César Vallejo
César Vallejo
Contenido
[ocultar]
• 1 Biografía
• 2 Lírica
o 2.1 Narrativa
o 2.2 Teatro
• 3 Véase también
• 4 Referencias
• 5 Enlaces externos
Biografía [editar]
César Abraham Vallejo Mendoza nació en Santiago de Chuco, un 16 de marzo de 1892,
pueblo en una zona alta del departamento de La Libertad. Sus padres fueron Francisco
de Paula Vallejo Benítez y María de los Santos Mendoza Gurrionero. César fue el
menor de once hermanos. Su apariencia mestiza se debe que sus abuelas fueron indias y
sus abuelos sacerdotes gallegos. Era “hombre muy moreno, con nariz de boxeador y
gomina en el pelo”, según recuerda César González Ruano.
"Trilce" anticipó gran parte del vanguardismo que se desarrollaría en los años 1920 y
'30. En este libro Vallejo lleva la lengua española a límites insospechados: inventa
palabras, fuerza la sintaxis, emplea la escritura automática y otras técnicas utilizadas por
los movimientos "dadá" y "superrealista", tal como el relato onírico Finnegans Wake de
James Joyce.
Inicia su amistad con Juan Larrea y con Vicente Huidobro; traba contacto con
importantes intelectuales como Pablo Neruda y Tristán Tzara.
Lírica [editar]
Este artículo o sección no es enciclopédica [ver página en Wikisource].
Contiene textos originales o documentos que deberían estar en Wikisource si ellos se encuentran
en el dominio público.
'Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé! Golpes como del odio de Dios; como
si ante ellos, la resaca de todo lo sufrido se empozara en el alma... Yo no sé!
Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras en el rostro más fiero y en el lomo más
fuerte. Serán tal vez los potros de bárbaros atilas; o los heraldos negros que nos manda
la Muerte.
Son las caídas hondas de los Cristos del alma, de alguna fe adorable que el Destino
blasfema. Esos golpes sangrientos son las crepitaciones de algún pan que en la puerta
del horno se nos quema.
Y el hombre... Pobre...pobre! Vuelve los ojos, como cuando por sobre el hombro nos
llama una palmada; vuelve los ojos locos, y todo lo vivido se empoza, como charco de
culpa, en la mirada.
Trilce
Poema III
Las personas mayores ¿a qué hora volverán? Da las seis el ciego Santiago, y ya está
muy oscuro
Aguedita, Nativa, Miguel, cuidado con ir por ahí, por donde acaban de pasar
gangueando sus memorias dobladoras penas, hacia el silencioso corral, y por donde las
gallinas que se están acostando todavía, se han espantado tanto. Mejor estemos aquí no
más. Madre dijo que no demoraría.
Ya no tengamos pena. Vamos viendo los barcos ¡el mío es más bonito de todos! con los
cuales jugamos todo el santo día, sin pelearnos, como debe de ser: han quedado en el
pozo de agua, listos, fletados de dulces para mañana.
Aguardemos así, obedientes y sin más remedio, la vuelta, el desagravio de los mayores
siempre delanteros dejándonos en casa a los pequeños, como si también nosotros no
pudiésemos partir Aguedita, Nativa Miguel? Llamo, busco al tanteo en la oscuridad. No
me vayan a haber dejado solo, y el único recluso sea yo.
Publicado por la esposa del poeta después de la muerte de Vallejo, obra titulada Poemas
Humanos en el año 1939. Es una obra de poesía social, con esporádicas tomas de
posición ideológicas profundamente humana. Casi todos los poemas de este libro son
póstumos, aunque unos pocos fueron publicados por Vallejo en revistas. El poeta nunca
indicó un título con el cual agruparlos, pero al revisar entre sus escritos se encontró que
tenía planificado un libro de "poemas humanos", razón por la que sus editores eligieron
titular así sus trabajos en verso y en prosa.
Obra póstuma de César Vallejo, que sin duda compendia los versos más intensos y
hondos que escritor alguno llevó a cabo sobre la Guerra Civil Española. Véase una
prueba premonitoria de su amor por España y su miedo por la derrota de la justicia.
Obligatoria su puesta en relación con el poema III de Trilce, reportado más arriba, ya
que enlugar de decir a los niños -en Trilce sus hermanos- 'no salgais de casa', aquí les
conmina a salir a buscar a la madre España.
Niños del mundo, si cae España -digo, es un decir- si cae del cielo abajo su antebrazo
que asen, en cabestro, dos láminas terrestres; niños, ¡qué edad la de las sienes cóncavas!
¡qué temprano en el sol lo que os decía! ¡qué pronto en vuestro pecho el ruido anciano!
¡qué viejo vuestro 2 en el cuaderno!
¡Niños del mundo, está la madre España con su vientre a cuestas; está nuestra madre
con sus férulas, está madre y maestra, cruz y madera, porque os dio la altura, vértigo y
división y suma, niños; está con ella, padres procesales!
Si cae -digo, es un decir- si cae España, de la tierra para abajo, niños ¡cómo vais a cesar
de crecer! ¡cómo va a castigar el año al mes! ¡cómo van a quedarse en diez los dientes,
en palote el diptongo, la medalla en llanto! ¡Cómo va el corderillo a continuar atado por
la pata al gran tintero! ¡Cómo vais a bajar las gradas del alfabeto hasta la letra en que
nació la pena! Niños, hijos de los guerreros, entre tanto, bajad la voz, que España está
ahora mismo repartiendo la energía entre el reino animal, las florecillas, los cometas y
los hombres. ¡Bajad la voz, que está en su rigor, que es grande, sin saber qué hacer, y
está en su mano la calavera hablando y habla y habla, la calavera, aquella de la trenza, la
calavera, aquella de la vida!
¡Bajad la voz, os digo; bajad la voz, el canto de las sílabas, el llanto de la materia y el
rumor menor de las pirámides, y aún el de las sienes que andan con dos piedras! ¡Bajad
el aliento, y si el antebrazo baja, si las férulas suenan, si es la noche, si el cielo cabe en
dos limbos terrestres, si hay ruido en el sonido de las puertas, si tardo, si no veis a nadie,
si os asustan los lápices sin punta, si la madre España cae -digo, es un decir- salid, niños
del mundo; id a buscarla!...
Narrativa [editar]
Fabla Salvaje (1924) es una novela corta de carácter psicológico que aborda la locura
de un campesino de los Andes. Hacia el reino de los Sciris (1928) es una nouvelle
histórica de tema incaico. El Tungsteno (1931) es una novela desigual sobre un conflicto
en una mina de los Andes.
Teatro [editar]
Vallejo escribió cinco obras de teatro, ninguna de las cuales fue estrenada o publicada
durante su vida.[cita requerida].
• Mampar es el tema de una carta crítica del productor Louis Jouvet. El texto no
se conserva; suponen que lo destruyó Vallejo.
• Les taupes (1929, escrita en francés) trata del conflicto de un esposo con su
suegra.
• Entre las dos orillas corre el río (años 1930) fue el producto de un largo y difícil
proceso. Entre los títulos de versiones anteriores se encuentran Varona
Polianova, Moscú contra Moscú, El juego del amor, del odio y de la muerte y
varias permutaciones de este último.
Sus primeros años en Francia no fueron muy felices. En 1923 y 1924, Vallejo vivió entre la
miseria llegando a padecer de hambre (3). Felizmente, él pudo encontrar su primer trabajo
estable el siguiente año con una nueva agencia de prensa llamada "Les Grands Journaux
Ibéro-Américains" contribuyendo con sus artículos a los semanales "Mundial" y "Variedades"
(4). En ese mismo año Vallejo obtuvo una beca menor en la universidad de Madrid en España
donde continuó brevemente sus estudios de leyes que fueron una vez interrumpidos.
A su regreso de España en 1926, Vallejo se alojó en el Hotel Richelieu de París. Fue en este
mismo hotel a través de la ventana de su habitación que él conoció a una joven llamada
Gorgette con la que obtuvo matrimonio en enero de 1929 (5). Sus últimos tres libros se
realizaron durante su permanencia en Europa. El primero de ellos titulado "Nómina de Huesos”
contiene 41 poemas y prosas los cuales fueron escritos durante los años 1923 y 1936. Durante
los años siguientes Vallejo escribió un libro de 51 poemas titulado "Sermón de la Barbarie" para
finalizar en 1938 con su famoso libro de 15 poemas titulado "España aparta de mí esta
Cáliz"(6).
Vallejo murió el 15 de Abril de ese mismo año (1938) con ningún diagnostico de su enfermedad
establecido. Como él había profetizado en uno de sus poesías, él murió un jueves "en París
con aguacero" (7).
Ya en Lima hizo amistad con Manuel Gonzáles Prada y Abraham Valdelomar, e integró
el grupo "Colonida", gracias a éste último, enriqueciendo su visión del mundo a través
del contacto con nuevas corrientes europeas. A Gonzáles Prada -cuya muerte le afectó
profundamente- le dedicó el poema "Los dados eternos": Para Manuel Gonzáles Prada
esta emoción bravía y selecta, una de las que, con más entusiasmo, me ha aplaudido el
gran maestro.
El Vallejo que comenzaba a beber ávidamente de las fuentes del marxismo, pronto
comenzó a sentirse encerrado en ese círculo elitista que lo alejaba de las
muchedumbres, lo aislaba de sus emociones (Mariátegui). "Colonida" no fue más que
otra etapa, no menos importante que las que vendrían, que ahondó -luego de la muerte
de su maestro Gonzáles Prada- la íntima desesperación y crisis permanente en que ya se
encontraba inmerso el poeta (3).
Vallejo en Europa
A fines de 1923, el "cholo" viajó a Francia, donde llevó la difícil existencia del
intelectual con los bolsillos vacíos. Para poder sobrevivir tuvo que dedicarse al
periodismo y su producción poética se redujo sustancialmente.
Se diría que Vallejo vivió tan cerca a la muerte que ésta pasó a ser -quien sabe en medio
de la resaca de alguna madrugada parisina, cuando el dolor se junta con las ganas de
abandonarlo todo, hasta la vida- su confidente. Tal vez fue ella quien le dictó este
poema, inexplicablemente premonitorio:
Vallejo, tan humanamente cercano en su poesía y tan desaprensivo con los seres que lo
amaron, murió el 15 de abril de 1938, en una lluviosa tarde parisina.
César Vallejo y el dolor como
experiencia de la objetividad
Mónica Saldías
Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... Yo no sé!
Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.
Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.
Y el hombre...Pobre... pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.
Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé!
[de Los Heraldos Negros (1918)]
César Abraham Vallejo nace el 16 de marzo de 1892 en Santiago de Chuco, un pueblito
aislado en la cordillera de los Andes, en el norte del Perú, siendo el más pequeño de once
hermanos. Sus dos abuelos eran sacerdotes y sus dos abuelas, indígenas, un mestizaje
simétrico. En un artículo titulado "El César Vallejo que yo conocí", el escritor peruano Ciro
Alegría describe lo que siente al pasar por la tierra natal del poeta: En el alma de quien cruce
los Andes o viva allí, persistirá siempre la impresión que es como una herida del paisaje
abrupto hecho de elevadas mesetas, donde apenas crecen pajonales amarillentos, y de
roquedades clamantes. Hay tristeza, y sobre todo, una angustia permanente y callada. Los
habitantes de ese vasto drama geológico, casi todos ellos indios o mestizos de indio y español,
son silenciosos y duros y se parecen a los Andes. Aún los de pura ascendencia hispánica o los
foráneos recién llegados, acaban por mostrar el sello de las influencias telúricas. Azotados por
las inclemencias de la naturaleza y las inclemencias sociales sufren un dolor que tiene una
dimensión de siglos y parece confundirse con la eternidad...
Entre 1905 y 1912, Vallejo cursa estudios secundarios en Huamachuco; entre 1910 y 1912
ocupa varios empleos, probablemente en un centro minero, en una hacienda azucarera como
contable, etc. En la misma época piensa en la posibilidad de estudiar medicina en Lima. Entre
1913 y 1915 estudia Letras en la Universidad de Trujillo, graduándose de Bachiller. Colabora en
la revista Cultura Infantil, editada por un Centro Escolar en el que trabajó. Entre 1915 y 1917 se
une al grupo literario artístico que encabeza Antenor Orrego, junto con José Eulogio Garrido, y
es durante este período cuando escribe muchos de los poemas que integrarán luego Los
Heraldos Negros, publicando algunos en La Industria y La Reforma de Trujillo.
En 1918 se traslada a Lima y traba amistad con Abraham Valdelomar. Completa su primer libro,
Los Heraldos Negros, y allí lo publica. Colabora en la Revista Nueva Época, dirigida por José
Carlos Mariátegui. En agosto de ese mismo año muere su madre en Santiago de Chuco. El
poeta cae en una profunda crisis anímica y económica. En 1919, publica en La Prensa,
Palabras sobre Abraham Valdelomar, a raíz de su muerte. A mediados de ese mismo año lanza
Los Heraldos Negros y escribe las primeras versiones de muchos poemas de Trilce.
En julio de 1920, estando en Santiago de Chuco, se involucra en incidentes violentos. Se oculta
un tiempo, pero en noviembre cae preso y queda detenido en la cárcel de Trujillo. Esta
experiencia, junto con la muerte de su madre, lo marcará para el resto de su vida.
En febrero de 1921 sale de la cárcel y vuelve a Lima. Gana el primer premio en un concurso
literario con un cuento llamado Más allá de la vida y de la muerte. En octubre de 1922 publica
Trilce, con prólogo de Antenor Orrego. En marzo de 1923, Escalas Melografiadas, y en mayo
del mismo año, Fabla Salvaje. En junio parte hacia Francia de donde no regresará jamás.
En 1924 pasa meses de miseria, y su padre muere en Santiago de Chuco. Escribe algunos de
los poemas de Poemas en Prosa; conoce a Vicente Huidobro, Juan Gris, De Cruft y entabla
profunda amistad con Juan Larrea. En 1925 trabaja para "Le bureau des grands journaux
iberoamericains". Inicia su colaboración en "Mundial" de Lima. En este mismo año viaja por
primera vez a España, para cobrar el monto de una beca.
En 1926 junto con Juan Larrea, edita dos números de "Favorables París Poemas 1926" (1 de
julio11 de octubre). Vive con Henriette Maisse. Colabora en "Variedades", iniciando sus
primeras crónicas. Conoce a Artaud, W. Frank, JL Barrault. Escribe la novela Hacia el reino de
los Seiris.
En 1927 renuncia a su puesto en los "Grandes Periódicos Iberoamericanos". Conoce a
Georgette Philippart. Escribe el poema Lomo de las Sagradas Escrituras, publicado en
"Mundial", por Luis Alberto Sánchez. En 1928 se encuentra seriamente abatido y enfermo por lo
que se retira a pasar el verano al campo en compañía de Henriette.
Estudia los fenómenos sociales y políticos de la época,desde un punto de vista marxista y en el
mes de octubre realiza su primer viaje a la URSS con la intención de quedarse allí
definitivamente. Pero en noviembre se encuentra nuevamente en París, rompe relaciones con
el APRA. En 1929 empieza a convivir con Georgette y viaja con ella a Bretagne y en setiembre
del mismo año, nuevamente a la URSS, donde tiene una entrevista con Majakovski. En 1930
publica Un reportaje en Rusia, en la revista madrileña "Bolívar". En julio, en Madrid, sus amigos
concretan una reedición de Trilce, con prólogo de José Bergamín y poema liminar de Gerardo
Diego.
César Vallejo comienza a escribir teatro y destruirá su primera obra: Mampar. No sucede lo
mismo con la segunda, llamada primero Moscú contra Moscú y luego Entre las dos orillas corre
el río.
Hacia fines de diciembre Vallejo, sindicado como comunista, recibe orden de abandonar el
territorio francés. Se va a España junto con Georgette. Abandona toda colaboración en los
periódicos limeños. Y en el mes de abril de 1931 Vallejo presencia el nacimiento de la
República e ingresa en el Partido Comunista de España. Escribe para la Editorial Cenit una
novela de denuncia social: El Tungsteno, en la que incluye Sabidurías, aunque con ciertas
modificaciones.
El reportaje Rusia en 1931, editado por la Editorial Ulises, tiene un gran éxito, pero no logra
publicar su cuento infantil Paco Yunque. En octubre de ese mismo año realiza su tercer y último
viaje a la URSS: allí compone versos que más tarde serán "Dulzura por dulzura corazona!".
Nuevamente en Madrid comienza otra obra teatral: Lock out.
En enero de 1932, le escribe a Juan Larrea: Comparto mi vida entre inquietud política y
personal y mi inquietud introspectiva y personal y mía, para adentro.
En febrero del mismo año regresa a Francia clandestinamente, donde no pasa mucho tiempo
antes de que consiga permiso para quedarse. En 1933 colabora en la Revista Germinal de
París con artículos sobre el tema Qué pasa en el Perú?. En octubre Georgette vende el
apartamento de la rue Moliere que había heredado de su madre. Desde ese momento vivirán
en hoteles y cuartos amueblados hasta que, en 1936 se instalan en el Hotel du Maine, que será
la última residencia de César Vallejo antes de la clínica donde fue a morir.
En 1934 Vallejo, como autor de Trilce, es incluido por Federico de Onís en su Antología de la
Poesía Española e Hispanoamericana. En octubre del mismo año se casa con Georgette.
Prepara dos volúmenes críticos: El arte y la revolución y Contra el secreto profesional.
El año 1935 se presenta como un año oscuro, consecuencia de intentos frustrados por editar
un volumen que reuniera las prosas poéticas y los poemas escritos en 1923. En 1936 Vallejo
colabora en la ayuda al pueblo español, y con la causa republicana, estremecido por la tragedia
que vive España. Escribe el poema París, octubre 1936. En diciembre viaja a Barcelona y a
Madrid. Redacta artículos de los primeros meses de la guerra española, hecho que supera a
las revoluciones rusa y francesa, y es una epopeya única en la historia.
En 1937 César Vallejo va a Valencia al Congreso de Escritores Antifascistas. Y entre setiembre
y diciembre del mismo año revisa algunos de sus últimos versos y agrega la mayor parte de los
textos que formarán Poemas Humanos y España, aparta de mi este cáliz, ambas obras
publicadas después de su muerte.
En marzo de 1938 Vallejo enferma: Cualquiera sea la causa que tenga que defender ante Dios,
más allá de la muerte, tengo un defensor: Dios. En la mañana del Viernes Santo 15 de abril
muere pocas horas después de que las tropas franquistas alcanzaran el Mediterráneo, al norte
de Valencia, dividiendo en dos lo que quedaba del territorio republicano. La obsesión de Vallejo
por la guerra civil española estuvo presente hasta sus últimos días. Al respecto André Coyné
dirá: ...en la mañana del Viernes Santo de 1938, día 15 de abril, Vallejo muere en París; al
amanecer ha llamado a su madre, además ha gritado "España, me voy a España" y luego,
nada.
César Vallejo y las vanguardias
Vallejo nace cuando cierta forma de poesía está en proceso de decadencia, poesía que tiene
sus últimas manifestaciones en el simbolismo en Francia, y en el modernismo, en el mundo
hispánico. Si bien el poeta no va a inscribirse a ninguna escuela o corriente literaria de su
época, no permanece ajeno a ellas. Entre 1892, año en que nace el poeta, y el fin de la primera
Guerra Mundial cuando aparecen Los Heraldos Negros abundan las escuelas y movimientos
que buscan una transformación tanto en la poesía como en el arte en general: ultraísmo,
futurismo, dadaísmo, surrealismo, creacionismo. Hasta 1915 la obra de Vallejo presenta en la
expresión y en su temática signos de cierto romanticismo. Hacia fines de ese mismo año,
cuando tiene sus primeros contactos con el grupo de escritores jóvenes de Trujillo, su
producción comienza a tener claras marcas modernistas, que luego van desapareciendo para
dar paso a su propia forma. El contacto con este grupo de escritores de Trujillo, cuyo promotor
intelectual era Antenor Orrego, va a ser decisivo en cuanto a su camino literario.
El Modernismo llega al Perú una generación después con el movimiento colonida y José María
Eguren. Un poema de César Vallejo titulado Campanas Muertas, publicado por La Reforma de
Trujillo el 13 de noviembre de 1915 es representativo de las marcas modernistas, y más
concretamente herrerianas:
Tristes campanas muertas sepultadas
en el féretro gris del campanario,
son como almas de bardos, olvidadas
en un trágico sueño solitario.
Abstraídas, silentes, enlutadas,
cual sombras de un martirio visionario,
por los rayos del níspero doradas
son lágrimas que llora el campanario.
En los tibios crepúsculos de estío
parece que surgieran suspendidas
del muro en ruinas de mi pecho frío.
Junto a mi corazón que mudo y yerto
sangrando el carmesí de sus heridas
como esos triste bronces, yace muerto!
El dolor como experiencia del mundo objetivo
Parece que la vida sigue empecinada a herirme. Esta carta la escribo desde el Hospital de la
Charita Sala Boyer, cama 22, desde donde acabo de ser operado de una hemorragia intestinal.
He sufrido veinte días horribles de dolores físicos y abatimientos espirituales increíbles. Hay,
Pablo, en la vida horas amargas, de una negrura negra y cerrada a todo consuelo. Hay horas
más, acaso, mucho más siniestras y tremendas que la propia tumba. Yo no las he conocido
antes. Este hospital me las ha presentado y no las olvidaré. (carta de César Vallejo a Pablo
Abril octubre 19 de 1924).
El dolor es en César Vallejo una apertura a la existencia, una forma de conocimiento, que en
vez de provocar un repliegue del sujeto sobre si mismo, una vuelta sobre su universo personal,
crea la apertura, es experiencia de la objetividad pero que tiene su base en el cuerpo humano.
El hombre vallejiano se define por su capacidad de sufrir, y es a través del cuerpo y por el
sufrimiento que el hombre tiene una revelación de su materialidad esencial. El cuerpo es en
Vallejo fundamento de la conciencia humana. Es importante tener en cuenta que en Vallejo hay
una particular relación con la dialéctica, que tiene de la misma manera como consecuencia una
particular relación con el lenguaje. La dialéctica vuelve lúcida la angustia: al tiempo que
descubre en la dinámica de los contrarios una ley que le permite entender el mundo, el poeta
encuentra otra que lo borra del mundo. Pensar por el mundo en sus contradicciones no solo es
difícil sino tremendamente doloroso en la medida en que para Vallejo pensar dialecticamente es
antes que nada, "vivir de su propia muerte", más allá de la experiencia personal.
Invierte el sufrimiento posiciones, da función
en que el humor acuoso es vertical
al pavimento,
el ojo es visto y esta oreja oída…
dice Vallejo en "Los Nueve Monstruos", y efectivamente el dolor y el sufrimiento, invierte las
relaciones entre la conciencia y la materia, entre el alma y el cuerpo; no hay conciencia posible
fuera de este dolor siendo así el sufrimiento una manera de conocer la realidad.
Así es que la experiencia del dolor es en Vallejo uno de los elementos que fundan en él la
inversión materialista. Y en este sentido encontramos encontramos interesantes huellas en
algunos de sus "Poemas en Prosa", como por ejemplo en "No vive ya nadie en la casa". Aquí y
a primera vista podríamos pensar que estamos fundamentalmente ante una poesía intimista
referida a aquella casa de Santiago de Chuco donde han muerto su madre en 1918 y su padre
en 1924. Sin embargo, estamos ante todo frente a la dialéctica del quedar y del partir, que en
Vallejo hace referencia al doble movimiento hacia la vida y hacia la muerte:
Y yo te digo: cuando alguien se va alguien
queda… Todos han partido de la casa en
realidad, pero todos se han quedado en verdad.
Y luego de encerrar al lector en la contradicción del quedad y del partir, Vallejo introduce otro
verbo que constituiría la superación en si mismo, continuar:
Y no es tampoco que ellos queden en la casa
sino que continúan en la casa. Las funciones
y los actos se van de la casa en tren o en
avión o en caballo o a pie o arrastrándose.
Lo que continúa en la casa es el órgano, el
agente en gerundio o en círculo. Los pasos se
han ido, los besos, los perdones, los crímenes.
Lo que continúa en la casa es el pie, los labios,
los ojos, el corazón. Las negaciones y las
afirmaciones, el bien y el mal, se han dispersado.
Lo que continúa en la casa es el sujeto del acto.
El hombre vallejiano no puede pensar el mundo a partir de otra cosa que el mundo mismo, y
para Vallejo el mundo antes que nada, es el cuerpo: El cuerpo solidario, la cosa cosa, la cosa
tremebunda.
Esa conciencia material, este conocimiento extrapoético se inserta en una estructura verbal
específica y sujeto a una funcionalidad poética. La materialidad del ser, la conciencia de lo
corpóreo a través del sufrimiento, cobra fuerza en Vallejo por medio de la repetición de
términos. El procedimiento anafórico que surge de la obsesión del hombre que sufre, juega un
papel unificador que se intensifica a lo largo de toda su obra, siendo la anáfora uno de los ejes
fundamentales de su poesía. Procedimiento ya presente en Trilce y en algunos poemas de
Poemas en Prosa, se generaliza y se intensifica en Poemas Humanos.
Y, desgraciadamente,
el dolor crece en el mundo a cada rato,
crece a treinta minutos por segundo, paso a paso,
y la naturaleza del dolor, es el dolor dos veces
y la condición del maritirio, carnívora, voraz
es el dolor dos veces
y la función de la yerba purísima, el dolor
dos veces,
CÉSAR
VALLEJO
Y
EL
H_U_M_O_R
N O TA P R E LI M I NAR
De esto dan cuenta las primeras líneas del ensayo; aunque el grueso esté
dedicado, como se ha dicho, a potenciar otra imagen de Vallejo. De las fuentes
bibliográficas consultadas, sólo se anotan referencias explícitas a Luis Monguió
-crítico e historiador literario-, a Pirandello -dramaturgo y ensayista italiano- y a
José Carlos Mariátegui -político y ensayista peruano de principios de siglo,
fundador del Partido Comunista del Perú-. Asimismo, para los apuntes
biográficos que aparecen al final, se ha consignado principalmente la
información proporcionada por Georgette Philipart de Vallejo en su
recomendable libro testimonial: Vallejo: allá ellos, allá ellos, allá ellos! (Lima,
1978) (1). Todos los subrayados son míos; y se citan los poemas según la
edición crítica coordinada por Américo Ferrari: César Vallejo / Obra Poética
(Madrid, 1988).
El humor supone el cruce dialéctico entre lo trágico y lo cómico. De ahí que tenga
sentido esa sentencia popular de que «el humor es cosa seria». Por otra parte, el humor
no supone necesariamente la risa. Es una filosofía y praxis de la vida; realiza una
compleja operación de remoción crítica pero no colocándose absolutamente de modo
opuesto al sujeto en cuestión (ya se trate de uno mismo, de otro individuo, de un grupo,
una institución...), sino que dialécticamentese ejecuta una confrontación recuperando a
dicho sujeto: casi diríamos desde él y contra él.
En su extenso ensayo «El humorismo», el dramaturgo italiano L.Pirandello lo define
así: «Veremos que en la concepción de toda obra humorística, la reflexión no se
esconde, no permanece invisible; (...) sino que se pone ante (la emoción inicial) como
un juez, la analiza, desapasionadamente, y descompone su imagen. Sin embargo, de este
análisis, de esta descomposición, surge o emana otro sentimiento, aquél que podría
denominarse, y yo lo llamo así, el sentimiento de lo contrario».
Es decir, no sólo sorprender una contradicción, por ejemplo entre lo que se busca y lo
que se obtiene; reírse por ello, como hacen -de diverso modo- la comicidad y la ironía,
sino que se trata de «sentir» simultánea y dialécticamente cada uno de los elementos de
esta contradicción, y hacerse cargo de ellos.
Estos pasajes se nos aparecen como claves y suficientemente claros como para obviar
mayores desarrollos teóricos sobre el tema. Más bien vayámonos acercando a la poesía
de Vallejo; viendo, antes, el caso de otro clásico del humor aunque ya contemporáneo:
Chaplin. Él construye el personaje de Charlot, protagonista de sus films, quien es un
vagabundo de la urbe moderna, que por ser tal y carecer de riquezas y hasta
predisposición para conseguirlas (aunque en La quimera del oro hay una extraña
variante) vive inadecuado respecto de una realidad social que lo excluye, lo margina.
Pero estos problemas no se presentan mediante el dolor que debe haber sido «el
sentimiento inicial», sino que más bien propician una historia que provoca hilaridad.
Aunque es verdad que se trata de una «risa que no acude a nuestros labios pura y fácil».
Y ello es porque «la reflexión» de Chaplin atrapó ese dolor inicial y muy concreto y, sin
desecharlo, lo transformó en su contrario: una protesta mediante la comedia, burlando a
sus causantes o por lo menos a quienes representan el Poder, el sistema abusivo...
principal causa del sufrimiento. «Los filmes cómicos han tenido un éxito inmediato
porque la mayor parte de ellos presentaban a agentes de policía que caían en
alcantarillas, tropezaban en los cubos de yeso y sufrían mil contratiempos. Son las
personas que representan la dignidad del poder, frecuentemente imbuidas de tal idea; la
visión de sus desventuras provoca mayores deseos de reír en el público que si se tratase
de simples ciudadanos.» (Charles Chaplin).
De ese modo, entonces, Chaplin demostró su genial capacidad para apropiarse con
humor de esos dos elementos de la contradicción; y a la vez que nos hace reír, nos azuza
la compasión (co-pasión) por ese vagabundo y sus desventuras. Pero es que en Charlot
habla la humanidad dolida y maltratada por este sistema; y entonces la comedia encierra
nobleza y un elevado sentimiento solidario de identificación con las mayorías del
mundo. El público aprecia y recrea, entrañablemente, esa misma contradicción.
Las caídas no angustian al vagabundo; está seguro de que finalmente saldrá adelante y
todo terminará componiéndose a su favor. Y esta fe, nacida increíblemente de un
desencanto y malestar iniciales, es una misma fe en el positivo destino de todos
nosotros; o, al menos, de casi todos. Ya Mariátegui había percibido ello, con su habitual
lucidez: «La imagen de este bohemio trágicamente cómico, es un cotidiano viático de
alegría para los cinco continentes (...) Chaplin alivia con su sonrisa y su traza dolida, la
tristeza del mundo. Y concurre a la miserable felicidad de los hombres, más que
ninguno de sus estadistas, filósofos, industriales y artistas» ( en El Alma Matinal).
Por todo ello, el humor es una operación superior y más compleja que la de la sátira, la
ironía o la pura comicidad que son más bien liquidadoras.
a. «César Vallejo ha muerto, le pegaban/todos sin que él les haga nada;/le daban
duro con un palo y duro/también con una soga»
¿Qué hizo que César Vallejo expresara esta honda adhesión no sólo hacia el ser humano
sino, específicamente, hacia el Perú; y a pesar del maltrato desde el Poder (político-
cultural) a su arte revolucionario, que se inició desde cuando Clemente Palma
-prestigiado crítico de la época- rechazara a Los Heraldos Negros, tal y como hicieron
varios intelectuales coterráneos de Vallejo en Trujillo? ¿Quizá permitió esto la distancia
que significó su definitiva estadía en Europa? La hipótesis de Luis Monguió resulta más
real y científica: la adhesión al marxismo entre 1928-1929 y, en consecuencia, a la
esperanza, al futuro: «Esa adhesión me parece basada, aparte de la convicción
intelectual, en una lógica emocional que, partiendo de su sentimiento de solidaridad
ante el dolor (...) le condujo a las esperanzas -tras su desesperanza trílcica- que de poner
fin a ese dolor sobre esta tierra tal filosofía (el marxismo) le aparejaba» (2).
Encarnándolo, Vallejo pudo ver con mayor claridad con cuál Perú iba a favor y con
cuál, en contra (3). Y desde este terreno sólido, cada vez le fue menos difícil procesar
con la cabeza fría (y el corazón caliente, siempre) la inicial pasión de odio que le
generaban cosas como dicho maltrato. Entonces, se hizo cargo con optimismo,
serenidad y firmeza del sufrimiento propio y ajeno. Y ese mínimo equilibrio de ánimo
es otro factor importante del humor, el cual precisa contar con un suelo firme que
simultáneamente permita cierto distanciamiento respecto del dolor, así como la
imbatible resurrección desde la agonía; tal un Ave Fénix: muerte/vida, odio/amor:
«Tú sufres de una glándula endocrina, se ve,/o, quizá,/ sufres de mí, de mi sagacidad
escueta, tácita»; «Tú sufres, tú padeces y tú vuelves a sufrir horriblemente,/desgraciado
mono,/jovencito de Darwin,/alguacil que me atisbas, atrocísimo microbio»; «Amigo
mío, estás completamente,/hasta el pelo, en el año treinta y ocho,/nicolás o santiago, tal
o cual/(...)/Pero si tú calculas en tus dedos hasta dos,/es peor; no lo niegues,
hermanito./¿Que no? ¿Que sí, pero que nó?/ ¡Pobre mono...!. ¡Dame la pata...! No. La
mano, he dicho./¡Salud! ¡Y sufre!» (de «El alma que sufrió de ser su cuerpo»).
Claro, Vallejo no fue indiferente a esto. Practicó la compasión, la pasión con el otro, la
solidaridad en acto con ese dolor popular. Pero si se enfrentó a todo ello fue para ir más
lejos y taladrarlo, en suerte de operación cultural, y poner urgentemente el dedo sobre la
esperanza, el optimismo y la fe. Porque asumió que si el dolor era real en este mundo, el
alba -«el sol»- alumbraba el cielo, el futuro; y en esta dialéctica entre el pesimismo del
presente pero optimismo del mañana, enfatizó esto último.
V. LA POESÍA AUMENTATIVA DE VALLEJO anhela permanentemente la
exageración de la hipérbole. Con este apoyo retórico, entre otros, logra brasas de humor
al promover la toma de conciencia respecto del sobredimensionamiento que solemos
hacer de nuestros dolores humanos. Además, mediante su osadía al incorporar en su
lenguaje expresiones «no cultas», «coloquiales», o también desplegando una habilidad
innata para el juego, fónico y semántico, da un nuevo giro al tono grave presente en
muchos poemas.
Observemos la siguiente oda con elementos tan populares como animales de la sierra
del Perú que, por esto, pareciera más bien parodia de las clásicas odas con elementos
prestigiados de la cultura occidental (5). Nuevamente el tono grave se expresa a través
de imágenes llanas y hasta sorprendentes en sus motivos ciertamente novedosos en
dicha tradición:
Al término de este poema casi podríamos preguntar: y del caramillo ¿qué se hizo?.
o «¡Amado sea aquél que tiene chinches,/ el que lleva zapato roto bajo la lluvia,/ el que
vela el cadáver de un pan con dos cerillas,/ el que se coge un dedo en una puerta,/ el
que no tiene cumpleaños,/ el que perdió su sombra en un incendio,/ el animal, el que
parece un loro,/ el que parece un hombre, el pobre rico,/ el puro miserable, el pobre,
pobre!» (de «Traspié entre dos estrellas»).
En Poemas Humanos, la voz del poeta parte desde las mayorías; es decir, de quienes no
han triunfado en este sistema. Más bien es una voz solidaria con esa ancha base que
conforman los de abajo, es decir, los explotados: «Vamos a ver, hombre;/ cuéntame lo
que me pasa» (de «Otro poco de calma, camarada...»). No se trata, entonces, de
«héroes» según la interpretación individualista y simplemente burguesa del término;
sino de «antihéroes», de aquéllos que han perdido, que carecen de poder y hasta de
palabra en la historiografía tradicional.
Es así que esta trayectoria poética no es oscura ni angustiada como varios críticos
miopes, amén de algunos lectores superficiales, han pretendido. Es cierto el dolor en su
vida y en su obra. Pero no es cierto que quede sepultado en él. Su poesía muestra más
bien imperativamente lo contrario. Ella está del lado de la luz para quien se le acerque
sin los prejuicios ianmovibles de tono gris:
«Otro poco de calma, camarada/ (...)/ eres de acero,/ a condición que no seas/ tonto y
rehuses/ a entusiasmarte por la muerte tanto/ y por la vida, con tu sola tumba./
Necesario es que sepas/ contener tu volumen sin correr, sin afligirte/ (...)/ Anda, no
más; resuelve,/ considera tu crisis, suma, sigue,/ tájala, bájala, ájala/ (...)/ Es idiota/
ese método de padecimiento,/ esa luz modulada y virulenta,/ si con sólo la calma haces
señales/ serias, características, fatales./ Vamos a ver, hombre; / cuéntame lo que me
pasa,/ que yo, aunque grite, estoy siempre a tus órdenes» (de «Otro poco de calma,
camarada...»).
En igual sentido puede uno aproximarse a varios otros poemas, como «Oye a tu masa, a
tu cometa, escúchalos; no gimas...»:
«Relátate agarrándote/ de la cola del fuego y a los cuernos/ en que acaba la crin su
atroz carrera;/ rómpete, pero en círculos;/ fórmate, pero en columnas combas».
O también a este otro: «(...) no tengas pena, que no es de pobres/ la pena, el sollozar
junto a su tumba;/ remiéndate, recuerda,/ confía en tu hilo blanco, fuma, pasa lista/ a tu
cadena (...)/ Ya va a venir el día, ponte el alma»; «Ya va a venir el día;/ la mañana, la
mar, el meteoro, van/ en pos de tu cansancio, con banderas/ (...)/ la panadera piensa en
ti,/ el carnicero piensa en ti, palpando/ el hacha en que están presos/ el acero y el
hierro y el metal; jamás olvides/ que durante la misa no hay amigos./ Ya va a venir el
día, ponte el sol.» (de «Los desgraciados»).
VIII. LA COMPRENSIÓN DIALÉCTICA de amor / odio, grandeza / pequeñez,
alegría / tristeza y bondad / maldad es expresada con tanta luz y solidaridad en este
poema, y varios otros ya vistos en Poemas Humanos, que resulta increíble por injusto
cómo la intelectualidad reaccionaria ha ido encasillando a Vallejo en su actual esquina
de derrota y hermético lamento:
«Me viene, hay días, una gana ubérrima, política,/ de querer (...)/ amar, de grado o
fuerza,/ al que me odia, al que rasga su papel, al muchachito»; «Y quiero, por lo tanto,
acomodarle/ al que me habla, su trenza; sus cabellos, al soldado;/ su luz, al grande; su
grandeza, al chico»; «Quiero (...)/ cuando estoy triste o me duele la dicha,/ remendar a
los niños y a los genios»
«Quiero ayudar al bueno a ser su poquillo de malo» (de «Me viene, hay días, una gana
ubérrima, política...»).
Como vemos en el último verso citado, en esta poética hay también cierta dosis de
irónica y cáustica malignidad (quizá inspirada en el radicalismo neorromántico de
Nietzsche). Así, en otro poema leemos: «¡Lloved, solead, (...)/ dad de comer a los
novios,/ dad de beber al diablo en vuestras manos!"» (de «¡Ande desnudo, en pelo, el
millonario!»).
Y ello es, revolucionariamente, para «ayudar a reír al que sonríe» (de «Me viene, hay
días...»).
Aquel ícono emblemático del Vallejo contemplativo / pasivo, sentado muy serio y con el
mentón apoyado en su mano abierta, condensa y masifica convenientemente, para la
burguesía, su pretendida fosilización (7); la cual corresponde, a todas luces, más bien al
corazón de esta clase, antes que a los versos del poeta.
Qué duda cabe que su humor entrañable y solar, del que aquí se han dado hartas
pruebas, echa raíz en lo expresado en párrafos anteriores; sobre todo, en el
encarnamiento hondo, y consecuentemente creativo, de la praxis y la ciencia marxistas.
NOTAS:
7. Aquí la referencia es a la bella y famosa foto (Versalles, 1929), tomada por Juan
Domingo Córdoba. La crítica va dirigida, sin embargo, a la instrumentalización que
comúnmente se ha hecho de ella.
BIO -BIBLIOGRAFÍA
1915-1917: Se une al grupo literario y artístico «Norte», que encabezan Antenor Orrego
y Eulogio Garrido. Escribe muchos de los poemas que integrarán Los Heraldos Negros,
publicando algunos en los periódicos La Industria y La Reforma, de Trujillo.
1918: No bien llega a Lima, entabla amistad con el célebre narrador y periodista
Abraham Valdelomar. Completa Los Heraldos Negros. En agosto muere su madre.
Honda crisis anímica y económica.
1919: Trabaja en el Colegio Nacional Guadalupe. A mitad de año lanza Los Heraldos
Negros. Escribe las primeras versiones de muchos poemas de Trilce.
1921: Sale libre en febrero. Vuelve a Lima. Su cuento «Más allá de la vida y de la
muerte» le vale un premio literario.
1924: Pasa meses muy difíciles. Su padre muere en Santiago. El sufre una dolorosa
operación. Escribe varios de los poemas en prosa que figuran al final de Poemas
Humanos y escribe la novela Hacia el reino de los Sciris (1924-1928).. Conoce a
Vicente Huidobro.
1926: Con Juan Larrea edita dos números de Favorables París Poemas. Vive con
Henriette Maisse. Manda sus primeras crónicas a Variedades, en Lima. Borges,
Huidobro e Hidalgo lo incluyen en su Indice de la Nueva Poesía Americana.
1927: Publica en la revista peruana Amauta, «Sabiduría», capítulo de una novela que
nunca continuará. Renuncia a su puesto en los Grandes Periódicos Iberoamericanos.
Conoce a Georgette Philippart.
1930: Publica «Un Reportaje en Rusia», en la revista madrileña Bolívar. En julio sus
amigos concretan, también en Madrid, una reedición de Trilce, con prólogo de José
Bergamín y poema liminar de Gerardo Diego. Vallejo se pone a escribir para el teatro:
destruirá su primera obra Mampar; en cambio, trabajará con ahínco en su segunda,
llamada primero Moscú contra Moscú, y luego Entre las dos orillas corre el río. A
fines de diciembre, sindicado como comunista, recibe orden de abandonar el territorio
francés; pasa a España con Georgette. Cesa toda colaboración en los periódicos limeños.
1932: En enero escribe a Larrea: «Comparto mi vida entre mi inquietud política y social
y mi inquietud introspectiva y personal y mía, para adentro». En febrero, vuelve
clandestinamente a Francia, donde no tarda en conseguir permiso para quedarse. Revisa
Rusia ante el segundo Plan Quinquenal, que ninguna editorial acepta.
1933: Colabora en Germinal, de París, con una serie de artículos sobre el tema «¿Qué
pasa en el Perú?».
1935: Año negro, en que se cierran todas las puertas. Vanos intentos para publicar un
volumen que reuniera las prosas poéticas y los poemas, escritos desde 1923.
1938: En marzo, Vallejo cae en cama. Lo transportan a la Clínica Arago, de París, donde
nadie llega a determinar cuál es el mal físico que lo consume. El 29 de marzo le dicta a
Georgette: «Cualquiera que sea la causa que tenga que defender ante Dios, más allá de
la muerte, tengo un defensor: Dios». Muere en la mañana del 15 de abril, Viernes Santo,
pocas horas después de que las tropas franquistas han alcanzado el Mediterráneo al
norte de Valencia, cortando en dos lo que quedaba del territorio republicano. Sus restos
se hallan en el Cementerio de Montparnasse de París (12ª división -4ª ligne du Nord- Nº
7).
1939: En enero, los soldados republicanos del ejército del Este publican en España la
edición príncipe de España, aparta de mí este cáliz (varios ejemplares de la misma
fueron hallados en la biblioteca del monasterio de Montserrat -Catalunya-, en 1983,
luego de un largo período en que se la consideró perdida o destruida por los
franquistas). En julio, aparece en París, como homenaje póstumo, la edición de Poemas
Humanos hecha por Raúl Porras Barrenechea y Georgette de Vallejo.