Manuel Rueda - Materia Del Amor
Manuel Rueda - Materia Del Amor
Manuel Rueda - Materia Del Amor
I
I
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MANUEL RUEDA
PRESENTACION
La Biblioteca Dominicana Bsica que hoy ponemos a disposicin del pblico dominicano. Se trata de
una coleccin que se propone publicar las obras ms
representativas de la literatura y del pensamiento
dominicanos desde la fundacin de la Repblica.
La publicacin de esta serie es de gran importancia para el pueblo dominicano ya que en ella estarn
los principales autores y obras de la literatura dominicana haciendo posible que miles de dominicanos puedan conocer una vasta gama de nuestros principales
autores y su obra literaria.
La Biblioteca ha sido concebida pensando, fundamentalmente. en los alumnos. maestros y profesores de
los niveles intermedio y secundario de nuestra
educacin. Pero no dudamos de que. por el cuidado de
la seleccin y de la presentacin de cada uno de los
volmenes incluidos en ella, conseguir de inmediato
captar la atencin de un pblico mucho ms amplio.
Cada uno de los volmenes de la Biblioteca estar
precedido de un prlogo. escrito en todos los casos por
reconocidos escritores dominicanos. en el que, con un
lenguaje digno y al mismo tiempo comprensible. se le
darn al lector las claves necesarias para la
comprensin del autor y de la obra en el contexto de la
literatura dominicana.
Hay que agradecer profundamente el cuidado de la
edicin y la realizacin de las ilustraciones estar a
cargo del Equipo de la revista Tobogn. que se ha
caracterizado por ser un medio de gran importancia en
MANUEL RUEDA
PRLOGO
Prlogo
XII
Prlogo
xv
Prlogo
XVI
Prologo
Prlogo
xx
Prlogo
XXII
Prlogo
Prlogo
Pr/ogo
Prlogo
xxx
Prlogo
BIBL/OGRAFIA PASIVA
XXXIJI
DE
LAS NOCHES
(1949)
Manuel Rueda
lA NOCHE ALZADA
Manuel Rueda
FONGRAFO
ELSEDUcrOR
Manuel Rueda
NGEL DEVUELTO
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Manuel Rueda
11JiIlM Y .QE,Q.
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12
Manuel Rueda
DELIRIO PRIMERO: DIABUCO
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MUERTE EN DESVELO
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DIMINUTO VERDOR
1S
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Manuel Rueda
AGUA DE VIDA
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DE
LA CRlAWRA TBRRBSTRE
09(3)
Manuel Rueda
LA CRIAroRA TERRESTRE
A mi madre
Manuel Rueda
Manuel Rueda
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Manuel Rueda
Medias montaas,
medios ros,
y hasta la muerte
compartida.
El medioda parte
de lado a lado al hombre
y le parte el descanso,
parte la sombra en dos
y duplica el ardor.
Sabes adnde
vamos? Sabes
qu pas es el tuyo
tan fragante y que tiene
una lnea de resecas
miserias,
una pobre corteza
resbalando en los ros
perdidos,
bajo los silenciosos cambronales?
El viajero cantaba,
mas yelo cun mudo
queda a la vera del desastre.
Busca su voz entre los
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fnebres
despojos,
mira entre los basurales del suburbio
el trozo de esperanza
convertido en el vidrio opaco
de las botellas.
Busca su ilusin en el mbar
del ron escupido al filo
de la muerte
entre dos tierras enemigas,
en el ro materno,
ro de luto
en el que dos brazadas
no caben.
Oye al viajero reposar,
pedir clemencia
bajo los rboles.
Oye al pobre poeta,
un corazn entero
-tan entero!-,
cantar en medio
de las heridas
sin comprender la marca de la tierra,
sin probar de su fruto dividido.
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Manuel Rueda
11
Sabes,hennano, adnde
nos conduce esta ruta
llena de paralticos
guardianes?
Entra ahora de mano
de tu gua.
Mira el reseco paraso
silencioso
y pasa
y mira
y siente
la advertencia del sol
sobre tus lomos,
el fusil contra el sol,
contra la piedra,
la muerte al sol,
el sol lleno de sombra
y de miseria.
Sube al sitial
de las piedras,
a la fra luna de ayer
cuando relas
del brazo de Eva
preguntando por el venado,
por la luz y por la hoja
recin verdecida,
cuando tu cam' era
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la libertad, el rumor
de las ol<1s contra tus duros pies
de hombre dichoso
y tu amor el faro rojo,
la ventana al abismo
en donde se posaba
el aletear
de las gaviotas.
Entra a tu reino,
Adn
y mira el rbol santo
rodeado de minas,
de alambradas.
Queda esto y cun poco
como toda heredad!
Mira tu paraso
entre dos fuegos,
nido de serpientes
elsticas
y a los hombres que han olvidado
sus atributos,
sus amores,
su acrisolada descendencia,
para apuntar
al horizonte.
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Manuel Rueda
III
Medias montaas,
medios ros,
la media muerte atravesada
como un sol seco en la garganta.
Trata de dormir ahora,
de entregar
el nico prpado a tu sueo
inconcluso.
Trata de dormir.
Tratemos de dormir
hasta que nos despierten
leadores robustos,
hombres de pala y canto
que hagan variar el curso
de nuestra pesarosa
isla amada,
de nuestro desquiciado
planeta. As cantando,
as,
a mitad del camino de regreso
sin encontrar la patria prometida.
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Manuel Rueda
pulpas chorreadoras.
Mi tierra llena de bestias petrificadas al caer el sol
y de blancas, lentas garzas, que planeaban sobre
ellas,
ingrvidas como el humo o la ventisca.
Yo asaba los cabritos y limpiaba mi boca en cada
mujer o fruto.
Yo era el varn, la tierra hecha dos pies firmes y
andadores.
Yo era el varn dulce, aguerrido.
El hombre alegre paseando en un mundo sin
derrota.
Pero vino el final y no lo supe.
Pero vino el final y yo dormido, hartazgo y
contentura.
y fue as. Yo dormido. Y alguien trazando sobre m
esa lnea,
diciendo, "t sers dividido para siempre".
Un brazo aqu y el otro all. A m, al ambidextro,
que haca arrodillar a un toro mientras acariciaba a
una criatura.
y el corazn, en dnde? Y dnde esta cabeza
bramadora
que reconoce a sus hijos por la marca de la frente,
esos hijos que nunca ya podr besar porque la boca
ha quedado en otro sitio
y slo un ojo permanece all, reconocible, con que
llorarlos pobremente
y lavarlos de sus estigmas de extranjeros.
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II
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Manuel Rueda
II
III
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blanquecinos.
En la orilla l bebe y chapotea como los cocodrilos
encharcados
y me mira, reduciendo su proeza al silencio.
Ro calmoso y rojo, persuadido apenas por nuestras
jvenes brazadas.
Toda una larga noche hendimos estas aguas sin
dejar de sabemos,
solos y sofocados por la proximidad, hasta que el da
cae
y l queda inmvil, fresco y clido,
besado por la asombrosa noche que lo acoge.
so
Manuel Rueda
IV
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Manuel Rueda
MATERNIDAD
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Manuel Rueda
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Manuel Rueda
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II
Manuel Rueda
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BIOGRAF1A
Manuel Rueda
DANZA
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CANTO DE AMOR A UN CUERPO RECIN MIRADO
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DE
POR LOS MARES DE .u DAMA
(1976)
Manuel Rueda
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Manuel Rueda
A dnde mirar?
Tierra a la vista,
mas siempre estar el mar
para que la memoria del nauta no desfallezca.
l dir quin estuvo, qu hizo o vio,
qu dagas penetraron en el corazn del resuello.
Quin estuvo o estara. Qu caravana de hombres
solos
eslabonndose en el tiempo se asomara sobre los
ptreos miradores
para vemos llegar,
ahora o de nuevo
-tantos futuros que decira tierra cuyo nombre no fue Cipango,
ni Amrica, sino la Antilla fabulosa
cuyas slabas he dicho aqu en secreto
junto a la estirpe de color del canario.
Tierra donde se mece la cola del huracn.
Hemos llegado. Vednos! La carabela surca
entre bocanadas de verdor y roco silencioso.
En cada escorzo de la flora un ojo virgen nos
persigue llameando sobre nuestros petos de latn.
Od.
Slo se oye un silencio
que amenaza devoramos como una liana gigantesca.
Manuel Rueda
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Manuel Rueda
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Manuel Rueda
Manuel Rueda
cnclave de hechiceras.
Hroes y santos, todo junto,
apoyando la calavera signada por el brujo en
charreteras de hojalata
o en toga de monje azota-hidalgos.
y lo nuestro fue suyo, con lo suyo
que ya no sera nuestro.
y nunca tan nosotros fuimos como aqu:
lengua y Hazaa,
arduo vaivn de Historia a lomo de nuevas
carabelas.
Magallanes y Corteses,
de airados gobernadores, auditores, capitanes
generales,
y claros misioneros que paliaron el rencor en los
plpitos.
Veo todo el desfile tierra adentro,
alerta el arcabuz contra las serranas 010r08a~ a
robles y a cacaotales jvenes
(imposible una advertencia
en el antes o despus del tiempo y de la crnica)
la emboscada donde las fortalezas caen con su.
torres a cuestas
sepultndose en codicia y pesadumbre.
y me he abrazado al mrmol,
a los aItorrelieves donde aprend temblando
hazaas mas llenas de halagos y traiciones,
reverenciando huesos almirantes
que an me advierten, lentamente removidos en la
cajuela de plomo
que ha cabalgado el mar en ruta de regreso,
y ante la que yo me prosterno
y oro
con la mansedumbre de mi propia ceniza entre
los labios.
Oh estandarte luciente que deber clavar
como muestra de adoracin y rebelda,
tambin hincada la rodilla ante la reverencia de la
tropa
y la velada socarronera de los Pinzones
cuyas pericias oscurezco.
Aqu yazgo,
un genovs que ha errado por la Historia
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Manuel Rueda
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Materia ~~U!mot
10
Aquesto vide y o
al otro lado del tiempo.
As lo escribo
en seal de amistad y acatamiento.
Al escribano de Racin
Luis de Santngel.
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Manuel Rueda
VISIONES DE LA TIERRA
Cmo olvidarte
tierra
que escapas bajo los pies
y no cesas de estar?
Como aire compacto
sol y noche fundidos
en el magro terrn
luna de pulpa de guanbana y cocotales
ardientes
quemazones con olor a cadveres
a traiciones de selvas borrachas
y a pistoletazo sbito,
Me toco el corazn
y late:
es tierra
bajo el tambor
pisada de puercos cimarrones
y de iguanas
arrebatadas ciguas sobre los caimitales
sueo de orqudeas doas
azotadas por el ala envidiosa del murcilago.
Tierra
pulso
de tambor
y grito
resbalando a las cuevas
de las ciguapas comedoras de semillas
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Manuel Rueda
Salmo de los arrozales con lumbre.
Cibao ofrecido en los valles
con claridad de campana
tendido a la puerta del boho en las noches
slidas
y en los atardeceres ventosos
cuando el gallo-humo desfleca la cola grisazul
cocoriqueando por haber nacido antes
que su madre rojiza en los carbones.
Norte de polvo de sexo agujereado.
Norte hundido
con su sol y su ocano famlico
al que alguien cort sus barbas de patriarca.
Viento en harapos que se encrespa sobre el
hueso
para decir sus elegas
fertilidad de sal y llanto en la boca de los
muertos
que esperan la resurreccin.
Me toco el corazn y toco tierras
selvas conmovidas por el humo
y la fiereza del hacha.
Huelo pan y cobijas sudorosas
el asiduo caf de las maanas:
hermano pardo de nima delgada.
Toco las sementeras
donde la mano es una con la raz o con la
muerte
y mi canto huele a cuero
y a boigas resecas
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ya sol
y a cambronales crepitantes.
Yo le levanto la falda a mi provincia
para mirarle el sexo egregio
su desolada virginidad
sus rigurosos senos donde la leche edITe suelta
confundida aJ tfepsdil6
y una raza de ancianos se despide
sin memoria posible
contra los horizontes clausurados.
Este es el da del encuentro
isla erguida
con su hombre parado en los recodos
de montaa y abismo
envultb en silbo gris de viento y de miseria.
Isla tr(jfihacla donde ms te dola.
Vamos a la ffbfitera dbtide moran
e ve de la fbula y el amuleto
a la rfiurall d~ lOe <;js ~fi blanco
y el negro asesinado
ddftd! el hueso golpea
yel tambor
golpea
y la cabra lunada
es ofredd!t ~t1 hQwcausto.
Vamos a estar de pie desde este da
cuando el centinela duerme en lo ms alto de su
torre
perilUi
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Manuel Rueda
harro de lgritH~sYclerdutTe~cioHs
hacia un reperiiH tlamored
E~fiip:tf~s
H e amanecer.
de
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Nada tenemos.
Ni bondad
ni maldad
nos abaten.
Ni las ddivas nos conmueven
ni las ofrendas nos corrompen.
Desnudos bajo el sol
cuerpos sin rebelda
en una realidad
huera.
Criaturas
al fin
olvidadas.
Nada tenemos.
Ni aquello que tuvimos
ni lo que no hubiramos querido
tener
tenemos.
Negacin que es gratitud.
Alabanza.
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Manuel Rueda
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Manuel Rueda
lgrimas y sueos.
Alabanza a ti que nos enciendes y que nos
asciendes
en vapores tornasolados, en la veta gualda y el
manchn escarlata.
Sorbidos quedamos da a da por humores y
mdulas.
y caen nuestras tnicas arrugadas y maltrechas,
poros, epidermis, ramos de venas y de nervios
resecos
que se pliegan a la tenacidad de tus
temperaturas.
Alabanza a ti que sealas la ruta,
el sitio donde el cuerpo se contrae vuelto semilla,
huella turbia que apenas han tocado los vientos.
Ascendemos cada uno puntual y sosegado,
cada uno a su sitio, amasando su piedra,
tallndola con bocas y con manos ardientes.
Ascendemos a ti, minuto nico para existir sin
la promesa,
nicos labios que viven para un canto y que
duran con l.
Ojo de la gran muerte que gua y deposita.
Maravillado colmo que hace del pecho gloria y
desatino
hasta dar con su nada: esa radiante ausencia
erigida en el centro de la tenaz mentira de los
cielos.
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Abreviacin de la mariposa
sobre la montaa
combatida.
Tiempo de ser
abrir el ojo rpido
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Manuel Rueda
a la sbita ceguedad
de tus rayos.
Muerte de oro que cae
como gloria y agobio
a la copa ms alta
donde quedamos libres
y en suspenso.
En dnde nuestras manos
levantadas al esplendor
como a la ddiva?
Eternidad pausada.
Oh Sol
qu has hecho
con la ceniza del hombre?
95
Manuel Rueda
CUANDO llEGO
97
98
Manuel Rueda
la msica de un ruiseor
y en los veranos llenos de polvaredas y de
asftxias
protegen su descanso con un murmullo de aguas
y encarrujados abanicos de sndalo.
Ahora es la desconocida a la que slo se aproximan
seas,
holgados camisones de batista entre cuyos
pliegues se debate,
prxima a desaparecer,
una mano con frutas,
una cancin entre dientes para el descanso de las
sienes,
para el vaivn de los mecedores que van a
depositarla
en su orilla de sueo.
Ha olvidado ya el nombre de los hijos y de los
hijos de sus hijos
que son -si a medio sol se cierran las persianas
sobre su descanscranimalillos que corretean, importunos,
flores que abren sus ptalos de risa, un momento,
sobre las nieves de su pecho.
Ha olvidado las cosas, los lugares que su pasin
hizo habitables.
Ha olvidado en el fondo de un espejo sus ojos de
muchacha,
las esbelteces y gracias de su cuerpo que alguien
un da descubre, sorprendido e incrdulo,
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Manuel Rueda
101
Aos
Manuel Rueda
104
Manuel Rueda
ha perdido
para siempre entre el gotear del agua bendita
y la msica de las monedas,
Dios perdido en el pan, ebrio de vino y eternidad,
perdido en mentira y perfeccin.
Esperanza para las bahas donde calan escuadras a la
medianoche,
horadando el ocano con rdenes y catalejos.
Espellnza para los que an mueren rezagados
porque somos las islas
sin dictadores ni polticos
sin coimas ni tanto por ciento
sin aranceles aduaneros
ni sacerdotes disfrazados de
comunistas
ni jueces disfrazados de sacerdotes
ni policas disfrazados de jueces
ni ladrones de banco disfrazados
de policas
ni hijos de banqueros disfrazados
de ladrones de banco
ni drogadictos disfrazados de hijos
de banqueros
ni hijos de sus paps disfrazados de
drogadictos
ni hijos de sus mams que no saben
si son hijos de sus paps
y paramos la cuenta, hijos mos,
somos el paraso y hemos perdonado a los
que nos ofenden
as en la tierra como en el delo.
y despus que la esperanza fue la mensajera celeste
106
Manuel Rueda
de un mundo derrotado,
la visin que planeaba sobre el exterminio, delicada
promesa que sentada en la mesa del pobre
era el derrumbe de sus lgrimas,
despus que ella fue la palabra
el signo
el fruto
la condena
la marca del exilio
la llaga de Job
y la bienaventuranza de Mara
he aqu que descubrimos la treta:
Danos ahora el paraso
ahora mismo la tierra
con su rbol en su medio y
su animal pastando.
y si es que tomamos esta tierra en nombre del Seor:
Alabado sea el trmino de la esperanza!
Porque la mano toma la muerte para s y la reparte,
toma la tierra y la ovlla,
enciende el sol y le modifica la rbita.
Quede con ellos la Esperanza mientras las islas,
fecundas y felices, permanecen en guardia
cantando el portento de una pisada en la orilla virgen,
el xtasis profundo de las mareas
cuando los amantes se tienden a or el cataclismo de
las ciudades malditas a lo lejos
que caen con sus montaas a cuestas
con sus armas a cuestas
con el ruido de sus bombas a cuestas.
Mira isleo tu isla en la palma de tu mano,
107
slo amor
navegando hacia los cuatro puntos de la Rosa.
108
Manuel Rueda
MATERIA DEL AMOR
Amor es la victoria.
Mayor o menor culpa.
Apetitos y sublimaciones.
Desquite a tanto amor negado
a tan desocupada pureza.
En el sueo
guiado por la realidad
como por un lazarillo
del uno al otro amor
de una noche a otra noche
slaba de estertores
atesorando fervor
delicia
probando con la lengua
la partcula terrestre
la dulzura terrible de dientes enemigos
de blanduras que hieren y amenazan.
No importa dnde ests.
Huyes y te aprisiono
centro de nostalgias e insatisfacciones
piernas equilibrantes
vientre profundo y sumiso
109
Manuel Rueda
Mientras tanto nosotros
adoradores moribundos
quisimos no morir
inventar el amor sobre su trmino
msica sobre comps
perennidad encima de los cuerpos.
Quisimos la esperanza
pero ella merodeaba
rostro de plvora y de lgrimas
ngel ciego de pie
sobre colinas con tumbas.
La esperanza era el maana
asido al cielo
por cadenas ms fuertes que gemidos
epitafio en las ruinas
de un planeta sin nombre
humo de cadveres que ascienden
con fuego en el taln
y la fragante nada entre los labios.
Oh esperanza
halo de la extincin
amor fue tu atributo.
Sobre el verdor inmaculado
de tus resurrecciones
yo he opuesto la sangre
como una copa alta
roco
besos
hambres
111
Manuel Rueda
114
Manuel Rueda
NADA DE AMOR
y duermes.
y callas (casi eres).
y zozobras
en el amor.
Los besos son tu orilla victoriosa
susurro de un mar gemelo
de unos fondos hambrientos
que desean insumirse
fondo en el fondo
para dar nacimiento al mar completo.
tus susurros
tu muerte que resucita para que ardan tus miembros
y se abran tus blanduras otra vez
gloria de esa ceniza y de ese agobio
que eternamente asciende a las nuevas proezas
a luchas de una carne trabada con su tiempo.
Duermes pero trabaja el seno hondo
como una herramienta prodigiosa
en el sueo cavando las prximas delicias
su estallido de blancor para mi mano cncava
que slo mide materia
forma libre en sus colmos de apetencia.
Tu carne vuelve a m lavada de sus cienos y fatigas
y es el primer contacto de una mano en el mundo
y es el primer aliento de una nueva criatura
hecha de alientos apareados
labios uno de indiviso gemido
penetracin y aceptacin en sexo nico
mitades que son la forma nica
abriendo su velamen de oxgeno y tiniebla
hacia las glorias prometidas.
Tu sueo
montn quieto de ceniza
tero que va a ser fecundado
tero floral
apenas contenido en polen o roco
sustancia ma
ceniza de tu sueo a donde hay que bajar
en busca de esa nada que asegura el latido
116
Manuel Rueda
117
Tu beso dice
te dice
es tu palabra ms secreta.
Si busco tu beso es que amo
tu palabra
no dicha
ese arco iris sepultado en barro
lleno de tus colores
y temperaturas.
Callas
intacta
a la que el tiempo no altera ni transforma
perfecta a la orilla de ti misma
ventana por donde asciende tu elocuencia.
T callas para orte
mejor
para saberte
mejor
para tocarte
mejor en m que te oigo y que te miro
voz ancha que engendr la semilla
para labrar la cuenca del amor en tus vsceras
para emitirte en ncar y rumores pequeos.
Callas porque te sabes
inviolada
porque ests
donde debes
contenida en el roce de un pie
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Manuel Rueda
120
Manuel Rueda
Manuel Rueda
Manuel Rueda
viola sola
mar de las convergencias al crepsculo
donde el nio Rimbaud vomita sangre oscura
en voclicas olas
bogando sobre el abecedario como sobre un navo
ebrio
que va en procura de aguas nuevas.
Cuadriculada A
torres de moscas
pararrayos de poetas topos
B boca arriba (1lCl)
echada sobre su espalda de camero
con intencin de cordillera
C boca abajo (n)
cntaro volcado
preada ctara
perla donde bebe blancor la
luna-excrecencia
del horizonte engaa-perros.
(D) dnde
por dnde
hacia dnde
redonda
gtica alanceada interdental dentrica
ruido de abejorro en la selva del da.
Tanto tiempo mascullando mascando masacrando
letras palabras
negriverdes rojigrises
larguirrojivolteadas
grandijuntas
125
signos de quin
pluralidad de cunto
abreviacin de qu infinitos
sobreentendidos de qu arcanos.
Canta
oh hermosa de los ojos envenenados.
Besa Isolda sobre el viento que lleva la huella del
navo en alta mar
y muere
diciendo heroicas mentiras del color del arco iris
ligeras como sucesiones de es y zetas zigzagueantes.
Isolda tu rostro hermoso
como la cada de la Dictadura.
Tanta vida ocupada en desvivirse
tanto amor ocupado en desamarse
tantos das visitndote da
tanto tiempo preguntando por ti tiempo.
Entonces qu hacer con la palabra
sino encenderla sobre la noche de la muerte
hacerla nuestra
luna henchida
en el horizonte de algn soplo.
Grita y esculpe
voz
fiebre en la punta de mi lpiz
con el que punzo un infinito
pgina o nieve
del corazn
en que la realidad dibuja un sueo
de otra realidad que se incorpora
asida a la pata de la mosca.
Nmeros letras
126
Manuel Rueda
todas las realidades
juntas y reposando en ellos
soles
que alumbraron la entraa del sonido.
Adentro del signo estamos solos
y reunidos
brillando en la luz
y hechos pavesas.
Prisioneros del alfabeto:
un ascensor
que ofrece una parada
en el piso sexto
--oh curvilnea revelacin
amada vertiginosa de los pisos
altos
que no tienen escaleras de
acceso-y sube y baja enloquecido
con su carga de oscuridad organizada
que slo sirve para entrever la altura
a travs de las rejas.
Con la correcta ortografa de las heridas escribimos.
Dejamos huellas en la tierra
olores en el viento
y una escama en las aguas:
edades inservibles que resbalan
a las profundidades de otro infierno.
Mira el insecto que atraviesa la tarde
enloquecido por sus litros
y segregando babas nupciales.
Lo que segrega mi corazn es ansia
letras que se voltean sobre el papel.
127
Qu significan?
Son!
Paisajes de m mismo. Escorzos. Fiebres.
Caminos que ando sin cuidarme a dnde me
conduzcan.
Heme sobreviviente al fin
de mis das-palabras
de mis palabras-cosas
chapoteando en el fango de las filosofas
que hacen guerras perfectas
sobremuriendo en tanta muerte
revivida.
Mi existir que es decir.
Un decir de mis huesos y mi sangre
no pensado por el pensamiento.
Decir que ES.
Vivir
vivir
morir completamente
incompleto
encanecer
sobre pregunta y pregunta
envejecer porfiando
y cambiar todo
dejar mi ltimo rostro al mar
para que cante en las noches su desesperacin de
no encontrarse.
Heme viviendo al fin con tu libro en las manos.
Dicindote adis
adis -aqu te quedasdubitativo compaero de la roja locura
del no significar
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Manuel Rueda
Materia
del amor
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Manuel Rueda
VARIACIN
Permanece la Aurora
disputndose el mundo.
Qu significa todo sin
nosotros?
Nada sucede y sin embargo
Pessoa amigo mo:
el mar se acuerda!
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Manuel Rueda
133
134
Manuel Rueda
MAlUMIENTOS
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Manuel Rueda
A Octavio paz
PUNTO
SOL
El punto es sol
si la pgina es cielo
el sol es punto
si el cielo es pgina
vuelve la cara atrs
punto eres hombre
te vers a ti mismo
rotando encadenado
de ayer y de maana
tiempo que pide tiempo
en tierra y cielo
rotando como el sol
en sol y hombre
calentando como el punto
pgina que adelanto
sin arriba ni abajo
con el hombre adelante
el espacio en cadena
sol en el punto
el tiempo encadenado
punto en el sol
en este mundo condenado
acabndose
a perdurar
como la duracin
como el cambio volviendo
como el cambio
sobre s
punto sol eres
fijo y movible
hombre en el punto
sol en la pgina
y en la pgina
punto en el cielo
volviendo
muriendo
alumbrando
alumbrando
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GRFIco DE LECTIJRAS
138
Manuel Rueda
FINAL
139
DE
LAS EDADES DEL VIENTO
(1979)
Manuel Rueda
SIEMPRE VIVA VIOLANTE
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TIEMPO DE VIOLANTE
144
Manuel Rueda
lA PRISIONERA
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Manuel Rueda
AIAPOESfA
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Manuel Rueda
EL ENIGMA
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SPUCA
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Manuel Rueda
EL TESTIGO
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EL INVENTADO
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Manuel Rueda
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WSCLAMORES
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Manuel Rueda
CONSIijA DE LA MUERTE HERMOSA
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Manuel Rueda
A MI CUERPO
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Manuel Rueda
DESEO DE LA DONCEIJA
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Manuel Rueda
ENHARMONAS y REVERSIONES
ENHARMONAS
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REVERSIONES
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Manuel Rueda
NOTICIAS DEL VIENTO
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Manuel Rueda
sino de rocas,
de criaturas que avientan semillas,
de hombres que pastorean piedras
al calor de ritos crepusculares.
Viento que asciende, libertado,
o baja a la guarida
donde Abel agoniza y Can vela
con la quijada del asno an en la diestra.
Viento de los metales
y del fusil herrumbroso
y del muerto insepulto
que al borde de los abismos reza
sus letanas interminables.
Viento que hace sonar medallas
sobre pechos de bronce.
Hemos llegado al sitio
donde la tierra es una con la muerte,
hundidas batallas que resurgen.
Hay mido porque hay viento
y el viento es de la tierra:
soplo que hinche el planeta y lo rehace.
La promesa es el viento.
La verdad es la tierra
a la que el viento sin cesar recorre
remeciendo sus finos eslabones de plata,
sus nqueles cansados.
Se oye en el fondo de los valles
165
166
Manuel Rueda
y mares precipitados,
palabra de Dios
que en la esposa fue fruto y obediencia.
y oigamos con tu amor el silbo santo
de los que no han nacido todava
y punzan ya tus bordes
incendiando con clamores
el dolor de estas comarcas aguerridas
donde el nuevo da adviene,
desatado y estricto,
con la pujanza de todos los vientos libertados.
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Manuel Rueda
WSCAMINOSYELGRITO
Manuel Rueda
11
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Manuel Rueda
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Manuel Rueda
TRES RETAJILAS
(Inspiradas en modelos!olklricos)
175
Cuento
el cuento
176
Manuel Rueda
VARIANTE DE LA ANTERIOR
Cuento
de un cuento
del contador de cuentos
que cuenta su cuento
y que cuenta el cuento
del que cuent el cuento
del contador de cuentos
que no tena un cuento
que contar.
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178
Manuel Rueda
PIANO
Est ah
mralo
no hay cmo describirlo
no es esa inoperante referencia
a bronces
y maderas
y marfiles
y sedosos fieltros machacones.
Pero tampoco es eso que t miras.
Es un silencio que emana del teclado
es esa viva condicin de una tapa levantada
una msica tan ntima que slo algunos oyen
no aquel que sentado muy serio en la banqueta
se dispone de pronto a ensordecemos.
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180
Manuel Rueda
II
cuntas palabras
sentimientos
fardos de la delicadeza
-falacias?que nos levantaron al da de lo dicho
al alba del por decir
donde los ros siempre nuevos
siempre otros
no saban del detritus
de la rosa sepultada
en las cloacas correntosas
y qu decir de ti
msica alcahueta
tanta epidermis sacudida
por el escalofro
era bueno escuchar
apoyado en el alfizar de la ventana
el pulso del tambor
el ay!
la copla
el taido del ngelus
que conoca la ruta de los muertos
que los trajo
182
Manuel Rueda
en el din-cielo y el don-tierra
muertos desorientados
en sus antiguos predios
olorosos a juventud y a carnes estrujadas
decimos ahora
es la verdad
pero de cunta verdad no estaban hechas
las radiantes mentiras del pasado
cuntos lirios no hilaron
para la tnica del dios
cuntas milongas no fenecieron
para la majestuosa crpula del Borges
cunto son cunto son
para el son
de La Habana
para el merengue con un paisaje
azul turqu
al fondo
con esa bella revolucin
al fondo
que nuestros dictadores encendieron
sobre la paz de los fusilamientos
con esa bella paz
pacificada
de presidentes-prelados-prostitutas-policas
al fondo
qu vamos a hacer con la belleza
ciudadela sitiada
por el herosmo de los dbiles
verdad-mentira
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Manuel Rueda
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186
Manuel Rueda
las, y UN CUERPO
188
Manuel Rueda
CON EL TRABAJO DE MIS MANOS
Vamos a trabajar
para hoy
vamos a darle
hoy
su casa al hombre
vamos a ver cmo la mano
vive
abre su palma palpitante
la ahonda
se encallece
echa raz
crece labrada por sudor y dureza
morena y abierta como un pan
que mostrara en lo ms hondo
la piedad de su miga.
Vamos a verla descansar
sobre ti
relucir
sobre tu suavidad
como una herramienta sobre un ptalo
aspereza solar
quemante en los dominios de la nieve
y hundirse
suavemente en susurros y en cabellos
quieta ya
o con vigilante sobresalto
en el momento de tu rechazo
o de tu sueo.
189
Manuel Rueda
Manuel Rueda
HOY
193
194
Manuel Rueda
semen virginal
salivas encendidas
hasta que yo mismo me extraigo de tu seno
y empiezas a parir
con el esfuerzo de tu amor
el reclamo de la aurora.
y vamos descendiendo
t
y
yo
por el gran ro
rodeados de gritos de vendedores
y de la algaraba de los altavoces
hasta mercados llenos de rizadas frescuras
hacia minutos en que ya no vamos a conocemos
que te hacen entrar de prisa en oficinas rugientes
hecha de papel
de tinta
de ausencia
de cansancio
de los prolongados olvidos del da.
Eres entonces la lejana
Ariadna en el ddalo del Minotauro
fra sacerdotisa de los nmeros
y las cuentas bancarias de los muertos
rgida tras las cromadas ventanillas
donde el oro canta las excelencias del confort
y la vida sosegada.
196
Manuel Rueda
y quedo solo
perdido
confundido
en el naufragio del viento y las esquinas
esperando que pases con tu nuevo nombre a cuestas
desconocida ma
a quien invento cada noche
a quien rehago
y persigo
y prostituyo
en la hora en que los cines empiezan a abrir sus
puertas
a las mentiras
y deleites
del amor.
197
Rueda
, '
199
II
T me dices: detente
pon el ojo
donde el dolor
panel dolor
200
Manuel Rueda
donde la carne
pon la carne
donde la muerte
pone el ojo y la bala
pone la puntera exacta en el corazn
celeste del paisaje
y agritanse los soles
y las lunas regresan en menguantes
al vaco redondo y a la ausencia
y el plumaje del dios anunciador
se hace la escama del reptil
y tu mano levanta su ceniza al trasluz
y acaricia sus rboles cansados
sus conatos de verdes
que van ejercitando su savia hacia el morir
y ves la Nada
y nada
es tan total como esta orilla
donde la Nada va creciendo
como un ocano feliz en un rincn de la memoria.
Ammonos:
aqu estn tus brazos
caminos de ida y vuelta.
Aqu estn las armas fnebres que esgrimes
desde el arco profundo de tus dos piernas separadas
donde nazco y desnazco a cada instante
para viajar del grito a la ceniza
de la ceniza al sol que no comienza todava.
Hemos hecho el amor como quien crea el mundo
y lo destruye.
201
Manuel Rueda
III
La palabra
fue dicha?
Desdblate aqu
exultante poder.
Acomete la Nada
por tus orificios melodiosos
y salva la vida
el alba salvanos.
Queremos tu Nada
poblada de nadas
el milagro
de tus concavidades que concilian.
Queremos el rumor
de todos los rumores
el rumor abracadabra
que abre y que cierra la palabra
que abre y que cierra el labio
delante y detrs de la palabra
delante y detrs del rumor de la palabra.
La palabra que crea el rgano
como el rgano crea la funcin
203
Manuel Rueda
Manuel Rueda
de las velocidades
las distancias que ascienden como el humo
hasta los miradores del planeta
cuando abajo est la luz crucificada
el mentido verdor
los cabeceantes lmites
de lo tuyo y lo mo
sobre un pueblo de nios degollados
que no saben dnde depositar sus cabezas.
Avanza.
Las ciudades quieren vivir
nacer de ti
entregarse otra vez a las dulzuras
de las nuevas promesas.
Hemos rehecho el mundo
como quien hace el amor
con mpetus y asaltos
con voluntad de vencer y de quedar vencidos
con deseos de vivir
y de quedar aniquilados.
Otra vez. Otra vez.
Ansiedad ma
flor blanca de mi costilla negra
hacia el comienzo
otra vez
la misma pregunta
el mismo
dios entre los brazos
que abraza a un idntico dios
-rehecho siempre igual a cada intento-207
a un idntico deseo
de ser dos
en el uno inicial
de ser uno
en el Cero--corona de la Nada
de ser palabra sola
en un solo
me nstruo ciego de amor:
verdades infInitas
en la nica verdad que exalta
y que redime.
Hemos rehecho el mundo
como quien hace el amor.
Pero permanecen las palabras!
208
Manuel Rueda
CAMBIANTES
Mi lu tan luz
O/iverio Girondo
209
ESLU
S lu nos lu
silbicos lules
uno en mi mano: lu
lu que amelliza ellu hasta elluzl
mi toda luz luluna lumisol
ullu que ula en lululuz
miensombra
miennol
milusil
mi s
mi lusin
luluella
lulusenos
lumiluz
210
Manuel Rueda
II
SONLU
Es lu son lu
ula ulul de son nos luar
lusivozl si redonsondos
si an uno reno en el dosn
mi uluna uluno
mi ulular
son sol idos
solos idos
los dos i dios
lusinosones
dos senos
docenas
luzvoz luzluz
miluminar
211
SECUENOAS
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212
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214
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PICO
CONOZCA
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'7 m.S.N.M.
215
2. COWNIAlJSMO
216
Manuel Rueda
LL
AY
217
DE
CONGREGACIN DEL CUERPO NICO
(1989)
Manuel Rueda
HOMBRE DEL PAts DE NADm
NADm
Yo he perseguido a Nadie.
Nadie se llama ese Alguien
que no existe
que existe como una posibilidad ms
de su propia imposibilidad de existir.
Yo lo siento en el vaco
de la noche
en el sueo donde reposa el imposible
en la muerte que ha abolido todos los posibles.
Yo he contemplado a Nadie
en el espejo de Alguien.
Y tena mi rostro.
221
REFERENCIAS
y miran al vaco
como si esperaran al extranjero que nunca ha de
llegar.
No somos adictos a la pltica y toda nuestra msica
oscilando entre la cuerda y el silencio
suena en el cielo como el eje sin engrasar de la
luna llena.
En el pas de Nadie se encuentra el mar de Nunca
propicio a las ensoaciones.
La ms hermosa de la tribu algunas noches me
enciende las mejillas
con el resplandor de la muerte.
Luego me abandona a mi destino
que es escribir sobre la arena caliente del crepsculo
memorias inventadas.
No soy un hombre solo.
Soy un hombre del pas de Nadie
yeso me impide comprender el sentido de las cosas
la fugacidad de una primavera devorada por la
hoja del helecho
que se balancea desnuda como el esqueleto de un
pjaro.
De noche subo a la montaa para hacer seales a los
222
Manuel Rueda
astros
que pennanecen impasibles.
A veces grito porque soy un hombre del pas de
Nadie
donde el dolor no tiene ningn significado.
Grito hasta llenar el horizonte con mis voces.
Despus me pongo a esperar
a esperar con un miedo terrible de que algo nos
suceda
de que una sola palabra estalle entre nosotros
y nos revele el nombre
cuyo desconocimiento es la nica justificacin
digna que poseemos
para no ser
y seguir adelante con nuestro oficio de costumbre.
223
LA CASA
Manuel Rueda
lA REINA
La Palabra dice:
Yo soy la Reina
y ocupo todo el espacio
de lo por decir y por haber.
Yo soy la noche del vocablo
en la aspereza del resuello
vena azul de una carne
que ha empezado a fluir en otra carne.
Mi cabellera es oro de palabra en el viento.
Yo soy la Reina
y quedo escrita
en las arenas blancas del mundo
suave deidad de muslos que pronuncian deseo
para que digas sangre tuya
en el ondular de todas las corrientes.
225
ANTtrEsIS
Yo que soy yo
t que eres t
cmo nos olvidamos
de acordamos juntos!
Yo que soy t
t que eres yo
cmo nos acordamos
de olvidamos juntos!
Nosotros que no somos
ni t ni yo
cmo vamos buscndonos
sin encontramos nunca!
226
Manuel Rueda
18
VOCES
Si ves un ro mrate en l.
Si ves un rbol smate a su sombra.
Si ves una piedra revernciala.
La llama te ensear delirio
y el horizonte quietud.
El tigre la aterradora simetra.
La doncella la msica de los violines.
T vienes con el sol y te vas con la luna.
El fruto crea tu hambre.
Tu inapetencia el hueso que la sostiene.
Si ves la muerte no la huyas:
te tomar de seguro en Ispahan.
227
20
ORAON
228
Manuel Rueda
Debajo de mi rostro
tu rostro.
Y debajo?
Los dems
rostros
los tuyos y los mos
esperando la mscara
el rostro que no nace todava.
Y debajo?
El rostro de la mscara.
La mscara sin rostro
sobre los ojos del vaco.
229
Qu rostro
o qu mscara
eres t
verdad final
que mirars por sobre el da abolido
con ojos sin asombro.
y yo qu parte tuya
ser.
En cul sitio de la mscara
se imprimir mi rostro
en cul sitio de tu rostro
se imprimir mi mscara
para que seamos juntos
-fin y principio de todo lo creadola nica mscara posible
en el nico rostro verdadero.
230
Manuel Rueda
12
231
Annima y desnuda
as te quiero
sobre mi lecho
sin nombre ni palabra
toda acto
de amor
brazos tan slo
boca senos cadera
escalofros
as ofrecida
sin arrepentimientos y sin alma
con voluntad de ser y de extinguirte
en cada uno de tus besos:
olvido puro en las mudanzas
del amanecer.
JI
Manuel Rueda
233
234
Manuel Rueda
de m mismo.
Una nube en el balcn.
La ola en el arrecife
retrocediendo y estrellndose.
La palabra en los labios para encarnarte.
Eres lo pronunciado
que no revela identidad.
La slaba ofrece tu rostro
y vas a ser
casi te siento
palpitar al borde de los labios
como una anotacin rpida
en el blanco margen de los cuadernos.
Pero no encuentro
tus labios
huyes
te pierdes
en el fragor del da
con tu palabra a cuestas
con todas nuestras ansias a la espalda.
Tu vaco me acompaa
el poema que trato de escribir
con el fulgor de tus orificaciones
destellando en la oscuridad
con toda esa dialctica
de la renunciacin
haciendo que slo ests cuando has marchado
en busca de otra ciudad
O de lo lejos:
t
235
236
Manuel Rueda
y que sople el viento sobre la llama
y que sople la muerte contra el viento.
Slo quedan tus hbitos
el almendro que no habas visto nunca
verdes y rojos que no han sido tocados por las
estaciones
en el resguardo de la isla.
Queda el vino de la primera noche
incendiando tu desnudez
tu dormir a distancia
meloda y quejumbre
de un sueo que no era posible conciliar.
y queda el nombre inscrito
en la maquinilla Remington
con un tecleo impresionista.
Ests aqu
sobre los lechos de la madrugada
leyendo a Freddy
hablndome de Paz y de Lezama
de repudios y concesiones
mientras mis manos hormigas ciegas
aprenden el c;mino
la soledad de ir y venir por un cuerpo
minado de enigmas
de indiferencias y sospechas
ofrecido al goce de no participar
virgen en la inocente madeja del humo
que desle sobre l sus bendiciones
en la primera pureza del invierno.
Cuerpo negado.
Y yo qu te dara
como compensacin?
237
Cincuenta aos
de huesos adoloridos
y de carnes marchitas
noches donde han pasado torsos
amados de prisa y a destiempo
cuerpos como meteoros
(humus y piedras
enredaderas y lucirnagas)
olientes a noche y a tabacos rubios
silbadores de cantos de sirenas
en la barca de Ulises.
Heme aqu en el comienzo
-rubor y cantocon la mano dorada por las gracias del dios
sin comprender
nico requisito para que seas
y me des la existencia requerida.
Mira cmo encama el deseo
en un solo imposible.
Esta mano se mueve
resbalando
confundiendo la sangre con la epidermis
el fardo de las aguas con el dorado sol
la msica de unos dientes con el silencio de la axila.
Mis manos lo ganan y lo pierden.
Cuerpo blanco sobre la pgina en blanco.
Poema que ya nunca dejar de escribirse
a travs de otros cuerpos
de otras palabras y otros versos
que sern el nico cuerpo verdadero
el nico verso digno de enfrentarse al olvido.
238
Manuel Rueda
SI ES QUE ESTAMOS DESNUDOS
239
l dijo:
"He conocido seres fabulosos
a quienes se amaba en cuerpo y alma.
He visto cuerpos de diosas y mancebos
fulgir en los boscajes como mrmoles vivos.
Pero no me han conmovido gracia
o perfecin.
Eran bellos sin duda
mas con belleza no abarcable para el deseo
clausurada unidad en el deleite
de esa ilusin de amor que me disgrega".
l dijo:
"No hablaremos del alma.
Dejaremos atrs sus laberintos
en beneficio de ese otro laberinto
de la carne enroscada con la carne
donde pugnan fragmentos adorados
rostros que se han volteado para verme
pasar
rota imagen del mundo
hecha del maridaje de dos ojos que inquieren.
Torso que no es de nadie
y que no relaciono con un todo.
Tactos que me han buscado en la tiniebla.
Quin sino yo se acuerda
240
Manuel Rueda
242
Manuel Rueda
y agreg todava:
243
244
Manuel Rueda
n
"Pero od y entended las locas nupcias
de la carne viuda
y del alma acezante.
Cuerpos que contenis slo segmentos del gran
cuerpo
congregaos.
Larvas anglicas
gusanos en que presa queda el ala
y el vuelo y el destello se anuncian
reunos en tomo a la flor que est sin nombre.
Vanos sois hombres de gozo
que sorbis resuello como licor fuerte.
Pegados a la boca de la desconocida
entendis el secreto que el interior propaga
el secreto que duerme cual pigmento en la sangre
que da tilde a la voz
ondulacin a la palabra
que pone en los contornos de la idea
las cohortes del tacto?
Bocas que se han multiplicado
o se han hendido en labios de otras bocas
besos cuya ciencia termina en el besar
lenguas que criaron la saliva de la nada
en los hartazgos del amanecer
cmo habis desgranado los das en el lecho
y empollado el calor que ahora irradiis
245
246
Manuel Rueda
247
248
Manuel Rueda
INTRODUCCIN AL LIBRO
11
Te pulso
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250
Manuel Rueda
EN VOZ ALTA
252
253
Qu me queda
sino la torcedura de un signo en ese aire del
principio
donde la mano del juglar estampa sus
contradicciones
escribiendo entre el ala y el pedrusco?
254
Manuel Rueda
REVELAOONES DEL LIBRO
255
TIEMPOS
256
Manuel Rueda
AuMSICA.
MEDITAaN ANTE EL PIANO
tocad!
W. Sbakespeare -
Otelo
T lo miras.
No es la cola de los pavos reales abierta
bajo ejes tentaculares.
Es la negra cadera del ocano
el pecho en carne viva
con su resguardo de fieltros y lacas nocturnas.
No es el golpe de los martinetes hiriendo metales
sino la carne en busca de su orilla
el dedo que cae
el hueso que se descoyunta
sobre la trampa minuciosa donde el tiempo ha
quedado prisionero
reducido a cifra y signo
al ejercicio de esos cinco dedos que lo roen
como topos
antes de sumirse en el silencio.
Qu haces en esta tumba coronada de nubes
que atruenan al pasar
y se deshacen en lluvia minuciosa?
Qu haces vigilando estos marfiles
que emergen de la noche?
Te encuentran.
Ya saben el camino.
En esa dorada inconsistencia de no poderse
negar nada
llegan de las profundidades del secreto a la luz
un poco turbadas y remisas
solicitando misericordia
hasta que se conceden un dios:
la msica.
Radiante respuesta a nada.
Lo que en s mismo no tiene sentido preciso
y obliga a todo sentido.
Tus manos
creacin apenas
entre un no ser y sus bordes
que ahora son audibles.
Tantas manos para tus manos.
Tanta ocupacin mezquina o desolada
para tus manos.
Pero ahora ellas refulgen.
Ahora los grandes ancianos te sonren
las toman
te las llenan de tiempo y de sabidura
se sientan a escuchar lo que tus manos descifran
porque esta es tu hora de abolicin y reflexin
donde t hablas por ellos.
Y vas a ser
no eres.
Te rodean.
El aire agita sus pelucas sus faldones sus frentes
perladas de eternidad.
Sus dulzuras cansancios virulencias te acometen.
258
Manuel Rueda
260
Manuel Rueda
carne
la palabra
por el verbo agazapado en la cuerda que la
creara
una minscula embestida de ola en la oreja de la
Nada
en el caracol enroscado de la gran noche.
Alaba al Seor hecho a imagen y semejanza de
los instrumentos msicos.
Alaba a la msica creadora de los instrumentos
y del Seor que duerme en ellos
y que no es
hasta que toda la orquesta retumba
y el cielo queda grvido.
Hombre bruto: alaba a Dios modificando el
labio
en el peine de las armnicas
en el pico de las botellas
y silba y canta
desangrndote en los caminos.
Enronquece! qu ms te da! pero echa afuera el
ansia:
tu voz: pasto y pezua
garra y sueo
crepsculo y quejido.
Pecho y pujo blanquendote la noche.
Pchate con tu voz como un jilguero
al que un puerquito le quebr su linda patica.
En el cepo del barro gotern de la sangre.
Gotern de nota sola que no cae
que no cesa de orse
262
Manuel Rueda
264
Manuel Rueda
WS DAs PERMITIDOS
265
de vivir y morir
y amar y amamos
de cara al viento de la tarde
con la espuma de la cerveza recalentada entre
los labios
y el tullido merengue dando tumbos
en malecones con sal quieta de gaviota
y basuras que se arrastran.
bamos a tener una playa para el sueo.
Cielos donde habramos de pasar como las
nubes
levemente empujadas en la luz
de un medioda.
Duele bajar ahora la cabeza
a la altura de lo que no fuimos.
Decid ahora cmo
de un corazn ardiendo en su promesa
nace el sol de los das permitidos
que ha de sabemos vivos para siempre.
266
Manuel Rueda
Rn'OS COTIDIANOS
267
268
Manuel Rueda
RETAJILA
Mi pas que slo es mi ciudad
que slo es un barrio de mi dudad
que slo es una calle de un barrio de mi
ciudad
que slo es una casa de una calle de un
barrio de mi ciudad
que slo es un patio de una casa de una
calle
de un barrio de mi dudad.
Mi pas que es mi pas porque no hay otro que se
parezca a l ni duela tanto
ni que tenga esas cosas tan pequeas
pero que estn all:
patio en la casa
casa en la calle
calle en el barrio
barrio en la dudad
que se han juntado para ser todo lo dulce
y lo amargo de un pas.
269
ENTRADA AL LABERINTO
270
Manuel Rueda
11
MlNOTAUltO DE LUZ
271
272
Manuel Rueda
IV
IAMUEllTE
273
v
AHORA LA ETERNIDAD
274
NDICE
Presentacin
Prlogo
Bibliografa activa
Bibliografa pasiva
DE LAS NOCHES (1949)
La noche alzada
Cena
Fongrafo
El seductor
ngel devuelto
Pausa
Tierra y cielo
El maldito
Delirio primero: diablico
Muerte en desvelo
Diminuto verdor
Fruta
Agua de vida
Visin
DE LA CRIATURA TERRESTRE (1963)
La criatura terrestre
Canto de regreso a la tierra prometida
La cancin del rayano
Canto de la frontera
Maternidad
Se construye una casa
Biografa
Danza
Canto de amor a un cuerpo recin mirado
"V
IX
XXXI
XXXII
3
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
21
39
44
.48
53
56
60
61
63
67
68
85
90
97
98
102
105
109
115
118
121
122
131
132
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138
139
141
143
144
145
146
147
148
149
96
1. Splica
2. El testigo
3. El inventado
4. Ahora soy la ciudad
5. Los clamores
Conseja a la muerte hermosa/
150
151
152
153
154
1.
155
156
157
158
159
160
2
A mi cuerpo
Est el caballo
Deseo de la doncella
mbito de la lluvia
Enarmonas y reversiones/
1. Enarmonas
2. Reversiones
Noticias del viento
Los caminos y el grito
Francisquito, nio del alba
Tres retajilas/
1. Retajila del cuchillo
2. Retajila y cuento del contador de cuentos
Variante de la anterior
3. Retajila de la seora Justicia
Piano
En blanco
Qu vamos a hacer con la belleza
(dos variaciones sobre un mismo tema)
Momento de amor
Ros, y un cuerpo
Con el trabajo de mis manos
Mentiras y deleites del amor
Palabras para rehacer el mundo
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Cambiantes
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IEsLu
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11 Son Lu
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Secuencias
,
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Lecciones de historia patria/
1. Afiche sobre Duarte
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Lecciones de historia patria/
2. Colonialismo
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DE CONGREGACI6N DEL
CUERPO NICO (1989)
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Introduccin al libro
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En voz alta
De la escritura
Revelaciones del libro
Tiempos
A la msica. Meditacin 'ante el piano
Los das permitidos
Ritos cotidianos
Retajila
Laberinto para Pablo Picasso/
I. Entrada al laberinto
n. Minotauro de luz
III. Las seales de un cuerpo
IV. La muerte
V. Ahora la eternidad
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COLOFON.
Este libro se termin de imprimir
en el mes de abril de 1995
en Editora Taller.