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TOMO I

Seminarios de investigacin
Freddy Javier lvarez Gonzlez
Palmira Chavero Ramrez
Martn Oller Alonso
Coordinadores

TOMO I

Seminarios de investigacin
Freddy Javier lvarez Gonzlez
Palmira Chavero Ramrez
Martn Oller Alonso
Coordinadores

Quito, Ecuador

378.01
A4731a
lvarez Gonzlez, Freddy Javier, coord.
Amawta: seminarios de investigacin / Freddy Javier lvarez
Gonzlez, Palmira Chavero Ramrez, Martn Oller Alonso. 1.
ed. Quito: Editorial IAEN, 2014
182 p.; 15 x 21 cm. Tomo I
ISBN: 978-9942-950-41-3
1. AGRICULTURA-ASPECTOS ECONMICOS 2. CONOCIMIENTO
ANCESTRAL (SUGERIDO) 3. INVESTIGACIN CIENTFICA
4. COMUNICACIN EN POLTICA 5. MIGRACIN 6. EDUCACIN
SUPERIOR 7. UNIVERSIDAD 8. IAEN 9. ECUADOR I. Ttulo
Coleccin editorial: Memoria Viva
Los artculos de este libro cumplieron un proceso de arbitraje cientfico doble ciego.

Instituto de Altos Estudios Nacionales


Decanato General de Investigacin
Av. Amazonas N37-271 y Villalengua, esq.
Telf: (593 2) 382 9900, ext. 236
www.iaen.edu.ec
Informacin: [email protected]
Direccin editorial: Miguel Romero Flores
Correcin de estilo: Roberto Ramrez Paredes
Diseo de portada: Csar Ortiz de Reyes
Maquetacin y diagramacin: David Rivera Vargas
=
ND

Quito-Ecuador, 2014

CC BY-NC-ND
Esta licencia permite compartir-copiar, distribuir,
ejecutar y comunicar pblicamente la obra.

ndice
Sobre los autores ..................................................................... 7
Prlogo: Necesidad de la investigacin ..................................... 11
Franois Houtart
Introduccin: La investigacin y las investigaciones
en el Estado .............................................................................. 13
Freddy Javier lvarez Gonzlez
La agricultura campesina en la construccin
de un paradigma poscapitalista ................................................. 21
Franois Houtart
El conocimiento ancestral desde
una perspectiva afrodescendiente ............................................... 33
John Antn Snchez
Proyecto de estructuracin para el Centro
de Economa Pblica y Sectores Estratgicos ............................. 63
Carlos Vzquez Moreno y Mauricio Cuesta
Revolucin ciudadana y Buen Vivir: desafios
de la Cooperacin Sur-Sur de Ecuador .................................... 75
Bruno Aylln Pino
Comunicacin poltica en Ecuador: nuevos horizontes
para el ciudadano ................................................................ 107
Palmira Chavero Ramrez
Las culturas periodsticas intermedias: el ejemplo
de Amrica Latina ................................................................ 127
Martn Oller Alonso
El inmigrante como chivo expiatorio ...................................... 143
Felipe Aliaga Sez

Sobre los autores

Felipe Aliaga Sez


Doctor en Sociologa y DEA en Ciencias Polticas por la Universidad de
Santiago de Compostela (Espaa),socilogo por la Universidad de Concepcin (Chile). Profesor agregado 3 e investigador de la Escuela de Estudios Estratgicos y Seguridad del Instituto de Altos Estudios Nacionales(IAEN), Quito, Ecuador. Miembro del Grupo Colombiano de Anlisis
del Discurso Meditico.

Freddy Javier lvarez Gonzlez


Filsofo por la Universidad Pars VIII, pedagogo por la Universidad Lumire y telogo por la Universidad de Friburgo. Ha sido profesor invitado de las
universidades de Cambridge, Pars VIII, Tubingen, Sapienza, Valencia, Murcia, de Europa, y universidades de San Marcos, General Sarmiento, La Repblica, Costa Rica, Buenos Aires, entre otras, de Amrica Latina; adems,
ha hecho cursos en varias universidades del Ecuador. Ha realizado investigaciones con centros de investigacin regional y es consultor internacional en
temas de asuntos indgenas y cambio institucional. Tienes ms de 15 libros
y ms de 30 artculos publicados, algunos de los cuales han sido traducidos
al ingls, el francs y al italiano. Sus temas de inters son la epistemologa,
la tica y la educacin.

John Antn Snchez


Doctor en CienciasSociales de la Flacso (2009), sede Ecuador. Maestra en
Sociologa de la Cultura en la Universidad Nacional de Colombia (2005), ttulo de especializacin en Desarrollo Comunitario de la UniversidadTecnolgica del Choc (Colombia, 2001). Antroplogo de la Universidad Nacional de
Colombia (1998). Actualmente es docente investigador de la Escuela de Constitucionalismo y Derecho del Instituto de Altos estudios Nacionales, la universidad de posgrado del Estado ecuatoriano. Es un militante del movimiento social afrodescendiente. Tiene la nacionalidad ecuatoriana y colombiana.
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Sobre los autores

Bruno Aylln Pino


Doctor en Ciencia Poltica (especialidad en Relaciones Internacionales) por la
Universidad Complutense de Madrid (UCM). Es especialista en Integracin
Regional en el Mercosur por la Universidad de Sao Paulo, Brasil, donde realiz
su posdoctorado en el Ncleo de Investigacin en Relaciones Internacionales
(Nupri). Es docente e investigador asociado al Instituto Universitario de Desarrollo y Cooperacin de la UCM desde el ao 2000 y fuebecario investigador doctor del Instituto de Pesquisa Econmica Aplicada(IPEA) de Brasil, en
el programa de Cooperacin Internacional para el Desarrollo. Desde 2013
es docente e investigador del programa Prometeo de la Secretara Nacional de
Educacin Superior, Ciencia y Tecnologa (Senescyt) del Gobierno de Ecuador, en el Instituto de Altos Estudios Nacionales.

Palmira Chavero Ramrez


Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y
PhD en Ciencias de la Comunicacin y Sociologa por la misma universidad
(2012). Investigadora del Grupo de Investigacin Agenda y Voto, del Grupo de Investigacin en Gobierno, Administracin y Polticas Pblicas (Gigapp); del proyecto de investigacin Journalistic Performance role around
the world (2014-) y del proyecto de investigacin Worlds of Journlism Study.
Ha trabajado en la Universidad Complutense de Madrid (Espaa), el Instituto Universitario de Investigacin Ortega y Gasset y ha sido coordinadora
del Laboratorio de Comunicacin y Derechos. Ha trabajado como periodista durante ms de diez aos. En 2011 recibi el I Premio Jvenes Investigadores Joan Prats, concedido por Gigapp y el Instituto Ortega y Gasset. Es
profesora del IAEN.

Mauricio Cuesta
Doctor en Economa Agrcola y de Recursos Naturales por la Universidad
del Estado de Carolina del Norte; MBA en Agronegocios por Incae Business School, San Jos (Costa Rica). Ha sido docente de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), sede Ecuador; de la Universidad Michoacana de San Nicols de Hidalgo (UMSNH), de la Universidad
Vasco de Quiroga (UVAQ), en Morelia, Mxico; y de las universidades
ecuatorianas San Francisco de Quito (USFQ) y Catlica (PUCE). Su experiencia profesional ha aportado en proyectos de uso sostenible de los recursos naturales, en FAO (Mxico D. F.); en Winrock Internacional, La Paz

Sobre los autores

(Bolivia); en el Banco Mundial, San Jos (Costa Rica); en diseo de polticas de desarrollo y combate a la pobreza, de la Secretara de Desarrollo
Social, Michoacn (Mxico).

Franois Houtart
Doctor en Sociologa de la Universidad Catlica de Lovaina, de la cual es
profesor emrito; tiene un diplomado en Urbanismo de Bruselas ycuenta con estudios de posgrado en la Universidad de Chicago. Es sacerdote
de la dicesis de Bruselas-Malinas y experto en el Concilio Vaticano II para los obispos latinoamericanos. Su doctorado fue sobre una sociologa
del budismo en Sri Lanka. Es doctor honoris causa de Notre Dame University (EE.UU.) y de la Universidad de La Habana (Cuba). Miembro honorario de las academias de ciencias sociales de Vietnam y de Cuba. Ha publicado varios libros de sociologa de la religin y de sociologa rural, y ha
realizado investigaciones en los cinco continentes. Ha enseado en decenas de universidades y actualmente es profesor en el Instituto de Altos Estudios Nacionales de Quito. Es miembro del Consejo Internacional del Foro Social Mundial y vicepresidente del Foro Mundial de Alternativas (con
Samir Amin).

Martn Oller Alonso


Doctor en Periodismo por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid (2012);
mster universitario en Estudios Avanzados en Comunicacin por la Universidad de Murcia (2009); licenciado en Periodismo (2008) y en Publicidad y
Relaciones Pblicas (2011) por la Universidad de Murcia. Est involucrado
en varios proyectos internacionales (JRP, CPE y WJS) basados en el anlisis
comparativo de las culturas periodsticas. Ha escrito ms de veinte artculos en revistas cientficas y casi una decena de libros. Ha residido en Madrid
(Espaa), Zrich (Suiza), Manchester (Inglaterra) y Pars (Francia). Actualmente se encuentra trabajando en el Instituto de Altos Estudios Nacionales, en Ecuador, donde lleva a cabo su labor universitaria como docente e
investigador.

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Sobre los autores

Carlos Vzquez Moreno


Doctor en Economa del Desarrollo y magster en Economa con especializacin en Poltica Econmica y Desarrollo, ambos ttulos de la Facultad
Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), sede Ecuador; asimismo, es
Economista por la Facultad de Ciencias Econmicas de la Universidad de
Cuenca. Es experto en diversos temas como: riesgos de entorno, programacin financiera, presupuestacin y anlisis econmico. Actualmente es
profesor investigador en el Decanato de Investigacin del Instituto de Altos
Estudios Nacionales (IAEN), de Quito.

PRLOGO
Necesidad de la investigacin
Ninguna institucin de enseanza superior puede ser separada de la investigacin: es necesario para su propia vitalidad y tambin para el nivel de cada uno de sus enseantes. Evidentemente, las universidades no tienen el
monopolio de la investigacin. En ciertos pases instituciones estatales de
investigacin existen, como el CNRS en Francia o las academias de ciencias
en otros pases y en todo el mundo, hay tambin centros especializados en
investigacin especfica; sin embargo, de ninguna manera se puede excluir
la investigacin universitaria como alimentacin intelectual indispensable y
como contribucin a la sociedad.
Eso vale para todas las disciplinas, tanto de las ciencias de la naturaleza
como de las ciencias sociales: es importante en el campo de la investigacin
fundamental y de los trabajos aplicados a tpicos concretos. La universidad
tiene la ventaja de poder hacer el vnculo entre los dos.
El Instituto de Altos Estudios Nacionales (IAEN) tiene una funcin especfica, vinculada en particular con la formacin de los cuadros del Estado.
Es una responsabilidad particular que exige un gran rigor y una visin a largo plazo. Su papel se sita en el dominio de las ciencias humanas, desde el
derecho hasta las relaciones internacionales, sin olvidar los diferentes aspectos de la sociedad ecuatoriana. Es por eso que la variedad de las contribuciones presentadas es grande. En la propia definicin del IAEN, la dimensin
del futuro aparece como esencial y en este sentido, la investigacin debe ser
orientada tambin por la anticipacin.
Por eso mismo la universidad no puede satisfacerse solamente de un enfoque aplicado. Este ltimo es seguramente importante: cmo asegurar el
funcionamiento de polticas especficas en todos los sectores de la responsabilidad del Estado. Sin embargo, el desarrollo de un pensamiento crtico
a ms largo plazo es tambin importante. Sin esta dimensin, la investigacin se resume solamente en trabajos inspirados por el funcionalismo (como hacer funcionar mejor un programa o una institucin). Eso tiene su legitimidad, pero no basta.
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Franois Houtart

La investigacin orientada por un pensamiento crtico aborda ms que


un objeto inmediato. A veces es difcil entender este enfoque porque se confunde la nocin cientfica de crtica con la confrontacin poltica, y todo poder tiene la tendencia a despreciar lo que no corresponde a su accin del
momento. Sin embargo, definir un medio y un largo plazo es necesario y eso
no se hace sin la investigacin como base de la reflexin, ni siquiera sin una
meta no definida de manera dogmtica, sino crtica.
Una institucin como el IAEN debe combinar una estrategia de investigacin con las iniciativas de los investigadores, lo que exige un esfuerzo colectivo para el desarrollo de los trabajos. La diversidad de los campos no
impide una visin ms general, aun si la eleccin de los temas tiene que responder tambin a consideraciones prcticas de tiempo, de medios y de personas. No obstante, se puede crear un espritu que favorece la investigacin
y su compartir.
En ciencias sociales, que no pueden ser experimentales, el carcter cientfico se asegura por dos vas conjuntas y complementarias: el valor de los
datos empricos (estadsticas y herramientas de investigacin) y el rigor epistemolgico (importancia de las teoras). Eso vale para todas las disciplinas
representadas en el IAEN y es la base de la eficacia de su funcin para el pas
y su futuro. Es lo que se trata de realizar en los trabajos presentados.

Franois Houtart
Docente e investigador del IAEN

Introduccin
La investigacin y las investigaciones
en el Estado
La palabra investigar es una accin que indica la existencia de algo que queremos y necesitamos saber sobre algo y existe alguien que lo quiere o lo puede realizar. Ese algo sobre algo no aparece de manera inmediata, en cierta forma est
ms all, o de las apariencias o del sentido comn. Si las cosas fueran como pensamos que son, no necesitaramos investigar. En efecto, la investigacin est ms all de los sentidos, aunque requerimos de ellos para implementar el mtodo.
Queremos capturar ese algo por intencionalidad biolgica, pues el ego
cogito es tambin un ergo sum. La curiosidad tambin marca nuestro instinto
mamfero. Queremos saber porque no nos basta escuchar lo que nos dicen
por autoridad o costumbre. Aprender es vivir y vivir es aprender.
Ese algo sobre algo es sealado por medio de leyes, teoras, ideas, discursos, algunos de los cuales pueden ser traducidos en prcticas, acciones, polticas pblicas para la transformacin del Estado, la sociedad y la localidad.
En efecto, los saberes son explicaciones dirigidas al cambio de la realidad en
la medida que podemos comprenderla mejor por medio de nuestras investigaciones. Explicamos, describimos, construimos, descubrimos, estas son las
fundamentales experiencias de la investigacin.
A las personas que trabajan en ese algo sobre algo les llamamos investigadoras e investigadores, a los cuales se les forma, prepara y se les reconoce
institucionalmente, despus de un periodo de formacin, como capaces de
producir conocimientos. Dichas personas suelen estar en las instituciones
de educacin superior y en los institutos de investigacin.
No obstante, hemos aprendido en las ltimas dcadas que no hay mtodo sino mtodos, y que los mtodos no nos garantizan de manera absoluta la respuesta a la pregunta sobre qu es ese algo. Adems, los mtodos
pecan por la extensin a la que se deben por la retrica en la que se pueden
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Freddy Javier lvarez Gonzlez

engolosinar; que el saber est sometido a relaciones coloniales, las cuales


han provocado que otras epistemes sean rechazadas para sostener modelos
de dominacin y sujecin a travs del saber; que aunque no haya un mtodo feminista, el hecho de no diferenciar hace que la neutralidad y la objetividad repercuta sobre los derechos y la vida de las mujeres; y que la supuesta
universalidad de las ciencias esconda la monoculturalidad. Homogeneidad
e imperialismo de Occidente. En suma, que la produccin de conocimientos
no sucede solo en la universidad, sino que todos los pueblos construyen sus
propios conocimientos, que los movimientos sociales no viven atrapados en
la accin y que el Estado no solo ejecuta sino que va construyendo saberes
en torno a la complejidad del pragmatismo.
Los seminarios Amawta de investigacin del IAEN nos dejan entrever
cuatro lecciones en el mbito de la investigacin:
La primera leccin es la necesidad que tiene el Estado de pensarse por medio
de la investigacin. Un Estado de garantas es un Estado inteligente, y
un Estado inteligente no tiene por qu recurrir al privilegio moderno de
la violencia. La investigacin no es nicamente la forma ms usual de
producir conocimientos, es fundamentalmente la manera de pensarse
en la medida que somete la realidad a la pesquisa. Por encima de las
percepciones y los sondeos de opinin, tambin mtodos de investigacin, existe la posibilidad de pensarnos en el pensamiento de lo que
esta fuera precisamente porque el afuera hace parte del dentro. Volver a
lo fundamental despus de la distorsin del capitalismo; situar el saber
ancestral como la posibilidad de renovarnos conservando, y de conservar produciendo; hacer de lo pblico la vertiente de un economa
que se puede traducir en derechos; posicionar al Buen Vivir como la
inspiracin para el cambio en el campo de la cooperacin internacional; hablar de poltica en la comunicacin para emancipar ciudadanos
y liberar pueblos; traducir la contextualidad como un parmetro de
interpretacin y de accin; y analizar la realidad desde los imaginarios
que componen a la migracin, el migrante y el inmigrante, todos ellos
son pensamientos de un Estado obligado a pensarse desde la migracin, la comunicacin, los pueblos ancestrales, la dignidad y soberana,
la academia y los campesinos. Qu es el Estado, sino aquello que puede
ser sentido y pensado desde esta variedad de lugares, luchas y sujetos.
La segunda leccin es producir conocimientos es la nica manera de hacer academia. Los caminos de la liberacin no son pocos. Uno de ellos es ir hacia universidades que produzcan conocimientos. Las divisiones geopolticas del conocimiento nos han convertido en eternos consumidores
de los mismos. Si hay una vena sorprendente del conocimiento es que

Introduccin: La investigacin y las investigaciones en el Estado

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nos abre caminos para comenzar a recorrerlos con precaucin y decisin. No estamos ms en la contemplacin de las ideas de Platn. La
produccin de conocimientos en cualquier universidad no es un deber
para la categorizacin, es un compromiso para la transformacin de la
sociedad. Sin embargo, las academias no se hacen por la presencia de
doctoras y doctores sino por la posibilidad de producir conocimientos,
debatir teoras, generar ideas e innovar conocimientos.
La tercera leccin es abrir una ventana al mundo al mismo tiempo que nos
dejamos interrogar por nuestras realidades locales. No se trata solo de pensar globalmente para actuar localmente, tambin debemos pensarnos
localmente para actuar globalmente. Es imposible investigar nuestra
realidad sin saber lo que est ocurriendo fuera. El mundo est interconectado, no solo por los medios sino tambin por las polticas y por su
composicin compleja. El cultivo del brcoli puede ser mejor entendido
con las polticas neoliberales de Sri Lanka. La crisis del neoliberalismo
nos advierte de la crisis civilizatoria y nos lanza a recuperar el pasado
como una propuesta del futuro, ya no solo para quienes guardan en su
interior saberes que son fundamentales para la vida del planeta. Cmo
pueblos que fueron tratados como animales guardan en su interior los
saberes de la vida? He ah una de las interrogantes mayores. Otra de
las interrogantes clave la lanza la economa, no podemos seguir en la
satanizacin de la misma de parte de un pensamiento poltico radical.
La economa es objeto de la ms profunda investigacin precisamente
por ser un pensamiento real y concreto que contiene en su ncleo las
bases de cualquier emancipacin. Tambin el Buen Vivir es la ms clara
perspectiva de cmo un pensamiento local se puede convertir en una
oferta mundial, en la medida que sigamos en su profundizacin. De
igual manera, la comprensin del poder contemporneo ya no sigue el
libreto de Maquiavelo, la comunicacin en su canon actual. Por ltimo,
la investigacin nos recuerda que los pensamientos no estn hechos
de realidades medibles, de res extensa, las realidades tambin son imaginarios que envuelven nuestros objetos y sujetos de investigacin, los
producen, modifican y representan.
La cuarta leccin es que la investigacin sobre el Estado pasa por la investigacin sobre la sociedad. El autmata hobbesiano, con vida propia, con
una fuerza superior a cualquier fuerza, no estaba tan alejado de las
sociedades. En cierta forma, el Estado pas a ser sociedad y la sociedad comenz a ser Estado en la medida que no existen investigaciones
para solucionar el problema de la comida, y este no se logra resolver
sin que escuchemos a los campesinos; solo hay Estado sin sociedad si
continuamos con el proceso civilizatorio propuesto por el desarrollo

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Freddy Javier lvarez Gonzlez

occidental, y si seguimos aplastando a pueblos y sus identidades por


medio de la expropiacin del territorio y desconocimiento de sus derechos colectivos; las sociedades desaparecen en el vivir bien y el Estado se
pierde en la vieja y fracasada frmula del desarrollo; si la comunicacin
ya solo depende de quien la tenga y el ciudadano se pierde en las cifras
y el periodista se sigue pensando desde un libreto nrdico, debilitamos
al Estado y conjuramos la verdad; si a la migracin la dejamos en manos de los imaginarios guerristas de un Occidente decadente, el Estado
no ser ms que una mueca macabra.
El artculo de Franois Houtart, La agricultura campesina en la construccin de un paradigma poscapitalista, es lucido, tico y poltico. Lucido porque su pensamiento se inserta en la crtica del modelo de desarrollo
vigente y su carcter prospectivo advierte sobre el crecimiento poblacional
mundial, el reto de alimentar 7 000 000 000 de personas, la necesidad de
desarrollar un tipo de produccin respetuoso de la capacidad regenerativa de la tierra y la promocin de 3 000 000 000 de personas que viven de la
agricultura; tico porque su escritura es situada, clara y sin ambigedades;
poltico porque su reflexin busca el compromiso de quienes develen sus desafos. Llama profundamente la atencin el artculo del profesor Houtart
por su extraordinaria rigurosidad, en donde la perspectiva mundial resalta.
El anlisis comparativo de los continentes, la precisin en determinadas polticas nacionales, el nombrar a los organismos internacionales que impulsan el modelo de agricultura industrializada y los efectos entre los campesinos y obreros conforman un tejido complejo, necesario para entender la
situacin. El capitalismo y su modelo de desarrollo son enjuiciados porque
pone en riesgo la vida y con ella a la naturaleza. La acumulacin sin lmites
es la nica razn para la destruccin del planeta. Dentro de tal modelo, Gobiernos de derecha e izquierda se adhieren provocando los mismos efectos
a pesar de tener finalidades diversas. El progreso sin fin, gracias a la ciencia
y la tecnologa dentro de un planeta que se pens inagotable, es puesto en
cuestin por el autor. Por ltimo, Franois propone que la nica manera es
romper con el modelo del capitalismo es por intermedio de volver a las formas del pasado, las cuales son una respuesta concreta para el futuro y permiten restituir el metabolismo que rompe el capital entre los seres humanos
y la naturaleza, profeca anunciada por Marx.
El artculo de John Antn Snchez, El conocimiento ancestral desde
una perspectiva afrodescendiente, es novedoso pues desde la antropologa ingresa en el mbito de la epistemologa para ir diseando los conceptos que conformaran la categora de conocimiento ancestral. Dicha categora es dibujada en la geografa nocional tripartita de la identidad cultural,

Introduccin: La investigacin y las investigaciones en el Estado

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territorio y derechos colectivos. John Antn tambin sita a los saberes ancestrales como la respuesta al presente y al futuro separado del neoliberalismo. La perspectiva propuesta para situar al conocimiento ancestral es la
eco-Sofa, donde el conocimiento surge a partir de un dilogo permanente entre los seres vivos. Esa forma de conocer centra la atencin de cientficos pues sus prcticas al mismo tiempo que usan a la naturaleza, la conservan. El autor desafa al conocimiento occidental colocndose en hombros
de Michel Foucault al romper con la episteme que se presenta universal, mono, lgica y excluyente. La antropologa es la primera ciencia en abrir el camino para reconocer la multiplicidad de saberes fuera de la lgica aristotlica, pues reconoce el tejido intrnseco entre mito/tcnica/racionalidad. En
tal sentido el conocimiento afrodescendiente es un sobreviviente a la ruptura violenta que sufrieron los pueblos africanos de su hbitat. Sus races estn vinculadas profundamente con sus formas de vida y su relacionamiento
con la naturaleza. Por ltimo, algunas de las particularidades del conocimiento ancestral son: su vinculacin con el territorio, su relacin profunda
con la vida cotidiana, la identidad cultural, el carcter colectivo y su tejido
entre el rito y el mito.
El artculo de los docentes e investigadores Carlos Vsquez Moreno y
Mauricio Cuesta, Proyecto de estructuracin para el centro de Economa Publica y Sectores Estratgicos, es una interesante y necesaria propuesta para
el IAEN y por consiguiente para el Estado ecuatoriano. En efecto, no se puede estar en el cambio de poca sin pensar la economa, criticarla y encontrar
las salidas frente al tsunami del capitalismo global. Sorprende la rigurosidad de
la propuesta en cuanto que de forma profunda y sistemtica ingresa al campo de la definicin de la economa pblica, colocando al Estado como garanta de derechos. El Centro de Economa Pblica pretende ser un espacio de investigacin de la actividad estatal, adems de un lugar de formacin formal y
continua. El artculo sigue las reglas de la economa pero bajo una direccionalidad emancipadora. Incluso su aterrizaje llega a la definicin de disciplinas
que deben llegar a situarse dentro un horizonte educativo.
El artculo del profesor investigador Bruno Aylln Pino, Revolucin ciudadana y Buen Vivir: desafos de la Cooperacin Sur-Sur de Ecuador, asume los inicios de la Revolucin ciudadana como un nuevo tiempo que propone nuevos desafos polticos, jurdico-institucionales de capacidades y de
coherencia en la cooperacin. El autor parte de la constatacin que la anterior cooperacin estuvo ligada a la tarea de difundir los valores, las creencias,
las ideas y las prcticas de un modelo de desarrollo en quiebra. Dicho modelo se encuentra enfrentado al nuevo modelo de Cooperacin Sur-Sur basado en el intercambio de conocimientos, experiencias y polticas pblicas de

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Freddy Javier lvarez Gonzlez

forma horizontal y recproca. El autor propone un modelo de cooperacin


basado en el Buen Vivir y sus desafos en el Ecuador actual. La cooperacin
internacional ha sido durante largo tiempo un agente de transmisin del desarrollo creado para combatir la pobreza y sostener la hegemona internacional del norte. Ante su fracaso y su crtica, otras propuestas de desarrollo
aparecen. As, la Cooperacin Sur-Sur es un nuevo trazado que se origina fundamentalmente en el crecimiento de Amrica Latina articulada con los nuevos gobernantes de izquierda y la crisis de Europa. El nfasis en la poltica social determina el cambio sustancial. Aparece una mayor horizontalidad en las
relaciones de cooperacin, responsabilidades compartidas, enfoque por demanda y adopcin por consenso de las prioridades de desarrollo, en oposicin a la injerencia externa y a las agendas paralelas. Tambin las aportaciones desde el sumak kawsay han estado en que la cooperacin se alinea a los
objetivos nacionales del bien vivir haciendo que se valore la idiosincrasia del
saber ecuatoriano y recupere las prcticas de movimientos sociales basados
en la reciprocidad, la solidaridad y la redistribucin. El caso ecuatoriano ilustra las potencialidades de la Cooperacin Sur-Sur, a pesar de ser pequeos
pueden contribuir con su filosofa y sus prcticas a diversificar y enriquecer el
panorama de la cooperacin internacional. No obstante, es necesario identificar los obstculos presentes en este proceso, relacionados con factores que
dificultan el crecimiento y consolidacin de la cooperacin ecuatoriana. En
suma, se trata de un artculo erudito, con una mirada profunda sobre la cooperacin internacional y con una aptitud tica reluciente.
La docente investigadora Palmira Chavero Ramrez, en su artculo Comunicacin poltica en Ecuador: nuevos horizontes para el ciudadano, reflexiona sobre un tema muy importante de la comunicacin para las sociedades contemporneas, pues es el ms importante poder en el entramado social
y poltico de cualquier sociedad. Especficamente la autora coloca en relacin
la poltica con la comunicacin para centrarse en la disciplina denominada
hoy en da Comunicacin poltica, la cual inicia con el surgimiento de los medios de masas. En un primer momento la autora reflexiona sobre las investigaciones de los medios en el siglo pasado y los diferentes nfasis que se fueron suscitando. La Comunicacin poltica est entendida en la relacin entre
los medios y los ciudadanos. La relacin entre agenda pblica, agenda poltica y sociedad civil trae a la mesa temas de discusin sobre la libertad de los
ciudadanos frente a los medios, en la que se vuelve latente la interrogante:
quin decide? La preocupacin de fondo est en la creciente desconfianza de
los ciudadanos frente a los medios, que conduce a usar las redes sociales como un mbito cercano al conocimiento sobre qu es lo que est pasando. Por
ltimo, la autora encuentra en la legislacin ecuatoriana leyes e instrumentos

Introduccin: La investigacin y las investigaciones en el Estado

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institucionales para defender a la sociedad civil de la manipulacin de los medios masivos y comerciales. Vale la pena sealar que Palmira es la nica mujer
que aparece en este primer tomo de Amawta.
El profesor investigador Martn Oller Alonso, en su artculo Las culturas periodsticas intermedias: el ejemplo de Amrica Latina, demuestra el
rompimiento que existe en el mundo periodstico cuando las interpretaciones de una determinada cultura periodstica deben hacerse a partir del contexto. No es lo mismo un periodista del norte que un periodista del sur: las
condiciones, las valoraciones, las realidades, las creencias son diversas. En
efecto, el contexto se convierte en un elemento diferenciador y en ruptura con las posturas imperialistas y colonialistas de los medios de nrdicos.
El autor inicia por definir la nocin de cultura periodstica y seala a Amrica Latina como el lugar donde han surgido culturas periodsticas intermedias,
es decir, culturas que se originan en mbitos marcados por la pobreza, la
lucha por la igualdad, con una democracia todava dbil, determinadas por
una fuerte negatividad. El inters del autor se centra en diferenciar para entender el periodismo latinoamericano, sus escuelas, los nudos que terminan
por atrapar sus miradas y prcticas. Los desafos de las culturas periodsticas intermedias son muy concretos, en la medida que no perdemos de vista la contextualidad. El mayor desafo sigue estando en la democratizacin,
pues los medios en pocas manos impiden el ejercicio de la democracia como construccin de colectividad, tal como la entenda Arendt. Por ltimo,
sobre la educacin recae la mayor responsabilidad por ello preocupa que
las facultades de comunicacin todava no tienen claridad sobre una pertinente carrera de comunicacin ligada al carcter epistmico del contexto,
de ah su carcter disperso.
Finalmente el profesor investigador Felipe Aliaga Sez, en su artculo El
inmigrante como chivo expiatorio, se introduce en los imaginarios que acompaan a los migrantes. Este imaginario est presente desde el inicio, es quien
acompaa al migrante en la toma de una decisin determinada. El imaginario
permite construir lo que no se conoce, adornarlo como algo positivo aunque
de hecho sea totalmente contrario. Lo que mueve a un migrante no es solo su
situacin real sino, y fundamentalmente, el imaginario sobre el otro lugar. El
imaginario no es una sublimacin de una realidad inalcanzable, por el contrario, es el factor que logra transformar la realidad e inclusive puede voltear lo
negativo en positivo. El imaginario se va transformando con la experiencia del
migrante en tierra extraa. El elemento central para dicha transformacin es
la incertidumbre, pues vivimos en sociedades en riesgo. El autor resalta el enfrentamiento entre los imaginarios de los migrantes y el imaginario de los habitantes del pas de acogida, el cual culmina en el tema central de la reflexin:

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Freddy Javier lvarez Gonzlez

el migrante como chivo expiatorio, el gran imaginario de las sociedades contemporneas. Este imaginario es propio de las sociedades tribales. El imaginario del chivo expiatorio est vinculado con la violencia formal, no tanto por
lo que genera el migrante sino por la necesidad de colocar en el migrante la
causa de todos los problemas de una nacin. Resulta interesante descubrir la
vinculacin de la violencia con los imaginarios sobre los migrantes y los inmigrantes. Este imaginario revela ms los miedos de la sociedad de acogida que
la realidad de los grupos y de las personas que estn en situacin de vulnerabilidad. As el trabajo de la investigacin se centra en luchar contra los imaginarios que originan al migrante y que determinan las polticas en las sociedades que apenas toleran la inmigracin.
En fin, campesinos, afrodescendientes, servidores pblicos, polticos,
ciudadanos, periodistas y migrantes conforman el conjunto de voces que
transportan los artculos de investigacin de la coleccin Amawta, tomo i.
Todas estas voces estn puestas dentro de registros de cambio, articuladas
en clave de novedad, envueltas en el tono poltico del derecho que se reclama, en nombre de la justicia, la tica y la verdad.

Freddy Javier lvarez Gonzlez


Decano General de Investigacin del IAEN

La agricultura campesina en la construccin


de un paradigma poscapitalista
Franois Houtart

Cualquier tema de importancia en la vida colectiva de la humanidad en el planeta debe ubicarse en una visin de conjunto y en una perspectiva global.
Por eso un anlisis de la actividad agrcola, no solo no puede desvincularse de los aspectos sociales del sector y ser puramente tcnico, sino que debe tambin insertar en el modelo vigente de desarrollo y de su crtica. La organizacin de la agricultura es el fruto de un paradigma que ahora sigue los
principios del capitalismo globalizado y se debe estudiar en qu medida ella
puede participar a la construccin de un nuevo paradigma.
El tema de la agricultura campesina es importante por tres razones fundamentales. Primero, existe la necesidad de alimentar a los seres humanos.
Ahora existen 7 000 000 000 de personas que alimentar y al final del siglo
probablemente 10 000 000 000, con una proporcin urbana en aumento,
lo que significa que la produccin de comida tendr que ser multiplicada
por 2 o 3. La segunda razn es la obligacin de cuidar al planeta, lo que no
es solo una cuestin cuantitativa. Implica la necesidad de desarrollar un tipo de produccin respetuoso de la capacidad regenerativa de la tierra. Este
concepto, introducido por Vandana Shiva, significa la necesidad de rehabilitar lo que fue destruido por la actividad humana. Cada ao se reduce esta capacidad y la agricultura, tal y como se realiza hoy en da, es parte del
problema. Por ltimo, est en juego tambin la promocin del bienestar de
unos 3 000 000 000 de personas que viven de la agricultura. Todo esto implica una labor por parte de todos.
En noviembre de 2010 se organiz en Pekn un seminario sobre la agricultura campesina en Asia, con la participacin de especialistas de once
pases.1 El continente asitico, pues, se caracteriza por un gran nmero
1 Este seminario fue organizado en la Universidad de Renmin (Popular) en Pekn, por el profesor Wen Tiejun, economista, director del Centro de Economa Agraria de esta universidad,
y el autor de este artculo, socilogo, fundador del Centro Tricontinental (Lovaina la Nueva,

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Franois Houtart

de pequeos arrendatarios. La presin de la Revolucin verde de los aos


ochenta incit la utilizacin masiva de productos qumicos y favoreci los
grandes propietarios.
La extensin de la produccin para la exportacin introdujo la lgica capitalista con todo su peso y empez un nuevo proceso de concentracin de
tierras, hoy en particular para los agrocombustibles. Todo eso provoc el
xodo de millones de campesinos y el empobrecimiento de muchos otros,
como el suicidio de millares de pequeos productores en la India.

1. La destruccin de la agricultura campesina


La agricultura campesina, dentro de una cierta visin de la modernidad,
fue particularmente desprestigiada. En esta perspectiva, ella aparece atrasada, arcaica y poco productiva. Por eso hemos asistido durante los ltimos 40 aos a una aceleracin de su destruccin, en la que han intervenido muchos factores. El uso de la tierra para actividades agrcolas ha
disminuido ante la rpida urbanizacin e industrializacin. El proceso se
acelera en el sur, y es importante en el norte. Segn Eurostat, el bur de
estadsticas de la Unin Europea, entre 2002 y 2010, en Europa, cerca de
3 000 000 de unidades agrcolas han desaparecido, es decir, el 20% (Va
Campesina, 2011). Por lo tanto, la poblacin rural ha disminuido. En el
ao 1970, haba en el mundo 2 400 000 000 de personas en las zonas rurales frente a 1 300 000 000 en las urbanas. En 2009 eran, respectivamente,
3 200 000 000 frente a 3 500 000 000.
Al mismo tiempo, la adopcin del monocultivo ha provocado una enorme concentracin de tierras (Unctad, 2009), una verdadera contrarreforma
agraria, que se ha visto acelerada en estos ltimos aos por el nuevo fenmeno de apropiacin de tierras, estimado entre las 30 y 40 000 000 ha en
los continentes del hemisferio sur, con 20 000 000 en frica solamente (Baxter, 2010: 18). Debemos recordar que en el sur, 380 000 000 de familias de
pequeos agricultores producen del 80% al 85% de los alimentos de las poblaciones locales.
Esto se ha relacionado con la produccin de cultivo comercial para la exportacin. Un ejemplo muy llamativo ha sido Sri Lanka, donde en 1996 un
informe del Banco Mundial propona abandonar la produccin de arroz en
favor de la produccin para la exportacin. La razn era que resultaba ms
Blgica). Hubo en 2013, en La Paz (Bolivia), un seminario sobre la agricultura campesina en
Amrica Latina, donde el tema de este texto fue discutido y sobre el cual el Instituto de Altos
Estudios Nacionales (IAEN), de Quito, publicar un libro en 2014.

La agricultura campesina en la construccin de...

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barato comprar arroz de Tailandia y Vietnam que producirlo en Sri Lanka. Hace ms de 3000 aos que Sri Lanka produca arroz como base fundamental
de su alimentacin, pero la ley del mercado tena que prevalecer, sin ninguna
otra consideracin.
Por lo tanto el Banco Mundial pidi al Gobierno que terminase con toda regulacin del mercado del arroz, estableciese un impuesto sobre el agua
de riego, incrementando as el costo de la produccin de arroz, y privatizase las tierras comunales para que los campesinos pudiesen vender sus tierras
a compaas locales o internacionales. Ante la resistencia del Gobierno del
momento, el Banco utiliz medidas de presin, concretamente bloqueando
los prstamos internacionales.
El siguiente Gobierno, ms inclinado hacia el neoliberalismo, present un documento llamado Recuperar Sri Lanka, donde aceptaba la idea,
pensando que dicha solucin generara mano de obra barata para el desarrollo industrial con capital extranjero. Pero hace ms de 40 aos que Sri
Lanka haca esto, y en este tiempo la clase obrera logr, por sus luchas sociales, mejores salarios, seguridad social y pensiones. De esta forma la mano de obra se volvi demasiado costosa y el capital extranjero incluso estaba
abandonando el pas para ir a Vietnam o China, donde la mano de obra era
ms barata. La solucin fue reducir el costo de la mano de obra, recortando salarios reales, desmantelando la seguridad social y reduciendo la cantidad de pensiones.
En muchos pases sobre todo del sur, exportar cultivo comercial ha implicado importar productos agrcolas baratos, excedentes de la agricultura
productivista y subvencionada de Amrica del Norte y de Europa. Esto ha
destruido en varios casos la produccin agrcola local, como el pollo en Camern o la carne de vaca en Costa de Marfil. Aun en Brasil, que tiene muchas tierras, el desarrollo del monocultivo para la agroexportacin result
en una disminucin de las tierras destinadas a la alimentacin: entre 2009 y
2010, menos 10,2%, para las tierras consagradas al trigo (Bergamini, 2011).
La produccin de monocultivos tambin ha dado lugar al uso masivo de
productos qumicos y a la introduccin de organismos genticamente modificados. Todo esto ha sido asociado con un modelo productivista de agricultura, legitimado por las crecientes necesidades, ignorando los efectos a
largo plazo y dirigido en realidad por una economa basada sobre el provecho. Las inversiones privadas aumentaron de manera espectacular: de USD
600 000 000 en los noventa, pasaron a cerca de 3 000 000 000 en 20052007 (Unctad, 2009). Durante los ltimos aos, el acaparamiento de tierras
(land grabbing) resultado de la trasformacin de la agricultura en una fuente
de acumulacin para el capital, result ser una nueva frontera en tiempos de

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crisis. Eso signific la expropiacin, bajo varios estatutos jurdicos, de entre


30 y 40 000 000 ha 20 000 000 en frica (Delcourt, 2011).

2. Los efectos ecolgicos y sociales


Desde un punto de vista ecolgico, los efectos son bien conocidos. Podemos citar la deforestacin (130 000 km2 destruidos al ao, equivalente a la
superficie de Grecia) y tambin la destruccin de la biodiversidad. Implica
un uso irracional del agua provocando sequas en varias regiones. Provoca la
contaminacin no solo de los suelos (en Nicaragua ciertos productos qumicos utilizados para la produccin de caa de azcar tardan casi cien aos en
disolverse), sino tambin de las aguas subterrneas, ros, lagos e incluso mares. El delta del ro Rojo en Vietnam empieza a estar tan contaminado que
la pesca est disminuyendo. En el Golfo de Mxico, frente al Misisipi, hay un
fenmeno de 20 000 km2 de mar muerto (no hay vida animal o vegetal alguna), debido a la cantidad de productos qumicos que lleva el ro en regiones donde se ha desarrollado masivamente el cultivo del maz para agrocarburantes. En muchos casos el resultado final de aqu a entre 50 y 100 aos
ser la desertificacin.
El caso de la Amazona es bastante inquietante. Todos los pases que
tienen una porcin de la selva tienen buenas razones para utilizarla en
funcin de objetivos de desarrollo. Colombia ampla la prospeccin y la
explotacin del petrleo en Putumayo; el Ecuador busca el petrleo del Yasun, parque nacional de alta biodiversidad y con poblaciones indgenas no
contactadas, afirmando que se trata solamente de una pequea parte del
este territorio; el Per abre nuevas minas; Bolivia construye la carretera del
Tipnis; Brasil acord ms concesiones a la corporacin Vale para la extraccin de minerales, permiti la penetracin del monocultivo de la soja, de la
caa de azcar y de las palmas, cuando al mismo tiempo la madera se explota de manera salvaje y las represas hidroelctricas destruyen millares de
kilmetros cuadrados. Adems, los daos humanos son considerables, especialmente para los pueblos indgenas.
As, desde el este-sur con las minas, el oeste con el petrleo, el sur con el
monocultivo, el centro con la madera y las empresas hidroelctricas, la selva amaznica se reduce inexorablemente y, segn la FAO, dentro de 40 aos
ella ser reducida a una sabana con algunos bosques, perdiendo sus funciones ecolgicas al nivel mundial, en parte por el cambio climtico y en parte
por las polticas a corto plazo de los pases que la constituyen.

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Subrayar eso no es el fruto de una posicin imperialista, como es el caso


en los Estados Unidos, que desea establecer su control sobre este territorio, rico en materias primas y en biodiversidad. No se trata tampoco de una ofensiva de la derecha contra los Gobiernos progresistas de la regin, sino de la
constatacin de un hecho que depende en parte de la responsabilidad de los
Estados. Evidentemente, la derecha aprovecha de los errores de la izquierda y
trata de infiltrar las protestas por sus propios intereses. Pero eso no justifica
una visin de la realidad, parcial y a corto plazo. Elaborar polticas concretas
de transicin no es cosa fcil, especialmente al nivel de cada nacin, donde
imperativos internos, como la lucha contra la pobreza, por ejemplo, incitan a
adoptar este tipo de decisiones. Solamente una poltica regional podr resolver estos problemas, va los rganos de integracin subcontinental.
Las consecuencias sociales no son menos dainas. La produccin de comida se desplaza hacia tierras menos frtiles y en varios pases est disminuyendo. El frica occidental, que era autosuficiente hasta los aos setenta, ahora tiene que importar el 25% de su alimentacin. El endeudamiento
y la pobreza de los campesinos acompaan al desarrollo de monocultivos
bajo la direccin de grandes compaas: los pequeos campesinos dependen totalmente de ellas para crditos, insumos, comercializacin, alimentacin y bienes de consumo.
Se provocan serios problemas de salud entre los trabajadores y sus familias, debidos al uso de productos qumicos y a la contaminacin del agua.
En algunos casos es comn la muerte prematura de los trabajadores agrcolas. Millones de campesinos son desplazados a la fuerza de sus tierras mediante diversos programas, y en ciertos pases, como Colombia, con la violencia de operaciones militares o de fuerzas paramilitares al servicio de los
terratenientes y de los negocios agrcolas. En Latinoamrica han sido desplazados 4 000 000 en Colombia, 6 000 000 en Brasil y 1 000 000 en Paraguay. En Asia, en Indonesia han sido desplazados 6 000 000.
Este fenmeno est incrementando la presin migratoria hacia otros
pases, creando a su vez problemas polticos. Un caso especial es el de los
pueblos indgenas que pierden sus tierras y la base de su existencia, en Amrica Latina, las Filipinas, Indonesia e India.
Aun en los pases donde Gobiernos se preocupan del bienestar de la poblacin, tratando de luchar contra la pobreza, ciertas polticas son contraproducentes. As, en Ecuador se promueve el cultivo de brcoli como fuente
importante de ingresos para el Estado, ya que ms del 97% son exportados. De verdad una parte sustantiva de estos recursos pueden servir a financiar los bonos para los ms pobres o el mejor acceso de ellos a la salud y a
la educacin.

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Sin embargo, las externalidades de una tal poltica econmica casi no


entran en consideraciones: destruccin de la biodiversidad, polucin de los
suelos, contaminacin de las aguas, explotacin de la mano de obra, destruccin social y cultural de las comunidades indgenas. El cultivo de brcoli en Ecuador se realiza por corporaciones locales, que no respetan las leyes
sociales y ambientales y tienen sus sedes en parasos fiscales. Realmente uno
puede preguntarse si se puede construir el socialismo del siglo xxi con el capitalismo del siglo xix (Houtart y Jumbla, 2013).
Para cambiar de continente, notamos que el crecimiento industrial y urbano espectacular de China tiene tambin su precio. Segn investigadores y
ciertas autoridades del pas, la mayor parte de este desarrollo est anulado
por los daos ecolgicos y humanos. Eso afecta tambin a los campesinos,
sin embargo, estn relativamente mejor protegidos en este pas por una posesin contractual de la tierra que sigue perteneciendo al Estado. En los ltimos aos muchos conflictos estallaron por la presin urbana e industrial
sobre las tierras y el excedente de la poblacin rural sirvi a constituir la poblacin flotante de las grandes ciudades industrializadas, es decir, la generacin sacrificada de un una mano de obra barata necesaria al desarrollo industrial del pas y a la competitividad internacional.
Adems, a la escala mundial, el libre comercio, que los economistas Arvind Subramanian y Martin Kessler (2013) llaman la hiperglobalizacin,
se extiende tambin a los productos agrcolas, a pesar del bloqueo de las negociaciones de Doha. Las ventajas comparativas a la base de estos intercambios significan de hecho, por una parte, la concentracin de las tierras y la
utilizacin intensiva de productos qumicos en los procesos de produccin
y, por otra parte, grados diferentes de explotacin de la mano de obra y de
destruccin de la naturaleza. La liberalizacin de los intercambios provoc
una explosin de los transportes martimos (22 000 barcos de ms de 4000
toneladas atraviesan los ocanos cada da) y areos, grandes consumidores
de materia prima y emisores de gases envenenados. La racionalidad inmediata del capital se transforma en una irracionalidad econmica global. No
se trata evidentemente de suprimir los intercambios, sino de someterlos al
valor de uso y no al valor de cambio y de calcular en sus precios, el costo de
las externalidades, ecolgicos y sociales.
Finalmente, el despilfarro de alimentos que provoca el modelo actual de
la economa agraria es enorme. Segn la FAO, son 1 300 000 000 toneladas
de alimentos que se desperdician cada ao, un tercio de la produccin mundial, con un valor de USD 740 000 000 000 y con daos ambientales graves.
No se puede decir que sea en prioridad la agricultura familiar, la principal
responsable de este desastre!

La agricultura campesina en la construccin de...

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Son los movimientos campesinos e indgenas los que llaman la atencin


sobre hechos de esta ndole, como lo veremos ms adelante. En vez de criminalizar las resistencias que, en Amrica Latina, se levantan desde Mxico
hasta la Patagonia contra la destruccin de los territorios y la contaminacin de los suelos, del agua, del aire, se debe entender que ellas son portadoras de una sabidura profunda y que su crtica del desarrollismo no significa un regreso al pasado, sino una visin de futuro.

3. El caso de los agrocarburantes


La humanidad se enfrenta hoy a la necesidad de cambiar sus fuentes de
energa en los prximos cincuenta aos. Se agotar la energa fsil. Las nuevas fuentes incluyen la agroenerga como una supuesta solucin, con el etanol procedente del alcohol de maz, trigo y caa de azcar, y el agrodisel
procedente de aceite vegetal de palma, soja y jatrofa (Houtart, 2011). Dado
que Europa y los EE.UU. no tienen suficientes tierras cultivables para cubrir
sus necesidades de produccin, se est dando un fenmeno de apropiacin
de tierras en los continentes del sur. Los gobiernos locales son a menudo
cmplices, puesto que ven la oportunidad de disminuir su factura de combustibles o de acumular divisas.
Si se cumplen los planes para 2020 (en Europa, un 20% de energa renovable), ms de 100 000 000 ha sern transformadas para agrocarburantes y
por lo menos 60 000 000 de campesinos sern expulsados de sus tierras. Estn previstas enormes cantidades de tierras para este propsito. Indonesia
anuncia una nueva extensin de 20 000 000 ha para rboles de palma. Guinea-Bissau tiene un proyecto de 500 000 ha de jatrofa (la sptima parte del
pas) financiado por los casinos de Macao. En 2010 se firm en Brasilia, entre Brasil y la Unin Europea, un acuerdo de desarrollo de 4 800 000 ha de
caa de azcar en Mozambique, para suministrar etanol a Europa. Todo esto supone una tremenda destruccin de la biodiversidad y del entorno social y
graves peligros para la soberana alimentaria, como lo indic muy bien el relator especial de las Naciones Unidas para la Alimentacin, Olivier De Schutter.
Si los agrocarburantes no son una solucin para el clima (Bravo y Bonilla, 2011), dado que el proceso total de su produccin es destructivo y produce grandes cantidades de CO2, si no son una solucin real para la crisis
energtica (quizs un 20% con los planes existentes), por qu un proyecto
as? La razn es que es muy rentable para el capital a corto plazo, contribuyendo a aliviar la crisis de acumulacin y permitiendo a su vez la intervencin del capital especulativo. Felizmente ya en Europa se nota una diminucin del uso de agrocombustibles, en funcin del costo de los subsidios en
periodo de crisis y tambin de ciertas resistencias sociales y polticas.

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4. Las resistencias campesinas


En todo el mundo hay movimientos de resistencia campesina contra la dominacin de la lgica capitalista en la agricultura, como el Movimiento de
campesinos Sin Tierra (MST) de Brasil, el Movimiento Campesino de Indonesia (SPI), Roppa en el Oeste de frica, etc. Va Campesina, una federacin
internacional de ms de 100 movimientos campesinos en el mundo, se ha
movilizado tambin y ha organizado diversos seminarios para alertar a los
pueblos y autoridades sobre el asunto. Organizaciones para la defensa del
medio ambiente, a favor de la agricultura orgnica (concretamente en Corea y en China) o la agricultura urbana y suburbana (como en Cuba), estn
actuando en la misma direccin.
Las resistencias abordan tambin otras dimensiones que solamente la
defensa de la tierra. Los campesinos protestan contra la deforestacin, las
represas que inundan millares de hectreas de selva y de tierras de cultivo,
la contaminacin del agua por actividades extractivas o industriales, contra
el monopolio de la produccin de semillas, contra los transgnicos monopolizados por las transnacionales del agronegocio, contra la privatizacin
de las selvas. Sus luchas son otro tanto ms radicales que se trata de la supervivencia.
Finalmente, centros acadmicos de agronoma y ciencias sociales manifiestan una creciente toma de conciencia sobre este problema y estn proponiendo soluciones alternativas.

5. Las causas de este tipo de desarrollo


El primer origen de este desarrollo se encuentra en un planteamiento filosfico: una concepcin lineal del progreso sin fin gracias a la ciencia y a la tecnologa, en un planeta inagotable. Esto, aplicado a la agricultura, tal y como
se experiment en Asia, particularmente en las Filipinas y la India, se llam
la Revolucin verde, con una gran productividad, pero tambin con la concentracin de las tierras, la contaminacin de los suelo y del agua, las crecientes desigualdades sociales y la marginalizacin creciente de los pequeos campesinos.
La segunda causa es la lgica de los principios econmicos del capitalismo. En esta visin, el capital es el motor de la economa y el desarrollo significa la acumulacin del capital. Partiendo de esto, el papel central que tiene
el ndice de provecho conduce a la especulacin. As, el capital financiero ha
jugado un papel fundamental en la crisis de la alimentacin de 2007 y 2008.

La agricultura campesina en la construccin de...

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La concentracin de capital en el campo de la agricultura significa monopolios, como en los casos de Cargill, AMD, Monsanto, etc. La agricultura se
convierte en una nueva frontera del capitalismo, especialmente con la cada de la rentabilidad del capital productivo y la crisis del capital financiero.
Esta lgica del modelo econmico ignora las externalidades, es decir,
los daos ecolgicos y sociales. No es el capital el que paga por ellos, sino
las comunidades y los individuos. La liberalizacin de los controles de divisas ha incrementado la mercantilizacin de productos agrcolas como mercancas y fomentado tratados de libre comercio (TLC) que en realidad son
acuerdos entre el tiburn y las sardinas.

6. La necesidad de una transformacin


Todo el mundo puede ver que no es posible continuar con polticas agrcolas construidas sobre la desaparicin de los campesinos. El Banco Mundial
public en 2008 un informe reconociendo la importancia del campesinado
para proteger a la naturaleza y luchar contra los cambios climticos. Este
informe aboga por la modernizacin de la agricultura campesina, mediante la mecanizacin, las biotecnologas, el uso de organismos genticamente
modificados, etc. Plantea tambin una colaboracin entre el sector privado,
la sociedad civil y las organizaciones campesinas. Pero todo esto permanece dentro de la misma filosofa (Delcourt, 2010), es decir, la reproduccin
del capital. Este pensamiento desemboc finalmente sobre la propuesta de
la economa verde de Ro + 20, en 2012.
No se plantean transformaciones estructurales. Es una transformacin
dentro del sistema. Un ejemplo reciente es el programa AGRA en frica, que
promueve semillas hbridas, organismos genticamente modificados, etc. La
Fundacin Rockefeller inici el programa y la Fundacin Bill y Melina Gates
est financiando varios proyectos, incluyendo uno de Monsanto que recibi
ms de USD 100 000 000 de esta ltima fundacin.
Por el contrario, se puede plantear otra forma de transformacin. Muy
poco despus del informe de 2008 del Banco Mundial, lleg el informe de
Evaluacin internacional del conocimiento, ciencia y tecnologa en el desarrollo agrcola (IAASTD), donde los 400 especialistas consultados llegaron
a la conclusin de que la agricultura campesina no es menos productiva que
la agricultura industrial y adems tiene un valor aadido: sus funciones culturales y ecolgicas.
Es evidente que la agricultura campesina tiene que evolucionar en sus
mtodos de produccin, su utilizacin del agua, su capacidad mercantil

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(Ministerio de Desenvolvimiento Agrario del Brasil, 2009). Eso es posible,


pero requiere inversiones. Es el gran desafo de los Estados del sur: escoger
la agricultura productivista, aumentando la dimensin media de las explotaciones, o mejorar la agricultura familiar y orgnica. Varias experiencias comprueban la posibilidad de la segunda opcin. En Corea del Sur, a pesar del
hecho que la reforma agraria fue realizada a favor de una industrializacin
forzada del pas y de su necesidad de mano de obra, hoy en da muchos de
los campesinos de pequea dimensin trabajan con sus computadoras, calculando los mejores rendimientos, el tiempo adecuado de sembrar, el uso
de los fertilizantes, el estado del mercado, informndose sobre la meteorologa, etc. En Vietnam del Norte, la reforma agraria permiti, en plena guerra, el pasaje de produccin de arroz de 1 a 9 toneladas por hectrea, sin
el uso de maquinarias ni de productos qumicos (Houtart, 2004). En China, una comuna vecina de Pekn, produciendo principalmente legumbres de
manera orgnica y que se alimenta en energa con biogs, tiene un ingreso
anual de USD 50 000 000, por una poblacin de 800 personas. Ejemplares
similares existen en otros continentes.

7. Las relaciones ciudad-campo en el desarrollo


de una agricultura campesina
La actividad agrcola tiene que nutrir, adems de los campesinos mismos,
a ms de la otra mitad de la poblacin mundial. Se trata de racionalizar la
produccin de alimentos para satisfacer las necesidades de las poblaciones urbanas, y de realizar eso con la reduccin del transporte. Eso significa
la creacin de cinturas agrcolas alrededor de las ciudades. Al mismo tiempo el desarrollo de la agricultura urbana no es una solucin utpica, aun si
es modesta, como se experimenta en Cuba, por ejemplo. Es importante recordar, entre parntesis, que las tierras menos contaminadas por los productos qumicos se encuentran hoy en da en las ciudades por la utilizacin
irracional de los productos qumicos en el campo, desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.
La descentralizacin de la red urbana es el corolario evidente de la viabilidad de la agricultura campesina, lo que exige un plan nacional. Una tal
solucin no tiene solamente aspectos econmicos, sino tambin sociales y
culturales. La poblacin campesina tiene el derecho a una vida social alimentada por los medios modernos de comunicacin y la juventud tiene aspiraciones culturales nuevas y legtimas. Eso no se puede realizar sin una relacin ciudad-campo integrada, en redes de pequeas y medianas ciudades,
nica manera de evitar el xodo rural hacia las megpolis.

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Podemos concluir que la promocin de la agricultura campesina, lejos


de ser un sueo romntico o un regreso al pasado, es una solucin de futuro. Primero, es una alternativa para la alimentacin mundial que permitir
no solamente acompaar a medio y largo plazo la evolucin demogrfica,
sino tambin trasformar la dieta humana, saliendo de la macdonaldizacin. En segundo lugar, la agricultura campesina podr contribuir a la preservacin de la madre tierra, reconstruyendo su capacidad de regeneracin, y en tercer lugar, ella contribuir a un equilibrio social y cultural.
Ya Carlos Marx haba dicho que una de las caractersticas del capitalismo era la ruptura del metabolismo (intercambio de materia) entre el ser
humano y la naturaleza, porque el ritmo de reconstitucin del capital es diferente del ritmo de reproduccin de la naturaleza y que solo el socialismo
podra restablecer este equilibrio. Eso constituye la base terica de lo que
hoy se llama el ecosocialismo y tiene que ser un objeto central de toda poltica de Buen Vivir, como de la bsqueda de un nuevo paradigma poscapitalista (el bien comn de la humanidad). Fomentar la agricultura campesina o familiar constituye una parte esencial de esta tarea a la escala mundial.
La Paz, octubre de 2013

8. Bibliografa
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Institute for International Economics.
Unctad (2009). The World Investment Report, 2009; Transnational Corporations,
Agricultural Production and Development, UN. Ginebra.

El conocimiento ancestral desde


una perspectiva afrodescendiente
John Antn Snchez

Resumen
El artculo reflexiona sobre los fundamentos conceptuales, de tipo antropolgico, sobre la naturaleza del conocimiento ancestral en el pueblo afrodescendiente del Ecuador. Las preguntas bsicas que guan el documento tienen que ver con: por qu hablamos de conocimiento ancestral hoy en da?,
qu es el conocimiento ancestral?, cmo se comprende el conocimiento
ancestral en comunidades afrodescendientes? Adems, se explora la relacin entre identidad cultural, territorio y derechos colectivos en el contexto
afrodescendiente, y por ltimo se plantean desafos en torno a la necesidad
de una agenda de investigacin sobre el fenmeno, con el fin de la proteccin de los derechos y mejor aprovechamiento en la nueva era del bioconocimiento y el cambio de la matriz productiva en Ecuador.

1. Introduccin: la bsqueda de conocimientos cientficos


alternativos o ancestrales
En estos tiempos de posmodernidad y de bsquedas afanosas de alternativas de desarrollo acorde con las exigencias ambientales y de conservacin
de ecosistemas, las expectativas investigativas se centra en la exploracin,
comprensin y divulgacin de otras fuentes de conocimiento que puedan
encontrarse en sociedades milenarias que alejadas de la tecnocracia, el neoliberalismo y el consumo, an sobreviven. Hoy son muchos los proyectos
de investigacin que sobre el conocimiento alternativo y no cientfico se
financian. Las multinacionales invierten cantidad de dlares en expediciones a los enigmas epistemolgicos ms profundos de comunidades locales, campesinas e indgenas, con el firme propsito de entender el cmo
33

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John Antn Snchez

ellos han desarrollado tcnicas, saberes y tecnologas propias que combinadas con simbologas y preceptos mgicos religiosos, producen una sui generis prctica discursiva muy distintas a Occidente. Un caso de estos estudios,
por ejemplo, lo presenta el investigador francs Philippe Descola (1995),
quien descubri cmo los achuar del trapecio amaznico ecuatoriano, milenariamente, lograron desarrollar una forma especial de manejo cultural y
sostenible de su entorno ambiental, biolgico, endmico como es la Amazona.1 Los achuar, mediante la aplicacin de su conocimiento del ecosistema,
pudieron implementar un conjunto global de concepciones y tcnicas ecolgicas que mediadas por una cosmovisin y un entramado religioso, lo que
les permiti una mejor explotacin sostenible de recursos naturales.
De acuerdo con Descola, los achuar lograron no solo adaptarse al medio sino que fueron ms all: socializar la selva y ejercer sobre ella una
prctica discursiva muy especial denominada ecosofa, respecto al manejo que deben darle a su territorio en estrecha relacin con su cosmologa. En
la selva de los achuar, los hombres y la naturaleza para comunicarse y permitir una armona conyugal requieren adems de ciertos grados de convivencia y polifona ecolgica. Para Descola se trata del compartimiento de
un territorio como si fuera un teatro de socialidad sutil y de interrelacin que establecen alianzas y niveles de parentesco entre especies humanas, florsticas
y faunsticas que hacen de la selva un jardn socializado, un lugar domesticado. Este conocimiento ecosfico es regulado especialmente por los chamanes, quienes a travs de sus mtodos y rituales pueden comunicarse con
el alma de las plantas y los animales y determinar una forma de conciencia
ambiental y religiosa especial entre los aborgenes. Nos encontramos en la
esencia epistemolgica de lo que podramos llamar conocimiento ancestral
o tradicional, una forma especial de conocimiento no encajado en los cnones del positivismo y de la cientificidad occidental.
El inters de este documento es demostrar que tanto los afrodescendientes de las Amricas, en cuanto pueblo, civilizacin, grupo tnico o colectivo ancestral, tambin poseen sus conocimientos ancestrales. Todos estos conocimientos hacen parte del entramado de significaciones que posee
su cultura o expresiones culturales.
1 La nacionalidad indgena achuar est compuesta por unas 6000 personas (ao 2007), cuyo territorio se extiende tanto por suelo ecuatoriano como peruano. En Ecuador estn presentes en las provincias de Pastaza y Morona Santiago, y su territorio tiene una extensin de
681 218 hectreas. Su idioma es el achuar chicham, perteneciente a la familia lingstica jivaroana, al igual que los idiomas de los shiwiar y shuar (Ecuador y Per) y de los awajn o
aguaruna (Per). Ver http://www.codenpe.gob.ec/index.php?option=com_content&view=article&id
=141&catid=84.

El conocimiento ancestral desde una perspectiva afrodescendiente

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Sostengo que la cultura afrodescendiente se ha conformado en medio


de un proceso histrico de largo aliento, mediado por circunstancias propias de esclavizacin, la colonizacin y la exclusin que han durado ya medio milenio. De acuerdo con Jess Chucho Garca (2001), lo que hoy se
conoce como cultura afroamericana o cultura afrodescendiente de las
Amricas y el Caribe es resultado de un largo proceso de conservacin, recreacin y transformacin de acuerdo con las condiciones sociohistricas y
econmicas que les ha correspondido vivir a los hijos de la dispora africana en las Amricas (Garca, 2001: 49). Por tanto la cultura afrodescendiente
representa una complejidad sociohistrica enmarcada en un fenmeno de
la larga duracin caracterizado por lo que Manuel Zapata Olivella (1995)
denomina rupturas y continuidades. Rupturas por cuanto el comercio negrero, la trata trasatlntica y el rgimen esclavita le signific al africano un
rompimiento violento y doloroso con sus races y su propia sociognesis.
Continuidad, en tanto, pese a todo, el africano tuvo la suficiente creatividad
para recrear una nueva civilizacin en Amrica a partir de los legados ancestrales. De all que Roger Bastide (1969) identifique la cultura afroamericana
dentro de un contexto neotrico que se aliment sincrticamente de distintas cosmovisiones o distintas expresiones culturales. Producto de esta simbiosis cultural se han desarrollado diversas y ricas marcas identitarias propias de la afrodescendencia: la msica, la culinaria, los ritos de la muerte,
sistemas de parentesco y organizacin de la familia, lenguas, smbolos y expresiones lingsticas especiales, sistemas productivos y, muy especialmente, el conocimiento tradicional o ancestral.
En este ensayo planteo que el conocimiento ancestral o tradicional afrodescendiente es parte consustancial de la cultura afrodescendiente, es un elemento intrnseco de la identidad, la ontologa y la gnoseologa. Y como tal el
conocimiento tradicional est en la vida cotidiana, en las prcticas productivas, en los territorios, en la medicina tradicional, en el cuidado del monte, en
la construccin de tecnologas, de herramientas, de instrumentos, etc.
Son muchas las reas de inters investigativo sobre los afrodescendientes
y su conocimiento tradicional, pero dicho inters se ha centrado en la relacin
del conocimiento tradicional con el territorio o el entorno ecosistemtico de
las comunidades afrodescendientes. De manera particular, sendas investigaciones se han dado sobre la coyuntura poltica, ambiental y estratgica que
abraza a la regin del Pacfico colombiano y la ecuatoriana llamada Choc
biogeogrfico, una zona que por sus condiciones geofsicas, climticas y sociales es un territorio privilegiado para la reproduccin del conocimiento ancestral, entendido este como parte intangible de los recursos de la biodiversidad presente en la selva hmeda tropical. De este modo las investigaciones

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John Antn Snchez

sobre la biodiversidad del Choc biogeogrfico2 se ha centrado en gigantesca


posibilidades de explotacin, comercio y desarrollo de los recursos genticos
y de los conocimientos que las comunidades locales poseen.
Ante el inters de la ciencia positiva sobre la importancia del conocimiento tradicional o ancestral de las comunidades indgenas, afrodescendientes, locales y campesinas, en los ltimos 30 aos se han desarrollado
argumentos legales que eviten la biopiratera o la bioprospeccin indebida. Con la Conferencia de Ro de Janeiro 1992, el artculo 8J del Convenio de la Diversidad Biolgica y la Decisin Andina 391 de 1996 de la Junta
del Acuerdo de Cartagena, las comunidades afrodescendientes, particularmente aquellas de la regin pacfica colombiana y ecuatoriana, gozan de un
marco de proteccin del derecho de propiedad colectiva sobre sus conocimientos ancestrales, sin que se tengan experiencias o antecedentes de aplicacin o buena prcticas.
Hoy vemos un boom de diagnsticos e inventarios de la riqueza endmica
del Choc o Pacfico biogeogrfico, pero tambin se analiza el modo como
sus habitantes sistemticamente han desarrollado un conjunto de prcticas,
innovaciones y conocimientos ancestrales muy particulares que les han permitido aprovechar sosteniblemente los recursos naturales, ambientales, biolgicos y genticos que les brinda el medio. Esta coyuntura especial de inters
cientfico ha desatado, como es natural, una serie de discusiones sobre el papel de los pueblos o comunidades afrodescendientes y sus rasgos etnoculturales en torno a la relacin estrecha con la conservacin y aprovechamiento
sostenible de la riqueza endmica del Choc biodiverso. Y como es natural las
prcticas de produccin, las estrategias de asentamiento territorial, las innovaciones tecnolgicas y el conocimiento ancestral de esta colectividad son los
temas de inters. Este ser el tema que desarrollaremos en el presente ensayo.
La primera parte del ensayo est dedicada a un examen de lo que comprendo como epistemologa del conocimiento ancestral. Se trata de una discusin sobre la ruptura epistemolgica frente al discurso positivista occidental para dar paso a concepciones distintas, basadas en epistemes diversas,
reveladoras y rebeldes, que pese al vasallaje de la modernidad, an perviven
en ciertas comunidades tnicas.
2 Por Choc biogeogrfico comprendemos una regin natural de carcter neotropical, localizada desde la regin del Darin en Panam, pasando por las llanuras aluviales del Pacfico en Colombia, hasta el noroeste del Ecuador, en la regin de Esmeraldas. Cubre 187 400
km2 que comprenden un conjunto de llanuras aluviales, valles y montaas que van hasta los
4000 msnm en Colombia y 5000 msnm en Ecuador. Toda la regin se conoce tambin como las Tierras Bajas del Pacfico y comprende una unidad cultural, social y econmica construida desde la Colonia.

El conocimiento ancestral desde una perspectiva afrodescendiente

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La segunda parte corresponde a una introduccin sobre la cultura afrodescendiente, donde se precisa que se trata de una expresin neortica surgida desde el Atlntico negro, o el rea cultura global esclavista que se dio
entre los siglos xvi y xix. Desde all surge una civilizacin que no es indgena,
europea, ni africana, pero que tiene de las tres. Definimos entonces el fenmeno de la dispora africana en las Amricas como un hecho civilizatorio
distinto, que si bien nace en la modernidad esclavista posee matices que la
separan del occidentalismo eurocntrico.
Una explicacin del fenmeno de la afrodescendencia se sustenta en
que poseen un conocimiento ancestral o tradicional, que desarrollo en la
tercera parte del ensayo. El conocimiento ancestral o tradicional es un conjunto de saberes, prcticas, usos, costumbres, informaciones y formas de vida que determinan la existencia de un pueblo dentro de su propio universo, dentro de su propia cosmovisin. Es decir, que el conocimiento ancestral
constituye para una comunidad uno de los rasgos ms caractersticos de su
identidad tnico cultural afrodescendiente.
La ltima parte del ensayo est dedicada a la observancia de las medidas legales y polticas para la proteccin de los conocimientos ancestrales
o tradicionales de las comunidades indgenas, afrodescendientes, locales y
campesinas. Adems de las medidas constitucionales, para el caso ecuatoriano se hace nfasis en el artculo 8j del Convenio de la Diversidad Biolgica
de 1993 y la Decisin Andina 391 de 1996. Ambos instrumentos fuertemente criticados dada la poca eficacia en cuanto a su reglamentacin.

2. Epistemologa del conocimiento ancestral


En su libro Arqueologa del Saber, Michel Foucault (1987) establece que gracias
a su naturaleza biolgica, cerebro y estructuras mentales, cualquier ser humano, indistintamente de su entorno cultural, est dotado para producir complicados procesos de abstraccin de la realidad y emitir proposiciones discursivas como formas particulares de saber o conocimiento. La capacidad de
conocer como fenmeno es propia de la diversidad humana, quiz la diferencia radique en la forma de conocer, donde la cultura como formadora del individuo juega un papel determinante en la manera como este elabora su idea
o concepto sobre las cosas. En el clsico Las palabras y las cosas, Foucault (1969)
plantea el desafo de comprender que cada cultura tiene sus propios cdigos
fundamentados que fijan un orden de las cosas y un orden emprico con los
cuales tendrn los seres humanos que ver y reconocer las cosas. Tenemos entonces que las cosas se ordenan segn las lgicas particulares de cada cultura;

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John Antn Snchez

as una idea de tiempo, de la vida, del rbol, de Dios o de la sexualidad puede cambiar distintamente de acuerdo con la posicin en que el sujeto cognoscente se site en su contexto. Para Foucault, antes de la produccin del conocimiento es necesario que cada individuo haya logrado una prctica discursiva
coherente que establezca y organice su narrativa conceptual, y en esto la historia o la evolucin de la cultura es clave.
2.1. La hegemona del pensamiento y el conocimiento occidental
Si aceptamos el planteamiento de Foucault es importante interrogarse sobre si en la historia de la humanidad puede detectarse un modelo de pensamiento que prevalece como hegemnico frente a otros. Comienzo sintetizando los argumentos mismos de Foucault respecto a que para muchos es
claro que el discurso sobre la evolucin e historia del conocimiento humano, o del saber, se ha centrado el modelo piramidal de conciencia-conocimiento-ciencia (ver grfico 1).

Grfico 1
Modelo de abstraccin de la construccin del saber basado
en la obra de Foucault
Conciencia

Modelo eurocntrico
hegemnico del
mundo occidental

Ciencia

Conocimiento

Fuente: Elaboracin propia.

Se trata de una propuesta suficientemente arraigada y fundamentada en


supuestos gnoseolgicos y epistemolgicos occidentales, fundados quizs desde el comienzo del siglo vi a. C., cuando la filosofa de Platn, Pitgoras, Aristteles y otros pensadores griegos se ejercit como una corriente universal que
teoriz los principios bsicos y esenciales para la construccin de cualquier
pensamiento y el desarrollo de cualquier conocimiento en particular o subordinado. Estas lgicas platnicas y aristotlicas se arraigan con la Ilustracin, el

El conocimiento ancestral desde una perspectiva afrodescendiente

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racionalismo, el empirismo y otras corrientes filosficas de la modernidad eurooccidental, amparada en el racismo cientfico (Rodrguez, 1992).
Con la lgica aristotlica, Occidente impuso un modelo uniforme para conocer las estructuras elementales del pensamiento y que a su vez servira de base para la construccin de cualquier forma de conocimiento. Estas
ideas de formalidad del pensamiento lograron ser modernizadas hasta finales del siglo xvi cuando Francis Bacon (1561-1626), con su obra el Nuevo Organn (1620), propone el modelo de la lgica inductiva y con ella presenta
nuevas bases para construir una manera distinta de racionalizar o aprehender las cosas en la mente. Se impone as la ciencia de la razn occidental como paradigma de la humanidad, se legitima una sola forma de conocimiento y se sataniza a otros, en especial aquellos no sometidos al racionalismo y
al empirismo, los cuales fueron tildados de metafsicos, quiromnticos, brujeras o supersticiones.
Retomando, en Occidente de la reflexin sobre el conocimiento y la
ciencia como su mxima expresin se han ocupado dos disciplinas: la gnoseologa y la epistemologa. Desde la Antigedad hasta el Medioevo el
concepto de ciencia no era ms que una abstraccin filosfica. Aristteles
la consideraba como una forma de filosofa en la medida en que se permita comprender las causas fundamentales de la realidad desde un punto de vista universal y general. Con el surgimiento de la modernidad, justo
en el Renacimiento, cuando al emerger nuevas corrientes filosficas e ideolgicas y una revolucin industrial, el conocimiento cientfico se desarrolla y se fortalece notablemente. Para Mario Bunge en su clsico La Ciencia,
su mtodo y filosofa (1960), este desarrollo del pensamiento cientfico junto con la tecnologa y la tcnica posibilitaron que la ciencia moderna fuera la distintiva de la cultura contempornea de la antigua (Bunge, citado
por Rodrguez, 1992: 314).
Desde Habermas (1989) la brecha que abre la distincin entre ciencia antigua y moderna radica en que las ciencias experimentales se despliegan desde Galileo (1564-1642) en un sistema de referencias metodolgico
emprico demostrable. La raz del empirismo descansa en Augusto Comte
(1798-1857), padre del positivismo. Desde entonces Occidente impone una
dictadura del conocimiento basado en lo experimental-racional. Se inaugura una especie de campo de poder del pensamiento occidental: las ciencias
formales y deductivas fundadas en la lgica y las matemticas y las ciencias
experimentales fundadas en la induccin, la observacin y las relaciones de
principios hipotticos necesariamente comprobados; lo dems simplemente era brujera y supersticin, alquimia o metafsica.

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2.2. Un modelo distinto de conocimiento, la legitimidad epistmica de


otras formas de conocimientos no eurocntricos
Como ya rese, para Foucault la historia y evolucin del conocimiento
humano en lugar de hacer el recorrido del anterior eje conciencia-conocimiento-ciencia debera replantearse y profundizar en un modelo distinto,
ms abierto y menos excluyente como es el modelo prctica discursiva-saber-ciencia. Desde Foucault, el conocimiento ancestral eurocntrico no es
el nico ni el verdadero, pues en la psiquis humana hay otras formas de
pensamiento, otras lgicas. Se requiere entender un modelo distinto de la
evolucin del conocimiento humano. De esta manera, existen otras formas de conocimiento que sin censurarse a estrictas reglas de cientificismo,
son igualmente vlidas y que, aunque se desprendan del saber como prctica discursiva, no desembocan necesariamente en conocimiento cientfico.
Ejemplo de ello tenemos a ciertas demostraciones discursivas como el saber de la poltica, del arte, de la religin, la magia o el mito, que actan independientemente con su propia carga y lnea de sustentacin y argumentacin. La magia, por ejemplo, encierra sus propios niveles descriptivos de
argumentacin que le permite adoptar conceptos que ella misma demuestra como lgicos, coherentes y vlidos que exigen ser interpretados lejos del
umbral de la cientificidad (Malinowski, 1948, 1994).
Qu tan legtimas son otras formas de conocimiento? Toda forma de
conocimiento se legitima en su propia episteme, es decir, sus propias figuras epistemolgicas que segn Foucault son el modo segn el cual cada
una de las formas distintas de saberes se sitan y abren paso a la epistemologizacin, a la cientificidad y a la formalizacin (1969: 323). En este sentido, cada cultura ha tenido o tiene su propia episteme donde se desarrolla
su particular prctica discursiva. La episteme de la cultura de Occidente, por
ejemplo, ha tenido dos grandes momentos discontinuos en la cual estructur su tradicin de prctica discursiva propia del umbral de la cientificidad:
hacia mediados del siglo xvii o poca clsica, y al principio del siglo xix, en
pleno auge de la modernidad.
Pero la aceptacin de otros niveles propios de discursos no propiamente del umbral de la ciencia positiva solo se logr cuando ella misma abri sus
propias fronteras epistemolgicas con el nacimiento de las ciencias humanas.
Para Foucault, el desarrollo de las ciencias humanas logr que se dejara de mirar al hombre como un objeto biolgico de estudio y ms bien se lo entendiera como un sujeto de saber con una extraa capacidad de poder y representar
la vida y los discursos de distintas maneras. Se ve al hombre como un hacedor de cultura, de culturas diferentes con filosofas regionales, epistemologas
locales y lenguajes particulares (Ibdem: 342). Estas nuevas posibilidades son

El conocimiento ancestral desde una perspectiva afrodescendiente

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las que dan la posibilidad que lejos de la epistemes de occidente, ms all del mtodo cientfico, quiz muy paralelamente, existan otras formas de saberes que
desde luego no caben ni son comprensibles para Occidente.
El nacimiento de la antropologa como disciplina cientfica fue entonces fundamental en el descubrimiento o acercamiento de Occidente con
otras lgicas, otras formas de saberes o nuevos mundos muy distintos de
la civilizacin. La antropologa como historia de las culturas permiti el hallazgo de otras formas de positividad humana, de unas epistemes muy pero muy locales que se tratan de autodefinir como un saber vlido dentro
de sus propias fronteras y quiz muy lejos de la lgica formal. Los estudios de Lewis H. Morgan (1818-1881), James Frazer (1854-1941), Franz
Boas (1858-1942), Bronislav Malinowski (1884-1942), Claude Lvi-Strauss
(1908-2009), Vctor Turner (1920-1983) y Edward Evans-Pritchard (19021973), entre otros, posibilitaron el encuentro de otras fronteras culturales y
el entendimiento de otras maneras pensar muy distintas a las de Occidente.
Por ejemplo, Lvi-Strauss, en sus obras Mitolgicas (1986) y Pensamiento
Salvaje (1968), desarrolla una extensa etnologa sobre algunos grupos tnicos del Amazonas para demostrar que adems de la reconocida prctica discursiva occidental o domesticada, algunas sociedades aborgenes
construyen su devenir histrico desde una lgica que por distinguirla de alguna manera denomina pensamiento no domesticado o silvestre. LviStrauss explica que cuando se trata de aquellos grupos humanos con unos
antecedentes ms ancestrales y un modelo de desarrollo ms conservador
y milenario, sus maneras de crear prcticas discursivas se enmarcan desde
lgicas y estructuras mentales diferentes y enteramente sensibles a las de
Occidente. Se trata de sociedades que elaboran sus conceptos de un modo estructural, es decir, que piensan y recrean su mundo desde una interpretacin distinta al discurso narrativo historicista. En ellas el mito y los
sistemas clasificatorios totmicos son la clave para que los acontecimientos y
los fenmenos sean explicados lgicamente. Entonces, el pensar de estas
sociedades desde un orden estructural y mtico de los fenmenos implica
una nocin distinta del devenir y del tiempo, que para su efecto se basa en la
sucesin de aconteceres de una forma sincrnica y atemporal, sin importar
necesariamente la nocin de pasado, presente y futuro. Adems, estas formas de pensar que Lvi-Strauss denomina pensamiento salvaje o silvestre
implica la aceptacin de una serie de instituciones totmicas, simblicas y
rituales que permitan explicar de forma sensitiva e intuitiva los fenmenos
de la vida, la muerte y muchos acontecimientos naturales, sobrenaturales,
sociales y personales. Gracias a estas formas mticas y a los sistemas de clasificacin, las sociedades ancestrales pueden explicar los fenmenos de las cosas

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John Antn Snchez

desde su gnesis u originalidad, interrelacionndolos con ideas cosmognicas, sobrenaturales y religiosas, dndole as un carcter espiritual y divino a
todos los elementos de la naturaleza y la cultura, y que actan gracias a la
fuerza que en ellos imprimen los dioses y los espritus.

3. La afrodescendencia en las Amricas


Vale preguntarse si aquellas formas particulares de prcticas discursivas o
conocimientos ancestrales no occidentales que se desarrollan como una estrategia de adaptacin y aprovechamiento sostenible de entornos ecosistemticos, son propias solamente de los pueblos indgenas. Acaso otro tipo
de grupos tnicos, comunidades locales o campesinas, de igual manera, han
logrado ejercitar un modelo similar de episteme cultural? O ms bien una
pregunta mucho ms concreta: los grupos afrodescendientes del Ecuador,
dentro de sus caractersticas de cosmovisin, identidad tnica e histrica,
han logrado desarrollar, de alguna manera, epistemes particulares como resultado de su estrategia de adaptacin ambiental en un medio tan especial
como el Choc biogeogrfico esmeraldeo?
3.1. El concepto de afrodescendientes y afroecuatorianos
Para contestar las interrogantes anteriores, es importante definir en el concepto de afrodescendientes o afroecuatoriano. En anteriores estudios he
sostenido que el concepto afrodescendiente recoge a todos los pueblos y
personas descendientes de la dispora africana en el mundo (Antn, 2006).
Retomando la obra Las Amricas negras: Las civilizaciones africanas en el Nuevo
Mundo, de Roger Bastide (1967), se puede afirmar que en Amrica Latina y
el Caribe el concepto afrodescendiente se refiere a las distintas culturas negras o afroamericanas que emergieron de los descendientes de africanos,
las cuales sobrevivieron a la trata o al comercio esclavista que se dio en el
Atlntico desde el siglo xvi hasta el xix. Es correcto que dicho concepto ya de
por s sea estrecho, porque no agrupara a los nuevos afrodescendientes o
aquellos que viven en Amrica sin que sus orgenes hayan sido demarcados
por la experiencia de la esclavitud transatlntica ocurrida entre los siglos xvi
y xix, sino que ms bien su raigambre obedece a otros fenmenos de la movilidad y la transculturacin, propia de la modernidad actual.
Para efectos de este ensayo, a los afrodescendientes sociolgicamente se comprende como una ruptura epistemolgica con el pasado colonizador que denot e impuso el epteto de negro a los esclavizados africanos y
sus herederos (Antn, 2009). En general, afrodescendientes hacen parte de

El conocimiento ancestral desde una perspectiva afrodescendiente

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los procesos de politizacin de la identidad tnica de los afroamericanos en


el nuevo derrotero cultural de la modernidad alternativa en la regin. Este
concepto de afrodescendiente es usado hoy en da como una nueva forma
de expresin identitaria de las poblaciones de la dispora africana en Amrica, demarca un ethos poltico que lo sita en la condicin originaria de un
pueblo que emerge con cosmovisiones, estructuras sociales e identidades especficas, neorticas y civilizatorias en el rea geogrfica exclusiva que Paul
Gilroy (2001) denomina El Atlntico negro o el rea de la trata esclavista
ocurrida en el Atlntico entre los siglos xvi y xix.
Se debe recordar que este perodo data desde el siglo xvi en que comenz la esclavizacin en las Amricas (Saco, 1937). La esclavitud de africanos
en las Amricas constituye un fenmeno fundacional de lo que hoy conocemos como la dispora africana en las Amricas o los afrodescendientes de
las Amricas, de los cuales hacen parte los afrodescendientes del Ecuador.
De acuerdo con Jos Franco Luciano (1966) la contribucin del frica al poblamiento del nuevo mundo, desde la trata negrera o esclavista, es mucho
ms importante de los que se imagina ordinariamente. Toda vez que la esclavitud fue un fenmeno global en todo el Nuevo Mundo.
Entonces la esclavitud implica un bloque histrico total, en concepto
gramsciano. Aunque no existan datos oficiales, es posible hacer un clculo aproximado sobre cuntos esclavizados entraron al Nuevo Mundo. Para
el historiador ecuatoriano Fernando Jurado Noboa, se estima que durante los siglos xvi y xix unos 9 000 000 de africanos fueron trados al Nuevo
Mundo y esclavizados, gracias al comercio esclavista dominado por Francia, Inglaterra y Portugal y Holanda (1990: 15). Roger Bastide (1967) estima que a Amrica llegaron 12 000 000 de esclavizados (1967: 11). Segn
Germn Colmenares al menos unos 13 000 000 de africanos fueron introducidos al Nuevo Mundo en condicin de esclavizados (1979: 39). De este total se estima que entre los aos 1521 y 1865, un total de 1 500 000 de
africanos y africanas fueron introducidos a Hispanoamrica, de los que se
calcula que a Cartagena, entre 1585 y 1640, pudieron haber entrado alrededor de 89 000 esclavizados.
Sobre la procedencia africana de los esclavizados existen tambin discusiones. Al respecto Jos Franco Luciano afirma que los negros han venido
a Amrica, prcticamente de todas las regiones africanas (1966: 14). Comnmente se piensa que la procedencia de los esclavizados fue de la parte
occidental africana, y esto es cierto, pero tambin hubo importacin desde
la parte oriental de la costa africana, existiendo tambin pistas que llegaron
esclavos del norte de frica e incluso de Madagascar.

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John Antn Snchez

Roger Bastide, el famoso etnlogo francs, en su obra Las Amricas Negras, precisa que producto de la esclavizacin de africanos en Amrica realizada por Europa, naci una nueva civilizacin que no es ni indgena ni africana ni europea: es la civilizacin afroamericana o afrodescendiente de las
Amricas. La misma que tiene distintas formas de expresin cultural: a) las
culturas afroamericanas como tales, que conservan religiosidad, lenguas y
rituales africanos; ejemplo: las sociedades yorubas, congas, dahomeyanas
y fons de Cuba, Brasil y Hait que practican las religiones de Palo Monte,
la Santera Yoruba, el rito del Candombl, el Vud y otras manifestaciones.
b) Las culturas africanizadas o cimarronas, las cuales devienen de los antiguos palenques y donde se hablan lenguas criollas con alta base de idiomas
africanos; el ejemplo ms claro es la comunidad de San Basilio de Palenque, al sur oeste de Cartagena: all los palenqueros hablan su propia lengua, estn organizados socialmente en quagros y conservan su rito ancestral fnebre bat llamado el lumbal. Otras sociedades cimarronas estn
en Surinam y las Guyanas. c) Las culturas negras, que estn arraigadas en el
Pacfico colombiano y ecuatoriano, aunque tambin se conservan en Per,
Centro Amrica y el Cono Sur. Estas comunidades no conservaron tradiciones africanas como en otros lugares, ms bien experimentaron un sincretismo y mestizaje con Europa, y producto de ellos desarrollaron nuevas expresiones culturales muy particulares en la danza, la msica, el conocimiento
tradicional del bosque y la adaptacin al territorio. d) Las culturas africanoindgenas, como los garfunas en Centro Amrica, los afrobolivianos en los
Yungas en Bolivia y en menor medida los afroecuatorianos del Chota. Estas
comunidades tomaron prstamos culturales indgenas muy especiales, como la vestidura y algunos rasgos lingsticos. e) Las culturas negras de habla
inglesa y holandesa del Caribe, como los afrodescendientes jamaiquinos, de
Belice, Curazao, entre otros.
La teora de la Bastide sobre lo neortico de la civilizacin afrodescendiente fue sustentada por Manuel Zapata Olivella (1989): el autor afrocolombiano de la Rebelin de los Genes (1995) explica que los afrodescendientes
son producto de un proceso de larga duracin con sus rupturas y continuidades, donde el rompimiento violento con la madre frica, la castracin
cultural impuesta por la iglesia catlica y Europa y la anulacin de la condicin humana y ciudadana fueron las caractersticas ms centrales. Hay que
recordar que precisamente Europa y la Iglesia catlica convirtieron a los africanos en negros y con eso les redujo su condicin de humanos. Con el imaginario de negro se les volvi piezas esclavas, se les racializ y se les convirti
en condicin negativas de la humanidad y la ciudadana. La misma Iglesia
en la edad media lleg a afirmar que los negros africanos no tenan alma y

El conocimiento ancestral desde una perspectiva afrodescendiente

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que la esclavitud era una condicin necesaria para que alguna vez pudieran
alcanzar la gracia de Dios.
La esclavitud entonces se convierte en el eje del florecimiento civilizatorio de los que hoy somos los afrodescendientes. Desde el punto de vista
sociolgico el concepto se circunscribe igualmente al concepto de dispora africana, el cual se comprende como una unidad de anlisis sociolgico, histrico y poltico global que aglutina los africanos y su descendencia
en el mundo contemporneo, cuyo hecho esencial sera la trata esclavista
de las Amricas. Para Agustn Lao-Montes (2007: 51), por Dispora Africana se comprende un proyecto de afinidad y liberacin fundamentado
en una ideologa translocal de hacer comunidad y en una poltica global de
descolonizacin. La dispora africana puede concebirse como un proyecto de descolonizacin y liberacin insertado en las prcticas culturales, las
corrientes intelectuales, los movimientos sociales y las acciones polticas de
los sujetos afrodiaspricos. Como proyecto, la dispora africana es un norte, un horizonte utpico para los sueos de libertad negra.
Visto as, los afrodescendientes en Amrica Latina y el Caribe se han autodeterminado como un pueblo compuesto por comunidades que comparten caractersticas tnicas y culturales comunes. Esta condicin poltica y
sociolgica les ha permitido conquistar reivindicaciones colectivas sustentadas jurdicamente dentro del Convenio n. 169 de la Organizacin Internacional del Trabajo (OIT) y de otros instrumentos jurdicos internacionales vinculantes con los pases, en los cuales son ciudadanos (Antn, 2009b).
Dentro de dichos instrumentos de derechos, se encuentran aquellos que
protegen su derecho al territorio ancestral y a los conocimientos que se tienen sobre ellos.

4. El conocimiento ancestral en la cultura afrodescendiente


Ya he planteado que la expresin civilizatoria cultural afrodescendiente en
las Amricas se ha construido como una expresin identitaria colectiva bajo
matices y condiciones muy diferentes a otras expresiones, como las indgenas y mestizas. Terminada la exploracin sobre los afrodescendientes, anotar unas breves lneas sobre el pueblo afrodescendiente del Ecuador.
Por afroecuatorianos se entiende a todos los pueblos descendientes de
la dispora africana que viven en el Ecuador. Los afroecuatorianos son un
grupo social que encierra a la cultura negra o afroamericana del pas.
Segn censo de 2010, en el pas hay 14 483 499 ecuatorianos y ecuatorianas. La composicin tnica de este conjunto corresponde a: 71,9% mestizos,

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7,4% montubios, 7,2% afroecuatorianos y 7% indgenas. Los afroecuatorianos


y afroecuatorianas son considerados constitucionalmente como un pueblo de
caractersticas tnicas muy definidas. La Constitucin Poltica del Ecuador de
2008, en los artculos 56, 57 y 58, reconoce este carcter dado que ellos son
parte del Estado plurinacional e intercultural.
En Ecuador la historia afrodescendiente ha estado caracterizada por un
perodo de larga duracin. Este perodo data desde el siglo xvi en que comenz la esclavizacin en las Amricas. Desde el siglo xvi, los afroecuatorianos lucharon contra la esclavitud, establecieron palenques y se fugaron de las haciendas esclavistas y de los reales de minas. En Esmeraldas a comienzos del
siglo xvi se cre el Territorio Libre de los Zambos, cuyos lderes fueron los africanos Antn e Illescas (Rueda, 2001). Este espacio geogrfico se convirti en
una autntica estrategia de apropiacin territorial, en la que de manera autnoma organizaron formas polticas y de mandato en contra del rgimen colonial. Ms tarde, producto de la Revolucin industrial, se impone la necesidad
de la libertad de los esclavos. La abolicin del sistema se concreta en Ecuador
con la promulgacin de la Ley del Abolicin de la Esclavitud de 1852, bajo el
Gobierno del presidente Jos Mara Urbina. A pesar de que esta ley pudo haber constituido un hecho importante en la historia jurdica del pas, los descendientes de los esclavizados lograron la libertad sin ninguna garanta poltica, econmica, social o territorial, lo que desemboc en una nueva forma de
explotacin y de servidumbre (concertaje y huasipungo).
A lo largo del siglo xx la historia de los afroecuatorianos se ha caracterizado por la lucha por la ciudadana, contra el racismo y contra la pobreza. En el siglo xxi el pueblo afroecuatoriano reivindica sus derechos sociales,
econmicos, polticos, territoriales y culturales. La Constitucin poltica de
2008 y el marco general de derechos colectivos consagrados (artculos 57
y 58) se han convertido en el principal instrumento garante. Este contexto
particular en que se desenvuelve la historia y la lucha de los afroecuatorianos se enmarca dentro del multiculturalismo que ubica el derecho a la diversidad tnica y cultural de los pueblos y naciones del mundo.
4.1. El conocimiento ancestral afrodescendiente
Para los grupos tnicos, el conocimiento ancestral comprende un conjunto
de saberes, prcticas, usos, costumbres, informaciones y formas de vida que
determinan la existencia de un pueblo dentro de su propio universo, dentro de su propia cosmovisin; es decir, el conocimiento ancestral constituye
para una comunidad uno de los rasgos ms caractersticos de su identidad

El conocimiento ancestral desde una perspectiva afrodescendiente

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tnico cultural. De este modo es importante comprenderlo como una autntica expresin de la existencia de un grupo humano dentro de su entorno
natural, cultural y espiritual, pues condensa la clave de la supervivencia de
la especie, la manera como el grupo social construye su proyecto de vida de
acuerdo con la cosmovisin, a la costumbre, la territorialidad y a la interrelacin con el medio ambiente, la naturaleza y el mundo espiritual.
Entendido as, ese conocimiento se denomina ancestral dado que se
gesta de forma ancestral, de races milenarias, creado, transformado y desarrollado de forma colectiva. Por lo tanto para los grupos tnicos, para los
pueblos y nacionalidades hace parte del patrimonio cultural comunitario,
un patrimonio que se entiende desde el orden colectivo, imprescriptible, inembargable e inajenable.
En sntesis, el conocimiento ancestral es fuente de sobrevivencia de las
comunidades y representa la manera de uso sostenible de la vida ntimamente ligada a la diversidad de su cultura, a su espiritualidad, la biodiversidad, los recursos alimenticios, medicinales y a las tecnologas de transformacin. Para algunos sectores institucionales el conocimiento ancestral
entre las comunidades afrodescendientes, en particular los afroecuatorianos y afrocolombianos del Pacfico, se entiende como uno de los rasgos ms
caractersticos de su identidad cultural. Para la Asociacin Campesina Integra del Atrato (ACIA) en el Choc (Colombia), el conocimiento ancestral
implica todo los saberes de la comunidad, pues las comunidades tienen yerbateros, gente que conoce de maderas, que saben de animales de monte,
pildeseros, que leen la orina, que saben curar picaduras de culebras, parteras, que conocen el secreto para curar descomposturas y mal de ojo. Se le
denomina conocimiento ancestral porque se ha venido formando ancestralmente a partir de nuestra relacin con el territorio y la naturaleza, eso hace
que le pertenezca a toda la comunidad (Antn, 2003).
Entre las comunidades afrocolombianas y afroecuatorianas del Pacfico,
el conocimiento ancestral se encuentra vinculado a diversas actividades de
la vida cotidiana, por ejemplo, a las prcticas curativas, a la etnobotnica,
a los sistemas ancestrales de produccin y a las formas de aprovechamiento
de los recursos biodiversos, entre otros aspectos. Se trata de una manera especfica de saber ancestral, emanada de una episteme cultural propia, ntimamente ligada y relacionada con las concepciones cosmognicas, con expresiones religiosas y de religiosidad y con la forma en que a lo largo de ms de
cuatro siglos de historia han construido un proyecto de vida en un ecosistema muy particular como el Pacfico biogeogrfico, o el Choc ecuatoriano
(Esmeraldas) o el Choc colombiano.

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John Antn Snchez

Las condiciones socioculturales, histricas y ambientales en que se desarrolla la vida cotidiana de los afrodescendientes han permitido que ellos como
estrategia de supervivencia asuman conductas, formas de comportamientos
y referencias simblicas caractersticas de una identidad tnico cultural que,
como es natural, se basa en las relaciones entre la naturaleza, la sociedad y
el cosmos, determinado as una perspectiva tnica propia demostrada como
sentimiento, pensamiento y como esencia de existencia. Para las comunidades afrodescendientes la sustentacin de su cultura y su vida se da en la medida en que se entienda la relacin estrecha entre la cosmovisin, el territorio y
sus conocimientos: tres variables que interrelacionadas fundamentan una serie de tcnicas y saberes ancestrales que le permiten sobrevivir en armona con
el medio. Ejemplo de dichos saberes o conocimientos es el conjunto de prcticas expresadas en escenarios como los sistemas productivos, sistemas de manejo del bosque, sistemas de interpretacin de fenmenos naturales, de sistemas medicinales, sistemas religiosos y mticos, etc.

Grfico 2
Entramado de la cultura y el saber afrodescendiente
Cosmovisin

Territorio

Conocimiento
tradicional

Fuente: Elaboracin propia.

4.2 Relacin del territorio con el conocimiento ancestral


afrodescendiente
El territorio est determinado no solo por la nocin dominio del espacio fsico del ecosistema y por el aprovechamiento sostenible de sus recursos naturales, biodiversos y genticos, sino que en l los afrodescendientes ejercen
sus derechos de propiedad colectiva, sus prcticas ancestrales de produccin, su territorialidad y la concrecin de sus opciones de desarrollo propio.

El conocimiento ancestral desde una perspectiva afrodescendiente

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Juan Garca Salazar es uno de los lderes e intelectuales afroecuatorianos


cuyo mundo de la vida se sita en la defensa de los territorios ancestrales
afroecuatorianos y afrocolombianos. Utilizando la memoria de su lter ego
El Abuelo Zenn, comprende el territorio ancestral afrodescendiente con el
siguiente pensamiento:
Los territorios ancestrales de comunidades negras: Los quinientos aos que
nuestros pueblos viven aqu, cuidando estos territorios, en una perfecta armona con los espritus del monte y con sus recursos naturales son el mejor
testimonio del compromiso ancestral de nuestros mayores con las tierras
del Pacfico (Garca, s/f: 42).

De acuerdo con Juan Garca, los territorios para los afroecuatorianos de


Esmeraldas son un espacio para la conservacin y vida: La configuracin
de un territorio para la vida, siempre fue para nosotros La Gran Comarca
Territorial del Pacfico, que es la tierra donde nos trajo la ambicin de los
otros. Donde nos ancl el amor por la tierra perdida, que se qued al otro
lado del mar (Garca, s/f: 42).
El territorio es un legado que los mayores originarios de frica heredaron a los renacientes afroecuatorianos:
Los pueblos de origen africano que vivimos en la Comarca Territorial del
Norte de Esmeraldas, no hemos olvidado nunca el encargo que recibimos
de nuestros mayores de cuidar los recursos naturales que hay en el gran territorio regin del Pacfico. Ese es nuestro mandato principal y tratamos de
cumplirlo (Garca, s/f.: 42).

El territorio para las comunidades afrodescendientes constituye el espacio vital de desarrollo y fundamentacin del proyecto de vida. Es en l donde
se ejecuta el ejercicio de la existencia y adaptacin a un ambiente, y a partir de
esta relacin se desarrolla el conocimiento ancestral. De modo que para que
exista el conocimiento ancestral es necesaria la existencia del territorio, pues
en l la comunidad expresa su identidad, su desarrollo espiritual y material en
armona con la naturaleza y sus recursos.
El territorio tiene una condicin que permite la experiencia del conocimiento ancestral, una experiencia concretada en distintas manifestaciones
etnoculturales acorde a sus prcticas ancestrales de produccin, a su organizacin social, a sus instituciones polticas y religiosas y a los modos de entenderse con el cosmos.

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John Antn Snchez

4.3. La cosmovisin afrodescendiente


La cosmovisin afrodescendiente se liga con la cosmovisin africana o mejor:
en la estructura de la cosmovisin afrodescendiente existe una huella ancestral africana importante. Por ello hay que comenzar teniendo en cuenta este
legado. La obra clsica sobre cosmologa y epistemologa del mundo africano tradicional del africano John Mbiti (1991), plantea que en la esencia del
pensamiento tradicional africano quiz reposa en una especial ontologa ntimamente religiosa, pues el africano es un hombre profundamente religioso y toda explicacin e interpretacin de los fenmenos de la vida, la muerte, el universo, la naturaleza y la sociedad con lleva una connotacin religiosa.
Segn el africanista Jahn (1978: 137),3 desde el punto de vista del pensamiento tradicional bantu, en frica el universo est estructurado mediante cuatro categoras bsicas: el Muntu (hombres), Kintu (cosas), Hantu (lugar y tiempo) y Kuntu (modalidad); se trata las categoras clave para pensar
el mundo y el papel de la humanidad en l. Todo cuanto existe, viva o muera, biolgico o inerte, material o espiritual, est organizado en estas categoras que ordenan las cosas del universo que se mueve gracias a una fuerza
extraa, una energa, un motor invisible que impulsa a todo: el hombre, los
astros, los rboles, el tiempo, el agua, la belleza, la risa, la sexualidad, etc.
Todas estas ideas cosmognicas, durante el perodo de la esclavitud en
Amrica, los africanos pasaron por un proceso de deconstruccin y reconstruccin cultural. El afrocolombiano Manuel Zapata Olivella (1989: 102),
en su obra Las claves mgicas de Amrica, analiza este proceso de cambio cultural del africano en el Nuevo Mundo y seala que en el proceso de adaptacin a la sociedad esclavista, el negro segn encontrara o no valores identificables a su cultura, sufri una reafricanizacin o desafricanizacin de sus
propios valores, hasta poder desarrollar un nuevo tipo de sociedad negra
que respondiera a la nuevas exigencias del medio (Ibdem).
De acuerdo con Zapata Olivella, estas sociedades africanas ante la expoliacin masiva del trabajo forzado, la explotacin cultural y la opresin racial a que fueron sometidos por ms de tres siglos, solo tuvieron la oportunidad de responder defensivamente mediante mecanismos de supervivencias
que requirieron el desdoblamiento de toda la capacidad creadora de cultura
(Ibdem: 78). El desdoblamiento de la capacidad creadora del negro africano
termin ms tarde haciendo incalculables aportes al desarrollo de una nueva
civilizacin americana y al surgimiento de especiales modelos culturales propios de las sociedades descendientes de frica. En esta explosin civilizatoria
emerge una cosmovisin propia y con ello el conocimiento ancestral.
3 Citando un trabajo del africano Alexis Kagame: La filosofa de los Batu-Ruandeses del ser.

El conocimiento ancestral desde una perspectiva afrodescendiente

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4.4. Quines poseen el conocimiento ancestral afrodescendiente?


Entre las comunidades afrodescendientes del Pacfico colombiano y ecuatoriano existen personas dotadas especialmente de un conocimiento ancestral. Estas personas son llamadas sabios ancestrales o curanderos, una
designacin que se le atribuye a todo aquel que a travs de los conocimientos empricos de la diversidad biolgica de la selva, manipula a las hierbas
medicinales y las combina con rezos y secretos, prestando as un servicio curativo en favor de una persona. Estos sabios ancestrales dominan y entienden a la perfeccin el complejo universo cosmognico de sus comunidades; ellos, con un gran sentido espiritual de su vida, son verdaderos puentes
de intercambio entre el mundo material y el inmaterial, ellos interpretan con
sagacidad la relacin de las fuerzas sobrenaturales del mundo divino y del
mundo humano, donde sus acciones constantemente son asociadas a intervenciones directas de los santos, vrgenes, almas benditas, y tambin de demonios y diablos infernales.

Grfico 3
Cosmogona del conocimiento ancestral

Fuerzas espirituales y santos

Mundo divino

El monte: escenario religioso y mgico

Fuerzas espirituales y demonios

Fuerzas espirituales
de la naturaleza

Mundo humano

Fuente: Elaboracin propia.

Los sabios ancestrales que tienen la especialidad y la responsabilidad de


aplicar, salvaguardar y transmitir el conocimiento ancestral son personas que
en la vida cotidiana actan de forma comn y corriente, como cualquier ciudadano. Algunos de ellos son analfabetos, otros solo lograron el primer ao
de escuela y cuando mucho la terminaron, aunque por lo general muchos de
ellos se dedican a labores como la minera, la agricultura, la carpintera, la
ebanistera o la pesca, mientras que otros, por lo avanzado de la edad o por

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John Antn Snchez

lo muy bueno de su negocio, se ven obligados a ejercer tiempo completo su


actividad, dado que es la nica entrada econmica para el sustento propio y
de sus hijos.
Los sabios que poseen el conocimiento ancestral muchas veces no cumplen funciones polticas ni religiosas, ni de liderazgo civil dentro del grupo
social, salvo excepciones. Aunque s vale la pena destacar que estos sabios
por su oficio se convierten en unos verdaderos guas espirituales y morales
de la comunidad, pues todo el mundo los consulta y les comunica sus problemas personales. Adems de ello, se destacan por grados de temeridad y
especial recelo por sus vecinos, dado el caso de que ellos manejan a las fuerzas y las energas que podran en cualquier momento causar dao a alguien.
Los trabajos etnogrficos que sobre Esmeraldas desarroll Norman
Whitten Jr. (1962, 1992) describen el rol de estos sabios en distintas ramas
del saber ancestral afrodescendiente: cantadores y msicos, parteras, curanderos, hechiceros y brujos. Segn Whitten Jr., la descripcin de algunos
sabios especialistas es la siguiente:
Parteras: Ayudan en el alumbramiento usando tcnicas de solucin directa
tradicionales, por ejemplo, administrar cocciones de yerbas para aumentar el
dolor de las contracciones y los mtodos de solucin indirecta tales como
diagnosticar causas mgicas en las dificultades del alumbramiento
Curanderos: Hay dos clases de curanderos en San Lorenzo, el sobador y el
curandero. El sobador corrige dislocaciones y arregla fracturas y torceduras
() (Los curanderos) Usan cocciones de yerbas e invocaciones mgicas de
Dios, Jess y Mara. Curan fiebres comunes, infecciones y enfermedades similares, atribuyndolas a causas sobre naturales, tales como los espasmos,
mal aire, mal ojo y espanto o susto () Algunos curanderos prefieren especializarse an ms. En San Lorenzo hay dos especialistas en curaciones de
picaduras de serpientes
Hechicera y Magia: Los brujos y guardaespaldas visitan San Lorenzo de vez
en Cuando. Son negros que vienen unos das para quitar hechizos y maleficios malignos, de los que se cree provienen de la brujera de alguna fuente
desconocida. El Brujo es el hechicero activo y el descubridor de los embrujos.
El guardaespaldas protege al brujo de hechizos desviados y de los hechizos de
otros brujos. (Whitten, 1965; 1997: 100-102).

4.5 El conocimiento tradicional y la vida cotidiana de los pueblos


afrodescendientes
El conocimiento ancestral afrodescendiente est ligado a la vida cotidiana, se
expresa en distintos niveles de desarrollo comunitario, bien sea en los sistemas de manejo del bosque, en el rgimen alimentario, en la caza, la pesca, la

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agricultura, en la etnobotnica, el manejo forestal, de los ros o en la medicina tradicional. Por ejemplo, el conocimiento que las comunidades le han impreso a los sistemas ancestrales de produccin ha sido adquirido a travs de
cientos de aos de observacin, ensayo tras ensayo, y en convivencia con el
entorno. Este conocimiento existe en cada habitante como herencia y de forma ms intuitiva y practica que racional. Las comunidades tienen un conocimiento emprico de los suelos, plantas, animales, los ciclos de nivel del ro, del
clima y de la influencia de las fases de la luna. Desde este conocimiento ancestral las comunidades transforman el medio, crean nuevas tecnologas y tcnicas para aprovechar mejor los recursos naturales y como una eficaz estrategia de produccin.
Un caso especial del conocimiento ancestral o tradicional en la vida cotidiana es el modelo de prcticas curativas o de medicina tradicional afrodescendiente: cmo entender las prcticas curativas como forma de conocimiento ancestral? Por ejemplo, dentro de las manifestaciones que expresan
el cocimiento ancestral de las comunidades afrodescendientes del Pacfico
colombiano y ecuatoriano se destaca la prctica mgico curativa, la cual
posee una esencial huella africana posiblemente muy ligada a los ancestrales
procedimientos mdico religiosos de culturas bant parlantes como la Conga-Angola, que en gran cantidad pobl al Pacfico durante la Colonia. Esta
forma de medicina ancestral adems exige interpretaciones ms profundas
que intentaran descubrir entre estas comunidades rudimentos concretos
de modelo de religiosidad afroamericana quiz ya extinta, pero sobreviviente a travs de ciertos ritos, ceremonias, actos sobrenaturales y creencias que
aplican los sabios tradicionales, llamados en el Choc chinangos y znganos, o bien brujos o hierbateros, en la profundidad de la manigua a
la hora de la ejercer la prctica curativa.
La medicina ancestral, por ejemplo, es una de las marcas ms profundas
del conocimiento ancestral de las comunidades afrodescendientes, pues aunque muchas sociedades mestizas manejan medicina natural, la medicina ancestral va ms all del solo manejo de las plantas porque en la medicina ancestral afrodescendiente del Pacfico los mdicos o curanderos o sobanderos,
al igual que las parteras, cuentan en su acervo con toda clase de conjuros y
oraciones secretas, la mayora fruto de sincretismo entre lo ancestral africano, lo indgena y lo cristiano que en las comunidades fue implantado desde
la Colonia.

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John Antn Snchez

Grfico 4
Principios bsicos del conocimiento
La conocimiento del cuerpo:
cuerpo fro versus cuerpo caliente

La fe es lo que cura

Fuerzas espirituales
divinas, humanas
y de la naturaleza

Enfermedades divinas
versus enfermedades
humanas

Fuente: Elaboracin propia.

Un mdico ancestral afrodescendiente es una persona que adems de


conocer sabiamente las plantas curativas, es capaz de manejar las energas
de la naturaleza y de las personas para dirigirlas hacia el bien y hacia el mal.
Un ejemplo de ello es la divisin que se establece en las oraciones: unas son
divinas, las que buscan el bienestar; otras son humanas, dirigidas a provocar
dao en caso de enfrentamiento de poderes entre los curanderos y hechiceros negros. Pero lo fundamental de todo, segn lo narra don Alejo Ayov, antiguo sabio del ro Santiago, es la fe la que cura (Escobar, 1990).
El conocimiento especializado de los mdicos ancestrales o tradicionales es compartido con los dems miembros de la comunidad, por lo menos en lo fundamental, como una muestra ms de la apropiacin diferente
que la comunidad ha hecho de su territorio ancestral, donde no solo habita lo tangible, sino adems est presente lo intangible, los espritus, lo
inexplicable, lo que da origen a los mitos y al rito, los cuales se asocian cotidianamente al mismo sistema productivo. la tabla siguiente resume, de
manera grfica, los escenarios de la prctica discursiva del conocimiento
tradicional afroecuatoriano.

El conocimiento ancestral desde una perspectiva afrodescendiente

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Tabla 1
Prctica discursiva del conocimiento tradicional afroecuatoriano
Los especialistas: rezanderos, yerbateros, sobanderos, pegahuesos, chinangos, adivinadores, mdicos ateguas.

Las fuerzas espirituales: santos y


vrgenes, chinango y demonios, seres
de la naturaleza.

El monte escenario ritual: la etnobotnica, los recursos genticos, las


plantas medicinales, el conocimiento
del cosmos.

Las enfermedades del cuerpo, la


anatoma del cuerpo: lo fro y lo
caliente, los humores, la sangre.

5. La proteccin del conocimiento ancestral


He sustentado en este ensayo que el conocimiento ancestral es colectivo,
por lo tanto, su apropiacin es comunitaria en concordancia con el grupo
tnico al que pertenece. Este carcter colectivo hace del conocimiento un
patrimonio cultural y de vida de los afrodescendientes, pero no se puede olvidar que del mismo modo en que el conocimiento ancestral es un patrimonio, su aplicacin es pertinente al aprovechamiento de toda la humanidad,
es decir, un aporte de las comunidades locales propietarias al desarrollo de
los seres vivos y a la armona de la tierra.
Este carcter de provecho universal del conocimiento ancestral debe
permitir contribuir al beneficio y bienestar de las comunidades propietarias
del mismo. El beneficio es colectivo e integral y debe responder a elevar la calidad y los niveles de vida de las comunidades.
Los incentivos que se obtengan del beneficio y circulacin universal del
conocimiento debern hacerse con base en las decisiones autnomas que
determinen las comunidades mediante sus mecanismos internos de regulacin, control y organizacin. Para ello ser necesario promover el desarrollo
y la capacidad organizativa y los mecanismos de participacin autnomos
de las comunidades a fin de que se creen espacios de dilogos, interlocucin, concertacin para los asuntos que tengan que ver con la materia del
acceso, uso y circulacin del conocimiento ancestral.
5.1. Cmo proteger el conocimiento ancestral de los pueblos
afrodescendientes?
El desarrollo y proteccin del conocimiento ancestral, tanto de las comunidades afrodescendientes como de los indgenas de Ecuador, debe ser un reconocimiento a sus derechos colectivos consagrados por la Constitucin de

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John Antn Snchez

2008, en el artculo 8J de Convenio de la Biodiversidad y de la Decisin Andina 391 y las dems normas y convenios internacionales que fundamentan
el derecho de las colectividades culturales y a los pueblos tnicamente minoritarios del mundo.
El convenio sobre la diversidad biolgica fue firmado por las Naciones
Unidas en 1992, durante la celebracin de la Cumbre Mundial de la Tierra
celebrada en Ro de Janeiro. El convenio busca proteger y preservar la diversidad biolgica del mundo. En su artculo 1 se propone como objetivo:
La conservacin de la diversidad biolgica, la utilizacin sostenible de sus
componentes y la participacin justa y equitativa en los beneficios que se
deriven de la utilizacin de los recursos genticos, mediante, entre otras
cosas, un acceso adecuado a esos recursos y una transferencia apropiada
de las tecnologas pertinentes, teniendo en cuenta todos los derechos sobre esos recursos y a esas tecnologas, as como mediante una financiacin
apropiada (CDB: Naciones Unidas, 1992, artculo 1).

De esta manera el convenio se propone conservar la biodiversidad, utilizar sosteniblemente sus componentes y participar de manera justa de los
beneficios que se deriven de los recursos genticos utilizados de dicha biodiversidad. En su artculo 8J el Convenio les reconoce a los pueblos indgenas
y a las comunidades locales que entraen estilos tradicionales de vida pertinentes para la conservacin y la utilizacin sostenible de la diversidad biolgica su papel e importancia en la conservacin y gestin de la biodiversidad, a travs de la aplicacin del conocimiento ancestral:
Artculo 8(j). Con arreglo a su legislacin nacional, respetar, preservar
y mantendr los conocimientos, las innovaciones y las prcticas de las comunidades indgenas y locales que entraen estilos tradicionales de vida
pertinentes para la conservacin y la utilizacin sostenible de la diversidad
biolgica y promover su aplicacin ms amplia, con la aprobacin y la
participacin de quienes posean esos conocimientos, innovaciones y prcticas, y fomentar que los beneficios derivados de la utilizacin de esos conocimientos, innovaciones y prcticas se compartan equitativamente.

Por su parte, a nivel de legislacin internacional de carcter regional, la


Comunidad Andina de Naciones (CAN), de la cual es parte Ecuador, Colombia, Bolivia y Per, aprob la Decisin Andina 391 del 2 de julio de
1996, denominada Rgimen Comn sobre Acceso a los Recursos Gentico. Esta reglamentacin est relacionada con el conocimiento tradicional,
la aplicacin de procedimientos sobre propiedad intelectual, el acceso a los

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recursos genticos, la transferencia de tecnologas y la proteccin de los conocimientos en las comunidades locales. En suma la Decisin intenta regular jurdicamente el acceso a los recursos genticos, toda vez que tienen un
gran valor econmico, por ser fuente primaria de productos y procesos para la industria (Decisin Andina 391).
La Decisin Andina 391 se firm en un contexto en que se valora la diversidad biolgica y el carcter multitnico y pluricultural de la poblacin
como componentes fundamentales para la creacin de nuevas fuentes para
el desarrollo sostenible de las naciones de la regin. En este marco la Decisin considera que la diversidad biolgica, los recursos genticos, el endemismo y rareza, as como los conocimientos, innovaciones y prcticas de las
comunidades indgenas, afroamericanas y locales asociados a stos, tienen
un valor estratgico en el contexto internacional. Por tanto: Es necesario
reconocer la contribucin histrica de las comunidades indgenas, afroamericanas y locales a la diversidad biolgica, su conservacin y desarrollo y a la
utilizacin sostenible de sus componentes, as como los beneficios que dicha contribucin genera.
Lo interesante, para efectos de este ensayo, es que se trata de un instrumento de derecho internacional de carcter regional que precisa el valor que
tienen las comunidades indgenas, afroamericanas y locales4 sobre la diversidad biolgica. En este sentido, se reconoce la existencia de una estrecha interdependencia de las comunidades indgenas, afroamericanas y locales con
los recursos biolgicos que debe fortalecerse, en funcin de la conservacin
de la diversidad biolgica y el desarrollo econmico y social de las mismas y
de los Pases Miembros.
El artculo 7 de la Decisin Andina 391 sobre el reconocimiento de los
conocimientos, innovaciones y prcticas tradicionales, reconoce la capacidad de decisin de las comunidades sobre sus conocimientos tradicionales:
Artculo 7.- Los Pases Miembros, de conformidad con esta Decisin y su
legislacin nacional complementaria, reconocen y valoran los derechos y la
facultad para decidir de las comunidades indgenas, afroamericanas y locales, sobre sus conocimientos, innovaciones y prcticas tradicionales asociados a los recursos genticos y sus productos derivados.

4 Comunidad indgena, afroamericana o local: grupo humano cuyas condiciones sociales,


culturales y econmicas lo distinguen de otros sectores de la colectividad nacional, que est regido total o parcialmente por sus propias costumbres o tradiciones o por una legislacin especial y que, cualquiera sea su situacin jurdica, conserva sus propias instituciones
sociales, econmicas, culturales y polticas o parte de ellas (Decisin Andina 391).

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John Antn Snchez

La Decisin Andina 391 se convierte en un instrumento jurdico clave


para aplicar polticas pblicas de proteccin de los conocimientos ancestrales de las comunidades afrodescendientes. Sin embargo, hoy en da el debate sobre su efectividad, aplicacin y beneficio ha sido cuestionado, sobre
todo en el mbito del acceso a los recursos genticos, el reparto equitativo
de sus beneficios y la proteccin a las comunidades ante la biopiratera, el
saqueo o el no reconocimiento de la propiedad intelectual sobre el conocimiento que se tiene ante los recursos genticos.
El primer escenario de dificultades que atraviesa la aplicacin de la Decisin Andina 391 tiene que ver con la compatibilidad o no de la entrada en vigencia del Tratado Internacional sobre Recursos Fitogenticos (2001)5 para
la Alimentacin y la Agricultura. Los dos instrumentos tienen enfoques diferentes en cuanto acceso y reparto de beneficios. Se debate sobre la pertinencia de aplicar las reglas estrictas de la Decisin o la flexibilidad del Tratado
Adriana Lizzette Gutirrez (2011), quien analiz el impacto de la aplicacin Decisin Andina 391 hasta el ao 2010, realiz un diagnstico desalentador, evidencia una falta de inters nacional de los pases de la CAN para reglamentar de forma especfica la Decisin (2011: 33). Resalt que la
Decisin solo ha llegado al escenario de reconocimiento de la proteccin de
los conocimientos, innovaciones y prcticas tradicionales a las comunidades indgenas, locales y afroamericanas, pero la debilidad est en que los Estados miembros de la CAN an no regulan cmo aplicar dicha proteccin:
Los Estados Miembros no presentan una buena regulacin que les permita
monitorear las actividades de acceso que se realicen en los territorios de las
comunidades indgenas o afroamericanas, e incluso generar menos barreras (econmicas y de tiempo) para las personas jurdicas o naturales, nacionales o internacionales que deseen acceder legalmente a los recursos genticos de estos territorios y por ende tampoco pueden reducir los casos de
biopiratera (Gutirrez: 2011: 33).

Siguiendo con Gutirrez, otros problemas que atraviesa la aplicacin de


la Decisin tienen que ver con:
a. La falta de impulso a la creacin de conocimiento a travs de la capacitacin, investigacin, desarrollo y transferencia de tecnologa. Lo cual
5 En noviembre de 2001 la Conferencia de la FAO (por medio de la Resolucin 3/2001) adopt el Tratado Internacional sobre los Recursos Fitogenticos para la Alimentacin y la Agricultura. Este Tratado jurdicamente vinculante abarca todos los recursos fitogenticos importantes para la alimentacin y la agricultura, y est en consonancia con el Convenio sobre
la Diversidad Biolgica.

El conocimiento ancestral desde una perspectiva afrodescendiente

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para Gutirrez no slo disminuy la probabilidad de generacin de


empleo, sino que adems ha desincentivado la creacin de conocimiento y productos nacionales que tengan proyeccin internacional y que
puedan situar a los pases andinos en un importante lugar del Sistema
Internacional (Gutirrez: 2011:34).
b. La carencia de un control eficaz sobre el ingreso de productos que probablemente hubiesen usado ilegalmente recursos genticos andinos
para su creacin, toda vez que no existe personal especialmente capacitado en el tema que realice estos controles, adems de que las bases
de datos existentes no son usadas para ejercer estas actividades.
c. Aunque para todo procedimiento de carcter internacional se pide la
concientizacin de la ciudadana, en el tema de recursos genticos el
trabajo que se ha realizado no es suficiente; debido a que no todos los
dueos de los recursos biolgicos (a excepcin de las comunidades indgenas y afroamericanas) son conscientes de su papel en la cadena de
control al acceso de recursos genticos, y por ende la aplicacin de la
legislacin andina, en el tema de contratos accesorios, a nivel nacional
se hace ms difcil.

6. Notas finales
Pese a la existencia de normas internacionales para proteger el conocimiento ancestral de las comunidades con sus limitaciones y fortalezas, en este ensayo se considera que la proteccin del conocimiento ancestral es posible en
la medida en que los Estados reconocen y garantizan el derecho a la propiedad colectiva al territorio como una garanta constitucional para que las comunidades ejerzan su dominio cultural articulados a sus formas de autonoma, desarrollo, participacin y organizacin.
Otra estrategia para el desarrollo y la proteccin del conocimiento ancestral se da en la medida en que estas comunidades se reafirmen en su condicin tnica, en el desarrollo de su cosmovisin e identidad, y fortalezcan
sus sistemas etnoeducativos y productivos.
Igualmente el desarrollo y la proteccin del conocimiento ancestral se
logra en la medida en que los afrodescendientes eleven sus niveles y calidades de vida, accedan a sus recursos naturales, genticos y biodiversos, tengan una garanta de seguridad alimentaria y se les estimulen sus potenciales
tecnolgicos y productivos sustentables.

60

John Antn Snchez

Otras estrategias necesarias que garantizarn la proteccin del conocimiento ancestral tienen que ver con la implementacin de mecanismos de
promocin, incentivos y beneficios del mismo. Esto implica apoyar a sabios
ancestrales, ancianos y mdicos de las comunidades verdaderos vehculos
de transmisin de la cultura y de los saberes.
Las medidas legales y la normatividad tambin es otra forma de proteger el conocimiento ancestral, sobre todo aquellas leyes que tienen que ver
la defensa, la regulacin de su uso y explotacin, el control y el acceso al
mismo. Lo que implica un desarrollo de marcos legales, jurdicos y de decisin poltica nacional e internacional que precisen los derechos colectivos y
tnicos de las comunidades propietarias de dicho conocimiento.

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Proyecto de estructuracin para el Centro de


Economa Pblica y Sectores Estratgicos
Carlos Vzquez Moreno y Mauricio Cuesta

1. Antecedentes
Este proyecto se enmarca dentro de la Planificacin Estratgica Institucional (periodo 2014-2017) que se dise en el espritu de la Constitucin de
Montecristi y en conformidad con el Plan Nacional para el Buen Vivir, para cumplir eficientemente con en la Ley Orgnica de Educacin Superior
(LOES), la cual declara al Instituto de Altos Estudios Nacionales (IAEN) como la universidad del Estado, cuya misin incluye:
Formar, capacitar y brindar educacin continua a los servidores pblicos.
Investigar y generar pensamiento estratgico, con visin prospectiva sobre el Estado y la administracin pblica.
Desarrollar conocimientos, mtodos y tcnicas relacionadas con la
planificacin, coordinacin, direccin y ejecucin de las polticas y la
gestin pblica.
Dentro de este contexto de funciones a cumplir, el IAEN, a travs del
Centro de Economa Pblica y Sectores Estratgicos (Cepse), se inserta en la
reconstruccin del Estado para retomar la preeminencia luego del proceso
de reformas, ajustes y reduccin del Estado al que se le someti durante las
casi tres dcadas de la larga noche neoliberal.
En este sentido, la creacin del Cepse fortalecer en el IAEN a partir
del estudio sistemtico, analtico y con herramientas avanzadas de anlisis
cuantitativo, de los problemas y variables de la poltica econmica la regulacin de las llamadas fallas de mercado, la funcin de planificacin del
desarrollo en el Estado central y los gobiernos autnomos descentralizados

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Carlos Vzquez Moreno y Mauricio Cuesta

(GAD), que se consagra en la Constitucin de la repblica1 como una de sus


ms importantes obligaciones para conseguir el Buen Vivir.
Desde este punto de vista, la creacin e implementacin del Cepse como un espacio de reflexin de la realidad econmica y financiera del Estado,
y a la vez como un vector de educacin de servidores pblicos con alta calidad acadmica y potente expertise cuantitativa, es indispensable para que
el IAEN, pueda erigirse como la universidad de posgrado del Estado ecuatoriano con proyeccin latinoamericana.

2. Introduccin metodolgica
Este proyecto, que se enmarca necesariamente en los lineamientos generales presentes en la Metodologa de trabajo para la organizacin de la reforma de la Administracin Pblica ecuatoriana propuesta por el IAEN, 20132017, que recoge los planteamientos de transformacin de la sociedad
ecuatoriana propugnados por el Gobierno de la Revolucin ciudadana, seguir el derrotero metodolgico siguiente: se inicia con breves definiciones
terico-conceptuales sobre la economa pblica y los sectores estratgicos
para luego definir los objetivos del proyecto, despus se contina con la caracterizacin de las funciones que se proyectan para el centro y las escuelas
para disear una malla curricular, en el caso de la oferta acadmica de largo
aliento, mdulos y cursos abiertos para la oferta acadmica de nivel tecnolgico y de corto plazo; adems, se plantean posibles lneas de investigacin.

3. Definiciones terico-conceptuales
En este pargrafo se discuten las definiciones de economa pblica y de lo
que se considera sectores estratgicos. Se deconstruir, desde la ptica marxista, la categorizacin oficial de estos trminos. Para efectos metodolgicos vamos a centrarnos primeramente en qu es la relacin Estado-capital.
Para comprender la relacin Estado-capital es necesario entender que
todo Estado es la expresin poltica de un sistema de produccin dominado
y dirigido por una clase social determinada. Entonces el capital, al ser una
1 Art. 280. EI Plan Nacional de Desarrollo es el instrumento al que se sujetarn las polticas,
programas y proyectos pblicos; la programacin y ejecucin del presupuesto del Estado;
y la inversin y la asignacin de los recursos pblicos; y coordinar las competencias exclusivas entre el Estado central y los gobiernos autnomos descentralizados. Su observancia ser de carcter obligatorio para el sector pblico e indicativo para los dems sectores (Constitucin de la Repblica del Ecuador: Montecristi, 2008).

Proyecto de estructuracin para el Centro de Economa Pblica...

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relacin social que refleja el dominio de la burguesa, no puede ser visto como algo separado y antagnico al Estado burgus. El Estado en el sistema
capitalista cumple algunas funciones fundamentales, tales como:
a. La ms bsica: ser instrumento de dominacin coercitiva que se ejecuta
a travs de las fuerzas policial y militar.
b. La segunda, analizada por Gramsci, bajo la categora de hegemona,
como generadora de consensos.
c. La tercera, estudiada por Nicos Poulantzas, como director supremo del
proceso de organizacin de la produccin.
d. Como el espacio poltico donde se resuelven las contradicciones entre
las diferentes fracciones de la clase dominante.
En este sentido, se puede pensar que la relacin Estado-capital nunca puede ser contradictoria dentro del sistema capitalista, con o sin globalizacin.
Dado este prembulo terico metodolgico que objeta la separacin
vulgar entre lo que sera la economa privada o de mercado y la llamada economa publica, se empieza a analizar lo que la economa del statu quo define
como economa pblica.
3.1. Economa pblica
Su objetivo principal es el anlisis de las decisiones colectivas sin la ayuda
del mercado, la actividad de la administracin pblica y su financiacin.
Trata, por lo tanto, de la intervencin estatal a travs de ingresos y gastos
pblicos; busca la eficiencia, es decir, que el Estado logre una ptima asignacin de sus recursos para posibilitar un crecimiento econmico equilibrado; adems, se trata de distribuir el ingreso y la riqueza de un pas de forma equitativa.
Para la economa pblica, la intervencin estatal se da tambin por
otros medios, como la legislacin, las empresas pblicas o las agencias estatales, entre otros (Albi, Gonzlez-Pramo y Zubiri, 2008).2 Una definicin
menos asptica seala que
La economa pblica, tanto es su vertiente de anlisis acadmico, como
en su rea prctica, quedar indudablemente condicionada por el modelo econmico de referencia. El modelo econmico se situar en un punto
marcado por los extremos de una economa de mercado con la mnima
2 Ver tambin Albi, Emilio et al. (1992). Teora de la Hacienda Pblica. Barcelona: Editorial Ariel.

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Carlos Vzquez Moreno y Mauricio Cuesta


intervencin pblica, y una economa de planificacin central. El sistema
econmico quedar definido por el titular de la propiedad de los factores de produccin, el marco de intercambio de bienes y servicios, el grado
de libertad de eleccin en consumo, inversin, ahorro y empleo; as como por la planificacin y regulacin del gobierno. Igualmente la economa pblica quedar condicionada por el marco global institucional, bien
sea nacional o internacional (Cuadrado Roura, s/f).

Por tanto, en una economa de mercado, la economa pblica estudia la


intervencin estatal a travs de las polticas antimonoplicas, la regulacin
de la competencia y la ordenacin de la oferta, el fortalecimiento de la posicin del consumidor, la poltica econmica para lograr un crecimiento sostenido y estable y las polticas coyunturales que tienen la regulacin del ciclo econmico.
La economa pblica, adems, se encarga de estudiar el funcionamiento
del sector estatal en cuanto a las imperfecciones del mercado poltico, las ineficiencias en la produccin de bienes pblicos y sociales, las dificultades en
el control de los monopolios naturales, la existencia de externalidades asumidas por los poderes pblicos, entre otros.
3.2. Visin crtica
Dadas las definiciones de Estado realizadas, un error histrico de las fuerzas sociales que promueven la transformacin de la sociedad hacia modelos
socialistas es asimilar las formas de propiedad estatal a formas de propiedad comunes o comunales, aunque muy tempranamente Karl Marx, en Formaciones econmicas precapitalistas, precisamente estudiando el polmico
modo de produccin asitico, ya esboz la gran diferencia entre estas formas de propiedad. La propiedad estatal resulta solamente una de las apariencias que adquiere la propiedad de la clase dominante en su conjunto.
Entonces, segn Nicos Poulantzas, el Estado utiliza esta forma estatal
de propiedad a travs de las polticas pblicas (por ejemplo: poltica fiscal)
no para distribuir equitativamente la riqueza de un pas o asignar con eficiencia ptima los recursos para posibilitar el crecimiento, sino para a partir de articular y coordinar los diferentes niveles de la formacin econmico
social ir organizando las acciones de las fracciones de la clase dominante, resolver los conflictos no antagnicos interfraccionales a fin de mantener
el equilibrio que garantice la reproduccin del sistema capitalista, al mismo
tiempo que logra deslegitimizar las acciones de las clases dominadas en su
conjunto (Poulantzas, 1986).

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Como se puede deducir entonces, la economa pblica no se cie a la


categorizacin asptica y tecnocrtica de las definiciones del main stream,
sino que es la forma como la fraccin hegemnica de la clase dominante logra, a travs de las formas estatales de propiedad, articular al conjunto de
fracciones de la clase dominante y generar consenso en las clases dominadas, mantener y reproducir su proyecto histrico en el seno del sistema capitalista. Para esto, utilizar mecanismos coercitivos como, por ejemplo, la
poltica tributaria o mecanismos de generacin de consenso para las otras
fracciones burguesas como a travs de la poltica de inversin en infraestructura, y para las clases dominadas, como puede ser la poltica de inversin en
educacin, salud, vivienda y otros.
Por tanto, el carcter estratgico de un sector econmico vendr definido por la orientacin de la poltica econmica que imprima el proyecto histrico de la fraccin hegemnica.
Esta es la conceptualizacin que se usar para la definicin del alcance del proyecto.
Cabe indicar que esta categorizacin no tiene nada que ver con lo que
se denomina planificacin centralizada o economa socialista, ya que es la
visin marxista de lo que implica la economa pblica en las formaciones
econmicas sociales capitalistas.
En procesos de reorganizacin de la sociedad como los que vivimos en
la actualidad, que aunque no pueden considerarse clsicamente revolucionarios, podran considerarse como una sociedad en disputa con toda la carga ideolgica que ello implica y, por supuesto, con toda la ambigedad poltica presente en el actual rgimen; es posible para las fuerzas sociales que
buscan este cambio, que muy simplificadamente podra denominar progresistas, muchas de ellas con marcada orientacin poltico ideolgico antimarxista, usar el Estado burgus y la economa pblica para consolidar su
proyecto histrico.
El llamado socialismo del siglo xxi o del Buen Vivir no implica ni de lejos
la creacin de una economa centralmente planificada, ni la expropiacin de
los medios de produccin en poder de la burguesa. De lo que se habla es
de regular los mercados y limitar los abusos del capital sobre el trabajo,
sin cuestionar el origen del capital y su acumulacin. Esto se lo hace a travs de los mecanismos de poltica descritos en la definicin crtica de economa pblica, por lo tanto, se constata la operatividad de la categora en
este proyecto.

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3.3. Sectores estratgicos


Segn Ecuador Estratgico, los sectores estratgicos son aquellos que por
su trascendencia y magnitud tienen decisiva influencia econmica, social,
poltica o ambiental, y debern orientarse al pleno desarrollo de los derechos y al inters social.3 Se consideran sectores estratgicos la energa en
todas sus formas, las telecomunicaciones, los recursos naturales no renovables y la refinacin de hidrocarburos, la biodiversidad y el patrimonio gentico, el espectro radioelctrico, el agua y los que determine la ley.
Estos sectores deben estar, segn el actual Gobierno, bajo control y
manejo exclusivo del Estado, ya que su visin poltica es la recuperacin
de la soberana y manejo de los sectores estratgicos para beneficio de todos los ecuatorianos. Esta concepcin explicita claramente un cierto sesgo
economicista en la definicin de la poltica econmica del rgimen, ya que
no se plantea como sectores estratgicos, por ejemplo, la produccin agrcola e industrial de alimentos, tomando en cuenta que en la Constitucin
vigente la seguridad alimentaria tiene un lugar preponderante.

4. Alcance del proyecto


Pese a su denominacin, el Cespe no se define nicamente en el campo de
los sectores estratgicos, ya que esto sera un fuerte limitante tanto en la
labor investigativa como en el campo formativo. El alcance terico metodolgico del proyecto est relacionado con el estudio de la accin del Estado en las reas econmica y financiera de la sociedad. Por tanto, comprende el estudio de la poltica econmica, pero entendida ms all de
definicin puramente tcnica, es decir: comprendindola como la accin
poltica del Estado en los campos fiscal; monetario; crediticio; de la regulacin de los mercados (control del poder de mercado, regulacin de precios y del consumo); de la relacin del Estado con la naturaleza, ya sea en
el manejo de recursos naturales renovables y no renovables o de manejo
de suelos y aguas; de la relacin del Estado como ente soberano frente a
otros pases o bloques de pases, es decir, temas como migracin, comercio exterior, integracin latinoamericana, derechos econmicos internacionales. Con esta conceptualizacin de poltica econmica es posible entender las interrelaciones entre Estado y sociedad, especialmente en lograr
una igualdad real de los ciudadanos, lo que implica polticas pblicas que
3 Ecuador Estratgico es una dependencia estatal encargada de los proyectos estratgicos como represas hidroelctricas, refineras, etc. Puede consultarse ms en http://www.ecuadorestrategicoep.gob.ec/proyectos-estrategicos.

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tiendan a posibilitar la integracin social de toda la diversidad cultural,


social, de gnero, tnica y de personas con discapacidades o con enfermedades catastrficas, respetando su identidad.
Dada esta conceptualizacin, el Cespe deber estudiar y proponer polticas que optimicen la estructura del Estado a partir de un proceso de planificacin que integre criterios de descentralizacin y amplia participacin
ciudadana.

5. Objetivo principal
Crear y organizar el Centro de Economa Pblica y Sectores Estratgicos con
sus escuelas (Tributaria, Finanzas Pblicas y Control del Gasto, Sectores Estratgicos y Comercio Internacional) como un espacio de investigacin de la
actividad estatal en la economa y las finanzas; y de formacin de profesionales economistas y afines para los sectores estratgicos del Estado ecuatoriano y de la economa popular y solidaria.

6. Objetivos especficos
a. Estructurar el Centro de Economa Pblica como un espacio de investigacin de la actividad estatal en la economa y las finanzas, ligado a las
polticas pblicas y orientado a los sectores estratgicos.
b. Crear un entorno de induccin formativa para los economistas y profesionales de carreras afines que ingresen al sector pblico.
c. Organizar el Centro como un medio de actualizacin y formacin continua de los economistas y profesionales de carreras afines que estn ya
enrolados en el servicio pblico.
d. Conformar el Centro como un ambiente de formacin de profesionales de
cuarto nivel especializados en economa pblica y sectores estratgicos.
e. Formar un entorno de capacitacin en temas econmicos, tributarios y
financieros de profesionales y no profesionales de los sectores cooperativistas y de la economa popular y solidaria.

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7. Funciones del Centro de Economa Pblica


y Sectores Estratgicos
De acuerdo con los objetivos, el Centro de Economa Pblica y Sectores Estratgico cumplir las siguientes funciones:
7.1. Espacio de investigacin de la economa
pblica y sectores estratgicos
Esta funcin implica la formacin de un cuerpo de docentes investigadores
de alto nivel acadmico que permita al IAEN generar metodologas de trabajo, tanto cuantitativas como cualitativas, para emprender investigaciones
sobre las polticas pblicas, el funcionamiento de los diferentes mecanismos
de intervencin estatal y sus impactos en la sociedad ecuatoriana.
Al mismo tiempo, debe servir de espacio de discusin y produccin terico-metodolgico de los temas tributarios, de finanzas o crdito pblico, comercio internacional y sectores estratgicos como eje epistmico fundamental
en la planificacin, elaboracin e implementacin de las diferentes polticas.
7.2. Entorno de induccin formativa para los economistas y
profesionales de carreras afines que ingresen al sector pblico
El centro debe impartir cursos, seminarios y talleres sobre las diferentes polticas, visiones y misiones de las diversas instituciones estatales como forma de
induccin de los economistas y profesionales de carreras afines que estn ingresando al servicio pblico. Debe, asimismo, dependiendo del sector donde
se vayan a incorporar dichos profesionales, impartir cursos introductorios de:
Evaluacin de proyectos.
Poltica tributaria.
Finanzas pblicas.
Anlisis poltico.
Poltica petrolera, etc., con el fin de que los nuevos servidores pblicos
ingresen con un mayor bagaje acadmico y profesional de cada rea
particular del Estado.
7.3. Lugar de actualizacin y formacin continua de los economistas
y profesionales de carreras afines que estn ya enrolados en el
servicio pblico
En un mundo tan dinmico como el de hoy, es fundamental la presencia
en el mbito estatal de un ente que brinde programas y cursos abiertos de

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actualizacin de conocimientos y formacin continua a los economistas y


profesionales de carreras afines del servicio pblico. El centro de economa
pblica debe brindar dicho servicio, evitando un innecesario flujo de recursos hacia empresas que no garantizan la calidad acadmica de sus cursos
y talleres. Sin perjuicio de otros temas y de la especificidad de cada rea de
trabajo, se podan ofrecer cursos y seminarios en:
Estadstica inferencial.
Anlisis multivariante.
Manejo de bases de datos.
Aprendizaje de utilitarios de econometra y estadstica, como SPSS, R,
Stata, Limdep, etc.
Manejo de funciones avanzadas de hoja de clculo, como tablas dinmicas, Power Pivot, funciones matriciales, etc.
Introduccin a la programacin en Visual Basic for Application, extremadamente til en la creacin de modelos econmicos y financieros
por su versatilidad e integracin con hojas de clculo.
Anlisis financiero.
Riesgos financieros.
Presupuestacin pblica.
Contabilidad estatal.
Cuentas nacionales.
Etc.
Se debe, adems, vincular la aprobacin de estos cursos con un sistema
de escalafonamiento de los economistas del sector pblico, para que sea la
meritocracia y no los amiguismos y compadrazgos lo que defina la carrera
profesional administrativa de estos profesionales.
7.4. Ambiente de formacin de profesionales de cuarto nivel
especializados en Economa pblica y sectores estratgicos
Esta es una funcin vital para el centro, dada la proyeccin futura que del
IAEN tiene el Gobierno nacional como la universidad de posgrado del sector
pblico. En esta ptica, el objetivo es la formacin de profesionales de cuarto nivel especializados en Economa pblica y sectores estratgicos, con un
altsimo nivel acadmico, tcnico y poltico, que estn en capacidad de competir exitosamente con sus pares originarios de universidades de posgrados
nacionales y extranjeras, en la generacin e implementacin de las polticas
econmicas y financieras del Estado, las empresas pblicas y los gobiernos
autnomos descentralizados.

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En este sentido, se plantea que los cursos de posgrado sean diplomados, maestras y, en un futuro no lejano, doctorados que se orienten a la excelencia acadmica, lo que implica alto nivel de exigencia y un fuerte compromiso de los estudiantes.
Estas caractersticas requieren que estos cursos sean de largo aliento y
de dedicacin completa, lo que a su vez significa que el Estado debe otorgar financiamiento completo a los estudiantes, obviamente condicionado al
trabajo en el sector pblico.
Debido a esto, es necesaria la implementacin de un curso propedutico a fin de que los estudiantes ingresen a los cursos de posgrado con bases
fuertes y robustas para evitar las altas tasas de desercin. En este curso se
dictarn las siguientes materias:
Matemticas.
Estadstica descriptiva y Fundamentos de estadstica inferencial.
Anlisis de la estructura econmica y social ecuatoriana.
Introduccin a la teora econmica.
Se plantea que la malla curricular parta de un tronco de formacin comn, con varias reas fundamentales en la educacin en Ciencias Econmicas, para luego abrirse en especializaciones y subespecializaciones de acuerdo
con las escuelas que conforman el centro y al sector estratgico que se escoja.
En las reas bsicas se plantea:
rea de anlisis cuantitativo

rea de economa neoclsica

rea de economa heterodoxa

rea de anlisis histrico poltico

{
{

Matemticas avanzadas
Estadsticas avanzadas
Econometra

}
}

Microeconoma
Macroeconoma
Polticas monetaria y fiscal

Macroeconoma neoestructuralista
Economa poltica marxista

Metodologa de la investigacin cientfica


Historia del pensamiento econmico
Teoras del desarrollo
Historia econmica de Amrica Latina
Historia econmica del Ecuador
Anlisis poltico

Luego se pasar a los estudios especializados de, por ejemplo, la poltica


de crdito pblico, la economa de las energas renovables y no renovables,

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las polticas de inversin pblica en los sectores estratgicos, los estudios de


comercio exterior, las polticas petroleras, la poltica tributaria, la economa
popular y solidaria, y otros campos segn la especializacin y subespecializacin que se debern definir dada su especificidad, conforme se estructuren los programas.
7.5. Entorno de capacitacin en temas econmicos, tributarios y
financieros de profesionales y no profesionales de los sectores
cooperativista y de la Economa popular y solidaria.
El sector cooperativista y de la economa popular y solidaria debera considerarse estratgico por su aporte a la generacin de empleo (64% de nuevos
empleos), a la produccin de bienes de consumo masivo (sean alimentos
con un 40% de participacin o artculos de vestir, con un 38%) y al movimiento del ahorro y del microcrdito.
Se considera importante que el Centro posea un entorno de capacitacin en temas econmicos, tributarios y financieros de profesionales y no
profesionales de este sector, para brindar cursos y talleres prcticos que respondan a las necesidades inmediatas de sus actores. Debern ser cursos de
corto plazo que pueden orientarse a:
Anlisis financiero de microempresas.
Elaboracin de proyectos productivos.
Riesgos financieros.
Manejo de bases de datos.
Microfinanzas.
Formas de tributacin para microempresas.
Y otros que se debern definir de acuerdo con la demanda de capacitacin del sector.

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Carlos Vzquez Moreno y Mauricio Cuesta

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Revolucin ciudadana y Buen Vivir:


desafos de la Cooperacin Sur-Sur de Ecuador
Bruno Aylln Pino

Resumen
El texto analiza dos temas principales: en primer lugar, la crisis actual del desarrollo y de la cooperacin internacional, as como los desafos tericos y
prcticos que supone la irrupcin del pensamiento posdesarrollista y de modelos basados en el Buen Vivir o sumak kawsay. En segundo lugar, el proceso
de transformaciones polticas en Ecuador durante el Gobierno del presidente Rafael Correa y su aplicacin al campo de la cooperacin internacional
recibida en el pas, en el marco ms amplio del giro en la poltica exterior
respecto a Gobiernos anteriores y del proceso de construccin de una poltica pblica de Cooperacin Sur-Sur. Se plantea como cuestin central la
necesidad de enfrentar una serie de desafos polticos, jurdico-institucionales, de capacidades y de coherencia en la cooperacin que Ecuador ofrece a
otros pases en desarrollo. Las conclusiones se centran en la compatibilidad
entre el Buen Vivir y las nuevas orientaciones que se pretende imprimir a la
cooperacin del Ecuador.

1. Introduccin
El objeto de este texto consiste en presentar algunas reflexiones en torno al
proceso poltico ecuatoriano, a la Revolucin ciudadana y al Buen Vivir como modelo idealmente posdesarrollista, as como sobre las posibilidades de
su plasmacin en la cooperacin internacional del Ecuador, especialmente en la Cooperacin oficial Sur-Sur (CSS) que despliegan las instituciones
pblicas del pas con la rectora y coordinacin de la Secretara Tcnica de
Cooperacin Internacional (Seteci).
Despus de esta introduccin, el texto se estructura en cuatro partes diferenciadas pero estrechamente relacionadas.
75

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Bruno Aylln Pino

En el segundo apartado se abordan algunas perspectivas particulares


sobre el desarrollo y la cooperacin internacional, en una mirada retrospectiva de largo plazo, pero enfatizando el panorama actual marcado por
la crisis del modelo de desarrollo de los pases del norte, basado en el capitalismo financiero, salvaje y sin regulacin, y, en consecuencia, del cuestionamiento al que se halla sometida hoy la cooperacin que se instrumenta
desde el mbito de la Organizacin para la Cooperacin y el Desarrollo Econmico (OCDE) como herramienta para la difusin de los valores, creencias, ideas y prcticas que son necesarias para difundir ese modelo de desarrollo hoy en quiebra.
En el tercer apartado se avanza en la consideracin de los nuevos escenarios que ofrece la Cooperacin Sur-Sur, especialmente en este siglo xxi en
Latinoamrica, como una hipottica alternativa de cooperacin horizontal
de carcter tcnico, recproca y basada en el intercambio de conocimientos,
experiencias y polticas pblicas como sea central de identidad.
En un cuarto epgrafe se propone una reflexin sobre las aportaciones
del sumak kawsay a los debates del desarrollo y sobre las posibilidades, an
en ciernes, de construir una cooperacin para el Buen Vivir.
En un quinto apartado, y por ltimo, se intenta identificar las transformaciones de hondo calado que se registran en Ecuador, a partir de 2007, en
el proceso de construccin de una poltica pblica de cooperacin internacional, es decir, en la vertiente de la gestin soberana de la cooperacin
recibida en el pas, pero principalmente en la vertiente de cooperacin ofrecida en su modalidad de CSS.
El texto concluye con algunos desafos que deben superarse en la cooperacin ecuatoriana, sin prisa pero sin pausa, con el objetivo de acompasar y cohesionar discursos y prcticas, retricas y realidades, buenas intenciones y objetivos nacionales de desarrollo, desde el presupuesto de partida
del papel actual de la CSS como instrumento de poltica exterior pero con el
horizonte, quizs utpico, de constituirse algn da en un elemento estructurador e incluyente de toda la accin exterior del Ecuador, no solo de su
Gobierno, tambin de toda su sociedad, de todas sus nacionalidades y de
todos sus conocimientos, especialmente de los ancestrales.

2. La crisis del desarrollo y la cooperacin internacional


Desde mediados de los aos cuarenta del siglo xx, el desarrollo se ha convertido en un encarnizado campo de estudio de las ciencias sociales, generando una variedad de enfoques, anlisis y escuelas que debaten sobre su

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contenido, medicin y conceptualizacin. Hace tiempo que el debate sobre el desarrollo transcendi la dimensin terica y se concret en polticas que los Gobiernos nacionales ponen en marcha para mejorar las condiciones de vida de sus ciudadanos y en planes, programas y proyectos
impulsados por organismos multilaterales y agencias internacionales, mayoritariamente del mbito de la OCDE.
Es a partir de la Segunda Guerra Mundial cuando la nocin de desarrollo gana carta de naturaleza en las prcticas de los agentes internacionales.
El desarrollo se constituy en un majestuoso faro que guio a los marineros
hacia la costa () fue la idea que orient a las naciones emergentes en su
jornada a lo largo de la historia de la postguerra (Sachs, 2001: 13). En su
sentido antropolgico, el desarrollo represent el mito fundador, por el
cual la narrativa y los sentidos asociados a esa idea representaban una solucin imaginaria de las tensiones, conflictos y contradicciones presentes
en muchas sociedades, como las latinoamericanas, enfrentadas a los dilemas y retos de la modernizacin en sus mltiples vertientes institucionales, culturales, econmicas y polticas (Ivo, 2012: 187-210).
En realidad el desarrollo es uno de los trminos ms elusivos, ambiguos
y elsticos del universo de las ciencias sociales. Malacalza ha reflexionado
sobre las aportaciones de la literatura de las relaciones internacionales y de
la antropologa acerca de cmo las ideas e ideologas sobre el desarrollo
producen y transmiten diferentes discursos y prcticas. Citando al antroplogo Ferguson, para quien el desarrollo es el trmino que describe no slo un valor, sino tambin un marco interpretativo o problemtico a travs
del cual conocemos las regiones empobrecidas del mundo, Malacalza nos
alerta sobre las formas en las que los donantes y las instituciones de desarrollo generan sus propios discursos, construyen un objeto particular de conocimiento y crean estructuras alrededor de ese objeto sobre las que, posteriormente, son organizadas las intervenciones de los aparatos burocrticos
de los Estados, las maquinarias del desarrollo segn Ferguson o, en un
sentido muy diferente, lo que denuncia Willian Easterly en su ltimo libro,
la tirana de los expertos o la ilusin tecnocrtica (Ferguson, 1990: 23;
Malacalza, 2014: 54; Easterly, 2014).
En las dos ltimas dcadas la reflexin sobre el desarrollo se ha hecho
ms compleja, con el desafo de enfoques posdesarrollistas que incorporan
al abanico de opciones analticas las experiencias centradas en el buen vivir, la felicidad, el decrecimiento, el antiutilitarismo o la reciprocidad, no solo como regalo, don o ddiva, sino como eje de las relaciones
sociales en sociedades anticapitalistas (Lpez, 2014: 105).

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Estos enfoques desbordan la estrechez de las visiones economicistas


obsesionadas con el crecimiento. As se introducen en el debate las dimensiones subjetivas del desarrollo, el respeto a la diversidad cultural y las cosmovisiones de los pueblos indgenas. Se trata de repensar el desarrollo como
fin y la cooperacin como medio, deconstruir sus significados, cuestionar
los discursos imperantes y humanizar su prctica. Por otra parte, mucho se
ha escrito acerca de las mltiples crisis que afectan al concepto y a la prctica del desarrollo. Desde perspectivas y preocupaciones muy diversas, los
pensadores dedicados a razonar sobre estas cuestiones nos aportaron valiosas contribuciones para que sigamos reflexionando sobre la validez y el sustento de las bases tericas y sustanciales del desarrollo (Escobar, 1995; Rist,
2002; Esteva, 2009).
As pues, estas primeras consideraciones se insertan en esta lnea de
pensamiento, es decir, en la reflexin sobre las crisis del desarrollo. Sin embargo, no se hacen desde una mirada negativa o destructora. Al contrario, se pretenden introducir elementos esperanzadores y opciones viables y
creativas, que hagan de esta crisis una oportunidad. El diagnstico de partida considera que, a la crisis del desarrollo como paradigma de la modernidad, formulado en las literaturas posdesarrollistas a partir de los aos noventa del siglo pasado, se uni una verdadera crisis sistmica del desarrollo
como prctica poltica, en sus dinmicas principales de Cooperacin Norte-Sur (CNS).
En este contexto, desde el ao 2009, emergi una interesante literatura acerca de las dinmicas de CSS. Centrada en las posibilidades de los pases emergentes de cooperar con otros pases en desarrollo, esta lnea de reflexin destac los rasgos novedosos de la CSS en contraposicin con las
prcticas habituales de la ayuda internacional. Sin embargo, y sobre todo a
partir de 2010, emergieron crticas evidenciando las incongruencias existentes entre los principios mencionados y la persistencia de prcticas y patrones jerarquizados de cooperacin.
Efectivamente, como han planteado varios autores, frente a una CSS
que se fundamenta en el presupuesto de que los pases perifricos y semiperifricos pueden y deben cooperar para resolver colectivamente sus desafos
con base en identidades compartidas, esfuerzos comunes, interdependencia y reciprocidad, que permiten considerar la CSS como forma de resistencia al modelo Norte-Sur, en un proceso de cooperacin equilibrado cuyas
premisas seran el reconocimiento mutuo, el respeto a la pluralidad de saberes que permean las relaciones internacionales y la construccin conjunta del sentido que debe atribuirse al desarrollo. Surgira la pregunta de si

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las prcticas reales de la CSS representaran una ruptura paradigmtica


con un modelo de desarrollo que asegura la construccin conjunta de nuevos saberes o, si por el contrario, la tendencia sera hacia la reproduccin
de la lgica instrumental subyacente a las acciones de la CNS y, en ese sentido, reproduciran el modelo eurocntrico de dominacin (Ullrich y Machado, 2013).
Incluso se lleg a cuestionar las alegaciones de diferencia de la CSS,
no en el sentido de que las mismas no describan adecuadamente la realidad
de la CSS, sino en cuanto se presenta como elementos discursivos o enunciados polticos de los pases que la realizan, hasta el punto de afirmar su
superioridad como consecuencia de sus principios de accin formulados
en oposicin al modelo de ayuda al desarrollo del Norte Global. Sin embargo, desde la perspectiva discursiva, en el campo de las instituciones multilaterales, el nfasis no es la oposicin y si la complementariedad respecto a
la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) del Norte, as como en las ventajas de
la CSS basadas en su conocimiento experto para aplicar soluciones supuestamente mejor adaptadas a los problemas del Sur. En definitiva, todo depender de cmo definamos la CSS y la propia nocin del Sur o de Sures, construida normalmente en clave maniquea de oposicin al Norte o
a los Nortes (Cesarino, 2012).
Esta reflexin sobre el caso ecuatoriano se centra en su posible ejemplo
como modelo de prcticas alternativas que emergieron desde actores perifricos del sistema internacional, aportando nuevos y transformadores entendimientos al paradigma moderno del desarrollo. Se quieren destacar los
principios consolidados por Ecuador, originarios de las cosmovisiones indgenas: el sumak kawsay o Buen Vivir. Las preguntas centrales son: qu puede aportar el Buen Vivir al debate sobre el desarrollo? Puede ser una alternativa ms coherente para sustentar las prcticas de la CSS?
Pero regresemos al debate sobre las mltiples crisis de horizontes del desarrollo y de la cooperacin.
Algunas de las reflexiones ms profundas y estructuradas acerca de la
crisis del concepto de desarrollo provienen de los ya citados enfoques posdesarrollistas. Desilusionados con proyectos de largo alcance que, a partir
de mediados de los aos cuarenta del siglo xx, prometan un futuro esperanzador a los pases perifricos del sistema internacional, diversos pensadores
empezaron a razonar acerca de la base conceptual, las prcticas, las instituciones y los discursos del desarrollo (Gudynas y Acosta, 2011a: 75).
Entendiendo el desarrollo como un concepto prescriptivo o idea-fuerza, supieron ubicarlo en la cosmovisin moderna occidental y reconocieron

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su papel en cuanto padrn de poder (Quijano, 2000: 43). De esta manera, se estructur una crtica al desarrollo tal como se propona en las teoras
ortodoxas: como valor a alcanzar y como proceso lineal sustentado en los
patrones modernos de la racionalidad, arrojando luz sobre los procesos de
construccin social del subdesarrollo, identificado como discurso histrico
o creencia de origen occidental (Quijano, 2000; Escobar, 2005; Rist, 2002).
Basados en estos supuestos, los pensadores posdesarrollistas decretaron el
fracaso de las ideas, proyectos y acciones polticas sustentadas en el discurso del desarrollo, e hicieron un llamamiento para la formulacin de alternativas localizadas, apropiadas y generadas desde las mltiples cosmologas
de las comunidades interesadas (Tortosa, 2008).
Tales crticas volvieron a reforzarse en el contexto actual, debido a que
encontraron sustento en las debilidades del Sistema Internacional de Cooperacin para el Desarrollo (SICD). La crisis econmica global que, a partir del ao 2008, afect principalmente a los pases de la OCDE, transform sustancialmente las capacidades materiales as como las mentalidades
de las comunidades polticas y sociales consideradas ms desarrolladas (Ramiro, 2013). Los pases desarrollados empezaron a asumir su propio fracaso en cumplir los compromisos asumidos con relacin a las metas presupuestarias para su cooperacin, y en sectores acadmicos se alcanz el
consenso del reconocimiento de un fracaso histrico inocultable (Domnguez, 2013: 36; Benzi, 2013: 9). Al final de cuentas, como afirma Edwards
en su libro Un futuro en positivo. La cooperacin internacional en el siglo xxi, despus
de ms de medio siglo y de miles de millones gastados en ayuda ningn pas
del mundo jams se ha desarrollado a travs de proyectos (Edwards, 2002).
Sin duda, la crisis econmica que asola a los pases del norte arroja incertidumbres sobre el futuro de la ayuda al desarrollo como la conocemos. A la fatiga del donante de los aos noventa, se sucedi en el siglo xxi la
sustitucin del enfoque del desarrollo y la renuncia por alcanzarlo, por el enfoque de lucha contra la pobreza, materializndose en los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Los impactos y resultados limitados de la cooperacin
hicieron surgir la preocupacin por su eficacia, dando paso a una agenda
ms centrada en la gestin de la ayuda que en la discusin sobre los modelos de desarrollo y en el papel de los agentes en su promocin.
Lo dicho resulta evidente en los esfuerzos actuales de reformulacin de
los planes nacionales y regionales de Cooperacin Internacional para el Desarrollo (CID), as como en el impasse que estn viviendo las principales instancias internacionales dedicadas a establecer las agendas del sistema de la
cooperacin, tales como la agenda pos-2015 y los Foros de Alto Nivel (Roma, Pars, Accra y Busan) que se ocupan de la eficacia de la ayuda (Martnez-Oss, 2013).

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En todas ellas se evidencia una tendencia a la expansin sin precedentes de la agenda y misin de la cooperacin al desarrollo, profundizando la
magnitud del desacuerdo y la incapacidad de formular cauces de accin novedosos y verdaderos marcos de polticas consensuados (Benzi, 2013: 11;
Sanahuja, 2012). Estos sntomas se pueden atribuir a procesos de cambio
estructural del sistema internacional y a reconfiguraciones sustanciales provocadas por la emergencia de nuevos actores, paralelamente al ensimismamiento de los poderes hegemnicos, en un contexto financiero y cultural
ms reflexivo concretado en una verdadera crisis sistmica que afecta a la
cooperacin en su totalidad.
Esto es: por el cuestionamiento de parte de diversos actores, por su menor significacin en trminos de impacto y por las dudas fundamentadas
sobre su eficacia para el desarrollo (Unceta, 2013: 16). Todo ello con el
trasfondo poltico y cultural que legitima intentos de regeneracin emancipadora por diversas potencias medias y emergentes, rechazando las injerencias externas asociadas a la cooperacin y edificando nuevas instancias de
coordinacin de polticas basadas en matrices regionales y en el ideal multipolar (Sanahuja, 2012).

3. La Cooperacin Sur-Sur en Latinoamrica


Frente a la prdida de objetivos, de estrategias y de modelos a perseguir por
parte de la cooperacin internacional, y ante el desvanecimiento de los horizontes del desarrollo, diversos pases latinoamericanos buscan un rumbo
propio para la regin (Britto, 2010: 169). Con estos propsitos, emergieron prcticas autnomas y alternativas de cooperacin entre pases en desarrollo que asumieron el lema de la CSS para plantear otros objetivos, nuevos instrumentos y distintos actores (Unceta, 2013: 26).
Los pases latinoamericanos plantearon discursivamente propuestas alternativas de desarrollo que fueron difundidas a travs de un complejo entramado de enunciados polticos, prcticas y acciones en formatos de CSS
en sus dimensiones polticas (coordinacin, concertacin y fortalecimiento
de relaciones), econmicas (inversiones, comercio y financiacin) y tcnicas
(intercambio de conocimiento, polticas pblicas) con modalidades de trabajo que se desplegaron bilateralmente y en el marco de procesos de cooperacin e integracin, como la Unasur, ALBA, Mercosur o Celac.
Amrica Latina es la regin del mundo donde ms intensas, dinmicas y
pujantes han sido las experiencias de CSS, registrando avances y experiencias
positivas en su articulacin en marcos de debate regional y multilateral.

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Algunos de los principales hitos de la historia de la CSS se produjeron en


la regin. El concepto de Cooperacin Tcnica entre Pases en Desarrollo
(CTPD) fue fruto de la Conferencia de Buenos Aires (1978) que origin la
adopcin del Plan de Accin de Buenos Aires. El Plan de Accin de Caracas
para la Cooperacin Econmica entre Pases en Desarrollo (1981) y el Plan
de Accin de San Jos (1997), dedicado a las inversiones, el comercio y las
finanzas, completaron el marco de referencia de la CSS en el siglo xx.
En el transcurso de la ltima dcada, algunos pases latinoamericanos
se han afirmado como artfices del renovado auge que ha experimentado la
CSS. Este impulso se inserta en una estrategia cuya vocacin va ms all de
su desarrollo concreto en la regin. La CSS aspira a convertirse en Latinoamrica en referente para otros pases que buscan ms autonoma y puede, a partir de sus propias experiencias, representar la mejor aportacin de
la regin a la promocin de un mejor desarrollo y al debate sobre la eficacia de la ayuda.
Explicar el auge de la CSS latinoamericana en la ltima dcada, implica la realizacin de un ejercicio de conceptualizacin y de ajuste a la realidad regional despus del impacto del neoliberalismo en los aos ochenta y
noventa. Como consecuencia, parte del anlisis debe sustentarse en que la
CSS tiende a fortalecer al Estado como organizador del desarrollo (Kern y
Weisstaub, 2011: 90). Ello explica, por un lado, que las polticas que se desprenden de la CSS giren en torno al Estado como garante del bienestar social y no en torno al individuo (Aylln, Ojeda y Bancet, 2012).
Entre los factores que explican este resurgimiento de la CSS en Latinoamrica merece la pena destacar la crisis econmica que asola a los pases
de la OCDE, y especialmente a los europeos, que les empuja a buscar otros
pases, como los latinoamericanos, para compartir la carga de la financiacin
del desarrollo. Por lo que respecta directamente a Latinoamrica, el vigor
y pujanza de la CSS se relaciona con las transformaciones polticas, sociales, econmicas y culturales de hondo calado en la regin en este siglo xxi.
Por otra parte, y como elemento destacado, el regionalismo posliberal se ha
convertido en un factor de impulso y los procesos de integracin, concertacin y cooperacin se transforman en plataformas de proyeccin y diseminacin de la CSS.
La visin poltica de la CSS en la regin va ms all de su prctica concreta y de su plasmacin material. Es el resultado de un proceso de convergencia gradual dentro de las estrategias de insercin internacional de sus
pases, dentro de las cuales la CSS es funcional a la consecucin de los respectivos y diferentes objetivos de poltica exterior. En efecto, los pases latinoamericanos ubican la CSS dentro de su accin exterior, pero sin discutir

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en profundidad si se trata de un mero instrumento o si constituye un elemento constitutivo, estructurador, y una poltica autnoma que complementa y ayuda a definir la poltica exterior.
La CSS en Amrica Latina persigue idealmente la autoafirmacin, la autosuficiencia y la autoestima; el fortalecimiento de la presencia soberana en
el mundo; la recuperacin del papel del Estado y de sus competencias reguladoras; la mejora de sus capacidades para brindar bienes pblicos y proveer polticas inclusivas enfocadas al desarrollo social, cientfico y tecnolgico; plantea, adems, alternativas que cuestionan algunas prcticas de
desarrollo vigentes y los consensos impuestos por la OCDE, los organismos financieros multilaterales, los donantes, ONG, etc.
La CSS se presenta hoy en la regin como una realidad heterognea y
caleidoscpica. Si bien hay mnimos denominadores comunes en torno a
sus principios bsicos y su filosofa, as como una voluntad poltica firmemente asentada en ofrecerla y recibirla, no todos los pases la despliegan de
la misma forma ni con la misma amplitud, intensidad, escala y grado de diversificacin. La diversidad de mbitos sectoriales de especializacin en la
CSS muestra el diferente grado de desarrollo en la realidad latinoamericana
y las capacidades dispares para estructurarla y hacerla efectiva.
La principal apuesta de los pases latinoamericanos se centra en el fortalecimiento de polticas de desarrollo social y econmico. En tal sentido,
en el sector del desarrollo social, se da prioridad a la educacin y la sanidad,
con un especial nfasis en los sectores de la poblacin con necesidades especiales, por ejemplo, personas con discapacidad, poblaciones indgenas,
mujeres, nios y adolescentes. Al mismo tiempo se hace hincapi en el intercambio de experiencias en materia de polticas pblicas y fortalecimiento
institucional, formacin de profesionales e incorporacin de nuevas tecnologas para mejorar la gestin pblica. En el sector econmico se observa un
creciente inters por fortalecer los sectores productivos nacionales y regionales ms que en la propia creacin de infraestructuras y servicios.
Estas prcticas de CSS se insertan en un contexto altamente cambiante
y asumieron el reto de proponerse como alternativas emancipadoras,
orientadas a la apropiacin soberana, cuando no a la reformulacin del
desarrollo. Aunque estas prcticas no son nuevas, fue solo a partir de
2008 cuando empezaron a ser objeto de inters por parte de sectores
acadmicos y de diversos actores internacionales.1 Hasta el momento la
1 Aunque exista una tradicin de cooperacin entre pases en desarrollo, al menos desde la
Conferencia de Bandung (1955) y desde el Plan de Accin de Buenos Aires sobre Cooperacin Tcnica entre Pases en Desarrollo (1978), fue necesario entrar en una fase de cambio

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mayora de la literatura especializada en la CSS se ha concentrado en el


anlisis, motivaciones, montos e implicaciones de la cooperacin realizada
por los Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudfrica). En consecuencia,
se ha generado un proceso de ocultacin en el estudio de la CSS que
parece atrapada en la cooperacin de las potencias emergentes, lo
que distorsiona la visin global de la CSS y relega al desconocimiento la
cooperacin ofrecida por otros pases, especialmente los ms pequeos y
limitados en recursos materiales y capacidades, como es el caso de Ecuador.
Sin embargo, se han registrado esfuerzos para ampliar los casos de estudio, como los Informes de la Cooperacin Sur-Sur en Iberoamrica y
la sistematizacin de experiencias editados por la Secretara General Iberoamericana (Segib) y en varias publicaciones acadmicas. Diversas instancias internacionales, como la Oficina Especial para la Cooperacin Sur-Sur
del PNUD, el Foro de Cooperacin para el Desarrollo del Consejo Econmico y Social (Ecosoc) y el Task Team on South South Cooperation, vinculado
a la OCDE, tambin analizaron estas experiencias.
En todas estas aportaciones se buscaron definir los principios ideales en
los que se sustentaran estas formulaciones emancipadoras de cooperacin,
que se pueden resumir en las siguientes caractersticas: horizontalidad de las
relaciones de cooperacin y nfasis en los costes y responsabilidades compartidas entre pares o socios del desarrollo; enfoque por demanda y adopcin por consenso de las prioridades de desarrollo, en oposicin a la injerencia externa, a la imposicin de agendas y a las condicionalidades de la
ayuda tradicional; y centralidad de las relaciones de cooperacin tcnica intergubernamental que impliquen un intercambio efectivo de conocimiento y
la apropiacin del desarrollo, sin considerar la donacin como el elemento
constitutivo de la cooperacin.
Sin embargo, el consenso sobre el nuevo papel que iba a suponer la
CSS empez a debilitarse a partir del ao 2010, en razn de la emergencia
de aproximaciones crticas, primero desde expresiones de la sociedad civil
y, ms adelante, desde la Academia por las posibles incongruencias entre el
principio de horizontalidad y las prcticas reales.
Los cuestionamientos desafiaron la construccin de estas nuevas lneas
de accin y se empez a dudar acerca de su naturaleza alternativa, planteando la posibilidad de que, en la prctica, se sigan reproduciendo los patrones
jerarquizados de las relaciones de CNS y del paradigma moderno del desarrollo criticado por los enfoques posdesarrollistas. La CSS, que pareca una
estructural del sistema internacional y de la Cooperacin Internacional para el Desarrollo
para que se reconociera su relevancia en las principales agendas de investigacin.

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alternativa viable a las concepciones tradicionales del desarrollo, es reconocida ahora como una modalidad complementaria de la AOD, pero no como
sustitutiva y, a menudo, subordinada a las lgicas de poltica exterior y ambiciones geopolticas de algunos pases Brics.
Por otro lado, considrese que la atencin privilegiada por las prcticas
de los pases emergentes, debido a la mayor magnitud de su cooperacin,
produjo un sesgo de seleccin para los analistas que dejaron de lado otras
aportaciones, como las provenientes de pases con capacidades ms limitadas. Por ello una mirada ms atenta que busque la generacin de otras
concepciones y prcticas, con el propsito de imaginar algo ms all de la
modernidad (Arellano, 2013; Escobar, 2005: 30), tal vez se dirija a la observacin de otros planteamientos como los del caso del Ecuador.

4. Aportaciones del sumak kawsay. Una cooperacin


para el Buen Vivir
Ecuador vivi una experiencia singular de refundacin constitucional, liderada por el presidente Rafael Correa y el Movimiento Alianza Pas (Patria
Altiva y Soberana), tras su victoria electoral del ao 2006. En su discurso presidencial de toma de posesin, el 15 de enero de 2007, Correa afirm la necesidad de la lucha por una Revolucin ciudadana, consistente en
el cambio radical, profundo y rpido del sistema poltico, econmico y social vigente, sistema perverso que ha destruido nuestra democracia, nuestra
economa y nuestra sociedad. Para lograr esos objetivos propuso al pueblo
ecuatoriano cinco ejes fundamentales de accin: la revolucin constitucional; la revolucin tica para luchar contra la corrupcin; la revolucin econmica; la revolucin de la educacin y la salud; el rescate de la dignidad, la
soberana y la bsqueda de la integracin latinoamericana.2
La Asamblea de Montecristi, celebrada entre noviembre de 2007 y octubre de 2008, quiso dar ulterior impulso al clima de cambio poltico, social y cultural que se estaba viviendo en el Ecuador, formalizando en la nueva Constitucin unos principios rectores inditos. Se trataba de la apuesta
por un cambio paradigmtico: la constitucionalizacin del Buen Vivir. Como afirma Javier Surasky, el Buen Vivir se construye como el organizador
esencial del proceso de desarrollo que debe estructurarse a partir de la bsqueda de un conjunto de objetivos sealados en el propio texto constitucional, de ah surge la relevancia de describirlo para entender la cooperacin
del Ecuador (Surasky, 2013: 161).
2 El discurso ntegro est disponible en http://www.efemerides.ec/1/enero/0115_4.htm (fecha de
consulta: 4 de marzo de 2014).

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La definicin del concepto es una tarea ardua ya que no existe una interpretacin consensuada, sino ms bien un conjunto de discursos que reflejan
la pluralidad insertada en la cosmologa que expresa. Segn la literatura analizada, el Buen Vivir comparte elementos de otras visiones del mundo procedentes de la tradicin heterodoxa occidental que han cuestionado distintos
presupuestos de la modernidad dominante (Cortez, 2010: 80). La dificultad
de encontrar una traduccin fiel al castellano contribuye a la pluralidad de sus
contenidos, puesto que se encuentran interpretaciones que prefieren los conceptos de Buen Vivir, Vivir Bien, Vida en plenitud, Buen Convivir, o
crear la vida, segn la orientacin y sensibilidad del autor.
Lo que se puede considerar como predominante es la definicin del
Buen Vivir como una construccin ontolgica de origen indgena, en cuya institucionalizacin participaron elementos de los sectores intelectuales
mestizos y urbanos, y que se caracteriza por su contraposicin al paradigma
moderno del desarrollo. As, el Buen Vivir implicara la satisfaccin de las
necesidades, la consecucin de una calidad de vida y muerte dignas, el amar
y ser amado, y el florecimiento saludable de todos, en paz y armona con la
naturaleza para la prolongacin indefinida de las culturas humanas y la biodiversidad (Ramrez, 2012: 17).
Frente a los principios de racionalidad y progreso, y ante una epistemologa caracterizada por la separacin entre los mundos humano y natural,
racional y pasional, se reivindican los principios de complementariedad, reciprocidad e inclusin, en una visin cosmocntrica que busca la reconceptualizacin de la calidad de vida ms all de lo material.
Se pueden identificar siete caractersticas fundamentales que ubican el
papel del Buen Vivir con relacin a las teoras ortodoxas del desarrollo, a saber: 1) su oposicin al desarrollo como proceso lineal; 2) una relacin integral con la naturaleza; 3) la bsqueda de la descolonizacin de los saberes;
4) una tica cosmocntrica; 5) la plenitud de los medios de vida como fin;
6) la oposicin a la racionalidad y a la instrumentalizacin del desarrollo, y
7) el principio de reciprocidad en las relaciones humanas (Villalba, 2011).
Aplicando estas consideraciones a las relaciones interestatales, el Buen Vivir apuesta por la bsqueda de relaciones complementarias y no competitivas y por la no subordinacin (Huanacuni, 2010).
El concepto se plasm en las normas fundamentales del sistema institucional y poltico ecuatoriano; en particular, en los ttulos vi y vii de la
Constitucin (Rgimen de Desarrollo y Rgimen del Buen Vivir) y en los
denominados Derechos del Buen Vivir (ttulo ii del captulo ii), con implicaciones para la poltica de desarrollo. Adems, la Constitucin establece
como instrumento principal de poltica pblica la aprobacin de un Plan

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Nacional de Desarrollo (art. 280). El Plan Nacional del Buen Vivir (PNBV)
es el instrumento rector principal del programa de gobierno y afirma fundamentarse en los principios del sumak kawsay (Senplades, 2009: captulo 3).
El Buen Vivir tambin informa los planes de desarrollo elaborados en las
dos legislaturas del movimiento Alianza Pas, es decir, los PNBV de los aos
2009-2013 y 2013-2017, en sus objetivos de reforma estructural y en la bsqueda de nuevas dimensiones de planificacin y de una nueva mtrica del
Buen Vivir, as como en la poltica exterior y la insercin soberana internacional (Senplades, 2013: 28). A este respecto, en los PNBV se apuesta por
complementariedades entre los pueblos, buscando favorecer la economa
endgena para el Buen Vivir de las y los ecuatorianos y se persigue la alineacin de la cooperacin internacional con los objetivos nacionales del Buen
Vivir (Senplades, 2009: 354).
El Plan Nacional del Buen Vivir (2013-2017) establece la visin poltica
de largo plazo que orienta la cooperacin que las instituciones ecuatorianas
ofrecen a otros pases de su entorno regional: Ecuador ve en la cooperacin
una oportunidad para multiplicar los nexos Sur-Sur y cimentar la diversificacin de sus relaciones exteriores. La cooperacin es un mecanismo complementario de las polticas nacionales previamente establecidas en forma soberana, no una condicin de ellas (Senplades, 2013: 345).
Los principios del sumak kawsay se introdujeron en el manejo de la cooperacin recibida, como se establece en las guas de accin poltica del
PNBV, entre los cuales se estipula el alineamiento de la cooperacin internacional con los objetivos nacionales del Buen Vivir; pero tambin en el discurso de las autoridades de la Seteci que conciben la cooperacin como forma de vida, herramienta de construccin conjunta del Buen Vivir y minga
para salir juntos adelante (Rosero, 2013: 13). Esta visin valoriza la idiosincrasia del saber ecuatoriano y recupera prcticas e instituciones sociales basadas en la reciprocidad, la solidaridad y la redistribucin de la cultura kichwa.
Sin embargo, la constitucionalizacin de este paradigma y su utilizacin
como sustento de los programas del Gobierno no han estado exentos de crticas. La mayora de ellas, cristalizadas en el debate acadmico, pueden ser
resumidas en cuatro ejes.
En primer lugar, se problematizan las posibilidades de secuestro y domesticacin del sumak kawsay por la reconceptualizacin posmoderna del socialismo del siglo xxi. Los promotores de esta crtica abogan por diferenciar
entre el sumak kawsay, entendido como paradigma autctono milenario, y
el Buen Vivir, que consistira en su hibridacin politizada por parte del poder gubernamental (Oviedo, 2014).

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En segundo lugar, se denuncian las contradicciones existentes entre la


teora del Buen Vivir y la prctica poltico-institucional de un Gobierno que
lo utiliza como marketing poltico o instrumento de legitimacin discursiva,
a la vez que implementa un programa tecnocrtico sustancialmente desarrollista y extractivista (Gudynas y Acosta, 2011; Fernndez et al., 2014), sin
participar en el prolfico debate conceptual de los sectores acadmicos y las
fuerzas sociales ms crticas.
En tercer lugar, se registran objeciones por parte de sectores que abogan
por una interpretacin ms sustantiva del Buen Vivir, cuestionndose los
posibles riesgos de un excesivo holismo interpretativo y de cooptacin poltica relacionados a su indefinicin conceptual que legitima polticas del
Buen Vivir que, tendran dicen los crticos, poco que ver con el sumak kawsay (Viola, 2014: 69).
Finalmente, existen crticas que provienen desde la modernidad, pidiendo que el paradigma del Buen Vivir se estructure en programas y propuestas polticas concretas y viables (Gudynas, 2013: 184; Viola, 2014; Domnguez y Caria, 2014).
Estas discusiones son parte del sano debate conceptual y poltico sobre
la propuesta del Buen Vivir, elementos naturalmente presentes en una formulacin cultural que, desde sus inicios, propicia la participacin plural. Es
preciso pensar en su potencial como paradigma alternativo al desarrollo occidental, que responde a muchas de las inquietudes de los tericos posdesarrollistas, ya que se presenta como discurso alternativo y sustentado en representaciones apropiadas y locales (Quijano, 2011; Arellano, 2013).
En oposicin a quienes reivindican la pureza y singularidad del concepto, es til recordar que el Buen Vivir es una construccin reciente y mestiza, en
la que tambin participaron y siguen participando aportaciones occidentales
de la economa ortodoxa del desarrollo y de las corrientes ambientalistas, feministas y posestructuralistas en general, llevando a que se reconociera como
una propuesta posdesarrollista, posneoliberal y decolonial (Bretn, Cortez
y Garca, 2014: 10; Gudynas y Acosta, 2011a: 80; Gudynas, 2014: 39).
En definitiva, el Buen Vivir se presenta como un paradigma plural que
participa en los esfuerzos de emancipacin del pas. En este sentido, tambin converge en las discusiones sobre las modalidades de insercin internacional del Ecuador y de sus relaciones con otras comunidades polticas,
como por ejemplo en la negociacin del acuerdo UE-Ecuador, y tiene el potencial para confluir en la reformulacin de los principios de la CSS, siempre
que las agencias gubernamentales que se ocupan de esas tareas demuestren
voluntad poltica y apertura con respecto a los mltiples sectores sociales
que estn conformando una discusin abierta y muy fecunda.

Revolucin ciudadana y Buen Vivir...

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5. Las transformaciones de la cooperacin en Ecuador


La CID no ha sido ajena a esta poca de profundas transformaciones. El
pas ha pasado de ser considerado apenas un receptor de AOD a iniciar
la construccin de una poltica pblica de cooperacin internacional que
combina la gestin soberana de los recursos recibidos y la puesta en marcha
de una poltica de CSS, dentro de la cual se desea potenciar la dimensin de
oferente de conocimientos y experiencias nacionales de desarrollo, que tienen como fundamento la bsqueda del Buen Vivir.
Por ello es importante conocer y analizar la CSS de Ecuador y el modelo
de desarrollo alternativo en el que idealmente se fundamenta. Una cooperacin que si bien es incipiente, posee gran potencial por su filosofa y por la
riqueza de sus propuestas.
Iniciemos esta ltima parte con un recordatorio: al mismo tiempo que
se operaban los cambios constitucionales, polticos y econmicos descritos anteriormente, y que se definan los principios y aspectos operativos del
Buen Vivir, se emprendi un giro a la poltica exterior con decisiones de gran
simbolismo, como la no renovacin del convenio de instalacin y funcionamiento de la base militar estadounidense en Manta, el rechazo a las iniciativas de libre comercio impulsadas por Washington y el consecuente ingreso
en el ALBA, y una revisin en profundidad de la cooperacin internacional
recibida por el pas, entre muchas otras. En efecto, parece claro que la poltica exterior ecuatoriana ha apostado desde 2007 por el fortalecimiento del
eje Sur-Sur en sus relaciones internacionales.
Aunque los recursos de Ecuador sean modestos y sus capacidades todava presenten limitaciones en proceso de superacin, existe una firme voluntad poltica en compartir sus experiencias y conocimientos con otros pases
latinoamericanos. El propio canciller Ricardo Patio manifest que el fundamento de la Cooperacin Sur-Sur consista en poner las fortalezas de cada uno de nuestros pases en polticas sociales al servicio de otros asegurando que la poblacin pueda disfrutar de mejores condiciones de vida.3
Para ello, segn la visin oficial, se est impulsando una poltica pblica
de cooperacin basada en el intercambio tico y en los xitos de la Revolucin
ciudadana en modificar las condiciones que aseguren la construccin de relaciones simtricas entre iguales y faciliten la economa endgena para el buen
vivir y la generacin de pensamiento propio (Senplades, 2009: 244).
As lo establece el PNBV 2013-2017 al considerar que la cooperacin internacional es un instrumento de poltica exterior de los Estados que debe
3 Recuperado de http://goo.gl/W55hcz (fecha de consulta 7 de octubre de 2013).

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Bruno Aylln Pino

coincidir con las necesidades de la sociedad ecuatoriana detectadas por su


gobierno. Puesto que la transformacin de la matriz productiva es imprescindible segn el PNBV, el Estado tiene la obligacin de conducir los eventuales recursos de la cooperacin al cumplimiento de esos objetivos y metas
(Senplades, 2013: 344).
Es en este marco en el que se inscribe la revisin de la cooperacin internacional recibida4 y el inicio de la construccin de una poltica pblica para
impulsar la cooperacin ofrecida por Ecuador. Para ello se puso manos a la
obra en la tarea de casa. En la primera dimensin (la cooperacin recibida),
la prioridad fue garantizar el alineamiento de la cooperacin internacional a
las nuevas orientaciones gubernamentales del desarrollo nacional, a travs de
un proceso de racionalizacin administrativa y gerencial, regido por el objetivo de alcanzar una gestin soberana de los recursos recibidos en la Cooperacin Internacional No Reembolsable (CINR). Cuatro ejes fundamentales articularon estos esfuerzos. En primer lugar, asegurar que los principios rectores
de las relaciones internacionales, segn los preceptos constitucionales, fuesen
la brjula de la cooperacin en Ecuador, es decir, lograr su compatibilidad
con la independencia e igualdad jurdica de los Estados, la convivencia pacfica y la autodeterminacin de los pueblos, as como la cooperacin, la integracin y la solidaridad (artculo 416). En segundo lugar, crear un sistema de
monitoreo, control y registro de la informacin sobre la cooperacin presente en Ecuador. Era necesario revertir la tendencia de los cooperantes a operar
puenteando a las instituciones pblicas con los consecuentes impactos negativos en lo referente a la dispersin, fragmentacin y falta de alineamiento
de los proyectos e iniciativas de las agencias pblicas y privadas de cooperacin de los pases donantes. Solo de esta manera la cooperacin internacional
podra complementar los esfuerzos nacionales y articularse con las estrategias
de desarrollo reflejadas en los PNBV. Algunas medidas adoptadas fueron la
utilizacin del sistema nacional de planificacin, de finanzas y de contratacin
pblicas para seleccionar los proyectos, para centralizar los recursos financieros de los donantes en una cuenta nica del Banco Central y para transparentar y reducir los costes en la ejecucin de la cooperacin (Rosero, 2012). Tambin se inscribe en esta lgica la regularizacin de las actividades de las ONG
internacionales en Ecuador.5
4 En este texto se hace referencia solo a la Cooperacin Internacional No Reembolsable
(CINR), es decir, aquella cuya coordinacin y gestin corresponde a la Seteci.
5 Segn informaciones de Seteci, al amparo del Decreto Ejecutivo n. 16, de 4 de junio de
2013, se registraron 141 convenios con ONG extranjeras, mientras que otras 12 no obtuvieron la autorizacin administrativa para operar en el pas. Recuperado de http://www.cooperacioninternacional.gob.ec/141-convenios-con-ong-extranjeras-estan-registratos-en-la-seteci/.

Revolucin ciudadana y Buen Vivir...

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En tercer lugar, dar cumplimiento a las disposiciones constitucionales


que confieren a los gobiernos autnomos descentralizados (GAD) la capacidad de gestionar la cooperacin internacional para el cumplimiento de sus
competencias, segn el ttulo v (Organizacin territorial del Estado), captulo iv (Rgimen de competencias), artculo 262 (Competencias exclusivas de
los gobiernos regionales autnomos). Posteriormente, el Cdigo Orgnico de
Organizacin Territorial Autonoma y Descentralizacin (Cootad) y el Cdigo Orgnico de Planificacin y Finanzas Pblicas establecieron que los GAD
podrn gestionar la obtencin de recursos de la cooperacin internacional
y asistencia tcnica para el cumplimiento de sus competencias propias en el
marco de los objetivos nacionales, de sus planes de desarrollo y de los principios de equidad, solidaridad, subsidiariedad, interculturalidad, oportunidad
y pertinencia (artculos 68 y 131). Este proceso de descentralizacin de la
gestin de la cooperacin internacional fue impulsado tambin por el Consejo Nacional de Competencias, que resolvi transferir e implementar la competencia de la gestin de la cooperacin internacional para la obtencin de
recursos no reembolsables y asistencia tcnica para el cumplimiento de sus
competencias a los GAD (Resolucin n. 0001-CNC-2011).
En cuarto lugar, adoptar los acuerdos internacionales sobre eficacia y
calidad de la cooperacin, en especial la Declaracin de Pars (2005) que
fue suscrita por Ecuador en 2009. De esta manera la cooperacin internacional estara obligada a seguir los principios de alineacin, apropiacin, armonizacin, gestin basada en resultados y mutua responsabilidad. Estas
disposiciones son la clave para interpretar la no renovacin del programa
de cooperacin con la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid), decisin conocida a finales de 2013, como consecuencia de las resistencias de Washington a cumplir con los mismos principios
de eficacia en Ecuador que su Gobierno haba rubricado en 2005 en el mbito multilateral.
Por otra parte, hubo cambios organizativos relevantes. Desde la disolucin del Instituto Nacional Ecuatoriano de Cooperacin Internacional (Ineci)
vinculado a Senplades, en 2007, y desde la transformacin de la Agencia
Ecuatoriana de Cooperacin Internacional (Ageci) en Secretara Tcnica de
Cooperacin Internacional (Seteci) adscrita a Cancillera, mediante Decreto
Ejecutivo n. 429 de julio de 2010, se han fortalecido las capacidades humanas e institucionales del denominado Sistema Ecuatoriano de Cooperacin
Internacional.
En cuanto a la CSS de Ecuador, su visin poltica de medio plazo y sus
contribuciones al desarrollo nacional se encuentran formuladas en el PNBV
2013-2017. El objetivo nmero 12 titulado Garantizar la soberana y la

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Bruno Aylln Pino

paz, profundizar la insercin estratgica en el mundo y la integracin latinoamericana, dedica especial atencin a la importancia que ha cobrado
la CSS en un contexto de acelerada globalizacin, de desplazamiento de la
ayuda tradicional hacia otras regiones del mundo y de creciente disposicin
de muchos pases en desarrollo para asumir un rol destacado como actores
en la cooperacin internacional.
Con estos antecedentes se afirma que:
La Cooperacin Sur-Sur va ms all de encontrar nuevos actores en el envo de recursos para el desarrollo e involucra una nueva forma de pensar
la cooperacin, entre pares y en realidades concretas () La Cooperacin
Sur-Sur muestra que estas acciones han logrado posicionarse de manera
importante en la cooperacin internacional, estableciendo una fuente de
desarrollo en la regin y una diversidad de acciones destinadas a incidir en
los mbitos internos sociales, econmicos, culturales, de medio ambiente e
institucionales de cada pas (Senplades, 2013: 343).

Es en un nivel inferior, en las polticas y lineamientos estratgicos del


PNBV, numeral 12.7, donde se establece la consolidacin de una gestin
soberana de la cooperacin internacional, en consonancia con la transformacin de la matriz productiva y el fortalecimiento de la Cooperacin SurSur. En efecto, se sealan como prioridades: 1) el fortalecimiento de la
CSS como instrumento de integracin regional y binacional; 2) la potenciacin de la oferta de cooperacin tcnica ecuatoriana hacia otros pases,
con nfasis en la regin latinoamericana; 3) la promocin de una gestin articulada y coordinada de la cooperacin internacional; y 4) el fomento de
acuerdos bilaterales de cooperacin econmica, tcnica y productiva con
las nuevas economas emergentes.
En lo concreto, Ecuador contempla en la cooperacin un instrumento
de fortalecimiento y diversificacin de sus relaciones exteriores y de multiplicacin de sus relaciones Sur-Sur. Pero lo hace con una concepcin relacional que aboga por construir lazos que transmitan hacia otras sociedades recursos, conocimientos y experiencias que permitan a poblaciones de
otras partes del mundo beneficiarse de lo que se crea en el pas (Senplades, 2013: 343-348).
Adems, se constata un giro reciente a partir de la renovacin del mandato presidencial en 2013, por el cual se quiere imprimir a la cooperacin internacional, tanto a la recibida como a la que se ofrece, un papel de instrumento
catalizador al servicio de la generacin de talento humano y del cambio de la
matriz productiva. La reciente publicacin, en 2013, de una nueva edicin actualizada del Catlogo de Asistencia Tcnica Ecuatoriana permitir incrementar

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Revolucin ciudadana y Buen Vivir...

la oferta de cooperacin nacional siempre y cuando vaya acompaada de recursos financieros y personal directivo y tcnico para que las instituciones pblicas tengan capacidad de compartir sus experiencias.
Pero la cooperacin de Ecuador no se reduce apenas a las declaraciones
de intenciones o a las formulaciones retricas. El pas viene incrementando
el nmero de proyectos de CSS en los que participa, sea en calidad de receptor o de oferente. En cuanto a la primera categora, los datos de los Informes de la Segib nos muestran que, en 2011, las instituciones y administraciones pblicas ecuatorianas participaron como receptoras en 37 proyectos
y 12 de acciones de menor escala de pases latinoamericanos, siendo Brasil,
Argentina y Mxico los principales oferentes.
Algunos ejemplos de estos proyectos fueron el apoyo a la creacin de un
sistema de informacin nacional de recursos hdricos forestales (con Brasil);
proyectos de asistencia tcnica, capacitacin y gestin hidroinformtica en
sistemas integrados de gestin en empresas de agua potable y saneamiento (con Mxico); o la cooperacin minera y metalrgica y el fortalecimiento
del sistema ecuatoriano de trasplantes (con Argentina). En el conjunto iberoamericano, Ecuador fue responsable en calidad de receptor, del 6,3 % del
total de los proyectos realizados en el ao 2011 (Xalma, 2013).

Tabla 1
Ecuador como receptor de la Cooperacin Sur-Sur en el ao 2011
Pas oferente

Nmero de proyectos

Nmero de acciones

Argentina

Brasil

10

Chile

Colombia

Cuba

El Salvador

Mxico

Per

Paraguay

Total

37

12

Fuente: Informe de la Cooperacin Sur-Sur en Iberoamrica 2012, estudios


Segib n. 7.

En la segunda categora, la de oferente de cooperacin, el nmero


de proyectos y acciones registrados son menores que en la categora de

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Bruno Aylln Pino

receptor, pero con una marcada tendencia incremental. Sin embargo, en el


conjunto de la CSS iberoamericana, los proyectos ecuatorianos representan
apenas el 1,7 % del total. En 2011 Ecuador realiz 10 proyectos y otras 10
acciones en Latinoamrica, siendo Paraguay, Venezuela, El Salvador, Per y
Repblica Dominicana los pases de destino de esas iniciativas. Por sectores,
la cooperacin ecuatoriana se centr en el sector econmico (50% de los
proyectos con 80% de los mismos en infraestructura y servicios y 20% en el
sector social, y 30% en otros sectores).

Tabla 2
Ecuador como oferente de la Cooperacin Sur-Sur en el ao 2011
Pas receptor

Nmero de proyectos

Nmero de acciones

El Salvador

Paraguay

Per

Repblica Dominicana

Venezuela

Total

10

10

Fuente: Informe de la Cooperacin Sur-Sur en Iberoamrica 2012, estudios Segib n. 7.

Ejemplos de estas iniciativas fueron el proyecto con Paraguay para el


aprovechamiento turstico de reas protegidas a partir de la experiencia de
las islas Galpagos y cooperacin en materia de planificacin; con Per, el
programa de conservacin de bosques nativos (Socio Bosque) ejecutado
por el Ministerio del Ambiente; con El Salvador, en el intercambio de experiencias entre economas dolarizadas, con asistencias tcnicas para el diseo, constitucin y funcionamiento de un fondo de liquidez para el sistema
financiero que permita mayor capacidad de respuesta ante choques externos; con varios pases el intercambio de experiencias en materia de discapacidad a travs de la misin Manuela Espejo.
En cuanto a los datos del ao 2012, puede constatarse un crecimiento sustantivo del nmero de proyectos de CSS recibidos por Ecuador, hasta
alcanzar un total de 66. Los socios oferentes ms importantes fueron Mxico (14 proyectos), Chile (13) y Argentina (12), seguidos por Brasil y Cuba
(7 respectivamente), Per (6), Colombia (4), El Salvador (2) y Paraguay (1).
Estos datos hacen de Ecuador el pas iberoamericano que ms proyectos de
CSS ha recibido en el ao 2012 (Segib, 2014).

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Revolucin ciudadana y Buen Vivir...

Tabla 3
Ecuador como receptor de la Cooperacin Sur-Sur en el ao 2012
Pas oferente
Argentina

Nmero de proyectos

Nmero de acciones

12

Brasil

Chile

13

Colombia

Costa Rica

Cuba

El Salvador

Mxico

14

Per

Paraguay

Venezuela
Total

66

20

Fuente: Informe de la Cooperacin Sur-Sur en Iberoamrica 2013-2014, Segib.

Sin embargo, en la dimensin de oferente de CSS queda todava un largo camino por recorrer para las instituciones ecuatorianas. Los datos del Informe de la CSS de la Secretaria General Iberoamericana indican que el pas
tiene una baja capacidad de ofrecer cooperacin con apenas 14 proyectos
realizados con El Salvador (4), Per y Venezuela (3 respectivamente), Paraguay (2) y Repblica Dominicana y Uruguay (1 cada uno).

Tabla 4
Ecuador como oferente de la Cooperacin Sur-Sur en el ao 2012
Nmero de proyectos

Nmero de acciones

Argentina

Pas oferente

Brasil

Chile

Colombia

Cuba

El Salvador

Guatemala

Mxico

96

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Panam

Per

Paraguay

Repblica Dominicana

Venezuela

Uruguay

Total

14

12

Fuente: Informe de la Cooperacin Sur-Sur en Iberoamrica 2013-2014, Segib.

An debe registrarse el ofrecimiento de ayuda humanitaria por parte


de Ecuador en situaciones de desastres naturales a Chile, Hait y Colombia
(2010), El Salvador (2010 y 2011), Nicaragua (2011) y Panam y Venezuela (2010). Cabe sealar que esta orientacin geogrfica y temtica viene en
buena parte determinada por las disposiciones del PNBV 2013-2017 donde se establece que el entorno latinoamericano inmediato es el objeto de la
cooperacin ecuatoriana que se materializa en la recepcin de estudiantes y
profesores de fuera, en la transmisin de conocimientos, en la colaboracin
para misiones de mantenimiento de la paz y en la socializacin de experiencias de gestin pblica (Senplades, 2013: 344).

6. Conclusiones: los desafos del presente y del futuro


El caso ecuatoriano ilustra las potencialidades de la CSS de aquellos pases
que, aun siendo pequeos, pueden contribuir con su filosofa y sus prcticas a diversificar y enriquecer el panorama de la cooperacin internacional.
No obstante, es necesario identificar los obstculos presentes en este proceso, relacionados con factores que dificultan el crecimiento y consolidacin
de la cooperacin ecuatoriana.
El primero de ellos es el desafo poltico-institucional. En efecto, la gestin de la cooperacin internacional en Ecuador ha sufrido los embates de
las diferentes perspectivas polticas, segn los modelos de desarrollo imperantes en cada fase, y de las disputas interburocrticas propias de aquellos
sectores de la administracin pblica que movilizaban recursos externos de
los donantes y favorecan el fondeo o caja chica de ciertas instituciones
nacionales y locales. A finales de los aos noventa, la cooperacin internacional se gestionaba desde el Ministerio de Economa y Finanzas, en concreto desde la Agencia Ecuatoriana de Cooperacin Externa (Agece). A inicios
del siglo xxi, esta agencia fue sustituida por el Instituto Ecuatoriano de Cooperacin Internacional (Ineci), vinculado al Ministerio de Exteriores y que

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dio paso, en 2007, a la Agencia Ecuatoriana de Cooperacin Internacional


(Ageci), adscrita a Senplades. Sin embargo, en un nuevo cambio demostrativo de la inestabilidad de la institucionalidad de la cooperacin, en el ao
2010, se produjo la extincin de Ageci y su sustitucin por la Secretara Tcnica de Cooperacin Internacional (Seteci), dependiente del entonces Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio e Integracin, hoy denominado
Ministerio de Relaciones Exteriores y Movilidad Humana (MREMH).
Frente a este baile de siglas cabra la posibilidad de considerar la futura adscripcin de Seteci, o de rgano equivalente, directamente a la Presidencia de la Repblica, aunque manteniendo algn tipo de vinculacin al
MREMH. Esta ha sido la frmula exitosa seguida, por ejemplo, en Uruguay,
donde bajo el Gobierno de Jos Mujica fue creada la Agencia Uruguaya de
Cooperacin Internacional, que gracias a la estabilidad otorgada por su decreto constitutivo es considerada hoy en da un ejemplo para la gestin de
la cooperacin en Latinoamrica. Mientras tanto, sera deseable una mayor
vinculacin real entre Seteci y el MREMH para, en primer lugar, potenciar y
hacer coherentes los discursos y las prcticas de las dos instituciones y, en
segundo lugar, para unificar criterios sobre el papel de la cooperacin como
instrumento de la poltica exterior, permitiendo as una mayor proyeccin de
las polticas y experiencias ecuatorianas de desarrollo.
El segundo desafo es el jurdico-normativo. En efecto, algunos pases
latinoamericanos, como Mxico, han elevado al mximo rango legal todos
los aspectos referentes a la cooperacin internacional, tanto a la nortesur, a la multilateral como a la Sur-Sur. La elaboracin de un proyecto de
ley de cooperacin internacional en Ecuador se presenta hoy como una necesidad urgente. Es necesario recoger en una nica norma el disperso corpus legal y administrativo que regula la cooperacin en y de Ecuador.
Tambin apremia adaptar a las nuevas realidades de la cooperacin internacional y al diferente perfil de Ecuador como pas en desarrollo con capacidad de brindar sus conocimientos y experiencias las estructuras polticas, de planificacin, gestin y financiacin tanto de la cooperacin
recibida como de la ofrecida.
El tercero de los desafos a enfrentar es el del desarrollo de capacidades
tcnicas, financieras y humanas en los agentes de la cooperacin ecuatoriana. Es necesario fortalecer las capacidades rectoras, planificadoras y ejecutoras de Seteci con el objetivo de incrementar y acelerar la coordinacin con
los dems agentes del Sistema Ecuatoriano de Cooperacin Internacional
(SECI),6 especialmente con los GAD. Por otra parte, la profesionalizacin
6 Creado por Decreto Ejecutivo n. 699, en 2007.

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Bruno Aylln Pino

de la gestin de la cooperacin es una tarea deseable. Se hacen necesarios


mayores dotaciones presupuestarias y sistemas de incentivos para la estabilidad laboral de tcnicos y directivos, especialmente en Seteci, evitando as el
excesivo carcter rotativo que se observa en su personal. Por supuesto, tambin en las instituciones ejecutoras de la cooperacin ofrecida (ministerios y
secretaras) y sobre todo de la Cancillera. Incrementar la formacin de los
puntos focales de la cooperacin en esas instituciones y capacitar a los diplomticos ecuatorianos son labores fundamentales para hacer de las representaciones en el exterior antenas de emisin de las experiencias nacionales
de desarrollo y de recepcin de las demandas de los pases socios. Por cierto, la diversificacin de las fuentes y sectores tradicionales de la cooperacin
recibida por el pas, especialmente entre los pases emergentes por sus potenciales aportaciones al proceso de cambio de la matriz productiva y generacin de talento humano, se beneficiara de la mejora de las capacidades
de los funcionarios pblicos.
El cuarto de los desafos es el de la gestin de la CSS ofrecida para el
cumplimiento de los objetivos y lineamientos de la poltica pblica, en concreto, el fortalecimiento de la CSS como instrumento de integracin regional y binacional, con nfasis en Unasur, ALBA y Celac y la potenciacin
de la oferta de cooperacin tcnica y el talento humano ecuatoriano hacia
otros pases con nfasis en los pases de la regin. Para ello, resulta fundamental establecer un sistema de gestin de la CSS, con procedimientos y
protocolos claros y simplificados que faciliten una rpida respuesta a los requerimientos y demandas de otros pases socios que busquen conocer las
experiencias y polticas pblicas exitosas bajo responsabilidad de las instituciones ecuatorianas. La meta fijada de un incremento del 70% de los proyectos ejecutados de oferta de CSS para el periodo 2014-2017, requerira un
redoblado esfuerzo de todas las instituciones pblicas del pas, no solo de
Seteci aunque sobre ella recaigan las mayores responsabilidades. Desde luego, el desafo de la gestin de la CSS ofrecida, no ser posible sin la creacin
de instrumentos financieros que garanticen el fondeo de esas iniciativas. La
constitucin de un fondo para la CSS de Ecuador, aunque pueda tener inicialmente un carcter modesto, emitira una seal positiva del compromiso
del gobierno con la cooperacin.
El quinto y ltimo de los desafos, y quizs el ms importante, es el de la
coherencia, es decir, el de construir una cooperacin para el Buen Vivir. En
efecto, en un contexto de crisis material e ideacional de la cooperacin internacional como prctica poltica, como sistema internacional y como modelo a alcanzar, el Buen Vivir tiene el potencial de aportar nuevas interpretaciones, visiones y prcticas, de construir horizontes alternativos para el

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desempeo econmico y poltico de las comunidades en desarrollo, as como para sus marcos de relacin internacional (Benzi, 2013; Unceta, 2013).
Como se destac, el Buen Vivir est presente en los documentos de planificacin y en los discursos oficiales. La propia experiencia de la Seteci lo
confirma en su interpretacin de la cooperacin internacional como una
herramienta de construccin conjunta del Buen Vivir o una forma de vida, una minga constante que invita a la generosidad (Rosero, 2013: 13),
o aun en su cdigo de tica, cuando se afirma en su filosofa institucional
la integracin del valor de la cooperacin, como un intercambio en equidad y justicia en todas nuestras relaciones. Pero, de manera destacada, en
su Manual de induccin y procedimientos internos, donde se define su misin como entidad rectora de la poltica pblica de cooperacin, innovadora, transformadora, creativa, generadora de polticas y modelos de gestin, referente de buenas prcticas a nivel nacional, regional e internacional
y coherente con la filosofa del buen vivir.
Sin embargo, la crtica existente sobre la ausencia de aplicacin prctica
y las contradicciones entre la poltica gubernamental y su retrica del Buen
Vivir, tambin estn presentes el mbito de la cooperacin internacional.
En efecto, en el catlogo de asistencia tcnica del Ecuador (Seteci, 2013),
resultado destacable de un esfuerzo de identificacin y clasificacin de las
capacidades de las instituciones estatales, no se registran actividades que
se puedan adscribir directamente al modelo del Buen Vivir, sino ms bien
programas de fortalecimiento institucional y de capacitacin tcnica, afines a
los criterios occidentales de eficacia. La mayora de las actividades propuestas
consiste en el intercambio de informaciones, tcnicas y conocimientos con los
potenciales socios en desarrollo del Ecuador, pero pocos de ellos destacan la
matriz cultural propia de lo que se entiende por Buen Vivir.
No obstante, y a la luz de lo dicho anteriormente, pedir la aplicacin
prctica inmediata a la cooperacin del Ecuador sera una crtica parcial y
superficial, que desconoce el objetivo de fortalecer el Buen Vivir como cambio cultural profundo y de largo alcance que debera permear todos los niveles de la sociedad y a las instituciones del Ecuador y, como consecuencia
lgica, en sus prcticas de cooperacin internacional con otros pases (lvarez, 2014).
En tal proceso hay que contemplar la existencia de relaciones de poder y
de disputas entre distintas fuerzas sociales e instituciones pblicas sobre su
formulacin y evolucin, impidiendo que el Buen Vivir gue todas las acciones de los distintos agentes que vehiculan su cooperacin internacional (Gudynas, 2014: 42). Se trata de un cambio de paradigma que podr aportar

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modificaciones paulatinas en las mentalidades y en las prcticas de todos


los actores e individuos que componen la sociedad ecuatoriana.
Debemos tambin cuestionarnos, no como coartada sino como toma
de conciencia de las propias limitaciones, si es posible pedir coherencia y
uniformidad en la elaboracin e implementacin de un paradigma que es
plural en su definicin, en el contexto de una sociedad que sigue siendo vctima de los estragos de la colonizacin material e ideacional (Hidalgo-Capitn y Cubillo-Guevara, 2014). No podemos pretender la sustitucin repentina y definitiva de todo lo que implica el paradigma de la modernidad por
parte de las culturas del Buen Vivir, sino que debemos entender que ambos
conviven, como todas las contradicciones existentes en el pas.
En estos trminos, un programa de cooperacin que propicie la profundizacin y socializacin de los principios que constituyen el paradigma del Buen
Vivir, reconocido como contradictorio y en evolucin, sera un desafo para
las estructuras cognoscitivas domsticas e internacionales. Se tratara de un
ejemplo novedoso del Ecuador para el sistema internacional de cooperacin,
vehiculado por la transmisin en el extranjero de nuevas y alternativas tcnicas sociales, polticas, econmicas y culturales, que tambin pueden ser interesantes para otros nortes y sures en plena crisis econmica, poltica y cultural.
Con relacin a ello, tambin resultara interesante que el Gobierno, y
Seteci en particular, dedicaran mayores esfuerzos en la conceptualizacin
y orientacin estratgica de su CSS, no solamente en funcin del actual faro orientador del programa de Gobierno (el cambio de la matriz productiva), sino tambin de la mayor congruencia con los objetivos ms generales
del Buen Vivir.
Al respecto, una interesante pregunta es si el Ecuador quiere actuar en
la senda del paradigma de la CSS, tal como ha sido conceptualizada en la
prctica poltica de otros pases en desarrollo y emergentes, o si desea marcar la diferencia con una CSS para el Buen Vivir, destacando su relevancia
para el cambio en el modelo de interrelacin internacional, es decir, para la
transmisin de conocimientos, de tcnicas y de modos de pensar alternativos, persiguiendo el objetivo del cambio civilizatorio. En tal caso, se tratara
de un ejemplo de coherencia con el compromiso ecuatoriano para desafiar
y modificar las jerarquas materiales, y tambin ideacionales y culturales, del
orden internacional.
En definitiva, el Buen Vivir puede encontrar en la CSS una va frtil para descolonizar el poder y el desarrollo, para forjar una agenda de emancipacin dirigida a la generacin de solidaridad pblica internacional y a
la superacin de la lgica Norte Sur (Gudynas y Acosta, 2011: 79; Arellano, 2013; Fernndez, 2013).

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8. Lista de siglas
AOD Ayuda Oficial al Desarrollo
Brics Brasil, Rusia, India, China, Sudfrica
CNS Cooperacin Norte-Sur
CID Cooperacin Internacional para el Desarrollo
CINR Cooperacin Internacional No Reembolsable
CSS Cooperacin Sur-Sur
GAD Gobiernos autnomos descentralizados
MREMH Ministerio de Relaciones Exteriores y Movilidad Humana
OCDE Organizacin para la Cooperacin y el Desarrollo Econmico
ONG Organizacin no gubernamental
PNBV Plan Nacional del Buen Vivir
Senplades Secretara Nacional de Planificacin para el Desarrollo
Seteci Secretara Tcnica de Cooperacin Internacional
SICD Sistema Internacional de Cooperacin para el Desarrollo

Comunicacin poltica en Ecuador:


nuevos horizontes para el ciudadano
Palmira Chavero Ramrez

Resumen
La influencia de los medios de comunicacin en el ciudadano y en la vida poltica ha sido uno de los temas que mayor inters ha causado desde el nacimiento de los medios de comunicacin de masas. Con ello surgieron lneas
de investigacin que se mantienen en la actualidad y que intentan explicar la
relacin existente entre los medios de comunicacin, el ciudadano y los poderes, con distinto xito en funcin de los pases pero que, en general, han
puesto de manifiesto la debilidad del ciudadano frente a los medios y los actores polticos. En este artculo se realiza un anlisis del nuevo marco legislativo en comunicacin de Ecuador, en el que se sita al ciudadano en primer
plano a fin de que este recupere un rol activo. En este sentido, se exponen algunas herramientas con las que cuenta la sociedad ecuatoriana para contribuir al proceso de democratizacin de la comunicacin en el pas y en la regin, sin entrar en el anlisis de su aplicacin prctica.

1. Introduccin
En el marco de las Ciencias Sociales, el estudio de los medios de comunicacin
ha sido uno de los temas que ha despertado mayor inters, en especial en lo
relativo a su relacin con el poder y en torno a los efectos que su consumo
tiene sobre los ciudadanos. Tradicionalmente, las investigaciones que han
abordado esta temtica han tenido origen en Estados Unidos y, en las ltimas
dcadas, en Europa. Sin embargo, esta trayectoria cientfica est apenas
llegando a otras zonas del planeta, como es el caso de la regin andina. En
el caso de Ecuador, la literatura acadmica sobre el estudio de los medios de
comunicacin es an escasa, por cuanto la tradicin investigativa tiene poco
107

108

Palmira Chavero Ramrez

recorrido, en especial en lo relativo a las Ciencias Sociales. Esto hace que se


dispongan de pocos datos sobre el contexto comunicativo ecuatoriano y,
en consecuencia, situar al pas en los esquemas internacionales que viene
utilizando la investigacin tradicional en comunicacin resulta una tarea
complicada.
En Ecuador, el Gobierno de Rafael Correa (Alianza Pas) aprob en junio de 2013 la Ley Orgnica de Comunicacin con la democratizacin de
la comunicacin como uno de los objetivos principales y la ubicacin del
ciudadano en primer plano como uno de los aspectos destacados. Esta situacin supone un giro en el campo de la comunicacin, por cuanto tradicionalmente el ciudadano ha jugado un rol relativamente pasivo en el proceso de comunicacin y con la nueva normativa ecuatoriana se le estara
impulsando hacia un papel protagonista.
Partiendo de esta nueva normativa ecuatoriana, as como de otras herramientas legislativas y sociales de que se disponen en el pas, este artculo
realiza una aproximacin a la participacin del ciudadano en la comunicacin en Ecuador, a fin de comprobar si su inclusin impulsada por el Estado puede contribuir a modificar el papel tradicional del ciudadano en la
comunicacin y los modelos de relacin entre los actores pblicos (poder
poltico, medios de comunicacin y ciudadanos).
La juventud de la nueva normativa es otro de los handicaps con los que
cuenta la investigacin en comunicacin en Ecuador, ya que es en este perodo cuando se comienzan a dar los cambios sociales y profesionales motivados por la nueva legislacin. Por tanto, en este artculo se realiza una
aproximacin a los textos y herramientas legislativas, dejando para trabajos posteriores el anlisis exhaustivo de cada uno de los actores presentes
en el proceso de comunicacin poltica. Por otro lado, y a tenor de la escasez de datos previos para el caso de Ecuador, se acudir tambin a literatura acadmica y casos de estudio de otros pases con caractersticas similares a Ecuador.

2. Un breve repaso al estudio de la Comunicacin


La labor poltica ha estado asociada tradicionalmente a actividades de comunicacin y, de la misma manera, la comunicacin ha estado estrechamente relacionada con el ejercicio poltico. La cercana entre la comunicacin y la
poltica ha llevado a menudo a considerar que no es posible la existencia de
la una sin la otra. En realidad, ambas se han ejercido desde la Antigedad y
la relacin entre ellas se ha ido consolidando y profesionalizando a lo largo

Comunicacin poltica en Ecuador: nuevos horizontes para el ciudadano 109

del tiempo, a tal punto que hoy en da aceptamos la premisa segn la cual no
puede haber poltica sin comunicacin, pero no toda comunicacin es poltica. Sin embargo, y a pesar de la cercana entre las dos disciplinas, solo podemos hablar de Comunicacin Poltica a partir del surgimiento de los medios
de comunicacin de masas, en especial tras la llegada y expansin de la televisin, hace apenas un siglo.
A partir de ese momento, el inters por estudiar los medios de comunicacin comienza una senda creciente que se mantiene an en la actualidad.
Los estudios de comunicacin se centran en torno a distintas reas: los contenidos de los medios, su consumo y los efectos producidos por la exposicin de los ciudadanos a los medios de comunicacin.
La inversin en investigacin en comunicacin ha estado mayoritariamente dominada por Estados Unidos por distintos motivos. Por un lado,
una parte importante del siglo xx transcurri con Europa sumida en una
profunda crisis, motivada por las dos guerras mundiales, en tanto que los
pases de Amrica Latina luchaban por alcanzar o consolidar la democracia.
Por su parte, Estados Unidos contaba con una economa floreciente, lo que
le permita dedicar importantes partidas financieras a la investigacin, que
se orientaba al estudio de tres lneas: la eleccin de los contenidos mediticos, la utilizacin de contenidos por parte del ciudadano y los efectos del
consumo de los medios sobre el conocimiento, las actitudes y el comportamiento poltico de los ciudadanos.
Los estudios ms relevantes de esta poca originaron la aparicin de las
principales teoras en el campo de la comunicacin, tal y como resume la tabla posterior. Despus de una primera etapa en la que predominaba la idea
conductista de una influencia directa de los medios a los ciudadanos (coincidente con la poca dorada de la publicidad y la propaganda), la creacin
en Estados Unidos de la Escuela de Chicago, con su carcter pragmtico y
el inters por el conocimiento cientfico, es fundamental para el nacimiento
de la denominada Communication Research.

110

Palmira Chavero Ramrez

Tabla 1
Principales etapas en el estudio de la comunicacin
1. etapa

2. etapa

3. etapa

Perodo

1920-1940

1940-1960

1960-...

Marco terico
socioeconmico

Posguerra
europea.
Propaganda
de rgimenes
totalitarios.
Conductismo.

Funcionalismo.
Tcnicas de
investigacin
(encuestas,
escalas).
Public Opinion
Quarterly.

Interdisciplinariedad.
Aumento inters
cientfico y
publicaciones.
Cambios en sistema
poltico y meditico.

Ideas
fundamentales

Poder
incuestionable
de los medios.
Efectos directos e
inmediatos.
R
E

Efectos limitados.
Los medios
refuerzan.
Poder moderado.
Audencia activa.
Efectos cognitivos.
Redescubrimeinto
del grupo
primario.

Aguja
Teoras principales hipodrmica.
Bala.

Refuerzo.
Exposicin
selectiva.

Modelos de difusin.
Knowledge gap. Usos
y gratificaciones.
Espiral del
silencio. Agenda
setting. Framing.
Tematizacin.

Autores

Katz. Lazarsfeld.
Berelson. Gaudet.

Katz. NolleNeumann.
Tichenor, Donohue.
McCombs.

Laswell

Fuente: Elaboracin propia.

2.1. Hacia una definicin


Aunque el crecimiento ha sido notable desde sus orgenes, la Comunicacin
Poltica es una disciplina muy joven, que apenas ha dado sus primeros pasos
en algunos pases de Europa y Amrica Latina y es an incipiente en pases
como Ecuador, juventud esta que alcanza a su propia conceptualizacin. Incluso despus de la consolidacin de los estudios en Comunicacin, segua
existiendo una indefinicin en torno a la Comunicacin Poltica, pues se trata de una disciplina acadmica a caballo entre la Comunicacin y la Ciencia

Comunicacin poltica en Ecuador: nuevos horizontes para el ciudadano 111

Poltica que bebe adems de otras asignaturas cientficas (Historia, Sociologa, Economa, Psicologa o Lingstica).
Son muchos los autores que han abordado el recorrido histrico de la
materia, pero fueron Dan Nimmo y Keith Sanders quienes, en su ya clsico Handbook of Political Communication, realizan un completo estado del arte de las investigaciones de las dcadas previas. El primer intento por definir
la Comunicacin Poltica propona que esta se produce all donde la comunicacin influye en la poltica; sin embargo, pronto esta propuesta se revel insuficiente. Algunas definiciones surgidas con posterioridad se refieren
a la Comunicacin Poltica como el intercambio de signos entre personas
fsicas o sociales con el que se articula la toma de decisiones polticas y su
influencia en la comunidad (Canel, 1999: 23ss); en esta definicin, Canel
aborda algunos de los elementos principales de toda comunicacin y su influencia con la vida pblica, pero quedan fuera de ella otros elementos no
menos importantes, as como la posibilidad de que la influencia se produzca en sentido contrario y la complejidad de las relaciones que se establecen
entre los sujetos de la comunicacin y los actores polticos. Mazzoleni aborda este ltimo punto e incorpora al ciudadano entendido como elector y
propone una definicin de Comunicacin Poltica como el intercambio de
contenidos que se produce entre el sistema meditico, poltico y el ciudadano-elector (Mazzoleni, 2010: 36).
En general, los autores que se han lanzado a la tarea de proponer una
conceptualizacin de Comunicacin Poltica reconocen que el fenmeno es
ms complejo que la definicin que proponen y es habitual que en estas acabe primando una de las dos reas, la comunicacin o la poltica, en funcin
de la formacin o rea de investigacin del propio autor que la realiza. Podemos conceptualizar la Comunicacin Poltica como el campo de interaccin entre el sistema poltico, el meditico y el ciudadano, puestos en relacin a travs de un complejo proceso de interaccin lo que conlleva unos
momentos de negociacin, otros de conflicto y otros de acercamiento en
continuo cambio y en el que no desempean papeles equiparables (Chavero, 2012: 15).
La comunicacin poltica mucho ms amplia y compleja que la informacin poltica, campos que no deben confundirse incluye las relaciones
que se establecen entre los actores que participan de ella: sistema meditico, sistema poltico y ciudadana. En este proceso comunicativo y de toma
de decisiones polticas, el ciudadano queda cada vez ms relegado, en tanto que medios y polticos parecen empujarlo al papel de mero espectador, lo
que se convierte en el origen de una creciente desafeccin ciudadana hacia
la poltica, segn han expuesto algunos autores (Valls, 2010).

112

Palmira Chavero Ramrez

En este proceso de interrelacin, la comunicacin poltica se presenta


como un modelo de negociacin constante entre los medios y los actores
polticos (lo que supone momentos de entendimiento y otros de enfrentamiento), en el que los medios en ocasiones intentan influir en la toma de decisiones polticas y los ciudadanos rara vez forman parte de ellas.

3. Los medios de comunicacin en democracia


Tal y como hemos visto, el estudio de los medios de comunicacin ha tenido una importancia creciente, en especial en la medida en que se propone
su influencia en la arena poltica: cognitiva, en el comportamiento poltico o
en la manera de relacionarse los distintos actores. Tan es as que algunos autores propusieron la tesis de una democracia centrada en los medios, con
la que se defiende que a medida que los medios de comunicacin de masas se sitan en el centro de la vida social y poltica, estn cambiando las formas tradicionales de periodismo y sus vnculos con el gobierno y la poltica.
El gobierno y la poltica se ven entrelazados con la utilizacin eficaz de los
medios de comunicacin a causa de la enorme capacidad de stos para formar la opinin pblica (Swanson, 1995). Esta centralidad de los medios de
comunicacin ha generado cambios en distintos planos. Por un lado, en el
proceso de seleccin de los actores polticos: los lderes con habilidades comunicativas, manejo de las reglas del juego meditico y un discurso poltico
fcilmente asimilable por los medios1 tendrn ms xito en su acercamiento
al ciudadano. Por otro lado, en la forma de gobierno: el ejercicio poltico es
ahora mucho ms visible para los ciudadanos gracias al seguimiento que de
su actividad realizan los medios de comunicacin; sin embargo, esta visibilidad ser siempre a travs de los medios, es decir, la informacin ha de pasar
por el filtro de los medios de comunicacin para llegar al ciudadano. Tal y
como advirti Rospir, el mundo poltico construido por los medios est cada vez ms presente (Rospir, en Monzn, 1996: 303). Todo ello convierte a
los medios en un interesante objeto de estudio para los cientficos sociales,
y a la Comunicacin Poltica en una disciplina cientfica clave para entender
las dinmicas polticas de un pas.
Es claro el fortalecimiento de los medios de comunicacin y su paso a
una posicin central en la democracia y clave a la hora de configurar la opinin pblica (Bouza, 2004; Gonzlez, 2008). La literatura acadmica arroja
1 Ser tanto ms fcil de asimilar cuanto ms se acerque a los factores de noticiabilidad: temtica, sorpresa, negatividad, personalizacin, espectacularizacin, proximidad geogrfica (Bouza, 2007; Schulz, citado por Donsbach en Muoz-Alonso y Rospir, 1995; Chavero, 2012).

Comunicacin poltica en Ecuador: nuevos horizontes para el ciudadano 113

amplia evidencia emprica que apoya la tesis de la influencia de los medios


de comunicacin en el ciudadano y el debate en torno a los posibles efectos
de los medios de comunicacin es asimismo sumamente rico. Esta situacin
parece dejar al ciudadano relegado a un segundo plano, en el que los actores mediticos y polticos acaban por imponer su criterio; ya en 1963, Bernard Cohen adverta que los medios informativos a lo mejor no tienen xito a la hora de decirle a la gente qu es lo que tiene que pensar, pero s que
lo tienen, y mucho, a la hora de decirle a sus audiencias sobre qu tienen
que pensar (citado en McCombs, 2004: 26). El ciudadano pierde, por tanto, poder frente a los medios de comunicacin.

4. Las agendas de la esfera pblica


Una de las teoras ms utilizadas (y consolidadas) a la hora de estudiar los
efectos de los medios de comunicacin sobre la audiencia es la de Agenda setting, formulada por Maxwell McCombs y Donald Shaw en 1972 y replicada
en numerosas ocasiones y diversos pases. En su formulacin, McCombs y
Shaw establecen que se produce la transferencia de la relevancia de un tema
de la agenda meditica (issue) a la agenda ciudadana. Los propios autores y
otros investigadores completan posteriormente la teora y formulan nuevas
lneas de trabajo, como las de framing o encuadre (Goffman, Entman; Gitlin;
Snow y Benford; Tankard) o priming (Entman; Iyengar) y otras. En este sentido, una de las propuestas ms aceptadas es la que formula Entman al definir el framing como el proceso de seleccionar algunos aspectos de una realidad que se percibe y darles ms relevancia en un texto comunicativo, de
manera que se promueva una definicin del problema determinado, una interpretacin causal, una evaluacin moral y/o una recomendacin de tratamiento para el asunto descrito (Entman, 2004: 5).
Partiremos del concepto de agenda como un conjunto de temas de relevancia en torno a los cuales se puede generar un debate. La configuracin de
cada una de las agendas (meditica, poltica, pblica, personal) depende de
diversos factores endgenos y exgenos y la relacin entre ellas es, de igual
manera, diversa y variada. El siguiente grfico ilustra esta relacin:

114

Palmira Chavero Ramrez

Grfico 1
Relacin entre las distintas agendas de la esfera pblica

Agenda
poltica

Agenda
pblica

Agenda
meditica

VOTO

Agenda
personal

Fuente: Bouza y Gonzlez (2009).

Tal y como muestra el grfico, el peso de la agenda de los medios de comunicacin es muy fuerte sobre la agenda pblica (conjunto de temas que
afectan al pas por los que el ciudadano siente ms preocupacin); al mismo tiempo, esta ejerce influencia sobre la agenda personal (conjunto de temas que al ciudadano, como tal, le preocupan) y, por otra parte, la agenda
meditica y la poltica (conjunto de temas prioritarios para los actores polticos) se influyen de manera mutua. Con este entramado de influencias (cada una de las agendas est formada a partir de la confluencia de factores de
diversa ndole e importancia), los ciudadanos van generndose una opinin
y posicionamiento sobre su entorno y los temas de inters, crean mapas
de la realidad (McCombs, 2004) que le sirven de orientacin a la hora de
tomar decisiones, entre ellas el voto.
Este poder de influencia de los medios de comunicacin no impide,
sin embargo, que el ciudadano siga manteniendo cierto margen de autonoma. En primer lugar, tiene la capacidad de decidir si exponerse o no (y
en qu medida) a los medios de comunicacin y de hacer suya o no la propuesta meditica, en funcin de la similitud y coherencia con su propia experiencia (Gonzlez, 2008). Es decir, la audiencia tiene autonoma para decidir qu issues toma de la agenda que le proponen los medios y cules no;
sin embargo, esta autonoma ciudadana es solo relativa, pues su capacidad
de decidir va en funcin de lo que los medios previamente han seleccionado

Comunicacin poltica en Ecuador: nuevos horizontes para el ciudadano 115

como importante. En el caso de que la audiencia tome efectivamente una


parte (o, en pocas ocasiones, la totalidad) de la agenda que proponen los
medios, tiene todava la capacidad de modificar esa propuesta y adaptarla
en funcin de su propia experiencia y su entorno ms cercano.
Empero, el ciudadano tiene dificultades a la hora de incorporar un tema a la agenda de los medios de comunicacin, que siguen siendo el filtro
principal en la esfera pblica. Esta complejidad no significa que sea imposible de alcanzar, pues en ocasiones las preocupaciones ciudadanas logran
hacerse hueco entre los temas mediticos, si bien el peso que adquieren sigue siendo relativo. Un ejemplo de esta irrupcin en la agenda meditica lo
encontramos en el caso de los desahucios en el contexto de la crisis espaola. Algunos estudios han puesto de manifiesto cmo la presin social, en
confluencia con factores de noticiabilidad y la intervencin de otros actores
puede llevar a que los medios de comunicacin presten atencin a un tema
hasta entonces relegado al ostracismo (Chavero, 2014).

5. La intervencin del ciudadano en el proceso de comunicacin


La posicin central que ocupan los medios le permite, por tanto, ejercer
sobre el ciudadano un grado de influencia notable y, tras unas dinmicas
mediticas complejas, el ciudadano puede pasar a un segundo plano en el
proceso de comunicacin. Adems de esta situacin natural, existe otro
elemento que influye directamente en esta interaccin y que puede determinar el rol ciudadano en este proceso: el marco normativo vigente. En los
prximos apartados se analizan distintas dimensiones del texto legislativo
en el que se desarrollan las dinmicas comunicativas y sociales de Ecuador, despus de una somera explicacin del distanciamiento existente entre
los ciudadanos ecuatorianos y los medios de comunicacin convencionales.
5.1. Las redes sociales
El alejamiento entre la sociedad civil y los medios de comunicacin es parte
de una tendencia global, observada en distintos pases en los ltimos aos
y que entra dentro del incremento de la desconfianza ciudadana a una gran
parte de las instituciones. En lo que a comunicacin se refiere, uno de los
aspectos que podra estar influyendo en los niveles de alejamiento y desconfianza entre los ciudadanos y los medios de comunicacin puede ser la posicin central y poder en la que se sitan los medios de comunicacin y el
desplazamiento del ciudadano referido en los apartados anteriores. Para el

116

Palmira Chavero Ramrez

caso de Ecuador, la siguiente tabla indica los niveles de confianza ciudadana en los medios de comunicacin.

Tabla 2
Confianza de los ciudadanos ecuatorianos en los medios de comunicacin
(datos expresados en porcentaje, 2011)
Prensa (%)
Mucha

Televisin (%)

Radio (%)

6,8

8,5

6,7

Algo

38,2

41,4

38,8

Poca

38,2

35,3

38,5

Ninguna

16,2

14,3

15,5

0,6

0,4

0,6

No sabe/No contesta

Fuente: Estudio Latinobarmetro, Ecuador 2011 (N=1.200).

Tal y como podemos comprobar, ms de la mitad de la poblacin ecuatoriana tiene poca o ninguna confianza en los medios de comunicacin convencionales. Esta desconfianza lleva a la sociedad a buscar otras vas de
informacin y comunicacin, bsqueda facilitada en la actualidad por el
desarrollo tecnolgico y aparicin de nuevas herramientas, como las llamadas Nuevas Tecnologas de la Informacin y Comunicacin y las distintas redes sociales. As lo han demostrado estudios realizados en los ltimos aos
para el caso espaol2 con los atentados del 11M, el movimiento 15M3 y las
huelgas generales. A tenor de los resultados arrojados por estos estudios,
los actores sociales y polticos que menor visibilidad tienen en los medios de
comunicacin convencionales son los que ms uso realizan de las redes sociales (especialmente Twitter) y los ciudadanos buscan en Internet y en las
redes sociales la informacin que no encuentran en los medios convencionales (Sampedro, 2011; Chavero, 2013).
En el caso de Ecuador, algunos estudios han demostrado una tendencia similar. Durante el intento de golpe de Estado producido el 30 de septiembre de 2010 (30S), ante el escaso uso que los medios de comunicacin
2 A lo largo del artculo se incluyen algunos casos de estudio del contexto espaol; con ello
se pretende aportar datos empricos de un sistema meditico (pluralismo polarizado, como
veremos en el siguiente apartado) similar al ecuatoriano y que ayudan a entender el comportamiento de este tipo de sistemas mediticos.
3 Movimiento social que nace en las principales ciudades de Espaa el 15 de mayo de 2011,
en precampaa electoral, que rechaza a la clase poltica dirigente y el establishment social y
meditico.

Comunicacin poltica en Ecuador: nuevos horizontes para el ciudadano 117

hicieron de las redes y la no cobertura de los sucesos por parte de los medios de comunicacin privados, fueron los propios ciudadanos los que hicieron uso de estas herramientas y las redes sociales, en especial twitter,
surgi como un canal de informacin de primera mano, con personas retransmitiendo desde el lugar de los hechos (Coronel, 2011), hasta el punto de convertirse en el nico medio de difusin en lnea en el cual se podra
encontrar otro tipo de informacin (Ibd.), una vez declarado el estado de
Excepcin a travs de la propia herramienta Twitter. Para entender la importancia de estos datos es conveniente tener en cuenta el incremento del
uso de Internet y las herramientas tecnolgicas en Ecuador. Siguiendo los
datos del Instituto Nacional de Estadstica y Censos (2013), el 28,3% de los
hogares tiene acceso a Internet, mientras que su uso asciende al 40,4%; de
todos ellos, el 6,8% de la poblacin ecuatoriana dice utilizar las redes sociales, cifra que viene experimentando una tendencia al alza en los ltimos aos.
En todo caso, conviene asimismo advertir que el uso que se hace de las
redes sociales es, por lo general, ms de entretenimiento que informativo.
De hecho, existe todo un debate sobre si estas herramientas constituyen o
no un medio de comunicacin en s; no en vano, Twitter es denominado microblogging. De lo que no cabe duda es de que su llegada ha venido a modificar las pautas de la comunicacin convencional, debido a sus caractersticas propias (inmediatez, retroalimentacin, acceso, etc.) y que enriquecen
los argumentos de la visin optimista, segn la cual las nuevas herramientas tecnolgicas contribuyen a la democratizacin de la comunicacin, por
cuanto suponen una mayor participacin e implicacin de los ciudadanos
(Castells, 2009).
5.2. Los medios de comunicacin comunitarios
Una de las crticas tradicionales a los medios de comunicacin es el excesivo peso de los intereses econmicos y/o polticos, fruto de la composicin
de los sistemas mediticos de cada pas, provocado a su vez por la confluencia de distintos factores econmicos, polticos, sociales y comunicacionales (Hallin y Mancini, 2004). Atendiendo a la propuesta de tipos ideales que
realizan estos autores, Ecuador comparte caractersticas con el sistema que
ellos mismos denominan pluralismo polarizado, con particularidades definitorias como:
a. Desarrollo tardo de la industria de la prensa.
b. Intervencin del Estado, que puede darse de forma directa (propietario) o indirecta (reparto de frecuencias).
c. Dbil autonoma y profesionalizacin de los periodistas.

118

Palmira Chavero Ramrez

d. Fuerte relacin entre los actores mediticos y los polticos (paralelismo


poltico).
Sin embargo, conviene advertir que la propuesta que realizan estos autores est basada en el anlisis de los pases europeos y norteamericanos,
con una realidad poltica y social muy distinta a la que nos encontramos en
Amrica Latina. Por tanto, si bien es cierto que Ecuador se acerca al modelo de pluralismo polarizado, la propia idiosincrasia latinoamericana sugiere tomar este modelo solo como referencia y analizar en profundidad cada
una de las caractersticas del contexto del Ecuador.
En modelos de pluralismo polarizado, el resultado de la importancia
de este tipo de intereses (polticos, econmicos) suele ser el abandono por
parte de los medios de otros temas que afectan directamente al ciudadano
o que este percibe como ms importantes. La complejidad del mapa meditico de un pas sugiere que, en la medida en que los medios sigan siendo fundamentalmente empresas privadas, habr factores econmicos que
amenacen con influir en el contenido meditico. En consecuencia, se hace
necesaria la existencia de otra tipologa de entidades mediticas que site al
ciudadano como prioridad.
En el caso de Ecuador, la Ley Orgnica de Comunicacin (LOC, 2013)
y el Reglamento que la desarrolla (2014) proponen una reestructuracin del
espectro radioelctrico, con la que los medios pblicos pasaran a significar
el 33% del espectro destinado a radio y televisin de seal abierta, los privados el 33% y los medios comunitarios el 34% (art. 106 LOC).
El impulso de los medios comunitarios es una de las herramientas con
las que cuenta el Estado para proteger los derechos de comunicacin de los
ciudadanos, en especial de los grupos de atencin prioritaria y colectivos en
situacin de especial vulnerabilidad. En su artculo 85, la LOC los define como aquellos cuya propiedad, administracin y direccin corresponden a
colectivos u organizaciones sociales sin fines de lucro, a comunas, comunidades, pueblos y nacionalidades, que habran de guiarse por objetivos tales
como la promocin de la diversidad, interculturalidad y plurinacional que
caracteriza a Ecuador. Por tanto, los contenidos de este tipo de medios de
comunicacin son fundamentalmente de naturaleza educativa y cultural.4
Atendiendo a la normativa, es tambin responsabilidad del Estado facilitar las vas de acceso, financiacin y fortalecimiento de los colectivos sociales a este tipo de medio: crdito preferente para la creacin y compra de
4 A diferencia de los medios pblicos (de titularidad pblica, pudiendo constituirse como
empresa pblica), los medios comunitarios son de propiedad, administracin y direccin
social, recayendo las mismas en organizaciones y colectivos sociales sin nimo de lucro.

Comunicacin poltica en Ecuador: nuevos horizontes para el ciudadano 119

equipos, exenciones de impuestos para la importacin de equipos y acceso a la capacitacin para la gestin comunicativa, administrativa y tcnica
(art. 86 LOC).
La citada reestructuracin habr de cumplirse de manera progresiva, a
travs de la asignacin de las frecuencias disponibles y la reversin de frecuencias ilegales o que incumplan la normativa (art. 106 LOC). En la actualidad, los medios comunitarios estn aglutinados en el espectro radioelctrico y su alcance es fundamentalmente local; en este sentido, destaca el
papel de la Coordinadora de Radio Popular Educativa del Ecuador (Corape), nacida en 1990 y conformada por 45 radios a lo largo de 21 provincias del Ecuador.
El proyecto Creacin de Redes de Medios Comunitarios, Pblicos y
Privados Locales espera alcanzar las 54 emisoras de radio comunitaria en
2015, con especial apoyo a nacionalidades afroecuatorianas, montubias y
organizaciones sociales.5
Al igual que sucedi con la propia Ley Orgnica de Comunicacin, la
creacin de medios comunitarios ha generado susceptibilidades en algunos
grupos de atencin prioritaria y colectivos en situacin de especial vulnerabilidad, as como en los propios periodistas, pero no cabe duda de que es
una herramienta ms a su alcance en aras de la democratizacin de la comunicacin, lo que no reduce el reto en la manera de llevarlo a la prctica
de la forma ms justa para toda la sociedad.
5.3. Veeduras y observatorios ciudadanos
Una de las peculiaridades de Amrica Latina y, tambin, de Ecuador en la
institucionalizacin de su organizacin social viene dada por la composicin
de las veeduras y los observatorios ciudadanos, rganos de vigilancia y control social de la gestin pblica.
Las veeduras ciudadanas, tal y como las define el artculo 5 de su reglamento, son
mecanismos de seguimiento, vigilancia, fiscalizacin y control social de la
gestin pblica, de las personas naturales o jurdicas de derecho privado
que manejen fondos pblicos, presten servicios pblicos o desarrollen actividades de inters pblico, con el objetivo de conocer, informarse, monitorear, opinar, presentar observaciones, previo, durante o posterior a su ejecucin, as como exigir rendicin de cuentas y contribuir al mejoramiento
de la administracin de lo pblico.
5 Recuperado de http://www.andes.info.ec/es/noticias/ecuador-tendra-54-radios-comunitarias-hasta-2015.html.

120

Palmira Chavero Ramrez

La conformacin de una veedura ciudadana les permite realizar seguimiento en distintos mbitos de la gestin pblica: programas de salud,
educacin, vivienda, bienestar social y medioambiente; servicios pblicos,
ejecucin de obras, contratos, licitaciones; toma de decisiones administrativas; formulacin y ejecucin de presupuestos y actuacin de servidores pblicos (Comisin de Control Cvico de la Corrupcin, 2003).
En materia de comunicacin, esta normativa permite a los ciudadanos
del Ecuador participar en los procesos comunicativos que se realicen desde
las instancias pblicas, de tal manera que se convierten en una suerte de vigilantes en la aplicacin de la poltica pblica comunicativa, como sucedi
con la creacin de una veedura para el seguimiento de la designacin del superintendente de la Informacin y la Comunicacin en la que participaron
114 veedores vigilantes del proceso.
5.4. Comits de usuarios y observatorios ciudadanos
Adems de las veeduras, la ciudadana tiene otras formas de organizarse
para participar de manera permanente de los procesos pblicos, como son
los comits de usuarios y los observatorios ciudadanos, espacios encargados del seguimiento y control del cumplimiento de las polticas pblicas.
Los objetivos de los observatorios ciudadanos pasan por la promocin
de la participacin social y el dilogo ciudadano; la vigilancia del cumplimiento de las leyes; la formulacin, el fortalecimiento o la reorientacin de
las polticas pblicas; la prevencin de la corrupcin o el fortalecimiento de
las redes ciudadanas.6 Los integrantes de los observatorios han de generar y
compartir la informacin fruto de su actividad de observacin, as como formular propuestas y recomendaciones.
En el campo comunicativo, est en proceso la creacin del Observatorio Ciudadano de Informacin y Comunicacin, que estara potencialmente vinculado a otras entidades acadmicas y sociales especialistas en materia comunicativa.
El artculo 38 de la LOC garantiza la participacin ciudadana en el sistema comunicativo reconociendo su derecho a organizarse libremente en audiencias pblicas, veeduras, asambleas, cabildos populares, consejos consultivos, observatorios u otras formas organizativas, a fin de incidir en la gestin
de los medios de comunicacin y vigilar el pleno cumplimiento de los derechos a la comunicacin por parte de cualquier medio de comunicacin.

6 Recuperado de http://www.cpccs.gob.ec/index.php?mod=Observatorios.

Comunicacin poltica en Ecuador: nuevos horizontes para el ciudadano 121

5.5. Otras herramientas


La participacin ciudadana en el proceso de comunicacin ecuatoriano se
puede llevar a cabo con otras herramientas de distinta ndole. Desde el mbito acadmico se han generado instrumentos como el ndice de Vulneracin de Derechos en los Medios, desarrollado por el Laboratorio de Comunicacin y Derechos7 como una herramienta que permite a los ciudadanos
identificar los contenidos mediticos discriminatorios, en especial los que
afectan a los grupos de atencin prioritaria y colectivos en situacin de especial vulnerabilidad. Con l se pretende contribuir al empoderamiento social en materia de comunicacin a fin de lograr una verdadera democratizacin de la comunicacin en Ecuador, que necesariamente ha de venir con la
participacin ciudadana.
Se trata de un insumo ms para alcanzar algunos de los objetivos del
Plan Nacional del Buen Vivir, el fortalecimiento ciudadano y la construccin
de espacios de encuentro comn y el fortalecimiento de la identidad nacional, las identidades diversas, la plurinacionalidad y la culturalidad (Objetivos n. 4 y n. 5).
En el mbito legal, el artculo 95 de la Constitucin de la Repblica del
Ecuador reconoce el derecho a la participacin ciudadana en la toma de decisiones, planificacin y gestin de los asuntos pblicos (La participacin
se orientar por los principios de igualdad, autonoma, deliberacin pblica, respeto a la diferencia, control popular, solidaridad e interculturalidad).
La Ley Orgnica de Participacin Ciudadana, en su artculo 4, inciso 8,
reconoce el
derecho a participar por igual en los asuntos pblicos, sin discriminacin alguna fundamentada en la etnia, lugar de nacimiento, edad, sexo, identidad
de gnero, religin, ideologa, filiacin poltica, pasado judicial, condicin
socioeconmica, condicin migratoria, orientacin sexual, estado de salud,
portar VIH, discapacidad, diferencia fsica ni por cualquier otra distincin
personal o colectiva, temporal o permanente o de cualquier otra ndole.

Desde la poltica pblica en comunicacin hasta las normas especficas


de participacin ciudadana, todas ellas configuran un marco legislativo beneficioso para el ciudadano y reflejan el respaldo estatal a una perspectiva
en la que el ciudadano vuelva a ser el centro de las dinmicas comunicativas.
7 El Laboratorio de Comunicacin y Derechos se constituy en 2013 entre personal del Instituto de Altos Estudios Nacionales (universidad de posgrado del Estado), el Consejo de
Participacin Ciudadana y Control Social y la Defensora del Pueblo de Ecuador.

122

Palmira Chavero Ramrez

6. A modo de conclusin
A lo largo de estas pginas hemos realizado un somero recorrido sobre la
historia de la Comunicacin Poltica, explicando con ello el papel de cada
uno de los actores que forman parte de ella y haciendo especial hincapi en
el que desempea el ciudadano y la sociedad civil. Desde esta perspectiva
ciudadana, hemos comprobado cmo los grandes medios de comunicacin
convencionales han ido dejando relegado a un segundo plano al ciudadanoaudiencia, lo que ha contribuido a un posicionamiento privilegiado de los
medios de comunicacin y, en consecuencia, a un debilitamiento de la audiencia, si bien esta sigue conservando cierto margen de autonoma.
El desplazamiento del ciudadano ha conllevado un alejamiento de ste
con respecto a los medios de comunicacin y una bsqueda de nuevas herramientas con las que participar del proceso de comunicacin, como puedan
ser las redes sociales. En pases como Ecuador, esta bsqueda de nuevas herramientas viene acompaada de otros mecanismos legales, institucionales y
acadmicos que facilitan la recuperacin de la voz social en la esfera pblica. Con ello se puede observar el inters del Estado en la proteccin ciudadana, pero esto ha de venir necesariamente acompaado de un incremento de
la concienciacin social y empoderamiento ciudadano, pues solo con la participacin activa de todos los actores implicados en la comunicacin poltica
conseguiremos hablar de una verdadera democratizacin de la comunicacin.
En estas pginas hemos analizado, para el caso de Ecuador, algunas herramientas legislativas impulsadas por la administracin pblica para fomentar la participacin ciudadana en el proceso comunicativo y, ms aun, convertirse en una suerte de vigilantes de la poltica pblica. El anlisis de las
herramientas que el Estado pone a disposicin del ciudadano permite conocer la importancia y el papel que desempea cada uno de los actores que
intervienen en el proceso de Comunicacin Poltica. Este anlisis del marco
normativo ecuatoriano, si bien es necesario, no es suficiente para entender la
complejidad de la realidad del Ecuador y, ms aun, la manera en que los distintos actores estn respondiendo a los nuevos cambios legislativos; en trabajos posteriores profundizaremos en la forma en que grupos de atencin prioritaria, profesionales de la comunicacin y actores polticos se desenvuelven en
el tablero legal y los cambios que en l se estn impulsando.

Comunicacin poltica en Ecuador: nuevos horizontes para el ciudadano 123

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Las culturas periodsticas intermedias:


el ejemplo de Amrica Latina
Martn Oller Alonso

Resumen
La realidad meditica en la actualidad est llevando a los periodistas y a los
investigadores a una redefinicin constante y dinmica del concepto de profesionalismo a nivel particular y del periodismo a nivel global. Las culturas
periodsticas que difieren del estndar occidental culturas periodsticas intermedias comienzan a ser estudiadas bajo un paradigma local, basado en
la contextualizacin del campo social meditico de la regin o el pas analizado. Este nuevo arquetipo investigativo ha propiciado que se estudie a los
periodistas dentro de su contexto nivel individual, nivel de institucin y nivel de sistemas. Este anlisis terico muestra cmo la cultura periodstica
de Amrica Latina, an hoy, sigue impregnada de connotaciones colonialistas e imperialistas que constituyen y definen sus sistemas mediticos y sus
valores comunicacionales. Sin embargo, tambin puede observase cmo en
la actualidad se est produciendo un cambio cualitativo y cuantitativo respecto a la poltica comunicativa que se lleva a cabo en esta regin. Por lo
que puede afirmarse que la denominada cultura periodstica intermedia latinoamericana se define en base a su carcter multicultural y multitnico y
a partir de sus propias particularidades e idiosincrasia.

1. Introduccin
Amrica Latina est definida por su diversidad y multiculturalidad, incluso
ms all de las fronteras geopolticas que conforman cada uno de los pases
de esta regin. El subcontinente americano, an hoy, sigue caracterizndose por la conjuncin de un grupo de regiones definidas a partir de sus propias naturalezas e idiosincrasias. Causa por la cual resulta, desde el punto
de vista investigativo, una regin difcil de analizar y conjugar a nivel terico/
127

128

Martn Oller Alonso

prctico. Desde que el periodismo comenzara a estudiarse all por la dcada de los treinta del siglo xx, han ido apareciendo infinidad de estudios que
han intentado descifrar los parmetros que definen esta profesin. Sin embargo, en Amrica Latina no se produjo un verdadero impulso investigador
enfocado en el rea del periodismo y de la comunicacin hasta las ltimas
tres dcadas del siglo xx; adems, en un principio, estos estudios se realizaron de forma descontextualizada, aislando el sujeto de anlisis en cuestin.
Como afirma Mellado (2009: 10), Los tpicos de investigacin han estado
ms orientados hacia el receptor, el medio o el mensaje por s mismos, y no
hacia el emisor como sujeto influenciado y condicionado por una realidad
contextual, laboral y profesional.
La necesidad de conocer el contexto que rodea al periodista y a los
medios de comunicacin de una regin ha provocado que en los ltimos
aos se plantee la necesidad de llevar a cabo estudios contextualizados de
las culturas periodsticas de las distintas regiones del mundo. Este es el caso
de Amrica Latina, que bajo el paradigma de cultura periodstica intermedia, es estudiada en base a caractersticas propias locales aspectos sociales, polticos, ideolgicos, tecnolgicos, histricos, tnicos y econmicos a
nivel global, nacional y regional, y globales influencias procedentes de la
cultura periodstica occidental, impregnadas de connotaciones mercantiles,
estandarizadoras, colonialistas e imperialistas.

2. El concepto de cultura periodstica


Desde un punto de vista epistemolgico, la cultura es un sistema de desarrollo, transformacin, cambio social y autoconstruccin a travs de la informacin y el conocimiento como experiencia acumulada sobre el entorno (Sierra, 2000). Donde la comunicacin, desde el punto de vista cultural,
parte de unas relaciones sociales como componentes centrales de la prctica social, donde la redefinicin de la cultura es clave para la comprensin
de su naturaleza comunicativa (Martn-Barbero, 2001: 228).
Las funciones que Park (1938) otorga a la comunicacin en el proceso
cultural son cuatro: 1) la comunicacin crea, o al menos hace posible, ese
consenso y comprensin entre los individuos que componen el grupo social
que finalmente les proporciona el carcter no solo de sociedad, sino de unidad cultural; 2) la comunicacin establece el entramado de costumbres y
expectativas mutuas que une a entidades sociales tan diversas como la familia, el sindicato o los regateadores de un mercado; 3) la comunicacin mantiene el concierto necesario que permite el funcionamiento de la sociedad; y
4) el grupo familiar, la organizacin laboral y el resto de las formas de sociedad, excepto las ms pasajeras, tienen una historia y una tradicin. Gracias

Las culturas periodsticas intermedias: el ejemplo de Amrica Latina

129

a la comunicacin se transmite esa tradicin. De esta forma se asegura la


continuidad de las empresas comunes y de las instituciones sociales da tras
da y de una generacin a otra (Berganza, 1999: 68).
El concepto de cultura periodstica plantea un innumerable nmero de
posibilidades conceptuales ya que, segn Thompson (1993: 291-292), se basa en la llamada mediatizacin de la cultura moderna, donde la experiencia
cultural e ideolgica est profundamente moldeada por la difusin de formas simblicas a travs de los diversos medios de comunicacin masiva. Este
marcado carcter heterogneo e hbrido permite una conceptualizacin dispar dependiendo de la disciplina cientfica desde la que es analizada. Por lo
que se puede afirmar que el concepto de cultura periodstica puede llegar a
formarse en base a una delgada lnea que separa las culturas nacionales y el
concepto casi ilimitado de cultura como forma de vida (Oller y Meier, 2012).
De las definiciones anteriores se desprende que las actitudes de los periodistas se encuentran arraigadas profundamente dentro de la cultura periodstica, que contiene el valor tpico y tradicional de una forma de actuar
comn (Berganza, Oller y Meier, 2010). De modo que la cultura periodstica
es la idea o cognicin especfica del periodista sobre la que evala y ordena
sus ideas culturales, a travs de las cuales crea su propia realidad significativa que le permite formar su accin profesional dentro de los conocimientos
colectivos (Hanitzsch, 2007: 373). Para Hanitzsch (2007), la cultura periodstica engloba el conjunto de principales orientaciones (valores, actitudes y
convicciones), prcticas y artefactos (productos y textos) presentes en el trabajo de los profesionales de la informacin.

Grfico 1
Cultura periodstica
Principales
orientaciones
(valores, actitudes y
convicciones)

Cultura
periodstica

Las prcticas
y artefactos
(productos y textos)

Fuente: Elaboracin propia a partir de Hanitzsch (2007: 374).

130

Martn Oller Alonso

Por todos los motivos enumerados anteriormente, se puede afirmar que


las diferentes culturas no pueden ser entendidas como comunidades de valores homogneos (Esser, 2004: 155), sino como entes hbridos en los que
interactan elementos locales, regionales, nacionales e internacionales. Este aspecto cambiante de la denominada cultura periodstica se muestra
en acepciones como la idea de cultura periodstica de Donsbach y Patterson
(2004: 288), la cultura de noticias de Heinderyckx (1993: 447) o la cultura
profesional de Esser (2004: 168).
La cultura periodstica, por lo tanto, construye los rasgos identitarios
de los roles y de las rutinas que, en un plano abstracto, representan el marco simblico de un colectivo. Su conocimiento, entonces, resulta esencial
para el profesional porque la cultura periodstica delimita el permetro que
rodea a su actividad laboral (Oller y Barredo, 2013: 10). Sin embargo, a lo
largo del siglo pasado, se ha tomado como referencia y modelo a seguir la
cultura periodstica occidental. De forma que en la actualidad este anlisis
descontextualizado de las diferentes culturas periodsticas se percibe como
una prctica pobre, ya que el ejercicio comunicacional vara de unas regiones a otras, determinado por los diferentes entornos sociales, polticos, culturales y econmicos.
Como afirman Oller y Barredo (2013: 11),
la multiplicidad o multipolaridad del periodismo, nos ha conducido a estudiar las denominadas culturas periodsticas intermedias, definidas por
poseer rasgos distintivos de la llamada cusltura periodstica occidental.
Hoy, ms que nunca, esas culturas fragmentadas pigmentan y desarrollan
el concepto esttico y monocromo basado en la estandarizacin de todos
los rasgos periodsticos internacionales. De esta forma presentamos finalmente el fenmeno de la globalizacin como algo ms que una simple homogeneizacin de la cultura en general, y de la cultura periodstica en particular. A partir del concepto bipolar globalizacin-convergencia llegamos
al denominado fenmeno glocal, el cual ubica de forma ms precisa las
situaciones de cambio y evolucin de las diferentes culturas periodsticas
en todo el mundo. En definitiva, hemos intentado esclarecer las singularidades de las culturas periodsticas en las distintas regiones del globo, una
tarea vasta pero necesaria para apuntalar las nociones tericas de una importante lnea de investigacin nacida en las ltimas dcadas: los estudios
internacionales comparativos en periodismo.

Las culturas periodsticas intermedias: el ejemplo de Amrica Latina

131

3. Las culturas periodsticas intermedias: el ejemplo de


Amrica Latina
Entender correctamente y de forma integral el concepto de cultura periodstica intermedia supone un anlisis previo de la cultura periodstica occidental. Esta ha sido tomada como modelo a lo largo y ancho del planeta, tanto
en las redacciones como en los entornos acadmicos. Su influencia ha quedado patente en los ejercicios periodsticos de las distintas regiones. Pero
aunque an hoy da perdura esta concepcin homogeneizadora y normalizadora, se debe romper con estos conceptos estticos y simplistas para pasar a reflexiones ms complejas y profundas. Ya que como en el caso de las
culturas periodsticas intermedias sistemas mediticos con caractersticas
propias no se pueden mantener los mismos esquemas y planteamientos de
estudio y anlisis que se han utilizado hasta ahora en la denominada cultura periodstica occidental.
Se parte del concepto centro/periferia a la hora de definir el paradigma culturas periodsticas intermedias como forma de periodismo, con
unos rasgos propios que difieren de los estndares periodsticos occidentales; que hasta hoy en da han actuado con un carcter centrista. De modo
que, a partir de las ideas que determinan a los periodistas como intermediarios culturales (Bourdieu, 1984: 354) y como una comunidad interpretativa (Zelizer, 2004: 52), se lleva a cabo una reconceptualizacin del rol de
estos y de los medios de comunicacin dentro de sus culturas periodsticas.
Las culturas periodsticas intermedias se encuentra en regiones del mundo constituidas por pases subdesarrollados, en vas de desarrollo, poscoloniales y con regmenes polticos totalitarios o con democracias no consolidadas. Situacin que les lleva a crear una comunidad meditica particular
definida por unas reglas impuestas externamente y asumidas como propias
por los periodistas en sus discursos. Circunstancia que hace que el periodismo aparezca en una situacin de constante negociacin y relativizacin con
respecto de las diferentes perspectivas culturales (Oller y Barredo, 2013).
La regin de Amrica Latina, a pesar de ser estudiada a nivel global y
constar de distintos territorios y pases que mantienen importantes diferencias entre ellos, est determinada por un tipo de periodismo definido por
su multiplicidad y multipolaridad. Situacin que est provocando el abandono de estudios con base en la internacionalizacin periodstica, marcados por un fuerte carcter homogeneizador y una perspectiva occidental
de la profesin.
Cuando se habla de la regin latinoamericana, las ideas de colonialismo e imperialismo siguen impregnando los valores comunicacionales que

132

Martn Oller Alonso

definen esta regin del mundo considerada en ocasiones, bajo parmetros


occidentales, como poco desarrollada y con una cultura meditica pobre.
Esta percepcin est cambiando en las ltimas dcadas, sustentada en el carcter multicultural y multitnico que define sus diversas culturas periodsticas englobadas en las denominadas culturas periodsticas intermedias.
De modo que el estudio de la cultura periodstica latinoamericana, como
afirma Marques de Melo (2010: 9), debe tener en cuenta la naturaleza compleja de la comunicacin iberoamericana, reconocida a travs de sus contornos geopolticos y sus orgenes etnoreligiosos que constituyen variables fundamentales para entender el tejido multicultural de su identidad mestiza.
Para estudiar estas culturas periodsticas intermedias, entre las que se
encuentra la regin de Amrica Latina, resulta necesario: 1) definir a los periodistas como productores simblicos, capaces de conceptualizar, construir y transmitir los significados de las formas culturales; pero tambin de
articular y difundir las ideologas que identifican a una nacin; y 2) subrayar la relevancia de estos gestores simblicos porque esos pases (poscoloniales, en vas de desarrollo o bajo regmenes no democrticos) son los principales productores de los significados estratgicos que ordenan la realidad
(Mahon, 2000).
3.1. Los factores de influencia que definen la cultura
periodstica de Amrica Latina
Las caractersticas que han marcado la cultura periodstica de Amrica Latina han quedado definidas por los contextos polticos, culturales, sociales,
educativos, tecnolgicos y econmicos. Esta realidad ha marcado sustantivamente el sistema meditico que a su vez establece las influencias que los
periodistas perciben en el da a da de su actividad profesional, determinando sus acciones y decisiones.
Las transformaciones que ha sufrido el subcontinente americano y que
determinan los sistemas mediticos se han debido:
a. Al paso de Gobiernos totalitaristas, con cambios de poder poltico
abruptos y a las transiciones a regmenes democrticos en las ltimas
dcadas. Esta situacin provoca que an hoy en da la mayor parte de
los pases de Amrica Latina cuenten con un bajo nivel de desarrollo
democrtico1. Porque aunque, como afirman Mellado y Lagos (2013:
10), en muchos pases latinoamericanos, la descentralizacin y la regionalizacin han sido consideradas como prioritarias en el proceso de
1 Recuperado de https://portoncv.gov.cv/dhub/porton.por_global.open_file?p_doc_id=1034 (Democracy Index, 2012).

Las culturas periodsticas intermedias: el ejemplo de Amrica Latina

133

redemocratizacin. La centralizacin y ciertas tomas de decisiones han


marginado la participacin regional en muchos pases, aspecto que indudablemente ha afectado al desarrollo de los medios y de su operatividad. Adems, se mantiene una marcada brecha a nivel ideolgico
y poltico. En un extremo se observa a partir de 2010 una tendencia
de ruptura con la irrupcin de una nueva derecha que se desarrolla en
forma desigual en los diferentes pases de Amrica Latina (Cancino
y Christensen, 2010: 11). Y en otro extremo, los partidos de izquierda
renovados que abandonaron la estrategia de la toma del poder por la va
insurreccional e integraron en sus principios ideolgicos la democracia
como un valor permanente en sus concepciones de la sociedad (Cancino y Christensen, 2010: 13).
b. A la asimilacin de la diversidad cultural y social de cada una de las
regiones latinoamericanas definidas por ser territorios multiculturales
formados por un amplio mosaico de identidades y culturas hbridas
(Garca-Canclini, 1990). Ya que, como argumenta Shome (2012: 147),
las razas minoritarias tienen una identidad cultural que no es solo
diferente a las culturas dominantes, sino que los investigadores han
abogado por un multiculturalismo que reconoce la identidad de estos
grupos marginados. Factor fundamental en el estudio de las culturas
periodsticas, ya que el tipo de ciudadano en un determinado ambiente y momento poltico, social e histrico es un factor que debe tenerse
en consideracin cuando se analizan los sistemas mediticos y los distintos modelos periodsticos (Mellado y Lagos, 2013: 12). Adems,
en los ltimos aos existen otros factores a nivel comunicacional que,
segn Martn-Barbero, deben analizarse. Este es el caso de la relacin
entre cultura y tecnologa, y el marcado determinismo tecnolgico.
Estos son procesos que dramticamente estn cambiando la cultura
latinoamericana: la revitalizacin de la identidad y la revolucin tecnolgica (Zrate, 2011). Definitivamente, las tecnologas 2.0 estn transformando los espacios destinados a la interaccin y la participacin
(Said y Arcila, 2011); favoreciendo el proceso de universalizacin
(Cancino y Christensen, 2010).
c. A las polticas econmicas diametralmente opuestas que se han puesto
en funcionamiento durante las ltimas cuatro dcadas. Por un lado, a
finales del siglo pasado, cuando en casi todos los pases de Amrica Latina se introdujo el pensamiento neoliberal como ideal. Y por otro lado,
durante la primera dcada del siglo xxi caracterizada por una tendencia

134

Martn Oller Alonso

bipolar, donde existi un relativo consenso sobre la deseabilidad de


mantener polticas econmicas liberales como en el caso de Chile y
Brasil (Burges, 2010; Cancino y Christensen, 2010) y otra tendencia
contraria basada en una poltica social con los ejemplos de Venezuela, Bolivia y Ecuador. Los esfuerzos realizados han dado sus frutos en
los ltimos aos, consiguiendo que el nivel de pobreza haya descendido
en gran parte de los pases.2 Aunque no puede obviarse que la regin
latinoamericana ha sufrido, y sufre, problemas de pobreza, inequidad
socio-econmica y exclusin (Zrate, 2011: 1). Ambas polticas econmicas han provocado modelos mediticos opuestos, donde en casos
como Bolivia, Ecuador y Venezuela sus presidentes han construido una
relacin de confrontacin con los medios de comunicacin privados. Y
en otros pases como Chile, han propiciado el monopolio de grandes
empresas mediticas.
Las caractersticas de las sociedades contemporneas latinoamericanas
han facilitado que los medios de comunicacin jueguen un papel fundamental; siendo generadores, mediadores y receptores de la informacin, y
creadores y formadores de las agendas pblica, meditica y poltica que
establecen la opinin pblica. Actualmente coexisten dos corrientes determinadas por los objetivos de los medios de comunicacin: influir y lucrar
(Borrat, 2002: 58).
Es posible detectar tres niveles de influencia en la profesin periodstica:
1) las creencias, valores y conocimientos que los periodistas poseen y aplican en una determinada actividad laboral, y en las caractersticas personales
que los definen; 2) las caractersticas de los lugares de trabajo estructuras
fsicas, digitales, roles y rutinas, as como en el anlisis de las organizaciones y entidades formativas y profesionales vinculadas al periodista; y 3) el
conocimiento y la descripcin de las estructuras sociales en el periodismo
(Mellado, 2009: 198).
3.2. La situacin actual de los periodistas en Amrica Latina
Durante las ltimas dcadas se observa un constante aumento de las investigaciones sobre el periodismo y el rol del periodista. Algunos de los principales estudios son los llevados a cabo por Weaver (1998); Johnstone, Slawski y Bowman (1976); Donsbach y Patterson (2004); o Hanitzsch (2007). Sin
embargo, gran parte de ellas no ha tenido en cuenta el anlisis contextual
2 Informe sobre Desarrollo Humano (2013). Recuperado el 26 de septiembre de 2014 de
http://www.undp.org/content/dam/venezuela/docs/undp_ve_IDH_2013.pdf.

Las culturas periodsticas intermedias: el ejemplo de Amrica Latina

135

y se han limitado al estudio de los individuos de forma aislada y sin tener en


cuenta el sistema meditico, cultural, poltico, social y econmico que rodea a los profesionales de la informacin (Oller y Meier, 2012: 23). A esto
se une que uno de los principales problemas que surge a la hora de estudiar
el periodismo y al periodista en Amrica Latina es lograr definir el marco estructural comn que lo(s) define (Mellado, 2009: 194). A pesar de esta falta
de homogeneidad, existen unos rasgos comunes que definen la situacin de
los periodistas en Amrica Latina, ya que se ven obligados al multiempleo,
a la precariedad laboral y a la prdida e inestabilidad profesional3 (Iglesias
Real, 2004: 504). Una encuesta llevada a cabo en 2011 por el grupo de investigacin de Clases de Periodismo y dirigida por su directora Esther Vargas a 463 periodistas, refleja una parte de la dura realidad que afrontan los
periodistas en Amrica Latina:4 Al tiempo de vivir bajo los riesgos de la delincuencia, del narcotrfico y de las presiones del poder, a los reporteros y
editores les toca en muchos casos sobrevivir con bajos sueldos, lo que le
lleva aceptar varios trabajos freelance, a vender publicidad y a laborar en dos
y hasta tres medios. Adems del dato numrico, esta encuesta permiti recoger una serie de testimonios que evidencian la deprimida situacin laboral de los periodistas. A esto se une que Amrica Latina fue la segunda regin
ms peligrosa para periodistas en 2011, solo despus de Oriente Medio. Se
registraron 18 casos de reporteros asesinados segn el informe anual de la
organizacin Reporteros Sin Fronteras (RSF).5
La primera dcada del siglo xxi ha ido definiendo los rasgos y caractersticas del mercado laboral meditico de Amrica Latina (Mellado, 2009:
197): Libre mercado, alta migracin, problemas ambientales, flujos globales de finanzas, demandas sociales insatisfechas, alta concentracin econmica e instauracin de la sociedad del conocimiento, donde la revolucin
tecnolgica, la convergencia meditica y el papel del consumidor han transformado los ritmos y los modos en que se producen los mensajes y, con ello,
las formas de expresin del periodismo.
Adems, como afirma Rincn (2010: 7), existe un divorcio entre los medios de comunicacin y los periodistas:

3 Datos obtenidos de la Federacin Latinoamericana de Periodistas (Felap) en su memorando del Da de la Prensa Libre en 2002.
4 Esta encuesta se realiz en los siguientes pases: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia,
Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, Espaa, Guatemala, Honduras, Mxico, Nicaragua, Panam, Paraguay, Per, Puerto Rico, Repblica Dominicana, Uruguay y Venezuela.
5 Recuperado de http://es.rsf.org/.

136

Martn Oller Alonso


Los medios son distintos a los periodistas. En Amrica Latina los medios de
comunicacin optaron por defender el negocio y por eso se convirtieron en
actores polticos con agenda de modelo liberal de mercado. Los periodistas
y la calidad de informacin no interesan. Por tanto, los periodistas se estn quedando sin credibilidad, sin trabajo y sin lugar en el mundo. Los medios siguen siendo buenos negocios. La noticia: el periodista es abandonado y asistimos a su separacin de su esposo, los medios de comunicacin.
Estos cambios que se estn produciendo a principios del siglo XXI no son un
hecho aislado dentro de una regin o de un mercado concreto en Amrica
Latina. Se estn produciendo a nivel general debido a la existencia de un gran
monopolio en los medios, a la transformacin de las estructuras mediticas y
al efecto de globalizacin como medio de adaptacin a las nuevas necesidades de los mercados. Si realizamos un anlisis pormenorizado a nivel global
podemos observar cmo todas estas caractersticas se estn produciendo en
otros muchos pases en todo el globo (Oller y Barredo, 2013: 36).

3.3. El concepto de profesionalismo dentro del periodismo


latinoamericano
Actualmente, el periodismo que se ejerce en Amrica Latina tiene unas caractersticas muy diferentes al de dcadas atrs. Una sociedad dinmica, en
la que el valor de lo inmediato cobra cada vez mayor relevancia, provoca
que el periodismo se vea abocado a una reestructuracin constante. Situacin que determina los nuevos parmetros que van surgiendo y que rigen las
nuevas necesidades de la sociedad y de todo el engranaje meditico. Este carcter de persistente adaptacin al que deben someterse los periodistas,
los medios de comunicacin, las universidades y las facultades de Periodismo, tiene cada vez ms presente que no se puede comunicar, informar, formar o capacitar a los profesionales de la comunicacin de igual modo a como se haca el siglo pasado. Adems, esta adaptacin o readaptacin
de la realidad meditica se est produciendo debido a una nueva regularizacin legislativa como la Ley Orgnica de Comunicacin del Ecuador
(2013) que parte de Gobiernos de izquierda como Ecuador, Argentina,
Per, Venezuela, Bolivia, etc., y que pretende un tipo de comunicacin de
carcter inclusivo basada en la mejora del acceso a la informacin de la ciudadana y del afianzamiento del concepto de profesionalizacin del periodista en particular y de los profesionales de la comunicacin en general.
Es conveniente destacar, por un lado, los elementos que el propio mercado ha impuesto en la reconfiguracin de las comunicaciones (Mellado et
al., 2007) como demuestra la tendencia nacional reflejada por el Observatorio Laboral Mexicano (2012), que sostiene que el 70,5% de los comunicadores se desempea en actividades no relacionadas con su formacin. Y, por

Las culturas periodsticas intermedias: el ejemplo de Amrica Latina

137

otro lado, el aumento del nmero de facultades y escuelas de Comunicacin


y Periodismo en el continente (1026 programas ofertndose en Amrica Latina en 2005 segn la Felafacs).6 Aunque a pesar de este marcado aumento,
muy pocas escuelas de Periodismo en la regin latinoamericana cuentan
con planes de estudios que permitan al egresado acceder a campos profesionales que no pertenezcan a la industria meditica (Chong y Rodrguez,
2006; Mellado, Salinas y Barra, 2009: 94).
Esta concepcin de la identidad cultural y profesional lleva a plantear los conceptos de profesionalismo y profesionalizacin7 que siempre
han sido objetos de un fuerte debate, donde sus fronteras son ambiguas
y las definiciones han sufrido repetidas reinterpretaciones (Hallin y Mancini, 2004: 30; Oller y Barredo, 2013). Ms si cabe en una regin como la
latinoamericana con unos problemas de identidad profesional basados en
la falta de un modelo periodstico propio afianzado. Donde el concepto
de profesionalismo ha evolucionado a partir de la idea occidental de este
(Starck y Sudhaker, 1978: 34).
Al hablar de profesionalizacin en los medios, existen tres cuestiones a
tener en cuenta en Amrica Latina:
a. La diversidad, a pesar de que no haya estudios en la regin que muestren resultados globales sobre el mercado laboral meditico, este se
muestra ms diverso que homogneo. Prueba de ello es que cada vez
un mayor nmero de estudiantes de las carreras de Periodismo y Comunicacin Social no trabajan en medios de comunicacin tradicionales
(Willnat y Weaver, 2006). Por ejemplo, un 65% de los periodistas en
Chile no trabaja en medios de comunicacin convencionales (Mellado
et al., 2007: 152).
b. La formacin de los profesionales en comunicacin es un tema controvertido, ya que, como afirman Lozano y Mario (2010: 261), no hay
duda de que la comunicacin es un rea universitaria que est continuamente cuestionada porque existe todava el debate de si es una
disciplina cientfica o si solo es un campo de estudio multidisciplinar.
Prueba de ello es la propuesta formativa universitaria relacionada con las
ciencias de la comunicacin en Ecuador, donde los centros universitarios
han optado por una formacin de carcter inter y transdisciplinar (Punn
y Martnez, 2013).
6 Federacin Latinoamericana de Facultades de Comunicacin Social.
7 El profesionalismo es algo que los periodistas abrazan o persiguen [], la profesionalizacin se refiere al proceso por el cual un oficio se convierte en una profesin (Hanitzsch,
2009: 416).

138

Martn Oller Alonso

c. Las influencias que pueden llegar a restringir la autonoma de los periodistas. Segn Reich y Hanitzsch (2013) proceden de niveles externos
organizacin del sistema meditico, la censura del Estado, la legislacin y la regulacin e internos presiones de los dirigentes, factores
comerciales y el ambiente de las redacciones de noticias. Concretamente, la autonoma dentro del periodismo latinoamericano sita a
los periodistas bajo un conflicto profesional donde existe una divisin
entre el fuerte control del sistema meditico y la autonoma periodstica (Rutolo, 1987: 132). La autonoma es una caracterstica que determina que una cultura periodstica goce de buena salud, a pesar de que
debe tenerse en cuenta que el nivel de autonoma de los periodistas
es un concepto dinmico que fluye y que continuamente se ajusta a las
necesidades del desempeo periodstico (Sjovaag, 2013: 164).

4. Conclusiones
Este artculo no pretende en ningn momento desarrollar extensamente cada uno de los conceptos tericos que aborda. Su principal objetivo es mostrar las caractersticas que los definen dentro de la cultura periodstica latinoamericana. Ya que, an hoy da, la mayor parte de las investigaciones que
se estn llevando a cabo en esta regin mantienen el sello occidental, obviando las diferencias nacionales y los valores diferenciadores de cada uno
de los pases, naciones y territorios conformados por valores, normas, prcticas y actitudes que estructuran y vertebran sus culturas periodsticas.
Los pases latinoamericanos se incluyen dentro del paradigma de cultura periodstica intermedia y mantienen unas caractersticas comunes como:
1) una industria meditica con bajos ndices de profesionalizacin y gestionada por una lite econmica y poltica; 2) un alto nivel de influencia financiera de capital privado; 3) un fuerte intervencionismo estatal directo
legislacin y propiedad de los medios; 4) un proceso democrtico tardo
y en va de maduracin; 5) un alto ndice de asincronicidad y diferencias de
acceso a la informacin por parte de la poblacin; 6) una falta de consenso
profesional entre los periodistas empricos con mayor experiencia y los
nuevos profesionales titulados; y 7) una mala remuneracin a nivel general
aunque hay pases como Ecuador donde, en diciembre de 2012, se aprob una subida salarial.8

8 INEC (Instituto Nacional de Estadstica y Censos).

Las culturas periodsticas intermedias: el ejemplo de Amrica Latina

139

Por lo tanto, este artculo enmarca a nivel terico las condiciones socioeconmicas, demogrficas, polticas, culturales y profesionales que conlleva la formacin de los rasgos comunes que determinan los valores y las
actitudes de los periodistas de un pas o regin dentro de la denominada
cultura periodstica intermedia latinoamericana.

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El inmigrante como chivo expiatorio*


Felipe Aliaga Sez

Resumen
En este artculo expongo de manera terica una serie de aspectos que configuraran imaginarios en torno a los migrantes, en donde influyen diferentes
riesgos, el avance de la incertidumbre, la violencia en torno a la migracin y
la generacin de desconfianza. La conjuncin de estos elementos puede hacer que los procesos migratorios y sus protagonistas estn expuestos a conceptualizaciones negativas por enfrentar situaciones conflictivas. Cuestiones
que pueden contribuir a estigmatizar al inmigrante como el chivo expiatorio de ciertos males o culpas de la sociedad, lo cual no resultar favorecedor
para su integracin en la sociedad de llegada. El caso espaol es el que contextualiza una gran parte de las observaciones que se presentan.

1. Introduccin
Comenzar este trabajo poniendo en anlisis cmo los protagonistas de la
migracin generalmente la asumen con ciertos niveles de desconocimiento que puede llevar a que el proyecto migratorio no resulte como se espera en un comienzo, en donde los imaginarios de la sociedad de destino reduciran la falta de informacin, ya que el emprendimiento parte ciego en
muchos de sus aspectos (especialmente de riesgo); esto se basa en que la
migracin estara sustentada por el hecho de que los imaginarios, como argumenta Juan Luis Pintos, impulsan a la accin(Pintos, 1995: 10), los que
* Este artculo se inspira en el marco terico de mi tesis doctoral denominada Imaginarios
migratorios e integraciones imaginadas. Construccin de realidad desde el asociacionismo inmigrante en Galicia (Santiago de Compostela, 2012). Fue presentado bajo el mismo
nombre como conferencia magistral en Ecuador, en el Instituto de Altos Estudios Nacionales (IAEN), en los Seminarios de Investigacin Amawta, el 8 de abril de 2014. Video del seminario disponible en http://bambuser.com/v/451.

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Felipe Aliaga Sez

adems, segn Manuel Baeza, se presentan como formas creativas de vivenciar lo desconocido(Baeza, 2000: 10), que hacen que el imaginario del
destino sea una construccin que incluya elementos que puede que no existan al llegar. De esta forma, las migraciones en cualquiera de sus tipos se
sustentan en algo que an no es conocido, en enigmas, es decir, una experiencia en construccin.
Dentro de los imaginarios de la globalizacin, podemos incluir el de
querer alcanzar el xito a travs del recurso de la movilidad, si no se puede
avanzar econmicamente, laboralmente o socialmente en un sitio, la posibilidad puede ser factible en otro punto del planeta; considerando que los medios de comunicacin actuales permitiran obtener informacin sobre posibles mercados de trabajo, servicios, vidas de otros migrantes, etc. Estos son
elementos que en trminos de Baeza corresponderan a un destino configurado de forma endgena, ya que los mismos migrantes son quienes configuraran el trayecto, en cuanto uso de su voluntad y racionalidad, de alguna forma optando por cierta direccionalidad en sus trayectorias vivenciales,
en este tipo de nocin de destino, como algo labrado, construido paso a
paso, el imaginario que prevalece es aquel de una direccionalidad de la existencia que se adopta mediante la configuracin de una estrategia personal,
incluso capaz de sortear en algunos casos los escollos que la vida social evidentemente supone (Baeza, 2008: 380). Sin embargo, tambin en esta experiencia intervendrn elementos exgenos que los migrantes desconocern
y que pueden alterar los imaginarios del destino.
Este desconocimiento tiene como resistencia la necesidad de buscar un
lugar con mayores oportunidades, lo que puede llevar a no considerar aquellos vestigios de conflictos o sufrimientos por parte de otros, es la proyeccin
optimista hacia el futuro la que ofrecera expectativas de mejorar la calidad de
vida; este elemento central en el imaginario es algo que se transforma en algo
que no se transige, es decir, el imaginario del xito en la sociedad de destino
podra llegar a constituirse como un imaginario del tipo categora de verdad
incuestionable para quienes lo han internalizado(Baeza, 2003: 51), existen
muchos planos de realizacin del proyecto migratorio, dentro de los cuales estara la aspiracin a triunfar y alcanzar logros, econmicos o de la ndole que
sean (amorosos, creativos, espirituales, etc.).
El migrante realiza distinciones en el comienzo de su proyecto, sabiendo
que existen probabilidades de fracaso, sin embargo, el imaginario de una sociedad de destino hostil no estara presente, ya que no sera funcional a sus
aspiraciones, lo cual se basa meramente en un proceso especulativo sobre el
futuro, que le puede motivar a movilizarse, Baeza indica: intentamos apoderarnos del pasado mediante interpretacin de acontecimientos pretritos

El inmigrante como chivo expiatorio

145

desde la construccin social de la memoria colectiva, del presente mediante


significacin inmediata de la accin en curso y del futuro mediante especulacin frente a lo desconocido (Baeza, 2008: 378).
Con relacin a lo que puede llegar a pasar o lograrse, el imaginario se
sustenta en un futuro auspicioso, como un valor que se puede alcanzar; esta postura estara legitimada por cualquiera que decida migrar.1 El proceso
es dinmico ya que siempre puede tener un final y un recomienzo (el xito
se puede volver a buscar en otro destino), la legitimidad de este imaginario
se basa en la posibilidad de la mejora de la calidad de vida, esto implica el
asumir un margen de riesgo. Este imaginario es amplio y se refuerza en la
comprensin generalizada de esas legitimaciones(Pintos, 1995: 20), esto,
en trminos Luhmannianos, est en relacin con el cumplimiento de expectativas, es decir, la probabilidad de que se cumpla lo esperado (citado en
Pintos, 1995b: 10), en el proceso migratorio se espera alcanzar objetivos, se
plantea una referencialidad imaginaria basada en posibilidades de logros,
ante lo cual se tomarn determinadas decisiones que pueden no contener
una consideracin del riesgo como elemento que impida el emprendimiento, las consecuencias de las decisiones no integran el riesgo como un factor
limitante de la accin.
En este proceso de bsqueda de inclusin en un cauce de informacin,
mercancas y personas se movilizarn tambin una serie de utopas. En general
es posible plantear que la motivacin de los migrantes de emprender esta empresa est basada en relatos y rumores, los cuales pueden ser verdaderos o falsos, provenientes de medios de comunicacin, amigos, familiares, conocidos
y personas que pueden haber vivido o escuchado comentarios positivos sobre
esta experiencia, sin embargo, la informacin que se comunica puede presentar el destino como un lugar ideal o como una gran oportunidad (fundando
cierta mitologizacin del destino), generando mltiples imaginarios de lo que
puede ser el destino de referencia casi como un lugar utpico.
Las utopas forman parte fundamental de las migraciones internacionales, son base de muchos de los proyectos de movilidad, ya que las personas
as como viajan con ciertas seguridades respecto del espacio en el que habitarn, tambin fundan sus aspiraciones en elaboraciones utpicas del devenir, pues el destino es ambiguo, la informacin puede ser imprecisa respecto
a las caractersticas del sitio de llegada, sin embargo, la intencin es cambiar
de vida parcial o totalmente y, por lo tanto, transformar los esquemas de realidad. Karl Mannheim argumenta que las orientaciones utpicas son aquellas
1 En esta toma de decisiones es necesario diferenciar aquellos que migran de forma voluntaria y los que son forzados a migrar por no tener otra opcin para su sobrevivencia.

146

Felipe Aliaga Sez

que trascienden la realidad: al informar la conducta humana, tiendan a destruir, parcial o totalmente, el orden de cosas predominante en aquel momento (Mannheim, 1973: 195), los migrantes estn dispuestos a generar una
ruptura en el orden simblico de su realidad, en cuanto a la bsqueda de nuevos recursos existenciales. La utopa permitir alimentar el apetito migratorio,
a veces de forma desproporcionada, ya que se aspira a cambiar de contexto y
de realidad, implicando no solo a un individuo, sino en muchos casos a la familia completa, esperando un xito compartido que, en algunos casos, puede
resultar o en otros casos puede ser un completo fracaso.
Lo que un migrante carece en su pas de origen lo quiere alcanzar en
otro sitio, la bsqueda es la transformacin de la realidad en base a sus concepciones de lo que constituye una mejora de su calidad de vida, las cuales
estarn sustentadas en imaginarios de la vida buena, en torno a lo que Enrique Carretero describe: Lo imaginario nos permite dar cuenta de ese registro universal y transhistrico que se encontrar presente en el trasfondo de
toda elaboracin utpica, con independencia de sus manifestaciones histricas y concretas (Carretero, 2005: 40-41). Muchas utopas migratorias se
ampararn en diversos imaginarios, en nuestra perspectiva, la bsqueda del
xito ser uno de los ms potentes, el cual se presenta como trasfiguracin
de la realidad, en cuanto desajuste entre lo real y lo posible: de una fantasa que no se resigna a ser doblegada a los imperativos que la constrien, de
un ansia arquetpica de ruptura con las coacciones de lo real. Lo imaginario
no es un mero dominio de evasin o compensacin sublimadora, sino un
recurso antropolgico para instaurar expectativas de realidad y, de este modo, transfigurar la realidad socialmente solidificada (Carretero, 2009: 6).
El xito que podemos considerar como lograr los objetivos propuestos en
los procesos migratorios, adquiere una connotacin especial, ya que la inversin de esfuerzo en alcanzarlo a veces incluye la muerte o situaciones cargadas de violencia y riesgo, lo que hace de las migraciones una empresa de gran
dificultad. El xito migratorio debe sortear una serie de barreras fsicas y mentales: ya sea en las fronteras territoriales o en las culturales, son diversas las
complicaciones que existen en este proceso. A pesar de las posibilidades de
que ocurra una catstrofe se asume que la propia empresa migratoria se conceptualiza como un riesgo, pero se puede entender que los migrantes a pesar
de que cuenten con cierta informacin negativa, vern los posibles resultados
positivos (a veces asumiendo el cueste lo que cueste), como hemos apuntado, el imaginario de un destino provisorio se complementa con el imaginario

El inmigrante como chivo expiatorio

147

del xito como la referencia que impulsa la accin.2 El riesgo latente en este
proceso es que los inmigrantes al llegar al lugar seleccionado se pueden encontrar con realidades que no son las que esperaban, y estos imaginarios se
pueden desmoronar, desmitificando aquella ilusin solidificada (Carretero,
2006: 110) de que la migracin podra ser un camino al xito.
As como existen muchos inmigrantes que logran alcanzar el proyecto
que se han trazado en el comienzo de su proyecto migratorio, o han logrado
estabilizarse en el nuevo contexto a travs de la obtencin de un trabajo, la
generacin de redes de confianza y la inclusin en los servicios bsicos, hay
otros que se ven sometidos a precarias condiciones de vida y a los que se le
achaca una serie de problemticas que ponen en cuestin la significacin de
la migracin y que se plantean como un revs de la modernidad al causar un
quiebre en los sistemas de control y seguridad.
Cuando los sujetos se introducen en un proceso de cambio, muchas veces radical, sustentado en imaginarios sociales diversos (felicidad, dinero,
progreso, etc.) y la realidad que se presenta a veces es incluso ms conflictiva de la que tenan en sus pases de origen, surge la necesidad de hacer visible la invisibilidad o desvelar lo ocultado (Pintos, 2004: 39) de las motivaciones que atraviesan e impulsan las causas de la migracin, las cuales
obligan a soportar injusticias, condiciones de alta vulnerabilidad y desregularizacin. No se puede desconocer que muchas experiencias migratorias,
as como proveer de mejoras, tambin implican arriesgar la integridad fsica
y psicolgica en situaciones de extrema necesidad y desesperacin, en que
se espera que los ingresos de dinero contribuyan a mejorar las condiciones
de existencia individual o familiar.
Frente a la nueva realidad que estn asumiendo los inmigrantes, la pregunta es: qu ocurre cuando muchas de estas personas no encuentran a su
llegada lo que esperaban? Quizs en la respuesta a esta pregunta encontraremos aquellos elementos de la inmigracin que quedan en la invisibilidad.
No es extrao que las denominadas sociedades de acogida o de recepcin
no puedan ver todos los elementos que hay detrs de este proceso, es decir, lo que est oculto, donde se desmorona muchas veces el proyecto de vida
presupuestado y la realidad de la inmigracin muestra su lado problemtico y perverso, dado que este es un proceso que no es como lo simplifican algunas apariencias, hay diversos elementos implicados en el esfuerzo llevado
2 En torno a la inmigracin en Espaa, Antonio Izquierdo indica: Los inmigrantes que acuden al mercado de trabajo espaol tienen aspiraciones y capacidades para alcanzar un nivel
de vida mejor. Se ven y se sienten capaces de ganar ms, obtener y asegurar una mejor calidad de vida. Piensan que en Espaa sus expectativas se pueden cumplir y se pueden mantener (Izquierdo, 2008: 61).

148

Felipe Aliaga Sez

adelante por un migrante que no son considerados como relevantes, en las


descripciones polticas o econmicas del fenmeno.
La migracin, por sus caractersticas dinmicas de cambio permanente, no se podra conceptualizar como un movimiento social organizado con
un fin poltico claro, dado que cuenta con una multiplicidad de intereses, en
donde no existira una ideologa ni un nico imaginario del devenir como fenmeno histrico, sino que as como tiene algunos elementos consensuados
y controlados por las regulaciones nacionales e internacionales, tambin tiene aspectos descontrolados. El fenmeno, por ejemplo en el caso espaol,
es en ocasiones caracterizado como estructural, sin embargo, su tratamiento lo describe como un proceso altamente contingente, carente de un ordenamiento estable a nivel global y con acciones coyunturales. En las esferas
de poder de tipo gubernamental y legal, la inmigracin es visibilizada como algo que pareciera bajo control; segn Antonio Izquierdo: La inmigracin aparece como una solucin de coyunturas. Si el momento es bueno,
que vengan; y si el horizonte es oscuro, que retornen o se vayan (Izquierdo,
2008: 602). Javier de Lucas indica que el derecho de extranjera en Espaa
hace de la inmigracin un objeto de regulacin, control y dominacin en un
contexto de fragmentacin y precarizacin del vnculo social, precisamente por eso lo convierten en problema a gestionar, para obtener cohesin y legitimidad, renta electoral y obediencia (De Lucas, 2009: 218).
Por otro lado, en el plano de la convivencia, segn Zigmunt Bauman, los
inmigrantes pueden producir incomodidad, compartir el espacio con extranjeros sin haberlos invitado y sufriendo su molesta presencia, es una circunstancia que a los habitantes de las ciudades se les hace muy difcil, tal vez
imposible, eludir (Bauman, 2006: 28). En este mismo sentido, Arjun Appadurai apunta que el binomio clave para entender la relacin con las minoras
sera el hecho de que son consideradas como necesarias pero no gratas:
De una manera u otra, necesitamos de los grupos minoritarios en nuestro
espacio nacional, aunque slo sea para limpiar nuestras letrinas y combatir en nuestras guerras. Pero, a su vez, no son gratos, por cierto a causa de
sus identidades y lealtades anmalas. Y en virtud de esta doble cualidad las
minoras encarnan el problema central de la globalizacin misma para muchos Estados-nacin: se trata de algo necesario (o a lo menos inevitable) y
al mismo tiempo, molesto (Appadurai, 2007: 62).

Lo cual puede transformarse en falta de tolerancia, en un problema en


la interaccin social que haga surgir reacciones negativas entre los individuos, sobre todo en cuanto a la no aceptacin de la diferencia cultural y de

El inmigrante como chivo expiatorio

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los distintos tipos humanos, Izquierdo apunta: El choque cultural con ciertas minoras inmigrantes est en un estado larvado y se intuye que no va a
ser fcil de evitar (Izquierdo, 2008: 602).
En el momento en que se empieza observar que la inmigracin no est bajo control, se comienza a desarrollar un imaginario social problemtico, se conceptualiza como tal,3 genera preocupacin y se interviene polticamente. Un caso relevante, que podemos citar, sucede en 2008 cuando en
la Unin Europea se aprueba una controvertida normativa denominada la
Directiva del Retorno, la cual indica como su objeto:
La presente Directiva establece normas y procedimientos comunes que debern aplicarse en los Estados miembros para el retorno de los nacionales
de terceros pases en situacin irregular, de conformidad con los derechos
fundamentales como principios generales del Derecho comunitario, as como del Derecho internacional, incluidas las obligaciones en materia de proteccin de los refugiados y de derechos humanos (Parlamento Europeo y
Consejo de la Unin Europea 13, 2008: L 348/100).

La medida autoriz a los Estados a retener en Centros de Internamiento


hasta 18 meses a los inmigrantes, lo que gener un gran revuelo social, recibiendo mltiples crticas e impulsando manifestaciones por parte de entidades de apoyo a los inmigrantes y por el propio colectivo, bautizndola como
directiva de la vergenza; Joaqun Arango comenta:
la norma fue duramente criticada, tanto en los pases receptores como en
no pocos pases de origen, por reducir las garantas procesales y, sobre todo, por permitir el internamiento, por tiempos extraordinariamente prolongados, de personas que no han cometido delito alguno en centros cuyas
condiciones estn a menudo por debajo de estndares mnimos de humanidad y dignidad (Arango, 2009: 66).

3 En Espaa, el Centro de Investigaciones Sociolgicas (CIS), organismo autnomo de carcter administrativo adscrito al Ministerio de la Presidencia, que tiene por finalidad el estudio
cientfico de la sociedad espaola, a partir del ao 2000 comenz a medir la inmigracin
como un indicador dentro de las problemticas percibidas por la sociedad y lleg a registrar porcentajes de identificacin durante 2006 superiores al 30%, ubicndolo dentro de las
principales problemticas, ocupando durante casi medio ao el segundo lugar (junto con
el paro, el terrorismo y la vivienda); en septiembre lleg al primero con un 59,2%, posicionndolo por sobre el paro (42%) y la vivienda (20,9%). As tambin en 2007 se sita dentro
de los cuatro principales problemas. De esta forma podemos pensar que el mismo CIS al registrar la inmigracin como un problema la configura como tal, ya que estos datos son replicados por diversas instituciones y medios de comunicacin.

150

Felipe Aliaga Sez

Son mltiples las normativas o controles que pueden dejar al migrante


en una situacin de riesgo y de construccin negativa de significados a su alrededor: en Felipe Aliaga (2013) se describe la influencia del riesgo en cuanto quiebre que se puede producir por el cambio de las expectativas frente a
un proyecto migratorio fallido, en el cual los riesgos se hacen visibles incluso llegando a transformarse en tragedias, en cuanto los migrantes estaran
formando parte de la sociedad del riesgo, segn la perspectiva de Ulrich Beck
(2009), la cual es una fase de desarrollo de la sociedad moderna en la que
los riesgos sociales, polticos, ecolgicos e individuales creados por el impulso de innovacin eluden cada vez ms el control y las instituciones protectoras de la sociedad industrial (Beck, 2009: 113).
De esta forma los migrantes se enfrentarn a una serie de peligros y
amenazas que ponen en cuestionamiento la racionalidad de la modernidad:
Los riesgos de las migraciones se amparan en decisiones que pueden estar
afectadas por peligros, por un lado por la bsqueda de control de los flujos migratorios por parte de los Estados, de asegurar un proceso armnico
y provechoso para el desarrollo del mundo, que tiene un gran revs posmoderno en el que los individuos estn afectados por un descontrol de aspectos que incluso surgen del control, en este sentido los migrantes estn sujetos a la inseguridad, pero no siendo ellos inseguros en s mismos (Aliaga,
2013: 141).

Siguiendo el argumento seran mltiples los riesgos que se transforman


en una especie de agenda negra de las migraciones, en donde los migrantes menos privilegiados sern los que sufren mayores padecimientos, en
una sociedad en la cual los sistemas de control tan festejados por la modernidad comienzan a fallar, o en donde, la fatalidad ya no es apaciguada por
la religin, el mapa de los riesgos y los imaginarios sociales violentos forman
parte de la complejidad de la sociedad posmoderna(Aliaga, 2013: 142). El
riesgo se configurar como un imaginario en donde aparecern elementos
constitutivos tales como la incertidumbre y la violencia, generando procesos
que afectan la armona existencial de los sujetos, incluso llegando a transformarlos en personas consideradas riesgosas o peligrosas.
Los migrantes enfrentarn los riesgos con relacin a diferentes niveles
de tolerancia, incluso mientras no sufran o vean las consecuencias de
un proyecto migratorio fracasado no asumirn o rehuirn el riesgo en su
planificacin, incluso aunque sufran las consecuencias de una desgracia,
pueden volver a emprender el proyecto, no haciendo ms que tener una
conciencia clara del riesgo y quizs hacer algn acto de protesta una vez
radicados en un sitio y vinculados a ideas de transformacin de estas

El inmigrante como chivo expiatorio

151

situaciones que pueden resultar injustas o fatales(Aliaga, 2013: 144);


de esta forma el riesgo migratorio puede generar un impacto en la
construccin del imaginario en torno a las migraciones y al propio migrante.
Son mltiples riesgos que podemos mencionar, por ejemplo, emprender el viaje en malas condiciones de infraestructura, una embarcacin frgil supone la posibilidad de morir de forma violenta en un naufragio; asumir
un trato de movilidad con una mafia supone un riesgo de ser vendido como mercanca, violencia sexual, secuestro y asesinato; llegar a un sitio y no
tener vivienda, supone el riesgo de dormir en la va pblica o en un edificio
abandonado, pudiendo ser desalojado por la fuerza, sufrir enfermedades o
ser puesto bajo arresto por invasin a la propiedad privada, etc. La suma entre riesgos migratorios e imaginarios en torno a las migraciones, resultar en
un imaginario migratorio altamente negativo, el cual puede afectar a los colectivos de migrantes de forma diferenciada, segn sea su procedencia y los
medios utilizados para su proyecto.

2. El avance de la incertidumbre
Como hemos visto en la introduccin, las poblaciones migrantes al ser tratadas como problemticas suponen un asunto no resuelto y un posible riesgo para la armona de los pases; esto se puede basar en la sospecha de sus
actos y de sus intenciones, aumentando la dosis de incertidumbre en cuanto a qu es lo que aspiran los inmigrantes en la nueva sociedad o incluso en
el mundo? La incertidumbre bajo determinadas condiciones, apunta Appadurai, puede transformarse en falta de tolerancia ante cualquier clase de
extrao que posea un carcter colectivo (Appadurai, 2007: 63); Izquierdo
indica que en Espaa el imaginario ha saltado de nosotros fuimos emigrantes y por eso los comprendemos al son muy diferentes y no respetan
las normas que rigen en mi hogar (Izquierdo, 2008: 604).
La incertidumbre creciente frente a los cambios permanentes en los sistemas econmicos, de creencias, familiares, ambientales, etc., hacen que
los sujetos aumenten el nivel de significacin de lo que es riesgoso, las certidumbres perdidas producen desorientacin y de alguna forma miedo frente
a lo desconocido. Bauman indica: La incertidumbre respecto al futuro, la
fragilidad de la posicin social y la inseguridad de la existencia son elementos omnipresentes de la vida en el mundo de la modernidad lquida (Bauman, 2006: 30). En este sentido el riesgo forma parte de la incertidumbre al
estar presente en la conciencia de los sujetos, es decir, se configura un imaginario del riesgo al asumir la existencia de este como tal; segn Anthony

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Felipe Aliaga Sez

Giddens, la consciencia de riesgo como riesgo: las lagunas de conocimiento del riesgo ya no pueden ser transformados en certidumbres por el conocimiento mgico o religioso (Giddens, 1993: 120). El riesgo se organiza
como una nueva forma de conocimiento y se establece como elemento fundante del imaginario social posmoderno.
La sociedad del riesgo viene acompaada por un proceso de individuacin, en el cual los seres humanos no estn siendo liberados desde un
mundo de seguridades corporativas y religioso-trascendentales al mundo de
la sociedad industrial, sino desde la sociedad industrial a la turbulencia de
la sociedad del riesgo global (Beck, 2009: 117). En este sentido los individuos se enfrentarn aislada y constantemente a riesgos, cuestin que, segn
el socilogo chileno Fernando Robles (1999), puede llegar a afectar de manera distinta a las sociedades capitalistas desarrolladas y a las sociedades
perifricas, sin embargo, podemos observar que los inmigrantes en sociedades desarrolladas, en gran parte provenientes de sociedades perifricas, se
pueden enfrentar a procesos de individuacin que pondrn en una situacin
conflictiva su trnsito migratorio, constituyendo procesos de individuacin
en situaciones de exclusin, ya que muchos de estos se encontrarn fuera del
sistema de bienestar, o entrando y saliendo de l en una ambivalencia permanente. Robles propone diferenciar el proceso entre individualizacin como la configuracin de la individualidad en sociedades industrializadas y la
individuacin en los pases perifricos, en donde se produce la construccin
de la identidad a travs de una autoconfrontacin del sujeto consigo mismo, en la primera asistida y en la segunda desregulada, significando en esta
un aumento de las inseguridades ontolgicas.
Se puede indicar que en la actual situacin de crisis econmica, con el
sistema de bienestar de las sociedades de modernidad avanzada o posmoderna puesto en cuestin, desequilibrado y con una falta de sostenibilidad,
la tesis de Robles se invierte, donde los inmigrantes son unos de los primeros en enfrentarse a una autoconfrontacin desregulada, ya que se enfrentan a mayores restricciones en el mercado laboral formal, se ven enfrentados
a situaciones de discriminacin, a conflictos en el acceso a recursos bsicos
como la vivienda, etc., es decir, se comienzan a producir formas de inclusin
en la exclusin, estando expuestos a una importante cuota de diferenciacin
social; en el caso espaol Antonio Izquierdo indica que el crecimiento de la
economa espaola durante los ltimos tres lustros ha levantado un modelo
migratorio que tiende hacia la exclusin (Izquierdo, 2008: 601).
La idea de Robles (1999) en la cual los sujetos tienen que configurar su
identidad posconvencional en las sociedades del riesgo, presionados a modos de vida conscientes y dotados de autonoma, en donde aumentan sus

El inmigrante como chivo expiatorio

153

responsabilidades pero se ven presionados por las obligaciones, recargando su yo sobreindividualizado, se relaciona con lo que plantea Bauman en
cuanto en la posmodernidad estas responsabilidades del individuo, son producidas por una ausencia de gua y autoridad, la cual ya no confiere ni seguridad ni confianza, lo que genera una crisis moral posmoderna, en la cual
vivimos en tiempos de una fuerte ambigedad moral, que nos ofrece una
libertad de eleccin nunca antes vista, aunque tambin nos lanza a un estado de incertidumbre inusitadamente agobiante (Bauman, 2009: 6), incertidumbre que forma parte de la sociedad y se basa en buena medida en la
desconfianza existente hacia las instituciones, el conocimiento o los individuos, o una falta de fiabilidad en lo que Giddens (1993) define como mecanismos de desanclaje de sistemas abstractos4 en ambientes de riesgo.
Esto me permitira indicar que la posmodernidad cargada de riesgo estara caracterizada por el avance implacable de la incertidumbre, en donde,
segn Josetxo Beriain, pareciera que no hay nada cierto, excepto la propia
incertidumbre (Beriain, 2007: 85). La que puede ejercer un efecto violento
en los sistemas psquicos de los individuos, ya que es probable que desencadene procesos psicolgicos conflictivos, tales como: angustia, ansiedad, depresin, estrs, trastornos de personalidad, suicidio, etc., lo cual puede ser
causa de rechazo y maltrato hacia el inmigrante (o viceversa por parte de este a la persona local) por no saber cules son sus intenciones en un mundo
en que la competencia por lograr los medios de subsistencia es cada vez ms
reida. Izquierdo indica que lo cierto es que tan bruscamente como ha llegado la inmigracin, la vacuna antixenfoba ha caducado y los espaoles
han despertado de golpe al rechazo sociocultural (Izquierdo, 2008: 604).
La amplia cantidad de riesgos presentes en la sociedad contempornea
plantea la posibilidad de que aumenten los imaginarios sociales violentos y
as tambin la intensidad de estos y la inseguridad e incertidumbre, que se
expresan en la forma de miedo, la que segn Bauman sera el nombre que
damos a nuestra incertidumbre: a nuestra ignorancia con respecto a la amenaza y a lo que hay que hacer a lo que puede y no puede hacerse para
detenerla en seco, o para combatirla, si pararla es algo que est ya ms all
de nuestro alcance (Bauman, 2007: 10). De esta forma el miedo opera como un componente del imaginario del riesgo, ya que muchos de los riesgos
son potenciales e incluso inexistentes, el miedo acta segn Beriain como un
mecanismo de ayuda a la sobrevivencia, actuando como un detector de peligros potenciales o reales (Beriain, 2007: 89).
4 Los sistemas abstractos seran seales simblicas, medios de intercambio que pueden ser pasados a otros sin consideracin de las caractersticas de los individuos o grupos que los manejan en una particular coyuntura (Giddens, 1993: 32-33), como, por ejemplo, el dinero.

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Felipe Aliaga Sez

El miedo o el terror en su expresin ms intensa, generado por los riesgos, se expresa tambin como reaccin a un imaginario violento de la sociedad, quiebra la seguridad ontolgica de los individuos, la cual en palabras
de Giddens sera una forma muy importante, del sentimiento de seguridad (Giddens, 1993: 91); este quiebre de la seguridad se basa en una prdida de confianza, confianza en que la mayora de los seres humanos depositan en la continuidad de su autoidentidad y en la permanencia de sus
entornos, sociales o materiales de accin. Un sentimiento de fiabilidad en
personas y cosas (Giddens, 1993: 91-92), confianza depositada en lo que
Giddens denomin el pacto con la modernidad (Giddens, 1993: 89). Al
respecto Robles indica que la conciencia de crisis de las sociedades de riesgo irrumpe endmicamente situando en el lugar de las seguridades ontolgicas, el resquebrajamiento de los ambientes de confianza (Robles, 1999:
307). La confianza se encuentra fracturada en la posmodernidad, lo cual es
favorecido por el factor violento del imaginario social, lo que recaer en la figura del inmigrante, en su establecimiento o del migrante en su trnsito, sin
embargo, el cual procurar evadir buscando otro lugar para su instalacin.
La incertidumbre es lo propio de una sociedad en que las migraciones
no tienen una finalidad nica en trminos polticos y sociales. El trnsito migratorio, en sus formas diversas, no es un proyecto acabado o con unos fines asegurados, ya que sus desenlaces, en cuanto a cules sern los logros
para el inmigrante y los aportes para las sociedades, dejan ver solo algunos
de sus matices.
En general, no existe un nivel de control o prevencin de riesgos en bsqueda de disminuir la incertidumbre, a excepcin de los desplazamientos
programados con fines especficos y altamente regulados, como por ejemplo los trabajadores calificados que viajan a desempear una funcin en alguna institucin o empresa, la cual les asegura que las condiciones del viaje e instalacin sean las ms ptimas, sobre todo para altos cargos o mano
de obra especializada; estudiantes de intercambio que viajan resguardados
por las universidades correspondientes con sus seguros de salud o de vida;
deportistas que bajo el auspicio de una marca comercial y de un equipo deportivo viajan a vivir en otro sitio en las mejores condiciones, etc. A pesar de
que estos migrantes tambin pueden estar afectados por riesgos, es mayor
en aquellos que viajan sin tener nada comprometido (al sumar algunos
de mayor probabilidad), es decir, aquellos que se desplazan por el mundo
buscando oportunidades, no aquellos que ya las tienen en la mano, los que
buscan un mejor pasar en otro sitio, enfrentando las dificultades que implica tomar esta decisin, la combinacin de migracin y riesgos estar permanentemente unida, en donde la incertidumbre ser cuestin habitual con la
que tendrn que convivir los migrantes.

El inmigrante como chivo expiatorio

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Los sistemas (econmico, legal, comunicacional, etc.) no calculan el impacto que pueden llegar a tener ciertas medidas o acciones en torno a las
migraciones, ya sea regulacin, control, informacin, etc., no ven que no
ven5 cmo afectan el imaginario en torno a las migraciones y al inmigrante con determinadas acciones. En este sentido, todo sistema que trata con
los inmigrantes tiene sus puntos ciegos6 de cmo son observados estos tratamientos, del tipo de imaginario que estn construyendo y los riesgos y
violencias que pueden generar a travs de sus acciones o de sus comunicaciones. Se asumen medidas a pesar de que se puedan transformar en problemticas futuras, basadas en la ignorancia o en la falta de clculo. Determinados sistemas mantienen bajo la mira el accionar de los inmigrantes
o su trnsito por la sociedad, poniendo en cuestin el valor de las migraciones o planteando reformulaciones de su tratamiento, control o anlisis.
Apareciendo y desapareciendo en el escenario pblico de distintas maneras
a medida que cambia la contingencia del pas o del mundo. Esta revisin
permanente lleva a asumir acciones muy dinmicas y con una carga de arbitrariedad que hace que el efecto sea imprevisible.
Sucede que los niveles de eficiencia de las polticas o los sistemas que
operan con la inmigracin no tienen claridad absoluta (solo relativa) si sus
aplicaciones son efectivas o resultan ser un beneficio para la calidad de vida de la poblacin inmigrante y local, es decir, sus propios imaginarios de la
migracin configurarn su accionar, pero este imaginario generalmente no
cuenta con observadores que lo evalen o fiscalicen,7 en parte porque se supone que el debate ha sido desarrollado por expertos y las medidas son aplicadas con profesionalismo, pero este accionar que configura imaginarios o
se sustenta en otros puede tener elementos de riesgo; Giddens indica que
recursos o servicios han dejado de estar bajo el control local y por tanto
5 En cuanto a la investigacin en imaginarios sociales desde la perspectiva sociociberntica,
Pintos apunta que el postulado esencial es que no vemos aquello que no vemos (Pintos,
2004: 44).
6 Los cuales pueden ser investigados a travs de la observacin de segundo orden como procedimiento cientfico de construccin de realidad, es decir, observar a un observador con
respecto al modo y manera como observa (Pintos, 2004: 34).
7 Los inmigrantes a travs de las plataformas y asociaciones juegan un rol de fiscalizacin, pero que en ocasiones no alcanza a tener un peso suficiente como para conformar un poder que
impacte en el orden poltico de las migraciones, as tambin organizaciones internacionales
como la Organizacin Internacional de las Migraciones (OIM) apenas tiene un rol perifrico
en las decisiones de los Estados. Tambin podemos considerar que las investigaciones sociales, ya sea proyectos cientficos interdisciplinarios patrocinados por los gobiernos; tesis de grado o postgrado; artculos e informes, pueden ejercer un proceso de crtica en cuanto a mejorar los procesos migratorios, sobre todo en el trato a las personas en movilidad.

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Felipe Aliaga Sez

no pueden ser reenfocados localmente para afrontar contingencias imprevistas, y adems existe el riesgo de que pueda fallar el mecanismo como un todo y con ellos afectar a todos cuantos normalmente hacen uso del mismo
(Giddens, 1993: 121). La inestabilidad del sistema expone a los imaginarios
al cambio permanente y a la distancia entre lo que requiere la poblacin o lo
que est vivenciando y lo que desde estos niveles se est haciendo.
Hay que tomar en consideracin que la sociedad del riesgo y la incertidumbre conformarn una matriz de significados negativos que nutriran un
imaginario social del inmigrante como un sujeto problemtico. Tzvetan Todorov, con relacin a la identidad europea, argumenta que esta se fundamenta en la renuncia a la violencia, principio que en la actualidad puede
considerarse logrado (Todorov, 2008: 264), lo cual, segn el autor, sera
producto del reconocimiento de la pluralidad interna de la Unin Europea,
lo que ha llevado a generar unidad y convertir la proximidad de los pases de
pasar de ser considerada una amenaza a una ventaja, sin embargo, desde
nuestro punto de vista la violencia interna entre los pases se contradice con
las posibilidades de violencia externa, o hacia los pases que pueden resultar peligrosos y por ende a las personas que provienen de estos se les puede
asimilar como parte de esta peligrosidad. Nstor Garca Canclini indica que
con relacin a la configuracin de la Unin Europea, en esa ciudadana europea, y en su espacio cultural ms o menos integrado, estn solo una parte
de los no europeos, y millones de otros son discriminados o expulsados
(Garca Canclini, 1999: 124).
Tenemos que la incertidumbre se expresa en una serie de hechos negativos que afectan a los migrantes, considerando la globalizacin del riesgo
en el sentido de intensidad(Giddens, 1993: 120), los inmigrantes se pueden enfrentar a cuestiones tales como: muerte, hambre, situaciones de habitabilidad precaria, lo cual se relaciona en lo que indica Beck (2009) en
cuanto a lo tolerable y lo intolerable, es decir, los lmites que los sujetos estn dispuestos a aceptar, y cmo esos lmites pueden ser situaciones que los
lleven a una desgracia o a tener una precaria calidad de vida. Los migrantes
tambin se vern afectados por fenmenos como la precarizacin del trabajo, realizando labores ingratas con una alta inseguridad y violencia (comercio sexual, venta ambulante desregulada, etc.).
En este proceso pueden estar involucrados adems los cambios institucionales, producto de la situacin econmica de los pases que pueden llevar a las personas a caer en este tipo de opciones, la globalizacin del riesgo en el sentido del creciente nmero de sucesos contingentes que afectan
a todos, o al menos, a gran nmero de personas en el planeta (Giddens,

El inmigrante como chivo expiatorio

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1993: 120), lo que llevar a la generacin de incertidumbres fabricadas


(Beck), ya que muchas de estas situaciones son producto de una fallida planificacin del fenmeno migratorio o producto de equivocadas medidas de
control frente a los cambios del mundo actual (especialmente en contextos
de crisis).
Las personas pueden llegar a ser migrantes en situaciones conflictivas, polticas, econmicas, sociales, o relacionadas con una alteracin del ecosistema, en donde el entorno creado (Giddens) por el ser humano puede sufrir alteraciones que lo transformen en riesgoso, perdiendo la lnea armnica que
separa o une la naturaleza y la cultura: La difuminacin de las fronteras entre
estos mbitos no slo se debe a la industrializacin de la naturaleza y la cultura, sino tambin a los peligros que amenazan por igual a los seres humanos,
animales y plantas (Beck, 2009: 231). Esto har que se produzcan procesos
migratorios forzosos internos o entre pases, tales como los desplazamientos
en bsqueda de refugio o solicitantes de asilo que se ven expuestos a que sus
peticiones sean rechazadas, cayendo en vacos administrativos que los llevarn a deambular por diferentes lugares desencontrndose con las estabilidades, transformndose en individuos desujetados, ya que en algunos casos
pueden estar en la condicin de aptridas o inexpulsables, no teniendo reconocimiento formal de pertenencia a ninguna administracin estatal, lo que
har que su inclusin en los sistemas de subsistencia sea muy difcil y permanezcan en la clandestinidad y por ende en la exclusin.
Actualmente existe una desigualdad en las regulaciones en torno a las
migraciones internacionales, que hace que se incrementen los sistemas de
control y de presin hacia el corte de los flujos migratorios irregulares; esto
hace que se institucionalice el riesgo de caer en situaciones altamente violentas para los migrantes, incluso para aquellos que escapando de situaciones conflictivas, se ven expuestos al rechazo de las sociedades de destino. En
estos casos el control se puede analizar como un riesgo institucionalizado
(Giddens), que afecta a miles de personas por el mundo desde lo local a lo
global, en una glocalidad de los riesgos (Beck), ya que las instituciones de
un pas funcionan en coordinacin con varios Estados para cortar el flujo en
enlaces estratgicos entre origen y destino, existiendo una campaa millonaria orientada a la detencin de migrantes, as como a su retencin (p. ej.:
Frontex, SIVE, Centros de Internamiento de Extranjeros CIE, etc.), y expulsin a sus pases de origen (repatriacin) o a otros con legislaciones ms
flexibles con los cuales puedan tener convenios. Esta presin hacia el control y la resistencia de los pases a recibir mayores flujos, puede ser un factor que propicie la existencia de mafias que se dedican a movilizar de manera clandestina a migrantes, o a traficar con estos, inclusive llevndolos a la

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esclavitud o la muerte; as como a tomar rutas duras y complicadas con altos grados de peligrosidad, en donde pueden sufrir vejaciones y malos tratos
por parte de mafias, poblacin local e incluso la polica.
Este amplio espectro de incertidumbre relacionada a los riesgos de las
migraciones, sern cuestiones que estn presentes en la sociedad de forma
permanente y se filtrarn a la informacin manejada por la opinin pblica y por los sistemas sociales, nutriendo la base comunicacional de la matriz de significados que componen el imaginario social en torno a las migraciones, esquema negativo que presentar a un migrante como portador de
conflictos y desgracias, un protagonista de situaciones dramticas, que se
relacionan con lo triste de la existencia humana, con la necesidad, con la delincuencia, con el sufrimiento, con el lado despreciado por la mayora de los
seres humanos. Representarn las penas de la desigualdad del mundo, de la
imperfeccin del sistema y de su distribucin inequitativa de las oportunidades, suponen la imagen de la pobreza, de la carencia y de la opresin. Todos
estos significados, desde nuestra perspectiva terica, potenciarn una imagen violenta de un sujeto que carga las culpas de la sociedad, construyendo
el imaginario del inmigrante como un chivo expiatorio, cuestin que no resultar nada favorablemente al proceso de integracin.

3. La gnesis violenta del imaginario migratorio


Para comprender cmo en la migracin se conjugan elementos violentos y
esto repercute en la propia figura del inmigrante, haremos una sucinta comprensin de cmo la violencia siempre ha estado presente en la sociedad,
de forma que en diferentes pocas histricas han existido maneras de comprender su funcin o administracin, alcanzado finalidades e interpretaciones diversas y siendo en la posmodernidad en el momento en que se vuelve
ms difusa y afecta directamente a la poblacin migrante.
Desde las sociedades primitivas o premodernas, en rituales realizados
por algunas tribus, habran existido manifestaciones que observadas desde
la actualidad son identificadas como violentas, como es el caso de los cultos
a divinidades en donde se realizaban sacrificios humanos. En la tradicin
judeocristiana, se asuma el sufrimiento voluntario como forma de expiacin
de las culpas. Segn Carretero las sociedades tradicionales se caracterizaban
por ser violentas, en donde la violencia se utilizaba para asegurar el vnculo
social a travs del sentimiento comunitario, este acentuado sentimiento de
unidad y de pertenencia reposaba sobre la percepcin de la existencia de
la comunidad como un Nosotros colectivo que, respaldado por un particular

El inmigrante como chivo expiatorio

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sistema de creencias mtico-religiosas, trascendera al conjunto de los


individuos que la integraran (Carretero: 2009: 45).
En la Edad Media se generan agencias encargadas de administrar su
aplicacin, se instaura la Inquisicin, la cual aplica violencia como castigo de la hereja (mujeres que supuestamente practicaban brujera moran
quemadas en la hoguera). El castigo dispuesto por las diferentes autoridades frente a determinadas conductas consideradas desviadas, consista en
la aplicacin de violencia directamente sobre el cuerpo, por medio de rudimentarios artefactos de tortura, que como funcin principal tenan el causar dolor o la muerte.8
La violencia blica se ha utilizado histricamente en todas las guerras y
batallas, ya sea para conquistar o defender territorios y recursos, donde se
ha buscado la victoria o la defensa a travs de la destruccin o la aniquilacin. En la tierra, en el mar o en el aire se ha dispuesto de todo tipo de armamentos para acabar o causar dao al contrario, desde las prehistricas lanzas de madera, espadas utilizadas en la antigedad, hasta complejas armas
de fuego en la modernidad. La tecnologa blica ha ido avanzando y alcanzando altos grados de sofisticacin, impulsada especialmente por la Primera y Segunda guerras mundiales, haciendo que la industria armamentstica
creciera de una forma radical. Muchas de las guerras que se han sucedido
a lo largo de la historia no han tenido limitaciones en el uso de la violencia,
implicando una serie de atrocidades y daos colaterales.
En la modernidad la administracin de la violencia estara llevada a cabo principalmente por el Estado. Giddens (1993) indica que dentro de las
dimensiones institucionales de la modernidad, estara por parte del Estado
el control y monopolio de los medios de violencia. As Beriain tambin describe la violencia en la modernidad como mecanismo de integracin y estructuracin de la sociedad, en donde funciona como una herramienta del
control racional y territorial utilizada por el Estado-nacin, el cual basaba
su gobierno en el control de los medios de violencia; el consenso social
8 Algunos de estos ingenios fueron el aplasta cabezas, destinado a reventar los huesos del
crneo; el cepo, artefacto que inmovilizaba al sujeto de pies y manos, que se utilizaba para la humillacin, exponiendo al acusado en la plaza pblica a diverso tipo de vejaciones;
el potro, el cual estiraba los miembros del cuerpo incluso llegando a desmembrarlos; las
jaulas colgantes, en donde se encerraba a los prisioneros desnudos o semidesnudos. Estos son slo algunos de los tipos de mecanismos de aquella poca para generar suplicios,
de una aberracin que en la actualidad cuesta siquiera imaginarlos. Este aspecto de la aplicacin de violencia en los cuerpos como forma de castigo ha sido tratado por Michel Foucault en su libro Vigilar y castigar, el cual muestra como en las sociedades medievales se utilizaba como mecanismo del proceso penal.

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dentro del Estado-nacin se garantiza por el recurso al derecho positivo, a


la disciplina, a la vigilancia y a la violencia fsica (Beriain 1997: 116). Carretero establece que seran dos procesos entrelazados propios de la modernidad: a) La transformacin del vnculo comunitario precedente en un
vnculo de tipo funcional. b) La configuracin del Estado Moderno como
instancia monopolizadora de la violencia (Carretero, 2009: 51).
En la sociedad posmoderna la violencia busca formas de expresarse y de
reproducirse por diversos medios, en donde aplicar, recibir u observar como
otros reciben violencia puede servir como mecanismo de control o descontrol del orden social, ya que los responsables de su aplicacin, distribucin y
control, en determinados casos, no tienen quines los controlen, lo que hace que el flujo sea arbitrario o limitado por ciertos sistemas expertos, en lo que
entiende Giddens como sistemas de logros tcnicos o experiencia profesional que organizan grandes reas del entorno material y social en el que vivimos (Giddens: 1999: 37), en los que se deposita la confianza de que est correctamente administrada. En ocasiones los sistemas expertos debern
aplicar cuotas de violencia para controlar el descontrol social producido por
la violencia descontrolada, en un esquema tautolgico en que la violencia
se combate con violencia.
Considerando la plasticidad que alcanza la violencia en las sociedades
posmodernas, Carretero apunta que una de sus posibles causas puede ser
debido a la exclusin de aquellas prcticas que no se corresponderan con
el imaginario central occidental, el cual estara sustentado en una racionalidad poltica, la que se expresa en un modelo unidimensional y totalitario
de racionalidad en donde prevalecer la eficacia, la utilidad, la instrumentalidad y su derivacin consiguiente, la rentabilidad, soterrando aquellas
otras dimensiones de la experiencia social que no se ajusten a ella (Carretero, 2009: 57-58). Esto tendr un impacto en la actuacin del poder como normalizacin y reglamentacin en base a esta racionalidad, y las prcticas que se salgan de este esquema pueden ser consideradas peligrosas. Este
imaginario provocara que la violencia se refugie en los mrgenes de lo social, transformndose en sociedades generadoras de violencia, una violencia sin finalidad, que se volver sobre el propio cuerpo social y se difundir
en el interior de ste para finalmente convertirse en uno de sus rasgos caractersticos, para transformarse en una violencia que flotar en el ambiente
(Carretero, 2009: 59).
As este imaginario oculta una violencia autolegitimada, lo que har que
en las sociedades posmodernas la violencia regrese a lo social bajo una forma anmica, que puede volverse contra la sociedad, adquiriendo una forma difusa y capilarizndose por todos sus intersticios (Carretero, 2009:

El inmigrante como chivo expiatorio

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60). Esta perspectiva plantea una especie de paradoja, ya que la sociedad al


excluir formas que no se ajustan al modelo racional buscando un efecto de
control, puede llegar a ser entendido como represin o hegemona ideolgica que, sin duda, generar malestares en determinados grupos o individuos
que posiblemente reaccionen con violencia, as puede haber casos que aunque se ajusten bajo camuflaje a esta lgica racional, operarn al margen de
la legalidad o de la normalidad. Otra caracterstica de la violencia en la
posmodernidad es su versatilidad en cuanto a la capacidad de evadir, sobrevivir y reproducirse en contradiccin de la lgica racional.
Como he mencionado, el control de los individuos a travs de la violencia paradjicamente ha generado descontrol en muchos aspectos, sobre todo relacionado con el hecho del excesivo uso de violencia, cuestin que
ha llevado al surgimiento del cdigo violencia/paz, esto quiere decir que se
reconoce un aumento de la violencia, o se visibiliza el uso abusivo de la violencia como un fenmeno negativo en las sociedades y que debe ser contrarrestado con la bsqueda de la pacificacin de las relaciones sociales violentadas; reconocimiento que impulsa una revisin de muchos mbitos en los
cuales pueden existir y configurar determinados imaginarios, ya que la violencia puede alcanzar todos los sectores de la sociedad.
Dependiendo de los tipos que existan, surjan, se reformulen o identifiquen el imaginario ir tomando forma, adquiriendo un sustento que puede
producir un esquema de realidad agresivo, ya que la violencia se comporta como algo que nadie quiere padecer, no obstante, da sentido al cdigo de lo tolerable/intolerable en cuanto a que nadie quiere sentirse violentado, pero es
necesario observar qu es la violencia para poder construir la imagen de la no
violencia, puesto que hay en la sociedad quienes la padecen y quienes la aplican, cuestin que en muchos casos no es observable como punto de contraste
de lo bueno o de lo tolerable, ya que incluso hay situaciones en que individuos
que vivencian la violencia la pueden aceptar como una realidad necesaria.
En este vaivn de la violencia, es importante considerar a quines afecta y quines son los generadores de esta y cules son sus finalidades, si es
que existen (en caso de que sea un acto racional), lo que no consiste en buscar los culpables sino en buscar quines la vivencian (en nuestro caso los migrantes). En este vivenciar de la violencia, que puede incluso formar parte
de la normalidad de la vida cotidiana de los individuos o de sistemas sociales completos, segn Pintos existiran una serie de smbolos que nutriran el
imaginario de la violencia, los cuales han establecido, en momentos y situaciones determinadas, una distincin a partir de la cual un grupo de personas
estaba legitimado para ejercer violencia sobre otro grupo (Pintos, 1995:

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Felipe Aliaga Sez

51), en donde la totalizacin del imaginario social de la violencia aparecera en una metfora binaria: quines son las vctimas y quines los verdugos? La violencia ejercida por unos hombres contra otros slo es totalizable a travs de diferentes figuras que han ido definiendo a unos y otros a lo
largo de la historia (Pintos, 1995: 53); existiran una serie de binomios entre vctimas y verdugos: fuertes/dbiles; pases centrales/perifricos; sistema
financiador/sistema productor; pobres/ricos. Podemos plantear que en la
posmodernidad los smbolos y binomios de vctimas y verdugos seran cada
vez ms difusos, ya que ambas posiciones pueden ser intercambiadas, incluso de forma repentina, en donde las vctimas pueden transformarse en victimarios y estos ltimos en vctimas.
Ms all de responder a la necesidad de control y ser una respuesta a la
racionalidad poltica occidental, en las sociedades posmodernas encontrar
las causas de la violencia puede ser una tarea compleja debido a la existencia de una amplia variedad de tipos; Gerard Imbert distingue tres principales: violencia real, representada y formal. La real sera polimorfa, puede ser
fsica o simblica, de ndole poltica, social, econmica, ecolgica, comportamental o ambiental (agresiones sonoras, visuales, etc.) con grados
variables de gravedad: violencia corporal (que puede acarrear la muerte),
violencia sexual (violacin fsica pero tambin violacin del pudor y del honor), violencia mortal (homicidios voluntarios) (Imbert, 1992: 13). El autor tambin hace referencia a la violencia criminal contra terceros y contra
s, la violencia accidental, histrica, individual y colectiva, as como un tipo
de violencia social, la que se caracterizara por atravesar toda la sociedad,
sobre todo el mbito pblico.
Se puede ver que la violencia puede tener mltiples formas y fuentes, lo
que hace que su alcance amplio y dilatado, incluyendo que muchas de estas
figuras en contextos de modernidad deberan haber sido controladas o programadas, sin embargo, no existe una erradicacin de la violencia y, por el
contrario, pareciera que en la posmodernidad existiera un desborde de sus
manifestaciones e impactos, pudiendo surgir y alcanzar efectos no esperados, lo que hace que la construccin del imaginario sea ms agresivo al ser
ms difusos sus vrtices; segn Beriain la violencia ha sido privatizada, dispersada, es difusa y capilar; como el capitalismo ha des-regulado la economa, tambin la violencia colectiva actual es un fenmeno totalmente desregulado, descentralizado, al salirle al paso al actor tradicional que posea el
monopolio del uso de la violencia, el Estado nacional (Beriain, 2007: 91).
As otra de las principales caractersticas de la violencia en la posmodernidad sera su amplia imprevisibilidad y alcance.

El inmigrante como chivo expiatorio

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Algunos ejemplos de violencia en la posmodernidad es la utilizada por


organismos y agentes fuera del control del Estado,9 en algunos casos relacionadas con el lucro desproporcionado e ilcito, por ejemplo: mafias; traficantes de drogas que amenazan a las propias autoridades o atentan contra la integridad fsica de las personas; tratantes de personas que venden,
violan o matan a personas; redes internacionales de prostitucin que mantienen obligadas a mujeres amenazndolas de muerte a ellas y/o a sus familias; agrupaciones polticas tales como guerrillas o grupos paramilitares
que funcionan al margen de la autoridad de los gobiernos y que secuestran
o atemorizan a la poblacin mediante ataques (ETA, FARC, Al Qaeda, etc.).
Por otro lado, con respecto a la violencia producida por objetivos enfermizos, ya sea por una deficiencia mental, traumas o un trastorno de personalidad, este tipo de violencia que ha existido desde siempre, pero que parece
que en la sociedad actual se hace ms visible, basta con revisar la alta cifra de
muertes de mujeres en manos de sus parejas registradas en los ltimos aos,
lo que ha derivado en la legitimacin pblica de la categora de muertes por
violencia de gnero. Por otro lado, la violencia invisible que se mantiene en la privacidad de los hogares y en las instituciones, ya sea en el colegio,
la universidad, el trabajo, etc., as como hacia determinados grupos sociales:
mujeres, nios, ancianos, jvenes, enfermos, poblacin migrante, etc.
As en un tiempo determinado el imaginario de la violencia podra reafirmar y legitimar determinadas relaciones y conductas sociales hacia los inmigrantes o la poblacin migrante en general, puede ser que no sea operativo
y no sustente la estabilidad social, ya sea por una exigencia ciudadana o por
una nueva formulacin intelectual de los expertos, la violencia se ir resignificando a medida que sea utilizada para distintos fines, el imaginario cambiar dependiendo del periodo en que nos situemos, los anteriores imaginarios dejan de ser eficientes con respecto a los tiempos actuales y entran en
una especie de crisis terminal, donde las puertas quedan as abiertas para
iniciar lo que denominara un proceso de re-significacin y que puede tener
impactos impredecibles sobre la mismsima base material de nuestras sociedades (Baeza, 2003: 133).
La violencia es un factor que adems de tener sus propios imaginarios,
permitir resignificar otros en torno a fenmenos irradiados por esta, esto se
relaciona con un segundo tipo de violencia sealado por Imbert, la violencia
representada, principalmente por los medios de comunicacin, la cual
puede llegar a incidir en los comportamientos colectivos, creando su propia
9 Aunque tambin en la modernidad siempre ha existido un amplio margen de violencia utilizado por organizaciones de este tipo.

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realidad que podra llegar a inducir a su vez la violencia (Imbert 1992: 15).
Hay mbitos en los cuales se escucha hablar que puede haber violencia, pero
no existe claridad respecto al grado de nocividad que esta puede tener sobre
los individuos, por ejemplo: videojuegos, pelculas, msica, etc.
Esta violencia nutre directamente la base comunicacional del imaginario
social en torno a las migraciones, dado que muchos de los elementos que habitualmente transmiten los medios de comunicacin son los elementos ms
dramticos del proceso, no las causas ni las soluciones, sino que comnmente se concentran en transmitir lo que ms impacte al receptor del mensaje,
ya que los imaginarios sociales se construyen a travs de la comunicabilidad
potencial de la experiencia humana (Baeza, 2003: 22), en donde esta comunicabilidad no es completa, sino fragmentaria: es transmisible o comunicable en sus grandes rasgos, no as en la menudencia del detalle (Baeza, 2003:
23); en este mismo sentido, Pintos nos indicar que los imaginarios actan
ms bien en el campo de la plausibilidad o comprensin generalizada de la fuerza
de las legitimaciones (Pintos, 1995: 20). Por lo tanto, en la posmodernidad
las personas, en base a fragmentos o signos de violencia en torno a las migraciones, pueden legitimar una situacin o contexto social como violento en su
totalidad, generando una hiperrealidad de la migracin, lo que va en relacin
con los medios de transmisin de la violencia.10
El tercer tipo de violencia destacado por Imbert es la formal del propio medio, intrnseca a los modos de construccin representacin imposicin de
la realidad (Imbert, 1992: 15). Ac la violencia estara construida por medio
de un discurso que establece una representacin de la violencia, que influir
en la creacin de una matriz de significados que nutrir el imaginario, el cual
establece una matriz de conexiones entre diferentes elementos de la experiencia de los individuos y las redes de ideas, imgenes, sentimientos, carencias y
proyectos que estn disponibles en un mbito cultural determinado (Pintos,
1995: 5). Estos imaginarios sociales pueden connotar caractersticas valorativas positivas o negativas en torno a las migraciones, as como pueden tener un
carcter dominante o marginal; esto depender desde donde sean observados y caracterizados en base al tratamiento discursivo que se realice. Sin embargo, esta base discursiva del imaginario en torno a las migraciones puede
estar en relacin con el discurso moral y la base valrica de la sociedad; el contraste con las diversas moralidades y valores de los sujetos puede decirnos si
10 Antonio Izquierdo indica que los medios de comunicacin repiten imgenes de dramticas
arribadas de inmigrantes en Espaa, que as como seran las ms dolorosas son las menos
numerosas, en lo que lleva transcurrido el siglo, las llegadas de inmigrantes que proceden
de frica subsahariana (etiqueta imprecisa y cargada de prejuicios) nunca han representado ms del 4% del total de las personas que ingresan en Espaa cada ao (Izquierdo,
2008: 615).

El inmigrante como chivo expiatorio

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el imaginario es beneficioso o perjudicial para la sociedad y, por lo tanto, para los individuos, existiendo comunicacin que puede ser violenta, en el sentido de si se considera a la matriz de significados como violentos per se, al respecto Baeza nos indica que los imaginarios sociales actan como singulares
matrices de sentido o, al menos, como elementos coadyuvantes en la elaboracin de sentidos subjetivos atribuidos al discurso, al pensamiento y, muy importante, a la accin social (Baeza, 2000: 14). Sentidos relativizados en una
sociedad posmoderna en la cual las moralidades se encuentran multiplicadas
debido a que las subjetividades se encuentran enfrentadas a una mayor cantidad de informacin, pero tambin a una mayor complejidad y abstraccin.
La violencia existente en la sociedad y transportada a las migraciones puede
incidir en los tipos de imaginarios que se configuren en torno al inmigrante y
en el acercamiento o enfrentamiento a sus distintas facetas.
Arjun Appadurai (2007) postula que la violencia puede surgir entre mayoras y minoras, producto del desencuentro entre las culturas dentro de los
espacios concebidos como soberanos, territorios nacionales afectados por
la existencia de lo que denomina genio tnico, el que influye fuertemente en la vida social, la cual estara afectada por la lgica de la incertidumbre, componente caracterstico en la poca actual. El autor indica que las
formas de incertidumbre de la sociedad generaran efectos negativos, como
por ejemplo: ansiedad frente a la distribucin de los recursos del Estado, con
relacin a la identidad de los beneficiarios (t, ellos), incertidumbres que se
potencian cuando hay grandes movilizaciones de personas, o se afecta la
identidad tnica y las redes sociales.
Esta incertidumbre puede resultar contraria a la integracin social, y a
favor del distanciamiento entre los sujetos y la atomizacin de los sistemas
sociales. Uno de los elementos centrales descritos por Appadurai es el planteamiento de la existencia en las sociedades liberales de un encuentro conflictivo entre mayoras y minoras, y como esta relacin puede generar lo
que denomina angustia de lo incompleto, donde las mayoras se pueden
transformar en predatorias y etnocidas, generando violencia hacia los grupos minoritarios, pudiendo la globalizacin llegar a exacerbar estos procesos violentos, indica que la globalizacin, como manera especfica en que
los Estados, los mercados y las ideas sobre el comercio y el gobierno se han
llegado a organizar, exacerba las condiciones de la violencia a gran escala
debido a que genera una potencial colisin entre la lgica de la incertidumbre y la lgica de lo incompleto (Appadurai, 2007: 22-23).
A pesar de que en algunos pases los inmigrantes alcanzan porcentajes
muy representativos de la poblacin total, son observados como minoras,

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enfrentando situaciones violentas que harn que el imaginario, tanto de la


migracin como del inmigrante, se vaya configurando de forma negativa,
se transforman en un fenmeno contra el cual Occidente y el mundo tienen
que defenderse o protegerse, aplicando estrategias que en ocasiones resultan injustas y que paradjicamente pueden generar ms violencia: En lugar
de decir que las minoras generan violencia, deberamos decir que la violencia, sobre todo en el mbito nacional, necesita de las minoras (Appadurai,
2007: 64). En cuanto a que pondrn en riesgo la reafirmacin de la identidad y de la unidad nacional11 en un esquema de oposicin con lo diferente
o lo contrario, Michel Maffesoli argumenta que el nomadismo, implica que
el caminante representara un rol de mala conciencia, ya que sacude violentamente el orden establecido y hace recordar el valor de hacer camino (Maffesoli, 2004: 41); esta alteracin hace que el migrante pueda ser imaginado como un individuo peligroso ante lo cual se aplicarn medidas drsticas
para controlar su andar desestabilizador.
Cada historia personal incluye experiencias complejas y que pueden estar afectadas por elementos violentos en torno al proceso migratorio, situaciones que muchas veces no se traslucen porque son parte de aquello que
no se cuenta o que en algunas ocasiones se ve de forma impactante y tergiversada en los medios de comunicacin. Quedan en la invisibilidad elementos que pueden (se puede suponer o sospechar) no ser aceptados o que generan rechazo, considerados como no funcionales a la sociedad receptora,
los cuales habitualmente no se hacen presentes en el tratamiento pblico
del tema, como por ejemplo: esfuerzos econmicos, familiares, laborales,
etc.; procesos psicolgicos traumticos; conflictos identitarios; adaptacin
a situaciones de precariedad laboral, habitacional, alimentaria, etc.; discriminacin; xenofobia; segregacin; marginacin, etc.
La violencia en el proceso migratorio se presentar como un factor enigmtico y difuso, que configurar determinados imaginarios vistos como esquemas creativos frente a lo que surge como enigmtico a priori que son
socializados o compartidos socialmente (Baeza, 2003: 81). Vamos a considerar que existe un estrecho vnculo en la existencia de violencia, la cual aparece como un factor enigmtico, produciendo imaginarios violentos en torno
a las migraciones; Imbert indica: No se puede desvincular el anlisis de los fenmenos de violencia (pongamos la delincuencia juvenil) de las condiciones
econmicas pero tampoco de las representaciones colectivas y del imaginario
social (Imbert, 1992: 12), ya que su forma puede hacer que el encuentro con
11 Con relacin a esto Will Kymlicka apunta: Resulta sorprendente la falta de evidencias que
demuestren que los inmigrantes plantean algn tipo de amenaza a la unidad o a la estabilidad de un pas (Kymlicka, 2010: 245).

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la migracin se cargue de factores limitantes para la convivencia, generndose


un proceso de extraamiento y distanciamiento entre las personas.
Los distintos tipos de violencia pueden ser fundamento de imaginarios
que pueden llegar a engendrar o reproducir ms violencia, o puede ser construida como tal por otros imaginarios, ya que aparece cada vez ms presente en las distintas realidades del mundo; Pintos indica que nos hemos acostumbrado a la violencia. Vivimos resignadamente en un entorno que refleja
caleidoscpicamente un complejo mundo de violencias. De tal modo que
ya nos atrevemos a hablar de una Cultura de la violencia (Pintos, 1995:
46). Cuestin que estar potenciada por el rol de los medios de comunicacin que muestran la migracin con relacin a sucesos conflictivos.
El ser humano ha buscado seleccionar conductas menos violentas dentro del grupo para sobrevivir, el proceso sociocultural ha llevado a la sociedad a autodomesticarse, sin embargo, frente a la necesidad de soportar las
restricciones impuestas por el Estado, estas pueden ser cuestionadas y la posibilidad de estar expuesto a situaciones de violencia se hacen manifiestas o
escapan del control de los individuos migrantes y son aplicadas por las instituciones y por las multitudes que definen lo que deben sufrir y hasta cundo
sern transgresores del orden social, especialmente en situaciones de crisis
social, en lo que Ren Girard define como: esquema transcultural de la violencia colectiva(Girard, 1982: 30). Lo que se expresar en diversos estereotipos, tales como el de la persecucin hacia sujetos categorizados como victimarios, que resulta de la combinacin de los siguientes estereotipos: a) las
violencias son reales, b) la crisis es real, c) no se elige a las vctimas en virtud
de los crmenes que se les atribuyen sino de sus rasgos victimarios, de todo
lo que sugiere su afinidad culpable con la crisis, d) el sentido de la operacin
consiste en achacar a las vctimas la responsabilidad de esta crisis y actuar
sobre ella destruyndolas o, por lo menos, expulsndolas de la comunidad
que contaminan (Girard, 1986: 35). La violencia que se produce en torno
al fenmeno migratorio hace que el inmigrante aparezca como causante de
una serie de problemticas, que lo hacen ser un potencial de persecucin.

4. La desconfianza
Es posible que la adaptacin e integracin de un inmigrante sea positiva a travs de un proceso paulatino y pacfico, sin embargo, bajo condiciones adversas, sobre todo para las personas que se encuentran en situaciones de irregularidad laboral o administrativa (o para aquellos que ingresan a un pas bajo
condiciones de extrema inseguridad), implica un conflicto de adaptacin no
poder ingresar de forma normal a la mayora de los sistemas funcionales de

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la sociedad, creando una imagen conflictiva para el sistema de acogida y para la sociedad civil local, donde el inmigrante puede ser visto como un agente que no necesariamente viene a contribuir al pas, sino ms bien a invadir
o a usufructuar de una cultura o de los servicios proporcionados por algunos
estados de bienestar. Este hecho que puede causar un cierre funcional en las
sociedades de acogida y la generacin de una alta dosis de desconfianza en
la poblacin local; que se deber a la comprensin del migrante como portador de ciertas caractersticas que lo afectarn negativamente en su trayecto
migratorio y que, como ya hemos visto, configuran el proceso migratorio como problemtico.
Determinados hitos forjarn mayormente el hecho de que el inmigrante
sea visto como alguien que ofrece o no estabilidad para la sociedad de llegada, ya que el fenmeno de la inmigracin adems presenta a estos individuos como formando parte de una alteridad desconocida, es decir, un forneo que llega a tratar de incorporarse a un entorno que originalmente no
le correspondera. Ktia Lurbe y Enrique Santamara indican que desde los
ochenta es el momento en que en Espaa la inmigracin empieza a ser tratada como problema: hemos asistido a un uso cada vez ms recurrente de las
expresiones que denotan la alteridad de los migrantes, que hacen del inmigrante un ser diferente y, por tanto, encarnacin de lo ajeno en la sociedad
de instalacin (Lurbe & Santamara, 2007: 59). Se construye una imagen
del otro como un sujeto que representa conflictos en su inclusin o integracin armnica o pasiva, un individuo que supone problemas en su tratamiento por sus aparentes caractersticas especiales, que lo llevan a ser considerado como un otro enfrentado a un cuestionamiento permanente.
El inmigrante puede ser observado como el representante de una doble
culpabilidad: por un lado, como causa u objeto de problemas existentes
en la sociedad de llegada, es decir, un individuo disfuncional debido a su
diferencia cultural en las formas de hacer o de actuar en la sociedad; y
por otro, como representante de los males de su sociedad de origen, con
relacin al grado de conflictividad observada en torno a estos (pobreza,
delincuencia, conflictos polticos, corrupcin, etc.). Al respecto Bauman
apunta que culpar a los inmigrantes los extranjeros, los recin llegados,
y en particular los extranjeros recin llegados del malestar social en todos
sus aspectos (y en primer lugar, del nauseabundo y paralizante sentimiento
de Unischerheit, incertezza, precarit, insecurity, inseguridad) est volvindose
rpidamente un hbito global (Bauman, 2011: 81). Esto har que sea
puesto permanentemente en cuestin el rol del inmigrante y se esperar
que coincida con las expectativas que se tienen de su actuar, lo que puede
generar desconfianza, ya que no se tiene claridad de cul es su verdadera

El inmigrante como chivo expiatorio

169

intencionalidad, como argumenta Erving Goffman, los individuos necesitan


que los papeles que desempean sean tomados en serio: Se les pide que
crean que el sujeto que ven posee en realidad los atributos que aparenta
poseer, que la tarea que realiza tendr las consecuencias que en forma
implcita pretende y que, en general, las cosas son como aparentan ser
(Goffman, 2009: 31). Los inmigrantes dependern de la confianza o falta
de confianza que generen sus actos, en cuanto el trabajo que desempean
lo hagan de forma eficiente; que su conducta respete las normas sociales
y legales establecidas; que su disposicin sea la de ser honrado y cuidar el
sistema que le da acogida; es decir, un tipo de comportamiento cvico ideal.
En este sentido, la confianza en la actuacin del inmigrante depender
de cmo sea considerado y valorado su comportamiento, sin embargo, esta
confianza se puede basar en elementos muy vagos, en cuanto es un proceso
que debe ser construido y que puede ser alterado fcilmente cuando la informacin es negativa o contradictoria, provocando reacciones conflictivas, ya
que esta es necesaria para la estabilidad emocional de los sujetos: la forja
de la confianza es la condicin primordial para el reconocimiento de la clara
identidad tanto de objetos como de personas. Si esa confianza bsica no se
desarrolla, o si no se logra contener su inherente ambivalencia, el resultado
es una persistente angustia existencial (Giddens, 1993: 98). De la misma
forma Niklas Luhmann (1996) argumenta que sin confianza un individuo no
podra levantarse por la maana, adems de estar afectado por miedos y temores, de esta forma otorgar confianza se hace necesario para vivir: Cada
da ponemos nuestra confianza en la naturaleza del mundo, que de hecho
es evidente por s misma, y en la naturaleza humana (Luhmann, 1996: 5).
La poblacin local puede depositar confianza como una cuestin necesaria para la convivencia, pudiendo creer en la actuacin honesta y bien
intencionada del inmigrante o no conceder confianza en estos, generando
sospechas en torno a su figura. La confianza se hace necesaria para que el
imaginario que exista en torno a este sujeto sea positivo: La necesidad de
confianza puede considerarse como el punto de partida correcto y apropiado para la derivacin de reglas para la conducta apropiada (Luhmann,
1996: 6); el cmo se confe en las actuaciones de los inmigrantes determinar si sus conductas son consideradas correctas o incorrectas.
Cuando se genera desconfianza en torno a un colectivo, en general solo se
observan las apariencias o la fachada del fenmeno definida por Goffman como parte de la actuacin del individuo que funciona regularmente de un modo general y prefijado, a fin de definir la situacin con respecto a aquellos que
observan dicha actuacin (Goffman, 2009: 36). En este sentido, las fachadas del inmigrante pueden entregar muy poca informacin respecto a quienes

170

Felipe Aliaga Sez

son realmente estas personas y cules son sus biografas e intereses particulares, la informacin transmitida por los inmigrantes puede no ser suficiente para poder generar lazos de confianza con la poblacin local, en donde la
confianza puede ser segn Juan Romay y J. L. Pintos progresiva o regresiva,
respecto aquello potencialmente confiable (Romay y Pintos, 2009: 230). Se
puede hablar de que el colectivo inmigrante puede no generar aumentos confianza en la poblacin local o esta a su vez puede no concederla.
Las fachadas de los inmigrantes tambin pueden estar diferenciadas y
adems naturalizadas por distintos medios; segn Goffman hay partes escnicas, donde a nivel personal existen medios tales como: las insignias del
cargo o rango, el vestido, el sexo, la edad y las caractersticas raciales, el tamao y aspecto, el porte, las pautas del lenguaje, las expresiones faciales, los
gestos corporales y otras caractersticas semejantes (Goffman, 2009:38).
En el nivel de la interaccin entre locales e inmigrantes se generar una bsqueda recproca de confianza, en cuanto a tener o no una convivencia pacfica, lo cual depender de una decisin de otorgamiento de confianza en base al anlisis de los medios provistos por la fachada de ambos. La decisin
del otorgamiento de confianza, segn Romay y Pintos, se basara en tres aspectos: la probabilidad subjetiva asignada al otro, las supuestas prdidas
que ocasionara tal confianza y las posibles ganancias al respecto (Romay
y Pintos, 2009: 230); esta relacin, indican los autores, permitira el encuentro, lo que posibilitara el dilogo y la fraternidad, lo contrario generara la
cosificacin del otro.
En la relacin locales-inmigrantes es probable que se vea una mayor ganancia en la confianza del local obtenida por el inmigrante que viceversa. Si la
opcin resulta ser el aumento de la desconfianza para ambas partes, esta potenciar el distanciamiento y extraamiento entre los sujetos. Bauman indica
que a medida que aumenta la distancia con los otros del nivel de la intimidad,
ms se convierten en extraos: La extraeza de los extraos significa precisamente nuestra sensacin de estar perdidos, de no saber cmo actuar y qu
esperar, con la consiguiente falta de disposicin a comprometernos (Bauman, 2009: 166).
Las fachadas de los inmigrantes y de los locales pueden generar desconfianza, en especial los inmigrantes se vern cuestionados, ya que su estatus
es observado y analizado con relacin a su funcionalidad, esto se vincula
con la apariencia que tengan sus quehaceres, ya que esta se refiere a aquellos
estmulos que funcionan en el momento de informarnos acerca del estatus
social del actuante (Goffman, 2009: 38), apariencias que pueden mostrar
que los inmigrantes cumplen una determinada funcin o que su condicin

El inmigrante como chivo expiatorio

171

los supedita a ejercer labores que le son propias, lo cual no necesariamente


puede ser la realidad, estando en relacin con determinados modales de los
inmigrantes en cuanto a su puesto en la sociedad, considerando estos como estmulos que advierten acerca del rol de interaccin que el actuante
esperar desempear en la situacin que se avecina (Goffman, 2009: 38).
La coherencia entre medios, apariencias y modales puede hacer que a
los inmigrantes se les considere de una determinada forma, sin embargo, el
inmigrante supone un potencial desajuste, ya que el rol que cumple en el sistema econmico puede ser provisorio, lo cual hara que su fachada cambiara o que la apariencia de trabajador eficiente y til al sistema o de vecino
pacfico y bien intencionado, se transforme en una de competidor por el empleo y los recursos y se sospeche de sus modales y comportamiento a futuro.
La desconfianza en el inmigrante hace que una serie de elementos presentes en las migraciones internacionales se queden en la invisibilidad, para
ilustrar esto utilizaremos lo que he denominado metfora de la sombra, ya que
el inmigrante se puede asemejar a una sombra, es decir, reflejo oscuro de s
mismo, de quienes y de lo que le rodea. Muchas veces no se la ve, se pasa de
ella, no interesa, no se le da importancia, pero en ocasiones asusta, causa
miedo, sobre todo cuando hay demasiadas al punto de volverse casi oscuridad absoluta, amenazante, por no saber qu es lo que puede haber en ella,
por si se esconde algo, o si existe la posibilidad de perderse en aquella amalgama sombra, hay un riesgo, una posibilidad de sentirse desamparado, desolado, amenazado, angustiado, afectadas las emociones y la sensibilidad,
incluso se piensa en la muerte, en un ataque, en una violacin, en alguien escondido en una indefinicin, un ladrn con un arma o incluso una existencia
de otro mundo o dimensin. Un sitio que es mejor evitar, esquivar, incluso
no mirar, porque solo mirar produce angustia. El inmigrante es convertido
en una sombra y transformado en oscuridad atemorizante.

5. La estigmatizacin del inmigrante como chivo expiatorio


El cambio de expectativas enfrentando riesgos, incertidumbres, violencia y
desconfianza, le acompaarn al migrante en su trnsito y en sus radicaciones espordicas o permanentes. Maffesoli indica que la aventura implcita en
el proceso del nomadismo es algo que recorre el cuerpo social, pero que requiere de un largo y doloroso trabajo antes de ser aceptado como parte de la
estructura social, observado como un lado oscuro, como un peligro, donde el
viajero generara desconfianza ya que puede alterar el establishment del poder
poltico y la seguridad social: el viajero representa un riesgo moral innegable,

172

Felipe Aliaga Sez

y esto porque es portador de novedades! De hecho, esto es simplemente lo


propio de la vida errante, y que una vez establecidos tendemos a olvidar o incluso denigrar o estigmatizar (Maffesoli, 2004: 43), puede ser que se observe
que este viajero pertenecera a un mundo anmico en el cual es considerado
un vagabundo, generando inquietud, pudiendo ser rechazado.
El migrante, cuando llega a una sociedad, se ve enfrentado a una categorizacin, ya que la sociedad establece los medios para categorizar a las
personas y el complemento de atributos que se perciben como corrientes y
naturales en los miembros de cada una de esas categoras (Goffman, 2008:
13-14); por lo tanto, el inmigrante adquiere un estigma, es portador de una
serie de atributos diferentes: proviene de otro lugar, posee informacin nueva, incluso su apariencia puede ser distinta, es un extrao, parcial o totalmente, representante de aspectos positivos pero de un gran cmulo de males sociales, valoracin que se hace en cuanto a las difusas expectativas y
demandas que se esperan de su comportamiento, es probable que al encontrarnos frente a un extrao las primeras apariencias nos permitan prever
en qu categora se halla y cules son sus atributos, es decir, su identidad
social (Goffman, 2008: 14); as, por ejemplo, en Espaa la condicin de
inmigrante12 estara asociada, segn Izquierdo, fundamentalmente al contenido sociocultural: El uso comn de la palabra suele denotar cierto desapego, distancia, diferencia, y en Espaa desconfianza hacia su conducta y
su modo de comportarse (Izquierdo, 2008: 613).
Supuestos que pueden estar sobre la base de la imputacin de una identidad virtual antes que real, es decir, de un determinado reconocimiento, el
cual puede ser falso y nocivo para la identidad de los inmigrantes. Charles
Taylor indica que pueden existir factores deformantes: imgenes deformadas producto de desiguales relaciones de poder entre los individuos, que hace que las culturas sean observadas como jerarquizadas en cuanto su valor:
La tesis es que nuestra identidad se moldea en parte por el reconocimiento o por falta de ste; a menudo, tambin, por el falso reconocimiento de
otros, y as, un individuo o un grupo de personas puede sufrir un verdadero dao, una autntica deformacin si la gente o la sociedad que lo rodean
12 Segn Izquierdo (2008) existira una posible diferenciacin conceptual, ya que por un lado estaran los inmigrantes, relacionados con aquellos que han nacido en otro pas, y que buscan
insertarse laboralmente en el nuevo contexto y que generan recelo, rechazo y falta de reconocimiento; por otro lado, el extranjero es aquel que no pertenece al Estado en donde vive, no
teniendo la nacionalidad del pas, en muchos casos por voluntad propia, es una cuestin relacionada con la legalidad y sera un concepto construido por el Estado, mientras que el de
inmigrante sera por la sociedad civil; en un tercer trmino estara el de inmigrante extranjero,
que incluira dos posibles discriminaciones de orden sociocultural y poltico.

El inmigrante como chivo expiatorio

173

le muestran, como reflejo, un cuadro limitativo, o degradante o despreciable de s mismo. El falso reconocimiento o la falta de reconocimiento puede
causar dao, puede ser una forma de opresin que aprisione a alguien en
un modo de ser falso, deformado y reducido (Taylor, 2003: 43-44).

En este sentido Girard apunta que al extranjero se le reprocha que no


sea capaz de respetar las diferencias autnticas, que no captara lo realmente diferencial de una sociedad determinada que busca diferenciarse de
otras, adems de considerarlo como alguien que no pertenece a lo normal:
No es el otro nomos lo que vemos en el otro sino la anomala, no es la otra
norma, sino la anormalidad; se convierte al invlido en deforme y al extranjero en aptrida (Girard, 1986: 33).
Una persona inmigrante puede ser estigmatizada y varias de sus caractersticas pueden ser consideradas como de menor valor para la sociedad de
acogida, como problemticas o indeseables; su misma condicin de inmigrante lo hace tener un atributo distinto frente a los dems no migrantes,
genera una diferencia que en muchas ocasiones puede no ser aceptada; segn Goffman un sujeto estigmatizado es poseedor de una diferencia, la cual
lo convierte en alguien menos apetecible en casos extremos, en una persona casi enteramente malvada, peligrosa o dbil. De ese modo, dejamos de
verlo como una persona total y corriente para reducirlo a un ser inficionado y menospreciado (Goffman, 2008: 14). Estos atributos constituyen un
estigma especialmente cuando produce en los dems un descrdito amplio.
Bauman indica que con relacin a la presencia de extraos se representa
una imagen de peligro, se vuelve cada vez ms fcil mezclar la presencia de
extraos con los difusos miedos de la inseguridad (Bauman, 2003: 115).
La convivencia con desconocidos genera incertidumbre, angustia y agresividad latente, miedo que necesita ser descargado, la ansiedad acumulada tiende a descargarse contra determinados forasteros, elegidos para que
personifiquen lo raro, lo inquietante, lo impenetrable de algunas costumbres, la vaguedad de ciertos peligros y amenazas (Bauman, 2006: 27). Esta condicin desacreditada del inmigrante representara lo que Goffman define como atributo profundamente descalificador (Goffman, 2008: 15),
en el cual el inmigrante incluso puede llegar a actuar acorde a este estigma,
ya que la proyeccin sobre otro de una imagen inferior o humillante puede en realidad deformar y oprimir hasta el grado en que esa imagen sea internalizada (Taylor, 2003: 58), generando graves conflictos de convivencia.

174

Felipe Aliaga Sez

Este proceso se corresponder con lo que Girard denomina persecuciones con resonancia colectiva,13 las que apuntan a violencias del tipo de la caza de brujas, legales en sus formas pero estimuladas generalmente por una
opinin pblica sobreexitada (Girard, 1986: 21). El autor indica que en sociedades en crisis, las instituciones debilitadas favorecen el surgir de multitudes que busquen su sustitucin o ejercer presin, situaciones desencadenadas por distintas circunstancias, sin embargo, los afectados siempre viven
estas persecuciones de igual manera, donde se puede perder lo social, lo reglamentario, lo diferencial del orden cultural.
El enfrentamiento eclipsa lo cultural, disgregndose lo social, cuestin
que los individuos prefieren atribuirlo a la sociedad en su conjunto o a otros
individuos que les parecen especialmente nocivos (Girard, 1986: 24). Estas
acusaciones van en contra de algunos estereotipos basados en la criminalidad, lo que en nuestro caso se puede conjugar con el inmigrante etiquetado
como ilegal, al conceptualizar de esta forma a una persona que no cumple con la normativa administrativa para entrar o residir en un pas, el cual
es declarado como un crimen en s mismo, considerando que afecta el orden
social y pone en riesgo el equilibrio de la sociedad, ya que los perseguidores siempre acaban por convencerse de que un pequeo nmero de individuos, o incluso uno solo, puede llegar pese a su debilidad relativa a ser extremadamente nocivo para el conjunto de la sociedad (Girard, 1986: 24).
Lo anterior segn Girard estara basado en una acusacin estereotipada, la cual se sustenta en el terror que inspira el eclipse de lo cultural. Esta
confusin se traduce en la aparicin de la multitud como comunidad desdiferenciada que acta, en base a causas que satisfagan su apetito de violencia, purgando los elementos negativos que afectan a la sociedad, ante lo
cual las vctimas pueden ser o no aleatorias, sin embargo, habrn determinadas categoras que estarn ms expuestas a la persecucin; segn Girard:
Las minoras tnicas y religiosas tienden a polarizar en su contra a las mayoras. Este es un criterio de seleccin de vctimas sin duda relativo a cada
sociedad, pero en principio transcultural. Hay muy pocas sociedades que no
sometan a sus minoras, a todos sus grupos mal integrados o simplemente
peculiares, a determinadas formas de discriminacin cuando no de persecucin (Girard, 1986: 28).
Los inmigrantes en diversas ocasiones son considerados minoras, las
cuales segn Appadurai son seales que apuntan al fracaso y la coercin.
Son una vergenza para toda imagen de pureza nacional y de justicia
13 Tambin establece las persecuciones colectivas, que consistiran en violencias perpetradas
directamente por multitudes homicidas (Girard, 1986: 21).

El inmigrante como chivo expiatorio

175

publica patrocinada por el Estado. Son, por tanto, chivos expiatorios en


el sentido clsico (Appadurai, 2007: 60). Girard indica en torno al chivo
expiatorio: denota simultneamente la inocencia de las vctimas, la
polarizacin colectiva que se produce contra ellas y la finalidad colectiva
de esta polarizacin. Los perseguidores se encierran en la lgica de la
representacin persecutoria y jams pueden salir de ella (Girard, 1986: 57).
Appadurai argumenta que las minoras en las sociedades liberales producen reacciones de temor, dado que afectaran el inters general ya que estn asociados a oligopolios, lites y tiranas, y por otro causan inquietud
porque invocan el fantasma de la conspiracin, de la clula, el espa, el traidor, el disidente o el revolucionario (Appadurai, 2007: 82). La distancia entre lo que puede ser la mayora y la pureza tnica nacional poda ser el origen de la ira extrema contra otros tnicos seleccionados como objetivo
(Appadurai, 1997: 107). Segn el autor las mayoras pueden sentirse amenazadas de que las minoras se transformen en mayora y recuerden lo incompleto de la pureza nacional.
Esto se conecta con la idea de Bauman de que se puede estar produciendo un cambio en el comunitarismo, como respuesta a una crisis del espacio
pblico y de la poltica, en donde se hace manifiesto el valor de la identidad
por sobre los intereses, los esfuerzos por mantener a distancia al otro, el
diferente, el extrao, el extranjero, la decisin de excluir la necesidad de comunicacin, negociacin y compromiso mutuo, no slo son concebibles sino que aparecen como la respuesta esperable a la incertidumbre existencial
a la que han dado lugar la nueva fragilidad y la fluidez de los vnculos sociales (Bauman, 2003: 117). Esto ira, segn el autor, en la relacin seguridad
y pureza, lo que hace que se produzca una poltica de separacin tnica y
defensiva frente a lo extrao, lo que har entrar en decadencia a la poltica,
en donde los Gobiernos terminan por respaldar este proceso de distanciamiento con los extraos. Will Kymlicka apunta: es probable que las preocupaciones por la inestabilidad de las relaciones entre los grupos nacionales o
raciales consolidados y asentados desde hace mucho tiempo se desplacen a
los nuevos inmigrantes (Kymlicka, 2010: 246).
De esta forma, la estigmatizacin del inmigrante como chivo expiatorio
se basa en una serie de mecanismos que hacen que su presencia sea asociada
con imaginarios sociales cargados de conflictividad influenciados por la incertidumbre, la violencia y la desconfianza. Los inmigrantes pueden ser estereotipados de forma negativa, reproduciendo imaginarios sociales, por ejemplo,
de la sospecha. Andrea Rea indica que los inmigrantes en los discursos polticos y mediticos aparecen como peligrosos: Son sospechosos o de trabajar
en condiciones que violan la competencia o de aprovecharse ilegalmente de

176

Felipe Aliaga Sez

los beneficios del Estado de Bienestar. Ms an, el inextricable vnculo entre


inmigracin y delincuencia lleva sistemticamente a cuestionar la irreprochabilidad de los inmigrantes. De aqu que los inmigrantes sean percibidos o como delincuentes o como problemticos (Rea, 2006: 176).
En Espaa, por ejemplo, son distintos los medios que hacen que el inmigrante sea observado de esta manera. Javier De Lucas apunta que desde el Derecho el inmigrante es construido como un extrao integral, y con ello se refuerza su condicin de prescindibilidad (De Lucas, 2009: 219). El discurso
del inmigrante lo posicionara como amenaza y riesgo para la seguridad, estando enfrentado a un derecho que no lo ampara como sujeto, ms bien lo
invisibiliza; adems, se ha encargado de generar una diferenciacin de quines son los inmigrantes deseables frente a los ilegales: el primero estara representado en un trabajador que satisface la demanda laboral pudiendo ser asimilable, pasando de una nocin laboral/econmica a una culturalista/identitaria;
los que no se ajustan a esta lgica son expulsados del sistema, en este sentido,
segn Garca Canclini, la condicin de trabajador es la que revela en forma
ms radical lo que significa ser extranjero. Y tambin aquella en que el trabajo
es considerado ms seriamente como un valor (Garca Canclini, 1999: 119).
Izquierdo argumenta que los inmigrantes estaran en una posicin vulnerable en cuanto a su estabilidad laboral, producto de la fragilidad del empleo,
as como por motivos de ndole expresiva y cultural; estn abajo del todo en
la pirmide de ocupaciones porque llevan menos tiempo, tienen menos contactos, se les reconocen menos calificaciones y se les relega frente a los autctonos. En definitiva, se les aplica la preferencia nacional y se les ofrecen los
puestos de trabajo que son difciles de cubrir (Izquierdo, 2008: 644).
En cuanto a la convivencia en las ciudades tambin se transforma en un
factor problemtico para el orden social, ya que as como estos pueden ser espacios de oportunidades y de inclusin a una serie de bienes y servicios con relacin a los barrios en que se habite, tambin se pueden producir una serie de
exclusiones socioespaciales o la categorizacin de las personas que ah conviven, como indican Ismael Blanco y Joan Subirats: a lo largo de la geografa
urbana europea va amplindose el nmero de barrios notorios, o barrios
con mala reputacin, que expresan territorialmente la cada vez mayor separacin entre formas de vida propias de la mainstream society y grupos con crecientes cotas de vulnerabilidad (Blanco y Subirats, 2011: 336).
Los inmigrantes caen en el foco de observacin en cmo se van organizando y desarrollando sus formas de vida en las ciudades, las cuales, segn Bauman, estaran asociadas ms al peligro que a la seguridad, en donde
los miedos contemporneos, tpicamente urbanos, a diferencia de aquellos que antao condujeron a la construccin de ciudades, se concentran en

El inmigrante como chivo expiatorio

177

el enemigo interior(Bauman, 1999: 65), en donde se recurre a una serie


de medios para mantener alejado al conciudadano indeseado, evitando al
otro, separndose, manteniendo la distancia.
Este distanciamiento afecta a algunos colectivos ms que otros, por ejemplo, el caso de los musulmanes, como uno de los ejemplos ms radicales, ya
que la inmigracin de este colectivo como indica Kymlicka (2009) est suscitando una reaccin adversa, lo cual ha impactado incluso en cmo se est
evaluando el concepto de multiculturalismo, ya que se han generado una serie de temores relacionados con determinadas prcticas relacionadas con esta cultura, tales como los matrimonios forzados, los crmenes de honor o la
mutilacin genital. Indica que se ha puesto en duda si los derechos humanos
se imponen a estas comunidades, tambin se podra relacionar que estos colectivos pudieran estar vinculados con enemigos de Europa (o del mundo occidental, podramos agregar), por lo que se ha trasladado a un asunto de seguridad estatal, en el que la opinin pblica europea a menudo identifica la
categora inmigrante con la de musulmn(Kymlicka, 2009: 140).
Muchos de los elementos del imaginario pueden estar sustentados en
informacin vaga y tergiversada, en especial relacin con Oriente. Al respecto Bichara Khader apunta: el Mundo rabe que se proyecta diariamente en
las pantallas de televisin, en primer trmino de la actualidad, sigue siendo
para muchos un gran enigma. Por eso la saturacin de informacin sobre
los acontecimientos tiende a mezclar las cosas, a confundir los problemas
y ocultar los puntos clave. La opinin pblica, desorientada, se refugia en
los estereotipos y prejuicios (Khader, 2010: 163). Todorov nos indica que
frente a una mayora musulmana se ataca el islam, la xenofobia general va
acompaada de lo que sin duda podramos llamar islamofobia (Todorov,
2008: 21). As tambin hay diversos colectivos que son especialmente estigmatizados por representar aspectos negativos de su cultura de origen o por
ciertas prcticas indeseables que se les atribuyen en la sociedad de llegada.14
Segn Kymlicka esto ha llevado a que el apoyo al multiculturalismo liberal sobre la integracin de los inmigrantes musulmanes se enfrenta a una dura batalla en Europa Occidental15 (Kymlicka, 2009: 140), en la que seran
14 El identificar los imaginarios y estigmas correspondientes a cada colectivo de inmigrantes se
configura como un desafo investigativo necesario.
15 La canciller alemana ngela Merkel, en 2010, pronuncia un discurso en el cual dice que el intento de crear una sociedad multicultural ha sido un fracaso, disponible en http://www.rtve.
es/alacarta/videos/television/merkella-sociedad-multicultural-fracasado/904598/. En 2011, en Reino
Unido, David Cameron indic que la poltica de multiculturalismo habra fracasado (http://
www.youtube.com/watch?v=TgeiJsqN-JE), tambin en el mismo ao Nicols Sarkozy se refiri al
fracaso del multiculturalismo en Francia (http://www.youtube.com/watch?v=GJuLu784ZNU).

178

Felipe Aliaga Sez

vistos como los principales beneficiarios de esta poltica, sin embargo, la islamofobia no sera solo la nica fuente de reacciones adversas, ya que estara una ansiedad profunda y persistente acerca de el otro, y un sentimiento
nostlgico por las pocas en que se supona que todos estaban unidos por estrechos lazos histricos e identitarios (Kymlicka, 2009: 140). As tambin aspectos tales como el miedo a las costumbres no liberales o las amenazas a la
seguridad: si es necesario, nos inventamos o exageramos estos riesgos aun
en ausencia de pruebas para ocultar los verdaderos motivos de nuestra oposicin a los inmigrantes (Kymlicka, 2009: 140), lo que tiene que ver con expresin de xenofobia y racismo, que si no disminuyen, as como el miedo a la
diversidad, agrega el autor, el multiculturalismo no podr ganar aceptacin.
As tambin la percepcin de los riesgos que se perciben en torno a estas polticas ha cambiado a medida que lo hacen sus protagonistas en la
persistente lucha entre los valores de la tolerancia y la no discriminacin y
los miedos que la diversidad despierte en el pblico, el resultado a menudo
depende de una evaluacin especfica de los riesgos que estn en juego (Kymlicka,
2009: 141; cursivas del autor). La prdida de confianza en los inmigrantes
(y tambin de estos hacia la poblacin local), y la generacin de estigmas
en torno a su figura, dificultar la integracin del colectivo en las sociedades
de llegada. En este proceso jugarn un papel fundamental las agencias gubernamentales, el mercado, las ONG, los medios de comunicacin y las distintas empresas de construccin de realidad (Pintos, 2001), que influirn
con relacin a los imaginarios sociales que se vayan construyendo.

6. Conclusiones
En el artculo hemos visto cmo las personas se ven envueltas en un proceso
que las llevar a movilizarse en la bsqueda de un destino provisorio que les
mejore la calidad de vida, lo que estara fundado en una serie de imaginarios y utopas migratorias que pueden sufrir alteraciones al no encontrar en
destino o en trnsito lo que se aspiraban, llegando a padecer sufrimientos
o estar expuestos a una serie de riesgos que hagan que el proyecto migratorio resulte en un fracaso. Esto har que frente a la falta de controles adecuados y al surgimiento de conflictos sea conceptualizada la migracin como
un problema, llevando esta significacin al mismo protagonista del proceso.

Todos los discursos se relacionan con la inmigracin, especialmente musulmana y con el mantenimiento de la identidad nacional.

El inmigrante como chivo expiatorio

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Lo anterior se ve reforzado por el aumento de la incertidumbre en torno a la migracin, proceso implcito en las inseguridades del riesgo, cuestin
que se puede expresar en la forma de miedos que aumentan con la prdida de confianza, la que se ver resquebrajada en la posmodernidad. El aumento de la incertidumbre plantea la necesidad de generar mecanismos eficaces de control o evaluacin de riesgos migratorios, aumentar la vigilancia
en cuanto a la movilidad humana segura, transformar aquellas expectativas
con argumentos reales que permitan que las personas no pongan en peligro
su integridad o sus vidas, ya que enfrentar el fracaso migratorio puede conllevar un verdadero desastre existencial, no solo para el migrante sino para
toda su familia.
Los sistemas de control necesitaran identificar los significados que estn generando en torno al fenmeno, buscar resolver aquellas cuestiones
que muestran una humanidad sobreasegurada, en cuanto a fronteras y valores simblicos vinculados a lo nacional como patrimonio excluyente. Ser
fundamental observar qu imaginarios estn construyendo los sistemas de
control y las polticas pblicas en torno a las migraciones.
Tambin es importante analizar las situaciones que llevan a los migrantes a estar enfrentados permanentemente a incertidumbres, frente a riesgos
que muchas veces son tolerados a costa de sufrir grandes calamidades; es
tarea prioritaria estudiar en profundidad cada aspecto riesgoso y aumentar
la investigacin sobre estas materias para mejorar las polticas pblicas, lo
cual supone buscar normativas armnicas entre los pases para contrarrestar los aspectos traumticos de los trnsitos migratorios.
Este anlisis propone abordar otro de los elementos negativos que se
conjugan entre los riesgos y la incertidumbre, es decir, las distintas formas
de violencia, ya que si en la modernidad esta era administrada por el Estado, en la posmodernidad se difumina y se reproduce de maneras que son
difciles de detectar y contrarrestar y que se irradia a los procesos migratorios, generando formas anmicas y descontroladas. Por lo cual se presenta
el desafo de encontrar las causas que generan, mantienen y reproducen la
violencia en torno a los migrantes y seguir reforzando medidas pacficas que
mejoren la convivencia y el encuentro entre culturas.
Se hace necesario estudiar de qu forma afecta la violencia a las personas, que cuestiones deben tolerar, cuales son los smbolos, los discursos
que la legitiman o la invisibilizan, estableciendo anlisis crticos del discurso
en todas sus expresiones, caracterizado los nuevos tipos de violencia y quienes la aplican o la reciben. Con la intencin de prevenir, limitar su alcance o
evitar formas de reproduccin, identificando qu tipo de finalidad se busca

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con la violencia y los efectos colaterales o no deseados sobre la poblacin


migrante, contrarrestar la expresin imprevisible de esta.
Ser importante no solo poner en cuestin la visibilizacin del hecho
dramtico en torno a la migracin, sino tambin buscar causas y soluciones, y no reafirmar lo controversial, lo que genera polmica y, por lo mismo, se puede comerciar con mayor facilidad en los medios de comunicacin. Hay que comprender y develar que muchos elementos violentos que
rodean a las migraciones no necesariamente son producto de estas ni de sus
protagonistas.
Como hemos analizado, la violencia que pueden sufrir los inmigrantes
puede deberse a su consideracin como minoras, como un encuentro conflictivo entre mayoras y minoras, donde estas ltimas pueden ser vistas como
un peligro para la identidad y la unidad nacional. La violencia busca expresarse en los inmigrantes como culpables de ciertos males presentes en las sociedades, en donde las aparentes minoras de inmigrantes pueden sufrir persecucin, cuestin que puede mantener su vida en una constante inestabilidad.
Los inmigrantes en ocasiones se enfrentarn a la desconfianza de sus intenciones en el pas de llegada, ya que incluso se puede cuestionar por qu
el inmigrante debe estar ah, por qu le correspondera estar en ese lugar de
llegada, es cuestionada su sola presencia, se pone en anlisis su comportamiento y se valorar si corresponde con el ideal de ciudadano que se espera, cuestin que irnicamente en muchas ocasiones ni la misma poblacin
local cumple. De esta manera, una de las cuestiones que se hace imperante
es acercarse a la realidad cotidiana mutuamente, es decir, inmigrantes y poblacin local, conocer ms de cada elemento cultural, intentar comprenderlos y, en algunos casos, compartir ciertas prcticas para experimentar la vida de los dems y as aumentar la sensibilidad frente a ciertos aspectos sin
duda excluyendo aquellos que consideremos que van en contra de los derechos humanos o de la legalidad correspondiente a cada pas. Se trata de pasar ms all de las simples apariencias y generar otorgamiento de confianza,
superando la visin generalizadora que existe en torno a los inmigrantes; se
trata de evitar asociar determinados roles, como que si tuvieran obligatoriamente que ejercer ciertos trabajos o verse vinculados a determinados crculos sociales relacionados con pobreza o delincuencia.
La disminucin de la desconfianza es un proceso relevante para que los
inmigrantes no aslen o construyan esquemas contraculturales o viceversa por
parte de los locales, lo que puede generar rechazo y odio, evitar el distanciamiento entre los sujetos, con una actitud de resistencia a la convivencia.

El inmigrante como chivo expiatorio

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Construir un reconocimiento diferente de la condicin y del aporte del inmigrante, ms all de ser quien simboliza la bsqueda de oportunidades, sin
necesariamente ser un oportunista. Buscar un reconocimiento positivo: esto supone reevaluar que se considera por normalidad dentro de una cultura,
cambiar los parmetros de lo aceptable en cuanto al aumento de la diversidad. De esta manera reducir el miedo que generan las personas sin haber cometido actos que incluyan peligro o riesgo para los dems, pasar a actitudes interculturales efectivas, ms all de las propuestas del multiculturalismo.
Dejar de manifiesto que pueden existir otros elementos que nutran la
matriz de significados que configuren a los inmigrantes como un chivo expiatorio, cuestin sin duda reforzada por los medios de comunicacin, en
cuanto transmisores de smbolos que pueden reducir la imagen del inmigrante con problemticas y conflictos, ms que con aportes a las sociedades; de esta forma ser bueno posicionar en la investigacin cientfica las
contribuciones a la diversidad y a la interculturalidad de las prcticas de los
inmigrantes y no solo enfocarse en los aspectos negativos.
Por lo tanto, as como se observan elementos violentos, sufrimientos, injusticias, desigualdades, que constantemente afectan a los inmigrantes o las
personas que estn en movimiento, tambin es importante deconstruir los
imaginarios negativos a travs de la visibilizacin de sus aportes a la cultura
y a una sociedad diversa en conocimientos y saberes.

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