Revista Psicologia Costa Rica Edicion 40

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ISSN 0257-1439
XXV ANIVERSARIO
REVISTA
COSTARRICENSE
DE PSICOLOGA
Enero Julio
Ao 27 2008 (N. 40)
Colegio Profesional
de Psiclogos
CORRESPONDENCIA
Colegio Profesional de
Psiclogos de Costa Rica
Apartado 8238-1000
San Jos, Costa Rica
[email protected]
www.revistacostarricensedepsicologa.com
2008
2
Revista
150.5
R454r Revista costarricense de psicologa 1. Colegio Profesional de
Psiclogos. N. 36 (1982) - San Jos, C.R.: El Colegio.
1982.
v.
Anual
ISSN 0257-1439
1. Psicologa - Publicaciones peridicas. I. Ttulo.
CONSEJO EDITORIAL
DIRECTORA
Licda. Doris Cspedes Alvarado - UCR
Dr. Daniel Flores Mora - UNED - UCR
Licda. Marcela Len Madrigal - UCR
MSc. Teresita Ramellini Centella - UCR -
CIEM
M.Sc. Jos Manuel Salas Calvo - UCR -
Instituto WEM
M.Sc. Manuel Solano Beauregard - UCR -
REVISIN FILOLGICA
Licda. Roco Monge Corrales
Licda. Mayt Bolaos Mora
ASISTENTE DEL CONSEJO EDITORIAL
Jonnathan Gonzlez Rodrguez
Artes e Impresin
Litografa Lara Segura & Asoc.
(506) 2255-0816
Las opiniones expresadas en los artculos son
de exclusiva responsabilidad de los autores o
las autoras y no representa el punto de vista
del Consejo Editorial de la Revista.
Prohibida la reproduccin total o parcial.
Todos los derechos reservados.
Hecho el depsito de ley.
3
La Revista Costarricense de Psicologa es la publicacin
del Colegio de Psiclogos que se dedica a la divulgacin
de investigaciones, experiencias, ensayos, comentarios,
entre otros. dirigida a los profesionales de Psicologa,
tanto nacionales como extranjeros.
Revista Costarricense de Psicologa. 27(40), 2008.
4
5
NDICE
PRESENTACIN 7
I. HISTORIA Y APORTES DE LA REVISTA
Una mirada retrospectiva en el 25 aniversario de la Revista Costarricense de Psicologa 13
Licda. Doris Cspedes Alvarado
Aportes a la formacin del recurso humano en salud: el caso de los psiclogos 23
Dr. Ovide Menn Piaty
Acerca de la investigacin y la publicacin de resultados en revistas cientfcas.
El caso de la Psicologa aplicada al estudio de la demanda de drogas en Costa Rica 29
M.Sc. Julio Bejarano Orozco
II. ENSAYOS
Importancia de la elaboracin de un buen artculo cientfco 39
M.Sc. Saray Crdoba Gonzlez
Algunos retos para la Psicologa costarricense para el logro de culturas de paz 43
Dr. Abelardo Brenes Brenes
La Psicologa, la masculinidad y el trabajo con hombres 53
M.Sc. Jos Manuel Salas Calvo
III. ANLISIS METODOLGICO
Aproximaciones tericas en la administracin estratgica de recursos humanos: la teora de los recursos 69
Lic. Toms Vargas Halab
IV. COMENTARIO
Refexiones en torno al libro Psicologa poltica de Mirta Gonzlez Surez 87
Lic. Manuel Martnez Herrera
6
7
PRESENTACIN
No compartir el conocimiento, es una forma egosta
de descartarlo, porque un conocimiento divulgado,
es una forma de evolucin: Slo podr lograrse
la transformacin de una sociedad si se produce un
profundo cambio en el corazn humano.
(Erich Fromm)
La Revista Costarricense de Psicologa con este nme-
ro celebra su Vigsimo Quinto Aniversario. En 1982,
nace esta publicacin con la misin impostergable de
divulgar la produccin cientfca del campo de la Psi-
cologa, como un aporte del Colegio Profesional de
Psiclogos, despus de pocos aos de su creacin y
con una clara visin histrica de la pertinencia de tal
decisin. Uno de los artculos incluidos en este nmero
especial, detalla acerca de las circunstancias especiales
en que se da este nacimiento.
Es de resaltar que el trabajo editorial realizado en estos
veinticinco aos de existencia de la Revista ha sido di-
fcil, ha tenido obstculos y limitaciones; sin embargo,
tambin se han producido muchos logros, los cuales
han tenido como base la responsabilidad asumida tanto
por editores y editoras, directores y directoras as como
por los integrantes de los diferentes Consejos Editoria-
les, los cuales, de forma no lucrativa y con una actitud
de empeo y compromiso, han venido creando y con-
solidando una publicacin de prestigio y calidad tanto
en el mbito nacional como en el internacional.
El apoyo de colaboradores y colaboradoras (nacionales
e internacionales), pertenecientes al Comit Cientfco,
no puede dejar de mencionarse, pues siempre han esta-
do de forma incondicional y comprometida brindando
su contribucin; de igual manera, es importante sealar
la colaboracin recibida de las diferentes Juntas Direc-
tivas de nuestro Colegio de Psiclogos, un agradeci-
miento a nuestro asistente, por su empeo para el logro
de tareas del Consejo Editorial.
No obstante, la piedra angular del nacimiento, desarro-
llo y consolidacin de la Revista lo constituye el trabajo
tesonero, comprometido y arduo de un importante gru-
po de colegas, lo mismo que de profesionales de otras
disciplinas, quienes han suministrado la materia prima
de toda esta gran labor, mediante la generosa puesta en
circulacin de sus ideas, experiencias y propuestas. En
un mbito como el nuestro, en el que exponerse pu-
blicando no es la nota predominante, el que la Revista
alcance este cuarto de siglo es, por s sola, una muestra
de esfuerzo y de atrevimiento. Nada hacen los Conse-
jos Editoriales y los Comits Cientfcos sin una masa
crtica que quiera fomentar la refexin y la discusin
mediante la publicacin de sus propuestas.
Por tal razn, este nmero especial del 25 Aniversario
constituye un humilde, pero solemne reconocimiento
a todas las personas quienes con su contribucin han
forjado un medio de difusin cientfca seria y en creci-
miento. Sin perjuicio de ello, y siguiendo la idea de que
lo importante no es llegar sino mantenerse, es esta una
oportunidad idnea para invitar a que con ms frecuen-
cia nos atrevamos a sistematizar, a publicar y a con-
frontar nuestras ideas, en un autntico juego dialctico.
La Psicologa del pas as lo necesita.
Por tratarse de un nmero especial, en este se inclu-
yen artculos que esperamos fomenten e inviten a la
discusin acerca de diversos ngulos de la Psicologa
8
en nuestro pas y en nuestra regin. Por lo tanto, tiene
una visin tanto prospectiva como retrospectiva, en un
intento por contribuir con un balance de la situacin, en
este caso, desde el aporte que puede y debe brindar un
medio de difusin como lo es la Revista.
En esta ocasin, no podemos dejar de mencionar la im-
portancia que representa para nuestra Revista el que,
a partir del ao 2007, lograra su incorporacin al Ca-
tlogo de Latindex, uno de los sistemas de indexacin
ms prestigiosos de Amrica Latina, lo que le permiti
ser reconocida como una revista de altos estndares de
calidad en el mbito de las publicaciones. Este mrito
corresponde a todas aquellas personas quienes nos han
confado sus trabajos, quienes nos han apoyado como
evaluadoras nacionales e internacionales y quienes han
enviado los diferentes documentos escritos, lo cual nos
motiva, de nuevo, para felicitarlas y agradecerles la
valiosa colaboracin.
En el desarrollo de nuestra publicacin, tampoco po-
demos obviar el logro de la presentacin de esta en su
versin digital, lo que constituye un aporte ms a la di-
vulgacin del conocimiento para todas aquellas perso-
nas interesadas en conocer acerca de las distintas inves-
tigaciones en el campo de la Psicologa. Es as como,
por medio de la versin electrnica, llegamos ms all
de nuestras fronteras y esperamos ampliar la produc-
cin cientfca de nuestros investigadores y de nuestras
investigadoras, as como del grupo de personas colabo-
radoras, por lo que confamos seguir contando con una
respuesta positiva mediante sus aportes.
Dado su carcter de especial, en este nmero se hace
un hbrido en su formato al integrar la estructura tradi-
cional con secciones especialmente pensadas para la
ocasin. En ese sentido, se enfatiza en cuatro ejes; un
primer eje acerca de la historia y aportes de la Revista;
en el segundo y en el tercer eje se insertan los artculos
en el formato tradicional de la Revista, fnalizando con
el cuarto eje que responde al artculo de homenaje a la
doctora Mirta Gonzlez Surez, con cuyo nombre se ha
denominado el premio a la publicacin que se otorgar
a los autores y a las autoras ms prolferos(as) que es-
criben en nuestra Revista.
Dado lo anterior, se presenta, en primera instancia, el
artculo UNA MIRADA RETROSPECTIVA EN EL 25 ANIVERSA-
RIO DE LA REVISTA COSTARRICENSE DE PSICOLOGA, en el
que la directora de la Revista realiza un breve recorrido
por la historia de la Revista Costarricense de Psicolo-
ga, en el cual incluye las diferentes etapas por las que
ha pasado, hasta llegar a su indexacin y conforma-
cin como revista electrnica, rescatando algunas de
sus limitaciones y logros, con la fnalidad de que todas
las personas involucradas e interesadas se familiaricen
con los orgenes de esta publicacin, adems para in-
centivar a colegas y profesionales afnes para que den a
conocer sus valiosos aportes.
El segundo documento, y relacionado con la histo-
ria de la disciplina psicolgica, corresponde al doctor
Ovide Menn Piaty (primer director ofcial de nuestra
Revista), quien expone, en su artculo APORTES A LA
FORMACIN DEL RECURSO HUMANO EN SALUD: EL CASO DE
LOS PSICLOGOS, la historia de la formacin del profesio-
nal en Psicologa como recurso humano dentro de los
procesos de salud, en el cual este autor considera que el
concepto ha sido utilizado errneamente, teniendo en
salud una carga ideolgica difcil de superar. En este
documento, el autor Menn realiza un anlisis del plan
de estudios de la Universidad de Rosario de la Rep-
blica de Argentina del ao 1955, el cual constituye el
primer Plan destinado a la formacin de recurso huma-
no pensado para la prevencin y la recuperacin de la
salud, con el que manifesta el autor, se dan pasos muy
aleccionadores. Si bien el texto aborda la situacin de
ese pas suramericano, hemos considerado pertinente
su inclusin en este nmero dadas las refexiones que
de l se generan, vlidas para las condiciones de la Psi-
cologa en otras latitudes, como las de nuestro pas.
Siguiendo con la presentacin de la Revista, el Mster
Julio Bejarano Orozco, en su artculo ACERCA DE LA
INVESTIGACIN Y LA PUBLICACIN DE RESULTADOS EN RE-
VISTAS CIENTFICAS. EL CASO DE LA PSICOLOGA APLICADA
9
AL ESTUDIO DE LA DEMANDA DE DROGAS EN COSTA RICA,
presenta algunas refexiones acerca de las publicacio-
nes cientfcas en Psicologa en las que se incluyen las
limitaciones y algunos logros del quehacer investigati-
vo en Costa Rica y la importancia de las publicaciones
del Instituto sobre Alcoholismo y Farmacodependencia
(IAFA). Manifesta el Mster Bejarano que el nmero
de publicaciones cientfcas de un pas, es un indicador
del desarrollo en un rea determinada del conocimiento
o disciplina y que diversos autores han referido un au-
mento de proyectos editoriales cientfcos en Amrica
Latina, en el cual Costa Rica no ha sido la excepcin,
particularmente en el IAFA, en donde se ha consoli-
dado y acrecentado dicho quehacer, generando una di-
versidad de estudios nacionales sobre el tema de las
drogas, los cuales han sido publicados en revistas na-
cionales e internacionales. Se trata de un artculo que
invita a la discusin y a la refexin en torno al estado
en el que se encuentra nuestra disciplina en materia de
divulgacin cientfca.
Por su parte, la Mster Saray Crdoba Gonzlez reali-
za un ensayo titulado IMPORTANCIA DE LA ELABORACIN
DE UN BUEN ARTCULO CIENTFICO, en el que se ofrecen
las razones por las cuales se deben elaborar artculos
cientfcos cimentados sobre las normas internaciona-
les establecidas y los principios de rigurosidad y origi-
nalidad necesarios para su aprobacin mediante rbi-
tros especialistas en el campo. Se considera que es por
medio de buenos artculos que los y las profesionales
costarricenses en Psicologa contribuyen a mejorar los
aportes cientfcos y profesionales que se generan en
el pas.
Asimismo, el doctor Abelardo Brenes Brenes presenta
el ensayo ALGUNOS RETOS PARA LA PSICOLOGA COSTA-
RRICENSE PARA EL LOGRO DE CULTURAS DE PAZ, en el que
argumenta que la Psicologa costarricense enfrenta un
reto fundamental con respecto a la contribucin para
defnir los rumbos futuros del desarrollo de la nacin
mediante la refexin y dilogos proactivos. Plantea
que el Colegio Profesional de Psiclogos ha ido per-
diendo este tipo de orientacin, la cual era signifcativa
en sus inicios y considera que cada vez es ms pasivo,
a merced de los encargos sociales de una sociedad ca-
pitalista acrtica e inserta en un orden global que lleva
a un mundo de crecientes desigualdades y destruccin
del ecosistema planetario. Este autor caracteriza en
este ensayo lo que es cultura de violencia y lo qu es
cultura de paz, para ilustrar el argumento central del
actual encargo que tiene el Colegio de certifcar la ido-
neidad mental para portar armas, situacin que requiere
de una amplia discusin por parte de quienes se dedi-
can a la Psicologa.
Otro aporte a esta edicin es la del Mster Jos Manuel
Salas Calvo con su ensayo LA PSICOLOGA, LA MASCU-
LINIDAD Y EL TRABAJO CON HOMBRES, en el cual discute
acerca del papel de la Psicologa como ciencia normati-
va en la refexin general relacionada con la condicin
de gnero, en especial la masculina. El autor, luego de
meditar acerca de dicha condicin y de las implicacio-
nes de la masculinidad hegemnica para la vida de los
hombres y las mujeres, con nfasis en los primeros,
propone algunos alcances de hacia dnde podra tran-
sitar la Psicologa en sus quehaceres, todo en el marco
de la tarea pendiente con los hombres y sus diversas
circunstancias, representando un reto para la disciplina
y para quienes la desarrollan, desde la refexin en el
marco del patriarcado, como gran escenario sociocul-
tural, determinante de la vida social.
El licenciado Toms Vargas Halab presenta, como
anlisis metodolgico, el artculo APROXIMACIONES TE-
RICAS EN LA ADMINISTRACIN ESTRATGICA DE RECURSOS
HUMANOS: LA TEORA DE LOS RECURSOS, en el cual rea-
liza una revisin de los orgenes, los fundamentos y
los principales desarrollos de la Teora de los Recursos,
en donde aborda las implicaciones que esto tiene para
la Administracin Estratgica y la Administracin de
Recursos Humanos, as como los principales hallazgos
empricos disponibles en la actualidad. Adems, agre-
ga este autor, que los cambios en la dinmica social de
nuestro pas, as como el desarrollo de la Psicologa en
las ltimas dcadas, han impulsado la diversifcacin
de las reas de insercin de los y las profesionales de
esta disciplina, y considera que uno de los campos de
mayor insercin ha sido el organizacional.
10
Por ltimo, se concluye esta edicin especial con la
participacin del Director de la Escuela de Psicologa
de la Universidad de Costa Rica, Lic. Manuel Martnez
Herrera, quien realiza un comentario titulado REFLEXIO-
NES EN TORNO AL LIBRO PSICOLOGA POLTICA DE MIRTA GON-
ZLEZ SUREZ, en el cual este autor manifesta que para
el gremio de la Psicologa, es un acontecimiento es-
pordico la publicacin de un libro y ms an de una
asignatura como la psicologa poltica y que el libro
de la doctora Mirta Gonzlez tiene como gran virtud
estar dirigido a la conciencia ciudadana en pos de una
efectiva participacin poltica en funcin de la conso-
lidacin y la aplicacin de los derechos democrticos
y del bienestar de las mayoras, siendo su mayor valor
la exposicin y el anlisis de diversas reivindicaciones
sociales acaecidas en el mbito nacional.
No podemos dejar de mencionar aqu, el gran honor
que representa para nuestra Revista que el premio a la
publicacin cientfca lleve precisamente el nombre de
la doctora Mirta Gonzlez Surez, autora del mencio-
nado libro, por lo que la resea hecha por el Mster
Martnez Herrera es ms que oportuna para los efectos
de este nmero especial de la Revista y lo considera-
mos como un reconocimiento y un homenaje a la dis-
tinguida colega.
Finalmente, podemos decir que lo logrado hasta el mo-
mento se debe, principalmente, a nuestros colaborado-
res y a nuestras colaboradoras, as como a la poblacin
de asiduos lectores(as), sin cuyos aportes, sugerencias
y crticas constructivas todo ello no hubiera sido posi-
ble. Solo con una mirada retrospectiva de los nmeros
de nuestra Revista, podemos comprobar cmo han sido
sus avances, obstculos y logros en lo cuantitativo y en
lo cualitativo.
Nuevos retos enfrenta la Revista ante la complejidad de
las exigencias del mundo globalizado, pero tenemos la
confanza de que pueda soportar las crticas y las obser-
vaciones que su quehacer genera, as como incorporar
las sugerencias para poder seguir brindando a los lecto-
res y a las lectoras sus aportes, de cara a su compromi-
so con una humanidad ms justa y ms solidaria.
Muchas gracias a quienes nos han apoyado y han cre-
do en esta su revista.
Licda. Doris Cspedes Alvarado
Directora


11
I. Historia y aportes de la Revista
12
13
UNA MIRADA RETROSPECTIVA EN EL 25 ANIVERSARIO
DE LA REVISTA COSTARRICENSE DE PSICOLOGA
A RETROSPECTIVE GLANCE IN THE 25 ANNIVERSARY
OF THE COSTA RICAN MAGAZINE OF PSYCHOLOGY
* DORIS CSPEDES ALVARADO
Revista Costarricense de Psicologa. 27(40), 13-21, 2008.
familiarizing readers, authors, members of the different
Scientifc Committees and the Publishing Councils to
this day.
Keywords: Psychology magazine, indexing, electronic
magazine.
Con este nmero especial, la Revista Costarricense
de Psicologa celebra el veinticinco aniversario de
existencia, en el contexto de las publicaciones costa-
rricenses impresas de Psicologa. Durante todos estos
aos de recorrido, se ha realizado su difusin de forma
fel y con la flosofa de poder brindar a colegiados(as)
la produccin de los mejores artculos desde la disci-
plina como ciencia, para lo cual, se ha contado con
excelentes equipos de trabajo tanto en el Consejo
Editorial como en el Comit Cientfco en su funcin
de evaluadores(as) para garantizar que los trabajos
procedentes de investigaciones, desarrollos tericos y
epistemolgicos, anlisis metodolgicos, experiencias
profesionales, trabajos interdisciplinarios, debates,
crnicas profesionales, comentarios, reseas de libros
y revistas, ensayos, polmicas, entre otros, refejen la
produccin de alto valor y aporte a la disciplina psi-
colgica por parte de nuestros colegiados y nuestras
colegiadas. Ello con el objetivo de contribuir con la
actualizacin constante de conocimientos.
Al ser la Revista el rgano ofcial de divulgacin del
Colegio, permite eliminar barreras entre las distintas
reas de insercin y enfoques epistemolgicos, as
como entre distintas universidades, porque su nica
fnalidad es divulgar y promocionar el conocimiento
producido desde cualquier punto de vista, paradigma
y contexto.
* Directora, Revista Costarricense de Psicologa. Docente de la U.C.R.
[email protected]
La sabidura no es de quien la posee,
sino de aquel que la utiliza y la pone
al servicio de los dems.
Annima.
RESUMEN
Este documento presenta un recorrido breve por la
historia de la Revista Costarricense de Psicologa,
rgano ofcial del Colegio de Psiclogos de Costa
Rica. Se incluyen las diferentes etapas por las que
pas la Revista, hasta llegar a su indexacin y ubi-
carse, como revista electrnica, con sus limitaciones
y logros. Todo ello con la fnalidad de familiarizar a
lectores(as), autores(as), miembros de los distintos
Comits Cientfcos y de los Consejos Editoriales
hasta el da de hoy.
Palabras claves: revista Psicologa, indexacin, re-
vista electrnica.
ABSTRACT
This document presents a brief journey through the
history of the Costa Rican Magazine of Psychology,
offcial organ of the School of Psychologists of Costa
Rica. The different stages which the Magazine went
through are included, its limits and achievements, un-
til its indexing and is reached and the electronic ver-
sion of the magazine created. All with the purpose of
Recibido: 02-07-08 Aprobado: 19-08-08
14
Revista Costarricense de Psicologa. 27(40), 2008.
Por las razones anteriores, este artculo aborda las
diferentes etapas del desarrollo de la Revista Costa-
rricense de Psicologa, para que las personas invo-
lucradas y las interesadas en ella, conozcan los pro y
los contra por los que ha pasado esta publicacin para
llegar a lo que hoy es, una revista cientfca.
De acuerdo con Felquer (2002), es un hecho incues-
tionable que las revistas cientfcas constituyen, desde
el siglo pasado, el principal medio de comunicacin
cientfca, porque son el instrumento ms usado por
la comunidad cientfca para dar a conocer sus traba-
jos. Estas revistas, segn esta autora, vienen a actuar
como un registro ofcial y pblico de la ciencia, y
constituyen el vehculo primordial para difundir la in-
formacin cientfca. En defnitiva, considera Felquer
(2002:1), que las revistas constituyen el refejo del
funcionamiento general de las ciencias, de sus insti-
tuciones, de sus investigadores, pero tambin de la re-
lacin que cada disciplina mantiene consigo misma,
con las dems disciplinas, y con la sociedad.
Dado lo anterior, es interesante, al cumplirse el ani-
versario de la Revista Costarricense de Psicologa,
dar a conocer parte de esa historia en la cual peque-
os detalles quedan sumados al olvido, por lo que
rescatarlos y enunciarlos, es una forma de compartir
con la poblacin de lectores, autores y colaboradores,
con la idea de enmarcar ese camino de limitaciones y
alcances de un documento que pertenece a todas las
personas, quienes, de alguna manera, se han involu-
crado. A la vez, es imprescindible, antes de recordar
su devenir histrico, agradecer a todas las personas
que han contribuido a su creacin, permanencia y
evolucin.
A continuacin, trataremos de adentramos en la his-
toria para permitir a los lectores y las lectoras de esta
publicacin conocer su gestin y refexionar sobre
el pasado, presente y futuro de nuestra Revista. Para
ello, se han consultado las actas de las Asambleas del
Colegio Profesional de Psiclogos a partir de 1980,
los distintos documentos de reuniones, las publicacio-
nes del N. 1 a la N. 39 de la Revista y algunas actas
del Consejo Editorial.
La Revista Costarricense de Psicologa se origin, en
el seno de las primeras Asambleas del Colegio Profe-
sional de Psiclogos, en el ao 1980, cuando el pre-
sidente del colegio, Doctor Abelardo Brenes Castro,
propuso crear una comisin, la cual tuvo como tarea
la creacin de la revista de Psicologa; asimismo,
plante que esta misma comisin, ms adelante, se
transformara en Comit Editorial. En marzo de 1980,
se establece como acuerdo frme, la creacin de la
Comisin para hacer dicha publicacin.
Para el mes de octubre del ao mencionado, en Asam-
blea del Colegio, el Mster Armando Campos San-
telices, presenta el anteproyecto para la creacin de
la Revista, y se propone, en esa misma fecha, que el
Comit Editorial est compuesto por un representante
de la Junta Directiva del Colegio de Psiclogos, un re-
presentante del Instituto de Investigaciones Psicolgi-
cas de la Universidad de Costa Rica, un representante
de la Escuela de Psicologa de la misma universidad
y un representante del Departamento de Psicologa de
la Universidad Nacional; adems, la Junta Directiva
del Colegio debera asignar un director para dicho
comit.
En esa misma Asamblea se designa al seor Cam-
pos Santelices como director provisional del primer
Comit Editorial. El fruto de este esfuerzo inicial se
concret en el ao 1982, cuando fue designado el Co-
lega Ovide Menn como primer Director ofcial de
la Revista; sin embargo, en varias de las actas no se
menciona como director sino como editor, aun cuando
haba sido nombrado con dicho cargo, lo que eviden-
cia la incertidumbre, no solo del puesto sino, tambin,
del manejo del fnanciamiento de esta publicacin,
el cual siempre estuvo en discusin. No obstante, en
ese mismo ao, el colega Menin, junto con su equipo,
elaboraron el primer nmero de la Revista, el cual se
public en diciembre de 1982.
Para ilustrar esta exposicin, a continuacin se presen-
ta un cuadro con el listado, por ao y nmero de re-
vista, con sus diferentes directores(as) y editores(as),
quienes han trabajado desde 1980 y hasta el 2008, con
miras a que la revista ocupe el lugar que tiene en este
momento. Como podr observarse, las personas que
fungieron como directores(as) o miembros del Conse-
jo tuvieron, adems, las labores de edicin.
15
Revista Costarricense de Psicologa. 27(40), 2008.
Cuadro N. 1.
Directores(as) y Miembros del Consejo Editorial Revista Costarricense de Psicologa 1980-2008.
AO DIRECTOR(A) DEL MIEMBROS DEL EDITOR(A) NMERO DE
CONSEJO EDITORIAL CONSEJO EDITORIAL PUBLICACIN(ES)
1980 Armando Campos Rita Hernndez Elaboran el proyecto de
Director Provisional Pierre Thomas la Revista.
Celedonio Castaedo
1982 -1883 Ovide Menin Celedonio Castaedo Ovide Menn 1, 2, 3
Pierre Thomas
Marco Fournier
Elia Ana Monge
1984 Dina Krauskopf Ana Teresa lvarez Mayela Zamora 4, 5
Shirley Len
Hermann Lucke
Pierre Thomas
1985-1988 Ginnette Barrantes Ignacio Dobles Ofcina de 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13
Ramn Gonzlez Servicios
Carlos Pal Hegeds Filolgicos
1989 Ginnette Barrantes Jalila Meza Rnald Solano 14, 15
Ignacio Dobles
Ramn Gonzlez
Alfonso Gonzlez
1990 Ginnette Barrantes Jalila Meza Rnald Solano 16, 17
Alfonso Gonzlez
Sonia Abarca
Cecilia Claramunt
Jaime Robert
1991 Ginnette Barrantes Alfonso Gonzlez Domingo Campos 18, 19
Sonia Abarca
Cecilia Claramunt
Jaime Robert
Ana Lorena Rojas
1992-1994 Marielos Hernndez Sonia Abarca 20
Olga Alfaro
Leda Artavia
Ida Gorn
Ana Teresa Len
Elena Monge
Clara Polini
Aleida Rangel
16
Revista Costarricense de Psicologa. 27(40), 2008.
1995 Rnald Ramrez Roberto Rodrguez 21, 22
Leda Beirute
Daniel Flores
Sonia Abarca
Jaime Robert
Miguel Garita
1996-1997 Rnald Ramrez Sonia Abarca 23, 24, 25, 26, 27
Leda Beirute
Daniel Flores
Ana Teresa Len
Carmen Cubero
1998-2000 Alexa Jengich Daniel Flores 28, 29, 30, 31
Arnoldo Redondo
Lorena Vargas
Sonia Abarca
Marielos Hernndez
Orietta Norza
dgar Daz
Ana Cecilia Torres
2000 Ana Cecilia Torres Daniel Flores 32
Arnoldo Redondo
Marielos Hernndez
Lorena Vargas
Orietta Norza
2001-2003 Margarita Murillo Yolanda Delgado 33, 34, 35
Doris Cspedes
Carolina Rizo
Mario Sanz
2004-2007 Doris Cspedes Mario Sanz Mara Ceclia Vega 36, 37
Jos Manuel Salas
Carolina Rizo
Marcela Len
Daniel Flores
Manuel Solano
2008 Doris Cspedes Jos Manuel Salas Roco Monge 38, 39
Marcela Len Mayt Bolaos
Daniel Flores
Manuel Solano
Teresita Ramellini
Fuente: Estadsticas. Revista Costarricense de Psicologa. (2008).
17
Revista Costarricense de Psicologa. 27(40), 2008.
Dada la informacin del cuadro anterior, puede de-
cirse que la Revista es la historia de un encuentro,
de un espacio, de un momento, que permiti aunar
esfuerzos mediante una publicacin que deba siste-
matizarse, estructurarse y desarrollarse con un norte
hacia la cientifcidad, para estimular a que el grupo
investigador del conocimiento tuviera un espacio para
compartir sus experiencias, con lo cual, a la vez, brin-
daba una adecuada herramienta de divulgacin para la
comunidad de la ciencia psicolgica. De esta manera,
el esfuerzo no se quedaba en bales, empolvndose y
siendo objeto de pocos, al contrario, fue con la difu-
sin como se inici la colaboracin con nuestra disci-
plina para que esta siga en crecimiento, con el objeti-
vo de enriquecer y benefciar al ser humano, objeto de
estudio de nuestra disciplina.
La Revista pas por una serie de etapas, en las cuales
se da siempre una discusin continua entre los miem-
bros de los Consejo Editoriales y las Juntas Directivas
de diferentes periodos, sobre su defnicin presupues-
taria. Se inici, as, la bsqueda de fnanciamiento
externo por varios aos y luego el Colegio fnanci el
50%, hasta que, fnalmente, para el ao 1993, (Acta
N. 013-94), la Junta Directiva de ese mismo ao,
acuerda aprobar el reglamento de la Revista Costarri-
cense de Psicologa, donde el Colegio se compromete
a proveer los fondos necesarios de fnanciamiento,
por medio de una partida que se obtiene de las cuo-
tas que aportan los colegiados y las colegiadas; sin
embargo, este aspecto nunca fue claramente defnido,
pues no qued en actas el porcentaje de dichas cuo-
tas que se destinara de forma fja para la Revista. No
obstante, esto no ha sido obstculo pues las diferentes
Juntas Directivas siempre han tenido la voluntad de
mantener el presupuesto necesario solicitado por los
diferentes Consejos Editoriales.
Es pertinente tambin recordar que los miembros de
los diferentes Consejos Editoriales y quienes, adems,
han fungido como editores o editoras, no han recibido
remuneracin alguna, como s se hace en otros Con-
sejos de colegios profesionales. El presente Consejo,
entre otro de sus logros, consigui el aval para la con-
tratacin de los servicios profesionales para efectuar
la edicin de la Revista, aspecto que le ha agregado
valor a las publicaciones.
Otra discusin surgida de forma constante y que ha
llevado al actual Consejo Editorial a replantear la si-
tuacin, ha sido la clasifcacin de los artculos, pues
no ha existido claridad con respecto a este aspecto,
lo cual ha provocado que, algunas veces, se organi-
cen los escritos segn los diferentes enfoques psi-
colgicos y, otras veces, desde las distintas reas de
insercin profesional, como puede verse en los datos
siguientes:
Fuente: Estadsticas. Revista Costarricense de Psicologa. (2008).
Cuadro N. 2
Temtica ms abordada en las publicaciones del ao 1982 al 2007
Temtica Porcentaje
Psicoanlisis 11 %
Conductual 10,6 %
Psicologa Social 9,6 %
Psicologa Educativa 6,7 %
Prctica profesional 6,3 %
18
Revista Costarricense de Psicologa. 27(40), 2008.
Cabe mencionar, como uno de los ltimos detalles in-
teresantes en este devenir histrico de las publicacio-
nes, que del anlisis de esta produccin de artculos,
la funcin de las colegas versus el de los colegas da
como resultado que de los 297 artculos que apare-
cen en las 39 revistas publicadas, se encuentran 99
mujeres autoras y 75 hombres autores; sin embargo,
al existir algunos artculos compartidos por varios au-
tores, el resultado es una produccin de un 79,4% de
mujeres y 87,8% de los hombres, lo que indica que,
aunque el Colegio est conformado por un alto por-
centaje de mujeres, en el mbito de las publicaciones,
los hombres tienden a publicar ms que las mujeres,
datos que pueden servir de anlisis para investigacio-
nes futuras.
La serie de situaciones, discusiones y cuestionamien-
tos mencionados, que se han presentado ao tras ao,
no han afectado la evolucin histrica de la Revista,
al contrario, han brindado el insumo necesario para
seguir produciendo publicaciones, a tal grado que, en
el presente, nos llena de orgullo y satisfaccin, como
miembros del Consejo Editorial y de nuestro Cole-
gio, cuando, para el ao 2007, se da, como otro de
sus grandes logros, la incorporacin de la Revista al
catlogo de Latindex, lo que le permite mayor respal-
do a la publicacin en el mantenimiento de su calidad
y cientifcidad.
El adquirir el reconocimiento de una revista indexa-
da, signifca que cumple con una serie de criterios,
pues es evaluada en aspectos de forma que incluyen
el anlisis de un conjunto de caractersticas, con base
en estudios y normas internacionales sobre la edicin
de revistas cientfcas, en donde se debe cumplir con
puntos obligatorios, y en donde se acepta como m-
nimo el cumplimiento del 80% de esas caractersti-
cas para ser acreedora a la indexacin. Respecto a
este logro, no podemos omitir aqu nuestro agrade-
cimiento a la MSc. Saray Crdoba Gonzlez, coordi-
nadora de Latindex en Costa Rica, quien siempre ha
mantenido una actitud de apertura, colaboracin y
apoyo tanto para con la Revista como para con el
equipo del Consejo Editorial.
Pero, para ubicar a la poblacin lectora en la impor-
tancia de la indexacin de una revista, es relevante
mencionar que Latindex es un sistema regional de in-
formacin bibliogrfca en lnea para revistas cientf-
cas de Amrica Latina, el Caribe, Espaa y Portugal.
Latindex es producto de la cooperacin de una red
de instituciones que funcionan de manera coordinada
para reunir y diseminar informacin bibliogrfca so-
bre las publicaciones cientfcas seriadas producidas
en la regin; su misin es difundir, hacer accesible y
elevar la calidad de las publicaciones cientfcas. En-
tre sus objetivos estn: integrar los esfuerzos que se
realizan en las diferentes regiones y pases participan-
tes en materia de produccin, difusin, sistematiza-
cin y uso de informacin cientfca; reforzar y elevar
la calidad y el impacto de las publicaciones cientfcas
iberoamericanas y del Caribe; dar una mayor visibili-
dad y cobertura en el nivel internacional e infuir en
los mbitos nacional e internacional en materia de in-
formacin, documentacin y publicacin cientfca
1
.
Entre los parmetros ms importantes que utiliza La-
tindex para la incorporacin de las revistas estn los
siguientes: 1) la presentacin de la revista; 2) la pre-
sentacin de los artculos; 3) los comits editoriales y
cientfcos; 4) las caractersticas del contenido; 5) los
parmetros de difusin.
Otro logro que engrandece al Colegio por medio de
nuestra revista, es que, para el ao 2006, se incorpor
la revista impresa como una revista electrnica y se
cre su propia pgina Web, de acuerdo con lo sugerido
por Latindex. Las revistas electrnicas se encuentran
disponibles desde el ao 2002 en este catlogo, y se
ofrece ingreso a los textos completos de los artcu-
los publicados, con acceso mediante los sitios Web de
las revistas o por medio de hemerotecas virtuales en
donde se encuentran disponibles. El ingreso puede
ser gratuito o restringido, dependiendo de las polticas
19
Revista Costarricense de Psicologa. 27(40), 2008.
establecidas por cada editor; en el caso especfco de
la Revista Costarricense de Psicologa su acceso es
gratuito y abierto. Latindex informa que, en este siste-
ma, se encuentran ms de 2.500 enlaces, lo que le da
mayor difusin a las publicaciones.
La utilizacin de las revistas electrnicas se ha con-
vertido en un recurso muy importante; su ventaja so-
bre sus homlogas en papel se debe a la rapidez en
el proceso de edicin y accesibilidad a la consulta,
lo cual ha servido para que la revista se adhiera a
conceptos como Free Access (libre) y Open Access
(abierto), teniendo en cuenta que el primero es sinni-
mo de gratuito y el segundo, permite un acceso mul-
tidisciplinario.
La utilidad de una revista electrnica se mide con
distintos indicadores bibliomtricos y cibermtricos,
entre ellos, el nmero de inscritos a su e-TOC (ndice
de la revista), el nmero de visitas y el nmero de
descargas y, en la actualidad, al revisar el registro de
visitas que se han hecho a nuestra revista electrnica,
se tienen los siguientes datos para el mes de julio de
2008: un total de 428 visitas al sitio, efectuadas, la
mayora, entre las dos y cuatro de la tarde; las pginas
que ms visitan son las correspondientes a la edicin
N. 39. PDF, con un 10,28% del total de pginas vi-
sitadas
22
.
Sobre lo anterior, Bordons y Zulueta (1999) manifes-
tan que:
El uso de los indicadores bibliomtricos para
estudiar la actividad investigadora de un pas
se basa en la premisa de que las publicaciones
cientfcas son un resultado esencial de dicha
actividad. Desde un punto de vista cognitivo, un
nuevo conocimiento adquiere valor cuando se
da a conocer y difunde dentro de la comunidad
cientfca, porque slo as podr contribuir al
avance cientfco.
Pero, adems, desde un punto de vista social,
la publicacin de los nuevos descubrimientos es
una fase esencial dentro del proceso investigador,
debido a que permite al cientfco obtener el re-
conocimiento por su labor. Por todo ello, la pu-
blicacin cientfca se convierte en un resultado
importante y tangible de la investigacin y los in-
dicadores bibliomtricos adquieren validez como
medida indirecta de la actividad de la comunidad
cientfca.
En esta historia, en el curso de este ao, es importante
mencionar que, como parte del presente de la Revista,
se tom una decisin que, ms que importante, es ho-
norable para nuestro Colegio, y fue instituir el premio
a la publicacin. Para esto, se hizo la propuesta de can-
didatos y candidatas, se revisaron currculos y, como
factor de peso, se determin la persona que ms publi-
caciones tena y que, por su gran trayectoria, pudiese
representar a nuestro gremio. Pero, adems, se gener
una refexin relacionada con el tema de gnero y, sa-
biendo que nuestro Colegio tiene ms colegiadas que
colegiados, se consider que lo ms pertinente era que
el premio llevara el nombre de una mujer. Adems,
aunado a esto, y teniendo el conocimiento de la exis-
tencia del nico premio del Colegio, que corresponde
a la investigacin y que lleva el nombre de nuestro
colega Pierre Thomas Claudet (). Se lleg a la con-
clusin y decisin, despus de un anlisis exhaustivo,
de que el premio a la publicacin debe llevar el nom-
bre de la distinguida colega Doctora Mirta Gonzlez
Surez, quien no solo es la autora ms prolfera, sino
que posee una amplia trayectoria acadmica y profe-
sional, orgullo para nuestra Revista.
A continuacin, se presenta un extracto de las perso-
nas ms prolferas y algunos otros detalles interesan-
tes de las publicaciones de nuestra Revista, en donde
se puede observar que el colega MSc. Jaime Robert
Jimnez, es el autor ms prolfero, siendo acreedor al
premio mencionado del autor masculino. A continua-
cin algunos de los detalles:
20
Revista Costarricense de Psicologa. 27(40), 2008.
Para las personas directamente involucradas en la ela-
boracin de la Revista y para las personas quienes de
algn modo se relacionan con esta, ya sea desde la
posicin de lector(a), autor(a), o evaluador(a), es de
suma importancia seguir un norte hacia la excelencia
en esta publicacin, incluyendo criterios de calidad
cientfca y aumentando las publicaciones, porque
es lo que permitir la comparacin con otras revistas
cientfcas, sin temor a la crtica. Por lo anterior, es
que se quiere fomentar e incentivar a los colegiados
y las colegiadas a que publiquen, lo cual nos obliga a
tener presente que se deben crear diferentes mecanis-
mos tales como: concursos, capacitaciones, convenios
con universidades, que sean atractivos para que la pro-
duccin de conocimiento no se quede empantanada,
porque es una realidad que no existe peor desperdicio
de intelecto que dejarlo guardado sin promoverlo para
que las dems personas se enriquezcan de este.
Una de las expectativas de la Revista es buscar e in-
crementar los criterios de calidad, difusin y visibili-
dad nacional e internacional; es por esto que se rea-
liza la publicacin electrnica (con documentos que
se espera pronto estn tanto en PDF como HTML),
para que no solo las colegiadas y los colegiados, sino
el pblico en general, tenga la posibilidad de acceso
Criterio Nombre Cantidad de
artculos
Autor ms prolfero MSc. Jaime Robert Jimnez 9
Autora ms prolfera Dra. Mirta Gonzlez Surez 6
1. Jaime Robert Jimnez 9
2. Carlos Navarro Heyden 7
3. Carlos Pal Hegeds 6
Julio Bejarano Orozco 6
Toms Vargas Halab 6
Autores ms prolferos Gonzalo Adis Castro () 6
Ignacio Dobles Oropeza 6
4. Jos Manuel Salas Calvo 5
5. Celedonio Castaedo Secades 4
Daniel Flores Mora 4
Henning Jensen Pennington 4
1. Mirta Gonzlez Surez 6
2. Corina Flores Montero 4
Marcela Len Madrigal 4
Ginnette Barrantes Senz 4
Autoras ms prolferas 3. Sonia Abarca Mora 3
Dina Krauskopf Roger 3
Angela Tischler Fuks 3
Lorena Vargas Mora 3
Marieta Villalobos Barrantes 3
TOTAL DE ARTCULOS 297 en 39 revistas publicadas hasta el ao 2007, para un
promedio de 7,67 artculos por edicin.
Fuente: Estadsticas. Revista Costarricense de Psicologa. (2008).
21
Revista Costarricense de Psicologa. 27(40), 2008.
gratuito. Otra de las metas es contar con la Revista en
doble publicacin idiomtica, en espaol y su traduc-
cin a la versin en ingls.
Con la incorporacin de la Revista Costarricense de
Psicologa a Latindex, y haciendo referencia al futuro
de esta, se pretende, a corto plazo, poder incorporarla
tambin a SciELO (Scientifc Electronic Library of
Online), para lo cual se est trabajando en la actua-
lidad. No obstante, es importante poder mantener su
periodicidad, de ah la relevancia de que las personas
que integran el Colegio y de otras disciplinas hagan
llegar su produccin constantemente. Para el equipo
de trabajo del Consejo Editorial, el poder evaluar la
calidad y la cantidad de la investigacin con mayor ri-
gurosidad, es una de las tareas planteadas que permi-
tir establecer criterios profesionales que se adecuen
y estimulen para la produccin.
La Revista Costarricense de Psicologa ha tenido
grandes retos, logros y limitaciones, los cuales se
han tratado de plasmar durante su trayectoria. Con-
sideramos que uno de los logros ms importantes ha
sido el de participar en bases de datos internacionales,
que integran publicaciones peridicas y seriadas, as
como la creacin de la revista electrnica en la Web,
lo que permite su difusin y mejoramiento continuo.
Esto no sera posible sin una visin crtica, tanto de
los miembros del Comit Cientfco como de nues-
tros asiduos(as) lectores(as). Lo anterior nos lleva al
compromiso del desarrollo de nuestra Revista tanto
en el mbito nacional como en el internacional, con
la expectativa de mantener la calidad cientfca, la in-
dexacin y lograr una mayor cobertura al ingresar a
otras bases de datos internacionales.
El equipo de trabajo del Consejo Editorial manifesta
nuevamente su gratitud a las lectoras y los lectores,
al Comit Cientfco por su colaboracin incondicio-
nal, a la Junta Directiva por el apoyo, y a todas las
personas quienes de alguna forma se relacionan con
la realizacin de la Revista. Agradecemos, asimismo,
la confanza depositada y esperamos poder seguir en-
grandeciendo nuestra disciplina y mejorar, cada vez
ms, la calidad de los aportes.
NOTAS
1
http://www.latindex.unam.mx/latindex/busquedas1/
latin.html.
2
https://revistacostarricensedepsicologia.com/ plesk-
stat/webstat/.
BIBLIOGRAFA
Colegio Profesional de Psiclogos de Costa Rica.
(1980-2007). Actas de las Asambleas Generales.
Bordons, M. y M. A. Zulueta. (1999). Evaluacin de la
actividad cientfca a travs de indicadores bibliom-
tricos. Revista de Cardiologa On-line. Vol. N. 52. En
lnea: http://www.revespcardiol.org/cgibin/wdbcgi.
exe/cardio/cardioeng.mrevista_cardio.go?pident=190
(Consultado el 5 de agosto de 2008).
Felquer, L. (2002). Las revistas cientfcas: su im-
portancia como instrumento de comunicacin de la
ciencia. En lnea: http://www.unne.edu.ar/Web/cyt/
cyt/2002/02-Humanisticas/H-019.pdf (Consultado el
5 de agosto de 2008).
Revista Costarricense de Psicologa. (1982-2007).
Ediciones N. 1 N. 39.
22
23
APORTES A LA FORMACIN DEL RECURSO HUMANO
EN SALUD: EL CASO DE LOS PSICLOGOS
CONTRIBUTIONS TO THE FORMATION OF HUMAN RESOURCE
IN HEALTH: THE CASE OF THE PSYCHOLOGISTS
* OVIDE MENIN PIATY
* Primer Director de la Revista Costarricense de Psicologa. Decano
de la Facultad de Psicologa, Universidad Nacional del Rosario, Ar-
gentina. Correo electrnico: [email protected]
Revista Costarricense de Psicologa. 27(40), 23-28, 2008.
RESUMEN
El texto que a continuacin se expone, hace referen-
cia a la historia de la formacin del profesional en Psi-
cologa como recurso humano dentro de los procesos
de salud, concepto que ha sido utilizado errneamente
y que, en salud, tiene una carga ideolgica difcil de
superar. Este trmino ha sido cuestionado reiterada-
mente y, dentro de la recuperacin de la salud per-
dida, se ha ligado a la formacin de un profesional
concreto: el mdico, relegando de alguna manera a los
dems profesionales involucrados en la salud, inclu-
yendo al psiclogo(a).
Por lo anterior, en este documento se realiza un an-
lisis del plan de estudios de la Universidad de Rosa-
rio del ao 1955, destinado a formar profesionales
que, aunque con una estructura simple, se constituye
en el primer Plan destinado a la formacin de recur-
so humano nunca antes pensado para la prevencin y
la recuperacin de la salud y que, en tiempos en que
nadie soaba siquiera con el trabajo multi o interdis-
ciplinario, con este se dan pasos algo incipientes pero
muy aleccionadores.
Palabras claves: recurso humano, formacin profe-
sional, salud, plan de estudios.
ABSTRACT
The document that next is exposed, makes reference
to history of the formation of the professional in psy-
chology like human resource within the health pro-
cesses, concept that has been used erroneously and in
health it has an ideological load diffcult to surpass.
It has been questioned repeatedly, and within the re-
covery of the lost health one has leagued together to
the formation of a concrete professional: the doctor,
relegating somehow to the other professionals in-
volved in the health, including a the psychologist(a).
By the previous thing, in this document an analysis
of the curriculum of the university of Rosary of year
1955 is made, destined to form professionals, that al-
though with a simple structure it is constituted in the
frst Plan destined to the formation of human resource
never before thought for the prevention and recovery
of the health, and which in times in which nobody at
least dreamed about the work multi or interdisciplin-
ary with this somewhat incipientes steps occur, but
very instructive.
Keywords: human resource, professional information,
health, curriculum.
I
Empezar por decir que el concepto mismo de re-
curso humano en salud tiene una carga ideolgica
difcil de superar. Ha sido cuestionado reiteradamen-
te. Sin embargo, en el mundo capitalista en el que
nos movemos, el trmino goza de una hegemona
y un signifcado incuestionable, mal que nos pese.
Recibido: 04-06-08 Aprobado: 30-07-08
24
Revista Costarricense de Psicologa. 27(40), 2008.
Durante siglos, el problema de la recuperacin de la
salud perdida se ha ligado a la formacin de un pro-
fesional concreto: el mdico. Eso, ms all de la tarea
que realizan enfermeros y dems profesionales en el
mismo campo, cuya formacin ha estado rondando
siempre, cuasi inevitablemente, en torno a una parti-
cular concepcin curricular que, en los ltimos tiem-
pos, venimos llamando, unas veces biologista y otras
veces positivista (como si ambos conceptos fueran
necesariamente equivalentes, sin ms). Pero de esto
se ha escrito tanto que ya estamos saturados. Muchos
estudiosos esperan que, apenas pase esta suerte de te-
rrorismo epistemolgico con el que se descuelgan los
ms conspicuos charlistas de la ciencia, a toda hora y
en todo lugar, se pueda clarifcar el panorama, tanto
de la flosofa cuanto del instrumento grfco, como
tal. Mientras llega este ansiado momento, creo impor-
tante hacer un sencillo aporte al tema de los citados
recursos humanos en salud que, tal como se ha rei-
terado en numerosas oportunidades, no se limita ya
al personaje hegemnico citado, ni se ampla solo
con la consideracin de sus ad-lateres. Me refero a
ese otro miembro del equipo, un tanto desconcertante
todava: el psiclogo. Como es natural, no entro a dis-
tinguir aqu entre psicoanalistas, psicoexistencialis-
tas, psicoconductistas, psicosistmicos, psicopedago-
gos, psicotelogos y dems profesionales del mundo
psi, cuyo canibalismo permite distinguirlos por su
estilo ligeramente masacrador, sin mayores esfuerzos.
En la selva capitalista contempornea, donde la soli-
daridad, la cooperacin y la cultura inter, han dado
paso, errneamente a mi juicio, a una cierta criptogra-
fa discursiva, a una identidad profesional seudo, al
sujetamiento transtemporal del cliente as como a la
bsqueda desesperada de patologas sofsticadas que
solo unos pocos los integrantes de la tribu, como es
obvio pueden abordar, el cliente es sagrado. Ahora
todos somos psicticos, como mnimo.
II
Los primeros psiclogos argentinos llamados de
carrera, es decir, graduados en la universidad, se
formaron, como todo el mundo sabe, en Rosario, a
partir de 1955. Esto no quiere decir que en el pas no
hubiera psiclogos en un sentido laxo del trmino,
autodenominados as por efectos de la prctica so-
cial concreta que realizaban en hospitales y escuelas.
Provenan de diversos campos. Posean ttulos di-
ferentes; universitarios y no universitarios. Algunos
no tenan ms que estudios secundarios; otros tenan
estudios superiores incompletos. Personalmente, co-
noc una psicloga (tal vez habra que llamarla parap-
sicloga que, a la postre, es lo mismo, si se admite
que el recurso del mtodo adquiere valor secundario
en la prctica social a la que me he referido, porque
lo que importa es la materia y su dimensin hist-
rica); de gran fama en el pas, que realizaba diag-
nsticos psicolgicos (psicodiagnsticos) notables,
basados en la grafologa, disciplina que todava tiene
sus cultores. Era autodidacta. No haba cursado ms
que el ltimo grado de la escuela primaria. En Buenos
Aires se la conoca como la Profesora Alaya. Como
ella, muchos ms. Por otra parte, estoy en condicio-
nes de aseverar que las mejores psiclogas prcticas
que tuvo el pas durante dcadas fueron las maestras
de las escuelas primarias. Ejercan la Psicologa de la
poca (medicional y experimental por antonomasia).
Nada de Segismundo, Melanie, Jean, ni Jacques. No
los conocan, pero en el uso de test tales como el ABC
de Lourenco (flho), por ejemplo, eran algo as como
el lucero de la maana. Pero eso no es lo importante
ahora, sino la consideracin del primer Plan de Es-
tudios destinado a formarlos profesionalmente, en
tanto ese primer proyecto denota y connota a la vez,
un estado de situaciones que seguramente dieron ori-
gen a sospechas mutuas y otros problemas derivados
entre los dems profesionales, diz que con rigurosa
formacin cientfca. En efecto, aquel Plan del ao
1955, cuya autora fue la profesora Erminda Bentez
de Lambruschini, se limitaba a la mera enumeracin
de las asignaturas, distribuidas en cuatro cursos lecti-
vos de esta manera:
Facultad de Filosofa, Letras y
Ciencias de la Educacin
Carrera de Psiclogo
Primer Ao
Anatoma y Fisiologa del Sistema Nervioso (Fac. de
Medicina)
25
Revista Costarricense de Psicologa. 27(40), 2008.
Psicologa terica
Lgica y metodologa de la Ciencia
Seminario: Introduccin a las Tcnicas Psicolgicas
Trabajo Prctico obligatorio: AUTOANLISIS
Segundo Ao
Psicologa educacional
Teora general de la Neurosis (Psicoanlisis)
Psicometra
Introduccin a la Filosofa
Seminario: Parapsicologa
Trabajo Prctico obligatorio: AUTOANLISIS
Tercer Ao
Neurologa (Fac. de Medicina)
Psicopatologa (Fac. de Medicina)
Psicologa social
Teora y tcnicas del Psicoanlisis
Seminario: Psicologa del Arte
Trabajo Prctico obligatorio: AUTOANLISIS
Cuarto Ao
Psicologa jurdica (Fac. de Derecho)
Psicologa del trabajo
Psicoestadstica (Fac. de Ciencias Econmicas)
Antropologa flosfca
Seminario: Filosofa de la Religin
Trabajo Prctico obligatorio: AUTOANLISIS
Total: Cuatro aos que comprenden: 15 materias, 4
seminarios, 4 T. Prcticos Especiales obligatorios
adems de los correspondientes a cada asignatura.
Ttulo que se otorgar: Psiclogo
Para obtener el ttulo de DOCTOR se requerir la
aprobacin de todas las asignaturas tericas y prcti-
cas adems de la aprobacin de la tesis doctoral.
La estructura global de este Plan muestra un modelo
clsico, meramente enumerativo de las supuestas di-
visiones lgicas de un cierto saber total; de un saber
psicolgico que al menos al momento de ser apropia-
do por los expertos les permitiran formar un profe-
sional confable en su menester. Esas divisiones se
hicieron y todava se hacen en general a la luz de la
lgica aristotlica, tomando como punto de apoyo el
silogismo, lo cual genera ulteriormente un sistema de
correlaciones directas y cruzadas, conocidas por to-
dos los universitarios del mundo occidental. Sistema
que vigila los avances tericamente posibles del estu-
diante, indicndole por dnde debe ir, sin alternativa
viable. Esa misma estructura, denominacin que usa-
mos con cierta licencia, por cuanto ms que un neto
carcter estructural, este proyecto muestra un carcter
lineal complejo y paralelo; muestra una variable in-
terna muy singular para la poca, que sin romper con
la naturaleza de este, genera tmidos, poco orgnicos,
saltos cualitativos que permiten al estudiante salir de
los estrechos marcos de un continente prefgurado con
cierta rigidez por autores ausentes y tal vez lejanos
en el tiempo y en el espacio al momento del curso.
Muestra tambin otro aspecto que hace a una poltica
de formacin novsima que muchos aos despus los
cientistas de la educacin considerarn de avanzada:
el enfoque multi o interdisciplinario de los estudios.
Por ltimo, del carcter claramente profesional for-
mar psiclogos que la escuela rosarina ha defendido
encarnecidamente contra las posturas vergonzantes
en la que se esconde la verdadera naturaleza de los
estudios universitarios actuales, cuando les conce-
den a sus graduados el arcaico ttulo acadmico de
licenciado. En Rosario, el diploma dice sencillamente
Psiclogo, como podra decir mdico, odontlogo, in-
geniero o modista.
En resumen, 15 asignaturas, 4 seminarios y 4 traba-
jos prcticos especiales que, con el sugestivo ttulo de
autoanlisis confgura un particular sentido teri-
co prctico claramente acotado. Con esta estructura
algo simple se constituye el primer Plan destinado a
la formacin de recurso humano nunca antes pensado
para la prevencin y la recuperacin de la salud. Por
entonces, este objetivo implcito apareca como muy
difuso, es verdad; pero, a su vez, tcitamente enfla-
do mediante guios de tolerancia que contaron con
la anuencia de los psiquiatras jvenes. Esto, no cabe
duda, por razones estratgicas. La Argentina de en-
tonces no permita explicitaciones de avanzada que
26
Revista Costarricense de Psicologa. 27(40), 2008.
hicieran estallar la slida urdimbre organicista en la
que se apoyaba la formacin de recurso humano en
salud mental, por ejemplo. Haba que ir despacio y
con cuidado para introducir alternativas.
Ahora bien, un anlisis ms o menos pormenoriza-
do muestra aspectos del Plan, dignos de subrayarse:
el autoanlisis, por ejemplo. Figura como un trabajo
prctico obligatorio durante los cuatro aos de dura-
cin de la carrera. Puedo dar cuenta del primero de
ellos; despus vino la Revolucin Libertadora y mo-
difc radicalmente el Plan. El autoanlisis consista,
en primer ao, en una narracin escrita, algo as como
la novela familiar en la concepcin de Freud. Una
docente psicloga, en mi caso fue doa Erminda Be-
ntez de Lambruschini, la creadora y primera directora
de la carrera quien me dedic varias sesiones (de
anlisis silvestre, tal vez?) sealndome, para mi au-
toconocimiento digno de ser destacado, aun cuando
estuviera muy por fuera de la ortodoxia cuestiones
de orden vocacional que me fueron tiles para toda
mi carrera posterior. Mal o bien, ortodoxamente o no,
cul estudiante puede decir hoy que fue, siquiera,
escuchado por alguien, cuando llega a primer ao?
Quin se interesa por saber cmo se auto-percibe ese
joven, no importa con qu difcultades? Desconozco
qu cosas se tenan proyectadas para los cursos suce-
sivos de Autoanlisis, pero estimo por lo que pude
conversar casi veinte aos despus con aquella pro-
fesora que se introducira paulatinamente una suerte
de anlisis personal, anlisis didctico y otras formas
de trabajo relacionadas no solamente con la forma-
cin, sino que caba la posibilidad de prevenir ciertos
problemas de salud mental del estudiante. Por enton-
ces, se debata el tema de las neurosis juveniles y
los traumas de examen. No hay que olvidar dos cosas:
a) la Psicologa en Argentina, por entonces, poco o
nada tena que ver con la clnica (salvo muy conta-
das excepciones) y b) el Psicoanlisis recin estaba
adquiriendo carta de ciudadana, es decir, que era una
disciplina joven, elitista, que se manejaba en grupos
cerrados de la Capital Federal. En Rosario, fueron los
llamados profesores gorilas quienes lo introdujeron
de lleno en 1956. Los profesores llamados for de
ceibo eran, preferentemente flosofstas y pedagogis-
tas. Haba en el Plan que idearon los nuevos profe-
sores, un cierto tufllo positivista que no contradeca
el aristotelismo tomista con el que los otros nos que-
ran hacer comulgar. La parte histrica, minuciosa, de
cada asignatura era sagrada entonces, tanto para los
unos cuanto para los otros.
Otro detalle en aquel currculum acadmico del 55,
lo constituyeron los seminarios sobre campos cuasi
inslitos de aplicacin de la Psicologa, tales como
el arte y la religin. Pero lo ms inslito estriba en
la inclusin de un Seminario de Parapsicologa a la
altura del segundo ao de estudios. No haba ms
precedentes que el dictado de una materia similar,
cuatrimestral, en la Clark University (USA). En toda
Amrica, este tema fue cosa de extraviados, charla-
tanes y embaucadores poco ms o menos, descrdito
que nos vena de Europa y el cual es bien conocido
por mdicos y psiclogos que se hayan asomado a
ese campo. Por ms que se nos dijera que su abor-
daje sera cientfco, los jvenes de entonces solo
pensbamos en pases magnticos. Algo as como
residuos del antiguo mesmerismo, adivinacin del
pensamiento y la posible convocatoria a fantasmas,
nimas en pena o seres extraterrestres. Los gorilas
hay que reconocerlo dejaron la Parapsicologa en el
nuevo Plan de estudios y nos trajeron a un positivista
para que nos enseara, a punta de experimento y es-
tadstica, que el alma no existe, pero la parapsicologa
s. Aunque lo ms interesante del Plan que estamos
analizando, si bien de modo muy somero, es que en
tiempos en que nadie soaba siquiera en el trabajo
multi o interdisciplinario se dieron con l pasos si
bien incipientes, muy aleccionadores. Estaba previsto
que ciertas asignaturas se desarrollaran en la Facultad
de Ciencias Mdicas y ramas menores con docentes
de dicha unidad acadmica. Lo mismo ocurrira con
Ciencias Econmicas, Derecho y Ciencias Sociales.
Dems est decir que las flosfcas las aprendamos
conjuntamente con los alumnos de dicha carrera, sin
distingos de ninguna clase. Podramos hablar larga-
mente de lo interesante que fue este criterio, lleva-
do limitadamente a la prctica en aos posteriores,
hasta que desapareci. Ser por eso, acaso, que en
27
Revista Costarricense de Psicologa. 27(40), 2008.
el campo de la salud el discurso mdico y el discur-
so psicolgico (con particular nfasis en el caso del
discurso psicoanaltico) permanecen, generalmente,
atrincherados, con pocas posibilidades de enriqueci-
miento y transformaciones mutuas? Que sepamos no
era la postura, ni la es, de los grandes cientistas de
ambas reas. Mucho menos de S. Freud, (me refero al
Freud autntico, bien ledo y bien comprendido y no
al fantasma de don Segismundo que nos est penando,
por traidores a su letra). Para fnalizar con el anlisis,
tal vez convenga decir que, curiosamente, este Plan
no estableca ningn sistema de correlatividad entre
las asignaturas. Por lo dems, la distribucin por cur-
so lectivo no respetaba ninguno de los dos sistemas o
mdulos generales ms conocidos: lineal y estructural
que, como se sabe, responden, el uno al modelo del
silogismo aristotlico y, el segundo, al modelo que,
con cierta licencia podramos emparentar con un dise-
o estructural mvil, cuya dinmica interna demanda
una reconstruccin permanente de forma y contenido,
en cuyo caso prefere las reas, amplias, abarcativas
a las asignaturas, siempre acotadas, preferentemente
fjas. A esta concepcin estructural respondi, treinta
aos despus (1984), el currculum de la Carrera de
Psiclogo de la Universidad Nacional de Rosario. Po-
cos docentes entendieron la clave. Por eso, siguieron
boicoteando, durante catorce aos, cualquier posibi-
lidad autorreconstructiva, contradiciendo sus propias
ideologas y concepciones epistemolgicas. Este Plan
est vigente. Tal vez baste con decir que fue diseado
para operar mediante tres pasos de extensin irregular
pero con un claro sentido, fjado en el nico objetivo
general que dice:
Formar un psiclogo de carcter integral, con
slida formacin cientfco humanista; riguroso
en el mtodo; diestro en el manejo del instrumen-
tal competente y abierto a las tendencias tericas
modernas. Las exigencias de la actualizacin per-
manente mediante el estudio, la investigacin y el
compromiso social, conforman el contexto de esta
formacin bsica.
Los tres pasos instancias o ciclos son:
Estudios introductorios 1. , llamado Primer ao in-
troductorio, con cinco asignaturas denominadas
con simpleza, para que no haya equvocos: 1) Filo-
sofa, 2) Psicologa, 3) Epistemologa, 4) Lingsti-
ca y 5) Desarrollos Psicolgicos Contemporneos.
Estudios tericos bsicos, que en el currculum 2.
aparecen con la denominacin de Ciclo bsico con-
formado por cuatro reas: 1) Historia epistemol-
gica de la Psicologa, 2) Estructura biolgica del
sujeto, 3) Estructura social del sujeto, 4) Estructu-
ra individual (integral) del sujeto y 5) Trabajos de
campo; laboral, educacional y clnico, que inician
al estudiante en la investigacin cualitativa para
derivar en metodologas cuantitativas. El concep-
to de sujeto no remite aqu al sujeto del incons-
ciente como es fcil percibir. En la prctica no
ocurri as; el lacanismo se apropi del concepto
como el conductismo hizo con el aprendizaje. (Es
mo, mo, mo y basta!). El recorrido de este ciclo
se calcul en tres aos consecutivos. Se pens en
la construccin de mdulos o unidades didcticas
renovables, de diferente magnitud, para evitar que
las reas se transformaran en meras asignaturas de
extensin anual, como lamentablemente ocurri.
Estudios de formacin profesional concreta, teri- 3.
co prctica. En este tercer ciclo se regresa al sis-
tema de asignaturas (Psicologa Clnica I y II/Psi-
cologa Educacional I y II/Metodologa de la in-
vestigacin psicolgica I y II) y se agregan cuatro
seminarios electivos y dos de residencias de dura-
cin cuatrimestral en salud y educacin, llamadas
Residencias de pregrado. Fueron originalmente
electivas, para reafrmar el inters vocacional del
estudiante; no obstante, en la prctica aparecen
como obligatorias ambas.
III
Qu puede decirse de ese largo camino iniciado hace
ms de medio siglo, con el propsito de formar psi-
clogos? Tal vez se pueda decir mucho si se piensa
en los avatares de la historia institucional. Algunos,
verdaderamente siniestros; otros de una perversidad
solo parangonable con la mediocridad y la patologa
de muchos de sus actores. Pero no es eso a lo que
quiero referirme ahora, sino a los avatares de la for-
macin como entidad pedaggica en sus diversas for-
mas y contenidos.
28
Revista Costarricense de Psicologa. 27(40), 2008.
Histricamente, el diseo curricular fue siempre el
mismo: un patio de mosaicos blancos y negros. Con
excepcin del ltimo diseo nos estamos refriendo
siempre al caso Rosario, conviene recordarlo don-
de aparece una nueva estructura interna, las diversas
reformas apenas si fueron cosmticas. De cierta ca-
lidad, pero cosmticas. Ni siquiera el modelo conoci-
do como de especializacin temprana que apareci
en los aos sesenta, con no ms de tres terminalida-
des, Educativa, Clnica y Trabajo, pudo responder a
una demanda real del medio. El regreso a la forma-
cin de un psiclogo generalista, con la pretensin
de especializarlo en el nivel de postgrado, ha sido una
crnica reiteradamente anunciada. Las especializacio-
nes en educacin y salud cobran efectiva existencia
recin en los aos ochenta. En cambio el doctorado,
que se anuncia en el primer Plan de estudios (1955)
con esta sencilla observacin: Para obtener el ttu-
lo de doctor se requerir la aprobacin de todas las
asignaturas tericas y prcticas adems de la apro-
bacin de la Tesis doctoral, sufri avatares de todo
tipo. Baste decir que el antiguo modelo francs de
centrar las exigencias en la calidad de la tesis, evalua-
da por un jurado de especialistas conspicuos, gradu
recin en los setenta a los tres primeros doctores
en psicologa que tuvo, por largo tiempo, el pas. Los
dems lo hicieron casi siempre en el extranjero.
Otra cosa que puede decirse con respecto al largo in-
terregno formativo al que hacemos referencia, es el
de una cierta hegemona de lo psicoanaltico en sus
diversos perodos de pesca: freudismo, kleinismo
y, ltimamente, lacanismo, los cuales se encargaron,
de manera no siempre explcita, de hacer muy poca
referencia a lo que se me ocurre consideran pes-
ca menor. Es posible que si el poder hegemnico
lo ostentaran los conductistas o los psicogenetistas
ocurriera lo mismo. Es que el problema, adems de
epistemolgico es, primariamente poltico. Se trata de
un modo singular de ejercicio del poder en sistemas
democrticos tambin singulares.
Por fn, decir que en materia de formacin persiste
el tradicional hiato que se produce en la enseanza
universitaria pese a las reiteradas crticas que se
formulan entre las tericas y los prcticos que,
en buen romance signifcan clases expositivas por un
lado y trabajos de aplicacin o de campo por el otro.
Pese a lo que indican las sealizaciones contempor-
neas sobre diseo curricular, teora y prctica, siguen
transitando por caminos paralelos. Su integracin
intensa, dinmica, crtica, permanece todava en el
mundo de las buenas intenciones. Basta con observar
que la mayor parte de nuestras ctedras se organizan
de manera piramidal, con una concepcin estamen-
tal caduca, para darse cuenta cmo se alimenta ese
hiato, que en materia de formacin de psiclogos,
se vuelve peligroso. En mi opinin, ms all de los
principios histricos estn las realidades histricas
siempre concretas. Luego, esta carrera exige marcos
tanto formales como conceptuales para una formacin
seria. No basta con el preciosismo curricular; ya pas
la era del documento bien armado. Estamos en la era
de la flosofa inter, que es interpenetracin, interac-
cin e intercrtica. Para eso, urge abrir nuevos espa-
cios concretos para leer, refexionar y hacer, con cierta
parsimonia responsable, la formacin integral de un
profesional dispuesto a hacerse cargo de un quehacer
cientfco que, cuando menos en el campo de la salud,
exige formacin permanente, abierta a la rosa de los
vientos, respetuoso del otro, diferente en el pensar, en
el hacer y en el vivir...
Buenos Aires, 30 de enero de 2008
BIBLIOGRAFA
Annoni y Senz. (1991). Proyecto de cambio curri-
cular. Direccin de Publicaciones UNR, Rosario.
Lpez, Jaime. (1996) Comentario respecto a la ma-
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carrera de Psicologa de la UNR, mimeografado.
Menin, Ovide. (1991). Investigacin evaluativa del
curriculum acadmico (1991) vigente para la forma-
cin de psiclogos en la ciudad de Rosario. Publica-
ciones del I.I. Psicolgicas (UNR), Rosario.
29
ACERCA DE LA INVESTIGACIN Y LA PUBLICACIN DE RESULTADOS
EN REVISTAS CIENTFICAS. EL CASO DE LA PSICOLOGA APLICADA AL
ESTUDIO DE LA DEMANDA DE DROGAS EN COSTA RICA
ABOUT THE INVESTIGATION AND THE PUBLICATION OF RESULTS IN
SCIENTIFIC MAGAZINES. THE CASE OF THE PSYCHOLOGY APPLIED
TO THE STUDY OF THE DEMAND OF DRUGS IN COSTA RICA
* JULIO BEJARANO OROZCO
*
Instituto sobre Alcoholismo y Farmacodependencia (IAFA).
Correo electrnico: [email protected]
Revista Costarricense de Psicologa. 27(40) 29-35, 2008.
RESUMEN
Este artculo presenta algunas refexiones sobre las
publicaciones cientfcas en Psicologa, su limitado
desarrollo en Costa Rica, algunos logros y lmites del
quehacer investigativo y la importancia de las publi-
caciones del Instituto sobre Alcoholismo y Frmaco
dependencia (IAFA), organizacin en la que labora
hace tres dcadas el autor de esta publicacin.
El nmero de publicaciones cientfcas de un pas
constituye un indicador del desarrollo en un rea de-
terminada del conocimiento o disciplina; diversos au-
tores han referido un aumento de proyectos editoriales
cientfcos en Amrica Latina y Costa Rica no ha sido
la excepcin, especfcamente en el IAFA, debido a
que el legado que se hered a quienes ingresaron a la
institucin a fnales de los aos setenta, constituy un
aliciente para consolidar y acrecentar dicho quehacer,
generando una diversidad de estudios nacionales so-
bre la demanda de drogas y diversas investigaciones
en poblaciones estudiantiles y otros grupos humanos,
las cuales han sido publicados en revistas nacionales
e internacionales.
Palabras claves: publicaciones cientfcas, logros, li-
mitaciones, desarrollo.
ABSTRACT
The present article presents some of the refections on
scientifc publications in Psychology, its limited deve-
lopment in Costa Rica, some achivements and limits
of the investigative undertaking and the importancy of
publications of the Institute on Alcoholism and Drug
Dependency (IAFA spanish for: del Instituto sobre
Alcoholismo y Farmacodependencia), organization
in which the author of this article has been working
arduously for three decades.
The number of scientifc publications of a country
constitutes an indicator of the development in a deter-
mined area of the knowledge or discipline, a diverse
number of authors have been referring of an increase
of scientifc publishing projects in Latin America, and
Costa Rica has not been the exception, specifcally
in the IAFA, because the legacy that was inherited
to those who entered the institution at the end of the
70s, it constituted an incentive to consolidate and to
increase this undertaking, generating a diversity of
national studies on the demand of drugs and diverse
investigations in student populations and other human
groups that have published in national and internatio-
nal magazines.
Keywords: scientifc publications, profts, limitations,
development.
Recibido: 02-07-08 Aprobado: 19-08-08
30
Revista Costarricense de Psicologa. 27(40), 2008.
NOTA INTRODUCTORIA
Fomentar la difusin del conocimiento psicolgico
resulta de una importancia extrema en tiempos en que
las transformaciones que experimenta Amrica Latina
y Costa Rica en particular, se encuentran marcadas
por signos que imponen grandes desafos para la salud
y el desarrollo de los pueblos. Asimismo, por primera
vez en la historia resulta posible acceder a una tec-
nologa que permite diseminar cualquier informacin
a cualquier tipo de audiencia en cualquier lugar del
mundo y a velocidades nunca vistas con anterioridad.
La publicacin de un artculo en una revista cientfca
equivale a transmitir y a acreditar resultados de inves-
tigaciones y es, al mismo tiempo, parte integrante de
la generacin de conocimientos. Si bien la actividad
cientfca que desarrollan los y las profesionales en
Psicologa en el pas es relevante, es posible estimar,
tambin, que la produccin de conocimientos y su pu-
blicacin en revistas cientfcas es limitada. Por ello,
toda accin o iniciativa orientada a promover tal pro-
duccin y ponerla a disposicin de la sociedad, debe
considerarse prioritaria y ser objeto del mayor apoyo
posible.
Con motivo de la publicacin de la Edicin Especial
del 25 Aniversario de la Revista Costarricense de Psi-
cologa, se solicit a algunos miembros del Colegio
Profesional de Psiclogos la elaboracin de un escrito
que destacara algunos aspectos de su produccin aca-
dmica e intelectual y su vinculacin con la Revista.
En el caso particular de este artculo, se presentan
algunas refexiones sobre las publicaciones cientf-
cas en Psicologa y su limitado desarrollo en Costa
Rica, as como algunos logros y lmites del quehacer
investigativo dentro del Instituto sobre Alcoholismo y
Frmaco dependencia (IAFA) y la importancia de las
publicaciones en este campo.
LAS PUBLICACIONES Y EL
DESARROLLO CIENTFICO
Existen opiniones divididas en torno a la comunica-
cin cientfca de resultados, ya que el medio para la
transmisin de nuevos conocimientos en las Ciencias
Naturales han sido las revistas cientfcas, en tanto
que en las Ciencias Sociales habran predominado
las monografas y las compilaciones. La tradicin de
las Ciencias Naturales, tal vez caracterizada por una
mayor universalidad, hara que sus producciones es-
tn mayormente informatizadas y mejor controladas
en bases de datos internacionales, de fcil acceso hoy
da. El carcter ms localista de las Ciencias Sociales
habra generado una cierta dispersin de las publica-
ciones que, de alguna manera, habra impedido la rea-
lizacin de anlisis objetivos acerca del desarrollo del
conocimiento. Aceptando que as fuera y conocedo-
res de las diferencias entre naciones industrializadas
y naciones en desarrollo, en unas y en otras habra
posibilidades diferentes de aplicacin de los mtodos
bibliomtricos para contabilizar y, especialmente,
evaluar la produccin investigativa y, as, los niveles
de desarrollo de la Ciencia. Un ejemplo que ilustra
parcialmente esta situacin podra ser la ausencia de
un anlisis del estado de las Ciencias Sociales den-
tro del estudio sobre la situacin de la Ciencia y la
Tecnologa en Costa Rica, como parte del Proyecto
Estrategia Siglo XXI, publicado en 2006
1
.
En efecto, la produccin cientfco-tecnolgica de un
pas suele evaluarse mediante mtodos bibliomtricos,
en los que subyacen indicadores cuantitativos basados
en la cantidad y en la difusin de las publicaciones.
Aunque estos indicadores numricos facilitan el re-
gistro y la cuantifcacin de la produccin cientfca,
poseen la limitacin de que sus consideraciones ge-
nerales tienen mayor relevancia para pases desarro-
llados en donde la actividad cientfca y tecnolgica
suele ser extensa y en donde cuentan, a la vez, con la
infraestructura necesaria para la recoleccin y el ma-
nejo de grandes cantidades de informacin.
Junto con otros indicadores, el nmero de publicacio-
nes cientfcas de un pas constituye un indicador del
desarrollo en un rea determinada del conocimiento
o disciplina y, de alguna manera, permite ubicar su
posicin con respecto a otras naciones en el mbito
que se estudia.
31
Revista Costarricense de Psicologa. 27(40), 2008.
Los indicadores que intentan ser universales para me-
dir el desarrollo estn ligados con la informacin y
con el conocimiento en cada pas. As, se considera
la cantidad de patentes registradas, el nmero de pro-
fesionales en ciertas disciplinas que han obtenido un
grado o postgrado y la cantidad de artculos cientfcos
publicados. Siguiendo a la UNESCO en relacin con
el propsito de los artculos cientfcos, estos deben
comunicar los resultados de investigaciones, ideas y
debates de una manera clara, concisa y fdedigna, y
constituirse en una actividad inherente al trabajo cien-
tfco.
Desde un punto de vista ms restringido, por aplicarse
tanto a las normas de publicacin y al grupo de los
investigadores(as) propiamente dicho, se tiene que
una incorrecta concepcin del trabajo cientfco, junto
a la existencia de escasos estmulos para publicar y
una reducida exigencia para participar en los procesos
de divulgacin del conocimiento cientfco, as como
la falta de una formacin metodolgica para la pre-
sentacin de los trabajos, atentan contra la calidad de
la produccin en su totalidad.
Pero las publicaciones cientfcas no pueden conside-
rarse como simples instrumentos de difusin indiscri-
minada de conocimientos. Su utilidad para el desarro-
llo cientfco y tcnico ha tenido un punto de apoyo en
los mecanismos para contrastar la informacin por pu-
blicarse y en asegurar su confabilidad y su veracidad.
La revisin por pares, o por colegas, mediante la cual
la informacin por publicarse es evaluada y verifcada
por un comit con solvencia en la materia en estudio,
ha demostrado ser un mecanismo apropiado, pese a
sus limitaciones, que tambin las tiene, tal el caso de
la subjetividad inherente en cualquier revisor.
EL CASO LATINOAMERICANO Y EL
COSTARRICENSE EN PARTICULAR
Diversos autores y diversas autoras han referido un
aumento de proyectos editoriales cientfcos en Am-
rica Latina. Costa Rica no ha sido la excepcin, sin
embargo, tambin es cierto que tienden a desapare-
cer a la vuelta de un corto perodo o, si permanecen,
lo hacen bajo condiciones que parecieran precarias,
principalmente por la falta de colaboraciones que
las hagan sostenibles. En alguna medida y en cierta
oportunidad esto aplic para la Revista Costarricense
de Psicologa y ha sido un derrotero desafortunado
en los escasos intentos de desarrollos en otras reas,
como el de las drogodependencias.
Los sistemas de indexacin de las revistas cientfcas
y las bases de datos son dos elementos claves que
contribuyen a la consolidacin y la legitimacin de
las publicaciones en virtud de que generan, a su vez,
dos indicadores esenciales: el ndice de citacin y el
factor de impacto. Este ltimo es una medida de la
frecuencia mediante la cual un artculo promedio de
una revista ha sido citado en un lapso determinado. La
adscripcin a estos sistemas provoca una mayor visi-
bilidad e impacto de las revistas ante la comunidad
acadmica-cientfca mundial. Ahora, aceptando que
muchas publicaciones en Amrica Latina y en Costa
Rica, en particular, gozan de alta calidad y rigor cien-
tfco, as como de todos los requisitos que se espera-
ran de cualquier revista internacional de primer or-
den, cabe preguntarse de dnde proviene la difcultad
para posicionarse dentro de la rbita de consolidacin
y legitimacin antes citada. En general, es posible
argumentar que en las publicaciones no aparecen los
reportes de las revistas de alto factor de impacto por-
que no son citadas y el no tener factor de impacto
provoca, nuevamente, que no se citen, lo que genera-
ra un crculo vicioso a veces difcil de superar.
El caso de la Psicologa costarricense no ha sido una
excepcin, aunque se puede generalizar a muchas
otras disciplinas y al pas en general. Ciertamen-
te, ante un aumento signifcativo de la poblacin de
psiclogos y psiclogas, el nmero de publicaciones
(revistas, boletines, libros, cuadernos) se mantiene es-
table pero bajo desde hace varios aos y se considera
muy reducido si, adems de la poblacin acadmica,
se toma en consideracin la gran cantidad de cen-
tros de educacin superior que forman profesionales
en Psicologa (actualmente se registran 12 universi-
dades). Sin embargo, el problema de fondo contie-
ne mltiples aristas y quiz no sea este el lugar para
32
Revista Costarricense de Psicologa. 27(40), 2008.
abordarlas completamente, pero interesa destacar aqu
que la baja produccin de conocimiento existente en
el pas pudiera tener, como elementos centrales, la fal-
ta de incentivos de peso para mover el inters de los
psiclogos y las psiclogas por investigar y publicar,
la consolidacin de sistemas laborales que limitan las
posibilidades de refexin y, que con frecuencia, caen
en activismo. Ms esencial an, los problemas de una
formacin que no privilegia y promueve inquietudes
ms all de una capacitacin bsica para la solucin
de problemas humanos diversos. Y cuando se mencio-
na baja produccin, nos referimos no necesariamente
al desarrollo de investigaciones de base emprica o
a estudios que impliquen el desarrollo de estrategias
metodolgicas sofsticadas (modelos matemticos o
diseos experimentales y cuasi experimentales), sino
que existe un gran vaco de otro tipo de aportes ta-
les como: memorias, comunicaciones y, en general,
sistematizacin de la informacin y de experiencias
profesionales que den cuenta de la abundante y ex-
traordinariamente rica produccin que los psiclogos
y las psiclogas costarricenses desarrollan desde hace
cincuenta aos. Durante los ltimos cinco lustros, he-
mos sido testigos de desarrollos impresionantes en
psicologa educativa, en los centros e instituciones de
atencin a menores y adolescentes, en las instituciones
de salud, y en psicologa del trabajo; pero muy poco se
encuentra documentado. Esto afecta, sin duda, la evo-
lucin de las iniciativas editoriales, sean estas cient-
fcas, tcnicas o profesionales, y tiende a impactar su
visibilidad, especialmente la de las revistas.
En el contexto latinoamericano, ha existido inters
por desarrollar sistemas que permitan un aumento de
la visibilidad de las revistas cientfco-acadmicas la-
tinoamericanas. Por consiguiente, las inquietudes de
cientfcos y acadmicos vertidas durante la dcada
anterior en algunas reuniones regionales dieron lugar
al ndice Latinoamericano de Publicaciones Cientf-
cas Seriadas (LATINDEX), el cual es un sistema de
informacin a partir de las publicaciones cientfcas
seriadas editadas en los pases de Amrica Latina y
el Caribe
22
. El proyecto se bas en el desarrollo de
cooperacin en red de diversos Centros Regionales

de acopio, que operaran de manera coordinada para
reunir y para diseminar la informacin. Segn fue
planteado por la poblacin cientfca y acadmica del
subcontinente, en una de las reuniones internaciona-
les, las principales consideraciones o fundamentos
del proyecto fueron los siguientes:
La contribucin de los cientfcos latinoamerica-
nos a las publicaciones producidas en los pases
desarrollados es en extremo reducida.
No obstante la relevancia que tienen los traba-
jos publicados en revistas cientfcas de Amrica
Latina, estos son poco conocidos y escasamente
consultados.
Las publicaciones cientfcas latinoamericanas
estn subrepresentadas en los ndices y bancos
de datos internacionales generados en los pases
desarrollados.
La circulacin de las publicaciones cientfcas
latinoamericanas es baja y solo con algunas ex-
cepciones llegan a las bibliotecas de pases fuera
de la regin. El acceso se hace ms difcil al no
estar compiladas en sistemas de informacin es-
tablecidos.
Las revistas son evaluadas por su inclusin en los
ndices y por su factor de impacto, en virtud de las
citas recibidas, prescindindose de otros criterios
para valorar la calidad.
No se han desarrollado en Latinoamrica acciones
permanentes de normalizacin y estandarizacin
de la literatura cientfca, ni polticas basadas en
criterios propios de la regin.
Tanto en la comunidad cientfca como editorial
existe inters por crear estndares y proveer cri-
terios de calidad, segn la realidad y necesidades
locales.
La posibilidad de obtener y brindar informacin
de manera automatizada tiene un potencial ex-
traordinario hoy da, dadas las facilidades que
33
Revista Costarricense de Psicologa. 27(40), 2008.
otorga la Internet y, en general, la comunicacin
por va electrnica. Las consultas a bases de datos
son cada vez mayores por parte de la comunidad
cientfca.
Existe conciencia en la regin sobre la importancia de
contar con bases de datos ms amplias y representati-
vas de su produccin cientfca, en vez de los bancos
de informacin parciales, muchas veces plagados de
lagunas y redundancias. Sin embargo, debe estable-
cerse que tanto en Costa Rica como en los pases de
Amrica Latina, la produccin cientfca es superior
a la estimada convencionalmente. Esta inexactitud se
debe a que muchas de las publicaciones, al no estar
incluidas en bases de datos internacionales son desco-
nocidas para el resto de la comunidad cientfca y no
estn en dichas bases puesto que la mayor parte de la
produccin se relaciona con necesidades y solucin
de problemas locales, por lo que, pese a ser de extre-
ma importancia, no llega a ser conocida ms all de
un reducido crculo.
EL CASO PARTICULAR DE UNA
INSTITUCIN ESTATAL
Recientemente, la Organizacin Panamericana de la
Salud (OPS/OMS) y el Ministerio de Salud de Costa
Rica
33
establecieron al Instituto sobre Alcoholismo y
Farmacodependencia (IAFA) como prcticamente la
nica institucin del sector Salud acerca de la cual
poda afrmarse que investigaba en el campo de su
competencia y, en razn de esto, poda crear y desa-
rrollar programas especfcos en virtud de dicho que-
hacer. Aos atrs, en la dcada de los aos ochenta,
al IAFA le correspondi ser Centro Colaborador de
la OMS en Investigacin y Adiestramiento, condicin
que comparta en el pas nicamente con el Hospital
Nacional de Nios.
No obstante, estos hechos tienen como antecedentes
los estudios pioneros sobre drogas en el pas a car-
go de Gonzalo Adis Castro, en la dcada de los aos
sesenta y luego, en 1970, el desarrollo de la primera
encuesta nacional sobre consumo de alcohol, a car-
go de Charles Chassoul, dentro de la Comisin sobre
Alcoholismo, antecesora del IAFA. La creacin del
Centro de Estudios sobre Alcoholismo (CESA) en los
primeros aos de la dcada del setenta con apoyo de
la OPS/OMS, dio un fuerte impulso a la investigacin
sobre alcohol y alcoholismo, la cual adquiri un nue-
vo auge con la llegada a la Institucin del psiclogo
Hugo Mguez, en 1977. Para ese entonces y hasta me-
diados de los aos ochenta, estaba claramente estable-
cido que Mxico y Costa Rica eran los pases lderes
en Amrica Latina en investigacin sobre alcohol. La
irrupcin de la cocana como problema geopoltico
supuso una multiplicacin del trabajo cientfco en el
campo de las drogas, fenmeno que fue caracterstico
en los diferentes pases latinoamericanos durante los
primeros aos de la dcada de los ochenta e implic
un desplazamiento, ms o menos considerable, del
inters por investigar los problemas asociados con
consumo de bebidas alcohlicas y sobre las sustan-
cias lcitas en general, lo que se constituy en una
barrera de primer orden al limitarse la comprensin y
la toma de decisiones alrededor de problemas de salud
pblica tan importantes y ms relevantes como son
el abuso de alcohol y el tabaco. Otro elemento por
destacar dentro de este mbito investigativo, tanto en
Costa Rica como en Latinoamrica, tiene que ver con
los mtodos de investigacin que se han utilizado en
lo que va de este recorrido de casi cuatro dcadas: la
preeminencia de diseos de corte positivista, en espe-
cial de estudios transversales que tienen como base
el mtodo de encuesta. A la fecha, existe escasa do-
cumentacin en el pas sobre alcances de otro tipo de
mtodos como el etnogrfco, la investigacin accin,
los estudios longitudinales o los descriptivos, que den
cuenta de datos ms all de lo epidemiolgico y cuan-
titativo e incluyan en las variables de estudio aspectos
subjetivos, afectivos y emocionales asociados con las
drogodependencias desde los diferentes actores im-
plicados: la familia, la comunidad y el sujeto depen-
diente de sustancias, as como la investigacin eva-
luativa, que permita tener indicadores sobre efcacia y
efciencia de los tratamientos. Pese a ello, de estos es
posible extraer aspectos muy positivos. De hecho son
parte considerable de los fundamentos para realizar
prevencin y generar teora al respecto.
34
Revista Costarricense de Psicologa. 27(40), 2008.
No obstante esas limitaciones, el legado que hereda-
mos quienes ingresamos a la institucin a fnales de
los aos setenta constituy un aliciente para conso-
lidar y para acrecentar dicho quehacer, al punto de
que, hasta la fecha, se ha realizado una diversidad de
estudios nacionales sobre la demanda de drogas y di-
versas investigaciones en poblaciones estudiantiles y
otros grupos humanos que han generado ms de un
centenar de publicaciones en revistas nacionales e
internacionales y publicaciones monogrfcas de am-
plia divulgacin. Todo esto, que ha sido el trabajo
en equipo de un grupo reducido con predominio de
profesionales en Psicologa y Estadstica y, ocasio-
nalmente, de Antropologa y de Sociologa, ha per-
mitido a la institucin tener credibilidad y reconoci-
miento (muchas veces ms afuera que localmente) y
le ha posibilitado disponer de los fundamentos para la
produccin de acciones preventivas que hoy tienen
una cobertura nacional dentro del sistema educativo
y de una cantidad apreciable de acciones de promo-
cin en comunidades de todo el pas. A esto se suma
la generacin de algunos proyectos dentro del rea de
atencin a pacientes y, en otras, donde la institucin
ejerce actividades de regulacin y control en el nivel
nacional. De mayor complejidad ha sido el problema
de la relacin entre la investigacin y la formulacin
de polticas. Al ser ambos procesos de naturaleza
distinta, se suelen generar tensiones. Aunque en los
ltimos aos ha habido cierto acercamiento, el co-
nocimiento es poco utilizado por quienes formulan
polticas. Juegan ac aspectos de credibilidad o falta
de comprensin sobre los aspectos metodolgicos de
la investigacin, una tendencia en los pases a hacer
del tema de las drogas una discusin de naturaleza
moral, ms que cientfca, y mltiples restricciones
burocrticas y utilizacin del tema para el logro de
dividendos de tipo poltico-electoral. Adems de lo
anterior, es posible observar concepciones inapropia-
das en relacin con la investigacin. En el nivel de la
administracin pblica, por citar solo uno, existe una
inclinacin a concebirla no como una inversin, o al
menos una necesidad, o como algo que va a orientar,
a defnir y a ayudar a la toma de mejores decisiones,
sino como algo caro, superfuo y de dudosa utilidad.
Pareciera indudable que el porvenir del conocimien-
to cientfco y de la Psicologa en Costa Rica est,
en buena medida, ligado al futuro de la produccin
editorial peridica y de los mecanismos de difusin
y divulgacin del quehacer cientfco. La publica-
cin cientfca constituye la manifestacin ms evi-
dente y durable de la actividad de investigacin. Su
ausencia o un dbil desarrollo sera una clara crtica
a la produccin de conocimiento. La publicacin de
investigaciones contribuye a otorgar legitimidad tan-
to a la actividad cientfca en s misma, como a sus
autores(as) y las instituciones que la apoyan. De ac
la vieja idea de que producir un hallazgo y no publi-
carlo es como no haberlo hecho, es permanecer en el
anonimato y deviene en lo que comnmente se deno-
mina ciencia perdida.
Aunque es una tarea que debe involucrar a diversos
actores institucionales, el Colegio de Psiclogos de
Costa Rica, junto con las universidades formadoras
de psiclogos y psiclogas, podran liderar acciones
para la solucin de los problemas sucintamente co-
mentados con anterioridad; algunas de estas acciones
pueden ser las siguientes:
Desarrollar las condiciones para promover la ac-
tividad de publicacin y promover acciones en el
nivel poltico para generar incentivos adecuados,
fnanciamiento oportuno y generacin de fondos
concursables para actividades de investigacin y
desarrollo.
Promover ms becas de postgrado para investi-
gacin.
Facilitar y promover la interaccin con grupos in-
ternacionales de investigacin.
Lograr que la publicacin cientfca en Psicologa
sea una parte natural de la accin sistemtica del
quehacer de los psiclogos y las psiclogas.
Elevar dentro del gremio las orientaciones ne-
cesarias en torno a la publicacin cientfca y su
importancia.
35
Revista Costarricense de Psicologa. 27(40), 2008.
Estimular la participacin en el desarrollo de pro-
yectos de investigacin con colegas extranjeros.
Promover incentivos adicionales para quienes ms
publiquen y para quienes trabajen en funciones de
rbitros o editores(as).
NOTAS
1
Proyecto Estrategia Siglo XXI. (2006). TOMO III
-Situacin actual de la ciencia y la tecnologa en
Costa Rica: aportes para su diagnstico. San Jos:
Litografa e Imprenta CONLITH.
2
El Directorio de LATINDEX contiene los ttulos de
ms de 10.000 revistas provenientes de treinta pa-
ses latinoamericanos, Espaa y Portugal. Las re-
vistas que aparecen en el Directorio contienen, en
forma sistemtica, informaciones de inters para
investigadores(as), estudiosos(as), profesionales y
tcnicos y no incorpora revistas de carcter co-
mercial, empresarial o de productos y servicios.
Latindex permite que los pases que participan
sean protagonistas y generadores de decisiones,
ms que espectadores.
3
Ministerio de Salud de Costa Rica/Organizacin
Panamericana de la Salud. (2004). Anlisis Secto-
rial de Salud. Resumen Ejecutivo. Ministerio de
Salud, Costa Rica.
BIBLIOGRAFA
Bejarano, J. (2000). El consumo de drogas como
problema de salud pblica: desafos para la investiga-
cin y la formulacin de polticas. En: Briceo-Len
R., De Souza, M., Coimbra, C., editores. Salud y equi-
dad: una mirada desde las ciencias sociales. Ro de
Janeiro, Brasil: Editorial Fiocruz.
Ministerio de Salud de Costa Rica/Organizacin Pa-
namericana de la Salud. (2004). Anlisis Sectorial
de Salud. Resumen Ejecutivo. Ministerio de Salud,
Costa Rica.
Ochoa, H. (2004). Visibilidad: el reto de las revistas
cientfcas latinoamericanas. Opcin. Ao 20, N. 43,
162-168.
Proyecto Estrategia Siglo XXI. (2006). TOMO III. Si-
tuacin actual de la ciencia y la tecnologa en Costa
Rica: aportes para su diagnstico. San Jos: Litogra-
fa e Imprenta CONLITH.
36
37
II. Ensayos
38
39
IMPORTANCIA DE LA ELABORACIN DE UN BUEN ARTCULO
CIENTFICO
THE IMPORTANCE OF THE ELABORATION OF HIGH QUALITY
CIENTIFIC PAPER
* SARAY CRDOBA GONZLEZ
* Catedrtica recontratada de la Universidad de Costa Rica. Correo
electrnico: [email protected]
Revista Costarricense de Psicologa. 27(40), 39-41, 2008.
RESUMEN
En este breve ensayo se ofrecen las razones por las
cuales se deben elaborar artculos cientfcos cons-
truidos de acuerdo con las normas internacionales
establecidas y los principios de rigurosidad y origi-
nalidad necesarios para que sean aprobados por los
rbitros especialistas en el campo. Se concluye que
solo con buenos artculos, los y las profesionales cos-
tarricenses en Psicologa pueden contribuir a mejorar
los aportes cientfcos y profesionales que se puedan
generar en el pas.
Palabras claves: revistas cientfcas, artculos cient-
fcos, arbitraje de artculos, Revista Costarricense de
Psicologa.
ABSTRACT
Herewith there are some of the reasons that authors
have to write scientifc papers according to interna-
tional standards, originality and rigour principles.
One of the actions to improve papers quality is to
involve them in a peer review process. Costa Rican
contributions on the feld of Psychology will become
more scientifc and professional enriching the world
knowledge on this area.
Keywords: scientifc journals, scientifc papers, peer-re-
viewed articles, Revista Costarricense de Psicologa.
La revista cientfca naci en el siglo XVII como un
medio de comunicacin para el intercambio del cono-
cimiento de la poca. As apareci Le Journal des Sa-
vans (Francia) y, poco tiempo despus, The Philoso-
phical Transactions of the Royal Society (Inglaterra),
ambas en 1665. En el primer caso, se trataba de una
publicacin destinada a aparecer semanalmente con
mltiples y con diversos propsitos
1
. Estas revistas
sobreviven al da de hoy con algunas modifcaciones
en su ttulo y su estructura
2
pero mantienen su tradi-
cin y han ampliado su mbito y sus objetivos. Qu
hace que una revista se mantenga inclume durante
tanto tiempo? Cules requisitos existen para que pre-
valezca el prestigio y la calidad en una revista?
Una modifcacin importante que se aplic, poco ms
de cien aos despus del nacimiento de ambas publi-
caciones, fue la revisin de los manuscritos antes de su
publicacin
3
. No obstante, no fue sino hasta mediados
del siglo XX que esta prctica se extendi y normaliz,
para llegar a ser un requisito indispensable de las revis-
tas cientfcas actuales. As, se hace una diferencia cla-
ve entre las revistas arbitradas y las que no lo son, para
privilegiar y seleccionar a las primeras, cuando se trate
de distribuir premios, publicar en ellas o fnanciarlas.
Este requisito se pone en prctica por dos razones fun-
damentales: 1) Porque al existir tanta facilidad y exi-
gencia a la vez, para escribir y publicar, los editores o
las editoras deben ser selectivos(as), y 2) Porque los
niveles de especializacin que ha alcanzado la ciencia
son tan elevados, que es necesario buscar el concurso
de la persona experta para que ofrezca su justipreciado
criterio respecto al manuscrito que se ofrece.
Recibido: 02-07-08 Aprobado: 19-08-08
40
Revista Costarricense de Psicologa. 27(40), 2008.
De esta manera, las revistas cientfcas no publican
todo lo que llega a su consejo editorial; deben ser se-
lectivas para lograr que solo los mejores aportes se
publiquen y, con ello, ganarse el prestigio de la co-
munidad acadmica y profesional, no solo en el ni-
vel nacional sino, tambin, mundial. Por ello, a las
personas que pretenden ser rbitros, revisores(as) o
evaluadores(as) de los artculos de las revistas se les
exige diversos requisitos, entre los que cuenta haber
sido un autor experimentado
4
. As, se forma una red
o sistema social, como lo denomina Merton (1976)
dentro de la que trabajan diversas personas enlazadas
unas con otras, para garantizar que el conocimiento
que leemos y, posteriormente, aplicamos, sea real-
mente original; esto es, cientfco. Recordemos que la
publicacin cientfca es el refejo del conocimiento
que se produce y, por lo tanto, debe guardar la misma
rigurosidad que el proceso mismo de generacin de
conocimiento.
No obstante, aunque no pretendamos llegar a ser
evaluadores(as) de una revista de prestigio mundial
o core journal, como profesionales s tenemos la res-
ponsabilidad de divulgar las experiencias y el cono-
cimiento que generamos pero, adems, realizar esa
tarea de la mejor manera, para que nuestros artculos
expresen fel y correctamente esos descubrimientos
que hacemos pblicos por esa va, y que no sean re-
chazados por los evaluadores o las evaluadoras.
Internet ha ofrecido diversos mecanismos que gene-
raron cambios en el comportamiento de editores(as)
y autores(as), de manera que las vas para arbitrar los
artculos tambin han variado. La prctica del doble
ciego
5
en ciertos grupos ha sido menospreciada, de
manera tal que algunas revistas, consideradas entre las
mejores del mundo, aplican un sistema de evaluacin
abierto o pblico. As, aparece en la Web el manuscri-
to y se le pide a los y las rbitros, seleccionados por
la revista y que forman parte de la red sociocientfca,
que escriban sus crticas en lnea (Solomon, 2007).
Posteriormente, el autor o la autora tienen la oportu-
nidad de defender sus puntos de vista
6
.
Si bien esta prctica no se ha generalizado, nos da
una idea del rumbo que en el mundo, incluyendo a
nuestros pases, puede tomar, en un futuro, el proce-
dimiento del juicio por pares. Ante ello, nos pregunta-
mos, estaramos de acuerdo con perder el pudor ante
el mundo para exponer nuestra creacin a la crtica?
Si no desarrollamos nuestra habilidad para escribir
buenos artculos, cmo vamos a presentarnos ante
la comunidad cientfca o profesional del mundo? O
de otra manera, no pretendemos la divulgacin de los
resultados de nuestras investigaciones y prcticas pro-
fesionales para compartirlos con la humanidad, dejan-
do as a la ciencia costarricense en la oscuridad de la
ignorancia.
Adicionalmente, hay otro requisito de la evaluacin
que cada vez se afanza ms en la comunidad cien-
tfca; se trata de tomar en cuenta, como rbitros o
evaluadores(as), a personas ajenas al consejo editorial
de la revista, a quienes se les denomina, generalmen-
te, evaluadores externos. Esta exigencia constituye
una prctica que se ha aplicado como una de las nor-
mas internacionales para reconocer el prestigio de las
revistas. Ello permite que la crtica que se realice sea
rigurosa y objetiva, para que no priven las relaciones
amistosas o, por el contrario, las rencillas personales.
En el nivel mundial, las revistas han ido en aumento
aceleradamente pero, de igual manera, ha ido crecien-
do el nivel de exigencia para lograr mejores artcu-
los. Solo en Iberoamrica y el Caribe, el directorio
de LATINDEX incluye ms de 16.000 ttulos de re-
vistas cientfcas, cientfco tcnicas y profesionales,
y si tomamos en cuenta que, en Costa Rica, existen
al menos 5 ttulos de revistas especializadas en Psico-
loga
7
, podramos valorar que un 2,5% de las revistas
costarricenses se publican en esta rea y que estn dis-
ponibles para los y las profesionales del campo. Pero
a ellas podemos sumar las otras revistas que aceptan
aportes de la especialidad, por tener un mbito mucho
ms amplio, como las de Ciencias Sociales, Medicina
o salud en general.
Estas cifras nos muestran que se han ampliado las po-
sibilidades para escribir y publicar y, por ello, pode-
mos deducir, entonces, que, ante todas esas opciones,
nuestra revista debe ser la mejor para que sea escogi-
da por los autores y las autoras y, en consecuencia, el
nivel de exigencia aumentar.
41
Revista Costarricense de Psicologa. 27(40), 2008.
Por otro lado, tambin debemos tomar en cuenta las
polticas institucionales de los entes empleadores.
Cada vez se solicitan mayores requisitos para reco-
nocer las publicaciones de los y las profesionales que
pretenden ascender en los regmenes de reconoci-
miento profesional o acadmico. Por lo cual, tambin
las revistas se vern presionadas a cumplir esas exi-
gencias y adaptarse para que sean tomadas en cuenta.
La Revista Costarricense de Psicologa ha ido evo-
lucionando en este sentido. Desde que fue evaluada
la primera vez, en mayo de 2005, ha mejorado para
cumplir los criterios de calidad LATINDEX, y quedar
incluida en el Catlogo en el ao 2007. Actualmente,
cumple con el 90% de los 33 requisitos de calidad edi-
torial que este sistema exige, y tiene su versin digital
en la red, pero an le queda un camino por recorrer
para mejorar tambin la calidad cientfca y profesio-
nal del contenido de sus artculos. Esto va a depender,
defnitivamente, de la calidad de los artculos que en-
ven los autores o las autoras, la rigurosidad con que
los rbitros evalen tales escritos y del compromiso
que adquieran las autoridades del Colegio Profesional
de Psiclogos para sostener la revista, a pesar de los
cambios que, generalmente, se presentan. Cumplidos
estos pasos, la revista podr aspirar a poner en alto el
nivel de los psiclogos y las psiclogas costarricenses
en el mbito mundial, pues solo con buenos artculos,
los y las profesionales costarricenses en Psicologa
pueden contribuir a mejorar los aportes cientfcos y
profesionales que se pueden generar en el pas. As, el
intercambio del conocimiento puede llegar a generar
avances inesperados para la ciencia nacional.
NOTAS
1
Disponible en: http://www.institucioncolombina.
org/capitular/index.htm (Fecha de acceso: 19 mayo
2008).
2
Vase, por ejemplo: http://journals.royalsociety.org/
content/102021 la versin electrnica de Philosof-
cal Transactions.
3
Alrededor de 1780, la Royal Society of Edinburgh
fue la sociedad pionera en esta prctica (Cfr. Ha-
mes, 2007).
4
Por ejemplo, APA pide 4 requisitos diferentes, con
un nivel de exigencia muy alto. El principal es: To
be selected as a reviewer, you must have published
articles in peer-reviewed journals. The experience
of publishing provides a reviewer with the basis for
preparing a thorough, objective review. Disponible
en: http://www.apa.org/journals/authors/underrep.
html (Fecha de acceso: 19 mayo 2008). Esta asocia-
cin publica 56 revistas, cuya lista est disponible
en: http://www.apa.org/journals/by_title.html
5
Se usa este trmino para la prctica de evaluacin de
los artculos en forma annima, de manera que el
evaluador no conoce al autor o la autora, pero tam-
poco este sabe quin lo o la evalu.
6
Se puede observar un ejemplo de esta prctica en el
British Medical Journal, disponible en: http://www.
bmj.com/current.dtl
7
En el directorio de LATINDEX www.latindex.org
aparecen cinco ttulos: Actualidades en Psicologa,
Cpula, Inscribir el Psicoanlisis, Revista Costarri-
cense de Psicologa y Wimblu.
BIBLIOGRAFA
Hames, I. (2007). Peer review and manuscript ma-
nagement in scientifc journals: guidelines for good
practice. Malden, MA: Blackwell Pub.

Merton, R. K. (1976). The Sociology of Science: theo-
retical and empirical investigations. Chicago: Chica-
go University Press.
Solomon, D. J. (2007). The role of peer review for
scholarly journals in the Information Age. Journal of
Electronic Publishing. Vol. 10, N. 1. Disponible en:
http://hdl.handle.net/2027/spo.3336451.0010.107,
accesado el 19 mayo 2008.
42
43
ALGUNOS RETOS PARA LA PSICOLOGA COSTARRICENSE PARA EL
LOGRO DE CULTURAS DE PAZ
SOME CHALLENGES FOR PSYCHOLOGY IN COSTA RICA IN BUILDING
CULTURES OF PEACE
* ABELARDO BRENES BRENES.
* Catedrtico jubilado de la Universidad de Costa Rica, Universidad
Nacional y Universidad para la Paz. Encargado de ponencia de la
Junta Directiva para el 25 Aniversario. [email protected].
RESUMEN
Este ensayo argumenta que la Psicologa costarricense
encara un reto fundamental con respecto a la contri-
bucin para defnir los rumbos futuros del desarrollo
de la nacin mediante refexin y dilogos proactivos.
Se plantea que el Colegio Profesional de Psiclogos
ha ido perdiendo este tipo de orientacin, la cual era
signifcativa en sus inicios y que est cada vez ms pa-
sivamente a la merced de los encargos sociales de una
sociedad capitalista acrticamente inserta en un orden
global que lleva a un mundo de crecientes desigualda-
des y destruccin del ecosistema planetario. Se carac-
teriza qu es cultura de violencia y qu es cultura de
paz, como contexto para ilustrar el argumento central
con el actual encargo que tiene el Colegio de certifcar
la idoneidad mental para portar armas.
Palabras claves: violencia social, paz, psicologa,
Costa Rica.
ABSTRACT
This essay argues that Psychology in Costa Rica is
facing a fundamental challenge with respect to whe-
ther it can contribute to defning the future path of
national development through pro-active refection
and dialogue. It also argues that the Colegio Profe-
sional de Psiclogos de Costa Rica has been losing
this kind of policy orientation, which was dominant in
its early stages and that it is increasingly at the mercy
of social demands that are characteristic of a capita-
list society that has become inserted in a global order
that is leading to a world of increasing inequalities y
the destruction of the planetary ecosystem. The essay
describes the traits of a culture of violence and of a
culture of peace, as a context within which the central
argument is illustrated by the example of the current
function that the Colegio Profesional de Psicolgos
de Costa Rica is fulflling by certifying mental ftness
to carry frearms.
Keywords: social violence, peace, Psychology, Costa
Rica.
INTRODUCCIN
El argumento fundamental de este ensayo es que la
Psicologa costarricense en general y el Colegio Pro-
fesional de Psiclogos, en particular, tienen el reto y
la posibilidad de contribuir de manera esencial con
los crticos retos y las potencialidades positivas que
encara Costa Rica en el contexto planetario del siglo
XXI. Siguiendo a Prilleltensky (1997), consideramos
que los valores centrales que orientan nuestra discipli-
na y nuestro quehacer profesional son determinantes,
acerca de todo en lo referente a lo que son nuestras
creencias sobre qu es una buena vida, una buena so-
ciedad, la distribucin del poder en las relaciones, el
uso del conocimiento y la tica profesional.
Desde que se fund el Colegio Profesional de Psic-
logos de Costa Rica, se hizo un intento deliberado por
Revista Costarricense de Psicologa. 27(40), 43-51, 2008.
Recibido: 30-07-08 Aprobado: 19-08-08
44
parte de las psiclogas y los psiclogos de ese enton-
ces, para que la profesin consciente y deliberada-
mente fuese confgurndose con base en un conjunto
de valores basados en los derechos y las libertades
humanas consustanciales a las mejores tradiciones
cvicas de Costa Rica. Asimismo, nos animaba la
creencia de que la Psicologa poda infuir sustancial-
mente en la sociedad costarricense que se estaba con-
fgurando a fnes del siglo XX. Esta orientacin fue
cambiando de forma paulatina durante la dcada de
los aos ochenta, como consecuencia de transforma-
ciones sustantivas en el pas tales como las polticas
de ajuste estructural y la insercin acrtica en un siste-
ma econmico neoliberal globalizante que fomenta la
competitividad y el individualismo.
La sociedad costarricense se fue haciendo cada vez
ms violenta, tanto en relacin con la violencia direc-
ta, como con la estructural y la cultural. Este proceso
culmin en el ao 2003 con el Decreto Ejecutivo N.
31383-SP en el cual se encomend a los psiclogos y
a las psiclogas la elaboracin de los Dictmenes de
idoneidad mental para la portacin de armas de fuego.
Este es, hoy da, uno de los tipos de prctica profesio-
nal ms lucrativos y, tambin, es uno de los mbitos
en que vemos mayores problemas ticos. Ms impor-
tante an, el Colegio no solo ha creado el protocolo de
pruebas y entrevista para otorgar dichos dictmenes
sin estudios de validez predictiva, sino que, de manera
acrtica, est contribuyendo a crear una sociedad cada
vez ms paranoide y violenta.
El quehacer del Colegio Profesional de Psiclogos en
relacin con la violencia social es solo uno de los pro-
blemas signifcativos que podran identifcarse, pero
servir como referente para ilustrar el argumento ge-
neral antes esbozado.
En la primera seccin de este ensayo, se ilustrarn
estas aseveraciones con algunos relatos de los prin-
cipios que orientaron al Colegio durante el perodo
1979 a 1982, en el cual el suscrito ejerci la Presi-
dencia. En la segunda seccin se presentarn algunas
consideraciones sobre violencia y paz, que servirn
como base para ahondar en el tema de la contribucin
de la Psicologa costarricense a la cultura de paz na-
cional y mundial.
Primeros derroteros
Al fnal de 1979, cuando asum la Presidencia del
Colegio Profesional de Psiclogos como sucesor del
distinguido colega Dr. Gerardo Rodrguez, haba 75
colegiados(as).
Se defni una poltica, que se llev a la Federacin
de Colegios Profesionales, basada en los siguientes
puntos:
Un colegio debe defender la profesin, consoli- 1.
dando, diversifcando y defnindola de la manera
ms rigurosa posible, protegindola as de las de-
formaciones de que pueda ser objeto. Su funcin
social es, primordialmente, impulsar la labor que
le corresponde a la profesin dentro del desarrollo
socio-econmico del pas, para lo cual debe haber
una constante tarea de investigacin de las nece-
sidades de progreso del pas y sus implicaciones
para el ejercicio de la carrera. Adems, cumple
una funcin social en el sentido de garantizar a
las personas e instituciones la utilizacin de ser-
vicios profesionales competentes. Las funciones
bsicas de un colegio profesional son: a) auto-
rizar el ejercicio de la profesin; b) controlar el
ejercicio profesional, bsicamente en el sentido
tico, pero, tambin, en cuanto al campo de ac-
cin; c) promover el mejoramiento profesional.
La evaluacin de necesidades de profesionales y 2.
tcnicos en Costa Rica. La profesin no es algo
esttico, sino que debe refejar los procesos del
desarrollo social y promoverlos. Adems, debe
tener autonoma y la obligacin de contar con
una concepcin propia de los problemas y las
necesidades que el desarrollo del pas impone.
Las universidades y los colegios profesionales 3.
debern establecer polticas conjuntas y relacio-
nes de cooperacin con el fn de lograr un me-
joramiento profesional. Si bien los colegios no
Revista Costarricense de Psicologa. 27(40), 2008.
45
pueden cuestionar la calidad de los ttulos univer-
sitarios, pueden establecer requisitos de ingreso
de variada ndole, dependiendo de lo que defnan
sus respectivas leyes orgnicas. Sin embargo, la
regulacin del campo de accin debe ser privativo
del colegio profesional, aunque con participacin
de las universidades interesadas.
En noviembre de 1980, se llev a cabo el Primer
Congreso Nacional de Psicologa Profesional, el cual
sirvi para reconocer el grado de avance, desarro-
llo y diversifcacin que haba tomado la Psicologa
en Costa Rica, as como los innumerables retos que
afrontaba en diversos sectores de insercin profesio-
nal. Se impuls, asimismo, la creacin de la Revista
Costarricense de Psicologa como un rgano de co-
municacin de los y las colegiados(as) que estuviese
al servicio de estos principios. Se termin el proyecto
de su creacin en 1980 y el primer nmero se public
en diciembre de 1982.
Se llevaron a cabo diversas acciones tendientes a cla-
rifcar la situacin laboral del profesional en Psico-
loga, particularmente en el sector pblico. Se hizo
un anlisis comparativo de la situacin salarial y de
las categoras de puestos en diversas instituciones del
Gobierno central y descentralizado, entre psiclogo(a)
y otras profesiones, en donde se encontraron grandes
disparidades. En cuanto a la concepcin de las espe-
cialidades profesionales, se defni que estas deberan
estar defnidas por sectores de planifcacin social. Se
logr la aprobacin del primer Reglamento de Espe-
cialidades Profesionales en Psicologa, en marzo de
1980. Tambin se coordin con la Comisin de pos-
grado en Psicologa de la Universidad de Costa Rica,
y se acord que esta era la responsable de desarrollar
los programas formales de Maestra y de Especiali-
dades Profesionales. Se impuls a grupos de colegas
para ir consolidando los sectores de especialidades
profesionales y se les apoy en la formulacin de po-
lticas especfcas de formacin profesional. No obs-
tante, tambin se defendi la tesis de que al Colegio
le cabe una mayor responsabilidad en la promocin
de actividades especfcas de capacitacin de los y las
colegiados(as). Para ello, se cre, en 1980, una comi-
sin de Asuntos Culturales y Cientfcos.
Para 1982, la membresa del colegio haba aumentado
a 242 colegiados(as). Ese ao recibi mucha atencin
la situacin laboral de la profesin, por la recesin
econmica que se estaba viviendo. Se cre la Bolsa
de Trabajo, la cual luego se llam Comisin de Asun-
tos Laborales.
La apertura de una nueva carrera de Psicologa en la
Universidad Autnoma de Centro Amrica (UACA)
ocup mucha atencin ese ao. En noviembre de
1982, se logr que el Consejo Nacional de la Ense-
anza Superior Universitaria Privada (CUPRI) previ-
niera a la UACA a no dar inicio a esa carrera hasta no
tener su autorizacin, con lo cual, en ese entonces, se
interpret que el de Psiclogos, fue el primer colegio
profesional que hubiera logrado limitar la creacin
irrestricta de carreras profesionales en el sector priva-
do, sin coartar las libertades personales. Esto qued
plasmado en la poltica de la Federacin de Colegios
Profesionales, en el sentido de exigir que toda carrera
nueva se abriera una vez que se asegurasen condicio-
nes de mercado de demanda real. Sin embargo, el
CUPRI autoriz, sin esos estudios previos, la apertura
de la primera carrera de Psicologa en la UACA.
En el Informe Final que la Presidencia present en
1982, se dijo: Ha sido vertiginoso e impresionante
el desarrollo que ha tenido, tanto cuantitativa como
cualitativamente, la profesin en este perodo. Quiz
el principal logro que hemos tenido como corpora-
cin es la afrmacin de nuestra identidad profesional
y el espritu gremial.
Este sentido de cohesin del gremio profesional lo-
gr mantenerse durante el resto de los aos ochenta
y parte de la dcada de los noventa. Sin embargo,
de manera paradjica, a pesar de que el Colegio ha
ido creciendo geomtricamente en el nmero de sus
integrantes, parece que se ha ido replegando ante las
Revista Costarricense de Psicologa. 27(40), 2008.
46
demandas de una sociedad costarricense cada vez ms
desigual, violenta e individualista. Estas tendencias
tienen determinaciones tanto autctonas como deriva-
das de nuestra acrtica insercin en un sistema de ex-
pansin capitalista globalizado, con las consustancia-
les prdidas de soberana poltica, econmica, cultural
y, en ltima instancia, psicolgica que esto conlleva.
CULTURAS DE VIOLENCIA
Y DE PAZ
La transformacin de culturas de violencia en culturas
de paz es el reto ms grande que enfrenta la huma-
nidad en este siglo. Tanto dentro de naciones como
entre ellas, la guerra sigue siendo una institucin e
instrumento que es frecuentemente elegida por grupos
para alcanzar sus metas. A pesar de que el fn de la
Guerra Fra trajo esperanzas de que sera un tiempo
de paz, ms bien ha sido un periodo de sociedades
profundamente divididas y de guerras intra estatales,
que han producido genocidios y tragedias.
La guerra es solo la punta del tmpano, en donde se
enraiza y amplifca la violencia estructural provenien-
te de inequidades sociales y opresin, desigualdades
entre hombres y mujeres, militarismo y racismo, des-
truccin del ecosistema y fracaso en satisfacer las ne-
cesidades humanas bsicas de grandes mayoras de la
poblacin.
Los problemas de la violencia estructural tambin es-
tn asidos en el sistema econmico mundial, que va
incrementando la brecha econmica entre el Norte
y el Sur, la concentracin de riqueza y poder entre
corporaciones internacionales y el despilfarro de los
recursos del planeta.
Si bien la guerra atrae mucha atencin pblica, mu-
chas sociedades manifestan violencia normalizada en
muchos niveles: violencia familiar, en comunidades y
escuelas, en los medios de comunicacin y en tensio-
nes intertnicas.

Debido a que la violencia est arraigada de manera
profunda en instituciones sociales y en valores y prc-
ticas en mltiples niveles, est claro que se requie-
ran enfoques igualmente sistmicos para construir la
paz. Es, en este contexto, donde surgi el movimiento
mundial por construir culturas de paz.
El movimiento mundial por construir culturas de paz
es una mezcla de actividades de base y desde arriba
por parte de la ciudadana, organizaciones cvicas, go-
biernos y agencias no gubernamentales y del sistema
de Naciones Unidas.
El impulso principal provino, inicialmente, de
UNESCO, en donde el psiclogo David Adams tuvo
una funcin clave al desarrollar el Programa de Cul-
tura de Paz. UNESCO formul la defnicin de cultu-
ra de paz en su 28. Conferencia General, en 1995:
Consiste de un conjunto de valores, actitudes y com-
portamientos que refejan e inspiran interaccin y
compartir social, basados en principios de libertad,
justicia y democracia, tolerancia y solidaridad; que
rechazan la violencia y procuran prevenir confictos
atacando sus races y resolver los problemas por me-
dio del dilogo y la negociacin; y que garantizan
para todos el pleno ejercicio de todos los derechos y
los medios para participar plenamente en el desarro-
llo endgeno de su sociedad (Asamblea General de
Naciones Unidas, 1998).
El Programa de Cultura de Paz reconoci que el con-
cepto de cultura de paz se difundira, evolucionara y
sera interpretado de diferentes maneras por distintos
grupos. Se pretenda que fuese un concepto evocativo
que invitase al dilogo, la participacin y el pensa-
miento creativo sobre cmo construir la paz.
Gracias a los esfuerzos de Adams y la UNESCO, el
movimiento se ha hecho efectivamente mundial y ha
sido asumido por todo el sistema de las Naciones Uni-
das. Mediante la resolucin 52/15, de 1997, la Asam-
blea General de las Naciones Unidas proclam el ao
2000 como Ao Internacional de la Cultura de Paz
y, mediante su resolucin 53/25, de 1998, proclam el
perodo 2001-2010 como Dcada Internacional para
una Cultura de Paz y No Violencia para la Niez del
mundo. Finalmente, por medio de la resolucin A/
RES/53/243, de 1999, la Asamblea General emiti
una Declaracin y un Programa de Accin para una
Revista Costarricense de Psicologa. 27(40), 2008.
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Cultura de Paz. Segn Adams y Stephenson (2001),
al hacer la Asamblea General de Naciones Unidas un
llamado por un movimiento mundial para una cultura
de paz, esta es la primera vez que los estados miem-
bros de Naciones Unidas han hecho un llamado colec-
tivo para lanzar un movimiento social.
La Resolucin A/53/243 identifca ocho mbitos de
accin para construir culturas de paz, los cuales son la
anttesis de las culturas de violencia y guerra que son
mencionadas en el borrador de esa misma resolucin
(RES A/53/370), a saber:
Cultura de violencia Cultura de paz
El poder es caracterizado como un monopolio de fuerza. 1. Una cultura de paz por medio de la educacin.
Uso de la guerra y la cultura de guerra para 2. Desarrollo econmico y social sostenibles.
explotar los pueblos y la naturaleza.
Irrespeto de derechos humanos. 3. Respeto a todos los derechos humanos.
Dominacin masculina. 4. Igualdad y equidad entre mujeres y hombres.
Estructura social autoritaria. 5. Participacin democrtica.
Identifcacin de un enemigo. 6. Comprensin, tolerancia y solidaridad.
Control de informacin, secretismo. 7. Comunicacin participativa y libre fujo de
informacin y conocimiento.
Predisposicin hacia la guerra por 8. Paz y seguridad internacionales.
medio de armamentos y ejrcitos.
Cada una de estas reas de accin han sido priorida-
des de las Naciones Unidas desde su fundacin. Lo
que es nuevo es su articulacin en un solo concepto
coherente de cultura de paz y no violencia, en que
todas estas reas son interrelacionadas de tal manera
que sus complementariedades y sinergias puedan ser
desarrolladas.
El camino que llev a estos compromisos es un ele-
mento clave de una agenda ms amplia de retos y
metas, que fueron defnidos en una serie de cumbres,
conferencias y tratados que se llevaron a cabo en la l-
tima dcada del siglo XX y que trata una serie de pro-
blemas comunes de paz, desarrollo y seguridad. Entre
los ms signifcativos, tenemos los retos en educacin
bsica (Jomtiem, Tailandia, 1990), la niez (Nueva
York, 1990), ambiente y desarrollo (Ro de Janeiro,
1992), derechos humanos (Viena, 1993), poblacin y
desarrollo (Copenhagen, 1995), las mujeres (Beijing,
1995), asentamientos humanos (1996) y seguridad
alimentaria (Roma, 1996).
El Secretario General de Naciones Unidas integr y
crticamente valor estos asuntos cuando dijo:
En esta nueva poca, las acciones de las personas
afectan constantemente, aunque no siempre de mane-
ra consciente, las vidas de otros que estn lejos. La
globalizacin ofrece grandes oportunidades, pero en
el presente sus benefcios estn repartidos de manera
muy desigual, a la vez que sus costos son soportados
por todos (Annan, 2000:11).
Este llamado fue hecho tambin con un sentido de
urgencia para que el proceso de globalizacin fue-
se reclamado para y por los pueblos en el ao 2000,
cuando, aproximadamente 1.350 representantes de
ms de 1.000 organizaciones de la sociedad civil de
ms de 100 pases, se reunieron en la sede de las Na-
ciones Unidas, en mayo del ao 2000, y proclamaron
lo siguiente:
Revista Costarricense de Psicologa. 27(40), 2008.
48
Debe hacerse que la globalizacin trabaje para el
benefcio de todos: erradicar la pobreza y el hambre
a nivel mundial; establecer la paz a nivel mundial;
asegurar la proteccin y promocin de los derechos
humanos a nivel mundial; asegurar la proteccin de
nuestro ambiente mundial; asegurar normas labora-
les a nivel mundial... [sic]. Esto puede darse slo si
las corporaciones multinacionales, las instituciones
internacionales de fnanzas y de comercio y los go-
biernos son sujetos de control democrtico efectivo
por parte de los pueblos. Nosotros consideramos que
la garanta de poder exigir su rendicin de cuentas,
son unas Naciones Unidas fortalecidas y democrati-
zadas y una sociedad civil vibrante (Foro del Mile-
nio, 2000: 2).
Estos procesos y propuestas tambin estn refejados
en la Declaracin del Milenio de las Naciones Unidas
(Asamblea General de Naciones Unidas, 2000). Los
jefes de Estado articularon los retos fundamentales
para el siglo XX1, mediante un conjunto de seis valo-
res esenciales: libertad, igualdad, solidaridad, toleran-
cia, respeto por la naturaleza y responsabilidad com-
partida. Estos valores ofrecen los puntos de entrada
claves para refexionar sobre qu puede aportar la Psi-
cologa a la resolucin de nuestros retos comunes.
MUNDO ACTUAL, MUNDO FUTURO
Una de las manifestaciones ms notorias de la violen-
cia estructural de hoy, en Costa Rica, es la desespe-
ranza. Es una forma de violencia de la mente, basada
en la creencia de que la competitividad, la anomia y
la violencia directa son realidades tan dominantes que
nada podemos hacer. Se manifesta como profundo
escepticismo, pasividad y escapismo. Se cuestiona
todo y no se cree en nadie.
Es urgente recuperar un sentido de soberana y au-
tonoma de agencia para defnir el rumbo futuro de
nuestras vidas personales y colectivas. Es necesario
refexionar sobre cules son nuestras opciones para el
desarrollo futuro. Ser crucial, en el siglo XXI, que
las naciones puedan conscientemente elegir el mejor
futuro posible, si queremos hacer frente a los grandes
retos comunes que enfrentamos.
Hammond (1998) plantea tres escenarios futuros po-
tenciales en el nivel mundial y por regiones:
El mundo del mercado (1) . Es el mundo que nos
promete la globalizacin econmica, en la cual
se proyecta un incremento quntuple del producto
econmico mundial dentro de 50 aos, gracias a
las proyecciones que ofrece la tecnologa de avan-
ce, especialmente en el campo de la informacin
y la comunicacin. Sin embargo, las proyec-
ciones ms realistas para este escenario es que,
tambin, es muy probable que conlleve a mayor
degradacin ambiental; un incremento de dispa-
ridades entre ricos y pobres; migraciones legales
e ilegales y muchos otros problemas sociales. En
consecuencia, es muy probable que si no existe
algn sistema de regulacin global o un grado de
cooperacin sin precedentes entre los Gobiernos
y ciudadanas nacionales para enfrentar el crimen
organizado global, la inestabilidad fnanciera y las
crecientes inequidades, ser muy probable el se-
gundo escenario.
El mundo de fortaleza. (2) Este escenario mundial
futuro presenta una visin oscura. Al respec-
to, nos dice Hammond (1998), presupone que
la capacidad de ejercer crueldad y violencia, as
como la apata hacia el sufrimiento de los dems
son rasgos humanos constantes. Supone que el
crecimiento orientado por los mercados fracasa-
r en lograr mejoras generalizadas en bienestar
humano, lo cual llevar a minar el contrato so-
cial que mantiene unida a una sociedad. Prev
la posibilidad del estancamiento econmico, con
muchos mercados en desarrollo compitiendo en-
tre s; de una extendida inequidad exacerbada por
tomas ilegales de tierra, agua, petrleo y otros
recursos; pronostica un quebrantamiento del or-
den social y una inestabilidad generalizada. En
un mundo tan dividido, afrma este escenario, ser
endmico el conficto entre ricos y pobres, con
Revista Costarricense de Psicologa. 27(40), 2008.
49
poca posibilidad de que haya cooperacin sobre
los asuntos globales. La nica otra opcin, huma-
namente concebible, es el mundo transformado.
El mundo transformado (3) . Este escenario pre-
supone reformas estructurales profundas en re-
lacin con la distribucin econmica y la parti-
cipacin democrtica. Es una visin optimista de
ciudadanos(as) empoderados(as) de corporaciones
responsables y de cambios radicales en la poltica.
Presupone una sociedad que ve la cooperacin y
la solidaridad entre los pueblos del mundo como
fuerzas importantes. Se basa en la conviccin de
que las actitudes y las normas sociales pueden
cambiar dramticamente de modo que las socie-
dades puedan adoptar prioridades que sean radi-
calmente distintas a las de hoy.
En el pasado, Costa Rica ha sido reconocida como
una nacin que ha tenido considerables progresos
en seguir un curso de desarrollo que refeja valores
ejemplarizantes para otras naciones y personas. Sin
embargo, como es el caso de otros pases, tambin en-
frenta considerables riesgos al verse inmersa dentro
del proceso de globalizacin econmica, tales como
la prdida de su soberana y herencia cultural, econ-
mica y poltica, y de entrar en una senda que conduzca
a la sobreexplotacin de la naturaleza, la inequidad
social y econmica y las crecientes manifestaciones
de violencia estructural y directa.
El valor de la solidaridad implica un ejercicio respon-
sable de nuestra libertad para elegir proyectos de vida
personales y colectivos cuya orientacin central est
basada en ese sentido de compromiso solidario y de
responsabilidad compartida. Para ello, los costarri-
censes tenemos el reto de defnir un modelo de desa-
rrollo futuro basado en una tica de responsabilidad
universal, como lo plantea la Carta de la Tierra:
Para realizar estas aspiraciones, debemos decidir
vivir de acuerdo a [sic] un sentido de responsabilidad
universal, identifcndonos con toda la comunidad
terrestre al igual que con nuestras comunidades loca-
les. Somos al mismo tiempo ciudadanos de diferentes
naciones y de un solo mundo, en el cual se encuentran
vinculados los mbitos locales con el global. Todos
compartimos una responsabilidad hacia el bienestar
presente y futuro de la familia humana y del mundo
viviente ms amplio. El espritu de solidaridad huma-
na y de afnidad con toda la vida se fortalece cuando
vivimos con reverencia ante el misterio del ser, con
gratitud por el regalo de la vida y con humildad con
respecto al lugar del ser humano en la naturaleza
(Iniciativa Carta de la Tierra, 2000).
Por lo anterior, es trascendental que los y las costarri-
censes refexionemos sobre nuestro futuro rumbo de
desarrollo, enmarcado en los retos comunes funda-
mentales que estn siendo enfrentados por la familia
humana y el Planeta Tierra.
PAPEL DE LA PSICOLOGA Y LAS
PSICLOGAS Y LOS PSICLOGOS
La construccin de culturas de paz es una tarea inhe-
rentemente multidisciplinaria, porque requiere trans-
formaciones polticas, sociales, econmicas y cultu-
rales. Desde esta amplia tarea, puede suponerse que
la Psicologa, al igual que todas las profesiones, tiene
una funcin importante que desempear al forjar cul-
turas de paz. Las psiclogas y los psiclogos tenemos
mucho que contribuir en lo referente a investigacin,
educacin, entrenamiento, prctica, activismo, de-
sarrollo y promocin de polticas de transformacin
cultural. La dimensin personal es clave en la cons-
truccin de culturas de paz (ver Brenes, 2004; Brenes,
2005; Brenes, 2006, y Brenes, 2008).
Cada componente de las culturas de paz tiene dimen-
siones subjetivas y objetivas; las primeras caben di-
rectamente dentro del mbito de la Psicologa. La de-
mocratizacin, por ejemplo, es una tarea tanto psico-
lgica como poltica, porque requiere forjar actitudes,
valores y procesos psicosociales que llevan a tomas
Revista Costarricense de Psicologa. 27(40), 2008.
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de decisiones colectivas participativas y a transicio-
nes no violentas en las relaciones de poder y en el
ejercicio de gobierno. De igual modo, el desarrollo
de respeto por los derechos humanos requiere sanar
las heridas de injusticias pasadas; los profesionales en
Psicologa tenemos una amplia gama de experiencias
en relacin con la curacin.
Al alentar a las psiclogas y los psiclogos y a las
organizaciones psicolgicas a dedicarse a construir
culturas de paz, sin embargo, es menester reconocer
la hegemona de la Psicologa occidental y los riesgos
de marginalizacin e imperialismo que esto implica.
Esta marginalizacin puede silenciar voces locales y
hace difcil aprender de ellos y, mucho menos, apoyar
y valorar a las psicologas autctonas tanto cientfcas
como legas. Esta situacin es antittica al principio de
igualdad de participacin y mutuo respeto que estn
en la base de los esfuerzos por forjar culturas de paz.
Para contrarrestar estos riesgos, es vital que las psic-
logas y los psiclogos trabajemos de manera refexiva
y que tengamos oportunidad de nutrir alianzas, dialo-
gar y relacionarnos con mutuo respeto con colegas de
otros pases y circunstancias. Para construir culturas
de paz, a menudo uno tambin debe dejar a un lado
la etiqueta de experto y convertirse en una o un es-
tudiante en el mundo, dispuesto a aprender de otras
culturas y pueblos.
En cuanto a la actual funcin social que el Colegio
Profesional de Psiclogos tiene respecto a la certif-
cacin psicolgica de idoneidad mental para portar
armas de fuego, es bien sabido que, a mayor cantidad
de estas en manos de los habitantes de una colectivi-
dad, es mayor la probabilidad de que se usen en diver-
sos actos de violencia social. Qu estamos haciendo
como gremio por prevenir y transformar las causas
estructurales de la violencia social y ambiental en el
pas y por forjar una cultura de paz integral? Esta es
una pregunta clave para nuestro futuro. Ojal que el
Colegio enfrente de lleno este reto y que la Revista
Costarricense de Psicologa sea un foro para dialo-
gar sobre este y temas igualmente importantes. Por
ejemplo, el Colegio podra abordar la temtica de la
violencia social y la construccin de culturas de paz
como un programa de investigacin, en conjunto con
algunas universidades interesadas. Una dimensin de
este programa podra incluir el estudio cientfco de la
validez predictiva de los criterios de idoneidad mental
para portar armas de fuego. Pero el programa, tam-
bin, podra abordar de manera integral el fenmeno
de la violencia social en Costa Rica y plantear una
gama de acciones concordantes. Si se dedicase un
nmero especial de la Revista Costarricense de Psi-
cologa a recoger los productos, podra ser un refe-
rente importante para el dilogo interno del Colegio y
tambin para el pblico general de Costa Rica.
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Revista Costarricense de Psicologa. 27(40), 2008.
52
53
LA PSICOLOGA, LA MASCULINIDAD Y EL TRABAJO CON HOMBRES
PSYCHOLOGY, MASCULINITY AND WORKING WITH MEN
* JOS MANUEL SALAS CALVO
* Miembro del Consejo Editorial de la Revista Costarricense de Psico-
loga. Instituto WEM (Costa Rica). Profesor emrito, Universidad
de Costa Rica. [email protected]
RESUMEN
En el artculo se discute acerca del papel de la Psico-
loga, como ciencia normativa, en la refexin gene-
ral relacionada con la condicin de gnero, en espe-
cial la masculina. Luego de meditar acerca de dicha
condicin y de las implicaciones de la masculinidad
hegemnica para la vida de los hombres y las muje-
res, con nfasis en los primeros, se proponen algunos
alcances de hacia dnde podra transitar la Psicologa
en sus quehaceres. Esto en el marco de la tarea pen-
diente con los hombres y sus diversas circunstancias,
que representan un reto para la disciplina y quienes la
desarrollan.
La refexin se propone en el marco del patriarcado,
como gran escenario sociocultural, determinante de la
vida social.
Palabras claves: gnero, masculinidad, patriarcado,
psicologa, trabajo con hombres.
ABSTRACT
The article discusses about the role of Psychology, as
a normative science, in the general refection related
to the condition of gender, in special the masculine.
After meditating about such a condition and its im-
plications of the hegemonic masculinity for men and
womes life, whith emphasis on the frst, it is propo-
sed some overtakings of how Psychology could fa-
llow its way and its job. This is in the context of the
unfsnished task with men and their diverse circuns-
tances, wich represent a challenge to Psychology and
for those who develop it. This refection is proposed
in the patriarchal context as a huge sociocultural stage
that determines social life.
Keywords: gender, masculinity, patriarchate, Psycho-
logy, work with men.
INTRODUCCIN
1
Si bien los basamentos del cuerpo de conocimiento
llamado psicologa se remontan a los albores mismos
de la flosofa en la antigua Grecia, aqu se aborda
desde su lugar como saber moderno, especfcamente
como esa disciplina que se ubica naciendo a fnales del
siglo XIX o principios del XX, segn desde donde se
la conciba y segn la paternidad que se le reclame.
Habra muchos elementos de ella que sera interesante
abordarlos; no obstante, lo que se har es una rpida
referencia a su condicin de ciencia normativa con to-
das las implicaciones que eso conlleva. La Psicologa
no solo estudia el devenir de algunos de los procesos
de la realidad, sino tambin hace o ayuda a construir
realidad.
Y si esa afrmacin vale para otras ciencias, lo es ms
para esta disciplina dado el carcter y la naturaleza de
su objeto de estudio: nada ms y nada menos que todo
aquello relacionado con los procesos de pensamiento,
sentimiento y accin de sujetos humanos concretos
(Campos, 1985, 2004) procesos que aluden a la ms
alta complejizacin de la materia o a su ms alto nivel
de integracin.

Revista Costarricense de Psicologa. 27(40), 53-65, 2008.
Recibido: 04-06-08 Aprobado: 30-07-08
54
No por casualidad alguien la denomin la ciencia
del siglo XX, en virtud del impacto que ha tenido en
prcticamente todos los rdenes de la vida social. A
sus practicantes se les denomin los nuevos gurs del
mundo moderno.
Es preciso recordar que, como toda forma de conoci-
miento cientfco, la Psicologa no es ni puede aspirar
a la neutralidad de su quehacer, por lo menos como lo
suean los viejos principios del positivismo y del neo-
positivismo. Este es un aspecto compartido con todas
las ciencias, aunque de manera ms acentuada con
aquellas que abordan lo sociocultural y lo intersubje-
tivo, en las que el sujeto y el objeto de conocimiento
forman parte del mismo proceso: en Psicologa nos
estudiamos a nosotros mismos, en el nivel individual
y en el colectivo.
Mucha de la psicologa ofcial ha estado al servicio
del sistema, ya sea en sus aplicaciones tecnolgicas,
ya sea en las bases mismas de la produccin del cono-
cimiento. Rebasara los alcances de este trabajo inun-
dar de ejemplos que ilustren tal aseveracin. Basta
con recordar cmo en el diseo y en la elaboracin
de pruebas psicolgicas, una de las reas de la Psico-
loga que ms cientifcidad reclama, la concepcin de
mundo, de persona y de procesos psicolgicos que les
subyacen, est enraizada en el mundo y en el devenir
de la realidad de ciertos grupos humanos, en su cali-
dad de puntos de referencia normativos (luego, con el
parmetro que ellos dan, se intenta medir a todos y
todas por igual).
Ahora bien, de manera ms puntual, en la discusin
del hacerse hombres (y mujeres) la Psicologa ha teni-
do y tendr mucho qu decir. Es parte de su objeto de
estudio esclarecer orgenes, pilares y mecanismos de
perpetuacin de la forma como somos convertidos en
personas y, dentro de ese mismo proceso, en hombres
y en mujeres. La Psicologa est en el centro mismo de
esta dinmica histrico-social la que, de manera sinte-
tizada, tiene que ver con la conformacin del gnero.
LA CUESTIN DE LA MASCULINIDAD
En este trabajo se enfatizar en lo que sucede con
los hombres; es decir, a las bases de la masculinidad
patriarcal, hegemnica y arquetpica. Ser tarea casi
imposible no tener siempre la referencia a la femi-
nidad y a las mujeres, pero estas sern abordadas en
forma tangencial y, sobre todo, para efectos de ver los
contrastes y las complementariedades.
Al respecto, Sam Keen (1991), conocido autor
estadounidense del llamado movimiento de la nue-
va masculinidad, cita un artculo de la Revista
Newsweek, que aclara an ms el asunto:
Tal vez haya llegado el momento de un nuevo orden
del da. Las mujeres, despus de todo, no son un gran
problema. En nuestra sociedad, el problema son
los hombres o, ms precisamente, lo masculino Los
hombres se suicidan al hacer todo lo que la sociedad
quiere que ellos hagan. Hombres de todas las edades
encuentran la muerte en accidentes, se disparan unos
a otros, conducen automviles imprudentemente, se
montan en los techos de los ascensores y beben como
chicarrones. Tal vez esto sea producido por las furio-
sas hormonas masculinas, (o) tal vez porque estn
tratando de ser hombres (p. 16).
Vale decir, entonces, que la socializacin a que son
sometidos los machos de la especie hace que, al ser
convertidos en hombres, estos tengan que enfrentar
una serie de problemas, de los cuales, en muchos ca-
sos, no tienen la menor nocin. Dems est decir que
muchos de los mecanismos que actan en la sociali-
zacin son incorporados por los sujetos concretos en
forma inconsciente.
Por ejemplo, est sufcientemente documentado que
la prctica de personas adultas de tener sexo con per-
sonas menores de edad es ya antigua en la historia de
la humanidad; sin embargo, es hasta hace muy poco
que se la considera como nociva para estas ltimas y
es hasta en momentos recientes que se la considera
como altamente perjudicial para las vctimas, toman-
do el perfl de ser una de las peores violaciones de
los derechos humanos comparable, incluso, con un
tipo de esclavitud moderna. Se est ante la Explota-
cin Sexual Comercial (ESC), fenmeno de recien-
te identifcacin y, por lo tanto, tambin de reciente
abordaje. En esta prctica, personas adultas les pagan
Revista Costarricense de Psicologa. 27(40), 2008.
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a personas menores de 18 aos por tener sexo, en di-
ferentes modalidades.
Es a partir de los resultados del Segundo Congreso
Mundial contra la ESC, realizado en Yokohama, en
el ao 2001, que se da un mayor nfasis a la nece-
sidad de abordar tambin la demanda; es decir, se
vuelven las miradas a indagar qu sucede con la otra
parte: aquellas personas que acuden a la ESC, tanto
en condiciones de intermediarios y proxenetas como
de clientes directos. Esto lleva a la necesidad de
indagar con los hombres, sobre todo en esta ltima
condicin (la de ser clientes).
Tal situacin no se deriva de caprichos o de sesgos en
la evaluacin del problema. Es as dada la alta presen-
cia de hombres como clientes en la ESC, en tanto
lo son en ms de nueve de cada diez casos, segn los
reportes de las investigaciones realizadas (Sorensen y
Claramunt, 2003). En otras palabras, si de demanda se
trata, el asunto es sobre todo con hombres.
Por lo tanto, en esta temtica especfca se ha partido
de la tesis de que para afrontar la ESC, desde el tra-
bajo con hombres, se requiere entender y desentraar
su sexualidad y las bases que la sostienen, como un
componente ms en su gnesis y desarrollo. Es en esta
rea de la vivencia de la subjetividad masculina en la
que se encuentran muchas de las bases para entender,
entre otros fenmenos, los fundamentos para involu-
crarse en la ESC.
As como se propone el abordaje de la sexualidad mas-
culina, como rea problemtica, para dilucidar buena
parte de los fundamentos de la ESC, de igual manera
debe hacerse para otras reas de la vida social en las
que esa masculinidad juega papeles determinantes y,
no siempre, en forma positiva o de bienestar. No inte-
resa aqu profundizar en ellas; es cuestin de solo re-
cordar otras situaciones en las que la sexualidad mas-
culina aparece en primeros planos: las paraflias se
presentan, sobre todo, en hombres; en la propagacin
de las infecciones de transmisin sexual (ITS) y del
VIH-SIDA son las prcticas sexuales de los hombres
las principales facilitadoras del contagio (para ellos y
sus parejas); las implicaciones de paternidades nada o
mal asumidas; las consecuencias en la vida de muchos
hombres, generadas desde una vivencia de la sexuali-
dad como un deber y en el que la tarea debe ser bien
cumplida y quedar bien es la demanda principal;
solo para citar unas pocas referencias.

EL TRABAJO CON HOMBRES
Con lo anotado en los prrafos anteriores, se pretende
aclarar que, a pesar de que la forma como se dise-
a y se vive, la masculinidad acarrea una serie de
problemas para los hombres y el resto de la sociedad
(veremos que tambin para la naturaleza), aquella en
s, como objeto de estudio cientfco, es ms bien re-
ciente.
Lo cierto es que la sexualidad masculina y muchas
otras dimensiones del ser hombre siguen en el gran
misterio, con muchas zonas oscuras, en lo cual los
mismos hombres tenemos mucha de la responsabili-
dad. No es de mucho inters para los hombres auscul-
tar en sus propias cosas.
Aparte del enorme temor que ello produce, una de las
razones que ms pesan es que la mayora de los hom-
bres padece del sndrome de normalidad que nos
impide cuestionarnos y actuar en esas dimensiones. El
asunto se simplifca diciendo que, para la mayora de
los hombres, no pasa nada, no hay nada que revisar,
no hay nada que cambiar, todo est bien.
No obstante, la revisin de las bases ms profundas
de la conformacin del ser hombre, como sustrato
subjetivo de sujetos como cualquier otro, comn y
corriente, es una tarea a la que poca atencin se le ha
brindado, segn lo acabamos de mencionar.
En ese contexto, y para efectos de apuntar primero a
la sexualidad masculina y segundo a otras de las reas
de la masculinidad, es que se llev a cabo la investi-
gacin y la posterior publicacin del trabajo Explo-
tacin sexual comercial y masculinidad. Un estudio
regional cualitativo con hombres de la poblacin ge-
neral, en el marco del proyecto subregional de OIT/
Revista Costarricense de Psicologa. 27(40), 2008.
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IPEC Contribucin a la prevencin y eliminacin de
la explotacin sexual comercial en personas menores
de edad en Centroamrica, Panam y Repblica Do-
minicana.
En esta como en otras reas problemticas, en las cua-
les los hombres aparecen como principales responsa-
bles, segn lo indicado al inicio de este trabajo, eso no
se traduce en establecer lneas claras de trabajo con
ellos, por lo que no se apela a la responsabilidad que
les compete y tampoco a la posibilidad de trabajar con
ellos (aspecto que ser retomado ms adelante).
Con base en lo anterior, es posible indicar que algu-
nos de los escenarios mencionados pueden incluir
aspectos de psicopatologa; pero, solo para efectos
de explicar cmo los hombres se meten en los. No
habr referencia a procesos mrbidos en hombres. La
ESC, la violencia intrafamiliar, la violencia social y la
participacin de hombres en ellas, para citar solo tres
ejemplos, no tienen en la psicopatologa su esclareci-
miento ms lcido.
Por los citados razonamientos, este trabajo gravitar
en torno a algunas interrogantes bsicas aplicadas a
varias dimensiones de la experiencia de los hombres:
Qu pasa con la construccin de la masculinidad? y,
de manera especfca, qu sucede con ella para que
los hombres adquieran una identidad cargada de pro-
blemticas (su sexualidad, su conducta, el manejo de
sus afectos)? Qu hace que los hombres necesiten
una demostracin permanente de que son hombres?
Cules son las bases para mostrar tanto temor a la
feminidad y a lo que de ella se desprenda? Qu debe
y qu puede decir la Psicologa al respecto?
IMPLICACIONES Y RETOS DE LA
CONDICIN DEL GNERO MASCULINO
Para caminar hacia el cometido sealado, es necesario
partir del supuesto bsico de que al hablar de hom-
bres y masculinidad, inevitablemente hay referencia
al gnero; al abordar a la masculinidad, se habla de
gnero, como condicin humana bsica. En este caso,
del gnero masculino, aunque a muchos hombres y a
muchas instituciones masculino patriarcales esto no
les suene bien.
En tal sentido, se har un rpido repaso a algunos
conceptos bsicos, que para algunos lectores o algu-
nas lectoras podr ser demasiado elemental. Esto se
hace en tanto es necesario sentar las premisas desde
las cuales parte la refexin y que facilitar el acerca-
miento a las nociones centrales de este trabajo. De ini-
cio, se asume al gnero como uno de los componentes
esenciales de la construccin de la identidad, tanto en
hombres como en mujeres.
Debe recordarse que gnero se refere a una condicin
humana y a una categora terica (sobre todo, desde
el punto de vista de las Ciencias Sociales) y ambas di-
mensiones estn ntimamente implicadas. Desde esta
ltima perspectiva, se trata de un gran dispositivo de
anlisis social. La categora gnero tiene una historia
larga en nuestras vidas: desde la ta que iba a la tienda
para comprar ciertos tipos de gnero, pasando por
las lecciones clsicas en la escuela y el colegio, donde
se le estudia en biologa, en literatura, en msica, has-
ta su propuesta y consolidacin como una herramien-
ta de anlisis social y de accin poltica.
Lo comn en todas ellas es que gnero siempre ha
tenido una funcin de clasifcacin y cuando asume
un estatus terico, a partir de los aos sesenta del siglo
pasado, conserva esa funcin de clasifcacin; en este
caso, respecto de los seres humanos: los clasifca, al
menos, en masculino y femenino. Esta funcin noso-
lgica va a ser muy importante tenerla presente a lo
largo de este trabajo, aunque, como se ver luego, su
tarea no se reduce solo a propsitos clasifcatorios.
Es en esa poca cuando el movimiento feminista, re-
tomando la propuesta de la categora gnero de John
Monney, la reconceptualiza y la elabora mucho ms
hasta llegar a desarrollar la hoy conocida Teora de
Gnero, con la cual hay una alusin crtica a la dis-
criminacin histrica que han venido sufriendo las
mujeres en los sistemas socioculturales, sobre todo de
origen y mdula patriarcal.
Revista Costarricense de Psicologa. 27(40), 2008.
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Esta idea de referirse crticamente a tal discriminacin
tiene que ampliarse, entonces, hasta comprender a la
teora de gnero como aquel cuerpo de conocimiento
que trata de explicar qu pasa con las diferencias entre
los hombres y las mujeres, diferencias que son lleva-
das a la condicin de desigualdades. Es decir, con esta
teora se intenta, junto con describir diferencias entre
hombres y mujeres, tambin explicarlas y dar un sen-
tido socio histrico y poltico a las desigualdades que
existen entre unos y otras, en el que la discriminacin
de las mujeres ha sido la nota dominante. Con esta
teora, pues, se le pone un alto a las aproximaciones
biologistas y deterministas del ser hombre o del ser
mujer; no es desde la biologa que podamos entender
los procesos desde los que se deviene en hombres o
en mujeres.
Por eso, la Teora de Gnero se convierte en una po-
derosa herramienta sociopoltica de explicacin de
la sociedad y de accin para el cambio sobre esta; es
desde ah que se pretende comprenderla.
Quiz buena parte de lo que explica el por qu el g-
nero est tan alejado de la conciencia cotidiana (y de
otros mbitos tambin; por ejemplo, el cientfco) de
los hombres, tenga su raz en esta gnesis de su acep-
cin moderna: fueron las mujeres quienes lo desarro-
llaron para resolver muchos de sus problemas y los de
la sociedad. Se colige de ah que esto es un asunto de
las mujeres, que son las que tienen problemas!
Para una buena mayora de los hombres, el concepto
y la condicin de gnero est muy alejada de sus vi-
das. No est todava en su agenda discutir esto, pues
an hoy se le relaciona con cuestiones que tienen que
ver con mujeres. Si bien esto es analizado desde sus
connotaciones ms de orden conceptual, tambin se le
ver en la prctica y en la vida cotidiana de los hom-
bres, tanto en sus espacios individuales como colec-
tivos.
Ahora bien, como fue planteado, este alejamiento
tambin se le encuentra en otros mbitos de la vida
social, incluyendo el institucional (del estado o la
sociedad civil). En mltiples ocasiones, se fltra con
facilidad la imagen de que lo relativo a gnero es con
las mujeres y, de un tajo, se aparta lo concerniente a
los hombres.
Por ejemplo, es comn revisar algn reporte acerca de
indicadores de salud, en el cual se referen a polticas
de gnero, y en el que se da cuenta de todo lo que
se ha venido haciendo en torno a y con las mujeres,
lo cual est muy bien. El problema es que el gnero
hasta ah lleg; del gnero masculino se dice poco o
nada.
Hace poco tiempo, en un ejercicio que hacamos con
una organizacin sindical conformada por hombres,
como parte del taller, indagbamos acerca de esto mis-
mo. Se pregunt a los participantes acerca de cmo
podran avanzar en la conformacin de una Secretara
de Gnero en el sindicato. Despus de analizarlo, lle-
garon a la conclusin de que la nica opcin que les
quedaba era solicitar al patrn que contratara mujeres
para que asumieran dicha secretara. En este ejemplo,
adems, se advierte uno de los errores que con ms
frecuencia se cometen: confundir sexo con gnero.
Es obvio que esa situacin a la mayora de los hom-
bres les ha quedado muy cmoda, sin tomar nota de
las implicaciones perjudiciales que acarrea. Esto po-
dra explicar, en parte, como fue apuntado, por qu los
hombres no ven como suyas las cuestiones del gnero
y los posiciona en un lugar relativamente cmodo. Es
decir, las que tienen problemas y por eso inventan co-
sas extraas son las mujeres; ergo, el gnero es un
problema de las mujeres!
Al indicar que no sean convertidas las diferencias en
desigualdades (en este caso, entre hombres y muje-
res), tal apreciacin debe ser extendida tambin a otras
condiciones que hacen a los seres humanos diferentes
entre s, tales como: color de la piel, etnia, creencias
religiosas o polticas, edad, nacionalidad, entre otras.
Es esta consideracin, en particular, la que recuerda
el carcter y las implicaciones polticas que tiene el
gnero en las relaciones interpersonales, sobre todo
si a ello se integra lo concerniente al poder y la forma
como este se distribuye de acuerdo con la condicin
de gnero de la persona.
Revista Costarricense de Psicologa. 27(40), 2008.
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Tal condicin de gnero, segn est construida en el
patriarcado, es maniquea: ser hombre es no ser mu-
jer y viceversa. Esta caracterstica debe revisarse con
mayor detenimiento ya que, con base en nuestra ex-
periencia, la orden de ser hombre es no ser mujer
tiene ms peso en la subjetividad masculina que en su
mandato inverso.
Vale la breve acotacin de que detrs de este mane-
jo se esconde y actan la homofobia y la misoginia,
como muestra de algunos de los mecanismos o insti-
tuciones que el patriarcado ha creado para mantener
el estado de cosas.
La condicin de gnero excluye, distribuye; tiene que
ver con deberes y con prohibiciones, tanto para hom-
bres como para mujeres. De tales prescripciones, una
buena mayora no est bajo el control consciente de
las personas.
A lo anterior se suma que el gnero o mejor dicho,
los gneros es relacional y complementario, en tanto
algunos deberes de un gnero son prohibiciones para
el otro y viceversa. Esto obedece a que los gneros tal
y como estn construidos deben ser complementarios,
segn lo que se le plantea a hombres y a mujeres en
ciertos momentos de la vida. En fn, los gneros son
una serie de prescripciones y proscripciones que el
sistema demanda de los sujetos concretos; de forma
tal que hombres y mujeres actan en forma cruzada
la mayora de las veces.
En este marco de la vida social juega un papel funda-
mental la sexualidad. Por tal motivo, de ese mbito,
se extrae el ejemplo paradigmtico condensado en la
famosa y extendida sentencia que se les da a las muje-
res Los hombres llegan hasta donde usted se lo per-
mita!, con la cual se empata la orden que reciben los
hombres de Insista hasta ver dnde ella afoja!.
Es decir, hay complementariedad en cuanto a los men-
sajes que se trazan a la feminidad y a la masculinidad,
a los hombres y a las mujeres. Ello opera de esta ma-
nera precisamente para que el sistema se pueda soste-
ner, si no simplemente no subsiste al no engranar las
piezas fundamentales del orden establecido. De esa
forma, a una masculinidad hegemnica o dominante
se la debe entroncar con una feminidad hegemnica o
dominante y, tambin, en forma recproca.
En forma marginal y breve, debe decirse que quiz
muy infuenciadas por las ideas dominantes en Psi-
cologa y Sociologa, sobre todo en los Estados Uni-
dos en la segunda mitad del siglo pasado, en algunas
lneas tericas acerca del gnero subsiste todava la
idea de que este es un asunto de roles, de conductas
o de discursos. Consideramos que ello es as en parte,
pues si bien el gnero tiene que ver con tales com-
ponentes tambin incluye la subjetividad, el mundo
interno, el imaginario, que acta en ocasiones de ma-
nera mucho ms fuerte que la realidad externa obje-
tiva. Esta dimensin est constituida por emociones,
pensamientos, sentimientos, temores, fantasas, ansie-
dades, la forma de amar y vincularse afectivamente y,
por lo tanto, tiene que ver con el cmo me relaciono
conmigo mismo.
Como un aspecto puntual que se desprende de esta
forma de estructurar los gneros y de las asignaciones
que a cada uno se le imponen, entre otras derivaciones,
las anteriores refexiones llevan a la consideracin de
los procesos de autocuidado en las personas. Si se es-
tn revisando los procesos de vinculacin humana, la
dimensin de autocuidado es fundamental y, de algu-
na manera, pretendemos el cuestionamiento respecto
de este tema en los hombres. Lo cierto es que un buen
indicador de salud y bienestar lo dan aquellos peque-
os y grandes detalles conexos con la forma como se
cuidan y protegen los seres humanos y, de ah, a cmo
cuidan y protegen a otros y al medio.
Por esto se requiere estar claros en cuanto a que el
gnero no es solo un asunto de mujeres. Es una cons-
truccin personal que, no obstante, se va dando en
colectivo, mediante el proceso de socializacin de
todas las personas; es un proceso histrico social que
debe apreciarse a la luz del surgimiento y desarrollo
del patriarcado.
Es preciso sealar que en ciertas lneas de los estudios
de la masculinidad se integran otras visiones y no solo
Revista Costarricense de Psicologa. 27(40), 2008.
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se alimentan de la teora de gnero. Esta teora inspira
y da basamento a los primeros trabajos en masculini-
dad y sigue siendo un soporte incuestionable. Si bien
pueden darse otras aproximaciones masculinistas
que no contemplan sus aportes, en nuestro criterio, se
quedan cortas en su alcance ya que las luces que han
brindado las posiciones gnero sensitivas y otras de
raz feminista tienen un lugar ya consolidado.
Pero, tal y como la entendemos, la teora de la mas-
culinidad va ms all, considera otras fuentes tericas
y metodolgicas. Entre lneas, algunas se insinuaron
prrafos atrs. Otras tienen que ver con las lneas m-
tico poiticas, las jungianas, las de reivindicacin de
minoras o grupos especfcos (por ejemplo, grupos
gay), la perspectiva socialista, para mencionar solo
algunas pocas.
Existe una serie de consideraciones de tipo concep-
tual y metodolgico que los postulados de la teora de
gnero no incluyen, lo cual no solo es comprensible
sino justifcable, desde diversas fuentes de argumen-
tacin.
INSTITUCIONES DEL PATRIARCADO
Se ha insistido en enmarcar toda esta discusin en
el contexto del patriarcado, que es el sistema socio-
cultural ms amplio que cobija e impregna la vida de
los seres humanos desde hace varios miles de aos.
En ese sentido, entre otras, son bsicas cuatro insti-
tuciones del patriarcado para comprender mejor la
discusin llevada hasta este punto y que tienen una
determinante infuencia en la construccin de la mas-
culinidad y en la vida de los hombres.
1-Falocentrismo. La vida del hombre (y de gran par-
te de la sociedad, en general) gira en torno al falo.
Es, pues, una sociedad falocntrica, en la que el
falo adquiere el lugar de smbolo de poder que es-
tructura y defne la identidad masculina. Por eso,
vale acotar, pene no es lo mismo que falo: falo ad-
quiere caracterstica de smbolo, que se instaura en
la subjetividad individual y colectiva y que tras-
ciende una dimensin biolgica. Mientras el pene
es una estructura anatmica del macho de la especie
humana, el falo es una estructura simblica que se
instaura en la psique individual y colectiva; el falo
simboliza poder en el patriarcado.
Esta institucin patriarcal tiene implicaciones di-
rectas en la sexualidad masculina, al igual que
para otras dimensiones: para muchos hombres, la
sexualidad est relacionada directamente con la ac-
tividad coital y al fnal de cuentas, de manera es-
tricta y precisa, con la penetracin. Por tal razn,
el cuento aquel de que no pas nada si no hubo
penetracin contina muy vigente en la Psicologa
de la sexualidad masculina. Se trata, pues, de una
actividad sexual en la que si bien est en funciona-
miento el pene, la forma como esto se asume hace
que vaya ms all de una mera relacin anatmi-
co fsiolgica. Incluso, en muchos casos, adquiere
connotaciones autnticas de poder de dominacin
en la relacin.
Esta vida centrada en el funcionamiento del falo
hace que muchos hombres presenten difcultades
de todo tipo en la vivencia de su sexualidad. Mu-
cho de esto lo hemos venido investigando, lo cual
ha permitido encontrar implicaciones negativas,
como por ejemplo, el que muchos hombres tengan
prcticas sexuales poco seguras, con el agravante
de que ello est en la base de los mecanismos de la
transmisin del VIH-SIDA, del virus del papiloma
humano (VPH), de las ITS, de los embarazos no de-
seados y de la explotacin sexual comercial, entre
otras problemticas de grave incidencia social.
Es decir, cuando se revisan varios componentes de
la dinmica social, entre ellos algunos de los for-
mulados, en la base de todos se encuentran las con-
cepciones y las prcticas sexuales de los hombres,
que constituyen uno de los componentes de mayor
peso en la identidad masculina y en la prctica so-
cial concreta de muchos de ellos.
Como ilustracin, en la explotacin sexual comer-
cial es fcil detectar que detrs de ella existe fun-
damentalmente una forma de concebir y vivir la
Revista Costarricense de Psicologa. 27(40), 2008.
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sexualidad por parte de gran cantidad de hombres;
adems de visiones y acciones concretas en la rela-
cin con las mujeres y con otros hombres.
Esta realidad, tal cual, la hemos venido detectan-
do y estudiando en los ltimos aos en las tareas
del Instituto WEM y en nuestra prctica clnica.
Estas ideas, concepciones y prcticas acerca de la
sexualidad, se hallan entre hombres de muy diver-
sas procedencias y condiciones sociodemogrfcas:
empresarios de diversas actividades, campesinos,
profesionales, policas, analfabetos, docentes y es-
tudiantes universitarios, hombres heterosexuales,
hombres homosexuales.
2-Androcentrismo. Es considerar al hombre como
centro de todo, lo masculino defne lo cultural. Ser
hombre es importante y lo importante es ser hombre.
El androcentrismo conlleva a que lo masculino y el
hombre sean el punto de referencia de lo real. Tiene
muchos alcances de la relacin del hombre consigo
mismo y con los dems y tanto para hombres como
para mujeres en muy diversos mbitos de sus vidas,
desde sus primeros aos de existencia.
Esta institucin, caracterstica del patriarcado, se da
en consonancia con una sistemtica infravaloracin
de lo femenino y de las mujeres, proceso que data
de miles de aos y que, en la actualidad, tiene plena
vigencia. A su vez, se relaciona de manera directa
con la siguiente institucin.

3-Misoginia. Esto es el odio y el desprecio por lo fe-
menino y las mujeres, desde justifcaciones de or-
den religioso, ideolgico y flosfco. En este punto
en particular, el razonamiento podra extenderse; no
obstante, es oportuna una breve mencin: sostene-
mos la tesis y tratamos de indagarla ms, de que
detrs de este rechazo de lo femenino por parte de
las instituciones patriarcales, se encuentra, ms que
nada, un profundo temor. Es decir, se odia lo te-
mido. Y este temor tiene profunda raigambre en la
sexualidad femenina aunque en otras dimensiones
tambin, en especial lo relativo a la reproduccin
y al placer.
Dems est decir que, detrs de las viejas artimaas
que se hicieron en la antigedad para ir quitando a
las mujeres y a las divinidades femeninas en posi-
ciones de poder y de adoracin desde los albores
mismos de la humanidad, hubo manejos muy mi-
sginos. Estos son procesos que datan de miles de
aos y que an hoy continan en uso y en plena
accin. Uno de los ardides ms utilizado fue con-
vertir todo lo femenino en monstruoso (dragones,
serpientes, monstruos marinos) que deban ser eli-
minados para bien de la colectividad. En el Gne-
sis, es una serpiente la que incita a la desobediencia
a una mujer! y con ello se acarrea una multipli-
cidad de castigos y de consecuencias negativas para
la humanidad.
Lo anterior no niega que todava, en algunas cos-
movisiones o tradiciones religiosas, esa ancestral
presencia de lo femenino sigue vigente; es decir, su
desaparicin no se ha logrado del todo. Por eso, se
le sigue temiendo, al poder femenino todava se le
guarda recelo y de ah la pretensin de dominarlo.
Hablar de la serpiente para referirse a las mujeres o
a la esposa sigue siendo moneda comn en ciertas
tertulias de hombres. Quiz en algunos casos, in-
cluso, la serpiente no tiene mayor presencia en la
biodiversidad de determinados pueblos, lo que no
impide su presencia en la produccin de la fantasa
y el imaginario de tales conglomerados humanos.
No abundan en su medio, pero s en el inconsciente
colectivo de esos grupos.
4-Homofobia. Alude no solo al rechazo de una rela-
cin franca, directa, explcita entre dos personas del
mismo sexo o a la orientacin sexual homosexual.
Esto aplica sobre todo en los hombres y tiene que
ver con aquello que acerque a lo homosexual o
eventualmente a lo misgino; esto es, no parecerse
a las mujeres (por lo menos como roles o conductas
estereotipadas, pues lo cierto es que muchos hom-
bres homosexuales en poco se parecen a muje-
res). Vale sealar ac la interrelacin y la estrecha
cercana que existe entre todas estas instituciones
y sus expresiones en hombres (y en mujeres tam-
bin).
Revista Costarricense de Psicologa. 27(40), 2008.
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Por lo anotado, para el caso de los hombres, debe de-
cirse que si la homofobia fuera solamente rechazar a
hombres cuyo objeto ertico son personas de su mis-
mo sexo, sera ms sencillo resolver el asunto; pero,
esto va ms all. Tenemos muchos comportamientos
homofbicos, sin darnos cuenta, en nuestras vidas co-
tidianas y estamos envueltos en ellos de manera sutil
y solapada. La homofobia cercena y limita muchas de
las posibles expresiones afectivas que muchos hom-
bres pueden y quieren expresar, incluyendo las dirigi-
das a mujeres y a hijos.
La combinacin de algunas de las implicaciones que
tiene el accionar de estas cuatro instituciones en la
vida concreta de los hombres es que les lleva a con-
ducirse de manera inapropiada, tanto para s mismos
como para el resto de la colectividad.
De esta forma, encontramos hombres que para sentir-
se tales acuden a mostrar una virilidad temeraria y pe-
ligrosa, que se traduce en no demostrar sentimientos
profundos (sobre todo los suaves), en la obsesin
de ser importante, en proteger y defender territorio
hasta la confusin con el control o en la necesidad
de controlar a otros(as).
Igual han aprendido que los seres humanos son tam-
bin una especie biolgica ms y que, en esa condi-
cin, tambin los machos humanos marcan el terri-
torio. Quiz no recurren a las formas que la biologa
ha dotado a las especies para tal menester, pero s lo
hacen en formas ms sofsticadas y solapadas, adver-
tidas desde la cotidianidad ms ingenua hasta escenas
de muerte, sobre todo de mujeres. Esto por cuanto
dentro del territorio que se protege y defende o con-
trola entran las mujeres, como parte de la propiedad.
Nuestra experiencia diaria en el trabajo con hombres
confrma estas apreciaciones.
Es obvio y esperable, por lo tanto, que esta forma de
ser convertidos en hombres les da un acercamiento a
la violencia, a ser temerarios, a no temer riesgos o pe-
ligros, a estar siempre listos para una aventura sexual
(esto es poder lograr una ereccin rpida y penetrar),
a ser fuertes como un roble, a tener poder y control,
a proveer (pese a que muchas veces no se cumple) y,
volviendo al lugar ya sealado, a una evidente falta de
autocuidado en su salud fsica y mental.
Otros costos de esta masculinidad pueden ser observa-
dos en algunos indicadores que muestran los riesgos
que tienen los hombres, ms que las mujeres, de sufrir
y morir por causa de infartos al miocardio, por coli-
sin de vehculos, por asfxia por sumersin, por cada
accidental, por electrocucin, por homicidio (a manos
de otro hombre desconocido), por suicidio. Adems,
por accidentes de trnsito, por cncer de prstata, por
enfermedades circulatorias, por enfermedad hiperten-
siva, por enfermedad isqumica coronaria y por enfer-
medades cerebrovasculares.
Por lo menos en Costa Rica, en los ltimos aos, el
SIDA aument en hombres que tienen sexo con hom-
bres; la razn por gnero sigue teniendo mayor peso
en los hombres la que, si bien disminuy, sigue te-
niendo una desproporcin evidente. Es obvio que
todo esto tiene que ver con el cmo los hombres se
relacionan consigo mismos, con su cotidianidad, con
su sexualidad y con otras personas.
Es necesario detenerse un poco ms en esto ltimo.
Es evidente que, para muchos hombres, la sexualidad,
ms que un rea de desarrollo y crecimiento humano,
se torna en un campo de batalla, de demostracin, de
competencia y de avasallamiento. Es indiscutible que,
as, no hay lugar para el autocuidado, lo que sin ma-
yor retraso los puede llevar, entre otras cosas, a ries-
gos asociados con ITS, con el VIH, con el VPH, con
embarazos no deseados y tambin con eventuales los
legales.
Sin las anteriores consideraciones es difcil establecer,
por lo tanto, polticas pblicas, sistemas y programas
de salud dirigidos a los hombres. Si, por ejemplo, no
se establecen en forma inmediata sistemas de cambio
de actitudes del hombre en relacin con la deteccin
temprana del cncer de prstata o de complicaciones
cardacas, los ndices de mortalidad van a aumentar.
Es imposible pensar en un programa de atencin si
no incluye el trabajo con el gnero masculino, si no
Revista Costarricense de Psicologa. 27(40), 2008.
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se ataca la homofobia y la hombra malentendida que,
a muchos de ellos, les impide tomar previsiones. Lo
hemos trabajado en grupos de hombres y, ante otra
problemtica, se les pregunta de sopetn, por qu ser
que muchos hombres le pagan ms a una trabajadora
del sexo para que permita la penetracin sin protec-
cin, a sabiendas del enorme riesgo que corre con tal
conducta, ante la cual la reaccin es de perplejidad o
confusin. Si no se ahonda en la base de la sexualidad
masculina en estos casos ilustrativos poco se podr
lograr, en tanto el efecto del placer sexual inmediato
est muy presente en la psicologa masculina, impo-
nindose a las acciones a largo plazo, que son la base
de la prevencin.
Aunque suene como pensamiento burdo, para mu-
chos hombres, verse a s mismos, cuidarse, es como
ser una mujer. Es mostrar signos de debilidad y lite-
ralmente ser un pendejo. Se requiere, por lo tanto,
contrarrestar la sensacin de invulnerabilidad o el ya
mencionado sndrome de normalidad que padece la
mayora de los hombres.
Este sndrome es muy insidioso pues les lleva a asu-
mir que nada va a pasar, que son como un roble o que
son inmunes y se les encuentra en la vida cotidiana
con extrema facilidad. Abordarlo implica, literalmen-
te, ensear o facilitar que los hombres puedan hacer
lo de El caballero de la armadura oxidada (Fisher,
2001): tienen que ir deshaciendo esa coraza, mediante
un profundo y autntico reencuentro consigo mismos.
La cuestin se complica cuando se detecta que esto
tambin tiene que ver con las mujeres, quienes desde
la feminidad hegemnica y tambin desde la mascu-
linidad hegemnica, asumen como suyas las tareas
que corresponden a los hombres: Es que mi marido
no se cuida!, Ayer perdi la cita que llevo tres me-
ses buscndole! o, literalmente Es que es como un
chiquito... no hace caso!.
Una cosa es que las compaeras sean solidarias con
las tareas de los hombres y otra muy diferente es que
arreglen los asuntos de ellos, porque o los asumen los
hombres o los asumen los hombres.
Ser necesario contrarrestar la masculinidad hegem-
nica y sus consecuencias; es decir, como lo manifesta
Rivera Medina (1991), ser hombre se puede sintetizar
en las tres p: poseer poder, tener privilegios y su-
frir penurias. Ser hombre se paga y tiene sus costos,
como ya ha sido expuesto.
De acuerdo con las tendencias revisadas, hay refexio-
nes que asustan: en este momento un macho que nace
y es convertido en hombre, tiene ms posibilidades,
que una nia o una mujer, de morir por suicidio, por
homicidio, por accidentes de trnsito, sufrir infarto o
morir por complicaciones asociadas con hipertensin
o caer en ESC. Esto por el solo hecho de ser hombre y
eso que es el fuerte de la especie.
QU HACER?
Es pertinente una indicacin que deber tenerse pre-
sente en todo momento y que evitar malos entendi-
dos: no se intenta el abordaje de hombres, en cual-
quiera de las problemticas indicadas, desde una
perspectiva de patologa, como factor que acerque al
asunto y menos como medio explicativo. No se parte
de hombres enfermos que deben ser curados. Desde la
Psicologa, la Psicologa clnica y la Psiquiatra esta-
mos muy propensos a sustentar y vaticinar situaciones
acudiendo al expediente de los procesos mrbidos y
anormales.
Es preciso sealar y entender que estos asuntos en los
que se ven envueltos los hombres ms bien apuntan a
la norma: los usos, costumbres y formas de vincu-
lacin que el patriarcado les ha heredado y exige. En
estas disciplinas de la psi no estamos exentos de las
trampas ideolgicas del patriarcado.
Precisamente por eso pretender el trabajo con hom-
bres implica, en forma obligada, la toma de posicin
y transitar por opciones desde lo tico, lo poltico, lo
terico y lo metodolgico en relacin con la cuestin
de los gneros y las diferentes situaciones de ah de-
rivadas. En s mismo, el tender a la reconstruccin de
relaciones genricas, conlleva la accin poltica, en
tanto tal tarea se asume como aquella que busca un
Revista Costarricense de Psicologa. 27(40), 2008.
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sistema social diferente, equitativo, justo y democr-
tico. Desde esa perspectiva, involucrar a los hombres
en acciones de cuestionamiento acerca de las bases
de su masculinidad enlaza, necesariamente, con el
cmo articularlas con las tareas llevadas a cabo por
organizaciones de mujeres, tanto para metas de tipo
general como para las ms especfcas (tales como el
enfrentamiento de la violencia en sus ncleos familia-
res o relaciones prximas; las tareas de la paternidad
y cuido en general; la toma de decisiones en forma
democrtica y participativa, entre otras). Es decir, con
la refexin que se logre con los hombres, es posible
aspirar a una mejora sustancial en sus propias vidas y
en las de personas cercanas. Esto puede visualizarse
de manera ms clara si se trata de la violencia intrafa-
miliar y de gnero, una de las reas ms urgentes de
intervencin y en la que, desde la Psicologa, muchas
colegas vienen haciendo una labor importante (con
una menor participacin de los colegas).
Esta toma de posicin implica, adems, la claridad de
no entrar en el activismo sin mayor nocin de la ruta
que se est trazando y la meta que se quiere alcanzar.
Trabajar con lo masculino exige de prepararse en lo
personal, en primera instancia, y en lo cientfco pro-
fesional, posteriormente.
De esta forma, nuestra disciplina no puede permane-
cer impasible y quienes pretendemos hacer psicologa
tenemos que actuar conforme principios, valores y
formas de concebir la realidad. Al fnal, ser necesa-
rio enfrentar el dilema de perpetuar el estado de cosas
o proponer y actuar para el cambio. Y en esto no se
puede andar con rodeos o eufemismos; lo cierto es
que, al igual que otras disciplinas, la Psicologa no ha
escapado a los mandatos androcntricos y patriarca-
les, por lo menos en sus propuestas ms generales y
aliadas con el sistema.
Es obvio que, por lo tanto, lo relativo al gnero no
escapa de tales refexiones. En tareas de primera lnea
para nuestra disciplina, tales como la socializacin,
la edifcacin de vnculos humanos, la elaboracin de
sistemas de convivencia ptimos, y otros ms, siguen
pendientes materias que demandan nuestra atencin y
acerca de las cuales mucho podemos y tenemos que
decir y hacer.
Acorde con esta concepcin acerca de lo implicado
en las relaciones de gnero y el papel de la Psicologa
en todo ello, no queda otra ms que optar por el cam-
bio social, aportando elementos que coadyuven a la
consecucin de la democracia de gnero y, como ms
recientemente se le denomina, la equidad de gnero
para el desarrollo (en la que hombres y mujeres, con
sus diferencias y con su igualdad de derechos, apor-
tan a la causa de una humanidad mejor para todos y
todas).
De manera puntual, se propone caminar desde tener
a los hombres con y haciendo problemas a hombres
problematizados, inquietos y molestos con las cosas
tal y como estn.
Se est ante tareas y responsabilidades histricas. Los
hombres estamos llamados a asumirlas no solo por-
que debemos, sino porque podemos hacerlo. Si se da
la oportunidad, se logran buenos resultados. Es nece-
sario que nos asumamos como parte de la solucin y
no solo como el problema.
Son muchas las reas de la vida social (pareja, fami-
lia, afecto, erotismo, amistad) que se veran altamente
benefciadas si se logra que los hombres refexionen
y acten de manera diferente. Lo cierto es que de la
forma como vienen siendo hombres, buena cuota de
perjuicios es lo que les ha acarreado.
Con esos propsitos, desde la Psicologa, un acerca-
miento preliminar a lo que podra ser un plan general
de trabajo en la construccin de nuevas masculinida-
des podra contemplar, al menos, los niveles bsicos
de la planifcacin en servicios sociales.
En primer lugar, se ubica la Promocin, entendida
como el nivel de abordaje que busca elevar la cali-
dad de vida y el bienestar en general y pretende in-
cidir en los ambientes en donde las personas viven y
se desarrollan. Consiste en la promocin de formas
alternativas de ser hombres e implica la promocin
Revista Costarricense de Psicologa. 27(40), 2008.
64
de masculinidades que respeten la equidad y los de-
rechos humanos y, en general, formas ms sanas de
interaccin de los hombres consigo mismos, con los
otros hombres, en el ejercicio de la paternidad, con la
pareja, con las mujeres en general.
En segundo lugar, est la Prevencin. Se la concibe
como un conjunto de procesos basados en la partici-
pacin social y orientados a estimular las potenciali-
dades individuales y colectivas, con el propsito de
identifcar, reducir y erradicar los factores de riesgo
personales, familiares, comunales, institucionales,
sociales y estructurales que condicionan, propician
y perpetan algunas de las consecuencias de la mas-
culinidad, tal y como est construida. De esta forma,
se est de cara con las acciones dirigidas a prevenir
la violencia intrafamiliar y de gnero, la explotacin
sexual comercial, la salud, la accidentabilidad, los
procesos de pareja y afectivos en general, para citar
solo algunos posibles mbitos de trabajo. Es reiterati-
vo decir que justo en estas problemticas, los hombres
aparecen como los principales responsables y autores
de conductas no adecuadas para la colectividad.
Otro ejemplo en esta misma lnea lo constituye la
ESC, ante la cual hemos propuesto tomar como punto
de partida las condiciones particulares que ofrece la
ruta crtica y que nos aclara que no todos los hombres
estn en el mismo nivel de riesgo de incurrir en esa
nociva y delictiva prctica. (Salas y Campos, 2004).
Desde ese marco se considera prioritaria, sobre todo,
la educacin para la sexualidad, de manera franca y
abierta, con algunas particularidades de los hombres.
Las relaciones de gnero, el respeto y la equidad sern
las piedras angulares de esa educacin.
Finalmente, se propone la Atencin especializada.
Esta consiste en la atencin como parte de un proceso
de reeducacin ms amplio y ms profundo dirigido
a situaciones en las que las problemticas ya se estn
manifestando en forma directa y franca, que tiene sen-
tido en la medida que se oriente hacia la prevencin
de nuevos incidentes y hacia la rehabilitacin (por
ejemplo de violencia). Est dems decir que no todos
los hombres requeriran atencin especializada. Como
ilustracin, en el caso de la violencia, la atencin es-
pecializada sera la intervencin teraputica con hom-
bres adolescentes o adultos que ya han presentado
incidentes de violencia de riesgo bajo o que ejercen
patrones de control abusivos hacia sus parejas.
Son niveles entrelazados, cuyos alcances y lmites
debern trazarse con la sufciente fexibilidad y capa-
cidad de ajuste para situaciones particulares. La Psi-
cologa como disciplina y quienes aspiran a hacerla
crecer, tienen por delante muchas y variadas tareas
que conducen, en forma inevitable, a una profunda
revisin de sus races y de las columnas que la han
sostenido por dcadas; una de ellas consiste en anali-
zar crticamente la forma en como ha sido abordado lo
referente a los gneros, en particular a los hombres.
Para fnalizar, tres precisiones. La primera es que ex-
plicar algo no implica justifcarlo; nada justifca las
acciones de los hombres que perjudican a otras perso-
nas y a s mismos. La segunda es que no se propone
que sea la Psicologa sola la que enfrente todo esto. Y
la tercera, es que trabajar con hombres no es hacerlo
contra las mujeres y ninguna de las tareas pendientes
podr ser excepcin a esa premisa.
NOTA
1
Este artculo est basado en la ponencia que el autor
present en las Jornadas de Refexin de la Escue-
la de Psicologa de la Universidad de Costa Rica,
realizadas en agosto de 2007; a partir de su propia
experiencia docente, del trabajo clnico y como in-
tegrante del equipo de trabajo del Instituto Costarri-
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66
67
III. Anlisis metodolgico
68
69
APROXIMACIONES TERICAS EN LA ADMINISTRACIN ESTRATGICA
DE RECURSOS HUMANOS: LA TEORA DE LOS RECURSOS
THEORETICAL APPROACHES IN STRATEGIC HUMAN RESOURCE
MANAGEMENT: THE RESOURCE-BASED VIEW
* TOMS VARGAS HALAB
* Funcionario del Instituto Costarricense de Electricidad. Docente del
T.E.C. y U.C.R. Correo electrnico: [email protected]
Revista Costarricense de Psicologa. 27(40), 69-84, 2008.
RESUMEN
En este artculo se revisan los orgenes, los fundamen-
tos y los principales desarrollos de la Teora de los
Recursos. Se abordan sus implicaciones para la Ad-
ministracin Estratgica y la Administracin de Re-
cursos Humanos, as como los principales hallazgos
empricos disponibles en la actualidad.
Palabras claves: Administracin Estratgica, Admi-
nistracin Estratgica de Recursos, Administracin de
Recursos Humanos, Teora de los Recursos, Teora de
los Recursos y las Capacidades, RBV.
ABSTRACT
This article reviews the origins, fundaments and cu-
rrents developments of Resource Based View. Its im-
plications for the Strategic Management and Human
Resource Management are discussed, as well as the
main empirical fndings currently available.
Keywords: Strategic Management, Strategic Human
Resource Management, Human Resource Manage-
ment, Resource-Based View, Resource-Capability
View, RBV.
INTRODUCCIN
Los cambios en la dinmica social en nuestro pas, as
como el desarrollo que ha experimentado la Psicolo-
ga como ciencia y profesin en las ltimas dcadas,
han impulsado la diversifcacin de las reas de in-
sercin de los y las profesionales en esta disciplina.
Uno de los campos de mayor insercin ha sido el or-
ganizacional.
El campo organizacional, como objeto de estudio
cientfco y como espacio para el ejercicio profesio-
nal, se caracteriza por permitir la convergencia de
una gran variedad de disciplinas. De hecho, desde
una perspectiva acadmica se publican cada vez con
mayor frecuencia trabajos que destacan la integracin
entre disciplinas que, tradicionalmente, hemos consi-
derado poco relacionadas, por ejemplo, la Adminis-
tracin y la Fisiologa (Heaphy y Dutton, 2008), la
Psicologa y la Economa (Quintanilla, 2002), o estas
dos ltimas con la Neurociencia (Loewenstein, Rick
y Cohen, 2007).
Desde el punto de vista del ejercicio profesional, las
organizaciones constituyen un espacio en el cual inte-
ractan una gran cantidad de especialistas de diferen-
tes disciplinas. Los y las profesionales en Psicologa
que se desempean en el rea de recursos humanos,
deben, por lo general, interactuar con especialistas
en Planifcacin, Finanzas, Mercadeo, Recursos Hu-
manos, Derecho, Informtica e Ingeniera Industrial,
entre otros. La mayora de estos poseen formacin de
pregrado o postgrado en Administracin, lo cual infu-
ye en el predominio de los enfoques provenientes de
esta disciplina en el campo de los recursos humanos.
As, resulta trascendental para los psiclogos y las
psiclogas quienes trabajan en dicha rea, el conoci-
miento de los enfoques tericos dominantes, en la ac-
tualidad, en la Administracin de Recursos Humanos
(ARH).
Recibido: 04-06-08 Aprobado: 19-08-08
70
El objetivo de este artculo es contribuir a poner en
la escena de nuestra comunidad de profesionales, uno
de los enfoques de mayor trascendencia actual en la
Administracin Estratgica (AE), cuya infuencia en
el campo de los recursos humanos ha sido fundamen-
tal. Dicho enfoque ha sido denominado Teora de los
Recursos (Resource Based View, RBV, por sus siglas
en ingls) y se ha constituido en la piedra angular para
el reconocimiento de la ARH como una disciplina de
valor estratgico para las organizaciones. Para ello,
se abordan los principales conceptos, argumentos y
la evidencia emprica a favor del RBV, as como los
desarrollos que han tenido las mayores implicaciones
para la ARH, en especfco, el enfoque de capacidades
dinmicas, competencias fundamentales, administra-
cin del conocimiento y aprendizaje organizacional
(Wright, Dunford y Snell, 2001). Aunque en este tra-
bajo no se realiza una revisin exhaustiva de toda la
literatura relacionada con el RBV, se ha recurrido a
autores seminales en el campo, publicaciones de reco-
nocido prestigio y las ms recientes sntesis de litera-
tura emprica en esta rea, con el fn de poder ofrecer
una perspectiva sinttica, a la vez que lo sufciente-
mente global y actualizada de dicho enfoque.
Es importante destacar que existe una segunda ver-
tiente de enfoques de recursos humanos de reconoci-
do valor estratgico, denominados por Delery y Doty
(1996) como universalista, contingente y confgura-
cional. Estos han cobrado relevancia en la medida en
la cual los argumentos del RBV han tenido un amplia
aceptacin en el campo de la AE. Sin embargo, no
constituyen una extensin o evolucin de los argu-
mentos centrales del RBV. Por esta razn, as como
por las limitaciones de espacio, dichos enfoques se
abordarn en un escrito posterior.
CONCEPTOS BSICOS
Antes de exponer los principales argumentos del RBV
es conveniente defnir con mayor claridad algunos
conceptos relacionados con la AE.
El tpico central de inters de la AE, tanto en el nivel
acadmico como en el aplicado, ha sido comprender
cmo algunas empresas logran mantener la ventaja
de manera sostenida sobre sus competidores (Teece,
Pisano y Shuen, 1997; Barney, 1991; De Oliveira y
Fensterseifer, 2003).
En cuanto al concepto de estrategia, Mahoney y Pan-
dian (1992) la defnen como la continua bsqueda de
rentas o ganancias por parte de las empresas. Grant
(1991), por su parte, tomando en consideracin los
procesos que implica, la conceptualiza como el acople
que una empresa realiza entre sus recursos y capaci-
dades con las oportunidades y los riesgos existentes
en su entorno.
En relacin con la ventaja competitiva, esta se logra
cuando una empresa desarrolla una estrategia que ge-
nera valor, la cual no puede ser simultneamente im-
plementada por ningn competidor actual o potencial.
Se considera sostenible en la medida en la cual dichos
competidores son incapaces de duplicar los benefcios
obtenidos de ella y, adems, los esfuerzos por repli-
carla han cesado (Lippman y Rumelt, 1982; Barney,
1991; Wright, McMahan y McWilliams, 1994). Esto
no excluye, evidentemente, que cambios drsticos
en el entorno, tales como variaciones en la estructu-
ra econmica, redefnan el valor de una estrategia al
modifcar las condiciones bajo las cuales la ventaja
competitiva existe (Barney, 1991; Boxall y Purcell,
2000). Como veremos ms adelante, esta situacin
ha desplazado el inters por el origen de la ventaja
competitiva en un momento determinado hacia los
mecanismos por medio de los cuales esta es renovada
continuamente en entornos de cambio.
Por otra parte, es importante establecer la diferencia
entre la ARH y la Administracin Estratgica de Re-
cursos Humanos (AERH). La primera se orienta al
desarrollo y la aplicacin de tcnicas especfcas en
las reas de seleccin, entrenamiento, evaluacin de
desempeo y compensacin (Wright y McMaham,
1992). Esta disciplina se caracteriza, fundamental-
mente, por un enfoque microanaltico (Duberley y
Burns, 1993); por ejemplo, tpicamente la capaci-
tacin se abordara en trminos de las necesidades
de entrenamiento que un individuo o departamento
Revista Costarricense de Psicologa. 27(40), 2008.
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requiere para desempear sus actividades en el corto
plazo, con muy poca o ninguna consideracin de la
estrategia que sigue la organizacin como un todo.
En el caso de la AERH, disciplina que nace en los
aos ochenta con el trabajo de Devanna, Fombrum y
Tichy (1984), el enfoque es mucho ms macroanal-
tico ya que busca integrar los esfuerzos organizacio-
nales en el campo de los recursos humanos con el fn
de apoyar la estrategia que la empresa despliega (Du-
berley y Burns, 1993; Boxal y Purcell, 2000). En el
caso del ejemplo anterior, la capacitacin se enfocara
en funcin de las necesidades de formacin necesa-
rias para apoyar la estrategia de la organizacin en el
mediano y en el largo plazo. Valga sealar que ambos
enfoques son importantes en tanto refejan dos nive-
les de accin complementarios en la gestin de recur-
sos humanos (Duberley y Burns, 1993). Sin embargo,
despus de los aos noventa, la AERH ha tomado ma-
yor relevancia debido a la amplia aceptacin de los
argumentos centrales del RBV en la AE.

ANTECEDENTES
En la AE han predominado dos enfoques. El primero
enfatiza la importancia de los factores exgenos de
la empresa, y el segundo los elementos endgenos de
esta como base para lograr a ventaja competitiva.
El primero ha sido denominado de fuerzas competi-
tivas y fue el paradigma dominante durante los aos
ochenta. Sus orgenes se encuentran en los campos de
la Economa Industrial; se basa en el esquema estruc-
tura conducta desempeo propuesto por Mason y,
posteriormente, elaborado por Bain (Conner, 1991;
Ramrez, 2003). Este, bsicamente, establece que es
la estructura del sector en el cual se desempea una
organizacin la que condiciona su conducta o estra-
tegia, lo que, a su vez, infuye en los resultados que
logra obtener (Teece, Pisano y Shuen, 1997). De ello
que el anlisis se dirija a determinar las condiciones
ambientales que favorecen el alto desempeo de la
empresa en un determinado sector (Dierickx y Cool,
1989; Grant, 1991; Boxall y Purcell, 2000).
Este enfoque logra su culminacin mxima en la AE
con el texto de Porter (1980) sobre estrategia com-
petitiva. Este autor establece que el potencial de un
determinado sector para obtener benefcios econmi-
cos est delimitado por cinco fuerzas competitivas,
a saber: barreras de entrada, productos o servicios
substitutos, poder de negociacin de los comprado-
res, poder de negociacin de los proveedores y la
rivalidad entre los miembros del sector. De acuerdo
con este modelo, la organizacin debe buscar aquella
posicin que le permita defenderse o infuir en estas
fuerzas competitivas para que acten a su favor. La
estrategia es concebida como una serie de posiciona-
mientos en el mercado, por lo que el potencial de la
organizacin para generar valor queda relegado a un
segundo plano.
El segundo enfoque es el RBV. Los principales ar-
gumentos de este fueron inicialmente planteados por
Penrose (1959), cuya infuencia es considerada fun-
damental en el campo (Boxall, 1996; Boxall y Pur-
cell, 2000; Lpez, 2001; Rugman y Verbeke, 2002).
El RBV ha sido la perspectiva dominante en la AE
desde los aos noventa hasta la actualidad (Conner,
1991; Boxall y Purcell, 2000; Mahoney, 2001; New-
bert, 2007). En este enfoque, la heterogeneidad entre
los recursos y las capacidades de las empresas tienen
un papel fundamental en la ventaja competitiva. Este
aspecto se tratar con ms detalle en el siguiente apar-
tado.
EL PAPEL DE LA HETEROGENEIDAD
DE LOS RECURSOS Y LAS
CAPACIDADES
El enfoque de las fuerzas competitivas adopta implci-
tamente tres supuestos, a saber: a) en el mismo sector
las empresas son similares en trminos de los recur-
sos y las capacidades estratgicamente relevantes, as
como en cuanto a las estrategias que pueden adoptar;
b) en caso de que se desarrolle heterogeneidad entre
las empresas de un mismo sector, por ejemplo, debido
a la entrada de un nuevo competidor, esta ser tran-
sitoria; c) lo anterior es posible en la medida en la
cual los recursos y las capacidades estratgicamente
Revista Costarricense de Psicologa. 27(40), 2008.
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relevantes, as como las estrategias en s mismas, son
altamente imitables y movibles, al menos dentro del
mismo sector (Barney, 1991).
En contraste con estos supuestos, el RBV enfatiza que
existe una distribucin desigual y duradera de recur-
sos y capacidades entre las empresas, incluso dentro
del mismo sector. Si las organizaciones pudiesen ad-
quirir o desarrollar con facilidad los mismos recur-
sos y capacidades no sera factible crear y desplegar
estrategias que generen ventaja de manera sostenida.
De ser as, todas las empresas podran mejorar de ma-
nera similar su efciencia, siendo limitadas nicamen-
te por las caractersticas del sector en el que operan.
De esta forma, cualquier innovacin por ms radical
que fuese podra ser fcilmente adoptada por los com-
petidores. Evidentemente, en dichas condiciones no
resultara posible desarrollar una ventaja competitiva
sostenida, razn por la cual la heterogeneidad cons-
tituye una condicin sine-quan-non para que surja
(Barney, 1991; Peteraf 1993).
El RBV examina, principalmente, el vnculo entre los
recursos y las capacidades desigualmente distribuidos
y la ventaja competitiva, por ello, se considera una
perspectiva que va desde dentro hacia fuera en el an-
lisis de la estrategia (Connor, 2002; Colbert, 2004).
Es fundamental sealar en este punto, un aspecto tras-
cendental en el RBV, la mera posesin de recursos de
naturaleza superior no asegura la ventaja competitiva,
sino las capacidades distintivas que posee la organiza-
cin para hacer el mejor uso de estos (Penrose, 1959;
Mahoney y Pandian, 1992). La evidencia emprica
apoya este argumento (Newbert, 2007).
De esta forma, la existencia de un conjunto de re-
cursos desigualmente disponibles que se combinen
en capacidades organizacionales, constituye una
precondicin para obtener ganancias superiores a la
competencia (Rugman y Verbeke, 2002). Por esto, el
objeto de la investigacin en el campo de la AE se
traslada del comportamiento de una organizacin t-
pica de un sector especfco, a los aspectos internos
que le permiten a una empresa particular alcanzar
una ventaja competitiva sostenida. Los resultados de
la investigacin emprica indican que el efecto de los
factores especfcos de la empresa son mayores a los
del sector en el desempeo organizacional (Barney,
2001). El verdadero reto para la investigacin consis-
te en determinar la naturaleza de dichos factores or-
ganizacionales as como la dinmica de su desarrollo
y renovacin.
La heterogeneidad implica la existencia de una ofer-
ta limitada de factores productivos de naturaleza su-
perior, es decir, aquellos recursos y capacidades con
mayor potencial son tambin los ms escasos. Estos
le permiten a las empresas que los poseen, producir,
a un menor costo, y satisfacer mejor a sus clientes.
Por otra parte, la imposibilidad de ser adquiridos en el
mercado hace que la ventaja pueda ser sostenida en el
tiempo (Peteraf, 1993). Esto pone de manifesto que
existen recursos y capacidades que solo pueden estar
disponibles para la empresa si son desarrolladas inter-
namente (Wernerfelt, 1984; Dierickx y Cool, 1989;
Boxall y Purcell, 2000).
De acuerdo con Wernerfelt (1984), el anlisis de los
recursos y las capacidades as como de los productos y
los servicios de la organizacin, constituyen dos caras
de una misma moneda. La actividad productiva de la
empresa requiere de diversidad de recursos y capaci-
dades, los que logran plasmarse en benefcios median-
te el portafolio de productos y servicios que ofrece la
organizacin. Al respecto, existe una dualidad desde
el punto de vista econmico en la empresa, caracteri-
zada por la presin de maximizar la produccin dado
un determinado nivel de recursos, y por minimizar los
insumos utilizados de acuerdo con el nivel de produc-
cin requerido (Mahoney y Pandian, 1992).
Para Wernerfelt (1984), el anlisis del portafolio de
recursos y capacidades puede ser una herramienta
muy potente para evaluar la posicin estratgica de
la empresa. De esta forma, algunos recursos y capaci-
dades pueden subsidiar el costo asociado al desarrollo
de otros. As, el crecimiento ptimo de la organiza-
cin implicara el balance entre la explotacin de los
recursos y las capacidades existentes y el desarrollo
de los nuevos (Grant, 1991).
Revista Costarricense de Psicologa. 27(40), 2008.
73
Tal como se seal previamente no todos los recur-
sos y las capacidades tienen idntico potencial. Al
respecto, Barney (1991), en un infuyente artculo en
el que sistematiza los argumentos centrales del RBV,
defne las propiedades que deben poseer dichos acti-
vos para servir como base para la ventaja competitiva
sostenida. En el prximo apartado se comentan estas
caractersticas.
RECURSOS Y CAPACIDADES DE
VALOR ESTRATGICO
Los recursos y las capacidades con potencial estra-
tgico son aquellos valiosos, difcilmente imitables,
raros e insustituibles (Barney, 1991). Seguidamente,
se comentan las condiciones con las cuales se da cada
una de estas caractersticas.
a) Valiosos: cuando permiten a la empresa concebir
y desplegar estrategias que mejoran su efciencia
y efcacia (efectividad), y con ello mejorar su po-
sicin en el mercado (Lpez, 2001; Hoopes, Mad-
sen y Walker, 2003)
b) Difcilmente imitables: se cumple cuando se da
una o ms de las siguientes circunstancias: con-
diciones histricas nicas, ambigedad causal,
complejidad social (Armstrong y Shimizu, 2007).
Condiciones histricas nicas. Muchos de los re-
cursos y las capacidades que sustentan la ventaja
competitiva se desarrollan a partir de condiciones
especfcas e irrepetibles que se suceden a lo largo
del tiempo, por lo que son muy difciles de imi-
tar; por ejemplo, una destreza tcnica que cobra
relevancia en una coyuntura inesperada y que le
permite a la organizacin explotar algunas opor-
tunidades que ofrece el mercado. Factores tales
como la cultura y las rutinas organizacionales se
encuentran ligados a la evolucin particular de la
empresa, por lo que, de igual forma, son difcil-
mente imitables. Pese a su potencial estratgico,
tambin constituyen compromisos cuasi irrever-
sibles para la empresa, ya que limitan sus alter-
nativas estratgicas en el corto plazo (Teece, Pisa-
no y Shuen, 1997).
Ambigedad causal. Este trmino fue acuado por
Lippman y Rumelt (1982) para describir aquellos
casos en los cuales la relacin entre los recursos
y las capacidades con los resultados organizacio-
nales no es comprendida o lo es de forma muy
imperfecta. En estas circunstancias, los competi-
dores no pueden determinar cules son las accio-
nes necesarias para duplicar la estrategia (Barney,
1991; Peteraf, 1993; Colbert, 2004). Paradjica-
mente, si la misma empresa logra determinar con
claridad este vnculo, los recursos y las capaci-
dades implicados no podrn ser fuente de ventaja
competitiva sostenida, ya que en el largo plazo la
informacin se difundir entre los competidores
(Barney, 1991).
La ambigedad causal emerge de las interac-
ciones complejas que caracterizan a la organiza-
cin (Colbert, 2004). A ello tambin contribuye
el hecho de que la organizacin tiende a dar por
asegurados recursos y capacidades claves que
nunca llegan a ser objeto de un anlisis explci-
to. Ms an, comnmente se falla en reconocer
que el origen de la ventaja competitiva radica en
un conjunto especfco de recursos y capacidades,
ms que en la combinacin de los productos y los
servicios seleccionados para su despliegue (Die-
rickx y Cool, 1989). Sin embargo, Boxall y Pur-
cell (2000) sealan que es conveniente un poco de
prudencia en relacin con este concepto, ya que si
se lleva demasiado lejos, la AE sera, literalmen-
te, imposible. Pese a ello, Colbert (2004) sostiene
que este aspecto es problemtico solo si se pre-
tende que la AE brinde prescripciones precisas,
en lugar de orientaciones generales acorde con su
naturaleza heurstica como disciplina.
Complejidad social. En los casos en los que la
ventaja competitiva sostenida se origina en fe-
nmenos socialmente complejos, la capacidad
de los competidores para imitarla se reduce sen-
siblemente debido a las grandes difcultades para
el desarrollo planifcado de procesos colectivos
(Barney, 1991; Colbert, 2004). Un ejemplo de
esto son las competencias fundamentales, que de
acuerdo con Prahalad y Hamel (1990) constituyen
Revista Costarricense de Psicologa. 27(40), 2008.
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aprendizajes colectivos en una determinada lnea
tecnolgica o de negocios.
Por otra parte, la tecnologa por ms compleja
que sea no se considera como un recurso difcil-
mente imitable (Barney, 1991). Sin embargo, por
lo general su explotacin requiere de recursos y
capacidades socialmente complejos tales como
rutinas de trabajo, cultura organizacional, equi-
pos de personas experimentados, entre otros. La
combinacin de estos elementos puede dar origen
a sinergias difcilmente imitables que se traducen
en benefcios organizacionales.
Dos conceptos complementan la exposicin de las
condiciones que impiden la imitacin. El prime-
ro es el de mecanismos de aislamiento propuesto
por Rumelt (1982) y el segundo el de desecono-
mas de compresin de tiempo de Dierickx y Cool
(1989). El primero se refere a todos aquellos fac-
tores que protegen a la empresa de la imitacin y
le permiten mantener sus ganancias, tal es el caso
de las condiciones histricas nicas, la ambige-
dad causal y la complejidad social. Estos factores
obligan a la competencia a desarrollar interna-
mente los recursos y las capacidades necesarios
para desplegar la misma estrategia. No obstante,
esta alternativa no est exenta de difcultades a lo
cual alude el segundo concepto. Muchos de los
activos de valor estratgico se desarrollan gracias
a un patrn consistente de inversin a lo largo del
tiempo, el cual, a su vez, se basa en los niveles
precedentes de conocimiento y destreza organi-
zacional. Por esta razn, no es posible comprimir,
de manera proporcional a la inversin de recursos,
el tiempo de desarrollo de tales activos, en virtud
de lo cual si la competencia desea desarrollarlos
debe incurrir en costos desproporcionados (Die-
rickx y Cool, 1989).
c) Raros: los activos que estn disponibles para
un gran nmero de competidores no pueden ser
fuente de ventaja competitiva sostenida. Por otra
parte, existen recursos y capacidades espec-
fcos de la empresa que generan valor y que no
es posible trasladar fuera de ella o, si se hace, su
productividad se ve sensiblemente reducida, por
ejemplo, la combinacin de tecnologas y rutinas
organizacionales (Peteraf, 1993). Dichos recursos
y capacidades resultan inamovibles por lo que
pueden ser fuente de ventaja competitiva sosteni-
da. Esto queda evidenciado en el caso de muchas
empresas que, para poder adquirir una capacidad,
deben fusionarse, realizar acuerdos de coopera-
cin o comprar otra organizacin.
d) Insustituibles: se refere a la inexistencia de re-
cursos y capacidades equivalentes que sean, a su
vez, comunes o imitables. Estos se consideran
estratgicamente equivalentes cuando pueden ser
utilizados para implementar la misma estrategia,
de manera independiente de su similitud. Aqu
lo fundamental es su utilidad en el marco de una
estrategia generadora (equifnalidad) (Barney,
1991).
Algunos autores han sealado que no todas las carac-
tersticas descritas previamente son fundamentales
para la ventaja competitiva sostenida, por ejemplo,
Hoopes, Madsen y Walker (2003) sealan que solo
el valor y la difcultad para la imitacin son impor-
tantes. Adicionalmente, la inexistencia de activos
sustitutos ha sido dejada de lado en la investigacin
(Newbert, 2007). Por otra parte, el nfasis del RBV
en los recursos y en las capacidades de valor estrat-
gico no impide que se reconozca la contribucin de
otros elementos al desempeo de la organizacin. Se
acepta que existen factores que habilitan a la orga-
nizacin para operar en un determinado sector o que
infuyen en su desempeo y que, por ello, contribuyen
decisivamente en su supervivencia, aun cuando por
sus caractersticas no pueden considerarse fuente de
ventaja competitiva sostenida (Barney, 1991; Boxall
y Purcell, 2000).

EL POTENCIAL ESTRATGICO DE
LOS RECURSOS HUMANOS
Desde la perspectiva del RBV, las estrategias no son
universalmente adaptables, ya que dependen de la
Revista Costarricense de Psicologa. 27(40), 2008.
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existencia de los recursos y de las capacidades con
las caractersticas necesarias para implementarlas
(Wright y McMahan, 1992). Por ello, un tema central
en el RBV es cmo lograr un nico ajuste entre el
potencial de la empresa y la estrategia o prctica ex-
clusiva, de tal forma que se pueda generar una venta-
ja competitiva sostenida (Boxall y Purcell, 2000). De
esto se desprende una serie de cuestiones relacionadas
estrechamente con los recursos humanos, por ejem-
plo: a) cmo se pueden asegurar los recursos y las
capacidades necesarios para desplegar las estrategias
organizacionales que permitan alcanzar la ventaja
competitiva; b) cmo se logran renovar continua-
mente los recursos y las capacidades para mantener
la ventaja competitiva? (Boxall y Purcell, 2000; Col-
bert, 2004). No es de extraar que Barney (1991) se-
ale que los campos de la Teora y el Comportamiento
Organizacional constituyen una rica fuente de hallaz-
gos relacionados con recursos y capacidades de valor
estratgico (valiosos, difcilmente imitables, raros e
insustituibles).
Por otra parte, la ARH ha enfrentado una constante
batalla para justifcar su importancia en el campo de
la estrategia. Ha sido precisamente el RBV el que ha
aportado una serie de argumentos tericos fuertemen-
te vinculados con la AE y la Economa organizacional
que subrayan la importancia de los factores endge-
nos vinculados con las personas para la ventaja com-
petitiva sostenida (Wright y McMahan, 1992; Wright,
Dunford y Snell, 2001; Colbert, 2004). Tambin ha
ofrecido un terreno comn para la convergencia entre
los enfoques de carcter macroanaltico, caractersti-
cos de la AE, y los desarrollos de la ARH (Wright,
Dunford y Snell, 2001). De ah que en la actualidad
no se cuestione el valor de los recursos humanos para
la estrategia de una organizacin, dando relevancia
precisamente a la AERH.
En esta direccin, distintos autores han evaluado el
potencial estratgico de los diferentes componentes
de los recursos humanos de acuerdo con los criterios
propuestos por Barney (1991). Al respecto, existe
consenso en la literatura relacionada con la AERH
que son los siguientes: el capital humano, la conduc-
ta de las personas y los sistemas de administracin
(Wright, Dunford y Snell, 2001).
El capital humano hace referencia a las habilidades,
destrezas y conocimientos que poseen las personas
en una organizacin en un momento determinado
(Wright, McMahan y McWilliams, 1994). En relacin
con su valor, se argumenta que los anlisis de utilidad
diseados para evaluar los mtodos de seleccin de
personal han aportado sufciente evidencia sobre el
impacto fnanciero del capital humano, por ejemplo,
se estima que el valor aportado por una persona, en
cuyo desempeo se encuentra una desviacin estn-
dar sobre la media, es de, al menos, un 40% del salario
promedio de la posicin (Schmidt, Hunter, McKenzie
y Muldrow, 1979; Schmidt y Hunter, 1983; Schmidt
y Hunter, 1998). Por otra parte, pese a que el RBV
enfatiza en las caractersticas de la empresa como sis-
tema, es literalmente imposible desarrollar capacida-
des organizacionales sin contar con personas con las
competencias adecuadas para actuar en el marco de
los diversos sistemas que permiten que dichas capaci-
dades emerjan (Colbert, 2004).
Por otra parte, las organizaciones poseen una trayec-
toria a lo largo de la cual se desarrollan un conjunto
de prcticas y una cultura organizacional particular,
lo que, a su vez, infuye en la forma como se incor-
pora, utiliza y renueva el potencial de las personas en
la organizacin. En este sentido, existen condiciones
organizacionales que propician o limitan el desarrollo
del capital humano, lo que hace que sus caracters-
ticas se encuentren vinculadas a las particularidades
histricas que defnen la identidad de la organizacin
(Wright y McMahan, 1992). Adicionalmente, el desa-
rrollo de los conocimientos y las destrezas propias de
la actividad laboral es, en buena medida, el resultado
de la inmersin de la persona en la compleja red de
interacciones sociales que ocurren en la organizacin.
Ms an, las competencias individuales incrementan
su valor cuando son utilizadas en cooperacin con
otros (Nordhaug y Grnhaug, 1994). As, por ejem-
plo, un diseador logra desarrollar mejores propues-
tas de productos como resultado de la interaccin con
clientes y personal de las reas de produccin y de
mercadeo. Tambin, es necesario resaltar que las in-
teracciones complejas que ocurren en la organizacin
hacen muy difcil poder determinar la contribucin de
cada individuo o equipo a la ventaja competitiva de la
Revista Costarricense de Psicologa. 27(40), 2008.
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empresa. En razn de lo anterior, Wright, McMahan y
McWilliams (1994) consideran que el capital humano
constituye un recurso difcilmente imitable ya que se
encuentra vinculado a condiciones histricas nicas,
complejidad social y ambigedad causal.
Con respecto a qu tan raro o poco comn es el capital
humano, se enfatiza que la disponibilidad de recursos
humanos de alta calidad es limitada debido a que las
capacidades tienden a distribuirse normalmente en el
mercado. Por otra parte, las ocupaciones pueden ad-
mitir cierta variabilidad con respecto a las competen-
cias que requieren, sin embargo, esta se correlaciona
con diferentes niveles de desempeo. De esta forma,
la empresa que logra contar con un capital humano de
alto nivel, lo hace a expensas de otras, lo cual redunda
en un desempeo relativo superior a sus competido-
res (Wright, McMahan y McWilliam, 1994; Shmidt
y Hunter, 1998).
En cuanto a la movilidad de las competencias de un
contexto a otro, se difculta cuando su desarrollo de-
pende de condiciones organizacionales especfcas. A
esto se le suma que la complejidad social y la ambi-
gedad causal no permiten determinar con claridad los
responsables de la ventaja competitiva. Por otra parte,
existe un importante costo involucrado en movilizarse
de una situacin de empleo a otra, lo cual hace que las
personas tiendan a permanecer en la misma organiza-
cin. Estos factores, en conjunto, hacen que el capital
humano sea un recurso imperfectamente movible. Es
importante sealar que aun cuando se den condicio-
nes en las que las competencias individuales pueden
ser imitadas o movilizadas, el portafolio de compe-
tencias colectivas no lo es. Esto por cuanto existen
grandes difcultades prcticas para movilizar el con-
junto de las competencias de una organizacin a otra
(Nordhaug y Grnhaug, 1994).
Si se toma en consideracin lo anterior, as como el
hecho de que el capital humano solo puede ser sus-
tituido por un recurso similar, se concluye que, en
trminos prcticos, es insustituible. Finalmente, de
acuerdo con Wright, McMahan y McWilliam (1994)
es mediante la combinacin de condiciones histricas
nicas, la complejidad social, la ambigedad causal
y la inamovilidad como el valor del capital humano
logra ser acumulado en la empresa.
El segundo componente de los recursos humanos es
el comportamiento de la fuerza laboral. Al respecto,
existe un creciente consenso en el RBV de que debe
diferenciarse del capital humano (Wright, Dunford y
Snell, 2001). Por otra parte, la conducta de la fuerza
de trabajo ha sido el aspecto central de algunos enfo-
ques en el campo de la AERH, tal y como lo ilustra el
trabajo de Schuler y Jackson (1997).
Por lo general, se considera que el comportamiento
de la fuerza laboral es el principal mediador entre la
estrategia de la empresa y su desempeo. De acuer-
do con ello, uno de los principales objetivos de las
prcticas de recursos humanos consiste en facilitar los
comportamientos ms apropiados para el despliegue
de la estrategia de la organizacin. Esto enfatiza la
necesidad de contar con un ambiente laboral adecua-
do que permita que el potencial del capital humano
se manifeste en la direccin correcta. En este sentido,
se acepta que para lograr la ventaja competitiva soste-
nida se requiere de un alto nivel de capital humano y
de una fuerza laboral motivada (Wright y McMahan,
1992), lo que pone de manifesto la importancia de las
relaciones laborales en la organizacin (Boxal, 1996;
Boxall y Purcell, 2000).
A pesar de su relevancia, el comportamiento en s
mismo no se ha considerado como fuente de ventaja
competitiva ya que puede ser observado y transferido
de un contexto a otro (Lado y Wilson, 1994). Valga
sealar que esto revela una notable ausencia de ela-
boracin en torno al concepto de comportamiento. Al
respecto, la Psicologa Conductual, especfcamen-
te el Anlisis de la Conducta, permite un abordaje
mucho ms rico del comportamiento humano en el
campo organizacional, por ejemplo, las capacidades
pueden considerarse repertorios conductuales, algu-
nos de ellos muy complejos como en el caso de la
creatividad. Esto ha quedado de manifesto con los
desarrollos de la Modifcacin de Conducta Organiza-
cional (Organizational Behavior Management, OBM
Revista Costarricense de Psicologa. 27(40), 2008.
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por sus siglas en ingls). Pese a esto, el OBM ha teni-
do muy poca relacin e infuencia en otros enfoques
organizacionales tales como la ARH y la AERH. Esto
se explica en la medida en la cual ha sido un enfoque
que histricamente se ha desarrollado en relativo asi-
lamiento de otros ms tradicionales como la Psicolo-
ga Organizacional (Dickinson, 2000).
El OBM se ha caracterizado por estudiar el efecto en
el comportamiento laboral de variables tales como la
retroalimentacin, el entrenamiento, las consecuen-
cias monetarias y no monetarias, los antecedentes, las
metas, los elogios, los castigos y el rediseo de siste-
mas, entre otros (Bucklin, Alvero, Dickinson, Austin
y Jackson, 2000). Pese a que las investigaciones han
llevado a hallazgos y aplicaciones sumamente valio-
sas, lo cual puede constatarse con una hojeada a cual-
quier nmero reciente de la Journal of Organizational
Behavior Management, uno de los principales retos
del OBM es desarrollar un marco de anlisis y apli-
cacin mucho ms amplio y sistmico, que mantenga
la consistencia con los principios epistemolgicos,
conceptuales, metodolgicos y empricos del Anlisis
de la Conducta. Ello ha sido objeto de discusin en el
mbito del OBM tal y como los ponen de manifesto
los trabajos de Brethower (2000), Mawhinney (2000)
y Sulzer-Azaroff (2000), entre otros destacados inves-
tigadores y practicantes en este campo.
En otros trminos, la ventaja competitiva sostenida
de una organizacin y cmo las personas infuyen en
ella, no ha sido un tema de relevancia en el OBM. Por
otra parte, la AE se ha caracterizado por un enfoque
macronaltico, el cual, debido a la amplia aceptacin
de los argumentos centrales del RBV, ha empezado a
interesarse en mayor medida en la dinmica organi-
zacional. Sin embargo, muchos de los conceptos que
se utilizan para abordar dicha dinmica, no poseen la
robustez que caracteriza al OBM, como en el caso de
la nocin de comportamiento mencionado anterior-
mente. Las falencias y los aportes de ambos enfoques
hacen pensar que la polinizacin entre estos es desea-
ble, aunque como en cualquier empresa cientfca es
difcil.
El tercer componente son las prcticas de recursos hu-
manos. Estas para Wright, McMahan y McWilliam
(1994) son comunes, imitables y sustituibles, por lo
que no pueden ser en s mismas fuente de ventaja
competitiva sostenida. Pese a ello, sealan que juegan
un papel importante en el desarrollo de esta ltima,
mediante sus efectos en el capital humano y el com-
portamiento de la fuerza de trabajo. Por otra parte,
Lado y Wilson (1991) asumen una posicin diferen-
te al considerar el conjunto de prcticas de recursos
humanos. Estos autores sostienen que las prcticas
individuales pueden ser duplicadas, sin embargo,
la combinacin de estas puede generar sinergias e
interacciones organizacionales complejas que impiden
la imitacin. En consecuencia, el potencial estratgico
del conjunto de prcticas de recursos humanos depen-
de de sus atributos. Por su parte, Wright, Dunford y
Snell (2001), en el marco del RBV, acuan el con-
cepto de sistema de administracin de las personas.
Con l pretenden enfatizar la necesidad, por un lado,
de enfocarse a conjuntos de prcticas debidamente
articuladas y, por otro, de ir ms all de aplicaciones
tradicionales en la ARH como, por ejemplo, el diseo
de cultura, el liderazgo y la comunicacin.
ENFOQUES AFINES A LA AERH
Es importante volver a destacar que para el RBV son
las capacidades de la empresa para explotar sus re-
cursos valiosos, ms que su mera posesin, lo que le
permite generar ganancias de forma sostenida (Pen-
rose, 1959; Mahoney y Pandian, 1992). Por tal razn,
la naturaleza de esas capacidades y la dinmica orga-
nizacional que promueve su desarrollo y renovacin
constituyen temas de inters central en el RBV. Al
respecto, en los ltimos aos han alcanzado relevan-
cia tres enfoques en la AE que, en diversa medida,
intentan abordan estas cuestiones. Estos, a su vez,
poseen un importante nivel de convergencia con la
AERH; son los siguientes: competencias fundamen-
tales (Prahalad y Hamel, 1990), capacidades dinmi-
cas (Teece, Pisano y Shuen, 1997), administracin del
conocimiento y aprendizaje organizacional (Nonaka,
y Takeuchi, 1995). A continuacin se describe de
manera sucinta cada uno ellos, dando un poco ms
Revista Costarricense de Psicologa. 27(40), 2008.
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de atencin al enfoque de competencias debido a la
amplia popularidad que, en el campo de los recursos
humanos en nuestro pas, ha alcanzado la gestin por
competencias.
En la AE, fueron Prahalad y Hamel (1990) quienes
popularizaron el trmino competencias fundamen-
tales. Para estos autores dichas competencias des-
criben el aprendizaje colectivo en una organizacin,
especialmente el relacionado con la coordinacin de
destrezas de produccin y la integracin de diferen-
tes tendencias tecnolgicas. Por su parte, para Wright,
Dunford y Snell (2001) se referen a procesos organi-
zacionales, articulados por las personas, que resultan
en productos y servicios de naturaleza superior. Valga
sealar que las competencias fundamentales perduran
en el tiempo, a pesar del fujo de entrada y salida de
empleados; asimismo, no existe una clara distincin
entre ellas y las capacidades tal y como se utilizan
comnmente en el RBV.
Por otra parte, Prahalad y Hamel (1990) sealan una
serie de razones por las cuales la estrategia organi-
zacional debe formularse tomando como base las
competencias fundamentales, algunas de ellas son las
siguientes: a) en el largo plazo la competitividad se
deriva de la habilidad de una organizacin para desa-
rrollar ms rpidamente y a un menor costo que sus
competidores, las competencias que le permitan apro-
vechar oportunidades cambiantes y no predecibles; b)
lo que parece un portafolio de productos y servicios
extremadamente diverso, se basa en unas pocas com-
petencias; c) las competencias proveen el potencial
para acceder a una gran diversidad de mercados; d)
no se deterioran con el uso, por el contrario, son po-
tenciadas en la medida en la cual son aplicadas y com-
partidas en la organizacin; e) son difciles de imitar.
Es importante destacar que las competencias funda-
mentales se referen a las capacidades de la organi-
zacin y, como tales, deben distinguirse de las com-
petencias personales. Sin embargo, es prcticamente
imposible concebirlas sin considerar el aporte de las
capacidades de las personas en la organizacin (Ko-
mache, 1996). Por otra parte, debe tenerse en cuenta
que muchas empresas se desempean en ambientes en
los que la competencia no puede ser fcilmente identi-
fcada y la tasa de innovacin es muy alta, lo cual hace
que los productos y los servicios tengan ciclos de vida
cada vez ms cortos. En estos contextos, resulta muy
valioso visualizar la estrategia no solo en trminos de
productos y servicios cuyo posicionamiento puede
variar muy rpidamente, sino, tambin, en funcin de
aquellas competencias organizacionales que le permi-
tan a la empresa potenciar sus talentos y aprovechar
las oportunidades que, de forma imprevisible, se pre-
senten. En la medida en la que representan el apren-
dizaje organizacional a lo largo del tiempo, realmente
resultan difciles de imitar. Cuando se logra compren-
der que el rumbo de la organizacin debe tomar en
cuenta estas capacidades, comienza a ser mucho ms
claro el papel estratgico de la ARH.
Por otra parte, existen dos enfoques de competencias
provenientes de disciplinas diferentes a la AE. Estos
tienden a confundirse con la perspectiva de Prahalad y
Hamel (1990). El primero de ellos es el enfoque edu-
cativo, el cual surgi inicialmente en el Reino Unido
y, posteriormente, en los Estados Unidos con el ob-
jetivo de mejorar la calidad y la competitividad de la
fuerza laboral. El segundo es el enfoque psicolgico,
cuyo origen se asocia con la publicacin, en 1973, del
artculo Testing competence rather than intelligence
por parte de McClelland (Markus, Cooper-Thomas
y Allpress, 2005). Aunque en la actualidad tiende a
existir cierta convergencia entre los tres modelos en
lo que se ha denominado gestin por competencias
(Horton, 2000), cada enfoque posee orgenes y carac-
tersticas particulares. En cuanto a la gestin por com-
petencias, Markus, Cooper-Thomas y Allpress (2005)
y Levenson, Van der Stede y Cohen (2006) sealan
que la evidencia emprica de su efectividad es muy
limitada. En este sentido, por el momento no parecen
justifcados los benefcios que consultores y vende-
dores de programas informticos entusiastamente le
atribuyen. Pese a ello, es conveniente mantener un
poco de prudencia en uno u otro sentido, ya que el
benefcio de estas iniciativas podra estar en su impac-
to en la fexibilidad y en la capacidad de adaptacin
de la organizacional en el largo plazo, lo cual debera
Revista Costarricense de Psicologa. 27(40), 2008.
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ser determinado mediante estudios longitudinales los
que, valga sealar, son muy poco comunes en este
campo.
La segunda perspectiva en el campo de la AE que
muestra afnidad con la AERH son las capacidades
dinmicas, propuestas por Teece, Pisano y Shuen
(1997). Al respecto, es importante recordar que has-
ta este punto se ha enfatizado en la importancia que
el RBV otorga a los talentos organizacionales. Ello
debido a que no pueden ser desarrollarlos por me-
dio del mercado, es decir, no es posible adquirirlos
comprando factores productivos que simplemente se
ensamblan de acuerdo con un algoritmo claramente
determinado y que, adems, se encuentra accesible.
Las organizaciones son dominios en los que las ac-
tividades se estructuran con una lgica diferente a la
del mercado. Tambin, se ha sealado que el enfoque
de competencias fundamentales permiti extender la
nocin de que la defnicin de la estrategia debe tener
en cuenta los talentos organizacionales, algo cuya
importancia ya haba sealado Wernerfelt (1984).
Pese a lo anterior, tambin se ha enfatizado en la li-
teratura que las competencias de la organizacin sig-
nifcan compromisos cuasi irreversibles y pueden
dar origen a rigideces fundamentales (Armstrong y
Shimizu, 2007).
En relacin con lo anterior, las empresas, en el corto
plazo, se encuentran atadas a lo que poseen y a lo
que carecen. Por ello, se ha empezado a dar ms im-
portancia a la capacidad de renovar continuamente las
competencias organizacionales en ambientes de cam-
bio. Esto es lo que precisamente se han denominado
capacidades dinmicas (Teece, Pisano y Shuen, 1997).
Estas requieren que se establezcan procesos que per-
mitan variar rutinas, servicios, productos e incluso, los
mercados en los que se desempea la organizacin.
Ello es difcil de lograr e implica un papel central de
todos los aspectos relacionados con la administracin
de las personas (Wright, Dunford y Snell, 2001). Por
ejemplo, defnir y gestionar la estructura organizativa,
el tipo de liderazgo, los sistemas de comunicacin y el
perfl de las personas que permitirn que la organiza-
cin desarrolle la fexibilidad necesaria para renovar
continuamente sus capacidades.
La necesidad de las organizaciones de desarrollar
al mximo su capacidad de adaptacin con el fn de
prosperar en ambientes en continuo cambio, nos lle-
va al tercer enfoque: administracin del conocimien-
to y aprendizaje organizacional. La literatura en este
campo, as como su popularidad entre practicantes y
acadmicos en la AE y AERH, ha venido en aumento.
Para Huysman y de Wit (2003), el aprendizaje orga-
nizacional se refere al proceso mediante el cual se
construye y reconstruye el conocimiento organizacio-
nal. Por otra parte, la administracin del conocimien-
to se relaciona con todas las iniciativas de gestin que
apoyan el aprendizaje de la organizacin y dentro de
ella. A su vez, ambos conceptos se encuentran estre-
chamente relacionados con la innovacin. Los men-
cionados autores sealan que muchos de los aportes
en este campo se enfocan en un solo aspecto de la
administracin del conocimiento y el aprendizaje or-
ganizacional, siendo escasos los intentos de integra-
cin.
Una de las contribuciones seminales en el campo ha
sido la de Nonaka y Takeuchi (1995). En su texto The
knowledge-creating company presentan un marco
terico para el proceso de creacin de conocimiento
a partir del anlisis de diversas compaas japonesas.
De acuerdo con estos autores es fundamental distin-
guir entre el conocimiento explicito y el tcito. El pri-
mero, puede expresarse con palabras y con nmeros
y, por tanto, es fcil de compartir en forma de datos,
frmulas, procedimientos y principios universales. El
segundo, constituye la mayor parte del conocimiento
organizacional y es de naturaleza personal. Esto hace
que sea difcil de plantear en el lenguaje formal y, por
ello, tambin de transmitir. Incluye dos dimensiones,
por una parte, la tcnica refejada en la forma en la
que implcitamente una persona conoce como realiza
su trabajo (Kow-How), por otra, la cognoscitiva,
que representa los esquemas, los modelos mentales,
las creencias y las percepciones de la persona. Para
estos autores, la creacin de conocimiento ocurre en
tres niveles: individual, grupal y organizacional. De
la interaccin de estos dos tipos de componentes (ti-
pos de conocimiento y niveles de creacin) resultan
cuatro formas de conversin del conocimiento que,
Revista Costarricense de Psicologa. 27(40), 2008.
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en conjunto, constituyen el proceso de creacin: a) de
tcito a explcito; b) de explcito en explcito; c) de
explicito en tcito; d) de tcito en tcito.
Sin duda, el RBV ha infuido decisivamente en el
creciente inters de la AE en aspectos tales como la
agilidad organizacional y la creacin de conocimien-
to (Boxall y Purcell, 2000). Estos son abordados en
diferente medida y desde distintas perspectivas por
los tres enfoques descritos en este apartado. Dichos
enfoques, no solo brindan un terreno comn para la
convergencia entre la AE y la AERH, tambin per-
miten un cambio en la forma en la cual se concibe
la estrategia. De alguna manera contribuyen a que la
AE trascienda el nfasis casi exclusivo en el mercado
y las estrategias de mercadeo, y brinde espacio a la
efectividad organizacional entendida en trminos de
adaptacin e innovacin. Afortunadamente, el hori-
zonte es ms amplio que el que presentan los textos
Competitive strategy de Porter y el Arte de la Guerra
de Sun Tuz, desidertum de muchos de los cursos de
estrategia de algunos de los postgrados en Adminis-
tracin en nuestro pas.
HALLAZGOS EMPRICOS
Antes de exponer algunos de los principales hallazgos
empricos relacionados con el RBV, es conveniente
sealar dos aspectos. El primero se refere a la clase
de investigacin emprica que usualmente se realiza
en el campo de la AE. Esta se caracteriza por un uso
intensivo de procedimientos de anlisis estadstico
multivariados y, en algunos casos, tcnicas cualitati-
vas. Por lo general los diseos son transversales, con
un uso muy frecuente de datos provenientes de en-
cuestas, por ello el control de variables se realiza me-
diante comparaciones estadsticas. Los diseos cuasi
experimentales, experimentales y longitudinales son
atpicos. El segundo aspecto se refere a las fuentes
utilizadas en este apartado. En l se recurre a las revi-
siones de los resultados de la literatura emprica pu-
blicadas en textos o revistas acadmicas reconocidas
en el campo de la Administracin. Son dos los estu-
dios publicados a la fecha, especfcamente la revisin
de Barney y Arikan (2001) y, posteriormente, la de
Newbert (2007).
En dichas revisiones se analizan los resultados obte-
nidos por las investigaciones empricas de carcter
cuantitativo, principalmente el porcentaje de pruebas
estadsticas que apoyan las hiptesis del RBV. Val-
ga sealar que recientemente Armstrong y Shimizu
(2007) publicaron un estudio con un enfoque com-
plementario, en el cual analizan los diseos utilizados
por las investigaciones cuantitativas en el campo del
RBV. Los resultados de este ltimo trabajo se han de-
jado para los lectores interesados en profundizar en el
tema. Por otra parte, es importante sealar que no se
han publicado sntesis de las investigaciones cualitati-
vas realizadas, quiz debido a su reducido nmero.
En lo que respecta al estudio de Barney y Arikan
(2001), se analizaron 166 artculos empricos publica-
dos hasta el ao 2000. De acuerdo con estos autores,
nicamente el 2% de las investigaciones arroj resul-
tados parcialmente inconsistentes con el RBV. Al res-
pecto, Newbert (2007) seala dos limitaciones en el
estudio que pueden llevar a sobreestimar el porcentaje
de apoyo a la teora. La primera se refere a la forma
como los artculos analizados fueron seleccionados,
debido a que no se utiliz un procedimiento sistem-
tico. La segunda se relaciona con la defnicin de in-
consistencias con la teora, ya que solo se considera-
ron como tales los coefcientes que resultaron estads-
ticamente signifcativos en una direccin contraria a
las hiptesis del RBV, por ejemplo, un coefciente de
regresin negativo. En este sentido, los coefcientes
no signifcativos se tomaron como consistentes con
la teora.
Con el fn de corregir las limitaciones apuntadas,
Newbert (2007) realiz la seleccin de los artculos
de su estudio de acuerdo con un procedimiento sis-
temtico que incluy varios criterios. Esto permiti
seleccionar 55 investigaciones publicadas entre 1994
y 2005. Por otra parte, las pruebas no signifcativas se
contabilizaron como inconsistencias. De acuerdo con
este criterio, se encontr que el 53% de las pruebas es-
tadsticas apoy las hiptesis del RBV. Sin embargo,
en la medida en la cual es un supuesto muy cuestiona-
ble que la ciencia avance mediante la simple acumu-
lacin de observaciones empricas (Chalmers, 2000),
Revista Costarricense de Psicologa. 27(40), 2008.
81
este porcentaje debe tomarse nicamente como refe-
rencia. Al respecto, resultan ms relevantes otros ha-
llazgos del estudio, especfcamente los siguientes: a)
el nivel de apoyo vara considerablemente de acuerdo
con la variable independiente estudiada; b) los recur-
sos han recibido mayor atencin que las capacidades,
quiz por ser ms fcilmente medibles; c) a pesar de
lo anterior, el nivel de apoyo para las capacidades y
las competencias ha sido mucho mayor que para los
recursos; c) el valor, la difcultad para ser imitados y
la rareza de los recursos y las capacidades tambin
mostraron altos porcentajes de apoyo; d) el capital hu-
mano como recurso ha recibido menos apoyo que la
capacidad para gestionar los recursos humanos.
De acuerdo con Newbert (2007) estos hallazgos su-
gieren que es la dinmica o contexto organizacional
as como las capacidades y las competencias valiosas,
raras y difcilmente imitables de la organizacin, ms
que sus recursos estticos, lo que determina su posi-
cin competitiva. A su juicio esto es congruente con
los postulados centrales y desarrollos ms recientes
del RBV. A pesar de estos resultados y como conclu-
sin de su anlisis metodolgico, Armstrong y Shimi-
zu (2007) sealan que el RBV todava se encuentra en
el estadio de luchas internas, por lo que pese a los
adelantos logrados, an deben refnar ms sus postu-
lados tericos y metodologas de investigacin.
CONCLUSIONES
En el campo organizacional se desempean una gran
diversidad de profesionales, muchos de ellos con for-
macin en Administracin. Esto es particularmente
caracterstico en los recursos humanos, un rea de
insercin muy importante en la actualidad para los
psiclogos y las psiclogas. Tambin es un mbito
que ha venido cobrando relevancia organizacional.
Por ello, es necesario que los y las profesionales en
Psicologa quienes nos desempeamos en l, conoz-
camos con propiedad los principales modelos que, en
la actualidad, se encuentran en boga.
Por otra parte, la Psicologa se caracteriza por su desa-
rrollo multiparadigmtico. Esto nos obliga, desde los
inicios de nuestra formacin profesional, a desarrollar
una perspectiva crtica de los diversos enfoques desde
sus orgenes hasta sus aplicaciones. Desafortunada-
mente, es comn que cuando se trata del aporte de
otras disciplinas dicha perspectiva crtica se convierta
en una reduccin psicolgica de los modelos o en el
rechazo inmediato de sus posibles aportes. Esto es es-
pecialmente grave en campos como el organizacional,
cuya realidad laboral es multidisciplinara.
En torno a las organizaciones existe un lucrativo mer-
cado de enfoques cuyo fundamento es cuestionable,
por ejemplo, hemos sealado las limitaciones de la
popular Gestin por competencias. Sin embargo,
esto debe motivarnos para que nos esforcemos por
conocer los orgenes, los fundamentos y los desarro-
llos actuales en el campo de los recursos humanos,
y no restringirnos a las versiones simplifcadas que
comerciablemente se nos ofrecen, dada la relevancia
gremial y social de dicho campo. Es a partir del cono-
cimiento apropiado de sus desarrollos que es posible
realizar una lectura realmente crtica de sus limitacio-
nes y aportes.
En el caso del RBV, su amplia difusin ha contribuido
a colocar en el centro de la atencin de muchas em-
presas la dinmica organizacional como base para su
competitividad. Esto constituye un aporte, entre otros,
de este enfoque. Pese a ello, tambin es necesario re-
conocer sus limitaciones, tal y como se seal al fnal
del apartado anterior. En uno u otro caso, se presentan
oportunidades para que los psiclogos y las psiclo-
gas organizacionales puedan realizar sus contribucio-
nes con base en la amplia tradicin cientfca que res-
palda nuestra disciplina. El objetivo de este trabajo ha
sido precisamente colaborar en esta direccin.
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Revista Costarricense de Psicologa. 27(40), 2008.
85
IV. Comentario
86
87
REFLEXIONES EN TORNO AL LIBRO PSICOLOGA POLTICA
DE MIRTA GONZLEZ SUREZ
REFLECTIONS AROUND THE BOOK POLITICAL PSYCHOLOGY
OF MIRTA GONZLEZ SUREZ
* MANUEL MARTNEZ HERRERA
* Director de la Escuela de Psicologa. Universidad de Costa Rica. Co-
rreo electrnico: [email protected]
Revista Costarricense de Psicologa. 27(40), 87-91, 2008.
RESUMEN
Este trabajo es el comentario de un libro titulado Psi-
cologa Poltica, cuya autora corresponde a Mirta
Gonzlez, profesora catedrtica de la Universidad de
Costa Rica.
En nuestro gremio es un acontecimiento espordico
la publicacin de un libro y ms an de una asigna-
tura como la psicologa poltica. Este libro de Mirta
Gonzlez tiene la enorme virtud de estar dirigido a
la conciencia ciudadana en pos de una efectiva parti-
cipacin poltica en funcin de la consolidacin y la
aplicacin de los derechos democrticos y del bienes-
tar de las mayoras.
Un elemento indito del texto, y quiz su mayor valor,
lo constituye la exposicin y el anlisis de diversas
reivindicaciones sociales acaecidas en el mbito na-
cional, que sirven de memoria social y de experiencia
poltica acumulada.
Palabras claves: comentario, libro, Psicologa Pol-
tica, mbito nacional, experiencia poltica.
ABSTRACT
This is a comment about a book entitled Political
Psychology whose author belong to Mirta Gonzlez
catedratic teacher at the University of Costa Rica.
In our guild is a sporadic event publishing a book and
even more of a subject as political psychology. This
book of Mirta Gonzlez has the huge virtue of being
directed to the public in pursuit of effective political
participation based on the consolidation and imple-
mentation of democratic rights and welfare of the
majority.
An unpublished element of the text and perhaps its
greatest value is the exposure and analysis of various
social demands occurring at the national level, which
serve as a memory social and accumulated political
experience.
Keywords: commentary, book, Political Psycholo-
gy, national scope, political experience.
INTRODUCCIN
El comentar un libro es siempre una tarea riesgosa por
varias razones; en primer lugar, hay que preguntarse
qu es lo que se analiza: el texto en s, el autor o la
autora como tal, o, como lo propone la hermenutica
profunda (Sanabria, 1997), la experiencia de la lectu-
ra; igualmente, habra que preguntarse por el contexto
en el que emerge la obra, sus avatares culturales, his-
tricos y polticos. En todo caso, inevitablemente el
anlisis y la interpretacin de los productos culturales
llevar siempre impresa la impronta del autor o de la
autora (Martnez, 2003). Hecha estas consideracio-
nes, pasar a hacer mi particular lectura no podra
ser de otra manera de un libro de reciente factura
cuya autora se debe a una entraable colega llamada
Mirta Gonzlez Surez. Desde cierto purismo tico
y esttico podra aqu aparecer la primera objecin a
esta compleja empresa, es lcito realizar un anlisis
Recibido: 02-07-08 Aprobado: 19-08-08
88
objetivo de un texto desde el lugar de la implicacin
emocional y afectiva que se supone una amistad? Si
abrazramos el evangelio positivista imbuido de una
supuesta asepsia y neutralidad valorativa, debera, al
menos, despojarme de todo viso de subjetividad en
aras de la objetividad analtica. Nada ms ajeno al es-
pritu y a la intencin del texto que nos ocupa (Gon-
zlez, 2008) que, precisamente, enjuicia el estatus de
imparcialidad cientfca que se esgrime como campeo-
na de la razn y de la verdad supuestamente ajena a
cualquier inters social y poltico, lo cual es develado
de manera sistemtica a lo largo y ancho del libro. Es,
por ello, que en virtud de lo anterior, tengo un especial
goce de trasmitir mis irritaciones segn lo entiende
la hermenutica profunda (Sanabria, 1997), as como
mis asociaciones, valoraciones e ideas respecto a este
texto que pretendo co-mentar de mi maestra, cole-
ga y compaera de causa, la Doctora Mirta Gonzlez
Surez.
La obra como tal, una vez que es concebida, pasa del
discreto lugar de la autora al universo de la cultura;
sufre as una suerte de extraamiento, ya no le perte-
nece ms al autor o a la autora, se vuelve del dominio
pblico y en este acto se socializa. Empero, no hay
que olvidar que cualquier produccin cultural emer-
gi, en algn momento, del oscuro intersticio que
acaece entre lo subjetivo y lo social, por lo tanto, no
se puede desdear la autora que le dio vida, la cual,
a su vez, surge a partir de determinadas coordenadas
histrico-sociales.
En todo caso, cualquier cosa que se pudiera decir del
texto o de la autora es necesariamente una especula-
ridad, esto es un refejo interesado que pasa por los
fltros sociales, culturales y subjetivos de quien escri-
be, no poda ser de otra manera. De cualquier forma,
no pretendo realizar un anlisis cientfco de la obra ni
una biografa de la autora, si no ms bien, establecer
una impronta la ma que pudiera enriquecernos en el
discernimiento del texto. Consciente de que el sujeto
nunca es el de la enunciacin, empezar diciendo que
conoc a Mirta Gonzlez Surez hace muchos aos,
siendo yo estudiante de la Escuela de Psicologa de
la Universidad de Costa Rica y ella profesora de esta
Institucin. Lo primero que me impresion de Mirta
fue su acendrado sentido de justicia, el cual trasciende
las imposturas tericas y acadmicas que son moneda
comn en el mbito de las Ciencias Sociales donde se
forj acadmica y profesionalmente; en Mirta, la jus-
ticia, que para ella es siempre social, es un principio
y un valor que brinda unidad de propsito y coheren-
cia a sus pensamientos y acciones, ninguna injusticia
cometida contra un semejante o cualquier otra forma
de vida, incluido el planeta mismo, le es ajena. Mirta
rene en s misma una enorme capacidad afectiva que
le caracteriza, al tiempo que es una insigne luchadora
quien con valenta, sagacidad y pasin, se suma cons-
cientemente a la construccin colectiva de un mundo
mejor con alma de compaera.
COMENTARIOS

El ttulo del libro de Mirta Gonzlez, a saber, Psico-
loga poltica, pareciera remitir al conjunto de teoras
de mediano y corto alcance, cuando no a micro teoras
que pueblan a las Ciencias Sociales y particularmen-
te a la Psicologa social, sin embargo, en el texto se
proponen otras coordenadas al vincular la Psicologa
a procesos sociales e histricos ms amplios aunque
sin quedarse en el anlisis macroestructural, al imbri-
carse en los procesos histricos concretos que cons-
truyen los dominios sociales y a los actores sociales
populares quienes tambin los constituyen, que es a
quienes, en defnitiva, va dirigido el texto. Este pasaje
de la estructura social al individuo concreto es uno de
los grandes dilemas y paradojas que envuelven a las
Ciencias Sociales (Martnez, 2007); la autora cuyo
dilema no es este sortea el problema sin ambages al
dirigirse al sujeto de la accin inmerso en las diver-
sas coyunturas socio-polticas que ha de enfrentar. El
objeto de inters de la obra son los ciudadanos y las
ciudadanas quienes refexionan y luchan consciente-
mente por una sociedad ms equitativa, inclusiva y
respetuosa del ambiente; en tal sentido, el libro pre-
tende ser una contribucin efectiva a una praxis social
y poltica desde determinados principios y valores ti-
cos, los cuales son claramente enunciados.
Revista Costarricense de Psicologa. 27(40), 2008.
89
En el libro que nos ocupa, el concepto de poltica
tiene que ver con un ejercicio democrtico pleno de
participacin ciudadana, libre y consciente asumi-
do, el cual pasa por el esclarecimiento de los intere-
ses y los juegos de poder que permiten desentraar
su verdadera naturaleza y su lgica subyacente. Se
redime, de esta manera, el quehacer poltico como
una funcin inherente e inalienable del ser humano,
como un compromiso tico y esttico que la autora
desarrolla a lo largo de la obra; este compromiso se
puede resumir como una lucha por una sociedad ms
justa, equitativa y solidaria, a la vez que respetuosa
del medio ambiente, una sociedad donde se trascienda
el paradigma de la competencia y la explotacin, del
consumo a ultranza y de las vanalidades con que est
signado el xito en nuestra cultura. Esto es tan solo
una propuesta, aqu no hay nada dado, diremos, para
frasear a Bourdieu (2000), que es una tarea en comn
al servicio de una nueva tica de inclusin y respeto
entre los seres humanos, misin para la cual todos y
todas estamos convocados.
La accin poltica entendida de esta manera deja de
ser un instrumento de dominacin y control para la
toma y el ejercicio del poder, reconceptualizndose
como un medio para conquistar, ampliar y garanti-
zar los derechos humanos y sociales; su ejercicio as
concebido es una actividad de incumbencia e inters
cotidiano para un efectivo ejercicio de la ciudadana
y, en tal sentido, la autora nos lleva a refexionar cr-
ticamente acerca de la propia cirscunstancialidad y el
entorno social donde esta se desenvuelve, a pensar
polticamente reconociendo, de esta manera, la ver-
dad del discurso poltico y a visualizar los diversos
intereses que en l se juegan.
La primera tarea que se debe acometer frente al poder
y sus manifestaciones es discernir su ideologizacin
inherente, lo cual obliga a una segunda mirada que
implica trascender lo obvio y manifesto, no en fun-
cin de un purismo objetivista, sino de una toma de
posicin consciente que impele a la accin concen-
trada en pos de mejores condiciones de vida para las
inmensas mayoras, tal es el propsito del libro.
El texto como tal se inscribe dentro de un esfuerzo
latinoamericano donde encontramos la denomina-
da Psicologa Social de la Liberacin (Baltodano,
2005), que, a pesar de estar inspirada en la vida y en
la obra de Ignacio Martn-Bar (1985), no es un mo-
vimiento doctrinal o paradigmtico, siendo ms bien
un movimiento plural que convoca a marxistas, fe-
ministas, grupos religiosos de diversa denominacin,
ecologistas, acadmicos de distintas posturas tericas
e indigenistas, entre otros, que coinciden entre s en
un conjunto de reivindicaciones poltico-sociales de
los pueblos latinoamericanos, a saber: la lucha contra
toda forma de discriminacin social, por un comer-
cio justo, contra toda forma de explotacin y por una
equitativa reparticin de la riqueza, as como la de-
fensa a ultranza de la naturaleza, y que, precisamente,
estas y otras reivindicaciones sociales estn presentes
en el libro.
En este sentido, la obra como tal se inscribe en un
proyecto poltico de liberacin imbuido de una pro-
funda conviccin democrtica y de un espritu huma-
nista que llena de optimismo y viene en un momento
preciso en que faquean la participacin ciudadana y
el ejercicio democrtico mismo, en un momento en
donde campea la indiferencia, la incredulidad y la de-
gradacin de la poltica. Se hace un claro llamado de
atencin para no volver a dejar, nunca ms, la poltica
en manos de los polticos que la han usurpado utili-
zando el poder en su propio y exclusivo benefcio. En
tal sentido, existe una clara intencin de adecentar y
profundizar nuestra maltrecha democracia en el claro
entendimiento de que los problemas de la democracia,
solo se resuelven con ms democracia.
El humanismo que segn decamos caracteriza al
texto, es un humanismo social, donde el individuo se
concibe inmerso en colectividades de las cuales ob-
tiene benefcios y derechos pero, ante todo, tiene res-
ponsabilidades solidarias con sus semejantes, lo cual
permite, precisamente, que los derechos individuales
sean al mismo tiempo sociales. Es una propuesta hu-
manstica porque no ve a los otros como clientes, con-
sumidores, ni competidores, si no como semejantes
que estn llamados a construir un proyecto comn en
benefcio de todas las personas.
Revista Costarricense de Psicologa. 27(40), 2008.
90
Hay un claro propsito didctico en la obra, lo cual
es lgico pensar ya que la autora, a la sazn profesora
universitaria, ha tenido como cometido la transmisin
de conocimientos, pero ms all de esto, de princi-
pios y valores, su condicin de educadora, que no se
limita a la repeticin de esquemas y contenidos, sino
que analiza crticamente la realidad social; siguiendo
a Freire (2002), invita a la refexin, tambin critica
a los sectores sociales ms desfavorecidos y a todos
aquellos que, con algn nivel de sensibilidad, estn
dispuestos a construir una sociedad ms justa.
La autora se despoja de cualquier supuesto neutralis-
mo cientfco del cual abjura y toma posicin no solo a
partir de la autoafrmacin en pos de una democracia
refexiva y participativa, si no que hace un llamado a
una resistencia consciente, concentrada y activa, pro-
ducto de un discernimiento colectivo sobre la realidad
social en la cual nos encontramos inmersos. Para ello,
brinda teora, mtodo y tcnica que gua el anlisis
y tambin la praxis. En nuestra sociedad, el ejercicio
poltico tradicional tiene como objetivo la toma y el
mantenimiento del poder en funcin de una delega-
cin acrtica y enajenada de la representatividad; la
autora propone, en cambio, ser actores y artfces de la
propia historia y construir nuestra propia democracia.
Desde esta perspectiva, el texto interpela a los lectores
y a las lectoras con preguntas y tareas que propician el
entendimiento y la comprensin de las condiciones de
vida e impelen a una accin social planifcada.
Maquiavelo (2000), quien a la postre fue el primer
cientista social en tanto y en cuanto establece de ma-
nera metdica las reglas para la consecucin y el man-
tenimiento del poder a partir de un anlisis socio-his-
trico de lo que hoy podramos denominar, guardando
las distancias, como una aplicacin de principios de
la teora poltica al anlisis poltico de coyuntura, ha
sido estudiado por grandes fguras histricas, incluido
Napolen Bonaparte. Maquiavelo inaugura la racio-
nalidad instrumental carente de alma al estar signada
por el logro y el cumplimiento ms all de toda con-
sideracin tica y moral. Los secretos del poder que
Maquiavelo ensea a los prncipes de su poca, Mirta
los devela con un sencillo lenguaje a los sectores po-
pulares de Costa Rica y de Amrica Latina.
Se instruye en el texto acerca de la manipulacin
ideolgica del discurso del poder que propone como
bueno y deseable para todos y todas, aquello que con-
viene exclusivamente a aquellos sectores sociales que
detentan el poder. Se brinda un mtodo de anlisis que
posibilita re-conocer la manipulacin poltica y for-
mular las tcticas y las estrategias para establecer las
lgicas de resistencias en pequeos y grandes espec-
tros sociales a partir de los anlisis coyunturales.
A lo largo de la obra, se exponen numerosas luchas
reivindicativas las cuales se analizan profusamente,
quedando por este medio felizmente registradas y sir-
viendo de memoria social y experiencia poltica acu-
mulada al servicio de nuevos emprendimientos. Este
hecho es especialmente valioso ya que, en general, no
queda constacin documental y mucho menos un an-
lisis poltico de las reivindicaciones sociales. El libro
se centra as en procesos sociales en lugar de teoras
polticas de dudosa efcacia en la accin reivindicati-
va; existe un fuerte compromiso con el cambio social,
por tanto, frente a los crecientes embates neoliberales
contemporneos, su lectura es obligatoria no solo para
los cientistas sociales, sino para todos aquellos y todas
aquellas que luchan por un rgimen social ms justo.
Mirta apuesta sin ambages a la defensa y a la amplia-
cin del estado social de derecho que, en el caso parti-
cular de Costa Rica, ha conformado nuestra institucio-
nalidad e idiosincrasia, las cuales se ven amenazadas
por el neoliberalismo que recorre el orbe. Precisamen-
te, la tarea que la autora nos impone es la defensa a
ultranza de las conquistas sociales conseguidas y su
profundizacin. Para tal efecto, el libro funge como
una especie de manual de accin poltica que facilita
el entendimiento de las condiciones sociales imperan-
tes y las correlaciones de fuerza correspondientes, la
planifcacin, ejecucin y la evaluacin de lo poltica-
mente actuado. A partir del anlisis de diversas expe-
riencias reivindicativas, el texto se convierte, tambin,
en un manual de buenas prcticas polticas.
Revista Costarricense de Psicologa. 27(40), 2008.
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Un eje transversal del libro lo constituye la equidad de
gnero y las luchas polticas de las mujeres, cuyo vi-
vifcante ejemplo histrico ilustra las extraordinarias
posibilidades que la persistencia, la organizacin, la
unidad y la inteligencia puestas al servicio de las me-
jores causas pueden lograr. Siendo Mirta pionera en
Costa Rica de los estudios de gnero y una incansable
luchadora por los derechos de las mujeres, no podan
faltar las referencias y los ejemplos de las reivindica-
ciones por una sociedad ms inclusiva. Podemos de-
cir, sin temor a equivocarnos, que este libro sintetiza
las facetas ms destacadas de la autora: su feminismo
militante, su solidaridad social, su acendrado huma-
nismo y su fe inquebrantable en que un mundo mejor
es posible, lo cual combina magistralmente con su vo-
cacin de educadora.
CONSIDERACIN FINAL

El libro polemiza tal y como lo indicamos anterior-
mente sobre el estatuto de ciencia y su pretendida
neutralidad, y ubica a la Psicologa poltica no al
servicio del conocimiento, si no el conocimiento al
servicio del desarrollo integral del ser humano. Se di-
serta acerca de las estructuras de poder, los intereses
econmicos y polticos que se juegan en toda realidad
social, se analizan las coberturas y los mantos ideol-
gicos que se tienden, y se establecen, de manera par-
ticular, las formas de incidir en las polticas publicas
sorteando el intrincado camino burocrtico y legal
estatal en procura del desarrollo del estado social de
derecho. Se brindan elementos organizativos y se ana-
lizan experiencias exitosas que garantizan los objeti-
vos propuestos. El anlisis de casos concretos cumple
una funcin didctica al tiempo que sirve de memoria
social e inspiracin y ejemplo poltico. Es este un li-
bro lleno de esperanza, pero no la esperanza del que
espera, si no de aquel y aquella que, en la lucha forja,
inclaudicablemente un futuro pleno de igualdad y de
oportunidades sociales sin ningn tipo de discrimina-
cin, en convivencia y armona con la naturaleza y
con pleno respeto a la creacin.
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