Lewin Moshe - El Ultimo Combate de Lenin PDF

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Moshe Lewin

EL
LTIMO
COMBATE
DE LENIN

Moshe Lewin

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L e n i n

Mosh Lewin

El ltimo combate de Lenin


Editorial Lumen

Ttulo original: Le dernier combat de Lnine


Traduccin:
ESTEBAN BUSQUETS
de la edicin original: Les Editions de Minuit, 1967
de la edicin en lengua espaola:
Editorial Lumen, Barcelona, 1970
Impresin: GRAFOS, S. A. ARTE SOBRE PAPEL
Paseo Carlos I, 157 - Barcelona-13
Depsito Legal: B. 4142-1970
Printed in Spain
EDITORIAL LUMEN,
AVENIDA DEL HOSPITAL MILITAR, 52
BARCELONA-6

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NDICE*
Prefacio

11

Captulo 1
Una dictadura en el vaco

20

Captulo II
La Nep, esta desconocida

40

Captulo III
El eclipse de Lenin

50

Captulo IV
Stalin, Trotsky y los georgianos

64

Captulo V
El enfermo y su guardin

88

Captulo VI
El Testamento de Lenin

100

Captulo VII
El asunto clandestino

115

Captulo VIII
Rusia entre Occidente y Oriente

130

Captulo IX
Para una reforma de las estructuras gubernamentales

144

Captulo X
Si Lenin hubiera vivido

158

Anexos

175

La numeracin corresponde a la edicin original [Nota del escaneador].

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Lo peor que le puede acontecer al jefe de un partido extremista es verse obligado a ocupar el
poder en un momento en que el movimiento todava no est maduro para establecer el dominio de
la clase que representa y para la aplicacin de las medidas que este dominio requiere. [...] Se
encuentra entonces, inevitablemente, ante un dilema insoluble: lo que puede hacer contradice toda
su accin anterior, sus principios y los intereses inmediatos de su partido; lo que debe hacer es
irrealizable. [...] Quienquiera que caiga en esta equvoca situacin, est irremediablemente perdido.
F. Engels, La guerra de los campesinos en Alemania

Habra que considerar irremisiblemente perdidos a aquellos comunistas que imaginaran que se
puede consumar una empresa de alcance histrico mundial, como la de establecer las bases de una
economa socialista (sobre todo en un pas de pequeos campesinos), sin errores, sin retrocesos, sin
recomenzar de nuevo mltiples veces tareas inacabadas o mal ejecutadas.
No estn perdidos (y con mucha probabilidad no sucumbirn) los comunistas que no se dejen
arrastrar por las ilusiones ni por el desnimo, y que conserven la fuerza y la flexibilidad necesaria
para recomenzar desde cero y consagrarse a una tarea de las ms difciles.
Lenin, Nota de un articulista, finales de febrero, 1922

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PREFACIO
Con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial, han aparecido en la escena poltica
internacional gran nmero de regmenes progresistas dictatoriales, cuyo nico precedente lo
constituye la Unin Sovitica, que celebra ahora el cincuentenario de su creacin. Estos cincuenta
aos de experiencias socialistas podran ser, sin duda, muy provechosos para los nuevos Estados, si
stos se preocuparan de adquirir un conocimiento profundo sobre los mismos y meditaran respecto
a los avatares de la primera dictadura proletaria: as, el fracaso de los combinados agroindustriales, creados en la U.R.S.S. en 1929-1930, ha prefigurado el de las comunas populares
chinas, y Nikita Kruschev fue vctima de la misma megalomana cuando en 1950 quiso implantar
las agrociudades. En cuanto a las enseanzas econmicas y sociales, singularmente ricas, del
perodo de la Nep, con excepcin de algunos soviticos, han sido sobre todo los especialistas
anglosajones quienes las han tenido en cuenta, a pesar de que apenas podan sacar provecho de las
mismas. Muchos otros perodos y otros elementos de la historia sovitica permanecen sumergidos
en una niebla ms o menos densa, apenas disipada aqu y all por los trabajos de algunos
investigadores. Es poco probable que la lite gobernante de la Unin Sovitica conozca la verdadera
historia de su pas descontando las experiencias vividas por cada personalidad individual ya
que, a causa de un fenmeno singular, los pases marxistas tratan su historia como un secreto de
Estado. Los dirigentes parecen creer que el conocimiento de un pasado con frecuencia trgico es
descorazonador para la construccin del futuro a los ojos de aquellos que deben construirlo; ahora
bien, no cabe duda de que la ignorancia de la historia hipoteca toda prospectiva mucho ms
gravemente que su divulgacin y su anlisis. Mientras la historia slo pueda alcanzar la divulgacin
a travs de una sancin oficial, seguir en la oscuridad, ya que es la disciplina cientfica que corre
mayor riesgo de ser viciada por la estatizacin,
El estudio que aqu presentamos de Lenin y de su pensamiento al final de su vida no es, por
descontado, totalmente nuevo: se han podido conocer ya muchas cosas al respecto gracias a las
revelaciones de Trotsky en los aos veinte y a travs de las consecuencias del asunto del
testamento de Lenin, provocadas por el XX congreso del P.C.U.S. Sin embargo, recientes
publicaciones soviticas nos han permitido reanudar este tema e intentar una reconstruccin a la vez
ms fiel y ms detallada de las relaciones que se establecieron en las esferas supremas del poder en
el momento de la enfermedad de Lenin. Confiarnos tambin en llevar algo ms lejos el anlisis del
testamento de Lenin, es decir de su pensamiento poltico en el ltimo perodo de su vida, y en
proponer en algunas ocasiones una interpretacin nueva del mismo.
Entre los documentos que constituyen nuestras fuentes, es preciso citar dos en primer lugar. Por
una parte, la ltima edicin hasta la fecha de las Obras de Lenin (5.a edicin), ms completa que las
precedentes y dotada de un importante aparato explicativo, y, por otra, el Diario de las secretarias
de Lenin, notas de servicio tomadas entre el 21 de noviembre de 1922 y el 6 de marzo de 1923,
publicadas por primera vez por una revista histrica sovitica en 1963 y traducidas al francs en los
Cahiers du monde russe et sovitique.1 Estas notas son tan importantes por su contenido como
singulares por su forma. Estn presentadas en forma de un cuaderno con cuatro columnas: fecha,
nombre de la secretaria de servicio, encargos recibidos, notas sobre su ejecucin; en esta ltima
columna tambin figuran observaciones relativas a los acontecimientos acaecidos en el transcurso
1

Voprosy Istorii, 1963, nm. 2. El Diario tambin se reproduce en Sotchinenija (Obras) de Lenin, tomo 45, pgs.
455-486; la traduccin francesa en Cahiers du monde russe el sovitique, nm. VII-2, abril-junio de 1967. Nuestras
referencias (Sotch.) corresponden siempre a la 5. edicin.

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de la jornada de trabajo en la oficina del presidente del Sovnarkom, del Consejo de Comisarios del
Pueblo. Sus hechos y gestos, sus entrevistas, su correspondencia y sus palabras, son descritos a
veces da a da, lo que nos ilustra sobre los mtodos de trabajo de Lenin, pero no aporta al principio
ninguna revelacin notable. Sin embargo, no tardamos en advertir que Lenin trabaja con lentitud,
que no acude con regularidad a su despacho, sino que a menudo prefiere llamar a una secretaria y
dictar sin salir de sus aposentos privados. Lenin est ya minado por la enfermedad, sus mdicos le
obligan a cuidarse, a tomarse con frecuencia unos das de reposo en el campo, a faltar a algunas
reuniones de trabajo, al Consejo de Comisarios o al Bur Poltico. El 13 de diciembre de 1922, el
da siguiente a una importante entrevista con Dzerjinsky, Lenin sufre dos serios ataques y al fin
debe someterse a las prescripciones imperativas de los mdicos, aplazar sus tareas y guardar cama.
A partir de este momento, el Diario se vuelve apasionante. Cuando Lenin llama a sus secretarias
para hacerles un encargo o dictarles algo, stas le observan con una sostenida atencin, al acecho de
sus palabras y de sus menores movimientos, que transcriben en el Diario en forma de breves
anotaciones. Lenin est en cama, se encuentra en una pequea habitacin de su apartamento del
Kremlin, la mano y la pierna derechas paralizadas, aislado casi por completo del mundo exterior y,
en apariencia, alejado de toda actividad gubernamental. Las prescripciones de los mdicos en este
sentido son severas y estn reforzadas por las prohibiciones formales del Bur Poltico.
Pero las notas del Diario, por lacnicas que sean, bastan para mostrarnos el combate intenso y
apasionado que Lenin, paralizado y sin duda consciente de su cercano fin, libra, no slo contra la
decadencia fsica, sino tambin contra el aparato rector de su partido. Penosamente, traza un cuadro
de conjunto de la situacin del pas, elabora un programa de accin y se esfuerza en imponerlo a sus
colegas del Bur Poltico y del Comit Central. Este programa, que los miembros del Bur no le
han pedido, comprende cambios importantes que alteran los mtodos de gobierno, las personas y,
en parte, los objetivos. La mayora del Bur se muestra reticente.
Con la sola ayuda de algunas mujeres Krupskaya, su esposa, Marija Ilinitchna, su hermana, y
tres o cuatro secretarias, en especial Fotieva y Voloditcheva, Lenin combatir obstinadamente
para obtener los dossiers que necesita. Interroga a los responsables, les propone lneas de accin;
busca aliados, si es preciso se informa por medios indirectos de las ideas de tal o cual dirigente;
prepara un enorme informe para el prximo congreso del Partido y publica artculos, ya que ha
logrado obtener las autorizaciones necesarias, a veces de los mdicos y a veces del propio Bur
Poltico, para proseguir en parte sus actividades. Pero existen razones para que desarrolle
clandestinamente otra parte de su actuacin. En efecto, con la ayuda de sus ntimos, este gran
enfermo, inquieto por la suerte de su obra, trama un verdadero complot. El corazn de la
conspiracin la expresin es del propio Lenin est formado por una comisin privada que l
ha constituido secretamente para investigar los acontecimientos sobrevenidos en Georgia, en los
que han sido implicados altos dignatarios del Partido. Las circunstancias de este asunto, que el
Diario permite reconstruir con detalle, revelan o confirman cules eran las relaciones personales y
polticas de los tres dirigentes: Lenin, Trotsky y Stalin. Las mismas notas nos permiten medir la
amplitud del esfuerzo fsico e intelectual de un hombre gravemente enfermo, nos hacen sentir su
presencia y la intensidad de sus emociones, la influencia de su personalidad, nos hacen ver el
encanto de sus risas estrepitosas.
Pero el estrecho marco de la pequea historia queda ampliamente rebasado. Los historiadores
hablan fcilmente de una crisis intelectual que Lenin habra vivido en el curso de estos das, de un
golpe de Estado que habra preparado, de una rebelda contra los resultados a que deba llevar su
propia obra, de la tragedia, en fin, de un gran revolucionario que cree ver desvanecerse ante sus ojos
su ideal de liberacin y de emancipacin de las masas, que tiene la impresin de perder toda
influencia sobre los acontecimientos a causa de la desgraciada coincidencia de un accidente en su
vida fsica y de implacables realidades polticas. Al proseguir el estudio de los acontecimientos,
tendremos que examinar estas afirmaciones.
Por otra parte, la situacin en que se encuentra el rgimen sovitico en el momento de la
enfermedad de Lenin, los problemas a que ste debe enfrentarse en el transcurso de los ltimos
meses de su vida, siguen siendo de gran actualidad. Al abordarlos, descubriremos que nuestro

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estudio tiene un alcance muy distinto al de una contribucin biogrfica. Lenin quiere dar al
rgimen, a cuyo advenimiento ha contribuido, un marco socioeconmico adecuado e inventar unos
mtodos de gestin adecuados a la vez a este marco y a los objetivos finales de la revolucin: el
resultado ser la Nep, la Nueva Poltica Econmica. Intenta imprimir a la mquina dictatorial un
estilo determinado, darle un nuevo vigor y una nueva eficacia. Su comportamiento plantea el
problema de los deberes y las responsabilidades que incumben a los dirigentes de una dictadura que
se quiere socialista. Estas tres cuestiones clave se encuentran siempre en los primeros pasos de un
rgimen afn al arquetipo sovitico, y cada vez que una dictadura se asigna la misin de desarrollar
un pas atrasado.
La primera cuestin, tal como se plantea a Lenin, es la del equilibrio difcil de establecer entre
las fuerzas econmicas espontneas, necesarias para el primer impulso, a saber el campesinado de
las granjas privadas, los artesanos, los hombres de negocios, y, por otra parte, el sector estatal
centralizado y ms o menos planificado, que debe asegurar al conjunto de la economa una
direccin general determinada. Ya bajo la Nep existe el dilema del mercado y del plan. A pesar
de la desaparicin del campesinado privado y de las clases medias de tipo capitalista, todava hoy
ocupa un primer plano en las preocupaciones de los dirigentes soviticos, que descubren que ambas
nociones no son en absoluto excluyentes una respecto a la otra, sino que se completan si se saben
poner en marcha simultneamente de forma armoniosa.
La segunda cuestin, la del funcionamiento del Estado dictatorial, nos llevar ms tiempo. Al
principio, la dictadura se organiza para llevar a cabo su misin de desarrollo del pas y
establecimiento de una mayor justicia social, principios en nombre de los cuales se ha realizado la
revolucin. Pero el Estado dictatorial muestra tendencia a cristalizar en un organismo que tiene sus
leyes e intereses propios, corre el riesgo de sufrir sorprendentes distorsiones en relacin a los
objetivos iniciales, escapar de las manos de sus fundadores y contrariar, al menos durante largo
tiempo, las esperanzas de las masas. El instrumento se convierte entonces en un fin en s, Un
sistema coercitivo instituido para promover la libertad, puede, en lugar de asegurar a las fuerzas
sociales exteriores al aparato estatal una creciente participacin en el poder, convertirse en una
mquina de opresin. Todo Estado que intenta ejecutar eficazmente tareas difciles y a menudo
penosas para la masa, pasa a constituir inevitablemente un estrato privilegiado de cuadros que
gozan de un cierto prestigio y de ventajas materiales y polticas. Estos privilegios, si no se controlan
y se mantienen dentro de lmites estrictos, funcin de las realidades sociales y econmicas, se hacen
rpidamente peligrosos y frenan el desarrollo.
Ahora bien, se corre el peligro de que los privilegios y los poderes corrompan a los hombres. Los
dirigentes y los administradores del Estado surgido de una revolucin, aun si pertenecen a la lite a
menudo valerosa, idealista y austera que ha hecho esta revolucin, se sienten tentados a anteponer
los privilegios a la funcin que los justifica, especialmente si se encuentran perdidos en el seno de
una masa de funcionarios nuevos que no poseen el nivel ni el valor de los fundadores. Cules son
los medios para preservar la integridad y evitar esta decadencia? La respuesta no es fcil. Todo lo
que puede decirse es que el temple moral y la conciencia poltica de la lite, as como ciertas
garantas institucionales, constituyen factores decisivos. En estas condiciones, es tanto ms
fructuoso meditar sobre la advertencia de Lenin aconsejando a los comunistas conservar fuerza y
flexibilidad, estar preparados para recomenzar desde cero; se trata de no perder el espritu crtico
y de saber batirse para rehacer, llegado el caso, todo o mucho de lo que ha sido intentado.
No nos extenderemos de nuevo sobre estas implicaciones actuales a lo largo de la obra. Despus
de apuntarlas aqu, nos proponemos slo proporcionar lo ms objetivamente posible todas las piezas
necesarias para emprender una reflexin sobre el tema.

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CAPTULO I

UNA DICTADURA EN EL VACIO


La Revolucin de Octubre no tena, a los ojos de sus promotores, sentido ni porvenir si se
desligaba de su funcin internacional como catalizador y detonador: esta primera chispa deba
permitir el establecimiento de regmenes socialistas en pases que, contrariamente a Rusia,
dispusieran de una infraestructura econmica y una base cultural adecuadas. Sin el cumplimiento de
esta funcin, el rgimen sovitico no hubiera debido siquiera sobrevivir. Lenin lo haba afirmado
con frecuencia y persisti en esta idea incluso despus de transcurrir varios aos sin que aportaran
una confirmacin a su esperanza. En junio de 1921, declara: La Repblica Socialista puede
subsistir dentro de un cerco capitalista, pero, con seguridad, no por largo tiempo. En febrero de
1922, es igualmente categrico: Siempre hemos proclamado y repetido esta verdad elemental del
marxismo, que la victoria del socialismo exige el conjunto de esfuerzos de algunos pases
avanzados.1
Rusia, que haba iniciado sola el camino revolucionario, se encontraba desde el comienzo
bastante aislada, pero dos factores impedan concienciar esta situacin: por una parte, las
concepciones internacionalistas de los dirigentes, y, por la otra, la persistencia durante cierto tiempo
de la agitacin social en Europa. Incluso durante la guerra civil, cuando Rusia, para sobrevivir, tuvo
que hacer frente a una especie de internacional capitalista, los jefes soviticos no se haban
percatado de la soledad del pas. Slo hacia el final de la guerra, las ilusiones de los menos tericos
y de los menos internacionalistas empezaron a esfumarse. Al fin, todos tuvieron que rendirse a la
evidencia. Lenin, en el ltimo discurso pblico de su carrera, declara:
Estamos solos: esto es lo que nos hemos dicho a nosotros mismos.
Estis solos: casi todos los Estados capitalistas nos lo han repetido a cuenta de no importa qu
asunto tratado con ellos.
Es ah donde reside la dificultad esencial, es preciso darse cuenta de ello.2
Pero el hecho de esta soledad de consecuencias incalculables para un largo perodo de tiempo,
deba llevar tambin a registrar algunas consecuencias imprevistas, derivadas de ella, y a revisar
determinados principios. La dictadura del proletariado, sistema de gobierno de la primera
revolucin victoriosa, deba, segn la interpretacin ms usual de la teora marxista, establecerse en
un pas de poblacin en su mayora obrera, y en este caso la dictadura del proletariado se ejerca
slo sobre una minora negligible. Nada de esto era realizable en Rusia, pero en realidad los
bolcheviques se sentan menos incmodos al constatarlo que los mencheviques; los primeros
aceptaban una interpretacin de Marx segn la cual se admita la posible consecucin de un triunfo
socialista en la Alemania atrasada de los aos de 1850, gracias a una revolucin proletaria apoyada
por una guerra campesina. Haba tanto menos motivo de inquietarse por la infraestructura rusa,
dado que la revolucin, ms fcil de desencadenar en tales condiciones, se extendera de inmediato
a otros pases y cedera la direccin del movimiento a otros partidos hermanos ms dignos de
asumirla.
Pero si la segunda proposicin result ser falsa, la primera se revel asimismo en consecuencia
bajo una nueva luz. Es incontestable que los obreros jugaron un papel de primer orden en la
conquista del poder por parte de los bolcheviques. En el transcurso de la guerra civil, siguieron
1
2

Sotch., t. 44. pgs. 9 y 418.


Discurso del 20 de noviembre de 1922 Sotch., t. 45, pg. 304.

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proporcionando los cuadros ms abnegados y adictos, tanto al ejrcito como a la administracin


soviticos. Pero esta guerra, mortfera y devastadora, ocasion un paro en la produccin de numerosas fbricas, o incluso su destruccin; cobr un pesado tributo de hombres entre los obreros,
combatientes de vanguardia en todos los frentes, y provoc asimismo su dispersin por los campos
en busca de medios de subsistencia. Al mismo tiempo, los elementos ms entregados y mejor
dotados son movilizados por los servicios gubernamentales, locales y centrales. Las funciones
gubernamentales merman las filas de la clase obrera, especialmente en los sectores donde se haba
reclutado su vanguardia: metalrgicos, ferroviarios o mineros. La utilizacin de los obreros en el
aparato administrativo fue quiz la carga ms pesada para el proletariado ruso, cuyo nmero no
abarcaba ms de tres millones de obreros industriales. El propio Lenin lo constata: Las fuerzas del
proletariado han sido sobre todo agotadas por la creacin del aparato administrativo,3 y aade que
el proletariado ha perdido conciencia de clase, es decir se ha desviado del camino de la clase que
constituye. Ya fueran los obreros muertos en combate, integrados en el aparato administrativo o
desmoralizados por la penuria y el trfico de mercado negro emprendido para no perecer,4 el
resultado fue en cualquier caso trgico. La revolucin, presentada como la conquista del poder por
la clase obrera, y que en efecto lo haba sido en gran medida, encontr un resultado diferente al
trmino de la guerra civil, porque la misma revolucin haba matado a sus pioneros en la tarea. Dos
aos despus de Octubre, los soviets haban perdido el ejercicio directo del poder. En marzo de
1919, Lenin constatar con profundo enojo, pero con la mayor franqueza, que debido al nivel
deplorable de la instruccin y de la educacin de las masas los soviets, que eran por naturaleza
unos rganos de gobierno por los trabajadores, no son en realidad ms que rganos de gobierno
para los trabajadores, gobierno ejercido por el estrato ms avanzado del proletariado, pero no por
las masas obreras.5
Desde el momento en que se admiti el hecho de la debilitacin del proletariado, la dictadura
perdi fatalmente uno tras otro los caracteres que se le haban atribuido. Deja de considerarse que el
poder revolucionario se apoya sobre toda la clase obrera, ni siquiera sobre una gran mayora de ella.
Pero, en realidad, la dictadura no debe contar slo con una delgada capa de obreros avanzados, o no
se sostendra mucho tiempo; el Partido, en el que los obreros slo constituyen una importante
minora, sustituye al proletariado, es a la vez el brazo y la espada del poder revolucionario. La
burguesa dir Lenin comprende bien que en realidad las fuerzas de la clase obrera estn
formadas en la actualidad por la potente vanguardia de esta clase: el partido comunista ruso,6 Por
otra parte, escribir tambin que el Partido es la ms slida raz de la dictadura, lo que constituye un
fenmeno aberrante con respecto a la teora marxista. Bien organizados, guiados y encuadrados, las
clulas y los grupos locales proporcionaban a la vez jefes y ejecutores para la lucha que se libraba
en todos los frentes, para todas las tareas administrativas y econmicas.
Un historiador norteamericano, que difcilmente puede suponerse simpatizante con el
comunismo, dice: Los Blancos tenan que enfrentarse a un enemigo que, ciertamente, tena que
afrontar deserciones, casos de corrupcin y desobediencia, pero que en el partido comunista
dispona todava a travs de todo el pas de una masa de hombres adiestrados y disciplinados.7 No
constituye esto un homenaje al poderoso instrumento forjado por Lenin y que quizs ahora tornaba
un sesgo que l no haba previsto? El Partido detentaba el poder real y soportaba su carga. En
efecto, se haba hecho evidente desde los primeros meses de la revolucin, e incluso antes de las
destrucciones causadas por la guerra civil, que la sola clase obrera no era capaz de gobernar ni
siquiera de dirigir las fbricas donde trabajaba. Los comits de empresa, los consejos obreros, el
control obrero, creaciones espontneas y autnticas realizadas con el mpetu revolucionario que
sigui a la toma del poder y debidas a un impulso libertario de inspiracin anarco-sindicalista, se
encontraban plenamente legitimadas por El Estado y la Revolucin de Lenin, pero slo condujeron
3

lbd., pg. 106.


Ibd., pgs. 103 y 106.
5
Sotch., t. 38, pg. 170.
6
Sotch., t. 39, pg. 412 y t. 44, pg. 106.
7
DONALD TREATGOLD, Twentieth Century Russia, Chicago, Rand McNally & Co., 1959, pg. 181.
4

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a desrdenes y a una ineficacia susceptibles de paralizar el aparato de produccin del pas. Hubo
que cerrar el camino a esta orientacin y emprender uno nuevo; muchos han visto en ello una
traicin a los ideales socialistas, pero Lenin mantuvo sus exigencias con la mayor energa:
exigencias de disciplina garantizadas por el reinado de los directores (edinonatchalia) y la
preponderancia de las administraciones. Antes de la hecatombe de obreros causada por la guerra
civil, existe ya una ancha brecha abierta entre la teora y la prctica de la dictadura del proletariado.
Brecha a la que seguiran otras.
Hemos visto en una de las citas que Lenin escriba entre comillas las palabras: las fuerzas de la
clase obrera. La vanguardia partisana ya no tena tras ella el grueso de sus tropas; su base social
estuvo en lo sucesivo entre comillas. Los cerebros ms lcidos del Partido se daban cuenta de que l
mismo estaba en cierto modo suspendido en el vaco, pero creer que esta situacin pudiera
prolongarse por mucho tiempo era otra quimera de tericos. El vaco social en cuestin iba a
rellenarse muy pronto con fuerzas distintas de las que inicialmente se haban previsto.
Las administraciones industriales empiezan a afirmarse aunque la industria sea todava dbil
, pero al lado de ellas se encuentra en los servicios locales y centrales una enorme masa de
funcionarios que son, segn Lenin, antiguos burcratas zaristas y que ocupan un lugar cada vez ms
importante en la vida poltica. El rgimen no poda prescindir de una mquina gubernamental de
este tipo, pero, y siempre segn la opinin de Lenin, esta maquinaria no es sovitica, constituye una
vergonzosa anomala. Estos funcionarios zaristas el trmino ruso tchinovniki indica muy bien su
carcter haban boicoteado el nuevo rgimen al principio, y despus se haban dejado convencer.
Regresaron y sta fue nuestra desgracia,8 dijo Lenin. No sabemos qu hubiera sucedido si no
hubieran vuelto, pero he ah lo que pas: Tenemos en la cspide del poder, no sabemos
exactamente cuntos, pero como mnimo unos miles, y como mximo unas decenas de millares de
los nuestros. Sin embargo, en la base de la jerarqua, centenares de miles de antiguos funcionarios
que hemos heredado del zar y de la sociedad burguesa, trabajan, en parte a sabiendas, en parte
inconscientemente, contra nosotros.9 Ante esta red apenas marcada por la influencia sovitica,
Lenin queda perplejo y desarmado. Por otra parte, su anlisis no es totalmente exacto, ya que esta
mquina se ha convertido, contra la voluntad de los funcionarios en cuestin, en un autntico sostn
social del poder; ejecuta mal que bien las tareas que le son asignadas por ste y a pesar de todo est
ligada a l por el hecho de que, aunque parcialmente, est constituida por elementos adictos al
nuevo rgimen en una proporcin ms importante que la que dice Lenin. Escuchemos a este
respecto otro valioso testimonio, el de Trotsky: La desmovilizacin de un Ejrcito Rojo de cinco
millones de hombres iba a jugar un papel considerable en la formacin de la burocracia sovitica.
Los graduados victoriosos ocuparon los puestos importantes en los soviets locales, en la
produccin, en las escuelas, para llevar a todas partes, obstinadamente, el rgimen que les haba
hecho ganar la guerra civil. Las masas fueron eliminadas paulatinamente por todas partes de la
participacin efectiva en el poder.10 El lugar ocupado por estos combatientes responsables ha sido
mucho ms considerable de lo que hara creer la cifra propuesta por Lenin de algunas decenas de
millares de comunistas en la cumbre de la jerarqua administrativa, puesto que stos se mezclaron
en todos los niveles a la masa de los tchinovniki.
En realidad, Lenin se siente profundamente inquieto y descontento ante la forma en que ejerce el
poder y cumple las tareas cotidianas el conjunto de las administraciones, sea cual fuere su
composicin. No cesa de criticar a los hroes de la guerra civil que se muestran incapaces de
cumplir las tareas del tiempo de paz; es el nico que puede hacerlo impunemente. En el propio
Mosc, donde se han reunido algunos millares de los mejores cuadros comunistas, Lenin descubre y
fustiga la rutina y la incuria.11 Los comunistas se dejan asfixiar por una masa extraa y no son ellos
quienes deciden efectivamente la marcha de los asuntos:
8

Sotch., t. 45, pg. 290.


Ibd.
10
TROTSKY. La Rvolution trahie, en De la Rvolution, Pars, Ed. de Minuit, 1963, pg. 501.
11
Vase O prodnaloge, Sotch., t. 43, pg. 234.
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Qu es lo que falta entonces? Est muy claro, lo que falta a los dirigentes comunistas es la
cultura. Consideremos el caso de Mosc: cuatro mil setecientos comunistas responsables y una
masa enorme de burcratas. Quin dirige y quin es dirigido? Dudo mucho que pueda decirse que
los comunistas dirigen, creo que puede decirse que son dirigidos. 12
Todos los fenmenos que acabamos de revisar ejercen una profunda influencia en los
mecanismos del poder: prcticamente, el Partido lo ejerce solo en lo sucesivo, y escapa a un control
preponderante de cualquier fuerza social. Mientras la clase obrera se debilita, el Partido acrecienta
su poder. Figuran obreros entre sus nuevos miembros, por descontado, pero tambin un nmero
considerable de campesinos, y sobre todo de intelectuales y de funcionarios procedentes a veces de
otros horizontes polticos. Se aflojan los lazos con la ideologa de los fundadores; incluso pueden
faltar totalmente cuando son vulgares arribistas atrados por los privilegios de un partido en el poder
los que se afilian a l. En el transcurso de unos aos, el nivel poltico y cultural del Partido en su
conjunto debi bajar considerablemente: La inmensa mayora de los miembros del Partido no estn
lo bastante educados polticamente para que se tenga una direccin efectivamente proletaria en un
momento tan difcil, sobre todo si se tiene en cuenta el enorme predominio numrico del
campesinado en el pas, que despierta con rapidez a una poltica de clase independiente.13
A decir verdad, aun en el caso de que hubiera una mayora de obreros en el Partido, esto no
cambiara nada, seran a pesar de todo incapaces de poner freno a su propensin a degenerar en
pequeos burgueses. Lenin lo sabe,14 y el motivo de sus peores temores es la posible asfixia bajo el
ocano de la pequea burguesa, tan poderosa en Rusia. Por el contrario, se muestra mucho menos
consciente de otro peligro que aparece en el horizonte en una direccin totalmente distinta.
El Partido, al tener que imperar sobre los obreros que han permanecido fuera de su organizacin,
tiende a adoptar la misma actitud hacia los obreros que se han unido a sus filas; y esta dominacin
se ejercer con mayor razn sobre los miembros de otras clases sociales que han podido ser
admitidos. La mayora de obreros, incluso aquellos que trabajan en la gran industria y que en teora
deberan ser por tanto los ms slidos pilares del poder, son demasiado incultos para poder
participar de forma efectiva en la elaboracin de la poltica y en el ejercicio de la funcin gubernamental. Al decir esto, queremos referirnos a los obreros en cuanto a grupo, ya que, individualmente,
llegaban a los puestos ms altos del Partido, que haba permanecido fiel a la doctrina en este terreno
y extraa sus cuadros de las filas de la clase obrera, a veces hasta agotar la fuente. Era la misma lite
interna la nica que poda asumir a la vez con xito la direccin de los asuntos y la educacin de los
miembros del Partido, ya fueran obreros o procedieran de otras clases sociales.
La dictadura del proletariado, que la presin de las circunstancias haba transformado en
dictadura de una minora socialmente diversa, se convirti pronto en una dictadura del Partido.
Pero, en este sentido, la contraccin del ncleo dirigente todava no ha terminado. En el mes de
marzo de 1922, Lenin, en una carta a los miembros del Comit Central, debe rendirse ante una
nueva evidencia: Hay que reconocer que la poltica proletaria del Partido no es determinada en la
actualidad por sus efectivos, sino por la autoridad inmensa y no compartida de esta capa delgadsima que puede denominarse la vieja guardia del Partido.15 Sin embargo, el proceso todava no ha
terminado. Sigue actuando la singular dinmica que lleva a una concentracin cada vez mayor del
poder en un nmero de manos cada vez ms restringido. Se dira que sobre el rgimen sovitico
pesa una fatalidad, pero es ms justo ver en un conjunto de circunstancias particularmente duras el
origen de esta evolucin. .La guerra civil ha tenido sobre este rgimen una influencia ms decisiva y
duradera de lo que se cree generalmente. Apenas instaurado y todava muy poco firme en su
organizacin y sus mtodos, se vio sometido a un terrible esfuerzo y tuvo que volcar todas sus
fuerzas hacia un solo objetivo: vencer para sobrevivir. Quisiramos insistir sobre el punto de que en
la poca que comentarnos el rgimen sala de la guerra civil y haba sido tan moldeado por ella
12

Sotch., t. 45, pg. 95.


Ibd., pg. 19.
14
Ibd., pgs. 18, 19.
15
lbd., pg. 20.
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como por las doctrinas del Partido, o por la doctrina sobre el Partido, en la que muchos
historiadores ven el pecado original de Lenin.
Ante los ejrcitos blancos, numerosos, bien equipados y apoyados por varios pases
occidentales, se impona en forma imperiosa un centralismo y un absolutismo estrictos. No
obstante, en el curso de este perodo, la discusin en el seno del Partido no se detuvo; estuvo slo
limitada por la solidaridad contra el enemigo. La interdiccin de fracciones y la ilegalidad de todo
debate que tocara demasiado a fondo los problemas, no hicieron su aparicin hasta finalizada la
guerra. El carcter constantemente alarmante de la situacin, la persistencia del estado de
emergencia, exigan una movilizacin constante de los cuadros y su transferencia de un frente a
otro, o de una tarea militar a otra econmica y viceversa. Ningn procedimiento democrtico
hubiera permitido estas soluciones. Slo las hacan posibles los procedimientos autoritarios:
rdenes, nombramientos, desplazamientos de oficio. Estos mtodos, absolutamente imprevistos por
la teora o por los estatutos, pero practicados durante tres aos, se convirtieron en una realidad de la
vida del. Partido. Nombrar desde arriba un secretario de una organizacin del Partido pas a ser
cosa natural; las organizaciones locales que necesitaban personal se dirigan a veces ellas mismas a
la jerarqua y pedan que se les enviaran jefes; por otra parte, ya se designaban mediante
nombramiento todos los puestos importantes de la vida nacional ajenos al Partido. Con el retorno de
la paz, estas costumbres no se perdieron, y sigui funcionando una oficina especial (utchraspred)
afecta al Comit Central, que distribua los cuadros segn las necesidades. El procedimiento era
eficaz pero iba a provocar numerosas protestas, ya que resultaba facilsimo para el secretariado del
Comit Central cambiar de un puesto a otro, menos importante o ms alejado, a cualquier persona
polticamente molesta, opuesta a una determinada lnea o a uno de los jefes. Las protestas que
surgieron con la implantacin de la Nep contra este procedimiento, juzgado antidemocrtico y
contrario al principio electivo consagrado por los estatutos del Partido, fueron poco eficaces. Para
poner fin a esta poltica que, en el interior del Partido, otorgaba un enorme poder al Orgbjuro, el
Bur de Organizacin, era necesario proceder a una reorganizacin de arriba abajo del sistema de
direccin, a una modificacin casi revolucionaria.16 Ahora bien, la implantacin de la Nep, en plena
hambre, con la rebelin de Kronstradt y el espectro de un levantamiento campesino generalizado,
no era todava el momento adecuado para el aflojamiento de los controles. Hacia marzo-abril de
1921, la situacin pareca todava ms grave que antes y Lenin, deseoso de evitar la parlisis del
Partido, nica fuerza de que dispona, prohibi las fracciones y reserv al Comit Central el derecho
de excluir del Partido a los miembros acusados de fraccionarismo. Movimiento impaciente ante la
urgencia, decisin temporal,17 o bien fruto de un error de clculo y de falta de clarividencia, en cualquier caso esta medida iba a gravitar pesadamente sobre el futuro del Partido y del pas. Iba a
reforzar todava ms el Bur Poltico, su secretariado y su Orgbjuro. La propia posicin del Comit
Central se debilit. Creca la tendencia de pasar todos los asuntos por el Bur Poltico; los altos
funcionarios, incluidos tambin los comisarios del pueblo, llevaban ante la instancia suprema todos
los asuntos que se sentan demasiado timoratos para resolver por s mismos, y Lenin se lamenta
amargamente de ello en el XI congreso del Partido.
Esta situacin se disimula, al menos en parte, con la presencia de Lenin en el Sovnarkom., en
tanto ste puede mantenerse en su puesto, y el Bur Poltico se dedica ante todo a la elaboracin de
las grandes lneas de la poltica nacional y a la resolucin de problemas de principio. No obstante, el
propio Lenin discuta en el Bur Poltico problemas corrientes que habran debido depender de la
actividad del Sovnarkom y, cuando cae gravemente enfermo, el Bur Poltico se convierte en la
institucin clave del pas. El secretariado que dirige el trabajo administrativo y de ejecucin por
cuenta del Bur y del Comit Central sigue siendo en apariencia un engranaje secundario pero, con
las nuevas prcticas aparecidas en el Partido, no es difcil ver qu formidable poder puede adquirir
16

Vase CARR, Socialism in One Country, 1924-1926, t. 2, Londres, Macmillan, 1959, cap. 19, especialmente pgs.
201-204 sobre el sistema de nombramientos.
17
Vase CARR, The Interregnum, 1923-1924, Londres, MacmiIlan, 1954, anexo. TROTSKY, op. cit., pg. 506: La
interdiccin de las fracciones estaba concebida, repetimos, como una medida excepcional destinada a caer en desuso en
cuanto mejorara la situacin.

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su jefe.
En abril de 1922, Stalin es nombrado secretario general, gensek, en el lenguaje del Partido. En
este momento, sigue siendo comisario para las nacionalidades y, durante algn tiempo, comisario
para la Inspeccin Obrera y Campesina, cmulo impresionante de poderes y competencias que, en
aquel entonces, slo el prudente Preobrajensky denunci con energa. A partir de este momento, ya
no est muy lejos la materializacin de la situacin que Trotsky, al criticar el punto de vista de
Lenin sobre la organizacin del Partido, haba previsto en 1903-1904: La organizacin del Partido
ocupar el puesto del propio Partido; el Comit Central ocupar el puesto de la organizacin; y,
finalmente, el dictador ocupar la del Comit Central... 18 El nico error de Trotsky fue considerar
el centralismo de Lenin como un egocentralismo: las concepciones de Lenin no ocultaban
ninguna sed de poder personal y, en definitiva, la mquina poltica que Lenin y Trotsky
contribuyeron a construir se revolvi contra ellos.
A fin de comprender mejor el pensamiento poltico de Lenin durante los ltimos meses de su
vida, no es intil insistir en otro aspecto del fenmeno de concentracin del poder. Los
bolcheviques crean sinceramente en la doctrina de la dictadura del proletariado. La sustitucin del
proletariado por el Partido, puro estado de hecho al principio, tuvo que ser introducida, no sin
ambigedad, en la doctrina; se consider como un fenmeno transitorio, en espera del
reagrupamiento de los obreros de las grandes fbricas y del incremento de las industrias por medio
de las futuras realizaciones. En realidad, empez en las fbricas el reinado de las administraciones,
y la instalacin de la burocracia en todo el pas. Lenin explicaba esta situacin por la carencia de
bases econmicas adecuadas. Este estado de hecho no era muy molesto en tanto subsistieran
perspectivas revolucionarias en Europa; pero, ala larga, este hndicap iba a resultar trgico. Lenin
d
eca que, aunque Rusia posea el rgimen poltico ms avanzado del mundo, no haba logrado
construir todava ni siquiera las bases de una economa nacional; la ausencia de las bases del
socialismo, tal como se constataba, significaba casi que nada haba sido logrado definitivamente:
Las fuerzas enemigas del capitalismo moribundo todava pueden recuperar el poder.19 As, los
trminos de la frmula bsica del materialismo histrico se encuentran invertidos por sus ms fieles
adeptos. Fallan trgicamente las bases socioeconmicas indispensables para la realizacin de los
objetivos oficiales del poder. EI nuevo poder se encuentra suspendido en una especie de doble
vaco : la primera carencia es la del proletariado; la segunda, la de la infraestructura econmica. El
profesor Carr dijo que la dictadura del proletariado estaba in posse ms bien que in esse.20 Se est
muy lejos de las concepciones optimistas, utpicas y simplistas expuestas en El Estado y la
Revolucin en 1917, donde todos los problemas parecan resueltos por anticipado con el ejemplo de
la Comuna de Pars. Los militantes acostumbrados a deducir lo poltico de lo econmico y lo social,
descubren una situacin desconcertante en la que una lite gobernante desprovista de base social
encama una especie de poder poltico puro e impone su voluntad a una sociedad, cuya entera
dinmica espontnea, bajo la Nep, tiende a fines opuestos a los del Partido.
Lenin y la doctrina leninista tuvieron que acomodarse a esta nueva situacin. Dos elementos les
prestaron su ayuda: la importancia del papel atribuido a la toma de conciencia, que no es
espontnea, y una cierta concepcin del Partido que le atribuye la tarea de despertar esta conciencia.
El puesto central otorgado al Partido en la estrategia leninista y la interpretacin ms bien
voluntarista que el leninismo da del marxismo no deben, sin embargo, llevar a imputarle, como lo
hacen algunos, toda la responsabilidad de ciertos fenmenos, como la contraccin progresiva del
poder poltico descrita anteriormente, que, a fin de cuentas, deba culminar en una autocracia. El
leninismo, por descontado, no es monoltico; la dictadura del Partido sobre el proletariado no
entraba en los esquemas de Lenin, y constituy el resultado final totalmente imprevisto de una serie
de circunstancias igualmente imprevistas. A pesar de la aguda intuicin de Trotsky, sera
equivocado creer que la concentracin de poder que lleg a su paroxismo con el rgimen estaliniano
18

Loc. cit. BERTRAM D. VOLFE, Lnine et Trotsky, Pars, Calmann-Levy, 1951, pg. 142.
Sotch., t. 44, pg. 148 y t. 45, pg. 109.
20
CARR, op. cit., t. 1, pgs. 103-104.
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sea el resultado de las ideas y escisiones de 1903-1904. Su origen est en la historia de otro perodo,
en los acontecimientos postrevolucionarios y en la forma en que stos desviaron la doctrina. Ni el
comunismo de guerra, ni las nociones diametralmente opuestas que dieron lugar a la Nep, pueden
remontarse a las preocupaciones y a las teoras prerrevolucionarias. Una vez conquistada la paz con
la victoria interior, Lenin procur dotar de bases seguras al poder poltico en todos los frentes: la
adquisicin de una infraestructura econmica, la elevacin del nivel cultural de los cuadros y del
pueblo, que tena que empezar por la alfabetizacin. Lenin saba que, en la situacin en que se
encontraba su rgimen, lo poltico se antepona a lo econmico, pero la idea de que tal preponderancia pudiera prolongarse en forma durable le intranquilizaba. No se resignaba a servirse durante
largo tiempo de la palanca poltica que muchos en nuestra poca consideran como la ms potente y
la ms decisiva.21
Sobre este punto, otra decepcin esperaba a los militantes al salir de las ilusiones del comunismo
de guerra. La construccin de las bases que faltaban al edificio no iba a permitir un acceso directo al
socialismo y, con ms razn, al comunismo. Lenin calma a los impacientes repitiendo que es slo
un perodo de transicin el que empieza, perodo para el cual l admite la prolongacin de la
poltica de la Nep. Y, sin embargo, Lenin ve perfectamente las terribles amenazas que a causa de
ella se ciernen sobre el rgimen: amenazas exteriores, inestabilidad interior (la del campesinado),
pero asimismo el peligro que representa la tendencia a la degeneracin de los propios comunistas
bajo la presin de un medio corruptor. Ante el XI congreso del Partido, Lenin, prosiguiendo su idea
de que los comunistas ya no dirigen el juego sino que, por el contrario, son dirigidos, declara:
Ha sucedido algo parecido a lo que se nos enseaba en las lecciones de historia de nuestra
infancia: sucede que un pueblo subyuga a otro. El que ha subyugado es entonces un pueblo
conquistador y el que ha sido subyugado es un pueblo vencido. Efectivamente, pero, qu sucede
con la cultura de estos dos pueblos? La respuesta no es tan sencilla. Si el pueblo conquistador es
ms culto que el pueblo vencido, le impone su cultura. Pero, en el caso contrario, el pueblo vencido
puede imponer su cultura al conquistador. No es esto lo que ha sucedido en la capital de la
R.S.F.S.R., y cuatro mil setecientos comunistas (casi una divisin) de los mejores no han sido
sometidos a una cultura extranjera? Es verdad que pudiera tenerse la impresin de que la cultura de
los vencidos es de alto nivel. Error: es miserable e insignificante. Pero aun as es superior a la
nuestra.22
Este texto muestra que Lenin tena un sentido agudo de los peligros que acechaban a su rgimen.
Aun cuando los acontecimientos ulteriores de la historia hayan sido bastante diferentes a lo que l
supona, debe reconocerse que Lenin era un hombre que analizaba primero la situacin y deca
seguidamente sin ambages, al Partido y al pas entero, la verdad de la situacin tal como l la vea.

21

La primaca de la poltica sobre la economa en un sentido que seguramente difiere de la concepcin marxista clsica
fue expresada claramente por Lenin, en especial en O nachej revoltsii, Sotch., t. 45, pgs. 378-382, y en el texto que
hemos reproducido en exergo. Vase tambin, CARR, op. cit., pgs. 130-131.
22
Sotch., t. 45, pgs. 95-96.

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CAPTULO II
LA NEP, EST DESCONOCIDA
En las condiciones que hemos expuesto, los dirigentes del rgimen sovitico, deban, al final de
la guerra civil, resolver una serie de problemas. Cmo evitar un enfrentamiento con Occidente, a la
espera de nuevas revoluciones en Europa o en Asia? Cmo impedir la degeneracin del poder, o
mejor, como preservar la pureza ideolgica y moral del Partido convertido en gobernante? Cmo
acabar con la plaga burocrtica? No haba respuesta a estos problemas, que comprendan mltiples
incgnitas, pero las cosas se complicaron ms todava con la implantacin de un sistema econmico
original e inesperado conocido bajo la denominacin de Nueva Poltica Econmica. Esta poltica
se adopt ante la imperiosa necesidad de poner remedio al marasmo en el que estaba sumergido el
pas y principalmente la agricultura. Al cabo de dos aos de funcionamiento, demostr ser til,
pero, para los bolcheviques, era un autntico pacto con el diablo.
Lenin explic que se trataba, con el fin de salvar al pas del desastre, de hacer las concesiones
necesarias al campesinado para que ste reemprendiera la produccin y alimentara al pas. Y estas
concesiones podan resumirse en la inyeccin de una dosis de capitalismo, capitalismo que
debernos y podemos admitir, y al que podernos y debemos asignar ciertos lmites, ya que es
necesario a la gran masa del campesinado y al comercio que permite satisfacer las necesidades de
los campesinos. Hay que procurar que sea factible el curso regular de la economa y del circuito de
intercambio capitalistas. Hay que hacerlo por el pueblo. Sin esto no podramos vivir [...] Para ellos,
para la faccin campesina, slo esto es absolutamente necesario; en lo dems, ellos pueden tomar
partido.1 Lenin efecta, por lo tanto, una operacin que raramente se ha visto en la historia.
Concede a los campesinos una fuerte dosis de capitalismo a cambio de lo dems, a saber, el poder
poltico en manos de los bolcheviques, operacin ventajosa, cierto, pero tambin peligrosa.
Numerosos militantes teman que este remedio, aunque saludable para el paciente, resultara mortal
para el mdico. En el mundo entero menudearon los comentarios; los enemigos del rgimen abrigaron la esperanza de que la Nep, que introduca de nuevo el capitalismo, anunciaba el fin del
bolchevismo. Los componentes de todas las tendencias que existan en el interior del Partido haban
aceptado al principio esta solucin como la nica posible, pero muchos no tardaron en ver en ella
una verdadera traicin, una alianza contra natura. El Partido estaba en todo caso inquieto, y no sin
razn, ya que ahora se venan abajo las ilusiones suscitadas por el comunismo de guerra: era preciso
restablecer el mercado campesino y el comercio privado, que no dejaran de penetrar en todos los
sectores de la vida sovitica y de ser un elemento de corrupcin y de disolucin, incluso para el
Estado y para el Partido. En aquel entonces se pudo haber pensado en dar la razn a Rosa
Luxembourg: La reforma agraria de Lenin ha creado en el campo una nueva y poderosa clase de
enemigos para el socialismo, enemigos cuya resistencia puede ser mucho ms peligrosa y obstinada
de lo que fuera la de los grandes terratenientes aristcratas.2
Se ver que Lenin, sin poner en discusin la reforma, dijo ms o menos lo mismo de los
campesinos. El campesinado ruso, poco interesado en las experiencias socialistas, iletrado en su
mayora, y, por aadidura, muy mal productor, constitua una masa de cien millones de personas en
cuyo seno se incubaba constantemente cierto espritu de rebelin, el de la pugatchevchtchina o
sublevacin popular, que a menudo haba turbado la tranquilidad de los zares. La Nep tena la
ventaja de conceder la libertad de comercio, pero pareca aumentar an los inconvenientes polticos
de la divisin que haba provocado la reforma; no haca otra cosa que ligar un poco ms los
1
2

Sotch., pgs. 35-86.


ROSA LUXEMBOURG, La Rvolution russe, Pars, Cahiers Spartacus, mayo de 1948, pg. 22

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campesinos a la economa capitalista y separarlos de los principios colectivistas del Partido.


Pero haba algo todava peor. La Nep se encaminaba a reinstaurar la clase capitalista, hombres de
negocios, comerciantes, industriales, nuevos o antiguos. As, la revolucin no slo segua
decepcionando a los proletarios,3 sino que iba a proporcionar al campesinado un foco
antibolchevique y los jefes necesarios a la rebelin en el caso de que cualquier conflicto con el
Estado disgustara a los campesinos. Nadie dejaba de considerar el peligro que supona ver al
campesinado inclinarse del lado de los neprnany, o nueva burguesa, y de los cuadros burgueses
tradicionales todava hostiles al rgimen, eventualmente ayudados por los pases capitalistas
extranjeros, que seguan gozando de una superioridad econmica y militar aplastante. La Nep haca
pensar en una autntica mina situada bajo el edificio todava mal consolidado del nuevo rgimen.4
Ya las haya admitido o refutado en pblico, Lenin no estaba menos abrumado que otros militantes
por la perspectiva de estas amenazas. La Nep era una apuesta que no estaba ganada de antemano.
Todos seguan preguntndose con Lenin: Kto kovo?, Quin la ganar?, y esta vez en el frente
interior.
Durante este tiempo, con la esperanza de llegar al fin a una fase de construccin pacfica, los
bolcheviques hacen un esfuerzo considerable. El perodo que va desde marzo de 1921, implantacin
de la Nep, hasta la aparicin de las primeras luces esperanzadoras con la buena cosecha de 1922 y
un cierto apaciguamiento del campesinado, fue aquel en que se busc con mayor intensidad unos
mtodos de gestin y unos remedios a los fracasos registrados, pero fue igualmente un tiempo de
gran confusin terica entre los militantes. Muchos de los dogmas y conceptos anteriormente
admitidos saltaron bajo la presin de los hechos. Era preciso replantearse la cuestin capital del
propio carcter de la revolucin de Octubre. Lenin no escapa a la confusin; la reconoce al mismo
tiempo que es vctima de ella. En agosto de 1921 escribe que la revolucin haba sido democrticoburguesa entre noviembre de 1917 y el 5 de enero de 1918, y que entonces haba comenzado la
etapa socialista con la instauracin de la democracia proletaria. Pero en el mismo texto se trasluce
otra divisin en perodos, que se acerca a la adoptada en otoo de 1918. La etapa socialista habra
sido alcanzada cuando el movimiento del comit de los indigentes o kombedy haba llevado la lucha
de clases al campo, contra los kulaks. Ahora bien, es til recordar que los kombedy fueron
suprimidos a fines del ao 1918.5 Dos meses despus del artculo citado, en octubre de 1921,
aparece todava una nueva divisin en perodos. La etapa democrtico-burguesa de la revolucin no
habra terminado hasta 1921. Y algo ms adelante, se encuentra una versin ligeramente distinta: la
Revolucin de Octubre haba sido plenamente una revolucin proletaria, pero habra cumplido de
paso las tareas de una revolucin democrtico-burguesa.6 En realidad, estas incertidumbres no son
tan sorprendentes como parecen; slo los resultados a largo trmino de los acontecimientos de
Octubre iban a permitir revelar su verdadero carcter. Otro punto: cmo justificar tericamente la
Nep, qu definicin estratgica poda darse? Se trataba de una retirada en relacin al perodo
precedente y, en tal caso, no se renunciaba a los objetivos ni a los mtodos del comunismo de
guerra, que se consideraban como muy prematuros, o se haba reemprendido, por el contrario, la
lnea ms justa adoptada en la primavera de 1918? Y, desde este ltimo punto de vista, el
comunismo de guerra no era ms que una poltica de circunstancias ampliamente errnea.7 Lenin no
opta claramente por una u otra de estas dos ideas pero, en su ltimo discurso, volver a la de una
retirada, de un retroceso para saltar mejor.8
Todo esto no proporcionaba una explicacin suficiente de la Nep. Largo perodo de transicin, la
3

Lenin confirmar pblicamente en 1921 que hasta entonces haban sido los campesinos, y no los obreros a quienes
haba correspondido la carga ms pesada los que se haban aprovechado ms de la revolucin. Vase Sotch., t. 44,
pg. 46. Esto iba a ser todava ms cierto un ao despus.
4
Vase captulo 1, nota 20.
5
El texto de agosto de 1921 est reproducido en Sotch., 1 44, pgs. 101-102. Lenin declar el 6 de noviembre de 1918
en el congreso de los Soviets: La Revolucin de Octubre de las ciudades no se ha convertido en una autntica
Revolucin de Octubre para el campo hasta otoo de 1918. Sotch., t. 37, pg. 144.
6
Sotch., t. 44, pgs. 102, 145, 147.
7
Vase CARIZ, The Bolshevik Revolution, t. 2, pgs. 273-278.
8
Sotch., t. 45, pg. 310 y ms adelante.

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Nep deba ser necesariamente primero una retirada estratgica, despus una reanudacin de la
marcha hacia delante. Lenin intent poner un poco de orden en toda esta confusin enunciando la
teora del capitalismo de Estado, formulada en su folleto Sobre el impuesto en especies, en
ocasin del lanzamiento de la Nep. Este concepto, utilizado ya despus de la revolucin de Febrero
y asimismo a principios de 1918, se inspiraba en la experiencia de la economa alemana de guerra,
fuertemente estatificada y estrictamente controlada. En el marco de la economa sovitica exista,
sin embargo, una diferencia sustancial: el Estado no era capitalista sino proletario, y ocupaba
directamente importantes posiciones econmicas.
Lenin emple el trmino de capitalismo de Estado porque requera la colaboracin del
capitalismo ruso y sobre todo del gran capital extranjero; crea que Rusia tena necesidad de un
largo perodo de desarrollo capitalista para asimilar los mtodos de organizacin, los conocimientos
tcnicos, y para adquirir los capitales y los medios intelectuales que el Estado obrero todava no
posea. Este, evidentemente, deba mantenerse constantemente alerta e inventar los mtodos de
fiscalizacin y de control necesarios. Lenin esperaba, pues, construir el socialismo con manos extranjeras, creyendo que stas no dejaran de apreciar el inters del tributo que podran obtener en
esta ocasin. Otra singularidad de esta teora contribuy a que otros responsables, y entre ellos
Preobrajensky, Bukharin y Trotsky, la acogieran con crticas o reservas. Segn Lenin, el principal
enemigo del Estado ya no era en este momento el gran capital, sino el sector pequeo-burgus,
anrquico, dividido, que desafiaba toda planificacin y toda disciplina estatal. En s mismo, el gran
capital presentaba cualidades tiles al progreso, a saber, su capacidad de organizar en gran escala,
su tendencia a planificar y su sentido de la disciplina. Esta era la razn de que el Estado obrero tuviera que pactar con l para combatir la influencia perniciosa de la pequea burguesa vacilante.
Lenin dijo: El Estado proletario debe formar un bloque o alianza con el capitalismo de Estado
contra la anarqua pequeo-burguesa. Y, en un texto anterior del mismo ao, cita una opinin
expresada ya en 1918: la anarqua pequeo-burguesa es entre nosotros el principal enemigo del
socialismo.9
Ahora bien, es preciso comprender que la pequea burguesa en cuestin no es otra cosa que el
campesinado. En qu paraba, pues, el imperativo estratgico, considerado tambin fundamental, de
una alianza con el campesinado, tal como la expresaban los slogans? En el curso de la historia,
Stalin iba a resolver esta profunda contradiccin con los mtodos que le eran familiares. Lenin
propona otros, pero no los pudo aplicar por s mismo.
En lo inmediato, la teora ambigua del capitalismo de Estado iba a conocer una suerte curiosa.
Fue concebida para llenar simultneamente varias funciones: primero, disipar toda ilusin sobre el
pretendido carcter socialista de la sociedad sovitica, y, a continuacin, formular en trminos
marxistas la naturaleza del perodo de transicin por que pasaba Rusia y definir en qu forma el
desarrollo de este perodo llevara a Rusia al socialismo, cuyas condiciones previas no se haban
reunido por el momento. La nocin de capitalismo de Estado, considerada como la forma poltica y
social ms perfecta del capitalismo, y, por lo mismo, la que preceda directamente al socialismo,
podra cumplir estas funciones de clarificacin y de explicacin, siempre que la teora se verificara
en las condiciones especficas de Rusia. Pero tuvo que abandonarse dos aos despus, rebatida por
los hechos. Lenin, al no obtener la colaboracin del gran capital, busc la del campesinado.
Volveremos sobre esta cuestin; baste constatar que, por el momento, la Nep se revelaba
beneficiosa para la vida econmica del pas; pareca abrirse un perodo de edificacin pacfica,
aunque nadie supiera con exactitud cunto tiempo podra durar. Lenin, sin pronunciarse
firmemente, pareca admitir que, en las condiciones de un cerco capitalista, no sera evidentemente
por largo tiempo.10
Para tener xito en esta empresa, era preciso reorganizar, sobre todo en el plano concreto. En una
situacin as, totalmente nueva, faltaban las estructuras de referencia, la experiencia y toda base
cientfica para la elaboracin de los programas de accin. Primer mal a curar, el que se denunciaba
9

Sotch., t. 44, pg. 108 y t. 43, pg. 206.


lbd., pg. 4. Vase pg. 21. Sin embargo, se muestra ms optimista en otros pasajes.

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con ms frecuencia, el de la burocracia. Lenin confiesa: No sabemos cmo actuar.11 Durante


cierto tiempo crey que la iniciativa partira de provincias. Le pareca ms fcil experimentar y
aprender los procedimientos de una buena gestin en unidades administrativas limitadas, ya que el
mal de la democracia se concentra naturalmente en el corazn. Pero, ante los hechos, Lenin
cambi pronto de parecer y, sin dejar de denunciar a Mosc como la capital de las nefastas rutinas
burocrticas, arremeti tambin contra las influencias locales, oscurantistas y corruptoras, y los
ejemplos de liquidacin de cuentas que facilitaban.12 Era preciso por tanto acudir de nuevo a los
obreros ms avanzados, a la lite proletaria, o mejor, al Partido. Gracias al apoyo de que ste
gozaba por parte de una fraccin de los obreros y campesinos pobres, podra empezarse de nuevo
sobre nuevas bases, aprovechando la neutralidad del conjunto del campesinado satisfecho con la
Nep. Deba dotarse a la lite de nociones tericas claras y de amplia jurisdiccin gubernamental. En
caso necesario, deba sobre todo poder emplear el terror a fin de organizar la coaccin en inters de
los trabajadores,13 segn una antigua frmula de 1917.
Por el momento, la primera arma de la lite, es decir un programa claro de accin, no exista. En
su ltimo discurso, Lenin se pregunta: Cmo reorganizar?, y responde: Todava no lo
sabemos. La otra arma, a la que se poda recurrir siempre, tambin deba ser adaptada a un perodo
de reconstruccin pacfica y de economa de mercado. Lenin empieza a reorganizar la Checa y a
disminuir sus prerrogativas. Quedaba entonces por resolver el problema ms amplio: Cmo
preservar la pureza de la lite detentora de un poder absoluto? Dnde buscar las garantas contra su
eventual corruptibilidad?

11

Sotch., t. 43, pg. 234.


Sotch., t. 45, pgs. 197-201.
13
Frmula empleada el 21 de noviembre de 1917. Sotch., t. 35, pg. 110.
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CAPTULO III
EL ECLIPSE DE LENIN
La formidable mquina administrativa creada en el curso de la guerra civil fue un factor decisivo
de la victoria bolchevique. Lenin, a pesar de dedicarle las crticas ms amargas, no dejaba de
constatar este xito. Declara que la victoria en el curso de los aos 1917-1921 slo haba sido
alcanzada gracias a la creacin del aparato blico y estatal. Aade incluso que constituy una obra
grande y excitante.1 Pero, en Rusia, la historia avanza aprisa y se pasa de una crisis a otra; un
factor favorable se convierte rpidamente en una maldicin y produce amargos frutos. Las
consecuencias de la guerra se hicieron sentir tambin en el personal directivo del Partido. Pronto
aparece un tipo especfico de dirigentes, que ocupa en exclusiva los peldaos de la jerarqua. Tenan
que saber ser rudos, tenan que ser buenos organizadores, tenan que mostrarse capaces de utilizar
sin excesivos escrpulos los enormes poderes que les confera la dictadura en tiempo de guerra, ya
que lo que se les exiga era vencer a toda costa, y no se les exiga razonar o dudar.
El fin de la guerra no se sinti de inmediato como un aflojamiento de la tensin. La conciencia
de que acababa de empezar una poca nueva slo aparecera en el curso de los dos aos siguientes.
La implantacin de la Nep se present como una medida de urgencia para evitar la catstrofe. El
funcionamiento de la mquina gubernamental iba a proseguir, pues, en forma natural durante algn
tiempo tras la estela del pasado. El hecho de que la prohibicin de las fracciones sobreviniera slo
despus de la guerra civil, demuestra que la psicologa segua siendo la de una lucha por la
existencia. Cierto nmero de hombres abandonan entonces el Secretariado del Comit Central.
Entre ellos se encuentran los tres secretarios Krestinsky, Preobrajensky y Serebriakov, todos futuros
oposicionistas de izquierda y futuras vctimas de las purgas estalinianas. Y, en forma significativa,
Kaganovitch, Uglanov, Jaroslavsky y Molotov llegan a los peldaos ms altos. Todos ellos son
futuros estalinistas; casi todos son de la raza de hombres de accin realistas y prcticos.2
La conmocin de la guerra civil no ha dejado al pas, aparte del Partido, ms que una sola
estructura resistente y bien articulada: el aparato administrativo del Estado. En cualquier otro punto,
es preciso reconstruir y reconsiderar. Pero la mquina administrativa y, ahora ms que antes, la
mquina del Partido prosiguen su camino hacia el endurecimiento dictatorial. Al principio, el
proceso se desarrolla sin duda de acuerdo con los deseos de Lenin pero, cada vez ms, aparecen
tendencias, ora a sus espaldas, ora a su pesar, contra las que est mal pertrechado, ya que despus de
tres dolorosos aos de guerra, de luchas, de trabajo y de inquietud, Lenin cae enfermo.
A finales del ao 1921 se encuentra ya muy afectado por la enfermedad y se ve obligado a
tomarse un descanso de varias semanas. En el curso del primer semestre del ao siguiente, se reduce
constantemente su capacidad de trabajo. Luego, de repente, el 25 de mayo de 1922, sobreviene una
crisis catastrfica: parlisis de la mano y de la pierna derechas, y perturbacin o incluso
prdida de la capacidad de hablar. La convalecencia es larga y penosa. Comprendes, dir ms
tarde Lenin a Trotsky, no poda hablar ni escribir, era preciso que aprendiera de nuevo.3 Su robusta
constitucin le salva una vez ms, pero no reanuda el trabajo hasta el 2 de octubre, y su salud no
est del todo restablecida. Los sntomas de fatiga y de malestar que mostraba, sus frecuentes
ausencias de las sesiones de trabajo y su ltima crisis no pasaron inadvertidos a los miembros del
Sovnarkom y del Bur Poltico. En el crculo restringido de los dirigentes se haba planteado ya sin
duda el problema de la sucesin. La reaparicin pblica de Lenin constituy para l una prueba.
1

Sotch., t. 44, pg. 106.


Despus de haber ayudado eficazmente a Stalin a combatir la oposicin de izquierda, Uglanov se har, sin embargo,
bukhariniano en 1928.
3
TROTSKY, Ma vie, Pars, Livre de poche, 1966, pg. 547.
2

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Alfred Rosmer, que le vio aparecer en la tribuna del IV Congreso de la Internacional, el 13 de


noviembre de 1922, aporta su testimonio: Aquellos que le vieron por primera vez dijeron: Es el
Lenin de siempre)). Los otros no podan hacerse esta ilusin; en lugar del Lenin vigilante que
haban conocido, el hombre que tenan ante sus ojos haba quedado duramente marcado por la
parlisis, sus rasgos estaban como congelados, su aspecto era el de un autmata; su habla habitual,
sencilla, rpida, segura de si, se haba convertido en un hablar vacilante, a trompicones. El
camarada que le haba sido asignado le ayudaba mal, Radek lo apart y le sustituy.4
El regreso a la vida pblica no tuvo larga duracin. El 13 de diciembre, un nuevo ataque obliga a
Lenin a retirarse, esta vez definitivamente. Es, por lo tanto, evidente que su participacin en los
asuntos del ao 1922 es muy limitada. Esto constituye un hecho importante para comprender todo
este perodo, que ha jugado un papel capital en los destinos de la Rusia sovitica. La mquina
gubernamental creada bajo Lenin, mucho ms a causa de las circunstancias que por una voluntad
premeditada, sigue funcionando sin que l casi participe. Sus camaradas del Bur Poltico se
acostumbran a gobernar solos y se aficionan a esta independencia adquirida gracias a la ausencia del
viejo. Pero su forma, su estilo de accin, seguan inspirndose principalmente en la experiencia y
en la rutina anteriores.
A principios de 1922, Lenin acept y quizs incluso sugiri el nombramiento de Stalin para el
cargo de secretario general. Este puesto no tena todava una importancia de primersimo orden,
pero la adquiri considerablemente en el curso del ao, ante la sorpresa quiz del propio Lenin,
cuya ausencia contribuy mucho a ello. Mientras Lenin perda capacidad de trabajo y la direccin
de los asuntos se le escapaba cada vez ms de las manos, Stalin se afirmaba, adquira soltura,
seguridad, muy a menudo en pugna con Lenin. Se rode de hombres de su conveniencia; durante la
guerra civil ya se haba constituido una camarilla muy adicta a l. Algunos de los miembros del
Bur Poltico ni siquiera se daban cuenta. Este fenmeno se hizo patente con el examen del asunto
llamado del comercio exterior, y ms todava a travs de los meandros del conflicto georgiano,
dos ocasiones en las que Lenin tuvo que luchar contra sus compaeros de equipo, y que reflejan
todos los problemas del rgimen en el momento del eclipse de su jefe supremo.
El problema del monopolio del comercio exterior se plante con cierta gravedad hacia finales de
1921, cuando Milutin, delegado sovitico en las negociaciones de Riga, prometi la abolicin de
este monopolio.5 No se sabe quin le dio instrucciones en este sentido, pero es probable que la
mayora de los jefes del Partido intentaran arreglar este asunto dentro del espritu general de la Nep.
Bukharin, Sokolnikov, Frumkin y otros, poniendo en duda la capacidad del comisariado para el
comercio exterior de llevar a buen trmino los intercambios econmicos internacionales y deseosos
de desarrollarlos con la mayor velocidad, preconizaban ya la atenuacin del rigor del monopolio, ya
su abolicin pura y simple. El propio Stalin era partidario de una de estas tesis. Pero Lenin vea en
ello un error capital, un golpe inadmisible a los intereses del pas. Segn l, era no slo imprudente,
sino indudablemente nefasto permitir que los exportadores extranjeros entraran en contacto directo
con los hombres de negocios privados del interior, los nepmany, puesto que entonces los
extranjeros van a llevarse todo lo que posea algn valor. Pero el argumento ms importante se
relacionaba con la realidad social bsica de Rusia, el campesinado. Sin duda, los contrabandistas
infringan de todas formas el monopolio del comercio los partidarios de su debilitacin insistan
sobre este punto, pero, siempre segn Lenin, slo se trataba de un puado de especialistas, y sera
algo completamente distinto tener que habrselas con todo el campesinado, que se defender como
un solo hombre y se batir contra el poder que intente privarlo de su propio inters.6
Lenin acumulaba pruebas para intentar convencer al Comit Central de sus puntos de vista.
nicamente el mantenimiento rgido del principio del monopolio permitira conjurar la debilidad
econmica del pas. Era necesario considerar la capacidad del extranjero en ofrecer precios de
4

ALFRED ROSMER, Moscou sous Lnine, Pars, Pierre Horay, 1953, pg. 231.
Sotch., t. 44, pgs. 562-563.
6
Carta secreta a Kamenev, del 3 de mamo de 1922, publicada por primenua vez en 1959 (Sotch., t. 44, pg. 247). Vase
igualmente la carta dirigida a Stalin, el 13 de octubre de 1922, publicada en 1950 (Sotch., t. 45, pg. 221).
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sostn, sin hablar de las condiciones del mercado internacional, muy ventajosas en s mismas para
el productor agrcola ruso. La menor brecha abierta en la defensa acabara por destruir la dbil
industria nacional y ayudara a establecer una alianza entre las fuerzas del capitalismo internacional
y los hombres de negocios, por una parte, y el conjunto del campesinado ruso, por la otra, en contra
del poder de los soviets.
En el mes de marzo, los argumentos de Lenin parecan triunfar, y el monopolio fue confirmado
por medio de una serie de decretos, pero no era ms que una tregua. Lenin comprueba con inquietud
que los medios gubernamentales y del Comit Central no cesan de poner esta cuestin sobre el
tapete y de impugnar la solucin adoptada formulando constantemente nuevos proyectos de
modificaciones legislativas. Estas incesantes tergiversaciones perjudicaban en forma considerable
las conversaciones de los delegados comerciales soviticos con los medios comerciales extranjeros.
Krestinsky, por entonces delegado en Berln, lo seala as a Lenin. Los extranjeros, al creer que iba
a ser abolido el monopolio del comercio exterior, preferan probablemente esperar la posibilidad de
entrar en contacto con los comerciantes privados antes que tratar con la incgnita que era entonces
en este campo el gobierno sovitico. Lenin, irritado, acaba por exigir, en una carta a Stalin, que el
principio del monopolio sea reafirmado y que sean prohibidos todos los proyectos en sentido
contrario.7 Quizs es en esta ocasin cuando Lenin descubre que el gensek no est totalmente de
acuerdo con l y que le hace frente con una firmeza creciente. A la carta de Lenin, Stalin responde
lo siguiente: En esta etapa, no me opongo a la prohibicin formal de las medidas que tiendan a
debilitar el monopolio del comercio exterior. Creo, sin embargo, que la debilitacin se hace
inevitable.8 Las proposiciones de Lenin fueron adoptadas por el Bur Poltico el 22 de mayo, pero,
durante su prolongada ausencia a causa de su primera parlisis, los adversarios del monopolio
logran, por fin, una victoria. Algunos das despus del regreso de Lenin a sus tareas, en la sesin del
Comit Central del 6 de octubre, son ratificadas por el pleno las propuestas de Sokolnikov,
tendentes a introducir notables derogaciones en el monopolio estatal. Lenin, indispuesto, estaba
ausente de la sesin, y consider esta decisin un golpe por la espalda. Segn su costumbre, se
lanz a la batalla para exigir que el Comit Central revisara la decisin, y empez a preparar el
terreno para tornar el desquite en la prxima sesin plenaria.
Era necesario primero lograr el acuerdo del Comit Central para que la cuestin figurara de
nuevo en su prxima orden del da. Para lograr sus fines, Lenin enva carta tras carta a los miembros
del Bur Poltico, a los cekistas, los miembros del Comit Central, y a los altos funcionarios, se
rene con Stalin y otras personalidades, busca apoyos activamente, y a menudo en forma discreta,
entre los miembros ms importantes del gobierno. Desde su retorno al trabajo, esta accin le ocupa
la mayor parte de su tiempo. Hecho significativo: el 11 de octubre invita a Trotsky a conferenciar
con l, especialmente de este problema. Dos das ms tarde enva una carta urgente al Bur Poltico
en la que exige en trminos categricos la revisin de la decisin. El Bur se ve obligado a ceder
algo de terreno: decide poner a votacin del Comit Central la demanda de Lenin. Una vez ms,
Stalin aade una nota a la carta de Lenin: La carta del camarada Lenin no me ha hecho cambiar de
opinin en cuanto a lo acertado de la decisin del pleno [...] en lo que respecta al comercio
exterior.9 Sin embargo, al fin cede y, como la mayora de los cekistas, da su conformidad para un
nuevo examen de la cuestin, vista la insistencia del camarada Lenin. La mayora del Comit
Central se pliega, pues, al ruego apremiante de Lenin, quien, en espera de la sesin, maniobra para
movilizar a los adictos y para trabajar a los miembros del Comit. Central, pero su estado de
salud se agrava y l sabe que no podr asistir a este pleno. Consciente de que Trotsky es tambin un
defensor del monopolio, el 12 de diciembre le propone hacer causa comn con l. Trotsky
respondi en el acto, pero aprovech esta ocasin para plantear su antigua idea de reforzar el papel
del Gosplan, especialmente en la regulacin del comercio exterior. Lenin prefiri aplazar esta
segunda cuestin y se content con dar a entender que estaba dispuesto a hacer concesiones.
7

Carta a Stalin del 15 de mayo de 1922, desconocida hasta 1959 (Sotch., t. 45, pg. 188).
lbd., pg. 548.
9
Citado por FOTIEVA, lz vospominanij o Lenine, Mosc, 1964, pgs. 28-29. La carta se reproduce en el anexo IV.
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Logrado un acuerdo de principio sobre lo esencial, Lenin insisti, en trminos cada vez ms
cordiales, para que Trotsky se encargara de la defensa de su tesis comn, cualesquiera que fueran
sus divergencias con respecto al Gosplan: En cualquier caso, te ruego que en el prximo pleno
tornes a tu cargo la defensa de nuestro comn punto de vista.10 Del 12 al 15 de diciembre, los dos
hombres intercambian una abundante correspondencia entre ellos, as como con algunos altos funcionarios adictos a la tesis de Lenin, el cual, no hay que olvidarlo, se dispone a dejar sus
ocupaciones. En caso de fracaso, queda acordada una tctica: se volver a la carga ante la fraccin
comunista del prximo congreso de los Soviets y, ms tarde, ante el congreso del Partido.
El 15 de diciembre, Lenin expone sus conclusiones: Camarada Trotsky, creo que hemos llegado
a un acuerdo en todo; te ruego anuncies al pleno nuestra solidaridad. En una posdata aade que
rechaza con firmeza toda tentativa de tergiversar y de aplazar el debate con el pretexto de su
enfermedad y en espera de que l mismo participe en la discusin. El aplazamiento, que hace
totalmente inestable nuestra poltica en uno de los campos vitales, me preocupa diez mil veces
ms.11 El mismo da, en una carta dirigida a Stalin y a los otros miembros del Comit Central,
anuncia que ha tomado las disposiciones necesarias para retirarse, pero y esto debi causar
sensacin entre los cekistas tambin declara: He concluido un acuerdo con Trotsky sobre la
defensa de mis opiniones respecto al monopolio del comercio exterior.12
Tanto en el Comit Central como en el Bur Poltico, el problema de la sucesin preocupaba
secretamente a los dirigentes. Trotsky, que acababa de ganar puntos gracias a Lenin, no logr ms
que suscitar una mayor hostilidad entre los antiguos compaeros de ste en la emigracin o los
antiguos militantes clandestinos del interior. Los viejos, a los ojos de los cuales Trotsky slo era
un intruso arrogante e insoportable, cerraron sus filas despus de la carta de Lenin. En el curso de
estas jornadas empezaron a aparecer los perfiles del futuro triunvirato Stalin, Kamenev, Zinoviev,
fundado slo en la aversin que sentan hacia Trotsky y en el deseo de cerrarle el camino hacia el
poder.13 Lenin, en realidad, haba ido todava ms lejos en otra posdata de su carta, donde
reafirmaba su oposicin a todo aplazamiento, seguro como estaba, deca, de que Trotsky
defendera sus opiniones tan bien como lo hubiera hecho l mismo.14 Tales palabras no podan
menos que aumentar la tensin y hacer crecer la desconfianza y las envidias en el seno del Bur
Poltico.
El 18 de diciembre, el Comit Central reunido en sesin plenaria anulaba su acuerdo precedente,
que tantos trabajos e inquietudes haba costado a Lenin. Stalin haba cedido en toda la lnea. Ya
entonces, ste era su procedimiento preferido cuando se senta en posicin de inferioridad. Lenin,
ya guardando cama, satisfecho del xito logrado, felicit calurosamente a Trotsky: Se dira que la
fortaleza ha sido tomada a mansalva, por medio de una simple maniobra; propongo no detenerse ah
y seguir la ofensiva.15 Ms adelante podrn verse las consecuencias de esta carta, que hizo perder
los estribos a Stalin. Por el momento, limitmonos a extraer algunas conclusiones de esta batalla
del monopolio.
Puede advertirse en primer lugar que, si bien Lenin prevea una larga duracin de la Nep, no era
por ello menos consciente de los peligros que haca gravitar sobre el rgimen. La alianza con el
campesinado no poda obtenerse sin hacerle concesiones, pero, por otra parte, no se podan hacer
concesiones sin mantener ciertos cerrojos de seguridad. Por lo tanto, nada de libertad del comercio
10

La primera carta de Lenin a Trotsky a propsito del monopolio fue escrita el 12 de diciembre. Trotsky contest el
mismo da. El da siguiente, Lenin le escribe de nuevo haciendo constar su acuerdo en cuanto al monopolio, pero
demostrando sus dudas en lo que respecta al problema del Gosplan. Estas cartas fueron publicadas por Trotsky en La
Rvolution dfigure (De la Rvolution, Pars, Les Editions de Minut, 1963), pgs. 155-158. Esta correspondencia est
publicada en la actualidad en Sotchinenija, tomos 45 y 54, excepto una carta que figura en el texto de Trotsky.
11
Sotch., t. 54, pgs. 325-326.
12
Sotch., t. 45, pg. 338.
13
No podemos estudiar aqu las relaciones entre Trotsky y los otros miembros del Bur Poltico durante la enfermedad
de Lenin. Pueden leerse los captulos que hacen referencia a ello en DEUTSCHER, Le Prophte dsarm; CARR, The
Interregnum, 1923-1924, y DANIELS, The Conscience of the Revolution. Harvard University Press, 1960.
14
Sotch., t. 45, pg. 339.
15
Sotch., t. 54, pgs. 327-328.

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exterior. Esta libertad privara al poder de todo medio de controlar los precios y al productor
campesino. Tampoco haba necesidad de dar libertad poltica al campesinado: Sin capitalismo, el
campesinado no puede vivir ni producir, mientras que s puede hacerlo, nosotros lo afirmarnos, sin
escuchar la propaganda de los socialistas revolucionarios y de los mencheviques. Lenin en este
campo no quiere embaucar a nadie ni practicar la demagogia. No prometernos libertad ni
prometemos democracia, Advirtamos que esta denegacin es provisional: En efecto, no sern
concedidas libertades mientras no estemos afianzados definitivamente contra los ataques de la
burguesa.16
Segundo punto que el estudio del asunto del comercio exterior nos ha permitido esclarecer: cul
era la naturaleza de la direccin leninista? Se ve claramente que las opiniones y los proyectos de
Lenin no son adoptados automticamente; a menudo se ve obligado a luchar contra otros miembros
de la Direccin, que en esta poca sigue siendo autnticamente colectiva, a pesar de la posicin
preeminente que Lenin ocupa en ella: los otros miembros del Bur Poltico en primer lugar, pero
asimismo otros cekistas, pueden hacer prevalecer sus opiniones y luchar para obtener la mayora.
Lenin, al igual que los otros, debe, en caso de litigio, buscar apoyos, maniobrar y persuadir, para
que sus proposiciones sean aceptadas, sin que tenga asegurado por anticipado el xito final. Gracias
a su inmenso prestigio, a su capacidad tctica y a su poder persuasivo, triunfaba, es verdad, en la
mayora de los casos en que estaban en juego problemas de principio.
Cuando es necesario, Lenin llega incluso a organizar a los partidarios de sus tesis en una forma
que hubiera podido tacharse de fraccionaria, si alguien hubiera osado blandir contra l una
acusacin semejante. Sin embargo, los mtodos utilizados habran parecido enteramente corrientes
en un contexto distinto a aquel donde estaban prohibidas las fracciones. Se dice a menudo que
Lenin era el amo de Rusia. Es indispensable puntualizar que no era un dictador dentro de su
Partido, sino ms bien un jefe. Su direccin era incontestable e incontestada, pero exiga de l un
constante esfuerzo de pensamiento y de organizacin; deba actuar como si tuviera que reafirmarla
y reconquistarla cada da.
Un ao de enfermedad no le hace, ciertamente, perder su prestigio, pero debilita su dominio real
sobre los asuntos. Oponerse a Lenin se convierte en un medio de afirmarse, medio del que Stalin no
se priva en el curso del ao en cuestin. En realidad, lo utiliza con mucha ms frecuencia de lo que
creamos antes de algunas recientes revelaciones soviticas. Si llega el caso en que Lenin es
minoritario en alguna cuestin que juzga primordial, busca la ayuda de Trotsky contra Stalin y otros
jefes; y es a l a quien se dirige cuando se encuentra en algn apuro. El segundo conflicto que
vamos a examinar ilustra todava mejor estos fenmenos.

16 16

Sotch., t. 45, pg. 120 y t. 44, pg. 54.

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CAPTULO IV
STALIN, TROTSKY Y LOS GEORGIANOS
En los aos 1920-1921, las relaciones entre las seis repblicas nacionales (Ucrania, Bielorrusia,
Georgia, Azerbaidjn, Armenia y Federacin Rusa-R.S.F.S.R.), aun sin estar definidas con claridad,
estaban reguladas por una serie de tratados bilaterales entre la Federacin Rusa y cada una de las
otras cinco repblicas. En virtud de estos tratados, se haba establecido una colaboracin en los
campos de la economa, la defensa y la poltica extranjera. Todos los gobiernos de las repblicas
posean una estructura paralela a la del gobierno de Rusia. La direccin central del Estado se ejerca
prcticamente por medio de los Comits Centrales de los Partidos de cada repblica, que dirigan
los gobiernos locales, pero que estaban sometidos a la autoridad del Comit Central y del Bur
Poltico con sede en Mosc a travs de los lazos de disciplina interna del Partido. Segundo factor de
cohesin que reforzaba la seguridad del rgimen: la centralizacin del ejrcito, aunque las repblicas estuvieran implcitamente autorizadas a disponer de unidades militares propias.
Las tres repblicas caucasianas, que nos interesan aqu particularmente, no haban pasado a ser
soviticas hasta el transcurso del ao 1920, y slo en 1921 por lo que respecta a Georgia, despus
de su conquista por el Ejrcito Rojo con la complicidad ms o menos amplia de los comunistas
locales y de la poblacin obrera rusa, preponderante en los centros industriales del pas.
Ordjonikidze haba sido a la vez el responsable poltico y el jefe militar del frente caucasiano
durante la guerra civil. Fue l quien conquist militarmente las repblicas caucasianas para el
rgimen sovitico. Despus de la guerra, permaneci all y represent a Mosc en la regin, como
jefe del bur caucasiano del Partido, Kavbjuro. En 1921, Lenin, por razones de eficacia, apremia al
Kavbjuro para que proceda a la unificacin econmica de las tres repblicas, sobre todo en lo que
respecta a las comunicaciones, los correos y el comercio exterior, dentro del marco de una
Federacin Transcaucasiana, en que la direccin regional del Partido ser rebautizada con el
nombre de Zakkrajkom. Ordjonikidze se consagra con celo a esta tarea, en la que despliega toda la
experiencia adquirida y algunos de los mtodos aprendidos en el curso de la guerra civil y las
conquistas. Ahora bien, aunque l mismo es georgiano, choca con la oposicin del Comit Central
de los comunistas de Georgia que, aun aprobando la consolidacin de los lazos con Rusia y el
sistema sovitico, velaba por la salvaguardia de los atributos de la independencia nacional.
Deseosos de obtener apoyo popular en este Cucaso donde los sentimientos nacionales y
nacionalistas eran tenaces y haban sido reavivados recientemente por la experiencia de la
independencia bajo un gobierno menchevique que acababa de ser derrocado por la fuerza, los
comunistas georgianos, con un equipo dirigente valioso, afirmaban con ms fuerza que cualquier
otro grupo nacional del Partido el principio de la independencia dentro del marco del sistema
sovitico. Por otra parte, la oposicin de los georgianos a Ordjonikidze se exacerb particularmente
a causa de sus maneras de procnsul, que haca poco caso de las opiniones de los responsables
locales. Opiniones tan resueltas y firmes, que Lenin tuvo que admitir a finales del ao 1921 que el
proyecto era prematuro y que era preciso preparar primero el terreno por medio de una campaa de
propaganda entre la poblacin.1 Se intensificaba el enfrentamiento entre el representante del Comit
Central de Mosc, vigorosamente apoyado por Stalin, cuyo peso poltico aument gracias a sus nuevas funciones de gensek, y los cekistas georgianas, ya que stos tambin gozaban de un apoyo, el
del prestigioso Makharadze, hasta entonces partidario del Zakkrajkom. Makharadze era conocido
por su internacionalismo, que en un tiempo le haba llevado a combatir el principio de
1

El problema nacional y las relaciones entre la Rusia Sovitica y las Repblicas del Cucaso son tratados en detalle por
RICHARD PIPES, The Formation of the Soviet Union, Cambridge, Massachusetts, Harvard University Press, 1964,
captulos 5 y 6.

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autodeterminacin de las naciones tan caro a Lenin; no poda ser acusado fcilmente de desviacin
nacionalista, pecado que entonces era reprochado de continuo a los georgianos por Stalin y
Ordjorkidze.
Los georgianos saboteaban cuanto podan las medidas adoptadas por Ordjonikidze para realizar
la integracin econmica de las tres repblicas. Situaron guardias militares en las fronteras de la
Repblica de Georgia, exigieron permisos de residencia, etc.2 Mientras Ordjonikidze se preparaba
para volver a la carga, los georgianos hicieron aprobar por su comit militar revolucionario y
despus por el congreso de los soviets de su repblica, unas resoluciones solemnes sobre la
inviolabilidad de su independencia nacional, cuyo carcter anti-federacionista no estaba ni siquiera
disimulado. Sin embargo, en el mes de marzo, Ordjonikidze, haciendo caso omiso de la oposicin
georgiana y contando con los dirigentes ms dciles de Armenia y Azerbaidjn, proclam el
proyecto de constitucin de la Federacin, proyecto que, a la vez que prometa la salvaguardia de la
soberana de las repblicas, anunciaba la creacin de un gobierno federal. La tensin entre Stalin y
Ordjonikidze por una parte y los cekistas georgianos por otra, aument todava ms. Los
representantes de Mosc declaraban en sus discursos que las tendencias nacionalistas de los cekistas
georgianos deban ser quemadas con hierro candente.3
Esta lucha obstinada y llena de peripecias prosigui a lo largo del ao 1922 y sus ecos llegaron
con frecuencia hasta Mosc. Este asunto, el de ms gravedad pero no el nico, originado por el
complicado ordenamiento de las relaciones entre las repblicas, que se planteaba en un momento en
que el Estado Sovitico empezaba a entrar en la arena internacional, incit a los dirigentes a
normalizar y clarificar el conjunto del sistema de poltica nacional del pas. El 10 de agosto de
1922, el Bur Poltico requiri al Orgbjuro a fin de constituir una comisin que preparara, para la
prxima sesin del Comit Central, un proyecto de reglamento de las relaciones de la Federacin
Rusa con las otras repblicas. Lenin estaba enfermo y controlaba cada vez menos los asuntos. La
prisa de los dirigentes era evidente, y es posible que incluso tuvieran una idea precisa de las
conclusiones a que deban llegar, puesto que la comisin qued formada el da siguiente al de la
decisin del Bur Poltico. Su composicin no deja de ser interesante. Figuraban en ella Stalin,
Kuybychev, Ordjonikidze, Rakovsky, Sokolnikov, y probablemente tambin Molotov, que presidi
una de las sesiones, como representantes centrales, y por las repblicas: Agamali-Ogly
(Azerbaidjn), Mjasnikov (Armenia), Mdivani (Georgia), Petrovsky (Ucrania) y Tcherviakov
(Bielorrusia).4
A la cabeza de la comisin se encontraba, naturalmente, Stalin, como comisario para las
nacionalidades, cargo que conservara todava aproximadamente un ao, investido de sus funciones
de gensek, poda en la actualidad influir en la composicin de las comisiones constituidas por el
Bur Poltico. En efecto, vemos que en el seno de la comisin que comentamos sus amigos polticos
ocupan un lugar preponderante. El propio Stalin redact, con mano maestra, la resolucin de esta
comisin relativa a las relaciones mutuas entre la R.S.F.S.R. y las repblicas independientes,
proyecto llamado de autonomizacin, que prevea la inclusin pura y simple de estas repblicas
independientes en la Federacin Rusa como repblicas autnomas. El proyecto estipulaba,
adems, que el gobierno de la Repblica Rusa, su V.C.I.K. (Comit Ejecutivo Central) y su
Sovnarkom constituiran en lo sucesivo el gobierno del conjunto.5
El texto de Stalin fue enviado a los Comits Centrales del Partido de las repblicas; mereci la
aprobacin de los de Azerbaidjn y de Armenia, dirigidos por hombres incondicionales, pero en el
resto fue mal recibido. El Comit Central de Bielorrusia respondi que prefera unas relaciones
basadas como hasta entonces en tratados bilaterales. Segn nuestras fuentes, Ucrania no habra
tomado posicin, pero no se nos explica el por qu.6 La respuesta de los georgianos fue clara:
estaban en contra. La sesin de su Comit Central del 15 de septiembre decidi: La unificacin
2

FOTIEVA, op. cit., pg. 54.


lbd
4
Segn las notas del Instituto del Marxismo-Leninismo publicadas en las Soichnenija, pgs. 556-560
5
En el anexo I se encontrar el proyecto de Stalin.
6
Sotch., t. 45, pg. 556.
3

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propuesta sobre la base de las tesis del camarada Stalin bajo la forma de una autonomizacin de las
repblicas independientes debe considerarse prematura. Por el contrario, la unificacin de los
esfuerzos econmicos y de la poltica comn debe considerarse indispensable, pero salvaguardando
todos los atributos de la independencia.7 Esta resolucin, tomada por unanimidad menos un voto,
provoc una rplica inmediata de Ordjonikidze y de su Zakkrajkom, que adopt de inmediato una
resolucin favorable al proyecto de Stalin y, todava ms, utilizando su superioridad en la jerarqua
del Partido, orden al Comit Central georgiano que se ajustara a las rdenes de Stalin y no hiciera
pblicas sus divergencias con Mosc.8 Siempre segn la misma fuente, sta no era la primera vez
que se intentaba poner a los georgianos ante el hecho consumado; ya haba sucedido as cuando se
decidi invadir Georgia y acabar con el gobierno menchevique sin prevenir a los comunistas
locales. En el caso presente, incluso antes de que sus proyectos sobre la autonomizacin fueran
discutidos, Stalin habra telegrafiado, segn parece, a Mdivani el 29 de agosto de 1922 para
anunciarle que a partir de entonces las decisiones de las esferas gubernamentales superiores de la
R.S.F,S.R. (C.I.K., Sovnarkom y S.T.O., el Consejo de Trabajo y de Defensa) tenan fuerza
obligatoria para todas las repblicas. Una iniciativa de esta ndole slo poda hacer ms categrico
el niet de los georgianos a la totalidad del proyecto.
La comisin se reuni de nuevo el 24 y 25 de septiembre, una vez registradas en Mosc las
reacciones de los Comits Centrales de las repblicas. La proposicin de Stalin fue aprobada
globalmente. Hubo una sola abstencin, la del delegado de Georgia, Mdivani. La discusin prrafo
a prrafo no ocasion demasiadas dificultades a Stalin y Molotov, presidentes de las sesiones
sucesivas. Slo el segundo prrafo, en el que se estipulaba que el gobierno de la Federacin Rusa se
convertira en el gobierno del conjunto de las Repblicas, encontr cierta oposicin: abstencin del
delegado de Ucrania, Petrovsky, y voto en contra de Mdivani. En realidad, este xito era slo
aparente; el autntico sentir de los delegados iba a revelarse con ocasin del examen de los
problemas secundarios. Es probable que nadie deseara desafiar a los representantes del Bur
Poltico y del Orgbjuro en el peligroso terreno de una cuestin de principio. Pero, cuando Petrovsky
propuso que el proyecto fuera sometido otra vez a la discusin de los ohkomy, los comits
regionales del Partido en las repblicas, su enmienda, que apenas ocultaba la voluntad de aplazar la
decisin y quiz de enterrarla, obtuvo cuatro votos sobre nueve, entre los cuales estaba el de un
incondicional de Mosc, Agamaly-Ogly, que se haba unido a los de Mdivani, Petrovsky y
Tcherviakov, lo que demuestra la verdadera amplitud de la oposicin de las repblicas a la
autonomizacin; sobre seis, al menos cuatro estaban en contra, en diversos grados. Una vez
rechazada su mocin, Petrovsky exigi que constara en el protocolo la mencin de que Ucrania
todava no haba tomado posicin sobre el proyecto global. El juego de los ucranianos era muy
evidente: no osaban o no queran todava atacar de frente el texto de Stalin quiz deseaban
sondear el terreno y conocer primero la posicin de Lenin y las relaciones de fuerzas en el seno del
Bur Poltico y del Comit Central, pero, segn el historiador norteamericano Pipes, el 3 de
octubre, unos das despus de las sesiones de la comisin, su Comit Central vot por mantener
relaciones con la R.S.F.S.R. dentro del marco de las proposiciones de la comisin Frunze, es decir
dentro del marco de la independencia, del statu quo.
Entretanto, Lenin, convaleciente pero vivamente interesado en el problema, pidi a Stalin
informes sobre la marcha de los trabajos de la comisin. Los obtuvo el 25 de septiembre; Stalin le
facilit todo el expediente. La reaccin de Lenin no se hizo esperar. En la carta que dirigi el da
siguiente a Kamenev, su segundo en el Sovnarkom, y no directamente a Stalin, llamaba la atencin
de este ltimo sobre la importancia del asunto y peda que le dedicara una profunda reflexin. Lenin
no se siente alarmado por los acontecimientos concretos, ni por los mtodos empleados para la
ejecucin, ya iniciada, del proyecto. El conflicto georgiano no le interesa todava en cuanto a tal y, a
pesar de sus frecuentes conversaciones con todos los protagonistas del asunto, prevalece la
impresin de que segua findose de las informaciones proporcionadas por Stalin y su amigo
7
8

lbd.
PIPES, op. cit., pgs. 271-272.

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Ordjonikidze. Se tienen pruebas adicionales de ello al mes siguiente. En su carta, Lenin habla de
Mdivani como de alguien que se sospecha que es un nezavisimest, es decir un nacionalista, en
sentido peyorativo, pero no asume formalmente esta acusacin por su cuenta, y, por otra parte,
encuentra a Stalin algo precipitado.9 Por lo tanto, es por razones de principio y no de hecho que
Lenin se ve impulsado a rechazar el proyecto de autonomizacin y a proponer una solucin
diferente. Es preciso llegar, dice, a una Federacin de Repblicas con igualdad de derechos. Para
mejor garantizar esta igualdad, tacha del proyecto de Stalin el prrafo relativo a la adhesin de las
repblicas a la R.S.F.S.R., y en su lugar preconiza una unificacin formal conjuntamente con la
R.S.F.S.R., dentro de una Unin de Repblicas Soviticas de Europa y Asia.
El gobierno ruso no ser el gobierno de la Unin. Lenin propone la creacin de un Comit
Ejecutivo Federal de la Unin de Repblicas Soviticas, as como de un Sovnarkom federal, rgano
nuevo, que englobe tambin el gobierno particular de Rusia. As nace el proyecto que pronto va a
denominarse U.R.S.S. Despus de su carta a Kamenev, que deba comunicarse asimismo a los otros
miembros del Bur Poltico, Lenin, desde su casa de campo de Gorki, va a seguir atentamente en lo
sucesivo el desarrollo de la cuestin. El 29 de septiembre, recibe a Ordjonikidze, y el da siguiente
se rene con los cekistas georgianos: Okudjava, Dumbadze y Minadze, enviados por los georgianos
a Mosc para oponerse a Stalin. Es probable que Lenin tuviera que decepcionarlos, pero al menos
los escuch.
Durante este tiempo, Stalin se comporta efectivamente como un hombre con prisas. Seguro de la
razn de su punto de vista y decidido a establecer un hecho consumado, comunica, sin esperar la
opinin de Lenin, los resultados de los trabajos de la comisin a todos los miembros del Comit
Central, como material de su prxima sesin, que deba tener lugar el 6 de octubre. La carta de
Lenin que contena un proyecto de unin de las Repblicas Soviticas de Europa y Asia no era a sus
ojos ms que una injerencia del viejo en un campo donde l, comisario para las Nacionalidades,
haba adquirido una slida reputacin y garantizaba la marcha sin tropiezos de los asuntos de su
incumbencia, que los georgianos no podan tener la pretensin de perturbar en forma duradera. La
intervencin de Lenin irrit a Stalin, pero no le impresion. En ocasin de una de las sesiones del
Bur Poltico probablemente, Stalin y Kamenev intercambiaron dos breves notas referentes al
memorndum de Lenin.
Nota de Kamenev: Ilitch torna las armas para defender la independencia.
Respuesta de Stalin: Creo que hay que mostrarse firmes contra Lenin.10
Esto es lo que ahora haca, dejando a un lado su habitual prudencia. Al comunicar el texto de
Lenin a los miembros del Bur Poltico, agreg al mismo una carta, el 27 de septiembre, en la que
no ocultaba su opinin y acusaba claramente al jefe del Sovnarkom de un liberalismo nacional
que no dejara de estimular a los separatistas. Citemos un extracto de esta carta, de la que poseemos
una parte:
Prrafo 2. La modificacin aportada por Lenin al prrafo 2, en que propone la creacin de un
Comit Ejecutivo Central de la Federacin, paralelo al de la R.S.F.S.R., es a mi entender
inaceptable. La coexistencia de dos Comits Centrales Ejecutivos en Mosc, de los que uno ser sin
duda la Cmara Alta y el otro la Cmara Baja, originar roces y conflictos. [...]
Prrafo 4. A propsito del prrafo 4, el camarada Lenin, a mi entender, se ha precipitado un
poco al reclamar la fusin de los comisariados de finanzas, abastecimiento, trabajo y economa
pblica con los comisariados federativos. Apenas cabe duda de que esta precipitacin servir a los
independientes en detrimento del liberalismo nacional de Lenin.
Prrafo 5. La modificacin del prrafo 5 solicitada por Lenin es a mi entender superflua.11
9

La carta de Lenin se reproduce en el anexo 11.


V. I. Lenin. Biografa, Mosc, 1963, pg. 611.
11
Esta carta es reproducida por Trotsky en La Rvolution dfigure (De la Rvolution, pgs. 160-161). El Instituto del
Marxismo-Leninismo no la reproduce, pero confirma su existencia y las acusaciones de Stalin contra el liberalismo
nacional de Lenin.
10

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Stalin devuelve a Lenin golpe por golpe, no sin caer en la ligereza y en la demagogia. La
acusacin, bastante moderada en conjunto, formulada por Lenin, de haberse precipitado un poco, le
es devuelta, y Stalin aade una reprobacin de principio con este liberalismo nacional de que le
acusa. Pero no se detiene ah; en previsin de los contraataques de Lenin, le declara culpable de un
centralismo precoz que es exactamente lo contrario del pretendido liberalismo nacional. Stalin, en
cierto sentido, se retrata por entero en esta carta. Por su manera de argumentar, se comprueba que,
para l, la tctica se antepone a cualquier otra consideracin. As, no crey necesario defender ms
all unas opiniones que, sin embargo, haba expuesto en tono tan tajante. Comprendiendo que
tendra minora en el Comit Central, cedi en toda la lnea y transform su proyecto de
autonomizacin en un proyecto de unin, en el sentido de las enmiendas de Lenin. El nuevo texto,
firmado con los nombres de Stalin, Molotov, Ordjonikidze y Miasnikov, fue enviado a los
miembros del Comit Central sin sealar las diferencias que haba respecto al anterior. Los redactores del volumen 45 de las Obras de Lenin dicen que estas diferencias fueron escamoteadas. La
introduccin al nuevo proyecto pretenda con toda tranquilidad que slo se trataba de una
formulacin ligeramente modificada, ms precisa que la del Orgbjuro, la cual haba sido
correcta en principio y plenamente aceptable.12
Ignoramos si Lenin ley la carta de censura de Stalin y el prembulo del proyecto refundido por
el gensek. Tampoco particip en la sesin del Comit Central que, el 6 de octubre, ratific la nueva
versin. Pero, dato curioso, movido por un impulso del que ignoramos la razn inmediata, el da de
la sesin hizo pasar a Kamenev una pequea nota que no iba a hacerse pblica hasta quince aos
despus. No sin cierto humor, Lenin exclama:
Camarada Kamenev! Yo declaro la guerra, no una pequea guerra sino una guerra a muerte, al
chauvinismo gran-ruso. Cuando me haya librado de mi maldito diente, lo devorar con todos mis
dientes sanos. Es absolutamente preciso que
un ruso
un ucraniano
un georgiano, etc.
presidan por turno
el C.I.K. de la Unin.
Absolutamente!
Tuyo Lenin.13
Gracias a la autoridad de Lenin, cuyas concepciones parecan ser aceptadas por todo el mundo, el
Comit Central adopt el proyecto globalmente y confi a una nueva comisin la tarea de
elaborarlo con ms detalle para la prxima sesin. Mdivani, presente en aquella sesin, no se opuso
al proyecto, pero exigi que Georgia, a semejanza de Ucrania y Bielorrusia, fuera admitida en la
Unin como miembro independiente y no a travs de una Federacin de Transcaucasia que
Ordjonikidze y Stalin seguan preconizando. El Comit sigui adelante sin preguntarse qu sentido
tena la Federacin Transcaucasiana dentro del marco del nuevo proyecto. En realidad, era la
prosecucin de una venganza personal en la que Stalin y Ordjonikidze haban comprometido todo
su prestigio. Para estos dos georgianos, se trataba de hacer prevalecer su razn sobre la razn de
otros georgianos, y el silencio de Lenin sobre este punto no poda dejar de alentarlos. Los
georgianos protestaron una vez ms ante Mosc contra la Federacin Transcaucasiana. Se
granjearon una dura respuesta de Stalin, en la que afirmaba que el Comit Central haba rechazado
su protesta por unanimidad.14 Surgi entonces una nueva ola de protestas ms violentas en forma de
reuniones clandestinas e incluso pblicas, en el curso de las cuales los georgianos no cesaron de
12

Sotch., t. 45, pg. 559. El texto de las resoluciones finales se reproduce en el anexo III.
Ibd. pg. 214.
14
PIPES, op. cit., pg. 274.
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proclamar y reafirmar su independencia.


Ordjonikidze comenz a emplear recursos extremos. Con la caucin del Secretariado de Mosc,
de la que se beneficiaba constantemente, alej de Georgia a los partidarios del Comit Central de
esta repblica, ordenndoles por va disciplinaria que abandonaran la regin y se pusieran a
disposicin del Comit Central de Mosc.15 Cuando, a su regreso de la capital, donde haba seguido
el desarrollo del asunto por cuenta del Comit Central georgiano, los tres emisarios enviados por
esta repblica presentaron su informe, el Comit Central georgiano, por gran mayora, confirm su
exigencia de adherirse en forma directa a la Unin. Al mismo tiempo, Makharadze y Tsintsadze
enviaban cartas personales a Bukharin y a Kamenev, esperando bloquear de esta forma la accin de
Stalin. No tardaron en ver defraudadas sus esperanzas: sus dos nuevos interlocutores hablaban el
mismo lenguaje que el Secretariado; respondieron con nuevas acusaciones de nacionalismo e
insistieron en la necesidad de someterse a la disciplina. Una decepcin ms amarga todava
esperaba a los georgianos. Cuando Bukharin transmiti sus demandas a Lenin, ste, que todava no
vea contradiccin alguna entre sus principios unionistas, su resolucin de combatir el
chauvinismo gran-ruso y la poltica practicada respecto a Georgia, respondi de inmediato con un
telegrama glacial e irritado:
21/10/22 (cifrado)
TBILISSI, al C.C. del P.C.G., Tsintsadze y Kavtaradze (copias al miembro del Comit Central
Ordjonikidze y al secretario del Zakkrajkom Orahelachvili).
Asombrado por el tono indecente de la nota por comunicacin telefnica directa firmada
Tsintsadze y otros, que me ha sido transmitida no se sabe por qu por Bukharin y no por uno de los
secretarios del Comit Central. Estaba persuadido de que todas las divergencias haban sido
extinguidas por las resoluciones del pleno del Comit Central, con mi participacin indirecta y la
participacin directa de Mdivani. Por este motivo condeno resueltamente las invectivas dirigidas a
Ordjonikidze e insisto en que vuestro conflicto se transfiera, en un tono decente y leal, para ser resuelto por el Secretariado del C.C. del P.C.R., al que transmito vuestra declaracin por
comunicacin telefnica directa.
Firmado: Lenin.16
Lenin estaba, pues, tan seguro del valor de sus informaciones sobre el asunto que remita la queja
contra Ordjonikidze y Stalin a manos de Stalin!
Al trmino de su paciencia, desesperando de encontrar justicia en Mosc, exasperados por las
deportaciones ordenadas por Ordjonikidze, los cekistas georgianos dieron un paso sin
precedentes: el 22 de octubre presentaron su dimisin colectiva.17 Ordjonikidze probablemente no
esperaba otra cosa. Su Zakkrajkoin nombr de inmediato un nuevo Comit Central compuesto de
jvenes incompetentes y dciles, que aceptaron sin pestaear la Federacin. El Secretariado de
Mosc se apresur a aceptar la dimisin de los antiguos cekistas y los nuevos nombramientos. Sin
embargo, el absceso no estaba todava resuelto. Los miembros del Comit Central dimisionario no
haban renunciado a la lucha. El cambio de equipo no haca otra cosa que subrayar la impopularidad
de Ordjonikidze en su pas natal. Este experimentaba por esta causa la ms viva irritacin, tanto ms
cuanto las medidas concretas de puesta en obra de la Federacin progresaban demasiado lentamente
para su gusto, saboteadas por los partidarios de la independencia de Georgia. Los incidentes, las
intrigas, las quejas a Mosc se multiplicaban.
En el curso de una de estas confrontaciones, Ordjonikidze perdi el control de s mismo: golpe
a otro miembro del Partido, adicto a Mdivani. El hecho sucedi durante una sesin privada en casa
de Ordjonikidze. Estaba presente Rykov, adjunto de Lenin y miembro del Bur Poltico.18 El
impetuoso Sergo (Ordjonikidze) se crea invulnerable. Pero, esta vez, una queja contra l y una
15

FOTIEVA, op. cit., pg. 49.


Sotch., t. 54, pgs. 299-300.
17
FOTIEVA, op. cit., pg. 52. De hecho, nueve de los once miembros del Comit Central georgiano dimitieron.
18
Ibd., pg. 75. El incidente se produjo sin duda haca fines del mes de noviembre.
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demanda de apertura de expediente llegadas a Mosc con la firma de Makharadze y otras


personalidades, no podan ser ignoradas.19 Aunque se obstinan en defender la lnea justa en
principio del Zakkrajkom y en fustigar las posiciones esencialmente incorrectas del Comit
Central georgiano, que en sus comentarios designan con el nombre de grupo de Mdivani, los
presentadores de las Obras de Lenin, en su ltima edicin, enumeran, sin embargo, una serie
impresionante de errores cometidos por Ordjonikidze No dio pruebas de la flexibilidad y
prudencia necesarias en la direccin de la poltica nacional del Partido en Georgia, adopt mtodos
administrativos, tom con excesiva rapidez determinadas medidas y no siempre tuvo en cuenta las
opiniones y los derechos del Comit Central del Partido Comunista de Georgia. Tampoco mostr un
adecuado dominio de s mismo en sus relaciones con el grupo de Mdivani.20
Lenin empieza entonces a inquietarse. Lo que parece le alarm de repente fue, al parecer, una
carta del georgiano Okudjava, cekista dimisionario, en la que acusaba a Ordjonikidze de haber
proferido amenazas contra los comunistas de Georgia.21 Cuando el Bur Poltico le hizo llegar, al
objeto de que votara, los nombres de los miembros de la comisin investigadora que el Secretariado
enviaba a Georgia para restablecer la paz en el seno del Partido, Lenin, segn se lee en el Diario
con fecha 24 de noviembre, prefiri abstenerse. No sabemos si pretenda as manifestar sus dudas
acerca de la imparcialidad de la comisin, tres miembros de la cual Dzerjinsky, Lozovsky y
Kapsukas-Mitskevitchius haban sido propuestos por Stalin, pero es evidente que empezaba a
desconfiar de sus primeros informadores y buscaba otras fuentes para formarse una idea de los
acontecimientos. Rykov se dirigi a Georgia, sea porque Lenin le envi, sea porque tuviera otras
razones. De todos modos, deba seguir el asunto e informar de l a Lenin, Este espera con
impaciencia creciente el regreso de la comisin y de Rykov. Las secretarias anotan fielmente en el
Diario sus incesantes preguntas sobre sus itinerarios.
Llegados a esta etapa del desarrollo del asunto, nos permitiremos hacer algunas observaciones de
orden general. No estamos en presencia de un simple desequilibrio, inevitable en el curso de la
ejecucin de una poltica, entre los principios y los objetivos, por una parte, y los mtodos de
ejecucin, por la otra. En este caso, el conjunto de los medios refleja un cambio de objetivos que se
opera con frecuencia de modo inconsciente entre ciertos dirigentes: han convertido el centralismo
del Estado en un principio supremo. Ordjonikidze se comporta como un autntico gobernador
general, se burla de las consideraciones legalistas y estatutarias, emplea la violencia pura y simple
contra los comunistas de las repblicas nacionales, lleva a cabo, en suma, todo lo que los oponentes
en el seno del Partido, y a menudo paradjicamente los propios estalinistas, englobaban bajo el
trmino peyorativo de administrirovanie. Estas prcticas cuajan en un sistema que se quiere
justificar con motivaciones distintas a las que haban engendrado la Revolucin de Octubre. Aun
preconizando la prudencia, la circunspeccin y la flexibilidad, sobre todo en lo que respecta al
difcil problema nacional, Lenin diriga una dictadura que slo poda sobrevivir siendo implacable.
No es sorprendente que contribuyera a encumbrar a unos dirigentes capaces de vencer; as,
Ordjonikidze haba sido enviado al Cucaso en calidad de conquistador. Entre estos delegados y
comisarios, comandantes de los frentes y secretarios de grandes regiones en el curso de los
combates de la guerra civil e inmediatamente despus, encontramos las dos grandes categoras de
militantes de que se compona el Partido. Unos eran intelectuales sensibles a las exigencias de la
doctrina, idealistas apegados a su visin del socialismo; en su mayora haban sido iniciados en un
marxismo occidental, especialmente a travs de largas permanencias en Europa durante la
emigracin. Los otros eran ante todo ejecutantes, hombres de accin, prcticos de la revolucin,
ms apegados a las realidades cotidianas; su formacin y su capacidad raramente hacan de ellos
intelectuales; eran en la mayora de casos antiguos combatientes clandestinos del interior que jams
haban conocido la emigracin.
Cada una de estas dos categoras de hombres haba tenido un papel a jugar en las tareas de la
19

Ibd., pg. 52.


Sotch., t. 45, pg. 595.
21
PIPES, op. cit., pg. 281.
20

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revolucin, de la guerra civil, en las tareas propuestas por los ideales de Lenin. Pero el curso de los
acontecimientos, ms trgico y penoso de lo que haban previsto los tericos, iba a dar muy pronto
una preponderancia a los activistas del temple de Ordjonikidze, de Kaganovitch, Molotov,
Kuybychev o Stalin, sobre los Rakovsky, Krestinsky, Serebriakov, Preobrajensky, Makharazde,
Trotsky, etc. La terrible lgica de las realidades rusas empujaba a unos hacia destinos catastrficos,
y prometa a los otros un largo reinado, aunque algunos deban ser eliminados en las grandes purgas
de 1936-1938. Isaac Deutscher propone distinguir, entre los bolcheviques, aquellos que se aferraron
al sueo y aquellos que se consagraron al poder. En el curso de la realizacin del sueo, aparecieron
dilemas cada vez ms graves y se fue ahondando la separacin entre los dos grupos.22
La personalidad de Lenin realizaba en cierto modo la feliz sntesis de estos dos tipos
caracterolgicos; poda unir as una fidelidad idealista a los fundamentos de la doctrina a un
pragmatismo que le preservaba de una rigidez doctrinaria utpica o conservadora. Esto era lo que
constitua a la vez su fuerza, su debilidad y sus tribulaciones, esto era lo que le permita colaborar
con Trotsky y entregar, al mismo tiempo, las ms altas responsabilidades a Stalin. La ascensin de
Stalin se haba producido en el curso de la Civil y de la enfermedad de Ludri. A pesar de las
apariencias, y aunque el pas casi no le conoca, mientras que Trotsky gozaba de gran popularidad,
Stalin se haba convertido bajo Lenin en un dirigente de primersimo orden; Lenin lo reconoca as.
Esto se hace patente en la carta sobre la constitucin de la U.R.S.S., escrita a Kamenev el 26 de
septiembre, en la que Lenin se felicita de haber arrancado a Stalin una concesin sobre un prrafo
del proyecto. El estudio del testamento confirmar esta constatacin.
En el curso del ao 1922, Lenin ve con frecuencia a Stalin y en cada ocasin conversa
largamente con l. Su confianza queda demostrada por el hecho de que, en el conflicto georgiano,
haya podido darle constantemente la razn durante un ao en contra de la gente de Mdivani, a pesar
de las entrevistas personales con representantes de su faccin. Sin embargo, se puede medir el
abismo que separaba a Lenin de Stalin al comparar sus respectivas actitudes con respecto a la
cuestin nacional. Stalin propone una solucin tan simple como expeditiva, que cristalizar y
reforzar la realidad del poder: el gobierno de la R.S.F.S.R. no era, acaso, prcticamente el del
conjunto de las repblicas? Pues bien, se convertira oficialmente en el gobierno de la Unin.
Cmo proceder? En el prrafo 6 del proyecto de Stalin se lee: La presente decisin, si es
confirmada por el Comit Central del P.C,R., no ser publicada sino comunicada a los Comits
Centrales de las repblicas para circular en el mbito de los rganos soviticos, los comits
ejecutivos centrales, o los congresos de los Soviets de dichas repblicas, antes de la convocatoria
del congreso panruso de los Soviets, donde se declarar que expresa el deseo de estas repblicas.
Puesto que de todas formas era el Comit Central de Mosc el que decida e impona su decisin a
los Comits Centrales nacionales por medio de circulares directivas, es decir por medio de
rdenes cuya no ejecucin era penable con medidas disciplinarias, puesto que iba a declarar
solemnemente que la voluntad del Comit Central responda al deseo de las repblicas, el sentido
del proyecto de Stalin es evidente: se trataba de hacer ratificar el hecho para que se convirtiera en
ley. Lenin, por el contrario, se niega a tomar en consideracin la mera eficacia administrativa, e
intenta resolver el problema aplicando sus viejos principios. En su carta dice, y no hay razn para
dudar de su sinceridad, que no quiere destruir la independencia de las repblicas soviticas, sino
crear un nuevo escaln en el ordenamiento constitucional: una Federacin de Repblicas
independientes, Para Lenin, la eficacia cuenta, claro est, y la solucin adoptada debe tambin
reforzar el Estado, pero, precisamente, el conjunto de la cuestin de las nacionalidades debe
resolverse y no suprimirse. No debe renegarse del internacionalismo en beneficio del centralismo;
tambin hay que seguir combatiendo la fuerte tradicin de opresin que caracterizaba al estado
zarista. Esta voluntad constante de tener presente en el espritu los principios de la ideologa
socialista encuentra su expresin en el proyecto de unin de Lenin, que subraya el carcter
federativo de la Unin, los derechos de las repblicas, la salvaguardia de su independencia y la
preocupacin por sus susceptibilidades. Las instituciones que l propone deban servir de garanta
22

DEUTSCHER, Le Prophte dsarm, op. cit.

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contra la tendencia a la usurpacin por parte de la nacin predominante. Para que este proyecto
fuera realizable en las condiciones soviticas, era preciso que el Comit Central de Mosc tuviera la
intencin, la conviccin y la fuerza de velar para que las instituciones y las garantas previstas no se
convirtieran en letra muerta, cualesquiera que fueran las presiones en sentido contrario. Era preciso
tambin que las repblicas y sobre todo los comunistas locales pudieran legal e institucionalmente
defender sus puntos de vista en el seno del Partido, sin correr el riesgo de caer inmediatamente bajo
el golpe de medidas punitivas por actividades divisionistas o por haber infringido la disciplina.
Para que las proposiciones de Lenin tuvieran sentido, era preciso realizar modificaciones en el
rgimen interno del Partido. Ms adelante se ver la manera en que Lenin las haba previsto.
Stalin, por su parte, era sincero cuando, al presentar la nueva versin del proyecto de Unin,
deca que slo variaba en algunos detalles respecto a su proyecto inicial, el cual tambin, afirmaba,
era correcto en principio y absolutamente aceptable. En efecto, estaba persuadido de que
prevaleceran en el curso de los acontecimientos, los intereses autnticos del Estado, y de que la
Unin funcionara como l haba previsto. En estas condiciones, no vea inconveniente en ceder
totalmente ante Lenin, sobre el papel. Adems, a sus ojos no exista ninguna clase de divorcio entre
los principios del programa bolchevique y la prctica. Lenin, por el contraro, se dar cuenta de esta
distorsin, considerar que l es en parte responsable y que debe evitar que las cosas tomen un cariz
excesivamente ajeno a su voluntad.

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CAPTULO V
EL ENFERMO Y SU GUARDIN
Cuando Lenin reasume la direccin de los asuntos, en octubre de 1922, no recupera ya su
capacidad de trabajo ni su antigua influencia. Su discurso del da 20 es confuso y visiblemente
improvisado. Aborda en l los temas que le inquietan pero, deseoso de no sembrar el pnico y de
tranquilizar a su auditorio, intenta proponer soluciones; sin embargo, le falta la visin clara de las
perspectivas. La Nep, indispensable pero peligrosa, no se domina bien todava ni es lo suficiente
familiar: Este cambio de rumbo sigue ocasionndonos ciertas dificultades, sigue ocasionndonos,
incluso dira, grandes dificultades.1 Y agrega: Es preciso adoptar medidas extraordinarias, es
preciso realizar inventos extraordinarios. El rgimen haba efectuado una retirada, pero era preciso
reponerse y pasar de nuevo al ataque; ahora bien, no se saba por qu medios. La situacin general
era desastrosa: Vivimos en las condiciones de un Estado hasta tal punto arruinado por la guerra,
desviado por completo de su camino normal y de tal modo sometido a prueba por el infortunio que,
a pesar nuestro, es preciso que hagamos nuestros clculos tomando como punto de comparacin un
ndice ms que dbil: el de antes de la guerra.
La ayuda del exterior no iba a llegar con rapidez, y el discurso muestra a un Lenin dolorosamente
dividido entre la voluntad de salvaguardar todos los logros, lase todas las esperanzas del pasado
las de las jornadas de Octubre y tambin las de la guerra civil, reales o ilusorias, y la conciencia
de que habra que disponerse si era necesario a ceder ms terreno todava, sin perder la esperanza ni
el poder. La conciliacin de los fines y de los medios no era fcil. Con la Nep era preciso aprenderlo
todo de nuevo: Es para hacer factible este estudio que me parece llegado el momento de
reafirmarnos mutuamente en esto: a pesar de efectuar este movimiento de retroceso, que hemos
denominado la Nueva Poltica Econmica, hemos procurado no abandonar ninguna nueva
adquisicin y, al mismo tiempo, ofrecer a los capitalistas tales ventajas que todo Estado, sea cual
fuere su hostilidad, se viera obligado a aceptar tratos y relaciones con nosotros.
Lenin sabe que esto tiene el aspecto de reto, puesto que los comunistas no poseen todava
prctica en los asuntos pblicos y estn dominados por los aparatos administrativos en lugar de ser
ellos quienes los dominan. Lo nico que Lenin puede proclamar sin titubeos es que la Nep sigue
siendo la consigna principal, inmediata, universal, de hoy.2
Sin embargo, esta nueva orientacin no ha recibido todava una formulacin definitiva; todava
no se ha logrado nada definitivamente.
Unos das despus de este discurso, cuando en el nimo de Lenin empiezan a aparecer amargos
recelos con respecto al asunto georgiano, los mdicos le exigen que reduzca considerablemente el
ritmo de su trabajo. Lenin es un paciente difcil de cuidar; a este bulldozer le es difcil aceptar la
inactividad, pero debe rendirse a la evidencia del declive de sus fuerzas fsicas. Finalmente, acepta
irse a Gorki a descansar, pero prosigue su participacin activa en la vida poltica por medio de
cartas y llamadas telefnicas. Espera con impaciencia noticias de Rykov y de Dzerjinsky, pero
dedica lo mejor de su tiempo a organizar el trabajo de sus adjuntos, tres en la actualidad, Rykov,
Kamenev y Tsjurupa. Est en contacto permanente con ellos para establecer colectivamente el
funcionamiento del Sovnarkom. La reorganizacin del Sovnarkom con una nueva divisin de tareas
est visiblemente unida en su espritu a la problemtica de la sucesin. As, a primeros de
diciembre, Lenin invita a Trotsky a una nueva entrevista, en el curso de la cual le sugiere la
constitucin de un bloque contra la burocracia, es decir prcticamente le invita a participar en un
comit especial que se constituira para dirigir esta lucha: le propone tambin que pase a ser uno de
sus adjuntos en el gobierno. Trotsky expresa su conviccin, ya bastante antigua, y base
1
2

Sotch., t. 45, pgs. 300-309.


Ibd., pg. 308.

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probablemente de sus crticas anteriores contra la Inspeccin Obrera y Campesina que tanto
irritaran a Lenin, de que la lucha contra la burocracia deba empezar por la eliminacin de este mal
entre aquellos que deban dirigirla, es decir en el seno del Partido, y en especial en sus altas
esferas.3 Lenin, mejor informado y menos confiado que antes, iba a adoptar pronto esta idea de
Trotsky y a extraer de ella muchas consecuencias.
Rykov regres al fin de Georgia y present su informe a Lenin el 9 de diciembre de l922.4 El
Diario slo menciona el acontecimiento e ignoramos lo que dijo Rykov. Dzerjinsky lleg tres das
despus, y Lenin regres de Gorki a Mosca para conversar con l. La investigacin de Dzerjinsky se
orienta, naturalmente, en el sentido de las explicaciones proporcionadas anteriormente por el
Secretariado. Ordjonikidze quedaba libre de culpa, y todas las faltas se inscriban, una vez ms, en
el debe de los peligrosos desviacionistas. Pero en esta ocasin, Lenin estaba alerta y presenta una
patraa bajo el andamiaje de la tesis oficial. Dos hechos, que Dzerjinsky no pudo ocultar, le
impresionaron de un modo especial: la comisin haba tomado la decisin de llamar a Mosc a los
jefes del antiguo Comit Central georgiano, que tenan toda la culpa. Otra revelacin: Ordjonikidze,
irritado, haba llegado a golpear a un contrincante, tambin l miembro del Partido. Fotieva cuenta,
y el propio Lenin lo confirma, que el relato de Dzerjinsky lo ha consternado profundamente.5 La
lectura del Diario nos muestra hasta qu extremo este incidente preocup a Lenin durante su
enfermedad.
Uno podra preguntarse si no era un poco ridculo atribuir tanta importancia a una manifestacin
de malhumor de un jefe del Partido que andaba a la grea con las dificultades de ejecucin de la
poltica que le haba sido ordenada, en un pas que, todava ayer, era presa de las matanzas y del
hambre. Uno poda preguntrselo realmente en el seno del Secretariado del Partido, entre hombres
aguerridos y cmplices. Pero, a los ojos de Lenin, la imagen de un gobernador comunista que se
comportaba como un strapa en pas conquistado representaba un indicio, un sntoma inquietante de
la enfermedad que atacaba a todo el cuerpo poltico, y de los estragos que todava poda hacer. Los
laberintos del asunto georgiano se le aparecieron de repente bajo otra luz. El 30 de diciembre,
escribira: Si las cosas han llegado hasta ah, es fcil imaginar en qu lodazal nos hemos hundido.
La entrevista con Dzerjinsky tuvo una influencia nefasta sobre el curso de la enfermedad de Lenin y
sin duda precipit la crisis. La noche debi ser agitada; en la maana del 13 de diciembre, dos
ataques graves obligan a Lenin dejar definitivamente el trabajo.
Los dos das dedicados a la entrega de los expedientes fueron todava de mucha actividad. Lenin
prosigue su correspondencia con sus adjuntos respecto a la organizacin del trabajo en el
Sovnarkom; recibe la visita de varias personas con la ayuda de las cuales espera hacer anular la
decisin del Comit Central relativa al monopolio del comercio exterior; intercambia cartas con
Trotsky y le encarga, como hemos visto, que defienda la causa comn. Otra noche de insomnio y,
en la maana del 16 de diciembre se produce un nuevo y grave ataque. Lenin se apresura, sin
embargo, a dictar una ltima nota destinada a sus adjuntos antes de la llegada de los mdicos. Se ha
perdido toda esperanza de que pueda participar en el prximo congreso de los Soviets, para el que
se haba estado preparando durante las semanas precedentes. En adelante, Lenin ya no saldr de su
pequea habitacin del Kremlin: era imposible trasladarlo a Gorki como se haba pensado
inicialmente. Esta circunstancia ser, por otra parte, de gran importancia para el desarrollo de las
actividades del ilustre enfermo durante los ochenta das en que conservar todava las facultades
intelectuales. En el futuro, le son prohibidas las visitas. Ver slo a su mujer Krupskaya, su
hermana Marija Ilinitchna, y tres o cuatro de sus secretarias, sin contar, naturalmente, el personal
mdico. Se prohbe a sus acompaantes que le transmitan cualquier clase de correspondencia o le
informen de los asuntos corrientes del Estado, a fin de no darle motivos de preocupacin y de
3

Vase el testimonio de Trotsky sobre esta conversacin en La Rvolution dfigure (De la Rvolution, pg. 165) y
DEUTSCHER, op. cit., pgs. 66, 68-69. Trotsky se neg de nuevo esta vez a convertirse en adjunto de Lenin, pero sin
la misma firmeza que antes. Sobre las crticas anteriores de Trotsky contra el R. K. 1. y el Gosplan, vase Sotch., t. 45,
pgs. 180-182.
4
PIPES, op. cit., pg. 281.
5
FOTIEVA, op. cit., pg. 54 y Sotch., t. 45, pg. 596.

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inquietud.6 Empieza entonces el fatigoso combate de Lenin para que le tengan al corriente de lo
que le interesa y para formular sus opiniones y darlas a conocer a los interesados. No se trata del
capricho de un enfermo que, negndose a enfrentarse con la muerte, prosigue un simulacro de
actividad. Lenin, por el contrario, saba que la muerte poda alcanzarlo repentinamente, en unos
momentos en que el pas y el Partido se debatan en una situacin extremadamente difcil, sin un
claro programa de accin, sin ni siquiera unos jalones que indicaran el camino a seguir. Senta que
deba decir al menos lo ms esencial sobre los temas ms acuciantes, que esto constitua el deber
primordial del jefe del Estado, del lder de una revolucin hasta la fecha sin precedentes. Se
consider que el estado del enfermo se agravara con las preocupaciones polticas, pero era una
preocupacin peor para el jefe del Estado no poder avanzar, mientras le fuera humanamente posible,
hacia el cumplimiento de su misin.
Lo ambiguo de la situacin aumentaba todava por el hecho de que el hombre que estaba
encargado de velar para que fuera respetado escrupulosamente el rgimen del enfermo no era otro
que Stalin.7 Los mdicos dictaban las prescripciones, pero en constante coordinacin con el
guardin nombrado por el Comit Central, Stalin estaba encargado oficialmente de mantenerse al
corriente de todo lo que ocurriera a la cabecera de Lenin, y se dedic a esta tarea con autntico celo.
Un significativo incidente ocurrido entre Krupskaya y Stalin muestra en qu forma entenda cumplir
su misin.
El 22 de diciembre, al enterarse por sus informadores de que el da anterior Krupskaya haba
tomado al dictado un carta, de hecho cuatro palabras, de Lenin, la llam por telfono y la cubri,
dice la propia Krupskaya, de injurias indignas y de amenazas.8 Pretenda demandarla ante la
Comisin Central de Control del Partido por su infraccin a las prescripciones del rgimen del
enfermo. Este tipo de rudeza no tena precedentes en las relaciones entre los jefes del Partido y la
familia de Lenin. No exista evidentemente ninguna razn para dudar de la devocin que Krupskaya
senta por el enfermo y de su aptitud para velar por l. La intervencin de Stalin era incluso injustificada en derecho: Krupskaya obtuvo autorizacin del mdico que asista a Lenin, y Stalin
poda comprobarlo fcilmente. Pero haba dejado de lado toda consideracin de prudencia y de
tacto, debido a que haba actuado en un verdadero acceso de clera: la carta de Lenin era la que
dirigi a Trotsky para felicitarlo por su actuacin en la sesin del Comit Central durante el debate
dedicado al monopolio del comercio exterior. Stalin no ignoraba las relaciones cada vez ms
estrechas que se establecan estos ltimos tiempos entre Lenin y Trotsky. No le haban inquietado
mucho en el curso del ao 1922, ya que los dos Grandes, sin combatirse en cuestiones de principio,
forcejeaban en constantes escaramuzas sobre cuestiones secundarias. Lo cual no haba impedido a
Lenin proponer a Trotsky que fuera su adjunto, pero Trotsky rehus y, en esta ocasin, Stalin logr,
no sin cierta maliciosa satisfaccin, que el Bur Poltico reprendiera a Trotsky por falta en el
cumplimiento del deber.9 Slo despus se lleg a la cordial entente sobre la cuestin del
monopolio.
Por otra parte, el 25 de noviembre. Lenin, corno hemos sabido recientemente,10 haba informado
al Bur Poltico de que aprobaba las proposiciones de Trotsky sobre el empleo de tcticas relativas
a la Internacional. Sobre todo, en la segunda parte de este mensaje, Lenin aventuraba una opinin
muy lisonjera sobre las tesis de Trotsky relativas a la Nep: deseaba que fueran editadas en forma de
folleto y profusamente difundidas. Esto constitua sin duda un gran cumplido, ya que se trataba de
uno de los problemas ms complicados de la poltica sovitica y que causaba muchas
preocupaciones a Lenin. No es, pues, sorprendente que Stalin, a quien ataa ms que a nadie el
problema de su sucesin, se saliera de sus casillas al enterarse de esta nueva muestra de gratitud de
Lenin hacia Trotsky, tanto ms cuanto que el acercamiento entre los dos hombres ya poda
6

Sotch., t. 45, pg. 710.


Por una decisin del Comit Central del 18 de diciembre de 1922 (Ibid., t., 45, pg. 608).
8
La carta de Krupskaya a Kamenev se expone, por lo que parece con cortes, en Sotch., t. 54, pgs. 674-675. Vase
anexo V.
9
DEUTSCHER, op. cit., p. 61.
10
Sotch., t. 54, pg. 314.
7

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presentirlo ira unido a una verdadera campaa contra l. A causa de esto, har lo imposible para
reforzar todava ms su vigilancia sobre Ilitch. He aqu una prueba: una llamada telefnica a una
cercana colaboradora de Lenin, su secretaria principal Fotieva. Esta vez el tono es correcto. Fotieva
anota en el Diario, el da 30 de enero: Stalin ha preguntado si yo no digo demasiadas cosas a
Vladimir Ilitch, Cmo est l al corriente de los asuntos en curso? Por ejemplo, su artculo sobre la
Inspeccin Obrera y Campesina demuestra que conoce ciertas circunstancias. Una vez ms, se
trataba de un tema a travs del cual se hacia alusin a Stalin personalmente, en forma velada sin
duda, pero evidente para el interesado.
Lenin tendr que librar su ltimo combate contra esta vigilancia y contra esta limitacin a sus
actividades, por otra parte legalmente justificadas. La primera batalla se produce el 23 de diciembre.
Lenin ha sufrido una grave recada en el transcurso de la noche del 22 al 23. Ha podido, sin
embargo, dormir, pero, al despertar por la maana, comprueba que de nuevo tiene paralizada una
parte de su cuerpo, la mano y pierna derechas. La noticia es comunicada de inmediato al Bur
Poltico. A pesar de la conmocin provocada por este ataque, el pensamiento de Lenin gira
fundamentalmente en torno a los destinos del Estado y del Partido. Exige entonces un permiso para
dictar cinco minutos al da. Presiente que el momento en que habr que entregar la guardia puede
sobrevenir en cualquier instante y, si no dieta, cuando un problema le inquieta, no puede dormir.
Concedido el permiso, Lenin llama a una de sus secretarias y le dicta una treintena de lneas en
cuatro minutos. Los mdicos, avisados, se mantienen cerca. Al da siguiente, exige el derecho de
proseguir lo que llama su Diario. Los mdicos intentan impedrselo, pero Lenin les pone un
ultimtum: si no se le permite dictar algunos minutos cada da, se negar a cuidarse.11 Un consejo
compuesto por mdicos y miembros del Bur Poltico, Stalin, Bukharin y Kamenev, no encuentra
forma de negarse a su peticin. La autorizacin es concedida, pero la decisin del Bur Poltico
especifica que las notas no pueden tener el carcter de una correspondencia y no deben requerir
ninguna clase de respuesta.12 En esta forma se redact el testamento, una serie de notas muy
breves al principio, dictadas a costa de un enorme esfuerzo durante unos minutos al da. Sin
embargo, la fuerte constitucin de Lenin parece obrar un milagro. Su estado de salud empieza a
mejorar y surgen esperanzas de curacin. Podr dictar hasta tres cuartos de hora cada da, e incluso
podr leer y proseguir la lucha por medio de su fiel entourage: su mujer, su hermana y las
secretarias, totalmente adietas a l.
El testamento, en el sentido estricto del trmino, est constituido por las notas dictadas entre el
23 y el 31 de diciembre, con un anexo del 4 de enero, notas que en las Obras se titulan Carta al
Congreso. Pero la verdadera exposicin de las ideas de Lenin, el testamento en el autntico sentido
del trmino, lo constituye el conjunto de escritos de este perodo. En l puede encontrarse una
visin coherente de la situacin y las perspectivas internacionales, elementos importantes para un
programa y una lnea de accin, as como un intento de dilucidacin en lo que se refiere al
desarrollo interno. Adems de las notas, existen cinco artculos escritos en enero y febrero de 1922,
aunque la mayora del Bur hizo lo posible para evitar o aplazar su aparicin.13 Tiempo de
reflexin, dictado a veces con dos versiones, correcciones, estudios previos, documentacin,
lectura intensa de obras sobre historia, economa, socialismo, marxismo, problemas agrarios, toda
esta tarea estaba estrictamente planificada. En cuanto su estado de salud mejor un poco, Lenin
dict un plan de trabajo, que al fin lleg a realizar casi por completo.14 La enfermedad no haba
disminuido su lucidez, pero la debilitacin de sus fuerzas iba a repercutir inevitablemente en la
rapidez de elaboracin de sus ideas, y a veces tambin en la claridad de la redaccin, en particular
durante los primeros dictados, demasiado breves.
11

Relato de Uljanova, la hermana de Lenin, citado en Sotch.,t. 45, pg. 591.


Ibd., pg. 170. Vase anexo VI.
13
Las notas de Lenin se encuentran reproducidas en el volumen 36 de la cuarta edicin en francs de sus obras, los
artculos en el volumen 33. Reproducimos el plan de trabajo y el ltimo artculo en los anexos VII y IX. Estas notas y
artculos son reproducidos de nuevo en el volumen 45 de la 5. edicin francesa y en el volumen 54 se reproducen
muchas cartas inditas.
14
Este plan de trabajo se reproduce en Sotch., t. 45, pg. 592. Vase nuestro anexo VII.
12

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CAPTULO VI
EL TESTAMENTO DE LENIN
Las notas que Lenin empez a dictar el 23 de diciembre tenan por objeto, corno manifiesta l
mismo ya en la primera lnea, proponer al prximo congreso del Partido la realizacin de una serie
de cambios en nuestro sistema poltico.1 Enumera con extrema concisin las razones que le llevan
a proponer estos cambios: la direccin del pas deber hacer frente sin duda a un encadenamiento de
circunstancias poco favorables, puesto que la lucha se agravar en el terreno internacional. Es
preciso en primer lugar reforzar la unidad del Comit Central, a fin de que sea capaz de cumplir la
urgente tarea que representa la reorganizacin o mejor la reconstruccin del aparato estatal, a fin
tambin de impedir que el Partido sucumba al peligro que le acecha: la escisin susceptible de
producirse como consecuencia de las luchas entre grupos o entre personalidades. Segn Lenin est
en peligro la estabilidad del Partido. Y a este problema concede l la prioridad.
Primer remedio: un importante aumento del nmero de miembros del Comit Central hara que
esta asamblea fortaleciera varios millares de veces la estabilidad del Partido. Lenin propone
asimismo otorgar, bajo ciertas condiciones, carcter legislativo a las decisiones del Gosplan,
avanzando as en el sentido de las posiciones del camarada Trotsky, hasta cierto punto y bajo ciertas
condiciones.2 Estos conceptos slo pueden comprenderse insertndolos en el conjunto del plan de
Lenin, pero, lo que aqu nos interesa, es el papel que las notas jugaron en el desarrollo de las
relaciones entre los jefes y de sus luchas.
La primera nota, la del 23 de diciembre lo hemos sabido recientemente fue enviada
directamente a Stalin, y estaba destinada a los miembros del Bur Poltico. Es probable que Stalin
no la mostrara a nadie3. Este nuevo indicio de aproximacin a Trotsky era inconfundible: se trataba,
en efecto, de un tema (el Gosplan) que haba sido motivo de litigio entre Lenin y Trotsky durante
todo el ao 1922. Seguiran otras notas, que habran podido tranquilizar a Stalin si las hubiera visto.
Pero no fueron comunicadas a nadie durante algn tiempo; eran, por indicacin de Lenin,
categricamente secretas.4
Las divergencias ms serias y la escisin que poda resultar de ellas los enemigos del rgimen
tenan razn en contar con ella podan tener dos orgenes. Uno consista en la misma base social
del rgimen. Todo el sistema se basaba en la alianza entre los obreros y los campesinos; si sta
fallaba, era intil hablar siquiera de la estabilidad de nuestro Comit Central. Pero esta
eventualidad era lejana e improbable. El peligro ms inmediato resida en las relaciones personales
en la cumbre del poder. Ms de la mitad del peligro de escisin que Lenin quera remediar dependa de las relaciones entre Stalin y Trotsky. Despus de haber llegado a esta comprobacin
proftica, Lenin esboza los retratos de seis personalidades: Stalin y Trotsky, Zinoviev y Kamenev,
Bukharin y Pjatakov. Estas notas, redactadas los das 23 y 24 de diciembre cuando el estado del
enfermo era alarmante en extremo, revelan un doloroso esfuerzo de reflexin y ponderacin, para
expresar lo esencial sin frustrar a causa de una palabra imprudente el objetivo perseguido: la
continuidad y la estabilidad del poder en manos de un Partido unido.
De los dos hombres ms jvenes, Bukharin y Pjatakov, uno es un brillante terico, favorito del
Partido, y el otro posee voluntad y gran capacidad. Pero tambin tienen defectos. El pensamiento de
1

Sotch., t. 45, pg. 343. Para la traduccin francesa, vase captulo V, nota 13.
Ibd.
3
Ibd., pgs. 593-594.
4
Ibd., pgs. 592-593. Las notas deban prepararse en cinco ejem-piares uno para los archivos secretos, uno para
Lenin, tres para Krupskaya y deban ponerse en sobres sellados. Voloditcheva revel estos detalles en 1929. Slo Lenin
tena derecho a abrir estos sobres y, despus de su muerte, Krupskaya. Pero Voloditcheva no os escribir en los sobres
las fatdicas palabras despus de su muerte.
2

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Bukharin no es enteramente marxista, ya que hay en l algo de escolstico (no ha aprendido nunca,
y creo que nunca ha comprendido plenamente, la dialctica). Pjatakov, por su parte, est
demasiado ligado al lado administrativo de las cosas para que se le pueda confiar una cuestin
poltica importante. Sin embargo, al tener respectivamente treinta y cuatro y treinta y dos aos,
todava estaban a tiempo ambos de corregir sus defectos.
Respecto a Zinoviev y Kamenev, hay una sola observacin, cuya interpretacin provoca, sin
embargo, ciertas dificultades. Se trata de su episodio de Octubre, de su actitud en el momento del
golpe de Estado: Evidentemente no fue fortuita, pero no debe invocarse ms contra ellos
personalmente que el no-bolchevismo de Trotsky. Por qu esta alusin al pasado? Significa una
advertencia? Una disculpa? Ambas cosas a la vez? Quiz ser ms fcil responder a estas
preguntas a la luz de los retratos que Lenin traza de Stalin y de Trotsky, cuyos caracteres opuestos
podan provocar una escisin sbita y no intencionada:
El camarada Stalin, al convertirse en secretario general, ha concentrado en sus manos un poder
inmenso, pero no estoy seguro de que sepa usar siempre de l con la necesaria prudencia. Por otra
parte, el camarada Trotsky, tal como lo ha demostrado su lucha contra el Comit Central en la
cuestin del cornisa-nado de vas y comunicaciones, se distingue no slo por su capacidad
excepcional personalmente es en forma incontestable el hombre ms capaz del actual Comit
Central--- sino tambin por una excesiva confianza en s mismo y por una tendencia algo excesiva a
considerar slo el lado puramente administrativo de las cosas.5
La idea de que Stalin y Trotsky eran los dos grandes jefes poda con motivo por la categora
que se otorgaba a Stalin asombrar al pas, herir a Trotsky y sorprender desagradablemente a
Zinoviev y a Kamenev que, durante unos aos, en el futuro triunvirato, iban a creerse los ms
fuertes. Por parte de Lenin significaba quiz la comprobacin de dos nuevos factores: la
importancia del cargo de secretario general creado escasamente ocho meses atrs, y la posibilidad
para su detentador de haber adquirido en tan poco tiempo un poder inmenso. Puede observarse
asimismo que el paralelo entre Trotsky y Stalin se formula en tales trminos que no se puede
descubrir en l la menor preferencia, ya que las cualidades que se reconocen a Trotsky tienen como
contrapartida importantes defectos. Cul era la gravedad de su tendencia a considerar slo el lado
puramente administrativo de las cosas? Es preciso analizar las cualidades que Lenin exiga a un
verdadero jefe: las pone de relieve en sus notas sobre el Gosplan. Los das 27, 28 y 29 de diciembre,
Lenin enumera y repite con insistencia cules eran en su opinin las cualidades que se requeran
para dirigir toda gran institucin del Estado, las mismas que sin duda deban exigirse a los hombres
que ocupaban los cargos supremos. El jefe, segn Lenin, debe poseer una slida preparacin
cientfica en una de las ramas de la economa o de la tecnologa, debe ser capaz de captar una
realidad global, debe poder ejercer cierta atraccin sobre la gente a fin de guiar y controlar su
trabajo. Al mismo tiempo, debe estar dotado de capacidad organizadora y administrativa. Pero, la
coincidencia de estas dos cualidades en una sola persona se encuentra raramente y no es
indispensable.6 En una institucin como el Gosplan, el aspecto administrativo era secundario. De
los dos hombres que formaran un equipo ideal, era el cientfico, hombre reflexivo y a la vez dotado
para las relaciones humanas, quien debera ser el jefe. Lenin crea sin duda haber encontrado as la
frmula ideal para la direccin del Estado. No insistira tanto si slo se tratara de mantener a
Krjijanovsky a la cabeza del Gosplan, ponindole de adjunto a Pjatakov. Ahora bien, Trotsky y
Stalin no formaban un tndem de este tipo. En lugar de complementarse se empearan en excluirse
mutuamente.
Era sin duda injusto reprochar a Trotsky una actitud que responda a las circunstancias de la
guerra civil y que representaba entonces una fuerza y una garanta de xito. En circunstancias
distintas, Trotsky era ms capaz de abordar los problemas del Estado y de la revolucin de una
5
6

Ibd., pg. 345.


Ibd., pg. 351.

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forma cientfica que el resto de los miembros del Comit Central. Poda perfectamente captar una
realidad global como Lenin exiga de un jefe modelo. Por el contrario, era dudoso que tuviera
poder de atraccin, y, por otra parte, Lenin saba que careca de ciertas cualidades de poltico en
un sentido ms estricto: flexibilidad con los hombres, aficin a la tctica, capacidad de maniobra,
habilidad para navegar en la cocina poltica de la dictadura sin inhibiciones ni excesivos
escrpulos. El desarrollo de los acontecimientos demostr que Trotsky era incapaz de jugar este
juego, y con mayor razn de salir airoso de l. Lenin tena razn en dudar de sus facultades de
poltico, aunque las crticas formuladas contra l no lo fueran en trminos muy explcitos. En
resumen, la posicin de Trotsky resulta algo disminuida por las consideraciones del testamento,
en especial porque no se le sita en un plano superior a Stalin y porque su no-bolchevismo, aun no
debiendo ser invocado personalmente contra l, no deja de ser mencionado.
Si Lenin no encuentra aparentemente nada concreto que reprochar a Stalin, hace, no obstante,
una reserva en cuanto a l: sabr utilizar con suficiente prudencia el inmenso poder que detenta?
Pero, en la prctica, esta reserva, cualquiera que fuera el valor de la intuicin quo la inspiraba, no
tena gran importancia poltica en estos primeros das de 1923 y no poda perjudicar a Stalin.
Supongamos por un momento que la redaccin de las notas se hubiera detenido aqu y que hubieran
sido ledas seguidamente en la tribuna de un congreso del Partido: hubieran parecido dominadas por
un afn de equilibrio, por la voluntad de mantener el statu quo, para evitar la escisin. En efecto,
salta a la vista el carcter intencionado del reparto equitativo de elogios y censuras. Lenin no poda
legar su poder; no era un monarca. No se senta autorizado a proponer un delfn al Partido, aunque
el problema de su sucesin ya le hubiera preocupado antes de su enfermedad. En espera de la hora
de entregar la guardia se esforzaba en no perjudicar la cohesin de su partido con una preferencia
personal demasiado marcada. Y, en el momento de dictar estas primeras notas, seguramente no
tena todava ninguna. Aunque ya entonces simpatizaba ms con Trotsky, tena que ocultarlo para
no envenenar las relaciones entre los dirigentes. No poda ignorar la actitud hacia Trotsky de sus
antiguos compaeros de lucha, la de Zinoviev y de Kamenev, la de Stalin y diversos grupos de militantes. Su no-bolchevismo le haba perjudicado a menudo en numerosas querellas a propsito de las
cuales Lenin haba tenido que emplear todo su prestigio para defenderlo. No poda pensar en
imponerlo como heredero, tanto menos cuanto que, hasta formarse una nueva opinin de Stalin, no
haba considerado la hiptesis de un heredero nico.
En suma, Lenin sugera en este estadio que los dos altos jefes, Stalin y Trotsky, conservaran
ambos su preeminencia, que Zinoviev y Kamenev siguieran en segunda posicin, ya que la
debilidad que haban mostrado ante una gran prueba no era fortuita y poda por tanto repetirse, que
los dos jvenes, Bukharin y Pjatakov, por ltimo, quedaran en tercera posicin a la espera de su
perfeccionamiento. Pero, como no se poda resolver mejor la situacin, el Partido deba permanecer
atento y vigilar a sus jefes, puesto que no estaban exentos de defectos y sus rivalidades podan
acarrear consecuencias fatales. Tampoco haba que olvidar controlar el uso que Stalin hiciera de su
poder. Para ejercer estos controles, era preciso reforzar la competencia y el prestigio del Comit
Central. Pero, para apreciar la clarividencia de Lenin, es preciso observar que en aquel entonces ya
sealaba el detalle que iba a trastornarlo todo, este poder inmenso de Stalin que dejaba en clara
desventaja a los otros cinco personajes, detalle sobre el cual no haca ningn comentado de
momento, pero del que ms tarde extraera consecuencias, al volver sobre el problema de las
personalidades tras haber reflexionado largamente sobre las cuestiones de fondo.
En efecto, puesto que su estado de salud todava se lo permite, Lenin prosigue su trabajo y, diez
das despus de la redaccin de las primeras notas, cuando su atencin estaba vuelta ya hacia otros
horizontes, aade, el 4 de enero de 1923, un ltimo escrito a su testamento, que trastorna por
completo todo el prudente equilibrio de los primeros textos, o, mejor, corrige el desequilibrio de
hecho del que daba cuenta en forma implcita. Lenin propone apartar a Stalin de sus funciones de
secretario general:
Stalin es demasiado rudo, y este defecto, plenamente soportable en la relaciones entre nosotros,
comunistas, se hace intolerable en las funciones de secretario general. Por esta razn, propongo a

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los camaradas que reflexionen sobre la forma de desplazar a Stalin de este cargo, y de nombrar en
su lugar a un hombre que, en todos los aspectos, se distinga de l por su superioridad, es decir, que
sea ms paciente, ms leal, ms educado y ms atento con los camaradas, menos caprichoso, etc.
No seran estas palabras expresin de una brusca reaccin ante un hecho irritante? Puede
sentirse la tentacin de relacionarlas con la grave afrenta de Stalin a Krupskaya ocurrida el 22 de
diciembre. Stalin no la habra cometido si no hubiera sabido que el len estaba herido de muerte, y
Lenin, por su parte, como iba a expresarlo en una carta escrita a Stalin dos meses despus, no era
hombre que perdonara estas impertinencias: No tengo intencin de olvidar tan fcilmente lo que se
ha hecho contra m, y ni que decir tiene que lo que se hizo contra mi esposa lo considero como si se
hubiera hecho contra m.7: La conmocin que corra el peligro de provocar en Lenin si ste se
enteraba de lo sucedido era una razn suficiente para impedir que Krupskaya se lo contara en los
ltimos das de diciembre, cuando estaba demasiado gravemente enfermo. Por aquel entonces,
Krupskaya desahog su indignacin quejndose amargamente a Kamenev en una carta que
reproducimos en el anexo V. Pero pudo revelar el incidente a su marido unos das ms tarde, ya
espontneamente, ya acosada a preguntas por l, en el caso de que Lenin hubiera notado en ella
algn signo de afliccin especial. Lenin, furioso, habra dictado de inmediato esta nota en la que
slo habla de los defectos de carcter de Stalin, sin hacerle reproches de orden poltico. Los
presentadores de las Obras suponen que Krupskaya no haba contado el hecho a Lenin hasta
principios del mes de marzo. Pero esta versin, como cualquier otra, no puede tenerse por cierta.
Por otra parte, sabemos lo suficiente sobre Lenin para encontrar a las declaraciones de Ilitch contra
Stalin una explicacin que cuadre mejor a su carcter, a su conciencia de jefe responsable, para
quien la poltica se antepone a cualquier otra consideracin. El estudio de la primera nota del
testamento muestra claramente cul era la preocupacin ms acuciante de Lenin, y algunos otros
datos lo confirman. Es vano suponer que una ofensa personal cometida contra su mujer no
olvidemos que considera la rudeza plenamente soportable en las relaciones entre los comunistas
le hubiera podido impulsar a un acto poltico capaz de trastornar las relaciones de fuerza en el
seno del Comit Central. Para realizarlo tena graves razones de otra ndole. Para convencerse de
ello basta estudiar las notas sobre la cuestin nacional y sobre la autonomizacin dictadas los das
30 y 31 de diciembre, cuestiones que, fiel a su plan de trabajo, aborda una semana despus del
comienzo de sus dictados.
Este texto cuenta entre los ms importantes del testamento, y sin duda es el ms significativo
en cuanto nos permite medir la profundidad de la crisis que Lenin atravesaba en este perodo, a la
vez que su honestidad intelectual y su audacia poltica. Es incluso verosmil pensar que sus
tribulaciones a propsito de los negocios pblicos fueran de tal magnitud que precipitaran el
progreso de su enfermedad.
Las consideraciones sobre la cuestin nacional empiezan con una autocrtica: Por lo que parece
soy muy culpable ante los obreros de Rusia por no haber intervenido en forma suficientemente
spera y enrgica en este famoso problema de autonomizacin que se denomina, diramos,
oficialmente, el problema de la Unin de las Repblicas Socialistas Soviticas.8 Sigue una larga
justificacin personal, especialmente por las circunstancias de la enfermedad, y despus la descripcin del efecto revelador producido por el informe de Dzerjinsky: la violencia de Ordjonikidze
se desat, pues, hasta tal extremo que haba sido capaz de golpear a un oponente comunista! En
qu lodazal nos hemos hundido! Al conocer Rusia, su burocracia apenas matizada de espritu
sovitico, al conocer sobre todo el carcter de este hombre autnticamente ruso, este chauvinista
gran-ruso, esencialmente daino y agresivo que es el tpico burcrata ruso, Lenin ha podido darse
cuenta de que su rgimen no ha hecho lo necesario para defender a las naciones minoritarias contra
la invasin de los cabos de vara, de los dzerjinmordy rusos. Pero la crtica va ms lejos: las filas de
los culpables no estn formadas nicamente, como haba credo, por los trnsfugas del antiguo
7
8

Sotch., t. 54, pg. 337. Esta carta podr leerse ms adelante.


Sotch., t. 45, pg. 356.

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aparato de opresin; el rgimen sovitico, los jefes ms altos del Partido, haban seguido un
comportamiento autnticamente imperialista, aunque fuera slo en los detalles. Lenin saba
perfectamente, y no tema decirlo, que una situacin as, que descubra con consternacin, reduca a
la nada el valor de toda la sinceridad de principio, toda la defensa de principio de la lucha contra el
imperialismo proclamadas por el Partido. Esto era tanto ms grave cuanto que el da que llega
ser precisamente un da en que los pueblos oprimidos por el imperialismo despertarn
definitivamente, y empezar una lucha decisiva y difcil para su liberacin. Era intil aadir que la
sinceridad socialista y revolucionaria del Partido era objeto de graves sospechas si se consideraban
las actuaciones que Lenin no dej de estigmatizar en lo sucesivo.
Segn Lenin, los jefes del Partido no han comprendido siquiera el primer principio que deba
guiarlos a dar una solucin al problema de las nacionalidades dentro de un espritu internacionalista.
El proletariado deba, en su propio inters, conquistar la confianza de los pueblos algenos. Estos
experimentaban una profunda desconfianza respecto a la nacin mayoritaria, que les haba inferido
ofensas hirientes y repetidas injusticias; de suerte que si la gran nacin se contenta con proclamar
una simple igualdad formal, su actitud puede calificarse de burguesa. Para reparar las injusticias
cometidas contra las pequeas naciones, la gran nacin de los antiguos opresores est obligada a
admitir cierta desigualdad en su propio detrimento, est obligada a practicar una especie de
autodiscriminacin para compensar la desigualdad de hecho que sigue existiendo en la vida en
detrimento de las pequeas naciones. Es preciso redoblar las atenciones, las concesiones y las
medidas prudentes en beneficio de los pueblos pequeos. Esta no era precisamente la poltica de
Stalin, Ordjonikidze y Dzerjinsky. Lenin los condena en trminos de una tal severidad que no deja
duda en cuanto a su profunda hostilidad poltica hacia ellos y hacia los que actan como ellos.
Stalin es acusado de una precipitacin fatal y de una clera nefasta contra el pretendido socialnacionalismo. Dzerjinsky ha dado muestras de esta actitud autnticamente rusa que caracteriza a
los extranjeros rusificados; responsable de una comisin investigadora, ha dado pruebas de un
prejuicio imperdonable, y los trabajos de su comisin deben considerarse nulos y deben rehacerse
para corregir esta enorme masa de irregularidades y de juicios preconcebidos que contienen sin
duda. Lenin acusa resueltamente a Ordjonikidze y a Stalin de haber actuado como brutales granrusos, de haber infringido las reglas del internacionalismo proletario y de haber naufragado en una
actitud imperialista. Exige as un castigo ejemplar para Ordjonikidze segn Trotsky se trataba
de expulsarlo del Partido, al menos temporalmente y asimismo una inculpacin oficial de Stalin y
de Dzerjinsky, polticamente responsables. Al propio tiempo, vuelve contra los propios acusadores
el calificativo de desviacionistas.9 Reconoce que todo el proyecto de autonomizacin era
probablemente injusto en su esencia y prematuro, admite el mantenimiento de la Unin, pero
siempre que se est dispuesto a hacer marcha atrs, si la experiencia lo muestra necesario, y a dejar
subsistir de la Unin solamente la fusin de la poltica exterior y la defensa, mientras sera
necesario en todos los otros campos, reconstituir la independencia completa de los antiguos
comisariados, es decir, a partir del prximo congreso de los Soviets, volver a las relaciones que
existan anteriormente. Es legtimo suponer, como lo hace el historiador norteamericano Pipes, que
si Lenin no hubiera sido abatido definitivamente en el mes de marzo, la estructura final de la
Unin Sovitica habra sido distinta de la que Stalin iba a darle posteriormente.10
Puede emitirse una hiptesis anloga en lo que respecta al conjunto de estructuras del rgimen
sovitico, Entretanto, sealemos que Lenin dictaba estas reflexiones sobre la autonomizacin
precisamente en el momento en que comenzaba el congreso de los Soviets que ratific la solucin
sobre la que Lenin abrigaba tantas dudas. Fotieva afirma que esto no sucedi por casualidad, ya que
Lenin experimentaba un creciente sentimiento de inquietud en cuanto a la solucin correcta de la
cuestin nacional.11 La crtica de la poltica de nacionalidades llevada a cabo por Stalin y de su
9

Ver ms adelante, captulo VII.


PIPES, op. cit., pg. 276.
11
FOTIEVA, op. cit., pg. 50.
10

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comportamiento con los georgianos explican suficientemente el cambio de actitud de Lenin que le
llev a la idea de destituir a Stalin. Lenin se haba formado ya su opinin. En lo sucesivo, slo le
guiaran consideraciones de orden tctico en la eleccin de los mtodos y de los plazos adecuados
para la defensa de sus nuevas ideas.

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CAPTULO VII
EL ASUNTO CLANDESTINO
Los meses de enero y febrero de 1923 fueron para Lenin dos meses de intenso trabajo. Durante
este perodo, su salud experiment altos y bajos. A veces su humor era excelente, se comprobaba
una mejora del estado general, Lenin estaba satisfecho de sus dictados y bromeaba. Los mdicos le
concedan entonces un tiempo suplementario de trabajo y el permiso de leer, despus, cuando
pareci ceder la parlisis de la mano derecha, consideraron incluso la posibilidad de permitirle
recibir visitas y leer los peridicos. Con frecuencia, Lenin se senta perfectamente, hasta tal punto
que un da lleg a creer que su enfermedad era slo nerviosa.1 Pero los buenos ratos alternaban con
perodos de gran fatiga, de disminucin de la memoria, de dificultad en el hablar, de tensin y de
dolores. Los que le rodeaban estaban atentos al flujo y al reflujo de la enfermedad; los miembros del
Bur Poltico observaban vigilantes las alternancias de su dolencia. Durante estos meses, se jugaba
el futuro del poder y la suerte de sus jefes. Y todo dependa de la respuesta que el destino diera a la
pregunta: se restablecera Lenin y podra participar en el congreso del Partido? Y, en este caso,
qu es lo que dira?
Durante estos dos meses de enero y febrero, a travs de cinco artculos en los que desarrollaba
las ideas expuestas en las notas, los proyectos de Lenin se convirtieron en un vasto programa de
estrategia poltica preparada con miras al prximo congreso del Partido que deba celebrarse dentro
de unas semanas. Lenin se siente impelido a acelerar su preparacin, tanto por el temor de no poder
asistir a l como por el carcter urgente de las reformas preconizadas.
En el terreno prctico, tres cuestiones dominaban su atencin.
Primero, quera conocer los resultados del censo de funcionarios en las grandes ciudades, que
acababa de realizarse a instancias suyas. Su obsesin por la burocracia haba motivado que
reclamara con frecuencia estos datos. Finalmente, su secretaria tuvo que confesarle que estos
documentos no se le podan proporcionar sin la autorizacin de Stalin; Lenin lo ignoraba. Segn el
relato de Fotieva en sus Memorias,2 este asunto provoc un gran malhumor en Lenin tres das ms
tarde, el 10 de enero y, un mes despus, el 12 de febrero, provoc en l una verdadera crisis. Uno de
los mdicos, Fster, que iba ya a permitirle visitas y peridicos, puso fin bruscamente a sus
esperanzas y prohibi la informacin poltica. Cuando Lenin le pregunt qu es lo que entenda
con ello, el mdico respondi: Ah, por ejemplo, usted se interesa por la cuestin del censo de los
funcionarios soviticos. Esta respuesta caus tal conmocin en Lenin que le temblaban los labios;
el hecho de que los mdicos estuvieran al corriente de tales detalles e hicieran distinciones de este
tipo no haca ms que confirmar sus sospechas. Fotieva anota en el Diario, en un estilo cauteloso:
Es probable, por aadidura, que Lenin adquiera la impresin de que no son los mdicos quienes
dan las rdenes al C. C., sino el C. C. a los mdicos. En realidad, para Fotieva, ya no se trataba de
una simple probabilidad, sino de una verdadera certidumbre.3
Segunda cuestin que preocupaba a Lenin: su proyecto de fusin del comisariado para la
Inspeccin Obrera y Campesina con la Comisin Central de Control, pieza maestra de su plan de
reorganizacin del Comit Central y de toda la cima del organigrama del Partido. En el Diario se
ve constantemente que Lenin pide la opinin de su adjunto Tsjurupa y de los miembros del
comisariado a quienes se han comunicado sus proyectos. Los impele a actuar, a preparar estos
cambios importantes para el Estado, y por ltimo se muestra firmemente decidido a llevar todo este
1

Vase el Diario en la fecha del 14 de febrero. No sabemos cul era en este momento el diagnstico de los mdicos y
qu sabia Lenin de l. El fallecimiento fue atribuido a arteriosclerosis.
2

FOTIEVA, op. cit.. pg. 70

Vanse las notas de Fotieva en el Diario el 1 y el 3 de febrero.

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asunto a conocimiento del Congreso.


Pero las principales fuentes de actividad y de inquietud seguan siendo el embrollo georgiano y
la constitucin de la U.R.S.S. Una vez determinada su opinin de principio y realizado su juicio
sobre las personas en su memorndum de diciembre, Lenin tena que actuar, y actuar aprisa, a fin de
reunir antes de la apertura del congreso la documentacin necesaria para determinar las faltas
cometidas y el papel exacto de los responsables, dadas las medidas radicales que deban caer sobre
estos ltimos. Una vez ms, podemos situar en forma bastante satisfactoria la gran conspiracin
de Lenin gracias al Diario y a diversos textos dispersos en la 5. edicin de las Obras. El 24 de
enero, despus de haber terminado y remitido a Pravda su artculo sobre la Inspeccin Obrera,
Lenin llam a Fotieva y pidi los expedientes de la comisin investigadora Dzerjinsky sobre
Georgia. Ignoraba que esta cuestin iba a ser debatida de inmediato en el Bur Poltico. El da
siguiente, Lenin pregunta de nuevo si Stalin o Dzerjinsky le haban enviado el expediente. Entre
tanto, el Bur Poltico aprueba en sus deliberaciones las conclusiones de la comisin, condena una
vez ms a los georgianos y justifica a Ordjonikidze y a Stalin. La comisin haba aconsejado que
Mdivani, Makharadze, Tsintsadze y otros fueran llamados a Mosc. Este consejo fue aprobado, y
Pipes llega a afirmar que la orden fue cursada incluso antes de la reunin del Bur.4
Fotieva logr mantenerse al corriente de todo lo que suceda en las alturas. Encontrara tambin
la forma de hacrselo saber a Lenin, el 3 de febrero, como por torpeza. Cuando Fotieva reclama
de nuevo informes del expediente, choca esta vez con una fuerte oposicin. Dzerjinsky le dice que
vaya a ver a Stalin, y Stalin no est en Mosc. Al fin, ste le informa de que no puede entregarle el
expediente hasta que el Bur haya decidido algo al respecto. Stalin interroga a Fotieva para saber si
no ha dicho demasiado a Lenin, quien, terminantemente, debe mantenerse alejado de toda
informacin sobre los asuntos corrientes. Fotieva lo niega, pero repetir la conversacin a Lenin,
que har esta breve observacin, maliciosa e irritada: Entonces el asunto nacional es un asunto
corriente? Lenin ha insistido demasiado para que Stalin le pueda negar el expediente sin estar
cubierto por el Bur ya que, evidentemente, no se trataba de un asunto corriente. Fotieva, sin citar
las fuentes, refiere un intercambio de mensajes entre Kamenev y Stalin en el curso de la sesin del.
Bur:
Kamenev: Puesto que Vladimir Ilitch insiste, creo que ser peor negrselo.
Stalin: Yo no s nada; que haga lo que le parezca.
Pero, evidentemente, ste no era su deseo, puesto que exige que se le libere de la carga de
responsable del rgimen mdico de Lenin. El Bur hace caso omiso y decide enviar el expediente a
Lenin, sin comprender del todo lo que ste intenta hacer con l.5
Lenin quera simplemente verificar los hechos por sus propios medios. A este objeto, constituy
una comisin investigadora privada, formada por Gorbunov, su encargado de negocios en el S.N.K.,
y por sus secretarias Fotieva y Gliasser. Las primeras cuestiones que esta comisin deba poner en
claro seguiran otras a medida que avanzara el estudio del expediente eran las siguientes:
1)

Por qu se acusaba de desviacionismo al antiguo C.C. georgiano?


2)
Qu se le reprochaba corno infraccin a la disciplina?
3)
Por qu el Zakkrajkom era acusado de represin con respecto al C.C. georgiano?
4)
Medios fsicos de la opresin biomecnica.
5)
Lnea del C.C. del P.C.R. en ausencia de Vladimir Ilitch y en su presencia.
6)
Con quin ha entrado en relaciones la comisin? Ha investigado exclusivamente las
acusaciones contra el C.C. georgiano, o tambin las que se han formulado contra el Zakkrajkom?
Ha estudiado el caso de biomecnica?
7)
Situacin actual; la campaa electoral, los mencheviques, la opresin, la querella
nacional.6
4

PIPES, op. cit., pg. 282 y FOTIEVA, op. cit., pg. 54.
FOTIEVA, op. cit., pgs. 64-65.
6
Sotch., t. 45, pgs. 606-607
5

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Con estas indicaciones, y constantemente impulsados por Lenin, sus tres auxiliares pusieron
manos a la obra, esperando terminarla en tres semanas. Lenin plantea a Fotieva preguntas cada vez
ms precisas, ya que su inquietud se revela cada vez ms fundada, y la responsabilidad de las
personas implicadas ms grave. El 14 de febrero, la comisin recibe nuevas indicaciones, que
denotan el estado de nimo de Lenin y su resolucin de no dejar nada en la sombra:
Tres nociones fundamentales: 1) no est permitido golpear a nadie; 2) las concesiones son
indispensables; 3) no se puede comparar un pequeo Estado con otro grande.
Stalin estaba enterado (del incidente)? Por qu no reaccion?
La falta personal se convierte en una falta poltica de mxima gravedad. Ms adelante leemos:
El calificativo de desviacionistas con el significado de desviacin chauvinista y menchevismo
demuestra la misma desviacin en los velikoderjavniki. Este trmino, que engloba bajo una misma
denominacin a los hombres que Lenin critica, es difcil de traducir; evoca la idea de chauvinismo,
de egocentrismo de gran potencia, de imperialismo. Lenin est ahora decidido a suprimir esta
tendencia adversa del Partido. En cierto sentido, incluso pasa de inmediato a la accin, puesto que
cursa la siguiente orden: Directiva de Vladimir Ilitch: hacer alusin ante Soltz a la idea de que est
(Vladimir Ilitch) del lacio del ms dbil. Dar a entender a alguno de los ofendidos que toma su
partido.7 Lenin no desea pues seguir guardando el secreto ni la neutralidad; por el contrario, intenta
prevenir a los interesados. Soltz, puesto al corriente, ha informado sin duda a los miembros del
Bur Poltico y probablemente a Stalin. Por su parte, los georgianos deben de haber comunicado la
noticia a alguno de sus protectores. Esta debe pues haber circulado, en forma bastante limitada al
principio, pero suficiente para reforzar la vigilancia de una y otra parte. Es posible que
desaparecieran del expediente documentos excesivamente comprometedores. No sin asombro,
Fotieva se entera por Soltz y escribe lo siguiente: Camaradas del. C.C. georgiano le han remitido
material referente a toda clase de vejaciones cometidas contra los georgianos (partidarios del
antiguo C.C. del P.C.G.). En cuanto al incidente la ofensa cometida por el camarada Ordjonikidze
contra Kabanidze, la comisin, central de control posea una declaracin de la vctima, pero ha
desaparecido. A mi pregunta: Cmo, desaparecida?, el camarada Soltz ha respondido: As,
desaparecida. Pero esto no tiene mayor importancia, ya que el C.C.C. dispone de un informe objetivo de Rykov, que estaba entonces en el escenario de los hechos.8 (Sin perdernos en detalles, se
podra poner en duda la objetividad de Rykov, quien, el 9 de diciembre, en ocasin de su informe a
Lenin, no dijo ni una palabra del incidente, del que Lenin se enter por el propio Dzerjinsky, tres
das ms tarde.)
Lenin espolea a su comisin; su estado de salud es precario y quiere a toda costa dirigir un
memorndum sobre la cuestin nacional al congreso que se avecina. Sin embargo, nuevos
elementos pueden exigir una ampliacin de la encuesta, quizs incluso el envo de alguien al lugar
de los hechos, cosa que requerira bastante tiempo. Cualquier retraso de la comisin, dice el 4 de
febrero a Fotieva, corre el riesgo de echarlo todo a perder y de provocar en l el mayor de los
disgustos. Ninguna nota en el Diario entre el 14 de febrero y el 5 de marzo. Los presentadores de
las Obras tampoco proporcionan indicacin alguna sobre estas tres semanas. Es probable que Lenin
no escribiera nada durante este tiempo, y por otra parte sus secretarias estn muy ocupadas con el
trabajo en la comisin clandestina.9 Sin embargo, conocemos un hecho: el 3 de marzo la comisin
enva sus conclusiones.10 Pero an hoy seguimos ignorando el contenido de este documento. Por
qu no lo ha publicado todava el Instituto del Marxismo-Leninismo? Habr desaparecido, al
7

Ibd., pg. 107. Estas notas fueron redactadas por Fotieva. Soltz era uno de los dirigentes de la Comisin Central de
Control.
8
FOTIEVA, op. cit., pg. 75.
9
Fotieva menciona, sin embargo, en Iz vosporninanij... notas tomadas el 10 de enero (pg. 70) y el 16 de febrero (pg.
75). Pero stas no figuran en el Diario.
10
Sotch., t. 45, pg. 714.

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igual que la acusacin de Kabanidze? Hasta ahora, no se sabe nada en concreto. De cualquier modo,
los resultados de los trabajos de la comisin debieron dar el carcter de un combate en toda regla a
los dos ltimos das activos de Lenin. Debieron llevar al colmo su amargura y su clera contra sus
compaeros de equipo, y debieron reforzar su conviccin de que el asunto georgiano no era ms
que el indicio de un mal mucho ms profundo.
Pero las fuerzas declinantes de Lenin no iban a permitirle vivir por mucho tiempo en una tal
tensin moral y nerviosa. A causa de ello, su enfermedad se agravara de una manera fatal. Y,
efectivamente, bajo la accin conjugada del drama que viva y del proceso esclertico progresivo,
Lenin empez a encontrarse muy mal.11
Sin duda, sta fue la razn que le impuls a descargar sin ms dilacin los golpes que preparaba
desde haca dos meses contra sus adversarios, aunque fuera un poco prematuro hacerlo. Los tres
primeros asaltos fueron dirigidos contra un solo y nico objetivo: Stalin. Ocultando a los mdicos la
profunda emocin que le embargaba cuando tom estas decisiones, les dijo, relata Fotieva, que se
trataba slo de unas cartas de trmite. Llam a Voloditcheva hacia el medioda del 5 de marzo y
dict dos cartas.
La primera, altamente secreta, y escrita en un tono afectuoso muy raro en Lenin, estaba destinada
a Trotsky y su contenido deba serle comunicado de inmediato por telfono. Helo aqu:
Te ruego con insistencia que te encargues de la defensa del asunto georgiano en el Comit
Central del Partido. Este asunto se encuentra actualmente bajo la persecucin de Stalin y de
Dzerjinski, y no puedo fiarme de su imparcialidad, sino todo lo contrario. Me sentira tranquilo si
consintieras en tomar a tu cargo la defensa; si no consientes, por cualquier razn, devulveme el
expediente, y ver en ello la seal de tu desacuerdo.
Con mi mejor saludo de camarada, Lenin.12
Lenin no poda hacer nada sin un aliado. Trotsky no era slo el nico posible, sino tambin un
apoyo seguro. Con la proteccin de Lenin vivo, Trotsky era todava invencible en estos primeros
meses de 1923. La frmula de saludo era tan calurosa que Stalin, obligado a leer esta carta ante el
Comit Central en julio de 1926, cuando su posicin no poda ser ya seriamente amenazada,
prefiri, sin embargo, cambiarla por un simple: Con mi saludo comunista.13 Esta carta significaba
una gran victoria para Trotsky: la conclusin definitiva de este pacto contra la burocracia que
Lenin le haba propuesto a principios de diciembre y cuya realizacin haba esperado en vano.14
Poda sentirse tambin autnticamente consagrado tomo heredero, y, por lo tanto, sentirse seguro en
cuanto al resultado final de la sorda intriga que se tramaba contra l desde la enfermedad de Lenin.
Este, despus de haber tomado las decisiones polticas, poda ahora permitirse llevar ms lejos la
ofensiva y saldar con Stalin una cuenta privada. En espera de la respuesta de Trotsky a su primera
carta, se puso a dictar otra a Stalin respecto a la ofensa que ste infiri a Krupskaya, pero la fatiga a
la vez, y tambin ciertas dudas de orden tctico, le impulsaron a dejar para el da siguiente la
redaccin definitiva de este difcil mensaje. Lenin se pregunt sin duda si esta intervencin de
carcter personal no atenuara el alcance de la crtica de principios, y si era compatible con su
actitud global. Pero al da siguiente, al enterarse de la respuesta de Trotsky, que evidentemente fue
positiva,15 acab el dictado, lo ley de nuevo y pidi a Voloditcheva que llevara la carta a Stalin y
esperara su respuesta. He aqu el texto glacial de este mensaje, destinado a herir lo ms duramente
posible:
Al camarada Stalin,
altamente secreto, personal,
11

Vase, Diario del 5 y 6 de marzo, y TROTSKY, La Rvoludon dfigure, op. cit., pg. 164.
Sotch., t. 54, pg. 329.
13
TROTSKY, op. cit., pg. 163.
14
Ibd., pg. 165.
15
Vase nuestra nota sobre la respuesta de Trotsky en el anexo VIII.
12

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copias a los camaradas Kamenev y Zinoviev.


Muy respetable camarada Stalin,
Te has permitido la grosera de llamar por telfono a mi mujer y de injuriarla. Ella estuvo de
acuerdo en olvidar lo que se dijo. Sin embargo, lo comunic a Zinoviev y a Kamenev. No tengo la
intencin de olvidar lo que se ha hecho contra m, y ni que decir tiene que lo que se hizo contra mi
esposa lo considero hecho contra m. Esta es la razn de pedirte que consideres si ests dispuesto a
retirar lo que dijiste y a presentar tus excusas, o si prefieres romper las relaciones entre nosotros.
Con respeto, Lenin. 16
Este 6 de marzo, a medida que transcurre el tiempo, Lenin va de mal en peor y esto le hace
quemar etapas. El da anterior, Fotieva y Gliasser, que iban y venan entre Lenin y Trotsky
inmovilizado l tambin por un lumbago en otro apartamento del Kremlin, haban anunciado a
este ltimo que Kamenev sala para el Cucaso y que l, Trotsky, poda confiarle, si lo deseaba,
cualquier encargo.17 No se sabe con exactitud cul era el objeto del viaje de Kamenev. Pero
Trotsky, que haba recibido el memorndum del 20 de diciembre y otros papeles de Lenin sobre
Georgia, propuso mostrar estos textos a Kamenev para que de inmediato pudiera tomar ciertas
medidas sobre el terreno. Fotieva fue a plantearle el asunto a Lenin, y regres con una respuesta
categricamente negativa: De ningn modo. Vladimir Ilitch dice que Kamenev ensear la carta a
Stalin, que cerrar un trato desigual y lo traicionar luego.18 Esto suceda probablemente por la
maana. Poco despus de la primera respuesta, Fotieva fue a ver a Trotsky otra vez con nuevas
instrucciones de Lenin y un ejemplar de otra carta. Lenin propona esta vez que se revelara todo a
Kamenev, e incluso que se le diera a conocer este nuevo mensaje, dirigido a los supuestos
desviacionistas georgianos. Se trataba de cuatro lneas cargadas de ardor combativo:
(rigurosamente secreto)
A los camaradas Mdivani, Makharadze y otros. Queridos camaradas!
Sigo vuestro asunto con todo mi corazn. Disgustado por la rudeza de Ordjonikidze y la
connivencia de Stalin y de Dzerjinsky, preparo notas y discurso para vosotros.
Respetuosamente. Lenin.
6 de marzo de 1923. 19
Esta actitud estaba lejos de la irritada respuesta de que hizo objeto a los georgianos el 21 de
octubre. Lenin haba llegado a conclusiones diametralmente opuestas. No se lo ocultaba a s mismo,
y esto era una razn ms para defenderlos.
Trotsky, asombrado por el cambio de Lenin en cuanto a la participacin de Kamenev en el
secreto, pidi explicaciones. Fotieva le dijo lo que supona: Probablemente es porque Vladimir
Ilitch se siente peor y se apresura a hacer cuanto le es posible. Puede confiarse en la veracidad de
Trotsky cuando cita que una de las secretarias de Lenin, probablemente Gliasser, le dijo: Vladimir
Ilitch prepara una bomba contra Stalin.20
A pesar del deseo claramente expresado por Lenin de que la carta en que exiga excusas llegara a
manos de Stalin, Krupskaya titube en hacer transmitir el mensaje. Evidentemente, en esta poca ya
tema al gensek. Pidi a las secretarias que aplazaran el envo de la carta. Pero, al da siguiente,
Voloditcheva se neg a toda vacilacin: estaba obligada a ejecutar las rdenes terminantes de
16

Sotch., t. 54, pgs. 329-330.


Ibd., pg. 329.
18
TROTSKY, op. cit., pgs. 163-164. El Diario y las otras fuentes a que nos referirnos aqu permiten constatar la
exactitud del testimonio de Trotsky sobre estos puntos. Lo nico que quiz le sucede es equivocarse en veinticuatro
horas en la cronologa de los hechos.
19
Sotch., t. 54, pg. 330.
20
TROTSKY, op. cit., pg. 164.
17

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Lenin. Krupskaya busc consejo antes de decidirse y, como lo haca a menudo, recurri al amable
Kamenev. Debi ser en esta ocasin cuando Kamenev se enter de que Vladimir Ilitch se
preparaba para aplastar polticamente a Stalin.21 Voloditcheva llev entonces la carta a Stalin,
quien respondi de inmediato pidiendo disculpas, como ms tarde se supo gracias al testimonio de
la hermana de Lenin. Pero Lenin no pudo enterarse de estas disculpas: ese da, 7 de marzo, fue
vctima de un grave ataque. Su estado se agravaba peligrosamente. El 10 de marzo, la mitad de su
cuerpo estaba paralizado. Lenin ya no iba a recuperar jams el habla.22
La vida poltica de Lenin haba terminado. Tena slo cincuenta y tres aos y morira once meses
despus, el 21 de enero de 1924. Su organismo de hierro no haba cesado de librar un combate
desesperado.

21
22

DEUTSCHER, op. cit., pg. 90.


Vase en el anexo X nuestra nota sobre la enfermedad de Lenin despus de la recada del 10 de marzo.

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CAPTULO VIII
RUSIA ENTRE OCCIDENTE Y ORIENTE
La parte ms caracterstica y sorprendente de la evolucin de Lenin a lo largo de los ltimos
ochenta das durante los cuales pudo todava concebir ideas y expresarlas, es la que se refiere a las
reflexiones sobre individuos. Sin embargo, estas reflexiones slo son en cierto modo derivaciones.
Lenin no pierde de vista los problemas globales que su Estado debe afrontar,
Y, naturalmente, el principal anlisis, el que permite integrar todos los otros datos, apreciar las
grandes tendencias de la evolucin y ponderar, por parte de los dirigentes, las razones para confiar o
para temer, es el de la poltica mundial. Ahora bien, la situacin se desarrollaba entonces
precisamente en direccin contraria a la que los bolcheviques previeran despus del xito de la
torna del poder. No se haba producido ninguna revolucin en los pases occidentales. En los sitios
donde haba estado a punto de triunfar, sus partidarios no podan ahora levantar cabeza. Entre los
otros pases, los principales haban adquirido una estabilidad inesperada y la posibilidad, al parecer,
de brindar a sus proletarios ventajas tales que las perspectivas revolucionarias en Occidente
parecan esfumarse por el momento. A causa de esto, y concienciando la soledad de Rusia, Lenin
busca apoyo en otras partes. Y se volver hacia Oriente con creciente confianza.
Observaba en aquella zona los comienzos de un proceso de inmensos alcances. Bajo la presin
de la misma fuerza que frenaba y oprima Alemania, las masas asiticas entraban en la era
capitalista, pero penetraban a la vez en un perodo de conmociones revolucionarias de carcter
nacionalista y anti-imperialista. Es por ah que Lenin entrev a largo plazo el fin del aislamiento
ruso, con la esperanza de un renacimiento de las fuerzas revolucionarias en el mundo:
El resultado de la lucha depende en ltima instancia del hecho de que Rusia, India, China, etc.,
forman la inmensa mayora de la poblacin del globo. Y es precisamente esta mayora de poblacin
la que, desde hace algunos aos, es impulsada con increble rapidez a la lucha por su liberacin. A
este respecto, no puede caber ninguna duda en cuanto al resultado final de la lucha a escala
mundial.1
Aunque el resultado final siga siendo hoy una incgnita, la conjetura era acertada en cuanto a la
dinmica de la historia contempornea. Con un sentido profundo de las realidades, Lenin prev
igualmente que el desarrollo del proceso revolucionario adquirir en el futuro formas todava ms
especficas y desconcertantes, para los defensores de un marxismo demasiado esquemtico, que las
que haba conocido en Rusia. En este contexto, Lenin examina el carcter especfico de la
revolucin rusa. Lo explica por la posicin de Rusia entre el mundo de la civilizacin capitalista y
el Oriente asitico, con una preponderancia de elementos orientales, en aquel momento. A veces se
busca la explicacin del desarrollo del fenmeno estaliniano en una herencia oriental: esta
interpretacin es bastante leninista. No deja de tener inters citar este respecto un prrafo del texto
Sobre nuestra Revolucin, escrito contra las tesis de los socialdemcratas. Estas no toman en cuenta
el hecho de que Rusia, situada entre los pases civilizados y los pases que esta guerra lleva por
primera vez definitivamente a la civilizacin, es decir, todo el Oriente, los pases extraeuropeos,
poda, y, por consiguiente, tena que mostrar algunos rasgos particulares, inscritos evidentemente en
el mareo general de la evolucin mundial, pero de naturaleza tal que diferenciaban su revolucin de
todas las revoluciones anteriores de la Europa Occidental, y que contenan en relacin a stas
1

Sotch., t. 45, pg. 404. Vase anexo IX.

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elementos nuevos propios de los pases orientales.2


Esto constituye una fuente de dificultades y de debilidad. Durante un cuarto de siglo, arrastrar a
Rusia hacia un sistema que a algunos les gusta caracterizar con el concepto de modo de produccin
asitico. Pero, al mismo tiempo, era tambin casi una ventaja estratgica: la faz occidental de
Rusia era demasiado dbil para poder desencadenar revoluciones en el Oeste, pero su faz asitica
pareca tener mejores condiciones para jugar el papel de acelerador y de modelo entre las multitudes
orientales. Lenin estaba seguro de ello, pero para un porvenir lejano. El problema del estadista
consista en responder a esta pregunta: Cmo resistira Rusia hasta la llegada de estos refuerzos?
Lenin no ocultaba a sus conciudadanos que el juego estaba lejos de haber sido ganado, y es preciso
sealar que sus declaraciones eran publicadas en los grandes peridicos. Era posible que la Rusia
sovitica se beneficiara durante mucho tiempo de la pugna entre Occidente y el Japn, que haba
actuado a su favor durante la guerra civil? Lenin no quiere pronunciarse. No escatima las profecas
optimistas en cuanto a la sabidura de la historia en general, pero se abstiene prudentemente de
formular previsiones demasiado tranquilizadoras para el porvenir inmediato.
Se observa que la perspectiva de Lenin en este campo no es la que adoptaron sus sucesores, es
decir la que se expresa en la tesis del socialismo en un solo pas. Por el contrario, se trata de
proderjatsija, de resistir hasta la llegada de refuerzos y, entretanto, de construir, no inmediatamente,
el socialismo, sino una sociedad de transicin. En Ms vale menos pero mejor, Lenin afirmar:
No somos lo bastante civilizados para poder pasar directamente al socialismo. La idea central de
este artculo, que contiene la quintaesencia del legado que quera hacer a su pueblo antes de morir,
es que los objetivos deben ser ms modestos, ms realistas, menos ambiciosos; hay que desconfiar
de la megalomana. Pero este realismo no lograba todava desvanecer el malestar que la situacin
especfica de la revolucin rusa provocaba entre sus ms fervientes promotores. Era paradjico,
aberrante incluso, que el poder proletario se viera en la imposibilidad de abordar las tareas para las
que haba nacido. Por muy ocupado que estuviera en asegurar la supervivencia prctica de la
revolucin, Lenin senta tambin este malestar y, en consecuencia, se esforzaba en demostrar la
legitimidad de la revolucin dentro de los trminos de la teora marxista. Al estar persuadidos los
marxistas de que podan prever mejor que nadie el curso de la historia, era embarazoso para ellos
que los acontecimientos que acaecan en la realidad no se parecieran a determinados cliss
establecidos.
En efecto, la revolucin rusa encajaba tan mal en la interpretacin ms corriente del marxismo,
pareca tan anti-marxista a sus adversarios, que los mencheviques, derrotados y agostados en la
arena de la accin histrica, especialmente gracias al genio poltico de Lenin, podan, sin embargo,
blandir contra l los trminos de la doctrina con un sentimiento de superioridad. La toma del poder
poltico en ausencia de una infraestructura adecuada, la dictadura del proletariado casi sin
proletariado, acaparada por un partido en el seno del cual ste era minoritario, la readmisin del
capitalismo despus de una revolucin pretendidamente socialista, la omnipotencia de una enorme
mquina estatal burocratizada a medida de sus deseos, y tantos otros hechos innegables que
desafiaban la doctrina y la sensatez. Y he aqu que ahora las apuestas se hacan sobre las masas
precapitalistas de Oriente en lugar de contar con el Occidente civilizado! En su lecho de enfermo,
Lenin estudia estas crticas. La respuesta del terico no es ms ortodoxa que la accin del estadista.
Y si la situacin absolutamente sin salida, al decuplicar las fuerzas de los obreros y de los
campesinos, nos ha ofrecido la posibilidad de proceder a la creacin de las premisas esenciales de la
civilizacin: al contrario de lo que han hecho todos los otros Estados de la Europa occidental? [...]
[] Si, para crear el socialismo, es preciso haber alcanzado un nivel de cultura determinado [...],
por qu no tenamos que empezar nosotros por conquistar en forma revolucionaria las condiciones
previas de este nivel determinado para, a continuacin, valindonos del poder obrero y campesino y
del rgimen sovitico, ponernos en movimiento y alcanzar a los otros pueblos?

Ibd. pg. 379.

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Todava hay ms; haciendo una cita un tanto sorprendente, Lenin aade: Recuerdo que
Napolen dijo: On s'engage... et puis on voit.3 La Rusia sovitica contempornea, seguida por
China o Cuba, ha demostrado con hechos que se poda conquistar el poder primero y dedicarse a
alcanzar el nivel de las otras naciones despus. Sin embargo, la mxima On s'engage... et pus on
voit no deja de ser ambigua. Lenin, marxista en toda su Weltanschauung y en su sistema de
comprensin de las realidades sociales, partidario de una accin siempre en funcin del estado de
madurez de las fuerzas sociales, apartado de todo espritu aventurero, parece decir a la vez que el
momento de la toma del poder y la manera de tomarlo no pueden ser estrictamente calculados en
trminos de un anlisis histrico-social terico. El acto revolucionario, como toda poltica, es en
cierto sentido un arte, en el cual el realismo se mezcla ntimamente con el amor al riesgo. Ninguna
revolucin concordaba por completo con la teora que la haba precedido y tenda a realizarla. Por
esta razn, el mensaje de Lenin a los futuros revolucionarios, aunque parezca casi una llamada a la
aventura, exige sobre todo que se prescinda de cliss, cualquiera que haya sido su utilidad en el
pasado. En este sentido, contiene una advertencia implcita contra los cliss que pudieran originarse
en las propias teoras leninistas.
Todo esto no era fcil de decir, y Lenin no habra sentido este curioso deseo de justificar su
victoria si hubiera estado seguro de la supervivencia de su rgimen. Este no era el caso. La
revolucin todava poda ser aplastada, y de ser as Lenin no saba cmo la juzgara la historia.
El estudio de los problemas internacionales no agotaba la lista de peligros que acechaban al
Estado sovitico. Se vera obligado a maniobrar en circunstancias cada vez ms complicadas.4
Entonces, puesto que haba decidido resistir todo el tiempo que hiciera falta, mediante qu
programa, por medio de qu reformas internas se lograra?
El tumor burocrtico inquietaba, ciertamente, a Lenin pero, a su juicio, no era de ah de donde
proceda la amenaza ms grave: una ruptura entre los obreros y los campesinos sera el fin de la
revolucin. El anlisis, fundado casi siempre en la existencia de dos clases fundamentales, tendra
que integrar con la Nep una tercera, la burguesa. La perspectiva era todava ms sombra. Al
proponerle un aliado eventual, se hacia ms palpable el riesgo de defeccin del campesinado. La
alternativa era entonces la siguiente: La suerte de nuestra repblica depender a fin de cuentas de
esto: la masa campesina, fiel a su alianza con la clase obrera, marchar con sta, o permitir que
los nepmany, la nueva burguesa, la desuna, la separe de los obreros?5 La alianza sobre la que
descansa la existencia del rgimen es precaria, Lenin no lo oculta. Ciertamente, el pequeo y el
nfimo campesinado, nacidos de la revolucin, confan en el sistema sovitico: No obstante, con
esta confianza en la revolucin y slo con sta, no nos es fcil resistir hasta la victoria de la
revolucin socialista en los pases ms avanzados.6 El campesinado est demasiado atrasado para
que se pueda contar con su seguro apoyo, tanto ms cuanto que la guerra civil y la intervencin
extranjera han hecho retroceder la economa del pas.
Una base social cual la descrita compromete a un tiempo la estabilidad del Estado y la del
Partido. Y la del Partido est ya amenazada por la posibilidad de una repentina escisin provocada
por un choque entre los jefes. De nuevo, Lenin siente la necesidad de justificarse desde el punto de
vista de la doctrina en cuanto a la importancia que da a las relaciones entre las personalidades para
el desarrollo de la historia, importancia que un dogma sociolgico difundido por el padre del
marxismo ruso, Plekhanov, haba minimizado. Una vez ms, Lenin tena razn.
A los albures de la alianza por una parte, al peligro de escisin en el Partido por la otra, es
preciso oponer por un lado medidas a largo trmino, y por otro una reorganizacin inmediata de los
peldaos superiores de la mquina gubernamental. En este marco, los proyectos de Lenin deben ser
considerados como medidas de urgencia, aun cuando la mayora de ellos slo pudieran dar fruto al
cabo de bastante tiempo. Los dos tipos de remedios van unidos uno a otro, la eficacia y el menor
costo posible de la mquina gubernamental deban contribuir a atraerse a los campesinos. Es preciso
3

Ibd., pgs. 380-381.


Ibd., pgs. 343-344.
5
Ibd., pgs. 387-388.
6
Ibd., pg. 401.
4

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conquistar al campesino, evidentemente, pero no por medio de la propaganda comunista. El Partido


es puesto en guardia contra una empresa de este tipo:
Esto no debe tomarse en el sentido de que deberamos llevar de inmediato al campo las ideas
comunistas puras y simples. Mientras no tengamos una base material para el comunismo en las
aldeas, puede decirse que esto sera realizar un trabajo nocivo, un trabajo nefasto para el
comunismo.7
Lenin piensa en un sistema de iniciacin gracias al cual las clulas obreras de las ciudades
difundiran en el campo la influencia urbana y sovitica, a condicin, sin embargo ya que Lenin
conoca su mundo, de que esta especie de patronazgo fuera totalmente voluntario y no se
convirtiera a su vez en un cuerpo burocratizado.
Quiz podra definirse globalmente el programa de Lenin respecto al campesinado en la
consigna: revolucin cultural. Este concepto, en la actualidad muy en boga en un pas que dice ser
leninista, se caracteriza ante todo en Lenin por un realismo y un antidogmatismo que no podra
dudarse en calificar de exacerbados. Lenin ridiculiza despiadadamente a todos los que parlotean
sobre la cultura proletaria, cuando se vive es un estado de incultura semi-asitico; sera
preferible pretender simplemente una cultura, e incluso, ms modestamente, el saber leer y escribir.
Antes de disertar en forma docta sobre la cultura proletaria, hay que tratar de alcanzar el nivel de un
pas occidental medio: Para empezar nos bastara con poseer una autntica cultura burguesa; para
empezar nos bastara con librarnos de dos tipos particularmente tenaces de la cultura preburguesa,
es decir del tipo burocrtico y del tipo feudal. En esta materia, la precipitacin y la temeridad son lo
ms nocivo.8 Aunque este programa se denomine revolucin, su ejecucin ocupar un largo
perodo histrico. Es una obra de larga duracin; hay que recorrer toda una poca de desarrollo
cultural de la masa popular. Esto es lo nico que le falta a Rusia para pasar al socialismo, dir
Lenin en De la cooperacin.
Esta tarea debe ocupar el centro de las preocupaciones del rgimen. El maestro de escuela
popular debe revestirse de un prestigio nuevo y gozar de ciertos privilegios materiales (en esa
poca: abastecerlo de pan en forma prioritaria). Este aspecto del programa de Lenin permanecer
entre los ms utpicos de su gran empresa: el pedagogo aldeano se mantendr durante largo tiempo
en la U.R.S.S. en una situacin ms bien desfavorable.
El programa socioeconmico de Lenin para el mbito rural, su plan cooperativo, aparece
ntimamente ligado a la revolucin cultural; su importancia se ve acrecentada por sta. Pero se
trata asimismo de una obra de larga duracin.
A los ojos de Lenin, la Nep es y debe seguir siendo por macho tiempo el marco socioeconmico
accesible al campesino, comprensible para l y adecuado a sus intereses. Antes de morir, Lenin hace
hincapi sobre el carcter de autntico principio rector de esta idea, durante un largo perodo de
transicin y, en suma, todo lo que debemos hacer bajo el rgimen de la Nep, es agrupar en
cooperativas unas capas lo suficientemente amplias y profundas de la poblacin rusa.9 En este
punto era preciso plantear la cuestin de la correspondencia de una concepcin de este tipo con los
objetivos socialistas del rgimen. Lenin haba considerado siempre el cooperativismo como
esencialmente burgus; por esta razn era factible preguntarse si las tendencias capitalistas de la
Nep no reforzaran este supuesto carcter del movimiento cooperativista campesino. En relacin a
esto, Lenin realiza un total cambio doctrinal. Cree que el cooperativismo es el buen sistema para
llevar a la clase campesina hacia las estructuras socialistas. Lo cree con tanta firmeza que el
cooperativismo ocupa entonces en sus proyectos el sitio que ha dejado vacante el capitalismo de
Estado, que Lenin ha abandonado despus de su fracaso en la prctica. Debido a que el poder y los
principales medios de produccin se encuentran ahora en manos de la clase obrera, el
7

Ibd., pg. 367.


Ibid., pg. 389.
9
Ibd., pg. 370.
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cooperativismo ha dejado de ser una institucin esencialmente burguesa y mercantil como lo haba
sido antes. Iba a ser una institucin socialista cuyo crecimiento correra parejas con el del socialismo. Este sistema permitira que todo campesino participara en la construccin del socialismo por
medio de procedimientos que le fueran familiares. Pareca haberse encontrado el buen camino:
Propiamente hablando, slo necesitamos hacer que nuestra poblacin sea lo bastante civilizada
para que pueda comprender todas las ventajas que ofrece una adhesin generalizada a las
cooperativas, y para organizarla. Solamente esto. Esta es toda la sabidura que nos hace falta en la
actualidad para pasar al socialismo. Pasar al socialismo significa hacerlo al final del largo perodo
necesario para la realizacin del primer objetivo. En funcin de su nueva estrategia cooperativista,
Lenin redefine as el socialismo en general: El rgimen de los cooperativistas civilizados, cuando
los medios de produccin pertenecen a la sociedad y el proletariado como clase ha triunfado sobre
la burguesa, es el rgimen socialista.10 Lenin no tiene tiempo de desarrollar esta idea en su
artculo, que es perfectamente claro en su conjunto. Los nicos prrafos algo confusos son los que
intentan explicar en qu seria socialista una cooperativa (y no sabemos de qu clase: de consumo,
de venta o de produccin?), y tan socialista como una empresa estatal, carcter que no ofreca
ninguna duda a Lenin. Este cambio de doctrina plantea tantos problemas como los que resuelve. Por
ejemplo, Lenin no habla de cooperativas de produccin; las funciones de las que l proyecta seran
principalmente comerciales. El campesino y el comerciante ruso ejercen el comercio a la manera
asitica; mientras que para ser un autntico mercader es preciso comerciar a la europea; el
cooperativismo permitir a los campesinos convertirse en comerciantes inteligentes y civilizados.
Para Lenin ste seria entonces uno de los signos que demostrara que Rusia haba logrado recorrer
todo el intervalo de tiempo que la separaba de los pases evolucionados.
El socialismo iba a ser un rgimen de comerciantes civilizados? Seguramente no es as como
Lenin entenda la cuestin. Los trminos socialismo y comunismo tienen para l una aplicacin
tan amplia que no siente escrpulos en emplearlos ahora por su carga revulsiva y su valor
propagandstico, sin preocuparse, en reflexiones que se refieren esencialmente a la estrategia
poltica a mediano trmino, de la exactitud cientfica del empleo de estas palabras. El mismo articulo proporciona la clave para comprender la manera algo desenvuelta con que trata este gnero
de conceptos. Al justificarse por haber abandonado la nocin de capitalismo de Estado ante ciertos
comunistas ms celosos que l de la pureza doctrinal, y que haban criticado constantemente su uso,
dice: No se han percatado de que lo que siempre me ha preocupado es la finalidad prctica. Esta
es la razn por la que, en estos textos, las tareas inmediatas ms importantes fueran bautizadas
indistintamente con los nombres de socialismo o de comunismo. Al ser el cooperativismo, a su
juicio, una empresa de importancia capital, le concede con liberalidad ejecutoria de nobleza para
incitar a las altas esferas del Partido a prestarle la necesaria atencin. Todo orden social nace con el
apoyo de una clase determinada, explica Lenin; apoyar el sistema cooperativo, la circulacin
cooperativa, concedindole crditos y ventajas, era de utilidad. Esto era lo que Lenin deseaba que se
hiciese pero, en este terreno, sus sucesores le iban a secundar slo en forma muy parcial.

10

Ibd., pg. 373.

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CAPTULO IX
PARA UNA REFORMA DE LAS ESTRUCTURAS
GUBERNAMENTALES
La reforma de las estructuras gubernamentales es el tema desarrollado con ms amplitud en los
proyectos de Lenin, ya que el poder poltico es casi la nica palanca que tienen los bolcheviques
para imponer una direccin socialista al desarrollo de la sociedad rusa. En efecto, una orientacin
de este tipo no est todava en el orden de los movimientos espontneos de esta sociedad. La
herramienta, si se utilizaba mal, corra el peligro de escapar de las manos que la sostenan. Lenin,
desde el final de la guerra civil, no cesaba de repetir: Aprendamos a gobernar.
Para luchar contra todas las tendencias perjudiciales, para intentar poner remedio a todas las
enfermedades del aparato estatal del Partido, Lenin slo vea un punto de partida: organizar en
forma ejemplar la lite comunista y, ante todo, la cabeza del Partido. De ah tena que partir la
renovacin. De momento, incluso los grandes comisariados funcionaban mal. Lenin no les dispensa
de sus ms severas crticas.
Haba algo todava peor: estaba inquieto por el funcionamiento de su propio Sovnarkom, lo cual
explica que, en el transcurso del ao 1922, consagrara una parte importante del trabajo que todava
poda realizar a la organizacin de las funciones de sus adjuntos y, a travs de ellos, de todo el
gobierno central. Descubre con horror que el Sovnarkom ha instituido ciento veinticinco
comisiones, cuando, segn l, diecisis seran sobradamente suficientes para llevar a cabo las
mismas tareas.
Por otra parte, de regreso al trabajo despus de un perodo de enfermedad, Lenin se da cuenta de
que durante su ausencia las dos mquinas, el gobierno y el Partido, han dejado de trabajar
sincronizadas y han empezado a trabajar por partida doble o a girar en el vaco, con la manifiesta
tendencia de los altos funcionarios, incluidos los comisarios, de rehuir las responsabilidades, ora
escudndose tras las ciento veinticinco comisiones, ora pasando cualquier problema por mnimo
que fuera, y a veces incluso cuestiones de rutina, al Bur Poltico.
La recomendacin ms importante, dada el 23 de diciembre por primera vez, era la de aumentar
hasta cien el nmero de miembros del Comit Central. Con ello, Lenin se propona amortiguar los
choques entre los principales jefes, rehabilitar el prestigio del Comit Central muy necesitado de
ello y confiarle una tarea que hasta entonces no haba sido suya: reconstruir todo el aparato
estatal sobre una base nueva.1
Lenin no explica por qu el Comit Central tiene necesidad de ser rehabilitado, pero no es difcil
comprender que, ante los otros veinte miembros de este organismo, los siete Grandes del Bur
Poltico gozaban de una influencia excesiva en l, Despus del XI congreso, estos siete fueron
Lenin, Stalin, Trotsky, Zinoviev, Kamenev, Tomsky y Rykov.2 En la segunda etapa de su plan,
Lenin propondr que se constituya, al lado del Comit Central ampliado, una Comisin Central de
Control que abarcara de setenta y cinco a cien miembros y que estara encargada precisamente de
asumir las tareas de construccin del aparato estatal. La idea inicial era que los nuevos miembros
fueran elegidos entre los obreros, pero esta clusula ser abandonada finalmente, puesto que las
tareas que deban asignrseles eran demasiado complejas para que las llevaran a buen trmino los
obreros de las fbricas.
El Comit Central y la nueva Comisin Central de Control constituirn en conjunto el nuevo
Comit Central, importante asamblea de ciento cincuenta a doscientas personas, que pasara a ser en
1

Estas ideas sern reasumidas por Lenin en sus artculos Sobre la Inspeccin Obrera y Campesina (cuya primera
versin se reproduce en Sotch., t. 45, pgs. 442-450) y en 'Ms vale menos, pero mejor, reproducido aqu en el anexo
IX.
2
As como cuatro suplentes, entre ellos Bukharin y Kuybychev.

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realidad una Conferencia del Partido y se reunira seis veces al ao. Por otra parte, el presidium de
la Comisin Central de Control participara en los trabajos del Bur Poltico, como colaborador y
como fiscalizador a la vez, y velara por el funcionamiento regular del Comit Central y del Bur
examinando todos los documentos, etc., sin consideracin de personas, aunque se tratara del gensek.
El Comit Central, reforzado de esta forma, sera dotado de poderes ms amplios. Pero, por
ltimo, de dnde procedera la iniciacin y el mtodo para la creacin de un cuerpo eficaz de
funcionarios? Lenin recurre a la institucin de la que en otro tiempo fuera promotor, pero que lo
haba decepcionado profundamente: la Inspeccin Obrera y Campesina, que designaremos en su
sigla rusa con las tres letras R.K.I. Esta organizacin tena la tarea de controlar el trabajo de los
organismos gubernamentales y administrativos. Bajo la direccin de Stalin, comisario de control,
desde marzo de 1919 hasta el 25 de abril de 1922, se haba convertido en un cuerpo pletrico y muy
burocratizado, que comprenda unos doce mil funcionarios, entre los que figuraban pocos obreros:
el tchinovnik haba logrado hacerse dueo muy pronto de las instituciones destinadas precisamente
a combatir la burocracia.
Trotsky haba comenzado a acusar a la R.K.I. desde principios de 1922. Por aquel entonces,
Lenin todava defenda este comisariado y, por lo tanto, indirectamente, tambin a su jefe, pero en
sus ltimos textos lo describe como un foco de ineptitud, un asunto sin esperanza: No existe otro
comisariado peor organizado que la ni siquiera posee una sombra de autoridad. Estos dardos
lanzados a Stalin a travs del comisariado del que haba sido responsable, fueron sin duda la causa
de que el artculo Ms vale menos, pero mejor, cuya redaccin estaba terminada el 10 de febrero,
no apareciera en Pravda hasta el 4 de marzo.3
Era preciso librarse cuanto antes de todo este frrago, para conservar en el seno del comisariado
slo a tres o cuatro cientos de los mejores especialistas en mtodos cientficos de gestin y
organizacin del trabajo, reclutados entre los antiguos funcionarios de la R.K.I. o en otra parte. De
esta manera podran jugar un papel pedaggico ante los nuevos miembros del Comit Central. Por
otra parte, en todo lo relativo a las administraciones gubernamentales, la nueva R.K.I, se unira a la
Comisin Central de Control en una especie de comisariado modelo que agrupara todo lo mejor
de nuestro orden social. Por lo tanto, los especialistas de la gozaran a la vez de una situacin
material privilegiada y de un gran prestigio, gracias a una fusin parcial con las altas esferas del
gobierno.
Llegado el caso, la nueva Comisin. Central de Control sera a la vez una especie de academia o
de instituto, ya que dedicara parte de su tiempo al estudio de los mtodos de gestin, control y
racionalizacin del trabajo, bajo la direccin de expertos en la materia. De golpe, este C.C.C.R.K.I., con sus quinientos expertos y miembros de la Comisin Central, se convertira en una
institucin dotada de la ms alta capacidad de trabajo, de una eficacia y de un nivel sin igual en el
Estado, un singular supercomisariado de organizacin y supervisin, encargado de difundir los
buenos mtodos en todos los niveles de la administracin pblica.
Aprender a gobernar y ensearlo a la. mquina administrativa, ganarse as la confianza de los
campesinos y reducir al mnimo los riesgos de ruptura de la alianza, prevenir el peligro de
escisin accidental del Partido, ayudar al Estado a maniobrar ms holgadamente en el campo
internacional, stas son, dice Lenin, las grandes tareas que sueo para nuestra Inspeccin Obrera
y Campesina. He ah por qu proyecto para ella la fusin del organismo supremo del Partido con un
simple Comisariado del. Pueblo. Con estas palabras termina el ltimo artculo que escribi
Lenin.
Lenin, que se calificaba de marxista ortodoxo, que utilizaba indudablemente el mtodo marxista
para considerar los fenmenos sociales y que abordaba el problema internacional en trminos de
clases, se comporta, sin embargo, en su programa, como un jefe ejecutivo guiado por un estricto
sentido de lite, en lo que se refiere a los problemas de gobierno. No aplica al hecho de gobernar los
3

Segn DEUTCHER, op. cit., pgs. 88-90, la mayora del Bur se opona a la publicacin; Kuybychev haba incluso
propuesto imprimir, para uso de Lenin, un nmero especial de Pravda con el artculo en cuestin. Pero Trotsky insisti
para que el artculo fuera publicado normalmente, y su idea triunf finalmente con el apoyo de Kamenev o de Zinoviev.

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mtodos de anlisis social, y se limita a examinarlo desde el ngulo de las tcnicas de organizacin.
Esto no es ms que el resultado de la situacin del poder sovitico a principios del ao 1923, puesto
que, repetimos, el poder poltico sobre todo con la Nep era el nico instrumento de accin que
quedaba en manos de los bolcheviques. Este hecho inesperado, que inquietaba a quienes detentaban
el poder, era la primera manifestacin de una de las caractersticas ms originales de nuestra poca:
la supremaca de los factores polticos, la enorme influencia de los gobiernos sobre la economa y la
sociedad en general. El leninismo era ms apto que otras escuelas del marxismo para comprender
esta verdad, puesto que su voluntarismo haca hincapi en la conciencia poltica y en la posibilidad
de inculcar sus principios a las fuerzas sociales.
El sentido de lite de Lenin no haca ms que traducir su adaptacin a una situacin en que la
principal fuerza del rgimen era una minora, y se dispona a utilizarla al mximo para que sirviera
de detonador al proceso de transformacin social de todo el pas. Pero, en este orden de ideas, el
pensamiento de Lenin encierra algunos puntos dbiles; disminuye su vigilancia hacia algunas
tendencias peligrosas que, precisamente, predominarn muy pronto en la cumbre del poder.
Es verdad que las circunstancias haban sido de tal especie, hasta fines de 1921, que era lgico
que la preocupacin principal de Lenin fuera defender el poder, conquistado a costa de tanta
audacia y de tantos sacrificios, antes que organizar la defensa contra el poder, contra la hipertrofia
de la dictadura. La cuestin deba haberse planteado en 1922, pero se le escapa, como lo haba
hecho la cuestin nacional casi por completo, para decirlo con sus palabras. Lenin, prisionero de
la enfermedad, pero tambin de su propia mquina gubernamental, se plantea al fin el problema tan
difcil, y quizs insoluble a corto plazo, de los frenos y las garantas necesarios para asegurar la
salud poltica y moral de la dictadura. En este momento no se puede confiar en las fuerzas sociales
que deberan participar en su funcionamiento, puesto que Rusia debe primero instruirse. Los
obreros, en especial, quisieran darnos un aparato mejor, pero no saben por dnde empezar, no
tienen el nivel necesario.4 Los campesinos deben ms bien ser vigilados. Por este motivo, Lenin se
opone duramente a todo lo que, de cerca o de lejos, evoque la democracia burguesa. Pudo haber
sacado provecho de una ms madura reflexin, pero, de inmediato, estas prcticas hubieran llevado
rpidamente a la exclusin de los bolcheviques del poder. Este es el motivo de volver a la lite, a la
calidad de sus hombres, en espera de que el pas adquiera una cultura.
Si todo el edificio descansa as sobre una base idealista, sobre la calidad de los cuadros
superiores, y no sobre la fuerza y la conciencia de la clase obrera, esta actitud, por frgil que sea, e
inesperada que sea en un marxista, responde perfectamente a la situacin que Lenin debe afrontar.
En otros pases iban a presentarse ms de una vez anlogos problemas de estructuras, que daran
lugar a la misma tentativa de solucin. En este sentido y en esta medida, el testamento de Lenin
conserva un inters actual, al proponer una poltica de los cuadros gubernamentales. Pero es preciso
interrogarse con ms amplitud y afrontar con lucidez el otro aspecto de la realidad del poder, la
burocracia, esa burocracia que padecen los pases en vas de desarrollo que han escogido para
desarrollarse mtodos estatales y centralistas.
Lenin combata ferozmente la burocracia, pero no la analizaba lo suficiente en profundidad.
Admita que comprenda todava defectuosamente este problema: Es una cuestin que todava no
hemos podido estudiar.5 Lenin, las ms de las veces, quiere ver en ella una herencia del antiguo
rgimen. La explicacin, sin ser falsa, es a todas luces insuficiente. La burocracia iba a convertirse,
por otra parte, en un rasgo tan caracterstico de la realidad sovitica, y a ajustarse hasta tal extremo
al sistema, por su composicin y por sus mtodos, que los elementos del pasado iban a perder
pronto toda importancia. Es preciso buscar en otra parte.
El crecimiento incesante del nmero de funcionarios y de su influencia en la vida del pas era
alimentado por la conjugacin de los factores inherentes a un pas atrasado y de una necesidad real
4

Sotch., t. 45, pgs. 390-391. La primera versin de los textos sobre la R. K. I. dice que los obreros debern representar
la fuerza esencial del nuevo Comit Central y de la Comisin Central de Control. El artculo publicado por la Pravda ya
habla menos de ello. En Ms vale menos, pero mejor, la idea de la preponderancia de los obreros en las nuevas
instituciones queda totalmente abandonada.
5
Ibid., pg. 251.

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de nuevas administraciones o de administraciones adicionales, engendrada por la economa en


desarrollo y por la planificacin centralista. Por ello y Lenin no se dio cuenta la burocracia se
convirti en la autntica base social del poder. No es posible la existencia de un poder poltico
puro, privado de toda base social. El poder debe encontrar una base social que no est constituida
nicamente por los aparatos de coaccin. El vaco en el que pareca sostenerse el rgimen
sovitico se colm con rapidez, aunque los bolcheviques no se dieran cuenta o no quisieran darse
cuenta. El perodo estaliniano podra caracterizarse por la sustitucin de la base social inicial del
poder, constituida por la clase obrera, parte de los campesinos ms pobres y algunos estratos de la
intelligentsia, por la burocracia.
A. Stalin, siendo como el propio Lenin un tcnico del poder, pero carente de la envergadura
intelectual y moral de ste y desprovisto de los escrpulos de los cuadros europeos del Partido, no
le costaba nada incorporar a sus proyectos todas las enmiendas de Lenin tendentes a un sentido
idealista, internacionalista o socialista, pues daba por descontado que muchas cosas quedaran en
letra muerta y que la realidad, tal como l la comprenda, iba a prevalecer. De este modo, todos los
proyectos a los que Lenin atribua tanta importancia ampliacin del Comit Central, creacin de
la gran Comisin Central de Control y fusin con la R..K.I. sern aceptados y realizados; pero, al
no estar animadas ya por el espritu en que haban sido concebidas, estas creaciones slo servirn
para facilitar la victoria de las tendencias que Lenin quera combatir.
Si el rgimen de Lenin termin apoyndose en una fuerza, la burocracia, que ste aborreca, esto
es slo fruto de una situacin en que un rgimen nuevo impuso un esfuerzo de desarrollo a un pas
atrasado, donde las fuerzas sociales vitales eran dbiles, indiferentes u hostiles. Si Lenin no previ
este fenmeno, esto se debe a que su anlisis social se fundament slo en tres clases: los obreros,
los campesinos y la burguesa, sin tener en cuenta el aparato estatal en cuanto a estrato social
diferenciado en un pas que nacionalizaba las ramas esenciales de la economa. Un gran historiador
reprocha a Lenin el desconocimiento del papel de las administraciones en una sociedad moderna...
o, digamos, en vas de modernizacin.6 Este reproche est justificado en la medida en que Lenin
confunda los aparatos con el reinado del tchinovnitchesivo de tipo zarista. Pero ya haba abordado
la cuestin en el ao 1918, al favorecer a las administraciones en contra de las tendencias
anarcosindicalistas de los obreros; en 1923, sus proyectos de reorganizacin demuestran que cada
vez era ms consciente del problema.
Lo abord una vez ms desde otro ngulo. Lenin sigue analizando el Partido en su funcin de
vanguardia del proletariado. Pero el Partido est compuesto por una minora de obreros que,
adems, no juega en l el primer papel, y esto inquieta a Lenin. La composicin del Partido refleja
ms o menos la situacin de las fuerzas sociales del pas. En su seno, al igual que en el conjunto del
rgimen, la tendencia general que ms tarde reforzar su monolitismo va haca la
burocratizacin, que se expresa especialmente por la preponderancia de las funciones ejecutivas y
por la estructura piramidal del aparato. Es el proceso de transformacin de un partido poltico en un
aparato de poder. Stalin advierte la tendencia y, lejos de frenarla como quera Lenin, la acepta, se
apoya en ella y la robustece.
Al trmino de su vida, Lenin ve cada vez ms claramente estos problemas, ya que la intencin
implcita o explcita de todos sus proyectos es oponerse a las tendencias que despuntan en el
rgimen y que, despus de su muerte, van a triunfar. Habra sido preciso que viviera para demostrar
que poda cambiar sustancialmente algo, pero, en este caso, hubiera tenido que superar tambin una
serie de puntos dbiles existentes en su anlisis y en su razonamiento; los fenmenos de que habla
en su testamento no los vea an con toda claridad.
Vemos, por ejemplo, que la C.C.C.-R.K.I. que l proyecta debe ser independiente de los otros
organismos de la cumbre gubernamental, lo que, en teora, est garantizado por su vnculo directo
con el Congreso del Partido y por su responsabilidad exclusiva ante esta asamblea. Ahora bien,
Lenin no dedica ni una palabra al Congreso y a su papel. Esto constituye una importante laguna.
Quiz pueda explicarse debido a que el Congreso haba sido hasta entonces una autoridad
6

CARR, Socialism in One Country, t. II, pg. 200.

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suficientemente importante y prestigiosa. Pero iba a encontrarse, sin quererlo Lenin, ligado por sus
disposiciones de marzo de 1921 sobre la prohibicin de fracciones. Esta temible arma facilitada al
Secretariado permita a ste paralizar todo intento de discusin o de contestacin, al poder calificar
cualquier desacuerdo de divisionismo. Por otra parte, el Congreso iba a quedar fuera de combate a
causa de la facultad que tena el Secretariado de nombrar prcticamente a todos los cargos de
responsabilidad del Partido. Muy pronto, la composicin de los Congresos ser libremente
manipulada por el Secretariado.
En estas condiciones, ha desaparecido la libertad necesaria para la bsqueda y formulacin de
una poltica. El mecanismo que permita cambiar de lnea o de equipo es falso o inexistente; Lenin
lo menciona. Otra grave laguna: los miembros del futuro C.C.C.- R.K.I. no deban ser elegidos, sino
nombrados por el Orgbjuro. Todo el futuro de la reforma dependa, pues, de los criterios y el
espritu de esta designacin. Lenin, inconscientemente, sigue razonando corno si fuera a participar
en ella. Ha comprobado que uno de los miembros del Bur Poltico, el gensek, posee un poder que
los otros no tienen, y quiere que unos poderosos fiscalizadores controlen sus actividades al mismo
tiempo que las del Bur. Ahora bien, si el gensek conserva las prerrogativas que tiene y Lenin no
ha propuesto explcitamente una revisin de esta situacin, salvo cambiar al titular del cargo, es
l quien en la prctica nombrar a los fiscalizadores. Y esto es lo que sucedi.
ltima laguna, para concluir, muy distinta y significativa: todo el programa de Lenin tenda a
asegurar la unidad del Partido, a evitar la escisin. Pero no dice palabra de este fenmeno, el
divisionismo, cuya represin servir despus de sempiterno pretexto para acallar toda crtica: bajo
Stalin, la Comisin Central de Control, constituida aparentemente en el espritu de los proyectos de
Lenin, iba a hacer de esto poco menos que su nica preocupacin. A este respecto, es perfectamente
permisible una suposicin, no desprovista de verosimilitud: Lenin ya no vea en el divisionismo el
mismo peligro que en la poca del levantamiento de Kronstadt y estaba dispuesto a arrinconar las
clusulas secretas de las deliberaciones del X congreso. Esta suposicin concuerda con el sentido
general del testamento, tal como vamos a intentar esclarecer seguidamente y como conclusin.

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CAPTULO X
SI LENIN HUBIERA VIVIDO...
En vista de la poca influencia que las sugerencias de Lenin han tenido sobre la marcha de los
acontecimientos en la U.R.S.S., se siente a veces la tentacin de calificadas de utpicas, alejadas de
la realidad e ineficaces. Sin embargo, creemos que merecen ms atencin y una apreciacin ms
positiva. Es cierto que si bien Lenin consideraba objetivamente los problemas de su rgimen,
algunas tendencias se le revelaron demasiado tarde y otras no fueron comprendidas por l con toda
la claridad que era de desear. Sin embargo, sus propuestas de reformas comprendan en lo esencial,
tanto por su contenido explcito como por sus consecuencias implcitas, una respuesta global a la
realidad poltica del pas.
Recapitulemos someramente el conjunto de estos puntos.
Lenin no discerni en toda su amplitud el peligro representado por el abuso de poder que poda
ejercer la cumbre de la jerarqua, y su tendencia a degenerar en una dictadura personal
irresponsable. Pero se percat del problema a propsito de un sector particular de la vida poltica
del pas, la cuestin de las nacionalidades, y esto le alarm en extremo, hasta el punto, como hemos
visto, de estar dispuesto a hacer derogar la estructura de la Unin que el Congreso de los Soviets
acababa de aprobar, y llegar a exigir la liquidacin poltica de los dzerjimordy. Cuando se piensa en
los puestos que los tres principales de ellos ocuparon a los dos aos de la muerte de Lenin, es
posible medir el enorme trecho que existe entre la direccin que tomaron los acontecimientos y el
curso que Lenin quera darle: en ese momento, en lugar de estar expulsados del Partido,
Ordjonikidze ocupaba la presidencia del aparato de control del Partido y del Estado, Dzerjinsky
presida el Consejo Nacional de Economa y Stalin segua ocupando el puesto clave del Partido.
La idea de la Comisin Central de Control no era un simple procedimiento para mejorar el
trabajo del aparato estatal. Su implantacin deba acarrear cambios importantes en el propio carcter
de la cumbre de la jerarqua y en la lite que reinaba en el seno del Partido. Si se hubiera logrado el
refuerzo del Comit Central, habra tenido como consecuencia la sumisin del Secretariado y de
todo el cuerpo legislativo del Partido al control de un organismo ms amplio y ms representativo.
Se habra concedido un papel nuevo Lenin deseaba que fuera preponderante a los especialistas
y a los estudiosos, con su entrada en las altas esferas del Partido y el gobierno, Desde la idea inicial
de conceder mayor valor a las decisiones del Gosplan, Lenin haba llegado a concebir este
C.C.C.-R.K.I., que debera educar a los cekistas y ayudarlos en la tarea de reformar los aparatos. Si
se hubiera emprendido realmente este espectacular esfuerzo por reunir en torno al Comit Central
todo lo mejor que exista dentro de la dictadura, es fcil imaginar que la calidad del personal en la
cumbre del poder, sus mtodos de trabajo y las relaciones internas habran cambiado por completo.
Aunque no hubiera tenido xito, al menos se habra intentado un cambio serio en las tendencias del
aparato. Por otra parte, el nuevo carcter del perodo que se iniciaba un perodo de respiro segn
la apreciacin de Lenin pareca requerir estos cambios. El espectro del hambre, particularmente
aterrador durante los aos 1920 y 1921, cedi ante la primera buena cosecha, la de 1922,
recolectada bajo el signo de la Nep. Se podra pasar a esas tareas de construccin y civilizacin (en
sentido dinmico: kulturnitchestvo) que iban a requerir un tiempo indeterminado. Este trabajo en
profundidad requerira, como es natural, sin que esto se dijera expresamente, no slo una evolucin
en los mtodos y en el estilo del gobierno, sino tambin el advenimiento a la cumbre de elementos
nuevos, administradores y polticos cultos y especializados, con un desplazamiento del centro de
gravedad del poder, que pasara del Secretariado al Comit Central, tendente a desbancar el

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apparatchik de costumbres rudas y poco instruido. El proyecto de Lenin constitua un autntico


golpe de Estado, puesto que se trataba a la vez de desplazar a algunos jefes y de implantar una
nueva orientacin en todo el funcionamiento de la dictadura: mtodos de reclutamiento y de trabajo,
nuevos criterios para la eleccin de los objetivos. Ante ello nos sentimos tentados, extrapolando un
trmino de moda, a hablar de una revolucin tecnolgica contra la burocracia que Lenin encontraba primitiva en exceso.
Por otra parte, Lenin intenta establecer en la cumbre de la dictadura un equilibrio entre diferentes
elementos, un sistema de control recproco que podra jugar el papel nuestra comparacin es
aproximativa de la separacin de poderes en un rgimen democrtico. Un importante Comit
Central, elevado al rango de Conferencia del Partido, traza las lneas globales de la poltica y
supervisa el conjunto del aparato del Partido, a la vez que participa en la ejecucin de las tareas ms
importantes, tanto corno institucin considerada globalmente como a travs de las actividades de
sus miembros considerados individualmente. Una parte de este Comit Central, organizado en Comisin Central de Control, adems de su participacin en las funciones comunes del Comit
Central, controlara a este mismo Comit Central y a los rganos que de l emanan: Bur Poltico,
Secretariado, Orgbjuro. La Comisin Central de Control, flanqueada por los especialistas de la
R.K.I., o C.C.C.-R.K.I., tena que ocupar una posicin especial en relacin al conjunto de las
instituciones; su independencia deba garantizarse con su vnculo directo con el Congreso del
Partido, sin pasar por el Bur Poltico y sus instrumentos administrativos, ni por el Comit Central.
Vistos bajo este aspecto, estos proyectos parecen complejos y poco elaborados. Pero, aun siendo
embrionarios, plantean el problema de principio: Cmo garantizar la supervivencia de una
dictadura revolucionaria instaurada en condiciones prematuras, y a la vez salvaguardar la pureza
inicial y la adhesin a los principios? Lenin intentaba racionalizar la dictadura, de modo que sta
pudiera defenderse a la vez de sus enemigos exteriores y de los peligros inherentes al poder
dictatorial.
La parte ms explcita del legado de Lenin podra resumirse esquemticamente en estos tres
mandamientos:

1. Frenad el nacionalismo, en particular el nacionalismo ruso, combatid este chauvinismo de


gran potencia que todos los brazos de la mquina gubernamental tienden a servir; velad por la
educacin internacionalista de los pueblos de la Unin.
2. Combatid la burocracia inculta, derrochadora y generadora de opresin, combatidla a todos
los niveles, incluida la cumbre del Partido; luchad por una administracin eficaz del Estado.
3. Deponed a Stalin.
La ausencia, en el testamento, de toda mencin a la interdiccin de las fracciones se torna
significativa por la ausencia igualmente de referencias relativas al terror como medio de promover
la ejecucin de los planes del gobierno. Sin embargo, el terror haba ocupado un lugar bastante
considerable en los escritos anteriores de Lenin, que haba sido un ferviente defensor del mismo,
corno ltimo recurso. El nuevo volumen 45 de las Obras contiene numerosos textos, hasta ahora
desconocidos o defectuosamente conocidos, que lo analizan en cuanto a mtodo: era preciso
mantener esta arma siempre en reserva, Lenin tena empeo en recordarlo, por cuanto se corra el
riesgo de que la liberalizacin que acompaaba a la Nep rompiera los cordones de seguridad del
poder. As, en una carta dirigida a Kamenev y publicada por primera vez en el ao 1959, Lenin
declara: Es una equivocacin muy grande pensar que la Nep haya puesto fin al terror; todava
vamos a recurrir al terror y al terror econmico1 Explica a Kamenev que ser preciso encontrar la
manera de hacerlo entender delicada y educadamente a todos aquellos que en la actualidad
quisieran rebasar los lmites asignados por el poder a los hombres de negocios.
Pero, en otros textos, ms inquietantes, si se considera el uso que despus se hara de ellos, Lenin
iba ms lejos. En sus enmiendas al proyecto del cdigo penal, insisti para que se diera la
1

Carta a Kamenev del 3 de marzo de 1922 (Sotch., t. 45, p. 428).

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interpretacin ms amplia posible a la nocin de accin contra-revolucionaria. Su definicin


deba ser vinculada a la burguesa internacional, en forma tal que este tipo de delito quedara
jurdicamente impreciso y que toda arbitrariedad tuviera entrada por esta puerta. El delito habra
consistido, entre otras cosas, en una propaganda y agitacin o en una participacin o ayuda a una
organizacin en provecho de aquella parte de la burguesa internacional que no reconoce al
rgimen sovitico iguales derechos que al capitalismo, o intenta derrocarlo por la fuerza. Esta
formulacin ya es harto amplia, pero lo realmente estremecedor, si se considera que la represin
poda llegar hasta la pena capital, es la ampliacin del delito por analoga: sera culpable quien
prestara concurso objetivamente a esta parte de la burguesa internacional (que combate al rgimen), y asimismo quien participara en una organizacin del interior cuyas acciones ayudaran o
fueran susceptibles de ayudar a esta burguesa!2 Citamos este ejemplo para demostrar que Lenin
deseaba entonces dejar campo libre al empleo del terror o a la amenaza de este empleo (no por
medio de la Checa nicamente, sino a travs de los tribunales y de un procedimiento regular),
mientras los grandes pases capitalistas siguieran amenazando a la U.R.S.S.
Lenin est, por tanto, lejos de ser un liberal, blando e incapaz de emprender, llegado el caso, una
accin enrgica. Pero, contrariamente a algunos de sus herederos, la represin le repugnaba; la
reservaba para la defensa del rgimen contra amenazas graves e importantes y para el castigo de
quienes transgredieran la legalidad.
Ahora bien, volviendo al ltimo programa de Lenin, el empleo de la coaccin y con ms razn
del terror queda ostensiblemente excluido cuando se trata de establecer las bases de una nueva
sociedad. El segundo Qu hacer? de Lenin exalta la prudencia, la mesura, la moderacin y la
paciencia. Lenin no ha abandonado el arma de la coaccin, si se trata de defender el rgimen, pero,
para construir, est vedada toda precipitacin: Es preciso impregnarse de una desconfianza
saludable ante todo movimiento de avance brusco e inconsiderado, ante toda especie de presuncin. Esta frase est extrada de Ms vale menos, pero mejor. Es mejor no alcanzar el xito
hasta dentro de dos aos, o incluso hasta dentro de tres, antes que precipitar las cosas sin ninguna
esperanza de formar un buen material humano. Nada de segunda revolucin!, sta ser la
interpretacin del testamento que Bukharin, cinco aos despus, lanzar contra Stalin, y estaba en
lo cierto. Lenin ya no evoca la fuerza como partera de una nueva sociedad, despus de la toma del
poder y del retorno de la paz; la nueva consigna en esta situacin nueva es claramente seguir el
camino de una evolucin gradual. Y esta nueva consigna es formulada contra toda la presin de la
realidad rusa que y Lenin lo saba perfectamente no haca ms que gravitar en sentido
contrario.
La regla de Ms vale menos, pero mejor ser ciertamente difcil de hacer observar pero, por
anticipado, Lenin rechaza el argumento de las tendencias espontneas:
S que la regla contraria se abrir camino entre mil vueltas y revueltas. S que va a ser preciso
oponer una resistencia formidable, que se tratar de dar muestras de una perseverancia prodigiosa,
que esta tarea, al menos en los primeros aos, ser terriblemente ingrata. Y, sin embargo, estoy
persuadido de que slo as llegaremos a nuestro objetivo y sabremos, una vez lo hayamos
alcanzado, fundar una repblica autnticamente digna del nombre de Repblica Socialista
Sovitica, etc..3
A nuestro juicio, no se puede hablar de utopa a propsito de los grandes objetivos de Lenin.
Muchos de los objetivos asignados al rgimen en lo que se refiere al desarrollo econmico y
cultural del pas han sido hoy alcanzados. En cuanto a la otra gran empresa, la de crear una mquina
dictatorial capaz de controlarse a s misma en gran medida, aunque su realizacin est hoy ms
cercana, sufri de buenas a primeras un doloroso descalabro: el rgimen sovitico atraves un largo
perodo, sumariamente denominado estaliniano, cuyos rasgos esenciales fueron diametralmente
opuestos a las perspectivas del testamento. Este hecho reclama algunos comentarios. La dictadura
progresista es uno de los fenmenos polticos ms importantes de nuestro siglo. Su papel es de gran
22
3

Carta a Kurskij, comisario para la justicia, de fecha 15 de mayo de 1922. Ibid., t. 45, pgs. 189-190.
Ibd., pg. 392. Vase anexo IX,

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importancia y sus perspectivas estn lejos de haberse esfumado. Pero nada permite concluir que este
tipo de dictadura, en determinado grado de desarrollo, est obligatoriamente abocada a degenerar en
una dictadura personal, desptica e irracional. Visto en una perspectiva histrica, el objetivo de
Lenin, que consista en llegar a un rgimen dictatorial racional, a la cabeza del cual figuraran jefes
ntegros, dotado de instituciones eficaces y que trabajara conscientemente para rebasar el
subdesarrollo y la dictadura, no tena en s nada de utpico. Por otro lado, en el tiempo de Lenin,
aun en condiciones tan difciles, la mquina dictatorial sovitica funcionaba todava de forma muy
diferente a como iba a funcionar ms tarde. Si los proyectos de Lenin no se realizaron, fue a causa
de que las tendencias originadas durante la guerra civil slo podan ser conjuradas por medio de
reformas audaces, y de que en ausencia de un jefe capaz y prestigioso los proyectos en cuestin
quedaban reducidos a simples votos. La mquina implantada bajo Lenin har con facilidad caso
omiso de las intenciones profundas del jefe desaparecido; el embalsamamiento de su cuerpo y la
institucin pstuma de un culto a su persona iban a servir para intentar encubrir un tipo de dictadura
completamente ajeno a sus planes.
El mayor desfase entre las intenciones de Lenin y la historia real se encuentra en el campo de los
mtodos. Parece que en la actualidad la U.R.S.S. haya entrado en un perodo de evolucin interior
en que los mtodos econmicos y pedaggicos sustituyen progresivamente a la coaccin
administrativa, corno deseaba Lenin. Mas, durante largo tiempo, el terror fue el instrumento
principal para implantar las nuevas estructuras.
En nuestros das, se discute vivamente la cuestin de si los mtodos de Stalin, tan perjudiciales a
la idea que nos hacamos del socialismo y al desarrollo del movimiento socialista en el mundo,
representaban la eleccin, brutal pero justa, del nico camino posible, o bien si exista otra frmula
que Stalin personalmente haba sido incapaz de concebir.
No cabe duda de que las poderosas fuerzas inherentes a la situacin interior de Rusia y a su
posicin internacional impelan a recurrir a los mtodos de fuerza para romper los obstculos que se
oponan al desarrollo, tenaces en extremo en ese pas atrasado, agrario y aislado. No cabe duda que,
cualquiera que hubiera sido la capacidad de sus jefes y de sus minoras, la Rusia sovitica estaba
predestinada a sufrir crisis y conmociones. Era difcil imaginar una curva de desarrollo que subiera
suave y gradualmente, sin tropiezos ni convulsiones. Lenin no se hacia ilusiones al respecto y
tampoco las difunda. Sin embargo, en cualquier circunstancia deseaba una poltica meditada,
quera que se fuera dueo de uno mismo ante cualquier tensin o cualquier dilema que se debiera
enfrentar. Si hubiera vivido, habra tenido que resolver inevitablemente el problema de la
acumulacin primigenia (constitucin del primer capital para el arranque de la economa
industrial), por grande que hubiera sido su aversin ante este concepto. Hubiera tenido que
reaccionar cuando el campesinado, aun sin una intencin poltica deliberadamente hostil, se neg a
vender el trigo y prcticamente amenaz con sumergir al pas en el hambre, a causa de la dbil
oferta de productos industriales. Se hubiera visto constantemente obligado a enfrentarse con la
paradoja de un partido nico en un pas socialmente diversificado, se hubiera visto obligado a
preservar la unidad del Partido y los imperativos de disciplina y eficacia tan a menudo contradictorios con los que impona la necesidad de dejar un sitio a la libre crtica para impedir que el
Partido cayera en la degeneracin burocrtica.
Hubiera logrado Lenin resolver prcticamente todas estas cuestiones en forma correcta, y cmo
se las hubiera ingeniado? (Puede legtimamente un historiador emprender una indagacin de este
tipo? Afirmamos que s, a condicin de no traspasar ciertos lmites, que la transformaran en una
especulacin gratuita.)
Para responder a esta pregunta, es necesario proceder a una extrapolacin cuyo punto de partida
se encuentra en nuestros conocimientos de la personalidad de Lenin y su ltimo programa. Sin duda
Lenin se habra empeado en la realizacin de sus reformas; en el curso del camino, algunas
hubieran demostrado ser poco realistas o irrealizables y habran sido sustituidas. Otras, e incluso su
poltica global, hubieran tropezado con oposiciones en el seno del Partido y con dificultades en el
pas; la oposicin interior hubiera procedido de la burocracia, de los apparatchiki nombrados por el
Orgbjuro, oposicin debilitada, sin embargo, al menos por algn tiempo, por la eliminacin del

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grupo de Stalin, que Lenin hubiera llevado a cabo conforme a sus intenciones. Con Lenin nunca
hubiera cesado la lucha contra los mtodos administrativos y contra la ineficacia de la burocracia,
contra el nacionalismo ruso (y los nacionalismos locales alimentados por ste). Se hubiera visto
obligado incesantemente a movilizar aliados dentro del Partido y fuera de l; hubiera tenido que
recurrir a las fuerzas vivas del pas: la juventud, obrera y estudiantil, los intelectuales, los mejores
elementos campesinos, determinados elementos de la vieja guardia revolucionaria, de los otros
partidos socialistas y de tal o cual grupo, segn las circunstancias, de la vieja guardia bolchevique,
compuesta entonces por hombres todava jvenes; los elementos ms ilustrados de la administracin
hubieran sido asimismo un apoyo. El apparatchik, los policas, los dzerjimordy y los tchinovniki,
sin desaparecer nunca del todo, hubieran sido constantemente atacados, desalentados, rechazados.
El primer plano de la escena hubiera sido ocupado por los innumerables militantes que Stalin deba
eliminar, y tambin por militantes menos brillantes pero a menudo honestos, que deban ser
utilizados por el sistema estaliniano, por toda clase de gente valiosa no afiliada que deba sucumbir
en las purgas. Se habra visto ms fcilmente a Lenin perecer en prisin que infligir a su pas una
hemorragia demencial de esta clase. Una coalicin de Lenin con Trotsky y algunos otros hubiera
permitido una utilizacin racional de los mejores cuadros, en lugar de su eliminacin. Es indudable
que esta legin de hombres no se hubiera limitado slo a contribuir en la promocin del programa
de Lenin, hubiera sido tambin un plantel de oponentes que habran intentado desbordarlo, unas
veces a la derecha y otras a la izquierda. Lenin, con toda certeza, no habra utilizado los mtodos
estalinianos para deshacerse de ellos. Nuestras palabras se convertiran en una simple especulacin
si afirmramos que Lenin habra vencido y salido airoso infaliblemente. Tambin pudo haber
sucumbido, o acabar en desviacionista como tantos otros. Pero lo que s puede afirmarse con certeza es que Lenin habra combatido encarnizadamente el proceso que termin haciendo del perodo
estaliniano lo que ste fue.
Para no ser derrotado, Lenin hubiera tenido que realizar prodigios de habilidad, hubiera debido
mostrarse audaz, diestro en las maniobras, innovador en poltica; estas cualidades se le reconocen
ampliamente. Se hubiera visto precisado a, segn sus propias palabras, dar muestras de una
obstinacin prodigiosa. Puede creerse que era capaz de hacerlo. Es legtimo pensar que Lenin,
actuando de acuerdo con Trotsky y otros, hubiera podido hacer pasar la Rusia sovitica por un
camino menos trgico, ms racional y que habra comprometido menos la idea del socialismo. En
efecto, Lenin necesitaba la ayuda de Trotsky para llevar a buen fin sus ideas. No fue slo a causa de
la enfermedad que recurriera a l. Los dos hombres se completaban perfectamente, aun sin llegar a
producir la simbiosis que Lenin quera ver entre Krjijanovsky y Pjatakov en el Gosplan, Juntos
simbolizaban la llamada movilizadora de la Revolucin de Octubre.
Trotsky solo no era capaz de lograr el reagrupa-miento, la consolidacin y la conservacin de los
futuros depurados. Deutscher explica perfectamente por qu no poda ser el heredero: por
ejemplo, estando ya Lenin definitivamente paralizado, Trotsky acab por concluir aquel
compromiso desigual contra el que Lenin le haba puesto en guardia. Tranquiliz a Kamenev,
dicindole que, aunque en el fondo estaba de acuerdo con Lenin, no era del parecer de acabar con
Stalin, ni de excluir a Ordjonikidze, ni de separar a Dzerjinsky del Comisariado para Vas y
Comunicaciones. Empez a amonestar a Stalin: Basta de intrigas, necesitamos una honesta
colaboracin.4 Quera mostrarse magnnimo, seguro de poder permitrselo con el apoyo de Lenin
consignado en el testamento, pero as demostraba precisamente que no comprenda las
recomendaciones esenciales de ste.
Su debilidad era tambin la de un hombre demasiado altivo y, en cierto sentido, demasiado
idealista para maniobrar en la cocina poltica del crculo limitado de los dirigentes. Su posicin de
outsider, a causa de su pasado y de su estilo, le impidi actuar, cuando lleg la ocasin y para l
slo hubo una--con la resolucin que se impona. Sucumbi a una fetichizacin del Partido, a un
legalismo y a unos escrpulos que le paralizaban y le impedan responder sin vacilaciones a lo que
sus enemigos hacan contra l, como Lenin lo hubiera hecho. Lenin, el fundador, no tema deshacer
4

TROTSKY, Ma vie, op. cit., pg. 559.

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y rehacer lo que haba hecho con sus propias manos, Lenin no tema organizar la gente en torno
suyo, conspirar, batirse por la victoria de su lnea y para conservar la direccin en sus manos.
Trotsky no era ese tipo de hombre. Desaparecido Lenin, Stalin tena la victoria asegurada.

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Anexos
I
EL PROYECTO DE STALIN LLAMADO DE
AUTONOMIZACION
1. Considerar la utilidad de la conclusin de un acuerdo entre las Repblicas Soviticas de
Ucrania, Bielorrusia, Azerbaidjn, Georgia y Armenia y de la R.S.F.S.R. respecto a la adhesin
formal de estas Repblicas a la R.S.F.S.R. dejando de lado la cuestin de Bukhara, del Khorezm y
de la Repblica de Extremo Oriente, y limitando el acuerdo a la conclusin de protocolos sobre las
tarifas aduaneras, el comercio exterior, los asuntos extranjeros, las cuestiones militares, etctera.
Addenda: Aportar las modificaciones necesarias a las constituciones de las Repblicas
enumeradas en el prrafo 1 y a la de la R.S.F.S.R. previo examen de la cuestin por los rganos
soviticos.
2. En consecuencia, las resoluciones del V.C.I.K.1 de la R.S.F.S.R. sern consideradas como
ejecutivas en lo que se refiere a las instituciones centrales de las Repblicas enumeradas en el
prrafo 1, y las de los S.N.K.2 y del S.T.O.3 de la R.S.F.S.R. por los comisariados unificados de
estas Repblicas.
Addenda: Los representantes de estas Repblicas formarn parte del presidium del V.C.I.K. y de
la R.S.F.S.R.
3, Los servicios de asuntos exteriores y comercio exterior, de defensa, de vas de comunicacin y
de correos y telgrafos de las Repblicas enumeradas en el prrafo 1, se fusionarn con las
instituciones correspondientes de la R.S.F.S.R. y los comisariados correspondientes de la R.S.F.S.R.
delegarn en estas Repblicas unos representantes acompaados de un pequeo nmero de
funcionarios.
Estos representantes sern designados por los comisariados de la R.S.F.S.R. con el acuerdo de
las C.I.K. de las Repblicas.
Hay que considerar til la participacin de representantes de las Repblicas concernidas en las
representaciones de los comisariados de asuntos exteriores y de comercio exterior en el extranjero.
4.
Los comisariados para las finanzas, la alimentacin, el trabajo y la economa de las
Repblicas estarn sometidos formalmente a las directivas de los comisariados correspondientes de
la R.S.F.S.R.
5.
Los otros comisariados de las Repblicas enumeradas en el prrafo 1, es decir los
comisariados para la justicia, la instruccin pblica, el interior, la agricultura, el control obrero y
campesino, la salud pblica y los seguros sociales se considerarn independientes.
Addenda 1: Los organismos de las Repblicas enumeradas ms arriba que tengan por objeto la
lucha contra-revolucionaria quedarn sometidos a las directrices de la G.P.U. de la R.S.F.S.R.
Addenda 2: Los de las Repblicas slo dispondrn del derecho de amnista en los asuntos civiles.
6.
La presente decisin, si es confirmada por el Comit Central del P.C.R., no ser publicada
sino comunicada a los Comits Centrales de las Repblicas para que circule entre los rganos
soviticos, los comits ejecutivos centrales, o los congresos de los Soviets de dichas Repblicas,
antes de la convocatoria del congreso pan-ruso de los Soviets, donde se declarar que expresa la
voluntad de estas Repblicas.
(Archivos centrales del Partido en el Instituto del Marxismo-Leninismo del C.C.-P.C.U.S.
Origen: Sotchinenija, 5. edicin, t. 45, pgs. 557-558.)
1

Comit Ejecutivo Central Pan-ruso.


Consejo de Comisarios del Pueblo.
3
Consejo del Trabajo y de la Defensa.
2

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II
OBSERVACIONES DE LENIN Y SU PROYECTO DE FORMACIN
DE LA U.R.S.S.
Carta a L. B. Kamenev, destinada a los miembros del Bur Poltico del C.C.-P.C.R. (b)
26/IX
Camarada Kamenev! Sin duda Stalin ya te habr enviado la resolucin de su comisin relativa a
la incorporacin de las Repblicas independientes a la R.S.F.S.R.
En caso de que todava no la hayas recibido, te ruego que la pidas al secretario y la leas de
inmediato. A propsito de este asunto he conversado ayer con Sokolnikov, he hablado hoy con
Stalin y debo ver a Mdivani (comunista georgiano sospechoso de nezavisimost) maana.
En mi opinin, la cuestin tiene enorme importancia. Stalin se apresura en exceso. Dado que ya
tenas antes la intencin de ocuparte de ello y que incluso has estudiado un poco este asunto, debes
meditar seriamente sobre l y Zinoviev debe hacer lo mismo.
Stalin ya ha aceptado hacer una concesin, la de sustituir el trmino de adhesin a la
R.S.F.S.R. del prrafo 1 por unin formal con la R.S.F.S.R. en el marco de una Unin de
Repblicas Soviticas de Europa y Asia.
Confo en que el sentido de esta concesin est claro: nos reconocernos iguales en derecho con la
R.S.S. de Ucrania, etc., y entramos con ella en pie de igualdad en una nueva Unin, una nueva
Federacin, la Unin de las Repblicas Soviticas de Europa y de Asia.
En este caso, el prrafo 2 tambin debe modificarse para crear, paralelamente a las sesiones del
V.C.I.K. de la R.S.F.S.R. algo parecido a un V.C.I.K. federal de la Unin de Repblicas Soviticas
de Europa y Asia.
Si el primer organismo debe reunirse una vez por semana y el segundo a igual ritmo (o incluso si
se trata de establecer convocatorias cada dos semanas), las cosas no sern difciles de combinar.
Es importante no echar agua al molino de los nezavisimets, no destruir su independencia, pero
establecer un nuevo escaln, una Federacin de Repblicas que tengan iguales derechos.
La segunda parte del prrafo 2 podra quedar como est: las quejas (contra las decisiones del
S.T.O. y del S.N.K.) sern examinadas por el V.C.I.K. federal, sin que por ello se retrase su
resolucin (como en el caso de la R.S.F.S.R.).
El prrafo 3 podra conservarse con esta modificacin: se funden con los comisariados federales
situados en Mosc, los comisariados correspondientes de la R.S.F.S.R.., que dispondr en las
Repblicas miembros de la Unin de Repblicas de Europa y Asia de representantes acreditados y
de un reducido nmero de funcionarios.
La segunda parte del prrafo 3 queda como sta; para ser ms equitativos, quiz podra decirse:
segn acuerdo de los V.C.I.K. de las Repblicas miembros de la Unin de Repblicas Soviticas
de Europa y Asia.
Sera preciso reflexionar sobre la tercera parte: no sera necesario sustituir til por
obligatoria? O no sera preciso estipular una obligacin terica, aunque fuera en forma de una
interpelacin y no admitir una decisin que no estuviera sujeta a interpelacin ms que en los casos
excepcionales?
El prrafo 4, debera quizs estipular fusionar segn acuerdo de los V.C.I.K.?
Podra aadirse al prrafo 5: con la creacin de conferencias y congresos comunes (o
generales) de carcter puramente consultivo (o nicamente consultivo))?

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Esto originara las modificaciones correspondientes en la primera y segunda addenda.


Stalin ha dado su conformidad para atrasar el depsito de la resolucin en el Bur Poltico del
Comit Central hasta mi llegada. Llegar el lunes 2 de octubre. Me gustara poder verte con Rykov
durante unas dos horas por la maana, pongamos desde el medioda hasta las dos o, si es necesario,
digamos de 5 a 7 o de 6 a 8 de la tarde.
Lo anterior constituye mi punto de partida. Aportar adiciones y modificaciones sobre la base de
mis conversaciones con Mdivani y los otros camaradas. Te ruego :insistentemente que hagas t lo
mismo y me contestes.
Tuyo
Lenin.
P.S. enva copias a todos los miembros del Bur Poltico.
(Redactado el 26 de septiembre de 1922 y publicado con arreglo al manuscrito. Primera
publicacin en 1959 en Leninskij Sbornik, XXXVI. Fuente: Sotchinenija, 5. edicin, t. 45, pgs.
211-213.)

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III
PROYECTO SOMETIDO AL COMITE CENTRAL EL 6 DE
OCTUBRE DE 1922, REDACTADO POR STALIN TENIENDO EN
CUENTA LAS ENMIENDAS DE LENIN
1. Considerar indispensable la conclusin de un acuerdo entre Ucrania, Bielorrusia, la
Federacin de Repblicas Transcaucsicas y la R.S.F.S.R. relativo a la unin en el marco de una
Unin de las Repblicas Socialistas Soviticas, en la que cada una de ellas disponga del derecho
de abandonar libremente la Unin.
2. La instancia suprema de la Unin ser el C.I.K. federal, constituido por los
representantes de los C.I.K. de la R.S.F.S.R., de la Federacin Transcaucsica, de Ucrania y de
Bielorrusia, representadas en proporcin a su poblacin.
3. El rgano ejecutivo del C.I.K. federal ser el Sovnarkom federal, designado por el
C.I.K. federal.
4. Los comisariados de asuntos exteriores, de comercio exterior, de la defensa, de
comunicaciones y de correos y telgrafos de las Repblicas y de la Federacin que formen parte de
la Unin, se fusionarn con los rganos correspondientes de la U.R.S.S., teniendo los
comisariados correspondientes de la Unin de Repblicas en todas las Repblicas y Federaciones
sus representantes acreditados junto con un reducido nmero de funcionarios, designados por los
comisariados de la Unin de acuerdo con los C.I.K. de las Federaciones y Repblicas.
Addenda: Considerar indispensable el agregar representantes de las Repblicas concernidas en
las representaciones en el extranjero de los comisariados de asuntos exteriores y de comercio
exterior.
5.
Los comisariados para las finanzas, la alimentacin, la economa, el trabajo y el control de
las Repblicas y Federaciones miembros de la Unin de Repblicas, al igual que sus organismos
centrales de lucha contra-revolucionaria quedarn sometidos a las directrices de los comisariados
correspondientes y a las decisiones del Sovnarkom y S.T.O. de la Unin de Repblicas.
6.
Los otros comisariados de las Repblicas miembros de la Unin, es decir los
comisariados para la justicia, la instruccin pblica, el interior, la agricultura, la salud pblica y los
seguros sociales se considerarn independientes.
(Archivos centrales del Partido en el Instituto del Marxismo-Leninismo del C.C.-P.C.U.S.
Fuente: Sotchinenija, t. 45, pg. 559.)

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IV
OPINION DE STALIN SOBRE LA CARTA DE LENIN DEL 13 DE
OCTUBRE RELATIVA AL MONOPOLIO DEL COMERCIO
EXTERIOR

La carta del camarada Lenin no me ha hecho cambiar de opinin en cuanto a la justeza de la


decisin del pleno del Comit Central del 6 de octubre relativa al comercio exterior. Los millones
del comisando del comercio exterior (por otra parte deben establecerse y calcularse primero)
pierden todo valor si se toma en consideracin que quedan compensados varias veces por las
decenas de millones oro que este comisariado hace salir de Rusia. Sin embargo, visto el carcter
insistente de la proposicin del camarada Lenin al objeto de que se demore la puesta en prctica del
pleno del Comit Central, yo voto en pro, al objeto de que esta cuestin sea discutida por el
prximo pleno con la participacin de Lenin.
(Archivos centrales del Partido en el Instituto del Marxismo-Leninismo del C.C.-P.C.U.S.
Fuente: Fotieva, Iz vospominanij o Lenin, pgs. 28-29.)

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VI
CARTA DE KRUPSKAYA A KAMENEV, EL BURO POLITICO
PERMITE A LENIN, DEL 23 DE DICIEMBRE DE 1923, RELATIVA
AL COMPORTAMIENTO DE STALIN PARA CON ELLA EL 24 DE
DICIEMBRE, DICTAR SUS NOTAS
Lev Borisovitch! Stalin se permiti ayer una salida de tono de las ms groseras contra m, a
propsito de cuatro palabras que me dict Lenin con autorizacin de los mdicos. No data de ayer
mi entrada en el Partido. En el curso de estos treinta aos no he escuchado nunca una sola palabra
grosera de un camarada. Los intereses del Partido y de Ilitch no me son menos caros que a Stalin.
En estos momentos tengo necesidad de todo mi dominio sobre m misma. S mejor que todos los
mdicos de qu se puede hablar y de qu no se puede hablar a Ilitch, ya que s lo que le altera y lo
que no, y en cualquier caso lo s mejor que Stalin.
Krupskaya pide (segn el resumen que hacen los redactores sin citar sus palabras textuales) ser
protegida contra una injerencia grosera en su vida privada, contra injurias indignas y amenazas.
No me cabe ninguna duda en cuanto a la decisin unnime de la comisin de control con la que
Stalin se permite amenazarme, pero no tengo fuerzas ni tiempo para perder en una comedia tan
estpida. Yo tambin soy un ser de carne y hueso y mis nervios estn tensos en extremo. N.
Krupskaya.
(De los mismos archivos. Fuente: Sotchinenija, t. 54, pgs. 674-675.)
1. Se otorga a Vladimir Ilitch el derecho de dictar todos los das durante cinco a diez minutos,
pero esto no puede tener el carcter de una correspondencia e Ilitch no debe esperar respuesta a
estas notas. Las entrevistas quedan prohibidas.
2. Se advierte a amigos y domsticos que no deben comunicar a Lenin nada relativo a la poltica,
para no darle motivos de meditacin y preocupacin.
(De los mismos archivos. Fuente: Sotchinenija, t. 45. pg. 710.)

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VII
PLAN DE TRABAJO DICTADO POR LENIN EL 27 (0 EL 28) DE
DICIEMBRE DE /922
Memorndum:
En la carta sobre el aumento del nmero de miembros del Comit Central se ha omitido (un
prrafo) sobre las relaciones entre el Comit Central aumentado y la Inspeccin Obrera y
Campesina.

Temas a tratar:
1.
El Centrosojuz1 y su importancia desde el punto de vista de la N.E.P.
2.
La relacin entre el Glavprofobr2 y el trabajo de la instruccin popular en general.
3.
La cuestin nacional y el internacionalismo (a propsito del reciente conflicto en el seno
del Partido georgiano).
4.
El nuevo libro estadstico sobre la educacin nacional aparecido en 1922.
(Fuente: Sotchinenija, t. 45, pg. 592.)

1
2

Unin de la Cooperacin.
Comit de la Educacin Profesional.

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VIII
RESPUESTA DE TROTSKY A LENIN A PROPSITO DE LA
DEFENSA DE LOS GEORGIANOS

El Instituto del Marxismo-Leninismo de Mosc dice que Trotsky rehus encargarse de la defensa
de los georgianos ante el Comit Central y el Congreso, con el pretexto de que estaba enfermo. No
se aporta ninguna prueba para sostener esta alegacin, que repite Louis Fisher en su biografa de
Lenin. Pero Deutscher dice lo contrario1 y el Diario menciona, el 6 de marzo de 1923, que la
respuesta (de Trotsky) fue recibida por telfono y estenografiada; si esta respuesta hubiera sido
negativa, Lenin no habra enviado a Trotsky el texto de su memorndum y la copia de la carta a los
georgianos, escrita despus de haber recibido la respuesta de Trotsky.
Poseemos tambin una carta de Fotieva a Kamenev, fechada el 16 de abril de 1923, que confirma
el acuerdo con Trotsky. He aqu su texto:2
Al camarada Kamenev, copia al camarada Trotsky
Como continuacin de nuestra conversacin telefnica, le participo, en tanto que presidente del
Bur Poltico, lo siguiente: corno ya le he dicho, el 31 de diciembre de 1922, Vladimir Ilitch dict
un artculo sobre la cuestin nacional. Esta cuestin le atormentaba mucho y se preparaba a
intervenir a propsito de ella en el congreso del Partido_
Poco tiempo antes de su ltima recada, me inform de que publicara este artculo, pero ms
tarde. Despus, cay enfermo sin haberme dado la orden definitiva.
Vladimir Ilitch consideraba que este artculo deba servir de directiva y lo consideraba muy
importante. Por rdenes suyas se comunic al camarada Trotsky, a quien Vladimir Ilitch haba
encargado defender su punto de vista en el congreso dada su unidad de criterio sobre esta
cuestin...
El Instituto del Marxismo-Leninismo no cita esta carta, pero confirma su existencia y seala que
Fotieva la envi al Bur Poltico el 16 de abril de 1923.

1
2

Vase Sotchinenija, t. 45, pg. 607; FISHER, La Vie de Lnine; DEUTSCHER, op. cit.
Carta citada por Trotsky, op. cit., pg. 163. Las cursivas son nuestras.

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IX
MAS VALE MENOS, PERO MEJOR

(Pravda, 4 de marzo de 1923)


En lo que concierne al perfeccionamiento de nuestro aparato estatal, a mi juicio, la Inspeccin
Obrera y Campesina no debe apresurarse ni correr tras la cantidad. Hasta hoy, hemos tenido tan
poco tiempo para pensar y velar por la calidad de nuestro aparato estatal que sera legitima la
preocupacin de formarlo con un cuidado extremo, de concentrar en la Inspeccin Obrera y
Campesina un material humano de alta calidad, es decir que no fuera a la zaga de los mejores
modelos occidentales. Ciertamente, esto es demasiado modesto para una repblica socialista. Pero
los primeros cinco aos nos han llenado la cabeza de desconfianza y de escepticismo. A pesar
nuestro, estamos inclinados a imbuirnos de este sentimiento ante aquellos que disertan demasiado y
con demasiada facilidad, por ejemplo, sobre la cultura proletaria: para empezar, nos bastara con
poseer una autntica cultura burguesa; para empezar, nos bastara con librarnos de los tipos
particularmente inveterados de la cultura preburguesa, es decir burocrtica o feudal, etc. En esta
materia, la precipitacin y la temeridad son lo ms nocivo. Muchos de nuestros jvenes literatos y
comunistas deberan metrselo bien en la cabeza.
Y ahora, en lo que concierne al aparato estatal, debemos extraer de la pasada experiencia esta
conclusin de que es mejor proceder ms lentamente.
Las cosas andan tan mal con nuestro aparato estatal, para no decir que son detestables, que
primero nos es preciso reflexionar seriamente sobre la forma de combatir sus defectos; defectos
que, no lo olvidemos, se remontan al pasado, el cual, ciertamente ha sido alterado pero no ha sido
todava abolido; no se trata de una fase cultural superada hace tiempo. Planteo aqu precisamente la
cuestin de la cultura, porque en este orden de cosas slo hay que considerar realizado aquello que
ha penetrado en la vida cultural, en los modos de proceder y en las costumbres. Ahora bien, entre
nosotros, lo que hay de bueno en nuestra organizacin social ha sido captado al vuelo, no puede ser
menos meditado, comprendido, sentido, examinado, probado, confirmado por la experiencia,
consolidado, etc. Ciertamente, no poda ser de otro modo en una poca revolucionaria y con un
desarrollo tan vertiginoso que, en cinco aos, nos ha llevado del zarismo al rgimen de los Soviets.
Ha llegado el momento de meditar. Hay que imbuirse de una desconfianza saludable hacia un
mpetu desmedido, hacia toda clase de jactancia, etc.; es preciso pensar en verificar las
disposiciones que proclamarnos a cada hora, que utilizamos a cada minuto y de las que
demostramos a cada segundo la debilidad, el carcter inconsistente e ininteligible. Lo ms nocivo,
aqu, sera la precipitacin. Lo ms nocivo sera creer que es suficiente lo poco que sabemos, o
incluso creer que poseemos un nmero ms o menos considerable de elementos para formar un
aparato realmente nuevo, y que merezca de verdad el nombre de aparato socialista, sovitico, etc.
No, este aparato no lo tenemos, y slo poseemos un nmero ridculamente escaso de elementos
que permitan crearlo. Y no debemos olvidar que para implantarlo no hay que economizar tiempo, y
que esto llevar muchos, muchos, muchos aos.
Qu elementos poseemos para crear este aparato? nicamente dos. En primer lugar, los obreros
exaltados por la lucha por el socialismo. No son lo suficiente instruidos. Desearan darnos un
aparato mejor. Pero no saben cmo hacerlo. No estn lo suficientemente formados, no poseen el
nivel de cultura requerido. Ahora bien, para hacer esto es necesario precisamente tener cultura. En
este caso, la solucin no se puede alcanzar con un golpe de audacia o un asalto, con fortaleza o con
bravura, o, en general, por medio de alguna de las mejores cualidades humanas, no importa cual

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sea. En segundo lugar, poseemos elementos de conocimiento, de instruccin, de enseanza, pero ridculamente escasos en relacin a todos los otros pases.
Es preciso no olvidar que todava estamos demasiado inclinados a querer suplir este saber (o a
imaginarnos que se puede suplir) con el celo, la precipitacin, etc.
Para renovar nuestro aparato estatal debemos asignarnos a toda costa la tarea siguiente: primero,
instruirnos; segundo, instruirnos ms; tercero, seguirnos instruyendo. Despus, cuidar de que el
saber no quede entre nosotros como letra muerta o como una frase de moda (lo que,
reconozcmoslo, nos sucede muy a menudo); que el saber penetre autnticamente en el espritu, se
convierta en parte integrante de nuestra vida, plena y efectivamente. En resumen, es preciso que
exijamos otra cosa que lo que exige la burguesa de la Europa occidental, saber lo que es digno y
conveniente de exigir en un pas que se propone convertirse en un pas socialista.
Conclusin: debemos hacer de la Inspeccin Obrera y Campesina un instrumento de
mejoramiento de nuestro aparato estatal, una institucin verdaderamente ejemplar.
Para que pueda alcanzar el nivel deseado es preciso atenerse a la regla: si es necesario
recomencemos veinte veces la tarea.
Para esto, es preciso que todo lo que haya realmente de mejor en nuestro rgimen social se
emplee con el mximo de prudencia, de reflexin y de competencia, para crear este nuevo
comisariado del pueblo. Para esto, es preciso que los mejores elementos de nuestro rgimen social,
a saber: los obreros avanzados, primero, y, en segundo lugar, los elementos realmente instruidos, de
los que se pueda garantizar que no creern nada por las buenas y que no pronunciarn una sola
palabra que sea contraria a su conciencia, sin temer concienciar las dificultades, cualesquiera que
sean, y no retrocediendo ante nada para alcanzar el objetivo que se habrn fijado seriamente.
Hace cinco aos que nos esforzamos en perfeccionar nuestro aparato estatal. Pero no ha sido ms
que una vana agitacin que, en estos cinco aos, nos ha demostrado simplemente que era ineficaz,
incluso intil, para no decir perjudicial. Esta vana agitacin nos daba una apariencia de trabajo; en
realidad, cebaba nuestras instituciones y nuestros cerebros.
Es necesario, al fin, que esto cambie.
Es preciso adoptar esta regla: ms vale menos, pero mejor. Es preciso adoptar esta regla: ms
vale dentro de dos aos, o incluso de tres, que precipitar las cosas sin esperanza alguna de formar un
buen material humano.
S que ser difcil observar esta regla y aplicarla en nuestra situacin. S que la regla contraria se
abrir camino entre mil vueltas y revueltas. S que va a ser preciso oponer una resistencia
formidable, que se tratar de dar muestras de una perseverancia prodigiosa; que esta tarea, al menos
en los primeros aos, ser terriblemente ingrata. Y, sin embargo, estoy convencido de que slo as
llegaremos a nuestro objetivo y sabremos, una vez ste alcanzado, fundar una repblica
autnticamente digna del nombre de Repblica Socialista, Sovitica, etc., etc., etc.
Es probable que muchos lectores hayan encontrado insuficientes las cifras que he citado a ttulo
de ejemplo en mi primer artculo.1 Estoy convencido de que se pueden presentar muchos clculos
para demostrar la insuficiencia de estas cifras. Pero creo que por encima de todos los clculos
posibles e imaginables, debemos colocar una cosa: una calidad autnticamente ejemplar.
Estimo que ha llegado el momento justo en que debemos ocuparnos como es debido, con toda la
gravedad requerida, de nuestro aparato estatal, y en que la precipitacin sera quiz lo que causara
el peor dao. Por eso me inclino a prevenir en contra de un aumento de estas cifras. Muy al
contrario, creo que en este caso hay que mostrarse particularmente avaro en cifras. Hablemos claro.
El comisariado del pueblo de la Inspeccin Obrera y Campesina no goza en la actualidad ni de una
sombra de prestigio. Todo el mundo sabe que no existen instituciones peor organizadas que las que
dependen de nuestra Inspeccin Obrera y Campesina, y que en las condiciones actuales no se puede
exigir nada de este comisariado. Es preciso tener esto muy presente si realmente querernos llegar a
constituir, de aqu a unos aos, una institucin que, en primer lugar, sea ejemplar, en segundo lugar
inspire a todos una confianza absoluta, y, por ltimo, demuestre a todos y a cada uno que hemos
1

Cmo reorganizar la Inspeccin Obrera y Campesina?

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justificado realmente las actividades de esta alta institucin que es la Comisin Central de Control.
En mi opinin, todas las normas generales del personal de sus administraciones deben ser proscritas
de golpe y sin recurso. Debemos escoger los cuadros de la Inspeccin Obrera y Campesina con un
cuidado particular, sometindoles al ms riguroso examen, y de ninguna otra manera. En efecto,
para qu instituir un comisariado del pueblo en que el trabajo se hiciera medianamente, y que, de
nuevo, no inspirara la menor confianza, y cuya opinin no tuviera ms que un nfima autoridad?
Creo que nuestra tarea principal es evitarlo cuando realicemos la reorganizacin que proyectamos
en la actualidad.
Los obreros que designemos como miembros de la Comisin Central de Control deben ser
comunistas irreprochables, y creo que ser preciso consagrarles un largo esfuerzo para ensearles
los mtodos y los objetivos de su tarea. Despus, se precisar un nmero determinado de personal
auxiliar, al que se tendr la precaucin de someter a un triple control antes de su admisin. Por
ltimo, aquellos de los postulantes que decidamos, a ttulo excepcional, encuadrar de entrada en la
Inspeccin Obrera y Campesina, debern reunir las condiciones siguientes:
primera, sern recomendados por varios comunistas;
segunda, pasarn una prueba en la que demuestren que conocen nuestro aparato estatal;
tercera, pasarn una prueba en la que demuestren que conocen los elementos de la teora relativa
a nuestro aparato estatal, los principios de la ciencia administrativa, la contabilidad, etc.;
cuarta, debern actuar en buena inteligencia con los miembros de la Comisin Central de Control
y con su propio secretariado, de forma que podamos responder del buen funcionamiento de todo el
aparato.
Reconozco que stas son unas condiciones fuera de serie, y dudo mucho que la mayora de los
prcticos de la Inspeccin Obrera y Campesina no las declaren irrealizables, o no las acojan con
una sonrisa desdeosa. Pero, a cualquiera de los dirigentes actuales de la Inspeccin Obrera y
Campesina o de las personas vinculadas a este comisariado, les pregunto: puede alguno de ellos
decirme francamente cul es la utilidad prctica de este comisariado del pueblo que es la Inspeccin
Obrera y Campesina? Creo que esta pregunta les permitir encontrar el sentido de la medida. O bien
no vale la pena proceder a la reorganizacin hemos visto tantas cosas de esta empresa
desesperada que es la Inspeccin Obrera y Campesina; o bien es realmente preciso imponerse la
tarea de crear por medio de un esfuerzo lento, difcil, desacostumbrado y no sin recurrir a
numerosas comprobaciones, algo autnticamente ejemplar, susceptible de inspirar respeto a todos y
a cada uno de nosotros, no por la nica razn de que ttulos y grados obligan.
Si no nos armamos de paciencia, si no se consagra a esta obra varios aos, es mejor no
emprenderla.
Creo que entre los establecimientos que ya hemos concebido, en lo tocante a institutos superiores
del trabajo, etc., hay que escoger un mnimo, comprobar si estn organizados con toda la seriedad
requerida, y seguir la tarea, pero slo de nodo que est realmente a la altura de la ciencia moderna
y nos beneficie de todas sus adquisiciones. A partir de esto, ya no ser una utopa esperar tener,
dentro de algunos aos, una institucin que est capacitada para desempear su tarea, es decir
perfeccionar nuestro aparato estatal con mtodo, sin desfallecimiento y gozando de la confianza de
la clase obrera, del partido comunista de Rusia y de toda la poblacin de nuestra Repblica.
La accin preparatoria podra comenzar desde ahora. Si el comisariado de la Inspeccin Obrera y
Campesina aceptara el plan de esta reforma, podra iniciar de inmediato los preparativos y seguir
actuando sistemticamente para llevarlos a buen fin, sin apresurarse y sin negarse a rehacer lo que
haya sido hecho ya una vez.
Las medias tintas seran en este caso perjudiciales al mximo. Todas las consideraciones de otro
orden que se pudieran hacer a propsito de los efectivos de la Inspeccin Obrera y Campesina
estaran, en realidad, basados en los viejos principios burocrticos, en los viejos prejuicios, en
aquello que ya ha sido condenado y que provoca la burla pblica, etc.
En suma, la cuestin se plantea as:

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O bien demostrar, desde ahora, que hemos adquirido conocimientos serios en materia de
construccin del Estado (no est vedado aprender algo en cinco aos); o bien no estamos maduros
todava para esto y, entonces, no vale la pena encargarse de ello.
Creo que con el material humano de que disponemos no ser inmodesto presumir que ya
sabemos bastante como para poder reconstruir de nuevo, con mtodo, al menos un solo comisariado
del pueblo. Es cierto que este solo comisariado debe dar la medida del conjunto de nuestro aparato
estatal.
Abrir de inmediato un concurso para la redaccin de dos o ms manuales sobre la organizacin
del trabajo en general y especialmente de la administracin.
En primer lugar, podra tomarse como base el libro de Iermanski, aunque, dicho sea entre
parntesis, este autor simpatice en forma claramente manifiesta con el menchevismo y sea incapaz
de redactar un manual que pueda convenir al poder de los Soviets. Despus, se podra tomar por
base la obra recientemente aparecida de Kerjentsev; por ltimo, se podran aprovechar algunos otros
manuales que tratan diversos aspectos de la cuestin.
Enviar algunas personas expertas y concienzudas a Alemania o a Inglaterra, para recoger
documentacin y estudiar el problema. He dicho Inglaterra para el caso en que el viaje a Estados
Unidos o al Canad fuera imposible.
Nombrar una comisin encargada de elaborar el programa preliminar de los exmenes a que
deben someterse las personas que soliciten un puesto en la Inspeccin Obrera y Campesina; al igual
que para los solicitantes de puestos en la Comisin Central de Control.
Estas actividades y otras parecidas no importunarn, por supuesto, al comisario del pueblo ni a
los miembros del colegio de la Inspeccin Obrera y Campesina, ni al presidium de la Comisin
Central de Control.
Paralelamente, ser necesario designar una comisin preparatoria encargada de encontrar
candidatos a los puestos de miembros de la Comisin Central de Control. Espero que para estos
puestos tendremos en la actualidad un nmero de candidatos ms que suficientes, tanto entre los
colaboradores experimentados de las administraciones corno entre los estudiantes de nuestras
escuelas soviticas. No sera muy razonable excluir por anticipado a tal o cual categora. Probablemente nos ser necesario dar la preferencia a un personal variado para esta institucin, en el que
debemos buscar una sntesis de numerosas cualidades, de mritos diversos. De forma que ser
preciso un gran esfuerzo para redactar la lista de los candidatos. Sera indeseable en extremo que
este nuevo comisariado se formara segn una norma nica, digamos, el tipo de funcionario, o
eliminando el tipo de agitador, los hombres cuyo rasgo distintivo es la sociabilidad o la facultad de
penetrar en los medios poco familiares a este gnero de colaboradores, etc.
Creo que expresara mejor mi pensamiento comparando mi pian con instituciones de carcter
acadmico. Los miembros de la Comisin Central de Control examinarn regula-intente, bajo la
direccin de su presidium, todos los dosiers y documentos del Bur Poltico. Por otra parte, debern
repartir su tiempo en forma racional entre las diversas tareas de comprobacin de los sistemas
administrativos de nuestras instituciones, desde las ms pequeas y menos importantes hasta las
grandes administraciones del Estado. Por ltimo, debern estudiar tambin la teora, es decir la
teora de la organizacin del trabajo al que tienen intencin de dedicarse; debern incluso efectuar
ejercicios prcticos bajo la direccin de camaradas experimentados o de profesores de los institutos
superiores de la organizacin del trabajo.
Pero creo que no tendrn ocasin de limitarse a esta actividad puramente acadmica. Necesitarn
prepararse, por otra parte, para funciones que no dudara en llamar de preparacin para la caza, no
dir de rateros, pero algo de este tipo, y para la invencin de ardides destinados a disimular sus
campaas, sus marchas y contramarchas, etc.
En las instituciones de la Europa occidental, semejantes proposiciones provocaran una
indignacin inaudita, un sentimiento de protesta moral, etc.; pero confo en que todava no estemos
burocratizados hasta este extremo. La Nep no ha adquirido an entre nosotros una reputacin tal
para que pueda ofender la idea de atrapar a alguien. Hace tan poco que ha sido edificada nuestra

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Repblica de los Soviets y hay un tal batiburrillo que nadie pensar en irritarse ante la idea de que
en este frrago se realicen pesquisas con ayuda de ciertos ardides y de sondeos que algunas veces
apunten a fuentes bastante lejanas o se realicen por caminos indirectos. Y si alguien pensara
hacerlo, puede tenerse la seguridad que todos nos reiramos de buena gana.
Nuestra nueva Inspeccin Obrera y Campesina, esperamos, dejar muy lejos tras de s esta
cualidad que los franceses denominan pruderie,2 y que podramos llamar afectacin ridcula o
ridcula ostentacin, y que hace en forma superior el juego a toda nuestra burocracia, tanto de
nuestras instituciones soviticas corno de las organizaciones del Partido, puesto que, dicho sea entre
parntesis, la burocracia existe tanto en unas como en otras.
Si he escrito ms arriba que debamos instruirnos y seguir instruyndonos en las escuelas
superiores de organizacin del trabajo, etc., esto no significa ni remotamente que conciba esta
enseanza a la manera escolar o que me limite a la idea de una enseanza escolar. Confo en que
un autntico revolucionario no sospechar que haya renunciado aqu a entender por enseanza
una broma semidivertida, una aagaza, una buena jugada o algo por el estilo. S que en un Estado
estirado y circunspecto de la Europa occidental esta idea habra provocado autntico horror; ningn
funcionario que se respete habra consentido siquiera en discutida. Pero confo en que nosotros no
estemos todava burocratizados hasta este punto y en que la discusin de esta idea slo provoque
buen humor entre nosotros.
En efecto, por qu no unir lo agradable a lo til? Por qu no aprovechar una broma divertida o
semidivertida para sorprender alguna cosa ridcula, algo daoso, o semirridculo, semidaoso, etc.?
Me parece que nuestra Inspeccin Obrera y Campesina ganar mucho tomando en cuenta estas
consideraciones y que la lista de los casos en que nuestra Comisin Central de Control o sus colegas
de la Inspeccin Obrera y Campesina han conseguido algunas de sus victorias ms brillantes se
enriquecer con numerosos xitos de nuestros futuros inspectores y fiscalizadores, en aspectos que
no es demasiado cmodo mencionar en manuales decorosos y circunspectos.
Cmo puede unirse una institucin del Partido con una administracin sovitica? No hay en
ello algo inadmisible?
No planteo esta cuestin en nombre propio sino en nombre de aquellos a quienes he aludido ms
arriba al decir que tenemos burcratas no slo en nuestras administraciones soviticas sino tambin
en las organizaciones del Partido.
En efecto, por qu no reunir unas instituciones con las otras cuando el inters de la cosa lo
exige? Es que nadie se ha dado cuenta jams de que, por ejemplo, en un comisariado del pueblo
como el de asuntos exteriores una tal reunin es extremadamente til y se practica desde su
fundacin? Acaso el Bur Poltico no discute, desde el punto de vista del Partido, multitud de
cuestiones, grandes y pequeas, relativas a nuestras contramaniobras en respuesta a las
maniobras de las potencias extranjeras, a fin de prevenir para decirlo cortsmente, alguna
artimaa por su parte? Acaso no es una fuente inmensa de energa en nuestra poltica la alianza
flexible del elemento administrativo y del elemento del Partido? Creo que lo que ha demostrado su
vala y se ha consolidado en nuestra poltica exterior y ha pasado a ser una costumbre hasta el punto
de no suscitar la menor duda en la materia, no sera menos conveniente (e incluso mucho ms, en
mi opinin) para el conjunto de nuestro aparato estatal. Ahora bien, la Inspeccin Obrera y
Campesina debe tomar en consideracin justamente nuestro aparato estatal en su totalidad, y su
actividad debe incidir sobre todas las instituciones del Estado sin excepcin, locales, centrales,
comerciales, puramente administrativas, escolares, teatrales, etc., en una palabra, todas, sin la menor
excepcin.
Por qu entonces en el caso de una institucin de esta envergadura y que, por otra parte, exige
una flexibilidad extraordinaria en sus formas de actividad, por qu entonces no admitir en su caso
una fusin particular del organismo de control del Partido con el del Estado?
Para m no habra ningn inconveniente. Es ms: creo que esta fusin constituye la nica fianza
que garantice una actividad fecunda. Creo que todas las dudas a este respecto emanan de los
2

En francs en el texto.

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rincones ms polvorientos de nuestro aparato estatal y que no merecen otra cosa que ser puestas en
ridculo.
Otra duda: es conveniente asociar los estudios al ejercicio de una funcin? Me parece que no
slo es conveniente sino necesario, En general, a pesar de toda nuestra actitud revolucionaria ante
los principios que rigen los Estados occidentales, stos han logrado inocularnos una serie de
prejuicios de lo ms perjudicial y ridculo. En cierta medida este contagio proviene tambin de
nuestros amables burcratas que nos lo han pasado a sabiendas, con la esperanza muchas veces de
poder pescar en las aguas revueltas de estos prejuicios. Y han pescado en estas aguas revueltas hasta
tal punto que slo los ciegos impenitentes no se han dado cuenta de cun ampliamente se practicaba
esta pesca.
En toda la esfera de las relaciones sociales, econmicas y polticas somos terriblemente
revolucionarios. Pero en lo que concierne a la jerarqua y al respeto de las formas y prcticas del
proceso administrativo, nuestro revolucionarismo cede constantemente su lugar al espritu de
rutina ms enmohecido. En este caso puede constatarse un fenmeno del ms alto inters, saber que
en la vida social el ms prodigioso salto adelante va unido con frecuencia a una monstruosa
indecisin ante los menores cambios.
Esto se concibe porque los pasos adelante ms audaces pertenecan, desde muy antiguo, al
dominio de la teora, a un dominio cultivarlo principalmente, incluso casi exclusivamente, en el
plano terico. Asqueado de la abominable realidad burocrtica, el ruso aligeraba su corazn
construyendo andamiajes de sistemas eminentemente audaces; y sta es la razn por la que estos
sistemas eminentemente audaces adquiran en nuestro pas un carcter extraordinariamente estrecho. Se vea coexistir la osada en las construcciones de orden general con una sorprendente timidez
ante la ms insignificante de las reformas administrativas. La idea de una prodigiosa revolucin
agraria universal se elabor con una audacia desconocida en los otros pases; y al lado de esto, se
careca de imaginacin para realizar una reforma administrativa de dcimo orden; se careca de
imaginacin o de paciencia para aplicar a esta reforma los principios generales que, en lo tocante a
los problemas de orden general, daban tan brillantes resultados.
He aqu la razn de que nuestra vida presente rena en forma sorprendente rasgos de audacia
pasmosa y una tal indecisin de pensamiento ante los cambios ms insignificantes.
Creo que siempre ha sido as en todas las revoluciones autnticamente grandes, ya que stas
nacen de las contradicciones entre lo viejo, la tendencia a retocar lo viejo y la tendencia ms
abstracta hacia lo nuevo, nuevo hasta el extremo de no contener ni un pice del pasado.
Y cuanto ms radical es esta revolucin ms tiempo subsistirn estas contradicciones.
El rasgo que caracteriza nuestra vida actual es ste: hemos destruido la industria capitalista, nos
hemos dedicado a demoler a fondo las instituciones medievales, la propiedad seorial, y, sobre esta
base, hemos creado el pequeo y el minsculo campesinado que sigue al proletariado, confiado en
los resultados de su accin revolucionaria. Sin embargo, con esta sola confianza no nos es fcil
sostenernos hasta la victoria de la revolucin socialista en los pases ms avanzados: ya que el
pequeo y el minsculo campesinado, sobre todo bajo la Nep, queda, por necesidad econmica, a
un nivel de productividad bajo en extremo. Por lo dems, la situacin internacional hace que Rusia
haya retrocedido; que en el conjunto la productividad del trabajo nacional sea ahora sensiblemente
menos elevada que antes de la guerra. Las potencias capitalistas de Europa occidental, en parte a
sabiendas y en parte instintivamente, han hecho todo lo posible para retrasarnos, para aprovechar la
guerra civil en Rusia en vistas de arruinar al mximo nuestro pas. Precisamente una salida de este
tipo a la guerra imperialista les pareca ofrecer, sin duda, muchas ventajas. Si no derrocamos el
rgimen revolucionario de Rusia, al menos entorpeceremos su evolucin hacia el socialismo, as era
como razonaban, ms o menos, estas potencias y, desde su punto de vista, no podan razonar de otro
modo. A fin de cuentas han cumplido la mitad de su tarea. No han derrocado el nuevo rgimen instaurado por la Revolucin, pero no le han permitido tampoco dar de inmediato un paso adelante tal
que haya justificado las previsiones de los socialistas, que les haya permitido desarrollar a un ritmo
extremadamente rpido las fuerzas productivas, que les haya permitido desarrollar todas las
posibilidades cuyo conjunto hubiera formado el socialismo y demostrar a todos y a cada uno con

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toda claridad, palmariamente, que el socialismo implica fuerzas inmensas y que la humanidad ha
pasado ahora a una nueva etapa de desarrollo que comprende perspectivas extraordinarias brillantes.
El sistema de relaciones internacionales es ahora de tal especie que en. Europa un Estado,
Alemania, est subyugado por los vencedores. Entonces, varios Estados, entre los ms viejos de
Occidente, se encuentran, a consecuencia de la victoria, en condiciones que les permiten aprovechar
la ocasin para hacer ciertas concesiones a sus clases oprimidas, concesiones, que, aunque
mediocres, retardan el movimiento revolucionario en estos pases y crean una apariencia de paz
social.
Por otra parte, buen nmero de pases, los de Oriente, la india, China, etc., precisamente a causa
de la ltima guerra imperialista, han sido desviados definitivamente de su camino. Su evolucin se
orienta definitivamente hacia el derrotero general del capitalismo europeo. Ha empezado en ellos la
efervescencia que afecta a toda Europa. Y se ha hecho evidente al mundo entero que se han lanzado
por un camino que no puede dejar de acabar en una crisis del conjunto del capitalismo mundial.
Por consiguiente, en la hora actual, nos enfrentamos con la siguiente pregunta: sabremos
sostenernos con nuestra pequea y minscula produccin campesina, con el estado de deterioro de
nuestro pas, hasta el da en que los pases capitalistas de la Europa occidental hayan consumado su
desarrollo hacia el socialismo? Pero no lo consuman como antes creamos. Lo consuman, no a
travs de una maduracin regular del socialismo entre ellos, sino al precio de la explotacin de
ciertos Estados por otros, de la explotacin del primer Estado vencido en la guerra imperialista, explotacin unida a la de todo el Oriente. Por otra parte, precisamente a consecuencia de esta primera
guerra imperialista, el Oriente ha entrado definitivamente en el movimiento revolucionario, y ha
sido definitivamente arrastrado al torbellino del movimiento revolucionario mundial.
Qu tctica impone esta situacin a nuestro pas? Evidentemente la siguiente: debernos dar
muestras de la mayor prudencia, a fin de conservar nuestro poder obrero, de mantener bajo su
autoridad y bajo su direccin a nuestro pequeo y minsculo campesinado. Tenemos la ventaja de
que el mundo entero, desde ahora, es arrastrado a un movimiento que debe engendrar la revolucin
socialista universal. Pero tambin tenemos la desventaja de que los imperialistas han conseguido
escindir el mundo en dos campos; y esta escisin se complica por el hecho de que Alemania, pas en
que el capitalismo est realmente evolucionado, slo podra hoy recuperarse muy difcilmente.
Todas las potencias capitalistas de lo que se denomina el Occidente la despedazan y le impiden
recuperarse. Por otra parte, todo el Oriente, con sus centenares de millones de trabajadores
explotados, reducidos al ltimo extremo, est en tales condiciones que sus fuerzas fsicas y
materiales no resistiran de ningn modo la comparacin con las fuerzas fsicas, materiales y
militares de cualquier Estado, por mucho menor que fuera, de la Europa occidental.
Podernos conjurar el futuro choque con estos pases imperialistas? Podemos confiar en que los
antagonismos y los conflictos internos entre los pases imperialistas prsperos de Occidente y los
pases imperialistas prsperos de Oriente nos concedern por segunda vez una tregua, corno lo han
hecho la primera vez, cuando la cruzada emprendida por la contrarrevolucin occidental en ayuda
de la contrarrevolucin rusa fracas a consecuencia de las contradicciones que existan en el campo
de los contrarrevolucionarios de Occidente y de Oriente, en el de los explotadores orientales y de
los explotadores occidentales, en el de Japn y de Estados Unidos?
Me parece que a esta pregunta hay que responder que la solucin depende en este caso de un
enorme nmero de factores; lo que permite, en suma, prever el resultado de la lucha, es el hecho de
que a fin de cuentas el propio capitalismo instruye y educa para la lucha a la inmensa mayora de la
poblacin del globo.
El resultado de la lucha depende en ltimo trmino del hecho de que Rusia, India, China, etc.,
forman la inmensa mayora de la poblacin del globo. Y es justamente esta mayora de poblacin la
que, desde hace algunos aos, es impulsada con una rapidez increble a la lucha por su liberacin. A
este respecto, no podra haber ni una sombra de duda en cuanto al resultado final de la lucha a
escala mundial. En este sentido, la victoria definitiva del socialismo est absoluta y plenamente
asegurada.
Pero lo que nos atae aqu no es de ningn modo esta victoria final del socialismo. Lo que nos

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atae es la tctica que debemos seguir nosotros, Partido Comunista de Rusia, nosotros, poder de los
Soviets de Rusia, para impedir que nos aplasten los Estados contrarrevolucionarios de la Europa
occidental. Para que podamos subsistir hasta el prximo conflicto militar entre el Occidente
imperialista contrarrevolucionario y el Oriente revolucionario y nacionalista, entre los Estados ms
civilizados del mundo y los pases atrasados como los de Oriente, que, sin embargo, constituyen la
mayora, es preciso que esta mayora tenga tiempo para civilizarse. Nosotros tampoco, nosotros no
somos lo bastante civilizados para poder pasar directamente al socialismo, aunque poseamos las
premisas polticas. Debemos seguir esta tctica o bien adoptar para nuestra salvacin la poltica
siguiente.
Debemos esforzarnos en construir un Estado en el que los obreros sigan ejerciendo la direccin
sobre los campesinos, conserven la confianza de estos ltimos y, por medio de una economa
rigurosa, destierren de todas las esferas de la vida social el menor exceso.
Debemos realizar el mximo de economas en nuestro aparato estatal. Debemos desterrar de l
todo vestigio de excesos que le ha dejado en tal cantidad la Rusia zarista, su aparato capitalista y
burocrtico.
No ser acaso esto el reinado de la mediocridad campesina?
No. Si conservamos a la clase obrera su direccin sobre el campesinado, podremos, a costa de
una economa de las ms rigurosas en la gestin de nuestro Estado, emplear todas las cantidades
economizadas para desarrollar nuestra gran industria mecanizada, la electrificacin, la extraccin
hidrulica de la turba, para terminar de construir la central hidroelctrica del Volkhov, etc.
Ah, y slo ah, estn nuestras esperanzas. Slo entonces podremos, para emplear una imagen,
cambiar de caballo, abandonar el penco del campesino, del mujik, renunciar a las economas
indispensables en un pas agrcola arruinado, y montar en el caballo que busca y no puede dejar de
buscar el proletariado, a saber, la gran industria mecanizada, la electrificacin, la central
hidroelctrica del Volkhov, etc.
He ah cmo vinculo en mi espritu el plan de conjunto de nuestro trabajo, de nuestra poltica, de
nuestra tctica, de nuestra estrategia, a las tareas de la Inspeccin Obrera y Campesina reorganizada.
He ah lo que justifica a mis ojos el cuidado excepcional, la atencin sostenida que debemos dedicar
a la Inspeccin Obrera y Campesina, situndola a una altura excepcional, confiriendo a sus
dirigentes los derechos del Comit Central, etc., etc.
He aqu la justificacin: slo depurando al mximo nuestro aparato, reduciendo al mximo todo
lo que no es absolutamente necesario, podremos sostenernos en forma infalible. Y esto, no al nivel
de un pas de pequea agricultura campesina, no al nivel de esta estrechez generalizada, sino a un
nivel que se eleva cada vez ms hacia la gran industria mecanizada.
Estas son las grandes tareas que sueo para nuestra Inspeccin Obrera y Campesina. He ah por
qu proyecto para ella la fusin del organismo supremo del Partido con un simple Comisariado
del Pueblo.
2 de marzo de 1923.
Lenin.

(Traduccin francesa: Oeuvres, Editions Sociales, Pars, t. 33, pgs. 501-517.)

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NOTA SOBRE LA ENFERMEDAD DE LENIN A PARTIR DEL 10


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La parlisis de la mitad derecha del cuerpo y la prdida del habla sobrevenidas el 10 de marzo
parecan tan alarmantes que el gobierno decidi revelar la gravedad de la enfermedad. Los Izvestija
publicaron desde entonces un boletn diario sobre su salud. El 15 de mayo, Lenin es trasladado
desde su aposento en el Kremlin a su residencia campestre de Gorki. Dos meses despus, en el
transcurso del mes de julio, parece realizarse un milagro: la salud de Lenin mejora de nuevo.
Empieza a dar paseos, se ejercita en escribir con la mano izquierda. Incluso puede visitar al
presidente del sovjoz local y pasar tres das con l.
Hacia el 10 de agosto se le permite leer. Recibe todos los das la Pravda y ms tarde los Izvestija
y otras publicaciones. Pronto podr emprender la lectura de libros de los que se le prepara una lista.
Habitualmente es Krupskaya quien le lee los artculos de los peridicos y acaso los pasajes de los
libros que l le seala, ya que Lenin no est ni remotamente restablecido por completo. Por este
motivo, es sorprendente que lograra hacer aceptar a los que le rodean el viaje que emprende el 18 de
octubre. Se traslada a Mosc, va al Kremlin en coche y parte de nuevo para recorrer las calles y
visitar los terrenos de la exposicin agrcola. Regresa a continuacin a su gabinete de trabajo,
permanece silencioso en l durante largo rato, recoge algunos libros de su biblioteca y regresa a
Gorki.
Entre el 14 de noviembre y el 16 de diciembre, van a visitarle Bukharin, Preobrajensky,
Skvortsov-Stepanov, Krestinsky, Pjatnitsky y el redactor de Krasnaja Nov', Voronskij. Le hablan de
los asuntos corrientes y le dan cuenta de noticias que Lenin escucha con atencin, pero no parece
que hubiera recobrado el uso de

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