Sentido y Sinsentido, Carla Cordua

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Carla Cordua.

Sentido y sin sentido (2001) Entre las varias acepciones de sentido hay una que claramente se aparta de las dems; segn ella el sentido es la direccin de algo, su orientacin hacia [...] El camino tiene un sentido norte-sur. El trfico de la avenida discurre en dos sentidos. Caerse de un balcn es moverse en sentido vertical. Esa aplicacin de sentido como hacia donde, no tiene un sentido como su contrario. Lo que se opone a este uso es, ms bien, lo que carece de direccin o de orientacin; a veces, es lo inmvil literal o metafricamente. Aunque este significado del trmino es antiguo y muy interesante, no lo consideramos aqu, para volver a ocuparnos del par sentido-sinsentido. Las varias acepciones de estos contrarios en el lenguaje ordinario tienen en comn que se mueven en las proximidades de los trminos valor y desvalor, importante y carente de importancia. A menudo se los puede reemplazar por estos ltimos trminos. Afirmar de una accin que no tiene sentido muchas veces quiere decir que da lo mismo llevarla a cabo o no, que no cuenta para [...], o es indiferente. Este uso se conecta con el mencionado antes: sentido como direccin, propsito o meta. Lo que posee una direccin hacia un fin posee el carcter de un movimiento dirigido hacia un logro o resultado. El valor de la actividad o del proceso depende de que se cumpla su para qu, de que alcance el propsito que los animaba. Lo que carece de para qu, en cambio, es pobre no slo en resultados finales, sino que carece tambin de importancia porque no conduce a nada. Es obvio que entre estos varios usos de sentido y sinsentido en el lenguaje de todos los das hay varios desplazamientos semnticos y contaminaciones de unos significados con otros. Observar sus relaciones internas no autoriza a sostener que en sus acepciones ordinarias sentido significa siempre una y la misma cosa. Carla Cordua. Sentido y sin sentido. En su Impresiones y Ocurrencias (Ril, Santiago de Chile, 2001). Sobre el sentido1 Es justo recordar cunto repugna al alma griega en general y al platonismo en particular el eterno retorno tomado en su significacin latente.[i] Hay que dar la razn a Nietzsche cuando trata el eterno retorno como su idea personal vertiginosa, que no se alimenta sino de fuentes dionisacas esotricas, ignoradas o rechazadas por el platonismo. Ciertamente, las raras exposiciones que Nietzsche hace de ella se quedan en el contenido manifiesto: el eterno retorno como lo Mismo que hace volver lo Semejante. Pero cmo no ver la desproporcin entre esta llana verdad natural, que no supera un orden generalizado de estaciones, y la emocin de Zaratustra? Lo que es ms, la exposicin manifiesta no existe sino para ser refutada secamente por Zaratustra: una vez al enano y otra a sus animales, Zaratustra les reprocha que transformen en vulgaridad lo que es en cambio profundo, en sonsonete lo que es msica, en simplicidad circular lo que es, por el contrario, tortuoso. En el eterno retorno hay que pasar por el contenido manifiesto, pero solamente para alcanzar el contenido latente situado mil pies ms abajo (caverna detrs de toda caverna...). Entonces, lo que le pareca a Platn que no era ms que un efecto estril, revela en s la inalterabilidad de las mscaras, la impasibilidad de los signos. El secreto del eterno retorno consiste en que no expresa de ninguna manera un orden que se oponga al caos y que lo someta. Por el contrario, no es otra cosa que el caos, la potencia de afirmar el caos. Hay un punto en el que Joyce es nietzscheano: cuando muestra que el vicus of recirculation no puede afectar ni hacer girar un cosmos. El eterno retorno sustituye la coherencia de la representacin por otra cosa, su propio caos-errante. Y es que, entre el eterno retorno y el simulacro, hay un vnculo tan profundo que uno no se comprende sino por el otro. Lo que retorna son las series divergentes en tanto que divergentes, es decir, cada una en tanto que desplaza su diferencia con todas las otras, y todas en tanto que involucran su diferencia en el caos sin comienzo ni fin. El crculo del eterno retorno es un crculo siempre excntrico para un centro siempre descentrado.
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Gilles Deleuze Lgica del Sentido; Barcelona, Planeta-Agostini, 1994, p. 265-267.

Klossowski tiene razn al decir del eterno retorno que es un simulacro de doctrina: es sin duda el Ser, pero solamente cuando el ente es, por su cuenta, simulacro.[ii] El simulacro funciona de tal manera que una semejanza es retroyectada necesariamente sobre sus series de base, y una identidad necesariamente proyectada sobre el movimiento forzado. El eterno retorno es, pues, lo Mismo y lo Semejante, pero en tanto que simulados, producidos por la simulacin, por el funcionamiento del simulacro (voluntad de potencia). Es en este sentido que invierte la representacin, que destruye los iconos: no presupone lo Mismo y lo Semejante, sino, por el contrario, constituye el nico Mismo de lo que difiere, la nica semejanza de lo desemparejado. Es el fantasma nico para todos los simulacros (el ser para todos los entes). Es potencia de afirmar la divergencia y el descentramiento. Hace de ella el objeto de una afirmacin superior; es bajo la potencia del falso pretendiente que hace pasar y repasar lo que es. Pero no hace retornar todo. Es selectivo, establece la diferencia, pero no, en absoluto, a la manera de Platn. Lo que selecciona es todos los procedimientos que se oponen a la seleccin. Lo que excluye, lo que no hace retornar, es lo que presupone lo Mismo y lo Semejante, lo que pretende corregir la divergencia, recentrar los crculos u ordenar el caos, dar un modelo y hacer una copia. Por larga que sea su historia, el platonismo no sucede sino una sola vez, y Scrates cae bajo la guillotina. Porque lo Mismo y lo Semejante se convierten en simples ilusiones precisamente en cuanto dejan de ser simulados. Definimos la modernidad por la potencia del simulacro. Es propio de la filosofa no ser moderna a cualquier precio, no ms que ser intemporal, sino de desprender de la modernidad algo que Nietzsche designaba como lo intempestivo, que pertenece a la modernidad, pero que tambin ha de ser puesto contra ella: en favor, espero, de un tiempo por venir. No es en los grandes bosques ni en los senderos donde la filosofa se elabora, sino en las ciudades y en las calles, incluido lo ms artificial que haya en ellas. Lo intempestivo se establece en relacin con el pasado ms lejano, en la inversin del platonismo; con relacin al presente, en el simulacro concebido como el punto de esta modernidad crtica; con relacin al futuro, en el fantasma del eterno retorno como creencia del porvenir. Lo artificial y el simulacro no son lo mismo. Incluso se oponen. Lo artificial es siempre una copia de copia, que ha de ser llevada hasta el punto donde cambie de naturaleza y se invierta en simulacro (momento del Arte Pop). Lo artificial y el simulacro se oponen en el corazn de la modernidad, en el punto en que sta arregla todas sus cuentas, como se oponen dos modos de destruccin: los dos nihilismos. Pues hay una gran diferencia entre destruir para conservar y perpetuar el orden establecido de la representacin, de los modelos y de las copias, y destruir los modelos y las copias para instaurar el caos que crea, poner en marcha los simulacros y levantar un fantasma: la ms inocente de todas las destrucciones, la del platonismo.

El crculo hermenutico. El crculo no es, pues, de naturaleza formal; no es subjetivo ni objetivo, sino que describe la comprensin como la interpretacin del movimiento de la tradicin y del movimiento del intrprete. La anticipacin de sentido que gua nuestra comprensin de un texto no es un acto de la subjetividad sino que se determina desde la comunidad que nos une con la tradicin. Pero en nuestra relacin con la tradicin, esta comunidad est sometida a un proceso de continua formacin. No es simplemente un presupuesto bajo el que nos encontramos siempre, sino que nosotros mismos la instauramos en cuanto que comprendemos, participamos del acontecer de la tradicin y continuamos determinndolo as desde nosotros mismos. El crculo de la comprensin no es en este sentido un crculo metodolgico, sino que describe un momento estructural ontolgico de la comprensin. Sin embargo, el sentido de este crculo que subyace a toda comprensin posee una nueva consecuencia hermenutica que me gustara llamar ,anticipacin de la perfeccin,. Tambin esto es evidentemente un

presupuesto formal que gua toda comprensin. Significa que slo es comprensible lo que representa una unidad perfecta de sentido. Hacemos esta presuposicin de la perfeccin cada vez que leemos un texto, y slo cuando la presuposicin misma se manifiesta como insuficiente, esto es, cuando el texto no es comprensible, dudamos de la transmisin e intentamos adivinar cmo puede remediarse. Las reglas que seguimos en estas consideraciones de la crtica textual pueden dejarse ahora de lado, pues de lo que se trata tambin aqu es del hecho de que su aplicacin correcta no puede ser separada de la comprensin del contenido del texto. La anticipacin de perfeccin que domina nuestra comprensin est sin embargo en cada caso determinada respecto a algn contenido. No slo se presupone una unidad inmanente de sentido que pueda guiar al lector, sino que la comprensin de ste est guiada constantemente por expectativas de sentido trascendentes que surgen de su relacin con la verdad de lo referido por el texto [] Tambin aqu se nos confirma que comprender significa primariamente entenderse en la cosa, y slo secundariamente destacar y comprender la opinin del otro como tal. Por eso la primera de todas las condiciones hermenuticas es la pre-comprensin que surge del tener que ver con el mismo asunto. Desde esto se determina lo que puede ser considerado como sentido unitario, y en consecuencia la aplicacin de la anticipacin de la perfeccin" (VM, 363-364). Hans George Gadamer; Verdad y mtodo tomo II, Hermeneia. Pg 363 y 364. Del sentido que se siente. Hay una negacin del sentido que est tan cargada de sentido como el sentido ms acabado -es decir, una negacin del sentido que confina tambin con la Verdad en tanto puro abismo de sentido: una Muerte expositiva y no una exposicin a la muerte. Paradojalmente, es una negacin del sentido lo que apela a la vida, lo que apela a un sentido viviente de la vida. La vida deviene el verdadero sentido del sentido, que por eso no tiene otro sentido que la vida. El 'viviente' representa la palpitacin ntima que se prueba inmediatamente en cuanto sentido. As se ha podido decir: 'dad es en relacin con el sin sentido lo que no es el no sentido. dad es sin sentido como la naturaleza y la vida. dad es para la naturaleza, y contra el arte. dad quiere dar a cada cosa su lugar esencial.'335 2 (se fue un momento de nuestra historia, con toda su necesidad, pero una vez ms nos vemos reconducidos a los giros de los aos treinta: es decir, al punto en que se impone la distincin ms exigente entre el no-sentido y un sin-sentido que sin embargo no sea una exacerbacin simtrica del deseo de sentido. Dad, entre muchos otros, habr representado toda la ambigedad de este punto, segn que se lo distinga o que se lo desee...) Ya sea Muerte o Vida se trata del mismo espesor expresivo: humanismo del humus, tierra-tumba o tierra germinatriz, sentido subterrneo o suelo natal, 'si el grano no muere...'. Siempre el sacrificio y la dialctica. El sentido quiere probarse, quiere sentirse: quiere sentirse y quiere sentirse. Sentirse hace sentido, eso sera propiamente hacer sentido. Entonces el deseo consiste en abolir la exterioridad esttica, en encerrar en s misma la doble entelequia del sintiente/sentido, en conferirle una unidad que no sea solamente numrica, en fin, en forzar al toque a ser ms que toque: a hacerse inherencia invasiva de s, al infinito. El sentido como sanguijuela de s mismo. Sentirse hace sentido, y ms an, sentirse en tanto el engendramiento del sentido, tal es sin dudas la apuesta final de la filosofa, cuya primera forma desplegada fue el 'arte oculto' del esquematismo kantiano (el primer esquema se enuncia as: Yo engendro el tiempo mismo en la aprehensin de la intuicin'336 3). La filosofa habr cerrado el crculo de significaciones metafsicas menos de lo que habr querido apropiarse la generatividad del sentido, en tanto y en cuanto su querer-decir absoluto. Las dos operaciones son la misma, pero la primera todava no es ms que la cara exterior de la segunda. 'Dios' muere all y all se reengendra en
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Jean Arp, Jour effeuills [Das desojados], Paris, Gallimard, 1966, p. 76 (texto de 1931).

Critique de la raison pure [Critica de la razn pura], Du schmatisrne des concepts purs de lentendement [Del esquematismo de los conceptos puros del entendimiento].

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tanto presentacin filosfica. sta, a su vez, se reengendra all en cuanto presentacin sensible -en cuanto literatura en el sentido (romntico) en el cual esta palabra habr querido significar la escritura que se figura y que se prueba en tanto poiesis misma del sentido. Que se figure tal para probarse tal, que se pruebe tal figurndose tal. No es un azar que la obra que fue la obsesin de Flaubert, La Tentation de saint Antoine [La tentacin de san Antonio] culmine con la tabla completa del auto-engendramiento del sentido en todos los sentidos: "Oh felicidad! felicidad! he visto nacer la vida, he visto comenzar el movimiento. La sangre de mis venas palpita tan fuerte que las va a romper. Tengo antojo de volar, de nadar, de ladrar, de vociferar, de aullar. Quisiera [ ... ] dividirme por todas partes, estar en todo [ ... ] acurrucarme bajo todas las formas, penetrar cada tomo, descender hasta el fondo de la materia, -ser la materia!". La escena, por supuesto, debe leerse en todos los sentidos a la vez: ella enuncia el colmo del deseo de escritura, y lo denuncia como el colmo de la tentacin. La escena lo celebra y lo parodia. Vocifera su desesperanza en relacin con su demanda, una y otra infinitas. Fin de la filosofa, fin de la literatura. A partir de aqu, es el mundo quien se abre -y el mundo es el espaciamiento que ofrece dejar la desesperanza junto a la demanda. Dejar entonces la filosofa junto a la literatura. Y cambiar de estilo hasta el punto de no ser ms tentado por la inscripcin del nacimiento mismo (del nacimiento del mundo, del nacimiento del estilo, del nacimiento del sujeto). Pero la Tentacin aqu es ms que una seduccin. Participa de lo que en primersimo lugar no puede no tener forma de necesidad: si el sentido ya no es dado, cmo no querer reengendrarse como el don del sentido? Cmo entonces no quedar prendido en una interminable autofagia del discurso? Cmo todas las significaciones no devendran all reversibles, y cmo no me encontrara yo vacilante a cada instante entre el extremo de la indigencia -decir: "he aqu.' - y la circularidad infinita de sentidos -el juego demasiado tentador: 'todos los sentidos son el sentido', 'el sentido del mundo es el mundo del sentido'. Es por esta razn, que hay que ganar distancia a cada paso -esa distancia que es la del mundo: apartarse del 'sentirse', sin dejar de ser afectado en el mismsimo 's mismo' por el espaciamiento del mundo. Saber sin saber que el sentido es lo que no se ha sentido pasar. En consecuencia tampoco hay que renunciar a escribir -en una atencin deducida de la tentacin, que ms bien atiende a esto de que el sentido se d para no ser ms requerido, y sin embargo siempre est al acecho. "El escritor es l mismo como un nuevo idioma que se construye, se inventa medios de expresin y se diversifica segn su propio sentido."3374 Pero la escritura en tanto 'idioma' es tambin el producto de voces, de silencios y de gestos que no cobran apariencia de obra. Las palabras, sus conceptos y sus imgenes, dan a esta praxis relevos de significacin y de comunicacin. Al fin, cada uno es un 'nuevo idioma' naciente, y el mundo es el espacio comn de significancias idiomticas.

Jean-Luc Nancy; el Sentido del Mundo Traduccin de Le sens du monde, Paris, Editions Galile, 1993: Jorge Manuel Casas. Pg. 133 y 134 edicin Virtual de La Marca Editora. El sentido del mundo. "Entonces cmo deberamos entender que el pensamiento pueda comenzar por (ser) una respuesta?" "Respuesta: esto no slo es posible, sino incluso necesario, en la medida de que
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Maurice Merleau-Ponty, La Prose du monde [La prosa del mundo], Paris, Gallimard, 1969, p. IV.

no hay ms que un solo y nico pensamiento, el del sentido de la vida, y que en tal sentido no hay que escuchar otra cosa que la vida misma (un ingrediente que sera la sal de la vida, un juicio final en cuyo espacio encontrara su orientacin), mejor an, no hay que escuchar otra cosa que la constitucin formal a priori del vivir en su desnudez. Pues esta formalidad existencial se halla construida, si es posible atreverse a decirlo de este modo, en forma de respuesta: ella hace del hombre ese extrao viviente que, haga lo que haga -o deje de hacer lo que deje de hacer, padezca o no, hable o calle, responde al mundo y responde del mundo.1 5 Gerard Granel, "Le monde et son expression" ["El mundo y su expresin"], La part de l'oeil [La parte del ojo], nmero 8, Bruselas, 1992 "INTRODUCIR UN SENTIDO - esta tarea an permanece bajo el estatuto absoluto de lo que est por lograrse, si se admite que en ella no reside sentido alguno", Frdric Nietzsche, Fragments posthumes automne 1887 - mars 1888 [Fragmentos pstumos otoo de 1887 - marzo 1888J, trad. Pierre Klossowski,2 Oeuvres philosophiques completes [Obras filosficas completas], Paris, Gallimard, 1976, p. 34. "Escribir, 'formar' en lo informal un sentido ausente. Sentido ausente (no ausencia de sentido, ni que faltara sentido, potencial o latente). Escribir, acaso, consiste en llevar a la superficie algo as como el sentido ausente, en acoger el empuje pasivo que an no es pensamiento pero que ya constituye el desastre del pensamiento. Su paciencia." Maurice Blanchot, L'criture du dsastre [La escritura del desastre], Paris, Gallimard, 1980, p. 71. "Slo ella se subleva, seno desnudo en el sentido que consume".3 Mathieu Bnzet, Ode la posie [Oda a la poesa], Bordeaux, William Blake & Co., 1992, p. 26 Hasta hace poco tiempo, todava se poda hablar de 'crisis del sentido' (sta fue una expresin de Jan Patocka que le toc retomar a Vaclav Havel): una crisis se analiza, se supera. Era posible reencontrar el sentido o al menos indicar a grandes rasgos una direccin. O bien todava se poda jugar con los destellos, con las burbujas de un sentido a la deriva. Hoy estamos ms lejos: todo el sentido se encuentra en estado de abandono. Esta circunstancia nos hace desfallecer, y sin embargo sentimos (tenemos ese sentido) que vivimos de esto mismo, de estar expuestos a ese abandono del sentido. En las mujeres y en los hombres de este tiempo hay una manera ms bien soberana de ya no hacer pie, sin por ello experimentar angustia, y de caminar sobre las aguas del ahogo del sentido. Una manera de saber, precisamente, que la soberana no es nada, que la soberana es esa nada en la que el sentido siempre se
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Nota de la traduccin: tambin podra leerse 'responde en el mundo y responde del mundo'. N. de la T.: la traduccin francesa de Klossowski, que Nancy cita explcitamente, dice "INTRODUlR UN SENS - cette tache reste encore absolument a accomplir, admis qu'i1 n'y rside aucun sens". 3 N. de la T.: "Seule elle se soulve sein nu dans le sens qu'elle consume".

excede. Lo que resiste a todo, y acaso siempre lo hace, en toda poca, no es un mediocre instinto de especie o de supervivencia, es ese sentido. En este tiempo, el nuestro, estn por un lado todos los riesgos de la espera de sentido, de la demanda de sentido (como esa banderola en Berln, sobre un teatro, en 1993, 'Wir brauchen Leitbilder': 'tenemos necesidad de imgenes directrices'), con todas las temibles trampas que semejante demanda puede tender (seguridad, identidad, certeza, filosofa como distribuidora de valores, de visiones del mundo y -por qu no?de creencias y de mitos); y, por otro lado, toda la chance de saberse ya ms all de la espera y de la demanda, ya en el mundo46 en un sentido inaudito; es decir, tal vez, de este otro lado, nada ms que lo inaudito, que retorna eternamente a hacerse escuchar por el sentido mismo, por un sentido que precede todos los sentidos y que nos precede, previniente y sorprendente a la vez. Hacer lugar a este exceso del sentido por sobre todo sentido apropiable, y desprenderse, de una buena vez, de aquello que Levi-Strauss llamaba 'la pesquisa agotadora de un sentido detrs del sentido, que jams es el correcto'5, he aqu la apuesta -y en ella no hay nada de escptico ni de resignado, es la recompensa misma del sentido, que debe escucharse ms all de todo sentido pero que no proviene de ningn 'ms all' del mundo. * ** Los que ceden a la demanda de sentido (que ya parece hacer sentido por s misma y tranquilizar...) demandan al mundo que se signifique como residencia, abrigo, habitacin, salvaguarda, intimidad, comunidad, subjetividad: significante de un significado propio y presente, significante de lo propio y de lo presente en cuanto tales. (Los que todava significan el mundo en tanto sentido de una pesquisa infinita o de un pasaje hacia otro mundo no cambian nada fundamental: el significado ltimo termina teniendo la misma esencia.) Para ellos la mundializacin del mundo, que es nuestro elemento y nuestro acontecimiento, el 'cosmopolitismo', la teletcnica, desapropian, des-significan el sentido, lo hacen jirones. Aqu no se les opondr un no-sentido nihilista, ni un sentido 'insensato' que oscilara entre disoluto y mstico. Aunque se les objetar que el sentido tiene todas sus chances y todo su sentido solamente ms ac o ms all de la apropiacin de significados y de la presentacin de significantes, en la apertura misma de su abandono, en tanto apertura del mundo. Pero lo 'abierto' no es la cualidad vaga de una hiancia indeterminada67, ni de un halo de generosidad sentimental. Lo 'abierto' vuelve apretada, trenzada, estrechamente articulada, la estructura del sentido en tanto sentido del mundo. Jean-Luc Nancy; el Sentido del Mundo Traduccin de Le sens du monde, Paris, Editions Galile, 1993: Jorge Manuel Casas. Pg. 5 y 6 edicin Virtual de La Marca Editora.

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N. de la T.: escribimos 'ya en el mundo' para traducir 'dja au monde', Juego de palabras con la expresin francesa 'venir au monde': venir al mundo, nacer.
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Claude Levi-5trauss, Didier Eribon, De pres et de loin [De cerca y de lejos], Paris, Odile Jacob, 1988, p. 225,
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N. de la T.: 'hiancia' traduce el significante francs 'bance'. sta es la decisin que adoptara Toms Segovia en su traduccin de los Escritos de Lacan y que se hiciera habitual en espaol. Leemos 'bance' en cuanto abertura, grieta, locacin sustantiva que consiste en un hiato, espacialidad de la fractura.

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