Metodos para Analisis de Textos

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Claves textuales, pragmticas y sociolingsticas para el comentario de textos Jos Mara Jimnez Cano (Universidad de Murcia)

NDICE

1.- Prefacio. 2.- Captulo I: Problemtica metodolgica en el anlisis de los fenmenos textuales. 3.- Captulo II: Problemtica metodolgica en el anlisis de los fenmenos pragmticos. 4.- Captulo III: Criterios definitivos y orientaciones estables. Una apuesta. 5.- Captulo IV: Produccin lingstica, usuario lingstico y teora del texto. 6.- Captulo V: Presupuestos tericos para una Grafmica textual. 7.- Captulo VI: La formacin lingstica y gramatical en la didctica de la Lengua Espaola. 8.- Captulo VII: Bosquejo general para el comentario sociolingstico de textos literarios. 9.- Captulo VIII: Claves sociosemiticas para el anlisis de textos ecologistas. 10.- Bibliografa.

PREFACIO Marco contextual y teora lingstica1 sera otro de los ttulos que podran encabezar estas pginas que vuelven a someterse a la consideracin del lector interesado en cuestiones perifricas de la investigacin lingstica de los ltimos veinticinco aos. La ordenacin cronolgica de esta seleccin2 permite reflexionar sobre las consecuencias de la reinstauracin de lo textual como referente primordial del quehacer filolgico, con la tranquilidad de conocer el desenlace de esta importante etapa de desarrollo de los estudios lingsticos y crtico-literarios. Superada, por desgracia, la beligerancia en la defensa de las doctrinas estructuralistas y generativistas, pues vivimos en poca de industriosas aplicaciones, algunas de las pginas que se ofrecen pueden permitir una labor de gua arqueolgica para el joven lingista que quiera conocer algunas claves colaterales de la gestacin de modelos tericos que completaron el mapa de las disciplinas lingsticas, ensancharon los severos lmites de lo lingstico y, gracias a la refundacin semitica, sentaron las bases para entender el aparente babelismo de la hipertextualidad actual. Tambin espero que, para aquellos que protagonizaron este periodo, algunos de los prrafos que ahora se reimprimen sirvan para vacunarse de rebrotes de formalismos atentatorios contra la fundamentacin humanista que debe perseguir el autntico espritu filolgico.

Este era el ttulo de la tesis de licenciatura que bajo la direccin del profesor ESTANISLAO RAMN TRIVES present en la Universidad de Murcia en el mes de septiembre de 1978. 2 En los cuatro primeros captulos se recoge la parte general de la tesis doctoral: Competenza linguistica e teoria del testo nel quadro di una linguistica pragmatica. Riflessioni metodologiche, Facultad de Filosofa y Letras, Universidad de Bolonia (Italia), curso acadmico 1979-1980. Tesis dirigida por el profesor LUIGI HEILMANN. La distribucin de los contenidos es diferente a los artculos traducidos al espaol que se publicaron respectivamente en los aos 1982-83 y 1984-85: Problemtica metodolgica en el anlisis de los fenmenos textuales y pragmticos, Anales de la Universidad de Murcia, volumen XLI, 1-2, Facultad de Letras. Curso 1982-83 (edc. 1983), pgs. 299-370 y Produccin lingstica, usuario lingstico y teora del texto, Anales de la Universidad de Murcia, volumen XLIII, 1-2, Facultad de Letras. Curso 1984-85 (edc. 1984), pgs. 127-171. Los mismos fundamentos tericos se mantienen en los captulos V y VI donde se perfilan aspectos ms concretos en la imagen material del texto (Presupuestos tericos para una Grafmica textual, Estudios de Lingstica, E.L.U.A., Departamento de Lengua Espaola, Facultad de Filosofa y Letras, Universidad de Alicante, 1, 1983, pgs. 227-248) y se propone una aplicacin didctica (La formacin lingstica y gramatical en la didctica de la Lengua Espaola, Anales de Filologa Hispnica, Universidad de Murcia, 2, 1986, pgs. 43-58. Sin los eslabones intermedios, se completa el volumen con dos estudios en los que se perfila la orientacin textual en clave sociolingstica (no variacionista) y sociosemitica: Bosquejo general para el comentario sociolingstico de textos literarios, en Estudios de Sociolingstica. Sincrona y diacrona, de PILAR DEZ DE REVENGA y JOS MARA JIMNEZ CANO (eds.), D.M., Murcia, 1996, pgs. 155-183 y Claves sociosemiticas para el anlisis de textos ecologistas, en Estudios de Sociolingstica. Sincrona y diacrona II, de PILAR DEZ DE REVENGA y JOS MARA JIMNEZ CANO (eds.), D.M., Murcia, 1999, pgs. 197-218.

A alguien puede sorprender la importante presencia de bibliografa italiana. La causa no es otra que la labor de direccin que sobre parte de estas pginas ejerci el profesor Luigi Heilmann y el dilogo fructfero con dos de sus discpulos: Toms Albaladejo y Stefano Arduini, entonces doctorandos. A finales de la dcada de los setenta del pasado siglo, la Universidad de Bolonia se incorporaba con cierto retraso a la formulacin y al estudio de los modelos textuales. El dogmatismo de los jvenes lingistas de inspiracin chomskiana impeda un dilogo sereno con estos nuevos enfoques, hasta el punto que la aportacin fundamental de Umberto Eco hubo de realizarse fuera de los crculos lingsticos convencionales. Fue precisamente el entonces sexagenario profesor Heilmann el que emprendi la tarea de llevar a las clases y a las pginas de la prestigiosa revista Lingua e Stile las nuevas teoras textuales. Esta recuperada aproximacin inicial de corte crtico y antiformalista a los estudios textuales y pragmticos, muy interesada en fijar una base metodolgica integradora de las diversas tendencias tericas, se completa, despus de una no demasiado ortodoxa reflexin didctica, con un intento de perfilar en clave sociolingstica las lneas maestras de algunos aspectos marginales en el comentario tradicional de textos. Si alguien se pregunta por la teleologa de alguna de las propuestas integradoras que se reiteran, a veces en exceso, en estos trabajos, en estos momentos se pueden entender como un vano afn por mantener una comprensin totalizante de unos modelos tericos que se encaminaban hacia una nueva y radical fragmentacin, tan agudizada que no son pocos los que, sobre todo desde instancias acadmicas, consideran obsoleto el nombre mismo de Filologa.

Captulo I Problemtica metodolgica en el anlisis de los fenmenos textuales 1. Es necesario reconocer que la actual divisin institucional y acadmica del conjunto de las ciencias filolgicas3 (lingsticas) y literarias no refleja la fusin y el relativo acercamiento que se ha producido en los mtodos y objetivos de estudio desde el principio del siglo y contina producindose con mayor intensidad en nuestros das. Las reiteradas llamadas a la interdisciplinariedad y la propuesta de modelos globalizantes o totalizantes significan una toma de conciencia de esta realidad. Se puede encontrar una explicacin y una respuesta a la divisin sealada en la frecuente separacin a que se ven sometidos los procesos de investigacin (sujetos por lo dems a dispersiones y contradicciones) con respecto a los de explicacin o prctica pedaggica (difusin), con lgicas divergencias, segn el nivel del sistema educativo que se considere4. 1.1. Entre los elementos generadores del proceso actual se encuentran principalmente: a) La necesidad de abandono de los criterios y mtodos valorativos y personales (subjetivo-idealistas), garantizados en la mayora de los casos por un estricto criterio de autoridad5. El recordar y el tomar las distancias de los peligros derivados del subjetivismo no presupone el rechazo de categoras como la intuicin, en la medida en que la

Es de acuciante necesidad la reconsideracin del trmino filologa, estableciendo sus lmites con precisin. De hecho, tal y como es presentado en Definizioni preliminari e cenni di storia della filologia, pgs. 1 5, en Manuale di filologia italiana, de ARMANDO BALDUINO, Florencia, Sansoni, 1979, gran parte del proceso de integracin llevado a cabo por los diversos modelos de lingstica textual estaba ya sistematizado en el tradicional marco filolgico. 4 Suficientes ejemplos referentes a esta problemtica, particularmente en el mbito crtico-literario, pueden encontrarse en Insegnare la letteratura, de CESARE ACUTIS (ed.), Parma, Pratiche Editrice, 1979, especialmente I codici negati, de LORE TERRACINI, pgs. 21 35, y en Tecniche della critica letteraria, de EZIO RAIMONDI, Turn, Einaudi, 1967; especialmente Lindustrializzazione della critica letteraria, pgs. 69 91. Es necesario tomar conciencia de tales problemas para desarrollar una didctica crtica de las ciencias del lenguaje. 5 Como aportacin bibliogrfica a una formulacin cientfica del mtodo crtico-literario (la propuesta de una ciencia de la literatura que sobrepase los esquemas positivistas y las propuestas meramente impresionistas) puede considerarse el captulo IV de Significado actual del formalismo ruso, de A. GARCA BERRIO, Barcelona, Planeta, 1975, pgs. 61 97, donde se hace mencin de la actual revolucin lingstico-estructuralista contra los defectos de un dignsimo impresionismo degenerado cuando se trasfunde a ignorantes impreparaciones que elevan un bosque de intiles parfrasis, Ib., pg. 69. Tambin puede verse una crtica a la metodologa impresionista en Anlisis semiolgico de Muertes de perro, de A. VERA LUJN, Barcelona, Planeta, 1977, pgs. 17 y ss. Desde un punto de vista lingstico-estructural se critica el criterio impresionista en La considezione funzionale del linguaggio, de ANDR MARTINET, Bolonia, il Mulino, 1971, en particular, pgs. 11 12.

formulacin de toda teora comporta siempre un riesgo, una apuesta en diversos puntos de la misma6, ni de categoras como la evidencia, puesto que por muy problemtica que fuera la categora de la evidencia sin ella ninguna argumentacin es factible y desde un punto de vista del conocimiento prctico la apelacin a la evidencia no resulta ms problemtica que una apelacin a cualquier otra instancia7. Todo ello conduce a describir semejante situacin como la carencia generalizada de un procedimiento cientfico basado en la formulacin de hiptesis y en su posterior confirmacin emprica, as como la falta de explicitacin y definicin precisa de los instrumentos terico-metalingsticos utilizados8. b) La bsqueda de un estatuto cientfico podra venir favorecida por el mayor grado de desarrollo alcanzado por las denominadas ciencias exactas. No consideramos cmo se han producido de hecho tales relaciones, ni entramos en la problemtica del estado particular de las denominadas ciencias humanas o sociales9. 1.2. Sin mayores especificaciones pueden ser consideradas como palabrastestigo10 de este proceso, entre otras: Formalismo Ruso, Estructuralismo, Generativismo, Narratologa, Poetologa (Potica), Teora del Texto y Psico-sociologa del lenguaje y de la literatura. Utilizando la clave onomstica exclusivamente en el campo lingstico - : W. von Humboldt, F. de Saussure, R. Jakobson, L. Bloomfield, Z. S. Harris y N. Chomsky. 2. Despus de dos dcadas de gestacin y desarrollo, se ha llegado a afirmar, al menos en una fase inicial, que los resultados de las investigaciones en el mbito del texto, de los textos, se configuraban como un lugar de encuentro efectivo de las diversas disciplinas lingsticas, crticas e histrico literarias, dejando a un lado los problemas institucionales y salvando la legitimidad y necesidad de las especificaciones que la operatividad del anlisis privilegia en cada caso concreto. La causa de tal confluencia habr que buscarla en el propio carcter comprensivo, totalizante o integrador de que estn dotados algunos de los modelos tericos textuales.

En estos trminos NICOLAS RUWET comenta la aportacin del mtodo hipottico-deductivo: Introduccin a la gramtica generativa, Madrid, Gredos, 1974, pg. 13. 7 S. J. SCHMIDT, Teora del texto, Madrid, Ctedra, 1977, pg. 24. 8 Las razones de la insuficiencia de la terminologa tradicional son analizadas por E. RAMN TRIVES, en Lengua y Poesa, Homenaje al profesor Muoz Corts, Universidad de Murcia, Facultad de Filosofa y Letras, curso 1976 77. 9 El problema ms grave que gravita sobre este particular es la diversidad de concepciones sobre la nocin de ley. 10 GUSTAVO MATOR, La Mthode en lexicologie, Pars, Didier, 1953, pgs. 65 68.

3. Es tambin posible constatar en algunos sectores un intento de cambio en la orientacin y en la disposicin de la teora lingstica en general en cuanto que, como recuerda Garca Berrio: el concepto de texto ha sido aclarado y elevado en los ltimos tiempos a centro ordenador de la especulacin lingstica europea ms avanzada. La moda europea de lingstica textual arranc con suma facilidad poderosas explicaciones iniciales a los logros secularmente establecidos de la gramtica tradicional11. Cambio debido, como se ha sealado, al anlisis y desarrollo de una de sus unidades: la unidad texto. Contrastando, en parte, con el proceso de los cambios en la evolucin de la ciencia lingstica (en sentido genrico), que han estado marcados por metodologas y/o epistemologas cientficas determinadas, entre las que cabra considerar: el historicismo, el estructuralismo y el generativismo. Son precisamente las bases estructural y generativa las que se han mantenido como principios racionalizadores en las diversas teoras parciales del texto, ayudadas en determinadas ciencias auxiliares: lgica, matemticas, sociologa y psicologa, sobre todo12. Con relacin a la conexin entre algunos modelos de lingstica del texto y generativismo se acepta en el presente estudio la opinin de Garca Berrio: La lingstica del texto era una de las vas correctoras de la gramtica generativotransformacional chomskiana; la lingstica del texto, al menos inicialmente, no se ha planteado nunca en sus principales cultivadores y propulsores como negacin del modelo generativo, sino esencialmente como expansin del mismo de su filosofa cientfica, intereses y objetivos a realidades de discurso inabordadas por aqul13. En idntico sentido afirma: existe un enorme parecido con el conjunto de reglas que en la gramtica transformativo-generativa formalizan la gnesis sentencial. Lo inmediato hace pensar en un fenmeno de mimetismo prximo al plagio entre ambas teoras. Pero, sin descartar la evidencia del influjo del deseablemente inevitable modelo generativotransformativo, dicho paralelismo se fundamenta en la hiptesis bsica que en la

A. GARCA BERRIO A. VERA LUJN, Fundamentos de teora lingstica, Madrid, Comunicacin, 1977, pg, 175. 12 No se considera aqu el complejo campo de las extensiones y variedades de ambos trminos. Para una visin de conjunto puede verse La lingstica Moderna, de A. GARCA BERRIO, Barcelona, Planeta, 1977. La nocin de ciencias auxiliares, con idntico sentido, es empleada por VAN DIJK en Aspetti di una teoria generativa del testo poetico, pg. 61, en Per una potica generativa, Bolonia, il Mulino, 1976, pgs. 61 91. Resulta significativo el hecho de que algunos modelos de lingstica textual tomen conciencia metodolgica de este hecho. 13 J. S. PETFI A. GARCA BERRIO, Lingstica del texto y crtica literaria, Madrid, Comunicacin, 1979, pgs. 57 58.

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actualidad domina los modelos ms prestigiosos de la descripcin lingstica del texto (T. van Dijk, J. Petfi, A. Greimas)14. 4. Esta toma de posicin con respecto a la sistemtica textual es discutible y, de hecho, es generadora de controversias y de actitudes antagnicas; y lo es por el juego de contradicciones connatural al proceso de paradigmacin cientfica, hablando en trminos kuhnianos. Como dice Rieser: Aun cuando hay amplias diferencias entre los diversos paradigmas coexistentes, stos tienen algo en comn: en primer lugar, ninguno de ellos es una teora emprica. Estos paradigmas son, ms o menos, explicaciones a las intuiciones en que se configura la teora15. Sin entrar en el anlisis exhaustivo de cada propuesta, veamos algunas de las diversas posiciones: a) Negacin del texto como unidad autnoma susceptible de definicin, aunque empricamente se reconozca la existencia de los textos. Segn Emile Benveniste16, la efectividad de la lengua depende de su realizacin en el discurso nihil est in lingua quod non prius fuerit in oratione), fuera del cual la proposicin no es susceptible de integracin en una totalidad de rango superior. La operatividad de la proposicin consistira en su capacidad combinatoria, en la serie de relaciones consecutivas que establecen entre s las diversas proposiciones. Sin embargo, un grupo de proposiciones no constituye una unidad de orden superior a la proposicin, o, en otros trminos, no existe un nivel lingstico ms all del orden categoremtico. Apreciacin que lleva a Benveniste a afirmar que: con la frase se sale del dominio de la lengua como sistema de signos y se penetra en otro universo, el de la lengua como instrumento de comunicacin, cuya expresin es el discurso17. Para B. Pottier toda expresin o comunicacin lingstica es texto18. El texto es universal, es una secuencia de discurso que depende de la voluntad del hablante. Nada puede definir un texto, ni siquiera cuando se le considera una sucesin de oraciones, puesto que no existe un rasgo formal especial (un punto ms grueso) para la ltima frase. El texto es totalmente arbitrario, subjetivo, en oposicin, por ejemplo, al
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Ibdem, pg. 68. HANNES RIESER, El desarrollo de la Gramtica Textual, en Introduccin a Lingstica del texto y crtica literaria, cit., pg. 22. 16 Los niveles del anlisis lingstico, captulo X, pgs. 118 130, especialmente pgs. 128, 129 y 130, en Problemas de lingstica general, I, Mxico, Siglo XXI, 1974. 17 Ibdem, pgs. 128 129. 18 Curso Superior de Filologa Espaola, Mlaga, 1978. Se puede ver una visin reducida de su modelo lingstico de base lgico-semntica, en La voz y la estructura oracional del espaol, en Lingstica Espaola Actual, I, 1, 1979, pgs. 67 91.

morfema, lmite objetivo. El lmite del texto no puede siquiera encontrarse en lo temtico, por ser el tema algo relativo, ideal; adems, como indica el exacto significado de la palabra texto (tejido), los textos contienen varios temas que estn en continuo entretejido de relaciones. Una respuesta para los lingistas de base estructural-saussureana que respecto a la definicin del texto como unidad buscan un punto-y-final ms grande de lo normal, y utilizan este argumento para criticar su existencia, convendra recordarles, efectuando el consiguiente traslado, estas palabras de Saussure: La relacin entre dos empleos de la misma palabra no se fundamenta ni en la identidad material ni en la semejanza de los sentidos19. Por otra parte, posiciones como la de B. Pottier olvidan, o hacen un uso ocasional de una nocin central de la doctrina saussureana: el valor lingstico: Por qu exigir a la unidad texto precisiones formales, materiales (de base emprica) constantes, invariantes? Estas insuficiencias no impiden, como de hecho se hace desde otras posiciones tericas, que sean analizados y estudiados todos los mecanismo formales especficamente textuales. b) Aceptacin de la unidad terica texto, pero criticando la denominacin de lingstica del texto, por no considerarla o no aceptarla como rasgo global determinante, sobre todo, por el dislocamiento que producira en la disposicin de las disciplinas de la ciencia lingstica y en la particular recomposicin que efectuara de las mismas. Este fenmeno tiene relacin con lo que podra ser denominado como crisis de las disciplinas lingsticas consideradas aisladamente. La crisis o sistematizacin del papel de las disciplinas lingsticas es un ejemplo de una racionalizacin global de la lingstica con criterios diversos. H. Weinrich presenta as la modelizacin existente en la lingstica tradicional: la linguistica tradizionale ha diviso il suo dominio allincirca como segue: la fonetica (poi: la fonologia) studiava i suoni (o i fonemi); la morfologia, i morfemi, la semantica, le parole; la sintassi gli enunciati /Stze/. Per i testi /Texte/, vi era la stilistica. Ma la stilistica appariva ai linguisti veri e propri soltanto come una disciplina marginale o addiritura fuori le mura. Questa distribuzione delle competenze reflette una concezione della scienza linguistica, secondo la quale si comincia con piccole unit, si sale progressivamente a unit pi

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Traduccin del Corso di linguistica generale, edic. de TULLIO DE MAURO, Bari, Laterza, 1978, pg. 132.

grande, sinch si perviene allaltezza dellenunciato, il quale considerato le colonne dercole della linguistica20. Es ste un problema clave para la comprensin del proceso terico que ha permitido el desarrollo de algunas teoras textuales en funcin de toda la problemtica que se ha venido planteando con las sucesivas adiciones y revisiones a la teora generativo-transformacional y estndar extendida de Chomsky. En orden progresivo: la sintaxis concebida aisladamente como eje central de la gramtica, postulacin de un componente semntico meramente interpretativo, planteamiento de la naturaleza generativa del componente semntico, necesidad posterior de la introduccin de un nuevo componente pragmtico. Evolucin, asimismo, basada en la revisin de las nociones centrales de la teora generativa: competencia, gramaticalidad, aceptabilidad, estructura profunda; la ampliacin del campo experimental con el recurso a elementos supraoracionales y textuales; la encarnacin de los componentes-disciplinas en el circuito comunicativo y la lucha por la prioridad (marco terico general) de cada componente disciplina sobre los otros. La tendencia inicialmente expresada puede verse en K. Heger y K. Baldinger. En ambos casos desde una posicin semntica y sobre la base ascendente de una serie de rangos se llega desde la unidad mnima monema a la, en progresin ascendente, totalidad de los textos virtualmente existentes. El reagrupamiento de diversos rangos puede coincidir (siempre con las limitaciones que impone el modelo) con el contenido de algunas de las disciplinas lingsticas, pero, en general, stas son modificadas segn las caractersticas del propio modelo21. c) La observabilidad efectiva de la existencia del texto no es motivo suficiente para colocarlo como centro de la teora lingstica. Los fenmenos textuales son encuadrables en las gramticas del enunciado cuando stas sean totalmente desarrolladas. Es ste el modo de pensar de Dascal y Margalit, que sigue mantenindose en las actuales incursiones textuales desde una ptica generativa22. De ningn modo conviene olvidar las contribuciones generativas al anlisis transfrstico, aunque se hayan limitado a aspectos gramaticales concretos: teora de los
Sintassi dellarticolo francese, en La linguistica testuale, de M. E. CONTE (Ed.) Miln, Feltrinelli, 1977, pgs. 53 65. 21 KLAUS HEGER, Monem, Wort, Satz und Text, Tubinga, Niemeyer, 1976, y I Curso de Lingstica Textual, Murcia, 1978. KURT BALDINGER, III Curso de Lingstica Textual, Murcia, 1980. 22 M. DASCAL M. MARGALIT, Text Grammars A critical view, en Probleme und Perspectiven der neuren text grammatischen Forshung, I, Papiere zur Text Linguistik, Hamburgo, Buske, 1974. Puede verse una exposicin y respuesta al contenido de estas crticas en H. RIESER, El desarrollo de la gramtica textual, cit., especialmente pgs. 45, 46 y 47.
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pronombres, del artculo, de otros elementos referenciales (adverbios), del mecanismo de los tiempos y de la mecnica compositiva de la frase. Para M. E. Conte son precisamente los anlisis transfrsticos el primer momento en el paso de una teora del enunciado a una teora del texto23. d) Ms compleja, en la medida en que representa una racionalizacin diferente, es la posicin de E. Coseriu, acuador en 195524 de la denominacin de lingstica del texto. El trmino texto, en su opinin, se ha consolidado, en parte, porque la lengua alemana no dispone de un trmino adecuado para la nocin de discurso, por lo que se ha optado por la confeccin de la palabra compuesta Text-Linguistik. En el caso espaol se podra decir sin problema alguno lingstica del discurso, incluso como frmula ms adecuada, ya que no implicara la nocin de discurso registrado que supone la nocin de texto. En efecto, Coseriu coloca en el plano del discurso el acto lingstico o la serie conexa de actos lingsticos susceptibles de ser realizados por un individuo en una situacin determinada. En la medida en que el discurso, en cuanto ya realizado, se presenta como texto, como discurso registrado o registrable, puede llamarse en este sentido plano del texto25. En base a la autonoma del plano del discurso con respecto al plano de las diversas lenguas histricas y al plano del hablar en general, Coseriu propugna la existencia de una lingstica de las diversas lenguas histricas (campo propio de la corriente estructural-funcional), de una lingstica del hablar en general (tarea principal de una gramtica generativo-transformacional) y de una lingstica del texto o del discurso, cuyo objeto de estudio sobre un plano individual frente al plano histrico de la corriente estructural y al plano universal de la teora generativa es el discurso con su saber expresivo correspondiente frente al saber idiomtico y al saber enciclopdico de las otras dos tendencias - , con el juicio de lo apropiado en oposicin al de lo correcto y al de lo congruente y en el mbito del sentido

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Para una bibliografa de estos estudios puede verse de VAN DIJK, Testo e contesto, pgs. 189 190, en Per una poetica generativa, cit., pgs. 183 241. El paso a unidades suprafrsticas y a la consideracin de elementos literario textuales en mbito generativo est expuesto por el mismo autor en Problemi di poetica generativa, cit., pgs. 243 259, en Per una poetica generativa, cit., pgs. 243 279. La posicin de M. E. CONTE puede verse en Introduzione, pgs. 11 y ss., en La linguistica testuale, cit., pgs. 11 50. Son de inters tambin la serie de artculos contenidos en La grammaire gnrative en pays de langue allemande, Langages, 26, 1972, y el artculo de IGNACIO BOSQUE, En torno a la llamada Potica Generativa, en 1616, II, 1979, pgs. 115 124. Una visin actualizada de esta tendencia puede verse en Frase, discorso e testo, de G. TONFONI, Lingua e Stile, 3, 1981. 24 Determinacin y entorno, en Teora del lenguaje y lingstica general, Madrid, Gredos, 1973. 25 XIII Curso Superior de Filologa Espaola, Mlaga, 1978, y Textlinguistik, eine Einfhrung, Ed. Gunter Narr, Tubinga, 1981.

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frente al del significado y al de la designacin, respectivamente, de los otros dos planos, ya relativo respecto a una norma extrnseca (con relacin a tal tipo de discurso), ya absoluto para el juicio esttico de un texto concreto. En la figura I ofrecemos una visin esquemtica de toda esta serie de distinciones:

PLANO UNIVERSAL hablar en general

SABER ELOCUCIONAL saber general hablar en

DESIGNACIN referencia a las cosas o estados de cosas

JUICIO DE LO CONGRUENTE (Relacin de predominio)

PLANO HISTRICO diversas histricas PLANO INDIVIDUAL del discurso o lenguas

SABER IDIOMTICO saber hablar una o ms lenguas

SIGNIFICADO organizacin lxica especfica de una lengua del mbito de la designacin

JUICIO DE LO CORRECTO (Relacin de predominio)

SABER EXPRESIVO saber discurso construir

SENTIDO contenido especfico de un discurso

JUICIO DE LO APROPIADO

texto

Esta manera de concebir las cosas es considerada como la lingstica del texto propiamente dicha, desarrollada, sobre todo, en Francia (R. Barthes y A. J. Greimas) y emparentada con la estilstica literaria y la retrica antigua. La lnea representada por R. Harweg y W. V. Dressler es calificada de anlisis transfrstico o gramtica del texto de una lengua. Por ltimo, es atacada por Coseriu la lnea representada por H. Weinrich y colaboradores en la medida en que consideran todas las funciones lingsticas como dependientes de funciones y categoras del texto. Para comprender la posicin de Coseriu, puesto que es una de las posiciones tericas claves para poder establecer la distincin entre concepciones materiales y concepciones formales del texto, aunque aqu se exponga de forma tan reductiva, es preciso delinear claramente su nocin de sentido o contenido especfico de un discurso, lo que se expresa ms all de la designacin y del significado lingstico. Coseriu ejemplifica del siguiente modo su posicin: el discurso, lo que se dice o es susceptible de ser dicho, puede manifestarse, por ejemplo, bajo forma de pregunta, respuesta o mandato; ahora bien, estos hechos y aqu se juega con la discutible posibilidad de establecer los lmites de lo lingstico no son hechos de lengua y mucho menos comunes a todo el hablar, en cambio, estn determinados por una intencin actual y las diversas lenguas pueden, o no, disponer de los instrumentos especficos para expresar tales contenidos. Se trasluce, al fondo de esta postura, una negacin, o al menos, una 11

relativizacin (justificada por los ejemplos que se aducen) de los universales pragmticos postulados desde posiciones de filosofa del lenguaje de inspiracin generativa, como la de J. R. Searle26. El hecho de que no existan elementos lingsticos concretos indicadores del acto lingstico respuesta, hace que su identificacin como tal sea facilitada por otro tipo de circunstancias ocasionales que dependen de un saber especial ms o menos convencionalizado por parte del hablante. De este modo, la adecuacin entre pregunta y respuesta puede depender de diversos factores: co-textuales, en la medida que, por ejemplo, veintids es una respuesta adecuada al conocimiento de la edad de una persona, mientras no lo sera a las tres de la tarde, u otras similares; dependientes de las caractersticas psico-sociolgicas del concreto sujeto hablante, as buon giorno funciona como saludo generalmente en la comunidad italiana, pero obtiene un sentido totalmente diverso puesto en boca de un ladrn como comentario global a uno de sus das de trabajo. Adems, algunos tpicos sobre determinados actos lingsticos caen por su peso cuando son analizados desde el punto de vista de las particulares circunstancias en que se producen. Una pregunta retrica funciona, a veces, antes que como tal pregunta, como afirmacin, y, en determinadas ocasiones, como expresin de una duda (Quin lo sabe?)27. Las cosas son todava ms complejas cuando se accede al mbito literario y surge la cuestin de responder acerca del sentido de un determinado texto; en estos casos, para Coseriu, la relacin entre el sentido, el significado y la designacin es calificable como de tipo semitico, siendo todo lo que en los textos literarios se define como designado y significado, un nuevo significante para este contenido de orden superior que es el sentido. Objeto primordial de la lingstica del texto ser, pues, el sentido, o sea, toda la serie de factores (estructuras fnicas, morfolgicas, discurso repetido [frmulas iniciales y finales del texto], estructuras estrficas o mtricas, etc.) independientes de las lenguas histricas en cuanto tales, aunque algunas veces el automatismo los quiera asimilar a elementos lingsticos. En este sentido, la categora texto propiamente dicha se define en cuanto puede ser considerada unidad de discurso, y consistira de la serie de estructuras que se presentan o podran presentarse en una lengua determinada. Su presencia se advierte, sobre todo,
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Atti linguistici, Turn, Boringhieri, 1976. Para un planteamiento general sobre el tema puede verse Universali linguistici, de F. RAVAZZOLI, Miln, Feltrinelli, 1979. 27 Todos los ejemplos (de los que se efecta una seleccin) son de COSERIU. Introduccin a la lingstica textual, en Curso Superior de Filologa Espaola, cit.

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en los textos literarios; una novela, por ejemplo, posee una determinada estructura independientemente de la lengua o de las lenguas en que ha sido escrita. La colocacin esquemtica de la unidad texto en tal formulacin sera la siguiente:

HABLAR EN GENERAL XXXXXXXXX LENGUA/S HISTRICA/S TEXTO/S

El texto como unidad comprende elementos procedentes de los planos del hablar en general y de las diversas lenguas histricas, los cuales, desde un punto de vista textual, operan como contribuyentes al sentido global del texto. Esta delimitacin de zonas sirve para aclarar la finalidad de los diversos estudios. En el mbito idiomtico se colocar, por ejemplo, el estudio del valor del imperfecto en un determinado texto, no siendo correcto hablar indiscriminadamente del valor del imperfecto en cualquier texto, como de hecho propone H. Weinrich. Este ltimo tipo de lingstica del texto equivocada (la crtica puede hacerse extensible a los modelos de base idntica como los de Van Dijk o J. S. Petfi, que, a lo mximo, Coseriu considera reconvertibles en aquellos aspectos que l cataloga como transfrsticos) convierte el texto en la unidad concreta de la actividad del hablar y, consecuentemente, todas las funciones lingsticas pasan a depender de categoras y de funciones del discurso, del texto. Posicin sta claramente errnea en cuanto que supondra que existieran las mismas funciones idiomticas para todas las lenguas, mientras que se sabe, sin grandes esfuerzos tericos, que en algunas faltan determinadas funciones idiomticas o algunas de ellas se encuentran combinadas de forma diversa a la de otras lenguas. La otra crtica a esta tendencia se puede calificar como la oposicin de Coseriu al imperialismo que podrn imponer las funciones textuales sobre las otras funciones, que, segn su forma de ver los fenmenos lingsticos, carecen de este carcter. Aduce como ejemplo la dificultad de establecer una funcin textual a la palabra casa, salvo en el caso hipottico de encontrar un tipo especfico de texto para el empleo de esta palabra. Desde otro punto de vista, la amplia serie de elementos transfrsticos (anafricocatafricos o elementos de coherencia lingstica en general) suponen una concepcin del texto como unidad idiomtica y son incluibles como una seccin ms de la gramtica de una lengua determinada. 13

De los diversos niveles de anlisis gramatical: 1) elementos mnimos combinables, 2) palabra, 3) grupo de palabras, 4) clusula, 5) oracin y 6) texto, racionalmente necesarios son slo dos, el nivel de los elementos mnimos combinables y el de la oracin. El nivel textual en cuanto plano de estructuracin gramatical existe en la medida en que una determinada lengua posea elementos que funcionen ms all de la oracin, que bien podran no existir en la prctica. La alternativa metodolgica ofrecida por Coseriu es de base emprico-inductiva y consiste en la elaboracin progresiva, confirmable y ampliable en razn de los textos que se analicen, de una heurstica general que comprenda los tipos de procedimiento y unidades de sentido que puedan encontrarse general y tradicionalmente en los textos, aislando los elementos de sentido que se encuentran en los significados y en las designaciones de los textos que se analizan. De este modo se llegar a describir y a analizar el rasgo genrico o marco genrico de cada texto, nunca el texto individual en su sentido particular puede ser determinado por una perspectiva exclusivamente hipottico-deductiva28. Enunciando crticamente la posicin de Coseriu convendra, en primer lugar, comentar el carcter de los ejemplos que utiliza en su formulacin. En la mayora de los casos resultan ser transformaciones que una consideracin pragmtica impone a las distinciones gramaticales establecidas sin tener en cuenta tal consideracin. Se tratara, por tanto, de ver si antes de la postulacin de un mbito extragramatical o extralingstico para la consideracin del texto como unidad del discurso (frente a su inclusin como unidad idiomtica), sera conveniente cambiar o poner en discusin los propios principios estructurales de separacin entre lengua y discurso, los criterios seguidos en el establecimiento de los niveles estructurales de la gramtica, etc. Es tambin claro en Coseriu el predominio del plano idiomtico, de la diversa disposicin semasiolgica de las distintas lenguas histricas, donde predominan los criterios estrictamente estructurales. Adems, est presente el deseo de armonizar los diversos paradigmas lingsticos estructurales, generativos y textuales, sin considerar, a pesar de la continuidad evidente en los principios de una y otra metodologa, los saltos cualitativos, ya integradores, ya negadores, que se producen en las mismas, pretendiendo sistematizarlas monolticamente.

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Con relacin al juicio sobre el sentido particular de un texto puede verse Tesis sobre el tema lenguaje y poesa, pgs. 201 207, en El hombre y su lenguaje, Madrid, Gredos, 1977, publicado tambin en Lingstica Espaola Actual, I, 1, 1979, pgs. 181 186.

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En ltima instancia, Coseriu propugna una solucin que, aceptando sus premisas (perfectamente coherentes y aceptables desde el punto de vista de su racionalizacin, pero que son totalmente incompatibles con las justificaciones y coherencias de otras posiciones tericas), combina las diversas posiciones: La complementariedad prctica es decir una colaboracin efectiva y proficua entre estas direcciones (se refiere a la lingstica de base funcional-estructural, a la gramtica generativo-transformacional y a la lingstica del texto) depender, sin embargo, de si se renuncia a las interferencias en dominios ajenos y a las pretensiones de exclusividad, es decir, de si los representantes de estas direcciones se percatan de que hablan, s del mismo fenmeno lenguaje, pero de diferentes aspectos y planos del mismo29. Con relacin a lo especficamente textual, el mrito mayor de la posicin de Coseriu es el gran relieve concedido a la importancia de los elementos no lineales, la serie de significaciones adicionales, tanto conceptuales como no conceptuales (de simbolizacin directa). Todas estas significaciones pueden contribuir al sentido de un texto30. Y, sobre todo, el poner de relieve el papel de la induccin en la elaboracin de una teora textual sincrnica y diacrnicamente justificable, y no como una simple discovery procedure, como Coseriu comenta irnicamente31. e) Como perspectiva particular puede tambin ser considerada la calificable como modelo matemtico-estadstico de anlisis textual. En tal mbito se pueden encontrar autores como P. Guiraud, Yule, G. Gerdan, Ficks, Guzenhaser, M. Bense, E. Walter y A. Moles, entre otros32. Su fundamento es la investigacin semitica y matemtica de los aspectos materiales de la produccin textual, es decir, una concepcin behaviorista y neopositivista del anlisis textual, en la medida en que slo es considerado como objetivo aquello que puede ser directamente perceptible y mesurable con el empleo de procedimientos estocsticos. Estos modelos, llevados a su grado extremo, suponen una exclusin de los criterios semnticos en el anlisis de la coherencia textual.

La situacin en la lingstica, pg. 256, en El hombre y su lenguaje, cit., pgs. 240 256. Tesis sobre el tema lenguaje y poesa, cit., pg. 202. 31 Ibdem, pg. 204. En la lnea de COSERIU hay que situar la posicin de TRABANT, Semiologa de la obra literaria (Glosemtica y teora de la literatura), Madrid, Gredos, 1975. 32 Una bibliografa de estos autores puede verse en VAN DIJK, Per una poetica generativa, cit., pgs. 281 299. Una presentacin y crtica de estos modelos se encuentra en el mismo libro en el captulo titulado: Generazione del testo e produzione del testo, pgs. 115 118, especialmente en el apartado 5.4.2. Como valoracin global ha de tenerse en cuenta la ofrecida por EZIO RAIMONDI en filologia e tecniche dellet industriale, cit., pgs. 86 87.
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Dentro de esta corriente, el modelo ms desarrollado es el expuesto por Max Bense en su Pequea teora del texto33. Esta teora se presenta, en su configuracin todava abierta y no concluida, con un fundamento metodolgico tcnico e interdisciplinar. El salto cualitativo ms importante, sobre todo, por el carcter central que se le confiere (a pesar de que haba sido ya una de las aportaciones ms importantes de la gramtica generativo-transformacional chomskiana), consiste en la concepcin de la gramtica como algoritmo generador y productor. Su objetivo ltimo es la utilizacin de sus resultados tericos en la generacin artificial de textos mediante la ayuda de calculadores, lo que es denominado como sntesis metdica, consciente, automtica y maquinal34. El concepto de texto se limita, en un principio, al de carcter literario, sobre todo, el potico. De hecho, en ltimo anlisis, se pretende conseguir una esttica del texto fundada en criterios materiales y definida desde una ptica material complementable con una ptica histrica o cientfico-espiritual35. El texto es concebido como combinatoria lineal de elementos desde el lado del significante o plano de la expresin: un concepto amplio de texto,unifica en parte o en un todo a base de ciertas reglas un conjunto, ordenado de un modo lineal, superficial o espacial de elementos dados material y discretamente, que pueden funcionar como signos. Los textos constituidos de esta manera se llaman textos materiales o texturas, en cuanto que solamente estn dados por la materialidad o realidad de sus elementos, pero no por las coordinaciones de significaciones que se sitan fuera de la constitucin. Los textos materiales, por tanto, poseen solamente un mundo propio (semitico o lingstico), pero ningn mundo exterior (semntico y metasemitico). En un sentido estrecho entendemos naturalmente por texto una formacin lingstica, cuyos elementos materiales son de naturaleza lingstica: sonidos, slabas, morfemas, palabras, frases, oraciones y otros; cada uno de ellos deben ser relevantes para la produccin o investigacin del texto, segn los materiales constituyentes36. Esta metodologa institucionaliza la distincin entre procedimientos lineales y no lineales del texto, de forma que para la realidad material se dan tres procedimientos matemticos: a) Estadstica del texto. b) lgebra del texto.
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Esttica de la informacin, pgs. 127 225, Madrid, Comunicacin, 1973. Ibdem, pg. 130. 35 Ibdem, pg. 131. 36 Ibdem.
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c) Topologa del texto. Mientras que para las clases no numricas de signos se postula una semitica del texto dotada de una semntica y de una pragmtica, no pudindose olvidar por su importancia, la apertura hacia objetos textuales de carcter no literario ofrecida por esta teora: Si se parte de un concepto abstracto del texto, que define a ste como un conjunto finito de signos arbitrarios en situaciones separadas, entonces se comprender la expresin de que los sistemas urbanos son al mismo tiempo portadores de sistemas de textos37. f) Posiciones diversas proceden del campo filolgico-estilstico de la crtica de textos literarios. Como caracterstica comn resalta en todas ellas la ausencia de una formulacin terica de la nocin de texto, producindose, por consiguiente, una equivalencia material entre texto y obra literaria, diversificada sobre la base de una tipologa textual generalmente coincidente con la divisin en gneros literarios. Tales posiciones se detienen particularmente en los aspectos constructivos del discurso literario: tejido de citas, referencias intertextuales, etc. En esta lnea, aunque con matizaciones especiales, se sita la aportacin de Antonio Prieto38. g) Tampoco conviene olvidar las aportaciones procedentes de los principales lingistas estructurales franceses39, as como posiciones particulares como las representadas por Julia Kristeva40, Umberto Eco41 o Cesare Segre42, y posiciones ms amplias como la representada por el modelo semitico-tipolgico de la Escuela de Mosc-Tartu. h) En contraste, y como complementacin de la rpida enumeracin efectuada, ofrecemos la distribucin en dos grandes tendencias que de la visin tradicional del mbito textual efecta van Dijk: a) Una visin intuitiva y normativa, localizable cronolgicamente a principios de siglo, en la que son incluidos autores como: Nuir, Liddell, Stanzel, Steiger y Koskimies, denominada como concepcin del texto como portrait of life. Sus caractersticas
Ibdem, pg. 220. Coherencia y relevancia textual (De Berceo a Baroja), Alhambra, Madrid, 1980, pgs. 3 19. 39 Posibilidades y lmites del anlisis estructural, de J. VIDAL BENEYTO (ed.), Madrid, Editora Nacional, 1981. 40 A ttulo indicativo entre su amplia produccin, puede tenerse en cuenta: La rivoluzione del linguaggio poetico, Venecia, Marsilio Editori, 1979. 41 Igualmente a ttulo indicativo: Lector in fabula (la cooperazione interpretativa nei testi narrativi), Miln, Bompiani, 1979. 42 La natura del testo, pgs. 131 145, en Strumenti critici, 36 37, Einaudi, 1978.
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aparecen resumidas en la siguiente cita: Nella maggior parte dei casi si tratta di un registrare intuitivamente, non esplicitamente, le reazioni di un lettore analizzatore (indifferenziato) o di unintenzione data a priori come presunta di un autore (spesso ben determinato) riguardo alle azioni pratiche e psichiche di personaggi il cui status (linguistico e semiotico) e la cui esatta manifestazione linguistica sono di scarso interesse. La forma di un racconto si limita, a quanto pare, a un inventario e forse a qualche permutazione cronologica di temi e motivi, la cui definizione funzionale spesso implicita e intuitiva, mentre linmaginario commisurato su idee vaghe di verosimiglianza e realt. Non di rado, inoltre, simili teorie hanno un carattere normativo Il lettore sidentifica con i personaggi del cosidetto universo imaginario, sicch, nel lettore che analizza, il testo viene a incrociarsi continuamente con il metatesto descrittivo43. b) Una visin inductiva, fundada en la combinacin lineal de unidades, las cuales no son otras que las tradicionales personaje, accin, carcter, si bien se encuentran inventariadas y funcionarizadas de modo diverso. El texto, desde esta ptica estructural (aunque pueda rastrearse tambin en ciertas tendencias generativas), es concebido como una frase larga44. 4. 1. Es oportuno considerar esta serie de posiciones a la luz de otro gran problema de fondo, por no hablar de una de las fuentes centrales de conflictos en el mbito del anlisis de los textos, sobre todo literarios, en lo que respecta a su orientacin metodolgica: la oposicin de las posiciones inmanentistas con las de carcter sociohistrico. Este problema de fondo va unido a otro de extraordinaria importancia: la oposicin entre una concepcin exclusivamente emprico-inductiva frente a otra posicin de carcter exclusivamente hipottico-deductiva, correspondientes, en cierta medida, a la afirmacin de la necesidad del uso de un aparato instrumental metaterico de carcter formal o la negacin del mismo. Refirindose especficamente al mbito lingstico, A. Martinet45 establece el juego de las oposiciones sobre la base de la dicotoma formalismo-realismo, y otro lingista, Maurice Molho, para ejemplificar tal situacin utilizaba, como medio pedaggico, el gesto de taparse la nariz, para retratar la actitud de las posiciones formalistas frente a los problemas de carcter real, situables en el mbito de lo

La metateoria del racconto, en Per una poetica generativa, cit., pgs. 95 96. Ibdem, pg. 101. 45 ANDR MARTINET, La considerazione funzionale del linguaggio, cit., pgs. 15 63.
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semntico-pragmtico46. La serie de oposiciones mencionadas dispuestas en esquema sera la siguiente47:

A. FORMALISMO (a.1.)

CRITERIOS INMAMENTES (a.2.) E INSTRUMENTOS DE ANLISIS DE CARCTER FORMAL

BASE HIPOTTICO-DEDUCTIVA (a.3.) VS. BASE EMPRICO-INDUCTIVA (b.3.)

VS. B. REALISMO (b.1.)

VS. CRITERIOS SOCIOHISTRICOS (b.2.) E INSTRUMENTOS DE ANLISIS DE CARCTER NO FORMAL

Es necesario no olvidar que este esquema no pretende reflejar modelos tericos concretos, ni oposiciones de carcter estable, sino que pretende representar etiquetas de carcter muy general combinables en modo diverso y que pueden servir como ltima clasificacin del carcter de un determinado modelo. De hecho pueden darse modelos que sobre la base del esquema se combinen, por ejemplo, del siguiente modo: /a.1., a.2., b.3/, o /b.1., a.2., b.3./. Tanto la aplicacin del esquema propuesto como el origen histrico de las contradicciones no pueden limitarse exclusivamente a la lingstica de este siglo en sus tendencias ms actuales, puesto que la polmica inmanentismo-historicismo, con las especificidades propias del momento, se puede hacer remontar a las concepciones de los humanistas. Efectivamente la concepcin de los primeros llevaba a pensar del siguiente modo: Alexandre de Villedieu, tan amigo de la dialctica parisina cuanto opuesto a las enseanzas que enorgullecan a Orlens, haba desterrado del Doctrinale (1199) cualquier ejemplo concreto procedente de los clsicos y condenaba al pobre Maximiano en beneficio de una teora gramatical que hubiera querido ms abstracta an. Unos aos despus, en el Graecismus, Eurad de Bthune haba proseguido el tenaz combate contra Prisciano reo de apoyarse en los modelos antiguos en lugar de inquirir las causas universales del lenguaje48. Mientras los segundos respondan en los siguientes trminos: Porque Bruni y l (Niccol Niccoli) estaban convencidos de que la postracin de la dialctica tena el mismo origen que la decadencia de la gramtica y las restantes disciplinas: el eclipse y
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MAURICE MOLHO, Curso Superior de Filologa Espaola, Mlaga, 1976. Conviene considerar en los apartados a.2. y b.2. que ambos son de carcter metalingstico. 48 FRANCISCO RICO, Nebrija contra los brbaros, Universidad de Salamanca, 1978, pg. 12.
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el descuido de los clsicos, a beneficio de los brbaros moderni. La solucin, entonces, no era dudosa: haba que alcanzar la peritia letterarum con la lectura de los antiguos, a costa de atender particularmente a los grammatici49. La gramtica especulativa medieval se funda sobre un logicismo abstracto (nominalista) con pretensiones de universalidad mientras los humanistas propugnan una gramtica fundada sobre contextos ofrecidos por los autores clsicos: deducir del uso categoras lgicas, nunca a la inversa50. En esta dinmica conflictiva una de las ms graves acusaciones lanzadas por las posiciones exclusivamente inmanentistas contra las exclusivamente sociolgicas, es la de tomar el texto por analizar como pretexto para otras consideraciones extrnsecas al mismo. La respuesta de los en tal modo descalificados no es menos tajante, en la medida en que consideran clichs prefabricados los instrumentos formalistas en el sentido peyorativo del trmino -, ajenos a la naturaleza sociohistrica propia de los objetos lingsticos que analizan sus adversarios. Como ya ha sido manifestado51, el momento histrico en que las dos posiciones se han enfrentado de forma total e irreconciliable ha sido con la polmica entre formalismo y marxismo52, que para una historia de la progresiva evolucin del anlisis textual debe ser valorada como uno de los momentos decisivos. De hecho, como seala Garca Berrio, la valoracin efectuada del fenmeno formalista as como de la escuela francesa: marcaba positivamente la direccin de marcha hacia el texto, concebido preponderadamente bajo la perspectiva del texto artstico, y contemplado desde la ptica inmediata del estructuralismo lingstico europeo y las quizs ms lejanas del generativismo y la semitica sovitica53.

Ibdem, pg. 19. Ibdem, pg. 22. Para una visin del periodo considerado puede verse Qualche osservazione sulle intuizioni dei medievali in materia di scienza del linguaggio, en Lo sviluppo della semiotica, de ROMAN JAKOBSON, Miln, Bompiani, 1978. 51 En este sentido, una lectura imprescindible para tener una imagen global de los fundamentos de la teora literaria del presente siglo y considerar el formalismo como uno de sus movimientos centrales, es la obra ya citada de GARCA BERRIO, Significado actual del formalismo ruso. 52 Vase la antologa de HANS GNTHER, Marxismo e formalismo (Documenti di una controversia teorico letteraria), Npoles, Guida Editore, 1975. Una tradizione scientifica slava tra linguistica e culturologia, de CARLO PREVIGNANO, pgs. 23 99, en La semiotica nei paesi slavi, de C. PREVIGNANO (ed.) Miln, Feltrinelli, 1979, especialmente pgs. 35 y ss. Introduzione a Letteratura e strutturalismo, de LUIGI ROSIELLO (ed.), Bolonia, Zanichelli, 1974, especialmente pgs. 2 3. Para una bibliografa general sobre el tema se puede consultar La scienzia sovietica in Italia (Saggio bibliografico: 1960 1977), de D. FERRARI BRAVO, Strumenti Critici, 36 / 37, 1978, pgs. 353 417. 53 Introduccin a Texto y contexto (Semntica y pragmtica del discurso), pg. 12, Madrid, Ctedra, 1980.
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De otra parte, no se puede olvidar que los motivos de fondo de la polmica estn todava presentes y como testimonio puede servir el siguiente texto de Yuri M. Lotman: Esiste una convinzione assai diffusa, secondo la quale lanalisi strutturale non deve occuparsi del contenuto dellarte, della sua problematica sociale e morale, e dedicarse solo a uno studio puramente formale, a un calcolo statistico degli artifici e cos via. Un lettore non preparato, che osservi un lavoro eseguito a un livello sufficientemente alto di formalizzazione, prova limpressione che il corpo dellopera darte sia stato solo sottoposto a una lacerazione per potere introdurre questi e quegli aspetti di esso in categorie astratte. E poich queste categorie vengono definite in termini strani e sconosciutti, sorge involuntariamente un senso di inquietudine. Ciascuno vede davanti a s lo spaventapasseri che gli abituale: uno vedr lassassinio dellarte, laltro la propaganda dellarte pura, una maledetta assenza di idee. La cosa divertente che queste due accuse appaiono contemporaneamente. Con ci, talvolta con benevola incomprensione, e talvolta nel caldo di una polemica che va oltre i limiti di una corretta discussione scientifica, si rimanda alle affermazione sia dei partigiani della scuola formale degli anni 20, sia a quella degli strutturalisti contemporanei, sulla necesita di studiare larte come un sistema completamente chiuso, inmanente54. Como historia de la actitud (y reconocimiento de la misma) de uno de los polos, puede considerarse la siguiente opinin de Terry Eagleton: Por una parte, la crtica marxista se ha opuesto tradicionalmente a toda clase de formalismo literario, impugnando esa atencin innata a las propiedades puramente tcnicas que roban a la literatura su significacin histrica y la reducen a un juego esttico. Se ha observado, realmente la relacin entre tal tecnocracia crtica y el funcionamiento de las sociedades capitalistas avanzadas. Por otro lado, una buena parte de la crtica marxista, en la prctica, ha prestado escasa atencin a los problemas de la forma artstica, arrinconando el problema en su obstinada bsqueda del contenido poltico55. Finalmente, en esta pequea resea, Boves Naves representa una versin actual de la posicin contraria: Considerada la obra como un signo autnomo en el que todos los elementos tienen un contenido, la interpretacin de los signos de ambiente se realiza en relacin con los signos personales y de conducta, no en relacin con una realidad

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La struttura del testo poetico, Miln, Mursia, 1976, pg. 44. Literatura y crtica marxista, Madrid, Zero Zyx, 1978, pg. 39. Un estricto mantenimiento de esta posicin es el de MARIO COSTA en Per una critica dellideologia formalizzante, estudio preliminar a la antologa ya citada de HANS GNTHER.

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extralingstica. La obra de arte es autnoma, las relaciones se agotan en sus lmites propios y las significaciones de todos los elementos se ponen en un sistema cerrado56. 4. 2. Se desemboca as en una contradiccin la mayor parte de las veces irreductible entre ambas posiciones. Frente a posiciones semejantes los intentos conciliadores que no deben ser confundidos con las variantes propias de las dos posiciones, contrarias en cierto modo, pero no totalmente antagnicas57 - corren el riesgo de ser falsos eclecticismos que predeterminan, segn los casos, una posicin sobre la otra. No parece existir ms solucin que la de optar por una de ellas. 4. 3. Ante esta situacin de juego contradictorio entre diferentes perspectivas cabra plantear la posibilidad de una opcin complementaria que no cayese en el eclecticismo ni en la exclusin mutua. Una respuesta afirmativa sera al menos pensable58 siempre que se tengan en cuenta los tres siguientes factores: 1) La ineludible tensin lengua mundo, tal y como es postulada claramente en la definicin de lengua de E. R. Trives: La lengua es un sistema inmanente con vocacin de trascendencia. Reducida y encerrada en pura sintaxis, conduce a la negacin de s misma, privada de la ineludible tensin lengua-mundo que la caracteriza por su propia naturaleza sgnica, dado que un signo inmanente es una contradiccin, como atinadamente seal E. Lled. No es, adems, la lengua un mecanismo simple y sin complejidad alguna. Por un lado, da lugar a una muy variada gama de subelementos con

Sistema lingstico y sistema literario en Ligazn, en Comentario de textos literarios, Madrid, Cupsa, 1978, pg. 178. 57 Una clave para entender este tipo de posiciones es el artculo La critica simbolica, en Metafora e storia (studi su Dante e Tetrarca), de EZIO RAIMONDI, Turn, Einaudi, pgs. 3 30. 58 YURI M. LOTMAN, en La struttura del testo poetico, cit., ofrece otro tipo de alternativa en esta misma lnea. La oposicin inmanentismo sociologismo subyacente a la polmica entre formalismo y marxismo, suscit ya durante el desarrollo de la misma una conciencia de sntesis que se manifest en la prctica terica de algunos autores como es el caso de MUKAROVSKY: Ogni fatto letterario appare da questangolo visuale come la risultante di due forme: la dinamica interna della struttura e lintervento esterno. Lerrore della storia letteraria tradizionale consisteva nel tener conto soltanto degli interventi esterni e nel negare lo sviluppo autonomo della letteratura; lunilateralit del formalismo scaturiva a sua volta dal suo collocare levento letterario nel vuoto. A dispetto della sua unilateralit, la posizione del formalismo rappresent unimportante conquista, poich poneva in luce il carattere specifico dellevoluzione letteraria e svincolava la storia della letteratura dalla sua parassitaria dipendenza della storia generale della civilt, ed in particolar modo dalla storia generale dellideologia e della societ. Lo strutturalismo, in quanto sintesi delle due posizioni antitetiche citate, pur senza intaccare il postulato dellevoluzione autonoma, non priva la letteratura dei suoi rapporti con lesterno; offre perci la possibilit di cogliere lo sviluppo della letteratura in tutta la sua vasta portata, ma anche nella sua regolarit dettata da leggi. Cita recogida de Sulla traduzione ceca della Teoria della prosa, di Skloskij, en Alternative 80, 1971, pg. 168. Una visin general de las diversas posturas de sntesis en la polmica formalismo marxismo puede encontrarse en la citada antologa de H. GNTHER.

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base en su distincin comunicacin-arte, en formas nunca lo suficientemente distanciadas para que puedan precaverse de contaminaciones mutuas59. 2) El conjunto de fenmenos estrictamente pertenecientes a la mecnica configuradora de las diversas lenguas histricas: fonticos, fonolgicos, sintcticos, semnticos y pragmticos. 3) No conviene olvidar los criterios racionalizadores de las teoras lingsticas con sus variedades y dependencias histricas, ni tampoco la situacin de cada disciplina. En sntesis, lo que puede denominarse como condicionantes normativos intrnsecos a las teoras lingsticas: a) Los problemas de la/s valoracin/es global/es de una ciencia. b) Las contradicciones en el interior de las teoras dirigidas al mismo campo de estudio. c) La dialctica de autoridad o preeminencia en el interior de las diversas lneas de investigacin de una misma ciencia. d) Las crticas globales y negativas a una determinada teora desde presupuestos ideolgicos de distinta base60. e) Las diferencias y los contrastes en la reparticin disciplinar61. f) Los problemas de lmites entre disciplinas diversas. g) El juego global de perspectivas ante el estudio de un fenmeno concreto62. h) Las diversas relaciones interdisciplinares con su propio juego de contradicciones en base a la variedad de posiciones con respecto a su necesidad; los diversos criterios en los lmites y prioridades de las ciencias o disciplinas conexionadas y las consecuencias y soluciones de estudio diversas en el momento de su prctica concreta. Uniendo todos estos aspectos a las valoraciones efectuables (con igual sistema de contradicciones) con relacin al aparato instrumental de anlisis (metalenguaje) y al

Lengua y poesa, cit., pg. 589. Es el caso de las crticas de A. PONZIO a la lingstica estructural de base saussureana y a la gramtica generativa chomskiana, tal y como son expuestas en Produccin lingstica e ideologa social, Madrid, Comunicacin, 1974, y Gramtica transformacional e ideologa poltica, Buenos Aires, Nueva Visin, 1974. Puede verse una respuesta contraria a las opiniones de PONZIO en la Introduccin de A. MANTECA ALONSO CORTS a Lingstica y sociedad, AA. VV., Madrid, Siglo XXI, 1976, pg. 6. 61 As lo ratifica KLAUS HEGER: La diversidad de concepciones de la lingstica motiva diferentes consideraciones en las teoras de las disciplinas secundarias, en I Curso de Lingstica Textual, cit. 62 El mismo SAUSSURE, considerando el problema terico de la analoga y la doble posibilidad de solucin terica, alude a un criterio de este tipo cuando habla de tendencia dominante: segn la tendencia dominante en cada grupo lingstico los tericos de la gramtica se inclinarn hacia uno u otro mtodo, trad. del Corso di linguistica generale, edic. cit., pg. 202.
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establecimiento de los objetivos ltimos y de los lmites de las diversas investigaciones tendramos un cuadro casi completo de esta problemtica. Los condicionantes citados se combinan con aquellos otros que pueden ser denominados como condicionantes normativos extrnsecos a las teoras lingsticas63, esto es, el conjunto de problemas aparejados a la condicin del lingista como profesional-intelectual inserto, en la mayora de los casos, en un aparato institucional. Todos estos aspectos aparecen unidos en lo que Rieser denomina factores irracionales que condicionan el desarrollo de la investigacin lingstica: Entre los factores irracionales que afectan al desarrollo de la investigacin en lingstica tenemos fenmenos tales como las suposiciones que se tienen acerca del posible xito de una lnea particular de investigacin, la crtica que sobreviene de los que trabajan en proyectos de investigacin coexistentes, la formacin de grupos de presin acadmica, sus polmicas, presiones financieras, etc. Todos los programas de investigacin que han tenido xito han estado expuestos a la influencia de todos estos factores. Fcilmente se encuentran ejemplos: la escuela de Chomsky, la semntica generativa y la gramtica de Montague. Sin embargo, los ejemplos no se reducen a los Estados Unidos64. Estos criterios de discernimiento pueden parecer contrarios a los generalmente postulados. As, Domenico Parisi65 establece siete criterios de valoracin o convalidacin de una teora lingstica. En primer lugar una teora debe poseer a pesar de la aparente tautologa un carcter esencialmente terico; ser un modelo explicativo de los hechos lingsticos y no una mera taxonoma de los mismos: es necesaria una aproximacin hipottico-deductiva antes que inductiva. En segundo lugar, debe ser empricamente adecuada, es decir, debe estar dotada de procedimientos que le permitan efectuar predicciones empricas y comprobar un nmero suficiente de ellas. En tercer lugar, los hechos explicados deben ser lo especficamente importantes o centrales dentro del mbito que se est estudiando. En cuarto lugar, la teora debe ser sistemtica, coherente, explcita y, de ser posible, formalizada. Directamente derivados de los anteriores, el quinto aspecto hace referencia a la generalidad y comprensividad de la teora, la posibilidad de su aplicacin translingstica, diacrnica y a mbitos literarios. La teora debe ser, adems, simple y, por ltimo, dada la particular orientacin terica
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Es necesario advertir que esta manera de formular estos problemas es una reduccin de posiciones como la ya mencionada de C. PREVIGNANO en Una tradizione scientifica slava, cit., especialmente en las pgs. 23 29. 64 H. RIESER, El desarrollo de la gramtica textual, cit., pg. 21. 65 Il linguaggio come processo cognitivo, Turn, Boringhieri, 1977, pgs. 11 13.

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de Parisi, debe ser capaz de insertarse en un dominio ms general, puesto que, en la medida en que el lenguaje es una capacidad cognoscitiva general, la teora lingstica debe estar vinculada a una teora general de la mente humana. Sin negar la validez de este modo de acceder al problema de la convalidacin de una determinada teora lingstica, se pueden resaltar en el mismo peligrosos elementos reductivos que llevan a pensar la evolucin terica de la lingstica como una simple progresin lineal de carcter uniforme, cuando, en realidad, la prctica terica lingstica en un determinado momento histrico es siempre multiforme, justificndose cada polo (o diversas teoras) ms que, por insuficiencias de diverso tipo, por puntos de vista diversos que contrastan por oposicin, y en la mayora de los casos por contradiccin entre s. Por tanto, se justifica como ms segura una progresin complementaria que no oculte las contradicciones y diferencias en los diversos planos tericos y d cuenta de los aspectos particulares. Clave epistemolgica-metodolgica con la que enriquecer la actitud de complementariedad, es la ofrecida ya en 1966 por Roman Jakobson66 y que goza de total validez en el momento presente. Su posicin est fundada en el equilibrio de dos principios: autonoma e interdependencia, que en el estudio de las diversas funciones verbales preservan de dos extremismos o lmites metodolgicos: el separatismo hermtico y la aplicacin falaz de criterios heterogneos; lmites que son igualmente calificados como campanilismo lingstico y esquematismo simplista. La lnea central que recorre estos rasgos metodolgicos es calificada por Jakobson como anlisis estrictamente relacional y gradual apoyado en una base interdisciplinar. La orientacin textual entra perfectamente en estos presupuestos como demuestran estas palabras: Ogni livello lingstico, formalmente e funcionalmente (tratti distintivi, morfemi, parole, frasi e unit superiori del discorso), soggetto ad unanalisi intrinseca e allesame, non meno structurale, della sua interdependenza nei confronti di livelli contigui Lesigenza, sempre pi sentita, di uno studio pi attento dei problemi grammaticali che ricollegano morfologia e sintassi non pu obliterare la differenza sostanziale delle due discipline. Mutatis mutandis, la stessa cosa non si pu dire di quei problemi che ricollegano e, al tempo stesso, differenziano ambiti quali la sintassi e lanalisi del discurso o quelli del lxico e della grammatica67.

66 67

A guisa di prefazione, pgs. 1 2, de Saggi di linguistica generale, Miln, Feltrinelli, 1978. Ibdem, pg. 1.

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4. 3. 1. Las condiciones (1) y (2) de la opcin complementaria son formuladas expresamente (al menos como intencin a conseguir; otra cosa ser el comprobar si en la prctica se cumple) tanto por parte de J. S. Petfi como por T. A. van Dijk. As afirma el primero: Da una parte indubbiamente giustificata la cosidetta linguistique pure, ossia una linguistica il cui intento primario la conoscenza di un sistema verbale e una descrizione di questo sistema nella quale gli aspetti dellaplicazione extralinguistica non hanno alcun ruolo (la ricerca linguistica rivela una certa somiglianza con la recerca matematica). Daltra parte, poich gli elementi verbali hanno una funzione esenciale in tutti i tipi di registrazione ed elaborazione dellinformazione, molto importante analizzare e descrivere anche gli aspetti applicaviti della linguistica Lesame e la descrizione degli aspetti interni alla linguistica e degli aspetti esterni alla linguistica devono essere mutuamente compatibili Una teora, la cui unit di base il testo, deve essere empiricamente motivata anche nel senso che deve potersi applicare pure a fini extralinguistici68. Van Dijk considerando el problema en la ciencia literaria seala: Nella scienza letteraria tradizionale la trattazione del contesto caratterizzata come la problematica ambientale dei fenomeni letterari, una prospettiva, questa, che viene disdegnata da coloro che sontengono unindagine esclusivamente inmanente del testo stesso. Non intendiamo rispondere questo dibattito, che privilegia gli argomenti ideologici e normativi rispeto a quelli teorici e metodologici basati sulla logica o sullesperienza, quali corrispondono al nostro attuale stato di conoscenza. Nella parte precedente abbiamo ribatito che una spiegazione soddisfacente dei sistema letterari presuppone che si tengano presenti ambedue gli aspetti della comunicazione letteraria nel quadro di una teoria integrata69. Y con mayor claridad habla de una teora universalmente vinculante, cuya importancia: daltronde, viene riconosciuta non dai soli linguisti e teorici della letteratura. Tutti i rami, che in qualche modo sono collegati con i processi della comunicazione, la semiotica, la teoria dellinformazione, la psicologia, la sociologia, la filosofia, lestetica, ecc. hanno interese a indagare le unit funzionali e le regole

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Semantica, pragmatica, teoria del testo, en La linguistica testuale, de M. E. CONTE (ed.), cit., pgs. 197 198, 206 y 214, respectivamente. 69 Testo e contesto, cit., pgs. 186 187.

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formali (o addiriturra pragmatiche) que sottendono il testo e la comunicazione testuale in senso lato70. Frente a afirmaciones semejantes es posible deducir o una conciencia de sntesis, o, desde posiciones contrarias a este modo de concebir las cosas, una mezcla de megalomana y totalitarismo cientfico. Lo que s es interesante resultar es que la visin textual por su modo de presentarse no se deja pasar inadvertida, constituyendo eso, sin duda, uno de sus rasgos ms caractersticos71. Es por ello que Rieser, en una afirmacin que conviene subrayar como particularmente importante, previene de los peligros a que puede conducir un modelo integrador, proponiendo como solucin el tener siempre presente los axiomas de base que han presidido los modelos de Petfi y van Dijk: la combinacin de rgidos modelos formales sin dejar nunca de lado la base emprica: cuanto ms comprensivas y ms empricamente motivadas son las tareas que se formulan para una gramtica textual, mayor es la tendencia a integrar diferentes tcnicas formales y mtodos en esta gramtica. El aumento del poder integrador multiplica entonces enormemente los problemas bsicos; de este modo, demasiada integracin puede conducir a un sinteticismo intil y a modificaciones ad hoc permanentes. Por lo tanto, una de las tareas futuras importantes de la gramtica textual es no perder el control de los problemas fundamentales acumulados y reducirlos paso a paso. Esto slo puede conseguirse observando rgidos modelos formales sin abandonar la base emprica72. 4. 3. 2. De todas formas, y recordando la serie de posiciones precedentemente sealadas en el mbito de estudio de los textos, las contradicciones subsisten, por lo que no olvidar el criterio (3) es imprescindible, como nico medio clarificador de los motivos que alimentan el mantenimiento de las diversas perspectivas.

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Generazione del testo e produzione del testo, cit., pgs. 115 116. Como intento de integracin entre las diferentes propuestas textuales conviene apuntar el artculo de EWALD LANG, Di alcune difficolt di postulare una grammatica del testo, en La linguistica testuale, de M. E. Conte, cit., pg. 86 120. 72 H. RIESER, art., cit., pg. 38.
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Captulo II Problemtica metodolgica en el anlisis de los fenmenos pragmticos

1. La colocacin de la teora lingstica textual en el cuadro metodolgico de las ciencias del lenguaje es todava un problema abierto cuyas posibles soluciones se sitan en dos instancias diferentes: a) La lingstica textual considerada como uno ms de los niveles de anlisis de la sistemtica lingstica, es decir, como otro componente-disciplina. b) La lingstica del texto concebida como cuadro integrador y ordenador del resto de las ciencias del lenguaje o componentes-disciplinas. Sin embargo, los conflictos metodolgicos no se reducen a las consecuencias desequilibradoras de este dilema, sino que se agudizan todava ms en funcin de un problema ms particular: la relacin entre la teora lingstica textual orientada semiticamente y la serie de estudios conducentes a la confeccin de una disciplina pragmtica que d cuenta de la relacin existente entre los signos lingsticos y los usuarios de los mismos, as como de los contextos en que vienen producidas las diversas enunciaciones lingsticas. Los principales tericos de la lingstica textual son conscientes de esta problemtica. As seala T. A. van Dijk: Resolver si este nivel pragmtico de anlisis habra que incorporarlo a una gramtica tomado en sentido amplio o si constituira una subteora lingstica autnoma para ser sistemticamente relacionada con la gramtica es uno de los problemas metodolgicos que no pueden solucionarse en este libro73. O con mayor claridad Garca Berrio comenta: Una dimensin de importancia y cultivo muy notables dentro de la lingstica del texto es la de sus relaciones con la pragmtica, al punto que para muchos cultivadores de la disciplina y para no pocos observadores ajenos se llega a hablar de una total integracin en la pragmtica de los contenidos de la lingstica textual74.

2. Definiciones de lo pragmtico 2. 1. Objeto y campos de accin En el momento de aproximarse histricamente a cualquier fenmeno lingstico es conveniente discernir claramente entre lo que sera la presencia efectiva de sus elementos tpicos y constitutivos, y la variedad o carencia de metodologas que se hayan
73 74

Texto y contexto, op. cit., pg. 31. Crtica formal y funcin crtica, cit., pg. 204.

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producido en el estudio de tales fenmenos. As, la presencia de los protagonistas del lenguaje humano con sus circunstancias en la aplicacin de los diversos medios lingsticos es una constante en la reflexin terica lingstica; todava ms, es un condicionante (ms o menos consciente) en tal reflexin, aunque, por otra parte, no se haya reflejado en igual medida sobre la creacin metodolgica en un aparato instrumental metalingstico necesario que asle y sistematice estos agentes y factores75. Adems, es otro fenmeno tpico la diversidad o plurivocidad que caracteriza la configuracin de nuevos mbitos metodolgicos, por la serie de cruces y rupturas que se generan en relacin al panorama metodolgico existente. Tpicos ejemplos de esta plurivocidad son los producidos especialmente en la teora lingstica de la mitad de este siglo con el establecimiento de relaciones interdisciplinares y con la pretensin de configurar disciplinas a partir de tales relaciones. Clara constatacin de ello es el nacimiento de la psicolingstica y de la sociolingstica76. Tampoco se puede olvidar como en determinados momentos, la investigacin lingstica se focaliza polarmente sobre determinados problemas tericos en detrimento de otros77. Idntica problemtica se presenta cuando se establece un particular mbito de estudio como pragmtico. As lo reconoce S. J. Schmidt: En los trabajos anteriores no hay ningn acuerdo acerca de la definicin de pragmalingstica y de la determinacin del dominio al que pertenece, sobre todo porque la limitacin de la pragmalingstica o de la pragmtica en una teora de la referencia, estaba llena de problemas78. Es por todo esto por lo que un intento de definicin nica del trmino pragmtica resulta del todo imposible, por la serie de problemas que irn apareciendo en el curso de la exposicin. Por ello, no queda otro remedio que ofrecer una pluralidad de voces (sin ninguna pretensin de exhaustividad) de las cuales poder deducir algunos criterios comunes mnimos que pueden facilitar una definicin unitaria del fenmeno pragmtico y de sus posibles campos de aplicacin. Como recuerda Franz von Kutschera, el trmino pragmatismo es un ttulo que se concede a un movimiento filosfico de naturaleza muy diversa, por lo que, en su
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TATIANA SLAMA-CAZACU, Prolegmenos histricos y metodolgicos. Perspectiva histrica del problema del lenguaje, en Lenguaje y contexto, Barcelona, Grijalbo, 1970, pgs. 11 50. 76 De hecho, si se reconocen las dificultades que ofrece G. BERRUTO en su definicin del trmino sociolingstica, tendremos el comn denominador de las dificultades presentes en otros mbitos, en este caso concreto, en el de la pragmtica. Cfr. La sociolingstica, Bolonia, Zanichelli, 1977, pgs. 3 7. 77 Claramente queda expuesta esta situacin en la siguiente cita de S. J. SCHMIDT: Como entonces la semntica, la pragmtica ha de liberarse hoy de su condicin de pariente pobre (Greimas) de la lingstica, y ha de integrarse en el conjunto de la teora lingstica. Teora del Texto, cit., pg. 20. 78 Ibdem, pg. 41.

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opinin, no corremos mayormente el riesgo de que nuestra designacin de las teoras semiticas como pragmticas hagan que sus autores sean considerados como pragmatistas en un sentido especial79. Estas teoras semiticas del significado, en oposicin a las de carcter realista80, por su relacin con el pragmatismo de Charles S. Peirce (efectivamente l fue el primero en formularlo como teora semitica), William James y John Dewey, pueden ser denominadas Teoras pragmticas. En ellas se pueden establecer diversas tendencias, como: a) la tendencia behaviorista, representada por Charles Morris y Burrhus F. Skinner; b) la contribucin de Quine; c) la contribucin de Wittgenstein y de la escuela filosfica del lenguaje ordinario (Austin)81. De esta historizacin simplificada se deducen dos factores que conviene resaltar

particularmente: a) La conexin de la reflexin pragmtica con la indagacin de la naturaleza del significado del lenguaje humano. b) El carcter prioritariamente filosfico en su origen de estas reflexiones. Despus de esta precisin histrica ms adelante se afrontar esta tarea de manera ms exhaustiva y en conexin con las diversas teoras lingsticas conviene establecer una enumeracin de los componentes tericos a partir de los cuales catalogar y medir la amplitud de algunas de las definiciones propuestas sobre el trmino pragmtica. Para el anlisis de las diversas definiciones se pueden proponer tres niveles: A) Los elementos constitutivos de base: agentes (usuarios) lingsticos y contextos de enunciacin lingstica en su relacin con el uso del aparato instrumental lingstico. De este ncleo derivan las principales unidades de base de anlisis. B) Los dominios o campos de estudio. En el interior de los cuales es posible efectuar una doble catalogacin: B.1) mbitos empricos: B.1.1.) Diferentes procesos, tipos de hechos (gestualidad, cortesa) que inciden sobre la enunciacin lingstica.

Filosofa del lenguaje, Madrid, Gredos, 1979, pg. 82. La tendencia realista podra sintetizarse en los siguientes trminos: La semntica realista parte de la idea de que el significado de las expresiones lingsticas consiste en una relacin figuradora con las cosas, que se ha fijado convencionalmente y en cuya consideracin se puede prescindir tanto de la relacin de las expresiones con el hablante y el oyente como de las situaciones concretas de su uso. Ibdem, pg. 81. 81 Ibdem, pgs. 83 213.
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B.1.2.) Toda la gama de factores y fenmenos lingsticos que se generan en relacin con dichos procesos. B.2) mbitos tericos: B.2.1.) Colocacin en el dominio de la competencia o de la ejecucin lingstica, con toda la serie de problemas tericos que inciden sobre ambas nociones. B.2.2.) Consecucin y profundizacin de una teora del significado. B.2.3.) Articulacin terica con los otros niveles de anlisis (especialmente sintctico y semntico). B.2.4.) Articulacin terica con otras disciplinas. C) Variaciones procedentes de la corriente lingstica o de la disciplina desde la que se hace mencin de estos factores. El diseo y programa originarios de una teora pragmtica se remontan a Charles Morris82, que la concibe como aquella rama de la filosofa (vinculada a las de la sintaxis y la semntica) que se ocupa, adems de las expresiones lingsticas y de los objetos a los cuales stas se refieren, de los usuarios y de los posibles contextos en los cuales stas vienen utilizadas; pero en su contribucin Morris no va mucho ms all del cuadro terminolgico83. Ms tarde, sobre la base de estos mnimos elementos, han sido propuestas otras definiciones de pragmtica que han desarrollado determinados aspectos del esquema general propuesto. As Bar-Hillel84, cuando afirma que el objeto de la pragmtica es el estudio de las denominadas expresiones indicadoras (en la terminologa de Peirce) y de aquellas expresiones o enunciados cuyos referentes no se pueden determinar sin conocer el contexto del uso85.

Fundamentos de la teora de los signos, en Presentacin del lenguaje, de F. GRACIA (Comp.), Madrid, Taurus, 1972, pgs. 53 65. Del mismo MORRIS, Signos, lenguaje y conducta, Buenos Aires, Losada, 1962. La significacin y lo significativo, Madrid, Comunicacin, 1974, en particular pgs. 76 81, donde postula una diversificacin entre una pragmtica pura (lgica o formal) y una pragmtica descriptiva (emprica), cfr. pg. 77. 83 As lo reconoce, por ejemplo, R. MONTAGUE, Sin embargo, el concepto de pragmtica en Morris era pragmtico e impreciso, en Pragmtica y lgica intensional, pg. 91, en Ensayos de filosofa formal, Madrid, Alianza, 1979, pgs. 91 117. Idntica opinin mantiene VON KUTSCHERA, Morris mismo era muy consciente de que ofreca ms bien un programa que una teora cientfica, en Filosofa del lenguaje, cit., pg. 90. 84 Mind (1954), cit. en el art. de R. MONTAGUE, Pragmtica y lgica intensional, cit., pg. 91. 85 Idntico dominio, indexical expressions, junto al anlisis de los actos elocutivos, es el asignado a la pragmtica (estudio de los actos lingsticos en relacin con los agentes y con los contextos de produccin) por R. C. STALMAKER, en Pragmatics, Synthese, 22, 1 / 2, 1970, pgs. 272 289.

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Generalmente la mayor parte de las definiciones se refieren a la parte (A) del esquema: en una teora de los signos lingsticos se llama pragmtica al aspecto que corresponde al uso de un signo por parte del usuario86. Tarea de la pragmtica es la descripcin del uso que los interlocutores hacen de las frmulas lingsticas cuando pretenden influenciarse mutuamente87. M. Bense y E. Walther, considerndola parte de la semitica, la definen como la serie de relaciones entre los signos y los usuarios, por tanto, en un sentido ms amplio podra incluirse tambin el comportamiento de aquellos que utilizan los signos88. Esta tendencia a colocar en un mismo plano pragmtica y teora del comportamiento lingstico ser el carcter dominante de otras definiciones que asumen como propio objeto de estudio los efectos de la comunicacin sobre el comportamiento89, concediendo, adems, un especial papel al aspecto (B.1.1) del esquema: A questo proposito vorremo che fosse chiaro fin da ora che usiamo i termini comunicazione e comportamento praticamente come sinonimi: perch i dati della pragmatica non sono soltanto le parole, le loro configurazioni e i loro significati (che sono i dati della sintassi e della semantica) ma anche i fatti non verbali concomitanti come pure il linguaggio del corpo90. Este mismo aspecto de la definicin es puesto de relieve por N. Dittmar, que considera la pragmtica como la doctrina del significado de la lengua en el actuar humano. Sus intereses especficos son las funciones lingsticas del sntoma o expresin de los sentimientos y de las sensaciones; de la seal, es decir, de los mecanismos de produccin de un determinado efecto sobre el receptor, y de la valoracin de las situaciones, de los estados de hecho, de los modos de pensar, en cuanto expresados todos ellos bajo forma de actos lingsticos91. A veces, estos mismos fines (o algunos de ellos) vienen atribuidos a etiquetas disciplinares diversas de la

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G. KLEIN, La sociolinguistica, pg. 127, Florencia, La Nuova Italia Ed., 1977. Como mbito de estudio pragmtico se consideran los aspectos microsociolingsticos, Ibdem, pg. 6. 87 O. DUCROT T. TODOROV, Diccionario enciclopdico de las ciencias del lenguaje, pg. 380, Buenos Aires, Siglo XXI, 1974. 88 La semitica (gua alfabtica), pgs. 120 121, Barcelona, Anagrama, 1974. 89 P. WATZLAWICK y otros, Pragmatica della comunicazione umana, Roma, Astrolabio, 1971, pg. 15. 90 Ibdem, pgs. 15 16, adems, reconocen que: non limitiamo il nostro interesse alleffetto della comunicazione sul ricevitore (come generalmente si fa), ma ci occuppiamo anche delleffetto che la reazione del ricevitore ha sul transmettitore, poich riteniamo che i due effeti siano inscindibili, ibdem, pg. 16. JEAN DUBOIS y otros, en su Diccionario de lingstica, Madrid, Alianza, 1979, consideran tarea del aspecto pragmtico las caractersticas del uso del lenguaje: las motivaciones psicolgicas de los hablantes, las reacciones de los interlocutores, los tipos socializados de discurso, etc., pgs. 490 491. 91 Manuale di sociolinguistica, Bari, Laterza, 1978, pg. 442.

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pragmtica, de esta forma no es raro encontrar estos fenmenos encuadrados bajo la etiqueta de filosofa del lenguaje92. Un grupo especial de definiciones es el que se ocupa sobre todo de la parte (B.2.1.) del esquema general, es decir, aquellas definiciones que consideran la relacin entre competencia y ejecucin lingstica como el momento central en la construccin de una teora pragmtica. Aqu precisamente se individualiza el punto focal de gran parte de la actual investigacin lingstica, la fuente primera de las controversias y de las innovaciones tericas, as como el punto al que es preciso dirigirse y hacer referencia siempre que se pretenda buscar una posible solucin. Son precisamente los intentos de precisar y extender las nociones de competencia y de ejecucin lingstica los que han provocado una cierta desconfianza por parte de algunos generativistas ortodoxos que consideran injustificadas las diferenciaciones que han sido introducidas en estos conceptos. A ttulo de ejemplo, pueden servir las distinciones establecidas por G. Berruto, quien adems de una competencia lingstica, descomponible en subcomponentes del tipo: fonolgico, sintctico, semntico, textual, formula otras como la competencia paralingstica, cintica, proxmica, performativa y sociocultural, sin olvidar la competencia pragmtica encargada del estudio de la capacidad de utilizar los signos lingsticos y los signos de los otros cdigos no lingsticos de manera adecuada a la situacin y a las propias intenciones93. Distinciones que no se pueden dejar de considerar como justificables, pero sin negar la necesidad inevitable de clarificacin en el ordenamiento metodolgico que impone esta nueva serie de unidades tericas. Un hecho importante de sealar es que la mayor parte de las teoras calificables como pragmticas se configuran a partir de una consideracin crtica de la nocin chomskiana de competencia lingstica. Es el caso de V. Snchez de Zavala cuando escribe: La nocin de competencia lingstica, tal y como l (Chomsky) la ha planteado y nos ha obligado a ver, posee una amplitud muchsimo mayor que la que en su efectiva teora gramatical se le otorga, tanto que, en cierto modo, contradice a las limitaciones de sta94. Como alternativa Zavala propone una teora coherente, situable

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Es este el caso de G. BERRUTO cuando afirma que dato un certo atto di comunicazione linguistica fra certe persone in un certo luogo e in un certo momento, compito delfilosofo del linguaggio () spiegare che rapporti ci sono fra i parlante, ci que dicono e la realt cui si riferiscono, en La sociolinguistica, cit., pg. 7. 93 Ibdem, pg. 46. 94 Perspectivas actuales de una praxiologa lingstica, pg. 337, en Presentacin del lenguaje, op. cit., pgs. 333 368.

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en el mbito denominado por l de las indagaciones praxiolgicas95, que persigue la construccin de un modelo empricamente comprobable que represente la cuasicompetencia de produccin del hablante-oyente ideal de una lengua: saber tcito que se requiere para producir locuciones insertas en un discurso96. Tal modelo constara de dos fases o subteoras: a) el reagrupamiento de todos los factores de situacin de los que dependen las caractersticas generales de un discurso; la serie de influencias que el entorno ejerce sobre cualquier acto locutivo del hablante; b) un modelo de generacin del acto locutivo donde se determinen las diversas entradas y opciones que permiten establecer el grado de consciencia con el que se produce un determinado acto. Precisiones anlogas ha realizado A. M. Mioni en su estudio de las tendencias semanticistas postchomskianas (G. y R. T. Lakoff, Fillmore, Ross, McCawley, etctera) basadas en Morris, Searle y en exigencias propias de la teora: Ci si accorti che per spiegare la competenza del parlante e il felice essito di un atto de comunicazione verbale non sufficiente formulare unipotesi sul configurarsi semantico dei contenuti delle sue singole proposizioni, n fornire un meccanismo sintattico che produce tutte le frasi grammaticali e solo quelle, e uno fonologico che dia conto della loro realizzazione fonica. Occorre invece tener conto di molti altri fatti che inseriscono la frase in un contesto pi ampio e fornire dei principi conversazionali generali97. La mayor dificultad terica de semejantes posiciones alternativas se concentra en la diversificacin y delimitacin explcita entre pragmtica y performancia (ejecucin). Wunderlich, por ejemplo, critica la tendencia chomskiana a identificar pragmtica y ejecucin, razn por la cual postula la necesidad de desarrollar una teora pragmtica a partir de una nocin de competencia comunicativa98. Otras veces se postula una teora de la actuacin verbal orientada psicolingsticamente o se postula una competencia de la ejecucin o competencia performativa intermedia entre la competencia y la ejecucin propiamente tales99. Como afirma Schmidt a ttulo conclusivo: Qu es, pues, una

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Indagaciones praxiolgicas (sobre la actividad lingstica), Madrid, Siglo XXI, 1973. Perspectivas actuales, cit., pg. 368. 97 Per una sociolinguistica italiana (note di un sociologo), pg. 32, en La sociologia del linguaggio, de J. A. FISHMAN, Roma, Officina, 1975. 98 Die Rolle der Pragmatik in der Linguistik, Deutschunterricht, 22, 4, pgs. 5 49. 99 Para una visin bibliogrfica y terica ms amplia, puede verse la ya citada Teora del texto, de S. J. SCHMIDT, pg. 4 50. Otro ejemplo de este tipo de presentaciones es el ofrecido por H. P. ALTHAUS y H. HENNE (cit. en Ibdem, pg. 48), que consideran la comunicacin verbal como parte de la comunicacin social, como demuestra el siguiente esquema:
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teora de la actuacin lingstica? Es una teora de cmo, dada una cierta competencia lingstica, nosotros actualmente la ponemos en uso, la realizamos, la expresamos. Es tambin una teora de limitaciones de los mecanismos que nos permiten expresar nuestra competencia lingstica. No es slo la teora de la competencia con el ideal cambiado, como ha sugerido Chomsky. Nosotros intentamos explicar la actuacin normal, en el momento en que necesitamos explicar errores y desviaciones100. Las tareas de estudio asignadas son muy amplias. Los dominios generales ya han sido colocados en el esquema, sobre todo, en los apartados (B.1.1.) y (B.1.2.). En el momento de estudiar las diversas orientaciones desde las que se puede configurar una teora pragmtica, se expondrn algunos de los factores considerados tpicamente como pragmticos, por ahora se ofrece una lista a ttulo informativo. Como fenmeno ms caracterstico puede figurar la serie de posibilidades lingsticas con las que un hablante puede expresar sus propias intenciones comunicativas, estas posibilidades son a menudo coincidentes con determinadas funciones preformativas: peticin, mandato, splica, promesa, etc., susceptibles de ser expresadas en forma directa o indirecta. En estrecha conexin con stas se sitan las diversas relaciones de rol deducibles a partir de las formas de cortesa, de respeto o confianza y del resto de formas elocutivas que, generalmente, suelen estar unidas a gestos y a indicaciones de tipo no verbal. Particular importancia comportan la serie de elementos no lineales, pero presentes indirectamente en el discurso y reconstruibles a partir de presuposiciones, implicaciones o elipsis, que suelen obedecer a la asignacin calculada del hablante de la intencin del receptor. No se debe olvidar la serie de mecanismos de organizacin de la informacin de un enunciado, es decir, aquellos medios empleados para hacer resaltar un elemento en el momento de introducir o
verbal competencia de accin verbal ejecucin cdigo de accin verbal verbal sistema de accin verbal verbal virtual

cdigo norma realizado de accin de accin de accin individual dual plural 100 Teora del texto, cit., pg. 45. Los aspectos estndares de una lingstica pragmtica para Schmidt seran: a) La descripcin del lenguaje desde el punto de vista del uso verbal en relacin con los oyentes. b) Estudio de las actividades comunicativas (actos verbales) insertos en el contexto o situacin verbal en que se producen. c) Establecer en los actos verbales las relaciones entre las proposiciones y su enunciacin. Una exposicin sistemtica de la alternativa pragmtica de Schmidt puede verse a partir del captulo III de su obra citada. En una versin ms reducida puede verse del mismo autor Teoria del testo e pragmatica, en M. E. CONTE, La linguistica testuale, cit., pg. 248 271.

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reconsiderar otro elemento ya expuesto precedentemente; se incluyen aqu los factores que contribuyen al nfasis o focalizacin del discurso y que se pueden expresar sea a travs de medios morfosintcticos (extrapolacin de una palabra, frases abreviadas o pseudoabreviadas, la eleccin de un trmino como sujeto, etc.), sea por medio de elementos fonolgico-prosdicos (los mecanismos de pausa y modulacin, los cambios de ritmo en la enunciacin de una frase). Captulo importantsimo lo constituyen las formas decticas anafricas y catafricas. Finalmente es necesario incluir todos aquellos elementos contextuales que determinan o pueden determinar el contenido de una frase: momento de la elocucin, circunstancias del texto (situacin, conocimientos, suposiciones y condicionantes, motivaciones y deseos), as como aquellos elementos fsico-psicolgicos como el caso de las limitaciones de la memoria, los condicionantes generados por el grado de atencin en el uso del sistema verbal, etc.

2.2. Unidades de base En este aspecto, esencial en la configuracin de una teora pragmtica, siguen siendo vlidas, por desgracia, las siguientes palabras de Saussure: En materia de lengua, siempre se ha tolerado el operar con unidades mal definidas101. Ya ha podido comprobarse con la serie de indecisiones y ampliaciones varias a que ha estado sometida la nocin de competencia lingstica, que las diversas teoras pragmticas intentan adjetivar en forma diversa: comunicativa, pragmtica, cuasi-competencia de la actuacin, social, etc. Idnticas indecisiones y vaguedades se observan en el tringulo de base de las unidades: a) Participantes o usuarios lingsticos. b) Situacin o contexto del discurso102 c) Formas en que se efecta la comunicacin: actos lingsticos (eventos lingsticos), textos, mensajes, temas, etc.103

Corso di linguistica generale, cit., pg. 135. Algunas diferencias en la nocin de contexto se observan entre S. J. Schmidt que distingue entre contexto y situacin verbal o situacin comunicativa y la ofrecida por PETFI en Semantica, pragmatica, teoria del testo, cit., especialmente pgs. 204 205. O. Ducrot T. Todorov dedican en su diccionario una parte especial a la que denominan situacin del discurso, pg. 375 379; tal propuesta coincide terminolgicamente con la ofrecida por S. J. Schmidt, pero ofreciendo, en cambio, un intento de solucin a la polmica entre contextualistas y anticontextualistas, problema que igualmente se afronta de modo particular en Struttura di una teoria semantica, de KATZ y FODOR, pgs. 217 267, en La linguistica: aspetti e problemi, de L. HEILMANN y E. RIGOTTI, cit. Como visin global de esta problemtica conviene considerar la obra ya citada de SLAMA CAZACU, Lenguaje y contexto, y la de J. TRABANT, comentando las opiniones de Coseriu en su artculo Determinacin y entorno, en su obra Semiologa de la obra literaria, cit.
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Es en el apartado c) donde se produce el mayor nmero de conflictos (lo que no quiere decir que no se produzcan en los otros apartados, como es el caso de la oposicin en la parte b) entre contextualistas y anticontextualistas), puesto que debera ser aqu donde, en cierto modo, debera obtenerse la unidad mnima y central de anlisis. La eleccin entre acto lingstico (evento lingstico) y texto est todava pendiente de solucin, as como la problemtica generada del contraste de estas unidades con la nocin de signo y con la delimitacin del mbito (langue-parole) en que se debe proceder a la definicin de las mismas104. Con toda esta problemtica al fondo no han faltado intentos por postular nociones integrales como es el caso de las nociones de pragmatema de M. Bense y E. Walther105 y de praxema de E. R. Trives106.

2.3. Relaciones con otros niveles de anlisis y con otras disciplinas La base componencial (estratificada podra ser otro adjetivo utilizable, aunque haya sido empleado con un sentido particular en teoras lingsticas concretas107) o la construccin interrelacionada de teoras lingsticas sobre la base de las conexiones de

Visiones generales tericas de estas unidades pueden ser vistas en: J. A. FISHMAN, La sociologia del linguaggio, cit., pg. 92 y ss., y en N. DITTMAR, Manuale di sociolinguistica, cit., pgs. 233 249. Para los conceptos de actividad lingstica y de Speech Act, Teora del texto, cit., pgs. 53 y ss., y 57 y ss., respectivamente. No conviene tampoco olvidar la serie de conceptos y criterios utilizados a partir de una teora de la accin; para el concepto de accin, cfr. Teora del texto, de SCHMIDT, cit., nota 1, captulo II, pgs. 51 52. Otras nociones son recogidas de las contribuciones de las teoras semnticas y lgicas, como es el caso de la nocin de referencia, entre otras. 104 Pueden verse las fuentes de esta problemtica en E. RAMN TRIVES, Aspectos de semntica lingstico textual, cit., pgs. 169 y ss., ofrecidas antes del anlisis de los modelos tericos considerados. Sirvan tambin estas palabras de ALBERTO VARVARO como ejemplo de esta problemtica: In ogni caso atto linguistico e segno linguistico non si identificano, perch il primo comunque un elemento di una interazione comunicativa effetivamente realizzata (in termini saussuriani un frammento di parole e in nessun caso di langue), il secondo invece in primo luogo un elemento di langue; in altre parole, latto linguistico esencialmente ununit di livello etico, mentre il segno in primo luogo ununit di livello emico Inoltre latto linguistico pu essere, ed in genere , assai pi ampio di un segno singolo, una frase o un frammento di frase o un gruppo de frasi. Bisogna dunque chierdersi quanto ampio possa essere un atto linguistico Latto linguistico ha dunque termine quando la singola intenzione comunicativa compiutamente realizzata ovvero quando linterlocutore si inserisce e spezza le continuit del discorso, en La linguistica e la societ (le ricerche sociolinguistiche), Npoles, Guida Editori, 1978, pgs. 24 25. 105 Pragmatema: suponiendo que un signo, en el sentido de su relacin tridica, es introducido siempre como un medio para el uso (intelectual), se puede concebir en tanto que tal como unidad elemental de su uso o bien de su empleo, y para esta caracterstica del signo en la dimensin pragmtica se propone el trmino pragmatema (aproximadamente anlogo a semantema), en La semiotica, cit., pg. 120. 106 Definido como: Unidad praxiolgica mnimo-distintiva, en analoga con las definiciones de fonema, morfema, catena y sema. En En torno a la autonoma e instrumentalizacin de nuestro sistema fonolgico-lingstico (mecanografiado). 107 ADAM MAKKAI, Perch il linguaggio stratificato, en L. HEILMANN E. RIGOTTI, La Linguistica : aspetti e problemi, Bolonia, il Mulino, pgs. 153 178, especialmente pg. 178, donde se ofrece un pequeo resumen histrico.

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diversas ciencias (disciplinas) encargadas del estudio del lenguaje, es uno de los factores ms ntimamente ligados a la evolucin histrica de la lingstica, sobre todo, en lo que al presente siglo se refiere. Es un proceso que se va desarrollando con el estructuralismo, contina con la teora generativo-transformacional y que se afianza de manera consciente en las actuales orientaciones con pretensiones de integralidad como es el caso de la teora del texto en sus diversas variantes. Son estas ltimas orientaciones las que, efectivamente, culminan el proceso desde el momento en que proceden a la consustanciacin de los componentes-disciplina con la teorizacin de los particulares procesos comunicativos (sntesis / gnesis; anlisis / interpretacin; comparacin / traduccin), proceso iniciado con la creacin generativa de las nociones de competencia y ejecucin lingstica, y con la asignacin a la gramtica de la tarea de describir por medio de reglas la competencia lingstica de un hablante-oyente ideal. Con este proceso terico se cerraba la profunda separacin que una visin de carcter estructural impona entre el marco comunicativo y el estudio metodolgico en determinadas disciplinas. Detrs de esta progresin, por as decir, se encuentra como factor desencadenante el reconocimiento de base de la necesidad del estudio de los fenmenos lingsticos (y la consiguiente formulacin de teoras) en su realidad comunicativa, desde una perspectiva semitica, como ya pionersticamente haban afirmado Saussure y Pierce. El grado mximo de conciencia de esta realidad componencial se expresa en la generalizacin de la trada morrisiana (sintaxis, semntica, pragmtica), aunque no falten detractores de la misma, como una de las claves en la construccin metodolgica de las diversas teoras lingsticas. Con una actitud comn por parte de todas las perspectivas en la aceptacin indiscutible de la interconexin dialctica de los tres componentes, los problemas surgen a la hora de especificar los grados y los modos de esta articulacin, el orden y el predominio con los que viene concebida. Algunos de estos problemas se explican por la propia necesidad de progresin histrica con que se ha procedido en el desarrollo de cada uno de los niveles, lo que explica, a su vez, el hecho de que en un determinado momento se focalice la atencin sobre los fenmenos fonolgicos, en otro momento sobre los fenmenos sintcticos (generativismo estndar), posteriormente sobre los fenmenos semnticos (semntica estructural y generativa) y, finalmente, sobre los fenmenos de carcter pragmtico siempre en conexin con otros problemas de naturaleza sociolgica y psicolgica, principalmente. En sntesis, las consideraciones acerca de la relacin entre los diversos niveles son variables y las distintas posiciones oscilan entre: 38

a) El mero reconocimiento de la interrelacin, pero sin tocar y profundizar otros problemas108. b) La opcin por uno de los niveles en cuanto determinante: b.1) La eleccin de lo sintctico como determinante se ha producido, sobre todo, en los inicios de la teora generativa, despus, aunque manteniendo en ltima instancia su determinacin, se integr con dos componentes fonolgico y semntico dotados de un carcter interpretativo. b.2) La sobredeterminacin semntica se puede ver en determinadas posiciones que conceden carcter generativo al componente semntico. Es el caso de F. Antinucci y D. Parisi, que ante oraciones como: (1) Juan corre; (2) Juan corre?; (3) Juan corre!, cuya representacin semntica corresponde a la siguiente figura A:

(1), (2) y (3)

PRED.

ARG.

corre

Juan

Esta representacin no indica si el contenido de las frases 1), 2) y 3) debe ser considerado una afirmacin, una pregunta o una orden del hablante. Para ello los autores mencionados representan estas diferencias a travs de una estructura semntica sobreimpuesta (llamndola estructura performativa, con lo que de hecho efectan una integracin del componente pragmtico en el semntico) a la representada en la figura A:

Yo declaro Afirmo Juan corre

Yo pregunto

Yo ordeno

Juan corre

Juan corre

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Suele ser la ms extendida. A ttulo indicativo vase de WATZLAWICK y otros: Pragmatica della comunicazione, op. cit., pg. 15.

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De ah que consideren la estructura performativa como componente obligatorio en la representacin semntica de una frase. Se consideran, adems, como medios para determinar la intencin semntica en la produccin de una frase: la atencin a los contextos en que aparece, las intenciones que el hablante manifiesta y las acciones con que es acompaada su emisin lingstica109. b.3) Problema clave que se dilucidar ms adelante es la consideracin de la pragmtica como una disciplina ms o como cuadro general determinante o englobador de toda la teora lingstica. Como recuerda E. R. Trives: los autores que como Brekle, Schmidt, Schneider, etc., siguen la trada morrisiana, parecen dar la razn a Benveniste en su exigencia de una ciencia del discurso, con la salvedad de que dichos autores quician el mecanismo discursivo en la pragmtica, mientras que Benveniste lo centra en la semntica110. c) Por ltimo, conviene considerar aquellas posiciones que consideran crticamente la trada de Morris y las propuestas de alternativas integradoras111. 2.3.1. Por otra parte, a diferencia de los estudios realizados en el desarrollo de los componentes sintctico y semntico, el componente pragmtico, en el reagrupamiento metodolgico de los aspectos y problemas definibles como tales, ha entrado en colisin todava no resuelta, con los mbitos de estudio de otras disciplinas, en particular con aquellas que deben su origen a la creacin de una relacin interdisciplinar: psicolingstica y sociolingstica. Problema que ve agrandados sus propios lmites si se observa que estas mismas disciplinas ofrecen un abanico de relaciones con otras disciplinas muy poco especificado. G. Berruto, por ejemplo, especifica como ciencias en relacin con la sociolingstica: la semiologa, la psicologa social, la antropologa

Lo sviluppo semantico nel primo linguaggio del bambino, en La Psicolinguistica: percezione, memoria e apprendimento del linguaggio, Bolonia, il Mulino, 1976, pgs. 365 378. Idntica posicin asume D. PARISI en Il linguaggio come processo cognitivo, op. cit., pgs. 109, 144 y ss. 110 Aspectos de semntica lingstico textual, cit., pgs. 170 171. Idntica posicin adoptan O. DUCROT y T. TODOROV, La semntica y la sintaxis que estudian el ncleo mismo de la lengua, deben elaborarse al abrigo de toda consideracin pragmtica, en Diccionario Enciclopdico, op. cit., pg. 380. En igual sentido se pronuncian M. BENSE y E. WALTHER, Se debe tener en consideracin que la dimensin pragmtica del signo no se halla junto a la sintctica y a la semntica, sino que abarca a ambas, en La semitica, op. cit., pg. 120. 111 Como artculo eje de esta posicin hay que considerar Semantica, pragmatica, teoria del testo, de J. S. PETFI, cit. Tambin J. W. OLLER define como pragmtica la interrelacin dinmica entre el conocimiento del mundo (y el conocimiento de la situacin inmediata) del hablante y las dimensiones sintctica y semntica. La funcionalidad comunicativa del lenguaje slo puede ser explicada por medio de una teora integrada de la sintaxis, semntica y pragmtica (cit. en S. J. SCHMIDT, Teora del texto, op. cit., pg. 50).

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cultural y social, la etnologa, la filosofa del lenguaje y la teora de la informacin112. Tambin A. Mioni constata esta situacin cuando ante problemas de indudable carcter pragmtico (las diversas interpretaciones de una frase con referencia a la relacin que se establece entre el hablante y el oyente) reconoce la dispersin de teoras que se encargan de su estudio113. 2.4. Hasta ahora han aparecido conscientemente mezclados los diversos criterios y las fuentes de las definiciones, los aspectos relativos a la elaboracin de un aparato instrumental metalingstico y la individuacin de las conexiones entre los diversos niveles lingsticos y otras disciplinas, no especificando las fuentes histricas o las particularidades de la corriente terica o de la disciplina de la cual se efectan las diversas consideraciones, todo ello con la nica finalidad de manifestar cul es el estado de cosas que se puede encontrar. Vas para una posible clarificacin son el estudio de las fuentes histricas y la procedencia de las diversas visiones o tareas asignadas al componente pragmtico.

3. Apuntes para una historia de la pragmtica 3.1. A la hora de presentar una visin histrica de algunos antecedentes que han contribuido o pueden contribuir a la formacin de una teora pragmtica, continan siendo vlidas, como actitud de fondo a la finalidad misma de la investigacin histrica, las siguientes palabras de R. Jakobson: La linguistica di oggi intreccia efficacemente e fa convivere in armonia le innovazioni con una tradizione di ricerca e di dibattito antichissima e pur sempre viva. Soltanto la credenza preconcetta in un progresso

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La Sociolinguistica, op. cit., pg. 7. De la sutileza (debilidad) de los lmites dan prueba estas palabras: dato un certo atto di comunicazione linguistica fra certe persone in certo luogo e in certo momento, compito del linguista spiegare com strutturato il messaggio, del sociologo quali fattori sono in gioco in quellinterazione sociale, del semiologo come avviene il passaggio della comunicazione e quali codici di riferimento essa implica, dello psicologo sociale spiegare perch i parlanti producono quel messaggio, dellantropologo come quellatto entri in una certa struttura di comportamenti ed in una certa cultura, del filosofo del linguaggio spiegare che rapporti ci sono fra i parlante, ci che dicono e la realt cui si riferiscono. E il sociolinguista deve un p fare i conti e tirare le somme di tutto ci (concezione larga della sociolinguistica), o, pi efficacemente, deve cercar di spiegare come e perch i parlanti parlano in modo diverso (concezione stretta della sociolinguistica). In particolare, infine, per il discorso sociolinguistico si deve spesso tener conto di elementi forniti dalla pragmatica (che studia i rapporti fra i segni e luso che di essi fanno gli utenti), dalla psicolinguistica e dalla linguistica antropologica, Ibdem. 113 As lo expone MIOMI: Questi problemi, o almeno alcuni di essi, erano un tempo oggetto di studio sia dei filosofi del linguaggio comune, sia separatamente dei sociolinguisti e antropolinguisti che studiavano letnologia della comunicazione e la microsociolinguistica del interazione faccia a faccia: ora tutti questi campi tendono a riunirse, anche grazie allinteresse che la linguistica recente pur nella sua particolare ottica ha dimostrato in questo settore. Concretamente se refiere a las aportaciones de FILLMORE y de R. LAKOFF (Per una sociolinguistica italiana, cit., pg. 34).

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scientifico lineare potrebbe mettere in discussione il fatto di per s evidente, che ogni indirizzo linguistico storicamente datato diriga la propria attenzione verso certi e non altri aspetti del linguaggio, e che nellindagarli faccia uso soltanto di quegli strumenti di analisi che retiene pi adeguati. In tali circostanze, ovvio che taluni obiettivi e talune pratiche metodologiche rimangano nellombra, fintantoch il ricercatore non abbia esteso il proprio orizzonte di indagine e maturato intuizioni pi profonde ci che egli pu fare acquistando familiariet con problemi sollevati e ipotesi di lavoro avanzate dalla lingstica del passato, prossimo e lontano, e verificando tali problemi e tali ipotesi alla luce del materiale raccolto e accumulato sino a quel momento114. Un primer fenmeno constatable es el de la abundancia y diseminacin de fuentes, la pluralidad de lecturas que las diversas ciencias (disciplinas) lingsticas realizan de una tradicin comn, lo que comporta al mismo tiempo una coincidencia en los autores y teoras seleccionadas como antecedentes, lo que incluso permitira a veces casi una posibilidad de intercambio en las historias de disciplinas como la psicolingstica, la sociolingstica y la pragmtica. Un primer criterio clarificador consiste en proceder a una diversificacin en diferentes tradiciones, que, en el caso de la pragmtica, podran ser establecidas del siguiente modo: a) Una tradicin clsica. b) Una tradicin filosfica. c) Una tradicin estructural. d) Una tradicin generativa. 3.1.1. Con respecto a la primera tradicin, Umberto Eco recuerda cmo se remonta ya a los estoicos la distincin entre seminon, semainmenon y pragma115, y uno de los principales tericos de la pragmtica, Wunderlich, considera la Retrica como uno de los contextos tradicionales capaces de aportar diversas consideraciones en la postulacin cientfica de una teora pragmtica116. De hecho, como se ver en su momento oportuno, una de las ramas de estudio de la psicolingstica, la encargada del estudio de los mecanismos lingsticos que contribuyen a la persuasin, recoge toda la contribucin de la Retrica y, en razn de ello, se denomina Psico-Retrica. Por otra parte, el marco comunicativo de los fenmenos lingsticos puede ser considerado casi como consustancializado a la reflexin lingstica en cuanto tal, aunque histricamente
Qualche osservazione sulle intuizioni dei medievali in materia di scienza del linguaggio, cit., pg. 67. 115 Il pensiero semiotico di Jakobson pg. 7, en Lo sviluppo della semiotica, op. cit., pgs. 7 32. 116 Cit. en S. J. SCHMIDT, Teora del texto, op. cit., pg. 33.
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las consecuencias de tal hecho no se hayan reflejado mucho en concretas reflexiones tericas. As la gramtica de Port-Royal interrogndose sobre la funcin principal de la lengua reconoca que la misma fue inventada para permitir a los hombres la comunicacin mutua del pensamiento, aunque en el momento de aprovechar las consecuencias de tal afirmacin general Arnaud y Lancelot consideraban que el lenguaje que facilita esta comunicacin debe ser considerado como imagen o cuadro del pensamiento, con lo que las estructuras gramaticales, a causa de la importancia concedida a la funcin representativa, deben constituirse casi como una copia de las funciones intelectuales, dejando fuera, de tal modo, una reflexin de base comunicativa en el estudio de las estructuras gramaticales117. 3.1.2. Como ya ha sido sealado, es la tradicin filosfica (lgica en diversos aspectos) la que ha contribuido mayormente a la elaboracin de teoras de carcter pragmtico (en general de las teoras semiticas), en la medida en que la reflexin filosfica, gracias, sobre todo, a la aportacin de Wittgenstein, va convirtindose en reflexin sobre el lenguaje. Ser en la filosofa analtica donde se recoger esta contribucin con diferencias motivadas por la lectura realizada de la obra de Wittgenstein118. Es de resaltar el hecho de que, ya en 1947, R. Carnap proclamaba la necesidad urgente de un sistema de pragmtica terica no slo para la psicologa y la lingstica, sino tambin para la filosofa analtica, dado que la semntica pura haba sido ya desarrollada suficientemente119. Iguales cometidos se traslucen en la concepcin del lenguaje ofrecida por Wilburg M. Urban cuando afirma: El lenguaje, visto como lenguaje hablado, slo tiene realidad en una comunidad idiomtica. Cuando se le abstrae de ella, pierde su realidad. El sentido es el sine qua non del hecho lingstico, y este sentido incluye como parte de su naturaleza la comunicabilidad; no es que el sentido exista primero y luego se comunique; no existe sino en la comunicacin Las palabras son signos, pero son signos expresivos. Como tales se caracterizan por la intencionalidad, y esta intencionalidad implica comunicacin, sea latente o patente120.

O. DUCROT T. TODOROV, Diccionario Enciclopdico, op. cit., pg. 381. Una breve introduccin al estudio de su pensamiento es la de JUSTUS HARTRACK, Wittgenstein y la filosofa contempornea, Barcelona, Ariel, 1972. Una exhaustiva presentacin histrica es la ofrecida por JOSEP Ll. BLASCO, Lenguaje, filosofa y conocimiento, Barcelona, Ariel, 1973. 119 Meaning and necessity. A Study in Semantics and Modal Logica, The University of Chicago Press, 1964 (1 edic. 1947). Ideas anlogas aparecen expresadas con anterioridad (1939) en sus Fundamentos de lgica y matemticas, Madrid, Taller Ediciones, 1975. 120 Lenguaje y realidad, Mxico, F. C. E., 1962, pgs. 51 y 92, respectivamente.
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De sumo inters es la relacin de Charles Morris con la escuela analtica al fin de ver el origen filosfico inicial en las reflexiones pragmticas121. Por fin, como fuente ms directa, conviene considerar la escuela de Oxford y sus miembros, conocidos como filsofos del lenguaje ordinario, entre los cuales John Langshaw Austin es el representante ms significativo122. Para estudiar la convergencia entre estos estudios y un uso terico-lingstico de los mismos, es oportuno recordar lo afirmado por O. Ducrot y T. Todorov: Casi todos los filsofos de la escuela analtica insisten en diferenciar su enfoque de un estudio propiamente lingstico. A la inversa, la mayora de los lingistas, hasta estos ltimos tiempos, no se han sentido atrados por investigaciones que tenan el vicio irremediable de declararse filosficas123. La visin generativista del lenguaje y el trabajo de lingistas como Benveniste han sido los medios de acercamiento entre ambas posiciones124. En este proceso de acercamiento entre tendencias filosficas y estudios lingsticos, donde la teora generativa ha funcionado como elemento de mediacin, deben considerarse como figuras clave William P. Alston y John R. Searle125. 3.1.3. Como contribucin especficamente lingstica a la formacin de modelos pragmticos es preciso considerar la tradicin estructural. De ella, y como motivo principal de discusin, destaca la distincin saussureana de langue y parole. En la reflexin sobre esta distincin se ha puesto a menudo de relieve la preferencia en la

Claramente queda confirmada la relacin en La concezione scientifica del mondo, de H. HAHN, O. NEURATH y R. CARNAP, Bari, Laterza, 1979. Son de inters los datos facilitados en la Introduzione de Alberto Pasquinelli, pgs. 1 54. 122 Sntesis de su pensamiento pueden verse en ALFONSO GARCA SUREZ, J. L. Austin: teora y prctica de la filosofa, pgs. 11 28, en la presentacin a Ensayos Filosficos, de J. L. AUSTIN, Madrid, Revista de Occidente, 1975; GENARO R. CARRI, EDUARDO A. RABASSI, La filosofa de J. L. Austin, pgs. 7 37, en Palabras y acciones, de J. L. AUSTIN, Buenos Aires, Paids, 1971. Visin general y trabajo de base para el estudio de la tendencia filosfica es la antologa de MARINA SBIS (Ed.), Gli atti linguistici. Aspetti e problema di filosofia del linguaggio, Miln, Feltrinelli, 1978. Vase tambin de O. DUCROT T. TODOROV, Diccionario Enciclopdico, op. cit., pg. 115 117. 123 Ibdem, pg. 116. 124 Con referencia a E. BENVENISTE sealan: En efecto, ciertos lingistas, basndose en los trabajos de E. Benveniste, procuran integrar en la lengua las relaciones intersubjetivas que se realizan en el momento del habla. La lengua, para ellos, no podra describirse sin tomar en cuenta por lo menos algunos efectos de su empleo. En ese caso el lingista tendra que aprender de la actual filosofa del lenguaje, Ibdem, pg. 117. 125 Del primero: Filosofa del lenguaje, Madrid, Alianza, 1974; del segundo, sus ya citados Atti linguistici. De la obra de ALSTON intenta hacer justicia S. J. SCHMIDT cuando afirma: Mucho antes de SEARLE (que extraamente no lo cita) y con verdadero paralelismo, W. P. ALSTON (1964) ha adoptado la terminologa de AUSTIN y la ha integrado a una teora verbal de la semntica, en Teora del texto, op. cit., pg. 59.

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eleccin de uno de los polos (langue), lo que se ha interpretado como una reduccin e idealizacin del campo de investigacin lingstica. No se debe olvidar que la necesidad de cada una de ellas justifican, o pueden justificar, esta situacin. Una tendencia en la valoracin del estructuralismo y, sobre todo, con respecto a esta particular dicotoma establecida por Saussure, que va acentundose cada vez ms, es la de distinguir claramente aquellos factores que son asignables a Saussure (que, en cierta medida, dej abierta la eleccin) de aquellos otros que son fruto de sus continuadores; caso tpico de tal situacin es la concepcin de la langue adoptada por la Glosemtica (Luis Hjelmslev). En su opinin, la tarea de una verdadera lingstica debe ser: cercare de cogliere la lingua, non come un conglomerato di fenomeni non linguistici (per es. fisici, fisiologici, psicologici, logici, sociologici), ma come una totalit autosuficiente, una struttura sui generis126. De todos modos, en cuanto se refiere a las crticas dirigidas a poner en discusin la categora langue tanto en su acepcin saussureana como en la de sus continuadores, independientemente de su justificacin, constituye un dato sintomtico de las nuevas posiciones tericas el hecho de que tales crticas existen, en cualquier caso no pueden dejarse de considerar, como se ha sealado, las relecturas y valoraciones que de Saussure (diferencindolo claramente de las contribuciones posteriores) se estn efectuando desde una perspectiva textual127. Un sntoma de tal diferenciacin en la tradicin postsaussureana (con relacin a la Glosemtica de Hjemslev) est constituido por las posiciones defendidas desde una estilstica de base
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I fondamenti della teoria del linguaggio, Turn, Einaudi, 1968, pg. 8. Es el caso de E. R. TRIVES cuando afirma: Una lectura parcial del planteamiento lingstico del curso de SAUSSURE, segn creo, ha sido responsable del progreso de la lingstica estructural, y, justo es decirlo, tambin de su propia decadencia. La restriccin metodolgica, en efecto, segn la cual el sistema es estudiable en s, fue fructfera en una poca ebria de observaciones concretas, datos que reclamaban ordenamiento, geometrizacin, algebrizacin. Pero eso era radicalmente falso al considerar las propias limitaciones metodolgicas de estudio como lo nico estudiable. Y aade con particular referencia a las restricciones operadas en el mbito macrosistemtico: Si se estudiaba la sistematicidad en niveles mnimos, por qu no encontrar sistematicidad en niveles superiores? Pero el error que la lingstica del texto ha imputado a la lingstica saussureana, no es, razonablemente, imputable a F. de Saussure. La urgencia u oportunidad metodolgica de estudio de la microsistematicidad pudo contribuir a una lectura errnea del curso, en forma parcial o descontextualizada, excluyendo la macrosistematicidad con argumentos de autoridad que no se sustentaban, a mi parecer, vlidamente en el curso en su totalidad. En Aspectos de semntica lingstico textual, op. cit., pg. 166. Igualmente SCHMIDT puntualiza, de esta forma, sus crticas a la lingstica postsaussureana: La lingstica posterior a SAUSSURE se ha dirigido con preferencia hacia la descripcin del sistema verbal y ha excluido tanto problemas de referencia y significado como tambin problemas de aplicacin del sistema en procesos concreto de comunicacin. Esto es as porque se ha trabajado con un objeto lingstico aislado, abstrado. En Teora del texto, op. cit., pg. 19 20. Actitud semejante, pero desde una perspectiva sociolingstica, se repite en N. DITTMAR: La Langue postulata da Saussure concepita dai suoi successori non tanto come risultato di vari tipi di processi sociali, quanto piuttosto come un tipo di sistema di regole astratto, la cui omogeneit presupposta idealiter, Manuale di Sociolinguistica, op. cit., pg. 167.
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estructural potenciadora de una visin comunicativa y contextualizada socialmente de la langue, y como tal ha sido revalorizada desde las perspectivas textuales. Wunderlich considera efectivamente la estilstica como uno de los contextos tradicionales en las contribuciones a una pragmtica cientficamente elaborada128. Este es el caso de la posicin de Charles Bally en la que es indiscutible una presencia global de evidentes aspectos de carcter pragmtico. Algunos de los aspectos puestos de relieve por Bally son, entre otros, su pretensin de estudiar el lenguaje como expresin de los sentimientos y como instrumento de accin. La calificacin de la lengua hablada como la nica verdadera en razn de su originalidad. La afirmacin de un hecho por medio del lenguaje no es la simple descripcin de tal hecho, sino de una impresin afectiva o de un juicio prctico de una determinada accin. La valoracin de la entonacin y de la mmica del hablante. La crtica a aquellas concepciones lgicas que establecen relaciones de causalidad ajenas a la accin. La palabra, adems, est al servicio de la accin, razn por la cual el lenguaje puede convertirse en un arma en la medida que el hablante intenta imponer sus pensamientos a los otros, persuade, ruega, ordena, prohbe, o bien intenta ganarse el favor del interlocutor, consecuentemente se concede una gran importancia al estudio de los mecanismos empleados para excitar o mantener la atencin del oyente, as como la serie de factores (edad, sexo, posicin social) que operan como acciones coercitivas sobre nuestro hablar y que pueden tambin dar lugar a la creacin de eufemismos y de toda la serie de frmulas bajo las que se recubre la hipocresa social. De ello se deduce el carcter ambivalente de la relacin con el prjimo, a veces, el que habla concentra se propio esfuerzo sobre la accin que quiere producir y considera al interlocutor susceptible de dominacin; otras veces es la valoracin que se hace del otro sujeto la que determina la expresin. Finalmente Bally no deja de reconocer como ulteriores factores que contribuyen a la comprensin el ambiente o la situacin en la que se desarrollan las conversaciones. En sntesis, son muchos los factores puestos de relieve por Bally para una consideracin global del lenguaje como un instrumento de expresin y de accin en la vida real129. En igual sentido deben considerarse las posiciones desarrolladas por la escuela de Praga en su concepcin bsica de la lengua como sistema funcional, como se refleja en

Cit. en S. J. SCHMIDT, Teora del texto, op. cit., pg. 33. Para la relacin entre estilstica y pragmtica, vase la aportacin de F. A. NEBOT en su obra Sociolingstica y Potica, Zaragoza, Libros Prtico, 1981, pg. 41 y nota 131. 129 El lenguaje y la vida, Buenos Aires, Losada, 1977.

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las Tesis130 y en diversas afirmaciones tericas de Trubetzkoy y Mathesius131. Adems, con anterioridad a Saussure, ha sido reconocida la influencia de W. von Humboldt132, sobre todo, en relacin a: 1) la concepcin del lenguaje como energeia y no como ergon; 2) el concepto de Form der Sprache; 3) la tesis de Weltbild; y 4) la concepcin del lenguaje como organismo133. Significativa es la valoracin global que E. Raimondi propone, tanto de la teora lingstica como de la teora crtica humboldtiana: Humboldt non anticipa soltanto i temi dello strutturalismo, ma ne indica anche, allinterno della sua linguistica totale, i nodi problematici, i conflitti concettuali che attendono dessere risolti, integrati in unantropologia della prassi umana. E stato detto que nonostante Humboldt non abbiamo avuto un Kant della teoria dellazione e del linguaggio; ma una linguistica dellatto discorsivo gi una prassi della ragione dialogica. Tutto sta nel passare, se si deve credere al dibattito semiotico in corso, del lavoro del linguaggio al linguaggio del lavoro134. De cualquier manera, las referencias ms claras en la individuacin de los antecedentes se encuentran en las figuras de K. Bhler, R. Jakobson y E. Benveniste. Del primero son sobradamente conocidos su configuracin ternaria de las funciones lingsticas determinantes de la semiosis y el estudio de la deixis135. R. Jakobson es una de las figuras clave en la impostacin comunicativa (semitica) de la reflexin lingstica como ha demostrado con su ampliacin de las funciones de Bhler y, de hecho, su trabajo Conmutadores, categoras verbales y el verbo ruso136 debe ser considerado casi una pragmtica formalizada gramaticalmente. Particular relieve merece el trabajo terico de E. Benveniste tanto en sus presupuestos especficos como en el uso de los mismos en posteriores derivaciones francesas de orientacin semiolgica137. Benveniste ha demostrado en diversos lugares de su obra138 la existencia

Le tesi del circolo linguistico di Praga, en C. PREVIGNANO (ed.), La semiotica nei Paesi Slavi, op. cit., pg. 117 143. 131 Es de inters el comentario que de su obra efecta C. PREVIGNANO en Una tradizione scientifica slava, cit., pg. 44. 132 Sin embargo, O. DUCROT y T. TODOROV ven en l una posicin que acenta el desarrollo de una concepcin del lenguaje como un acto de representacin del pensamiento. En Diccionario Enciclopdico, op. cit., pg. 382. 133 Vase el desarrollo de estos puntos en W. von Humboldt nella linguistica contemporanea. Bibliografa ragionata 1960 1976, de M. E. CONTE, pgs. 281 325, en W. von Humboldt nella linguistica contemporanea; de LUIGI HEILMANN (ed.), Bolonia, il Mulino, 1976. 134 Scienza e letteratura, op. cit., pg. 224. 135 Teora del lenguaje, Madrid, Alianza, 1979. 136 En Saggi di linguistica generale, op. cit., pg. 149 169. 137 Una amplia presentacin de estas tendencias, en particular la denominada escuela de Culioli, puede verse en Segno e soggetto da Benveniste alla semiologia francese contemporanea, de DANIELE

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en las lenguas de determinadas categoras cuya estructura no puede ser manifestada sin considerar la enunciacin, deduciendo, por tanto, la necesidad para la teora lingstica de hacer propia la descripcin de las prcticas discursivas. Segn Benveniste, la lengua no dispone exclusivamente de lexemas referidos a nociones constantes y objetivas, sino que est dotada de un aparato formal especfico de signos vacos no referenciales (shifters, conmutadores) susceptibles de ser especificados en funcin de la realidad presente en el discurso, siendo por medio de su uso como el individuo se encuentra en grado de apropiarse del lenguaje, contribuyendo su existencia a hacer que la presencia del hablante se extienda a todos los elementos susceptibles de concordancia (categoras verbales y nominales: persona, gnero, tiempo, aspecto) cuyo anlisis se ofrece ahora de forma reductiva. Son las personas gramaticales y los pronombres personales los signos que Benveniste analiza en primer lugar. Yo y t son elementos pragmticos (as los califica con explcita referencia a Morris) que no hacen referencia ni a un contexto ni a un individuo predeterminado fuera de la especfica realizacin en el acto de enunciacin. Cuando se enuncia un predicado fuera del yo-t, se pone de manifiesto como alguien enuncia algo sin participar en el discurso. La tercera persona es una nopersona opuesta como tal a las dos primeras que designan los nicos participantes, especficos e intercambiables, del dilogo, aunque opuestos, sobre la base de una correlacin de subjetividad. Esta diversa naturaleza explica la existencia, cuantitativamente significativa, de las diversas personas en tipos de textos diferentes. En relacin con los tiempos verbales Benveniste establece dos sistemas distintos y alternativos, uno referido a la dimensin cronolgica de los acontecimientos narrados sin ningn vnculo con el tiempo real del narrador (pretrito indefinido, pretrito pluscuamperfecto), el otro referido siempre a la actualidad del hablante (presente, pretrito perfecto, futuro). La distincin establecida entre personas y tiempos verbales comporta en su base la presencia de dos planos de enunciacin, de una parte, el discurso o conjunto de textos dotados de conmutadores en unin con la forma enunciativa de primera o segunda persona y de tiempos en consonancia con la actualidad del hablante, y la historia o conjunto de textos carentes de conmutadores, en tercera persona y con tiempos alejados del narrador. Es importante hacer notar como clave definitoria de estas dos utilizaciones del lenguaje su fundamento en la presencia o en la ausencia del sujeto

GAMBARARA, presentacin de la antologa Lingua, discorso e societ, AA. VV., Parma, Pratiche Editrice, 1979, pg. 5 33. 138 Problemas de lingstica general, Mxico, Siglo XXI, t. I (1974) y II (1977).

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hablante139. Ampliando las categoras gramaticales se puede establecer una serie de formas discursivas (yo, aqu, ahora, hoy, etc.) y una serie de formas histricas (l, all, entonces, etc.). Todas estas precisiones tericas estn vinculadas a la consideracin y anlisis de los niveles de la lengua establecidos por Benveniste, donde la frase (nivel categoremtico), variable, indefinible, dotada de sentido y referencia, es la unidad del discurso portadora de la actitud del hablante y de las funciones interhumanas. Sin embargo, para Benveniste, el motor de la sistemtica lingstica es de naturaleza semntica140. El significado de la lengua deriva de la articulacin de dos rdenes de significacin: el semitico, la lengua como sistema de signos, y el semntico, la enunciacin, el discurso fundado en la capacidad del lenguaje de servir como intrprete del resto de los sistemas semiticos. La valoracin global de la aportacin terica de Benveniste, expuesta en forma tan simplificada, en el mbito discursivo, no es del todo uniforme en la evaluacin de sus intenciones, pues, por una parte, se la considera como la afirmacin de la necesidad de una lingstica del funcionamiento del discurso que supere la lingstica saussureana de la estructura y que permita una colaboracin ms eficaz de la lingstica con el resto de las ciencias sociales141, por otra, se propugna su interpretacin como la afirmacin de la necesidad de pasar de la lingstica a la ciencia del discurso142, y, por ltimo, la consideracin de la lingstica del discurso como una ampliacin de la lingstica de la lengua antes que como una oposicin. La teora de la enunciacin ms que una teora de la parole, aunque se fundamente en la distincin entre las entidades virtuales del sistema y de sus realizaciones concretas, es un estudio sistemtico de los aspectos decticos en el acto concreto del decir143. Como comentario global a la contribucin estructural europea, no conviene olvidar que, corregidos los extremismos inmanentistas justificables siempre desde su particular ptica epistemolgica -, tal tradicin ofrece suficientes elementos para una contribucin eficaz a la ampliacin y reordenacin del campo de estudio que se pretende estableciendo disciplinas como la pragmtica y en igual sentido la psicolingstica y la sociolingstica -. Ejemplos de esta validez son, no slo la obra
Es por eso por lo que una de las series de trabajos contenidos en Problemas de lingstica general, ha sido etiquetada bajo la forma de el hombre en la lengua. 140 Como ya se ha afirmado en la nota 38. 141 As se expone en J. SIMONIN GRUMBACH, Per una tipologia dei discorsi, pg. 56 57, en Lingua, discorso e societ, op. cit., pg. 169. 142 E. R. TRIVES, Aspectos de semntica lingstico textual, op. cit., pg. 169. 143 D. GAMBARARA, Segno e soggetto da Benveniste alla semiologia francese contemporanea, cit., pg. 21.
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terica de los precursores ya mencionados, sino el trabajo en otros mbitos como la antropologa cultural, la influencia del pensamiento formalista ruso en la narratologa y en la investigacin textual; as como la continuidad y la vitalidad de teoras lingsticas (en sus diversas especificaciones disciplinares) como las de E. Buyssens, B. Pottier, A. J. Greimas, E. Coseriu, K. Baldinger y K. Heger. De hecho, muchos de los aspectos de estas aportaciones pueden ser recreados y utilizados. Igualmente, en la investigacin lingstica americana no se pueden olvidar como antecedentes de la problemtica que quiere abarcar la investigacin pragmalingstica, de modo general y mayormente en lo concerniente a aspectos sociolgicos, el conjunto de los trabajos de Boas, Sapir y Whorf144, o, ms en particular, de Dell Hymes, que representan la denominada etnografa de la comunicacin y, sobre todo, la obra de K. L. Pike145, generalmente catalogada como gramtica tagmmica que, aunque en muchos de sus aspectos se ha visto superada por la gramtica generativo-transformacional, en algunos de sus postulados generales ofrece elementos de gran inters muy en consonancia con la problemtica aqu estudiada. As, Pike partiendo de la realidad de hecho, por todos observable, en la que los comportamientos discursivos y no discursivos se entretejen en acontecimientos nicos donde los elementos verbales y no verbales pueden sustituirse los unos a los otros y expresar la misma funcin, concluye sosteniendo la falta de una teora unificada que permita afrontar cualquier actividad humana compleja, que incluya las diversas subclases de actividad, para ser analizadas sin fracturas tericas o metodolgicas; del mismo modo Pike seala como la actividad humana constituye un todo estructural no susceptible de divisiones en partes, compartimentos o niveles entre los que incluir el lenguaje. l explica su crtica a los mtodos distribucionalistas de Z. S. Harris, sosteniendo que stos limitan su estudio a la mera disposicin combinatoria de los elementos de la cadena hablada sin tener en cuenta cmo se distribuyen estos elementos en sus particulares contextos textuales. Adems, Pike considera inadecuado el pretender hacer de la frase el nivel ms alto del anlisis lingstico y estima esto como causa determinante que ha motivado la separacin de la lingstica, tanto de los anlisis estilsticos de los textos literarios como de las otras ciencias encargadas del estudio del comportamiento humano.
Lnea ntimamente relacionada con el denominado contextualismo britnico (FIRTH, MALINOWSKI), que ha insistido en la necesidad de estudiar el lenguaje en su contexto de uso situacional y de acercar las investigaciones lingsticas a las antropolgicas, etnolgicas y sociolgicas. 145 Language in Relation to a Unified Theory of the Structure of Human Behavior, La Haya, Mouton, 1967 (2 edic. corregida). Ms datos sobre PIKE pueden verse en Linguistica e comportamento umano, de E. ROULET, Roma, Armando, 1978.
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Sin embargo, como fuente central conviene sealar sin ningn gnero de dudas, la teora generativo-transformacional. De manera casi paralela a como se ha procedido en la formulacin de las crticas a las formulaciones estructurales, las efectuadas a la corriente generativa se concentran en: 1) la nocin de competencia lingstica y su interrelacin con la ejecucin; 2) la nocin de hablante idealizado; 3) los criterios de gramaticalidad y aceptabilidad; 4) la eleccin de la frase como unidad mxima de anlisis; y 5) los riesgos que comporta el uso de mtodos hipottico-deductivos como base epistemolgica146. De todos modos, en la elaboracin de los modelos pragmticos (como por lo dems sucede con respecto a los modelos psicolingsticos, sociolingsticos y textuales) permanece como estructura bsica la propia teora transformacional en sus constantes tericas substanciales. Pinsese tanto en las derivaciones sociolingsticas (Labov) como en las pragmalingsticas (R. y G. Lakoff)147, y, adems, la lnea sealada inicialmente que se presenta, por su mismo origen terico, con mayor independencia de la corriente generativa, ha quedado en cierta medida integrada148.

4. Orientaciones dominantes en la elaboracin de los modelos pragmticos No obstante, esta convergencia, observada en la elaboracin de los modelos pragmticos, hacia una visin crtica y ampliada en diversos aspectos de la base generativa (lo que acaso constituya la caracterstica esencial del actual momento terico), conviene, sin embargo, distinguir en funcin de los elementos tericos que son dominantes, diversas orientaciones en la construccin de los varios modelos pragmticos que podran ser enumeradas como sigue: a) orientacin generativa; b) orientacin psicolgica; c) orientacin sociolgica; d) orientacin filosfica; e) orientacin lgica; f) orientacin textual, y g) orientacin semitica. No pudiendo afrontar minuciosamente cada una de estas orientaciones, a ttulo informativo se ofrecen dos de las mismas (la psicolgica y la sociolgica) con una nica finalidad de demostrar que un conjunto de problemas definibles como de naturaleza pragmtica no encuentran

Como resumen de estas crticas ha de considerarse la tantas veces mencionada Teora del texto, de SCHMIDT, especialmente en su referencia a la nocin de competencia lingstica (pg. 33) y a las nociones de gramaticalidad y aceptabilidad (pgs. 36 37). 147 Los desarrollos pragmticos provenientes de la visin generativa pueden verse en Semntica y Sintaxis en la lingstica transformatoria, vol. II de VCTOR SNCHEZ DE ZAVALA (ed.), Madrid, Alianza, 1976; especialmente pgs. 365 435. 148 Como seala G. KLEIN: La pragmatica linguistica ancora agli inizi in Italia, prende gli spunti della filosofia del linguaggio e dal semanticismo post-chomskyano, en La sociolinguistica, op. cit., pg. 6.

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un nico cuadro metodolgico sino que se dispersan en las consideraciones que de stos efectan las diversas disciplinas con sus propias particularidades metodolgicas.

4.1. Orientacin psicolgica Desde que Saussure, a ttulo programtico, postul la integracin de la lingstica en el mbito de la psicologa social, los contactos interdisciplinares entre psicologa y lingstica, desde diversas perspectivas y con variedad de intereses, han ido intensificndose en el curso de este siglo. Inters comn y prioritario en esta pluralidad de perspectivas ha sido el de intentar convalidar las contribuciones de la teora lingstica en la dinmica de los procesos psicolgicos reales en todo lo que respecta el proceso de aprendizaje y adquisicin del lenguaje, produccin y recepcin lingstica, memorizacin y conexin con los aspectos cognoscitivos y perceptivos humanos. La colocacin de todos estos aspectos junto a todos los condicionantes de la conducta y del comportamiento humano hacen que tanto en los postulados tericos generales como en los aspectos parciales se produzca una comunin de intereses en el estudio de los aspectos pragmticos del lenguaje. As se explica la referencia que, para una fundacin histrica de la pragmtica, se hace de la obra de Leontev, Vygotski, Luria, Batjin, Schaff, Piaget o Skinner149, por su consideracin global del lenguaje desde una ptica comunicativa, as como del proceso real de desarrollo del pensamiento y del comportamiento humano. En este contexto conviene situar la obra mencionada de Watzlawick, J. H. Beavin y D. D. Jackson: Pragmatica della comunicazione umana, que sobre la base de la trada morrisiana consideran como objeto de la pragmtica la influencia que la comunicacin ejerce sobre el comportamiento. Comunicacin y comportamiento son casi sinnimos, adems, los datos de la pragmtica son no slo las palabras en su configuracin y en sus significados, sino tambin los hechos no verbales concomitantes, como puede ser el lenguaje gestual150. De ah que afirmen estos autores

Vanse las diversas referencias a LEONTEV y a VYGOTSKI, en S. J. SCHMIDT, Teora del texto, op. cit., especialmente pgs. 26 y ss. De los autores mencionados pueden considerarse, entre otras, las siguientes obras: Pensiero e linguaggio de L. S. VYGOTSKI, Florencia, Giunti Barbera, 1976, donde puede verse una distincin entre sentido y significado muy parecida a la posteriormente realizada por E. COSERIU. Linguaggio e comportamento, de A. R. LURIA, Roma, Editori Riuniti, 1975. Linguaggio e conoscenza, de ADAM SCHAFF, Roma, Editori Riuniti, 1973. Commenti alle osservazioni critiche de Vygotski, de J. PIAGET, en Pensiero e Linguaggio, op. cit., pg. 235 250. Comportamento verbale, de B. F. SKINNER, Roma, Armando, 1976. 150 Es ste un mbito (generalizado en su denominacin como kinsico) que ha sido objeto de una notable atencin desde las perspectivas de estudio semiticas y que, cada vez ms, se intenta encuadrar desde una ptica pragmtica. Una visin amplia de estos problemas puede verse en A. J. GREIMAS (ed.), Pratiques et Langages gestuel, Langages, 10, Pars, 1968.

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que todo el comportamiento, y no solamente el discurso, es comunicacin, y toda la comunicacin, incluidos los signos del contexto interpersonal, influencia el comportamiento151. Esta etapa, en la que se produce una fcil aproximacin entre los resultados de la teora de la informacin, los postulados estructuralistas y los principios de una psicologa de orientacin comportamentista, calificada como primera fase en la progresin de los estudios psicolingsticos152, es revolucionada radicalmente gracias a la contribucin terica de Noam Chomsky, que se manifiesta explcitamente en su radical crtica a Skinner153, donde se opone a sus principios de anlisis del comportamiento lingstico efectivo. Es aqu donde Chomsky afirma que el comportamiento del hablante, del oyente y del que aprende el lenguaje constituyen el dato real de todo estudio lingstico, pero una explicacin efectiva de tales hechos requiere una comprensin preliminar de la estructura de la gramtica, de naturaleza extremadamente compleja y abstracta, interiorizada por el individuo. El papel del hablante consiste en seleccionar una particular serie compatible de reglas opcionales. Una vez que la gramtica nos permita conocer qu reglas son disponibles y las condiciones de compatibilidad que estas relaciones deben de poseer, se podr emprender con posibilidades de xito el estudio de los factores que han conducido a una u otra eleccin. No conviene olvidar que este proceso se produce con una rapidez sorprendente, sin ninguna relacin, en la mayora de los casos, con la inteligencia de los usuarios y de manera casi igual para todos los nios. Conviene resaltar en la postura de Chomsky, tan brevemente expuesta, la constatacin de los aspectos pragmticos (comportamiento del hablante y del oyente) como convalidadores, en ltima instancia, de la investigacin lingstica, constatacin condicionada, sin embargo, por la afirmacin de la necesidad de postular previamente la gramtica abstracta de un hablante-oyente ideal como estrategia para conseguir este ltimo objetivo. Tiene origen, de este modo, una nueva contradiccin a que ha estado y contina estando sometida la investigacin lingstica, particularmente en sus aspectos pragmticos: el conflicto entre comportamentismo y mentalismo154. Ha sido en torno a este eje como se han
Pragmatica della comunicazione umana, op. cit., pgs. 15 16. F. ANTINUCCI y C. CALTELFRANCHI, Introduzione a Psicolinguistica: percepzione, memoria e apprendimento del linguaggio, pg. 7 20, op. cit. 153 Una recensione di Verbal Behavior de B. Skinner, pgs. 21 65, en Psicolinguistica: percezione, op. cit., vase especialmente el pargrafo XI, pgina 60 y ss. 154 T. G. BEVER, La base cognitiva delle strutture linguistiche, pgs. 109 203, en Psicolinguistica : percezione, op. cit., sobre todo, pgs. 189 y ss.
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configurado las diversas tendencias en la descripcin del comportamiento lingstico efectivo, que oscilan entre la simple aplicacin psicolgica de los esquemas tericos chomskianos de la competencia155 y la negacin total de la aportacin chomskiana recurriendo a esquemas comportamentistas en los cuales las unidades lingsticas son consideradas en cuanto tales en la medida en que son reconocidas por el usuario y las reglas configuradoras de la gramtica se obtienen directamente de la estructura superficial por medio de la formacin analgica, como sostiene Bruce L. Derwing156. En este mismo sentido se orientan H. Leuninger, M. A. Miller y F. Mller157, puesto que consideran que hasta que en la psicolingstica no sean considerados los factores pragmticos que establecen las condiciones de una comunicacin lingstica intersubjetiva y que representan una referencia general para la operatividad de los determinantes psicolgicos del uso lingstico, no se habr clarificado el sentido de las estructuras y de los procesos descritos por la gramtica misma para el efectivo uso lingstico. En el vasto panorama de las contribuciones de la psicolingstica a problemas de indudable naturaleza pragmtica mencionaremos, por ltimo, la tendencia ya aludida que se califica a s misma como psico-retrica158. Se sita en la lnea de refuerzo de la referencia a la realidad psicolgica de los procesos lingsticos e intenta renovar el papel de la retrica. Perelman159 ha querido recuperar en su trabajo cientfico, la amplia zona de lo posible, de lo probable, de lo opinable, de la certeza subjetiva. Un intento de reunificar el problema de lo verdadero con el problema del valor, en un deseo de actitud correcta frente al mundo exterior en su realidad histrica y poltica. Toda una dinmica histrica (cristianismo, racionalismo, romanticismo) ha intentado quitar validez a la argumentacin retrica, desconociendo aspectos muy importantes como el convencimiento o la disputa racionalista. La obra de Searle, la corriente neorretrica y las orientaciones textuales han conseguido considerar la retrica de manera ms adecuada como una descripcin de los actos lingsticos, tomando como unidad de anlisis el texto y como funcin perlocutiva
Puede verse una crnica de esta evolucin en el paradigma chomskiano en Competenza ed esecuzione, de J. A. FODOR y M. GARRET, en Psicologa: percezione, op. cit., pgs. 67 87, y en Approci resent nello studio del processo di riconoscimiento della sintassi, de J. A. FODOR, pg. 89 107, Ibdem. 156 Alle frontiere del linguaggio, Bari, Laterza, 1979. 157 La ricerca in psicolinguistica, Roma, Armando, 1976. 158 Psicologia e retorica, de G. MOSCONI e V. DURSO, Bolonia, il Mulino, 1977. 159 Il campo dellArgomentazione (Nuova Retorica e Scienze Umane), Parma, Pratiche Editrice, 1979. PERELMAN y OLBRECHTS TYTECA, Retorica e Filosofia, Bari, De Donato, 1979.
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la de persuadir o convencer. Esta nueva formulacin terica ha llevado a replantear los estudios psicolgicos referentes a la persuasin y el cambio de opinin en su conexin con el funcionamiento de la mente humana.

4.2. Orientacin sociolgica La sociolingstica, en contraposicin a las formulaciones inmanentistas de cierto estructuralismo y de un generativismo ortodoxo160, en su estudio de las relaciones e influencias entre lengua y sociedad, se ocupa de las concretas exigencias comunicativas, con particular atencin a todas las manifestaciones de la diversidad lingstica (cronolgica, geogrfica, social y situacional), del cambio lingstico y de la adquisicin de la lengua, lo que explica la progresiva sustitucin efectuada del trmino lengua por el de repertorio lingstico161. Entre las aportaciones ms destacadas conviene mencionar la denominada hiptesis del dficit (Bernstein) y la concepcin de la diferencia (Labov)162. Es notoria la conciencia de la propia sociolingstica de la amplitud y consiguiente indeterminacin de su propio mbito de estudio163, lo que ha motivado la diferenciacin de dos grandes lneas de opinin a la hora de establecer su estatuto terico. De una parte, no es considerada una disciplina especfica sino simplemente el nombre que sirve para indicar un sector de problemas y hechos que interesan tanto al socilogo como al lingista164; por otra, a pesar del reconocimiento de su actual proceso de formacin y consolidacin, se afirma su carcter disciplinar, con sus propios campos de accin, sus modelos tericos, sus mtodos y tcnicas de investigacin165. Esta situacin particular explica por qu es precisamente la sociolingstica la que presenta mayores elementos comunes, incluso idnticos, con los intereses propios de la pragmtica.

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Para las variantes epistemolgicas y metodolgicas aportadas por la sociolingstica en contraposicin a los estudios de corte estructural y generativo, puede verse, La competenza multipla. Unanalisi micro socio linguistica, de R. SORNICOLA, Npoles, Liguori editore, 1977, especialmente pgs. 11 72. 161 GAETANO BERRUTO y MONICA BERRETTA, Lezioni di sociolinguistica e linguistica applicata, Npoles, Liguori editore, 1977, pgs. 56 57. 162 Para una presentacin y crtica de las mismas, vase: Manuale di Sociolinguistica, de N. DITTMAR, op. cit. 163 JOHN PRIDE, La sociolinguistica, pg. 363, en Nuovi orizzonti della linguistica, de John Lyons (ed.), Turn, Einaudi, 1975. 164 P. P. GIGLIOLI (ed.), Linguaggio e Societ, Bolonia, il Mulino, 1975, pginas 7 24. En este caso se prefiere hablar de estudios, problemas o aspectos sociolingsticos. 165 Esta es la opinin ms generalizada. Caso de G. BERRUTO y M. BERRETTA, Lezioni di sociolinguistica, op. cit., pg. 25. G. BERRUTO, La Sociolinguistica, op. cit.; M. MIONI, Per una sociolinguistica italiana, cit. Subyace siempre una concepcin de la sociolingstica como una rama de estudio interdisciplinar o como una ampliacin de las disciplinas de origen.

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Con relacin a las coincidencias tericas globales, las referencias se hacan interminables, de ah que elijamos a dos de los representantes ms cualificados: Labov y Fishman. Para el primero, el objeto de cualquier teora lingstica general debera ser la lengua tal como es usada por los hablantes nativos cuando comunican unos con otros en la vida cotidiana, lo que explica que la funcin comunicativa de una forma lingstica debe ser determinada y descrita de forma adecuada166. Fishman, despus de haber destacado la importancia del estudio de las actitudes lingsticas y de los comportamientos manifiestos en la relacin de la lengua con sus usuarios, define las tareas de la sociolingstica como el estudio de las variedades de la lengua en relacin con los hablantes (quin habla y con qu interlocutores) y con las situaciones comunicativas (cundo y a propsito de qu cosa)167. De todas formas el acercamiento mayor en los intereses de sociolingstica y pragmtica se produce en la casi identidad de algunas de las unidades mnimas de anlisis que configuran el denominado nivel de anlisis microsociolingstico168: acto lingstico, evento lingstico (o conjunto de actos lingsticos), relaciones de rol (manifestacin lingstica del estatus social del hablante y del oyente) y, conectada con esta ltima, la situacin social (comportamiento, lugar y momento apropiados y normales para una determinada relacin). Es notoria, igualmente, la coincidencia con la serie de esquemas propuestos como ampliacin y precisin de las relaciones entre emisor canal receptor de la teora de la informacin para definir un acto de comunicacin. Es este el caso de la denominada etnografa de la comunicacin formulada por Dell Hymes169. Con relacin a las crticas sociolingsticas de base generativa170 no se puede olvidar la introduccin, efectuada sobre la base de la teora de la probabilidad, de las reglas variables, que se oponen a la concepcin categorial de las reglas lingsticas.
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Lo studio del linguaggio nel suo contesto sociale, en P. P. GIGLIOLI, Linguaggio e societ, op. cit., pgs. 331 355. 167 La sociologia de linguaggio, op. cit., pgs. 208 y ss. Con relacin al problema de las actitudes del hablante puede verse: DITTMAR, Manuale, op. cit., pg. 264 267. 168 Tambin G. KLEIN confirma esta identidad cuando hace depender el progreso de los estudios microsociolingsticos del desarrollo de la pragmtica. La sociolinguistica, op. cit., pg. 6. 169 Como es el caso de los esquemas de SING, JAKOBSON o ARGYLE. Puede verse una presentacin de los mismos en A. VARVARO, La lingua e la societ, op. cit. Particular mencin merece el anlisis de los componentes de los eventos lingsticos hecha por DELL HYMES en ocho y diecisis componentes, respectivamente (en A. VARVARO, op. cit.). Una presentacin global de los postulados de DELL HYMES puede verse en su trabajo: Verso unetnografia della comunicazione: lanalisi degli eventi comunicativi, pgs. 65 88, en P. P. GIGLIOLI, Linguaggio e societ, op. cit. 170 Considerado generalmente el punto de partida para toda la discusin terica; vase DITTMAR, Manuale, pg. 119.

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Detrs de esta visin se refleja la conviccin de que la lengua vara de forma regular y que la comunicacin no puede funcionar sin ser sometida a esta sistemtica variedad. Sin embargo, la crtica fundamental se concentra en la nocin chomskiana de competencia en su relacin con la ejecucin, siendo aqu donde reside la clave de la relacin entre los modelos pragmticos y los modelos sociolingsticos, hasta el punto de que en este contexto terico a menudo los aspectos pragmticos son considerados subsidiarios e integrados en un anlisis global de base sociolingstica. De esta forma lo pragmtico es considerado como una subcompetencia agrupada en el marco de una competencia comunicativa, llamada por otros competencia sociocultural171, nocin acuada por Habermas172, que es paralela al desarrollo de modelos globalizantes del comportamiento lingstico, como es el de Greimshaw173, que postula una teora unificada que conceptualiza entre diversos conjuntos de reglas el sistema lingstico. En igual sentido Steger [del Institut fr Deutsche Sprache en su seccin de alemn hablado174] define la estructura lingstica como una parte de la estructura comportamentstica del hombre y como programa de produccin para el comportamiento lingstico. En analoga a la competencia lingstica subyacente a la ejecucin lingstica efectiva, se suele suponer que exista una competencia general que actualice una competencia social consistente en una competencia comportamental comunicativa (considerada aparte de la gramtica, manteniendo sta como programa general de produccin lingstica) y una competencia comportamental de accin. En esta lnea se debe encuadrar la propuesta de Deverman175 de una pragmtica sociolgica que constara de una versin elemental y otra compleja de la teora de los cdigos lingsticos basada en Bernstein; con referencia a la primera versin se predeciran para todos los miembros de un sistema social en idnticas condiciones sociales los mismos usos lingsticos. La versin compleja, en cambio, dara cuenta de las experiencias histricamente condicionadas y de los mismos esquemas subjetivos de interpretacin. Tambin Dittmar176 habla de una pragmtica social que ofrecera una interpretacin de los aspectos lingsticos y cognoscitivos de los hablantes sobre la base

As opinan G. BERRUTO, La sociolinguistica, op. cit., pgs. 45 47 y 91, y A. VARVARO, La lingua e la societ, op. cit., pgs. 17 y ss. 172 Alcune osservazioni introducttive e una teoria della competenza comunicativa, pgs. 109 125, en P. P. GIGLIOLI, Linguaggio e societ, op. cit. 173 Cit. en G. BERRUTO, La sociolinguistica, op. cit., pg. 50. 174 Ver la presentacin de este modelo en G. KLEIN, op. cit., pgs. 86 100. 175 Cit. en DITTMAR, op. cit., pgs. 113 114. 176 Ibdem, pgs. 115 y 234 235.

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de su actuacin social. De todos modos, Dittmar reconoce que el anlisis de los actos lingsticos se encuentra todava poco desarrollado. Aqu se deberan colocar, asimismo, algunos de los modelos sugeridos por Wunderlich177 y otros ms problemticos como los de Hartig y Furz [en igual sentido J. Frese178], que declaran la comunicacin verbal como modelo absoluto de la actividad, concibiendo una gramtica comn base para la actuacin verbal y social. W. Hartung179 representa una corriente bastante difundida que quiere constreir la pragmtica al estudio de los mecanismos de la manipulacin poltica mediante el uso de medios verbales. Problema central del aspecto pragmtico, en su opinin, es la relacin entre conciencia social, conciencia individual y su manifestacin en la prctica comunicativa. Dos puntos conviene, por ltimo, sealar en este conjunto de intereses sociolingsticos y pragmticos. Por una parte, la coincidencia de determinados mbitos de estudio, como es el caso de las manifestaciones del lenguaje como formas concretas de accin180 y, por otra, la semejanza de orientacin metodolgica que supone el recurso a postulados empricos e intuitivos, utilizando la encuesta como medio fundamental para la obtencin y comprobacin de datos.

Vase un esquema resumen de uno de estos modelos en G. BERRUTO, op. cit., pg. 47; B. SCHLIEBEN LANGE (Iniciacin a la sociolingstica, Madrid, Gredos, 1977), comentando la aportacin de Wunderlich seala la identidad que se produce entre la sociolingstica y la pragmtica lingstica. 178 Cit. en S. J. SCHMIDT, Teora del texto, op. cit., pgs. 58 59, donde se indican posibles soluciones vlidas a esta posicin terica. 179 Ibdem, pg. 41. 180 As se confirma en G. BERRUTO y M. BERRETTA, op. cit.

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Captulo III Criterios definitivos y orientaciones estables. Una apuesta

A la luz de cuanto ha sido dicho en los dos captulos anteriores, el ttulo de este apartado no puede ser ms que una pretensin y, en ningn modo, desgraciadamente, una realidad de hecho. La razn de ello estriba en la incertidumbre inherente al objeto y al tipo de estudio que nos ocupa, que no pretende ser otra cosa que una reflexin metodolgica sobre determinados problemas, ya de por s metodolgicos en su contexto originario. De todo lo cual se deduce que las soluciones propuestas y los criterios establecidos, sobre los cuales apoyarse para sucesivas reflexiones, deben considerarse como provisionales. Lo que debera de considerarse como ms seguro aunque no deja de ser otra pretensin es la presentacin que efectuamos de unos marcos tericos que facilitan la reflexin sobre una serie de problemas, hasta ahora no abordados en su conjunto. Hechas estas advertencias, comencemos afirmando que la tendencia dominante en cierta investigacin lingstica actual, en relacin con los problemas que nos ocupan, ha sido ya superada y su continuacin supondra proseguir con el envo de la solucin efectiva de los problemas a una va muerta: no basta hoy con continuar repitiendo o denunciando la necesidad o la insuficiencia del estudio de los fenmenos pragmticos por focalizar sobre ellos toda la atencin -. La razn de la insuficiencia de continuar con esta tendencia denunciadora, por decirlo as, deriva del hecho que tanto el proceso taxonmico de la agrupacin de los diferentes fenmenos pragmticos, como la investigacin histrica de sus fuentes, han sido sobradamente alcanzados, aunque, obviamente, eso no elimine la necesaria tarea de continuar afinando y ampliando cada vez ms la base conseguida. Hoy por hoy, no queda ms puerta de salida que la de tomar conciencia de cules son las races de los problemas y su carcter. En nuestra opinin esta puerta de salida debe comenzar con el reconocimiento de la falta de un cuadro metodolgico claro, definido y justificado, o, en otras palabras, la permanencia de una crisis metodolgica. Utilizamos la especificacin de permanente, porque, efectivamente, la existencia de esta crisis y la conciencia de la misma no son nuevas, puesto que se presenta casi cclicamente en momentos precisos de la investigacin lingstica. Ejemplo claro de la conciencia de esta situacin nos lo ofrece A. Makkai: e innazi tutto un fenomeno

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sociale che deriva dalla fondamentale insicurezza della linguistica come scienza in statu transformando (se non nascendi) di fronte a scienze pi antiche e meno fondate quali la chimica, la fisica o anche la psichiatria clinica181. Esta misma conciencia de la insuficiencia y necesidad de clarificacin se manifiesta tambin en el mbito particular de algunas disciplinas. Como seala Brekle para el caso de la pragmtica: Manca a tuttoggi una strutturazione sistematica della sfera complessiva pragmatica182. O como, por ejemplo, seala G. Berruto para el caso de la sociolingstica: (diventa) specialmente forte una seconda obiezione di principio al problema della definizione della disciplina: ammesso que la sociolinguistica in quanto tale sia definible, da chiedersi se meriti una definizione, se cio sia scientificamente corretto ed operativamente utile dire che cos la sociolinguistica e non solo limitarse ad affermare che esistono dei problemi sociolinguistici e che c chi li studia183. El cruce de todos estos problemas hace como seala B. Schlieben-Lange que una visin clara de la situacin resulta no slo difcil para los profanos, sino tambin para los especialistas: Como este proceso del origen y definicin recproca de nuevas ramas de la ciencia no se ha retardado an y la situacin no se ha clarificado todava en absoluto, de momento es confusa y no slo lo es para el laico en la materia la yuxtaposicin de varias disciplinas que tienen un objeto de estudio anlogo. As han surgido paralelamente la sociolingstica, el estudio de la comunicacin y de los medios de comunicacin, entablndose un pleito por deslindar su campo de trabajo184.

Perch el linguaggio stratificato, pg. 153 154, en La Linguistica: aspetti e problemi, de L. HEILMANN y E. RIGOTTI, cit., pgs. 153 178. En otros autores esta conciencia lleva a menudo hacia una actitud globalmente negativa frente al estado actual de las ciencias del lenguaje: Nonostante i notevoli progressi compiti in questo secolo nello studio del linguaggio e nonostante che talvolta si affermi che la linguistica la pi avanzata delle scienze delluomo, tuttavia noi del linguaggio sappiamo ancora poco e non ne abbiamo una teoria adeguata, en Il linguaggio come processo cognitivo, de D. PARISI, cit., pg. 9. 182 Introduzione alla semantica, Bolonia, il Mulino, 1975, pg. 43. Ms adelante aade: Attualmente, per non ancora possibile individuare plenamente in che modo vadano trattati i molteplici problemi pragmatici nellambito duna teoria linguistica. In particolare, appare bens chiaro il rapporto fra semantica e pragmatica se si mueve dalla sua fondazione semiotica, ma a tuttoggi affatto chiaro se sia consigliable, dal punto di vista sia della strategia che delleconomia dellindagine, operare una netta separazione fra le varie componente duna grammatica Ibdem, pg. 101; VAN DIJK seala en este mismo sentido: La struttura del segno complesso, cio i rapporti fra i segni e il loro referente dalla semantica (semiotica), e il rapporto fra i segni e il loro produttore o ricevente dalla pragmatica semiotica. Questi rapporti fra sintassi, semantica e pragmatica non sono affatto aproblematici e dovranno possibilemente essere sottoposti a revisione. En Testo e contesto, cit., pg. 218. 183 La sociolinguistica, op. cit., pg. 13. 184 Iniciacin a la sociolingstica, cit., pg. 172.

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Sin embargo, a pesar de sus problemas internos, son precisamente estas nuevas orientaciones las que se presentan a s mismas como instrumentos de ordenacin global del resto de las ciencias del lenguaje, llegndose incluso a la situacin de conflicto que planteaba Schlieben-Lange. Veamos una serie de ejemplos de esta asignacin recproca y conflictiva de dominios: a) En el mbito psicolingstico afirma B. L. Derwing: Poich la lingua un fenomeno inerente psicologico, di conseguenze, perche la linguistica possa essere considerata come una disciplina scientificamente vitale debe essere accettata come branca della psicologia185. b) Desde el mbito sociolingstico G. Berruto propone una orientacin global sobre una base sociolgica de inspiracin marxista: Dietro alla tematica delle funzioni dellatto linguistico, sta, per uno dei punti focali della sociolinguistica, e forse uno dei fondamentali punti di contatto fra linguistica e sociologia: il parlare un modo dagire, unattivit vera e propria. Lo studio degli atti linguistici va dunque visto come basato su una vera teoria dellazione lingstica la quale a sua volta non pu inserirsi in una pi ampia teoria dellazione, tipico dominio del lavoro dei sociologi. E pertanto possibile riprendere il concetto di azione lingstica como produzione di senso, come lavoro sociale: su queste basi, micro-sociolinguistiche, e non sulla base macro-sociolinguistica del rapporto fra lingua e societ, ci pare corretto impostare il senso de una considerazione marxistica del linguaggio186. c) En el mbito textual ya hemos sealado como una de sus caractersticas ms sobresalientes su carcter integrativo. En este sentido es muy significativa la opinin de S. J. Schmidt: Slo una lingstica orientada a la comunicacin (teora del texto) puede servir de base a la sociolingstica y a la psicolingstica, a la ciencia de la literatura, al anlisis de los contenidos, etc., y con ello puede llegar a ser una teora bsica de la interaccin socio-verbal187. Antes de proceder a la formulacin de una alternativa sobre la colocacin asignable a las orientaciones psico-socio-pragmalingsticas, ya sea como disciplinas
185 186

Alle frontiere del linguaggio, op. cit., pg. 353. La sociolinguistica, op. cit., pg. 89. Tambin STEGER en el establecimiento de ocho puntos que efecta para demostrar la ampliacin que la sociolingstica supone respecto a la lingstica moderna, en su tercer punto incluye precisamente los estudios referentes a la accin lingstica (pragmalingstica); cit., en G. KLEIN, La sociolinguistica, op. cit., pgs. 16 17. 187 Teora del texto, op. cit. pg. 85. Los subrayados son nuestros.

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parciales, ya sea como cuadros tericos remodelizantes, intentaremos indagar las causas de esta doble alternativa, ocupndonos especialmente de los estudios efectuados en el mbito pragmtico. Elijamos una formulacin significativa para cada una de las dos posibilidades. Por una parte A. G. Berrio afirma: Por nuestra parte, sin desestimar ni mucho menos los valores de novedad y exactitud que el componente pragmtico puede venir a prestar a las consideraciones tradicionales sobre la especificidad literaria afirmamos nuestra conviccin de que el hecho lingstico convocable en ltimo y ms respetable trmino a tal tipo de aclaracin global, es la dimensin textual del discurso, especialmente reforzada y coherente en el caso del texto potico y literario. Nos basamos en el hecho, simple e irrebatible, de que el texto constituye la unidad superior y global en que se articulan las dems unidades y niveles lingsticos tambin obviamente, el pragmtico y que es en l precisamente donde se clarificara y resplandecera definitivamente, si ello es posible, la condicin especial del discurso potico, como suma de las especificidades graduales y parcializadas que aportan los diferentes rasgos y mecanismos fonolgicos, gramaticales y pragmticos188. Por otra parte, E. R. Trives presenta aqu su opinin global: La pragmtica preside y corona todo el proceso comunicativo-textual, dotando de alma o intencionalidad humana, sentido, a la osamenta smico-sgnica sobre la que indefectiblemente se asienta El simple hecho de que el silencio anteceda y siga al comportamiento lingstico y lo penetre en sus distintos segmentos estructurales, es una prueba de la primaca pragmtica sobre la semio-sintctica o lengua funcionalizada189.
188

Potica e ideologa del discurso clsico, pg. 8, en Revista de literatura, XLI, 81, 1979, pgs. 5 40. Nuestro hablar: proceso pragmticamente no exento (Monteagudo, Murcia, 1980), pgs. 5 7. En idntico sentido puede verse su obra citada Aspectos de semntica lingstico textual, pg. 243. Merecen ser sealadas las consideraciones de B. SCHLIEBEN - LANGE, que postula una teora de la comunicacin universal o pragmtica universal de la que derivan diversas teoras parciales: tal aspecto parcial de la teora de la comunicacin lo constituira una teora de los textos que tuviera en cuenta las condiciones particulares del origen de un texto. En Iniciacin a la sociolingstica, op. cit., pg. 173. HANS BHLER afirma que conviene entender por lingstica una ciencia (pragmalingstica) ms amplia que la lingstica sistemtica y que tenga como objetivo el de contribuir a la solucin de problemas poltico sociales donde la lingstica sistemtica tenga una funcin auxiliar (cit., en G. KLEIN, La sociolinguistica, op. cit., pg. 79). Tambin DITTMAR propone un mtodo de la comunicacin social fundado sobre la pragmtica (en Manuale di sociolinguistica, op. cit., pgs. 270 271). El caso de S. J. SCHMIDT es un poco particular en la medida en que concibe la teora del texto como teora pragmtica (Teora del texto, op. cit., pg. 47). Igualmente desde perspectivas marxistas se procede a la reorganizacin terica sobre la base del componente pragmtico (con la caracterstica especial de no aparecer en absoluto distinguido del componente disciplina sociolingstico): Lorigine filosofica dellanalisi pragmatica del linguaggio (il pragmatismo filosofico), il fatto che vi si tratti esencialmente della relazione fra gli uomini e i segni e dellinflenza dei segni sugli uomini, ha suscitato in taluni teorici, anche marxisti il timore che, impegnandosi in unanalisi pragmatica, si finirebbe per introdurre un certo soggetivismo nella filosofia. Non c motivo di temerlo! Se in passato la relazione al
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Para las opiniones que conceden prioridad globalizante al componente pragmtico se encuentra una razn justificadora en el hecho que desde el momento que el anlisis lingstico (gramatical) se funda sobre los procesos de competencia y de ejecucin190, de gnesis y de recepcin lingstica, y a ello se une una imagen idealizada del hablante/oyente que en forma de sistema abstracto controla los diversos componentes lingsticos, o ms bien es descrita tal capacidad lingstica por medio de una estructura lingstica y metodolgicamente compuesta (elementos fonolgicos, sintcticos, semnticos, pragmticos), resulta, como fruto de tal concepcin terica, que las diversas disciplinas lingsticas pasan a integrarse en tales procesos (de gnesis, de interpretacin) etiquetables como comunicativo-semiticos o pragmticos. Es la modalidad que acabamos de presentar la que genera la que podra denominarse como concepcin amplia de la pragmtica, cuyos lmites, a pesar de las etiquetaciones del tipo: teoras semitico-comunicativas, teoras de la competencia comunicativa o social, etc., son prcticamente nulos. Junto a esta etiquetacin variable derivada de la concepcin amplia de la pragmtica existe otra ms explcita, calificable en analoga con la otra como concepcin restringida de la pragmtica, que utiliza la nocin de pragmtica como un componente de la dinmica sgnico-lingstica, ligado al resto de los componentes (fonolgico, sintctico, semntico) que se utilizan en la descripcin componencial (constitutiva) de los particulares productos en que se descompone el proceso comunicativo, productos definibles como textos o actos comunicativos. Es en la delimitacin metalingstica de estas unidades del proceso comunicativo donde se inserta lo pragmtico como un componente de anlisis ms. En el proceso de formacin de las distintas teoras de orientacin pragmtica se ha producido una disociacin, aunque a veces se trataba de una simple falta de distincin, entre las dos concepciones (amplia y restringida) de pragmtica. A pesar de ello, existen propuestas conciliadoras o integradoras que pretenden dar razn de ser a ambas concepciones delimitando al mismo tiempo su especfico campo de aplicacin.
modello, che alla base della teoria marxista della rappresentazione, fu considerata esencialmente sotto laspetto semantico, cio come rapporto della funzione designativa e significante dei segni con loggetto pragmatico la teoria della rappresentazione venga completata scientificamente, en Il linguaggio dei politici (Teoria della propaganda e della manipolazione), de GEORG KLAUS, Miln, Feltrinelli, 1974. En otras posiciones, como es el caso de BREKLE, la pragmtica aparece como un componente parcial junto a la sintaxis y a la semntica, concibindose como criterio de globalizacin una teora de la competencia comunicativa. En Introduzione alla semantica, op. cit., pgs. 124 y ss. 190 Reconducible en base estructural saussureana a las categoras: facult de langages, langue, parole, en Introduzione alla semantica, op. cit., pg. 124.

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Ejemplos de esta actitud pueden encontrarse en Brekle, Van Dijk y J. S. Petfi, entre otros. La propuesta integradora de H. E. Brekle191 queda recogida en el Esquema 1:

Teora de la competencia comunicativa


Teora de la facultad general del lenguaje Inventario de las categoras universales constituyentes de entidades lingsticas Teora del sistema de una nica lengua Teora de la ejecucin de una nica lengua Inventario de los elementos del Sistema de una nica lengua Inventario de las condiciones de ejecucin propias de una nica lengua Describe las condiciones de la produccin del conjunto de los actos efectivos de locucin o ejecucin Sintaxis Semntica Pragmtica Sintaxis Semntica Pragmtica Sintaxis Semntica Pragmtica

De las sugerencias de Van Dijk192 se puede obtener el esquema-resumen que proponemos como esquema 2:

Denominado tambin gramatical. Se concibe la Pragmtica como componecialmente integrada en el resto de los niveles lingsticos. Como precedentes se pueden considerar el artculo citado de R. Jakobson: Conmutadores, categoras verbales y el verbo ruso, y la nocin de formal Pragmatics de J. S. Petfi, basada R. Montague.

A) Como delimitacin y eleccin de un determinado sector de fenmenos. B) Como marco global comunicativo al mismo tiempo que marco global de las diversas disciplinas lingsticas (aunque Van Dijk no se pronuncie concluyentemente sobre este particular).

CO-TEXTUAL PRAGMTICA

CON-TEXTUAL

Sin embargo, la propuesta ms clara e integrativa es la de J. S. Petfi193, cuyo resumen puede verse en el esquema 3:

Ibdem, pg. 126. Su nocin de competencia comunicativa coincide, si bien no se etiqueta especficamente con la aqu denominada concepcin amplia de la pragmtica. 192 Testo e contesto, cit., pg. 116 y ss. En esta misma lnea cabe situar la aportacin de SCHLIEBEN LANGE cuando distingue entre una pragmtica universal y una pragmtica lingstica, en Iniciacin a la sociolingstica, op. cit., pg. 173 174, as como su Introduzione alla pragmatica linguistica, Bolonia, il Mulino, 1979. 193 Semantica, pragmatica, teoria del testo, cit., es la sntesis ms clara de esta presentacin reducida que efectuamos. Tambin de PETFI: Formal Pragmatics and a partial Theory of Texts, pgs. 105 121, en Pragmatik, II, Munich, Fink, 1976 (antologa de S. J. SCHMIDT). Para una bibliografa general

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TEXTO TEXTOS

descomponible en configuradotes de

PROCESO COMUNICATIVO

Unidad de la lengua-objeto. Unidad verbal dentro de su

Unidad idealizada de la lengua-objeto. Unidad verbal fuera de su contexto


MARCO TERICO GLOBAL (etiquetado como semitico)

contexto comunicativo (OU) comunicativo (IU)

IcU

IpU

PRAGMTICA FORMAL Un componente ms para el anlisis de los textos

PRAGMTICA

Entre las soluciones integradoras consideramos la de J. S. Petfi como la formulada de manera ms exhaustiva. Sin embargo, no dejan de ser soluciones vlidas ante el reconocimiento de la variedad de las opciones existentes, el intentar soluciones de sntesis o la opcin por una de las propuestas siempre que se especifiquen claramente los criterios y las fuentes que se eligen. Hecha esta presentacin muy reducida de algunas de las posiciones tericas existentes, cuya finalidad no es otra que la de mostrar cul es la situacin de fondo, convendra preguntarse si semejante situacin obedece a ese estado de insuficiencia, de inmadurez o estado nascendi de la teorizacin lingstica, o, en cambio, todo es consecuencia del proceso de reparadigmacin o serie de saltos cualitativos inherentes a todo proceso de progresin terica, entendiendo la palabra progresin fuera de las connotaciones peyorativas que ha ocasionado una concepcin cientfica ottocentesca

del componente pragmtico, adems de las obras ya mencionadas, ha de tenerse en cuenta la ofrecida por G. BERRIO en su artculo Potica e ideologa del discurso clsico, cit., y la obra de ELISABETH BATES, Language and Context. The Acquisition of Pragmatics, Londres, Academia Press, 1976.

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para adaptarla a la idea que de la historizacin de la ciencia lingstica ofrece R. Jakobson194. Para nosotros es la segunda causa expuesta la que puede explicar parte de la situacin actual. Suponiendo que se acepten como criterios de orientacin global los diversos intentos de construccin de una teora textual (lo que no pasa de ser una opcin, si recordamos los tres criterios expuestos en el captulo primero) conviene tomar conciencia de las insuficiencias que se han producido en anteriores procesos de reparadigmacin (o reorientacin global), para evitar caer en los mismos errores. De ah que, con independencia de la opcin global orientadora que se elija, convenga plantearse una serie de tareas comunes y de cumplimiento ineludible: a) Enriquecer taxonmicamente los elementos constituyentes de cada problema o categora particular. b) Valorar, segn el tratamiento que les haya sido concedido (perspectiva asignada, metodologa empleada en el estudio) los paradigmas precedentes. Como resultado conclusivo de tal contraste, lograr finalmente valorar la orientacin global elegida a la luz de determinados aspectos verdaderamente conclusivos, por ejemplo: a) Si ha recogido toda la base terica precedente, es decir, todo lo que, en cierta medida, est en consonancia con los intereses de estudio ms destacados de esa orientacin global. b) Si realmente ofrece soluciones efectivas a los mismos, adems de las que obviamente aporta la novedad de la reformulacin de estos problemas desde una nueva disposicin metodolgica. Es preciso tener en cuenta que una de las actitudes dominantes en todos los nuevos intentos de reordenacin global del estudio de los fenmenos lingsticos es la de conceder un carcter central a la nocin de competencia lingstica en su relacin ineludible con la ejecucin lingstica. Detrs de la centralizacin de estas categoras subyace la aceptacin inequvoca de una base imprescindible (casi diramos determinante) que no es otra que el quiciamiento de los distintos estudios lingsticos desde una base comunicativa, o, con mayor precisin, semitica. A pesar de que hayamos elegido trminos generativos, esta actitud y fundamentacin es igualmente

194

Qualche osservazione sulle intenzioni dei medievali in materia si scienza del linguaggio, cit., pg. 66-67.

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vlida para los estudios de matriz estructural, aunque desde esta perspectiva suele usarse la variante terminolgica de semiologa y sus distintos derivados. Para Schlieben-Lange, por ejemplo: Un conato de destrenzar la dependencia de cada una de las parcelas cientficas coincidentes dentro del mbito lengua-sociedad deber ser provisional. Centro de tal orden jerrquico sera una teora de la comunicacin, que se desprendera de los modelos tcnicos (emisor / receptor / canal) y que mostrara las condiciones y elementos universales de la comunicacin. Hasta el momento no se han hecho ms que intentos de establecer una teora de la comunicacin enfocada en ese sentido195. Este requisito de fundamentacin ltima comunicativo-semitica es aceptado, en el caso de los modelos textuales, por la casi totalidad de los mismos: Lotman, Uspenskij, Van Dijk, Petfi, G. Berrio, E. R. Trives, Greimas, Todorov, Segre, Eco, por citar slo algunos. Volver la espalda a esta fundamentacin o no tenerla en cuenta supone, a nuestro modo de ver, un empobrecimiento de los resultados efectivos a los que se podra llegar por medio de la reflexin de los diferentes problemas lingsticos. No obstante, no conviene olvidar las razones que justifican la necesaria existencia de una lingstica pura, caso de Petfi196 o la matizacin introducida por E. R. Trives en este mismo sentido: El estudio de la lengua en abstracto puede prescindir de la pragmtica en cuanto tipologa instrumental de lo que se puede decir. Pero la lengua en funcionamiento, tal y como lo plantea la lingstica textual supone el ingrediente de la intencionalidad pragmtica. Todo es tipologizable, la pragmtica tambin, pero la tipologizacin de la lengua en funcionamiento supone no slo tipologizar la lengua como instrumental, sino el comportamiento humano como marco-fuente de cualquier comportamiento, tambin el lingstico: de ah que la lingstica de la lengua difiera sustancialmente de la lingstica de la lengua en funcionamiento o textual, dado que esta ltima considera no slo la lengua sino tambin al hablante197. Una visin de conjunto sobre los elementos centrales en esta fundamentacin de base no puede olvidar, si retomamos las palabras de Trives, el papel de los componentes o participantes en el cuadro total (por ejemplo, situacional) de todo acto comunicativo, teniendo en cuenta la totalidad dialctica de la composicin de los hechos lingsticos en el momento de su produccin real. Estos componentes y el cuadro total deben

Iniciacin a la sociolingstica, op. cit., pg. 172. Semantica, pragmatica, teoria del testo, cit., pg. 197. 197 Nuestro hablar: proceso pragmticamente no exento, cit., pg. 6.
196

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ser concebidos, por necesidades de la teorizacin, como categoras y procesos, todo lo cual podra plasmarse en el siguiente esquema:

Base comunicativa/semitica

USUARIO hablante/oyente CONTEXTO

PRODUCCIN RECEPCIN COMPARACIN O TRADUCCIN LINGSTICAS

CATEGORAS

definicin de las unidades

PROCESOS

Como queda representado en el esquema precedente, en la interrelacin entre categoras y procesos, es donde se coloca el problema terico del establecimiento de las unidades de base del anlisis, que es necesario efectuarlo siempre a la luz de los procesos y actos comunicativos reales. Es desde esta ptica como hay que discutir la definicin de la unidad texto. La delimitacin terica de la unidad texto, a pesar de las insuficiencias y contradicciones que existen en ella, nos ofrece ya una solucin importante desde el momento que se conforma desde esa base comunicativo-semitica esencial y determinante tal y como hemos visto antes. Las dificultades mayores en la consideracin de la unidad texto vendrn dadas por: a) Su mayor o menor adecuacin emprica y terico-metodolgica en razn de los criterios que se utilicen en su definicin, ciencias auxiliares empleadas en su formacin, mayor o menor grado de formalizacin en su construccin metalingstica, etc. b) Y, sobre todo, la relacin con las unidades mnimas, o, ya desde una visin motivada, componenciales de la unidad texto: fonema, sema, praxema, etc., cada una de las cuales es estudiada por una disciplina determinada: fonologa, semntica, pragmtica, etc.

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Satisfecho este cuadro general expuesto en sus elementos ms generales -, la definicin o etiquetacin global del mismo como pragmtico, textual o semitico, por ejemplo, es una mera cuestin de preferencia terminolgica. Ahora bien, en lo que se refiere a la etiquetacin parcial, ser absolutamente necesario distinguir, por su absoluta pertinencia, lo pragmtico (formal) como un componente-disciplina ms de la analtica lingstica, y, en el mismo sentido habrn de ser considerados lo textual y lo semitico198.

Con relacin a lo textual, ya E. COSERIU haca referencia a esta disposicin componencial de la unidad texto. En lo que se refiere a lo semitico ser necesario efectuar las oportunas especificaciones, segn el particular sistema de signos que se considere.

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Captulo IV Produccin lingstica, usuario lingstico y teora del texto

1. Necesidad y problemtica del estudio de la produccin lingstica y de sus agentes Entre los sectores de la realidad susceptibles de una observacin cientfica el constituido por el lenguaje humano articulado se presenta como uno de los ms complejos y polivalentes. En palabras de Luigi Heilmann: El fenmeno es uno de los ms complejos y singulares que conciernen al hombre, puesto que el lenguaje articulado, en sus manifestaciones concretas que son las lenguas, es tpico y exclusivo del hombre. No es de extraar, por tanto, que la complejidad del hecho en s convierta la lengua en un objeto de investigacin de muchas y diversificadas disciplinas centradas en el estudio de su funcin comunicativa y social, de su estructura interna, o de sus manifestaciones orales o escritas199. El estudio de las diversas lenguas histricas y, en general, la reflexin global sobre el fenmeno lenguaje, ha sido uno de los puntos centrales de la reflexin terica del hombre; reflexin, que haciendo uso de instrumentos tericos variados, ha permitido inventariar, compartimentar y etiquetar este particular objeto de estudio, que, por su propia naturaleza, se nos presenta en una continua regeneracin, en un constante rehacerse, razn por la cual, a excepcin de ciertos periodos presididos por una conciencia normativa irracional, se ha generalizado una conciencia de relatividad o provisoriedad en esa reflexin terica y metodolgica. La causa principal de esta conciencia se encuentra en la constatacin de la naturaleza creativa del lenguaje humano, caracterstica que en nuestros das ha sido subrayada y replanteada por N. Chomsky como problema de fondo en el estudio cientfico del lenguaje, como confirma Peregrn Otero: La capacidad humana fundamental es la capacidad (y necesidad) de autoexpresin creativa y libre disposicin de todos los aspectos de la vida y de las ideas propias. Una de las realizaciones primordiales de esta capacidad es el uso creativo del lenguaje, que Chomsky ha logrado poner a nivel cientfico (en sentido estricto), ha venido a reforzar extraordinariamente esa concepcin humanista de la tradicin ilustrada que pone el acento en la libre creatividad del ser humano200.
199

LUIGI HEILMANN, Premesse storiche, p. 13, en La Linguistica : aspetti e problemi, Bolonia, il Mulino, 1975. 200 Introduccin a U. S. A.: mito, realidad, acracia, de N. CHOMSKY, Barcelona, Ariel, 1978. Para una reflexin general sobre el problema puede verse La teora de las ideas innatas en Chomsky, de JOS HIERRO S. PESCADOR, Barcelona, Labor, 1976.

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Como han mostrado claramente Lotman y Uspenskij, el progreso de las estructuras culturales organizadas lleva consigo la paralela ampliacin en forma diversa, de las zonas no organizadas: Es un hecho caracterstico que el siglo XX (habiendo agotado las reservas de la expansin de la cultura en el espacio cultural, el campo de expansin potencial ha desaparecido) se haya dirigido al problema de lo inconsciente, construyendo un nuevo tipo de espacio opuesto a la cultura. La oposicin entre las esferas del inconsciente, por una parte, y del cosmos, por otra, es esencial para la comprensin de la estructura interna de la cultura del siglo XX201. Efectuando, claro est, el correspondiente traslado, es posible utilizar esta afirmacin generalizadora como un intento que permita comprender los cambios metodolgicos que se han producido en los diversos paradigmas lingsticos, al menos desde el inicio del presente siglo. Efectivamente, se puede afirmar que el hecho de haberse formado un aparato instrumental explicativo descriptivo aplicable a las diversas lenguas histricas o a la reflexin sobre el lenguaje en general, junto al progresivo perfeccionamiento del mismo, convertira la investigacin lingstica en una simple confirmacin o correccin de tales instrumentos metatericos. En razn de ello, ante esta presumible restriccin del alcance de la investigacin, han sido postulados nuevos mbitos (algunos de los cuales aparecan ya esbozados en el pensamiento lingstico precedente), en su mayor parte vinculados a la caracterstica esencial y definidora de los distintos fenmenos lingsticos: la creatividad. Entre estos nuevos mbitos conviene citar la categora terica de la competencia lingstica, la creacin de un anlisis a nivel profundo (progresivamente caracterizado como lgico semntico), la consideracin de aspectos que aparecen presupuestos a las singulares manifestaciones superficiales, pudiendo citarse, adems, un recurso comn a todos los mbitos: la bsqueda de esquemas y unidades postulables como universales, aspectos que han llevado a una renovacin y reformulacin de los estudios acerca del lenguaje y de las diversas lenguas histricas. El estudio de la evolucin de la teora lingstica lleva a reflexionar sobre los riesgos que comporta tal manera de concebir la investigacin lingstica, siendo as que algunos no consideran aconsejable el desarrollo de estos nuevos presupuestos, en tanto que otros en actitud cautelosa no desestiman la posibilidad de postular hiptesis aproximativas reconociendo el riesgo de incurrir en postulados de carcter metafsico.
201

Tesi sullo studio semiotico della cultura, LOTMAN y otros, Parma, Pratiche Editrice, 1980, p. 38 (publicados tambin en La Semiotica nei Paesi Slavi, de CARLO PREVIGNANO (ed.), Miln, Feltrinelli, 1979, pp. 194 220; vase en esta antologa: Postscriptum alle tesi collettive sulla semiotica della cultura, pp. 221 224).

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Desde nuestro punto de vista, estas dudas razonables y estas precauciones de fondo no impiden la progresiva toma de conciencia de la utilidad de abrir nuevas dimensiones clarificadoras de estudio que permitan observar cmo determinadas categoras conectadas al proceso de gnesis lingstica (sobre todo, el papel de los usuarios) han sido, de hecho, utilizadas, en funcin de qu objetivos tericos y sobre cules premisas. El que procedamos con tanta cautela obedece no ya a una subjetiva reflexin preliminar sino al conocimiento de la existencia de determinadas posiciones tericas, como es el caso de Ejchenbaum, quien, una vez abandonadas las propuestas formalistas que descartan cualquier aproximacin de tipo gentico y postulando la necesidad de introducir en su metodologa los hechos genticos en un sistema terico evolutivo, parece abandonar toda posibilidad de explicacin exhaustiva de la problemtica gentica. Prevignano explica del siguiente modo las razones epistemolgicas de tal cambio de posicin: Con el abandono de una perspectiva exclusivamente intraserial surga la imagen de una ciencia que no explica los fenmenos sino que establece slo sus propiedades y relaciones202. Posicin pesimista bastante significativa en cuanto a la posibilidad de un conocimiento exhaustivo del proceso de gnesis lingstico literaria es la ofrecida por Maxime Chevalier y Baquero Goyanes. El primero en el eplogo a su obra Folklore y literatura escribe como conclusin: No abriguemos ilusiones excesivas. El estudio del cuento tradicional no nos proporciona ninguna llave de oro que nos permita penetrar en el taller donde se forja la creacin literaria. Nos resulta en efecto imposible apreciar la distancia que separa un episodio novelesco o una escena de comedia del cuento oral que le sirvi de base, por el obvio motivo de que ignoramos, y seguiremos ignorando, la forma las formas en que se relataba ste en el siglo XVI y en el siglo XVII Cualquiera sea el camino que escogemos en nuestras investigaciones, llegamos a la misma constatacin: analizamos el fenmeno de la creacin literaria, y no lo explicamos. Salvo en el caso de los ingenios menores203. En cualquier caso, Chevalier no deja de conceder un cierto valor contextual, de incidencia sobre el proceso generativo, a este tipo de estudios historiogrficos: No por eso resulta menos cierto que el estudio del cuento tradicional en el Siglo de Oro nos
202

C. PREVIGNANO: Una tradizione scientifica slava tra linguistica e culturologia, en O. C., p. 36. En igual sentido G. BERRIO seala: Eikhenbaum critica y relativiza el valor testimonial de las autocalificaciones de los escritores. En Significado actual del formalismo ruso, Barcelona, Planeta, 1975. 203 Folklore y literatura. El cuento oral en el Siglo de Oro, Barcelona, Grijalbo, 1978, p. 159. El subrayado es nuestro.

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abre perspectivas de inters para entender mejor la obra literaria y el trabajo de los que la elaboraron204. Baquero Goyanes, despus de haber efectuado el anlisis del conjunto de las principales estructuras y despus de haber concluido que la novedad de una obra literaria no estriba en la estructura en s, puesto que casi siempre es posible descubrir un empleo anterior, sino en su reiteracin y en el nuevo sentido que le confiere, a la hora de constatar el sentimiento de desilusin que se experimenta ante el aparato instrumental utilizado para indagar el trazado de estas estructuras (recurso a transposiciones de tipo plstico, geomtrico y musical, generalmente), considera que no podemos imputar tal derrota a los diversos estudiosos y a sus instrumentos de anlisis, sino que: Las dificultades que su captacin supone no son de linaje distinto (me parece) a las que supondra la del proceso creador mismo. Y no es que puedan ni deban unificarse, en el caso de la novela, proceso creador y organizacin del material narrativo, pero s que, como seal Poe en su Filosofa de la composicin, uno y otro aspecto guardan muy estrecha relacin205. Por lo que como va de salida propone que: novelistas, crticos y aun lectores, se hayan acostumbrado a la idea que, en la creacin de una novela, no basta con tener algo que contar, si no se dispone asimismo de la adecuada estructura narrativa. La creacin de sta no es la de un mecnico andamiaje, inoperante estticamente. Por el contrario, se trata de una creacin artstica tan decisiva, que sus deficiencias, sus fallos, repercutirn inevitablemente en los del conjunto novelesco como tal206. Paralelamente a estas posiciones pesimistas con relacin a la posibilidad de conocimiento del proceso de produccin lingstica, existen otras que niegan la posibilidad del uso y control consciente por parte del hablante de los diversos mecanismos lingsticos; generalmente esta actitud supone una ulterior posicin negativa en lo referente al estudio de los factores genticos. Son representativas en tal sentido las palabras de John Nepham: El estructuralismo y tambin cierto sector de la filosofa actual ponen en duda esta prioridad del sujeto y de cualquier filosofa de la conciencia que se base en ello La coherencia del significado se manifiesta como algo inaccesible al sujeto y ajeno a l El campo de la subjetividad, en el que nos parece descubrir tanto la libertad como la incertidumbre, se revela como un terreno de

Ibdem, p. 160. Estructuras de la novela actual, p. 248, Barcelona, Planeta, 1975. 206 Ibdem.
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representaciones regidas por unas leyes sobre las que yo no tengo ningn control y que generan significados que se me escapan207. Algunas de estas posiciones que no consideran epistemolgicamente un enfoque semejante o que se detienen ante el misterio prudentemente, propugnan determinados mbitos, como el contexto histrico en que se produce un determinado texto o la relacin jerrquica entre diversos textos, entre otros, como fuentes indirectas o compensatorias en el estudio de los factores genticos. Hemos aludido varias veces al abandono epistemolgico de estas vas de estudio. La razn que determina una eleccin semejante obedece a la finalidad concedida a las ciencias humanas. Como ha propuesto Lvi Strauss208, las ciencias humanas (en este sentido la ciencia en general) no pueden manifiestamente limitar su objeto de estudio a aquello que es percibido por el individuo. Sin embargo, el hecho cierto que las ciencias humanas no deben ser condicionadas por el parecer de un sujeto cualquiera, no puede ser un obstculo (particularmente en el mbito de la lingstica chomskiana) para que este aspecto particular del proceso de produccin lingstica y la intervencin en l del usuario lingstico, sea considerado, al tiempo que se profundice en el estudio de cul es y cul ha sido su papel en las diversas teoras lingsticas y literarias, as como su papel en la mecnica lingstico funcional. Negar la necesidad de esta tarea es en nuestra opinin una clara miopa metodolgica. Sin olvidar todas las cuestiones anteriores y a modo de esquema inicial que pueda servir de punto de partida, consideramos que en el proceso de produccin lingstica se pueden individuar dos tendencias que obedecen a la dialctica tradicin innovacin (categoras que consideradas en abstracto pueden ser generalizadas a toda la actividad humana), la cual, a su vez, se asocia a la mecnica azar necesidad (podra incluirse, adems, el elemento error), o desde una perspectiva directamente psicolgica podramos hablar de la dialctica consciencia inconsciencia en la dinmica productiva humana. Tales tendencias podran etiquetarse del siguiente modo: a) Analgica, que implica la presencia de modelos y la influencia que ejercen o la imitacin que se hace de ellos.
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Las ciencias estructuralistas y la filosofa, pp. 174, 175 y 176 respectivamente, en Introduccin al estructuralismo, de D. ROBEY (ed.), Madrid, Alianza, 1976. En tono muy general una opinin semejante se deduce de las siguientes palabras de R. GANDY: Somos capaces, por lo que se ve, de aplicar las reglas sin conocer en qu consisten. A menudo uno es capaz de decir que una determinada oracin es agramatical sin poder precisar, en cambio, cul es la regla que infringe. En El concepto de estructura en matemticas, p. 214, en Introduccin al estructuralismo, O. C., pp. 193 214. 208 Vase referencia en: Las ciencias estructuralistas y la filosofa, art. cit., pp. 172 173.

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b) Innovadora, nacida en anttesis a los modelos precedentes (est al fondo de esta tendencia la nocin formalista de extraamiento). A la luz de esta doble mecnica209, es necesario, para no confundir los planos, establecer claramente un doble mbito en su operatividad: a) Establecer las diversas posiciones que con relacin a dicha mecnica se han producido en las diversas teoras lingsticas y crtico literarias. b) La inclusin de esta dinmica en un modelo idealizado del proceso de produccin lingstica, lo que comporta, obviamente, un modelo idealizado del usuario lingstico.

2. Contribuciones de la Lingstica y de la Crtica literaria tradicionales al estudio de la produccin lingstica y de sus agentes (una dimensin diacrnica en el estudio de la competencia lingstica)

Lo que pretendemos hacer con la serie de consideraciones que siguen, teniendo clara conciencia de que se trata solamente del esbozo y de la simple formulacin de los problemas centrales, es resaltar la necesidad de conexin y de recuperacin que la teora del texto, en lo que se refiere al proceso de sntesis o gnesis textual, debe efectuar de las diversas visiones ofrecidas de estos problemas por las diversas metodologas lingsticas y crtico literarias tradicionales. Lectura que efectuada crticamente permitir ampliar el cuadro de los antecedentes de la problemtica textual, al mismo tiempo que facilitar la definicin de un mbito de anlisis diacrnico de los textos. La caracterstica fundamental de un mbito de este tipo presupone, sin olvidar los lmites y los defectos de la reflexin terica tradicional tal y como ha sido sostenido desde diversas posiciones210 -, el aprovechamiento de aquellos problemas que la investigacin lingstica actual contina investigando. Esta tarea debe realizarse independientemente de los medios tericos y metodolgicos utilizados para formular estos problemas. El resultado de esta indagacin nos facilitar, al menos, las
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Para la dinmica interna de ambas posiciones es preciso acudir al papel desempeado por el cambio de estatuto clasemtico. Vase Estudios sintctico semnticos del Espaol (la dinmica interoracional), de E. R. TRIVES, Murcia, Godoy, 1982, pp. 173 189. 210 Una valoracin tpica de las caractersticas de la contribucin lingstica tradicional es la ofrecida por DOMENICO PARISI en Il linguaggio come processo cognitivo, Turn, Boringhieri, 1977, pp. 14 y 15. Ms adelante (pp. 169 y sgtes.), retoma estas crticas al considerar la sintaxis chomskiana como una simple formalizacin de la gramtica tradicional que se desentiende de la problemtica subyacente a las categoras que reutiliza.

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modalidades utilizadas en la solucin de estos problemas. La investigacin y exposicin de estas diversas modalidades suponen una operacin de relectura tan amplia que requeriran una serie amplsima de estudios (algunos de los cuales ya han sido efectuados)211, tarea que queda fuera de los intereses y de los lmites del presente artculo. Por todo ello, ofreceremos en forma resumida una sntesis muy general con finalidad ejemplificadora, basada en aportaciones ms amplias como las de G. Berrio y Mukarovsky212. El conocimiento del talento del artista, la ndole y la valoracin del proceso de creacin deben ser consideradas como una entre las tres causas a las que la teora del arte clsico debe dar respuesta; finalidad e instrumento eran las otras dos. Con la terminologa propia de la doctrina clsica las dos tendencias que hemos propuesto como dominantes en la explicacin del proceso creador aparecen bajo la forma de la oposicin entre una concepcin bquico furiosa (Platn) que inicialmente resalta el papel de la inspiracin, el divino furor, pero que posteriormente por razones de ndole sociolgica (la aproximacin al crculo agusteo) se busc una frmula de equilibrio por medio de una concepcin eclctica basada en la paridad de las dotes naturales innatas (ingenium) y de las enseanzas adquiridas (ars). El otro punto de vista defenda una concepcin apolneo reflexiva, basada en el pensamiento de Aristteles. Como recuerda G. Berrio: Extremismo anlogo en todo al que se manifiesta en los tiempos modernos en la
GARCA BERRIO es el principal artfice de esta tarea y de su formulacin desde una posicin de lingstica textual. En su artculo Texto y oracin; Analecta Malacitana, I, 1, 1978, pp. 142 143, especificando las futuras tareas a desarrollar por la lingstica del texto, propone la del enriquecimiento de sus antecedentes, no limitndose a aquellos ms recientes cronolgicamente (formalismo y diversas posiciones estructurales), sino ampliando el horizonte hacia la potica y retrica tradicionales: La Potica y la Retrica tradicionales desarrollaron durante siglos tantas y tan frecuentes consideraciones sobre las distintas facetas del texto artstico, que el olvido en que hoy se hallan, es un desafortunado lujo que se consiente el precario pensamiento actual de la ciencia del texto. Propone, adems, cules deben ser los hilos conductores de esta operacin de lectura: La historia de la Potica no debe proponerse una lectura infructuosa, slo sentimentalmente monumental del pasado. Incluso aadiramos, tampoco una lectura del pasado hecha desde los presupuestos estabilizados en nuestra conciencia cientfica presente; sino debe aspirar a una lectura de las interrogantes del presente realizada desde el pasado, donde se encuentran generalmente numerosas claves y respuestas de los problemas actuales, e incluso formulados ya los interrogantes sucesivos. Todo, claro est, a condicin de redescubrir las claves metodolgicas de la escritura potica pasada. Ibdem, p. 144. Ejemplo prctico de este programa de investigacin son sus obras relativas a la formacin de la teora literaria: Formacin de la teora literaria moderna. Tpica horaciana. Renacimiento europeo, I, Madrid, Planeta Cursa, 1977, y Formacin de la teora literaria moderna. Potica manierista. Siglo de Oro, II, Murcia, Univ. de Murcia, Depto. de Lengua Espaola, 1980. Otros ejemplos de obras con estas caractersticas son: Lidea de Lingua nella tradizione dellumanesimo da Dante a Vico, de KARL OTTO APEL, Bolonia, il Mulino, 1975. Semiologia e poetica medievale, de PAUL ZUMTHOR, Miln, Feltrinelli, 1973. Linguistica illuministica, de L. ROSIELLO, Bolonia, il Mulino, 1967, entre otras. 212 De G. BERRIO utilizamos sobre todo la Formacin de la teora literaria moderna, 1, O. C., y Significado actual del formalismo ruso, O. C. De MUKAROVSKY: Intenzionalit e inintenzionalit nellarte y La personalit nellarte, en Il significato dellestetica, Turn, Einaud, 1973.
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contrastacin de artfices conscientes, cuyo ttulo y afirmacin se basan en el dominio de un arte u oficio, del tipo Balzac, Stendhal o Zola, y de artistas furiosos o malditos, como Coleridge, Byron o Espronceda213. La Edad Media concibe el proceso de creacin como una imitacin imperfecta de las bellezas de la creacin divina. El artista es un simple artesano desprovisto de individualidad (lo que explica la frecuencia del anonimato) y de decisin, est sujeto a los esquemas morales y metafsicos que le son ofrecidos por la Biblia o las lecturas eclesisticas de la misma. Durante el Renacimiento el proceso de creacin es concebido como una ordenacin lo ms tcnica posible de la realidad que se representa, considerndola como bella y queriendo representarla como tal. El artista es ante todo un tcnico que quiera racionalizar al mximo su trabajo. Su obra es el producto de su habilidad, de su voluntad consciente. En todos los estadios sucesivos al Renacimiento y en el proceso de evolucin hacia las concepciones modernas se va acentuando progresivamente una concepcin ldico formal del arte. Con el Romanticismo la concepcin de la personalidad culmina en el concepto de genio, como equivalente de espontaneidad creadora. La obra es casi una manifestacin material de la personalidad del artista, verdadera fuerza natural que rompe el equilibrio propio de la naturaleza, hasta el punto que el personal modo artstico de ver la naturaleza de manera diferente al de los dems ser lo que ratifique la propia condicin de artista. Para Mukarovsky es con el Romanticismo cuando surge, en sentido literal, el concepto de creacin artstica214. Sobre esta base se fundamenta la esttica cientfico psicolgica propia del siglo XIX que pretende explicar el arte con la gnesis del proceso psquico desde el que viene generada la obra artstica. La esttica sociolgica (H. Taine) explica, en cambio, el proceso de creacin acudiendo a la serie de condicionamientos externos que influyen en la personalidad del artista. Estas concepciones y otras afines que se desarrollan a principios del presente siglo conducen a un proceso definido por Mukarovsky como: atomizacin de la personalidad del artista215, que conlleva al mismo tiempo un menor inters por la estructura de la obra artstica en cuanto tal. A modo de conclusin, afirma Mukarovsky: La conciencia de la personalidad artstica, nacida al confn entre la Edad Media y la Edad Moderna, ha

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Significado actual del formalismo ruso, o. c., p. 27. La personalit nellarte, art. cit., p. 441. 215 Ibdem, p. 443.

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sufrido diversas modificaciones sucesivas, ninguna de las cuales ha significado un retorno al estado precedente, cuando la personalidad no era tomada en consideracin (aunque necesariamente existiese y actuase)216. Un estudio particular de todos estos perodos, enriquecido con las visiones tericas concretas de los diversos autores y crticos, es posible que no nos facilite el cmo, esto es, la efectiva serie de reglas y de procesos que intervienen en el proceso de creacin de una obra, pero, en cambio, nos garantiza el conocimiento de las diversas actitudes de fondo ante el fenmeno creativo, algo que, a pesar de la diferencia tcnica existente con las visiones actuales, es de notable importancia e inters. Otro medio importante para el conocimiento del proceso de produccin lingstico textual es el estudio de la relacin entre la teorizacin efectuada sobre el fenmeno literario y la prctica posterior del mismo. Garca Berrio en Potica e ideologa del discurso clsico217 ofrece una visin histrica interesante de esta relacin que glosaremos sucintamente a continuacin. La respuesta habitual y pesimista es la que establece la separacin entre la teorizacin y la prctica literaria: La potica habra sido, en tal entendimiento, una reflexin cultural, autnoma y desasida de la poesa. Una reflexin de ribetes filosficos sobre una realidad ajena a ella misma, desenvuelta segn una dialctica de sus propios problemas previos, inspirada por los principios generales de congruencia y economa sistemtica en torno a lo bello, a lo bello artstico, o a lo bello poemtico universal, ms que atenta al latido sistemtico de los productos artsticos verbales en cada edad histrica218. Semejante actitud obedece a la valoracin que se efecta del nacimiento de la doctrina de los gneros literarios particularmente en el caso de la novela y de la poesa lrica -, en la medida en que considera que slo despus de su perfeccin y acabamiento en la prctica literaria surge la reflexin terica y la postulacin de los mismos. Del mismo modo, esta posicin terica concede un alcance muy limitado a una concepcin proyectiva de la potica, que pudo tener este carcter en el mundo greco latino pero que fue progresivamente alejndose de esta finalidad hasta llegar a una completa ruptura como es el caso de la esttica romntica o, en general, de todas las posiciones con carcter antimimtico. Sin embargo, el negar en base a estas consideraciones el valor proyectivo de la potica clsica sera un grave error histrico, como viene demostrado por la unin de Aristteles a la prctica artstica

Ibdem, p. 444. Artculo publicado en Revista de Literatura, XLI, 1979, pp. 5 40. 218 Ibdem, p. 9.
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dominante en Grecia (trgica y pica), a pesar de su desatencin de otras categoras genricas de efectiva importancia como en el caso de la poesa lrica. Los factores que determinan la tendencia retardataria son de orden socio histrico: En Roma la grecomana tradicional, potenciada por la literatura republicana y casi convertida en exageracin mitolgica por los literatos de Augusto, dirase que constitua el inicio de una moda retrospectiva que haba de ser secularmente duradera en los estudios de Potica219. Fuertemente caracterizados por este retardo son los monumentos retricos de Cicern y Quintiliano. Es en la Edad Media donde las posiciones fundadas en la distincin entre prctica y teora literaria comienzan a no ser objetivas y a no encontrar justificacin, desde el momento en que, como recuerda G. Berrio: La Potica se retoriz robusteciendo y reafirmando su dimensin pragmtica y reguladora de la expresin literaria a travs de las minuciosas tablas de elocucin incluso con autnticos tractatus transformationis, que, en sustancia y consecuencias, poco tienen que envidiar a muchos actuales inventarios de transformaciones en las gramticas generativas -. En cuanto a la incidencia prctica e inmediatamente contempornea sobre la actividad literaria de los aparatos de dispositio en obras medievales, la difusin de tratados especializados de tipo retrico potico como los de ordenar y escribir cartas, las artes dictaminis, o los de estructurar el sermn, artes condicionandi, destruyen en gran parte la imagen de una potica medieval ajena y desvinculada de la actividad artstica220. Proceso que se desarrolla en el siglo XVI y que se prolonga hasta el Barroco, como prueba de forma evidente la polmica culteranismo conceptismo. De ah que, con carcter conclusivo, afirme G. Berrio: En suma, la Potica del discurso clsico constituye una reflexin terica de validez histrica indiscutible, en su conjunto, sobre la escritura literaria clsica221. Particular inters nos merece el estudio dedicado a las posibles lneas ideolgicas en la organizacin sistemtica de la potica clasicista, ya que un estudio semejante puede ser considerado como un ejemplo de lo que debe ser un marco terico historiogrfico til para reconstruir diacrnicamente los estudios de competencia literaria. Nos interesa, en primer lugar, destacar lo que G. Berrio denomina como sistema de prejuicios doctrinales que gravitan en torno a la potica y a la creacin literaria de los siglos XVI y XVII, y que generan particulares efectos ideolgicos y

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Ibdem, p. 10. Ibdem, p. 11 12. 221 Ibdem, p. 17.


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restricciones culturales, como en el caso de la nocin aristotlica del arte como mimesis. Junto a esta concepcin se presenta una segunda serie de valores restrictivos adyacentes (es el caso de aquellos que no conceden el carcter de gnero a determinados productos literarios) y de principios ideolgico poticos, como el principio de autoridad o el que define el destino social del arte. Es precisamente al comentar la dicotoma docere delectare cuando se introduce la nocin clave de conciencia sedimentada: Pero todo lo que de placer esttico, individual e intransitivo se ha apuntado recientemente como finalidad del arte, apenas oper en la conciencia sedimentada de la tradicin clasicista222. A este grupo de principios que podramos calificar de intrnsecos a la teorizacin en cuanto tal se pueden aadir otros condicionantes extrnsecos de naturaleza sociolgica: (las concepciones hedonistas) fueron barridas por el tamiz de una parcelada lectura ideolgica operada en el seno de los poderes del mundo clsico, en este caso reforzada por el antihedonismo pragmtico de un cristianismo demasiado prximo an a sus fuentes orientales223. Un ejemplo todava ms explcito de la complementariedad de estos condicionantes extrnsecos con los de carcter intrnseco o exclusivamente tericos nos lo ofrece la siguiente consideracin del papel de la catarsis en la Potica de Aristteles: Como se ve, en la definicin del mecanismo bsico literario de la Potica, la catarsis, ha deslizado Aristteles, sutilmente, un reflejo ideolgico de su concepto del hombre en sociedad equilibrado, racional, alejado de cualquier vehemencia -. Que tal imagen del hombre se encuentra conectada con una equivalente e interesada conceptualizacin de organizacin social, apenas precisa ser mencionado. Asimismo, pues, una vez ms al mecanismo ideolgico que encaja la aparente autonoma ideologa potica en el seno de las ms explcitas y decisivas formas de la ideologa social antigua224. La serie de factores enumerados (queremos resaltar expresamente la importancia del cuadro tipolgico terminolgico ofrecido por G. Berrio) nos convence de la necesidad de su uso para proceder a un estudio del proceso histrico concreto de la produccin textual como base para la generalizacin terica desde una perspectiva de

222 223

Ibdem. Ibdem. 224 Ibdem, p. 19.

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teora textual225. Un ejemplo puede clarificar todava ms esta propuesta. Maxime Chevalier hace notar la frecuencia en el empleo de breves palabras de proveniencia familiar por parte de determinados personajes del teatro del Siglo de Oro, palabras que eran entendidas sin dificultad por el pblico de la poca, pero que con el paso del tiempo se convertan en verdaderos enigmas226. Este fenmeno puede ser formulado como la serie de elementos dectico textuales (encuadrables en el mbito del discurso repetido)227 que presuponen el conocimiento del contexto textual de origen que operaba como referencia, o, segn las palabras de Chevalier, de la reproduccin en forma alusiva. Solamente una semntica y una pragmtica textuales orientadas histricamente y que conciban la tradicin textual como contexto228 pueden dar cuenta de estos fenmenos, clarificando su significado y facilitando la comprensin y la monosemizacin de este particular fenmeno textual. Como alternativa global es posible postular una dimensin diacrnica de la nocin de competencia lingstica (en su imputacin chomskiana y teniendo en cuenta las ampliaciones crticas) que consistira, ms que en la exposicin de un explcito sistema de reglas, en el establecimiento de reglas, en el establecimiento de los lmites, intenciones, convenciones y condicionamientos previos a la estricta mecnica de los componentes lingsticos, algo que funcionara como criterio gua o principio motor tanto del proceso de creacin del discurso lingstico literario como, a un nivel tipolgico distinto, del discurso crtico. Convendra concebir esta dimensin como necesario complemento de los sistemas de reglas generativas a los distintos estudios histricos de una determinada lengua en sus varios niveles. Estos criterios gua o principios motores habra que situarlos, desde una ptica textual, a un nivel macro textual, de carcter esencialmente pragmtico que determinaran, en parte, los lmites de los otros componentes, principalmente del nivel semntico, ya que, a veces, en lo que
Desde una perspectiva textual, para cubrir este objetivo es necesario el uso de posiciones tericas como las postuladas por la denominada sociocrtica. Son de inters los estudios de MICHELE GENDREAU y, sobre todo, los de EDMON CROS, principalmente: Fundamentos de una sociocrtica: presupuestos metodolgicos y aplicaciones (Parte I); en Ideologies and Literature, Madrid, Castalia, 1978, pp. 61 68; Foundations of a Sociocriticism: Methodological Procesal and an Application to the Case of the Buscn, (Parte II), en Ideologies and Literature, pp. 63 80. Y, por ltimo, Ideologa y gentica textual. El caso del Buscn, Madrid, Cupsa, 1980. 226 Folklore y literatura, o. c., p. 54. 227 Vase el desarrollo de esta nocin elaborada por E. COSERIU en: Quelques relations systmatiques entre groupements de mots figs de H. THUN, Cahiers de lexicologie, Besanon, 27, 1975, II. En igual sentido: La lengua de los refranes: espontaneidad o artificio, de F. LZARO CARRETER, en Estudios de Lingstica, Barcelona, Grijalbo, 1980. 228 Textos y contextos. Estudios sobre la tradicin, de DANIEL DEVOTO, Madrid, Gredos, 1974; y, sobre todo, Lingstica del texto y texto lrico. La tradicin textual como contexto, de A. G. BERRIO, Imprvue, 1978, 1 / 2.
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respecta a los niveles sintctico y fonolgico mtrico no pueden adecuarse a las intenciones ideales de los postulados genricos. Esta reformulacin de la nocin de competencia lingstica, llevada a un plano histrico, parece estar en contraste con la esencia misma de su definicin, esto es, la capacidad creativa infinita sobre la base de algunos mecanismos y unidades finitas, por lo que se podr llegar a pensar que este tipo de condicionantes (calificados como intrnsecos y extrnsecos) son casi un freno a la efectiva posibilidad creadora, o, lo que es lo mismo, a las capacidades naturales que se ven atrofiadas o que no se desarrollan por causa de estos condicionantes de tipo tradicional. Ante la siguiente afirmacin de H. Weinrich, que confirma la presencia efectiva de tal dinmica, convendra preguntarse hasta qu punto los elementos que l considera sujetos a la libre eleccin del autor son verdaderamente tales, as como nos debemos preguntar sobre la posibilidad de una separacin tan radical entre los mismos elementos: Puede ser interesante medir lo que es debido al autor y lo que es debido a la lengua. Claramente, Camus habra podido elegir otros personajes y otros niveles de informacin para sus personajes. Habra podido tambin ponerlos en otras situaciones y habra podido ordenar de otra manera el decurso del dilogo y las intervenciones del narrador. Lo que l efectivamente ha escrito es el resultado de una serie de elecciones efectuadas al escribir este relato. Estas elecciones constituyen su obra literaria. Pero, al efectuar una determinada eleccin en lugar de otra, tambin posible, debe satisfacer determinadas condiciones seguir229. El problema mayor al que ha de enfrentarse la propuesta de una dimensin histrica de la competencia lingstica (basada, como hemos sealado sobre los aspectos pragmticos y semntico extensionales, es decir, sobre aquellos aspectos no lineales y, en la mayora de los casos, no representables formalmente, hasta el punto de acudirse a nociones como la de sentido global (Coseriu y Vigotsky) o las de intencin y finalidad, (obtenidas con y usadas en el discurso esttico literario, para dar cuenta de los mismos), es el de la dinmica del cambio, el proceso de transformacin y revolucin (en el sentido de ruptura) que permite cambiar este tipo de marco condicionante en sus diversas esferas. Una solucin posible es la ofrecida por los estudios tipolgicos que
Sintassi testuale dellarticolo francese, en M. E. CONTE (ed.), La linguistica testuale, Miln, Feltrinelli, 1977.
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lingsticas

que

tal

eleccin

inevitablemente

comporta.

Puede,

efectivamente, elegir la direccin, pero la lengua le impone el camino que debe

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propugnan una semitica de la cultura (Lotman, Foucault) encargada del estudio y del aislamiento de las matrices y de los modelos de organizacin bsica de las diferentes culturas en su evolucin histrica230. Otra solucin menos circunstanciada podra encontrarse en los estudios referentes a la determinacin de las constantes histricas, definibles como universales (de tipo diverso segn el componente lingstico considerado), que permitieran dar cuenta del hecho central de la creatividad y que permitiran una operatividad ms amplia y efectiva en contextos no estrictamente normativos como los surgidos en la teora literaria desde el Barroco hasta nuestros das, o los que guan el discurso cotidiano y coloquial, considerado tradicionalmente como el mbito creativo por excelencia. Ha de tenerse en cuenta que una consideracin demasiado estrecha de lo que se considera como extralingstico, o desde la ptica que nos interesa, de lo que se define como texto, puede entender como no necesarios, marginales e incluso desviantes este tipo de propuestas. Efectivamente, esta actitud negativa es posible desde el momento en que los criterios que se postulan son de una especie muy particular. Estos criterios coinciden con la propuesta del estudio de los aspectos no lineales, considerados, en ltima instancia, como determinantes de los efectivos mecanismos lineales (fonolgicos, sintcticos, semntico intensionales y pragmtico formales); de todos modos, cuando se desea dotar a los mecanismos lineales (nos referimos obviamente a su formulacin terica) de una funcin explicativa que vaya ms all de la simple transcripcin o reformulacin descriptiva (convencionalizada y legible gracias a las confirmaciones tericas de las que est dotado el modelo segn sus propias claves de lectura) de los fenmenos lingstico literarios, es necesario referirse a ellos como fuentes de respuestas probables a los fenmenos estudiados. La serie de fenmenos no lineales determinantes y los postulados tericos que conducen a la explicacin de los mismos no pueden ser considerados como algo accidental o perifrico a la investigacin lingstica, como simple polo de fenmenos que complementen los especficos mecanismos lineales. Un modelo textual adecuado con pretensiones explicativas y no meramente descriptivas debe estar dotado de los medios tericos necesarios para dar cuenta de tales aspectos.
Un ejemplo de la relacin entre las estructuras narrativas y las estructuras cientficas de una determinada poca, es el ofrecido por E. RAIMONDI en Verso il realismo, en Il romanzo senza idilio, pp. 3 56, Turn, Einaudi, 1974. De ello da prueba la siguiente afirmacin: Precisamente por su dialctica de mirada y de pensamiento el realismo de Promessi Sposi podra merecer, entre los numerosos adjetivos que se han propuesto para calificarlo, el de galileano, que no disgustara, por otra parte, a un lector asiduo del Manzini lgico y realista como es Carlo Emilio Gadda (p. 56).
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Es necesario sealar que los fenmenos determinantes no lineales se sitan al nivel de la estructura profunda, enriqueciendo esta nocin con el intento de adelantar hiptesis relativas a los efectivos mecanismos cognoscitivos e ideolgicos, antes que considerndola como un mbito lgico de descripcin formal; adems, tales fenmenos poseen un estatuto y una operatividad semejante al de las presuposiciones. Los principales mecanismos no lineales son los que se refieren al papel ms o menos consciente (y a su manifestacin explcita) del usuario lingstico en el proceso de codificacin y decodificacin lingstica y los mecanismos que se refieren a los procesos de modulacin o condicionamiento ejercidos por textos de nivel tipolgico diverso con relacin a las convenciones de carcter socio histrico. Por consiguiente, es necesario continuar profundizando la orientacin psico socio pragmalingstica que postula, para este particular tipo de fenmenos, una metodologa emprica, una actitud integradora o complementaria y que pretende ofrecer soluciones explicativas y no exclusivamente descriptivas. De la manera como viene presentada la nocin de competencia lingstica desde una visin generativa estndar, se deduce su no caracterizacin en un modo especial en funcin de la dinmica temporal o diacrnica. La facultad abstracta, la mecnica de la competencia permanece inalterada variando solamente los elementos que componen los diversos niveles de anlisis lingstico. En lo que respecta a la dimensin textual hay que demostrar si es posible establecer una mecnica atemporal que funcione independientemente de las diversas variaciones que se producen en lo que Lotman denomina sistemas modelizadores secundarios. Si se considera la mecnica textual como estricto proceso resultante materializado y diseccionado en sus componentes formales, esta idea de mecnica atemporal y universal parece confirmarse; sin embargo, cuando se introducen, como factor terico determinante, los sujetos (usuarios) que producen y que reciben estos textos, no dar cuenta, en la mecnica constructiva de los textos, de todos los procesos modelizadores que influyen sobre el usuario lingstico, es un evidente empobrecimiento de los resultados tericos que se puedan conseguir. No tener en cuenta el complejo mecanismo de los condicionamientos no lineales gravitantes sobre un texto hace que una teora textual estrictamente formalizada, se convierta en una simple productora de transcripciones reflejadas de tal teora, pero que no llega a introducirse en los efectivos hilos conductores lingsticos.

3. Contribuciones de la lingstica y de la crtica estructural 84

3.1. Plurivalencia del adjetivo estructural

Toda valoracin globalizante e indiscriminada de un determinado fenmeno es necesariamente reductiva, ya hemos tenido ocasin de mostrarlo considerando la injusta valoracin que suele realizarse de las posibles contribuciones vlidas que pueden obtenerse en los estudios lingsticos y crtico literarios tradicionales. La consecuencia ms inmediata de este tipo apresurado de valoraciones es el empobrecimiento a que se someten los actuales procesos de investigacin, confirmando como, a veces, la historia de las contribuciones tericas anteriores se realiza con una carencia absoluta de perspectivas concretas y de capacidad de individualizacin de los problemas concretos. La actitud que proponemos no presupone una mitificacin o el favorecimiento de un cierto tipo de acriticismo en las consideraciones que se efectan de las teoras precedentes, sino que pretende mostrar la necesidad de recoger las posiciones ya elaboradas, a pesar de su vaguedad o de sus posibles errores, como medio de contraste con relacin a las posiciones actualmente en estado de elaboracin. En efecto, la valoracin que se ha realizado de la pluralidad de contribuciones etiquetables como estructurales no se ha visto libre de estas reducciones que ahora denunciamos. La causa ms importante que ha contribuido a disminuir la importancia de las aportaciones de la corriente estructural (en sus distintas variantes) ha sido la lectura que se ha efectuado de las mismas desde una ptica generativa231. Como seala John Lyons232 es contra una determinada manifestacin del estructuralismo (el estructuralismo postbloomfieldiano), temporal y localmente limitado, contra el que N.
Ejemplos concretos de las reducciones efectuadas por la corriente generativa se pueden ver en: Tradicin y novedad en la ciencia del lenguaje, de E. COSERIU, Madrid, Gredos, 1977; y en Lingstica funcional y gramtica transformativa, de C. ROHRER, Madrid, Gredos, 1978. 232 El estructuralismo y la lingstica, en D. ROBEY (ed.), Introduccin al estructuralismo, o. c., p. 15 35, especialmente pp. 16 y 17. Efectivamente, en el estructuralismo americano (estando al fondo la polmica entre posiciones mentalistas y antimentalistas) como recuerda S. ULLMANN existe una falta de consideracin metodolgica consciente de los problemas que nos interesan: Los estructuralistas norteamericanos en particular son hostiles a operar con entidades mentales vagas y elusivas, que son inaccesibles al anlisis y slo pueden observarse mediante el mtodo notoriamente indigno de confianza en la introspeccin. Se oponen a admitir que, previamente a la emisin de una forma lingstica, tenga lugar dentro del que habla un proceso no fsico, un pensamiento, concepto, imagen, sentimiento, acto de voluntad, o algo parecido, y que el oyente, igualmente, al recibir las ondas sonoras experimente un proceso mental equivalente o correlativo (Bloomfield). Con el fin de evitar el tener que recurrir a estos factores psicolgicos, los antimentalistas prefieren eliminar el vrtice superior del tringulo y establecer una relacin directa entre el nombre y la cosa. En Semntica. Introduccin a la ciencia del significado, p. 67, Madrid, Aguilar, 1972.
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Chomsky reacciona233. Sin embargo, para Lyons, existe un segundo modo ms general y legtimo de entender el estructuralismo basado sobre Saussure en Europa y sobre Boas y Sapir en Amrica, siendo stas, modalidades que no presuponen un conflicto directo con la gramtica generativa. Con el presente apartado pretendemos mostrar que afirmaciones como la que presentamos a continuacin son ciertas solamente en determinada medida y, lo que es ms importante, que no especifican para nada las causas de las deficiencias por ellas denunciadas: El estructuralismo ha carecido de teoras suficientemente especficas para entrar en contacto con los hechos lingsticos, as como le ha faltado reconocer la legitimidad y la importancia de los hechos lingsticos fundamentales, los producidos por la intuicin lingstica del hablante234.

3.2. Contribuciones de la corriente formalista funcionalista

De la importante aportacin formalista nos limitaremos aqu a valorar su aportacin en lo relativo a su visin del proceso de produccin lingstico literaria y el papel desempeado en el mismo por el usuario lingstico. La reformulacin del concepto de forma como centro primordial en la articulacin de una moderna teora del arte es, sin duda, la contribucin ms importante de la corriente formalista235. En su proceso de afirmacin como movimiento terico fue necesario superar estadios iniciales muy reductivos del concepto de forma, lo que tuvo su justificacin en la necesidad imperiosa de trazar claramente las lneas diferenciadoras con el historicismo positivista de finales del siglo XIX. La primera contradiccin que se nos presenta como verdaderamente importante es la que se instaura entre este nuevo inmanentismo empirista y el idealismo a propsito del estudio del proceso de construccin lingstica; lo que equivale al contraste entre una posicin que focaliza los aspectos formales de este proceso y una concepcin que concibe estos procesos como construccin de imgenes, entidades abstractas que rehsan un proceso explcito de definicin racional236. A pesar de que para una visin
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Actitud que se ha generalizado en parte a las derivaciones tericas de base chomskiana. Ejemplo emblemtico es el que nos ofrece D. PARISI en Il linguaggio come processo cognitivo, o. c., pp. 124 125, lo que no impide reconocer la exactitud de sus crticas. 234 Ibdem, p. 16. 235 Significado actual del formalismo ruso, de A. G. BERRIO, o. c., p. 29. 236 Ibdem, p. 30, donde puede encontrarse una definicin del concepto de imagen. No se deben olvidar los progresos y perfeccionamientos tericos (sobre todo gracias a los desarrollos de las ciencias

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completa de los procesos genticos sea imprescindible una solucin de compromiso entre ambos puntos de vista; la visin formalista, en un determinado momento histrico crea posible obtener una concepcin y un aparato instrumental que garantizase un estudio cientfico de estos determinados procesos. Se inauguraba, as, una contradiccin, de gran amplitud cronolgica, entre los defensores de los aspectos extrnsecos o apriorsticos y los defensores de los aspectos intrnsecos o inmanentistas en el estudio de los procesos genticos; contradiccin que Wellek y Warren han definido como el cruce entre una perspectiva extrnseca y otra intrnseca en el estudio de la obra literaria237. La conciencia de esta anttesis en aquel momento histrico est presente en R. Jakobson: Jakobson (1929), refirindose no slo a la eslavstica rusa de los aos veinte, consideraba en oposicin un inmanentismo metodolgico, que llamaba estructuralismo, y un geneticismo tendente al establecimiento de relaciones de causalidad entre hechos heterogneos238. Entre los defensores de una metodologa gentica se encontraba Jarcho, quien afirmaba que los diversos factores heterogneos se transformaban en el sistema literario del mismo modo como una planta transforma las sustancias inorgnicas en orgnicas239. Sin embargo el antipsicologismo fue la tendencia dominante: El valor, individuado en lingstica por Saussure, era considerado como una dimensin especfica por medio de la cual se tomaban las distancias tanto de lo objetivo fsico (articulatorio y acstico), como progresivamente de lo subjetivo psquico, es decir, del psicologismo o interpretacin psicolgica del fonema; el valor, la lengua, el mundo de las relaciones, funciones y valores, a que se refera Trubetzkoy en 1939 (que ofreca una codificacin antipsicologista de la fonologa despus de haber pasado l mismo por el psicologismo), era la dimensin reconocida al sistema fonolgico, cuya depsicologizacin resultaba ya del Tours saussureano240.

psicolgicas) que se han producido en las concepciones de naturaleza imaginstico simblica. Clara prueba es el trabajo de E. RAIMONDI: La critica simbolica, en Metfora e storia (Studi su Dante e Petrarca), Turn, Einaudi, 1977, pp. 3 30. Para tener una visin completa del proceso de gnesis lingstico literaria no es posible prescindir de todas estas contribuciones. 237 Significado actual del formalismo ruso, de A. G. BERRIO, o. c., pp. 72 73 y sgtes., donde se alude tambin a la existencia de intentos de sntesis como en el caso de N. FRYE y de R. BARTHES. 238 C. PREVIGNANO, Una tradizione scientifica slava, art. cit., p. 40. 239 Ibdem. 240 Ibdem, p. 47. Tpicas respuestas antipsicolgicas son las de KRID y H. GNTHER. El primero postula una teora fundada sobre las siguientes tesis: 1. antipsicologista; 2. antigentica; 3. antisociolgica; 4. ligada a las nociones de motivacin y realidad artsticas; 5. organicista; 6. descriptiva en sentido fenomenolgico, pero no desprovista de valoracin; 7. ramificada en : a) potica o teora literaria; b) investigacin literaria; c) teora de la investigacin literaria En C. PREVIGNANO, art. cit., p. 71. HANS GNTER (Marxismo e formalismo. (Documenti di una controversia teorico

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En consonancia con esta ltima actitud es necesario establecer una distincin central introducida en el proceso de gnesis, la separacin entre un proceso inmediato (ergon) y un proceso remoto (energa): Como muy bien ha dicho Kristina Pomorska refirindose a la labor de los formalistas rusos, ellos se proponen bsicamente la tarea de descubrir las estructuras resultativas y los procesos inmediatos de su gnesis (ergn); no los procesos remotos, energas, que las generan, donde ciertos crticos menguados, con ms vocacin de filsofos o predicadores que de crticos literarios, invocan, sin la mnima solidaridad textual, la constelacin de los grandes nombres tpicos, entre los cuales se mueven con soltura placentera y regalada comodidad241. Esta actitud de objetivizacin de los procesos productivos lingstico literarios, que pretende desnudarlos de la serie de reflexiones globalizantes y apriorsticas, no es otra cosa que una consecuencia de la que ha sido denominada como humildad apriorstica242, caracterstica esencial de la metodologa formalista: no proceder por medio de generalizaciones apriorsticas sin existir antes un proceso de anlisis: (los formalistas) no cayeron jams en ese tan generalizado vicio crtico de teorizar sin el respaldo de razones comprobadas, contrastadas en la incmoda piedra de toque de la enmaraada estructura de las obras y del acontecer literario en general243.

letteraria), Npoles, Guida, 1975), si bien reconoce como cuestin a resolver desde una perspectiva estructural marxista el problema de la relacin entre iniciativa individual creativa y necesidades estructurales preconstituidas (p. 40), manifiesta, sin embargo, programticamente un cierto antipsicologismo en el estudio de la gnesis textual (literaria): solamente y dice esto considerando las aportaciones realmente vlidas del formalismo gracias a su concepcin de la evolucin como evolucin estructurada, los formalistas pudieron interpretar la historia literaria como secuencia ininterrumpida de cambios estructurales. La observacin desde el punto de vista gentico no est en condiciones de reconocer la regularidad con la que los acontecimientos se producen en base a sus propias leyes. La visin gentica atiende solamente a las circunstancias particulares a menudo casuales, psicolgicas y sociales de la gnesis de las obras (p. 39). Todava ms sorprendidos leemos estas palabras: El marxismo deformado en sentido estaliniano ha olvidado notablemente la dimensin evolucionstico estructural. Como consecuencia el marxismo fue identificado con un modo de ver gentico del tipo al que haba sido propugnado en la historia de la literatura por el positivismo (Ibdem). 241 Significado actual del formalismo ruso, de A. G. BERRIO, o. c., p. 55. En el mismo sentido es necesario considerar la distincin entre estructura y gnesis en el anlisis de una obra literaria: Como estructura y como gnesis, como microcosmos de constituyentes inferiores proyectados y, a la vez, como proyeccin del macrocosmos de la serie literaria, social y filosfica. Ibdem, p. 56. Una actitud semejante a la del grupo formalista es la sostenida por el grupo alemn de filosofa de la ciencia literaria encabezado por ERMATINGER, quien seala: Pero tampoco la obra de arte surge, como creen los diletantes, por una simple efusin de entusiasmo y por inspiracin divina, sino que se acusa siempre en ella una determinada sujecin espiritual a leyes, que cambian segn el tipo de obra de arte, y con arreglo a leyes, se desarrolla tambin la vida histrica. Pues bien, el elevar estas leyes a mtodo lgico es el deber de la ciencia literaria, aun considerada desde el punto de vista artstico, si es que se quiere afirmar su dignidad e independencia frente a la obra de arte del poeta. En La ley en la ciencia literaria, p. 399, cit. en Significado actual del formalismo ruso, o. c., p. 64. 242 Ibdem, p. 77. Ms adelante (pp. 84 85 de esta misma obra), se confirma una actitud idntica en los principales tericos de la estilstica. 243 Ibdem, p. 78.

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La causa de la actitud objetivista como de la metodologa antiapriorstica se halla en la concepcin de la obra como unidad irrepetible dotada de un ncleo especfico de factores que la individualizan con relacin al resto. Con todo, la aportacin fundamental de los formalistas a los estudios de los procesos de gnesis es la nocin, debida a Sklovskij, de extraamiento, que asociada a las nociones de evolucin y convencin (la serie de redundancias persistentes en los productos literarios), se convierte en el punto terico central que explica el proceso histrico de la produccin literaria. Como concluye G. Berrio: El concepto de artificiosa y voluntaria dificultad, eterno sentimiento en la teora del arte, alcanza as slo en nuestro siglo constancia y normalidad de esencia esttica bajo la definicin central de distanciamiento244. Desde un punto de vista estrictamente lingstico la denominada activitic conception de Mathesius, as como las contribuciones de B. de Courtenay, Leontev y Trubetzkoy, que se reflejaron en las Tesis del Crculo lingstico de Praga245, contenan ya las caractersticas que se han afianzado como base comn y estable de las diferentes perspectivas metodolgicas: la afirmacin central para la reflexin lingstica de la base comunicativa y del aparato instrumental lingstico inherente a los procesos realizados por los usuarios de los mismos.

3.3. Mecanismos productivos y el problema del uso consciente del lenguaje en Saussure

Afrontar el Curso a la luz de esta particular problemtica nos ha ofrecido tantas sugerencias importantes que necesariamente nos vemos obligados a exponerlas de forma muy resumida. Como en tantos otros aspectos las respuestas son multiformes, de manera que es preciso no olvidar la necesidad de aproximarse al Curso conscientes de su carcter plurivalente. Una idea de la importancia concedida a los aspectos que intentamos analizar viene dada por el hecho de que ya en la parte introductoria Saussure afirma que: La lengua no es una entidad, y no existe ms que en los sujetos

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Ibdem, p. 96. Otra perspectiva a considerar es la ofrecida por EJCHENBAUM, cuyos rasgos ms significativos pueden verse en el art. cit. de C. PREVIGNANO, pp. 35 36. 245 El artculo de C. PREVIGNANO contiene un compendio de todas estas posiciones. As, para las Tesis vanse pp. 41 42; para MATHESIUS, p. 44; para B. de COURTENAY, pp. 62 63 y 64; para LEONTEV, pp. 73 74.

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hablantes246. Lo que da prueba de la centralidad del papel de los usuarios lingsticos en la reflexin terica saussureana. En efecto, el circuito comunicativo aparece como pilar bsico, especificado en sus distintos componentes:

a) Fsicos (ondas sonoras). b) Fisiolgicos (fonacin y audicin). c) Psquicos (imgenes verbales y conceptos).

Siendo, asimismo, distribuido en dos mbitos:

a) Exterior, no psquico, pasivo, receptivo. b) Interior, psquico, activo, ejecutivo.

Sin embargo, estos postulados generales se modifican notablemente cuando se pasa a la consideracin de la dinmica langue parole. Efectivamente, el problema surge cuando son postuladas las relaciones de prioridad e interdependencia existentes entre las dos nociones: Es necesario salir del acto individual, que es solamente el embrin del lenguaje, y abordar el hecho social247. La ejecucin individual, la efectiva propiedad (en cuanto capacidad de control) del individuo es puesta aparte por Saussure: La lengua no es una funcin del sujeto hablante: es el producto que el individuo registra pasivamente; no implica nunca premeditacin y la reflexin interviene en ella solamente para la actividad clasificatoria248. La prioridad es concedida a la facultad receptiva que es la que va dejando huellas (improntas) aproximadamente iguales en todos los sujetos hablantes: Son las impresiones obtenidas escuchando a los otros que modifican nuestros hbitos lingsticos249. Llega incluso a afirmar, comentando la funcin del psiclogo, que el estudio del mecanismo del signo en el individuo es el mtodo ms fcil. Todo ello conduce a una de las posiciones ms recurrentes en el Curso: la actitud negativa respecto al uso (o a la posibilidad de uso) consciente del lenguaje, en lo que se refiere a la categora langue: El hecho que el signo escapa siempre en cierta medida a la voluntad individual o social, es su carcter
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Como en lo sucesivo traducimos de la versin italiana del Curso efectuada por T. de MAURO, Bari, Laterza, 1978. Esta afirmacin (p. 14) no ha sido valorada suficientemente por las lecturas generativistas del Curso. 247 Ibdem, p. 23. 248 Ibdem. 249 Ibdem, p. 29.

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esencial; pero es precisamente este carcter el que a primera vista se constata menos250. Consecuencia de esta visin es la asignacin del estudio del papel del sujeto a una dinmica interdisciplinar y a un mbito de carcter psicolgico, solucin y problemtica que conviene observar es la misma que ha propuesto la teora generativa para el estudio de la ejecucin (performance). La categora langue es comn a todos y colocada fuera de la voluntad de los depositarios. La presencia de la voluntad se asigna al plano de la parole o de la suma de lo que la gente dice, en la medida en que en ella se incluyen las combinaciones individuales, dependientes de la voluntad de cuantos hablan251. En el desarrollo del Curso, Saussure insiste a menudo sobre el papel de la inconsciencia, puesto que la langue, en su opinin, es un mecanismo complejo, que puede apreciarse slo con la reflexin: los mismos que hacen un uso cotidiano de ella la ignoran profundamente252. La nica posibilidad de ingerencia (sin resultados efectivos) podra ser concedida al personal especializado: Se podra imaginar un cambio del gnero solamente con la intervencin de especialistas, gramticos, lgicos, etc., pero la experiencia muestra que hasta ahora las ingerencias de esta naturaleza no han tenido xito253. Sugerencias de este tipo podran conducir a hipotizar una especie de tipologa cualitativa entre hablante normal y hablante analista como sucede cuando se habla de la diferencia entre la capacidad de reconocimiento de las unidades lingsticas y la formulacin metodolgica de las mismas254, o como se deduce de esta afirmacin: para la conciencia del sujeto hablante el nominativo no es en absoluto el primer caso de la declinacin, y los trminos podrn surgir en ste o aquel orden segn las ocasiones255. Esta especie de tipologa del saber lingstico aparece expresada ms claramente en la siguiente definicin: Todas estas cosas ( - casos, categoras de los sustantivos, de los adjetivos - ) existen en la lengua, pero a ttulo de entidades abstractas; su estudio es difcil, porque no se puede saber exactamente si la conciencia de los sujetos hablantes va siempre tan lejos como el anlisis del gramtico256. Vienen relacionadas con esta tipologa, as como con la capacidad de anlisis y de interpretacin, las nociones de anlisis subjetivo (realizado continuamente por los
Ibdem, p. 27. Ibdem, pp. 29 30. 252 Ibdem, p. 18. 253 Ibdem, p. 91. 254 Ibdem, p. 129. 255 Ibdem, p. 153. 256 Ibdem, p. 167.
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hablantes) y anlisis objetivo (fundado sobre la historia y efectuado por los gramticos): El gramtico se ve tentado, a menudo, por ver errores en los anlisis espontneos de la lengua, en realidad el anlisis subjetivo no es ms fcil que la falsa analoga. La lengua no se equivoca; su punto de vista es diverso, eso es todo. No hay medida comn entre el anlisis de los individuos hablantes y el del historiador, aunque todos usen el mismo procedimiento: la confrontacin de series que presentan un mismo elemento. Los dos anlisis se justifican entre s, conservando cada uno su propio valor, pero, en ltimo trmino, es el de los sujetos el nico que importa, puesto que est fundado directamente sobre hechos de lengua257. Otras sugerencias interesantes relativas al papel jugado por los usuarios lingsticos y a su grado de consciencia, son ofrecidas en el momento de introducir la consideracin de la dinmica temporal en el estudio de la lengua. Las siguientes palabras de Saussure no pueden ser ms explcitas: Lo primero que llama la atencin cuando se estudian los hechos de lengua es que para el sujeto hablante su sucesin en el tiempo es inexistente; el hablante se encuentra ante un estado. El lingista que quiere comprender tal estado debe hacer tabula rasa de todo lo que ha producido e ignorar la diacrona. l puede entrar en la conciencia de los sujetos hablantes solamente suprimiendo el pasado. La intervencin de la historia no puede hacer otra cosa que falsear su juicio no es posible describir la lengua ni fijar sus normas de uso si no es colocndose en un determinado estado258. La actitud de Saussure con relacin al papel desarrollado por la conciencia del sujeto hablante en el cambio lingstico es clara. Los cambios no son intencionales (efectivamente califica como instintivas algunas de las acciones de los hablantes), sino que son el resultado fortuito e involuntario de la evolucin. La langue es concebida como mecanismo constituido a partir de un puro accidente, es decir, en absoluto premeditada. De lo que se deduce que tanto la categora langue como su evolucin diacrnica no estn sometidas a la voluntad y al control del usuario, mientras que la categora parole y la dimensin sincrnica, por el contrario, son susceptibles de control y estudio gracias a la contribucin consciente de los hablantes: La sincrona no conoce ms que una perspectiva, la de los sujetos hablantes, y todo su mrito consiste en recoger sus testimonios; para saber en qu medida existe para la conciencia de los

257 258

Ibdem, p. 223. Ibdem, pp. 100 101.

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sujetos259. Aunque esta conciencia de los hablantes es entendida bastante ms como conciencia colectiva260, un ejemplo de la operatividad de la conciencia de los hablantes es dada por la capacidad de identificar la raz de una palabra, aunque: es cierto que los hablantes no la aslan siempre con la misma precisin; existen con relacin a esto diferencias ya sea en el seno de una misma lengua, ya sea de lengua a lengua261. Es interesante tambin poner de relieve el salto cualitativo operado por Saussure en el momento en que asume una diversidad de grado de conciencia de los usuarios segn que se muevan a travs de la lnea del tiempo (cuyas divergencias, como se ha visto, escapan generalmente al observador) o de la lnea del espacio; adems, es precisamente en base al contraste con otras lenguas como un pueblo toma conciencia de su idioma262. No se puede olvidar que las aparentes contradicciones de Saussure acerca de la valoracin del papel de los hablantes, cesan de ser tales a la luz del diferente papel que viene asignado a los usuarios en razn del nivel terico que se considere. As, Saussure es rotundo al afirmar que: La lingstica sincrnica no admite ms que una sola perspectiva: la de los sujetos hablantes y consecuentemente no admite ms que un solo mtodo263. Mientras ms adelante advierte: La lengua no est sometida directamente al espritu de los sujetos hablantes264. El grado de consciencia en el uso del lenguaje se presenta en trminos ms precisos cuando Saussure se interroga por los mecanismos productivos. Como tales pueden ser considerados los vnculos que se establecen entre las relaciones asociativas y las relaciones sintagmticas. Las primeras surgen inconscientemente en el espritu y forman parte del tesoro interior que constituye la lengua de cada individuo265. La importancia del mecanismo asociativo como ilustracin del proceso de produccin lingstica puede ser deducido de esta afirmacin: Nuestra memoria tiene en reserva todos los tipos de sintagmas ms o menos complejos, de cualquier especie o extensin, y en el momento de emplearlos hacemos intervenir los grupos asociativos para fijar nuestra eleccin. Cuando alguien dice marchons!, piensa inconscientemente en los diversos grupos de asociaciones en cuya interseccin el sintagma marchons! es

Ibdem, p. 110. Ibdem, p. 120. 261 Ibdem, p. 227. 262 Ibdem, p. 223. Criterio que desarrollan las diversas tendencias sociolingsticas. 263 Ibdem, p. 259. 264 Ibdem, p. 279. 265 Ibdem, p. 149 153.
260

259

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encontrable266. Hasta el extremo que el proceso productivo puede ser visto del modo siguiente: As, en esta operacin que consiste en eliminar mentalmente todo lo que no comporta la diferenciacin querida en el punto querido, las agrupaciones asociativas y los tipos sintagmticos estn ambos en juego267. Son, precisamente, estos dos tipos de relaciones los que es preciso colocar en la base del sistema gramatical, incluso por encima de las clasificaciones apriorsticas de los fenmenos lingsticos que suponen la serie de las disciplinas lingsticas (morfologa, sintaxis, lexicologa). Con lo que quizs de forma arriesgada, se podra hablar en Saussure con notable anticipo, por tanto, con respecto a la reflexin chomskiana de una dependencia, en ltima instancia, del anlisis de los fenmenos gramaticales con su especfico proceso productivo (sintagmtico y asociativo): La flexin es evidentemente una forma tpica de la asociacin de las formas en el espritu de los sujetos hablantes, por otra parte, la sintaxis, o segn la definicin ms corriente, la teora de los grupos supone siempre al menos dos unidades distribuidas en el espacio. No todos los hechos de sintagmtica se clasifican en la sintaxis, pero todos los hechos de sintaxis pertenecen a la sintagmtica268. De forma ms clara y concibiendo ambos ejes, como naturales, afirma Saussure: Podra ser posible reconducir as cada hecho a su orden, sintagmtico o asociativo, y coordinar toda la materia de la gramtica sobre sus dos ejes naturales269. Es precisamente en esta dinmica donde resultan ms abundantes los elementos de carcter consciente: Se puede decir que la suma de las clasificaciones conscientes y metdicas hechas por el gramtico que estudia un estado de lengua sin hacer intervenir la lengua debe coincidir con la suma de las asociaciones, consciente o no, puestas en juego en la parole. Son ellas las que fijan en nuestro espritu las familias de palabras, los paradigmas de flexin, los elementos formativos; radicales, sufijales, desinencias, etc.270. Despus de haber subrayado la posibilidad de utilizar como mecanismos (o criterios de estudio) de la produccin lingstica la dinmica de sintagmacin y paradigmacin (asociaciones)271, Saussure presenta el principio analgico como
Ibdem, p. 156. Ibdem, p. 157. 268 Ibdem, p. 164. 269 Ibdem, p. 165. 270 Ibdem, p. 166. 271 Es significativo que en un intento divulgativo y simple de introduccin a la mecnica (no tecnificada) productiva de los textos narrativos se recurra, como a uno de los mecanismos guas, a la doble mecnica sintagmtica y paradigmtica, retomada aqu en su vertiente jakobsoniana de eje de seleccin y de combinacin. Nos referimos a Grammatica della fantasia, de GIANNI RODARI, Turn, Einaudi, 1973.
267 266

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mecanismo de produccin explcito de la langue, que posee caractersticas diversas del principio de cambio fontico, precisamente a causa de la diferencia de grado de conciencia: La analoga es de orden gramatical: supone la conciencia y la compensacin de una relacin que conecta las formas entre s. Mientras la idea es nula en el fenmeno fontico, su intervencin es necesaria en materia de analoga272. La produccin analgica es inmediatamente puesta en relacin con la obra del sujeto aislado y situada en el mbito de la parole; sin embargo, es introducida una distincin entre mecnica de la produccin (matriz de la langue) y producto concreto (perteneciente a la parole), de capital importancia para comprender la opinin de Saussure acerca de la mecnica de la produccin lingstica y el plano terico en el que situarla. Uno de los procesos que interviene en la gnesis lingstica quizs el ms importante, y que ha sido reconocido tanto por la morfologa de base estructural como por la generativa273 - es el que se puede definir como capacidad de anlisis o de descomposicin de un trmino, resultando de esta descomposicin (sujeta a criterios variables segn las distintas pocas; lo que Saussure denomina cambios de interpretacin274) la denominacin de aquellos elementos que deben ser generadores. Es por ello por lo que Saussure habla tanto de formas generadoras como de proceso generador: Es, por tanto, un error creer que el proceso generador no se produce sino en el momento en que surge la creacin; los elementos estn ya dados. Una palabra que yo improvise, como in dcor able, existe ya en potencia en la lengua275. Significativamente despus de haber establecido las bases de la mecnica de produccin y haberse concentrado sobre el proceso global de la evolucin lingstica, Saussure fundamenta tal proceso en el proceso de imitacin (modelizacin) de las creaciones individuales y sobre el proceso de seleccin cuantitativa que se ejercita sobre stas. Por ltimo, es oportuno no olvidar la consideracin que Saussure efecta de todos aquellos aspectos que pueden considerarse condicionantes de la produccin lingstica. Tendra cabida aqu la serie de reflexiones referentes al estatuto de la lengua escrita con relacin a la lengua hablada y todas las reflexiones concernientes al carcter arbitrario y convencional del lenguaje humano.
272 273

C. L. G., p. 199. Vase como ejemplo: Lengua y discurso en la creacin lxica, de HERNAN URRUTIA CRDENAS, Madrid, Cupsa, 1978. 274 C. L. G., p. 205. 275 Ibdem, p. 200.

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3.4. La contribucin de R. Jakobson

Jakobson representa la consolidacin definitiva de la orientacin semitica. A l debemos la elaboracin de la mayor parte de las unidades tcnicas de anlisis y su ordenacin en un marco terico superior donde se integran unidades y procesos (funciones)276. La concentracin de la atencin sobre los usuarios lingsticos y la clarificacin de los procesos de produccin y recepcin lingstica son ya un hecho: Los lingistas comienzan a prestar mayor atencin a los otros factores, en particular, a los dos protagonistas del acto comunicativo: el emisor y el receptor. Por nuestra parte, acogemos con gusto las agudas observaciones de Smith acerca de aquellos componentes lingsticos que sirven para caracterizar al sujeto hablante y a su actitud con respecto a aquello de que se habla y con respecto a su receptor. A veces estas funciones actan separadamente, pero, normalmente, actan como un haz de funciones, que no constituyen una simple aglomeracin sino ms bien una jerarqua de funciones, siendo de enorme importancia determinar cul es la funcin primaria y cul la secundaria277. Por otra parte, la atencin en la obra de Jakobson al estudio de los trastornos del lenguaje278 es de gran importancia en la medida que permite la relacin entre el proceso de produccin lingstica y la serie de perturbaciones que se producen en los mecanismos generadores del lenguaje y obtener as un medio terico para focalizar el estudio del proceso productivo, dado que en su formulacin terica general aparece por necesidad unido al resto de procesos y de unidades lingsticas. Las unidades de base del anlisis lingstico son perfeccionadas y clarificadas, desde su punto de vista, cuando se las define en funcin del marco comunicativo: los conceptos de cdigo y de mensaje de la teora de la comunicacin son mucho ms claros, mucho menos ambiguos, mucho ms eficientes que la presentacin tradicional de esta dicotoma en la historia del lenguaje (cfr. Langue parole, Language Speech, Linguistic Pattern Utterance, Legisigns Sinsigns, Type token, Sign design, Sign event, etctera)279.

276

El conocido esquema comunicativo de base en sus unidades y funciones puede verse en: Linguistica e poetica, en Saggi di linguistica generale, Miln, Feltrinelli, 1978, pp. 181 218. 277 Ibdem, pp. 8 9. 278 Il farsi e il disfarsi del linguaggio (linguaggio infantile e afasia), Turn, Einaudi, 1971. 279 Saggi de linguistica generale, o. c., p. 11.

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Podra hablarse en Jakobson de centralidad de la nocin de cdigo, elemento clave sobre el que se definen los elementos restantes: Los interlocutores que pertenecen a la misma comunidad lingstica pueden ser definidos como los usuarios efectivos de un solo e idntico cdigo lingstico que comprende los mismos signos ley. Un cdigo comn es su instrumento de comunicacin que subyace efectivamente al intercambio de mensajes y lo hace posible280. El cdigo no es solamente el simple contenido de la informacin del discurso sino lo que prevee, adems, las variaciones que provienen tanto de las variantes estilsticas de los elementos lxicos como de las reglas de su combinacin. Elementos constitutivos del cdigo son los rasgos distintivos del nivel fonemtico y gramatical fundados sobre la base de las oposiciones binarias, los mecanismos de elipsis, la composicin del cdigo en subcdigos; mecanismos que poseen una raz efectiva y concreta en la prctica de los hablantes y que no son fruto de la pura especulacin terica del gramtico281. Los procesos constructivos del lenguaje humano son caracterizados a partir de una dinmica de base imprescindible que consiste en la seleccin y combinacin de las unidades lingsticas por parte del usuario. Nuevamente se replantea en este caso la centralidad del Cdigo puesto que: El sujeto hablante y el oyente tienen a su disposicin aproximadamente el mismo esquedario de representaciones prefabricadas: el emisor de un mensaje verbal elige una de estas posibilidades preconstituidas y se supone que el destinatario har una eleccin idntica en el mbito del mismo grupo de posibilidades ya previstas y preparadas282. Las operaciones de base se fundamentan sobre la recurrencia de concurrencia de entidades simultneas y sobre la concatenacin de entidades sucesivas. La consideracin del papel del hablante, despus de estas premisas, es esperable: es slo un usuario y no un creador de palabras283. Con relacin a la capacidad de maniobra (libertad) del hablante, pese a no ofrecernos una respuesta explcita sobre la voluntariedad o involuntariedad de su prctica lingstica, Jakobson observa que su mayor o menor grado depende del nivel lingstico que se considere: En la combinacin de las unidades lingsticas existe una sola escala ascendente de libertad. En la combinacin de los rasgos distintivos en fonemas, la libertad del hablante es nula, el cdigo ha establecido ya todas las
280

Ibdem, pp. 68 69. Ibdem, p. 69. 282 Ibdem, pp. 24 25. 283 Ibdem, p. 26.
281

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posibilidades que pueden ser utilizadas en una determinada lengua. La libertad de combinar los fonemas en palabras es limitada, en cuanto que est circunscrita a la situacin marginal de la creacin de palabras. En el modelar las frases sobre las palabras, el hablante est menos vinculado. Por ltimo, en la combinacin de las frases en periodos, disminuye la accin de las reglas sintcticas vinculantes y se dilata sustancialmente, para cada hablante, la libertad de crear nuevos contextos, si bien, tambin en este caso, no se deben minusvalorar los numerosos tipos de frases estereotipadas284. Es exactamente al nivel textual al que viene asignado un mayor grado de capacidad creativa. En este mismo sentido, la consideracin del estudio del idiolecto como una fantasa errnea, obedece a la estrecha interrelacin que Jakobson confiere a los procesos de codificacin, decodificacin y remodificacin o traduccin; con relacin a los dos primeros entre los que existe una jerarqua opuesta segn se considere la perspectiva del emisor o del receptor (proceso probabilstico en este ltimo puesto que lo que para l es homonimia, por ejemplo, no lo es para el emisor) afirma: Estos dos distintos aspectos del lenguaje son irreductibles el uno al otro; ambos son igualmente esenciales y deben ser considerados complementarios285. Y no deja de criticar abiertamente los estudios de estos procesos concebidos separadamente. A pesar de todo es concedido al proceso decodificador la precedencia: La autonoma relativa del modelo receptivo est documentada en la difundida prioridad temporal de la adquisicin pasiva del lenguaje tanto en los nios como en los adultos286. Aunque hayamos hablado de la centralidad del cdigo, no es oportuno olvidar el equilibrio final que Jakobson formula con respecto a los componentes del acto comunicativo: Los intentos de construir un modelo de lenguaje sin relacin alguna con el hablante y con el oyente, hipostasiando un cdigo aislado de la comunidad efectiva, corren el peligro de reducir el lenguaje a una ficcin escolstica287.

3.5. La contribucin de Mukarovsky

La incursin de un terico de la literatura y de la esttica en general en esta seleccin de representantes del estructuralismo puede sorprender a primera vista. Sin
284 285

Ibdem. Ibdem, p. 72. 286 Ibdem. 287 Ibdem.

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embargo, no conviene olvidar que Mukarovsky se sita entre los pioneros en la afirmacin y consecuente prctica analtica de la lengua como material de la literatura, posicin que, con mayor insistencia, propugna R. Jakobson 288. Adems, Mukarovsky es uno de los ms importantes representantes entre aquellos que consideran como central los problemas de la gnesis y de la interpretacin artstica, as como las reflexiones sobre la consciencia o inconsciencia con que se construyen los productos literarios. No vamos a efectuar un anlisis detallado de sus posiciones tericas289, tan slo nos limitaremos a prevenir una posible crtica a la que es susceptible la consideracin de Mukarovsky del proceso gentico; crtica que, por lo dems, est prevista en su obra. La posicin frente a la nocin de autor o de sujeto literario que aparece en muchos pasajes de su obra, puede justificarse histricamente como reaccin al subjetivismo de la corriente estilstica, sin embargo, a la luz de las teoras lingsticas actuales (generativismo, teora del texto), tal posicin no puede ser sostenida. Empleando la terminologa lotmaniana, diremos que se confunde el papel del sujeto lingstico o autor literario como constructor de algunos productos sobre la base de una mecnica o sistemtica lingstica (en todos sus niveles) que usa en forma ms o menos automatizada, con la imagen cultural, secundaria, del autor (provenga del mismo autor, de la crtica o del pblico en general). Mukarovsky, a diferencia de otros autores, sabe reconocer este carcter secundario: Para esto hemos hecho resea de las concepciones de la personalidad en la historia, para poder desenmascarar como provisional lo que en ella est histricamente condicionado. Cuando ahora decimos: personalidad en el arte, no entendemos ni la concepcin renacentista, ni la romntica o simbolista. Estas son precisamente concepciones, a nosotros, en cambio, nos interesa la realidad de la personalidad en el arte independientemente de cualquier concepcin, aquella realidad exista necesariamente incluso en el arte medieval, que nada saba de la personalidad artstica, y existe todava hoy en el arte popular y de los pueblos primitivos que tambin la ignoraban290.

288

Actitud que ha sido retomada como clave de su reflexin terica por H. WEINRICH: y es que no necesitamos una lgica de la literatura sino una lingstica de la literatura, porque la literatura est hecha de lengua y los tiempos de la literatura no pueden ser algo totalmente distinto de los tiempos del lenguaje, lo mismo que los tiempos del lenguaje no pueden ser algo completamente diferente de los tiempos de la obra literaria. Estructura y funcin de los tiempos en el lenguaje. Madrid, Gredos, 1974. 289 Trabajos bsicos (todos contenidos en Il significato dellestetica, o. c.) para obtener una imagen de sus posiciones tericas son: Intenzionalit e inintenzionalit dellarte, pp. 149 188; Il poeta, pp. 259 277; Lindividuo nellarte, pp. 411 415; Lindividuo e il processo di sviluppo della letteratura, pp. 416 435, y La personalit nellarte, pp. 436 453. 290 La personalit nellarte, art. cit., pp. 444 445.

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3.6. Otras perspectivas estructurales

En las diversas posiciones estructurales no todo representa una apertura hacia el estudio de los procesos comunicativos y de sus agentes, como hasta ahora hemos podido constatar. Un ejemplo tpico de negacin metodolgico epistemolgica del estudio directo de los mecanismos y de los elementos operantes en el usuario lingstico es el que realiza Hjelmslev, sobre todo, por su eleccin terica de la categora saussureana de sistema; justifica su actitud considerando que no es posible estudiar en modo cientfico el contenido de la conciencia humana si no por medio del estudio de la expresin formal de la conciencia291. Tambin desde una posicin terica como la de Martinet, concentrada sobre todo, en la delimitacin metalingstica de las categoras y de las unidades lingsticas en cuanto tales, precisamente como recurso de clasificacin, se hace un uso subsidiario y sin definiciones precisas de los procesos comunicativos y del papel de los hablantes. As, depende del acierto de la eleccin de las unidades lingsticas la posibilidad de garantizar la comunicacin: Lo decisivo en la lengua es obtener la comunicacin y sta se asegura si en cada punto de la frase la unidad elegida es considerada como distinta de aquellas otras unidades que hubieran podido usarse en idntico contexto con el fin de formar un mensaje diverso292. El papel del hablante, as como el proceso de aprendizaje del lenguaje, se inserta en la operacin selectiva de las unidades que garantizan la comunicacin: Aprender a hablar es aprender a hacer las elecciones que son corrientes en la propia comunidad conciencia de la importancia de las relaciones entre las unidades que forman realmente un sistema, es decir, aquellas entre las que el hablante debe elegir a cada paso si quiere que la comunicacin sea asegurada293. A veces determinados procesos se explican con ligereza y sin la aportacin de razones ulteriores: La redundancia resulta, en general, del mnimo esfuerzo: a la gente no le importa repetirse, de ese modo reduce el esfuerzo mental294.

Vase una valoracin sinttica de su posicin en lo relativo a estos aspectos en una tradizione scientifica slava, de C. PREVIGNANO, art. cit., p. 53. 292 La considerazione funcionale del linguaggio, Bolonia, il Mulino, 1971, p. 25. 293 Ibdem, pp. 25 y 28 respectivamente. 294 Ibdem, p. 35.

291

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Sealaremos finalmente, que la presencia de elementos pragmticos, aunque no sean etiquetados en cuanto tales, es evidente en Martinet; su actitud es la siguiente: Otro modo eficaz de reducir el desarrollo de energa implicada en la comunicacin es el de tener en cuenta la situacin en la que se encuentran los interlocutores: bellsimo!, bah!, no!, expresan muy bien por s mismos un sentido entre personas que miran el mismo objeto o asisten al mismo acontecimiento. Este tener en cuenta la situacin es tan general que todas las lenguas han desarrollado varias clases de monemas cuya interpretacin depende siempre de la situacin. Tales son los demostrativos esto, aquello, excepto cuando son usados con referencia al contexto, referencias temporales como ahora, ayer, hoy, la otra noche o el monema pasado y los pronombres personales como yo o t. La situacin hace generalmente tan obvio quin es el sujeto de la segunda persona del imperativo que su expresin es ms bien la excepcin que la regla. Todos estos elementos econmicos son bienvenidos en el uso lingstico, pero ciertamente limitan el aspecto ideal de la comunicacin humana que es la autosuficiencia295. A pesar de este tipo de posturas, en la crtica literaria y en las contribuciones narratolgicas de carcter estructural se pueden encontrar abundantes respuestas a la problemtica que nos interesa, sobre todo, considerando el papel concedido a la figura del autor (escritor) y al estudio del proceso de escritura. Todorov, por ejemplo, en el momento de afrontar el problema de la unidad y de la invencin de la obra literaria, comienza relativizando el papel de la originalidad, dado que es casi imposible encontrar un texto que no remita a otro precedente, llegando incluso a afirmar que toda narracin es siempre un eco de narraciones pasadas. Desde su punto de vista, el proceso de invencin de una obra debe ser estudiado en cuanto proceso de escritura, la escritura con la produccin de transformaciones contribuye a la creacin de la unidad de una obra296. Para el estudio de estos procesos Todorov se sirve a menudo de textos metaliterarios como fuentes de datos de los que deducir los principios tericos (el laboratorio) de un determinado autor: La fuerza motriz de los cuentos de Henry James, lo que determina su estructura, consiste en ese secreto esencial. Es ms, este principio organizador se convierte en el tema explcito de dos de sus cuentos por lo menos. Estos son, por as decirlo, historias metaliterarias, consagradas al principio constructivo de la

295 296

Ibdem, p. 91. El subrayado final es nuestro. Cfr. Gramtica del Decamern, pp. 24 25, Madrid, Taller de Ediciones, 1973.

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narracin297. Nociones como la de principio organizador, constructivo de una obra, que, a veces, son explicadas por medio de imgenes geomtricas, no son explicadas independientemente de la base argumental del texto que se analiza, constriccin que se aade a una cierta consideracin de la categora de autor desde una visin de tipo realstico psicolgica. Sin desdear los datos que se pueden obtener desde esta perspectiva, consideramos que el anlisis debera centrarse prioritariamente en la presencia explcita tcnico formal o en la manifestacin metalingstica del productor del texto, como un aspecto ms en el estudio del proceso global de la produccin de un texto, mbito de estudio que asentado en la nocin de conciencia metalingstico textual puede resultar una fuente emprica para el estudio del proceso de gnesis textual. Dentro de las perspectivas crtico estructurales, la nocin clave que debe ser considerada es la que ha sido denominada intransitividad298, segn sta: el inters central de toda palabra meta literaria se centra con prioridad sobre la obra, despreciando, al menos en un primer momento, las categoras de autor, realidad, etc., en tanto en cuanto no son constituyentes textuales299. La intransitividad comprende tanto al autor como al crtico literario a la obra de arte en cuanto tal: Una vez inserta en el circuito de enunciacin, debe explicar a su autor, y no a la inversa (entre otras razones, por la ms elemental de que el dato real, disponible, es la obra, y no su autor), es la misma obra de arte la que debe suscitar coherentemente una interpretacin, mediante la eleccin de un nivel significativo y no de otros, por parte del crtico, no servir como excusa para la elaboracin de una teora sobre el mundo o sobre el arte que no le pertenece en justicia a ella, sino a la personalidad del crtico operante300. No obstante, esta perspectiva ha contribuido al estudio de los procesos de gnesis con el establecimiento y la distincin de las categoras autor y narrador, junto con la propuesta de un doble proceso o nivel de anlisis: el de la enunciacin y el del enunciado301.

3.7. Valoracin global de la contribucin estructuralista

297

El anlisis estructural en la literatura, p. 147, en D. ROBEY (ed.), Introduccin al estructuralismo, o. c., pp. 111 151. 298 Vanse sus bases bibliogrficas en: Anlisis semiolgico de Muertes de perro de A. VERA LUJN, Barcelona, Planeta, 1977, p. 24, nota 6. 299 Ibdem, p. 24. 300 Ibdem, pp. 24 25. 301 Puede verse un anlisis prctico de la operatividad de estas categoras en la misma obra de A. VERA, pp. 209 y ss.

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Aunque el nmero de autores que hemos considerado ha sido mnimo y la exposicin realizada de sus contribuciones tericas notablemente reducida, creemos, sin embargo, que existe una base mnima sobre la que proceder para efectuar una valoracin cualitativa de las caractersticas de la corriente estructural (seleccionada en diversos mbitos y posiciones tericas) en lo relativo al tratamiento de los fenmenos comunicativos, particularmente de los procesos de produccin lingstico literaria y de los agentes operantes en ellos. Comenzando con las perspectivas de anlisis crtico literario constatamos en ellas la presencia de fondo del esquema comunicativo, en los trminos que recoge el siguiente esquema:

AUTOR

ESTRUCTURA DE LA OBRA

PBLICO CRTICA

INTENTIO AUCTORIS

INTENTIO OPERAE

Conviene sealar la importancia histrica de haber centrado el estudio sobre la estructura de la obra y de haber hecho depender de ella las consideraciones sobre los otros dos polos. Posicin que queda ejemplificada en las siguientes palabras de E. Anderson Imbert: Si una ciencia de la literatura es posible, tendra que cimentarse en el estudio sistemtico de la obra. Las obras despus de todo, son objetos sometidos a observacin y anlisis exactamente como los objetos que estudian las otras ciencias302. Sin embargo, esta afirmacin necesaria se ha absolutizado tanto que se ha llegado incluso a romper la conexin con los otros dos polos del marco literario, un ejemplo claro es la actitud de Jean Rousset para quien la obra impone progresivamente sus propias leyes al autor y al lector, llegando a suplantar todo tipo de lgica proveniente del mundo exterior303, visin manifiestamente taxonmica en la consideracin de las relaciones entre los usuarios, los mecanismos y los productos lingstico literarios. Sin ningn gnero de dudas los excesos denunciados en el uso de los factores externos en la concepcin de la obra literaria son ciertos, pero tomar posiciones definitivas ante juicios
302 303

Mtodos de la crtica literaria, Madrid, Revista de Occidente, 1969, p. 117. Forme et signification, Pars, Corti, 1970.

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desviantes es bastante peligroso. En concreto nos referimos a la tendencia a limitar el juicio crtico sobre la figura del autor a las perspectivas positivistas o meramente biogrficas propias de la crtica del siglo XIX, de notables repercusiones sobre los mtodos subjetivistas del siglo XX. Esta posicin crtica es muy semejante a la que caracteriza en mbito lingstico las posiciones del estructuralismo bloomfieldiano. Sin embargo y esto es clara muestra de los contrastes internos que caracterizan una posicin como estructuralista las apreciaciones efectuadas, sobre todo de la obra de Saussure, Jakobson y Mukarovsky, confirman el simplismo con que suele juzgarse el papel de la posicin estructuralista con relacin al papel del sujeto lingstico (tanto emisor como receptor) como categora activa, dinmica, posicin que suele normalmente ignorarse y considerarse como una aportacin progresiva de la gramtica generativa que hace un uso central del papel del hablante con el establecimiento de la nocin de competencia. Una perspectiva textual adecuada no puede caer en estas simplificaciones en la valoracin de las distintas perspectivas estructurales304.

4. Contribucin y valoracin de la perspectiva de anlisis textual

4.1. Encuadre metodolgico de la perspectiva textual

El adjetivo textual es uno de los candidatos a figurar como calificativo que debe presidir la ordenacin global de las diversas ciencias (disciplinas) lingsticas. En otro lugar305 hemos tenido ocasin de demostrar que, satisfechos determinados requisitos, la eleccin de una etiqueta (textual, pragmtica, semitica,

psicolingstica, sociolingstica) que sirva como distintivo general del encuadre organizador de las distintas ciencias lingsticas, es una mera cuestin de preferencia terminolgica. A continuacin pretendemos ofrecer una valoracin global de la perspectiva textual, atendiendo a sus aportaciones al estudio de los agentes y de los procesos de produccin lingstica, detenindonos en algunos puntos problemticos concretos pero

304

La relectura ms completa de la contribucin estructural desde una perspectiva textual es la efectuada por E. RAMN TRIVES en sus Aspectos de Semntica lingstico textual, Madrid, Alcal, 1979. 305 Problemtica metodolgica en el anlisis de los fenmenos textuales y pragmticos, Anales de la Universidad de Murcia. Vol. XLI, Nm. 1 2. Letras, pp. 299 370, Curso 82 83, (edicin 83).

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sin entrar en detalle en el anlisis de la organizacin concreta de los diferentes modelos textuales306.

4.2. Precedentes generativos

La relacin existente entre el proceso comunicativo y la unidad texto puede quedar representada en el siguiente esquema:

descomponible en

TEXTO/ TEXTOS
configurador/es del

PROCESO COMUNICATIVO

La gramtica generativa, principalmente en sus derivaciones semnticas y pragmticas, no se desentiende de esta interrelacin, sin embargo en sus primeras aportaciones, la reflexin sobre la posibilidad de una teora de la produccin del discurso aparece ya en Katz y Fodor en un texto que puede considerarse emblemtico de una toma de posicin metodolgica: Una solucin al problema de la proyeccin es ciertamente menos que una teora completa del discurso. En particular, no proporciona una teora de la produccin (o comprensin) del discurso. La diferencia entre la descripcin de una lengua y la teora de la produccin del discurso est en el hecho que la primera constituye un intento de caracterizar las reglas de la lengua que un hablante conoce, mientras la segunda es un intento de explicar como actualmente el hablante aplica esas reglas hablando. Entre las cosas que son marginadas por la primera teora, pero no por la segunda, estn las consideraciones de los parmetros psicolgicos de la produccin lingstica (por ejemplo, los lmites de la memoria inmediata, el nivel de motivacin) y las explicaciones genticas del modo en el que el nio se convierte en un hablante desenvuelto (por condicionamiento?, por aprovechamiento de los mecanismos innatos?, por alguna combinacin de una facultad innata y del aprendizaje?). Si bien tales problemas referentes a la produccin del discurso quedan
Una presentacin general a nivel terico y bibliogrfico (por razones de espacio no procedemos a un listado exhaustivo) puede encontrarse en los siguientes trabajos: Lingstica del texto y crtica literaria, de J. S. PETFI y A. G. BERRIO, Madrid, Comunicacin, 1979; Introduzione alla linguistica del testo, de W. DRESSLER, Roma, Officina, 1974; La linguistica testuale, de M. E. CONTE, o. c.; Fundamentos de teora lingstica, de A. G. BERRIO y A. V. LUJN, Madrid, Comunicacin, 1977; La lingstica del texto, de A. G. BERRIO y A. V. LUJN, Madrid, Alhambra, 1983; Aspectos del anlisis formal de textos, de T. ALBALADEJO, Revista Espaola de lingstica, Ao 11. Fasc. 1, enero junio 1981.
306

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fuera del mbito de una teora de una lengua tal teora es esencial para una teora de la produccin del discurso. Es necesario, en primer lugar, saber qu es lo que viene adquirido o usado antes que sentirse en la obligacin de buscar cmo esto es adquirido o usado307. Es claro que la impaciencia por solucionar este cmo ha generado la actual situacin terica. D. Parisi valorando la contribucin global de la corriente generativa, hace especial hincapi en los aspectos que estamos estudiando, planteando, adems, sus lmites: Usando sistemticamente los hechos centrales del lenguaje, es decir, los juicios del hablante sobre la aceptabilidad de las frases, esta lingstica ha elaborado teoras comprensivas, explcitas y detalladas que parecen acercarse como nunca hasta ahora se haba producido a una comprensin de los mecanismos lingsticos fundamentales. Pero la lingstica transformacional posee diversos defectos y est todava en estado de evolucin308. Una posicin como la de Julia Kristeva concentra sus investigaciones en los que deben ser los lmites tericos de los modelos textuales: el problema de lo extralingstico y la categora del sujeto, es precisamente por medio de estos aspectos como es valorada la contribucin de la lingstica moderna: Pero el objeto lenguaje que la lingstica moderna se ha dado, desprovisto de sujeto, o tolerado solamente como ego trascendental (en el sentido de Husserl y en el ms directamente lingstico de Benveniste), tarda en ser planteado en lo que concierne a esta exterioridad del lenguaje (siempre dialctico en cuanto translingstico)309. Da idea de la importancia de estas categoras la siguiente afirmacin: Las modificaciones del lenguaje son modificaciones del estatuto del sujeto de su relacin con el cuerpo, con los otros, con los objetos 310. Es sintomtico que O. Ducrot y T. Todorov, tomando como base a J. Kristeva y al resto del grupo Tel Quel, planteen una concepcin del texto como productividad311.

4.3. Problemas existentes en la definicin de la unidad texto

Struttura di una teoria semantica, pp. 219 220, en La linguistica: aspetti e problema, de L. HEILMANN y E. RIGOTTI, o. c. 308 Il linguaggio come processo cognitivo, o. c., p. 24. 309 La revoluzione del linguaggio poetico, Venecia, Marsilio, 1979, pp. 23 24. 310 Ibdem, p. 19. 311 Diccionario Enciclopdico de las ciencias del lenguaje, Buenos Aires, Siglo XXI, 1974, pp. 397 401.

307

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La mayor fuente de contradicciones en la definicin de la unidad texto se puede localizar en la determinacin de su lugar particular, sea como unidad abstracta (nivel de los constructos o nivel mico) del sistema, sea como unidad del discurso (nivel de los observables o nivel tico)312. Segn se elija una orientacin predominante de carcter inductivo o hipottico deductivo se determina la eleccin en uno u otro sentido. Confirmacin de la existencia de este problema nos la ofrece Van Dijk al valorar la contribucin de la corriente estructural al estudio del texto: Se hablaba de las unidades del texto, de los fonemas, morfemas, lexemas, sintagmas, frases, etc.; no, sin embargo, de las relaciones textuales entre ellas. El texto era concebido como parte del uso de la lengua (parole, ejecucin) y no como posible unidad formal del sistema lingstico313. Se pueden establecer dos criterios de definicin de la unidad texto:

a) Criterio formal (o unidad del sistema lingstico). b) Criterio material (o circunscrito al discurso efectivo).

Es preciso advertir inmediatamente la no absoluta separacin metalingstica entre los dos criterios en las diversas definiciones que a continuacin consideramos. Por definiciones materiales entendemos aquellas que refuerzan el papel de los elementos de consciencia histrico prctica manifestados por los usuarios del lenguaje. Creemos que tal capacidad es ms operativa que una especfica funcin del lenguaje, exactamente la que Jakobson define como metalingstica. Esta capacidad es la que, con diversas motivaciones, ha sido puesta de relieve en los estudios sociolingsticos: Plantearse el problema de qu puede ser una sociolingstica es, ante todo, enfrentarse con la cuestin del concepto que el hablante tiene de su propio instrumento lingstico. Porque tcita o expresamente el hablante toma posiciones para encararse con su lengua: unas veces, las ms, no las manifiesta; pero otras acuciado por excitantes externos responde a una pregunta que se formula o que le formulan. De este concepto surgen distintas valoraciones que afectarn a toda clase de mbitos sea para asegurar su conciencia nacional o de grupo tnico, sea para valorar o desestimar su lengua, sea para afianzar la conciencia de clase, etc.314. Siendo, adems, tal capacidad, el criterio al que en ltima
312

Segn la terminologa de PIKE aplicada al mbito textual por W. DRESSLER, en Introduzione alla linguistica del testo, o. c. 313 Per una poetica generativa, Bolonia, il Mulino, 1976, p. 117. 314 M. ALVAR: Actitud del hablante y sociolingstica, p. 87, en Comunicacin y lenguaje, de R. LAPESA (Coord.), Karpos, Madrid, 1977.

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instancia se acude para establecer la determinacin terica del texto: Sentencia y texto constituyen las unidades del discurso cuya evidencia, como realidad expresa, se deja sentir claramente en la conciencia psicolgica de los participantes en el acto comunicativo verbal de estar realizando dos tipos distintos, pero en s mismos perfectos, de pasos cerrados en el proceso del discurso. Es en esa conciencia central de unidad organizativa, donde reside la posibilidad de su caracterizacin como constructos tericos Nuestra experiencia de las propias estrategias de comunicacin de una noticia, por ejemplo evidencia que nuestras decisiones y elaboracin del discurso son slo terminalmente sentenciales315. Este tipo de conciencia (calificable como conciencia metalingstico textual) y los diversos elementos que la caracterizan, puede contribuir al enriquecimiento de la nocin de competencia lingstica en la medida en que se especifica mucho ms su interrelacin con la ejecucin lingstica. Desde la otra perspectiva se procede con claridad a la ordenacin terica de los niveles de abstraccin con los que diversificar los mbitos especficos en los que est dividida la unidad texto: El texto puede ser considerado de diversas maneras. En primer lugar tenemos el texto manifestacin, el discurso, elemento de la lengua objeto. Pasando del nivel superficial al profundo, encontramos el texto como constructo terico subyacente a una manifestacin lingstica: se trata, por tanto, de un constructo terico concreto. Por ltimo, tenemos el texto como unidad del sistema lingstico, es decir, como constructo terico abstracto. En base a esto, el hecho concreto es el discurso; el texto como constructo terico es una abstraccin de primer grado, y el texto como constructo terico abstracto es una abstraccin de segundo grado316. Los diversos niveles de abstraccin (formulados con base en Saumjan y Tarski) presuponen una separacin metodolgico formal que distancian el papel de la teora concentrada sobre el usuario. Su necesidad terica y metodolgica no debe, sin embargo, contraponerse a una progresiva adecuacin emprica de la teora, evitando hacer de los diversos niveles de abstraccin y de sus respectivos resultados prcticos (aplicacin a la descripcin de un texto), sectores desconectados entre s, en lo que respecta a la solucin efectiva de los problemas, si bien sean plenamente coherentes desde un punto de vista descriptivo formal. No se puede olvidar, por otra parte, que establecer los niveles de abstraccin en

315

A. G. BERRIO, Texto y oracin, art. cit., pp. 131 y 133, respectivamente. Applicazione analitica di una teoria linguistica testuale. A proposito di un testo de F. de Quevedo, Tesis doctoral dirigida por L. HEILMANN, Bolonia, curso acadmico 1978 79, p. 41.
316

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la definicin de la unidad texto garantiza su efectiva distincin con la unidad frase, ya que a nivel superficial ambas unidades pueden coincidir a menudo: los constructor subyacentes al texto presentan una mayor distancia del nivel superficial, respecto a los constructos de enunciado317. Los diversos niveles facilitan, por ltimo, la posibilidad terica de establecer una linealidad no prefijada. Observemos, adems, que segn Petfi la distincin entre frase y texto no se obtiene mediante las presumibles operaciones concretas (o idealizaciones de las mismas) que puede realizar el usuario, sino por medio de la lgica de la metodologa que se establece. Esta separacin metodolgica de carcter general debe estar unida a otra de carcter ms particular configuradota del eje de anlisis de los productos textuales, esto es, la distincin entre los factores contextuales y contextuales, que facilita la distincin entre los factores susceptibles de ser formalizados y todos aquellos (los referidos a la dinmica productivo receptiva de la comunicacin concreta) a los que est conectada la especificacin terica de los anteriores factores formalizables pero sin proceder a una indagacin explcita de los mismos en cuanto tales, a lo sumo se procede a una investigacin de carcter hipottico. Este es quiz el lmite mayor de las concepciones formales de la unidad texto como la petfiana -, aunque permanezcan siempre abiertas las puertas de la discusin sobre la inevitabilidad de tal modo de proceder: Entre los problemas co - textuales se encuentran los problemas de la estructura gramatical (sintctica semntica (intensional) y fonolgica / grfica) as como los de la estructura formal no gramatical pero perteneciente al menos al objeto verbal (mtrico rtmico y eufnico); entre los aspectos contextuales se encuentran todos los dems: los concernientes a la interpretacin semntica extensional, la produccin de textos, la recepcin de textos, etc.318. Es precisamente ante esos fenmenos (adems de los sealados habra que aadir la dinmica tema rema) sometidos con mayor o menor grado de automatizacin al control del hablante, donde las previsiones y los esquemas metodolgicos pierden su rigidez y los elementos no directamente formalizables aumentan: los diversos fenmenos textuales estn sometidos entre s: los aspectos gramaticales se relacionan con los no gramaticales, la estructura tema rema puede ponerse en relacin con el cotexto y con el contexto; a tal propsito P. Sgall distingue entre los elementos determinados por el contexto, contexto verbal y contexto no verbal (elementos

Ibdem, p. 42. Aperu de letat actuel delaboration dune conception de la thorie du texte , en J. S. PETFI ; Vers une theorie partielle du texte, Papiere zur Textlinguistik, Hamburgo, Buske, 1975.
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contextually bound), los cuales son incluidos en el tema, y elementos no determinados por el contexto (elementos contextually non bound), los cuales son incluidos en el focusPor otra parte, la estructura temtica resulta relacionada con el problema de la presuposicin319. Idntica importancia se concede a la figura del usuario ante la necesidad de explicacin de los textos sin sentido: En lo que respecta al emisor, podemos decir que se trata de textos producidos con una determinada intencin comunicativa: la intencin, precisamente, de comunicar algo que no tenga sentido. El receptor, a su vez, se coloca en una cierta condicin de espera, cuando se dispone a la lectura de un texto semejante. Es obvio que tales textos no seran interpretables en una situacin comunicativa diversa320. Este cruce de los criterios formal y material (con variaciones procedentes del predominio de uno u otro de los criterios) se manifiesta en una amplia serie de definiciones de la unidad texto321 y convendra considerar este hecho como la limitacin ms acentuada y la fuente mayor de conflictos en los distintos modelos textuales.

4.4. Valoracin global de la aportacin textual

La lingstica del texto, en su variedad de presentaciones, no presupone una total ruptura paradigmtica, sino que quiere ser, ante todo, una continuacin de las teoras estructurales y generativas orientadas semiticamente, algo que, por otra parte, no han dejado nunca de manifestar los principales tericos textuales. Quiz el mayor motivo de contraste sea debido al impacto relativamente frontal en algunos puntos, sobre todo, en lo relativo a la unidad superior del anlisis lingstico, que se ha producido entre los modelos de lingstica textual con relacin a un generativismo excesivamente ortodoxo.

Applicazione analiticao. c., p. 61. Ibdem, p. 33. 321 Pueden considerarse entre otras las ofrecidas por H. WEINRICH en Sintassi testuale dellarticolo francese; por H. ISENTERG en Riflesioni sulla teoria del testo; por E. LANG en Di alcune difficolt nel postulare una grammatica del testo, y por I. BELLERT en Una condizione della coerenza dei testi (artculos contenidos en la antologa citada de M. E. CONTE). Conviene no olvidar la ampliacin ofrecida por la investigacin textual llevada a cabo por el grupo de Mosc Tartu, fundada en la aplicacin de la nocin de texto a otros sistemas semiticos adems del lingstico, y la neta divisin entre procesos primarios o discretos y procesos secundarios o no discretos. Vase, sobre todo: La struttura del testo poetico, de J. M. LOTMAN, Miln, Mursia, 1976; Tipologia della cultura, de J. M. LOTMAN y B. A. USPENSKIJ, Miln, Bompiani, 1973; Ricerche semiotiche, de J. M. LOTMAN y B. A. USPENSKIJ (editores), Turn, Einaudi, 1973; Tesi sullo studio semiotico della cultura, de J. M. LOTMAN, Ibdem, pp. 118 193; Che cosa d lapproccio semiotico?, de J. M. LOTMAN, Ibdem, pp. 225 228; Il problema del segno e del sistema segnico nella tipologia della cultura russa del XX secolo, de J. M. LOTMAN, Ibdem, pp. 40 63.
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Los modelos textuales han seleccionado, con las adaptaciones metodolgicas pertinentes, una serie de aspectos de los paradigmas anteriores, entre los que destacan: a) Los procesos transfrsticos. b) Todo lo que tiene relacin con la mecnica comunicativa, especialmente en lo que respecta a la relacin entre los usuarios y los diversos componentes disciplina. Aspectos ambos que, salvo la serie de excepciones que hemos enumerado ocupaban un lugar marginal en la reflexin de los paradigmas anteriores. En cualquier caso se podra hablar en la perspectiva textual de determinados saltos cualitativos (ventajas y mejoras) en la consideracin de estos fenmenos. Podramos hacer la siguiente enumeracin: a) Intento de definicin sistemtica de la unidad texto, y decimos intento porque todava no se ha producido una total homogeneidad en los criterios adoptados, como hemos tenido ocasin de mostrar. Lo que es indudable a pesar de todo, es la generalizacin de un punto de vista textual, de una ptica textual que ha contribuido a la consecucin de una amplia serie de resultados: a.1) El facilitar desde esta base una redefinicin de las unidades del anlisis lingstico de rango inferior. a.2) El relieve concedido a una serie de mecanismos, principalmente los conectivos y los diversos procesos de concatenacin, considerados tan slo colateralmente y de un modo menos integrado y coherente que el ofrecido desde una perspectiva textual. a.3) La posibilidad de garantizar una lectura en clave textual de las corrientes lingsticas anteriores, en todos los aspectos posibles, y de los otros mbitos de estudio, principalmente los relacionados con la construccin literaria. b) La integracin de la unidad texto en el proceso comunicativo. La consiguiente concentracin de la investigacin en la figura del usuario lingstico que deje de ser un simple agente exterior para convertirse en una categora terica relacionada con los procesos que presupone la configuracin de la unidad texto (sntesis, interpretacin y comparacin o traduccin), obtenindose, de esta forma, un cambio absoluto en el papel concedido a las diversas disciplinas o componentes del anlisis lingstico que, a su vez, son incorporados a la lgica de tales procesos. Sin embargo, en los modelos textuales existen determinados lmites o problemas por resolver que se podran agrupar en la amplia serie de fenmenos no 111

lineales que escapan de la mecnica terica de los modelos y a los que se intenta dar una respuesta postulando la necesidad de conexiones interdisciplinares o creando componentes marginales a la teora en los cuales encuadrarlos, caso del componente de comentario propuesto en una de las fases de desarrollo del modelo de J. S. Petfi322. Centramos en esta comprobacin el inters mximo del presente artculo: la reestructuracin metodolgica (en este caso textual) no comporta inmediatamente la solucin de los problemas objeto de estudio. El problema de la produccin lingstico textual y el papel de los hablantes en tal proceso queda todava abierto a soluciones efectivas. Este perdurar de problemas no resueltos debera dar que pensar a quienes asentndose en los ltimos planteamientos metodolgicos, se desentienden de toda la reflexin anterior, cuando no la desprecian, despachndola con tajantes y cmodas simplificaciones. En cualquier caso, es evidente el perfeccionamiento aportado por la lingstica textual en la lgica de la metodologa cientfica. Con semejante reforzamiento metodolgico, y existiendo al fondo estos problemas no resueltos, es necesario proponer vas de desarrollo, ms all de las que estn contenidas en los modelos textuales mismos y de las que pueda ofrecer el progresivo perfeccionamiento de cada uno de ellos por oba de sus creadores.

5. Consideraciones finales

Es oportuno considerar el hecho que la nocin de competencia lingstica es generalmente concebida como el sistema abstracto de reglas lxico semnticas, sintcticas y fonolgicas, materialmente presente, de algn modo, en el cerebro del usuario lingstico. La competencia lingstica preside y controla los procesos de produccin y recepcin lingstica que constituyen el plano material y objetivo sometido a concretos procesos orgnicos y temporales. De este modo323 se podra afirmar que la nocin de competencia es, ante todo, una necesidad terica derivada del modo en que se concibe y reformula la investigacin lingstica, es decir, el anlisis de los procesos de produccin y recepcin lingstica considerados desde una ptica globalmente comunicativa o semitica. Necesidad terica nacida de la cantidad de

Semantica, pragmatica, teoria del testo, en M. E. CONTE, La linguistica testuale, o. c., pp. 221, 222. Nos limitamos a esta primera concepcin de la competencia lingstica sin considerar la serie de crticas y correcciones alternativas introducidas en ella.
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problemas empricos y fisiolgicos suscitados por esta nueva reformulacin de la investigacin lingstica, aunque hayamos comprobado su presencia constante. Exagerando y reduciendo las cosas, con conciencia del riesgo de una afirmacin tajante, una reformulacin terica de estas caractersticas acabara con desposeer, en ltima instancia, a la tradicional investigacin lingstica (tradicional vale en este caso tanto para los postulados estructurales como para los generativos) de su objeto de estudio, el cual vendra trasladado al campo de accin de algunas ciencias naturales (Biologa, Neurologa, Acstica), al menos en lo que respecta a la solucin efectiva de los problemas tal y como vienen planteados. Esta situacin, que si se desea se podra definir como exagerada, se puede observar mejor contrastndola con la prctica lingstica relativamente reciente como en el caso de la corriente estructural en alguna de sus tendencias que categoriza y organiza el producto lingstico, desconectndolo de sus protagonistas o considerando a stos como simples compartimentos estancos, sobre la base de algunos metalenguajes perfeccionados y aceptados convencionalmente por los diversos estudiosos. Regresando a lo ya expuesto, esta necesidad terica se romper en mil pedazos (de hecho la multiplicacin de tipos de competencia es buena prueba de ello) cuando la investigacin lingstica, orientada sobre la nueva base expuesta, camine sobre la peligrosa cuerda del simple discurrir emprico de los hechos lingsticos. Detrs de esta afirmacin se revela el debate sobre el predominio de una orientacin inductiva o hipottico deductivo, como ha sido formulado por N. Chomsky, S. K. Saumjan o K. Popper324, ponemos de relieve solamente la necesidad actual de potenciar el nivel de los observables (the observation level) en lo relativo al papel del usuario lingstico y al proceso de produccin textual: al mismo tiempo es necesario constatar como determinadas teorizaciones del usuario lingstico al nivel de los constructos (the level of constructs)325, son una simple ampliacin terica de los problemas en cuanto tales. Regresemos nuevamente al ncleo central del problema. En lo que se refiere a los problemas lingsticos, cuya investigacin se ha concentrado particularmente en la clarificacin de los procesos de produccin y recepcin lingstica, dada la dependencia de estos problemas de sus caractersticas fisiolgicas y empricas, para no encontrarnos en una situacin de estancamiento, de parlisis o de agotamiento terico que contine
Linguistica dinamica, de S. K. SAUMJAN, Bari, Laterza, 1970, y Logica della scoperta scientifica, de K. POPPER, Turn, Einaudi, 1970. 325 Concerning the Logical Basis of Linguistic Theory, de S. K. SAUMJAN, en Proccedings of the Ninth International Congress of Linguistics, La Haya, Mouton, 1964, p. 155.
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penitentemente haciendo referencia a los complejos procesos abstractos (competencia), obviamente presentes en cierto modo, que ya con suficiente precisin (se debe todava confirmar si es la mxima posible) han sido formulados e incluso criticados metodolgicamente (es el caso de las crticas precedentes desde pticas semnticas, pragmticas y psicosociolgicas), no nos queda otra cosa por hacer, por el momento, que buscar las fuentes de respuesta desde mbitos directamente controlables, sobre la base de categoras, bastante genricas si se quiere, como las de conciencia, respuestas efectivas de los usuarios en su utilizacin del lenguaje, convenciones, intenciones, presuposiciones, modelos adoptados, etc.; categoras claramente conectadas con los principios paradigmticos bsicos de las nuevas orientaciones tericas: unidad de anlisis superior a la frase, orientacin semitica y los procesos de produccin y recepcin textual como nuevo cuadro de los estudios filolgicos, lingsticos, crticos e histrico literarios. Por otra parte, no es posible evitar, en una primera fase, los riesgos (que segn algunas perspectivas seran una involucin) de un metalenguaje no excesivamente precisado. Desconsiderar esta propuesta hara que las soluciones ms honestas fueran, de una parte, el abandono de esta paradigmacin, conformndonos con la aplicacin categorial o metalingstica convencionalizada de los modelos estructurales o generativos, tanto ortodoxos como heterodoxos, aprendiendo y utilizando mecnicamente sus

instrumentos tericos, o bien, en otras palabras, permaneciendo en un terreno seguro, institucionalmente aceptado y cientficamente vlido desde sus particulares

presupuestos paradigmticos; de otra parte, se deberan abandonar los estudios lingsticos y comenzar, por ejemplo, con los estudios de tipo neurofisiolgico. Este modo de ver las cosas puede ser acusado de radicalismo, sin embargo, conviene decir que estamos reflexionando sobre problemticas reales que se presentan a individuos concretos y, por tanto, es necesario proponer las cosas en su crudeza. Por nuestra parte defendemos, incondicionalmente los mecanismos de complementariedad e interdisciplinariedad326 y los consideramos como una necesidad categrica, lo que no impide presentar de este modo las cosas con la intencin de evitar que la vas interdisciplinarias sean simples eclecticismos consentidos o una simple afirmacin de intenciones para estar en consonancia con el soplo de los vientos de los postulados paradigmticos de base (ms a la moda).
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Vase nuestro: La lingstica integral: nuevo ideal de construccin de la ciencia lingstica (en prensa).

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Captulo V Presupuestos tericos para una Grafmica textual

Sin duda alguna, entre las aportaciones ms importantes de la investigacin lingstica moderna, hay que resaltar especialmente la progresiva ampliacin de las tareas y cometidos de la gramtica, consecuencia, en parte, de los cambios producidos en la concepcin de la misma. Si se analiza, aunque sea superficialmente este hecho, se observa que progresivamente de una concepcin logicista, normativa e historicista de la gramtica, basada en una consideracin esencialmente representativa del lenguaje, se va pasando hacia concepciones de orientacin estructural-funcional, de orientacin generativo-transformacional y a concepciones diversas caracterizadas por un fundamento ltimo de carcter semitico-comunicativo. A este ltimo grupo mencionado pertenecen, con sus especiales caractersticas, las orientaciones de carcter textual, pragmtico, psicolingstico y sociolingstico, que, de una parte, han agrandado el nmero de disciplinas configuradoras de la ciencia lingstica, a la vez que estn facilitando ya que estamos inmersos en este proceso-, la inclusin en las gramticas de las distintas lenguas de apartados dedicados a la exposicin y explicacin ordenada de estos fenmenos, cuando se adopta el reparto disciplinar en la organizacin del estudio de los fenmenos lingsticos, y, de otra, estn permitiendo la construccin de gramticas caracterizadas por el estudio de los fenmenos lingsticos desde la especial ptica de la nueva orientacin global, caso, en particular, de las distintas gramticas textuales que han llegado a proponerse. Todava hoy los desarrollos alcanzados por estas nuevas disciplinas no han cuajado en la elaboracin de gramticas totales o integrales de las distintas lenguas, aunque de su necesidad y presupuestos hayan hablado lingistas como E. Coseriu y E. R. Trives327. Por el momento la idea de integralidad es ante todo un nuevo ideal de construccin de la ciencia lingstica que podra servir de posible cierre a la situacin actual descrita por L. Heilmann, para quien todava estaramos inmersos en el
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De E. COSERIU destaca especialmente: Interdisciplinarit e linguaggio, en Laccostamento interdisciplinare allo studio linguaggio, AA. VV., Miln, FRANCO ANGELI (ed.), 1980. De E. R. TRIVES pueden tenerse en cuenta: Aspectos de semntica lingstico-textual, Madrid, IstmoAlcal, 1979. Estudios sintctico.semnticos del espaol (la dinmica interoracional), I, Murcia, Edt. Godoy, 1982, y La lingstica integral y su incidencia en el aprendizaje de una lengua extranjera, ponencia presentada al I Congreso Nacional de la Asociacin Espaola de Lingstica Aplicada (AESLA), Murcia, 14-17 de abril de 1983.

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paradigma cientfico que inaugurara Saussure a principios de siglo328. Resulta significativo que dentro de esta nueva orientacin estn surgiendo planteamientos anlogos tanto desde presupuestos estructurales-funcionales como desde presupuestos generativos. De un lado, numerosos representantes del primer grupo (especialmente E. Coseriu) hablan de la necesidad de proceder en la elaboracin de gramticas a la interrelacin de los aspectos lingsticos invariables (encuadrables a nivel de sistema, de langue) y de los aspectos lingsticos variables (localizables a nivel de discurso, de parole); de otro, los nuevos planteamientos generativos postulan la distincin entre una gramtica central y una gramtica perifrica, como necesidad metodolgica imperiosa para proceder al establecimiento de universales lingsticos y poner las bases para un estudio contrastivo de las distintas lenguas329. Resulta curioso comprobar que bajo estas nuevas concepciones subyacen problemas tan antiguos como el de las concepciones analgica y anmala, o el de la dialctica constante entre unidad y variedad en el estudio de los distintos fenmenos lingsticos, lo que contribuye a corroborar la oportunidad en la distincin de universales especficos de la ciencia lingstica330. En un breve repaso histrico del reparto disciplinar de las distintas gramticas, puede observarse cmo de un ncleo inicial casi exclusivamente fontico-morfolgico, con el desarrollo autnomo de las distintas disciplinas acentuado a principios de siglo, los contenidos gramaticales se van ampliando hacia lo fonolgico y lo sintctico, posteriormente hacia lo semntico (no limitado como en un principio a lo estrictamente lexicolgico), para ampliarse ms recientemente a problemticas psicolingsticas, sociolingsticas, textuales y pragmticas, postulndose incluso, con una cierta autonoma, mbitos de estudio tan especficos como el de los aspectos rtmicos y entonativos de las distintas lenguas. Sin entrar para nada en las dificultades de separacin y en las relaciones mutuas que mantienen los distintos niveles de anlisis gramatical que se proponen, puede representarse as esta evolucin:

LUIGI HEILMANN: del estructuralismo a la lingstica del texto, IV Curso de Lingstica Textual, Universidad de Murcia, abril-mayo de 1981. 329 Il programa chomskiano e la tipologia linguistica, de LUIGI RIZZI, en Lingua e Stile, 3, 1980, pgs. 347.370. 330 Los universales del lenguaje (y los otros), de E. COSERIU, en Gramtica, Semntica, Universales, Madrid, Gredos, 1978, pgs. 148-205.

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Niveles de anlisis gramatical

Fonolgico Rtmico/Entonativo

Fontico Morfolgico L X I C O

Sintctico Semntico Pragmtico

Como detalle colateral no es ocioso recordar que el nivel pragmtico formal (segn la caracterizacin de R. Montague y J. S. Petfi331), ya que en un sentido amplio la etiqueta pragmtico es otra de las contendientes a alzarse con el sentido ltimo de la orientacin global de las distintas disciplinas configuradoras de la ciencia lingstica, frente a las de textual, semitico, psicolingstico y

sociolingstico, por citar tan slo las ms importantes. A pesar de esta ampliacin, uno de los aspectos que suele obviarse todava es el de la composicin o disposicin grfica y espacial, desinters que es especialmente grave en el anlisis de los textos escritos y de los textos orales retorizados convencionalmente. Sin embargo, a poco que se reflexione sobre el mismo descubrimos de inmediato su importancia, en primer lugar por su presencia inexcusable en numerosos textos de lengua objeto, aqullos que operan en el proceso comunicativo por medio de su materialidad grfica. La composicin o disposicin grfico-espacial es la conformacin congnita de las realidades lingsticas, ya como punto inicial del proceso de sntesis o interpretacin lingstica as, al menos se manifiesta en la generalidad de los casos-. Est, adems, estrechamente ligada a problemas bsicos, como es el de la naturaleza lineal de los signos lingsticos y la serie de relaciones (especialmente

Pragmtica y lgica intencional, de R. MONTAGUE, en Ensayos de filosofa formal, Madrid, Alianza, 1974, pgs. 91-117. Semantica, pragmatica, teoria del testo, de J. S. PETFI, en La Linguistica Testuale, de M. E. CONTE (ed.), Miln, Feltrinelli, 1977, pgs. 195-223.

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sintagmticas) que les son propios. A. Martinet ofrece en este sentido un esbozo de explicacin histrica:

le pictural tend, historiquement, devenir graphie des langues dans la mesure o il se soumet la linarit caracteristique du langage oral mis et peru successivement332.

Pero el problema de la linealidad como ha puesto de relieve S. Hervey- lleva aparejados numerosos problemas:

Cette question est plus srieuse quon ne pourrait le supposer, puisque la successivit de la parole que scoule dans le temps est un problme entirement dtermin par les exigences de la nature, alors que la successivit dans lcriture prsente des choix. Il faut avoir des conventions pour dterminer si cette successivit est dordre linaire de gauche droite, ou de droite gauche, etc. Ceci signale une diffrence pertinente entre successivit dans le temps et successivit (la vrai linarit) dans lespace. Ce nest donc que par usage mtaphonrique qun dsigne la successivit dans le temps par le terme linarit. Or, on sait bien que les mtaphores sont trompeuses en matire de science333.

Puede afirmarse, por tanto, que a su nivel correspondiente la disposicin o composicin grfico-espacial es consecuencia ltima y resultante del carcter articulado del lenguaje humano. Todo ello hace perfectamente factible el proponer como componente especialmente caracterizado, el encargado del anlisis grfico-composicional (espacial) de los textos escritos o de quellos textos pensados para su circulacin oral pero sometidos a un esquema retrico-escritural de base. Desde un punto de vista lingstico, el encuadre actual de estos problemas suele consistir en un captulo especial de algunas gramticas, dedicado a la descripcin del
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Intervencin de A. MARTINET en la discusin (pg. 13) de la ponencia de M. MAHMOUDIAN: Les rapports syncroniques de loral et de lcrit au vu de lrdre dcquisition chez lndividu et des interdpendances ultrieures, en Actas del IV Coloquio Internacional de Lingstica Funcional, (26-30 de julio de 1977), Universidad de Oviedo, Dpto. de Lengua Espaola, 1978, pgs. 3-22. 333 Intervencin de S. HERVEY en la misma discusin, o. c., pg. 14.

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uso convencional en une lengua de los principales signos grficos, generalmente escriturales, con un enfoque casi exclusivamente ortogrfico. Desde un punto de vista metodolgico como se expondr ms adelante-, la situacin actual del estudio de estos problemas viene caracterizada por la dispersin y pluralidad de ciencias que pretenden hacerse cargo de su estudio. Por nuestra parte, constatando la necesidad de un planteamiento interdisciplinar, proponemos el estudio de la problemtica grfico-composicional desde un punto de vista textual que permita avanzar en la elaboracin de gramticas integrales de las distintas lenguas. La adopcin de esta orientacin metodolgica permite de antemano ajustarse a los principios bsicos que orientan a un sector muy importante de la investigacin lingstica moderna: a) Una orientacin global semitico-comunicativa, con especial incidencia en los procesos de produccin, recepcin y traduccin lingstica. b) La adopcin de unidades de anlisis superiores a la oracin. c) Mantener una actitud integradora y complementaria. De cara a la elaboracin de gramticas de lenguas concretas este componente grfico reagrupara aquellos elementos que de forma aislada aparecen en las mismas sin un criterio unificador y desconectado del resto de componentes. En el caso de la lengua espaola se tratara de analizar las numerosas aportaciones existentes334 para intentar establecer una sistemtica depurada, una cierta paradigmtica de estos aspectos, que son aceptados de manera ingenua por los hablantes y empleados con una cierta laxitud. Se tratara de localizar los lmites imprescindibles que permitiesen alcanzar el objetivo de establecer la sistemtica grafmico-textual de nuestra lengua. Sistemtica que debera
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Pueden servir como ejemplos meramente indicativos y sin ningn nimo de exhaustividad: Ortografa, pgs. 284-309, en Manual de Gramtica Espaola, de RAFAEL SECO, Aguilar, ;adrid, 1969. Ortografa, pgs. 195-213, en Gramtica Castellana, I Curso, de A. ALONSO y H. UREA, Losada, Buenos Aires, 1973. Los medios de expresin, pgs. 9-14, en Gramtica del Espaol, de B. POTTIER, Alcal, Madrid, 1970. Ortografa, pgs. 58-78, en Introduccin a la moderna gramtica espaola, de J. ESCARPANTER, Playor, Madrid, 1974. Ortografa, pgs. 120-159, en Esbozo de una nueva gramtica de la lengua espaola, Espasa-Calpe, Madrid, 1974. Ortografa, pgs. 587 y sigs., en Gramtica moderna del espaol, de M. J. SNCHEZ MRQUEZ, Ediar, Buenos Aires, 1972. El Grafema y la Ortografa, pgs. 243-245, en Lingstica Espaola, de VIDAL LAMQUIZ, Publicaciones de la Universidad de Sevilla, 1975. Como obra de conjunto de gran inters terico y bibliogrfico es preciso mencionar: Ortografa y ciencia del lenguaje, de JOS POLO, Paraninfo, Madrid, 1974. Otras obras generales que merecen destacarse son: Ortographe e Lexicographie, I, de N. CATACH, J. GOLFAND y R. DENUX, Publications du centre dtude du franais moderne et contemporain, Didier, Pars, 1971. Code Orthographique et Grammatical, de R. THIMONNIER, Hatier, Pars, 1970. Estilstica: Teora de la puntuacin. Ciecia del estilo lgico, de MARIO LINARES, Paraninfo, Madrtid, 1979. Para un acceso al problema desde un punto de vista histrico hay que tener en cuenta: Estudios de teora ortogrfica del espaol, de ABRAHAM ESTEVE SERRANO, Publicaciones del Dpto. de Lingstica General y crtica literaria, Universidad de Murcia, 1982.

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equilibrar la tendencia normativa, incluso preceptista generalizada en los problemas de ndole escritural, con el anlisis de los usos especficos y el conocimiento ms o menos reflexivo que los hablantes poseen de los mismos. No olvidando que precisamente en el caso de los problemas escriturales es donde con mayor fuerza se percibe la influencia institucional que la enseanza ejerce sobre el conocimiento lingstico de los hablantes. La propuesta de un componente de anlisis grfico-composicional (espacial) va en lnea de potenciacin del estudio de los aspectos lingsticos materiales (superficiales, en sentido generativo), es decir, de aquellos elementos directamente observables que han demostrado su importancia lingstica en lo relativo a los fenmenos de ordenacin y configuracin comunicativa del discurso, como es el caso de los fenmenos de focalizacin, del estudio de la dinmica tema-rema y de la dinmica de conexin y articulacin de los distintos elementos que configuran el discurso humano, aspectos que en un principio no fueron valorados en su justa medida. La especial caracterizacin del componente grfico-composicional (espacial) de los distintos textos est muy estrechamente relacionada con las diversificaciones en distintos gneros y subgneros literarios que se han producido en el transcurrir de la evolucin literaria. Su estudio no se puede plantear si no es en estrecha relacin con la formacin histrica de los distintos gneros literarios, pues, si bien existen en todos ellos razones comunes de carcter lgico-comunicativo o estilstico en lo relativo, por ejemplo, a la puntuacin y organizacin de los diferentes componentes textuales, cada gnero impone unas especiales caractersticas grfico-composicionales335.

Efectivamente, no son directamente equiparables la composicin y distribucin estrfica en el caso de la poesa versificada, con la composicin de los libretos teatrales con arreglo al entretejido de actos y escenas, o la distribucin por el sistema de captulos y pargrafos como es el caso de los distintos subgneros narrativos, en los que caractersticas como la extensin adquieren un especial valor diferenciador de las distintas especies narrativas (cuento, novela corta y novela)336. Esta configuracin tradicional permite postular la existencia de espacios y distribuciones grficas convencionalizadas que forman formaran- parte de la estructura cognitivo-textual de un hablante cualificado y que inciden incidiran- en la
335

Sera conveniente estudiar contrastivamente lo que ocurre en otras artes (pintura, escultura y arquitectura, especialmente) en lo relativo a su estructura compositiva. 336 Cfr. M. BAQUERO GOYANES: Qu es el cuento?, Columba, Buenos Aires, 1974. Qu es la novela?, Columba, Buenos Aires, 1975, y Estructuras de la novela actual, Planeta, Barcelona, 1975.

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disposicin y organizacin de los contenidos textuales generados. El que hablemos de hablante cualificado obedece al carcter selectivo de la competencia literaria desde un punto de vista socio-cultural337. Ejemplos de tales espacios, por tener desde el principio una referencia concreta, aunque no exhaustiva, seran, entre otros: el prlogo y la serie de textos preliminares, pargrafos, captulos, eplogos o textos de cierre en general. Cada uno de ellos tiene razn de ser en funcin de un cometido especial: anticipar, dosificar o recapitular informacin; obedecen a unas determinadas razones de carcter comunicativo y psicolgico: mantener la atencin, intentar que sean memorizados de forma especial determinados contenidos. A veces, caso de los pargrafos, su especial espacialidad obedece a razones de identidad o diversidad temtica o argumental (la diferente puntuacin suele estar motivada por estas razones). El hacer depender esta serie de elementos de la estructura cognitivo-textual de un hablante cualificado, supone la necesidad de conocer las convencionalizaciones cognitivas de que dispone en lo relativo a la espacialidad. Para tal estudio disponemos ya de una serie de resultados que pueden ser de utilidad para dar cuenta de este cometido: a) J. Grard Lapacherie ha puesto de relieve la importancia de la nocin de la pgina como espacio y la serie de cambios histricos que han existido en la organizacin y disposicin de lo escritural: Les travaux sur les troubles de lcriture (ou agraphie) ont montr, outre lexistence dune agraphie pure, indpendante des troubles de la parole, comment lcriture assure lorganisation de son support par un triple processus: le double alignemente des mots et des lignes, si bien que la page ressemble un rectangle noir sur fond blanc; le paralllisme entre les lignes et le respect par chacune de la linarit de son axe. Ce triple processus codifie la mise en page et en lignes du texte: il repose sur le principe de linarisation, qui, selon A. Leroi-Gourhan, est apparu une date rcente dans lhistoire de lhumanit. En effet, le graphisme scriptuaire de la prhistoire se caractrise par son organisation rayonnante (alors que le ntre est linaire) et multidimensionelle. Cette double

337

VICTOR M. DE AGUILAR E SILVA: Competencia lingstica y competencia literaria (sobre la posibilidad de una potica generativa), Gredos, Madrid, 1980. TEUN A. VAN DIJK: Per una poetica generativa, Il Mulino, Bolonia, 1976.

121

opposition (linarit vs. rayonnance; dimensions multiples vs. dimension unique) va nous permettre danalyser la construction de la page de Carte postale338. b) En los estudios realizados sobre los conectivos, especialmente en el caso de los locativos, y sobre las manifestaciones lingsticas de la nocin de espacialidad, se acude a menudo a idealizaciones convencionalizadas del espacio que permiten entre otras cosa, la aceptacin de determinadas direcciones por parte de todos los hablantes en la concepcin lingstica del mismo, nociones como verticalidad, horizontalidad, disposicin en diagonal339. c) Igualmente en anlisis crtico-literarios se ha intentado establecer los fundametos objetivos que justifican un cambio en los modos de narrar y de describir; concretamente en el estudio de la forma de describir caracterstica de Manzoni en I Promessi Sposi, E. Raimondi ha demostrado la incidencia de la nueva concepcin cientfica inaugurada por Galileo en las nuevas formas narrativas que se inician con Manzoni en el cuadro de la literatura italiana. El mismo Raimondi, al encarar el estudio de las especiales formas narrativas de Carlo Emilio Gadda, caracterizadas por la ruptura de las convenciones tradicionales en lo relativo al inicio y fin de una obra literaria, planteaba, en la misma lnea de interrelacin entre las especiales concepciones del mundo y las particulares formas narrativas, la siguiente hiptesis: las formas narrativas tradicionales no ofrecen ninguna problemtica especial en lo relativo al inicio y fin narrativo de una obra literaria en la medida en que estn sustentadas en concepciones cerradas del mundo no problemticas, cuya muestra ms significativa es la concepcin judeo-cristiana del mundo, fundada en una visin filtrada a travs de los parmetros que ofrece la Biblia, que delimita perfectamente sobre los lmites iniciales (Gnesis) y finales (Apocalipsis) del mundo. Otras visiones del mundo totalizantes (en lo relativo a sus lmites) como la emanada de la filosofa marxista ms tradicional, tampoco ofrecen dificultades de inicio o fin narrativo a aquellos escritores que se ajustan a esos presupuestos filosficos. Tpico para Raimondi de la mejor narrativa moderna
338

Ecriture e lecture du calligramme, pg. 197, en Potique, 50, 1982, pgs. 194-206. D. PARISI-C. CASTELFRANCHI: Analisi semantica dei locativi spaziali, en La Sintassi (Atti del III Convegno Internazionale di Studi della SLI), M. Bulzoni, Roma, 1970. CHRISTINE TANZ: Studies in the Acquisition of Deictic Terms, Cambridge University Press, 1980, P. CARBONERO CANO: Deixis espacial y temporal en el sistema lingstico, Publicaciones de la Universidad de Sevilla, 1979.
339

122

y contempornea es una visin problemtica del mundo que lleva consecuentemente a desestabilizar los lmites y conceptualizaciones narrativas tradicionales en los aspectos constructivos de la obra literaria340. d) De especial inters, asimismo, son los estudios semiticos procedentes del establecimiento de tipologas de la cultura (Lotman, Uspenskij, Foucault)341, y los estudios sobre el arte en general fundamentados en una psicologa de la percepcin (Arnheim)342. e) En esta fundamentacin interdisciplinar que estamos efectuando, conviene, por ltimo, acudir como soporte primario para llegar a las especificaciones de carcter cognitivo-textual, a la teora e historia de la escritura como ejemplificacin y base terica imprescindible de las bases materiales de la produccin y recepcin textual. En este mbito chocamos de antemano ya lo anuncibamos antes-, con la dispersin metodolgica de los estudios grafemticos y escriturales, como pone de manifiesto A. Bartoli Langeli:

Latteggiamento che la Storia, professionalmente e accademicamente intesa, ha tenuto e tieni nei confronti del tema-scrittura quello della parcellizzazione e della delega. Costruire tante divisioni disciplinari quanti sono, pi o meno, i tipi di prodotti scritti; affidare ciascuna a una branca di specialisti; provvedere ciascuna di una specifica attrezzatura lessicale e metodica. Ecco allora un pullulare di discipline, alcune rivendicanti una piena autonomia (storia della letteratur, storia della lingua scritta/parlata, filologie varie), altre tradizionalmente ascritte al vario sistema delle cosiddete scienze ausiliari della storia e, spesso, alla laboriosa ricerca

Il romanzo senza idillio, Einaudi, Turn, 1974. Curso monogrfico sobre Carlo Emilio Gadda, Bolonia, ao acadmico 78-79. J. M. Blecua ha demostrado cmo el Quijote, fuente de toda la narrativa moderna, rompe el inicio narrativo tpico, en el anlisis de los tipos de inicio textual en la narrativa anterior al Siglo de Oro (cfr. IV Curso de Lingstica Textual, Universidad de Murcia, 1981). 341 Cfr. Semitica del teatro popolare, de P. G. BOGATYRV, en Ricerche Semiotiche (Nuove tendenze delle scienze umane nellURSS), de J. M. LOTMAN y B. A. USPENSKIJ (edits.), Einaudi, Turn, 1973, pgs. 5-25. Il sistema spaziale nellintreccio della bylina russa, de S. Ju. NEKLJUDOV, en Ibdem pg. 107-124. Muy interesante como caracterizacin global de la cosmovisin medieval y renacentista es la ofrecida por M. BAJTIN en su monografa sobre Rabelais, cuando contrapone una visin vertical y jerrquica a una horizontal y progresiva (cfr. Lopera di Rabelais e la cultura popolare (Riso, carnevale e festa nella tradizione medievales e rinascimentale), Einaudi, Turn, 1979). 342 R. ARNHEIM: Arte y percepcin visual, Alianza, Madrid, 1979. GOMBRICH: Arte e ilusione, studio sulla psicologia della rappresentazione pittorica, Einaudi, Turn, 1965.

340

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dellemancipazione: paleografia, diplomatica codicologia, bibliografia, storia del libro, storia della tradizione manoscrita343.

Tal dispersin cabra explicarla, en opinin de Bartoli, por la amplitud de fuentes materiales y la serie de problemas tericos que llevan aparejadas:

assumere come fonti tutti i materiali che attengono, direttamente e indirettamente, alla scrittura. Quindi, il libro ma non solo il libro: appunti, documenti, sottoscrizioni, scrittura dapparato, scritture murali e cos via. Ciascuna delle evidenze materiali della scrittura rimanda a un processo culturale, a un tipo di alfabetismo, a una forma di socialit, e pertanto merita unanalisi, una descrizione e una formalizzazione in quanto tale344.

Para este mismo autor la amplitud e importancia de los materiales escriturales tiene una incidencia inmediata en la organizacin cultural de una sociedad:

Si pu tuttavia aggiungere un terzo tema globale di studio: le procedure e istituzioni attraverso le quali ogni sistema sociale provvede ad alfabetizzare e a far circolare la cultura scritta: la scuola certamente, il libro e il sistema editoriale certamente, ma anche i mezzi di comunicazione e persuasione pubblica, la scrittura come regolatore ordinario della vita collettiva, la lingua standard, le strutture del discorso345.

Incidencia en la organizacin cultural que le lleva a plantearse hasta qu punto lo escritural no impone una determinada manera de ver el mundo:

proprio la natura istituzionale e statutaria della scrittura, la quale consente di radicare i fenomeni culturali nel vivo della struttura sociale, di ancorare le idee ai meccanismi oggettivi della produzione e propagazione culturale346.

Premessa de A. BARTOLI (pg. 438) a Alfabetismo e cultura scritta, en Quaderni Storici, 38, Ancona, mayo/agosto de 1978. 344 Ibdem, pg. 441. 345 Ibdem, pg. 445. 346 Ibdem.

343

124

Las tareas propuestas por estas direcciones de estudio son perfectamente asumibles desde un punto de vista textual. A. Petrucci enumera las siguientes:

1) Il meccanismo dellinsegnamento del leggere e dello scrivere nelle sue diverse articolazioni sincroniche (sociali e geografiche) e diacroniche; 2) i modi di realizzazione e le caratteristiche delluso passivo della cultura scritta, e cio della lettura, sia di libri che di ogni altra testimonianza grafica; ed anche della ricezione visuale del messaggio puramente esteticoformale che pure ogni scrittura (soprattutto se di apparato) contiene e trasmette; 3) la differente dislocazione del grado di alfabetizzazione (attiva e passiva) nei vari settori di una socet divisa in classi; 4) le scelte ideologiche ed economiche che di volta in volta sono alla base del processo di produzione (manoscrito o a stampa) deiprodotti grafici (e in particolare del libro), i meccanismi e gli strumenti tecnici per mezzo dei quali nelle varie epoche esso si esplica, e il peso che in esso esercitano i protagonisti umani, che comunque vi partecipano a diversi livelli e con differenti responsabilit347.

No va a ser cometido del presente estudio plantear en toda su extensin la problemtica de la relacin entre lo fnico y lo grfico. Baste con exponer las actitudes dominantes que podran quedar resumidas en las siguientes tendencias: a) Tendencia a la indistincin entre ambos: la substancia, desde este punto de vista348, puede ser o fnica o grfica, si la substancia es fnica es reconducida a la forma por la fonologa; si la substancia es grfica es reconducida a la forma por la ortografa o grafologa. Como se observa la nica distincin es de carcter metodolgico pero no se indaga tericamente la base de esa posible diferencia. b) Tendencia a establecer la prioridad de lo fnico y consecuentemente afirmar el carcter derivado de lo grfico:

Nous refusons linterprtation de certaines thories linguistiques qui font abstraction de la substance mme dans laquelle se ralise la langue, et
Per la storia dellalfabetismo e della cultura scritta: metodi, materiali, quesiti, pg. 452, en Alfabetismo e cultura scritta, o. c., pgs. 451-465. 348 M. A. HALLIDAY: Le categorie della teoria della grammatica, pg. 114, en La lingstica: aspetti e problemi, de L. HEILMANN-E. RIGOTTI (edts.), Il Mulino, Bolonia, 1975, pgs. 111-151.
347

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considrent la reprsentation graphique, aussi bien que lexpression phonique, comme deux manires possibles de matrialiser le systme formel unique quest la langue. Pour nous, le langage a une manifestation normale et primaire, qui est phonique; lcriture, ou reprsentation graphique, tant sa manifestation scondaire: du point de vue linguistique, on ne peut ltudier en elle-mme, mais seulement dans ses relations avec la premire349.

Tanto una como otra ha llevado a afirmar a determinados autores la existencia de un fonocentrismo en el pensamiento lingstico occidental350. Como visin compendiadora de la relacin fnico-grfica puede servir la ofrecida por L. Heilmann, fundada en el siguiente esquema: M a v

349

E. ALARCOS LLORACH: Les reprsentations graphiques du langage, pgs. 519-520, en Le langage, de A. MARTINET (ed.), Gallimard, Pars, 1968, pg. 515-588. En este mismo sentido: M. ALVAR: Fontica, Fonologa y Ortografa, en Lingstica Espaola Actual,I/2, 1979, pgs. 211-231. 350 Le fonocentrisme de la pense occidental dfinit le langage par loralit et ramne le signe et ses significants una squence sonore. Le signe tant une suite de sons se succdant das le temps, G. E. Lessing exclut du discours littraire la reprsentation de lespace et occulte la dimension graphique, spatiale, visuelle de tout texte inscrit sur un support. Du phonocentrisme qui imprgne la linguistique du XX sicle procde la mconnaissance de lcriture, conue comme un signifiant de signifiant. Le premier signifiant es phonique; le second, graphique. Pour J. Derrida, au contraire, lcriture est trace, partir de laquelle un sens peut tre tabli. A. Leroi-Gourhan pose lexistance dun langage visuel, dont le prototype est lcriture et qui permet lhomme dexprimer une pense par des images, des figures, des formes inscrites. Lautonomie de lcriture par rapport la parole est aussi une thse du linguiste tchque J. Vachek, qui oppose un langage crit au langage oral, et de Hjelsmlev, pour qui la forme linguistique, algbre de relations, peut sactualiser dans nimporte quelle substance, iconique, phontique, graphique, gestuelle. J. G. LAPACHEIRE: Ecriture et lecture du calligramme, art. Cit. Pgs. 194-195.

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Esquema que ha de entenderse del siguiente modo: en la transmisin de un mensaje (M) a un destinatario (D), la escritura (E) constituye la traduccin de la lengua hablada (H) insertndola en el eje visual-estable (v-e) en forma paralela al eje acsticomomentneo (a-m) en el que se inserta la expresin oral. La escritura sera una comunicacin visual estable que traduce por medio de signos convencionales (grafemas) el mensaje oral, permitiendo su conservacin en el tiempo y su transmisin en el espacio351. La operatividad del componente grfico-composicional no se agota en su carcter de traduccin visual y estable de lo fnico, sino que, adems, debe dar cuenta, como ya se ha expuesto, del conocimiento y del uso por parte del hablante de los elementos compositivos y organizadores que garantizan la construccin y manifestacin externa de los textos escritos. El siguiente esquema puede clarificar ambos aspectos: COMPONENTE GRFICO-COMPOSICIONAL
Disposicin o Composicin organizadora Componente de traduccin grfica

Escritura fontica o fonolgica

Escritura ortogrfica

/- ambiguo/

/+ ambiguo/

FONTICO/FONOLGICO

La disposicin o composicin organizadora coincide con lo que Greimas, apoyado en criterios pragmticos espacio-temporales, denomina dispositif graphique352.

351

352

L. HEILMANN: Introduzione, pg. 14, en La lingstica: aspetti e problemi; o. c., pgs. 13-34. Le texte choisi, sous sa forme crite, comporte un dispositif graphique caractris par le choix des caractres dimprimerie, le decoupage phrastique, le dcoupage en paragraphes, etc., tout discours prsente une organisation multiplane, sa mise en paragraphe peut correspondre des dlimitations indiscutables, mais situes tantt sur lun tantt sur lautre des niveaux du droulement discursif. Aussi est-on amen le plus souvent recourir, en primer lieu, aux critres spatio-temporels de segmentation, qui ont lavantage dtre uniformment prsents dans tout discours pragmatique, cest--dire dans la discours relatant des sries dvnements ou de faits qui, eux, se trouvent ncessairement inscrits dans le systme de coordonnes spatio-temporelles. Citado por E. R. TRIVES en Aspectos de Semntica lingstico-textual, o. c., pg. 224, nota 498.

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Desde el segundo punto de vista, el principal problema por solucionar es establecer y clarificar las relaciones que el componente grfico-composicional establece con el resto de componentes que intervienen en la creacin de un texto. Tomando como referencia el proceso de gnesis textual pueden ser establecidas dos orientaciones diferentes: a) Una orientacin convencionalizada en la que el componente grficocomposicional es el ajuste final organizador del resto de componentes. En estos casos la disposicin final no es problemtica y se ajusta a las convenciones constructivas del particular tipo de texto que se trate de confeccionar. El usuario lingstico dispone desde un principio del marco grfico-composicional al que ajusta los resultados de los dems componentes con arreglo a la disposicin o reglamentacin convencionalizada. b) Una orientacin no convencionalizada en la que el resto de componentes, sin perder su operatividad propia, se subordinan en cierta medida al componente grfico que adquiere en consecuencia, una especial importancia. Sera ste el caso de los caligramas, de los distintos juegos anagramticos y de los juegos con el orden variable de lectura de los distintos componentes de un texto literario. En este sentido ha llegado a hablarse de la escritura como gesto353. En el caso de los juegos anagramticos es conveniente advertir que cuando proceden de textos pensados para su circulacin oral, hay que considerarlos como de intencionalidad fnica; slo el cambio sociocultural impuesto por la circulacin de los textos en forma impresa motiva la prioridad de lo grfico. Tambin habra que incluir aqu el caso de la creacin lxica a partir de errores grficos354.
353

Pueden ser tenidos en cuenta los siguientes trabajos: el ya mencionado de J. G. LAPACHERIE, Los anagramas de Ferdinand de Saussure (textos inditos) de J. STAROBINSKY, XXI, Mjico, 1977, pgs. 229-247, y La lettre et les idogrammes occidentaux, de J. C. COQUET, en Potique, 11; 1972, pgs. 395-404. 354 Reproducimos, dado su inters, la amplia cita de LOTMAN: Analizzando i manoscritti di Pukin ci si convince che in certi casi ci sono tracce dellinfluenza sullo svolgimento successivo dellpera di errori evidenti, che suggeriscono la rima successiva e incidono sullo sviluppo della narrazione. Cos, analizzando la brutta copia della poesa Vc ticho, na Kavkaz idt nocnaja mgla (Tutto tranquillo, sul Caucaso si stende la caligine notturna) S. M. Bndi n un solo manoscrito ha trovato due di questi casi: 1) La lettera e, della parola legla (si stendeva) stata scritta da Pukin senza locchiello, cosicch la sua grafia veniva a coincidere per caso con la grafia della parola mgla (caligine). Questo errore casuale della penna non ha forse indicato al poeta la via verso la variante idt nocnaja mgla (si stende la caligine notturna)? 2) La parola net (no) stata scritta da Pukin in modo tale che poteva passare per let (anni). Transformando cos mnogich net (molti no) in mnogich let (molti anni) Gli esempi riportati confermano che le alterazioni meccaniche in certi casi possono apparire come riserva della riserva (riserva dela fascia extrasistematica del testo).

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Esta doble orientacin en el componente grfico-composicional puede ser utilizada como uno ms entre los criterios para el establecimiento de una tipologa de los distintos textos. Salvo en el caso de la segunda orientacin en la que el componente grficocomposicional adquiere un cierto carcter entitativo, su caracterstica esencial es la dependencia o subsidiariedad con relacin al resto de componentes. En concreto, W. Dressler en las dos pginas que dedica en su obra de introduccin a la lingstica del texto a la grafmica y a los textos escritos, considera que esta problemtica slo alcanzar una explicacin cuando se disponga de un conocimiento ms preciso del resto de componentes, especialmente el componente de base temtico-semntico:

Solo quando sar possibile predire pi essattamente la derivazione della struttura superficiale sintattica del testo a partire da un componente di base di un testo tematico e semantico del testo, potremo pi chiaramente comprendere i mutamenti avvenuti nel passagio alla fonologia del testo, e stabilire con pi precisione quando questa debba esser fatta derivare direttamente dalla semantica del testo355.

Insistiendo en esta dependencia semntica, advierte asimismo de la dificultad de proceder a generalizaciones en el estudio de los elementos grfico-textuales:

Ogni specie di interruzione dello sviluppo semantico un indizio per la delimitazione delle parti del testo, o di gruppi di frasi o di stringhe, paragrafi, capitoli, ecc., appartenenti allo stesso insieme. La presenza dei mutamenti rende naturalmente pi difficile il preciso riconoscimento degli estti confini dei segmenti di testo. Inoltre la costituzione dei segmenti di testo, per esempio dei paragrafi, molto diversa a seconda della lingua, cultura, stile e genere del testo, ed quindi difficile generalizzare. Decisiva la relativamente maggiore coerenza semantica tra frasi di uno stesso frammento di testo considerato. Questa coerenza dovrebbe fondarsi pi sul rapporto con il tema generale del

Testo e contesto (Semiotica dell arte e della cultura), Laterza, Bari, 1980, pg. 21. 355 W. DRESSLER: Introduzione alla linguistica del testo, Officina, Roma, 1974, pg. 118.

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segmento che sulla contiguit semantica delle singole frasi. Ancora una volta, quindi, lomogeneit non in superficie356.

El plantearse o no lo grfico como algo autnomo, desligado de los procesos que instauran los dems componentes, depender del tipo de texto o de gnero que en cada caso se considere. Argumento para la posible autonoma del componente grficocomposicional sera el hecho de disponer l mismo de una articulacin por niveles. En efecto, podra hablarse de una especie de sintaxis en cuanto articulacin de una serie de unidades o componentes-, de una cierta semntica, en la medida en que el juego con las disposiciones convencionales puede resultar significativo, y, por ltimo, de una cierta pragmtica cuando, por ejemplo, determinados ingredientes de espacio y composicin pueden presentar un texto como poema, como dilogo teatral, etc., o dotarlo de unas determinadas atribuciones. Ejemplo privilegiado de esta posible autonoma del componente grfico-composicional sera su especial importancia en los medios escritos de comunicacin de masas (especialmente en la prensa). Tambin dentro de lo pragmtico juegan un importante papel las connotaciones sociolgicas, ya que, por ejemplo, el aparato composicional puede servir para diferenciar al libro culto del de circulacin popular (especialmente en otros momentos histricos)357. De igual manera puede ser considerado como criterio para su posible autonoma, la comprobacin desde un punto de vista contrastivo del componente grfico como primer elemento de conocimiento en el acceso a un texto escrito, en base a la convencionalidad

Ibdem, pg. 96. Otra visin de lo grfico-composicional como dependiente o integrada es la ofrecida por M. BAJTIN que resumimos con algunas de sus afirmaciones: les mots, les phonmes, les morphmes, les propositions et les sries smantiques: ceux-ci sont placs hors du contenu de la perception esthtique, cest--dire hors de lobjet artistique; ils ne peuvent servir qu un jugement scientifique au second degr de lesthtique. (Pg. 62). Dans une oeuvre potique 357 Si consideri la suddivisione interna di questi libretti in tanti blocchi regolari, indifferenziati al loro interno, con uso ridottissimo de techniche esplicitanti (capitoli, paragrafi, sottoparagrafi, capoversi, di nuovo punteggiatura): Blocchi, unit di lettura corrispondenti forse a una misura standard di templo di lettura. Lo stesso procedere del discorso o della narrazione, che avanza lentamente, con frequenti riprese, ripetizioni i precisazioni, sembra configurare un modo, funzionale alla lettura semialfabetica, di apprendere e isolare i punti nodali dello sviluppo testuale, di seguire il filo del discorso. A tali scopi invence il libro colto dedicava indici, numerazionim titolazioni articolate e gerarchiche, sussidi visuali. Accorgimenti che facilitavano anche il tornare in dietro, il ritrovare un passo precedente: operazioni importanti per capire e, come ben si comprende, a tal punto ardue da risultare impraticabili per un lettore semialfabeta. Sia il tipo di lettura sia la struttura del libro che ne rispecchiava e accentuava il procedimento, erano chiaramente inidonei a dare al lettore se, infine, pu chiamarsi lettore- un senso coerente e complessivo del testo letto. Per rendere lidea, paragonerei questo modo di lettura a quello degli studenti che affrontano generosamente i primi rudimenti della paleografia: totalmente impegnati a superare lostacolo frapposto dagli elementi sia grafici, sia linguistici, sia strutturali (lontani tutti in vari misura dai propri sistemi usuali), essi comprendono ben poco, ahim, di quanto leggono. En Premessa de A. BARTOLI, cit. pgs. 448-449.

356

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ms o menos generalizada de la disposicin grfica. Por ltimo, se pueden aducir razones histricas en la manera de ser adquiridos los conocimientos grficocomposicionales (la escritura como opus servile)358. La importancia del papel del componente grfico-composicional viene reforzada por el hecho de la existencia histrica de la que puede denominarse nocin de texto como idea (ideacin) de libro o de obra literaria. Esta equiparacin entre texto y obra literaria se produca en la tradicin filolgica y se prolonga, incluso, en las visiones estructurales y narratolgicas. Como seala W. Dressler:

Il concetto di testo...non compare nelle grammatiche scolastiche se non nel significato di libro o, ancora pi in generale, di qualcosa scritta in parole359.

La imagen de texto como obra literaria es patente en la orientacin estructural:

Frente a un texto... todo deber ser considerado minuciosamente. Desde el ttulo hasta el punto final. Todo puede ser indicio que ponga de manifiesto ese orden superior que gobierna las relaciones internas y del cual nace el sentido y la organizacin estructural360.

Y en las posiciones narratolgicas subyace al fondo la misma idea:

La nocin de texto no se sita en el mismo plano que la de frase (o la proposicin, el sintagma, etc.); en este sentido, el texto debe distinguirse del pargrafo, unidad tipogrfica de varias frases361.

Sern las orientaciones textuales de base metodolgica hipottico-deductiva las que intenten ir ms all de esta visin, a la que califican de tica (nocin de texto como unidad del discurso, de la parole):
Diventare un esperto di qualsiasi tipo grafico costava, dunque, un lungo e faticoso apprendisato; ma lartigiano, in generale, non aveva alcuna intelligenza dei contenuti, non capiva quanto scriveva, si contentava di applicare servilmente le tecniche che gli erano state insegnate nel corso del suo tirocinio. La scrittura era e restava, almeno fino allet diocleziana, opus servile. En Dal segno incompiuto al segno negato, pg. 480, en Alfabetismo e cultura scritta, o. c., pgs. 466-487. 359 W. DRESSLER, o. c., pg. 9. 360 R. H. CASTAGNINO: Sentido y estructura narrativa, Nova, Buenos Aires, 1975, pg. 21. 361 DUCROT-TODOROV: Diccionario enciclopdico de las ciencias del lenguaje, Siglo XXI, Argentina, 1974, pg. 337.
358

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Quelle definizioni del testo che prendono in considerazione solamente i testi etici sono insufficenti362.

De ah que propongan una definicin desde un punto de vista mico (como unidad del sistema, de la langue):

Invece de tali vaghi tentativi di definizione, un testo emico dovrebbe servire piuttosto come punto indefinito di partenza del processo linguistico, cio come simbolo T di una rappresentazione generativa, del quale deriva un componente semantico di base conchiuso che da parte sua lentrata dellinsieme di regole della sintassi del testo e della frase363.

Se inaugura de esta forma una contradiccin entre una definicin realista, tica, inductiva del texto (Coseriu, principalmente364) y una definicin formal, mica, hipottico-deductiva (Van Dijk, Petfi, principalmente365), que conciben el texto, respectivamente, como unidad de la parole, del discurso, o como unidad del sistema de la langue y, por tanto, susceptible de una definicin abstracta. La nocin de texto como idea (ideacin) de libro est basada en la imagen variable histricamente de las caractersticas estereotipadas de la idea de libro u obra literaria (en sus distintos gneros) en lo relativo a su carcter, construccin y funcin. Como recuerda J. M. Lotman:

Nel corso dellevoluzione storica venuto un momento in cui il numero dei testi soggetti allazione della memoria ha superato la possibilit della memoria individuale. sorta allora una cultura scritta che ha dato la posibilit di fissare nella memoria della collettivit un numero illimitato di testi. Il significato della memoria scritta stato tale che le immagini di un libro o di una biblioteca hanno

W. DRESSLER, o. c., pg. 24. Ibdem, pg. 25. 364 E. COSERIU: Textlinguistik: eine Einfrung, Gunter Narr, Tbingen, 1981. 365 A. GARCA BERRIO-T. ALBALADEJO MAYORDOMO: La lingstica del texto, en Introduccin a la lingstica. AA. VV., Alhambra, Madrid, 1982, pgs. 217-260.
363

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cominciato ad identificarsi nella coscienza degli uomini con lo stesso concretto di memoria366. Podramos recordar como ejemplo de imagen global367 la ofrecida por el Arcipreste de Hita en su Libro de Buen Amor como instrumento musical. Como ejemplo privilegiado de la imagen convencionalizada del carcter, construccin y funcin de un tipo de texto concreto se puede aducir la que aparece en clave irnica en el prlogo de Cervantes a la primera parte del Quijote. Consecuencia terica de esta nocin de texto como idea (ideacin) de libro es la de permitir replantear la nocin de competencia literaria (especializacin necesaria de la nocin de competencia lingstica en mbito literario) como conciencia metalingstico-textual, es decir, como capacidad de producir e interpretar textos con arreglo a una convencionalizacin relativamente general de los mismos que permite proceder a la produccin o recepcin textual bien desde una orientacin analgica, ajustando las caractersticas del texto por producir o interpretar a las generalmente aceptadas, bien desde una orientacin innovadora o desautomatizadora variando en determinados aspectos esas caractersticas generales. Desde un punto de vista textual la funcin metalingstica propuesta por R. Jakobson pasara a ocupar una funcionalidad al mismo tiempo previa y globalizadora. Se hace, pues, necesario identificar los distintos elementos que intervienen en esa convencionalizacin relativamente general que sirve de base a la conciencia metalingstico-textual. Con el presente trabajo queremos defender la idea de que precisamente el que hemos denominado como componente grfico-composicional es uno de los que en mayor medida contribuyen a esa convencionalizacin, Especial incidencia posee dentro del amplio dominio de la composicin textual la que puede denominarse como topologa textual, es decir, la articulacin o sintagmtica de los distintos componentes de un texto. En efecto, concebida la composicin como distribucin espacial, puede afirmarse que todo texto se configura en este sentido en torno a un ncleo o eje central al que se refieren de un modo directo o indirecto una serie de subtextos que pueden ser etiquetados como satlites. La disposicin espacial e los textos satlites forma parte de su propia naturaleza textual y en razn de ella actan como los lmites demarcadores del texto en su conjunto, ya sea
366 367

Testo e contesto, o. c., pg. 43. ANTONIO PRIETO: Coherencia y relevancia textual (De Berceo a Baroja), Alhambra, Madrid, 1980.

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indicando su inicio, su transcurrir, su cierre o conclusin. Textos satlites indicadores del inicio pueden considerarse el ttulo, el prlogo y sus variantes (advertencias, prefacios, introducciones, prembulos, etc.), la dedicatoria y las citas previas; indicadores del transcurrir pueden considerarse la repeticin especificada de los elementos de inicio o el entretejido de citas y de referencias a otros contextos textuales; por ltimo pueden ser considerados como indicadores de cierre los distintos tipos de eplogo y sus variantes. La distribucin topolgica convencionalizada viene justificada por razones psicolgicas y de lgica comunicativa (satisfacer la espera de informacin, la aclaracin progresiva, la ratificacin final, por ejemplo), de las mismas en las que, en gran medida, sigue siendo un factor condicionante (tngase en cuenta, por ejemplo, la funcin retrica exordio y su relacin con los textos satlites indicadores del inicio textual). El ajustarse a un mayor o menor grado de convencionalidad en la disposicin de los textos escritos puede interpretarse como el deseo por parte del autor del texto de implicar al lector en mayor o menor medida. Desde este punto de vista han de explicarse los efectos narrativos conducentes a la creacin de suspense, la confeccin de prlogos apcrifos con finalidad organizadora del texto que presentan (el prlogo de Los usurpadores, de F. Ayala) o la creacin de finales narrativos mltiples (El astillero de J. C. Onetti). De todas formas el ms claro ejemplo del uso metalingstico del espacio textual es el de la serie de referencias convencionalizadas de carcter anafrico y catafrico en la dinmica intratextual o contextual. Hasta ahora todas las consideraciones que hemos efectuado del componente grfico-composicional se encuadran dentro de una dimensin de estudio sincrnica; sin embargo, como el resto de aspectos lingsticos la problemtica grfica y composicional es susceptible de ser estudiada diacrnicamente. El estudio diacrnico del componente grfico-composicional puede ser planteado en dos dimensiones de estudio complementarias: a) Una dimensin extrnseca apoyada en un estudio interdisciplinar con materias tales como la historia del libro o la sociologa de la lectura, que dara cuenta de la configuracin histrica de la imagen de texto como ideacin de libro. Es el criterio adoptado por F. Rigolot, quien frente al dilema de abandonar la nocin de texto por su carcter polismico o por ser susceptible de definicin slo negativamente, prefiere acudir al estudio de la lenta elaboracin filolgica de esta nocin, detenindose de forma especial 134

en sus momentos clave: las retricas antiguas (Aristteles y Quintiliano) y el humanismo filolgico del Renacimiento368. b) Una dimensin intrnseca que dara cuenta de los cambios lingsticos textuales producidos en la disposicin y organizacin grfica e intentara dar cuenta de los mismos (cambio textual en la disposicin textual de la dedicatoria que pasa a estar construida en forma de carta al simple sintagma preposicional).

Un posterior uso aplicativo de los presupuestos tericos para una grafmica textual que acabamos de exponer, requiere la especificacin clara de los distintos niveles del estudio lingstico propuesta por E. Coseriu, agrupando los fenmenos grfico-composicionales segn su operatividad, ya sea sta universal, idiomtica o discursiva.

368

La renaissance du texte (histoire et smiologie), en Potique, 50, 1982 pgs. 183-193.

135

Captulo VI La formacin lingstica y gramatical en la didctica de la Lengua Espaola

Cualquier tipo de apreciacin didctica requiere siempre una fuerte dosis de humildad. Nada ni nadie puede suplir la propia experiencia. De manera ms o menos consciente, la mayora de planteamientos didcticos ocultan siempre una actitud proselista y adoctrinadora, produciendo, en no pocas ocasiones, desagradables frustraciones dada la desproporcin existente entre los objetos explcitamente deseados y los medios efectivos que se proponen para conseguirlos. Tan ingratas consecuencias suelen tener su origen en el desconocimiento de las dificultades que entraa la propia configuracin y constitucin interna de la Didctica de la lengua, como disciplina de estudio de un conjunto tan heterogneo de elementos. Mucho antes de generalizarse las propuestas de integralidad, complementariedad o interdisciplinaridad en la prctica cientfica369, la Didctica, en general, y la Didctica de la lengua, en particular, se han caracterizado por su constante pluralidad constitutiva. Si atendemos a su constitucin interna, la Didctica de la lengua nace del concurso complementario de las teoras lingsticas y gramaticales con sus descripciones y anlisis especficos, de las varias teoras psicolgicas y de las innumerables teoras generales de la educacin con sus diferentes doctrinas y tcnicas pedaggicas; no olvidando la pluralidad sincrnica y diacrnica de cada una de estas dimensiones constitutivas consideradas aisladamente, y la no menor variedad sincrnica y diacrnica de las integraciones producidas entre las tres dimensiones. De la suma de ambas perspectivas debera de dar cuenta una historia ideal de la Didctica de la lengua. Tomemos como ejemplo la primera de las dimensiones para hacernos una idea del grado de complejidad que se puede alcanzar cuando establecemos relaciones con las otras dos dimensiones:

Recogidas en la actualidad entre los objetivos generales de los estatutos de algunas universidades. En el mbito lingstico pueden considerarse las propuestas de E. COSERIU y de E. RAMN TRIVES, resumidas en nuestro artculo: La Linguistica integrale come ideale di construzione della scienza linguistica, en CILTA, 1, 2, 3, 1982, pgs. 7-27.

369

136

TEORIAS LINGSTICAS GENERALES M1, M2, M3 (M3a, M3b), Mn MODELOS GRAMATICALES MG1, MG2, MG3 (MG3a, MG3b), MGn DISCIPLINAS O NIVELES DE ANLISIS GRAMATICAL (seleccionamos la Sintaxis) MODELOS GENERALES DE SINTAXIS MS1, MS2, MS3 (MS3a, MS3b), MSn MODELOS SINTCTICOS HISPNICOS Msh1, Msh2, Msh3 (Msh3a, Msh3b), Mshn El grado de complicacin es mayor si tenemos en cuenta que histricamente la relacin entre los distintos planos no ha sido lineal (M1-MG1-MS1-Msh1), y que habra que considerar, adems, las diferentes concepciones histricas en lo relativo a la organizacin de los niveles o disciplinas del anlisis lingstico y gramatical pinsese solamente en los lmites entre Morfologa y Sintaxis-, as como la repercusin de este reparto en las distintas unidades de anlisis pinsese en la unidad palabra-. Si suponemos iguales grados de complicacin al interior de las otras dos dimensiones, concluiremos, como ya lo han hecho otros autores, que la integracin entre Lingstica, Psicologa y Pedagoga parece todava ms lejos de ser realizada de un modo satisfactorio370. Pero no acabaramos de entender las dificultades de la Didctica de la lengua si nos limitsenos a constatar esta inestabilidad interna. Toda actividad didctica est incardinada en los diferentes niveles del sistema educativo, y de la misma manera que ste se ve sometido a los cambios que se introducen en las directrices de la poltica educativa, la Didctica de la lengua queda a merced de algo tan variable como la dinmica de cambios que se producen en la sociedad en que se desarrolla. De suerte que toda propuesta didctica est en ltima instancia condicionada por el juego de hegemonas ideolgicas que se producen en cualquier tipo de sociedad. A veces, son estos condicionamientos externos los que motivan que la primaca entre las tres dimensiones fundamentales de la Didctica de la lengua varen. As, por ejemplo, el rechazo que el Mayo del 68 supuso de las estructuras sociales e ideolgicas surgidas de
370

Cfr. MONICA BERRETTA, Linguistica ed educazione linguistica, Eunaudi, Turn, 1977; especialmente nota 34, pg. 41, donde se reproduce el esquema de integracin propuesto por SPOLSKY y retomado por E. ROULET.

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la Segunda Guerra Mundial, explica que en esas fechas fueran los aspectos psicopedaggicos los ms resaltados y cuestionados. Hasta el punto de que 1970 puede considerarse una fecha apropiada para establecer un antes y un despus en la bibliografa de Didctica de la lengua. Un antes todava dominado por planteamientos tradicionales y un despus ms preocupado por la renovacin de los contenidos que por los aspectos psicopedaggicos, coyunturalmente muy desarrollados y

superideologizados. La percepcin de estos factores variables no tan consciente como pudiera pensarse- se ha manifestado en una conciencia de la necesidad de cambios de orientacin, o en hablar abiertamente de crisis371. Junto a esta conciencia de mutabilidad y provisionalidad, los planteamientos de Didctica de la lengua ms recientes coinciden en su crtica a los objetivos de la Didctica tradicional de la lengua, tanto cuando vehicula los contenidos de la denominada Gramtica tradicional (compendio heterogneo de teoras que abarca desde los planteamientos gramaticales griegos hasta los racionalistas o ilustrados), como cuando, sobre todo, se camufla fundndose en teoras generales y gramaticales no tradicionales. Como puede observarse, aceptamos las opiniones de aquellos autores que consideran la situacin actual atada todava a planteamientos didcticos tradicionales. Estos brotes neotradicionales se ven reforzados, entre otros factores, por la crisis tan profunda que han padecido y padecen los valores ideolgicos que inspiraron los deseos de renovacin de los diferentes aspectos educativos a finales de los aos sesenta. Una de las crticas ms radicales a la Didctica tradicional de la lengua372, la considera, desde valoraciones intrnsecas, intil y acientfica, por no desarrollar
A modo de ejemplo podemos sealar las siguientes opiniones: La Gramtica como disciplina docente ha sufrido profunda crisis en este siglo. Fue en otro tiempo, como es sabido, no slo el eje de la enseanza del idioma patrio, sino tambin la base general de la educacin. SAMUEL GILI GAYA en La enseanza de la gramtica, pg. 159, en Estudios de lenguaje infantil, Bibliograf, Barcelona, 1972 (artculo original de 1952). Los problemas que tiene planteada la enseanza de la lengua y de la literatura en nuestros das son de tal magnitud que cualquier educador, que se precie de serlo, no puede permanecer insensible. Pensar, programar y actuar, hoy, en materia educativa como se haca en la dcada de los aos cincuenta o sesenta, por ejemplo, es no slo un anacronismo sino adems una irresponsabilidad muy grave. J. ROMERA CASTILLO: Didctica de la lengua y la literatura. Mtodo y prctica, Playor, Madrid, 1980, pg.15. Con la dcada de los 70 lleg una confusa revolucin a nuestros centros escolares: condena de la gramtica tradicional e irrupcin de las ms diversas teoras y terminologas gramaticales en los libros de texto. SONSOLES FERNANDEZ: Didctica de la gramtica, Narcea, Madrid, 1983. La scuola, a tutti i suoi livelli, ha attraversato negli ultimi anni un periodo di crisi e di contestazione assai dura, ed anche se le punte pi vive di questultima paiono oggi smorzate, la crisi vera (di struttura, di contenuti, di metodi, e sopratutto di obbietivi sociopolitici) ben lungi dallessere superata. M. BERRETA, O. C., pg. 3. 372 MONICA BERRETTA, O. C., pgs. 3-45.
371

138

realmente las capacidades lingsticas de los alumnos, especialmente, por no facilitar una autoformacin y autocrtica permanente, ni dar conocimientos cientficos sobre el lenguaje y sobre una lengua histrica determinada. En efecto, las denominadas partes orationis su principal fundamento- carecen en la prctica de la universalidad que se les concede en teora, estn definidas desde el sincretismo y la mezcla de criterios, aunque sea siempre el criterio logicista el determinante en ltima instancia. Finalmente, su metodologa inductiva conduce a una casustica que puede llegar a ser infinita. Desde valoraciones extrnsecas se resalta su carcter nocivo y antidemocrtico porque se basa en el autoritarismo y en la ausencia de sentido crtico, que asigna a las diferentes instituciones educativas una misin esencialmente selectiva, como demuestra su censura constante de las variantes lingsticas no normativas. Sus dos objetivos esenciales consisten, por una parte, en conseguir que los alumnos se expresen correctamente en su lengua materna, y, por otra, en lograr que los alumnos conozcan la gramtica, analicen los datos lingsticos desde un conocimiento previo de las reglas. Lo curioso de la didctica tradicional era la prioridad que conceda al segundo objetivo: conocida la gramtica, la perfeccin en el uso de la lengua se consegua por aadidura. Sus medios principales eran la lectura y los diferentes ejercicios que garantizaban un conocimiento prctico de las reglas (ortogrficas, morfolgicas, sintcticas, etc.). Su instrumento bsico era la lengua escrita, pero tomando como modelo los escritores ilustres del pasado, especialmente los clsicos. La lengua hablada, antes y durante la etapa escolar, era continuamente censurada o castigada. De esta forma la enseanza tradicional era contextualmente inadecuada, negadora del polimorfismo y la pluralidad implcitos en cualquier lengua histrica, e inconsciente de la diversidad existente entre la lengua hablada y la lengua escrita. Muchas propuestas didcticas actuales se limitan a cambiar de modelo normativo nueva variedad de prestigio-, a disminuir o prescindir de la actividad correctora y a mejorar en presentacin los antiguos ejercicios mediante fichas o esquemas vistosos, as como nuevos clsicos fragmentados y antologizados, pero sin cambiar la racionalizacin propia de esta modalidad didctica tradicional y como un ajuste de urgencia a las deshomogeneidades de la estructura social. Adems de seguir sosteniendo la ilusin de la incidencia directa entre el aprendizaje de la Gramtica quizs desde

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teoras lingsticas diferentes- y la mejora en el uso correcto de la lengua objeto de estudio373. La Didctica tradicional se adornaba finalmente con otros objetivos colaterales, a los que difcilmente poda llegar dadas sus limitaciones ya sealadas tan sucintamente: desarrollar el pensamiento lgico, en especial, la capacidad de abstraccin de los alumnos, facilitar el aprendizaje de otras lenguas y ayudar a la comprensin de los textos literarios. La tercera caracterstica que define a las concepciones modernas de la Didctica de la lengua es la esperanza de superar esa situacin de crisis permanente y de dar una alternativa definitiva a la Didctica tradicional de la lengua cuyos contenidos y objetivos bsicos acabamos de resumir-, por medio de la adaptacin de los nuevos planteamientos tericos que ofrecan las diferentes variantes del modelo estructural y la entonces incipiente lingstica generativo transformacional, instrumentos que se consideraban bsicos para alcanzar una enseanza de la lengua til, cientfica, provechosa para el alumno y democrtica, apoyada en los importantes avances conseguidos en el conocimiento de la psicologa humana y en las nuevas concepciones pedaggicas antiautoritarias y participativas. Desde esta perspectiva374 la relacin entre los estudios lingsticos y gramaticales y el logro de objetivos didcticos (aumento de las capacidades lingsticas de un hablante) no se presenta ya como algo directo y automtico. Concebida una gramtica pedaggica como la presentacin de la informacin sobre una lengua determinada con fines didcticos (S. P. Corder), la conversin de una gramtica cientfica en una pedaggica se presenta como el problema central. Se tiene conciencia del profundo distanciamiento entre los procesos de investigacin en teora lingstica y gramatical, y los procesos de difusin y adaptacin pedaggica de las distintas teoras: actualmente la separacin entre el trabajo de los lingistas y los problemas de naturaleza prctica de los enseantes est aumentando375. La solucin no se busca tanto en una modernizacin y actualizacin de los medios didcticos (laboratorios de idiomas, medios audiovisuales), como en adquirir una conciencia del sistema y del
373

En este sentido consideramos oportuno recordar las siguientes palabras de A. CASTRO citadas por R. ESQUER TORRES: La gramtica no sirve para ensear a hablar y escribir correctamente la lengua propia, lo mismo que el estudio de la fisiologa o de la acstica no ensean a bailar, o que la mecnica no ensea a montar en bicicleta. Esto es de tal vulgaridad que avergenza tener que escribirlo una y otra vez. En Didctica de la lengua espaola, Alcal, Madrid, 1971 (ed. orig. de 1968), pgs. 277-278. 374 EDDY ROULET: Teorie grammaticali e insegnamento delle lingue, Il Mulino, Bolonia, 1980 (ed. orig. de 1972). 375 Ibd., pgs. 14-15.

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funcionamiento del lenguaje, gracias a una exhaustiva comprensin de la Lingstica moderna. Este es el nico modo de garantizar el xito de la enseanza de las lenguas de modo duradero teoras y descripcin lingstica no llevarn por s solas al desarrollo de realizaciones prcticas en la enseanza lingstica, pero constituyen ciertamente un presupuesto indispensable para un desarrollo ptimo y eficiente de estas realizaciones prcticas376. Esta orientacin es la que subyace de forma inconsciente en la mayora de los casos377- en la serie de obras publicadas bajo el ttulo de Didctica de la lengua, que no son en la prctica ms que historiaciones simplificadas de las ltimas corrientes y desarrollos en la historia lingstica, destinadas a la actualizacin apresurada de conocimientos de los profesores de lengua. A pesar de estas didcticas camufladas, que slo tocan la superficie del problema, consideramos la orientacin de S. P. Corder, E. Roulet y M. Berretta plenamente vlida en la actualidad, siendo conscientes de que se centra solamente en el problema de los contenidos y no plantea los otros dos elementos fundamentales de la didctica de la lengua: el psicolgico y el pedaggico. De todas formas esta orientacin s permite colmar uno de los aspectos que intervienen en todo proceso didctico: la formacin lingstica del profesorado378, facilitando los medios oportunos para que se convierta en autoformacin permanente379. Si no queremos que la propuesta de autoformacin permanente quede limitada a uno ms de los muchos principios idealizados que suele albergar el discurso didctico, es preciso que ofrezcamos unas claves metodolgicas que faciliten el aprendizaje integrado, sistemtico y permanente de las teoras lingsticas, de las teoras gramaticales y de los anlisis lingsticos y gramaticales.
Opiniones de G. HELBIG citadas por E. ROULET, O. C., pgs. 15 y 93 respectivamente. No es este el caso de la obra coordinada por J. MARTINET: De la teora lingstica a la enseanza de la lengua, Gredos, Madrid, 1975. 378 (La formacin lingstica) consiste en poseer los conocimientos de la especialidad lo ms profunda y claramente posible en dos etapas claramente diferenciadas: la formacin inicial (realizada en los centros especficos de estudio) y la formacin continua del profesorado. Respecto a la primera, ser preciso que al terminar el ciclo de estudios, preparatorio para la docencia, el futuro profesor posea, de una parte, los conocimientos operativos y, de otra, un conocimiento terico, esto es, un saber describir la lengua a ensear y ser capaz de explicar los mecanismos que la componen. Se precisan, pues, un saber y un saber-hacer. No basta con saber mucha teora lingstica; es preciso saberhacer lingstica. J. ROMERA CASTILLO, O. C., pg. 20. 379 Pero no basta con tener unos estudios (un ttulo) que capaciten para realizar la tarea de la enseanza de la lengua, es preciso, adems, insistir en la importancia que tiene la educacin permanente por parte del profesor. La formacin continua ser una formacin puntual que contribuya a una verdadera renovacin de la formacin inicial y que tiene, as mismo, igual o ms importancia que sta. Esto presupone, pues, que los estudios acadmicos han de ser concebidos como una perspectiva abierta para conseguir una formacin continua tan necesaria y, tristemente tan poco cultivada. Ibdem, pg. 22.
377 376

141

Convendra comenzar previendo los riesgos que supone todo intento de integracin metodolgica. En la serie de consideraciones que D. Parisi realiza sobre el problema del pluralismo en las instituciones educativas380, discute la validez cientfica y pedaggica de las posiciones enciclopedistas o eclcticas que pretenden arrogarse en exclusividad el mtodo prototipo del pluralismo, porque en el fondo ocultan una concepcin agnstica carente de una opinin y posicin propias. Por lo que considera preferible adoptar un determinado modelo coherentemente y utilizarlo con rigor y profundidad. Dado que la consecuencia ms frecuente de la actitud eclctica o enciclopedista es el agnosticismo y la de la eleccin de un modelo nico, el dogmatismo excluyente, proponemos como ideal metodolgico una concepcin plural pero contrastiva que evite las desviaciones sealadas. La propuesta que realizamos requiere, como punto de partida, asentar con solidez los siguientes principios:

a) Convencimiento de la naturaleza de la actividad que se desarrolla, pues, pueden llevar a engao afirmaciones de esta guisa: no nos gusta llamar pomposamente ciencia a la gramtica aunque no nos molesta que los dems lo hagan; todos tenemos derecho a equivocarnos-, pero s considerarla una disciplina experimental381. b) Abandono de cualquier tipo de realismo ingenuo que separe dogmticamente la teora del anlisis de los hechos382. c) Ruptura con cualquier clase de concepcin determinista en la valoracin histrica de los distintos modelos, recuperando un sano tradicionalismo.
380

En la introduccin al libro: Per una educazione linguistica razionale, Il Mulino, Bolonia, 1979, especialmente pgs. 19 y 20. 381 Afirmacin de F. MARS en la pgina 204 de su obra: Cuestiones de Sintaxis espaola, Ariel; Barcelona, 1984. Sobre el estatuto cientfico de los estudios lingsticos y gramaticales puede consultarse la obra de L. HEILMANN: Linguistica e umanesimo, Il Mulino, Bolonia, 1983. 382 Consideramos especialmente significativas las siguientes palabras de E. COSERIU: En efecto, la teora efectivamente tal no es, como a veces se piensa (y se dice), construccin in abstracto de modelos arbitrarios. Y menos an puede serlo en una ciencia del hombre como la lingstica, cuyo fundamento, en lo que concierne a lo universal del lenguaje y de las lenguas, es el saber originario de los hablantes (y del propio lingista en cuanto hablante). La teora, en su sentido primario y genuino, es aprehensin de lo universal en lo concreto, en los hechos mismos. No hay por consiguiente, ni distancia ni conflicto entre hechos (o investigacin emprica) y teora, sino que la investigacin emprica y la teora son dos formas complementarias de la misma actividad. Una presentacin e interpretacin racional de un hecho es al mismo tiempo una contribucin a la teora; y una teora autntica es al mismo tiempo interpretacin racional de hechos. Nota preliminar a la obra: Gramtica, Semntica, Universales, Gredos, Madrid, 1978, pgs. 10-11. Para la nocin de realismo ingenuo puede consultarse la introduccin de F. RAVAZZOLI al libro: Universali linguistici, Feltrinelli, Miln, 1979.

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d) Concienciarse de los riesgos que encierra toda denominacin singular de las distintas ciencias.

El primer instrumento metodolgico que necesitamos es un modelo que nos facilite una explicacin contrastiva de los principales modelos tericos propuestos a lo largo de la historia de la reflexin sistemtica sobre el lenguaje humano. Para tal fin hemos propuesto el siguiente esquema, formulado, desde un principio, con motivaciones didcticas383:
OBJETIVOS O FINES MEDIOS AGENTES

METALEGUAJE Ciencias Auxiliares

Instituciones creadoras/difusoras difusoras Profesionales creadores/difusores difusores

METODOLOGA Principios racionalizadores EPISTEMOLOGA

El juicio de los diferentes modelos, si atendemos a los criterios de L. Hjelmslev de la coherencia, la exhaustividad y la simplicidad, no puede hacerse con independencia de los objetivos, los principios racionalizadores, los mtodos y los medios empleados por cada modelo terico. Cualquier utilizacin plural de los distintos modelos quedara invalidada o condenada al eclecticismo sin este discernimiento previo. La Didctica de la lengua en uno de sus cometidos- se situara en la dimensin institucional del esquema, con la tarea fundamental de garantizar la difusin de los diferentes modelos tericos con arreglo a las exigencias y caractersticas propias de cada nivel del sistema educativo. Este primer esquema que recoge, en parte, los objetivos de la enseanza de la lingstica general en el nivel universitario, conviene especificarlo todava ms detallando los cometidos ideales de todo modelo de teora lingstica general. A esta tarea se ha dedicado especialmente el profesor E. Coseriu, quien ha distinguido los
383

Cfr. Elementos generales para el anlisis de un movimiento terico de la historia de la lingstica, en Anales de la Universidad de Murcia, XLII, 1-2, curso 1983-84 (ed. 1984), pgs. 115-130.

143

siguientes planos, tipos de saber, mbitos de estudio y tipos de valoracin en el estudio del lenguaje humano:
Plano biolgico Saber psicofsico (poder hablar en general) Saber elocucional (saber hablar en general) Saber idiomtico (saber hablar una -o mslengua/s) Saber expresivo (saber construir discursos) Sonidos (sustancia del significante) Juicio de lo normal Acstica, Anatoma, Neurologa, etc.

Plano universal (hablar general) Plano cultural

en

Designacin (referencia a las cosas o estados de cosas)

Juicio de lo congruente

Lingstica Generativotransformacional

Plano histrico (diversas lenguas histricas) Plano individual (del discurso o texto)

Significado (organizacin lxica especfica de una lengua del mbito de la designacin) Sentido (contenido especfico de un discurso)

Juicio de lo correcto

Lingstica Estructural-funcional

Juicio de lo apropiado

Estilstica o lingstica del texto

Es importante advertir que todo modelo de teora lingstica general posee un afn de exhaustividad que difcilmente permite encasillarlo o especializarlo como, a veces, lo ha intentado el profesor E. Coseriu- en el estudio exclusivo de uno de esos planos. Establecido ya el cuadro metodolgico general, hemos de tener presente que toda la reflexin lingstica ha estado condicionada en sus resultados por la dialctica de lo lingsticamente sistematizable y de lo no lingsticamente sistematizable. En la Gramtica tradicional esta contraposicin se manifest en una doble concepcin de la Gramtica; por una parte, la calificada como regular, sometida a reglas, y, por otra, la calificada como figurada, no sometida a reglas; atenda a las variedades excepcionales condicionadas por el contexto o por diversas intenciones individuales de los hablantes (estilos). Esta dinmica sigue condicionando los postulados tericos estructurales y generativo transformacionales, como podemos ver en el siguiente esquema:
SISTEMA/TIPO in absentia COMPETENCIA-1 (Gramtica central) TEORA GRAMATICAL L A G R A M T I C A

LANGUE

COMPETENCIA-2 (Gramtica perifrica)

DESCRIPCIN GRAMATICAL

Norma

PAROLE

in praesentia

ACTUACIN

ANLISIS GRAMATICAL

144

Los esquemas anteriores nos permiten observar como los distintos modelos lingsticos generales, en su aplicacin al estudio especfico de una o varias lenguas histricas, se han concretado en forma de gramticas (si empleamos la denominacin neutra y no diferenciamos entre teora, descripcin y anlisis), que han estado caracterizadas y orientadas por los diferentes modelos tericos. Conviene insistir en esta diferencia que evite falsas equivalencias entre modelos tericos generales y modelos gramaticales. Los modelos tericos generales abarcan otros aspectos o dimensiones de estudio adems de la descripcin gramatical de una o varias lenguas. Las diferentes gramticas son, por tanto, concreciones en el anlisis de diferentes lenguas de algunos de los aspectos del modelo terico general en el que se inspiran. La relacin entre teoras generales del lenguaje y gramticas de las diferentes lenguas es una relacin de inclusin de stas en aqullas. Sin entrar en un estudio general de las caractersticas propias de los diferentes modelos gramaticales, podemos asumir la postura de E. Coseriu, para quien la tendencia u objetivo comn de las diferentes gramticas (pese a estar inspiradas por modelos tericos diferentes) es el estudio de lo homogneo en el anlisis que efectan de las distintas lenguas histricas. Esa caracterstica esencial de la Gramtica (empleando la engaosa denominacin singular) contrasta con la heterogeneidad propia del lenguaje humano; de ah que los diferentes modelos tericos generales, adems de especializarse en la construccin de gramticas, dediquen dimensiones de estudio especiales (y como resultado surgen disciplinas lingsticas con estatuto terico autnomo) a las heterogeneidades o variantes del lenguaje humano. De esta forma las variedades de naturaleza espacial han sido objeto de estudio de la Geografa lingstica y de la Dialectologa, las variedades de ndole social son estudiadas por la Sociolingstica y las variedades que son consecuencia de las distintas modalidades expresivas y de la incidencia del contexto situacional, son estudiadas por la Estilstica y por los diferentes modelos pragmticos y textuales. Para la Didctica de la lengua es imprescindible ser consciente de la afirmacin que E. Coseriu ha efectuado en numerosos lugares de su obra: nadie habla en su totalidad una lengua histrica, entendiendo por tal el conjunto de variedades diatpicas, diastrticas y diafsicas, por lo que es necesario estudiar una lengua desde las perspectivas: sintpica, sinestrtica y sinfsica, o lo que es lo mismo, una 145

determinada lengua funcional, entendida como la suma de un dialecto, un nivel de lengua y un estilo de lengua. La gramtica de una lengua, aunque no se especifique, suele corresponder con una determinada lengua funcional. Por eso hablar de una gramtica del espaol es una inexactitud, ya que ninguna de las gramticas existentes comprende el estudio de todas las variedades que hemos sealado. El problema de fondo, hoy en discusin, radica en la posibilidad de una gramtica que estudie varias lenguas funcionales, es decir, una gramtica de la variacin, en razn de la capacidad de los hablantes para entenderse, a pesar de la variedad de lenguas funcionales, y aun de la capacidad de imitar usos diferentes de los suyos. La didctica de la lengua tiene que decidir si plantea la enseanza lingstica desde una opcin invariante, desde una norma ejemplar desde la que se discierne la idoneidad (correccin) de los diferentes usos, o si se abre a una opcin variante, presentando diferentes normas que se describen y explican, pero que, en principio, no se juzgan desde un solo parmetro. Podemos agrupar lo dicho hasta ahora con un nuevo esquema, en el que introducimos la mecnica constructiva aplicable, en general, a los diferentes modelos gramaticales:

Criterios y mbitos de estudio

Disciplinas o niveles de anlisis

Unidades del anlisis gramatical

Factor comn: HOMOGENEIDAD


(en el estudio de las diferentes lenguas)

GRAMTICA

Mecnica constructiva

(neutralizando la diferencia entre T., D. y A.)

MODELOS GRAMATICALES

G1 (G1a, G1b), G2, G3, Gn

(relacin no unvoca)

M. TERICOS GENERALES

M1 (M1a, M1b), M2, M3, Mn (posiblidad de cruces)

146

La variacin histrica de las diferentes gramticas puede establecerse atendiendo a la diferente interrelacin que cada orientacin gramatical hace de los tres elementos que definen su mecnica constructiva: criterios y mbitos de estudio, unidades y disciplinas o niveles de anlisis. Los criterios han variado histricamente; podemos como simple enumeracin sealar los siguientes: criterio logicista (analgico, normativo, racionalista), criterio historicista (evolucionista, comparatista), criterio estructural (inmanente, transcendente) y criterio generativo (transformacional y no transformacional). En cuanto a los mbitos y dimensiones de estudio podemos sealar como principales: el mbito oral frente al escritural, la dimensin sincrnica frente a la diacrnica. Las disciplinas o niveles de anlisis son establecidas por cada enfoque gramatical mediante un reparto especial que asigna a cada una de ellas un cometido especfico, variable histricamente. De la primitiva divisin en Prosodia, Analoga, Sintaxis y Etimologa, siendo la Analoga el nivel esencial en el anlisis gramatical, hemos pasado a una progresiva especializacin y autonoma de cada nivel o disciplina: el desarrollo de una Fontica experimental, la Fonologa y la Grafmica en el estudio de la forma y sustancia del significante. La progresiva desmorfologizacin de la Sintaxis, el desarrollo de la Semntica y la Lexicografa, y, por ltimo la propuesta de un nuevo nivel pragmtico. La mecnica constructiva que con carcter general hemos aplicado a los diversos enfoques gramaticales, puede aplicarse individualmente a cada una de las disciplinas gramaticales, como muestra el siguiente esquema que no detallamos- aplicado a la Sintaxis:
Criterios y mbitos de estudio

Organizacin y disposicin de contenidos

Unidades sintcticas

Factor comn
(las relaciones que establecen entre s los signos de una lengua)

S I N T A X I S

Mecnica constructiva

S1, S2, S3, Sn

G1, G2, G3, Gn

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GRAMTICA

El problema de los lmites y de la ampliacin de los dominios de las disciplinas o niveles de anlisis es de naturaleza metodolgica, es decir, obedece a la necesaria limitacin o parcelacin que ha de realizarse para estudiar un conjunto tan amplio y heterogneo de fenmenos. Este estudio parcelado contribuye a reforzar la naturaleza articulada de las distintas lenguas, pero es importantsimo desde un punto de vista didctico, tener en cuenta que las lenguas funcionan integralmente. En consecuencia, aunque metodolgica y pedaggicamente se separen las diferentes disciplinas o lo que es lo mismo, posean un estatuto autnomo-, por esa naturaleza integral de toda lengua, las diferentes disciplinas establecen relaciones entre s, dado que en numerosas ocasiones los mismos fenmenos tienen que ser estudiados por disciplinas diferentes. Por todo ello, no pueden nunca olvidarse las relaciones que las distintas disciplinas establecen entre s, as como tampoco puede olvidarse la relacin que cada una de ellas establece con otras ciencias (Acstica, Lgica, Psicologa, etc.). La propuesta de diferentes disciplinas viene determinada, normalmente, por las unidades del anlisis gramatical que se proponen. La permanencia de la palabra como unidad bsica de una de las variantes ms importantes de la Gramtica tradicional (no hay que olvidar que las gramticas racionalistas consideran como unidad central y bsica la oracin), explica, en parte, la divisin en niveles de esa gramtica. La propuesta de unidades en la segunda articulacin y el establecimiento en la primera articulacin de unidades significativas inferiores a la palabra, ha determinado, en gran medida, el reajuste disciplinar llevado a cabo por las gramticas de orientacin estructural. El exceso terminolgico babelismo- en la denominacin de las diferentes unidades no es un obstculo salvo para el profano ignorante en cuestiones lingsticas y gramaticales- para defender el carcter cientfico de los diversos enfoques lingsticos y gramaticales; por consiguiente tampoco tiene que ser un impedimento grave en la Didctica de la lengua. Las varias repercusiones que los diferentes modelos gramaticales han sufrido histricamente como consecuencia de las relaciones entre las distintas disciplinas o niveles de anlisis gramatical, de las relaciones con otras ciencias auxiliares y la orientacin de su estudio desde dimensiones especiales, han sido presentadas desde la perspectiva ms general y comnmente aceptada.

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Teniendo en cuenta, como seala E. Coseriu384, que esta problemtica es esencialmente metodolgica, si atendemos a las frecuentes valoraciones globales de la actual investigacin lingstica y gramatical como una situacin de crisis metodolgica; se hace necesario, para disponer de una visin objetiva, estudiar las causas de esa crisis y su incidencia en el conjunto de problemas que afectan a una didctica de la lengua. El germen de esa crisis estaba ya presente en lo que de forma magistral E. Coseriu interpretaba como la contraposicin de dos puntos de vista en la reflexin gramatical: logicismo y antilogicismo; o lo que, todava antes, M. Bajtin haba caracterizado como la contraposicin de un objetivismo abstracto y un subjetivismo idealista. Los factores que de forma principal inciden en esta nueva situacin son los siguientes: a) Progresiva consolidacin de una concepcin comunicativa como determinante bsico de la reflexin lingstica. Como tendencias clave habra que sealar: 1. La concepcin semiolgica anunciada por Saussure y recogida

especialmente en la segunda generacin del Funcionalismo praguense (Mathesius, Firbas y Dane). 2. La concepcin semitica norteamericana anunciada por Pierce y su confluencia con los planteamientos neopositivistas (R. Carnap y el Crculo de Viena), recogidos por Charles Morris en su aportacin a la Enciclopedia unificada de la ciencia. La denominada trada morrisiana (Sintaxis, Semntica y Pragmtica) ha incidido de forma notoria en los nuevos planteamientos tericos, sobre todo, por el lugar que habra de ocupar el componente pragmtico tanto en la teora lingstica como en la teora gramatical.

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Las distinciones de ltimo tipo (morfologa y sintaxis) se hallan en otro plano: se refieren a la gramtica, y no al lenguaje. La morfologa y la sintaxis no existen antes de la definicin formal mediante la que esos conceptos se estructuran; no son realidades del hablar, sino esquemas de aquel hablar sobre el hablar que es la gramtica, es decir, esquemas de un metalenguaje. Las discusiones a este respecto no pertenecen a la teora lingstica (teora del lenguaje), sino a la teora de la lingstica: son en realidad discusiones epistemolgicas. Y son a menudo ociosas, pues un metalenguaje puede asumir distintas estructuras, segn los objetos de estudio, y puede hasta ser como se conviene que sea, con la condicin de mantenerse coherente y de resultar exhaustivo con respecto a las realidades que se proponen. En Logicismo y antilogicismo en la gramtica, pg. 248, en Teora del lenguaje y lingstica general, Gredos, Madrid, 1973.

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3. La difusin y adaptacin de la teora de la informacin efectuada, entre otros, por R. Jakobson, quien insisti frecuentemente en la imposibilidad metodolgica de separar los estudios lingsticos de los estudios literarios. De la suma de todos estos factores, las lenguas pasan a considerarse como uno ms entre los diferentes sistemas de signos. b) Ampliacin (casi abuso) de los cometidos de la nocin chomskiana de competencia lingstica, y la propuesta de la unidad texto como unidad central de anlisis lingstico. Las columnas de Hrcules que la lingstica estructural (en una de sus variantes) y la lingstica generativa tranformacional haban colocado en la oracin, se ven superadas y redimensionadas. La perspectiva textual concibe el estudio lingstico como la descripcin y explicacin de tres procesos bsicos: 1. 2. 3. Sntesis (produccin de textos). Anlisis (interpretacin de textos). Traduccin de textos.

Resultado de ello es que las tradicionales disciplinas o niveles del anlisis lingstico y gramatical se conciben como etapas de esos procesos. E. Coseriu, respetuoso y consecuente con su visin crtica de la metodologa tradicional, niega esta pretensin determinista de todo lo lingstico y gramatical desde la visin textual, considerando al texto como unidad y al nivel de anlisis textual como un nivel ms en relacin de igualdad con el resto de unidades y niveles del anlisis lingstico y gramatical. La consolidacin como disciplinas lingsticas, con estatuto terico autnomo, de enfoques interdisciplinarios como el construido a partir de la relacin entre Psicologa y Lingstica (Psicolingstica), o de la relacin entre Sociologa y Lingstica (Sociolingstica). Las tradicionales disciplinas se integran tambin como etapas descriptivas de las peculiaridades psico-sociolingsticas de los procesos de aprendizaje y uso de una lengua histrica determinada. Para E. Coseriu autor que nos est sirviendo de contrapunto-, estas disciplinas tienen sentido como complemento del estudio gramatical (en cuanto determinacin de invariantes), por su especial atencin a las variantes de naturaleza diatpica, diastrtica y diafsica. Toda esta nueva situacin puede explicarse como consecuencia de la pugna surgida por mantener la disposicin metodolgica tradicional o por reorientar los estudios lingsticos y gramaticales desde cada uno de estos nuevos enfoques de 150

estudio (semitico, textual, pragmtico, psicolingstico y sociolingstico). En el fondo sigue latiendo la dialctica tradicional en la concepcin de la lengua como depsito o acervo de formas o como conjunto de procesos creativos. Si los planteamos tericos y metodolgicos tradicionales se fundamentaban en la relacin triangular de criterio y mbitos de estudio, unidades y disciplinas o niveles de anlisis, los nuevos planteamientos podran esquematizarse tambin en una relacin triangular pero cambiando algunas de las categoras que ocupan los vrtices de ese tringulo: BASE COMUNICATIVA/SEMITICA

USUARIO Hablante/oyente CONTEXTO

PRODUCCIN RECEPCIN TRADUCCIN LINGSTICAS

CATEGORAS

PROCESOS

Definicin de las UNIDADES y nuevo reparto de las DISCIPLINAS El reto actual que tiene planteada la dimensin lingstica de la Didctica de la lengua, es la solucin definitiva de esa contraposicin metodolgica que hemos presentado en sus lneas maestras. Slo entonces estaremos en condiciones de acometer la tarea esencial de la Didctica de la lengua y el objetivo bsico de toda actividad filolgica: el anlisis de los diferentes tipos de textos. Despreciando cualquier intento de convertir esta tarea en una simple exhibicin de metodologas etiquetadoras que describen tranquilizadoramente un determinado texto. La formacin permanente en el aspecto lingstico y gramatical de la Didctica de la lengua debe estar encaminada a la reflexin sobre los mtodos, los mecanismos y procesos lingsticos y gramaticales, y no a la repeticin de resultados o recetarios aplicativos.

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Captulo VII Bosquejo general para el comentario sociolingstico de textos literarios

1.- Una de las constantes de la enseanza lingstica ha sido la de convertir los textos literarios en fuentes privilegiadas para el conocimiento lingstico, con el riesgo, a veces, de incurrir en el prescriptivismo normativo, actitud necesaria para determinados fines pero nefasta cuando anula o se confunde con las actitudes meramente descriptivas o explicativas desde determinados principios heursticos. A esta tendencia secular se suma el anlisis sociolingstico de textos literarios, ampliando el punto de mira de algunos especialistas en este campo que circunscriben el anlisis sociolingstico exclusivamente al estudio de los textos orales, obtenidos, adems, desde particularsimas, aunque incuestionables, condiciones restrictivas. Despejar esta limitacin u objecin inicial es la primera tarea para fundamentar el anlisis sociolingstico de textos literarios y a ella volveremos ms adelante. Aunque esta perspectiva del anlisis sociolingstico de textos sigue utilizando el texto literario como pretexto para la exhibicin de una determinada metodologa (algo que nunca conviene olvidar), procura ir ms all poniendo de relieve zonas del texto a las cuales slo es posible acceder desde esta perspectiva, en particular, todo cuanto se refiere a la manifestacin explcita o implcita de la variacin lingstica en los textos literarios. Piedra angular en esta pretensin sern las manifestaciones explcitas (directas e indirectas) de la competencia o conciencia metacomunicativa ingenua de las diversas instancias enunciativas ficcionales del texto literario. En suma, este tipo de anlisis pretende seguir haciendo factible la posibilidad de relacin fructfera y de utilizacin integrada entre el anlisis lingstico y el anlisis literario, de forma ms modesta pero ms operativa que la de los fallidos intentos de integracin totalizantes. En efecto, en los principales modelos de anlisis lingstico textual385 fueron, en un primer momento, el componente de traduccin y el sociolingstico los que gozaron (si es que llegaron a formularse) de una menor
En el conjunto de los primeros modelos textuales ms difundidos en Espaa podemos establecer, de forma orientativa aunque reductiva, tres orientaciones generales: a) orientaciones lingsticas interoracionales y textuales de base generativo-transformacional: a.1.) orientacin formalista: la TeSWest de J. S. PETFI, a.2.) orientacin cognitiva: la teora de las macroestructuras textuales de T. A. VAN DIJK, a.3.) el llamado modelo de tipologas textuales de A. GARCA BERRIO, anticipo en realidad de las orientaciones potico- retricas; b) orientaciones potico- retricas; c) orientaciones semiticas (de fundamentacin estructuralista en la mayora de los casos): c.1.) contextualismo britnico, c.2.) contextualismo sovitico, c.3.) modelos narratolgicos, c.4.) modelos enunciativos benvenistianos y c.5.) modelos isotpicos greimasianos.
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autonoma y desarrollo, especialmente en el caso del componente sociolingstico que apareca incluido, sin mayores precisiones, en el componente pragmtico o en el componente semntico extensional. En este contexto, la perspectiva sociolingstica de anlisis de textos sera una ms de las orientaciones posibles y, si cabe, la ms subsidiaria en su relacin con el texto literario. Su ubicacin no sera otra que la de otros mtodos de anlisis sectorial de los textos como puede ser la de los anlisis mtrico-estrfico, fontico, fonolgico, morfolgico, sintctico, lxico-semntico o pragmtico. 2.- Recuperando el problema del soporte oral o escritural sobre el que debe fundamentarse la sociolingstica, sera estpido que nos dejsemos arrastar en el estudio de la dimensin oral por una especie de mitificacin neorromntica, en virtud de la cual el uso oral de la lengua debiera pasar a convertirse en la fuente inmaculada y genuina, nica base autntica o pura para entender el comportamiento lingstico de los seres humanos. Sin dudar de la diferenciacin filogentica y ontogentica de las dimensiones oral y escrita del lenguaje humano, de la distinta naturaleza de ambos cdigos, desechamos cualquier tentacin de introducir la nocin de desvo en el estudio de la lengua oral desde cualquier perspectiva metodolgica que no sea la estrictamente descriptiva de ambos mecanismos de la comunicacin verbal. Defendemos, por el contrario, un estudio especular de los dos medios basado en la posibilidad de convertibilidad o traducibilidad entre ambos, aun cuando cada uno de ellos puede sustentarse en sus propios modelos preceptivos de uso (nueva relacin especular); incluso en el caso de hablantes no alfabetizados es posible mantener esa relacin especular entre el uso hablado de la lengua y las convenciones orales (retrica oral ingenua) que configuran la metaoralidad de cualquier hablante. En nuestra opinin, las tcnicas de anlisis sociolingstico son indiferentes al medio o canal al que se aplican, lo que no exime de atender, en su caso, a las caractersticas lingsticas especficas de la oralidad o de la escrituralidad en sus aspectos constitutivos. 3.- La justificacin ltima del anlisis sociolingstico de textos literarios se encuentra en la raz misma del sentido de la actividad artstica. No podemos precipitarnos en las profundas simas de la epistemologa esttica y literaria. Consideramos, por ello, suficiente remitir al principio de verosimilitud y aludir, sin afn de detenernos en ello, a la dialctica artstica entre realismo y simbolismo. Como ha puesto de relieve Toms Albaladejo: La verosimilitud es el motor semntico de una gran parte de obras literarias, en las que contribuye decisivamente a la ilusin de 153

realidad del mundo imaginario creado en la ficcin. Segn Ricoeur, la verosimilitud no slo consiste en la semejanza con la verdad, sino que tambin es la apariencia de la verdad, y es propiamente esta apariencia lo que hace que la ficcin sea ilusin. Con la siguiente cita de Jos M Pozuelo enumera los diversos constituyentes de lo verosmil: La Retrica nos ha descubierto la consciencia clara del sistema clasicista como tal sistema esttico, formado por la interrelacin, en torno al concepto de verosimilitud, de cuatro ordenes diferentes: a) verosmil natural (perteneciente a la relacin Literatura-Realidad); b) decorum (perteneciente tanto al orden externo de Literatura-Realidad como al interno de conveniencia entre accin y lenguaje del personaje con el carcter del personaje); c) circunstancias de lugar, tiempo y modo, y d) necesidad o consecuencia en la trabazn de acciones. Sobre estos cuatro rasgos, ofrecidos por la Retrica juntos y en contigidad necesaria, descansa el verosmil de la narratio oratoria. Ms adelante vuelve a indicar el prof. Albaladejo: Esto hace del texto ficcional realista una importante fuente de informacin sobre la sociedad... Como explica Lzaro Carreter, la parte de la realidad que ms fcilmente puede ser incorporada artsticamente a la obra literaria es aquella que el autor registra mecnicamente; en este sentido funcionan las novelas realistas y naturalistas del siglo XIX y las conductistas norteamericanas de la dcada de los cuarenta 386.

Dejemos hablar, por ltimo, a Manuel Alvar para dejar las cosas en un inestable equilibrio: Tomemos La colmena, El Jarama o Los santos inocentes: las explicaciones nos valen. En seguida se nos hablar de realismo. Ms an, al juzgar las posibilidades lingsticas de las novelas como stas, se nos dir que reflejan, con exactitud, una determinada realidad. Y, en su da, se habl de la precisin del magnetfono y las conversaciones grabadas sobre una cinta que lentamente gira. S y no. Ms no que s. El novelista acepta una convencin (gentes que hablan de una determinada manera), pero esa convencin se convierte en realidad simblica semejante a teln interpuesto para que el mundo no se identifique con la palabra. La cinta recoge desamoradamente todos los ruidos y en un plano sin profundidad posible se registra la voz de la mujer y del hombre, el vuelo fugaz de las aves o el estridente rechinar de las mquinas. El narrador selecciona y se queda con todo aquello que no es ruido, pero no le basta o le
Cf. Semntica de la narracin: la ficcin realista, Madrid, 1992, pgs. 86, 87 y 108 respectivamente.
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sobra: sabe de las voces. La cinta sigue girando insensible y el narrador vuelve a practicar sus selecciones. Si fuera objetivo, ya tendra bastante: entregara al lector sus cintas o, en todo caso, hara eso que en determinados oficios llaman transcripcin fontica. Sin embargo, al separar de este modo, estara reproduciendo slo una parcela del mundo y dudo que interesara a nadie, salvo al investigador de ciertos aspectos lingsticos. Al recuperar lo que en ese momento le parece necesario, ha seleccionado arbitrariamente (o subjetivamente, si las palabras nos asustan), pero ni siquiera nos ha transmitido lo que acaba de separar del conjunto, pues, si lo hiciera, su mensaje no se entendera. Entonces procede a una nueva seleccin: acepta ciertas cosas (que juzga pertinentes) y rechaza otras (innecesarias o intiles en la convencin que utiliza). El escritor costumbrista normalmente falsea la realidad idiomtica, no merece la pena cargarnos de razones, y acaba no haciendo realismo, pero el escritor realista se acoge al sagrado de Aristteles y se conforma con la verdad posible y se queda en tal rasgo fontico (el que todos conocen), algn giro sintctico y ciertas parcelas del vocabulario. El lector acepta la nueva seleccin <falsiverdadera> y con ella reconstruye el mundo que le transmiten: ha hecho literatura a partir de unos principios convencionales. Reales, s, pero no autnticos en su totalidad. La realidad se ha transfigurado como antes la transfigur la palabra. Se van acumulando las imprecisiones y esa historia que se cuenta, con una carga suficiente de realidad, pero incapaz de transmitir la realidad entera, evoca en el lector un estado de fruicin que le llevar a repetir la lectura tantas veces como se sienta llamado por el deseo de hacerlo. Ahora bien, el relato sufre una doble interpretacin: es historia objetiva si lo que pretende es contar algo que ha sido o verosmilmente pudo ser, y es historia subjetiva porque el novelista es el supremo hacedor que cambia el curso de los pasos interpretndolos... Si hay arte, necesariamente tiene que haber simbolismo 387. Dejemos, por tanto, las cosas en que el escritor puede hacer uso de la variacin lingstica en su escritura como factor determinante en la creacin de verosimilitud. De la misma forma que todo hablante es lectal (polilectal), toda obra literaria es lectal (polilectal), lo que habr que determinar en cada caso es el grado de variacin y las razones de su utilizacin. Curiosamente, es mediante la plasmacin de esta capacidad de variacin lingstica, de sus categoras, procesos y agentes comunicativos como se construye o refuerza la impresin de oralidad en los textos escritos. El decoro y la
La palabra como smbolo, en Espaa. La tierra. La lengua, Crculo de Lectores, Barcelona, 1991, pgs. 182-183.
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verosimilitud literaria, como reconoca la Retrica clsica, encuentran su base lingstica fundamental precisamente en esos marcadores sociolingsticos. 4.- De forma general podemos proponer una tipologa general (sin especificacin de subtipos) de los textos (tanto orales como escritos) en virtud del tipo de variedad sociolingstica predominante en su constitucin: a) Tipos de textos y variedades contextuales-funcionales: a.1) Tipos de textos y campo de discurso: a.1.1) Textos ausentes (tipologa del silencio). a.1.2) Textos especializados o tecnolectales. a.1.3) Textos divulgativos. a.1.4) Textos generales o no especializados. a.1.5) Textos eufemsticos y disfemsticos. a.1.6) Textos cifrados (argticos y crpticos). a.1.7) Tipologa literaria tradicional en funcin de la temtica. a.2) Tipos de textos y tonos-estilos del discurso: a.2.1) Textos formales. a.2.2) Textos informales. a.2.3) Textos didcticos, ldicos, persuasivos, informativos, etc. a.2.4) Tipologa literaria tradicional en funcin de los estilos (sublime, mediocre, simple). a.3) Tipos de textos en funcin especfica del medio o canal utilizado: a.3.1) Monlogo, dilogo, entrevista, mitin, chiste, etc. a.3.2.) Poema, carta, novela, receta, letrero, etc. b) Tipos de textos y variedades lectales: b.1) Tipos de textos y variedades lectales intralingsticas: b.1.1) Textos ejemplares-supraestndares. b.1.2) Textos coloquiales-mesoestndares. b.1.3) Textos vulgares-subestndares. b.1.4) Textos dialectales (geolectales). b.1.5) Textos cronolectales. b.1.6) Textos sexolectales (generolectales). b.1.7) Textos etnolectales. b.2) Tipos de textos y variedades lectales interlingsticas: b.2.1) Textos bilinges. 156

b.2.2) Textos plurilinges. b.2.3) Textos hbridos o mestizos (pdgines y criollos). 5.- Como precedentes del anlisis sociolingstico de textos podemos enumerar: a) Los tradicionales mtodos de comentario escolar de textos. Proponemos distinguir dos grandes grupos de tpicos en el comentario escolar de textos literarios: externos e internos. Los primeros tienen que ver con las valoraciones de una obra literaria efectuadas desde el punto de vista de la historiografa literaria; los segundos, con las estructuras contextuales y referenciales de la obra analizada. b) Los estudios lxico-semnticos tradicionales. En esta dimensin del anlisis lingstico confluye una larga tradicin de estudios que utilizan los textos literarios como fuente para la discriminacin sociolgica del lxico de una lengua: b.1) Adems del problema que nos ocupa, en El diseo de semntica general (El alma de las palabras) de Flix Restrepo388 encontramos el primer avance de lo que posteriormente sistematizaran los estudios sociolingsticos: la motivacin sociolgica del cambio lingstico y la caracterizacin lxica de los diferentes grupos sociales y su participacin en el cambio lingstico389, como ponen de manifiesto las siguientes palabras del ilustre jesuita: El que quiere subir en la escala social lo primero que hace es abandonar su rstico hablar. La corriente pues, del lenguaje va en las sociedades cultas, como siguiendo la ley de la gravedad, de arriba abajo, lo cual no es sino un caso particular de la general influencia que ejercen la ciencia, el poder y la riqueza, sobre la escasez, la debilidad y la ignorancia
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. A propsito de las referencias

literarias, constata la presencia y la conciencia de la variacin lxica en algunos escritores, particularmente Cervantes: Ya de los marineros de su tiempo nota Cervantes. <Los marineros son gente gentil e inurbana, que no sabe otro lenguaje que el que se usa en los navos>. Comentando un texto del mismo autor, afirmaba: Por eso observa Meillet que as como la lengua general tiende a la claridad, la de los gremios tiende al misterio, tendencia que en ciertas clases sociales degenera hasta el punto de dar origen a verdaderas jergas, como se observa especialmente entre los rufianes, vagos y placeras... Vase cmo pinta al vivo Cervantes, en la novela

1 edicin de 1917. Manejamos la edicin mejicana de 1952. cap. XIV: Influencia social, pgs. 189-205. 390 Ibdem, pg. 219.
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Rinconete y Cortadillo', la jerga que usaban en su tiempo los rateros de Sevilla 391. b.2) La aportacin de Julio Casares en su Introduccin a la lexicografa moderna
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, especialmente, en los captulos dedicados a los diversos particularismos

(sociales, profesionales y geogrficos). Es significativo que el final de la obra sean estas palabras de Gonzalo de Correas publicadas en 1626: Ha-se de advertir qe una Lengua tiene algunas diferenzias, fuera de dialectos particulares de provinzias, conforme las edades, calidades, i estados de sus naturales; de rsticos, de vulgo, de ziudad, de la gente mas granada, i de la Corte, del Historiador, del anziano, i Predicador, i aun de la menor edad, de mujeres y varones: i que todas estas abraza la Lengua universal debajo de su propiedad, niervo i frase; i cada uno le est bien su lengua, i al Cortesano no le est mal escojer lo qe le pareze mejor a su proposito, como en el traje. Mas no por eso se ha de entender qe su estilo particular es toda la lengua entera i jeneral, sino una parte; porqe muchas cosas qe l desecha, son mui buenas i elegantes para el Historiador, anziano i Predicador i los otros
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b.3) Las marcas clasificadoras del lxico utilizadas en los diccionarios y la documentacin literaria utilizada para confeccionar las definiciones lexicogrficas de determinadas palabras y para determinar los usos subestndares de una lengua. c) Estudios descriptivos de las variedades no estndares en la historia de la literatura espaola. Muestras interesantes de esta tendencia son algunos trabajos de Manuel Seco y Ricardo Senabre394. Es significativo que, en algunos manuales de dialectologa hispnica para estudiantes extranjeros, los autores normalmente reseados y antologizados en estos estudios sirvan como modelo, incluso de pronunciacin, de las diferentes variedades lingsticas del espaol395. Habra que aadir los estudios descriptivos de determinadas obras literarias. Ejemplo prototpico de una fuente literaria reciente para el anlisis de las variedades lingsticas presentes en los textos literarios es El Jarama.

Ibdem, pgs. 209-210. Cf. Madrid, 1969, edc. original de 1950. 393 Arte grande de la Lengua Castellana, ed. Conde de la Viaza, Madrid, 1903, pgs. 60-61. 394 Sirvan de ejemplo los artculos: Lengua coloquial y literatura de MANUEL SECO, publicado en el Boletn Informativo , Fundacin Juan March, septiembre de 1983, pgs. 3-22, y, ms recientemente el artculo de RICARDO SENABRE: Lengua coloquial y lengua literaria, publicado tambin en el Boletn Informativo, Fundacin Juan March, junio-julio de 1992, pgs. 3-14. 395 Cf. Spanish in the Americas, de ELEANOR GREET COTTON y JOHN M. SHARP, Georgetown Univ. Press, Washington, 1988, especialmente en las pgs. 55-61 donde se recogen como pruebas de castellano rstico y urbano dos textos de JACINTO BENAVENTE y LINO LANDY, respectivamente. Como ejemplo de dialecto andaluz se ofrece un texto de los hermanos ALVAREZ QUINTERO.
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d) Estudios de estilstica vertical o sociolingstica. Podemos sealar como principal representante a M. Muoz Corts que ha estudiado desde la perspectiva de los dinamismos histricos diasistemticos textos de Blasco Ibez, Galds, Baroja y Azorn, entre otros autores396. e) En esta misma lnea de propuestas sociolingsticas expresas se puede situar el estudio de los sociolectos en la literatura catalana realizado por Carlos Duarte i Monserrat397:Los sociolectos, al ser ... un tipo de variedad lingstica que se da en los niveles coloquial y vulgar de la lengua, presenta en general limitados testimonios escritos. Ahora bien, aunque no sea frecuente encontrar textos propiamente sociolectales, la literatura nos proporciona obras en que los personajes se expresan en una variedad sociolectal. En la literatura, cuando el escritor no ha pretendido reflejar su conocimiento de la lengua culta habitual de la expresin literaria, sino la lengua coloquial de los personajes que protagonizan la obra, para darles fuerza expresiva o para caricaturizarlos, aparecen documentadas, con ms o menos acierto segn la familiaridad que el autor posea con el sociolecto reproducido o de su capacidad para reflejarlo fielmente, diversas variedades sociolectales de la lengua... El gnero literario en el que con mayor abundancia se manifiestan testimonios sociolectales es, sin duda alguna, el teatro, pero tambin en la novela..., e incluso en poesa documentamos rasgos sociolectales. En la misma orientacin cabe incluir determinadas

caracterizaciones idiolectales de obras literarias. Podemos incluir aqu algunas de las consideraciones efectuadas por M. Metzeltin a propsito del comentario de textos literarios: Pero la funcin de un comunicado, su contexto y su materia no son los nicos factores que determinan su aspecto. Una lengua nacional e internacional como el espaol est integrada hoy por muchos sistemas y variedades: el espaol interregional propagado por la escuela y los medios de comunicacin de masa, las variedades regionales, generacionales, sociales, los lenguajes profesionales, las variedades individuales o idiolectos. La configuracin de un comunicado depende tambin de la variedad lingstica empleada. Tomemos, por ejemplo, los idiolectos de Azorn en La voluntad y de Delibes en Viejas historias de Castilla la Vieja, ambos ricos en descripciones paisajsticas. El espaol codificado en los diccionarios posee ms de setenta trminos ms o menos sinnimos para significar una elevacin de terreno. De este conjunto Azorn utiliza 19 lexemas (arista, cerro, colina, cordillera,
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Sirva como ejemplo el artculo que figura en este volumen. Cf. art. 353 del LRL, pg. 189, vol. V/2, Niemeyer, Tubinga, 1991, pgs. 182-191.

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cumbre, cspide, falda, ladera, loma, lomazo, lomo, mole, montaa, monte, pea, peasco, picacho, resalto, sierra), y Delibes 16 (cerro, cotarra, cresta, cueto, ladera, lanzadera, lomilla, mesa, meseta, monte, montn, pramo, soto, teso, vertiente). En los dos idiolectos predomina cerro (12 veces en Azorn y 10 en Delibes: rasgo comn a los dos idiolectos) al lado de loma (10 veces, slo en Azorn) y de teso (10 veces, slo Delibes); loma y teso son idiolectalismos que caracterizan respectivamente el texto de Azorn y el de Delibes 398. 6.- Dejando de lado la fundamentacin terica general del modelo sociolingstico que aplicamos399, consideramos que todo texto es siempre y necesariamente una actualizacin motivada del repertorio lingstico (competencia sociolingstica) que identifica y cualifica a cualquier usuario lingstico. En este sentido, todo texto est constituido por una particular y precisa combinacin del conjunto de variedades sociolingsticas400. Al mismo tiempo, todo texto es la expresin material (oral, escrita o gestual: medios o canales del discurso) de la capacidad de expresin lingstica y paralingstica de un hablante (campo del discurso: entendido como aquello que el hablante sabe o no sabe, quiere o no quiere, debe o no debe, puede o no puede decir); capacidad o potencialidad que se concreta en un tema o conjunto de temas (estructurados proposicionalmente y organizados en funcin de los mecanismos de coherencia y cohesin textual); temtica o contenido proposicional que se modaliza ( o enuncia, en el sentido benvenistiano del trmino) en virtud de la jerarqua de relaciones interactivas (tono personal ) y de la intencin comunicativa (tono funcional ) que pretende instaurar el hablante en unas determinadas coordenadas espaciotemporales (situacin: mbitos y dominios ). La temtica, la tonalidad y el medio utilizado son interdependientes y socialmente previsibles por su naturaleza convencional, lo que explica, adems, las transgresiones que se pueden realizar con finalidad diversa (humor e irona, por ejemplo), especialmente en el dominio literario. 7.- El anlisis sociolingstico de textos literarios ofrece las mismas
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Lingstica textual y anlisis de textos hispnicos, pgs. 29-30, Murcia, 1987. Un esbozo rudimentario del mismo apareci en nuestro artculo: Rendimiento textual de los anlisis sociolingsticos, en la revista Programas, Monogrfico sobre lingstica textual, n 15, C.E.P. de Albacete, 1992, pgs.31-37. Una visin provisional, aunque ms completa y actualizada, de ese modelo se encuentra recogida y aplicada al dominio de la sociolingstica histrica en la obra:El cambio de lengua en Orihuela. Estudio sociolingstico-histrico del siglo XVII, de MERCEDES ABAD MERINO, Universidad de Murcia-Caja Rural Central, 1994. 400 Todo texto es, desde este punto de vista, expresin efectiva de la identidad sociolingstica multilectal de un hablante, razn por la cual reflejar la condicin sociolectal (estndar o no estndar), sexolectal, cronolectal y etnolectal del mismo.
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posibilidades de estrategia metodolgica que el anlisis de cualquier otro tipo de texto401: 7.1.- Estrategia correlacional externa: Desde esta ptica se ha utilizado tradicionalmente la obra literaria como fuente documental para la obtencin de datos histricos, sociolgicos, psicolgicos, antropolgicos o etnogrficos. En el anlisis sociolingstico es equiparable, en alguno de sus aspectos, a la fase de seleccin y clasificacin de los informantes en cualquier estudio sociolgico, como veremos a continuacin. Se incluyen aqu los tradicionales marcos o contextos externos que configuran toda obra literaria: temporal, espacial y social. El marco temporal, entendido esencialmente en su dimensin cronolgica, se estudia en funcin de la presencia lingstica en el texto de diversas sincronas o de marcas lingsticas arcaizantes (cronolectos filogenticos), de la existencia de diferencias lingsticas generacionales (cronolectos ontogenticos infantiles, juveniles, adultos o seniles) y de la propiedad en el uso lingstico en razn del tipo de dominio sociolingstico que coincide con la secuencia o escena narrativa que se estudia. Desde el punto de vista que hemos denominado documentalista, puede servir para explicitar, en su caso, la edad de los personajes. El marco espacial se corresponde directamente con los contextos

sociolingsticos: comunidades, mbitos y dominios. El tipo de comunidad que aparece en un texto literario remite explcita o implcitamente al repertorio de lenguas presente en ella. La localizacin urbana o rural, adems de servir para fijar la procedencia geogrfica y la residencia de los personajes, es determinante para establecer la propiedad en el uso de los diversos sociolectos estndares (normativos, coloquiales y vulgares) o no estndares (geolectos). Finalmente, los dominios, al corresponderse topolgicamente con las diversas escenas narrativas, nos informan del decoro, ms o menos efectivo, en lo referente al campo, tono y medio del discurso utilizado por los diferentes personajes. En la caracterizacin del contexto social de la novela de Eduardo Mendoza nadie discute, en lo relativo a los mbitos, su condicin de novela urbana. A
El establecimiento mismo de las distintas categoras sociolingsticas es producto de esta correlacin entre las categoras sociosituacionales (parmetros y contextos sociales) y las categoras lingstico textuales (niveles del anlisis lingstico y componentes retricos de un texto). Para la ejemplificacin de algunos de los aspectos del anlisis vamos a recurrir a la novela de EDUARDO MENDOZA: La verdad sobre el caso Savolta, Seix Barral, Barcelona, 1990 (13 edic.). Para evitar la reincidencia en aspectos generales de esta novela, haremos referencia a la gua de lectura realizada por SANTOS ALONSO (Alhambra, Barcelona, 1988).
401

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lo sealado por S. Alonso402 quisiramos aadir: a) La estrecha relacin entre espacio urbano y la amplia y minuciosa referencia a personajes colectivos: Las ciudades son para las multitudes no crees? (pg. 18). Podemos hablar, en este sentido, de una visin sociologizada del espacio urbano: con un dedo extendido sobre las baluastradas de los terrados sealaba las zonas residenciales, los conglomerados proletarios, los barrios pacficos y virtuosos de la clase media, comerciantes, tenderos y artesanos (pg. 68). b) El protagonismo explcito que adquiere la ciudad de Barcelona en numerosas ocasiones: -Veo que no te gusta la ciudad -le dije. - La odio. Tu no? - Al contrario, no sabra vivir en otro sitio. Te acostumbras y te suceder lo mismo. Es cuestin de buena voluntad y de dejarse llevar sin ofrecer resistencia (pg. 18). Una ciudad de amplio desarrollo industrial y comercial (pgs.11-12). Barcelona es una comunidad cerrada (pg, 93). c) El contraste explcito entre los mbitos urbano y rural (dentro de lo urbano se opone la gran ciudad a la ciudad provinciana):Lo que en el campo era liberacin y alegra, en la ciudad era violencia y miedo (pg. 384).403 En el marco social es donde encontramos los elementos imprescindibles para la realizacin de este tipo de anlisis. Sin detenernos en la pluralidad de modalidades enunciativas de los textos literarios en sus diferentes gneros, son las instancias enunciativas y los diversos personajes (coincidan o no stos con aqullas) los que sirven como informantes para el establecimiento de la caracterizacin sociolgica y sociolingstica del texto. El anlisis correlacional externo tiene como misin prioritaria el identificar o fichar a nuestros particulares informantes con arreglo a las categoras o parmetros sociolgicos: la clase social, entendida como parmetro unitario o como un conjunto de subparmetros (estrato social, grupo social, profesin (ingresos) y nivel educativo), la edad, el sexo y la raza (secundariamente pueden especificarse la religin y la poltica). Sin detenernos tampoco en la enumeracin de los distintos y numerosos recursos literarios de identificacin social de las instancias enunciativas y de los personajes, tan slo sugerimos la conveniencia de abordar su tratamiento adoptando
402 403

Cf. O. C., pgs. 57-62.

Los dominios pueden elaborarse a partir de la lista de secuencias confeccionada por S. ALONSO (O.C., pgs. 69-78).

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como parmetro la posesin o no de nombre propio por parte de los personajes, clasificndose de esta forma en personajes bautizados (centrales, secundarios, etc.), no bautizados individuales, no bautizados colectivos y personajes aludidos. Desglosemos la nmina del caso Savolta: Personajes bautizados: Casi a la manera de una ficha sociolgica se nos facilita el retrato de algunos personajes centrales. De Javier Miranda lo sabemos todo: lugar y fecha de nacimiento, lugares de residencia, su ascendencia familiar, su nivel de estudios, su profesin, su nivel de ingresos. Curiosamente, no se nos hace patente su caracterizacin fsica, en contraste con otros personajes como Cortabanyes o Mara Coral. Contribuyen en otros casos a esta precisin: a) La confesin explcita por razones burocrticas: Yo, Alejandro Vzquez Ros, presto juramento y digo: Que nac en Antequera (Mlaga) el da 1 de febrero de 1872, que ingres en el cuerpo de polica en abril de 1891 y, como tal, desempe mis funciones en Valladolid, siendo ascendido en 1907 y trasladado a Zaragoza, nuevamente ascendido en 1910 y trasladado a Barcelona, donde resido actualmente... (pg. 30). b) Las alusiones policiales a la identidad de algunos personajes: ...haba tenido conocimiento de la existencia de Domingo Pajarito de Soto del cual se conocan unos artculos aparecidos en el peridico obrero La Voz de la Justicia y de marcado carcter infamante, vejatorio y subversivo. Que del ya citado individuo se desconoca su filiacin; se saba que proceda de Galicia, que no tena trabajo ni domicilio declarados, que viva con una mujer de la que tena un hijo, ignorndose si esa unin se haba realizado de conformidad con la Iglesia Catlica; que entre sus lecturas se contaban los siguientes autores: Roberto Owen... (pgs. 30-31). ...Que supe ms adelante de la existencia de una mujer llamada Mara Coral, joven al parecer hermosa, de profesin artista y complicada en los hechos objeto de mi declaracin. Que la tal Mara Coral, de apellido y origen desconocidos y de raza gitana (segn me pareci deducir de sus rasgos fsicos y tez), lleg a Barcelona en septiembre u octubre de 1917, en compaa de dos forzudos no identificados, con los que ejecutaba suertes acrobticas en un cabaret de nfima categora de esta ciudad (pgs. 42-43). A algunos personajes centrales se les resalta su condicin social ms relevante. El origen geogrfico, en el caso de Lepprince, denominado en algunas ocasiones como 163

el francs, la raza, en el caso de Mara Coral, calificada varias veces como la gitana . Salvo estas dos precisiones particulares, los parmetros ms utilizados son la profesin, la edad y el sexo, en el orden de importancia que refleja la enumeracin. Profesin: Destacamos, en primer lugar, la aparicin de este parmetro como categora explcita: 'Aquella peligrosa y marginada profesin de saltimbanqui (pg. 42). encubran bajo su actividad artstica la ms lucrativa de matones a sueldo, profesin que favoreca su corpulencia fsica (pg. 43). Es un rasgo obsesivo en la caracterizacin de Miranda: J.D. Qu tipo de trabajo realizaba para el seor Cortabanyes? M. Era su ayudante. J.D. Ample la definicin. M. Haca recados en el Palacio de Justicia y en los juzgados municipales, acompaaba a los clientes a prestar declaracin, llevaba documentos a las notaras, realizaba gestiones de poca importancia en la Delegacin de Hacienda, ordenaba y pona al da el archivo de asuntos y buscaba cosas en los libros. J. D. Qu cosas buscaba? M. Sentencias, citas doctrinales, opiniones de autores especializados sobre temas jurdicos o econmicos. A veces, artculos de peridicos y revistas (pg. 16). Yo era slo un asalariado cuya nica esperanza de subsistencia estaba puesta en Lepprince (pg. 75). - Yo no soy abogado. - No? Caramba, no doy una esta noche, no s que me pasa ... Estudiante entonces? - Tampoco. - En fin, aydeme, Cmo se definira usted, profesionalmente hablando? Era un contraataque fulminante. - Auxiliar administrativo. - Del seor Lepprince? -No. Del abogado seor Cortabanyes (...) (pg. 138). Otros casos: Cortabanyes: un abogado (pg. 15). Serramadriles: el pasante (pg. 17). Mestre Roca: un maestro de escuela (pg. 97). Nemesio Cabra: obrero en paro... (pg. 111). Rosita la Idealista: Prostituta de profesin (pg. 171). 164

Edad: Es un rasgo recurrente en la caracterizacin de Mara Rosa Savolta: Era poco ms que una nia de larga cabellera rubia (33). Te digo que la nia es muy joven an para pensar en estas cosas (pg. 43). ...una linda nia, la nica joven de la reunin... (101). Otros casos: (Lepprince) Ya es socio, tan joven? (102). (Teresa) una mujer joven, de sonrisa hermosa (66). (Savolta) Era un hombre de una cierta edad, pero no viejo (pg. 100). (Mara Coral) una menor (256). (Alfonso XIII) avejentado en plena juventud (326). La mayor y la ms joven (que no tendra ms de quince aos, segn deduje) me pusieron al corriente de sus actividades (381). Sexo: Es inequvoca la conciencia explcita de la diferenciacin sexual y los reflejos culturales del sexismo imperante: Buenas somos las mujeres! A tu edad, claro (44). Dir tambin que las mujeres de estos seores y de otros a las que fu presentado me parecieron todas cortadas por el mismo patrn y que confund sus nombres y sus fisonomas apenas hube besado convencionalmente sus manos. La fiesta se desarroll en su primera mitad bajo el signo del pacfico cotilleo. Los hombres fumaban en la biblioteca; se hablaba en frases cortas, mordaces, y se rean los ocultos significados y las maliciosas alusiones. Las mujeres, en el saln, comentaban sucesos con aire grave y pesimista, escasamente rean y su conversacin se compona de monlogos alternos a los que las oyentes asentan con gestos afirmativos y nuevos monlogos que corroboraban o repetan lo antedicho. Algunos hombres jvenes compartan los corrillos femeninos. Tambin adoptaban un aire circunspecto y se limitaban a manifestar conformidad o acuerdo sin intervenir (pg. 101). El embarazo an no traicionaba su delgadez. A pesar de que en Espaa segua imperando la moda de las mujeres rellenitas, el cine y las revistas ilustradas introducan el nuevo modelo femenino de suaves miembros y cintura estrecha, caderas escurridas y busto menguado (pgs. 179-180). Estas modas... no son ms que tonteras para hacer que las mujeres hagan el ridculo y los hombres se gasten el dinero. Jess, Mara y Jos, lo que llegan a inventar esos franceses! Menos mal que la mujer espaola siempre ha tenido un slido criterio de la elegancia y un sentido comn que le sobra, que si no ..., no le digo, seora de 165

Lepprince, lo fachendosas que nos haran ir (...) (pgs. 185-186). (De la Sra. Van Peltz) Una seora de aspecto varonil (205) ...aqu se desprecia la cultura por mor de una hombra mal entendida, lo mismo que ocurre, y no se ofenda usted, con la higiene (pg. 206). (Cortabanyes) Permtame ser el primero de mi sexo que la felicite (pg. 250). Especial atencin merece el panfleto anarquista sobre la condicin de la mujer que se recoge en la pgina 382 de la novela. Personajes no bautizados: En algunas ocasiones se llega a justificar la causa: un humorista cuyo nombre he olvidado (pg. 180). Individuales: Profesin o actividad: Un orador (18). El oficial que sostena la pistola (19). Un marinero barbudo y fornido (32). Un oficinista (32). Un criado (33). El instrumentista (35). Los dos forzudos (43). Un obrero (74). Un portero (82). Criado (83). Dos monaguillos (108). Un cannigo (108). Cuatro curas (108). La camarera (125). Dos guardias (134). Dos terroristas (135). Un espectador (135). Dos policas (137). El comisario sustituto (146). Un loquero (150). Un colega del Dr. Flors (150). El compaero de jefatura de Totorno (154). Un humorista (18O). Un cocinero (183). La peluquera (185). El banquero (207). El portero de la pensin (215). El recepcionista del hotel (229). Una enfermera (233). Un camarero (236). Un mozo (265). La prjima (266). La criadita (284). Un camarero (297). Un polvoriento poltico radical (297). El sereno (299). Dos enfermeros (300). Un capelln (304). Un oficial (305). El mdico (305). Una criada (311). El mdico (313). El juez (313). Un trapero (321). El experto (321). El cochero (338). Un ingeniero (364). Edad: Un joven (19). Un vejete (32). Dos jovenzuelos imberbes (205). Un mozo impber (302). Sexo: Una mujerona (193). Mujeres semidesnudas. Dos seoras (212). Una dama con rostro ensangrentado (301). Mixtos: Se percibe con claridad la combinacin de parmetros en el siguiente texto: Dos hombres hicieron su entrada sin esperar respuesta. Uno era de mediana edad, el otro anciano. El anciano, de enmaraada barba cana y gruesas gafas de concha, 166

llevaba un maletn de mdico. El de mediana edad vesta de negro. Este era el juez y aqul el forense (pg. 313). Seora de avanzada edad (24). Mujer pianista repintada (31). Un marinero ingls (54). Dependienta jovencita (88).Tres hombres que portaban el fretro (109). Un anciano poeta (205). Una joven madre (22O). Un viejo matemtico (297). Una solterona mecangrafa (302). Un mdico joven (340). El hombre del mostrador (359). Un hombre (jardinero) (364). Parentesco (o relacin con otro personaje): La complaciente vecina de Teresa (69). Un cuado de Totorno (154). La mujer del mayordomo de Lepprince (156). Madre y hermanas de J. Miranda (166). Un matrimonio de cierta edad (311). Una vecina de la seora Doloretas (349). Otros: Una figura vestida de negro (19). Un lugareo cabezota (377). Un hombre diminuto (379). Colectivos: Utilizamos el calificativo de tcnica borrosa para dar cuenta del mtodo

utilizado para referirse a las agrupaciones de individuos. Incluimos aqu procedimientos como: La delimitacin aproximativa: -banqueros encopetados, militares graves, almidonadas amas que se abran paso con las capotas charoladas de los cochecillos, floristas chillonas, estudiantes que faltaban a clase y se pegaban, en broma, rindose y metindose con la gente, algn tipo indefinible, marinos recin desembarcados (p. 18). -Conspiradores y artistas, inmigrantes gallegos afincados en Barcelona, serenos, cobradores de tranva, vigilantes nocturnos, guardianes de parques y jardines, bomberos, basureros, ujieres, lacayos, mozos de cuerda, acomodadores de teatro y cinematgrafo, policas, entre otros (pg. 28). - Cada da se llenaba la casa de antiguos conocidos y de gente a la que no haba visto nunca (pg. 166). El recurso a figurantes: Los paseantes. Los transentes. Los curiosos. Los mirones. Algunos oyentes indiscretos. Grupos bullangueros de ciudadanos. La delimitacin globalizadora (enesimidad): -Componan la multitud representantes de todas las clases sociales... (p. 110). En el caso de los personajes colectivos el papel y la prevalencia de los 167

parmetros utilizados siguen siendo los mismos. Pueden establecerse siete subgrupos especiales: 1.- Denominacin de las diversas clases sociales: La clase trabajadora. La oligarqua catalana. La clase media moderada, etc. 2.- Denominacin de los diversos grupos sociales: Las chicas. Las madres. Los polticos. Las seoras. Las jovencitas, etc. 3.- Colectivos profesionales: Los mdicos. Albailes. Planchadoras. Costureras, etc. 4.- Instituciones pblicas: La Iglesia. La guardia civil. La Cruz Roja, etc. 5.- Denominaciones valorativas de los grupos anteriores: La masa. La chusma. Los ricos. Los ms iletrados, etc. 7.- Gentilicios: Los catalanes. Los barceloneses. Los alemanes, etc. Listado: Comerciantes, abogados, un mdico (15), un grupo numeroso escuchaba en silencio (18), guardias de a pie (18), los jvenes brbaros de Lerroux (suposicin de J. Miranda), los separatistas, la caballera (19), la gente, los paseantes, los transentes, un grupo de policas (20), las altas esferas econmicas (24), un acordeonista y una ciega (28), el campesino, el obrero industrial (29), los alemanes (32), grupo de seoras enjoyadas, oficialillos descontentos, los catalanes (34), las parejas, familias sudorosas, la orquesta bullanguera, las mozas trajinantes, los guardianes del orden, los danzantes (39), los logreros, los traficantes, los acaparadores, los falsificadores de mercancas, los plutcratas, los ricos, los pobres, los desheredados, los dbiles (40-41), espas y traficantes de todos los pases (47), la clase trabajadora (61), la oligarqua catalana (66), los directores de una publicacin, los organizadores de algn partido poltico (67), la clase media, comerciantes, tenderos, artesanos (68), estudiantes, menestrales, mancebos y aprendices de corta edad, camareras doncellas, dependientas, mecangrafas, enfermeras y operarias (69), hileras de inmigrantes (72), la masa (86), los jvenes, la delincuencia (87), crculo anarquista de la librera (88), el pueblo, la clase media moderada (97), los anarquistas (98), los ricos (100), una muchedumbre, los maceros del ayuntamiento (108), seoras que acompaan a la seora de Savolta en el entierro (109), cocheros de levita, la banda municipal, las autoridades, los socios y allegados del magnate (110), los curas (111), los financieros barceloneses, los secretarios (112), la 168

Cruz Roja (114), El Gobierno (116), las organizaciones obreras (119), la patronal (128), actores y pblico (134), los terroristas (135), los seoritos mierdas de Barcelona (141), los parroquianos (143), los mdicos (150), unas damas de caridad (151), gente fea y sudorosa (158), patronos, obreros y encargados (161), los barceloneses (165), antiguos conocidos de Miranda (166), los amigos de la infancia, las chicas, las madres (167), los inmigrantes, los nios, las prostitutas de todas las edades, los polticos (175), gentes harapientas, los borrachos, las prostitutas, rufianes (176), humildes chinos (177), dos hembras maduras (180), ellos (202), la aristocracia espaola, la Iglesia, los nuevos ricos (206), los industriales, la banca (207), borrachos y vagabundos (210), los mirones (212), una docena de perdularios (215), seoras encopetadas, lacayos, criadas (220), los msicos (228), el personal del Casino (251-252), algunos oyentes indiscretos (261), planchadoras, costureras (272), albailes, pintores y ebanistas, proveedores, decoradores y sastres (281), los caballeros, las seoras, las jovencitas (283), un regimiento de coraceros (286), seoronas (292), pedigeos y desocupados, nios harapientos, vendedores ambulantes, la guardia civil, damas de caridad, una manifestacin de obreros (300), obreros y patronos, polticos, terroristas y conspiradores (301), los centinelas, paisanos, militares (304), la tropa (305), grupos bullangueros de ciudadanos (332), amigos de Serramadriles (335), unos obreros (363), los ingenieros, los curiosos (364), piquetes de hombres armados (375), los mozos de labranza (383), hampones mangantes y atropelladores, la chusma (384). Personajes aludidos: Juan (esposo de la mujer de avanzada edad que conversa con Lepprince), Saborit, Anguiano, Besteiro, Largo Caballero, Lerroux, Maci, relacin de autores ledos por Pajarito de Soto (31), Maura, Ferrer, la relacin de obreros apaleados por los forzudos (58 y 62), Garca Prieto y su gobierno, Monet, relacin de anarquistas sealada por Vzquez (86), Cnovas del Castillo, Sagasta, Dato, Canalejas, don Severino, Hugo Van der Vich, Bernhard y Enma Van der Vich, Francisco Glasc, Igualdad, Libertad y Fraternidad, V. H. y C.R., amigos de Claudedeu, A. F., Segu, Jover, Pestaa, el doctor Levingstone, Cervantes, Quevedo, Lope de Vega, Caldern, Tirso de Molina, Gngora y Gracin, Tom Mix, Lenin, Bakunin, Douglas Fairbanks.

Aunque, a simple vista, puede dar la impresin de una tarea meramente mecnica, la identificacin, clasificacin e identificacin de las categoras sociocronotpicas pueden servir para conocer las tcnicas especficas y ms relevantes 169

de identificacin en la obra de un determinado escritor. Esta labor facilita tambin la posibilidad de disponer de datos estadsticos, paso previo a la realizacin de posteriores estudios contrastivos. Finalmente, desde un punto de vista estrictamente aplicativo, el despojo de datos obtenidos mediante el anlisis correlacional externo es un paso previo y necesario para la transformacin o conversin genrica de un determinado texto, como puede ser el caso de la adaptacin teatral o cinematogrfica de un texto narrativo. 7.2.- Estrategia correlacional interna y relativizada: Una vez establecidos los distintos marcos contextuales, podramos proceder a corroborar todos los aspectos delimitados externamente, proponiendo tantas variedades lingsticas como variedades sociolgicas se han fijado (siempre y cuando hayan sido utilizadas en la obra). Con esta linealidad se trabajaba en los comentarios de textos tradicionales. Pensamos, sin embargo, que ese marco externo est interiorizado y puede ser redimensionado desde la perspectiva de la conciencia o competencia semitica reflexiva (por no limitarla a lo exclusivamente lingstico) de las diversas instancias enunciativas (narrador/es y personajes). Los diferentes parmetros son operativos en la identidad y en la actuacin de los personajes. En la novela La verdad sobre el caso Savolta podemos hablar de conciencia de clase (con relacin al parmetro clase social) como factor determinante que justifica, a su vez, la conciencia y lucha generacional (parmetro edad), amortiguada o condicionada por la asignacin de roles sexuales (parmetro sexo) que coartan o predeterminan el papel de uno de los grupos sociales (las mujeres). Todo ello nos lleva a hablar de manifestaciones explcitas de la competencia semitica en los tres rdenes indicados, que se ven en nuestra novela ayudados por otros elementos colaterales de refuerzo; tal es el caso del factor religioso para explicar la condicin femenina o la naturaleza moral del anarquismo, adems de ser otro elemento caracterizador del contexto social. La prioridad de la conciencia de clase -el medrar socialmente del gnero picaresco tan importante en la narrativa de E. Mendoza- tiene como correspondencia lingstica directa la preocupacin por los tonos del discurso (formalidad y decoro propiedad- lingstico discursiva). Desde esta clave, estaremos en condiciones de proponer las oportunas correspondencias lingsticas. Descendamos al detalle: Manifestaciones explcitas de la conciencia de clase: Proponemos como suficientemente representativa la siguiente seleccin de textos: 170

- Hija nica y con vuestra posicin (15). - Un hombre como yo, de mi posicin(91) (Lepprince). -Los ms haban alcanzado un nivel social mediocre e inamovible del que se mostraban satisfechos hasta reventar (167) (Miranda de sus amigos vallisoletanos). - Al casarme con Mara Rosa mi posicin social vari, entr a formar parte de una de las familias ms renombradas de la ciudad y pas de ser un extranjero advenedizo a ser un hombre pblico (253). - Piensa que eres rico, una personalidad pblica, no puedes agarrar una pataleta cada vez que algo o alguien te contrare. Frialdad, hijo. Eres rico, no lo olvides: tienes que ser conservador ante todo. Moderacin. No ataques son ellos los que tienen que atacar. T slo tienes que defenderte, y poco, no vayan a creer que los ataques te pueden daar (237). -Alejados de familias, tutelas y cortapisas morales o sociales (yo era un desarraigado; Mara Coral, una vulgar cabaretera) nos comportamos paradjicamente con mayor circunspeccin que si nos hubiese rodeado un cerco de madres pudibundas, dueas pusilnimes y estrictas celadoras(282). - Con su posicin y su fortuna no ha de serle difcil (255). - Un pueblerino adinerado con ganas de impresionar (310). - La pobre ha crecido en un ambiente de clase media, tan distinto al que de nacimiento le corresponde. La nia, sin embargo, no traiciona su origen y se quedara usted sorprendido de su distincin y modales (415). Manifestaciones explcitas de la conciencia generacional: Del listado de manifestaciones, seleccionamos como emblemtica esta confesin de J. Miranda: Con frecuencia en estos momentos de reflexin, me digo que no se puede luchar contra el carcter y que nac para perder en todas las batallas. Ahora que la madurez me ha vuelto ms sereno, ya es tarde para rectificar los errores de la juventud. La perspectiva de los aos slo me ha trado el dolor de reconocer los fracasos sin poder enmendarlos (199). Otros casos: -Me han hablado mucho de usted, joven, pero quiere creer que an no le haba visto en persona? Es tremendo hijo el aislamiento en que vivimos los viejos... Tremendo (...) Los viejos vivimos de los recuerdos, hijo. Las fiestas y la diversin no se han hecho para nosotros. (...) Ca, no lo crea, hijo. Soy muy gruona. Con los aos, el carcter 171

tambin se deteriora. Todo va de baja (24-25). -Te crees que no he sido joven y que no he recurrido a esos trucos?(44). - ...ya no somos jovencitas, cuntos aos me pondra usted?(45). - Bien est la pasin en un joven no lo niego(49). - Los viejos a la basura, di que s(77). - Yo tambin fui joven y cabezota(81). - Tenamos un huertecillo en mi casa, cuando yo era chico. Y un patio donde mi madre cultivaba flores. Hace mucho de eso, sabe usted?. - Con los amigos de la infancia... El tiempo los haba cambiado. Se me antojaron viejos a pesar de tener mi edad... (167). -Hija, por Dios, no nos trates de usted -dijo la seora de Parells. Mara Rosa Savolta se ruboriz ligeramente. - Ay, no sabra tutearles... - Claro, mujer, -terci Pere Parells-, si es natural: Mara Rosa es joven, y nosotros, unos carcamales, no te das cuenta. - Jess, no diga eso -protest Mara Rosa Savolta. - Cmo, Pere! -convino la seora de Parells fingiendo enojo-. Habla por ti. Yo me siento una nia de corazn. - Diga que s, seora Parells, lo que cuenta es ser joven de espritu. La seora de Parells hizo tintinear sus pulseras y golpe las mejillas de Mara Rosa Savolta con su abanico de ncar. - Eso lo decs los que no sabis de achaques (192). -Me falla la memoria con la edad (216). - Ah, los jvenes, tan impulsivos! (238). - Es probable tambin que influyera, y no poco, la soledad, el hasto, la conciencia de haber perdido lastimosamente mi juventud. Los actos desesperados y las diversas formas y grados de suicidio son patrimonio de los jvenes tristes (270). - Mara y yo ramos los nicos jvenes de aquella achacosa comunidad (297). - Yo saba cosas de la vida que ella, por su extrema juventud, no poda siquiera imaginar... (352). - Todos se van a trabajar con la Compaa. Slo quedamos los viejos. La compaa paga bien y a los jvenes el pueblo se les queda pequeo(365). - Los viejos y los nios gozamos de ciertos privilegios(410).

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Existe la posibilidad de clasificar a los personajes en grupos generacionales enfrentados, ponindose de manifiesto de forma explcita, en algunas ocasiones, ese antagonismo:Estas viejo, chocheas, la cabeza no te rige. (Recriminacin de Lepprince a Parells) (276). Destacamos, por ltimo, el carcter acelerado del tiempo vital por la rpida evolucin psicolgica de los personajes. El mejor ejemplo es esta declaracin de J. Miranda: La misma mirada que me haba dirigido tres aos antes, cuando siendo un chiquillo y sin apenas conocerle le pregunt a bocajarro: <Seor Lepprince, Quin mat a Pajarito de Soto? (355). Manifestaciones explcitas de discriminacin sexual: Adems de su manifestacin expresa observada en el anlisis de los personajes desde el punto de vista correlacional externo, la diferenciacin sexual est marcada discursivamente (lingstica y paralingsticamente). Texto clave como evaluador discursivo global es el ya citado de la pgina 101: Las mujeres, en el saln, comentaban sucesos con aire grave y pesimista, escasamente rean y su conversacin se compona de monlogos alternos a los que las oyentes asentan con gestos afirmativos y nuevos monlogos que corroboraban o repetan lo antedicho. La caracterizacin discursiva la podemos calificar de tpica (estereotipada) y superficial, y hace hincapi en los siguientes aspectos: a) Temtica conversacional: bodas, chismes, etc. b) Preocupacin por los tonos y modales discursivos y sociales: - No le parece de buen tono eh?(12). - Mi nico deseo, en este tiempo, ha sido procurar que la pequea Paulina no careciese de nada. Por desgracia, temo que su educacin sea deficiente. Como adems hemos tenido que ir vendiendo mis joyas, la pobre ha crecido en un ambiente de clase media, tan distinto al que por su nacimiento le corresponde. La nia, sin embargo, no traiciona su origen y se quedara usted sorprendido de su distincin y sus modales(415). c) Marcadores lingsticos: refuerzos vocativos: mujer, hija, etc. Comienzos interjectivos: oh, ay, huy, etc. Refuerzos interrogativos: eh?. Fraseologa religiosa: Qu idea, Madre de Dios(13). Jess, Mara y Jos (15). ...que en gloria est (25.) 173

Podemos hablar, en conclusin, de la presencia estereotipada de una variedad sociolingstica sexolectal. Marcadores religiosos explcitos: Adems de como marcador del discurso femenino, lo religioso (considerado como parmetro, tipo de dominio y tipo de sociolecto profesional, dado que su encuadre sociolingstico no es todava definitivo) funciona como un factor complementario en la caracterizacin del contexto social y de los diferentes personajes. Como marcador cultural externo se manifiesta de diversas maneras: a) La Iglesia como referente social, fuente de autoridad y legitimacin: -...ignorndose si esa unin se haba realizado de conformidad con la Iglesia Catlica(31). - ... y que me perdonen las autoridades eclesisticas por comparar la misa con ese infierno que es el mundo del trabajo(37). b) Utilizacin poltica de lo religioso: -Los liberales no tienen a nadie. Canalejas se quem en salvas que decepcionaron a todos hasta que un anarquista le vol los sesos ante el escaparate de una librera. Los liberales, en suma, se sostienen sobre la sola baza del anticlericalismo, recurso que surte un efecto popular, faciln, intil y breve. Los conservadores, por el contrario, aparentan ser beatones y capilleros. As ambos halagan los bajos instintos del pueblo: stos, la blandura sensiblera catlica; aqullos, el libertinaje anarquizante(97). c) El anarquismo como nueva religin: -En la segunda mitad del siglo pasado -dijo-, las ideas anarquistas que pululaban por Europa penetraron en Espaa. Y prendieron como el fuego en la hojarasca; ya veremos por qu. Dos focos principales de contaminacin son de mencionar: el campo andaluz y Barcelona. En el campo andaluz, las ideas fueron transmitidas de forma primitiva: pseudo-santones, ms locos que cuerdos, recorran la regin, de cortijo en pueblo y de pueblo en cortijo, predicando las nefastas ideas. Los ignorantes campesinos les albergaban y les daban comida y vestido. Muchos quedaron embobados por la chchara de aquellos mercachifles de falsa santidad. Era eso: una nueva religin. La cercana de ambas ideologas se manifiesta en el discurso de Mestre Roca, donde aparecen salpicadas expresiones como: como en la parbola evanglica (106), o, segn frase de la Biblia, ese bello libro tan mal utilizado (106-107). d) Referencia al anticlericalismo de los obreros: - Los obreros se reunan a diario y pasaban la jornada tomando el sol a la puerta de 174

la taberna, discutiendo y filosofando y haciendo circular bulos sobre los acontecimientos revolucionarios acaecidos en otras localidades. A la cada de la tarde se organizaban mtines en los cuales los socialistas y los anarquistas se insultaban recprocamente. Al trmino de los mtines, los oradores y sus oyentes se congregaban ante la iglesia y apostrofaban al cura, acusndole de usurero, corruptor de menores y sopln (377-378). e) Declaracin expresa de atesmo: - Nemesio Cabra Gmez se dirigi hacia el desconocido. - Mucho le agradezco su amabilidad, seor. De sobra se ve que es usted un buen cristiano. - Cristiano yo? -replic el desconocido-. Ateo irreductible, diga usted mejor. Pero la noche no es noche de discusin, sino de vino. Tabernero, sirva un trago para este amigo!(197). De igual forma que en el caso del parmetro sexo, podemos hablar de un sacrolecto estereotipado (tpico y superficial) marcado lingsticamente por el lxico y, especialmente, por la fraseologa. Destacan sobre todo: a) Las invocaciones (muletillas) religiosas: Sus gobiernos los envan a realizar sabe Dios qu trabajos(47). Por el amor de Dios, to... (77). No, por Dios...(91). ...de un bandido hacen un hroe y lo imaginan en todo lugar, como a Dios(123). Vaya por Dios(136). Dios mo(149). Quiera Dios que nos d tiempo de todo(179). como Dios manda(212). Gracias a Dios (214). Dios se lo pague(221). Lo juro por la Santsima Trinidad(240). Dios te lo pagar (278). Dios sabe dnde(302). Al menos, amiga ma -le dijo a Mara Coral- recemos para que Dios proteja a esos locos( 319). Yo slo le pido a Dios una cosa: <Seor, dame mucha salud... Dame mucha, ya que me has quitado lo dems>. Pero se conoce que Dios ha querido mandarme una ltima prueba(350). lbreme Dios(409). Virgen Santsima(409). Como un buen cristiano(414). b) La caracterizacin idiolectal de Nemesio Cabra: El personaje es definido en una ocasin como:predicador de va estrecha y santurrn de zarzuela(201). Comentando su discurso, el comisario Vzquez explicita como jerga especial el habla de Nemesio:-Por los clavos de Cristo! Por la eterna salvacin de mi...! -empez a decir el comisario, pero se detuvo al advertir que estaba empleando la misma terminologa que su molesto interlocutor- (287). Como ejemplo del habla de Nemesio Cabra puede servir de muestra el siguiente texto: 175

Yo soy amante del orden, seor comisario, se lo juro por mis muertos, que en gloria estn. Y si no basta con mi palabra, Dios hay que lo puede certificar. Me marche de mi pueblo porque all haba demasiada revolucin. Ya no se respeta hay en da la voluntad del Altsimo y El tiene que mandarnos un gran castigo si no ponemos remedio los hombres de orden y buena voluntad(118). Otros casos: - Dilogo con el comisario Vzquez en el manicomio (132-133). - Carta al Comisario Vzquez (160-161). Redimensionadas desde esta clave las caractersticas ms relevantes del marco correlacional externo, estamos en condiciones de transitar al cometido especfico de la estrategia correlacional interna: el establecimiento de las variedades sociolingsticas presentes en el texto. Procedamos, en primer lugar, a una presentacin completa de las variedades sociolingsticas. Distinguimos en ellas dos grandes grupos: a) Explicativas. b) Descriptivas. Las variedades sociolingsticas explicativas se fundamentan en los juicios o evaluaciones discursivas que de forma consciente se realizan desde las diversas instancias enunciativas. Suelen tener un carcter esttico y reflejan las creencias y los prejuicios lingsticos (en el estudio sociolingstico general estos fenmenos se estudian en el apartado especial de las creencias y actitudes lingsticas). Pueden, a su vez, subclasificarse en: a) Explicativas autoevaluadoras. b) Explicativas heteroevaluadoras. Cada una de ellas se encarga, desde su particular orientacin evaluadora, del estudio de las variedades lectales (intralingsticas e interlingsticas), de las variedades contextuales (Campo/s, tono/s y medio/s) y de las variedades idiolectales. Comencemos su presentacin ejemplicadora: Variedades sociolingsticas explicativas autoevaluadoras lectales: Intralingsticas: Se toman en consideracin en este subtipo las autoevalucaciones relativas a los diferentes sociolectos (estndares (supraestndar, mesoestndar y subestndar) y no estndares, esto es, los diferentes geolectos), cronolectos (filogenticos y

ontogenticos), sexolectos y etnolectos. Si exceptuamos la autocorreccin del Comisario Vzquez cuando se da cuenta de que est expresndose como Nemesio Cabra 176

-y no olvidemos que se nos narra esa reaccin-, no observamos otras autoevaluaciones explcitas. Interlingsticas: Se incluyen aqu las autovaloraciones de las variedades que se establecen como consecuencia de la convivencia, contacto y mestizaje entre diferentes lenguas (situaciones de plurilingismo, bilingsmo, diglosia, pdgines y criollos). En la novela de Mendoza, la conciencia de la diversidad interlingstica (especialmente en el caso de los personajes bilinges) favorece la autoevaluacin lingstica: Mi madre era espaola. Siempre me habl en espaol, de modo que puede decirse que aprend el espaol desde la cuna. Incluso antes que el francs (25) (Lepprince). 'Pues, s, fue el primero en acudir y estaba tan emocionado que slo le salan palabras en ingls. Yo no entiendo el ingls, sabe, hijo?, pero de orle hablar con aquella voz tan suave y tan honda que tena, comprend que me estaba contando lo mucho que apreciaba a mi difunto esposo(26). Observe, por ejemplo, que mi castellano es correcto, cosa que hasta el presente me esforc en disimular(368) (Max). La condicin de bilinge se pone de manifiesto en otras ocasiones: Es lo que llamaramos en Francia <deformacin profesional>. Tambin lo llamamos as en Espaa -dijo una voz a nuestras espalda. (144). Cmo se dice en espaol (369) (Max). Contextuales: Se agrupan en este apartado las valoraciones personales de los componentes que hemos establecido en el estudio de un texto literario: las relativas a todos los fenmenos que configuran el campo de discurso, el tono y el medio o soporte material de ese texto. Generalmente, estas variedades se manifiestan integradas. Veamos algunas muestras significativas: Tonales (absolutas y combinadas): Tono-Medio-campo:No hubo entre nosotros lo que pudiera llamarse camaradera. Yo tard aos en apear el tratamiento y cuando pas a tutearle, lo hice por orden suya y porque los acontecimientos as lo requeran, como se ver. Tampoco nuestras charlas derivaron en apasionadas polmicas, como haba sucedido con Pajarito de Soto a poco de conocernos: esas acaloradas discusiones que ahora, en el recuerdo, acrecientan su importancia y se convierten en el smbolo nostlgico de mi vida en Barcelona. Con Lepprince la conversacin era pausada e intimista, un intercambio sedante y no una 177

pugna constructiva. Lepprince escuchaba y entenda y yo apreciaba esa cualidad por encima de todo. No es fcil dar con alguien que sepa escuchar y entender. El mismo Serramadriles, que habra podido ser mi compaero idneo, era demasiado simple, demasiado vaco: un buen compaero de farras, pero un psimo conversador(93-94). Medio-Campo-tono:Mantuvimos una conversacin de tipo general, llena de altibajos y silencios(121). Tono:Nuestro trato se reduca a meras frmulas de cortesa(163). Tono:No le parece de buen tono, eh? (12). Tono:Te vas a petar de risa, con perdn(14). Tono:Mira, nia, deja de llamarme seora y haz el favor de tutearme y llamarme por mi nombre. No te creas que adoptando esta actitud mojigata me vas a matar la curiosidad(44). Tono-medio:Dentro puede aguardar la belleza sin lmites, el arcano latente, pero tambin la muerte, la ruina, la maldicin de los siglos. Te parezco un poco literario? No me hagas caso(53). Tono-Medio:La primera vez que me llam lo hizo como amiga y en ese tono se mantuvo la entrevista(68). Medio-tono:Se mostr aliviada por mis palabras y la conversacin tom un tono ms general(69). Tono:Y si hablo en ese tono que alguien pudiera tachar de pretencioso.(88). Tono:Hija, por Dios, no nos trates de usted -dijo la seora Parells. Mara Rosa se ruboriz ligeramente. Ay, no sabra tutearles(192). Tono:No te consiento este tono ... Qu tono? ...(236-237). Tono:Habamos mantenido nuestros contactos a nivel formal, casi burocrtico, de alumna y maestro(282). Campo-tono:Las frases a que aludo eran, no obstante, cordiales(296). Campo (Tema/s): Manifestaciones explcitas: Lepprince-Vzquez: -Si le parece a usted bien -dijo Lepprince-, podramos pasar a tocar el tema que nos ocupa. -Oh, por supuesto, monsieur Lepprince, por supuesto(37). Pajarito de Soto-J. Miranda: 178

-Ests interesado en el tema? (anarquismo) -S, por supuesto -dije ms por agradarle que por ser sincero (37 y 87). Lepprince-Forzudos: ...Pero me interesara tratar primero el otro tema: el trabajo que les quera proponer (51). Seora Savolta: Ay, chicas... no comprendo cmo os gusta hablar de estos temas tan escabrosos. A mi me dan asco estas cosas. No lo puedo remediar (55). Anarquista de la librera: - Yo no cre -deca-, y he de confesaros en esto mi error, que el tema de la charla que desarroll anteayer fuese a levantar tanta polmica y tanta contradiccin aqu y fuera de aqu. Era un tema que yo quera desarrollar, pero casi en familia, como algo ntimo, no de los componentes del partido, sino de todos los que han seguido de cerca, con ms o menos inters, nuestra posicin y que podan, en algn momento, compartir las inquietudes y las orientaciones del Partido. Tal vez me digis, o alguien diga, en otro lugar de mi charla, que no por mi charla en s, harto deficiente, prueban de modo irrefutable mi error. Yo no lo veo as, aunque me declaro presto a reconocer mis equivocaciones, que sin duda sern innumerables, y si hablo ese tono que alguien pudiera tachar de pretencioso, es tan slo en el convencimiento de que sacar a la luz los temas axiales del anarquismo resulta con mucho ms beneficioso que los errores que pudiera cometer en el transcurso de mis aseveraciones osadas, no lo niego, pero cargadas de recta intencin (88). J. Miranda- Juez D.: J.D.: Cundo rectific su juicio? M.: Esa noche a lo largo de la conversacin. J.D.: Qu temas trataron? M.: Temas varios. J.D.: Trate de recordar. Especifquelos (92-93). Juez Davison: Cambiemos de tema...(162). J. Miranda: ...les refer los atentados anarquistas, tema del da en la prensa local... (166). Agregada cultural: ...En las reuniones sociales no se habla jams de literatura, pintura o msica(205). 179

J. Miranda: Durante la comida y en el viaje de regreso mi hazaa constituy el nico tema de conversacin(320). J. Miranda: Durante aquellos apacibles paseos hablbamos de cosas triviales, procurando no rozar temas ntimos ni aludir al pasado ni a nuestra situacin(345-346). Max: ...pero no nos desviemos del tema(369). J. Miranda: No haba dejado de cloquear, subrayando cada una de sus frases, consider llegado el momento de abordar el tema de Lepprince(408). Campo-Medio: Es, sin lugar a dudas, el grado mximo de reflexividad y el factor ms importante para conseguir verosimilitud. Consideramos pertinente establecer dos tipos de recursos diferentes: a) Directo: por este procedimiento el relato se convierte en tema. Los marcadores metaescriturales son los siguientes: ...como se ver(93). Pero no quisiera pecar de retrico: ahorrar las descripciones y pasar directamente a los hechos escuetos(153). Los pormenores de la entrevista que sostuvieron el comisario Vzquez y Nemesio Cabra Gmez han quedado transcritos en otra parte de este relato (258). Pero eso son detalles marginales (309). He relatado con cierto detalle este incidente en apariencia trivial porque tuvo en el futuro una importancia que a su debido tiempo se ver (320). El correo me ha trado una carta inesperada de Mara Rosa Savolta. Creo que su transcripcin ser el mejor modo de poner punto final a esta historia (414). b) Indirecto: mediante este procedimiento el autor se pregona como dueo de la obra. En esta novela se recurre a una nota inicial en la que, adems de recordar el carcter imaginario de todos los personajes, sucesos y situaciones, se alude a los modelos y fuentes utilizados -convenientemente adaptados- para la redaccin de artculos periodsticos, cartas y documentos. La nota, igual que otras especies de textos satlites, sirve de aviso preparatorio a la diversidad de tipos de textos que se van a utilizar en la novela y cumple, por otra parte, un papel premonitorio de uno de los 180

ingredientes del campo de discurso: terrorismo, pistolerismo, anarquismo. Es el dossier bilinge del proceso judicial emprendido por J. Miranda el que comprende el mayor nmero diferente de tipos de texto (orales y escritos). Vemoslos: Artculo de Pajarito de Soto (9-11/20-21/36-37/40-41/48/56-57-58), Notas taquigrficas de la declaracin de J. Miranda (10-12/15-16/22/26/27-28/31/40/49-50/63-64-65/7980/83-84/90/92-93/102 103/104/113/115/148-149/161-162), Affidavit del excomisario Alejandro Vzquez Ros (30/42/61/80-81/104/119), Ficha policial de Andrs Nin (98100), Cartas de N. Claudedeu (127-129), Carta del sargento Totorno (146-147), Carta de Vzquez a Totorno (152), Carta de Totorno a Vzquez (154-155), Carta de Vzquez a Totorno (157), Carta de Totorno al comisario Vzquez (159), Carta de Nemesio Cabra al comisario Vzquez (160-161), Instancia de Vzquez al ministro (163-164), Recorte de un peridico de Barcelona (165), Carta de Totorno a Vzquez (168-169), Carta de Vzquez a Totorno (169-170). Completan el catlogo la referencia a letreros, panfleto anarquista, recortes de la prensa catalana, la carta de Pajarito de Soto, la carta de Lepprince y la carta final de Mara Rosa Savolta. Tambin podemos caracterizar como recursos indirectos (claves premonitorias entre autor y lector): a) La transparencia (sociolgica, psicolgica y sociolingstica), que en algunos casos roza la onomancia, en el nombre de los personajes. b) Toques de humor fundados en la competencia bilinge del lector: -Tiene usted mucha razn, seora Van Pets. - Van Peltz -corrigi la seora(206). Idiolectales: No hay en la obra ningn autorretrato lingstico discursivo. Variedades sociolingsticas explicativas heteroevaluadoras lectales : Intralingsticas: A pesar de que el origen geogrfico de algunos personajes (la prostituta Remedios es de origen murciano, numerosos anarquistas son de procedencia andaluza), solamente encontramos una valoracin explcita de esta naturaleza. En efecto, de Nemesio Cabra se nos dice que ceceaba ligeramente(111), aunque nos queda la duda sobre la causa de tal pronunciacin, pues bien pudiera obedecer a su condicin de desdentado. Interlingsticas: Correccin idiomtica y acento: 181

As que usted es francs, eh? -insisti la seora. - En efecto. Soy de Pars. - Nadie lo dira, oyndole hablar. Su castellano es perfecto. Dnde lo aprendi?(25). -dijo con acento extranjero y ademn conminatorio (Max) (116). Con las nuevas amistades, las cosas eran an peor. Experimentaban una visceral aversin por Catalua y todo lo cataln. Su contacto con el comerciante desangelado, pretencioso y chauvisnista les haba creado una imagen del cataln de la que no se apeaban. Remedaban el acento, ironizaban y se mofaban del carcter regional y criticaban con exasperacin el separatismo, abrumndome con argumentos como si yo fuera el portaestandarte de los defectos catalanes. Pretendan, creo, que defendiera tesis subversivas y antipatriticas para poder dar rienda suelta a sus sentimientos hostiles. Si no lo haca y me identificaba con su postura, se sentan defraudados y continuaban con sus diatribas ignorando mi silencio y mi aquiescencia. Si matizaba su punto de vista por juzgarlo desenfocado o apasionado en extremo, se ofendan y redoblaban el mpetu de sus ataques, con ardor misional y santa clera(167). -deca la seora en fluido castellano que apenas dejaba traslucir un leve acento extranjero(205). Contextuales: Dilogo entre Miranda y el juez Davison (razones para admirar a Lepprince): Su personalidad en general. Su cultura, su gusto, su lenguaje, su conversacin(92). Y os desprecian porque no sabis hablar como ellos, ni vais al teatro, ni al Liceo, ni sabis comer con cubertera de plata(204). Emprend por mi cuenta, y siguiendo consignas de Lepprince, una labor de refinamiento, ya que las maneras de la gitana dejaban mucho que desear. Su vocabulario era soez y sus modales destemplados. La hice aprender a conducirse con elegancia, a comer con propiedad y a conversar con discrecin. Le di una cultura superficial, pero suficiente. A todo este proceso respondi la gitana con un inters que me conmovi. Escuchaba deslumbrada, como no poda ser menos. Viva un cuento de hadas. Hizo progresos notables, pues posea una inteligencia despierta y una voluntad frrea, como corresponde a quien ha vivido en ambientes tan turbulentos y ha frecuentado los ms bajos estratos de la ralea humana. La vida del hampa es buena escuela(281). La incoherencia de sus argumentos y un cierto balbuceo de su voz daban a esos trminos una dimensin lejana y potica, de cuento infantil. (Miranda de un viejo 182

matemtico) (297). Tono: ...y aadi en tono de reproche(14). alab su estilo incisivo(67). y su tono incisivo(143). y saltndose toda regla de urbanidad(155). en tono de reproche(188). Cuando habl de nuevo percib en su voz un tono ligeramente grandilocuente y falso, ese tono que vibra en la voz de los actores cuando se levanta el teln y empiezan a recitar el libreto(254). y yo adivin por el tono de su voz que habamos llegado adonde l quera ir.(256). deca l muy retrico(272). cambi el tono de su voz(275). chill Pere Parells relegando las formas que hasta entonces haba mantenido.(275). dijo en tono indiferente(278). dijo Rosita mientras vaciaba la cesta, mezclando en su voz la indiferencia y el desprecio(279). <vaya>, pens, <de dnde habr sacado esta chica esos modales?> Y me rea en secreto imaginando la cara de Mara Rosa Savolta de haber presenciado los gestos que provoc su invitacin. Pero eso son detalles marginales(309). -dijo Lepprince dirigindose al rey con un familiar <usted>, que le pareci menos engolado que el <vos> en una conversacin privada(315). Concluy en tono propagandstico(321). no hablaron mucho. Correctos pero reservados, s(364). dijo en tono de camaradera(394). Idiolectales: Retrato de Cortabanyes: Coga la pluma o el lpiz con los cinco deditos, como un nio agarra el chupete(17). Al hablar produca instantneas burbujas de saliva. Hablaba con frases cortas y atropelladas, como si temiese agotar el aliento y ahogarse a mitad de camino(81). Cortabanyes disfrutaba en las fiestas multitudinarias. En la cortesa superficial y el formalismo se senta seguro de s, a salvo de las preguntas directas, de las consultas profesionales, de las propuestas insidiosas. Le gustaba emprender una conversacin 183

ligera, interrumpirla, picotear en todas las tertulias, intercalar una broma, un comentario frvolo. Le gustaba observar, deducir, adivinar, descubrir caras nuevas, sopesar figuras en alza, poderes en decadencia, pactos tcitos, traiciones de saln, crmenes sociales(226). En las fiestas Cortabanyes no tema la indiscrecin ajena. No cobraba por contestar y poda dar la callada por respuesta. No obstante, decidi hacer sufrir al premioso Casabona(227). Retrato del Comisario Vzquez: ...y aquella lentitud profesional que pona en sus palabras y sus movimientos, tendiente sin duda a exasperar e inquietar y a provocar una sbita e irrefrenable confesin de culpabilidad en el oyente. Su premeditada prosopopeya me sugera una serpiente hipnotizando a un pequeo roedor. La primera vez que le vi lo juzgu de una pedantera infantil, casi pattica. Luego me atacaba los nervios. Al final comprend que bajo aquella pose oficial haba un mtodo tenaz y una decisin vocacional de averiguar la verdad a costa de todo(37). An dio varias chupadas al puro antes de hablar y cuando lo hizo adopt un tono reiterativo y didctico. Gesticulaba poco, subrayando con el dedo ndice alguna frase o algn dato importante o el final de un prrafo particularmente trgico. Pero denotaba un profundo conocimiento de la materia y una retentiva ms que regular para fechas, nombres y estadsticas, el comisario Vzquez(85). Variedades sociolingsticas descriptivas: En clave diferente, esto es, sin atender al filtro de la valoracin propia o ajena de las diversas instancias enunciativo ficcionales, se vuelven a considerar las manifestaciones explcitas de las variedades lectales, contextuales e idiolectales. La verdad sobre el caso Savolta es una novela donde, con diverso grado y criterio, se combinan diversas lenguas. La lengua dominante en sentido cuantitativo y sociolingstico es el espaol (tambin denominado castellano en el texto) que aparece en relacin polticamente conflictiva con el cataln. El origen geogrfico de algunos personajes explica la presencia del francs. Todava hay que tener en cuenta una cuarta lengua, el ingls, aunque su presencia puede calificarse de aludida. En algunas ocasiones se insiste de forma indirecta en las situaciones de bilingismo: J.D.: Quiere deletrear su nombre? M.: Ce, o, erre, te, a, be, a, ene, i griega, e, ese. Cortabanyes. (15-16). Espaol-castellano: 184

Variedades lectales intralingsticas: Sociolectos: Se utilizan regularmente, variando en razn del tipo de dominio en que

transcurre cada una de las secuencias narrativas. Esta utilizacin regular se mantiene en la correspondencia con las diversas variedades contextuales-funcionales que se emplean en los eventos o actos comunicativos que se realizan en cada uno de los dominios. La propiedad sociolectal es perfecta. La variedad comn a todos los personajes y la ms frecuente en los dilogos es la mesoestndar; la que se utiliza como vehculo de la narracin y en la redaccin de los diversos textos (con respeto a las constantes -tpicoslingsticas propias de cada estilo literario: epistolar, burocrtico-administativo, poltico, periodstico, etc.) es la variedad supraestndar. La ms marcada y estereotipada es la subestndar, caracterizada por los refuerzos interrogativos y vocativos, los insultos groseros y los tacos, y, especialmente, por el lxico. Como subvariedades sociolectales, producto de la correlacin entre variedades sociolectales y variedades contextuales (una determinada clase de temtica ms o menos especializada y el medio utilizado (oral o escrito)), proponemos los sacrolectos, cuya presencia es manifiesta en la novela, y los polticolectos, que en la obra de Mendoza se corresponden con algunas caractersticas lingsticas de los personajes anarquistas, particularmente del discurso escrito de Domingo Pajarito de Soto y de las charlas de Mestre Roca. No hay presencia descriptiva de variedades geolectales, salvo que encuadremos como tales las transferencias interlingsticas que aparecen en el habla de Doloretas (catalanismos transferidos a las estructuras de la lengua espaola) y en el siguiente comentario del chino del cabaret: El marino la desnuc con una macana y se puso a desplumarla. - Oh, hol-lol -dijo el chino-, la clueldad del homble(35). Cronolectos: No son caracterizados de forma explcita (estereotipada). Sexolectos: Ya hemos descrito sus caractersticas. Etnolectos: No hay presencia estereotipada. Cataln: Su relacin con el castellano es de conflicto. Conviene hacer la salvedad de que esta situacin se hace explcita en el mbito urbano, donde podra aventurarse el retrato 185

por parte de Mendoza de una situacin de diglosia (en el sentido ampliado del trmino). Manifestacin explcita de esta situacin la encontramos en los siguientes textos: Algo cre entender sobre la lengua catalana y la tradici cultural i democrtica y tambin sobre la desidia voluntria i organitzada des del centre o pel centre, frases fragmentadas y aplausos y tras ellos frases que se diluan en el ronroneo de los comentarios, gritos de molt b! y el inicio deslavazado y arrtmico de <Els segadors>(18). -Fora els castellans! decan ahora. Una figura vestida de negro, de barba cana y rostro de ave apareci en una de las ventanas. Extendi los brazos y grit: Catalunya! ... Por la Rambla de Catalua bajaban grupitos a la carrera, enarbolando cachiporras y gritando Espaa Republicana! por lo que supuse que seran los <jvenes brbaros> de Lerroux(19). Sin embargo, la mayor presencia explcita del cataln est ligada al mbito rural (Balaguer, Sort, Tremp, Viella, La Pobla de Segur), dominando sociolectamente la variedad mesoestndar y la subestndar. Ocasionalmente se explicita el contexto bilingstico con dobletes traducidos como el siguiente: tren de va estrecha o carrilet(151). Francs: Esta lengua aparece a lo largo de la novela -con marcas grficas especiales- en forma de prstamos no integrados para denominar determinados objetos o como un particular rasgo estilstico: camuflage(9), Fiat modelo conduite-cabriolet (27), madame (32), un traje de soire (33), Monsieur Lepprince (37 y 229), affaire (216), Limousine, chauffeur (217), partenaires (254), soubrette (271), la suite (283), croissants (294), una cocotte (324), alusin a la carta de comidas del balneario con sus nombres en francs (297), chantage (401), entre otros. De manera discursiva expresa aparece en los siguientes casos: -<Bernhard, B., o es-tu?> (114). El recepcionista del hotel que se dirige a Lepprince como monsieur atendiendo a su origen geogrfico comenta en francs: trs, trs mignom(229). El discurso bilinge de Max (pgs. 367-370). Ingls: Su importancia obedece a su carcter aludido: el Dossier judicial es una traduccin del ingls. Se efectan dos referencias: una al desconocimiento de esa lengua (pgs. 346186 y

347) y otra a las dificultades de su aprendizaje (413), adems de la valoracin, ya sealada, de la seora de avanzada edad que dialoga con Lepprince. Variedades sociolingsticas descriptivas contextuales: Su estudio se encuadrara como uno de los aspectos de la tercera de las estrategias del estudio sociolingstico de los textos literarios que presentaremos ms adelante. Variedades sociolingsticas descriptivas idiolectales: Se encuadran aqu algunas de las intervenciones discursivas de los siguientes personajes: Cortabanyes: pgs. 77-78, 81-82, 84. Doloretas: pgs. 147, 350-351. No es ocioso recordar que, en algunas ocasiones, toda la estructura narrativa de una novela est sostenida por la caracterizacin idiolectal de la voz del narrador. Es el caso de la novela El palomo cojo de Eduardo Mendicutti404, donde el narradorprotagonista asimila y reproduce los sociolectos y geolectos del resto de personajes, en particular, de los personajes femeninos, recurriendo para ello a numerosas citas del discurso ajeno. Su condicin de preadolescente con problemas de identidad sexual provoca esta actitud mimtica hacia la conducta femenina que se refuerza, en la caracterizacin sociolingstica, por el tipo de temtica y por los tonos personales que utiliza. En su conjunto nos encontramos ante un estereotipo de variedad sexolectal. Veamos algunas citas significativas: Ejemplo 1: Me imaginaba como ta Victoria, haciendo una entrada tan sensacional como la que ella hizo cuando lleg a casa de mis abuelos, que en realidad era tambin su casa, y me senta en la gloria. Me senta como cuando ta Blanca se ajumaba un poquito y se pona muy contenta y pareca otra, pareca una mujer de mundo, como deca ta Victoria que ella era. El vino a veces tiene eso, deca la Mary, que a la gente un poco cenizo la hace parecer mejor de lo que es. Y eso fue lo que pas con la llegada de ta Victoria, que fue como una borrachera, en el patio se form un gento para recibirla y todo el mundo pareca medio piripi, y el que ms Jos Joaqun Garca Vela, que se hasta daba camballadas, l se haba inventado una patulea de chilindrinas para quedarse en el escritorio con el abuelo hasta las tantas, y a lo mejor hasta era

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Cf. Crculo de Lectores, Barcelona, 1992.

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verdad que se haba puesto de grana y oro con la manzanilla, a cuenta de los nervios que se le haban metido en el estmago, y lo de la curda no era una figuracin ma, era un amenjess. Pero los dems tambin parecan todos con el vinito subido. Reglita Martnez y la ta Emilia y otras tres o cuatro seoras de la tertulia de la abuela, que se haba dado maa para quedarse porque por nada del mundo queran perderse la novedad, charlaban como cotorras en arrebato, que era una cosa que la Mary deca mucho y a m me haca la mar de gracia, y se rean una barbaridad, apalancndose las unas en las otras, como si se les hubiera ido la mano con el amontillado, mientras hacan tiempo, y hasta mi abuela pareca en tenguerengue, claro que la pobre a lo mejor lo que tena era un mareo de concurso, con tanta bulla. Todo el mundo pareca un poco bebido, hasta yo, que aproveche el pandemonium que se haba liado para agarrar corriendo el permiso del mdico y bajarme tambin al patio, sin que nadie me dijera ni que s ni que no. Con el gloriamundi que le haba entrado a todo el mundo, nadie tena ganas de ponerse aguafiestas Ejemplo 2: Yo a l le reconoc en seguida, nada ms verle, estaba igual que en las fotografas, con aquellas jechuras tan fenomenales que tanto le alborotaban la bandurria a la Mary, con aquellos ojos verdes que ponan descompuesto a Cigala, el manicura, con aquella pinta de calavera simptico y guapetn, y con un cach despampanante, que a ta Emilia la pona, segn mi madre, como una pelandusca de Rompechapines 406. Ejemplo 3: To Ramn cogi la maleta que haba trado y la puso encima de la cama. La abri y dentro tena muy pocas cosas, como si hubiera venido para pasar pocos das. Eso s, l estaba impecable. Llevaba una guayabera blanca y con jaretitas por la parte de delante, muy limpia y muy moderna, se vea que era de tergal, el ltimo grito, y unos pantalones azul marino sin un brillo ni un rocetn y con la raya marcada estupendamente. Traa puestas unas playeras de lona, tambin blancas, y estaba la mar de conjuntado. Y guapsimo. La verdad es que era guapsimo, no me extraaba que a la Mary se le calentara la sartn nada ms verle, aunque fuera en fotos, y que Cigala le echara piropos cuando se lo encontraba por la galera, aunque to Ramn escupiese y pusiera cara de asco. Tena un moreno de sol que daba gusto mirarle, y como la
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O.C., pgs. 83-84. Ibdem, pg. 178.

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guayabera la llevaba con las mangas arremangadas se le vean unos msculos como los de Joaqun Blume, y con razn deca la Mary que ojos como los del to Ramn no los haba ni en Jolib. Con aquella planta y aquellos ojos y aquel cach era natural que volviese locas a todas las gachises que se le pusieran por delante, y tambin a todas las seoras de buena familia y millonetis, porque un color como el que tena to Ramn no se coga en una playa cualquiera, siquiera en la de Chipiona. Slo se poda coger en un crucero por el Caribe, con seoras de la alta sociedad 407. Ejemplo 4 (clave metaescritural de la novela): Aquello de decir que alguien tena mucho gancho era una costumbre de mi madre, pero es que la Mary a veces hablaba como mi madre, sobre todo si le daba por sentirse protagonista de un serial, y la verdad es que mi madre, a pesar de ser tan chic, tambin hablaba como la Mary, sobre todo cuando se pona frentica. A m me gustaba mucho como hablaba mi madre, pero tambin todo lo que deca la Mary, y muchas veces lo repeta sin darme cuenta, y una vez Antonia me dijo que no hablara as, que los hombres no dicen esas cosas. A mi madre lo nico que no le gustaba era que dijese picardas, pero yo me haba dado cuenta de que los hombres decan picardas a montones y, segn mi hermano Manoln, uno hablaba as cuando era un machote y un legionario. Manoln, de mayor, quera ser legionario, pero a m lo que me gustaba era ser marino mercante o artista de cine, dej de decir picardas y a lo mejor por eso me salan sin darme cuenta los dichos de mi madre y de la Mary. Adems, una de las cosas que descubr aquel verano, en casa de mis abuelos, fue que no todos los hombres dicen picardas: a to Ramn no le escuch ni una (pgs. 187-188).

7.3.- Estrategia atomista: Consiste en el estudio aislado de cualquiera de los aspectos que configuran el anlisis sociolingstico de textos, independientemente de la lgica correlacional externa e interna, aunque en esas dos dimensiones del anlisis sea una tarea necesaria para llegar a su formulacin. 8.- Las tres estrategias propuestas pueden utilizarse de forma autnoma para el logro de fines especficos. Sin embargo, en nuestra opinin, deben interpretarse como etapas necesarias en un proceso integrado, en el que la segunda de las estrategias prima sobre las otras y las dota de sentido.

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Ibdem, pgs. 1179-180.

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Captulo VIII Claves sociosemiticas para el anlisis de textos ecologistas

0.- Introduccin. Con este trabajo408 pretendemos alcanzar dos objetivos: 1.- Presentar, de forma muy general (por ese motivo utilizamos un modelo de anlisis textual, el del denominado contextualismo britnico o escuela neofirthiana, cuyas categoras de anlisis, sobradamente conocidas, facilitan mucho la simplificacin extrema), las caractersticas fundamentales que pueden caracterizar en su conjunto a algunos de los tipos de textos ms importantes de un determinado sector del discurso ecologista. 2.- Sugerir, de forma ms particularizada, que la dinmica histrica en la oposicin entre los mbitos rurales y urbanos (remontable en ltima instancia a la dialctica entre Naturaleza y Cultura recordemos en la tradicin literaria las historias ejemplificadoras del ratn de campo y del ratn de ciudad o del menospreciado en la Corte pero alabado en su aldea-) ha adquirido y puede seguir adquiriendo- una orientacin novedosa merced a determinadas actuaciones de algunos sectores del movimiento ecologista, que, curiosamente, son de naturaleza lingstica. 1.- Visin general de las variedades contextuales-funcionales del discurso ecologista. 1.1.- Discurso ecologista y campo del discurso: 1.1.1.- Campo de discurso convencionalizado: Desde afirmaciones como sta de E. F. Schumacher409: Para llegar al corazn del mismo asunto, haramos bien en preguntarnos: Por qu ser que todos estos trminos: contaminacin, medio ambiente, ecologa, etc., de pronto se han transformado en trminos de actualidad? Despus de todo hemos tenido un sistema industrial durante bastante tiempo y aun as estas palabras eran virtualmente desconocidas cinco o diez aos atrs. Ser esto un entusiasmo pasajero e inesperado, una estpida moda o tal vez una repentina falta de entusiasmo, hasta la expresada en el siguiente artculo
Una versin indita de este trabajo (Caractersticas de la configuracin espacial del discurso ecologista, XV Curso de Lingstica Textual, Universidad de Murcia, 1992) es la citada por JUAN MANUEL HERNNDEZ CAMPOY en la Tesis Doctoral titulada Modelos de difusin geogrfica de las innovaciones sociolingsticas en los acentos del Reino Unido, Universidad de Murcia, 1996. 409 Cf. Lo pequeo es hermoso, Herman Blume (Crtica/Alternativas), Madrid, 1990 (1 edic. original 1973), pgs. 16-17.
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periodstico: Hablar de contaminacin del agua, (nuestro casi difunto ro Segura es un buen ejemplo), contaminacin del aire, cambio climtico o efecto invernadero son temas que ya forman parte de nuestra cotidianidad y que a fuerza de nombrar, comentar, criticar, podran caer en el saco roto de lo tpico y por lo tanto absorbidodigerido por la opinin pblica, como cualquier otro tema poltico, econmico o social. Pues bien, debemos llamar la atencin sobre este hecho, el de la degradacin medioambiental, tantas veces como sea necesario y, desde luego, no digerirlo como un asunto informativo ms...410 nos pueden servir como columnas sobre las que asentar un arco cronolgico (1973-1992) en el que situar el proceso de convencionalizacin, institucionalizacin y generalizacin del discurso ecologista (sin olvidar que la configuracin de lo ecolgico como tipo de tecnolecto cientfico es bastante anterior). Podramos afinar un poco ms proponiendo como fecha emblemtica de inicio la del ao 1972, por coincidir en ese momento la celebracin en Estocolmo de la primera Conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y la publicacin del libro Los lmites del crecimiento de D. H. Meadows, D. L. Meadows, J. Randers y W. W. Beherens, fruto del encargo del denominado Club de Roma. Por lo que se refiere al cierre cronolgico de ese arco, conviene tener en cuenta que en 1992 se celebra la conferencia de Ro de Janeiro sobre Desarrollo y Medio Ambiente patrocinada tambin por la ONU, as como la edicin del libro Ms all de los lmites del crecimiento, de D. L. Meadows, D. H. Meadows y J. Randers. Un ejemplo todava ms contundente es el que encontrbamos en la publicidad de la entonces nueva serie 3 de la marca automovilstica BMW: Actualmente, trminos como efecto invernadero, capa de ozono, desertizacin, etc. Comienzan a ser parte del vocabulario normal de publicaciones, medios de comunicacin y hasta de conversaciones cotidianas. Este salto desde el mbito cientfico al ms familiar es, posiblemente, el gran avance a la hora de devolver a nuestro paciente planeta el equilibrio robado, ya que slo el conocimiento de la verdadera dimensin del problema puede ponernos en el camino de resolverlo. Mediante las encuestas de percepcin ingenua es comprobable igualmente la identificacin colectiva de las principales palabras-clave y palabras-testigo de esta campo de discurso. 1.1.2.- Campo de discurso fragmentado:
Cf. Medio ambiente y polticas econmicas, de FRANCISCO MARTNEZ MOMPEN, La Opinin, 26 de marzo de 1992.
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En efecto, si estructursemos visualmente este campo de discurso en disposicin concntrica sin afn de precisar con rigor los vnculos entre las etapas sucesivas (los varios anillos)-, encontraramos en el centro, y como ncleo generador, el discurso de los innumerables grupos ecologistas, especialmente los que podemos calificar de rurales. A continuacin, y como rplica institucional, se sita el discurso gubernamental de las agencias u organismos oficiales de conservacin del medio ambiente. Un ejemplo de la apropiacin fragmentaria del discurso ecologista es su conversin en un nuevo estrato constitutivo del discurso de los partidos polticos (y de otras organizaciones sociales). As, por ejemplo, en el apartado dedicado a las polticas sectoriales, en las resoluciones del 32 Congreso del Partido Socialista Obrero Espaol (PSOE), se recoga un epgrafe dedicado a al medio ambiente, junto con los de poltica social, educacin, cultura, deporte, juventud, mujer, inmigrantes, participacin, consumo, municipio y crecimiento econmico: La creciente cultura ecolgica propiciada por los grupos que han trabajado en este campo comprubese la conciencia de la dependencia y el reconocimiento del ncleo originario- y generada por la concienciacin en torno a la necesidad de mantener y mejorar el medio ambiente, va tomando cuerpo y calando, de forma cada vez mayor, en nuestra sociedad. La preservacin y mejora del entorno no slo es la garanta de una mejor calidad de vida en el presente, sino que ha de suponer un acto de clara solidaridad de cara a nuestras futuras generaciones, basada en la transmisin de un patrimonio, cuya dimensin escapa al mbito territorial en que se circunscribe y es, en esencia, nuestra ms rica herencia. El respeto al medio ambiente es, para los socialistas, el marco en el cual tanto las instituciones como la sociedad en su conjunto debe de encuadrar el desarrollo econmico y social. Por ello hemos de continuar con ms fuerza, si cabe, trabajando tanto desde la vertiente de concienciacin, como desde los hechos concretos"411. En paralelo (nuevo anillo) se va gestando la diversa y cada vez ms numerosa legislacin sobre cuestiones ecolgicas, mscara estereotipada que reduce lo ecolgico a una mera connotacin cualitativa de naturaleza positiva, especialmente cuando vehicula determinados productos pertenecientes a la denominada ecoindustria412. En
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Cf. El socialista, n 514, 30 de noviembre de 1990, pg. 34. Se podra establecer una escala de fidelidad en la publicidad verde que ira desde la valoracin de lo ecolgico como una cualidad natural resultado de una manufactura artesanal, como una virtud o caracterstica particular de un producto, hasta aproximarse, progresivamente, a la usurpacin falseadora de otras cualidades (suplantar con la etiqueta ecolgico cualquier otra cualidad: limpio, cmodo,

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igual medida, se ha ido configurando un conjunto cada vez ms amplio de manifestaciones culturales (subculturales) de vocacin o inspiracin ecologista: literatura diversa (letras de canciones), vestuario, alimentacin, cosmtica, etc. Todava con la imagen de la disposicin concntrica, podemos establecer una doble escala (orientada del centro a la periferia del campo y viceversa) que reflejara, de una parte, el grado mayor o menor de estereotipizacin y de reconocimiento externo de lo ecologista, y, de otra, el grado mayor o menor de complejidad y especializacin constitutiva del universo textual ecologista. 1.1.3.- Campo de discurso sectorializado temticamente: 1.1.3.1.- Desde el interior del campo: Sin nimo de exhaustividad (pinsese en la configuracin de las reas temticas de las diversas organizaciones, conferencias, publicaciones, etc.), nos puede servir de ejemplo la siguiente clasificacin temtica que serva a su vez, para la formacin de las diversas comisiones de trabajo de La Garba Ecologista (una de las coordinadoras de grupos ecologistas locales de la Regin de Murcia que utilizaremos posteriormente como referencia): Agroforestal: poltica forestal, conservacin de suelos, agricultura, repoblaciones, incendios... Litoral: vertidos, instalaciones deportivas, planificacin de la costa, urbanizaciones... Aguas continentales: contaminacin de ros, obras en mrgenes y cauces, zonas hmedas, gestin del agua, proteccin de la huerta... Espacios naturales: conservacin de espacios, medidas de proteccin. Energa: energas tradicionales y alternativas, antinuclear, ahorro energtico... 1.1.3.2.- Desde el exterior del campo: Es el caso, por ejemplo, de las secciones medioambientales fijas en la mayora de los diversos medios de comunicacin, o el reconocimiento social ingenuo como un sector temtico convencionalizado413. 1.1.4.- Discurso ecologista como tecnolecto hbrido o mestizo:

higinico, etc.), para terminar desembocando en la manipulacin cnica e hipcrita del discurso ecologista por parte de aquellas empresas -representativas de diversas esferas de actividad (empresas elctricas, automovilsticas, etc.)- ms responsables del deterioro medioambiental. 413 Son todava necesarios estudios monogrficos para establecer el universo temtico convencional del discurso ecologistas.

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Sin afn de precisin descriptiva, a falta de estudios cuantitativos, y con una simple intencin clasificadora general, podemos afirmar que el discurso ecologista es fruto de la amalgama de diversos tecnolectos entre los que destacan fundamentalmente414: -El tecnolecto ecolgico, fruto a su vez de la integracin de diversos tecnolectos: el de la Botnica, el de la Zoologa, el de la Geografa fsica y humana, el de la Fsica, el de la Qumica, el de la Medicina, el de la Biologa, entre los ms importantes. -El tecnolecto poltico tradicional y el de los nuevos movimientos sociales (Feminismo, Pacifismo), igualmente de naturaleza mestiza (jurdico-administrativo, econmico, estadstico, etc.). Imaginemos el grado de mestizaje tecnolectal o especializado que caracteriza al discurso ecologista en su circulacin en los diferentes medios de comunicacin social. Este grado extremo de hibridacin constitutiva explica la extremada facilidad aunque pueda, en principio, parecer paradjico- para estereotiparse (especialmente en el discurso publicitario), hasta llegar a convertirse en una simple palabra mnibus, que como afirmaba Manuel Alvar: valen para todo (y aado, para nada aprovechan)415. 1.2.- Tonos (estilos) del discurso ecologista: 1.2.1.- Tonos funcionales: La teleologa subyacente a los textos ecologistas est en estrecha correlacin con la condicin sociolgica de los ecologistas y con la naturaleza tcnico-especializada de su tecnolecto bsico: la Ecologa. Proponemos, sin pretensiones de exhaustividad, la siguiente lista: Tono formativo-divulgativo que viene reforzado por el uso de grficos, estadsticas, ilustraciones, tebeos; en general, los instrumentos auxiliares del discurso cientfico y didctico. Se incluyen aqu tanto aquellos textos que presentan, clasifican y describen aspectos relativos a la flora y la fauna de una zona determinada, como aquellos otros especficamente didcticos destinados a la educacin medioambiental.

En palabras de ALBERTO GMEZ FONT: Pocos mbitos de estudio son tan multidisciplinarios como el medio ambiente, materia en la que trabajan ingenieros, qumicos, bilogos, abogados, economistas, maestros, socilogos, periodistas, etc. Y esa diversidad de profesionales hace que en la jerga medioambiental se junten trminos que provienen de la ecologa, del derecho, de la biologa, de la economa, de la jerga empresarial, de la ingeniera y muchos otros campos, y llegar a conocer y emplear bien todo ese caudal lxico es tarea harto difcil. En La prensa y el lenguaje del medio ambiente, conferencia pronunciada en el Congreso de Periodismo Ambiental, Madrid, noviembre de 1997. Recogemos el texto en la pgina: w.w.w.el-castellano.com. 415 Cf. Espaa. Las tierras. La lengua, Crculo de Lectores, Barcelona, 1991, pg. 191.

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Tono polemolgico que incluye las dos estrategias bsicas en cualquier situacin conflictiva: el tono defensivo, donde se incluyen los textos con pretensiones conservacionistas de los diferentes espacios y especies, y los tonos de ataque y denuncia de todos aquellos factores que se interpretan como perjudiciales para la naturaleza y para los seres humanos. Sirvan como ejemplos de estos tonos belicosos y censores estos breves fragmentos panfletarios:

Una vez ms, podemos afirmar con rotundidad que el plan de saneamiento de nuestro ro, elaborado por la Comunidad, es un rotundo fracaso: ms vertidos en cantidad y<calidad>, menos calidad de las aguas, y pestilencias y desolacin en <cantidades industriales>. En definitiva, y como resumen, la hipocresa y cinismo de las autoridades responsables se est convirtiendo en descarada poca vergenza. ... Qu fue del Plan de proteccin de la huerta y regados tradicionales de la vega media? Quin controla las edificaciones ilegales en su seno? Por qu se recalifica suelo urbano e industrial? La respuesta a estas preguntas est en una rosa marchita sujeta por un puo seboso. (Arcoiris. Panfleto). Gracias a la excelsa gestin de los responsables de nuestra administracin... Una vez ms comprobamos como la confederacin hidrogrfica del Segura y el Ayuntamiento convierten un proyecto que en otras condiciones y con un estudio acertado sera viable, en un despropsito contra nuestra ya agonizante gerta. (La Garba: Con el colector, el Ayuntamiento y la Confederacin destrozan ms la gerta. Panfleto). Quin pica al vecino? El mosquito o el Ayuntamiento? La Garba duda. (El roal de la Garba ecologista, n 1, diciembre de 1991). Tono admonitorio tan caracterstico igualmente de los registros militar y

religioso: El ro Qupar debemos considerarlo de todos y por tanto debemos utilizarlo para nuestro ocio pero siempre respetando este maravilloso ecosistema. CUANDO VAYAS AL RO... - Usa las sendas y procura no pisar plantas - No levantes piedras - Deja el lugar donde estuviste tal como lo encontraste recogiendo los desperdicios, etc. - Practica la pesca con deportividad soltando tus capturas. - No captures ningn animal. - No arrojes basura.

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SI ERES AGRICULTOR: - No utilices el agua del ro para riegos innecesarios. - No enjuagues las cubas de sulfato en el ro. En resumen: SALVA TU RO QUPAR! (I Operacin Ro Qupar. Club Escolar- G.E.P.NA.CE. Grupo de estudio y proteccin de la naturaleza de Cehegn. Trptico panfletario) Tono discriminador (polticamente correcto) que recurre al empleo de marcas

sexolectales. Buen ejemplo de ello es el uso de las marcas de gnero gramatical reduplicadas y diferenciadas. La estructura apelativa de las convocatorias de diversa ndole (manifestaciones, marchas, acampadas, etc.) es el dominio donde se expresan regularmente. Tono proselitista e indoctrinador (concienciador y apocalptico) la mayora de

las veces manifestado explcitamente: La operacin ro Qupar consiste en concienciar a los habitantes de Cehegn y pretende que entre todos luchemos por salvar este ro (Trptico citado). Queremos con este trabajo sobre las aves, dibujar en el ciudadano del maana un motivo de preocupacin por los cientos de aves que pasan desapercibidas, para que ellos sean quienes puedan luchar desde la base por algo que ser una herencia que les corresponde. (Primeras Jornadas de proyeccin. Diapositivas de aves y rboles. Comarca de Mula. Folleto). El GEM no tiene sentido si no es capaz de conseguir esto. Por eso es necesario que t tambin colabores: Esta tambin puede ser tu voz (GEM, n 1, 1988. Fragmento final del editorial). 1.2.2.- Tonos personales: Si nos guiamos por el anterior ramillete de citas, la tonalidad dominante es la menos formal de la escala en consonancia con el destinatario al que van dirigidos los textos que estamos tomando en consideracin: el sector juvenil. No obstante, la mayora de textos, especialmente los descriptivos y divulgativos, mantienen un tono formal en correspondencia con la temtica especializada del discurso y el soporte escrito utilizado. Los marcadores ms frecuentes son: El tuteo:

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Si tienes un galpago ponte en contacto con nosotros (Qupar. Trptico citado).

Salva tu bancal, salva tu brazal, salva tu gerta y tu corrental (ttulo del

panfleto ya citado de Arcoiris). T nos puedes ayudar... all nos vemos!! (panfleto Calnegre, el mosquito trompetero). No somos los nicos ni los primeros, despus de nosotros vendr otra gente

que en el fondo luchar por lo mismo. Pero aqu estamos, con unas ganas inmensas de que entre nosotros y t se establezcan lazos de comunicacin. En el fondo eso es lo nico importante de la revista (GEM, n 1 citado). Estas pginas (pocas por ahora) que tienes entre las manos son slo un

pequeo intento de mostrarte cmo somos y qu hacemos: a ti que, a saber por qu y cmo, te has acercado a La Garba y has apoyado en esa labor a veces dura, otras gratificante, que es nadar contracorriente en un mundo en el que los valores como el saqueo o el individualismo son casi la nica moneda de cambio. Qu decirte aparte de Gracias? (El roal de la Garba ecologista, n 1, diciembre de 1991). Marcas cronolectales juveniles: Anmate t a trabajar con nosotros y nosotras y a convertirte en un garboso/a o

garbossimo/a (El roal, cit. pg. 19) HABRA PRIVA! (Convocatoria IV marcha en bicicleta, 1988). Nos mola ms sin urbanizar ... Nota: Obsrvase en portada la cara de mala

hostia de nuestro halcn peregrino (Calnegre, citado) Si nadie lo evita, en la centsima edicin de la marcha en bici pro-ro-

correremos el riesgo de haber muerto por esnifar sus olores.. ... los de <las pelas> (Arcoiris, panfleto). 1.3.- Medios: Una de las seas superficiales de identidad textual del ecologismo es el soporte material utilizado para su escritura: el papel reciclado y otros aspectos ms sofisticados en la elaboracin del papel. Sirva de ejemplo para lo primero el siguiente texto: Por el momento, las multinacionales y el estado (principales productores de papel) todava no consideran rentable la inversin en papel reciclado y suelen ser pequeos talleres en manos, generalmente, de colectivos alternativos los que producen el poco papel reciclado que corre por ah.

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Eso es en principio positivo, pero lo hace caro y difcil de encontrar. Por eso nos hemos visto en la necesidad de droslo a conocer y ponerlo a vuestro alcance. Hemos hecho un desembolso importante para conseguir papel de una gente de Madrid, y como prcticamente no ganamos ni un duro con el asunto, esperamos que os enrollis. Por su precio, vuestro bolsillo se beneficiar (a costa de suprimir la plusvala de las multinacionales, claro). PARA CONSEGUIR EL PAPEL RECICLADO: A) Envanos el cupn adjunto. B) Cmpralo directamente en la librera DEMOS (Molina). (GEM, n 2, 1989, pg. 23). Sirva de ejemplo para lo segundo la siguiente Nota del Editor: Hemos llevado a cabo grandes esfuerzos para imprimir este libro utilizando materiales no contaminantes. En la fabricacin y blanqueado de papel se han utilizado productos qumicos sin cidos. Slo se ha usado oxgeno en el proceso d blanqueo, para evitar el empleo de cloro y la reproduccin de dioxinas, reduciendo as al mnimo las emanaciones nocivas. Los cartones se han fabricado con materiales enteramente reciclados, y la laminacin de la sobrecubierta se ha hecho a base de celulosa tratada con resina (Salvemos la tierra, AAVV, Crculo de Lectores, Barcelona, 1991). 2.- Caractersticas de la configuracin espacial en el discurso ecologista. Repercusiones en la arquitectura de la lengua espaola. 2.1.- Fundamentos tericos: 2.1.1.- Tipos de contextos lingsticos: Los elementos que integran los procesos de la interaccin lingstica, que nos sirven para la definicin de los principales tipos de variedades lingsticas de naturaleza contextual-funcional que configuran todo texto o acto de habla, se encuentran enmarcados y condicionados por los diferentes tipos de contextos (socio)lingsticos. Han sido la Dialectologa tradicional y la moderna Sociolingstica las disciplinas lingsticas que ms han contribuido a la definicin y clasificacin de los tipos de contextos. Su establecimiento supone caracterizar o precisar unos tipos de contextos, privilegiados por razones de diverso tipo (geogrficas: ciudad-campo; antropolgicas: familia; socio-histricas, etc.), que permiten clasificar, ubicar y seleccionar a los usuarios lingsticos, al mismo tiempo que consienten la evaluacin del grado de

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condicionamiento que cada tipo de contexto impone sobre el comportamiento lingstico. En el marco general de las diversas comunidades lingsticas (mono o plurilingsticas, uni o pluriestatales) se han incluido, como sus elementos especificadores, los mbitos (rural y urbano) y los diversos tipos de dominios (privados: familia-casa; amistad-redes sociales; pblicos: religin-iglesia; instruccinescuela; empleo-empresa, Poltica-gobierno). Cada uno de los tipos de contexto sealado suele estar asociado desde una visin estereotipada- a un determinado tipo de variedad sociolingstica tanto lectal (dialectal en sentido amplio) como contextualfuncional. As, se suele caracterizar el mbito rural por la mayor vinculacin con las variedades no-estndares (los diversos geolectos o dialectos geogrficos); o, por ejemplo, se asocia el dominio familiar con el empleo de campos de discurso no especializados, tonos informales y la utilizacin de medios orales; frente al dominio escolar caracterizado por campos de discurso especializados, tonos formales y predominio hasta el momento- de medios escritos. 2.1.2.- Evolucin histrica de los contextos lingsticos: 2.1.2.1.- En la Dialectologa tradicional, como ha recordado en diversas ocasiones el profesor Manuel Alvar, pese a llegar a dudarse de la posibilidad de establecer un tipo de contexto privilegiado para el estudio lingstico chaque village son langage, chaque maison sa faon-, por razones que en este momento no nos interesan, se le concedi prioridad absoluta al mbito rural. Numerosos dialectlogos tradicionales procedieron, no obstante mantener la metodologa dialectolgica prcticamente inalterada, al estudio de los mbitos urbanos, creando la que, segn los casos, se denomin sociolingstica rural o dialectologa urbana. En efecto, para Manuel Alvar, en referencia directa a W. Labov: ...<la ciudad es una comunidad lingstica individual y no un conjunto de hablantes que viven unos al lado de otros>... Lenguaje urbano como expresin de unos comportamientos que son opuestos a los rurales y que hacen hablar a la vida de la ciudad de una manera especfica, por muy caracterizado que est cada uno de los elementos que la constituyen; lenguaje urbano que en la lingstica y la redundancia es imprescindiblehace manifestarse de una determinada manera al conjunto de seres que se integran en la vida de la ciudad. Porque en ltima instancia- <una aglomeracin urbana no s un amasijo indistinto de edificios, actividades y vas de circulacin>, sino que se define por la coexistencia de los elementos que la constituyen y las relaciones internas que los 199

rigen. De ah que algn investigador haya definido la ciudad como <una colectividad social multifuncional territorialmente delimitada>, lo que es lingsticamente hablando- en un proceso integrador: los hombres en la ciudad no estn insertos en unos globos de cristal que maravillosamente- los mantengan al corriente de los acontecimientos, pero sin posible contaminacin. No. El hablante vive en la ciudad, participa en muchas representaciones simultneas y es miembro de una serie de estratos, diferenciados segn las perspectivas que damos a la interpretacin de los hechos. Pero las condiciones de la ciudad y son necesarias para que la ciudad existaobligan a una serie de actividades que destruyen la inmutabilidad del estrat5o al que pertenecen y de la geografa. Es decir, los dos elementos bsicos de la sociedad rural, condicionadores de su arcasmo, han sido rotos en la estructura urbana, por la pluralidad de relaciones que se establecen y la dinmica que permite pasar de unos estratos a otros. Fatalmente, estos condicionantes llevan a la uniformidad del sistema lingstico empleado, pues de otra manera no cabra la inteleccin entre los hablantes. Por eso, los grupos en que se fragmenta la sociedad urbana (resultantes lingsticos de la divisin social) son forzados a su comunicacin como consecuencia de la divisin del trabajo, y los barrios en que se ordenan los habitantes se disuelven en el medio urbano. La ciudad resulta ser un elemento integrador de enorme fuerza lingstica, coaccionando a los diversos grupos y a los diversos estratos, obligndoles a utilizar un sistema cuya inteleccin se muestre por encima de cualquier fraccionamiento desintegrador. Claro est que tales resultados no pugnan con la diversidad gremial, individual, etc., sino que cada uno de esos formantes tiene una realizacin que en la lengua afecta al habla, pero que se integran todos en el sistema suprapersonal, inmutable, al que llamamos lengua. Hay, s, una serie de comportamientos lingsticos atingentes al individuo, al gremio, al estrato social, a la edad, al sexo, que manifiestan, asistemticamente, su diversidad, pero por encima de ellos- se puede describir el hablar de las ciudades como modalidad de lengua que mantiene la unidad de su sistema gracias a una estructura integradora de tanto proceso que puede resultar demoledor. Nosotros no podemos ver este proceso como fruto del azar, sino como consecuencia inmediata de unas relaciones de convivencia. Al tener en cuenta segn se ha sealado- que en una estructura urbana un individuo representa un papel, no se puede admitir que ese papel se vea libre de engarces con otros individuos que representan otros papeles: ni siquiera en el teatro el monlogo es insolidario del resto 200

del proceso dramtico. A su vez, ese individuo ocupa una determinada posicin (Status), solidaria para todos sus miembros y en conexin con otras posiciones. Es decir, cada uno est en relaciones de proximidad o lejana con una serie indeterminada de papeles y situaciones, lo que fuerza a una necesidad comunicativa, sea para obtener unas correlaciones de simpata o unas disyunciones de indiferencia o antipata; en una palabra, necesidad de acercar el tipo lingstico a unas determinadas normas que facilitan el dilogo en un nivel de igualdad416. En trminos similares a los del profesor Alvar, Francisco M. Martnez Martn reconoca que: el objeto de nuestro estudio es un conjunto de grupos de hablantes representativos de una forma estructurada de sociedad: la sociedad urbana. En ella, cada idiolecto particular est conectado con otros idiolectos particulares y formas todos ellos el habla de un grupo; cualquier variante lingstica, por muy aislada que nazca .esto no nos interesa- se propaga y este es su verdadero nacimiento- dentro y por un determinado conjunto social. De la capacidad de presin lingstica que ese grupo social tenga sobre los dems depender que la expansin de la variante se generalice417. La ciudad se considera como macrocosmos lingstico frente a los diversos microcosmos (aldeas) que integran el mundo rural (la diferenciacin entre macro y microcosmos no es indicativa, en opinin de Alvar, del grado de complejidad de cada uno de ellos: un microcosmos lingstico puede estar configurado de manera muy compleja). 2.1.2.2.- La dialctica ciudad-campo: urbanizacin y exurbanizacin lingstica. De la visin de Alvar de las complejas implicaciones entre los mbitos rurales y urbanos418 parece desprenderse una opinin pesimista: a pesar del mantenimiento de una membrana intermedia en constante renovacin, el proceso de exurbanizacin se impone tanto por la difusin de sus valores lingsticos como por la integracin de los
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Lengua y Sociedad, Barcelona, 1976, pgs. 92-94. FRANCISCO MIGUEL MARTNEZ MARTN: Fontica y sociolingstica en la ciudad de Burgos, CSIC, Madrid, 1983, pgs. 33-34. 418 Cf. M. ALVAR: Ciudad frente a campo, o.c., pgs. 89-92. Opinin semejante es la defendida por CSAR HERNNDEZ ALONSO: Aadamos a todo esto la gran labor que desempean en este proceso los medios de comunicacin de masas, la progresiva, aunque lenta, nivelacin sociocultural de muchos grupos de poblacin y la creciente movilidad social de unos y otros sectores e iremos comprendiendo el porqu de esa notable tendencia a la uniformidad relativa de las variedades lingsticas. La potenciacin de las sociedades urbanas produce un progresivo abandono de las variedades vernculas, que van quedando reducidas poco ms que a los mbitos rurales y a la expresin oral. En Norma y lengua estndar, pg. 357, artculo 383 del Lexikon der Romanistischen Linguistik (LRL), de G. HOLTUS, M. METZELTIN y C. SCHMITT (eds.), Vol. VI, 1 (Aragons/Navarro, Espaol, Asturiano/Leons), Niemeyer, Tubinga, pgs. 356-357.
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individuos rurales en su seno. En cualquier caso: Pero las diferencias entre habla urbana y habla rural desaparecen muchas veces o si se quiere- se nivelan con frecuencia como resultado de los hechos sociolgicos: son los llamados procesos de exurbanizacin. Una situacin creada por la comunicacin de masas (televisin, radio, cine, peridico) va uniformando la tradicional oposicin de los grupos urbanos y campesinos; lo que es especfico de la ciudad penetra en las ms apartadas zonas rurales, que pierden su aislamiento para estar dentro de la informacin ms reciente. De otra parte, la aparicin de camiones, tractores, coches, etc., crea nuevas clases entre el campesinado y le dan una movilidad que antes no tena. De esta manera, hay ciudades que cada da- cambian de fisonoma por la llegada maanera de miles y miles de campesinos que se trasladan para quehaceres heterogneos, bien opuestos al sedentarismo primitivo419. Manifestaciones ms claras de pesimismo se observan, de una parte, en la metodologa analtica seguida por Julio Borrego para el estudio de un microcosmos rural, Villadepera de Sayago: ...en Villadepera es la penetracin de la lengua estndar, con el arrinconamiento consiguiente de las peculiaridades locales, el motivo fundamental de la diversidad lingstica420. Y, de otra parte, Pilar Garca Mouton termina concluyendo lo siguiente: Los animales silvestres comadreja, lucirnaga, liblula, mariquita, mantis religiosa-, como las plantas, pertenecen a un mbito con el que el hombre tiene, en los medios rurales, una relacin especial. La motivacin adquiere entonces un protagonismo grande en denominaciones que la transparentan. Pero la motivacin antigua puede llegar a oscurecerse porque el hablante actual ya no tiene el mismo tipo de conciencia de la realidad y ha perdido, en muchos casos, los apoyos que la imaginacin colectiva prestaba a esos nombres. Por otra parte, la enseanza escolar y la expansin del espaol normativo estn urbanizando lingsticamente lo que siempre perteneci a la expresin ms diferencial, imponiendo la uniformidad. Pero el lenguaje infantil y el dialectal salvaguardan parte de esta herencia, que se manifiesta con ms fuerza en el norte que en las tierras meridionales, quiz por el distinto papel de la naturaleza en esas zonas y porque all los miedos y las

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Legua y sociedad, o.c., pg. 97. Igualmente urga el profesor ALVAR al deber de tratar de hacer el inventario de nuestros dialectos antes que la igualacin de la vida moderna los haya hecho desaparecer y hayamos llegado demasiado tarde. En Dialectologa Hispnica. Unidad didctica 1, UNED, Madrid, 1977, pg.26. 420 Sociolingstica rural. Investigacin en Villadepera de Sayago. Publicaciones de la Universidad de Salamanca, pg. 42.

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supersticiones son ms antiguos y directos, aunque la creacin lxica, por esa misma tradicionalidad resulte ms contenida421. En nuestra opinin, y a continuacin intentaremos demostrarlo, que el discurso ecologista puede estar llamado a cambiar (frenar o amortiguar los efectos) lo afirmamos con prudencia- la uniformacin exurbanizadora. 2.2.- Repercusiones del discurso ecologista en la contextualizacin lingstica tradicional. 2.2.1.- Tipologa no exhaustiva de los grupos ecologistas422 2.2.1.1.- Grupos rurales: Han sido muy numerosos. Debieron su formacin principalmente a la necesidad de conservar un determinado sistema ecolgico. Aunque no son estrictamente conservacionistas, su principal actuacin se puede catalogar como meramente protectora de la fauna y de la flora. Estn formados por pocas personas, generalmente jvenes estudiantes de instituto, liderados por una o dos personas. Cuando sus componentes se ven obligados a abandonar su ncleo de origen sobre todo los ms activos- por incorporarse a un trabajo, a la universidad o al servicio militar si no son objetores-, el grupo desaparece sin dejar rastro. Su escaso nmero, el ser conocidos por los vecinos, les impeda llevar a cabo acciones radicales y su labor, adems de agotadora, sola ser entorpecida, siendo sta otra de las causas de su efmera vida. Han contribuido a sensibilizar a la Administracin pblica y destacan por su labor de estudio (censos, mediciones) y por su tarea divulgativa. En resumen, son grupos que nacen y mueren rpidamente, surgiendo nuevos grupos con miembros reciclados de los anteriores. El inconveniente del continuo cambio de siglas, nombres, direcciones y telfonos explica que la capacidad operativa de estos grupos no haya crecido apenas en los ltimos aos. 2.2.1.2.- Grupos urbanos: Estn igualmente atomizados y su composicin es minoritaria. Su temtica es ms variada que la de los grupos rurales, junto a los de corte conservacionista se tienen en cuenta problemas como el del pacifismo o el uso de la energa nuclear. Suelen surgir intentos frecuentes de constituir coordinadoras que la mayora de las veces terminan
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Motivacin en nombres de animales, pg. 197. En Lingstica Espaola Actual, IX, 1987, pgs. 189197. 422 Cf. JAVIER AGERA, El movimiento ecologista en Andaluca, en Hiedra, n 2, octubrenoviembre de 1989, pgs. 12-13. Nos interesa por su carcter de autorretrato. Muchas veces la imagen que se tiene de las organizaciones ecologistas es la de las grandes organizaciones internacionales.

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convirtindose en nuevos grupos. La mayora de sus miembros suelen ser jvenes estudiantes de enseanza secundaria o universitaria, algunos de ellos con un puesto de trabajo ms o menos estable que les permite colaborar econmicamente con sus organizaciones y dedicarles mayor tiempo. La media de edad supera los treinta y, en general, se trata de individuos con una larga experiencia en organizaciones sociales y polticas. 2.2.1.3.- Partidos verdes: Aceptados o no por las organizaciones ecologistas, representan intentos todava minoritarios de utilizacin electoral de los valores ecologistas. La atomizacin y el enfrentamiento entre estas organizaciones siguen siendo sus principales problemas. 2.2.1.4.- Tendencias espiritualistas: Dedicados a tareas msticas como el yoga, la astrologa o el higienismo, se consideran formadores de la nueva moral en una utpica sociedad ecolgica. Hemos tomado y seguimos manteniendo como referencia para nuestras consideraciones al primer grupo sealado y a grupos urbanos pero con fuertes ataduras rurales. 2.3.- Redimensin de la dicotomizacin tradicional del espacio: la conciencia ecolgica como sntesis compendiadora. 2.3.1.- Nuevo humanismo423: Simplifiquemos al mximo la explicacin con las siguientes palabras de Jimnez Blanco: ...el hombre asume su condicin de animal biolgico, al relacionar a este ser vivo con su medio ambiente natural, pero desde la perspectiva de un ser vivo que, adems, es un animal de cultura. Es decir, que su adaptacin al medio ambiente viene mediada no slo por la gentica lo que es el caso del resto de los animales y vegetales-, sino tambin por la transmisin de cultura, que no se recibe por herencia gentica; la cultura se transmite por el proceso de socializacin, o sea, la enseanza de una generacin a otra de su patrimonio cultural424. Se supera as el atomismo existente entre cultura, objeto de estudio de la Antropologa y de la Sociologa: la estructura y el funcionamiento de los grupos
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La singular obra de GREGORY BATESON puede considerarse un anticipo de esta nueva visin del mundo. Cf. MARA JOS LUCERGA PREZ: La perspectiva interactiva y el concepto de metacomunicacin: encuadre semitico de la obra batesioniana, en Koin. Annali della Scuola Superiore per Interpreti e Traduttori <San Pellegrino>, I, 1, 1991, pgs. 123-144. Vase tambin: La perspectiva interactiva y el concepto de metacomunicacin en la obra batesoniana: el discurso publicitario juvenil como un ejemplo de doble vnculo, Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Murcia, 1996. 424 Cf. JOS JIMNEZ BLANCO, Introduccin al libro Teora de la ecologa humana de AMOS H. HAWLEY, Tecnos, Madrid, 1991, pgs. 13, 14 y 16.

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humanos, y naturaleza, objeto de estudio de la Biologa: la ciencia de los seres vivos que no llega hasta la consideracin del hombre en sociedad y se queda en su pura estructura biolgica. 2.3.2.- Desde estos postulados tericos ha surgido la propuesta de un nuevo marco espacial integrador en relacin con las nociones de ecosistema y medio ambiente, nuevas etiquetas compendiadoras del anterior marco espacial que inclua la dialctica entre los mbitos rurales y urbanos en el dominio genrico de la Cultura. 2.3.3.- La nueva sntesis globalizadora mantiene enriquecidas las tradicionales dicotomas espaciales rural y urbana. Recurramos a otro texto de divulgacin periodstica en el que encontramos una de las frecuentes manifestaciones explcitas de conciencia de la diferencia de mbitos: Nuestro medio rural agoniza bajo este tipo de proyectos que suponen pan para hoy, hambre para maana. Nuestros paisajes de secano son devaluados para pasar a ser devorados por procesos especulativos o proyectos industriales con alto impacto ecolgico. Por ello resulta tan saludable que desde las poblaciones cercanas al Algarrobo surjan voces rurales favorables a conservar la sierra en estado natural. Campesinos y labriegos, paisanos y amantes de su tierra, se han organizado ... Toda esta serie de iniciativas son voces rurales que visualizan una nueva sensibilidad hacia la tierra y reflejan la necesidad de emprender nuevas lneas de desarrollo econmico y social que no supongan ms esquilmacin ecolgica ni ms despoblamiento rural ... el medio reclama otra poltica de desarrollo para salir de la marginacin ... en el medio rural ya se escuchan voces que piden ser los protagonistas de otro destino que no les venga impuesto por las pautas de consumo de la gran urbe y no ahonde ms el expolio de la tierra425. Podra aventurarse un cierto maniquesmo en esta nueva contraposicin entre ciudad y campo, aunque el ideal ecologista se orienta, en teora, hacia una sntesis equilibrada. 2.3.4.- Influencias de la mentalidad ecolgica en los procesos de exurbanizacin y rurbanizacin. Ya hemos descrito una de las actitudes hasta ahora tenida por oficial- frente a la dinmica de estos dos procesos: la exurbanizacin acaba imponindose. Como consecuencia (casi en compensacin), se produce un fenmeno que no es novedoso- al

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Cf. Carta en La Opinin (22-II-1992) de ANDRS PEDREO (Garba Ecologista de Cartagena). El motivo de su publicacin fue la denuncia del proyecto de instalacin en la sierra del Algarrobo (Mazarrn) de un complejo industrial minero-extractivo.

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que denominamos folklorizacin estereotipada, como manifestacin dominante en lo que podemos considerar la conservacin de lo rural en el mbito urbano (rurbanizacin folklrica). En el caso de Murcia disponemos del ejemplo privilegiado de la folklorizacin de lo huertano manifestado en multitud de formas. El mundo de las peas huertanas es el caso ms emblemtico. Manifestacin lingstica de esta rurbanizacin folklrica es la conservacin literaria (en forma de bando) del llamado panocho, y recientemente, exacerbando este proceso, se ha apostado en algunos sectores de este entorno social por la defensa de lo que han dado en llamar la llengua murciana. La Revista Enza es el rgano de expresin ms importante con el que cuenta este grupo rurbanizador426. En nuestra opinin, el ecologismo especialmente el que milita en zonas de tradicin agrcola, en proceso ms o menos avanzado de industrializacin-, aunque en algunas actitudes pudiera parecerlo, no es una nueva manifestacin de rurbanizacin folklrica, sino un mecanismo integrado de enriquecimiento de los mbitos urbanos y rurales (unificados por su naturaleza ecosistemtica), puesto que con la difusin de su tecnolecto hbrido contribuye a la urbanizacin de las zonas rurales y a la rurbanizacin de las ciudades. 2.3.5.- Manifestaciones lingsticas de este proceso. 2.3.5.1.- Las denominaciones elegidas de los grupos y de sus publicaciones (La Garba, Caralluma, El roal de la Garba ecologista, etc.), signo bsico de su identidad, aunque pudieran ser tomadas como folklorizadas (por el hecho de ser murcianismos y aragonesismos lxicos), suponen, desde nuestro punto de vista, una opcin por el polo ms dbil en las actuales circunstancias, en que es el mbito urbano el que se presenta como agresor del marco comn de los dos mbitos: el ecosistema o medio ambiente. 2.3.5.2.- La especializacin lingstica (podramos hablar de forma exagerada de neolatinizacin) de las zonas urbanas (en iguales trminos podramos hablar de neodialectizacin). La distribucin informativa de textos ecologistas, en particular, el elenco de denominaciones de especies animales o vegetales autctonas. Estas nomenclaturas incluyen normalmente las denominaciones generales, locales y cientficas. 2.3.5.3.- Lo vernculo como clave para la aceptacin y el uso de variedades no estndares.
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Convendra tener en cuenta, desde esta perspectiva, determinadas caractersticas del comportamiento cultural y lingstico de los emigrantes en sus nuevas residencias.

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a) Uso aislado de palabras y formas dialectales: crillas, hermanico, la vega averdol, er Segura con pescaos, arricuperar, gerta, gertano, talaos, acanalaos, etc. b) Utilizacin de los medios lingsticos y literarios ofrecidos por los entornos del folklorismo estereotipado. En el caso de Murcia ha sido frecuente la utilizacin del bando panocho y, de forma ms ocasional, la antes mencionada lengua murciana. De singular y curiosa puede calificarse la polmica que suscit en 1991 la edicin bilinge (en lengua castellana y en lengua murciana) de un folleto titulado: Vivir sin nucleares del que se responsabilizaba la Promotora Murciana de la Iniciativa Popular Antinuclear. Ofrecemos a continuacin un fragmento ilustrativo del conjunto del texto en cada una de las variedades: Contra lo que cree la mayor parte de la poblacin, una crisis del petrleo con la siguiente subida de sus precios afecta poco al asunto del cierre de las centrales nucleares. Aunque el petrleo y las nucleares producen energa, el primero tiene muchos ms usos que las segundas. Los productos petrolferos se usan para calentar viviendas (butano), mover automviles (gasolina), camiones (gasoil), aviones (queroseno), como materia prima industrial (naftas) y para usos industriales y produccin de electricidad. LAS NUCLEARES slo producen electricidad, puesto que siendo el principal derivado del petrleo (supone el 30% de la produccin total de las refineras espaolas) se exporta casi todo y slo el 2% de la electricidad se exporta con l. Es decir: las NUCLEARES NO SON UNA ALTERNATIVA PARA SUSTITUIR AL PETRLEO. As puede explicarse que el Estado espaol dependa a la vez ms del petrleo y ms de la energa nuclear que la media de los pases de la C.E.E; o que en pases como Italia desde la Crisis de la energa de 1973 hayan conseguido cerrar TODAS sus centrales nucleares a la vez que han reducido su consumo de petrleo en 10 millones de toneladas, mientras que aqu en el mismo perodo se consumen 10 millones ms de toneladas de productos petrolferos y la produccin nuclear se ha multiplicado por nueve. Es decir: NUESTRO PAS ES UN GRAN DERROCHADOR DE ENERGA. Frentiquio a lo que cree la mallola er presonal, una clis der petrolio con la desegua suba sus prescios afeuta poco a la cuestin del covane las centrales nuncleares. Anquer petrolio y las nuncleares predujen joerza, er premiero tie munchas ms aplicauras que las segundas, los predutos petroliros se ursan pa cal-leal las quiasas (butano), meneal autos (gasolina), cambriones (gasoil), arroplanos (queroseno), como 207

premier gnero endustrial (naftas) y pa ursos endustriales y predujin e letricid. LAS NUNCLEARES soliquio predujen letricid, por lo cualo solico sirven d alternante a un preduto pretoliero: er Fueloil. En este terreno, er fueloil s emplea mu poquico en la predujin e letricis, poique juendo er prencipal derivao der petrolio (ripresenta er 30% la predujin enterica e las refineras espaolas) s esporta cuasi to y solico er 2% la letricid s esporta con l. Es dicil: LAS NUNCLEARES NO SON UNA GOENA ALTERNANTE PA SUSTITUIL AR PETROLIO. Asina poe esprefollalse qu el estao espaol dipenda a la par ms der petrolio y ms e la joerza nunclear qu er promedio los pases la C.E.E.; u qu en terrenos como La Italia dinde la clis la energa e 1973 haygan conseguo trancal TOAS sus centrales e tonels e predutos petrolieros y la predujin nunclear s haiga molteplicao por noeve. Es dicil: NOESTRO PAS ES UN MANIRROTO PA LA ENERGA. No es de extraar que el panfleto bilinge no pasase desapercibido. En efecto, en el mes de mayo de 1991 el profesor Jos Mara Pozuelo, catedrtico de Teora de la Literatura de la Universidad de Murcia, comentaba en el diario murciano La Opinin lo siguiente: Podra seguir ejemplificando y el resultado sera una abultada sarta de chistes verbales, porque lo que los promotores, no arrempujaores, de la campaa, han llamado, con la mejor voluntad, lengua murciana, no es otra cosa que un caricatura. Verdaderamente la buena voluntad les ha jugado una mala pasada y no quiero yo hacer burla de ello, puesto que la iniciativa antinuclear me parece seria, slida y adems la comparto. Por eso hablo de mala pasada. Deberan saber que en Murcia se escribe uno de los mejores ejemplos de la lengua que por orgenes hemos coincidido en llamar castellano, pero que tambin podra llamarse lengua murciana. Quiero decir que la lengua murciana no es otra cosa que la de Cervantes, o la de Saavedra Fajardo, Miguel Espinosa, o la de tantos y tantos millones de seres que hablamos lo que unos llaman castellano, otros llaman, sobre todo desde fuera de Espaa, espaol. Adems, en Murcia se cuenta con una excelente sintaxis y tambin es lo que ha movido a errorcon unas particularidades fonticas y algunos lexemas propios, arcasmos, vulgarismos, etc. Las gentes coloquialmente deforman en su hablar cotidiano algunos grupos de consonantes, truecan slabas, etc. En todas partes y no slo en Murcia hay hablas peculiares, que en modo alguno son una lengua. Ocurre que en el siglo diecinueve, y con la ideologa que se convino en llamar costumbrismo, algunos emprendieron una especie de literaturizacin o imitacin literal, escrita, del habla 208

castellana de Murcia, o de la andaluza o de la extremea. Se hizo unas veces noblemente, otras folklricamente y otras con una especie de caricaturizacin que los seoritos hacan en son de mofa del habla popular. Preferir esas caricaturas, realmente pintorescas, a reconocerse hablantes, y con la mejor honra del mundo, del castellanomurciano, o dialecto que en Murcia adopta la noble lengua castellana, es adems de desinformado, miope y, en este caso, dramtico, porque convierte una circular oportuna e interesante en un motivo de pintoresco chiste verbal... Ah qued el asunto ante la opinin pblica. La rplica del grupo ecologista que auspiciaba la campaa (La Garba Ecologista) no lleg a publicarse en la prensa regional, segn nos consta. Por lo interesante de la actitud que retrata, reproducimos tambin la respuesta en la que, aunque se sostengan opiniones lingsticas equivocadas, se perfilan con suma claridad las actitudes que hacen de estos grupos ecologistas agentes conscientes de lo que hemos calificado como una nueva rurbanizacin de los mbitos urbanos: La risotada, la mofa, la burla que pueda provocar en tanta gente murciana un texto en lengua (dialecto, habla,...) murciana, debiera producirnos pesar, no tanto porque estemos o no de acuerdo con sus argumentaciones, sino porque viene a significar rechazo a la ms significativa forma de exteriorizar una identidad cultural propia, que hoy, por su asociacin con un modo de vida intensamente devaluado (el de reas rurales y clases sociales populares) ha generado un, a nuestro juicio, negativo complejo de inferioridad cultural. Complejo preocupante, despus de todo, porque al contrario que en otras nacionalidades y regiones donde las lenguas vernculas, pese a su importante componente rural y popular, tienen status de oficialmente reconocidas; aqu brilla por su ausencia una actitud que ensalce el valor de lo propio, al menos ms all del tpico folclrico o una insulsa promocin turstica. Imagino que ese desprecio, esa caricaturizacin que hoy sufren hablas como la murciana o la asturiana (por ejemplo) no es muy distinto al que pudieran sufrir el Euskera o el Galego de hace unas dcadas, o incluso el castellano de la alta edad media. Sera muy interesante establecer paralelismo entre este desdn por lo propio en lo cultural y el desconocimiento y desidia hacia los importantes valores ambientales de nuestra tierra, el desprecio que se proyecta hacia nuestros feos, raquticos y desiertos paisajes, o la indiferencia con que se ve desaparecer la cada vez ms escasa 209

huerta que resta en las mrgenes de nuestro viejo ro Segura, por poner slo unos ejemplos. En definitiva, y resumiendo, la utilizacin de textos bilinges viene a ser una apuesta que, a sabiendas de los riesgos sealados, no est de ms en ste y otros lugares en que la identidad especfica se ha asociado a un mundo rural, atrasado y provinciano: inmerecedor de consideracin y tradicionalmente ridiculizado y humillado por las clases urbanas y pudientes427. 3.- Claves de futuro. Con este trabajo queremos contribuir a fechar un fenmeno y u proceso sobre cuyo alcance es ahora imposible pronunciarse. Atomizados y minoritarios, estos sectores del movimiento ecologista lanzan la piedra de su honda contra el gigante de la uniformidad lingstica y cultural, adoptando una actitud integradora que los salva del chauvinismo y del maniquesmo de los folkloristas esperpnticos. 4.- Eplogo. Permtasenos, sin mayor comentario, terminar con esta extensa cita de Carlos Barral: Despus de la muerte de Orwell, y sin que se le haya tenido en cuenta, se ha hablado mucho de la naturaleza de las lenguas totalitarias. Se ha hablado mucho del

Carta mecanografiada de fecha 16 de marzo de 1991 firmada por MARIANO VICENTE ALBALADEJO. La carta se abra de la siguiente forma: Como escasamente entendedor que soy en lo referente al estudio y catalogacin de las lenguas, dialectos, hablas, peculiaridades lingsticas, etc. Y a riesgo de cometer incorrecciones en el tratamiento de una materia tan delicada, e incluso de parecer pretencioso, intentar modestamente dar una ligera argumentacin sobre las razones del uso de la lengua o el dialecto murciano junto al del castellano correcto en sta (la antinuclear) y otras campaas ecologistas que se presenten. Nada ms lejos de mi intencin que polemizar sobre la oportunidad acadmica del uso del murciano en textos que pretenden ser serios (dejo eso para entendidos en la materia), sino de otro tipo de oportunidad ms relacionada con lo sentimental y subjetivo, y lo reivindicativo. Al margen del grado de consolidacin o aceptacin por parte de las estructuras sociales dominantes de que haya gozado o goce esta habla, el hecho de que haya sido, y en menor medida siga siendo, una forma de expresin comn de unas gentes fuertemente arraigadas y conocedoras de un tierra que queremos defender y proteger, viene a ser un elemento importante para nosotros y nosotras. La lengua, al igual que el resto de manifestaciones culturales, cuando est cargada de componentes locales, es un factor que establece nexos con un medio que se vive muy intensamente. No es accidental pues que el trmino vernculo en su sentido amplio haya llegado a ser un estandarte conceptual de nuevos movimientos sociales como el ecologista frente, por ejemplo, a las ideas de un mundo monocorde y lineal de los viejos (y no tan viejos) socialistas. El Movimiento ecologista, entre otras cosas, se niega a contemplar pasivamente como el poder, el mismo poder que nos ha impuesto, por ejemplo, una forma de vida consumista, despilfarradora de recursos naturales y energa, y crea la supuesta necesidad de sembrar de centrales nucleares nuestro paisaje; ese poder, deca, viene imponiendo como nica direccin vlida de progreso aquella estrategia que procede a extirpar toda sustancia verncula como impura, deforme, inferior...; ahogando en el olvido tanta riqueza y tanta variedad en la forma de pensar, vivir, sentir, relacionarse o expresarse. En sintona con estas palabras, la carta se cerraba as: Hoy digamos que queremos VIVIR SIN NUCLEARES, y dejemos adems que cada cual lo haga a su manera, por muy peculiar o familiar que sta sea; porque en esto, como en tantas otras cosas, lo pequeo es hermoso.

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lenguaje substitutorio que segregan e imponen las jergas polticas y economtricas de los poderes totalitarios y del constante arrasamiento del poder semitico y creativo de las lenguas vivas. Un lenguaje de siglas, abstracciones innecesarias y generalizadoras, dobletes ambiguos y, en el fondo, de vocabulario asesinado, tiende a impedir que se sepa nombrar y reconocer bajo todas las dictaduras modernas y tambin bajo otras formas menos evidentes de totalitarismo social, aparentemente democrtico. Lenguajes empobrecidos, deformados, vaciados del poder de asociacin verbal y, en fin, conscientemente manipulados, hacen convictos y devotos de teoras y filosofas estpidas y simplonas a pueblos enteros no particularmente cretinos. Se trata de la inversin de un sistema antiqusimo, el de la dificultad y el secreto de las lenguas litrgicas y palatinas, una inversin tambin antigua y sumamente eficaz. Pero no se trata solamente de la lengua como instrumento de conviccin patolgica en el terreno de la sumisin poltica, se trata de otros campos del lenguaje. Los pueblos que hoy llamamos libres padecen esa misma trituracin de la imaginacin verbal, de la verticalidad del pensamiento, bajo la presin de las jergas del mercado, de la propaganda y de la publicidad, de sus espantosos contubernios con la balbucencia y con la oralidad de los tontos y de las mquinas. El mundo del consumo y del despilfarro y el de las disidencias provoca el mismo fenmeno de arrasamiento verbal y mental que el de la presin orweliana, tericamente tan distinto ... La genialidad de Orwell reside en haber dado forma a la intuicin de que seramos desposedos poco a poco de la personalidad individual, del alma, por la desverbalizacin. Algo mucho ms terrible que la constante vigilancia, que es slo un trmite previo, o la fabricacin de libros o instrumentos de comunicacin mecnicos, vacos y analfabetos, lo que es slo una consecuencia. En ese rumbo, la profeca parece coincidir con nuestra angustia del porvenir428.

Un ao anticipadamente calumniado, pg. 14, en 1984 contra 1984. Los hechos del ao, Difusora internacional, Barcelona, 1985 (2 edc.).

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