Cruzando El Umbral de La Esperanza

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"CRUZANDO EL UMBRAL DE LA ESPERANZA": ALGUNAS CLAVES FILOSFICAS Silvana Capano Junio 2001 "El Papa, que comenz Su pontificado

con la palabras "No tengis miedo!", procura ser plenamente fiel a tal exhortacin, y est siempre dispuesto a servir al hombre, a las naciones, y a la humanidad entera en el espritu de esta verdad evanglica".

Cruzando el umbral de la Esperanza

INTRODUCCIN A partir de la lectura de la entrevista realizada por Vittorio Messori a Juan Pablo II, recogida en la obra "Cruzando el umbral de la Esperanza", se tomarn en cuenta algunos aspectos centrales para la elaboracin de este informe. Este libro, es sin duda, un testimonio para el hombre contemporneo, que presenta pistas para prcticamente todos los desafos que hoy le toca enfrentar. Por su variedad de temas, es una gua en el obrar, iluminando muchos aspectos que hoy aparecen oscurecidos. Procurar, en una primera parte, exponer brevemente el contenido de cada uno de los captulos, para abordar la vastedad de temas tratados. Luego de esta exposicin, presentar los ncleos temticos filosficos que puedo percibir como ejes centrales de todo el libro: una gran preocupacin antropolgica, que deriva en el concepto de persona, verdad, libertad, y sentido de la vida- tems unidos a la reflexin sobre el hombre-. Finalmente, en una segunda parte, abordar el concepto de Persona en el Sumo Pontfice, y su estrecho vnculo con la bsqueda de la Verdad, y la nocin de libertad, en una perspectiva un poco ms profunda y radical. Para este ltimo apartado, me ayudar de algunas nociones presentes el texto "Amor y Responsabilidad"(1979), y en las Cartas Encclicas "Veritatis Splendor"(1993), y "Redemptor hominis"(1979), ya que observo una estrecha vinculacin entre todos las obras.

SNTESIS DEL CONTENIDO TEMTICO DE TODOS LOS CAPTULOS DE LA OBRA "CRUZANDO EL UMBRAL DE LA ESPERANZA"

Tal vez vale la pena comenzar aclarando que la entrevista realizada al Sumo Pontfice, por Vittorio Messori, no tiene una finalidad clericalista, sino que busca "aprovechar la disponibilidad del Santo Padre para intentar plantear el problema de las races, de eso sobre lo que se basa todo el resto, y que sin embargo parece que se deja aparte, a menudo dentro de la Iglesia misma, como si no quisiera o no se pudiera afrontar" Desde el inicio, el editor, nos aclara que el objetivo de la entrevista, es hallar la Verdad y la Fe, que an existe, e indagar acerca de sus races, a pesar de las oscuridades que hoy a al Iglesia toda, se nos plantean. Es procurar un retorno a lo esencial, lo central de nuestra Fe. El Captulo I, comienza con la cita "No tengis miedo", invitndonos a experimentar la debilidad y la grandeza del hombre sin tener miedo, al igual que la vivencia del misterio de Dios. Con esta frase, El Papa comenz su homila el la plaza de San Pedro, al inicio de su pontificado; y con ella sigue dando testimonio hoy. Nos invita a descubrir la verdad de nosotros mismos, y a tomar conciencia de ella. Los captulos II y III, se centran, dira yo en el rezar. El entrevistador pregunta Cmo reza? y Por qu rezar?. El Santo Padre, nos habla del dilogo yo- T, que vivenciamos cuando rezamos y el socorro del Espritu Santo que viene a nuestro encuentro, en esos momentos. Rezamos por la plegaria universal, para que se cumpla en nosotros y el mundo la Salvacin, por los que sufren, por los difuntos, ya que nuestra fe se sustenta en la certeza ( no slo en la creencia) de una vida eterna. Los captulos IV, V, y VI, se centran en Dios, y las "pruebas" de su existencia". " Si Dios existe, no es slo una cuestin que afecte al intelecto; es, al mismo tiempo, una cuestin que abarca toda la existencia humana... el interrogante sobre la existencia del Dios est ntimamente unido a la finalidad de la existencia humana". En estos captulos, Karol Wojtyla, hace un breve recorrido por toda la historia de la Filosofa, desde Platn a la Modernidad, explicando la ruptura que signific la postura de Santo Toms, en este tema. Signific romper con el racionalismo intelectual de Dios, convirtindolo en un problema existencial, no nicamente racional. Ms bien Santo Toms lo convirti en una finalidad de la existencia humana. Asimismo, el Positivismo, con su escuela de la "sospecha" volvi a alejar al hombre de Dios: Podemos conocer ms all de los sentidos?, Hay otra ciencia al margen de la verificacin emprica?, etc. El entrevistado vuelve la mirada sobre el hombre, sealando que as como los sentidos son una fuente de conocimiento, el rezar ( como experiencia de los transemprico), tambin es una forma de conocer. En el dilogo yo - T, hay una coexistencia, una relacin interpersonal. Tambin en el Captulo VI, y siguiendo con el tema, El Papa, pasa por las corrientes agnsticas contemporneas, distinguindolas del atesmo. En los captulos siguientes - VII, VIII, y IX-, las preguntas se centran en la persona de Jess y en la Historia de Salvacin. . No es escandaloso que Jess sea el Hijo de Dios?. Por qu el Padre tuvo que sacrificar a su Hijo, en este complicada Historia de Salvacin?. Jess, es el nico e irrepetible

mediador. No fue un filsofo (como Platn), no fue un sabio (como Scrates), ni fue un "iluminado" (como Buda). El es nico en su especie, y su persona no existe con tales caractersticas en ninguna religin o filosofa. No hay ms posibilidad en el hombre, ni ms amor, que ser redimido por Cristo. Nuevamente en estos captulos, el Pontfice, hace alusin al Racionalismo, y la Modernidad, que postulando la autosuficiencia de la Razn, produjeron un paulatino alejamiento del Hombre, respecto de Dios. Con Dios, fuera del Mundo, lo nico que le queda al Ser Humano, es su propio entendimiento como gua. Sin embargo, la Historia de Salvacin es "sencilla": El Padre am tanto a los hombres, que envi a su Hijo a salvarlo. Cristo supo reconocer y redimir el pecado en el hombre, la precariedad de nuestra condicin humana. Asimismo, esta salvacin se encarna en la misma historia del hombre, en cada existencia concreta. Las preguntas referentes al Mal y la Salvacin, concretamente, se centran en las preguntas X y XI. Por qu hay tanto mal? Dios es impotente ante l?. Aqu el Santo Padre, hace alusin a la actuacin del maligno, pero fundamentalmente a la libertad humana. " Dios ha creado al hombre racional y libre y, por eso mismo, se ha sometido a su juicio. La historia de la salvacin es tambin la historia del juicio constante del hombre sobre Dios". La clave interpretativa de esta historia, est en el "escndalo de la cruz"; el misterio del sufrimiento de toda la humanidad, se expresa en la cruz: mximo signo de solidaridad de Dios con el hombre. Frente a la libertad humana, Dios quiso hacerse impotente - esto forma parte de la coherencia divina-. El Hijo de Dios sufre, para liberar al hombre del Mal radical, y lo hace de una manera definitiva ( no es slo la liberacin de la explotacin, la opresin, la injusticia, la enfermedad). Es el triunfo definitivo de la Vida sobre la muerte, la plenitud del Bien. Por este motivo, el cristianismo es una religin esencialmente soteriolgica. Los captulos XIII al XVIII, se centran a mi juicio, en lo que podramos llamar la Evangelizacin y el dilogo con otras religiones. Son las religiones no cristianas un obstculo para llegar a la Verdad?. En estos captulos, Wojtyla hace referencia muchas veces al Concilio Vaticano II, como mojn en la historia de la Iglesia respecto a este tema, tomando de documentos emanados del Concilio, varias citas. En todas las religiones hay "semillas del Verbo", en tanto que hay una raz comn: por ejemplo, la creencia en una Verdad Eterna presente en el Confusionismo y Taoismo, etc. Respecto al Budismo, ella es una religin de salvacin, pero es contradictoria al Cristianismo, en cuanto que la primera sostiene una soteriologa negativa ( hay que liberarse del mundo, que es fuente del mal y el sufrimiento; supone romper lazos con el mundo). La segunda, por su parte, no sostiene una visin negativa del mundo, sino que en la propia historia concreta se encarna el Verbo para salvar al hombre. Del Islam, dice el Santo Padre, podramos rescatar como aspecto positivo la fidelidad en la oracin. Tal vez tiene su cara negativa en los fundamentalismos,

que igualan la libertad religiosa con la imposicin de la "verdadera religin", que es la suya. Tiene diferencias con el cristianismo, en tanto no es una religin de redencin. En el Judasmo, encontramos a nuestros "hermanos mayores en la fe". El Pontfice postula para nuestras religiones, la defensa de un dilogo fraterno, hallando las races del Cristianismo en el antiguo Testamento. El captulo XVIII, se centra en los desafos de nuestro siglo para una nueva evangelizacin. En los apstoles hallamos el germen y modelo para cualquier poca, rescatando el concepto de evangelizacin en un sentido amplio: anuncio, catequesis, reflexin sobre la verdad revelada. La evangelizacin supone un encuentro con la cultura de cada poca ( desde las primeras oleadas evangelizadoras pasando por el siglo XV y XVI con Francisco Javier, y hasta el da de hoy). Tambin supone encontrarnos con nuevas generaciones. Cristo es dinmico, siempre joven, mira con esperanza el porvenir. El Sumo Pontfice nos da algunas claves para la nueva evangelizacin. No es proselitismo, restauracin o pluralismo. Es peregrinar junto a las jvenes generaciones. Siguiendo con la evangelizacin, el captulo XIX, se centra en los jvenes. Aqu aparece una gran tarea: la adolescencia como el perodo de los grandes interrogantes, de la personalizacin, y la etapa en que empieza la construccin del propio sentido de la vida, de la existencia personal. Aqu aparece claramente el valor personalista de Karol Wojtyla, que desarrollaremos ms adelante. La nocin de persona es central en su filosofa y teologa, ligada a la construccin del sentido de s misma, y el cumplimiento de su vocacin. Todos los jvenes, en tanto personas, tienen un deseo de Amor, en tanto bsqueda de Dios. Los captulos XXII y XXIII, se centran en el dilogo ecumnico. "Los hombres se salvan en la Iglesia, pero siempre se salvan gracias a Cristo ( en esto, respecto a los no catlicos) lo que nos une es ms grande de cuanto nos divide". Nuestra Iglesia Catlica no es eclesiocentrista sino "Cristocntrica". Aqu se sientan las bases de la posibilidad de un profundo dilogo entre cristianos catlicos y no catlicos. Cristo es la base que posibilita el dilogo. Hay entre los cristianos una complementariedad en formas de entender y practicar la fe. En este punto, Wojtyla rescata nuevamente, en los siguientes captulos la importancia del Concilio Vaticano II; en tanto fue de un estilo profundamente ecumnico. No se utiliz las frase: " sea anatema". Fue una experiencia de Iglesia, por sobre todas diferencias, postulando una verdad que no tiene lmite alguno y es accesible a todos. Supuso una renovacin que se haca necesaria. El descubrimiento de la Verdad, se separa sin embargo del relativismo moral ( hace alusin a la "Veritatis Splendor", que desarrollaremos ms adelante para profundizar en este tema). La Verdad se des-cubre, pero no se crea de acuerdo al contexto, intereses o situacin momentnea.

El captulo XXVIII se centra en la Vida Eterna. El hombre de hoy es poco sensible a lo trascendente, a las finalidades ltimas: son los actuales infiernos temporales? Pensemos en los campos de concentracin, las guerras, las catstrofes naturales, las humillaciones, etc. Se puede esperar algo peor?. La escatologa, nos dice el Sumo Pontfice, de este modo, se convirti en algo ajeno, extrao al hombre contemporneo.; sin embargo la escatologa fue iniciada por el mismo Cristo. Su redencin y resurreccin signific para la humanidad una nueva era ms all de la muerte. Del captulo XXIX al XXXI, se trabaja la nocin de hombre fundamentalmente y sus derechos. El hombre es persona. "El inters por el hombre como persona estaba presente en m desde haca mucho tiempo (...) en Amor y Responsabilidad, formul el concepto de norma personalista. La persona es un ser para el que la nica dimensin adecuada es el amor". Aqu est el ncleo filosfico ms importante a mi entender. El concepto de persona, que es trasfondo en todo el libro. El ser humano no es un objeto, y se afirma dndose a otros. Se entrega, pero no egostamente. Por ello, la defensa de la vida, se convierte en un valor central, y para ello no hay excepciones. Cada uno tiene su vocacin y por el mal uso de nuestra libertad, podemos impedir que otro alcance su fin, y eso no nos es permitido desde la norma personalista. Finalmente, los apartados XXXII y XXXIII se refieren a la mujer. Basndose en la devocin ala Virgen Mara, que es nuestra inspiracin, se postula el asombro y el respeto por el maravilloso misterio de la femineidad. Es imposible ser mujer y no sentirse conmovida por estos captulos breves, pero muy sustanciosos, en que se reconoce a la mujer como piedra angular para una redefinicin y consolidacin, de la familia y la sociedad. La obra termina recogiendo el ttulo y el comienzo. "Amor hecho hombre, Amor crucificado y resucitado, Amor continuamente presente entre los hombres. Es Amor eucarstico. Es fuente incesante de comunin. l es el nico que puede dar plena garanta de las palabras No tengis miedo!". El no tener miedo se relaciona directamente con el ttulo de esta obra; es el umbral de la esperanza. El Santo Padre, en la ltima pregunta, distingue las nociones de "miedo" y "temor". El temor, no es el miedo servil de Hegel, sino el que es filial - en tanto todo lo que es ofensa a Dios-Amor. Por este motivo, debemos eliminar el miedo a nosotros mismos, e instaurar el "verdadero temor de Dios". All radica la clave de nuestra esperanza.

LA PERSONA COMO CENTRO DE LA REFLEXIN: VERDAD, LIBERTAD, SENTIDO DE VIDA Como ya expres en la introduccin de este trabajo, creo que el ncleo de la reflexin de Juan Pablo II, puede centrarse en la cuestin antropolgica. Qu es el hombre?; es una pregunta a la que a cada paso el Sumo Pontfice vuelve una y otra vez. Es el hombre el que busca la verdad interior dentro de s mismo, y es libre y responsable de sus actos, as como el que halla su propio fin.

Al referirse a la fe, el rezar, el dilogo yo-T, la Historia de Salvacin, el Mal en el mundo, la evangelizacin, la vida eterna, los derechos humanos, los jvenes, la mujer... una y otra vez se vuelve sobre la nocin de persona aplicada a diferentes casos, circunstancias, y desde distintos ngulos, pero considero que son diferentes puntos de vista que toman siempre como eje central al ser humano. Es por este motivo, que intentar esbozar, basndome en la Carta Encclica "El Redentor del Hombre", la obra "Amor y Responsabilidad" y algunas citas de la entrevista sintetizada en la primera parte, algunos rasgos fundamentales de la persona. "La Iglesia, por razn de su ministerio y de su competencia... es al mismo tiempo el signo y la salvacin del carcter trascendente de la persona humana. Aqu se trata del hombre en toda su verdad, en su plena dimensin. No se trata del hombre abstracto, sino real..." Aqu ya aparecen las primeras nociones de la persona. El Ser Humano es un ser trascendente, pero muy concreto. Est enmarcado en una historia particular, manteniendo el rasgo de singularidad. El hombre no es una abstraccin racionalista, o matemtica, sino que es un "espritu encarnado" en el mundo y la historia. Es en este sentido, una realidad nica e irrepetible. "Todo hombre en toda su irrepetible realidad del ser y del obrar, del entendimiento y de la voluntad, de la conciencia y del corazn". Aqu se nos dan capacidades esenciales que tiene toda persona, inherentemente al hecho de ser hombre. Nuestras facultades no se reducen al entendimiento (visin claramente racionalista y positivista que predomin a lo largo de toda la historia de la filosofa moderna) sino que tambin somos voluntad, conciencia, afectividad y libertad. Este hombre concreto se inclina permanentemente al pecado (porque es libre) pero tambin aspira permanentemente a la verdad (nos lo dice el Sumo Pontfice claramente cuando nos habla de los jvenes en su continua bsqueda de Dios, es decir la verdad). La persona se halla ilimitada en su capacidad de desear, aspirar, buscar, procurar lo superior. Tambin caracteriza a la persona ser un ser en relacin interpersonal con otros. Es el amor, su nica dimensin posible. Por este motivo, se excluye la posibilidad de tratar a otro como un objeto para satisfacer mis propios deseos y necesidades. En este punto, Karol Wojtyla, trasciende el segundo imperativo categrico de Kant, de nunca usar a otro como medio, sino considerarlo como un fin en s mismo. "Cada vez que en tu conducta una persona es el objeto de tu accin, no olvides que no has de tratarla solamente como un medio, como un instrumento, sino que ten en cuenta del hecho de que ella misma tiene, o por lo menos debera tener, su propio fin". Aqu se sugiere un rasgo de la persona que a mi juicio es central, y es que cada ser humano tiene un fin. Me parece central el agregado que hace Wojtyla a la mxima kantiana; no slo no debemos cosificar al otro, sino que la razn de ello es que no podemos impedir que ese ser alcance su propio fin, la finalidad para la cual fue creado, su propia vocacin personal. Creo que en esta "norma personalista", hallamos la clave para muchos problemas y desafos ticos que se nos plantean en el mundo de hoy: el aborto, la eutanasia, la manipulacin gentica, clonacin, congelamiento de embriones, etc.. El propio pontfice hace referencia a esto en el captulo dedicado a los derechos humanos en el texto "Cruzando el umbral de la

esperanza", cuando sostiene la defensa de la vida, sin excepciones, y explica que ni siquiera puede regir en el caso del aborto la norma de defensa legtima, ya que no se aplica a la situacin. Es muy categrico en su definicin que no da lugar a dos interpretaciones. Nadie tiene derecho a obturar el camino hacia la autorrealizacin de otro ser. Por ello, amar es opuesto a usar. Este principio se aplica a las relaciones laborales, la relacin maestro-alumno, el vnculo hombre-mujer, la amistad; y la relacin con toda la naturaleza creada. "La persona es un ser para el cual la nica dimensin adecuada es el amor. Somos justos en lo que afecta a una persona cuando la amamos: esto vale para Dios y vale para el hombre". La nica medida para la persona es el amor. Este rasgo de la persona creo que no admite prcticamente comentario. Es la exclusin de toda postura utilitarista, y pragmtica. En el amor radica su mxima dignidad. En tanto que es criatura, deseo y expresin del amor de Dios, es amor, y no le cabe otra dimensin, ni otro modo de obrar ( con nosotros mismos, ni para con los dems). Todo lo que hagamos en contra de este principio, ser contra nuestra propia naturaleza, esencia, y vocacin. Creo que la dimensin del amor y el tener un propio fin, se unen estrechamente con el sentido de la propia existencia. Uno los conceptos de persona-verdadlibertad-sentido de la vida ( como lo demuestra el subttulo de este apartado) porque creo que en la medida que el ser humano halla la verdad interiormente, encuentra el sentido de su propia vida; pero en todo este proceso est permanentemente presente la libertad humana, para alcanzar esa vocacin o no. Tal como dice J.Pablo II en el libro que hemos trabajado para este informe, Dios nos ha querido tanto que hasta se ha sometido a nuestro propio juicio, y se ha vuelto "impotente" ante nuestra libertad. Tomar conciencia de esto es algo que desconcierta por momentos, al menos a m me sucede a veces. No llego a comprender con mi pobre y dbil entendimiento porqu Dios permite eso, que nosotros mismos le juzguemos, e incluso le neguemos una y otra vez. Cmo cabe tanto amor en una misma persona?. Tal vez, cabra an agregar una nota que indisolublemente se une a la libertad y a la bsqueda del sentido de la existencia, y es la responsabilidad. El sentido no nos es impuesto, sino que debemos desvelarlo, buscarlo, quererlo, pedirlo. Tanto lo que se refiere a nosotros, como el dilogo intersubjetivo, requiere una responsabilidad inmensa; en tanto supone el cuidado del verdadero bien ( para uno y el otro). Uno se responsabiliza por el otro y por s mismo, no de manera limitante y pobre, sino que en el acto hay un enriquecimiento del ser. El hombre est hecho para auto-trascenderse y servir a los dems. Solamente dndose se afirma a s mismo; no nos realizamos en la libertad egosta, retaceando nuestra entrega. Bueno, no me extender ms en esto. Me he limitado a esbozar algunas caractersticas o notas esenciales de la persona, que creo es la columna vertebral del libro. Ahora doy paso al ltimo problema o tema filosfico que visualizo en la obra. No est desligado de la persona, sino todo lo contrario. Sera uno de los aspectos de la persona: la bsqueda de la verdad. Pero qu es la verdad?,

en cul verdad se sustenta la fe?. Tomo este aspecto, profundamente filosfico y hasta gnoseolgico porque creo se plantea muchas veces, en diversos captulos a lo largo del libro " Cruzando el umbral de la Esperanza". "La verdad no acepta lmite alguno; es para todos y para cada uno". Si pensamos en el tema de la evangelizacin y el ecumenismo qu presencia y gua es esta frase!; la verdad no posee lmites culturales, geogrficos, religiosos, histricos, etc. Si nos remitimos al Padre que es puro amor ( Verdad y Belleza), si nos adentramos en los jvenes- que aspiran a ella-, si pensamos en la fe como verdad revelada... todos los temas de la obra se sustentan en la Verdad, o se refieren a ella. Por eso, creo que vale la pena, aunque modestamente, recurrir a algunos aportes de la Carta Encclica "Veritatis Splendor", que se refiere justamente al problema de la verdad, para poder hacer un abordaje un poco ms especfico, y complementario a lo ya expuesto. No pretendo desviar el tema, sino enriquecerlo desde otra perspectiva que creo hace nuevos aportes. El Papa Juan Pablo II, en varias cartas encclicas, en "Amor y responsabilidad", y en el libro trabajado en esta oportunidad hace varias veces referencia a las amenazas del hombre contemporneo. Hace alusin al pragmatismo, al utilitarismo, al "relativismo moral" que olvida la posibilidad de una Verdad absoluta. Todas estas corrientes, las identifica a lo largo de la historia, como derivadas del racionalismo y el positivismo, que absolutizaron la razn o las ciencias empricas, reduciendo el problema a un consenso entre comunidades ( fundamentalmente cientficas). El Sumo Pontfice nos dice que fcilmente estas ideas se "infiltran" en nuestra manera de pensar y actuar, y por ello debemos estar atentos a los signos que hoy nos da nuestro tiempo. Varias consecuencias se derivan de este tipo de posturas. Intentar esbozarlas, para al mismo tiempo, ir estableciendo distinciones ( y a veces contradicciones) con el dogma de la Iglesia. En primer lugar, sostiene el Sumo Pontfice, una visin relativista, niega la posibilidad de una verdad objetiva. Si la verdad es una "creacin" humana, que depende de factores sociales, culturales y polticos, ella no est para ser aprehendida y des-cubierta ( en su significado etimolgico de des- velar, como quitar velos) por el hombre. La verdad surge entonces como "construccin social" que emerge de contextos diferentes y cambia su contenido segn el mismo. Pierde asimismo, su carcter universal para pasara ser personal y subjetiva. "El hombre- sostiene Juan Pablo II- debe buscar ( no crear) la verdad y debe juzgar segn esta misma verdad (...) El juicio de la conciencia no establece la ley, sino que afirma la autoridad de la ley natural y de la razn prctica con relacin a bien supremo ( ...) el juicio de la conciencia es el testigo de la verdad universal" El Pontfice, afirma, en oposicin a corrientes relativistas, que la Verdad es afirmada por el hombre que sale a su encuentro. Por ello es misin del ser humano "buscarla" fervientemente, porque as se ordena al Bien supremo, que es su fin ltimo ( la vocacin a la que ya nos referimos) . La verdad, desde esta nueva perspectiva, no admite criterios pragmatistas de lo til y lo conveniente ( recordemos la norma personalista). Pensar

utilitariamente, teniendo en cuenta "lo beneficioso" como nico criterio para determinar la verdad, trae como riesgos, quedar atrapados en posturas relativistas y escpticas como segunda consecuencia, ntimamente ligada a la anterior ( concebir una verdad particular, relativa al contexto socio-histrico ). El Pontfice advierte este problema en el mundo de hoy; "...el hombre ya no est convencido de que slo en la verdad puede encontrar la salvacin. La fuerza salvfica de la verdad es contestada y se confa slo a la libertad, desarraigada de toda objetividad (...) Este relativismo se traduce, en el campo teolgico, en desconfianza en la sabidura de Dios, que gua al hombre con la ley moral". El hombre de hoy no cree en una Verdad objetiva; todo es cuestionable, todo puede ser objeto de discusin y disenso, y amerita, a lo sumo llegar a un "acuerdo". Qu nos queda entonces despus de esto?. Slo, a nuestro juicio, que prime la mayora. Ella decide qu es lo verdadero. " Qu es la verdad?" es la pregunta escptica de Pilato. Pilato se dirige a la mayora. l es figura emblemtica del relativismo-escptico. No se apoya ni en los valores ni en la verdad, sino en los procedimientos y en la opinin mayoritaria. Pero hay en esto algn riesgo?. En nuestra opinin s lo hay; el peligro que el criterio mayoritario derive en un totalitarismo ( prima el ms fuerte). La verdad, al dejar de ser descubierta, es "posesin" de aquellos que han decidido que sea su patrimonio ( a esto creo que se refiere el Sumo Pontfice cuando habla de los fundamentalismos en el captulo 15); pasando a ser dueos de ella. As los ms dbiles en la sociedad, se ven incapaces de responder, pasando a depender, no de la Verdad, sino de aquellos que la "detentan". Apelar al criterio mayoritario nos lleva literalmente a la creacin de una nueva divinidad. Dios ( Verdad), se vaca de contenido para dar paso a una nueva divinidad ( la Mayora). Una tercera consecuencia que considero, podemos desprender del planteo relativista que entiende la verdad como "acuerdo" humano, es la cada en un concepto vaco de libertad. "... opera un concepto vaco de libertad, que llega al extremo de considerar necesaria la disolucin del yo en un fenmeno sin centro y sin naturaleza Podemos preguntarnos cmo puede suceder esto?. Cmo el hombre puede llegar a perder su libertad por este concepto equivocado de Verdad?. Cmo se relacionan la verdad y la libertad? Qu tienen en comn?. La respuesta no parece del todo complicada, y se deriva necesariamente de la perspectiva que estamos analizando; si la opinin mayoritaria es el criterio de verdad, se derrumba la finalidad de la libertad, pues ni la esencia de los derechos humanos ni de la libertad resultan cosas evidentes siempre para la mayora. Hitler, las guerras mundiales, las luchas actuales en le ex-Yugoslavia, el Holocausto, la bomba atmica, los medios masivos de comunicacin son prueba de ello. La mayora puede ser fcilmente manipulable y adoctrinada. Sin embargo, cualquier otra teora, puede ser vista como dogmatismo que impide la "autodeterminacin" del sujeto. Podemos convertirnos en "esclavos" en nombre de la "libertad". As la persona va perdiendo una de sus notas esenciales: la libertad. La cuarta consecuencia, depende de la anterior; si el hombre pierde libertad, pierde su finalidad ltima. "Muchos moralistas catlicos, buscan distanciarse

del utilitarismo y del pragmatismo, para los cuales la moralidad de los actos sera juzgada sin hacer referencia al verdadero fin ltimo del hombre (...) pero en el mbito del esfuerzo por elaborar una semejante moral racional existen falsas soluciones". Qu nos advierte aqu el Sumo Pontfice?. Perder la libertad - porque todo pasa a determinarse por la mayora- nos lleva a perder el sentido de nuestra propia existencia, en la medida que no visualizamos nuestro fin ltimo, al cual estamos llamados, y que ya expusimos anteriormente. Los propios cristianos, pretendiendo fundamentar una tica en la razn, han cado en perspectivas relativistas, como el consecuencialismo ( criterios de rectitud extrados del anlisis de las consecuencias que se prev pueden derivarse de la ejecucin de una decisin) y el proporcionalismo (proporcin entre efectos buenos y malos). Estas perspectivas, si bien reconocen que los valores morales se descubren por la razn natural y por la revelacin, niegan la posibilidad de llegar, por ejemplo, a concebir un comportamiento absolutamente malo bajo cualquier circunstancia y en cualquier cultura. En definitiva, niegan la posibilidad de valores enteramente absolutos, ahistricos y atemporales; llegando a admitir la posibilidad de comportamientos contrarios a los mandamientos de la ley divina y natural. De ese modo, el hombre puede negar su propio fin. El hombre pierde su dimensin trascendental; todo se agota en el plano humano ( contextual, histrico, subjetivo). La ley moral natural, pasa a ser un concepto vaco, carente de sentido para un hombre donde rige el cambio, no la permanencia. Subrayo lo antes dicho: uno de los riesgos mayores de estas posturas, tan difundidas hoy en da, es que resultan fcilmente admisibles, "infiltrndose" de a poco, en nuestras maneras de pensar y obrar. Una ltima crtica al las posturas pragmatistas, que creo puede leerse desde la Encclica, es que la verdad en esta perspectiva, pierde su dimensin vivencial. La Verdad no es vivida, experimentada, sino meramente construida y acordada en el plano del conocimiento. Los representantes actuales de estas posturas ( como Richard Rorty, por ejemplo) hacen una dura crtica a lo largo de la historia de la filosofa- desde Platn hasta la filosofa analtica-, centrada en que han primado "metforas oculares", que supusieron que la verdad era copia de la realidad ( un "espejo"); pero ahora, habra que dar paso al acuerdo entre los diferentes seres humanos para definir qu es lo verdadero. Considero, que los mismos autores no superan la visin que pretende traspasar, desde el momento en que en ningn momento se habla de una verdad que es integrada por el hombre a su vida, antes de ser enunciada. Se critica la nocin de verdad como "copia", pero quedan presos de una concepcin que sigue entendiendo a la verdad como mero "conocimiento", "acuerdo entre hombres". Sin embargo, del documento pontificio se desprende que la Verdad no slo es descubierta en el plano gnoseolgico, sino que corresponde al hombre conocerla y vivirla. No permanece en el plano meramente especulativo y racional como un teorema matemtico "2+2=4"; no es verdad desencarnada, una especulacin, lejos de la cotidianeidad. Ella se integra en la vida del hombre y es impulso para su prctica. Ella cambia nuestra vida y re-orientamos nuestro obrar hacia ella. Y es por esto mismo que no posee sustituto til. El que quiere cambiar la verdad a su "antojo", est perdido. Al hombre no

corresponde cambiar la verdad, sino ser cambiado por ella, ajustando sus actos a ella, una vez que la ha encontrado. En virtud de esto Juan Pablo II nos dice que "... el obrar es moralmente bueno cuando las elecciones de la libertad estn conformes con el verdadero bien del hombre y expresan as la ordenacin voluntaria hacia su fin ltimo, es decir, Dios". De este modo hay unin, continuidad natural entre RAZN- VOLUNTAD- OBRAR- FIN LTIMO. La Razn, presenta a la voluntad el bien, para que ella se oriente a l y lo manifieste en su obrar, que, por ser conforme a la Verdad, tiende tambin al fin ltimo del hombre.

ALGUNAS REFLEXIONES FINALES... De este modo concluyo el informe, esperando haber podido evidenciar las estrechas relaciones existentes entre la nocin de Persona y el problema filosfico de la Verdad. Una mala comprensin del concepto de Hombre, nos puede conducir a posturas que niegan la existencia real de la Verdad; asimismo, una inadecuada comprensin de la Verdad, puede llevarnos a cosificar la Persona, quitndole su dignidad. De este modo, nuestros errores u omisiones en el entendimiento, en la comprensin, rpidamente pueden traducirse en formas de obrar equivocadas, que niegan nuestra propia esencia. De todas maneras, creo que "Cruzando el umbral de la Esperanza", nos ilumina en muchos interrogantes actuales, sobrevolando una inmensidad de temas que hoy nos desafan como hombres y como cristianos. Todo esto lo hace, sin perder la esperanza y sin olvidarnos que no debemos tener miedo! ante estos misterios y desafos, presentando una visin optimista ( cristiana dira yo) de los retos que tenemos por delante. Asimismo, y para concluir, dir que esta entrevista, tambin me posibilit personalmente, indagar en otros textos que pueden conducirnos a una comprensin ms cabal y profunda de los temas "echados sobre la mesa". En este sentido, es un libro profundamente fermental...

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