Maturana
Maturana
Maturana
Fue entre los años 1968 y 1970 que publiqué por primera vez estos trabajos e
ideas en tres artículos llamados, "A relativistic Theory of Color Coding in the
Primate Retina", "Neurophysiology of Cognition", and "Biology of
Cognition". Desde entonces he continuado trabajando sistemáticamente con
las consecuencias de ésta ideas en los ámbitos de la neurobiología, el
conocimiento, el lenguaje, y la evolución biológica.
La noción de que el sistema nervioso opera como una red cerrada de cambios
de relaciones de actividad neuronal ha resultado poderosa para la comprensión
de los fenómenos cognoscitivos. En 1970 entrelacé la visión del operar del
sistema nervioso como sistema cerrado de cambios de relaciones de actividad,
con la visión del ser vivo como sistema cerrado de producciones moleculares,
en el desarrollo del entendimiento de los seres vivos en su organización como
redes cerradas de producciones moleculares abiertas al flujo material y
energético. Así invente la palabra "autopoiesis" para capturar el hecho de que
los seres vivos son sistemas autónomos como redes discretas de producciones
moleculares en las que las moléculas producidas con sus interacciones
constituyen la misma red que las produjo y especifican su extensión en un
ámbito de continuo flujo molecular. En un libro que escribí con mi antiguo
alumno Francisco Varela, y que llamamos "de Máquinas y Seres Vivos"
mostramos que todos los fenómenos biológicos resultan directa o
indirectamente del operar de los seres vivos como sistemas autopoiéticos
moleculares. La teoría de la autopoiésis junto con el entendimiento de que el
sistema nervioso no opera con representaciones del medio, ha tenido muchas
consecuencias en el ámbito de la biología, teoría del conocimiento, y ciencias
sociales.
Otro aspecto del desarrollo de mi pensar y explicar, tiene que ver con el
hacerse cargo de que los seres vivos somos sistemas determinados en nuestra
estructura, y que por lo tanto, es central entender y explicar los fenómenos
humanos en todas sus dimensiones sin violar conceptualmente tal condición.
En este sentido me he dado cuenta de que para de hecho comprender y
explicar los fenómenos biológicos en su carácter histórico, es fundamental
hacerse cargo de la condición de congruencia estructural del ser vivo con su
circunstancia su como condición primaria de existencia. El reconocimiento
conceptual y operacional de ésta condición, que yo llamo "acoplamiento
estructural", permite comprender el curso del cambio estructural philogénico y
ontogénico bajo condiciones en las que se conservan el vivir y la adaptación.
Más aún, tal comprensión permite explicar las distintas dimensiones del vivir
humano en espacios de existencia que surgen en la convivencia en el lenguaje
como si fuesen de carácter abstracto pero que ocurren en la concretitud del
vivir cotidiano. Mi trabajo en éste campo me ha llevado a varias publicaciones,
de las cuales la más reciente es un pequeño libro que se llama, "Objetividad:
un argumento para obligar" (Dolmen Editores, 1997).
El último desarrollo conceptual que he hecho, tiene que ver con lo que llamo
"biología del amor" , cosa que aún se trata como tema tabú en el ámbito de
las ciencias biológicas, pero que yo quiero sacar de allí. Las emociones ocurren
en el espacio relacional del organismo como clases de conductas relacionales.
Desde el punto de vista orgánico las emociones corresponden a dinámicas
internas neurofisiológicas que especifican en cada instante como se mueve el
organismo en el espacio relacional. Las emociones, por lo tanto especifican el
curso de las relaciones del organismo en el medio, y de hecho constituyen un
factor guía en el devenir ontogénico y filogénico a la base de la historia
evolutiva de los seres vivos.