MAGARIÑOS El Signo
MAGARIÑOS El Signo
MAGARIÑOS El Signo
SEGUNDA PARTE
I. El Signo
(A)
(B)
(C)
(2) Representamen : -------------------------------------------------------> ( 1)
Interpretante :
ALGO (1, 2 y 3) que
también es signo,
^ o sea,
ALGO (1, 2 y 3)
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(3) Fundamento :
que también es signo,
o sea, ALGO (1, 2 y 3)
Lo tradicional ha sido ver al signo como una réplica del objeto; éste era su
referente y él era la simbolización de tal referente. La fundación de la ciencia de
la lingüística fue posible quebrando esa dependencia. El par significante-
significado, de Saussure, pone el acento en el tercer aspecto; ser tal para alguien
o para algún sistema de conocimiento, en cuanto toda forma perceptual puede
ser portadora de un concepto (para alguien). Esto elimina como problemática
científica la vinculación biunívoca (cosa a cosa) entre signo y referente, lo cual
se replantea como determinación del lugar lógico correspondiente a cada uno
de ellos en el respectivo sistema (de interpretantes y de fundamentos). Desde
otra perspectiva, a Hjelmslev le interesan las cualidades del signo que se
deriven de sus características en cuanto representamen; son formas sintácticas y
problemas de rección los que encadenan secuencias de formas
interdependientes y con las cuales acota los conceptos de signo y de un no-
signo en lingüística. Esto le lleva a concebir cada elemento de la lengua "como
una categoría determinada, definida por ciertas posibilidades de combinación
determinadas y por la exclusión de otras"10. Relegando el aspecto sustancial de
la lengua, establece la Glosemática como estudio que insiste sobre la forma
(representamen) y situando a "la lingüística en el marco de una semiótica ( o
semiología) general"ll ; definiendo "formalmente a una semiótica como una
jerarquía cuyos componentes, cualquiera sean, admiten un análisis ulterior en
clases definidas por relaciones mutuas, de modo tal que no importa cuál de esas
clases admita un análisis en derivados definidos por mutación mutua"12. Por
otra parte, el aspecto dinámico del signo, considerado en relación con el
interpretante, ha dado lugar a las corrientes praxiológicas de la lingüística que
toman especialmente en cuenta el aspecto comunicativo en su definición del
lenguaje. En general derivan del tercer concepto de Ch. Morris, que caracteriza
como "La dimensión pragmática de la semiosis", planteándola en un definido
sentido de información biológica: "El intérprete de un signo es un organismo; el
interpretante es el hábito del organismo de responder, a causa del signo
vehículo, frente a objetos ausentes que son relevantes para una situación
problemática presente, como si estuvieran presentes"13. Ello le conduce a
plantear la relación con el "designatum" (lo que Peirce denomina "fundamento")
como un "actual tomar en cuenta, en la conducta del intérprete, a una
determinada clase de cosas en virtud de la respuesta al signo vehículo, y que
tales cosas tomadas en cuenta son los designata ". Incurro en este atisbo de
expansión hacia otras estructuras del signo, pese a mis buenos propósitos, por
haber tocado uno de los puntos más sensibles en la sistematización de la
semiología como ciencia de la producción de la significación, íntimamente
dependiente del concepto de signo que se adopte. El cúmulo de elaboraciones
existentes con respecto al concepto de signo lo señalan como el problema
definitorio de esta disciplina y establece la necesidad de enunciarlo a partir de
fundamentos axiomáticos para conferir a la semiología el lugar epistemológico
que le corresponde.
a) Por algo
b) En alguna relación
c ) Para alguien
(E)
(F)
Sólo falta tomar en cuenta una característica del signo que ha estado
constantemente presente en cuanto antecede: cada uno de los elementos de la
estructura del signo es, a su vez, un signo. Entonces, si el Fundamento, el
Representamen y el Interpretante son, además de las tres partes constitutivas
del signo, cada uno de ellos un signo, cada uno de ellos contiene a los tres
elementos que constituyen la estructura del signo. Por tanto:
(G)
Con esto, entre a') y c"') se han generado, en forma recurrente, los nueve signos
que son la base primaria de toda clasificación semiológica. Desde luego, como
manifestara Peirce en el parágrafo 2.303, la generación de otros posibles signos
prosigue "ad infinitum". El límite vendrá dado por las necesidades de cada
disciplina científica o de cada investigación en particular. Los que se producen,
mediante esta ley de transformación semiótica, son niveles sucesivos de
metalenguaje a partir de cada uno de los aspectos o elementos inherentes a la
estructura del signo. Mencionándolo con absoluta provisionalidad, puede
decirse que ello permite identificar, ante los enuncia dos de una determinada
disciplina científica (y con especial utilidad en las llamadas "ciencias humanas")
el correcto lugar epistemológico que les corresponde a cada uno de tales
enunciados, al poder establecer, con rigor formal, qué ha sido utilizado como
lenguaje-objeto ([constitutivo del] objeto material de una ciencia), qué como
metalenguaje 1º (u objeto formal) y qué como eventuales metalenguajes 2º, 3º,
etc. (niveles epistemológicos o enunciados procedentes de otros sistemas en que
poseen distinto nivel metalingüístico). Con esta perspectiva de análisis pueden
eliminarse muchas de las aporías que con frecuencia atentan a la sistematicidad,
claridad y virtud explicati va, especialmente en las mencionadas ciencias
humanas; así como someter los respectivos enunciados, con mayor rigor y
eficacia, a las diversas con trastaciones de verificación, falsabilidad o
confirmación.
(H)
Para completar esta visión, transcribiré las definiciones que ofrece Peirce de
cada uno de tales signos, acompañándolas de un breve comentario. Seguiré,
asimismo, el desarrollo de los nueve signos a través de un doble ejemplo: 1º)
como ejemplo conceptual, las localizaciones a que dan lugar los posibles signos
discernibles en el paradigma del signo "SUSTITUCIÓN" (ejem plo cuya
abstracción se justifica por ser el concepto fundamental de la propia semiología
en cuanto disciplina científica); y 2º) como ejemplo empírico (que además
constituye una actualización específica del signo "sustitución"), el llamado
"ALFABETO MORSE".
Cualisigno
"Is a quality which is a Sign" ("Es una cualidad que es un signo"; parágrafo 2.244).
Se trata de un signo que toma del objeto y transfiere a un interpretante el mero
aspecto formal de tal objeto.
Icono
"Is a Sign which refers lo the Object that it denotes merely by virtue of characters of its
own, and which it possesses, just the same, whether any such Object actually exists or
not" ("Es un Signo que se refiere al Objeto que denota tan sólo en virtud de los
caracteres que le son propios, y que éste posee por igual con independencia de
la existencia o no existencia actual de cada Objeto"; parágrafo 2.247). Se trata de
un signo que toma del objeto y transfiere al interpretante la posibili dad de que
una determinada forma exista en tal objeto.
Ejemplo I: "La existencia posible de la sustitución". O sea, estable ce, ante una
propuesta determinada, su posibilidad o no de sustitu ción y, en su caso, la
forma de sustitución que, a partir del repertorio de cualisignos podría aplicarse
al supuesto en presencia. De la susti tución como objeto de un icono, éste toma
como fundamento aquel sector del paradigma de posibilidades de sustitución
que sería actua lizable en un momento dado. Así ocurre cuando lo que desea
captarse del objeto mediante el signo correspondiente es su identificación como
posibilidad para individualizarlo tanto en presencia de dicho objeto como en su
ausencia; es decir, cuando la sustitución tiende a producir un reemplazo
representativo. Para producirlo se seleccio nará una forma gráfica o una forma
acústica o una forma táctil, etc. Ta1 forma podrá pertenecer, o no, al mismo
objeto que quiere sustituirse; podrá conservar semejanza, o no, con
determinados aspectos perceptuales o conceptuales de dicho objeto; o bien se
desligará de toda relación física o intelectual con el objeto, debiendo, en tal caso,
basarse en una opción (individual o colectiva) aleatoriamente establecida. La
forma, bajo estas condiciones y características, es el signo-representamen icono
del objeto-signo sustitución.
Rhema
"Is a Sign which, for its lnterpretant, is a Sign of qualitative possibility, that is, is
understood as representing such and such a kind of possible Object" ("Es un Signo
que, para su Interpretante, es Signo de posibilidad cualitativa, es decir, que se lo
entiende como la repre sentación de tal o cual tipo de Objeto posible"; parágrafo
2.250).
Peirce adopta, para designar este lugar lógico de su estructura particional de los
signos, la denominación (Rhema) con que desde Platón se identifica al
componente verbal de un enunciado y que para Dionisio de Tracia significa la
enunciación de una actividad o proceso. Desde otro punto de vista, que no
corresponde desarrollar aquí, señala la posibilidad de que un determinado
sistema teórico reciba (produzca o le encuentre lugar lógico) a un signo
originariamente no previsto en el sistema. Señala la posibilidad de expansión o
desarrollo de un sistema. Es la posibilidad que posee un sistema de
transformarse, a partir de (y sin quebrantar) la legalidad (o el interpretante) de
tal sistema. Se trata de un signo que toma del objeto y entrega al Interpretante
la posibilidad de que una determinada forma confiera un determinado valor a
tal objeto, al ser incluida en un específico sistema.
"(Where the syllable sin is taken as meaning 'being only once', as in single, simple,
Latin semel, etc.) is an actual existent thing or event which is a sign. It can only be so
through its qualities..." ("[donde la sílaba sin está tomada en su significado de
'existente único', como en singular, simple, en latín semel, etc.] es una cosa o
acontecimiento de existencia actual, la cual es un signo. Sólo mediante sus
cualidades puede ser signo. .."; parágrafo 2.245). Se trata de un signo que toma
del objeto y transfiere al interpretante las característi cas formales que pueden
existir en tal objeto.
Índice
"Is a Sign which refers to the Object that it denotes by virtue of being really affected by
that Object" ("Es un Signo que se refiere al Objeto que denota en virtud de estar
afectado realmente por ese Objeto"; parágrafo 2.248). Se trata de un signo que
toma del objeto y transfiere al interpretante la concreta existencia material de
tal objeto.
"ls a Sign, which, for its lnterpretant, is a Sign of actual existence" ("Es un signo que,
para su Interpretante, es Signo de existencia actual"; parágrafo 2.251 ). En el
parágrafo anterior a éste, ampliando la denominación del Signo Dicente acota
Peirce: "o sea, una proposición o cuasi-proposición". Es un aspecto peligroso e
incluso equívoco que requiere un leve ajuste. Una proposición (dejando de lado
los problemas que implica el uso de este término y que pueden verse, por
ejemplo, en Quine14) puede ser un signo cuando está destinada a integrarse con
otras proposiciones para formar una estructura de proposiciones más compleja
(p.e.: un párrafo o un libro ). Pero, cuando Peirce dice que el Signo Dicente es
una proposición, lo que debe interpretarse es que su valor de signo proviene de
su aptitud para integrar una proposición o enunciado, no exactamente en serlo.
Más ajustado, pero sin añadir claridad, es decir que es una "cuasi-proposición";
o sea, algo que ya contiene todas las condiciones necesarias para llegar a serlo.
Y esto es importante porque señala el destino de todo signo en el sentido de
llegar a formar parte de un contexto: único mecanismo por el cual tal signo
puede actualizarse. Mientras el Rhema señala la puerta de entrada en un
sistema, en cuanto es la posibilidad de transformarse en un valor lógicamente
estructurado según la legalidad de tal sistema (pero no es un sistema), el
dicisigno señala la puerta de salida del sistema por el cual los signos de tal
sistema se encuentran en condiciones de hacerse presentes, o de existir, en una
proposición o enunciado o discurso. O sea, se refiere al valor, ya que estamos en
la columna del interpretante; pero en cuanto valor actual o existente, ya que
estamos también en la hilera del fundamento. En definitiva, es signo para un
contexto (pero no es un contexto ). Se trata, por tanto de un signo que toma del
objeto y transfiere al interpretante la identificación de tal objeto en el contexto
existencial al que pertenece (y que, en virtud de su entrega al interpretante, se
organiza como identificación sintáctica en el respectivo contexto sémico).
Legisigno
"Is a law that is a Sign. This law is usually established by men. Every conventional
sign is a legisign (but not conversely ). It is not a single object, but a general type which
it has be agreed, shall be significant" ("Es una ley que es un Signo. Esta ley es una
creación de la humanidad. Todo signo convencio nal es un legisigno [pero no a
la inversa]. No es un objeto singular, sino un tipo general que, por convención,
será significante"; parágrafo 2.246).
(j) . - - - (x) - . . -
(b) - . . .
(1) . - - - - - . . . . (6)
(2) . . - - - - - . . . (7)
(3) . . . - - - - - . . (8)
(4) . . . . - - - - - . (9)
(5) . . . . . - - - - - (O)
"Is a Sign which refers to the Object that it denotes by virtue of law. usually an
association of general ideas, which operates to cause the Symbol to be interpreted as
referring to that Object... Not only is it general itself; but the Object to which it refers is
of a general nature. Now that which is general has its being in the instances which it
will determine. There must, therefore, be existent instances of what the Symbol denotes,
although we must here understand by 'existent', existent in the possibly imaginary
universe to which the Symbol refers" ("Es un Signo que se refiere al Objeto que
denota en virtud de una ley, habitualmente una asociación de ideas generales,
que induce a interpre tar el Símbolo como referido a tal Objeto... No sólo es
general el propio símbolo, sino que el Objeto al cual hace referencia es también
de naturaleza general. Ahora bien, aquello que es general se hace existente en
las instancias que habrá de determinar. Deben darse, por lo tanto, instancias
existentes de lo que el Símbolo denota, si bien debemos entender aquí por
'existente', existente en el universo quizá imaginario al que el Símbolo se
refiere"; parágrafo 2.249). Se trata, pues, de un signo que toma del objeto algún
nivel de generalidad en el cual puede ser conocido y entrega al interpretante el
valor de tal generalidad para que exista en el sistema correspondiente un lugar
lógico que lo fije y lo tenga a disposición para cuando requiera ser utilizado. El
concepto de símbolo en Peirce es de extraordinaria riqueza y la complejidad del
enunciado con que lo define no va reñida con la claridad que lo identifica. La
lectura del cuadro (H) ofrece los parámetros fundamen tales que han de ser
tenidos en cuenta: así, el símbolo aparece en el cruza miento de "Existencia " y
"Ley", siendo, por su orden de enunciación: "La existencia de la ley". El símbolo
es, por tanto, el signo que permite afirmar la correlación entre la ley existente en
el objeto y la ley existente en algún interpretante. Si existen ambas leyes es
posible producir un signo que las correlacione, y tal será el símbolo.
Simétricamente, si se pretende clasificar a un signo como símbolo, deberá
probarse, acerca de él, que es el punto de convergencia de la legalidad de dos
sistemas: el que lo identifica en cuanto objeto y el que lo valora como concepto.
Por eso Peirce, al desarrollar la naturaleza de los símbolos, puede afirmar
respecto a la relación del símbolo con su interpretante que "a Symbol is a
Representamen whose Representative character consists precisely in its being a rule that
will determine its Interpretants. All words, sentences, books, and other conventional
signs are Symbols" ("Un Símbolo es un Representamen cuyo carácter
Representativo consiste en ser una norma que determinará a su Interpretante.
Todas las palabras, enunciados, libros y demás signos convencionales son
Símbolos"; parágrafo 2.292). La enumeración con que termina la cita ayuda a
comprender el sentido en que Peirce utiliza el término: abarca, por su
intermedio, la totalidad de los signos convencionales; y es que, efectivamente,
por el hecho de haber sido objeto de una puesta de acuerdo, expresa o tácita,
arbitraria o fundada en algún tipo de relación, han llegado a ser
Representámenes (en cuanto aspecto perceptual de tales signos) portadores de
la ley de correla ción inherente a algún par ordenado de lugares específicos,
pertenecientes, cada uno de los lugares de dicho par, a un sistema semiótico
distinto. Y , de nuevo tocando directamente el problema del caos y su distancia
respecto al conocimiento, Peirce, al estudiar la relación del símbolo con su
objeto, ofrece pautas anticipatorias del tema. "A Symbol is a law, or regularity of
the indefinite future. Its Interpretant must be of the same description; and so must be
also the complete inmediate Object, or meaning'. ("Un símbolo es una ley o
regularidad del futuro indefinido [en cuanto que estará dispuesto a ser
utilizado en cualquier situación no previamente establecida]. Su Interpre tante
deberá ajustarse a esta misma descripción [en cuanto disponibilidad futura y no
especificada del correspondiente lugar lógico del sistema conceptual]; y lo
mismo deberá ocurrir con el Objeto en su inmediata plenitud, o significado";
parágrafo 2.293). De más está decir que lo escrito entre corchetes es un añadido
personal. De pronto Peirce sacude al lector al dar una definición implícita e
inesperada de "significado". Dejemos de lado la cuestión de la oportunidad de
hacer aparecer aquí el problema del significa do; ya en nuestro Curso15
planteamos la significación como un efecto cuyo instrumento productor son los
signos integrados en discurso; cuando los signos se encuentran meramente
disponibles por su articulación en un sistema, como ocurre con el repertorio de
signos que estamos analizando, el efecto que cualquiera de ellos puede producir
corresponde denominarlo mostración, ya que se limita a señalar el lugar lógico
correspondiente al objeto en el sistema que le es pertinente; pero no le añade
nada; añadido (o su posibilidad) que es imprescindible para acotar el concepto
de significado. Pero lo que más podría inquietar del enunciado de Peirce es que
vincule al significado con esa plena inmediatez del objeto, ya que ello contradiría,
no sólo el desarrollo de nuestro texto, al suponer en un signo la posibilidad de
acceder al objeto en cuanto tal, no modificado ya por algún conocimien to, sino
incluso el propio desarrollo que viene realizando Peirce. Pero la expresión en
cuestión no se refiere a una última realidad de lo real; una nota al pie de página
elimina dudas al respecto al reafirmar, en términos más expresivos que nunca,
la calidad de signo que es propia al objeto de todo signo: "There are two ways in
which a Symbol may have a real Existential Thing as its real Object. First, the thing
may conform to it, whether acciden tally or by virtue of the Symbol having the virtue of
a growing habit; and secondly, by the Symbol having an Index as a part of itself. But the
inmediate Object of a Symbol can only be a Symbol and if it has in its own nature
another kind of Object, this must be by an endless series" ("De dos maneras un
Símbolo puede tener como Objeto real una Cosa Existencial real. Primero, la
cosa puede adecuarse a él ya sea accidentalmente o en virtud de que el Símbolo
tenga alguna particular potencia expansiva, y segundo, cuando el Símbolo
tenga un Índice como parte de sí mismo. Pero el Objeto inmediato de un
Símbolo sólo puede ser un Símbolo y si contiene en su propia naturaleza otra
clase de objeto, ello será por una progresión infinita"). Una piedra, en cuanto
Cosa Existencial real, puede ser símbolo de sí misma, por ejemplo, cuando se
encuentra sobre la mesa de un tribunal por haber sido utilizada por alguien
para matar a alguien (primer caso de la primera manera); un teléfono, un
receptor de radio, un receptor de TV, una carta escrita, en cuanto Cosas
Existenciales reales, son en sí mismas símbolos de la comuni cación humana.
Con independencia de los símbolos efectivamente transmitidos por su
intermedio, por ser la comunicación un símbolo particularmente expansivo
(segundo caso de la primera manera); una brújula, en cuanto Cosa Existencial
real, recibe su valor simbólico del hecho de contener, como parte de sí misma, a
una aguja imantada que es un Índice (segunda manera).
Argumento
"Is a Sign which ,for its Interpretant, is a Sign of Law. Or we may say that a Rheme is
a Sign which is understood to represent its Object in its characters merely; that a
Dicisign is a sign which is understood to represent its Object in respect lo actual
existence; and that an Argument is a Sign which is understood to represent its Object
in its character as Sign" ("Es un Signo que, para su Interpretante, es un Signo de
ley. O también podemos decir que, en tanto que un Rhema es un Signo
entendido como la mera representación de su Objeto por los caracteres propios
de éste y que un Dicisigno es un Signo entendido como representación de su
Objeto en función de su existencia actual; un Argumento es un Signo entendido
como representación de su Objeto en su carácter de Signo "; parágrafo 2.252).
Antes de entrar al análisis de este signo, considero necesario reproducir
también lo que dice Peirce en el parágrafo siguiente, 2.253: "The Interpretant of
the Argument represents it as an instance of a general class of Arguments, which class
on the whole will always tend to the truth" ("El Interpretante del Argumento lo
representa como un caso de una clase general de Argumentos, la cual,
globalmente, tenderá hacia la verdad"). Parafraseando la estructura retórica de
la prime ra de estas referencias, se puede decir que así como del rhema se
afirmó que era la puerta de entrada de los signos en un sistema, ya que señalaba
la posibilidad de que se pudiese atribuir a un signo un valor o una legalidad [en
cuanto conjunto de cualidades propias] en un determinado sistema; y del
dicisigno que era la puerta de salida de los signos del sistema, ya que señalaba las
condiciones bajo las cuales un signo podría adquirir [en cuanto existente] la
legalidad pertinente a un determinado contexto y, por lo tanto, manifestarse en
él como existente actual; del argumento puede afirmarse que es el signo que
ordena un sistema hacia su propia interioridad. O sea, el argumento, en cuanto
signo, toma del objeto y transfiere a interpretante aquel concepto básico que,
atribuyéndole un lugar en el sistema de necesidades lógicas que constituyen la
propia estructura del interpretante, confirma la legalidad del signo en cuanto
perteneciente a tal interpretante y convalida, a cada reconocimiento o
producción de signos, lo no contradictorio de la estructura lógica del mismo
interpretante. Identifi car un signo como argumento, o identificar lo que de
argumento posee un signo, o producir un signo que pueda actualizar en un
contexto el argumento de un determinado sistema, siendo operaciones muy
diferentes, tienen en común que la identificación o producción lo es de una
forma perceptual (representamen o significante) que sea susceptible de mostrar
el principio ordenador o la constante relacional que atribuye coherencia a un
conjunto determinado de conocimientos. La posibilidad de establecer, entre una
pluralidad de propuestas que se están analizando (objetos, conceptos, Imá
genes, etc), el quid en virtud del cual pueden ser considerados una totalidad en
algún sentido homogéneo, depende de la posibilidad de atribuirles una
constante ordenadora que los relaciona y jerarquiza; vistos como portado res de
tal constante es como se constituyen en signos argumento. Evidente mente,
sobre cada objeto inciden una pluralidad de argumentos, de los cuales se
actualizan tan sólo uno por vez, al utilizarlo como signo proveniente, de un
determinado sistema e incluirlo en un contexto particular. En un ejemplo de
generalidad insuficiente, una "parcela de terreno", para ser actualizada, como
signo, en los múltiples contextos posibles, económico, estético, químico,
político, etc., necesita ser identificada en aquel aspecto específico que le hace
posible participar en cada uno de los sistemas correspondientes, por su
adecuación al principio ordenador (argumento) de cada uno de tales sistemas;
es decir, es necesario determinar que tal "parcela de terreno" puede ser,
alternativamente, considerada en función del valor, de la belleza, de los elementos
componentes, de la propiedad o relación laboral. etc. Tales son los argumentos de
los sistemas respectivos, pero, además, tal es la característica que, inherente a la
"parcela de terreno " deberá resultar desta cada por la estructura semántica del
específico contexto en que se la utilice.
(I)
3. Cualisigno: Lo verde. Es una cualidad que puede aplicarse a algo, pero que,
en sí, es una mera posibilidad.
3. Sinsigno: Una caricatura. En cuanto unicidad del individuo represen tado que,
no obstante, no es tal representación, sino que ésta muestra una forma de la
posibilidad de ser tal individuo.
Procederé ahora, como había anticipado, a un elemental análisis del último paso
en que seguiremos a Peirce en este breve resumen, respecto a su Teoría de los
Signos. Tras haberse basado en el análisis para descomponer el signo y haber
utilizado esta descomposición para producir, con una profun da racionalidad,
su clasificación de los signos, pasa a cumplir una tarea de síntesis y genera un
nuevo nivel de signos que le permiten alcanzar una nueva clasificación en que
la Semiótica: " the quasinecessary, or formal, doctrine of Signs" ("la cuasinecesaria o
formal doctrina de los Signos"; parágrafo 2.227) queda a punto para su
utilización en la estructura teórica y en la investigación empírica de la
semiología. La ley que utiliza para la formación de los nuevos signos (que, por
la combinatoria desarrollada, resultan ser diez) es simple: a) cada una de las
hileras, en el cuadro (H), está jerárquicamente ordenada respecto a las restantes
(cada hilera inferior contiene a las superiores) de modo que la inferior puede
articularse con elementos de la superior, pero no a la inversa; b) de cada hilera no
puede tomarse más que un elemento por columna, sin repetir ninguna columna
y sin que falte, tampoco, ninguna [ya que, en definitiva, se está reconstruyendo
el signo, integrando sus elementos constitutivos: Representamen, Objeto e
Interpretante]; y c) [por esto mismo] el orden de selección de elementos de las
respectivas columnas seguirá siempre la se cuencia de forma, existencia y ley, en
la integración de cada signo.
Por deducción de los nueve signos elementales, con aplicación de las reglas de
transformación que acaban de enunciarse, puede obtenerse un único conjunto
exhaustivo de signos derivados.
Se obtiene así:
1) Cualisigno-icónico-rhemático.
2) Sinsigno-icónico-rhemático.
3) Sinsigno-indicial-rhemático.
4) Sinsigno-indicial-dicisigno.
5) Legisigno-icónico-rhemático.
6) Legisigno-indicial-rhemático.
7) Legisigno-indicial-dicisigno.
8) Legisigno-simbólico-rhemático.
9) Legisigno-simbólico-dicisigno.
10) Legisigno-simbólico-argumental.
Cada uno de los 10 signos resultantes, por la naturaleza de los componen tes
semióticos que concurren a su producción, exige un tratamiento lógico
específico, y las afirmaciones que se enuncien acerca de cada uno de ellos no
pueden ser aseveradas automáticamente de los restantes, exigiendo la identi
ficación de instrumentos analíticos específicos y el establecimiento de leyes de
transformación específicas para el recorrido conceptual de los niveles
implicados en el respectivo signo.
Nada tiene que ver cuanto antecede con el uso banal que suele atribuirse a la
semiología y que es fruto de la literaturización de propuestas teóricas que no
alcanzan a consolidarse ni adquieren la esperada eficacia explicativa y
predictiva. La semiología no es una moda ni un divertimento. La originalidad
de su enfoque ha permitido ingeniosos desarrollos, de los que ha hecho presa el
diletantismo. La semiología no es una lectura de salón ya que el
deslumbramiento fácil y perecedero como ingrediente de la conversación social
o las pseudo-profundidades en textos de inconsistente oscuridad no es
semiología. Es una disciplina metodológica difícil, que exige el abandono de
hábitos intelectuales muy arraigados y que, sólo tras la profundización de sus
propuestas más elementales, comienza a mostrar al estudioso sus posibi lidades
de esclarecimiento y racionalidad como aporte a otras disciplinas sustantivas.
Por ahora es [y continúa siéndolo (2002)] una promesa; que no promete lo que
los apresura dos creen poder ya utilizar, sino que promete señalar nuevos
problemas o, mejor quizás, indicar cuáles son los verdaderos problemas o
dónde puede encontrárselos, para guiar hacia ellos al investigador, lo cual es
una manera de comenzar a resolverlos.
1 El creciente interés por el estudio de la obra de Ch. S. Peirce puede constatarse por constituir
el tema monográfico del no 58 de Langages, Juin 1980: "La sémiotique de C. S. Peirce", entre
cuyos diversos artículos destaca el de Umberto Eco: "Peirce et la sémantique contemporaine y el
de Eliseo Verón: "La sémiosis et son monde."
2 Charles Sanders Peirce, "Speculative Grammar", en Collected Papers of Charles Sanders Peirce,
Cambridge, Massachusetts: The Belknap Press of Harvard University Press, 1931. Se ha
utilizado la versión castellana inédita de Giovanna María Winchkler, supervisada por el autor.
En castellano: La Ciencia de la Semiótica, Buenos Aires: Nueva Visión, 1974; contiene parte de la
"Gramática Especulativa", un fragmento de "Grafos Existenciales" y tres cartas a Lady Welby. La
importancia de los textos de Peirce , hace aconsejable reproducirlos en su idioma original para
que el investigador pueda analizarlos directamente y coincidir o no con nuestra interpretación.
3 Roman Jakobson, "Deux aspects du langage el deux types d' aphasie" , en Essais de linguistique
générale. París: Minuit, 1963; p. 43.
4 .Rudolf Carnap, lntroduction to symbolic logic and its applications. New York: Dover Publications,
1958; p. 164.
5 Willard van Orman Quine, Set Theory and its Logic. Cambridge: The Belknap Press of Harvard
University Press, 1969; p. 174.
6 Noam Chomsky, Aspectos de la teoría de la sintaxis. Madrid: Aguilar, 1971; ps. 13 y 229.
8 Juan Ángel Magariños de Morentin, Curso de Semiología Estructural. Buenos Aires: ILAE 1975;
p, 57.
12 Louis Hjelmslev, Prolégomènes a une théorie du langage, París: Minuit, 1971; p. 135.
13 Charles Morris, Foundations of the Theory of Signs, en Foundations of the Unity of Science, V.
1, Chicago: The University of Chicago Press (1938), 1971; p. 109.
14 Willard van Orman Quine, Filosofía de la Lógica. Madrid: Alianza Universidad, 1973; ps. 21
ss.