Andrews Lynn V - La Mujer Medicina

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La Mujer Medicina
Lynn V. Andrews

Traducido y Digitalizado por Edith, lejana y musical…..


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"Esto es lo que sabemos;


La Tierra no le pertenece al hombre, el hombre le pertenece a la Tierra.
Todas las cosas están conectadas; así como la sangre une a una familia.
El hombre no tejió la red de la vida, es meramente un hilo dentro de esa red.
Cualquier cosa que él haga a sí mismo, se lo está haciendo a la red.
Cualquier cosa que él haga en la red, se lo está haciendo a sí mismo".

--- Chief Seattle, 1852. -

--- Contratapa ---

"Hay demasiada sabiduría en estas páginas...lo que a veces aparece como locura, puede contener
su propia sabiduría; y lo que a veces suena como sabiduría puede ser sólo locura. Es precisamente
encontrar este balance lo que la mujer medicina debe aprender a mantener......."

Reportero del Santa Fe de Nuevo México

''La Mujer Medicina es la autobiografía de una mujer que busca su identidad en la cultura de los
americanos nativos.....lo que empieza como una búsqueda termina en un viaje hacia Manitoba, donde
eventos inexplicables y peligrosos sirven como huellas para el viaje espíritual de Lynn ...en está odisea, uno
se pregunta si Carlos Castaneda y Lynn Andrews han iniciado un nuevo género de literatura visionaria y
contemporánea.....”

Revisor de libros de San Francisco

Lynn V. Andrews

Es la autora de:

El Vuelo de la Séptima Luna


La Mujer Jaguar
Enseñanzas Alrededor de la Rueda Sagrada
La Hermana Oscura
Amor y Poder
La Mujer en el Límite de Dos Mundos
Y La Mujer de Cristal
Entre otros.......

Dedicado a Agnes Whistling Elk


Mi maestra e inspiración.

"No hay “hombre medicina”, sin una “mujer medicina”. Un hombre medicina ha recibído el poder por
una mujer y siempre ha sido de este modo. Un hombre medicina es meramente el instrumento de una
mujer. Ya no se ve de esa manera, pero es verdad".

Agnes Whistling.
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Introducción

Una Luna amarilla se había levantado sobre las Colinas en la distancia.

El cielo era hermoso e inmenso y en algún lugar los coyotes cantaban llenos de lamentos. Yo
estaba sentada de frente al fuego con una mujer Indía. Su cara tenía surcos; sus pómulos eran altos; y sus
largas trenzas caían más debajo de sus hombros. Llevaba un collar con una rueda de la medicina tejido a
mano encima de su playera verde.

"Tu vida es una senda", me dijo; al principio su acento grave fué difícil de entender. "Sabiendo o
desconociendo; has estado en la búsqueda de una visión; es bueno tener una visión, un sueño"

Había algo grave en ella. Su personalidad parecía cambiar de un momento a otro. Aunque tuviera
dificultad en expresar sus pensamientos en inglés, ella era una erudita como nadie ha conocido y era
poseedora de una gran dignidad.

"La mujer es lo máximo", dijo "La madre tierra le pertenece a la mujer, no al hombre. La mujer es
quien carga el vacío".

Esas fueron sus primeras palabras hacia mí antes de que yo me convirtiera en su aprendiz. Ella es
una curandera heyoka. Y yo fuí destinada a seguirla durante siete años. Este libro es un record de mi viaje
en su hermoso y extraño mundo - una celebración del poder de la mujer - así me hizo ella ver ese poder.

Voy caminando en una parte de la lejanía. El monte está cubierto de hierba, pero me imagino en un
cráter de la luna. En este vasto silencio, llegó a una cabaña muy ornamentada. Es una artesanía
extraordinaria. Puedo ver a través de sus puertas traslucientes.

A su izquierda, atrás del vidrio, la cara de una mujer está mirándome - es la cara de una vieja Indía
Americana. En el lado derecho veo a un cuervo negro azulado. La escena me recuerda a un cuadro de
Margritte. La cabeza de la mujer empieza a moverse hacia atrás y hacia adelante abruptamente,
rítmicamente, como el ritmo de un péndulo.

"Cuantas veces debo decirte" - dice, todavía moviendo su cabeza - "la canasta de la ceremonia
matrimonial no está a la venta" La tienes que ganar. Debes ganártela”.

Mientras observo encantada, mi atención es distraída por el brillo que hay en el ojo del cuervo; el
cuerpo del cuervo se adelanta y se inclina hacia la cabeza de la mujer, moviéndose al mismo ritmo. Me da
un poco de miedo. El cuervo empieza a imitar el discurso de la anciana. Sus dos voces a la vez son tan
agresivas que me hacen temblar.

Capitulo Uno

- ¿Estás lista? -preguntó Iván, ansioso por irse.


- Todavía no - le respondí - aunque no lo creas, creo que he encontrado algo interesante.

Había ido a la inauguración de Stieglitz en la Galería Grover con el Dr. Iván Demetriev, un amigo
psiquiatra. La galería rezumaba el contenido de los patrones usuales, que pretenden imponer la cultura, ya
me lo esperaba. Eso no me molestaba, sino la exhibición. Era estática, sin sabor. Eso era hasta que
descubrí esa fotografía...

-- Espera un minuto Iván, eso no puede ser una Stieglitz… - Nos paramos frente a una fotografía de
una vieja Canasta de Ceremonia Matrimonial Indio-Americana. Iván me miró con enfado, todavía apurado
por irse.

-- Ese es un diseño fascinante, -- le dije, acercándome a ver mejor - pero no me parece que sea un
Stieglitz. Seguí viendo la canasta, era cautivadora. Tenía un intrincado tejido como resemblando un delfín
con una serpiente, o con un rayo.

Aún cuando soy colecciónista de Arte Nativo Americano, nunca había visto nada que se le pudiera
comparar. Había algo inusual en el tejido; no podría decir como es que fué hecho. Estaba en trance con su
perfección. Era una impresión 8x10; tenía una cualidad de Sepia que nunca hubiera asociado con un
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Stieglitz. Me fijé en la inscripción debajo de la fotografía, "La Canasta de la Ceremonia Matrimonial", el


nombre del fotógrafo era McKinnley.

Iván me miraba con impaciencia - ¿conoces a este fotógrafo McKinnley? -le pregunté.
- No, no lo conozco- me dijo jalándome del brazo. - Pero reconozco a todos estos falsos y seudo
intelectuales, vámonos por favor.
- Pero...yo quiero esa fotografía, -le dije.
- Vuelve mañana por ella, yo me voy - dijo Iván yendo hacia la puerta de salída.
- Por lo menos déjame que anoto el nombre del fotógrafo,-- le dije, buscando en mi bolsa por una
lapicera; ví que Iván se despedía con la mano....sólo repetí, Canasta de Ceremonia, por McKinnley y corrí a
encontrarme afuera con Iván.

Esa noche comenzaron los sueños extraños. No podía dormir. Un búho cantó en el nogal afuera,
jale las mantas y me cubrí la cara, me quedé rígida y silenciosa.

Mientras iba penetrando en el sueño, imágenes de la canasta, oscuras y misteriosas se apoderaron


del centro de mi visión. El sueño explotó hacia dentro con un sonido estridente en mi conciencia. Desperté
sobresaltada y me senté sobre la cama. Al final tiré las mantas enojada y empecé a caminar por la
habitación; fuí hacia el baño buscando en el botiquín mientras miraba con el rabillo en el espejo por alguna
señal o alguna sombra.

El frasco de las aspirinas se me cayó y se rompió; cuando me agaché para levantar los pedazos de
vidrio me levanté y me golpeé la cabeza con el lavamanos, carajo! - Al final me tomé un alka-seltzer y me fuí
de vuelta a la cama. El cuarto estaba oscuro, excepto por los haces de luz de luna que entraban; me acordé
de la historia de Anais Nin en la cual la heroína, atrapada en la luz de la luna, poco a poco perdió su alma.

Cuando empecé a dormir de nuevo sonó el canto del búho e inmedíatamente la canasta apareció
enfrente de mí otra vez. Esta vez la sostenía una vieja Indía con ojos como espejos recién limpiados. La
visión siguió apareciéndo hasta que me sumí en la inconsciencia.

La próxima cosa que escuché fué el teléfono sonando. Era la mañana


- Hola - respondí todavía medio dormida.
- Con la señora Lynn Andrews por favor, estamos respondiendo su llamada, es de la Galería Grover
- dijo una cortés voz femenina.
- Si, soy yo, anoche dejé un mensaje en su contestadora preguntando por una fotografía de una
Canasta Ceremonial de Nupcias que ví durante la exhibición de Stieglitz. Si no la han vendido, ¿podrían por
favor reservármela?
- Una canasta de nupcias ceremonial? - preguntó la voz femenina
- Si, era una canasta de nupcias indo Americana, el nombre del fotógrafo era McKinnley.
- ¿McKinnley? - preguntó de nuevo - permítame un segundo Sra. Andrews.
- ¿Sra. Andrews? - Si, -- no tenemos ninguna fotografía con el nombre de McKinnley, chequeé bajo
el tema de Canasta Nupcial, pero tampoco aparece ninguna.
¿Cómo que no la tienen? - dije abruptamente-
- No tenemos ningún registro, señora. Ni de ese fotógrafo ni de esa imagen en particular.
Pero, eso es imposible - dije - debe de haber un error.....bueno, gracias.

Me sentía extrañamente obsesiva; frenética. Me preparé una taza de té, me senté en el sofá,
alcancé el teléfono y llamé al consultorio de Iván;
- Oficina del Dr. Demetriev - respondió la secretaria -
- ¿Puedo hablar con Iván? Soy Lynn Andrews -- dije
- El Dr. está en sesión con un paciente en este momento, déme su numero por favor y le pediré que
la llame.
- Señorita, esto es urgente, por favor dígale que me atienda - casi imploé. De pronto escuché un
brusco -- Si, hola. Era Iván.
- Hola Iván, ¿te acuerdas de la fotografía que vimos anoche en la Galería? ¿La de la Canasta de
Ceremonia Nupcial? - pregunté.
- ¿Cual Canasta Lynn? - preguntó él a su vez - ¿cuálotografía? La verdad no recuerdo haber visto
ninguna fotografía de ninguna canasta Lynn.
- te la mostré justo antes de irnos, te acuerdas ? - volví a preguntar -
- Lynn, yo creo que debes hacer una cita con mi secretaria así te atiendo como paciente, no me
mostraste ninguna fotografía, te lo juro.
- ¿Estás absolutamente seguro Iván? Era una fotografía como de unos 70 años, estaba en color
sepia - pregunté
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- Si, Lynn, estoy seguro. Te llamo más tarde, estoy ocupado - colgó.

Estaba muy confundida. Estaba segura de haber visto esa fotografía. ¿Por qué nadie la recordaba?
¿qué es lo que estaba pasando? De pronto me sentí muy cansada. Miré alrededor; estaba sentada en mi
sala, que era una combinación de un museo de villas Africanas y cultura Indía Americana.

A través de los años había ido colecciónando todo lo que veía; unas figuras ancestrales
Congolesas; fetiches mágicos, dióses de la guerra, mantas Navajo, canastas de todo Norte América y
Guatemala. Este cuarto era mágico, lleno de poesía y del poder de las tradiciones primitivas. Las canastas,
simétricas y perfectas que estaban alineadas en las repisas de la pared eran mis favoritas.

Y esa canasta de ceremonias nupciales......nunca me había sentido tan ansiosa por conseguir un
objeto para mi colección.

Me senté cómodamente y miré a través del cuarto, mis ojos se encontraron con aquella canasta de
la fertilidad tejida en Guatemala, era tejida a mano y de color blanco y negro. Estaba en la parte de abajo de
la pared junto a una fotografía del Templo Maya del Gran Jaguar, la tomé en Tikal, Guatemala, hará un par
de meses atrás. Recordé las dificultades que tuve durante el largo mes que me llevó el poder adquirir esa
canasta.

Había manejado en un jeep rentado desde la ciudad de Guatemala hasta Chichicastenango, me


dirigí hacia un Mercado indígena dónde, me dijeron, podría encontrar la canasta que andaba buscando. El
lugar era encantador, había muchos acres de terreno para sembrar y estaban siendo irrigadas
continuamente. La irrigación había sido aplicada por los Mayas de Guatemala por siglos. La tierra era verde
y fértil.

Seguí la ascensión de ChiChi con el sol alto sobre mi cabeza. La vieja villa que buscaba está
situada en la cima de una alta meseta y el camino se volvía pedregoso y lleno de saltos, aún con las cuatro
gruesas llantas del jeep. Con dificultad llegue hasta ChiChi sólo para que me dijeran que tenía que volar
hacia una provincia remota de Guatemala, hacia las ruinas de Tikal-Peten, para encontrarme con una
persona que podría venderme la canasta. Tendría que volver a la ciudad de Guatemala para poder volar.
Otro día manejando.

Qué vuelo el que tomé hacia Tikal-Peten !!! había diez lugares y yo era la única pasajera. El avión
era un transporte viejo, de la segunda guerra mundíal. Podía ver la selva de Guatemala a través del piso.
Tendríamos que llegar a las 6 a.m. y aún tan temprano ya se sentía un calor opresivo. El piloto hábilmente
aterrizó la nave en un terreno en medio de la densa jungla, esperando hasta que un campesino local
pudiera sacar su vaca del camino.

El museo que estaba ahí para beneficio de los turistas estaba prácticamente vacío. Había una mujer
ahí a quien pedí información; me dijo que la persona que yo buscaba se encontraba en esos momentos en
la Ciudad de Guatemala; me dió una dirección y me dijo que el próximo avión partiría en cuatro horas. Yo no
podía creerlo!

Me compre un jugo de frutas frío y un mapa; seguí la guía hacia el Templo del Gran Jaguar; cargué
mi cámara con el rollo. El vuelo y canto de las aves me impresionaba; el aire de la mañana estaba
perfumado con todo tipo de aromas; el camino estaba flanqueado con larguísimas palmeras, empecé a
sudar mientras seguía el camino; me até la camiseta arriba de la cintura.

Me sentía ahí, sola, en medio de acueductos y plataformas; y me sentí totalmente fascinada con las
piedras enormes que había; estaba como hipnotizada mirando todo cuando vine a darme cuenta que me
había perdido. Me dí la vuelta en una esquina en un patio abierto y pequeño y me tropecé de pronto con un
hombre indio muy alto. Grité de la sorpresa.

- ¿Qué anda haciendo por aquí? Me preguntó - Su cara era joven, en realidad era muy hermoso, era
muy alto y estaba parado firmemente. - Tendría que estar en el norte - me dijo de nuevo.
- ¿Quiere decir, en la Ciudad? - le pregunté.
Sin apartar de mí su mirada continuó hablando como si me conociera; "Debes visitar la Ciudad de
nuevo, pero tu viaje es más lejos, al norte"
- ¿Cómo puedo volver de nuevo a la pista de aterrizaje? - Le pregunté nerviosamente, queriendo
terminar con esta conversación y volver.
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- Siéntate- me dijo; alisó y limpió la tierra indicándome que me sentara. Después, con un palo,
cuidadosamente hizo un mapita en la tierra; y me apuntó la dirección que tendría que seguir. Tomó mucho
cuidado en hacerme entender, noée su gracia y elegancia mientras hablaba.

Cuando terminó, sentí que le debía algo por haberme ayudado y busqué en mi bolso, lo único que
pude encontrar fué un billete de veinte dólares. Se lo extendí y él lo tomó; cuando lo tomó, un brillo extraño
pasó por sus ojos y me miró intensamente.
- Este dinero que me has dado te compromete - me dijo - Voy a mandarte dos ayudantes, dentro de
44 días. El primero será una mujer. No la vas a reconocer como tu aliada. Debes conquistar a tu aliada.
También te mandare un ayudante que marcará tu sendero. - diciendo esto, rompió el billete de veinte
dólares a la mitad y me devolvió una de las mitades, diciendo - mantén este dinero roto en tu morral, nos
encontraremos de nuevo --.
- ¿Quieres decir, en mi bolsa? - le pregunté, pero nuestra conversación había terminado, él sólo me
indicó el camino con el palo, diciéndome: - No vuelvas a este lugar, apúrate.

Yo no tenía intenciones de ofender al hombre, quien obviamente estaba loco. Yo podía volver a
Guatemala y a todos los templos que yo quisiera cuando yo quisiera.
- Apúrate -me dijo de nuevo- o ya no encontrarás el camino para volver. Me dió la espalda y caminó
desapareciéndo casi instantáneamente dentro de la selva. Mi primer impulso fué tirar la mitad del billete que
me dió, pero la guardé atrás de mi tarjeta de crédito en mi cartera.

Seguí el camino que me indicó y pronto llegué a la pista, a la Ciudad de Guatemala y a conseguir mi
canasta de la fertilidad.

Capítulo Dos

Ahora el tejido de la canasta de la fertilidad estaba ahí en mi pared. Era hermosa, ciertamente valía
el trabajo que me costó conseguirla. Recordando todo esto, me di cuenta que ya hacia más de un mes
desde mi encuentro con el joven indio. No había ninguna ayudante mujer cerca mío, o lo que fuera que él
me dijo.

Si me tengo que quedar aquí esta noche, me voy a volver loca de tanto pensar - me dije. Tomé la
caja de plata que había en mi mesa de noche y la abrí; tenía una invitación para esa noche. Mi viejo amigo
Arthur Desser daría una cena esa noche; metí la invitación de vuelta en la caja. Estaba nerviosa con el
incidente de la galería y porque casi no había dormido nada.

No sabía si la canasta nupcial era sólo producto de mi imaginación.

Chequeé de vuelta en la revista Times dónde estaba anunciada la exhibición Stieglitz. Perdí el
control de nuevo; busqué frenéticamente donde pude, para encontrar al fotógrafo McKinnley, incluso hice un
par de llamadas a Galerías de Nueva York. Nadie tenía ningún fotógrafo McKinnley ni ninguna fotografía de
alguna canasta nupcial indígena.

Necesitaba una dosis de realidad; puse la alarma del reloj para que me despertara dos horas más
tarde, acomodé mi cabeza en la almohada y me quedé dormida.
- No, no, no - escuché mi voz gritando en la distancia. Esa visión no podía ser "simplemente" un
sueño. La había visto claramente, una niña sosteniendo la canasta ceremonial de las nupcias, se había
acercado hacia mí poco a poco y de pronto empezó a crecer alta, muy alta, y la canasta se volvió enorme.
Me desperté; estaba cubierta de transpiración, las almohadas estaban por todos lados como si las
hubiera tirado; me senté tratando de tomar aire para despejar la molestia que sentía en el pecho.

Todavía temblaba cuando había terminado de vestirme para ir a la cena de Arthur. Manejé hasta
Bel Air, unos diez minutos de distancia, pasando la casa que era de Walt Disney. Me acordé de Leon Craig,
quien vivía cerca de Disney; Papá, como lo llamaba su familia, un hombre encantador que vivía sólo en esa
enorme casa; excepto por visitas ocasionales que recibía de su familia; era un hombre alcohólico un hombre
que tenía absolutamente todo y no podía dejar de beber. Papá era como muchos de los amigos de mis
padres, la primer mitad de sus vidas las pasaban trabajando para amasar una fortuna. Y sus últimos años
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los pasaban auto destruyéndose amargados por la vida. Yo no quería que mi vida terminara de esa misma
manera.

Después de tres millas llegué a la casa de Arthur. Pude ver las luces en las ventanas y escuché
música. Había unos diez autos estácionados en la calle, Rolls Royces, Mercedes, etc.... Me pregunté
quiénes serían los demás invitados de Arthur. A Arthur le encantan las amistades intelectuales; científicos,
artistas y gurús. Arthur, quien se hizo de una fabulosa fortuna en el negocio de la refinería, se ha divorciado
cuatro veces y tiene dos hijos. Arthur se ha prendido de cuanto viaje sicológico y parasicológico ha podido.
Pero no le ha servido de nada, yo lo quiero mucho, pero a veces me preocupa. Nunca sabes con lo que va a
salir.

Después que me abrió la puerta la mucama francesa de Arthur, subí las escaleritas de ladrillo que
me llevarían a la sala. Arthur estaba sonriente al final de las escaleras, vestido en su tradicional pantalón
gris, camisa blanca y un cocktail en su mano.

- Llegas tarde - me dijo mientras me sonreía......


- Hola, Arthur, que tal va la reunión? - pregunté.
- Hoy, tengo una sorpresa especial para tí Lynn - me respondi - Es un curandero indio Americano
que escribió un libro con bastante éxito, el libro se llama Las Siete Flechas, ¿has escuchado hablar de él?
- Si, será un placer - le dije sonriente.
- Eso imagine - me respondió.

Caminamos a través de la sala rectangular. Una pintura de Fritz Scholder cubría casi toda la pared,
detrás de un sofá de piel. Y un Buda sereno, como de unos 6 pies de altura dominaba desde la esquina del
cuarto.

Arthur empezó a presentarme a sus invitados


- Conoces al Dr. Friedlander y a Lorraine?
- No creo-
- El Dr. Friedlander estudía formulas de antienvejecimiento. Acaba de regresar de la Indía. - Un
placer conocerlo, Dr. - dije.
- Ya conoces al Dr. Iván Demetriev - dijo Arthur con una sonrisa,-
- Si, -- dije dándole un abrazo a mi amigo Iván.

Después Arthur me presentó a una actriz que había sido mi favorita por años. Aún se veía
exuberante.
- Ahora - dijo Arthur - permíteme presentarte a Hyemeyohsts Storm, el autor de Las Siete Flechas.
Extendí mi mano para saludar; mi primera impresión de él fué como una vastedad quieta.

Empezamos a conversar; mientras charlábamos yo sabia que algo me estaba sosteniendo. Mucha
gente sueña con encontrar un reflejo de sí mismo en otra persona; yo sentía algo parecido, y no era nada
que Storm haya hecho o dicho. Era sólo su presencia, hasta este día aún no lo sé. Pero me sentía como si
de pronto hubiera entrado en un círculo mágico con él.

Nos anunciaron que la cena sería servida; Arthur y Helen estaban ya un poco tomados, eso
indicaba que la noche se pondría más pesadita. Arthur murmuró, indicando hacia dónde estaba Storm:
¿Que te parece? -- Interesante, le dije simplemente.

Nos sentamos en una larga mesa de madera con un hermoso arreglo floral en el centro. Los
cristales y la platería brillaban. Arthur se sentó en la cabeza de la mesa y Storm se sentó justo en la otra
punta; yo elegí sentarme a la derecha de Storm.

Empezaron a servirnos la comida mientras todos hablaban sobre los descubrimientos que el Dr.
Friedlander estaba llevando a cabo sobre la formula para dejar de envejecer.
En una de esas Arthur nos dijo - Espero que esta noche se sientan con libertad para decir todo lo
que ustedes quieran.
- Sin limitaciones, dijo Helen.....Nunca asuman las limitaciones, sólo sufrirán la muerte de ellas - dijo
la actriz. ¿No crees Iván?
- Si, mientras estamos vivos no podemos dejar de sentir como si ya nos estuviéramos muriendo;
nos sentímos perdidos - dijo mi amigo el siquiatra en un tono grave.
- Creo que la única respuesta la tuvo Freud - dijo Arthur
- La única respuesta es hacer lo que quieres; y si no tienes la capacidad para hacerlo; entonces
encuentra a alguien que lo haga por ti; -- dijo un banquero de Connecticut.
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Arthur se volvió hacia mi - Lynn, sinceramente yo creo que si uno se alinea con los indios
americanos, sólo pierde el tiempo --
- ¿Piensas que sólo he perdido mi tiempo? Le reproché.
- En cuanto a los indios americanos, francamente, si - me respondió - ¿o usted que opina Storm? -
dijo volvíendo su mirada hacia el asiento opuesto, donde se hallaba Storm.
- No mucho - dijo Storm tranquilo - Incidentalmente, la única forma que yo tendría para hablar con
usted, sería como iguales.

El cuarto estaba callado. – Exactamente. ¿qué quiere decir con eso? - preguntó Arthur
- Digamos que a Iván no le importa -- le respondió Storm. Caí en la cuenta de que su presencia
estaba afectando a todos los presentés; yo pensaba que seguramente era un Dakota o un Montana; era
misterioso y profundo como un abismo.
- Iván no importa - repitió Arthur sosteniendo su mirada.
- Digamos que a Lynn no le importa - siguió Storm - digamos que a Helen no le importa - después
de decir los nombres de todos los invitados - así que si a ninguno le importa, entonces no tienen por qué
hablar conmigo.
- Creo que tu no importas y también que eres un perdedor - Insistió Arthur, mientras vaciaba más
vino en su copa.
- Okey, si quieres jugar conmigo, entonces juguemos - le respondió Storm en un tono decidido.

Yo cambié de tema brúscamente y le pregunté al Dr. Friedlander qué es lo que fué a hacer a la
Indía. Me dijo:
- he estado llevando a cabo una búsqueda, aunque mis métodos pueden parecer insuficientes.
Estoy interesado en la habilidad que tienen algunas personas para poder bajar las temperaturas y la presión
de sus cuerpos sólo con su voluntad. Encontramos que si un cuerpo es mantenido bajo bajas temperaturas;
el proceso de envejecimiento va parando lentamente. He estado meditando sobre esto por años y sé de
yoguis que se pueden mantener en trance por días, y cuando esto ocurre las temperaturas de sus cuerpos
también bajan. Fuí a la Indía buscando Yoguis que me pudieran ayudar.
- Y como les checabas la temperatura? - le preguntó la actriz-
- Bueno, puede sonar divertido - respondió el Dr. - pero usaba un termómetro rectal. Estuve
alrededor de la Indía metiendo termómetros en los culos de los Yoguis.

Todo el mundo estalló en carcajadas, menos Arthur, quien estaba susurrando enojado al oído de
Helen. De pronto Arthur le pidió a Helen que desapareciera de ahí y Helen se fué del comedor llorando.

Ignorando la pelea seguí charlando con el Doctor. - ¿Entonces te cercioraste de que los Yoguis
mantienen la temperatura baja?
- La gran mayoría, si - respondió.
- ¿Te encontraste con algún Gurú poderoso en tu viaje? - le preguntó Iván
- Había varios - viven en las montañas y no cualquiera puede acercarse a ellos. Son temidos. Tuve
acceso a uno de ellos, me hizo desnudarme y cargar con rocas para construirle un templo; estuve meses
haciendo este trabajo con tal de que él me dejara tomarle su temperatura; cuando finalmente hablamos de
tomarle su temperatura, me dijo que sólo lo haría después de que yo terminara de volver a dejar todo como
estaba, ya no quería templo.

Arthur interrumpió - Sr. Storm, en "su mundo" no sería usted considerado como algún tipo de Yogui?
- Si, si lo soy - le respondió Storm
- ¿Entonces porque no dejas que el Dr. Friedlander te meta un termómetro en el culo?--Arthur se
veía realmente contrariado. Todos se quedaron sorprendidos al escucharlo.

Storm se paró, caminó alrededor de la mesa, sosteniendo la mirada de Arthur. El espacio que había
entre los dos se sentía eléctrico por la tensión.....Storm ni siquiera lo tocó, puso sus manos a la altura de la
parte baja del estómago de Arthur, después las subíó como hacia el plexo solar, y después jaló y torció
como si le estuviera sacando sus intestinos.....Arthur gimió......

- Hice esto para ti, Lynn- me dijo Storm mirándome directamente.


- Tomé su voluntad. Ahora podrémos hablar - dijo Storm mientras volvía a su lugar.

Los demás invitados parecían fingir no haber visto nada tratando de hablar sobre cualquier cosa,
como en toda reunión. Los observé charlando y de pronto me percatçe que Arthur también charlaba con
ellos!!! Parecía que su borrachera había desaparecido. Todos seguían charlando como si realmente no
hubiera pasado nada, y cuando me acerqué a hablar con Storm estaban tan metidos en sus charlas que
nadie nos prestó atención.
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Pero no hablamos sobre lo que acababa de suceder; temía el siquiera mencionarlo. Finalmente, con
la voz temblorosa, le pregunté si él alguna vez había escuchado hablar sobre una canasta ceremonial de
nupcias.
- He visto una canasta ceremonial en mi vida, -- respondió
- la has visto ? le pregunté
- Si, y sé que todavía existe, pero no se dónde esté. - dijo
- pero ¿sabrás dónde la puedo encontrar? - seguí insistiendo. Él guardó silencio y después me miró
largamente.
- si yo quisiera encontrar a quien tiene esa canasta me iría a la reserva Cree, al norte de Crowley en
Manitoba; después, intentaría encontrar a una mujer vieja llamada Agnes Whistling Elk. Ella es una heyoka,
y es llamada la Mujer Medicina. Pero nadie sabe dónde vive Agnes, se mantiene en movimiento y parece
que le gusta mantenerse así.
- Entonces ¿como podré encontrarla? Volví a preguntar
- quizás otra mujer podría ayudarte, si ella quiere, se llama Ruby Chiefs; estoy seguro que ella sabrá
dónde se encuentra Agnes, pero no te puedo prometer si Ruby te ayudará. Es muy reservada. Capaz irías
hasta Manitoba sólo para que Ruby te diga que tienes que volver. Nadie puede convencerla de nada si ella
así lo decide.
- Hay alguna manera en que pueda encontrar y convencer a Ruby? - pregunté.
- No sé, llévale tabaco, alguna manta, esa es la costumbre. Recuerda que la canasta ceremonial es
sagrada. No creas que la vas a tener sólo porque se te antoja tenerla, podrás tenerla sólo si sabes
ganártela.
- ¿Crowley, en Manitoba? - quise estar segura.
Me respondió con otra pregunta - ¿Para qué quieres esa canasta? Hay muchas otras canastas y
son menos peligrosas - yo presentí que él estaba jugando conmigo. Decidí sincerarme - y le conté lo que me
había pasado en la exhibición.
- Entonces ¿eres una colecciónista? - me preguntó.
- Pues si, de canastas en particular - admití.
- Pues vas a tener muchos problemas para obtener esta canasta. Es muy sagrada ya que es un
gran símbolo en el mundo de los soñadores.
- ¿Soñadores? - pregunté atónita.
- Si, soñadores –
- ¿Y que son los soñadores? Pregunté como idiota
- Los soñadores son aquellos que viven su propio sueño y ven los sueños de los otros, pero ahora
no es el momento de hablar de eso. Si estás decidida te haré un mapa mostrándote el camino hacia la
reserva Cree desde el aeropuerto de Winnipeg. Aquí tienes mi número de teléfono.

Anotó su número de teléfono en un papel y rápidamente hizo un mapita en la parte de atrás del
mismo papel, después lo puso sobre mi mano. Me sonrió calidamente, dijo adiós a todos y se fue. Me uní a
los demás invitados y en poco tiempo me fuí yo también, ya más tranquila, a dormir a casa.

A la mañana siguiente me despertó de nuevo el teléfono; era Arthur;


- Lynn, ¿me porte muy mal anoche? - me preguntó
- Arthur, debes controlar tu forma de beber - le reproche.
- Si, ya se, discúlpame, me siento muy apenado - Dijo.
- Bueno, la comida estuvo deliciosa y finalmente todos la pasamos bien.
- Si, no sé qué hice anoche - continuó Arthur - capaz me caí en las escaleras cuando subí al cuarto,
tengo un moretón abajo del pecho y me duele terriblemente.
- Arthur, descansa y cuídate mucho. Y muchas, muchas gracias por invitarme a tu cena.
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Capítulo Tres

El vuelo 727 aterrizó en el aeropuerto de Winnipeg.

Después rente un auto y en treinta minutos estaba manejando hacia Crowley, siguiendo el mapa de
Storm. Abrí la ventana del auto y tome boCanadás del aire de Canadá.

¿Qué carajos estaba yo haciendo en medio de la tundra Canadiense tratando de seguir a una mujer
por una canasta?

Mientras manejaba, la visión de la canasta desfiló por mi mente y por un momento hubo un
contraste de luz y oscuridad delante mío. Después enfoque la ruta nuevamente, parpadeé para aclarar mi
cabeza y me agarré fuertemente del volante.

Me preguntaba si llevaría la ropa correcta. En mi valija llevaba suéteres, medías, piyamás y mi bolsa
de maquillaje. La recepción del radió era mala, así que tuve que apagarlo.
El cielo se veía enorme; de pronto sentí un tirón hacia la izquierda en el auto. Se me había pinchado la
goma. Carajo! Gritçe furiosamente llevando como pude el auto hacia un costado de la ruta. Me quedé un
momento recobrando el aliento y después abrí la puerta. Qué suerte la mia….
Me bajé enojada, pateando la llanta y después empecé a mirar alrededor en busca de alguna señal de vida,
ayuda, un teléfono. Me di cuenta que no había visto otro automovil desde que salí de Winnipeg. Parece que
tendría que cambiar yo la llanta. Me rompí una uña cuando bajé todo el equipo para cambiar la llanta;
después me senté sobre la tierra tratando de analizar como podría montar el gato/cricket. Por lo menos
llevaba uno, pero me llevó más de medía hora el poder colocarlo debajo del auto.

Estaba de rodillas agachada hacia el frente cuando ví, de reojo, la silueta de dos figuras altas y
delgadas caminando hacia dónde yo me encontraba. Salté para mover la mano y gritar y después traté de
controlarme, eran dos jóvenes indios; me asusté un poco cuando los ví. Mientras los veía acercarse noté
que hablaban entre ellos un lenguaje que podría ser Cree. Se acercaron al auto y uno de ellos se agachó a
mirar la llanta. Después se levantó, y él y el otro indio empezaron a reírse a carcajadas. Me miraron y
después empezaron a hablar otra vez en Cree entre ellos. Yo me estaba enojando.

- ¿Hay algún teléfono cerca de aquí? – pregunté. Me miraron con una ancha sonrisa, pero no dijeron
nada. Volví a preguntar: ¿hablan ustedes inglés? Uno de ellos cruzó los brazos, ninguno hizo nada por
ayudarme. Muchas gracias, tarados!-mascullé, mientras me agachaba de nuevo a tratar de levantar el auto
para sacar la llanta.

Treinta minutos más tarde estaba cubierta de grasa, transpirando y exhausta, pero había cambiado la
llanta. Ojalá no se fuera a salir mientras manejaba. No podía creer que esos dos indios se hubieran
quedado ahí parados mirando. Saqué el gato, lo desarmé y lo metí en la cajuela y después me paré a
verlos. Estaban todavía ahí, parados a unos diez pies de distancia, todavía viendo. Son dos tarados - repetí.

Estaba a punto de subir al auto y desaparecer cuando uno de los hombres empezó a frotar sus
manos como si se las estuviera lavando, subió los hombros y tiró su cabeza hacia atrás y empezó a hablar
en algún tipo de lenguaje de señas. Empecé a sentir tensión abajo de mi mentón y dentro de mi garganta y
empecé a preguntarme si habría algún tipo de conexión entre lo que él estaba haciendo con sus manos y lo
que yo estaba sintiendo. La vista se me nubló por unos segundos, y cuando los aclarçe el hombre estaba
parado muy erecto, sus manos a sus costados. Los dos viéndome fríamente.

- ¿Quieren que los lleve a algún lado? - pregunté de pronto, sorprendiéndome a mi misma.
Uno de los hombres sonrió - Seguro, nos encantaría, gracias señora. Los dos se subieron en los
asientos de atrás, la llanta se sentía bien. Seguí manejando.

Como todavía me sentía enojada, decidí ignorarlos. Seguí manejando por millas que nunca
terminaban, de pronto me sentí muy hambrienta. Íbamos en silencio, los árboles se veían como estatuas en
la distancia. El indio que me habló empezó a entonar suavemente "He ya he ya hey hey ooaaah" Su amigo
se le unió. Los miré por el espejo retrovisor, cantaban bajo, con sus ojos cerrados, moviendo sus cabezas
hacia delante. Con mis ojos hacia el camino. "He ha he ya hey hey oooaaah soy un vaquero solitariooo he
ha he ya hey hey oooaaah"

Los miré de vuelta, los dos cantaban con los ojos cerrados; uno de ellos los abrió y su mirada se
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unió con la mia en el espejo, me ruboricé. Un pájaro con alas enormes estaba parado en medio del camino,
traté de rodearlo con el auto pero el pájaro levantó el vuelo y desapareció.

Los indios enseguida empezaron a cantar más fuerte, y de pronto, se callaron. -- Aquí nos
quedamos, dijo uno de ellos - Miré hacia afuera a ver si veía una casa o un caminito. Nada, sólo la
inmensidad del campo. Estacioné el auto y paré.

¿Están seguros que se quieren bajar aquí? - les pregunté

- Si - dijo sin mirarme, mientras habría la puerta y entró una ráfaga de viento helado. No me
acordaba que hiciera viento.
- Que disfrute su viaje - me dijo el otro hombre con una mirada rápida, se unió a su amigo y se
fueron, desapareciéndo hacia abajo de una colina.

Siguiendo por la ruta mientras manejaba no veía ningún signo de vida humana y empecé a sentir
prisa por llegar a Crowley, pero manejé por horas antes de que al fin llegara. Las líneas en el mapa
indicaban el final del camino.

Había cinco o seis edificios. En uno de ellos había un cartel que decía Tienda de Crowley. Una
señora indígena con dos chicos salían de ahí, cerrando una puerta mosquetera. Estacioné el auto, los
chicos miraron hacia mi y sonrieron mientras llevaban chocolate a sus bocas.
Me bajé del auto justo cuando una camíoneta llevando un trailer para caballos estaba llegando también. Un
indio vestido de vaquero se bajó. Era un hombre pesado de más de 200 libras.

- Señora usted está aquí por lo del Rodeo? - me preguntó.


- No - dije - Ni siquiera sabia que había uno.
- Bueno - respondió sonriendo - ahora ya lo sabe, terminara hasta que anochezca.
- Gracias - le dije, pero en realidad vengo buscando a una amiga.
- Si? Quien será? - me preguntó.
- Estoy buscando a Ruby Plenty Chiefs - le dije.
- Nunca la escuché mencionar, está segura que tiene la dirección áorrecta? - Me miró extrañado.
- Bueno, hasta luego, me dijo tocando su sombrero y se metiço dentro de la tienda.

Lo seguí hasta la tienda; la tienda estaba a rebosar de alimentos en lata, llantas, aceite de auto,
galletitas, una heladera con lácteos y sodas frias, fritos y papitas fritas....un par de ojos marrones me
miraban fríamente en el centro de este caos de mercancía.

- Necesita ayuda? - me dijo.


- No....tome tres paquetes de galletitas… el vaquero que había entrado antes le dijo al dependiente
--- Está mujer está buscando a alguien de nombre Ruby Plenty Chief - el dueño hizo señas de no sé quién
sea. Los pocos indios que había dentro de la tienda no se habían perdido detalle de mi entrada ni de la
plática... busqué en mi cartera por algo de dinero para pagar mientras el dueño atendía a tres chicos y al
vaquero.

Me miró directamente... antes vivía abajo de la ruta pasando el museo indio, -- dijo -- o creo que
está en Black Mesa... Empezó a contar el cambio.
- ¿No sabe dónde se encuentra ahora? - pregunté ansiosa.
El dueño miró hacia un hombre en el fondo de la tienda - Hey, Emmet, sabes dónde está ahora
Ruby?
- Si...antes vivía abajo del camino pero hace un año se mudó....
El vaquero me dijo - entonces véngase al Rodeo. Otro día - le dije. El vaquero salió de la tienda.
- Por favor - le dije al dueño - Hyemeyohsts Storm me dijo que yo podría preguntar por Ruby a
cualquier persona en Crowley y que cualquiera podría darme información.

El dueño escupió tabaco en el piso y dijo --Podrías tratar yendo abajo del camino, como a 5 millas de
aquí. Da vuelta a la izquierda en el camino que está después del Puente y maneja unas 4 millas más. No
puedes perder de vista la cabaña. Está del lado derecho.- Me vas a pagar las galletitas que te llevas? Le
pagué y salí rápido de la tienda. Cuando subí al auto me fijé si aún tendría gasolina para unas 10 millas
más. Seguí las indicaciones del dueño hacia la cabaña de Ruby mientras me comía mis galletitas.

Exactamente después de 5 millas encontré el camino después del Puente; el camino estaba
pedregoso y el auto iba rebotando a 15 millas por hora. El viento se había calmado y el parabrisas se me
había llenado tanto de polvo que tuve que parar un par de veces para limpiarlo y poder ver bien.
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Más abajo alcancé a ver una cabaña metida entre las rocas y los árboles como a medía milla más
adelante....no veía señales de vida; sólo un halcón con cola roja que volaba circularmente allá arriba.

Fuí bajando la velocidad del auto; había un animal marrón, inmovil y muy grande en el porche.
Mientras me acercaba más me di cuenta que eran dos venados. Paré el auto.
Justo cuando abrí la puerta para bajarme una mujer Indía ya de edad con un cuchillo de carnicero en la
mano salió de la puerta del frente y se quedó parada en el porche.

Al momento me sentí paralizada por el miedo.

La mujer llevaba una falda larga y un chaleco largo rojo y negro. Su largo pelo gris estaba peinado hacia
atrás en una sola trenza, su rostro era marrón y marcado con lineas. Se arremangó las mangas todavía
sosteniendo el cuchillo.

- ¿Es usted la señora Ruby ? - le pregunté sin acercarme.


- Si - me respondió haciendo un moviento hacia el frente; se veía algo enojada por la intrusión.
- Me mandó el Señor Hyemeyohsts Storm, él me dijo que usted podría ayudarme a encontrar a
Agnes Whistling Elk - le dije casi a los gritos mientras retrocedía para estar más cerca de la puerta del auto
en caso de que tuviera que salir de ahí escapando.
- Si, ya lo sé - me respondí. Me sentí absurda.

Podía imaginar lo ridícula que me veía, una rubia asustada llena de polvo y grasa.
- ¿Podría entrar y tomar un té con usted? - le pregunté caminando hacia el porche.
Ruby afirmó con la cabeza, se dió la vuelta y entró. Asumí que podría seguirla pero me paré en el porche
para mirar los venados muertos en el piso. Ruby regresó y se paró enfrente mío, esta vez con otro cuchillo
en la otra mano. Sus ancianos ojos tenían el brillo de la mirada de una criatura - una criatura impaciente.
Apuntándome con el cuchillo me dijo que entrara a ayudarla a cortar los venados.
- Después hablarémos de tu viaje - dijo. Y también hablarémos de la canasta de ceremonias.

Me tomó del brazo con la fuerza de un hombre, diciendo- apúrate, vamos a trabajar. Yo estaba
petrificada.....me dió uno de los cuchillos y me dijo.... Apúrate para que la carne esté todavía fresca.

Los dos venados estaban tendidos de lado. Ella se arrodilló y los puso en una posición mejor, y me
miró como diciendo que hiciera lo mismo que ella hacía. Esta mujer era la llave para que yo pudiera
encontrar la tan ansiada canasta de ceremonias nupciales. Así que me arrodillé y empecé a hacer lo que me
pidió. Al ver la sangre y sentir los cortes de sus pieles con el cuchillo se me salieron las lágrimas. Continué
tratando de imitar a Ruby, primero sin cortar profundamente, y después llevando el cuchillo hasta el hueso;
Ruby se tomaba su tiempo, cortando en rebanadas la piel de adentro de la pierna casi hasta llegar al
vientre; lo hacía todo con mucha concentración pero asegurándose de que yo también lo estaba haciendo.

Ruby hizo un corte profundo en el vientre del venado y súbitamente lo dió vuelta; lo hizo tan rápido
que todas las entrañas del animal salieron esparciéndose en el piso del porche. Antes de que yo pudiera
prepararme para ver eso; miré hacia los intestinos, había un gran feto dentro de una bolsa, sentí arcadas,
náuseas. Quise alejarme y cerré mis ojos, mi confusión fué cubierta por la oscuridad.

No sé cuánto tiempo estuve inconsciente, pero cuando abrí mis ojos no ví a Ruby; de pronto la ví
salir de la cabaña con unos periódicos que extendió en el piso del porche en el medio de los animales y de
nuevo se dedicó a su venado, esta vez cortando el hígado, los riñones, el corazón. Puso los riñones y el
hígado encima de los periódicos y sostuvo el corazón en sus manos.
- Bien, dijo, chorreando sangre de sus dedos - ahora tú hazlo con el tuyo.
- Casi me atraganté
- Hazlo! me dijo.

No sé ni cómo hice para sacar cada uno de los órganos. Mis pantalones estaban llenos de sangre.
Cuando corte el Corazón, Ruby se paró, se dió vuelta hacia el este y levantó el Corazón hacia el cielo
mientras cantaba una canción en Cree que casi parecia un arrullo. Después lentamente se volvió hacia mi
todavía cantando hey..eeeeeeh...hey...eeeeh... Paró de cantar; guardó silencio deliberadamente y luego
me dijo:
- Esta es la canción de la iluminación, es la canción para confortar el espíritu del venado.
Después Ruby cortó una rodaja del Corazón del venado y empezó a comerlo indicandome con el cuchillo
que yo hiciera lo mismo.
- Oh no....me quejé.
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- Ho, dijo ella, reafirmando su indicación.

Corté un pedazo pequeño y me lo metí en la boca. Me sentí aliviada cuando terminó la carnicería;
pero estaba tan cansada que lo único que quería era poder dormir. Ruby se llevó la carne fresca para
adentro y después volvió por el resto. Yo me preguntaba cuando me invitaría a pasar, pero al final se metió
y no volvió. Tímidamente toqué en la puerta...Ruby vino a abrir
- ¿Qué? Me dijo
- Tengo que lavarme las manos y necesito un lugar dónde dormir, puedo entrar? - le dije.
- Lávatelas manana - dijo cerrando la puerta.
- Un momento, ¿dónde voy a dormir? - grité preguntándole.
La escuché gritarme: duerme en tu auto wasichu.

Diós mío, ella no estaba hablando en serio...no podía. Miré alrededor de la casa buscando una llave
o una manguera. Me quedé parada viendo hacia la puerta por algunos minutos hasta que me di cuenta que
realmente tendría que dormir en el auto, así que cansada como estaba lo único que hice fué tratar de
ponerme lo más comoda posible en el asiento trasero del auto. Cerré bien las puertas. Desperté en la
mañana con Ruby tocando en la ventana; la anciana traía una lata y dos pedazos de carne de venado seca:
"jerky". Abrí la puerta y los tome, aún medio dormida para hacer algo más que mover mi cabeza en señal de
agradecimiento. La lata tenía un líquido medio amargo que olía como el café.

Después de comer salí del auto; noté que el porche había sido barrido y lavado; ví a Ruby cargando
madera y haciendo su trabajo. Me sentí ignorada. Recordé la manta y el tabaco que tenía en la cajuela del
auto, fuí a traerlos y se los llevé a Ruby diciendole
- Ruby, hice un largo recorrído para poder llegar aquí, me siento como una intrusa que no es
bienvenida; por favor acepta esta manta y éste tabaco. Necesito tu ayuda. Tú sabes que estoy tratando de
encontrar la canasta de ceremonias, sabes dónde vive Agnes Whistling Elk?
-Si, lo sé - dijo Ruby, partiendo una rama en su rodilla. Tomó la manta y el tabaco y se volvió hacia
mi. Agnes vive a 9 millas de aquí, hacia el este, no hay otra manera de llegar ahí que no sea caminando;
pero yo no me animaría a hacerlo en tu lugar hasta que me haga amiga de los perros - me dijo Ruby
mientras encendía uno de los cigarillos que le llevé.
- Tus perros? - le pregunté.
- Si - dijo Ruby. Los animales de la reserva son muy fieros, casi salvajes; han matado a más de un
hombre e incluso a niños. La mayor parte del tiempo andan cazando, siempre andan juntos y corren por
millas. También matan animales, incluso se han matado entre sí. Debes presentarte a ellos, y ellos deben
conocerte antes de que andes caminando por ahí. Estos perros son más peligrosos de lo que te puedas
imaginar.

-¿Que es lo que tengo que hacer? Le pregunté.


- Los voy a llamar; y debes quedarte quieta. Si les demuestras miedo, será tu fin. No creo que yo
pueda pararlos si haces un movimiento equivocado y deciden atacarte. - Me respondió Ruby.
- ¿Puede realmente pasarme algo muy malo? - pregunté de nuevo. Ruby no me respondió. En vez
de eso empezó a chiflar y de pronto más de 30 perros empezaron a aparrcer de diferentes direcciónes, eran
de todo tipo, tamaño y color. Empezaron a juntarse alrededor nuestro; los perros se dieron cuenta que no
había comida y uno de ellos negro y feo empezó a ladrar. Siguiéndole, todos los demás perros empezaron
a dar vueltas y a ladrar, oliendo la tierra. Ruby levantó unas maderas para llevarlas adentro de la cabaña, -

- espera - traté de murmurar. Tenía miedo de que algúno de esos perros iniciara una reacción en
cadena; podrían hasta comerme! Mientras ahogaba un grito de terror me di cuenta de que tenía que poner
mi miedo lo más lejos de mi mente; sentí varias narices frias olfateandome los pies y las piernas; más de
uno puso especial interés en mi bajo vientre. El perro grande negro se alzóo poniendo sus patas en mi
pecho me miró y me olió y lamió mi cara, otro se me subió por la espalda cuando otro de ellos
mordisqueaba algo en mis botas. Aguanté todo lo que pude el impulso de salir corriendo.
Ruby salió al porche y miró la escena, pero no hizo nada.

- Ya váyanse de aquí - finalmente grito - los perros se fueron enseguida corriendo y perdiendose en
la espesura. Ya te conocen lo suficiente - me dijo. Yo tenía lágrimas en los ojos y mis rodillas temblaban.
Ahora que se habían ido mi cuerpo reacciónó.
- Esos perros no te molestarán; puedes estar contenta por eso, me dijo Ruby; puedes ir por dónde
quieras a placer; sin conocer a los perros hubieras podido correr algún riesgo. Ahora puedes ir a la casa de
Agnes; antes no podías- aseveró Ruby.
- Si, dije
- Sigue tu camino wasichu. Capaz encuentras lo que andas buscando. Ten - dijo Ruby, dándome
tres pedazos de carne seca. Yo los tomé. Ruby se fué riendo mientras decía:
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- la canasta de ceremonias… éstos wasichu no saben nada….

Me quedé ahé parada como idiota, con la carne en mis manos, tardé en dirigírme hacia mi auto a
sacar algunas cosas para dirigírme hacia la casa de Agnes. Nueve millas no era muy lejos... pasé las rocas
que estaban atrás de la cabaña de Ruby y seguí la senda, un valle extenso se veía delante, el pasto era
verde, y los árboles estaban recibíendo la primavera. ví un arroyo cerca de la senda, empecé a correr
tratando de sacudirme a los perros de la mente; caminé por un buen rato, unas tres millas; con los cuervos
revoloteando arriba. Me paré dónde el arroyo se hizo más ancho, me sentçe en una roca y me comí unos
pedazos de la carne que me dió Ruby; miraba el agua, estaba tentadora, pero yo sabía que me encontraba
en un territorio que no me era familiar....al final me decidí; me saqué la ropa y me metí en el agua ... miraba
alrededor y no sé cuánto tiempo me quedé ahí flotando, pero volví en mí con frío; había viento y las nubes
habían tapado el sol. Traté de pararme pero resbale en la tierra mojada; me sentía máreada y desorientada;
el agua se volvía negra, reflejando las nubes; quise salir del agua pero me resbalé de nuevo y me golpeé la
cara contra una roca; mi nariz empezó a sangrar; escuché relampagos en la distancia, cada vez se
oscurecia más... traté de juntar la poca fuerza que me quedaba y salí del agua.

Sentía como si alguien me estuviera observando; después los vi, los cuervos que habían estado
sobrevolando estaban en la rama de un árbol mirando hacia el camino, siguiendo mis movimientos. La lluvia
empezó a caer, me puse la chamarra con el cierre hasta arriba seguí caminando pero el camino se fué
haciendo más estrecho hasta desaparecer. Decepcionada, me senté en el piso con la cabeza en mis
manos. Mi corazón latía con fuerza, mi boca estaba muy seca; tenía miedo, estaba enojada; Ruby sabía
que el camino se terminaba; pero me dijo también que caminara hacia el este; algo dentro mío me insistía a
seguir adelante; me levanté tratando de orientarme; caminé hacia el este, caminé, caminé… la lluvia
aumentaba; me paré, muerta... no podía más. Estuve ahí por un rato sin reaccionar y miré una meseta;
borrosamente se veía la forma de una cabaña sobre ella. Sería la cabaña de Agnes Whistling? No me
importaba, estaba cansada, mojada, asustada...que más daba? Agarré un palo en una mano y una piedra
grande en la otra y me fuí acercando a la cabaña. Llegué hasta el porche y toqué a la puerta. Nadie
respondía; toqué de vuelta desesperada y esta vez la puerta se abrió. No había nadie adentro, sólo una
cama en la esquina, cubierta con una manta Indía con un diseño de dos colinas. Me pregunté si podría
comprarla, me gustó. Pero no estaba segura si ésta sería la cabaña de Agnes Whistling.

Había una lámpara de kerosene encima de la ventana; varios montóncitos de hierbas colgadas de
clavos en la pared, dos manzanas en la mesa de madera del centro del cuarto y también había tres sillas;
me senté en una y vorazmente me comí una manzana. La lluvia seguía cayendo. Cerré la puerta: hacía
mucho frío.
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Capítulo Cuatro

Mi cuerpo estaba completamente exhausto. Comí un poco de jerky y desesperada por el frío tomé
una bolsa de dormir que estaba en la esquina y me acosté dentro de ella sobre la cama.
La lluvia había parado y ahora estaba todo muy silencioso, me quedé rígida sobre la cama. No sé cuánto
tiempo habré dormido, pero desperté cuando alguien estaba jalando mi pelo y gritándome:
- levántate, es la hora, levántate pronto!

Abrí mis ojos sobresaltada; en la penumbra sólo alcancé a mirar una cara que parecía de cera
derretida. No estaba segura si la cara sería humana. Grité, pero una mano me cerró la boca.
- Ya es hora !

Di vuelta la cabeza mirando para otro lado tratando de recuperar mi equilibrio.


- ¿Qué es lo que pasa? – pregunté. ¿Es usted Agnes Whistling Elk?
- Si, estás en mi cabaña, levántate y sígueme ahora mismo!
Como pude me levanté y me puse mis jeans y mis botas....Agnes me empujó con fuerza hacia la
puerta, casi me caigo.
- ¿Qué carajo haces? - le grité.
- Tenemos que apurarnos- me dijo, empujandome aún con más fuerza hasta hacerme salír.

Me sentía tan dura que apenas podía caminar, pero Agnes empezó a caminar como una joven
muchacha con la poca luz de luna que había... No había sendero; subimos por rocas y entre plantas que
reflejaban sombras en la tierra. En una de esas me caí sobre mis rodillas, pero Agnes me agarró de la
mano y me jaló hacia delante; seguimos caminando de ésta manera por 15 minutos. Llegamos a un claro
entre las rocas, como a unas 20 yardas; había un Tipi iluminado; el exterior se iluminaba con la luz que
venía de adentro y salía humo por la punta de arriba. Agnes me llevó hasta la entrada.

- Desnudate! - me ordenó...
- ¿Que??- le pregunté asombrada.
- Sólo puedes ver a las abuelas desnuda - me dijo mientras con increible rapidez me sacó toda la
ropa que llevaba puesta. Traté de protestar, pero me dió una fuerte bofetada. Mis oídos empezaron a
zumbar y empecé a temblar de frío y de miedo. Agnes me empujó adentro del Tipi. Seis ancianas indías
envueltas en mantas estaban sentadas alrededor de un fuego que había en el centro. Había un fuerte olor
en el humo del ambiente, pude notar que sus caras eran aún más ancianas que la de Agnes.

- Sientate - dijo Agnes empujándome al piso. Ella se sentó a mi derecha; temblé mientras me tapaba
doblando mis rodillas sobre mi pecho. Los ojos miraron hacia mi, y las sombras que proyectaba el fuego
bailaban en las paredes del tipi. Pensamientos de brujas medievales vinieron a mi mente; imágenes
atesoradas en las fotografías de ancianas indías de Curtis. Pero ellas estaban ahí y me miraban
atentamente.
- ¿Por qué nos trajiste a está Canibal, Agnes? - Una de las mujeres preguntó en ingles con acento.
Su voz sonaba cruel. Salté visiblemente cuando me llamó caníbal. La mujer que estaba sentada al
lado mío tenía en la mano un palo largo con plumas. Empezó a picarme con el palo, primero en mi hombro,
y bajando por cuerpo, picándome. Otra mujer se asomó y también me picó. Esta criatura quiere caminar el
camino de la canasta de ceremonias - dijo Agnes.
- Ho - dijo la anciana, mirando directamente hacia mí. Cuando la miré, me dió un escalofrío.
- Sólo vine a comprar la canasta de ceremonias, si es la misma que ví en la foto y si no cuestá
mucho - le respondí con esfuerzo.
- Mejor cállate, idiota - me dijo Agnes
- pero sólo quiero la canasta para.....
- que te calles!! -me gritó Agnes- habla sólo cuando te preguntén algo.
- No está lista todavía - dijo la anciana inclinándose para decir algo al oído de Agnes.
Las otras ancianas afirmaron con sus cabezas. Me sentí como la víctima de una terrible
conspiración.
- Nunca podrás enseñarle - dijo otra anciana.

Después escuché un sonido que sólo puedo describir como graznidos; algo así como muchos
pájaros graznando a la vez: las ancianas hablaban entre ellas viendo todas hacia mi. Era demasiado, estaba
a punto de volverme loca.
- Por favor, sólo quería ver la canasta… - no reconocí el sonido de mi propia voz.
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La anciana me miró fríamente - Oraremos por ti. Soñaremos por ti. - me dijo.
No le entendí, sentí un fuerte vértigo, el piso desapareció de abajo mío y me caí hacia atrás. Las
caras de las ancianas se veían más jovenes, sus ojos como espejos. ví a la niña de mis pesadillas.
Un venado estaba sentado en el lugar de la anciana más proxima y había otras bestias también ahí: un
lince, un lobo, no reconoci a los demás. Todo se volvió borroso y me desmayé.

Desperté ya tarde a la mañana con el olor de la cocina a madera; ¿sería esto todavía parte del
sueño? Por un momento no sabía ni dónde me encontraba; Agnes estaba tomando té.
- Come -me dijo- el desayuno está listo.
Me levanté y me vestí y fuí hacia la mesa. Agnes trajo dos platitos y los puso en nuestro lugar. Ella
se sentó enfrente mío, la verdad yo tenía mucha hambre, afuera estaba lloviendo, miré mi plato; carne seca
de venado "jerky", frambuesas, pan tostado y té - todo estaba delicioso.
- ¿Qué fué lo que paso anoche? ¿Me desmayé? ¿Cómo hice para volver aquí? - le pregunté a
Agnes, ahora que me sentía más comoda.
- Sólo come - dijo Agnes moviendo mi plato; dejó la mesa y fué a sentarse en la cama donde yo
había estado durmiendo; la ví levantando mi chaqueta. Agnes se puso a cocer una rotura que había en mi
chaqueta. Entonces, con toda mi voluntad y coraje le pregunté:
- ¿ me vas a vender la canasta ceremonial?
- Mira Lynn, tú no lo sabes, pero te encuentras en una circunstancia muy peligrosa - dijo Agnes
mientras seguía cosiendo. Era la primera vez que me llamaba por mi nombre.
- ¿Qué es lo que significa la canasta y por qué estoy tan obsesionada con ella?
Agnes me miró sonriente; no entiendes - me dijo- haciendo un nudo en el hilo y poniendo la
chaqueta a un lado. - Si no escuchas a la mujer que tienes dentro tuyo vas a perecer. Quizás algún día
tengas la canasta de ceremonias, quizás no. Pero es tu elección. Tú tienes que tomar la decisión, nadie la
puede tomar por tí, ni siquiera las abuelas.
Sus palabras no tenían sentido pero me desarmaba con su tono; Agnes se veía muy diferente al
ogro que conocí la noche anterior, incluso me preguntaba si sería la misma persona. Todavía recordaba el
cachetazo que me dió y sabía que tendría que odiarla por haberme humillado de esa manera; sin embargo
no lo sentía así. La comida había estado muy rica y el sonido de la lluvia allá afuera era relajante.

- ¿Qué quieres decir con que es mi decisión? ¿De qué estás hablando? Simplemente soy una
colecciónista de Arte.
- Tu no sabes lo que eres - me dijo - no hay ninguna explicación del por qué naciste o por qué eres
la parte animada de tierra que eres. Crees que no te conozco, pero te voy a decir una experiencia que
tuviste. Nunca he visto los grandes lagos de este mundo, el océano. Pero te puedo decir que un día el agua
te bañó, así que la matriz de este mundo te ha elegido y te ha dado protección. Ese fué un regalo de poder
para tí; una señal de tu madre, la tierra; y es por eso que los soñadores te han encontrado. No se puede
explicar por qué has sido elegida. Lo único que te queda es el conocimiento.

Recordé enseguida el evento al que ella se refería. Una tarde en Venice, California caminé en la
playa y me subí en las rocas, me quedé ahí a ver el color turquesa del agua del mar. Sin ninguna razón
aparente, de pronto el agua se levantó casi a 30 pies de altura y me cubrió, solamente a mi y a nadie más.
Me agarré de las rocas empapada hasta que los salvacostas llegaron a rescatarme. Agnes sirvió
más té. Nos sentamos en silencio por varios minutos.

- La canasta es la manera antigua de una mujer - me dijo muy suavemente. Por algún motivo, yo
empecé a llorar, balbuceando:
- esas viejas malas, especialmente la Ruby. Me hizo cortar en pedazos a ese venado. La manera
como vino hacia mi con ese cuchillo en la mano, pensé que me iba a apuñalar o a partirme en pedazos; fué
horrible, nunca me ha pasado algo así, es injusto. Odio a esa vieja horrible.
- No tienes porque odiarla - me dijo Agnes interrumpiéndome - ella no estaba tratando de lastimarte,
Ruby es ciega.
- Ciega ! - grite todavía llorando - no, no puede ser ciega, no lo creo......Oh Diós disculpame.
- Nunca pidas perdón - me dijo seriamente Agnes - te hablaré de Ruby si quieres, pero debes
escuchar atentamente. Su historia tendrá sentido para tí. Cuando Ruby tenía 16 años iba a casarse con
Stuart Runs Backward. El era un buen hombre, pero esto sucedió hace mucho, mucho tiempo. Ahora está
muerto. Ruby vivía con su abuelo. Un día cuando él estaba afuera cazando y Ruby estaba en casa ella
escuchó una fuerte estampida, esto fué en los días antes de que existieran los autos, cuando todos tenían
carretas o andaban a caballo. Ruby se asomó a la ventana y vió una carreta con un montón de polvo
delante. Cuatro personas del gobierno estaban al lado de la carreta discutiendo. Uno de ellos se dirigió a la
cabaña y tocó la puerta.
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Ruby tuvo miedo, nunca había visto tanta gente blanca antes en su vida; estaban vestidos muy
chistosos y dos de ellos llevaban armas. El hombre que tocaba la puerta empezó a gritar y finalmente
empujó la puerta tan fuerte que se cayeron las bisagras de la puerta y pudo entrar.
Vio a Ruby parada en la ventana; yo creo que le dió gusto encontrar una mujer tan joven y bonita, se acercó
a Ruby y la tomó del brazo, hablándole; Ruby no le entendía pero la hacía sentir avergonzada.
Los otros tres hombres también entraron en la cabaña para ver que encontraban. Ruby empezó a tener
miedo. Ella sabía que estos wasichu la miraban con lascivia y, desesperadamente, Ruby trató de romper la
ventana y correr afuera. Uno de ellos, el más grande, la agarró y la empujó hacia la esquina, después se
sacó el cinturón del pantalón y lo puso alrededor del cuello de Ruby, jalándola hacia la cama. Le arrancaron
sus ropas; Ruby trataba de hablar con ellos y hacerlos reaccionar, pero no la escuchaban. Entonces
empezó a gritar y a pelear y de alguna manera logró safarse del cinturón y agarrar un leño.

Se armó una verdadera batalla; me imagino que los cuatro hombres estaban sorprendidos, pero al
final reaccionaron con enojo y empezaron a golpearla; pero aún así no quedaron satisfechos; así que
tomaron turnos violando uno por uno a Ruby. Después de su acción; se quedaron pensando si deberían
matar a Ruby. Mucha gente dijo después que hubiera sido mejor que la mataran. Uno de los hombres pensó
si sería bueno ofrecerle dinero a Ruby para que no los delatara. Pero sabían que no se meterían en
demasiados problemas por lo que hicieron, porque Ruby era una India. Pero, si se supiera, sería una
verguenza para ellos delante de sus familias. No se animaban a matarla; así que tomaron un compás que
ellos usaban para hacer sus mapas y antes de irse, se aseguraron de que Ruby no pudiera volver a ver; así
nunca podría reconocerlos.

Cuando volvió el abuelo de Ruby y se dió cuenta de lo que había sucedido; alimentó a Ruby con
caldos y juntó hierbas para sanarla. Ella pronto recuperó sus fuerzas, pero lo único que hacía era quedarse
sentada en la cabaña, introspectiva, sin preocuparse por sí misma. En una de esas Ruby le pidió a su
abuelo que por favor la matara, pero él la abofeteó y le dijo que él no iba a estar tolerando su
autocompasión.

Le dijo que ella tenía un sólo enemigo, su ceguera. Ruby le dijo que no le importaba lo que él dijera,
que ella sólo deseaba estar muerta. Su belleza se apagaba, así como la oportunidad de que algún día
volvíera a sentirse feliz. Pero Ruby era afortunada, porque su abuelo era un hombre de medicina y no muy
viejo. El había estado aprendiendo hacía algún tiempo y tenía poder. El se dió cuenta que la voluntad de
Ruby estaba dormida y que él tenía que despertarla. Empezó por actuar muy amablemente, pero muchas
veces le hacía trucos; la hacía caminar aunque se cayera; a veces le daba utensilios muy calientes, y ponía
cosas en su plato que no podían ser comidas. A veces Ruby reaccionaba con enojo y poco a poco fué
despertando su voluntad.

Ruby se sentía muy lastimada por todo esto; ella lo interpretaba como que su abuelo ya no la
quería. Durante todo ese tiempo, el abuelo de Ruby se sentaba por las noches, a la luz de la luna,
cantando varias canciónes; clamando por algo que lo guiara, para poder ayudar a que Ruby se sintiera de
vuelta completa. Una de esas noches, él vió a una madre comadreja y sus hijos. Esa comadreja venía del
norte, y el abuelo supo que esa era la señal que había estado esperando.

Aquellos Indios Sautoux no sabían mucho sobre el hombre blanco. Ellos no escondían su poder,
porque nadie se los había quitado. Ellos eran grandes hombres de medicina y sus danzas eran mágicas.
Como te digo, eso fué hace mucho tiempo atrás. Había en esos tiempos, un hombre de medicina llamado
Cuatro Venados, a quien aún los mismos Sautoux le tenían miedo. El vivía escondido en las montañas,
desde dónde podía ver los caserios. Se contaba que Cuatro Venados tenía el poder de traer la vida de
vuelta aún a los muertos, que él tomaba el poder de las mujeres que no podían verlo. Ni siquiera yo puedo
entender el tipo de medicina que usaba Cuatro Venados. El abuelo de Ruby la llevó con los Sautoux y
todos ellos la hicieron trepar por las montañas; pero nadie se animó a seguir subiendo con ella; le tenían
mucho miedo y respeto a Cuatro Venados.

Ruby se cayó incontables veces y estaba llena de moretones y raspones. Cuatro Venados la veía...
desde arriba la vió como subía por la montaña; de alguna manera Ruby lo olió, o lo sintió y llegó
exactamente al lugar donde se encontraba él. Cuando al fin llegó, Cuatro Venados estaba riéndose. Ruby
le preguntó que debería hacer; él le dijo que sólo tenía una manera de ayudarla. Le dijo, que siempre sería
ciega, pero él podría hacerla completa si la mataba y podía trabajar su medicina a través de su muerte.
Después, el tomaria su poder de las mujeres que no lo veían y recuperaría su vida de vuelta. Después de
eso ella, tendría que aprender de las mujeres Sautoux todo sobre la medicina. De ahí en adelante, Ruby
sólo podría comer caldo de pies de venado y comer sólo carne de venado. De no ser así, ella moriría.
18

Cuatro Venados hizo una plataforma y acostó a Ruby encima de ella, después tomó una pipa y
sopló veneno en los oídos de Ruby. Ruby murió; y su espíritu fué a dónde estaban los que recién habían
muerto. Cuatro Venados trabajó su medicina, arregló el cuerpo de Ruby y convocó el poder de las mujeres
que no podían verlo para que le trajeran de vuelta el espíritu de Ruby. Esto llevó varios días.

Después, él puso algo que Ruby me dijo que estaba muy frío adentro de su boca y así ella despertó,
sintiendose más mal de lo que nunca se había sentido. Ruby sufrió de ataques. Cuatro Venados la hizo usar
la energía generada por sus ataques para llevarla a todas las direcciónes. El le enseñó a controlar su
energía.

Ahora Ruby es ciega; pero aún así, ella puede ver más que ninguno. Cuatro Venados la llevó hasta
el mismo centro donde estaba su violencia y le enseñó a Ruby como apagarla. Ella siempre verá porque ella
vive en ese centro. Cuatro Venados le dijo que ahora fuera con las mujeres Sautoux y que después volvíera
con su abuelo y que dejara a sus canciónes enseñarla. Ruby es una gran mujer de medicina; Cuatro
Venados y las mujeres Sautoux le enseñaron todo lo que pudieron. Espero que Ruby pueda usar su
medicina, porque hay muchos que la necesitan.

- No te estoy contando la historia de Ruby para que te entretengas - me dijo Agnes - sino para
instruirte. Yo también soy una mujer medicina, vivo en el más allá y regreso; anoche te lleve allá conmigo;
tu me acompañaste. Estás siendo iniciada en un conocimiento más viejo que el mismo tiempo. Los
soñadores te han encontrado y te han tocado. De ahora en adelante puedes dar la espaldas y no prestar
atención; puedes elegir seguir siendo una ciega o sino, puedes seguir tu destino.
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Capítulo Cinco

La cara de Agnes lucía gentil, tocó mi hombro y me dijo


- Ven, tienes que irte de vuelta a California.
¿Cómo que puedo irme? - le pregunté- todavía no tengo la canasta, no me puedo ir todavía.
Agnes se puso un rebozo y me dió mi chamarra: - vamos a ver a Ruby, te voy a mandar a tu casa-
me dijo, dirigíçendose a una repisa de donde tomó algo y lo puso enfrente de mi. Era un arete indio de
turquesa. Ruby me dijo que si llegabas por aquí te diera este arete. Llévatelo, es para protegerte - me dijo
Agnes ofreciéndomelo.

- ¿Protección? ¿para que necesito protección? ¿cómo me va a poder proteger un arete? - le


pregunté.
- Póntelo - me ordenó - no dejes que ningún hombre lo toque a menos que sea un hombre heyoka
en sus tiempos de mujer.

Me puse el arete. Agnes ya salía; tomé mi bolso y la seguí.


- La mujer nace embarazada - me dijo Agnes mientras caminábamos - un hombre tiene que ser
impregnado por una mujer, hay diferentes clases de fuerzas en este mundo. Estos poderes pueden matarte
fácilmente o hacer que prefierieras estar muerta. Cuando tú decides obtener la canasta ceremonial en
contra de todas las fuerzas que siempre han existido, necesitarás de mucho coraje y voluntad. Este arete te
ayudará para que puedas cruzar de tu mundo al mío.

Agnes me hizo señas para que caminara más rápido - y siguió diciendo - Las cosas que te han
ayudado en el pasado, tus tarjetas de credito, tu auto, tu ropa, todas esas pertenencias no son prácticas
aquí ni tampoco te ayudarán. Seguimos caminando en silencio.....recordé aquella noche en ese tipi
iluminado y me molesté al recordar que la anciana me había llamado Cannibal - le pregunté a Agnes por
qué la anciana me llamó Canibal.

Agnes sonrió; justo llegamos a la parte del camino donde termina la ruta y sólo se ve el cañón.
- anoche visitaste a las abuelas - me respondió Agnes - ellas te han puesto bajo mi cuidado porque
has sido elegida por los soñadores. Las abuelas me están ayudando a enseñarte. Has llegado a un mundo
que puede parecerte extraño, hay muchas cosas que no entenderás-. Agnes se paró junto a unas flores y
acercó su cara a una de ellas, dijo; cuando puedas hablar a una planta, cuando sepas que una planta está
viva, tiene un espíritu, tú te comes la planta y la planta se te entrega, así tomas el poder del espíritu de la
planta. Agnes tomó la flor y se la comió - Te veo y creo que no entiendes lo que te estoy diciendo - me dijo.

Nerviosamente, saqué un pedazo de "jerky" de mi bolso y me lo metí a la boca.


- la carne que estás comiendo ahora - me dijo Agnes - es tu hermana. Nosotros nos comemos a
nuestros hermanos y a nuestras hermanas. Tu eres una canibal. Tu hermana ha muerto para que tú puedas
seguir con vida.
- Si - le dije - creo que entiendo un poco lo que piensan sobre la gente como canibales. Pero no
entiendo porque tenía que ser humillada de esa manera; me arrancaste la ropa y me dejaste desnuda en
frente de todas esas ancianas, las abuelas.
- Para que puedas dar los primeros pasos en tu despertar - respondió Agnes - debes estar desnuda
en todo sentido. ¿eres una mujer? - preguntó.
- Si - le respondí.
- ¿Eres una mujer cuando estás desnuda? ¿Tienes una vagina? ¿Menstruas cada mes?. En el
mundo nativo es llamada tu luna, es tu momento de máximo poder. Y anoche teníamos que estar seguras
de que realmente fueras una mujer.

Ruborizada, seguí a Agnes. Caminamos en silencio, hacia un lugar con agua y rocas en las orillas.
Me recargué sobre una roca contenta y cansada, bostecé y cerré mis ojos. De pronto escuché algo como
una explosión.

- Despierta! - me gritó Agnes.


Me levanté de un salto y miré alrededor.
- ¿Cómo sabes que no te mataré? - me preguntó Agnes, tirando al piso dos piedras de gran tamaño
que sostenía en sus manos.
- Siéntate - me ordenó - ahora vamos a hablar sobre la canasta ceremonial de nupcias. Debes saber
en contra de qué vas a encontrarte.
Agnes empezó a hablar…
- una vez vino por estas tierras un hombre. Su nombre era Padre Pearson. El decía saberlo todo
acerca de dos formas de mirar. El podía ver hacia arriba y ver y oir a los buenos espíritus. El podía ver hacia
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abajo en alguna parte en la madre tierra y podía ver y oir a los malos espíritus. El decía que podía darse
cuenta que no estábamos equilibrados y que si no empezábamos a ver hacia arriba, los buenos espíritus
nos matarían. Todos en esos días pensamos que él era bastante chistoso y nos daba gracia las cosas que
decía. El Viejo sabio Coyote Gemelo sintió lastima por el Padre Pearson y decidió darle ayuda.

El le enseñó lo que había en el morral de medicina, pero Coyote Gemelo se dió cuenta de que cada
vez que le hablaba sobre la mujer, el padre se ponía muy enojado. Coyote Gemelo le dijo que si él
realmente quería aprender a usar el poder, tendría que venir a aprender conmigo. Al padre eso no le gustó
para nada, pero era inteligente y sabía que le convenía obedecer.

No hay ningún hombre medicina sin una mujer medicina. Un hombre medicina recibe su poder de
una mujer medicina, y siempre ha sido de esta manera; ya no se ve así en estos días, pero esa es la
verdad. Como Gemelo Coyote era mi amigo, me pidió que tomara al Padre como aprendiz. El padre era
bastante listo y aprendía rápidamente. Pero me di cuenta que a medida que avanzaba en su aprendizaje,
también se estaba enamorando de mí; eso casi siempre sucede con los hombres. A mí ni siquiera me
gustaba este hombre blanco. Pero me di cuenta que se estaba volvíendo muy poderoso.

Un día él me confesó su amor y quizo poseerme. El quería mi poder, pero yo no quise dárselo. Le
dije que tendría que buscarse a otra mujer. En esos tiempos los celos eran desconocidos entre nuestra
gente. Cuando le dije esto, ví el odio reflejarse en sus ojos. El odio es un poder que yo entiendo, así que
decidí hacerlo vivir con el gusto del odio en su boca.

El odio sabe a maiz quemado, pero cuando avanza con sabiduría, casi no hay nada que pueda
parar ese poder. Casi cuando estaba a punto de terminar con mi instrucción, hice que el padre usara una
máscara; hay máscaras que se pueden hacer para mantener las emociones, todos los Heyokas saben eso.
Es muy simple hacer una mueca en tu cara con una aguja de hueso y puedes después ir tranquilo por ahí
felíz o sonriente, eso también es una máscara. Pero la máscara que le hice usar al padre era una máscara
que contenía el odio.

Él aprendió tanto como un hombre puede aprender. Él conoce el mundo nativo como cualquiera de
nosotros y puede hacer cualquier cosa que él quiera. Tú no entenderías esto, pero el fué hecho de poder.
Yo le enseñé todo lo que un hombre medicina debe saber, pero él no estaba muy interesado en eso. Él
tomó todo ese conocimiento y prefirió convertirse en un hechicero muy poderoso.

Poco a poco aprendió todo y ahora es tan poderoso como cualquier brujo sobre la tierra. Aprendió a
esconderse y hasta se eligió un nombre.

Algunos le llaman Perro de fuego o Soldado de Fuego. Nosotros, los que lo conocemos lo llamamos
Perro Rojo.

En esos tiempos, yo era quien guardaba la canasta ceremonial de las nupcias; la canasta fué tejida
con los sueños de muchas mujeres. Producida y renovada por los esfuerzos de los tejedores y los
soñadores. Es hermosa y muy sagrada para la mujer. Un día fuí a ver a Gemelo Coyote, y mientras estaba
afuera el Perro Rojo encontró la canasta y se la robó. Él tenía que tener consigo algo que pudiera usar
sobre el poder de la mujer, así que se robó la canasta, que posee más poder que cualquier mujer. Como
ves, yo no puedo darte la canasta. Tendrás que ir y robársela de vuelta al Perro Rojo.

Es algo muy peligroso. Yo puedo enseñarte como robársela, porque él no puede lastimarme. Pero
él puede matarte fácilmente y está siempre alerta. No será facil robarla, pero si eres valiente podrás
hacerlo. Yo no puedo ir a robarla porque esa es la regla de los soñadores; pero espero que tú sí puedas.

- Robar !!! yo no puedo robar nada - le dije categoricamente. Agnes me miró fijamente. - Nunca he
robado nada en mi vida - mentí.
- Estoy más interesada en tus habilidades que en tu moral - me dijo Agnes - si en verdad quieres la
canasta, tendrás que aprender como robártela.

Agnes me había dicho que tuviera presenté volver a Canadá. Tendría que estar ahí por varias
semanas, quizás meses o quizás nunca dejaría a Agnes. A lo mejor, incluso moriría ahí. Ella me enseñaría
cómo robar la canasta ceremonial si yo elegía aprender.

Pero aquí, de vuelta en Los Angeles, estaba buscando todo tipo de obstáculo imaginable. Terror,
flojera, incertidumbre. Siempre terminaba diciendome que había tiempo; no tenía ninguna prisa.
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En casa me bañé y me cambié, me puse un vestido blanco y unos zapatos de tacón. Me quería
mantener en movimiento para escapar de mis pensamientos. Había quedado de ir a comer con mi amiga
Carolina, así que me dirigí directamente al Bistro Garden.

- Luces muy bien – me dijo Carolina.


- Entonces disimulo muy bien - le respondí.
- ¿Algo te tiene mal? - me preguntó.
- Tengo que ir a Canadá a vivir con la mujer medicina que te conté. Ya veré, es todo lo que puedo
decirte. Me estoy volvíendo loca, eso es todo. - le dije.
- Has hecho tantas cosas raras Lynn - me dijo Carolina - pero ir a Canadá a vivir con cazadores de
cabezas o lo que sean.....como que te estás pasando.
Miré a Carolina mientras saboreaba mi Martini. No pasó mucho tiempo para que me sintiera un
poco borracha. Llegó nuestro salmón....
- ¿qué te sucede? - me preguntó Carolina - ¿No comes?
- Carolina, ¿tú irías a Canadá? - le pregunté.
- ¿Algún hombre guapo por ahí? - preguntó riendo
- Oh, si!! muchos hombres solteros - le dije, mientras recordaba a los dos indios jóvenes que me
había encontrado en el camino cuando cambiaba la llanta del auto.
- No gracias - me dijo Carolina - me parece que prefiero ir a Hawaii.

Abruptamente cambié de tema.


- He estado teniendo unos sueños terribles - le dije, casi desolada.
- ¿Y qué esperabas? - dijo ella - si te la pasas conviviendo en medio de gente salvaje!!
- No son salvajes, son solamente gente diferente con diferentes costumbres - le dije.
- Diferentes está bien, despertarte en la mitad de la noche muerta de miedo, y teniendo que
prepararte para robar algo, por Dios Lynn!! ¿no tienes ya demasiadas canastas? ¿por qué no te dedicas
mejor a otro tipo de antigüedades? - preguntó Carolina.
- Lo que pasa que no hay otra manera de obtener la canasta - le dije - aparte no es un robo como
cualquier otro, tendría que aprender.

Más tarde, de noche, acostada sobre la cama, me dedicaba a ver qué cosas eran iluminadas por la
luna. Me quedé dormida; sé que soñaba algo sobre la canasta pero sólo recuerdo a un montón de cuervos
con ojos vidriosos y graznando; el ruido se hacia cada vez más fuerte, hasta que desperté y me di cuenta
que el teléfono sonaba insistentemente.

Hola - respondí con voz ronca.


- Ho, Lynn, habla Hyemeyohsts Storm
- Oh, hola!! deme un minuto, estoy tan contenta de que me haya llamado… recién sufría una terrible
pesadilla… - le respondí a manera de saludo.
- Cuéntame.....- me dijo.
Más o menos le conté algo sobre las pesadillas recurrentes que sufría.
- Entonces, ¿te vas a ir a Canadá? - me preguntó
Sentí un nudo en el estómago.
- Todavía no se, ¿que opinas de mis sueños? - respondí.
- Estoy en Nuevo Mexico atendiendo unos negocios - me respondió, ignorando mi pregunta - pero,
he estado pensando en tí y ya se por qée. Debes entender que los soñadores te han elegido. Debes
entender que la voluntad no es un misterio. Es simple. ¿Qué son tus sueños o tus pesadillas sino las fallas
de tu voluntad? Tengo que irme. Te dejare en el espejo de la creatividad y tocando el círculo del mundo.
Dicho esto, colgó.

Me quedé mirando el teleéono, un poco molesta por lo abrupto de la llamada. ¿Qué era lo que me
había dicho? ¿Las fallas de mi voluntad? ¿Mi voluntad para qué?

Anoté sus palabras en una libreta. Cuando acabé de escribirlas, supe lo que él me había querido
decir. Me sentí como cerca de un oscuro abismo, casi como si me fuera a perder en su profundidad. Lloré
hasta volver a quedarme dormida.

Al día siguiente, había quedado de verme con mi viejo amigo Archie, para ir a cenar.

Puede sonar como que siempre estoy yendo a comer y cenar con amistades, pero la verdad, esa es
la única forma de socializar en la ciudad de Los Angeles. En Roma o en París se puede caminar por las
calles y mantenerse en el ritmo de la vida social. No así en Los Angeles.
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- Hace rato que no te veía - le dije a Archie cuando nos sentamos.


Archie sonrió. Lo que pasa - me dijo - es que no estaba en la ciudad, acabo de regresar de las
selvas de Perú. Esto te va a sonar bizarro, pero me fuí a Perú en busca de un alucinógeno que llaman
Ayahuasca. Los indios le llaman el vino de la muerte y William Burroughs lo llamó, el arreglo final.

Lo miré fascinada instándolo a continuar.


- Encontré a un Indio que me hizo de guía - continuó - y con él me fuí al Amazonas a encontrarme
con un brujo del que había oído, aunque me dijeron que el hombre era imposible de encontrar. Igual nos
adentramos en la selva, había mucha humedad y los mosquitos nos picaban constantemente. Finalmente
llegamos a la aldea donde vive este brujo. Cuando llegamos todos se habían ido de caza así que estaba
casi desierto el lugar - excepto por el brujo.

- Ahí estaba el, sonriente, sentado en una silla con una gorra de beisbol y una camisa tipo
hawaiana. Realmente me asombró verlo, era muy viejo, y muy delgado. Igual me alegré mucho de
encontrarlo, había escuchado que cuando la gente toma la ayahuasca, abandonan sus cuerpos y mientras
se encuentran lejos de su cuerpo físico, el brujo examina bien el cuerpo para ver qué es lo que no anda
bien, y después lo arregla, curándolo. Yo esperaba tomar parte en esta ceremonia.

- ¿Y que fué lo que paso? - le pregunté.


- Hablé con el brujo a través del guía y solemnemente él aprobó que yo probara el vino de la
muerte. Teníamos que esperar a que fuera de noche.
- ¿No tenías miedo? - volví a preguntarle.
- Claro que si, pero me asuste más cuando volví de Perú y me enteré que la Ayahuasca es
cincuenta veces más fuerte que el ácido lisérgico.
- Eso he escuchado - le dije - pero la diferencia es que tiene propiedades curativas, no es cierto?
- Te puede curar, o te puede matar, eso es lo que dicen. - respondió Archie.
- ¿ Y que fué lo que pasó? - pregunté - ¿la probaste al final?
- Pues, primero le di al brujo una botella de Jack Daniels y algunas otras cositas y después nos
sentamos uno frente al otro. Era dificil el ver en medio de la oscuridad, sólo había una vela encendida, había
también una estatua de la virgen Maria, algunas imágenes hechas con madera, plumas y manojos de
hierbas atados con manojos. Había una vasija sostenida por palos y el brujo empezó a cantar alrededor de
ella. Finalmente metió un cucharón hecho de la mitad de un coco vacío y me lo dió. Olía y sabía como
vómito. Me lo tragué de un sólo golpe y le devolví la vasija, después el también tomó. Me dijo que el efecto
me duraría de 6 a 7 horas, pero cuando ví salir el sol por segunda vez y yo todavía andaba volando,
presentí que me hallaba en problemas.

Archie rió, pero yo no; estaba intrigadisima - ¿Y qué fué lo que aprendiste? - le pregunté.
- lo que aprendi fué realmente experimental y es muy dificil de explicar. Volé con una velocidad
impresionante a través de las vidas de la gente, gente que conozco. Los ví claramente interactuando y
llevando a cabo sus rutinas. Sentí que los veía desde alguna dimensión más importante que la nuestra,
como si nuestra realidad presenté fuera artificial.

Nos quedamos callados por algunos minutos.


- Archie, no hiciste todo eso sólo para ver que se sentía, no?
- No - me respondió, mientras doblaba su servilleta.
- Entonces, ¿por qué arriesgaste tu vida? Tú tienes todo, debes hacer millones al año. Incluso eres
feliz…

Archie reflexionó por un momento y me respondió - Quizás es como dice Nietzsche:" Aquello que no
pudo destruirme me ha fortalecido", pero bueno, hablemos de ti, sé que quieres contarme algo.
- Humm – respondí - ahora que puedo hablar sobre todo esto no se ni por dónde empezar, he tenido
sueños recurrentes y me siento bastante desorientada.

Seguí contando a Archie toda la historia, desde mis sueños, mi encuentro con Agnes y la obsesión
que sentía por poseer la canasta ceremonial.
- Espero que no pienses que todo esto es un absurdo....- dije, terminando de contarle.
- ¿Por qué? ¿Qué más puede haber, sino la busqueda - me respondió.
- Pero no entiendo algunas cosas, ¿qué significa la canasta ceremonial?
- Bueno, sólo puedo decirte lo que Agnes me contó – dije, mirando hacia los espejos del restaurant,
viendo reflejada en ellos mi propia frustración. - Agnes me dijo que la canasta fué tejida por los soñadores y
que representa un vacío inexplicable, el vacío de la mujer. Es una ley que todas las cosas deben nacer de la
mujer aún las cosas que han sido inventadas por el hombre. Todas las estrellas fueron creadas del vacío, y
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el vacío es la mujer. La creación inventó al hombre para balancear, dijo Agnes. Y puso un hombre dentro de
ella. En un hombre, es la musa femenina.

Agnes dice que el hombre ha tomado el vacío de la mujer y dice que es de él, y por eso nuestra
madre tierra ahora está en un estado de imbalance.

Archie se me quedó viendo - ¿La canasta es real? ¿O es una metafora? - me preguntó.


- No, como te dije, yo ví una fotografia de la canasta. La canasta no es una metáfora, es un hecho.
- ¿Puedo ir contigo a Canadá? Me encantaría conocer a esta mujer medicina - me preguntó Archie
sonriente.
- Me encantaria que pudieras venir - le dije.
- ¿Hay alguna razón por la cual no puedo hacerlo? - preguntó.
- Me dijeron que las enseñanzas son sagradas y no puedo traer a nadie conmigo.
- Pues es major una experiencia real que andarse imaginando tantas cosas - me dijo Archie.
- Si - le dije - pero estos sueños me tienen muy asustada. Si me voy con Agnes tengo miedo de
perder la vida que conozco. Tengo una subasta pendiente en Nueva York y hay mucha gente también que
depende de mi, no puedo nomás abandonar todo e irme en pos de la obsesión que me persigue.
Archie me dijo, mirándome sorprendido: - Lynn, no puedes dejar escapar esta oportunidad. Tus
sueños son mensajes. Deja de ser tan idiota y piensa en lo que estás diciendo, ¿subastas? ¿gente que
depende de ti? ¿acaso no es tu miedo más importante que cualquier otra cosa? Debes enfrentarlo.
- Pero puedo morirme en el intento, Archie - le dije casi sollozando.
- ¿Y qué? Igual te vas a morir - me dijo Archie - enfréntalo, ve al otro lado, yo sé que volverás.
Tienes que ir a Canadá, Lynn, no le des más vueltas, tú sabes que debes hacerlo.
- No, no lo sé - insistí.
Archie tomó mi mano, diciéndome: - no puedo creer que no te des cuenta lo increíble que es todo
esto para tí. Te han extendido un maravilloso regalo. Mira aquí, alrededor, vé a toda esta gente, ¿qué
piensas que han obtenido en sus vidas? Lo mismo que todo el mundo… ¿y qué has obtenido tú con la
tuya? La diferencia es que tú tienes una oportunidad inigualable, Lynn. No la dejes escapar. De lo que
debes escapar es de tu obsesión, y te apuesto que la canasta ceremonial hará eso y mucho más por tí.
Tómate un avion mañana mismo, y por favor cuéntame como salió todo cuando regreses. Eso, si
regresas… - me dijo Archie con una sonrisa y un guiño.
- Gracias Archie - le dije, sonriendo y dándole un beso de despedída.

Me fuí de vuelta a casa pensando en llamar a la linea aerea, pero cuando casi llegando a casa, me
asaltó el recuerdo de las experiencias que tuve con Ruby y Agnes y no pude evitar un estremecimiento.

Cuando llegué a casa me senté en el sillón a sopesar los acontecimientos, me di cuenta que llevaba
puesto el arete de turquesa que me dió Agnes.

Llegué tan distraída que ni siquiera me di cuenta que me lo puse cuando llegué. No lo llevé a la
cena. Decidí darme un baño, y cuando me fuí a acostar a propósito dejé el arete de turquesa en el
lavamanos del baño.

Dejé la luz prendida y me dormí... empecé a soñar de nuevo con la canasta, estaba ahí, y yo me
acercaba para tomarla, pero cuando me acerqué en vez de canasta apareció Agnes:
- es tiempo de que vengas - me dijo.
- Si, le respondí sin dudar- su figura se disolvió y dormí plácidamente.

Desperté bastante descansada en la mañana, fuí a peinarme, el arete de turquesa estaba colgando
de mi oreja!!! - Ahora sí estaba segura de que estaban pasando cosas extrañas. Mirando el arete recordé
con claridad el sueño que tuve. Agnes me había dicho que el arete era un objeto de transiciçon, un Puente
entre mi mundo y el suyo.

Levanté el teléfono e hice una reservación para volar hacia Canadá de vuelta.
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Capítulo Seis

Llegué a Crowley y estacioné el auto en frente de la tienda. Tres niños cree con pelo negro y caras
redondas se me quedaron viendo cuando salía del auto, después se fueron corriendo hacia el rio.

Entré a la tienda y ví al dueño atrás del mostrador junto a la caja registradora;


- ¿en dónde tienen el atún? - le pregunté.
- allá atrás - me indicó con su dedo hacia el final del estante.

Elegí algunas cosas: pan, mermelada, atún, etc....

- ¿Encontraste a Ruby la otra vez que viniste? - me preguntó el dueño mientras yo estaba tratando
de decidir qué jugos llevar.
- Si, la encontré- le dije.
- Bueno, pues espero que sepas bien lo que estás haciendo - me dijo mirándome fijamente.
- Si, lo sé.
- No quisiera asustarte – continuó - pero ten cuidado. Algunas chicas que van para alla, no sólo
chicas blancas, también indias, se les bota la canica. Uno cree que ellas saben lo que están haciendo, pero
cuando uno las vuelve a ver parecen muertas por dentro. Y no es la primera vez que algo así sucede, eh?
Es un gran riesgo el andar de curiosos con Ruby.......
- No ando de curiosa con Ruby - le dije. La mujer que vine a ver se llama Agnes.
La cara del hombre se quedó sin color cuando me preguntó: ¿Agnes Whistling Elk?
- Si - le respondí.
Parecía asustado. - ¿Y tú la conoces? - me preguntó.
- Sí.
- Ah, bueno; entonces por favor llévate esto contigo - me dijo, ofreciéndome un cartón de cigarillos.
En realidad sólo estaba bromeando con lo de Ruby, me dijo con una forzada sonrisa.

Su cambio de actitud me dió que pensar. Le pagué lo que llevaba y salí de la tienda. El hombre me
alcanzó antes de subir al auto.
- Por favor - me dijo - llévate este tabaco - dijo poniendo la caja en mi mano.
- Pero, yo no fumo, gracias - le respondí.
- Igual, llévalo igual, ok? - me dijo antes de retirarse.
- Bueno, gracias - le dije un poco molesta. Yo no veía ningún uso para el tabaco. Pero de pronto
recordé lo que me dijo Hyemeyohsts; él me dijo que el tabaco era sagrado para los Indios Nativos.

Puse las bolsas en el baúl del auto, me subí y me fuí manejando suavemente, mirando las casas
simples, los autos viejos, los pocos edificios.

Al frente ví a dos hombres caminando en mi dirección, eran los mismos hombres que se habían
quedado mirándome mientras yo cambiaba la llanta ponchada de mi carro la vez pasada.

Paré junto a ellos y bajando el cristal de la ventana les pregunté:


- ¿Se acuerdan de mí? ¿Necesitan que los lleve?
- Claro, si, nos acordamos de usted - me respondió el más alto sonriendo.

Se subieron los dos en el asiento de atrás. Se acomodaron tan bien que daba la sensación que
esperaban que yo fuera su chofer.

- ¿Cómo se llaman ustedes? - les pregunté


- El es Ben y yo soy Drum - me respondió el más alto de los dos
- Ben y Drum, eh? parece que siempre nos encontramos en el camino - les dije.

Silencio.

- La verdad me hicieron enojar aquella vez cuando no me ayudaron a cambiar la llanta - les dije.

Más silencio. Ben y Drum no eran de hablar mucho.

- ¿Y cómo han estado? - volví a preguntar después de minutos de silencio.


- Bien - dijo Drum.
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Hubo otro lapso de incomodo silencio, pero estaba empezando a disfrutar de la vista del paisaje.
Tome una bocanada de aire fresco tratando de relajarme. Drum se apoyó atrás del asiento del conductor y
me susurro al oído - Lynn, para el auto.
- ¿ Que? - le dije sorprendida y a la vez pisando el pedal del freno.
- Mírame - me dijo Drum - Veme - Drum puso su mano extendida debajo de su boca como si fuera
a soplar polvo en mi cara. - Estoy viendo la cara de una Diosa - me dijo.
- ¿De qué demonios estás hablando? - le pregunté.
- Nunca podré sostener esta belleza tan celestial – dijo. Sus ojos tenían un extraño brillo y parecía
que me estaba soplando sus palabras; hablaba en un ritmo que me sonaba familiar.

- Esto no es cree, Lynn – dijo - estoy hablando en un lenguage muy antiguo; pon tus ojos en el
centro de mis palabras.

Recordé que una vez cuando tenía 8 años de edad, ví como un hombre le dió de comer un ratoncito
a una víbora. La criaturita se quedó paralizada justo antes de que la víbora la atacara, reconociendo y
sometiéndose a su muerte.

Las indescriptibles palabras de Drum me hicieron sentir de la misma manera, sentí que me estaba
sometiendo. Puse de toda mi voluntad para salir de ese trance, empecé a gritar lo más fuerte que pude.

- Por favor, para, para!!!! - grité


- ¿Parar qué? - me preguntó Drum. Noté que el brillo que había en sus ojos desapareció.
- Sigamos el camino por favor - dijo Ben.

Seguí manejando... Drum se sentó de vuelta mirando hacia afuera, ignorándome.


- ¿A dónde va Lynn? - me preguntó Ben. Yo todavía estaba tratando de despejar mi cabeza
- voy a la cabaña de Agnes Whistling Elk, pero tengo que dejar mi auto en lo de Ruby Chiefs para
caminar hacia lo de Agnes.

Ben y Drum empezaron a reir. ¿ por qué tienes que hacer todo eso? - me preguntaron. - Hay un
camino directo a lo de Agnes.
- ¿En dónde? Agnes nunca me mencionó ese camino.

Drum se acercó de vuelta poniendo sus codos sobre la parte superior de mi asiento.
- claro, ella no te lo diría, ni tampoco te diría la hora o el día exacto. Ella es una bruja. Todos saben
eso. - dijo.
- Aquí está el camino - dijo Ben señalando hacia afuera - sólo dobla a la izquierda y te llevará directo
a su cabaña.
- La vieja bruja - dijo Drum - ¿de dónde vienes tu? - me preguntó.
- De Beverly Hills, California – respondí.
Drum sonrió - ¿dónde viven todas las estrellas de cine? – preguntó.
- Algunas - le dije.
- ¿Tí eres una actriz? - preguntó Ben
- No - les dije.
Drum me dijo: - deberías devolverte a Beverly Hills.
- ¿Por qué me dices eso? - le pregunté.
- Porque la última mujer blanca que vino por aquí fué encontrada empalada en un hormiguero.
- Que gracioso...- le dije.
- Para - aca nos bajamos - dijo Drum.

Paré el auto, y Drum y Ben se bajaron.


- Vivimos justo abajo del camino - dijo Drum - si necesitas algo ven a vernos. Nosotros te
arreglaremos a la vieja Agnes.
Ben sonrió - Si, la vamos a arreglar bien bonito - dijo.
- Bueno, gracias, si se convierte en una bruja los iré a ver - les dije.
- Nosotros trabajamos para un hombre blanco - dijo Drum - él es muy astuto. Deberías conocerlo, le
encantan las mujeres bonitas - dijo.

Se fueron camino abajo, me quedé con el motor andando viéndolos desaparecer, con una extraña
sensación en mi estómago. Un indio con ojos salvajes de pronto había empezado a hablarme de una
manera tan rara que me sentí muy cerca de la muerte. ¿qué me había pasado? El incidiente era
escalofriante.
26

Suspiré y seguí manejando, traté de ir directamente a lo de Agnes, seguí el camino pero terminó en
una gran roca. No se veía ninguna cabaña por ningún lado, pero había un caminito estrecho atrás de la
roca, quizás este era el camino que daba a lo de Agnes.

Justo abajo ví salir humo de una chimenea, era el techo de Agnes!!! Llegué como pude y de pronto
la ví y corrí hacia ella; ella me miraba con una expresión agria, enojada. Me quedé parada al ver su
expresión.
- Esos dos hombres que levantaste son aprendices del Perro Rojo, tendrías que haberme dicho la
primera vez, que los habías conocido.
- ¿Y yo cómo iba a saber quiénes eran ellos? - le dije.
- Ben y Drum te fumaron por poder y se dieron cuenta que no tienes ninguno, todavía no. Eres más
tonta de lo que pensé. Has cometido tu primer error - dijo Agnes todavía enojada.
- ¿Y tú cómo sabes que yo los levanté en el camino? - le pregunté

Agnes no me respondió; se dirigió adentro de la cabaña; la seguí, pensando si debería disculparme


con ella. Agnes jaló una silla de la mesa y me ordenó: - Siéntate.

La mesa estaba cubierta de hierbas y Agnes empezó a separarlas y a atarlas en manojos mientras
me dijo: ¿Por qué mejor no fuiste directo a la casa del perro Rojo para anunciarle que ya habías llegado?
Menos mal que traes puesto tu arete de turquesa; sino, podrían haberte matado.
Yo me quedé sorprendida. - ¿Cómo que podrían haberme matado? - pregunté
- Los hechiceros no matan gente, ellos hacen que la gente se mate sola.
- ¿Cómo? - pregunté.
- Si un hechicero te mata con un arma, él pierde poder. Para no perder poder hacen que te mates tú
sola o que otros te maten- respondió Agnes.
Entonces le dije sobre la experiencia que tuve en el auto con Drum. - ¿me puedes explicar qué fué
lo que sucedió? – le pregunté al terminar el relato.
- Drum te estaba recordando, fué a algún círculo previo de tu vida - dijo
- No entiendo de qué me hablas - le dije.
- Drum trato de regresarte en el tiempo y nunca hubieras podido volver, eres aún muy débil. Pero tu
arete le hablo a tus recuerdos para que no te dejaran quedarte allí. Fuiste afortunada esta vez.
- ¿Me estás diciendo que Drum pudo haberme matado sólo hablandome? – pregunté.
- Si, y casi lo logra. Tienes que abrir bien los ojos y mantenerte alerta. Los soñadores pueden creer
que tienes poder, pero todavía no sé cuál podrá ser - dijo Agnes.

Mi entusiasmo por esta aventura se estaba evaporando. Agnes se paró y colgó los manojos de
hierbas en varios clavos que había en la cocina, metió una tacita en un balde de agua y tomó un trago. Se
volvió a mirarme.
- Dime exactamente todo lo que ha pasado entre tú y los aprendices del Perro Rojo, empezando por
un principio.
Le dije absolutamente todo lo que pude recordar sobre la primer vez que los ví. También le comenté
todo sobre esta vez; la cara de Agnes no tenía expresión.
- ¿Y por qué no me dijiste del camino a tu cabaña? - le pregunté.
- Decirte… ¿acaso no lo sabías? Tendrémos que espabilarte un poco – dijo, sacudiendo su cabeza.

Cuando salimos a bajar las cosas del auto noté que una de las puertas estaba abierta.
- Nunca dejo las puertas abiertas – dije - ¡qué raro!!
Me dirigí a abrir el baúl del auto para sacar las cosas.
- ¿Qué es eso? - preguntó Agnes con sus manos en la cadera.

Miró fríamente mis dos maletas, mis maquillajes, bolsa de dormir y las tres bolsas de despensa. Se
llevó dos de las bolsas, una de ellas con el cartón de cigarillos sobresaliendo abajo de su barbilla. Caminaba
rápido y la seguí con mis dos maletas. Las dejé adentro y volví por lo que faltaba. Cuando volví con todo,
Agnes tenía el helado de chocolate en la mesa, estaba completamente derretido, Agnes me miró...
- ¿Cómo iba a saber que se iba a derretir tan rápido? – pregunté.
- Wasichu - me dijo. Comió algo de líquido de chocolate y después lo sacó afuera de la puerta.
- A los perros les encantará - dijo.
- Vas a tener que quedarte aquí sola esta noche - me dijo Agnes - tengo que ir a una reunión de
medicina.
- ¿Sola? Aquí? - pregunté.
- Si, te vas a dormir, sólo recuerda atrancar la puerta – respondió - hay veces que al Perro Rojo le
gusta merodear cerca.
27

Me estremecí. Me quedé mirando desde la ventana como Agnes desaparecía arriba en las Colinas.

No la pasé nada bien. Temía que Perro Rojo llegara a acercarse a la cabaña, escuchaba a los lobos
o coyotes aullar en la distancia. De pronto las dos lámparas de kerosene se apagaron… escuché ruidos
indescriptibles.....Agnes!!!! alcancé a gritar antes de caer desmayada por el miedo.
- Levántate idiota! La puerta estaba completamente abierta - me gritó Agnes.

Era casi el amanecer, me levanté y me quedé ahí desnuda, parada.


- Se llevaron todo, tu ropa, la despensa, todo - dijo Agnes señalando hacia la cocina.
- ¿Quién? ¿Qué? - pregunté.

Mis dos maletas ya no estaban; mi bolso estaba tirado abajo de la mesa con la tela rota, mis tarjetas
de credito y dinero tirados en el piso.
- Oh, no.... - me quejé.
- Por lo menos no se llevaron nada mío - dijo Agnes con una sonrisa pícara.

Me senté en una silla, puse mis codos en la mesa y sostuve mi cabeza en mis manos, ahí me di
cuenta que me faltaba un largo pedazo de cabello. Corrí hasta el espejito que había arriba del lavamanos.

Agnes se golpeó el muslo y empezó a carcajearse.


- Agnes, mira mi pelo!!! Me lo cortaron, me lo han arruinado!

Agnes afirmó con la cabeza tratando de contener la risa.

- ¿Quién me lo cortó? ¿Qué fué lo que pasó anoche? - me puse a llorar; me sentí como una criatura
desnuda en un cuarto lleno de extraños.

Agnes me dió una camiseta vieja, unos jeans y una cuerda para usar a manera de cinturón.

- ¿Por qué? - volví a preguntar, con un puchero.


- Esa fué la forma de Perro Rojo para humillarte. Si me lo hubiera hecho a mi, él tendría honor.
- ¿El Perro Rojo? - le pregunté mirándola a los ojos.
- Si, ese perro ponzoñoso, uno de estos días le voy a preparar un buen veneno.
- ¿Quieres decir que el Perro Rojo vino hacia acá en la mitad de la noche y me robó todo? –
pregunté, mientras miraba la sólida tranca de acero que había puesto en la puerta.
- Bueno - dijo Agnes - por lo menos no te rebanó la garganta. Cualquier otro lo hubiera hecho.
- Esto es horrible, me dan ganas de matarme – exclamé, tocando mi pelo, totalmente enojada.
- ¿Por qué no lo haces, entonces? - me dijo Agnes mirándome seriamente - lo único que me
importaría es que le fallarías a los soñadores... de otra manera, tú puedes matarte o encarar los hechos.
Uno de los hechos es que eres muy estúpida. Ven, siéntate aquí y tómate un té conmigo.

Yo seguía furiosa - Ok, Agnes, todos siguen hablando de los soñadores, por lo menos podrías
decirme quienes son… creo que me merezco algunas explicaciones - le dije.
- Si, tienes razón; vamos a empezar entonces, pero tienes que escuchar con mucha atención, Lynn;
porque estos son secretos - dijo Agnes, mientras se acomodaba en su silla y me invitaba con la mano a
hacer la mismo.

- Un soñador, es alguien que sabe como entrar a la rueda sagrada y puede salir de ella a voluntad.
- ¿Qué es una rueda sagrada? - le pregunté.
- Las ruedas sagradas, porque son siete - explico Agnes - son controladas por el poder katchina. La
primer rueda es la vida normal de todos los días, el mundo en el que vives y la manera en que lo percibes.
La segunda rueda es el sueño. La tercer rueda es el lugar a dónde van los que sueñan. La cuarta rueda…-
Agnes se quedó pensando por un momento; después siguió - tengo que traducir del Indio al Inglés, es
llamada “caminar a través de las barreras entre los mundos”. Entiende esto, tú sólo puedes ir entre los
mundos. Si te quedaras en ellos serías un espíritu y eso sería lo que llamamos muerte.
- ¿En otros mundos, los soñadores han venido a mí en la segunda rueda y me han llevado entre los
mundos? - le pregunté.
- Exactamente, pero tú todavía no tienes el poder para recordar nada que no sean tus sueños.
Porque consciente o inconscientemente te has cruzado con el poder.
- En otras palabras, ¿tengo que tener cuidado con lo que deseo? - pregunté, recordando todos los
años que llevo estudiando misticismo.
- Muchacha - Agnes me dijo - El perro rojo te conoce. Probablemente querrá humillarte de nuevo.
Quiere que vuelvas de dónde has venido. Necesito que vayas a la casa de Ruby a traer mis cascabeles.
28

Quiero traerlos para trabajar en ti; tienen poder medicinal. Veo un problema en tí y los necesito para
arreglarlo; ¿recuerdas el camino para llegar a lo de Ruby? - dijo Agnes
- Si, como olvidarlo - dije.
- Ahora que has visto las cosas que pueden pasar, ¿quieres volver?
- No... – dije, apretando los dientes.
- Entonces mejor que estes alerta - dijo Agnes.
- ¿Me acompañas? - pregunté.
- Vamos, apurate, ponte en camino - me ordenó Agnes, cruzando sus brazos y señalando con su
cabeza hacia la puerta.

Tomé mi bolso y fuí hacia mi auto, puse las llaves en la marcha, pero el auto no quiso encender,
estaba muerto. Suspiré resignada.Tendría que ir caminando, ya habría tiempo de arreglar el auto. Caminé y
corrí por tres horas enteras hasta que ví la cabaña de Ruby en la distancia. Sentía un lejano sonido como
llevado por el viento. Mientras más me acercaba el ruido se volvía más fuerte. Una frágil jovencita estaba
sentada en el porche de Ruby tocando una flauta. Su pelo era negro y largo y era muy bonita. La saludé con
mi mano pero no recibí respuesta, entonces la saludé gritando, pero ella continuó tocando la flauta.

- Es un sonido hermoso - le dije cuando llegué. Ella continuó tocando


- ¡hey! - le dije - ¿cómo estás?
Me arrodillé frente a ella y traté de ver sus ojos pero ella se mantenía tocando las mismas notas.
Moví mis manos frente a su cara pero ella no siguió mis movimientos. Recordé lo que el dueño de la tienda
me había dicho sobre las chicas que visitaban a Ruby. Ruby salió al porche gritándome:
- deja de estarla molestando!!!
Me encogí al verla.
- No le hables a July, no te escucha ni te entiende - me dijo Ruby.
- ¿Qué es lo que buscas, Washichu? - me preguntó Ruby.
- Agnes me mandó a buscar sus cascabeles - le dije
- ¿Qué cascabeles? - me preguntó.
- No sé, ella me dijo que la necesita para ayudarme - le dije.
- Yo no tengo sus malditos cascabeles. ¿Por qué no vino ella misma?- preguntó Ruby y me miró con
disgusto - a lo mejor ella quiere los cascabeles de lluvia. Quiere que se los preste, no se si tendría que
dártelos a ti. Es peligroso.
- Agnes dice que necesita sus cascabeles - le repetí.
- Bueno, ¿estás segura que te vas a arriesgar? - preguntó Ruby
- ¿Arriesgarme a qué? – pregunté.
- A la muerte - dijo Ruby - ¿a qué más? Si los cascabeles de la lluvia llegan a tocar a la madre tierra
te mueres. Si no se sienten a gusto con aquel que no conocen, para el atardecer pueden llamar a todos los
espíritus para matarte. Si yo te confío mis cascabeles y tú cometes un error, nada en el mundo podrá
liberarte. ¿Estás segura que aún te quieres arriesgar?
- Agnes me dijo que viniera a buscarlos - le dije.

Note que Ruby no parecía muy contenta por verme; pero de pronto me acordé que Ruby era ciega.
Bueno, ahora había dos que no me veían, July seguía tocando sus notas en la flauta.

Ruby volvió y me tiró los cascabeles, era como de 9 pulgadas de largo, de un color marrón oscuro,
con diseños tallados, tenían un bulbo del tamaño de una pelota de tenis y se escuchaban como semillas
rodando adentro.

Mientras los examinaba, Ruby alargó su mano y tocó mi cabeza.


- parece que te estás quedando pelona - me dijo, estallando en carcajadas.
- ¿Quién te hizo eso? - me preguntó.
- El Perro Rojo.
Ruby se rió aún más fuerte golpeándose los muslos.
- Sí, el Perro Rojo es así; escucha: te voy a hacer un gran favor prestándole a Agnes mi cascabel.
Ahora quiero que tu me hagas un favor a mí, llévate a July contigo y dile a Agnes que se la encargo por
unos días - dijo Ruby.
- Claro, con gusto - le dije - pero, ¿en algún momento podrá dejar de tocar la flauta?
- Nunca - respondió - y ni siquiera se te ocurra querer sacársela. Eso terminaría con ella. Yo ya me
cansé por eso quiero que ahora Agnes la cuide.
- ¿Puedes hacer que ella venga conmigo? - pregunté

Ruby le hablo en cree a July. - Ella ira contigo - me dijo.


29

Ruby me trajo después un jugo y un sandwich y me explicó que no importa lo que sucediera, el
cascabel tenía que estar en las manos de Agnes antes de que oscureciera. Me despedí y empecé a caminar
sosteniendo el cascabel y con July detrás mío tocando la flauta.

Apreté el cascabel con mis manos sobre mi pecho. Caminé despacio, cuidadosamente, cada paso
era muy importante. July nunca dejó de tocar la flauta durante el camino, al final me sentía un poco cansada
pero el cielo se veía casi plateado así que apuré el paso. Con los últimos rayos del sol en el horizonte por
fin llegamos a lo de Agnes.

Agnes vino afuera a encontrarnos - dame el cascabel de la lluvia rápido - me ordenó - casi te
mueres.

Mi Corazón saltó violentamente, le di el cascabel y ella corrió con él dentro de la cabaña, July se
sentó en el porche con su espalda apoyada en la paréd, siguió tocando su flauta.

En cuanto entré a la cabaña Agnes me dijo:


- vé y tráeme algo de agua del arroyo.
Me dió un balde y salí a buscar el agua. Cuando volví, Agnes me dijo: - toma agua y come.
Me senté a comer. Agnes se sentó frente a mi.
- dime exactamente lo que pasó desde que saliste de aquí, sin omitir nada.

Después que le conte. Agnes se paró y de un sólo movimiento me agarró de la garganta jalándome
del cuello hacia adelante. Me sorprendió la gran fuerza que tenía. Me dió vuelta la cara para que viera la
canasta que contenía el cascabel de la lluvia.
- Míralo - me dijo - no mires nada más, dile que tienes respeto, que sientes respeto por él.
- ¿Quieres que le hable al cascabel? - le pregunté.
- Sí, porque le has ofendido - dijo Agnes.

Me enervó la violencia de Agnes, casi a gritos dije - discúlpame, tengo respeto.


- No, no te disculpes, dile simplemente que le respetas – dijo, mientras dejaba de apretarme el
cuello.
- Siento respeto - dije mirando al cascabel de la lluvia.
- Mañana tienes que ir de vuelta a lo de Ruby - me dijo Agnes - y dile que te dé el cascabel correcto.
Tú me trajiste el cascabel de la lluvia. Yo quería el cascabel madre. El cascabel madre es de caparazón de
tortuga.
- ¿Quieres decir que tengo que caminar hasta allá otra vez?- le pregunté.
- Mañana, ahora te haría mejor irte a dormir.- me respondió.

Me dormi exhausta, escuchando la flauta.

Empecé a despertar, pero me sentía tan a gusto, tan tibia que seguí en mi mundo dormido, era muy
temprano para levantarme.

Tap tap tap

Me di cuenta que había un ruido, no sé si en el viento, pero pensé que se iría.

Tap tap tap

Finalmente abrí mis ojos y me senté. Me dolían los músculos de las piernas. Miré alrededor de la
cabaña buscando a Agnes, no había nadie.

Tap tap tap

Otra vez.... Miré afuera de las ventanas de Madera. Había un cuervo negro y bastante grande
pegando en el vidrio de la ventana con su pico, moviendo su cabeza de un lado a otro.

Tap tap tap

¿Me estaría pidiendo que le abriera la ventana? Los pájaros supuestamente tienen miedo a la
gente, mucho más de entrar en una casa.

Tap tap tap


30

El cuervo parecía impaciente. De pronto se abrió la puerta y apareció Agnes cargando leña.

Se adelantó haciendo un ruido chistoso con su lengua y después abrió la ventana y se rió con el
cuervo, quien entró y se quedó parado en la madera de la ventana; después volo al centro y se paró en la
mesa.
- Este es cuervo, dijo Agnes – Cuervo, te presentó a Lynn.
- Mucho gusto - le dije- ¿no estarás enojado conmigo, no?
- Sí, él quería que le abras la ventana, siempre desayuna aquí - dijo Agnes dándole a cuervo
pedacitos de jerky y pan. El cuervo parecía encantado comiendo.

Este viejo bandido ha venido a pedirme desayuno por años enteros - dijo Agnes - tiene major apetito
que yo.

Sentí que las notas de una flauta interrumpían la quietud del momento.
- Oh, no, otra vez – dije.
Agnes afirmó con su cabeza, y las dos nos reímos.
Cuervo se dirigió otra vez a la ventana, se paró un segundo sobre la madera y mirando hacia arriba
emprendió su vuelo.
- Estoy llena - me dijo Agnes .
- ¿cómo puedes estar llena? - le pregunté - sólo comiste un pedazo de pan y un par de tiritas de
tocino.
- Es una expresión que usamos nosotros - respondió - Quiere decir, he comido, estoy llena. Pero no
tiene nada que ver con la comida. Nosotros no vamos por ahí pensando en cosas, sólo hay uno a quien
agradecer y es el gran Espíritu. Quiere decir me siento llena por dentro por lo que he compartido. Me siento
bien. Sólo tenemos un regalo, y ese es el elegir nuestra muerte . Tú dices “gracias”, en tu mundo; puedes
decirlo, pero nunca le agradezcas a ningún hombre, eso te quita poder. Sólo hay una excepción. Cuando
ves al gran Espíritu en otro; entonces puedes agradecer a ese espíritu. Sino, no tiene sentido.
- Pero a mi me han enseñado.....
- No me importa lo que te han enseñado - interrumpió Agnes - te han enseñado mal.
- ¿Sabes andar a caballo? - me preguntó de pronto.
- Si, algunas veces he montado, ¿por qué?
- Tienes que ir a lo de Ruby, te acompañaré, iremos a caballo - me dijo.
- No sabía que tenías caballos - le dije - ¿dónde están? Ni siquiera los he visto.
- Hay demasiado que no has visto todavía, Lynn - dijo.

Agnes puso un poco de jerky sobre las piernas de July y murmurço algo en su oído. July siguió
tocando, sus ojos se veían vidriosos, su cuerpo rígido y frío. Se veía tan solitaria, y sus notas parecían
pájaros llamando por ayuda o advertencias....parecía tocar con una nueva tristeza.
- Después comerá - me dijo Agnes.

Me hizo señas para que la siguiera y caminamos siguiendo el camino con dirección a lo de Ruby.
Fuimos a un costado del arroyo, rodeado de hierbas exhuberantes; había conejos corriendo por todas
partes. Seguí a Agnes a una depresión sombreada por los árboles.
- Esta es la pastura sur - dijo Agnes - tú llevarás a la yegua, necesita ejercicio, puedes montarla
cuando gustes – dijo, señalando hacia tres caballos que tomaban agua del arroyo.

Agnes montó a su caballo, me llamo la atención que lo montó de lado derecho.


- ¿por queélo montas del lado derecho, Agnes? ¿No hay que montarlos de lado izquierdo?
-pregunté
- Si, pero desde hace mucho tiempo nosotros siempre hemos llevado nuestro morral de medicinas
del lado izquierdo – dijo - poniendo en marcha su caballo.

Los caballos caminaron de una manera dócil, era hermoso... miraba a Agnes, montando con sus
mocasines reboleando, se le veía una tremenda vitalidad y sus trenzas parecían más negras. Seguimos
cabalgando en silencio hasta llegar a una hermosa área llena de pasto para que se alimentaran los caballos;
desmontamos y los dejamos comer. Agnes sacó pescado ahumado y pan; sabía delicioso.

Comimos en silencio. Estaba a punto de recostarme cuando la voz de Agnes me hizo volverme.
- Lynn, ¿qué es en lo que tú crees? - me preguntó

Me sorprendió esa pregunta hecha así tan abruptamente.


31

- ¿En qué creo? - pregunté.


- Si, dime - me dijo con una sonrisa.
- Bueno, pues, yo creo en ser honesta - Agnes sonrió suavemente y tomó una roca y la puso sobre
la tierra enfrente mío.
- Sigue, qué más? - preguntó.
- Creo en ser buena en lo que hago – dije, pensando en mis creencias.
Sonriendo, Agnes puso otra roca junto a la anterior. Y seguí... le dije todas mis creencias
importantes, políticas y éticas. Para cuando terminé, había un buen montón de rocas enfrente mío.

- ¿Eso que quiere decir? - le pregunté a Agnes señalando hacia las rocas que ella puso enfrente
mío.
- Cada roca representa una de tus creencias - me dijo - Está el recipiente del mundo y el recipiente
de uno mismo. Tu recipiente es como varios nidos comfortables. Y tú reconoces la existencia de esos nidos,
te sientas en esas rocas como si fueran huevos y tú fueras la madre encima de ellos. Debes darte cuenta
de que no eres libre porque nunca puedes abandonar tus nidos llenos de auto-ignorancia. - Agnes señaló
hacia las rocas: - ahí está tu nido. Puedes pasarte el resto de tu vida abrigada en él, encima de tus huevos.
Esos huevos siempre serán los límites de tus experiencias. Sólo hay un huevo que tendría que interesarte,
es el huevo de la armonía con el Gran Espíritu. Esa es la roca sagrada en el medio del recipiente.
Concéntrate en esa roca y llegarás al pájaro reina, la que arranca sus notas a través de todas las barreras
de la percepcion. Me creas o no, tu recipiente es el recipiente del universo y tú eres la reina pájaro que
vuela eternamente, sin límites. Solamente la reina pájaro construye nidos sólidos, sin separaciones.

Agnes levantó una de las rocas diciendo: - Esta es la que te hace creer que debes ser honesta, pero
sólo aquel que ha roto el huevo de la verdad y la falsedad puede ser honesto. Te sientes la madre de ese
huevo como si guardara al más hermoso de los hijos. ¿Podrías tirar estos hijos uno por uno? - me preguntó.
- No - le dije sin dudar - mis creencias representan lo que yo soy. Representan las verdades que
conozco. ¿Cçomo podría tirarlas?
- Pues sería lo mejor que podrías hacer para poder ser libre - me dijo Agnes - camina por el sendero
sagrado y llega al nido sin límites.
- Trataré - le dije.
- Repite: mis creencias no son necesariamente ciertas, aunque yo crea que lo son - me dijo Agnes.

Lo repetí, pero me sentía confundida. Miré hacia las rocas apiladas y sentí su sombra oscura dentro
mío. Me arrodillé ahí, por un momento realmente quise poder entender. Me sentí entre la verdad y la
ignorancia. Una vaca curiosa se acercó y me olfateó las piernas, después me empujó la espalda con su
nariz, caí de bruces pero enseguida recuperé mi balance. Entonces Agnes vino y se me tiró encima, el
movimiento me tomó por sorpresa, sentí que Agnes era bastante agresiva; pero, para mi sorpresa, ella
empezó a abrazarme y a rodar por la pastura, riendo.

Seguimos rodando en medio de las plantas y los pastos, riendo. Me encantó ver que una mujer tan
fuerte y dura como Agnes pudiera perderse en un juego como si fuera una niña, gozçandolo intensamente...
de pronto llegué a un lugar donde no había más plantas, sólo algo de tierra mojada, ví a Agnes tan feliz y
me sentí tan bien que me perdí en el denso olor de la tierra. Llenando mis manos de barro, tuve el impulso
de ponerme barro en la cara también; poco a poco seguí embarrandome de lodo hasta que Agnes me dió su
mano y me levantó, riendo hasta que las lágrimas rodaban por sus mejillas. Brazo con brazo y muertas de la
risa seguimos caminando, como si fueramos una pareja de borrachitas, perdiendo el balance por no poder
ver bien en medio de tanta risa.

Llegamos hasta los caballos y montamos de nuevo.


- Ayúdame a rodear el arroyo del otro lado del barro - me dijo, mientras empezó a galopar con su
caballo...yo la seguí cabalgando también.

En minutos rodeamos el arroyo, Agnes paró su caballo diciéndome


- Me voy a ver a July, anda, ve a lo de Ruby y recuerda, es el cascabel madre el que debes traerme.

Había pasado casi todo el día con Agnes, había poco tiempo para ir a lo de Ruby y volver a casa de
Agnes antes de que oscureciera. Ojalá que la luna este brillante, pensé. Tardé un poco más de una hora en
llegar a la cabaña de Ruby, cuando miré hacia la cabaña, Ruby estaba ahí parada.
- ¿ahora qué? - me preguntó.
-Agnes me mandó por el cascabel madre; ayer me diste el cascabel de la lluvia - le dije.
- Agnes tiene el cascabel madre. ¿Yo para qué lo tendría aquí? - dijo Ruby. Sus manos las tenía en
las caderas y su larga falda roja volaba con el viento.
32

- Ruby, por favor; vine otra vez hasta acá sólo por el cascabel madre. Agnes lo necesita. Y me
mandó para que tú me lo des - le dije.
- Deja de estar llorando, porque yo no tengo el cascabel madre. Vé y dile que yo le mando decir que
se está convirtiendo en una vieja senil - me dijo Ruby, dándose la vuelta y metiéndose en su cabaña.

Me senté en el porche a descansar, me hubiera gustado que Ruby me invitara a entrar y me diera
por lo menos una taza de té. Esperé hasta que me di cuenta que Ruby no volvería.
- Adiós Ruby -- le dije a la puerta cerrada.

Monté de nuevo la yegua y me puse en camino; se sentía lluvia en el aire, estaba ansiosa por llegar
a la cabaña de Agnes. Me mantuve mirando hacia el cielo por si aparecía tormenta, pero las nubes
empezaron a disiparse dejando de nuevo el sol a descubierto.

Era ya tarde cuando llegué a los pastos del sur, desmonté a la yegua y puse mis brazos alrededor
de su cuello en señal de agradecimiento por haberme librado de la caminata.
- Hasta luego - le dije y me dirigí hacia la cabaña de Agnes; me moría de hambre y aparte quería
que Agnes me diera una buena explicación de por qué tuve que ir dos veces por un cascabel que ella sabía
que Ruby no tenía.

Escuché la flauta, miré hacia el porche sabiendo que encontraría a July ahí tocando, pero July no
estaba sola, alcancé a distinguir tres figuras. Cuando me acerqué y pude ver bien casi se me cayó la
mandíbula al piso; Ruby estaba ahí sentada con Agnes y con July. ¿Cómo hizo Ruby para llegar ahí antes
que yo? ¿En qué vino?
- Me ganaste - le dije a Ruby. Ella sólo se rio.

Miré hacia las copas de los árboles tratando de tranquilizarme y lentamente me acerqué al porche a
sentarme con ellas.
- No pudiste haber llegado aquí antes que yo – insistí - me vine a caballo y por el este.
- Bueno - dijo Ruby - como puedes ver, aquí estoy.

Agnes se rió mirando a Ruby; yo miré a Agnes y le dije en tono de reproche:


- Ruby me dijo que tú tienes el cascabel madre.
Agnes tronó sus dedos y se tocó la cabeza.
- oh, si; es verdad, como fuí a olvidarme - dijo
- ¿ Me mandaste a propósito sabiendo que tu lo tenías? - pregunté francamente enfadada.

Ruby empezó a correr por el porche simulando ser un caballo...


- ya córtala Ruby, le dijo Agnes.
- ok - respondió Ruby - entonces devuélveme el cascabel madre, es mi cascabel.
- Ruby - le dijo Agnes estampando su pie fuertemente sobre el suelo - tú sabes muy bien que el
cascabel madre es mío. Hace cuatro años que me lo diste.
- No, yo no te lo dí - respondió Ruby - sólo te lo preste. Hay una gran diferencia.
- Me lo diste - insistió Agnes
- Agnes - le dijo Ruby - ya estás perdiendo la memoria. Yo nunca le daría a nadie ese cascabel, así
que anda y devuélvemelo.
- No, ¿por qué? - le espetó Agnes - ese cascabel es mío, ¿no es así, Lynn?
- Bueno, eso fué lo que tú me dijiste – respondí - pero mejor arréglense entre ustedes y
manténgame a mi afuera de esto.
- Así que estás de lado de ella, eh? - me preguntó Ruby - están las dos en contra mía!
- Yo no estoy de lado de nadie – respondí - ¿por qué no se sientan y tartan de arreglar esto de una
manera civilizada?
- ¿Quieres decir así? - dijo Ruby, sentándose con las piernas cruzadas y con la nariz levantada para
arriba. Agnes se sentó enfrente de ella con sus manos una sobre la otra encima de su falda imitando a una
mujer sofisticada.
- Ok - dijo Ruby - ¿qué le parece, estimada Agnes? ¿podríamos hablar acerca de mi cascabel?
- Ay mi querida Ruby - dijo Agnes, suspirando y mirando hacia el cielo -me parece que en todo esto
hay un pequeño malentendido que tendrémos que aclarar.
- Ok señoras - les dije seríamente - en primer lugar ¿de dónde vino el cascabel madre?

Agnes y Ruby no pudieron aguantar más tiempo; se abrazaron y saltaron riendo, como si fueran
unas niñas. Yo presentí que me habían estado tomando el pelo. Nada de esto tenía sentido.
33

Me fuí adentro de la cabaña a buscar algo de comer. Después de comer salí afuera, Ruby estaba
fumando un cigarro. Entré de nuevo a la cabaña a descansar un poco. Más tarde Agnes y Ruby entraron en
la cabaña, esta vez sus caras se veían serias.

- ya está oscureciendo - dijo Agnes pasándome mi chamarra. Agnes tomó su cascabel de águila de
la noche y Ruby tenía en sus brazos un cascabel de caparazón de tortuga; me imaginé que era el cascabel
madre. Salimos cuando el cielo estaba entre rosado, dorado, celeste y naranja....

Caminamos por un sendero que estaba a la derecha de la cabaña; pasamos por rocas que no había
visto antes y llegamos a un caminito tan angosto que caminé mirando hacia abajo. Llegamos a algo
parecido a una meseta desde dónde se veía el crepúsculo. Finalmente seguimos camino abajo y llegamos a
una área redondeada con rocas que terminaban en una cueva. Se veían restos de algunas fogatas y había
leños nuevos en la parte de atrás de la cueva.

- Lynn, pon la madera para el fuego - me pidió Agnes. Ruby me ayudó a acomodarlos poniendo los
leños más gruesos o largos abajo y los más pequeños y delgados arriba. Ruby lo encendió. El cielo me
llamo la atención.
- miren el cielo - les dije. El cielo se veía ahora anaranjado en todas las direcciónes y el color iba
bajando en intensidad. Las sombras de las rocas y los árboles se reflejaban en la tierra. Sentí una fuerte
presión en mis oídos. Agnes me tomó de los hombros y me indicó con la barbilla que siguiera mirando hacia
el sol.

Este es el momento en que el mundo cambia - me dijo - el tiempo en que puedes ser transformada.
Ruby empezó a hacer sonar los cascabeles cantando suavemente.
-Tú eres el centro del fuego - me dijo Agnes, poniéndose frente a mi y sonando sus cascabeles en
mi oreja, pasando los cascabeles alrededor de mi cabeza una y otra vez.
- Eres el árbol que florece - dijo Ruby - con su cara grotesca en la nueva oscuridad que empezaba a
envolvernos. Ruby empezó a hacer sonar el cascabel madre en mi otro oído y a dar vueltas alrededor de mi
cabeza como había hecho Agnes.

Después las dos hicieron lo mismo, sonaban los cascabeles en mis oídos y los pasaban alrededor
de mi cabeza. El cielo ahora estaba oscuro; sólo se veía el fuego amarillo, rojo y azul. El fuego proyectaba
siluetas en el piso y las dos mujeres se convirtieron en una tempestad oscura saltando y sonando sus
cascabeles alrededor mío. Empecé a marearme. La oscuridad y el humo se sentían espesos en mi piel. El
sonido de los cascabeles era cada vez más fuerte y tangible; podía sentir su música, era fuerte y poderosa.

Agnes se paró enfrente mío con su cascabel, mirándome fijamente; yo tenía escalofríos. No podía
reaccionar, me sentía como flotando, como flotando dentro del cascabel, el sonido reververaba, mis oídos
latían y quice gritar. De pronto me volví el sonido y no lo pude contener más, grité con fuerza. Quería seguir
el sonido… exploté en una nada roja, era como si mi cráneo hubiera explotado. El cascabel de Agnes me
había hecho salir de mí misma. Miré a las dos mujeres y me sentí parte de ellas. Mi ser fisico había
desaparecido.

Me dejé fluir... pero el sonido del cascabel madre de Ruby me jaló con su ritmo incesante
llevándome a otro tipo de consciencia. El sonido era más zigzagueante. Ahora los sonidos de los dos
cascabeles sonaban diferentes, distantes. Mi boca estaba muy seca, me sentía tibia y mi atención se centró
en mi estómago. Agnes y Ruby desaparecieron y escuché como si muchos bebés estuvieran llorando, como
si todos ellos estuvieran alrededor mío o adentro mío y yo me encontraba en una enorme burbuja tratando
de sostenerlos.

- Esos son bebés muertos, que no han nacido todavía - dijo Ruby, poniendo su mano en mi
estómago - están dentro tuyo, siempre llorando, han estado llorando por cientos de años, en donde las
ruedas de la oscuridad están continuamente dando vueltas.

Cuando Ruby me toco el estómago, me di cuenta que estaba tirade en el piso; traté de sentarme.
Agnes vino con una manta y me envolvió en ella.
- Llévate la confianza de esos bebes que lloran - me dijo - siente el poder de mujer que tienes en tí,
poder de madre. Tú eres la misma madre tierra.

Las lágrimas me salían incontenibles. Me sentía más limpia, más vacía y a la vez, llena de una
fuerza nueva, me sentí en paz y ví que Ruby apagaba el fuego. Agnes me abrazó y me ayudó a caminar,
caminamos juntas de regreso.
34

Capítulo Siete

Escuché al cuervo tocando en la ventana, después Agnes fué y le abrió para que entrara. Era una
linda manera de despertar, olí a café.

- ¿Dónde están Ruby y July? - le pregunté a Agnes cuando me senté a la mesa.


- Fueron a caminar - dijo Agnes - estarán fuera casi todo el día; por lo menos ahora no tendrémos
que escuchar esa flautita.
- Agnes, cuéntame que me pasó anoche, no puedo creer todavía lo que recuerdo - le dije.
- Fuiste atraída por dos fuerzas irresistibles - me respondió - la madre cascabel y el cascabel águila
de la noche. Tu vida giró como una telaraña entre los cascabeles. En un momento ellos pudieron haberte
separado, pero te unieron y te dieron poder. No hay ni una sola parte de tí que no sea de este planeta
madre. La madre osa baila con las flechas de plumas blancas y anoche las puntas de las flechas se
juntaron. La madre tierra unió su energía junto a la tuya.
- Sí, la verdad me siento mucho más fuerte - tuve que admitir.
- Eres más fuerte - respondió Agnes, dándole un pedacito de pan al Cuervo
- La tierra es una gran reserva de energía. Y tú te fundiste con esa fuerza elemental; ahora eres esa
fuerza.
- Pero, casi me siento como si estuviera embarazada. No puedo olvidarme de esos bebés llorando,
¿todavía los tengo adentro mío? - le pregunté.
- Ellos siempre han estado dentro tuyo y dentro de cualquier mujer - dijo Agnes - recuérdalo, todo
debe nacer de una mujer. Es un poder que tenemos que el mundo ha olvidado. Mucha gente, incluso mucha
de mi gente no lo entiende y se enojarían con mis palabras. Aún así, es una ley. La mujer es el árbol
florecido. Tú eres el centro del universo, de la creación, de la madre tierra. Tenías que re-aprenderlo para
poder concentrar de nuevo tu energía. Ahora, podremos empezar con tu entrenamiento.

- ¿ Me vas a entrenar para que me pueda robar la canasta ceremonial? - pregunté.


- Sí, ya he fortalecido tu cuerpo y tu voluntad. Aún eres muy débil en muchos sentidos. Tienes
pegados a tí muchos conceptos que te debilitan. Tendré que sacudírtelos para poder guiarte hacia el
verdadero poder. Vamos a empezar la lección con una historia, una historia que nunca encontrarás en
ningún libro. Así que si gustas, toma notas, para que después lo puedas volver a estudiar.

Agnes sonaba tan profesional que no pude evitar reirme.


- Estoy hablando totalmente en serio, Lynn- me dijo Agnes - no quiero que olvides nada de lo que
voy a decirte. Mejor escríbelo.

Tomé un cuaderno y un lapiz sintiéndome como una colegiala, lista para escuchar, escribir y
aprender. Agnes tomó un palo largo y apuntó hacia la ventana.

- mira en esa dirección - me dijo- y nunca le digas a nadie hacia qué dirección estás viendo. Esto es
tan sagrado como tu verdadero nombre. Hace mucho, mucho tiempo atrás, las abuelas sagradas dicen que
no había día ni tampoco había sol. Sólo existia el Gran Espíritu. El Gran Espíritu era el centro, era la única
fuerza sin fin. Las abuelas le pidieron a la hijas vientos que soplaran muy fuerte al macrocosmos para que
hubiera existencia. El Gran Espíritu lo supo, se escondió y se dividió en sobrino y sobrina, y los puso a
cantar la canción de la creación. Todo vibra con sus voces, el universo, las galaxias, el cielo y la tierra. La
luz, la oscuridad y todas las cosas no son más que una canción de el Gran Espíritu. El Gran Espíritu
duerme en todas las cosas nombrables e innombrables. ¿Qué es la eternidad sino el aliento del gran
Espíritu? El diseño del universo para él no fué nada. Todo el tiempo no es más que una flecha recorriendo el
camino hacia el gran Espíritu. La canción de las plantas fué cantada. La canción de los animales fué
cantada. La canción de los hombres fué cantada. Cada palabra fué dicha en cada canción y ninguna
palabra fué olvidada. El gran Espíritu duerme en todas las cosas, las nombrables y las innombrables.

El gran Espíritu eligió este círculo, levantó sus dos palmas, cantó dulcemente e hizo 7 burbujas. La
burbuja en que nos encontramos nosotros está en el medio. La rueda dió vueltas muchas veces y ha habido
muchas migraciones. Pero la madre tierra ha permanecido. Si los dos piernas rompen la columna de la
madre tierra, ella desaparecerá y también perecerá. Ese es su límite. Sin madre tierra, todo lo demás
perecerá. He hablado con el árbol chamán, el árbol que recuerda todo, el testigo. Él me dijo que lo primero
que llegó fué el Sol, después la tierra, después las plantas, el árbol se sentía muy desolado y su energía
habló con la energía del sol y la energía del sol habló con la energía del ser. Los humanos, los dos piernas,
empezaron a caminar los caminos de los cuatro piernas. Pero también trajeron muchas leyes. En algún
punto del círculo de la eternidad, alguien lo llamo el comienzo y alguien lo llamo el final.
35

Agnes apuntó de nuevo con el palo.

- Allá abajo, había una Isla que los Indios llamaban la Isla de los Seis Dedos. Yo la llamo la Isla de
los Ladrones. Todos prosperaban porque todos tenían muchas provisiones y mantas. Nadie necesitaba
nada porque tenían de todo. Todos eran felices y bendecidos por la madre mar. El clima era caluroso,
realmente caliente. El calor les llegaba también en olas. Pensarás que quienen viven en una Isla así serían
seres lentos o tranqulos, más no era así; eran demasiado rápidos, demasiado nerviosos, se la pasaban
corriendo alrededor de su Isla. Todas las cosas tienen leyes. Pero la ley de la Isla era tener diversión y que
no faltara nada. Por eso los seres se la pasaban moviéndose, tratando de hacer algo para tener más y así
llegaron a ser todos ladrones, robaban cualquier cosa en la que ponían sus manos. Recuerda, si tú
hubieras vivido en esa Isla, hubieras crecido para ser una ladrona. Te hubieran criado y educado para que
en tu tiempo fueras una gran ladrona.

Los seres que no robaban en la Isla, eran considerados tontos o locos, pero eso tampoco era
problema para ellos. Aparte de robar, los seres de esa Isla mentían por costumbre. Tenías que averiguar la
verdad de muchos pedazos de mentiras. Si alguien de esa Isla alguna vez te decía una verdad, era por
accidente o para confundirte. Sé que suena complicado, pero en esta Isla la mayoria del tiempo existe la
posibilidad de hacer las cosas más avanzadas. No se conocían crímenes mayores; no mataban y nadie era
asesinado. Quizás el Pais de los Ladrones suena como un lugar malo, pero realmente la gente se sentía
muy bien así. Nunca estaban aburridos. Todo trabajaba para ellos. Para ellos era maravilloso mentir, hacer
trampas, y robar porque no pensaban que estuvieran haciéndole daño a nadie. Cuando alguien de la isla
veía algo que le gustaba, lo tomaba, esa era la ley. Y si algún ladron era atrapado en plena acción; los
demás se reían.

Así, los seres de esta isla fueron desarrollando con el tiempo la paciencia; empezaron a estudiar
mejor sus mentiras, o sus formas de robar algo muy codiciado. Fueron los primeros en ser invisibles, y ellos
conocían la risa de lo invisible. Hay invisibilidad en la risa. Ellos también eran capaces de olvidar y de hacer
que los demás también olvidaran. Después aprendieron a robar sin ser vistos. Podían estar alrededor tuyo
y tú no los veías. En este Pais lleno de arbustos y plantas había muchas cosas que tus ojos tenían que
aprender a ver porque a simple vista no se veían, y aunque lograras ver algunas cosas, igual no podrías ver
a los seres de la Isla. Ellos eran verdaderos maestros en el arte de robar y no han podido ser vistos desde
aquellos antiguos tiempos. Pero ahí están. Hay maneras de llegar a los seis dedos. Comiendo algo parecido
a un tipi.

Muchos hombres han comido este sagrado alimento para nada. Lo único que han encontrado ha
sido al gato con los ojos de jade. Sólo un hombre o una mujer con su cabeza arriba de la tierra puede comer
la medicina del conocimiento. Aún así, no te dejes engañar. Ese fué el error de los seres de est Isla. El
hongo era demasiado para ellos. Ellos lo cortaban y ese fué su error. Las delicias del PaÍs de los ladrones
pasÓ por varias duras lecciOnes, hasta que la Isla se partiÓ en dos. Al final dicen que la isla se sumergiÓ
debajo de las aguas y desapareció. El tabaco les hubiera enseñado, se los hubiera mostrado en el agua.

El hombre no sabe nada de los pasos que hay que dar hacia el altar, pero mi gente sabe
exactamente lo que pasó, aún cuando nos llamaban sanguinarios. Nuestros altares podían decirnos todo lo
que estaba por suceder. Hay que subir la escalera sagrada y hacer ofrendas de tabaco al gato. Golpear tus
pies en la montaña sagrada. Caerte sobre la tierra, sangrar y llorar.

Si quieres saber sobre cosas significantes, esos seres de la isla no estaban listos para morir, por
eso su espíritu ha perdurado; porque murieron con el nombre del Gran Espíritu en sus labios. Ya era
demasiado tarde para salvarlos, pero fueron guiados hacia los lagos. El espíritu de esos seres se unió en
uno sólo, un ser fosforescente que tiene seis dedos. Y ahora camina por la tierra como el más grande de los
ladrones. Alguna vez podrás soñar con él y pedirle que ponga un poco de su poder en tu morral de
medicina. Si lo llegas a encontrar, el podría ayudarte a robarle la canasta ceremonial al Perro Rojo.

Sí, serías muy afortunada si pudieras encontrar y juntarte con el espíritu del gran Pais de los
ladrones y dejarlo que te guíe. El podría ser tu major aliado. Si llegas a ver al seis dedos en una noche de
luna llena tienes que cantar con gozo, toca la tierra con las dos palmas de tu mano y toca tu estómago con
sus bendiciones.

Agnes hizo una pausa - yo le pregunté si esa historia era verdadera. Ella me aseguró que sí lo era.
Entonces le pregunté sobre el hongo y ella me dijo que algún día me diría más sobre él.
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- Ahora Lynn - Agnes me dijo - debes tratar de recordar al ser que tiene seis dedos en caso de que
te lo encuentres. Ese era el propósito de la historia; pero también necesitas saber sobre mi gente y esa es
también otra razón por la cual te conté lo de los seres con seis dedos.

- Ha habido muchas palabras - Agnes continuó- pero hace mucho tiempo, era muy diferente. Todos
hacían lo mismo; algunos hacían pipas, otros hacían cabañas. Había grandes cazadores y grandes
guerreros. Había grandes curanderos. Pero todos hacíamos práctimente lo mismo a la misma vez.
¿Entiendes lo que te digo?

- Creo que si – dije, tratando de seguir escribiendo todo lo que ella me estaba diciendo.
- La única diferencia en esos tiempos - continuó Agnes - era cómo lo hacíamos. Algunos podían
hacer ciertas cosas mejor que otros, pero a nadie le gustaba estar siempre haciendo lo mismo.
Capturábamos el espíritu del hacer y después lo dejábamos. Hacíamos una buena historia, y después así la
dejábamos. Hacíamos una buena canción y así la dejábamos. Pero había una excepción; cuando algo
tenía poder, lo conservábamos, y así fuimos conservando conocimiento y poder. En ese entonces el campo
no estaba dividido; la mujer tenía tanto poder como el hombre. Como ya te he dicho, las mujeres somos la
fuente de todo el poder. Había grandes mujeres jefes, y las mujeres eran tan buenas guerreras como los
hombres.

- Vamos a pretender, Lynn, que tú eras una de esas grandes guerreras. En aquellos tiempos todo
el mundo reconocía a un buen guerrero, todos hablaban de tí, decían ¿viste cuando Lynn hizo esto, lo otro?
¿Supiste como Lynn pudo robarse esto, o lo otro? Tu honor era muy bien conocido, tenías una gran
reputación y todos los grandes guerreros se conocían entre ellos, pero también había muchas leyes entre
los guerreros. Todo esto fué antes del caballo. Pero es bueno recordar estas cosas; las distancias eran
largas, cientos y miles de millas. Caminatas muy largas para llegar a otro campamento. Llegabas bastante
cansado.

Imagínate que ibas caminando y de pronto te encontrabas en un territorio enemigo, tenías que
desafiar a Ben y a Drum. Para ellos no sería nada divertido pelear contra tí sabiendo que vienes cansada.
¿Qué honor se llevarian ellos en una lucha así? Ellos esperarían a que te encontraras en tu mejor
momento, así tendrían honor. Cada joven guerrero aspiraba también poder desafiar a un gran guerrero.
¿Qué hubiera pasado si en tu camino te encuentras en un campamento enemigo? Ellos te darían el mejor
alimento; todos se sentirían honrados de tener de visita a una gran guerrera como Lynn, y el campamento
entero se sentiría contento y querría tener la oportunidad de poder verte, aunque fuera de lejos.

Al próximo día estarías preparada para poder pelear con Drum. Te pondrías tus mejores ropas, tu
cuchillo y tu hacha estarían afiladas; todo el campamento estaría viendo y esperando la gran pelea . La idea
no es matar a Drum, ni cortarle el cuero cabelludo; sino humillarlo. Cortarle sus trenzas o hacerlo ver como
un cobarde. Cuando empiezas a pelear con Drum te ves en una posición en que fácilmente puedes cortarle
las trenzas; pero en vez de eso, le cortas los tirantes y el cinturón y se le caen los pantalones; todo el
mundo festeja tu hazaña con grandes carcajadas. Entonces te das la vuelta y ofreces tu espalda a Drum, él
ahí tiene la oportunidad de tirarte e incluso de matarte. Pero no sería un gran guerrero si hiciera eso. Ningún
humano volvería a respetarlo. En un par de días, tendrías que enfrentarte con Ben o con cualquier otro
guerrero que quiera desafiarte. Durante todo ese tiempo permaneces en el tipi enemigo y eres tratada con
honor y con respeto.

- Es muy importante Lynn; que aprendas a robar - siguió Agnes - el arte de robar es hermano del
arte de la hechicería, y todos los hechiceros verdaderos saben cómo se roba el poder. El poder sólo te lo
puedes ganar o lo puedes robar, pero en cualquiera de los casos, debes saber cómo mantenerlo. Hay
ciertos poderes con los que muere el hechicero llevándolos consigo a la madre tierra. Y hay varios lugares
escondidos en el mundo donde los grandes guerreros danzaron por el poder y el espíritu de esos guerreros
reside ahí. Si tú puedes encontrar uno de esos sitios y conquistar el espíritu del guerrero podrás tener su
poder y el guerrero se sentirá honrado. Pero para hacer eso, tienes que ser una gran guerrera. En algunos
lugares de la madre tierra están los lugares dónde grandes guerreros como Cristo, Buda y Caballo Loco
encontraron su poder. Si te es dado poder debes saber cómo mantenerlo. Si robas poder probablemente no
tendrás mucho problema para mantenerlo. Si llegas a estar cerca del poder y no lo tomas por falta de
coraj,e entonces no eres ninguna guerrera. ¿Entiendes que primero debes tener un corazón valiente para
que puedas tener poder?

El primero en la lista de un gran guerrero era una mujer o un hombre a quien robarle poder; no hay
ninguna diferencia. Era un honor para cualquiera que un guerrero pudiera robarle. De esta forma se dieron
muchas bodas. En aquellos días de los que te estoy hablando era prohibido casarte con alguien de tu propio
campamento.
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El siguiente en el orden de importancia era robar cabañas, cosas, flechas, lanzas, jicaras, etc... si un
gran guerrero podía robar esos objetos, era una buena señal. Quiero que entiendas que era honorable
para un guerrero el robar. Para eso, robaban morrales de medicina, objetos de poder, cosas de poder,
pero, si no sabías como utilizar el poder de estos objetos podías lastimarte o incluso matarte. Era un gran
riesgo. Robar poder era peligroso porque si te robabas un objeto de poder, era obligación del dueño el
matarte para recobrar su poder. Había incluso cosas más peligrosas para robar. Como un ritual, o una
canción; en esos casos, todo el campamento te buscaba para matarte.

El robar era uno de los métodos de los grandes guerreros para convertirse en personas de
medicina. Los guerreros del cielo se ponen felices cuando un guerrero roba poder. Hay muchos caminos al
poder; el poder se gana primordialmente de las visiones y los sueños. Imagínate que tuvieras que
enfrentarme a mí por poder. Imagínate por un momento que tú tuvieras más poder que yo, que puedes
recordarme en otras vidas de la misma manera como Drum hizo contigo cuando quiso matarte. Tú serías
capaz de robarte toda mi medicina con un soplido; ¿qué podría hacer yo? Yo soy una mujer vieja, pero eso
no es una excusa. Tú eres mucho más fuerte que yo, y yo lo sé. Pero yo tengo honor, entonces lloro y ruego
al Gran Espíritu para que él se encargue de tí y para que te de aún mucho más poder, una mujer medicina
siempre se siente honrada al tener quien le suceda. Una mujer medicina quiere que le roben su poder. Esa
fué siempre la manera y así lo es todavía.

Las viejas maneras todavía están con los hombres de conocimiento. Pero ahora nada es de la
manera como uno lo mira. Esas viejas maneras eran buenas; pero todo en el mundo ha ido cambiando.
Hace muchos, muchos años llegó el primer hombre blanco a Dakota; todo el mundo estaba muy curioso, no
estaban muy seguros de qué es lo que él era, si era un hombre o un animal. Los hombres medicina vinieron
a verlo, después los jefes. Uno de ellos dijo: “quizás, si esto no es un espíritu, si es un hombre, ha comido
mucho polvo blanco”. El hombre blanco trataba desesperadamente de hacerse entender para decirles que
se estaba muriendo de hambre, que hacía días estaba perdido y no había probado alimento. Pero nadie le
entendía.

Otro de los jefes dijo:” si es un hombre, debe tener una extraña enfermedad, y podría contagiarnos,
a lo mejor nos volvemos de ese color e igual de débiles, creo que se está por morir, ¿ por qué no le
ahorramos el sufrimiento y lo matamos?”

En aquellos días, debido al clima frío, la grasa era muy apreciada y también muy escasa. Cuando
los jefes se habían puesto de acuerdo para matar al primer hombre blanco una mujer se acercó a ellos y les
dijo: ¿que no se dan cuenta que él también es un hombre? Tiene dos piernas, dos ojos, dos manos, pero
se está muriendo de hambre, por eso está débil, denle un cuchillo y acérquenlo al venado que está colgado
para que pueda cortarse algo de carne.

Esa mujer sacó de entre sus faldas un cuchillo y se lo puso en la mano al hombre blanco y después
le señaló la caza del día que habían estado cortando: un venado colgado hacia abajo. El hombre corrió
hacia el venado y cortó la grasa. Ese fué el primer hombre blanco que mi gente vio, y lo llamaron wasichu
que quiere decir el que come la grasa. Los jefes y las mujeres se quedaron complacidos al ver su buena
obra, pero los hombres medicina al ver al hombre blanco recuperando el brillo en sus ojos con la grasa del
venado corriéndole por la boca, se miraron entre ellos y supieron que había llegado el fin, y tenían razón.

Más hombres blancos llegaron y se llevaron mucho más que la grasa de los venados. Todo se
terminó y ahora el hombre blanco es dueño de la mayoria de las naciones. Los hombres medicina supieron
que lo único que les quedaba era su poder; pero ahora lo esconderían. El verdadero conocimiento siempre
se encuentra escondido y sólo puede ser encontrado por aquellos que tienen el valor de salir a buscarlo.
Tiene que ser de esa manera.
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Capítulo Ocho

Hay muchos secretos - dijo Agnes - y muchos de ellos vendrán a iluminarte en su momento. El perro
rojo es maestro de todas esas artes perdidas. Él sabe cómo mantener el poder y cómo robarlo en primer
lugar. Se llevó la canasta ceremonial, no? porque él dice, “¿quién se atreverá a desafiarme? ¿quién puede
vencerme? ¿quién tiene el poder suficiente para venir y robármela? “

En tu mund,; los grandes robos son hechos en papel; sí, anótalo. Quizás podrías escribir un libro
sobre el Perro Rojo; no creo que a él le gustaréa, a él le gusta estar siempre escondido, disfrazado. Tendrás
que aprender a verlo. Tú das muchas cosas por sentadas, pero tu visión no es más que un vistazo, todo
está disfrazado. Te diré lo que es una mujer medicina; somos viajeras de las dimensiones. No nos dejamos
atrapar en las prismas de la eternidad. Aprende a pensar con tu estómago. Hay dos perros guardianes en
tu estómago. Sus nombres son Celos y Miedo. Uno de ellos es ferozmente celoso y el otro es celosamente
feroz. Ellos son medicina para protegerte.

Continúa usando tu intuición, nunca puedes resolver un problema en el nivel en que surgió. Para
robarte la canasta ceremonial no debes tener piedad en tu búsqueda. Sé la maestra de tu destino, porque
tienes la necesidad de manifestarte a tí misma.

Ahora vas caminando por las montañas sagradas donde el oso baila con las flechas con plumas
blancas. Has escuchado a los soñadores. Las emociones nacen en el momento en que te conectas con
algo, y tú estás conectada a los soñadores. Sigue la senda indicada y conviértete en algo, conviértete en
una mujer. En tu mundo, el mundo de la mujer se ha perdido.

Agnes dejo de hablar de pronto. Yo terminé de escribir. No sabía qué decir, Agnes salió y entraron
los rayos del sol, escuché a los pájaros cantando.

Agnes volvió y me dijo desde la puerta - Guarda tus notas y sígueme.

Salí y caminamos hacia el sendero, después dimos vuelta a la izquierda. Agnes me dijo que me
quedara por ahí el resto de la tarde y que no me sintiera separada de lo que veía, estuve caminando por los
campos hasta que cayó la tarde. Ya estaba oscureciendo cuando escuché a Agnes llamarme para comer.
Tan pronto escuché su voz salí corriendo hacia la cabaña, el olor era exquisito.

Agnes me acercó un tazon lleno de sopa con un sabor muy rico. La puerta estaba abierta y por ella
entraba una fresca brisa. Ella se sentó sobre la cama cosiendo un viejo poncho. De pronto, sin mirarme, me
preguntó:
- Lynn, ¿qué es lo que realmente quieres?
- ¿Qué es lo que crees que quiero? - le dije - quiero la canasta ceremonial.

Agnes no respondió. Terminé hasta la última gota de mi sopa y puse la cuchara dentro del tazón.
Agnes hizo a un lado el poncho y me miró diciendome:
- Para que puedas conseguir la canasta ceremonial debes ser el receptáculo adecuado. Debes
madurar tu vacío para que la energía de lo que quieres, en este caso, la canasta ceremonial, fluya
magnéticamente de tu estómago. Debes convertirte en ella para que no haya separaciones. Cuando tú
piensas en tí como una entidad separada estás obstruyendo la corriente y la canasta no se alineará hacia ti.

Yo estaba un poco confundida con estos términos.


- ¿cómo podré saber cuándo mi vacío ha madurado? - le pregunté.
- Simplemente te daras cuenta de tu poder, sentirás tu momento, no podrás evitarlo - me dijo.
- Agnes - le dije - me cuesta un poco entender tu terminología, ¿cómo puedo aprender así?
- Pues para eso estás aquí, para aprender - me respondió.

Agnes caminó hacia afuera, abrió la puerta de par en par y después se sentó en el porche. Yo me
senté junto a ella y me quedé maravillada con el color del cielo. Agnes miraba hacia las luces del noreste,
amarillas y rosas, parecía que estaban anunciando un carnaval al otro lado del mundo. Ví los colores pasar
por la cara de Agnes, sentí ternura por ella, su cara era como un mensajero de dolor para mí, me recordaba
que lo que yo había conocido como mi vida, estaba muriendo. No podía ni siquiera explicarme a mí misma
el por qué me empezaba a sentir diferente, pero me sentía muy diferente a la persona que era meses atrás.
Me sentía como enamorada.
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- Esta noche - dijo de pronto Agnes - las abuelas tienen un regalo vital para ti. Yo voy a darte tu
medicina.
Agnes golpeó con su mano las maderas del porche haciéndome señas para que me acercara más
a ella.
- Dime Lynn - me dijo- si tú fueras un animal, ¿cuál te gustaría ser?
Me quedé desconcertada.
- Siempre me preguntas cada cosa, Agnes, que me cuesta trabajo responder.
Pensé por algunos minutos y de pronto le dije:
- siempre me han gustado los caballos, también los venados.

Agnes me sonrió - Tú eres un lobo negro.


Agnes observó mi reacción y con su mano tocó mi frente.
- despierta dentro de ti - dijo.

Cuando separó su mano sentí un escalofrío.


Agnes me dijo: - eres un lobo negro en vez de un lobo blanco, porque llevas la vasija negra de la
contemplación. Si fueras el lobo blanco serías menos introvertida. Vigilas en el bosque lo que quieres y
después vuelves por él. Eres un lobo solitario que tiene miedo de estar solo. Te voy a contar una historia.

“En un principio, cuando el mundo fué formado, los jefes mandaron a los lobos a explorar y a medir
el mundo. Después de ir por todos los caminos dijeron; "este es el camino que es, y ese es el camino que
era" La medicina del lobo significa mesura. Los lobos son muy buenos matemáticos, si tú eres uno con tu
medicina, nunca te podrán hacer trampa porque tú ya has caminado los caminos.

Es una medicina hipnótica y muy poderosa. Te voy a dar un ejemplo; el lobo va temprano en la
mañana al río, él ve a su desayuno nadando ahí y se pone gozoso a bailar. Todos los gansos lo miran
intrigados, se acercan a ver al lobo bailando y cuando están lo suficientemente cerca, él salta al agua y
mata todos los gansos que quiere; su medicina es muy peligrosa. Un cazador tendría que ser muy
afortunado para matar o siquiera poder atrapar a un lobo, porque un lobo enseña a los otros lobos lo que
son los cazadores. Y si tú fueras el cazador, sería imposible. Tú no puedes matar a tu propia medicina.

Los lobos tienen escuela; ellos fueron los primeros maestros, viven de maneras que los fortalecen,
el lobo siempre provee de alimento a los lobos viejos o enfermos, le enseña a los lobos más jovenes y
defiende su territorio de otros animales. El lobo tiene mucha estamina, puede estar sin comer por grandes
períodos de tiempo. El lobo es una gran medicina, y debes recordar que yo no elegí que seas un lobo. Tú
eres un lobo negro.”

Agnes apoyó su espalda en la pared y guardó silencio. Yo también apoyé mi espalda, sorprendida
de cómo empezaba a sentirme tan parecida al lobo. Agnes me miró y volvió a hablar.

- El propósito de la medicina es el poder. Tú vas a un psiquiatra y él te dice que le cuentes lo que


hay en tu cabeza; lo que está haciendo es ayudándote a entrar y aprender sobre tu carácter. Pero desde
que los nativos hemos observado a los cuatro piernas y a los alados y a todas las fuerzas de la naturaleza
por miles y miles de años, entonces sabemos a qué clase perteneces. Cuando yo te digo que eres un lobo
negro, tú te ves por dentro y encuentras a ese lobo negro; cuando entiendas los poderes del lobo negro
también tendrás esos poderes. Todas las medicinas son buenas y tienen poderes. Los blancos dicen; yo no
soy una serpiente, no soy una ardilla, yo soy más importante; ellos se sienten separados y esa es su
tragedia.

Agnes se paró de pronto y me dijo:


- vamos a limpiar la cabaña, Ruby y July llegarán pronto. Vamos a ir todas juntas a darnos un vapor
a la cabaña de vapor allá abajo junto al arroyo.
- ¿Cuál es la razón para ir a está hora a tomar vapor? - pregunté.
- El propósito es purificar tu espíritu y tu cuerpo para facilitar tu comunicación con el Gran Espíritu -
me dijo Agnes mirándome fijamente - Hoy quiero que escuches bien a tu medicina, a tu lobo negro. A
través de está purificación encontrarás guía y revitalización. Si tú eres la que va a robar de vuelta la canasta
ceremonial al Perro Rojo, esta noche, después de que tu espíritu se limpie, pintaré tu cuerpo y bailaremos tu
danza para el espíritu del mundo. Te transformarás y te convertirás en una con tu medicina y conocerás tu
poder. Danzarás en un lugar que será cargado con tu energía de lobo. Y ese será tu lugar de poder. Piensa
en todo esto y si realmente así lo quieres, sométete.

Fuimos hacia afuera; las luces del noreste fulguraban ahora en naranja, verde, y azul blanco. Lejos
en la distancia, pude escuchar las notas de la flauta.
40

Momentos más tarde, ví las formas oscuras de una mujer vieja y una muchacha apareciendo en la
oscuridad.

- Casi se me olvida lo del sudor - dijo Ruby - pero aquí estamos.

No se le veía cansada por la larga caminata. Me sentía un poco incómoda en su presencia. Agnes
nos guió como una madre gallina y nos apuró por el sendero. Yo llevaba mi toalla en los hombros, el aire
estaba perfumado por la brisa.

Agnes y Ruby iban cuchicheando adelante; July, contenta tocando su flauta, las seguía. De pronto
Agnes y Ruby pararon. Cuando July y yo llegamos, Agnes me dijo que me sentara y permaneciera en
silencio.

- Sólo fijate cómo vamos a encender el fuego y a calentar las rocas - me dijo Agnes - piensa en el
fuego como si fuera el fuego eterno. Será encendido de una manera sagrada y a través de ese fuego
deberemos purificarnos y acercarnos a la fuente del poder. Sientate de una forma sagrada y sueña.

Agnes me dejó sentada. Vi que Ruby le sacaba la flauta a July y la ponía cerca de la bolsa de
Agnes. July estaba dócil y tranquila, para mi sorpresa. Nos sentamos en un claro del bosque, las estrellas
empezaban a aparecer abundantemente. Parecía que estaba aún más oscuro ahora que el fuego estaba
encendido. Enormes llamas naranjas y amarillas se elevaban en el aire de la noche. Agnes se sentó cerca
del fuego; su cara se veía color naranja. Empezó a tocar suavemente su tambor, cantando. Cantó por un
largo tiempo y después empezó a hacer una oración al fuego.

Después Ruby dijo - Ho!


Agnes caminó a una planicie y puso su pipa de tabaco sobre la tierra. Bajo su dirección, July y yo
nos sacamos nuestra ropa y entramos en una cabaña agachándonos porque la entrada era bastante baja,
como de 4 pies de alto.

Adentro, yo hice una oracion silenciosa al Gran Espíritu. Agnes oró en voz alta y nos movimos en la
dirección del Sol. Yo me senté junto a la puerta, en dirección opuesta a Agnes. Permanecimos en silencio
por un largo rato. La única poca entrada de luz venía por la puerta, desde el fuego que ardía afuera.

Ruby se quedó fuera, alimentando el fuego. Agnes me dió su pipa y yo la puse enfrente mío como
ella me indicó, con el lado grueso hacia el oeste. De pronto Ruby levantó la puerta y con un palo largo
metió una piedra y la depositó en el centro, muy cerca de mis rodillas. Murmuró algo en Cree.

Luego siguió metiendo rocas, una por cada dirección; una para la tierra; otra para el cielo. Agnes
me pidió que ofreciera la pipa al cielo, la tierra y las cuatro direcciones; y después que la prendiera.
Después de fumarla y tirar el humo sobre mi cuerpo le pase la pipa a July, que estaba sentada a mi
izquierda; tomó la pipa y fumó. Agnes volvió a fumar y me la pasó de vuelta, diciéndome que me purifique y
que cuidadosamente vaciara las cenizas en las orillas del altar sagrado. Después me pidió la pipa de vuelta;
sostuvo la pipa por encima del altar dirigida hacia el Oeste, luego hacia el este, donde Ruby, que seguía
parada afuera, la tomó.

Cuando Ruby cerró la puerta, y cubrió la cabaña con una manta, observé que las piedras apiladas
en el medio brillaban un color rojo intenso. La cabaña era pequeña, de unos 4 pies de alto y unos 8 pies de
largo. Estábamos inmersas en la oscuridad que Agnes me había dicho, representaba la oscuridad del alma,
la ignorancia de la cual tenemos que purificarnos para poder encontrar nuestra propia luz.

Escuché la voz de Agnes en la oscuridad:


- durante la ceremonia, la puerta será abierta 4 veces para recordanos la luz que hemos recibido
durante las cuatro edades.

Después, Agnes salpicó un poco las piedras 4 veces mientras oraba a las abuelas. Enseguida se
levantó de las piedras un vapor fragante y el ambiente se tornó denso, espeso, caliente y de ser posible,
más oscuro.

Luego, Agnes llamó a la estrella brillante de la mañana y volvió a rociar las rocas con agua 4 veces.
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Yo puse mi cabeza entre mis rodillas para poder respirar mejor, empecé a sentir mucho calor.
Después Agnes siguió llamando al arcoiris y a las águilas, y cantó una hermosa canción. La voz de Agnes
se notaba emocionada. En medio de la melodía, empecé a llorar.

Pensé que el calor llegaría a cierto nivel y ahí se quedaria; pero seguía intensificándose; llegué a
pensar que no podría resistirlo más. Miré las piedras, su color rojo semejaba los mismos ojos de la tierra.

Agnes llamó por sus poderes y volvió a rociar las piedras 4 veces más.

Me di cuenta que yo estaba rezando también en voz alta. Empecé a transpirar; las gotas de sudor
caían sobre mis ojos. Me sentí mareada con tan intenso calor.

De pronto, con alivio, ví que Ruby corrió la manta y abrió un poco la puerta; un precioso aire fresco
entró y nos abrazó. El fuego de afuera lanzó la sombra de sus llamas en nuestro lugarcito sagrado. Me
desorienté un poco con la luz que entró de pronto pero me sentí muy aliviada de poder recuperar el aire.
Agnes nos dió una taza con agua y con ella frotamos nuestros cuerpos. Me sentí humildemente agradecida.

Ruby cerró de nuevo la puerta y la manta; mi mirada había quedado en July, quien se balanceaba
de atrás hacia adelante, murmurando, después quejándose y finalmente llorando desesperadamente.

Mirándola llorar, empecé a preguntarme sobre todo el dolor que existe en el mundo, no sabía si lo
que corría por mis mejillas eran lágrimas o gotas de sudor; pero me costaba trabajo respirar. Estaba
inmersa en un agujero negro de tristeza y abandono.

- Lynn - escuché la voz de Agnes decir - has venido a mi como una guerrera del ArcoIris. Eres un
puente entre el mundo del hombre blanco y el mundo del hombre indio. Cuando reconozcas tu manera te
conocerás a tí misma. Cuando reconozcas tu manera, conocerás la autoridad. Cuando conozcas la
autoridad verás el espíritu. Cuando hayas encontrado al espíritu, verás a la gente.

Después, Agnes me pidió que llamara al Lobo Negro, mi medicina. Después me dijo:
- te enseñare tu canción, escúchala y cántala conmigo.

Mientras cantaba con ella, cerré mis ojos, y en mi campo de vision interior apareció una rueda;
primero rodaba hacia la derecha, después hacia la izquierda y me hipnotizaba. Me ví afuera de la cabinita y
parada enfrente mío estaba una mujer vieja con una pequeña niña.

- ¿Cómo llegaste aquí? – le pregunté - ¿y quiénes son ustedes?


- Todos los caminos se juntan en el centro, el espíritu - escuché.

La vision desapareció de pronto y yo estaba de vuelta en la cabinita con July y Agnes.

Escuché que Agnes me preguntaba:


- ¿dónde estabas Lynn? ¿Que fué lo que viste?

Con voz entrecortada le conté lo que había visto.


- Esa fué la niña lobo y su abuela - dijo Agnes - ¿qué fué lo que te dijeron?

Se lo dije.
- Si, así es - respondió Agnes - todos los caminos, todas las religiones, todo volverá a su centro.
- Pero, no entiendo quiénes son la anciana y la niña, Agnes - le dije.
- Ellas son la medicina del Lobo - me respondió.
- ¿Y eso que significa? - pregunté.
- Pongámoslo de está manera, hija: el amor es el mejor guía que hay. El conocimiento también es
un buen guía. Enseñar es un buen guía. No tengo que creer para saber lo que es la pena, yo sé cuando
siento pena. No tengo que creer para saber lo que es el amor; yo sé cuando siento amor. Para estar aquí,
yo estoy aquí. así que no creas que tú eres sólo una humana; conocete a tí misma, hay muchas medicinas -
dijo Agnes.

- Tus palabras me hacen sentir bien Agnes, pero no todas se conectan en mi mente.
- Una vez tuviste a una criatura - dijo Agnes - en tu cabeza no entra tener una criatura. Tenías a tu
niñita dentro de tu ser entero, no sólo en tu mente. Déjala que vuelva a nacer.
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Sentí un golpe de descorazonamiento; quería gritar y salir corriendo, pero también sentía como si
estuviera envuelta en sogas que me apretaban; quería salir de ese confinamiento, de ese calor. Suspiré con
resignacion y me someti, y de pronto poco a poco y milagrosamente; la oscuridad empezó a respirar junto
conmigo. El color de las piedras calientes empezó a pulsar al unisono con los latidos de mi corazón.

My cuerpo parecía estarse derritiendo; y mis manos estaban tensas de una forma extraña; quise
separar mis dedos, pero seguían agarrados, como si estuvieran pegados; los sentía más cortos, y no podía
moverlos. Me di cuenta que tenía mis manos sobre el piso y que estaba sobre mis rodillas; mis ojos podían
ver en ambas direcciones; y cuando quise parpadear para asegurar mi visión, sentí mi cara congelada.
Sentía que mis labios iban hacia arriba y hacia abajo de mi cara, exponiendo mis dientes. Todas las
barreras se borraron; sentí mi pelo abajo de mi estómago. Y, levantando mi cabeza, empecé a aullar.
Inmediatamente, Agnes empezó a cantar en Cree. No entendía sus palabras pero sentía que eran para
alentarme a seguir adelante, a conocer mi medicina.

La manta se abrió y se cerró de vuelta; esta vez lo ví como de lejos, no presté mucha atención;
estaba como poseída y yo sentía que era por el espíritu de la mujer loba; ya después perdí el conocimiento
de lo que sucedió; en algún momento escuché caer agua, Agnes estaba sentada a lado mío.

- Has sido bendecida está noche, Lynn - me dijo Agnes - tu medicina lobo tiene mucho poder.
Temblando le dije que no podía alargar mis dedos; sentía como que realmente era un lobo.
- No te preocupes - dijo Agnes - me siento contenta, los soñadores tenían razón.

Fuí reviviendo poco a poco; mi pelo estaba mojado y Agnes había puesto una manta alrededor de
mis hombros. El sonido del arroyo se volvía diferente, más bajo; quise levantarme pero Agnes me detuvo.
- Quédate aquí un ratito - me dijo.

Agnes se reunió con Ruby junto al fuego y las dos empezaron a tocar el tambor. Sólo podía
distinguir sus siluetas en la oscuridad. La luna se encontraba sobre las colinas y July estaba sentada junto
al arroyo, mirando el reflejo de la luna en sus aguas.
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Capítulo Nueve

- Ven - me dijo Agnes tomándome del brazo - iremos a comer algo a la cabaña y después vamos a
prepararte para tu danza.
- ¿Que fué lo que dijiste, Agnes? ¿Mi danza?

Agnes me miró de una forma como indicándome “cállate y sígueme”. Me levanté y escuché a July
tocando su flauta de vuelta.

En la cabaña comimos algo en silencio. Aproveché que ví salir a Ruby y Agnes y me tiré en la cama
a descansar un rato. Soñé que estaba capturada dentro de una gigante canasta ceremonial y estaba
tratando de trepar uno de sus lados para poder salir.

- Levántate, Lynn - escuché la voz de Agnes que me sacudía del brazo.


Me sentí aliviada de despertar de ese sueño y se lo dije a Agnes; la canasta! Otra vez estaba
soñando con ella.
- Si, me imaginaba que estabas soñando - dijo Agnes con una sonrisa - vieras la cara que tenías.

Ruby estaba al lado de Agnes, sonriendo con curiosidad. Eso me llamo la atención; nunca había
visto a Ruby sonreir ! Era increíble cómo le cambiaba su cara.

Agnes me tomó del brazo y me jaló hacia afuera. Pasaba de la medianoche.


- Esta es una noche sagrada para tí - dijo Agnes - ponte en esa forma sagrada que te he enseñado;
iremos detrás del poder. Escucha a tus primos cantando, ahora volvemos.

Agnes se metió en la cabaña y me dejó afuera. Los coyotes estaban aullando en algún lugar
escondido de las Colinas. July estaba sentada con la espalda apoya en la pared, durmiendo. Había sombras
de árboles en la tierra, moviéndose con el viento.

Agnes y Ruby salieron poco después. Caminamos una buena distancia y después hicimos una
abrupta vuelta a la derecha, en medio de dos ceros que parecían torres sobre nuestras cabezas.
Únicamente el sonido de nuestros pasos rompía el silencio de la noche. El camino se iba estrechando y los
árboles se iban cerrando; me sentía desorientada y un poco mareada. Agnes y Ruby iban tan cerca mío que
sentía sus respiraciones en mis dos mejillas.

De pronto llegamos a un claro; olía a algo diferente en el aire; como sulfuro o algo así, mezclado
con el aroma de las plantas silvestres. Había leñas amontonadas y enseguida Ruby encendió el fuego.

Miré alrededor mío; mi visión estaba parcialmente desenfocada. Agnes puso una hermosa manta
indígena sobre el piso y me guió hacia el fuego.
- Sácate la ropa, Lynn, y siéntate sobre ésta manta, junto al fuego.

Mientras me desvestía Agnes se fué y cuando volvió tenía en las manos dos vasijas de arcilla con
palitos adentro. Ruby empezó a entonar canciones. Luego Agnes empezó a orar y Ruby empezó entonces a
sonar el tambor con un suave y continuo toque. Sus voces se levantaron en una hermosa canción en un
lenguage misterioso que yo nunca había escuchado; me hubiera encantado poder entender su mensaje.

Las lenguas de fuego se alzaron con la dirección del viento; sentí su calor en mi piel desnuda. Ruby
y Agnes empezaron a danzar armoniosamente alrededor mío. Agnes percutía la sonaja del cascabel muy
cerca de mi oído cada vez que se acercaba a mi. Yo estaba extasiada, pero aún, desorientada; Ruby
seguía tocando el tambor y cantando, pero se fué alejando poco a poco hasta quedar situada enfrente de
mi, dejando el fuego en el medio.

Agnes se me acercó y guardo silencio... después dijo,


- te hemos traído hasta este lugar de poder. Este lugar escondido que es sagrado para que vuelvas
a nacer. Aquí te pintaremos y renacerás de nuevo; cambiarás definitivamente. Al ser pintada, empezarás
una nueva relación, una estrecha relación con tu medicina de loba y debes hacerte cargo de tu
responsabilidad.

A continuacion, Agnes metió sus dedos en una de las vasijas de arcilla. Después, pasó uno de sus
dedos desde el centro de mi cabeza dibujando una linea hasta mi frente. Se sentía húmedo.
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- Esta pintura roja es para la mujer - dijo - la línea roja te une con la tierra, donde todo es fertilidad.

Con dos movimientos seguros, Agnes dibujó dos lineas más, debajo de cada uno de mis ojos. Me
ardió un poco.

- Gran Espíritu, es tu voluntad que ésta joven mujer sea pintada. Permítele a ella, que está sentada
en este antiguo sitio de poder, nacer pura de nuevo. Ha sido purificada con el vapor y ahora que la estoy
pintando de ésta manera, te pido que la purifiques una vez más, profundamente. Separa a ésta mujer de
todas sus penas del pasado.

Después, Agnes me pidió que me parara. Me paré rápidamente. Entonces pintó de rojo mis piernas.
Yo estaba ahí parada, mirando el fuego, pero sin perderme ningún movimiento de lo que Agnes estaba
haciendo. Pintó unas lineas delgadas desde mis hombros hasta las muñecas, y después me pintó por
debajo de los brazos.

Después, examinandome, caminó alrededor mío cuatro veces.

- Hemos ahogado a la muerte aquí está noche - dijo Agnes, mirándome a la cara - éste poder se
queda aquí con nosotros, hemos matado tantas, tantas cosas. Pero ahora viajarás por el sendero sagrado,
empezarás a dar los primeros pasos de tu nueva caminata. Bienvenido al que nos está mirando, al
guardían de la lejanía. Éstas lineas en tus brazos son el símbolo del arco iris, el recipiente de los soñadores.

Yo me sentía perfectamente calma, tomándome todo muy en serio; mirando a Agnes desde mi
corazón, con mis ojos cerrados. La había sentido en cada linea que me había pintado, sentí todo en
silencio; abrí mis ojos, no lo podía creer; Agnes estaba ahí, mirándome, con una sonrisa en la boca y
lágrimas resbalando por sus mejillas.

Agnes se agachó y tomó un bulto de piel; lo levantó con sus dos manos y lo extendió hacia mi. Ruby
empezó a tocar el tambor con más fuerza; su sonido resonaba en mi pecho, uniéndose a los latidos de mi
corazón.

- Ponte esto - me dijo Agnes - es un vestido y unos mocasines, yo los usé cuando era una jovencita,
tienes nuevas ropas esta noche, porque eres una mujer nueva.

Tomé el bulto de piel de sus manos y lo desenvolví; con mucho cuidado me puse el vestido, era
resplandeciente, con lentejuelas de cristal que brillaban como gotas de oro. Había varios símbolos tejidos
en la falda y las mangas. Me quedó perfecto, al igual que los mocasines, también bordados. Me sentí como
una niña, una niña mimada que su madre viste y peina.

- Has sido entrenada en las artes heyokas - me dijo Agnes poniendo una de sus manos sobre mi
hombro - éste vestuario te ayudará en tu aprendizaje. Las plumas serán la señal.

Agnes puso una pluma de Buho en cada una de mis orejas. Me sentía en una burbuja, flotando en
el espacio. Me había olvidado del mundo.

- Ven Lynn, siéntate, te contaré sobre mi propia maestra - me dijo Agnes, dando una palmada en la
manta, indicándome que me sentara junto a ella.

- Hace mucho mucho tiempo, Lynn, yo estuve casada y tuve una hija. Los inviernos a veces son
muy crudos más arriba en el norte. Uno de esos días de invierno mi hija salió a jugar afuera de la cabaña.
Mi hija era muy pequeña, tenía cuatro años. Nosotros teníamos perros y los habíamos entrenado para ser
perros feroces, para que nos ayudaran en la cacería. Cuando ví que mi hija no estaba en la cabaña, salí a
buscarla, pero los perros la encontraron antes que yo y me la mataron. Nosotros la llevamos de nuevo
adentro de la cabaña y la pusimos en medio nuestro toda la noche, tratando todavía de trasmitirle calor. Yo
tenía planeado darle mi vestido a mi hija algún día, ahora te lo he dado a ti. Mi hija se llamaba pequeña
lobita negra danzante.

Después de que ella murió, yo me quedaba todo el tiempo mirando hacia el este, donde nace el sol,
tratando de devolverle mi hija a la madre tierra. Quizás, siempre tuve este vestido en mi poder porque no
podía dejar ir a mi hija, mi pequeña lobita negra danzante.
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Después, empecé a mirar también hacia el oeste, hacia dónde muere el sol, pero nunca fuí capaz
de dejar ir mi dolor, hasta este momento. Así como la tierra es mi madre, yo soy tu madre. Ahora tengo una
nueva hija; mi familia, mi clan, te recibirá como una de las nuestras. Mi lobita negra danzará de nuevo en ti.

Todo eso fué antes de que yo supiera nada. Y pensé que la gente de medicina no merecia que yo
les molestara con mi pena. Pero después mi marido también murió en un accidente en su trabajo, creo que
el también había perdido su Corazón. Mi pena entonces fué más terrible, estaba muy sola, no sabía qué
hacer; fué así como me encontró la mujer Heyoka que me enseñó todo. El poder vino hacia mí y ahí fué
cuando adquirí mi nombre Agnes, que quiere decir “aquel que sabe los secretos”.

No pude evitar que las lágrimas salieran de mis ojos. Miré a Agnes, pero ella me dió una palmadita
en el hombro y continuó
- Antes de eso, yo no me preocupaba por mí ni por mi vida o qué pasara conmigo. Yo no lo sabía;
pero hay una gran medicina en ese abandono. Yo había escuchado que los Heyoka podían responder a
cualquier pregunta y yo quería que alguien me dijera cómo sacarme aquel gran dolor.

Pero mi maestra respondía a todas mis preguntas con otras preguntas. Ella actuaba como si ella no
entendiera nada; hasta que me dí cuenta que ella vivía en el mismo centro sagrado y tenía el poder de
cambiar todo como ella lo quisiera. Cuando terminé de hacerle tantas preguntas y volví a preguntarle
porque mi pequeña lobita negra danzante estaba muerta, ella me contestó.
- ¿Quién quiere saber quien está muerto?

Esa mujer fué mi maestra. Ella me dió su medicina a través de muchos años, y un día desapareció
y se fué para morir felizmente. Ella era una mujer que podía estar en todas partes y verlo todo. Yo la amé
sin reservas cuando la conocí y mucho de ella quedó dentro mío. No sé qué hubiera sido de mi si ella no me
hubiera mostrado mi camino. Gracias a ella yo encontré un propósito en mi vida.

Los ojos de Agnes se encontraron con los míos, y yo seguí llorando hasta que sentí que había
sacado toda mi pena. Me paré y junto con Agnes caminamos lejos del fuego. Mis nuevos mocasines eran
muy cómodos, apenas sentía la tierra debajo de mis pies.

Agnes tenía las dos sonajas de cascabeles. De pronto, se paró y estampó su pie en la tierra con
fuerza varias veces, después dió un salto formidable en el aire y dió vueltas en el aire. Cayó con fuerza
sobre sus dos pies y empezó a trotar en círculos alrededor mío, yo estaba muy sorprendida, no entendía
bien lo que le pasaba; Agnes se puso en cuatro patas y empezó a mirarme y a hacer ruidos como si fuera
un animal, me golpeó la pierna con su cadera invitándome a imitarla; empezó a aullar; su sonido no era
humano.

Sentí que mi pecho golpeaba y se rompía en el medio, el tambor de Ruby dejó de sonar, ya no lo
escuchaba.
- respira cuatro veces profundamente hacia las cuatro direcciónes - me dijo Agnes en una voz
ronca y extraña - tira tu cabeza para atrás y no me mires.
Hice todo lo que ella me ordenó.
- Hazlo de vuelta - me gritó - ésta vez lanza tus brazos hacia adelante sacando el aire de tu pecho,
jala la energía de la tierra mientras respires, roba esa energía estampando tu pie derecho en la tierra. No
cometas errores, los lobos conocen este lugar, puedes hacerlo bien, Lynn; ahora vamos, marchemos,
corramos.

Seguí la dirección de Agnes lo mejor que pude, no se ni cómo estaba corriendo, pero sentía que lo
estaba haciendo; escuché de nuevo el sonido del tambor que tocaba Ruby, corrimos hacia el este, mis
cabellos hacia atrás con el viento; mis ojos no veían nada, trotamos despacio, después fuerte, después
velozmente, hacia el norte y después de vuelta hacia el sur.

En la punta de una colina paramos y observamos todo el paisaje allá abajo, di vuelta mi cara para
poder ver a Agnes y agradecerle; pero no la encontré, solamente ví un lobo parado al lado mío, una
hermana ahí conmigo en la oscuridad. El sonido del tambor paró de nuevo y el encantamiento se rompió.
No se como seguí a Agnes pero sentí cuando ella me sacó mi vestido y me metió en la cálida agua
de sulfuro. El agua se tiñó de rojo con la pintura como si las fuerzas de la naturaleza sangraran.
- Lávate! - me ordenó Agnes.

Me lavé, salí del agua y me tiré en la tierra. Miré hacia el cielo, busqué las estrellas, Agnes tiró la
manta sobre mi. Era casi el amanecer.
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Capítulo Diez

Hay días buenos para la caza y días malos. - dijo Agnes - nunca falta algún juego por ahí; algúno
bueno; otros que no vale la pena matarlos. Obviamente, tienes que ir siempre a los Buenos lugares para
que encuentres el juego que quieres encontrar.

- Como cazadora, nunca debes dudar. Primero debes analizar y después ir con todo, y para hacer
eso de una forma efectiva debes conocer primero tus propias débilidades y tus puntos fuertes. No hagas
nada estúpido. Las buenas cazadoras no tienen una opinion tonta de si mismas. Las buenas cazadoras
matan. No serviría de nada que te lances con orgullo y después dejes que se te escape tu presa. Eso es un
insulto al ser por cazar. Aquel que pierde tiene el derecho de ir a la casa del espíritu y pedirle que mande un
espíritu a que te caze a ti, ya sea para matarte, o para volverte loca. Nosotros sabemos dentro nuestro
dónde está el juego y nuestro deber es matarlo. Siempre tienes que tener presente que tú eres la cazadora
y no la presa. El sendero del cazador es sagrado. Nunca mates nada sin sentido, ni siquiera a un insecto.
Mata sólo dónde puedas matar y no invadas el territorio de aquel que sabe más que tú. Siempre acércate a
tu presa con reverencia.

- ¿Me dices eso por Perro Rojo? - le pregunté.


- Claro, él tiene todo lo que tú quieres, y él sabe de todas estas cosas. Tienes que acercarte a cada
presa con reverencia, agradeciendo que tú eres la cazadora y no la que tendrá que rendirse - dijo Agnes.

- Tengo que darte poder para que seas efectiva - me dijo - no ideas que tú no conoces de tu propia
voz interior; tampoco un conocimiento prestado. Debes tener la habilidad, no puedes pedirle a un animal
que muera.

Los siguientes días lo único que hice fué caminar. Al final de cada día tenía que decirle a Agnes
todos los animales que había visto. Me dió instrucciones de no pensar y de no dejarme llevar por lo que
viera, que no tuviera ningún punto focal, sino que dejara que mis pies me guiaran por si sólos; ellos me
llevarían a dónde tenía que ir. Para el cuarto día, me sentía a gusto caminando de esa manera.

- Qué bueno - me dijo Agnes - eso es poder.

Yo también me sentía contenta con mi nueva habilidad; empecé a descubrir todo tipo de animales:
ví venados, antílopes, liebres, pavos, conejos, gansos...una gran infinidad de animales. En una oportunidad
me quedé sorprendida de encontrarme a un lobo, nos miramos for varios minutos, después salí corriendo a
la cabaña a contárselo a Agnes.

- Eso tiene mucho que decir - me dijo - esa fué una señal de tu medicina; una gran bendición para
ti. De todos los animales del bosque, el lobo es el que menos se deja ver, y es virtualmente imposible
atrapar a uno. Debes cortar un mechón de tu pelo e ir de nuevo al lugar donde se encontraron y dejarlo ahí.
Ese lobo no tenía por qué dejarte que lo vieras, pero él sabe que estás juntando poder y vino a ayudarte.

Durante todo ese período, Agnes parecía un poco reticente conmigo; muy frecuentemente me
interrumpía cuando le preguntaba algo y me decía: escúchate a tí misma, estoy cansada. Yo me sentía
abandonada. Una noche después de la cena le dije:
- si fuera de caza con mis amigos se quedarían sorprendidas de ver todo lo que soy capaz de ver
ahora......
- No quiero escuchar hablar sobre esos asesinos - gritó Agnes.
- ¿Asesinos? Si ellos son cazadores como tú y como yo; a mucha gente le gusta cazar - le respondí.
- Te dije que son unos asesinos, entre ellos no hay ni un sólo cazador. Son varias las veces que los
he visto, vienen acá muchas veces y empiezan a disparar a todos lados. No tienen ningún respeto por los
nidos de los pájaros, para ellos cazar es asesinar. No tienen ningún respeto por la vida. Matan a los
coyotes sin ningún honor. Deberías explicarles a todos ellos, que se creen que son más que lo que vienen
a cazar, que un día ellos mismos morirán. Y el primer lugar que visitarán será aquel dónde estén los
espíritus de todos los animales que mataron y ellos les preguntarán, ¿por qué nos mataste injustamente?
Más vale que ese idiota tenga una buena respuesta, porque sino esos animales lo van a hacer jirones hasta
recuperar su dignidad.

- Agnes, estás loca; acabas de inventar eso - le dije.


- Ya verás si lo que digo es un invento cuando te toque partir. Te estoy diciendo algo que sé
definitivamente. Te he dicho muchas veces que no existe nada sin una razón. Hay justicia, quizás no
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inmediatamente, pero el Gran Espíritu tiene que trabajar en ello eternamente. Nosotros como humanos sólo
tenemos una breve oportunidad antes de caer. Y yo quiero pasar mis días como una guerrera y reconocer la
belleza en todas las cosas. Un animal es una criatura del universo, así como tú y yo. El arrebatar la vida de
un animal libre y salvaje debe ser con el entendimiento de tu propia muerte. De otra manera, no lo hagas.

- Entonces, ¿qué es lo que estoy tratando de aprender a hacer? - le pregunté desesperada.


- Estás aprendiendo a cazar el peligro, a ser brava, feroz y a la vez, tener honor. Quiero que llegues
aún más allá y aprendas también a cazar poder, a robarlo.

Quisiera poder contarles todo lo que estuve aprendiendo con Agnes durante las siguientes
semanas. Pero fué un aprendizaje sólo para mi y me llevaría libros enteros hacerlo. Jamás olvidaré esos
días en todo lo que me queda de vida.

Un día Agnes me mostró las huellas de un cuervo en el campo.


- Es muy posible seguir a las aves en el cielo. Los grandes cazadores pueden hacerlo, el cielo
también deja una imagen.

Mientras ella hablaba, por ponerle atención sin querer me paré sobre la huella que había dejado el
cuervo en la tierra. Agnes me miró friamente.
- Oh, perdona, fué un accidente - le dije.
- En el mundo de la medicina no existen los accidentes, Lynn - me dijo furiosamente- todos los actos
tienen un significado. ¿No te has dado aún cuenta de eso? Justamente de eso se trata el cazar. La
palabra accidente nace de la palabra confusión, quiere decir que no nos entendimos lo suficiente a nosotros
mismos como para saber por qué hacemos lo que hacemos. Alguien en el lugar de tu luna quizo que lo
hicieras. Si supieras cómo escuchar a los jefes que habitan el lugar de tu luna, nunca hubieras hecho cosas
tan tontas. La persona de medicina nunca comete errores. Una mujer medicina sabe cómo mandar a sus
exploradores al alojamiento de su luna y ver como están las cosas. Cuando ella llega a dónde va, ella ya
sabe qué esperar; porque sus exploradores ya han ido ahí y se lo han dicho todo.

Aprender a cazar y todo lo que conlleva, como clasificar y reconocer las diferentes cualidades de los
animales era una ocupacion de tiempo completo. Agnes tenía un extenso conocimiento de la vida salvaje y
de la cacería y métodos de comunicación.

Pero también me hacía hacer cosas inentendibles para mi; me había hecho caminar de punta de
pies sobre las maderas del porche hasta que lograra hacerlo sin hacer ningún ruido. Me tomó casi cuatro
días el poderlo hacer; para cuando supe cómo hacerlo, me conocía cada pulgada de madera de ese porche.
Finalmente, podía entrar y salir en diferentes direcciones sin hacer ningún sonido con mis pies.

Agnes decía que soy muy contemplativa y que tenía que aprender a ser más agresiva. Me la pasé la
mayoría del tiempo fuera de la cabaña; a veces parecía que Agnes estaba experimentando conmigo en vez
de estarme enseñando.

Algunas veces me hacía trabajar y a propósito no preparaba comida y sólo me daba agua; me hacía
partir madera aún cuando ella ya tenía bastante para el fuego. Me hacía mover las piedras de su lugar, y a
veces se negaba a responder mis preguntas. Yo asumí mi papel de aprendiz y trataba de absorber todo tipo
de conocimiento que provenía de ella, aunque a veces no lo entendiera.

Una de esas noches, la mesa estaba cubierta con un hermoso mantel; en el medio tenía un
hermoso escudo; estaba examinándolo cuando escuché pasos que se acercaban y acudí a la puerta de la
cabaña antes de que tocaran; quedé completamente sorprendida de encontrar ahí a Storm Hyemeyohsts.

- Pero, ¿qué anda haciendo usted por acá, Storm? - le pregunté.


- Le di a Agnes un escudo de medicina y necesito su consejo; Agnes es como una abuela para mi;
que, ¿no tengo derecho de venir a visitar a mi familia? - me respondió sonriente.
- ¿Te gusta el escudo? - me preguntó Storm, indicando hacia el que estaba en el centro de la mesa.
- La verdad, no sabia que había escudos de este tipo, nunca ví algo así - respondí.
- Antes había muchos escudos como este - dijo Agnes - pero pocos fueron escondidos y muchos
fueron destruídos. Muy poca gente tuvo el privilegio de poder ver un verdadero escudo de medicina.

Storm cuidadosamente puso el escudo sobre la cama. Tomamos café y estuvimos charlando.
Storm le mostraba a Agnes varias ruedas de medicina hechas con cuentas de colores en varios estilos,
Agnes las movió alrededor del mantel en formas diferentes como si los movimientos tuvieran algún tipo de
significado oculto. Storm dijo:
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- si miras dentro de los círculos empezarás a percibir el gran círculo de la medicina. Los círculos
más chicos son tus aprendizajes, estas ruedas medicinales también son como escudos.

Agnes levantó una de las ruedas y lo sostuvo en su corazón, después lo devolvió a la mesa junto a
los demás.

- Estas ruedas son anillos de conocimiento si encuentras tus ojos - siguió Storm - tomándolas juntas
son como piezas de rompecabezas. Como la gran serpiente medicina comiendo su propia cola, ellas te
soñaran a través de los sueños. Si alguna vez logras acomodar los círculos juntos, de modo que que
reflejen el gran círculo de medicina, serás libre de la ilusión. Habrás hecho un acto de poder, tu verdadero
propósito en la vida. Dentro de ese acto está tu muerte, y en tu muerte encontrarás tu verdadero círculo.

Agnes me puso a hacer algunas cosas en la cabaña y cuando terminé me encontré demasiado
cansada; me acosté y me quedé dormida hasta la mañana. Cuando desperté, Storm me había cubierto con
su manta, pero el escudo ya no estaba ni tampoco Storm.

Pasaron tantos días que perdí la cuenta. Sospechaba que Agnes no estaba satisfecha con mis
progresos. Una tarde, después de estar todo el día siguiendo las huellas de un venado, nos sentamos las
dos en silencio a ver la puesta del sol.

- Mañana por la mañana - dijo de pronto Agnes - te darás cuenta si tienes la cautela de saber robar
la canasta ceremonial. Puedes ir a lo del Perro Rojo y probar.

Salté hacia atrás, particularmente porque no sentía que hubiera aprendido ni siquiera un poco de
todo lo que Agnes había estado enseñándome. Llegueéa pensar que capaz pasarían años antes de que
pudiera aprender a hacerlo. Sentí que necesitaba más tiempo, quise decir algo, pero me quedé muda.

- No, todavía no estás lista - dijo entonces Agnes - pero no se qué más podemos hacer, no
podemos pasarnos una eternidad así. Los soñadores piensan que tienes poder y es tiempo de ver si tienen
la razón.
- Agnes, estoy más confundida ahora que cuando llegue aquí. ¿Cómo podré hacer algo así sin
saber más? Todavía no sé ni la primera cosa que me estás tratando de enseñar.
- Sabes más de lo que piensas que sabes, Lynn; te estoy enseñando a ser un ser cauteloso para
que puedas robar.
- Pero ¿qué es eso? - le pregunté.
- Un ser cauteloso es un ser creíble. No te darías cuenta si un ser es cauteloso si vieras a uno. Eso
es justamente lo que tienes que averiguar.
- Ok, Agnes, vas a pensar que ésta es una pregunta idiota, pero, ¿tú eres un ser cauteloso?
- No es una pregunta idiota, porque no te puedes dar cuenta de que lo soy. Un ser cauteloso puede
entrar en un cuarto y hacer lo que guste, se va cuando quiera. La mayoría de los que entran en un cuarto se
confunden, pero un ser cauteloso puede entrar y salir de cualquier cuarto que quiera. Un ser cauteloso
entró en mi cabaña y cortó tu pelo, se llevó lo que quiso. Un ser cauteloso es un ser peligroso que no tiene
miedo. Este ser se mueve diferente de como tú piensas, a menos que tú también seas un ser cauteloso. Un
ser cauteloso sabe de su propia muerte.
- ¿Y tú crees que yo esté cerca de ser un ser cauteloso, Agnes ?

Nunca había visto reir a Agnes tan fuerte. Su cara se llenó de lágrimas y se golpeaba los muslos;
finalmente me golpeó también a mí en la espalda. Cuando pudo recuperarse me dijo con las manos
levantadas:
- pues hago lo que puedo, Lynn; por eso es que estás aquí. Si puedes robar de vuelta la canasta,
ese será un gran acto de cautela, el acto de un gran guerrero. Entre mejor el cazador, más peligroso será el
juego. Un hombre como Perro Rojo es casi tan peligroso que cualquier espíritu. Si tú puedes cazar al Perro
Rojo de manera que puedas robarle la canasta, entonces podrás decir que eres un ser cauteloso.
- ¿Pero no lo soy ahora? - pregunté

- No, todavía no. Este lugar todavía es nuevo para ti. Cautela es poder, y tú eres todavía muy
disparatada. Los disparatados sólo cazan disparates. Pero no dejes que eso te desanime; los seres
pueden convertirse en cautelosos en cualquier momento y en cualquier lugar; como también puedes esperar
a un ser cauteloso y nunca llegar a conocer ninguno. Sólo un ser cauteloso puede reconocer a otro ser
cauteloso. Un ser cauteloso tiene sueños que son realidad. Ninguna barrera puede parar a un ser
cauteloso. Donde las huellas de un ser cauteloso desaparecen, podrás ver a un cuervo, o una águila, pero
en realidad es un ser cauteloso levitando.
49

El problema con los seres que son incapaces es que ellos nunca miran a las múltiples partes de las
pistas. No tienen conocimiento, y eso es bueno; si lo tuvieran, no sabrían qué hacer con él - Agnes continuó
hablando - Algunas veces, los seres incapaces encuentran piezas importantes. Hay que tener cuidado
cuando lo hacen. Ellos dicen: “oh, cómo puede ser tan simple!”... eso es cuando estás en la pista del poder
y agarras la primer cosa que ves brillar. Cuando estás en el camino de ser cauteloso y de ver cosas brillar,
lo que debes hacer es levantar tus ojos y pasar por encima de todas ellas. Cuando un ser que es incapaz
hace un descubrimiento que destella y levanta la cosa que brilla, es porque ha encontrado su final.

El polvo saltará a su alrededor fuertemente y empezará a escuchar voces lejanas, porque el ser
incapaz no es un cazador completo; parecerá perdido, pero en realidad estará obsesionado con su propia
importancia. Otros seres ven al ser incapaz que ha hecho el brillante descubrimiento y están fascinados.
Casi siempre, el ser que es incapaz causará su propia ruina. No tendrá cautela. Tendrá el poder de un líder
o de un rey o de un líder religioso o politico, pero él no es un cazador completo. Él cree que su
descubrimiento es lo único que hay y lo sostiene en su pecho y la gente le cree, impresionada con su falso
color. Lo siguen hacia su propia destrucción.

Tú probablemente creerás que jamás seguirías a un ser que es incapaz, pero no te rías. Yo podría
mandarte con un brillante descubrimiento ahora mismo. Podrías tener todas las canastas más grandiosas;
excepto una de ellas. También podríamos hacerte creer que tienes la canasta ceremonial, y te irías de
vuelta a tu casa contenta; pero no la tendrías. No me estoy rindiendo, te seguiré enseñando. No te haré
trucos ni te mentiré. Tienes que conseguir lo que veniste a buscar, yo también quiero que consigas la
canasta ceremonial. Quizás, significa más para mi que para tí misma.
50

Capítulo Once

Todo comenzó. Pude notar que una luz neblinosa color gris perla se hallaba encima de la cabaña
del Perro Rojo. Me tendí sobre mi estómago, abajo de un arbusto, cubierta con hojas. Los olores de la tierra
se sentían fuertemente en mi nariz, esperaba tensamente. Las hormigas empezaron a subírseme encima
pero no me atrevía a moverme. Estuve ahí dos días.

El palacio mágico del Perro Rojo, pensé para mi misma. ¿Cómo podía alguien, con poder suficiente
como para robar la canasta ceremonial de Agnes y como para poder matarme, vivir de esta manera?

La cabaña era rectangular y se veía descuidada. El delgado techo estaba parchado con cintas de
aislar. Las pequeñas ventanas estaban tan sucias que no se podía mirar hacia adentro. Un gallo y varias
gallinas estaban en un gallinero grande que parecía estar parcialmente enterrado en la tierra.

Ben y Drum iban y venían constantemente del galliner,o dónde abrían la pesada puerta y se
quedaban adentro por bastantes minutos. Los podía escuchar riñendo, charlando y golpeando algo allá
adentro. Al salir, Ben se quedaba parado en la puerta hablando sarcásticamente:
- oye Drum, ¿de veras sabes para qué es un clavo, no? O es mucho para ti?

Drum venía entonces afuera con herramientas y cuerdas y se ponía a levantar cosas del piso,
mientras Ben lo seguía de cerca supervisándolo. Levantaban piezas oxidadas de maquinaria vieja, hacían
agujeros y metían basura adentro; algunas veces se ponían a luchar entre ellos o a contar chistes. Otras
veces sólo se quedaban ahí parados juntos.

Hacia la derecha atrás de una cerca que se estaba cayendo, había dos vacas muy flacas; los
huesos de sus caderas eran prominentes y les faltaban algunos pedazos de piel; sus ubres parecían secas
de leche. Había algo que parecía ser lo poco que quedaba de un viejo auto modelo Ford. Parecía que Perro
Rojo fuera el señor del descuido y el desorden y dejaba que todos se enteraran al ver dónde y como vivía.

Ben y Drum salieron de pronto de la cabaña, me hicieron saltar cuando escuché el ruido de la
puerta; caminaron internándose en la maleza, y volvieron poco después; parecía que sólo fueron a aliviar
sus necesidades. Al parecer Perro Rojo no tenía necesidad de salir; nunca lo ví salir afuera. Después de
esos dos días ya ni siquiera estaba segura si él se encontraría ahí; los únicos ruidos que escuchaba eran
las vacas, las gallinas y las puertas al abrirse o cerrarse.

Cuando caía la tarde del segundo día, un grito espantoso salió de adentro de la cabaña, seguido
por un ruido como si fuera el lamento de una criatura prehistórica que paraba y volvía de nuevo a gritar.
Poco después de un lapso de silencio, pasó algo aún más desconcertante; un quejido era repetido varias
veces y un gruñido le respondía. Seguí escuchándolos por largo rato pero nunca pude definir de dónde
venían.

De pronto todo quedó de nuevo en silencio. Todo lo que escuchaba eran los movimientos de las
hojas de los árboles y los arbustos. Estaba a punto de cerrar mis ojos para descansar un poco cuando
escuché un sonido crujiente, y después algo como el golpe de un pie en la tierra. Me asomé y ví a una rata
correr de abajo de la puerta de entrada de la cabaña; después la puerta se abrió del todo y primero Drum y
después Ben salieron corriendo hacia afuera y empezaron a mirar alrededor.

- ¿Dónde carajos está? - preguntó Drum


- Ahí está - dijo Ben

Ben y Drum empezaron a perseguir a la rata tratando de arrinconarla. La rata era rápida, se subió
por un árbol y llegó al techo de la cabaña. Drum y Ben no pudieron alcanzarla. La rata apareció de nuevo en
el patio frente al porche, esperó hasta que ellos estuvieron lo más cerca posible y después corrió de nuevo.
Pero pareciera que esta vez la rata cometió un error; corrió a meterse adentro de una cubeta de metal
oxidado y Drum aprovechó para correr hacia la cubeta y la cubrió por completo.

- La agarré!!! La agarré!!!
- Déjame ver, a ver - le dijo Ben
Drum se movio un poco para que Ben pudiera ver adentro de la cubeta.
- ¿está ahí?
- Debe estar ahí, yo la ví cuando se metió adentro.
51

Ben miró adentro, después miró a Drum y volvió a mirar adentro de la cubeta; Drum miró hacia
adentro y sacudió la cubeta.
- tendría que estar aquí adentro, pero no la veo.
- Se nos fue - dijo Ben - no la vamos a poder agarrar.

Drum volvió a sacudir la cubeta, dándola vuelta hacia la tierra como para vaciarla.
- pues no, no está - dijo.
Justo en ese momento, la rata saltó de la cubeta hacia la tierra. Drum y Ben gritaron de júbilo y de
nuevo empezó la persecusión. Esta vez la rata corrió por debajo de las piernas de Drum; Drum se agachó
intentando agarrarla y Ben se colocó atrás de él para agarrarla cuando pasara; pero la rata logró esquivarlos
y corrió hacia la columna de la entrada y ahí se quedó mirándolos; calmadamente se fué bajando y volvió a
meterse de nuevo a la cabaña por debajo de la puerta.

- De ahí no podrá salir - dijo Ben - ahora sí la atrapamos.

Los dos corríeron hacia adentro, sólo escuché a uno de ellos decir, cierra bien la puerta. Después,
hubo un ruido tan fuerte y estridente como nunca había escuchado antes; Ben y Drum salieron corriendo de
la cabaña como si hubieran visto al demonio. La rata salió y volvió a meterse en la cabaña.

Casi una media hora después Ben y Drum volvieron a la cabaña. Más tarde, observé una flama
anaranjada a través de la ventana. No había todavía señales del Perro Rojo, pero yo no haría ningún
movimiento hasta no estar completamente segura de que el Perro Rojo no estaba ahí.

Después la luz de la cabaña desapareció, al poco rato se abrió la puerta y Ben y Drum se quedaron
ahí parados hablando en susurros en las sombras del porche. Poco después se fueron cantando por el
camino. Ví sus siluetas desaparecer sobre la colina y su canto se fué perdiendo con la noche.

Me sentía tensa y con frío. Pensé que si hubiera alguien dentro de la cabaña, la vela tendría que
estar todavía encendida; éste era el momento que había estado esperando. Ahora podría entrar en la
cabaña y robar la canasta ceremonial. En todo el tiempo que estuve observando la cabaña Perro Rojo ni
siquiera había estado ahí. No se escuchaba ningún ruido. Hasta las vacas y las gallinas estaban silenciosas.

Estaba entumida, me froté los muslos y moví mis pies para mejorar la circulación; traté de moverme
suavemente sin hacer ningún ruido; de alguna manera crucé las cien yardas que había hasta la cabaña y
me pegué sobre la paréd. Me quedé escuchando por algunos segundos y me fuí acercando poco a poco; la
ansiedad me invadió. Sentí como si estuviera a punto de ser asesinada.

Con la espalda pegada a la pared fuí recorriendo con mis manos el exterior de la cabaña,
acercándome hasta recargarme bajo la ventana, sintiéndola, tratando de adivinar que habría adentro. Con
mi manga limpié un poquito del vidrio de la ventana, junté mis manos alrededor de mis ojos y me asomé,
todo se veía totalmente oscuro. Traté de enfocar mi mirada, pero no alcancé a distinguir nada.

Si el Perro Rojo se encontraba ahí, seguramente sabría que yo estaba a punto de entrar.

Junté toda mi voluntad y me acerqué a la puerta pensando únicamente en la canasta ceremonial de


las nupcias. Llegué a la puerta y puse mi mano en la manija, la di vuelta y escuché un crack, la verdad me
sentía paralizada por el terror. Escuché el ladrido de un perro, lo escuché cerca.

Me invadió el panico, cerré la puerta cuidadosamente, tal como la había abierto, me di la vuelta y
corrí de forma silenciosa a través del patio hasta llegar a mi escondite y me metí de nuevo debajo de las
hojas y la tierra.

Alcancé a ver que el perro se encontraba en el porche; me escondí lo mejor que pude y después
escuché los pasos del perro acercándose, lo sentí oliéndome, gruñendo. Me quedé lo más quieta que pude.
Se escuchó la voz de Drum:
- ya cállate, bola de huesos.
- A lo mejor encontró un zorrillo por ahí - dijo Ben.
- No me importa, no me gusta ese ruido, va a despertar al Perro Rojo y se la va a agarrar con
nosotros.
- Ven acá, bola de huesos - dijo Ben llamando al perro.

Los dos silbaron, y el perro que cada vez hundía más su nariz en la tierra dónde yo me encontraba,
salió corriendo hacia el porche de la cabaña.
52

- Idiotas, aten a ese animal antes de que los mate a los tres. Estoy tratando de dormir !!! - se
escuchó una voz de adentro de la cabaña. Era el Perro Rojo, estaba ahí adentro!!!

La noche transcurrió silenciosa y al día siguiente aparentemente no pasaba nada en la cabaña. Ni


siquiera el gallo cantó.

Ya en la madrugada empezaron a sonar los tambores; el sonido era rápido, sin sentido e irritante;
no se parecía en nada a la forma en que Ruby y Agnes tocaban los tambores. Este ruido parecía no tener
sentido alguno aparte de interrumpir el silencio de la noche. El sonido siguió por un buen rato hasta que me
pareció sentir algo parecido a un temblor en la tierra. De pronto el sonido de los tambores cesó; la puerta de
la cabaña se abrió lentamente, ahí estaba parado Perro Rojo.

Se veía como un hombre descuidado de las montañas; llevaba unos pantalones color kaki y una
chaqueta color oliva, su pelo era rojo y le llegaba a los hombros y su barba también era roja y larga. Sus
ojos tenían el mismo brillo de los ojos de las aves. Yo estaba temblando. ¿Era mi imaginación? ¿O era
posible que yo pudiera sentir su fuerza aún desde la distancia?

Llevaba un objeto largo y puntiagudo en la mano. Cerró la puerta de la cabaña, caminó a la orilla del
porche y se sentó. A pesar de las botas pesadas que llevaba puestas no hizo ningún ruido al caminar. Mi
mirada quedó fija en sus botas, después la dirigí hacia el objeto que tenía en la mano y me di cuenta que en
realidad era una flauta y no un cuchillo como había pensado.

Perro Rojo puso la flauta sobre sus labios y la sostuvo ahí por unos segundos; poco después una
dulce y delicada melodía invadió el ambiente. Empecé a relajarme. Perro Rojo tiró su cabeza hacia atrás
con los ojos cerrados y tocó su flauta con abandono. El mundo ordinario fué desapareciendo mientras me
concentré en escucharlo.

Cerré mis ojos, después los abrí de nuevo para ver más claramente. Me llamaban la atención sus
botas. Eran raras, de un color trigo, con una textura como si fueran plumas, parecía que estaban abiertas.
Perro Rojo se levantó, con las piernas abiertas y tocó la flauta aún más fuerte, con más melodía.

Con una gran energía Perro Rojo saltó en el aire, estiró su cabeza, se dobló hasta su cintura
arremolinándose, dando vueltas y de algún modo se convirtio en la imagen de la fiera Katchina, espíritu
Kokopelli. Había una linea blanca en el medio de su cabeza tipo máscara. El resto de su cara, excepto por
los círculos blancos alrededor de sus ojos, era negra. Plumas rojas y negras coronaban su frente, su nariz
fálica sobresaltaba. Tenía un grueso collar blanco y negro, que parecía como si trajera una serpiente
colgada en el cuello. En el hombro traía colgada una honda.

Por un momento no pude mirarlo. Se veía muy grotesco, horrible y a la vez hermoso; daba vueltas
alrededor de la cabaña, bailando y tocando la flauta. Pegó un salto enorme y se paró en el techo de la
cabaña, y después volvió a saltar de nuevo para venir a caer justo al lado mío!!!

Me di cuenta que Perro Rojo sabía que yo estaba ahí desde un principio.

Miró hacia dónde yo estaba y sonrió, una sonrisa arrogante de amor. Del morral que traía sacó un
anillo y me lo ofreció, como bromeando; saltando con furia de un lado a otro con su brazo pintado y
extendido. Yo me sentía encantada. Cuando se acercaba podía sentir su aliento calido, empecé a adorarlo,
encarnaba los espíritus de todas las katchinas. Empezó a llamarme a señas; tentándome, acercando su
cuerpo sensual hacia mi, para que yo pudiera verlo y quisiera tocarlo.

La música me halagaba, me tentaba, y pude escucharme a mi misma gimiendo suavemente.


Empecé a sentir calor en mi cuerpo, un calor opresivo. Estabamos en un círculo de luz y sombras.

- Quiero estar contigo - le dije en un susurro. Lentamente empecé a levantarme, cuando una mano
poderosa me tomó del brazo y me hizo dar la vuelta, sobresaltada; sólo pude ver enfrente mío los furiosos
ojos de Agnes.
- Levántante, vámonos! - me orden,ó susurrando en mis oídos.
- No !!! - le grité.
Me sentía transtornada de pasion. Traté de resistir y soltarme de Agnes, mirando alrededor
buscando al Kokopelli, pero lo único que ví fué al Perro Rojo sentando en el porche de la cabaña, con sus
ropas color kaki y oliva.
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Me puse histérica, empecé a patear a Agnes tratando de liberarme de su fuerte mano como tenaza
en mi piel. Ella me dió vuelta y me dió un fuerte golpe entre los hombros y el cuello.

Desperté en la cama de la cabaña de Agnes. Me despertaron mis propios quejidos. Me dolía la


cabeza y tenía una hinchazón en la parte en que Agnes me había golpeado. Agnes me miró desde arriba,
parada a lado mío, con una mirada de desdén en su arrugada cara. Golpeó el piso con su pie.

- ¿Ya ves por no llevarlo puesto? - me gritó, moviendo su mano primero en mi cara y después
dirigíendola hacia su oreja. Ibas adormecida hacia tu muerte, si hubieras seguido ese espejismo, Perro
Rojo se hubiera apoderado de tu espíritu - me dijo Agnes.

- No sé cómo pude olvidarme - balbuceé.

- Espero que no te mueras porque ahora tendrás que enfrentarte con las pasiones del Perro Rojo.
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Capítulo Doce

No podía comer. Sólo daba vueltas en la cabaña. Las paredes, el techo, todo me pesaba. Agnes
estaba sentada en su silla de siempre, observando cada movimiento que yo hacía.

- Agnes, deja de estar mirándome, por favor - le dije enfadada.

Agnes no me dijo nada mientras yo caminaba de un lado a otro. Todavía podía escuchar las notas
de la flauta del Kokopelli en mis oídos. Mi pasion me tenía enloquecida.

- ¿Por qué no puedo ir por lo menos a hablar con el Perro Rojo, Agnes? Quizás podemos ponernos
de acuerdo - insisti.
- No - me dijo Agnes cortante. Después agregó:
- trata de entender, el Perro Rojo está cambiando el cebo. Él se está convirtiendo a sí mismo en el
cebo. El Perro Rojo es malicioso, deberíamos darle una buenas nalgadas.

Ni siquiera escuché las palabras de Agnes, pisé fuertemente en el piso y la miré de frente.

- Necesito algo de aire puro, ¿puedo ir a sentarme en el porche? - le pregunté.


- No
- ¿Por qué no?
- No, absolutamente no.
- Por favor, Agnes
- No, ya basta.
- Oh, está bien.

Pasó una media hora que me parecio una larga tortura. Cuando no pude aguantar ya más, dije:
- Voy a ir a mi auto a traer un libro que tengo ahí.

Agnes no me dijo nada.


- Es un libro muy interesante de Yoga, Agnes – dije, abriendo la puerta - es de un amigo mío. Te
van a gustar las fotos.

Di unos pasos hacia afuera de la cabaña y después corrí hacia el auto; ahí me paré y miré hacia
atrás. Agnes no se veía por ningún lado. Exhalé un suspiro - pude escaparme, viejita.

Caminé despacito y me di vuelta en el camino que iba hacia la casa de Perro Rojo. Sabía que
estaba descontrolada, pero no me importaba. Empecé a escuchar la música de la flauta de nuevo,
reclamandóme, y empecé a correr. Me di vuelta en un sendero en medio de dos largas rocas y tuve que
parar en seco, Agnes estaba en el medio de las dos rocas.

- Agnes.. - grité sofocada - solamente iba a.....

Agnes bloqueó el camino, y me empujó fuertemente con su mano.


- Vamos, a la cabaña - me dijo, con un tono furioso.

Me fuí de vuelta a la cabaña tropezando y empezando a pensar en alguna otra idea para poder
escapar.
- Sientate sobre la cama y quedate tranquila - me ordenó Agnes apenas entramos - eres tan
estúpida que la próxima vez voy a dejar que el Perro Rojo terminé contigo.

Yo apenas la escuchaba, estaba ardiendo por dentro, era como si el Perro Rojo hubiera puesto una
cálida ansiedad dentro mío. Agnes fué a mi auto a buscar algo en el baúl; estaba de espaldas; traté de salir
rápidamente por la puerta, pero dando un salto sorpresivo Agnes me jaló del pelo y no me soltó hasta que
me tiró de vuelta en la cama. Empecé a llorar y gritar.

- Lynn, exigete a tí misma que debes de pensar - escuché a Agnes decirme.

Pero la música de la flauta seguía adentro mío. Sólo quería escapar, de nuevo empecé a patear,
tratando de morder y rasguñar a Agnes.

- Te odio !!!! - le grité - Te odio! Más vale que me dejes ir de una vez o te pesará.
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Agnes tenía lo que había estado buscando dentro del baúl. Sacó un pedazo de cuerda y
tomándome por sorpresa me agarró los brazos y me ató de las muñecas asegurándome a la cabecera de la
cama. Después ató mis pies y ató la cuerda en el palo de la cama, se paró y sacudió sus manos.

- Ahora si – dijo-

No sé cuánto tiempo pasé así; doblaba mis dedos, movía mi cabeza, grité, lloré, gemí, reí, y poco a
poco las nubes en mi cabeza empezaron a clarear de nuevo. Cuando sentí que tenía la fuerza suficiente
grité:
- Agnes, por favor, soy una persona con lógica. ¿Podemos discutir esta situacion de otra manera y
sin todo este melodrama? Estas cuerdas me están lastimando.
- Entre más te pongas a pelear más te van a lastimar - dijo Agnes, acercando su silla a la cama. Se
sentó en ella y empezó a cantar una dulce canción en Cree, pero yo estaba muy indignada todavía.

- ¿Sabes Agnes que esto que me estás hacienda es en contra de la ley? Puedo hacer que te metan
en la carcel por esto que me estás haciendo!

Agnes se rió.
- Ya no me importa la estúpida canasta. Todo esto me tiene cansada. Sólo quiero conocer al Perro
Rojo - empecé a llorar de nuevo - no puedo soportar esto, Agnes !!!!!!
- Ok Lynn, escúchame!!! - gritó Agnes de manera tan especial que todas las visiones y sonidos
desaparecieron de repente - escúchame muy bien!!! - me repitió.

De alguna manera, esta vez su voz penetró en mi confusión.


- Ni siquiera sabes lo que te está pasando, por eso actuas así - siguió diciendo Agnes - pero te voy
a contar una historia; acuerdate de July. Quiero hablarte de ella. July es la aprendiz de Ruby así como tú
eres mi aprendiz. Un día, July estaba felizmente caminando por el bosque, quería que alguien la llevara a
Crowley. Vió que una pick up vieja se acercaba y se paró junto a ella. July pensó que su mente le estaba
jugando una ilusion, el auto que estaba parado junto a ella era un auto último modelo.

El hombre blanco que manejaba el auto muy cortesmente se ofreció a llevarla. July subió, el hombre
le iba contando que él era un ranchero de la reserva y que estaba buscando gente India que pudiera
ayudarle en la ganadería. July le dijo que ella trataría de ver quien podría estar interesado en ese tipo de
trabajo.

Estando a bordo del auto, July noto algo raro en el hombre; cuando miró hacia abajo, notó que el
pie sobre el acelerador era un pie deforme; cuando July miró de nuevo hacia arriba trato de ver al hombre
pero su visión estaba borrosa, sus ojos estaban perdiendo el enfoque; sintió que el hombre que trataba de
ver desesperadamente no era el mismo hombre que le había hablado antes; como ella es aprendiz de Ruby,
inmediatamente sintió que había caido en la trampa de un hechicero.

July trató de ponerse sus escudos; pero era demasiado tarde para eso, lo único que pudo hacer fué
pedirle al hombre que la dejara bajarse; ella no esperaba que el Perro Rojo la dejara bajar, pero él estacionó
el auto y paró.

Cuando July pudo abrir la puerta del auto echo a correr, pero empezó a escuchar que gritaban su
nombre “Julyyyy....”, después de su nombre empezó a escuchar una hermosa melodía de flauta. Ella no
quería, pero sin poder evitarlo, paró de correr y se dió vuelta buscando el auto.

Perro Rojo la tenía en su poder y July caminó hacia él en trance. Ahora July ha perdido su voluntad.

Agnes dejó de hablar, hubo un largo silencio. Yo tragué saliva y le pregunté:


- ¿Y después que pasó?
- ¿Alguna vez has visto a una araña matar a una mariposa? - me preguntó.
- No, nunca - le dije
- Bueno, eso es lo que le pasó a July. La araña juega con ella, él no la mató piadosamente de una
manera rápida. El baila alrededor de ella con su flauta y la tortura con su música, así como está haciendo
contigo. Y así como la araña con la mariposa, poco a poco él va succionándola por dentro. Ella se convirtió
en su amante. Y él tiene en su poder el espíritu de July. Lo metió en una calabaza y lo colgó en su cabaña.
Es una gran hazaña para ese bastardo. Cuando se cansó de tener a July con él, la trajo de vuelta. La dejó
con una flauta en el porche de Ruby.
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Ella todavía está poseida por su música y por eso vive tocando la flauta todo el tiempo. Ruby
estaba furiosa. Las Colinas cercanas a su cabaña temblaron por días y los animales del bosque tenían
miedo de salír. El Perro Rojo no ha parado de reir desde entonces. Ruby está esperando su momento para
cobrarle al Perro Rojo lo que hizo con su aprendiz. Asi que, Lynn, esto es a lo que te estás enfrentando.

La cara de Agnes estaba seria; puso su mano en mi frente, eso me hizo sentir aún más enferma, me
sentía separada de la cordura; lo que me había contado Agnes sobre July caló hondo en mi. Empecé a
temblar de miedo cuando me acordé de su mirada vacía.

Escuchaba a lo lejos las melodías de la flauta y mientras las escuchaba sentía en mi cuerpo las
oleadas de pasión, una tras otra. Era como si el Perro Rojo se diera cuenta de que estaba aflojando la
opresión que me hacia sentir; y mandara con más fuerza su poder para que me invadiera la música y la
lujuria.

Agnes bajó una bolsita de piel que tenía atada en la pared; la abrió y sacó algo que parecían hojas
secas; después hizo un cigarro con ellas. Lo prendió, tomó varias bocanadas y vino hacia mí; sentándose al
lado mío me dijo:
- fuma de este humo sagrado - sostuvo mi cara en una mano y con la otra puso el cigarro en mis
labios - Lynn, esto te ayudará a soñar, sueña tu pasión. Vuela lejos. Ve a dónde se encuentran tus miedos
y tus deseos. Encuéntrate con ellos y conquístalos. Encuentra a tu propio reflejo y libérate del Perro Rojo.
Actúa en tus sueños como quieres actuar y encuentra a las kivas guardadas, donde está escondido tu
corazón.

Lo último que recuerdo fué a Agnes mirándome y después la ví alejarse y sentarse de nuevo en su
silla. Mis ojos estaban cerrados. Los exasperantes ritmos de la flauta empezaron a deambular en mi
cabeza, el techo empezó a dar vueltas, y después cayó sobre mi como si fuera un velo.

Salí de mi cuerpo y salí de la cabaña. Por unos momentos, caminé alrededor de los árboles,
después me agaché a observar una piedrita, parecía que tenía un agujerito en el medio. Después de mirarla
fijamente me hice muy chiquitita para poder seguir una luz minúscula que brillaba adentro del agujerito de la
piedra.

Entré en el agujerito; cuando entre escuché un fuerte ruido; al escucharlo me sentí sacudida y me di
cuenta que estaba volando a gran velocidad a través de un espacio frío y cristalino. Después de algún
tiempo, llegué a un lugar vasto, alumbrado por la luz de la luna rodeado de espesura selvática. En el centro
se encontraba el Gran Templo del Jaguar.

Había dos piramides frente a frente, eregidas por rocas gigantescas. En medio de ellas se
encontraba un gran altar de piedra. Este era el lugar del jaguar, el lugar del balance entre el olvido y el
recuerdo.

El silencio fué roto por la música de la flauta y las suaves pisadas de unos mocasines sobre las
hierbas. La figura fantástica del Kokopelly bailaba y daba vueltas. Su danza provenía de una antigua
ceremonia, con su pipa llamaba a los sueños.

El Perro Rojo me estaba buscando desde algún plano interno; porque mi pasion despertó de nuevo.
La pirámide gigante creció más claramente mientras la luna iba ascendiendo en el cielo. La cabaña y Agnes
habían desaparecido por completo.

El cielo de una noche brillante de otros tiempos estaba por encima; la gran Katchina se bañó en los
destellos plateados de la luna. Siguió bailando y tocando su flauta, enroscándose y torciéndose hacia el
altar.

De un salto, me paré en la cima de la piramide. Nos habíamos metido a través de una grieta en el
medio de los mundos - una dimensión que era de magia. Yo me sentía poseída de amor por el Kokopelli,
sentía que estábamos participando de una sagrada ceremonia que nos traería poder duradero a través de la
eternidad. Pero también sentía un gran poder; yo era el simbolo de toda mujer, y debía librar mi batalla.

Fuí bajando lentamente por los escalones de la pirámide. El hombre Katchina estaba sentado sobre
el altar; parte animal; parte humano; parte ave; guiñando sus ojos hacia mi. Yo iba caminando hacia mi
muerte, y no me importaba, quería enfrentarlo de una vez.
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El Kokopelli me acercaba cada vez más con sus fulgurantes ojos; extendió sus brazos para
sostenerme, me abrazó y me sentó gentilmente en el altar.

No había visto que en cada esquina flameaban antorchas. El juego de las luces en la oscuridad era
hipnótico. Su cara brillaba, cambiando, desapareciendo, reapareciendo. Cerré mis ojos y me di cuenta que
no era ni él ni yo sino el poder del sueño colocado por ambos. Era la unión de nosotros mismos; nuestros
más altos y más bajos seres estaban siendo uno, junto con la vida cósmica.

La flauta parecía seguir tocando por si misma. Mientras nosotros permanecíamos recostados en el
altar de piedra, con la brisa humeda y tibia cubriéndonos como una manta astral.

Miré a la cara del Kokopelli y me di cuenta que yo estaba recostada ahí sola, que por haberlo
poseido a él o a aquello que yo tanto había querido y a la vez temido, nos habíamos convertido en uno sólo,
guerrero y guerrera. Era la consorte del guerrero, la hermana del guerrero hombre que había dentro de mi.

Las piramides desaparecieron, y me sentí flotando en el espacio. Asumí la posición fetal como
cubriendo mi desnudez; dando vueltas en el tiempo. Todo se oscurecio.

Me desperté estremecida y temblando. Agnes me había desatado y venía hacia mi con una cubeta
de madera. Vomité. Agnes acercó su silla a la cama y sentó junto a mi; me sentía muy débil.

Vi que la cabaña estaba iluminada, ví las ventanas y me di cuenta que los rayos del sol estaban por
caer; estaba por caer la tarde de el día siguiente al que me dormí. Agnes tocó mi frente y peinó mi cabello.

- ¿Cómo te sientes? ¿Vamos a tener un bebé katchina? - me preguntó sonriendo.

Traté de relatarle lo que había soñado lo mejor que pude; mientras le contaba, sentía que había
recobrado la cordura y que sólo quedaba en mi un pequeño rescoldo de pasión.

- Agnes – dije, tratando de sentarme sobre la cama - ¿qué es lo que todo eso significa? ¿Qué tiene
que ver este sueño con nuestros planes de traer de vuelta la canasta ceremonial?

- Ahora te has dado cuenta - me dijo Agnes - de que la canasta ceremonial fué concebida por los
soñadores para dignificar la unión entre un guerrero y una guerrera dentro de su mismo ser. Toda mujer
busca ese guerrero, ese hombre magnifico que habita dentro de ella. Lo buscamos toda la vida, si tenemos
suerte, lo conjuramos en nuestros sueños, nos unimos a él y nos convertimos en uno sólo. ¿Me entiendes?

- Creo que si. Si.

- Esos sueños nos traen mensajes - continuó Agnes - a veces uno tiene que hacer tretas al poder
para poder encontrarlo. Este tipo de sueños son el símbolo de la gran medicina, medicina que la mujer ha
olvidado. Fué peligroso, pero ahora tú puedes ayudarlas a recordar esa medicina. Has fumado al hombre y
a la mujer dentro de tu mismo ser y has llegado a un lugar dónde los caminos se juntan. Puedes cambiar y
crecer. Empiezas a entender lo que realmente significa rendirse. La mujer piensa que se somete; pero lo
hace por su propio placer. Ha olvidado cómo rendirse. Muchos corazones de mujeres están desiertos
porque ellas no quieren mirar hacia adentro. Hay que buscar a ese guerrero que espera en el ser interior de
cada mujer, abrazarse a él y ser libre.
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Capítulo Trece

Cuando me senté en la cama me sentí como si hubiera estado invernando por una semana entera.
El humo sagrado era muy poderoso. Caminé lentamente hacia la mesa y me senté en la silla.

Agnes estaba separando una variedadde objetos; piedritas, cristales, una cuerda de hojas secas,
plumas, flores secas, una mandibula de hueso y otras tantas cosas que no pude reconocer.

- Todo tiene vida, Lynn - me dijoAgnes - he visto al espíritu del aguardiente llevarse a muchos. El
espíritu de las plantas y de las drogas se ha llevado a muchos otros. Hay muy pocos que conocen el espíritu
del vacío, pero eso es justamente lo que hay que aprender. Espero que juntas podamos viajar y que te
pueda guiar ahí dónde aprendas más. Come, te hará bien.

Preparamos un desayuno; pero yo nopodía comer, tomé algunos sorbos de té, su calor me hizo
sentir mejor.
- Agnes, la experiencia que tuve anoche parecía tan real.... Creo que me encontré con el Perro
Rojo como un Kokopelli katchina.

Agnes sostenía una hoja y la miraba a través de los rayos del sol.
- ¿No crees que tu interior lunar es real? - me preguntó Agnes y empezó a acomodar las piedritas y
los cristales adentro de la mandibula de hueso.
- Los sueños están sumergidos abajo, adentro de la tierra - dijo - son de carácter femenino. Los
hombres toman la sustancia y le dan forma. Los sueños son lo que vé tu otra mitad. ¿No crees que tú eres
real? Esta vez te trajiste de vuelta poder; esta vez recuerdas todo.

- Estoy algo confundida con eso de los sueños, ¿qué son y qué significan? Los sueños que he
tenido por los últimos meses han sido demasiado reales y han afectado mi vida por completo. Pero no
puedo concebir que los sueños tengan sustancia. Ni siquiera éste; éste me pareció más como una visión.

- ¿Alguna vez se te ha ocurrido que el ser humano se encuentra entre dos mundos de reflexión?
Toca la tierra, la madre está despierta. La tierra está despierta y también sueña. Todo aquello en lo que un
ser humano pueda pensar, tiene sustancia. No hay agujeros en tus pensamientos. Aquellos que han
despertado, los chamanes, pueden andar por el otro lado del universo, más allá aún del más alla. Ahí
aparece la puerta del arco iris hacia la red de la sustancia. Si tú invades ese mundo, los seres que se
encuentran ahí pueden darte cualquier poder que necesitas. Pero la mayoria de los poderes son demasiado
pesados para traérnoslos de vuelta. Nos llenamos de gozo si podemos volver a atravesar por esa puerta
que alguna vez ha sido abierta para nosotros. Los grandes guerreros han hecho grandes hazañas ahí
muchas veces. Tu viniste aquí por esa puerta la vez que fuiste concebida y serás succionada de vuelta a
través de esa puerta el día que mueras. Ahí está todo lo que ha sido dado ytodo lo que ha sido quitado.
Los que están ahí quieren que tú vayas cuando gustes y tomes lo que quieras. Cuando tí entras, ellos te
reconocen por tu brillo. Tú hablas de sustancia. Escucha, cada sustancia, incluida la de los sueños, es mi
hermana y mi hermano, y yo los reconozco y vivimos ahí en una forma cordial.

- Agnes, por favor; me rindo.


Agnes empezó a reir acarcajadas.
- Tu problema es que todas las enseñanzas que te han sido reveladas a través de tu vida y tú no
has estado lo suficientemente despierta para verlas.
- Al menos he aprendido varias cosas -le refuté.
- Lynn, tú te tropiezas con la pluma de un águila como si fuera un obstáculo en tu camino.
-¿Qué quieres decir, Agnes?
- Seguramente piensas que soy una vieja loca, y si, eso es lo que soy.

Agnes volvió a reir, con carcajadas hilarantes, está vez golpeándose los muslos y tomando más
tiempo para recuperar el aliento.
- No creo que estaría aquí si pensara de esa forma, ¿no? - le grité para hacerme escuchar.
- Cómo no!!..... - dijo ella; y rió aún con más fuerza.

Cuando la ví recobrar la calma; le pregunté:


- no me has dicho queéquisiste decir con eso, “si me llego a tropezar con la pluma de un águila...”
- Las águilas siempre andan arriba y ven todas las vastas complejidades e interrelaciones. Cuando
la pluma de un águila cae a la tierra, está llena de todo su conocimiento. Si tú eres lista, hablarás con esa
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pluma y le pedirás a su espíritu que te guie. Todas las plumas de las águilas tienen ese poder medicina.
Sólo tienes que levantarla y hablarle. Después tienes que saber escuchar su respuesta - dijo Agnes.

Traté de esforzarme y comer algo mientras Agnes guardaba su colección en el cajón del armario.
Cerró el cajón y se me quedó viendo pensativamente.
- Ven conmigo, Lynn - me dijo.

La seguí hacia fuera, al porche; July estaba sentada contra el poste, tocando su flauta. Me di cuenta
que últimamente escuchaba todo el tiempo la flauta en mi cabeza y ni siquiera me había dado cuenta de
que ahora era July la que la estaba tocando. Pero ahora que la escuchaba más claramente pude notar que
el sonido era mucho más débil y discordante. No había mucho aliento en July.

- Siéntate aquí - me dijo Agnes, indicándome un lugar en el piso del porche, justamente frente a
July.
Me senté con cuidado. Agnes estaba parada en el medio de las dos y tomó la cara de July en su
mano.
- Mira con cuidado a July, Lynn - medijo - vé adentro de sus ojos y dime lo que ves. Descríbemela.

Había estado tan ocupada en mis cosas últimamente que no me había percatado de lo desmejorada
que lucía July. No se daba cuenta de nuestra presencia, y la flauta se le caía a cada rato; ella tanteaba sin
ton ni son hasta que lograba agarrarla de vuelta. Estaba terriblemente pálida; sus ojos marrones más
hundidos y vacíos que nunca.

- Veo alguien que ha perdido la cabeza- dije sin pensar.


Agnes me miró de frente:
- ¿ y ésto es lo que quieres que te pase a tí también?
- No, claro que no !!! - grité.
- Entonces quédate aquí y cuídala por un rato; porque todavía podrías terminar igual - dijo Agnes
mientras se metía adentrode la cabaña.

Apoyé mi espalda contra la pared, tratando de despejar mi cabeza. Eran tantas cosas... July estaba
buscando otravez su flauta. La miré y pensé en el encuentro que tuvo con el Perro Rojo, eso me hizo llorar
de lástima por ella. Pero a la vez sentí un fuerte golpe de celos; por un instante odié a July. Parecía que no
podía controlar mis pensamientos, quizás yo era la que estaba loca, me pregunté si July sería la única que
estuvo en brazos del Perro Rojo.

- Lynn, ¿ya viste suficiente? – escuché la voz de Agnes.


- Si, creo que si, Agnes. ¿July también escucha la música de la flauta del Perro Rojo? ¿por qué
está tratando de tocar laflauta todo el tiempo? - le pregunté.
- No, no hay más ruidos en la cabeza de July, no hay imágenes ni recuerdos, no hay nada. Ella está
muy enferma y puede morir pronto. Perro Rojo nunca le devolvera su espíritu. Ella toca la flauta porque
tiene que tocarla. ¿Por qué la luna aparece cada noche? July está atrapada en un laberinto.
- ¿No hay nada que podamos hacer para ayudarla?
- No hay nada que puedas hacer; quizás yo podría hacer algo, pero... - Agnes no termino la frase.
- Venn entra a la cabaña - me dijo, jalándome por el brazo - veo que el ver a July te pone mal -me
dijo ya adentro.
- No, simplemente me da mucha pena, eso es todo.

La cara de Agnes permaneció impasible.


- Escucha - dijo Agnes – July estará muerta dentro en una semana. Ten cuidado de no seguirla, el
PerroRojo todavía está tratando de hacerte ver su punto de vista; y ahí tienes a su punto de vista sentada
en el porche.
- Lo que pasa es que me cuesta mucho controlar mis deseos, Agnes - admiti.
- Lynn, hay chamanes a quienes les gusta succionar espíritus. Y algunos lo hacen por medio del
sexo. Se chupan tu espíritu como si no fuera nada, así es como el Perro Rojo está tratando de apoderarse
del tuyo.

- ¿Realmente el Perro Rojo tiene elespíritu de July en alguna parte? - pregunté.


- Ya te lo dije - me respondió Agnes con las dos manos extendidas a la altura de su cara.
Después se inclino y miró a mis ojos fijamente de una manera amenazadora....
- Yo podría partirte en dos en este mismo instante - me dijo.
Retrocedi asustada.
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- Los seres humanos no son dos lados gemelos exactos a sí mismos - continuó Agnes - ambos
lados son muy diferentes el uno del otro y sirven a diferentes propósitos. Hay un punto justo en el medio. Un
hombre medicina, o una mujer medicina puede ver ese punto, esa abertura y abrirte en dos partes. Es fácil.
Al Perro Rojo le gusta usar la seducció n para hacer eso. Yo misma pude haber tenido sexo con el Perro
Rojo y ese acto hubiera rezumado poder.

- ¿Como en mi sueño del hombre katchina?


- Si, de la misma naturaleza que tu sueño. Incluso hubiera sido un hombre para mí, si tan sólo yo lo
soportara, pero sólo el verlo me causa repugnancia. Tú no tienes fuerza suficiente todavía, por eso no lo ves
como lo que realmente es. El poder del guerrero y la guerrera no se manifestaría. Estarías partida en dos y
serías nada - dijo Agnes.
- ¿Me moriria? - pregunté
- Cuando estás partido en dos, es cuando el chamán aprovecha para llevarse tu espíritu.
- ¿Ese espíritu tiene alguna forma? - pregunté.
- Es como el humo – respondió Agnes.
- ¿Hay algo dentro de una persona que se ve como el humo, y eso es su espíritu?
- Si, como una gran bocanada de humo.
- ¿Eso es lo que tiene el Perro Rojo guardado? ¿Esa parte de July que se ve como humo?
- Exactamente, eso es lo que ella tiene que conseguir de vuelta si quiere seguir viviendo.
- Agnes, ¿tú puedes hacer que el PerroRojo le devuelva a July su espíritu?
- Nadie puede hacer que él haga nada; él no hace un sólo movimiento si no quiere hacerlo.
- ¿Qué es lo que pasa cuando unapersona se muere, Agnes?
- Esa no es una pregunta muy importante; pero te diré algo: toda la vida del ser humano es
observada por los jefes rayos. Tú tienes un camino en tí, un camino turquesa. Lo importante es mantener tu
espíritu moviéndose en ese camino. Si haces eso, al final de tus días te encontrarás con los jefes rayos.
Todos los otros caminos se volverán absurdos y una desilusión. Esos caminos están llenos de pena, de
dolor y deconfusión. Yo tengo un poco de poder porque he visto a través del final. Al final, todos los
acertijos se resuelven y todas las preguntas son contestadas. Al final, el significado de tus lágrimas y
sufrimiento se esclarece. Pero si lo puedes encontrar en tu tiempo, estarás llena y nadie podrá sacartelo.
Esa es la manera medicina y para ti, esa es la manera correcta.

- ¿Estoy realmente en ese camino, Agnes?


- Si, pero no te has dado cuenta todavía. Todavía no puedes sobrevivir.

Sentí un repentino ataque de ansiedad.


- ¿el Perro Rojo quiere matarme, no es cierto? - pregunté, tremula.

Agnes sonrió.
- si {el sólo deseara matarte podrías considerarte afortunada. No, él te está probando, quiere saber
hasta dónde puedes llegar, y aquello que él tenga reservado para tí puede hacer ver a la muerte como un
día de campo. Cuando un Chamán te ponga a prueba, agárrate de dónde puedas. Hay cuatro lugares
donde podrás presentarle batalla: en el fuego, en el viento, en el agua, y en la tierra. Si él te lleva a otro
lugar, entonces sabras que estás perdida. Sal corriendo de ahí y olvídate de tus sueños. Vuelve a tu casa y
sigue coleccionando cosas nativas y olvídate de todo. Pero de todas maneras podrías ser atrapada en el
más allá. Así que no puedes huir.

Me aterró el escuchar las palabrasde Agnes. Pensé en mis sueños y en mi pasión por el Perro Rojo,
pensé en July y su vacío. Todo parecía encajar, y empecé a darme cuenta de cómo el Perro Rojo me
estaba ultilizando. Sentí un fuerte enojo en mi pecho.

- ¿Y cómo se atreve el perro rojo a manipularme de esta manera? - lo dije de una forma tan
inesperada que Agnes empezó a doblarse a carcajadas,
- por fin!!! – dijo - ya estás empezando acomprender; pero igual sigues enamorada de él. Lo dicen
tus ojos. Pero por lo menos estás teniendo algo de sentido común, es más, te voy a ayudar, hay una
manera de prevenir que te siga acorralando.
- ¿Qué es lo que tengo que hacer? - le pregunté.
- Tienes que ir a sentarte al lugar dónde te hablé de él por primera vez. Siéntate ahí todo el tiempo
que te lleve, espera, observa y vé qué sucede. Tu hermana vendrá y te ayudará a curarte.
- ¿Quieres decir que me tengo que dormir ahí yo sola?
- Si, no hay de otra. Habra protección alrededor. Aparte, debes llevar contigo tu arete puesto.
Estáte alerta y estarás bien.
- ¿Quién es mi hermana?
- Ahí la vas a encontrar.
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- Pero... tú sabes que yo no tengo ninguna hermana, no se a que te refieres....


- Eso lo tendrás que descubrir por ti misma, Lynn. - ya para cuando me dijo esto, Agnes estaba
poniendo comida en un atado; parecía apurada.
- ¿Realmente tengo que hacer esto, Agnes? ¿y ahora mismo?
- Si, tienes que hacerlo. El PerroRojo no se va a acercar por ahí. Su honor está en juego y él va a
respetar tu retiro.

Empecé a doblar mi manta sin querer pensar en nada. Volví a mirar a Agnes, pero antes de que
pudiera decirle algo me señaló la puerta y me gritó:
- vete y no vuelvas aquí hasta que tengas algo bueno para contarme.

Asentí, tomé las cosas y salí. Tomé el camino que daba a la cabaña de Ruby. Tenía tanto terror
que lo único que me escuché decir fue; pues si tengo que morir, me moriré.

Mis pasos eran suaves, sin prisa. Me paré a descansar varias veces, y en una de esas comí algo. El
clima estaba cambiando, el vientecillo se iba y todo se tornó más tibio. Para cuando llegué a la orilla del
arroyo la luz de la luna se reflejaba en las colinas.

Puse mi atado de comida y mi mantas sobre el piso. Estaba bastante alejada del agua, así que si
los animales venían a tomar agua no les molestaría. Me senté en una roca plana. Mi cena fue carne seca y
pan. Después de comer fuí a lavarme las manos y la cara; note que una libélula volaba encima del agua y
de vez en cuando se paraba, moviendo sus alas mientras tomaba agua del arroyo.

Me puse a juntar ramas secas ypalitos de los alrededores, pronto pude encender un fuego. La
oscuridad vino rápidamente. Limpié un lugar dónde acostarme y me tapé con la manta. Increíblemente me
sentía muy cómoda, mirando hacia la luna, escuchando el agua, los grillos, las ranas.

Le pedi a la luna que nunca parara de brillar y sentí su luz tocándome. Lo último que recuerdo fué la
sombra de la luna en la tierra.

Desperté la mañana siguiente en la misma posición en que me quedé dormida. Estaba bastante
descansada. Era el amanecer. Me quedé recostada antes de animarme a pararme. Me levanté poco a
poco; la diferencia del clima era bastante pronunciada en los lugares donde daba el sol, a los lugares dónde
había sombra.

Me senté en la misma roca plana de la noche anterior, mirando el arroyo. Era un lugar donde el sol
me acariciaba y me relajaba. Agnes me había enseñado a sentarme lo más quieta posible de cara al norte,
mirar el agua y dejarla que me enseñara.

Ella dijo que era especialmente importante que aprendiera a tener disciplina. Al principio me distraje
por el viento que soplaba en los hojas y los arbustos, y por la cantidad de insectos que había. Estaba
sentada, quieta, y metí un dedo en el agua; el agua semovía con la brisa, tomé una hoja que flotaba, la
saqué y la dejé secar afuera. Si fuera Narciso, sabría que pronto moriría.

Me invadió una gran desesperanza cuando recordé al Perro Rojo. Me sentía todavía
completamente enamorada; aunque sabía que era un truco horrible de él, no podía evitar el sentirme
arrobada al recordarlo. El gran Katchina... no puedo describir el estremecimiento que sentía sólo de pensar
en él.

Un pájaro voló frente a mi, después otro que volaba en la dirección contraria. El sol se levantó más
en el cielo y todo se volvió más cálido. Dejé de ser yo misma, me dejé llevar por el sueño de la flauta y el
Katchina. Tiempo, mucho tiempo pasó.... Estaba tratando de ver más claramente.

Me recosté sobre la roca plana, incapaz de controlar el curso de mis instintos; sentía oleadas en mi
cuerpo y escuchaba el rumor del agua; me sentí como un pez en el océano, tratando de encontrar la
superficie y quedarme ahí recibiendo los rayos del sol. Pero de pronto me encontré en cavernas
sumergidas, viendo las siluetas de las formas antiguas en las rocas, rogándoles que me enviaran una señal.

Examiné mi reflejo en las aguas, por alguna señal que me dijera que seguiría con vida, que no
estaría perdida cuando volviera a poner los pies en la tierra. De pronto, ya estaba de nuevo tendida en la
roca plana, quise ver mi reflección en el agua, pero sobresaltada me encontré con la cara del Kokopelli;
enseguida metí mis dedos y los moví en elagua para borrarla.
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Yo era una criatura sin esperanza y llena de amor; al sentir esto ya estaba de vuelta en las cavernas
oscuras. Lloré, grité, le pedí a todos los dióses, le pedí a las almas de mis antepasados que me libraran de
esta tortura. Le pregunté al espíritu del mar que habitaba en mi, que era el principio, la sabiduría de todos
los tiempos. Empezó a haber serenidad y verdad en las olas.

El agua se me escapaba de los dedos.En el agua clara había quietud. Su superficie era cielo y
nubes, y yo estaba ahí, otra vez sola.

Mientras miraba hacia el agua, capté algo con el rabillo de mi ojo. Sin sobresaltarme, me volví
lentamente y lo que vi fueron los ojos muy abiertos de una víbora de cascabel; estaba a unos 6 pies de
distancia, levantó su cabeza y enroscó su cuerpo, mientras mantenía su mirada sobre mi.

Nos quedamos viendo, y después, bajó su cabeza y tranquilamente se tendió a dormir en el sol,
ignorándome. Yo seguí mirándola por si lanzaba algún movimiento repentino, pero estaba muy quieta. No
podía dejar de mirarla. Me senté frente a ella, observ{andola.

En ese momento, la luciérnaga que había estado dando vueltas en el agua se posó en la cabeza de
la víbora de cascabel. La víbora sacó su lengua levantándola hasta la altura de su cabeza; la luciérnaga
alzó el vuelo y voló viniendo a posarse sobre mi mano, que por alguna razón, estaba abierta. Después voló
de nuevo y se instaló justo en la base de mi nariz, en el medio de mis ojos; se quedó ahí por algunos
segundos y después desapareció volando.

Al momento supe que ese bichito era la hermana que había estado esperando, hasta me dió risa,
¿cómo me lo hubiera imaginado?

Cuidadosamente empecé a guardar mis cosas sin perder de vista a la víbora de cascabel. Dejé
tabaco en obsequio. Levanté mi bulto y caminé suavemente de vuelta. No pude aguantar y en una de esas
di vuelta la cabeza para mirar de nuevo; la víbora estaba felizmente dormida bajo los rayos del sol.

Seguí caminando, la luz del sol estaba palideciendo con el atardecer. Mientras caminaba, me di
cuenta que no había pensado en el Perro Rojo y que al pensar en él en ese instante ya no sentí las oleadas
de pasión y calor invadir mi cuerpo. Lágrimas de agradecimiento rodaron por mis mejillas, me sentía
liberada y no pude esperar más, salí corriendo hacia la cabaña de Agnes para contárselo.

Cuando ví la cabaña en la distancia.Dejé escapar un aullido de lobo. Inmedíatamente Agnes


apareció en el porche y se quedó ahí parada, observando. Casi me subí en ella más que abrazarla, nos
dimos un fuerte abrazo y Agnes tenía una sonrisa de oreja aoreja. Me dejé caer sobre la silla y tomé un gran
vaso de agua.

Agnes me preguntó que fué lo que me pasó que volví tan contenta. Y yo le conté todo lo que me
había sucedido.

- Por favor, Agnes, dime qué significa todo lo que vi, lo que sentí....no puedo creer la diferencia que
he notado en mi percepcion...pensé que la pesadilla no terminaría!!! Voy a ir a agarrar al perro rojo !!!

Agnes me miró, y como usualmente hacía, estalló en carcajadas.


- Ya te estás dejando llevar por el puro entusiasmo - me dijo, todavía riéndose.

Cuando paró un poco de celebrar, Agnes dijo:


- así como dices: ese bichito medicina es tu hermana. Ella es la guardiana y la protectora de
Quetzatcoatl. Todas las criaturas que hibernan, así como el oso, los felinos, la víbora, son soñadores.
Mientras duermen por largo tiempo, se dejan ir en sus sueños. Tu hermana vió tu tortura y sabía por qué
acudiste a ese lugar. Ella te entregó el poder, el poder de un hermano soñador para que tus ojos vean. Y
después se llevó con ella tu obsesión.

- Tu explicación no parece tan simple. Pero mi mente es mía de vuelta.

Esa noche estuvimos riendo y charlando largamente. Preparamos la cena, me sentía tan en casa y
sentí tanto cariño porAgnes; que dormi plácidamente.
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Capítulo Catorce

Mi placidez duró muy poco. Me desperté antes del amanecer con claras imágenes de mi muerte en
manos del perrorojo.

- Agnes - susurré- Agnes.


No me respondió. Era la primer vez que me despertaba antes que ella. Me sentí tan impotente, me
di cuenta de que nunca sería capaz de robarme la canasta ceremonial y traerla de vuelta con Agnes. ¿
Como podría volver a ser feliz en mi vieja vida con todo esto a cuesta?

Mi perspectiva había cambiado totalmente y aún así este mundo de la medicina estaba más allá de
mi ntendimiento. Este mundo era demasiado violento y no me sentía capaz de poder aprender nunca todo lo
que Agnes quería enseñarme. Empecé a sollozar.
- ¿Por qué llora la vaca pobre tan temprano? - me preguntó Agnes,
apoyando su cabeza sobre su mano.
- Agnes, siento que nunca sere capaz de poder robarle la canasta ceremonial al perro rojo. Sólo he
estado perdiendo mi tiempo, él me va a destruir.
- ¿Y qué más? - me dijo Agnes
- Soy una estúpida, que más....
- ¿Algo por ahí que se te haya olvidado? - insistió Agnes
- Simplemente no puedo imaginarme... primero, no sé ni cómo me metí en todo esto, todavía no
puedo creerlo.

Agnes se paró de la cama y abrió la ventana, después fué a calentar algo de agua.
- Lynn, por favor deja de estarte compadeciendo y escúchame. Hoy tienes mucho que aprender, ya
no nos queda mucho tiempo así que pon mucha atención. Ya deja de hablar tanto, vaca pobre; sólo te
estás muriendo en tus pensamientos. Bebe en el agua donde el gran lince durmiente acude a la luz de la
luna. Te olvidaste que alguien te dió poder. Entonces los bebés del agua vendran y te preguntarán, ¿dónde
conseguíste esos poderes que te iluminan?

Sequé mis lágrimas y me cubrí con la manta.


- Agnes, la mayor parte de las veces no te entiendo. ¿Ahora de que estás hablando? ¿Por qué me
has llamado vaca pobre dos veces?

Agnes se sentó y se me quedó viendo por lo que me pareció un enorme lapso de tiempo; después
movió su brazo lentamente, lo extendió y abrió su mano extendiendo sus dedos como si fuera a tirarme algo
en la cara.

- Esto se llama tirar arena en los ojos del búfalo, antes de matarlo, Vaca Pobre. Tú no quieres que
el búfalo vea lo que le tienes preparado.
- ¿ Qué es lo quieres decir Agnes? ¿Y por qué me sigues llamando vaca pobre?
- Porque no entiendes lo que es soltar.
- ¿Quien fué la vaca pobre ?
- Vaca Pobre era un hombre. Que haya sido un hombre no es importante. Podría haber sido una
mujer. Él eres tú por las mañanas. Él iba alrededor de la aldea compadeciéndose: “Oh, aquel no tiene
zapatos.. oh, pobre joven toro, no tiene una manta con que cubrirse, oh, pobre ojos amarillos, renguea
cuando camina, oh, pobre de mi, que desdichado soy...” Un día vaca pobre se encontró con el Coyote
Gemelo, el hombre medicina.

Iba por ahí todavía diciendo “pobre esto, pobre lo otro”. Adonde mirara vaca pobre veía algo triste.
Coyote Gemelo le dijo; “oye, vaca pobre, ¿dónde está tu sombra?” Vaca Pobre miró hacia atrás y no
había sombra en el piso. No estaba ahí. Vaca Pobre había perdido su sombra.
“No tengo ninguna, le respondió”. “¿Y no crees que debes encontrar alguna?”, le preguntó Coyote
Gemelo. “Si”, le respondió vaca pobre, “no quiero andar caminando por ahí sin tener sombra. Voy a
buscarla.”

Y así, vaca pobre anduvo por todos lados buscando su sombra. Se asomó por todas las tiendas,
compadeciéndose cada vez más de si mismo. No podía encontrar su sombra por ningún lado.
Un día, Coyote Gemelo se volvió a encontrar con él y le preguntó: “vaca pobre, ¿has encontrado ya tu
sombra?” Vaca Pobre le dijo con un gesto de resignación, “no, nunca pude encontrarla, ya me di por
vencido.” “¿Ya buscaste en la tienda de sudor?”, le preguntó Coyote Gemelo; “quizás fuiste a tomar vapor y
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la dejaste ahí olvidada.” “No, ahí no vi”, dijo Vaca Pobre y corrió hacia la tienda de sudor. Estuvo adentro por
un largo rato hasta que finalmente vió su sombra reflejada en el piso. El que contaba los aconteceres en
aquellos días anduvo por la aldea gritando; “Buenas noticias, Vaca Pobre ha encontrado a su sombra en la
tienda de sudor!!! Malas noticias, Vaca Pobre ha muerto!!! “

Te he contado esa historia porque tú eres como el pobre vaca pobre; pones tu atención en tantas
cosas que no son importantes, que te olvidas de todo lo realmente importante que hay.
- Tienes razón - le dije - soy una vaca pobre, siento lástima por mi y por el mundo entero.

Traté de comer algo y dejar de pensar. Más tarde Agnes me dijo:


- has aprendido sobre tu enemigo y has aprendido sobre tu oponente. Las fuerzas en Beverly Hills
son las mismas que las fuerzas del agua que te tocó aquel día. En tu mundo, le llaman locura y muerte.
- ¿No es un enemigo y un oponente la misma cosa? - le pregunté.
- Tu tienes muchos enemigos alrededor tuyo; cáncer, epidemias, las cosas que la gente tanto teme
que se le acerquen; así como la gente mala se acerca cada vez a la destrucción. Pero tener un oponente es
diferente.
- ¿Qué quieres decir con eso? - le pregunté.
- Digamos que tú eres una escritora y has decidido elegir a Anais Nin, esa mujer con la que hablaste
una vez, como tu oponente. Debes vencerla en creatividad y en ideas. En un sentido la usarás para ver
dentro de tí misma. Tú no quieres que ella falle porque perderías a tu modelo. ¿Qué es lo que una persona
medicina esperaría que tú hagas? Ellos te dejarían sola hasta que tú misma encuentras el poder dentro
tuyo para que puedas convertirte en una oponente con valor para poder enfrentar a otro guerrero.
El mundo es muy parecido en todas partes, la competencia es la hermana fea de la oposición . En la
oposición de verdad no hay que perder ni nada que ganar. Sólo te puedes beneficiar. Si empiezas a
considerar que tú y la oposición se soportan mutuamente puedes perder mucho. No puedes depender
nunca de un oponente. Sólo puedes depender de tí misma. Nadie va a ir a salvarte. Una heyoka ve el
mundo como una oposición y aprende a no separar su ser interno, la luna, de su ser externo, el sol. No
puedes competir con la nada.

- ¿Y cómo se pude competir con la muerte?


- Sólo puedes oponerte a la muerte, la competencia es centrada en uno mismo, pero la oposición
engrandece.

Agnes hizo una pausa. Su ojos centellaron.


- ¿cómo vas tú a competir con el invierno? - me preguntó.
- No se puede.... - le dije.
- Pero te puedes oponer a él de una u otra manera. Puedo sentarme aquí por días enteros tratando
de darte la mejor metáfora de la verdad. Tratando, eternamente de despertarte. Pero tú tienes que tener la
voluntad de comer, de beber la tierra, el sol y el universo para conocer que todas estas cosas están dentro
de ti.

Agnes sacudió la cabeza y se quedó viendo el piso. Me hubiera gustado recostarme y pensar en
todo lo que Agnes me había dicho; pero Agnes me dijo:
- ven, ponte un sueter, iremos afuera a caminar.

Quise oponerme pero Agnes me paró y me jaló dandome el sueter.


- ¿A dónde vamos? - le pregunté.
Me miró y me indicó con la cabeza que la siguiera. El aire era fresco y vigorizante, el bosque todavía
estaba cubierto por la niebla. Agnes se dió la vuelta y se paró frentea un árbol joven; gentilmente dobló una
de sus ramas y me llamó para que la viera.
- Normalmente este es el tipo de criatura que buscamos, pero no lo podemos hacer de esta manera.
Lleva una o dos semanas para secarse.
- ¿Para que es este árbol? – pregunté.
- Sirve para hacer una pipa. Tú la vas a hacer.
- No creo que yo pueda hacer una pipa Agnes.
- Por ahora, sólo presta atención.

La seguí mientras ella caminaba rápidamente de vuelta a la cabaña, a través de la niebla. Antes de
entrar, tomó un pedazo de rama seca que tenía colgando en la pared del porche, igual a la que me había
mostrado; sólo que ésta estaba más corta y más clara. Adentro, puso el pedazo de madera sobre la mesa.
- Siéntate - me dijo formalmente.
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Me dió la espalda y sólo alcancé a ver su mano cuando me tiró un cuchillo de caza; éste se clavó
sobre la mesa, a un pie de distancia de mi cabeza. Me sobresalté, haciéndome para atrás.
- Te dije que prestaras atención. Lima bien ese pedacito de madera, déjala lisa y suave con el filo
del cuchillo.

Cuando veía así a Agnes sólo me quedaba obedecer; tuve miedo de decir algo, agarré el cuchillo y
empecé a pulir la madera.
- Bien, ahora haz un pequeño círculo al final, así.
Después de que Agnes cortó, me dió de vuelta el cuchillo.
- Sigue haciéndolo mientras preparo un té.

Agnes me estuvo observando por más de media hora mientras yo trataba de darle forma de pipa a
ese pedacito de madera; ella me daba instrucciones de vez en cuando. Después fué a una repisa y trajo un
pedacito de algo que parecía la cáscara de un caracol para poner encima del tubito que era ahora la
madera. Lo pusimos encima del agujerito a manera de contenedor.
- Ahora, Lynn - dijo dándome unas soguitas finas - completa tu pipa.

Estuve diez minutos más tratando de atarla de la manera correcta; le mostré a Agnes mi trabajo.
- Caliéntala sobre la hornalla - me dijo - hasta que quede marrón-roja.
Hice como me indicó, preguntándome que más tendría que hacer. Para mí, ya estaba hecha. Ahora
Agnes parecía contenta; trajo a la mesa varios tarros con diferentes piedritas de colores, plumas, y pedazos
de piel.
- Ahora adorna tu pipa, hazle el diseño que quieras, se vería linda en turquesa, roja, amarillo, y un
borde de azul más intenso.

Me entusiasmó el proyecto y me dediqué por entero a completarlo; hasta que escuché a lo lejos las
notas de una flauta. Momentos más tarde Ruby entró apresuradamente por la puerta.
- Veo muy mal a July - dijo Ruby a Agnes, ignorándome por completo.

El sonido de la flauta se escuchaba débil y sin sentido. Me paré y salí para afuera sólo para ver a
July sentarse pesadamente sobre el porche y recargar su espalda en la pared. Realmente se le veía muy
mal. Entré de nuevo a la cabaña.
- ¿Puedo traerles algo para ella? - pregunté sin saber a ciencia cierta qué ofrecer para poder
ayudar.
- Sí, su espíritu - me dijo Ruby con una gran mueca de enojo.
- Bueno, Ruby - dijo Agnes poniendo su mano sobre el hombro de Ruby - enojándonos no vamos a
hacer nada. Bueno, mejor vamos a divertirnos.

Agnes me miró y me dijo:


- Tráete tu sueter, Lynn, vamos a hacerle una visita al Perro Rojo; haz exactamente lo que te diga y
mantente fuera de nuestro camino.

Dejamos a July con algo de alimento y agua, y las tres nos fuimos siguiendo el camino hacia la
cabaña del PerroRojo. Las dos viejas mujeres iban corriendo como si fueran chicas de 16 años. Yo estaba
tan preocupada por July que justo cuando estábamos corriendo a enfrentar al Perro Rojo me di cuenta de lo
que estabamos haciendo.
- oh, no!!!! – grité - el Perro Rojo!!

Agnes y Ruby pararon de pronto y miraron hacia atrás, hacia dónde yo me encontraba.
- ¿Qué estamos haciendo? - les pregunté.
- Cállate, idiota - me dijo Agnes - ¿quieres que todo el mundo sepa a dónde vamos?
- No....

Agnes me miró furiosamente y Ruby con una mueca de enojo y ansiedad en su cara se acercó y me
pellizcó en el brazo diciéndome
- No hables, sabes lo que estás haciendo, así que hazlo.

Retrocedí con dolor en el brazo. Las dos empezaron a correr de nuevo y yo corrí desesperadamente
tratando de alcanzarlas; no paramos hasta que estabamos como a cien pies de distancia de la cabaña del
Oerro Rojo. Después caminamos sigiliosamente buscando dónde cubrirnos. Agnes susurró en mi oído:
- Tú y yo nos vamos a esconder detrás de esos árboles, mézclate con ellos y no muevas ni un sólo
músculo hasta que yo te lo diga.
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Ahora estábamos como a 30 pies de distancia, Agnes le hizo una señal a Ruby con su mano. Ví
desde atrás del árbol cómo Ruby se dirigía hacia la cabaña; se agachó y tomó un puñado de rocas. Dudó
por un momento, y después empezó a tirar las rocas en el techo de la cabaña, una por una.

La cara del Perro Rojo apareció enseguida en una de las ventanas.


- ¿quién está haciendo ese ruido? - gritó.

Ruby no hizo ningún intento por esconderse, en vez de eso empezó a hacer sonidos fuertes,
corriendo por el patio. El Perro Rojo apareció descalzo en el porche, usando la misma ropa con que lo había
visto la primera vez. Ben y Drum estaban asomandóse atrás de él, todavía adentro. Pude ver el pelo rojo del
pecho del Perro Rojo. No sentí nada.

- Ruby, vete de aquí - gritó con voz de trueno el Perro Rojo.


Ruby tiró la roca más grande en el techo. Esta vez el ruido fué mayor.
- Tienes suerte de que no te haya quemado vivo adentro - le respondió Ruby - tú te robaste mis
pinzas para cortar alambres, y no me digas que no fuiste tú - le gritó Ruby.
- Yo no robé tus pinzas, vieja bruja - le respondió a los gritos el Perro Rojo - vete de aquí !!!
- Voy a traer a la policia, bastardo, ellos van a encontrar mis pinzas - gritó Ruby.
- Hazlo y veremos que pasa, les voy a contar lo que has estado haciendo - respondió el Perro Rojo.
- No te atreverías - le dijo Ruby mientras arrojaba otra roca, esta vez a su ventana, rompiendo el
cristal - yo te voy a enseñar a andarte robando pinzas que no son tuyas.

Yo no lo podía creer, estaba frentea un hechicero poderoso y una mujer medicina y los dos estaban
discutiendo por unas pinzas!!! No tenía ningún sentido. Ruby sacó de sus faldas una botella, la tiró al porche
y la botella explotó. Los vidrios volaron en todas direcciónes, el Perro Rojo salto hacia atrás y Ben y Drum
se metieron más adentro de la casa.

Para ser ciega, Ruby era extraordinaria, de alguna manera sabía las distancias; la botella estalló en
pedazos a los pies del Perro Rojo. Ruby inclinaba su cabeza y la ladeaba como las aves hacen, y sus ojos
opacos nunca miraban directamente, sin parpadear.
- Sé que te traes algo, Ruby - le gritó el Perro Rojo moviendo su brazo y dándose vuelta con
intención de entrar de nuevo a su cabaña - sólo vete de aquí y dejame en paz.

Se metió dentro de la cabaña cerrando la puerta fuertemente. Ahora Ruby pareció enloquecer;
empezó a hacer ruidos tan fuertes que tuve la intención de taparme los oídos; empezó a correr por el patio y
a cacarear como si fuera un pavo. Sólo se detenía para tirar rocas en el techo. Así estuvo por un largo rato,
hasta que la puerta se abrió de nuevo y el Perro Rojo apareció otra vez. Esta vez se le veía furioso, su cara
era roja y amenazadora, su pelo y su barba despeinados. Aún encontrándome escondida, sólo de verlo
empecé a temblar. Agnes se veía como el árbol que la cubría.
- Esta es mi propiedad, Ruby, es mejor que la cortes y te vayas de una vez.

Ruby lo encaró:
- ¿y tú que estás haciendo en nuestra reserva? ¿Por qué no te vas a vivir con gente blanca como
tú? Ninguno de nosotros te soporta. Apestas, wasichu sucio.
- No es problema tuyo dónde viva, puedo vivir dónde se me dé la gana - respondió el perro rojo.
- Entonces, devuélveme mis pinzas !!!
- No te las daría ni aunque las tuviera - le dijo el Perro Rojo, sonriendo burlón.
- Entonces voy a quemar este lugar - le gritó Ruby
- Habrá una vieja muerta si lo intentas - respondió el Perro Rojo.

Ben y Drum se acercaron de nuevo detrás del Perro Rojo. El Perro Rojo se veía contrariado, pero
Ruby se veía furiosa.
- Vete de aquí, bruja - gritó de nuevo el perro rojo - todo el mundo sabe que estás loca.
- Bésame el culo - le gritó Ruby, mientras se encaminaba al gallinero y abría con furia la puerta.

Ruby se metió adentro y empezó a cacárear de nuevo. Los hombres, con el Perro Rojo a la cabeza
caminaron despacio hacia el gallinero.
- Lo sabia!!! - gritó Ruby - lo sabía, maldito, las acabo de encontrar.....
Ruby salió de vuelta con las pinzas en la mano.
- Esas son mis pinzas - le espetó el Perro Rojo - las compre el verano pasado. Yo no te las robé -
dijo el Perro Rojo sin acercarse a Ruby - aparte esas no son pinzas, bruja idiota, esas son unas tijeras
cortas; Drum ¿no son unas tijeras cortas?
- Sí, lo son, recuerdo cuando las compraste - respondió Drum
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- A ver si me muestran más respeto - gritó Ruby - no soy tan idiota como crees y no me importa lo
que sean. Son mías y punto.
- ¿Y para qué carajos quiere unas pinzas o unas tijeras una vieja ciega como tú? - le gritó Perro
Rojo.
- Porque quiero hacer una barda alrededor de mi cabaña para que los ladrones como tú no se
puedan acercar a ella - le respondió Ruby.
- Basta, devuelveme esas tijeras si no quieres que......
- ¿Si no quiero qué? - gritó Ruby, con las tijeras en la mano.
- Que te las quite - respondió Perro Rojo.
- Sería muy de tí el robarle algo a una pobre vieja ciega - le dijo Ruby.

Perro Rojo dió la vuelta volvíendo al Porche y Ruby aprovechó para tomar camino levantando sus
faldas con una mano y mostrando las tijeras con la otra.
- Vamos - le gritó Perro Rojo a Ben y Drum - no podemos dejar que se lleve las tijeras.....

Los tres se dispusieron a seguir a Ruby gritando a todo pulmón. La puerta de la cabaña quedó
abierta. Miré hacia Agnes para preguntarle si debíamos ir a ayudar a Ruby, pero Agnes ya no estaba atrás
del árbol !!! Miré hacia delante justo a tiempo para verla entrar en la cabaña del perro rojo. Poco después
reapareció de costado asomandóse por la puerta, tenía algo en la mano y venía con una sonrisa en la cara.
No sé cómo hizo, pero de pronto ya estaba de vuelta ahí atrás del árbol a lado mío.

Yo estaba tan atemorizada que me dolía el estómago, traté de doblarme pero antes de que pudiera
hacer nada Agnes me dió una cachetada.
- Eso no ayuda, Lynn, atrevete a ser guerrera - me dijo mientras iniciaba la carrera.
La seguí y corrímos hacia su cabaña, más rápido de lo que nunca había corrído en mi vida, ni
siquiera me percate de las piedras y las ramas. En una de esas sentí otra presencia junto a nosotras, era
Ruby, quien también corría.

Pasó tan de pronto que me dolió de nuevo el estómago.


- ¿La agarraste? - preguntó Ruby a Agnes.
- Sí - dijo Agnes, levantando su mano para mostrarle algo que ví forrado en piel con un montón de
pedrería.

Las dos se rieron estrenduosamente, y cuando vieron el patio de Agnes las dos se tiraron en la
hierba y empezaron a jugar como niñas. Yo empecé a reir histéricamente nomás de verlas.

- Tendrías que haberle visto la cara al perro rojo cuando se fué detrás de ti - le dijo Agnes a Ruby.
Las dos se palmeaban y se felicitaban una a la otra. Yo paré de reir de pronto y pregunté,
- Ruby, ¿cómo pudiste escapárteles?

Las dos dieron grandes saltos y empezaron a carcajearse; entre risas Ruby nos explicó,
- Les hice creer que tenía miedo de que me alcanzaran y tiré las tijeras en el camino...

Ahí las dos se doblaron de risa y siguieron festejando. Esperé a que se tranquilizaran. Yo todavía
estaba bastante alterada y no sabía qué más podría pasar ese día. Cuando las ví pararse y alisar sus faldas
con sus manos otra pregunta me vino de repente,
- Ruby, ¿no crees que el Perro Rojo irá a buscarte a tu casa y entrará en tu cabaña?
- No, él no haria eso - me respondió - ahí no hay nada para el. Yo nunca invadiría su cabaña si él no
está ahí, yo tengo honor, no soy ese tipo de persona.

Me quedé esperando a ver si volvían a estallar en carcajadas. Pero parecía que esta vez Ruby
hablaba en serio. Me atrevi a decirle,
- Pero... si eso fué justamente lo que acabamos de hacer...
- No, no fué eso. Nosotras simplemente estamos recuperando algo que le pertenece a July. Un
espíritu humano es propio de uno sólo.
- Cada confrontación con el Perro Rojo es un desafío para su poder personal, Lynn - agregó Agnes.

Las tres nos acercamos a July. Estaba sentada todavía en el mismo lugar, soplando su flauta con
débiles suspiros, sus ojos estaban entrecerrados.
- Tenemos que devolverle su espíritu -dijo Agnes - volver a despertar su reflejo pintado.

Ruby y Agnes se acercaron y tomaron a July y la llevaron al centro del patio. July se dejaba
conducir dócilmente. Ruby la acomodó de manera que July estuviera orientada hacia el oeste. El sol estaba
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en el horizonte. Lentamente iba bajando; guiando a July por la cintura, Ruby la dirigió hacia cierto punto del
patio. Agnes caminaba detrás de Ruby. Las viejas mujeres hacían las cosas tranquilamente, sin prisa. Todo
parecía estar en orden. Ruby le hizo una señal a Agnes. Agnes sacó lo que parecía ser una caja de madera
envuelta en piel y la levantó por atrás a la altura de la cabeza de July mientras Ruby parecía empujar
fuertemente abajo del ombligo de July. Agnes abrió la caja y escuché un sonido fuerte y seco, parecido al
disparo de un rifle. Una columna de humo se extendió alrededor de la cabeza de July y fué entrando poco a
poco en ella como si fuera succionado.

Por segunda vez esa tarde, me doblé con una fuerte conmoción en mi estómago; esta vez casi
caigo de rodillas. Agnes me miró enseguida y me gritó:
- Corre a traerme una manta para July.

No sé cómo llegué a la cabaña y tomé la manta que había en la cama de Agnes. Ruby la colocó en
los hombros de July. Después Ruby se metió debajo de un hombro de July mientras Agnes hacia lo mismo
con su otro brazo. Agnes y Ruby hicieron caminar a July hacia la cabaña mientras las dos le susurraban
algo a July a los oídos. Las dos depositaron amorosamente a July en la cama y Agnes salió al porche
dejando a Ruby con July, yo seguí a Agnes.

- ¿Qué fué lo que pasó? - pregunté a Agnes - ¿salió todo bien?


- July pudo caminar a través... -dijo Agnes simplemente, mirando hacia el cielo; después se dió la
vuelta entrando a la cabaña de nuevo. Mientras la seguía alcancé a escuchar a Ruby hablándole a July:
- Nunca más vuelvas a dejar que el Perro Rojo te atrape - Ruby sostenía la cabeza de July en sus
manos.

July empezó a sollozar, yo me sentí atrapada enmedio de una emoción sin igual al ver que July
abrió sus ojos marrones y miró alrededor. Ruby la tomó de la mano y la sacó al Porche, susurrando algo en
su oído. July miró hacia el cielo y después bajó la mirada; al mirar hacia abajo vió la flauta y se agachó:
- ¿qué hace esto aquí? - preguntó.

Ruby le arrebató la flauta de las manos enseguida y la partió en dos con su rodilla tirando los
pedazos lo más lejos que pudo. July extendió sus manos hacia arriba; escuchamos unas alas volando y
vimos que un cuervo se acercaba y se posó en el hombro de July graznando en su oído. Agnes me dijo:
- Cuervo ha estado volando buscando el espíritu de July, él es su pájaro. Ahora están juntos de
nuevo. Sirvamos té y jerky a July.

Ya en la cabaña July permaneció en silencio, pero comió muy bien. Cuando terminó me miró sin
reconocerme y Agnes me presentó con ella como su aprendiz. Yo intuí que July sabía muchas cosas que
aún me faltaban por aprender. Poco después Ruby y July se fueron a la cabaña de Ruby.
Yo me recosté silenciosamente. Mil ideas daban vuelta en mi cabeza. Pero sólo una brilló entre ellas: lo
único que quería, era recuperar la canasta ceremonial.
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Capítulo Quince

Agnes me despertó sacudiéndome suavemente. Estaba muy oscuro. Ella prendió una lámpara y
aún así se veía todo en penumbras. Los ojos de Agnes escondían un desafio; me levanté y me puse mis
jeans.

- El perro rojo se va a poner furioso cuando sepa que andas por su cabaña, Lynn - me dijo Agnes.
Mi estómago se contrajo.
- Seguramente - respondí.
- Él ahora va a querer tomar revancha, debes tener más cuidado que nunca, porque él conoce
millones de trucos y tú ya viste lo que le hizo a July; por poco no sobrevive. Por esto mismo, no debes
hacer nada ni tomar ninguna decisión sin primero consultarlo conmigo. No puedes cometer ningún error.
- ¿Pero todavía quieres que vaya a ver si encuentro alguna oportunidad? - le pregunté.
- Sí, pero si el Perro Rojo llega a poner la canasta ceremonial enfrente de tu nariz, regresa aquí y
pregúntame antes de que trates de tomarla.
- ¿Y para qué quieres que vaya si por mi misma no tengo el poder para conseguirla?
- Porque yendo ahí y estando alerta pondrás a prueba tus habilidades como guerrera. No dejes que
sepan dónde te escondes. Esto se ha vuelto muy serio. Es una question de vida o muerte -dijo Agnes.

Tomamos el desayuno en silencio.


- ¿Y por qué quieres que vaya allá tan temprano? - le pregunté.
- Porque al Perro Rojo le gusta dormir hasta tarde y despertarse tarde; y quizás a esta hora no
sienta tu presencia. Pero él es tan impredecible que tampoco nos podemos confiar.

Esta fué la primer vez que escuché a Agnes dudar sobre algo. Se sentó en su silla.
- Espero que te esté diciendo lo correcto, Lynn, pero no por eso te confíes. No sé lo que tendrás
que hacer. Pero algo sí es seguro, si ellos te llegan a arrinconar, agárrate fuerte de tu arete y corre para
salvar tu vida. ¿Estás segura de que todavía quieres la canasta ceremonial?
- Agnes, ¿qué pregunta es esa? Claro que la quiero!
- Te lo pregunto porque quizás sería mucho más sencillo que empaques tus pertenencias y te
regreses a Beverly Hills.
- Agnes, ¿qué te pasa?
- Ok, entonces vé y no vuelvas hasta que no tengas contigo la canasta ceremonial.
- Pero, me acabas de decir que no haga nada sin preguntarte primero!
- Si eso fué lo que te dije, entonces eso es lo que debes hacer.
- Pero no me confundas Agnes, por favor.

No se que fué lo que me respondió en Cree.


- Agnes, no sé qué me estás diciendo, por favor no me hagas esto justo ahora.
Agnes no me respondió. Sólo empezó a cantar y después calló y siguió cantando con señales... la
tomé de los brazosy la sacudí.

- Lynn, el Perro Rojo me está atacando- dijo Agnes en un grito, abriendo los ojos - haz lo que te dije
en un principio. Y regresa. Espero seguir viva cuando vuelvas.
- ¿Puedo hacer algo por ti? - le pregunté, totalmente presa del pánico.
- Sí, vete y vuelve viva.

Tomé algunas piezas de jerky y mi sueter; me metí el jerky en los bolsillos de mis pantalones. Agnes
me extendió los brazos y le dí un abrazo.
- Estoy satisfecha, pequeña loba, ten cuidado con los perros allá afuera.

De pronto Agnes gritó y cayó al piso pateando al aire. Yo tambiénempecé a gritar. Agnes se levantó
sobre sus pies y mojando sus labios con su lengua me dijo en una voz ronca:
- ¿ya te despertaste, mi amor?
- Sí - le dije, todavía sin entender.
- Te estaba haciendo una actuación para probar si ahora puedes actuar de manera independiente
Lynn, pero no puedes.
- ¿Entonces todo era una actuación? ¿Una broma? - le pregunté.
- No, no una broma, una prueba.Todavía no estás lista, te falta mucho por aprender.
- No creo que estés siendo justa, Agnes.
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- Oh, pobrecita, pobre vaca. Bueno pues tampoco lo será el Perro Rojo cuando te haga pedazos, él
tampoco piensa que sea justo que seas tan crédula.

Agnes me miró de arriba abajo.


- nunca podrás tener otra oportunidad igual a esta para traer la canasta ceremonial, Lynn, te deseo
éxito. Así que vuelve pronto y dame buenas noticias.
- Okay - le dije.

Me quedé mirando a Agnes por un momento, y después salí de la cabaña. No quise pensar más.
Sólo caminé sin despegar mi vista del piso, más rápido de lo que pensé ya estaba a cien yardas de la
cabaña del perro rojo, me deslicé un poco más y me escondi a unas 40 yardas de distancia.

Cuando los primeros rayos del sol se vieron en el horizonte, yo todavía estaba tendida y muy quieta,
mirando y esperando. Cerca de las nueve Drum salió de la cabaña despeinado y bostezando, con una taza
en su mano. Se sentó sobre las escaleras del porche a tomar su café. Miró alrededor y dijo “maldita
problemática!!”

Enseguida supe que se refería a Ruby, seguramente todavía recordaba la lluvia de rocas. Drum
gritó hacia dentro de la cabaña:
- Ben, se nos va a hacer tarde para el trabajo.

Escuché que Ben respondió, pero no entendi bien lo que dijo. Poco tiempo después Ben apareció
,también con una taza en la mano y un termo en la otra; se estiraron y poco después fueron de nuevo
adentro; estuvieron ahí poco más de una hora hasta que salieron con unos overoles puestos.

Fueron a buscar un rollo grande de alambre que empezaron a poner desde el gallinero hasta más
allá de dónde terminaba el porche; fueron y volvieron trayendo martillos, clavos, cadenas, y otras cosas para
su trabajo. Juntaron tantas cosas que de pronto los dos se quedaron mirando todo lo que habían traído sin
saber por dónde empezar.
- Y todo por esa vieja loca - dijo Drum, levantando un pesado martillo - si no fuera por ella no
tendríamos porque estar haciendo todo esto.
- ¿Quieres ir poniendo y yo corto? ¿O quieres cortar y yo lo pongo?
Ben se rasco la cabeza.
- no me importa, igual lo tenemos que hacer.
- ¿Sabes qué? - le dijo Drum - yo voy a sostener el alambre mientras tú lo pones y después lo
cortas.
- ¿No crees que primero tendríamos que medirlo? - le preguntó Ben.
Ahora fué Drum el que se rascó lacabeza.
- Si, ¿verdad? No se me había ocurrido.

Estuvieron un buen rato discutiendo sobre quién tendría que medir, quién tendría que sostener,
quién poner y quién cortar. Sólo medir para poner el alambre les llevó horas. Y en todo momento maldecían
a Ruby por ponerlos en esa posición . Les llevó más horas aún el tratar que las piezas cortadas encajaran
dónde suponían que teníanque ir; en eso estaban cuando apareció el Perro Rojo.

- ¿Por qué tardan tanto? Claven primero las maderas y sobre ellas el alambre! Pero muévanse,
carajo.

Ben y Drum tomaron automáticamente los martillos y empezaron a clavar apresurados. El perro rojo
movió su cabeza con disgusto.
- Habiendo millones de personas justamente ustedes dos me vinieron a tocar a mi como aprendices.
Ben y Drum clavaron aún más rápido y más fuerte.
- Quiero que terminen de poner ese alambrado hoy mismo, antes de que anochezca - les gritó el
perro rojo - no se puede confiar en nadie en estos días... apuren, apuren y dejen de preocuparse, esas
brujas no se van a quedar tan contentas con lo que hicieron; voy a hacer que la blanquita esa que anda con
Agnes pague por todo esto.

El Perro Rojo se metió adentro azotando la puerta al cerrarla. Me quedé mirando hacia la cabaña y
la imagen de la foto que ví de la canasta ceremonial vino a mi mente; traté de imaginar dónde podría estar.

- Ay!!! - Drum se quejó, tirando el martillo y sosteniendo su pulgar entre sus piernas - haz algo Ben!
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El alambre se enredó y se cayó de la ventana donde lo estaban clavando. Yo sabía que esos tres
hombres eran unos grandes alquimistas del más grande orden, pero físicamente eran absurdamente
ineficientes. Verlos tratando de trabajar era como ver una mala película cómica. El Perro Rojo salió varias
veces amenazando con sus brazos y sus gritos. Pero parecía que Ben y Drum estaban tratando de ver
quién era más idiota. Mientras intentaban clavar el alambre al palo cerca de la ventana le erraron al
martillazo y le dieron de pleno al vidrio rompiendo la ventana en mil pedazos.

Al atardecer habían logrado poner algunos alambres del gallinero al porche. Ben se acercó con
unos pedazos de madera dispuesto a clavarlos en la puerta.
- ¿Qué vas a hacer con eso? - le preguntó Drum
- Voy a tapar los agujeros de lapuerta, no me extrañaría que la loca de Ruby nos meta una serpiente
venenosa.
- No creo que Ruby haga algo así - dijo Drum, rascaádose de nuevo la cabeza.
- Bueno, igual los voy a tapar - dijo Ben
- Igual, ella no volvera a entrar aquí, a menos que use dinamita - dijo Drum.

Ya estaba oscureciendo cuando empezaron a juntar sus herramientas.


- mira como quedó - dijo Drum, señalando orgulloso - hicimos un buen trabajo, ¿no?
- Sí - respondió Ben - podríamos buscarnos algún trabajo en construccion, quizás llegaríamos a ser
grandes ingenieros.

Perro Rojo salió de nuevo.


- ustedes no son capaces siquiera de construir un gallinero.
Ben y Drum se miraron desalentados.
- Hicimos lo mejor que pudimos – dijo Ben en voz baja.
- ¿Y qué esperabas? Ninguno de nosotros somos carpinteros - dijo Drum

Perro Rojo no respondió; se metio a la cabaña seguido por Drum y Ben. No pasó nada por un buen
rato. Traté de moverme un poco y comí algo de jerky ahora que ellos estaban adentro. No pasó mucho
tiempo cuando los tres salieron de nuevo y cerraron la puerta; tomaron hacia el este y se perdieron en la
oscuridad, cantando.

Me quedé ahí, mirándolos hasta verlos desaparecer. Me imaginé que irían a Crowley, aparte la
forma en que caminaban me hacía pensar que iban algo tomados. No me animaba a tratar de tomar la
canasta ceremonial sin consultar antes con Agnes. Y menos después de la experiencia que tuve con ella
esa mañana.

Corrí lo más rápido que pude hasta llegar a su cabaña; cuando entré no podía ni hablar por la falta
de aire. Agnes me observó desde su silla.
- Agnes - le dije excitada - se fueron los tres; se fueron cantando, creo que están borrachos.
- Deben estarlo - me dijo Agnes mientras se levantaba - ahora es tu oportunidad; ten cuidado de que
no te estén tendiendo una trampa. Mantén tu coraje, Lynn, y recuerda todo lo que te he enseñado. Ahora ve
y tráeme esa canasta.

Salí enseguida; estaba muy oscuro. Paré a unas cuarenta yardas de la cabaña del Perro Rojo;
parecía no haber señales de vida, la cabaña estaba a oscuras. Empecé a temblar, fuí moviéndome
suavemente para acercarme; después me arrodillé atrás de unos arbustos y toqué la fría tierra con mis
manos.

Me acerqué de nuevo y me escondí detrás de un árbol. Sentí un obstáculo al tratar de taparme con
el y simultaneamente escuché:
- hola, ¿qué tal?
Era Drum!

Me quedé helada. Creo que estaba agarrada de su pierna en vez de una rama. Me solté de su
pierna y retrocedí aterrada. Ví otra sombra parada a mi derecha, y otra sombra detrás mío. Me tenían
rodeada.
- Mejor que te lleves tu culo a otra parte antes de que lo clavemos a la pared - dijo una voz ronca;
era el Perro Rojo.

Las tres sombras se empezaron a acercar a mi; no sé cómo hice; dando un fuerte grito escapé
corriendo mientras escuchaba la gran carcajada del Perro Rojo. Yo seguía corriendo sin mirar el camino
que llevaba a la cabaña de Agnes.
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- Agárrenla! - alcancé a escuchar - ¡por acá!

Ben y Drum empezaron a tirarme piedras; algunas las ví pasar otras me dieron en las piernas.
Seguí corriendo hasta ver la cabaña de Agnes y cuando llegué al porche me di vuelta pero no alcancé a ver
a nadie.

- Me tendieron una trampa - dije al entrar - casi me matan.


- No creo que se molestarían en matarte, porque lo que hiciste fué muy divertido - me respondió
Agnes.
Casi me puse a llorar cuando le respondí.
- para mi no fué nada divertido.
Los ojos de Agnes me miraron sin piedad.
- yo sabia que el Perro Rojo te tendería una trampa - me dijo.
- ¿Lo sabías y aún así me mandaste de vuelta? - le grité.
- Sí, no me lo quise perder; cuando me dijiste que ellos parecían borrachos fué cuando me di
cuenta que te estaban tendiendo una trampa. Los hechiceros mantienen limpios sus cuerpos. No toman
alcohol, ni en la alegría ni en la derrota. No tienen respeto hacia ti. Pero eso es bueno, se confiarán y no
tendrán ninguna prisa.

Agnes me sirvió una taza de té caliente.


- siéntate - me dijo - ponte cómoda. Ya no va a pasarte nada ahora.

Tomé unos sorbos de té.


- Lynn, ellos se creen que eres una tonta, una mujer estúpida que no puede amenazar a nadie,
creen que te dará vergüenza el ridículo que te hicieron pasar y que te irás de aquí. Mientras piensen eso
serán vulnerables. Este es el mejor tiempo. Muchos humanos fallan en sus visiones, pero espero que tú no.
Tú debes ser una cazadora, una guerrera. Debes mostrarnos a todos lo que es tener un sueño. Vuelve y
vigílalos durante la noche. Tu pasión por la canasta ceremonial es irrevocable. Has venido a este mundo a
descubrir tu forma. La has encontrado y ahora debes tomarla.

Agnes se dirigió a su armario y volvió con su atado de medicina, con mi vestido y mis mocasines.
- Ten, póntelos, y no los deshonres. Están llenos de la energía de las mujeres.

Me desvesti rápidamente. El aire me hizo tener un escalofrío, pero tan pronto me puse el vestido me
sentí calida. Agnes levantó su atado de medicina.
- Afuera - me dijo - trae tu manta.

Tomé la manta y la seguí al patio. Me dijo que pusiera la manta sobre el piso y la alisara.
- Siéntate encima - me dijo.

Nos sentamos una frente a la otra. En el medio, Agnes desató su atado de medicina. Sacó varios
listones negros, amarillos y rojos, flores secas, cristales de cuarzo, pedazos de cuero cabelludo con pelo,
una pezuña de buho, y algunas bolsitas atadas. Agnes me puso dos plumas de buho en mi cabeza.

- ¿Alguna de estás cosas te dice algo? - me preguntó señalandome lo que había sobre la manta.
- No sé....
Miré bien y sentí una fuerza que venía de algo que parecía una roca.
- bueno, sí... eso - le indiqué.

Agnes afirmó con la cabeza aprobando mi elección.


- Ese es un abuelo. Tiene más de 90 años, es el abuelo botón de peyote. Yo también puedo sentir
su poder.

Mientras seguía mirando lo que había sobre la manta noté que había unas plumas y entre ellas ví la
mitad de un billete de veinte dólares.
- ¿Dónde conseguíste eso? - le pregunté

Enseguida me acordé del encuentro que tuve con aquel indio alto y apuesto en Guatemala, que
rompió a la mitad el billete de veinte dólares que le ofrecí por sus instrucciones. Yo todavía tenía mi otra
mitad en la cartera.
- Es un dinero roto del sur, que me avisó que vendrías - dijo Agnes.

El color se me fué de la cara.


73

Agnes puso 4 plumas en un círculo con las puntas juntándose en el medio.


- cada pluma representa una de las direcciones - dijo- ésta es una señal de que tú estás en el
centro.

Agnes levantó una pequeña pipa y me la extendió; la miré y se la devolví. Agnes le puso un tabaco
amarillo que tomó de una de las bolsitas de piel; la encendió, le dió algunas pitadas y me la pasó.
- quiero que fumes bastante de este humo amigo - me dijo - chupa profundo y frótate tu estómago.

La pipa estaba tibia y suave, como un hueso nuevo.


- Fumando juntas de esta pipa invocamos la ayuda de las abuelas en la realizacion de tu sueño,
este humito amigo es un invitado del tipi del llanto de la abuela que habla con las rosas - dijo.

La voz de Agnes era muy suave, yo sentía su voz a pesar de una presión que tenía en mis oídos;
quería decirle a Agnes que sentía mucho respeto por ella y que la quería. En ese momento me pareció algo
muy importante, pero sólo lo pensé; ella me dió la pipa de vuelta y sentí que podía comerme el humo como
si fuera algo de algodón. Agnes podría haber sido una muchacha de 18 años con largas trenzas. Traté de
hablarle de mi realización interna, pero cada pensamiento, cada palabra, todo parecía colapsar y en vez de
salir para fuera se iba para adentro. Había estado sentada ahí por mucho tiempo y este momento nunca
cesaría.

Agnes me quitó la pipa de la mano, explicándome:


- Esta pipa de la medicina, ha sido fumada por miles de años y esta hierbita dulce es una hierba
secreta. Su espíritu es una mujer y es un regalo de poder para que la guerrera que hay dentro tuyo sea más
fuerte en la batalla.

Agnes se paró y me indicó que hiciera lo mismo. Parecía como si mi cuerpo se hubiera levantado
con voluntad propia.
- La mujer blanca del norte que vive en el bosque y ayuda a todos los animales nos está
escuchando. Pero también hay varios hechiceros tramposos queriendo robar el poder del Heyoka. Con este
humito amigo, podrás verlos. Ellos lanzarán largas flechas contra tus hermanas. Ellos sólo conocen de la
mala medicina y su corazón está lleno de maldad.

Agnes golpeó fuertemente el piso con su pie.


- ve y hazlo - me ordenó.

Yo también golpeé el piso con mi pie y me acerqué a ella.


- Hija, mi pequeña lobita. Ahora es el momento que veas al sudeste; el lugar dónde están los
grandes jefes. Las mujeres llegaron ahí primero, ahora las mujeres deben permanecer de nuevo ahí, para
que haya balance. Mi corazón estara lleno si vuelves con éxito.

Agnes metió su mano en medio de su sueter y me dió un envoltorio largo de piel; lo desenvolvió con
cuidado; era un cuchillo. Lo sustuvo y puso la punta sobre su dedo pulgar y se pinchó. La sangre corrió por
la palma de su mano y por su muñeca, goteando sobre la manta. Acercó su mano a mi cabeza y puso su
pulgar encima de mi cabeza. Sentí su humedad y su calor. Después Agnes levantó su mano sobre mi
cabeza, como en un saludo.
- La sangre que adorna tu cabeza es la sangre de una mujer medicina. Es sangre buena, del dulce
rio de mis venas. Yo tengo una mano de mujer Heyoka y tu camino rojo lleva el corazón de todas nosotras.
Me complace poder marcar tu camino.

Me dió una bolsita con comida y me dió el cuchillo, estaba bastante afilado.
- Póntelo en tu cinturón – dijo - este cuchillo es sagrado, me lo traje de otro mundo. Si la canasta
ceremonial está atada, éste es el único cuchillo que puede cortar las amarras. Tú sabrás lo que quiero decir
si logras llegar a ella.

Tomé el cuchillo con gran respeto y lo puse bajo mi cinturón.


- Ahora sientate aquí y quedate tranquila y quieta - me dijo Agnes - en la profundidad de esta noche,
he sentido la presencia de la gran mujer del norte. Si has sido elegida para hacer esto, ella mandará un
animal a hablar contigo. No le temas, quédate aquí hasta el amanecer. Si para entonces no sucede nada,
podrás irte. Pero si un animal se te acerca, considerate doblemente afortunada. La eterna profetiza te habrá
hecho tan sagrada como ella misma.

Agnes empezó a juntar sus cosas y las metió en su bolsa de medicina; me imaginé que se iría y le
dije:
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- pero, Agnes, esos tres nunca dejan sola la propiedad...


Ella miró hacia el cielo y después me miró a mi.
- Lynn, tienes que encontrar la manera, de alguna forma tendrás que hacerlo. Pero ahora no
pienses en eso para que el poder no se te seque. Veo que estás llena. Sólo quédate quieta y callada.

A decir verdad yo no me sentía muy llena. El humito amigo me había sacado la ferocidad.
- Agnes.... -susurré.
- Ya hice todo lo que puedo hacer, Lynn. Quédate aquí. El humito amigo me dijo que la dama del
noreste que brilla en la luz azul pregunta si tendría que mandarte un amante que te conforte. Bueno, allá
ella, que decida. Si usas el cuchillo, corta rápido.

Agnes se dió la vuelta y desapareció, dejándome sentada en la manta. La noche era pesada y
oscura. Cerré mis ojos, me entregué al silencio, pero el ruido de unos arbustos moviéndose me sacó de él.
Escuché unos pasos suaves a mi izquierda.

Quize darme vuelta para mirar, pero me quedé quieta; lo que fuera puso su mejilla en mi pelo y para
horror mío, empezó a lamer mi cuello. Era un animal con bigotes, con una lengua áspera. Abrí mis ojos y me
encontré con la cara de un lince: tenía la boca abierta, se estiró en la tierra mostrando los músculos de su
largo cuerpo. Puso sus dos patas delanteras sobre mis hombros y pude ver directamente sus ojos verdes;
después saltó y corrió alrededor en círculos, caminaba en reversa rascando la tierra de una manera
juguetona, luego paró y acomodando su cabeza como lo hacen los gatos, dejó escapar un gruñido.
- La verdad eres un animal hermoso - le dije.

Se acercó de nuevo a mi, se paró sobre sus patas traseras y dando la vuelta desapareció entre los
densos arbustos. Entendí que era hora de partir.

Ya cerca de la cabaña del Perro Rojo me tiré en el suelo y a gatas llegue a un punto dónde me
acomodé acostada. Me cubrí con hojas y palitos, esperando y mirando. Llegó el amanecer, los pájaros
empezaron a cantar. Traté de mantener bien abiertos mis ojos. Escuché voces que provenían de la cabaña,
pero no pude distinguirlas.

No pasó mucho tiempo cuando ví que el PerroRojo salió y se paró en el porche, mirando a los
alrededores. Después miró hacia atrás gritando
- Drum, ven aca afuera.

Poco después la puerta se abrió de nuevo y apareció Drum con su taza de café.
- ¿Si? - le preguntó.
- tráeme mi pala, y no te confundas con mi bastón. Voy a recolectar algunas hierbas para la comida
de hoy.

Drum se fué adentro y volvió con la pala. El perro rojo la tomó y se dirigió a las colinas al oeste,
Drum se quedó sentado en el porche tomando su café.Ben salió de pronto corriendo.
- ¿ a dónde con tanta prisa? - le gritó Drum
- Me tengo que ir – dijo, e intercambiaron algunas palabras.
- Bueno, pero apúrate porque yo también quiero ir - le dijo Drum

Al poco rato Drum se metió al establo detrás del gallinero, maldiciendo a Ruby. Al abrir los nuevos
candados instalados, un pedazo del alambre que pusieron se cayó, le ví adentrarse más y seguir tirando
cosas mientras maldecía. Este era el momento.

Me levanté. Con movimientos seguros me encaminé hacia la cabaña, sabía exactamente lo que
estaba haciendo. Me acerqué a la puerta del establo y puse el candado de nuevo dejando a Drum ahí
adentro. Tome la cadena y el hacha y me dirigía hacia la cabaña cuando escuché a Drum gritar:
- hey!!! ¿Quién cerró? Abran la puerta!

Me sentía como si estuviera actuando en c{amara lenta. Sabía que no podría entrar con el trabajo
complicado que habían instalado; ahora los gritos de Ben se sumaban a los de Drum golpeando las puertas
del establo.

Saque el cuchillo de mi cinturón y corrí hacia la cabaña. Entré por la ventana que Drum había roto
con el martillo. Me tomó un momento ajustarme a la oscuridad que había adentro. Recorrí con la vista la
cabaña y como si me llamara, mi atención se centró en la canasta ceremonial, estaba ahí!!! Sobre una
mesita, en una esquina de la cabaña.
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Estaba a punto de tomarla cuando escuché la voz del Perro Rojo; me forcé a permanecer quieta
sosteniendo elcuchillo cuando escuché que la puerta se abría. Mi corazón empezó a latir rápidamente, me
asome para ver hacia la puerta. Agnes estaba parada ahí!!! ¿Estaba yo alucinando?

- Agnes, ¿qué haces aquí? Vas a echar todo a perder - le dije.


- Dame el cuchillo, esa no es la canasta ceremonial, la verdadera canasta está escondida. Perro
Rojo te ha jugado otra de sus bromas.

Agnes se acercó a mi.


- Un momento, Agnes - le grité histéricamente. Sostuve el cuchillo en la mano apuntándola.
- Parate ahí - le grité de nuevo. Mis brazos temblaban incontrolables.

Yo siempre había obedecido a Agnes en todo, pero sentía que algo estaba terriblemente mal.
Sentía un rechazo genuino por ella en esos momentos. Y supe que nadie podría pararme.Ni siquiera Agnes.
- Mírame, Agnes - le dije.

Lentamente, Agnes me miró, su mirada se veía con mezcla de enojo y desesperación. Esa no era la
mirada de Agnes. Seguramente lance un grito de miedo; sólo de pensar que Agnes era el PerroRojo!!! Su
chaleco y su falda se veían grotescas. Yo concentré mi mirada en la canasta ceremonial, quería saber si era
la verdadera; en ese momento la canasta empezó a brillar y fibras luminosas salieron de ella conectándose
con el Perro Rojo; el Perro Rojo estaba conectadoa la canasta por unas fibras de luz.

Parecían como las patas de una araña.


Un poco confundida, no entendía si salían de la canasta o si brotaban del perro rojo. Él empezó a
enredarse en ellas, su pelo rojo comenzó a emerger de entre las fibras desintegrando la imagen de Agnes.
Lanzó un fuerte grito tratando de empujarme para alejarme de la canasta ceremonial. Con un salto logré
esquivarlo.

- ¿Cómo te has atrevido a entrar aquí? - me preguntó con voz de trueno.


Tenía la cara de un hombre loco, lleno de soberbia y superioridad. Evité mirarlo a los ojos, tomé la
canasta con todo y fibras luminosas y la pegué a mi estómago, mientras con una patada tiré la mesita dónde
se encontraba. Después, frenéticamente, empecé a cortar las fibras con el cuchillo con una fuerza que
desconocía en mi.

El Perro Rojo no me quitaba la vista de encima; levantó sus manos e inició una serie de
movimientos; yo sabía que estaba juntando poder. Parecía un toro preparándose para atacar. Yo seguía
cortando fibras con el cuchillo en mi mano derecha mientras con la izquierda sostenía fuertemente la
canasta en mi estómago; sentía que la canasta quería ser liberada, se pegaba a mí y no se movía mientras
yo cortaba las fibras.

- No tienes idea de lo que estás haciendo, cambiarás las fuerzas del balance si me sigues cortando
de la canasta. No entiendes lo que haces - me dijo el Perro Rojo - no le creas a Agnes, ella es una
mentirosa, yo tengo mucho más poder que ella, ¿cómo no te lo dijo? - dijo, mientras seguía ejecutando
movimientos y danzas para acumular poder.
- No, Perro Rojo, acá el único mentiroso eres tú - le dije sin siquiera mirarlo, absorta en seguir
cortando hasta la última fibra luminosa para poder llevarme la canasta.

De pronto el Perro Rojo empezó a saltar furiosamente y caminó hacia la cocina. Yo estaba tratando
de cortar las ultimas fibras, pero alcancé a ver cuando abrió el horno y sacó la mano llena de carbones
encendidos. Gritó fuertemente y me tiró los carbones encendidos en la cara. Ví venir los carbones como
pelotas de fuego, algunas lograron golpearme y la sangre empezó a brotar de mi cabeza, bloqueando mi
visión.

Perdí el balance por un instante, sentía la tensión debajo del filo del cuchillo y puse todas mis
fuerzas en cortar las dos ultimas fibras. Perro Rojo agarró la última fibra y tiró de ella con fuerza. Sostuve la
canasta en mis manos y caí al piso con ella.

Perro Rojo empezó a levitar sobre el piso perdiendo peso, se estaba convirtiendo en una forma
brillante; rodeé en el piso para sacarme la última fibra y me levanté con la canasta en mis manos. Perro
Rojo parecía estar preso en esa luz, su piel parecía colgar de su esqueleto, lo miré con horror.

De pronto la luz desapareció y todo lo que quedó en su lugar fué un hombre anciano con el pelo y la
barba blanca, pero los mismos ojos refulgiendo con furia. Retrocedi tocando la pared con mi mano libre
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para acercarme a la puerta, y con la otra mano sosteniendo fuertemente la canasta contra mi cuerpo; su
textura tenía movimiento, parecía que tuviera vida propia.

Como pude abrí la puerta y salí corriendo sin mirar hacia atrás. Sólo paré ya lejos de la cabaña del
Perro Roj,o para cerciorarme de que la canasta ceremonial estaba todavía en mi poder. ¿Qué estaba
sucediendo?

Sentí como si una parte de la canasta fuera absorbida por mi propio cuerpo, dentro de mi plexo
solar. La sangre seguía rodando en mi cara y pensé que quizás yo estaba delirando debido a la herida.
Experimenté una rara sensación; era como si yo fuera corriendo por encima mío. Todo mi cuerpo empezó a
sacudirse, oleadas subían y bajaban por mi espina dorsal. No sé por cuánto tiempo estuve en ese éxtasis,
pero finalmente sentí dentro de mi cabeza una fuerte explosión de luz y me llené de gozo y de paz.

No recuerdo cómo hice para volver a la cabaña de Agnes, pero había una gran sonrisa en su cara
cuando me vió.
- Dame el cuchillo - me dijo.

Lo saqué de debajo de mi cinturón y se lo entregué. Agnes se lo metió dentro de su chaleco. Tuve


un colapso, pero Agnes me sostuvo para evitar que cayera. Cuando volví a abrir mis ojos era de noche y
estaba acostada en la cama de Agnes. Ella me frotaba con un linimento hecho de hierbas medicinales,
alrededor y debajo de mi ombligo.

Las lámparas de kerosene estaban encendidas; escuché a Ruby y a July afuera en el porche
cantando en cree y tocando los tambores a la luz de la luna.
- ¿Dónde está la canasta ceremonial, Agnes? Quiero verla.
- Está con tus cosas.
Agnes fué y la trajo y la sostuvo para que yo pudiera verla antes de entregármela.
- Lynn, ahora tu tendrás la canasta en tu poder. Te pertenece a tí y a todas las mujeres. La
sustancia sagrada de la canasta está ahora dentro tuyo. Ya tienes lo que veniste a buscar.

Afirmé con la cabeza; la sensación de bienestar todavía seguía conmigo. Me sentía como cuando
una mujer está embarazada y siente la presencia de la vida adentro suyo.
- Estarás bien en un par de días - me dijo Agnes - tengo algo más para ti, es tiempo de celebrar,
tiempo de ver.

Me senté en la cama; Agnes tomó una bolsa larga de debajo de la repisa y me la entregó. Era una
pipa forrada en piel de lobo; las lágrimas se deslizaron por mis mejillas, era la pipa en la que yo había
estado trabajando, completamente terminada.
- Ahora tambiéntienes tu propia pipa - me dijo Agnes, con ojos brillantes - sostenla orgullosamente.
La pipa de una mujer es una pipa sagrada. Las leyes del universo están en esta pipa y todavía tienes mucho
que aprender. Tu aprendizaje recién ha comenzado. Ahora comenzarás a ver el mundo como realmente
es.

FIN

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