Bolívar Echeverría El Materialismo de Marx - Legible
Bolívar Echeverría El Materialismo de Marx - Legible
Bolívar Echeverría El Materialismo de Marx - Legible
El materialismo de Marx
discurso critico y revolucin
Bolvar Echeverra
ITACA
Cuidado editorial: David Moreno Soto en colaboracin con Isabel Fernndez Espresate
Diseo de la cubierta: Efran Herrera Primera edicin: 2011 D.R. 2011 Raquel Serur Smeke
D.R. 2011 David Moreno Soto Edtorial Itaca Piraa 16, Colonia del Mar, 13270, Mxico, D. F. tel. 58 40 54 52 [email protected] www.editorialitaca.com.mx
ISBN: 978-607-7957-04-1
Prohibida la reproduccin total o parcial por cualquier medio sin la autorizacin escrita del titular de los derechos patrimoniales.
INDICE
Nota del editor El materialismo de Marx Sobre el materialismo (modelo para armar) Enajenacin, materialismo y praxis Filosofa y discurso crtico Tesis sobre Feuerbach
9 11 45 61 87 109
Se renen en este libro tres comentarios a las Tesis sobre Feierac/i, de Karl Marx, y una conferencia de abril de 2010 en la que se hace reerencia a ellas en referencia a la historia y la situacin actual de la filosofa. El primer comentario constituy el contenido de la tesis con la que el autor obtuvo, en 1974, la licenciatura en Filosofa por la Facultad de Filosofa y Letras de la Universidad Nacional Autnoma de Mxico, bajo el ttulo de "Apuntes para un comentario de las 'Tesis sobre Feuerbach'". Posteriormente se publicaron otras tres versiones tituladas, respectivamente, "La revolucin terica comunista en las Tesis sobre Feuerbach" (Historia y Sociedad nm. 6, 1975), "Nota para un comentario de las Tesis sobre Feuerbach" (Cuadernos del Seminario de El capital de la Escuela Nacional de Economa, UNAM, Mxico, enero de 1975) y "El materialismo de Marx" (El discurso crtico de Marx, Era, Mxico, 1986). En la presente edicin utilizamos como texto base la ltima versin mencionada y registramos en notas a pie de pgina las variantes que encontramos en las versiones anteriores. El segundo comentario constituye otra versin del anterior, sensiblemente resumida y con una elaboracin de la que resulta una mayor precisin y variantes notables en diversos pasajes, que se public originariamente como folleto bajo el ttulo de Sobre el materialismo (modelo para armar) por la Facultad de Filosofa y Letras, UNAM, Mxico, 1990. El tercer comentario proviene de la exposicin del autor en la Facultad de Filosofa y Letras de la UNAM, el 4 de diciembre
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de 1995 como conferencia magistral en el ciclo de mesas redondas conmemorativo de los 150 aos de la redaccin de las "Tesis sobre Feuerbach", organizado por el Seminario de El capital de la Facultad de Economa de la UNAM. El cuarto texto corresponde a la conferencia dictada el 13 de abril de 2010 dentro del ciclo Cara a cara. Charlas con los emritos, en la Facultad de Filosofa y Letras de la UNAM. Huelga aclarar que los dqs ltimos trabajos son inditos. Aadimos al final del presente volumen la traduccin que hizo Bolvar Echeverra de las Tesis sobre Feuerbach junto con el texto original en alemn.
EL MATERIALISMO DE MARX
DATOS
Adems del manuscrito que ocup a Marx durante los primeros meses de su estada en Bruselas, el de su primera "Crtica de la economa poltica", elaborado en 1844, en Pars; adems de los cuadernos con los apuntes de lectura que acompaaban a sus estudios de economa, teora social e historia; adems del manuscrito de La ideologa alemana, redactado junto con Engels en 1845 y 1846, se conserva tambin, entre otros documentos de esta poca de su vida, la agenda o memorndum que le sirvi entre 1844 y 1847. En esta libreta que contiene casi exclusivamente ttulos de libros y recados domsticos, se encuentran tambin algunas anotaciones sumarias o esquemticas de Marx que tienen una relacin directa con sus manuscritos propiamente tericos. La principal de estas anotaciones tericas es la que se compone de las famosas once tesis "ad Feuerbach".^ Se supone generalmente que las Tesis fueron anotadas por Marx en marzo de 1845; otras consideraciones permitiran pensar, sin embargo, que fueron escritas a principios de 1846. Lo que s puede afirmarse con seguridad es que su redaccin tuvo que ver directament con la intervencin de Marx y Engels, durante 1845 y 1846, en la discusin propiamente alemana de los problemas del socialismo; es decir, que sus aseveraciones forman parte del tratamiento crtico al que fueron sometidas por Marx y Engels en esos aos tanto las versiones de la doctrina socialista que prevalecan en Alemania como
^ Publicado por Friedrich Engels en 1888, con ligeras variaciones, su texto original fue presentado por David Riaznov en Marx-Engels Archiv, Frncfort / M., 1928, pp. 222-230.
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las construcciones filosficas en que ellas pretendan encontrar su justificacin terica. Es en enero de 1846 cuando Marx y Engels deciden ampliar y transformar sustancialmente el escrito que preparaban contra Bauer y Stirner. La redaccin de esta nueva obra, La ideologa alemana, que debe incluir un captulo inicial sobre Feuerbach, es, despus de la redaccin de La sagrada familia, la oportunidad ms prxima que tiene Marx de abordar una consideracin global del materialismo y de la filosofa de Feuerbach. (C/ Marx-Engels-Lenin Institut, K. Marx, Chronik seines Lehens,M.0Qc, 1934, p. 30).
C O N S I D E R A C I N GENERAL
Una comparacin analtica del texto de las Tesis con los dos escritos principales de Marx en estos aos ^los "Manuscritos de Pars" y La ideologa alemana revela fcilmente que todas las aseveraciones singulares discernibles en el primero pueden tambin ser reconocidas sea en uno de los otros dos o en ambos. Basta eliminar del texto de las Tfesis el plano aparentemente accidental en que tiene lugar su unidad, el plano de suiformulacin ocasional como sucesin de once enunciados aforsticos (donde s es innegable la presencia de expresiones nuevas y exclusivas), para que el residuo, la lista de aseveraciones aisladas que se encuentran en l, resulte carente de todo aporte original o indispensable en el nivel propiamente conceptual, y para que, en consecuencia, todo el texto pierda lo propio o distintivo y se vuelva reductible a los dos textos mayores. Pero el mensaje comunicado en el texto de las Tesis no consiste nicamente en la lista de aseveraciones que contiene, ni es tampoco independiente del contexto configurado por los otros trabajos marxistas de la poca. Por el contrario, la
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intencin significativa manifiesta en la unidad* ocasional del texto sobredetermina su mensaje al realizar de manera peculiar su integracin en el proceso discursivo que se lleva acabo en la obra de Marx en estos aos, y que podemos definir como el momento terico de la revolucin comunista.^ Basta tomar en consideracin esta densidad del texto de las Tesis: reconocerlo como una totalidad significativa perteneciente a un proceso discursivo que aprovecha precisamente la peculiaridad de su expresin, al adjudicarle su sentido definitivo, para que se revelen las posibilidades que tiene su mensaje de ser original o irreductible, es decir, no redundante sino complementario con respecto al mensaje aportado por los "Manuscritos de Pars" y La ideologa alemana. El examen de las Tesis que intentaremos hacer en las pginas siguientes se gua por una idea general acerca de cmo se da y en qu consiste este carcter original o irreductible del mensaje transmitido en su texto. Pensamos que la manera en que el texto rene a las once tesis o enunciados aforsticos en el plano de la formulacin ocasionalla figura de un programa manifiesto que postula un conjunto de principios sobre un tema determinado posee una funcin significativa propia en la medida en la que delimita una direccin e indica una tendencia a las aseveraciones organizadas segn ella. Que esta funcin consiste en convertir a las once tesis, motivadas por la presencia terico-poltica de Feuerbach, en una serie de pasos de argumentacin cuya sucesin elabora una regin problemtica ms general, cumpliendo un requerimiento indispensable del proceso discursivo en el que se efecta la revolucin terica comunista.
^ El presente trabajo forma parte de otro ms amplio en l que intentamos estudiar de manera especial la relacin entre la revolucin terica de Marx y el proceso de constitucin del movimiento proletario en movimiento comunista.
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Afirmamos adems que la regin problemtica circunscrita de modo especial o predominante, mediante esta secuencia argumenta! por el conjunto de las Tesis constituye un sector decisivo, central o fundamental del campo problemtico general abierto en el proceso de fundacin de la teora marxista; un sector que en otros textos slo es tratado de manera general, tangencial o supeditada. Que esta zona decisiva de la problemtica terica marxista^ es precisamente aquella en que aparecen las cuestiones tendientes a la definicin del carcter y el tipo esenciales del discurso terico comunista, y que contiene por tanto el problema de la especificidad de la teora marxista. Creemos, en efecto, que la cuestin central en torno a la cual se organiza la problemtica interna del texto de las Tesisy que hace de su mensaje un aporte original, es decir, esencialmente complementario dentro del sistema terico marxista puede ser explicada en estos trminos: cmo es posible un discurso terico propiamente comunista? Es decir: cmo afecta la peculiaridad del mensaje comunista a la configuracin fundamental del discurso terico? De qu afirmacin bsica sobre la objetividad y sobre el tipo de actividad terica adecuada a ella parte el discurso terico comunista? As, pues, la idea general que orienta nuestro examen de las Tesisy que trata de ratificarse y pormenorizarse en l considera a su escritura o redaccin como un paso necesario dentro de esta intervencin propiamente terica de Marx en el proceso de constitucin del movimiento comunista a la que hemos calificado de revolucin terica. Necesario por cuanto precisamente a travs de l esa intervencin adviene a su autorreconocimiento y, por tanto, a su autoafirmacin como revolucin terica, es decir, como reconfiguracin fundamental del campo de posibilidades de composicin del discurso terico.La redaccin d las Tesis se nos presenta, entonces, como un intento constitutivo de la intervencin terica de Marx en
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el cual sta define sobre la marcha el carcter y el alcance de su propia realizacin; como un acto de reconocimiento provisional del trayecto recorrido y del que queda por recorrer en el proceso de la revolucin terica; como un acto de afirmacin, por una parte, de la diferencia entre el discurso terico comunista y el discurso terico tradicional, y, por otra, de la problemtica fundamental que promueve esta especificidad del nuevo discurso y adquiere con l la posibilidad de su formulacin adecuada.
Un reconocimiento inicial del texto de las Tesis en su conjunto revela que su unidad en el plano de la formulacin inmediata resulta de la presencia de un cierto orden de argumentacin esbozado en la secuencia de los once enunciados aforsticos que lo componen; que su constitucin como totalidad de significacin se debe a que cada una de sus aseveraciones se halla contribuyendo al cumplimiento aproximado de una intencin argumental determinada.^
^ Ernst Bloch ha sido el primero en reconocer la ganancia terica que implica el tratar a todas las Tesis como un texto unitario y proponer un reordenamiento de las mismas capaz de mejorar la eficacia de su exposicin. Reproducimos a continuacin un pasaje (pp. 293-294) de la parte de su libro Das Prinzip Hoffnung (Frncfort/Main/ 1959) en el que introduce al lector en su comentario de las Tesis: "Pero numeracin no es sistematicidad, es un recurso para suplirla del cual Marx es quien menos necesidad tiene. Por ello el ordenamiento debe serfilosficoy no aritmtico: la sucesin de las Tesis slo puede ser la de sus temas y contenidos. No existe, de lo que se puede ver, ningn comentario sobre las once Tesis: sin embargo, solamente con l como algo que tiene lugar a partir de un compromiso comn se manifiesta la interdependencia dinmica de su brevedad y su profundidad. Aparece entonces, en primer lugar, el grupo de teora del conocimiento, referido a intuicin y actividad (Tesis v, i, iii); en segundo lugar, el grupo histrico-antropolgico, referido a la autoenajenacin, sus causas reales, y
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Este orden y esta intencin lgicos constatables en el texto ci las Tesis poseen o siguen un sentido deductivo: la Tesis i cumple la funcin de premisa, mientras las otras diez ilustran, explican o particularizan lo postulado por ella. Si en la Tesis i encontramos una definicin del carcter especfico del nuevo materialismo, en las dems reconocemos las conclusiones o resultados de la aplicacin de esa definicin al tratamiento de varias cu^iones especiales tales como la explicacin de los lmites tericos e histricos de la filosofa tradicional; la delimitacin d la necesidad, el objeto y la funcin de la nueva teora comunista; la ubicacin de la base real de la enajenacin; la caracterizacin del proceso de transformacin social, etctera. Pero debemos observar tambin que la manera como se muestran este orden y esta intencin refleja el carcter provisional e inconcluso del texto de las Tesis, el hecho de que se trata de un escrito no acabado, resultado de una redaccin interrumpida. No aparecen, en efecto, ni como un orden lgico construido y equilibrado en toda su coherencia ni como una intencin argumenta! depurada y desarrollada en todas sus implicaciones esenciales. La exposicin de las Tesis presenta ciertas caractersticas interrupciones, saltos, repeticiones, etctera que si bien no afectan a la composicin de su sentido general s lo vuelven menos evidente. Resulta entonces conveniente comenzar el examen de las Tesis con una primera intervencin destinada a fortalecer la consistencia de la distribucin propia del texto y a permitir
el verdadero materialismo (Tesis iv, vi, vii, ix, x); en tercer lugar, el grupo sintetizador o grupo terico-prctico, referido a la prueba y a la demostracin (Tesis II, vill). Resulta, en ltimo lugar, la tesis ms importante, a manera de consigna ante la cual los espritus toman partido definitivamente y, una vez que se sirven de ella, dejan de ser espritus puros (Tesis xi)". Prescindimos, por razones de espacio, de la necesaria discusin que debera comparar este reordenamiento de las Tesis con el nuestro.
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as que el orden y la intencin argumntales de su exposicin resalten con mayor nitidez. En nuestra opinin, esta intervencin debe consistir en el trazo de una divisin en la serie de las Tesis que acente la pertenencia de cada una de ellas ^reubicndolas incluso, en ciertos casos a uno de los pasos de la argumentacin reconocida en el texto. La divisin que proponemos distingue cuatro temas predominantes en el contenido del texto y delimita en referencia a ellos cuatro grupos en la serie de las once Tesis; destaca, adems, al primero de stos en calidad de premisa de los dems. Nuestro examen distribuye, pues, el texto de las Tesis en los siguientes grupos: 1. El grupo A, cuyo tema predominante es la determinacin del carcter dialctico materialista (o prctico) como carcter especfico del discurso terico comunista, que est compuesto centralmente por casi toda la Tesis i y por la Tesis v, y que incluye tambin a las Tesis ii y viii, en las que, a manera de corolario, se determina a la actividad terica como momento constitutivo de la praxis social material; 2. el grupo B, cuyo tema predominante es la determinacin de la historia de las configuraciones de la sociedad como problemtica especfica del discurso dialctico materialista, que est compuesto por las Tesis iv, vi y vii; 3. el grupo c, cuyo tema predominante es la determinacin de la necesidad histrica del discurso dialctico materialista, que est compuesto por las Tesis ix y x y por la ltima parte de la Tesis i, y 4. el grupo D, cuyo tema predominante es la determinacin del concepto dialctico materialista de transformacin social, que est compuesto por las Tesis iii y xi.
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LAS TESIS DEL GRUPO A
Los pasajes del texto de las Tesis que hemos reunido en este grupo son los siguientes:^ En primer lugar, la parte inicial de la Tesis i:
La principal insuficienciEde todo el materialismo tradicional [bisherig] (incluido el de Feuerbach) es que [, en l] el objeto i
[Sinnlichkeit] slo es captada bajo la forma del objeto ii [Objekt] o de la intuicin sensible [Anschauung] y no como actividad humana material [sinnlich], [como] praxis] no subjetivamente. De ah que, en oposicin al materialismo, el aspecto activo [haya sido] desarrollado de
[Gegenstand], la realidad^la materialidad manera abstracta por el idealismo el cual, naturalmente, no conoce la actividad real, material
[sinnlich]
en cuanto tal.
A continuacin, la Tesis v: abstracto, quiere [volver a] la intuicin sensible [Anschauung]-, pero no capta la materialidad [Sinnlichkeit] como actividad prctica, material-humana. Y la parte intermedia de la Tesis i:
Feuerbach quiere [referirse a] objetos materiales [sinnliche Objekte], realmente diferentes de los objetos pensados [Gedankenobjekte], pero no capta la propia actividad humana como actividad objetiva [gegenstndliche]. Feuerbach, insatisfecho con el pensamiento
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Toda vida social es esencialmente prcica. Todos los misterios que inducen [ueran-Zossere] a la teora l misticismo encuentran su solucin racional en la praxis humana y en la comprensin [Begreifen] de esta praxis. Y l a Tesis ii: La cuestin de si al pensamiento humano le corresponde [zukomme] una verdad ohjeya. [gegenstndliche] no es una cuestin de la teora sino una cuestin prctica. En la praxis debe el hombre demostrar la verdad, esto es, la realidad y el poder [ikac/ifl, la terrenalidad [Diesseitigkeit] de su pensamiento. La disputa sobre la realidad o irrealidad [Nichtwirklichkeit] del pensamiento que est aislado de la praxis es una cuestin puramente escolstica. Pero conviene observar que la funcin determinante o de premisa que pretendemos reconocer en este grupo no se extiende por igual a todos los pasajes que lo integran. Se concentra en el pasaje inicial del texto, es decir, en el primero de los tres que hemos transcrito en primer lugar. Los otros dos incluidos a continuacin y las Tesis viii y ii, transcritas en segundo lugar, slo participan de manera secundaria o derivada en esa funcin de premisa; aqullos aportan una ilustracin de lo a f i r m a d o e n el pasaje inicial, mientras stas lo confirman sobre una cuestin particular a manera de corolario. En consecuencia, nuestro examen debe tambin concentrar su atencin en el pasaje inicial y determinante del texto de las Tesis.
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Cul es y cmo se halla realizado el propsito terico del pasaje inicial de las Tesisl sta es la pregunta que debe responder una primera aproximacin a su texto.
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Su preocupacin ms evidente est dirigida a las virtudes y los defectos del "materialismo" (tradicional) y del "idealismo". Esta preocupacin que de por s no parece distinguirse de una curiosidad filosfica puramente profesional- define su sentido cuando la relacionamos con la ltima frase de la misma Tesis I y la consideramos dentro de las vicisitudes del proceso global de trabajo terico que ocupa a Marx en esos aos. De acuerdo a esa frasfjtlo que es necesario comprender es "la significacin de la actividad revolucionaria"; y si interesa un juicio sobre el "materi^mo" (tradicional) y el "idealismo" es precisamente en la medida en que stos son los dos modos bsicos en que se suele de hecho satisfacer esa necesidad. Ahora bien, como hemos indicado anteriormente, la necesidad de esta comprensin es experimentada por el nuevo movimiento comunista, en el que interviene tericamente Marx, como una necesidad que pone en crisis al campo vigente de posibilidades de comprensin de todo objeto del tipo de la "actividad revolucionaria, crtico-prctica". Las aporas en que van a encerrarse las elaboraciones doctrinales socialistas de la dcada de 1840 demuestran la imposibilidad de que el discurso terico revolucionario alcance autosuficiencia, coherencia y efectividad bajo la sujecin ideolgica a la estructura del discurso capitalista y a su dinmica de autoafirmacin y autorreproduccin. La necesidad de pensar el proceso revolucionario resulta ser, simultneamente, necesidad de revolucionar el proceso de pensar. Podemos decir, entonces, que lo que busca centralmente el pasaje inicial de las Tesis es el carcter que conviene al discurso terico comunista como discurso revolucionario: revolucionario por tratar adecuadamente de la revolucin y por ser, l mismo, momento constitutivo (terico) de la revolucin. Es esta bsqueda la que se abre paso mediante el juicio crtico sobre el "materialismo" (tradicional) y el "idealismo" en tanto que caracteres contrapuestos pero complementarios del discurso terico que es necesario revolucionar.
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Efectivamente, la delimitacin del carcter especfico del discurso terico comunista sigue un procedimiento negativo o crtico: marca con precisin^en referencia a la "actividad revolucionaria'' como objeto por pensar los defectos esenciales de que adolece el discurso terico tradicional e indica, en calidad de area por cwmpZir, la posibilidad de un nuevo discurso terico que no est afectado por ellos.
Pero qu es propiamente lo que entra en la mira de la crtica de Marx cuando se refiere al "materialismo" (tradicional) y al "idealismo"? No es, sin duda, el contenido de los filosofemas definitorios de dos doctrinas presentes en el panorama de la historia del pensamiento: no se trata de elegir entre dos posiciones u opiniones filosficas ni de sintetizarlas o superarlas en otra concepcin del mundo. Marx habla claramente del "materialismo" (tradicional) y el "idealismo" como horizontes o mbitos de la aprehensin cognoscitiva, como campos de posibilidad del comportamiento terico en los que un objeto puede ser "captado" i^'gefaszt") o no. Su crtica apunta no tanto hacia el saber producido explcitamente en el discurso cientfico-filosfico moderno, sino precisamente hacia el horizonte de posibilidades cognoscitivas planteado como condicin de ese discurso, hacia su carcter o hacia la configuracin especfica de su estructura fundamental. Es esta estructura bsica del discurso terico generalmente implcita o latente pero siempre determinante en todas las formulaciones cientfico-filosficas desarrolladas de hecho la que es tenida en cuenta por Marx en su juicio crtico sobre el "materialismo" (tradicional) y el "idealismo"; stos son tratados como las dos modalidades particulares complementarias de la configuracin moderna o capitalista de la estructura fundamental del discurso terico.
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Y en qu consiste esta estructura bsica del discurso terico, su horizonte o campo de posibilidades cognoscitivas? El pasaje que examinamos parece definirla a partir de lo que podramos llamar el ncleo de todo mensaje terico latente, es decir, ms precisamente, a partir de una significacin central que, por su mxima simplicidad y radicalidad, se inscribe en el nivel del cdigo lingstico y lo penetra decisivamente, esbozando as una subcodifiacin totalizadora capaz de sobredeterminar todo mensaje explcito posible. En efecto, lo que el texto de Marx reconoce como determinante y caracterstico del campo de posibilidades cognoscitivas o de "captacin" terica es la definicin ltima, ms simple y ms radical, contenida en l de lo que es la objetividad (el "objeto i"), "la realidad, la materialidad" del objeto ("objeto ii"). Lo ms elemental y fundamental, lo determinante "en" el mbito de una teora es la manera en que all se da cuenta de la experiencia irreductible de la presencia de sentido en lo real, de la presencia de lo real como dotado de sentido y no como un caos inefable o como un en-s absolutamente indefinido; o, lo que es lo mismo, la manera en que all se da cuenta de la propia capacidad de aseverar algo as sea la simple existencia del objeto, de la propia capacidad de producir significaciones. Es la versin que la poca moderna o burguesa ofrece de esta "definicin" fundamental la que es tratada crticamente por Marx cuando delimita las virtudes y los defectos del "materialismo" (tradicional) y el "idealismo". Dicho en otras palabras, lo que propiamente es afectado por la crtica del pasaje inicial de las Tesis son las dos modalidades que presenta la significacin central de la estructura del discurso terico cuando ste se especifica histricamente como discurso terico capitalista. Y el texto de este pasaje llega a una conclusin precisa como resultado de su labor crtica: mientras la modalidad materialista-empirista del discurso terico moderno se basa en una problematizacin insuficiente o poco radical de la objetividad del obje-
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to, la modalidad idealista-racionalista se comporta de manera inconsecuente con el principio de problematizacin adecuada del que ella parte en su "captacin" terica de la objetividad.
La modalidad materialista-empirista de la estructura del discurso terico moderno o capitalista se levanta en torno a una nocin bsica de objetividad ("objeto i") en la que sta queda reducida o asimilada a la constitucin propia del objeto de la intuicin o contemplacin ("objeto ii"), es decir, a la constitucin de un objeto que se impone, en plena exterioridad, como pura presencia casual a un sujeto preexistente que lo constata. En esta delimitacin bsica, la objetividad es aprehendida tericamente como una sustancia inherente al objeto, independiente de todo tipo de relacin sujeto-objeto; la presencia de sentido en lo real es tratada como un estado expresivo espontneo o inerte de las cosas, como una significatividad constituida naturalmente, previa a toda actividad de comunicacin y significacin. La crtica de Marx pone en evidencia el defecto o la limitacin principal de esta problematizacin de la objetividad en el discurso materialista-empirista. Este trata de fijarla como substrato metafisico, como cosa exterior siempre ya dada frente al sujeto, pero lo especfico de la objetividad desborda el alcance de este intento terico. Para problematizar adecuadamente lo que distingue a la objetividad en cuanto tal es necesario considerarla "subjetivamente", esto es, como proceso en curso, y como proceso que afecta esencialmente y por igual tanto al objeto como al sujeto que aparecen en l; considerarla "como actividad", como praxis que funda toda relacin cognoscitiva sujeto-objeto y que constituye, por tanto, el sentido de lo real y la posibilidad de comunicar y significar.
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Esta evidente insuficiencia del discurso materialista empirista no impide, sin embargo, que Marx se reconozca a s mismo como un continuador revolucionario de su desarrollo. En la metafsica "objetivista" de este discurso Marx distingue la exageracin de un elemento terico que el discurso comunista debe rescatar: la insistencia en el carcter irreductible de la esencia del objeto a la actividad unilateral del sujeto. A su vez, la modalidad idealista-racionalista de la estructura del discurso terico moderno, segn la crtica que de ella esboza este pasaje de las TesiS^se revela inconsecuente: duea de un principio vlido al que ella sin embargo deforma y mistifica. La nocin bsica propia de este discurso implica una problematizacin de la objetividad que s alcanza a plantearla en su especificidad; la considera "subjetivamente", como proceso fundante, como actividad de constitucin. Para el "idealismo" moderno, la objetividad es siempre un acto de conversin fundamental de un en-s, de un algo unitario simple e indiferenciado, en una unidad o totalidad compleja y diferenciada de sujeto y objeto, totalidad dentro de la cual nicamente se constituye un sentido, esto es, una conexin correlativa entre una realidad significativa y una conciencia significadora. Pero es precisamente esta problematizacin adecuada de la objetividad, planteada por la modalidad idealista del discurso terico moderno, la que, contradictoriamente, slo se encuentra en ella de manera deformada y mistificada: empobrecida de un elemento central o de una componente esencial de ella misma. El "idealismo" descuida y deja de lado el carcter prioritario de la relacin sujeto-objeto con respecto a cada uno de sus dos trminos, y erige al primero de ellos, al sujeto, en calidad de fuente y fundamento de ella; abandona as, al mismo tiempo que la presupone, la nocin de objetividad como proceso de constitucin tanto del sujeto como del objeto, e introduce en su lugar una nocin diferente en la cual el proceso de cons-
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titucin aparece como un acto unilateral de construccin del objeto por parte del sujeto. ha inconsecuencia del discurso idealista-racionalista consiste, pues, en que se desdice del principio en que se sustenta al presentarlo de manera menguada y unilateral, en que reduce la nocin de objetividad a la de un proceso emanado del acto en el que el sujeto "pone" al objeto. El pasaje inicial de las Tesis califica de "abstracta" a esta manera inconsecuente en que el discurso terico idealistaracionalista "desarrolla l aspecto activo" o "subjetivo" de la ol:^etividad. Y explica: este desarrollo es abstracto es decir, deja de lado la totalidad del proceso de constitucin y slo tiene en cuenta, exagerndola, la actividad pura del sujeto porque la estructura terica bsica en la que tiene lugar se ha formado tambin en referencia (abstracta) a un solo nivel de la praxis social: al nivel de la actividad espiritual o tericoespeculativa. La "definicin" idealista-racionalista de objetividad se da dentro; de una problemtica fundamental que "no conoce la actividad real, material, en cuanto tal" (en la que sujeto y objeto prcticos se constituyen recprocamente), o que "conoce" nicamente la actividad en la que la razn o la fantasa parecen expresarse soberanamente en un medio pasivo a su entera disposicin.
La crtica del discurso terico moderno o capitalista cumple su funcin cuando confronta entre s a las dos modalidades estructurales de este discurso con el fin de delinear por contraste, a partir de los resultados de esa confrontacin y desde la perspectiva de las necesidades tericas de la revolucin comunista, la posibilidad de un nuevo discurso, del discurso terico propiamente comunista.
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En efecto, esta posibilidad es reconocible a partir de la constatacin de que la estructura del discurso terico moderno tiene necesariamente que elegir entre dos versiones igualmente contradictorias de una "captacin" terica inadecuada de la objetividad: o bien, en la versin de su modalidad materialista-empirista, olvida el "aspecto activo" de la objetividad, preocupada hasta la exageracin metafsica por rescatar la irreductibilidad de sta determinaciones del sujeto; o bien, en la versin de su modalidad idealista-racionalista, elimina esta irreductibilidad^ favor de una acentuacin mistificada y abstracta de ese "aspecto activo". La posibilidad de un discurso terico a salvo de este dilema que afecta estructuralmente al discurso terico capitalista es reconocida por la teora comunista, que se autodefine y se desarrolla, en este escrito de Marx, como una tarea por cumplir. Esto lo advertimos cuando, para completar la realizacin del principal propsito del pasaje inicial de las Tesis, volvemos explcitas las determinaciones centrales que esa posibilidad indica como especficas para el carcter del discurso terico comunista y definimos a ste como un discurso terico cuya estructura bsica debe ser dialctica y materialista. En efecto, el nuevo discurso terico debe, en primer lugar, vencer la limitacin o insuficiencia de la problematizacin materialista-empirista de la objetividad y asumir al mismo tiempo la radicalidad, traicionada por el idealismo-racionalismo, de su problematizacin "subjetiva" o (segn la terminologa definitiva y ms adecuada de Marx) dialctica: debe sustentarse en una aprehensin terica de la objetividad como proceso o praxis fundante de toda relacin sujeto-objeto y, por tanto, de toda presencia de sentido en lo real. Debe, en segundo lugar, "poner de pie" y recobrar la totalidad de la problematizacin dialctica de la objetividad, mistificada y parcializada en su desarrollo idealista-racionalista, plantendola mediante una adopcin crtica de la insistencia
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materialista-empirista como una problematizacin dialcticoprctica o dialctico-materialista: debe sustentarse en una aprehensin terica de ese proceso fundante como un proceso bsicamente material, como un proceso de "metabolismo" prctico entre el hombre y la naturaleza. El complejo proceso histrico-terico que lleva a Marx a delimitar la estructura bsica o el carcter especfico que conviene al discurso terico comunista culmina, en la segunda mitad de la dcada de 1840, con la crtica de los intentos socialistas alemanes destinados a construir una base terica para su doctrina y su lucha mediante la adopcin y politizacin de la filosofa materialista de Feuerbach. Es precisamente el examen crtico del discurso feuerbachiano, como matriz propuesta para el discurso revolucionario, el que realizado a la luz de las necesidades tericas del movimiento proletario en su proceso de constitucin en movimiento comunista conduce a Marx a las conclusiones anotadas en el pasaje inicial de este Grupo A de las Tesis. Decisiva en una perpectiva histrico-terica, esta presencia de la filosofa de Feuerbach en la elaboracin de la teora marxista slo puede reproducirse en calidad de ejemplo o ilustracin en la perspectiva de la construccin lgica de las Tesis. El discurso materialista de Feuerbach aparece, en los dos pasajes que hemos transcrito a continuacin del primero, como ejemplo de lo que no debe ser el discurso materialista del movimiento comunista; como ilustracin de un intento bien intencionado pero fallido de trazar los lineamientos fundamentales de la teora revolucionaria del proletariado.
En el examen de este pasaje inicial de las Tesis hemos recogido algunas ideas del ensayo "La cosificacin y la conciencia del proletariado", en G. Lukcs, Geschichte und Klassenbewusztsein, Der Malik Verlag, Berln, 1923, pp. 94-228.
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Un intento doblemente fallido, pues oscila entre la insuficiencia del materialismo-empirismo y la inconsecuencia del idealismo-racionalismo. Las pretensiones del discurso de Feuerbach se desvanecen por una doble razn: porque segn el primero de estos dos pasajes cuando quiere ser materialista descuida el "aspecto activo" de la objetividad ("la materialidad como actividad"), no llega a ser "subjetivo", dialctico, y porque de acuer.do al otro pasaje cuando quiere considerar ese "aspecto activo" ("la propia actividad humana") deja de ser materialista. Circunscrito a la consideracin de aquella actividad particular que sirve de paradigma al discurso idealista-racionalista en su aprehensin del "aspecto activo" o "subjetivo" de la objetividad, la actividad especficamente terica, el discurso dialcticomaterialista debe arribar a un corolario, anotado por Marx en sus Tesis VIII y ii: el campo y el material significativos, cuya elaboracin especficamente conceptual da base a la necesidad de la actividad terica en cuanto tal, deben ser concebidos como condicin de sta y no como su producto o resultado. La praxis social, que funda toda relacin sujeto-objeto, es ella misma proceso de constitucin de sentido en lo real, de relacin especficamente semitica; las significaciones que se componen en este nivel fundamental delimitan y estructuran el campo de posibilidades de significar de la actividad terica especfica. La "verdad" del discurso terico y por tanto tambin su "falsedad", su evasin "al misticismo" slo puede ser explicada si ese discurso es concebido como momento componente del proceso prctico-histrico en su totalidad (y no como acto independiente de figuracin adecuada o inadecuada, "realista" o "irrealista" de una cosa). Es este proceso el que, segn la tendencia inmanente de su desarrollo general, organiza en cada una de sus pocas el campo de posibilidades de la produccin de significaciones, es decir: jerarquiza los niveles y las regiones de problematicidad en lo real y ubica la perspectiva desde la cual
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esta problematicidad puede ser abordada eficazmente. Por esta razn, lo que constituye la "verdad" del discurso terico es precisamente su compenetracin con este proceso como elaboracin conceptual de las significaciones que en l se producen y que, trabajadas, deben revertirse sobre l para su autotransformacin; en otras palabras, su "verdad" es su "poder", su contribucin o participacin especfica en la realizacin concreta de la tendencia fundamental de este proceso prctico-histrico.
La Tesis iv:
Feuerbach parte del
factum
de la autoenajenacin religiosa, de
la duplicacin del mundo en uno religioso y otro mundano. Su trabajo consiste en disolver base
[auflsen]
el mundo rehgioso en su
[Grundlage]
dana se desprende [abhebt] de s misma y se fija [como] un reino independiente en las nubes slo es explicable a partir del autodesmembramiento
[Selbstzerrissenheit]
se de esta base mundana. Es sta entonces, en s misma, la que debe ser tanto comprendida vez que la familia terrenal
[verstanden]
[irdische]
terica y prcticamente.
[das religise Wesen] en la esencia humana [das menschliche Wesen]. Pero la esencia humana no es un abstractum inherente [inwohnend] al individuo
Feuerbach disuelve la esencia religiosa singular. En su realidad, es el conjunto de las relaciones sociales
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Feuerbach, que no entra en la crtica de esta esencia real [die-
[fr sich]
al nimo
a presuponer un individuo humano abstractoaislado; 2) por lo tanto, la esencia da como "gnero" presiva
[das Wesen]
[Gattung], como universalidad interior, inex[stumme], que cqnecta [verhindende] naturalmente a los
muchos individuos.
La Tesis vii:
Feuerbach no ve, por lo tanto, que el propio "nimo religioso" es un producto social, y que el individuo abstracto que l analiza pertenece a una forma determinada de sociedad
[einer bestimm-
ten Gesellschaftsform]. El tema predominante en el conjunto de estas tres Tesis se halla supeditado directamente al que es tratado en calidad de premisa por el grupo A. Mientras en ste tiene lugar la definicin del carcter especfico del discurso terico comunista en tanto que momento del proceso prctico, en el grupo B se lleva a cabo la determinacin de lo que debe ser la problemtica especfica del mismo en tanto que discurso sobre ese proceso prctico. Basta considerar al discurso terico dialctico-materialista como un discurso que por necesidad est situado histricamente dentro del proceso prctico para que se vuelva evidente que su propio carcter dialctico-materialista implica ya una jerarquizacin del campo problemtico que se abre ante l. Si lo real, concebido como proceso prctico, se encuentra en una era en que su acontecer lo determina esencialmente como proceso de transformacin fundamental de la socialidad, resulta necesario que su problematicidad se concentre precisamente en el lado de su estructura que entra en crisis en una poca
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tal: en lo que es propiamente su composicin histrico-social. El discurso dialctico-materialista se define as concretamente en referencia a la problemtica especfica de la historia de las formas sociales dentro de las cuales se realiza el proceso productivo, la praxis o actividad prctica constituyente; se configura como materialismo histrico, como teoTa. materialista y dialctica de la sociedad y de su historia. Los lineamientos centrales de esta concretizacin de la definicin del discurso terico comunista son los que encontramos trazados en el grupo B de las Tesis. El procedimiento mediante el cual se llega a este esbozo consiste en una crtica del concepto con el que el discurso materialista de Feuerbach intenta pensar la situacin revolucionaria de su tiempo: el concepto de "autoenajenacin religiosa de la esencia humana". Se demuestra primero la insuficiencia de la problematizacin feuerbachiana para aprehender tericamente el lugar (el mundo de la "esencia humana") en que se da esa situacin revolucionaria, ese fenmeno de "enajenacin", y despus se convierte a esta demostracin en una indicacin de lo que debe ser la problematizacin suficiente para tal efecto: la problematizacin histrico-materialista. Cmo explicar el hecho de la enajenacin religiosa: "la duplicacin del mundo en uno religioso y otro mundano" y la sujecin de ste bajo el primero? Esta es la cuestin que se plantea el discurso de Feuerbach y que intenta resolver, en direccin materialista, mediante la determinacin de la vigencia de la entidad divina a partir de una necesidad constituida en la existencia profana, mediante una argumentacin que "disuelve el mundo religioso en su base mundana". W hecho de la enajenacin se comprender as como el resultado de un acto de enajenacin, un acto en el que la "base mundana" o mundo del sujeto, de la esencia humana, cede o transfiere la funcin "subjetiva", activa o determinante, que le pertenece esencialmente, al "mundo religioso", mundo creado o mundo-objeto.
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En este intento feuerbachiano de problematizar el fenmeno de la enajenacin, las Tesis encuentran una debilidad constitutiva: la ausencia de los elementos conceptuales necesarios para dar cuenta, en general, de ese proceso de enajenacin, cesin o transferencia de la funcin de sujeto y, en particular, de esa forma religiosa que l puede adoptar. En efecto, en una concepcin como la de Feuerbach para la cual el "nmndo mundanoJkgs el medio de la realizacin, autoafirmacin u objetivacin de la "esencia humana", y sta es un conjunto unitario y fijare necesidades, potencialidades o nimos comn a todos los individuos de la especie o "gnero" humanoel origen de ese "mundo enajenado" que "se desprende" del mundo real queda como un hecho casual o innecesario, es decir, inexplicable. Igualmente, el concepto feuerbachiano de la composicin de esa "esencia humana" que exalta al "nimo religioso" como su elemento predominante no tiene otra necesidad terica que la de ser la descripcin fctica o casual del tipo de individuos humanos (el "individuo abstracto" de la religiosidad moderna) que es observable en una sociedad peculiar, la sociedad que transita de la forma feudal a la forma burguesa. Para concebir a la enajenacin como determinacin de la situacin revolucionaria, indica este grupo de las Tesis, se requiere una problematizacin que en lugar de "diluir" el "mundo enajenado" en su "base mundana" muestre la necesidad de que el primero "se desprenda" de sta y cumpla con respecto a ella una funcin determinante. Una problematizacin que nicamente puede darse a partir de la estructura del discurso dialctico-materialista por cuanto slo ella permite concebir a esa "base mundana" no como una sustancia ya constituida y permanente, sino como el proceso en que se constituye la totalidad de un sujeto social y un objeto prctico, y en el que, por tanto, esas "autocontradicciones", "duplicaciones" o "enaje-
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naciones" y "revolucionamientos" se producen como momentos necesarios. Esta indicacin queda precisada (en la Tesis vi) cuando Marx enfrenta a la definicin que da Feuerbach del sujeto de la enajenacin de la "esencia humana" la suya propia: la "esencia humana real", anota, "es el conjunto de las relaciones sociales". Son stas, entonces, las que en el fenmeno de enajenacin neutralizan su contradiccin con las necesidades del proceso prctico; instituyndose en un mundo autnomo que acta determinantemente sobre l, y las que, al obstaculizar as su desarrollo, lo conducen a una situacin revolucionaria. Precisada en estos trminos, la indicacin del grupo B de las Tesis es al mismo tiempo una delimitacin del campo problemtico especfico donde el carcter dialctico-materialista del discurso comunista se realiza concretamente: el campo problemtico de la historia de las "formas determinadas de sociedad". La posibilidad histrica real del materialismo dialctico est en el trabajo terico del materialismo histrico.
En este grupo hemos reunido, en primer lugar y de manera central, a la Tesis x y, en segundo lugar y en papel complementario, a la Tesis ix y la parte final de la Tesis i. Transcribimos:
No nos parecen convincentes las razones aducidas por A. Schaff ("Au sujet de la traduction des Thses de Marx sur Feuerbach", en L'homme et la socit, nm. 22, pp. 30-31) para traducir "das menschliche Wesen", al comienzo de la Tesis vi, por "un tre humain". El injustificado cambio de la determinacin del artculo exagera la "terrenalizacin" del concepto de "esencia" en el paso de "la Esencia [metafsica, intemporal] del Hombre" a "la esencia Piistrica] humana" al identificarlo con "estructura singular de la persona" y no, como seria lo indicado por el contexto, con "estructura general del sujeto histrico".
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La Tesis x:
La posicin
civil [o burguesa]
[Standpunkt] del viejo materialismo es la sociedad [die brgerliche Gesellschaft]-, la posicin del
La Tesis ix:
Lo mximo a lo que llega el materialismo de la intuicin sensible
{der anschauende Materialismus], es decir, el materialismo que no concibe [begreift] a la materialidad [Sinnlichkeit] como actividad prctica, es a la observacin [Anschauung] de los individuos singulares y de la sociedad civil [der brgerlichen Gesellschaft]. La parte final de la Tesis i:
De ah [de la insuficiencia de su materialismo] que [Feuerbach], en
tamiento terico como el autnticamente humano mientras la praxis slo es captada y fijada en su forma suciamente juda de manifestacin De ah que no
El tema predominante que unifica a estos pasajes del texto de las Tesis no es ya una derivacin inmediata del primero y principal, elaborado en el grupo A; resulta ms bien de la realizacin o el ejercicio efectivo del discurso dialctico-materialista, como teora histrico-materialista, en el tratamiento de una cuestin particular de importancia excepcional: la cuestin de la actualidad o de la necesidad histrico-social de su propia existencia. Cul es y en qu circunstancias histricas se configura como determinante la problematicidad peculiar cuyo tratamiento exige la accin de un discurso terico
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de carcter dialctico-materialista? sta es la doble pregunta central que creemos reconocer como motivo de las anotaciones reunidas en este grupo c. El procedimiento que lleva a su respuesta es decir, tanto a la identificacin de tal problematicidad como a su ubicacin histrica consiste, tambin en este caso, en una contraposicin crtica de la fuente de determinacin que da origen al discurso materialista-dialctico con aquella de la que proviene el discurso materialista tradicional. A su vez, esta fuente de determinacin es considerada, en ambos casos, tanto en su sentido sincrnico esto es, como nivel de la problematicidad social- como en su sentido diacrnico esto es, como proyecto histrico efectivo. La identificacin de la fuente social de determinacin del materialismo dialctico se realiza mediante la siguiente contraposicin: mientras el discurso materialista tradicional trabaja sobre la base de la problematicidad que se constituye en el nivel propiamente "civil" del comportamiento social, el discurso dialctico-materialista trabaja sobre la base de la problematicidad que se constituye en el nivel propiamente "humano" del comportamiento social (o en el nivel propiamente "social" del comportamiento humano). El nivel "civil" de la socialidad es, de acuerdo a la tradicin hegeliana de su definicin,"^ aquel nivel del comportamiento y de la estructura social compuesto por el conjunto de las relaciones que mantienen entre s los hombres en calidad de personas libres o aisladas, propietarias privadas de
'' "B. Sociedad civil, unin de los miembros como individuos independientes en una universalidad que es por ello formal, en virtud de sus necesidades y gracias a la carta jurdica como medio para la seguridad de las personas y de la propiedad y a travs de un orden exterior, para sus intereses particulares y comimes." (Hegel, "Grundlinien der Philosophie des Rechts", Werke, t. vii, 157, p. 306, Suhrkamp, Frncfort / Main, 1970. Cfr. all mismo, 182 - 188, pp. 339-346)..
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mercaricas, s decir, en calidad de agentes del proceso de intercambio de mercancas o de distribucin de la riqueza abstracta. Por el contrario, el nivel propiamente "humano" de la socialidad es, de acuerdo al contexto de la obra de Marx en estos aos, aquel nivel bsico del comportamiento y la estructura sociales Compust por el conjunto de las relaciones que mantienen entr s los hombres en tanto que agentes d la produccin d la nq^za social cualitativa, es decir, en tanto que elementos singularment diferenciados dentro del siijeto colectivo o comunitario de la praxis o actividad prctica fundamental. Pero esta identificacin del nivel de la socialidad cuya problematicidad requiere o exige una elaboracin dialcticoniaterialist no es suficiente para indicar la necesidad real del discurso terico dialctico-materialista. Para serlo debe avanzar hasta volverse un reconocimiento de la oportuni-
"La creacin prctica de um. mundo objetivo, la elaboracin de la naturaleza no orgnica es la efectuacin del hombre como un ser genrico consciente, es decir, como un ser que se comporta en referencia al gnero como a su propia esencia o que se comporta como un ser genrico. [...] . "Precisamente en la elaboracin del mundo objetivo el hombre se efecta realmente como ser genrico. Esta produccin es su vida social en el trabajo. A travs de ella aparece la naturaleza como su obra y su realidad." (Marx, Manuscritos econmico-filosofieos,
MEGA,
"La produccin d la vida, tanto de la propia en el trabajo como de la ajena en la procreacin, se manifiesta inmediatamente como una doble relacin de una parte, como una relacin natural, y, de otra, como una relacin social [...]. "Esta concepcin de la historia [la del nuevo materialismo] se basa, pues, en la comprensin del proceso real de produccin, partiendo para ello de la produccin material de la vida inmediata, y en la concepcin de la forma de convivencia correspondiente a ste modo de produccin y engendrada por l, es decir, de la sociedad civil en sus diferentes fases, como el terreno de toda la historia." (Marx, La ideologa alemana, MEGA, Berln, 1932, i, 5, pp. 19 y 27. Cf. Neuverffentlichung des Kapitels i, en Deutsche Zeitschrift fur Philosophie, nm. 10, Berln, 1966, pp. 1212 y 1221).
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dad, adecuacin o actualidad histrica de ese requerimie^^^ o exigencia. Por ello, las Tesis del grupo c consideran a ja fuente de determinacin de la necesidad de los dos "materialismos" tambin en su sentido diacrnico: son dos movimientos o proyectos histricos reales represhtativos de sos dos niveles o modos diferentes de la socialidad los que constituyn verdaderamente a los dos tipos de problematicidad abordados, respectivamente, por el "viejo" discurso materialista y por el "nuevo". La problemtica del materialismo empirista o tradicional se levanta en realidad a partir de un movimiento histrico: del movimiento histrico "burgus" (r^erZic/i), que tiende a afirmar y ratificar, a reproducir y perpetuar el nivel civil (brgerlich) del comportamiento social en su funcin de nivel predominante o principal de toda la estructura social. Por el contrario, la problemtica propia del materialismo dialctico se constituye a partir del movimiento histrico tendiente a la instauracin del nivel prctico-comunitario del comportamiento social como nivel predominante o estructurante de la socialidad en su conjunto; se constituye, por lo tanto, a partir de un movimiento histrico tendencialmente comunista, radicalmente revolucionario con relacin a la organizacin vigente de la sociedad en trminos burgueses. Podemos decir, en resumen, que en el grupo c de las Tesis, el discurso terico materialista dialctico es presentado como un discurso que tiene una necesidad histrica en la medida en que es discurso terico comunista: un discurso terico que
^ Los dos usos estructural e histrico del trmino "brgerliche Gesellschaff: "sociedad civil", "sociedad burguesa", son distinguidos con claridad por Marx en La ideologa alemana, pp. 25-26: "La sociedad civil abarca todo el intercambio material de los individuos en una fase determinada de desarrollo de las fuerzas productivas." "La sociedad civil en cuanto tal slo se desarrolla con la burguesa." Cf. tambin el apndice de la carta de Engels a Marx del 23 de septiembre de 1852, en MEW, t. 28, p. 139.
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elabora una problemtica nueva la problemtica del proceso histrico de la praxis social, abierta para l por el movimiento histrico de la revolucin comunista. Complementarias del tratamiento directo dado al tema de este grupo c por la Tesis x son las observaciones, anotadas en la Tesis ix y en la parte final de la Tesis i, sobre el intento hecho por Feuerbach de aprehender tericamente la actividad social. Dentro de la problem|ica de un materialismo como el de Feuerbach materialismo empirista, que gira en torno al comportamiento social "civrf o "burgus", todo intento por concebir conceptualmente la praxis o la actividad cualitativamente productiva tiende necesariamente a reducir esta actividad fundamental al modelo de la actividad propia de los burgueses, de los individuos civiles aislados e interconectados slo por el movimiento del dinero, al modelo de la actividad "suciamente juda".^ Por ello, cuando Feuerbach impugna el orden social imperante tiene obligadamente que desconocer la posibilidad de la actividad como actividad revolucionaria, como actividad materialmente o "prcticamente crtica". Tiende, ms bien, con igual necesidad, a exaltar la actividad terica como la nica que escapa a la sordidez burguesa que l quisiera combatir. Tiende a ver la transformacin del mundo burgus ms como un proceso pedaggico que como un proceso revolucionario.
Sobra decir que por actividad "suciamente juda" Marx no entiende la actividad propia de una comunidad religiosa o de un grupo tnico determinado, sino la actividad propia de aquella funcin tesaurisadora o acumuladora de capital-dinero que las sociedades europeas adjudicaron a determinados miembros de la comunidad juda durante la poca mercantilista de la acumulacin originaria del capital. {Cf. Marx, "La cuestin juda", MEGA, Frncfort Main, 1927, pp. 605-606).
La Tesis iii:
La doctrina materialista acerca de la transformacin de las circunstancias [C/m.st72de] y de la educacin olvida que las circunstancias deben ser transformadas por los hombres y que el propio educador debe ser educado. Tiene por tanto que dividir
[sondieren]
tancias y de la actividad humana o [la] autotransformacin slo puede ser captada y comprendida racionalmente
La Tesis xi:
Los filsofos slo han distintas maneras;
de
El tema predominante en estas dos Tesis" resulta de una exploracin ms detenida del tema tratado en el grupo B. La determinacin de la problemtica especfica que concretiza al discurso dialctico materialista como teora histrico-materialista la problemtica de la historia de las "formas de sociedad" en que tiene lugar el proceso prctico circunscribe necesariamente al concepto de "transformacin" social, de modificacin histrica del sujeto prctico,
" En el examen de las Tesis de este grupo hemos tenido en cuenta sobre todo el estudio que de ellas hace Adolfo Snchez Vzquez en las pp. 130-135 de su libro Filosofa de la praxis, Grijalbo, Mxico, 1967. En la edicin de Siglo XXI, Mxico, 2003, pp. 167-181.
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en calidad de concepto clave dentro de esa problemtica. Y las Tesis del grupo D insisten precisamente en l; parecen responder a esta pregunta: cul debe ser el concepto propiamente dialctico e histrico-materialista de "transformacin social"?^^ El concepto materialista humanista de transformacin social se construye dentro de una problemtica -derivada de la experiencia bsica ^.dj^ la relacin sujeto-objeto como una relacin innecesaria o de exterioridad- que parte de la aprehensin terica dla vida social como un proceso de adecuacin o de conflicto entre dos entidades heterogneas, preexistentes a su enfrentamiento: el "hombre" y las "circunstancias" (materiales o econmico-polticas y espirituales o cultural-educativas). Sometido a este dualismo, el ncleo de la teora social del materialismo tradicional oscila entre dos explicaciones antinmicas, ambas unilaterales e insuficientes la una fatalista, la otra voluntarista de la relacin de determinacin entre el sujeto social y el medio social: o bien define al sujeto social como resultado del medio (material y espiritual), y entonces "olvida" la actividad humana (olvida que las circunstancias son transformables por l); o bien define al medio social como pura construccin o creacin (material y espiritual) del sujeto, y entonces "olvida" la vigencia autnoma de las instituciones (olvida que las circunstancias "educan" al hombre). Para este ncleo terico del materialismo social tradicional pensar la unidad de ambas determinaciones es tarea imposible. De ah que cuando la concepcin materialista humanista a diferencia de la concepcin materialista mecanicista de la transformacin social intenta salvar eclcticamente este di^ En las versiones anteriores aparece a continuacin el siguiente prra^ fo: "Una vez ms, ser la crtica que de este concepto da el materialismo empirista, en este caso humanista, la que abra el espacio para su formulacin en trminos dialctico-materialistas."
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lema adoptando la posicin voluntarista x>eroHSn rechazar la fetalista lo nico que hace es compendiar sus dos deficienciasi La transformacin social aparece entonces como la actividad Nereida por un sector del sujeto social por una lite reformadora y educadora para la cual el mundo institucional sera materia dctil, absolutamente determinable, mero resultado o creacin sobre el resto del sujeto social para el cual el mundo institucional ser imposicin frrea, absolutamente determinante. Una verdadera superacin del dilema inherente a la problematizacin materialista tradicional de la vida social slo puede darse dentro de una problemtica estructurada en torno a una aprehensin (dialctica) de la realidad social como proceso totalizador, constitutivo por igual del sujeto y del objeto sociales, de los agentes y de las iristituciones sociales: en una problematizacin que reconozca una relacin necesaria o de interioridad entre ellos. Esta problematizacin, como hemos visto, es precisamente la que lleva a cabo el discurso terico histrico-materialista. Cuando el materialismo histrico desarrolla su concepto de transformacin social no est obligado a elegir ni entre fatalismo y voluntarismo ni entre humanismo elitista y mecanicismo espontanesta; rebasa el planteamiento terico que desemboca en estas encrucijadas y parte de la aprehensin bsica del proceso histrico como proceso de "autotransformacin" de la sociedad, de interpenetracin de la dinmica "objetiva" o de las instituciones sociales, por un lado, y la dinmica "subjetiva" o de los agentes sociales, por otro. En su concepto, la transformacin social decisiva es el momento del proceso o la praxis social en que sus dos dinmicas interrelacionadas (el "cambio de las circunstancias" y la "actividad humana") "coinciden" en el plano de lo concreto: es un proceso revolucionario o una "praxis revolucionaria''.
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Esta definicin permite precisar el corolario que destacbamos en el grupo A de las Tesis, sobre la actividad terica como elemento constitutivo del proceso prctico. El pasaje final del texto, la Tesis xi, aporta esta precisin,^ Si es la praxis social la que funda la relacin semitica bsica y la que entrega as a la actividad terica el campo y el material significativos sobre los cuales sta realiza su labor especficamente conceptuall y si la praxis social es un proceso histrico que decide sus configuraciones concretas ^y por tanto las estructuraciones efectivas del campo semitico en los movimientos revolucionarios o de transformacin social, resulta necesario concluir que tambin las posibilidades concretas que tiene la actividad terica de alcanzar la "verdad", la calidad propia de su produccin, dependen esencialmente de esas "transformaciones del mundo". La "verdad" de la produccin terica slo puede consistir en su "poder" revolucionario especfico, es decir, en la realizacin concreta, en su plano
^ En "Apuntes para un comentario de las 'Tesis sobre Feuerbach'", de ^ 1974, los siguientes dos prrafos finales son como sigue: "Si es la praxis social la que funda la relacin semitica bsica y la que entrega as a la actividad terica el campo y el material significativos sobre los cuales sta realiza su labor especficamente conceptual, y si la praxis social es un proceso histrico que decide sus configuraciones concretas y por tanto las estructuraciones efectivas del campo semitico en los movimientos revolucionarios o de transformacin social, resulta necesario concluir que tambin las posibilidades concretas de la actividad terica de alcanzar la "verdad", la calidad propia de su produccin, dependen esencialmente de esos fenmenos revolucionarios. La 'verdad' de la teora, la calidad que ella persigue en su produccin, slo puede consistir en su 'poder', en la fuerza de su contribucin especfica y la realizacin concreta de esas 'transformaciones del mundo'. "De lo que se trata para la teora, si pretende ser verdadera, es de ser revolucionaria: de intervenir, en su nivel conceptual, en la reestructuracin del campo semitico necesaria para el cumplimiento cabal de la empresa revolucionaria. De no hacerlo as, la teora carece de verdad, no tiene 'poder' para acceder a lo real que est en proceso; su produccin es redundante, compone y descompone mensajes previsibles dentro de una problemtica ya solidificada y sin vida; el mundo se vuelve un panorama cifrado en el pasado, objeto de hermenuticas e 'interpretaciones'."
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conceptual, de esa reestructuracin o transformacin radical del campo semitico que es esbozada por el proceso revolucionario y que debe desarrollarse como componente esencial del mismo. Al asumir y efectuar la necesidad de revolucin inscrita espontneamente en el campo de trabajo terico, la actividad terica deviene, al mismo tiempo que revolucionaria (dotada de "poder"), "verdadera": supera las limitaciones ideolgicas en lugar de someterse a ellas. As, de lo que se trata para la teora, ,si pretende ser "verdadera", es de ser revolucionaria: de intervenir en el sentido del proceso que decide las posibilidades de su trabajo especfico. No hacerlo sera comportarse como "los filsofos": los que ratifican con su actividad una problemtica que invierte este orden real de determinacin y parten, por tanto, de la presuposicin de que la configuracin histrica del sistema semitico en la que teorizan o bien es inmutable o bien se transforma en virtud de una dinmica autosuficiente del propio sistema. Sera, en consecuencia, operar repetitivamente pero bajo la ilusin de una creatividad terica independiente: pretender que se es el origen de un nuevo saber al tiempo que lo nico que se hace en realidad es componer mensajes redundantes dentro de un campo discursivo solidificado y pasivamente enigmtico, superado ya por el proceso histrico prctico. Sera, en fin, enfrentarse al mundo ofrecindole productos tericos pretendidamente nuevos, que deberan iluminarlo y guiarlo, y no entregarle ms que imgenes remozadas de lo que l fue en el pasado: hermenuticas, "interpretaciones" de lo que l ya no es.
EL G R U P O A
La atencin ms evidente del pasaje inicial de las Tesis que concentra en s la funcin argumental d premisa est dirigida hacia las virtudes y los defectos del "materialismo tradicional" y el "idealismo". Esta atencin-que de por s no parece distinguirse de una curiosidad filosfica puramente profesional aclara su sentido cuando la leemos en relacin con la ltima frase de la misma Tesis i en la que Marx afirma que lo que propiamente requiere ser comprendido es "la significacin de la actividad revolucionria"; si interesa un juicio sobre el "materialismo tradicional" y el "idealismo", es justamente en la medida en que son los dos modos bsicos en que se suele de hecho satisfacer ese requerimiento. Las aporas en que iban a encerrarse las elaboraciones doctrinales socialistas de los aos 1840 cuando intentaban definir un objeto del tipo "actividad revolucionaria, crtico-prctica" demostraban, segn Marx, la imposibilidad de que el discurso terico revolucionario alcanzara autosuficiencia, coherencia y efectividad bajo la sujecin ideolgica a la estructura moderna-capitalista del discurso dominante constituida en torno a la antinomia "materialismo tradicionaF / 'Mealismo" y a su dinmica autorreproductiva. La necesidad de pensar el proceso revolucionario resultaba ser, simultneamente, necesidad de revolucionar el proceso mismo de pensar. Al referirse al "materialismo tradicional" y al "idealismo", lo que entra en la mira crtica de Marx no es el contenido de los filosofemas definitorios de dos doctrinas presentes en el
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panorama de la historia del pensamiento; no se trata, para l, de elegir entre dos posiciones u opiniones filosficas ni de sintetizarlas o superarlas en otra concepcin del mundo. Marx se refiere a uno y otro como definiciones (Bestimmungen) del mbito (Bereich) de la aprehensin cognoscitiva, del campo de posibilidades del comportamiento terico en el que un objeto puede ser captado (gefaszt) o no. Su crtica apunta no tanto hacia el saber producii^o explcitamente en el discurso cientfico filosfico moderno, sino ms bien hacia el horizonte epistmico implcito o supuSto como condicin de ese discurso; ms precisamente, hacia las dos configuraciones especficas, contrapuestas pero complementarias, que adquiere su estructura. "Materialismo tradicional" e "idealismo" dan su nombre a estas dos configuraciones epistmicas modernas porque, segn Marx, el ncleo de su constitucin parece estar en la eleccin ontolgica ms elemental y ms radical que ellas contienen: la definicin de lo que es el objeto i (Gegenstand) como "realidad, materialidad" del objeto ii (Objekt). Lo ms simple y fundamental, lo determinante "en" el mbito de una teora es la manera en que all se da forma a la experiencia irreductible de la presencia de sentido en lo real o de la existencia de lo real como dotado de sentido, o, lo que es lo mismo, la manera en que all se da forma, en general, a la propia capacidad de aseverar algo, de producir significaciones lingsticas. El pasaje inicial de las Tesis esboza un juicio crtico sobre las virtudes y los defectos (Vorzuege und Nachteile) de las dos versiones en conflicto en las que se configura el horizonte epistmico de la poca moderna o burguesa: mientras la configuracin materialista-empirista ("materialismo tradicional") del discurso terico moderno se basa en una problematizacin insuficiente o superficial de la objetividad del objeto (des Objektes als Gegenstand), la modalidad idealistaracionalista ("idealismo") se comporta, en cambio, de manera
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inconsecuente con el principio de problematizacin adecuada del que ella parte en su "captacin" terica de la objetividad (Gegenstaendlichkeit). El "materialismo tradicional" se levanta a partir de una nocin bsica del objeto i {Gegenstand) en la que ste queda reducido o asimilado a la constitucin propia del objeto ii {Objekt} en la intuicin o contemplacin, es decir, a la constitucin de un hecho que se impone, en plena exterioridad, como pura presencia casual, carente de necesidad, a un sujeto preexistente que simplemente lo constata. La objetividad {Gegenstaendlichkeit) es concebida aqu como una substancia inherente al Objekt con independencia respecto de cualquier tipo de relacin sujeto/objeto. Se dira que la presencia de sentido en lo real es presupuesta como un estado expresivo espontneo o inerte de las cosas, previo a toda actividad de comunicacin y significacin. La crtica de Marx a este materialismo consiste en afirmar su ingenuidad o falta de radicalidad terica. No llega a plantearse el problema de la objetividad {Gegenstaendlichkeit) del objeto 1 {Objekt)] supone para ella un fundamento que slo 1 puede ser metafsico. Para Marx, la objetividad debe ser captada sobre la base de la relacin en que se encuentra con la actividad de un sujeto: "subjetivamente". Y el sujeto no puede ser otro que la "praxis", la "actividad humana material {sinnlich)". El entendimiento {Verstand) y el objeto ii {Objekt) no seran as otra cosa que la modalidad epistmica de la relacin fundante entre la praxis y su objeto I {Gegenstand). En la metafsica objetivista de este materialismo Marx que se considera su continuador revolucionario reconoce la exageracin de un momento terico que el discurso comunista debe rescatar: la insistencia en el carcter irreductible de la objetividad {Gegenstaendlichkeit) del objeto ii {Objekt) a la actividad del entendimiento {Verstand).
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Por s parte; el idealismo moderno implica una problematizacin d la objetividad que s alcanza a concebirla "subjetivamente" a partir de un proceso fundante en el que un en-s simple e indiferenciado s convierte en una totalidad compleja y diferenciada de sujeto y objeto, de conciencia y sentido. Pero es precismente esta problematizacin adecuada de la objetividad la que, segn Marx, se encuentra en el "idealismo" de manera deformada y mis1^ada: empobrecida en su sentido radical. El "idealismo" descuida y deja de lado la funcin constitutora que tiene la relacitf^sujeto/objeto con respecto a cada uno de sus dos trminos: erige al primero de ellos, al sujeto, en calidad de origen y fundamento de la misma. Inconsecuente con el planteamiento crtico del problema de la objetividad, lo resuelve de manera tal, que el proceso de constitucin aparece como un acto unilateral en el cual el sujeto "pone" o al menos construye al objeto. El pasaje inicial de las Tesis califica de "abstracta" que deja de lado el todo y slo considera la parte a esta manera en que el discurso terico-idealista-racionalista "desarrolla el aspecto activo" o "subjetivo" de la objetividad. Y explica: lo es porque la experiencia terica que posibilita ese desarrollo es tambin "abstracta", es decir, "ignora la actividad real", tiene lugar en un solo nivel de la praxis social, el de la actividad espiritual o terico-especulativa, donde la razn o la fantasa parecen expresarse soberanamente en un medio pasivo a su entera disposicin. La posibilidad de un discurso terico capaz de tematizar asuntos como la "actividad revolucionaria" implica, por lo tanto, para Marx, la superacin ella misma revolucionaria del dilema epistemolgico moderno que, por un lado, conduce al materialismo hacia la metafsica y, por el otro, lleva a la dialctica hacia el idealismo. En efecto, el discurso terico del comunismo debe, en primer lugar, vencer la insuficiencia de la problematizacin materialista-empirista de la objetividad
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mediante la adopcin del carcter "subjetivo" o dialctico de acuerdo con una terminologa ms adecuada del propio Marx de la problematizacin idealista-racionalista: debe sustentarse en una nocin de la objetividad como proceso fundante de toda relacin sujeto-objeto y por tanto de toda presencia de sentido en lo real. Debe, en segundo lugar, recobrar y "poner de pie" la radicalidad de esa problematizacin dialctica mistificada en su desarrollo "idealista", plantendola como una problematizacin dialctico-materialista o, mejor, dialcticoprctica: debe sustentarse en la identificacin de ese proceso fundante como un proceso de "metabolismo" materialprctico en el que se constituyen a un tiempo el hombre y la naturaleza. Cabe indicar que, si bien la filosofa de Feuerbach es la causa precipitante de la redaccin de las Tesis, su funcin en ellas se reduce a la de ser el ejemplo de un intento bien intencionado pero fallido de trazar los lineamientos fundamentales de una teora de la emancipacin humana: cuando quiere ser materialista, descuida el "aspecto activo" de la objetividad ("la materialidad como actividad"), no llega a ser "subjetivo", dialctico; cuando quiere tener en cuenta ese "aspecto activo" ("la propia actividad humana"), deja de ser materialista. El Grupo A incluye, a manera de corolario, una precisin acerca de la relacin teora/praxis: el campo en el que tiene lugar la actividad terica y el material que ella introduce en la dimensin especfica de su trabajo deben ser concebidos como su condicin, y no como su producto o resultado. La praxis social es ella, por s misma, proceso de constitucin de sentido en lo real: las significaciones que se componen en su nivel fundamental delimitan y estructuran el campo de posibilidades de la produccin de significaciones especficamente tericas. Por ello, la "verdad" del discurso terico y tambin su "falsedad", su evasin al "misticismo"slo puede ser explicada si se concibe a ese discurso como momento componen-
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te del proceso histrico-prctico en su totalidad, y no como acto independiente de figuracin adecuada o inadecuada, de representacin "realista" o "irrealista" de una cosa. Lo que constituye la "verdad" del discurso terico es su capacidad de compenetrarse con ese proceso: de elaborar conceptualmente las significaciones que se generan en l y que, una vez trabajadas, deben revertirse sobre l como aportes a su autotransformacin. En otras palabras, su "verdad" reside en su "poder": en su participacin especfica y efectiva en la realizacin de la tendencia fundamental que por definicin es afirmadora de la vida del proceso histrico-prctico.
EL G R U P O B
A partir del carcter "subjetivo", "prctico" o "dialctico" del materialismo que corresponde al discurso comunista, las Tesis aqu incluidas derivan una delimitacin general del campo problemtico especfico que le est marcado por su concrecin histrica. Si lo real, concebido como la praxis en proceso, se encuentra en una configuracin histrica que lo determina esencialmente como el acontecer de una transformacin fundamental de la socialidad humana, resulta necesario que su crisis o su problematicidad se concentren precisamente en la dimensin poltico-social de su existencia. Por esta razn, el discurso dialctico-materialista debe constituirse concretamente en torno a la problemtica de la historia de las formas o modos sociopolticos dentro de los cuales tiene lugar el proceso de vida del ser humano; debe configurarse como materialismo histrico, como teora materialista y dialctica de la sociedad y de su historia. Esta delimitacin del contenido problemtico general del discurso terico comunista se alcanza mediante una crtica del concepto con el que el discurso materialista de Feuerbach
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intenta pensar las condiciones revolucionarias de su tiempo: el concepto de "autoenajenacin religiosa de la esencia humana'". Se indica primero la insuficiencia de la aproximacin (Ansatz) feuerbachiana para aprehender tericamente el lugar (el nivel de la "esencia humana") en que se da esa situacin revolucionaria o de "enajenacin" y se pasa en seguida a la postulacin de lo que debe ser la aproximacin histrico-materialista. Cmo explicar el fenmeno de "la duplicacin del mundo en uno religioso y otro mundano" y la sujecin de ste bajo el primero? Feuerbach lo intenta en trminos materialistas mediante la reduccin de la vigencia de la entidad divina a una modalidad enajenada de la propia existencia profana, mediante la "disolucin del mundo religioso en su base mundana". Para l, la enajenacin religiosa consiste en la cesin {Entaeusserung) o transferencia que la "base mundana" o mundo del sujeto, de la "esencia humana", hace de la funcin "subjetiva", activa o determinante, que le pertenece esencialmente, al "mundo religioso", mundo creado o mundo-objeto. Pero su intento es insuficiente, segn Marx, pues no permite comprender la razn de ese fenmeno de enajenacin. Para concebir a la enajenacin como determinante de la situacin revolucionaria moderna, este grupo de Tesis propone una problematizacin que, en lugar de "diluir" el "mundo enajenado" en su "base mundana", muestre la necesidad de que el primero "se desprenda" de sta y cumpla con respecto a ella una funcin determinante; una problematizacin que permita aproximarse tericamente a esa "base mundana", no como a una esencia ya constituida y permanente, sino como a un proceso de constitucin en el que esas "autocontradicciones", "duplicaciones" o "enajenaciones" tienen lugar como momentos del mismo. Para mostrar la viabilidad de su propuesta, Marx enfrenta a la definicin que da Feuerbach del sujeto de la enajenacin, de la "esencia humana", la suya propia: la "esencia humana real", anota, "es el conjunto de las relaciones socia-
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les". Son stas, entonces, las que, en el fenmeno de la enajenacin, neutralizan la contradiccin en que se encuentran con las necesidades del proceso prctico y se instituyen en un mundo autnomo que acta determinantemente sobre l; son ellas las que, al obstaculizar as su avance, lo conducen a una situacin revolucionaria. La crtica a Feuerbach ratifica as a Marx en su idea de que el carcter dialctico-materialista del discurso comunista slo puede realizarse concretamente en el tratamiento de las "formas determinadas defi^Sociedad": la posibilidad histrica real de un materialismo dialctico est en el trabajo terico del materialismo histrico.
EL G R U P O C
En qu consiste la necesidad social y cul es la actualidad histrica del discurso terico comunista como discurso materialista dialctico? El primer paso del materialismo histrico es, en estas Tesis, su autocuestionamiento. La identificacin de la fuente social de determinacin del materialismo dialctico se cumple mediante la siguiente contraposicin: mientras el discurso materialista tradicional trabaja sobre la problematicidad que resulta en el nivel propiamente "civil" del comportamiento social, el discurso materialista dialctico trabaja sobre la que se genera en el nivel propiamente "humano" del comportamiento social (o en el nivel propiamente "social" del comportamiento humano). El nivel "civil" de la socialidad es, de acuerdo con la estirpe hegeliana de su definicin, aquel nivel del comportamiento y de la estructura sociales compuesto por el conjunto de las relaciones que mantienen entre s los hombres en calidad de personas libres o independientes, es decir, en calidad de propietarios privados o agentes del proceso de intercambio de mercancas.
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de distribucin de la riqueza abstracta. Por el contrario, el nivel propiamente "humano" de la socialidad es, de acuerdo con el pensamiento de Marx en esa poca (cf. los Manuscritos econmico-filosficos de 1844), aquel nivel bsico del comportamiento y la estructura sociales compuesto por el conjunto de las relaciones de convivencia que prevalecen entre los seres humanos en tanto que individuos concretos en el trabajo y el disfrute sociales de la riqueza cualitativamente plena. La identificacin de la oportunidad, adecuacin o actualidad histrica del discurso comunista, materialista dialctico, se cumple tambin mediante la comparacin de los dos materialismos. La problemtica del materialismo empirista o tradicional se sustenta sobre la realidad del proyecto y el movimiento histrico de la burguesa moderna, que tiende a afirmar y reproducir al comportamiento social del intercambio mercantil en su funcin actual de nivel predominante de toda la socialidad. Por el contrario, la problemtica propia del materialismo dialctico se levanta a partir del proyecto social y poltico tendiente a la instauracin del nivel prctico-comunitario del comportamiento social como nivel estructurante de la vida social en su conjunto; a partir, por lo tanto, del movimiento histrico tendencialmente comunista, radicalmente revolucionario respecto de la organizacin vigente de la sociedad.
EL G R U P O D
Aqu el tema del Grupo c se particulariza: cul debe ser el concepto propiamente dialctico, histrico-materialista de "transformacin social"? La contraposicin metdica del "nuevo materialismo" con el "viejo" sirve nuevamente para su tratamiento. Segn Marx, el discurso materialista de Feuerbach, acorde con su incapacidad para captar la constitucin unitaria del sujeto y el objeto, construye un concepto de transformacin
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social que parte de la aprehensin terica de la vida social como un proceso de adecuacin o conflicto entre dos entidades heterogneas, preexistentes a su enfrentamiento: el "hombre" y las "circunstancias" (materiales o econmico-polticas y espirituales o cultural-educativas). Sometido a este dualismo, la teora social del materialismo tradicional oscila entre dos explicaciones antinmicas, ambas unilaterales e insuficientes la una fatalista, la otra voluntarista de la relacin entre el sujeto social y el medio social: o bien espontanesta define al sujeto social como lesultado del medio (material y espiritual), y entonces "olvida la actividad humana (olvida que las circunstancias son transformables por l); o bien elitista define al medio social como pura creacin (material y espiritual) del sujeto, y entonces "olvida" la vigencia autnoma de las instituciones (olvida que las circunstancias "educan" al hombre). Por el contrario, cuando el materialismo histrico construye su concepto de transformacin social, no est obligado a elegir entre fatalismo y voluntarismo ni entre humanismo elitista y mecanicismo espontanesta. El proceso histrico es, para l, un proceso de "autotransformacin" de la sociedad, de interpenetracin de la dinmica "objetiva" o de las instituciones sociales, por un lado, y la dinmina "subjetiva" o de los agentes sociales, por otro. En su concepto, la transformacin social decisiva es el momento de la praxis social en que sus dos dinmicas interrelacionadas (el "cambio de las circunstancias" y la "actividad humana") "coinciden" en el plano de lo concreto: hacen de ella "praxis revolucionaria". La Tesis xi ("Los filsofos slo han interpretado el mundo de distintas maneras; de lo que se trata es de transformarlo") ahonda en el corolario del Grupo A. Si es la praxis social la que entrega a la actividad terica el campo y el material significativos sobre los cuales sta realiza su labor especficamente conceptual, y si la praxis social es un proceso histrico que decide
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sus configuraciones concretas en los movimientos revolucionarios, resulta necesario concluir que tambin las posibilidades reales que tiene la actividad terica de alcanzar la "verdad", la calidad propia de su produccin, dependen esencialmente de esas "transformaciones del mundo". As, de lo que se trata para la teora, si pretende ser "verdadera", es de ser revolucionaria: de comprometerse en el sentido del proceso que decide las posibilidades del trabajo que le es propio, de superar las limitaciones ideolgicas en lugar de someterse a ellas. No hacerlo sera comportarse como "los filsofos": los que ratifican con su actividad una problemtica que invierte este orden real de determinacin y presuponen que la configuracin histrica del horizonte epistmico en el que teorizan o es inmutable o es independiente. Sera enfrentarse al mundo para ofrecerle productos tericos pretendidamente nuevos, que deberan iluminarlo y guiarlo, y no entregarle otra cosa que imgenes remozadas de lo que l fue en el pasado: hermenuticas, "interpretaciones" de lo que l ya no es.
56 BIBLIOGRAFA^
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ENAJENACIN/MATERIALISMO Yi PRAXIS^
INTRODUGGIN: P O R QU ES GRTIGO EL DISGURSO DE M A R X
1. Hace apenas unos aos el marxismo, o mejor dicho las teoras que derivan de alguna manera del discurso que Marx elabor en el siglo xix, eran tratadas, como se deca de Hegel alguna vez, como perro muerto. El marxismo resultaba paradigmtico de lo extemporneo, de lo que no deba hablarse. Sin embargo, desde hace poco se comienza a percibir una preocupacin que aunque discreta y lenta es indudabl por ciertos temas y aspectos de la teorizacin de Marx que podra indicar que se encuentra en curso una reactualizacin del discurso marxista; ciertos conceptos y ciertos problemas y maneras de abordar estos problemas que son propios de este discurso comienzan nuevamente a interesar en el mundo de la alta cultura en que nos movemos. Por otro lado, el proceso de higienizacin del discurso terico para expulsar todo lo que all pudiese haber de aspectos marxistas nunca pudo cumplirse a cabalidad. Sin duda hay marxemas de los cuales las ciencias sociales no han podido deshacerse, por ms que lo han intentado. Sin embargo, ante esta posible reactualizacin del marxismo habra que preguntarse qu marxismo es el que est siendo demandado o qu aspectos del marxismo parecen ser interesantes hoy. Pero es claro que no es ese marxismo para el cual no existe la profunda crisis por la que estn jasando actualmente la sociedad contempornea y el discurso terico en su
^ Conferencia magistral dictada el 4 de diciembre de I995;en la Facultad de Filosofa y Letras de la UNAM, en el ciclo de mesas redondas conmemorativo de los 150 aos de la redaccin de las "Tesis sobre Feuerbach" organizado por el Seminario de El capital.
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conjunto, y por la que el marxismo pas y sigue pasando en su problemtica interna despus del derrumbe del socialismo real que lo enarbolaba como teora oficial. Hay muchos marxistas que no percibieron la radicalidad de esa crisis y que por ende nunca dudaron de que la letra del discurso que ellos manejaban debiese ser siquiera cuestionada. Ellos de alguna manera perciben que de nuevo ha llegado su momento, que simplemente hay que desempolvarse y salir nuevamente a lucir en el terreno de las discusiones tericas. Creo que no es ste el marxismo que va a ser demandado en estos das y que los aspectos del discurso marxista que pueden tener inters hoy tienen que ver ms bien con lo especfico del discurso de Marx, es decir, con su carcter crtico. Como discurso crtico, el marxismo se afirma en tanto que estrategia discursiva en un cierto momento de transicin de la poca de crisis de la modernidad hacia algo diferente. La obra principal de Marx sigue siendo El capital. Crtica de la economa poltica. Crtica quiere decir en este sentido imposibilidad de construir un discurso positivo paralelo al discurso establecido por la modernidad, imposibilidad de crear un corpus de saber alternativo al corpus de saber cientfico elaborado por la modernidad capitalista en lo que respecta a las ciencias sociales, a la tematizacin de la vida de los hombres y su historia. Esta imposibilidad est determinada por el hecho de que el dominio en la modernidad capitalista en el terreno del discurso afecta al cdigo mismo con el que es posible construir un discurso. La modernidad capitalista no propone un conjunto de contenidos para el discurso sino que amarra o estructura de una manera precisa las posibilidades de la reflexin discursiva en el terreno de las ciencias sociales. Desde la perspectiva de la crtica de la ideologa que hace Marx, es evidente que todo intento de tematizar o problematizar, de exponer, explicar o reflexionar positivamente sobre la modernidad capitalis-
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ta necesariamente deber seguir los lineamientos l^damentados y las estructuras de ese amarre ideolgico del cdigo con el que es posible pensar y descifrar lo real, i Por ello en El capital se presenta la estrategia discursiva de la crtica, es decir, la estrategia de arribar a la verdad a travs de la desconstruccin del discurso establecido. La crtica de la economa poltica no es la construccin de una ciencia econmica alternativa a la establecida, sino la reconstruccin o la percepcin de lo que puede ser la realidad de la economa a travs de la desmistificacin del discurso que la economa poltica hace en torno a la realidad econmica moderna. En este sentido, el discurso crtico es siempre parasitario, est ah para desconstruir el discurso positivo y no para destruirlo mediante otro discurso ms poderoso. El intento de construir un discurso ms poderoso, una "ciencia proletaria", de establecer al marxismo como un cuerpo de saber alternativo y mejor o superior al cuerpo del saber de la modernidad capitalista, eso es justamente lo que constituy el famoso marxismo sovitico del socialismo real. Cuando volvemos sobre cualquier tema de la obra de Marx, es importante subrayar este aspecto relativo a la conformacin difcil, el descubrimiento difcil, la invencin difcil de esta estrategia discursiva que tambin difcilmente, de manera hasta cierto punto balbuceante, se expone en esta obra inconclusa que es El capital.
Ahora bien, cuando hablamos de una obra temprana de Marx como son las "Tesis sobre Feuerbach" se nos plantea el problema, sumamente interesante, que es el de rastrear la gnesis de este discurso crtico. Empero, la pregunta que acompaa a
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todo el que se acerca a una obra temprana de Marx con la preocupacin por el discurso de la crtica de la economa poltica es sta: de qu manera existi, en una primera versin, ese discurso que despus se desarrolla de manera tan magistral en El capitali Hay muchos teoremas que se encuentran mucho mejor desarrollados en la obra del Marx maduro si los comparamos con los esbozos balbuceantes de las primeras obras. Rastrear la gnesis del curso crtico de Marx en las obras primeras conlleva una cierta fascinacin en la medida en que cada nuevo momento en el perfeccionamiento de un discurso implica no slo un aprovechamiento de aquello que existi anteriormente, en el estado de la formulacin del discurso al que haba llegado el autor en aquella etapa anterior, sino que el nuevo autor, que viene a suceder al anterior, tambin aprovecha ciertos aspectos de lo que exista ya y desecha otros. Es un trabajo fascinante, digo, tener en cuenta esos asipectos desechados, aquello que no va a contribuir directamente en la construccin del nuevo discurso, y no slo lo aprovechado, porque esto desechado puede tener muchos elementos, sugerencias o sesgos creativos que deben ser sacrificados en provecho del progreso de una determinada teora pero que en s mismos tienen una gran validez. Este es el caso de las "Tesis sobre Feuerbach". En efecto, en este trabajo temprano de Marx vamos a encontrar esbozados rpidamente determinados aspectos que van a ser esenciales del discurso de Marx pero tambin ciertos momentos, cierto tono, cierta intencin, un conjunto difuso de caractersticas qu despus ya no van a estar en la obra de Marx pero constituyen una riqueza por s mismas. Las "Tesis sobre Feuerbach" son, como se sabe, anotaciones muy de paso que hizo Marx en una libreta que estaba destinada a recados y anotaciones domsticas, y que tienen que ver directamente con los aspectos tericos ms centrales de una
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obra/que estaba preparando l junto con suiamigo Engels, el famoso libro, que qued como manuscrito para siempre, de La ideologa alemana, es decir, su toma de distancia, su crtica respecto de sus contemporneos con quienes haban comenzado la elaboracin del discurso crtico. En esos once pequeos textos, casi alforsticos, Marx apunta rpidamente ideas que le parece que son esenciales o centrales para desarrollarlas ms tarde junto con Engels en la elaboracin de aquel manuscrito. En lo que sigue voy a abordar tres temas centrales que se presentan en estas a saber: la enajenacin religiosa tratada precisamente por Feuerbach, el materialismo y su base histrico-social y el concepto de praxis. Pero antes de entrar en este comentario, vale la pena insistir en que estas anotaciones son hechas por un terico joven y revolucionario. Es importante tener en cuenta este hecho puesto que no siempre estamos a la altura o en la situacin o en las condiciones propias de aqul que escribi lo que; estamos leyendo. Se trata de un texto que slo puede comprenderse dentro de un momento histrico y dentro de la participacin en ese momento histrico de quien las redacta. Es un joven terico revolucionario, un hombre de teora que sin embargo cree estar directamente conectado con un amplio movimiento histrico que lo involucra esencialmente y en el cual l de alguna manera participa, que es el movimiento revolucionario. Estas Tesis slo entregan completamente su sentido si se las tiene en cuenta dentro de este contexto revolucionario. En la atmsfera que rodea la redaccin de estas Tesis hay lo que Lukcs llamaba, 80 aos despus, la "actualidad de la revolucin". La revolucin no parece ser un tema lejano, algo que aconteci alguna vez y que tal vez nunca ms vuelva a acontecer, sino que parece ser algo que est ah en el aire, a la orden del da. Esta
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es la ctalidad de la revolucin y dentro de ella cree encontrarse Marx cuando escribe rpidamente estas notas. Ahora bien, este joven revolucionario que es Marx cuando escribe estas notas es un hombre de letras, un cientfico social revolucionario, pero que participa de una poca en la que se da la conjuncin entonces sumamente prometedora del mito de la revolucin y el concepto de revolucin. El joven Marx est imbuido, compenetrado del mito de la revolucin, algo que es propio del espritu de su poca, sobre todo despus de la Revolucin francesa."! El mito de la revolucin es una historia que cuenta que el ser humano es capaz de crear las formas sociales de su convivencia, que est en capacidad de fundar, y sobre todo de refundar en cualquier momento los lineamientos y las formas propias de su socialidad. La socialidad es una materia dctil con la cual el ser humano puede trabajar, a la que puede moldear a su antojo en un momento u otro. La Revolucin francesa fue uno de estos momentos, ella fue la comprobacin de que efectivamente esta capacidad humana era real. La Revolucin francesa crey efectivamente poder reconstruir todo el mundo de lo social; se invent un nuevo calendario, nuevas frmulas lingsticas, una nueva arquitectura, una nueva idea del amor y de la ciudad. Todo poda ser reinvent ado y refundado de nuevo. Lo propio del mito de la revolucin es esta idea de que el hombre en cualquier momento est en capacidad de hacer tabla rasa de las instituciones del pasado, de borrar todo lo que qued escrito en la tradicin y comenzar desde cero a construir con sus propias manos y con su propio ingenio desde los cimientos hasta los pisos ms elevados de la construccin social. Se trata de una hybris, una exageracin, una prepotencia del hombre respecto de su propia historia, respecto de las formas de su propia tradicin, de su propia socialidad.
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Cuando Hablamos entonces de Marx como el redactor de las "Tesis sobre Feuerbach V hablamos de un joven revolucionario que est totalmente convencido del mito de la revolucin, pero al mismo tiempo hablamos de un revolucionario que maneja el terreno der discurso y que percibe no slo este momento mesinico y apocalptico propio del mito de la revolucin, sino tambin que elhiecho de la revolucin tiene su esencia no tanto en esta fabulosa capacidad de deshacer y rehacer el mundo, sino en que tiene ante s la tarea de transformar radicalmente las relaciones sociales de convivencia, que no consiste en borrar el pasado o la tradicin y hacer tabla rasa de las instituciones para poner algo totalmente nuevo sobre ellas, sino el hecho de que la revolucin no es otra cosa que la transformacin radical de la configuracin existente de las relaciones sociales de convivencia. Desde este punto de vista, la revolucin no es como lo plantea el mito de la revolucin- la conquista del paraso, la entrada definitiva en la poca de la felicidad, el momento de la eliminacin de las contradicciones, es decir, la reconciliacin total del hombre con la naturaleza y consigo mismo; no es, pues, el acceso al paraso, al lugar en el que ya no existe el sufrimiento ni la preocupacin y donde todo es felicidad y disfrute; en el que todos hemos regresado a la condicin de animales maravillosos propios del paraso terrenal del que alguna vez fuimos expulsados, sino que la revolucin es la conquista, la emancipacin d la capacidad del hombre de ser feliz o infeliz, es decir, de la capacidad que lleva justamente no a la construccin de un cielo desde la tierra sino simplemente a la construccin de un mundo terrenal, que sea simple y llanamente terrenal, que no est invadido, controlado ni administrado por entidades supraterrenales que estn vigentes sobre l desde fuera. Esta idea de que de lo que se trata es de transformar las relaciones sociales de la convivencia en el sentido de la emanci-
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pacin de los hombres es el ^entido del concepto de revolucin, que es diferente, como pdemos ver, del sentido del mito de la revolucin. Sin embargo, desde estas "Tesis sobre Feuerbach'\ ambos van a estar conectados ntimamente no slo en el discurso de Marx sino en el de muchos de sus seguidores hasta nuestros das. Y es fescinnte observar de qu manera estn trabajndose mutuamente en estas "Tesis sobre Feuerbach" estos dos aspectos, ese netp de la revolucin y este concepto de revolucin.
Leamos las Tesis vi, vii y iv: .2 La Tesis vi sobre Feuerbach dice lo siguiente:
Feuerbach disuelve la esencia religiosa en la esencia humana, pero la esencia humana no es un abstractum inherente al individuo singular. En su realidad, es el conjunto de las relaciones sociales. Feuerbach, que no entra en la crtica de esta esencia real est obligado^ por tanto: 1) a hacer abstraccin del acontecer histrico y a fijar como independiente el nimo religioso y a presuponer un individuo humano abstracto. Por lo tanto, 2) a considerar que la esencia slo puede ser captadas como "gnero", como universalidad interior, inexpresiva, que conecta naturalmente a los muchos individuos.
^ En su exposicin el autor introduce ligeras variantes respecto de su propia traduccin del texto de las Tesis que se conservan en la presente edicin. (Cf. el texto completo al final del presente volumen).
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En la Tesis VII contina: Feuerbach no ve, por tanto, que el propio "nimo rehgioso" es un producto social, y que el individuo abstracto que l analiza pertenece a unaformadeterminada de sociedad. Y en la Tesis iv, dice Marx: Feuerbach parte del factum de la autoenajenacin religiosa, de la duplicacin del mundo en uno religioso y otro mundano. Su trabajo consiste en disolver el mundo religioso en su base mundana. Pero el hecho de que la base mundana se desprende de s misma y se fija como un reino independiente en las nubes slo es explicable a partir del autodesmembramiento y del autocontradecirse de esta base mundana. Es esta entonces, en s misma, la que debe ser tanto comprendida en su contradiccin como revolucionada prcticamente. Es decir, por ejemplo, una vez que la familia mundana ha sido descubierta como el misterio de la Sagrada Familia, debe ahora ser aniquilada terica y prcticamente. Gmo explicar entonces el fenmeno de la duplicacin del mundo en uno religioso y otro mundano, y la sujecin de ste bajo el primero? Feuerbach lo intenta, en trminos materialistas, mediante la reduccin de la vigencia de la entidad divina a una modalidad enajenada de la propia existencia profana, es decir, mediante la disolucin del mundo religioso en su base mundana. Para l la enajenacin religiosa consiste en la cesin o transferencia que la base mundana, el mundo del sujeto o de la esencia humana, hace de la funcin subjetiva, activa o determinante, que le pertenece esencialmente, al mundo re^ ligioso que es el mundo creado o mundo objeto. Sin embargo, su intento es insuficiente, segn Marx, pues no permite comprender la razn de ese fenmeno de enajenacin.
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Para concebir a la enajenacin como determinante de la situacin revolucionaria moderna, las Tesis proponen una problematizacin que en lugar de diluir el mundo enajenado en su base mundana muestre la necesidad de que el primero se desprenda de sta y cumpla, con respecto a ella, una funcin determinante. Tal problematizacin permite aproximarse tericamente a esta base mundana no como a una esencia ya constituida y permanente,, sino como un proceso de constitucin en el que sus autocontradicciones, duplicaciones o enajenaciones tienen lugar como momentos del mismo. Para mostrar la viabilidad de su propuesta, Marx critica la definicin que da Feuerbach del sujeto de la enajenacin de la esencia humana y le enfrenta a esta definicin la suya propia. La esencia humana real, dice Marx, es el conjunto de las relaciones sociales, y son estas relaciones las que, en el fenmeno de la enajenacin, neutralizan la contradiccin en que se encuentran con las necesidades del proceso prctico y se instituyen en un mundo autnomo que acta determinantemente sobre l; son ellas las que, al obstaculizar as este proceso, lo conducen a una situacin revolucionaria. La crtica a Feuerbach lleva as a Marx a la idea de que el carcter dialctico-materialista del discurso comunista slo puede realizarse concretamente en el tratamiento de las "formas determinadas de sociedad". La posibilidad histrica real de un discurso materialista est en el trabajo terico del discurso histrico; Si lo real concebido como la praxis en proceso se encuentra en un configuracin histrica que lo determina esencialmente como el acontecer de una transformacin fundamental de la socialidad humana, resulta necesario que su crisis o su problematicidad se concentre precisamente en la dimensin poltico-social de su existencia. Por esta razn, el discurso dialctico-materialista debe constituirse concretamente en torno a la problemtica de la historia, de las formas o modos sociopolticos dentro de los
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cuales tiene lugar el proceso de vida del ser humano. Este discurso debe configurarse, pues, como materialismo histrico, como teora materialista y dialctica de la sociedad y de su historia. Este es entonces el planteamiento que nos ofrece Marx respecto al tema de la enajenacin religiosa. Su crtica a Feuerbach seala que su discurso no es capaz de percibir la razn de ser del desdoblamiento del mundo en el mundo terrenal y en el mundo celestial, cul es la razn de que el hombre enajene sus capacidades, sus funciones, sus facultades, comportndose ante ellas como funciones y capacidades que pertenecen a un ser ajeno a l. Cul es la necesidad esa necesidad que tambin la percibe con mucha claridad Nietzschede que aparezca este mundo ilusorio, este mundo ficticio que es el mundo en el que reina Dios? Para Marx, el materialismo de Feuerbach no es suficiente para dar cuenta de este tipo de fenmenos. Slo podr dar cuenta de este desdoblamiento un discurso materialista que sea consciente de que su modo de realizarse debe de ser un discurso histrico, un discurso de la historia en la historia. La creacin de un mundo ficticio, el recurso a una entidad metafsica trascendente, es condenada de manera muy apresurada por Feuerbach, como si no tuviera su necesidad, es decir, como si se originara en que a alguien alguna vez se le ocurri inventarse un mundo aparte que pesara sobre ste y lo hizo. Pero la pregunta es por qu los hombres tuvieron que hacer eso y entonces Marx se refiere al desgarramiento de la base mundana. Slo cuando la posibilidad de vivir sobre esta tierra se vuelve tan difcil, tan compleja, slo entonces se vuelve necesaria la creacin de estos mundos ficticios. Entonces la tarea es averiguar en qu consiste la problematicidad de esta base mundana que puede llegar a estar en tales condiciones que necesite crearse estos mundos trascendentes.
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En verdad Marx no ofrece aqu ninguna solucin definitiva, simplemente indica el camino al sealar que no hay que hacer como Feuerbach y creer que Dios es simplemente un invento innecesario, sino que hay que buscar la necesidad de ese invento. Por qu, cundo, en qu condiciones, para qu efectos, y con qu capacidad de duracin o de permanencia existe en el gnero humano la idea de Dios; cul es el nivel del desgarramiento profundo de la existencia hiumana, a partir del cual es necesaria la creacin de Dios de estos mundos divinos. Esta es la pregunta qu^fleja planteada Marx y l no nos dice exactamente cul es ese nivel. La antropologa moderna se ha encargado de encontrar que los niveles en los que se desata la necesidad de la creacin de mundos metafsicos son sumamente profundos, niveles en los que lo humano se est configurando apenas como transnaturalizacin de su base animal. La crtica a Feuerbach que hace Marx lo enva directamente al problema del tipo de materialismo que es propio del discurso de Feuerbach; lo que desata la capacidad terica de Marx aqu es la incapacidad del materialismo de Feuerbach para dar cuenta del fenmeno de la enajenacin; por ello es que el segundo gran tema de estas tesis es sin duda el tema del materialismo.
EL MATERIALISMO
Qu tipo de materialismo debe caracterizar al discurso de los revolucionarios comunistas como lo son aquellos a los que cree pertenecer Marx?, cmo debe ser ese materialismo para que efectivamente pueda explicar el fenmeno de la enajenacin? Existe la necesidad de la emancipacin del hombre de su situacin enajenada. Pero cmo comprender, explicar o describir siquiera el fenmeno de la enajenacin? No a la manera de Feuerbach puesto que su materialismo es insuficiente.
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Cul es entonces el materialismo que debera caracterizar al discurso revolucionario? Eso es lo que plantea Marx en las Tesis V, I, IX y X. La Tesis v dice lo siguiente: Feuerbach, insatisfecho con el pensamiento abstracto, quiere volver a l& intuicin sensible, pero no capta la materialidad como actividad prctica humano-material. Luego, en la Tesis i, dice Marx: La principal insuficiencia de todo el materialismo tradicional (incluido el de Feuerbach), es que [en l] el objeto I [Gegenstand], lai realidad, la materiadad, slo es captada bajo la forma del objeto II {Objekt\ o de la intuicin sensible y no como actividad humana material, [como] praxis, no subjetivamente. De ah que; en oposicin al materialismo el aspecto activo haya sido desarrollado de manera abstracta, por el idealismo, el cual naturalmente no conoce la actividad real, material, en cuanto tal. Feuerbach quiere [referirse] a objetos materiales, realmente diferentes de los objetos pensados, pero no capta la propia actividad humana como actividad objetiva. De ah que en La esencia del cristianismo slo considere al comportamiento terico como el autnticamente humano, mientras l praxis slo es captada yfijadaen su forma suciamente juda de manifaestacion. De ah que no comprende la significacin de la "actividad revolucionaria" "prctica-crtico". Luego, en la Tesis ix, el tema contina: Lo mximo a lo que llega el materialismo de la intuicin sensible, es decir, el materialismo que no conceba la materialidad como actividad prctica, es a la observacin de los individuos singulares y de la sociedad civil.
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Y finalmente, en la x, se dice:
La posicin del viejo materialismo es la sociedad civil [o burguesa], la posicin del nuevo es la sociedad humana o la humanidad social.
Cabe hacer referencia aqu a este resbaln, diramos, de vlarx cuando habla de la "actividad suciamente juda". Marx tiene tambin un texto ^Cvjuyentud que se llama "Sobre la cuestin juda", en donde l interpreta un significado que es propio del uso lingstico di? esa regin de Europa para la cual todo lo que tiene que ver con la prctica que se mueve dentro de la esfera de la circulacin de las mercancas, es decir, con la prctica del mercado que, desde la perspectiva del cristianismo, es una prctica sucia o que no es propia del cristiano virtuoso y es considerada como actividad propia de los judos. La suciedad del mercado y la funcin que la sociedad occidental adjudica a los judos se identifican. Es muy corriente en el uso lingstico de todo el siglo xix y del siglo xx, hasta antes de la aniquilacin de los judos en Alemania, el adjudicarles a stos esta caracterstica de actores monoplicos de las actividades sucias del mercado. A esto hace referencia Marx cuando dice que Feuerbach concibe a la actividad slo como la actividad o la praxis propia de las gentes en el mercado, es decir, slo como la praxis sucia, no productiva, de estas personas que se dedican a llevar de un lado a otro y a especular y a aprovecharse de lo que hacen los otros, de lo que producen y consumen los otros. Por lo tanto, es muy claro que lo que Marx est tratando aqu no tiene nada que ver con el racismo. Como ya he sealado, el concepto de judo se encuentra atado en el cdigo lingstico europeo desde la Edad Media a las actividades del mercado, que son "sucias" desde la perspectiva del cristianismo escolstico en tanto actividades que obtienen beneficios que no provienen del trabajo, toda riqueza
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que no proviene del trabajo es sucia para el cristianismo de esa poca. En Europa se les adjudic a los no cristianos el trabajo sucio, sin el cual los europeos no hubiesen podido sobrevivir, de mover dinero y las mercancas. Los judos pudieron hacer eso porque ellos no pecaban en la medida en que no eran cristianos y por lo tanto podan ejecutar aquellas acciones sucias sin ensuciarse. En la conciencia europea lo sucio de los judos queda as atado a las actividades del mercado en trminos racistas desde la poca medieval hasta nuestros das, Por ello cuando Marx habla de la "actividad suciamente juda" emplea el trmino "judo" de una manera que es comn y corriente, sin implicar ninguna adopcin de ningn tipo de racismo. En el discurso de Marx no vamos a encontrar nunca ninguna alusin en contra de un cierto tipo de seres humanos o una actitud de discriminacin o de negacin de un cierto tipo de hombres por el hecho de pertenecer de manera especial al gnero humano. Marx es un hombre universalista, que ante todo se adscribe a la igualdad por la que lucha la Revolucin francesa. Tal vez s sera necesario hacer una crtica de este pasaje pero no a Marx que, como digo, no es racista, sino al racismo espontneo consustancial al abuso discursivo que es corriente en las lenguas modernas europeas. Por lo dems, Marx pertenece a la fabulosa historia de los judos integrados y que vine de la segunda mitad del siglo XVIII, en la que efectivamente los judos al integrarse, es decir, al relativizar su pertenencia a la comunidad juda, lo hacen pero bajo la condicin de que la sociedad europea tambin se plantee como una sociedad universal. Estos intelectuales judos van a fomentar la idea y la prctica del universalismo y a tomar distancia de su comunidad juda pero slo en la medida en que el mundo occidental fuese capaz de integrar y de construir una sociedad no racista sino universalista, igualitaria.
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Pero respecto del tema que nos ocupa, relativo al materialismo y su base histrico-social, en el pasaje inicial de estas tesis que acabamos de leer, la atencin est dirigida hacia las virtudes y los defectos del materialismo tradicional y del idealismo. Esta atencin, que de por s no parece distinguirse de una curiosidad filosfica puramente profesional, aclara su sentido cuando la leemos en relacin con la ltima frase de la misma Tesis i, en la que^Marx afirma que lo que requiere ser comprendido es la significacin de la actividad revolucionaria. Si interesa el juicio Sbre el materialismo tradicional y el idealismo es justamente en la medida en que son los dos modos bsicos en que se suele intentar la comprensin de esta actividad revolucionaria. Las aporas en que iban a encerrarse las elaboraciones doctrinales socialistas de los aos cuarenta del siglo xix cuando intentaban definir un objeto del tipo "actividad revolucionaria crtico-prctica" demostraban, segn Marx, la imposibilidad de que el discurso terico-revolucionario alcanzara autosuficiencia, coherencia y efectividad debido a que se encontraba bajo la sujecin ideolgica a la estructura moderna capitalista del discurso dominante cuya dinmica autorreproductiva estaba constituida en torno a la antinomia entre materialismo tradicional e idealismo. La necesidad de pensar el proceso revolucionario resultaba ser as simultneamente la necesidad de revolucionar el proceso mismo de pensar. Al referirse al materialismo tradicional y al idealismo, lo que entra en la mira crtica de Marx no es el contenido de los filosofemas definitorios de dos doctrinas presentes en el panorama de la historia del pensamiento; no se trata para l de elegir entre dos posiciones u opiniones filosficas y de sintetizarlas o de superarlas en otra concepcin del mundo. Marx se refiere a uno y otro como determinaciones del mbito de la aprehensin cognoscitiva del campo de posibilidades del comportamiento terico en el que un objeto puede ser captado
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o no. Su crtica apunta no tanto hacia el saber producido exjplcitamente en el discurso cientficofilosfico)moderno, sino ms bien hacia el horizonte epistmico implitp o supuesto como condicin de ese discurso; ms precisamete, hacia las dos configuraciones especficas, contrapuestas pero complementarias, que adquiere su estructura. Materialismo tradicional e idealismo dan su nombre a estas dos configuraciones epistmicas modernas porque, segn Marx, el ncleo de su constitucin parece estar en la eleccin ontolgica ms elemental y ms radical que ellas contienen que es la definicin de lo que es el objeto como realidad y como materialidad, como objeto que es real y material. Lo ms simple y fundamental, lo determinante en el mbito de una teora, es la manera en que en ella se da forma a la experiencia irreductible de la presencia de sentido en lo real o de la existencia de lo real como dotado de sentido o, lo que es lo mismo, la manera en que all se da forma en general a la propia capacidad de aseverar algo, de producir significaciones lingsticas. En el pasaje inicial de las Tesis se esboza un juicio crtico sobre las virtudes y los defectos de las dos versiones en conflicto en las que se configura el horizonte epistmico de la poca moderna o burguesa. Mientras la configuracin materialista empirista, llamada "materialismo tradicional", del discurso terico moderno se basa en una problematizacin insuficiente o superficial de la objetividad del objeto, la modalidad idealista racionalista, el idealismo, se comporta en cambio de manera inconsecuente con el principio de problematizacin adecuada del que ella parte en su captacin terica de la objetividad. El materialismo tradicional se levanta a partir de una nocin bsica de objeto en la que ste queda reducido o asimilado a la constitucin propia del objeto de la intuicin o contemplacin, es decir, a la constitucin de un hecho que se impone en plena exterioridad como pura presen-
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eia casual, carente de necesidad, a un sujeto preexistente que simplemente lo constata. La objetividad es concebida aqu como una substancia inherente al objeto, con independencia respecto de cualquier tipo de relacin sujeto-objeto. Se dira que la presencia de sentido en lo real es presupuesta como un estado expresivo espontneo o inerte de las cosas previo a toda actividad de comunicacin y significacin. La crtica de ^arx a este materialismo consiste en afirmar su ingenuidad o falta de radicalidad terica, que no llega a plantearse el problema de la objetividad del objeto material, sino que sta supone para ella un fundamento que slo puede ser metafsico. Para Marx, la objetividad debe ser captada subjetivamente sobre la base de la relacin en que se encuentra con la actividad de un sujeto que no puede ser otro que la praxis, la actividad humana material. El entendimiento y el objeto no seran as otra cosa que la modalidad epistmica de la relacin fundante entre la praxis y su objeto material. En la metafsica objetivista del materialismo empirista Marx, que se considera su continuador revolucionario, reconoce la exageracin de un momento terico que el discurso comunista o revolucionario debe rescatar: la insistencia en el carcter irreductible de la objetividad del objeto a la actividad del entendimiento. Por su parte, dice Marx, el idealismo moderno implica una problematizacin de la objetividad que s alcanza a concebirla subjetivamente, a partir del proceso fundante en el que un en-s simple e indiferenciado se convierte en una totalidad compleja e indiferenciada de sujeto y objeto, de conciencia y sentido, pero elige al primero de ellos, al sujeto, en calidad de origen y fundamento de la misma y el planteamiento crtico del problema de la objetividad es resuelto de manera tal que el proceso de constitucin aparece como un acto unilateral en el cual el sujeto pone o al menos construye al objeto.
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En el pasaje inicial de las Tesis se califica de abstracta es decir, que deja de lado el todo y slo considera la parte a esta manera en que el discurso terico idealista racionalista desarrolla el aspecto activo o subjetivo de la objetividad porque la experiencia terica que posibilita ese desarrollo es (tambin abstracta, es decir, ignora la actividad real pues tiene lugar en un solo nivel de la clase social, el de la actividad espiritual o terico-especulativa, donde la razn o la fantasa parecen expresarse soberanamente en un medio pasivo a su entera disposicin. La posibilidad de un discurso terico capaz de tematizar asuntos como la actividad revolucionaria implica, por lo tanto, para Marx, la superacin, ella misma revolucionaria, del dilema epistemolgico moderno que, por un lado, conduce al materialismo hacia la metafsica y, por el otro, lleva a la dialctica hacia el idealismo. En efecto, el discurso terico del comunismo, plantea Marx, debe, en primer lugar, vencer la insuficiencia de la problematizacin materialista empirista de la objetividad mediante la adopcin del carcter subjetivo o dialctico en otros trminos en los cuales el carcter subjetivo o dialctico de la problematizacin idealista racionalista se sustenta en una nocin de la objetividad como proceso fundante de toda relacin sujetoobjeto y por tanto de toda presencia de sentido en lo real; en segundo lugar, el discurso terico comunista debe recobrar y poner en pie la radicalidad de esa problematizacin dialctica, mistificada en su desarrollo idealista, plantendola como una problematizacin dialctico-materialista o, mejor, dialcticoprctica; debe sustentarse, pues, en la identificacin de ese proceso fundante como un proceso de metabolismo como dira despus Marx material y prctico en el que se constituyen a un tiempo el hombre y la naturaleza. En la segunda parte de este planteamiento, Marx va a insistir en el carcter histrico de esta contraposicin entre ma-
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terialismo e idealismo: en qu consiste la necesidad social y cul es la actualidad histrica del discurso terico comunista como discurso materialista subjetivo? El primer paso del materialismo histrico es, en esta tesis, su autocuestionamiento. La identificacin de la fuente social de determinacin del materialismo Subjetivo o dialctico se cumple mediante la siguiente contraposicin: mientras el discurso materialista tradicional trabaja sobre la problematicidad que resulta en el nivel propiamente civil del comportamiento social, el discurso ^Materialista dialctico o subjetivo trabaja sobre la que se genera en el nivel propiamente humano del comportamiento social o en el nivel propiamente social del comportamiento humano. El nivel civil de la socialidad es, de acuerdo con la estirpe hegeliana de su definicin, aquel nivel del comportamiento y de la estructura sociales compuesto por el conjunto de las relaciones que mantienen entre s los hombres en calidad de personas libres o independientes, es decir, en calidad de propietarios privados o agentes del proceso del intercambio de mercancas, de distribucin de la riqueza abstracta. Por el contrario, el nivel propiamente humano, como le llama Marx, de la socialidad, es aquel nivel bsico del comportamiento y de la estructura sociales compuesto por el conjunto de las relaciones de convivencia que prevalecen entre los seres humanos en tanto que individuos concretos en el trabajo y el disfrute sociales de la riqueza cualitativamente plena. La identificacin de la oportunidad, de la adecuacin o autoridad histrica del discurso revolucionario materialista subjetivo se cumple tambin mediante la comparacin de los dos materialismos. La problemtica del materialismo empirista o tradicional se sustenta en la realidad del proyecto y el movimiento histrico de la burguesa moderna, que tiende a afirmar y reproducir al comportamiento social del intercambio mercantil en su funcin actual de nivel predominante de toda la sociali-
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dad. Por el contrario, la problemtica propia del materialismo dialctico se levanta a partir del proyecto social y poltico tendiente a la instauracin del nivel prctico comunitario del comportamiento social como nivel estructurante de la vida social en su conjunto, a partir, por lo tanto, del movimiento histrico tendencialmente comunista, radicalmente revolucionario respecto de la organizacin vigente de la sociedad. Este es entonces el planteamiento i del joven Marx acerca del materialismo propio del discurso revolucionario comunista. Mientras el materialismo en su versin ilustrada, en el caso de Feuerbach, no era suficiente para explicar el problema de la enajenacin, el materialismo esbozado por Marx permite plantear que su objeto verdadero es la actividad prctica humana, la praxis.
LA PRAXIS
II, III y x i :
Toda vida social es esencialmente prctica. Todos los misterios que inducen a la teora vaya de misticismo encuentran su solucin racional en la praxis humana y en la comprensin de esta praxis.
escolstica.
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Luego, la Tesis iii dice: La doctrina materialista acerca de la transformacin de las circunstancias y de la educacin olvida que las circunstancias deben ser transformadas por los hombres y que el propio educador debe ser educado. Tiene, por tanto, que dividir a la sociedad en dos partes, una de las cuales est por encima de ella. La coincidencia del caitjibio de las circunstancias y de la actividad humana o la autotransformacin slo puede ser captada y comprendida racionalmente como praxis revolucionaria. Y luego, la tesis ltima, la Tesis xi donde dice: Losfilsofosslo han interpretado el mundo de distintas maneras; de lo que se trata es de transformarlo. El campo en el que tiene lugar la actividad terica y el material que ella introduce en la dimensin especfica de su trabajo deben ser concebidos, dice Marx, como su condicin, es decir, como algo previo, que le antecede, y no como su producto o resultado, no como la creacin de esta actividad terica. La praxis social es por s misma proceso de constitucin de sentido en lo real. Las significaciones que se componen en su nivel fundamental delimitan y estructuran el campo de posibilidades de la produccin de significaciones especficamente tericas, por ello la verdad del discurso terico ^y tambin su falsedad, su evasin al misticismo slo puede ser explicada si se concibe ese discurso como momento componente del proceso histrico-prctico en su totalidad y no como acto independiente de figuracin, adecuada o inadecuada, de representacin realista o irrealista de una cosa. Lo que constituye la verdad del discurso terico es su capacidad de compenetrarse con el proceso de la praxis social, de elaborar conceptualmente las significaciones que se generan
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en l y que, una vez trabajadas, deben revertirse sobre l como aportes a su autotransformacin; en otras palabras, su verdad reside en su poder, en su participacin especfica y efectiva en la realizacin de la tendencia fundamental, que por definicin es afirmadora de la vida, del proceso histrico-prctico. Cul debe ser entonces el concepto propiamente dialctico histrico-materialista de esta praxis, de esta transformacin social? La contraposicin metdica del nuevo materialismo con el viejo materialismo a que hemos hecho referencia sirve para resolver esta cuestin. Segn Marx, el discurso materialista de Feuerbach, acorde con su incapacidad para captar la constitucin unitaria del sujeto y el objeto, construye un concepto de transformacin social que parte de la aprehensin terica de la vida social como un proceso de adecuacin o conflicto entre dos entidades heterogneas, preexistentes a su enfrentamiento: el hombre, por un lado, y las circunstancias, por el otro circunstancias materiales o econmico-polticas y espirituales, culturales o educativas. Sometida a este dualismo, la teora social del materialismo tradicional oscila entre dos explicaciones antinmicas, ambas unilaterales e insuficientes, la una fatalista, la otra voluntarista, de la relacin entre el sujeto social y el medio social. Esta teora o bien, espontanestamente, define al sujeto social como resultado del medio material y espiritual, y entonces olvida la actividad humana, es decir que las circunstancias son transformables por l, o bien, de manera elitista, define al medio social como pura creacin material y espiritual del sujeto, y entonces olvida la vigencia autnoma de las instituciones, que las circunstancias educan a los hombres. Por el contrario, cuando el materialismo histrico construye su concepto de transformacin social no est obligado a elegir entre fatalismo y voluntarismo, ni entre humanismo elitista y mecanicismo espontanesta; el proceso histrico es para l un proceso de autotransformacin de la sociedad, de
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interpenetracin de la dinmica objetiva o de las iiistituciones sociales, por un lado, y la dinmica subjetiva o d los agentes sociales, por otro. En su concepto, la transformacin social decisiva es el momento de la praxis social en que esas dos dinmicas interrelacionadas del cambio de las circunstancias y la actividad humana coinciden en el plano de lo concreto y hacen d ella una praxis revolucionaria. L/a Tesis xi, la ltinia, a?, ms famosa, "Los filsofos slo han interpretado^ mundo de distintas maneras; de lo que se trata es de ran-s/ormrZo'Vhonda en esta idea de la praxis. Si es la praxis social la que entrega a la actividad terica el campo y el material significativos sobre los cuales sta realiza su labor especficamente conceptual, y si la praxis social es un proceso histrico que decid sus configuraciones concretas en los movimientos revolucionarios, resulta necesario concluir que tambin las posibilidades reales que tiene la actividad terica de alcanzar la verdad, la calidad propia de su produccin, dependen esencialmente de sas transformaciones del mundo. As pues, para terminar con el texto de las Tesis, de lo que se trata para la teora, si pretende ser verdadera, es de ser revolucionaria, de comprometerse en el sentido del proceso, es decir, de ser un discurso que trata al mundo no como objeto de contemplacin, sino como objeto de praxis. El mundo como objeto de contemplacin es el mundo en el que acontecen las interpretaciones del mundo; el mundo como objeto, como lugar o escenario de la praxis, es aquel en el cual el mundo es visto como mundo para transformarse. En la Tesis xi sobre Feuerbach Marx no est llamando a cerrar los libros y, por qu no?, quemarlos y a agarrar las palas y los picos. Las "Tesis sobre Feuerbach" nos estn diciendo justamente lo contrario, es decir, que la teora es importante, cumplir el discurso es una tarea esencial, pero lo que hay que penetrar con el entendimiento es que el discurso puede tratar al mundo como algo puramente especulativo.
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como algo puesto por el sujeto, como contraparte abstracta de la actividad cognoscitiva del sujeto, o bien puede tratarlo como el mundo de la vida o el mundo de la transformacin. Cuando Marx dice que "los filsofos han interpretado el mundo de muchas maneras; de lo que se trata es de transformarlo", yo lo interpreto en este sentido: los filsofos han tratado el mundo como objeto para la interpretacin y de lo que se trata es de tratar al mundo como objeto de transformacin o de la praxis. Nada ms alejado que la idea de que debemos cerrar los libros y dejar atrs miles de aos de especulacin. Para terminar slo quiero insistir en que estas tesis, justamente en lo que tienen de romnticas, es decir, en esta capacidad que tienen de mostrarnos el pensamiento de un joven revolucionario que confunde con toda voluntad y con todo entusiasmo el mito de la revolucin con el concepto de revolucin, nos ofrecen un aspecto que despus, en la teora del Marx maduro, va a debilitarse pero que es tambin digno de ser recordado ahora que tal vez muchos aspectos del marxismo vuelvan a poder ser discutidos entre nosotros. La poca de la actualidad de la revolucin es aqulla en la que es actual el ethos romntico. Sin este momento de romanticismo, el concepto de revolucin puede quedar como algo fro, calculado. Pero lo importante es que el concepto de revolucin puede prevalecer incluso en pocas de no actualidad de la revolucin, es decir, en las que el ethos romntico no es el ethos prevaleciente. Puede haber entonces otras actitudes, otros momentos, otras circunstancias reflexivas dentro de las cuales el mito de la revolucin no sea actual, no sea inmediatamente perceptible por las masas y que sin embargo el concepto de revolucin pueda seguir siendo trabajado por su necesidad histrica.
Mo s si haya algo as como un perfil psquico del filsofo ideal. Hay filsofos que tienen las estructuras psquicas ms variadas. Hay personas que se inclinan ms hacia lo reflexivo terico y otras que simplemente no tienen inters en entender el mundo en un cierto nivel de abstraccin, que no les interesa mucho la distancia que implica la teora porque teora quiere decir mirar de lejos, tomando una cierta distancia. Creo que es escasa esta tendencia o capacidad-que es en muchos casos incluso una necesidad- de tomar distancia respecto de lo que se est viviendo. No es general entre los humanos el buscar tomar esta distancia y teorizar sobre lo que estn haciendo. El que se dedica o est en alguna conexin con la problemtica filosfica es justamente quien tiene esa "vocacin" para usar este trmino del siglo xix, ese llamado a tomar distancia, a mirar las cosas no con la inmediatez que exige la vida cotidiana sino con esta especie de tiempo lujoso, de distancia lujosa que implica el desconectarse de las urgencias de la vida.
1 Conferencia dictada el 13 de abril de 2010 dentro del ciclo Cara a cara. Charlas con los emritos, en la Facultad de Filosofa y Letras de la Universidad Nacional Autnoma de Mxico. La pltica comienza con una breve entrevista. 87
En este sentido la actitud filosfica implica un gast imf productivo dira Bataille, es decir, el lujo que consiste en desentenderse por un instante de las premuras de la vida cotidiana y mirar esas premuras y juzgarlas a la distancia, y en torno a ello hacer todas las construcciones conceptuales que uno pueda imaginar. Esta voluntad de distanciamiento respecto de lo dado, respecto de lo vivido, y esta capacidad de volver sobre ello pero ya en trminos reflexivos foricos; sa es la clave, no tanto las caractersticas psicolgica^s^de la persona sino ms bien esta capacidad que puede muy Hn recaer sobre personalidades de muy variada ndole.
Para m fue importante la lectura temprana de las obras de Miguel de Unamuno. Qued atrapado por la manera tan enftica, tan poderosa de argumentar y de autoafirmarse que tiene ese filsofo espaol. Me fascin esa actitud de l e intent seguir un poco su camino. Pero sobre todo me interes el pensar a distancia el mundo en el que estaba, lo que implica un pensar tambin las circunstancias sociales, polticas, econmicas de la gente con la que uno convive. En ese sentido, mi inters estuvo siempre vinculado con lo que podra llamarse la filosofa poltica. Me fascin de entrada el modo de problematizar lo vivido que tenan los existencialistas, que eran en esa poca los principales tericos en circulacin. Sartre, por ejemplo, fue importantsimo, y, claro, como la sombra detrs de Sartre, este filsofo tan escondido, tan ocultado y tan disimulado, por razones que despus descubr, que es Heidegger. A partir de estas preocupaciones, la teorizacin, este distanciamiento reflexivo respecto del mundo en el que yo viva,
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implicaba tornali contacto con posiciones que de alguna manera se inspiraban tanibin en Marx. Aunque, claro, el Marx que se conoca en mi juventud era un Marx detestable visto desde ahora, una especie de monigote que estaba all para fungir como el santo patrono del socialismo real. Era un Marx muy desdibujado y deformado por la cultura del socialismo sovitico y los partidos comunistas que predominaban en esa poca. El Marx crtico, que es un Marx ms compilo, era totalmente desdeado, sistemticamente ocultado portel marxismo sovitico. Era un reto i encontrar textos de Marx que se salan del dogma y descubrir que la obra de Marx era simplemente inexplorada por los marxistas. Este hecho tambin marc mi primera aproximacin a los problemas filosficos.
E L FIN DE LA FILOSOFA?
En nuestra poca, es decir, en la segunda mitad del siglo xx y los comienzos de este nuevo siglo, la filosofa tal como se la conoci tradicionalmente en las aulas de las facultades de filosofa europeas, pero tambin en las sucursales latinoamericanas, est en un proceso de desvanecimiento, es decir, est dejando de existir la filosofa tal como se la cultiv en el siglo XIX. El discurso filosfico ha perdido su actualidad, ha dejado de ser actual ser filsofo. . Hay una diferencia muy grande entre hacer filosofa, es decir, ser filsofo, y, por otro lado, estudiar y ensear filosofa o lo que se expone en los textos filosficos de la cultura occidental. Se puede muy bieny a eso est dedicado el mundo de la filosofa en el siglo xx estudiar la filosofa, ensear, discutir, examinar, problematizar, ejercer la hermenutica de los textos filosficos de los siglos pasados, pero ya no se puede decir que la filosofa sea un discurso vivo, que existan filso-
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fos actuantes, creadores de propuestas filosficas. No hay una efervescencia de propuestas de discurso filosfico sino apenas un reducido conjunto de personajes o de figuras filosficas excepcionales que han destacado en el siglo xx. Ha habido muy buenos estudiosos de la filosofa pero han sido muy pocos los filsofos originales, con fuerza, con capacidad de proponer un discurso filosfico. Y todos ellos han coincidido en la idea de que la filosofa como se cultivaba es algo del pasado. Tal vez el ms grande filsofo del siglo xx fue Heidegger, y Wittgenstein sera'otra gran cumbre, y despus de ellos hay otros filsofos sumamente interesantes como Sartre o Merleau-Ponty, pero los filsofos con fuerza, que transforman el discurso filosfico en el siglo xx slo lo han sido aquellos dos. Sin embargo, para decir que Heidegger es un filsofo hay que usar las comillas porque l es quien plantea la idea de que l no es un filsofo. En las facultades de filosofa se incluye entre los filsofos al filsofo Heidegger. La escuela filosfica y la academia de filosofa piensan que no importa lo que l diga pues, en definitiva, entra entre lo que nosotros llamamos filosofa, es un filsofo ms; aunque diga que l no es filsofo, que ya no quiere ser filsofo, para nosotros es un filsofo. Y a Heidegger se lo trata como filsofo pese a que l, con una poderosa argumentacin, dice que l no es filsofo sino un pensador que apunta hacia un nuevo tipo de pensar que ya no sera filosofa, que es un pensar del futuro. El no sabe bien en qu consistira este pensar del futuro pero l afirma que se ubica en esa direccin. El se invent el trmino de "desconstruir" la filosofa, es decir, plantea que hay que desmontar el discurso filosfico porque ste ya dio de s, que hay que leer el discurso filosfico y Heidegger es un maestro en la lectura de los textos filosficos de la tradicin occidental y desmontar el aparato, las razones de ser, las propuestas de comprensin del mundo, de ubicacin en el mundo que ha dado
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la filosofa occidental en estos dos mil aos. lse dedica a los filsofos del pasado y lo hace con gran maestra; l es el gran lector de aquellos pensadores. Hacer filosofa hoy en da es, pueSj estar sometido a esta peculiar situacin en la que un hombre como Heidegger afirma que ya no es posible hacer filosofa como se haca, que ese modo de hacer filosofa que es propio de Hegel, de Kant, de las distintas escuelas filosficas que aparecieron en Alemania y en Francia en el siglo xrx es algo que ya no hay como hacerlo, que no tiene ninguna fuerza, ningn impacto, que ya no es capaz de decirnos algo a los humanos. Entonces, hacer filosofa implica tener en cuenta que ya no se puede simple y llanamente entrar en las facultades de filosofa y estudiar filsofos, preferir unos, relegar otros, preferir por^emplo a Kant, y estudiar con minuciosidad y con insistencia la obra de Kant, qii en s misma es amplia, ivohiminosa y muy penetrante e interesante pues es todo un universo conceptual; pero eso sera repetir, hacer escolstica, es decir, que slo se podra hacer como hacan los escolsticos con Aristteles glosas, comentarios a la obra filosfica de los siglos precedentes. Pero si de lo que se trata es de hacer filosofa, de ser filsofo, entonces la cosa se pone mucho ms difcil. Hay que comenzar por las preguntas ms bsicas: qu es ser filsofo hoy en da?, qu es moverse en el momento en el que el discurso filosfico ha caducado y est en ste proceso de metamorfosis tan radical? El uso reflexivo del discurso ha dejado de recaer o preferir a lo que conocamos como filosofa y ha pasado a ser otras cosas, a estar en otros lugares, incluso a formularse en una jerga completamente diferente de aquella que constitua la jerga filosfica durante toda la poca moderna y que es una especie de lenguaje secreto de los estudiosos de la filosofa. Sin embargo, todo eso ya no alcanza como para decir de alguien que es un filsofo. Es muy difcil encontrar alguien
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de quien se pueda decir: "ste es ^n filsofo, no un profesor de filosofa sino un filsofo". Porque lo que estamos viendo es algo que ya nos anunci Heidegger, que es justamente este superar la filosofa; un pensar que est ms all del discurso filosfico, que lo supere. Y qu sera eso? Este es el problema que est all planteado y que es muy difcil de resolver y es el gran problema al que se enfrentan los que sienten esta vocacin por la filosofa. Ahora bien, estas palabras de Heidegger ya las haba dicho un siglo antes Marx..En 1843 Marx haba hablado de que ha llegado el momento de la superacin de la filosofa. Esta era, pues, la idea del joven Marx: tenemos que pasar a otro tipo de discurso, otro tipo de actitud discursivo-reflexiva sobre el mundo, sobre la vida, sobre las cosas. Es momento, deca l, de que la filosofa se vuelva mundo, es decir, de que la filosofa deje de estar en los aires, en la mera elucubracin, en el juego conceptual, y de que hable desde el comportamiento mismo de los seres humanos; que lo filosfico no sea el discurso de los humanos sino el comportarse de los humanos, la accin de los humanos; que la filosofa se haga mundo, que hable con el hacer de los humanos. Por otro lado, Marx tambin plantea la idea del trmino de la filosofa, del momento en que sta caduca, cuando dice que Hegel agot las posibilidades de discurrir filosficamente, de usar reflexivamente el discurso, es decir, que Hegel logr compendiar, combinar y resumir en un solo gran edificio concptual todo lo que el discurso filosfico poda. El discurso filosfico que comenz alguna vez con lo que se dio en llamar los presocrticos, y que culmin en la filosofa crtica alemana, llegando por fin a la obra de Hegel, en la que el discurso filosfico ya se muerde la cola, es decir, culmina, termina, ya no tiene nada ms que decir, ya tiene que pasar a ser otra cosa. As como Hegel afirmaba que ya el arte no existe porque se le ha quitado su gran encargo metafsico y que ste se le pas
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a la filosofa^ es decir, que el arte es otra cosa, del mismo modo dice Marx que Hegel culmina o ctmpleta la exploracin de todas las posibilidades del reflexionar filosfico. Ciertanente podran ser sorprendentes stas aseveraciones porque la historia der discurso filosfico es sumameht compleja, y es difcil hablar de l como algo que tiene su comienzo y su fin y que culmina en Hegel. Decir sto podra iniplicar echar en una misma blsa un conjunto demasiado anplio y diverso de tradicionesy de propuestas, d intentos de filosofar que se dieron desde la poca de los griegos.
LA FILOSOFA EN O C C I D E N T E
Ciertamente la filosofa es un fenmeno griego, es un fenmeno occidentali Sin embarg, es frecuente escuchar que se habla de la filosofa como de una especie de discurso prestigioso en referencia a la esencia humana, es decir, la esencia humana en su ms alta expresin requiere o necesita culminar su capacidad reflexiva en el discurso filosfico. Un ser humano que no haya accedido a este nivel altsimo de la reflexin filosfica no es completo; una cultura, una identidad^ una sociedad, una comunidad que no tenga filosofa es una comunidad manca, incompleta. As, por ejemplo, en Latinoamrica se suele subrayar que nosotros siempre hemos tenido filosofa, que hay una filosofa prehispnica, porque es la nica manera de afirmar que nuestros pueblos han sido comunidades completas. Pero la filosofa no es simplemente el discurso reflexivo que, obviamente, ha existido en todas las comunidades. Todos los pueblos han conocido a estos tericos, a estos distanciados de la vida que piensan sobre la vida, a estos que aman conocer, que aman la sabidura, esos sabios, pero slo Occidente tiene una cierta versin de esa sabidura que es la que conocemos como filosofa. Es decir, la filosofa est atada a una historia
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concreta que es la historia de Occidente. Extrapolarla y decir que lo mismo sucede tambin en China o en las comunidades prehispnicas es, como deca Hegel, pasar a la noche en la que todos los gatos son pardos. Hay una diferencia entre el saber de los orientales, su sabidura, en el modo como ellos se hacan del saber, y el modo como esto sucede en Occidente. En Occidente tenemos dos orgenes de la filosofa: por un lado, tenemos a los presoc^icos, que buscan el principio ltimo del universo, es decir, el esquema final, la piedra angular, el origen, la estructura m ^ profunda o el nous o el primer principio que explica todo el universo. Es una bsqueda de aquello que es lo fundamental en la consistencia del universo, el primer principio del que se deriva todo como sera el fuego, el air, un mero soplo del espritu etctera. As, es posible a partir de una clave tener la imagen conceptual completa del universo. Esta tendencia prolonga, a travs de Aristteles sobre todo, a lo largo de Occidente, la filosofa cientfica, que busca explicar el universo sea como sea, es un amor por el conocimiento de los primeros principios como las claves o las frmulas que la ciencia puede reconocer para explicarnos en qu consiste el universo. Se trata de una filosofa que est dirigida exclusivamente hacia lo otro, hacia lo de afuera, no hacia el mundo social o que slo se dirige hacia el mundo social en la medida en que es tratable como si fuera un mundo material, un mundo animal. Pero al mismo tiempo en Grecia tambin aparece otra manera mucho ms enrevesada de usar el discurso filosfico, el discurso reflexivo, que es la manera socrtica, aquella que nos muestra Platn en sus Dilogos. Es un discurso que no est encaminado a encontrar la clave del universo sino a criticar el nivel mtico de la lengua que estamos empleando para formular las sabiduras sobre el universo, es decir, es un discurso crtico, que ironiza sobre todo, como lo hace con tanta maestra Scrates sobre la sabidura popular o hereda-
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da que traen consigo los mitos. Es decir, es un poco burlarse de los mitos, pero burlarse muy seriamente, no hacer mofa de ellos sino desconstruirlos, mostrar por qu se explic tal o cual hecho con tal o cual historia, con tal o cual mito, con tal o cual cuento. Esta filosofa de origen socrtico tiene en cierto sentido un objeto trascendental; no es la sabidura sobre las cosas sino aquello con lo que se construye esa sabidura^ es decir, la lengua, las hablas, los mitos. La filosofa es concebida como destructora, impugnadora o cuestionadora del nivel mtico del lenguaje, est permanentemente poniendo en cuestin lo que el saber comn y corriente da por sentado. Eso que todos sabemos, eso que ya la ciencia nos explic, que ya estara all y que sera el nivel mtico del lenguaje, es sometido al taladro crtico
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de la irona. Este es el discurso filosfico socrtico. La filosofa se mueve entonces en dos planos o con dos intenciones diferentes, la una est dirigida ingenuamente hacia el mundo, hacia el universo, y trata de explicarlo, y la otra est dirigida a aqullos que estn explicando el universo y pone en cuestin los instrumentos con los que los cientficos estn haciendo ciencia, conociendo al universo. Esta segunda manera de filosofar es, como dice Scrates, a la manera de un tbano, de alguien que est siempre molestando, que no deja en paz al cientfico, que siempre lo est cuestionando y preguntando "qu quieres decir con eso?", y el cientfico no sabe bien qu es lo que quiere decir porque l est invocando el sentido mitolgico para la palabra que emplea. Esto que acontece en la lejana poca de los griegos luego pasar por el tamiz de los romanos y renacer, mucho ms tarde, en el norte de Italia. Pero entre tanto esta filosofa, en sus dos vertientes, va a ser puesta al servicio de la teologa; ste va a ser el destino nefasto de la filosofa: convertirse en ancila, en sirvienta de la teologa.
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La filosofa, que pone en duda todos los dioses, todo lo que s presente con pretensiones de validez absoluta, de repente tiene que ponerse al servicio de un discurso que es simplemente una sabidura heredadaque viene de ciertas escrituras que algn pueblo dice que recibi de Dios y que es incuestionable. Y entonces la filosofa tiene que convertirse en un comentario del dogma, que debe buscar argumentaciones para decir que lo que dicen las sagradas escrituras es correcto, que la teologa tiene la razn, y a eso se dedican bibliotecas enteras, a comentar las sagradas ecrituras. Se vuelve entonces una filosofa teolgica, y toda esta irona, toda esta criticidad, todo este vuelo cientfico que tena al principio queda achicado, empobrecido, congelado por este servicio que da la filosofa a una sabidura establecida. El discurso filosfico pasa por este periodo de muerte al terminar la poca helenstica y entrar en la poca judeocristiana; aquel filosofar griego ya no puede continuar, de alguna manera fenece, y aunque permanece con ciertos destellos inscrito crticamente dentro de la teologa, el discurso filosfico que todava despertaba, por ejemplo, un Digenes ya no est all. En la poca moderna parecera que la filosofa va a ser liberada de esta tarea de sirvienta y a volver a ser una filosofa libre; nuevamente aparecern pensadores socrticos como Montaigne y los nuevos pensadores propiamente modernos en Francia, Inglaterra, Italia o Alemania, quedando atrs la larga noche del medioevo y entramos en la poca del Renacimiento tambin de la filosofa. Entonces volveran a estar all Platn, Scrates, Arqumedes, Parmnides y todos los presocrticos. Pero en verdad todos ellos estn ah? Pues no, sino que lo que se reconstruye como filosofa moderna, y es la que conocemos hasta nuestros das, es una especie de teora del conocimiento. Ya no hay el vuelo que tiene el discurso filosfico en la Repblica de Platn, esa libertad de elegir temas, de mezclar
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ticas con ontologas, ya no est all esa ebullicin fabulosa de conceptos. La ontologia queda relegada o puesta entre parntesis junto con la teologa y se comienza a hacer filosofa con el encargo de estudiar en qu consiste el conocimiento del mundo, qu capacidades tiene el ser humano de conocer, cules son sus lmites, sus alcances, sus variantes, etctera. Es decir, la filosofa debe teorizar sobre las capacidades cognoscitivas del ser humano. As a lo largo de su historia la filosofa moderna se mueve entre las distintas propuestas de los empiristas, los racionalistas, etctera, dedicada a resolver la cuestin de cmo debemos conceptuar o entender el proceso cognoscitivo del ser humano, hasta que llega la culminacin con la filosofa crtica de Kant, que hace su crtica de la razn pura y que pone las cosas en su lugar al mostrar los lmites de la filosofa como teora del conocimiento. Pero con Kant aparece, curiosamente, como algo que l cree que es su enemigo pero que est dentro de l, el espritu romntico, con el cual aparece nuevamente el espritu filosfico que qued trunco ya en la poca helenstica. Cuando hablamos de la superacin de la filosofa estamos hablando de esto que comienza con Kant, con su crtica de la razn pura y su crtica de la razn prctica, y que aunque parece ser solamente una teora que tiene que ver con la capacidad de conocimiento del ser humano, es una filosofa que va ms all pues las otras dos crticas versan sobre otros aspectos. Kant ya no es un-Hume sino que hace estallar todo el encargo gnoseolgico de la filosofa en la poca moderna y abre las puertas para otro tipo de pensar. Ah es donde va a aparecer un Fichte, o un Schelling sobre todo; el gran Shelling ser el que se muestre con toda su fuerza en esta lnea, y ah es donde va a aparecer Marx. As, pues, cuando hablamos de lo que es hacer filosofa hoy en da tenemos que tener en cuenta qu es lo que dice Heidegger o lo que dice Marx que est en crisis, y por qu segn
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ellos hay que pasar a otra metamorfosis del discurso reflexivo, preguntarnos en qu puede consistir este enigma que est all desde la poca de Marx y que sigue hasta nuestros das. Lo que plante Heidegger es apenas una seal pero no tenemos nada en su propia obra que nos indique: ste es el otro pensar, el nuevo pensar de Heidegger. l simplemente dice "No soy filsofo; soy preparador de un pensar del futuro", pero no sabemos cul es este nuevo jjQnsar. En nuestros das estamos en una situacin de crisis muy radical del discursofilosfi<gbporque ya no podemos creer en ste tal como se haca en la poca moderna y tampoco podemos simple y llanamente entregarnos a los elucubradores, a los merolicos que andan proponiendo metafsicas por todos lados. Y las facultades de filosofa pueden existir mientras el producto interno bruto permita gastos en este tipo de cosas, y habr entonces facultades y becas para estudiantes, pero la filosofa seguir siendo este comentar acompaado por el aparecimiento espordico de pequeas nuevas figuras con alardes de genialidad que saltan por aqu y por all y que duran 10 aos y desaparecen, Pero ahora quisiera detenerme brevemente en la idea de Marx acerca de en qu consiste esa superacin de la filosofa, ese volverse mundo de la filosofa. Vayamos a aquellas anotaciones que hizo en una libretita de encargos domsticos que son las famosas "Tesis sobre Feuerbach", especialmente la undcima, que dice que los filsofos han interpretado el mundo de distintas maneras; de lo que se trata es de transformarlo. A primera vista es una frase ms o menos banal, algo as como una alternativa del tipo: "deja de ser el padre de familia y convirtete en revolucionario de barricadas", o como "o piensas o actas; entonces deja de pensar y ponte a actuar". Pero no es eso lo que est proponiendo all Marx, El dice: dejemos de mirar el mundo y reflexionarlo como un mero objeto.
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como algo que est all ante nosotros sujetos y sobre el cual nosotros tenemos un conocimiento, dejemos de mantener esta distancia reflexiva y hundmonos en el mundo; es decir, si vamos a reflexionar reflexionemos pero desde dentro de la accin. Vamos a interpretar el mundo pero no para tener una nueva interpretacin, una nueva imagen del mundo, sino para transformar el mundo. Es decir, somos uno con el mundo, la nica manera de entenderlo es transformndolo. Al mismo tiempo que sta es la frase del marxismo, ste es tal vez el mejor manifiesto del romanticismo, porque lo que ste propone sobre todo es "fundmonos en el mundo, fundamos nuestro yo con el yo del mundo". Esta especie de misticismo que afirma el romanticismo es el que est tambin en la Tesis xi: hundmonos en la transformacin del mundo y, dentro de ella, podemos pensar lo que queramos. Podemos interpretar pero ya no con la actitud del distanciado, del que no tiene nada que ver con el objeto que est ante sus ojos, sino como aqul que es l mismo el objeto que est ah. Dejemos de pensarnos como los sujetos que estn ante el objeto y pensemos al objeto como sujeto l mismo y nosotros involucrados en la sujetidad que nos conjunta con l, que nos identifica con l. Nuestro pensar tiene que estar justamente en la transformacin del mundo y su manera de interpretar el mundo transformndolo es el discurso crtico porque ste es una participacin en lo que Marx cree que est transformando el mundo, que es la revolucin comunista. Los trabajadores estn encaminados hacia la transformacin del mundo y en este proceso el discurso terico, la reflexin, tiene la tarea de destruir el aparato ideolgico con el que el mundo establecido no se deja vencer, esto que Adorno llamar la "industria cultural". Marx observa que aqu est funcionando permanentemente un discurso apologtico del status quo o del establishment del modo de produccin capitalista, y los revolucionarios estn
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todo el tiempo tratando de ir contra l pero usando los mismos trminos, las mismas ideologas con las que el capitalismo est imponindose sobre ellos. Estn metidos entonces en una trampa porque cada vez que hablan en contra del capitalismo hacen una apologa del capitalismo. Y el discurso que tenemos los que nos involucramos en esta transformacin del mundo es justamente el discurso crtico. Nuestra tarea es la destruccin, el desmontaje del discurso establecido de la poca moderna burguesa. Discurrir, hacer filosofa, es hacer crtica clamo lo haca Scrates con su irona respecto de los mitos de la Atenas del siglo v a.C. Ese tipo de accin consiste en carcomer, destruir desde dentro el discurso establecido. Por eso la obra El capital es una crtica de la economa poltica, es decir, una desconstruccin del ncleo del discurso autoapologtico de la modernidad capitalista que es el de la economa poltica. El capital es una obra tan apasionante porque no es un tratado de economa con ms cosas que los otros tratados de economa, sino que es un discurso que salta por encima del discurso de la economa poltica, que lo destruye y, con l, al discurso moderno capitalista en su conjunto. Marx funda este discurso crtico que desde su poca hasta nuestros das aflora en ciertas pocas, en ciertas circunstancias, pero que fue acallado por aquellos que debieron haberlo promovido, que eran los promotores del socialismo en Europa. El socialismo europeo se basa en la eliminacin del momento crtico del discurso de Marx y en el aprovechamiento de slo ciertos aspectos del mismo que corresponden a la ciencia burguesa moderna capitalista y que pueden servir para argumentar en referencia a las necesidades de ciertas reformas de las instituciones establecidas eliminando todo sesgo de la obra de Marx que apunte hacia el discurso crtico. Conceptos esenciales de Marx como cosificacin, enajenacin o de fetichismo son sistemticamente eliminados como adornos o resabios me-
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tafsicos que muy bien pueden dejarse de lado para ir al ncleo cientfico de su obra. Estos conceptos que se dejan de lado, que se reprimen, son centrales en el discurso crtico de Marx.^ As por ejemplo, sin el concepto de enajenacin no hay discurso crtico y ste es justamente el que elimin el marxismo establecido que predomin desde finales del siglo xix hasta la cada del muro de Berln. Y slo pocos autores como Lukcs o Walter Benjamin en los aos veinte, Lefebvre desde los aos cuarenta, Bloch en los cincuenta, Kosik en los sesenta; etcterayivolvieron sobre el discurso de Marx como discurso crtico, es decir, com un discurso que es consciente de que lo quei est haciendo es la superacin de la filosofa, la conversin de la filosofa en mundo.
Pero el redescubrimiento de la vocacin crtica del discurso reflexivo se va a mostrar en diversos discursos que muchas veces no tienen que ver con la crtica inaugural deMarx. Por ejemplo, el discurso de Freud es obviamente un discurso crtico, que desmonta de una manera brutal el establishment e la vida psquica de la burguesa. Su obra aniquila el aparente idilio que puede conseguirse en la vida burguesa. Y as como el de Freud muchos otros discursos que van a aparecer por todos lados, como el de la antropologa francesa o el de la filosofa centroeuropea, son crticos y aunque no estn conectados directamente con el discurso de Marx ahora estn en juego en el quehacer filosfico. Si no prestamos atencin a esta pluralidad de destellos, de connatos de discurso crtico que estn por todos lados desde el siglo XX es difcil que podamos llamarnos filsofos. Siempre ha sido difcil llamarse filsofo pero hoy en da es difcil de este modo especial.
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Hoy se requiere recuperar esa capacidad del discurso crtico de Marx de borrar estos compartimentos tan usados por el positivismo para separar la filosofa, la economa, la antropologa, etctera. Estos compartimentos son artificiales y obstaculizan hablar de la cosa misma porque estn recortando un objeto y separndolo de otro o construyendo forzadamente otros objetos a partir de uno que es el mismo. De ah que surgiera esta Babel que han sido las ciencias sociales durante todo el siglo xx/con aquellas grandes discusiones para establecer cul es la ^diferencia entre la sociologa y la antropologa, entre la antropologa y la economa, etctera, todos estos discursos metodolgicos que son tan pedestres desde la perspectiva de un discurso que es capaz de carcomer todo, de meterse en todo, que no respeta barreras ni delimitaciones. El discurso crtico no est pensado en si est pisando el terreno de la sociologa, sino que penetra y sigue hasta la antropologa y se pasa a la psicologa y a la economa y as abarca todas las esferas de la vida social. Esos conceptos que fueron creados con tanto cuidado por cada una de estas disciplinas no tienen el menor sentido para el discurso crtico. No es posible separar lo filosfico y lo econmico en Marx, es un absurdo porque no existe lo uno ni lo otro. Marx est yendo por encima de toda delimitacin y se lo quiere meter a toda costa dentro de estas limitaciones. Es algo similar a lo que acontece con Heidegger, que aunque l dice que ya no es filsofo sin embargo lo seguimos obligando a que siga siendo filsofo, lo hacemos entrar a fuerza en la lnea de los filsofos porque se es el lugar que nosotros le asignamos. As en la historia de la filosofa en verdad tambin hubo muchos esbozos, muchos proyectos inacabados, como deca Benjamin. Si se pasa a contrapelo sobre el lomo de esa histo-
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ria se van a encontrar mltiples propuestas que nunca fueron aceptadas o reconocidas en la marcha de la filosofa. Esto tiene que ver con las mltiples modernidades. Porque el discurso de la modernidad, que parecera ser nico porque marcha con la conversin de la modernidad en la modernidad capitalista, esconde el hecho de que hay otras modernidades no capitalistas que van a ser oprimidas, desechadas, que tambin aparecieron junto con la capitalista y que generaron otros tipos de pensamiento completamente diferentes de lo que culminara con el pensamiento hegeliano. Ser filsofo hoy tambin es difcil por otra razn. Hay una crisis de la poltica. Desde el 68 a nuestros das observamos un proceso lento, pero muy consistente, de eliminacin de la importancia del discurso como factor poltico. Es decir, la poltica de los polticos, la poltica que vivimos todos los das, la que generan diputados, senadores, presidentes etctera, es una poltica que est pudiendo desarrollarse sin el recurso a la reflexin, al discurso reflexivo. Desde la perspectiva del 68, la poltica se gua por ideas o por ideologas, de alguna manera tiene que ver con el mundo del discurso. Hablar, decir, el tribuno que habla, eso era importantsimo, y sin eso no haba poltica, Pero hoy vemos que la poltica puede moverse sin una sola idea. En los parlamentos de Europa y en los parlamentos de Amrica Latina prevalece un pragmatismo elemental que no recurre a ningn momento de teorizacin, de reflexin, al que no le importa ya un bledo la coherencia o la fundamentacin terica de lo que est diciendo. Hay un abandono del discurso reflexivo. La modernidad capitalista ha llegado a la conclusin de que el ser humano no necesita pensar, que basta con que se deje guiar por el funcionamiento de la mquina para que las cosas funcionen, que todo pensamiento es superfluo. Uno puede pensar lo que quiera pero la mquina va a hacer lo suyo; uno puede decir lo que quiera
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acerca de la democracia o de la participacin en los procesos sociales, pero eso no tiene la menor importancia porque la marcha de las cosas es tan bestialmente poderosa que avanza como las aplanadoras, sin recurrir para nada al discurso. Pero por otro lado observamos que el discurso reflexivo est movindose en trminos salvajes, ya no hay que buscarlo en los lugares prestigiosos. As como el arte ya no hay que buscarlo en Bellas Artes sino en alg;^ callejn, as tambin la reflexin filosfica est por todas partes, ya no es privilegio del claustro universitario; lo que se prMuce all son justamente los teoremas que van a ser despreciados solemnemente por aqullos que deban atenerse a ellos, es decir, los polticos. sta es la transformacin que est aconteciendo en el uso reflexivo del discurso. Nosotros creamos que haba un uso que era el que durante siglos ha estado all y que seguira, pero estamos en una poca en la que incluso eso est transformndose y, como digo, hay que estar atento a estas transformaciones radicales. Esto es necesario porque hoy est en decadencia la idea de que la revolucin tiene que acontecer en el escenario del Estado nacional. Antes todos pensbamos as, en estos trminos tan aldeanos, incluso lo hacan pensadores muy universales. Es decir, cualquier concepto lo aplicaba uno a su Estado y supona que algo parecido debe suceder en los otros Estados. As predominaba la idea de que la revolucin era algo que se daba a partir de los conflictos propios de la vida poltica de un Estado nacional, y que la maduracin de los conflictos en esta poltica nacional daba lugar a la exigencia de una revolucin. Pero eso ya no es as. Esta es la razn por la cual ese tipo de tericos dirigentes no se da ya. Porque la plataforma en la que ellos surgan era la del Estado nacional, pero los Estados nacionales estn desvanecindose. Ya no hay el Estado nacional que habra hace 100 aos y que era el escenario dentro del
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cual podan aparecer esos sindicatos, esos partidos, esos lderes. Esperar que reaparezcan es como pedirle peras al olmo. El escenario se ha complicado de tal manera que ya no es posible hacer lo mismo que se haca antes. Los actuales movimientos altermundistas suponen de alguna manera que la idea del Estado nacional puede ampliarse a escala planetaria, y se comportan como si estuviramos viviendo dentro de un solo Estado planetario, y dentro de l plantean sus propuestas, sus exigencias y sus acciones. Pero no existe ese Estado nmndial. Ya no se puede construir un ejrcito popular para tomar el poder, eso ya no tiene ningn sentido hoy. Ese modo de pensar el ser revolucionario corresponda al siglo xix, al escenario de los Estados nacionales de esa poca, pero se ya no est ah y ms bien estn apareciendo otras maneras de conexin horizontal entre la gente. Estamos balbuceando nuevas maneras de reconocernos, de conectarnos y organizamos que ya no son como las otras, que eran tan sencillas como el sindicato donde se armaba el proceso para sacar de ah el partido. Este proceso aldeano poda darse en los Estados nacionales. Pero estamos viendo la miseria de la poltica incluso en los Estados europeos y en la unin del conjunto de Estados europeos que sera la figura ms desarrollada de Estadopara no hablar del resto del mundo. Ya es intil toda idea de organizacin que tuviera un inspirador terico, con una plataforma y unas lneas y unos principios ideolgicos de orden filosfico. Y es imposible saber qu puede darse en su lugar. Yo creo que ni siquiera Lenin podra dar una respuesta. El pensamiento cientfico tambin est eri crisis. Los cientficos estn haciendo ciencia sin hacer teora de la ciencia, es decir, no saben lo que estn haciendo ni les interesa saberlo. Tambin aqu observamos el desvanecimiento del discurso. Si se le pregunta al cientfico qu est haciendo la pregunta le
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resulta extraa. "De qu vamos a hablar?", dira. "De qu quieres que discutamos?, de qu principios? Lo que tenemos son estas posibilidades de desarrollo de tal o cual tecnologa, y eso es todo lo que tenemos que hacer." La gran debilidad de la ciencia es que se ha convertido en servidora de una tcnica que est a su vez al servicio directo de la produccin capitalista. El capital se est imponiendo de manera directa sobre el quehacer de la ciencia. Los cientficos no son libres de pensar, tienen que pensar por encargo de un complejo tecnolgico que existe porque le sirve al capital. La ciencia est de sirvienta del capital, por ms que sea tan lujosa y espectacular y capaz de desaparecer el planeta muchas veces. Los cientficos no estn pensando, y lo terrible es que ellos mismos lo ven pero no lo reconocen como problema, simplemente dicen: "no tenemos tiempo de pensar, ni tenemos lugar. No sabemos dnde pensar estas cosas". Y estn simple y llanamente cumpliendo aquello que se necesita en trminos de teora para que funcione la tecnologa del capital. Y por lo que respecta al pensamiento filosfico en el siglo XX, ste se autocercen sistemticamente al dejar de lado el discurso de Marx, que obviamente tena importancia y que incluso el discurso oficial reconoca como importante. Esto fue nefasto para la historia del pensamiento. Hubo un autoempobrecimiento, una autorrepresin brutal por parte del discurso filosfico en las escuelas, en las facultades, en todo el establishment filosfico cuando ste decidi que el discurso crtico tena que eliminarse. Declarar innombrable a alguien como Marx, que obviamente tiene algo que decir, empobrece al discurso de manera radical. Despus, en la segunda mitad del siglo xx, ha ido cambiando un poco esto. Ya no es de tan mal gusto hablar un poco de Marx, aunque todava sigue siendo innombrable y cada vez que alguien nombra a Marx mucha gente se incomoda. Sin embargo, muchos
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de los grandes pensadores actuales se dan cuenta de eso e introducen a Marx, aunque sea bajo la forma de "espectro". A los que estn entrenados en el pensamiento hay que decirles que no son ellos los que van a aportar el momento crtico sino que ellos son los que se van a dar cuenta de que la crtica est en la vida misma, que est saliendo de all.
KARL MARX
TESIS SOBRE FEUERBACH
1845
Der Hauptmangel alles bisherigen Materialismus (den Feuerbachschen mit eingerechnet) ist, da der Gegenstand, die Wirklichkeit, Sinnlichkeit, nur unter der Form des Objekts oder der Anschauung gefat wird; nicht aber als sinnlich menschliche Ttigkeit, Praxis; nicht subjektiv. Daher die ttige Seite abstrakt im Gegensatz zu dem Materialismus vom dem Idealismus-der natrlich die wirkliche, sinnliche Ttigkeit als solche nicht kennt-entwickelt. Feuerbach will sinnliche von den Gedankenobjekten wirklich unterschiedne Objekte: aber er fat die menschliche Ttigkeit selbst nicht als gegenstndliche Ttigkeit. Er betrachtet daher im "Wesen des Christenthums" nur das theoretische Verhalten als das echt menschliche, whrend die Praxis nur in ihrer schmutzig-jdischen Erscheinungsform gefat undfixiertwird. Er begreift daher nicht die Bedeutung der "revolutionren", der "praktischkritischen" Ttigkeit.
La principal insuficiencia de todo el materialismo tradicional (incluido el de Feuerbach) es que [, en l] el objeto i, la realidad, la materialidad slo es captada bajo la forma del objeto u o de la intuicin sensible; y no como actividad humana material, [como] praxis; no subjetivamente. De ah que, en oposicin al materialismo, el aspecto activo [haya sido] desarrollado de manera abstracta por el ideahsmo el cual, naturalmente, no conoce la actividad real, material en cuanto tal. Feuerbach quiere [referirse a] objetos materiales, realmente diferentes de los objetos pensados: pero no capta la propia actividad humana como actividad objetiva. De ah [de la insuficiencia de su materialismo] que [Feuerbach], en La esencia del cristianismo, slo considere al comportamiento terico como el autnticamente humano, mientras la praxis slo es captada y fijada en su forma suciamente juda de manifestacin. De ah que no comprende la significacin de la actividad "revolucionaria", "crtico-prctica".
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Die Frage, ob dem menschlichen Denken gegenstndliche Wahrheit zukommeist keine Frage der Theorie, sondern eine praktische Frage. In der Praxis mu der Mensch die Wahrheit, i.e. die Wirklichkeit und Macht, Diesseitigkeit seines Denkeils beweisen. Der Streit ber die Wirklichkeit oder Nichtwirklichkeit des Denkens das von der Praxis isoliert ist ist eine rein scholastische Frage.
La cuestin de si al pensamiento humano le corresponde una verdad objetiva no es una cuestin de la teora sino una cuestin prctica. En la praxis debe el hombre demostrar la verdad, esto es, la realidad y el poder, la terrenalidad de su pensamiento, La disputa sobre la realidad o irrealidad del pensamiento que est aislado de la praxis es una cuestin puramente escolstica.
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Die materialistische Lehre von der Vernderung der Umstnde und der Erziehung vergit, da die Umstnde von den Menschen verndert und der Erzieher selbst erzogen werden mu. Sie mu daher die Gesellschaft in zwei Teile ^von denen der eine ber ihr erhaben ist sondieren. ! Das Zusammenfallen des ndern[s] der Umstnde und der menschlichen Ttigkeit oder Selbstvernderung kann nur als revolutionre Praxis gefat und rationell verstanden werden.
La doctrina materialista acerca de la transformacin de las cirP cunstancias y de la educacin olvida que las circunstancias deben ser transformadas por los hombres y que el propio educador debe ser educado. Tiene por tanto que dividir a la sociedad en dos partes, una de las cuales est por encima de ella. La coincidencia del cambio de las circunstancias y de la actividad humana o [la] autotransfbrmacin slo puede; ser captada y comprendida racionalmente como praxis revolucionaria.
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VIII
Feuerbach geht aus von dem Faktum der rehgisen Selbstentfremdung, der Verdopplung der Welt in eine religise und eine weltliche Welt. Seine Arbeit besteht darin, die rgjij gise Welt in ihre weltliche Grundlage aufzulsen. Ab da die weltliche Grundlage sich von sich selbst abhebt und sich ein selbstndiges Reich in den Wolken fixiert, ist nur aus der Selbstzerrissenheit und Sichselbstwidersprechen dieser weltlichen Grundlage zu erklren. Diese selbst mu also in isch selbst sowohl in ihrem Widerspruch verstanden als praktisch revolutioniert werden. Also nachdem z.B. die irdische Familie als das Geheimnis der heiligen Familie entdeckt ist, mu nun erstere selbst theoretisch und praktisch vernichtet werden. Feuerbach parte del factum e la autoenajenacin religiosa, de la duplicacin del mundo en uno religioso y otro mundano. Su trabajo consiste en disolver [auflsen] el mundo religioso en su base [Grundlage] mundana. Pero el [hecho de] que la base mundana se desprende [abhebt] de s misma y se fija [como] un reino independiente en las nubes slo es explicable a partir del autodesmembramiento [Selbstzerrissenheit] y [del] autocontradecirse de esta base mundana. Es sta entonces, en s misma, la que debe ser tanto comprendida [verstanden] en su contradiccin como revolucionada prcticamente. Es decir, por ejemplo, una vez que la familia terrenal [irdische] ha sido descubierta como el misterio de la Sagrada Familia, debe ahora ser aniquilada [vernichtet] terica y prcticamente.
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VIII
FeuerbacH, mit dem abstrakten Denken nicht zufrieden, will die Anschauung] aber er fat die Sinnlichkeit nicht als praktische menschlichsinnliche Ttigkeit. Feuerbach, insatisfecho con el persamiento abstracto, quiere [volver a] la intuicin sensible [Anschauung]] pero no capta la materialidad [Sinnlichkeit] como actividad prctica, material-humana.
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VIII
Feuerbach lst das religise Wesen in das menschliche Wesen auf. Aber das menschliche Wesen ist kein dem einzelnen Individuum inwohnendes Abstraktum. In seiner Wirkhcbikeit ist es das ensemble der geseUschafthchen Verhltnissif. Feuerbach, der auf die Kritik dieses wirklichen Wesens nicht eingeht, ist daher gezwungen: 1) von dem geschichtlichen Verlauf zu abstrahieren und das religise Gemt fr sich zu fixieren, und ein abstrakt isoliert menschliches Individuum vorauszusetzen; 2) Das Wesen kann daher nur als "Gattung", als innere, stumme, die vielen Individuen natrlich verbindende Allgemeinheit gefat werden. Feuerbach disuelve la esencia religiosa en la esencia humana. Pero la esencia humana no es un abstractum inherente al individuo singular. En su realidad, es el conjunto de las relaciones sociales. Feuerbach, que no entra en la crtica de esta esencia real, est obligado, por tanto: 1) a hacer abstraccin del acontecer histrico y a fijar como independiente al nimo religioso, y a presuponer un individuo humano abstracto aislado. 2) por lo tanto, la esencia slo puede ser captada como "gnero", como universalidad interior, inexpresiva, que conecta naturalmente a los muchos individuos.
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VIII
Beuerbach sieht daher nicht, da das "religise Gemt" selbst ein gesellschaftliches Produkt ist und da: das abstrakte Individuum, das er analysiert, in Wirklichkeit einer bestimmten Gesellschaftsform angehrt. Feuerbach no ve, por tanto, que el propi "nimo religioso" es un producto social, y que el individuo abstracto que l analiza pertenece a una forma determinada de sociedad.
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VIII
Alles gesellschaftliGhe Leben ist wesentlich praktisch. Alle Mysterien, welche die Theorie zum Mystizism[us] veranlassen, finden ihre rationelle Lsung in der menschlichen Praxis ijjgd im Begreifen dieser Praxis. Toda vida social es esencialmente prcica. Todos los misterios que inducen a la teora al misticismo encuentran su solucin racional en la praxis humana y en la comprensin de esta praxis.
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VIII
Das Hchste, wozu der anschauende Materialismus kommt, d;h. der Materiahsmus, dr die Sinnlichkeit nicht als praktische Ttigkeit begreift, ist die Anschauung der einzelnen Individuen und der brgerlichen Gesellschaft. Lo mximo a lo que llega el materialismo de la intuicin sensible, es decir, el materialismo que no concibe a la materialidad como actividad prctica, es a la observacin de los individuos singulares y de la sociedad civil.
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VIII
Der Standpunkt des alten Materialismus ist die brgerliche Gesellschaft; der Standpunkt des neuen die menschliche Gesellschaft, oder die gesellschaftliche Menschheit. La posicin del viejo materialismo es la sociedad civil [o burguesa], la posicin del nuevo es la sociedad humana o la humanidad social.
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VIII
Die Philosophen haben die Welt Los filsofos slo han interprenur verschieden interpretiert; es tado el mundo de distintas makmmt drauf an, sie zu vern- neras; de lo que se trata es de dem. transformarlo.
El materialismo de Marx. Discurso crtico y revolucin, de Bolvar Echeverra, se termin de imprimir en febrero de 2011 en Imprenta de Juan Pablos, S. A., 2a. Cerrada de Belisario Domnguez 19, Col. del Carmen, Del. Coyoacn, Mxico, 04100, D.F. Se tiraron 1000 ejemplares.