Bermúdez, N - La Noción de Ethos - Historia y Operatividad Analítica

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 23

LA NOCIN DE ETHOS: HISTORIA Y OPERATIVIDAD ANALTICA

Nicols Bermdez
(Instituto de Lingstica, Facultad de Filosofa y Letras, Universidad de
Buenos Aires)

Resumen: Este artculo tiene tres objetivos. En primer lugar, quiere hacer
una breve historia de la nocin de ethos, desde la retrica antigua hasta los
actuales estudios del discurso. En segundo lugar, intenta demostrar la
operatividad como categora de anlisis de esta nocin, ethos, en tipos
textuales distintos a los que se aplica corrientemente. El tercer objetivo es,
a partir de los dos anteriores, reflexionar acerca del desarrollo actual de la
lingstica del discurso.
Palabras claves: ethos representacin social retrica lingstica del
discurso - pragmtica
Abstract: This article has three aims. The first one is to do a brief history
about the notion of ethos, from ancient rhetoric to the current discourse
studies. The second tries to prove that ethos is an analysis category suitable
for to analyze types of texts different from those that generally it is used
for. The third is to think about the current development of the discourse
linguistic
Keywords: ethos social representation rhetoric discourse linguistic pragmatic

Introduccin

Junto con otras, la nocin de ethos experimenta, desde hace un par de


dcadas atrs, una reaparicin en algunas zonas del mapa dibujado por las
ciencias del lenguaje. Dos causas de este fenmeno merecen destacarse: a)
un retorno de la retrica que parece conducir a una verdadera retorizacin
de la lingstica (Rastier, 1994); b) la creciente importancia social de los
medios audiovisuales y la publicidad, lo que activ como nunca la cuestin
de la imagen pblica de s, del look (Maingueneau, 2002). El objetivo de
este

trabajo

es

referirnos

sintticamente

al

recorrido

histrico

epistemolgico que tuvo la nocin, para verificar luego su operatividad

analtica en textos correspondientes a tipos discursivos distintos a los que


habitualmente se aplica (i.e.: medios, publicidad, propaganda, etc.).
Antes de presentar el anlisis de un corpus conformado por ponencias
publicadas en actas, mencionaremos cmo la nocin de ethos fue
considerada en distintas pocas y por diferentes disciplinas. Su definicin,
su extensin descriptiva y el papel que en ella juegan las representaciones
sociales sern algunos de los temas sobre los que insistiremos durante la
exposicin. En un segundo plano de este trabajo aparecen cuestiones
ligadas a la historia epistemolgica de las ciencias del lenguaje y su relacin
con la retrica clsica.

1. El ethos en la retrica antigua: desde Aristteles a los latinos


Cuando se propone definir la retrica, Aristteles comienza organizando la
compleja estructura de la inventio (encontrar qu decir, buscar los
argumentos)i.

Las

pruebas,

distingue,

pueden

ser

(intra)tcnicas

extratcnicas. Estas ltimas son previas y ajenas a la preparacin del


orador, pero este puede usarlas (i.e.: testigos, documentos, etc.); las
tcnicas, en cambio, son producto del mtodo y la industria del orador,
quien debe encontrarlas. A esta clasificacin le sucede otra: Aristteles
agrupa las pruebas obtenidas por medio del discurso en tres tipos, cada uno
correspondiente

distintos

polos

(orador/ethos,

auditorio/pathos

discurso/logos) de la actividad pragmtica:


() las primeras estn en el carcter moral del orador; las
segundas en disponer de alguna manera al oyente, y las ltimas
se refieren al discurso mismo, a saber, que demuestre, o parezca
que demuestra (El arte de la retrica, L1, 1356 a)ii.
Las retomas de esta triparticin en el marco de una nueva produccin
terica respetaron casi siempre la solidaridad de los polos del dispositivo,
pero tendieron a privilegiar uno de ellos, y esto no ya en la contingencia de
un gnero, de un discurso o de los momentos de un mismo discurso, sino

ante todo en la dimensin descriptiva, y prescriptiva, implicadas en la


construccin de un nuevo aparato tericoiii. Sin embargo, no se puede pasar
por alto que el mismo Aristteles parece concederle preeminencia al ethos:
Pues no ocurre como dicen algunos preceptores de elocuencia, los
cuales en el arte de la Retrica presentan la probidad del orador
como que de nada sirve en orden a la persuasin, sino que el
carcter moral, por as decirlo, posee casi la mayor fuerza
probatoria (ibid.).
Tampoco, por otra parte, ha sido unvoca la traduccin de ethos. Di tou
thous hace referencia, para la versin espaola de la Retrica con la que
trabajamos, al carcter moral del orador; una consulta rpida de otras
traducciones permite observar la preferencia por carcter sin ms o
costumbres. Otro tanto ocurri con epiekeia, atributo que Aristteles le
asigna a las personas que generan credibilidad y que se transform en
honestidad, decoro, bondad. Esta inestabilidad es clara manifestacin
de los dos sentidos, neutro uno y moral el otro, que histricamente se le
han adjudicado a la nocin. Eggs (1999), por ejemplo, afirma que es el
mismo texto aristotlico el que oscila entre una acepcin y otra:
Nos encontramos, pues, en la Retrica de Aristteles frente a dos
campos semnticos opuestos ligados al trmino ethos: uno, de
sentido moral y basado sobre la epiekeia, engloba actitudes y
virtudes como honestidad, decoro o equidad; el otro, de sentido
neutro u objetivo de hxis, rene trminos como hbitos,
costumbres o carcter (ibid.: 31-32)iv.
Pero aqu no acaban las divergencias. Al explicar las distintas clases de
pruebas, Aristteles dice:
Se persuade por medio del carcter moral cuando se pronuncia el
discurso de tal manera que haga al orador digno de ser credo,
porque a las personas buenas les creemos ms y con mayor
rapidez, en general, en todos los asuntos, pero principalmente en

aquello en que no hay evidencia, sino una opinin dudosa. Pero


conviene tambin que esto suceda por medio del discurso y no
porque la opinin haya anticipado este juicio respecto del orador
(LI, 2, 1356 a).
Adems de distinguir claramente entre un ethos discursivo (por medio del
discurso) y una imagen prediscursiva (la opinin haya anticipado este
juicio respecto del orador), la observacin final de esta explicacin deja en
claro que para Aristteles el ethos no debe respaldarse en los datos previos,
sino que se trata de una construccin discursiva (conviene tambin que
esto suceda por medio del discurso). Entendemos que esto no implica que
la instancia de reconocimiento deba desatender la identidad del orador, lo
que se sabe de su modo de vida, su posicin social, su funcin, su
pertenencia institucional, la reputacin de su familia, su edad, etc., sino
simplemente que este haz de datos no deben asegurar ni arruinar la
adhesin por adelantado; en todo caso, estas configuraciones van a
funcionar como una serie de posiciones que el discurso se encargar de
compensar, corregir o confirmar. Del mismo Aristteles parte, pues, una
problemtica

que

ser

asediada

travs

de

mltiples

dispositivos

conceptuales por parte de las ciencias del lenguaje: la del vnculo entre lo
discursivo y lo prediscursivo.
Vir boni dicendi peritus: as define Cicern al orador perfecto. Hay aqu
una transitividad ineludible entre vida y habla pblica, resultado de la
preocupacin de los retricos latinos por controlar el uso de las destrezas
oratorias, subordinndolas a la virtud y a la reputacin en general y a su
compromiso como ciudadano romano en particular. De este modo, tanto
Cicern como Quintiliano, quien afirmaba que un hombre de bien es el
nico que puede hablar bien (en Amossy, 2000: 63), considerarn, al
revs que los griegos, el nombre del orador, su imagen pblica, como un
argumento prediscursivo con mayor peso que los que provienen del mismo
discursov. Esta disociacin entre el comportamiento real del individuo y su
conducta discursiva, dislocacin al fin y al cabo entre ser y parecer va a
inquietar a los maestros de retrica de la Edad Media y a colaborar con el
debilitamiento de esta disciplina. Ms all de la naturaleza y preeminencia
de los datos, discursivos o prediscursivos, que la retrica antigua haya

considerado para la configuracin del ethos, esta escisin que nace con el
mismo trmino fue recurrentemente actualizada y teorizada por los estudios
de las diversas corrientes del anlisis del discurso, la retrica y la
pragmtica.
Aristteles precisa, asimismo, cuales son las causas que informan a la
credibilidad del orador, es decir, el elenco de atributos que suelen inspirar
confianza en el auditorio y que el locutor debera tener en cuenta en la
construccin discursiva de su ethos. Dice al comienzo del libro segundo:
Tres son las causas de que los oradores sean dignos de fe, pues
otros tantos son, fueras de las demostraciones, los motivos por
los cuales creemos, a saber, la prudencia, la virtud y la
benevolencia. Porque los oradores engaan en lo que dicen o
aconsejan, bien por falta de todas estas cosas, bien por falta de
alguna de ellas; pues, o no opinan correctamente por su
imprudencia, o aunque opinen con exactitud, no dicen por maldad
los que les parece; o son ciertamente prudentes y honestos, pero
no son benvolos; por lo cual ocurre que no aconsejan lo mejor
aunque lo conozcan. Fuera de estos motivos no existen otros (LII,
I, 1378 a).
Aqu tambin la interpretacin ha variado sensiblemente. Prudencia,
virtud y benevolencia son los trminos que, en general, han sido
elegidos por los traductores (i.e.: el de la versin espaola que trabajamos,
Dufour

para

la

suya

francesavi)

para

phrnesis,

aret

enoia

respectivamente. As consideradas, las cualidades que sostienen el ethos no


slo son de orden moral, sino tambin intelectual. No obstante, algunos
investigadores prefieren tomarse ciertas libertades en este punto, afn de
adecuar esas nociones a su marco terico y otorgarles mayor operatividad
analtica. Maingueneau (1993: 138), por ejemplo, opta por parecer
prudente (para phrnesis), presentarse como un hombre simple y sincero
(para aret) y dar una imagen agradable de s mismo (para enoia). Por
considerar que excluye del ethos toda dimensin afectiva y cognitiva, Eggs
critica esta reformulacin de Maingueneau y propone otra ms atenta a la
construccin de los argumentos y a la incidencia sobre el alocutario; la

credibilidad del locutor descansara entonces en que sus argumentos sean


competentes y razonables (la competencia cognitiva aparece en lugar de la
prudencia), argumenten honesta y sinceramente y sean solidarios y
amables con el auditorio, distribuyendo de este modo en los tres
elementos de la trada (logos, ethos, pathos) los pilares de la credibilidad,
es decir, el pasaje citado de Aristteles no se referira exclusivamente al
ethos. Ahora bien, si en el caso de Mainguenau slo persisten los ecos de la
dimensin moral que este juego de nociones tena en Aristteles, en Eggs
esta dimensin se conserva anudada a una estratgica, desplazando a la
moralidad del terreno de la simple manifestacin de ciertas cualidades
interiores o de su necesaria adecuacin a un sistema de valores abstractos,
hacindola ingresar as en el orden prctico de las elecciones deliberadas
tomadas en el proceso discursivo por un locutor competente con vistas a
conseguir la adhesin de un alocutario especfico.
En suma, las lecturas que la lingstica del discurso ha producido sobre
este trmino gestado dentro de la retrica discuten primariamente sobre la
extensin los lmites descriptivos del ethos: nocin especificada por marcas
morales, cognitiva y/o afectivas o nocin neutra, ceida al flujo de lo
discursivo o a lo que est ms all y antes que l?

2. La retrica restringida: el ethos y la cuestin de los efectos


Restringida (Genette, 1982): con este nombre se conoci a una derivacin
de la retrica clsica, a una retrica que, a partir del siglo V, apareci a un
tiempo moribunda y victoriosa. Moribunda, porque cae en un deslustre
intelectual frente a los otros elementos del trivium (gramtica y lgica):
ante el desarrollo de la evidencia como nuevo valor, el lenguaje al menos
hasta finales del siglo XIX con el advenimiento de las reflexiones
nitszcheanas sobre la cuestin queda acotado a una dimensin meramente
instrumental y la retrica se reduce a una disciplina de las figuras del estilo,
un adorno al cual se vigila en nombre de lo naturalvii. Victoriosa, sin
embargo, en la enseanza, donde, codificando el escribir bien, se la
confin al disciplinamiento escolar del lenguaje. Es esta la poca del triunfo

de la elocutio y de la cristianizacin de la retricaviii. Si bien ramificada, esta


tradicin taxonmica se ha mantenido hasta la actualidad. Algunos de sus
hitos

contemporneos

han

apelado

al

trmino

ethos,

aunque

resignificndolo y reposicionndolo, lo que no poda ser de otra manera ya


que los problemas que ataen a la inventio quedan relegados.
Slo como muestra, cabe mencionar dentro de esta corriente dos textos
clsicos de Lausberg: el Manual (de 1960) y Elementos de retrica literaria
(1963), y la Retrica general del Grupo , publicada en 1970. An sabiendo
que se inscriben en enfoques bien diferentes, filolgico y lingstico,
agrupamos estas obras porque, en el despliegue de su exasperante trabajo
analtico, ubican al ethos en la misma instancia de la circulacin discursiva,
la de los efectos suscitados en el auditorio, y con una extensin descriptiva
equivalente. Para Lausberg (1993: 50), el ethos es un delectare, un
consenso de grado afectivo dbil, pero duradero como un carcter, que las
pruebas afectivas suaves provocan en el auditorio; la diferencia con el
pathos (influjo afectivo fuerte, un movere) es aqu de escala: uno y otro son
medios afectivos para producir consenso. El Grupo , por su parte,
sencillamente borra las diferencias entre el ethos y pathos aristotlicos.
Define aquel como un estado afectivo suscitado en el receptor por un
mensaje particular cuya cualidad especfica vara en funcin de cierto
nmero de parmetros (1987: 234). Visto desde la retrica antigua hay
aqu, entonces, un doble desplazamiento: de la inventio a la elocutio; del
polo del orador al del auditorio.

3. Un nuevo paisaje epistemolgico: retorno de la antigua retrica


y su encuentro con una lingstica del discurso
La teora de la argumentacin de Perelman tal como la presenta en el
Tratado significa tanto una vuelta a la retrica antigua, principalmente a
aquello

que la restringida

haba lateralizado,

la inventio, como su

expansin: otras categoras (i.e.: lo verosmil, lo razonable), otros mtodos


(i.e.:

argumentativo,

propaganda)

ingresan

deliberativo)
en

las

otros

reflexiones

gneros
de

(i.e.:

esta

publicidad,

corriente.

La

argumentacin es estudiada en la obra de Perelman como el conjunto de


tcnicas discursivas que permiten provocar o aumentar la adhesin de las
personas a las tesis presentadas para su consentimiento (1989: 34); este
auditorio, cuestin medular en esta teora es una construccin del orador
(ibid.: 4) que, como tambin lo enseaba la retrica antigua, debe
adaptarse a l ( 5).
Se puede reconocer en esta zona del trabajo de Perelman, as como en
La consideracin de la persona y sus actos ( 68) y El discurso como acto
del orador ( 72), el examen de problemticas nada ajenas a las que
venamos observando en relacin con la categora del ethos. Como regla
general, y dado que repetimos se parte en esta teora de que todo
discurso est orientado hacia un auditorio, Perelman establece en la
produccin discursiva la primaca de la representacin que el orador tiene
del pblico, la construccin que hace de l, al tiempo que subraya el peso
que, para el xito de la actividad argumentativa, tiene la adecuacin de esa
representacin con la realidad:
En la argumentacin, lo importante no est en saber lo que el
mismo orador considera verdadero o convincente, sino cul es la
opinin de aquellos a quienes va dirigida la argumentacin (ibid.:
63).
Ahora bien, Perelman complementa estas reflexiones reconociendo la
trascendencia de la imagen que el orador ofrece de s mismo. Como sucede
con los argumentos, la construccin de esta figura se sostiene sobre un
conjunto de representaciones colectivas comunes indispensables para el
intercambio; el orador modela su imagen en funcin de una serie de valores
y creencias positivas que le adjudica a su auditorio. Dicho en trminos del
anlisis del discurso: la composicin del ethos por parte del locutor depende
de la imagen que este tenga de sus alocutarios, con ms precisin an, de
lo que considere que para aquellos es un locutor fiable y capaz. Personas
reales claro est ocupan los polos de la interaccin; es, sin embargo,
evidente que para este intercambio, segn Perelman, resulta indispensable
la mediacin de esta correlacin de imgenes.

No obstante, este juego especular de representaciones no agota la


complejidad del fenmeno en cuestin. El problema que Perelman reconoce
inmediatamente es, como sucede con otros datos del marco enunciativo, la
multiplicidad y heterogeneidad de los auditorios y de los gneros discursivos
a los que debe acomodarse el oradorix:
En esta materia, slo existe una regla: la adaptacin del discurso
al auditorio, cualquiera que sea; pues, el fondo y la forma de
ciertos

argumentos,

que

son

apropiados

para

ciertas

circunstancias, pueden parecer ridculos en otras.


No se debe mostrar de igual forma la realidad de los mismos
acontecimientos descritos en una obra que se considera cientfica
o en una novela histrica (ibid.: 63).
La cuestin de los datos previos al discurso datos que pertenecen en
parte al orden de la interaccin pblica tampoco es relegada por Perelman
cuando atiende al tema de la articulacin de las tcnicas argumentativas. Al
describirlas y explicarlas, afirma que la imagen que emana del orador, su
figura pblica, funciona como el elemento contextual privilegiado para
determinar la adjudicacin de sentido a su discurso por parte del auditorio
y, por tanto, para dotarlo de fuerza persuasiva. La importancia de la
solidaridad entre el orador y su discurso es tal que, para Perelman, es el
rasgo que termina por definir el territorio de lo argumentativo frente a lo
demostrativo: poco importa la imagen del locutor cuando se trata de
deducciones formales instrumentadas a travs de un lenguaje unvoco, se
vuelve, en cambio, primordial cuando el uso retrico vuelve ambiguo al
discurso y el contextox y los fines se vuelven importantes. Ahora bien, el
mismo Perelman reconoce, al hablar de una interaccin entre orador y
discurso, que la construccin discursiva de la persona del orador, es decir,
del ethos, es un asunto que atae tanto a factores discursivos como
sociales. Al servir como contexto, la figura pblica del orador condiciona la
eficacia persuasiva de la palabra: El orador, en efecto, ha de inspirar
confianza: sin ella, el discurso no merece crdito (ibid.: 489). Adems de
considerar as la existencia de un ethos prediscursivo, Perelman no ignora
que el fenmeno del ethos posee una dimensin procedural y que, atado a

representaciones colectivas positivamente valoradas o a una doxa comnxi,


se reelabora en el despliegue de los enunciados:
Si la persona del orador proporciona un contexto al discurso, este
ltimo, por otra parte, determina la opinin que se tendr de ella
() A causa de la interaccin constante entre el juicio que se
emite sobre el orador y el que alude al discurso, quien argumenta
expone continuamente un poco de su prestigio, el cual aumenta o
disminuye segn los efectos de la argumentacin (ibid.: 490-491).
Es decir: la teora de Perelman se construye, como lo hace una
lingstica preocupada por el discurso, dentro del marco de la interaccin
discursiva. La conciencia de esta confluencia de paradigmas por parte de las
ciencias del lenguaje ha tornado ms complejo su espacio epistemolgico,
puesto que le abri las puertas a varias de sus disciplinas para que
retomaran y actualizaran nociones de la antigua y nueva retrica. An hoy,
representantes de estas disciplinas se interrogan sobre el sentido y la
productividad de estas tensiones:
Cmo se sitan las ciencias del lenguaje en relacin con un
paradigma retrico sometido l mismo a una evolucin compleja?
Estamos frente a un regresivo retorno a la retrica o a un retorno
de la retrica que designara un conjunto de cuestiones no
resueltas por las ciencias del lenguaje? (Adam, 2002: 25).
A pesar de la omisin de la lingstica en los trabajos de quien se
consideraba ante todo un filsofo y un lgico, cabe sostener que la
retrica

perelmaniana

anuncia

las

grandes

orientaciones

contemporneas tomadas por las ciencias del lenguaje. Una


reformulacin del enfoque ejemplificado por el Tratado de la
argumentacin permite as mostrar en qu punto sus posiciones
son prximas a los progresos de la lingstica del discurso en sus
vertientes enunciativas y pragmticas (...) la (nueva) retrica
puede ser plenamente integrada a las ciencias del lenguaje.
Entiendo que es posible, sin traicionar su vocacin primera,

10

redefinir la retrica perelmaniana como una de las ramas de la


lingstica del discurso, a condicin, por supuesto, de dotarla de
las herramientas y los procedimientos necesarios para el estudio
concreto de la palabra argumentativa (Amossy, 2002: 153-154).
El comentario de Amossy permite enfocar algunos de los puntos de
convergencia entre lingstica del discurso y nueva retrica. Ambas
plantean como sealamos un mismo marco de interaccin, le asignan una
importancia equivalente al saber comn y a los presupuestos que autorizan
dicha interaccin y consideran constitutivo el papel del alocutario en la
produccin discursiva. La confluencia es clara sobre todo en este ltimo eje;
el Tratado de la argumentacin recordamos examina cuidadosamente el
tema de la adaptacin del orador al auditorio y es esta zona, entre otras,
donde de un modo un poco sesgado se hace presente la problemtica del
ethos. La lingstica del discurso sostiene que el locutor construye su ethos
discursivo atendiendo a lo que piensa que su alocutario sabe o espera de l,
es decir, a la imagen que construye del destinatario antes de la
interlocucin pero que se puede ir modificando durante la mismaxii. KerbratOrecchioni, por ejemplo, afirma:
El destinatario propiamente dicho, o alocutario (que puede ser
singular o plural, nominal o annimo, real o ficticio), se define por
el hecho de que es explcitamente considerado por el emisor L (lo
que atestigua el empleo del pronombre de segunda persona y/o
direccin de la mirada) como su compaero en la relacin de
alocucin. Por tanto, las operaciones de codificacin estn
parcialmente determinadas por la imagen que de ellas se
construye L (1997: 32).
El alocutario se halla, pues, presente en el texto donde su imagen queda de
algn modo registrada. Para dar cuenta de esa presencia en los casos en
que el discurso no le est dirigido o cuando no se encuentre explcitamente
descrito o slo lo est sesgadamente, es necesario localizar opiniones,
creencias y evidencias que el discurso atribuye al alocutario.

11

El retorno de una retrica en donde prevalece la inventio al universo de


las reflexiones sobre el discursoxiii no se produjo slo va Perelman. La
ampliacin de la variante restringida mucho le debe a la obra de Barthes;
este mrito, sin embargo, es tributario de uno mayor: sus reflexiones sobre
la retrica antigua balizaron el camino que emprendera ms tarde la
lingstica del discurso, al indicar, principalmente, la necesidad de relevar la
unidad de anlisis y las herramientas para abordarla:
Es evidente que el discurso mismo (como conjunto de frases) est
organizado y que por esta organizacin aparece como el mensaje
de otra lengua, superior a la lengua de los lingistas: el discurso
tiene sus unidades, sus reglas, su gramtica: ms all de la
frase y aunque compuesto nicamente de frases, el discurso debe
ser

naturalmente

objeto

de

una

segunda

lingstica.

Esta

lingstica del discurso tuvo durante mucho tiempo un nombre


glorioso: la Retrica (citado por Adam, 2002)
Antecedente, por tanto, de una lingstica orientada hacia el discurso, la
antigua tejn rhetorik es, segn Barthes, un metalenguaje que puede ser
pensado como una mquina destinada a producir discurso (1982: 12). En la
inventio, una de las operaciones de la mquina retrica, Barthes ubica al
ethos, caracterizndolo como un proceso de orden discursivo e imaginario.
Imaginario, pues pertenece al servicio de la dimensin psicolgicoemotivaxiv de la retrica, aunque se trata de una psicologa proyectada (es
decir: no de lo que realmente se tiene en mente, sino de lo que se cree que
el otro tiene en mente). Esta dimensin se apoya en la tpica, con ms
precisin an, en lo que la experiencia califica como el lugar de lo
verosmilxv, premisa pone en juego una serie de datos previos al acto de
locucin. Proceso discursivo tambin, ya que los atributos (eht) que
componen la imagen que el orador le ofrece al auditorio, lo que quiere ser
para el otro, se vehiculizan a travs del discurso, si bien no por medio de lo
que informa, sino de lo que muestra. As pues, el ethos es una connotacin:
pertenece a la periferia del sentido.
Con claridad muestran los trabajos de Perelman y Barthes la necesidad
de suturar, sea por la va psicolgica, sociolgica o psicosociolgica, las

12

instancias discursivas y extradiscursivas comprometidas en la nocin de


ethos. As, la articulacin queda habilitada por el ingreso de nociones que
dan cuenta de algn tipo de conceptualizacin y categorizacin de lo real en
la cual adviene la construccin del ethos discursivo, tal como formaciones
imaginarias (conjunto de imgenes que quien ocupa el espacio de locutor
tiene sobre el espacio que ocupa y el que ocupa el alocutario, Pcheux,
1978), representacin (conjunto de creencias, conocimientos y opiniones
producidos y compartidos por los individuos de un mismo grupo, respecto
de un objeto social dado, Guimelli, 1999: 64) y como se ver estereotipo
(representaciones cristalizadas a travs de las cuales se filtra la realidad
del entorno Amossy, 2001: 32)xvi.
En suma, que el regreso de la retrica clsica que tuvo lugar
promediando el siglo pasado ensanch dos campos: el de la misma retrica,
que ya no se vio restringida a lo que de ella haba sobrevivido, es decir, a la
elocutio, y el de la lingstica, puesto que el contacto con ese paradigma le
permiti repensar de modo radical el fenmeno discursivo. Es en este marco
que la nocin de ethos vuelve a ocupar un espacio importante entre las
categoras involucradas en el anlisis de la produccin discursiva, como
parte de una apropiacin y resignificacin de muchas de las categoras
retricas por parte de las ciencias del lenguajexvii.

4. El ethos en la pragmtica y el anlisis del discurso


Si bien ubicbamos en las dcadas del 50 y 60 del pasado siglo el retorno
de la retrica al que nos venimos refiriendo, la pragmtica y la lingstica
del discurso se apropiaron tardamente del concepto de ethos. Las primeras
observaciones de M. Le Guern (1978) fueron recin retomadas Ducrot, en
El decir y lo dicho, publicado en 1984, y por D. Maingueneau en varios de
sus trabajos.
Sealemos primero que Ducrot integra la nocin clsica de ethos en su
teora polifnica de la enunciacin con el objetivo de ilustrar la distincin
entre locutores L y xviii. Es suyo tambin el mrito de ser el primero en
pensar la cuestin del ethos dentro de una teora de la enunciacin que

13

distingue como lo haca Barthes lo mostrado de lo dicho, separando


cuidadosamente ser en el mundo (locutor , elemento de la experiencia) y
sujeto hablante (locutor L) al que se le atribuye el ethos.
Acudiendo a mi terminologa, dir que el ethos es atribuido a L, el
locutor como tal: por ser fuente de la enunciacin se ve ataviado
con ciertos caracteres que, por contragolpe, tornan aceptable o
rechazable esa enunciacin. Lo que el orador podra decir de s
mismo en cuanto objeto de la enunciacin, concierne en cambio a
, el ser en el mundo, y no es ste quien est en juego en la parte
de la retrica a que me refiero (1986: 205).

El anlisis de este locutor L, permite ligar el ethos tanto a la inventio, como


a la elocutio (eleccin de las palabras) y a la actio (cadencia, entonacin).
Maingueneau (2002), por su parte, instala el ethos en la enunciacin
como parte de la construccin de la identidad. Lo define como una
corporalidad: una instancia enunciativa caracterizada por tener un cuerpo
y una carcter especficos (e independientes del cuerpo del hablante),
cuerpo y carcter a los cuales se arriba a travs de una voz, un tono
presente en todo texto, sea oral o escrito, a los que est asociado. Ese
enunciador encarnado cumple el papel de garante, fuente legitimadora que
certifica lo que es dicho.
Cuerpo y carcter del garante son tributarios de las representaciones
colectivas: para identificarlos, el alocutario debe apoyarse en un acervo
poco preciso de estereotipos asociados a ciertos comportamientos que el
proceso enunciativo ir confirmando o transformando. Por otra parte,
Maingueneau afirma que esta identificacin no se limita a un cuerpo y un
carcter, sino que implica tambin el reconocimiento de un mundo ethico
adyacente al garante y que involucra cierto nmero de situaciones
estereotpicas que se corresponden con esos comportamientos.
Considerando especialmente nuestro corpus de anlisis, conformado por
textos de tipo acadmico, surge inmediatamente un interrogante cmo
determinar el ethos de un enunciado que, al menos en prinicipio, no
muestra marcas de enunciador? cmo identificar un garante en textos

14

desprovistos de marcas de subjetividad? Maingueneau llama aqu la


atencin sobre los gneros. En una situacin de desinscripcin enunciativa
absoluta, el peso de la activacin de los estereotipos se desplaza hacia otras
instancias discursivas, como puede ser el gnero, con mayor grado de
univocidad y eficacia creemos en espacios o comunidades donde se
comporten como formas instituidas o directamente institucionalizadas. Es
este el caso de la mayora de los textos que nos ocupan, en donde a pesar
del borramiento de las huellas de subjetividad, resulta posible hablar del
ethos que emana de un garante para caracterizar la fuente enunciativa. El
lector de un artculo de investigacin o de una ponencia en acta, por
ejemplo, reconoce, a partir de la identificacin del gnero, el cual moviliza
ciertos estereotipos, que el garante habla en nombre de un colectivo (i.e.:
los cientficos, los sabios, los investigadores) que, a su vez, representa una
entidad abstracta (i.e.: el conocimiento, la ciencia) con un mundo thico
asociado fcilmente reconocible y caracterizable (i.e.: investigadores en
bibliotecas, sabios de guardapolvos blancos en laboratorios).
Extendiendo el tema de las representaciones a la instancia de locucin,
hay que reconocer que el destinatario puede construirlas incluso antes de
que hable el locutor, lo que, para Maingueneau, justificara el acuerdo con la
distincin entre ethos discursivo y prediscursivo. Y aqu tambin es posible
contemplar los casos en que el alocutario no dispone de representaciones
previas del ethos del locutor (i.e.: al abrir una novela). La opcin que toma
Maingueneau es volver a subrayar la importancia de los gneros:
De todas maneras, incluso si el destinatario no conoce bien el
ethos previo del locutor, el solo hecho de que un texto pertenezca
a un gnero del discurso o a un cierto posicionamiento ideolgico
induce a expectativas en materia de ethos (2002: 58).
Otra ventaja explicativa de la nocin de ethos prediscursivo: permite
zanjar, por la va de la consideracin de las representaciones activadas en el
intercambio, una polmica sobre la eficacia discursiva entre posiciones
tericas que aparecen como irreconciliables: la de la sociologa de las
instituciones tal cual la prctica Bourdieu y la de la pragmtica anglosajona.
Recordemos que para esta ltima corriente, el xito de la fuerza

15

ilocucionaria de un enunciado proviene, siempre que las circunstancias de


su enunciacin sean las apropiadas, del mismo enunciado. Bourdieu, en
cambio, ha insistido sobre la necesidad de entender la eficacia ligada al
ejercicio de la palabra como producto de una posicin de autoridad dentro
de un grupo. Para l, la competencia lingstica es
La

capacidad

estatutariamente

reconocida

una

persona

autorizada, a una autoridad, para emplear en las ocasiones


oficiales la lengua legtima, es decir, oficial (formal), lengua
autorizada que crea autoridad, palabra acreditada y digna de
crdito

Performativa,

que

pretende

(con

las

mayores

posibilidades de xito) producir efecto (1985: 43).


As pues, segn Bourdieu la eficacia discursiva dependera de una autoridad
sustentada en la posesin de cierto capital por parte del locutor. Es posible
superar esta polmica, sosteniendo que, en realidad, existe una relacin de
complementariedad y no de exclusin entre ambos factores: configuracin
discursiva

autoridad

institucional

actan

de

modo

simultneo

implicndose mutuamente para cimentar la eficacia de la identidad


discursiva. Para fundamentar esta complementariedad resulta necesario
echar mano a la nocin de ethos prediscursivo. Segn Amossy, el juego de
representaciones que dan lugar al ethos prediscursivo est sustentado en la
autoridad institucional del locutor, en su nivel de legitimidad dentro del
campo (1999: 147). En suma, adems de la imagen que, en trminos
generales, se hace el alocutario del locutor con anterioridad al acto de
locucin, el ethos prediscursivo involucra tambin la consideracin del
estatuto institucional del locutor, su posicin en el campo de donde
proviene, en parte, la legitimidad de su decir. Para el anlisis de textos
acadmicos, esta preocupacin por la institucin universitaria nos parece
clave.

5. Un anlisis

16

Presentamos ahora un anlisis no exhaustivo en el que abordamos un


corpus de ponencias con la categora de ethos tal como la entiende
Maingueneau. La ponencia es un gnero que est poco caracterizado y
mucho menos lo est su secuela escrita: la publicacin en actas. En tanto
perteneciente al conjunto de los gneros acadmicos, puede afirmarse que
genera en el destinatario expectativas similares a los otros gneros de ese
grupo, aunque especificadas por la posibilidad de encontrase con marcas de
la comunicacin oral, aunque esto es relativo, puesto que los textos que
integran este grupo suelen ser de oralidad secundaria: escritos para ser
ledos. En definitiva, atenderemos aqu al registro escrito de estos textos y a
este registro, y no al oral, deber remitirse la nocin de voz que
utilizamos. Los ejemplos, producidos para el mismo congreso y para las
mismas actas de se inscriben en la misma disciplina. Por otra parte, fueron
tomados de la seccin Introduccin de los trabajos; esta eleccin no es
azarosa, pues la Introduccin es el momento inicial de constitucin de la
identidad enunciativa, en relacin con el cual el texto la va a seguir
trabajando.
Veamos el primer texto del corpus:
i.

INTRODUCCIN. Este trabajo expone algunas reflexiones


acerca de experiencias realizadas en el marco de la investigacin
denominada: xxxxxxxxxxxxxxxxxx (UBACyT Uxxxx, dirigido
por la Dra. Xxxxx xxxxxx), centrada en las producciones
argumentativas de estudiantes del Ciclo Bsico Comn de la
U.B.A.
En el transcurso de nuestra investigacin hemos evaluado la
calidad de las producciones de los estudiantes y, a partir de
nuestras comprobaciones de su bajo nivel, hemos diseado
estrategias de aprendizaje que los condujeran a:
a) la expresin de opiniones en una discusin a partir de la
formulacin de preguntas crticas,
b) la

justificacin

y/o

refutacin

de

puntos

de

vista

argumentos en forma oral y escrita, y


c) la posibilidad de aprendizaje autorreflexivo de estrategias
argumentativas mediante apelaciones de metacognicin ()

17

En este fragmento se enuncia desde el comienzo el objetivo de la ponencia


y se instala en primer plano la pertenencia grupal (es un UBACyTxix) e
institucional que ampara a la investigacin y al investigador. El macroacto
comunicativo est caracterizado como exponer reflexiones. Evaluar,
investigar, disear son las acciones, todas de carcter intelectual, que
dice desplegar el locutor y que evocan a aquellas que esterotpicamente
cabe asignarles a los cientficos en ciencias duras. Una sintaxis simple, un
lxico que se asienta sobre el eje de la objetividad, aunque tiene cierta
especificidad tcnica (autorreflexivo, metacognicin). La inscripcin
enunciativa es mnima y de naturaleza convencional (la primera persona del
plural), o directamente se prefiere el uso de la tercera persona (Este
trabajo expone). En definitiva, muestra este texto la presencia de un
garante identificado con la comunidad (el mundo ethico) de los cientficos.
ii.

INTRODUCCIN. La problemtica que nos lleva a presentar


esta exposicin no es nueva ni desconocida. Es casi un lugar
comn hablar de lo mal que escriben los integrantes al nivel
superior ya sea universitario o terciario. Ms an, este tema ha
sido repetidamente fuente de preocupaciones oficiales. Lo nico
que sorprende es que se repite el discurso que aos atrs se
refera a los chicos que ingresaban en el secundario. Y decimos
secundario y no EGB o Polimodal. Y no es mera casualidad ().
El tema es casi un clsico. Todos sabemos que lectura y
escritura son las prcticas de mayor presencia en estos niveles y
de modo esencial- en los institutos de formacin docente.
Nosotras

nos

Instituto

de

desempeamos
formacin

precisamente-

docente

hace

en

tiempo

un
que

empezamos a preocuparnos. La primera pregunta que nos


surgi ante el problema fue cundo empez a masificarse la
carencia?

Dnde?

casi

inmediatamente

empezamos

preguntarnos por el porqu.


No somos especialistas. Nos avala la experiencia de enfrentar a
diario, desde nuestras ctedras xxxxxxxxx xxxx, en el

18

Instituto xxxxxxxxxxxxxx, una problemtica que da a da se


convierte en una nueva forma de exclusin
El segundo caso es casi el opuesto del anterior. El garante construido
ostenta rasgos y valores que lo alejan de aquellos de un mundo ethico
cientfico o academicista, y antepone la actividad corporal a la intelectual.
La estrategia puesta en funcionamiento aqu apunta a una mxima
visibilidad de la instancia autorial (el nosotras remite a las dos autoras de
la ponencia) y a la elaboracin de un garante que no se pliega a un ethos
cientfico, sino ms bien a otro totalmente distinto, cuyas coordenadas son
su contacto, a travs de la experiencia directa, con los problemas de la
realidad cotidiana; un ethos que se construye trabajando sobre el
estereotipo particularmente significativo en las representaciones que
circulan en la sociedad argentina de un agente con experiencia directa y
aprovechada en zonas desfavorecidas del mbito educativo. Esto resulta
patente desde la presentacin misma de la comunicacin: la exposicin
surge de una problemtica (no de la mera actividad reflexiva) y se refuerza
en el plano de la evidencialidad, puesto que se explicita la circulacin social
del problema y el contacto directo que tienen las autoras con l. A
diferencia del anterior, los verbos de este texto realzan la dimensin
corporal de la actividad docente: nos desempeamos en un instituto,
desde nuestras ctedras enfrentamos a diario unas problemticas
De este mnimo anlisis nos gustara mantener, primero, que la nocin
de ethos tal como la define Maingueneau se muestra eficiente para dar
cuenta de las distintas estrategias activadas por un locutor en la
construccin de la identidad enunciativa y, por tanto, en la vinculacin que
establece con el alocutario o, como lo muestra nuestro corpus, con una
comunidad discursiva (aqu, la acadmica). Segundo, la nocin permite
asimismo establecer inferencias acerca de las representaciones que tiene el
locutor sobre la comunidad y su posicin dentro de ella. Otro tipo de datos
por supuesto permitiran abrir el juego de variables y adjudicarle otros
sentidos a estas estrategias (i.e.: capital cultural del locutor, tradicin
disciplinar en la que se inscribe, etc.).

19

6. Conclusiones
El anlisis del discurso y la pragmtica han ampliado significativamente la
nocin de ethos, aunque lo han hecho bajo el riesgo cierto de volverla
inestable y poco til para dar cuenta de un fenmeno de modo consistente.
Sin embargo, para concluir, quisiramos insistir sobre algunas cuestiones
bosquejadas antes, a fin de balizar los elementos de esta ampliacin que
aparecieron como analticamente productivos.
Primero, la recuperacin de la actio. Olvidada con el avance de la
retrica sobre los textos escritos, es recuperada tanto por Ducrot como por
Maingueneau a travs de la consideracin de la entonacin implicada por su
antropomorfizacin del ethos.
En segundo lugar, la nocin de ethos que manejan el anlisis del
discurso y la pragmtica no tiene, como sucede en su uso retrico, ninguna
especificacin a priori ms que la de remitir a un cuerpo y a un carcter: ni
honestidad, ni carcter moral, ni decoro. Anclada a las representaciones que
circulan socialmente, la nocin es descriptivamente neutra y corresponde al
analista determinar qu indicios lingstico-discursivos y paratextuales va a
considerar para el anlisis del ethos en un texto concreto (i.e.: eleccin del
registro de lengua y de las palabras a la planificacin textual, pasando por
el ritmo y la facilidad de palabra, etc.). As, se ha ampliado el uso prctico
de esta nocin, aunque, como bien seala Mainguenau (2002: 67), cobra
entonces

importancia

definir

por

intermedio

de

qu

disciplina

la

movilizamos, con qu perspectiva, y dentro de qu red conceptual.


Cabe resaltar, por ltimo, cmo el ethos tambin se muestra sensible a
la posicin central que, para el anlisis del discurso, adquiri la nocin de
gnero discusivo en el estudio de la comunicacin. Al menos en los textos
escritos, la configuracin enunciativa no puede escapar al espacio instituido
de los gneros, donde los roles de los participantes se encuentran
preestablecidos y siguen rutinas ms o menos reconocibles. As, como ya
lo sealamos suceda en el caso de la recepcin, el locutor debe trabajar
su ethos en funcin del papel determinante de los gneros antes y durante
la produccin discursiva.

20

Bibliografa
ADAM, J.-M., De la grammaticalisation de la rhtorique la rhtorisation
de la linguistique. Aide-mmoire, en KOREN, R. y AMOSSY, R., Aprs
Perelman. Quelles politiques pour les nouvelles rhtoriques?
Largumentation dans les sciences du langage, Pars, LHarmattan, 2002,
23-55.
AMOSSY, R., Lethos au carrefour des disciplines, en AMOSSY. R. (ed.),
Images de soi dans le discours. La construction de lethos. Lusanne,
Delachaux et Niestl, 1999.
AMOSSY, R., Largumentation dans le discours. Discours politique,
littrature dides, fiction, Pars, Nathan, 2000.
AMOSSY, R., Nouvelle Rhtorique et linguistique du discours, en KOREN,
R. y AMOSSY, R., Aprs Perelman. Quelles politiques pour les nouvelles
rhtoriques? Largumentation dans les sciences du langage, Pars,
LHarmattan, 2002, 153-172.
AMOSSY, R., y HERSCHBERG PIERROT, A., Estereotipos y clichs, Buenos
Aires, EUDEBA, 2001.
ARISTTELES, El arte de la retrica, Buenos Aires, EUDEBA, 1979
(Traduccin de E. Granero).
BARTHES, R., Introduction, en Langages, 12, 1968, 3-10.
BARTHES, R., La linguistique du discours, en Signe, langage, culture, La
Haya, Mouton, 1970, 580-584.
BARTHES, R., Investigaciones retricas I. La antigua retrica.
Ayudamemoria, Barcelona, Ediciones Buenos Aires, 1982 (1970).
BENVENISTE, ., Los niveles de anlisis lingstico, en Problemas de
lingstica general I, Mxico, Siglo XXI, 2001 (1966), 118-130.
BOURDIEU, P., Qu significa hablar? Economa de los intercambios
lingsticos, Madrid, Akal, 1985.
CICERN, T. M., El orador, Madrid, Alianza, 1991.
DUCROT, O., El decir y lo dicho. Polifona de la enunciacin, Barcelona,
Paids, 1986.

21

De SAUSSURE, F., Escritos sobre lingstica general, Barcelona, Gedisa,


2004.
EGGS, E., Ethos aristotlicien, conviction et pragmatique moderne, en
AMOSSY, R. (compil.), Images de soi dans le discours. La construction de
lethos, Pars, Delachaux et Niestl, 1999, 31-60.
GENETTE, G., La retrica restringida, en Investigaciones retricas II,
Barcelona, Ediciones Buenos Aires, 1982.
GRUPO , Retrica general, Barcelona, Paids, 1987 (1970).
GUIMELLI, C., La pense sociale, Pars, PUF, 1999.
KERBRAT-ORECCHIONI, C., La enunciacin. De la subjetividad en el
lenguaje, Buenos Aires, EDICIAL, 1997.
LAUSBERG, H., Elementos de retrica literaria, Madrid, Gredos, 1993
(1963).
LE GUERN, M., Lethos dans la rhtorique franaise de lge classique, en
Stratgies discursives, Lyon, PUL, 1978.
MAINGUENEAU, D., Le Contexte de luvre littraire. nonciation, crivain,
socit, Pars, Dunod, 1993
MAINGUENEAU, D., Problmes dethos, en Pratiques, 113/114, 2002, 5568.
PCHEUX, M., Hacia el anlisis automtico del discurso, Madrid, Gredos,
1978 (1969).
PERELMAN, Ch. y OLBRECHTS-TYTECA, L., Tratado de la argumentacin. La
nueva retrica, Madrid, Gredos, 1989 (1958).
RASTIER, F., Tropes et smantique linguistique, Langue Franaise, 101,
1994, 80-101.
RICUR, P., La metfora viva, Madrid, Ediciones Europa, 1980.
VOLOSHINOV, V., El marxismo y la filosofa del lenguaje, Madrid, Alianza,
1992.
i

Sostiene Barthes (1982: 44) que la inventio remite menos a una invencin que a un
descubrimiento, sera una nocin caracterizada por lo extractivo antes que por lo creativo.
De hecho, la tpica es un lugar de donde se pueden extraer los argumentos. Un corolario
fundamental tiene esta remisin: la certidumbre en el poder de lo metdico y de esa tcnica,
tejn, que es la inventio.
ii
Nos pertenecen tanto esta como las otras cursivas que aparecen en las citas de la obra de
Aristteles.
iii
As, por ejemplo, fue el excesivo privilegio otorgado al polo del logos uno de los costados
por donde recibi ms crticas la obra de Perelman.
iv
Como en todos los casos en los que la edicin de la obra citada no sea en espaol, la
traduccin nos pertenece.

22

Segn Amossy (2000: 62) es, sin embargo, el ateniense Iscrates (436-338 a.C.),
contemporneo de Aristteles, quien ya plantea en el mundo griego la preeminencia
argumentativa de la reputacin; en su Antidosis se pregunta Quin puede ignorar, en
efecto, que el discurso de un hombre bien considerado inspira ms confianza que el de un
hombre desprestigiado y que las pruebas de sinceridad que resultan de toda la conducta de
un orador tienen ms peso que las que provienen del discurso?. En el ao 392 a.C., fund
una escuela de oratoria que se volvi clebre no slo por la calidad de su instruccin, sino
tambin porque inclua en su programa de estudios la formacin tica del ciudadano,
distinguindose as claramente de sus competidores, los sofistas.
vi
La prudence, la vertu et la bienveillance (citado por Eggs, 1999: 35).
vii
El representante ms reputado de una corriente filosfica dentro de la retrica restringida,
Paul Ricur, discute con esta explicacin de corte estructuralista sobre la reduccin del
campo de la retrica. Para l, el ocaso de la retrica se explica por el papel dominante que se
le concedi a la palabra dentro de la teora de los tropos (1980: 71-84).
viii
Cristianizacin fundada, en parte, en la idea de que Antiguo y Nuevo testamento estn
repletos de figuras.
ix
Por esto mismo, va a consagrar muchas pginas de la primera parte de El tratado de la
argumentacin a tipologizar auditorios. Este ordenamiento an hoy no deja de suscitar
comentarios entre los estudiosos de la obra de Perelman. Al respecto, puede considerarse
sintomtico el artculo de E. Danblon Nouvelle Rhtorique de Perelman et la question de l
auditoire universel, publicado en Meyer, M. (coord), 2004, Perelman. Le renouveau de la
rhtorique, Pars, PUF, as como la mayora de los textos publicados en esa obra.
x
Aqu tambin Perelman subraya la importancia de ciertas situaciones, ciertos gneros
discursivos e, incluso, ciertos tipos textuales: Cuando se trata de comunicar hechos, la
persona del orador parece estar mucho menos comprometida que cuando se trata de emitir
apreciaciones (1989: 493).
xi
As, por ejemplo, Perelman recomienda evitar en general el elogiarse a s mismo, dado que
la doxa comn lo considera ridculo y fuera de lugar (ibid.: 491).
xii
La primera reflexin discursiva sistemtica de este juego especular corresponde a M.
Pcheux, a travs, fundamentalmente, de la introduccin de la nocin de formaciones
imaginarias (1978: 49).
xiii
Dado el enfoque terico en el que nos posicionamos, esta lectura slo comprende el
campo epistemolgico en el que se inscribe el anlisis del discurso francfono. Muy distinta
fue la suerte de la retrica en los pases anglosajones; en Estados Unidos, por ejemplo,
nunca se interrumpi la reflexin sistemtica sobre esta disciplina (cf. Adam, 2002).
xiv
Dimensin que el ethos comparte con el pathos (atributos del auditorio).
xv
Para designar este fenmeno, Perelman va a optar por el trmino preferible: acuerdos
que pueden funcionar como premisas y que engloban valores, jerarquas y lugares (1989:
120).
xvi
Claro que esta no es una dimensin que se cia nicamente a la construccin del ethos,
sino que se extiende al intercambio y a la produccin argumentativa en general: topoi, doxa,
preconstruido, ideologema son aristas del mismo fenmeno, aunque elaboradas desde
enfoques diferentes.
xvii
Lo que con claridad est indicando esta ampliacin es el proceso de conformacin de un
campo transdisciplinario, el de una translingstica; esbozada por Voloshinov (1992: 167),
Benveniste (2001: 127-130) y Barthes (1970: 580-584), ya haba sido reconocida por el
mismo Saussure: Semiologa = morfologa, gramtica, sintaxis, sinonimia, retrica,
estilstica, lexicologa, etctera, pues todo esto es inseparable (2004: 48).
xviii
Para el orador afirma, uno de los secretos de la persuasin, segn se la analiz a
partir de Aristteles, es dar de s mismo una imagen favorable, imagen que seducir al
oyente y captar su benevolencia. Est imagen del orador, designada como ethos o
carcter, en ocasiones tambin es llamada expresin rara pero significativa costumbres
oratorias. Con ellos se alude a las costumbres que el orador se atribuye a s mismo por la
manera en que ejerce su actividad oratoria. No se trata de las afirmaciones jactanciosas que
puede emitir sobre su propia persona dentro del contenido de su discurso, afirmaciones que
por el contrario arriesgan chocar al oyente, sino de la apariencia que le confieren la cadencia,
la calidez o severidad de la entonacin, la eleccin de las palabras, de los argumentos []
(1986: 205).
xix
Nombre con el cual se conoce a los proyectos de investigacin pertenecientes a la
Secretara de Ciencia y Tcnica de la UBA (Argentina).

23

También podría gustarte