Costureras de La Fábrica Topeka Que Fallecieron Durante Terremoto de 1985, Víctimas Sin Rostro, Sin Nombre, Sin Número

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Costureras de la fbrica Topeka que fallecieron durante terremoto de 1985,

vctimas sin rostro, sin nombre, sin nmero


Hace 30 aos, (yo contaba apenas con 15), un terremoto de 8 grados Richter
sacudi a la ciudad de Mxico, mi padre y yo acabbamos de despertar, en tanto
que mis hermanos aun dorman cuando fuimos sorprendidos por el movimiento.
Eran las 07:19 hrs., cuando experiment la eternidad en que se convirtieron los
dos minutos que dur el sismo, entonces vivamos en un viejo edificio, cuyas
estructuras de movan de un lado a otro violentamente, mientras tratbamos de
esquivar los libros o artefactos que caan de los estantes ubicados cerca de los
marcos de las puertas, donde nos habamos colocado, mi padre empez a orar
Luego de la sacudida empec a levantar del suelo todo lo que haba cado,
algunas cosas se haban roto tras estrellarse sobre el piso, pero estbamos bien,
solo mi hermana menor haba recibido un golpe fuerte en la cabeza. Me sent
aliviada porque pens que lo peor ya haba pasado, pero me equivoque porque
tan pronto como asimilamos la magnitud del temblor, mi padre nos anunci que
saldra
Tena imperiosa necesidad de llegar a la fbrica en la que trabajaba, una urgencia
por estar all, que nosotros no entendamos. Mis hermanos y yo tratamos de
persuadirlo para que se quedara porque las primeras noticias daban cuenta de
que la capital enfrentaba por primera vez en muchas dcadas una emergencia
real.
El Sistema de Transporte Colectivo Metro haba suspendido el servicio, no haba
forma de circular por las calles porque los edificios haban sufrido daos
estructurales que podran hacer que se vinieran abajo en cualquier momento.
Transformadores y cables de alta tensin quedaron tendidos sobre las aceras.
No haba servicio telefnico disponible ni energa elctrica en gran parte de la
capital. Las autoridades recomendaban a los habitantes no salir a menos que
fuera estrictamente necesario.
Mi padre desoy nuestras splicas y sin darnos mayor explicacin se dispuso a
salir, una de mis hermanas y yo nos vimos obligadas a ir detrs de l, nos
preocupaba mucho que estuviera solo porque estaba enfermo de diabetes,
sabamos que cualquier impresin podra afectar su estado de nimo y por ende
su
salud.
Con el Metro cerrado y sin otro medio de transporte nos enfilamos hacia la calzada
de Guadalupe, donde en nuestro andar notamos que los vecinos haban acatado
la orden de permanecer en sus casas, no haba trolebs, camiones o combis
circulando, el escenario era parecido al de una ciudad fantasma, el pesado

silencio contrastaba con la histeria y los gritos de horror que habamos escuchado
poco antes de salir.
Avanzamos al paso de mi padre que luca preocupado y callado, as conseguimos
llegar hasta Tlatelolco poco despus de las 9 de la maana, ah presenciamos la
primera escena dantesca, escombros por todas partes, ropa, efectos personales,
restos de muebles, los enormes multifamiliares que se levantaban imponentes en
otro tiempo, estaban justo a nuestros pies.
Apenas podamos ver, el aire estaba viciado, una densa nube blanca nos impeda
respirar, pensamos que no podramos seguir; sin embargo, alguien pregunt a lo
lejos si requeramos llegar al centro y se ofreci a llevarnos, era el chofer de una
combi colectiva que nos acerc a Pino Surez, desde donde caminamos
nuevamente porque no haba transporte sobre Tlalpan, la calzada que debamos
seguir para llegar a la estacin del Metro San Antonio Abad.
Al pasar dicha estacin vimos a mi padre apresurar el paso, nos cost trabajo
alcanzarlo, los edificios que albergaban las fbricas de ropa ubicadas en la zona
estaban daados pero seguan en pie, eso pareci animarlo a continuar; sin
embargo, antes de llegar a la esquina de avenida Del Taller donde deba estar la
edificacin de 11 pisos se detuvo en seco, apoy sus palmas de sus manos sobre
las rodillas para tomar aliento y lentamente se incorpor antes de volver a posar
su vista sobre lo que quedaba de sta. Era evidente que no poda creer lo que
vean sus ojos.
Mi hermana y yo nos acercamos a sostenerlo de ambos brazos, pareca que las
piernas iban a fallarle en cualquier momento, l pidi que le permitiramos
sentarse sobre la banqueta. En ese momento comprend que haba salvado su
vida, un da antes haba acordado con su jefe laborar de 07:00 a 15:00 hrs., para
lo cual haba dispuesto la alarma de su despertador, que si son nadie la haba
escuchado. Secretamente me regocij por ello
En nuestro recorrido por los barrios de Tepito y la Lagunilla ya habamos dado
cuenta de los daos sufridos en las vecindades, de casas daadas, pero no
habamos visto nada como aquella imagen que tenamos enfrente.
La robusta estructura se haba reducido a dos pisos, por alguna extraa razn las
paredes se haban pulverizado; pap crea que las gruesas columnas podran
soportar el movimiento, pero no fue as, los techos quedaron sobre los pisos
asemejando un sndwich, con las miles de prendas que colgaban de entre los
escombros, daba la impresin de estar viendo algo irreal.
Permanecimos en silencio tratando de entender aquello, antes de que mi padre
murmurara que tena la esperanza de ayudar a sus compaeras que permanecan
al interior del inmueble, esperaba encontrarlas con vida.

Luego dijo que el peso de las mquinas de coser y las miles de prendas haba
colapsado los pisos. Nosotras replicamos que tal vez las trabajadoras haban
tenido tiempo de salir, aunque sabamos que no hubiera sido posible correr 11
pisos abajo mientras las escaleras se deshacan bajo sus pies
El tono de su voz se torn ms grave cuando nos dijo que al menos en dos de los
pisos de la fbrica de pantalones Topeka, tenan un estricto control del personal,
que llevaba a cabo un supervisor que sola asegurarse que las costureras
estuvieran en sus lugares en punto de las 07:00 AM.
Para garantizar que las trabajadoras cumplieran con sus labores acostumbraba
dejarlas bajo llave mientras bajaba a desayunar. As que Qu oportunidad
tuvieron de salvarse si estaban encerradas? Qu probabilidades habra de que
hubieran sobrevivido si la maquinara haba vencido cada uno de los pisos
superiores?
Eran las 11:00 hrs., cuando vimos a los dueos de las maquiladoras, que dicho
sea de paso eran judos, para entonces ya haban acordado no solicitar apoyo de
Proteccin Civil, era conveniente para ellos en ese momento que autoridades,
rescatistas y voluntarios volcaran su atencin en los multifamiliares, hoteles,
hospitales y vecindades afectadas o derrumbados por toda la ciudad.
En ese tiempo, mi padre se encargaba de elaborar los moldes que se utilizaban en
la aplicacin de las prendas, por tanto, conoca a la mayora de los dueos, habl
con su jefe y con los de los pisos donde saba que estaban las vctimas
potenciales.
Previamente, haba hecho varias observaciones a los dueos respecto al excesivo
peso de las mquinas y a las toneladas de tela, hilos y plstico, que ingresaba
constantemente a cada planta, aunque ninguno de stas haba sido tomado en
cuenta.
Para el medio da, empezaron a llegar los familiares de las costureras que
laboraban en los ltimos pisos, pero los dueos de las fbricas se negaron a
recibirlos bajo el argumento de que no conocan a las referidas trabajadoras.
La mayora de las vctimas eran mujeres de provincia, muchas de ellas madres
solas, sin estudios, sin referencias, sin contratos firmados, sin prestaciones de ley,
que reciban una remuneracin semanal menor al sueldo mnimo, muchas de ellas
trabajaban a destajo, y no tenan ms testigo de su paso por las fbricas y
maquiladoras que a sus propias compaeras que haba sufrido un destino similar
al suyo.
Y dado que la atencin de los capitalinos se centraba en otros puntos de la ciudad,
los empresarios no tuvieron que dar explicaciones a nadie, mucho menos
indemnizar a los deudos.

Mi padre vio como amenazaron a los familiares que buscaban desesperadamente


a sus hijas y hermanas, personas que a fuerza de recibir negativas sobre su
relacin laboral, terminaban yndose, algunos incluso dudando de que su pariente
trabajara con ellos, porque la nica forma de probarlo estaba basada en la palabra
de alguien que ya no estaba
Pronto comprendi mi pap que no haba nada que hacer por su excompaeras,
estaba triste, decepcionado y muy enojado, la impotencia ante la situacin le
estaba afectando, de modo que antes de las 18:00 hrs. emprendimos el regreso a
pie, el cansancio hacia mella en nosotros cuando llegamos a Arcos de Beln, a
donde arribamos aproximadamente 12 horas despus, sin tomar en cuenta que
podramos ser alcanzados por una rplica cercana en intensidad al terremoto
inicial.
Haba mucha gente en las calles, haban salido a buscar a sus seres queridos, las
lneas telefnicas estaban saturadas, los telfonos pblicos no respondan a la
emergencia, bamos en silencio, cansados, con dolor, con miedo, ramos poco
ms que zombis
Avanzbamos de a poco cuando la tierra tembl nuevamente bajo nuestros pies,
las edificaciones ms recientes se mecan de un lado a otro, escuchbamos
estruendos al interior de stos, aunque estaban vacos porque eran nuevos,
(supimos despus que esos edificios fueron demolidos sin nunca haber sido
habitados).
Estbamos ubicados a espaldas de la capilla del templo de Nuestra Seora de
Beln, y como no haba forma de llegar a sta, nos arrodillamos en la pequea
plaza, mi padre empez a rezar el Padre Nuestro y de repente el silencio se
convirti en un murmullo fuerte y claro que suplicaba al cielo piedad, todos
llorbamos, yo crea que aquello era el fin, agradeca desde luego estar con mi
pap, pero lamentaba a la vez no estar con mis hermanos que se quedaron en
casa
Nos pusimos de pie en cuando pas la rplica, tenamos como nico objetivo
volver al hogar, caminamos un par de cuadras antes de que un buen samaritano
se acercara para ofrecer llevarnos en su auto, a donde sea que vayan, en una
desinteresada manifestacin de solidaridad.
Los medios ignoraron la tragedia registrada en San Antonio Abad, donde con el
paso de los das se empez a percibir el olor a muerte. Cuando por cuestiones
sanitarias fue necesario sacar los cuerpos de los escombros, los dueos de
fbricas y maquiladoras ofrecieron a cambio de su silencio una fuerte suma a los
militares para que priorizaran los bienes materiales.
Para tal efecto, argumentaron que la maquinaria atrapada era su nico patrimonio
y necesitaban recuperarla para con su venta, indemnizar a las familias de los

muertos, y para liquidar a las cientos de costureras que perderan su fuente de


trabajo, luego de que ellos se declararan en quiebra.
As fue como un mes despus de la tragedia, y nicamente por las noches se
ocuparon de sacar los restos que eran colocados en bolsas negras, para
posteriormente depositarlos en la fosa comn. Los soldados dedicaron muchos
das a recuperar la maquinaria de los patrones judos que los compensaron
generosamente.
Dado el pacto de guardar silencio, las vctimas sin nombre y sin rostro de los
talleres de San Antonio Abad no fueron incluidas en el conteo oficial, a pesar de la
solicitud de ayuda a Televisa por parte de los damnificados de difundir la
informacin y a las denuncias de cientos de personas desaparecidas en el terreno
que hoy alberga un estacionamiento y una sucursal de Banamex, nadie oblig a
los empresarios a indemnizar a los deudos de las y los costureros fallecidos en
aquel
inmueble.
El gobierno de Mxico jams reconoci que decenas de personas fallecieron
intentando escapar, pese al testimonio de algunas sobrevivientes que fueron
testigo de su infructuoso intento por salir del encierro al que fueron condenados
por su capataz

Autor: Martha Cristina Alvarado Salazar

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