Granda III
Granda III
Granda III
La salud y la vida
Varios autores
V O L U M E N 3
Quito, noviembre 2011
La salud y la vida
Edmundo Granda Ugalde
Varios autores
VOLUMEN 3
Quito, Ecuador
Primera edicin: noviembre 2011
1.000 ejemplares
Ministerio de Salud Pblica del Ecuador
David Chiriboga, Ministro
Organizacin Panamericana de la Salud/Organizacin Mundial de la Salud - OPS/OMS
Celia Riera, Representante Ecuador
Consejo Nacional de Salud del Ecuador - CONASA
Irina Almeida, Directora
Universidad de Cuenca
Fabin Carrasco, Rector
Universidad Nacional de Loja
Gustavo Villacs, Rector
Asociacin Latinoamericana de Medicina Social - ALAMES
Nila Heredia, Mario Rovere, Coordinacin General
Editoras
Zaida Betancourt y Martha Rodrguez
COMIT EDITORIAL
Zaida Betancourt, Mauricio Torres, Hugo Noboa, Oscar Betancourt, Roberto Semprtegui, ALAMES
Martha Rodrguez, OPS/OMS
Csar Hermida, Universidad de Cuenca
Diseo e ilustracin de portada: Liliana Gutirrez, Lpiz y papel
Impresin: Imprenta Nocin
Impreso en Ecuador
Las opiniones expresadas, recomendaciones formuladas, denominaciones empleadas y datos
presentados en esta publicacin no reejan necesariamente los criterios o las polticas de las
instituciones auspiciantes.
La informacin de esta obra puede ser utilizada siempre y cuando se cite la fuente.
ndice
Presentacin .......................................................................................................................................... 9
Artculos
Polticas pblicas saludables
Edmundo Granda ................................................................................................................................... 13
Nicaragua: revolucin y salud
(Aporte de la defensa de un pueblo agredido por el imperialismo)
Edmundo Granda ................................................................................................................................... 23
Quo Vadis Salud Pblica?
Edmundo Granda ................................................................................................................................... 41
Otra salud es posible
Roberto Passos Nogueira ....................................................................................................................... 65
Necesidad de una nueva epistemologa para una nueva prctica de salud pblica
Mauricio Torres-Tovar ............................................................................................................................ 77
La construccin de salud en el Ecuador desde los movimientos sociales,
aproximaciones iniciales
Zaida Victoria Betancourt Aragn ......................................................................................................... 93
La salud bien pblico concebido en lo glocal
David Acurio Pez ............................................................................................................................... 129
Investigacin en salud pblica: una propuesta alter(n)ativa
Ketty Vivanco Criollo, Rosa Rojas Flores ............................................................................................. 139
Encrucijadas y complicidades epistemolgicas para pensar la salud
Mario Rovere ...................................................................................................................................... 153
Edmundo Granda, educador
Margarita Velasco Abad ...................................................................................................................... 169
La inuencia (poltica, estratgica y tcnica ) del pensamiento de
Edmundo en la cooperacin tcnica de la OPS
Jorge Luis Prosperi ............................................................................................................................... 177
La salud como derecho humano y la salud integral de las mujeres:
mandatos an invisibles?
Yolanda Arango Panezo ....................................................................................................................... 187
Abriendo caminos en salud pblica, educacin e interculturalidad.
Una experiencia en Colombia
Mara Clara Quintero, Olga Patricia Torrado, Mara del Carmen Urrea ............................................. 199
Los verbos esenciales de la salud pblica
Sal Franco A. ..................................................................................................................................... 211
Encuentro de dos peregrinos. Edmundo y Miguel (1958-2008)
Miguel Mrquez .................................................................................................................................. 235
Mara Isabel Rodrguez habla sobre Edmundo Granda
Fernando Borgia ................................................................................................................................. 247
Semblanza, Edmundo de la vida ....................................................................................................... 257
La salud y la vida 9
Con este tercer volumen de Edmundo Granda Ugalde. La salud y la vida. Varios autores cumplimos
con el propsito original del Comit Editorial, de compilar y publicar su produccin intelectual, y
fomentar la lectura, anlisis y recreacin de su obra.
Este volumen, adems de compilar algunos artculos de Edmundo, recoge un conjunto de voces de
Amrica Latina que han hecho un esfuerzo interpretativo de diversos tpicos del pensamiento de
quien fuera, un maestro de la medicina social en la regin.
De la produccin de Edmundo Granda se expone el artculo Polticas pblicas saludables, que brinda
luces para avanzar en el desarrollo de acciones pblicas emancipadoras, pues busca trascender el
mercado de salud y el proteccionismo social, rutas por las cuales no es posible superar las inequidades
sociales y sanitarias en los pases latinoamericanos.
Se incluye el artculo Nicaragua, revolucin y salud sobre la experiencia de construccin de una
poltica de salud en el contexto revolucionario de la Nicaragua sandinista, que fue, sin lugar a dudas,
un laboratorio donde conuy en ese momento el pensamiento progresista de salud latinoamericano,
para aportar solidariamente a la construccin de este sueo libertario.
En los volmenes anteriores no se haba incorporado el artculo Quo Vadis Salud Pblica?, por
considerar que sus ideas principales estn en otros documentos de Edmundo. Sin embargo, se incluye
en este volumen por ser un documento de alta referencia y que tiene la virtud de desencadenar
dilogos en diversos escenarios presenciales y virtuales.
Luego de la presentacin pblica del segundo volumen de esta compilacin de la obra de Edmundo
Granda, que tuvo lugar en Bogot en noviembre de 2009, en el marco del XI Congreso Latinoamericano
de Medicina Social y Salud Colectiva, el comit editorial hizo un llamado a ms de un centenar de
compaeras y compaeros latinoamericanos para que realizaran un ejercicio dialgico e interpretativo
con el pensamiento de Edmundo, para congurar el tercer volumen de la serie. Afortunadamente se
recibi material suciente y de calidad, que permite entregar este tercer volumen:
t Otra salud es posible, Roberto Passos Nogueira
t Necesidad de una nueva epistemologa para una nueva prctica de salud pblica, Mauricio
Torres-Tovar
t La construccin de salud en el Ecuador desde los movimientos sociales, aproximaciones inicia-
les, Zaida Betancourt Aragn
t La salud - bien pblico concebido en lo glocal, David Acurio Pez
t Investigacin en salud pblica: una propuesta alter(n)ativa, Ketty Vivanco Criollo y Rosa Rojas
Flores.
Presentacin
10 Presentacin La salud y la vida 11
t Encrucijadas y complicidades epistemolgicas para pensar la salud, Mario Rovere.
t Edmundo Granda, educador, Margarita Velasco Abad.
t La inuencia (poltica, estratgica y tcnica) del pensamiento de Edmundo en la cooperacin
tcnica de la OPS, Jorge Luis Prosperi.
t La salud como derecho humano y la salud integral de las mujeres: mandatos an invisibles?,
Yolanda Arango Panezo.
t Abriendo caminos en salud pblica, educacin e interculturalidad. Una experiencia en Colombia,
Mara Clara Quintero, Olga Patricia Torrado y Mara del Carmen Urrea.
t Los verbos esenciales de la salud pblica, Sal Franco Agudelo.
t Encuentro de dos peregrinos: Edmundo y Miguel (1958-2008), Miguel Mrquez.
t Mara Isabel Rodrguez habla sobre Edmundo Granda, Fernando Borgia.
Los artculos presentados, desde diversos enfoques y temticas, dialogan, debaten, reexionan,
enfatizando la necesidad de seguir construyendo un quehacer sanitario que impulse un movimiento
de salud de la mano de diversos sujetos de salud y vida, as como volver a las fuentes de la medicina
social, a reconocer que debemos actuar sobre el complejo entramado de la determinacin social de la
salud, comprometindonos con la construccin de polticas pblicas saludables.
Cabe destacar que la rupturas de Edmundo con el pensamiento determinista abri puertas al
entendimiento de la complejidad de la realidad en su temporalidad, diversidad y construccin
permanente, lo cual es profundizado en este libro desde Argentina, Brasil, Colombia, Cuba. El
Salvador, Panam, Uruguay y por supuesto Ecuador.
Queda una amplia satisfaccin por la minga latinoamrica que posibilit que la palabra de Edmundo
no deje de ser oda. Solamente la recreacin de su pensamiento, el debate, la coincidencia y el disenso
pueden permitir profundizar el dilogo con un compaero que perteneci a este tiempo y que vivi
en la larga noche neoliberal, con la luz de los movimientos sociales que complejizan las demandas y
explican los movimientos sur sur.
Agradecemos a los articulistas, al comit editorial y a los compaeros y compaeras salubristas de
la patria grande -que no se nombran en este libro- y que estuvieron prestos para facilitar contactos,
comentar artculos, realizar entrevistas. Siendo que la produccin de Edmundo fue eminentemente
para el hacer colectivo, no podamos sino construir este libro con mltiples voces, muchas de ellas
invisibles.
Estamos conscientes que su legado exige en un futuro prximo, mayor profundizacin para
comprender desde la accin prctica sus mayores contribuciones, entre las cuales se destaca: a)
su mandato de descentrar la enfermedad del quehacer de la salud pblica, b) la complejizacin del
pensamiento sanitarista, para emprender acciones ms integrales desde el mundo de la vida, esto
es con todos-as los seres vivos, c) la promocin de acciones articuladas e incluyentes que propicien
procesos emancipatorios que desmercantilicen la enfermedad, la salud y la vida, y d) la actitud de
servicio y afecto en todos los actos cotidianos vitales.
Esperamos que este esfuerzo editorial, recogido en los tres volmenes de La Salud y la Vida, sea un
contribucin para no olvidar el legado de pensamiento y obra de un intelectual y militante de la salud
colectiva-medicina social latinoamericana, que contribuya a que este pensamiento siga madurando
y aportando en la construccin del quehacer sanitario desde la vida, con la participacin de sujetos
sociales, profundizando la democracia desde la salud y los procesos de emancipacin social y sanitaria
que requiere nuestra patria grande latinoamericana.
Quito, noviembre 2011
Ministerio de Salud Pblica
Consejo Nacional de Salud
Universidad de Cuenca
Universidad de Loja
Asociacin Latinoamericana de Medicina Social
Organizacin Panamericana de la Salud / Organizacin Mundial de la Salud.
Representacin Ecuador
La salud y la vida 13
Artculo 1
Polticas pblicas saludables
Edmundo Granda
1
E
l Dr. Csar Viera ha propuesto el siguiente
ordenamiento para el abordaje de las polti-
cas pblicas saludables PPS: sugiere analizar
los conceptos, revisar los roles o papeles que
deben cumplir las polticas pblicas, estudiar
los impactos y revisar los instrumentos. Por
esta razn, la Representacin de OPS/OMS en
el Ecuador propone los siguientes elementos de
reexin:
Conceptos
Las caractersticas anteriores obligan a la gente
que est preocupada por la salud a no interve-
nir antes de interpretar, porque la salud siempre
entraara caractersticas diversas, muy propias
del momento de autopoiesis en que se encuen-
tra el individuo o grupo que estconstruyendo
su salud. En otras palabras, parece que es fun-
damental en este nuevo milenio tratar de com-
prender la realidad antes de intervenir sobre
ella, porque las intervenciones basadas en una
supuesta ciencia que conoce todo, est dejando
cil avanzar en la constitucin de nuevas teoras,
mtodos, tcnicas y acciones para la promocin
de la salud.
Lo anterior no hace nicamente relacin a la sa-
lud, sino que tambin tiene que ver con la cons-
titucin del resto de ciencias humanas, las mis-
mas que durante los ltimos treinta aos han
vivido un proceso de crtica.
Por esta razn nos permitimos sugerir que se
inicie el abordaje de las polticas por la reexin
Salud: calidad de vida y bienestar.
Una vez que asumimos la necesidad de reexio-
nar sobre la vida y la salud, nos parece que es
fundamental entender que este binomio ocupa
un espacio y tiempo distintos a los que ocupan la
enfermedad y la muerte. Estas ltimas aparecen
como cuestiones dadas o producidas, mientras
que la vida y salud se encuentran en el dndose.
En otras palabras, es muy difcil para nosotros,
los enfermlogos, comprender la salud, por-
que nosotros somos personas que entendemos
los hechos como sustantivos o cuestiones con-
geladas o cristalizadas, pero tenemos mucho
problema en entender los verbos, los movimien-
tos, o los procesos.
La reexin anterior nos conduce, entonces, a la
necesidad de encontrar lgicas diferentes a las
dominantes. Estos ltimos cincuenta aos han
dado cuenta del nacimiento de nuevas lgicas
que tratan de entender la temporalidad propia
4 La lgica dominante ha sido una lgica instrumental que busca comprender cmo los efectos son
producidos por una causa (lgica causal), o cmo un medio conduce a un n (nalista), o cmo un
hecho existe en funcin a una norma (funcionalista). Otras lgicas aparecieron en el siglo XIX, como
por ejemplo la lgica dialctica, pero en estos ltimos tiempos se han forjado nuevas propuestas
lgicas que intentan explicar la forma en que ocurren los procesos autonmicos, como por ejemplo
la vida en su constante autogeneracin. Estas lgicas son conocidas como lgicas recursivas: por
ejemplo, el vivir produce vida y la vida producida posibilita vivir.
5 Autopoiesis quiere decir auto-inventarse. Los seres vivos se caracterizaran por esa capacidad de
producir vida, al mismo tiempo producir los instrumentos (rganos, tejidos, clulas) que generan
la vida, y constantemente cambiar en ese autoproducirse.
16 Polticas pblicas saludables La salud y la vida 17
diferente a la que jugaron las tradicionales
polticas de salud. En la denicin de las po-
lticas de salud han jugado tradicionalmente,
como determinantes fundamentales, tres
fuerzas: a) el poder del conocimiento b) el
poder administrativo (mundo de las cosas
y del dinero) y c) el poder poltico (volun-
tades). Las PPS intentan forjar fuerzas un
tanto diferentes que puedan tambin jugar
un papel distinto a nivel del Estado y de la
sociedad civil.
Las PPS intentan crear un poder tcnico dis-
tinto. En la medida en que proponen abogar
por una conceptualizacin diferente de la
salud, pretenden crear propuestas metodo-
lgicas y tcnicas consecuentes, que puedan
criticar y al mismo tiempo complementar los
conocimientos, mtodos y tcnicas tradicio-
nales utilizados por las ciencias de la salud
dominantes.
Las PPS deben crear un poder administra-
tivo diferente, mediante la forja de teoras
administrativas que comprendan y realcen
lo diverso y posibiliten la introduccin del
poder de los propios actores en el diagns-
tico y elaboracin de las respuestas adminis-
trativas.
Las PPS deben congurar un poder poltico
diverso, donde el mundo de la vida se im-
brique con el mundo del sistema y donde el
mundo sistmico no colonice al mundo de la
vida, de la manera como ha venido haciendo.
La creacin o dinamizacin de unos poderes
tcnico, administrativo y poltico distintos
posibilitara, a su vez, dinamizar y cambiar
la manera en que se movilizan los recursos,
movilizacin que debera responder en parte
a la propia lgica de los recursos, pero que
recibe la direccin de los poderes humani-
zados y fortalecidos, con lo cual estaramos
hablando de una movilizacin con miras al
cuidado (ver Heidegger: El ser y el tiempo).
El fortalecimiento de los mencionados pode-
salud se halla fundamentada en las formas
de organizacin social de la vida (autopoie-
sis colectiva) y que la tcnica puede apoyar
dicha dinmica vital, pero la tcnica en s no
es saludable. Las PPS, al as obrar, conciben
que la accin en salud es una accin sapiente,
donde obra el saber y querer colectivo con-
juntamente con el apoyo de la ciencia, nor-
mas y recursos. En otras palabras, las PPS
estableceran que es fundamental que la po-
blacin proponga los nes, mientras que la
intervencin de los recursos, ciencia y nor-
mas sean nada ms que medios.
Las PPS, entonces, son en s saludables, al
interpretar la vida, apoyar su desarrollo y
buscar que la propia vida marqueel camino
de la accin individual y colectiva. Las PPS
no se centran solo en los medios exteriores
para lograr salud, sino que concentran su in-
ters sobre las potencialidades internas de
las colectividades; no dan mucho nfasis a
la intervencin sobre la poblacin, sino a la
comprensin y cuidado de su autodesarrollo.
De esta manera, las PPS analizan e impulsan
las relaciones del ser humano con sus mbi-
tos de consumo y produccin. En el mbito
de consumo, estudian y buscan el cambio
de las relaciones de: a) consumo simple: ali-
mentacin, vivienda, vestido, recreacin; b)
consumo ampliado: consumo del arte y la
ciencia; c) formas de trabajo; d) relacin con
la naturaleza fsica, biolgica y social.
Las PPS no solo juegan un rol a nivel de la
accin social, sino que tambin intervienen
sobre la estructura o sistema. Al centrar su
preocupacin en fortalecer la naturaleza sa-
ludable de la accin, buscan adems tradu-
cir las necesidades del mundo de la vida en
respuestas adecuadas, movilizar recursos y
re-regular el Estado. Analicemos estos ele-
mentos.
La labor de traduccin de las necesidades
humanas en normas y recursos estructurales
que deben cumplir las PPS, es de naturaleza
- Organiza las pracLicas coLidianas.
- Forja rclacioncs dc podcr con sus congcncrcs
y con el mundo que le rodea.
Las polticas pblicas saludables requieren, en-
tonces, interpretar la accin social en su inte-
gralidad. Solo asse podr:
- Rcalizar una bucna lccLura" dc las ncccsida-
des sociales.
- ForLalcccr las propias accioncs socialcs quc
apoyan los literales anteriores.
- Traducir los rcqucrimicnLos dc mcdiacin o
cuidado sobre la salud.
- Movilizar adccuadamcnLc los conocimicn-
tos, normas y recursos (estructura) existen-
tes y crear otros capaces de responder a las
necesidades diagnosticadas.
- Rc-rcgular cl aparaLo dcl FsLado con miras a
forjar un Estado democrtico y promotor de
salud.
Los puntos anteriores obligan a tomar en consi-
deracin algunos aspectos fundamentales:
- Ia lccLura" mcncionada solo pucdc produ-
cirse si la aproximacin a los actores se da
desde mtodos interpretativos no tradicio-
nales. La hermenutica, la fenomenologa,
la losofa del lenguaje y otras metodologas
apoyan en este empeo.
- Fl orLalccimicnLo dcl accionar social cn
salud podr darse siempre cuando puedan
compatibilizarse las PPS con la cultura, etni-
cidad, personalidad, prcticas y poderes so-
ciales. En esa medida, las polticas pblicas
saludables rescatan las realidades y valores
del mundo de la vida de las colectividades
como bases fundamentales para la propia
accin comunitaria en salud y como puente
fundamental para la organizacin de las res-
puestas estatales en salud.
- Ias polLicas pblicas saludablcs rccono-
cen que la posibilidad de la accin en salud
ocurre siempre y cuando se pueda crear un
saber mutuo sobre salud entre la colectivi-
dad y los actores. Las PPS reconocen que la
sociales han comenzado a dar una importancia
muy grande a la accin social en cuanto activi-
dad humana, categora que no tuvo mucho peso
en el pensamiento social anterior, el cual entre-
g mucho peso a la estructura o al sistema.
Las ciencias sociales y polticas convencionales
consideraron que el mundo social (la accin so-
cial) sera redimido por las normas estatales y
los recursos fundamentados en la razn cient-
ca (estructura) y que todo pensamiento o accin
que no respondiera a la norma y a la razn sera
barrido por la historia. Esta prediccin result
un tanto equivocada. El experimento del socia-
lismo real as lo conrm.
Similar pensamiento domin a la salud pblica
del siglo XX, segn el cual la salud la alcanza-
ramos a travs del cumplimiento de las nor-
mas fundamentadas en la ciencia positiva que
mueve recursos tecnolgicos. Aquella propues-
ta, a pesar de los grandes logros, parece que
tambin es un tanto unilateral, ya que, como se
ha dicho anteriormente, esto nos condujo a un
pensamiento fundamentado en la enfermedad
y a una intervencin basada en una ciencia que
supuestamente sabe todo y que no requiere de
interpretacin previa del cambiante mundo hu-
mano. Si sustentamos que las polticas humanas
saludables son pensamientos y acciones que im-
pulsan el desarrollo de la vida en cuanto bien co-
mn y verdadero, tanto los pensamientos cuan-
to las prcticas jugaran un papel fundamental
en la accin social y en la estructura.
El rescate por parte de las polticas pblicas sa-
ludables del bien comn en tanto creacin de la
accin individual y social, requiere interpretar
el mundo de la vida como espacio donde el ser
humano:
- ConsLruyc aqucllo quc susLcnLa como vcrda-
dero.
- Fngcndra los planLcamicnLos cLicos quc lc
posibilitan construir su socialidad.
- ConsLiLuyc sus vcracidadcs, undamcnLos dc
la personalidad.
18 Polticas pblicas saludables La salud y la vida 19
pugna el reconocimiento de la autonoma y la
subjetividad, que alimenta pensamientos cen-
trados en lo autopoitico. La descentralizacin
y el concomitante reclamo de una atencin a la
salud ms relacionada con lo local. El recono-
cimiento de la importancia del cliente como
propulsor de su propia salud. En otras palabras,
vivimos un momento en que las PPS podran
ser impulsadas, y a su vez lo que ocurre podra
ser dirigido para fortalecer las PPS, con miras a
producir grandes cambios en el sector enferme-
dad.
Las PPS tambin podran impactar importan-
temente sobre los otros sectores al brindar ele-
mentos de relacin de su quehacer con el avance
humano. Todos los sectores, ya sean sociales o
econmicos, supuestamente desarrollan su ac-
cin para benecio de su poblacin. La confor-
macin de un slido conjunto de polticas pbli-
cas saludables podra crear un punto de referen-
cia de importancia para el quehacer de todos los
sectores.
Las PPS tienen una posibilidad muy grande de
transformarse en puntos de referencia de los
otros sectores, toda vez que la vida y la salud tie-
nen una amplia fuerza de convocatoria. Al n y
al cabo, la cotidianidad est relacionada con la
vida y la salud, mientras que la enfermedad y
la muerte constituyen accidentes o momentos.
Por otro lado, la vida y la salud no han sido tan
medicalizadas o disciplinadas como es la en-
fermedad, cuyo tratamiento constituye respon-
sabilidad de elites cientco-tcnicas. La salud,
en cambio, pertenece al mundo de la vida, es vi-
vida por legos y tratada por mltiples profesio-
nes: la abordan los antroplogos, los socilogos,
los curas, las amas de casa, las abuelas.
Instrumentos de las polticas pblicas
saludables
Al denir las polticas pblicas como todo pen-
samiento y accin que impulsa el desarrollo de la
vida en cuanto bien comn y verdadero, es ob-
El sector enfermedad tiene sus actores, que
luchan por su existencia y ampliacin, siendo
uno de los actores ms importantes, el complejo
mdico - industrial - medicamentoso. Es posible
pensar que el fortalecimiento de las PPS a nivel
de los Ministerios de Salud se encuentra en el
empuje que podran dar las nuevas identidades
o nuevos movimientos sociales que proponen
defender la salud como parte de la conformacin
de sus propsitos. El movimiento ecologista ha
jugado un papel importante en la conformacin
de polticas pblicas saludables para la natura-
leza; las mujeres han luchado por la conforma-
cin de PPS relacionadas con la salud del gnero
y la no violencia intrafamiliar; los movimientos
tnicos han cumplido un importante papel en
la recuperacin de medicinas ancestrales ms
centradas en la salud que en la enfermedad, los
municipios y poderes locales han conducido pro-
puestas que intentan dar cuenta de la salud de
los habitantes de sus territorios.
Si los actores fundamentales de la PPS se en-
cuentran por fuera del sector enfermedad y
ancados en la sociedad civil, es fundamental
reexionar sobre los necesarios cambios a nivel
del poder administrativo existente los servicios,
de los que habamos hablado antes, con el n
de acoger la inuencia de estas fuerzas socia-
les para apoyar la ampliacin del horizonte de
visin y accin de este sector. Pero las fuerzas
del cambio no se encuentran solamente en los
poderes polticos externos al sector enferme-
dad sino que tambin existen en tanto poderes
de nuevo conocimiento sobre la salud que deben
ser importados por parte del sector enferme-
dad. La reexin sobre la salud y la creacin de
propuestas metodolgicas e instrumentos tc-
nicos para dar cuenta de la salud y las PPS son
de urgente necesidad.
A ms de las fuerzas polticas, tcnicas y admi-
nistrativas abordadas, es importante reconocer
que vivimos una poca de grandes cambios en
todos los rubros de la vida social, los mismos
que podran apoyar el fortalecimiento de PPS.
Nos referimos a esa corriente libertaria que pro-
sectores sociales y econmicos del Estado. Por
ejemplo, el sector de bienestar social, es parte
del sector virtual salud; la educacin, que en
cierta medida hace parte del sector virtual sa-
lud; igual que el sector trabajo, y, por qu no, el
sector econmico.
La reexin que hemos llevado a cabo sobre las
PPS es una reexin que intenta partir desde la
salud en tanto expresin de vida individual y so-
cial. En esa medida, las PPS irrespetan sectores
ya constituidos y reclaman un espacio para el
ejercicio del cuidado a la salud. Las PPS tienen
que jugar un papel importante en el sector en-
fermedad, obligndole a ver otros contenidos
que haban sido dejados de lado en su constitu-
cin, originar cambios importantes en los cono-
cimientos, normas, recursos del sector (estruc-
tura) y tambin podra obrar sobre el cambio
de las formas del mismo. Deber, por otro lado,
obrar sobre el sector virtual salud que, como
hemos dicho, se halla regado en los otros sec-
tores, obligndolo a adquirir una realidad ms
real.
En lo que hace relacin a los servicios de salud,
stos podran ser ampliamente reorientados
a travs de la visualizacin de la vida y no solo
de la enfermedad. En esa medida, las PPS valo-
raran la tecnologa frente a la vida: la cultura
institucional frente a la vida; los derechos del
paciente; la tica y la vida; los entornos y la vida,
en una aproximacin ms all de los determi-
nantes tcnicos.
Para lograr una paulatina transformacin desde
un sector enfermedad hacia un sector salud,
es importante establecer un peso mayor de las
polticas pblicas saludables dentro del concier-
to de polticas de salud existentes en nuestros
Ministerios de Salud. Para que aquello ocurra,
debern crearse los mecanismos adecuados para
que puedan surgir actores o sujetos por la salud
que actualmente son muy dbiles o inexistentes,
es decir que es necesario pasar a conformar P-
blicos por la Salud.
res posibilitar revisar y crear leyes y reglas
constructoras de salud y vida a nivel del apa-
rato estatal, donde es fundamental estable-
cer una ampliacin del campo de visin y ac-
cin, a travs de acciones interdisciplinarias,
interinstitucionales e intersectoriales.
Las PPS buscaran, por otro lado, respuestas
del Estado forjadoras de la equidad, con el
n de que ste pueda producir efectos dis-
tintos ante necesidades diversas y logre dis-
minuir las diferencias injustas y evitables. Si
no se parte de una conceptualizacin de que
la salud es una forma de caminar por la vida,
no es posible disponer de respuestas diferen-
ciales ante formas de vida distintas que con-
ducen a niveles de salud tambin variables.
Las PPS, al haber partido desde la compren-
sin de la vida y la salud, se aproximan en
mejor forma a la produccin de respuestas
constructoras de equidad.
Impacto de las polticas pblicas
saludables en el sector salud
En el acpite anterior hemos establecido el rol
que podran jugar las PPS sobre la accin social
y sobre la estructura. En esta parte parece que
es importante considerar el papel que podran
cumplir las PPS a nivel del sector salud, en los
otros sectores y en los municipios. El plantea-
miento invita a salir del nivel de abstraccin en
el que nos hemos movido para tratar de analizar
el Estado en su conformacin por sectores.
Si reexionamos por un momento, nuestro
sector de la salud se halla delimitado por las
responsabilidades y funciones que cumplimos
con relacin a la enfermedad. Basta recordar
que ms del 90% del presupuesto est dedicado
a la enfermedad: atencin mdica en hospita-
les y ambulatorios. Muy pequea cantidad de
recursos se dedican a la promocin de la salud.
En otras palabras, el sector salud es el sector
de la enfermedad. El verdadero sector salud es
virtual y se encuentra regado en los diferentes
20 Polticas pblicas saludables
La comunicacin social cumple, por otro lado,
un papel importante en la ampliacin y forta-
lecimiento del proceso de aprendizaje de nue-
vas formas de convivencia, empoderamiento
de la poblacin y participacin en la denicin
y construccin de las PPS, pero un aspecto fun-
damental constituye aquel proceso de cambio de
las normas estructurales y procedimentales que
viabilicen el desarrollo de las PPS; los avances en
la accin social deben necesariamente acompa-
arse de transformaciones normativas y de re-
cursos (estructura).
Las PPS son polticas dinmicas, polticas con
vida, que requieren la constante alimentacin
de la poblacin para su supervivencia y desarro-
llo. En esa medida, este tipo de poltica necesi-
ta constante control social y el rendimiento de
cuentas por parte del sistema responsable de
implementarlas.
Las PPS tienen su impacto, pero este es un tanto
diferente de otras polticas, ya que intentan me-
dir los efectos positivos que expresan la salud,
tales como convivencia ciudadana, construccin
de ambientes y comportamientos solidarios y
seguros, etc.
Las PPS requieren acumular evidencias que po-
sibiliten su aplicacin en distintos mbitos y
tiempos, pero las evidencias son obviamente va-
lrico - cientcas, es decir, hablan de los valores
verdaderos o verdades buenas.
Muchos otros aspectos son de importancia pero
no han sido abordados para este documento, en
tal sentido se espera el debate propuesto por el
Dr. Csar Viera.
vio que requerimos de una serie de instrumen-
tos que posibiliten su construccin y ejercicio.
Por otro lado, al haberse ubicado la fuerza prin-
cipal de la salud en las potencialidades de vida
autnoma y solidaria, es lgico considerar que la
fuerza ms grande para la denicin y desarro-
llo de las PPS se encuentra radicada en la propia
poblacin y en su capacidad participativa.
La poblacin debe participar en la denicin de
las polticas por las razones que habamos ex-
plicado anteriormente: la caracterstica siempre
diversa del proceso bio-humano y el carcter ac-
tivo y consciente de la construccin social de su
salud. En esa medida, la posibilidad de interpre-
tar la vida y salud, solamente puede concretarse
a travs de aquella investigacin que posibilita
la construccin de un saber mutuo, realizada
conjuntamente entre la poblacin y sus institu-
ciones.
Es entonces fundamental establecer que la par-
ticipacin social debe darse desde el propio pro-
ceso de investigacin y denicin de las polti-
cas; no se diga en el proceso de implementacin,
seguimiento y evaluacin.
Al ser la participacin un eje fundamental para
la denicin de las polticas para su implemen-
tacin y control, las PPS deben buscar el empo-
deramiento de la poblacin en este campo, para
lo cual uno de los instrumentos fundamentales
es la educacin, en su calidad de proceso que
apoya el cambio de las formas de convivencia de
la poblacin. Si la salud es una forma de andar
en la vida, puede mejorarse en la medida en que
se cambien las formas de convivencia, y aque-
llo no se puede dar sino solamente a travs del
aprendizaje de las mismas.
La salud y la vida 23
Artculo 2
Nicaragua: revolucin y salud
1
(Aporte a la defensa de un pueblo agredido por el imperialismo)
Edmundo Granda
Presentacin
Ms all del pragmatismo de los tecncratas y
de la deformada ptica mercantil de la medicina
lucrativa, la lucha de los pueblos por la salud y la
vida cobra las ms diversas formas.
La revolucin social opera como un vasto y pro-
fundo instrumento de salud, proceso que ha rati-
cado la armacin histrica de la poltica como
medicina a gran escala. Por las mismas razones
que la revolucin produce la emancipacin eco-
nmica y la desenajenacin poltico-ideolgica,
desencadena tambin hondas modicaciones en
las potencialidades del bienestar, vida y salud.
Revolucin, salud y sobrevida son procesos es-
trechamente enlazados, del mismo modo que la
explotacin econmica, la dominacin poltica y
la coercin ideolgica, se alimentan mutuamen-
te con la enfermedad y la muerte.
Este documento fue realizado como un home-
naje a la inmensa tarea de rescate de la vida
que lleva adelante Nicaragua y que cumple en
estos das su octavo aniversario, y como una
expresin de rechazo al ejercicio destructivo de
la fuerza imperialista que pretende obstruir las
conquistas que, como la de la salud, Nicaragua
ofrece a los pases hermanos como testimonio
de lucha y esperanza de libertad para los pueblos
sometidos de Amrica y el mundo.
El poder popular y la amplicacin del
horizonte de la ciencia
El arte y la ciencia se alimentan de la realidad
social. A travs de la pintura, Genero Lugo
2
res-
cata, de entre los escombros de la agresin, el
xtasis del amor existente en esta Nicaragua
tan violentamente dulce
3
, mientras que el Co-
mandante Morales Avils expresa poticamente
la contradictoria unidad del dolor-amor en que
viven l, su pueblo y Doris Mara-camarada en la
bsqueda de la liberacin
4
. La guitarra de Meja
Godoy se torna fusil y dispara consignas musi-
cales
5
. La pintura, la literatura-poesa y la m-
sica se renuevan, crecen, cambian, tratan de dar
cuenta, mediante la esttica, de una Nicaragua
que se transforma, que busca forjar al hombre
nuevo, al hombre revolucionario para revolucio-
nar la vida. Viejos y nuevos artistas descubren, a
travs de notas musicales, colores, formas escul-
tricas y letras, esa nueva realidad de Nicaragua
y, construyen a su vez, la realidad sandinista del
contemporneo arte de este pas.
La ciencia tambin se sita en esta encrucijada.
Los objetos cientcos se conforman y delimi-
tan en el fragor de la lucha. El Frente Sandinista
produce nuevas realidades que deben ser regis-
tradas en el quehacer terico-prctico. La revo-
lucin posibilita la ampliacin del horizonte de
visibilidad de la ciencia porque, como lo dira el
1 Trabajo realizado por Edmundo Granda y un colectivo nicaragense, en el marco del proyecto
nicaragense de salud perinatal, CEAS, julio, 1987
2 Lugo, G. Transmutacin (pintura), Managua, 1986.
3 Cortzar, J. Nicaragua tan violentamente dulce. Edit. Nueva Nicaragua. Managua, 1985.
4 Morales Avils, R. Prosa poltica y poemas. Edit. Nueva Nicaragua. Managua, 1985.
5 Meja Godoy, E. Guitarra armada. (Msica), San Jos, 1978
24 Nicaragua: revolucin y salud La salud y la vida 25
de la contradiccin capital-trabajo, lo cual era
imposible, toda vez que las opciones histricas
son opciones de poder poltico, y en ese enton-
ces, el pueblo, el proletariado, no lo detentaba
en ninguna sociedad.
La ciencia en salud arm entonces, su delidad
a los requerimientos del capital. Ms tarde, se
encontrar atareada en buscar el mximo ren-
dimiento del obrero en su trabajo intensivo de
jornada corta, resultante del incremento de la
composicin orgnica del capital
11
. Despus la
encontraremos apuntalando la conquista co-
lonialista de frica, Asia y Amrica Latina por
parte del capital
12
. En todas las etapas, la cien-
cia mdica ha laborado conjuntamente con las
fuerzas dominantes para, a travs del quehacer
en salud, apuntalar el requerimiento legitima-
dor de los Estados capitalistas: que la ideologa
de la salud acte como excelente neutralizador
de tensiones sociales, y mediante la distribucin
de acciones de salud, se construya la imagen de
Estados benefactores que supuestamente se
preocupan por repartir la salud.
Las crisis del capital permitieron elaborar plan-
teamientos alternativos. Virchow y Neuman
propusieron en 1848 una visin ms democr-
tica sobre la salud, mientras que Stern, Sigerist,
Rosen y Molina, encontraron alternativas popu-
lares en la gran crisis de 1930. La actual deba-
cle del capital y el avance revolucionario de los
pueblos tambin han impulsado la construccin
de nuevas teoras explicativas. Amrica Latina
constituye un crisol en donde se funden nuevas
formas de prctica cientca. Cuba y Nicaragua
pasan a constituir la conrmacin de ensueos
populares madurados en la larga noche de la do-
celaria del hombre, quien es considerado como
una fuerza de trabajo, como mquina corporal,
como productor de riquezas. El objeto hom-
bre nunca es observado en su integralidad. Se
toma parte del mismo, es su valor de uso el que
se privilegia, porque el valor de uso de la fuer-
za de trabajo signica acumulacin de capital,
constituye posibilidad de ganancia, factibilidad
de plusvala. El valor de cambio de la fuerza de
trabajo solamente es tomado en consideracin
si es que impacta en la aplicacin de la misma.
Las ciencias de la salud al servicio del capital se
constituyeron y desarrollaron al unsono con los
requerimientos de acumulacin. En sus inicios,
el capital se enraiz en las fbricas y fructic
con la sangre de los obreros, madres y nios
que entregaron sus vidas en ese dantesco afn
productivista
9
. El consumo desmedido de esa
fuerza de trabajo generador de riqueza obliga-
ba a los empresarios a reexionar sobre el valor
de cambio. El capital se percat de que no poda
expoliar en esa forma tan irracional su propia
fuente productora de riqueza. Por otro lado, los
obreros, a travs de sus luchas reivindicativas,
alcanzaron reformas tendientes a conservar su
vida. La contradiccin capital-trabajo, en esta
primera etapa, incidi determinantemente so-
bre el pensamiento en salud
10
. El capital impuso
a la salud pblica la implementacin de medidas
convenientes para la conservacin de la salud
productiva de los trabajadores, as como el cui-
dado y preparacin de la fuerza potencial de tra-
bajo de sus hijos. El trabajador, en cambio, ha
demandado al Estado, desde entonces, el cuida-
do de su salud integral. La alternativa de obser-
var integralmente la salud del obrero haba exi-
gido a la ciencia mdica el plantear la abolicin
La historia del desarrollo de la ciencia en general,
y del quehacer cientco en salud en particular,
no constituye otra cosa que la historia de la lu-
cha por la denicin de objetos de investigacin
y de mtodos cientcos dirigidos a dar cuenta
de los procesos que se priorizan en un espacio
y tiempo histricos determinados. La dialctica
entre las fuerzas sociales y la propia consolida-
cin de la teora denen las prioridades cient-
cas. Frente al desarrollo de las fuerzas produc-
tivas, el poder dominante establece los reque-
rimientos cientcos, delimita los problemas a
ser dilucidados. La teora, en cambio, determina
las posibilidades de acogerlos, de interpretarlos.
Un problema no adquiere el estatuto cientco
si no encuentra la madurez terica suciente
para poder dar cuenta de sus regularidades, de
sus relaciones y determinaciones
8
pero, por otro
lado, la teora en salud no puede avanzar, no
puede desarrollarse si, desde la sociedad, desde
la realidad material, no se concretan presiones y
propuestas.
Las clases dominantes tienen mayores opciones
de hacer propuestas, de plantear problemas de
investigacin, de realizar pedidos a la ciencia. La
formulacin de los problemas u objetos de in-
vestigacin es, entonces, en gran medida, una
problemtica poltica. An ms, los pedidos tie-
nen un cometido, un valor de uso, deben servir
para un n determinado. En esa medida, y aqu
radica el problema ms grave, los objetos son
delimitados en funcin a su inters especco,
al servicio que prestaran ms tarde. Especiales
caractersticas constitutivas de los objetos son
privilegiadas mientras que otras son dejadas de
lado.
La historia de la investigacin en salud por parte
del capital es la historia de la investigacin par-
comandante Borge, el innito proceso de desarro-
llo de la ciencia coincide con el punto de vista de los
revolucionarios que es el proceso de desarrollo in-
nito de los hombres
6
.
Se plantea para los hombres de ciencia de Ni-
caragua desarrollar su creatividad para reejar
subjetivamente la intrincada realidad objetiva.
Constituye para los trabajadores cientcos un
reto de similar naturaleza al que se propone para
los artistas. En efecto, lvaro Gutirrez
7
en el
uso de los colores logra, con su pincel, plasmar
en el lienzo aquella mirada serena y llena de es-
peranza en el futuro de su gente. Parece como
que el mensaje que transmite consiste en la pro-
yeccin, en la continuacin en el tiempo histri-
co, de las posibilidades revolucionarias. Utiliza
las mismas tcnicas o son stas diferentes? Lo
que importa es que la pintura denota distintos
contenidos y propone nuevas acciones. La revo-
lucin crea el futuro, reconstituye la dialctica
del tiempo, abre horizontes desconocidos, res-
tablece la humanidad, es dialctica, es bsqueda
de horizontes ms amplios para la realizacin
del ser humano, y aqu radica el cometido del in-
vestigador en la revolucin; es decir, encontrar
la identidad entre ciencia y revolucin, descu-
brir cmo la revolucin es desarrollo de la cien-
cia, y la ciencia vivicacin de la revolucin.
En el plano especico de las ciencias de la salud,
los investigadores se ven en el compromiso de
encontrar el sendero para lograr la comprensin
de los nuevos aportes brindados por el proceso
revolucionario para la consecucin de la salud
colectiva y, al mismo tiempo, emprender en la
bsqueda de medios para impulsar el logro de la
salud como una parte integrante de la construc-
cin revolucionaria.
6 Borge, T. Discurso ante la III Jornada Cientca Nacional de Salud y Primer Coloquio de Ciencias
Mdicas Nicaragense Norteamericano. Bol. Nic, de Hig. Y Epid., 1(1): 91-98. Enero, marzo de
1984
7 Gutirrez, A. Ventana 1 (pintura), Managua, 1980.
8 Kedrov, B. (1971). Acerca de las leyes del desarrollo de la ciencia. La Habana, Ciencias Sociales.
9 Marx, K. (1976). El capital, libro 1, Cap. XIII. Mxico, Siglo XXI, 3ra ed.
10 Breilh, J. (1977) La Medicina Comunitaria, Una nueva polica mdica? Revista Mexicana de Ciencias
Polticas y Sociales (84) 79-82, Mxico.
11 Breilh, J. (1986) Epidemiologa: Economa, Medicina y Poltica. Editorial Fontamara, Mxico, 3ra ed.
12 Garca, J. C. (1981). e Laziness disease. History and Philosophy of the Life Sciences, 3(1): 21-59. Este
trabajo constituye una excelente demostracin de la articulacin de las ciencias mdicas y la produc-
cin algodonera en Amrica.
26 Nicaragua: revolucin y salud La salud y la vida 27
ta capacidad creativa y factibilizando su realiza-
cin individual en funcin a la realizacin social.
Poder popular y salud
Las categoras no solamente tienen un signicado
objetivo sino una historia objetiva y subjetiva. Una
historia objetiva que presupone un estado denido
de evolucin del movimiento de la materia y una
historia subjetiva, producto de su descubrimiento y
aprehensin por parte del hombre, por su concien-
cia.
17
Lo anterior presupone que las categoras se
construyen, es decir, ganan forma, adquieren
contenido, a travs del esfuerzo que hace la con-
ciencia humana para aprehender la cambiante
realidad. Las categoras tienen entonces vida,
tienen historia, cambian, se modican. En algu-
nos momentos se delimitan con singular clari-
dad, y en otros se oscurecen y se embarcan en
nebulosas ideolgicas. La realidad est siempre
presente ante la conciencia social, pero sta dis-
pone, de acuerdo a las distintas coyunturas, de
diversas cuotas de poder para descubrirlas, para
encontrar sus relaciones y determinaciones.
La larga noche de la dominacin somocista
atent contra la vida, encaden al hombre y al
pensamiento, conculc la libertad que no con-
stituye otra cosa que la conciencia de la necesi-
dad de las leyes que rigen los procesos naturales y
sociales,
18
y concomitantemente cre brumas
alrededor de la categora salud.
El triunfo revolucionario, la conquista del poder
popular a travs de las armas-amor-razn por
parte del sandinismo, abre una nueva etapa para
el quehacer en salud en Nicaragua y dibuja con
mayor nitidez la categora salud.
Este hecho histrico no solamente produce la
negacin de la alienacin del hombre comn,
sino que, consecuentemente, se produce la po-
sibilidad de la desalienacin de la ciencia. En
efecto, el poder popular libera al objeto cient-
co. El pensamiento cientco en salud nicara-
gense puede, en este momento, conceptualizar
al hombre como una posibilidad cada vez ms
cercana de realizacin integral. A pesar de que
en el momento actual persisten diferencias so-
ciales en la poblacin y todava se encuentran
expresiones econmicas en que priman las leyes
del valor, sin embargo, la revolucin pavimen-
ta el camino hacia la abolicin de la mercanca
humana.
La revolucin como que permite la desaliena-
cin ms rpida del objeto cientco que del ob-
jeto real. Dicho en otras palabras, el investigador
puede, en el momento actual, conceptualizar su
objeto como un ser autrquico y participar en la
planicacin de una sociedad nicaragense ms
justa, as como apuntalar aquel proceso necesa-
rio de transformacin humana.
Al producirse la liberacin del objeto cientco,
sus mtodos de abordaje cambian y al reconsti-
tuirse la dialctica del tiempo el futuro gana ma-
yor importancia. En este sentido, los investiga-
dores en la revolucin se ven en el compromiso
de crear nuevos caminos tericos e instrumen-
tos para interpretar los procesos que se desarro-
llan multilateralmente y en libertad. Los viejos
postulados de la epidemiologa agnosticista ya
no pueden dar cuenta del nuevo hombre sandi-
nista: deben ser criticados y reformulados. As
mismo, la convencional administracin en salud
no posee los elementos terico-metodolgicos
para abarcar los requerimientos organizativos
en salud. La revolucin desaliena al objeto, al
mtodo y al investigador, movilizando su inni-
comandada por las transnacionales y afrontada
por los Estados burgueses dependientes.
En la Nicaragua somocista la investigacin en
salud colectiva se esteriliz, se cortaron los in-
tentos de reformulacin. La ciencia debi cami-
nar en este campo, unida al afn de lucro o a los
requerimientos de control y legitimacin estata-
les, y sobrevino la noche para el pensamiento en
salud. La aparicin del poder popular que abri
nuevos derroteros, que ilumin los senderos
construidos por el nuevo pensamiento en sa-
lud forjado en la clandestinidad
15
, organiz una
prctica en salud conduciendo una reexin ms
cientca en este campo. La revolucin sandinis-
ta cre esta posibilidad. Estableci por primera
vez en Nicaragua la factibilidad de pensar en la
salud del hombre integral, de no verla interme-
diada por su valor de uso acumulador, de no su-
peditar dolorosamente el pensar al servicio del
poder dominante, de no trastocar lo que se sien-
te, de poder ejercitar lo que se cree, de apoyar la
construccin consciente del futuro, de buscar en
el pasado lo que es bueno para el hombre, de ha-
cer lo que el Comandante Borge dira: impulsar
el desarrollo, restaurar la sabidura popular, reco-
nocer la posibilidad de que la ciencia y la tcnica se
pongan al servicio fsico y espiritual multilateral de
los hombres.
16
La revolucin sandinista, al tomar el poder el 19
de julio de 1979, destruye el Estado burgus y
crea una alternativa concreta, el Estado popu-
lar. La creacin del Estado popular signica la
negacin poltica del contradictorio n acumu-
ladorlegitimador del poder estatal burgus y el
consiguiente direccionamiento de su afn hacia
el logro de la libertad e innito desarrollo hu-
mano.
minacin imperialista. El avance de la organiza-
cin popular en los distintos pases sacude la es-
tructura social y despierta la creatividad cient-
ca. Diferentes grupos democrticos de investiga-
cin descubren en las madejas agnosticistas de
la ciencia burguesa hilos de objetividad, los que
son rescatados para construir la nueva trama de
una interpretacin renovada sobre la salud.
De todas maneras, en etapas de consolidacin
de la dominacin burguesa o en sus momentos
de crisis, la ciencia experimenta algunos desa-
rrollos, y aquello es posible porque al mismo
tiempo se desenvuelven las fuerzas productivas,
porque el gran desarrollo tecnolgico permite a
la ciencia descubrir con mayor facilidad las leyes
de los procesos y construir un arsenal terico,
que inmediatamente facilita dar nuevos pasos
en el manejo de la tcnica. Pero el desarrollo de
la ciencia choca con las relaciones sociales de su
uso y con la pobreza de los mtodos para abordar
la salud colectiva. Los inmensos adelantos de la
qumica, biologa, psicologa, fsica, cibernti-
ca y ciencias sociales, no pueden ser utilizados.
Mac-Mahon y Pugh
13
declaran que la ciencia epi-
demiolgica es limitada, y Leavel y Clark
14
mani-
estan que la epidemiologa no puede llegar ms
all de las apariencias. La administracin en sa-
lud se niega a salir del quehacer funcionalista y
no permite que la dialctica ample su horizonte
de visibilidad. La educacin en salud repite los
mismos contenidos ideolgicos, reproducien-
do con singular perseverancia la formacin de
un personal de salud no deliberante, dispuesto
a cumplir, en lo particular, las viejas consignas
del capital. El saber popular es dejado de lado y
solamente se lo toma en cuenta cuando, en la
prctica, el pueblo puede ser utilizado para dis-
minuir los costos de la cara atencin de salud
13 MacMahon, B. y Pugh, T. (1970) Principios y Mtodos de la Epidemiologa. Mxico, La Prensa Mdica
14 Leavell, H. y Clark, E. Preventive Medicine for the doctor in his community.
15 Borge, T. las revoluciones cientcas hay que construirlas en la clandestinidad, en Discurso
ante... Ibid.
16 Borge, T. Ibid.
17 Lukacs, G. (1985) Historia y conciencia de clase. Orbis, Espaa, 1985.
18 Borge, T. Ibid.
28 Nicaragua: revolucin y salud La salud y la vida 29
de neonatos de bajo peso, paridos por madres
desnutridas y en constante huida. Nacieron en
espacios miserables, rodeados por la ira de un
pasado truncado y por la innita soledad creada
por una sociedad cada vez ms competitiva.
El 1 de julio aparece una nueva partera: la Re-
volucin determina devolver la tierra a los cam-
pesinos, tres millones y medio de manzanas son
distribuidas a los agricultores, se restauran sus
laboratorios naturales, se les devuelve su piel,
se reconstruye su vida comunitaria en un nivel
cualitativo ms alto a travs de las Cooperativas
y las reas Propiedad del Pueblo, y, con esto se
restaura su futuro y se instala la posibilidad de
que el n, el objetivo de su trabajo individual
sea parte del objetivo general, porque la conse-
cucin de los objetivos generales son idnticos
a los personales y, en esta forma, se rescata la
tranquilidad y se los extrae de la soledad de la
vida competitiva. No solamente le devuelve al
campesino la tierra sino que le facilita el acce-
so a la tecnologa y al crdito
20
para aumentar
su productividad, con miras a satisfacer las ne-
cesidades de los nicaragenses y no de los que
transformaron el pas en una hacienda de otros,
en una de las haciendas del imperialismo.
El Estado sandinista, por va de la Reforma Agra-
ria, devuelve la salud al campesino y devuelve la
salud a la naturaleza, la benecia con el riego,
le adjudica la funcin para la que ecolgicamen-
te est preparada. Se propone bajar los granos
bsicos al Pacco y transformar a esta zona en
productora de bienes agrcolas para la exporta-
cin y la obtencin de productos de consumo
nacional, de todo ello a travs de la organizacin
de formas intensivas de produccin, con el obje-
to de, como lo dice el Comandante Wheelock
21
tener dos veces la tierra. Se dene que la Re-
gin Hmeda Central Norte reciba al caf y se
siembren hortalizas y frutales, mientras que en
sin latifundaria, se fue para la montaa, para
el Atlntico, zonas que no son ecolgicamente
adecuadas y, cuando se rompi con las posibili-
dades ecolgicas, las tierras se enfermaron, se
erosionaron y se negaron a producir. El somo-
cismo, por otro lado, no solo haba usado inade-
cuadamente el suelo: tambin la tecnologa; no
haba desarrollado el riego, ni se haba preocu-
pado de depositar los insumos indispensables
para elevar la productividad de la tierra, lo que
produjo nuevamente el deterioro de la naturale-
za por la va del inadecuado uso de la tecnologa,
o por falta de su uso.
El somocismo, al separar al campesino de la tie-
rra, de su laboratorio natural, le quit su piel,
le produjo una innita inseguridad, le oblig a
desplazarse, a romper con su entorno conoci-
do, a enfrentar nuevos y desconocidos medios;
o le encamin a vender su fuerza de trabajo, a
organizar irracionalmente su proceso laboral y,
sobre todo, le rob el futuro, le impidi dar un
n concreto a su actividad y aquella que desa-
rrollaba su familia, o le oblig a emigrar a las
ciudades para engrosar las columnas de la mi-
seria subproletaria. El somocismo produjo o
acentu la enfermedad campesina, increment
los riesgos perinatales existentes o cre nuevos.
Desarticul la vida comunitaria en donde el par-
to es un hecho natural, y en donde la sabidura
popular acumul, a lo largo de milenios de ob-
servacin emprica, conocimientos sobre este
hecho vital, comunidad que gradu a cientos
de comadronas especializadas en traer al mun-
do la nueva vida con singular prolijidad, amor
y saber. La expansin latifundaria y las huestes
represivas quebraron la unin y desbarataron
la universidad vital, estancaron el desarrollo
del conocimiento, destruyeron la solidaridad
y posibilitaron el incremento de la muerte y la
enfermedad. Un signo inequvoco de la degrada-
cin humana producida lo constituye la cadena
Las transformaciones que se implementan des-
de un inicio se identican con este propsito. El
poder popular dene sus principios e implementa
cambios en las reas de la produccin, distribu-
cin, intercambio y consumo. En el mbito de la
produccin, y ms especcamente, en el espacio
agrario, el sandinismo elabora las polticas ten-
dientes a la reconquista de la salud del trabaja-
dor agrcola y de la naturaleza que lo rodea. Se
encuentra, de inicio, con una relacin hombre-
naturaleza completamente trastornada por el
somocismo. La forma concentradora de produc-
cin anterior haba quebrado la relacin racional
del hombre con la tierra; se lo haba excluido de
su propiedad, y eso signicaba que se haba cor-
tado la posibilidad de que la conciencia humana
transformara libremente la naturaleza, rom-
piendo, al mismo tiempo, la caracterstica gre-
garia, genrica del hombre, su vida comunitaria.
El somocismo haba generado en Nicaragua la
enfermedad de la naturaleza y del agricultor. La
naturaleza haba sido sujetada a las irracionales
leyes de produccin capitalista dependiente, se
haba irrespetado el uso cientco e histrico del
suelo. Las mejores tierras de Nicaragua, las que
son estrictamente para la agricultura como decan
los espaoles, las tierras de pan llevar, ptimas para
producir maz, frijol y sorgo, se encuentran, desde
antes del triunfo de la revolucin, ocupadas pri-
mordialmente por cultivos de agroexportacin. Los
campesinos indgenas, quienes haban ocupado
tradicionalmente las mejores tierras de Nicaragua,
fueron desplazados por los terratenientes. Estos,
alentados por la oportunidad de mejores condicio-
nes de precios, se dedicaron, segn la poca, a pro-
ducir caf, caa de azcar o algodn, para obtener
riquezas inmediatas.
19
El maz tuvo que salir de la zona del Pacco, se
fue con los campesinos que huan de la expan-
En el acpite anterior se explic que el poder po-
pular desaliena al objeto, al mtodo y al inves-
tigador. De lo que se trata en esta parte, es de
analizar cmo ocurre en el plano particular de
la salud, este proceso, es decir, cmo se produce
la ampliacin del horizonte de visibilidad y de
accin, cmo se potencian las fuerzas naturales
y sociales para que surja aquel camino de inni-
to desarrollo del hombre o de su posibilidad de
salud.
La revolucin sandinista constituye la determi-
nacin del pueblo nicaragense de organizar la
sociedad bajo los postulados de la racionalidad
humana. Sandino delinea el camino, Fonseca
lo actualiza y, a travs de la lucha del pueblo, se
inicia la conquista de esa ansiada racionalidad.
Pero el acceso a formas ms altas de humanidad
se ejecuta a travs del asalto al poder, porque so-
lamente con ste es posible delinear y organizar
un nuevo modo de vida que permita al hombre
producir su ser, su subjetividad, al mismo tiem-
po que produce su objetividad, su entorno. El
sandinismo decide quebrar el anterior modo
de vida comandado por Somoza, en el que se
encontraba una brutal contradiccin entre el
hombre y la economa, en el que la produccin
de la objetividad, esto es, la consecucin de los
objetivos econmicos del gobierno, signicaban
el sacricio de todas las posibilidades humanas
mayoritarias y aun el deterioro de las riquezas
naturales del pas. El sandinismo decide, el 19
de julio del 79, tomar el poder para organizar
una sociedad en donde el desarrollo de la eco-
noma signique al mismo tiempo el desarrollo
del hombre. Esto es, establece como n ltimo
la consecucin de la salud del pueblo, porque la
salud del pueblo signica el desarrollo social.
Con el sandinismo la categora salud se redene,
salud es revolucin y revolucin es inmediata-
mente salud.
19 Wheelock, J. Entre la crisis y la agresin. Editorial Nueva Nicaragua, Managua, 1985.
20 La revolucin forj el Programa de Asistencia Tcnica Dirigida y el Programa de Crdito dirigido
como parte del Sistema Financiero Nacional.
21 Wheelock, J. Ibid.
30 Nicaragua: revolucin y salud La salud y la vida 31
momento, es de raticar el criterio de la interre-
lacin existente entre el modo de trabajar y el
modo de enfermar y morir.
Ahora bien, como se dijo antes, el proceso salud-
enfermedad no solamente es condicionado por
la forma de trabajar y por las relaciones que el
hombre establece con la naturaleza, sino que
tambin est determinado por las formas y con-
tenido de su consumo. En el momento produc-
tivo el hombre es objetivo en su mundo circun-
dante y entrega productivamente su fuerza de
trabajo para dar la caracterstica social a la na-
turaleza transformndola. En cambio, en el mo-
mento de consumo, la naturaleza es subjetiva,
se interioriza en su humanidad y permite la re-
produccin de la energa perdida en el momento
productivo. En el mbito del consumo ocurren
similares problemas a los que se analizaron para
el momento productivo; an ms, en este cam-
po, el anlisis se complejiza, porque el consumo
de los bienes para la reproduccin de la fuerza
de trabajo se halla intermediado por la distribu-
cin y el intercambio de los mismos. La distri-
bucin es una problemtica de poder general, y
el intercambio se liga tanto con el poder general
como con la particular posibilidad individual de
extraer, desde el mercado, los bienes para el con-
sumo a travs de la cuota que recibe el individuo
como pago de su trabajo.
Se puede percibir, de inicio, que existen modali-
dades de organizacin social en las que la distri-
bucin, las leyes de intercambio y las formas de
consumo son ms patognicas que otras. La or-
ganizacin somocista era, sin lugar a dudas, una
forma organizativa patognica, creaba enferme-
dad por la sencilla razn de que las leyes de la
distribucin se asentaban sobre la necesidad de
acumular ms riqueza alrededor de la burguesa
y del imperialismo. El somocismo utilizaba to-
dos los aparatos de poder estatales para viabi-
lizar la mayor ganancia para l y su camarilla y
para cumplir con los mandatos del gobierno de
los Estados Unidos. El somocismo abandonaba
el pueblo a su suerte: expulsados de sus tierras,
los campesinos deban subsistir a travs del cul-
te el espacio de la produccin de los bienes ma-
teriales; creada por la revolucin, es generadora
de vida, y solamente a travs del conocimiento
de sus leyes, de sus regularidades, se asegura su
desarrollo. El Estado sandinista se alimenta con
el pensamiento crtico para su avance, el somo-
cismo lo encadenaba para evitar su destruccin,
y a travs de este encadenamiento secuestraba
el quehacer en salud alrededor de los servicios,
que se ofrecan como una panacea manejada por
el dictador y sus secuaces. Para ellos, la salud so-
lamente poda obtenerse a travs de las incoor-
dinadas acciones de veintitrs instituciones que
impriman un carcter caritativo a su quehacer
y reconstruan diariamente la ideologa necesa-
ria para la dominacin. La represin era pintada
con un barniz de benecencia y se pretenda en
esta forma disfrazar sus autnticas caractersti-
cas.
Hasta aqu, el anlisis de la Reforma Agraria ha
permitido hacer un abordaje de la relacin pro-
duccin-salud. Se debe considerar que se ha par-
tido de generalizaciones del proceso. No todas
las expresiones particulares de la produccin
agrcola determinaran iguales repercusiones
en la salud de los trabajadores del campo. Diver-
sas formas de organizacin productiva generan
distintos perles de reproduccin de la fuerza
de trabajo, y a su vez stas establecen el apa-
recimiento de diferentes condiciones de salud-
enfermedad. Pero la conformacin de un modo
de produccin en donde el n ltimo constituya
la realizacin humana, tie con diferente inten-
sidad las distintas particularidades productivas,
ya sea por va de las transformaciones que se lle-
van a cabo en el momento del trabajo o del con-
sumo de los grupos sociales, y ocasiona distintas
dosis de posibilidades de salud.
Un anlisis ms pormenorizado de las otras for-
mas de produccin (sector ganadero, industrial,
minero, pesca, energa, transporte, servicios,
sector informal, etc.) llevara a buscar las parti-
cularidades de calidad de vida de cada grupo hu-
mano y las especiales repercusiones en su perl
de salud-enfermedad. De lo que se trata, en este
dolor, pero que generan esa ira necesaria para
mantener la patria libre y para parir nuevos hi-
jos que cumplirn la funcin de cuidarla.
La nueva organizacin del trabajo y de la produc-
cin en el rea rural es generadora de salud. La
revolucin libera una fuerza que antes produca
cada vez ms enfermedad. El trabajo alienado
en el tiempo del somocismo engendraba enfer-
medad y muerte. La produccin y trabajo en esa
era se alimentaba con la vida de obreros, madres
y nios, mientras que la organizacin producti-
va en el sandinismo impulsa la reproduccin de
ms vida.
Esta realidad impacta sobre la conceptualiza-
cin de la salud; en efecto, la salud no puede
continuar interpretndosela como un bien que
se alcanza nicamente a travs del consumo de
acciones brindadas por los servicios, sino que el
pueblo la forja, la produce en el propio proceso
racional de trabajo. La categora salud conquista
un nuevo espacio, se hace ms integral, deja su
lecho unilateral y gana una connotacin multi-
lateral. El problema ya no radica solamente en
cmo organizar acciones para la salud, sino en
cmo apuntalar un modo de produccin de sa-
lud. El pensamiento ya no se redime solamente
en los servicios; el poder sandinista lo lleva hacia
los espacios que antes se hallaban vedados por
la ideologa dominante, la misma que haba im-
pedido que la conciencia cientca nicaragen-
se la acoja. La inquisicin somocista impeda al
pensamiento en salud, reejar subjetivamente
la realidad objetiva de su modo generador de
enfermedad y muerte, porque sta constitua la
esencia de su ser, porque el descubrimiento de
esa verdad signicaba la negacin de su existen-
cia. El poder popular, en cambio, crea la fuerza
objetiva para que la reexin cientca conquis-
la Zona Atlntica se desarrollen las leguminosas
y se cultive el caucho, el cacao, los pltanos, etc.
La Revolucin resuelve, entonces, rescatar la re-
lacin racional-natural del hombre con la tierra
e imprimir a travs de la ciencia an mayor ra-
cionalidad para incrementar la produccin. Pero
esto es posible hacerlo porque Nicaragua recon-
quista la propiedad de su ser, lo que signica, al
mismo tiempo, la reconquista de la salud, de su
tierra, y de sus hombres.
La revolucin se introduce en la casa del campe-
sino, le prodiga ms cantidad de alimento
22
pro-
ducto de su trabajo, y ampla el mercado para el
acceso a una amplia gama de productos, lo cual
asegura un mejor consumo de nutrientes que re-
percuten en el desarrollo materno-infantil ms
armnico y en el nacimiento de vstagos con
mayor peso, atendidos por parteras preocupa-
das por rescatar el saber de sus antepasados y de
sintetizarlo con aquel que pone a su disposicin
el Estado Popular a travs del MINSA. Se empie-
za nuevamente a reconquistar la solidaridad, y
la vida comienza a tomar forma en un ambiente
en donde el presente es construccin inmedia-
ta de futuro, y al mismo tiempo rescate de los
pedazos de humanidad que fueron brutalmente
arrebatados por el somocismo. El nacimiento de
un nuevo producto biolgico constituye la espe-
ranza de una nueva fuerza para llevar a cabo las
transformaciones necesarias y para defenderlas,
porque defendindolas, al mismo tiempo se ase-
gura el desarrollo de nuevos y mayores logros.
En este ambiente de salud que va conquistando
el sandinismo, solo existen las nubes de la agre-
sin del imperialismo que oscurecen el panora-
ma, que cortan la vida
23
y que impiden mantener
el ujo de las transformaciones, que destruyen
hospitales e incendian escuelas; que producen
22 A travs de la Empresa Nacional de Abastecimiento (ENABAS), adems de establecer los precios
a los productores, subsidia la venta de granos bsicos para garantizar el consumo de los estratos
de ms bajos ingresos. Por otro lado, el Programa Alimentario Nicaragense (PAN) garantiza el
autoabastecimiento nacional de alimentos.
23 Entre 1982 y 1985, la agresin imperialista cobr la vida de dos mil nios.
32 Nicaragua: revolucin y salud La salud y la vida 33
ma de relacionarse con el mercado: a travs del
dinero del que disponan, y deban soportar to-
dos los caprichos de las leyes del capitalismo.
El Estado sandinista, en cambio, extrae el arroz,
el azcar, el aceite, la sal y el jabn y los entrega
directamente a los demandantes en base a cuo-
tas, es decir, hace que estos productos circulen y
entiendan otro lenguaje, aquel de la necesidad.
Estas mercancas adquieren su precio en base a
las posibilidades de pago por parte del pueblo.
Si su valor excede al precio, el gobierno lo sub-
venciona y no permite que estos bienes entren
al baile de la oferta y demanda, y los protege de
la especulacin. Estos productos se humanizan,
son cuidadosamente manipulados para que se
transformen en vida humana, en peso del neo-
nato, en leche materna y en salud general. Estos
productos pasan inmediatamente a ser salud.
El Estado sandinista, por otro lado, controla los
precios de los cincuenta y dos productos indis-
pensables para la reproduccin social del pue-
blo. Con esta medida, establece el precio en base
al valor del producto, en base al trabajo social
depositado en l, y protege esta medida a travs
del control social de la especulacin y median-
te una participacin en el mercado con produc-
tos similares que han sido recolectados por los
organismos de acopia de ENABAS. Cuida, en
esta forma, la salud del proceso productivo,
as como la salud de la poblacin. En efecto, la
produccin puede mantenerse siempre y cuando
retornen las inversiones hechas con una tasa de
ganancia adecuada y eso se logra en el momento
en que las mercancas sean vendidas. Pero por
otro lado, los compradores, el pueblo, no pue-
den pagar un precio ms alto para reproducir su
fuerza de trabajo ms alto que lo que permite
su bolsa.
El somocismo se preocup solamente por ob-
tener las ms altas tasas de ganancia para los
desmesurado en la defensa
25
e imposibilita man-
tener el proceso redistributivo. El imperialismo
genera, por esta va, enfermedad y muerte.
Es conveniente que se insista sobre la naturale-
za saludable del modelo distributivo. La revo-
lucin humaniza por mltiples vas el proceso
de distribucin. Extiende el mercado, lo disemi-
na por todo el pas y controla en esta forma la
determinacin abusiva de la demanda. El merca-
do, en el somocismo, se concentraba alrededor
de aquellos que tenan posibilidad de compra.
Las mercancas solamente eran accesibles para
las capas ms pudientes. Al ampliar el espacio
de circulacin de los bienes producidos, el san-
dinismo corrige parcialmente esta distorsin
distributiva. En este momento, los artculos de
primera necesidad pueden ser adquiridos por la
poblacin nicaragense, en donde quiera que se
encuentre. Es lgico suponer que una ms am-
plia gama de bienes se concentran alrededor de
Managua y en los espacios que histricamente
adquirieron ms importancia econmica, pero la
subsistencia bsica est asegurada por la revolu-
cin en todo lugar a pesar de la guerra. Tambin
la Revolucin interviene en el mercado, impide
que las leyes del valor y de la oferta y demanda
determinen framente los precios. El mercado es
brutalmente inhumano, no conoce otro lengua-
je que aquel del valor y no se mueve sino al rit-
mo de la relacin oferta-demanda-especulacin.
Una mercanca adquiere su precio en base a la
cantidad de trabajo social medio acumulado y en
funcin a su propia existencia cuantitativa en el
mercado. Si los especuladores la esconden, ad-
quiere un precio superior a su valor. Si es produ-
cida con una tecnologa sosticada en los pases
centrales y si, adems, es indispensable para la
reproduccin de los compradores, su precio se
eleva muy por encima de su valor.
Los campesinos, obreros y capas medias, en el
tiempo de Somoza, nicamente tenan una for-
vida social sin el comando popular. La revolu-
cin comprende que la vida social debe ser re-
constituida a travs de un intenso esfuerzo; que
la reconstruccin de la caracterstica genrica del
hombre, su esencia comunitaria, solo se logra a
travs de un trabajo diario y constante, el que le
devuelve su humanidad y al mismo tiempo per-
mite crearla, as como asegurar el ejercicio del
autntico poder transformador de la sociedad,
poder necesario para establecer el redirecciona-
miento de la distribucin y el necesario control
de las leyes del mercado, en un momento en que
todava no es posible abolirlas porque las condi-
ciones objetivas as lo reclaman.
La revolucin comprende que la irracionalidad
del mercado debe todava mantenerse porque
las condiciones objetivas lo determinan, porque
la situacin de desarrollo de las fuerzas pro-
ductivas es una carga del pasado y no puede ser
abolida por la simple voluntad de hacerlo, sino
que debe cambiar paulatinamente, conforme
madura el propio proceso de transformacin de
la materia. Pero tambin decide que el mercado
no impacte negativamente en la salud del pue-
blo, y crea Centros de Abastecimiento al Traba-
jador CAT para asegurar el abastecimiento de
arroz, azcar, aceite, sal y jabn, los que circulan
por la va territorial en base a cuotas. Para llevar
a cabo este objetivo, es indispensable crear los
mecanismos de acopio de los bienes producidos,
y ENABAS
24
es la medida ms adecuada y cons-
tituye el mecanismo para la distribucin de los
mismos. Los productos deben llegar a los consu-
midores, y la revolucin se ve en la necesidad de
abrir nuevas carreteras, incrementar el parque
automotor, asegurar los recursos energticos.
Todo el pas se cohesiona en una intrincada red
de donde se persigue sin descanso la salud, la
felicidad, el desarrollo humano; en donde todos
colaboran y solamente el imperialismo se opone:
impide el normal funcionamiento de ENABAS,
bombardea las cooperativas, ocasiona un gasto
tivo minifundista; mientras que los obreros de-
ban, con su magro salario, extraer del mercado
los bienes para su subsistencia; los artesanos,
pequeos comerciantes y agricultores deban
enfrentar formas de intercambio inequivalentes,
compitiendo de manera desigual en el mercado,
en donde la aparicin de mercancas produci-
das en forma industrializada dependiente les
obligaba a establecer precios inferiores al valor
depositado en sus productos. Por otro lado, las
capas medias deban aceptar el reto de adquirir
los productos vitales con sueldos cada vez ms
decientes. Solamente poda adquirir los bienes
necesarios, y con gran holgura, el empresariado
pro-imperialista, Somoza y su aparato represi-
vo. El subproletariado deba realizar el milagro
de sobrevivir en condiciones infrahumanas. La
organizacin distributiva somocista era, por esa
razn, brutalmente patognica; el poder haba
sido organizado para engendrar la miseria y la
enfermedad del pueblo.
El Estado sandinista organiza una forma dis-
tributiva diferente; su n ltimo radica en la
consecucin de la unin del pueblo, y la orga-
niza con el propio pueblo, porque es el que ha
tomado el poder. El objetivo de la revolucin es
asegurar que el pueblo acceda a la riqueza gene-
rada para permitir su reproduccin y, por otro
lado, acumular parte del excedente para generar
la riqueza del maana o, dicho de otra forma,
asegurar la salud presente y preparar la posibili-
dad de la salud futura.
Para realizar su cometido, fortalece el poder po-
pular y lo hace en todos los mbitos: conforma
la Unin de Cooperativas Agrcolas Sandinistas,
impulsa las Cooperativas de Crdito y Servicio,
da forma a los Consejos de Produccin, las Co-
misiones de Abastecimiento, Consejos Popula-
res de Salud, los Comits de Defensa del Sandi-
nismo, los Centros Populares de Cultura, etc.; es
decir, no deja ninguna de las expresiones de la
24 ENABAS: Empresa Nacional de Abastecimiento.
25 En 1986 Nicaragua invirti ms del 50% de las divisas generadas por las exportaciones en la defen-
sa de sus fronteras.
34 Nicaragua: revolucin y salud La salud y la vida 35
La naturaleza saludable del programa de vivien-
da agua potable y alcantarillado del sandinis-
mo radica en el enfrentamiento democrtico a
esta problemtica, en el carcter popular de la
misma, es decir, en la distribucin de condicio-
nes habitacionales para los grupos ms necesita-
dos, en la ruptura de la concentracin de recur-
sos y comodidades para pocos, en la factibilidad
de que ms nicaragenses controlen la violencia
de la naturaleza a travs de la vivienda para con-
gregarse a nutrir y educar a sus hijos y disfru-
tar de la riqueza de la revolucin a pesar de la
pobreza de elementos materiales forzada por la
agresin imperialista.
El Estado revolucionario no solamente acumula
la riqueza para redistribuirla al pueblo en forma
de educacin, cultura, habitacin, agua, alcanta-
rillado, tecnologa productiva, crdito, sino que
tambin decide apoyar directamente la procrea-
cin de los hijos. Considera que estos son los hi-
jos de la revolucin, de la sociedad nicaragense,
que la responsabilidad de convertirlos en hom-
bres nuevos tambin es responsabilidad del Es-
tado, razn por la cual crea Centros de Desarro-
llo Integral - CDI, a travs de los cuales ensea a
los vstagos el camino de la vida y hace posible
para la madre integrarse al quehacer productivo
y, a travs de su trabajo y participacin, apoyar la
construccin de la nueva sociedad, dinamizando
su ser biolgico-social de mujer y madre. El po-
der popular ampla la proyeccin materna, per-
mitiendo que su ser productivo-biolgico gane
estatuto social ms denido en la construccin
multilateral de la patria nueva, es decir, imprime
un carcter transformador a su realidad de mu-
jer, que antes se hallaba conscada en un espacio
ms reducido de madre servidora. La revolucin
brinda salud al nio y a la madre y, a la vez, stos
transforman a la primera en un proceso tierno al
concederle la capacidad de dejar a cargo la fun-
cin de cuidado maternal de los que nacen.
Por ltimo, vale la pena hacer una reexin so-
bre el espacio de recreacin que crea el sandinis-
mo. El Estado revolucionario hasta el momen-
to ha construido pocos espacios recreacionales
La educacin no solamente se dinamiza y gana
nuevos contenidos, sino que se extiende, se de-
mocratiza, busca al nio, al joven, al adulto en
donde quiera que se encuentre ubicado y rom-
pa con el encuadre elitista de la educacin so-
mocista. Para esto capta cuarenta y nueve mil
profesores que toman a cargo la tarea de inte-
grar, a travs del saber, a los nicaragenses con
su Nicaragua y se plantean el cometido de que
el pueblo conozca su ser biolgico y social, su
funcionamiento y sus leyes para poder transfor-
marlos, para alcanzar la salud. La revolucin en
la educacin es tambin revolucin en salud.
El Estado popular tambin acumula riqueza para
introducirla en la vivienda del pueblo. Tiene que
redimir la historia y al mismo tiempo facilitar la
conformacin de un microambiente fsico ade-
cuado. La relacin del hombre con el ambiente
siempre est intermediada, en el mbito del
consumo, por la vivienda. Esta permite contro-
lar socialmente la naturaleza; en efecto, la vi-
vienda no constituye otra cosa que un pedazo de
naturaleza a la que el hombre la somete a su vo-
luntad. En el tiempo de Somoza, la construccin
del microambiente estaba bajo la responsabili-
dad del individua, lo cual permiti la conforma-
cin de barrios miserables en donde moraban
los individuos ms depauperados, as como el
aparecimiento de barrios para los pudientes, en
donde las viviendas adquiran caractersticas de
suntuosidad y al mismo tiempo reciban toda la
dotacin infraestructural por parte del Estado.
A travs de la revolucin, el pueblo se apropia de
las mansiones del somocismo y las transforma
en espacios funcionales; es all donde se elabo-
ran los programas revolucionarios, se rene el
pueblo con sus comandantes y se depositan los
productos culturales e histricos. Adems, el
Estado emprende en la construccin de nuevos
espacios para la unin de la familia, proceso que
todava no logra dar una respuesta adecuada de-
bido a la necesidad de dirigir los recursos hacia
la defensa del pas. De todas maneras, este pro-
grama se objetiva en siete mil nuevas viviendas
por ao y en un trabajo de dotacin de agua po-
table y alcantarillado que ha tenido moderada
expansin por las razones ya anotadas.
han conquistado sus armas, pero tambin est
labrada por sus muertos que ganan nuevamente
vida, que ensean, en singular coloquio, la his-
toria de lucha de este pas. Sandino resucita y
Carlos Fonseca deambula organizando al pueblo
con ira y ternura y el Comandante Marcos con-
tina enseando, contina como comandante
escuela, como comandante libro. Los muertos
se introducen con vida y fuerza en las escuelas,
en los talleres de pintura y se transforman en
pinceles y se pasean entre los msicos arrancan-
do notas musicales y entonando canciones que
recatan el pasado y lo transforman en felicidad
de un presente encargado de construir el futu-
ro; y se integran en las manifestaciones, en los
actos culturales y se embarcan en las guitarras
de los cantores y activan a las masas y empujan
a los cachorros
26
. Es una Nicaragua que vive
con toda su gente, aqu no ha muerto nadie,
tiene la fuerza inaudita de la historia para hacer
ahora s su propia historia, y es por esto que no
tiene miedo al ingreso de cualquier tipo de co-
nocimientos, puede procesarlos y tomar los que
le sirvan y, sobre todo, ensear al mundo entero
cmo su cultura restituye la dialctica del tiem-
po y crea la vida.
En efecto, el movimiento cultural-educativo de
Nicaragua es un movimiento vital, es el movi-
miento saludable que crea salud, y esto es as
porque, como se ha venido sosteniendo, la salud
se la produce, y para poder producirla es necesa-
rio conocerla. Es necesario conocer que la salud
es historia, es necesario conocer que salud es
produccin, que salud es distribucin, que salud
es revolucin, que salud es transformacin, que
salud es cuerpo biolgico determinado por leyes
sociales, porque organizacin social racional es
salud, porque transformacin es salud, porque
revolucin es salud, y as innitamente, en esa
posibilidad innita que ofrece la conquista de la
humanidad que ms levanta a los muertos para
que vivan eternamente.
empresarios y comerciantes y no se preocup
del pueblo. El sandinismo, en cambio, a travs
de las polticas de precio, factibiliza la salud de
los que producen, de los que venden y de los que
compran.
El poder sandinista desarrolla una poltica sa-
larial dirigida a asegurar la reproduccin de la
vida de los habitantes de este pas. A pesar de
la guerra, el gobierno mantiene constantes alzas
salariales dirigidas a compensar el aumento del
costo de la vida. Es decir, lucha contra los efec-
tos de la inacin con miras a factibilizar la con-
secucin de la salud mnima del pueblo; su pen-
samiento radica siempre en el retorno, a travs
del salario, de esa energa que los nicaragenses
estn entregando en la produccin de maz, de
viviendas, de conocimientos, de sueos de liber-
tad, de nueva vida, de msica y de fusiles.
El sandinismo acumula el excedente de produc-
cin y dirige el apoyo internacional con el n de
organizar un poderoso aparato de Estado que
activa la reconquista de la vida. Implementa una
inmensa estructura educativa que se propone y
logra exorcizar el demonio del analfabetismo. El
poder popular comprende que no puede elevar
la calidad de vida del pueblo si ste no integra
los conocimientos que la humanidad ha venido
desarrollando; comprende que el hombre no
logra ser tal si no se universaliza, si no integra
el saber producido en las diferentes latitudes, y
por esto transforma a Nicaragua en una inmen-
sa universidad en donde se procesan los nuevos
conocimientos adquiridos. Cientos de interna-
cionalistas se prestan a brindar sus experien-
cias, numerosas universidades extranjeras se
hacen presentes, el mundo entero es captado
por Nicaragua que ensea y aprende. Las fron-
teras se abren a la cultura sin miedo, los extran-
jeros caminan libremente aprendiendo entre la
sencillez del pueblo su inmensa revolucin. Es
una Nicaragua abierta y libre. Esa apertura la
26 Cachorros: expresin cariosa con la que el pueblo de Nicaragua se reere a sus jvenes que
luchan en el Ejrcito Popular Sandinista.
36 Nicaragua: revolucin y salud La salud y la vida 37
27 Serrano Caldera, A. Salud en la Constitucin de Nicaragua. MINSA-OPS, Managua, 1987
lud popular, obteniendo, pese a la persistente
agresin del imperialismo norteamericano, que
con su estrategia de guerra limitada ha logrado
forzar a Nicaragua a emplear militarmente ms
del 50% de las divisas generadas por las expor-
taciones, logros importantes en corto tiempo.
(Ver cuadro inferior)
El Servicio Nacional nico de Salud o, si se quie-
re, el poder popular en su expresin particular
tcnico-administrativa encargada de la reexin
y accin alrededor de la salud, se ha propuesto
conocer y transformar las miserias heredadas
del somocismo; conocer y buscar soluciones en
el campo de la salud para resolver los problemas
que generan las nuevas contradicciones que apa-
recen en el presente, y dibujar el camino futu-
ro para apuntalar, como revolucin, la forja del
nuevo hombre de Nicaragua.
tica o accin revolucionaria, de cmo el Sistema
Nacional nico de Salud SNUS implementa su
quehacer transformador.
La revolucin plantea la solucin integral de los
problemas sociales para benecio de todas las
clases. No busca la acumulacin de capital para
la burguesa y el imperialismo, como suceda en
el tiempo de Somoza, sino que plantea un ob-
jetivo de benecio integral. Para alcanzarlo, se
apropia del poder poltico y centraliza todas las
fuerzas y el potencial de las distintas institucio-
nes hacia el logro de racionalidad general que
fuera negada por la irracionalidad somocista.
De ese modo, la trasformacin de la calidad de
vida, como sustrato de la salud, se ha visto po-
tenciada por la transformacin de las entidades
estatales que, liberadas de las contradicciones
antagnicas, se han puesto al servicio de la sa-
han hecho presentes en Nicaragua y stas deben
ser descubiertas por la conciencia sandinista.
Al dinamizarse la realidad objetiva, tambin se
dinamiza la realidad subjetiva. El reto para el
pensamiento en la revolucin es construir una
realidad subjetiva que sea el reejo de la nueva
realidad. La categora salud debe tener la din-
mica y extensin de la objetividad salud, debe
ser una categora viva que permita observar su
dinmica y al mismo tiempo apoyar su transfor-
macin. Debe posibilitar la sensopercepcin del
fenmeno salud, as como la interpretacin de
su esencia; debe posibilitar la comprensin de
cmo la salud es produccin, pero es tambin
distribucin y es consumo, de cmo es cultura
y educacin, vivienda, camina como ley y bus-
ca la esttica para adoptar la forma de arte, y se
embarca en la poltica e ideologa para ofrecerse
como discurso de los comandantes o como ple-
garias de los religiosos comprometidos. Serrano
Caldera ratica este reto: A un nuevo concepto
de sociedad debe corresponder un nuevo concepto
de salud, entendida no solo como ausencia de en-
fermedad sino como un estado de bienestar, el que
depende de un conjunto de factores sociales ligados
estructuralmente al tipo de sociedad que correspon-
de y entre los que cabe mencionar aquellos relativos
a la alimentacin, higiene, medio ambiente, educa-
cin sanitaria y, por supuesto, polticas e infraes-
tructuras adecuadas a la realidad.
27
La categora terica no solamente debe ree-
jar el movimiento de la materia, sino que debe,
adems, indicar el camino para transformarla,
porque cada teora sobre el objeto tiene incor-
porados el mtodo para su conocimiento y las
pautas para su transformacin. Si se revolu-
ciona la realidad, se revolucionan la teora y el
mtodo, as como la teora y el mtodo revolu-
cionarios guiaron la transformacin social. Es
conveniente que en este momento se analice la
forma cmo la categora terica surgida de la
prctica social revolucionaria vuelve como prc-
dotados de recursos fsicos sosticados, pero
en cambio, ha conquistado la seguridad de un
presente que se asienta en la fuerza, y que, en
un pasado inmediato, produjo la cada de un sis-
tema de opresin, fuerza que es capaz de pro-
yectarse en el futuro con carcter constructivo
y liberador, que obviamente tiene que enfren-
tarse con la agresin, pero que se sintetiza en
una disyuntiva expresada en la consigna Patria
Libre o Morir. El Estado sandinista conquista
el pasado y el presente y ofrece el futuro como
posibilidad objetiva, real, de patria libre. Este
hecho ampla el espacio de relacin: todos los
nicaragenses son hermanos en una comn em-
presa que la construyen con alegra y esperanza
en los mbitos del trabajo, de reposicin vital y
de defensa. Todas las actividades son recreati-
vas porque todas ellas tienen un n claro que lo
ratica el triunfo del 19 de julio; todas las activi-
dades recrean. La recreacin en la revolucin, se
proyecta ms all del espacio del ocio para em-
barcarse en todas las expresiones de la prctica
social, y Nicaragua se transforma en un jardn
de recreacin que produce salud, o ms bien
dicho, que es salud. As tambin, la recreacin
pierde su carcter de mercanca: en este pas
todo el mundo puede gozar sin pagar. La recrea-
cin, en sus componentes ms importantes, sale
del mercado, su oferta es ilimitada.
En este momento, es necesario retornar al plan-
teamiento inicial, a travs del cual se sustenta-
ba que las categoras no solamente tienen un
signicado objetivo sino una historia objetiva y
subjetiva. Una historia objetiva que presupone
el estado denido del movimiento de la materia
y una historia subjetiva, producto de su descu-
brimiento y aprehensin por parte del hombre,
por su conciencia.
El Estado revolucionario ha permitido una acele-
racin en el movimiento de la materia y ha libera-
do mltiples procesos que antes se hallaban en-
cadenados por el somocismo. Nuevas fuerzas se
Indicadores Aos
1960 1985
Mortalidad en < 5 aos
Nicaragua
Honduras
Guatemala
210
232
230
104
116
109
Mortalidad infantil
Nicaragua
Honduras
Guatemala
140
144
125
69
76
65
Esperanza de vida
Nicaragua
Honduras
Guatemala
62
61
61
Tasa de escolarizacin enseanza
primaria masc./fem.
Nicaragua
Honduras
Guatemala
113
101
78
118 (*)
101
67
Analfabetismo
Nicaragua
Honduras
Guatemala
12.9%
40.5%
45.0%
Logros comparativos en pases centroamericanos seleccionados 1960-1985
*Resultado obtenido entre 82 y 84. Aun habiendo sido asesinados 176 educadores entre 1983-85.
38 Nicaragua: revolucin y salud La salud y la vida 39
planicacin de salud, sistema regionalizado.
Adems, en programas y actividades de cober-
tura extendida pero de calidad diferente, de ca-
lidad popular, la misma que es activada desde el
SNUS a travs de Consejos Populares de Salud
y Jornadas Populares, lo que signica la entre-
ga de conocimientos y responsabilidades en la
planicacin y ejecucin de acciones de salud al
pueblo. La revolucin comprende que algunos
procesos particulares pueden ser activados para
avanzar ms rpidamente que el cambio global,
entre ellos el desarrollo bio-psquico individual,
que puede transformarse con mayor velocidad a
travs de la concentracin de recursos tcnico-
materiales, que al subjetivarse en la poblacin se
transforman en humanidad y vida. Los servicios
de salud apoyan la organizacin popular y el de-
sarrollo de la salud de los nicaragenses, los que,
a su vez, presionan el desarrollo de la organiza-
cin de los servicios y el desenvolvimiento del
conocimiento cientco.
La revolucin activa el desarrollo de la materia y
al mismo tiempo ampla el horizonte de visibili-
dad del pensamiento, agilitando su capacidad de
aprehensin, pensamiento que luego se sinteti-
za en prctica. El poder popular genera nuevas
formas de pensar y de ver en salud, y luego el
pensamiento regresa como leyes, como polti-
cas, como estrategias, como programas, como
acciones que se cristalizan nuevamente como
poder que avanza: tanto en el plano general
como revolucin sandinista, cuanto en el plano
particular como revolucin en la salud, y todo
esto en una dialctica innita.
En el nivel general (el mbito de la ley), el poder
sandinista dene un nuevo concepto de salud
en el que explicita que es un derecho de toda la
poblacin sin distingo alguno y es tambin una
responsabilidad tanto del Estado como del pueblo
organizado
28
; legisla sobre el derecho a la vida:
El derecho a la vida es inviolable e inherente a
la persona humana. En Nicaragua no hay pena
de muerte
29
y existe el derecho a la libertad per-
sonal,
30
a la integridad fsica, psquica y moral,
31
a la seguridad social,
32
al deporte y recreacin,
33
a la vivienda
34
y al amor: El matrimonio y la
unin de hecho estn protegidos por el Estado;
descansan en el acuerdo voluntario del hombre
y la mujer y podrn disolverse por el mutuo con-
sentimiento o por la voluntad de una de las par-
tes. La ley regular esta materia
35
; y a la igual-
dad entre todos los conformantes del ncleo
familiar, igualdad entre pareja, patria potestad,
igualdad de los hijos, proteccin de los menores,
de la paternidad, derecho a la adopcin, patri-
monio familiar
36
y a la gratuidad de la atencin y
sobre el trabajo y salario
37
prohibiendo el traba-
jo de los menores en labores que puedan afectar
su desarrollo normal o su ciclo de instruccin
38
.
El poder popular se toma todos los espacios de
la vida social, reconociendo que la salud est
profundamente imbrincada con la produccin
del nuevo hombre nicaragense que lucha por
crear una nueva Nicaragua, y a travs de la ley
ratica el compromiso adquirido.
En el plano particular, en cambio, la revolucin
se sintetiza en polticas y estrategias: accesibi-
lidad, servicios integrales, trabajo en equipo,
adquiridos en universidades extranjeras que de-
terminaban el estudio de enfermedades exticas
inexistentes o de baja prevalencia en Nicaragua;
era, en resumen, el poder de las cosas, movi-
das por el poder bastardo, el que comandaba a
los hombres; era la irracionalidad que creaba
programas y proyectos de salud desvergonzados
y anticientcos que reciban la bendicin de la
asesora tecnicista del positivismo y empirismo
yankee; era realmente la enfermedad adminis-
trativa, cientca y tcnica que quera generar y
apoyar la consecucin de salud; era el requeri-
miento de represin, de control, de legitimacin
el que pavimentaba su camino.
La revolucin, revoluciona los servicios de sa-
lud, dene que el poder poltico popular los con-
duzca, que las cosas no determinen a los hom-
bres, que ellas no bailen al ritmo impuesto por
las transnacionales, que se supediten a la fuerza
vital humana, que el hombre comande al poder
de los recursos y del conocimiento, que stos
tambin se humanicen y respondan a las necesi-
dades del trabajador, del campesino, del comer-
ciante, del empresario, de la madre, del nio, del
viejo, del hombre, de la mujer; que stos lleguen
a todos los lugares, que enfrenten las miserias
heredadas, que corrijan las contradicciones del
presente, que busquen el futuro; que vayan al
campo, que se queden en la ciudad; que se trans-
formen en saber en salud; que se introduzcan al
hogar para que el amor familiar pueda ser rea-
lidad, que se desplacen a las zonas de combate
para transformarse en ciruga de los combatien-
tes y en alivio de los comandantes; que se trans-
formen en planes y programas, en regionaliza-
cin; que se expresen en conocimientos de las
verdaderas necesidades de salud de este pueblo;
que alimenten a los investigadores y que mue-
van a los burcratas.
Para cumplir con estos propsitos, el sandinis-
mo articula su programa de salud al poder ge-
neral y particular. En el nivel general, la salud
se transforma en ley, mientras que en el nivel
particular se sintetiza en estrategias, programas
y actividades.
El SNUS se compromete a resolver en el espacio
las contradicciones campo-ciudad y concentra-
cin-exclusin en salud. Se propone enfrentar
la desigual distribucin de los servicios entre las
clases sociales y dar cuenta de la contradiccin
conocimiento-desconocimiento en salud.
El compromiso del SNUS es inmenso: construir
la racionalidad en el tiempo, el espacio, la pobla-
cin y el saber, en los mbitos de la produccin,
distribucin, intercambio y consumo. Es la revo-
lucin misma hablando un lenguaje particular,
el lenguaje de salud, que al mismo tiempo par-
ticipa en la construccin de la revolucin social.
Es la coherencia, es la racionalidad, en donde lo
universal se expresa en todas sus relaciones y
determinaciones multilaterales en lo particular.
El SNUS tiene que llevar a la prctica sus propsi-
tos con total coherencia, y la coherencia prctica
solamente puede ser alcanzada cuando se orga-
nizan las fuerzas disponibles en forma racional.
Entonces tiene que poner vida a la organizacin
de su aparato administrativo, usa el poder po-
ltico existente y al mismo tiempo lo desarrolla
en el campo particular de la salud, subsumiendo
al poder tcnico y al poder administrativo para
que se desarrollen bajo su comando. Aqu radica
la revolucin administrativa que lleva a cabo el
Estado sandinista.
En el somocismo, el quehacer en salud estaba
organizado bajo el comando de fuerzas dispares
y contradictorias que producan una incoordina-
cin administrativo-tcnica total, y esto ocurra
porque era el poder del imperialismo el que se
haca presente al interior de los servicios de sa-
lud. Era el poder de la burguesa dependiente el
que diriga el quehacer. El imperialismo se ha-
ca presente a travs de las transnacionales de
medicamentos y de insumos que comandaban
la dotacin de recursos de los servicios. Eran
las necesidades de las empresas de construc-
cin y de comercializacin de instrumentos las
que disponan los niveles de complejidad; era
el poder tcnico de los hijos de la burguesa el
que se expresaba en conocimientos sosticados
28 Constitucin Poltica del Estado Nicaragense. Managua. Art. 60
29 Ibid. Art 23.
30 Ibid. Art 25.
31 Ibid. Art. 36.
32 Ibid. Art. 82
33 Ibid. Art. 65
34 Ibid. Art. 64
35 Ibid. Art. 72
36 Serrano Caldera, A., op.cit.
37 Constitucin, Ibid. Art. 82
38 Ibid. Art. 84
La salud y la vida 41
En abril de 1999, la Alcalda Mayor de Santa
Fe de Bogot, la Secretara Distrital de Salud y
la Organizacin Panamericana de la Salud, me
invitaron a participar en el Foro: Modelos de
Desarrollo, Espacio Urbano y Salud, con el tema
Salud Pblica en el Siglo XXI. En esta ocasin,
los organizadores del presente evento me han
convocado a indagar sobre una cuestin pareci-
da, Quo Vadis Salud Pblica? razn por la que
algunas de las cuestiones que habamos aborda-
do en ese entonces pueden ser tradas ahora a
colacin.
Haba indicado en esa ocasin que ante el he-
cho de encontrarnos a las puertas del siglo XXI,
constitua para nosotros una cuestin de inters
muy especial intentar abrir esas puertas para
visualizar el devenir de nuestras vidas en los
prximos cien aos y en el milenio que comen-
zamos a caminar. Ese afn agorero decamos-
no es raro; siempre el ser humano ha intentado
conocer el futuro y siempre se ha preocupado
por asegurar el maana ante las contingencias
de su existencia; por eso cre espacios llamados
cielos, nirvanas, lugares del retorno al absoluto
y tambin construy caminos msticos, mgicos
o cientcos para alcanzarlo. En efecto, el Si-
glo de las Luces constituye un lapso en el que
la capacidad predictiva, ocialmente entregada
a los exgetas de la revelacin divina, pasa a ser
ejercida por los cientcos, dueos de la razn,
capaces de leer los eventos, descifrar sus causas
y recordar el maana.
Acompaados de esta extraa capacidad pre-
dictiva que heredamos de Descartes y sus innu-
merables seguidores, parece que sera posible
derribar las puertas del nuevo siglo y visualizar
el comportamiento de la salud pblica en el fu-
turo, pero considero que aquella propuesta no
es tan viable para el que les habla, por algunas
razones:
1. Los cambios que actualmente ocurren en el
mundo son sumamente violentos, globales,
y desordenan rpidamente las relaciones
econmicas, polticas, sociales y culturales
dentro de las que nos habamos acostum-
brado vivir. Antes considerbamos que, por
complejas que fueran las circunstancias,
siempre era posible predecir el futuro a tra-
vs de la ciencia, pero ahora, sta se abro-
ga nicamente una capacidad previsiva. En
otras palabras, la ciencia solo nos podra
ayudar a prever lo que posiblemente ocurri-
ra en el futuro con la salud pblica, pero no
a predecirla.
2. La salud pblica es una prctica social/mul-
tidisciplina/accin estatal joven que intenta
interpretar y actuar sobre los pblicos o co-
lectivos humanos con miras a promover su
salud, prevenir las enfermedades y apoyar
el tratamiento y rehabilitacin de sus enfer-
medades haciendo uso de los conocimientos,
saberes, prcticas y tecnologas disponibles.
En esa medida, las transformaciones con-
ceptuales, tecnolgicas, sociales, polticas,
culturales que actualmente ocurren en el
mundo, producen grandes desrdenes al
interior de las disciplinas aplicativas como la
salud pblica. Por esta razn es muy difcil
1 Ponencia presentada en el Foro de la Sociedad Civil en Salud, II Conferencia Nacional en Salud,
Lima 9-11 agosto de 2004.
QUO VADIS Salud Pblica?
1
Edmundo Granda
Artculo 3
42 QUO VADIS Salud Pblica? La salud y la vida 43
luntades que posibiliten dar cuenta de los pro-
blemas de la salud colectiva.
Al n de la dcada del noventa e inicios del nue-
vo siglo y luego de tantos ajustes y reformas, la
situacin econmica y social de la mayor parte
de pases parece ser peor; las condiciones de
salud y de servicios dejan mucho que desear, y
la mayora de sociedades continan manifestando
su incapacidad para promover y proteger su salud
en la medida que sus circunstancias histricas re-
quieren
8
, conforme se haba denido como la ca-
racterstica fundamental de la crisis de la salud
pblica. Ante esta realidad, es posible que volva-
mos a retomar aquellas inquietudes levantadas
a inicios de los noventa y cumplamos ahora un
itinerario consistente en recordar algunos ras-
gos de la constitucin de la salud pblica como
disciplina positiva encargada de la prevencin
de los riesgos. Este primer paso es fundamental
para comprender si esta multidisciplina prcti-
ca social funcin estatal, llamada salud pblica,
puede continuar dando cuenta de los nuevos
requerimientos que propone esta sociedad sig-
nada por el cambio, lo cual, a su vez, nos posibi-
litar reexionar sobre algunos requerimientos
tericos y prcticos para nuestro quehacer en
este campo, apoyando la forja de una salud p-
blica comprometida con la vida y la solidaridad.
Las reexiones que presento son parte del tra-
bajo desarrollado con las maestras de salud p-
blica del Ecuador y algunas del rea Andina, con
algunos compaeros de la OPS/OMS, y ms es-
peccamente con la Maestra de la Universidad
Nacional de Loja - UNL, la misma que interpreta
que la coyuntura actual reclama de la salud p-
blica un pensamiento lo sucientemente amplio
para interpretar y explicar la situacin actual de
salud y de los servicios, apoyar el avance de las
condiciones de vida y salud cada vez ms dete-
al espacio actual y otros huan hacia un espacio
potencial. Los primeros intentaban ecientizar
los mismos contenidos de la salud pblica con-
vencional, cambiando algunas formas, indagan-
do nuevas relaciones funcionales, aumentando
insumos, integrando elementos. Los segundos
irrumpan, conquistando nuevos espacios, dia-
lectizando el tiempo y adjudicando nuevos sen-
tidos. Estas ltimas propuestas desgarraban y
desgarran la seguridad de la salud pblica e in-
vitaban a visitar nuevos paradigmas que, para el
pensamiento positivo, aparecen como peligro-
sas. El reto para la salud pblica, -se haba inter-
pretado en ese momento- era como un peligroso
caminar en un desladero, entre el escila de lo
mismo y el caribdis de lo desconocido.
En septiembre de 1993, en la Reunin Andina
sobre la Teora y la Prctica de la salud pblica
desarrollada en Quito, se consider que el reto
para la salud pblica en Amrica Latina ante el
ingreso avasallador del neoliberalismo, era de
naturaleza eminentemente poltica y tena que
ver con la sobrevivencia fsica de nuestra gen-
te y la defensa del valor de la vida humana. Por
otro lado, se recomendaba llevar a cabo cambios
metdicos en la salud pblica que posibilitaran
interpretar al ser humano como sujeto, como
ser determinante y determinado, como produc-
tor y producto. No solo demostrar hiptesis sino
encontrar el camino pertinente para viabilizar
la accin. No solo desarrollar tcnicas, sino que
stas tengan sentido. No nicamente procurar
conocimientos, sino tambin construir concien-
cia. Se consideraba que lo fundamental radicaba
en un planteamiento de unin entre muchos ac-
tores para crear pblicos por la salud
7
. En otras
palabras, no se consideraba en ese momento
que era posible denir el camino, sino que se
propona buscar mbitos de unin y espacios de
conjugacin de teoras, mtodos, tcnicas y vo-
visualizar sus nuevos lmites y caractersti-
cas multidisciplinarias, no se alcanza a en-
tender cmo se reconguran sus potenciali-
dades y limitaciones prcticas y cmo podr
dar respuesta ante las nuevas demandas que
se generan desde el Estado y la sociedad.
Esta situacin conictiva fue calicada por
la Organizacin Panamericana de la Salud, a
inicios de la dcada de los noventa, como la
crisis de la salud pblica
2
Ante la supuesta indenicin de esta mul-
tidisciplina prctica y dependiente, es bas-
tante difcil predecir su comportamiento
futuro. Aquello no ocurre con otras ramas
del saber y prcticas dominantes que se ligan
con la produccin de bienes materiales; por
ejemplo, en este momento en que se ha for-
talecido la tecnologa digital y tambin se ha
consolidado el capitalismo informatizado a
escala mundial, es posible prever que la cien-
cia de la computacin avanzar y se introdu-
cir en todos los resquicios de la vida social,
econmica, poltica y cultural de los grupos
humanos hegemnicos que se encuentran
conectados a la red internacional.
3. El problema puede no radicar en las carac-
tersticas contextuales generales ni en las
caractersticas propias de la salud pblica,
sino en las limitadas potencialidades para
imaginar el futuro en la misma forma en
que estuvimos acostumbrados a proponerla
y a hacerla. Aquella idea de que el maana
de la salud pblica evolucionara totalmente
supeditado a los grandes relatos propuestos
por la modernidad revolucionaria o liberal,
se ha estrellado con realidades que han de-
mostrado su terquedad y rechazo a supedi-
tarse a las racionalidades instrumentales de
diverso tipo. En este momento no tenemos
una idea clara del futuro, pero s sabemos
que la construccin del mismo se basa en las
potencialidades del acuerdo que logremos
las resistencias globalizadas
3
alrededor de al-
ternativas democrticas y diferentes de la
perspectiva globalista
4
.