Imperio Bizantino

Descargar como doc, pdf o txt
Descargar como doc, pdf o txt
Está en la página 1de 26

IMPERIO BIZANTINO

CULTURA MUSULMANA

Cultura musulmana es la expresión utilizada por los historiadores para describir todas las
prácticas culturales de los pueblos islamizados, sobre todo en el pasado. Se considera que la
cultura musulmana tuvo su apogeo durante la Edad Media en Occidente, época que
coincide con la máxima extensión que llegaron a tener los diferentes reinos de tronco
musulmán.

Cultura religiosa
El Islam es una religión monoteísta, cronológicamente la tercera gran corriente monoteísta
de la familia de las religiones abrahámicas. Su origen se sitúa en la península arábiga en el
siglo VII de nuestra era. Su libro sagrado es el Corán, libro que según el dogma habría sido
revelado al profeta Mahoma por medio del arcángel Gabriel. Los cinco pilares del islam
constituyen los preceptos fundamentales obligatorios para los musulmanes. Estos son:

• La profesión de fe o Shahada, consistente en declarar lo siguiente:

Ašhādu anna lā ilāha illā [A]llâhu wa anna Muhammadan rasūlu l-lâh, esto es
"doy fe de que no hay más divinidad que Dios y Mahoma es el mensajero de Dios".

• La oración o Salat, que obliga a cada creyente a rezar cinco veces al día en
dirección a La Meca.
• La limosna o Zakat, con la cual una vez al año cada musulmán debe dar a las
personas más pobres de su comunidad una cuarenteava parte de sus haberes si es
que excede de un determinado mínimo.
• El ayuno o Saoum, que consiste en abstenerse durante el més de Ramadán de
comer, beber, fumar y mantener relaciones sexuales desde la salida hasta la puesta
del sol.

• La peregrinación a La Meca o Hadj, que debe realizarse por lo menos una vez en
la vida para quien tenga las capacidades físicas y materiales de hacerlo. Es entre el 8
y el 13 del mes lunar de Dhou al Hijja cuando se lleva en efecto el gran peregrinaje
a La Meca.

Ciencias
Las ciencias y técnicas islámicas se desarrollan principalmente en la Edad Media, en el
contexto político religioso de la expansión musulmana. El
mundo musulmán tuvo su apogeo entre el siglo VIII y el siglo
XIV, hablándose de éste periodo como la "Edad de oro de la
ciencia árabe".

Su desarrollo se inicia en la ciudad de Damasco de los últimos


omeyas y en la Bagdad de los primeros abbásidas. Esto se debió
principalmente a una apropiación del saber debido a la
traducción masiva de obras de la Antigüedad, que trataban
temas de física, matemática, astronomía e incluso medicina;
traducciones que contribuyeron en la creación de una cultura
árabe clásica, nunca más igualada en aquella zona geográfica posteriormente.

En éste contexto, la lengua árabe, lengua del corpus sagrado del Islam, jugará un rol
esencial como herramienta y vehículo de ésta cultura, que entonces no era sólo una simple
traducción del pensamiento griego, pues ahora lo había complementado con numerosas
innovaciones. La situación de ser un punto de encuentro entre Oriente y Occidente le
permitió al Imperio árabe adoptar en parte algunas influencias indias y chinas al respecto.
Literatura:
El Corán sin lugar a dudas la obra más influyente en la
literatura musulmana, no sólo por el carácter religioso que
tiene, si no también por su compleja redacción y calidad
literaria, rica en figuras literarias, siendo el Corán la más compleja obra que cualquier otra
escrita con anterioridad en la zona. La época de mayor impacto del Corán es conocido
como árabe clásico. Junto con el Corán, en los primeros tiempos de la literatura
musulmana se halla una cantidad significativa de textos religiosos de poderosa
significación y alcance, tales como las sunnah, el tafsir o Comentario sobre el Corán y las
palabras de Alí recopiladas por Nahj al-Balaghah, también conocidas como El camino de la
elocuencia.

Al iniciarse las búsquedas por parte de los primeros musulmanes acerca de la vida de
Mahoma y de los significados de la sunnah, se comienza a generar el desarrollo de una
verdadera erudición islámica, cuyas cumbres se encuentran sobre todo en el campo de la
poesía, además del desarrollo de diversas áreas literarias, como las biografías del profeta
escritas una por Wahb ibn Munabbih y la más reconocida hecha por Muhammad ibn Ishaq,
los estudios gramáticos encargados por el Califa Alí a Abu al-aswad al-Du'ali y
perfeccionados por Sîbawayh, y el primer diccionario de árabe llevado a cabo por Khalil
ibn Ahmad.

Las obras literarias de mayor reconocimiento de la cultura musulmana son las crónicas de
viajes, iniciadas por Ibn Khurradadhbih, pero con su mayor genio en los relatos de Ibn
Battuta. En el campo de la historia, la obra Muqaddima de Ibn Jaldún no tiene parangón
dentro del contexto árabe clásico. En el campo de la prosa ficticia de origen popular,
destacan las obras Las mil y una noches, Aladino y la lámpara maravillosa, Alí Babá y los
cuarenta ladrones y Sinbad el marino.
Arte:
El arte islámico no es necesariamente religioso: El Islam aquí es considerado con
mayúscula, lo que refleja a una civilización, no como una religión. El arte islámico es
posible encontrarlo en todo el espacio geográfico ubicado entre España y la India
principalmente, junto con otras zonas pobladas por musulmanes. En la época clásica, el
empleo de una única lengua en todo el territorio dio un sentido de unicidad al arte islámico,
que desde un comienzo tiene un sentido fino de arte, reflejado en su caligrafía.

La arquitectura tiene una función sumamente especifica en el mundo islámico, y eso es


visible tanto en sus mezquitas como en sus madrazas, estructuras construidas en las más
diversas formas y variedades. Si bien prácticamente no hay un desarrollo de la escultura en
el arte islámico, si es destacable el trabajo realizado en objetos de metal, marfil y cerámica,
objetos elaborados con una gran perfección técnica. También son destacables el nivel de las
pinturas e ilustraciones de libros (sagrados y profanos) que se llevaron a cabo en la
antigüedad.

El Domo de la Roca es un ejemplo clave de la arquitectura islámica

Arquitectura:
Es un término amplio que agrupa los estilos religiosos propios de la cultura islámica desde
los tiempos de Mahoma hasta nuestros días, influenciando en el diseño y construcción de
edificios y estructuras por todo el mundo.

Los tipos principales de construcciones de la arquitectura islámica son: la Mezquita, la


Tumba, el Palacio y el Fuerte; aunque también destacaron edificaciones de menor
importancia como los Baños Públicos, las Fuentes y la arquitectura doméstica.

Se dice que la Columna, el Arco y la Cúpula son la "Santísima Trinidad" de la arquitectura


islámica, ya que las tres juntas son características que le dan belleza y originalidad.

Música:
La música árabe se clasifica en tres tipos: clásica, sentimental y tradicional. En ella se
pueden encontrar desde piezas de música secular y popular, hasta algunas de carácter
eminentemente religioso. Es particular el enfoque que la música árabe le otorga a la
melodía y al ritmo, generando una música homofónica y contrapuesta a la cuestión
armónica.

Parte de los conceptos musicales árabes han entrado en contacto con la música de otras
latitudes, destacando su presencia en el flamenco europeo y en ritmos africanos, tanto
Bereber como Swahili.
EL ISLAM

INTRODUCCIÓN

Islam, religión monoteísta surgida en el siglo VII en la península Arábiga


a partir de las enseñanzas de Mahoma, llamado el Profeta. En su
acepción literal, la palabra árabe islam significa 'entregarse', pero el
Corán establece su sentido religioso, ‘sumisión’ a la voluntad o a la ley
de Dios. La persona que profesa y practica el islam es un musulmán (en
árabe muslim, 'el que se somete a Dios'). Según el Corán, el islam es la
religión universal y primordial. Incluso la propia naturaleza es
musulmana ya que obedece las leyes que Dios ha establecido en ella.
Para los seres humanos, que tienen libre albedrío, la práctica del islam
no implica obediencia sino la libre aceptación de los mandatos divinos.

El musulmán es un seguidor de la revelación divina (recogida en el


Corán) formulada por el profeta Mahoma, lo que le convierte en
miembro de la comunidad islámica (umma). Para algunos autores basta
dar testimonio y pronunciar la shahada (profesión de fe) que se expresa
al afirmar “No hay más dios que Alá y Mahoma es su profeta”. La
fórmula es exclusiva. Ya que el propio Corán cita a los seguidores de
Mahoma como “musulmanes” (Él os ha llamado musulmanes, Corán
22,78), estos se sienten ofendidos cuando son denominados
“mahometanos”, en tanto que este término implicaría un culto personal
que el islam prohíbe.

La población musulmana mundial se estima próxima a los mil millones


de personas. El islam ha florecido en muy diversas regiones geográficas,
culturales y étnicas. Los principales grupos étnicos que componen la
comunidad musulmana engloban a los árabes (la mayor parte del norte
de África y Oriente Próximo), pueblos turcos y otomanos (Turquía,
regiones de la antigua Unión Soviética y Asia Central), iraníes, afganos,
indo-musulmanes (Pakistán, India y Bangladesh), comunidades del
Sureste asiático (Malaysia, Indonesia y Filipinas) y un pequeño
porcentaje de chinos. En Europa, el islam es la segunda religión más
profesada después del cristianismo.

DOCTRINA ISLÁMICA

Las dos fuentes fundamentales de la doctrina y la práctica islámicas son


el Corán y la Sunna o tradición, así como la conducta ejemplar del
profeta Mahoma.

El Corán

Los musulmanes consideran el Corán como la palabra eterna e


“increada” de Dios revelada a Mahoma por medio de Gabriel, el arcángel
de la revelación. Creen que su autor es el mismo Dios, y no el Profeta,
por lo que el Corán es inimitable e infalible. La palabra procede del
árabe al-qur'ān, 'la lectura' o 'la recitación'. Recoge las diferentes
revelaciones de Alá a Mahoma durante los casi 20 años de su vida
profética (612-632). Está dividido en 114 suras (capítulos) divididas en
poco más de 6.200 aleyas (versículos). La sura más breve contiene sólo
3 versículos y la más amplia 286 versículos largos. Las 114 suras
aparecen ordenadas en orden decreciente, con alguna ligera oscilación.
Tanto investigadores islámicos como no islámicos coinciden en la
integridad que sustancialmente ha mantenido el texto del Corán a lo
largo de la historia.

La Sunna y el Hadit

La segunda fuente esencial del islam, la Sunna o ejemplo del Profeta, es


conocida a través del Hadit, la recopilación de tradiciones basadas en los
hechos y dichos del Profeta. A diferencia del Corán, que fue memorizado
por muchos seguidores de Mahoma y que fue compilado en forma
escrita muy pronto, la transmisión del Hadit fue en gran parte oral y las
actuales colecciones autorizadas datan del siglo IX.

A diferencia del Corán, el Hadit no es considerado infalible. En el periodo


islámico primitivo la infalibilidad del Profeta (aparte de las revelaciones
del Corán) constituyó un punto de controversia. Pero más tarde el
consenso de la comunidad islámica fue que tanto él como los profetas
anteriores fueron infalibles. Debido a que el Hadit fue transmitido de
forma oral, se admitió que la intervención humana pudo introducir
errores durante dicho proceso, por lo que es una fuente secundaria
respecto al Corán. Según algunas investigaciones no musulmanes, una
gran parte del Hadit no procede en sí del ejemplo del Profeta, sino que
recoge las opiniones de las primeras generaciones de musulmanes,
opiniones que fueron después atribuidas a Mahoma. En determinados
casos se habrían conservado sus declaraciones genuinas, aunque
después se añadieran opiniones teológicas o legales expuestas por
musulmanes.

Dios

El monoteísmo es una cuestión central para el islam, que admite la


existencia de un solo Dios (llamado Alá), único y omnipotente. Rechaza
el politeísmo, así como la extensión de la divinidad de Alá a alguna
persona. Dios creó el hombre y la naturaleza a través de un primordial
acto de misericordia, de lo contrario existiría la nada. Además, dotó a
cada elemento de su creación de su propia naturaleza y de leyes que
gobiernan su conducta . El resultado es un conjunto armónico y
ordenado, un cosmos en el que cada cosa tiene su propio lugar y sus
limitaciones, por lo que en la naturaleza no aparecen desequilibrios,
trastornos o rupturas. Dios preside y gobierna el Universo, que con su
ordenado funcionamiento es el signo y la prueba principal de la
existencia de Dios y de su unidad. En el pasado pudo haber alteraciones
del orden natural, en forma de milagros, pero aunque el Corán acepta
los milagros de los profetas anteriores (Noé, Abraham, Moisés, Jesucristo
y otros), los declara caducos; el milagro de Mahoma es el Corán,
prodigio que ningún humano puede realizar o repetir.

Según el islam, Dios cumple cuatro funciones fundamentales respecto al


Universo y a la humanidad en particular: creación, sustento, dirección y
juicio. Dios, que creó el Universo por su absoluta misericordia, está
obligado también a mantenerlo; toda la naturaleza ha sido subordinada
a la humanidad, que puede explotarla y beneficiarse de ella. Sin
embargo, el último objetivo de la humanidad consiste en existir al
“servicio de Dios”, es decir, para adorarle sólo a Él y construir un orden
social ético, justo y libre de corrupciones.

Ética

El Corán declara que “reformar la Tierra” es el ideal que debe guiar todo
esfuerzo humano. La crítica básica que se hace de la humanidad en el
Corán es que es demasiado orgullosa y demasiado insignificante, de
miras estrechas y egoísta: “El hombre es por naturaleza timorato”, dice
el Corán. “Cuando le acontece una desgracia sufre pánico, pero cuando
experimenta sucesos afortunados no los comparte con los demás”. Este
egoísmo motiva que los individuos estén tan sumergidos en la
naturaleza terrenal que pierdan la visión de su Creador y que sólo
cuando la naturaleza les falla, ellos, en su total frustración, vuelven a
Dios. A consecuencia de su imperfección, las personas temen que la
caridad y el sacrificio por los demás redunden en su propio
empobrecimiento. Esto es, sin embargo, obra de Satán, ya que Dios
promete prosperidad a cambio de practicar la generosidad con los
pobres. El Corán insiste, por lo tanto, en que los individuos trasciendan
sus defectos y se superen. Al hacerlo desarrollarán su carácter moral
interior, que el Corán llama taqiyya (que suele traducirse como 'temor
de Dios', pero que significa en realidad 'precaución, defensa ante el
peligro'). Gracias a este don, los seres humanos pueden discernir el bien
del mal y, sobre todo, evaluar sus propias acciones con objetividad,
evitando engañarse, peligro al que siempre están expuestos. El valor
real de las obras de una persona sólo se puede juzgar a través de su
taqiyya, y la intención de los individuos debería ser el beneficio último
de la humanidad, no los placeres inmediatos ni las ambiciones
personales.

Profetas

Dios ha enviado profetas a la Tierra a causa de la debilidad moral de la


humanidad, para enseñar tanto a los individuos como a los estados el
correcto comportamiento moral y espiritual. Tras la creación y los
medios de subsistencia, la misericordia de Dios se manifiesta en estos
actos de orientación. Aunque el bien y el mal estén impresos en el
corazón humano, la incapacidad o el rechazo de muchas personas a
descifrar ese registro hace necesaria la dirección profética. Esta guía es
universal: nadie en la Tierra ha sido despojado de ella. Adán fue el
primer profeta; tras su expulsión del Jardín del Edén, su falta recibió el
perdón de Dios (por esta razón el islam no acepta la doctrina del pecado
original). Los mensajes de todos los profetas emanan de una misma
fuente divina, las tablas de la revelación, la palabra de Dios desde el
principio de los tiempos. También se le conoce como el Libro Celeste,
trasmitido al profeta Mahoma por la intervención del arcángel Gabriel.
Las religiones, por lo tanto, son en síntesis una, aunque adquieran
diferentes formas institucionalizadas. Los profetas constituyen una
unidad indivisible y se debe creer en todos ellos, ya que aceptar a unos
y rechazar a otros equivale a negar la verdad divina. Todos los profetas
son humanos; no participan de la divinidad, pero son los modelos más
altos y valiosos para la humanidad. Sin embargo, algunos profetas se
consideran superiores a otros, sobre todo por su constancia ante el
sufrimiento. De esta forma, el Corán describe a Mahoma como el
“primero de los humanos” (39,12), “enviado” de Alá (4,62) o “sello de
los profetas” (33,40). Acatar sus enseñanzas es obedecer al propio Dios.
Es, además, una inmensa manifestación de la misericordia divina
respecto a los hombres, pues se considera el último mensajero de su
voluntad. El versículo del Corán donde se interroga a los profetas
humanos (93,7): “¿Acaso no te encontró extraviado y te guió?” exalta la
primacía de Mahoma como profeta máximo del islam, aún cuando ha
desencadenado diversos conflictos teológicos, sobre todo entre los
chiitas, quienes parafrasean esta aleya como: “Un extraviado te ha
encontrado y te ha guiado” (los suníes leen, en cambio: “No te encontró
extraviado en un viaje y te guió”). De aquí procede la creencia islámica
de que los profetas se extinguieron y acabaron con el Corán. El islam es
la última y más perfecta revelación de Dios, y se impone a todas las
anteriores.

El Juicio Final

Las acciones divinas de creación y dirección concluyen con el acto del


Juicio Final. En este día en que la humanidad será reunida y todos los
individuos serán juzgados tan sólo por sus hechos. Los “elegidos” irán al
Jardín (el paraíso) y los “perdedores” irán al infierno, aunque Dios es
misericordioso y perdonará a los que sean merecedores de ello. Además
del Juicio Final, que afecta a los individuos, el Corán reconoce otra clase
de juicio divino, que afecta a la historia de naciones, pueblos y
comunidades. Las naciones, como los individuos, pueden estar
corrompidas por la riqueza, el poder y el orgullo, y si no se reforman
serán castigadas con la destrucción o sojuzgadas por pueblos más
virtuosos. (Corán 39,67-75 y 22, 1-24.)

PRÁCTICAS E INSTITUCIONES: LOS CINCO PILARES

La comunidad islámica considera fundamental la práctica de cinco


deberes, conocidos como los cinco pilares del islam.
Profesión de fe

De acuerdo con el absoluto compromiso del islam con el monoteísmo, la


primera obligación es la profesión de fe o testimonio (shahada): “No hay
más dios que Alá y Mahoma es su profeta”. Esta profesión, que debe ser
hecha pública por cada musulmán al menos una vez en su vida “de
forma verbal y con total asentimiento de corazón”, señala el ingreso de
un individuo en la comunidad islámica.

Oración

La segunda obligación es la salat, que consiste en realizar cinco


oraciones diarias. La primera oración tiene lugar antes de la salida del
sol; la segunda, al mediodía; la tercera, entre las tres y las cinco de la
tarde; la cuarta después de la puesta del sol y la quinta antes de
acostarse y antes de la medianoche. Durante la oración, los musulmanes
miran en dirección a la Kaaba, una pequeña estructura de forma cúbica
situada en el haram o 'lugar inviolado' de la Gran Mezquita de La Meca.
Para orar hay que permanecer al comienzo de pie, acto seguido hacer
una genuflexión a la que suceden dos postraciones, y, por último, ha de
tomarse asiento. En cada una de esta posiciones se recitan
determinadas oraciones y fragmentos del Corán.

Como paso previo al inicio de la oración, el devoto tiene que hacer las
abluciones pertinentes. Antes de cada oración comunitaria, el
almuédano (del árabe al-mu'addin, 'el que llama a oración') o muezín
hace una llamada pública desde un minarete (o alminar) de la mezquita.
En tiempos recientes, la llamada se hace a través de sistemas de
megafonía para que se pueda oír a distancia.

El viernes es el día santo para el islam. En dicho día, a primera hora de


la tarde, se realizan en las mezquitas oraciones especiales de carácter
comunitario. Son precedidas por un sermón desde el púlpito
pronunciado por el imán, llamado también el jatib. En los dos días de
fiesta religiosa anual, llamados ids (uno de ellos tan pronto concluye el
mes de ayuno del Ramadán y el otro después de la peregrinación a La
Meca), se celebran por la mañana oraciones especiales seguidas de
sermones.

Limosna

La tercera obligación fundamental de un musulmán es pagar la


denominada zakat o limosna (Corán 2, 263/64 a 275/74). Éste fue en un
principio el impuesto exigido por Mahoma (y después por los estados
musulmanes) a los miembros acomodados de la comunidad, sobre todo
para ayudar a los pobres. También se utilizó para captar conversos al
islam, así como para la redención de cautivos de guerra, para el auxilio
de personas con grandes deudas, para la financiación del yihad (la
guerra por la causa del islam o guerra santa), que según los
comentaristas del Corán engloba el bienestar y la educación. Sólo
cuando se ha entregado la zakat se considera legítima y purificada el
resto de la propiedad y fortuna de un musulmán. En la mayoría de los
estados musulmanes la zakat ya no es recaudada por el gobierno y se
ha convertido en una limosna voluntaria, aunque su pago sigue siendo
considerado como una obligación esencial de todos los musulmanes.

Ayuno

La cuarta obligación es el ayuno, o saum, durante el mes del Ramadán.


Puesto que el calendario islámico es lunar, las festividades no son fijas.
Incluso durante los cálidos veranos la mayoría de los musulmanes
observa con rigor el ayuno. Durante el mes de ayuno las personas deben
abstenerse de comer, beber, fumar y mantener relaciones sexuales
desde el amanecer hasta la puesta del sol, y evitar todo pensamiento o
acto pecaminosos. Quienes puedan permitírselo deben, además, dar de
comer como mínimo a un pobre. Si una persona no puede cumplirlo por
encontrarse enferma o de viaje, no es necesario que ayune en ese
momento, aunque deberá hacerlo en días posteriores.

Peregrinación

La quinta obligación del musulmán es el hach, la peregrinación a la


Kaaba, en La Meca. Todo musulmán adulto, capacitado físicamente y
dotado de bienes suficientes debe realizar esta peregrinación por lo
menos una vez en su vida. Celebrado durante los primeros 10 días del
último mes del año lunar, el rito exige que los peregrinos se encuentren
en un estado de absoluta pureza. Los elementos principales de este
prolongado rito son dar siete vueltas a la Kaaba, correr por siete veces a
paso ligero entre los dos túmulos próximos al santuario, separados entre
sí unos 400 metros. Con ello se completa la denominada “peregrinación
mayor”. La “peregrinación menor” incluye la visita a los lugares
próximos de Mina y Arafat, y la realización de diversos ritos como la
lapidación con siete piedrecillas de tres puntos que evocan las tres
veces que Abraham fue tentado por el demonio.

El desarrollo del transporte aéreo en nuestros días ha permitido realizar


la peregrinación a musulmanes de todas las regiones del planeta. En
1977 se registró ya una cifra de dos millones de peregrinos. A través de
los siglos, la Kaaba ha desempeñado un importante papel como punto
de reunión de investigadores islámicos que pueden intercambiar,
discutir y difundir sus ideas. Durante las décadas de 1980 y 1990 la
peregrinación ha servido también para promover la solidaridad política
en el mundo musulmán.

Aparte de estas cinco instituciones básicas, el islam prohíbe el consumo


de alcohol y de carne de cerdo. Además de la Kaaba, el principal
santuario musulmán, los centros más importantes de la vida islámica
son las mezquitas, donde se realizan oraciones a diario.
ISLAM Y SOCIEDAD

El concepto islámico de sociedad es teocrático en tanto que el objetivo


de todos los musulmanes es el “gobierno de Dios en la Tierra”. Sin
embargo, ello no implica necesariamente la existencia de un régimen
político confesional, aunque a veces las autoridades religiosas hayan
tenido y tengan una considerable influencia política en determinadas
sociedades musulmanas. La idea de un modelo de sociedad islámica se
basa en la creencia de que todas las esferas de la vida —espiritual,
ritual, política y económica— constituyen una unidad indivisible que
debe estar imbuida por completo de los valores islámicos. Este ideal
inspira conceptos tales como Derecho islámico y Estado islámico, y
explica el acentuado énfasis del islam en la vida y en las obligaciones
sociales. Incluso los deberes religiosos fundamentales establecidos en
los cinco pilares tienen nítidas implicaciones en la vida de la comunidad.

La comunidad de los fieles

La base de la sociedad islámica es la comunidad de los fieles, que queda


consolidada por el cumplimiento de las prácticas religiosas. Su misión es
“infundir el bien y prohibir el mal” y, de este modo, reformar la Tierra.
Sin embargo, la comunidad debe ser moderada y evitar todos los
extremos. Durante la edad media las autoridades religiosas islámicas
reivindicaron un grado de infalibilidad para el conjunto de la sociedad,
pero la dominación colonial europea sobre los países musulmanes limitó
en ocasiones esta visión. En el siglo XX algunos teóricos islámicos han
presentado diversas concepciones sobre la sociedad musulmana
deseable y propuestas de reforma respecto a los modelos tradicionales.

Educación
El sistema educativo contribuyó a los grandes progresos culturales del
islam. Las universidades se fundaron como instituciones de enseñanza
religiosa donde se formaban los “ulemas” o eruditos religiosos, los
“cadíes” o jueces, los “muftíes” o intérpretes de la Ley y otros altos
representantes y dignatarios religiosos. Estos funcionarios constituyeron
una importante clase política, en especial en Turquía y la India, países
donde ejercieron gran influencia en la vida pública. Sin embargo,
durante el siglo XX los ulemas han perdido gran parte de su antigua
influencia en numerosos países islámicos, sobre todo debido a que
muchos musulmanes optan por recibir una educación occidental y no
aceptan un sistema de gobierno religioso en sentido estricto.

En el siglo IX el califa Abdullah al-Mamun fundó una academia en


Bagdad para el estudio de materias seculares y para la traducción de los
textos científicos y filosóficos griegos. En el siglo X, en El Cairo, los
califas de la dinastía Fatimí establecieron también una institución
dedicada a la enseñanza secular, la Universidad al-Azhar, que sigue
siendo uno de los centros más importantes de enseñanza del mundo
islámico. Es habitual que gobernantes y musulmanes acomodados
destinen fondos a estas investigaciones. Los eruditos islámicos
medievales hicieron importantes aportaciones a la filosofía, la medicina,
la astronomía, las matemáticas y las ciencias naturales. De hecho,
desde el siglo IX hasta el siglo XIII la comunidad islámica fue la
civilización más fértil del mundo en el ámbito de la cultura. Es muy de
destacar el papel que los musulmanes de Al-Andalus desempeñaron en
la edad media como transmisores de la ciencia y cultura clásicas y como
creadores de aportaciones importantes en todos los campos del saber
humano. Al-Andalus fue en esos días el centro cultural más notable de
todo el orbe civilizado y desde aquí irradió la cultura al resto de Europa.

Entre otras famosas universidades islámicas, la Nizamiya, fundada en


Bagdad en 1067 por el estadista iraní Nizam al-Mulk, impartía Teología,
Derecho y Tradición Islámica, y tuvo entre sus colaboradores al famoso
filósofo Algazel; la Mustansiriyah, fundada en 1234 en Bagdad, impartía
Derecho Religioso y otras materias.
Ley islámica

La ley islámica, o sharia, define los objetivos morales de la comunidad.


En la sociedad islámica, el término Derecho tiene un significado más
amplio que en el espacio occidental, pues engloba imperativos tanto
morales como legales. Por la misma razón, no todo el Derecho islámico
puede ser formulado como norma legal ni ser impuesto por los
tribunales. En gran parte depende exclusivamente de la conciencia.

Las cuatro fuentes

La ley islámica está basada en cuatro fuentes o fundamentos del


Derecho. Las dos primeras son las fuentes documentales, el Corán y la
tradición representada por la Sunna y el Hadit. La tercera fuente es la
llamada ijtihad ('opinión individual responsable') y se utiliza cuando un
problema no está tratado en el Corán o en la Sunna; en este caso un
jurista puede resolver el problema por medio de un razonamiento (qiyás)
analógico. Estos razonamientos se utilizaron por primera vez cuando los
teólogos y juristas islámicos en países conquistados tuvieron que hacer
frente a la necesidad de integrar leyes y costumbres locales con el
Corán y con la Sunna. Más tarde las autoridades islámicas consideraron
que este pensamiento original era una amenaza para el Corán y la
Sunna e impusieron normas estrictas limitando su uso. Pero a
consecuencia de los profundos cambios operados en la comunidad
musulmana mundial en las últimas décadas, se ha puesto un renovado
énfasis en el pensamiento innovador de la ijtihad. La cuarta fuente es el
consenso de la comunidad (ijma), que se logra descartando de forma
gradual determinadas opiniones y aceptando otras. Ya que el islam no
tiene una autoridad dogmática oficial, este es un proceso informal que
por lo general requiere un largo periodo de tiempo.

Escuelas jurídicas

En el islam surgieron cinco escuelas jurídicas, cuatro suníes y una chiita.


Las cuatro escuelas suníes aparecieron en los dos primeros siglos del
islam: la shafí, la hanafí, la malikí y la hanbalí. Todas utilizan de forma
sistemática el razonamiento para esclarecer cuestiones legales no
resueltas por el Corán o la Sunna. Difieren ante todo por el énfasis que
ponen en la autoridad textual o en el razonamiento analógico, pero cada
escuela reconoce las conclusiones de las demás como legítimas y dentro
del marco de la ortodoxia islámica. Cada escuela tiende a ser la
hegemónica en determinadas regiones del mundo: la hanafí en el
subcontinente indio, Asia Central, Turquía y en cierta medida en Egipto,
Jordania, Irán e Irak; la malikí en el norte de África; la shafí en el Sureste
asiático; y la hanbalí en Arabia Saudí. La escuela chiita (llamada jafarí)
domina en Irán.

Yihad

El término yihad, habitualmente traducido como 'guerra santa', designa


la lucha por el objetivo islámico de “reformar la Tierra” que puede
englobar el uso de la violencia y la utilización de ejércitos si fuera
necesario. En cualquier caso, se trata de un concepto mal asimilado
fuera del mundo musulmán. La finalidad prescrita por el yihad no es la
expansión territorial ni la conversión forzosa de los pueblos al islam, sino
la toma del poder político para aplicar los principios islámicos a través
de las instituciones públicas de la comunidad. El concepto de yihad fue
sin embargo utilizado por algunos gobernantes musulmanes medievales
para justificar guerras motivadas tan sólo por ambiciones políticas.

Según el Derecho islámico clásico, el mundo está dividido en tres


grandes zonas: la Casa del Islam (donde los musulmanes tienen el
dominio), la Casa de la Paz (donde mantienen tratados y acuerdos) y la
Casa de la Guerra (el resto del mundo). Pero de una forma progresiva el
yihad se ha ido interpretando más en términos defensivos que ofensivos.
En el siglo XX este fue el concepto que inspiró a los musulmanes en su
lucha contra el colonialismo occidental.

La familia

La comunidad islámica primitiva aspiraba a consolidar la familia a


cambio de abandonar las antiguas fidelidades tribales, aunque no fue
capaz de eliminarlas. El Corán insiste en la piedad filial y en el “amor y
misericordia” que deben existir entre marido y mujer. Se declara iguales
a hombres y mujeres, “excepto que los hombres están en una categoría
superior” porque corren con los gastos de la casa. La fidelidad sexual es
requerida absolutamente.

El Corán aboga por medidas destinadas a mejorar la condición de la


mujer. El infanticidio de niñas, práctica frecuente entre ciertas tribus,
está prohibido; las hijas reciben una parte de la herencia, aunque sólo la
mitad de lo asignado a los hijos. También insiste repetidas veces en el
tratamiento respetuoso a las mujeres y concede a las esposas el
derecho al divorcio en caso de malos tratos. El Corán aprueba la
poligamia, permitiendo al hombre tener hasta cuatro esposas, pero
también dice que “si temes no poder hacer justicia entre tus esposas,
entonces cásate con una sola”. El abuso de la poligamia y del derecho
del marido en el islam tradicional a repudiar a la esposa incluso cuando
su conducta es intachable ha conducido en los últimos años a la
promulgación de leyes encaminadas a evitarlo en casi todos los países
musulmanes.

HISTORIA

En tiempos de Mahoma, la península Arábiga estaba habitada por


beduinos nómadas dedicados al pastoreo y al bandidaje, y por árabes
que vivían del comercio en las ciudades. La religión de los árabes era
politeísta e idólatra aunque existía una antigua tradición de
monoteísmo, o por lo menos la creencia en una divinidad suprema. Las
comunidades judías y cristianas quizá contribuyeron a crear una mayor
receptividad hacia las doctrinas monoteístas, aunque ni el judaísmo ni el
cristianismo atrajeron a los árabes. A Mahoma lo precedieron algunos
predicadores monoteístas aunque con poco éxito.

Mahoma

Mahoma tuvo su primera experiencia profética a los 40 años de edad


cuando, según afirmaba, se le apareció el arcángel Gabriel en una
visión. Mahoma confió a su familia (perteneciente a la tribu quraysh, que
disfrutaba del poder político en La Meca) y amigos íntimos el contenido
de ésta y de sucesivas visiones. Después de cuatro años, había
convertido a unas 40 personas y luego comenzó a predicar en público en
su ciudad natal de La Meca, principal núcleo comercial de Arabia. Ante la
hostilidad de esta ciudad, marchó a Medina en el año 622. Este
acontecimiento, la Hégira o ‘emigración’ marca el primer año del
calendario islámico. En Medina, Mahoma adquirió muy pronto autoridad
espiritual y temporal, y llegó a ser reconocido como legislador y profeta.
Tras vencer la oposición árabe y judía que había encontrado en Medina,
emprendió entonces una guerra contra La Meca. Poco a poco las tribus
árabes le declararon su lealtad y La Meca se rindió en el año 630.
Cuando murió en el 632, Mahoma era el máximo dirigente de un Estado
árabe que incrementaba su poder con una gran rapidez.

Las enseñanzas centrales de Mahoma eran la bondad, omnipotencia y


unidad de Dios, y la necesidad de que la generosidad y la justicia
rigieran las relaciones humanas. A esta emergente religión se
incorporaron importantes elementos del cristianismo y del judaísmo, y
otros elementos arraigados en la tradición árabe preislámica:
instituciones tan importantes como la peregrinación y el santuario de la
Kaaba fueron absorbidas en forma modificada del paganismo árabe.
Mahoma, al reformar la tradición árabe preislámica, también la confirmó.

El periodo clásico

Durante los siglos VII y VIII se produjo la expansión territorial del islam y
durante esas dos centurias y las dos inmediatamente posteriores se
desarrollaron las cuestiones legislativas y teológicas básicas del islam
ortodoxo. Aunque no tan esencial como en el cristianismo, en el islam la
Teología es casi tan importante como el Derecho. Los debates y las
discrepancias teológicas comenzaron muy poco después de la muerte de
Mahoma. El primer conflicto importante lo desencadenó el asesinato del
tercer califa, Utmán ibn Affan, y su posible sucesión. Se planteó la
cuestión de si un musulmán seguía siéndolo después de cometer
pecados graves. Un grupo fanático, cuyos miembros fueron llamados
jariyíes, sostenía que la comisión de pecados graves, sin el debido
arrepentimiento, podía llevar incluso a la exclusión del musulmán
(aunque siguiera observando los restantes artículos de fe) de la
comunidad islámica. Para ellos, las buenas obras, y no sólo fe, eran
esenciales para el islam. Los jariyíes llegaron a considerar impías a casi
todas las autoridades políticas musulmanas y, tras numerosas
rebeliones, fueron eliminados. Una facción jariyí más moderada, los
ibadíes, consiguió sobrevivir y pervive en el norte y este de África, y en
algunos países de Oriente Próximo (Siria y Omán).

Los mutazilíes

La traducción de las obras filosóficas griegas al árabe en los siglos VIII y


IX contribuyó a la aparición de la primera escuela importante de teología
islámica, los mutazilíes, que subrayaban la razón y la lógica rigurosa. La
cuestión de la importancia de las buenas obras persistía y los mutazilíes
mantenían que una persona que cometiera un pecado grave sin
arrepentirse no era un musulmán (muslim) pero tampoco era un no
musulmán (kafir), sino que ocupaba un terreno intermedio (fasiq). Sin
embargo, pusieron el énfasis en la absoluta unicidad y justicia de Dios.
Afirmaban que Dios era pura esencia sin atributos, puesto que los
atributos implicarían multiplicidad.

La justicia divina requiere del libre albedrío, ya que si el individuo no


fuera libre para elegir entre el bien y el mal, premio y castigo serían
absurdos. Dios, al ser perfecto y justo, no puede abstenerse de
recompensar el bien y castigar el mal.

Los mutazilíes sostenían que la razón humana sirve para distinguir entre
el bien y el mal. La teología de los mutazilíes fue establecida como credo
oficial por el califa Al-Mamun, pero hacia el siglo X se produjo una
reacción, encabezada por el filósofo Al-Ashari y sus seguidores, los
asharíes. Negaban el libre albedrío, considerando este concepto
incompatible con el poder absoluto y la voluntad de Dios. Rechazaban
asimismo que la razón natural humana pudiera conducir al conocimiento
del bien y del mal, pues las verdades morales son establecidas por Dios
y sólo se pueden conocer a través de la revelación divina. Los conceptos
de Al-Ashari y su escuela fueron imponiéndose con lentitud entre los
suníes u ortodoxos, y siguen predominando entre los musulmanes. Sin
embargo, la tendencia de los suníes ha sido tolerar y acomodar
pequeñas diferencias de opinión y subrayar el consenso de la
comunidad en materia de doctrina.

Filosofía medieval

Los mutazilíes fueron quizá los primeros musulmanes que adoptaron los
métodos filosóficos griegos para difundir sus ideas. Algunos de sus
adversarios utilizaron los mismos métodos y el debate dio paso al
movimiento filosófico islámico, basado en gran medida en la traducción
al árabe de las obras filosóficas y científicas griegas y en su estudio
favorecido por el califa Al-Mamun.

El primer filósofo islámico importante fue Al-Kindi (siglo IX), que intentó
integrar los conceptos de la filosofía griega con las verdades reveladas
del islam, que consideraba superiores al razonamiento filosófico. Al igual
que los posteriores filósofos islámicos de este periodo, estuvo influido
ante todo por las obras de Aristóteles y por el neoplatonismo, que
sintetizó en un único sistema filosófico. Alfarabí se convirtió en el siglo X
en el primer filósofo islámico que subordinó la revelación y la ley
religiosa a la filosofía. Sostuvo que la verdad filosófica es idéntica en
todo el mundo y que las muchas religiones existentes son expresiones
simbólicas de una religión universal ideal.

En el siglo XI, Avicena logró la más sistemática integración del


racionalismo griego y del pensamiento islámico, aunque fuera a costa de
varios artículos de fe ortodoxos como la creencia en la inmortalidad
personal y en la creación del mundo. También sostenía que la religión
era filosofía pero con un lenguaje metafórico que la hace aceptable para
las masas, incapaces de captar las verdades filosóficas en formulaciones
racionales. Estos conceptos provocaron ataques contra Avicena y contra
la filosofía en general por parte de los pensadores islámicos más
ortodoxos, y sobre todo del teólogo Algazel, cuyo libro La destrucción de
los filósofos tuvo mucho que ver con el declive final de la especulación
racionalista en la comunidad islámica. Averroes, filósofo y médico
hispanoárabe del siglo XII, defendió los conceptos aristotélicos y
platónicos contra Algazel y llegó a ser el filósofo islámico más
importante de la historia de Occidente gracias a su influencia en la
escolástica.

Sufismo

El movimiento místico llamado sufismo tuvo su origen en el siglo VIII,


cuando pequeños círculos de musulmanes piadosos, como reacción ante
la creciente atracción por los bienes terrenales que mostraba la
comunidad islámica, comenzaron a llamar la atención sobre la
importancia de la vida interior del espíritu y la purificación moral.
Durante el siglo IX el sufismo se desarrolló como doctrina mística, con la
comunión directa o incluso una unión de éxtasis con Dios, como su ideal.
Esta aspiración a la unión mística con Dios violaba el compromiso
islámico ortodoxo con el monoteísmo. Por esta causa fue ejecutado en
Bagdad, en el año 922, el sufí Al-Hallaj, acusado de haber manifestado
su identidad con Dios. Destacados sufistas intentaron más tarde lograr
una síntesis entre el sufismo moderado y la ortodoxia, y en el siglo XI
Algazel logró introducirlo en el ámbito de la ortodoxia sunita.

En el siglo XII el sufismo dejó de ser patrimonio de una elite instruida y


se transformó en un complejo movimiento popular (“Dios no tiene fin y
la palabra del Corán es inagotable”). La insistencia sufí en el
conocimiento y en el amor de Dios aumentó el atractivo del islam para
las masas e hizo posible su extensión más allá de Oriente Próximo,
llegando a África y Asia oriental. La hermandad sufí se multiplicó desde
el Atlántico hasta Indonesia; algunas comunidades abarcaron todo
mundo islámico y otras fueron regionales o locales. La enorme
implantación de estas fraternidades se debió en primer término a la
capacidad y a la generosidad de sus fundadores y dirigentes, que no
sólo atendían las necesidades espirituales de sus seguidores sino que
también ayudaban a los pobres fueran cuales fueran sus creencias y
actuaban con asiduidad como intermediarios entre el pueblo y los
dirigentes políticos.
Los chiitas

Los chiitas son el único grupo disidente de importancia con respecto a la


ortodoxia suní que sobrevive en el islam. Surgieron a consecuencia de
una turbulenta disputa familiar sobre la sucesión política de Mahoma a
la muerte de Alí. Los chiitas afirmaban que gobernar a la comunidad es
un derecho divino de los descendientes del Profeta a través de su hija
Fátima y su marido Alí, quien inaugurara el periodo denominado de los
“cuatro califas justos” (658-750). Dentro del grupo de los chiitas hay
quienes creen en una serie de 12 caudillos religiosos infalibles que
arranca con el imán Alí, por lo que a este grupo también se le conoce
como duodecimanos. El duodécimo y último imán desapareció en el año
873, y los chiitas esperan que a su regreso el mundo se vea presidido
por la justicia; teniendo en cuenta que proclamaban la infalibilidad
absoluta de los jefes de la comunidad, éstos debían ejercerla con
autoridad. El imán —de carácter semidivino— es, por su propia
condición, el único designado por la luz divina “para explicar la ley de
Dios”. Hasta ese momento, incluso el mejor gobernante no tendrá la
legitimidad absoluta. Además de los duodecimanos, otros grupos chiitas
han sido los zaydíes, los ismailíes o los nusayríes.

El islam en el mundo moderno y contemporáneo

El estancamiento de la cultura islámica tras la edad media condujo a una


renovada insistencia en el pensamiento original (ijtihad) y a
movimientos de reforma religiosa. A diferencia de los principales
movimientos doctrinales y filosóficos medievales, las corrientes
modernas se preocuparon fundamentalmente de las reformas sociales y
morales. El primer movimiento de este tipo fue el wahhabí, llamado así
por el nombre de su fundador, Ibn Abd al-Wahhab, que surgió en Arabia
en el siglo XVIII para convertirse en una vasta tendencia integrista con
ramificaciones en todo el mundo musulmán. El movimiento wahhabí
pretendía reactivar el islam purificándolo de sus influencias no islámicas,
y en particular de las que habían corrompido su monoteísmo original,
subrayando la responsabilidad individual de los musulmanes por encima
de la aceptación pasiva de las tradiciones.
Otros reformadores islámicos han estado marcados por las ideas de
Occidente. La figura más influyente del siglo XIX fue el egipcio
Muhammad Abduh, para quien la razón y el pensamiento moderno
occidental confirmarían la doctrina del islam en lugar de socavarla, y esa
doctrina islámica podría ser reformulada en términos modernos.
Muhammad Iqbal es el más importante filósofo moderno que abordó la
reinterpretación de las doctrinas islámicas. Otros intelectuales en
Turquía, Egipto y la India trataron de reconciliar las enseñanzas del
Corán con las ideas surgidas tras la expansión de la democracia
constitucional, la ciencia y la lucha por la emancipación de la mujer. El
Corán enseña el principio de “gobierno por consulta” que en tiempos
modernos, afirmaban, puede ser mejor realizado por gobiernos
representativos que por monarquías. Advirtieron que el Corán favorece
el estudio y la explotación de la naturaleza aunque los musulmanes, tras
varios siglos de brillante trabajo científico y de haber realizado una
importante labor de transmisión a Europa, lo abandonaron después.
Sostenían que el Corán había dado a la mujer los mismos derechos
aunque éstos hubieran sido usurpados por los hombres, que abusaron
de modo ostensible de la poligamia y otros privilegios semejantes.

Aunque las ideas modernas estaban basadas en interpretaciones


plausibles del Corán, los fundamentalistas islámicos se opusieron
enérgicamente a ellas sobre todo a partir de la década de 1930. La
reacción contra el modernismo ha tomado impulso desde esos años por
varias razones. Los fundamentalistas no se oponen a la educación
moderna, la ciencia y la tecnología per se, pero acusan a los
reformadores de ser los vehículos transmisores de la moralidad
occidental. Creen que la emancipación de la mujer, tal como se concibe
en Occidente, es responsable de la desintegración de la familia y de una
moral sexual permisiva en exceso. Algunos fundamentalistas sospechan
de la democracia porque no confían en el sentido moral de las masas.
Por otra parte, los dirigentes y funcionarios de algunos países
musulmanes no han logrado mejorar de un modo significativo la
situación económica de la mayoría de la población. En último extremo, y
quizá resulte lo más importante, el resentimiento que ciertos grupos
musulmanes sienten hacia el colonialismo occidental ha originado que
para muchos de ellos todo lo relacionado con las culturas de Occidente
sea sinónimo y representación del mal.

Durante la época moderna, el islam ha continuado incorporando nuevos


creyentes a sus filas, de forma muy acusada entre los negros africanos y
entre algunos grupos negros de Estados Unidos, atraídos por su
igualitarismo y su estricto sentido de la solidaridad.

El islam y otras religiones

Convencidos de la verdad absoluta del islam, los musulmanes no han


buscado entablar diálogo con representantes de otras confesiones,
aunque algunos investigadores islámicos medievales escribieron obras
bastante imparciales sobre ellas. Desde la década de 1960, sin
embargo, los musulmanes han iniciado un diálogo con representantes
del cristianismo y del judaísmo, reconocidos por el islam como las otras
dos “religiones del libro” (basadas en la revelación). Pero el recuerdo del
colonialismo occidental ha generado desconfianza y frustrado todas las
tentativas ecuménicas.

También podría gustarte