Los Tres Mandamientos

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LOS MANDAMIENTOS DE DIOS SON 10.

Los mandamientos son normas de conducta dictadas por Dios a la humanidad.


Estas normas son el camino que ha de conducir al hombre a la felicidad eterna.
“Sí quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos”, dijo Jesucristo.

La división y numeración de los mandamientos ha variado en el curso de la


historia. La actual es de San Agustín. Los ortodoxos tienen una división distinta.

Las leyes que Dios ha puesto en la Naturaleza podríamos dividirlas así:

a) Ley eterna: es el plan de Dios para toda la creación.

b) Ley natural: es la ley eterna grabada en los seres racionales que está
basada en la naturaleza del hombre, como, por ejemplo, la injustica de la calumnia
o la monstruosidad de la blasfemia.

c) Ley positiva: tanto divina (mandamientos) como humana (administración


de los sacramentos).

d) Ley física: es la que dirige los seres irracionales.

Los mandamientos son preceptos de la ley natural impresos por Dios en el


alma de cada hombre.

La moral católica no sólo obliga a los católicos, obliga a todos los hombres:
pues se basa en la ley natural. Todo hombre católico y no católico, está obligado
a no matar, no robar, no explotar al prójimo, no calumniar, etc.

Los mandamientos de la Ley de Dios son la ley moral que Dios dio a Moisés
en el Antiguo Testamento y que Cristo perfeccionó en el Nuevo. Se basan en que
Dios Es nuestro Dueño y nuestro Señor, y nos puede mandar. Pero es tan bueno,
que lo que nos manda es para bien nuestro. Con los mandamientos, Dios protege
nuestros derechos y también los de nuestros prójimos.

Todos los mandamientos son para todos: nadie puede dejar de cumplirlos, y
es necesario cumplirlos todos para salvarse. No basta decir “yo no robo ni mato”.

Para salvarse hay que guardarlos todos. Para condenarse basta fallar a uno.

Para poder pasar por un puente es necesario que no se haya hundido


ninguno de sus arcos. Dice el apóstol Santiago el Menor que el que guarda los
demás mandamientos pero quebranta uno solo, se hace culpable de todos.
Si quieres que todo el mundo te estime y te respete, guarda los
mandamientos. Además, te aseguro que tu vida será mucho más feliz que si no
los guardases.

Las mayores tragedias que vemos en esta vida ocurren frecuentemente


porque no se guardan los mandamientos. Por eso están las cárceles llenas de
desgraciados, por eso el hambre de muchos hijos, por eso los disgustos en tantas
familias, tantas lágrimas y tantas penas.

EL PRIMER MANDAMIENTO DE LA LEY DE DIOS ES: AMARÁS A DIOS


SOBRE TODAS LAS COSAS.

Amar a Dios no es, precisamente, sentir cariño sensible hacia Él, como lo
sentimos hacia nuestros padres; porque a Dios no se le ve y a las personas a
quienes no se ve es difícil tenerles cariño, Dios, no obliga a eso, pues no está en
nuestra mano.

Tenemos que amar a Dios porque Él nos amó primero, y debemos


corresponderle. El amor se manifiesta en obras más que en palabras. “Obras son
amores y no buenas acciones”, Amar a Dios es obedecerle, cumplir su voluntad.
No hacer mal a nadie. Hacer bien a todo el mundo”.

Una prueba de amor a Dios sobre todas las cosas es guardar sus
mandamientos por encima de todo. Es decir, estar dispuesto a perderlo todo
antes que ofenderle.

Este mandamiento nos manda a adorar sólo a Dios.

Este mandamiento prohíbe especialmente la idolatría que consiste en


adorara como a Dios a otra cosa o persona.

Dice la Biblia “Que nadie de vosotros practique la adivinación, ni el


sortilegio, ni pretenda predecir el futuro, ni consulte adivinos, ni a los que invocan
a los espíritus, ni consulte a los muertos (sesiones espiritistas)”.

Nadie pierde la fe sin culpa propia. Dijo el Concilio de Trento: “Dios no


abandona a nadie, si no es Él abandonado primero”.

Peca también contra este mandamiento el que se anima a pecar


precisamente porque Dios es misericordioso. Esto es “un pecado gravísimo
contra el Espíritu Santo, porque supone un grave desprecio de la gracia de Dios.
EL SEGUNDO MANDAMIENTO DE LA LEY DE DIOS ES: NO TOMARÁS
EL NOMBRE DE DIOS EN VANO.

El segundo mandamiento prohíbe todo uso inconveniente del nombre de


Dios. Tomar el nombre de Dios el que jura, pues jurar es poner a Dios por testigo
de la verdad de lo que se dice.

Peca, además, contra este mandamiento el que dice cosas contra la


Religión, y el que dice blasfemias.

Blasfemia es toda expresión insultante contra Dios, la Virgen, los Santos o


cosas sagradas: ya sea con palabras, gestos, signos, dibujos, etc.

Blasfemia es un insulto dirigido a Dios, a sus obras y a sus amigos con


intención de que recaiga sobre Dios.

También peca contra este mandamiento quien no cumple sus votos o


promesas hechas a Dios para reforzar nuestras súplicas y manifestar nuestro
agradecimiento.

El voto es una promesa hecha a Dios libre y deliberadamente, con la


intención de obligarse bajo pecado, de una cosa posible, buena y mejor que su
contraria.

Son pecados graves contra este mandamiento la blasfemia, el no cumplir,


pudiendo, los votos graves y el jurar en falso.

EL TERCER MANDAMIENTO DE LA LE DE DIOS ES: SANTIFICARÁS


LAS FIESTAS

Santificar las fiestas es oír Misa entera y no trabajar sin verdadera


necesidad.

El día más grande del año es el domingo de la Resurrección del señor.


Todos los domingos son una conmemoración de este gran día de Pascua.

Están obligados a oír Misa entera los días de precepto todos los bautizados
que han cumplido los siete años y tienen uso de la razón.

Los que deliberadamente faltan a esta obligación cometen un pecado


grave.

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