Spitz Angustia Del 8 Mes

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Extraido del libro El primer ao de vida de R Spitz

LA ANGUSTIA DEL OCTAVO MES Entre el sexto y el octavo mes se produce un cambio decisivo en la conducta del nio hacia los otros. Ya no responder el beb con una sonrisa cuando un visitante casual se detenga junto a su camita y le sonr a moviendo la cabeza. !ara esa edad la capacidad para la di"erenciaci#n perceptiva diacr tica est ya bien desarrollada. $hora el in"ante distingue claramente entre el amigo y e% extrao. Si uno de stos se acerca a l& har 'ue entre en "unciones una conducta t pica& caracter stica e incon"undible del in"ante & dar muestras de diversas intensidades de recelo y de angustia y rechazar al desconocido. Sin embargo& la conducta individual del nio var a en una escala bastante amplia. !uede bajar los ojos t midamente& puede cubr rselos con las manos& alzar sus vestidos para ocultarse el rostro arrojarse bocabajo y esconder la cara entre las mantas o puede llorar o chillar. El denominador com(n consiste en una negativa a entrar en contacto con el desconocido& un volverle la espalda& con matiz ms o menos pronunciado de angustia. )*abe suponer 'ue las di"erencias de la conducta individual estn relacionadas en cierto modo con el clima a"ectivo en 'ue el nio se ha criado+ ,n n(mero de tipos de conducta observables "ueron presentados en la pel cula La angustia; su fenomenologa en el primer ao de vida -Spitz& ./01b2. 3enomin a este patr#n de conducta la angustia del octavo mes -vase la "ig. /2 y considero 'ue es la primera mani"estaci#n de la angustia propiamente dicha. )4u 'ueremos decir con la 5angustia propiamente dicha5+ 6asndome en mis observaciones& he sido capaz de distinguir en el primer ao de vida tres etapas en la ontognesis de la angustia. 7a primera de estas etapas es la reacci#n del in"ante al proceso del parto. 8reud -./9:a2 habla de esta reacci#n como del prototipo psicol#gico de toda angustia posterior. ;tros autores& Ran< -./9=2 en primer lugar& dan mucha importancia al llamado 5trauma5& como causante de todos los problemas psi'uitricos de despus. 8reud no acept# nunca esta hip#tesis. 3urante el per odo neonatal& aproximadamente en la primera semana 'ue sigue al parto& vemos 'ue se producen mani"estaciones de desagrado en circunstancias 'ue& en una edad ms avanzada& pueden originar angustia. Estas mani"estaciones de desagrado no son angustia& en el sentido en 'ue usamos este trmino en psicoanlisis. 3enominarlas angustia es desorientador. $un cuando tienen todas las caracter sticas de los estados de tensi#n psicol#gica& con "en#menos de descarga ps 'uica di"usa& carecen de contenido psicol#gico. $ medida 'ue el nio se va haciendo mayor& la naturaleza de estos estados de tensi#n van perdiendo progresivamente su carcter di"uso> ahora se dan como respuesta a todas las situaciones ms espec "icamente ingratas. $proximadamente a la octava semana de vida& las mani"estaciones de desagrado se hacen cada vez ms estructuradas e inteligibles& no s#lo para la madre& sino tambin para el observador experimentado. Empiezan a aparecer unos cuantos matices& 'ue remplazan el tono negativo de excitaci#n generalizada& tras"ormando las simples mani"estaciones de desagrado en algo semejante a dos o tres signos 5codi"icados5. ?isto desde el lado de la madre& esto es ya el comienzo de la comunicaci#n ms sencilla. ?isto desde el lado del nio& es a(n un indicio de incomodidad& es todav a una demanda de ayuda> permanece en el nivel expresivo& aun cuando esas mani"estaciones se hayan vuelta ahora volitivas y articuladas. 3esde ese momento& el medio circundante ha aprendido ya a distinguir cuando el nio tiene hambre& cuando le duele el vientre y cuando expresa el deseo de 'ue le entretengan. $ medida 'ue las mani"estaciones del nio se hacen ms v ms inteligibles& las respuestas del medio se vuelven ms adaptadas a las necesidades 'ue expresan. *omo ahora puede suscitar

respuestas satis"actorias de sus necesidades& el nio se vuelve capaz de captar una conexi#n entre lo 'ue hace y la respuesta del medio. !or el tercer mes de vida& las huellas mnmicas de una serie de seales dirigidas por el nio hacia el medio circundante 'uedan codi"icadas en su aparato ps 'uico. $si el pe'ueo ha llegado a dominar lo 'ue @arl 6Ahler -./1=2 denomin# 5la llamada5& es decir& la capacidad para volverse hacia el medio e indicar su necesidad. $ntes de esto& el nio reaccionaba de manera arcaica& con un re"lejo& como si dijramos& a las sensaciones venidas desde dentro o a los est mulos venidos desde el medio. $hora el in"ante puede enviar seales& volitivas y deliberadas& a las cuales el medio responde& ms o menos seguramente& satis"aciendo sus necesidades. 7a expresi#n activa de las necesidades del nio& va seguida en estrecha secuencia temporal por la satis"acci#n procedente del medio. Esta secuencia es la misma 'ue opera en el re"lejo condicionado> pero la capacidad de establecer el re"lejo condicionado se basa probablemente en caminos neuro"isiol#gicos innatos. En el re"lejo condicionado la sugerencia parte del exterior& de otro y la respuesta viene de dentro& del sujeto. En la etapa de la llamada& ocurre lo contrario. $hora es el sujeto& el nio& el 'ue hace la sugerencia& por medio de sus gritos de hambre& y es el otro& el medio& 'uien responde> es el medio 'uien ser condicionado por el in"ante. Esta secuencia se repite con gran regularidad& muchas veces en cada uno de los d as de vida del pe'ueo. !or eso las dos partes 'ue constituyen la experiencia& el grito de hambre y la satis"acci#n 'ue le sigue& 'uedan vinculados en el recuerdo del in"ante. Se establece una asociaci#n entre dos grupos de impresiones en "orma de una serie de dos rastros mnmicos depositados y re"orzados por una conexi#n a"ectiva. Este progreso debe ser entendido en los trminos de las proposiciones de 8erenczi -./.:2 sobre la etapa in"antil de la omnipotencia. 7os gritos de hambre& seguidos de la satis"acci#n& constituyen la base del sentimiento de omnipotencia 'ue& de acuerdo con 8erenczi& es una etapa primera del sentido de la realidad. Bo obstante& y de modo parad#jico& la misma experiencia prepara tambin la base para un desarrollo ideativo& 'ue es diametralmente opuesto a la omnipotencia. En mi opini#n& la secuencia de la satis"acci#n 'ue sigue a los gritos de hambre& es la primera experiencia& en la 'ue podemos seguir la huella inicial de la categor a ideol#gica de la causalidad. Cediante este proceso& de atraer la ayuda de la madre& para 'ue atienda sus necesidades& mediante los gritos& ei ser humano experimenta por primera vez el post hoc ergo propter hoc, en relaci#n a su propio acto. !or supuesto& se trata s#lo del precursor& no del principio de causalidad propiamente dicho. El principio de post hoc ergo propter hoc, se rami"icar& seguidamente& en dos direcciones. ,na de ellas se mantendr en su "orma imper"ecta& como modo bsico de "uncionamiento del proceso primario. 7a otra se ir re"inando progresivamente& hasta convertirse en uno de los instrumentos ideol#gicos ms poderosos del hombre& en "orma del principio de determinismo. En los trminos de la experiencia del in"ante& esta secuencia puede ser expresada como sigueD cuando 6 sigue siempre a $& esto se debe a 'ue $ es la "uerza& la potencia 'ue produce 6& por tanto $ es la causa de 6. $hora el nio puede in"luir el medio para aliviar su incomodidad> en una etapa un tanto posterior& aprende tambin a in"luir su medio para 'ue le o"rezca la satis"acci#n deseada. $'u tenemos la transici#n desde la etapa de la mani"estaci#n pura de lo que se siente a la etapa de petici#n de lo que se desea. Este es el primer paso importante 'ue da comienzo a la comunicaci#n y 'ue& "inalmente& lleva a la comunicaci#n con la ayuda de seales semnticas. 3espus del tercer mes& un n(mero siempre creciente de rastros de recuerdos 'uedan depositados en los sistemas mnmicos del nio. Son en su mayor a del tipo ms simple y estn relacionados con matices de a"ecto& agradables y a veces desagradables. Estos rastros mnmicos 'ue se relacionan

con ciertas situaciones recurrentes y para el nio particularmente desagradables& son di"erenciados de los otros. Estn estructurados de tal manera 'ue su reactivaci#n puede educir con seguridad un a"ecto ingrato espec "ico. Este a"ecto se mani"iesta en "orma de conducta retra da -por ejemplo& en el caso de una inoculaci#n preventiva repetida2. Fablamos de miedo en relaci#n con esta respuesta. Surge entre el cuarto y sexto mes de vida. Es el segundo paso hacia el establecimiento de la angustia propiamente dicha. En la primera etapa& la de los estados de tensi#n psicol#gica& se mani"est# una reacci#n desagradable cuando la tensi#n interna perturbaba el estado de e'uilibrio. En la segunda etapa& la reacci#n de temor es provocada por un percepto 'ue el nio ha relacionado con una experiencia desagradable previa. *uando el nio vuelve a experimentar este percepto catexiado ingratamente& responde con la huida. Este rehuir la amenaza de la realidad& seala el comienzo de lo 'ue 8reud -./9:a2 denomina 5angustia de la realidad5. *omo 8reud& usaremos la palabra 5temor5& ms bien 'ue la de 5angustia5& por haber encontrado un objeto. 7a angustia del octavo mes& 'ue hemos descrito antes& y 'ue aparece en la segunda mitad del primer ao de vida& es enteramente di"erente de la conducta medrosa. En la reacci#n hacia el desconocido& el nio responde a algo o a alguien con lo 'ue& o con el 'ue& no tuvo nunca antes una experiencia desagradable. Femos seguido cuidadosamente& desde el nacimiento& gran n(mero de nios 'ue posteriormente mani"estaron esta conducta en la segunda mitad del primer ao. Godos ellos hab an tenido las experiencias corrientes de displacer 'ue son inevitables en la crianza del nio. !ero las hab an tenido con sus madres& no con desconocidos. )!or 'u& pues& mani"estaban su angustia o cuando menos su aprensi#n al acercrseles un desconocido+ Geniendo presente todo cuanto hemos aprendido en el trascurso de la observaci#n directa de los in"antes& la hip#tesis de 'ue el nio responde a la ausencia de la madre con desagrado es la ms plausible. Siguiendo la ontognesis del displacer encontramos 'ue del tercero al sexto mes el nio mani"iesta desagrado cuando su pareja adulta le deja. En la etapa de la ansiedad del octavo mes& el nio est ya ms avanzado en todos los aspectos. Si reacciona al en"rentarse con un desconocido& es por'ue ste no es su madreD su madre 5le ha dejado5. Esto contrasta con el nio de tres meses& para el cual un rostro humano es lo mismo 'ue otro& pues para l s#lo representa una Hestalt signo de la satis"acci#n de la necesidad. Bo obstante& cuando el desconocido se acerca al nio de ocho meses& ste se siente burlado& en su deseo de tener a su madre con l. 7a angustia 'ue mani"iesta no es en respuesta al recuerdo -le una experiencia desagradable con el desconocido> es en respuesta de su percepci#n de 'ue el rostro del desconocido no coincide con las huellas mnmicas del rostro de la madre. Esto sirve de ejemplo a la actuaci#n de la apercepci#n> en ella un percepto en el presente es comparado con las huellas mnmicas del pasado. En trminos psicoanal ticos decimosD es una respuesta a la percepci#n intraps 'uica de la tensi#n del deseo reactivada y la decepci#n subsiguiente. En consecuencia he denominado a esta respuesta la primera mani"estaci#n de angustia propiamente dicha. *omo la respuesta sonriente a la edad de tres meses& la angustia del octavo mes& seala una etapa di"erente en el desarrollo de la organizaci#n ps 'uica. En el caso de la respuesta sonriente& la Hestalt signo del rostro& visto de "rente& es experimentada como hom#loga a un congnere humano. En el caso de la angustia del octavo mes& el percepto de la cara del desconocido qua face -Ino como Hestalt signoJ2 es comparada con las huellas mnmicas del rostro de la madre. Este descubre 'ue es di"erente y& por lo tanto& ser rechazado. Suponemos 'ue esta capacidad de desplazamiento catxico sobre las huelias mnmicas acumuladas con seguridad en el nio de ocho meses& re"lejan el hecho de 'ue ha llegado a

establecer una verdadera relaci#n de objeto y 'ue la madre se ha convertido en su objeto libidinal& su objeto amoroso. $ntes de esto& apenas se pod a hablar de amor& pues ste no existe hasta 'ue el amado puede ser distinguido de los dems& y no hay objeto libidinal en tanto 'ue ste sigue siendo intercambiable. $l mismo tiempo& el nio modi"ica su modo de tratar con el medio y domina a ste. Ya no se limita a las "ormas arcaicas de de"ensa> ha ad'uirido la "unci#n del enjuiciamiento& de la decisi#n. Esto representa una "unci#n del yo en un nivel intelectual superior del desarrollo ps 'uico y abre nuevos horizontes. ,n consejo en pocas palabrasD si se desea observar el "en#meno de la angustia del octavo mes Ky experimentar con lKL no debe hacerse el experimento en presencia de la madre. $ll donde las mani"estaciones de la angustia del octavo mes son leves& bastar la presencia materna para 'ue se hagan poco conspicuas& mientras 'ue en ausencia de la madre se mani"estarn de modo incon"undible.

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