La Noche Del Íncubo Miler Huanca RELATOS Imprimir A 4 Páginas Por Hoja Formato de Bolsillo

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 43

Tacna

2015

Miler Huanca
La noche
del
ncubo

Relatos

LA NOCHE DEL NCUBO


Primera Edicin, junio de 2015

Miler Huanca
[email protected]
Tacna - PER

VERSIN DIGITAL
PARA DISTRIBUCIN GRATUITA.

ACERCA
DEL
AUTOR

Miler Huanca
[Tacna, 1984]
Estudi Literatura tres aos en la Facultad de
Educacin de la Universidad Nacional Jorge Basadre
Grohmann (2010-2012). Lo que vivi antes de ese periodo
no le importa y dice haberlo olvidado.
Cierta noche (noviembre 2012), en el lmite de la
muerte, decide apartarse de todo, incluso de amigos, y
refugiarse por completo en la escritura. Desde entonces,
considera que escribir es un oficio clandestino y solitario
que debera practicarse slo de noche.
Actualmente, exiliado tras alguna puerta de la ficcin,
contina escribiendo.
Libros publicados:
- RIGOR MORTIS y otros Pre-textos (2014, relatos)
- EL CAMINO TRAS LA PUERTA (2015, novela)
3

NDICE

(7) Memorias de Luca


(8) Espejismo
(9) Confusin
(11) Ruta Ganya
(12) Blues de medianoche
(13) Dont Speak
(14) Consigna
(16) Rescoldo
(18) NN
(22) Ciudad nocturna y serena
(24) El individuo colectivo
(27) Adn
(37) Padre e hijo
(39) /Divagat Orum/

PREFACIO

Esta es la vida, la brevedad. Esta es la vida, un


espacio vaco que ha de llenarse de recuerdos,
inevitables lazos de efmera sustancia.
Est aqu el hombre. Ha llegado
la mscara. Se ha ido el hombre.
Queda la sombra. Ha llegado
la secreta resignacin
que nadie escucha.
Escribir no es ms que una excusa para darme a
conocer a otro ser que tal vez quiere ver lo mismo que
yo en un parpadeo, una exploracin circunstancial,
retazos de una vida que no existe ms all de la
imaginacin, en el instante de su lectura.
Ahora, que he sublimado una etapa de mi vida en las
pginas de este libro, siento que el interior est en
calma de nuevo, y otra vez el exterior, la mscara,
busca el solaz, la aventura, lo inesperado de una
mirada que se vierta en la contemplacin de mi
rostro
El autor
5

y si alguien te pregunta, lector,


nigalo todo.

Son las situaciones de la aventura suprema,


del conflicto, del sufrimiento,
de la culpa y de la muerte.
(Fritz Heinemann)
6

Memorias de Luca

Ayer por la tarde fui a comprar libros. Hojeaba


indiscriminadamente en los estantes y cog dos novelas
al azar: Memorias de Luca y El judo errante. Pagu
y sal rpidamente del lugar.
Ya en casa, me sent al pie de la escalera y empec a
leer el libro ms delgado. Cuando iba por la pgina 5, la
protagonista describa a un sujeto de aspecto extrao,
delgado, y con apariencia de no haber dormido en
varios das. l la miraba de soslayo, y, descubierto in
fraganti, volva la vista sobre los estantes.
Le puedo ayudar? pregunt ella.
No, descuide respondi l, ya encontr lo que
buscaba.
Pag en caja y se fue con prisa.
Aquel hombre del relato apareca en la librera dos
veces por semana, siempre el martes y el viernes, y
compraba dos novelas cada vez. Tena la misma
apariencia que yo, y el mismo nombre: Miler.

Espejismo

El sueo le venca.
Dej caer los prpados y casi al instante ya no fue
capaz de abrir los ojos. nicamente pudo escuchar que
alguien susurraba en su odo:
Cuando despiertes por la maana, ve directo al
espejo, y con los ojos an predispuestos para captar la
ilusin del sueo, observa la imagen que parece
resbalar de la fra superficie vtrea: all, oculto en tu
propio espejismo, encontrars a tu otro yo.
No pudo ms y su consciencia se abism en la
hondura del sueo tan pronto como la desconocida voz
dej de orse.
Cuando despert, ignorante del tiempo, record la
voz, prometindole el reflejo de su otro yo. Salt de la
cama, lleg ante el espejo, busc su imagen. Pero slo
hall un vaco donde antes haba estado su cuerpo.

Confusin

Marcela me dijo vamos, y yo la segu.


Le haba dicho que me pona nervioso cuando se
acercaba, y ella se apeg todava ms a m. Para cuando
entramos a ese oscuro saln, en vano busqu el
interruptor de la luz, mientras tanto ella cerraba la
puerta.
Ya, hazlo me volvi a desafiar.
Lo hago le dije.
A ver?
La agarr de los brazos, me acerqu La hubiera
besado, pero el impulso estaba incompleto. Hubiera
juntado mis labios con los suyos en esa penumbra
densa del segundo piso; sin embargo, no lo hice.
Quieres que te bese? pregunt, consciente de
no querer ser yo el que arruinase la relacin que ella
tena con su enamorado. Es lo que quieres?
Antes no hubiera querido respondi. Pero
ahora tengo problemas con l.
De pronto empez a llorar.
La abrac. Comprenda su confusin. En la oscuridad
todo era ms claro para m. No la bes y le dije que no
importaba, que la admiraba por no hacerlo, aun cuando
estbamos tan cerca.
9

Termin de llorar. Un rato despus, busqu el


interruptor y encend la luz. Me cont con ms detalle
los problemas que tena. Luego salimos de all.
Caminamos por los pasillos de la Facultad y nos
detuvimos cerca de un muro rojo. Esperbamos a
nuestros compaeros.
Por qu no me besaste?
No quise mentirle y respond:
Tuve miedo.
Apagu la luz para no recordar ese momento
despus dijo ella. Hubiera pasado y lo hubiera
olvidado.
Quiz yo no.
En ese instante, una persona sala del saln de
segundo ao. Interrump mi conversacin con Marcela
y vi que apareca mi enamorada a travs del umbral de
la puerta, acercndose por el pasillo.
Ya acab mi examen dijo ella. Vamos?
Entonces me alej de all, sin despedirme de
Marcela, confundido, arrastrando un profundo silencio.

10

Ruta Ganya

Sub al autobs siguiendo a esa chica.


En el paradero ya la haba notado. Los ojos
hondamente enrojecidos, los prpados como cartn
rgido, a medio cerrar, la mirada fija, aqu, luego all,
izquierda, derecha, sobre m, a travs de m, hacia la
profundidad de la avenida.
El autobs se detuvo y la chica subi. Dud por un
instante, pero tambin sub. La segu hasta el asiento
del fondo.
La miraba en el reflejo plido de la ventanilla.
Cuando ella baj en un paradero desconocido, la
segu una vez ms. Se fue rumbo a una plaza. Estaba
oscuro. Se sent en una de las bancas, junto a una
pileta.
La observ ocultndome detrs de unos arbustos.
Finalmente me acerqu y me sent junto a ella.
Un rato despus ella dijo:
Mi amigo trabaja en un hotel aqu cerca
Se senta perdida.
La acompa y un rato despus entramos a un hotel.
Varias horas ms tarde sal de all y me fui errando
pasos por una calle principal, trastabillando, impasible
a miradas transentes.
Caa una lluvia ligera. Era martes.
11

Blues de medianoche

El ruido de la ambulancia despert a los vecinos. Sin


embargo, nadie sali a mirar. Los noctvagos de la calle
haban escuchado la misma sirena acercarse o alejarse
mientras cruzaba media ciudad. A ninguno le import.
La puerta principal del edificio an permaneca
abierta cuando llegaron. Tres hombres subieron por la
estrecha escalera hasta el segundo piso. All
encontraron a una joven apoyada en la pared, an
temblaba cerca de la entrada de su departamento, la
puerta abierta. La meloda del blues an sonaba en la
sala.
Los tres hombres entraron al departamento. Uno de
ellos se arrodill junto a la chica.
Dnde est l?
Sin decir palabra, ella seal la puerta del bao, al
otro extremo del pasillo. Los otros dos se apresuraron
a buscarlo. Tuvieron de forzar la puerta, luego
descorrieron una cortina y encontraron a un joven,
bajo un chorro continuo de agua, inconsciente.

12

Dont speak

Shhh cllate dice Alonso. No me vengas con


eso.
Por favor
Vanessa se limpia las lgrimas con el dorso de la
mano.
Si te sigues portando bien te traer un regalo, ya
vers.
Alonso camina hacia la puerta de la habitacin,
sudoroso.
Ahora duerme un poco le dice a Vanessa.
Antes de salir, Alonso presiona el interruptor de la
luz. Y cierra con llave la puerta. Un llanto entrecortado
rebota en las paredes oscuras, un sollozo que ahora se
oculta bajo las sbanas.
Una puerta cerrada, una escalera que desciende del
tico a la cocina. Ruido de sartn y ollas. Olor de carne
asada y ajos. Un hombre soltero, respetado, prepara
una ltima comida.

13

Consigna

El comandante abri el ltimo cajn del escritorio,


sac una fotografa de su hija, y observ largamente el
retrato.
Esperaba.
Haba mandado llamar a su teniente, que estaba por
irse del cuartel. ste haba sido destacado al norte del
pas.
Tocaron.
Pase.
La puerta se abri. El teniente salud y se qued en
la puerta, de pie. El comandante lo mir, guard la
fotografa y sac su arma. Sin decir nada apunt al
teniente, directo al corazn, y dispar.
De inmediato se oyeron pasos que corran por el
pasillo. Abrieron la puerta, el comandante vio las caras
de dos oficiales.
Mi comandante! qu?
Silencio dijo. El teniente fue visto saliendo
del cuartel?
Pero
Responda la pregunta.
S mi comandante respondi el otro oficial. Y
tambin lo vieron regresar.
Silencio. Yo me encargar de eso.
14

Mi comandante, pero
Cllese le dijo al primero. Que vengan cuatro
reclutas, que echen a ese miserable a los cerdos. Y t,
rene a la tropa.
Los dos oficiales se miraron entre s.
Es para hoy, seores.
S, mi comandante dijeron antes de salir de la
oficina.
El comandante guard el arma en el cajn. Sac un
archivo, lo abri, ley hoja tras hoja, firm varias veces.
Luego hizo un par de llamadas.
Cuando todo estuvo listo, se levant de su silla y
camin hacia la ventana. A travs de las persianas vio a
los reclutas que llegaban al patio principal.

15

Rescoldo

En el instante en que Luca entr a la catedral, el


sacerdote ya la observaba desde la puerta del
confesionario. Cerr y esper a que la chica se
acercara. Sinti sus pasos, oy su voz de pecadora
santa, el avemara sin pecado concebida frente a la
celosa que lo ocultaba a l, entre las sombras.
Estuvo atento al recuento de los pecadillos,
desendola en la estrechez del recinto, mientras se
tocaba sobre la sotana, respirando con una agitacin
pausada, en secreto.
La chica acab antes que el sacerdote, esto lo dej
turbado. Pens en retenerla, quiz si le preguntase
algn detalle trivial. Pero el confesor ya haba dudado
demasiado y tuvo que dejarla marcharse.
Inmediatamente despus de que se levant la
muchacha y sali del confesionario, una mujer mayor
se acerc, entr y se arrodill frente a la celosa y
empez a desahogarse.
El sacerdote la ignor sin palabras y sali tambin
del confesionario, sin que la vieja lo notara, siguiendo
los pasos de Luca, persiguiendo como un sabueso su
virginal perfume.
Sin embargo, no se atrevi a ir ms all de la puerta
de la iglesia, desde donde la vea alejarse por una calle
16

oscura, mientras l, con la biblia en sus manos,


esconda bajo la sotana su dolorosa lascivia,
conteniendo las ganas de alcanzarla.
Unos minutos despus, cuando Luca volvi la vista,
tres cuadras ms all, vio que el sacerdote todava
estaba de pie, como una gran estatua de yeso,
abandonada en las puertas de la Catedral, inmutable
frente a los fieles que llegaban para escuchar la misa.

17

NN

Hoy fue el primer da en su nuevo trabajo.


Romina, la profesora ms joven que haban
contratado en aquel colegio privado: 22 aos.
Desde que Manuel, el subdirector, observ con
atencin la silueta de Romina, pasando cerca de las
oficinas de la direccin, supo que a sus 48 aos se
haba vuelto a enamorar, o eso se obstin en creer.
Empez a frecuentar la oficina de la joven con
cualquier pretexto, durante la hora de descanso, o en el
momento en que ya no soportaba ms la angustia de no
saber si ella, esta vez, al fin podra aceptar.
Persistente, a pesar de no recibir ninguna respuesta
a sus insinuaciones, luego de un mes, Manuel
continuaba.
Romina segua esquivando con educacin las
propuestas indecentes. Pero Romina ya no est
dispuesta a tolerar ms esta situacin. Descarta una
denuncia, debe ser ms contundente: necesita un plan
para detener de forma definitiva a Manuel. El instante
preciso, la cena a la que Manuel an no se cansa de
invitarla.
Ella acepta.
l pasar a recogerla.
18

No dice ella, nadie debe saber que nos


veremos.
Entonces? pregunta l, con una sonrisa que
intenta ser agradable.
Romina escribe en el reverso de una tarjeta
personal.
Bscame en esta direccin, a las ocho.
Esa noche, Manuel conduce por una calle
desconocida. No encuentra la direccin. A punto de
rendirse, dobla una esquina y encuentra el nmero que
buscaba.
Baja del auto. Hace fro.
Camina hasta la puerta de la casa y toca.
Romina abre.
Pasa, es mejor que no te vean.
Manuel se siente ajeno a la realidad, feliz, como si
tantas precauciones por parte de Romina le confiriesen
a la situacin la relevancia y el encanto de un
verdadero romance.
No imagin que vivieras en esta parte de la
ciudad.
No, es slo temporal. Digamos que slo por esta
noche.
Si me lo pidieras, yo podra alquilarte un
departamento, para nosotros dos.

19

Romina le observa. Luego camina hacia una mesilla,


en medio de la sala, y coge una botella de vino que
haba dejado ah un rato antes. Sirve unas copas.
Todo es perfecto. La noche, la calidez del cuerpo de
Romina cerca de las manos de Manuel que la desean
cada vez ms mientras se termina la primera copa.
Romina, la mujer de sus sueos. Romina, una extica
ensoacin. Romina, Romina, una mujer que acaba de
sedarlo, lo ha comprendido, en el instante infinitesimal
en que su cuerpo, acostumbrado a la bebida, se ha
dejado desequilibrar por un mareo inusual, por una
descarga de somnolencia que an no lo deja dormido,
pero que le resta toda movilidad muscular, que le
descoloca la visin de la habitacin entera. Y la mesilla,
y el piso, y el techo, y las paredes, son ahora parte de
una masa amorfa que ha empezado a girar sin control
en su cabeza.
Manuel ha cado al piso.
Ya saben qu hacer dice Romina.
Pero, a quin le habla? Manuel intenta
preguntrselo a la joven. No lo consigue. Ninguna
palabra le fluye. Con gran esfuerzo abre los ojos y ve
cmo Romina, en la entrada, abre y cierra la puerta,
desapareciendo.
Entonces Manuel cree estar solo, hasta que cuatro
fuertes manos lo sujetan por los tobillos y empiezan a
arrastrarlo, la espalda en el piso.
20

El miedo se le ha convertido en terror.


En la calle, Romina sube al auto vaco de Manuel y
conduce.
Media hora despus se baja del vehculo, a un lado
de la pista, y deja la portezuela abierta, y camina, en
silencio, de regreso a su mundo, a su vida, repasando
su coartada, pensando qu har durante la maana.

21

Ciudad nocturna y serena

El ruido de un taxi lentamente avanza por la calle en


penumbras. Ya est ms cerca, se ha detenido. La
portezuela izquierda, detrs del chofer, se ha abierto,
ha quedado como un ala estirada.
Nadie ha salido an.
Desde el interior del vehculo proviene un susurro
apagado por la distancia. De pronto, una mano, la
mitad de un brazo estirado ha salido, suspendida,
cortada por la oscuridad del interior del taxi, adonde
ha regresado un instante despus, como jalada por un
resorte que quiere volver a su estado de reposo, y otra
vez el silencio, la nada que deja una puerta abierta.
Acaso eres t, Roco.
Ms all, en alguna calle cercana, se ha escuchado el
silbato
lnguido
de
un
hombre
solitario.
Inmediatamente el chofer del taxi ha empujado la
portezuela, que se ha cerrado con un ruido seco, y se
han alejado. Cerca de la esquina los he perdido de vista.
En ese instante mi celular son.
Contest.
Hola.
Llevas mucho tiempo esperando? pregunt
Roco.
No, acabo de llegar ment.
22

Me avergonzaba admitir aquellas tres horas


intentando comunicarme a un celular apagado que
recin ahora me llamaba.
No puedo ir all donde ests dijo ella. Estoy
en Moquegua.
Por qu tan lejos? pregunt desde la soledad
de una plaza.
Llova. Deb haberme visto tan lleno de nostalgia, tan
arrancado de una realidad como me senta, y sin
embargo an pensaba, equivocadamente, que me
queran. Y el golpe como una certeza, la noticia
convertida en daga:
Es que ya no volver a Tacna Lo siento.

23

El individuo colectivo
La corona de la creacin,
el cerdo, el hombre
(Gottfried Benn).

l estaba dentro de un auto, sentado con personas


que apenas conoci aquella noche, y una cancin se
proyectaba desde los parlantes del vehculo.
La chica sentada a su derecha, en el asiento trasero,
gir y acerc el rostro para decirle:
Me llamo Kelly.
l respondi al odo izquierdo de la chica. Ella le dio
un beso en la mejilla y sonri. La botella de cerveza iba
pasando por la derecha.
El tiempo, las horas, no eran ms que un flujo
circular ascendente que lo fueron elevando hasta el
lmite ms alto desde donde lo dejaron caer al vrtice,
abismo mental, la blanca niebla que desvanece
recuerdos y memorias recientes.
Despus de tres horas, l sali del auto y cerr la
portezuela. La ventanilla tambin estaba cerrada.
Camin hacia la parte trasera del vehculo. All vomit.
Despus de un lapso indeterminado, volvi y se
detuvo junto a la ventanilla.
24

La chica sentada delante, en mis piernas, dijo:


Kelly, cierra, cierra.
Kelly estir un brazo y accion el seguro de la
puerta. l, desde afuera, intent abrir. Luego dio unos
golpecitos al vidrio y mir a Kelly, que ahora le daba la
espalda.
El que conduca baj. Casi al instante, tambin baj
yo por la derecha. Mi acompaante ocup mi asiento.
El otro regres a la parte trasera del vehculo y se
qued all, apoyado y aturdido. Vomit de nuevo.
Seguamos tomando: las puertas de la derecha
abiertas hacia la vereda, las dos chicas sentadas, las
piernas en minifalda sobresaliendo del auto, mi amigo
y yo de pie, frente a ellas, hablndoles.
El otro an nos miraba desde el extremo opuesto del
auto.
No le pregunt a Kelly de qu estuvieron
conversando al principio, tampoco lo supe despus.
Nadie los haba escuchado por lo alto de la msica.
Decid no preguntar. A mi amigo el asunto le era
indiferente, quiz porque fue quien lo haba invitado.
Kelly no recordaba con claridad por qu haba echado
el seguro. Su amiga slo rea, resabida, mirndome.
De pronto, por el lado izquierdo del vehculo, todos
vimos cmo aquel sujeto se fue caminando, como un
ser humano impasible a miradas que slo l pareca
estar viendo varios metros ms all, por aquella
25

solitaria calle que lo volvi nuevamente un


desconocido para nosotros, mientras se iba,
trastabillando, doblando la esquina, a quin sabe
dnde, para no regresar jams.

26

ADN
(1)
(2)
Para Lilith,
y Eva.

Martes 16
Es de maana. No suelo escribir a esta hora, pero
sent deseos de repetirme en un par de lneas. Aunque
no diga nada especfico, necesito expresar la
incertidumbre del da.
Mis cavilaciones no han sido fructferas, ni siquiera
debera llamrsele pensar a lo que he estado haciendo.
He disipado mi tiempo. Me he dejado invadir por
imgenes, sombras recurrentes. Todo ello es absurdo,
( 1 ) NOTA DEL AUTOR: Decid empezar a escribir abril
2004, el da que encontr las pginas manuscritas que se van a
reproducir integras a continuacin, abandonadas en un asiento
de autobs. Alguien las haba dejado ah a propsito. Eso me
obstin en pensar. Quien lo haba hecho, haba imaginado
tambin el instante de su descubrimiento. l o ella leeran el
manuscrito engrapado, se lo llevaran a otro lugar, lo
extraviaran, y el ciclo de prdidas y encuentros empezara
entonces, interminable.
( 2 ) Fecha del diario: Mes y ao desconocidos. Anteriores a 2004.
27

el acto mismo de albergar recuerdos es absurdo. Estoy


borrndome
(Unas horas despus).
He quedado vaco. De eso me doy cuenta. Porque al
intentar recordar algn rostro, no puedo ver ms que
contornos y fondos borrosos que no son las caras que
antes vi. CMO SON (ERAN) LOS QUE YA NO ESTN
CONMIGO?
Jueves 18
Por la noche sal de casa, vi gente, habl con algunos
conocidos En un momento incierto alguien me
alcanza un cigarro encendido. Somos dos caminando,
buscando a otros amigos. Fumo. Y antes de que se
consuma por completo el cigarro, mi eventual
compaero de camino me dice:
Lo que has fumado es pasta.
Ser respondo, indiferente, consciente del
engao.
Cre que era marihuana sola, no una combinacin. Es
lo que ellos llaman micky.
Despus de un rato siento los primeros efectos: se
me aparece una imagen en la mente, un nio empujado
a una piscina. O aprendes a nadar o te hundes, parece
que grita alguien desde lo ms recndito de un
recuerdo.
28

Viernes 19
Estoy aqu, una vez ms, rodeado de los murmullos
inciertos del da. No quiero hacer nada, absolutamente
nada (escribir es distinto). Escribir es una extensa
digresin, una pausa en la vida. Al escribir se abre una
brecha en la realidad circundante, mi cuerpo se
transforma en envase, en mecanismo que alberga mis
ideas y que las vierte a travs de la presin de mis
dedos sobre el teclado, a la pantalla.
Soy licuefaccin, fluyo a travs de la indiferencia.
Hoy no saldr de casa. Me adormecer la televisin
cuando caiga la noche. No sentir los pasos que me
siguen. Tus recuerdos, como sombras, se quedarn del
otro lado de la puerta, golpeando para entrar. Pero yo,
pblico sordo que se aburre en la funcin, no har ms
caso y me dormir
Sbado 20
Siento algo extrao en el cuerpo. Un vaco en el
estmago. Ansiedad? He dormido menos de ocho
horas, quiz seis. Debe tratarse de eso. Debera dormir
y olvidarme del asunto. Hoy he comido poco, no
porque no tuviese hambre, sino porque hubo poca
comida. S, tal vez sea el hambre lo que percibo como
ansiedad. El vaco del estmago a lo mejor no tiene
nada que ver con el efecto colateral de la pasta que
fum el jueves. Esperar a que todo pase.
29

Lunes 22
El da ha empezado. Es muy probable que no
recuerde esto que estoy escribiendo ahora. En algunas
horas habr olvidado mucho de esta maana. El da se
ir. Seguir pensando qu hacer.
Viernes 26
En algn punto indeterminado en la lnea del
tiempo, parntesis-mnsico, no recuerdo qu hice ni por
qu. No obstante, los escombros todava permanecen en
derredor, agonizantes, como cuerpos volvindose carne:
un objeto ms, bajo mis pies.
No volver a fumar nada. An siento nauseas.
Domingo 11
Hago un esfuerzo para escribir en este momento. No
tengo nada que quiera decir. Estoy en silencio. Puedo
divagar. Digresiones que llenan espacios en blanco,
palabras que se unen sin aparente sentido
No quiero decir nada dije. Entindeme.
Los silencios de la noche. Una gravitacin.
Olvida.
REMINISCENCIA
La luna llena a travs de las ramas de un rbol, lo
recuerdas?.
No te creo dijo ella.
30

Siempre voy a mentirte respond.


Despus caminamos hacia la Facultad contigua,
penumbra silenciosa del pasillo. Subimos por una
escalera. El segundo piso iluminado, excepto el ltimo
saln. Entramos en su oscuridad. La puerta la ha
cerrado ella, luego me ha besado.
CARTA
Cuntos instantes se han ido para siempre entre
nosotros
Decididamente, me he alejado de todo para empezar
una vida distinta. No es la primera vez que lo hago.
Cuando el cataclismo de emociones llega a su punto
ms lgido y el olvido va menguando mis recuerdos de
un pasado reciente que se desvanece llevndose
consigo personas, lugares y momentos, yo, el
superviviente, nufrago en el ocano inmenso del
ahora, quedo convertido en pozo desrtico, fondo
rido, hasta que alguna otra nube en el horizonte se
acerca para llenarme de vida con su tormenta
necesaria, rayos fulgentes, truenos retumbantes, la
lluvia de una vida nueva, el inicio y el final inherentes a
todo, encerrados en la piel de una mujer que se
acerca

31

Lunes 19
7:30 am.
Inicio de clases: Preuniversitario de la
Municipalidad de Alto de la Alianza.
Desde la entrada, una chica solitaria, desconocida,
me observa llegar al colegio Guillermo Auza Arce.
Adentro, veo a un grupo dismil de chicos y chicas
enmudecidos por la espera.
Siguen llegando ms personas.
Luego de un rato, otra chica, distinta de las
anteriores, a la que no podr olvidar, a la que recordar
mucho tiempo, hechizado por la belleza de su piel
morena, por el sortilegio de su mirada egipcia, ha fijado
por un momento su atencin en m, y desde entonces
no he podido dejar de verla tambin a los ojos, y desde
aquel instante, sin conocer todava su nombre, supe
que me haba enamorado.
Martes 20
Segundo piso.
Entr al saln e instintivamente la busqu con la
mirada. Despus fui a sentarme detrs de ella. Al cabo
de un rato, cuando el profesor entraba, me levant del
asiento y avanc dos pasos hacia adelante.
Puedo sentarme aqu? le pregunt a la chica
sin nombre.
32

Ella no levant la mirada. Quiz no imagin que yo


iba a acercarme en aquel momento. Volv a preguntar:
Puedo sentarme aqu?
Ella gir el rostro, me mir, y tras una pausa
infinitesimal, con una voz que despus escuchara
cercana, como un susurro que lea una pgina de su
libro, dijo:
S.
Y me sent a su izquierda.
Aunque no hablamos el resto de la maana, busqu
la mirada de mi compaera de carpeta un par de veces.
Tal vez ella tambin me mir cuando estuve distrado.
No lo s.
Mircoles 21
Esta maana la he visto caminando con su amiga.
Ella bajaba por la avenida Aviacin, y yo segu de largo,
por la calle transversal, rumbo al colegio G.A.A. Un
momento despus, ella y su amiga estaban detrs de
m, varios metros ms all, viniendo en la misma
direccin. Entr al colegio, gir a la izquierda y avanc,
y a travs de la reja volv a verla. Ella tambin me mir,
an desde afuera.
Sub al segundo piso, entr al saln y fui a sentarme
en el mismo lugar de ayer. Cuando ella entr, por un
instante cre que se ira a sentar a otro sitio, al fondo
del saln, pues tena la mirada fija al frente mientras
33

avanzaba por la fila de la derecha, pero para mi


sorpresa se detuvo a la altura de la carpeta en la que yo
estaba sentado, y en silencio, tom asiento junto a m.
Qu significa que ella haya decidido sentarse a mi lado
cuando pudo haber escogido cualquier otro asiento
vaco?
Antes del segundo receso, cuando iba tomando
apuntes en mi cuaderno, inesperadamente mi lapicero
se qued sin tinta. Dej de escribir y puse el bolgrafo a
un lado, intil objeto desechado, sombra de un
instrumento que dej de ser lapicero para convertirse,
ya sin tinta, en pedazo de plstico sin sentido. Sin
embargo, slo cuando lo volv a coger, accionando por
su extremo el botn del mecanismo retrctil, el breve
sonido que produjo al esconder su punta metlica me
anunciaba una segunda posibilidad para su destino,
otorgndole a la casualidad de su extincin como
lapicero, su nueva condicin de objeto mgico, punto
de quiebre, un final, un nuevo inicio, pues a travs de l
se haba generado el pretexto adecuado para romper
mi silencio y mi distancia y girar el rostro a la izquierda
y preguntarle a ella:
Puedes prestarme un lapicero? El que tengo ya
no sirve.
Ms tarde compartimos una hoja de prctica con
ejercicios de Aritmtica que el profesor entreg, y casi
34

al final de clases, tambin a travs de una pregunta, ella


me mir y dijo, concisa:
Te vas a llevar la hoja?
No. Llvatela. Maana pido otra.
Sal del saln, despus cruc la puerta del colegio, y
cuando estaba a una cuadra de distancia, me gir y a lo
lejos vi que ella vena en la misma direccin, acaso
siguindome los pasos?, pero esta vez sin su amiga.
Continu mi camino, solitario, obstinndome en
creer que, por un instante, me haba convertido en
Orfeo guiando los pasos de la hermosa Eurdice. No
obstante, el que descenda por un camino invisible era
solamente yo.
Viernes 23
Tampoco hoy he podido hablarle.
En la tarde, mi pap me ha dicho que me consigui
un trabajo fuera de la ciudad, que iniciaba en dos
semanas.
Es un trabajo para un ao me dijo.
Le respond que ira.
Ms tarde, en la soledad de mi habitacin, he
pensado en la situacin presente: ya no postulara al
Tecnolgico Vigil, y la chica sin nombre, con la cual no
haba iniciado ninguna historia ms all de mi amor en
silencio, no sufrira por mi partida. Era mejor olvidarla,
era lo mejor, eso he pensado.
35

Mircoles 28
Escribir por el placer de divagar. Elucubrar
explicaciones, disquisiciones retrospectivas que me
ataen slo a m, lo cual es suficiente, o debera serlo,
para dejar que las palabras fluyan en construcciones
carentes, a veces, de sentido sintctico. Pero qu
importa, lo sustancial ya lo han dicho otros, yo slo
quiero expresar mi incertidumbre cotidiana.
Sbado 31
Un ltimo da. Cuenta regresiva. Este hoy.
Despert temprano. Estuve leyendo algn libro,
ideas que surgen en la contemplacin de mi entorno,
momentos sosegados a la sombra clida de una
buganvilla en algn patio de una casa que compartiste
conmigo, vergel ednico del que sal una noche 14 de
febrero, dicindote hasta luego, para nunca volver.

36

Padre e hijo

Primeramente, porque la existencia no


tiene fundamento, brota de un abismo, de
la nada; en segundo lugar, porque su fin
es la muerte, otro abismo de nada;
tercero porque el ser mismo de la
existencia es un correr en la muerte, en la
nada. La existencia es en s misma
vacua.
(I. M. Bochenski)

Para qu escribes, hijo? Ya djalo.


Para relajar el msculo del tiempo, padre, para
aliviar la tensin en la rodilla del mundo, para
entender quin puedo llegar a ser la otra mitad de mi
vida.
Morirs pobre, hijo.
Morir, s, padre, pero rico de palabras, tan
pletrico de metforas que cien hombres de luto no
podrn levantar mis restos.
Sufrirs hambre, hijo.
He vivido ms que hambre, padre, hambriento de
verdad y de sentido, casi treinta aos de mi vida, y qu
me han dado la comida y la promesa del dinero? Slo
una vaca seguridad de que realmente vivo. Sin
37

embargo, muero, padre, muero. Por eso debo irme a


escribir lejos, ms all de las antpodas de mi
existencia, para buscar muy dentro de m los ruidos y
el dolor que perdi el silencio, el mismo da que nac,
padre, por tu culpa casi muerto.
Mueres, hijo?
S, padre.
Cuando as sea, cuando la fra losa aplaste la tierra
de tu pecho, te olvidarn, hijo, y qu habr sido de tus
libros?
Me despertarn de la tumba, padre, cientos de
veces, miles de veces.

38

/Di'vagat 'Orum/

Jueves 2 de abril, 2015.


2:30 pm.
Mirada ventanilla transporte pblico, observando
peatones.
Estoy concentrado en mis divagaciones, haciendo
anotaciones en mi viejo cuaderno titulado Mentculus:
volumen 5, hilvanando tramas absurdas y apuntando
frases carentes de sintaxis, mientras el autobs avanza,
tragando y regurgitando transentes, de paradero en
paradero.
A la derecha del pasillo viaja una joven de gafas
oscuras, de cabello largo y lacio, y un chiquillo de polo
negro le acompaa.
En cierto momento, escucho que murmuran entre
ellos:
S es.
T crees? Por qu no le preguntas?
Es inevitable escuchar sus voces, en el autobs hay
pocas personas. Afuera, la luz verde del semforo ha
cambiado a rojo. El autobs disminuye la velocidad y
se detiene.
Hola, disculpe dice una voz adolescente.
Volteo hacia la voz.
Que tal respondo.
39

Disculpe, mi hermana dice que usted se parece a


Miler, a Miler Huanca.
Ella lo mira y sonre. Luego se dirige a m con la
seguridad de una alumna aplicada, y me tutea:
T escribiste Rigor Mortis, verdad?
El autobs avanza de nuevo.
Te has equivocado de persona le digo. Mi
nombre es Miguel.
Y slo por decir algo ms, agrego:
Mi rostro es de lo ms comn.
Miro por la ventanilla. El autobs dobla en la
esquina, hacia la avenida (...).
Tengo que bajarme aqu les digo. Hasta luego.
S es escucho que susurra el chiquillo cuando
me levanto del asiento.
Su hermana ha quedado en silencio.
Bajo en la siguiente esquina le digo al cobrador.
Bajan! grita el cobrador desde la puerta.
Un momento despus, ya soy un peatn caminando
en sentido opuesto al avance del autobs.
La calle est vaca.
En un semforo, frente a una fila de vehculos que
esperan el cambio de luz, un solitario nio les vende
caramelos a los taxi drivers, y justo all...
Miler! gritan dos voces al unsono.
Por reflejo me detengo. El sol brilla. Giro el rostro
por la derecha y veo a la jovencita de lentes y a su
40

hermano, apurando el paso, acercndose a m. Ya es


tarde para fingir, he quedado al descubierto. Bien
pensado, muchachos.
S era usted dice el chiquillo, sonriendo.
Aqu tengo tu libro dice su hermana, abriendo
su mochila. Me lo puedes firmar?
Ligeramente avergonzado por su pedido, digo s con
un movimiento de cabeza, sorprendido adems al ver
el libro que ha sacado de la mochila: una de las tres
copias que yo haba regalado de forma annima, un
mes antes.
Cinco das despus de la correccin final de mi
novela, haba hecho imprimir tres copias de mi primer
libro, Rigor Mortis y otros pre-textos. Los empast
cuidadosamente y sal a la calle. Era de noche. Dej uno
de los tres libros en la banca de un parque; otro ms,
en el asiento de un autobs; y el ltimo, lo extravi en
una habitacin barata de hostal, al otro extremo de la
ciudad.
La joven de lentes me alcanza el libro.
Segn tu biografa, en el libro, deberas tener
treinta aos me dice, pero pareces de mi edad, de
veinte.
Cada quin elige qu creer le digo. En dos
semanas cumplo treintain aos.
Qu se siente ser un escritor? me pregunta su
hermano.
41

Escritor? No s de qu hablas. No me considero


escritor. Slo soy un payaso sin chiste que escribe
porque no aprendi a hacer otra cosa.
Ah?
Yo me entiendo. Por cierto, cmo se llaman?
Me dictan sus nombres. Luego ella pregunta:
Y cundo publicas tu novela?
Termino de autografiar el libro y se lo devuelvo.
Qu novela?
En la ltima pgina de Rigor Mortis deca que
publicaras El camino tras la puerta, novela corta.
Ah, eso. Ya lo publiqu. Fue una autoinmolacin.
Cinco copias que repart por all, por rumbos
desconocidos. No hubo ni habr presentacin oficial.
Por qu no?
Quiero ser pstumo.
Veo sus caras de incredulidad.
Nos gustara leer tu novela dice ella.
S, nos gustara agrega su hermano.
La curiosidad mat al gato les digo.
Ahora veo cierta tristeza en sus miradas por mi
respuesta, y me acuerdo de mis sobrinos.
Bueno, encontraron una de las tres copias que
dej olvidadas. Y ahora me encontraron a m. No s si
llamarlo suerte, coincidencia o destino. Les dar lo que
me piden.
Meto la mano al bolsillo del pantaln y saco mi USB.
42

Toma le alcanzo a ella.


Un USB?
Dentro vas a encontrar el archivo de mi novela. La
nica copia digital que existe. Comprtelo si quieres.
Depende de ustedes que el libro sea conocido. A m no
me interesa eso por ahora.
Por qu no?
Tengo mucho que escribir todava.
Y el USB? Cmo hago para devolvrtelo?
Dudo mucho que nos volvamos a ver. Qudatelo.
Puedo conseguir otro.
Tal vez podramos llamarte alguna vez. Cul es tu
nmero de celular?
La verdad es que no tengo. No me gustan los
celulares, me interrumpen cuando estoy pensando.
Ahora tengo que irme. Adis.
Se despiden. Luego empiezo a caminar y vuelvo a
mis divagaciones.
Alguien me mira, ya no lo noto.

43

También podría gustarte