Psicología Forense y Jurisprudencia Terapéutica
Psicología Forense y Jurisprudencia Terapéutica
Psicología Forense y Jurisprudencia Terapéutica
Parte I
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Resumen
Es a base de este valor, el fundamental derecho de la dignidad del ser humano, que ciencias
como la Psicología y las Jurídicas evaluaron, elaboraron, trabajaron e incorporaron cambios,
revisando y tratando de cambiar las antiguas prácticas no-humanistas, en su quehacer
profesional. Como ocurre en casi todas las disciplinas, en el pasado de las ciencias y
disciplinas existe evidencia de prácticas llenas de errores, ideas y leyes nada humanistas. Por
ejemplo, en el campo de la Psicología, ¿quién no ha escuchado, o leído, sobre las
aplicaciones de técnicas terapéuticas que, aunque en su momento fueron consideradas como
las más modernas y científicas, resultaron ser, a la larga, prácticas inhumanas? La creación
de los primeros hospitales para enfermos mentales, por ejemplo, en su forma inicial y a
pesar de sus buenos propósitos, estuvo plagada de prácticas poco humanitarias que en nada
ayudaban a la curación de las personas con problemas mentales, sino que, por el contrario,
exponían a los paceintes a condiciones que les empeoraban, condiciones tan paupérrimas e
infra-humanas como las que han existido en las cárceles y mazmorras. Las hospitalizaciones
psiquiátricas eran tan peligrosas que casi equivalían a sentencias de muertes. No había
política ni reglamento de derechos, ni en el sector público ni en el privado, sobre los
cuidados del paciente dirigidas hacia el respeto y protección de los derechos básicos
humanos. De otra parte, en el campo del Derecho, ¿quién no ha escuchado sobre procesos
de corte en los que se ha sentenciado como culpables a personas inocentes, o se han
violentado los derechos humanos aún en casos de culpabilidad? ¿No estamos en pleno siglo
XXI discutiendo todavía la "humanidad" y el derecho del Estado sobre la pena capital, es
decir, la pena de muerte? Finalmente, ¿quién no ha expresado dudas, alguna vez, sobre si la
justicia existe, sobre todo en casos donde una persona -obviamente culpable- sale libre y sin
consecuencias mayores, o cuando una persona se nos pierde dentro del sistema, en vez de
rehabilitarse, una vez entra en la cárcel?
¿Son las ciencias, y las disciplinas humanas, justas? Sí y no. Todo producto humano, y las
ciencias lo son, están plagadas de las mismas virtudes y defectos de sus creadores.
De hecho, y como punto aparte, vale la pena recordar que aún no hemos resuelto el debate
entre la rehabilitación Vs. la habilitación como rol, función y tarea de las cárceles. Como
argumento de consuelo, escuchamos frecuentemente decir que los esfuerzos y los recursos
en función a la rehabilitación penal son válidos si al menos se logra rescatar una sola
persona. Será bien intencionado, pero ¿es costo-suficiente?, ¿es razonable?, ¿nos satisface?
Nuestra sociedad actual no vive con parámetros de seguridad ciudadana razonable. Esa es la
triste realidad. No sólo no hemos logrado minimizar la conducta delictiva, sino que los
procesos de ley y los actores del proceso legal (abogados, jueces, fiscales, alguaciles,
técnicos socio-penales, etc.) también han sido cuestionados, denunciados e inculpados en
delitos. Tristemente se observan tendencias de incremento en corrupción y conducta
delictiva dentro de los mismos a quienes delegamos las funciones de seguridad ciudadana.
¿Qué tenemos que perder, entonces, con experimentar nuevas soluciones?
Es así como el modelo de TJ propone evaluar -y trabajar- con las causas de la conducta
criminal y no limitarse a hacerlo sólo con el síntoma o la consecuencia del delito. No persigue
excusar al criminal de las consecuencias de sus actos, sino precisamente todo lo contrario.
En la TJ se plantea la necesidad de que el/la criminal acepte la responsabilidad de sus actos.
Esta es condición sine-qua-non (condición esencial) e ipso-facto (condición automática). A
partir de ese convencimiento y aceptación real y genuina, el criminal debe ser ayudado por
el sistema judicial, un sistema que no debe limitarse sólo al castigo, sino que debe instaurar
otros servicios como bien puede ser la propuesta de tratamiento reconstructivo o
rehabilitador/ habilitador que promueve la TJ. Al final, y como resultado mayor a largo plazo,
la TJ debiera tener efectos e influencia en minimizar la reincidencia criminal, disminuir el
hacinamiento carcelario, así como la proliferación de condenas de cadena perpetua que sólo
han servido para crear una costosa carga al estado. Actualmente, una sentencia larga, o de
por vida, se aplica omitiendo las posibilidades de reintegración de ese ofensor/a en la
aportación productiva a su sociedad, aportación que no debe confundirse con devolverle a la
libre comunidad eximiéndoles de las consecuencias legales de sus actos delictivos, sino
sostener la obligatoriedad de cumplir con restablecer un bien allí donde hizo un mal.
Además, debemos recordar que el confinado le cuesta demasiado dinero al Estado y al
pueblo. Costo-eficiente no es.
En esa misma línea, está la observación de los Lcdos. Winick y Wexley que, en el desarrollo
de actitudes y tendencias dentro de la profesión de la abogacía, se ha hecho notable el
crecimiento de "malas" costumbres profesionales de apoyar la negación de responsabilidades
de parte de sus clientes, práctica que no fomenta ni exige la honestidad (la verdad aceptada)
sobre los hechos. Esta práctica representa un problema ético serio. El/la mismo/a abogado/a
fomenta la irresponsabilidad del ofensor declarando inocencias donde no las hay. Escuchaba
en algún momento pasado una discusión-foro entre abogados de EU en un programa
televisado- donde se discutía si la persona inocente, sólo por serlo, debía, o no, ir sin la
compañía de un abogado cuando se le iba a interrogar sobre su conocimiento de algún hecho
delictivo. La posición de una de las abogadas era que nunca una persona podía decir "su
verdad" propia, sobre todo en ausencia de un abogado, pues la persona podía salir
perjudicada. Otro abogado asumió la posición contraria: la verdad debía prevalecer siempre
en algún momento del proceso judicial (¿realidad vs. utopía?), pero en este debate no hubo
acuerdos finales ni puntos intermedios.
Estos dilemas éticos también son atendidos en la propuesta de la TJ. Se propone que el/ la
abogado/a, así como los demás participantes del sistema de seguridad y corrección, han de
revisar los valores y normas de su práctica legal y no incurrir en esa tendencia ni en juegos
equivocados del sistema. Para esto, la TJ propone revisar los roles de abogados y jueces, así
como de todo otro personal que participe en la administración de la justicia y de los códigos
penales. No puedo dejar de pensar en el tan sonado caso de O.J. Simpson en EU, donde un
equipo de renombrados abogados de defensa trabajó a favor de un dictamen de inocencia
que no fue razonablemente establecido ni probado para la comunidad observadora. Para
todos los efectos, la gente (no el jurado, sino el público o auditorio) concluyó que si se tiene
fama y dinero, los abogados trabajan para que se absuelva a la persona "razonablemente
culpable". Esta percepción "maquiavélica y corrupta" sobre la actuación de los abogados
debe ser revisada y revindicada, pues está siendo expresada con mucha frecuencia
afectando la fiabilidad de esa profesión. ¿No ha escuchado usted a los mismos abogados
bromear entre ellos con el chiste trillado de que "el mundo estaría mejor sin abogados", o el
otro chiste que dice que el mundo era bueno hasta que nacieron los abogados? Nada más
con el testigo...
La TJ propone que el/la ofensor/a -sobre todo aquel que reincide, acepte, en la línea de
defensa de su abogado, la responsabilidad ante los hechos desde antes de comenzar el
proceso de corte. La admisión de responsabilidad debe ser el catalítico que permite al
abogado, junto con su cliente, llevar a la corte una petición que balancée su responsabilidad
penal con alternativas de tratamiento, así como con servicios dirigidos hacia un profundo
cambio de conducta. Todo esto debe ayudar al ofensor/a a tomar decisiones que le alejen
-bien informado- de la reincidencia y sus consecuencias.
"La jurisprudencia terapéutica es el estudio del rol de la ley como agente terapéutico,
enfocando sobre el impacto de la ley en la vida emocional y en el estado psicológico de
las personas. Estas áreas no han recibido mucha atención en el Derecho hasta ahora. La
TJ enfoca su atención hacia estos aspectos ignorados, humanizando la ley al
preocuparse por el ser humano. Básicamente, la TJ es una perspectiva que visualiza la
ley como una fuerza social que produce conductas y consecuencias. A veces esas
consecuencias caen en los parámetros de lo que es terapéutico, otras veces, las
consecuencias son anti-terapéuticas. La TJ quiere que seamos conscientes" (1).
- Puede servir de perito forense (testigo experto) para las partes (fiscalía o abogados de
defensa- funciones psicojurídicas).
- Puede trabajar con la población confinada estudiando las cárceles, sus problemas
internos y externos (como el estigma social al confinado) y ofreciendo atención directa
a esta población (función clínica) como se ha hecho en Puerto Rico desde el Comité de
Amigos y Familiares del Confinado.
- Finalmente, pero sin limitarlo sólo a estas funciones, puede participar en la asesoría de
política pública para la creación de leyes, reglamentos, protocolos en la política oficial
de las sociedades, en sus agencias e instituciones. Si una de estas funciones es la más
importante o esperada es definitivamente la de aportar en la prevención de diferentes
tipos de conducta delictiva. Esto es parte de la labor que la "Forensic Science
Association of Puerto Rico" (2002) plantea como agenda de trabajo necesario para todas
las profesiones forenses.
- En lugares donde existe la pena capital, puede ser incorporado como orientador y/o
facilitador de lo que es el proceso de muerte tanto con el condenado a muerte como con
la familia de ambas partes: víctimas y victimario.
No debe entenderse por este listado, sin embargo, que las funciones o los roles de la
Psicología Forense y Jurídica están claras, bien definidas y/o aceptadas. Existen aún
mucha reserva entre profesionales, mucha controversia dentro de las cortes y muchas
dudas (muchas simplemente por ignorancia) sobre la valiosa aportación de los
especialistas en la conducta humana. En Puerto Rico se observa que aún no existen
escenarios fijos donde el trabajo de psicólogos forenses sea requerido. Aunque existe
bastante consenso en la necesidad de entender mejor la conducta criminal, no ha habido
esfuerzo paralelo por crear fuentes de trabajo, puestos y funciones que ubiquen al
psicólogo forense de forma más consistente o permanente en el Sistema Judicial. Otras
profesiones forenses, en cambio, han logrado ubicarse mejor e inclusive ya son activas y
requeridas por ley, como es el caso del patólogo forense.
Por tanto, en Puerto Rico, como en muchos otros países, quienes deciden estudiar una
carrera en Psicología Forense encuentran un cuadro difícil que implica (a) ir a estudiar
la carrera fuera del país, (b) reconocer que su primera tarea al adquirir su título es la de
educar a las agencias de su país sobre la necesidad de crear puestos de trabajo en este
campo pues el escenario no está definido todavía hacia la inclusión permanente de este
personal, (c) y posiblemente deberá iniciar su carrera profesional, al menos por un
tiempo, fuera del pais en lo que asegura ganar más experiencia que le cualifique luego
en las cortes. Esto ocurre no solo en nuestra isla sino en la mayor parte de los países
donde la especialidad es novedosa, como en Argentina.
¿Cómo se da en Puerto Rico el desarrollo del perito en salud mental? La Dra. Carol
Romey, psicóloga forense, hizo un estudio basado en 45 casos criminales y civiles en
Puerto Rico, entre los años 1910 y 1981, que incluyó el estudio de sobre 1,500 páginas
de testimonios de peritos en las cortes Superior, de Distrito y Federal. Típicamente en
Puerto Rico los profesionales que han servido de peritos en salud mental son los
médicos, psiquiatras, psicólogos, trabajadores sociales y profesores en el campo de las
Ciencias Sociales, siendo todos tratados bajo la misma categoría (peritos mentales) sin
diferenciarlos por sus áreas de especialidad. Ha predominado una tendencia de
preferencia por los médicos, y de su modelo de enfermedad mental, pero poco a poco se
ha ido abriendo a las otras profesiones mencionadas arriba. En la estructura, reglas y
regulaciones de las cortes en PR, la participación del perito en salud mental en casos de
insanidad (incompetencia mental) ha tenido que defender sus cualificaciones para poder
hacer su participación y que no se limite, o excluya, su rol y aportación: como
requisito legal (Pueblo v. Baez, 1848); el margen de funciones permitidas al perito
(Meléndez v. Levitt & Sons of P.R., 1976 y Corcoles Droz v. Warden Penitentiary,
1963); las normas éticas que la corte y la política de la corte están dispuestas a honrarle
(Pueblo v. Castillo Torres, 1978). Concluye la Dra. Romey que todavía hace falta
mucho trabajo para insertar al perito en salud mental sin tantas trabas como las que tiene
al presente (7).
Psicólogos forenses en el sistema carcelario
Una de las áreas de potencial y principal ubicación al psicólogo forense es dentro del
Sistema Correccional, participando directamente con las instituciones cerradas o
cárceles.
"Las cárceles son una forma institucionalizada de control social. Se usan con los sujetos
que no solamente negaron las leyes, costumbres y normas de su sociedad, sino también
con aquellos que, haciendo esto, se convirtieron en elementos que atentaban contra la
seguridad de los demás. El aislamiento y la privación de la libertad de movimiento es la
base filosófica del castigo que se usa en las cárceles como penalidad a la desviación de
conducta. Se plantea que la misión de las cárceles es la re-adaptación, o re-educación,
del delincuente, para -si así lo permite la condena o sentencia que dependerá del tipo de
delito cometido- reintegrarle a la sociedad como un ente productivo en vez de
destructivo. Para esto, mientras mejor sea su adaptación a la institución carcelaria y
mientras mayor y mejor "buena conducta" evidencia, mayor probabilidad de que se le
reste tiempo de su condena. De no ser la meta reintegrarle a la sociedad (cadenas
perpetuas), entonces el enfoque es de re-educación hacia la productividad dentro de las
cárceles. Esto presupone que el sujeto debe adaptarse a las normas y condiciones de la
institución cerrada" (8).
Como hemos mencionado, en tiempos presentes se están haciendo esfuerzos por aplicar
los principios humanistas a través del Derecho. Por esto, en las instituciones cerradas se
han establecido derechos del /la confinado/a con los cuales deben trabajar todos los
componentes del sistema penal. Estos derechos están recogidos en el documento Reglas
Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos (9), adoptadas por el Primer Congreso de
las Naciones Unidas sobre Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente,
celebrado en Ginebra en 1955, y aprobadas por el Consejo Económico y Social en sus
resoluciones 663C (XXIV) de 31 de julio de 1957 y 2076 (LXII) de 13 de mayo de
1977.
El juez Stephen Breyer (2000), de la Corte Suprema de Justicia de EU (10), planteó que
la ciencia ya se ha hecho parte inevitable en los casos en cortes. Breyer ha planteado
que la ciencia y la ley deben dirigirse hacia la creación de normas y estructuras que
pueda ayudar a los jueces a tomar mejores decisiones sobre calificación de peritos: esto
es, sobre cuáles peritos aceptar en los casos y bajo que condiciones deben ser
cualificados.
De otra parte, el caso Khumo Tire v. Patrick Carmichael (1999) en EU, estableció que
está en la función de los jueces de las cortes admitir o excluir el testimonio de un
experto-perito. La decisión establece que los jueces tienen flexibilidad en decidir sobre
la aceptación de estos testimonio, pero les dirige a que deben utilizar criterios
razonablemente confiables. Breyer apoyó un programa experimental comenzado en el
1999 por el ABA y la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS),
diseñado para ayudar a los jueces mediante la facilitación de listas de expertos
cualificados que la corte podría designar en casos donde el sistema adversativo de la
corte no tiene claros los asuntos científicos. Este proyecto presentó una inmediata
dificultad que fue la falta de criterios para identificar un "buen" experto, no obstante,
fue un paso que adelantó y promocionó un mejor uso de peritos y expertos científicos en
las cortes. Breyer reconoció que el sistema judicial ha sido lento y poco responsivo a la
investigación psicológica. Invitó, específicamente a los psicólogos, a continuar
abogando para que sus conocimientos sean usados en áreas tales como confiabilidad del
testigo presencial, instrucciones a los jurados, al tamaño del jurado y condiciones donde
se requiere la unanimidad del veredicto. Breyer evaluó las aportaciones y experiencias
compartidas de profesionales peritos en calidad de "amicus curiae" (amigos de la corte)
como aportaciones significativemente útiles. El psicólogo forense -como amigo de la
corte- ayuda directamente al juez/za en asuntos donde necesita interpretar y entender
mejor los factores psicológicos envueltos en el caso. Otros jueces comparten la
necesidad de expandir e incorporar más y mejor la Psicología en las cortes.
Rya Zobel, Ex Directora del Centro Judicial Federal en Washington, D.C., expresó su
opinión a favor de que los psicólogos enseñen a los abogados lo que deben trabajar y
considerar en los casos de condiciones mentales; así, los abogados, también podrán
ilustrar a los jueces/zas (aplicando aquí la regla del efecto multiplicador, donde unos
pocos enseñan a otros pocos, que terminan enseñando a muchos). Otra jueza, Sheila
Murphy de Chicago en EU, planteó que la incorporación de psicólogos debe expandirse
a más cosas que las que se hacen al presente. Sugirió que su participación debe
ampliarse a otras áreas como participar en vistas preliminares, en casos de pena capital,
en casos de delitos menores, y en todo caso de adicciones y desordenes psicológicos en
la comisión de delitos.
"Psicología: Ciencia que estudia la conducta, los procesos mentales y emocionales tanto
de los seres humanos como de los animales. Término compuesto con las voces griegas
psiché, alma, y logos, ley, que quiere decir literalmente "ciencia del alma". Sin
embargo, el objeto de la Psicología no es propiamente el estudio del alma, sino de los
hechos psíquicos, los que tienen carácter real y hasta experimental, siendo pues, la
Psicología, una ciencia natural. Los límites de su dominio han sufrido variaciones al
compás de la marcha misma de los conocimientos científicos. Los empíricos ingleses
han sostenido que las leyes del conocimiento son de naturaleza psicológica, tesis a la
que se opuso en todo tiempo el idealismo alemán, sobre todo a partir de Kant, cuando
este filósofo mostró que en el entendimiento hay factores a priori que no están en la
experiencia. Lo cierto es que el conocimiento no puede explicarse, ni aproximadamente,
por hechos estrictamente psíquicos, y que las legalidades a que él responde y que lo
determinan no pueden hallarse en la experiencia. Husserl encaminó que eran parte de su
esfuerzo a señalar la serie de objetividades que el espíritu encuentra como fuera de él
mismo, llamados los "objetos ideales", imposibles de reducir a una explicación
psicológica" (11).
"Las definiciones que se han dado del Derecho son muy numerosas y diferentes y su
sentido y alcance dependen en cada caso de la posición filosófica, confesada o no,
explícita o implícita, en que su autor se coloque. Un logicista puro dirá: "Derecho es una
voluntad vinculatoria, autárquica e inviolable." (Stamler). Un criticista se expresará así:
"el Derecho es la coordinación objetiva de las acciones posibles entre varios sujetos,
según un principio ético que las determina, excluyendo todo impedimento" (Del
Vecchio). El positivista crítico aseverará: "El Derecho, en sentido objetivo, es el
conjunto de las normas generales impuestas a la acción humana en sus relaciones
externas y apoyadas por la autoridad del Estado, para garantizar la realización de los
fines del individuo y de la comunidad" (Vanni). Para el filósofo ius-naturalista
racionalista: "Derecho es el conjunto de las condiciones por las cuales el arbitrio de
cada cual puede coexistir con el arbitrio de los demás, según una ley general de
libertad" (Kant). Según el culturalista: "El Derecho es un fenómeno de cultura" (Kohle).
Para los juristas prácticos, " El Derecho es el conjunto de preceptos o reglas de conducta
a la observancia de las cuales está permitido sujetar al hombre por una coacción exterior
o física" (Aubry y Rau) (13).
Ambas disciplinas deben unirse para trabajar en los foros judiciales. Los profesionales
de ambos campos tienen que conocer las reglas de presentación de evidencia y sobre
cómo se presentan los testimonios periciales a tono con las reglas y procedimientos
judiciales. El testimonio pericial es posible en Puerto Rico gracias a las Reglas de
Evidencia (estatal-56 y federal-703). En casos civiles, la evidencia y el testimonio
pericial van dirigidos a probar las cosas por el peso de la prueba (preponderancia de la
prueba, que debe ser de un peso de 51% o más). En estos casos se busca compensación
y usualmente permite más elementos y técnicas en la búsqueda de la evidencia. En
casos penales, de otra parte, la evidencia no responde al peso de la prueba sino a que sea
contundente y clara, más allá de toda duda razonable. En los casos penales se busca la
sentencia de una persona que ha trasgredido la ley y, por sus consecuencias en cuanto a
determinaciones y sentencias, la investigación y la presentación de prueba tiene que
acogerse a regulaciones, requisitos y procesos más estrictos y regulados.
- Regla 52- del testimonio pericial plantea que el perito es un súper-testigo porque es el
único testigo que no es testigo directo. pero se le permite presentarse a emitir opiniones
sobre un caso. Define lo que es un testimonio pericial.
- Regla 53- ayuda a cualificar al testigo-perito estableciendo criterios sobre quién puede
o no serlo aunque no asigna valor o peso a los diferentes criterios de cualificación.
- Regla 55- es la que establece una limitación de cantidad de peritos que cualquiera de
las partes podrá llevar a un proceso judicial (no hacerlo crearía un desfile interminable
de peritos de ambas partes).
- Regla 56- es una de las más importantes, porque establece los fundamentos del
testimonio pericial determinando que el perito puede presentar y emitir opinión como
evidencia.
La regla 51 es la que permite opiniones o inferencias, aún por "no peritos", es decir, que
permite que legos declaren en forma de opiniones o inferencias en cuanto a aquellas
opiniones o inferencias que estén: 1) racionalmente basadas en la percepción del testigo
y 2) que sean de ayuda para el mejor entendimiento de su testimonio, o 3) para la
determinación de un hecho en controversia. Se dice, en el análisis de esa regla, que en
todo caso se tratará de inferencias inmediatas, derivadas de la percepción del testigo, sin
mediar otras premisas de las cuales el testigo no tenga conocimiento, lo cuál significa
que para unos jueces quiere decir unas cosas y para otras. Se ha criticado que es la regla
51 es demasiado amplia, laxa o liberal.
La regla 54 permite que cualquiera que sea llevado como perito pueda ser interrogado
con igual amplitud y alcance que a cualquier otro testigo, y que puede ser contra
interrogado sobre: 1) sus cualificaciones, 2) el asunto objeto de su testimonio pericial, y
3) los hechos, datos y circunstancias en que su testimonio se funda.
La regla 55, controla y delimita la cantidad de peritos que las partes pueden usar en un
caso, para evitar dilaciones innecesarias o que el caso se convierta en un desfile
argumentativo interminable de peritos.
La regla 56 permite que las opiniones o inferencias de un perito pueden estar basadas,
tanto en datos percibidos por el perito, como los dentro de su conocimiento personal o
informados a él, antes de, o durante, el juicio o la vista. Las bases para permitir su
testimonio se clasifican en tres tipos: a) observaciones directas del perito. (Ej.: perito de
ocurrencia, médico que lo trató), b) información en el juicio (Ej.: pregunta hipotética al
paciente. c) Ninguna de las anteriores (Ej.: declarar sobre condición de paciente a base
de un record médico, e información recibida del médico y enfermeras).
La regla 58 exige que se revele la base de la opinión del perito si el Tribunal así lo
dispone, es decir, que puede declarar en término de opiniones e inferencias y expresar
las razones en que funda su testimonio, sin que antes de declarar haya expresado los
hechos o datos en que sus opiniones o inferencias están basadas; pero si el tribunal lo
dispone, porque así lo necesita, el perito puede ser interrogado en relación a la materia
en que basa sus opiniones o inferencias, quedando obligado a revelar la misma.
Una última regla sobre el peritaje es la 59, que permite que el Tribunal nombre peritos:
a) antes del comienzo del juicio; b) durante el transcurso de este - a iniciativa propia o a
solicitud de parte, para que sometan un informe, o para que declaren en calidad de
peritos; y fija la compensación. El perito puede ser nombrado por la corte para evitar la
mala práctica de la "compra de peritos".
En el caso Daubert v. Merrel Dow Pharmaceutical, 113 S. Ct. 2796 (junio 28/1993)
unos niños (representados por sus guardianes legales) demandaron una compañía
farmacéutica. Estos menores nacieron con defectos en brazos y piernas -cortas y
deformes- por efectos del medicamento Bendectin, que fue ingerido por sus madres
durante el embarazo para controlar la náusea. Merrel Dow Pharmaceutical impugnó el
peritaje de la defensa, pero el Tribunal Supremo de EU expidió un "certiorari" que
determinaba que la doctrina de "General Acceptance" (aceptación general) no constituía
una pre-condición a la admisibilidad de evidencia científica, y que las Reglas le
asignaban, al juzgador de los hechos, la tarea de asegurarse de que el testimonio del
perito descansara sobre bases confiables ("reliable foundation"), así como que fuera
relevante a la controversia en cuestión. El caso Daubert estableció que la confiabilidad y
credibilidad pericial no debe establecerse por la aceptación de los pares-legos, sino que
la confiabilidad debe darse por la base de la opinión (se refiere a la teoría, la
metodología, si es una teoría científicamente probada, o establecida, si ha sido
publicada, etc.).
En cuanto a las reglas de evidencia federales, que aplican tanto a casos civiles como
criminales en las cortes federales, se plantea una categoría específica para el peritaje y
su testimonio en las reglas en el artículo VII de las Reglas Federales 2003, que incluye
el 701,702,703,704,705 y 706 que se resumen como siguen:
- 703- Base de opinión en testimonios de peritos- La opinión del experto pueden ser
presentadas durante o posterior a la vista preliminar del caso.
- 704- Opinión en asunto último -"Ultimate" - Los testimonios que son opiniones o
inferencias no son objetables porque lo que presentan son asuntos que serán decididos
en el juicio y no son decididos por el experto. Ningún experto puede someter una
opinión sobre si el defendido tenía o no una condición mental que constituyera un
elemento del crimen adjudicado pues esto también corresponde al jurado o juez
determinar y no al experto.
- 706- Peritos asignados por la corte- Los peritos pueden ser escogidos o rechazados por
la corte. Se suele solicitar que las partes sometan los nombres de expertos a ser citados
en el caso con antelación a que el caso se vea. Si la corte los nombra, la corte debe
informarle de sus deberes por escrito.
Crear cortes especializadas en Salud Mental (15), donde puedan unirse la Psicología con
el Derecho hacia una gestión penal más eficiente y justa, es una de las metas de la TJ. El
propósito de estas cortes sería atender individuos arrestados por ofensas de delitos
menores cuando reúnan la condición de que al cometer el delito se sospeche y
demuestre que son personas mentalmente enfermas, que están bajo los efectos de un
estado emocional descontrolado o que tienen retardo mental. La premisa es que es
necesario controlar a estas personas, pero reconociendo que su necesidad es de
tratamiento apropiado en un ambiente conducente a la salud, y no de castigo solamente.
Pueden atenderse casos menos graves de violencia doméstica, pues reúnen estas
características y ya sabemos que el agresor doméstico muestra patrones disfuncionales
de conducta en la relación con la pareja. Cualificarían, en general, cualquier cliente que
sufra de condiciones mentales. No se requiere que la persona tenga que ser declarada
incompetente previo a ver el caso en la Corte de Salud Mental especializada. Para
cualificarle puede usarse inicialmente un filtro de preguntas como las siguientes: 1) ¿Ha
estado hospitalizado por condiciones mentales? 2) ¿Está tomando medicación para
condiciones mentales, y cuáles? 3) ¿En cuál clínica o institución ha estado
hospitalizado? 4) ¿Estudió en alguna escuela especializada para alguna condición
mental? 5) ¿Recibe algún beneficio gubernamental por esta condición?
No todas las personas cualifican para ser atendidas en la corte especializada de salud
mental. De serlo, serían transferidos de la corte regular a esta para ser atendidos
apropiadamente. Antes de una transferencia, sin embargo, se requiere informar al cliente
sobre los alcances, características y consecuencias de esta transferencia porque la
segunda sería una división que trabajaría con el enfoque de "tratamiento" en donde los
juicios legales no serían el foco principal sino la aplicación de la ley que reconoce su
condición mental, determinando medidas de tratamiento para la causa de su delito. El
juez hará la determinación final sobre la cualificación de cada cliente referido, si
permanece o no en la corte especializada de salud mental. Ya existen algunas cortes de
este tipo en E.U. En Nueva York existe una corte de salud mental en Brooklyn que
trabaja para reconfigurar el sistema judicial ofreciendo una alternativa sistémica que
pueda identificar, asesorar, evaluar y monitorear transgresores con enfermedad mental.
En el estado de Florida existen al menos tres cortes de salud mental especializadas: a)
una para cortes de tratamiento a drogas, b) una corte de tratamiento a violencia
doméstica, y c) una para ofensores reincidentes (16). Todas estas nuevas cortes fungen
como enlaces entre el sistema judicial y el sistema de salud mental en sus regiones o
estados.
Frías Armenta (17) plantea que la Psicología Jurídica es una "interdisciplina" poco
desarrollada en América Latina. No obstante, ha tenido una amplia aceptación y
validación. Esto ha fomentado mucha nueva investigación en países como México,
Argentina, Chile, y Venezuela, Estados Unidos y España.
La Dra. Carol Romey, psicóloga, es una profesional forense que ha incursionado en esta
área habiendo participado como perito en casos muy renombrados a nivel de opinión
pública. En el Simposio de la Asociación de Ciencias Forenses de Puerto Rico (2000),
expresó la necesidad de establecer un Código de Ética para los peritos de todas las
profesiones unidas en un solo documento. Estableció que pertenecer a asociaciones
voluntarias profesionales que cuenten con su propio Código de Ética garantiza: a)
compromiso del perito con su profesión, y b) regulación de la práctica y los testimonios
porque el /la profesional está sujeto a la evaluación de sus pares. Estas dos cosas
contribuyen a que en las cortes la opinión pericial sea tomada con respeto, prestigio y
seriedad. El Código de Ética contribuye pues a la profesionalización del peritaje.
- A fines del año 2002 la población confinada ascendía a 2.1 millones de personas, un
aumento de 3.7 por ciento sobre el año anterior. Esto equivale a 476 personas
confinadas por cada 100,000 habitantes.
- Esta política carcelaria ha recaído con mayor peso sobre la población negra.
- Se estimaba que el diez por ciento de los hombres de origen afro-americano entre las
edades de 25 y 29 años están encarcelados.
- Para finales del 2001, aproximadamente el 16.6% de los varones adultos negros estaba
o había estado en prisión, en comparación con el 7.7% de los hombres de origen
hispano y el 2.6% de los hombres blancos.
- Entre los hombres negros de 35 a 44 años de edad, el 22% estaba o había estado
confinado, en contraste con el 10% de los de origen hispano y el 3.5% de los varones
blancos de las mismas edades.
Datos en Estados Unidos, ofrecidos por el Justice Policy Institute reflejan que en la
década del 80 los gastos gubernamentales en los sistemas de prisiones estatales
crecieron seis veces más que los dedicados a la educación superior. Imagine. El
contribuyente norteamericano paga más dinero para sostener el sistema penal que para
costear el sistema educativo en su país.
Desde la antiguedad los teóricos defensores del castigo, como Cesare Bonseana,
Marqués de Beccaria, planteaban que los beneficios de esta práctica eran muchos.
Beccaria (En su obra De los delitos y de las penas) hablaba del delito desde una
perspectiva utilitaria; sirve para crear una sociedad mejor y para disuadir a los demás a
no cometer delitos o crímenes. Consideraba que la pena de muerte no era más disuasiva
que el encarcelamiento favoreciendo el segundo (21). Otros aceptan y promueven el
castigo como sanción lógica y natural al crimen asignándole un valor igualador (de
balance) entre víctima y agresor. Por ejemplo:
"Morris concibe a la sanción penal como aquella que se le impone al free-rider para
privarlo de sus ventajas. Concibe el sistema legal como un conjunto de normas
destinadas a disuadir a los individuos de actuar bajo ciertos impulsos, a ejercer el
autocontrol. Al fomentar la paz interna y la seguridad, y al facilitar la cooperación, el
acatamiento general mejora la calidad de la vida social para todos los miembros de la
comunidad. Cuando un individuo abandona este control de sus impulsos y transgrede
las normas, amenaza con perjudicar este orden valorado, instando a imitadores a seguir
su ejemplo. El castigo garantiza la supresión de la ventajas que adquieren los
trangresores por sobre el resto de la comunidad" (22).
Son muchos los sociólogos que cuestionan -desde la criminología penal moderna- los
beneficios o limitaciones reales del enfoque punitivo. La Criminología es la ciencia que
estudia la causa de la conducta criminal, buscando correlación con factores sociales-
históricos y se clasifica como una ciencia causal-explicativa. El Derecho Penal es una
ciencia normativa, que se homogeneiza la población dentro de ciertos parámetros de
conducta aceptada; de no hacerlo, aplica sanciones-castigos para atacar la anormalidad
de la conducta trasgresora. Algunos asumen posiciones contrarias al castigo como
solución:
"Jeremy Bentham afirma que todo castigo es malo, pues es un daño, y que en caso de
ser admitido sólo se debería hacer para excluir un mal mayor y como un medio para
asegurar la tranquilidad de la mayoría; coincido con él, pues en mi opinión, el "criminal
por naturaleza" se debe excluir de nuestro lenguaje, pues considero que una educación
debida podría contrarrestar las imposiciones de una vida familiar deficiente, de un
medio ambiente corrupto y promiscuo, de hacinamiento y pobreza, adicciones al alcohol
o drogas con la consecuente pérdida de valores tanto morales como religiosos y
sociales" (23).
"La base conceptual más promisoria para los programas de prevención y rehabilitación
es un entendimiento socio psicológico de la conducta criminal. Este enfoque destaca
cuatro conjuntos de factores de riesgo: actitudes, pensamientos, sentimientos,
interpretaciones de eventos y racionalizaciones que apoyan la conducta antisocial;
asociados antisociales; una historia de conducta antisocial; e indicadores de una
personalidad antisocial (incluyendo indicadores de agresividad inquieta, impulsividad y
en el caso de delincuentes juveniles en especial, inmadurez psicológica)" (24).
"Un sufrimiento puede ser superado sólo si se lo concibe en un contexto válido, es decir,
si viene colocado en un cuadro de referencia que permita descubrir las posibilidades que
aún faltan por realizar. De frente al dolor, de hecho, nos podemos relacionar de una
manera masoquista o con una actitud de huida (por ejemplo, con el suicidio). Pero se
puede también asumir con madurez y dignidad, no obstante, toda la dificultad para
comprender el marco significativo". (25).
**Datos biogáficos de David Wexley (JD, New York Uninversity, 1964, Catedrático
Escuela /Derecho, UPR. Investigador en Derecho penal; derecho y psiquitaría;
jurisprudencia terapéutica)