Panama, Conferencia Episcopal - Directorio de Pastoral Liturgica (2010)

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DIRECTORIO DE

PANAM 2010

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r O N F F R F N r T A F P T S m P A T PANAMF.A

CONFERENCIA EPISCOPAL PANAMEA

DIRECTORIO DE PASTORAL LITRGICA

PANAM J M

NDICE

Pg.
Presentacin Introduccin General Primera Parte: Los sacramentos de iniciacin cristiana. Introduccin 1. Bautismo 2. Confirmacin 3. Eucarista 3.1. La Primera Comunin 3.2. La Eucarista a Travs del Ao Litrgico 3.3. La celebracin dominical en espera del presbtero 3.4. El ministerio extraordinario de la Comunin Segunda Parte: Los sacramentos de la recuperacin de la Comunidad Cristiana. Introduccin 4. Reconciliacin 5. Uncin de los enfermos Tercera Parte: Los Sacramentos de incremento de la Comunidad Cristiana. Introduccin 6. Matrimonio 7. Ministerios ordenados y laicales 7.1. El sacramento del Orden Los ministerios laicales Cuarta Parte: La celebracin de la muerte cristiana. Introduccin 8. El Vitico 9. Las Exequias * '

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Pg. Quinta Parte: La oracin y las devociones del Pueblo de Dios. Introduccin 10. La Liturgia de las Horas 11. La Lectura Orante de la Biblia 12. Devociones populares 13. Procesiones y Fiestas Patronales 14. Sacramentales Anexo # 1: Liturgia y Msica Anexo # 2: Los Aranceles Anexo # 3: Itinerarios para la iniciacin cristiana de adultos Anexo # 4: Vocabulario litrgico o glosario Bibliografa

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Conferencia Episcopal Panamea

PRESENTACIN

Hermanas y Hermanos: La Conferencia Episcopal de Panam (CEP) pone a disposicin de la Iglesia panamea, una nueva versin del Directorio de Pastoral Litrgica (DPL); porque la versin anterior estaba vigente desde el 7 de junio de 1992, solemnidad de Pentecosts. Evidentemente la nueva versin, (teniendo en cuenta las experiencias de estos casi 20 aos), retiene las enseanzas del Magisterio y las orientaciones del Documento de Aparecida; siendo fuente de inspiracin, para continuar como dice el Concilio Vaticano II, la reforma y el fomento de la liturgia (SC 1). A travs de la Comisin de la CEP, se han estado coordinando la recogida de experiencias (reflexiones) a lo largo de extensas sesiones de trabajo, cuyo fruto ofrecemos hoy a todos. Queremos expresar nuestra gratitud a Mons. Pablo Vrela Server, Presidente de la Comisin y ahora tambin Secretario General de la CEP, a todos los delegados diocesanos y a los representantes de los distintos organismos de la Iglesia integrados en la misma; gracias, por su generosidad, constancia y lealtad eclesial, porque nuestra Iglesia Panamea puede contar con este instrumento pastoral. El Directorio conserva la misma estructura que la edicin anterior y es importante sealar que si bien, por razones prcticas, se mantiene la Sntesis Normativa al final de cada seccin sacramental, con su correcta y fructuosa aplicacin, como decamos en la versin anterior: supone y requiere la previa reflexin y conciencia bblica, teolgica, espiritual y pastoral, siempre en el contexto panameo, conforme a la metodologa que el mismo Directorio desarrolla (Presentacin DPL 1992). La presente versin del Directorio entrar en vigor en toda la Repblica a partir del 28 de noviembre de 2010, primer Domingo de Adviento. Exhortamos a que, en todas las jurisdicciones eclesisticas se lleve a cabo un proceso de estudio sobre el contenido del DPL a fin de que tanto el clero como los religiosos y los laicos, especialmente los que ejercen algn tipo de ministerio eclesial, catequistas, delegados de la Palabra, animadores de comunidades, entren en el espritu y en la letra del mismo. Con fecha del 21 de febrero del presente ao y con entrada en vigencia a partir del 4 de abril, la Conferencia Episcopal emiti el Decreto por el cual se regulan los Estipendios para las Misas y los Aranceles para la administracin de otros Sacramentos. Dicho Decreto se recoge en el Anexo #2 del presente Directorio. 5

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El Seor nos ilumine para que la puesta en prctica de este Directorio nos lleve a que la Liturgia sea la fuente primaria y necesaria en la que han de beber los fieles el espritu verdaderamente cristiano (SC 14) ya que Al vivirla, celebrando el misterio pascual, los discpulos de Cristo penetran ms en los misterios del Reino y expresan de modo sacramental su vocacin de discpulos y misioneros (DA 250).

+ Jos Luis Lacunza Maestrojuan, o.a.r. Obispo de la Dicesis de David Presidente de la C.E.P.

+ Audilio Aguilar Aguilar Obispo de Coln - Kuna Yala Vicepresidente de la C.E.P.

+ Pablo Vrela Server Obispo Auxiliar de Panam Secretario General de la C.E.P.

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+ Jos Domingo Ulloa Mendieta, o.s.a. Arzobispo Metropolitano de Panam

Conferencia

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INTRODUCCIN GENERAL NATURALEZA - OBJETIVOS - DESTINATARIOS. "La Iglesia est llamada a repensar profundamente y relanzar con fidelidad y audacia su misin en las nuevas circunstancias latinoamericanas y mundiales. " (DA 11). "El Seor nos dice: 'No tengan miedo!'(...) No tenemos otra dicha ni otra prioridad que ser instrumentos del Espritu de Dios, en la Iglesia, para que Jesucristo sea encontrado, seguido, amado, adorado, anunciado y comunicado a todos, no obstante todas las dificultades y resistencias. " (DA 14). "En el encuentro con Cristo queremos expresar la alegra de ser discpulos del Seor y de haber sido enviados con el tesoro del Evangelio. Ser cristiano no es una carga sino un don: Dios Padre nos ha bendecido en Jesucristo su Hijo, Salvador del mundo " (DA 28), quien nos llama a la vida del Reino. 1. El Seor de la gloria nos invita a conocer a su Hijo para vincularnos con l. "Encontramos a Jesucristo, de modo admirable, en la Sagrada Liturgia. Al vivirla, celebrando el misterio pascual, los discpulos de Cristo penetran ms en los misterios del Reino y expresan de modo sacramental su vocacin de discpulos y misioneros " (DA 250). 2. Recibimos el don del encuentro con Jesucristo; experimentamos la alegra de ser sus discpulos; gozamos el privilegio de haber sido enviados con el tesoro del Evangelio que "es un encargo que el Seor, al llamarnos y elegirnos, nos ha confiado " (DA 18). Tenemos la dicha de ser instrumentos del Espritu. Expresar y celebrar todo esto, en unin con la Iglesia entera y con "desborde de gratitud y alegra " (DA 14), esto es la liturgia: "El ejercicio de la funcin sacerdotal de Jesucristo... As, el Cuerpo Mstico de Jesucristo, la cabeza y sus miembros, ejercen el culto pblico ntegro" (SC 7). 3. Por lo tanto, el presente Directorio de Pastoral Litrgica, siendo una gua pastoral igual que su versin anterior, pretende alcanzar los siguientes objetivos: a. La actualizacin de la Pastoral litrgica, en orden a conseguir celebraciones comunitarias participativas y transformadoras de la vida cristiana, y que expresen la alegra de ser discpulos y misioneros de Jesucristo. b. La formacin de agentes de Pastoral litrgica, para que, conociendo las normas litrgicas e implementndolas con la creatividad que permite el Ritual, sirvan y animen a la asamblea que celebra el misterio Pascual de su fe.

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c. La unificacin y coordinacin de la Pastoral litrgica, para que en la prctica,, respetando la diversidad de procesos y particularidades culturales, la celebracin litrgica exprese la unin del Cuerpo mstico y la comunin con Jesucristo, que es su Cabeza. 4. El presente Directorio est destinado a la comunidad cristiana en general, y de modo particular a los agentes de pastoral involucrados en la preparacin, celebracin y seguimiento de los actos litrgicos: obispos, sacerdotes, diconos, equipos de liturgia y ministros laicos todos.

MTODO. 5. Como mtodo se usan los tres pasos ya tradicionales: a. Descripcin de los rasgos ms salientes de la prctica litrgica, tomando en cuenta la situacin social, cultural y religiosa de nuestro pueblo y las actitudes ms comunes de los agentes pastorales. b. Iluminacin de esa realidad a partir de una reflexin teolgica, basada en la Palabra de Dios y las enseanzas del Magisterio y la teologa litrgica. c. Lneas de accin pastoral, en orden a la actualizacin y animacin de las celebraciones litrgicas, destacando sus tres momentos: preparacin, celebracin y seguimiento.

LA REALIDAD DE NUESTRA LITURGIA 6. La realidad de la liturgia est directamente vinculada con quienes la celebran. Nos preguntamos: Cmo vive la Liturgia nuestro pueblo? Nuestro pueblo, en su mayora, est impregnado de un profundo sentido religioso, que, entre los catlicos, se expresa en las prcticas de la religiosidad popular. Valora mucho los sacramentales (bendiciones, procesiones, rosarios, etc.), a menudo ms que los sacramentos. Para muchos, prevalecen sobre la Liturgia la devocin a los santos y la oracin de peticin con miras a resolver problemas de la vida diaria. Esta religiosidad popular, a pesar de las limitaciones y abusos que han de ser subsanados por la evangelizacin, presenta tambin valores nada despreciables y favorables para una formacin litrgica: un profundo sentido de Dios y de su Providencia; facilidad para la oracin; solidaridad en las necesidades; capacidad de celebracin y de fiesta. 8

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7. Adems de reconocer la presencia de la religiosidad popular en todas las capas de la poblacin creyente, es razonable afirmar que el grado de participacin y de vivencia de la Liturgia estn relacionadas con el sentido de pertenencia y el grado de cercana que tengan los creyentes a su Iglesia. Dejando por fuera a aquella minora que, por rechazo o indiferencia, jams participa de las celebraciones litrgicas, y sin pretender encasillar la realidad, percibimos las siguientes categoras de feligreses: a. Los practicantes eventuales, que viven alejados de la Iglesia y slo acuden a las celebraciones litrgicas por razones sociales y con ocasin de eventos especiales como son el funeral o el matrimonio de un familiar, amigo o conocido; afirman creer en Dios, pero mantienen una actitud crtica frente al fenmeno religioso y/o las Iglesias. b. Los practicantes inconstantes, que mantienen una vinculacin con su Iglesia, principalmente con ocasin de las fiestas litrgicas tradicionales, pero que no son constantes en su prctica religiosa. Se consideran catlicos pero no son evangelizados. Por lo general, carecen de una debida formacin en la fe, de una introduccin al Misterio, es decir de una iniciacin cristiana, y estn muy marcados por la religiosidad popular y el pensamiento mgico religioso, que son terreno frtil para el reclutamiento de los movimientos religiosos libres o sectas. No incluimos en esta categora a aquellos que, en nmero cada vez mayor, no pueden acudir con regularidad a las celebraciones dominicales debido a los turnos rotativos en el empleo. c. Los practicantes habituales pasivos, que son aquellos feligreses de Misa dominical pero sin participacin en las actividades pastorales de su comunidad eclesial. Su pasividad se refiere a las tareas eclesiales, no a la vivencia de la liturgia misma, en la cual pueden tener una participacin ms o menos emotiva. Tienen cierto conocimiento de la doctrina cristiana, respetan la jerarqua de la Iglesia, asisten a las celebraciones litrgicas por costumbre o por devocin individualista. A menudo padecen de una dicotoma entre fe y vida. d. Los practicantes habituales activos, cuya participacin no se limita a las celebraciones litrgicas sino que se extiende a algn tipo de apostolado. Se agrupan en torno a una parroquia, una CEB o algn movimiento o actividad pastoral. Su vivencia de la Liturgia es consciente, animada y comprometedora. En este grupo hemos de discernir entre colaboradores sin formacin y agentes de pastoral debidamente preparados. Entre estos ltimos percibimos varias tendencias respecto de la Liturgia: 9

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- Unos polarizan toda su pastoral hacia el culto, la administracin de los sacramentos y las devociones populares. Cumplen ritualmente con las normas litrgicas, pero no vinculan de manera adecuada el culto con el incremento de la vida comunitaria, con la educacin progresiva de la fe y con el compromiso apostlico de los feligreses. - Otros acentan la dimensin proftica liberadora de la fe y no acaban de integrar debidamente la Liturgia al proceso evangelizador y transformador de la vida personal, comunitaria y social. - Son cada vez ms los que realizan la sana sntesis de ambas dimensiones y celebran en la Liturgia la accin liberadora y transformadora del Seor en personas y comunidades comprometidas con la construccin del reinado de Dios.

PRINCIPALES RETOS E ILUMINACIN TEOLGICA 8. La realidad que a grandes rasgos hemos descrito, pone la Pastoral litrgica ante unos retos importantes que exigen mayor iluminacin y respuestas. a. El reto de la evangelizacin de la religiosidad popular. Partiendo de su debida valoracin, "se necesita cuidar el tesoro de la religiosidad popular de nuestros pueblos, para que resplandezca cada vez ms en ella 'la perla preciosa' que es Jesucristo " (DA 549) y hay que superar el peligro de reducir la liturgia a ritos semimgicos, as como de un lenguaje litrgico a menudo incomprensible por ser ajeno a la cultura propia de los creyentes. Una adecuada catequesis, progresiva y permanente, ha de presentar la celebracin de los sacramentos como actos de fe, encuentros en los que Dios abraza amorosamente a sus hijos que buscan en l, la salvacin y la vida plena. As, mediante los gestos y las palabras sacramentales, se actualiza constantemente la intervencin de Dios en la historia del hombre; se renueva aquella alianza con su pueblo, que culmin en la Pascua liberadora de Jesucristo. l, mediante el don gratuito de su propia vida, sell la alianza definitiva de Dios Amor con toda la humanidad: a todos los que creen en l, siguen sus enseanzas, sus huellas y lleven una vida a ejemplo y "en conmemoracin" de la suya, les garantiza la vida nueva, la vida verdadera, la vida en abundancia (cf. DA 356). Al adherirnos a la persona de Jesucristo en el Bautismo, al recibir su apellido ("Cristiano/a"), respondemos al abrazo de Dios que nos envuelve en su amor. 10

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No existe ninguna necesidad ni posibilidad de controlar a Dios ni de obligarlo, por medio de frmulas o ritos mgicos, a ponerse al servicio del hombre, puesto que l se ofrece primero, por propia iniciativa y gratuitamente. Nuestras acciones litrgicas, por ser actos de fe, estarn siempre impregnadas de misterio, pero jams deben ser confundidas con actividades mgicas. El culto cristiano tiene como fin adentrarnos en la voluntad de Dios para que ella se haga realidad en la tierra. Culto viene de cultivo y como deca san Agustn: "T, Seor, no tenas necesidad de m; no era yo un bien con el que T pudieras ser ayudado; o con el que te pudiera servir, como si te hubieras fatigado; o fuera menor tu poder si carecieras de mi obsequio. No necesitas que te d culto, como se cultiva la tierra, para no quedar inculto si no te cultivara; antes bien, he de servirte y cultivarte para que me venga la dicha de Ti, de quin me viene la capacidad de ser dichoso " (Conf. XIII, 1, 1; II, 2). b. El reto de la inculturacin de la liturgia, en el marco de una sociedad globalizada y de nuevas tecnologas. A partir de la encarnacin del Hijo de Dios en nuestra historia humana, la fe se vive y se expresa en el marco de la cultura, es decir, a partir de la vida, las costumbres y el lenguaje del ser humano. Jess se hizo hombre del pueblo, en todo igual a los dems menos en el pecado (cf. Heb. 4, 15); proclam sus enseanzas en el lenguaje de ese pueblo, us palabras, gestos, smbolos y parbolas de la vida cotidiana de aquel entonces; de esta manera hizo posible que el Evangelio se introdujera en esa cultura y la transformara. Luego, muchos de aquellos smbolos se hicieron parte de la cultura universal: el agua que purifica y da vida, el pan que alimenta, el leo que sana y fortalece, etc. En el ltimo medio siglo, los avances de las ciencias y de las tecnologas han afectado profundamente el pensamiento, las costumbres, la relacin entre generaciones y gneros, y la comunicacin a todos los niveles. Ha surgido un nuevo lenguaje (imagen y sonido), nuevos smbolos, nuevos mtodos de comunicacin entre personas y pueblos, nuevas expresiones (experiencias) celebrativas; principalmente, entre los jvenes y los nios. Nos corresponde inyectar los valores cristianos a esa nueva cultura para purificarla y transformarla de manera que sea un instrumento vlido para la transmisin del Evangelio, la construccin del reinado de Dios y la celebracin comunitaria de nuestra fe. 11

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Inculturar la liturgia, no es ms que enriquecer la nueva cultura con los valores del Evangelio, de manera que su fiesta, su lenguaje, su canto, su msica nos sirvan para celebrar en comunidad nuestra fe cristiana. En este sentido, una autntica inculturacin va mucho ms all de una simple "folclorizacin" de la liturgia. c. El reto de la vivencia comunitaria, no individualista de la liturgia. Nadie es cristiano solo, somos cristianos en comunidad. La conversin a la fe incluye la convocatoria a un seguimiento de Jess en comunidad; al ser revestidos de Cristo en el Bautismo, no slo nos hacemos cada uno hijo de Dios sino que tambin nos incorporamos a la gran familia eclesial, nos convertimos en l (cf. Beato Isaac de Stella, Oficio de Lectura del V viernes de Pascua); y en familia, como comunidad de creyentes, rendimos culto a Dios, nuestro Padre comn; reunidos y unidos en asamblea, celebramos la liturgia. En la sociedad actual, dominada por un sistema econmico deshumanizante y por una cultura individualista que se expresa en el consumismo, la competitividad y la falta de solidaridad (cf. DA 397), hemos de rescatar y promover el carcter comunitario y solidario de la fe y de su celebracin. Si la fiesta profana marca la identidad y estimula la cohesin de un grupo humano, con ms razn han de percibirse en las celebraciones litrgicas la unin y la comunin de la asamblea cristiana. Urge, por tanto, la promocin de comunidades eclesiales vivas donde se pueda alimentar, vivir y celebrar la fe, ms que nunca en estos tiempos cuando la cultura se paganiza cada vez ms y muchas iglesias domsticas -nuestras familias cristianas- pasan por una profunda crisis. d. El reto de la vinculacin entre la fe celebrada en la Liturgia y la construccin del Reinado de Dios en la vida diaria. El ncleo de nuestra fe cristiana es la Pascua de Jess que nos hace pasar de la muerte a la vida, del pecado a la armona con Dios, de las tinieblas a la luz, de la opresin a la liberacin. La Pascua de Cristo, que proclamamos y celebramos en la Liturgia, ha de concretarse en obras en el hogar, en el vecindario, en la comunidad, en el lugar de empleo o de estudio, etc. "La fe sin las obras es una fe muerta" (Stgo. 2, 14ss). Una liturgia que no asuma la vida concreta del cristiano en su dimensin personal, comunitaria y social, para llevarla, iluminada por la Palabra, a su transformacin conforme al proyecto de Dios, no ha cumplido su ms profunda dimensin. Una liturgia que se limitase a la alabanza, a la adoracin y la contemplacin, sin impulsar a la conversin y la transformacin del mundo, sera como una fe 12

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sin obras... Porque la liturgia es fe (Misterio), celebracin y vida. Si se rompe el trpode, desencarnamos la liturgia. "Elproyecto de Jess es instaurar el Reino de su Padre. (...) Se trata del Reino de la vida; porque la propuesta de Jesucristo a nuestros pueblos, el contenido fundamental de esta misin, es la oferta de una vida plena para todos. " (DA 361). La liturgia es el espacio de celebracin de la nueva vida en Cristo y del "cielo nuevo y tierra nueva" (Ap. 21,1) que el Pueblo de Dios va experimentando en su caminar como peregrino hacia la casa del Padre. Mediante la liturgia, se anticipa la vida del Reino y se fortalece el compromiso del cristiano de ser discpulo y misionero, colaborador activo de Cristo en la construccin del reinado de Dios. e. El reto de la articulacin de la Pastoral litrgica con las dems reas de la accin pastoral de la Iglesia. La Liturgia celebrativa, por ms importante que sea, no agota la misin de la Iglesia, ni puede realizarse aisladamente de las otras mediaciones eclesiales (cf. SC 9). Es ms, como parte de un proceso, ella celebra y acompaa las etapas del itinerario de los seguidores de Jess. El documento de Aparecida seala "los cinco aspectos fundamentales, que aparecen de diversa manera en cada etapa del camino, pero que se compenetran ntimamente y se alimentan entre s" (DA 278): - El encuentro con Jesucristo, producto del Kerigma, el anuncio de Jesucristo, tarea de la evangelizacin que es la misin prioritaria de la Iglesia (cf. DA 278 a). - La conversin, como respuesta inicial de quien ha escuchado al Seor y est dispuesto a morir al pecado para alcanzar la vida. Esta conversin se plasma en el sacramento del Bautismo y se actualiza en el sacramento de la Reconciliacin. - El discipulado, etapa en que se madura y profundiza en el conocimiento y en el seguimiento del Seor. En esta etapa, es fundamental la catequesis permanente y la vida sacramental. - La comunin, la participacin en la vida de la Iglesia y en el encuentro con los hermanos, viviendo el amor de Cristo en la vida fraterna solidaria. - La misin, el ir al mundo a anunciar a Jesucristo, muerto y resucitado; a construir Reino de Dios. A lo largo de todo este itinerario, en el que actan la pastoral de evangelizacin, la catequesis, la preparacin sacramental, la pastoral social y las diversas pastorales

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de seguimiento, colabora la pastoral litrgica con espritu de servicio y creatividad. Esta pastoral de conjunto, que permite una coordinacin orgnica de las diversas pastorales, une la diversidad de tareas, estilos, mentalidades y carismas en una sola misin: evangelizar el mundo para establecer el Reinado de Dios. LNEAS DE FUERZA PARA LA PASTORAL LITRGICA 9. La Liturgia, por ser comunitaria, ha de involucrar a la familia, primera comunidad humana, iglesia domstica y primera educadora de la fe. 10. La liturgia ha de enriquecerse con las experiencias de las pequeas comunidades eclesiales, ms personalizantes y encarnadas, lugares donde se vive de manera ms vivencial el encuentro con Cristo y la comunin entre los creyentes. 11. La liturgia se alimenta de la Palabra de Dios, que ha de ser proclamada con dignidad, escuchada con gozo, reflexionada y comentada con seriedad, y llevada a la vida con decisin y alegra. La prctica de la Lectura Orante de la Sagrada Escritura, recomendada con tanta insistencia en Aparecida, es de gran ayuda para la preparacin de la liturgia de la Palabra. 12. La liturgia de los sacramentos de iniciacin requiere una especial atencin, respetando las etapas de un itinerario de formacin y maduracin en la fe, en un marco de colaboracin con la catequesis presacramental y permanente, conforme al plan diocesano y/o nacional. 13. Los Equipos de Animacin Litrgica han de actuar con previa preparacin, entrenamiento y mstica de su ministerio. Sus integrantes (celebrante, monitor, lectores, aclitos, cantores...) han de colaborar como equipo, poniendo la diversidad de sus dones y carismas al servicio de la asamblea que celebra su fe. 14. La autntica Liturgia se expresa a partir de la cultura del Pueblo de Dios. Hemos de insistir en la inculturacin de nuestra liturgia; el misterio del amor de Dios no se capta plenamente ni se celebra autnticamente sino por medio de un lenguaje (idioma, canto, msica, simbologa) en que se expresa a nuestro pueblo. Cuidmonos, sin embargo, de reducir esa inculturacin a una mera folclorizacin de nuestras celebraciones. 15. El estudio del Misal romano y de los Rituales, renovados segn las orientaciones del concilio Vaticano II, ha de garantizar nuestra fidelidad a la Iglesia y potenciar nuestra creatividad por las diversas opciones y frmulas litrgicas que ofrece, segn las circunstancias. 14

Conferencia Episcopal Panamea PRIMERA PARTE: LOS SACRAMENTOS DE INICIACIN CRISTIANA

INTRODUCCIN En este siglo, vivimos una serie de transformaciones que van desde la globalizacin a un mundo postmoderno donde el ser humano ha cambiado dando un giro antropolgico. La complejidad del mundo aumenta una cultura global planetaria, que se impone en nuestra vida, potenciada por el megadesarrollo de las comunicaciones que han hecho que todo cambie. De esta realidad profundamente compleja la Iglesia no puede soslayarse, sino que necesariamente se ve inmersa e involucrada; aqu la pregunta "Qu es ser cristiano catlico? " Se plantea con una fuerza desafiante. Son muchos los que, desde distintas latitudes de pensamiento, quieren ensear a la Iglesia cul es el camino que ha de seguir y han surgido infinidades de doctrinas atrayentes que hacen que los cristianos catlicos busquen otros caminos de vivencia de fe. Para una gran masa, ser cristiano catlico es simplemente estar inscrito en un registro bautismal; as han surgido denominaciones como cristianos "practicantes" o "no practicantes", "cristianos de atrio", "cristianos annimos", etc. Pero es en la tradicin de la Iglesia donde tenemos los medios para poder identificar lo que significa ser "cristiano catlico". Una forma muy antigua la constituye el viejo adagio latino. "Lex orandi, lex credendi, lex celebrandi, lex vivendi" ("Lo que oro, lo que creo, lo que celebro, lo que vivo"). Es viviendo lo que celebramos, mostramos lo que creemos; pero ha sido la reforma litrgica del Concilio Vaticano II la que ha abierto las puertas a una nueva reflexin sobre esta encrucijada. El catecismo de la Iglesia Catlica (CEC) dice: "La fe de la Iglesia es anterior a la fe del fiel, el cual es invitado a adherirse a ella. Cuando la Iglesia celebra los sacramentos confiesa la fe recibida de los Apstoles, de ah la ley de la oracin es la ley de la fe..., la Iglesia cree como ora. La Liturgia es un elemento constitutivo de la Tradicin santa y viva " (n. 1124). De esta manera, la liturgia se entiende como "lugar teolgico", pues es "fuente" donde el cristianismo puede acudir para encontrar la verdad teolgica, la tradicin santa y viva de la Iglesia; como lugar teolgico, la liturgia exige una metodologa propia para acceder a l. En cierta forma, hoy es fcil reconocer que la liturgia es un lugar teolgico, lo difcil es cmo acceder a l, descubrir y vivir esa vinculacin entre creer, celebrar y vivir; vivimos segn lo que creemos, que es lo que expresamos en lo que celebramos. Es totalmente inadmisible para el cristiano un divorcio entre los tres elementos. 15

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De all el porqu de la necesidad de la iniciacin cristiana para poder acceder al Misterio. La iniciacin cristiana es la puerta de entrada a la Iglesia, comunidad de los creyentes; la iniciacin cristiana nos adentra en la Alianza entre el Dios que se da gratuitamente en Jesucristo y el ser humano agraciado, que ha de vivir en la gratitud de los hijos de Dios. El iniciado entra a la Iglesia para en ella convertirse en un anunciador del Evangelio del Reino para suscitar en todos la fe en Jesucristo, de tal manera que surjan nuevos discpulos misioneros que sigan multiplicando el anuncio de la salvacin. Esto implica una autntica regeneracin del ser humano y la puerta de esa regeneracin es el bautismo. Se puede afirmar que el bautismo no slo es un medio, sino un elemento esencial en la visin cristiana del ser humano. Un bautizado es un sumergido en Cristo, un impregnado de l. Es uno que ha visto el cielo abierto, es decir la apertura de Dios, y que por lo tanto reformula su modo de vida para vivir en Cristo en la comunin con el Padre en el Espritu Santo. Los tres sacramentos de iniciacin forman, entre s, una unidad dinmica, de tal forma que cada uno de ellos est relacionado con el otro. El Bautismo nos otorga el ser discpulos de Cristo ("cristiano") y est intrnsecamente referido a la Eucarista, alimento del peregrino hacia la plenitud del ser cristiano. La Confirmacin, por su peculiar don del Espritu Santo, nos capacita para llevar el Bautismo y la Eucarista a su dimensin misionera, es decir, de compromiso adulto. En la tradicin ms antigua de la Iglesia, la unidad de estos tres sacramentos se perciba con toda claridad en la iniciacin de adultos; el catecumenado preparaba para los tres sacramentos, que se reciban ordinariamente juntos, en una sola y gran celebracin. Posteriormente, por razones pastorales, pedaggicas y socioculturales, se separ en el tiempo la celebracin de los tres sacramentos y se alter su orden cronolgico, cuando las personas a iniciar en la vida cristiana ya no eran adultos sino nios. "Tenemos un alto porcentaje de catlicos sin conciencia de su misin de ser sal y fermento en el mundo, con una identidad dbil y vulnerable. Esto constituye un gran desafio que cuestiona afondo la manera como estamos educando en la fe y como estamos alimentando la vivencia cristiana; un desafio que debemos afrontar con decisin, valenta y creatividad, ya que, en muchas partes, la iniciacin cristiana ha sido pobre o fragmentada " (DA 286-287). ' - ^- ; - Je esta realidad, los obispos de Amrica Latina y El Caribe, reunidos en Apa:_ .-_.dieron un llamado a "ofrecer una modalidad operativa de iniciacin cristiana 16

Conferencia Episcopal Panamea que, adems de marcar el qu, d tambin elementos para el quin, el cmo y el dnde se realiza " (DA 287). La iniciacin cristiana, que es "la manera prctica de poner en contacto con Jesucristo e iniciar el discipulado " permite "fortalecer la unidad de los tres sacramentos de iniciacin y profundizar en su rico sentido " (DA 288). Bautismo, Confirmacin y Eucarista realizan, mediante un proceso de maduracin en la fe, la plena incorporacin del creyente al misterio de Cristo y su Iglesia. En su propuesta para la iniciacin cristiana, los obispos de Amrica Latina y El Caribe presentan la unidad de los tres sacramentos, no como partes de una sola celebracin, sino como pasos de un nico itinerario: "Sentimos la urgencia de desarrollar en nuestras comunidades un proceso de iniciacin en la vida cristiana que comience con el kerygma, guiado por la Palabra de Dios, que conduzca a un encuentro personal con Jesucristo, perfecto Dios y perfecto hombre, experimentado como la plenitud de la humanidad, y que lleve a la conversin, al seguimiento en una comunidad eclesial y a una maduracin de la fe en la prctica de los sacramentos, el servicio y la misin " (DA 289). Este proceso de iniciacin comienza en la familia que "est llamada a introducir a los hijos en el camino de la iniciacin cristiana. " (DA 302), es asumido por la comunidad eclesial que as "renueva su vida comunitaria y despierta su carcter misionero " (DA 291), y es realizado en la Parroquia que "ha de ser el lugar donde se asegure la iniciacin cristiana " (DA 293).

1. EL SACRAMENTO DEL BAUTISMO

1.1 Realidad: - La mayora de nuestros padres y madres aun pide el Bautismo para sus hijos. Sus motivaciones son muy diversas y no siempre teolgicamente correctas; entre las ms frecuentes, suelen escucharse las siguientes: El nio estar por el Bautismo ms cerca de Dios y crecer ms sano. 17

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El Bautismo lo preservar de males que le pueden venir, ejemplo: mal de ojo, etc. Si el nio se muere, podr ir al cielo. As se ha hecho siempre por tradicin. Queremos que sea catlico como lo es toda la familia y que ms tarde pueda recibir la primera comunin, etc. - No es fcil emitir un juicio sobre los elementos de autntica fe cristiana que se esconden al interior de estas expresiones socioreligiosas. Nuestro pueblo se adhiere de un modo global a la fe de la Iglesia; con frecuencia, esta fe est penetrada de una religiosidad no suficientemente evangelizada. - En muchsimos casos, faltan garantas para asegurar la futura educacin cristiana del nio por bautizar; falta de garanta en la familia, en muchos casos no constituida cristianamente o sumamente deficiente en su vida de Fe; falta de garantas en el ambiente de individualismo y de consumismo, propio de una sociedad cada vez ms alejada de los valores del Reino; falta de garanta en las mismas parroquias que, con frecuencia, no aseguran la pertenencia eclesial de sus hijos bautizados. - La prctica vigente de la catequesis prebautismal para padres y padrinos, no goza de buena acogida, y en muchos casos carece de medios y recursos adecuados. A pesar de las normas existentes, la duracin y el modo de impartir estas catequesis es desigual y causa confusin, en algunas parroquias, la preparacin se limita a una simple explicacin antes de realizar el sacramento. En otras, se dan una o varias charlas previas, de manera ms o menos rutinaria; y, en otras ms, se imparte una ms esmerada preparacin. Estas ltimas son las ms perjudicadas por el desorden existente; en todo caso, la Pastoral del Bautismo sigue siendo un reto, que afecta a las mayoras del pueblo, al modelo de Iglesia que estamos presentando y a nuestra misin evangelizadora. - Debido al descuido, al creciente secularismo y a la influencia de las iglesias evanglicas, un nmero cada vez mayor de nios y nias se queda sin bautizar, principalmente en las reas urbanas y suburbanas. Parte de ellos solicitar el Bautismo con ocasin de la preparacin para la Primera Comunin o la Confirmacin. - El Bautismo de adultos es an poco comn en nuestro medio, aunque su frecuencia va en aumento; muchas parroquias carecen de un programa o itinerario de iniciacin para estas personas, como lo pide el Ritual de Iniciacin Cristiana de Adultos (RICA). 18

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1.2. Reflexin Teolgica: - La recepcin del sacramento del Bautismo no es un simple rito puntual, sino el inicio de todo un proceso, un largo camino de identificacin y configuracin con Jesucristo (cf. DA 4.2), que ha de partir de lo que, de hecho, significa el Bautismo para nuestro pueblo. Para muchos ser primero un despertar, a travs de la preparacin al sacramento, y luego una respuesta al llamado de Jesucristo, a partir de una evangelizacin y una catequesis adecuada, que les ayude a entender las implicaciones del sacramento y llegar a adherirse a los valores del Reino, comprometindose a llevar una vida verdaderamente cristiana. Conocer a Cristo, seguirlo, identificarse con l y comprometerse a compartir su vida y su misin, son pasos de un proceso que "hace renacer al bautizado, confirindole la vida nueva en Cristo, que lo incorpora a la comunidad de los discpulos y misioneros de Cristo, a la Iglesia, y lo hace hijo de Dios... " (DA 349). - Los criterios pastorales del conjunto de la pastoral bautismal deben fundamentarse en tres dimensiones del Bautismo como Sacramento de la Fe: - Incorpora al misterio de Cristo en su Pascua. - Incorpora al misterio de la Iglesia-Pueblo de Dios. - Incorpora al camino de maduracin progresiva de la Fe, hacia su plenitud en Cristo. 1) El Bautismo nos incorpora a la muerte y resurreccin de Cristo, a su Pascua. - 'Todos ustedes son hijos de Dios por la fe en Cristo Jess. Todos ustedes fueron bautizados en Cristo y se revistieron de Cristo " (Gal 3, 26-27). La nueva y gran relacin que el Bautismo sella para siempre es con Jesucristo, (y no en primer lugar con los padrinos). Ser bautizado, en Cristo, es lo mismo que ser bautizado "en el nombre del Padre, del Hijo y del Espritu Santo " (Mt. 28, 19). Jesucristo nos descubre al Padre y nos dona el Espritu Santo. El bautizado pertenece para siempre a Cristo. - Jesucristo es el Hijo de Dios. La incorporacin a l nos otorga la dignidad de hijos de Dios; no slo nos llamamos, sino que somos hijos de Dios. (cf. 1 Jn. 3, 1) - Por el Bautismo, quedamos definitivamente sellados como posesin de Jesucristo y participamos de su condicin de Profeta, Sacerdote y Rey; somos profetas, anunciadores de la Buena Nueva; sacerdotes, santificadores de la vida y reyes orientadores del pueblo hacia el reinado de Dios (cf. 1 Pe 2, 9-10). 19

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- "Ignoran que cuantos fuimos bautizados en Cristo Jess, en su muerte fuimos bautizados? Con El fuimos sepultados en el Bautismo, para participar en su muerte: para que como El resucit de entre los muertos, as tambin nosotros vivamos una nueva vida. " (Rom. 6, 3). El Bautismo nos incorpora a la Pascua de Jess, a su muerte y resurreccin. Nos hace pasar del pecado a la gracia, de las tinieblas a la luz, de la opresin a la liberacin, de la muerte a la plenitud de la vida; la liturgia antigua significaba esa muerte por la inmersin en el agua de la pila bautismal; y la resurreccin con la salida del agua. La liturgia actual del Bautismo lo expresa por la inmersin o infusin del bautizando en el agua purificadora, sepultando al hombre viejo que sale de las aguas como hombre nuevo (Rom. 6, 3-4). Otros hermosos ritos significarn la misma realidad: signados con la cruz redentora, renuncia explcita al pecado y al maligno, uncin de profeta, sacerdote y rey, nueva vestidura blanca y cirio pascual, (cf. Ritual del Bautismo) As, el Bautismo, por el agua y el Espritu (Jn. 3, 5), nos da la capacidad de vivir libres de pecado. Es un nuevo nacimiento; somos, en Cristo, nueva criatura (cf. Rom. 8, 15). - El pueblo experimenta el misterio del mal en su vida, los dolos de muerte que lo destruyen. Aspira a la salvacin y a la liberacin plena y quiere, para l o para el nio, que va a bautizar, un mundo segn los valores del Reino de justicia, de amor y de paz, que le ayude a crecer como hijo de Dios. Este es el compromiso de su Fe. 2) El Bautismo nos incorpora al misterio de la Iglesia-Pueblo de Dios: - "Quien no nace del agua y del Espritu Santo, no puede entrar en el Reino de Dios " (Jn. 3, 5). Entrar en el Reino de Dios es entrar en el camino de salvacin por el seguimiento de Jess como miembro de aquella comunidad de seguidores que es la familia de Jess, el nuevo Pueblo de Dios. El "los hace familiares suyos " (DA 133). Nadie es cristiano solo, somos cristianos en comunidad, en Iglesia. - Toda persona que al nacer, es recibida con amor en una familia, iglesia domstica, entra por el Bautismo, en la nueva Familia de Dios, "la Iglesia, comunidad discpula de Cristo, cuyo testimonio de caridad fraterna ser su primero y principal anuncio" (DA 138), y que san Pablo llama Cuerpo de Cristo (cf. 1 Cor. 12, 11-31). - La pertenencia eclesial del bautizado debe concretarse por su adhesin, es decir inscripcin y vinculacin real, a una comunidad eclesial, normalmente la parroquia, comunidad de comunidades, para que all crezca en la fe, junto a sus padres, padrinos y pastores. 20

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3) El Bautismo nos incorpora al camino de maduracin progresiva de la Fe, hacia su plenitud en Cristo: - El Bautismo es el primer sacramento de la iniciacin cristiana. Nos otorga el ser cristiano como una vocacin y una tarea en la vida; es un primer momento en el camino de seguimiento de Jess, el inicio de un itinerario que dura toda la vida y en el que aprendemos su estilo de vida, "su amor y obediencia filial al Padre, su compasin entraable ante el dolor humano, su cercana a los pobres y a los pequeos, su fidelidad a la misin encomendada, su amor servicial hasta el don de su vida " (DA 139). "Este amor, con la medida de Jess, de total don de s", ha de ser "el distintivo de cada cristiano... " (DA 138). Es un caminar que inicia con "un encuentro de fe con la persona de Jess " (DA 243) y que lleva hasta la plenitud de la humanidad, a la estatura de Cristo, el Hombre perfecto (cf. Ef. 4, 13). - En consecuencia, por el Bautismo, el nuevo cristiano entra en un proceso de formacin permanente, en procesos formativos de encuentro con Cristo (cf. DA 243), poniendo las bases en la catequesis de iniciacin cristiana para entrar, despus, en la escuela de la Palabra, la reconciliacin que restaura la gracia bautismal si la hubiere perdido, el crecimiento en la caridad, especialmente al servicio de los pobres, medida privilegiada, aunque no excluyente, del seguimiento de Cristo (cf. DP 1145; DA 138-140). - Basado en todo lo anterior, podemos afirmar que El bautizado es una persona que hace una nueva opcin de vida, sustentada no en s mismo sino en Jesucristo del cual se hace discpulo misionero y reaprende sus relaciones con Dios, con el prjimo, con la Creacin, descubriendo que la vida de fe se mide por la relacin con el prjimo y su entorno. El Bautismo sin fe (personal o de los padres) es un bao de agua inexpresivo, como la fe sin el bautismo es una fe inexpresada, incompleta. Todo bautizado es realmente una autntica imagen de Cristo, otro Cristo, un verdadero muerto y resucitado como su Maestro. Es alguien fascinado de su maestro que transmite esa misma fascinacin, por el amor y la misericordia, a los dems (cfr. DA 161). 1.3 Criterios y Lneas Pastorales 1.3.1 De la confrontacin entre realidad y reflexin teolgica, se derivan algunos criterios pastorales en referencia al Bautismo: 21

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- A nadie se debe negar el Bautismo s se adhiere, aunque sea de un modo global, a la Fe de la Iglesia. Cuando esta adhesin viene mezclada con otras motivaciones socioreligiosas, corresponde al agente pastoral, esclarecer la motivacin central de la Fe y ofrecer servicios de evangelizacin a quienes soliciten el Bautismo. La acogida benvola y el dilogo pastoral, lleno de amor para los que solicitan el Bautismo para sus hijos, es ya el comienzo de evangelizacin, por la va del testimonio. - Si, en algn caso, hubiere que negar o diferir el Bautismo, hgase de forma que no se entienda como legalismo o sancin, sino como autenticidad y amor a la verdad, tanto de quien lo solicita como de la Iglesia que lo otorga. La rectitud de conciencia es tambin camino de salvacin para los que no tienen Fe. - Las exigencias, que actualmente pone la Iglesia para el Bautismo, deben motivarse con delicadeza y claridad, de modo que los que soliciten el Bautismo, hagan suyas esas exigencias y descubran con alegra el provecho que de esas exigencias se obtiene. - La Pastoral del Bautismo no debe apoyarse solamente en la promesa verbal de padres y padrinos sobre la futura educacin cristiana del nio; es preciso tratar de hacer eficaz esa promesa, fortaleciendo la Pastoral de la familia, la creacin de comunidades cristianas vivas y educadoras de la Fe, y la promocin de los valores del Reino, en que los hijos de Dios puedan realizarse plenamente como personas, aun rodeadas por dolos y situaciones de muerte. 1.3.2 Lneas Pastorales 1) Preparacin La preparacin del Bautismo comienza desde el momento de la peticin. Evtese el anonimato burocrtico en la inscripcin para el Bautismo; una cordial entrevista del Pastor con los padres del nio es ya una presentacin personalizante de la Madre Iglesia y una ayuda para esclarecer motivaciones y exigencias. Conviene usar un formato de inscripcin comn, que ayude a establecer un dilogo con quien solicita el sacramento. La primera entrevista es una buena ocasin para concientizar a los padres sobre la eleccin de los padrinos. Los valores comunitarios que el padrinazgo tiene en nuestra cultura hay que potenciarlos con la toma de conciencia de su misin principal de ayuda en la educacin de la fe del nio, juntamente con los padres a los que la Iglesia da prioridad en esta tarea. El requisito mnimo para que una

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persona pueda ser padrino o madrina, es que sea catlica practicante y lleve una vida cristiana aceptable. Es obligatoria, para todos, la preparacin para el Bautismo; en el caso de adultos, es obligatorio el itinerario de iniciacin o catecumenado (RICA). Para los nios con uso de razn, son obligatorias las exigencias de la catequesis de primera comunin; para los adolescentes, las exigencias equivalentes a la catequesis de confirmacin. Para el Bautismo de nios, antes del uso de razn, es indispensable la catequesis prebautismal impartida a los padres y a los padrinos. Los objetivos de esta catequesis prebautismal son: - La adhesin explcita a la Fe de la Iglesia. Para este objetivo es indispensable una presentacin vivencial y sumaria del kerigma cristiano que invite a la conversin a una Fe viva. - Una catequesis bsica, sobre la naturaleza, efectos y compromisos del Bautismo que deben asumir los padres y padrinos en la educacin cristiana del nio. - Una iniciacin a la celebracin del Sacramento, de modo que hagan, con fervor y verdad, las respuestas y la vivencia participada y consciente de los ritos. "Llegar a la estatura de la vida nueva en Cristo, identificndose profundamente con El y su misin, es un camino largo, que requiere itinerarios diversificados, respetuosos de los procesos personales y de los ritmos comunitarios, continuos y graduales " (DA 281). Con el fin de poder alcanzar los objetivos de la catequesis prebautismal, y debido a la necesidad de superar las muchas limitaciones y obstculos que se dan en la prctica, se requiere de parte de los agentes pastorales, mucha creatividad y perseverancia para iniciar o reforzar en los padres de familia estos 'itinerarios diversificados, respetuosos de los procesos', con ocasin del Bautismo de sus hijos. Al respecto sealamos lo siguiente: - Independientemente del mtodo que se implemente, los contenidos de la catequesis prebautismal han de ajustarse al programa de formacin establecido por el Obispo local o la Conferencia Episcopal. As mismo, es muy conveniente la unificacin del plan de pastoral del Bautismo en determinadas zonas o Iglesias particulares, con aprobacin del Obispo. - La preparacin ha de darse con suficiente anticipacin, de manera que los padres de familia y los padrinos puedan tomar o modificar sus decisiones como fruto de la misma. 23

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- Conviene que el equipo de catequistas prebautismales cuente con parejas que. hayan pasado por el proceso de educacin cristiana de sus propios hijos y puedan dar una catequesis testimonial. - Como mtodos vlidos, a aplicar segn las necesidades y posibilidades de cada lugar, consideramos los que a continuacin mencionamos: Tres encuentros de formacin para padres y padrinos, a realizarse a nivel parroquial o vicarial, con suficiente antelacin al Bautismo y en lugares y horarios accesibles. De ser factible, una de estas sesiones puede hacerse en la misma casa del bautizando con la familia presente. Conviene organizar una tanda en da domingo, para aquellos que trabajan de lunes a sbado. Una convivencia prebautismal, nica pero de mayor duracin (no menos de tres horas), en que participen padres y madres con sus hijos, como tambin los padrinos y las madrinas. La dirigir un equipo de catequistas y de animadores, preferiblemente un fin de semana; y podra culminar dando a los bautizandos la signacin. Para las parejas jvenes que vienen a bautizar a su primer hijo, ofrecer un(os) encuentro(s) con temario especial. Puede significar el inicio de un itinerario, de un proceso, que luego se deber complementar con temas adicionales, con ocasin del bautizo de los dems hijos. Para quienes no pueden llegar a ninguna clase de encuentros debido a situaciones insuperables, discapacidad o quebrantos de salud: un folleto que puedan estudiar, con un cuestionario que han de contestar por escrito y entregar al equipo de catequistas. El calendario de celebracin del Bautismo debe estar fijado de antemano en cada parroquia, a fin de estimular la presencia de la comunidad cristiana. Es indispensable instruir a los padres de familia que solicitan el Bautismo para su hijo que el lugar ordinario donde se ha de realizar el sacramento es la Parroquia propia del bautizando, o la comunidad eclesial donde permanentemente participan los padres del nio, para significar as su incorporacin a la comunidad de su crecimiento habitual en la Fe. No se acepten, si no es por motivos serios, bautizar a nios pertenecientes a otras parroquias o comunidades eclesiales. En caso de hacerlo, es requisito la autorizacin del propio Prroco y la verificacin de que los padres y los padrinos han 24

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recibido la conveniente preparacin. En reas, zonas o vicaras donde opera una verdadera pastoral de conjunto, a consecuencia de la misma los prrocos pueden establecer un acuerdo por el cual sus feligreses estn autorizados a bautizar en cualquiera de las parroquias pertenecientes a dicha rea, zona o vicara. Fuera de grave y urgente necesidad, no se debe bautizar en casas particulares, hospitales o clnicas. En estos casos, se administrar el Bautismo de urgencia o "agua de socorro" y despus, caso de superarse el peligro de muerte, se completarn los ritos en la Parroquia. El Pastor debe instruir sobre el Bautismo de urgencia y su validez. La preparacin prxima para la celebracin debe hacerse con la mayor diligencia por parte del ministro y del equipo de animacin litrgica, de modo que los feles perciban, en todos los detalles y en la solemnidad, la importancia de este Sacramento. Estudense las riquezas variantes del Ritual, a fin de adaptar lecturas e interrogantes a las condiciones de la comunidad que participa en la celebracin. 2) Celebracin La liturgia bautismal se realiza en un clima festivo como la liturgia pascual. Los feles deben percibir esta alegra en los smbolos, los cnticos y todo el estilo de la celebracin. Hgase habitualmente en domingo o en su anticipacin celebratoria del sbado, por ser el da dedicado a conmemorar la Pascua del Seor Resucitado. Es de gran importancia la presencia del Equipo de Animacin Litrgica con sus diferentes roles de lector, monitor, cantores, etc., como en las celebraciones ms solemnes. La solemne celebracin del Bautismo en la Vigilia Pascual es, como indica el Ritual, de gran significado como toma de conciencia para el Pueblo de Dios de la vinculacin del Bautismo con la Pascua. Se puede bautizar en el baptisterio, si tiene un lugar reservado, o bien en la nave central del templo. El criterio de eleccin debe tener en cuenta la posibilidad de participacin cmoda de toda la comunidad asistente. Evtense las celebraciones privadas, que no permiten expresar su dimensin comunitaria ni realizar con la debida devocin los diversos ritos del Bautismo. La homila contribuye mucho a crear el clima de celebracin. No debe suplir la catequesis ni adoptar un tono moralizante; su funcin es conectar la Palabra de Dios con los ritos bautismales y con la nueva vida en Cristo.

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Directorio de Pastoral Litrgica Cudese la autenticidad y la belleza de todos los elementos de la celebracin: cirio pascual, cirios de los participantes, vestidura blanca que recibir el nio. Es particularmente importante la dignidad y realce que se debe dar a la pila bautismal, fuente de la nueva vida en Cristo. Se aconseja hacer la bendicin del agua en la misma celebracin; la oracin de la Iglesia destinada a esa bendicin refleja, de un modo completo, el simbolismo del agua a travs de toda la Historia de la Salvacin. Con el fin de salvaguardar la fuerza del signo, el bautismo slo debe realizarse por inmersin o infusin; se recuerda que la aplicacin del rito del "Effet" queda a criterio del ministro que celebra el bautismo. Instruyase a fotgrafos y camargrafos para que acten con la mayor discrecin a fin de no entorpecer o distraer la celebracin litrgica. La fiesta de familia con motivo del Bautismo, no debe desentonar, dentro de las sanas costumbres, con el inicio sacramental de la celebracin. Es preciso evangelizar las celebraciones populares como una prolongacin digna de la celebracin litrgica. 3) Seguimiento: El Bautismo es el primer sacramento de la iniciacin cristiana; la mayor preocupacin pastoral debe centrarse en proseguir esa iniciacin con los dems sacramentos. El objetivo del seguimiento del nio bautizado es mantener el contacto con la familia, de modo que no se diluya, en el anonimato, su pertenencia a la Parroquia o comunidad eclesial. Ofrecemos algunas sencillas sugerencias para mantener conciencia de la vinculacin a la comunidad parroquial: - Entregar algn recordatorio del Bautismo, bien presentado, con nombre del bautizado, de los padres, padrinos, ministro, fecha, parroquia y un resumen de la Catequesis del Bautismo. Es benfico recomendar que se haga un Libro de Familia que recoja ste y otros momentos futuros de fe. - Anunciar, en la Misa del Domingo siguiente, los nombres de los nuevos bautizados, publicarlos en la hoja o cartelera parroquial, o colocar sus nombres en un mural especialmente concebido para ello. Son recursos que hacen tomar conciencia a la comunidad de su iniciacin como nuevos hijos. 26

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- Recordar la pertenencia eclesial, enviando a las familias cartas, con motivo del aniversario del Bautismo de sus nios o en las grandes festividades de Navidad y de Pascua. - Convocar a las familias con motivo del da de la madre, fiesta del Bautismo del Seor u otras fechas significativas para celebraciones y fiestas comunitarias. Recordar la catequesis de Primera Comunin y Confirmacin con visitas domiciliarias, especialmente a los ms alejados de la Parroquia. Mantener la presencia eclesial en los centros educativos, de modo que los nios y los jvenes perciban que la Parroquia les recuerda y tiene en cuenta en sus iniciativas de formacin, celebraciones, etc. El seguimiento del Bautismo, por afectar a las grandes mayoras populares, requiere todo un plan pastoral cuyo objetivo es la promocin de comunidades eclesiales de base y de pequeas comunidades, al cual deben volcarse los movimientos y carismas especiales, cuyo don especfico debe contribuir a la construccin de la Iglesia local. La pastoral de la familia, iglesia domstica, debe superar un cierto elitismo para abrirse a las mayoras populares. SNTESIS NORMATIVA 1. En la preparacin para el Bautismo, se deben impartir, como mnimo, tres sesiones catequticas a los padres y a los padrinos de los nios que se han de bautizar. 2. Los nios con uso de razn y los adolescentes que solicitan el bautismo, recibirn la catequesis bautismal, dentro del perodo establecido para la preparacin de la Primera Comunin o para la Confirmacin. 3. Los adultos que solicitan el bautismo, deben realizar el itinerario de iniciacin o catecumenado, segn el Ritual de Iniciacin Cristiana de Adultos (RICA), adaptado segn los casos. 4. En situaciones ordinarias, el padre y la madre son las personas indicadas para solicitar el bautismo para su hijo. En casos especiales, lo podrn hacer el tutor legal del nio o el acudiente debidamente reconocido y con autorizacin de los padres. 5. Los prrocos, ayudados por los catequistas, deben formar a los fieles sobre las condiciones requeridas para ser padrinos del bautismo, de modo que, progresivamente, vayan prevaleciendo los criterios eclesiales sobre cualquier otra costumbre social. El

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criterio fundamental para ser padrino o madrina del Bautismo es que sea catlico, que d ejemplo de vida cristiana y que asuma el compromiso de ayudar a los padres en la educacin cristiana de sus hijos, (cfr. Canon 872 y ss.). Se aconseja a los sacerdotes, diconos, religiosos y religiosas no ser padrinos. 6. Los Delegados de la Palabra y otros laicos debidamente preparados por sus prrocos estn autorizados para impartir la catequesis presacramental del Bautismo, atenindose a los contenidos establecidos y los mtodos autorizados. 7. Antes de la celebracin del Bautismo, debe el prroco asegurar las condiciones siguientes: Haberse realizado una entrevista pastoral con los padres y padrinos del bautizando. Tener constancia de que han recibido la catequesis establecida. Poseer la ficha de inscripcin para el bautismo con los datos requeridos, incluyendo el certificado de tener inscrito al nio en el registro civil. Se debe usar en el registro bautismal el mismo nombre y el mismo apellido con que el nio aparece inscrito en el Registro Civil. Si hay algn cambio, debe registrase en la nota marginal. A tenor del canon 855, "Procuren los padres, los padrinos y el prroco que no se imponga un nombre ajeno al sentir cristiano ". Esto exigir una educacin a los padres al respecto, aun antes del nacimiento de sus hijos (vgr. preparacin prematrimonial). Haber tomado las providencias necesarias para que la celebracin se realice conforme se establece en este Directorio, principalmente la preparacin prxima del ministro y del equipo litrgico. 8. Establezcan los Prrocos un calendario parroquial del Bautismo, en el cual se indique da y hora de preparacin y celebracin habituales, incluyendo en el mismo algunos domingos al ao dentro de la Eucarista dominical y la noche de la Vigilia Pascual. Den a conocer a los fieles este calendario a fin de estimular la participacin de la Comunidad. 9. La celebracin del Bautismo debe realizarse, salvo justificadas excepciones: En la Parroquia propia del bautizando, o en la comunidad eclesial donde l o los

padres del nio participan habitualmente.


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En forma comunitaria, y con la mxima participacin de toda la Asamblea. Evtese, sin embargo, bautizar en forma masiva. Con cierta solemnidad, al estilo de Pascua y en lo posible, con monitores, lectores y canto. Segn el formulario del Ritual que mejor se adapte a los participantes. Con el mayor cuidado de la autenticidad y la belleza de los smbolos, especialmente el realce de la pila bautismal, el cirio pascual y el de los bautizados, la vestidura blanca y otros detalles de la celebracin; slo se acepta el bautismo por inmersin o por infusin. Instruyase a fotgrafos y camargrafos para que acten con la mayor discrecin. 10. Con permiso del Ordinario (cfr. Canon 861) y aprobacin del prroco, se puede autorizar a los Delegados de la Palabra u otros agentes de pastoral, debidamente capacitados, a celebrar el sacramento del Bautismo en reas rurales, cuando la presencia del ministro ordenado se haga muy difcil o espordica. En estos casos, asegrese que exista una adecuada preparacin de los candidatos y que los bautizos se registren adecuadamente en los libros parroquiales. 11. El seguimiento del bautismo constituye, en nuestro medio, uno de los mayores retos pastorales, por tratarse, frecuentemente, de mayoras populares que pierden el contacto con la comunidad cristiana y por consiguiente, con la educacin progresiva en la fe de la Iglesia. Para responder a este reto, deben los prrocos emprender una pastoral global del Bautismo, valindose de todas las fuerzas apostlicas de la Parroquia. 12. Ayudar mucho a esta pastoral bautismal realizar una programacin de la misma, valindose de las orientaciones del presente Directorio, entre las cuales es oportuno destacar: La reflexin de los equipos parroquiales siguiendo el mtodo del Directorio, aplicado a cada Parroquia, a saber: realidad y percepcin popular del bautismo -diagnostico de la misma a la luz de los principios teolgicos- lneas concretas y acciones pastorales. Tener presente que el gran objetivo de toda la Pastoral del Bautismo encamina a asegurar la experiencia de la adhesin a Cristo y la pertenencia eclesial a travs de comunidades vivas educadoras de la fe. Tngase en cuenta en toda programacin la importancia de la participacin de la familia, de la insercin en las comunidades eclesiales de base y donde sea factible, el acompaamiento religioso del nio a travs de la escuela. 29

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13. Una programacin global de la pastoral del Bautismo debe quedar concretada en iniciativas que abarquen todos los aspectos indicados en el Directorio, de modo que la persona bautizada, progresando en un itinerario de formacin continua, pueda arribar a la madurez de la vida cristiana, particularmente a travs de los otros sacramentos de iniciacin y de la insercin comunitaria. 14. Se deben registrar los bautizados en el libro correspondiente de la parroquia, anotando los datos requeridos y bajo la firma autntica (no facsmil) del ministro que realiz el sacramento. ADMISIN A LA PLENA COMUNIN DE LOS QUE YA HAN SIDO VLIDAMENTE BAUTIZADOS. (cf. Apndice Iniciacin Cristiana de Adultos) Sealamos las siguientes normas en lo tocante a la admisin a la plena comunin de la Iglesia Catlica de los que ya han sido vlidamente bautizados. 1. Para la admisin de un bautizado a la plena comunin de la Iglesia Catlica hay que preparar al candidato doctrinal y espiritualmente, segn las necesidades pastorales de cada caso y en lo posible, siguiendo los pasos del Itinerario de Reiniciacin aprobado por el Ordinario. El candidato debe crecer cada da en la cordial adhesin a la Iglesia, en la cual hallar la plenitud del Bautismo. Evtese equiparar a los candidatos con los catecmenos. 2. El que naci y fue bautizado fuera de la comunin visible de la Iglesia Catlica, no debe hacer ninguna abjuracin de hereja, sino solamente la profesin de fe (cf. Secretariado para la Promocin de la Unidad de los Cristianos (1967), Directorio n. 19 y 20). 3. No se puede repetir el sacramento del Bautismo; por lo tanto, no se permite el Bautismo condicional, a no ser que haya duda prudente sobre el hecho de la validez del Bautismo conferido antes. Si, despus de una seria investigacin, queda una duda prudente del hecho mismo de la validez del Bautismo anterior y parece necesario administrar el Bautismo bajo condicin, el ministro explicar oportunamente los motivos para administrar, en este caso particular, el Bautismo bajo condicin y lo har entonces en forma privada. Como orientacin, ofrecemos un Anexo El Ordinario local determinar, en cada caso, qu ritos deben conservarse u omitirse en la celebracin del Bautismo Condicional. 30

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4. Es competencia del Obispo admitir al candidato, pero el sacerdote a quien se encomienda la celebracin tiene la facultad de administrarle la Confirmacin en el mismo rito de admisin a no ser que el candidato ya la hubiere recibido vlidamente. (Cf. Secretariado para la Promocin de la Unidad de los Cristianos (1967), Directorio n. 19). 5. Deben anotarse en un libro especial los nombres de los que han sido admitidos, aadiendo el da y el lugar de su Bautismo.

2. EL SACRAMENTO DLA CONFIRMACIN

2.1 Realidad: En algunos sectores del pas, el pueblo refleja la evangelizacin tradicional que presentaba este sacramento como no necesario para la salvacin y por consiguiente, no era urgente su administracin. La oferta de este sacramento qued vinculada a celebraciones masivas y espordicas, con motivo de la visita pastoral del Obispo. El pueblo, no obstante, permanece abierto a la recepcin de la Confirmacin. La iniciativa y su motivacin parten, de ordinario, ms de los sacerdotes o educadores que de las familias. En los ltimos aos, han aumentado las Confirmaciones y se puede prever que continuar este incremento. A ello han contribuido diversos factores, entre los que cabe mencionar: la catequesis renovada, la toma de conciencia de la vocacin de los laicos en la Iglesia y la devocin al Espritu Santo que extienden movimientos de acentuacin carismtica. Algunos agentes pastorales estn relacionando la pastoral juvenil con la preparacin, celebracin y seguimiento de la Confirmacin. La mayora preparan para la Confirmacin, sesiones de Catequesis semejantes a la de la Primera Comunin. 31

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La Pastoral de la Confirmacin se ha renovado en la Iglesia con estudios teolgicos sobre este Sacramento, realizados a partir del Concilio Vaticano II. Algunas de estas riquezas se recogen en este Directorio. 2.2. Reflexin Teolgica: El agente pastoral debe tener bien claro el lugar de la Confirmacin en el conjunto de la iniciacin cristiana, as como su importancia y los frutos que est llamado a producir este Sacramento. De este modo, ir corrigiendo la idea, muy extendida, de que con el Bautismo y con la primera Comunin, la familia ya cumpli con las obligaciones para con sus hijos. La pastoral de la Confirmacin es la ocasin ms propicia para ayudar a nuestro pueblo a pasar de un catolicismo devocional y pasivo a una fe comprometida, que impulse a la participacin activa en la misin evangelizadora de la Iglesia; para lo cual, se debe revalorizar la Confirmacin como el sacramento de la madurez cristiana. Destacamos tres principios teolgicos, pastorales, que nos pueden ayudar a fundamentar la prctica pastoral de la Confirmacin: - La Confirmacin madura la Fe del Bautismo y el Compromiso de la Eucarista. - La Confirmacin es el sacramento que fortalece el compromiso del bautizado en su vocacin especfica en la Iglesia. - La juventud es la edad ms propicia para la Confirmacin. 1) La Confirmacin madura la Fe del Bautismo y el compromiso de la Eucarista: - La incorporacin a la Pascua de Jess por el Bautismo, inicia un proceso que se extiende durante toda la vida del bautizado. No es posible ese proceso transformador, sin la donacin del Espritu Santo, recibido ya en el Bautismo, como Jess lo otorg a los Apstoles en las apariciones despus de la Resurreccin. - El Seor quiso una donacin del Espritu Santo en Pentecosts. Los Apstoles comunican ese Espritu de Pentecosts por medio de la oracin y la imposicin de las manos, como un rito sacramental distinto del Bautismo. - Es un sacramento que da madurez a la fe bautismal, otorgando al creyente una fuerza nueva (Hch. 1, 8; Le. 24,49), una mayor inteligencia y firmeza en la Fe, (Jn. 14, 26; 16, 13) plenitud del Espritu; no solamente para la santificacin personal, sino para la edificacin del Cuerpo de Cristo (Ef. 4, 12; 1 Cor. 12, 1-11). Se parti32

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cipa del carcter de testigo de Cristo (Jn. 15, 27), que atrae nuevos miembros a la comunidad (Hch. 2, 41); es como un nuevo Bautismo en el Espritu (Hch. 1, 5). - En virtud del Bautismo y la Confirmacin, somos llamados a ser discpulos misioneros de Jesucristo y entramos a la comunin trinitaria en la Iglesia, la cual tiene su cumbre en la Eucarista, que es principio y proyecto de la misin del cristiano (DA 153). - El Espritu Santo madura y fortalece la funcin proftica del bautizado; la uncin del Espritu es peculiar de los profetas, como proclam Jess en la Sinagoga de Nazaret al comienzo de su misin (Le. 4, 16-22). En esta misin para evangelizar a los pobres y liberar a los oprimidos, tiene necesidad el bautizado de la fuerza del Espritu Santo, a fin de ser valiente en las persecuciones que le sobrevendrn (Le. 12, 11-12). - La Confirmacin fortalece y lleva a dimensin adulta la misin sacerdotal del bautizado, que vive, especialmente en la Eucarista, culmen y fuente de la vida cristiana (SC 10). La Eucarista nos lleva a la entrega de la vida, como Jess en la ltima Cena y en el Calvario. La fuerza del Espritu Santo, que recibimos en la Confirmacin, capacita para esa plena vivencia de la Eucarista y para el compromiso de entrega que de la misma se deriva, alma del servicio por el Reino, que pone en ejercicio la dimensin de realeza del bautismo. - Como respuesta al don del Espritu Santo, el confirmado se convierte en un hombre o mujer que tiene como centro a Jesucristo, vive en continua comunicacin con Dios por la oracin, ama la Palabra, se integra a la comunidad cristiana y ejerce con alegra su misin evangelizadora. (cf. DA 292) - El Sacramento de la Confirmacin se confiere mediante la uncin del Crisma en la frente, que se hace con la imposicin de la mano, y mediante las palabras RECIBE POR ESTA SEAL EL DON DEL ESPRITU SANTO. Sin embargo, la imposicin de las manos sobre los elegidos, que se realiza con la oracin prescrita antes de la crismacin, aunque no pertenece a la esencia del rito sacramental, hay que tenerla en gran consideracin, ya que forma parte de la perfecta integridad del mismo rito y favorece la mejor comprensin del sacramento. Esta primera imposicin de las manos se diferencia de la imposicin de la mano con la cual se realiza la uncin crismal en la frente (cf. Pablo VI, Constitucin Apostlica Divnete Consortium Natura). 33

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- El Obispo, ministro ordinario de la Confirmacin, significa, con su presencia, la plenitud de insercin eclesial, como sucesor de los Apstoles y Coordinador de todos los carismas en la unidad de la misin. Cuando es un Presbtero el que confirma debe explicitarse la delegacin del Obispo. 2) La Confirmacin es el sacramento que fortalece el Compromiso del bautizado en su vocacin especfica en la Iglesia. - La Confirmacin, como los dems Sacramentos, nos incorpora al misterio de Cristo y de su Iglesia; pero con una incorporacin especfica que es la madurez del adulto y la fortaleza del testigo. - La Confirmacin nos relaciona, de un modo particular, con Jess evangelizados, a partir del inicio de su misin pblica, por el Bautismo en el Jordn y por la proclamacin de evangelizador de los pobres y oprimidos en la sinagoga de Nazaret. - La Confirmacin, as mismo, nos inserta en la Iglesia, en su dimensin misionera que parte de la donacin del Espritu Santo en Pentecosts. - La Confirmacin es el Sacramento especfico del bautizado comprometido, por el cual asume sus responsabilidades adultas en la Iglesia y se constituye en testigo del Seor, en medio del mundo, para la implantacin del Reino de Dios. 3) La juventud es la edad ms propicia para la Confirmacin - La Confirmacin, como don gratuito de Dios, es vlida en los nios, antes y durante el uso de razn. La prctica pastoral ha querido retrasarla hasta la adolescencia para hacerla ms fructuosa y consciente. - La pedagoga nos ensea que la adolescencia es la edad de las opciones personales; edad de asumir el legado de los adultos de un modo consciente y libre; es una etapa crtica que repercute en la vida de fe. El joven se vuelve, de un modo madurativo, rebelde y crtico, frente al contorno y frente a todo lo recibido; quiere descubrir y asumir, por s mismo, todo lo que le han transmitido. La Confirmacin asume esta situacin de la vida del joven y le otorga, con los dones del Espritu Santo, capacidad de discernimiento y fuerza, a la hora de las grandes opciones. las cuales orientarn su futura vocacin definitiva. - En el orden cultural, se da en todas las culturas, religiosas o secularizadas, un conjunto de celebraciones y ritos de iniciacin del joven al mundo de los adultos. Este es el sentido de la fiesta de los quince aos, de las solemnes graduaciones 34

Conferencia Episcopal Panamea acadmicas y de otras celebraciones. Todo ello significa que el joven entra en sociedad y se inicia en la realidad de la vida adulta; este hecho cultural lo asume y evangeliza la Confirmacin, iniciacin adulta a los compromisos de la Fe en la comunidad eclesial. 2.3 Lneas Pastorales. 2.3.1 Preparacin: Los criterios de admisin a la Confirmacin son los siguientes: - Todo cristiano tiene el derecho y el deber de perfeccionar la iniciacin cristiana con la Confirmacin, en el tiempo oportuno y con las debidas condiciones. - La Conferencia Episcopal Panamea reafirma como tiempo ms oportuno para recibir el sacramento la edad mnima de los 15 aos (cfr. Normas Complementarias del CIC; Aprobadas por la CEP). - Las condiciones indispensables para recibir la Confirmacin son: estar bautizado(a); haber recibido la preparacin exigida; estar participando de algn modo en la comunidad cristiana y estar en gracia de Dios. El Proceso de formacin, previa a la Confirmacin, apunta a los objetivos siguientes: - Llevar un proceso de iniciacin cristiana de manera personalizada, que lleve a la madurez en la fe. - Ofrecer unas catequesis propias del sacramento de la confirmacin que ayuden al joven a profundizar lo que significa la gracia y el compromiso de recibir el sacramento. - Motivar al joven para que tenga un encuentro con Jess y descubra en l su vocacin como discpulo misionero en una vocacin especfica. - Integrar al joven en las diferentes actividades de carcter pastoral y social de su parroquia. - Preparar para la comprensin y vivencia participativa de la celebracin. La preparacin de los jvenes para la Confirmacin ha de seguir un proceso catecumenal de no menos de dos aos; los adultos mayores de 20 aos que piden ser confirmados, recibirn una catequesis adecuada, correspondiente a la Iniciacin Cristiana de Adultos. En sta se prepararn, en el marco de su comunidad eclesial y mediante un proceso no menor de un ao, los que pidan cualquiera de los tres sacramentos de Iniciacin. 35

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La preparacin de la Confirmacin debe responder a un plan coordinado entre la Parroquia, los movimientos juveniles cristianos y los institutos educacionales. Estas diversas instancias formativas deben coordinarse a fin de que el joven se inserte, de modo comprometido, al interior de las comunidades cristianas. Es necesario que los padrinos de la Confirmacin se elijan entre catlicos con una prctica de vida cristiana, a fin de que les sirvan de gua y estimulo en la nueva etapa de su vida. Es conveniente que los mismos reciban una breve preparacin y participen de algn modo en el proceso de formacin de sus ahijados (cf. Cnones 892 y 893). 2.3.2. Celebracin: A no ser que haya una razn de peso, procrese que la celebracin de la Confirmacin se realice al interior de una Eucarista, particularmente solemne. En la medida de lo posible, esta celebracin debe significar el mximo de plenitud de la Iglesia particular: presidencia del Obispo, representacin del Presbiterio y otros ministerios eclesiales, etc. Es muy conveniente que, dentro del ritmo prescrito de la celebracin, se inserten testimonios de vida y compromiso pblico de los Confirmados, a fin de significar, de un modo ms vivo, la adultez del confirmado en la Iglesia. La renovacin de las promesas del Bautismo y la Eucarista, hacen de la Confirmacin la recapitulacin del proceso de iniciacin cristiana, en el caso de jvenes ya bautizados y que recibieron en la niez la primera Comunin. 2.3.3. Seguimiento: El seguimiento posterior a la Iniciacin cristiana es la educacin permanente de la fe, particularmente a travs del Ao Litrgico. La vida de compromiso cristiano de los confirmados se sostiene y potencia por la insercin en pequeas comunidades, en el ejercicio de ministerios y servicios concretos y en movimientos apostlicos ms especializados. En atencin a la prolongacin de la adolescencia en la vida moderna y la peculiar atencin que requieren los jvenes, el seguimiento de los confirmados ha de asegurarse, ms en particular, insertndose en movimientos o grupos juveniles parroquiales o especializados en medio obrero, rural o estudiantil, desde antes de finalizar el proceso de preparacin a la confirmacin. 36

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Se sugiere crear programas concretos de voluntariado juvenil para tareas ecle-. siales, sociales o misioneras. Este voluntariado debe realizarse segn un plan que incluya la conveniente preparacin, duracin, entrenamiento y ejecucin con la correspondiente evaluacin. Estas experiencias cualificadas marcan la formacin del joven para el compromiso cristiano y con frecuencia, son el camino ms apto para discernir y asumir una vocacin definitiva en la Iglesia y en el mundo.

SNTESIS NORMATIVA Debe ofrecerse la Confirmacin a todos los bautizados, como parte de su iniciacin a la vida cristiana y con el fin de fortalecer su vocacin apostlica con el don del Espritu Santo. Se debe otorgar el Sacramento de la Confirmacin conjuntamente con el del Bautismo cuando se trate de un adulto. En estos casos, cualquier sacerdote que sea ministro del Bautismo tiene la facultad de confirmar o de admitir a uno ya bautizado en la comunin plena de la Iglesia catlica, previa comunicacin al Obispo (cf. cnones 883, 884 y 886). Los Prrocos y Vicarios Parroquiales estn facultados por derecho para confirmar a los gravemente enfermos. Las exigencias para recibir el sacramento de la Confirmacin son: - Ser bautizado. - Haber recibido la preparacin establecida. - Estar participando, en algn grado, en una comunidad eclesial. - Estar en gracia de Dios. La preparacin para la Confirmacin - Se iniciar no menos de dos aos antes de la edad mnima de la recepcin que es los 15 aos. - Se impartir mediante un proceso catecumenal de no menos de dos aos, en el caso de jvenes. - Los mayores de 18 aos que pidan cualquiera de los tres sacramentos de Iniciacin, recibirn una catequesis correspondiente a la Iniciacin Cristiana de Adultos, en el marco de su comunidad eclesial y mediante un proceso no menor de un ao.

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- Los objetivos de la catequesis de Confirmacin son: Llevar a la madurez en la fe en el marco de un proceso de iniciacin cristiana ms personalizado. Ofrecer unas catequesis propias del sacramento de la confirmacin que ayuden al joven a profundizar lo que significa la gracia y el compromiso de recibir el sacramento. Iniciar al confirmando para su vocacin apostlica en la Iglesia y en el mundo como discpulo misionero. 5. Los padrinos y las madrinas de la Confirmacin se elegirn entre laicos y laicas que sean capaces de ejercer una influencia positiva en la vida del ahijado o ahijada, por el testimonio de su vida cristiana (cf. Cnones 892 y 893). Ellos deben recibir una preparacin breve que les ayude a conocer y cumplir el compromiso que adquieren. 6. Los Prrocos harn las conexiones necesarias con la familia y eventualmente con el Colegio, a fin de coordinar con los mismos la preparacin de los jvenes para la Confirmacin. El programa de las parroquias se ajustar a las directrices contenidas en el Directorio de Catequesis y lo aprobado por la Conferencia Episcopal, y se implementar con la ayuda de un grupo de catequistas debidamente preparados y el apoyo de los grupos juveniles ms comprometidos. 7. La celebracin de la Confirmacin se realizar: - En la Iglesia Catedral, en la propia iglesia parroquial o en sus iglesias filiales. - A modo de excepcin, en aquellos Colegios en que, previo discernimiento, se asegure una insercin en la comunidad parroquial y en un lugar con el ambiente digno de la celebracin. - Con la presidencia del Obispo, como ministro ordinario o bien de su Vicario o Prroco expresamente delegado. - Dentro de la Eucarista, particularmente solemne y con participacin del pueblo. - Con signos que manifiesten la incorporacin adulta del confirmando en la Iglesia, como son la proclamacin de la Palabra, la presentacin de las ofrendas, el testimonio de su compromiso apostlico y otros, adaptados en cada lugar. - Con el relieve festivo propio de la Confirmacin, por lo que se debe evitar unirlo a la celebracin de las fiestas patronales. - En grupos no excesivamente numerosos a fin de que su duracin no fatigue a la comunidad. 38

Conferencia Episcopal Panamea - En el momento en que el grupo de confirmandos est preparado, motivado y dispuesto a asumir el compromiso correspondiente. 8. El seguimiento. El seguimiento de los confirmados se debe asegurar, ya desde antes de recibir el sacramento, mediante estos u otros medios: - La participacin en la Eucarista dominical. - La formacin permanente a travs de cursos y actividades para laicos y laicas. - La insercin en comunidades eclesiales de base. - La participacin en grupos juveniles, asociaciones y movimientos apostlicos. - La participacin en servicios sociales.

3. EL SACRAMENTO DLA EUCARISTA

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"En virtud del Bautismo y la Confirmacin, somos llamados a ser discpulos misioneros de Jesucristo y entramos a la comunin trinitaria en la Iglesia, la cual tiene su cumbre en la Eucarista, que es principio y proyecto de misin del cristiano" (DA 153). En la celebracin de la Eucarista, culmina el proceso de iniciacin del discpulo, que as entra en plena comunin con su Seor y con la comunidad eclesial. Y en su caminar se seguir alimentando constantemente "con el Pan de la Palabra de Dios y con el Pan del Cuerpo de Cristo " (DA 158). "La Eucarista es el lugar privilegiado del encuentro del discpulo con Jesucristo. Con este sacramento Jesucristo nos atrae hacia s y nos hace entrar en su dinamismo hacia Dios y hacia el prjimo " (DA 251). En la Eucarista se expresa lo que se cree y se celebra; lo que se vive: el misterio pascual de Jesucristo, referencia central para toda vida cristiana, tanto personal como comunitaria (Cf. DA 251). 39

Directorio de Pastoral Litrgica "Recordando que la Eucarista hace a la Iglesia " (DA 100 e) y que la Iglesia construye la Eucarista, profundiza su fe y fortalece su vivencia, nos referimos a continuacin a dos momentos eucarsticos fuertes en la vida pastoral: la Primera Comunin, y la Eucarista dominical. 3.1 LA PRIMERA COMUNIN 3.1.1 La Realidad. La Primera Comunin de los nios constituye una celebracin an muy popular en nuestro medio social. Moviliza las familias, las instituciones educativas y las Parroquias; se crea un clima de mucho afecto a los nios y con frecuencia, remueve la conciencia de padres y madres de familia, inclusive cuando viven alejados de la Iglesia. Nuestro pueblo tiene ya asimilado el hecho de que la primera Comunin requiere una larga preparacin, mediante la catequesis. La Iglesia panamea ha hecho esfuerzos notables para promover una catequesis renovada, que prepare no slo a la celebracin del sacramento sino a la vida cristiana; falta, sin embargo, mucho por recorrer para que sta sea considerada parte de un itinerario de formacin y de un proceso de crecimiento en la fe que abarque la vida entera (Cf. DA 298). Existen resistencias a los cambios de mtodo, duracin y fecha de celebracin, tanto de parte de algunas familias como de ciertas comunidades parroquiales. Notamos una creciente ausencia de cultura religiosa en los nios, cuyos hogares no evangelizados estn cada vez ms expuestos a la penetracin del secularismo y de doctrinas no catlicas. Es admirable la generosidad con la que jvenes de ambos sexos se desempean como catequistas de primera Comunin. Por otra parte, notamos la participacin cada vez mayor de padres y madres de familia que se involucran como catequistas de sus hijos e hijas. En ambos casos, falta a veces una seria preparacin. Hemos de sealar serias deficiencias en la preparacin y primera celebracin del sacramento de la Reconciliacin, que an se considera un simple requisito en funcin de la Comunin. Algunas parroquias ofrecen una precatequesis, uno o dos aos antes de la catequesis de la Primera Comunin; y, a veces, implementan tambin la catequesis de perseverancia o continuada hasta conectarla con la preparacin a la Confirmacin. Esto ayuda a integrar la catequesis de Comunin en un proceso de formacin y

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contrarresta en las familias la idea de que con la Primera Comunin concluyeron sus obligaciones religiosas para con sus hijos. 3.1.2. Reflexin Teolgica Se destacan cinco aspectos fundamentales, que iluminan la preparacin y celebracin de la Eucarista, dentro de la perspectiva de la iniciacin cristiana, tanto de nios como de adultos. - La Eucarista es Accin de Gracias. - La Eucarista es Sacrificio. - La Eucarista es Comunin. - La Eucarista es Presencia - La Eucarista es Vitico 1) La Eucarista es Accin de Gracias. - Aunque entre los nombres de la Cena del Seor es an muy popular el de Misa, prevalece hoy en da el nombre de Eucarista, que significa "accin de gracias". La Eucarista es accin de gracias del hombre por los dones y bendiciones de Dios, el mayor de los cuales es Jess, el Dios con nosotros, enviado por Dios Padre para nuestra salvacin. "Tanto am Dios al mundo que le entreg a su Hijo nico, para que todo el que cree en El no perezca sino que viva para siempre" (Jn. 3, 16). - A su vez, el mismo Jess -Dios hecho hombre-, en cuanto responde plenamente al Padre por toda la humanidad, es la suprema accin de gracias. Jess, al instituir la Eucarista "toma la copa de la bendicin " (Mt. 26, 26-29) y pronuncia la accin de gracias al Padre. En sentido bblico, la bendicin es un "decir bien" para alguien y hacer eficaz ese bien; la palabra eficaz de Jess es bendicin, quedndose en el pan y vino consagrados para actualizar su muerte redentora y para crear la comunidad de amor que es la Iglesia. - Toda la liturgia de la Eucarista est formulada como una gran accin de gracias o alabanza al Padre por Jess; la misma institucin de la Eucarista est narrada dentro de una anfora o accin de gracias que abarca los grandes momentos de la Historia de la Salvacin que culmina en la entrega salvadora de Jess en la cruz. , - A lo largo de su proceso de iniciacin, el cristiano aprende a hacer como una primera lectura de la historia de salvacin en su propia vida, a percibir en ella los 41

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beneficios y bendiciones de Dios, que culminan en el supremo don de la Pascua de Jess, conmemorada en la Eucarista. En la celebracin de la Primera Comunin, momento en que la persona goza del afecto sensible de la familia y de la comunidad, no han de faltar los sentimientos de aprecio del amor de Dios y las expresiones de gratitud por el don de Jess mismo en la Eucarista. 2) La Eucarista es Sacrificio. - La Eucarista lleva, en s, alusiones a los sacrificios del Antiguo Testamento, que son prefiguras del sacrificio de Jess, que actualiza la Eucarista. Recordemos el cordero pascual, sacrificado con ocasin de la liberacin de Egipto (Cf. Ex 12, 3-11); el pacto de la alianza con sangre (Cf. Ex 24, 4-8), etc. Para una mejor comprensin del lenguaje de la liturgia eucarstica, el creyente debe estar iniciado en esta simbologa bblica. - El sacrificio es una de las dimensiones fundamentales de toda actitud religiosa; es, como lo sugiere la misma palabra, una "accin sagrada", que implica una relacin explcita del hombre con la divinidad. Tiene una dimensin de muerte, porque brota del pecado, raz de toda muerte; y una dimensin de vida, porque brota del amor que se entrega muriendo al egosmo, raz de todo pecado y superacin del mismo. El misterio de la cruz de Jess, que es el supremo sacrificio, concreta, a la vez, lo ms negativo del pecado, que lleva a la muerte y lo ms positivo del amor de entrega, hasta el sacrificio que supera el pecado, la muerte y da la vida. - La raz del mal en el mundo, que es el pecado y la muerte, est reflejada en la Cruz de Jess; en la cruz de tantos hermanos que sufren por la injusticia. Al mismo tiempo, en la Cruz de Jess se da la superacin del pecado y la muerte, por el amor de entrega. "Este es mi cuerpo que se entrega". "Esta es mi sangre que se derrama para la salvacin". 3) La Eucarista es Comunin: - La Eucarista establece la comunin de los hermanos entre s con el Padre, a travs de la comunin con Jess. "La copa de bendicin que bendecimos, no es acaso comunin con la sangre de Cristo? Y el pan que compartimos no es comunin con el Cuerpo de Cristo? Porque an siendo muchos formamos un solo pan y un solo cuerpo, puesto que todos participamos del mismo pan. " (1 Cor. 10, 16-17). "En la epclesis, la Iglesia pide al Padre que enve su Espritu Santo (o el poder de su bendicin (cf. MR, canon romano, 90) sobre el pan y el vino, para que se con-

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viertan por su poder, en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, y que quienes toman parte en la Eucarista sean un solo cuerpo y un solo espritu " (CCE 1353). - Esta dimensin de la Eucarista es fcil de comprender: reunir en torno a la mesa de familia es un signo de reconciliacin y de comunin. La comunin con Jess Eucarista, cuya intimidad es preciso destacar, es, al mismo tiempo, comunin con los hermanos, con la comunidad eclesial, Cuerpo mstico de Jess. La participacin en la Eucarista no llega a su plena autenticidad, hasta el momento que se prolonga en el amor al prjimo, en el compromiso con la justicia y el amor que va an ms all, reconciliando y perdonando. As la Iglesia realiza la Eucarista y la Eucarista realiza la Iglesia, como misterio de comunin en Cristo. - En la familia, iglesia domstica, los hijos tienen su primera experiencia de comunidad y de comunin. La convivencia en un hogar, unido y consagrado por los valores del Evangelio, y su fiel participacin en la Eucarista, representa para los hijos una excelente introduccin a la comunin eucarstica con Cristo y su Iglesia. - El mismo Reino de Dios tiene en la Eucarista su anticipo escatolgico. La comunidad cristiana est centrada, al mismo tiempo, en la comunidad de amor y de bienes -anuncio del Reino que esperamos- cuya fuente y centro es la Eucarista, supremo testimonio de unidad, para que el mundo crea. "Que todos sean uno como T, Padre, ests en M y Yo en T; sean tambin uno en nosotros: as el mundo creer que T me has enviado " (Jn. 17, 21). 3.1.3. Lneas Pastorales 3.1.3.1. Preparacin: Nota previa: Las indicaciones que presentamos a continuacin deben ser complementadas con lo que establezca el Plan Nacional de Catequesis aprobado por la Conferencia Episcopal. - La preparacin a la Primera Comunin requiere de un itinerario catequtico previo, realizado en el marco de un proceso de evangelizacin. En el caso de los adultos, se seguirn las etapas sealadas en el Itinerario de Iniciacin de Adultos. En cuanto a la preparacin de los nios, la experiencia pastoral sugiere que el mnimo de tiempo requerido sea de dos (2) aos. En esta catequesis, es indispensable que se involucren tanto la parroquia como los padres y las madres de familia que son los primeros responsables de la educacin de la fe de sus hijos. Con frecuencia, los nios son los mejores evangelizadores de sus padres y, cuando los padres 43

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mismos colaboran como catequistas de sus hijos, se consiguen grandes frutos en la evangelizacin del hogar. - En ambos casos, el contenido y la pedagoga de la catequesis previa a la primera Comunin deben responder al Plan elaborado y aprobado por la Conferencia Episcopal Panamea y/o la Dicesis propia. - Durante la preparacin a la primera Comunin se debe iniciar al candidato en el Sacramento de la Reconciliacin, tanto con celebraciones comunitarias de la penitencia, como, especialmente, con la confesin personal. La primera confesin se realizar en el momento que el itinerario lo indique y con todo el esmero que se merece. Unas semanas antes de la primera Comunin y no en vsperas de la misma, evitando as las prisas y nerviosismos, se realizar una segunda celebracin de la Penitencia, con confesin personal; la experiencia que tenga la persona de su primera confesin es de gran importancia para su futuro y requiere en el ministro especial delicadeza, revelando la paternidad de Dios y la alegra de la reconciliacin, tan necesaria principalmente para el adulto, cuando el pecado haga mayores estragos en su vida. - Antes de admitir una persona a la primera Comunin, conviene evaluar lo siguiente: Su adhesin a la persona de Jess. Su conocimiento de las verdades fundamentales de la Fe, adaptadas a su edad y condicin de vida. Su comprensin de la Eucarstica: presencia de Jess en la Palabra, en los hermanos reunidos en asamblea y, especialmente, en el Sacramento del Altar. Su dominio de las posturas, respuestas y cnticos propios de la celebracin eucarstica. Su debida formacin en la fraternidad, servicialidad y reconciliacin con los dems. La garanta de que proseguir el proceso de crecimiento y maduracin, una vez concluida su iniciacin a la vida cristiana. 3.1.3.2. Celebracin - La celebracin de la Primera Comunin es, ante todo, un acontecimiento religioso, que representa un encuentro ntimo con Jesucristo y una insercin ms completa en la comunidad cristiana. Con justa razn, se realiza en un ambiente solemne y

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Conferencia Episcopal Panamea festivo, pero no ha de ser confundida con una fiesta social. La costumbre popular de celebrar la Primera Comunin en solemnidades litrgicas o fiestas de otra ndole puede entorpecer la celebracin y opacar su verdadero sentido; conviene que las familias y las comunidades mantengan una cierta sobriedad, donde los valores esenciales quedan bien patentes, alejndose de todo lo que suponga vanidad social, diferencias que ofenden a los pobres y otros signos que distraigan al nio de la alegra religiosa del encuentro con Jess y con la comunidad cristiana. - La Primera Comunin conviene celebrarla en la Parroquia o Comunidad Eclesial a la que se pertenece, para que, de esta manera, la Comunin exprese tambin el vnculo con la Iglesia local; donde la familia participa activamente en una Comunidad Eclesial inserta en el mbito educativo, profesional y social. La Primera Comunin podr realizarse ah, siempre y cuando cuente con la asistencia de la parroquia a la cual est vinculada. - En el caso de los nios, especialmente cuando la preparacin se ha dado en el marco de un proceso de evangelizacin de la familia mediante una catequesis familiar, es recomendable que los padres, las madres y dems familiares que estn debidamente preparados puedan comulgar junto con el nio o la nia en ese da tan importante para toda la familia. - Las celebraciones demasiado masivas no favorecen la vivencia de un encuentro ntimo con el Seor. Cudese tambin que fotgrafos y camargrafos sean previamente instruidos para que no perturben la celebracin ni distraigan a quienes comulgan por primera vez. 3.1.3.3. Seguimiento. - La Primera Comunin no es ms que un paso en el camino de la vida cristiana. En el caso de los adultos que culminan el proceso de iniciacin con la celebracin de la Eucarista, la comunidad eclesial local ha de acompaarlos en las etapas que siguen, ofrecindoles una adecuada experiencia mistaggica. - La maduracin en la fe que requieren los nios y las nias despus de su primera Comunin, es responsabilidad principal de sus padres y madres, primeros responsables de la formacin cristiana de sus hijos; su ejemplo de vida y la participacin activa de la familia en la comunidad eclesial ayudarn a los hijos a mantenerse en el camino emprendido. - Como ayuda y estmulo, la Parroquia o Comunidad Eclesial ofrecer programas de seguimiento y de afianzamiento en la fe, con recursos pedaggicos acomoda45

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dos a cada edad. Es recomendable organizar una bien programada pastoral de la infancia y de la adolescencia, que favorezca la catequesis continuada y la perseverancia. Las misas familiares con protagonismo de los nios, implementadas conforme al ritual publicado por la Santa Sede, constituyen otro recurso para asegurar la continuidad y la fructuosa celebracin de la Eucarista. 3.2 LA EUCARISTA A TRAVS DEL AO LITRGICO. 3.2.1 LA REALIDAD - Una de las expresiones de la identidad cristiana es la participacin asidua, consciente y fructuosa en la Eucarista del Domingo. Lamentablemente, son numerosos los catlicos alejados que no asisten sino espordicamente a las celebraciones dominicales (Cf. DA 286). Aun cuando existen cada vez ms comunidades eclesiales vivas y entusiastas, los llamados "cristianos practicantes" no siempre participan de la Eucarista con el debido fervor, y no faltan quienes abandonan del todo la prctica religiosa o se pasan a otros grupos religiosos (Cf. DA 100 f). Vemos con preocupacin cmo los turnos rotativos en el empleo y la creciente actividad laboral en da domingo dificultan la participacin de los creyentes en el culto dominical, y el poco inters que demuestran los ejecutivos de empresas y negocios para superar este obstculo. - No pocas comunidades, particularmente en reas rurales pero tambin en la periferia de las ciudades, carecen de Eucarista dominical por escasez de sacerdotes o por aislamiento geogrfico (Cf. DA 100 e). En muchas, se celebra la Palabra por el ministerio de los laicos. El proceso de evangelizacin y el compromiso de estas comunidades est exigiendo ya la Eucarista dominical. Es todo un reto que estimula la pastoral vocacional y para muchos, un planteo de fondo sobre el modelo de ministerio vigente. - Es notable el proceso de secularismo que afecta a las generaciones ms jvenes y los aleja de la prctica dominical, principalmente en las reas urbanas y suburbanas. Los pocos jvenes que s acuden a la Eucarista, inclusive los que hicieron primera Comunin y Confirmacin, demuestran dificultades para integrarse y tienden a marginarse del resto de la asamblea. Se sienten ms a gusto en las llamadas "misas juveniles". - Con todo, es un hecho que ninguna institucin moviliza semanalmente tanta gente como la Iglesia en el culto dominical. Movilizacin que, ao tras ao, debiera comportar frutos ms patentes de cristianos catequizados y comprometidos en la 46

Conferencia Episcopal Panamea construccin de una sociedad ms cercana a los valores del Reino de Dios. Por qu no logra todo este efecto? Acaso la liturgia dominical congrega a las personas de menos influencia en la construccin de la sociedad? O nuestras liturgias no conectan la Palabra de Dios con la vida y la entrega de Jess con la entrega del cristiano, para la salvacin o liberacin integral? Qu frutos produce la proclamacin de lo ms significativo de la totalidad de la Biblia, en los ciclos A B y C del Ao Litrgico? Qu deficiencias tiene nuestra predicacin y cmo la asimila la Asamblea Cristiana? - En Panam se han realizado todos los cambios litrgicos queridos por el Concilio Vaticano II y la legislacin litrgica posterior, con general aceptacin y provecho. Persisten, sin embargo, algunas deficiencias en el modo de aplicar y vivir la reforma litrgica, entre las cuales podemos mencionar: El ritualismo, es decir, el cumplimiento literal de las nuevas rbricas, sin atender a su espritu y sentido pastoral. La rutina, que no atiende a la variedad de frmulas que sugiere el mismo Ritual y menos an a la creatividad que insina en muchos casos. Falta de preparacin del presbtero celebrante y dems ministros. En esta lnea, notables deficiencias en la predicacin de la Homila y escasa formacin de los Equipos de Liturgia. Una catequesis sobre la Eucarista sin suficiente conexin con la vida asumida como compromiso de Fe. - Los tiempos litrgicos se cumplen, conforme est prescrito en el Misal y Leccionario. El sustrato catlico de nuestra cultura, fruto de la evangelizacin tradicional, ha dejado, en las mayoras de nuestro pueblo, especial sensibilidad para los tiempos fuertes de Semana Santa, Navidad y festividades del Seor y de la Santsima Virgen Mara. Todava tiene menos relieve popular la Pascua que el Viernes Santo. - El Calendario litrgico, fruto del Concilio, es de una gran riqueza teolgica y pastoral. Asumido con la jerarqua de fiestas que presenta, sera la ms potente educacin de la Fe para nuestro pueblo, tan sensible a la fiesta y a la celebracin de los acontecimientos. - Persiste un serio problema pastoral en cuanto a la vivencia del ao litrgico: la superposicin de calendarios festivos. Al lado del calendario litrgico -calendario

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Directorio de Pastoral Litrgica oficial de la Iglesia- existen mltiples calendarios: el propio de la religiosidad popular, el cvico patritico, el escolar, el coyuntural de conmemoraciones en el mbito nacional e internacional, el de la sociedad de consumo que inventa fechas para promover ventas, etc. A menudo, el gran despliegue publicitario en torno a ciertas fechas de estos calendarios y la sensibilidad de nuestro pueblo a la celebracin de acontecimientos, crean confusin entre fiestas religiosas y fiestas seculares (cf. Carta Apostlica Dies Domini 80). - Al solicitar, como es costumbre, un acto religioso o Eucarstico para el inicio de cualquier acontecimiento festivo, se corre el peligro de manipular lo ms sagrado de nuestra Fe, o se neutraliza la evangelizacin y el sentido cristiano de la fiesta, quedando oscurecidos o eliminados otros aspectos fundamentales de la vida cristiana. Ante esta situacin, se requiere, de parte de los agentes de pastoral, una buena dosis de discernimiento y de creatividad, con el fin de evitar esa manipulacin de la fe, por una parte, y el puritanismo religioso que nos separa de la cultura popular, por otra. 3.2.2. Reflexin Teolgica. Destacamos algunos aspectos teolgico pastorales que nos pueden ayudar al discernimiento de estas situaciones. Estn inspirados en la misma reforma conciliar de la celebracin de la Eucarista y de la estructura actual del Ao litrgico: 1) La Pascua, eje del Ao Litrgico. 2) El Domingo, celebracin semanal de la Pascua. 3) La estructura de la celebracin de la Eucarista. 4) Toda celebracin de la vida, integrada en la celebracin de la Pascua del Seor. 1) La Pascua, eje del Ao Litrgico: - La estructura actual del Ao Litrgico, fruto de siglos de experiencia y reflexin, se distribuye en seis periodos caractersticos, que giran en tomo a un eje: la Pascua del Seor, celebrada con la mxima solemnidad el Domingo de Resurreccin: - Adviento y Navidad: el ciclo de Navidad. - Cuaresma, Pascua, Pentecosts: el ciclo pascual. - Tiempo ordinario: 33 a 34 semanas no incluidas en los ciclos anteriores. 48

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- El ciclo de Navidad, con su preparacin de Adviento, est centrado en la Esperanza de un Salvador (Adviento) y en la Alegra de su entrada en nuestra historia para salvarnos (Navidad). - El eje central del Ao litrgico es el ciclo pascual, con su larga preparacin de Cuaresma, intensificada en la Semana Santa, especialmente en el Triduo Pascual y prolongada con gozo en la cincuentena posterior a la gran fiesta, llena de la presencia del Espritu Santo que culmina en Pentecosts. - El Tiempo Ordinario es la pedagoga de la Iglesia en el resto de las 33 o 34 semanas del ao, que no estn coloreadas de los ciclos antes descritos. Celebracin repetida del misterio de Pascua -como lo es cada domingo- sin poner de relieve un aspecto particular del mismo. - A travs de todo el Ao Litrgico, la Iglesia va colocando otras festividades que refuerzan la celebracin de los misterios de la Fe: festividades del Seor, de la Virgen Mara y de los Santos, entre los cuales se destacan las de los Apstoles. - El calendario litrgico y la sabia combinacin entre los misterios de la Fe, distribuidos pedaggicamente, en torno a la Pascua, con otros calendarios de la religiosidad popular o de carismas particulares, nos indica criterios de jerarqua en las festividades. Las leyes litrgicas de precedencia, cuando concurren varias festividades, son algo ms que un intrincado tecnicismo de la legislacin de la Iglesia. Son, por s mismas, una indicacin pastoral que debemos tener en cuenta con especial sensibilidad a la hora de orientar las celebraciones. 2) 1 domingo, celebracin semanal de la Pascua: - Desde sus orgenes, la Eucarista est intrnsecamente ligada al Domingo, primer da de la semana (cf. Carta Apostlica Dies Domini 21). Pronto, la primitiva comunidad tuvo conciencia del nuevo culto cristiano, con clara distincin del culto sabtico de la Sinagoga, que se realizaba el sbado, ltimo da de la semana; pero es la conmemoracin de la Resurreccin del Seor, el primer da de la semana, por ello es el da del Seor, cuya Pascua actualiza la Eucarista. - La vinculacin de la Resurreccin con la Eucarista y con su celebracin el primer da de la semana, relaciona nuestro culto dominical con el inicio de la creacin (cf. Carta Apostlica Dies Domini 8-11) y con el inicio de la nueva creacin, porque es el da de la Resurreccin de Jess, primognito de la nueva creacin. Del mismo modo, la efusin del Espritu Santo en Pentecosts, inicio de la misin de 49

Directorio de Pastoral Litrgica la Iglesia, se realiza el primer da de la semana. Los Santos Padres la relacionaron con la creacin consumada en la escatologa, como da primero de la semana que no termina, y llaman al domingo da octavo, porque es el da definitivo que no se repite y que la Eucarista preanuncia (cf. Dies Domini 26). - Para los creyentes el domingo tambin es: Da del Seor, en que, mediante el culto de la Nueva Alianza, se alaba y agradece y consagra el tiempo y toda la actividad humana al Dios de la historia. Da de la Comunidad, en que "con la Eucarista dominical, que es 'momento privilegiado del encuentro de las comunidades con el Seor resucitado', los fieles deben experimentar la parroquia como una familia en la fe y la caridad, en la que mutuamente se acompaen y ayuden en el seguimiento de Cristo " (DA 305). Da de la libertad, en que celebramos la victoria de Cristo sobre la muerte y nuestra liberacin de la esclavitud del pecado. Da de descanso, en la gratuidad de la contemplacin, el contacto con Dios, con los hermanos y con la naturaleza. Es la meta a que tiende el trabajo de la semana, el recuerdo del sentido de la vida y de la lucha de cada da desde el comienzo de la semana. 3) La estructura de la celebracin de la eucarista. Los frecuentes defectos de ritualismo, rutina, falta de participacin fructuosa, solamente se superan si los agentes pastorales penetran el espritu y la intencin de Cristo en su Iglesia en la estructura actual de la celebracin de la Eucarista. a) Los ritos de apertura. "Los ritos iniciales de la Misa tienen como finalidad el hacer que los fieles, convocados por Dios y reunidos en el nombre del Seor, constituyan una comunidad de fe, y se dispongan a escuchar la Palabra de Dios y a celebrar la Eucarista " (Intr. Misal Romano, c. 11, n. 24). Los asistentes a la Eucarista conforman la Asamblea porque son comunidad de fe, convocada por Dios y reunida en el nombre del Seor; con el fin de escuchar con la mejor disposicin la Palabra del Seor y antes de presentar su ofrenda sobre el altar (Cf. Mt. 5, 23-24), esta Asamblea se purifica y se reconcilia con Dios y los hermanos mediante el acto penitencial. Luego entra en un clima gozoso de celebracin con el himno de alabanza y la oracin colecta.

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b) La Liturgia de la Palabra o Mesa de la Palabra. "Las lecturas tomadas de la Sagrada Escritura con los cantos que se intercalan. constituyen la parte principal de la liturgia de la Palabra; la Homila, la profesin de fe y la oracin universal u oracin de los feles, la desarrollan y concluyen. En la lectura, que luego desarrolla la homila, Dios habla a su pueblo, le descubre el misterio de la Redencin y Salvacin, le ofrece el alimento espiritual, el mismo Cristo, por su Palabra, se hace presente en medio de los fieles. Esta palabra divina la hace suya el pueblo con los cantos, y mostrando su adhesin a ella con la profesin de fe: y una vez nutrido con ella en la oracin universal, hace splicas por las necesidades de la Iglesia entera, y por la salvacin de todo el mundo " (Intr. Misal Romano, c. 11, n. 33). - La Eucarista, "mesa de la Palabra de Dios y mesa del Cuerpo de Cristo " (DV 21), expresa el misterio de la Fe en Palabras, Smbolos y Ritos. El Concilio Vaticano II ha querido restablecer la transparencia de todos estos signos, especialmente la Palabra. - Es abundante la presencia de la Palabra en la Eucarista: Palabra de Dios proclamada en las lecturas de la Sagrada Escritura: Palabra Sacramental en la plegaria eucarstica, particularmente en la Consagracin; Palabra de la Iglesia, en la Homila y dems expresiones de la Fe en el texto de la Eucarista y en las respuestas y oraciones de la comunidad. Todas estas palabras realizan, cada una segn su naturaleza, la presencia del Seor por la accin del Espritu Santo en la Asamblea. - El Pueblo de Dios ha de vivir el encuentro con Jess a travs de su Palabra con la misma adoracin y reverencia que ha demostrado, durante siglos, ante la presencia sacramental del Seor en el Pan y el Vino consagrados. Ante cada Palabra proferida en la Eucarista debe mantener actitudes de apertura, escucha, meditacin y de repuesta generosa y fiel. c) La liturgia Eucarstica o Mesa del Pan y del Vino. - Preparacin de los dones y Ofertorio. Este momento ms que ofertorio se puede llamar preparacin de las ofrendas, es decir, del pan y del vino que van a ser consagrados. Esta ofrenda es un smbolo de nuestra entrega total a Dios para que nos asocie a la nica ofrenda de Jess. Toda ofrenda o regalo a quien se ama simboliza la donacin de uno mismo. El fruto del trabajo del hombre, la ofrenda a los herma51

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nos en la colecta y cualquier otra comunicacin de bienes en la Iglesia, quedan asumidos por la suprema ofrenda, la "vida ofrecida" (DA 143) de Jess en la Cruz que reconcilia, salva, crea la comunin entre los hombres, realiza el Reino que esperamos. La Iglesia ofrece lo que despus se transformar en "pan de vida y bebida de salvacin ", en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, ofrenda sacramental que hace presente el Sacrificio nico de la cruz. La Iglesia, siguiendo el ejemplo de Cristo, ha usado siempre, para celebrar el banquete del Seor, el pan y el vino mezclado con agua; para los cristianos el pan es uno de los mejores smbolos para comprender a Jess, que se defini a s mismo: Yo soy el pan de la vida. El vino, producto de la vid, es la bebida festiva por excelencia; cristo se present a s mismo como Yo soy la vid verdadera. El vino, apuntando a la Sangre de Cristo, nos pone en comunin con el sacrificio pascual de Cristo en la cruz, a la vez que nos hace preguntar anticipadamente la alegra escatolgica del Reino; comer y beber son los gestos centrales de la Eucarista. La comida y la bebida con otros, en comunidad, del pan y del vino, convertidos en el Cuerpo y la Sangre del Seor Resucitado, es el gesto simblico que ms ayuda a entender la Eucarista, que, adems de signo de unidad fraterna reconciliada y festiva, en ella se nos da el mismo Cristo como comida y bebida para el camino. El conjunto del rito de preparacin de las ofrendas u ofertorio es, propiamente, un intervalo entre la Liturgia de la Palabra y la Liturgia de la Eucarista. Fuera de ocasiones especiales, en las que se quiere significar aspectos de nuestra vida y de nuestra cultura que nos simbolizan como entrega a Dios y a los hermanos, de ordinario, el ofertorio no debe tener tal realce que obscurezca el verdadero ofertorio de Jess en la Consagracin sacramental. Pedaggicamente puede ser un momento de distensin de la Asamblea, cuando se prepara la Mesa y se dispone para el gran momento de la Eucarista. - La Plegaria Eucarstica. "Ahora es cuando tiene lugar el centro y culmen de toda la celebracin: cuando se llega a la Plegaria Eucarstica, que es una oracin de accin de gracias y santificacin... El sentido de esta plegaria es que toda la congregacin de los fieles se una con Cristo en la proclamacin de las maravillas de Dios y en la ofrenda del sacrificio" (Intr. Misal Romano, c.ll, n. 56). Toda la Plegaria Eucarstica, que comienza con el Prefacio, revela lo ms nuclear del misterio de la Eucarista, ya explicado: como Accin de Gracias, como 52

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Sacrificio Redentor, como Misterio de Comunin y Reconciliacin. Dos son las epclesis o invocaciones al Espritu Santo una sobre el pan y el vino y otra sobre la comunidad para indicar tanto la consagracin de las especies como de la comunidad sacerdotal, regia y santa. De un modo ms breve o ms amplio, todas las anforas eucarsticas enmarcan este misterio en el conjunto de la Historia de la Salvacin, del que la Pascua de Jess es su centro y su cumbre. Las actitudes de esta parte central de la Eucarista son el gran silencio de adoracin y la proclamacin de la Fe en la Pascua de Jess y otras respuestas semejantes. - La Comunin o el compartir el pan. "Ya que la celebracin eucarstica es un convite pascual, conviene que segn el encargo del Seor, su Cuerpo y su Sangre sean recibidos como alimento espiritual. A esto tienden la fraccin del pan y los otros ritos preparatorios, con los que se va llevando a los fieles hasta el momento de la comunin" (Intr. Misal Romano, c. 11, n. 56). El conjunto de esta parte de la Eucarista tiene una unidad en torno a la Comunin propiamente dicha. El Padre nuestro, el rito de la paz y el Cordero son signos de fraternidad y splicas de reconciliacin con Dios y con los hermanos, preparacin inmediata a la Comunin eucarstica y garanta de autenticidad de la misma. La Comunin misma, por la que se entra en ntima unin con Jesucristo participando de su Pascua redentora, realiza tambin la unidad y la caridad en la Iglesia. "En eso reconocern todos que ustedes son mis discpulos: si se tienen amor los unos a los otros " (Jn. 13,35). La comunin con el Seor es comunin a todos los niveles, vnculo de Caridad, que dilata la Iglesia, abrazando al mundo en el amor transformador del compromiso de la fe. d) Ritos de despedida: "Los ritos de conclusin de la Misa son sencillos y breves; despus de un espacio de silencio para la alabanza y la accin de gracias, el sacerdote dice la oracin conclusiva y tras el saludo, bendice y despide a la asamblea. Se disuelve la Asamblea para que cada uno vuelva a sus quehaceres alabando y bendiciendo al Seor" (Intr. Misal Romano, c. 11, n. 57). La despedida nos invita a hacer de toda la vida una eucarista, a proseguir en accin de gracias, entrega a los hermanos, creacin de un mundo de justicia, fraternidad y 53

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paz. Es la hora de la fraternidad en la Alianza, la reconciliacin en la Justicia y la misericordia, la construccin de la Paz, la afirmacin de la victoria de la vida sobre la muerte, que se ha realizado en la Pascua celebrada. 4) Toda celebracin de la vida, integrada en la celebracin de la Pascua del Seor. Debemos valorar positivamente la dimensin festiva de la cultura popular, as como su sentido religioso en toda fiesta; al mismo tiempo, purificar y reorientar todo lo que en lo festivo puede ser alienante y antievanglico. Este proceso es una verdadera evangelizacin que toca las races de la cultura. Conviene descubrir los valores antropolgicos de la fiesta, para poderlos asumir en la fiesta cristiana que brota de la alegra de la Pascua como celebracin suprema. De esta manera podremos iluminar la problemtica que hemos descrito sobre la superposicin de calendarios en nuestro pueblo tan amigo de fiestas y celebraciones. a) Los valores antropolgicos de la fiesta. - La fiesta es una ruptura con lo cotidiano que se vuelve una carga, una tensin por la lucha y un desgaste vital. - Es gratuidad y alegra que se expresa en un cierto derroche superfluo, alternativa a lo puramente utilitario (vestido, comida, bebida, msica, desinhibicin en las relaciones que estrechan lazos de fraternidad). En el fondo es una nostalgia del paraso perdido o una evocacin del paraso que buscamos; tanto puede ser una evasin alienante de la realidad como un fortalecimiento de la lucha para hacer efectivo ese anhelo. - Es fortalecimiento y expresin de la comunidad que celebra. Expresa en la fiesta los valores que la sostiene, fortalece su identidad comunitaria familiar, grupal y social. - Es recuperacin de la fugacidad del tiempo, recapitulndolo y dndole direccin y sentido; la fiesta recapitula el pasado que conmemora, el presente que revitaliza y el futuro cuya esperanza fortalece. Es memoria que se convierte en presencia y profeca. Nuestro sentido pastoral debe, ante todo, descubrir estos valores y en qu grado estn presentes en toda celebracin popular. Por ser valores tan profundos, el pueblo toca en la fiesta la dimensin religiosa. b) La fiesta cristiana. El anuncio del Evangelio es ALEGRE NOTICIA y la Liturgia es fiesta, regocijo y agradecimiento por la PASCUA de Jess que afirma la victoria de la vida sobre

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la muerte, de la liberacin sobre la opresin, del Bien sobre el Mal. La Pascua es canto de ALELUYA. - Toda fiesta es celebracin de alguna liberacin parcial, de algn don de vida: don de la vida en los cumpleaos, de amistad o de amor en las familias, de victorias liberadoras en los pueblos, de etapas de la vida que progresa; a veces estos valores son manipulados, pero deben destacarse, denunciando esas manipulaciones que deshumanizan. - La Pascua cristiana celebra, ante todo, la liberacin radical de toda alienacin que es el pecado y la muerte; pero sabemos que desde esta raz libera integralmente al hombre y lo lleva en Cristo a la plenitud de su realizacin. - La Eucarista que actualiza la Pascua de Jess es celebracin festiva en su misma estructura. Integra maravillosamente los aspectos antropolgicos de toda pascua elevndolos a su mayor plenitud: ruptura con lo cotidiano que desgasta la vida cristiana, suprema gratuidad, expresin comunitaria de fraternidad, unin con el Seor, memoria y profeca, etc. La Palabra de Dios, en la Eucarista, para cualquier celebracin de nuestro pueblo, debe ser iluminacin que ahuyente los equvocos humanos; consciente de las autnticas motivaciones de la fiesta, destaque los valores, denuncie las alienaciones y haga de la fe una integracin con la cultura, una expresin creyente de la misma. 3.2.3. Lneas Pastorales a. Preparacin. - Implementar un proyecto pastoral de reiniciacin a la vida cristiana para adultos bautizados pero no evangelizados. Sin una verdadera evangelizacin no habr autntica motivacin consciente y activa para participar de la Eucarista. - Urgir una campaa de motivacin para la participacin habitual de los bautizados en la Eucarista dominical. "Se entiende la gran importancia del precepto dominical, del 'vivir segn el domingo', como una necesidad interior del creyente, de la familia cristiana, de la comunidad parroquial. Sin una participacin en la Eucarista dominical y en las fiestas de precepto, no habr un discpulo misionero maduro " (DA 252). Destacar los aspectos positivos y la coherencia de la fe que celebra en comunidad, ms que la exclusiva insistencia en el precepto. - Mantener en las dicesis la formacin litrgica, terica y prctica, especialmente para los equipos parroquiales de liturgia. Dse tambin una debida preparacin a los actores de la liturgia: lectores, monitores, cantores, monaguillos; que cada

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Directorio de Pastoral Litrgica comunidad parroquial se esmere en tener un equipo de acogida de los rieles que ayuden, desde el inicio de la celebracin, a crear un ambiente de fraternidad y de comunin entre los fieles. Evtese la improvisacin de estos ministerios. - Organizar en las parroquias, donde no la haya, una preparacin dialogada con d pueblo, sobre la liturgia y homila dominical. - En los tiempos litrgicos fuertes de Adviento, Navidad, Cuaresma, Triduo Pascual y Tiempo Pascual, en los que muchos se encuentran en dispersin, realizar un proceso de evangelizacin a travs de los medios modernos y masivos de difusin, nico modo de equilibrar, ante el pueblo, la jerarquizacin de fiestas y de convocar a la gran comunidad cristiana. - La pedagoga de los distintos tiempos litrgicos requiere, como ha sido tradicional en la Iglesia, un cambio de decorado que afecte, no solamente al color de los ornamentos, sino al conjunto del adorno del templo, al estilo de la msica y el canto, y a otros muchos detalles; todo ello acorde con la cultura popular y con el arte religioso, procurando que adquiera su mxima expresividad en la Pascua. - Ofrecer por parte de la Conferencia Episcopal una normativa bsica para la celebracin de la Eucarista o solamente Liturgia de la Palabra con ocasin de ciertas celebraciones. Los criterios son: La Eucarista se celebra en las ocasiones previstas por el Misal con Misa propia: exequias, aniversarios matrimoniales, accin de gracias, etc., para familias y grupos explcitamente creyentes. Igualmente, en los acontecimientos de comunidades educativas, siempre y cuando la edad y la formacin de los asistentes los justifiquen pastoralmente, y el ambiente garantice la dignidad que corresponde. Para agrupaciones polticas, gremiales, culturales, se debe optar por Liturgias de la Palabra, a no ser en casos especiales en que est muy asegurada la motivacin de fe sin mezcla de otros intereses. Debe excluirse toda celebracin eclesial en cualquier caso en que sta pueda legitimar abusos, opresiones, fiestas paganas o propaganda comercial. b. Celebracin. - La Eucarista no debe ser de un simple rito, sino una celebracin dinmica y atractiva, animada y llena de vida, que permita la participacin activa de todos sus 56

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integrantes, cada uno segn su propio ministerio. Es el momento en que se expresa la realidad vital del misterio de la Iglesia, Cuerpo de Cristo, en que cada miembro tiene sus funciones, en un todo que realiza la misin a ella confiada (cfr. 1 Cor. 12, 27; Ef. 1,22-23; Col. 1, 18-24). - En virtud del sacerdocio bautismal, la Asamblea tiene funciones que le son propias: a. Le compete los cantos de entrada, salmo responsorial, canto de comunin, etc. De existir un coro o ministerio de msica, que ste no impida sino que ms bien anime y motive la participacin del pueblo. Vase al respecto el Anexo... b. Momentos oportunos para su participacin en palabras y gestos lo son tambin la Oracin de los Fieles, la presentacin de ofrendas, la recepcin del Sacramento, el silencio compartido despus de la escucha atenta de la Palabra, etc. - Compete al que preside la celebracin eucarstica: a. Introducir un clima de oracin por intervenciones simples y oportunas. b. Concluir las diversas partes de la celebracin con una oracin presidencial: rito de entrada, oracin colecta; liturgia de la Palabra, la oracin de los fieles; ofertorio, oracin sobre las ofrendas; liturgia de la Eucarista y oracin postcomunin. c. El Prefacio, que concluye con el himno del Santo, cantado por la asamblea. La oracin Eucarstica es exclusivamente presidencial y concluye con la doxologa (por Cristo, con Cristo...), que slo pronuncia el presbtero y que ha de ser ratificada por el gran Amn de la Asamblea. Conviene que este Amn sea desarrollado musicalmente como respuesta del Pueblo de Dios. - La participacin activa, segn el estilo expresivo de nuestro pueblo, no debe suprimir los silencios, sin los cuales la interiorizacin de la Palabra y el clima de contemplacin y de paz son difciles de conseguir. En particular, guardar el silencio al final de la Liturgia de la Palabra, en el momento de la Consagracin y despus de la Comunin. La gente busca, con frecuencia, el templo como un remanso de paz en un mundo agitado y lleno de ruido. - La liturgia dominical debe evitar la prisa y precipitacin as como una excesiva lentitud. En circunstancias normales, una Eucarista dominical que equilibra bien las distintas partes, puede durar una hora aproximadamente. Cudese de manera particular que la homila no se extienda demasiado. - En la Liturgia de la Palabra, Dios habla a su pueblo por mediacin de sus ministros. El oficio de "proclamar" no es "presidencial", sino de otros ministros: lectores,

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diconos y slo excepcionalmente el que preside. Dada la abundancia de Palabra que tiene una celebracin eucarstica, es importante educar en los diferentes tonos de proclamacin, oracin, afirmacin de la fe y estilo coloquial y comunicativo. Es preciso que quien proclama, ora, recita o exhorta sea autntico, evitando tanto el tono monocorde o moralizante como las expresiones excesivamente subjetivas o temperamentales. Una cierta sobriedad permite a todos sentirse interpelados. - El libro de la Palabra o Leccionario ha de ser una seal visible de que no se trata de una palabra humana, sino de aquella Palabra que la Iglesia recibe y conserva con especial asistencia del Espritu. De all el trato digno de este signo para despertar la atencin de la asamblea con relacin a la Palabra proclamada (cfr. IGMR 35). Por tanto, evtese la proclamacin de la Palabra desde hojas volantes o folletos. De tener que usarlos, cudese de presentarlos dentro de un libro digno de la Palabra de Dios. - Las moniciones que acompaan la Liturgia de la Palabra (y eventualmente los dems momentos de la Eucarista), han de ser breves, no deben dejarse a la improvisacin, han de servir slo de introduccin y disponer a la escucha. - La temtica fundamental de una Eucarista dominical se encuentra en el evangelio. La primera lectura es elegida en relacin con l; la segunda es independiente, salvo en los tiempos fuertes de Adviento, Navidad, Cuaresma y Pascua en que coinciden el tema de las tres lecturas. La fuente principal de la Homila es esa Palabra de Dios, pero es una Palabra que debe incidir en la vida, segn el momento histrico que vive la Asamblea. La Homila no puede limitarse a ser una leccin de catcquesis, o una exgesis o presentacin teolgica. La Palabra ha de instruir y revelar el misterio de redencin y salvacin a travs de la historia, haciendo presente al Seor en medio de su pueblo (SC 33 y 7). Todo ello requiere, en quien la prepara, encontrar en la vida los puntos que mayor iluminacin requieren. - La homila no agota, en s misma, la explicacin de la temtica dominical: esta temtica debe estar presente en las introducciones, moniciones y oracin de los fieles. La unidad temtica debe estar siempre presente en la preparacin del Equipo Litrgico, incluida la eleccin de los cnticos. c. Seguimiento. - "La Eucarista, fuente inagotable de la vocacin cristiana es, al mismo tiempo, fuente inextinguible del impulso misionero. All, el Espritu Santo fortalece la identidad del discpulo y despierta en l la decidida voluntad de anunciar con audacia a los dems lo que ha escuchado y vivido" (DA 251). Es importante que 58

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la Parroquia o Comunidad Eclesial estimule en sus miembros la participacin en la accin misionera, a travs del testimonio ordinario en el ambiente familiar, laboral o profesional, o por medio de tareas evangelizadoras especficas en la comunidad. - Los frutos de la Eucarista dominical han de expresarse tambin en el campo de la caridad y de solidaridad con los necesitados y excluidos de la sociedad, sin los cuales la Comunin quedara limitada a una experiencia intimista e individualista. - Hay que recomendar la prctica de la oracin personal, en familia y en grupos de oracin, como continuacin del encuentro con Cristo y con su Cuerpo mstico experimentado en la Eucarista. - En este mismo sentido, se puede incentivar, donde haya lugar, la participacin en la Eucarista diaria y la visita de adoracin al Santsimo. SNTESIS NORMATIVA PRIMERA COMUNIN 1. La preparacin para la Primera Comunin se realizar como parte de un proceso pastoral de iniciacin a la vida cristiana. Para los adultos, se seguirn los pasos estipulados en el Itinerario de iniciacin o reiniciacin para Adultos; los nios y las nias podrn ser admitidos a recibir el sacramento a partir de los 7 aos y su preparacin durar mnimo dos (2) aos; se debe asegurar que el proceso se desarrolle a travs de un itinerario que permita su formacin y seguimiento hasta que lleguen a la edad de la Confirmacin. 2. Cuiden los Prrocos que esta preparacin se realice: - Segn los objetivos, contenidos y pedagogas que establece el plan aprobado por la Conferencia Episcopal Panamea o cada Dicesis en particular. - Por medio de catequistas debidamente preparados en la diversidad de mtodos catequsticos. Cuando se asuma la Catequesis Familiar se dar el asesoramiento y seguimiento necesario a las madres y padres de familia. - Con la participacin de los padres y las madres de familia, en el caso de los nios, y con el acompaamiento de la comunidad eclesial cuando se trata de adultos. : - En coordinacin con la Parroquia, cuando la preparacin y/o celebracin involucre de alguna manera a un centro educativo. 59

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- Tngase especial cuidado para que se atienda debidamente la preparacin de nios con alguna dificultad fsica, sicolgica o mental. 3. La celebracin se realizar: - Ordinariamente, en la parroquia propia de la persona, para significar su integracin en la comunidad parroquial. Extraordinariamente, se permite su celebracin en los centros educativos de orientacin catlica donde funcione una comunidad eclesial viva, en coordinacin con una parroquia, y se garantice la catequesis previa segn las normas establecidas. - Con grupos no excesivamente numerosos, a fin de que la celebracin sea ms personalizada. - Con la tradicional solemnidad y ambiente festivo, evitando en el vestido el lujo y todo otro signo que pueda generar discriminaciones sociales. - Con aquel orden, en todos los detalles, que ayude al nio a no distraer la atencin del encuentro con el Seor en la Palabra, en la Comunidad y especialmente en su presencia real en el Pan y en el Vino consagrados. - Instruyendo para este fin a las familias, camargrafos y dems participantes. 4. El seguimiento catequtico debe procurarse: - En el caso de los adultos, mediante una catequesis mistaggica, parte del itinerario de su (re)iniciacin a la vida cristiana. - En el caso de los nios, por una catequesis continuada por lo menos hasta la Confirmacin, la celebracin ocasional de Eucaristas dominicales adaptadas a ellos y su familia (segn el ritual propio aprobado por la Iglesia), u otras iniciativas dentro de un buen programa de pastoral de la infancia y la adolescencia. LA EUCARISTA A TRAVS DEL AO LITRGICO 5. La preparacin de la Eucarista dominical a travs del ao litrgico debe constituir una de las mayores preocupaciones del celo pastoral de los prrocos, por ser la suprema expresin y fortalecimiento de la vida cristiana y con frecuencia, casi el nico alimento espiritual para una parte notable de los fieles. 6. Se debe establecer en cada parroquia el Equipo Litrgico, principalmente dedicado a la animacin de la Eucarista, conforme a un plan de formacin aprobado por el Prroco. 60

Conferencia Episcopal Panamea 7. Preocpense los pastores por los ms alejados de la comunidad y por los negligentes en asistir a la Eucarista dominical. En las campaas de evangelizacin, motiven la asistencia a la Eucarista dominical, no solamente como precepto de la Iglesia, sino principalmente como vivencia gozosa que expresa y compromete nuestra fe. 8. La celebracin de la Eucarista dominical debe realizarse: - Normalmente, en el templo parroquial, capilla u oratorio aprobados para este fin. Extraordinariamente, en otros lugares, cuando a juicio del prroco las necesidades pastorales as lo requieran. - Con la mxima participacin de la Asamblea, siguiendo lo establecido en este Directorio sobre los roles propios del sacerdote que preside y de los que sirven a la proclamacin de la Palabra, al altar y a la animacin de la Asamblea. - Con fidelidad al ritmo y a la finalidad de cada momento de la celebracin, segn establece la Iglesia. - En los horarios ms adecuados a las necesidades de cada comunidad, pudindose anticipar a la tarde del sbado y vsperas de las solemnidades. 9. Las Misas fuera del templo o capilla se permiten: a. A domicilio, en ocasiones especiales, slo cuando se trata de personas largamente recluidas en su casa y sin posibilidad de asistir al templo o a la Iglesia parroquial ms cercana. b. En parroquias muy extensas, constituidas por mltiples barriadas o sectores sin capilla, en la parte externa de una casa u otro lugar pblico decoroso. c. Con ocasin de algn acontecimiento pastoral importante o para un grupo especfico de feligreses, cuando el espritu misionero o el proceso de evangelizacin requiere salir del templo para estar donde est la gente. En particular, en celebraciones con ocasin de peregrinaciones o romeras. 10. Nuestro pueblo celebra, con sentido religioso, acontecimientos familiares y cvicos, para los cuales solicita la celebracin de la Eucarista. Ante la ambigedad de las motivaciones en relacin a la naturaleza de la Eucarista y su significado para la vida cristiana, se establecen las normas siguientes: - Se celebrar la Eucarista cuando se trate de acontecimientos para los cuales el Misal tiene prevista celebracin y la familia o grupo que la solicita participe habitualmente en la comunidad cristiana.

Directorio de Pastoral Litrgica - Los casos de familias o grupos que no participan habitualmente en la comunidad eclesial requieren un especial discernimiento, principalmente en relacin con las exequias. Ordinariamente, ser preferible realizar una liturgia de la Palabra, juntamente con los ritos exequiales, cuando se trata de un difunto no creyente. El dilogo pastoral con la familia o el grupo ayudar a discernir qu es lo ms oportuno en cada caso; no obstante, ha de respetarse el derecho de todo fiel cristiano a tener exequias eclesisticas (Cf. cnsll76 y 1183). - En caso de acontecimientos sociales o cvicos, para grupos polticos, gremiales o culturales, se debe celebrar, ordinariamente, una liturgia de la Palabra con orientacin evangelizadora en conexin con el acontecimiento. - Debe excluirse la Eucarista y cualquier otra celebracin de la Iglesia en los casos que impliquen manipulacin o legitimacin de injusticias, fiestas paganas, propaganda comercial, o poltica partidista. - En las dudas, consltese al Ordinario del lugar, aportando elementos de discernimiento, y atnganse a lo que se determine. ASPECTOS PARTICULARES SOBRE LA EUCARISTA 11. La Iglesia cuida con mucho esmero la traduccin literal de los textos litrgicos, con el fin de garantizar una mayor fidelidad de la celebracin con la fe de ella. Sobre todo en el caso de las frmulas sacramentales, que deben expresar la naturaleza y los frutos de su accin y son elementos integrales para la validez de la celebracin y por tanto, deben unificarse universalmente. Con este espritu, la Congregacin del Culto Divino, junto con la Congregacin de la Doctrina de la Fe, han realizado una revisin y correccin de la expresin "por todos" en las palabras de la consagracin del vino en la Eucarista, encontrando ms fiel al texto la traduccin "por muchos". En efecto, Cristo ofrece la salvacin a todos en la espera que todos la acepten, pero respetando el libre albedro de cada uno. Es la expresin usada en los relatos de la Institucin de los evangelios dirigidos a comunidades judas: "esta es mi sangre de la Alianza que se derrama por muchos" (Me 14,24); "Beban todos de ella (la copa), porque sta es mi Sangre de la Alianza, que es derramada por muchos para el perdn de los pecados" (Mt.26, 28). Se relaciona tambin con otros textos bblicos, como el cuarto cntico del Siervo de Yahv: "Mi siervo justificar a muchos... Carg los pecados de muchos e intercedi por los rebeldes" (Is. 53, 11-12); "El Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir y dar su vida como rescate por muchos" (Mt. 20,28; Me 10,45).
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De igual manera, a partir del 1 de marzo del 2009, con la debida autorizacin de la Santa Sede, la Conferencia Episcopal de Panam orden el uso del "USTEDES" en las frmulas de la Consagracin de las Plegarias Eucarsticas. Parece lgico que se use tambin de manera habitual el "USTEDES" en las frmulas de saludo y otras expresiones de comunicacin durante la celebracin. 12. Se autoriza el rito de la Comunin en la mano segn la concesin de la Santa Sede, a saber: - Cuando esta concesin sea aplicada por cada Obispo en su propia dicesis. - Cuando los fieles sean previamente instruidos sobre el modo y la reverencia de esta forma de recibir la Comunin. - Cuando se respeta la libertad de los fieles de recibir la Comunin o bien en la mano o bien en la lengua, segn el modo tradicional. 13. La comunin bajo las dos especies es siempre recomendable y en particular en casos de especial significado, como confirmaciones, matrimonios y solemnidades. 14. La comunin fuera de la Misa debe limitarse a los casos siguientes: - La comunin a los enfermos, precedida de una breve Liturgia de la Palabra. - La comunin a los fieles en comunidades apartadas sin sacerdote, que han madurado su fe con la celebracin habitual de la Liturgia de la Palabra. En estos casos, se tendr en el templo el Sagrario, con la Eucarista que se renueva peridicamente con la celebracin de la Santa Misa, autorizndose ministros extraordinarios de la comunin, segn las normas establecidas. - En casos especiales, cuando algunos fieles, por justo impedimento, quedan habitualmente privados de la Comunin por mucho tiempo, si no la reciben fuera de la Misa. 15. En cuanto al nmero de Misas diarias que puede celebrar un sacerdote, se establece lo siguiente: - Se recomienda encarecidamente que cada sacerdote celebre una Misa diaria, aunque no pueda tenerse asistencia de fieles (cf. en. 904). - Por motivos pastorales, puede el mismo sacerdote celebrar diariamente una segunda Misa. - Los domingos y fiestas de precepto, por razones pastorales, se autoriza un mximo de tres Misas a cada sacerdote. 63

Directorio de Pastoral Litrgica - Las demandas pastorales no son, habitualmente, motivo suficiente para dispensar, de las anteriores normas. Dichas demandas constituyen un motivo plenamente justificado para sustituir la Eucarista por la celebracin de la Palabra. 16. Segn prescripto de la Sagrada Congregacin para el Culto Divino, todo Obispo y Prroco o Encargado de Parroquia, est obligado a celebrar una misa Pro Populo cada domingo y en las dems fiestas de guardar es decir, Fiesta de la Inmaculada Concepcin (8 de Diciembre), Navidad (25 de Diciembre), Solemnidad de Santa Mara Madre de Dios (1 de Enero). 17. Fomntese el culto a la Eucarista fuera de la Misa, como la adoracin al Santsimo Sacramento, las Horas Santas y otras devociones. Del mismo modo, exprsese la fe en el Sacramento en el decoro y adorno establecidos por las normas de la Iglesia. 18. Salvo casos de emergencia, ningn Obispo, Sacerdote o Dicono debe celebrar los sacramentos sin el ornamento litrgico apropiado que, segn las normas litrgicas, son: para la Misa, alba, estola y casulla; para los dems sacramentos, alba y estola, o sotana, roquete y estola. En el caso de la concelebracin eucarstica, al menos el Celebrante principal debe usar casulla. Si se trata de sacramentales o bendiciones y se hacen fuera del templo, al menos clerygman y estola. 3.3 LA CELEBRACIN DOMINICAL EN ESPERA DEL PRESBTERO. Introduccin. Ninguna comunidad eclesial debiera quedarse sin Eucarista dominical. Sin embargo, tanto en las periferias urbanas como en las reas rurales, muchas comunidades han de resignarse a realizar una Celebracin de la Palabra. Con mucho realismo, los Obispos latinoamericanos reunidos en Aparecida sealaron: "El insuficiente nmero de sacerdotes y su no equitativa distribucin imposibilitan que muchas comunidades puedan participar regularmente en la celebracin de la Eucarista. Recordando que la Eucarista hace a la Iglesia, nos preocupa la situacin de miles de estas comunidades privadas de la Eucarista dominical por largos perodos de tiempo" (DA 100 e). Consciente de que toda comunidad eclesial necesita celebrar su fe y debido a la persistente escasez de sacerdotes, la Iglesia autoriza y promueve las celebraciones dominicales de la Palabra, presididas por un dicono permanente, o por un laico o laica, 64

Conferencia Episcopal Panamea delegados por el Obispo con tal fin. El Documento Conclusivo de Aparecida reafirma la validez de esta prctica: "Algunos discpulos y misioneros del Seor son llamados a servir a la Iglesia como diconos permanentes... Ellos son ordenados para el servicio de la Palabra, de la caridad y de la liturgia... " (DA 205). "Los laicos tambin estn llamados a participar en la accin pastoral de la Iglesia, primero con el testimonio de su vida y en segundo lugar, con acciones en el campo de la evangelizacin, la vida litrgica y otras formas de apostolado, segn las necesidades locales bajo la gua de sus pastores. Ellos estarn dispuestos a abrirles espacios de participacin y a confiarles ministerios y responsabilidades en una Iglesia donde todos vivan de manera responsable su compromiso cristiano. A los catequistas, delegados de la Palabra y animadores de comunidades, que cumplen una magnfica labor dentro de la Iglesia, les reconocemos y animamos a continuar el compromiso que adquirieron en el bautismo y en la confirmacin " (DA 211). La Congregacin para el Culto Divino public el 2 de junio de 1988 un Directorio para las celebraciones dominicales en ausencia del Presbtero (DCDAP), cuyo propsito es establecer las condiciones que legitiman tales celebraciones y ofrecer algunas indicaciones para su correcta celebracin. Luego de reafirmar que la manera normal y principal de santificar el da del Seor es mediante la celebracin de la Eucarista en comunidad (cf. DCDAP 8-17), el documento establece las normas que han de regir las celebraciones dominicales en ausencia del presbtero. Condiciones para las celebraciones dominicales en espera del Presbtero. 1. Debe darse la imposibilidad de tener o de trasladarse a un lugar cercano para celebrar el misterio eucarstico (cf. DCDAP 18). 2. Se recomienda la proclamacin de las lecturas y oraciones asignadas para ese da del tiempo litrgico; puede seguir la comunin eucarstica. Los fieles pueden nutrirse as, al mismo tiempo, de la Palabra y del Cuerpo de Cristo (cf. DCDAP 19-20). 3. Los fieles deben percibir con claridad que tales celebraciones tienen carcter de suplencia. Debern cesar apenas tengan la posibilidad de participar en una celebracin eucarstica; no estarn justificadas si se tuvo ya la Misa en la tarde precedente, aunque sea en una lengua diversa; hay que evitar toda forma de confusin entre las reuniones de este tipo y la celebracin eucarstica. (cf. DCDAP 21-22). 65

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4. Este estado de suplencia debe hacer sentir incomodidad por la carencia de sacerdotes. e impulsar a los fieles a pedir al Seor que enve obreros a su mies. Ms que "sin presbtero", estas celebraciones hay que considerarlas como hechas "en su espera" (cf. DCDAP 23-27). 5. No se constituyan asambleas de este tipo si no se cuenta con el permiso explcito del Obispo y bajo el ministerio pastoral del prroco (cf. DCDAP 24). El Obispo, por su parte, debe verificar la absoluta carencia de sacerdotes (incluso religiosos), el nmero de Misas celebradas en la regin y la asistencia de los fieles (cf. DCDAP 25). El mismo Obispo, con oportuna catequesis, tendr que explicar la gravedad de las causas que determinan tal medida, exhortando a la corresponsabilidad y la cooperacin (cf. DCDAP 26). 6. El ministro idneo para tales celebraciones, en ausencia del presbtero, es el dicono; luego vienen los lectores y aclitos instituidos; despus, las religiosas, los laicos, hombres y mujeres, que pueden ejercer esta funcin en base a su bautismo y confirmacin (cf. DCDAP 30). A stos los llamamos Delegados/as de la Palabra. 7. Las cualidades exigidas son: conducta de vida conforme al Evangelio, ser bien aceptados por los fieles, ser designados por un tiempo determinado y pblicamente acreditados ante la comunidad, que tengan oportuna y continua formacin (cf. DCDAP 30); que ejerzan su ministerio con sincera piedad y con orden, limitndose a hacer todo y solamente lo que les concierne (cf. SC 29) (cf. DCDAP 31). 8. Los laicos designados sepan que este cometido no es un honor, sino que es ms bien un servicio a los hermanos: un cometido de "suplencia" cuando faltan los ministros (cf. CIC, can 230 & 3). 9. Se tenga despus en gran consideracin la oportunidad de celebrar alguna parte de la Liturgia de las Horas (Breviario), con la posibilidad de insertar en ella las lecturas del domingo corriente y al final, distribuir la Comunin eucarstica (cf. DCDAP 33). La celebracin. 1. Para evitar la confusin con la Misa, no se hagan procesiones con las ofrendas ni se recite la plegaria eucarstica (cf. DCDAP 35). 2. Cuando preside un dicono, ste se reviste y se comporta de acuerdo con su ministerio y segn seala el Directorio correspondiente (cf. DCDAP 38), evitando se confunda con la celebracin de una Misa. 66

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3. Cuando preside un laico, ste debe comportarse como uno entre iguales (Dice: "el Seor nos bendiga... Bendigamos.... Vayamos...), evitando usar expresiones reservadas al presbtero (cf. DCDAP 39). El vestido sea adecuado, no clerical. La sede sea distinta de la del presbtero; se use el altar solamente para poner el pan consagrado (cf. DCDAP 40). 4. La celebracin se compone de dos partes: a. La celebracin de la Palabra de Dios, que comprende: los ritos iniciales, las oraciones y lecturas del domingo corriente; se puede dar una explicacin de las lecturas y observar unos minutos de silencio; la oracin universal o de los fieles; la accin de gracias (con un Salmo adecuado o con el Gloria o el Magnficat) (cf. DCDAP 42-45). b. La distribucin de la Comunin: se sigue el Rito de la Comunin fuera de la Misa (Padre nuestro, rito de la paz, comunin, silencio, accin de gracias). Siguen los avisos y noticias comunitarios o parroquiales (cf. DCDAP 47-50). Les corresponde a los seores prrocos proveer los adecuados subsidios para que los delegados y las delegadas de la Palabra dispongan de todo lo necesario para poder presidir la celebracin dominical de manera ptima. Conclusin: Todos los cristianos deben estar convencidos de que no pueden vivir su fe, ni participar en la misin universal de la Iglesia, sin participar en la asamblea eucarstica dominical y nutrirse del pan consagrado. Verificndose tal imposibilidad por falta de un sacerdote, en su ausencia o espera, un dicono, una religiosa, un laico o laica se encargar de congregar a la comunidad, de presidir la oracin, de proclamar la Palabra de Dios, de distribuir la Comunin. Hgase todo sin confusin con la Misa, despus de la debida catequesis, en espera de poder celebrar la Eucarista. El Papa Benedicto XVI, refirindose a fieles laicos en general y en particular a los delegados de la Palabra -quienes son los que habitualmente presiden las celebraciones dominicales en ausencia del presbtero- expres: "Ellos, mediante el testimonio de su vida cristiana, pueden llevar a todos los sectores de la sociedad la luz del mensaje de Cristo, atrayendo a la comunidad eclesial a aquellos cuya fe se ha debilitado o se encuentran alejados de ella. (...) Necesitan por tanto, intensificar su relacin con Dios y adquirir una slida formacin... De esta manera, como fermento en medio de la masa, podrn cumplir su misin de transformar la sociedad segn el querer de Dios." (Discurso a los Obispos hondurenos en su visita ad Lmina, junio 2008). 67

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3.4 EL MINISTERIO EXTRAORDINARIO DE LA COMUNIN "El Ministro Extraordinario de la Comunin es el fiel laico, varn o mujer, que voluntaria y libremente, ante un llamado de su prroco o del sacerdote capelln de una institucin de la Iglesia, se consagra, por un tiempo determinado, para facilitar el que sus hermanos tengan mayor acceso y facilidad para acercarse a la Sagrada Comunin y participar as ms a menudo y con mayor plenitud en los frutos del sacrificio de la misa. Esta participacin permitir, tanto al ministro como a sus hermanos, una entrega ms plena y de mayor celo por el servicio de Dios y del bien de la Iglesia " (Congregacin de los Sacramentos, "Immensae Charitatis ", 1973, Introduccin). Realidad: En muchas parroquias y comunidades eclesiales, laicos y laicas, debidamente escogidos y preparados, ayudan al celebrante en la distribucin del Cuerpo de Cristo, llevan la Comunin a los enfermos o a las comunidades eclesiales sin ministro ordenado. No es una prctica nueva en la Iglesia; hasta el siglo VIII fue costumbre frecuente para los laicos el llevar la Eucarista a sus casas, luego de la celebracin dominical, especialmente para la comunin de los enfermos y ancianos. Posteriormente, fue restringida y admitida slo para circunstancias excepcionales (persecucin, deportacin, cautiverio, etc.). Despus del Concilio Vaticano II, la Iglesia reintrodujo oficialmente este Ministerio Extraordinario de la Comunin, (cf. Congregacin de los Sacramentos, "Instructio de Ministris Extraordinaris S. Comunionis Eucaristicae Ministrandae", 1969; Instructio "Inmensae Caritatis", 1973). Reflexin teolgica: - La Comunin es la participacin plena en el sacrificio de Cristo. El Concilio Vaticano II, en continuidad con pronunciamientos anteriores del Magisterio, "recomienda especialmente la participacin ms perfecta en la Misa, la cual consiste en que los fieles reciban del mismo sacrificio el Cuerpo del Seor" (Constitucin sobre la Liturgia, No. 55). Aunque los ministros ordinarios de la Eucarista sean y siguen siendo los sacerdotes y diconos, sucede que estos ministros son insuficientes para responder al legtimo deseo de comulgar de los fieles, en los siguientes casos: 1. En las Misas donde son muy numerosos los fieles que van a comulgar o donde el celebrante se encuentra impedido por alguna dificultad especial. 68

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2. En aquellos lugares donde numerosos enfermos desean comulgar frecuentemente ylos ministros ordenados no estn en la capacidad de satisfacer esa necesidad. 3. En las comunidades eclesiales donde la ausencia del sacerdote impide recibir la Eucarista. - Los fieles laicos, por su bautismo, son llamados a ofrecer sus servicios a la comunidad eclesial. El decreto del Vaticano II sobre el Apostolado de los Laicos, prev que "los laicos puedan recibir ciertas funciones que estn ms estrechamente unidas a los deberes de los pastores, como, por ejemplo, en la explicacin de la doctrina cristiana, en determinados actos litrgicos y en la accin pastoral" (AA24). Aparecida reitera que los laicos, aunque su misin propia se desarrolla en el mundo, "tambin estn llamados a participar de la accin pastoral de la Iglesia (...) con acciones en el campo de la evangelizacin, la vida litrgica y otras formas de apostolado... " (DA 211). Los laicos y las laicas que ejercen como ministros extraordinarios de la Comunin se ponen as al servicio de su comunidad eclesial. - El ministerio extraordinario es una ayuda a los presbteros. El Presbtero, en la asamblea, tiene el lugar de Cristo; slo l puede consagrar el pan y el vino en el Cuerpo y la Sangre del Seor para repartirlo entre todos. l ha sido constituido para servir a su pueblo: as tiene la misin particular de visitar a los enfermos, proporcionarles los sacramentos de la Penitencia, de la Eucarista y la Uncin de los Enfermos. El Ministro Extraordinario de la Comunin no adquiere, pues, un poder y una responsabilidad que slo puede conferir el Sacramento del Orden, sino que ayuda al sacerdote a ejercer mejor su ministerio. Lneas pastorales: - Perfil del ministro o ministra extraordinario de la Comunin. Ha de ser persona de profunda espiritualidad, madura en la fe, de Comunin semanal o diaria, que frecuente el sacramento de la Reconciliacin, con espritu y celo apostlico, servicial y con gran amor a los dems, de buenas costumbres, sin graves problemas familiares, si no es soltero y sin compromisos familiares, que sea casado por la Iglesia. - La Iglesia local proveer al ministro extraordinario de la Comunin suficiente formacin teolgica, bblica, pastoral y litrgica. 69

Directorio de Pastoral Litrgica - El ministerio extraordinario es conferido por medio de designacin o envo (par tiempo limitado), no de institucin (que es permanente). La designacin la realiza el presbtero que tiene a su cargo el territorio pastoral; normalmente el prroco, debe escuchar previamente el parecer de la comunidad eclesial. - La persona escogida, aceptada su designacin, ser presentada a la comunidad mediante un rito de envo. - Este ministerio es conferido con carcter extraordinario y de manera temporal. El tiempo normal es de dos aos, renovables una sola vez. - Habr cesacin de funciones: por conducta inadecuada; por cesacin del presbtero que los design. En el caso del ejercicio de un cargo pblico o poltico, queda a juicio del Ordinario.

SEGUNDA PARTE: LOS SACRAMENTOS DE RECUPERACIN INTRODUCCIN "El discpulo experimenta que la vinculacin ntima con Jess en el grupo de los suyos es participacin de la Vida salida de las entraas del Padre, es formarse para asumir su mismo estilo de vida y sus mismas motivaciones (cfr. Le. 6, 40b), correr su misma suerte y hacerse cargo de su misin de hacer nuevas todas las cosas" (DA 131). En el seguimiento de Jess, tanto en la conducta personal del creyente como en la vida de la comunidad eclesial, existen "deficiencias y ambigedades " (DA 98) que nos separan de Cristo, resquebrajan la comunin entre hermanos, y que nos constituyen en una "comunidad de pobres pecadores, mendigantes de la misericordia de Dios " (DAlOOh). Gracias a esa inmensa misericordia de Dios, ningn hijo suyo est condenado a perderse sin remedio. Aun en los momentos de crisis ms profunda, cuando la persona experimenta su lejana de Dios por haber perdido la comunin y la fraternidad, o cuando una comunidad percibe haberse apartado de su misin de ser Buena Noticia, no falla nunca el amor misericordioso de Dios que "no se complace en la muerte de nadie sino en que se convierta y viva" (Ez. 18, 32). Como buen Pastor, busca a la oveja perdida, trae de vuelta a la descarriada, venda a la herida, fortalece a la enferma (Cf. Ez. 34, 16).

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Conferencia Episcopal Panamea Por eso, cuando lleg la hora, nuestro Dios se hizo Amor y Misericordia en Jess, que vino "a buscar y salvar lo que estaba perdido " (Le. 19, 10) y que muri y resucit por todos "para que tengan vida y la tengan en abundancia " (Jn. 10, 10). Recuperar y fortalecer nuestra unin con Jesucristo y reconstruir el vnculo fraterno con la comunidad eclesial es esencial para la supervivencia del cristiano. Dos sacramentos nos ayudan en ese proceso de reconstruccin de la vida cristiana, uno desde los escombros del pecado: el sacramento de la Reconciliacin (o Penitencia); y otro desde los dolores de la enfermedad: la Uncin de los Enfermos.

4. EL SACRAMENTO DLA RECONCILIACIN

"Nuestros pueblos no quieren andar por sombras de muerte; tienen sed de vida y felicidad en Cristo. Lo buscan como fuente de vida; anhelan esa vida nueva en Dios a la cual el discpulo del Seor nace por el Bautismo y renace por el sacramento de la reconciliacin " (DA 350). 4.1 La realidad. - El nmero de feligreses que se acercan al sacramento de la Reconciliacin es bastante bajo y en su mayora, son mujeres y nios; se nota resistencia, principalmente entre, los adultos y los jvenes varones. La "confesin", como la mayora an lo conoce, adquiere auge con ocasin de ciertas devociones o peregrinaciones, como la del Cristo de Atalaya. Para muchos, este sacramento no tiene identidad propia, se recibe en funcin de otro: para confirmarse, comulgar, casarse, etc. En las ltimas dcadas, se nota una leve reviviscencia en la prctica de la Reconciliacin en los grupos ms allegados a las parroquias y a los movimientos de espiritualidad. - Muchos de los que se consideran cristianos, inclusive los comprometidos, no ven el valor de este sacramento; algunos alegan que lo importante es la conversin y que el rito no cambia el corazn de la persona; otros rechazan la mediacin sacerdotal por no entenderla.

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- Entre las razones ms profundas que explican el desaprovechamiento de este sacramento est la prdida del sentido del pecado, fenmeno caracterstico de una sociedad cada vez ms secularizada y permisiva, con gran impacto en las nuevas generaciones. Tambin contribuye la poca disponibilidad del clero en tiempo y en espacios adecuados para la celebracin del sacramento de la reconciliacin. - Una gran cantidad de cristianos adultos, aun entre los de prctica dominical constante, se ven impedidos de celebrar el sacramento de la Reconciliacin, debido a su situacin matrimonial irregular. - La baja frecuencia en la celebracin de este sacramento se debe tambin, en parte, a la forma usual de celebrarlo, muy rutinaria, poco seria, centrada en lo individual sin tener en cuenta los aspectos sociales y de justicia. No se ha promovido una adecuada catequesis que resalte las diversas dimensiones de una conversin permanente a lo largo de la vida cristiana. - La crisis existente no anuncia el fin de la prctica sacramental, ya que mientras exista el pecado, la recuperacin de la comunin con Dios y la comunidad eclesial siempre ser necesaria, y para ello Cristo ha instituido este sacramento. 4.2 Reflexin Teolgica. El cristiano es por el Bautismo una "criatura nueva" y por la Confirmacin se capacita para vivir su fe como "hombre nuevo"; pero pierde la vida nueva de la gracia por el pecado. Por eso, Dios, en su misericordia infinita y a travs del ministerio de la Iglesia, nos ha dejado en el sacramento de la Penitencia la posibilidad de apropiarnos por la apertura al Espritu Santo y movidos por l, reconocer nuestro pecado y gozar de la reconciliacin alcanzada por y en Cristo, recuperando as la comunin con Dios y los hermanos (cf. Jn. 20,18-23). Sealaremos tres aspectos que nos parecen de especial importancia: - El sacramento de la Reconciliacin es un reencuentro con Cristo, que nos incorpora nuevamente a la victoria de su Pascua. - El sacramento de la Reconciliacin es un reencuentro con los hermanos que nos incorpora nuevamente a la Iglesia; pueblo de Dios. - El sacramento de la Reconciliacin nos reincorpora al proceso de crecimiento en la vida de la fe. 1) El sacramento de la Reconciliacin es un reencuentro con Cristo, que nos incorpora nuevamente a la victoria de su Pascua.

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- Desde la desobediencia de Adn y Eva, que en el libro del Gnesis representan a todo hombre y mujer, hemos sido hechos esclavos del "seor de la muerte " (Hebr. 2, 14) quien nos ata y presiona a hacer el mal que, en el fondo, no queremos (cf. Rom. 7, 14-15). Todos nos hallamos bajo el pecado (Rom. 3. 9. 19-25). Jesucristo, en cambio, por su obediencia, se convirti en causa de salvacin eterna para todos los que obedecen (cfr. Hebr. 5, 6). l venci al seor de la muerte mediante su propia muerte (cf. Hebr. 2, 14), resucitando y dndonos la libertad. El cristiano puede cantar "la muerte ha sido devorada en la victoria, dnde est, oh muerte, tu victoria: dnde est, oh muerte, tu aguijn?... Gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por nuestro Seor Jesucristo!" (1 Cor. 15, 55-57). - De esta manera, la victoria de Cristo nos incorpora a una nueva vida. Pero "en el ejercicio de nuestra libertad, a veces rechazamos esa vida nueva (cf. Jn. 5, 40) o no perseveramos en el camino (cf. Hb. 3, 12-14). Con el pecado optamos por un camino de muerte; por eso, el anuncio de Jesucristo siempre llama a la conversin, que nos hace participar del triunfo del Resucitado e inicia un camino de transformacin " (DA 351). - En el sacramento de la Reconciliacin, celebramos el amor de Dios Padre que, siendo padre amoroso ("Abb"), nos reconcilia con l y con sus dems hijos -la comunidad eclesial- hacindonos una vez ms partcipes de la victoria de Cristo sobre el pecado. Porque en cada Reconciliacin nos volvemos a identificar plenamente con Jess, tal como lo hicimos inicialmente con ocasin de nuestro Bautismo; y l, por los mritos de su amor hasta el extremo, nos da o devuelve el Espritu que nos permite vivir como verdaderos hijos e hijas de Dios. No sin razn la absolucin sacramental se da "en el nombre del Padre y del Hijo y del Espritu Santo". - Cada "confesin" es un refuerzo de nueva vida, es una victoria sobre el mal, una Pascua, una fiesta del perdn y del amor que hemos de celebrar con gran alegra, porque "est en el corazn de la vida cristiana " (DA 535). 2) El sacramento de la Reconciliacin es un reencuentro con los hermanos que nos incorpora nuevamente a la Iglesia; pueblo de Dios. - El da de Pentecosts, la Iglesia se constituye en signo de amor y unidad; por el testimonio de vida de sus miembros, se hace visible y evidente al mundo la victoria de Cristo sobre el pecado. "As reconocern todos que ustedes son mis discpulos: si se tienen amor unos a otros " (Jn. 13, 35).

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- Todo pecado, an el personal y oculto, tiene repercusiones comunitarias y sociales significativas y afecta negativamente la vida de la Iglesia, comunidad, signo. El pecado la convierte en antisigno; si alguien rompe con Dios, ya no puede relacionarse adecuadamente con los hermanos ni ser signo de la victoria de Cristo; de igual forma, el pecado contra los hermanos imposibilita la comunin con Dios (cfr. Mt. 5, 25). Con el pecado se rompe la comunin fraterna, se lesiona la vida comunitaria, se rompe el equilibrio de toda la creacin y queda afectada la Iglesia como realidad visible y sacramental en el mundo (Cf. Ritual de la Penitencia, Intr. N 50). - Si el pecado tiene dimensin comunitaria y social, la reconciliacin debe tambin incluirla. Esta realidad era tan fuerte para la Iglesia primitiva que senta la necesidad de excomulgar (separar de la comunin) al pecador culpable de ciertos pecados pblicos, invitndolo y ayudndolo a la conversin; luego, el sacramento culminaba con una reconciliacin solemne y visible con la Iglesia mediante la persona del Obispo o del Presbtero, quien lo reintegraba a la comunin. Tambin hoy, el sacramento produce ese reencuentro con los hermanos, esa reincorporacin a la comn unidad con ellos. - Cristo confi a los Apstoles y a su Iglesia el ministerio de la reconciliacin (cfr. 2 Cor. 5, 18-21). En el rito actual del sacramento, el ministerio del sacerdote consiste en ser la voz amorosa de Dios, "fuente nica de gracia y de perdn " (DA 535), que confirma su perdn por medio de la Iglesia, y ser el representante de la comunidad eclesial que acoge nuevamente en su seno al hermano reconciliado. - Cristo no solamente reconcilia al hombre con Dios sino tambin con la sociedad y el universo entero. l "ha derribado el muro que separaba a los hombres, reconcilindolos entre s y constituyndolos un solo pueblo " (Ef. 2, 14). La reconciliacin ha de extenderse "a los diversos mbitos y entre todos nuestros pases " (DA 535) y con toda la creacin (ecologa, etc.) (Cf. DA 450 ss). 3) El Sacramento de la Reconciliacin nos reincorpora al proceso de crecimiento en la vida de la fe. - La vida del cristiano es un peregrinar hacia el Padre conformndonos cada da ms con Cristo, lo que exige una continua "conversin" de nuestros caminos. La conversin, tal como es presentada por la Historia de la Salvacin, no consiste en liberarse de pecados como actos aislados, sino sobre todo del pecado que consiste en una opcin fundamental que excluye a Dios como el Seor de nuestras vidas y luego genera otros pecados. Por eso la conversin ser un continuo cambio de vida y de mentalidad.

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- Adems del perdn de los pecados se recibe una gracia especial, que permite fortalecerse contra las fuerzas del pecado y gozar del seoro efectivo de Cristo sobre el mal. - En el sacramento de la Reconciliacin deben destacarse, pues, dos aspectos: La conversin como don de Dios y la conversin como cooperacin de la persona humana. Dios es fiel y siempre cumple sus promesas de darnos un corazn nuevo y un espritu nuevo (Cf. Ez. 36, 26), pero no puede hacerlo contra la libertad de la persona. l toma la iniciativa en la conversin, da al pecador frecuentes gracias para que regrese a su amor, pero le toca al hombre acogerla en verdad y dar pasos de sincera conversin. - El sacramento no produce efectos mgicos; aunque se confiesen los pecados y se reciba la absolucin, si no hay arrepentimiento y voluntad de cambio no puede haber perdn. Por falta de seriedad en la conversin, algunos piensan que el mismo sacramento no sirve, olvidando que depende tambin de la colaboracin humana. La conversin es un proceso permanente, ya que mientras peregrinamos necesitamos reorientar constantemente nuestras vidas hacia Dios; en este sentido "la reconciliacin est en el corazn de la vida cristiana " (DA 535). 4.3 Lneas Pastorales. 4.3.1 Preparacin - Sin perder de vista que en toda persona, por ms pecadora que sea, existe tambin la bondad, la Iglesia nunca debe cansarse de llamar a la conversin y anunciar el perdn de los pecados como don amoroso de Dios. Para ayudarla a adquirir un espritu de conversin, ha de valorar y aprovechar los tiempos litrgicos, en especial Adviento y Cuaresma (de manera particular el Mircoles de Ceniza), que conllevan toda una pedagoga y una catequesis al respecto; no debe desaprovechar los procesos de iniciacin o reiniciacin de adultos, ni tampoco la formacin en torno a la Comunin, Confirmacin y Matrimonio para educar en la Reconciliacin. Tambin a los que estn en situacin irregular matrimonial: aunque no sean sujetos del sacramento, deben ser acogidos y aconsejados. - Para crear una mentalidad de conversin permanente, hay que iniciar a los cristianos en los numerosos caminos de reconciliacin y perdn que la Iglesia les ofrece; el trabajo realizado como servicio, la aceptacin de su realidad cotidiana, la correccin fraterna, la oracin, la limosna y el ayuno, la prctica de la caridad, la solidaridad y la justicia, etc., constituyen esfuerzos de conversin y caminos de 75

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reconciliacin pasando por lo visible y lo humano. La prctica rutinaria del sacramento no podr sustituir estos caminos de conversin. - Hay que crear una recta comprensin respecto del pecado y la conversin. - Es necesario que se tenga claridad en qu es confesin, direccin espiritual y consejera, al mismo tiempo que saber dar la debida relacin. La catequesis sobre el pecado debe tender a recuperar el sentido de pecado como ruptura o degradacin de las relaciones personales con Dios, con los hombres y el universo, ms all del sentido de infraccin de leyes o del mero sentido de culpabilidad (Cf. Ritual de la Penitencia, Orientaciones, n 48). Debe ayudar a descubrir la dimensin social de todo pecado individual y la existencia del pecado colectivo, de estructuras injustas contra las que es preciso luchar. Se debe mirar ms a la realidad, a las acciones que se hacen o se omiten, a la responsabilidad de cada uno ante los hechos que se presentan como pecados histricos y colectivos. Debe crear conciencia de que hay pecado mortal cuando la persona mantiene una actitud fundamental de rechazo del plan de Dios, a travs de actos egostas que impiden que la historia personal o global se realice en el amor y en la justicia. La conversin ir en la lnea de la iluminacin y cambio de esta opcin o actitud fundamental; la conversin no se dar solamente a nivel interno sino que tambin comportar una dimensin eclesial, social y poltica, entendida como presencia racional y responsable de los hombres en la historia. - Es necesario insistir en la dimensin comunitaria de la Reconciliacin; siendo la comunidad solidaria en el pecado, tambin lo ha de ser en la celebracin de la penitencia, sin por ello minimizar el valor de la reconciliacin individual ni querer desterrar su prctica. La celebracin comunitaria resalta tambin ms la dimensin eclesial y el aspecto litrgico del sacramento: escucha de la Palabra, reflexin, oracin comunitaria, participacin de la comunidad. Las confesiones individuales, llamadas de devocin, mantienen su valor, pero no en una concepcin intimista sino como medio para configurarse siempre ms con Cristo. No se debe pensar que cuanto ms se recibe el sacramento, ms gracia se acumula; aqu no se trata de cantidad sino de la calidad de la configuracin con el Seor. - Siendo la reconciliacin un proceso, es preciso predicarla antes de celebrarla; el anuncio es una fase previa indispensable, ya que no se puede celebrar lo que no 76

Zmjvt'gna Ej>mt>ptA ? mwnmti se conoce. Este anuncio, a la vez que una iluminacin, es una noticia gozosa de la redencin y una manera de suscitar en el pecador la fe necesaria para que se le perdonen ios pecados (Cf. Me 2, 5). Convendra organizar un calendario y horario de confesiones puesto en un lugar visible para informar a los fieles que deseen recibir el sacramento; y al inicio de cada tiempo litrgico o con motivo de acontecimientos especiales, anunciar las fechas de las liturgias comunitarias. Puede ser tambin propicio que las parroquias tengan un da especial al ao, que gire entorno al Perdn. 4.3.2 Celebracin - El ritual nos presenta una variedad y riqueza de formas de celebracin, que no se excluyen sino que se complementan, porque responden a diversas situaciones. Se ofrecen dos tipos de celebraciones penitenciales: las no sacramentales y las sacramentales. a. Las celebraciones penitenciales no sacramentales. El ritual las describe como "reuniones del Pueblo de Dios para escuchar su Palabra que nos invita a la conversin y a la renovacin de la vida " a la vez que proclamamos nuestra liberacin del pecado por la muerte y resurreccin de Cristo. Su estructura es la que se acostumbra en las celebraciones de la Palabra de Dios; puede presidirlas un dicono o un catequista (Ritual de la penitencia, Intr. N 36), un delegado de la Palabra o un laico comprometido. El rito penitencial al inicio de la Eucarista es un momento importante de reconciliacin no sacramental, que prepara al creyente y a la Asamblea para el encuentro con Cristo en su Palabra y la Comunin. Para lograr el mayor provecho, ha de realizarse sin prisas y evitando la rutina. b. Las celebraciones sacramentales. La reconciliacin de un solo penitente, es la frmula ms usada actualmente; contiene todos los elementos para que sea una celebracin litrgica, permite organizar un dilogo y la posibilidad de ayuda con orientacin espiritual. "Esto supone que los prrocos... Dediquen tiempo generosamente al sacramento de la reconciliacin " (DA 202), estn disponibles y atentos, y tengan sentido de responsabilidad para aprovechar todas las posibilidades que ofrece esta forma. La celebracin penitencial comunitaria con confesin y absolucin individual (forma comunitaria compuesta). - De hecho es la nica frmula penitencial ordinaria que presenta un aspecto de celebracin que expresa los valores comunitarios y eclesiales, por lo que -segn el

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Directorio de Pastoral Litrgica criterio arriba expresado- debe preferirse a la reconciliacin privada. As aparece la presencia de toda la comunidad en la accin, reconciliacin de la Iglesia y la proyeccin eclesial de un cambio de vida comprometida. - Esta forma exige un nmero de sacerdotes proporcionado al de los penitentes, para evitar prolongar demasiado la celebracin. - El dilogo debe limitarse a lo esencial de la acusacin y la orientacin fundamental. Celebracin penitencial con absolucin comunitaria sin confesin individual. Es la forma que presenta las caractersticas plenamente comunitarias, pero slo se permite para casos determinados cuando surge una grave necesidad. A este respecto la Conferencia Episcopal Panamea legisl lo siguiente: "Las Absoluciones Colectivas tienen un carcter absolutamente excepcional; no constituyen una opcin pastoral normal, ni son un medio para resolver una situacin creada por la sola afluencia espordica de fieles. Fuera de la imposibilidad fsica de confesarse en peligro de muerte, la absolucin colectiva slo est permitida cuando, por imposibilidad moral, ajuicio del Obispo Diocesano, un grupo de penitentes que se congrega habitualmente, busca la reconciliacin con Dios y con la Iglesia, y se halla ante el hecho de que no hay confesores suficientes, ni tiempo razonable para atenderlos. As, sin culpa, se veran obligados a quedar privados, por largo tiempo de la Gracia Sacramental o de la Sagrada Comunin. Estas situaciones se pueden presentar, sin lugar a duda, en nuestros territorios misionales. Se tendrn siempre muy presentes las normas exigidas por el Ritual" (CEP, Normas particulares complementarias al nuevo Cdigo de Derecho Cannico, pg. 31). Se sugieren tambin celebraciones penitenciales adecuadas a la ndole de la asamblea. - Celebraciones para grupos especializados: nios, jvenes, estudiantes, obreros, ancianos, etc., con posibilidad de elegir los textos y los cantos apropiados. Se recomienda que, en las celebraciones con nios, se termine con una fiesta o distintas iniciativas que presenten la confesin como el momento de la alegra pascual. - Celebraciones penitenciales centradas en un aspecto de la vida cristiana. En ocasiones puede ser til dedicar la celebracin a un examen de nuestro grado de conversin en algn aspecto concreto de la vida diaria, por ejemplo, el compromiso con los pobres o la justicia, o sobre alguna virtud particular; estas celebraciones 78

Conferencia Episcopal Panamea temticas siempre tendrn como horizonte la misin de la Iglesia como signo e instrumento del Reino de Dios. - El ritual busca ayudar a crear una mentalidad de conversin, resaltando los elementos importantes, tanto en la reconciliacin individual como en la comunitaria. Se le da una especial relevancia a la Palabra de Dios. Ella ser parte integral de toda celebracin y ser la luz que ayudar a descubrir las situaciones de pecado, al mismo tiempo que a experimentar el amor de Dios. El examen de conciencia se har a la luz del Evangelio. Este aspecto adquiere mayor riqueza en la celebracin comunitaria, donde va acompaado por una homila que ayudar a adquirir conciencia del pecado. Se invita a la contricin, que implica el dolor por el pecado cometido y el propsito de no pecar en adelante. De esta contricin del corazn depende la verdad de la penitencia (Ritual, Intro. N 6). La confesin de las culpas es parte del sacramento. El canon 988 seala que se acusen ante todo las faltas graves en su integridad, con franqueza y humildad. Por la confesin, el penitente abre su corazn al ministro del Seor y as ste puede pronunciar la sentencia de absolucin o retencin de pecados (dem). Despus de la confesin, el sacerdote, en calidad de pastor, exhorta al penitente al cambio de vida, y para ayudarle en su lucha futura, le impondr una satisfaccin que corresponda al pecado cometido, no como castigo sino como medicina, por ejemplo, devolver lo robado (dem). Por ltimo, el sacerdote, imponiendo sus manos sobre la cabeza del penitente, dir en voz alta las palabras de la absolucin, que es una plegaria compuesta con frases de la Sagrada Escritura y por la cual la Iglesia confirma el perdn amoroso que Dios otorga al penitente. En caso de necesidad, puede abreviar el rito pero siempre han de mantenerse ntegramente: la confesin de los pecados, la aceptacin de la satisfaccin, la invitacin a la contricin, la frmula de absolucin y la frmula de despedida (Ritual, Intr.N0 21). 4.3.3. Seguimiento. Siendo la conversin un proceso permanente, se ha de garantizar su continuidad despus de cada celebracin del sacramento de la Reconciliacin. Para ello, disponemos de varios medios:
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Directorio de Pastoral Litrgica - La prctica ms intensa de las buenas obras, segn el consejo de san Pablo: "No te dejes vencer por lo malo, ms bien vence el mal a fuerza de bien " (Rom. 12, 21). - El rito penitencial al inicio de la Misa. - La Lectio Divina o lectura meditada de la Palabra, que nos motiva a la conversin y nos orienta en el proceso de maduracin en la vida cristiana. - El examen de conciencia al finalizar el da, en el que agradecemos a Dios el bien que logramos realizar y deploramos nuestras faltas y omisiones. - La participacin en las celebraciones no sacramentales en tiempo de Adviento y Cuaresma. - Se recomienda la prctica de la direccin espiritual para aquellos que la requieran, separndola del sacramento.

SNTESIS NORMATIVA PREPARACIN 1. Procuren los Pastores y agentes de pastoral destacar, a travs de todos los medios disponibles para la educacin en la Fe (catequesis, misiones populares, homilas, ejercicios espirituales, movimientos apostlicos y espirituales de laicos, colegios catlicos, etc.), que la conversin y la reconciliacin penitencial son parte inseparable de la vida cristiana y constituyen una tarea permanente de la Iglesia. 2. Esto requiere de parte de los Pastores y agentes de pastoral una adecuada catequesis sobre los distintos aspectos relacionados con la conversin: la formacin de la conciencia, el sentido del pecado, los "novsimos" (muerte, juicio, cielo, infierno); el ayuno como signo de unin con Cristo crucificado y de solidaridad con los que sufren; las repercusiones del pecado en la familia, la comunidad civil, las estructuras sociales, y la necesidad de reconciliacin en estos mbitos (Cfr. Exhortacin Apostlica Reconciliatio et Paenitentia, Juan Pablo II, #26-27). 3. En esta catequesis permanente hacia el Sacramento de la Penitencia, destaquen los Pastores que este Sacramento como tal es medio para la conversin constante a la que est llamado el cristiano, y medio eficaz para recuperar y crecer en la Gracia recibida en el Bautismo. 4. Tengan presente los Pastores que "el sacerdote, ministro de la Penitencia, acta ' persona Christi'... Este es, sin duda, el ms difcil y delicado, el ms fatigoso y ai80

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gente, pero tambin uno de los ms hermosos y consoladores ministerios del Sacenkh te " (Ib. N. 29). Por ello, han de tener las cualidades humanas y espirituales necesarias en el desempeo de este ministerio, y dedicarle todo el tiempo que sea necesario. 5. De all, la importante tarea de que se d una slida formacin a los seminaristas: "...Para el ministerio de la Penitencia Sacramental cada sacerdote debe ser preparado ya desde los aos del Seminario junto con el estudio de la teologa dogmtica, moral, espiritual y pastoral; las ciencias del hombre, la metodologa del dilogo y especialmente, del coloquio pastoral" (Ib. n. 29, prrafo 8). 6. Las Parroquias y Comunidades Eclesiales de Base debern fijar das y horas especiales en que el Prroco o Sacerdote responsable de la comunidad eclesial estar disponible para el ministerio del Sacramento de la Reconciliacin o Penitencia. 7. El Mircoles de Ceniza puede y debe adquirir un significado ms pleno que el de la simple imposicin de las cenizas. Para ello, dsele todo el carcter de "entrada o inicio" a un tiempo fuerte -la Cuaresma- en que la Iglesia toda es llamada a un mayor esfuerzo de conversin. Para ese efecto, pueden anunciarse con motivo del Mircoles de Ceniza las ocasiones o fechas en que durante la Cuaresma se tendrn las celebraciones penitenciales con el Sacramento de la Penitencia o Reconciliacin. 8. Selense tambin ocasiones especiales -como por ejemplo los tiempos litrgicos de Adviento, Cuaresma, Semana Santa, Vigilia de Pentecosts, los das previos a la Cita Eucarstica, Fiesta del Cuerpo y Sangre del Seor, Mes de Mara, etc.- En que se promuevan las "celebraciones penitenciales" con el Sacramento de la Reconciliacin, procurndose contar para tal efecto con suficientes confesores. Pueden coordinarse para ayudarse mutuamente los Prrocos de las zonas parroquiales o vicariatos episcopales. 9. Los nios y adolescentes, junto con su preparacin para la Primera Comunin o Confirmacin, deben prepararse tambin a la Confesin o Penitencia, con una catequesis adecuada. De igual manera, los novios y las parejas de hecho que preparan su matrimonio por la Iglesia. 10. La religiosidad popular, con el carcter penitencial que muchas veces nuestro pueblo le da -con sus peregrinaciones, mandas, etc.- Puede ser una fuente para educar en el sentido penitencial que apunta hacia la Pascua de Jess que llama a una vida nueva. Por eso, en estas ocasiones, dse particular relieve a las "celebraciones penitenciales". 81

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CELEBRACIN 11. Ministros de este sacramento son el Obispo y los sacerdotes que actan en comunin con l; tienen licencia para confesar todos aquellos sacerdotes que la hayan recibido por concesin del Ordinario del lugar de incardinacin o del lugar en que tienen su domicilio y pueden ejercer esta facultad en cualquier parte, a menos que el Ordinario del lugar se oponga (Cfr. Cn. 967). 12. Conforme a las instrucciones dadas en el Ritual para la Penitencia, debe destinarse un recinto ("Sala de la Reconciliacin") para ese efecto; o contar con un "confesionario", ubicado en un lugar adecuado dentro del templo. 13. El Presbtero, al ejercer este ministerio dentro del templo o en una celebracin litrgica revstase de alba y estola. 14. Inicien los Pastores a los fieles en los diversos esquemas que presenta el Ritual Romano para la celebracin de este Sacramento, y los mismos ministros del Sacramento den especial relieve a la Palabra de Dios en el ejercicio de este ministerio. 15. La celebracin de este Sacramento con los nios que se preparan para la Comunin y con los adolescentes en formacin para la Confirmacin, ha de tener un carcter serio pero al mismo tiempo afectivo, ya que se trata de un encuentro con el amor y la misericordia divina. Conviene, por tanto, que se celebre con cierta anticipacin de manera que no se entienda como un mero requisito y se pueda apreciar ms el sentido propio de la Penitencia sacramental. 16. La Reconciliacin individual e ntegra, y la respectiva absolucin, es el medio nico ordinario por el cual los fieles se reconcilian con Dios y con la Iglesia. En casos extraordinarios, tnganse en cuenta las normas vigentes y anteriormente expuestas sobre la posibilidad de absolucin comunitaria. 17. En nuestros laicos, hay un creciente deseo de progreso espiritual. Dse cabida al Sacramento de la Penitencia en encuentros espirituales tales como retiros, jornadas de oracin, cursillo, etc. 18. Los Sacerdotes no slo son los ministros del Sacramento de la Penitencia; son tambin sus beneficiarios. Por tanto, necesitan y deben recurrir tambin a la fuente de gracia y santidad presente en este Sacramento, que "nos invita a nosotros, sacerdotes de Cristo, a una renovada atencin en nuestra confesin personal" (Ib. #31, VI). Los Religiosos y Religiosas, los Agentes de Pastoral (delegados de la Palabra, catequistas, animadores, misioneros, etc.), tengan en alta estima el Sacramento de la 82

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Reconciliacin, acercndose a l con frecuencia, como medio de asegurar su camino de conversin permanente al Seor y de crecimiento en el Espritu. 19. "Los Ordinarios del lugar, as como los prrocos y los rectores de iglesias y santuarios, deben verificar peridicamente que se den de hecho las mximas facilidades posibles para la confesin de los fieles. En particular, se recomienda la presencia visible de los confesores en los lugares de culto durante los horarios previstos, la adecuacin de estos horarios a la situacin real de los penitentes y la especial disponibilidad para confesar antes de las Misas y tambin, para atender a las necesidades de los fieles, durante la celebracin de la Santa Misa, si hay otros sacerdotes disponibles " (Motu proprio Misericordia Dei, Juan Pablo II, 2). SEGUIMIENTO 20. Animen los Pastores a los fieles a la prctica habitual de la reconciliacin, como medio eficaz para ir superando las faltas por la fragilidad humana, viendo el Sacramento en s como un camino pascual de conversin permanente, especialmente en los tiempos litrgicos fuertes. 21. Tngase presente y edquese a los fieles en el correcto sentido del acto penitencial que se tiene al inicio de la Eucarista; ste es un "sacramental' que invita al arrepentimiento, pero que no exime de la confesin sacramental individual en el caso de pecado grave. 22. Actualcese el sentido del ayuno y de la abstinencia, presentndolo no slo como ascesis personal, sino como comunin con Cristo sufriente y solidario con los pobres. En esta lnea, dse particular importancia en cada comunidad parroquial y eclesial a las Campaas de Solidaridad Cuaresmales que se organizan en las distintas dicesis. 23. Parte de la Reconciliacin sacramental es la "satisfaccin de obras". "No es el precio que se paga por el pecado absuelto o el perdn recibido... Son el signo del compromiso personal que el cristiano ha asumido ante Dios, en el Sacramento, de comenzar una existencia nueva" (Exhortacin Apostlica cit. n. 31, III). Por eso, no debe reducirse solamente a algunas oraciones a rezar, "sino que deben consistir en acciones de culto, de caridad, de misericordia y reparacin", en correspondencia con las faltas confesadas. 24. Sin confundir el sacramento de la Penitencia con Consejera y Direccin Espiritual, cultvense estas dos ltimas formas de animacin espiritual entre los fieles que as

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Directorio de Pastoral Litrgica lo soliciten, como medios de encaminarse hacia aquella "madurez adulta que har de nosotros la plenitud de Cristo " (Ef. 4, 13).

5. LA UNCIN DLOS ENFERMOS

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"La Iglesia ha hecho una opcin por la vida. Esta nos proyecta necesariamente hacia las periferias ms hondas de la existencia: el nacer y el morir, el nio y el anciano, el sano y el enfermo. San Ireneo nos dice que la gloria de Dios es el hombre viviente', aun el dbil, el recin concebido, el gastado por los aos y el enfermo. Cristo envi a sus apstoles a predicar el Reino de Dios y a curar a los enfermos, verdaderas catedrales del encuentro con el Seor Jess " (DA 417). 5.1 Realidad: - La Uncin de los Enfermos aparece como un sacramento poco celebrado en nuestro ambiente por habrsele ligado con la proximidad de una muerte que asusta y que se rechaza. Traer al sacerdote equivale a renunciar a toda esperanza de vida o a asustar al enfermo; a pesar de que la Iglesia ha cambiado el nombre de "extrema uncin" al de "sacramento de los enfermos", no se ha logrado presentarlo como una visita gozosa de Jesucristo y de la comunidad, que viene a ofrecerle al enfermo y a su familia una Buena Noticia, ayudndoles as a vivir y asumir cristianamente su situacin. Esto nos indica una gran ignorancia o confusin por parte de los fieles sobre la verdad del sacramento y tambin nos seala una praxis pastoral deficiente que ha permitido, en el pasado, la creacin de tal mentalidad. - De hecho, todava hoy en da, muchos fieles requieren la presencia del Presbtero en el ltimo momento, cuando el enfermo est comatoso y sin capacidad de recibir conscientemente el sacramento. Esto a pesar de la loable accin de la Pastoral de la Salud, que funciona en muchas parroquias y acompaa a los enfermos durante su enfermedad y eventualmente, les brinda una preparacin adecuada para la celebracin de la Uncin. 84

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5.2 Reflexin Teolgica. - El Sacramento de la Uncin nos incorpora a Jesucristo que hace presente el Reino de Dios. En los evangelios, los enfermos aparecen frecuentemente como destinatarios privilegiados del amor compasivo de Jess. En ellos, Jess quiere mostrar que ya lleg el Reino de Dios: "Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, se anuncia a los pobres la Buena Noticia " (Le. 7,22). Jesucristo aparece como el que vence la enfermedad (Mt. 8, 16; Le. 5, 17), anunciando con palabras y obras el inicio del Reino definitivo, donde no habr ya muerte ni llanto ni gritos ni fatiga (Ap. 21,4). Esperando esa maravillosa realidad, Jesucristo lucha eficazmente contra toda enfermedad y se sirve admirablemente de ella para que el enfermo lo pueda descubrir y aceptar como el Salvador (Jn. 9). Adems, curando a los enfermos, muestra tambin el poder que tiene sobre el pecado, origen de todo tipo de esclavitud individual y social (Me 2. 1-12). Siendo Jesucristo el camino al Padre, asumi sobre sus espaldas todas nuestras enfermedades (Mt. 8, 17) y por su obediencia (Le. 22,42) la muerte fue destruida (1 Cor. 15, 54). Los discpulos de Jess, siguiendo las huellas de su Maestro, descubren en la enfermedad y la cruz la fuerza salvadora del Padre, completando en su carne lo que le falta a la Pasin de Cristo (Col 1,24). "El sufrimiento humano, una experiencia especial de la cruz y de la resurreccin del Seor" (DA 420). - El sacramento de la Uncin se sita en la lnea de la lucha contra la enfermedad. La Iglesia se hace presente al cristiano enfermo para ayudarle a superar la enfermedad. En la persona, el cuerpo no es independiente del espritu; por eso, la enfermedad no solamente es mal del cuerpo sino que afecta a la persona entera. La enfermedad debilita al enfermo, le quita fuerzas para llevar a cabo los actos de la vida de la gracia. El sacramento vendr a aliviar y a fortalecer al enfermo, afianzando su comunin con Dios, fuertemente afectada por la enfermedad. La Iglesia, en su ritual, habla y pide por la salud del enfermo en sus mltiples facetas corporales, espirituales y an de la salud definitiva -la escatolgica- pidiendo que nuestro cuerpo mortal venza en la resurreccin final toda debilidad e incluso la misma muerte. No se excluye ningn tipo de salud. "El combate a la enfermedad tiene como finalidad lograr la armona fsica, psquica, social 85

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y espiritual para el cumplimiento de la misin recibida" (DA 418). Siendo el cuerpo una mediacin necesaria para el encuentro con Dios, tambin el cuerpo tanto como el espritu recibe los efectos del sacramento. Sin embargo, el aspecto ms importante del sacramento es aportar remedio a la debilidad espiritual del enfermo agravada por lo patolgico. El sacramento comunica una gracia del Espritu Santo para que en el momento de un desequilibrio peligroso se mantenga y se fortalezca la comunin con Dios. Esto nos obliga a presentar la Uncin no tanto como una preparacin a la muerte sino como una ayuda a todo creyente afectado por una enfermedad grave. El moribundo, claro est, pertenece tambin a esta categora pero no como destinatario principal; basta que una enfermedad produzca una ruptura importante en el equilibrio biolgico para que sea reputada como grave. Con esta intencin se ha asimilado la vejez a este grupo, en cuanto que el debilitamiento fsico debido a la edad se parece mucho a la ruptura del equilibrio biolgico. Los moribundos estn en la etapa final de los enfermos graves; ellos deberan haber sido ya sujetos de este sacramento en el periodo inicial de su gravedad. La Iglesia aconseja que, en la medida de lo posible, se administre dentro de una celebracin eucarstica, despus de la Reconciliacin, y antes de recibir la Comunin en forma de Vitico. - La Uncin es un sacramento que, sanando al enfermo, al mismo, tiempo reconstruye la comunidad. La voluntad de Jesucristo es que la comunidad cristiana sea signo de amor y unidad y, de la misma forma que el cuerpo cuida de sus miembros enfermos, con mayor razn la Iglesia, imitando a su Maestro, tiene un especial cuidado por sus enfermos. En el texto de Santiago 5, 14 ("Est enfermo uno de ustedes"...), se habla de la pertenencia a una comunidad concreta que tiene un miembro enfermo; se le va a visitar porque se le considera parte de la comunidad y que ya no puede ir a la asamblea. Este hecho es tan importante para la vida de la comunidad que ella pide al Presbtero, que funge como cabeza de Cristo en ese cuerpo, que visite al enfermo; el sufrimiento de un miembro se convierte en sufrimiento de todos (cf. 1 Cor. 12,26). Si esto no acontece, hay una falla en la relaciones de la comunidad; sta debe detectar enseguida la enfermedad grave de uno de los suyos, debe acompaarlo y sostenerlo en la Fe, prepararlo debidamente para el sacramento de la Uncin, a fin de que ste no sea un rito casi mgico o que infunda pavor. 86

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La lucha contra la enfermedad no es ya individual, sino comunitaria. Este aspecto se refleja claramente en el ritual que, cuando pide la salud del enfermo, pide tambin que se reintegre a la comunidad como un miembro activo. El Seor le ha devuelto la salud para llevarlo a una vida ms intensa en el seno de la comunidad. Siendo la Uncin un sacramento de la Fe, exige que se cree un clima de fe gradual y progresivo, lo que implica atencin, dilogo; de hecho, el dilogo siempre debe ser previo al encuentro sacramental para que ste sea fructuoso y tambin debe prolongarse despus del sacramento. Esto es imposible sin la participacin organizada de la comunidad, principalmente por medio de la Pastoral de la Salud. - El sacramento de la Uncin tiene como efecto secundario el perdn de los pecados. Si bien es verdad que el ritual de la Reconciliacin favorece las numerosas formas que contribuyen a hacer de la conversin un proceso permanente, sin embargo, el sacramento de la Reconciliacin sigue siendo el sacramento especifico para el perdn de los pecados y no se debe presentar la Uncin como su substituto. Adems, no hay relacin causal entre enfermedad y pecado; el mismo Jess as lo declara frente al ciego de nacimiento: "Ni l ni sus padres han pecado, sino que es para que se manifieste en l las obras de Dios " (Jn. 9, 3). Si relacionamos enfermedad con pecado, no es para presentarla como el producto de faltas personales, sino como un sntoma de un desorden que afecta a todo ser humano. La enfermedad es el smbolo de la condicin pecadora de la humanidad; por eso, la curacin ser tambin signo de la liberacin de esa condicin pecadora y de todos sus males. Ella alcanzar su expresin definitiva en la escatologa. La persona enferma, para reanudar su comunin rota con Dios y los hombres, siempre debe ser invitada a recibir el sacramento de la Reconciliacin. Cuando por su estado fsico se le hace imposible al enfermo una confesin de sus pecados, entonces la Uncin podr aportarle el perdn para que, una vez reconciliado, pueda ser fortalecido en su vida espiritual. 5.3 Lneas Pastorales. 5.3.1 Preparacin - Es preciso que el mismo paciente conozca el sentido de la enfermedad. 87

Directorio de Pastoral Litrgica Ella viene como ruptura interna del ser, de su armona ya precaria: yo quiero una cosa y mi cuerpo no obedece. Se entra en una esfera de soledad, en un mundo que "los otros" no entienden; adems, se corta todo lazo con la vida de actividad anterior. Se est encerrado, impedido en una habitacin (sensacin de impotencia y dependencia: soy carga para los dems). Aparece una crisis de comunicacin con los otros; el enfermo que antes se senta seguro en su mundo, se descubre limitado, contingente, aparece como vulnerable. Toda enfermedad grave trae necesariamente una evocacin de la muerte. Todo esto constituye un reto para el enfermo, una llamada a una nueva integracin de su ser; llamada a descubrir y asumir su ser profundo de creatura con todas sus limitaciones, pero con una hermosa vocacin; llamada a aceptar esa situacin como "su realidad", incluyendo el hecho de la muerte; llamada a reestructurar, su mundo de valores. Por eso, la superacin de la enfermedad aparece como una autntica resurreccin ms all de lo fsico y permite descubrir lo esencial; rompiendo con las seguridades anteriores, se puede llegar a la autntica libertad de los hijos de Dios. En este contexto existencial, la Uncin aparece como una maravillosa respuesta de Dios a la comunidad que viene en ayuda del enfermo, lo que hace de la enfermedad un lugar privilegiado para nuestra pastoral; la solicitud de la comunidad viene a romper el crculo de aislamiento y de soledad del enfermo, abrindole a la presencia divina. Si Dios se descubre como presente, como dialogante en el dolor, mi propio dolor puede convertirse en lugar de encuentro con Dios. La presencia de la comunidad le hace ver al enfermo que ella siempre est presente con l para abrirlo a esta dimensin. La Uncin ayuda al ser humano a reconciliarse con su cuerpo, que puede fallarle, pero que, as como es, tambin est destinado al mismo mundo escatolgico que el espritu. El ser humano, con la ayuda de la Fe, descubrir por su enfermedad que el desarrollo corporal no es lo esencial en la realizacin de uno mismo y con eso dar un nuevo sentido a su existencia. Toda enfermedad asumida le ensea a la persona que est llamada a una solidaridad de destino con la humanidad. Su dependencia frente a otros y los esfuerzos de los otros por ayudarle le invitan a profundizar en su relacin interpersonal. As se introduce a un mundo de Caridad que se extiende a todos aquellos que participan en la lucha por liberar a la humanidad. 88

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Aunque la Uncin no es el sacramento para los moribundos, sin embargo toda enfermedad grave evocar el hecho de la muerte. Si con este sacramento se le ayuda al paciente a aceptar su condicin de creatura, la muerte puede aparecer como el encuentro maravilloso con Dios. De todo esto se concluye que la "curacin" no puede ser considerada solamente como una vuelta a la salud fsica o a una vida anterior interrumpida por la enfermedad; la enfermedad ha sido una autntica invitacin a darle otro sentido a la vida. Le toca al enfermo renegar o asumir realmente este hecho que la enfermedad le ha regalado. Toda Pastoral de la Salud debe ayudar a que el acontecimiento de la enfermedad se transforme en generador de vida, en una "autntica curacin": encuentro con Dios y aceptacin de su voluntad. - Es preciso cambiar la mentalidad del cristiano respecto a la enfermedad y la vejez. Presentarlas como un hecho que tarde o temprano les afectar y que deben aprender a enfrentar en forma evanglica. Se puede hacer en las homilas o catequesis, aprovechando los tiempos litrgicos que por su contenido dan ocasin a este anuncio (Adviento-Cuaresma). Presentar entonces la Uncin como ayuda al enfermo y no como una preparacin a la muerte o el substituto del sacramento de la Penitencia. Evitar acentuar demasiado el aspecto de curacin fsica que impida al paciente valorar este momento nico para cambiar su escala de valores y para vivir evanglicamente su enfermedad. Cambiar tambin la mentalidad de los agentes de pastoral frente al sacramento. No se trata de un sacramento superfluo, sino de una accin eclesial importante en un momento crucial de la existencia humana. - Es necesario promover y valorar la Pastoral de la Salud. Crear conciencia en la comunidad eclesial de que la Pastoral de la Salud es un momento privilegiado en el anuncio y la vivencia evanglica. En esta sociedad, en la que se valora el rendimiento y la eficacia, la Iglesia concreta su opcin por los pobres cuidando con solicitud y organizacin el mundo de los enfermos, equiparado muchas veces al de los olvidados e intiles. Dada la importancia de la Pastoral de la Salud, que "auna en la economa sacramental del amor de Cristo el amor de muchos 'buenos samaritanos' (DA 419),

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es necesario capacitar, con una debida preparacin doctrinal y pastoral a es::> agentes para que puedan ejercer su ministerio de manera eficaz y evanglica. Esto puede hacerse por cursillos y prcticas, y creando abundante material catequtico tanto para los enfermos como para los que los visitan o atienden. No todos los enfermos se encuentran al mismo nivel de Fe ni de preparacin para recibir el sacramento. Antes del rito, se impone un dilogo para que, partiendo de su realidad humana, el enfermo reciba "con amor la Palabra, el perdn, el Sacramento de la Uncin y los gestos de caridad de sus hermanos " (DA 420), y experimente en ello un encuentro con el Cristo misericordioso. La duracin y la periodicidad del dilogo dependern de la situacin concreta y existencial del enfermo. En este perodo de preparacin, es preciso hacer participar de una manera u otra a todos los que estn en relacin con el enfermo. Debe tomarse en cuenta especialmente a su familia que, en la mayora de los casos, est tan desconcertada como el mismo enfermo. La presencia de la comunidad cristiana no puede faltar en este itinerario. La comunidad, a travs de sus ministros y servidores laicos, detectar, visitar y catequizar a los enfermos y as los preparar para el sacramento de la Uncin. Los Obispos de Amrica Latina y El Caribe piden que, entre los muchos campos de atencin, se fomente con prioridad una pastoral con personas que viven con el VIH Sida (cf. DA 421). 5.3.2. Celebracin. - El ministro propio y nico de la Uncin es el Presbtero, pero toda la comunidad eclesial debe involucrarse en la celebracin del sacramento. En realidad, toda celebracin de la Uncin de los enfermos es comunitaria (presencia del Presbtero, ministros, familiares...). Pero pueden organizarse tambin celebraciones comunitarias con los enfermos: el Canon 1002 aconseja fuertemente este tipo de celebracin y da indicaciones interesantes. Estas celebraciones deben prepararse con tiempo y todos los involucrados deben estar previamente catequizados. - Evitar, en la celebracin de este sacramento, cualquier idea o apariencia de supersticin o rito mgico. Procure el sacerdote crear un ambiente dialogal entre l, el enfermo y los parientes o personas presentes, y de stas con Dios, invitando especialmente a los familiares para que participen activamente en la celebracin del sacramento.

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- El sujeto del sacramento es toda persona cuya condicin de salud est afectada gravemente. No equiparar este trmino al de moribundo; hacer esta distincin es de suma importancia para la prctica de una Pastoral de la Salud. - El leo de los enfermos debe ser bendecido por el Obispo, pero en caso de necesidad, puede hacerlo el sacerdote dentro de la celebracin del sacramento, (cf. Cn. 999). 5.3.3. Seguimiento - La Pastoral de la Salud debe estar atenta, en su caso, al restablecimiento del enfermo y a su reintegracin en la vida ordinaria y comunitaria. Si la atencin pastoral fue adecuada, el enfermo no puede salir igual y hay que ofrecerle la posibilidad de vivir en la comunidad de una manera ms evanglica sus relaciones con Dios y con los dems. - Debe evitarse la prctica de "asambleas de sanacin" con el uso del leo, porque fcilmente se confunde con el sacramento de la Uncin de los enfermos. De practicarse, ha de ser con permiso del Obispo local, sin usar el leo sacramental, y habindole precedido una explicacin que aclare la naturaleza puramente impetratoria de esta oracin. - En caso de peligro grave de muerte, el sacerdote debe velar que el enfermo reciba el Vitico. En este caso, el sacerdote puede tambin administrar el sacramento de la Confirmacin (cf. Cn. 890) y luego el de la Uncin. El Ritual recuerda que "conviene igualmente que el fiel renueve, en la celebracin del Vitico, las promesas del Bautismo, por el cual recibi la adopcin de hijo de Dios y se hizo coheredero de las promesas de la vida eterna" (cf. Ritual n. 28).

SNTESIS NORMATIVA PREPARACIN 1. La Parroquia debe organizar la Pastoral de la Salud y crear un equipo debidamente capacitado, que ayude efectivamente al sacerdote en este ministerio. Debe cada dicesis ofrecer los servicios de formacin necesarios a este propsito, favoreciendo la institucin del Ministerio de los Enfermos. 2. Este equipo preparar a los enfermos para que lleguen a la Penitencia, la Uncin y la Comunin, de ser necesario de una manera gradual. Con sus visitas al enfermo, lo pondrn en contacto con la Palabra de Dios y la oracin para que puedan vivir cristianamente su enfermedad, ayudando tambin en la fe a sus familiares. 91

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3. Cuando la Comunin, la Penitencia y la Uncin se administran en la casa del enfermo, instruyase a la familia para que se celebren dignamente, con el decoro que requieren tanto del lugar como de las personas. 4. Es urgente educar a los fieles para que pidan con tiempo la visita de la Iglesia al enfermo, de manera que pueda ser preparado adecuadamente para la recepcin de la Uncin. 5. La Pastoral de la Salud representa un aspecto de la Pastoral de Conjunto de la Iglesia, en sus diferentes niveles. Es necesario, por consiguiente, anticipar esta evangelizacin, preparando a los fieles cuando gozan de salud, para que sean capaces de asumir el dolor y la enfermedad. Tngase esto presente en la predicacin de carcter misionero, en la catequesis, en la liturgia, en los cursillos y encuentros, etc. 6. En cada dicesis debe darse especial atencin a la Pastoral de la Salud en conexin con los centros hospitalarios existentes en el rea. Para ello, capactense a aquellos Presbteros que demuestren especial carisma para este ministerio, conformando con ellos un equipo que les ayude en la organizacin de las celebraciones litrgicas y en el contacto personal con los pacientes; en la medida de lo posible, trtese de vincular esta Pastoral Hospitalaria con la parroquia, en el sentido de interesar a los feligreses por los miembros de sus comunidades parroquiales que se encuentran recluidos en centros hospitalarios y/o clnicas. CELEBRACIN 7. El ministro del sacramento de la Uncin de los Enfermos es el sacerdote. El deber recae sobre el prroco, pero si existe causa razonable, cualquier sacerdote puede administrarla (cf. Cn. 1003). 8. "Se puede administrar la Uncin de los Enfermos al fiel que, habiendo llegado al uso de razn, comienza a estar en peligro por enfermedad o vejez. " (Cn. 1004). Puede reiterarse el sacramento si, despus de haberse restablecido, la persona recae nuevamente; presentndose de esta forma como una celebracin de la esperanza. 9. Puede administrarse "sub conditione" en caso de duda razonable sobre si el enfermo ha fallecido ya; cuando hay seguridad de la muerte, no debe celebrarse. Invtese, en este caso, a orar por la persona difunta. No debe administrarse el sacramento de la Uncin a los enfermos obstinados en un pecado grave manifiesto (cf. Cn. 1007). 10. Es muy aconsejable hacer peridicamente celebraciones comunitarias de la Uncin dentro de la Eucarista para ancianos y enfermos. 92

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SEGUIMIENTO 11. El equipo de la Pastoral de la Salud deber seguir en contacto con ellos en el perodo de convalecencia, animndolos a reintegrarse a la comunidad de fe. 12. De cara a los propios agentes de pastoral -los ministros laicos y sobre todo los ministros ordenados- debe darse una permanente actualizacin pastoral en este campo, a nivel de reflexin y de formacin teolgica, y de preparacin propiamente pastoral.

TERCERA PARTE: LOS SACRAMENTOS DE INCREMENTO

INTRODUCCIN Todos los miembros de la Iglesia, en virtud de su bautismo, son llamados al seguimiento de Jesucristo y enviados a colaborar en la perfeccin del Reino, don de Dios a la humanidad. As como Dios nos habla y llama de muchas maneras distintas, as tambin hay una gran diversidad en el modo de responderle y asumir el compromiso bautismal. Sea cual fuera la manera, la vocacin y misin del discpulo han de realizarse en un estado de vida determinado y por medio de un ministerio (servicio) concreto que le permita madurar en el seguimiento del Maestro y aportar un crecimiento en la fe de la comunidad eclesial, "comunidad donde todos sus miembros adquieren igual dignidad y participan de diversos ministerios y carismas. De este modo, se realiza en la Iglesia la forma propia y especfica de vivir la santidad bautismal al servicio del Reino" (DA 1S4). En el proceso de crecimiento y maduracin de la comunidad eclesial, se destacan de manera particular la misin de la familia, consagrada por el sacramento del Matrimonio, y el ejercicio de los ministerios, tanto los ordenados, conferidos mediante el sacramento del Orden, como los no ordenados en los que los laicos y laicas tienen una amplia participacin. Tambin la Vida Consagrada, a partir de sus diversos carismas y desde "la profesin de los consejos evanglicos " (LG 44), hace su aporte particular al afianzamiento del reinado de Dios.

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6. EL SACRAMENTO DEL MATRIMONIO

6.1. Realidad: En todas las capas de la sociedad panamea, existen parejas que viven una hermosa relacin de amor y fidelidad, consagrada por el sacramento del Matrimonio, y conforman familias ejemplares, verdaderas iglesias domsticas. Son como sal de la tierra y luz para el mundo (cf. Mt. 5, 13-16) en medio de una realidad conyugal y familiar profundamente herida. "La familia es uno de los tesoros ms importantes de los pueblos latinoamericanos y caribeos, y es patrimonio de la humanidad entera. En nuestros pases, una parte importante de la poblacin est afectada por difciles condiciones de vida que amenazan directamente la institucin familiar" (DA 432). Sabemos que en Panam la mayor parte de nios nacen de padres no casados, ni civil ni eclesisticamente. Por la inestabilidad de la institucin matrimonial, an en lo civil, muchsimos optan por una unin consensual a prueba ("tengo que ver si me va bien") que, a la larga, no termina en el matrimonio. Algunos lo asimilan a un hecho social y as los ms pobres dicen no casarse "por no tener plata para la fiesta"; para otros, el matrimonio aparece como una carga o trampa que impedir romper el compromiso "si las cosas no resultan". Adems, el matrimonio est tan deteriorado que muchos no se casan por miedo a lo que han visto en sus hogares ("no quiero que a m me pase lo mismo"). Algunos se casan por la Iglesia para "recibir el sacramento", sin embargo despus de las bodas no participan ms ni viven ni sienten su pertenencia a la comunidad eclesial. La figura del padre es muy inestable; hay muchsimos hogares donde no est presente y ms an, donde el padre convive a la vez con varias mujeres, teniendo "hijos por fuera". Esto es tan comn que es tolerado por la sociedad. Esta prctica en muchos casos 94

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se repite en los hijos, formando un patrn de conducta y un verdadero crculo vicioso, propios del modelo cultural "machista"; esta tolerancia social tambin lleva a la mujer a una falsa valoracin de la maternidad, donde lo ms importante es tener hijos y luchar por ellos, cayendo sobre sus hombros la tarea de mantener y educar a sus hijos. De all se origina un matriarcado de hecho donde la figura de la madre es muy venerada, mientras que la persona misma de la madre sufre mucho abandono. Hay una gran permisividad sexual, tambin entre los jvenes, fuertemente fomentada por un hedonismo y consumismo alimentados abierta y sistemticamente por los medios de comunicacin. De ella ha resultado un aumento significativo tanto de padres y madres adolescentes como del uso de mtodos anticonceptivos y del aborto. Estos son algunos rasgos de nuestra realidad familiar, que de por s son elocuentes y nos manifiestan la gravedad de la situacin. Hay muchas razones histricas que datan de la colonia y necesitaran mayor estudio, ya que en parte explican estos hechos por una realidad cultural; existen tambin nuevas corrientes de pensamiento, como la Nueva Era, que consideran los valores como meramente individuales, relativos y pasajeros, que no favorecen uniones estables fundadas en la fidelidad. Hay incluso nuevos factores econmicos y culturales, desde la pobreza extrema hasta el consumismo exagerado, que perjudican la estabilidad de la pareja y de la familia. De igual manera, se promueven legislaciones que atentan contra el matrimonio y la familia en Panam. Para la Iglesia esta realidad es tremendamente interpeladora. Despus de cinco siglos de evangelizacin, no se ha logrado educar a nuestro pueblo, de forma estable y mayoritaria, en la dignidad slida del matrimonio y de la familia cristiana. Toda esta situacin resalta la importancia primordial de una Pastoral Familiar y Matrimonial, inserta en un proceso de evangelizacin permanente, "porque estamos llamados a trabajar para que esta situacin sea transformada, y la familia asuma su ser y su misin en el mbito de la sociedad y de la Iglesia " (DA 432). Tambin la Pastoral litrgica tendr que ver cmo el sacramento llega a ser una autntica expresin del amor de la pareja segn el plan de Dios. 6.2 Reflexin Teolgica. "La familia cristiana est fundada en el sacramento del matrimonio entre un varn y una mujer, signo del amor de Dios por la humanidad; la entrega de Cristo por su esposa, la Iglesia. Desde esta alianza de amor, se despliegan la paternidad, la maternidad, la filiacin, la fraternidad, y el compromiso de los dos por una sociedad mejor " (DA 433).

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1) El matrimonio cristiano, signo del amor de Dios por la humanidad. El libro del Gnesis, nos ensea cmo Dios crea a la pareja "a su imagen " (Gen 1, 27), es decir con capacidad de amar como l ama, de vivir en armona mutua, con su Creador y con toda la creacin. Pero el pecado viene a romper esa armona y surge la incapacidad de amar plenamente al otro y de llegar a ser uno con l. Dios no ha renunciado a su plan de amor respecto a esa unin primordial y la tiene tan presente en la Historia de Salvacin que la utiliza frecuentemente para mostrar su comunin con el hombre. El amor que tiene a su pueblo lo compara al amor de un esposo a su esposa. Yavh hace alianza con su esposa Israel an a pesar de su rebelda (cf. Is. 54; Os. 1.2.3). El amor fiel de Dios es ms fuerte y fecundo que los pecados de su pueblo-esposa. Ya los profetas anuncian una nueva alianza que se cumplir en Jesucristo; una alianza capaz de redimir, de cambiar los corazones de los rebeldes para que puedan amar. En Jesucristo, la nueva humanidad y la pareja consagrada por el Matrimonio pueden dar una respuesta de amor fiel y total, como es fiel y total el amor de Dios. 2) El matrimonio "en Cristo" (1 Cor. 7, 39), signo de la entrega de Cristo por su Iglesia. As como Dios Padre escoge la imagen de las nupcias para manifestar su amor a los hombres, as tambin Jesucristo escoge el amor de la pareja para manifestar su amor a la Iglesia, a quien reconoce como su esposa. Sus nupcias empiezan en la encarnacin cuando el Hijo por envo del Padre se une con la humanidad, y culminan en el Misterio Pascual cuando da su vida en la Cruz para que de su costado abierto nazca la Iglesia; una Iglesia que, lavada por la sangre del Cordero, se puede presentar sin mancha ni arruga (cf. Ef. 5, 2 ss). El cristiano, que por el Bautismo y la Confirmacin ha entrado en el seguimiento de Cristo, est llamado a tener en este mundo los mismos sentimientos de Cristo Jess (cf. Fil. 2). Por eso, el cristiano adulto ya no puede vivir ninguna realidad sin referencia a Cristo y mucho menos la de su sexualidad y amor conyugal. Los esposos cristianos son dos personas que pertenecen a Cristo y Cristo las une para en ellos manifestar un amor nuevo: el de Cristo por su Iglesia; por este sacramento, Jesucristo empieza a hacer su obra en los esposos creando la unidad y el amor a travs de la Cruz. Ser a travs de una muerte al egosmo y una entrega mutua incondicional, hecha posible por la gracia sacramental, como ellos encontrarn la vida y la resurreccin de su amor humano (Cfr. DCE, 5). 96

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Cristo har presente en su fragilidad el amor siempre fiel, el amor que nadie puede romper ni acabar, el amor fecundo abierto siempre a la vida. Esta accin de Cristo se dar en la libertad y cooperacin de los cnyuges que busquen siempre asemejarse ms a Cristo. Si la Iglesia pide la fidelidad y la indisolubilidad no es por capricho, sino, porque es una exigencia del amor divino: "mense... como Yo los he amado " (Jn. 13,34). 3) El matrimonio cristiano construye la iglesia domstica. El sacramento hace de la familia una iglesia domstica (cf. LG 11) en que se vive la triple dimensin de la presencia de Cristo: sacerdotal, proftica y pastoral. Sacerdotal, por la santificacin del hogar mediante la oracin y los sacramentos; proftica, siendo escuela de fe en que los padres, por el ejemplo y la palabra, sean los primeros evangelizadores y catequistas de sus hijos (cf. DP 584); DA 302); pastoral, porque gua a los hijos y los acompaa en la elaboracin de su proyecto de vida (cf. DA 302) y se constituye en un ejemplo para las dems familias. Ya los Padres de la Iglesia hablaban de tres altares: la mesa, el lecho nupcial y la Eucarista. En la familia, se da el culto de la vida en el amor, en el compartir mutuo, y en la oracin. (Cfr. San Jun. Crisstomo, Catequesis Bautismales, Catequesis V). La Iglesia Latinoamericana ha declarado con fuerza que la primera comunidad de base es la familia (cfr. DP 638-39; Rom. 16,5); la Iglesia domstica (cf. LG 11). "La familia ha recibido de Dios la misin de ser la clula vital de la sociedad y el primer mbito o realizacin de la Iglesia. De ah que la familia ha de ser formadora de personas, la primera educadora en la Fe y la primera promotora del desarrollo " (Medelln, Familia y Demografa. 4 ss.) 4) El matrimonio cristiano, comprometido a construir una sociedad mejor. La familia cristiana tiene como modelo la Santsima Trinidad y su signo visible en la familia de Nazaret, donde nace Jess y bajo la amorosa y firme gua de Mara y Jos, se prepara para ofrecer al mundo la salvacin. Al contraer matrimonio "en Cristo", los esposos no fundan una iglesia domstica cerrada, aislada del mundo, sino abierta y en funcin de una sociedad ms conforme al plan de Dios. Su misma vida comprometida con los anhelos y luchas de sus vecinos, a la luz del Evangelio, y su incorporacin activa en la parroquia le permiten contribuir a la construccin del Reino. Una familia as es la nica que, por su vida, puede anunciar y encarnar la victoria de Cristo sobre el machismo, la infidelidad, el divorcio, la desigualdad, la violencia, 97

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etc., en suma, sobre todos los males que aquejan a nuestras familias y a la sociedad en que vivimos. Donde est "pequea iglesia". Est enferma; toda la Iglesia estar tambin enferma. Donde la primera clula de la sociedad est herida, toda la sociedad estar tambin herida. 6.3. Lneas Pastorales 6.3.1. Preparacin Cuando se habla de preparacin al matrimonio, normalmente se piensa en el periodo inmediato anterior a su celebracin. La experiencia pastoral ha puesto en evidencia que esa preparacin no basta; una verdadera preparacin al matrimonio es una formacin para el amor cristiano y ello comprende toda la vida de la persona. Con razn nos piden nuestros Obispos "renovar la preparacin remota y prxima para el sacramento del matrimonio y la vida familiar con itinerarios pedaggicos de fe " (DA 437 c). Por esto, es tarea de la familia, de la pastoral escolar y juvenil, de los movimientos apostlicos y de todos los agentes de pastoral (cf. FC 70-76), comprender la triple etapa que a continuacin describimos (cf. FC 66). A. La preparacin remota: - En medio de un ambiente muchas veces adverso, la preparacin para el matrimonio empieza en el seno de la familia con la misma vivencia de los padres. "Es un deber de los padres, especialmente a travs de su ejemplo de vida, la educacin de los hijos para el amor como don de s mismos... " (DA 303). Los hijos captan intuitivamente la forma de vivir el amor y la sexualidad por parte de los padres y esto los marcar profundamente. Los padres cristianos debern aadir a su ejemplo de vida la enseanza sobre los temas del amor y la sexualidad iluminados por su Fe. - Durante esa etapa, se debe adquirir los conceptos elementales de la relacin hombre, mujer. Estos comprenden, bsicamente, la imagen de hombre y de mujer, la complementacin entre los sexos, el amor humano, el matrimonio, la transmisin de la vida y las relaciones familiares. Ms que una teora cientfica que es preciso aprender, esos conceptos forman parte de un conjunto de valores que se encarnan en la vida cotidiana y que constituyen las bases culturales que cada uno recibe de su familia. - La Parroquia o comunidad eclesial donde vive la familia, y los colegios donde acuden los hijos, han de complementar la catequesis impartida en el hogar, educando en el amor y la sexualidad sin limitarse al aspecto biolgico. 98

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B. La preparacin prxima: - La Iglesia pide que tanto la familia como la escuela, la parroquia y los movimientos juveniles, aunen esfuerzos para la educacin de los jvenes en el amor y la espiritualidad familiar, dndoles elementos y vivencias fundamentales (cf. FC 70-76; DP 606-8). Es el momento propicio para darles una formacin sistemtica, basada en la antropologa cristiana y en la doctrina catlica. - Durante esta etapa de formacin es importante que se presente el matrimonio a los jvenes en contexto con las diversas vocaciones a travs de las cuales puede realizar su capacidad de amar. Junto con la vocacin a la vida consagrada, debe aparecer tambin el matrimonio como una vocacin que es preciso discernir y asumir. "Para los cristianos el matrimonio, que tiene su origen en Dios creador, implica adems una verdadera vocacin a un estado y vida de gracia particulares. Para llevar a su madurez esta vocacin, se requiere una preparacin adecuada especial, y un camino de fe y amor especfico... " ("Preparacin al Sacramento del Matrimonio" (PSM) Pontificio Consejo para la Familia, 1996, n. 9). - En medio de un mundo que degrada la sexualidad a un instrumento de placer egosta y la confunde con mera genitalidad, hemos de presentar la sexualidad como un don de Dios y ensear a nuestro pueblo a valorarla como tal (cf. DCE). La sexualidad es una dimensin de toda la persona humana, es todo aquello que hace que uno sea varn o mujer. Aunque sea un fenmeno personal, la sexualidad no est orientada a uno mismo sino al otro, al t del otro sexo; una sexualidad bien orientada es sumamente personalizante: mediante ella, una persona puede expresar a otra del sexo opuesto todo su amor, hasta formar con ella un "nosotros"; comunidad que luego se abrir ms a los hijos, a la sociedad y a la Iglesia. En este sentido, Dios ha querido hacer de la sexualidad un lenguaje, una comunicacin que saca al individuo de s mismo y lo impulsa al otro. - Segn el plan de Dios "no est bien que el hombre est solo" (Gen 2,18). La sexualidad proporciona esa experiencia de alteridad que conduce a la amistad y al amor y de all nace el proyecto estable de vida compartida. El amor va a permitir a la sexualidad conservar su aspecto de relacin personalizante, donde el otro es asumido como igual y al mismo tiempo como parte de mi yo en el nosotros: "t eres hueso de mis huesos y carne de mi carne" (Gen. 2,23). Slo el amor relaciona generosamente las exigencias de la femineidad y de la masculinidad. 99

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- El matrimonio cristiano exige la totalidad de esa entrega y ms an por ser signo del amor de Cristo por su Iglesia. El amor tiene una exigencia interna de unidad, escoge un otro para formar con l un nosotros. El otro forma conmigo la realidad concreta "de mi hueso y de mi carne" de manera que ya no son dos sino una sola carne; una sola persona (cf. Mt. 19,6). - El amor conyugal es tan ntimo, profundo y total que excluye la presencia de un tercero; se vive entre un solo hombre y una sola mujer (cf. Cn. 1056). Y para que ese proyecto del "nosotros" se plasme, tiene que darse en el tiempo y el espacio. A pesar de sus crisis y debilidades exige una permanencia, una fidelidad, una indisolubilidad; "Como proyecto es algo dinmico que nace de una decisin inicial pero que va concretndose en toda una historia de fidelidad al proyecto. Cuando dos personas aceptan integrarse en la intimidad de vida y de amor que es el matrimonio, se aceptan y se entregan no slo como son en el presente, sino tambin con su pasado y sobre todo, su porvenir. La indisolubilidad es exigencia del amor " (Juan Pablo II. Discurso a las familias de Centroamrica y Panam; Panam, marzo 1983). - Debe destacarse la importancia de la madurez humana: dilogo, saber escuchar, llegar a mutua comprensin y entendimiento, tener un proyecto de vida; e ir tomando conciencia de la fidelidad al compromiso. - El Concilio Vaticano II nos recalca que el matrimonio y el amor conyugal estn ordenados por su propia naturaleza a la procreacin y a la educacin de la prole (GS 50). La procreacin es una invitacin por parte de Dios a participar en su obra creadora de modo que por medio de los hijos aumenta y enriquece su propia familia. Este amor creador y fecundo est muy vinculado a la paternidad responsable que debe fundamentarse en la voluntad libre y consciente del padre y de la madre que cooperan en la accin creadora de Dios (cf. FC 14-15). Todo esto presupone un noviazgo vivido en sinceridad hacia s mismo y hacia la otra parte, as como hacia Dios. C. La preparacin inmediata y presacramental: - Es la que tiene lugar en los ltimos meses y semanas que preceden a las nupcias (cf. FC 66). Consta de un nmero determinado de encuentros catequticos que preparan espiritualmente a los novios o a la pareja para cumplir su misin de esposos de cara a su nuevo estado de vida conyugal y familiar "en Cristo " (cf. Ritual del Matrimonio, Orientaciones teolgicas y pastorales, n.26 ss.). - Esta catequesis tiene aspectos fundamentales (de la Biblia, de la doctrina de la Iglesia y de la Liturgia) y aspectos complementarios, que, por la ley de suplencia, 100

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la Iglesia ofrece (antropologa sexual, sicologa, etc.). Habra que equilibrar estos elementos y ver cmo se puede ofrecer los aspectos complementarios ms bien en una preparacin prxima. - Debe haber un encuentro pastoral con el sacerdote, no de simple trmite, en esta ocasin tan importante para los novios o la pareja que solicita el sacramento del Matrimonio (cf. Cn. 1065). 6.3.2. Celebracin - "El momento fundamental de la fe de los esposos est en la celebracin del sacramento del matrimonio, que en el fondo de su naturaleza es la proclamacin, dentro de la Iglesia, de la Buena Nueva sobre el amor conyugal. " (FC. 51). - Para ilustrarse sobre los aspectos generales, la estructura de la celebracin, etc., remitimos a las orientaciones del Ritual, que ofrece gran abundancia de lecturas, frmulas, moniciones y cantos en orden a la mayor posibilidad de adaptar la celebracin a los contrayentes, ya que ellos son los primeros protagonistas de la celebracin. Los contrayentes podran escoger las lecturas y preparar toda la liturgia con el celebrante. - La celebracin del sacramento tiene profundas repercusiones comunitarias: Es preciso resaltar una presencia de la comunidad eclesial en la celebracin y que no sea slo una celebracin de los cnyuges y sus invitados. - La celebracin del sacramento tiene un profundo acento festivo y este espritu se traduce en signos concretos como flores, msica, etc. Sin embargo, debe evitarse el abuso de un exhibicionismo teatral que degrada la dignidad de la celebracin convirtindola en un mero acto social. Cudese que las personas que preparan la decoracin del lugar donde se realizar la celebracin sacramental, as como los que se ocupan de grabaciones audiovisuales del mismo, respeten la dignidad de la celebracin. - A tenor del Canon 1115, todo matrimonio debe celebrarse donde uno de los contrayentes tiene su domicilio o cuasidomicilio. Le toca al Ordinario o al Prroco dar permiso para que pueda celebrarse en otro lugar; se les pide a los Prrocos que tomen en cuenta esta disposicin y adopten una actitud pastoral ante la solicitud del permiso. Que los Prrocos disciernan y ayuden a discernir a la pareja sobre las motivaciones del cambio, destacando la importancia de la pertenencia comunitaria para el crecimiento y celebracin de su Fe. 101

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6.3.3. Seguimiento 6.3.3.1. Pastoral Matrimonial y Familiar - Hgase el esfuerzo, a nivel parroquial o diocesano, de integrar las nuevas parejas en grupos familiares, comunidades parroquiales de base o movimientos, en el lugar que le corresponda vivir o trabajar; tenga la Parroquia especial preocupacin de organizar jornadas o retiros peridicos para matrimonios, especialmente para matrimonios jvenes, en coordinacin y cooperacin con los movimientos y servicios familiares ya existentes. - Atendiendo a la Opcin por la Familia hecha en la Asamblea Nacional de Pastoral (febrero de 1982) y desde entonces ratificada en numerosas oportunidades por la Iglesia en Panam, hganse esfuerzos especiales para impulsar la Pastoral Familiar. En esta lnea, el personal apostlico de las distintas dicesis ha de capacitarse mediante jornadas de actualizacin para trabajar como asesores en las distintas modalidades de la Pastoral Familiar. - Se ha de ayudar a las familias a vivir su espiritualidad propia. sta consiste en la forma en que la familia responde a la vocacin o llamada que Dios le hace, desde el amor de Cristo por la Iglesia y en las circunstancias cotidianas de su propia vida familiar. - Como medios que ayudarn a promover y fortalecer la espiritualidad matrimonial y familiar, favorezcan los seores Prrocos las celebraciones especiales de aniversarios matrimoniales, as como tambin celebraciones para renovar el compromiso matrimonial y la bendicin de las madres gestantes (que en algunas otras regiones tienen lugar al inicio del tiempo del Adviento) y la presentacin de los recin nacidos. De igual forma, promuevan en sus comunidades parroquiales la pastoral familiar y la catequesis familiar. - Las familias reunidas en grupos de catequesis, oracin, evangelizacin o de otra ndole pastoral, podrn ayudarse mutuamente a vivir con ms facilidad y plenitud su vida cristiana, y deben convertirse en los primeros e inmediatos apstoles de las otras familias y de los novios. "Esta evangelizacin de la vida y de la pareja, adquiere una nota especfica y una peculiar eficacia por el hecho de que se realiza dentro de las comunes condiciones de la vida en el mundo " (FC 56). - Procurar, en la medida de lo posible, conformar equipos de especialistas para ejercer el ministerio de la consejera matrimonial, familiar, en cada parroquia, y en 102

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otros centros especializados de la Iglesia; capacitar a laicos con preparacin y carisma para animar servicios de educacin a los esposos, a sus hijos; ejerciendo responsablemente la paternidad y maternidad, regulacin natural de la fertilidad, comunicacin en familia, solucin de conflictos, toma de decisiones, planes de vida familiar, educacin para el amor, entre otros. 6.3.3.2. Pastoral de situaciones irregulares Convivientes: Son aquellas personas que viven en una unin libre, sin matrimonio ni religioso ni civil. Su situacin se debe frecuentemente a motivos econmicos y culturales; a menudo, los caracteriza una ignorancia religiosa. "Los pastores y la comunidad eclesial se preocuparn por conocer tales situaciones y sus causas concretas, caso por caso. Se acercarn a ellos con discrecin y respeto... " (FC 81). Catlicos unidos con mero vnculo civil: Indiferencia o prejuicios religiosos, inmadurez y motivos sociales, suelen ser el obstculo para su matrimonio sacramental. Con gran caridad pastoral se vern los motivos que tiene la pareja para no casarse por la Iglesia. Se les orientar e interesar en la vida de las respectivas comunidades (FC 82) y se les seguir preparando, si lo aceptan, para que celebren y puedan vivir el sacramento. Divorciados civilmente y vueltos a casar: Slo existir una elocuente y audible invitacin a las parejas y familias en situacin "irregular" en la medida en que sus homlogos cristianos ejerciten esa misericordia que evita considerar como de "segunda categora" eclesial a quienes no comparten la gracia sacramental con ellos. Madres Solteras: La situacin pastoral que plantea el creciente problema de las "madres solteras" y "padres solteros" pide de la Iglesia una atencin pastoral especial; de manera que estas personas se sientan acogidas por la comunidad eclesial, se les oriente en cuanto a su propia persona y a la responsabilidad para con los hijos y la comunidad, buscando formas de ayudar a superar la situacin de familia incompleta en que se encuentran. En todas estas situaciones irregulares, la Iglesia debe desarrollar una pastoral de amor misericordioso, para evitar que haya dentro de su propio seno personas marginadas y humilladas. Se les ha de ofrecer orientacin y acompaamiento y de ser necesario, la oportunidad de normalizar su situacin irregular mediante los procesos que conducen a una posible declaracin de nulidad a travs del tribunal eclesistico (cf. CEP, Carta Pastoral # 17, La Familia en Panam, N 87): 103

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"Urge la atencin y el acompaamiento de las familias en situaciones difciles y esper ciales: Promover y organizar acciones que respondan a necesidades de las familias en situaciones difciles a travs de grupos de apoyo emocional familiar. Brindar orientacin y acompaamiento a parejas y familias en situacin irregular. Formar Agentes de Pastoral idneos y comprometidos para el trabajo con parejas en situacin irregular. Impulsar la prctica de la comunin espiritual, dentro de la Eucarista y Celebraciones Litrgicas para las parejas en situacin irregular. Promover el valor del matrimonio para parejas en unin libre y matrimonio civil, para que regulen su condicin o status. Asesorar las parejas que pueden normalizar su situacin irregular mediante los procesos que conducen a una posible declaracin de nulidad a travs del tribunal eclesistico." SNTESIS NORMATIVA PREPARACIN 1. Preparacin Remota La preparacin del matrimonio debe entenderse como un proceso gradual y continuo, una formacin para el amor combinada con una educacin sexual integral. Son los responsables de impartirla: los padres y las madres de familia (por medio de su testimonio de vida); las instituciones educativas (a quienes corresponde enfatizar en los valores humanos de la familia), y la comunidad eclesial (que ha de "familiarizar" toda su accin pastoral). 2. Preparacin Prxima Durante esta etapa de formacin, es importante que se presente el matrimonio a los jvenes en contexto con las diversas vocaciones a travs de las cuales pueden realizar su capacidad de amar. Es el momento propicio para darles una formacin ms sistemtica, basada en la antropologa cristiana y en la doctrina catlica. Tanto la Pastoral Juvenil como la catequesis de Confirmacin han de hacer su aporte en este sentido. 3. Preparacin Inmediata - Edad licita del Matrimonio: Se mantiene para la validez la edad mnima de 16 en el varn y 14 en la mujer, (cf. Cn. 1083). La CEP, conserva esta edad establecida 104

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por el Cdigo para que les sea lcito a los Prrocos proceder al matrimonio. Si los novios son menores de 18 aos y sobre todo, si la novia est embarazada, se aconseja consultar al Ordinario (cf. Cn. 1072). (CEP, "Normas Particulares Complementarias al nuevo Cdigo de Derecho Cannico ", 1984). - Los novios o pareja deben comunicar al prroco su decisin de contraer matrimonio con dos meses de antelacin, como mnimo. Esta entrevista es el momento oportuno para comprobar si la motivacin de la pareja es la correcta. - En caso de una pareja que por varios aos ha convivido en unin consensual, los Obispos autorizan para que todo Prroco pueda celebrar en su territorio el matrimonio, cumpliendo los requisitos cannicos, pero sin necesidad de recurrir a la parroquia de origen. En estos casos, la Conferencia Episcopal Panamea autoriza al mismo Prroco el poder confirmar a los contrayentes si no estuvieran confirmados, siempre que hubiera suficiente tiempo para la debida preparacin, que establece este Directorio (cf. CEP, Normas Particulares...). - Ningn Prroco debe proceder a la celebracin del matrimonio sin que los contrayentes hayan recibido la debida preparacin. sta incluye la informacin prematrimonial y el cursillo prematrimonial. - La informacin prematrimonial ha de hacerse siempre, excepto en peligro de muerte de uno de los contrayentes (cf. Cn. 1066-68). No es un simple trmite burocrtico: es un momento importante de la pastoral matrimonial. Por ello, compete al Prroco realizar esta informacin o tambin podr delegar a otra persona que cuente con la debida capacitacin, utilizndose como base el formulario preparado por la Conferencia Episcopal Panamea, para orientar desde l la correspondiente entrevista. - La actitud pastoral no puede ser la exigencia absoluta (negacin del sacramento, a quien no llega a un nivel preestablecido de la fe), ni la falsa misericordia (celebracin del sacramento siempre y sin ninguna exigencia), sino el debido discernimiento: acogida, encuentro con los novios para conocer su situacin de Fe, creacin de una actitud de sinceridad y libertad, posible dilacin del mismo sacramento... debe negarse el matrimonio -con prudencia, sinceridad y actitud dialogante- nicamente en los casos de abierta increencia, rechazo formal de lo que supone el sacramento o patente incapacidad para asumir sus compromisos y realidad. - El cursillo prematrimonial ha de realizarse preferentemente en la parroquia propia de los contrayentes o a nivel de cada vicara, y en cuanto a sus contenidos, debe 105

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ajustarse a lo estipulado en cada dicesis; adaptarse en lo posible a la situacin de la pareja (novios o pareja ya constituida). - Los novios o la pareja deben ser informados de los requisitos y documentos exigidos: Partida de Bautismo de ambos, a solicitar en la parroquia donde se realiz el bautizo; hay que pedir siempre la partida de bautizo para averiguar si los novios ya se han casado otra vez; el documento debe tener fecha reciente (no ms de tres meses). Si no se encuentra, se recurre al juramento supletorio. Realizado el matrimonio, se debe comunicar a la Parroquia de ambos contrayentes la realizacin del mismo para su registro marginal en el libro parroquial de Bautismo (cf. Cn. 535, 1). Presencia y firma de dos testigos, uno por cada contrayente (preferentemente uno de los padres). Acta de matrimonio civil o licencia, segn la legislacin vigente. Certificacin de haber realizado el cursillo prematrimonial. Eventualmente, permisos especiales (menores de edad, matrimonio mixto, extranjeros, dispensa de impedimentos...) En el caso de los matrimonios mixtos, los contrayentes han de ser advertidos de su compromiso y se dejar de ello constancia escrita en la informacin prematrimonial, conforme al formulario aprobado por la Conferencia Episcopal Panamea (cf. Cn. 1126). Para la dispensa de la "forma cannica" en los matrimonios mixtos, siempre se exigir que se oficie algn tipo de ceremonia religiosa, ante un ministro competente. De esta forma slo podr dispensar el Obispo Diocesano (cf. Cn. 1127, 2) (cf. CEP, Normas Particulares...). El certificado de Confirmacin no es de por s necesario. Si los novios no se han confirmado, se les invitar a prepararse, hacindoles ver el maravilloso Don de Dios que se ofrece a todo cristiano en el Sacramento de la Confirmacin, siempre que haya verdadera voluntad y suficiente preparacin (cf. CEP, Normas Particulares...). Se recuerda que la ley panamea reconoce al ministro religioso la facultad de realizar el matrimonio civil, atenindose a las normas y documentos que la ley estipula. - Las "proclamas" o anuncio del matrimonio en la Parroquia de la celebracin, se reducen a una publicacin verbal, o a la fijacin en un lugar adecuado del nombre de 106

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los contrayentes y de la fecha de su matrimonio, durante una semana que incluya un domingo o fiesta de precepto (cf. CEP, Normas Particulares...) CELEBRACIN: - La celebracin del matrimonio "en el Seor" entre una pareja preparada y madura en la fe y el amor es una celebracin comunitaria eclesial, no una simple fiesta de familia y de sociedad. Es deseable que se celebre en presencia de la comunidad parroquial, aunque normalmente se busque el momento ms oportuno segn el deseo de los contrayentes. - Cudense, por ello, los aspectos de la celebracin: sentido de oracin y fiesta; sentido comunitario, protagonismo de los novios (eleccin de lecturas; participacin en las lecturas e intenciones de la oracin de los fieles). - La celebracin debe ser sencilla y digna en lo tocante a los adornos en el templo. Debe evitarse que la celebracin del sacramento sea ocasin de una ostentosa fiesta profana (lujo indebido, adornos florales excesivos, desfiles de damas, continua interrupcin de fotgrafos, camargrafos, etc.). De acuerdo con el Cn. 1120 y la Exhortacin Apostlica Familiaris Consortio 67, es deseable introducir en la celebracin del matrimonio algunos elementos del patrimonio cultural panameo. - La celebracin del matrimonio tendr lugar normalmente en la parroquia correspondiente a cualquiera de los novios o en la que fijarn su domicilio, una vez casados. Faciltese, no obstante, la celebracin del matrimonio por justa causa (devocin, amistad, integracin de hecho...) en cualquier otra parroquia, sin imponer condicin o tasa econmica alguna; pero debe disuadirse a los novios de contraer matrimonio en determinados lugares slo por motivos estticos, de vana ostentacin, puro capricho u otras razones injustificadas. - El testigo cualificado que preside la celebracin es el ordinario del lugar o el prroco o a quien se delegue a tenor del Canon 1108. Cudese que haya constancia escrita de la delegacin cuando la haya. - Se recuerda la prohibicin de celebrar matrimonios en casas particulares, en Capillas de Comunidades Religiosas, o en cualquier otro lugar que no sea la Parroquia o Capilla propia de la Parroquia. Ni mucho menos en hoteles y playas. - El matrimonio puede celebrarse en todo tiempo litrgico, con excepcin del Triduo Pascual. Cudese que en tiempo de Cuaresma se guarde el clima que corresponde a ese perodo del ao litrgico. 107

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- Queda prohibido el abuso que supone la discriminacin por razones econmicas en la celebracin del matrimonio con "clases' y "estipendios" distintos. La catequesis presacramental debe ayudar a descubrir igualmente el valor de una fiesta sencilla y familiar, sin exageraciones ni gastos desorbitados, que son una afrenta para los pobres y un irresponsable e innecesario derroche para los propios contrayentes. - Efectuada la ceremonia nupcial, sta debe inscribirse en el libro de matrimonios correspondiente de la parroquia donde se celebr la boda. (cf. Cn. 535,1) Es responsabilidad del prroco donde se celebr el matrimonio, que el mismo sea inscrito cuanto antes en dicho libro, poniendo su firma al pie de cada acta. - La parroquia donde se celebr la boda ha de enviar a la parroquia, donde estn asentadas las partidas de bautismo de cada uno de los contrayentes, los correspondientes avisos de la realizacin del matrimonio a fin que se proceda a anotar marginalmente el hecho. SEGUIMIENTO: - Las parroquias y comunidades eclesiales han de acompaar a las parejas recin casadas, atendiendo sobre todo a aquellos matrimonios jvenes o con especiales problemas. Recurran para ello a los Movimientos o grupos dedicados a las diversas ramas de la pastoral familiar. De igual forma, promuevan en sus comunidades parroquiales la "familiarizacin" de todas las pastorales. - Favorezcan los seores Prrocos, las celebraciones especiales de aniversarios matrimoniales, as como tambin celebraciones para la bendicin de las madres gestantes y la presentacin a la comunidad de los recin nacidos. - Procrese, en la medida de lo posible, capacitar a laicos con preparacin y carisma, para ejercer el ministerio de la consejera matrimonial y familiar en cada parroquia, y en otros centros especializados de la Iglesia. - Los medios de comunicacin social se usarn para promover los valores de la familia y del matrimonio, tantas veces irrespetados por dichos medios. - Para las parejas que se encuentran en situacin irregular, las parroquias y comunidades eclesiales deben desarrollar una pastoral de amor misericordioso; deben ser tratadas con actitud pastoral profundamente evanglica, con profundo sentido de comprensiva prudencia (cf. DP 608), discrecin y respeto (cf. FC 81). Estas situaciones han de ser el punto de partida para el dilogo pastoral y la evangelizacin. 108

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que puedan llevarles al descubrimiento, a veces lento, del sentido cristiano del matrimonio, y de las decisiones que ellos han de tomar. - Tengan los Presbteros, tanto fuera como dentro del Ministerio del Sacramento de la Reconciliacin, el cuidado de no otorgar "permisos" para comulgar en estos casos. Conviene impulsar la prctica de la comunin espiritual dentro de la Eucarista, especialmente para estas parejas. 7. EL SACRAMENTO DEL ORDEN Y LOS MINISTERIOS LAICALES. LOS MINISTERIOS EN LA IGLESIA Es preciso entender y tratar el tema del sacramento del Orden y de los ministerios laicales en su contexto global, que es la ministerialidad de la Iglesia. La Iglesia, en la medida en que contina la misin de Cristo y es sacramento de salvacin, adquiere una dimensin esencialmente de servicio. La existencia misma de la comunidad eclesial no tiene otra razn de ser que la de ser servidora; todos los fieles, por el Bautismo, participan radicalmente en la misin eclesial de servicio de Dios al mundo, y esto une a todos en una comn ministerialidad. Por eso podemos decir que todo bautizado ejerce un ministerio general que surge espontneamente de su ser cristiano y que lo ejerce sin necesidad de un mandato o una ordenacin. La ministerialidad aparece, por lo tanto, como un elemento esencial, constitutivo del ser cristiano; el anunciar el Evangelio y construir la Iglesia es un ministerio fundamental que le pertenece a la Iglesia entera y no slo a un grupo de ministros especiales. Ya desde el inicio, la Iglesia presenta una rica gama de ministerios que responden, por una parte, a una riqueza de diversos dones y carismas; por otra, surgen para atender a las necesidades concretas de las comunidades. Tambin, aparecen los ministerios especiales institucionalizados (ordenados), que representan a Cristo Cabeza y son animadores del resto de los ministerios. Estos ministerios son otorgados a travs del sacramento del Orden. La Iglesia, siendo consciente de las tres funciones ministeriales de Jesucristo (ministerio proftico o de la Palabra, ministerio sacerdotal o del culto y ministerio pastoral o de la comunin en la caridad), organiza tambin su servicio ministerial alrededor de estas tres dimensiones. - El servicio de la Palabra engloba todos los ministerios dedicados a la evangelizacin, predicacin, catequesis, enseanza. 109

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- El servicio del culto engloba todos los ministerios litrgicos, desde la presidencia de la Eucarista hasta el ejercicio de cualquier funcin especial litrgica por parte de los feles, incluso el servicio de presidencia no litrgica, responsable de la unidad de las comunidades y grupos. - El servicio de la caridad engloba los servicios que manifiestan una forma concreta de amor al prjimo y voluntad de servicio al hombre, con una especial atencin a los pobres. Dentro de la ministerialidad de toda la Iglesia, es posible presentar una clasificacin de los ministerios: - Los ministerios laicales, no ordenados: a) Ministerio general: el que nace espontneamente de la condicin de todo bautizado. b) Ministerio determinado o no instituido: que se da en la comunidad y es de vital importancia para ella, ejercido segn carismas y disposiciones personales, como catequistas, animadores de la liturgia o de pequeas comunidades, etc. c) Ministerios instituidos: son aquellos que han sido reconocidos pblicamente por la Iglesia y comportan un rito o gesto de investidura. Aqu se sitan el lectorado y acolitado, pero no se reducen a stos; de hecho, la institucin es el reconocimiento y encomienda pblicos de aquellos ministerios que ya existen y que son vividos competentemente por aquellos que poseen el carisma. La institucin comporta varios aspectos: encomienda, reconocimiento oficial, celebracin ritual, compromiso de la comunidad frente al ministerio y viceversa, cierta estabilidad, cierta permanencia en el servicio por parte del sujeto, y apoyo por parte de la comunidad. - El Ministerio Ordenado es el ministerio encomendado a aquellos que han recibido el Orden sagrado (Obispo, presbtero y dicono) para presidir, ensear y santificar (cf. LG 20). La Iglesia necesita de todos estos ministerios para poder ejercer su misin. Necesita del ministerio ordenado, ya que sin l no es posible ni la unidad eclesial ni la Eucarista, en la que la comunidad cristiana encuentra su realizacin. Esto hace que una comunidad sin ministro ordenado quede incompleta. Necesita, tambin, de los ministros no ordenados para vivir como comunidad responsable de las diferentes funciones de la misin encomendada por Cristo. Si bien es verdad que los ministerios no tienen su origen ltimo en la comunidad, sino en Cristo y el Espritu, ellos deben entenderse desde la comunidad y para el 110

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servicio de la comunidad; todos los ministerios estn en funcin del bien comn para la edificacin y crecimiento de la comunidad. Los ministerios no tienen fin en s mismos, sino para construir la comunidad (cf. 1 Cor. 12).

7.1 EL SACRAMENTO DEL ORDEN

1. Realidad: - Hacen falta ms ministros ordenados en Panam, tanto en las reas urbanas como en las rurales. En las ltimas dcadas, ha habido un aumento del nmero de ministros ordenados, pero tambin se ha dado un aumento de la poblacin, as como de nuevos retos para la labor misionera. De hecho, todava dependemos en parte del servicio misionero de muchas Iglesias hermanas, que generosamente nos han permitido nacer a la Fe y siguen colaborando con nosotros en la evangelizacin. - Esta escasez de ministros ordenados dificulta la atencin al Pueblo de Dios y tambin recarga de tareas al mismo clero. - Existen varios factores que no favorecen el surgimiento de vocaciones al ministerio sacerdotal: la desintegracin familiar, el relativismo y hedonismo de nuestra sociedad, los escndalos en que estn involucrados algunos sacerdotes, y a veces, la falta de identidad de algunos sacerdotes. - En el mundo globalizado, con sus muchos y acelerados cambios tecnolgicos, sociales, filosficos y culturales, surgen nuevas situaciones y problemticas ante las cuales los miembros del clero, a veces, no encuentran los medios adecuados para realizar su misin, por lo cual se hace necesaria la formacin permanente. - El auge significativo del secularismo, el atractivo del consumismo, la prdida de los valores morales y espirituales en personas e instituciones, el poder altamente sugestivo de los modernos medios de comunicacin, la insuficiente iniciacin cristiana de muchos catlicos bautizados y la creciente influencia de las sectas, todo esto coloca al ministro ordenado ante una realidad muy compleja y necesitada del anuncio de la Buena Noticia. 111

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- Se necesita mayor crecimiento en la espiritualidad diocesana, as como una mayor cooperacin y acompaamiento intrapresbiteral en problemas internos y externos. - En Panam, encontramos sombras como las que registra el Documento de Aparecida (cf. DA 100). Sin embargo, hay razones para sentirnos profundamente optimistas. Tambin en Panam "nuestro pueblo tiene gran aprecio a los sacerdotes; reconoce la santidad de muchos de ellos, como tambin su testimonio de vida, su trabajo misionero, y la creatividad pastoral" (DA 99 c). Los ministros ordenados, en su gran mayora, atienden la liturgia con mucho esmero y devocin, contribuyendo as a la santificacin de las comunidades eclesiales que presiden. 2. Reflexin Teolgica: El Ministerio del Orden hace presente a Cristo Cabeza, que no vino a ser servido sino a servir (cf. Mt. 20, 28) y ejerce las funciones especficas de predicar la Palabra (ensear), presidir el culto cuyo culmen es la Eucarista (santificar), y animar como pastor a la comunidad (regir). Incluye tres grados: a) El ministerio episcopal: Los Obispos son, por institucin divina, sucesores de los Apstoles en la Iglesia, de modo que quien los escucha, escucha a Cristo, y quien los desprecia, desprecia a Cristo y a quien los enva. En la consagracin episcopal, se confiere la plenitud del Sacramento del Orden, llamado en la prctica de la liturgia de la Iglesia y en la enseanza de los Santos Padres, sumo sacerdocio, cumbre del ministerio sagrado. Los Obispos forman, en comunin entre s y con el Romano Pontfice, el Colegio de Obispos. Los Obispos son "discpulos misioneros" a imagen de Jesucristo, Sumo Sacerdote (cf. DA) Los Obispos, en cuanto sucesores de los Apstoles, reciben del Seor la misin de ensear y predicar el evangelio a toda creatura, como testigos de la verdad divina y catlica en materia de Fe y costumbres. Les corresponde tambin el oficio de santificar; por estar revestidos de la plenitud del Sacramento del Orden, son administradores de la gracia del supremo Sacerdote, Cristo. Tienen, adems, el oficio de regir, como Vicarios de Cristo, las Iglesias particulares que les han sido encomendadas (cf. LG 20-27). b) El Ministerio Sacerdotal o Presbiteral: Los Presbteros, aunque no tienen la plenitud del sacramento y dependen de los Obispos en el ejercicio de su potestad, estn, sin embargo, unidos en la participacin del sacerdocio y en virtud del Sa112

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cramento del Orden, han sido consagrados como verdaderos sacerdotes del Nuevo Testamento, a Imagen de Cristo, sumo y eterno sacerdote, para predicar el Evangelio, apacentar a los fieles y para celebrar el culto divino. Los Presbteros son "discpulos misioneros" a imagen de Jesucristo, Buen Pastor (cf. DA). Los Presbteros, prvidos cooperadores del orden episcopal, ayudan como instrumento para servir al pueblo de Dios, formando junto con su Obispo, un solo presbiterio dedicado a diversas ocupaciones. En cada congregacin local de fieles, representan al Obispo. Bajo su autoridad, rigen y santifican la porcin de la grey del Seor a ellos encomendada (cf. LG 28). c) El Ministerio Diaconal: Los diconos estn en el grado menor de la Jerarqua y reciben la imposicin de manos no en orden al sacerdocio, sino al ministerio. Pueden ordenarse diconos temporalmente, en el caso de los que siguen adelante hacia el presbiterado, siempre con el carisma del celibato. Puede ser ordenado "dicono permanente" aquel laico, casado o soltero, que se prepara y se ordena al servicio diaconal por el obispo y bajo su jurisdiccin. En comunin con el Obispo y su Presbiterio, sirven al Pueblo de Dios en el ministerio de la liturgia, de la Palabra y de la caridad. Los Diconos son "discpulos misioneros" a imagen de Jesucristo, Servidor (cf. DA). Es propio de su oficio, segn le fuere asignado por la autoridad competente: administrar solemnemente el bautismo, reservar y distribuir la Eucarista, asistir al matrimonio y bendecirlo en nombre de la Iglesia, llevar el Vitico a los moribundos, leer la Sagrada Escritura a los fieles, instruir y exhortar al pueblo, para presidir el culto y la oracin de los fieles, administrar los sacramentos, presidir el rito de los funerales y sepultura; velando por la administracin de las comunidades y su promocin, especialmente la Caridad, (cf. LG 29). El soltero, una vez ordenado dicono, debe permanecer clibe. 3. Lneas Pastorales: - Preparacin: La Pastoral Vocacional debe ser una tarea permanente en la vida eclesial. Los Pastores y la comunidad entera deben estar atentos a suscitar vocaciones ministeriales, tanto entre los grupos juveniles como en los ambientes universitarios y de adultos jvenes. Ha de hacerse presente en los lugares y momentos donde las personas 113

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suelen tomar decisiones vitales con cierta madurez y difundir por todos los medios accesibles los requisitos y el procedimiento para ingresar al Seminario. No debe faltar la oracin constante por las vocaciones ni la realizacin de actividades vocacionales. Sin embargo, el ejemplo de vida del ministro ordenado, alegre y generosamente entregado a su ministerio, es el mayor estmulo para el despertar de las vocaciones. En los seminarios mayores, quienes se preparan para recibir el sacramento del Orden han de ser formados en las tres dimensiones de su futuro ministerio. Son llamados a ser catequistas, liturgistas y pastores, y tendrn que ejercer estas tres funciones de manera coordinada y armnica, en el marco del plan pastoral diocesano que han de conocer y asimilar. En cuanto a la formacin litrgica de los futuros presbteros, no se limiten a ensear cmo presidir la Eucarista sino tambin cmo celebrar de manera apropiada los distintos sacramentales y bendiciones que la Iglesia ofrece para determinadas circunstancias. En la preparacin inmediata de la celebracin del sacramento del Orden, es importante que se involucre no slo a los familiares sino tambin a la comunidad eclesial de la que sali el candidato. El ministro es tomado de la comunidad, para servir a la comunidad. - Celebracin. Es significativo realizar la celebracin del sacramento del Orden en la Catedral, iglesia madre de la dicesis, sede del Obispo y casa del Presbiterio, Sin embargo, por razones pastorales y vocacionales hay que contemplar la conveniencia de celebrarlo en la parroquia del ordenando, que con ello se sentir valorada, fortalecida y revitalizada. La celebracin misma del sacramento, realizada conforme a las normas litrgicas vigentes, contiene un alto grado de solemnidad que, al igual que en los matrimonios, puede derivar en un exagerado inters en los adornos lujosos etc., y as opacar lo que en el sacramento se celebra. Que los que son ordenados para servir a ejemplo de su Maestro, celebren su consagracin en comunidad, con fe festiva, con moderacin en lo material. - Seguimiento. Los recin ordenados al ministerio recibirn mucho provecho de un adecuado seguimiento de parte de un ministro ms experimentado, que les ayude a aplicar en 114

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la prctica de todos los das lo aprendido durante su tiempo de formacin. Tmese en cuenta las necesidades personales y los carismas como tambin la edad y la madurez de los recin ordenados. Promuvase por todos los medios la fraternidad y la ayuda mutua entre los miembros del clero, de manera que los nuevos ministros se sientan acogidos y acompaados tanto en su vida personal como en su actividad pastoral. Tambin cudese de tener en cuenta la cobertura de servicios mdicos y para provisin de jubilaciones. Cada iglesia particular ha de proveer los medios necesarios para asegurar la actualizacin pastoral y litrgica de los ministros ordenados. 7.2 LOS MINISTERIOS NO ORDENADOS. 1. Realidad. Al revalorizar, a partir del Concilio Vaticano II, la dimensin de la Iglesia como Pueblo de Dios, se ha revalorizado todo lo comunitario y la participacin activa del laicado en las distintas esferas de la Iglesia. Se ha reconocido el derecho inherente a todo fiel, en virtud del bautismo, de tener parte activa en todas las dimensiones de la vida eclesial y que, muy a menudo, un absurdo clericalismo haba usurpado. Esto, unido a la escasez de sacerdotes y religiosas activas en la pastoral parroquial, ha producido el surgimiento de nuevos ministerios o servicios. En las distintas actividades pastorales, hay cada vez ms laicos y laicas que asumen, en un marco de corresponsabilidad con el clero, tareas y servicios especficos, principalmente a nivel intraeclesial. No slo en el campo sino tambin en nuestras parroquias urbanas y suburbanas la Iglesia cuenta con un significativo nmero de ministros no instituidos. Los Delegados de la Palabra, los Catequistas, los Animadores y Animadoras de comunidades, los colaboradores y colaboradoras de las pastorales, son una verdadera bendicin del Espritu en nuestra Iglesia. Esta experiencia responde a nuestras opciones eclesiales y representa un gigantesco aporte a la labor de evangelizacin en reas donde el clero no tiene una presencia permanente o que son ms bien de competencia del laicado. Las comunidades eclesiales de base, los grupos eclesiales de iniciacin y formacin cristiana, las nuevas normas de preparacin para la Confirmacin y los movimientos 115

Directorio de Pastoral Litrgica espirituales y apostlicos, son terreno frtil donde surgen los diversos ministerios laicales. Estos ministros no ordenados no siempre cuentan con suficiente preparacin ni son plenamente valorados por sus prrocos. Falta en algunos la motivacin misionera, a otros les cuesta colaborar en forma armnica con sus pastores, pero no se puede negar el gran impacto que tiene el ejercicio de "los ministerios confiados a los laicos y otros servicios pastorales, como delegados de la Palabra, animadores de asamblea y de pequeas comunidades, entre ellas las comunidades eclesiales de base, los movimientos eclesiales y un gran nmero de pastorales especificas" (DA 99c). 2. Reflexin teolgica. A partir del Concilio Vaticano II la Iglesia ha vuelto a descubrir que para que cumpla su misin de sacramento de salvacin tiene que ser enteramente ministerial y esto implica la responsabilidad y participacin de todos en las tareas de evangelizacin. El Snodo Vaticano de 1987, sobre el laicado, y la posterior Exhortacin Apostlica del Papa Juan Pablo II, Christifidelis laici, arrojan muchas luces al respecto. La Iglesia es consciente de que su misin prioritaria es la evangelizacin, en continuacin de la accin evangelizadora de Cristo; como discpula y misionera, le toca ser instrumento y camino que hace presente el reinado de Dios en el mundo de hoy. En esta funcin la Iglesia la realiza, como pueblo de Dios que es como Cuerpo de Cristo, como comunidad de discpulos. De manera que a todos los bautizados y bautizadas les corresponde colaborar, mediante determinados servicios o ministerios, en las labores de evangelizacin. "Los laicos tambin estn llamados a participar en la accin pastoral de la Iglesia, primero con el testimonio de vida y en segundo lugar, con acciones en el campo de la evangelizacin, la vida litrgica y otras formas de apostolado, segn las necesidades locales bajo la guia de sus pastores. Ellos estarn dispuestos a abrirles espacios de participacin y confiarles ministerios y responsabilidades en una Iglesia donde todos de manera responsable adquieren su compromiso cristiano " (DA 211). Es una misin compartida, en que ministros ordenados y ministros laicos colaboran en un marco de comunin y participacin (cf. Puebla), ejerciendo la corresponsabilidad eclesial que es un derecho y un deber adquirido en el Bautismo. "A los catequistas, delegados de la Palabra y animadores de comunidades, que cumplen una magnfica labor dentro de la Iglesia, les reconocemos y animamos a continuar el compromiso que adquirieron en el bautismo y la confirmacin " (DA 211). 116

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Los servicios o ministerios laicales se ejercen conforme los dones y carismas de cada cual y segn las necesidades pastorales de la comunidad. "Hay diferentes dones espirituales, pero el Espritu es el mismo; hay diversos ministerios, pero el Seor es el mismo; hay diversidad de obras, pero es el mismo Dios que obra todo en todos " (1 Cor. 12, 4-6). Los ministerios laicales se agrupan alrededor de las tres tareas eclesiales: la Palabra, el culto y la caridad. - Los ministerios de delegado de la Palabra, catequista, evangelizador y misionero son los que mejor representan el servicio de la Palabra. - En el mbito del culto, contamos con el animador litrgico o aclito, a quien compete la animacin y coordinacin de los diversos servicios y funciones que desempean los fieles en la celebracin litrgica. Adems, estn el ministro extraordinario de la Comunin, el ministro del canto, los monaguillos, el lector, el salmista, el sacristn, - Los animadores de la pastoral social, los visitadores de los enfermos, los consejeros matrimoniales, etc. Ejercen el ministerio de la caridad en la comunidad. Les toca promover, animar, coordinar, los servicios que miran a la caridad y la promocin humana, especialmente hacia los ms necesitados. La Iglesia en Amrica Latina y en Panam reconoce la figura de un animador de la comunidad que, sin ser ordenado, se sita en el orden de la direccin. No asume la funcin propia del ministro ordenado, sino que aparece como corresponsable del sacerdote o dicono en la animacin y coordinacin de la comunidad. As actan los Delegados de la Palabra y en algunos casos, las Religiosas. 3. Lneas pastorales: Preparacin Cada comunidad eclesial ha de discernir cuales son los servicios y los ministerios laicales que requiere la labor de evangelizacin y la atencin a la comunidad local. Los pastores deben estar conscientes que el compartir su actividad pastoral con los laicos no es una mera concesin; y el laicado, por su parte, ha de preocuparse por su insercin activa en la Iglesia segn el carisma que le d el Espritu. Tanto de parte de los pastores como de los fieles es necesario valorar y potenciar los diversos ministe117

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rios que la Iglesia, en su tarea de evangelizarse a s misma y de proclamar el Evange-lio a los dems, est necesitando hoy. Es necesario dedicar mayor atencin a la formacin, la capacitacin y el seguimiento de los ministros laicos, mediante la creacin de centros de formacin. "Para cumplir su misin con responsabilidad personal, los laicos necesitan una slida formacin doctrinal, pastoral, espiritual y un adecuado acompaamiento para dar testimonio de Cristo y de los valores del Reino en el mbito de la vida social, econmica, poltica y cultural" (DA 212). Conviene concienciar a la feligresa para que acepten y valoren la labor de los ministros laicos, varones y mujeres, como autnticos colaboradores de sus pastores. Celebracin de la institucin. Los ministros laicos han de ser instituidos o presentados a la comunidad eclesial mediante los ritos establecidos. Recomendamos realizarlo con ocasin de la Eucarista o celebracin dominical, para que la comunidad entera pueda estar presente y acogerlos en ambiente de oracin. Seguimiento. Los ministros laicos, al igual que los ordenados, necesitan de una formacin continuada, como tambin de un adecuado acompaamiento de parte de sus pastores. Es fundamental una buena comunicacin entre los ministros ordenados y los ministros laicos. Con el fin de mantener un estrecho vnculo con la parroquia y realizar su labor en el marco del plan pastoral de la misma, han de estar representados en el Consejo Pastoral Parroquial, donde podrn ventilar sus inquietudes, coordinar sus esfuerzos con los otros ministros y recibir el apoyo material, moral y espiritual que necesiten. Se impone de parte de los pastores y de las comunidades, una evaluacin peridica de la labor pastoral realizada por los ministros laicos. SNTESIS NORMATIVA MINISTERIO DEL ORDEN Preparacin 1. Hacer tomar conciencia a la comunidad eclesial que las vocaciones -tanto para los ministerios ordenados como para los laicales- es responsabilidad de todos. Insistir en 118

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que las vocaciones al sacerdocio surgirn de una comunidad humana y cristiana en la que se vivan los valores evanglicos y donde el sacerdote desempee con dedicacin y alegra su funcin como pastor de la misma. 2. Fortalecer la pastoral vocacional, tomando en cuenta que los lugares privilegiados de esta pastoral lo son: la familia, las comunidades eclesiales de base, los grupos juveniles y los centros educativos, incluidas las universidades. 3. Realizar jornadas vocacionales para el Sacerdocio, la Vida Religiosa (Congregaciones Femeninas y Masculinas) y para los laicos de cara a su vocacin dentro de la Iglesia y en el mundo. Incrementar la oracin por las vocaciones sacerdotales (Jueves Sacerdotales, Jornada Mundial de Oracin por las Vocaciones, Semanas Vocacionales). 4. Los candidatos al sacerdocio han de ser formados en las tres dimensiones de su futuro ministerio: la catequesis, el culto y la pastoral, que tendrn que integrar y ejercer de manera coordinada y armnica, en el marco del plan pastoral diocesano que han de conocer y asimilar. 5. Que se les ensee no slo cmo presidir la Eucarista sino tambin cmo celebrar de manera apropiada los distintos sacramentales y bendiciones que la Iglesia ofrece para determinadas circunstancias. 6. En la preparacin inmediata de la celebracin del sacramento del Orden, involcrese no slo a los familiares sino tambin a la comunidad eclesial de la que sali el candidato. Celebracin 7. Que las Ordenaciones (Episcopales, Sacerdotales, Diaconales) sean en s mismas momentos de catequesis sobre el sentido y el valor de las vocaciones al ministerio ordenado. 8. Tngase, de preferencia, stas en la Catedral, por su signo de Iglesia Madre de la Iglesia Diocesana o, por razones pastorales y vocacionales, en la parroquia propia del ordenando. 9. Que, salvando otras prioridades o necesidades, las ordenaciones al Sacerdocio dentro de Congregaciones Religiosas no diocesanas, y tambin las Profesiones Religiosas se tengan en las Iglesias Parroquiales de donde provienen los ordenados y profesos, o profesas, para despertar la alegra y el sentido de responsabilidad de las comunidades a las cuales pertenecen. 119

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Seguimiento 10. Asgnese a los recin ordenados un ministro ms experimentado, que les d seguimiento y les ayude a aplicar en la prctica de todos los das lo aprendido durante su tiempo de formacin. 11. Promuvase la fraternidad y la ayuda mutua entre los miembros del clero, de manera que los nuevos ministros se sientan acogidos y apoyados. 12. Cada Iglesia Particular ha de proveer los medios necesarios para asegurar la actualizacin pastoral y litrgica de los ministros ordenados, as como la cobertura mdica y la provisin para la jubilacin. MINISTERIOS LAICALES Preparacin 1. Ir creando la conciencia de la Iglesia como un cuerpo ministerial, donde se dan diversas vocaciones, servicios y carismas, que han de contribuir a la edificacin del Cuerpo Mstico de Cristo, que es la Iglesia, en el mundo. 2. Discernir cules son los servicios y ministerios laicales que requiere, hoy, la labor de evangelizacin y la atencin a la comunidad local. 3. Promover la mutua y fraterna colaboracin entre pastores ordenados y ministros laicales, responsables todos de la evangelizacin. 4. Favorecer la creacin de las comunidades eclesiales de base como medio de crecimiento de vocaciones ministeriales laicales como tambin para el sacerdocio. 5. Dedicar atencin a la formacin, la capacitacin y el seguimiento de los ministros laicos, mediante la creacin de cursos y centros de formacin. 6. Concienciar a la feligresa para que acepten y valoren la labor de los ministros laicos, varones y mujeres, como autnticos colaboradores de sus pastores. 7. Que se tome conciencia en la Iglesia de Panam, de que los ministerios laicales pueden ser ejercidos por varones y mujeres sin discriminacin alguna y observando las condiciones necesarias para ejercer dicho ministerio. 8. Confeccionar un "Directorio para los Ministerios Laicales": cules son estos ministerios, requisitos, institucin, formacin, funciones, etc. Tener en cuenta para ello las 120

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"Normas particulares complementarias al nuevo Cdigo de Derecho Cannico" de la CEP (Vase anexo). Celebracin 9. Los ministerios laicales deben conferirse por medio de una delegacin formal segn normas establecidas: y han de ejercerse siempre en comunin con los pastores de la Iglesia, es decir el Obispo. El Prroco o Sacerdote encargado de la comunidad. 10. Que la "institucin" de laicos para el ejercicio de determinados ministerios confiados a ellos se haga delante de la comunidad parroquial en la Misa dominical, para ir despertando el sentido y el valor de estos ministerios en la Iglesia de Panam. Seguimiento 11. Que se provea a los ministros laicos de una formacin permanente, que les ayude a ser testimonio en su comunidad, es importante y necesario, como tambin de un adecuado y exigente acompaamiento de parte de sus pastores y que se mantenga una buena comunicacin entre ambos. 12. Que estn debidamente representados en el Consejo Pastoral Parroquial, donde podrn expresar sus inquietudes, coordinar sus labores y recibir los apoyos que necesiten. 13. Que se evale peridicamente, de parte de los pastores y de las comunidades, la labor pastoral realizada por los ministros laicos. CUARTA PARTE: LA CELEBRACIN DE LA MUERTE CRISTIANA INTRODUCCIN La importancia que dan los cristianos a la muerte se refleja en su manera de despedir a sus difuntos; la gran mayora desea un funeral religioso, con oraciones y agua bendita. Sin embargo, cabe preguntarse si la intencin de los familiares es celebrar el paso, la pascua del difunto, o practicarle unos ritos que le aseguren el cielo y lo libren del infierno; o si se trata de una mezcla de fe cristiana y de ritos semipaganos, en cuyos casos habr que asegurar la debida catequesis. La celebracin se hace por medio de ritos, pero estos ritos no expresan necesariamente lo mismo para todo el mundo. La manera de entender los ritos y de practicarlos depende del grado de evangelizacin que tenga la persona. Los catlicos evangelizados encon121

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trarn sentido y consuelo en los ritos fnebres, sern capaces de 'celebrar' la muerte y resurreccin de su difunto; los no evangelizados presenciarn unos ritos que consideran imprescindibles para que el 'anima' del difunto descanse y no moleste. La confusin y ambigedad existentes requieren de una buena catequesis, un proceso permanente de evangelizacin, y de una prctica litrgica coherente con las palabras del Seor: "Yo soy la resurreccin y la vida. El que cree en m, aunque haya muerto, vivir" (Jn. 11, 25).

8. EL VIATICO

8.1 Realidad. - Por lo general, se dedican mucho ms recursos para sepultar al difunto que a prepararlo para una buena muerte. En este sentido, se valoran ms las exequias que el Vitico. - Existe an mucha confusin acerca del sacramento de la Uncin de los Enfermos, anteriormente llamado Extremauncin. - Cuando el presbtero es invitado a asistir al enfermo en sus ltimos momentos, ste casi siempre se encuentra ya inconsciente o en estado comatoso, lo que imposibilita administrarle su ltima Comunin o Vitico. - A menudo, las condiciones en que se ha de administrar, sea en el hospital o sea en la casa, no son las mejores y no permiten realizar una verdadera celebracin. - Aun cuando el moribundo recibe el Vitico rodeado de sus familiares ms cercanos, hace falta la presencia de la comunidad eclesial. - En lugares ms remotos o en parroquias muy extensas, los moribundos carecen de la oportunidad de recibir el Vitico. 8.2 Reflexin teolgica. - El verdadero auxilio de los moribundos es el Vitico, el 'alimento para el camino". es decir, el Cuerpo y de la Sangre de Cristo que da al enfermo terminal la gracia y 122

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la fuerza para emprender su Pascua, plenamente identificado con Jesucristo y en unin con la comunidad eclesial. - As como la Eucarista, cumbre de la vida cristiana, alimenta al creyente por los caminos de este mundo, as tambin el Pan eucarstico le dar fortaleza para su paso a la vida plena en Dios. - "Yo soy el Pan vivo bajado del cielo; el que coma de este Pan vivir para siempre. El que come mi carne y bebe mi sangre vive de vida eterna... tendr vida para siempre... " (Cfr. Jn. 6). Estas palabras de Jess tienen un significado muy particular y un efecto reconfortante para el creyente que se encuentra en el umbral de la muerte, que es tambin el umbral de la Vida eterna. - Al comulgar, el moribundo da un ltimo testimonio de su adhesin a Cristo y de pertenencia a la comunidad eclesial, Cuerpo mstico de Cristo. 8.3 Lneas pastorales. - Preparacin Cuando el enfermo padece de una enfermedad terminal o de alto riesgo, se le ha de preparar espiritualmente para ese momento tan importante que es el paso a la vida plena, la Pascua del creyente. Esa tarea les corresponder principalmente a los agentes de la Pastoral de la Salud, al presbtero y a los familiares del enfermo. Esta preparacin es ms indispensable aun para moribundos alejados de la vida eclesial, pero deseosos de recibir un apoyo espiritual y el acompaamiento de la comunidad eclesial. - Celebracin Es recomendable que, en la medida de lo posible, el moribundo reciba el Vitico acompaado de sus familiares y una representacin de la comunidad eclesial, encabezada por el presbtero. Aun cuando se realiza separadamente del sacramento de la Uncin, que tenga carcter de una verdadera celebracin, con lecturas bien proclamadas y cantos apropiados. La Iglesia aconseja que, en la medida de lo posible, se administre dentro de una celebracin eucarstica, despus de haber recibido los frutos del sacramento de la Reconciliacin. Los moribundos deberan haber sido sujetos del sacramento de 123

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la Uncin en un perodo anterior de su enfermedad. De no ser el caso, se celebra primero la Uncin y luego se administra el Vitico. El Ritual recuerda que "conviene igualmente que el fiel renueve, en la celebracin del Vitico, las promesas del Bautismo, por el cual recibi la adopcin de hijo de Dios y se hizo coheredero de las promesas de la vida eterna " (Ritual, N 28). - Seguimiento: Posterior al Vitico es importante el acompaamiento del moribundo de parte de sus familiares y la comunidad eclesial, en un ambiente de tranquilidad y de oracin. El Ritual ofrece lecturas y oraciones apropiadas para la "recomendacin del alma".

9. LAS EXEQUIAS

9.1. Realidad: - Nuestra religiosidad popular se centra fundamentalmente en torno a los difuntos. En los funerales y en los novenarios es cuando ms fieles se renen y tambin cuando ms celebraciones eucarsticas se ofrecen. Dada la forma en que se vive esta realidad se intuye que hay una serie de "creencias", al margen de la Fe de la Iglesia, que sealaran la existencia de un "culto a los muertos". Hay muchos "rezadores" que su aprendizaje requiere una actualizacin y un seguimiento en su formacin. - Muchas de estas prcticas tienen elementos muy positivos que pueden ser valorados en orden a la Fe. Otros podran parecer a primera vista contrarios al Evangelio, pero el Ritual anima a su purificacin y evangelizacin: "procrese transformarlos de tal manera que la celebracin manifieste verdaderamente la fe pascual y demuestre un autntico espritu evanglico " (Ritual de Exequias, Introduccin, n.4.). - En nuestro medio, se hace presente un fuerte sentido de solidaridad con los deudos. 124

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- Aparecen tambin sentimientos de fatalismo o complejos de culpa, debido no pocas veces a una deficiente catequesis en torno a la muerte. - En nuestras liturgias exequiales, aparece todava muy poco el aspecto pascual. Sin embargo, el Ritual lo presenta como algo esencial; esto pide un cambio en la mentalidad de algunos Agentes de Pastoral que temen herir la susceptibilidad de la gente si dan un tono de alegra a la celebracin. 9.2. Reflexin Teolgica. El ritual insiste en que los funerales no son nicamente ritos de purificacin del difunto, ni slo oraciones de intercesin, ni mera expresin de condolencia o consuelo (cf. Ritual de Exequias. Introduccin, n.8.). Se debe recuperar el sentido pascual de la celebracin cristiana de la muerte para que a travs de las exequias se reafirme la Fe y la Esperanza en la vida eterna y en la resurreccin (cf. Ritual de Exequias, Introduccin, n. 11.). - La Exequia Cristiana es la accin de gracias al Padre por la victoria de Cristo sobre la muerte. El creyente puede hacer de la muerte una celebracin porque en ella se manifiesta el amor y el poder del Padre: "Tanto am Dios al mundo que le entreg a su Hijo" (Jn.3.16). En efecto, Jess por amor a los hombres y obediente al Padre entra en la muerte, de la cual sale vivo como primicia de los que duermen. La muerte ha sido vencida y, ante tal maravilla, la Iglesia exulta y hace Eucarista. - La Exequia Cristiana es la accin de gracias por el don de la resurreccin a la humanidad; la resurreccin de Jess es la del "primognito" de la humanidad. Con su muerte destruy al "seor de la muerte" (Hebr. 2,8ss) y liber a los sometidos a su esclavitud. El cristiano es aquel que se solidariza con la muerte y resurreccin de Jess; por el Bautismo se incorpora a su muerte y a su vida y esto lo celebra continuamente en la Eucarista (cf. Rom. 6,3-11). Al vivir al estilo de Jess, tambin va configurndose con su muerte y resurreccin y por medio de la muerte corporal se incorpora al misterio pascual de un modo definitivo, (cf. Ritual de Exequias. Introduccin, n.20.) Las exequias cristianas son una proclamacin de esperanza y, a la vez, una splica confiada para que el difunto, librado de sus culpas, entre en la gloria. - La Exequia Cristiana es la expresin de los vnculos existentes entre todos los miembros de la Iglesia; all los creyentes expresan su esperanza en que sus difuntos viven y que estn en comunin con ellos. No se trata de una relacin supersticiosa sino de una comunin fundada en la Fe y vida del Resucitado Jess. La comunidad 125

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invoca la misericordia de Dios para que el difunto sea perdonado y entre en comunin con Dios (cf. Ritual de Exequias, Introduccin, n. 1). - La liturgia exequial no es slo para el difunto; tambin edifica la comunidad profundizando su esperanza, dndole el sentido de la vida y de la muerte y ofrecindole una comunin con los difuntos (cf. Ritual de Exequias. Introduccin, n.20). Por eso, la despedida de un creyente se hace en un clima de comunin y de fraternidad, que va ms all de la muerte. Creemos en "la comunin de los santos". 9.3. Lneas Pastorales. - Preparacin La celebracin cristiana de la muerte no empieza con las exequias sino con la asistencia del Presbtero y de la comunidad al moribundo. Como Pastor, le compete principalmente al sacerdote acompaar al hermano que agoniza para confortarlo con el Vitico y orar por l con los familiares. En muchos casos, el Presbtero no podr estar presente, y es de esperar que en cada parroquia se vaya organizando una Pastoral de la Esperanza adecuada para que un grupo bien formado de fieles pueda acompaar al agonizante y su familia con las oraciones sealadas por la Iglesia. Con motivo de un duelo en la familia, el sacerdote tiene la oportunidad de manifestarse como un amigo y hermano que comparte el dolor y que puede reconfortar con la esperanza cristiana. Donde se efecta el velorio en casa del difunto, sera aconsejable la presencia de la Parroquia, sea por un ministro ordenado o por un catequista o delegado. Se debe aprovechar la prctica existente de "rezadores" ofrecindoles una formacin adecuada; esto permitir evangelizar el velorio, que en ocasiones se ve acompaado con prcticas paganas y a veces excesos en la bebida. Ya el ritual prev una estacin en casa del difunto que, bien aprovechada, puede ser una estupenda ocasin para ambientar la celebracin exequial. Se podra aprovechar este momento para preparar con los deudos la liturgia exequial en cuanto a la eleccin de lecturas, cantos, color de ornamento, etc. - Celebracin La celebracin exequial corresponde al propio Prroco (o vicario, o dicono). Sobretodo para las reas rurales y de difcil acceso, los Prrocos deberan elegir y formar laicos que en ausencia de un ministro ordenado realicen la celebracin 126

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exequial. Deben ser personas conocidas por su integridad y compromiso edesial, y tener una delegacin dada por el Ordinario del lugar (Obispo o Vicario) previa presentacin del Prroco respectivo. Como este ministerio lo desempea en nombre de la Iglesia, debe ceirse al ritual aprovechando todas sus riquezas. Es preferible que no use distintivo ni ornamento; basta que se vista con sencillez y dignidad. La celebracin de los actos religiosos debe hacerse de acuerdo y en sintona con la situacin concreta, es decir, tomando en cuenta las particularidades del difunto y de sus familiares: si es bautizado o no, si su familia es practicante o no, si es adulto o nio, etc. El difunto o la difunta no es un ser annimo, Dios conoce a cada uno y cada una por su nombre; la comunidad cristiana pone nombre a sus miembros con ocasin del bautismo, as mismo debe despedir a los suyos. El ritual ofrece una gran riqueza de material que permite adecuar la liturgia a mltiples circunstancias, en especial, se prev un rito para las exequias de nios, substancialmente idntico al de adultos pero con textos propios; ofreciendo dos ritos, segn la situacin en la que se encuentre el nio, si fue o no bautizado. De acuerdo con nuestras costumbres, las formas de celebracin se han reducido a dos: Primera forma: una sola reunin en la Iglesia, unida a la celebracin eucarstica. Segunda forma: una celebracin de la Palabra sin Eucarista. Ambas formas sealan un rito de acogida a la puerta de la Iglesia y una ltima recomendacin y despedida; el ritual prev los casos donde todava puede efectuarse el encuentro en la casa del difunto, con la procesin a la Iglesia y al cementerio. La despedida de un hermano difunto es un acto comunitario que involucra la participacin de todos, cada uno conforme el ministerio que le compete: sacerdote, padres y familiares, responsables de la funeraria, cantores, lectores y pueblo cristiano en general. Conviene que el prroco, en la coordinacin de estos diversos ministerios, se haga asistir por los integrantes de la Pastoral de la Esperanza. Toda la celebracin debe tener un profundo contenido pascual y por lo tanto festivo. Esto debe aparecer en los signos (cirio pascual, flores, luces) en los cantos (que expresen esperanza) y en las lecturas escogidas. No ha de faltar tampoco la dimensin comunitaria que, para el cristiano, no caduca con la muerte. Una manera de expresarlo puede consistir en aadir el nombre del difunto en un 'mural de difuntos' colocado en un lugar visible del templo. 127

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Las celebraciones a raz de la muerte de un creyente, deben ser tambin un mensaje de consuelo y de esperanza para quienes sufren la prdida de un ser querido y para todos los que asisten a sus funerales. El lenguaje que se emplee debe ser asequible a la gente de nuestra poca y de cada cultura en particular. Los ministros sagrados pueden escoger para las exequias cualquiera de los siguientes colores litrgicos, educando al pueblo en su significado: el blanco, como expresin del trnsito de esta vida a la plenitud del Cristo Resucitado; el verde, como expresin de esperanza en Cristo Redentor; el morado, como expresin de la fragilidad de la vida y el dolor de la separacin. - Seguimiento La muerte de un familiar o amigo siempre es un acontecimiento que estremece la vida de las personas. La Iglesia debe estar atenta a este momento de gracia para interpelar la Fe de sus hijos y ofrecerles caminos de crecimiento. La primera ocasin la tiene en la costumbre de los novenarios, bien arraigada entre nosotros. Se presentan como una ptima ocasin para robustecer la fe de los deudos. Se puede equiparar a una pequea misin o retiro espiritual si es bien llevada. Se puede invitar a los fieles a que celebren el novenario en el templo y, si lo hacen en casa, facilitarles un material apropiado e ir formando un personal capacitado que sean los nuevos "rezadores". Para el pueblo es muy consolador que el Prroco asista en algunos de los das al novenario. Es preciso corregir en ellos los abusos originados por supersticiones o costumbres que originan grandes gastos para la familia del difunto y que llevan a ingerir licor y a divertirse profanamente. Las misas de aniversario (de "cabo de ao") son tambin, sobre todo en el rea rural, momentos de gracia que hay que aprovechar, dada la concurrencia de fieles, para llamar a la conversin y a la Fe en la resurreccin y la vida eterna. Se debe explicar a los fieles que las misas cotidianas ofrecidas por los difuntos no obligan al celebrante a escoger un color o un formulario de misa de difuntos. A la misa de primer aniversario se le puede dar mayor relevancia. Para que los donantes se enteren que la misa se celebra por un determinado difunto, se indica la intencin al principio de la misa, o en la oracin universal o en la intencin correspondiente de la anfora. 128

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Puede extenderse una invitacin especial a los familiares de quienes murieron en el transcurso del ao, para que el da 2 de noviembre, Conmemoracin de todos los Fieles Difuntos, participen de la Eucarista durante la cual se incluir el nombre de los difuntos en el Momento correspondiente. SNTESIS NORMATIVA PREPARACIN 1. La Iglesia pide que el hermano que agoniza sea confortado con el Vitico y la oracin. Hay que vigilar para que los enfermos lo reciban, en lo posible, cuando tienen aun el pleno uso de sus facultades. 2. Los integrantes de la Pastoral de la Esperanza ayudarn al prroco en la atencin a los enfermos en peligro de muerte o moribundos, visitndolos, catequizndolos y dando el debido acompaamiento a sus familiares. 3. Una vez ocurrida la defuncin, el mismo equipo pastoral acompaar y asesorar a la familia del difunto, sobre todo en lo que respecta a la preparacin de la liturgia de difuntos, la funeraria, los novenarios etc. CELEBRACIN 4. Cuando el Vitico se da en forma conjunta con la Uncin de los Enfermos, el ministro es el presbtero. De darse separadamente, lo puede administrar el dicono o el ministro extraordinario de la comunin, debidamente autorizado por el prroco. 5. El ministro de las Exequias con Eucarista es el prroco; tambin puede presidir el dicono cuando slo hay Liturgia de la Palabra. En lugares donde no hay ministros ordenados, la puede presidir un laico o laica facultados, dentro de la Celebracin de la Palabra. 6. En la celebracin exequial, se supone normalmente la Eucarista, a menos que existan razones pastorales para optar por una celebracin de la Palabra. La Misa Exequial puede celebrarse todos los das, excepto en las solemnidades de precepto, Triduo Pascual y domingos de Adviento, Cuaresma y Pascua; en estos casos, tngase una celebracin de la Palabra con el rito de despedida. 7. La celebracin de la Eucarista o liturgia de la Palabra debe realizarse con la ayuda del equipo litrgico (monitor, cantor, organista, lectores, aclitos), debidamente entrenado, en todo lo posible, logrando tambin la mayor participacin de todos los fieles presentes. 129

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8. Siguiendo el Ritual Romano, en la medida de lo posible, mediante ministros no ordenados, tngase la oracin en el hogar del difunto, tngase el rito de recepcin del difunto a la entrada de la Iglesia: y acompense los restos mortales del difunto y a sus deudos, al cementerio. 9. Toda celebracin exequial debe tener un profundo contenido pascual, y por tanto festivo; hay que cuidar la celebracin y sobre todo, la homila, para educar a las personas sobre esta dimensin fundamental de nuestra Fe. De ningn modo debe convertirse la homila en un "elogio fnebre" del difunto. 10. S se dan varios funerales el mismo da, hgase la celebracin en tal forma que cada funeral pueda celebrarse dignamente, y sin prisa. Evtese igualmente toda "distincin de clases" en la celebracin, especialmente por motivos econmicos. 11. Se ha de hacer la debida anotacin en el libro de difuntos (Cn. 1182) 12. El Canon 1240 aconseja a la Iglesia tener cementerios propios. Se puede equiparar a stos la costumbre creciente en muchas de nuestras Iglesias de construir criptas; tngase en consideracin, sin embargo, que estas criptas no deben construirse dentro de las Iglesia (Cn. 1242). Pueden ser construidas en un anexo o subterrneo, permitindose una capilla dentro del recinto. 13. En cuanto a la cremacin de los cadveres, lo aconsejable es celebrar la liturgia exequial "de cuerpo presente", antes de proceder a la cremacin (Cf. Boletn de la Congregacin de Sacramentos y Culto Divino. Notitiae 13, 45; 1977). En caso contrario, no se ha de negar las exequias, pero adptense convenientemente los textos del Ritual. 14. Por lo que se refiere a las exequias de no bautizados o no catlicos, tngase presente el Canon 1183: a) Las exequias de catecmenos se equiparn a las de los fieles. b) El Ordinario del lugar puede permitir que se celebren exequias eclesisticas por aquellos nios que sus padres deseaban bautizar, pero murieron antes de recibir el Bautismo. c) Segn el juicio prudente del Ordinario del lugar, se pueden conceder exequias eclesisticas a los bautizados que estaban adscritos a una iglesia o comunidad eclesial no catlica, con tal de que no conste la voluntad contraria de stos y no pueda hacerlas su ministro propio. 130

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15. El Derecho Cannico (en los Cnones 1184-1185) seala los casos donde puede presentarse la necesidad de negar las exequias cristianas a un difunto que no ha dado antes de su muerte seal de arrepentimiento: a) A los notoriamente apstatas, herejes o cismticos. b) A los que pidieron la cremacin de su cadver por razones contrarias a la Fe. c) A los pecadores manifiestos a quienes no pueden concederse las exequias sin escndalo pblico de los fieles. 16. En el caso de suicidas, existen casi siempre motivos personales que impidieron el pleno uso de la libertad al difunto, llevndolo a un estado de desesperacin. En estos casos, no ha de negarse las exequias cristianas, pero ha de explicarse con mucha delicadeza que la Iglesia, aunque no aprueba el suicidio, toma en consideracin los atenuantes humanos y sobre todo, la inmensa misericordia de Dios para con todos. SEGUIMIENTO 17. El Pastor debe considerar los novenarios como un momento privilegiado para robustecer la Fe de los deudos. Deber formar un equipo "rezadores", integrantes de la Pastoral de la Esperanza, que se encarguen de dirigir los rezos o novenarios que se efectan en la casa del difunto o en el templo. 18. Procrese dar a los "rezadores" autorizados una buena preparacin, incluso facilitndoles modelos de "novenarios' en que se acente la dimensin pascual de la muerte y se utilicen signos en tal sentido. 19. Celbrese con solidaridad humana y como expresin de fe en la comunin de los santos, las misas del noveno da, de cabo de ao o de aniversario de muerte, como tambin la anual Conmemoracin de todos los Fieles Difuntos.

QUINTA PARTE: LA ORACIN Y LAS DEVOCIONES DEL PUEBLO DE DIOS

INTRODUCCIN Constatamos con gran alegra que nuestro pueblo es an profundamente religioso, y que esta experiencia de Dios es eminentemente catlica, es decir que se expresa a travs de smbolos y mediaciones que se perciben como propios de la Iglesia Catlica. 131

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La oracin cristiana puede expresarse a travs de la liturgia (la Liturgia de las Horas); que es parte del culto pblico de la Iglesia, o bien en forma devocional, mediante la piedad popular (devociones, procesiones y fiestas, sacramentales y lectura de las Escrituras). Reflexionaremos sobre ambos aspectos.

10. LA LITURGIA DLAS HORAS w Antes del Concilio Vaticano II, esta oracin estaba prcticamente reservada al clero y los religiosos, pero, en las ltimas dcadas, fue redescubierta por los fieles y ha sido altamente aconsejada para todos los cristianos (cf. Liturgia de las Horas (LH) 21; Constitucin sobre la Liturgia, Sacrosanctum Concilium, SC, 100). 10.1 Realidad Esta oracin se llama "liturgia" por ser parte del culto pblico y comunitario del pueblo de Dios (SC 83-101), culto que pertenece a todo el cuerpo de la Iglesia (SC, 26). Se llama "de las horas" por ser esencialmente oracin destinada a santificar las horas del da y de la noche (SC 84). - Esta oracin tiene su origen en el ejemplo de Cristo y su mandato "sobre la necesidad de orar siempre, sin desanimarse jams" (Le. 18, 1). - La Iglesia prolonga la funcin sacerdotal y orante de Cristo no slo celebrando la Eucarista sino tambin recitando el Oficio Divino (SC 83). Aunque al Clero y ciertos religiosos se les pida como oficio, no por ello les pertenece como oracin propia sino que es una oracin de todo el pueblo de Dios, ya que pertenece a todos los bautizados en virtud de su Bautismo. Para facilitar la participacin del pueblo, esta oracin gira principalmente en torno a Laudes y Vsperas. Los laicos que celebran esta oracin se unen a la misin orante de la Iglesia, llevando a cabo una accin litrgica (SC 85). Naturaleza y espritu de cada hora: - Laudes: Es una oracin explcitamente vinculada con el nacimiento del da; es la voz de la esposa, la Iglesia, que quiere santificar la maana. Esta oracin evoca la 132

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resurreccin de Jess: Cristo es el sol naciente que viene a guiarnos a travs del da; tambin es un ofrecimiento de las primicias del da y una splica para obtener el auxilio diario a travs de la jornada. - Vsperas: Las vsperas estn unidas a la tarde, que es la conclusin del da e inicio de la noche; se celebran como accin de gracias por el da que se nos dio y como peticin del perdn por las faltas cometidas. Tambin conmemoran el misterio de la Cena del Seor (LH 39) y la esperanza de la llegada definitiva del Reino. La Iglesia, al caer la tarde (Le. 24, 29), pide al Seor que se quede con ella. - Oficio de lecturas: Este oficio es caracterizado como un tiempo de escucha; es Dios que habla. Para ello se presentan lecturas bblicas y de autores eclesisticos; es un oficio que invita a la meditacin de la Palabra de Dios y la voz de la Iglesia, este oficio se puede colocar en cualquier hora del da o rezarse, como se hacia tradicionalmente, de noche. - Tercia, Sexta, Nona: Siguiendo la santificacin del da, corresponden a las 9 a.m. 12 m. y 3 p.m. El Concilio Vaticano II tambin las aconseja a todos los fieles, que pueden escoger una de las tres, segn el momento ms conveniente. La Iglesia une a estas horas el recuerdo de los acontecimientos de la Pasin y de la primera propagacin del Evangelio (LH 75). - Completas: Es la oracin que se reza antes del descanso nocturno. Respira confianza en Dios y tambin pide perdn por las faltas del da; le da gracias a Dios por los encuentros que ha tenido con l a travs de los acontecimientos. 10.2 Reflexin Teolgica. - La Iglesia, sobre todo en la Eucarista y en la Liturgia de las Horas, en forma nica realiza el oficio de comunidad siempre orante; si bien es verdad que toda la liturgia es oracin y en forma eminente lo es la Eucarista, slo la Liturgia de las Horas expresa plenamente la totalidad de la Iglesia orante como tal y su presencia constante en la oracin; adems es figura de la asamblea celestial alabando a su Seor. - En la Liturgia de las Horas, Cristo est ejerciendo su funcin sacerdotal. No solamente lo hace por la Eucarista y los dems sacramentos, sino tambin en esta oracin litrgica. - La Liturgia de las Horas se presenta como instrumento de santificacin (LH 14). 133

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- La Liturgia de las Horas prolonga la vida sacramental con su centro en la Eucarista; y penetra todos los momentos del da a travs de la alabanza. Va santificando el tiempo al ir santificando a las personas, y al santificar el tiempo santifica tambin el universo, uniendo a toda la creacin a la esfera de la alabanza y contribuyendo as a su liberacin (Rm. 8, 19). 10.3 Lneas Pastorales: - La Liturgia de las Horas es obligatoria para los sacerdotes, diconos y algunos religiosos, pero es una obligatoriedad considerada como un honor (SC 85). Siendo oracin de toda la Iglesia, se aconseja su rezo a los dems fieles, quienes por el Bautismo participan del sacerdocio de Cristo. - Donde exista la posibilidad, se pide que se celebre comunitariamente y en la Iglesia, sobre todo Laudes y Vsperas (LH 21). - Para que la Liturgia de las Horas se celebre adecuadamente, los Pastores debern ir formando a sus fieles, capacitndolos para que logren orar de verdad en la celebracin y participen en las distintas modalidades de recitacin, lecturas y cantos. - Deber alentarse a los fieles a recitar la Liturgia de las Horas privadamente o en familia cuando no lo puedan hacer con la asamblea.

11. LA LECTURA ORANTE DE LA BIBLIA

Una de las grandes novedades del Concilio Vaticano II ha sido el redescubrimiento de la importancia de la Palabra de Dios, como fuente de conocimiento, de inspiracin pastoral y de oracin tanto individual como comunitaria. Desde entonces la Iglesia recomienda la Lectio Divina o lectura orante de la Biblia. 11.1 Realidad. - Existe hoy en da un gran nmero de grupos de oracin, muchos de los cuales utilizan textos bblicos como punto de partida o como iluminacin de su oracin. 134

Conferencia Episcopal Panamea - Las distintas denominaciones representan una gran variedad de mtodos: lectura divina, lectura orante, lectura comunitaria, lectura pastoral, lectura popular, lectura liberadora... - Casi todas tienen en comn las siguientes caractersticas: leen la Biblia desde su propia realidad, la realizan en grupo o comunidad, con respeto al texto, desde la disposicin de escuchar y de responder obedientemente a la voluntad de Dios. - En algunos casos, permanece una divisin entre fe y vida, cuando la oracin, aunque hecha a partir de la Biblia, no se proyecta suficientemente en la vida concreta de la persona o de la comunidad. 11.2 Reflexin Teolgica. - El Concilio Vaticano II "recomienda a todos los fieles la lectura asidua de la Escritura para que adquieran la ciencia suprema de Jesucristo, pues desconocer la Escritura es desconocer a Cristo (...) Recuerden que a la lectura de la Sagrada Escritura debe acompaar la oracin para que se realice el dilogo de Dios con el hombre, pues a Dios hablamos cuando oramos, a Dios escuchamos cuando leemos sus palabras " (DV 25-26). - Los libros de la Sagrada Escritura, tanto los del Antiguo Testamento como del Nuevo, no slo nos motivan a entrar en dilogo con nuestro Dios, sino que nos ofrecen mltiples y hermossimos ejemplos de oracin. - Recientemente, los Obispos de Amrica Latina y El Caribe, reunidos en Aparecida, sealaron: "Entre las muchas formas de acercarse a las Sagrada Escritura hay una privilegiada a la que todos estamos invitados: la Lectio divina o ejercicio de lectura orante de la Sagrada Escritura. (...) Con sus cuatro momentos (lectura, meditacin, oracin, contemplacin) la lectura orante favorece el encuentro personal con Jesucristo al modo de tantos personajes del Evangelio... (...) Todos ellos, gracias a este encuentro, fueron iluminados y recreados... (...) No abrieron su corazn a algo del Mesas sino al mismo Mesas, camino de crecimiento en la madurez conforme a su plenitud' (Ef. 4, 13), proceso de discipulado, de comunin con los hermanos y de compromiso con la sociedad" (DA 249). - La lectura orante de la Palabra nos lleva al encuentro con el Seor, que es camino, Verdad y Vida. Permite descubrir la roca sobre la que hemos de seguir construyendo una nueva casa para la humanidad. 135

Directorio de Pastoral Litrgica - "Un lugar privilegiado lo ocupa naturalmente la Liturgia de las horas, la oracin de la Iglesia por excelencia, destinada a marcar el paso de los das y de los tiempos del ao cristiano que ofrece, sobre todo con el Salterio, el alimento espiritual cotidiano del fiel. Junto a sta y a las celebraciones comunitarias de la Palabra, la tradicin ha introducido la prctica de la Lectio divina, lectura orante en el Espritu Santo, capaz de abrir al fiel no slo el tesoro de la Palabra de Dios sino tambin de crear el encuentro con Cristo, Palabra divina y viviente. Esta se abre con la lectura (lectio) del texto que conduce a preguntarnos sobre el conocimiento autntico de su contenido prctico: qu dice el texto bblico en s? Sigue la meditacin (meditatio) en la cual la pregunta es: qu nos dice el texto bblico? De esta manera se llega a la oracin (oratio) que supone otra pregunta: qu le decimos al Seor como respuesta a su Palabra? Se concluye con la contemplacin (contemplatio) durante la cual asumimos como don de Dios la misma mirada para juzgar la realidad y nos preguntamos: qu conversin de la mente, del corazn y de la vida nos pide el Seor?" (Mensaje final del Snodo de los Obispos sobre la Palabra de Dios, 9) 11.3 Lneas pastorales. - La Lectura Orante de la Palabra de Dios es altamente recomendable como fuente de inspiracin para los distintos grupos de oracin, ya que en ella es Dios quien habla y quien toma la iniciativa de la comunicacin. - Ha de estar centrada en Jesucristo, Palabra hecha carne, puesto que "a travs de todas las palabras de la Sagrada Escritura, Dios dice una sola Palabra, su Verbo nico... " (CIC 102). - La Lectura Orante es indispensable en la animacin de la actividad pastoral de la Iglesia, ya que la Palabra va dirigida al hombre concreto, con sus esperanzas, sus frustraciones, su historia, sus problemas y situacin ambiental. Por ello, cudese la lectura orante de las Escrituras, sobre todo comunitaria, tenga su desembocadura en un compromiso de caridad (cf. Le. 4, 18-19). - Quienes hacen Lectura Orante de la Biblia han de aceptar que la Palabra de Dios no es meramente ilustrativa o moralizante, sino que es eminentemente transformadora. Es ms, la renovacin, fruto de la escucha religiosa de la Palabra de Dios, da luz y fortaleza para emprender una nueva etapa misionera, anunciando la Buena Noticia a todos los hombres. 136

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La participacin en un buen curso bblico sera muy enriquecedor para quienes practican la lectura orante de la Palabra, como tambin para el fomento de la animacin bblica de la pastoral. Tngase el cuidado en la predicacin y en la catequesis, de explicar adecuadamente en el contexto de la historia de la salvacin, las pginas del Antiguo Testamento y se ayude al Pueblo de Dios a apreciarlas a la luz de la fe en Jess el Seor. Procrese subrayar la profunda unidad entre la Palabra de Dios y la Eucarista (cf. Dei Verbum 21), como se expresa en algunos textos concretos, como Juan 6, 3558; Le. 24, 13-35, de modo a superar la dicotoma entre las dos realidades que el contacto con grupos de los llamados "evanglicos", puede producir. - Es de gran ayuda a la vida de la comunidad eclesial y a su aporte en la construccin de una sociedad ms justa y pacfica, el subrayar la importancia de la Palabra de Dios en los sacramentos de sanacin (penitencia y uncin).

12. DEVOCIONES POPULARES

La piedad popular ocupa un lugar importante en la vivencia religiosa de nuestro pueblo; representa una forma de oracin sencilla, prctica y testimonial. Tiene manifestaciones muy diversas, de carcter comunitario e individual, que expresan una fe genuina pero a menudo falta de mayor evangelizacin. 12.1 Realidad. - A travs del ao, tenemos impresionantes manifestaciones de culto hacia Jesucristo sufriente. En Atalaya, Alanje, Portobelo, Antn, etc., se congregan grandes multitudes de todas las clases y condiciones sociales, pero preferentemente de la gente humilde. Los fieles llegan a estos santuarios con grandes sacrificios, ya sea para pagar una manda ya sea para pedir un favor. Notamos gran afluencia tambin en las procesiones y Va Crucis con ocasin del Viernes Santo. Entre los fieles, la presencia de jvenes y alejados es significativa, ms an cuando su ausencia se nota fuertemente en el culto litrgico ordinario. 137

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- La devocin a la Divina Misericordia de Jesucristo goza de gran aceptacin. - La adoracin privada al Santsimo, o comunitaria durante la Hora Santa, va en aumento; la celebracin del "Corpus Christi" en varias dicesis bajo la nueva modalidad de la "Cita Eucarstica", ha calado en la conciencia de la Iglesia, que, as, de nuevo, y en renovadas formas, rinde culto a Jess Eucarstico. - El culto a la Virgen Mara est presente con especial vigor y se manifiesta preferentemente a travs de advocaciones especficas (Carmen, Perpetuo Socorro, Guadalupe, La Antigua), y devociones marianas como el rezo del Rosario, oracin bellamente enriquecida por el Siervo de Dios, Juan Pablo II, con los Misterios Luminosos. - Tambin el culto de los santos est muy difundido y hay santos "populares" como Don Bosco, San Judas Tadeo, San Martn de Porres, etc., que, a travs del ao y con ocasin de las fiestas patronales o parroquiales, convocan a la gente humilde. Este culto privilegia ciertos santuarios donde se encuentran imgenes o reliquias a los que la piedad popular atribuye poderes especiales. "All el mensaje evanglico tiene oportunidad, no siempre aprovechada pastoralmente, de llegar al corazn de las masas " (DP 449). - Hay un verdadero culto a los muertos, unido a la conviccin del "ms all". Este culto est muy invadido por sentimientos de angustia y remordimiento hacia la persona fallecida, y por el temor a la muerte. - En esta realidad detectamos aspectos muy positivos como tambin serias deficiencias: Positivo: Es una expresin de fe muy cerca de la vida y toca las realidades de la existencia humana: vida, muerte, amor, trabajo, alegra, sufrimiento, etc. Lo hace en forma simple, emotiva, festiva y colectiva, muy propia de la gente sencilla. Encontramos una sed y un sentido profundo de Dios y de su Providencia. Son ventanas abiertas hacia virtudes autnticamente cristianas, especialmente en orden a la Caridad, aunque deficientes en cuanto a la conducta moral y social. Se generan actitudes internas como la generosidad, paciencia, sentido de la cruz, solidaridad, apertura al pobre, al enfermo, al nio y al anciano. Deficiente: Detectamos un fuerte substrato de religiosidad de tipo arcaico, que no ha sido suficientemente evangelizada y que no soporta los embates de una conciencia crtica. De all surge fcilmente un fuerte sincretismo de supersticin, magia, fatalismo y ritualismo. 138

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La religiosidad popular se ha desarrollado de una manera bastante autnoma y con una cierta marginalidad eclesial. Sus categoras doctrinales, morales y culturales no siempre coinciden con las enseanzas de los Pastores (Cf. DM, 6, 2). Hay mucha ignorancia y reinterpretacin sincretista de realidades y smbolos cristianos. El templo, por ejemplo, simboliza la presencia del mundo sobrenatural poblado con sus santos e imgenes: es un lugar de tranquilidad donde uno va a refugiarse; el sacerdote es el representante de Dios en la tierra, es alguien que tiene poder para bendecir y ponernos en contacto con lo sobrenatural: de all la resistencia a las tendencias que lo hacen ms "familiar o profano". En la actitud frente a Cristo, Mara y los santos se busca ms la ayuda que la imitacin o seguimiento; se privilegia la figura del Cristo sufriente y se ignora la de Cristo Liberador por su Resurreccin, se acenta en Mara el aspecto de la Madre que protege; en los santos, la capacidad de hacer milagros y para muchos, Jess es un santo ms sin mucha relacin con el misterio trinitario, llamndolo a veces "pap Jess" (Atalaya). - La falta de educacin en la fe y la ingerencia de influencias y costumbres deformadas hacen al pueblo muy vulnerable frente a la fiesta callejera, a veces paralela a la religiosidad. Igualmente, lo hace vulnerable frente al consumismo, a la invasin de sectas y de religiones orientales. - Es de notar que esta religiosidad se transmite por una cierta osmosis cultural; los mayores (padres, abuelas, tas) transmiten sus propias actitudes y comportamientos, explicando los smbolos, costumbres, ritos, creencias y prcticas. En este sentido, "los ministros" de esta tradicin no son los sacerdotes, sino las abuelas, los rezadores, etc. 12.2. Reflexin Teolgica: - Igual que en el resto de Amrica Latina, la religiosidad popular constituye en Panam "el precioso tesoro de la Iglesia Catlica " (Benedicto XVI, DI 1) que es necesario proteger y promover (Cf. DA 258). - La Iglesia est abierta para acoger y potenciar toda forma cultural popular que pueda contribuir a elevar al hombre hacia Dios (Cf. S.C. 37). No se trata entonces de reducir lo devocional a lo litrgico, sino de "favorecer la mutua fecundacin entre Liturgia y piedad popular que pueda encauzar con lucidez y prudencia los anhelos de oracin " (DP, 465). Los ejercicios de piedad seguirn siendo vlidos porque lo litrgico no agota el quehacer de la Iglesia. 139

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- Adems, la piedad popular ofrece un poderoso medio de evangelizacin, porque "en cuanto contiene encarnada la palabra de Dios, es una forma activa con la cual el pueblo se evangeliza constantemente a s mismo " (DP, 450). - El Magisterio seala cuatro caractersticas teolgicas que son inherentes a todo acto cultural sea o no litrgico. Son aplicables al culto mariano como tambin al culto de los santos (Cf. Exhortacin Apostlica "Marialis cultus "). La dimensin trinitaria: Toda forma de culto o devocin debe conducir a Cristo y por medio de l, terminar en el Padre bajo la accin del Espritu Santo. La dimensin cristolgica: El culto debe conducir a un reconocimiento de Cristo Cabeza y Mediador. As como la liturgia tiene su centro en el misterio de Cristo, El debe ser tambin la referencia fundamental en la religiosidad popular de manera que "resplandezca cada vez ms en ella 'la perla preciosa 'que es Jesucristo" (DA 549). La dimensin pneumatolgica: El culto a la Virgen (y a los santos) debe dar un ordenado relieve a la presencia y a la obra del Espritu en Mara, como tipo de esa misma presencia y accin en la Iglesia y los cristianos. La dimensin eclesiolgica: El puesto y el papel de Mara frente a la comunidad cristiana es el ms alto y a la vez el ms prximo despus de Cristo (LG 54-59-63). 12.3. Lneas Pastorales: - Se han de armonizar liturgia y ejercicios piadosos, y no suprimir stos en nombre de la primera. - No todo en la piedad popular tiene la misma significacin o el mismo porvenir. Es necesario discernir pastoralmente, concentrar fuerzas en los aspectos ms slidos y significativos, "acompaar las expresiones de nuestra religiosidad popular purificndolas y abrindolas a nuevas situaciones" (SD 53). - Evangelizar las devociones populares no significa fomentarlas indiscriminadamente; ms que cambiar prcticas exteriores, consiste en comunicar valores, actitudes y motivaciones mejores. Esto requiere un largo proceso, sabidura prudencial y sentido comn; debe fomentar la coherencia que exige el Evangelio entre la prctica exterior y la actitud del corazn; debe educar en la oracin y debe ayudar a descubrir la dimensin comunitaria de la fe y la vinculacin a la Iglesia. La evangelizacin debe estar unida al proyecto humano y social de la piedad popular, debe ayudar a liberar toda piedad popular de sus esclavitudes como el ritualismo. 140

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Con tal fin, el culto y tambin las devociones populares han de inspirarse en la Biblia, por ser el libro base de toda espiritualidad cristiana. Dadas las discrepancias que separan a los catlicos de los no catlicos en el culto mariano, debe darse una prctica que no distorsione lo que representa Mara en la piedad de la Iglesia, asumiendo las cuatro orientaciones, bblica, litrgica, ecumnica y antropolgica, que presenta Pablo VI en la Marialis Cultus (cf. MC 29-38).

13. PROCESIONES Y FIESTAS PATRONALES

Entre las devociones propias de la religiosidad popular, se destacan de manera particular las procesiones y las fiestas patronales, por su ntima vinculacin con la liturgia: casi siempre la fiesta patronal se celebra con una Eucarista solemne, precedida o seguida de una procesin. A continuacin profundizaremos en algunos aspectos, complementando as lo expuesto en el numeral anterior. 13.1 Realidad. - En muchas fiestas patronales, se invierte ms dinero en los adornos de la imagen del santo y el anda en que va montada, que en los del altar y del presbiterio donde este se encuentra; por lo general, es la procesin y no la Eucarista la que congrega el mayor nmero de asistentes. Esto evidencia que, para el pueblo en general y aun para los ms allegados a la parroquia, la imagen y la procesin tienen preferencia sobre la Eucarista. - Aunque las motivaciones de quienes asisten son muy diversas, muchos acuden en busca de "milagros" o en agradecimiento por beneficios recibidos; predomina el "poder" del santo o de la santa, no as su ejemplo de vida evanglica por el que fue elevado a los altares. - Es costumbre preparar la fiesta patronal con una novena o un triduo, en que cada da un sacerdote invitado preside la celebracin y un coro diferente anima el canto; este estilo tradicional tiene su atractivo para los feligreses, aunque, a veces, 141

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slo aporta nueve o tres versiones diferentes de la vida del santo patrono o santa patrona. - No pocas veces la celebracin de la fiesta eclesial desborda el mbito religioso y se le incorporan elementos de la fiesta secular: ferias, bailes, libacin de licor, etc. Qu a su vez van acompaadas de intereses econmicos y comerciales. - Las procesiones, sobre todo cuando son multitudinarias, no siempre se realizan en un ambiente de oracin y meditacin. Se camina junto a la imagen del santo o de la santa, pero sin sentirse parte de una Iglesia peregrina ni vincular el caminar con un itinerario de vida cristiana. - En algunos lugares, la manera de realizar la fiesta patronal y la procesin est muy marcada por tradiciones y costumbres locales, no siempre coherentes con el significado cristiano de estas actividades, con la Palabra de Dios y con el ao litrgico. As, por ejemplo, se camina dos pasos hacia adelante y uno hacia atrs, se mece el anda de un lado para otro, etc., como si esto fuera lo esencial. - Positivo es el hecho de que, aun en una sociedad cada vez ms secularizada, las patronales y las procesiones mantienen su poder de convocacin, como signos de la fe de un pueblo creyente y una ocasin propicia para catequizar y evangelizar. 13.2 Reflexin teolgica. - "La Fiesta Patronal es una celebracin en que la comunidad cristiana se congrega para conmemorar de modo especial un misterio de la vida del Seor, o nuestra filial devocin a la Virgen Mara, o la memoria de otros Santos a quienes veneramos por ser hijos de la Iglesia que ya participan de la bienaventuranza eterna, y a quienes acudimos para su especial proteccin. (...) El sentido ms profundo de le Fiesta Patronal es la renovacin de la Fe de la propia comunidad, a la luz del Evangelio de Jess y de las virtudes cristianas de las cuales los Santos nos dan un ejemplo de vida. " (CEP, Declaracin sobre las Fiestas Patronales, 1 y 3). - Se trata, pues, de una fiesta religiosa, extraordinaria, en que la comunidad cristiana se congrega de manera especial, para celebrar su fe en el Seor, o venerar a la Virgen Mara u otro santo que sirve de gua y proteccin en la vida cristiana. - La procesin vinculada a la fiesta patronal no es litrgica, es decir, no est contemplada en los libros litrgicos; sin embargo, tiene un significado profundamente cristiano y eclesial. Hacer procesin es partir de un lugar e ir caminando para llegar a otro, es smbolo de una Iglesia que peregrina por el mundo o por la historia hacia 142

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la patria definitiva del Reino, guiada por el Seor, la Virgen Mara u otro santo o santa. Se distingue de cualquier desfile cvico o manifestacin folclrica, pues su finalidad es facilitar el encuentro con el Seor. - La procesin representa asimismo el caminar personal de cada creyente, el itinerario de cada bautizado o bautizada que, paso a paso, se convierte y transforma su vida para que sta se asemeje cada vez ms a la del Maestro y Seor. En este sentido, una procesin bien llevada tiene un verdadero poder evangelizados 13.3 Lneas pastorales. - Todo lo referente a la fiesta patronal y las procesiones es competencia y responsabilidad del prroco del lugar, asistido por su Consejo Pastoral. "Es al prroco a quien compete organizar, dirigir y gobernar la comunidad catlica con sentido pastoral. Es a l a quien corresponde, acompaado de los catlicos comprometidos con la Iglesia, organizar las fiestas religiosas " (CEP, o.c. 4). - Es necesario crear conciencia entre los feligreses de que el sentido ms profundo de la fiesta patronal y la procesin es "la renovacin de la fe de la comunidad, a la luz de Evangelio de Jesucristo" (CEP, o.c. 3). Como lo sealaron nuestros obispos en Aparecida, sa como las otras manifestaciones de piedad popular, ha de llevarnos a sentirnos parte de la Iglesia y a ser misioneros en el ambiente de secularizacin que viven nuestros pueblos (Cf. DA 264). - Por medio de una adecuada catequesis hay que dejar claro que, en una fiesta patronal y/o procesin, no rendimos tributo a una imagen, sino a la persona que esta imagen representa. Es una ocasin para conocer mejor a esa persona y adquirir su manera de ver, pensar y actuar segn la voluntad de Dios. - Ninguna imagen tiene poder. El poder es de Dios solamente. Hemos de insistir en que atribuir poderes a las imgenes es caer en la magia o en la supersticin. - Aprovchese la novena o triduo, y la misma fiesta patronal con su procesin para evangelizar, es decir, para dar a conocer la Buena Noticia y propiciar un encuentro con el Cristo vivo, a travs de una bien programada secuencia de temas. Una novena puede equivaler a un retiro espiritual de nueve das, a la proclamacin del Kerigma o al inico de un proceso de (re)iniciacin a un seminario de actualizacin en la fe... - La novena o el triduo podrn adquirir mayor fuerza misionera cuando se realizan no en el templo sino en los diversos sectores de la parroquia, con la debida autorizacin del prroco y el apoyo de los feligreses del lugar. 143

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El momento culminante de toda fiesta patronal ha de ser la celebracin de la Euca^ rista. Cudese de prepararla debidamente. La fiesta patronal es un evento religioso festivo que conviene celebrar con solemnidad; sin embargo, es fundamental no mezclarla con bailes, parrandas, borracheras, chinguias, etc. Declaramos que "donde las Fiestas patronales no se ajusten a las normas y condiciones indicadas, podrn ser suspendidas, suprimidas, o los actos religiosos se podrn trasladar a otra fecha, segn el caso amerite" (CEP, o.c. 4).

14. SACRAMENTALES

Nuestro pueblo, adems de expresar su sentir religioso a travs de lo litrgico y lo devocional, tiene un enorme apego a otras prcticas que llamamos "sacramentales". Aqu nos encontramos frente a una gran variedad de ritos muy diferentes entre s, instituidos por la Iglesia. Podemos mencionar, a manera de ejemplo: el agua bendita, las velas bendecidas, escapularios, bendiciones diversas (casas, negocios, vehculos, etc.), invocaciones, consagraciones y exorcismos. 14.1 Realidad: - Para muchos feles, y por falta de una evangelizacin adecuada, los sacramentales adquieren mayor importancia que los mismos sacramentos y se les atribuye un poder casi mgico o una fuerza de "resguardo" contra los malos espritus o enfermedades. - A menudo, el agua bendita, las velas, las invocaciones y los exorcismos son utilizados impropiamente por curanderos, adeptos del vud y en prcticas esotricas, lo que causa confusin y deteriora el significado de los smbolos cristianos. 14.2 Reflexin Teolgica: - El Cdigo (Cn. 166) define los sacramentales como cosas (el agua, las palmas, cenizas, etc.) o acciones (bendecir, consagrar o exorcizar) de las que suele servirse la Iglesia para conseguir, por su impetracin, efectos principalmente espirituales. 144

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Segn esta definicin, se trata en primer lugar de una oracin impetratoria que l Iglesia dirige a Dios y mediante ella, pide la santificacin de las personas o cosas. - Por los sacramentales, la Iglesia quiere que las "cosas y personas" se hagan encuentro con Cristo. Que Dios tome en sus manos y santifique lo cotidiano dndole sentido, consistencia y proteccin. Los sacramentales buscan expresar el valor divino de lo cotidiano de las cosas y de los trabajos que llenan la vida de nuestros das. - Los sacramentales estn en ntima unin con los sacramentos; a veces, aparecen como una preparacin y otras como prolongacin de ellos, en cuanto que buscan consagrar a Dios todo lo cotidiano y ofrecen al hombre una ayuda para configurarse con Cristo. Existen, no obstante, profundas divergencias entre sacramentos y sacramentales; los primeros han sido instituidos por Cristo y obtienen directamente de l su eficacia. En cambio, los sacramentales han sido instituidos por la Iglesia y adquieren su eficacia a travs de la oracin de la Iglesia; a travs de ellos se adquieren gracias y ayudas actuales segn la especificidad de cada sacramental, para realizar la voluntad del Padre y obtener favores temporales, si Dios lo juzga oportuno. - El lenguaje normal de los sacramentales es el de "bendicin". Dios es el que siempre puede "decir bien". Su bendicin anuncia su amor y proclama su fidelidad. Cuando son los hombres los que bendicen, lo alaban proclamando su bondad y misericordia (Bendicional, Introduccin, n. 6.). - Adems de la "bendicin" los sacramentales se agrupan en consagraciones y exorcismos: en stos la Iglesia pide la proteccin del Padre en la lucha contra Satans que interpone obstculos en el desarrollo de la persona humana y del plan universal de salvacin. 14.3 Lneas Pastorales. - Frente al peligro de magia y utilitarismo, todo sacramental debe buscar la consagracin del mundo a Dios, restableciendo la autntica relacin hombre, mundo, deteriorada por el pecado. El mundo de los sacramentales puede extenderse prcticamente a todos los objetos con los que el hombre entra en contacto en su vida diaria. El hombre est en relacin continua con el mundo de las personas y cosas; de l se alimenta, aprende, etc. En este mundo, el hombre hace su liturgia recreando las relaciones rotas por el pecado. - En el momento de una bendicin ritual, el objeto es puesto en relacin con la divinidad; estas celebraciones deben tender a llevar toda la realidad creada a su 145

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finalidad: ser recapitulada en Cristo, por eso todos los sacramentales deben ser referidos a Cristo y su Misterio pascual porque la creacin, que ahora est gimiendo dolores de parto, alcanza su finalidad propia en el Cristo Pascual (Ef. 1, 10). Cristo ha llevado a cabo la reconciliacin con el fin de restablecer el orden csmico (Col. 1, 20) a travs de su muerte y resurreccin. Por los sacramentales se introduce la presencia personal del Resucitado en la historia. - Los sacramentales involucran siempre el ministerio de la Iglesia y de ella toman su eficacia; por los sacramentales, la Iglesia ejerce su funcin de invocar continuamente y en toda circunstancia al Padre, mientras que est en marcha. Todo sufrimiento o angustia se traduce en invocacin (Rom. 8, 18). - Para salvar los sacramentales del peligro de caer en lo mgico y ligarlos al Misterio Pascual, la Iglesia pide que se celebren en contexto litrgico. Para ello public el Bendicional, que trae una enorme riqueza de bendiciones con un esquema parecido a la liturgia de la Palabra (Edicin del Vaticano, 1984. En espaol: 1986). Estos esquemas bien celebrados permiten hacer una continua alabanza de las obras maravillosas de Dios y recuerdan el deber de revertir esas riquezas en servicios a los hermanos; as, la vida se hace un autntico culto espiritual, los sacramentales son signos de la voluntad de vivir a la luz del amor pascual de Cristo una vida comprometida hacia la plena liberacin. SNTESIS NORMATIVA PREPARACIN 1. Pngase de relieve, a travs de los diversos medios disponibles para la educacin en la Fe, que la Oracin Personal y Comunitaria son indispensables para el crecimiento y profundizacin de la misma Fe que profesamos; y son medios privilegiados de nuestra comunin con Dios y con los hermanos. 2. Desde el Seminario, procrese formar a los futuros Presbteros en la oracin, de manera que ellos sean capaces de llevar a los fieles a desarrollar la oracin, meditacin, en sus diversas formas. 3. La Liturgia -en todas las formas- es la oracin pblica de la Iglesia: pero sta no va en detrimento de la oracin personal; ambas se requieren mutuamente. 4. Busquen los pastores revalorizar y catequizar la "Religiosidad Popular", de manera que sta no suplante a la oracin litrgica; y que ms bien, se nutra de sta. 146

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REALIZACIN - CELEBRACIN 1. Respecto de la Liturgia de las Horas: a. El rezo de la Liturgia de las Horas es obligatorio para los sacerdotes, diconos y algunos religiosos, segn lo prescriban sus Constituciones. b. Siendo oracin de toda la Iglesia, se aconseja su rezo a los fieles laicos, quienes por el Bautismo participan del nico sacerdocio de Cristo. Se aconseja que en las grandes fiestas litrgicas del calendario universal de la Iglesia, en los domingos, y en algunas circunstancias especiales de la vida de cada comunidad parroquial, se tenga el rezo de Laudes o de Vsperas. 2. La Lectura Orante de la Biblia. a. Es altamente recomendable como fuente de oracin privada y comunitaria. b. Ha de centrarse en la persona de Cristo y facilitar un encuentro ntimo con l. c. Ser ms provechosa en la medida en que los fieles sepan leer e interpretar correctamente los textos bblicos, como fruto de un curso bblico y en conformidad con las enseanzas del Magisterio. 3. En cuanto a las devociones populares: a. Siendo un verdadero tesoro, las distintas expresiones de religiosidad popular han de ser preservadas, purificadas y constantemente evangelizadas. b. No han de abolir o competir con las prcticas litrgicas, sino realizarse en armnica complementacin. c. La SEMANA SANTA tiene un lugar preponderante en la vida de nuestro pueblo. Respetando las sanas costumbres de la piedad popular, hay que esforzarse en acentuar la celebracin litrgica de todo el Misterio Pascual, haciendo nfasis en la celebracin de la Vigilia Pascual. Procrese que las representaciones en vivo de la Pasin, que han proliferado tanto, se lleven a cabo con la dignidad que requiere un recuerdo tan sagrado. 4. Las fiestas patronales y sus procesiones. a. Las FIESTAS PATRONALES son momentos propicios para evangelizar a los feligreses. Compete al Prroco, junto con el Consejo Parroquial, organizar las Fiestas Patronales y velar para que no se introduzcan elementos contrarios al sen147

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tido cristiano de la celebracin; si no se respeta esta norma, las Fiestas Patronales podrn ser suspendidas, suprimidas o trasladadas. b. El TRIDUO y la NOVENA, como preparacin para la FIESTA PATRONAL, deben organizarse como momentos preciosos de evangelizar y educar en la fe a los presentes; procrese que la realizacin de estas formas de oracin tengan relacin con los diferentes Ciclos del Ao Litrgico. c. Procuren los Pastores participar en las PROCESIONES de tal manera que el pueblo sienta que le acompaan en las expresiones culturales de su Fe: poniendo de manifiesto el signo de caminar peregrinar del Pueblo de Dios en su marcha a travs de la historia hacia el Padre. Antes o despus, es muy conveniente unir a la procesin una adecuada catequesis o la misma celebracin eucarstica. d. La accin pastoral en los SANTUARIOS debe ser eminentemente evangelizadora, de manera que ofrezcan la posibilidad de un encuentro personal con Cristo y promuevan la insercin en la marcha del Pueblo de Dios, as como la revitalizacin del propio camino de conversin personal e. Las IMGENES y el CULTO A LOS SANTOS constituyen una vivencia del dogma de la "Comunin de los Santos". Los santos deben presentarse como los discpulos perfectos de Cristo; son la presencia y el rostro vivo de Dios... en ellos, l nos habla (LG n. 50); son el mejor fruto de la Pascua de Cristo y sus signos vivientes. Adems aparecen como prueba que hoy se puede seguir a Cristo porque el don del Espritu sigue presente en su Iglesia; en suma, aparecen como modelos que nos invitan a reinventar nuestros caminos de fe. Por eso, es conveniente acentuar, ms que los aspectos milagrosos de los santos, las actitudes profundas que han adoptado en su respuesta a Dios. El Culto a los Santos no debe confundirse con el culto a las imgenes, por tal motivo, no cabe hablar de "imgenes milagrosas". Hay que evitar el reducir el culto a los santos a la bsqueda del milagro, no debe haber ms de una Imagen del mismo santo en un solo lugar y su localizacin, dentro del templo, no debe desviar la atencin del Misterio de la Pascua de Cristo. f. Observen los pastores la mayor prudencia a la hora de aceptar o promover supuestos prodigios, apariciones u otras manifestaciones no aprobadas oficialmente por la Jerarqua, en este sentido son inapreciables las orientaciones sobre la piedad mariana que ofrece el Concilio Vaticano II (Cf. LG n. 66-67). 148

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5. Respecto a los Sacramentales a. Todo sacramental debe ser 'celebrado". Toda peticin de un sacramental ofrece al Agente de Pastoral una ocasin importante para evangelizar; una simple peticin de agua bendita sirve, por ejemplo, para efectuar una autntica celebracin pascual, breve y sencilla, que incluya la Palabra de Dios, evitando as el peligro de interpretar mgicamente los sacramentales. b. Los sacramentales nos permiten iniciar al pueblo a la oracin de bendicin; ya que muchas bendiciones pueden ser efectuadas por ellos mismos pero no lo hacen por ignorancia. Por ejemplo, los padres de familia bendicen a sus hijos, la mesa, etc. El Bendicional indica oportunamente las bendiciones que le competen a cada ministro ordenado y a los laicos. c. Entre los sacramentales se encuentran los exorcismos, se recuerda que a tenor del canon 1172, nadie puede efectuarlos legtimamente sin licencia expresa del Ordinario. Los laicos son excluidos totalmente y el Obispo lo conceder solamente a un presbtero piadoso, docto, prudente y con integridad de vida.

ANEXOS ANEXO # 1: LITURGIA Y MSICA La renovacin litrgica introducida despus del Concilio Vaticano II ha presentado el Canto como un elemento valiossimo en la celebracin de la liturgia. l no solamente acompaa la Palabra sino que la alimenta, ayuda a expresar actitudes internas, a crear comunin y a hacer fiesta. Para el Concilio, la msica tiene "funcin ministerial" (SC 112). El canto y la msica instrumental estn en funcin de la celebracin misma y de la comunidad que celebra. "La msica sacra ser tanto ms santa cuanto ms ntimamente est unida a la accin litrgica, ya sea expresando con mayor delicadeza la oracin o fomentando la unidad, ya sea enriqueciendo de mayor solemnidad los ritos sagrados " (SC 112). Por consiguiente, para que un canto sirva para la liturgia, ha de tener las siguientes caractersticas: - La letra del canto no debe ser profana sino estar ntimamente ligada a la accin litrgica. Ha de expresar lo particular de cada tiempo litrgico o de la accin litrgica propia del sacramento que se celebra. 149

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- La meloda y el ritmo de la msica, sea sta tradicional o tpica, debe ajustarse en lo posible al sentido de cada tiempo litrgico. - Debe permitir la participacin activa de la asamblea. "Los obispos y dems pastores de almas procuren cuidadosamente que en cualquier accin sagrada con canto, toda la comunidad de los fieles pueda aportar la participacin activa que le corresponde " (SC, 114). Los cantos en la Liturgia no se escogen al azar. - Los cantos ordinarios de la Misa exigen fidelidad en cuanto al contenido de sus textos, aunque en la msica admitan variedad y creatividad. Deben respetarse aquellos que seala el misal Romano, a saber: el Kyrie, el Gloria, el Credo, el Sanctus, el Padre Nuestro y el Cordero de Dios. - Los dems cantos, tanto en la celebracin de la Eucarista como de los otros sacramentos, han de escogerse conforme a su finalidad (ej: entrada, agradecimiento, adoracin, etc.). Tampoco se canta por cantar sino para mejor celebrar el Misterio del encuentro con Cristo en los sacramentos; esto requiere que tanto los miembros de la asamblea reunida como los integrantes de los coros eclesiales tengan bien claro en qu consiste su ministerio. - Es la asamblea entera la que celebra y expresa su alabanza, gratitud o splica mediante oraciones y cantos. El canto de los feligreses, que conjuntamente con el celebrante y los dems ministros conforman la asamblea, es una manera privilegiada de participacin activa en la accin litrgica. Es necesario promover constantemente esta forma de participacin y proveer a los feligreses de los insumos indispensables, como son los cantorales y las prcticas de canto. - La vocacin y misin del coro eclesial no es agradar al pblico y cosechar aplausos, sino estar al servicio de la asamblea de los fieles. En esto, se parece mucho a la Virgen Mara, que se puso enteramente a disposicin, no de un proyecto propio sino del proyecto de Dios; por consiguiente, un coro eclesial ha de demostrar las siguientes virtudes: Se prepara debidamente, tanto a nivel musical como litrgico. No busca notoriedad ni distrae a la asamblea con equipos, vestimenta, movimientos o volmenes innecesarios. 150

Conferencia Episcopal Panamea Da ms importancia al canto de los fieles, que procura sostener con sus voces y sus instrumentos musicales. Se capacita en la escogencia correcta de los cantos y del acompaamiento instrumental, tomando en cuenta los tiempos litrgicos y el desarrollo de la liturgia. En cuanto a la msica instrumental, que sirva para acompaar y sostener el canto, no para ahogarlo; que aporte un carcter ms festivo a la celebracin cuando la ocasin lo requiere. Refirindose a la Misa, la Instruccin Musicam Sacram alude a cuatro momentos concretos para el uso de la msica instrumental: la entrada de los ministros, la preparacin de las ofrendas, la comunin y el final de la celebracin. No limita su participacin a las celebraciones dominicales y festivas, sino que ofrece sus servicios para la realizacin de los dems sacramentos. En su momento, escucha, reza, contesta y hace silencio igual que el resto de la asamblea, de la cual forma parte. El Concilio Vaticano II no slo pidi que se incentivara el canto religioso popular (cf. SC 118), sino tambin que se diera "la debida estima y el lugar correspondiente a la tradicin musical propia" de los pueblos (SC 119). Por lo cual, conviene, en situaciones ordinarias, dar preferencia al canto en lengua verncula y con melodas "al alcance de los coros ms modestos y (que) fomenten la participacin activa de toda la asamblea de los fieles " (SC121). Por respeto al idioma y a la idiosincrasia de nuestro pueblo, se reservarn las melodas gregorianas y los cantos en latn para ocasiones excepcionales.

ANEXO # 2: LOS ARANCELES Definiciones. Por aranceles se entiende la aportacin, normalmente econmica, de parte de los fieles al solicitar y recibir algn sacramento. El estipendio es la aportacin que los fieles hacen a los sacerdotes por la Misa por ellos celebrada, "para que la aplique por una determinada intencin" (CIC en. 945). De esta manera, "contribuyen al bien de la Iglesia, y con esa ofrenda participan de su solicitud por sustentar a sus ministros y actividades" (CIC en. 946). El Cdigo de Derecho Cannico dedica un captulo a los estipendios que puede recibir el sacerdote por la celebracin de la Misa (Cf. CIC Libro VI, Parte I, Cap. III, ce. 945 - 958). 151

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El diezmo, poco comn entre los catlicos, es una aportacin equivalente a la dcima parte del ingreso de la persona y destinada para cubrir los gastos del culto, el sustento del clero y la ayuda a los necesitados. Realidad - En el momento de solicitar un servicio a la parroquia, muchos feligreses preguntan: Cunto cuesta? Como si la Iglesia hiciera negocio con los sacramentos. A pesar de que el Derecho Cannico dice claramente que "en materia de estipendios, evtese hasta la ms pequea apariencia de negociacin o comercio " (en. 947), no pocas veces, la prctica causa la impresin de que los sacramentos se venden y se compran. - Muchos feligreses, y an algunos prrocos, desconocen el monto de los aranceles estipulados oficialmente por la Conferencia Episcopal y las Dicesis. - Existen diferencias marcadas entre parroquias de distintos niveles sociales, principalmente en las aportaciones exigidas a los fieles en concepto de bautizos y matrimonios, lo que mantiene diversas categoras y diferencia de clases dentro de la comunidad cristiana. - Hay sacerdotes y parroquias que, en lugar de aplicar los aranceles estipulados, aceptan una donacin voluntaria cuyo monto depende de la capacidad econmica de la persona. Normas del Derecho Cannico. - Todo sacerdote puede recibir un estipendio por la Misa para que la aplique por una determinada intencin (Cf. en. 945, 1). - Los sacerdotes deben atenerse al arancel establecido por la Conferencia Episcopal (Cf. en. 1264). - Se recomienda que los sacerdotes celebren por las intenciones de los fieles, aunque no reciban ningn estipendio (Cf. en. 945, 2). - Ningn sacerdote debe recibir un estipendio por ms de una Misa en el mismo da. Los estipendios por una segunda y tercera Misa que haya celebrado, deben destinarse al fin que seala la autoridad diocesana y entregarse a la Curia peridicamente (Cf. en. 951). - El sacerdote que concelebra una segunda Misa el mismo da, no puede recibir estipendio por ella (Cf. en. 951). 152

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- En lo que se refiere a los otros sacramentos, le compete a "la reunin de obispos de cada provincia... determinar las aportaciones que han de hacerse con ocasin de la administracin de los sacramentos y sacramentales " (CIC en. 1264). Normas establecidas por la CEP. - Se establece un nico arancel para todas las Misas, eliminndose la distincin entre misa rezada o cantada. - Los fieles pueden solicitar varias intenciones en una misma Misa y hacer una ofrenda por las mismas. En este caso, debe el celebrante anunciar pblicamente dichas intenciones y tenerlas de cuenta como intenciones comunitarias; del total de estas ofrendas, se entregar al sacerdote el estipendio establecido, y en casos especiales, el gasto extraordinario de viaje, etc. El resto se destinar al fin que determine el Ordinario. - Se pueden aadir al arancel establecido los gastos extraordinarios, en casos especiales, en que se deba pagar a msicos, coro, transporte o notable incmodo para el celebrante (DPL 1992). - Cada Obispo fijar las cargas adicionales a los estipendios y aranceles establecidos por la Conferencia Episcopal. - Evtese absolver con una sola celebracin las exequias de varios difuntos para los cuales los deudos han pagado estipendios distintos. Sota: Al final del documento se encuentra el Decreto de la Conferencia Episcopal del ao 2010, mediante el cual se regulan los aranceles y estipendios que deben regir en toda la iglesia panamea. ANEXO # 3: ITINERARIOS PARA LA INICIACIN CRISTIANA DE ADULTOS JUSTIFICACIN Vivimos en una situacin en la cual para ser cristiano hay que hacerse cristiano. La pastoral imperante desde siglos atrs presupona una especie de catecumenado social, centrado en la relacin que exista entre la educacin recibida en la familia, la tradicin religiosa de la sociedad, el catecismo enseado en la parroquia y las numerosas formas de anuncio propuestas en la comunidad a lo largo del ao, desde la celebracin de las fiestas a las predicaciones cuaresmales y las misiones populares. Esto ya no es sostenible (cf. DA 38-39). 153

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La realidad actual nos impone la importancia de los adultos, no pocos de ellos, ms all de los problemas econmicos y comprometiendo su vida, experimentan la crisis de razones para vivir y buscan alguien que se las d. En esta bsqueda, vuelven a la Iglesia y quieren ser acogidos, tratados no como nios, sino con la experiencia de vida que llevan acumulada, con las preguntas que les surgen, con las expectativas que les inquietan. La realidad nacional de movilidad humana y diversidad cultural, con frecuencia, presenta serias dificultades para implementar procesos de iniciacin cristiana, que unifiquen la praxis sacramental del Bautismo, la Confirmacin y la Eucarista, en la orientacin para la integral iniciacin a la vida cristiana, discpulos misioneros (cf. DA 276-285). En la iniciacin cristiana, la catequesis de adultos debe asumir siempre una importancia prioritaria. En cumplimiento del mandato del Concilio Vaticano II (cf. Sacrosanctum Concilium, 64) y en virtud de lo dispuesto en el Cdigo de Derecho Cannico (cf. ce. 97 y 852), se establece la institucin en Panam de un itinerario de Iniciacin Cristiana de Adultos, el cual seguir las normas establecidas por el Cdigo de Derecho Cannico (1983) y por esta Conferencia Episcopal, as como las indicaciones del Ritual de la Iniciacin Cristiana de Adultos (RICA) (1972), el Directorio General para la Catequesis (1997), del Directorio de Pastoral Litrgica de la Conferencia Episcopal y del Documento Aparecida (cf. Le. 22,32). La iniciacin cristiana es un camino que incluye tambin al que ya ha sido bautizado, pero no ha tenido una experiencia que haga de l un verdadero bautizado, evangelizado y creyente, dispuesto a compartir su experiencia de comunidad y a comprometerse en las tareas de la Iglesia; es una personalizacin de la fe. Gran parte de la poblacin no pertenece al grupo de los iniciados, privilegiados o elegidos que suelen designarse como Iglesia (EN 57), nos deca ya el papa Pablo VI, y cunto ms se experimenta ahora como bien lo refleja el Documento Aparecida. Es necesario asumir la dinmica catequtica de la iniciacin cristiana (DA 291); sentimos la urgencia de desarrollar en nuestras comunidades un proceso de iniciacin cristiana que comience por el kerigma (289), proponemos que el proceso catequstico formativo adoptado por la Iglesia para la iniciacin cristiana sea asumido en todo el Continente como la manera ordinaria e indispensable de introducir en la vida cristiana, la catequesis bsica y fundamental (DA 294). El proceso de la iniciacin Cristiana se apoya fundamentalmente en el modelo propuesto por el Ritual de la Iniciacin Cristiana de Adultos. Se trata de un proceso libre y responsable acompaado por la comunidad, a travs del cual se responde a la llamada de Dios segn se va percibiendo en la experiencia del amor de l. 154

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LA CATEQUESIS DE ADULTOS COMO PROCESO Al reflexionar sobre iniciacin cristiana de adultos viene a la memoria de la Iglesia el catecumenado. En los primeros siglos, el catecumenado era la iniciacin cristiana, el camino, el acompaamiento, la evangelizacin que ofreca la Iglesia a aquellos que, habiendo odo el anuncio del misterio de Cristo y bajo la accin del Espritu Santo que les abra el corazn, consciente y libremente, buscaban al Dios vivo y emprendan el camino de la fe y de la conversin. As lo expresa el actual Ritual de Iniciacin Cristiana: El Rito de la Iniciacin Cristiana se destina a los adultos que, al or el anuncio del misterio de Cristo, y bajo la accin del Espritu Santo en sus corazones, consciente y libremente buscan al Dios vivo y emprenden el camino de la fe y de la conversin. Con la ayuda de Dios se les provee de la ayuda espiritual para su preparacin y para la recepcin fructuosa de los sacramentos en el momento oportuno. (RICA1). En su contenido ms originario, catecumenado era el perodo dedicado a la preparacin de los convertidos a Cristo antes de recibir los sacramentos de la iniciacin cristiana (Bautismo, Confirmacin y Eucarista). Esa fue la prctica durante los primeros siglos del cristianismo, pero hoy da, la palabra catecumenado tiene un contenido ms amplio, entendida no slo en su sentido originario, sino como proceso de iniciacin cristiana de los que ya han recibido los sacramentos especficos de dicha iniciacin o, al menos, el bautismo. Por lo tanto, aqu hablamos de iniciacin cristiana de adultos, entendindose como el proceso catequtico que viven y realizan tambin muchos cristianos en orden a redescubrir la fe, que, se presupone, debiera ser una fe adulta, aunque realmente no lo es, porque no ha crecido en las condiciones adecuadas. As se encuentra en el Ritual de la Iniciacin Cristiana de Adulto y en la transversalidad del Documento Aparecida; este Documento invita a imaginar y organizar nuevas formas de acercamiento (DA 286), a afrontar los desafos de la iniciacin cristiana con decisin, valenta y creatividad (DA 287), a solicitar la renovacin de la modalidad catequstica de la parroquia (DA 294). Se trata de fundar los procesos formativos en una dinmica de inspiracin catecumenal.

LA CATEQUESIS DE ADULTOS COMO CAMINO PERSONAL La iniciacin cristiana es, ante todo, obra de Dios. Un nuevo creyente o una persona que se reinicia en la fe siempre constituirn una sorpresa; de ninguna forma ser el resultado de una conquista o el producto de nuestros esfuerzos. Dios es quien toma la 155

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iniciativa de llamar gratuitamente a la salvacin. Pero, adems de ser don, la iniciacin cristiana es tambin respuesta, acogida y conversin; decisin gratuita basada en el amor; decisin y respuesta que es educada y acompaada en la comunidad, por medio de la catequesis (cf. Jn. 20,19-23). Para acceder a la fe y a la vida cristiana se supone, de ordinario, un camino personal, prolongado en el tiempo, un camino de maduracin y de disponibilidad en la recepcin de la evangelizacin desarrollada por la Iglesia, aceptando a Cristo Jess como Seor, Camino, Verdad y Vida, y respondiendo a las exigencias del Espritu Santo que anima a la Iglesia (cf. DA 31). Disponibilidad a ser capaz de acoger personalmente la palabra de la revelacin, convertirse a ella y asumirla como norma de la propia existencia entera (cf. AG 14). Esto es an ms evidente si se piensa en la naturaleza propia de los sacramentos de la Iglesia; ellos no son meros gestos rituales o signos de tipo natural o convencional de fcil adquisicin, se trata del misterio de la fe. El Ritual de la Iniciacin Cristiana de Adultos (RICA), en las observaciones previas dice: La iniciacin de los catecmenos se hace gradualmente, en conexin con la comunidad de los fieles que juntamente con los catecmenos consideran el precio del misterio pascual y renovando su propia conversin inducen con su ejemplo a los catecmenos a seguir al Espritu Santo con toda generosidad (RICA, 4). As es tambin para los que ya recibieron el bautismo. Es un itinerario, no un curso. No se trata de una mera adhesin intelectual o voluntarista a verdades que hay que creer de una forma de algn modo abstracta; se trata de una experiencia vital de encuentro con el Seor Jess (cf. DA 41; DCE 1), en la gracia de su Espritu; un encuentro que hay que buscar y realizar da a da, etapa por etapa, en correspondencia con el proceso gradual de evangelizacin, de maduracin en la fe y de conversin en que cada uno est situado, y en correspondencia con el camino de oracin y de vida litrgica emprendido hasta la transformacin operada por los sacramentos pascuales (cf. CT 1). La misma escucha de la palabra est profundamente dirigida al conocimiento de Jesucristo, como Maestro, Redentor y Seor, para amarle, acoger su invitacin a seguirle y hacerse discpulos suyos de lleno (cf. Le. 9, 53-55). En este sentido, la continua referencia a Jesucristo, a su Pascua, a la totalidad de su misterio que hay que acoger, no se plantea como una llamada didctica que exprese la naturaleza, preferentemente, experimental de la iniciacin sino que define su sentido profundo, segn lo que, evanglicamente, es el discipulado; es momento fuerte y lugar en que se viven intensamente las expresiones y los contenidos que hacen de la 156

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vida cristiana un seguimiento de Jesucristo, siendo referencia lo que Pablo califica como vida segn el Espritu (cfr. Rm. 8 y otros), propia del hombre salvado en Jesucristo. Tampoco se trata simplemente de un esfuerzo de austeridad que cada uno tiene que realizar, sino de una respuesta a las exigencias de la escucha de la palabra de Jess, en orden a una experiencia vital y a un encuentro con l, vivido autnticamente en la gracia del Espritu (cfr. I Cor. 2, 10-16). Si la conversin evanglica consiste en un cambio radical de la vieja mentalidad y del antiguo estilo de vida, el paradigma y el contenido profundo de este cambio viene dado por la mentalidad y el estilo de vida propuesto por Jesucristo y por su mensaje (cf. Flp. 2,5). Es a travs de este proceso de cambio que se puede ser discpulo en espritu y en verdad (cf. CT 19). La maduracin en la fe, ms que conocer, es saber la fe: formacin integral de la persona (cf. CT 33). El momento de la catequesis es el que corresponde al perodo en que se estructura la conversin a Jesucristo, dando una fundamentacin a esa primera adhesin. Los convertidos, mediante una enseanza y un aprendizaje convenientemente prolongado de toda la vida cristiana, son iniciados en el misterio de la salvacin y en el estilo de vida propio del Evangelio. Se trata, en efecto, de hincarlos en la plenitud de la vida cristiana (DGC 63).

LA CATEQUESIS DE ADULTOS Y LA COMUNIDAD ECLESIAL Este misterio de iniciacin encuentra su realizacin propia y su centro dinmico y unificador en la comunidad eclesial local, la cual hay que entenderla como una verdadera presencia, en un determinado lugar geogrfico, de la nica Iglesia de Cristo. "Esta Iglesia de Cristo est verdaderamente presente en las legitimas reuniones locales de los fieles, que, unidas a sus pastores, reciben tambin en el Nuevo Testamento el nombre de Iglesias; ellas son, en su lugar, el Pueblo nuevo, llamado por Dios en el Espritu Santo y en gran plenitud. En ellas se congregan los fieles por la predicacin del Evangelio de Cristo y se celebra el misterio de la Cena del Seor, 'para que por medio de la carne y la sangre del Seor quede unida toda la fraternidad'. En estas comunidades, aunque sean frecuentemente pequeas y pobres o vivan en la dispersin, est presente Cristo, por cuya virtud se congrega la Iglesia, una, santa, catlica y apostlica" (LG 26). La Iglesia local, a su vez, tiene en la comunidad parroquial su lugar ordinario y privilegiado de evangelizacin y de iniciacin, de celebracin de los sacramentos pascuales y de mistagoga. La iniciacin cristiana es tarea y obligacin de toda la comunidad de los fieles, ella no es como un itinerario de tipo individual; se cumple en la Iglesia y en la forma instituida 157

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por la Iglesia. Se trata de un camino que asume como propio el contexto eclesial y se caracteriza por tener un estilo eclesial, a pesar de exigir una respuesta absolutamente personal. No todo en la Iglesia es catequesis, pero est relacionada con todo, y recprocamente, todo en la Iglesia puede tener una funcin catequtica. En efecto, el objetivo de todo el proceso de iniciacin es conducir a los elegidos a una pertenencia a la Iglesia lo ms plena, madura y responsable que sea posible, para que puedan llevar a cabo la misin propia del Pueblo de Dios en la Iglesia y en el mundo (cf. DA 174). Toda iniciacin cristiana es, al mismo tiempo, iniciacin a la Iglesia, por ello, desde el comienzo, se le pide al simpatizante que manifieste delante de la comunidad el motivo, aunque slo sea inicial, por el cual quiere recorrer el camino de fe y de conversin propio de la iniciacin; tambin, en cada rito de paso, se subraya la exigencia de manifestar y expresar, de modo personal, la propia adhesin a la etapa sucesiva, hasta la peticin decisiva de querer acceder a los sacramentos de iniciacin. La fraternidad y el testimonio son las modalidades ms expresivas de una autentica pertenencia al Cuerpo de Cristo que es la Iglesia (cf. DA 393-394). Todo ello presupone comunidades cristianas maduras en la fe (cf. DA 366). Efecto y causa de esta renovacin personal es la creacin o recreacin de comunidades cristianas adultas en la fe, como condicin bsica para el xito de la misma evangelizacin del mundo (cf. DA 172-173). El papa Juan Pablo II lo dijo en la Christifideles laici, n. 34: Urge, pues, rehacer el tejido cristiano de la sociedad humana, pero la condicin es que se rehaga el tejido cristiano de las mismas comunidades eclesiales. Reconstruir nuestras comunidades cristianas como comunidades capaces de iniciar en la fe y en la plenitud de la vida de Cristo, porque nuestras comunidades, antes incluso de ver qu pueden hacer por los alejados, deben interrogase sobre si son comunidades que creen, celebran y viven el misterio de Cristo, sobre de qu modo son anuncio viviente de lo que proclaman (cf. DA 172). La iniciacin desborda una mera catequesis sobre los sacramentos de iniciacin, se trata de iniciacin a la vida cristiana, lo que implica un contexto ms amplio de bsqueda y maduracin, marcado por tiempos y ritos de paso, correspondientes a una entrega progresiva del hombre a Dios en la fe y en la disponibilidad a su Palabra y relacionado con un crecimiento progresivo de autoconciencia de lo que implica pasar de una etapa a otra. Esto requiere el coraje de proponer a todos la experiencia seria, y a veces dura, de los valores evanglicos de la vida cristiana y de la vocacin universal a la santidad (cf. LG 39-42). 158

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El paso pascual que se realiza en los sacramentos de iniciacin supone, de hecho, hacer una eleccin vivida en primera persona, libremente decidida y consciente de lo que significa ser despojado del hombre viejo y revestido del hombre nuevo, recreado en Jesucristo por el poder de su Espritu (cf. 2 Co. 5,17). Hacerse cristiano implica querer ser cristiano. El camino de fe y la iniciacin sacramental propuestos representan una invitacin a volver a descubrir la radicalidad del anuncio evanglico y son una provocacin para la necesidad de crear modos de pertenencia a la Iglesia que vayan ms all de la simple inscripcin censal y que, en cambio, se caractericen por un sentido de radicalidad evanglica en la Iglesia y un tono de profeca en la historia (cf. DA., 395-396). El proceso de iniciacin cristiana debe culminar en la insercin en una comunidad de discpulos misioneros, como lo puede ser la comunidad parroquial (cf. Mt.28, 18). El Directorio Catequtico General de 1971 lo destacaba: En la actividad pastoral, la catequesis es una forma de accin eclesial que trata de llevar a la madurez de la fe tanto a las comunidades como a los individuos (21). Y agregaba: La catequesis se dirige a la comunidad sin olvidar a los fieles en particular (31). En esta misma lnea, el Directorio General para la Catequesis de 1997 establece: La atencin a cada una de las personas no debe hacer olvidar, sin embargo, que la catequesis tiene como destinataria a la comunidad cristiana, en cuanto tal, y a cada uno de sus miembros en particular (168). Esta es la lnea que sigue Aparecida. San Pablo llama a los cristianos santos por vocacin (Rm. 1,17). Esta vocacin cristiana nace del Espritu y se expresa en diversidad de dones, de servicios y de operaciones, pero en esta variedad no hay en definitiva ms que un solo cuerpo y un solo espritu (cf. ICor 12,4-13). A los pastores de la Iglesia corresponde especialmente el discernimiento de carismas, a ellos compete sobre todo no apagar el Espritu, sino examinarlo todo y quedarse con lo bueno (cf. ITes 5,21), a fin de que todos los carismas cooperen, en su diversidad y complementariedad, al bien comn (cf. ICor 12,7). Tres claves bblicas en el proceso: xodo, discipulado y la vida en el Espritu; junto a ellas, la centralidad de la liturgia. CATEQUESIS DE ADULTOS Y MISIN La iniciacin cristiana se inscribe, especialmente, en el campo de la Nueva Evangelizacin y en nuestro momento histrico, en la orientacin y lanzamiento misionero que nos pide Aparecida. Podran distinguirse cuatro etapas en la evangelizacin: la accin 159

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misionera, la accin, catecumenal, la accin pastoral y la accin de presencia en el mundo; pero estas etapas hay que entenderlas interrelacionndose entre ellas de manera continua. El Papa Pablo VI, abordando el imperativo misionero en su exhortacin Evangeli nuntiandi del 8 de diciembre de 1975, tradujo la misin con el vocablo Evangelizacin. Nuestra Iglesia panamea, y muchas parroquias, se vivificaron gracias a las luces e impulso que de all nos vino; la vuelta al trmino del Vaticano II, "la misin" lo hace el Papa Juan Pablo II, en su exhortacin Redemptoris missio y as tambin lo toma Aparecida. Misin es no slo un camino para aquellos que no se han convertido, sino es, sobre todo, la manera ordinaria de vivir la Iglesia en todos sus niveles, por supuesto incluida la parroquia y sus comunidades (cf. DA 373). La pastoral de la pura conservacin, ligada a un mundo en gran parte creyente, no es la adecuada (cf. DA 370). La distancia entre acciones pastorales y acciones misioneras se ha reducido tanto que se puede afirmar que el trabajo pastoral es ya un trabajo misionero. El problema del primer anuncio es de nuevo, como en la antigedad cristiana, el problema central. Abundan los cristianos que han recibido los sacramentos, pero que se encuentran en condiciones de total ignorancia religiosa o de total indiferencia, la evangelizacin vuelve a ser una tarea de importancia primaria, decisiva para la Iglesia y para su misin en el mundo (cf. DA 168, 347). La difusin de las llamadas sectas est ligada, en gran parte, a una situacin de ignorancia religiosa y a una transmisin de la fe en trminos carentes de contenido, pobres e insuficientes. No podremos hablar de una verdadera evangelizacin, misin, si se prescinde de la iniciacin cristiana de adultos, ni se puede decir que hay iniciacin cristiana que no implique la evangelizacin, misin. De la unin entre evangelizacin, misin, e iniciacin cristiana depende: que la Iglesia sea misionera, evangelizadora, que haya una verdadera comunidad cristiana y una autntica iniciacin cristiana; La catequesis de iniciacin es el eslabn necesario entre la accin misionera, que llama a la fe, y la accin pastoral, que alimenta constantemente a la comunidad cristiana (DGC 64). La misin no es una simple expresin de buena voluntad, sino que brota del hecho de haber sido insertados en Cristo y en la Iglesia mediante los sacramentos pascuales (cf. 2 Cor. 5,14). En este sentido, es tarea de todos en la diversidad de ministerios y de carismas (cf. DA 10, 213, 551). La afirmacin paulina: Ay de m si no evangelizare! (1 Co. 9,16) se convierte en un proyecto de vida para cada bautizado, al servicio de la edificacin del reino de Dios en la historia (cf. Flp.1,21). Es ms, como la misin nace del envo, entonces ella deber ser siempre expresin de la compasin de Dios: del Dios 160

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que escucha el clamor de su Pueblo y que conoce sus sufrimientos (cf. Ex 3,7; Jn. 9,36) porque tanto am Dios al mundo que dio a su Hijo nico, para que todo el que crea en l no perezca, sino que tenga vida eterna (Jn. 3,16). El principal sujeto de la evangelizacin, misin, es el Seor Jess, Redentor del hombre y del mundo. l es el primer gran evangelizador, autor originario de cualquier accin evangelizadora de la Iglesia (cf. DA 11-12, 15,21,29,41). Antes que una actividad ejercida a propsito de Jess y con su apoyo, la evangelizacin es un acto que el Seor resucitado realiza en la iglesia, con su presencia y con los dones que -con la potencia del Espritu- infunde en sus bautizados, llamndoles, envindoles y consagrndoles con la gracia bautismal y con los dems sacramentos. El fundamento de la misin evangelizadora de la comunidad eclesial es la presencia del Seor con nosotros hasta el fin de los siglos (Mt. 28,20). Como el Padre me envi, as les envo yo a ustedes (Jn. 20,21). La Iglesia, obediente al mandato recibido, es esencialmente una comunidad convocada en torno a su Seor, el primer gran evangelizador, para ser, en su nombre, una comunidad evangelizada y evangelizadora (cf. DA 146, 169). Esta evangelizacin es confiada a la Iglesia como misin que debe llevar a cabo en la historia hasta el final de los tiempos; una evangelizacin continua, permanente, nunca acabada a lo largo de las generaciones como un anuncio constantemente actual, en obras y palabras. En la eclesiologa del Concilio Vaticano II, se pasa de la idea de un pueblo de Dios como destinatario de la misin a la idea del pueblo de Dios como sujeto de la misin; un pueblo comunin, comunidad, en el que cada cual, desde el ltimo de los bautizados hasta los consagrados, diconos, presbteros e incluso el obispo, tienen una responsabilidad y un papel propios. La misin de la Iglesia est confiada a todos y a cada uno; ninguno de ellos puede decir eso no va conmigo!. Cada miembro de la comunidad cristiana recibe en el bautismo una consagracin que le hace, por su parte, corresponsable de la Iglesia en el mundo; esto forma parte de la vocacin de todos los bautizados a la santidad, sin excluir a ninguno (cf. LG 39-42). La disminucin de la fuerza evangelizadora de la Iglesia depende de nuestro pecado; como dijo el Papa Pablo VI: El hombre contemporneo escucha con ms inters a los testigos que a los maestros, y si escucha a los maestros lo hace porque son testigos (EN 41). Y Juan Pablo II repiti: Antes que una accin, la misin es testimonio e irradiacin (RM 26). La misin del cristiano radica enteramente en la misin de la Iglesia, a la que expresa, de hecho, en el tiempo y en el espacio. Todos los fieles como miembros de Cristo vivo, 161

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incorporados y asemejados a l por el bautismo, por la confirmacin y por la eucarista tienen el deber de cooperar en la expansin y dilatacin del Cuerpo de Cristo para llevarlo cuanto antes a la plenitud (AG 36). La misin del cristiano se sita, de hecho, en la continuidad de la misma misin del Hijo y del Espritu y expresa el designio del Padre de que todos los hombres conozcan la verdad y se salven (cf. I Tm. 2,4). El rito de la iniciacin cristiana de adultos pretende introducirse en esta dinmica fundamental. La iniciacin cristiana de adultos es portadora de un modelo fundamental de Iglesia y especialmente de iglesia particular: una iglesia con plena conciencia de su naturaleza de comunidad evangelizadora e iniciadora y que vive esta conciencia no slo como un programa, sino como una forma de ser, de manifestarse y realizar su vocacin misionera originaria. Una comunidad que asume la iniciacin cristiana renueva su vida comunitaria y despierta su carcter misionero (DA 291). ORIENTACIONES PARA LA INICIACIN CRISTIANA DE ADULTOS Procrese involucrar a la comunidad parroquial en el acompaamiento de quienes entran al camino de la iniciacin cristiana, para lo cual los tiempos litrgicos fuertes constituyen ocasiones oportunas. Los ritos de paso y las fiestas patronales, por ejemplo, son momentos en que se ha de propiciar hacia el reconocimiento, el estmulo, la oracin y la integracin a la misma comunidad, especialmente de alejados y adultos, como un medio para incorporarlos plenamente a la comunin de fe. Slo es posible ser iniciado en el misterio de la salvacin en la comunidad eclesial y por medio de ella, con una comprensin real de su mensaje y una participacin viva en su liturgia. Cuando la Iglesia acoge a alguien que busca a Dios, no le tiende en primer lugar un escrito, aunque sea la Biblia. Lo acoge en una comunidad de personas que dan testimonio de un Dios presente en sus vidas. En el seno de ella es donde podr entender la Escritura y a ella como alimento. La iniciacin cristiana para los adultos bautizados tiene, pues, una connotacin especfica: desarrollar la fe recibida en el bautismo de manera que el adulto asuma con responsabilidad evanglica las exigencias de la vida cristiana. Seguir a Jess no es slo asumir su doctrina, sino compartir su misin y su destino (cf. Me 10,21; Mt 16,24). Una de las tareas de la catequesis es iniciar en el estilo de vida de Jess. Establzcanse en todas las parroquias, de forma permanente, procesos de iniciacin cristiana para bautizados, es decir, para aquellos adultos bautizados que les falte com162

Conferencia Episcopal Panamea pletar su proceso de iniciacin cristiana y que estn dispuestos a recorrer un camino de maduracin en la fe personal y comunitaria. Tambin para aquellos que, habiendo recibido los sacramentos de la iniciacin cristiana, necesitan un proceso de una evangelizacin que les conduzca a una conversin que quizs antes nunca lleg a la plena decisin de seguir a Jesucristo como Camino, Verdad y Vida (cf. DA 306). No se descarte la posibilidad de que una vicara u otra distribucin territorial considere que, por sus circunstancias particulares, es ms conveniente que se establezca el proceso de iniciacin en una parroquia y sta asuma la tarea al servicio de toda la vicara u organizacin territorial. La llamada de Dios sorprende al hombre en su tarea habitual y le orienta hacia un destino que slo El conoce (cf. Gn. 22, 1). La vocacin es la llamada que hace Jess para reunir a sus discpulos (cf. Me. 1,17), e integrarlos en comunidad de discpulos misioneros. El objetivo de la integracin misionera nunca puede ser descuidado, aunque el encuentro catequtico se haga en una realidad que desborde el territorio de una parroquia. Todo el proceso de iniciacin pasa por la reunin comunitaria. El lugar originario de la catequesis es la reunin de la comunidad (cf. ICor 14,26; cf. DGC 140-144). En ella, no podemos ignorar las cuestiones o situaciones de los participantes, si no queremos responder a preguntas que no se hacen o a problemas que no existen (cf. He 10,21-29). Algunas situaciones Desde que el Bautismo de los nios vino a ser la forma habitual de la celebracin de este sacramento, sta se ha convertido en un acto nico que integra de manera abreviada las etapas previas de la iniciacin cristiana. Por su naturaleza misma, el Bautismo de nios exige un catecumenado postbautismal. No se trata slo de la necesidad de una instruccin posterior al Bautismo, sino del desarrollo necesario de la gracia bautismal en el crecimiento de la persona. La vitalidad de la comunidad de los adultos es la condicin para un xito adecuado de la propia pastoral de las edades inferiores. Es muy necesario diferenciar con claridad las dos formas para acceder a la Iniciacin Cristiana: una, la ms frecuente entre nosotros, por la que son bautizados los nios pequeos y posteriormente, a la edad adecuada, se acercan a la Confirmacin y a la Primera Comunin; otra, ms escasa pero cuya frecuencia va en aumento, en la que alguien, mayor de edad solicita el Bautismo y por ello, debe recibirlo en una sola celebracin, junto con la Confirmacin y la Eucarista. Las dos implican un proceso de iniciacin en 163

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la vida cristiana, el primero ms directamente orientado a la familia, cuando el candidato es menor de edad, el segundo como un verdadero proceso catecumenal. En realidad, el catecumenado de adultos no bautizados, como los espacios de iniciacin en la fe ya existen, aunque en forma parcial y coyuntural, pero debemos convertirla en la catequesis ordinaria, habitual y cotidiana. La catequesis familiar precede, acompaa y enriquece todas las otras formas de catequesis (cf. CT, 68) y entre nosotros est dando muy buenos frutos, pero ella no es suficiente. Ms an, las catequesis ocasionales no se pueden identificar con el proceso catequtico permanente ni pueden sustituirlo nunca, aunque si pueden complementarlo o ser punto de partida para el mismo, de ah su necesidad e importancia. A los adultos que participan de la catequesis para la recepcin de alguno de los sacramentos de iniciacin, como requisito para el matrimonio, condzcaseles a los procesos de iniciacin cristiana, de tal manera que la formacin no concluya con la celebracin del sacramento, sino que se inserte en las otras etapas del proceso evangelizados Como escribe la Catechesi tradendae, en el n. 43, la catequesis de los adultos representa el problema central y la principal forma de catequesis. Y Juan Pablo II repite con fuerza: Son los adultos, en efecto, padres y madres de familia, una vez educados en la fe, darn la primera y fundamental instruccin religiosa a los propios hijos en la intimidad de la "iglesia domstica"; son los adultos quienes pueden dar un testimonio cristiano vlido a los jvenes en el proceso de bsqueda y maduracin (Apostolicam actuositatem, 12); por ltimo, son ellos los que, descubierta la validez de la vocacin cristiana enraizada en el bautismo, participarn en la misin salvfica de la Iglesia, como sujetos activos preciosos, tanto en las comunidades eclesiales, como en las "realidades temporales de las que son responsables" (ib.). (Discurso al Consejo Internacional para la Catequesis, 29-X-1989). Tambin, el Directorio General para la Catequesis: la catequesis de adultos, al ir dirigida a personas capaces de una adhesin plenamente responsable, debe ser considerada como la forma principal de catequesis, a la que todas las dems, siempre ciertamente necesarias, de alguna manera se ordenan. Esto implica que las catequesis de las otras edades debe tenerla como punto de referencia, y articularse con ella en un proyecto catequtico coherente de pastoral diocesana (DGC 59). La propuesta de un itinerario de iniciacin orgnico y progresivo, dirigido a conseguir la plenitud de la edad adulta en la fe, sellado por cuatro tiempos de bsqueda y madu164

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racin, alternado cada uno de ellos con tres ritos de paso, es la que hacemos, abierta a variaciones (cf. RICA 5). La preparacin para los candidatos responder a las circunstancias personales de cada uno, ya que, entre otras cosas, su vinculacin con la Iglesia es muy diferente. En general hay que decir que tal preparacin debe consistir en sesiones comunitarias, pero tambin en un acompaamiento personalizado por un catequista cualificado, sin que falte la presencia del pastor. En la puesta en prctica de este itinerario se manifiesta y se hace presente la tarea de la Iglesia como Madre e Hija de la iniciacin y los creyentes son introducidos en la vida del Espritu. Supone la conciencia de la profunda unidad existente entre Biblia y Liturgia, evangelizacin y sacramentos, palabra y fe. Cualquiera que sea la variante de itinerario a seguir, cudese de preguntarse cules son las caractersticas de un buen discpulo de Cristo Jess. Ello dar luz sobre si el itinerario que se piense inicialmente escoger, conduce realmente a lo que se busca (cf. DA 226). A lo largo del proceso, la persona en iniciacin debe ir logrando competencias como las siguientes: - Poder leer la Biblia. - Poder disponer de una inteligencia justa, estructurada y dinmica de la Buena Noticia cristiana. - Poder participar activamente en la liturgia, viviendo el hoy de la historia de la salvacin. - Poder encontrarse como en ambiente familiar en el espacio eclesial - Poder vivir los valores ticos en una dinmica espiritual. - Poder dar razones de su fe en el contexto cultural en el que est viviendo. OBJETIVOS DE LA INICIACIN CRISTIANA DE ADULTOS - Invitar a adultos no bautizados a convertirse en miembros de la Iglesia Catlica. - Ofrecer un proceso a aquellos bautizados que, alejados, se encuentran en un momento de interrogante y de bsqueda, o aquellos que por circunstancias de su vida desde su infancia dejaron de tener un seguimiento en su crecimiento en la fe. 165

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- Pasar de una fe infantil a una fe adulta. - La reorientacin de la vida o conversin: una manera nueva de pensar y de actuar (cf. Rml2,2). -Integrar en la Iglesia Catlica a personas bautizadas en otras comunidades cristianas - La introduccin al misterio y la experiencia de la salvacin de Dios, en el Espritu: Seoro de Jess y Don de gracia. - Crear comunidades cristianas. Comunin. - Alcanzar una sntesis de fe. Es decir, que pueda iluminar la propia vida y posibilite dar razn de la esperanza a quienes la pidieren (1 Pe 3,15). - Suscitar cristianos comprometidos y testigos de la fe por su participacin en las tareas y en la edificacin de la Iglesia para el establecimiento del Reino (cf. Hechos 1,8). En definitiva, se pretende despertar, suscitar, crear actitudes y comportamientos que respondan a las exigencias del bautismo, de la confirmacin y de la eucarista (cf. DA 278). La meta final de todo proceso catequstico es forjar la identidad cristiana. CARACTERSTICAS DE LA INICIACIN CRISTIANA DE ADULTOS Clima de oracin. No es slo la bsqueda de un saber, sino la maduracin de la experiencia de la fe en Jesucristo. Por eso, la oracin de invocacin al Espritu y de accin de gracias han de estar presentes en el grupo. Encuentro con la Palabra. La palabra de Dios ser la que escudrie el corazn del hombre, le juzgue y le salve. La progresiva iniciacin a la Lectio Divina es, por ello, de gran ayuda. Estilo comunitario. El grupo de iniciacin cristiana no es una suma de individuos. Debe estar caracterizado por el dilogo, la comunicacin, la solidaridad interpersonal y eclesial. Celebracin de la fe. Cada avance en el proceso de iniciacin y maduracin de la fe es una experiencia de gozo semejante a la del tesoro encontrado. Apertura a la comunidad eclesial. El grupo de iniciacin cristiana no es un grupo encerrado en s, sino inserto en la comunidad parroquial, en la dicesis correspondiente y en la Iglesia Universal. 166

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ACTITUDES BSICAS PARA INICIAR EL ITINERARIO DE LA INICIACIN CRISTIANA 1. Conciencia de una vida cristiana poco comprometida Se trata de que tome conciencia de que su bautismo muchas veces no es ms que un ttulo, o una cdula de pertenencia a un grupo llamado iglesia; o una opcin religiosa anmica; o un don no suficientemente descubierto y revalorizado; o un compromiso que exige ser revisado y revitalizado. 2. Actitud de bsqueda De la propia conciencia de carencias emerge la actitud de bsqueda. Al principio^ es una bsqueda en nebulosa; bsqueda desde la inseguridad y el desconocimiento. La imagen del catecmeno es la del ciego que, sin haber conocido la luz, la intuye y la busca; o la del caminante que hace camino al andar. Bsqueda del tesoro escondido, o del agua de Silo que le cure, o del agua del pozo de Jacob que le sacie la sed. Por eso, para el primer inicio basta la actitud de bsqueda, aunque sea todava muy incipiente, a lo largo de un proceso donde se deben ir cultivando las distintas actitudes. 3. Actitud comunitaria El catecmeno no es un solitario en su bsqueda. Es fundamental la conciencia de caminar juntos. No es que ya sepa el valor de la comunidad; basta el sentirse acompaado y acompaante; es un camino comunitario, aunque no es el grupo quien de verdad hace la autntica compaa, sino el Espritu 4. Actitud de apertura al Espritu No se trata de un camino para simplemente hacer amistad o construir un "grupo de formacin", o un "grupo ideolgico"... Es un caminar para que el Espritu gue al grupo a la verdad plena (Jn. 16,13). 5. Actitud de escucha El dilogo es el lenguaje ms comn en el camino catecumenal; Dilogo entre los miembros del grupo a partir de la experiencia y a partir de la palabra de Dios. La actitud de escucha tiene, por tanto, como punto de referencia la realidad de los hombres y la palabra de Dios. Es el Espritu quien habla por ambos cauces. De ah la importancia de la disposicin de la voluntad de querer escuchar; de ah la actitud de no desfallecer y ser constante en el camino. 167

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6. Actitud de constancia y fidelidad El camino est cargado de tentaciones al desaliento, al abandono, al cansancio, a la infidelidad, y por eso, desde el principio, hay que asumir un compromiso de constancia y fidelidad al camino iniciado. Se lograr si se tiene una confianza bsica en el Espritu y un sentido de que la Luz est cerca, que l nos acompaa como acompa a los discpulos de Emas (Le. 24,13-35), aunque todava no lo hayamos reconocido. Vamos a revisar nuestro modo de ser cristiano; y vamos a descubrir que ser cristiano es vivir una experiencia de relacin con Dios y con los dems hombres y mujeres. LACATEQUESIS La catequesis debe inspirase en la manera como Jess formaba a sus discpulos; Jess realiza una enseanza especial con sus discpulos (cf. Me 4, 10), les ensea a orar (cf. Le. 11, 1), los acompaa, los estimula a imitar sus actitudes (cf. Mt. 11,29) y los enva a evangelizar (cf. Le. 10,1; Me 16,14). La persona catequista no transmite su propia fe, sino la fe de la Iglesia que le enva (cf. Ga. 6,6). Por ello tiene que ser testigo y discpulo de la totalidad del proyecto salvador de Dios, manifestado en Jesucristo; que permanece en la memoria viva de la Iglesia por la accin del Espritu. Esto implica, entre otras cosas, su clara pertenencia a una comunidad y su experiencia en ella. Claves de la pedagoga a emplear: Es una pedagoga de: - La escucha de la Palabra de Dios que se hace acontecimiento. - La relacin, de la comunicacin, del grupo; la transformacin personal y social requiere una experiencia comunitaria, de encuentro y de fraternidad. - La experiencia humana comn y de la experiencia de fe. - La informacin y documentacin necesaria (doctrinales, cientficos, jurdicos, etc). - Discernimiento personal, pastoral, comunitario. - La accin (compromiso, testimonio, liberacin, participacin); actuar en la realidad y transformarla. - La confesin de fe, recapitulada en el smbolo de la fe. 168

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- La oracin (conversacin con un Dios que habla) y de la celebracin de la fe (dimensin festiva de la Palabra de Dios cumplida en los acontecimientos). Por tanto, la catequesis debe: - Convocar a quien est en el itinerario a profesar la fe en la persona de Jesucristo desde el corazn, a seguirlo fielmente y a convertirse en su discpulo. - Reconocer que la iniciacin cristiana es un aprendizaje de toda la vida cristiana, y por eso debe incluir ms que la instruccin. - Presentar una formacin completa y sistemtica en la fe para que el catecmeno o candidato pueda ingresar profundamente en el misterio de Cristo. - Incorporar al catecmeno en la vida de la comunidad cristiana, que confiesa, celebra y da valiente testimonio de la fe en Jesucristo. - Incluir instruccin sobre los ritos de iniciacin cristiana, sus smbolos y formas bsicas, y las oficinas y ministerios que se ocupan de ellos. Es muy importante el papel de quien gua el grupo, de quien instruye en la Palabra. Su funcin es la de ser gua (cf. He 8,30-35). La catequesis no es separable del contexto de la evangelizacin; toda catequesis es inevitablemente misionera. Ningn miembro de la comunidad cristiana alcanza su perfecta madurez de la fe en una etapa determinada de su vida. Por eso, la catequesis debe considerarse como proceso permanente de iniciacin, profundizacin y maduracin en la fe que abarca todas las etapas de la vida del hombre (cf. CT, 45). Plantear la catequesis como un proceso permanente no significa que durante todas las etapas de la vida haya que mantener el mismo ritmo, nivel, personas o estilo de catequizar. Cada etapa de este proceso tiene sus propias caractersticas y exige un tratamiento peculiar (cf. DA 286-300). As, por ejemplo, en la tradicin encontramos una etapa previa a la especfica etapa catequtica. Se trata del primer anuncio o precatequesis, es decir, ese momento, sin lmite de tiempo, en el que la persona se toma tiempo para hacer camino hacia el misterio que anida dentro de s; tiempo de ahondar hacia el centro de la persona misma donde residen los anhelos, las preguntas las secretas bsquedas y deseos de ser y existir, donde aflora el cansancio y la pregunta por el sentido de la vida. El proceso permanente de la catequesis no se puede concebir fragmentado por edades y mbitos cerrados e independientes, sino como un proceso continuo que abarque las 169

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distintas edades de forma coherente y progresiva. El punto de referencia en este procesa no es el nio, sino el adulto, que es el verdadero destinatario de una confesin de fe madura y plena de significacin. Todo proceso catequtico tiene que tener como fundamento y punto de referencia la catequesis de adultos; las dems actividades catequticas deben ordenarse hacia esta fe adulta (cf. CT, 43). La catequesis de iniciacin cristiana de adultos tiene como finalidad el abrir de nuevo a los bautizados la posibilidad, bien sea de descubrir la fe cristiana, o bien de redescubrirla de forma diferente y nueva, ms all de las contingencias que eventualmente les hayan separado de la prctica religiosa o de la misma fe. En cuanto al mismo material o subsidios para las reuniones, el formato de fichas puede ser conveniente. En todo caso, el material debe proponer pistas para cada reunin; estas pistas pueden ser diversas. Sin embargo, de hecho, la vida (la experiencia) es inmensamente mayor y el proceso de iniciacin no puede quedar al margen de la vida real. Las pistas estn al servicio del proceso y el proceso, al servicio de la vida y de una vida abundante (Jn. 10, 10). No es preciso, con todo, utilizar todas las pistas, ni mucho menos se trata de elegir, segn las circunstancias; lo importante no es responder tericamente a las pistas, sino cumplir suficientemente el objetivo que en cada tema se pretende. Las fichas deben intentar responder al problema de cmo orientar la reunin; por ello, es altamente recomendable que presenten el objetivo, el plan de la reunin, la pista (posible) a utilizar, o los puntos claves del tema, problema, abordado. Las fichas no pretenden ser recetas automticas, sino sugerencias para el animador (o equipo animador), que, revisando y preparando continuamente, es insustituible y quien ha de conducir en cada momento la dinmica del proceso. Todo lo que hemos ido exponiendo en este documento corresponde ampliamente a lo que se pide en el Documento Aparecida. En particular en sus nmeros 277-294. Para el proceso de iniciacin, debe contemplarse la posibilidad de diversificacin, si las circunstancias lo imponen. Caben itinerarios especficos adaptados a cada situacin. Tomar en cuenta: Candidato(a): Es la persona que est bautizada en alguna denominacin cristiana y que desea hacerse catlica; tambin, en nuestro caso, lo podemos considerar para toda persona ya bautizada en la Iglesia catlica y que comienza el itinerario de iniciacin para adultos. 170

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Catecmeno(a): Es la persona que nunca ha sido bautizada y que desea hacerse catlica. Elegidos: Son las personas que se preparan para pertenecer a la Iglesia o para culminar su iniciacin; se les llama elegidos despus del rito de eleccin que se realiza en la Cuaresma. Acompaante: Es la persona que acompaa y apoya a un candidato o catecmeno Nefito: Es una persona nueva que se bautiza y que entra en la comunidad de la Iglesia. Simpatizantes: Son las personas que expresan inters en conocer ms sobre la fe catlica durante la etapa de preevangelizacin de la iniciacin cristiana. Tener presente: - Incluir a la familia, sobre todo en los ritos. - Hacer presencia de Mara en el proceso. - Usar la Biblia constantemente. - No tener miedo a integrarse en la comunidad parroquial.

CONSEJOS PRCTICOS ANTES DE COMENZAR EL PROCESO - Averiguar su situacin bautismal. - Averiguar su situacin matrimonial. - Afinar el equipo que conducir el proceso. - Distribuir responsabilidades. - Celebrar juntos. - Formarse juntos. - Promover que el prroco o sacerdote a participe asiduamente en las sesiones. - Mostrar la diversidad de la parroquia a lo largo del proceso: origen, experiencias de fe, comunidades, ministerios. - Promover un retiro de experiencia de oracin, durante el proceso. - Invitar a miembros de la parroquia a apoyar a los que siguen el itinerario: tarjetas, oracin, etc. 171

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Elementos a desarrollar en todas las etapas - Texto bblico. - Dimensin antropolgica. - Biblia. - Dimensin cristolgica. - Dimensin comunitaria. - Liturgia. - Espiritualidad. - Moral.

ETAPAS DEL ITINERARIO Y ORIENTACIONES PEDAGGICAS Recogiendo la tradicin viva de la Iglesia, el Ritual de Iniciacin Cristiana seala las distintas etapas que se suceden en el proceso de iniciacin cristiana (cf. RICA 4-8). Animamos a sintonizar las etapas con el ciclo litrgico, es el punto de apoyo esencial para la catequesis de la comunidad; el ciclo litrgico es, de hecho, una narracin de la historia de salvacin. 1. Etapa de llamada y conversin La finalidad propia de la primera fase tiende al cambio personal que pone en el centro de la vida la fe en el nico Dios, vivo y verdadero, creador del cielo y de la tierra, y la bsqueda de la salvacin que viene de l. Ms que un volverse a Dios de quien se alej por el pecado (conversin moral), se trata de una respuesta a la llamada de Dios que pone a la persona frente al Dios vivo y verdadero, revelado en plenitud en Jesucristo. Tiempo para interrogar y para introducir los valores evanglicos. Una oportunidad para los comienzos de la fe; tiempo de conversin inicial para introducir los valores evanglicos e invitar a querer ser cristianos. Se dan las primeras manifestaciones externas, los fundamentos de la enseanza cristiana comienzan a echar races, se inicia la vida espiritual (cf. RICA 9-13). Se dan evidencias de la intencin de cambiar de vida, con los primeros signos de arrepentimiento; en consecuencia, comienza la prctica de la oracin, se entra en una relacin 172

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con Dios y con Cristo Jess, as como un sentido de Iglesia. Primeras experiencias de la compaa cristiana, trato y espritu cristiano. Si el proceso se va a realizar en sintona con el ao litrgico, lo cual es particularmente recomendable, organizar el calendario de manera que la etapa culmine antes del primer domingo de Adviento. En esta etapa, se realiza la evangelizacin, o sea, se anuncia abiertamente y con decisin al Dios vivo y a Jesucristo. La evangelizacin, llevada a cabo con la ayuda de Dios, brota de la fe y la conversin inicial, as como la verdadera voluntad de seguir a Cristo (cf. RICA 9,10,11 y 8; DGC 88). Se trata, ante todo, de una comunicacin existencial, viva, realizada por testigos actuales. Quien transmite la fe es el que la vive. Se recomienda vivamente que el medio para ir conduciendo a la conversin sea prioritariamente la conversacin. Comienza como una invitacin, se contina como una relacin personal; se cuentan historias. As, por ejemplo, el animador o gua seleccionar una experiencia significante que le permita hablar libremente y est relacionada con el tema. Cul es la experiencia o hecho? Quin est envuelto? Cundo pas? Cules fueron sus sentimientos? Cmo usted describe la mano de Dios en su experiencia? Comparta al nivel que resulte cmodo para quien va conduciendo la reunin y para los participantes; que invite a compartir. El animador o gua es el pastor que cuida la puerta; que escuche atentamente, acoja la historia, no interrumpa, corrija o indague. La clave es la confidencialidad. Lea y reflexione de antemano el pasaje de la Biblia que se relacione con la historia (Adn y Eva, No, Moiss, Jeremas, Mara, Jos, Apstoles, Pedro, Mujeres, otros). Cmo es su experiencia? Afirma o cuestiona la Palabra? Qu indica esta prctica acerca de nuestra vivencia de fe? El costo de ser discpulo? A qu somos llamados? Clases o tipos de historias: informacin, significado, valores, tradicin. Por qu el uso de contar historias/experiencias? - Las historias revelan quines somos y como sentimos, nuestros valores. - Grano de verdad en cada historia. - Descubrir sentidos y direcciones en nuestras vidas. - Descubrir momentos de gracia y momentos de pecado. 173

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- Hacer sentido de las Escrituras. 1 ambiente para las reuniones - Bienvenida. - Escuchar/respeto (40/60 hablar). - Aceptacin. - Autenticidad; los asuntos personales no pueden estar por encima de los asuntos de la Iglesia ej. devociones personales o temas de inters exclusivo personal. Un ejemplo de horario - Comienza la reunin con una breve oracin. - Enfoque. - Lectura de las Escrituras y explicacin (15 minutos). Compartir historias personales, experiencias humanas, Dimensiones religiosas y humanas (15 minutos). - Compartir el tema, haciendo contacto con la vida real, promover el dialogo y ampliar ideas (30 minutos). - Oracin final (15 minutos). - Socializar si as lo desean. - Primer Paso: aceptacin en la catequesis prolongada (catecumenado). Rito litrgico, normalmente celebrado en alguna o varias fechas anuales, para marcar el principio de la catequesis prolongada (cf. RICA 14). Los candidatos expresan su intencin de responder al llamado de Dios siguiendo el camino de Cristo, y la Iglesia acepta esa intencin. Es el puente que celebra qu ha pasado en el perodo que concluye y apunta a lo que va a venir en el nuevo perodo. Punto central del rito son las signaciones. Cundo ha experimentado la entrada de Jesucristo en su vida? - La cruz del sufrimiento y/o la cruz de la victoria? - Por qu decidi venir? - Qu le pide a Dios? 174

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- Qu pide a la comunidad de fe de esta institucin? - Qu podemos hacer para ayudarle? En el proceso realizado en sintona con el ao litrgico, un buen momento puede ser el domingo de Cristo Rey. En todo caso antes del comienzo del Adviento. 2. Etapa de la catequesis prolongada o catcquesis integral Tiempo de diferente duracin segn el progreso de cada individuo (puede, en ciertos casos, durar aos, como tambin puede abreviarse (cf. RICA 98). Se trata de alimentar y dar crecimiento a la fe y a la conversin hacia Dios, de los que van a seguir el proceso de iniciacin; se usan las celebraciones de la Palabra y oraciones de exorcismo y bendicin para ayudar en el proceso. La persona candidata es admitida a una preparacin ms intensa, (cf. RICA 14-20). Las grandes experiencias bblicas que en otro tiempo prepararon la venida de Cristo, preparan tambin hoy los caminos del Seor y conducen al encuentro con l. El propsito de esta etapa es ofrecer a la persona candidata una catequesis integral que lo invite a una relacin ntegra con Dios y con el pueblo de Dios que es la Iglesia y alcanzar una nueva manera de vivir. Etapa que se recomienda extender desde el primer domingo de Adviento hasta el momento inmediato al inicio de la Cuaresma. Es la opcin de fe o la adhesin al Evangelio; implica poner toda la confianza en Dios que se manifiesta en Jesucristo, y entrar en el proyecto de Dios ponindose a construir la propia vida sobre los ncleos centrales de la fe cristiana: que Jess es el Hijo de Dios, que Dios lo ha resucitado de los muertos, que nos libra del juicio y nos hace entrar en la vida eterna. Se trata de la iniciacin (o reiniciacin) en la experiencia cristiana de la fe, en cuanto que sta supone una nueva imagen de Dios, una nueva imagen del hombre y una nueva imagen de mundo. En el encuentro actual con Cristo se toca el misterio mismo de Dios: quin es realmente Jess de Nazaret?, el rostro de Dios Padre, la accin del Espritu; asimismo, en el encuentro actual con Cristo se descubren las dimensiones ms profundas de lo humano: el hombre viejo, deshumanizado; el hombre nuevo, plenitud de lo humano (moral de las bienaventuranzas, vida comunitaria, celebracin viva de la fe). Y tambin, en el encuentro actual con Cristo, descubrimos la consistencia del universo (Col 1, 17) y la esperanza del mundo (Ef. 2, 11 ss.): el mundo y la vida, regalo de Dios; un cielo nuevo y una tierra nueva; los temas que pueden facilitar el cumplimiento de este objetivo son los siguientes: Dios, hombre, mundo. 175

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La formacin debe contener los siguientes elementos: - Formacin catequtica -Kerygma- Cristo nos salva con su muerte y resurreccin. - Formacin litrgica, misterio, signos y smbolos de fe. - Formacin comunitaria -Koinonia- pertenencia a la Iglesia, cuerpo de Cristo. - Formacin apostlica -Diakonia- interaccin con el mundo, discpulas y discpulos. - Formacin catequtica, acomodada al ao litrgico (es lo preferente) y basada en las celebraciones de la Palabra para ir conduciendo a los catecmenos al conocimiento interno del misterio de salvacin. - Con los ritos litrgicos la Iglesia ayuda a los catecmenos en su camino y son purificados y sostenidos con la bendicin divina. Todava no van a participar en la asamblea eucarstica. Despedida corts. - La Iglesia es comunitaria como cuerpo mstico de Cristo: humano y divino. Cristianos unidos a Cristo como la vid y los sarmientos: asistencia a misa, porque estamos conectados con Dios. Comienzan a orar a Dios, dar testimonio de la fe, poner su esperanza en Cristo y ejercitar en la caridad al prjimo. - La Iglesia es apostlica, los candidatos deben aprender a cooperar activamente en la evangelizacin y a la edificacin de la Iglesia con el testimonio de su vida y con la profesin de su fe. Proceso de conversin y discernimiento: dnde se encuentra cada uno en la jornada? Elementos de conversin a tomar en cuenta: - Relacin con Dios: iniciar respuesta individual. - Cristo central: concentrar en el Evangelio. - Sacramentos de la naturaleza al smbolo de fe: agua, aceite, vino, pan, palabra, gestos. - Iglesia -local, universal- la fe es personal no privada. - Caminar: peregrinos, pasado y presente, siempre de camino. - Santidad: establecer nuestras prioridades en lnea con el Evangelio. A tener en cuenta para el discernimiento: - Una manera de vivir con Dios. - Descubriendo qu es de Dios. 176

Conferencia Episcopal Panamea - Qu no es de Dios. - Conciencia de gracia y pecado en nuestra vida. - Ordenar nuestra vida de acuerdo a los valores cristianos. - Indicadores externos de disposiciones internas: cambio progresivo de sentimiento y costumbres. La etapa concluye con la celebracin de la eleccin; la eleccin es como el eje de todo el proceso. Para ser elegidos, se requiere la fe iluminada y la voluntad deliberada de recibir los sacramentos de la Iglesia (cf. RICA 133-142; DGC 88). -Segundo Paso: Eleccin o Inscripcin de Nombres Rito litrgico, celebrado el primer domingo de Cuaresma, por el cual la Iglesia formalmente juzga de la preparacin y decide si pueden acercarse a los sacramentos de iniciacin (para los que los necesiten). Se oye el testimonio de los acompaantes y de los catequistas; los candidatos, ahora los elegidos, expresan su deseo de recibir estos sacramentos (o de ratificar los que ya recibieron). Cuando se lleva a cabo el rito de eleccin se est diciendo a la comunidad que el candidato est dispuesto a formar parte de la comunidad de discpulas y discpulos. Usualmente el rito de eleccin pertenece al obispo (cf. RICA 44). Si hubiera alguna anulacin de matrimonio, debe procurarse que est terminada antes del rito de eleccin. Elementos principales del rito de eleccin: - Llamada del nombre. - Afirmacin del padrino, acompaante y asamblea. - Firma de libro de los elegidos. - Acto de admisin y splica por los elegidos. 3. Etapa de Purificacin e Iluminacin Tiempo que precede inmediatamente a la iniciacin, normalmente el tiempo de Cuaresma que precede a la celebracin de esta iniciacin en la Vigilia Pascual; es un tiempo de reflexin intensamente centrado en la conversin, marcado por la celebracin de los escrutinios, de las entregas y de los ritos preparatorios durante el Sbado Santo. 177

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Tiempo de reflexin intensamente centrado en la conversin; normalmente es lo siguiente a la eleccin y se extiende durante la Cuaresma. Es una fase breve, pero muy intensa (cf. RICA 21-25). En ella se celebran los escrutinios (discernimiento), los exorcismos (superacin de resistencias) y las entregas (del Credo y del Padrenuestro). Usualmente termina en la Vigilia Pascual y con la celebracin de los sacramentos. Es un perodo de preparacin espiritual ms intensa, e intenta la purificacin de las mentes y de los corazones de los elegidos al mismo tiempo que ellos examinan sus propias conciencias y hacen penitencia. Los elegidos (o iluminados) son invitados a permanecer vigilantes, a orar, a purificar y renovar sus corazones por la conversin y a asistir asiduamente a la catequesis, camino que lleva a la plenitud de la Pascua. La catequesis ha de ayudar a discernir en los acontecimientos, exigencias y deseos, de los cuales participa el creyente juntamente con sus contemporneos, los signos verdaderos de la presencia o de los planes de Dios (cf. GS 11;DGC 32). -Tercer Paso: Los distintos ritos preparatorios a la celebracin de la Vigilia Pascual y de los Sacramentos de la Iniciacin. Los escrutinios buscan verificar la autenticidad del proceso realizado por el elegido: es decir, si realmente ha pasado de la sed al agua de la vida, como la samaritana (Jn. 4,5-42); de la ceguera a la luz, como el ciego de nacimiento (Jn. 9,1-41); de la muerte a la vida, como Lzaro (Jn. 11,1-45). Los "exorcismos" apuntan a que el tiempo de preparacin al bautismo o para la renovacin de las promesas bautismales, es un tiempo de lucha, de tentacin, de superacin de resistencias. A la luz de la Palabra, en actitud de oracin y con la fuerza del Espritu, el discernimiento puede desenmascarar la tentacin. La comunidad cristiana es consciente de que Cristo es ms fuerte que los poderes del mal (cf. Mt. 12,22-32). El significado fundamental del discernimiento es el de probar, examinar, verificar. En este caso tiene por objeto conocer la voluntad de Dios (cf. Rom. 12, 2), que se manifiesta en su Palabra y se acoge con docilidad a la accin del Espritu. Desde la antigedad las entregas del Credo y del Padrenuestro pertenecen a la fase final de esta etapa (cf. RICA 53 y 181). La entrega del Smbolo es un acto fundamental que contiene todo el significado de la catequesis: se celebra la transmisin de la fe (cf. ICor 15,3), de toda la fe de la Iglesia, resumida en el Credo. Su formulacin puede variar, pero el Smbolo constituye siempre un conjunto elemental 178

Conferencia Episcopal Panamea y completo del mensaje cristiano. La entrega del Credo es un momento apropiado para hacer una catequesis intensiva sobre el mismo. Al entregar el Padrenuestro, la Iglesia celebra la iniciacin a la oracin de los nuevos creyentes. El Padrenuestro es la oracin modelo de los cristianos, que ponen su confianza en el Padre, porque son hijos (cf. Rom. 8,14-27;Gl 4,4-7). La entrega del Padrenuestro es un momento apropiado para hacer una catequesis intensiva sobre la oracin cristiana. Los Escrutinios se celebran los domingos usualmente 3ro, 4to y 5to de Cuaresma; son ritos para (cf. RICA 141): Promover el auto examen. Descubrir y sanar todo lo que es pecaminoso o defectuoso en el corazn de los elegidos. Para fortalecer en el camino de la verdad. Los elegidos son instruidos (cf. RICA 143): - Sobre el misterio del pecado. - Llenar el espritu con la redencin de Cristo. - El agua viva, evangelio de la Samaritana en el primer escrutinio. - La luz del mundo, evangelio del ciego de nacimiento en el segundo escrutinio. - La resurreccin y la vida, evangelio de Lzaro en el tercer escrutinio. Las Entregas se tienen despus de los escrutinios: - El smbolo de la fe se entrega despus del primer escrutinio. Al recordar las maravillas de Dios en la salvacin del hombre, llena la visin de los elegidos con la luz de la fe (cf. RICA 20; 147-148). - La entrega de la oracin dominical se hace despus del tercer escrutinio en la 5ta semana de Cuaresma; es la oracin propia de aqullos que por el Bautismo han recibido el espritu de su adopcin. Rito del exorcismo: - Los elegidos instruidos sobre el misterio de Cristo que nos libra del pecado, se desprenden de las consecuencias del pecado. 179

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- Consiguen fuerzas nuevas para su peregrinar espiritual y se les abre el corazn para recibir los dones del Salvador. Oracin trinitaria: - Dirigida a Dios (manos juntas). - Dirigida al Espritu Santo (manos sobre la cabeza del elegido). - Dirigida a Jess (manos extendidas). 4. Etapa de Catequesis Postbautismal o Mistagogia Tiempo, normalmente durante la Pascua, que sigue a la celebracin, durante el cual el nefito y todos los que han seguido el camino de iniciacin, tienen la experiencia de ser plenamente parte de la comunidad cristiana por medio de la catequesis apropiada y particularmente por la participacin en la celebracin eucarstica dominical con todos los fieles. Etapa que se dedica a la catequesis mistaggica, es decir, a la profundizacin en la nueva experiencia de los sacramentos y de la comunidad (cf. RICA 37-40). En el catecumenado antiguo, la formacin propiamente catecumenal se realiza mediante una catequesis bblica, centrada en la narracin de la historia de la salvacin; la preparacin inmediata al Bautismo, por medio de una catequesis doctrinal, que explica el Smbolo y el Padrenuestro, recin entregados, con sus implicaciones morales; y la etapa que sigue a los sacramentos de la iniciacin, mediante una catequesis mistaggica, que ayuda a interiorizarlos y a incorporarse en la comunidad. Esta concepcin sigue siendo un foco de luz para el catecumenado actual y para la misma catequesis de iniciacin (DGC 89). - Tiempo para recordar y saborear la jornada. - Tiempo para descubrir. - Tiempo para redefinir nueva identidad. - Implicaciones: conectarse a una comunidad ms grande. - Discipulado, misin. Conviene acompaar el proceso con evaluaciones sobre el desarrollo de la accin catequizadora en el grupo y tratando de analizar hasta qu punto se estn logrando las metas propuestas, la pedagoga que se est utilizando, la dinmica relacional y en general, todos los elementos que forman parte de la accin catequizadora. Es esencial al discernimiento y a la evaluacin que se hagan en un clima alentador y esperanzados 180

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ANEXO # 4: VOCABULARIO LITRGICO NOTA: Se registra aqu un elenco de trminos usualmente utilizados en la teologa y pastoral litrgica, como ayuda a los agentes de pastoral. Se ha utilizado para esta seccin el Nuevo Diccionario Litrgico, de Domenco Sartore y Achule M. Triacca, Ediciones Paulinas 1987; el Diccionario Abreviado de Pastoral, de Casiano Floristn y Juan Jos Tamazo, Editorial Verbo Divino, 1988; el Diccionario abreviado de Liturgia, de Casiano Floristn, Editorial Verbo Divino 2001, y el Vocabulario bsico para el cristiano, de Alvaro Ginel, Editorial CCS 2002. Abstinencia: La prctica de no comer carne los viernes de Cuaresma, el Mircoles de Ceniza y el Viernes Santo, para todos los que tienen ms de catorce aos. Accin de Gracias: Oracin que subraya la expresin de gratitud que suscita en los hombres el trato con que Dios le favorece; manifiesta la valoracin admirativa que el creyente hace de los dones que recibe del Seor. La Plegaria Eucarstica de la Misa es donde con mayor claridad se observa dicho carcter. cimo: Pan confeccionado sin levadura; el pan para la celebracin eucarstica debe ser de trigo, segn la tradicin de toda la Iglesia; cimo, segn la tradicin de la Iglesia latina. Aclamaciones: Nocin colectiva de aplaudir a una persona o a un acontecimiento; manifiesta la emotividad con frmulas breves, repetidas e intensamente proferidas. Las aclamaciones favorecen la participacin activa de la asamblea en las celebraciones. Principales aclamaciones: Amn, Aleluya, Gloria, Hosanna, Seor Ten Piedad, Te alabamos. Seor, Tuyo es el Reino.... Adviento: (del latn adventus = llegada, venida): El ao litrgico comienza con el Adviento, trmino que significa advenimiento o hacia la venida. Desde el punto de vista cristiano, adventus es la ltima venida del Seor; pero, al aparecer las fiestas de Navidad y Epifana, signific tambin la venida de Jess en la humildad de la carne, estas dos venidas en Adviento se consideran como una nica desdoblada en dos etapas. Esta doble dimensin de espera caracteriza el Adviento. Aleluya: (del hebreo hallelu = alaben, y yah = abreviatura de Yahv): Alaben al Seor!, aclamacin litrgica que precede a la proclamacin del evangelio, salvo en tiempo de Cuaresma. Alianza: La relacin o acuerdo entre dos partes que se ligan en unidad inseparable. "Alianza con Dios" es una de las frmulas ms importantes con que la Biblia designa 181

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la especial relacin de Dios con los hombres en la historia de la salvacin antes y despus de Cristo, mediante quien Dios ha realizado la Nueva Alianza, que es la plenitud de todas las alianzas del Antiguo Testamento. Los sacramentos son signos de la Nueva Alianza. Altar: (del latn altara = mesa): Mesa sobre la cual se celebra la Eucarista: la "Mesa del Seor"; Los Padres de la Iglesia no dudaron en afirmar que Cristo fue, al mismo tiempo la victima, el sacerdote y el altar; de ah la expresin: "El altar es Cristo". Ambn: (del griego anabinein = subir). Podio o lugar elevado, reservado para el anuncio de la Palabra de Dios y el pregn pascual; puede tambin tenerse desde l la homila y la oracin de los fieles. Amn: Aclamacin que pasa del Antiguo Testamento al Nuevo Testamento y a la liturgia cristiana; significa ratificacin, afirmacin que pronuncia la asamblea al concluir las oraciones: "Es verdad", "As es". Anfora: (del griego anaphero = elevar). Es la alabanza que se eleva a Dios en la eucarista como oracin central, se denomina asimismo canon de la misa o plegaria eucarstica, que transcurre desde el prefacio de accin de gracias hasta el padrenuestro. Anamnesis: (del griego anamnesis = memoria, conmemoracin, recuerdo): parte de la plegaria eucarstica que sigue a la narracin de la institucin o consagracin, en la que se conmemora y se hace presente los grandes acontecimientos salvficos. La Iglesia, al recibir el encargo de Cristo, por medio de los apstoles, realiza el memorial del mismo Cristo, recordando principalmente su pasin, su resurreccin y ascensin al cielo. Equivale al sinnimo de memorial. Ao Litrgico: Ao del Seor o ao cristiano. Es el conjunto de celebraciones mediante las cuales la Iglesia hace presente en la asamblea cristiana, a lo largo de un ao, la totalidad de los misterios de Cristo, desde el Adviento a la parusa, en funcin de la vida de los fieles. Tiene tres referencias: la comunidad cristiana (Iglesia); el tiempo con sus acontecimientos (historia) y el misterio central de la salvacin (Cristo). El centro del ao litrgico es la Pascua, su comienzo es el Adviento y su final la fiesta de Cristo Rey. Antfona: (del griego anti = frente a, yphone = voz): Voz contra voz, canto alternativo de dos coros, es la frase breve que se canta antes y despus de un salmo. Asamblea: La reunin de la comunidad cristiana, convocada por Dios o por sus representantes, para escuchar la Palabra del Seor y celebrar sacramentalmente la salvacin. A la asamblea se agregan los creyentes por el bautismo, sacramento de la fe y de la 182

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conversin. El trmino asamblea se tradujo en la Biblia por "Iglesia"; la asamblea es, pues, el sujeto de la celebracin y principal signo de la Iglesia. Aspersin: (del latn asperger = rociar). Acto de derramar el agua bendita sobre los fieles u objetos para bendecirlos o purificarlos; se puede realizar al inicio de la Eucarista dominical, especialmente en el Tiempo Pascual y los domingos del Tiempo Ordinario, en lugar del acto penitencial. El instrumento con que se roca es el hisopo. Ayuno: Abstenerse parcial o totalmente de alimentos por motivos penitenciales o disciplinares; hoy slo existen dos das de ayuno al ao: mircoles de ceniza y viernes santo. La ley del ayuno obliga a todo fiel mayor de edad, hasta cumplidos los 59 aos (cf. en. 1252). En estos das slo se permite una comida completa. Bculo: Especie de cayado o bastn; insignia litrgica de los obispos y abades; smbolo del cuidado y solicitud pastoral a ellos encomendados por la Iglesia. Bendicional: Libro que contiene las bendiciones con las que la Iglesia alaba la bondad de Dios e implora su proteccin. Cliz: (del latn calix = vaso): Copa que contiene el vino que ha de consagrarse en la celebracin eucarstica. Canon: (del griego kann = regla para medir): 1) El conjunto de las Sagradas Escrituras oficialmente reconocidas como inspiradas por la Iglesia Catlica; 2) La plegara eucarstica o anfora; 3) Norma jurdica o de fe. Catecumenado: Tiempo de iniciacin a la vida cristiana, instituido por la Iglesia, en que los adultos convertidos son instruidos en la fe, introducidos en la moral evanglica y en el compromiso personal, e integrados en la comunidad cristiana mediante la profesin de fe y los sacramentos de iniciacin: bautismo, confirmacin y primera comunin. Catedral: (de kathdra = sede): Es la iglesia titular del obispo diocesano, la madre de todas las Iglesias de la dicesis; la ctedra es la sede reservada al obispo cuando preside la asamblea litrgica. Celebracin: La accin de reunirse en asamblea festiva para hacer presente la venida del Seor; es actuacin ritual de la fe; de la fe expresada en rito. No es, sin ms, rendir culto a Dios o adorarle, sino festejar la llegada de la salvacin a la humanidad. Evoca la memoria de los misterios divinos y los hace presentes por medio de palabras y smbolos. 183

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Celebrante(s): Todos los fieles que participan de una misma celebracin litrgica son en realidad celebrantes. Equivocadamente se suele llamar celebrante a quien preside como ministro principal y que debera ser llamado presidente. Ceniza: Recibida en la frente, la ceniza (= polvo) expresa la condicin frgil y pecadora del ser humano y es exhortacin a la conversin; se impone la ceniza para iniciar la Cuaresma, camino de la Pascua, como smbolo de muerte y de nueva vida. Ciclo litrgico: A lo largo del ao litrgico, hay perodos de tiempo denominados ciclos: pascua y navidad, precedidos respectivamente por cuaresma y adviento; terminan, asimismo, con pentecosts y epifana. Existen tambin ciclos para los Leccionarios (A, B, C para los domingos y solemnidades; para los das feriales, el ciclo par e impar para la primera lectura). Cirio Pascual: Vela gruesa y larga, que se bendice en la Vigilia Pascual y que es signo de la luz de Cristo que disipa las tinieblas e ilumina la tierra. Se enciende durante la cincuentena pascual, en el rito del bautismo y de las exequias. Colecta: (del latn colligere = recoger, reunir): La primera oracin presidencial con la que termina el rito de entrada de la Eucarista. Tiene tres partes: la invitacin del sacerdote con el "oremos", el silencio para que los fieles oren, y la oracin propiamente dicha que recoge las intenciones de los fieles, dirigida al Padre, por el Hijo, en el Espritu Santo. Tambin se llama colecta a la recaudacin de dinero que se hace en ciertas celebraciones. Colores litrgico: La diversidad de colores en las vestiduras sagradas tiene como fin expresar con ms eficacia, an externamente, tanto la caracterstica de los misterios de la fe que se celebran como el sentido progresivo de la vida cristiana a lo largo del ao litrgico". Los colores son: a) El blanco se emplea en los Oficios y Misas del tiempo pascual y de Navidad; adems, en las fiestas y memorias del Seor, que no sean de su Pasin, en las fiestas y memorias de la Santsima Virgen, de los Santos ngeles, de los Santos no mrtires, en la fiesta de Todos los Santos (I o de noviembre), de san Juan Bautista (24 de junio), de san Juan Evangelista (27 de diciembre), de la Ctedra de san Pedro (22 de febrero) y de la conversin de san Pablo (25 de enero), b) El rojo se emplea el domingo de Pasin y el Viernes Santo, el domingo de Pentecosts, en las celebraciones de la Pasin del Seor, en las fiestas natalicias de Apstoles y Evangelistas y en las celebraciones de los Santos mrtires, c) El verde se emplea en los Oficios y Misas del tiempo ordinario, d) El morado o violeta se emplea en el tiempo de Adviento y de Cuaresma. Puede tambin usarse en los Oficios y Misas de difuntos; e) El negro puede 184

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usarse en las Misas de difuntos, f) El rosa puede emplearse en los domingos Gaudete (III de Adviento) y Laetare (IV de Cuaresma). Completas: (del latn completa = cumplida): La ltima oracin del da que se hace antes del descanso nocturno. Concelebracin: Es la celebracin de la Eucarista de varios presbteros u obispos juntos, con un presidente o celebrante principal. Es un acto colegial, en que todos los ministros confluyen en el nico acto sacrificial que construye la comunidad cristiana y manifiesta la unidad del sacerdocio, del sacrificio y de todo el pueblo de Dios. Conversin: (del latn conversio = vuelta, giro): El cambio, la transformacin del hombre con todo su ser, en cuerpo y alma, en su relacin fundamental con Dios; cambio en su manera de pensar, en su conducta moral, en su relacin con los dems y con la Iglesia. Es el acto de fe total mediante el cual, una persona reconoce a Jesucristo como Seor de su vida, acogiendo el reino de Dios como respuesta al Evangelio. De ordinario se da en forma de proceso o itinerario. Copn: Es un recipiente o una copa grande, con tapa, que guarda las hostias consagradas y sirve para distribuir la comunin a los fieles. Corporal: Lienzo cuadrado de lino que se coloca sobre el altar; sobre el se ubican la patena, con la hostia y el cliz con el vino. Crisma: (del griego khrismon = uncin): Mezcla de aceite de oliva y blsamo, consagrado por el obispo en la misa crismal, el Jueves Santo, junto con el leo de los enfermos y de los catecmenos. La crismacin es el rito de uncin con el crisma realizada sobre el nuevo bautizado, confirmando, sacerdote o obispo. Cuaresma: (del latn cuadragsima = cuadragsima): Tiempo de cuarenta das, de mircoles de ceniza a jueves santo, que sirve de preparacin a la Pascua. Los fieles en general recuerdan su bautismo y hacen penitencia, practicando con mayor intensidad la oracin, la limosna y el ayuno. Los catecmenos realizan los ltimos preparativos para su bautismo, pasando por los diversos grados de la iniciacin cristiana. Culto: (del latn colere = cultivar, honrar): Es el servicio religioso prestado a Dios por medio de un rito sagrado. El culto cristiano es respuesta al proyecto de Dios, y puede ser accin de gracias, adoracin o peticin. Si se dirige a Dios, es adoracin; si se dirige a los santos, es veneracin. Devocin: (del latn devoveo = consagrar, sacrificar): Es el sentimiento religioso que tiene el bautizado frente a Dios; la persona expresa mediante diversos actos 185

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devocionales,^u entrega al evangelio, renunciando a una vida terrenal para consagrarla a Dios. Dicesis: (del griego diikesis = arreglo de una casa): Una Iglesia local, porcin de la Iglesia universal, confiada a un Obispo para que en ella ejerza, con el presbiterio, su ministerio pastoral. Una dicesis suele estar dividida en parroquias que, por razones del servicio pastoral, pueden estar incluidas en zonas o vicaras. Doxologa: (del griego doxa = gloria + logos = palabra): Frmula litrgica que glorifica a Dios. Se distinguen: a) la gran doxologa que es el himno "Gloria a Dios en el cielo..."; b) la pequea doxologa: Gloria al Padre..., recitado como conclusin trinitaria de muchas oraciones y de todos los salmos en la Liturgia de las Horas; c) la parte conclusiva de la anfora: Por Cristo, con l y en l... Economa (divina): el plan salvfico decretado por Dios, realizado y revelado en la historia, plan que encuentra en Cristo su centro y culminacin (cf. Ef. 1, 3-14). Embolismo: (del griego emballein = aadir, insertar): Oracin que recoge y que desarrolla una oracin precedente. Un ejemplo es el "Lbranos, Seor..." que sigue inmediatamente al padrenuestro de la Eucarista y comenta desarrollando la ltima peticin "... y lbranos del mal". Tambin es un embolismo la parte central y variable del prefacio. Entronizacin: Es el acto de introducir solemnemente la Biblia o una imagen en una casa o un templo. Epiclesis: (del griego epikalo = invocacin): Con la epiclesis, "la Iglesia, por medio de determinadas invocaciones, implora el poder divino para que los dones que han presentado los hombres queden consagrados, es decir, se conviertan en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, y para que la victima inmaculada que se recibe en la comunin sea para salvacin de quienes la reciban " (OGMR 55c). De esta manera, se mencionan los dos aspectos de la epiclesis en la Plegaria Eucarstica: 1) la transformacin del pan y del vino, 2) la santificacin de la asamblea.
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Epifana: (del griego epiphneia = aparicin): La fiesta litrgica de Jess que se manifiesta como salvador a los magos, al mundo pagano (6 de enero). Tambin hubo epifana cuando Jess se revel a los pastores (Navidad), en su bautismo en el Jordn y en las bodas de Cana a los discpulos. Encarnacin: (del latn encarnatio = encarnacin): Expresin teolgica que se deriva de Juan 1, 14: "El, la Palabra, se ha hecho carne y ha acampado entre nosotros". En Jess, Dios asume la condicin humana, se hace carne, ser humano. El hombre histrico ni*;

Conferencia Episcopal Panamea Jess de Nazaret, hijo de Mara, descendiente de David, nacido en Beln, crucificado en Jerusaln donde resucit de entre los muertos, es verdaderamente el Hijo de Dios. El Verbo, la segunda persona de la Trinidad se ha hecho realmente hombre y ha habitado entre nosotros, ha venido a ser igual a nosotros en todo, menos en el pecado. Epstola: (del latn epistula = carta): La segunda lectura bblica de la Misa, tomada de las cartas o epstolas del Nuevo Testamento. Equipo litrgico: Un grupo reducido de miembros activos de la comunidad o parroquia (monitores, lectores, msicos...), representativo (hombres y mujeres, jvenes y adultos) que comparte, en armnica colaboracin con el prroco, la responsabilidad del culto, est al servicio de la asamblea y promueve su participacin activa. Escatologa: (del griego skaton = ltimo): Esta palabra se refiere a las realidades ltimas (como el juicio divino y la parusa de Cristo). La meta del hombre y de la historia, bblicamente "el ltimo da" no es una conclusin, sino su consumacin, su coronamiento definitivo. Cristo es el centro de la escatologa cristiana; l, con su resurreccin inaugur la realidad nueva y definitiva de la historia, el reino de Dios. El es "ayer, hoy y siempre" (Hech. 13, 8); "el Alpha y la Omega, el que es, el que era y el que viene " (Apoc. 1,8). La escatologa cristiana apunta al futuro, pero sin desentenderse del presente. La liturgia cristiana es el lugar esencial de la profesin de la fe y de la celebracin de la experiencia de fe, que ilumina el sentido de la vida y de la muerte, del presente y del futuro. "En la liturgia terrena pregustamos y tomamos parte en aquella liturgia celestial que se celebra en la santa ciudad de Jerusaln hacia la cual nos dirigimos como peregrinos y donde Cristo estar sentado a la diestra de Dios... y aguardamos al Salvador, nuestro Seor Jesucristo, hasta que se manifieste l, nuestra vida, y nosotros nos manifestamos tambin gloriosos con l" (SC 8). Esta dimensin escatolgica se manifiesta en todas las celebraciones a travs del ao litrgico particularmente en momentos fuertes como el Adviento, la Pascua, Ascensin, Cristo Rey, solemnidad de todos los santos, la conmemoracin de todos los fieles difuntos, y tiene un relieve particular en la Asuncin de Mara: "Ella es figura y primicia de la Iglesia que un da ser glorificada; ella es consuelo y esperanza de tu pueblo, todava peregrino en la tierra" (Prefacio de la Asuncin de Mara). Exequias: (del latn ex = fuera, y sequi = seguir): La celebracin litrgica que realiza la Iglesia para despedir a un difunto o una difunta, desde la salida de la casa hasta su entierro en el cementerio. 187

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Feria: En el lenguaje litrgico, son los das de la semana que siguen al domingo (feria segunda = lunes). El primer da de la semana es el domingo y el sptimo conserva la denominacin hebrea: sbado. En la feria no hay oficio propio ni memoria de santo: por tanto, el oficio y la misa son feriales o ad lbitum. Son ferias privilegiadas el Mircoles de Ceniza, las ferias de la Semana Santa y las ferias de Adviento del 17 al 24 de diciembre. Homila: (del griego homilin = conversar): parte del ministerio de la palabra y de la liturgia, dirigida a los miembros de la asamblea, en forma de proclamacin de las maravillas de la historia de la salvacin, inspirada en los textos bblicos, teniendo en cuenta el misterio que se celebra y las necesidades particulares de los oyentes. La homila consta de tres elementos: una lectura bblica, un contexto litrgico y un mbito social. La homila est al servicio de la Palabra de Dios, al servicio del misterio celebrado y al servicio del pueblo de Dios. Hostia: (del latn hostire = romper, partir): El pan zimo, redondo y delgado que se consagra en la eucarista y se da en comunin. Inculturacin: Es el fenmeno en virtud del cual la liturgia se encarna en la cultura (ej. El bautismo se expresa a travs de una inmersin) o, por el contrario, la expresin cultural se introduce en la liturgia (ej. El aplauso). Kairs: (del griego cairos = tiempo favorable, oportuno): Indica la irrupcin del tiempo de Dios en la historia por medio de Cristo. Knosis: (del griego knosis = accin de vaciar, de despojarse de todo): expresa el abajamiento de Cristo cantado en el himno de Filipenses 2, 7: "Cristo se anonad a si mismo tomando la naturaleza de siervo hacindose semejante a los hombres". El Hijo de Dios encarnndose se despoj de su gloria hasta hacerse irreconocible (Cf. Is. 53, 2-3). La knosis es el modo divino de amar: Dios se baja hasta su criatura para comunicarle su vida. Kerigma: (del griego krigma = anuncio, mensaje) Es el primer anuncio del Evangelio a los no convertidos para suscitar su fe, y sntesis de la Buena Nueva. El kerigma es ms palabra que doctrina. Los mejores ejemplos de kerigma son los resmenes ms antiguos de todo el misterio de Cristo: Jess ha cumplido las Escrituras por su muerte y resurreccin y ha sido glorificado a la derecha del Padre para nuestra salvacin (1 Cor. 15, 3-8; Rom. 1. 1-5; 1 Tes. 1. 9-10). Koinona: (= comunin): Indica la comunin entre las personas de la Trinidad, comn participacin en la Palabra de Dios, el cuerpo y la Sangre de Cristo, el afecto de los her188

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manos, la mesa comunitaria, los bienes y la autoridad apostlica. Es palabra frecuente en los escritos de Pablo y de Juan. Laico, laica: (del griego laiks = perteneciente al pueblo): "Los fieles que, en cuanto incorporados a Cristo por el bautismo, integrados al pueblo de Dios y hechos partcipes, a su modo, de la funcin sacerdotal, proftica y real, ejercen en la Iglesia y en el mundo la misin de todo el pueblo cristiano en la parte que a ellos corresponde. El carcter secular es propio y peculiar de los laicos " (LG 31). Laudes: (del latn laus = alabanza): Oracin matutina de la Iglesia que se reza al comenzar el da para santificar la maana y hacer memoria de la resurreccin de Jess. Leccionario: (del latn lectio = lectura): Libro litrgico que contiene las lecturas bblicas para las celebraciones litrgicas. Liturgia: (del griego leitourga = accin pblica): Culto pblico e integral de la Iglesia como cuerpo mstico, Cabeza y miembros. Se aplica a todo el conjunto de los actos rituales a travs de los cuales prosigue en el mundo el ejercicio del sacerdocio de Jesucristo, destinado a santificar a los hombres y a glorificar a Dios. Es, pues, la celebracin de la comunidad cristiana en la que se actualiza, expresa y renueva la accin de Cristo. Liturgia de las Horas: Culto pblico y oracin de la Iglesia destinada a santificar las horas del da y de la noche, es decir, todo el tiempo. Maranath: (griego = el Seor ha venido, Ven, Seor): Antigua aclamacin aramaica testimoniada por Pablo (1 Cor. 16,22), por Juan (Apo. 22,20). Es una confesin de fe en la parusa de Cristo, ejemplo de oracin cristolgica y usada por la comunidad cristiana en las celebraciones litrgicas. Martirologio: Es el libro litrgico que indica el da y el lugar de la muerte de los mrtires y de los santos. Memorial: (del latn memorialis = que sirve de memoria): En la cultura juda y cristiana, es el recordatorio del acontecimiento salvfico de Dios, que se renueva actualizndose en la historia. En este sentido, la Eucarista no es slo un recuerdo sino actualizacin del sacrificio de Cristo en el hoy de la Iglesia y tensin hacia la realidad gloriosa de Cristo Resucitado. Ministerio: (del latn ministerium; en griego: diacona = servicio): Servicios especficos establecidos segn las necesidades y reconocidos por la Iglesia; ejercidos por ministros, servidores, en beneficio de una comunidad cristiana concreta o una Iglesia local. 189

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Hay ministros ordenados (obispos, presbteros, diconos) y ministros no ordenados o laicales (Aclitos, Lectores, catequistas, delegados de la Palabra, evangelizadores, etc.) Misal: (del latn liber missalis = libro de misa): El libro litrgico que usa el sacerdote para celebrar la eucarista. Junto al leccionario de la Palabra, es el libro ms importante de la liturgia. Mistagogia: (del griego mistagogin = iniciar en los misterios): El conjunto de enseanzas, tambin llamadas catequesis mistaggicas, que ayudaban a los nefitos (recin bautizados) a mejor entender su participacin en la vida divina mediante las realidades sacramentales. Mistagogia vino a significar tambin el periodo de neofitado en el que tenan lugar dichas catequesis postbautismales. Hoy en da se dan en forma variada como parte de los procesos de iniciacin o reiniciacin a la vida cristiana. Misterio: (del griego mysterion = secreto, lo que se oculta, no se puede entender): En la fe cristiana, el misterio es la vida ntima de Dios y sus planes que son revelados a los pequeos (Cf. Mt. 11, 25, 13, 16). En San Pablo, misterio significa sobre todo un designio divino que slo por revelacin puede ser conocido. El objeto principal del misterio es el plan divino de la salvacin, que se realiz por la muerte de Cristo en la cruz y su consiguiente resurreccin (Cf. Ef. 1, 1-14). Monicin: (del latn monere = exhortar): Frmula que invita a la oracin: Oremos, orad hermanos, levantemos el corazn, etc. Existen tambin moniciones que son explicaciones para introducir a los fieles en la celebracin y disponerlos a entenderla mejor. Novena: (del latn novem = nueve): Un tiempo de nueve das que precede a una fiesta y que sirve de preparacin mediante ejercicios piadosos y enseanzas. Octava: (del latn octo = ocho): El octavo da de una solemnidad o el tiempo de ocho das durante los cuales la Iglesia celebra una fiesta, con ocasin de la Navidad y de la Pascua. leos Santos: Los dos leos que el obispo bendice en la misa crismal del Jueves Santo: el leo de los catecmenos y el leo de enfermos; y el que consagra, el crisma. Oraciones presidenciales: Son las oraciones reservadas al sacerdote celebrante: la plegaria eucarstica, la colecta, la oracin sobre las ofrendas y la oracin despus de la Comunin. 190

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Ornamentos: Las vestiduras litrgicas que usan los ministros en las celebraciones de la Iglesia. Parusia: (de parousa = presencia, venida): Retorno de Cristo al final de los tiempos. En la liturgia, la parusia es la tercera dimensin: cada accin litrgica es memorial de la accin de Jess histrico, celebracin en el hoy y en la espera del retorno de Cristo. Pascua: (del griego pascha, traducida del arameo phasha y del hebreo pesaj, que significan "paso" o "trnsito"). Es la accin de Yav que hizo salir a su pueblo de Egipto para librarlo. Asimismo el paso de Cristo de este mundo al Padre, a saber, su muerte y resurreccin (Cf. Jn. 13, 1). Patena: (del griego phatne = plato): Plato pequeo, redondo, donde se deposita la hostia grande que usa el presidente durante la eucarista. Pentecosts: (del griego pentecosts = cincuenta das): La fiesta agrcola hebrea que se celebraba a los cincuenta das de la Pascua. En el culto cristiano, es la fiesta de la venida del Espritu Santo a los cincuenta das de la Pascua, con la que se concluye el tiempo pascual. Preces: (del latn prex = splica): La oracin de los fieles, oracin de splica o de intercesin que nace a partir de las necesidades, sufrimientos y esperanzas de los fieles y de toda la humanidad, y que se eleva a Dios despus de la profesin de fe y con la que finaliza la liturgia de la Palabra. Pregn Pascual: (del latnpraeconium = proclamacin): La proclamacin solemne de la resurreccin de Cristo, durante la Vigilia Pascual, una vez concluida la procesin con el cirio pascual que se coloca en medio del presbiterio o al lado del ambn, mientras los fieles permanecen de pie con las velas encendidas en las manos. Prefacio: (depraefatio = antes de la accin): El primer elemento de la plegaria eucarstica. Se inicia con un dilogo "El Seor est con ustedes..." y concluye con la aclamacin del "Santo, Santo, Santo...". Reliquias: (del latn reliquiae = restos): Restos del cuerpo de un santo o una porcin de sus vestidos que el pueblo venera. Rito: (del latn ritus = uso): Accin sagrada, siempre idntica, efectuada de acuerdo a unas normas religiosas para entrar en contacto con lo divino. Suele ir acompaada 191

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de algunas palabras. Designa una parte o el conjunto de una ceremonia o celebracin litrgica. Rbrica: (del latn rubrum = rojo): Indicaciones prcticas escritas en rojo en los libros litrgicos para ayudar al desarrollo de la celebracin. La norma no debe distraernos de la piedad, de la persona y de la vida. Ritual: Libro que contiene las frmulas y la normativa que deben saber el sacerdote y los fieles para la participacin y celebracin de los sacramentos. Sacramentales: Signos sagrados, por los que, a imitacin en cierto modo de los Sacramentos, se obtienen por intercesin de la Iglesia unos efectos principalmente espirituales. Ejemplos de sacramentales: agua bendita, velas benditas, ramos de olivo o palmas benditas, la ceniza bendecida al comienzo de la Cuaresma; tambin las consagraciones: profesin religiosa, bendicin de vrgenes, dedicacin de una Iglesia: tambin las bendiciones: del agua; de los nios, de los enfermos, de los campos, de los animales, de madres gestantes, etc.; y exorcismos. Sacramentos: (del latn sacramentum = garanta, compromiso): Signos eficaces y manifestacin sensible del misterio de salvacin de Cristo. El sacramento original es la humanidad de Cristo, revelacin definitiva del Padre y de su plan de salvacin. Por derivacin de esta humanidad de Cristo, tambin es sacramento todo aquello que entra en un encuentro con ella: as la Iglesia, es sacramento primordial de Cristo. Tambin son sacramentos las acciones litrgicas mediante las cuales la Iglesia celebra el encuentro de los creyentes con Dios a travs de palabras, oraciones, cantos, silencios, smbolos y actitudes, para hacer efectivo el encuentro entre Dios y los cristianos en un mbito comunitario. El concilio de Trento (1547) fij en 7 el nmero de los sacramentos: bautismo, confirmacin, eucarista, penitencia, uncin de los enfermos, matrimonio y orden sacerdotal. Sagrario: Lugar o mueble donde se guarda el pan consagrado; (el Santsimo Sacramento), generalmente en una capilla separada del rea principal del templo que permite la adoracin personal. Tambin se le llama tabernculo, y debe estar fijo en un lugar convenientemente asegurado. Sufragios: (del latn suffragari = ayudar): Oraciones y obras de caridad ofrecidos por los fieles difuntos. La celebracin eucarstica es el sufragio por excelencia. Los sufragios relacionan la Iglesia peregrina con la Iglesia celeste (dogma de la comunin de los santos). 192

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Triduo: (de tres das): Tres das dedicados especialmente a la oracin y celebraciones. En la liturgia el triduo principal es el triduo pascual de la pasin y resurreccin del Seor, que comienza con la misa vespertina de la "Cena del Seor" (Jueves Santo), tiene su centro en la Vigilia Pascual y acaba con las vsperas del Domingo de Resurreccin. Vitico: (del latn viaticum = provisiones para el camino): Con este nombre se indica el sacramento de la Eucarista dado a los moribundos. Vigilia: Costumbre de prepararse a una solemnidad o a un acontecimiento extraordinario permaneciendo en oracin toda la noche precedente. La vigilia madre de todas las vigilias es la pascual, que sirvi de modelo para otras vigilias, como la de la Navidad del Seor, Pentecosts, etc. Vsperas: (del latn vesper = de la tarde): Es la oracin de la tarde, cuando ya declina el da.

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BIBLIOGRAFA CEC CIC DA Catecismo de la Iglesia Catlica, 1992. Cdigo de Derecho Cannico, 1983. Documento Conclusivo de Aparecida (CELAM 2007).

DCDAP. Directorio para la celebracin dominical en ausencia del Presbtero (Congregacin del Culto Divino, 1988). DCE DM DP DPL DV FC GS IGMR LG LH Carta Encclica del Papa Benedicto XVI Deus charitas est. Documento de Medelln (CELAM 1968). Documento de Puebla (CELAM 1979). Directorio de Pastoral Litrgica, CEP 1992. Dei Verbum (Vaticano II, Constitucin Dogmtica sobre la Divina Revelacin). Familiaris Consortio (Exhortacin Apostlica sobre la Familia). Gaudium et Spes (Vaticano II, Constitucin Pastoral sobre la Iglesia en el Mundo). Instruccin General del Misal Romano.

Lumen Gentium (Vaticano II, Constitucin Dogmtica sobre la Iglesia). Liturgia de las Horas.

OGMR Ordenacin General del Misal Romano. SC SD Sacrosanctum Concilium (Vaticano II, Constitucin Pastoral sobre la Liturgia). Documento de Santo Domingo (CELAM 1992).

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Episcopal (C.E.P.)

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DECRETO

Por el cual se regulan los Estipendios de las Misas y los Aranceles por otros servicios religiosos
CONSIDERANDO:

1.- Que Segn el uso aprobado de la Iglesia, todo sacerdote que celebra o concelebra la Misa puede recibir estipendio para que la aplique por una determinada intencin (Cn 945 1). 2.- Que Compete al concilio provincial o a la reunin de Obispos de la provincia fijar por decreto para toda la provincia el estipendio que debe ofrecerse por la celebracin y aplicacin de la Misa, y no le es lcito al sacerdote pedir una cantidad mayor; s le es lcito recibir por la aplicacin de una Misa un estipendio mayor que el fijado, si es espontneamente ofrecido, y tambin uno menor (Cn 952 1). 3.- Que el sacerdote que celebra o concelebra ms de una Misa al da o recibe varias intenciones por una sola Misa, slo puede recibir el equivalente a un estipendio, destinando el resto a los fines que el Ordinario establezca, aunque puede recibir una remuneracin por un ttulo extrnseco (Cf. Cn 951). 4.- Que corresponde al Obispo diocesano, odo el parecer del Consejo Presbiteral, establecer normas mediante las cuales se provea el destino de las ofrendas recibidas de los fieles con ocasin de determinada funcin parroquial y la retribucin de los clrigos que cumplen tales funciones (Cf. Cn 531). 5.- Que debe evitarse hasta la ms pequea apariencia de negociacin y comercio en la celebracin de la Misa y en la administracin de los sacramentos y no deben negarse por razones econmicas (Cf. Cns 945 2 y 947).
DECRETA:

1.- El estipendio por la aplicacin de la Misa es de B/. 5,00 (cinco balboas). 2.- Los Aranceles por la administracin de los sacramentos son: Bautismo: Confirmacin: Matrimonio: Funeral: B/. B/. B/. B/. 10,00 5,00 30,00 20,00 (diez balboas) (cinco balboas) (treinta balboas) (veinte balboas)

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Directorio de Pastoral Litrgica 3.- Los Aranceles sealados podrn ser gravados con costos adicionales en funcin de los servicios que presten las parroquias y de los materiales que deban ser usados sea en la preparacin o en la celebracin de los sacramentos. 4.- El Sacerdote que celebra la Misa o el Clrigo que administra el sacramento slo recibir el equivalente a un estipendio o un arancel, yendo el resto al fondo econmico de la Parroquia, a no ser que el Obispo diocesano provea otro destino. El presente Decreto entrar en vigor el da 4 de abril del 2010, Domingo de Pascua de Resurreccin. Dado en Atalaya, Dicesis de Santiago de Veraguas, a los veintin das del mes de febrero del ao dos mil diez, primer Domingo de Cuaresma.

se~ttsy'Lacunza Maestrojuan^.a.r. Presidente de la CEP.


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+ Jos Domingo Ulloa Mendieta, o.s.a. Arzobispo Electo de Panam Secretario General de la CEP.

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