del lamento,
a la verdad ms gil que se extrema.
No soy yo, sino el mundo. Casi siento
una salud tan limpia que me quema
y aunque apenas la alcanza el pensamiento
brilla al fin en la pgina: El poema.

148

Manuel Rueda
EL ENIGMA

Me levanto, me afeito, me acomodo


a la vida y doy bajo la ducha
a la piel de mis sueos tanta lucha
que al sumidero van, vueltos ya lodo.
Retomo mi lugar, mi voz, mi apodo.
Salgo al da: la luz ahora es mucha.
Hago ruido, me muevo: nadie escucha.
Vuelvo a mi soledad, despus de todo.
Cada hora a mis ritos de hombre sano.
Sonrer al que pasa. Dar la mano
al amigo, al malvado, al pordiosero.
Pero al fin a mi cuarto nuevamente,
a encontrarme conmigo frente a frente
sin saber si es que vivo o es que muero.

149

Materia del amor


VIDA DE JOB

SPUCA

Mira que estoy aqu, duras rodillas,


perfilando un sonido que no escuchas.
Mira, Seor, a tu hijo. Ya son muchas
las blasfemias que lanza a tus orillas.
Al Hombre en m t agravias y mancillas.
Me has probado en paciencias, hambres, luchas,
y a travs de estas mseras casuchas
me cercenan tus vientos cual cuchillas.
Revlamelo t: Te llamas Padre
o acaso he de llamarte mi enemigo?
Escoge nombre que mejor te cuadre.

o me sanas, Seor, o ms me hieres.


Vida o muerte te agranden, no castigo.
Da en mi carne seal de quien t eres!

150

Manuel Rueda

EL TESTIGO

Maana no estar. Dars seales


de perdn; volvers, oh indiferente,
a elegir a tu pueblo entre mi gente
para librarlo de sus largos males.
Vers en soledad los arrabales,
el mar en vela en el desierto puente,
e hincado en tierra el repentino diente
que igual en muerte a hombres y animales.
Ser tarde, tal vez... yeme ahora,
si es que soy el testigo en quien se encierra
tu gloria, tu razn de cielo y tierra.
Maana llegars, Dios, a deshora,
y ser tu Creacin, tras esta guerra,
ruinas en el asombro de la aurora.

151

Materia del amor

EL INVENTADO

Si es mi dolor el que se inventa dioses


y siembra en m quejumbres de infinito;
si es que nacen asidos a mi grito
mis consejeros ngeles precoces;
si los astros arriba son las voces
que yo descifro hundindome en el rito
de mi desesperanza y queda escrito
un sueo entre mis prpados atroces;
si el cazador yo soy y lo cazado;
si es a m lo que en ti sigo y persigo
en caza celestial arrebatado;
una ser tu soledad conmigo,
pues no s si soy yo quien te ha inventado,
o me inventas a m para castigo.

152

Manuel Rueda

AHORA SOY LA CRJDAD

Ahora soy la ciudad que alzas y estragas.


En m gimen miserias nunca odas
y apretado en el cerco de mil vidas
mi dolor crece en trabazn de llagas.
Miro rboles adustos como dagas
dar al viento sus sombras homicidas.
Hondas quedan de horror las avenidas.
Es da de estruendo y poca de plagas.
Yo s que mi dolor ya alcanz a todos,
que sucumben conmigo en podredumbre
de sangres corrompidas y de lodos
los que tienen la muerte por costumbre,
y pues caen en sus rutas y recodos
ahora se llama]ob la muchedumbre.

153

Materia del amor

WSCLAMORES

Palpa el dolor, arrncalo de cuajo,


hunde la mano en podres y en entraas,
baja a la cueva de las alimaas,
no importa con qu horror o qu trabajo.
Vibra, empinado, cual mortal badajo,
rmpele su cancin a aves extraas,
graba en tierras y cielos tus hazaas,
desquiciando el arriba y el abajo.
Vuelve entonces aqu: T eres el punto
vital que da a la rbita su ciencia,
donde converge el mundo todo junto.
Paridor de la tierra, oh Job, tu mano
entregada habla ms que tu conciencia
y puede ms tu llaga que tu arcano.

154

Manuel Rueda
CONSIijA DE LA MUERTE HERMOSA

"Entonces la muerte le hizo


una visita... "
Cuento folklrico

La muerte me visita cierto da.

Es hermosa la muerte: tiene senos


robustos, fino talle y ojos llenos
de un azul de cristal en lejana.
En llegando ya s que es muerte ma.
Con movimientos lnguidos y obscenos
me enloquece y sorbiendo sus venenos
siento, a ratos, que el alma se me enfra.
Lee mis libros, se adapta a mis costumbres,
repite mis ideas y sus gestos
ponen en m gozosas pesadumbres.
Cuando se va, me deja bien escrita
su direccin y dice: -"Un da de stos
quiero que me devuelvas la visita".

155

Materia del amor


2

Advierto, entonces, que ya no hay salida,


pues su mirada clara me importuna
y s que coger, a solo a luna,
el camino que lleva a su guarida.
y aunque empiezo a engaarla con la vida,
a darme plazos, a pensar en una
tarde feliz de cara a la fortuna,
bien yo s que la muerte no me olvida,

que tengo que tocar, al fin, su puerta


con la valija hecha y el sombrero
en la mano marchita y entreabierta.
Me despido de todos mis amigos
despus de tanto ardid y a su agujero
hmedo me abalanzo, sin testigos.

156

Manuel Rueda
A MI CUERPO

Desde el pie impositivo a la alta frente


veo mi cuerpo y sus partes singulares
y lo toco en sus grutas, costas, mares,
y lo celebro, erguido continente.
Ms que el alma este cuerpo es inocente,
templo de amor labrado entre pilares.
que en encantos gemelos, besos pares,
hace de sangre y savia el chorro urgente.
Cuerpo demostrativo: piel, destellos,
tormenta bajo un cielo de cabellos
cuando en lo oscuro entreabre su secreto.
Entonces yo lo s, duda o gemido,
construyendo en la noche de su olvido
la callada invencin de mi esqueleto.

157

Materia del amor


ESTELCABAUO

Parado en su relincho est el caballo


en mitad del potrero anochecido.
Su esbeltez es de msculo y sonido,
prematuro en la noche como el rayo.
Frmula pura, material ensayo
de la fuerza empinada en el gemido.
Lo sostiene la tierra ennoblecido,
de la ronda nocturna inmenso tallo.
Yo lo miro un momento y me parece
forma de un dios perdido en lontananza
por el que un cielo musical florece.
y en la infinita noche del potrero,
cuando ya la cabeza firme avanza,
se concreta el relincho en un lucero.

158

Manuel Rueda
DESEO DE LA DONCEIJA

La doncella se palpa: est desnuda.


Su mano engarza el diminuto pecho,
baja al vientre que ondula y en provecho
del pubis auroral se toma aguda.
Un deseo varn, rondando el lecho,
se afinca por la sombra que lo escuda.
A la mano irreal otra se anuda.
El cuerpo queda en vilo y al acecho.
Oh carne que al deleite se arracima!
La mano entonces en ingente asalto
madura al esplendor de un nuevo clima.
El labio gime ya, de alientos falto,
y queda la doncella en la alta cima
de su noche de culpa y sobresalto.

159

Materia del amor


MBITO DE LA llUVIA

Llueve con noche encima de los prados


soolientos. La lluvia es el lenguaje
claro que cae ahora en vasallaje
inquerido por vientos ignorados.
Viene del tiempo y dice los pasados,
viajera que en el trmino del viaje
se desnuda en la luz y da el mensaje
entre cielos y tierras asombrados.
Hombres y bestias oyen, an despiertos,
cmo se abren al fin a la elocuencia
de esta lluvia sus crceles estrechas.
Surgen al mayor bien mundos inciertos.
Llueve, llueve, y se hunde en la conciencia
este sonoro cmulo de flechas.

160

Manuel Rueda
ENHARMONAS y REVERSIONES

ENHARMONAS

Un beso son dos besos son dos veces


en labios duplicados divididos
son dos veces dos voces dos sonidos
en un fruto de mieles y avideces.
Como el aire en el centro de las mieses
como hueso en el beso los mordidos
dientes castos que chocan defendidos
marfil duro en las hmedas dobleces.
Muerte y vida inseguro cautiverio
en los pares dispares donde riente
un agua filtra que no tiene mengua
y encrespada de pronto en el misterio

de su fronda marina rojamente


acomete la sierpe de tu lengua.

161

Materia del amor


2

REVERSIONES

Sierpe tu lengua que acomete y mata


rojamente marina entre la fronda
encrespa su misterio y da a la onda
agua que te contiene y arrebata.
En los pares dispares no recata
risa cautiva que en la herida honda
por la humedad del mrmol ya redonda
hace en tus dientes tumba dulce y grata.
Mordidos entredicen breves huesos
desgranados en mies aire y excesos
a tu avidez de labios y de mieles.
Dos al silencio son dos a las voces
y a la culpa entregados tan veloces
que dos veces ms dos quedan infieles.

162

Manuel Rueda
NOTICIAS DEL VIENTO

A mitad del camino estaba el viento.


Costas de vendavales.
Qu dice el viento all
con el pulmn henchido de soles muertos?
Qu busca?
A quin?
Qu grutas repasa o palpa,
aullante,
azotando sobre piedras lavadas por lluvias
como por tiempos lvidos?
De qu confines viene,
ngel terrible
que nos ech una vez del paraso
y qued alerta sobre el planeta desunido?
Todo lo reduce el viento a su verdad.
Mares atormentados:
Es l quien mece las cimas
perfilndolas en sombra pursima de astros,
quien abre las entraas arbreas
que en muda aceptacin comprenden.
Es l quien queda en guardia
en el umbral secreto de los bosques,
entre murmullos de hojas
y virginidades de agua muerta
donde no tocan soles,
163

Materia del amor


cabalgando grupas frescas
con grciles vientecillos que danzan.
Viento que trepa la montaa
e inscribe al guerrero en el escudo escarlata,
yergue al brujo de multicolores plumas,
a la posesa de senos erectos,
en un movible cerco de hogueras y conjuros.
Das de tierra y viento sobre costas golpeadas.
Das de quillas cortadoras y huracanes
cuando eleva el mar la estatua
de sus fondos que claman
y al centro de las llanuras polvorosas
bocas remolineantes lzanse
procurando pozos escondidos,
bienhechores rocos.
Son memorias del viento
sobre las frentes.
Las ciudades del viento
que entreabren puertas locas
donde se miran correr doncellas,
donde nocturnos caballos piafan
pateando sobre plazas perpetuamente fijas
y presentes.
Son noticias de un viento de anchas alas
que apenas detenido
rasga la desordenada copa invencible
y prosigue,
porque su bsqueda no es de rboles

164

Manuel Rueda

sino de rocas,
de criaturas que avientan semillas,
de hombres que pastorean piedras
al calor de ritos crepusculares.
Viento que asciende, libertado,
o baja a la guarida
donde Abel agoniza y Can vela
con la quijada del asno an en la diestra.
Viento de los metales
y del fusil herrumbroso
y del muerto insepulto
que al borde de los abismos reza
sus letanas interminables.
Viento que hace sonar medallas
sobre pechos de bronce.
Hemos llegado al sitio
donde la tierra es una con la muerte,
hundidas batallas que resurgen.
Hay mido porque hay viento
y el viento es de la tierra:
soplo que hinche el planeta y lo rehace.
La promesa es el viento.

La verdad es la tierra
a la que el viento sin cesar recorre
remeciendo sus finos eslabones de plata,
sus nqueles cansados.
Se oye en el fondo de los valles

165

J.teria del amor

la procesin sin nombre


que surge a ese conjuro:
residuos de criaturas perdidas,
jadeos sofocados
contra los ventanales
que, temblantes, resisten.
Todo all es podredumbre
porque el viento no llega.
Todo es desvelo, entonces,
furia de la memoria entre la sangre,
hasta esa mudez ltima del alba
cuando cierra sus plumas y se queda cautivo,
purificndose en el tiempo
que lo torna de nuevo a sus batallas,
a sus filos clarsimos
donde ni el pjaro ni el hombre
entonarn dos veces una misma cancin irreverente.
Vuelva el viento,
la punta de esa espada que se blandi iracunda
a la entrada del Paraso
y quiebre el rbol seco en mitad de la llanura,
derrumbe la montaa llena de voces de otro tiempo,
cargue a la hoja y al moribundo
en una misma rfaga recta y silbadora
y arrebate al culpable de la tierra.
Oh emisario,
qu porvenir nos traes,
t, a quien he visto estremecer la casa de los hombres
y cortarles, de pronto, la ambicin?
Qu huracanes a flor de entraa tomarn la semilla

166

Manuel Rueda

que hubo de crepitar un da


sobre unos brazos baldos?
Quin osar cuajar silencio encima de tus bocas?
T eres el mensajero que la tierra reclama
para trasladar de un punto a otro del espacio
sus viejas carroas delicadas.
T eres el mbito que absuelve.
Oh brisas claras en que los rosales se deshojan.
Paz recorrida por el aire ntimo de las madrugadas
fino como los recuerdos,
como el batir de un plumaje bajo las palmas,
como el incentivo de una cabellera de muchacha
entre los dedos de quienes ya no somos jvenes.
Cmo baja del cielo esta certeza de tu amor
cuando la tierra,
madre ligera,
vuela a unos ojos cansados!
Viento de las goletas que baten en aguas reideras,
con velas requemadas por el sol
y el susurro de la sal en los mstiles.
Arriba a costas claras
en maanas de jbilo.
Arriba a islas de servidumbre
con el arpa de oro en la mano de los Reyes
que entonan salmos y cran ganados
a orillas de ros calmos y profundos.
Vuelva ese amor contigo,
viento y tierra,
ruido y viento
167

Materia del amor

y mares precipitados,
palabra de Dios
que en la esposa fue fruto y obediencia.
y oigamos con tu amor el silbo santo
de los que no han nacido todava
y punzan ya tus bordes
incendiando con clamores
el dolor de estas comarcas aguerridas
donde el nuevo da adviene,
desatado y estricto,
con la pujanza de todos los vientos libertados.

168

Manuel Rueda

WSCAMINOSYELGRITO

Garzas inmaculadas con sus garrapatitas en el pico


y una ascensin de palmas a lo lejos.
Msica en el radio del automvil
y la muchacha sonriente y azorada
que al pasar me hace burlas o se ofrece.
Las vacas piensan su leche y se estn quietas
al centro de los potreros con sombra.
Rumor de oro en el flanco de las montaas hmedas
y graves.
Anuncios que no leo.
Postes del alambrado que apenas rozan los ojos
libres
que pueden mirar al fin lo que desean.
Avanzo partiendo la montaa
perforando el paisaje
verde-azul-negro-amarillo-blanquecino
y verde, verde,
verde golpeado,
columpiado,
pisoteado,
hoja de ms y hoja de menos,
voceado por nios en mulas,
interferido por ruidosas motocicletas que se
esfuerzan en vano
169

Materia del amor

Ca poco roncan contra las cercas los


engranajes asmticos).
Con un brazo en alto una mujer avanza
inclume bajo los bidones que gloglotean
lloran
ren
susurran
-cimbreo fresco del agua batida sobre el
babonucocantan.
y pasa la mujer y queda as, pasando,
en la memoria del que pasa.
Me desmonto a la vera de tamarindos con sombra
que huelen a tamarindos y a relmpagos.
-,Un cafecito para el seor?
Una anciana lavada y oscura como un terrn
me entrega esa pura madrugada humeante
que paladeo inventando el sabor a cada sorbo.
Calma de flores hmedas y de patios con ropas
que se mecen ligeras sobre un fondo compacto de
montaas.
Saludos de Josecito trepndose a las cercas
donde se desperezan las gallinas.
Muchachas que se sonrojan bajo los jazmines.
Y nios.
Nios serios,
nios panzudos sorbiendo mocos,
arracimados en el dintel.
170

Manuel Rueda

-Qu voy a hacer con


tantos hijos en la casa?
Quiere el seor llevarse
uno?
Arranco de nuevo pisando a fondo el acelerador.
A mis espaldas una constelacin de ojos azorados.
Delante de m, otra vez ellos.
Ellos resucitados por mi dolor y mi impaciencia,
por el golpe del corazn contra los parabrisas
brumosos.
Ellos entre el glorioso verdor y las espinas.

11

Corriendo los caminos.


La fragancia y el polen,
los olores del da y la miseria,
exhalndose al sol.
Corriendo los caminos.
y est el hombre en su sitio,
apenas una rfaga en el viento sin nombre,
la mujer en la puerta con su peine sonmbulo y sus
greas
y su vieja ternura de piedra y su pradera
con trabajosa sombra en los umbrales.
Descienden campanadas como duro roco.
El ave cruza ciega sobre arrozales que revientan
al tiempo que las manos

171

Materia del amor

los dejan caer temblando


sobre graneros distantes y profundos.
El ave emite, aguda, su graznido
-chiuo, chiu~
sobre las plenas quejumbrosas que aconsejan
conformidad
o hablan de fbulas cuyo significado es la esperanza.

Quin muere aqu de pronto


-corriendo los caminos-,
quin avista los cardmenes que se desbordan en las
nasas,
los camiones que inclinan su abundancia sobre los
abismos
subiendo torpemente la montaa?
Quin habla aqu de Dios
con el ojo verdeante y el hueso carcomido?

Nio desnudo color de viento nuevo,


color de tus panes olvidados,
hblame al borde de estos valles inconclusos.
El sol dora tus huesos y sonres, tu barriguilla tensa
como un pequeo tambor a la intemperie de las
encrucijadas,
cuyo sonido emerge entre cautelas de
ros memoriosos
y el humo incoloro de las aldeas.
-Es que no va a
llevrselo seor?

Corriendo los caminos.


172

Manuel Rueda

Verde crucificado en polvo,


verdor nuestro.
Verde azotado por el aire y las ruedas que resbalan,
grito que trepa la montaa y que la alumbra
entregando un nuevo sol
a la tierra malherida que lo acepta.

173

Materia del amor


FRANCISQUITO, NIo DEL ALBA

Cada maana vino a sentarse a mi puerta


mostrando
junto a la pequeez de su sonrisa
un hambre que ya empezaba a madurar con l
a echar sus dientes inflexibles.
Yo entreabra, temblando, aquella puerta
donde esa increble miseria me esperaba,
capullo virginal hecho de huesos
y miradas vacas
que yo apresaba hasta el fondo de mi culpa.
Cada maana...
y en el dintel
sus harapos destellaban.

-Abre la puerta, hombre,


pide perdn a esta vida pequea que revoltea
trayendo en su mano el alba,
Ja inocencia sin nombre de los que nada tienen
y sin embargo te conceden el remordimiento.

174

Manuel Rueda

TRES RETAJILAS
(Inspiradas en modelos!olklricos)

1. - RETAJILA DEL CUCHILLO

Cuchillo busc brillo


fue al sol
busc fro
fue al agua
busc filo
fue a la piedra
busc giro
fue al brazo
busc destino
fue al pecho.
Cuchillo encontr el grito.

175

Materia del amor

2. - RETAJILA Y CUENfO DEL CONTADOR DE


CUENTOS

Cuento
el cuento

del contador de cuentos


que no tena un cuento
que contar
y que cont as su propio cuento
que era el cuento
del contador de cuentos
que no tena un cuento
que contar
y que es tambin el cuento
del que cuenta el cuento
del contador de cuentos
que no tena un cuento
que contar
con lo que cuento as mi propio cuento.

176

Manuel Rueda

VARIANTE DE LA ANTERIOR

Cuento
de un cuento
del contador de cuentos
que cuenta su cuento
y que cuenta el cuento
del que cuent el cuento
del contador de cuentos
que no tena un cuento
que contar.

177

Materia del amor

3.- RETAJILA DE LA SEORAJUSTIOA


A]os Enrt:que Carda

Quiero florecer dijo el rbol


pero el fuego lo quem.
Quiero arder dijo el fuego
pero el agua lo apag.
Quiero correr dijo el agua
pero el buey se la bebi.
Quiero mugir dijo el buey
pero el hombre lo mat.
Quiero comer dijo el hombre
pero la Justicia lo encerr.
Seora Justicia:
suelte al hombre
para que muja el buey
para que corra el agua
para que arda el fuego
para que florezca el rbol
para que haya fiesta alrededor
con gira
con maraca
con tambor.

178

Manuel Rueda
PIANO

Est ah
mralo
no hay cmo describirlo
no es esa inoperante referencia
a bronces
y maderas
y marfiles
y sedosos fieltros machacones.
Pero tampoco es eso que t miras.
Es un silencio que emana del teclado
es esa viva condicin de una tapa levantada
una msica tan ntima que slo algunos oyen
no aquel que sentado muy serio en la banqueta
se dispone de pronto a ensordecemos.

179

Materia del amor


EN BLANCO

Sobre mi mesa de trabajo


eres la pgina que tiembla
llena de escrituras remotas.
Sobre mi mesa de trabajo
eres un signo,
el cerco azul que envuelve a la palabra,
el huevecilio trmulo que planta mi escritura,
ese recto momento en que mi mano se
levanta del papel
y existe en el vaco sin nombre
como un ala cercenada
antes de apoyar su certeza
en el calor del mundo conocido.

180

Manuel Rueda

QU VAMOS A HACER CON lA BEllEZA


(DOS VARIACIONES SOBRE UN MISMO TEMA)

qu vamos a hacer con la belleza


dnde meterla
para que no fructifique
en cul cloaca ahogarla
a medianoche
para que ni la promesa de una estrella
pueda llevar paz a su carne sufriente
sol-ella luna-ella estrella-ella
no hay sitio para el amor
los violines estn en desuso
las arpas han agonizado en el ro dorado de las
mostacillas
quin canta ahora
cul dios
o amapola neruda
la mar huidobra en el antaozonte
los poetas de hoy piden tumo
para extirparse las cuerdas vocales
e impostar su graznido
en la boca destrozada por el bistur
todo poema enviud de su vallejo
ah ja! mis plidas lunolas
en las orillas del marnoche
qu vamos a hacer con la belleza
y sus prolongados sonrojos
181

Materia del amor

tira el poema al cesto


no es suficiente no el remordimiento
qu vamos a hacer hoy con el hombre

II

cuntas palabras
sentimientos
fardos de la delicadeza
-falacias?que nos levantaron al da de lo dicho
al alba del por decir
donde los ros siempre nuevos
siempre otros
no saban del detritus
de la rosa sepultada
en las cloacas correntosas
y qu decir de ti
msica alcahueta
tanta epidermis sacudida
por el escalofro
era bueno escuchar
apoyado en el alfizar de la ventana
el pulso del tambor
el ay!
la copla
el taido del ngelus
que conoca la ruta de los muertos
que los trajo
182

Manuel Rueda

en el din-cielo y el don-tierra
muertos desorientados
en sus antiguos predios
olorosos a juventud y a carnes estrujadas
decimos ahora
es la verdad
pero de cunta verdad no estaban hechas
las radiantes mentiras del pasado
cuntos lirios no hilaron
para la tnica del dios
cuntas milongas no fenecieron
para la majestuosa crpula del Borges
cunto son cunto son
para el son
de La Habana
para el merengue con un paisaje
azul turqu
al fondo
con esa bella revolucin
al fondo
que nuestros dictadores encendieron
sobre la paz de los fusilamientos
con esa bella paz
pacificada
de presidentes-prelados-prostitutas-policas
al fondo
qu vamos a hacer con la belleza
ciudadela sitiada
por el herosmo de los dbiles
verdad-mentira
183

Materia del amor


que nos hizo dormir sobre colchas de plumas
y ahora nos despierta
mentira-verdad
sobre ese ro de aguas negras
que ruge bajo el lecho del obrero
(slo en la duermevela
alcanza el seno
nudoso
de la compaera)
ese ro Daro
donde se ahogan las ratas y los cisnes
donde han acabado ahogndose
los dioses del fervor y la palabra
(cuidado
seor poeta
con las trampas
de las acentuaciones
la creacin no es stravinskiana
sino arrtmica)
obstruyamos los canales de la oreja
entreabierta al roco
de los bronces
a la gorjeadura de los caramillos
que se perdieron en las colinas de Epidauro
derribemos los telones ensangrentados
del crepsculo
pintados con los clebres esputos de la Duplessis
para qu sentimientos
si el abismo ha dejado de asustarnos
y para qu rboles
bacos del crecimiento
184

Manuel Rueda

diapasones de los cinco sentidos


para qu omos llorar
al yo orar
apoyados en el silencio de unos huesos
que ya no esperan la revelacin
o contra el viento
que ha olvidado el nmero
los nombres de las estaciones
poetas para qu quieren ustedes
mirar otra vez el mundo hipcrita
que se suicida en la hermosura
ahora quiero decir mi no decir
soplar mi noche
poblar de rumores y memorias mis rbitas vacas
donde tal vez maana
otra estrella insine su mensaje
en algn cielo
increado
qu vamos a hacer con la belleza
oh dioses que mors
con ese lastre
de una innombrable eternidad a cuestas
qu vamos a hacer hoy con el hombre

185

Materia del amor


MOMENTO DEL AMOR

T no sabes lo puro que es un cuerpo


cuando las manos precisas lo tocan.
Agonizar as no es ms que nacimiento.
Te acoplas y dos cuerpos nacen a un solo desnudo,
dos cuerpos libres que fabrican el amor
hasta quedar presos.
Oh exactitud!
T no sabes lo puro que es un cuerpo
cuando otro cuerpo lo acoge en sus orillas.

186

Manuel Rueda

las, y UN CUERPO

Yo, que he cantado a los ros, ahora le canto a un


cuerpo.
A este cuerpo que a mi lado duerme
con sus frescas corrientes detenidas.
Ro donde mis manos se sumergen
como piedras que buscaran fondo
y all permanecieran, pulidas por tiempos propios,
destellando con luz de sangre y rumores antiguos.
Ro donde el tempo huele a manzanas y a nube,
donde pasan barcas empujadas por sueos,
pjaros equivocados de estacin.
Yo canto su perfeccin tranquila,
cuerpo que a mi lado se pone a brillar bajo ramajes
como un ro que suspendiera una isla a mitad de
resuello,
un ramo sbito de races yaguas con sombra.

Ro tocado por el susurro de mis ojos.


nico ro para las navegaciones de mis deseos
incesantes
que rasgan sus espumas
como elctricos peces de incontables escamas.
Es cuando mi sed, inclinada a la orilla,
demanda una frescura sin tacha,
un eterno fluir calladamente fijo
187

Materia del amor

entre estos brazos mos que lo pierden ahora


en los meandros de su sueo:
remos oscuros que se hunden, olvidados.

188

Manuel Rueda
CON EL TRABAJO DE MIS MANOS

Vamos a trabajar
para hoy
vamos a darle
hoy
su casa al hombre
vamos a ver cmo la mano
vive
abre su palma palpitante
la ahonda
se encallece
echa raz
crece labrada por sudor y dureza
morena y abierta como un pan
que mostrara en lo ms hondo
la piedad de su miga.
Vamos a verla descansar
sobre ti
relucir
sobre tu suavidad
como una herramienta sobre un ptalo
aspereza solar
quemante en los dominios de la nieve
y hundirse
suavemente en susurros y en cabellos
quieta ya
o con vigilante sobresalto
en el momento de tu rechazo
o de tu sueo.
189

Materia del amor

Mano tocada por la noche


slo en sus bordes
alzada sobre ti
sopor de isla
atisbando por lechos
mares
rocas
las naves
fnebre caravana
en un horizonte de explosiones
y gemidos.
Quien posea su mano
no tema:
tiene su amor bien repartido
e intacto
su clera ordenada
y vigilante.
Quien conozca su mano sabr el sitio
donde se guarda el pan
y reluce el fusil
que lo defiende.
Besa su mano as
besa trabajo
claridad
besa justicia
y concordia
de camaradas
que beben su spero ron en los caminos
donde se ha desterrado la maleza
y las guitarras suenan
al crepsculo
190

Manuel Rueda

y caen las manos sobre las espaldas tambaleantes


y hay amistad
all
y hay ria
pero hay una cancin.
Manos mas
,amemos
los cambios de~ hombre y de la tierra.
Vamos a reescribir nuestros mensajes
cada da
a rimar verde con verde
perennidad con esfuerzo
esfuerzo con roco.
Como un msico su partitura.
Seamos luego los intrpretes
cortando caa en la noche de los caaverales
incendiados
cantando la plena del arroz
en Salcedo
velando la sal en los albinares
de Monte Cristi
ensalmndole su furia al ro
para que nos devuelva sus ahogados.
Con el trabajo de mis manos
-ineludible presente de todo amor o msicaacaricio cuerpos que se me rinden
y coloco en la casa del pueblo
su ms slido cimiento.
Slo entonces yo s por qu me han dado manos
191

Materia del amor

palmas como los valles de extendidas ramazones


dedos erectos que otean la intemperie
cavando el verdor libre
los das encendidos.
Slo entonces yo s
por qu estos puos se alzan contra el mundo
buscando el rostro de Dios
y el de los ltimos culpables.

S por qu estn el hombre


y la mujer
mano con mano
el cura
el militar
el comerciante
aqu mano con mano
rodando en esta rueda de manos y canciones
olvidando el rencor
y la esperanza
arca para un futuro nO entrevisto
hoy
entregando la chatarra
la moneda
el fusil
la hostia
el hueso
hoy
agua y semen y sangre
en el cuenco
de estas generaciones sumergidas
que han encontrado en el fondo del abismo
192

Manuel Rueda

una pequea flor en llamas:


este amor que se evidencia sobre tu cuerpo
y me lo entrega
este amor que se extiende sobre la miseria
y la ilumina
este amor por el cual yo me rebelo
y me niego a la espera comn
a la esperanza

HOY

193

Materia del amor


MENTIRAS Y DELEITES DEL AMOR.

Perseguirte por aceras lluviosas


llegar contigo a bares
donde bebes una cerveza iluminada
que te dora el aliento
verte rer
entregndote al ruido y al acaso.
Volar
apareados por la culpa
de sabemos cercanos y anhelantes
en automviles que horadan
el centro siempre esquivo de la noche
oyendo los chasquidos del mar
donde la estrella se suicida.
Pasar gasolineras
que tienen hombres muertos o dormidos
tumbados en sillas de lona
para ir a tu encuentro
a tu todo y tu nada
otra vez t
una y distinta que me espera
en alguna habitacin que fosforece.
Antros de luz violada
guitarrones roncos que se sobreviven
radios sordos
subimos escaleras rechinantes

194

Manuel Rueda

se cierran puertas a nuestro paso


y hete aqu desnuda
silenciosa de carne y de cabellos empapados
cuando caes a mis brazos con mudez de madero
cuando cedes a m
llenndome de tus demonios conocidos.
Aqu suceden las tretas y
revelaciones de tu sangre
en cada vena palpita una advertencia
miran tus ojos a travs de los mos
auscultndome el hueso
el lgubre trabajo de la vida.
y somos
dos animales tiernos
aferrndose a un jadeo
en una caricia enemistados
en un beso mordientes
dos corazas
que saltan de pronto en plena lucha
y exponen el prodigio de tu desvalidez y tus blanduras
de tus argucias e inocencias
a una ciencia de dedos
que te sostienen y descifran.
La noche se edifica
sobre ti
sexos-Iabios-Iatidos-muslos-bocas
cuerpo adorable en cuya redondez
se hace el milagro:
sangre naciente
195

Materia del amor

semen virginal
salivas encendidas
hasta que yo mismo me extraigo de tu seno
y empiezas a parir
con el esfuerzo de tu amor
el reclamo de la aurora.

y vamos descendiendo
t
y

yo
por el gran ro
rodeados de gritos de vendedores
y de la algaraba de los altavoces
hasta mercados llenos de rizadas frescuras
hacia minutos en que ya no vamos a conocemos
que te hacen entrar de prisa en oficinas rugientes
hecha de papel
de tinta
de ausencia
de cansancio
de los prolongados olvidos del da.
Eres entonces la lejana
Ariadna en el ddalo del Minotauro
fra sacerdotisa de los nmeros
y las cuentas bancarias de los muertos
rgida tras las cromadas ventanillas
donde el oro canta las excelencias del confort
y la vida sosegada.
196

Manuel Rueda
y quedo solo

perdido
confundido
en el naufragio del viento y las esquinas
esperando que pases con tu nuevo nombre a cuestas
desconocida ma
a quien invento cada noche
a quien rehago
y persigo
y prostituyo
en la hora en que los cines empiezan a abrir sus
puertas
a las mentiras
y deleites
del amor.

197

Materia del amor


PAlABRAS PARA REHACER EL MUNDO

A Brnno Rosario Cande/ier


Et que Dieu n 'es~t/ a refaire.?
fu/es Laforgue

Hemos hecho el amor como si todo dependiera de


nosotros
sombra y luz
climas
estaciones
Eva que yace
como un pjaro en el musgo hmedo de los
mandatos
yo que pregunto
t que cedes
te niegas
me aprisionas en ti que te aprisiono
culpa que se defiende en el deleite.
Como si el tiempo
fuera la oculta segregacin de nuestros poros
cuando las vsceras trabajan
para el afn de lo bello
cuando el hueso es rencor acariciado
y toda t tendida estacin para ser
para nacer y morir conjuntamente.
(As veo
198

Rueda

, '

un. gota de eternidad en tus pesta.s t e : : :


una gota que cae como la eternidad
en el goce de un instante).
Hacemos el amor como alguien hizo el mundo:
verbo solo
elocuencia de un cuerpo que resiste el dictamen
pensando perfecciones y miserias
mucho antes de acceder
dejndose labrar
carne sumisa
guijarro sobre el que pasa el agua de un susurro.
All ests dicha y rodeada de decires
all ests presionada por la fuerza de un labio
suspiro que se afirma en un levantamiento de
montaa
un beso que se ha odo murmurar en la sangre.
y naces por mi amor como he nacido por el tuyo

recin nacidos los dos en carnes y palabras


a la simultaneidad del abrazo
que nos completa y nos sostiene.
Leyes del nmero
que exalta
y simplifica.
Emancipada
materia.
Orbe de las dulzuras y los cataclismos.
Por cada mano que toca una isla se levanta
en un mar desconocido.

199

Materia del amor

Ese verbo que somos jadeando


ese pequeo gemido entre las sbanas
esa maraa de cabellos que suenan y salivas feraces
y viene todo el limo de la tierra a ser fruto y madera
y lodazal y fuente
y en la cima de tus senos
que juegan a s yana
se columpian la dicha y la desgracia de la especie.
Qu somos t y yo sino seales
de mundos que se alcanzan
y siempre quedan lejos
lenguas trabadas que buscan decirse sus palabras.
Qu dices t cuando no dices nada
y besas para decir muda tu nombre
los das de la creacin
-Adn agnico
Eva en senectuden donde somos uno contra el dos
uno en el dos contrario al uno
uno en el uno que ha poblado la tierra
hasta los lmites del esplendor y la miseria.

II

T me dices: detente
pon el ojo
donde el dolor
panel dolor
200

Manuel Rueda

donde la carne
pon la carne
donde la muerte
pone el ojo y la bala
pone la puntera exacta en el corazn
celeste del paisaje
y agritanse los soles
y las lunas regresan en menguantes
al vaco redondo y a la ausencia
y el plumaje del dios anunciador
se hace la escama del reptil
y tu mano levanta su ceniza al trasluz
y acaricia sus rboles cansados
sus conatos de verdes
que van ejercitando su savia hacia el morir
y ves la Nada
y nada
es tan total como esta orilla
donde la Nada va creciendo
como un ocano feliz en un rincn de la memoria.
Ammonos:
aqu estn tus brazos
caminos de ida y vuelta.
Aqu estn las armas fnebres que esgrimes
desde el arco profundo de tus dos piernas separadas
donde nazco y desnazco a cada instante
para viajar del grito a la ceniza
de la ceniza al sol que no comienza todava.
Hemos hecho el amor como quien crea el mundo
y lo destruye.
201

Materia del amor

y ahora es triste saberlo


venne solo en la luz de tu horizonte que palpita
cercado por dilemas confusos y trabajos
aprendiendo ese idioma oscuro
que devanas en tu duermevela
oyendo cmo el viento
que an resiste al vaco
toca nuestra ventana para urgimos.

Hemos temblado entonces


tristes dioses
sin destino
dioses contra la carne y contra el tiempo
dioses en el amor siempre rehechos.
Entonces levantamos los visillos
a las brumas del amanecer
y est la tierra sola
en la que nicamente nosotros persistimos
lucha sin tregua que no acaba
aunque t seas distinta en el otro distinto
y yo sea aquel otro
aquella otra
que clava su aguijn
sobre los cuerpos que tu maternidad dej en
suspenso
y que ahora quieren ser
ellos-nosotros
mirndonos al filo de una aurora sin mundo
cuando el visillo queda alzado
y no hay visillo
y no estamos nosotros
202

Manuel Rueda

para alzarlo sobre el mundo


en que an queda la huella de algn dios
y la memoria de unos nombres.

III

La palabra
fue dicha?
Desdblate aqu
exultante poder.
Acomete la Nada
por tus orificios melodiosos
y salva la vida
el alba salvanos.
Queremos tu Nada
poblada de nadas
el milagro
de tus concavidades que concilian.

Queremos el rumor
de todos los rumores
el rumor abracadabra
que abre y que cierra la palabra
que abre y que cierra el labio
delante y detrs de la palabra
delante y detrs del rumor de la palabra.
La palabra que crea el rgano
como el rgano crea la funcin

203

Materia del amor

como la funcin crea el amor


como el amor crea el vaco
del amor
y el amor el olvido
del amor
y el amor
el amor
de no ser ms que amor
palabra sola
en el aire
de un ocano futuro
toda la eternidad que cabe
temblando
en el instante.
Amar la palabramar
amar la palabra amar
la que abre el mar y labra el mar
en abramar
y en ebrio mar
de muerte.
Abra cada palabra
la Nada.
Prese Adn
en el fulgor de la slaba
yel trueno.
Se diga el barro
que ya sabe a tu boca
a tu pecado de mujer tendida
boca arriba
cerrada como el Cero
204

Manuel Rueda

completa y abierta como el Cero


que una espada de rumor atraviesa
para afincar tu idioma
el gran alfabeto puro
en donde ha empezado a dormir
a respirar
a morir
una mujer completa
su amor en guturales precisiones
de agona y alabanza.
Despierta
sete al cortinaje
que nos devuelve intactos
a esta alba desnuda
de cada da
donde los cuerpos son los graciosos emblemas
de un dolor que no acaba
los esbozos de un pueblo
que inevitablemente volver a suicidarse en el
crepsculo.
Qu difcil
hermoso
rehacer el mundo
desde el olvido del mundo.
Cunto esfuerzo
para enrumbar a Dios
hacia la patria del lenguaje
del arco iris
y el relmpago.
Dios indeciso
205

Materia del amor

entre la Nada y la Palabra


en el instante en que el Demonio
que ha perdido las cuerdas vocales
va a precederlo.
Pero la slaba echa a andar
y hete aqu hembra canora
volando de la sustancia al espejo
del sexo al horizonte
purificando el lazo de la sangre
en la imagen.
Porque has nacido nia en mi costado
y eres el amor-fuego
el amor-agua
el amor-viento
amor que ha inventado el amor
para poder amar de nuevo
el albamor
el solamor
que ha extendido los cielos
para que no se pierdan tus abrazos.
Tu lugar no es el sueo.
Tu funcin no est en la mdula
estremecida por la fiebre.
Qu haces en los lechos?
Tu lugar
no est en las cuatro paredes ciegas
de la alcoba.
Vuelas.
T vuelas
y tus dolores son el clculo
206

Manuel Rueda

de las velocidades
las distancias que ascienden como el humo
hasta los miradores del planeta
cuando abajo est la luz crucificada
el mentido verdor
los cabeceantes lmites
de lo tuyo y lo mo
sobre un pueblo de nios degollados
que no saben dnde depositar sus cabezas.
Avanza.
Las ciudades quieren vivir
nacer de ti
entregarse otra vez a las dulzuras
de las nuevas promesas.
Hemos rehecho el mundo
como quien hace el amor
con mpetus y asaltos
con voluntad de vencer y de quedar vencidos
con deseos de vivir
y de quedar aniquilados.
Otra vez. Otra vez.
Ansiedad ma
flor blanca de mi costilla negra
hacia el comienzo
otra vez
la misma pregunta
el mismo
dios entre los brazos
que abraza a un idntico dios
-rehecho siempre igual a cada intento-207

Materia del amor

a un idntico deseo
de ser dos
en el uno inicial
de ser uno
en el Cero--corona de la Nada
de ser palabra sola
en un solo
me nstruo ciego de amor:
verdades infInitas
en la nica verdad que exalta
y que redime.
Hemos rehecho el mundo
como quien hace el amor.
Pero permanecen las palabras!

208

Manuel Rueda
CAMBIANTES

Mi lu tan luz
O/iverio Girondo

Apoyado en un verso de Oliverio Girondo este Canon


combina palabrasyslabas a la manera de los Dragramas
para producir sus significados de acuerdo a las
posiciones que ellas adopten en el texto. Texto
combinatorio, cuya claridad quedar establecida a
travs de un concepto espacial de la lectura. Las dos
partes funcionan en razn a la identidad "senos" y a los
dems pares de elementos incluidos: unoysu contrario,
que circulan por todo el texto.

209

Materia del amor

ESLU

S lu nos lu
silbicos lules
uno en mi mano: lu
lu que amelliza ellu hasta elluzl
mi toda luz luluna lumisol
ullu que ula en lululuz
miensombra
miennol
milusil
mi s
mi lusin
luluella
lulusenos
lumiluz

210

Manuel Rueda
II

SONLU

Es lu son lu
ula ulul de son nos luar
lusivozl si redonsondos
si an uno reno en el dosn
mi uluna uluno
mi ulular
son sol idos
solos idos
los dos i dios
lusinosones
dos senos
docenas
luzvoz luzluz
miluminar

211

Materia del amor

SECUENOAS

Homenaje a Eugen Gomrlnger


y sus constelactones.

N
N
D
N

A
A
1
A

D
D
O
D

A
A
S
A

D
D
V
D

1
1

O
O

S
S
O
S

V
V
H
V

H
H
M
H

212

E
E
O

B
B

R
R

O
O
U
O

M
M
E
M

B
B

R
R

O
O

E
O

E
E
E
E

Manuel Rueda

M U
M

E R
T
E R
T
R
B
E R
T

V
E
M U
V
V

E
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213

Materia del amor


LECaONES DE IDSTORIA PATRIA

1. AFICHE SOBRE DUARTE

Verdadero homenaje a Duarte que sigue los aspectos


visuales del afiche. Se pretende aqu valorar las figuras
histricas de Duarte y de Santana, bajo metforas de
orden geogrfico, tomando el segundo nombre en su
aspecto fontico ms que real: Santa Ana y Santana.
"Afiche sobre Duarte" es adems una invitacin a
conocer la Repblica Dominicana y su arte. Tambin
se pretende, con las palabras y las letras, dar el contorno
fsico y la interpretacin histrica, adems del
significado espiritual.

214

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CONOZCA

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215

Materia del amor


LECaONES DE IUSTORIA PATRIA

2. COWNIAlJSMO

Evolucin fontica, a manera de concretismo, que


parte de un escenario: "la calle" y que evoluciona a
travs de otras palabras que encaman nuestra historia
contempornea de temores: "lo callo"; prostituciones:
"lacayo"; tutelajes: "ayo"; tragedias colectivas: "ayes"
y procedencia fornea y aceptacin del mal: "yes".

216

Manuel Rueda

LL

AY

217

DE
CONGREGACIN DEL CUERPO NICO
(1989)

Manuel Rueda
HOMBRE DEL PAts DE NADm

NADm

Yo he perseguido a Nadie.
Nadie se llama ese Alguien
que no existe
que existe como una posibilidad ms
de su propia imposibilidad de existir.
Yo lo siento en el vaco
de la noche
en el sueo donde reposa el imposible
en la muerte que ha abolido todos los posibles.
Yo he contemplado a Nadie
en el espejo de Alguien.
Y tena mi rostro.

221

Materia del amor

REFERENCIAS

No soy un hombre solo.


Soy un hombre del pas de Nadie.
En mi pas las mujeres tienen largas cabelleras

y miran al vaco
como si esperaran al extranjero que nunca ha de
llegar.
No somos adictos a la pltica y toda nuestra msica
oscilando entre la cuerda y el silencio
suena en el cielo como el eje sin engrasar de la
luna llena.
En el pas de Nadie se encuentra el mar de Nunca
propicio a las ensoaciones.
La ms hermosa de la tribu algunas noches me
enciende las mejillas
con el resplandor de la muerte.
Luego me abandona a mi destino
que es escribir sobre la arena caliente del crepsculo
memorias inventadas.
No soy un hombre solo.
Soy un hombre del pas de Nadie
yeso me impide comprender el sentido de las cosas
la fugacidad de una primavera devorada por la
hoja del helecho
que se balancea desnuda como el esqueleto de un
pjaro.
De noche subo a la montaa para hacer seales a los
222

Manuel Rueda

astros
que pennanecen impasibles.
A veces grito porque soy un hombre del pas de
Nadie
donde el dolor no tiene ningn significado.
Grito hasta llenar el horizonte con mis voces.
Despus me pongo a esperar
a esperar con un miedo terrible de que algo nos
suceda
de que una sola palabra estalle entre nosotros
y nos revele el nombre
cuyo desconocimiento es la nica justificacin
digna que poseemos
para no ser
y seguir adelante con nuestro oficio de costumbre.

223

Materia del amor

LA CASA

Hago una casa donde poder vivir al abrigo de


mis dolores y traiciones
del animal que acecha con el ojo engarzado en
negrura y deleite.
Una casa sin techo ni paredes
pero con enredaderas a travs de las cuales puedan
filtrarse junto a ciertas estrellas
ngeles y demonios de otros mundos.
Vientos y pjaros podran hacer su ronda mientras
que yo descanso del cuidado de saberme
vivo
y ajeno a toda muerte.
No un cuerpo nuevo.
Una casa solamente en la intimidad de los deseos
y las inclemencias de lo solo
un latir de maderas con los precisos rincones para
la msica o la conversacin
la viga tan alta que ya no pueda verla
los tablones agujereados por la noche
con la veta del sueo susurrndome las visiones
antiguas:
imgenes que me llegan en olas de calor y ternura
en las horas del menguante.
Vivir as al abrigo de la pasin y del desastre:
ruina joven para el zarcillo de las flores
piedra recin cortada para la tumba de los cantos
que no han de perecer.
224

Manuel Rueda

lA REINA

La Palabra dice:

Yo soy la Reina
y ocupo todo el espacio
de lo por decir y por haber.
Yo soy la noche del vocablo
en la aspereza del resuello
vena azul de una carne
que ha empezado a fluir en otra carne.
Mi cabellera es oro de palabra en el viento.
Yo soy la Reina
y quedo escrita
en las arenas blancas del mundo
suave deidad de muslos que pronuncian deseo
para que digas sangre tuya
en el ondular de todas las corrientes.

225

Materia del amor


13

ANTtrEsIS
Yo que soy yo
t que eres t
cmo nos olvidamos
de acordamos juntos!
Yo que soy t
t que eres yo
cmo nos acordamos
de olvidamos juntos!
Nosotros que no somos
ni t ni yo
cmo vamos buscndonos
sin encontramos nunca!

226

Manuel Rueda
18

VOCES

Si ves un ro mrate en l.
Si ves un rbol smate a su sombra.
Si ves una piedra revernciala.
La llama te ensear delirio
y el horizonte quietud.
El tigre la aterradora simetra.
La doncella la msica de los violines.
T vienes con el sol y te vas con la luna.
El fruto crea tu hambre.
Tu inapetencia el hueso que la sostiene.
Si ves la muerte no la huyas:
te tomar de seguro en Ispahan.

227

Materia del amor

20

ORAON

Alabado sea el dios que cre el mundo de Nada


y de todas las conjugaciones de la Nada.
Alabado seas t el que no eres
t el que seras
t el que sin ser fuiste
hecho de su poder y su elocuencia.
Alabado sea el dios que cre el mundo
a su imagen y semejanza:
Nada que vuelve a Nada
polvo hacia el polvo del origen.

228

Manuel Rueda

Debajo de mi rostro
tu rostro.
Y debajo?
Los dems
rostros
los tuyos y los mos
esperando la mscara
el rostro que no nace todava.
Y debajo?
El rostro de la mscara.
La mscara sin rostro
sobre los ojos del vaco.

229

Materia del amor

Qu rostro
o qu mscara
eres t
verdad final
que mirars por sobre el da abolido
con ojos sin asombro.
y yo qu parte tuya
ser.
En cul sitio de la mscara
se imprimir mi rostro
en cul sitio de tu rostro
se imprimir mi mscara
para que seamos juntos
-fin y principio de todo lo creadola nica mscara posible
en el nico rostro verdadero.

230

Manuel Rueda

12

Las mscaras vienen de lejos


a ensefiamos el rostro de lo ido.
El nifio amasa el barro
y lo que le sale de sus manos
es un signo inmortal
una mirada tan antigua
como su inocencia.
El nifio crea los animales
que ya han corrido las praderas
el pjaro que ha volado
sobre infinitas tormentas
los perfiles de antepasados ansiosos
que se apresuran a reconocerlo.
El nifio crea la mscara.
No sabe
que la mscara lo ha creado a l.

231

Materia del amor


CONTRAMOR

Annima y desnuda
as te quiero
sobre mi lecho
sin nombre ni palabra
toda acto
de amor
brazos tan slo
boca senos cadera
escalofros
as ofrecida
sin arrepentimientos y sin alma
con voluntad de ser y de extinguirte
en cada uno de tus besos:
olvido puro en las mudanzas
del amanecer.

JI

Nada me sirve en el instante de tenderme junto a ti


como no sea t misma.

Nada me sobra sino t


que opones tu presencia a tu cuerpo
tu mirada a ese deseo puro de tus ojos.
232

Manuel Rueda

Nada me sobra tanto como la tirana de tu amor


que no me deja amarte como debo.

233

Materia del amor


aJERPO NEGADO

Cuerpo que es alma


-tiembla an el roco original
en sus ptalosestupor
en la mano que lo recorre
desde el misterio de la axila
a la arrogancia de los pectorales
desde el cabello arriba
hasta la hondura donde duerme el dios
descansa de sus batallas
con la inocencia de una flor en la primera
rama del mundo.
Zozobro
dando brazadas
en un mar inconcluso.
Me asomo al secreto de las dichas gemelas
ojos orejas manos
piernas tetillas
dobles labios
eso que toda carne ha repetido
para loar sus perfecciones
que fluyen o se encierran
ofrecidas-negadas.
Paraso
a cuya puerta golpeo
con un manojo de llaves truncas.
Abrecirrame el da
la noche donde me agoto
en el combate imaginario

234

Manuel Rueda

de m mismo.
Una nube en el balcn.
La ola en el arrecife
retrocediendo y estrellndose.
La palabra en los labios para encarnarte.
Eres lo pronunciado
que no revela identidad.
La slaba ofrece tu rostro
y vas a ser
casi te siento
palpitar al borde de los labios
como una anotacin rpida
en el blanco margen de los cuadernos.
Pero no encuentro
tus labios
huyes
te pierdes
en el fragor del da
con tu palabra a cuestas
con todas nuestras ansias a la espalda.
Tu vaco me acompaa
el poema que trato de escribir
con el fulgor de tus orificaciones
destellando en la oscuridad
con toda esa dialctica
de la renunciacin
haciendo que slo ests cuando has marchado
en busca de otra ciudad
O de lo lejos:
t

-tal vez Comaladonde hay flores que huelen a desamor

235

Materia del amor

y muertos que se apoyan en las tapias crepusculares


y hoteles donde te duchas oyendo a Patxi Andin
y te tiendes con el muchacho balbuceante a tu lado
-una blanca toalla sobre el sexo-mientras el miedo baja las escaleras
con disfraz de ternura.
Temes
lo que amas. Renuncias
a los abrazos verdaderos
al rumor que hace un beso chocando entre los
dientes
cuando se parte en dos
dos bocas dos labios dos sonidos.
Se han desgranado ya todas las bocas
y slo hay una boca para todos los sexos
y slo hay una carne para todo el delirio.
Destruye las barreras.
Tenemos una sola palabra
para inventar el diccionario.
El hombre es la mujer
y la mujer los versos
que escribe el hombre
sacados de su misma costilla
para olvidarse juntos
y recordar otra vez la Anunciacin del barro
la especie redimida.
Es posible nacer
de nuevo.
He aqu los peligros
que testificarn por nosotros.
Se necesita una lmpara y la muerte
un solo invierno y el ascua del corazn

236

Manuel Rueda
y que sople el viento sobre la llama
y que sople la muerte contra el viento.
Slo quedan tus hbitos
el almendro que no habas visto nunca
verdes y rojos que no han sido tocados por las
estaciones
en el resguardo de la isla.
Queda el vino de la primera noche
incendiando tu desnudez
tu dormir a distancia
meloda y quejumbre
de un sueo que no era posible conciliar.
y queda el nombre inscrito
en la maquinilla Remington
con un tecleo impresionista.
Ests aqu
sobre los lechos de la madrugada
leyendo a Freddy
hablndome de Paz y de Lezama
de repudios y concesiones
mientras mis manos hormigas ciegas
aprenden el c;mino
la soledad de ir y venir por un cuerpo
minado de enigmas
de indiferencias y sospechas
ofrecido al goce de no participar
virgen en la inocente madeja del humo
que desle sobre l sus bendiciones
en la primera pureza del invierno.
Cuerpo negado.
Y yo qu te dara
como compensacin?
237

Materia del amor

Cincuenta aos
de huesos adoloridos
y de carnes marchitas
noches donde han pasado torsos
amados de prisa y a destiempo
cuerpos como meteoros
(humus y piedras
enredaderas y lucirnagas)
olientes a noche y a tabacos rubios
silbadores de cantos de sirenas
en la barca de Ulises.
Heme aqu en el comienzo
-rubor y cantocon la mano dorada por las gracias del dios
sin comprender
nico requisito para que seas
y me des la existencia requerida.
Mira cmo encama el deseo
en un solo imposible.
Esta mano se mueve
resbalando
confundiendo la sangre con la epidermis
el fardo de las aguas con el dorado sol
la msica de unos dientes con el silencio de la axila.
Mis manos lo ganan y lo pierden.
Cuerpo blanco sobre la pgina en blanco.
Poema que ya nunca dejar de escribirse
a travs de otros cuerpos
de otras palabras y otros versos
que sern el nico cuerpo verdadero
el nico verso digno de enfrentarse al olvido.

238

Manuel Rueda
SI ES QUE ESTAMOS DESNUDOS

Si es que estoy desnudo si es que ests desnuda


si es que estamos vestidos del alma que nos falta
mirmonos toqumonos ammonos
para inventarnos el nuevo paraso.
Cuerpos que apenas pesan lo que el tacto
labios que slo se abren a beso o balbuceo
miradas que se mezclan en el fondo del hueso
toda tu desnudez fluyendo entre la ma.
Qu hacemos t y yo juntos sino aunar lo
destruido?
Qu hacemos sino el jbilo de una maana nueva
en que todo el cansando se nos trueca en deleite
en concienda de estar en lmites precisos?
Si es que estamos desnudos morir nacer debemos
morir y renacer de los propios despojos
ceniza que retoma en dos tiempos gemelos
de una misma substancia desbordados.

239

Materia del amor

CONGREGAON DEL CUERPO NIco

l dijo:
"He conocido seres fabulosos
a quienes se amaba en cuerpo y alma.
He visto cuerpos de diosas y mancebos
fulgir en los boscajes como mrmoles vivos.
Pero no me han conmovido gracia
o perfecin.
Eran bellos sin duda
mas con belleza no abarcable para el deseo
clausurada unidad en el deleite
de esa ilusin de amor que me disgrega".
l dijo:
"No hablaremos del alma.
Dejaremos atrs sus laberintos
en beneficio de ese otro laberinto
de la carne enroscada con la carne
donde pugnan fragmentos adorados
rostros que se han volteado para verme
pasar
rota imagen del mundo
hecha del maridaje de dos ojos que inquieren.
Torso que no es de nadie
y que no relaciono con un todo.
Tactos que me han buscado en la tiniebla.
Quin sino yo se acuerda
240

Manuel Rueda

de las fascinaciones de lo trunco?


Ser posible
que todava me acechen esas identidades
destructoras
de las que he conservado apenas algo:
porciones de belleza y de materias
intensamente deseadas
escorzos de una piel
brazos-cabellos
la rodilla o la rtula entrevistas
la cadera o el labio
unos dientes mordientes
o unas uas mordidas?
y an no s si aquello
annimo y fugaz
es lo que me ha producido las dichas o el insomnio
gozo libre escapado de mil cuerpos
esclavo cada uno
de su propia imposibilidad de conmoverme.
o soy lo que destruye
lo que tomo a tomo retorna a Adn la estirpe
congregada?
Tal vez ser la forma primaria lo que busco
tal vez la Eva enjaulada en mis costillas
la cautela de la sierpe en el vaivn del mundo
el llamado del pjaro nupcial
procacidad de la que slo voz distingo.
He aqu mis das.
Yo el destructor de imgenes
241

Materia del amor

que pedazo a pedazo intenta


restablecer el orden del futuro.
y si pudiera recogerlos
qu nueva identidad recomponda
con unas porciones tan exiguas?
Qu ngel airado o bestia
saldra de mi abrazo
a una existencia de horrores y tropiezos?
10 repartido que amo
lo que slo poda ser rescatado
en la rueda de miembros y cabezas
de giles extremidades que coronen el todo
tejiendo un movimiento feliz en torno suyo
donde una mano cncava
repase turgencias y sonidos.
Todo aquello que lucha
por desatar los lazos con que la perfeccin lo anuda.
He temido los cuerpos y temido
sumirme en sus encantos terminados.
As lucho apresndome en las chispas
que esta unidad
sol nico
desprende
(no hablemos de las almas)
hacindose y rehacindose a su antojo.
Unidad verdadera en la que escapo
destruyndola
y en la que de continuo me destruyo".

242

Manuel Rueda

y agreg todava:

"El olor tambin es una parte.


Me golpea lo mismo que una axila
cerrada
(secreta aun ms que el sexo
que se entreabre y se cierra a voluntad
para recibir mis balbucientes silabarios
de varn en derrota).
Sexo o axila. Olor. Olor.
Selvas enmaraadas que se queman
en los fuegos secretos de la especie.
Olor
donde se pudre el silencio y la sonrisa
se convierte en pavesas.
Olor que emana
en el sexo cerrado de la axila
o en el cardumen de las ingles.
Gestos y olores donde crepitan miembros anudados
satisfactorios volmenes que exudan o que exhalan
esos licores ntimos o aromas
que vienen de lo lejos
del hueso o de la muerte que el hueso perfecciona
del tiempo en que el vaco se encontraba dispuesto
a ser colmado
y nacimos y fuimos
y olimos infinitamente con olor
de materia salobre confinada.
Poda pasar aquel o aquella

243

Materia del amor

cuyos fragmentos percibimos azorados


podan olvidarse el amor los deseos
perderse entre las noches que no conocieron el
rubor
que no tuvieron astros
ni lmparas encendidas en el barro
mas siempre sentira las huellas de los que se
entregaron
sin pronunciar sus nombres en la sombra.
Ciego andara y conocera esos segmentos
por el aroma que han dejado en las manos y en los
lechos
mixtura de vidas y de ausencias
jazmineros que huelen todava en las proximidades
del olvido.
Olores.
Quin los olvidara
ya desaparecidas las pieles de donde emanaron
estrellas vivas de un olfato
cuya memoria an nos estremece?
Porque habis de
saber
que el olor entra en la Eternidad
mucho antes que los cuerpos".
Eso dijo
y sus ojos se abrieron a un caleidoscopio
de seres inconclusos que giraban
quedndose en la hoguera de las cosas.

244

Manuel Rueda

n
"Pero od y entended las locas nupcias
de la carne viuda
y del alma acezante.
Cuerpos que contenis slo segmentos del gran
cuerpo
congregaos.
Larvas anglicas
gusanos en que presa queda el ala
y el vuelo y el destello se anuncian
reunos en tomo a la flor que est sin nombre.
Vanos sois hombres de gozo
que sorbis resuello como licor fuerte.
Pegados a la boca de la desconocida
entendis el secreto que el interior propaga
el secreto que duerme cual pigmento en la sangre
que da tilde a la voz
ondulacin a la palabra
que pone en los contornos de la idea
las cohortes del tacto?
Bocas que se han multiplicado
o se han hendido en labios de otras bocas
besos cuya ciencia termina en el besar
lenguas que criaron la saliva de la nada
en los hartazgos del amanecer
cmo habis desgranado los das en el lecho
y empollado el calor que ahora irradiis
245

Materia del amor

en otros calores excedentes!


Amantes:
qu habis aprendido
en las lecciones del seco o de las lgrimas?
qu olor entendisteis?
qu sabor descifrado
tenis entre los poros vidos de significacin?
All dormida la tenis
mujer en cauce de reposo o de muerte.
Qu signo hace su carne navegable:
busto en torsin sobre la pgina del sueo
donde la veis escribir su astrologa de formas
y volmenes equidistantes
y armoniosos sonidos?
Indefensa. Urna sellada
de huesos y substancias
con pudor de esos astros interiores.
Dnde el capullo esconde su inservible madeja
y sale hacia la luz la mariposa que mira a Dios

defrenteorgulloso color que se prosterna:


alma tan slo?
S610 del cuerpo justo naces
oh alma.
S610 del cuerpo reunido o reinventado
en vigilia y en sueo
Dante: Purgo Canto X, versos 124 al 126.

246

Manuel Rueda

es posible la Reina que sube el peldao de la carne


hacia el color-perfume-delo
del conocemos y el sabemos
deshabitados como estamos
con la ceniza del deseo en los labios.
Formas en equilibrio con la Forma
razn e instinto abrazados a la idea
como la flor es slo la flor cuando se piensa
en su halo de pujanza o de misterio.
Cuerpos cuando el amor los hace innecesarios
quietas ya en el espacio las arboladuras
de sus gracias unnimes.
All en el montn de rostros y de miembros
deshechos
hurgando en los detritus de las generaciones
mrate ya dispuesto para estrenar tu alma
cuerpo siempre buscado pero nunca obtenido
cuerpo salvado de los cuerpos
que nos toma a las nieblas del origen.
Pecho de Adn
mejilla de Eva
de uno los brazos rudos y benditos
de la otra el regazo incubador del da
todas las descendencias en lneas y volmenes
expuestas
desgajadas y erctiles
partidas
en brazos--caderas-nalgas-vientres-piemas
senos y espaldas que suben al reparto

247

Materia del amor

confundidos gloriados en la rueda solar que


entera gira
y desmembrada yace
al repaso fmal de la mirada",

248

Manuel Rueda
INTRODUCCIN AL LIBRO

Libro que soy


que escribo.
Identidad de lo que fui
ynosoy
(tal vez sea)
y no volver a ser
a pesar de la pgina en blanco
a pesar de la pgina escrita
donde vago con ojos de raptor
buscando seas escondidas
cicatrices
que manan sangre fresca
todava.
Libro nunca alcanzado
nunca posedo
como nombre
en el tiempo de ser y de llamarme.
Imagen de lo que no fue
y vuelve as puntual
con mi rostro de siempre.

11

Te pulso

249

Materia del amor

pgina como el cielo


en la que cruzan astros nunca dichos
pgina como el espejo de toda memoria:
invencin pura
de lo que ha vivido sin dueo
y ha muerto sin destino.
Todos los libros te componen.
Todas las bibliotecas te repiten.
Los ciegos leen en ti como en la noche
por espejeo de sombra y astro
oyndote las heridas
tantendote lo igual que disimula lo distinto.
Toca el signo de tu alma
en la pgina tembladora
donde se te acusa y absuelve.
Escribe contra el tiempo
la mano llena de substancias
e irresistibles verdores.
He aqu la pausa
la reticencia
el circunloquio.
Mrame despertar
sobre la forma de mi rostro dormido
que descabeza a mi existencia como un sueo
bajo el tibio resplandor de la lmpara
donde se congregan las palabras.

250

Manuel Rueda
EN VOZ ALTA

De lo que es desnudez: huellas o sombras.


De lo que es miedo o est en el color de una mirada.
De eso estamos hechos:
de lo que apenas nos roza o nos padece
de esos lmites puros de la carne o el viento
cuando ascienden y dejan sus temblores
como una indecisin para las cosas.
Esa luz que nos toca
la herida que la piedra nos produce en la sangre
y ese polvo que urdimos como una despedida
cuando la mano toca la forma moribunda.
De algn miedo encendido lo mismo que una
lmpara
que arde con sobresalto en todos los caminos
se hizo nuestra muerte
y fue el relmpago
de lo pensado y de lo sido
tormenta de la memoria para un ayer perpetuo
que se expresa en maana.
Ando: mi pie lo dice.
Respiro: mi sangre lo agoniza.
Me enmuero en vida y me revivo en muerte.
De qu orilla surgido
de qu nada iracunda
que me forj apetitos y cabellos
que me hizo bajar desnudo a las dudades
251

Materia del amor

para escoger el nombre y la camisa


el nmero mortal que me asesina.
De esta voz en voz alta: de esta oscura
palabra que nos dieron
y apenas si fue pulso o fue saliva
la volvieron al fondo de la noche.
Muero pero de qu desdichas o preguntas?
Qu me hace muerto en plenas agonas?
Qu me hace morir cuando voy muerto
en la guerra de este vivir que no da tregua
en orillas gemelas de ser y de extinguimos?
Dame tu tiempo y smalo a mi tiempo.
Dame tu todo y smalo a mi nada.
Dame la brecha donde vuelve el astro
y vuelve su memoria
para decir ahora lo que me queda por callar
que eso es decirme
que eso es echar la huella por delante
bajo un pie que la aplana y la conmina.
Surgir de tactos o alba manoseada
que renueva un dolor mal aprendido.
Ceniza de un deseo que no perece.
Morimos de este amor
de esta salvaje
primavera que apela a nuestros huesos.
Eternidad que nos enciela
en un vaco redondo como el mundo.

252

--------------- Manuel Rueda


DE LA ESCRITURA

Dime palabra dnde estn los vnculos


las declinaciones
las partculas sustantivas de la primavera
en la ltima saliva de! mundo?
Veo la brisa que enmudece para decir patas de
gorriones
amapolas punteadas en la inutilidad de los yerbajos.
Alguien opuso e! parntesis blanco de la arena
a los detritus de! ocano.
rboles se escribieron y trotes de caballos
en maanas desnudas.
Todo lo dulce o heroico encendi las fogatas
del amanecer
en e! campo donde se pensaron las batallas.
Quien escribi Troya nos ha contado Abril
buscando entre las canaletas de las rimas
la direccin de las palabras.
Decirlo fue creerlo
inventariarlo dar fe de cosa cierta
en libros que se abren sobre los ojos de Dios
y las argucias de los hombres.
Oh t que llenas de esplendor sonoro
las canciones hechas para las intimidades de11echo
fornicador de diosas
en el primer captulo de la gesta
danos la clave.

253

Materia del amor

Qu me queda
sino la torcedura de un signo en ese aire del
principio
donde la mano del juglar estampa sus
contradicciones
escribiendo entre el ala y el pedrusco?

Palabra contra espejo.


Palabra contra imagen.
Contra el significado la palabra
o la ausencia de la palabra
o la verdad de la palabra
que no encuentra los poderes de una boca
para soplar y destruir
y slo halla un jeroglfico
un despojo en el blancor sin nombre de la pgina.

254

Manuel Rueda
REVELAOONES DEL LIBRO

Leemos como si buscramos El Libro.


Pasamos hojas como tiempos
en los que nos esperamos a nosotros mismos.
Nos estamos leyendo con la falsa memoria
de los que no han nacido todava
y sin embargo conocen el color de sus ojos
las propiedades de .ese amanecer
que albergar sus inocencias.
Buscamos en cada lnea la vida que nos pertenece
la muerte que sobreviene
como consecuencia de una sintaxis particular
que nos alude.
Te buscamos Eternidad
como algo ya aprendido y olvidado
en el blancor indecible de los mrgenes
en el aire no escrito que confina en sus bordes
prolongacin y encuentro del Libro verdadero.

255

Materia del amor

TIEMPOS

S que tengo otro nombre


y una boca lo dice.
S que tengo otro cuerpo
y algn tacto lo agota.
Estoy en otra parte
salvado de esta casa y esta hora
con la extraeza de saberme ajeno
yel mismo:
uno que tiembla ante la hoja de papel
para escribir este poema.

256

Manuel Rueda
AuMSICA.
MEDITAaN ANTE EL PIANO

Si la msica es el alimento del amor

tocad!
W. Sbakespeare -

Otelo

T lo miras.
No es la cola de los pavos reales abierta
bajo ejes tentaculares.
Es la negra cadera del ocano
el pecho en carne viva
con su resguardo de fieltros y lacas nocturnas.
No es el golpe de los martinetes hiriendo metales
sino la carne en busca de su orilla
el dedo que cae
el hueso que se descoyunta
sobre la trampa minuciosa donde el tiempo ha
quedado prisionero
reducido a cifra y signo
al ejercicio de esos cinco dedos que lo roen
como topos
antes de sumirse en el silencio.
Qu haces en esta tumba coronada de nubes
que atruenan al pasar
y se deshacen en lluvia minuciosa?
Qu haces vigilando estos marfiles
que emergen de la noche?

He aqu que tus manos se encuentran.


257

Materia del amor

Te encuentran.
Ya saben el camino.
En esa dorada inconsistencia de no poderse
negar nada
llegan de las profundidades del secreto a la luz
un poco turbadas y remisas
solicitando misericordia
hasta que se conceden un dios:
la msica.
Radiante respuesta a nada.
Lo que en s mismo no tiene sentido preciso
y obliga a todo sentido.
Tus manos
creacin apenas
entre un no ser y sus bordes
que ahora son audibles.
Tantas manos para tus manos.
Tanta ocupacin mezquina o desolada
para tus manos.
Pero ahora ellas refulgen.
Ahora los grandes ancianos te sonren
las toman
te las llenan de tiempo y de sabidura
se sientan a escuchar lo que tus manos descifran
porque esta es tu hora de abolicin y reflexin
donde t hablas por ellos.
Y vas a ser
no eres.
Te rodean.
El aire agita sus pelucas sus faldones sus frentes
perladas de eternidad.
Sus dulzuras cansancios virulencias te acometen.
258

Manuel Rueda

Las marcas de viruela del padre sordo se encienden


como lentejuelas en la pgina ardida de signos.
Cada pgina un haz de cicatrices de donde brota
una fuente.
Cada comps un faro para alumbrar el camino a
sus compaeros
que han emprendido el viaje
hace siglos
sobre el ocano de las manos
sobre el ocano de odos elevados al pasmo de
las profundidades.
Sosegado bajo la mirada de los muertos
que te otorgan la vida
y a quienes t se la devuelves
con la prodigiosa memoria del sonido a cuestas
con el candor de los dedos que aprenden solos
el camino.
No ser o ser all
en el intocado tiempo de los signos.
Ser por el tacto.
No es el golpe.
Con el nervio de la caricia que descubre el
centro del escalofro.
Peso. (Y un cuerpo dnde?).
Contraccin. Impulso. (Aqu un desgarramiento).
Hundid la tecla
y dejad al dedo descansar sobre ella. (Legattisimo
signore).

Bien entendido no habis logrado ms que una


constelacin de vibraciones
que la acstica explicar correctamente.
259

Materia del amor

De una tercera haced el salto mortal!


Cuidado!
El mundo pende
de aquella nota que se hace esperar
que ahora tarda
que es sin ser
y estalla
cuando no queda ms que el vrtigo y una
laceracin de silencio
en la punta de los dedos.
Eso: carne en la luz.
Verdad.
Y qu sera esa verdad?
Y qu es despus de todo la mentira aqu
cuando mentir sera equivocar el tiempo
la pausa el arrebato
el palpitante conglomerado de substancia?
Mientes y has dejado de estar.
Ya hemos abandonado nuestro sitio en el saln
y los teatros quedan desiertos.
Slo la verdad te hace.
Slo el sonido te osifica.
Tus dedos son ese acorde que los redondea con
voluntad de sonar.
Despus... ah ellos vagan en un limbo de humo
en una inexistencia opaca.
Todo un fantasma dctil que deambula a lo
largo de la sonata
hasta hacerse visible
hasta quedar mostrado por la msica en su ltima

260

Manuel Rueda
carne

con vsceras fragantes.


Llamado a juicio
resucitado
por el clamor de los cobres que no dejan de orse
por los instrumentos que el hombre modifica de
continuo
hasta labrar el instrumento esfrico donde vuelve a
sonar la memoria de la vida
con sus medidas nmeros llaves tubos
por donde deber regresamos toda la creacin
volver a establecerse en la tierra por la msica.
Alaba al Seor con adufe y salterio
albalo con caracol y timbal
con gira y rgano
con claves y dulziones
con marimbas y cromamos
con el oficleide y la tambora
con helicn y maraca y pandero y chirimas
oblgalo hasta que sea:
pulsacin y soplo
sobre las embocaduras rituales.
Dios nacido nio en el hueco de las caas
que conocieron el hlito de los orangutanes
jvenes.
Cincuenta aos perdido entre la msica
encontrado
lgamo camal que se mece en las aguas del
principio
cuando todo ser va a encontrarse por la voluntad de
261

Materia del amor

la palabra
por el verbo agazapado en la cuerda que la
creara
una minscula embestida de ola en la oreja de la
Nada
en el caracol enroscado de la gran noche.
Alaba al Seor hecho a imagen y semejanza de
los instrumentos msicos.
Alaba a la msica creadora de los instrumentos
y del Seor que duerme en ellos
y que no es
hasta que toda la orquesta retumba
y el cielo queda grvido.
Hombre bruto: alaba a Dios modificando el
labio
en el peine de las armnicas
en el pico de las botellas
y silba y canta
desangrndote en los caminos.
Enronquece! qu ms te da! pero echa afuera el
ansia:
tu voz: pasto y pezua
garra y sueo
crepsculo y quejido.
Pecho y pujo blanquendote la noche.
Pchate con tu voz como un jilguero
al que un puerquito le quebr su linda patica.
En el cepo del barro gotern de la sangre.
Gotern de nota sola que no cae
que no cesa de orse
262

Manuel Rueda

que empuja la montaa


cuero y jazmn
oliendo a mansedumbre.
Jilguero que habla de Dios.
'Quin quebr tu patica?
Fue el puerquito cimarrn
o fue el hombre cabrn
culo de hormiga y diente de len?
y se te rompe la cancin.
Tu inteligencia es tu voz: remindala.
Slaba a slaba componte el nuevo abecedario.
Pnte un silencio redondo como una piedra en
el pecho y empecemos.
Una piedra donde habrs de meter de cuajo una
herramienta
para que estalle en mil palabras de blasfemia.
Alaba a Dios con tu blasfemia
y espera treinta y dos aos en tus muladares de
Ur o de Santo Domingo
hasta que tus mandbulas sean fuertes para soplar la
colosal extraccin.
y grita.
Grita entonces y que se entienda lo que ello
significa.
Si la msica es el alimento
si la msica es el elemento
si la msica es el complemento
si la msica es el vencimiento
263

Materia del amor


si la msica es el nacimiento
hombres tocad!

264

Manuel Rueda
WS DAs PERMITIDOS

Iras del viento


quin las podr decir?
Aguas y estrellas cabeceantes
nubes que muestran los rostros que
olvidamos
en orillas con flores y muchachas cantando.
El ansia de vivir que fue dulzura y risas
locas carreras en das de verano
y mares mares
la ltima constelacin brillando sobre el
tiempo
del olvido y el agua.
bamos a vivir en las madres eternas
en pequeez eterna
de hoja.
Plegarias susurradas.
Dunas de polvo y sombra
donde avanzan los animales entre oros de
espinas
y guazbaras.
Cantos.
y el nio en su refugio oyndolos
el corazn arisco y en la lengua
los sabores ya adultos de la muerte.
La ira de vivir y la vergenza
de vivir y el ansia

265

Materia del amor

de vivir y morir
y amar y amamos
de cara al viento de la tarde
con la espuma de la cerveza recalentada entre
los labios
y el tullido merengue dando tumbos
en malecones con sal quieta de gaviota
y basuras que se arrastran.
bamos a tener una playa para el sueo.
Cielos donde habramos de pasar como las
nubes
levemente empujadas en la luz
de un medioda.
Duele bajar ahora la cabeza
a la altura de lo que no fuimos.
Decid ahora cmo
de un corazn ardiendo en su promesa
nace el sol de los das permitidos
que ha de sabemos vivos para siempre.

266

Manuel Rueda
Rn'OS COTIDIANOS

Es bueno que las sillas lo conozcan a uno


y el rostro bonachn de la mesa
y la cara risuea del estante.
Bueno que nos acojan las cosas al entrar
que el aire de la ventana nos consuele
y las paredes digan: "vamos hombre
qu falta nos has hecho
en este barullo de libros y de cuadros
que se amotinan en tu ausencia".
Es bueno que el hambre nos espere
con tenedores desvelados
y la hora despierta en los relojes
y el agua que se entibia en la baera.
Sentimos el consuelo de la alfombra
el clavo respondn y la impaciencia
del macetero que trata de enseamos
alguna hojilla remolona.
Quin nos llama a estas
horas?
y el sof nos contesta
la lmpara enrosca sus tentculos
en nuestro cuello
una araa de sombra se impacienta
en los rincones solitarios.
Estn nuestras manas salindonos al frente

267

Materia del amor

el tono de la voz y la estatura


la distancia que a tropezones recorremos
y el corazn de ayer tras una puerta.
Es bueno que las cosas nos consuelen
con sus viejos dolores
cuando vamos dejando la cara en el lavabo
los brazos cansados en la camisa que colgamos
el cuerpo no s dnde
tal vez tirado en la cama donde ir agonizando
hasta el da venidero.
Aqu estamos de nuevo.
brannos paso objetos
dennos la luz la mano la mirada
suavicen la hiriente cantidad de este cansancio.
Acudan libros cuadernos lpices toallas
a recoger los pasos del que llega.

268

Manuel Rueda

RETAJILA
Mi pas que slo es mi ciudad
que slo es un barrio de mi dudad
que slo es una calle de un barrio de mi
ciudad
que slo es una casa de una calle de un
barrio de mi ciudad
que slo es un patio de una casa de una
calle
de un barrio de mi dudad.
Mi pas que es mi pas porque no hay otro que se
parezca a l ni duela tanto
ni que tenga esas cosas tan pequeas
pero que estn all:
patio en la casa
casa en la calle
calle en el barrio
barrio en la dudad
que se han juntado para ser todo lo dulce
y lo amargo de un pas.

269

Materia del amor

LABERINTO PARA PABLO PICASSO


(Despus de ver la "Suite Vollard")

ENTRADA AL LABERINTO

Vi tus ojos errando en el ocaso.


Vi tus manos salidas de la hierba
y en la zona del mar vi la proterva
carne que enva su fulgor de raso.
Todo el aire me fue andadura o paso
laberinto de carne que se acerba
y el vallejo estertor prendi en la cuerva
germen de luz por diluvial picasso.
La sangre se hizo oscura. Vi los sones
que crisp el vientre en ritmos de acechanza
y en ligamentos, vsceras, tendones

surgiste al cabo refluida en danza.


As vives, fragmento o alma entera
pablo de esta enroscada primavera.

270

Manuel Rueda
11

MlNOTAUltO DE LUZ

Minotauro de luz toma y desloma


carne virgen al brego en cubierta
con deseo que atisba tras la puerta:
torce de alientos en nupcial paloma.
Alas de miembros, mpetu que toma
por asalto ese cielo de reyerta
en que el venablo cruza y se le injerta
suspiro y drama, inmensacin y broma.
Todo en su laberinto est perdido.
Todo en su laberinto est encontrado
caracol cuya lgrima es sonido
cuyo sonido dice el horizonte.
All espera en su fragua el cuerpo amado
que el alba de tu lnea lo remonte.

271

Materia del amor


III

LAS SEALES DE UN CUERPO

Mralo sin volumen. No hay espacio


que lo contenga -pgina, universo.
No hay fondo en el anverso y el reverso.
La muerte lo contiene: es un palacio.
Lo rinde tu visin, lo ve despacio
y si opuestas las lneas dan lo terso
claro empieza a surgir aun con lo inmenso
de tiempo y sombra, a lmites reacio.

No hay ms presente que l. l es la guerra


de toda transparencia. Brillo y suma.
En tu mar de constancia no hay espuma
slo la cruda realidad que aterra
que en otra realidad su don consuma
y en otra luz ms alta se destierra.

272

Manuel Rueda
IV

IAMUEllTE

Aqu Picasso tu temblor, tu azoro


la agudeza del rasgo tan anciano
y gentil en la vuelta de tu mano
que enhebra en noches su despunte de oro.
Aqu t, minotauro. T aqu, toro
en el tendido de esta mar. En vano
te dibujas, estatua del arcano
agujereada en el cristal del lloro.
Supiste aqu vivir, contritas uas
y el minotauro que llevabas dentro
pate la vida con sus dos pezuas.

y supiste morir. All en el centro


un sol te amaneci de tela inerte
y se incendi otro sol en l: tu muerte.

273

Materia del amor

v
AHORA LA ETERNIDAD

Muerte la luz revuelta por el manto


que apenas cubre la visin del seno.
Muslo en esguince de lo blanco lleno
y la sien verdecida en el acanto.
Si la muerte lo alaba no hay un canto
mayor que ese silencio, que ese treno
dulcsimo de piel en que sereno
se hace el son a la curva de otro llanto.
Al fin desnudo est. Flores y vellos
trenzan delicias en visin de aleores
y su belleza extindese en destellos.
Lo desnud la muerte: vellos, flores.
Est ya sin dolor. Est completo.
Ahora la eternidad es su secreto.

274

NDICE

Presentacin
Prlogo
Bibliografa activa
Bibliografa pasiva
DE LAS NOCHES (1949)

La noche alzada
Cena
Fongrafo
El seductor
ngel devuelto
Pausa
Tierra y cielo
El maldito
Delirio primero: diablico
Muerte en desvelo
Diminuto verdor
Fruta
Agua de vida
Visin
DE LA CRIATURA TERRESTRE (1963)
La criatura terrestre
Canto de regreso a la tierra prometida
La cancin del rayano
Canto de la frontera
Maternidad
Se construye una casa
Biografa
Danza
Canto de amor a un cuerpo recin mirado

"V
IX
XXXI
XXXII
3
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
21
39
44
.48
53

56
60
61
63

DE POR LOS MARl1S DE


LA.DAMA (1976)

67
68
85
90

A la luz de las crnicas


Visiones de la tierra
Criaturas del sol
Cancin inconclusa
Cuando llego
Rituales de la madre vieja
Mi madre, desde los 9 aos
Oracin para el trmino de la esperanza
Materia del amor
Nada de amor
La silenciosa
Laberinto para llegar a ti
Oda IV a Pessoa
Variacin
Un estudiante se declara
Marimientos
Punto y sol
Grfico de lectura
Final

97
98
102
105
109
115
118
121
122
131
132
135
137
138
139

DE LAS EDADES DEL VIEN7U (1979)

141

Siempre viva Violante /


1. Contra-soneto a Lope de Vega
2. Tiempo de Violante
3. La prisionera
La rosa del poeta
A la poesa
Noche de la creacin
El enigma
Vida de]ob/

143
144
145
146
147
148
149

96

1. Splica
2. El testigo
3. El inventado
4. Ahora soy la ciudad
5. Los clamores
Conseja a la muerte hermosa/

150
151
152
153
154

1.

155
156
157
158
159
160

2
A mi cuerpo
Est el caballo
Deseo de la doncella
mbito de la lluvia
Enarmonas y reversiones/
1. Enarmonas
2. Reversiones
Noticias del viento
Los caminos y el grito
Francisquito, nio del alba
Tres retajilas/
1. Retajila del cuchillo
2. Retajila y cuento del contador de cuentos
Variante de la anterior
3. Retajila de la seora Justicia
Piano
En blanco
Qu vamos a hacer con la belleza
(dos variaciones sobre un mismo tema)
Momento de amor
Ros, y un cuerpo
Con el trabajo de mis manos
Mentiras y deleites del amor
Palabras para rehacer el mundo

161
162
163
169
174
175
176
177
178
179
180
181
186
187
189
194
198

Cambiantes
209
IEsLu
210
11 Son Lu
211
Secuencias
,
" 212
Lecciones de historia patria/
1. Afiche sobre Duarte
214
................................................................................ 215
Lecciones de historia patria/
2. Colonialismo
216
................................................................................ 217
DE CONGREGACI6N DEL
CUERPO NICO (1989)

Hombre del pas de nadie/


1. Nadie
2. Referencias
3. La casa
7. La reina
13. Anttesis
18. Voces
20. Oracin
Mscaras/
1
7
12
Contramor
Cuerpo negado
Si es que estamos desnudos
Congregacin del cuerpo nico/
I

11
Introduccin al libro

219
221
222
224
225
226
227
228
229
230
231
232
234
239
240
245
249

En voz alta
De la escritura
Revelaciones del libro
Tiempos
A la msica. Meditacin 'ante el piano
Los das permitidos
Ritos cotidianos
Retajila
Laberinto para Pablo Picasso/
I. Entrada al laberinto
n. Minotauro de luz
III. Las seales de un cuerpo
IV. La muerte
V. Ahora la eternidad

251
253
255
256
257
265
267
269
270
271
272
273
274

COLOFON.
Este libro se termin de imprimir
en el mes de abril de 1995
en Editora Taller.

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