Entrevista Com Julio César Santoyo
Entrevista Com Julio César Santoyo
Entrevista Com Julio César Santoyo
JULIO CSAR SANTOYO es catedrtico de Filologa Inglesa y de Traduccin e Interpretacin en la Universidad de Len. Autor de ms de 130 artculos y captulos de libros sobre teora, historia y bibliografa de la traduccin, literatura inglesa e historia de la imprenta, es tambin traductor de obras de J. R. R. Tolkien, R. L. Stevenson, Oscar Wilde, E. A. Poe, Christopher Marlowe, Rudyard Kipling, Washington Irving, entre otros, y autor de numerosos libros, entre los que destacan Ediciones y traducciones inglesas del Lazarillo de Tormes, 1568-1977 (1978), La cultura traducida (1983), El delito de traducir (1985), De clsicos y traducciones (1987), Teora y crtica de la traduccin: Antologa (1987), Bibliografa espaola de la traduccin (1996), Las pginas olvidadas: Reflexiones sobre canon, literatura y traduccin (1998), Historia de la traduccin: Quince apuntes (1999), e Historia de la traduccin: viejos y nuevos
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JULIO CSAR SANTOYO catedrtico de Letras Ingls e de Traduo e Interpretao na Universidad de Len. Autor de mais de 130 artigos e captulos de livros sobre teoria, histria e bibliografia da traduo, literatura inglesa e histria da imprensa, tambm tradutor de obras de J. R. R. Tolkien, R. L. Stevenson, Oscar Wilde, E. A. Poe, Christopher Marlowe, Rudyard Kipling, Washington Irving, entre outros, e autor de numerosos livros, dentre os quais se destacam Ediciones y traducciones inglesas del Lazarillo de Tormes, 1568-1977 (1978), La cultura traducida (1983), El delito de traducir (1985), De clsicos y traducciones (1987), Teora y crtica de la traduccin: Antologa (1987), Bibliografa espaola de la traduccin (1996), Las pginas olvidadas: Reflexiones sobre canon, literatura y traduccin (1998), Historia de la traduccin: Quince apuntes (1999), e Historia de la traduccin: viejos y nuevos
Os editores de Scientia Traductionis agradecem a Montserrat Bacard e Ramon Farrs, coordenadores de Quaderns: Revista de Traducci, e a Anna Gil Bardaj, pela gentil permisso para reproduzir a presente entrevista, publicada originalmente em Quaderns: Revista de Traducci, 17, 2010, pp. 271-281. (ISSN 1138-5790).
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apuntes (2008). Su ltimo ttulo, La traduccin medieval en la pennsula ibrica, siglos III-XV, publicado en 2009, es el fruto de numerosos aos de trabajo y la culminacin de toda una trayectoria investigadora en torno a la historia de la traduccin en el Medievo peninsular. Anna Gil: En primer lugar, muchas gracias por haber escrito esta apasionante historia de la traduccin medieval en la pennsula ibrica. Con su publicacin, me parece que no slo se colma un enorme vaco investigador, sino que se convierte en una obra de referencia ineludible para los estudios medievales, en general, y en los estudios de traduccin, en particular. De nuevo, muchsimas gracias y enhorabuena por su excelente trabajo. Empecemos por el final. Usted concluye su libro planteando la siguiente pregunta: Hasta cundo la historia de la traduccin va a seguir ausente, como lo ha estado hasta ahora, de las respectivas historias de la literatura, de la ciencia, de la religin, de la cultura medieval peninsular en general, y de la catalana, castellana, gallega o portuguesa en particular? Cree que los estudios medievales no han tenido en cuenta suficientemente el papel desempeado por la traduccin en la Pennsula Ibrica? J. C. Santoyo: Parece evidente que as es. Basta echar un vistazo a la historiografa medieval de la Pennsula: las bibliotecas rebosan de
J. C. Santoyo: Parece claro que isso mesmo. Basta dar uma olhada na historiografia medieval da Pennsula: as bibliotecas transbordam de Scientia Traductionis, n.10, 2011
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volmenes que tratan del arte, la religin, la poltica, las dinastas reales y guerras entre reinos, la poblacin, la diplomacia, el comercio, la navegacin y mil y un aspectos ms del Medievo peninsular, pero muy raramente del papel que la traduccin ha desempeado en la mayora de esas historias sectoriales, y menos an en el desarrollo de las ideas y de la cultura medieval. Basten dos ejemplos: el investigador que lo desee hallar una vasta bibliografa sobre el marqus de Santillana: ediciones y reediciones de sus obras, casi todas con eruditos prlogos y notas, estudios crticos, histricos, biogrficos y bibliogrficos, documentacin coetnea y dems, pero muy rara vez, si alguna, una monografa sobre su figura como impulsor directo de un amplsimo nmero de traducciones y como centro de todo un crculo nacional e internacional de traductores, de considerable repercusin literaria y cultural. O bien, como segundo ejemplo, en el mismo s. XV, el de la extraordinaria abundancia de traducciones de textos de condicin religiosa, traducciones que Lola Bada considera de tanta o ms importncia per a la formaci de la llengua literria i del clima cultural de la tardor medieval que les de tema clssic, pero que, sin embargo, como reconoce Charles B. Faulhaber, a pesar de su popularidad, son textos que jams se estudian hoy. Y es que, como ha escrito uno de los ms conocidos tericos de los Estudios de Traduccin, Gideon Toury, the role played by translation in the stimulation and dissemination of ideas... has been frequently over-
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looked and seldom acknowledged. Y ese es precisamente el caso. Anna Gil: Podra explicar brevemente por qu al extenso mosaico de ms de mil aos de la historia de la traduccin medieval en la Pennsula Ibrica le faltan tantas teselas? En qu disciplinas o lenguas estas teselas estn ms ausentes? J. C. Santoyo: Yo dira que pueden apuntarse al menos dos razones probables, si no posibles: en primer lugar, por la carencia de estudios, que slo ltimamente ha comenzado a remediarse; si ya la historia de la traduccin en general ha estado prcticamente olvidada hasta nuestros mismos das, mucho ms lo ha estado esa historia por lo que respecta a los tiempos medievales. Y en segundo lugar, por la propia condicin de la documentacin medieval, tan fragmentaria: la historia del Medievo, en su conjunto, es un gran tapiz, pero en su urdimbre faltan muchos hilos, y se aprecian amplios huecos y desgarros. Lo cierto es que disponemos tan slo de un conocimiento mutilado, como dice Paul Veyne, de la traduccin medieval en la Pennsula Ibrica, y as lo subrayo desde la primera pgina del libro. Si se me permite, vuelvo a decir aqu lo que all digo: Los textos estn ah, unos y otros, originales y traducciones (cuando estn, naturalmente, porque muchos han desaparecido y slo sabemos de ellos por referencias); pero ms all de los propios textos, en muy raras ocasiones nos es dado acceder a conocimientos meta-, co- y con-tex-
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tuales: a instancias de quin se traduca, por qu, cmo y dnde se llev a cabo la traduccin, quin la hizo, qu competencia textual, temtica, lingstica o cultural posea, con qu medios contaba, qu colaboradores tuvo, de qu original(es) dispuso, a qu lector(es) destinaba su trabajo...; datos, en definitiva, de condicin histrica, en muchos casos tan importantes como los de condicin lingstica. De ah, por ejemplo, el gran vaco traductor de los ss. VII, VIII y IX, la penuria de datos en los siguientes ss. X y XI, el silencio traductor gallego-portugus hasta casi el s. XIV, el vaco traductor que envuelve a la lengua vasca durante toda la Edad Media, la ausencia de informacin, salvo detalles dispersos, sobre la traduccin oral, o interpretacin, que ineludiblemente hubo de practicarse a lo largo de todo el Medievo, nuestro desconocimiento casi total de la traduccin de ndole diaria, no erudita, sino estrictamente prctica en su misma cotidianidad... Anna Gil: Sorprende descubrir la escasez de traducciones del rabe al latn en el s. XI, un siglo en el que precisamente la produccin cultural en lengua rabe alcanza su apogeo. De hecho, la poca de los Taifas es el perodo ms fructfero no slo de la literatura andalus en lengua rabe (con poetas e intelectuales de la talla de Ibn Zaydn o Ibn Ammar, por citar slo dos), sino tambin del pensamiento, la medicina o la historia en esa lengua (con intelectuales como Ibn Hazm o Avicena, entre otros). Cmo explica esta falta de tra-
Anna Gil: Surpreende descobrir a escassez de tradues do rabe ao latim no sculo XI, um sculo em que precisamente a produo cultural em lngua rabe atinge seu apogeu. De fato, a poca dos Taifas o perodo mais frutfero no s da literatura andaluz em lngua rabe (com poetas e intelectuais do porte de Ibn Zaydn ou Ibn Ammar, para citar apenas dois), mas tambm do pensamento, da medicina ou da histria nessa lngua (com intelectuais como Ibn Hazm ou Avicena, entre outros). Como explica esta falta Scientia Traductionis, n.10, 2011
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ducciones?
J. C. Santoyo: No hay modo de explicar tal escasez, o al menos yo no s explicarla. Puesto a elucubrar, y dado que la traduccin es el resultado de determinada competencia interlingstica y de intereses y contactos interculturales, uno sospecha que ni tal competencia en rabe fue comn aquel siglo en la sociedad cristiana de la Pennsula, ni la competencia en latn lo fue en la sociedad musulmana. Por otro lado, el inters por la traduccin nicamente lo sinti en el Medievo la sociedad cristiana (y en mucha menor medida ciertas comunidades judas): eran textos en rabe los que se vertan al latn, no a la inversa. La sociedad musulmana peninsular nunca se interes por los textos de los cristianos: tan slo hay noticia de una obra latina traducida en la Pennsula al rabe, las Historiae adversus paganos, de Paulo Orosio. Es evidente, pues, que ese inters cristiano no se dio a lo largo de todo el s. XI y que slo comenz a manifestarse en los primeros decenios del siguiente s. XII. Las causas? Muy probablemente, el propio estado de la sociedad cristiana de la Pennsula, ocupada aquel siglo ms en cuestiones de supervivencia que de ciencia o cultura (primum vivere...), ocupada tambin en sus propias rencillas, que no fueron escasas, y en contrarrestar los continuos ataques musulmanes que llegaban desde el sur, entre ellos los bien conocidos de Almanzor, que a lo largo de casi veinticinco aos asol todo el norte de la Pennsula, desde Barcelona a Santiago de Compostela.
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Queda, como ltimo recurso explicativo, la posibilidad de que seamos nosotros los que desconozcamos, por falta de documentacin, la realidad de los hechos. Vernet ya dice que hay muy pocos testimonios, por no decir ninguno, de la actividad traductora de ese siglo. Poco antes Lemay aseguraba tambin que durante todo el s. XI no hay prcticamente ningn vestigio de intercambio cientfico o filosfico entre latinos y rabes o mozrabes. Pero que haya muy pocos testimonios, por no decir ninguno, o que no haya prcticamente ningn vestigio, puede que tan slo se deba a que unos y otros se han perdido, o an no han sido hallados. Que, personalmente, no creo que sea el caso. Anna Gil: En la primera parte del libro usted se refiere en varias ocasiones al papel preponderante que desempe el scriptorium del monasterio de Santa Maria de Ripoll en el s. X. Podra resumir en algunas lneas el tipo de trabajo que se realiz en Ripoll, as como el porqu de su importancia? J. C. Santoyo: De Ripoll es muy poco lo que sabemos, algo ms lo que deducimos y bastante ms lo que suponemos. Ni siquiera sabemos si all hubo un scriptorium como tal, en el que se hicieran traducciones del rabe al latn. Lo que s sabemos es que la biblioteca del monasterio contaba a finales del s. X con 66 cdices, que pocos aos despus eran 121, y que a la muerte del abad Oliva, en 1046, la biblioteca conta-
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ba ya con 246 volmenes, nmero ciertamente muy notable para la poca. La importancia de Ripoll en la historia de la traduccin medieval es la de una condicin pionera, porque entre aquellos primeros 66 cdices de los ltimos decenios del siglo X haba al menos trece traducciones o reelaboraciones latinas de originales rabes, todas de carcter prctico o cientfico: tratados sobre el astrolabio, sobre el clima, sobre geometra, sobre relojes..., tratados que nos han llegado en un estado muy fragmentario (102 folios en total) y que hay que considerar como restos supervivientes de una compilacin sin duda mucho ms amplia y completa. Se hicieron tales traducciones en el propio monasterio, o fue su biblioteca nicamente el lugar donde acabaron depositadas y guardadas? No lo sabemos. Cuando en el 984 Gerberto de Aurillac, futuro papa Silvestre II, necesit en Reims un tratado sobre la multiplicacin y divisin de los nmeros traducido por cierto Joseph ispano, se lo pidi al obispo de Gerona, Mir Bonfill; y cuando aos despus se interes por un tratado de astrologa, se lo pidi a cierto Lupitus Barchinonensis, probablemente el arcediano de la catedral de Barcelona Sunifred Llobet. Cabe deducir de estos pocos datos que en Ripoll hubo un scriptorium y que en l se hicieron aquellas traducciones del rabe al latn? Puede resultar arriesgado. Anna Gil: En uno de los pasajes ms interesantes, a la vez que controvertidos, de su libro, usted niega la existencia de las famosas es-
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cuelas de traductores de Toledo y de Bagdad (Bait al-Hikma). Qu es lo que, a su parecer, motiv la creacin de ambos mitos? Por qu la bola de nieve de la que usted habla se origin en ciudades como Toledo y Bagdad, y no en otras localidades de la Pennsula? Cules fueron, segn usted, las ciudades, tanto peninsulares como de fuera de la Pennsula, en las que se desarroll de forma ms notoria la traduccin durante el perodo medieval? J. C. Santoyo: No hay fcil respuesta a tanta pregunta. Qu motiv la creacin de ambos mitos? En lo que a Espaa se refiere, probablemente cierta inveterada admiracin por todo lo que llega con etiqueta ultrapirenaica. En el caso de Toledo, la cronologa del mito de una escuela de traductores se inicia en Francia, y a grandes rasgos est bastante clara: ninguna mencin, ni la ms mnima, a tal entidad hasta comienzos del s. XIX, la alusin primera (1819, 1843) del francs Jourdain a un collge de traducteurs, su adopcin por Renan en 1852, luego en Alemania por Rose en 1874, y finalmente su paso a Espaa con Menndez Pelayo en 1881 y posteriormente ya en el s. XX, con Menndez Pidal. En cuanto a la inexistencia de una escuela de traductores en Bagdad, son voces mucho ms autorizadas que la ma las que as lo aseguran. Hunayn ibn Ishaq (+873), quiz el ms notable traductor (en Bagdad) de todos los tiempos, en ningn momento menciona a lo largo de su extenssima obra, original y traducida, la existencia de una es-
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cuela de traductores en aquella ciudad. La crtica actual ms slida rechaza asimismo tal existencia, y quien de ello discrepe tendr primero que contrarrestar los argumentos de Myriam Salama-Carr (La traduction lpoque abbaside, 1990) o de Dimitri Gutas (Greek Thought, Arabic Culture: The Graeco-Arabic Translation Movement in Bagdad, 1998). Entonces, Qu fue lo que motiv la creacin de ambos mitos? Supongo que en uno y otro caso la presencia en ambas ciudades y en determinado momento (Bagdad s. IX, Toledo s. XII) de cierto nmero de traductores que all llevaron a cabo su tarea, a veces en solitario, otras veces a duo. Si a esa simultaneidad en el tiempo se la quiere llamar escuela, bien est; pero sea cada cual responsable de sus propias afirmaciones. Y sobre la ltima de sus preguntas: la Edad Media es un perodo tan extenso que casi no hay localidad de la poca en la que, al menos en Europa, no se halle(n) algn(os) traductor(es), y ello desde Braga, en un extremo del continente, hasta Constantinopla en el otro, y desde Oxford en el norte hasta Sicilia en el sur. Aun as, creo que, por distintas razones, han entrado en la historia medieval de la traduccin: en el s. VI, Squillace, en la Catania italiana, con la primera y ejemplar casa del traductor, Vivarium, que all estableciera Casiodoro; en el s. XI, Salerno, con, entre otras, la figura sobresaliente de Constantino el Africano; obviamente Tarazona, Toledo, Barcelona y Tudela () en el s. XII peninsular;
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Parece haver um equvoco no texto original: a cidade de Squillace, onde Cassiodoro nasceu, e, entre 554-560, fundou o Vivarium, fica na Calbria.
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a caballo de los ss. XII-XIII, Lunel, en el Languedoc, con la familia juda de los Tibbon; en el s. XIII, Palermo, en Sicilia, y de nuevo Toledo, y tambin Murcia y Sevilla, en la Pennsula Ibrica... Anna Gil: Despus de leer detenidamente todo el pasaje dedicado a la extraordinaria figura de Gerardo de Cremona (1114-1187), una se pregunta si el hecho de haber impartido enseanzas en la escuela catedralicia (magister), el hecho de haber traducido ms de 70 obras del rabe al latn y el hecho de contar con un cierto nmero de colaboradores (socii) para algunas de sus traducciones no contribuy a construir la idea de una escuela de traductores de Toledo, hecho que adems un siglo ms tarde se vera apoyado por la presencia en Toledo de traductores como Marcos de Toledo, Salio de Padua, Miguel Escoto, Juan de Toledo o Hermann el Alemn. J. C. Santoyo: Es muy posible, s, que todo ello haya contribuido a crear el tpico de tal escuela. Pero, caso de haberla, en una escuela as ha de darse al menos una presencia simultnea de cierto nmero, y no escaso, de traductores, y cierta interrelacin entre ellos. Y desde luego tal presencia simultnea no la hubo en Toledo, donde s asistimos a una presencia sucesiva de traductores, y a escassimos casos de colaboracin. As, Iohannes Hispalensis reside en Toledo aproximadamente 20 aos (ca. 1136-ca. 1155), coincidiendo all muy poco tiempo con un joven Domingo Gun-
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disalvo, que llega a la ciudad a mediados de siglo y no fallecer hasta ca. 1190; Gerardo de Cremona llega a Toledo en torno a 1150 y all reside ms de 25 aos, hasta su fallecimiento en 1187, sin que en ningn momento mencione a otros traductores; tras cursar estudios de medicina en Montpellier, Marcos de Toledo traduce en su ciudad entre ca. 1180 y 1213, sin que tampoco hable de ningn otro colega traductor; Miguel Escoto tan slo estuvo cinco aos en Toledo, entre 1214? y 1219?; menos tiempo an estuvo el italiano Salio de Padua, del que slo consta con seguridad su estancia en 1218; y mucho ms tardo an es Hermann el Alemn, que no conoci a ninguno de los anteriores, dado que sus traducciones estn fechadas en 1240-46 y en 1256... A lo largo de ms de un siglo, pues, en Toledo parece haber habido una sucesin de muy pocos traductores, pero en ningn caso una escuela, ni siquiera lo que podramos denominar un grupo. Anna Gil: Usted llama la atencin sobre la ausencia de fondos rabes a lo largo de todo el s. XII (p. 136 y 137), lo que le lleva a preguntarse: De dnde se obtuvieron tantos textos en rabe como los que se tradujeron del latn durante aquel siglo?. Para ilustrar su reflexin, aporta los testimonios de clrigos, arcedianos, capiscoles y nobles castellanos (como la condesa Mumadona Dias), y cita bibliotecas, armarios y arcas, todos ellos situados en territorios bajo control cristiano, to-
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dos ellos con textos latinos. Yo me pregunto si esa falta de libros en rabe no se explica por el hecho de que los originales se hallaran en bibliotecas, mezquitas y cortes de los distintos reinos de taifas. Podra decirnos si hay sobre ellos algn tipo de documentacin? J. C. Santoyo: No hubo, al parecer, falta de libros en rabe en los territorios cristianos reconquistados, puesto que muchos fueron los que en aquel siglo, y en el siguiente, se vertieron al latn. Lo que escasea es la documentacin sobre las bibliotecas de los reinos de taifas en los ss. XI y XII, sobre lo que de ellas pervivi y sobre el trasvase de tales libros a manos cristianas, y en particular a las manos de los traductores. Es una documentacin que nos llega a cuentagotas. En 1087 Paterno, obispo de Coimbra (reconquistada en 1064), dej en testamento un libro de cnones escrito en rabe, y otros libros hispalenses (quiz la coleccin de cnones y decretos pontificios traducidos del latn al rabe por el presbtero mozrabe Vincentius ca. 1050). En los primeros decenios del s. XII el entonces joven Iohannes Hispalensis reconoce haberse trasladado desde la Limia gallega a otras partes de Espaa (Hispanas partes) en busca de libros de astronoma, y haber vivido en esos lugares entre gentes desalmadas que no crean en Dios, y all haber ledo y reledo tales libros de astronoma, como es el caso de los cursos de los planetas, y otros que tambin parecan referirse a ese arte. Alude a alguno de los
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territorios de las taifas musulmanas, y a sus bibliotecas? Parece lo ms probable, y personalmente no me caben dudas al respecto. Pero carecemos de ms detalles. A su vez, Charles Burnett apunta la posibilidad de que los originales rabes que Hugo de Santalla tradujo en Tarazona procedieran de la biblioteca de los Banu Hud, reyezuelos de la pequea taifa de Rueda de Jaln entre 1110 y 1131, biblioteca (in Rotensi armario) quiz disponible a partir de esa ltima fecha, cuando el ltimo representante de la dinasta, Ahmad Sayf al-Dwala (Zafadola), prest vasallaje a Alfonso VII y entreg Rueda al monarca cristiano. Pero tan slo es, de nuevo, una conjetura. Los socii de Gerardo de Cremona aseguran que en Toledo, taifa reconquistada en 1085, todava un siglo despus haba abundancia de libros en rabe sobre todos los saberes. Datos demasiado nebulosos en todos los casos. Pero sobre las bibliotecas que pudo haber en las cortes y mezquitas de las taifas de Murcia, Albarracn, Niebla, Sevilla, Almera y dems reconozco que nada s, salvo lo poco que de ellas ya dijeron Julin Ribera, Menndez Pidal o Snchez Albornoz. Anna Gil: Vista la gran cantidad de traductores (diecisis que se conozcan) y obras traducidas en el entorno cortesano de Alfonso X el Sabio, el lector puede que se pregunte si existi en la Edad Media peninsular una actividad traductora mayor por nmero e importancia que la que hubo en aquella corte. Por otra parte, sera exagerado afirmar que la tra-
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duccin fue la actividad cultural que ms impuls este monarca? J. C. Santoyo: Depende de qu entendamos por importancia, y a qu se la demos. Desde luego, mayor trascendencia internacional alcanzaron las traducciones peninsulares del s. XII (todas al latn), muchas de las cuales siguieron copindose en los siglos siguientes, e imprimindose luego hasta bien entrado el s. XVI. Numerosos ejemplares manuscritos e impresos de tales traducciones se hallan todava hoy en las bibliotecas ms importantes de Europa y Amrica. En cambio, las traducciones del entorno del rey Alfonso, de escasa trascendencia internacional dado que la mayora lo fueron al castellano, resultan ser de notable importancia nacional, como bien sabe, entre otros, cualquier historiador de la lengua castellana. Por lo que respecta al nmero de textos traducidos, de nuevo los del s. XII superan con mucho a los del entorno cortesano alfonsino. Y ms numerosas que las de este monarca son tambin las traducciones que en la primera mitad del s. XV se llevaron a cabo por indicacin y encargo directo del marqus de Santillana. En cuanto a su pregunta, creo que no, que no resulta exagerado afirmar que la traduccin fue la actividad cultural que ms impuls Alfonso el Sabio: hay que tener en cuenta que, adems de las versiones exentas, buena parte de los textos histricos hechos compilar por el monarca, sobre todo la General Estoria y la Crnica General, estn en gran medida compuestos por material traducido inserto, procedente de
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originales rabes y/o latinos (Lucano, Orosio, san Isidoro, Plinio, san Jernimo, etc.). Anna Gil: Pasemos ahora a hablar del a menudo ignorado alcance cultural de que goz la ciudad de Murcia durante buena parte del s. XIII. A qu se debi este florecimiento murciano de las artes y las letras? Cunto tiempo dur y por qu ha quedado relegado a un segundo plano, despus de ciudades como Toledo o Burgos? J. C. Santoyo: Se debi, sin duda, a la conjuncin de tres distintos factores: un importante sustrato cultural previo en la taifa de Murcia, la frecuente residencia all de Alfonso X el Sabio y la coincidencia en el tiempo (segunda mitad del s. XIII) de varias instituciones y personas. En Murcia pas Alfonso X largas temporadas en 1254, 1257, 1270, 1272-73, etc., quiz porque, como dice el propio monarca, amamos et deuemos querer este regno entre todos los otros. Nada extraa, pues, que en Murcia y en Cartagena site el rey varias de sus Cantigas. Y que el monarca dotara all un centro de estudios en el que Mohamed ibn Ahmed Abubequer al-Ricot ense muchos aos medicina, lgica, geometra y filosofa, y lo hiciera indistintamente en rabe, romance o latn, porque sus estudiantes eran indistintamente musulmanes, judos y cristianos. Pero es que tambin en Murcia fundaron los dominicos en 1265 un studium arabicum et hebraicum, y a l es probable que pertenecieran los frailes Domingo
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Marroquino y Rufino Alejandrino, traductores uno y otro al latn de varios tratados rabes de medicina. Y de Cartagena fue primer obispo desde 1250 el propio confesor del monarca, fray Pedro Gallego, que tradujo o mand traducir del rabe al latn varias obras de medicina, una Summa de astronoma y el Liber de animalibus aristotlico. Y en el studium de Murcia parece haber residido asimismo Raimundo Mart, al que se considera autor, ca. 1275, de un pionero glosario latn-rabe vulgar, el Vocabulista in arabico. Y en Murcia residi muchos aos el italiano Giacomo Giunta (Jacobo de la Junta), famoso jurista, redactor de parte de las Siete Partidas alfonsinas y traductor del latn al castellano de dos obras de Derecho... Lo cierto es que en Murcia se llev a cabo una actividad traductora propia, paralela y contempornea de la que se llevaba a cabo en la corte. Fue una lstima que ese florecimiento murciano no perdurara ms all de la muerte del monarca en 1284, pero lo cierto es que tras ella Murcia desaparece casi por completo de la historia de la traduccin medieval, por lo que hay que pensar que sin duda fue la brevedad de ese florecimiento lo que la releg, creo que injustamente, a un segundo plano. Anna Gil: Usted califica a Ramn Llull de uno de los ms notables traductores del s. XIII. Adems del clebre Llibre de la contemplaci en Du, traducido al cataln desde un original rabe desaparecido, qu otras obras tradujo o ayud a traducir? Qu autores,
Anna Gil: O sr. qualifica Ramn Llull de um dos mais admirveis tradutores do sculo XIII. Alm do clebre Llibre de la contemplaci en Du, traduzido ao catalo de um original rabe desaparecido, que outras obras traduziu ou ajudou a traduzir? Que autores, Scientia Traductionis, n.10, 2011
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aparte de l, se dedicaron tambin a la traduccin del rabe al cataln en aquel siglo y posteriores? J. C. Santoyo: Notable por sus muchas traducciones y notable por la versatilidad lingstica que demostr, ya que lo mismo escriba sus obras (la Lgica de Algazel, el Libre del gentil e los tres savis, el Liber de Deo et mundo, el Ars consilii, etc.) en rabe, en cataln o en latn, para despus traducirlas l mismo a los otros dos idiomas (caso temprano de doble autotraduccin). Algo nada comn, desde luego, y no slo en aquella poca, sino en cualquier otra. Anciano ya (parece ser que le fallaba la vista) y residente en Tnez, todava solicitaba la ayuda de fray Simn de Puigcerd para traducir al latn ms de una docena de tratados que primero haba redactado en rabe (primo in arabico) y luego l mismo haba traducido al cataln (et postmodum in romancio translatauit). En cuanto a otros traductores del rabe al cataln, en los ltimos decenios del s. XIII hallamos a Berenguer Eymeric, Arnau de Vilanova, Benvenist Saporta, Benvenist Avenbenvenist, Mahomat Abenguabarrig y Samuel Abenvives; a finales del XIII y comienzos del XIV, Jahuda Bonsenyor; ya en el s. XIV, Joan Jacme, traductor de un tratado de oftalmologa; y Joan de Bnia en el s. XV, traductor en Paterna, al valenciano, de un tratado sobre el sexagenarium, un instrumento de la familia de los ecuatorios. Ello, claro, al margen de numerosos intrpretes rabe-cataln/valenciano.
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Anna Gil: En su libro dice, en una ocasin, que el texto traducido es un texto difundido y que sobre tal difusin los poderes pblicos o religiosos siempre han querido tener control. Sorprende constatar que incluso en un perodo tan temprano como el medieval el control sobre la produccin y difusin escrita estuviera ya presente. Podra citarnos algunos ejemplos? J. C. Santoyo: En el libro cito ya un buen nmero de ellos de los ss. XIII, XIV y XV, ejemplos peninsulares y europeos en general: en 1210 el snodo de Pars prohibi los escritos de Aristteles (en su traduccin latina, evidentemente); en 1233 Jaime I de Aragn prohibi la posesin de libros religiosos in romancio; en Valencia, en 1447, ardieron en la hoguera veinte biblias falses, sin duda por estar traducidas; como tambin a finales de ese siglo se hizo desaparecer, casi de raz, la traduccin de la biblia al valenciano hecha por Bonifaci Ferrer & al.; son slo algunos ejemplos, porque los citados no son los nicos casos que se dieron a lo largo de la Edad Media, ni en la Pennsula ni en el resto de Europa. Sirva de nuevo ejemplo la orden del rey Afonso V de Portugal, de 18 de agosto de 1451, en la que manda quemar los libros de John Wycliff, Jan Hus, Pierre Valdo y otros: Por quanto... son trasladados alguns libros de Joanne Velif e de Ioane Hus e de frei Gaudio e doutros alguns que... son reprobados por falsos e herticos, que os ditos libros fossem quemados e non fossem mais achados
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em os nossos reinos... Y todo ello sin contar la autocensura, de la que tambin hay ejemplos. Recurdese la versin al francs de la Historia de Alejandro el Grande, de Quinto Curcio, en la que el traductor, Vasco Fernandes de Lucena, censur los pasajes de homosexualidad convirtiendo al joven Nicmaco en la joven Bagoie, pour eviter mauvais exemples. Anna Gil: Hablemos ahora del s. XIV y del escaso inters que ha suscitado entre los especialistas la actividad traductora espaola, sobre todo si lo contrastamos con los siglos anteriores y con el siglo siguiente. Coincido con usted en que uno acaba pensando que, al trmino de la mal llamada Escuela de Traductores de Toledo, se produjo en la Pennsula un gran vaco traductor, del que no se comenz a salir hasta bien entrado el s. XV, en vsperas y por influencia directa del movimiento renacentista que se viva en Italia. Usted asegura que nada de ello indica que fuera as. Por qu? J. C. Santoyo: Porque considero que el s. XIV es un perodo clave en la historia de la traduccin en la Pennsula Ibrica: clave, porque a lo largo de ese siglo todo cambi. Rara vez, si alguna, ha experimentado la historia de la traduccin cambios tan radicales y decisivos como los vividos a lo largo de ese siglo. Tngase en cuenta, en brevsimo resumen y recapitulacin, que durante
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Parece haver um equvoco no texto original: chamava-se Bagoas, e no Nicmaco, o eunuco que servia (obsequio corporis, com a submisso de seu corpo) Alexandre Magno.
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ese siglo prcticamente desaparece el rabe como lengua origen de las traducciones, progresivamente sustituido por el latn, el griego y las lenguas romances intra- y extrapeninsulares (prueba del profundo cambio de intereses que entonces se experiment); que, en consecuencia, desaparece tambin la figura intermediaria, frecuente en siglos anteriores, del colaborador judo o mozrabe; que el centro traductor se desplaza durante este siglo desde el reino de Castilla al de Aragn; que se traduce ya abundantsimamente, sobre todo en Catalua, que con harta frecuencia acta de puente cultural para el resto de la Pennsula; que esa creciente actividad traductora no se limita ya a una corte ni depende del patronazgo real, sino que aparece descentralizada y dispersa por toda la geografa peninsular; que por esa misma dispersin la traduccin se consolida en todas las lenguas romances (cataln, castellano, gallego-portugus y aragons) como vehculo habitual de difusin cultural; que a travs del aragons se inician las traducciones del griego; que asimismo se inician las traducciones desde otras lenguas romances extrapeninsulares: francs, italiano y provenzal; que a su vez dan comienzo las traducciones intrapeninsulares; que al trmino de este perodo surgen las primeras reflexiones y crticas traductoras; y que con ellas comienza tambin a desarrollarse un primer metalenguaje traductor. Hay quien d ms? El contraste con los dos siglos anteriores no puede ser mayor, ni el corte ms profundo.
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Anna Gil: Usted afirma, apoyndose en Garca Yebra y otros, que la mayora de los escritores del s. XV son a la vez traductores. Tambin que el s. XV peninsular es un mar de traducciones. Cules fueron las lenguas ms traducidas y a las que ms se tradujo durante ese s. XV? Qu traductores destacaron en aquel siglo? J. C. Santoyo: De modo ms o menos extenso, en el libro se traen a colacin ms de ciento cincuenta traductores del s. XV y ms de trescientas cincuenta traducciones llevadas a cabo a lo largo de esa centuria: no es corto nmero, y creo que desde luego iguala, si no supera, al de autores y textos originales. Sin la menor duda, la lengua ms traducida fue el latn, seguida, aunque de lejos, por el italiano y el francs; pero tambin constan traducciones del rabe, del hebreo, del cataln (al castellano) y del castellano (al cataln y al portugus). A su vez, las dos grandes lenguas meta del siglo fueron (yo dira que a partes aproximadamente iguales) el castellano y el cataln/valenciano, y en menor medida el portugus. Muy escasamente representativas son las traducciones al gallego, anecdticas las versiones al aragons e inexistentes al vascuence. En cuanto a los traductores ms destacados, sus nombres son bien conocidos en el mbito de una y otra lengua y cultura: en la catalana/valenciana, entre otros, Guillem de Copons, Andreu Febrer, Ferran Valent, Francesc Alegre, Joan Ros de Corella y Bonifaci Ferrer; y en la castellana, tambin entre otros, Enrique de Vi-
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llena, Moiss Arragel de Guadalajara, Alonso de Cartagena y Alonso de Madrigal (el Tostado), este ltimo sobre todo por sus extensas reflexiones en torno a la traduccin, Pedro Daz de Toledo, Alfonso de Segovia, Alfonso de Palencia... Anna Gil: Es evidente que una obra de esta magnitud no se escribe en dos das: cuntos aos le ha llevado la elaboracin de la misma? Qu recuerdos tiene de todo el proceso? Y, finalmente, permtame que le haga una pregunta un tanto personal: despus de un trabajo tan monumental como ste, piensa tomarse unas vacaciones o tiene otros proyectos entre manos? J. C. Santoyo: El tiempo: varios aos, desde luego; yo dira que al menos desde 1995. No en vano han sido ms de 500 los libros y artculos consultados, y ah est la bibliografa y las citas, pgina a pgina, para demostrarlo. Ha sido, necesariamente, un proceso lento en el que, con anterioridad a la publicacin del libro, he ido desgranando distintos aspectos del mismo en conferencias y artculos a uno y otro lado del Atlntico, y que luego he reunido, hilvanado y encajado en este nico volumen. Recuerdos del proceso? Muchos, como es natural: la sensacin de ir viendo crecer el libro, el reto que da a da supona encontrar este o aquel artculo (porque necesitaba verlo y tenerlo en las manos, no me bastaba con saberlo citado por otros)... Pero quiz haya tres recuerdos que emergen sobre todos los dems: los errores, a veces
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considerables, que iba hallando en trabajos anteriores; los vacos de informacin con que en ocasiones me encontraba (y pongo de ejemplo la traduccin cotidiana y/o documental, no la libresca, o bien la traduccin oral o interpretacin); y, por ltimo, las notables discrepancias que con frecuencia adverta en la estimacin crtica de ciertos textos, como en el caso de las Buclicas de Virgilio en la versin castellana de Juan del Enzina, valorada por unos como traduccin, por otros como imitacin, o como adaptacin, o como obra original, o incluso como parodia de la obra de Virgilio... Tomarme unas vacaciones? La verdad es que no, porque de momento tengo tres cosas entre manos (soy incapaz de trabajar constantemente en un solo tema): una, ya en puertas de imprenta con el ttulo de La traduccin: Textos clsicos y medievales, donde he recogido cerca de 200 reflexiones sobre la traduccin de autores rabes tan desconocidos, Hunayn ibn Ishaq, entre ellos, latinos, ingleses, franceses, italianos, portugueses, alemanes, etc., desde el 400 a. C. hasta el ao 1500 (lo malo va a ser editarlo, porque suman ms de 500 pginas); otra, una edicin crtica de los textos de Alonso de Madrigal, el Tostado, sobre la traduccin, ya casi terminado; y la tercera, una monografa sobre la autotraduccin, trabajo todava en proceso de elaboracin. De momento todo ello ya me tiene bastante ocupado.
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Trad. de Mauri Furlan [email protected] Universidade Federal de Santa Catarina Anna Gil Bardaj [email protected] Universitat Autnoma de Barcelona Julio Csar Santoyo [email protected] Universidad de Len Fonte: Quaderns: Revista de Traducci, 17, 2010, 271-281