Oscar Cano
Oscar Cano
Oscar Cano
Fundamentación y propuesta
de organización y entrenamiento específico del fútbol
Resumen
El título "el valor de lo invisible", ha sido adaptado del dado por Punset (2004: 25) al segundo
apartado ("la importancia de lo invisible") del primer capítulo de la obra citada.
Introducción
"Cambiando el nivel desde el que se mira la realidad se hacen visibles cosas que
eran invisibles"
(Punset, 2004: 25).
Con este trabajo, mostramos el fruto de las experiencias y sobre todo reflexiones
que acerca del fútbol, y su entrenamiento, venimos realizando (Morcillo, 1992) y
haciendo público durante la última década aproximadamente (Morcillo y Cano,
1999; Morcillo, Cano, Núñez y Maldonado, 2001).
3º. Elegir el estilo de toma de decisiones que por lógica, más coherencia demuestra
en relación a los puntos anteriores.
Cuando, como anteriormente decíamos, allá por 1992 ó 1993 (Morcillo, 1992)
comenzábamos a hacernos este tipo de preguntas, la teoría del entrenamiento y los
principios del aprendizaje motor, nos hicieron ver que con nuestro entrenamiento,
lo que básicamente pretendíamos era la adaptación de los jugadores al entorno en
el que desarrollaban su actividad. Adaptación ésta, que debía producirse gracias a
la especificidad de tareas que facilitasen la transferencia de los aprendizajes. En
resumen, entendíamos que especificidad más transferencia es igual a adaptación.
Hoy somos conscientes, de lo inconscientes que en aquellos momentos éramos,
acerca de lo próximos que estábamos de la realidad del entrenamiento del fútbol.
"Las cosas que nunca tuve, son tan sencillas como irlas a buscar"
("La novia que nunca tuve". Pablo Milanés.)
Trasladando estas primeras líneas al mundo del fútbol, carece de lógica que el
entrenador utilice los utensilios del autoritarismo tradicional, del limitador de
conductas, como forma de proceder en la construcción del currículo destinado a la
coexistencia de las máximas potencialidades de cada unidad del equipo, máxime si
tenemos en consideración que los verdaderos protagonistas, los que al final deben
transformar las vivencias en rendimiento, son los propios jugadores.
Evidentemente, estas opiniones transitan con aceleración constante e incontrolada
hacia la utopía, ese catastrófico abracadabra del aburguesado, si insistimos en
pertenecer a ese particular perfil de técnicos empecinados en amputar al futbolista
la responsabilidad de decidir, olvidando que nuestro único valor reside en
organizar la práctica, es decir, en analizar y seleccionar las ocurrencias de los
practicantes de este sensacional deporte, a partir del reconocimiento de la
necesidad de conseguir "sujetos dueños de sí mismos, capaces de suscitar,
controlar y dirigir sus ocurrencias" (Frankl, 1999). Como ya objetivamos más
adelante, será imposible suscitar, controlar y dirigir ocurrencias sin previamente
comprender la naturaleza del juego.
Seria importante aclarar, que la forma de proceder que aquí defendemos huye
del libertinaje, que la existencia de normas siempre es positiva, ya que como
aclaran Lillo y Mateo (2003), "dotar de encanto al entorno no quiere decir que sea
una verde pradera donde se retoza y no se da un palo al agua", es decir, los
liderados deben comprender "que las normas, como aseveraba Rousseau en El
contrato social coarta territorios de libertad individual, pero a cambio garantiza el
respeto a la libertad de todos. Se pierde una porción de libertad pero se conquista
una libertad que la sobrepasa".
Cuadro 2: Características diferenciales entre las dos formas básicas de dirección de grupo.
En este sentido, el papel del entrenador como analista de todo cuanto ocurre
tanto en las sesiones de entrenamiento como en la competición, así como la
selección, a partir de dicho análisis, de los contenidos a trabajar, cobra una extrema
significación. Así pues, más que aportar nada, y tal y como reflejamos con
anterioridad en la parte introductoria, los técnicos debemos de reconocernos
recolectores del producto de las conductas de los jugadores.
La experiencia en este sentido, aún corta pero intensa, nos hace aseverar que en
el momento que verificamos que son ellos, los jugadores, los que a través de sus
conductas y comportamientos, de la expresión de sus capacidades potenciales,
determinan el diseño y funcionamiento de la estructura táctica del conjunto, y por
ende el contenido de las diferentes sesiones de entrenamiento, nace un estado de
toma de conciencia de pertenencia al grupo, de validez de todo cuanto se aporta,
de sensación de seguridad y utilidad, donde cada experiencia por errónea que
resulte deja su provecho.
"Cualquier sistema vivo, incluido el cuerpo humano es más que la suma de sus
partes"
(Punset, 2004: 31)
"El juego en el fútbol se manifiesta globalmente sin que podamos fragmentar las
partes que lo constituyen" (Domínguez y Valverde, 1993; en Lago, 2002: 59). "La
realidad es que durante los partidos, en el jugador no se puede separar lo físico, lo
técnico, lo táctico y lo psicológico" (San Román, 2004). Al igual que los autores
citados, entendemos que sobre esta consideración encuentran respuesta algunas
cuestiones tradicional y actualmente, todavía curiosamente planteadas. Cuan
frecuente es por ejemplo, evaluar algo tan difícil y complejo como lo es el
rendimiento colectivo de un equipo, a través de la evaluación absolutamente parcial
e irreal de uno de los factores que conforman el rendimiento. En este sentido, es
fácil y frecuente escuchar comentarios como, "el equipo atraviesa un mal momento
físico". Incrédulos en este sentido, nosotros nos preguntamos, "¿cuántos de los
componentes del equipo se encuentran mal desde el punto de vista físico?", "¿Cuál
es la capacidad física, manifestación de ésta,… que se encuentra en bajos niveles?",
"¿no puede ser que determinados aspectos afectivos, volitivos o emocionales sean
los que estén condicionando este bajo rendimiento?", "¿qué elementos de juicio
estamos teniendo en cuenta para emitir estos juicios de valor?", "¿cuál es la prueba
funcional que nos ha mostrado esos datos tan fiables?",…
Las diferentes estructuras o sub-sistemas de que se compone el deportista son
igualmente necesarias para alcanzar el rendimiento, y aunque en función de la
modalidad deportiva unas tendrán más importancia que otras, éstas deberán ser
entendidas como complementos que están interrelacionados entre sí formando una
globalidad (modificado de Cárdenas, 2000: 106). Desde este punto de vista, el
fraccionamiento de las tareas como medio para polarizar la atención sobre aspectos
concretos del aprendizaje, impedirá la práctica global, integradora de todas las
capacidades de forma simultánea, por lo que su practica reiterada podría
desarrollar factores de rendimiento inconexos que tendrían poca transferencia al
juego real (Tschiene, 1996).
Entre las teorías de aprendizaje, habita la que desde nuestro punto de vista tiene
mayores posibilidades y condiciones para abordar el aprendizaje de la tarea a
enseñar en este caso: el fútbol. Nos estamos refiriendo al procesamiento de la
información (Singer, 1986).
Y es que, esta teoría refuerza el papel de las capacidades cognoscitivas. Una vez
se recibe la información a través de los sentidos, se producen varios estados
sucesivos en el estado de la misma, donde se identifican los estímulos, se elaboran
programas de respuestas, se seleccionan las mismas antes de producirse el
movimiento. Posteriormente se dan las órdenes oportunas a los órganos efectores
para llevar a cabo la ejecución. Por último, existen unos mecanismos correctores
basados en la propia información que se producen durante y después de la
ejecución. Son procesos de control, que a su vez ayudan al sujeto a detectar los
posibles errores en la respuesta, que actúan de nuevo sobre los mecanismos
internos y modifican, ajustan, perfeccionan las nuevas ejecuciones del movimiento.
En la búsqueda de un mayor grado de concreción, Antón (2002: 84), incluye la
teoría o perspectiva fenómeno-estructuralista. En la línea de nuestro planteamiento
inicial, en opinión del autor, "el enfoque estructuralista nos lleva a la construcción
de un modelo que trata de reproducir un sistema de relaciones que se establecen
entre los diversos elementos de un medio táctico, y de éste con otras situaciones
del juego situadas al mismo nivel o en otros niveles jerárquicos de la red o sistema
general". Según el propio Antón, se trata de construir los ejercicios integrados en
estructuras funcionales que contienen las exigencias dominantes. En cualquier
caso, la dinámica de construcción del ejercicio representará situaciones operativas
incompletas, dada la imposibilidad de reproducir con exactitud factores como la
presión ambiental, la influencia del arbitraje, etc., aunque si tratará de reproducir
analogías situacionales integrando la complejidad de procesos motores, fisiológicos
y psicológicos susceptibles de influir ene le rendimiento.
"En el fútbol gana quien tiene la capacidad de reconocer en cada momento las
estructuras invariables del juego"
(Castello, 116: 11).
Llegados a este punto, podemos decir que el objetivo general del entrenamiento
del fútbol será disminuir progresivamente la incertidumbre provocada por el juego,
debiendo para ello ser capaz de dar rápidas y adecuadas respuestas a cada
situación problema identificada. Desde este momento, entendemos que existen una
serie de preferencias en las perspectivas, teorías, modelos,… sobre los que
fundamentarse (cuadro 5).
Cuadro 5: Elementos prioritarios en los que fundamentar el proceso de enseñanza-entrenamiento, a partir del
análisis del juego.
Por este motivo, Seirul-lo (1994); citado por Arjol, (1997: 19), entiende que "para
los deportes de equipo se hace necesario elaborar nuevas formas de entrenamiento
que sean simuladores sectoriales de la competición, es decir seleccionar
determinadas partes de la competición e introduciendo las modificaciones
adecuadas conseguir que su ejecución incida sobre alguna determinada capacidad
o aspecto, con lo que se obtendrá una mejora específica de estos tal y como se da
en el juego real".
En este sentido, Sanz (1996: 17) considera que "las tareas integradas optimizan
los sistemas de los jugadores, facilitando la sinergia de las diferentes estructuras".
Así lo expresa también Arjol (1997: 24), para quien "los medios y métodos de
entrenamiento se deberán adoptar y modificar de tal manera que integren
elementos que vayan dirigidos a la mejora de todos los sistemas de capacidades".
De modo que, aunque el tratamiento sea global, la situación diseñada puede incidir
preferentemente en alguna de las estructuras de forma particular;
El propio juego, su lógica interna (el carácter de la tarea que queremos enseñar-
entrenar) entendemos que es la razón básica, y en definitiva la causa de buscar y
utilizar un modelo de entrenamiento que lo reproduzca y permita alcanzar un
óptimo rendimiento. Pues, en la literatura encontramos propuestas que aunque
próximas, pensamos que provienen de una perspectiva sumatoria y no ecléctica.
Consideramos que no se trata tanto de desarrollar las diferentes capacidades
necesarias para jugar, sino entrenar y "jugar" para desarrollar lo que el juego
demanda.
No queremos mostrar con ello, sino el fundamento desde el que iniciamos esta
reflexión. Nos estamos refiriendo a la necesidad de integrar modelos
(asociacionista, constructivista, estructuralista) con el fin de dar la mayor respuesta
posible a las posibles variaciones de la naturaleza de la tarea en cuestión: la
enseñanza-entrenamiento del fútbol.
Y es que del mismo modo que entendemos que se ha hablado del concepto
entrenamiento integrado de una forma demasiado somera y poco cavilada;
igualmente se han esgrimido ventajas e inconvenientes ajenos al análisis real. De
este modo, se han sugerido aspectos como la motivación, la ganancia o economía
de tiempo, mejora simultanea de aspectos físicos, técnicos y tácticos,… como
ventajas de este tipo de entrenamiento. Incluso se cita la proximidad al juego real
como otra de ellas.
En definitiva, el entrenador debe ser el que concrete los contenidos a los que
quiere dirigir su atención e información, y para ello debe existir una taxonomía de
referencia de los contenidos a desarrollar respecto a cada estructura de
rendimiento.
Notas
1. Caneda, R. (2004). Fútbol: orden ó talento. Actas inéditas del I Congreso internacional de fútbol (mesa
redonda). O Grove.
2. La propuesta realizada tiene su origen en la que Antón (1999 y 2003) realiza para el balonmano, y que
Jiménez Bonilla (2004 y 2004a) adapta para el fútbol. Ambas se basan en la propuesta de Bayer
(1984).
3. Cuando Pozo (1996), utiliza el término modelo integrado, se refiere a la integración de modelos de
enseñanza, y no a lo que en entrenamiento de deportes de equipo se conoce como entrenamiento
integrado.
4. Extracto protagonizado por Federico Luppi, en la película "Lugares Comunes" (2003) de Adolfo
Aristarain, y basada en la novela "El Renacimiento" de Lorenzo Aristarain.
5. En función de los autores referenciados, las estructuras, sistemas o factores de rendimiento son
denominados de una u otra forma (cognitivos, psicológicos, técnicos, tácticos,...). Los autores que se
centran en el modelo cognitivo, hablan de estructura cognitiva, condicional, coordinativo-técnica,
emotivo-volitiva, afectivo-social,…).
6. Estas tres consecuencias, entre otras, aparecen en la literatura especializada (quizás no tan rigurosa)
como fundamentales ventajas del entrenamiento integrado, como si la razón fundamental (la
naturaleza de la tarea) no fuese suficientemente merecedora de validez.
Referencias bibliográficas
Anexos
Anexo 1: Estructura funcional del juego (fútbol).